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Espacios públicos, gestión

y renovación urbana en Lima.


Procesos e impactos

Carla Herrera Velarde


ESPACIOS PÚBLICOS,

GESTIÓN Y RENOVACIÓN

URBANA EN LIMA.

PROCESOS E IMPACTOS

Primera edición

Enero, 2012

Lima - Perú

© Carla Herrera Velarde

PROYECTO LIBRO DIGITAL

PLD 0471

Editor: Víctor López Guzmán

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Lima - Perú
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Lima - Perú, enero del 2011

“El conocimiento es útil solo si se difunde y aplica”

Víctor López Guzmán


Editor
ur[b]es
Revista de ciudad, urbanismo y paisaje

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

ur[b]es
Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005, pp. 171-206

ESPACIOS PÚBLICOS, GESTIÓN Y RENOVACIÓN


URBANA EN LIMA
Procesos e impactos*

Carla Herrera Velarde**

Abstract
One of the most relevants phenomenons related to the Urban Development of Lima had
been the interventions orientated to the renewing and the recovering of several public spaces
in Lima’s Historic Center and its peripheral districts. This article is part of a research that
analyses the goals, character, and socio cultural effects of some of the most important
works in urban renewal of squares, parks, and boulevards, done during the last two decades.
Key Words: Lima. Public spaces. Interventions. Physical impact. Social impact.

Resumen
Uno de los fenómenos más relevantes en relación al reciente desarrollo urbano de Lima, han
sido los trabajos dirigidos a la recuperación de los diversos espacios públicos tanto del centro
histórico como de distritos periféricos. El presente artículo forma parte de un estudio dirigido
a evaluar los objetivos, el carácter y los efectos socioculturales de alguno de los trabajos más
importantes de recuperación de plazas, parques y alamedas producidos durante las dos últimas
décadas.
Palabras clave: Lima. Espacios públicos. Intervenciones. Impacto físico. Impacto social.

* El presente trabajo constituye la investigación de base que la autora realizó sobre el tema de los espacios
públicos, con motivo de su tesis de maestría en la mención de Renovación Urbana de la Sección de
Postgrado de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería.
La investigación fue dirigida por el Prof. Mag. Augusto Ortiz de Zevallos.
** Arquitecta. Universidad Ricardo Palma. Maestría en Arquitectura con mención en Renovación Urbana por
la Universidad Nacional de Ingeniería. E mail: mchervei@ec-red.com

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Carla Herrera Velarde

1. Introducción

En estas dos últimas décadas el espacio público limeño ha sido objeto de numerosos
planes e intervenciones. En este marco puede considerarse como obras de inicio de este
fructífero período los trabajos de remodelación del parque Kennedy y la calle 7 de Junio
emprendidos por la municipalidad de Miraflores en 1992. Intervenciones que además mar-
can un punto de inicio en el interés edil por la transformación de los espacios públicos como
oportunidades para generar un impacto social y, consecuentemente, electoral.
Ciertamente, el impacto producido por estas intervenciones desbordaría los límites de lo
imaginado, convirtiéndose en un hecho no sólo de efecto metropolitano, sino de consecuen-
cias directas en la redefinición conceptual y operativa de los espacios emblemáticos limeños
y la imagen formal irradiada. Hecho que ha conseguido también modificar la relación
histórica usuario–espacio a partir del establecimiento de nuevos vínculos trastocando de
este modo la existencia primigenia de estos espacios.
Han sido siete los gobiernos municipales que se han sucedido durante estas dos décadas,
cada uno con propuestas e intereses distintos en materia de espacios públicos. El alcalde
Eduardo Orrego (1981–1983) se propuso introducir cambios significativos en el sistema y
estructura de los espacios públicos, basado en su cualidad de espacios vinculados a edifica-
ciones cívicas y/o culturales. La gran escala de los proyectos con grandes áreas de interven-
ción no hizo posible su materialización, por lo que las propuestas se mantuvieron como
planteamientos preliminares.
La administración edil de Alfonso Barrantes (1984–1986) se encargaría de redefinir la
escala y magnitud de las intervenciones en la esfera de los espacios públicos. Se logra así un
mayor porcentaje de ejecución, aunque lo ejecutado parecería no responder a un plantea-
miento o proyecto mayor. Dinámica similar se desarrollaría en la gestión de Jorge del
Castillo (1987–1989). Con una apreciable prioridad de intervenciones en el área del Cerca-
do, cuya ejecución física es complementada con propuestas de uso temporal dirigidas tanto
al usuario eventual (circuitos turísticos) como al permanente (verbenas populares).
Durante los dos periodos de gobierno municipal de Ricardo Belmont (1990–1922 y
1993–1995) se formularon importantes propuestas de intervención en el espacio público; las
cuales comprendieron un gran número de espacios existentes en el Cercado, dirigidos en su
totalidad al mejoramiento físico. Algunas de estas propuestas fueron ejecutadas al final del
segundo periodo. Los otros proyectos planteados por Belmont se retomaron y ejecutaron
mientras gobernaba Alberto Andrade (1996–1998 y 1999–2001), los cuales se concentraron
en el área del Centro Histórico y fueron acompañados por medidas previas de desalojo del
comercio ambulatorio y actividades de intervención menores que incentivaran el recorrido
cultural del Centro.
Si la remodelación del parque Kennedy en 1992 constituye —conjuntamente con la obra
de la calle 7 de Junio— el inicio de esta especie de boom de los espacios públicos, puede
considerarse como la obra de culminación la remodelación del Gran Parque de Lima, el 18
de enero de 2000, proyecto elaborado por el arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos.
¿Cuáles han sido las intervenciones más importantes producidas durante estas dos últi-
mas décadas en Lima y, específicamente, en el área central por iniciativa edil? ¿Cómo se ha
construido la relación usuario–espacio durante el proceso de gestación, diseño, ejecución y
gestión de los espacios públicos sujetos de intervención? ¿Qué efectos han producido en el
usuario las transformaciones ejecutadas en los espacios públicos remodelados?

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

El presente estudio aspira a dar respuesta a estas interrogantes y otras complementarias


a través del análisis de una serie de algunos de los casos que se consideran como los más
significativos en las últimas dos décadas. Entre estos se han considerado para el presente
estudio a intervenciones ubicadas en tres distritos emblemáticos desde el punto de significa-
do histórico social: los distritos de Lima – Cercado, Miraflores y Villa el Salvador.
En relación al distrito de Lima – Cercado se han tomado en cuenta los casos de la plaza
San Martín, la plaza Italia y la alameda Chabuca Granda. En el distrito de Miraflores los
ejemplos registrados son el parque Central (parque Kennedy y calle 7 de Junio), el parque
Salazar y el parque del Amor. Mientras que en el distrito de Villa el Salvador se consideraron
los casos de la alameda de la Juventud, la alameda de los Jardines y el parque Sector IV
(Pachacamac).
A modo de una breve reseña, cada uno de los casos, será presentado en función de crite-
rios como los de la gestión del proyecto, la modalidad de intervención y la tipo de percep-
ción de los usuarios. La información aquí consignada procede tanto de la investigación de los
archivos respectivos, cuanto de las encuestas realizadas por cada ejemplo.

2. Espacios públicos e intervenciones


2.1. Distrito Lima - Cercado

2.1.1. La plaza San Martín


Se trata de una de las plazas más representativas de la capital peruana. Se encuentra
ubicada en la desembocadura de la avenida Nicolás de Piérola y delimitada por el jirón de la
Unión, el jirón Carabaya y el jirón Ocoña. Fue formulada como proyecto en 1909 tomando
como condición la reubicación y demolición de la estación del ferrocarril Lima–Callao «San
Juan». El proyecto fue llevado a cabo por el arquitecto Manuel Piqueras Cotolí en 1920 y su
inauguración tuvo lugar 1921 en el marco de las celebraciones del primer centenario de la
independencia del Perú. El diseño de la plaza disponía de cuatro fuentes de agua, 32 bronces
artísticos, 16 bancas y 82 faroles ornamentales. Con el transcurso del tiempo la plaza fue
objeto de dos importantes modificaciones. La primera dada en 1935, según el proyecto del
arquitecto Ricardo de Jaxa Malachowski; el cual simplificó el trazo precedente, eliminando
gran parte del uso peatonal. Y, la segunda, en 1986, en la cual se modificaron los acabados de
cuarzo natural de las fachadas por pintura de colores rojo, amarillo y blanco. Esta plaza fue
calificada en 1962 como monumento por el Instituto Nacional de Cultura, lo que obligó a
la conservación de la volumetría y fachadas del entorno.
Gestión e intervención
En 1993 el municipio de Lima emprendió la ejecución de los 16 subprogramas formula-
dos en 1991 por el Instituto Metropolitano de Planificación (IMP) y que establecía los 16
grupos de proyectos a desarrollarse en los espacios públicos del Centro Histórico. El alcalde
Belmont convocó a diversos arquitectos para encargarse del desarrollo de estos proyectos.
Como parte de esta demanda el proyecto de la plaza San Martín fue encargado al arquitecto
Lester Mejía, el del Parque Universitario fue asignado al arquitecto Rafael Cubas y el de la
avenida La Colmena fue encargado al arquitecto Emilio Soyer. La propuesta consistía en que
el eje parque Universitario - avenida La Colmena - plaza San Martín fuera abordado como
un solo conjunto, pero contemplando la especificidad de cada espacio.

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Carla Herrera Velarde

La propuesta para la plaza San Martín fue desarrollada por el arquitecto Lester Mejía en
1993 pero ejecutada en 1997, después de una actualización previa efectuada por el IMP.
El diagnóstico previo del espacio urbano involucró fundamentalmente, el estado de con-
servación de los componentes físicos y el deterioro causado por el escaso o nulo manteni-
miento de los mismos y por la acción delictiva. Otro punto importante estuvo constituido
por las adiciones hechas a las fachadas y el pintado que cubría su acabado de cuarzo. Esta
última y la modificación del trazo de la plaza constituyen dos de las mayores intervenciones
efectuadas con anterioridad. La intervención como programa general optó por una solución
intermedia entre el proyecto inicial y la propuesta de reforma de Malachowski, jerarquizando
el acceso peatonal a través de la propuesta de caminos en cruz que a su vez jerarquizaran el
monumento central. Otros elementos nuevos introducidos fueron las áreas de descanso a lo
largo de los ejes transversales y la ampliación de las veredas en los frentes contiguos con la
finalidad de vincular la actividad de la plaza con la de los restaurantes instalados en esos
frentes. La propuesta final se propuso atender de manera prioritaria dos aspectos: el de la
vegetación y las fachadas, como los elementos a recuperar y realzar.
De usos y usuarios
Por el registro de usos efectuado se observó una mayor ocupación de las áreas de borde
(jardines y bancas) durante el día. Mientras que las áreas del perímetro de la plaza eran
usadas más en las horas de cierre (5 pm–8 am). Lo más resaltante ocurre durante las noches,
cuando se concentran grupos de hombres en los bordes que conversan u observan alguna
función ambulante.
La intervención en esta plaza ha generado un público nuevo, que en promedio es el 27%,
pero cuya afluencia se da los días de semana, periodo en el cual la afluencia al Cercado es
generada por razones laborales. Frente a la congestión y el tráfico que se produce en el
Centro, la plaza se convierte para el usuario en un espacio de relax, paseo y distracción, y
además en un espacio con presencia de área verde, que son las cualidades más resaltadas por
los encuestados.
Las apreciaciones negativas de los usuarios, se centran en las deficiencias percibidas en el
entorno, que a pesar de generar malestar no constituyen impedimentos para la afluencia de
personas a la plaza. Sin embargo, constituyen puntos importantes en las demandas, que se
traducen en la presencia de mayor seguridad y la dotación de mejor mantenimiento al
espacio.
Como un tercer punto, se señala la dotación de mobiliario que permita atender a la
cantidad de usuarios y darles otras posibilidades de uso al espacio. El público que acude al
espacio abarca todos los rubros, con excepción del público infantil, pero se da una mayor
presencia de estudiantes y empleados que realizan sus labores en el Centro y cuya afluencia
es habitual, siendo la permanencia de tiempo prolongado.
De acuerdo a las encuestas realizadas, se determina lo siguiente:
- Las deficiencias señaladas están relacionadas en un 54% a aspectos o factores sociales
del espacio, como la presencia de delincuencia.
- Las cualidades señaladas están dadas en un 53% en las mejoras físicas realizadas y en un
35% en las características diferenciales del espacio respecto al entorno, tales como la
presencia de vegetación o de espacios abiertos.
- Las demandas señaladas están referidas en un 30% a mejoras físicas, en un 35% a
mejoras de tipo ambiental y en un 25% a una mejor y mayor implementación de usos en
el espacio.

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

Datos del proyecto:


Elaborado en 1993 por el Arq Lester Mejía
Lúcar
Ejecutado en 1997 por Invermet
Obra: 4´599,062 nuevos soles
Estudio de restauración monumento: 29,835
nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Lima
Área total: 25,800 m2

Fig. nº 1 y nº 2: De arriba abajo. Plaza


San Martín en obras de remodelación
(1997) y concluida (1999). Foto: Wiley
Ludeña Urquizo.

- En general, el 99% de los encuestados señala la necesidad de realizar alguna mejora.


Pero el 75% en promedio califica la intervención de buena, porcentaje que varía a un
88% los días de semana y a un 57% los fines de semana.

2.1.2 La plaza Italia

Se trata de un espacio ubicado en la intersección de los jirones Huanta, Huallaga y Junín


en Barrios Altos. Fue demarcado inicialmente por la presencia del oráculo del asiento del
cacique del Rímac y adaptado posteriormente a la trama rígida de los fundadores a los
caminos, huacas y acequias del Curacazgo.
En 1548 fueron modificadas sus dimensiones a las actuales, a solicitud de un vecino con
el propósito de servir a los hospitales aledaños. La plaza estuvo ocupada en un principio por
una carnicería que atendía a escala vecinal, y que fue reemplazada, a principios del siglo
XVII, por un pequeño mercado de abastos, el cual funcionó hasta el siglo XIX, siendo
complementado en 1622 con un camal. En 1851 se edificó allí el primer mercado de abastos
capitalino, adonde se trasladaron los tiangüeses de la Plaza de Armas y los de Santa Ana.
Posteriormente, entre 1903 y 1908, la plaza fue ocupada por los puestos de los mercados de

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Carla Herrera Velarde

La Concepción y La Aurora debido a la remodelación de estos. La ocupación de la plaza por


los nuevos comerciantes ocasionó la destrucción de sus jardines.
Durante la Colonia la plaza fue el espacio para las actividades de reconocimiento al
poder de los reyes españoles, hasta el advenimiento de la República y su uso como uno de
los espacios en el que se proclamó la Independencia. La plaza fue intervenida en 1617
para colocar la pila que luce hasta la actualidad. En el transcurso del tiempo fue objeto
de numerosas remodelaciones. En 1886 se procedió al pintado de la pila, verja y bancos;
y la restauración de las estatuas y faroles, así como la pavimentación de las calles con
piedra de medio cambray. En 1890 se realizaron obras de plantación de árboles, reparación
de la pila, verja y pavimentación. Y, en 1908, se produjo una modificación sustancial
con el nuevo monumento colocado y el cambio de nombre de plaza Santa Ana por el
de plaza Italia. Entre 1956 y 1958 la plaza resulta modificada en su trazo y morfología
con la incorporación de otros elementos como las nuevas bancas de mármol y el plantado
de las palmeras Arecka de 20 años en reemplazo de las especies arbóreas existentes. Los
cambios que la plaza sufriría posteriormente se dieron en las edificaciones del entorno,
tanto en el ámbito formal como en el funcional.
Gestión e intervención
Este espacio, al igual que la plaza San Martín, formó parte de la convocatoria de 1993
para el desarrollo de 16 grupos de proyectos de remodelación de espacios públicos (basados
en los subprogramas definidos por Prourbe en 1991) como parte del Programa Integral de
recuperación del Centro Histórico, emprendido por el municipio a cargo del entonces alcal-
de Belmont. En el caso de la plaza Italia, la propuesta —que incluyó a la plazuela de La
Buena Muerte y a la plazuela Buenos Aires— se planteó en equipo; sin embargo, tal como
lo señalara el proyectista, esta conjunción se justificaba solamente por encontrarse en la
zona de Barrios Altos, pero la distancia entre estas no permitía una lectura de conjunto que
ameritara un tratamiento unitario. El proyecto de la plaza Italia se individualizó y se limitó
a la demarcación del área de intervención, formada por la plaza y los accesos desde las calles
perimetrales.
La coordinación para el desarrollo del proyecto, durante la gestión del alcalde Belmont,
se dio entre el municipio y el proyectista; en este proceso se conformó el Comité Cívico
Vecinal de la Plaza Italia, con la finalidad de proponer alternativas y cooperar en la recu-
peración del espacio. Las propuestas de este comité se resumen en la ampliación de la
plaza en todo el perímetro, la colocación de rejas a lo largo del contorno, la recuperación
de las características originales de las bancas, la recuperación de las fachadas, y la inclu-
sión en el proyecto del cine Francisco Pizarro y del local estatal ubicado en la esquina de
Huanta y Junín, a fin de que fueran remodelados para ser usados como Anfiteatro y
Centro Comunal, respectivamente. La rehabilitación y adaptación a los fines sugeridos,
tanto de los inmuebles del cine como del local estatal, fueron incluidas como recomenda-
ciones en la documentación del proyecto y elevadas a la Municipalidad de Lima para su
posterior ejecución, acción que hasta la fecha no se ha realizado.
Para desarrollar el proyecto se realizó una investigación histórica del espacio de la
plaza, el cual ayudó a determinar las modificaciones sufridas, tanto en el uso, que se
caracterizaba por una actividad comercial de larga data, como en sus elementos físicos,
que se centraban en el tratamiento del piso, el mobiliario y la vegetación. Modificaciones
sustanciales también fueron identificadas en las edificaciones del entorno, sobre todo
en el caso del Hospital de Santa Ana, el Colegio de Medicina de San Fernando y la
iglesia de Santa Ana; las dos primeras se reemplazaron por edificaciones nuevas y de
usos distintos.

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

Seguidamente, el proyecto fijó sus principales acciones en la restitución de la imagen


original de la plaza, manteniendo su estructura alargada con tres subcentros, involucrando
la restitución de las fachadas hacia la plaza e interviniendo en dos inmuebles aledaños con
fines comunitarios asociados al espacio urbano. Ambas propuestas recogen las inquie-
tudes de los vecinos, aunque la última no fue ejecutada.
El proyecto final abarcó dos tipos de intervenciones: la remodelación del espacio
central, que procuró devolver la disposición anterior de la plaza en base a un paseo
central y jardines con césped y palmeras, y al mejoramiento de los frentes que
conformaban el espacio central de la plaza, que consistió en la reposición de los elementos
deteriorados y la recuperación de los acabados y los colores originales.
En el caso de la plaza, las obras se centraron en los elementos formales que componen
los tres subespacios (rehabilitación de la pila, mejoramiento del monumento y creación
de un pequeño anfiteatro) y en los pisos, bancas, reja e iluminación. En cuanto a los
inmuebles aledaños, las modificaciones se circunscribieron a las fachadas y exteriores
visibles desde la plaza.

Datos del proyecto:


Elaborado en 1993 por el Arq. José García
Bryce
Ejecutado en 1997 por Invermet
Inversión estimada: 596,444 nuevos soles
Estudio de rehabilitación: 40,000 nuevossoles
Estudio de limpieza, conservación e iluminación
de monumento: 24,00 nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Lima
Área total: 7,705.75 m2

Fig. nº 3 y nº 4: De arriba abajo. Plaza


Italia en obras de remodelación (1997) y
concluida (1999). Foto: Wiley Ludeña
Urquizo.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [177]


Carla Herrera Velarde

Si bien el proyecto parte de la necesidad de crear un marco adecuado para las actividades
que se realizaban en ella y de reconocer a la plaza Italia como el centro de vida de Barrios
Altos, la propuesta mantuvo el patrón de uso ya existente. Por consiguiente, el proyecto se
planteó restituir la apariencia física previa del espacio urbano según la documentación grá-
fica y, funcionalmente, manejó el concepto de una plaza de escala barrial con usos de recrea-
ción pasiva y algunos usos lúdicos en menor proporción. Sin embargo, la incorporación
posterior de venta de comidas típicas, tuvo el efecto de modificar la escala de servicio de la
plaza durante el fin de semana, anulando así el servicio recreativo por el de comercio.
Las acciones desarrolladas en la ejecución se han encaminado a la rehabilitación del
mobiliario existente —afectado por el escaso mantenimiento y el uso propio del espacio—
dirigidas a soluciones puntuales en el deterioro del mobiliario urbano, bancas y faroles, a la
introducción de un nuevo elemento, el anfiteatro —que complementa las actividades lúdicas
existentes— y como contenedor formal de un subcentro. Adicionalmente, a petición del
Comité Cívico y por razones de seguridad, se colocó una reja en todo el perímetro, cuyo
acceso es permisible actualmente desde el jirón Huanta y la calle paralela durante la sema-
na, siendo inaccesible los domingos.
En general, la intervención responde al rescate de una imagen primigenia ceñida al últi-
mo antecedente de su uso social–recreativo. Pero el cual se ha visto alterado por un uso
comercial surgido como una necesidad laboral de los vecinos, pero que analizado desde el
punto de vista histórico resulta ser la función inicial de este espacio.
De usos y usuarios
Se ha observado que la ocupación principal de este espacio se concentra en el área interna
de la plaza, delimitada por la reja durante los días de semana, y en el borde, fuera del área
enrejada, los fines de semana. El comercio de comidas típicas es el evento que genera mayor
actividad los domingos al mediodía, cuando acude un público diverso.
A pesar de su condición de espacio urbano de menor escala, ha generado un importante
porcentaje de nuevos usuarios que permanecen por tiempo prolongado, tanto los días de
semana como los fines de semana. La diferencia entre el público del día de semana y el
domingo es que en el segundo grupo hay un marcado interés por los eventos que se realizan,
mientras que en el primer grupo resalta la tranquilidad que se disfruta en este espacio,
resultando para los usuarios un elemento importante la renovación del área verde, que si
bien no ha sido fundamental en el proyecto, ha tenido una mejora cualitativa. En este caso,
las mayores deficiencias se dan en el entorno, que adolece de un tratamiento vial; además de
equipamiento lúdico y de áreas tanto transitables como verdes, que el usuario demanda. Los
resultados más resaltantes se resumen en:
– El público del fin de semana corresponde a edades y ocupaciones diversas; sin embar-
go, los días de semana predominan los adultos mayores, cuya ocupación es su casa o que
son jubilados.
– La generación de nuevos usuarios ha alcanzado el 46% en promedio.
– Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se dan en los aspectos sociales
(42%) del espacio y en las deficiencias del entorno (44%).
– Los aportes destacables por el usuario se dan en las cualidades ambientales del espacio
(34%), relacionadas con las condiciones del entorno y con las cualidades físicas del espa-
cio.
– El 93% refiere la necesidad de efectuar modificaciones en el espacio, ya sea en los
aspectos de uso o función (25%), físicos (26%) o ambientales (22%).

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

– Pero con estas observaciones, un 75% de los usuarios de fin de semana y un 42% de los
de día de semana califica la renovación de buena. Solo un promedio de 29% la califica de
regular, mientras un 24% la califica de excelente.

2.1.3. La Alameda Chabuca Granda

Gestión e intervención
Se trata de un espacio ubicado en el jirón Santa, sobre la plataforma emplazada en la
parte posterior de la iglesia de Santo Domingo y el Correo Central. Plataforma ocupada
anteriormente por el Campo Ferial de Polvos Azules, al que habían sido reubicados cien-
tos de ambulantes tras la erradicación del comercio ambulatorio de los espacios públicos
del centro de la ciudad.
En el marco del Programa de Mejoramiento de Espacios Públicos y de las obras reali-
zadas en el Centro Histórico promovidas por el municipio, se suma esta área al tratamien-
to como espacio de intervención. La Alameda Chabuca Granda surge como un nuevo
espacio de reemplazo al campo ferial tras su desmontaje y reubicación en un nuevo centro
comercial popular ubicado al borde del área central. La finalidad en este caso fue el crear
un nuevo espacio de recreación aprovechando su ubicación estratégica como vínculo es-
pacial y visual con el distrito del Rímac.
Para la realización de la propuesta, preliminarmente denominada alameda Taulichusco,
que incluye a la plataforma y al espacio denominado plazuela La Limeña, el municipio
convocó a un concurso por invitación a tres arquitectos, de los cuales fue elegido el
proyecto del arquitecto Javier Artadi.
Un aspecto negativo de las condiciones de uso de este espacio consistía en la ocupación
por gente de mal vivir de la parte baja de la plataforma, asaltando y robando a los ocasio-
nales usuarios. Desde el punto de vista físico, el estado y tipo de material de los pavimen-
tos, sardineles y veredas tampoco contribuían a un reconocimiento explícito de este espa-
cio como una futura alameda y/o plazuela.
Con el propósito de superar estas condicionantes y renovar la calidad ambiental de la
zona, el desarrollo de la propuesta se planteó como un espacio arquitectónico con funcio-
nes de carácter urbano, de descanso, de paseo y contemplación, que generara un atractivo
para los visitantes y realzara las edificaciones del entorno.
El proyecto se centró en la existencia de los «usos no previstos», que surgían de otras
formas de satisfacción a las necesidades de esparcimiento, tanto activas como pasivas de
los usuarios, principalmente en el segmento de población infantil. Estos usos no previstos,
según la tesis propuesta por el proyectista, se materializaron a partir de una lectura indi-
vidual del usuario sobre el objeto o los objetos colocados en un espacio público.
De este modo, se obtuvo un espacio público neutro, cuya vitalidad se percibe cuando
está ocupado. Y, cuando no lo está, se lee como una composición de elementos geométricos
circulares a partir de los cuales se conforman los anfiteatros, rotondas, pérgolas y el mo-
numento principal, en una sucesión de «eventos» formales que se posicionan a lo largo
de la alameda. La propuesta se complementó con los nuevos elementos de mobiliario
urbano, bancas, postes, jardineras y papeleras, y con el detalle de tratamiento de las
superficies duras que cubren gran parte de la explanada.
En este proyecto, la búsqueda estética es dejada de lado por una apuesta práctica a partir
del empleo de elementos de composición primaria que permiten al usuario proponer su
propia relación con el espacio. Esta podía variar según la edad y la función que cada uno

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [179]


Carla Herrera Velarde

Datos del proyecto:


Elaborado en 1997 por el Arq. Javier Artadi
Ejecutado en 1998 por Invermet
Inversión estimada de Obra: (en su momento no
establecido de modo definitivo)
Estudios: 175,000 nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Lima
Área total: 14,098.50m2

Localización de la Alameda Chabuca Granda

Planta general de la propuesta. Fuente: Archivo PROLIMA MLM

Fig. nº 4 y nº 5: De arriba abajo. Alameda


Chabuca Granda (1999). Foto: Wiley
Ludeña Urquizo.

[180] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

requiere de un espacio público. De este modo, todos los elementos del mobiliario plantea-
dos fueron diseñados para permitir estas diversas «lecturas», convirtiéndolo en un objeto
lúdico, antes que en un elemento ergonómico, en el cual el usuario pudiera sentarse de
determinada manera.
En esta intervención, limitada únicamente por la explanada desocupada por el comercio
ambulatorio —debido a restricciones impuestas por la gestión del proyecto— los elemen-
tos más resaltantes del paisaje urbano, como el convento, no formaron parte del proyecto de
renovación y por lo tanto quedaron relegados del proceso, al igual que los locales comercia-
les aledaños y los muros colindantes al espacio.
En este caso, debido a que se trata de un espacio urbano generado, no se dieron las
condiciones de preexistencia formal y funcional, por lo que se planteó un lenguaje nuevo y
exclusivo con patrones de tratamiento distintos en una fase posterior a la aplicación del
programa integral. Todo lo cual benefició al desarrollo del proyecto de acuerdo a la tesis
planteada por el autor de los usos no previstos, que surgieron a partir del contacto del
usuario con el espacio.
Por lo tanto, la intervención se caracteriza por una conjugación entre el objeto arquitec-
tónico como tema de composición y el usuario como sujeto de actividad. Este último, en su
búsqueda por satisfacer los requerimientos que le debe ofrecer un espacio público, optará
por adecuar dicho objeto a sus expectativas o adecuarse a lo que este le pueda ofrecer.

De usos y usuarios
La ocupación de la alameda se concentra principalmente en la desembocadura del jirón
Camaná y el jirón de la Unión, y se va dispersando hacia la avenida Tacna, donde la presen-
cia de usuarios es mínima. En la plazuela La Limeña la presencia de público está sujeta
fundamentalmente a la realización de ferias artesanales. La mayor actividad se desarrolla los
domingos al mediodía, cuando se produce una mayor afluencia debido a la realización de
presentaciones o actividades culturales, además del paso obligado proveniente del Rímac,
ya sea de residentes o turistas.
Al ser un espacio ex–novo, las funciones que encuentra el usuario son semejantes a los
demás casos: el paseo y descanso o relax. Sin embargo, el principal atractivo se origina en
los eventos y espectáculos que se ofrecen, tanto los días de semana como los domingos,
junto a otras características como la accesibilidad o los comercios cercanos.
El entorno también le resta valores a la alameda, ya que el tránsito vehicular cercano y
la inseguridad que se percibe, se convierten en los principales problemas a tratar, y se aúnan
además a un déficit cuantitativo de mobiliario, y de opciones de entretenimiento para los
niños, a pesar de ser el espacio con mayor público infantil. Como principales características
se encuentran:
– Público mayoritariamente joven y estudiantil, incrementándose la afluencia de niños
hacia el fin de semana, quienes se caracterizan por acudir esporádicamente, pero perma-
necen prolongadamente en el espacio.
– El promedio de nuevos usuarios ha alcanzado el 57%.
– La mayoría de deficiencias señaladas por los usuarios se deben a los aspectos sociales
(51%) del espacio.
– Los atractivos más importantes destacados por el usuario se dan en los aspectos am-
bientales del espacio (27%) relacionados a las condiciones del entorno, resaltándose ade-
más especialmente las cualidades de uso del espacio por un 25% de los usuarios durante
la semana; durante los fines de semana este uso solo alcanza el 1% de aprobación.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [181]


Carla Herrera Velarde

– Los cambios necesarios se expresan en los aspectos físicos del espacio (39%) y en los
ambientales (31%), siendo el 99% de los usuarios el que requiere alguna mejora en el
mismo.
– A pesar de las observaciones, entre el público de día de semana, un 61% califica como
buena la renovación de este espacio público.
– Si bien los fines de semana un 7% refiere que nada le disgusta de la alameda y un 5%
declara que no cambiaría nada de la misma, un importante 54% califica la renovación
como excelente.

2.2. Distrito de Miraflores


2.2.1. El Parque Central de Miraflores (Parque Kennedy y 7 de junio)
Gestión e intervención
El denominado parque central de Miraflores, conocido anteriormente como el parque
Kennedy, corresponde a un área que se encuentra delimitada por las avenidas Larco y
Diagonal. Se constituyó a partir de la demolición de las manzanas centrales del distrito.
Con el propósito de cercar el parque Kennedy, el alcalde Andrade convocó en 1990 a
un grupo de cuatro arquitectos para efectuar el proyecto indicado, dado a que esta área
central del distrito era considerada una zona peligrosa por la proliferación de drogadictos
y prostitutas, además de los roedores que habitaban en el mismo.
Sin embargo, el grupo de arquitectos, denominado Arquidea, que se hizo cargo del
proyecto, propuso una remodelación total del parque, desarrollándolo en coordinación
directa con el Municipio de Miraflores. Los proyectistas plantearon un nuevo programa
de actividades a considerar, así como el diseño de todos los elementos incluidos. Integra-
ron en una sola propuesta los parques 7 de Junio y Kennedy.
La propuesta definitiva consideró la existencia de dos espacios de ingreso, plazas defi-
nidas por pórticos —ubicadas en las esquinas de Larco/Diagonal y Diagonal/Shell— y
una red de caminos jerarquizada al interior, además del tratamiento como calle peatonal
de la vía que divide los dos parques, de modo que permitiera su lectura como una unidad.
El proyecto implicó la adecuación del área usada para el comercio artesanal, transfor-
mándola en una plaza interior conectada a los ejes peatonales y la mejora de las fachadas,
que fue efectuada posteriormente para adecuarlas a la mejora de la imagen del parque.
Con el objetivo de instaurar un orden en los espacios públicos del distrito, la remodelación
se propuso, en primer lugar, convertir al parque en ejemplo o punto referencia para la
intervención en los demás espacios miraflorinos, difundiendo así un nuevo patrón de
mobiliario urbano y un referente arquitectónico que pudiera considerarse posteriormente
como patrimonio.
Los autores, el grupo Arquidea, calificaron el proyecto como una obra vanguardista,
debido a los nuevos conceptos de mobiliario (bancas), equipamiento (anfiteatro),
modelación del paisaje (tratamiento de áreas verdes) y el tratamiento de los elementos de
borde (pórtico y rejas). El objetivo en este caso estaba igualmente dirigido a convertir esta
obra en un modelo a replicarse en posteriores proyectos de intervención en espacios
públicos, no solo a nivel distrital, sino también metropolitano y, en algunos casos,
nacional.
Esta propuesta formal conjugó con una de carácter funcional que exploraba aquellos
«usos no previstos» que pudieran resultar del contacto del espacio con el usuario. Final-
mente y a pesar de varias críticas a la mencionada propuesta, como la de no consultar
previamente a los usuarios, estos terminaron acostumbrándose al parque y a su uso
continuo.

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

Datos del proyecto:


Elaborado en 1991 por el Grupo Arquidea formado
por los arquitectos Javier Artadi, Juan Carlos Dobla-
do, José Orrego y Antonio Rubio.
Ejecutado en 1992 por el Municipio de Miraflores
Inversión estimada en Obra: 329,209.37 nuevos so-
les
Administrado por la Municipalidad de Miraflores
Área total: 24,600 m2

Localización de los espacios de intervención

Fig. nº 6, nº 7 y nº 8: De arriba abajo.


Parque central de Miraflores (2000). Foto:
Wiley Ludeña Urquizo.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [183]


Carla Herrera Velarde

De usos y usuarios
La ocupación de este espacio se da de manera dispersa, concentrándose los días de sema-
na en el área de venta artesanal y los juegos infantiles, y los fines de semana en el de eventos
y/o espectáculos. La mayor actividad se produce en las tardes, tanto en los días de semana
como en los fines de semana. Sin embargo, hay una diferenciación del tipo de público, pues
los fines de semana está compuesto principalmente por grupos de jóvenes y los días de
semana por adultos y niños.
En este caso, las apreciaciones positivas se refieren a características diferenciales respecto
al entorno (tranquilidad), pero también a las complementarias al mismo (comercios cerca-
nos). Y, en especial, a las cualidades de tratamiento del espacio (áreas verdes) y a las propues-
tas de uso (espectáculos y eventos).
Del mismo modo, se señalan las deficiencias a partir de las características del emplaza-
miento (tráfico), a lo que se aúna la persistencia de problemas sociales (presencia de gente de
mal vivir y malestar frente a la presencia de ambulantes). Además, resalta el malestar
producido por la afluencia masiva de público, el cual demanda mobiliario y mayor cuidado
en el mantenimiento y seguridad del espacio. A estas demandas se suman las mejoras en el
tráfico del entorno. Los principales resultados obtenidos de las encuestas son:
– Público diferenciado, joven y de afluencia esporádica los fines de semana, y joven
adulto y de afluencia continua los días de semana. En ambos casos, se da una presencia
prolongada.
– La generación de nuevos usuarios ha alcanzado el 25% en promedio.
– Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se deben a los aspectos funcionales
del entorno (25% en promedio) y a los problemas de conflicto social (28% en promedio).
– Los atractivos resultantes están determinados por su localización, la cual le permite
actuar como área de desahogo a la vez que complementar su función con las actividades
comerciales del entorno. En similar grado de aprobación, se hallan las cualidades forma-
les (áreas verdes) y funcionales (espectáculos) del espacio público.
– Tanto los días de semana como los fines de semana puede destacarse la demanda de
mobiliario y de mejora de las condiciones de seguridad, ambas derivadas de la afluencia
masiva.
– La aprobación en este caso llega al 95% en promedio, a pesar de que un 79%, los días
de semana, y un 90%, los fines de semana, expresa alguna deficiencia del espacio.

2.2.2. El Parque del Amor


Gestión e intervención
Este espacio, ubicado en el malecón Cisneros al final de la calle Balta, formaba parte de
los terrenos en desuso del acantilado superior de Miraflores. En la actualidad no solo forma
parte de los espacios públicos del distrito, sino también del área de tratamiento de la Auto-
ridad Autónoma de la Costa Verde.
Una visita del alcalde Andrade al taller del artista Víctor Delfín fue lo que dio origen a
la idea de llevar a escala urbana una de sus esculturas inspirado en el tema del amor. A partir
de este hecho, el artista buscó un lugar aparente para colocar dicha escultura, escogiendo el
espacio, ahora intervenido, por sus cualidades de uso.
Este espacio ubicado al borde del acantilado, que ya formaba parte del fondo de áreas
libres de Miraflores, se caracterizaba justamente por estar ligado a la temática propuesta
para el parque. Se había convertido en un espacio frecuentado por parejas de enamorados.
Razón suficiente que indujo al proyectista a elegirlo para ubicar su proyecto.

[184] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

En este caso, tratándose de un área libre disponible que carecía de mayor tratamiento, no
se efectuó ningún estudio previo de diagnóstico, salvo el levantamiento de las condiciones
topográficas del terreno.
El nuevo parque fue concebido a partir de la existencia de una obra de arte central, el cual
debía definir un espacio de reunión principal (anfiteatro) circundado por un borde formado
por una banca continua, el cual define sus límites y consigue establecer el vínculo visual con
el paisaje de las playas. En este caso, la escultura central propuesta por Víctor Delfín consis-
tente en una pareja de enamorados adquiere un formato de escala urbana, para convertirse
en el epicentro del espacio y, por lo tanto, en el «dato principal» a darse en él.
El objetivo principal del parque fue el de convertirse en un espacio para convocar y
acoger a las parejas de enamorados. Este fue el factor principal de diseño de todos los
elementos empezando por la escultura central hasta el recubrimiento del mobiliario con
lemas alusivos al amor.
Convertido hoy en un lugar de tradición por los principales destinatarios, su ejecución
fue prácticamente «artesanal» —tal como lo señala el autor—, tanto por lo apresurado de su
ejecución (20 días), que lo obligó a diseñar in situ mientras se avanzaba la obra, como por la
aplicación de temas y técnicas de trabajo que el escultor venía desarrollando en su taller.
De este modo, no solo la escultura formó parte de una exploración previa del artista en
el lenguaje corporal de las parejas, sino que también las formas y la técnica de recubrimien-
to de las bancas se basaron en trabajos de menor escala inspirados en el Parque Güell de
Gaudí.
De usos y usuarios
En el parque la ocupación por parte de sus usuarios se concentra particularmente en la
zona de borde del acantilado y eventualmente en el anfiteatro habilitado. Lugar donde se
desarrolla la mayor actividad los fines de semana, en horas de la noche y en torno a los
espectáculos organizados por la municipalidad.
La mayor cualidad destacada por el público se refiere a las características propias de su
emplazamiento cercano al mar y a su valor ambiental para el entorno, expresadas formal-
mente en el área verde y, sensorialmente, en la tranquilidad.
Sin embargo, las deficiencias señaladas aluden a actividades inherentes a la regulación de
su uso (presencia de ambulantes) y a los servicios del mismo (mantenimiento y limpieza);
por lo cual, las demandas descritas en estos dos últimos puntos se pueden resumir en la falta
de un mayor equipamiento y manutención. Las principales características de este espacio en
cuanto a su uso son las siguientes:
– Público principalmente joven en los días de semana y joven–adulto los fines de sema-
na, sin un ritmo habitual de visitas y una permanencia prolongada.
– La cantidad de nuevos usuarios ha alcanzado el 65% en promedio.
– Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se refieren a las condiciones en el
uso del espacio (26% en promedio) y a elementos sociales considerados como perturba-
dores por el público (25% en promedio).
– Los principales atractivos están determinados por su emplazamiento, que permite a
los usuarios contemplar el mar, y a su vez, por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, la presencia de área verde predominante y la sensación de tranquilidad.
– Tanto los días de semana, como los fines de semana, prima la demanda de mayor
equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza del espacio.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [185]


Carla Herrera Velarde

Datos del proyecto:


Elaborado en 1996 po el artista Víctor Delfin en coordina-
ción con la Dirección de Obras Públicas de la
Municipalidad de Miraflores
Ejecutado en 1996 por el Municipio de Miraflores
Inversión estimada: Obra: (en su momento no establecido
de modo definitivo)
Administrado por la Municipalidad de Miraflores
Área total: 3,200 m2

Fig. nº 9 y nº 10: De arriba abajo. Parque


del Amor, Miraflores (2003). Foto: Carla
Herrera.

Datos del proyecto:


Elaborado en 1997 por el arquitecto Eduardo Figari
Ejecutado en 1997 por la Empresa Larco Mar
Inversión estimada: Obra: 600,019.60 nuevos soles
Administrado por la empresa Larco Mar
Área total: 17,000 m2

Fig. nº 11 y nº 12: De arriba abajo. Parque


Salazar -Complejo Larco Mar, Miraflores (2001).
Foto: Wiley Ludeña Urquizo.

[186] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

– La aprobación en este caso llega al 82% en promedio, a pesar de que un 84%, los días
de semana, y un 92%, los fines de semana, expresa alguna deficiencia en el espacio.

2.2.3. El Parque Salazar


Gestión e intervención
Ubicado en el malecón Armendáriz, al final de la avenida Larco, el parque Salazar es un
espacio tradicional miraflorino, el cual vincula el área comercial del distrito con los acanti-
lados y los paisajes de borde.
La idea del proyecto surgió de la necesidad —planteada por la empresa Larco Mar y su
equipo de proyectistas— de crear un remate formal y funcional a la avenida Larco, debido a
su jerarquía urbana de eje conector con el Centro Histórico de la ciudad. A raíz de ello, se
presentó a la municipalidad la propuesta de un Centro de Entretenimiento en los acantilados
de Miraflores que incluía como área de intervención al parque Salazar.
Debido a la noción imperante de que los acantilados no constituyen terrenos propicios
para edificar, las autoridades municipales se mostraron renuentes a comprometerse directa-
mente con la ejecución de la obra. La decisión final fue la de convocar a un concurso público
a partir de la propuesta presentada, con el fin de dar en concesión esta área pública.
El proyecto y la ejecución de la obra se llevaron a cabo por la empresa Larco Mar, que
actualmente administra el área y que, una vez finalizado el plazo de concesión, entregará la
obra a la administración municipal. Inicialmente, las coordinaciones se dieron entre el
municipio y la empresa privada ejecutora, pero a raíz del rechazo de los vecinos, el munici-
pio convocó a dos juntas vecinales. Estas se llevaron a cabo con la finalidad de dar a conocer
el proyecto y tomar nota de las inquietudes de los vecinos, las que estuvieron dirigidas de
manera directa al plan de modificación del parque Salazar que implicaba la pérdida de su
carácter vecinal.
La propuesta final asume como pie forzado la presencia de elementos formales como las
dos esculturas dispuestas en el parque y las datileras y palmeras existentes. La distribución
de estos componentes fue considerada como premisa en el proyecto, el cual, además, debía
ceñirse a las normas referidas a áreas techadas y al nivel del suelo del parque.
De otro lado se planteó mantener el desarrollo de las actividades existentes en el espacio,
las cuales evidentemente cambiarían de magnitud dada la nueva escala del parque. Poste-
riormente, a las actividades de recreación pasiva planteadas, se añadieron los juegos infanti-
les a solicitud de los vecinos, con el respaldo de la autoridad municipal.
Aunque el parque fue tradicionalmente un espacio de uso pasivo y de carácter vecinal,
formalmente constituía el remate de un eje importante a nivel metropolitano, por la pre-
sencia de la avenida Arequipa y su prolongación Larco. En tal sentido, la intervención
planteó el tratamiento del parque como un remate visual desde el eje vial a través de
elementos de altura, las palmeras y los ductos de ventilación; estos últimos diseñados con la
intención de comunicar la existencia del Centro de Entretenimiento, permitiendo sin em-
bargo la visión permanente del paisaje de fondo. Una modificación importante fue la dismi-
nución del nivel del parque respecto al de la calle, con el objeto de resguardarlo de la
actividad exterior (el ruido y el tránsito) y crear un espacio de transición entre la calle y el
Centro de Entretenimiento.
Es evidente que, al formar parte de un proyecto de intervención mayor, el parque Salazar
se supedita formal y funcionalmente al proyecto del Centro de Entretenimiento. Si bien no
hay impedimento para que se realicen las actividades propias del parque (paseo, juego, etc.),
su uso se debe principalmente a sus características como área de ingreso al Centro de En-
tretenimiento. De igual modo, la escala de servicio ha sido modificada, y los nuevos usua-

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [187]


Carla Herrera Velarde

rios, que provienen de distintos distritos de Lima, han restringido el uso vecinal del parque
a las primeras horas del día.
De usos y usuarios
En el «nuevo» parque Salazar la concentración de público resulta mayor en la zona de
borde, más cercana al Centro de Entretenimiento, sobre todo durante los fines de semana en
la noche. La frecuencia e intensidad de uso se supedita en este caso al que se produce en
relación al uso comercial o de entretenimiento del Complejo Larco Mar.
Las mayores cualidades indicadas por el público se refieren a aspectos que lo diferencian
del entorno, como el área verde existente o la sensación de tranquilidad que lo caracteriza.
A ello se añaden las actividades comerciales, que si bien constituyen un factor predominante
en este sector del distrito, en este caso la particular diversidad y concentración de las mis-
mas se convierte en un factor de mayor atracción.
Las deficiencias señaladas son producto de condiciones puntuales de tratamiento físico
como la iluminación y a las del emplazamiento, como es el tráfico que circunda al parque.
Sin embargo, esta percepción varía durante los fines de semana, en los cuales el mayor
porcentaje de usuarios no señala deficiencias. Las demandas, por lo tanto, son también
específicas en cuanto a la mejora de iluminación y seguridad del parque, así como del tráfico
alrededor de la zona. A las demandas mencionadas, se suman la dotación de áreas de espec-
táculos y juegos. Los resultados de las encuestas se pueden resumir en:
– El público es mayormente joven y adulto, tanto los días de semana como los fines de
semana, sin un ritmo habitual de visitas ni una permanencia prolongada.
– La cantidad de nuevos usuarios ha alcanzado el 38% en promedio.
– Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se deben a las condiciones de trata-
miento físico del espacio (30% en promedio) y a las de seguridad en el mismo (15% en
promedio).
– Los atractivos primordiales están determinados por las cualidades del espacio respecto
a su entorno, por las zonas de área verde predominante y por la sensación de tranquili-
dad, así como por la presencia de actividades comerciales contiguas que complementan
su uso.
– En este caso, las demandas varían según el día de la encuesta, ya que en los días de
semana la preocupación se centra en las condiciones de iluminación, seguridad y tráfi-
co, mientras que en los fines de semana la acapara el equipamiento del espacio.
– La aprobación en este caso llega al 76% en promedio, siendo el porcentaje que
demanda alguna mejora en el espacio el 80% los días de semana y el 51% los fines de
semana.

2.3. Distrito de Villa El Salvador


2.3.1. La Alameda de la Juventud
Gestión e intervención
Ubicada en la avenida Juan Velasco, en el tramo comprendido entre las avenidas
Revolución y Mariano Pastor Sevilla, este espacio está constituido por la berma central
de la mencionada avenida, cuya sección es similar en las demás vías principales del
distrito.
A partir del Plan Estratégico de Villa El Salvador «Villa Verde y Saludable» (VES) y
de la existencia de las vías anchas que recorren VES en sentido Este–Oeste sin mayor

[188] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

demanda vehicular (convertidos hoy en verdaderos basurales), se propuso transformar estos


espacios como áreas verdes y espacios de recreación. Estas vías habían sido diseñadas como
ejes principales del sistema vial de Villa El Salvador. Pero en razón del mayor tráfico regis-
trado en sentido longitudinal, quedaron sobredimensionadas para el uso actual.
Este proyecto de recuperación paisajística de vías incluido en el Plan de Desarrollo, se
constituyó en el primer proyecto ejecutado dentro de la propuesta de «Perfil para la Utiliza-
ción de los Espacios Públicos en Villa El Salvador». La propuesta se planteó como objetivo
definir un nuevo sistema de alamedas transversales y longitudinales del distrito. El desarro-
llo de la misma se realizó en la Dirección de Desarrollo Urbano de la Municipalidad, en
coordinación con la autoridad edil.
La alameda de la Juventud está concebida como una gran vía peatonal en el centro de la
berma, con algunas actividades lúdicas y de esparcimiento intermedias, dirigidas a la pobla-
ción infantil y juvenil del distrito. Esta vía está flanqueada a ambos lados por áreas de
jardines y algunas especies arbóreas, que a largo plazo y con el desarrollo de la vegetación,
deben generar —según se expresa en la memoria del proyecto— un ecosistema colorido en
vegetación y aves migrantes.
Sobre la base de estas premisas de proyecto, se plantea un recorrido lineal con áreas
intermedias de uso específico (gimnasio, juegos de ajedrez, juegos infantiles) con la inten-
ción de crear referentes para el diseño de las futuras alamedas a crearse en el distrito.
En este caso esta primera alameda tuvo que ceñirse a ciertas condicionantes, como el
ancho existente de la berma central, las vías transversales que la cortan (que en ciertos casos
son tratadas como óvalos o plazas–parque) y algunas infraestructuras dispuestas en el área
(planta de tratamiento de aguas residuales y biblioteca). Asimismo se tuvo que considerar el
requerimiento del gobierno local para la colocación de algunos elementos ornamentales
(como el caso de la piedra conmemorativa y de las mesas de ajedrez). Esta intervención tuvo
como objetivo principal la mejora y recuperación de aquellos espacios desérticos y abando-
nados mediante la incorporación de áreas verdes, conjugando actividades alternativas para
producir un uso dinámico del espacio.
De usos y usuarios
En este espacio, la ocupación por parte de los usuarios se concentra particularmente a lo
largo del camino central y en la zona de juegos infantiles. Es justamente esta área donde se
da la mayor actividad, particularmente durante los fines de semana durante el día.
La mayor cualidad señalada por el público se refiere al valor ambiental para el entorno
por la gran extensión prevista para las áreas verdes y la sensación de tranquilidad que se
percibe respecto al entorno.
Las deficiencias señaladas aluden a los servicios prestados para el uso del espacio (mante-
nimiento y limpieza) y a la presencia de gente de mal vivir, por lo que se deduce que las
demandas requeridas se concentran tanto en los servicios de limpieza y seguridad, como en
el requerimiento de un mayor equipamiento. Las principales características de la relación
establecida entre el usuario y el espacio son:
– Público mayormente joven y de visitas ocasionales en los días de semana y joven–
adulto con un ritmo habitual de visitas durante los fines de semana, siendo la permanen-
cia prolongada en ambos casos.
– El número de nuevos usuarios ha alcanzado el 42% en promedio.
– Las mayores deficiencias descritas por los usuarios se deben a las condiciones prestadas
para el uso del espacio (31% en promedio) y a elementos sociales considerados como
perturbadores por el público (35% en promedio).

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [189]


Carla Herrera Velarde

Fig. nº 13. Alameda de la Juventud. Arq.


Luis Soldevilla. Plano de uno de los tramos
de la propuesta general, 2000. Archivo
Municipaldad de Villa El Salvador.

Datos del proyecto:


Elaborado en 2000 por el Arq. Luis Soldevilla, Director de
Desarrolo Urbano de la Municipalidad de Villa El Salvador
Ejecutado en 2001 por el Municipio por administración
directa
Inversión estimada en Obra: 930,000 nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Villa El Salvador
Área total: 27,375 m2

Fig. nº 14. Alameda de la Juventud. Eje central de la


alameda, 2003. Foto: Carla Herrera

– Los mayores atractivos están determinados por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, por la presencia de área verde predominante y por la sensación de tranquilidad.
– Tanto durante los días de semana como en los fines de semana, destaca la demanda de
mayor equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza de la
Alameda de la Juventud.
– La aprobación en este caso llega al 79% en promedio, a pesar de que el 100% en ambos
casos expresa alguna deficiencia del mencionado espacio.

2.3.2. La Alameda de los Jardines


Gestión e intervención
Se trata de un espacio ubicado en la alameda Padre Moore, en el tramo comprendido
entre las avenidas Revolución y Separadora Industrial. Está constituido por las áreas de
reserva para espacios públicos de la urbanización, cuyo uso estaba condicionado por las
actividades deportivas temporales, la presencia de comercio ambulatorio originada por
la presencia del mercado y la existencia de otros equipamientos aledaños (colegio, iglesia).
La alameda de Los jardines como espacio pertenece en su origen a un sistema urbano
distinto al de Villa El Salvador. Registra un proceso de consolidación más rápido debido a
la capacidad económica de sus pobladores. Precisamente, en este caso, la iniciativa de
creación de esta alameda partió de los vecinos en su esfuerzo por mejorar las áreas libres
existentes, quienes ya tenían registrado una mejora puntual de los frentes de vivienda a
través trabajos fraccionados de jardinería.

[190] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

ΠΑΡ ΘΥΕ Α ΠΑΡ ΘΥΕ Β

ΠΑΡ Α∆ ΕΡ Ο
ΜΟ ΤΟ ΤΑΞΙ

ΠΑΡ Α∆ Ε Ρ Ο ΑΝΦΙΤΕΑΤΡ Ο ΠΑΡ Α∆ Ε Ρ Ο

Χ.Ε.Ι. AUL A
2

ΜΕΡ ΧΑ∆Ο

Fig. nº 15. Alameda de los Jardines. Planta general, 2003.

Datos del proyecto:


Elaborado en 2000 por el Arq. Juan Tokeshi, técnico de la Ong.
DESCO.
Ejecutado en 2001 con el aporte con junto Municipio (75%)- DESCO
(25%).
Inversión estimada en Obra: 23,128 nuevos soles
Estudios: 144,241 nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Villa El Salvador
Área total: 16,534 m2

Fig. nº 16. Alameda de los Jardines. Eje central, 2003.


Foto: Carla Herrera.

La alameda surge por la conjunción entre esta iniciativa vecinal y la participación de la


ONG DESCO, la cual se encargaría de canalizar e interpretar las expectativas de los pobla-
dores, así como de viabilizar su ejecución a través de la participación conjunta de diversas
instituciones, como el municipio, el programa gubernamental de empleo temporal «A Tra-
bajar Urbano» y las empresas privadas.
Para la primera fase se promueve una especie de proceso de diseño participativo con el
objeto de recoger de manera directa el programa de necesidades, aspiraciones e imaginarios
de los propios vecinos. La segunda fase consistió en la ejecución de la obra con el aporte
conjunto municipio–ONG para la adquisición de materiales y la intervención de los resi-
dentes a través del programa gubernamental «A Trabajar Urbano».
En una tercera fase se propuso la cesión, después de un año de culminada la obra, a la
organización vecinal de residentes. Tal hecho no se ha producido aún debido a la ausencia de
un apoyo técnico–económico por parte del municipio y la desorganización del barrio para la
gestión y automantenimiento de dicho espacio.
El proyecto en sus fundamentos iniciales pretendió involucrar a un ámbito de interven-
ción mayor como el de las calles aledañas y la dinámica comercial existente, con el fin de
promover un proceso de ordenamiento de mayor escala. Sin embargo, este hecho no llegó a
concretarse por la escasez de recursos y la incapacidad de ejecutar acciones en el ordena-
miento vial y en el comercio ambulatorio, a pesar del consenso logrado entre vecinos y
comerciantes para mejorar el espacio público.
La Alameda de los Jardines se interviene finalmente mediante un esquema lineal, en el
cual se plantean espacios de descanso en los extremos de la misma y deportivos en el tramo

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [191]


Carla Herrera Velarde

central, con la presencia de un equipamiento comunal para la instalación de una guardería,


que se convierte en el único elemento construido que divide el espacio longitudinal.
De usos y usuarios
La ocupación de la alameda se concentra particularmente en las zonas cercanas a las
viviendas, en torno a las áreas de descanso, y disminuye en la zona próxima al área comer-
cial. La mayor actividad se produce durante los fines de semana, especialmente en la tempo-
rada de verano, y en torno a las áreas de descanso.
La mayor cualidad expresada por el público se refiere al valor ambiental por la sensación
de tranquilidad que se percibe respecto al entorno, ocupado mayormente por usos comer-
ciales.
Las deficiencias señaladas aluden básicamente a las condiciones de uso del espacio (man-
tenimiento y limpieza) y a la presencia de gente de mal vivir. Por ello, la principal demanda
de los usuarios se relaciona con el mejoramiento de los servicios de limpieza y seguridad,
además del requerimiento de un mayor equipamiento y áreas verdes. De acuerdo a las
encuestas, los principales resultados son:
– Público joven y de visitas regulares y frecuentes, tanto los días de semana como los
fines de semana, de permanencia prolongada en ambos casos.
– Los nuevos usuarios han alcanzado un 39% en promedio.
– Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se dan en las condiciones prestadas
para el uso del espacio (31% en promedio) y en los elementos sociales considerados
como perturbadores por el público (37% en promedio).
– Los principales atractivos están determinados por las cualidades del espacio respecto a
su entorno, y a la sensación de tranquilidad con un 51%.
– Tanto los días de semana como los fines de semana, es destacable la demanda de mayor
equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza del espacio.
– La aprobación en este caso llega al 16% en promedio, siendo calificada de regular por
el 79%.

2.3.2. El Parque Sector IV - Pachacamac


Gestión e intervención
El parque se encuentra ubicado en la Urbanización Pachacamac Barrio 4 – Cuarta etapa.
Ocupa un espacio el cual era considerado como una de las reservas destinadas a la actividad
de recreación en la urbanización. Su origen se enmarca dentro del Programa del Presupuesto
Participativo organizado por el municipio, como resultado de la propuesta de la junta direc-
tiva del barrio para mejorar las condiciones de los espacios públicos existentes. Propuesta en
virtud del cual se estipula —para efectos de la ejecución de la obra— la participación
conjunta de municipio/población con un aporte del 80% y 20%, respectivamente. El pro-
yecto se ejecutaría vía la modalidad de diseño participativo y el registro directo de los
requerimientos de los pobladores. El proyecto final fue objeto de consulta vecinal.
En este tipo de proyectos de administración directa municipal, el aporte de la población
se produce generalmente a través del aporte de la mano de obra no calificada y, posterior-
mente, en el mantenimiento del espacio público al año siguiente de finalizada la obra.
El parque, cuyo único equipamiento consistía en un poste de iluminación colocado en el
área central, se organiza a partir de la existencia de dos cruces diagonales que lo atraviesan

[192] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

de extremo a extremo y en cuya intersección se dispone de un espacio central denominado


«plaza», con bancas en el perímetro. Además, cuenta con cuatro espacios irregulares en las
esquinas como áreas de ingreso. El resto del parque fue destinado a los jardines.
Tratándose de un espacio de escala doméstica, la intervención está dirigida a responder a
las expectativas de los vecinos y a satisfacer las necesidades de recreación de estos, por lo
cual las acciones se puntualizan en disponer de mobiliario y equipamiento básico. Las
obras de ejecución conjunta población/municipio son transferidas al grupo vecinal un año
después de la ejecución, el cual deberá encargarse del mantenimiento de la plaza. Este
factor, sin embargo, fue considerado por el proyectista una de las deficiencias del proyec-
to, ya que no se da un proceso de monitoreo o seguimiento de la municipalidad que
asegure un buen mantenimiento.
De usos y usuarios
Los usuarios del parque se concentran en las áreas de descanso, particularmente en
las bancas que se ubican en los espacios de ingreso. La actividad, aunque baja, se da
durante los fines de semana, en torno a las áreas de descanso.
La mayor cualidad definida por el público se refiere al valor ambiental, debido a la
sensación de tranquilidad que se percibe respecto al entorno, el cual está compuesto de
viviendas de baja densidad.

Datos del proyecto:


Elaborado en 2000 por el Arq. Pedro Sedano, arquitecto de Desa-
rrollo Urbano de la Municipalidad de Villa El Salvador.
Ejecutado en 2000 por el Municipio por administración directa.
Inversión estimada en Obra: 51,104 nuevos soles
Administrada por la Municipalidad de Villa El Salvador
Área total: 1,352.50 m2

Fig. nº 16. Parque Sector IV. Planta general (2000).


Arquitecto Pedro Sedano. Archivo Municipalidad de Vi-
lla El Salvador.

Fig. nº 17. Parque Sector IV. Espacio central visto desde el


ingreso, 2003. Foto: Carla Herrera.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [193]


Carla Herrera Velarde

Las deficiencias señaladas aluden a las condiciones prestadas para el uso del espacio (man-
tenimiento y limpieza) y en la presencia de gente de mal vivir, por lo cual la demanda se
produce en relación a la mejora de los servicios de limpieza y seguridad, además del reque-
rimiento de mayor equipamiento y de áreas verdes. Las principales conclusiones de las
encuestas son:
– Los usuarios, principalmente jóvenes en los días de semana y adultos durante los fines
de semana, son habituales y no han incrementado su visita al área a raíz de la interven-
ción. Sin embargo, su frecuencia de visita es regular y su permanencia varía según el día,
ya que en los días de semana su permanencia es corta y en los fines de semana esta es
mayor. Se ha alcanzado el 39% de nuevos usuarios, en promedio.
– Las deficiencias que pueden destacarse, señaladas por los usuarios, se deben a las condi-
ciones prestadas en el uso del espacio (36% en promedio) y a elementos sociales conside-
rados como perturbadores por el público (42% en promedio).
– Los mayores atractivos están determinados por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, representados por la sensación de tranquilidad con un 77%.
– Tanto los días de semana como los fines de semana resalta la demanda de mayor
equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza del espacio.
– En este caso, la calificación de las intervenciones es regular para el 100% de los
encuestados.

3. El impacto de las intervenciones

Si bien en las tres áreas urbanas seleccionadas —Lima-Cercado, Miraflores y Villa el


Salvador— las propuestas programáticas y los criterios de intervención no registran un
común denominador, el impacto generado ha sido similar. En cada uno de los casos el logro
de mejoras físicas en el entorno, ejecutadas por residentes y/o propietarios ha sido de corta
duración y limitada a un entorno inmediato (frentes contiguos). Según la evaluación efec-
tuada, el pico de área mejorada en el entorno ha sido de 6 000 m2 frente a los 15 000 m2 que
abarcó la intervención, en promedio. El monto máximo invertido en el entorno por otros
agentes fue de 50 000 nuevos soles, frente a los 930 000 que demandó la intervención en
promedio. La dinámica comercial generada —expresada en el aumento de licencias de fun-
cionamiento otorgadas en el entorno— ha sido de corta duración, puesto que el pico de
incremento sostenido, en el mejor de los casos, ha sido de dos años.
En el aspecto social, existe un incremento notable de nuevos usuarios y de visitas de los
antiguos usuarios (40% y 27% en promedio, respectivamente); este impacto, sin embargo,
se ha logrado en una escala mayor (metropolitana) que en la escala local (distrital o de
barrio), como se demuestra en el alto porcentaje (75%) de usuarios foráneos, a pesar de
haberse reducido la periodicidad de las visitas. Como mínimo, estos impactos a gran escala,
si bien pueden favorecer el incremento de comercios y servicios en la zona, producen gran-
des desplazamientos de usuarios para satisfacer sus necesidades de esparcimiento. Resultan-
do que los usuarios locales son los menos favorecidos por estas intervenciones, tal como se
puede observar en el caso de la plaza Italia, donde la presencia mayoritaria de usuarios
locales se ve limitada a los días de semana.
Como tercer punto, se demuestra la persistencia de las problemáticas sociales previas a
la intervención, ya que en la actualidad, el promedio (40%) de las deficiencias en los casos
analizados se atribuyen a causas sociales. Lo que no ha significado, sin embargo, que el
usuario demande la modificación de las características sociales del espacio, sino, más bien,

[194] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

el requerimiento de una mayor seguridad. Esta demanda ocupa una primera o segunda
prioridad en todos los casos, con excepción del parque Salazar.
En general, se puede concluir que las intervenciones efectuadas durante este periodo han
sido desarrolladas puntualmente como hechos físicos, en tanto se han ceñido al área especí-
fica del espacio público, y como puntuales y temporales, debido a que han sido limitados al
periodo de ejecución de las obras físicas.
Lo expuesto ha ocasionado el nulo o corto efecto de las intervenciones, cuyas mejoras
físicas, si bien han constituido un elemento de atracción para los usuarios, no han logrado
generar mejoramiento físico en el entorno (ver gráfico nº 1). Por otro lado, estos procesos
de intervención se han limitado al tratamiento formal del área, quedando relegadas las
propuestas que promuevan financieramente las mejoras en las condiciones del entorno o que
establezcan un marco normativo de actuación en el mismo. Ello se evidencia en la falta de
correspondencia entre los usos comerciales difundidos en el entorno y la inversión hecha en él.
En términos físicos, estas intervenciones se han conformado como procesos micro–urba-
nos temporales y aislados. En términos sociales, las intervenciones analizadas han generado
efectos macro, ya que han originado el incremento de usuarios en la esfera metropolitana y,
en algunos casos, la asimilación de nuevos espacios públicos como hitos urbanos y referentes
de uso.
Las intervenciones que han implementado nuevos usos en el espacio o que se han desa-
rrollado con un mayor acercamiento a la población, han incorporado algunas demandas
sociales y han logrado una mayor vinculación con el entorno social. Este hecho se demuestra
mediante la mayor periodicidad de las visitas y la presencia más frecuente de usuarios
locales.
Sin embargo, los resultados de la intervención han sido nulos en los aquellos casos que
presentaban problemáticas sociales y localizados en los entornos considerados inseguros
como el Cercado, ya que persiste como el mayor defecto e impide el logro de mejoras en el
entorno. En otros casos, las fricciones sociales se han presentado ocasionalmente, debido a la
saturación del espacio.
Se puede concluir que las intervenciones limitadas al área del espacio público y a la esfera
física de la misma no han producido un proceso de renovación urbana en el entorno, hablan-
do en términos físicos. Además, aquellas intervenciones que no han tenido en cuenta las
demandas de uso vecinal existentes, no han logrado generar una mayor cohesión social con
el espacio ni el mantenimiento de la dinámica social en el mismo.

4. La relación proyecto-usuario
El panorama general de las intervenciones y las intenciones generales que han acompaña-
do a estas, han permitido observar una constante definición de la imagen objetivo de la
ciudad y de sus espacios públicos en función de un público establecido. Esta definición ha
estado ligada a intereses de orden económico, siendo el usuario el que podía hacer viable una
inversión de cierta envergadura y, sobre todo, ser capaz de mantenerla. Esta selección del
público objetivo fue asumida como la base no sólo de la formulación de una imagen–meta,
sino también de las intervenciones individuales, particularmente en el área del Cercado.
Como se ha observado, el común denominador que unifica la existencia de las tres áreas
de estudio es la permanencia de los conflictos sociales previos o la aparición de otros nue-
vos.: la ampliación en términos cuantitativos y de radio de influencia del público usuario, y
la existencia de diversas demandas, sobre todo de equipamiento. Sin embargo, la califica-

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [195]


Carla Herrera Velarde

Gráfico nº 1
Área de intervención / área mejorada del entorno
Valores comparativos

30,000
m etros cuadrados

25,000

20,000

15,000

10,000

5,000
Área de intervención
Área de entorno mejorada
0
Parque Central
Plaza San Martin

Plaza Italia

Chabuca Granda

Alameda de la
Parque Salazar
Parque del Amor

Alameda de los

Parque Sector IV
Juventud

Jardines
Alameda

Fuente: Encuesta propia. Realización: 1999-2004

Gráfico nº 2
Espacios públicos y deficiencias
Percepción ciudadana

45.00

40.00
Gran cantidad de pers onas
35.00

30.00 T ráns ito de vehí culos alrededor

25.00
Aus encia de s ervicios
20.00

F alta de mantenimiento/Limpieza
1 5.00

1 0.00
Pres encia de gente de mal vivir
5.00
Ambulantes
0.00
F act or es negat i vos

Fuente: Encuesta propia. Realización: 1999-2004

[196] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

ción que hacen los usuarios de la intervención efectuada en el espacio público es bastante
alta ante las deficiencias encontradas (ver gráfico nº 2). Se entiende, por lo tanto, que esta
relación filial que debería construirse entre uno y otro termina siendo una aceptación resig-
nada ante el panorama de espacios desérticos o simplemente inexistentes. Es el único argu-
mento que puede explicar las permanentes demandas acerca de un proyecto al que conside-
ran «bueno» y el masivo uso a pesar de las «deficiencias» que presentan.
Pero en el desarrollo de los proyectos, solo dos de los nueve casos analizados han incluido
en su proceso la participación directa de los vecinos y han dependido de su decisión. Ello
explica que no haya sido el proyecto el que se ha adaptado a los usuarios, sino que estos han
tenido que asumirlo una vez que este ya había sido ejecutado. Esta relación no se materiali-
za, entonces, desde las fases iniciales del proyecto: esta se inicia, normalmente, al terminar
su ejecución. Esta desatención o negación del usuario puede explicar, además, el hecho de
que los espacios recientemente intervenidos sean aquellos considerados como tradicionales
o más importantes para el usuario, debido a que cada renovación que se lleva a cabo produce
la inmediata atención del usuario, quien no ha construido una relación profunda con su
espacio y que busca de nuevos espacios que satisfagan sus expectativas.
En este contexto es posible entender la sobredimensionada influencia que han ejercido
estos espacios, teniendo público de procedencia más lejana de lo que se podía esperar. Sin
embargo, como hemos visto en los indicadores económicos de las intervenciones efectua-
das, el incremento del flujo social y el impacto que han ejercido en públicos locales y sobre
todo en el metropolitano, no se ha visto volcado en una mejora física o en una mayor
actividad económica en el entorno.

5. Espacios públicos, intervenciones, usos y consumos en el Centro Histórico

El espacio público, afectado directamente por el uso y consumo del Centro Histórico,
había dejado de ser un espacio oligárquico a fines de los años sesenta, para ser totalmente
alterado con la sobresaturación de los llamados sectores «populares», los cuales modifica-
ron no solo los usos, sino la escala y dimensiones del mismo. Los usos han dejado de ser
exclusivamente de recreación y paseo, la escala relativa de demanda ha dejado de abarcar
únicamente al área circundante y las dimensiones han rebasado los límites físicos entre el
espacio público y el privado.
Durante los años ochenta el incremento de esta ocupación definió la tenencia domi-
nante en dichos espacios por parte de los medios comerciales, lo que se ha manifestado no
solo en los nuevos centros comerciales aledaños, sino, sobre todo, en la secuela representa-
da por la mayor ocupación de calles y plazas por parte de los comerciantes informales. El
comercio ha remitido el protagonismo de estos espacios de circulación y reunión por exce-
lencia a los ocupantes temporales sobre los permanentes y ha determinado, a su vez, el
uso limitado temporalmente de dichos espacios y una «desocupación» de los mismos fue-
ra de las horas laborales.
Este espacio urbano se compone así de nuevas constantes como «procesos» de
concentración y complejización de actividades y usos que manifiestan y optimizan las
sinergias del mismo, revirtiendo o convirtiéndolo en un bien económico de subsistencia,
y modificándolo a partir de cambios en la estructura socio–espacial y en la expresión de
nuevas cualidades.
Se conjugan en las áreas públicas del Centro Histórico los diversos factores o sentidos del
espacio público. Un espacio de supervivencia en el cual el foráneo puede encontrar «protec-
ción» y los bienes o servicios que ellos requieren y que otros desechan. Un espacio de
«integración» en el que un sector nuevo puede encontrar el espacio abierto que le permite

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [197]


Carla Herrera Velarde

ingresar a una sociedad ajena a la suya. Un espacio «político» de quienes sufren marginación
o relegación y que pueden ejercer en él sus derechos cívicos. Un espacio de «socialización»
de las clases menos favorecidas que «utilizan» estas infraestructuras colectivas para su diver-
sión, paseo y distracción. Y, finalmente, un espacio de «funcionamiento» por la movilidad y
centralidad propios de la ubicación y carácter del Centro Histórico.
A propósito de la población foránea se ha registrado que en el área central existe —como
revelan los estudios de soporte del Plan del Centro de Lima de 1989— varias veces más
viajes diarios al centro que residentes o empleados en él; lo que revela un gran usuario
anónimo y múltiple que viene de toda la ciudad, y, sobre todo, de las periferias de la ciudad.
De ahí como se sostiene, en el centro de Lima «…la actividad de esparcimiento, tanto
nocturno como diurno […] en plazas públicas, se desarrolla mayoritariamente en función a
un público popular, que es proveniente principalmente de áreas aledañas y de los conos
Norte y Este» (Ortiz de Zevallos, 1989).
Como espacio de supervivencia se magnifica en gran escala, al convertirse la ciudad en el
principal mercado de trabajo por excelencia, lo cual la convierte, por consiguiente, en el
lugar de concentración de operarios y ámbito necesario de venta de mercancías. Esta activi-
dad, que adquiere preponderancia en las áreas representativas, administrativa o comercial-
mente, elabora una implícita segregación social de los espacios urbanos, produciendo áreas
de ajetreo, ruido y malos olores de los que las clases pudientes escapan y abandonan.
Como espacio de integración, se convierte en el primer espacio de contacto con la ciu-
dad, en el cual estas nuevas poblaciones adquieren una experiencia inmediata de las condi-
ciones sociales, las cuales se tornan engañosas dada la ambivalencia entre la
monofuncionalidad física y la plurifuncionalidad social que los transforma de una identi-
dad limeña a la de todos sus ocupantes. Según los estudios del Plan del centro de Lima
(1989), la mitad de los pobladores es de procedencia limeña y, la otra mitad, posee la
condición de inmigrante.
El Centro Histórico ha sido siempre el epicentro histórico del poder político. Por con-
siguiente su condición de espacio político consiste en que continúa siendo aún el principal
centro de formación de opinión pública y realización de todas las más importantes
manifestaciones políticas. Por ello es un espacio objeto de reivindicación y demanda
permanente por parte de quienes requieren hacer públicas sus demandas. El centro y
sus distintos espacios públicos de representación sigue siendo el ambiente ideal para la
expresión de los intereses individuales y/o colectivos.
Como espacio de socialización es ocupado por sectores caracterizados por las
carencias de espacios de convivencia, tanto en la vivienda como en el barrio. Los cuales
obligados por la necesidad de contacto social, extienden hacia estos espacios (no siempre
preparados o elaborados para este propósito) sus formas de convivencia e interacción.
Se produce entonces un choque entre el ámbito caracterizado por el uso institucional
del Centro Histórico y las costumbres tradicionalmente distintas de los ocupantes, donde
antiguas fachadas se convierten en el escenario de nuevas expresiones sociales. La
multifuncionalidad y multisignificación del espacio público conlleva en este caso a
situaciones críticas, como la congestión por la población flotante, la congestión vehicular,
los servicios básicos deteriorados y la delincuencia creciente.
La temporalidad, por otro lado, produce situaciones de ocupación contrarias. El
horario del centro urbano que se repite diariamente y que determina su vida pública
cotidiana, consta ante todo de acciones y movimientos intencionales de aquellas personas
que trabajan allí y que buscan la oferta de mercancías y servicios, pero que luego la
desocupan. Así el «territorio de todos» durante el día se convierte entonces en el «territorio
de nadie» en la noche.

[198] ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005


Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

El centro representa un territorio que traspasa sus límites vía un proceso que se ha
definido como el de la colectivización de los espacios contiguos. Este fenómeno ha expandi-
do la esfera del uso público de los espacios hacia áreas de carácter privado, por lo que, entre
otros fenómenos, viejas casonas han sido convertidas en galerías comerciales, los terrenos
baldíos en playas de estacionamiento, los patios interiores en escenarios de fiestas chicha y
los callejones de quinta en campos eventuales de fulbito. Estos nuevos espacios colectivos
pretenden cubrir tanto las nuevas demandas como las necesidades colectivas desatendidas en
materia de espacios públicos. Por una parte, los espacios privados comienzan a servir a
propósitos públicos o semipúblicos y, por otro, los espacios públicos derivan a procesos de
privatización de carácter grupal.
El centro se reinvindica entonces en su uso no solo como soporte de dinámicas de circu-
lación y de comercialización, sino también como el ámbito de desahogo de «presiones
urbanas» propias de la carencia de espacios laborales en el caso de los ambulantes y, de
espacios públicos significativos, en el caso de ocupantes temporales, así como de vivienda
adecuada para el caso el caso de los ocupantes permanentes. Según estimaciones del Ins-
tituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) para el año de 1996 el 4% de la
población limeña residía en el Centro Histórico en condiciones de tugurización y haci-
namiento. Esta es la población que durante varias décadas ha sido la principal
usufructuaria de las plazas y calles del Centro Histórico.

6. Espacio público, intervenciones y nociones de ciudad

A pesar de múltiples diferencias tanto en la forma de la forma de la intervención como


en la escala, los proyectos planteados y/o ejecutados entre 1980 y 2000 compartieron en
esencia una visión unificada, es decir, se identificaron con alguna temática o enfoque en
cuanto a la reutilización de los espacios públicos, regida por una imagen-objetivo previa de
Lima.
Según las nociones de ciudad y las implicancias urbanas de cada intervención, el conjun-
to de estas puede ser reagrupado en tres grandes grupos: En primer lugar, aquellas propues-
tas identificadas con la idea de una ciudad museo. En segundo lugar, las propuestas relacio-
nadas con una ciudad vitrina. Y, en tercer lugar, las intervenciones identificadas con una
ciudad recreada.
La ciudad museo
La intención de reforzar una nueva identidad cultural en el Centro de Lima, a efectos de
desaparecer las actividades comerciales informales ya emergentes, llevó a buscar la creación
de un dinamizador cultural. Uno de estos intentos fue el proyecto denominado «Centro
Cultural Metropolitano», formulado en 1981, como un nuevo epicentro y elemento articulador
del sistema de espacios públicos del área central. Este proyecto está marcado por la inten-
ción de reforzar el uso cultural de los centros cívicos existentes a efectos de convertirlos en
nuevos contenedores urbanos. Los estudios de base de este proyecto habían identificado
como núcleos culturales a nivel de Lima metropolitana a la zona central o tradicional de
Lima (Biblioteca Nacional, Teatro Municipal y museos), el centro de Miraflores (Auditorio
Champagnat, librerías, galerías y café–teatros), el Parque de las Leyendas (conjunto arqueo-
lógico, parque infantil) y el Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Un
elemento nuevo introducido como factor necesario en este tipo de proyectos alude al
requerimiento de un reglamento que prevea la unidad urbanística y arquitectónica del espa-
cio central.

ur[b]es, Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005 [199]


Carla Herrera Velarde

Otra propuesta de similares características pero de dimensiones más reducidas es el


proyecto del «Centro Cívico Cultural de Lima». Pensó ser ubicado entre las avenidas Roosevelt,
Garcilaso de la Vega, 28 de Julio y Paseo de la República, cuya mayor extensión estaba
conformada por un espacio público, el Parque de los Héroes Navales.
Un tercer proyecto emblemático de esta serie lo constituye la propuesta de la «Nueva
Zona Cultural» propuesta en el Plan Maestro del Centro Histórico; en el cual es primordial
el rol que cumplen los espacios públicos como áreas de acceso y, por ende, conectores entre
los contenedores culturales existentes y la ciudad.
Este frecuente ensayo por reinventar el Centro en función de su potencial cultural ha
estado acompañado de otros objetivos menores, pero no por ello menos importantes. Obje-
tivos que aspiraban a impulsar al consumo cultural del Centro Histórico y que, finalmente,
han aportado al desarrollo de la gran ciudad–museo que se pretendía conformar. Proyectos
temporales como la Bienal Iberoamericana de Arte o el Programa Museo de la Ciudad,
tuvieron como pretexto la exhibición de obras artísticas para llevar a cabo circuitos peato-
nales que se internaran en el área y en calles convertidas en galerías y los edificios en lienzos.
Estas propuestas estuvieron acompañadas por normas, como el Reglamento del Centro
Histórico de Lima, las cuales desarrollan el planteamiento de una recuperación urbana liga-
da estrechamente al uso cultural y al consumo turístico del área, propugnando no solo la
restitución de la apariencia original del Centro —bastante lejana dadas las presiones urbanas
existentes—, sino también negando la dinámica comercial que había zonificado el Centro
en función a la especialización de productos y/o servicios.
A su vez, el incentivo de comercios específicos, como las ferias de comidas típicas, se
tornó en un elemento revitalizador para estas intervenciones, siendo la plaza Italia su refe-
rente más significativo. Estas experiencias lograron involucrar al colectivo social, pero de-
finitivamente limitaron la temporalidad y variedad de disfrute de su espacio público por la
aparición de «factores externos», como veremos más adelante en los resultados del estudio.
En este recuento de planteamientos, se vislumbra un proyecto de escala urbana macro, la
ciudad–museo, en el cual la imagen y configuración del Centro incluían grandes extensiones
del mismo para facilitar su lectura y con expectativas de uso de escala metropolitana. Este
proyecto urbano intentó convertir al Centro de Lima en un lugar atractivo para el público,
y para los inversionistas. Según la Memoria de Alcaldía del 2000, con la recuperación de los
espacios públicos se había logrado concentrar no menos de un millón de visitantes y se había
revalorizado el patrimonio inmobiliario y el espacio público hasta seis veces su valor; de
este modo, se logró generar flujos económicos foráneos, pero que finalmente resultaron
temporales.
La ciudad vitrina
Inspiradas o no en el movimiento higienista o en los proyectos de la época haussmaniana,
lo cierto es que estas intervenciones estuvieron estrechamente ligadas a la idea de una Lima
limpia, bella y ordenada, y consecuentemente, a la instauración de un nuevo orden social
basado en la instalación de nuevas condiciones físicas y económicas del espacio urbano.
En esta búsqueda de mejorar la apariencia y ornato del espacio público como lugar
representativo de un barrio o ciudad, se dieron básicamente dos modalidades de interven-
ción. La primera, compuesta por acciones físicas menores como la ejecución de módulos de
venta ambulatoria y anfiteatros, estuvo dirigida a la instalación de elementos que permitie-
ran otorgarle un plus estético a aquellas actividades comerciales y de entretenimiento
preexistentes en el espacio público. La segunda, dirigida primordialmente a erradicar los

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

elementos considerados perturbadores del espacio público o evitar su apropiación por parte
de comerciantes o vecinos, consistió en la formulación y ejecución de programas municipa-
les como el «Programa de Control Urbano en el Centro Histórico» o el «Programa de
Recuperación de espacios invadidos en Conjuntos Habitacionales».
En el caso del comercio ambulatorio, la concentración de puestos y/o carretillas alrede-
dor de mercados (cinturones), parques (Parque Universitario, por ejemplo), plazas o calles
(paraditas) significó casi la ocupación plena de espacios y tramos de vías de imposible acce-
so, en una especie de privatización temporal del espacio público. Su permanencia dentro de
una determinada zona, la especialización de servicios y la imagen de los puestos (caracteri-
zado por el empleo de diversas tácticas visuales, como el uso de sombrillas, colores y
mobiliario, en un esfuerzo por su identificación particular en la maraña de carretillas) son
algunas de las características de estas actividades que otorgaban a los espacios públicos de la
ciudad una dimensión particular, distinta a la de higiene, ornato y seguridad postulada por la
administración municipal.
Por su ubicación, orientada a complementar las necesidades de consumo que pudieran
surgir alrededor de algún local institucional, quedaba establecida una estrecha relación entre
el sistema de comercio ambulatorio y la conformación de la ciudad. En ella, los hitos
urbanos no constituyen únicamente una sucesión de edificios de interés o referentes de
orientación para el peatón, sino que se transforman en un sistema de valores comerciales y
oportunidades de trabajo para los ambulantes. Así, los vendedores de estampitas, estatuas y
demás artículos religiosos se instalan alrededor de las iglesias; los mecanógrafos y vendedo-
res de papel sellado, cerca de alguna entidad judicial o gubernamental; los vendedores de
souvenirs, en los alrededores de hoteles o lugares de interés turístico; los vendedores de
libros y útiles de escritorio, alrededor de universidades y centros de estudios, y los fotógra-
fos, en los principales espacios públicos.
En el intento de otorgarle la imagen deseada a la ciudad, la administración municipal
apeló en algunos casos a la formalización del comercio ambulatorio debido a los problemas
de limpieza y desorden que estos ocasionaban. Alrededor de 1981 muchas de las calles de
Lima estaban copadas de ambulantes como era el caso del Jirón de la Unión, así como el
entorno inmediato del Mercado Central, la plaza Dos de Mayo y la plaza Unión. En otros,
se pretendía proponer medidas legales como la ordenanza dada en marzo de 1981, que
prohibía el comercio ambulatorio en Lima Cuadrada y proponía su reubicación en los nue-
vos campos feriales de Polvos Azules y de la avenida Argentina, conocido más tarde como
Amazonas, los cuales serían acondicionados por el municipio. Este tipo de campos feriales
sería imitado en el resto de la ciudad, conformándose en los centros comerciales de mayor
importancia e influencia durante los años ochenta.
Por otro lado, hay una búsqueda de cierta estética en los espacios deslucidos, pero a la
vez emblemáticos de nuestra ciudad. Por ello, la mayor preocupación se concentra en el
Centro Histórico. Como ejemplo, se pueden mencionar los trabajos de pintado de fachadas
y ambientes monumentales o las mejoras en la iluminación y mobiliario urbano realizados
durante la gestión del alcalde Barrantes, así como los programas de aseo urbano ejecutados
durante la administración del alcalde Del Castillo. Este modelo se ha reafirmado reciente-
mente al convertirse en uno de los objetivos principales de la municipalidad tal como se
desprende de los fundamentos programáticos del Programa de Recuperación del Centro
Histórico de Lima. Este objetivo implica proyectar al habitante una imagen de orden,
seguridad y limpieza, a fin de recobrar su credibilidad y captar un flujo que solvente el
rescate de este sector urbano, propiciado por entidades como el Patronato de Lima. Final-
mente, se puede afirmar que esta propuesta de ciudad vitrina, enfocada en áreas puntuales y

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en el marco edificado, ha sido desarrollada específicamente con objetivos estético–


restauradores.

La ciudad re-creada
Vinculado con esta visión de la ciudad se encuentran todas aquellas intervenciones diri-
gidas a reinstalar, restaurar o rescatar las actividades tradicionales de uso del espacio público
limeño, como el de los paseos urbanos de alguna clase social acomodada o el disfrute de un
café vespertino frente a alguna plaza. Estas actividades o habían sido erradicadas o desplaza-
das a otros distritos de la ciudad.
Precisamente el rescate de estas dos actividades, la de los paseos urbanos y el ritual del
café alrededor de los espacios públicos más representativos, fue uno de los factores más
importantes tomados en cuenta como intención básica de la mayoría de las intervenciones
desarrolladas. Intervenciones que apostaron por recuperar no sólo estos usos, sino también
reordenar aquellos usos emergentes de carácter perturbador para los fines propuestos.
La remodelación del Jirón de la Unión se constituye en el ejemplo más representativo
del conjunto de intervenciones formuladas con este propósito. Este proyecto, desarrollado
durante la gestión del alcalde Orrego, pretende rescatar el valor del centro como principal
espacio de reunión y comercio revalorando el jirón como un eje de interés comercial capaz
de rememorar la experiencia del «paseo comercial». Esta experiencia conservada solo en la
memoria colectiva tras su completa desaparición en virtud de la actividad comercial
ambulatoria, fue explícitamente enunciada como propuesta de la política municipal de
«recuperación de la ciudad tradicional como núcleo de expresión de nuestra tradición y
nuestro mestizaje» (Memoria de Alcaldía de 1981-1983). El plan de recuperación del jirón
de La Unión no tuvo el éxito esperado no sólo debido a la magnitud y los problemas
derivados de la expansión indetenible del comercio ambulatorio, sino también debido a la
falta de continuidad de la política municipal durante la compleja década de los años ochen-
ta.
Con similares objetivos, pero con un enfoque de ocupación más democrático del espacio
público, el Plan de Lima de 1987 propone una serie de nuevas intervenciones. Dentro de la
perspectiva ideológica sugerida por el alcalde Barrantes (Izquierda Unida), se propone
reinventar la ciudad a partir de los elementos o componentes existentes en el espacio públi-
co, tratando de conciliar el uso ambulatorio ya extendido con la satisfacción de las necesida-
des ciudadanas, tan básicas como el libre desplazamiento.
Esta visión se formuló bajo el lema «un Centro para todos». La idea consistía en respetar
el derecho de todos los que usaban este espacio a seguir ocupándolo bajo un nuevo «contrato
social» que incluía la regulación del comercio ambulante sin contemplar su desaparición.
Surge de esta manera todo un sistema de inclusión de las actividades informales espontá-
neas: las licencias temporales para ambulantes, las organizaciones de vendedores y el tributo
por el uso de la vía pública, legalizando y legitimando la ocupación del espacio urbano. Bajo
este nuevo esquema se produjo una reubicación de los ambulantes hacia grandes lotes o
inmuebles sin uso ubicados dentro del área central. Ello da origen a los primeros campos
feriales como nuevos centros de comercio, entre ellos el de Virgen de Lourdes en Iñambari,
Amazonas en el jirón Amazonas, San Marcos en Cotabambas, Santa Catalina en Nicolás de
Piérola, Castañeta en la plaza del mismo nombre y Miguel Grau entre las cuadras 3 y 7 de
dicha avenida; en conjunto se obtuvo un total de 2 000 nuevos puestos ambulatorios.
Como otra modalidad de este mismo proceso, se produjeron mudanzas a edificaciones
nuevas (o preexistentes) de varias plantas diseñados expresamente para fines comerciales.

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Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos

Del mismo modo que se propusieron nuevos complejos comerciales, como el del Parque
Universitario, que resultó ser el más ambicioso, pues incluía un Comedor Popular con
capacidad para 2 500 personas, este proyecto nunca se ejecutó. Como parte de esta dinámica
también se logró generar movimiento a «nuevos» pasajes peatonales de menor escala, con-
solidándose así nuevos centros de comercio en la vía pública o estrechamente ligados a ella.
Estas intervenciones no solo estuvieron orientadas a facilitar y ordenar el desarrollo del
comercio ambulatorio, sino que pretendieron que el espacio público fuera un receptor obli-
gado de estos usos, como se evidencia con el proyecto del centro comercial bajo el Parque
Universitario.
Se intentaría así canalizar las inquietudes de los comerciantes, partiendo de la legitimi-
dad del espacio público como espacio temporal de trabajo para organizar su ubicación y
obligar al tributo por el usufructo del mismo. Siguiendo esta estrategia, se asume que el
espacio público del Centro Histórico debía dar cabida a los 40 000 vendedores ambulantes
que en ese entonces ocupaban sus calles y plazas. Dicha ocupación representó el predominio
del comercio ambulatorio en una ciudad en la que la peatonalización de las calles estuvo
estrechamente ligada a la «posesión» de tramos de la ciudad (de manera formal e informal),
expresada en las denominadas «paraditas» que abarcaban calles enteras en el Jirón de la
Unión, en los alrededores del mercado central, en la plaza Dos de Mayo y en la plaza Unión.
De este modo se convirtieron en verdaderos cinturones compactos alrededor de los princi-
pales centros de abasto y espacios públicos concurridos, convirtiéndose en los principales
abastecedores de la población limeña durante la década de los ochenta. En esta línea, tanto
el jirón Iñambari, Mesa Redonda y el Parque Universitario, así como los campos feriales de
Amazonas y Polvos Azules, se convirtieron en las expresiones más destacadas desarrolladas
dentro de esta temática.
A diferencia de lo acontecido durante la década de los ochenta y esta política «concilia-
dora», a mediados de los noventa se daría impulso a una política radicalmente distinta de
recuperación del Centro Histórico, basado en la radical erradicación de toda forma de co-
mercio ambulatorio de este espacio de la ciudad. En este marco las acciones de relanzamiento
de los espacios de comercio como parte del plan de recuperación del Centro emprendidas
por la administración del alcalde Andrade, despertaron cierto interés por el centro de la
ciudad en un sector de la elite limeña. En este contexto quizás los dos proyectos más
representativos sean, en el primer caso, el de la recuperación del Paseo de los Escribanos,
que trajo consigo el establecimiento de locales propiamente «miraflorinos» o «sanisidrinos»
al Centro Histórico, pretendiendo de esta manera atraer a un público cautivo. El otro caso
es el de la Alameda Chabuca Granda, construida sobre la antigua explanada del atiborrado
campo ferial Polvos Azules, como un espacio de uso recreativo que no tardó en convertirse
en un auténtico icono dentro de este grupo de obras.
En suma, las bases fundamentales de las intervenciones realizadas durante los últimos 20
años han estado destinadas a establecer patrones de uso específicos como la búsqueda de una
ocupación turístico–cultural; o nuevos patrones físicos mediante el mejoramiento del orna-
to y limpieza de los elementos edilicios; así como patrones de interacción espacial diferen-
ciados tras la erradicación de elementos perturbadores a la libre circulación. Se intentó
construir de este modo una imagen–objetivo del Centro Histórico a partir de la interven-
ción en los espacios emblemáticos de la ciudad, jerarquizando los usos y destinatarios del
espacio público previamente. Bajo este sentido se desarrollaron desde programas político–
sociales, hasta las últimas experiencias proyectuales para conformar una condición urbana
homogénea del Centro Histórico.

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Son estas últimas experiencias de carácter urbano las que han reivindicado al espacio
público como determinante de la actuación pública, cuya tendencia ya no transcurre
prioritariamente por la rehabilitación de la vivienda del Centro Histórico ni el manteni-
miento de sus habitantes, sino la reutilización de sus espacios públicos para reanimarlos, y
con la aspiración de recuperar el orden, la autoridad y la propiedad exclusiva de estas áreas.
En un escenario como tal, se evidencia en la orientación de las diversas intervenciones la
preponderancia de la escala metropolitana sobre la de barrio, justificado de alguna manera
por la localización de estas áreas en un sector representativo de nuestra urbe: pero dada
también por el intento de dar cabida a otro público, ya sea de manera extensiva o excluyen-
te. Es justamente esta actitud la que define la temática de la intervención y el carácter que
se pretende instaurar en nuestro espacio público. En todo caso es notoria la primacía de una
escala metropolitana y la consiguiente disolución de la escala vecinal de los espacios públi-
cos del Centro; lo que ha originado como consecuencia el traslado de la esfera de lo público
a lo privado de la serie de costumbres y hábitos de vivencia pública. Aquí el mundo privado
y vecinal aparece como una especie de último reducto para salvaguardar sus derechos urba-
nos con la consiguiente desaparición del carácter público de «su» ciudad.

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