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GESTIÓN Y RENOVACIÓN
URBANA EN LIMA.
PROCESOS E IMPACTOS
Primera edición
Enero, 2012
Lima - Perú
PLD 0471
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Lima - Perú
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Grupo de Estudios de Ciudad, Urbanismo y Paisaje
Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes Universidad Nacional de Ingeniería
Universidad Nacional de Ingeniería Fondo Editorial
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Ortega y al Lic. Álvaro Montaño Freire, jefe del Fondo Editorial-UNI.
ISSN: 1727-7000
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Correspondencia / Address
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Impreso y hecho en el Perú. Printed and made in Peru.
Espacios públicos, gestión y renovación urbana en Lima. Procesos e impactos
ur[b]es
Año II, Nº 2, Lima, noviembre 2005, pp. 171-206
Abstract
One of the most relevants phenomenons related to the Urban Development of Lima had
been the interventions orientated to the renewing and the recovering of several public spaces
in Limas Historic Center and its peripheral districts. This article is part of a research that
analyses the goals, character, and socio cultural effects of some of the most important
works in urban renewal of squares, parks, and boulevards, done during the last two decades.
Key Words: Lima. Public spaces. Interventions. Physical impact. Social impact.
Resumen
Uno de los fenómenos más relevantes en relación al reciente desarrollo urbano de Lima, han
sido los trabajos dirigidos a la recuperación de los diversos espacios públicos tanto del centro
histórico como de distritos periféricos. El presente artículo forma parte de un estudio dirigido
a evaluar los objetivos, el carácter y los efectos socioculturales de alguno de los trabajos más
importantes de recuperación de plazas, parques y alamedas producidos durante las dos últimas
décadas.
Palabras clave: Lima. Espacios públicos. Intervenciones. Impacto físico. Impacto social.
* El presente trabajo constituye la investigación de base que la autora realizó sobre el tema de los espacios
públicos, con motivo de su tesis de maestría en la mención de Renovación Urbana de la Sección de
Postgrado de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería.
La investigación fue dirigida por el Prof. Mag. Augusto Ortiz de Zevallos.
** Arquitecta. Universidad Ricardo Palma. Maestría en Arquitectura con mención en Renovación Urbana por
la Universidad Nacional de Ingeniería. E mail: mchervei@ec-red.com
1. Introducción
En estas dos últimas décadas el espacio público limeño ha sido objeto de numerosos
planes e intervenciones. En este marco puede considerarse como obras de inicio de este
fructífero período los trabajos de remodelación del parque Kennedy y la calle 7 de Junio
emprendidos por la municipalidad de Miraflores en 1992. Intervenciones que además mar-
can un punto de inicio en el interés edil por la transformación de los espacios públicos como
oportunidades para generar un impacto social y, consecuentemente, electoral.
Ciertamente, el impacto producido por estas intervenciones desbordaría los límites de lo
imaginado, convirtiéndose en un hecho no sólo de efecto metropolitano, sino de consecuen-
cias directas en la redefinición conceptual y operativa de los espacios emblemáticos limeños
y la imagen formal irradiada. Hecho que ha conseguido también modificar la relación
histórica usuarioespacio a partir del establecimiento de nuevos vínculos trastocando de
este modo la existencia primigenia de estos espacios.
Han sido siete los gobiernos municipales que se han sucedido durante estas dos décadas,
cada uno con propuestas e intereses distintos en materia de espacios públicos. El alcalde
Eduardo Orrego (19811983) se propuso introducir cambios significativos en el sistema y
estructura de los espacios públicos, basado en su cualidad de espacios vinculados a edifica-
ciones cívicas y/o culturales. La gran escala de los proyectos con grandes áreas de interven-
ción no hizo posible su materialización, por lo que las propuestas se mantuvieron como
planteamientos preliminares.
La administración edil de Alfonso Barrantes (19841986) se encargaría de redefinir la
escala y magnitud de las intervenciones en la esfera de los espacios públicos. Se logra así un
mayor porcentaje de ejecución, aunque lo ejecutado parecería no responder a un plantea-
miento o proyecto mayor. Dinámica similar se desarrollaría en la gestión de Jorge del
Castillo (19871989). Con una apreciable prioridad de intervenciones en el área del Cerca-
do, cuya ejecución física es complementada con propuestas de uso temporal dirigidas tanto
al usuario eventual (circuitos turísticos) como al permanente (verbenas populares).
Durante los dos periodos de gobierno municipal de Ricardo Belmont (19901922 y
19931995) se formularon importantes propuestas de intervención en el espacio público; las
cuales comprendieron un gran número de espacios existentes en el Cercado, dirigidos en su
totalidad al mejoramiento físico. Algunas de estas propuestas fueron ejecutadas al final del
segundo periodo. Los otros proyectos planteados por Belmont se retomaron y ejecutaron
mientras gobernaba Alberto Andrade (19961998 y 19992001), los cuales se concentraron
en el área del Centro Histórico y fueron acompañados por medidas previas de desalojo del
comercio ambulatorio y actividades de intervención menores que incentivaran el recorrido
cultural del Centro.
Si la remodelación del parque Kennedy en 1992 constituye conjuntamente con la obra
de la calle 7 de Junio el inicio de esta especie de boom de los espacios públicos, puede
considerarse como la obra de culminación la remodelación del Gran Parque de Lima, el 18
de enero de 2000, proyecto elaborado por el arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos.
¿Cuáles han sido las intervenciones más importantes producidas durante estas dos últi-
mas décadas en Lima y, específicamente, en el área central por iniciativa edil? ¿Cómo se ha
construido la relación usuarioespacio durante el proceso de gestación, diseño, ejecución y
gestión de los espacios públicos sujetos de intervención? ¿Qué efectos han producido en el
usuario las transformaciones ejecutadas en los espacios públicos remodelados?
La propuesta para la plaza San Martín fue desarrollada por el arquitecto Lester Mejía en
1993 pero ejecutada en 1997, después de una actualización previa efectuada por el IMP.
El diagnóstico previo del espacio urbano involucró fundamentalmente, el estado de con-
servación de los componentes físicos y el deterioro causado por el escaso o nulo manteni-
miento de los mismos y por la acción delictiva. Otro punto importante estuvo constituido
por las adiciones hechas a las fachadas y el pintado que cubría su acabado de cuarzo. Esta
última y la modificación del trazo de la plaza constituyen dos de las mayores intervenciones
efectuadas con anterioridad. La intervención como programa general optó por una solución
intermedia entre el proyecto inicial y la propuesta de reforma de Malachowski, jerarquizando
el acceso peatonal a través de la propuesta de caminos en cruz que a su vez jerarquizaran el
monumento central. Otros elementos nuevos introducidos fueron las áreas de descanso a lo
largo de los ejes transversales y la ampliación de las veredas en los frentes contiguos con la
finalidad de vincular la actividad de la plaza con la de los restaurantes instalados en esos
frentes. La propuesta final se propuso atender de manera prioritaria dos aspectos: el de la
vegetación y las fachadas, como los elementos a recuperar y realzar.
De usos y usuarios
Por el registro de usos efectuado se observó una mayor ocupación de las áreas de borde
(jardines y bancas) durante el día. Mientras que las áreas del perímetro de la plaza eran
usadas más en las horas de cierre (5 pm8 am). Lo más resaltante ocurre durante las noches,
cuando se concentran grupos de hombres en los bordes que conversan u observan alguna
función ambulante.
La intervención en esta plaza ha generado un público nuevo, que en promedio es el 27%,
pero cuya afluencia se da los días de semana, periodo en el cual la afluencia al Cercado es
generada por razones laborales. Frente a la congestión y el tráfico que se produce en el
Centro, la plaza se convierte para el usuario en un espacio de relax, paseo y distracción, y
además en un espacio con presencia de área verde, que son las cualidades más resaltadas por
los encuestados.
Las apreciaciones negativas de los usuarios, se centran en las deficiencias percibidas en el
entorno, que a pesar de generar malestar no constituyen impedimentos para la afluencia de
personas a la plaza. Sin embargo, constituyen puntos importantes en las demandas, que se
traducen en la presencia de mayor seguridad y la dotación de mejor mantenimiento al
espacio.
Como un tercer punto, se señala la dotación de mobiliario que permita atender a la
cantidad de usuarios y darles otras posibilidades de uso al espacio. El público que acude al
espacio abarca todos los rubros, con excepción del público infantil, pero se da una mayor
presencia de estudiantes y empleados que realizan sus labores en el Centro y cuya afluencia
es habitual, siendo la permanencia de tiempo prolongado.
De acuerdo a las encuestas realizadas, se determina lo siguiente:
- Las deficiencias señaladas están relacionadas en un 54% a aspectos o factores sociales
del espacio, como la presencia de delincuencia.
- Las cualidades señaladas están dadas en un 53% en las mejoras físicas realizadas y en un
35% en las características diferenciales del espacio respecto al entorno, tales como la
presencia de vegetación o de espacios abiertos.
- Las demandas señaladas están referidas en un 30% a mejoras físicas, en un 35% a
mejoras de tipo ambiental y en un 25% a una mejor y mayor implementación de usos en
el espacio.
Si bien el proyecto parte de la necesidad de crear un marco adecuado para las actividades
que se realizaban en ella y de reconocer a la plaza Italia como el centro de vida de Barrios
Altos, la propuesta mantuvo el patrón de uso ya existente. Por consiguiente, el proyecto se
planteó restituir la apariencia física previa del espacio urbano según la documentación grá-
fica y, funcionalmente, manejó el concepto de una plaza de escala barrial con usos de recrea-
ción pasiva y algunos usos lúdicos en menor proporción. Sin embargo, la incorporación
posterior de venta de comidas típicas, tuvo el efecto de modificar la escala de servicio de la
plaza durante el fin de semana, anulando así el servicio recreativo por el de comercio.
Las acciones desarrolladas en la ejecución se han encaminado a la rehabilitación del
mobiliario existente afectado por el escaso mantenimiento y el uso propio del espacio
dirigidas a soluciones puntuales en el deterioro del mobiliario urbano, bancas y faroles, a la
introducción de un nuevo elemento, el anfiteatro que complementa las actividades lúdicas
existentes y como contenedor formal de un subcentro. Adicionalmente, a petición del
Comité Cívico y por razones de seguridad, se colocó una reja en todo el perímetro, cuyo
acceso es permisible actualmente desde el jirón Huanta y la calle paralela durante la sema-
na, siendo inaccesible los domingos.
En general, la intervención responde al rescate de una imagen primigenia ceñida al últi-
mo antecedente de su uso socialrecreativo. Pero el cual se ha visto alterado por un uso
comercial surgido como una necesidad laboral de los vecinos, pero que analizado desde el
punto de vista histórico resulta ser la función inicial de este espacio.
De usos y usuarios
Se ha observado que la ocupación principal de este espacio se concentra en el área interna
de la plaza, delimitada por la reja durante los días de semana, y en el borde, fuera del área
enrejada, los fines de semana. El comercio de comidas típicas es el evento que genera mayor
actividad los domingos al mediodía, cuando acude un público diverso.
A pesar de su condición de espacio urbano de menor escala, ha generado un importante
porcentaje de nuevos usuarios que permanecen por tiempo prolongado, tanto los días de
semana como los fines de semana. La diferencia entre el público del día de semana y el
domingo es que en el segundo grupo hay un marcado interés por los eventos que se realizan,
mientras que en el primer grupo resalta la tranquilidad que se disfruta en este espacio,
resultando para los usuarios un elemento importante la renovación del área verde, que si
bien no ha sido fundamental en el proyecto, ha tenido una mejora cualitativa. En este caso,
las mayores deficiencias se dan en el entorno, que adolece de un tratamiento vial; además de
equipamiento lúdico y de áreas tanto transitables como verdes, que el usuario demanda. Los
resultados más resaltantes se resumen en:
El público del fin de semana corresponde a edades y ocupaciones diversas; sin embar-
go, los días de semana predominan los adultos mayores, cuya ocupación es su casa o que
son jubilados.
La generación de nuevos usuarios ha alcanzado el 46% en promedio.
Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se dan en los aspectos sociales
(42%) del espacio y en las deficiencias del entorno (44%).
Los aportes destacables por el usuario se dan en las cualidades ambientales del espacio
(34%), relacionadas con las condiciones del entorno y con las cualidades físicas del espa-
cio.
El 93% refiere la necesidad de efectuar modificaciones en el espacio, ya sea en los
aspectos de uso o función (25%), físicos (26%) o ambientales (22%).
Pero con estas observaciones, un 75% de los usuarios de fin de semana y un 42% de los
de día de semana califica la renovación de buena. Solo un promedio de 29% la califica de
regular, mientras un 24% la califica de excelente.
Gestión e intervención
Se trata de un espacio ubicado en el jirón Santa, sobre la plataforma emplazada en la
parte posterior de la iglesia de Santo Domingo y el Correo Central. Plataforma ocupada
anteriormente por el Campo Ferial de Polvos Azules, al que habían sido reubicados cien-
tos de ambulantes tras la erradicación del comercio ambulatorio de los espacios públicos
del centro de la ciudad.
En el marco del Programa de Mejoramiento de Espacios Públicos y de las obras reali-
zadas en el Centro Histórico promovidas por el municipio, se suma esta área al tratamien-
to como espacio de intervención. La Alameda Chabuca Granda surge como un nuevo
espacio de reemplazo al campo ferial tras su desmontaje y reubicación en un nuevo centro
comercial popular ubicado al borde del área central. La finalidad en este caso fue el crear
un nuevo espacio de recreación aprovechando su ubicación estratégica como vínculo es-
pacial y visual con el distrito del Rímac.
Para la realización de la propuesta, preliminarmente denominada alameda Taulichusco,
que incluye a la plataforma y al espacio denominado plazuela La Limeña, el municipio
convocó a un concurso por invitación a tres arquitectos, de los cuales fue elegido el
proyecto del arquitecto Javier Artadi.
Un aspecto negativo de las condiciones de uso de este espacio consistía en la ocupación
por gente de mal vivir de la parte baja de la plataforma, asaltando y robando a los ocasio-
nales usuarios. Desde el punto de vista físico, el estado y tipo de material de los pavimen-
tos, sardineles y veredas tampoco contribuían a un reconocimiento explícito de este espa-
cio como una futura alameda y/o plazuela.
Con el propósito de superar estas condicionantes y renovar la calidad ambiental de la
zona, el desarrollo de la propuesta se planteó como un espacio arquitectónico con funcio-
nes de carácter urbano, de descanso, de paseo y contemplación, que generara un atractivo
para los visitantes y realzara las edificaciones del entorno.
El proyecto se centró en la existencia de los «usos no previstos», que surgían de otras
formas de satisfacción a las necesidades de esparcimiento, tanto activas como pasivas de
los usuarios, principalmente en el segmento de población infantil. Estos usos no previstos,
según la tesis propuesta por el proyectista, se materializaron a partir de una lectura indi-
vidual del usuario sobre el objeto o los objetos colocados en un espacio público.
De este modo, se obtuvo un espacio público neutro, cuya vitalidad se percibe cuando
está ocupado. Y, cuando no lo está, se lee como una composición de elementos geométricos
circulares a partir de los cuales se conforman los anfiteatros, rotondas, pérgolas y el mo-
numento principal, en una sucesión de «eventos» formales que se posicionan a lo largo
de la alameda. La propuesta se complementó con los nuevos elementos de mobiliario
urbano, bancas, postes, jardineras y papeleras, y con el detalle de tratamiento de las
superficies duras que cubren gran parte de la explanada.
En este proyecto, la búsqueda estética es dejada de lado por una apuesta práctica a partir
del empleo de elementos de composición primaria que permiten al usuario proponer su
propia relación con el espacio. Esta podía variar según la edad y la función que cada uno
requiere de un espacio público. De este modo, todos los elementos del mobiliario plantea-
dos fueron diseñados para permitir estas diversas «lecturas», convirtiéndolo en un objeto
lúdico, antes que en un elemento ergonómico, en el cual el usuario pudiera sentarse de
determinada manera.
En esta intervención, limitada únicamente por la explanada desocupada por el comercio
ambulatorio debido a restricciones impuestas por la gestión del proyecto los elemen-
tos más resaltantes del paisaje urbano, como el convento, no formaron parte del proyecto de
renovación y por lo tanto quedaron relegados del proceso, al igual que los locales comercia-
les aledaños y los muros colindantes al espacio.
En este caso, debido a que se trata de un espacio urbano generado, no se dieron las
condiciones de preexistencia formal y funcional, por lo que se planteó un lenguaje nuevo y
exclusivo con patrones de tratamiento distintos en una fase posterior a la aplicación del
programa integral. Todo lo cual benefició al desarrollo del proyecto de acuerdo a la tesis
planteada por el autor de los usos no previstos, que surgieron a partir del contacto del
usuario con el espacio.
Por lo tanto, la intervención se caracteriza por una conjugación entre el objeto arquitec-
tónico como tema de composición y el usuario como sujeto de actividad. Este último, en su
búsqueda por satisfacer los requerimientos que le debe ofrecer un espacio público, optará
por adecuar dicho objeto a sus expectativas o adecuarse a lo que este le pueda ofrecer.
De usos y usuarios
La ocupación de la alameda se concentra principalmente en la desembocadura del jirón
Camaná y el jirón de la Unión, y se va dispersando hacia la avenida Tacna, donde la presen-
cia de usuarios es mínima. En la plazuela La Limeña la presencia de público está sujeta
fundamentalmente a la realización de ferias artesanales. La mayor actividad se desarrolla los
domingos al mediodía, cuando se produce una mayor afluencia debido a la realización de
presentaciones o actividades culturales, además del paso obligado proveniente del Rímac,
ya sea de residentes o turistas.
Al ser un espacio exnovo, las funciones que encuentra el usuario son semejantes a los
demás casos: el paseo y descanso o relax. Sin embargo, el principal atractivo se origina en
los eventos y espectáculos que se ofrecen, tanto los días de semana como los domingos,
junto a otras características como la accesibilidad o los comercios cercanos.
El entorno también le resta valores a la alameda, ya que el tránsito vehicular cercano y
la inseguridad que se percibe, se convierten en los principales problemas a tratar, y se aúnan
además a un déficit cuantitativo de mobiliario, y de opciones de entretenimiento para los
niños, a pesar de ser el espacio con mayor público infantil. Como principales características
se encuentran:
Público mayoritariamente joven y estudiantil, incrementándose la afluencia de niños
hacia el fin de semana, quienes se caracterizan por acudir esporádicamente, pero perma-
necen prolongadamente en el espacio.
El promedio de nuevos usuarios ha alcanzado el 57%.
La mayoría de deficiencias señaladas por los usuarios se deben a los aspectos sociales
(51%) del espacio.
Los atractivos más importantes destacados por el usuario se dan en los aspectos am-
bientales del espacio (27%) relacionados a las condiciones del entorno, resaltándose ade-
más especialmente las cualidades de uso del espacio por un 25% de los usuarios durante
la semana; durante los fines de semana este uso solo alcanza el 1% de aprobación.
Los cambios necesarios se expresan en los aspectos físicos del espacio (39%) y en los
ambientales (31%), siendo el 99% de los usuarios el que requiere alguna mejora en el
mismo.
A pesar de las observaciones, entre el público de día de semana, un 61% califica como
buena la renovación de este espacio público.
Si bien los fines de semana un 7% refiere que nada le disgusta de la alameda y un 5%
declara que no cambiaría nada de la misma, un importante 54% califica la renovación
como excelente.
De usos y usuarios
La ocupación de este espacio se da de manera dispersa, concentrándose los días de sema-
na en el área de venta artesanal y los juegos infantiles, y los fines de semana en el de eventos
y/o espectáculos. La mayor actividad se produce en las tardes, tanto en los días de semana
como en los fines de semana. Sin embargo, hay una diferenciación del tipo de público, pues
los fines de semana está compuesto principalmente por grupos de jóvenes y los días de
semana por adultos y niños.
En este caso, las apreciaciones positivas se refieren a características diferenciales respecto
al entorno (tranquilidad), pero también a las complementarias al mismo (comercios cerca-
nos). Y, en especial, a las cualidades de tratamiento del espacio (áreas verdes) y a las propues-
tas de uso (espectáculos y eventos).
Del mismo modo, se señalan las deficiencias a partir de las características del emplaza-
miento (tráfico), a lo que se aúna la persistencia de problemas sociales (presencia de gente de
mal vivir y malestar frente a la presencia de ambulantes). Además, resalta el malestar
producido por la afluencia masiva de público, el cual demanda mobiliario y mayor cuidado
en el mantenimiento y seguridad del espacio. A estas demandas se suman las mejoras en el
tráfico del entorno. Los principales resultados obtenidos de las encuestas son:
Público diferenciado, joven y de afluencia esporádica los fines de semana, y joven
adulto y de afluencia continua los días de semana. En ambos casos, se da una presencia
prolongada.
La generación de nuevos usuarios ha alcanzado el 25% en promedio.
Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se deben a los aspectos funcionales
del entorno (25% en promedio) y a los problemas de conflicto social (28% en promedio).
Los atractivos resultantes están determinados por su localización, la cual le permite
actuar como área de desahogo a la vez que complementar su función con las actividades
comerciales del entorno. En similar grado de aprobación, se hallan las cualidades forma-
les (áreas verdes) y funcionales (espectáculos) del espacio público.
Tanto los días de semana como los fines de semana puede destacarse la demanda de
mobiliario y de mejora de las condiciones de seguridad, ambas derivadas de la afluencia
masiva.
La aprobación en este caso llega al 95% en promedio, a pesar de que un 79%, los días
de semana, y un 90%, los fines de semana, expresa alguna deficiencia del espacio.
En este caso, tratándose de un área libre disponible que carecía de mayor tratamiento, no
se efectuó ningún estudio previo de diagnóstico, salvo el levantamiento de las condiciones
topográficas del terreno.
El nuevo parque fue concebido a partir de la existencia de una obra de arte central, el cual
debía definir un espacio de reunión principal (anfiteatro) circundado por un borde formado
por una banca continua, el cual define sus límites y consigue establecer el vínculo visual con
el paisaje de las playas. En este caso, la escultura central propuesta por Víctor Delfín consis-
tente en una pareja de enamorados adquiere un formato de escala urbana, para convertirse
en el epicentro del espacio y, por lo tanto, en el «dato principal» a darse en él.
El objetivo principal del parque fue el de convertirse en un espacio para convocar y
acoger a las parejas de enamorados. Este fue el factor principal de diseño de todos los
elementos empezando por la escultura central hasta el recubrimiento del mobiliario con
lemas alusivos al amor.
Convertido hoy en un lugar de tradición por los principales destinatarios, su ejecución
fue prácticamente «artesanal» tal como lo señala el autor, tanto por lo apresurado de su
ejecución (20 días), que lo obligó a diseñar in situ mientras se avanzaba la obra, como por la
aplicación de temas y técnicas de trabajo que el escultor venía desarrollando en su taller.
De este modo, no solo la escultura formó parte de una exploración previa del artista en
el lenguaje corporal de las parejas, sino que también las formas y la técnica de recubrimien-
to de las bancas se basaron en trabajos de menor escala inspirados en el Parque Güell de
Gaudí.
De usos y usuarios
En el parque la ocupación por parte de sus usuarios se concentra particularmente en la
zona de borde del acantilado y eventualmente en el anfiteatro habilitado. Lugar donde se
desarrolla la mayor actividad los fines de semana, en horas de la noche y en torno a los
espectáculos organizados por la municipalidad.
La mayor cualidad destacada por el público se refiere a las características propias de su
emplazamiento cercano al mar y a su valor ambiental para el entorno, expresadas formal-
mente en el área verde y, sensorialmente, en la tranquilidad.
Sin embargo, las deficiencias señaladas aluden a actividades inherentes a la regulación de
su uso (presencia de ambulantes) y a los servicios del mismo (mantenimiento y limpieza);
por lo cual, las demandas descritas en estos dos últimos puntos se pueden resumir en la falta
de un mayor equipamiento y manutención. Las principales características de este espacio en
cuanto a su uso son las siguientes:
Público principalmente joven en los días de semana y jovenadulto los fines de sema-
na, sin un ritmo habitual de visitas y una permanencia prolongada.
La cantidad de nuevos usuarios ha alcanzado el 65% en promedio.
Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se refieren a las condiciones en el
uso del espacio (26% en promedio) y a elementos sociales considerados como perturba-
dores por el público (25% en promedio).
Los principales atractivos están determinados por su emplazamiento, que permite a
los usuarios contemplar el mar, y a su vez, por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, la presencia de área verde predominante y la sensación de tranquilidad.
Tanto los días de semana, como los fines de semana, prima la demanda de mayor
equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza del espacio.
La aprobación en este caso llega al 82% en promedio, a pesar de que un 84%, los días
de semana, y un 92%, los fines de semana, expresa alguna deficiencia en el espacio.
rios, que provienen de distintos distritos de Lima, han restringido el uso vecinal del parque
a las primeras horas del día.
De usos y usuarios
En el «nuevo» parque Salazar la concentración de público resulta mayor en la zona de
borde, más cercana al Centro de Entretenimiento, sobre todo durante los fines de semana en
la noche. La frecuencia e intensidad de uso se supedita en este caso al que se produce en
relación al uso comercial o de entretenimiento del Complejo Larco Mar.
Las mayores cualidades indicadas por el público se refieren a aspectos que lo diferencian
del entorno, como el área verde existente o la sensación de tranquilidad que lo caracteriza.
A ello se añaden las actividades comerciales, que si bien constituyen un factor predominante
en este sector del distrito, en este caso la particular diversidad y concentración de las mis-
mas se convierte en un factor de mayor atracción.
Las deficiencias señaladas son producto de condiciones puntuales de tratamiento físico
como la iluminación y a las del emplazamiento, como es el tráfico que circunda al parque.
Sin embargo, esta percepción varía durante los fines de semana, en los cuales el mayor
porcentaje de usuarios no señala deficiencias. Las demandas, por lo tanto, son también
específicas en cuanto a la mejora de iluminación y seguridad del parque, así como del tráfico
alrededor de la zona. A las demandas mencionadas, se suman la dotación de áreas de espec-
táculos y juegos. Los resultados de las encuestas se pueden resumir en:
El público es mayormente joven y adulto, tanto los días de semana como los fines de
semana, sin un ritmo habitual de visitas ni una permanencia prolongada.
La cantidad de nuevos usuarios ha alcanzado el 38% en promedio.
Las mayores deficiencias señaladas por los usuarios se deben a las condiciones de trata-
miento físico del espacio (30% en promedio) y a las de seguridad en el mismo (15% en
promedio).
Los atractivos primordiales están determinados por las cualidades del espacio respecto
a su entorno, por las zonas de área verde predominante y por la sensación de tranquili-
dad, así como por la presencia de actividades comerciales contiguas que complementan
su uso.
En este caso, las demandas varían según el día de la encuesta, ya que en los días de
semana la preocupación se centra en las condiciones de iluminación, seguridad y tráfi-
co, mientras que en los fines de semana la acapara el equipamiento del espacio.
La aprobación en este caso llega al 76% en promedio, siendo el porcentaje que
demanda alguna mejora en el espacio el 80% los días de semana y el 51% los fines de
semana.
Los mayores atractivos están determinados por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, por la presencia de área verde predominante y por la sensación de tranquilidad.
Tanto durante los días de semana como en los fines de semana, destaca la demanda de
mayor equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza de la
Alameda de la Juventud.
La aprobación en este caso llega al 79% en promedio, a pesar de que el 100% en ambos
casos expresa alguna deficiencia del mencionado espacio.
ΠΑΡ Α∆ ΕΡ Ο
ΜΟ ΤΟ ΤΑΞΙ
Χ.Ε.Ι. AUL A
2
ΜΕΡ ΧΑ∆Ο
Las deficiencias señaladas aluden a las condiciones prestadas para el uso del espacio (man-
tenimiento y limpieza) y en la presencia de gente de mal vivir, por lo cual la demanda se
produce en relación a la mejora de los servicios de limpieza y seguridad, además del reque-
rimiento de mayor equipamiento y de áreas verdes. Las principales conclusiones de las
encuestas son:
Los usuarios, principalmente jóvenes en los días de semana y adultos durante los fines
de semana, son habituales y no han incrementado su visita al área a raíz de la interven-
ción. Sin embargo, su frecuencia de visita es regular y su permanencia varía según el día,
ya que en los días de semana su permanencia es corta y en los fines de semana esta es
mayor. Se ha alcanzado el 39% de nuevos usuarios, en promedio.
Las deficiencias que pueden destacarse, señaladas por los usuarios, se deben a las condi-
ciones prestadas en el uso del espacio (36% en promedio) y a elementos sociales conside-
rados como perturbadores por el público (42% en promedio).
Los mayores atractivos están determinados por las cualidades del espacio respecto a su
entorno, representados por la sensación de tranquilidad con un 77%.
Tanto los días de semana como los fines de semana resalta la demanda de mayor
equipamiento, de mejora de las condiciones de seguridad y de limpieza del espacio.
En este caso, la calificación de las intervenciones es regular para el 100% de los
encuestados.
el requerimiento de una mayor seguridad. Esta demanda ocupa una primera o segunda
prioridad en todos los casos, con excepción del parque Salazar.
En general, se puede concluir que las intervenciones efectuadas durante este periodo han
sido desarrolladas puntualmente como hechos físicos, en tanto se han ceñido al área especí-
fica del espacio público, y como puntuales y temporales, debido a que han sido limitados al
periodo de ejecución de las obras físicas.
Lo expuesto ha ocasionado el nulo o corto efecto de las intervenciones, cuyas mejoras
físicas, si bien han constituido un elemento de atracción para los usuarios, no han logrado
generar mejoramiento físico en el entorno (ver gráfico nº 1). Por otro lado, estos procesos
de intervención se han limitado al tratamiento formal del área, quedando relegadas las
propuestas que promuevan financieramente las mejoras en las condiciones del entorno o que
establezcan un marco normativo de actuación en el mismo. Ello se evidencia en la falta de
correspondencia entre los usos comerciales difundidos en el entorno y la inversión hecha en él.
En términos físicos, estas intervenciones se han conformado como procesos microurba-
nos temporales y aislados. En términos sociales, las intervenciones analizadas han generado
efectos macro, ya que han originado el incremento de usuarios en la esfera metropolitana y,
en algunos casos, la asimilación de nuevos espacios públicos como hitos urbanos y referentes
de uso.
Las intervenciones que han implementado nuevos usos en el espacio o que se han desa-
rrollado con un mayor acercamiento a la población, han incorporado algunas demandas
sociales y han logrado una mayor vinculación con el entorno social. Este hecho se demuestra
mediante la mayor periodicidad de las visitas y la presencia más frecuente de usuarios
locales.
Sin embargo, los resultados de la intervención han sido nulos en los aquellos casos que
presentaban problemáticas sociales y localizados en los entornos considerados inseguros
como el Cercado, ya que persiste como el mayor defecto e impide el logro de mejoras en el
entorno. En otros casos, las fricciones sociales se han presentado ocasionalmente, debido a la
saturación del espacio.
Se puede concluir que las intervenciones limitadas al área del espacio público y a la esfera
física de la misma no han producido un proceso de renovación urbana en el entorno, hablan-
do en términos físicos. Además, aquellas intervenciones que no han tenido en cuenta las
demandas de uso vecinal existentes, no han logrado generar una mayor cohesión social con
el espacio ni el mantenimiento de la dinámica social en el mismo.
4. La relación proyecto-usuario
El panorama general de las intervenciones y las intenciones generales que han acompaña-
do a estas, han permitido observar una constante definición de la imagen objetivo de la
ciudad y de sus espacios públicos en función de un público establecido. Esta definición ha
estado ligada a intereses de orden económico, siendo el usuario el que podía hacer viable una
inversión de cierta envergadura y, sobre todo, ser capaz de mantenerla. Esta selección del
público objetivo fue asumida como la base no sólo de la formulación de una imagenmeta,
sino también de las intervenciones individuales, particularmente en el área del Cercado.
Como se ha observado, el común denominador que unifica la existencia de las tres áreas
de estudio es la permanencia de los conflictos sociales previos o la aparición de otros nue-
vos.: la ampliación en términos cuantitativos y de radio de influencia del público usuario, y
la existencia de diversas demandas, sobre todo de equipamiento. Sin embargo, la califica-
Gráfico nº 1
Área de intervención / área mejorada del entorno
Valores comparativos
30,000
m etros cuadrados
25,000
20,000
15,000
10,000
5,000
Área de intervención
Área de entorno mejorada
0
Parque Central
Plaza San Martin
Plaza Italia
Chabuca Granda
Alameda de la
Parque Salazar
Parque del Amor
Alameda de los
Parque Sector IV
Juventud
Jardines
Alameda
Gráfico nº 2
Espacios públicos y deficiencias
Percepción ciudadana
45.00
40.00
Gran cantidad de pers onas
35.00
25.00
Aus encia de s ervicios
20.00
F alta de mantenimiento/Limpieza
1 5.00
1 0.00
Pres encia de gente de mal vivir
5.00
Ambulantes
0.00
F act or es negat i vos
ción que hacen los usuarios de la intervención efectuada en el espacio público es bastante
alta ante las deficiencias encontradas (ver gráfico nº 2). Se entiende, por lo tanto, que esta
relación filial que debería construirse entre uno y otro termina siendo una aceptación resig-
nada ante el panorama de espacios desérticos o simplemente inexistentes. Es el único argu-
mento que puede explicar las permanentes demandas acerca de un proyecto al que conside-
ran «bueno» y el masivo uso a pesar de las «deficiencias» que presentan.
Pero en el desarrollo de los proyectos, solo dos de los nueve casos analizados han incluido
en su proceso la participación directa de los vecinos y han dependido de su decisión. Ello
explica que no haya sido el proyecto el que se ha adaptado a los usuarios, sino que estos han
tenido que asumirlo una vez que este ya había sido ejecutado. Esta relación no se materiali-
za, entonces, desde las fases iniciales del proyecto: esta se inicia, normalmente, al terminar
su ejecución. Esta desatención o negación del usuario puede explicar, además, el hecho de
que los espacios recientemente intervenidos sean aquellos considerados como tradicionales
o más importantes para el usuario, debido a que cada renovación que se lleva a cabo produce
la inmediata atención del usuario, quien no ha construido una relación profunda con su
espacio y que busca de nuevos espacios que satisfagan sus expectativas.
En este contexto es posible entender la sobredimensionada influencia que han ejercido
estos espacios, teniendo público de procedencia más lejana de lo que se podía esperar. Sin
embargo, como hemos visto en los indicadores económicos de las intervenciones efectua-
das, el incremento del flujo social y el impacto que han ejercido en públicos locales y sobre
todo en el metropolitano, no se ha visto volcado en una mejora física o en una mayor
actividad económica en el entorno.
El espacio público, afectado directamente por el uso y consumo del Centro Histórico,
había dejado de ser un espacio oligárquico a fines de los años sesenta, para ser totalmente
alterado con la sobresaturación de los llamados sectores «populares», los cuales modifica-
ron no solo los usos, sino la escala y dimensiones del mismo. Los usos han dejado de ser
exclusivamente de recreación y paseo, la escala relativa de demanda ha dejado de abarcar
únicamente al área circundante y las dimensiones han rebasado los límites físicos entre el
espacio público y el privado.
Durante los años ochenta el incremento de esta ocupación definió la tenencia domi-
nante en dichos espacios por parte de los medios comerciales, lo que se ha manifestado no
solo en los nuevos centros comerciales aledaños, sino, sobre todo, en la secuela representa-
da por la mayor ocupación de calles y plazas por parte de los comerciantes informales. El
comercio ha remitido el protagonismo de estos espacios de circulación y reunión por exce-
lencia a los ocupantes temporales sobre los permanentes y ha determinado, a su vez, el
uso limitado temporalmente de dichos espacios y una «desocupación» de los mismos fue-
ra de las horas laborales.
Este espacio urbano se compone así de nuevas constantes como «procesos» de
concentración y complejización de actividades y usos que manifiestan y optimizan las
sinergias del mismo, revirtiendo o convirtiéndolo en un bien económico de subsistencia,
y modificándolo a partir de cambios en la estructura socioespacial y en la expresión de
nuevas cualidades.
Se conjugan en las áreas públicas del Centro Histórico los diversos factores o sentidos del
espacio público. Un espacio de supervivencia en el cual el foráneo puede encontrar «protec-
ción» y los bienes o servicios que ellos requieren y que otros desechan. Un espacio de
«integración» en el que un sector nuevo puede encontrar el espacio abierto que le permite
ingresar a una sociedad ajena a la suya. Un espacio «político» de quienes sufren marginación
o relegación y que pueden ejercer en él sus derechos cívicos. Un espacio de «socialización»
de las clases menos favorecidas que «utilizan» estas infraestructuras colectivas para su diver-
sión, paseo y distracción. Y, finalmente, un espacio de «funcionamiento» por la movilidad y
centralidad propios de la ubicación y carácter del Centro Histórico.
A propósito de la población foránea se ha registrado que en el área central existe como
revelan los estudios de soporte del Plan del Centro de Lima de 1989 varias veces más
viajes diarios al centro que residentes o empleados en él; lo que revela un gran usuario
anónimo y múltiple que viene de toda la ciudad, y, sobre todo, de las periferias de la ciudad.
De ahí como se sostiene, en el centro de Lima «
la actividad de esparcimiento, tanto
nocturno como diurno [
] en plazas públicas, se desarrolla mayoritariamente en función a
un público popular, que es proveniente principalmente de áreas aledañas y de los conos
Norte y Este» (Ortiz de Zevallos, 1989).
Como espacio de supervivencia se magnifica en gran escala, al convertirse la ciudad en el
principal mercado de trabajo por excelencia, lo cual la convierte, por consiguiente, en el
lugar de concentración de operarios y ámbito necesario de venta de mercancías. Esta activi-
dad, que adquiere preponderancia en las áreas representativas, administrativa o comercial-
mente, elabora una implícita segregación social de los espacios urbanos, produciendo áreas
de ajetreo, ruido y malos olores de los que las clases pudientes escapan y abandonan.
Como espacio de integración, se convierte en el primer espacio de contacto con la ciu-
dad, en el cual estas nuevas poblaciones adquieren una experiencia inmediata de las condi-
ciones sociales, las cuales se tornan engañosas dada la ambivalencia entre la
monofuncionalidad física y la plurifuncionalidad social que los transforma de una identi-
dad limeña a la de todos sus ocupantes. Según los estudios del Plan del centro de Lima
(1989), la mitad de los pobladores es de procedencia limeña y, la otra mitad, posee la
condición de inmigrante.
El Centro Histórico ha sido siempre el epicentro histórico del poder político. Por con-
siguiente su condición de espacio político consiste en que continúa siendo aún el principal
centro de formación de opinión pública y realización de todas las más importantes
manifestaciones políticas. Por ello es un espacio objeto de reivindicación y demanda
permanente por parte de quienes requieren hacer públicas sus demandas. El centro y
sus distintos espacios públicos de representación sigue siendo el ambiente ideal para la
expresión de los intereses individuales y/o colectivos.
Como espacio de socialización es ocupado por sectores caracterizados por las
carencias de espacios de convivencia, tanto en la vivienda como en el barrio. Los cuales
obligados por la necesidad de contacto social, extienden hacia estos espacios (no siempre
preparados o elaborados para este propósito) sus formas de convivencia e interacción.
Se produce entonces un choque entre el ámbito caracterizado por el uso institucional
del Centro Histórico y las costumbres tradicionalmente distintas de los ocupantes, donde
antiguas fachadas se convierten en el escenario de nuevas expresiones sociales. La
multifuncionalidad y multisignificación del espacio público conlleva en este caso a
situaciones críticas, como la congestión por la población flotante, la congestión vehicular,
los servicios básicos deteriorados y la delincuencia creciente.
La temporalidad, por otro lado, produce situaciones de ocupación contrarias. El
horario del centro urbano que se repite diariamente y que determina su vida pública
cotidiana, consta ante todo de acciones y movimientos intencionales de aquellas personas
que trabajan allí y que buscan la oferta de mercancías y servicios, pero que luego la
desocupan. Así el «territorio de todos» durante el día se convierte entonces en el «territorio
de nadie» en la noche.
El centro representa un territorio que traspasa sus límites vía un proceso que se ha
definido como el de la colectivización de los espacios contiguos. Este fenómeno ha expandi-
do la esfera del uso público de los espacios hacia áreas de carácter privado, por lo que, entre
otros fenómenos, viejas casonas han sido convertidas en galerías comerciales, los terrenos
baldíos en playas de estacionamiento, los patios interiores en escenarios de fiestas chicha y
los callejones de quinta en campos eventuales de fulbito. Estos nuevos espacios colectivos
pretenden cubrir tanto las nuevas demandas como las necesidades colectivas desatendidas en
materia de espacios públicos. Por una parte, los espacios privados comienzan a servir a
propósitos públicos o semipúblicos y, por otro, los espacios públicos derivan a procesos de
privatización de carácter grupal.
El centro se reinvindica entonces en su uso no solo como soporte de dinámicas de circu-
lación y de comercialización, sino también como el ámbito de desahogo de «presiones
urbanas» propias de la carencia de espacios laborales en el caso de los ambulantes y, de
espacios públicos significativos, en el caso de ocupantes temporales, así como de vivienda
adecuada para el caso el caso de los ocupantes permanentes. Según estimaciones del Ins-
tituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) para el año de 1996 el 4% de la
población limeña residía en el Centro Histórico en condiciones de tugurización y haci-
namiento. Esta es la población que durante varias décadas ha sido la principal
usufructuaria de las plazas y calles del Centro Histórico.
elementos considerados perturbadores del espacio público o evitar su apropiación por parte
de comerciantes o vecinos, consistió en la formulación y ejecución de programas municipa-
les como el «Programa de Control Urbano en el Centro Histórico» o el «Programa de
Recuperación de espacios invadidos en Conjuntos Habitacionales».
En el caso del comercio ambulatorio, la concentración de puestos y/o carretillas alrede-
dor de mercados (cinturones), parques (Parque Universitario, por ejemplo), plazas o calles
(paraditas) significó casi la ocupación plena de espacios y tramos de vías de imposible acce-
so, en una especie de privatización temporal del espacio público. Su permanencia dentro de
una determinada zona, la especialización de servicios y la imagen de los puestos (caracteri-
zado por el empleo de diversas tácticas visuales, como el uso de sombrillas, colores y
mobiliario, en un esfuerzo por su identificación particular en la maraña de carretillas) son
algunas de las características de estas actividades que otorgaban a los espacios públicos de la
ciudad una dimensión particular, distinta a la de higiene, ornato y seguridad postulada por la
administración municipal.
Por su ubicación, orientada a complementar las necesidades de consumo que pudieran
surgir alrededor de algún local institucional, quedaba establecida una estrecha relación entre
el sistema de comercio ambulatorio y la conformación de la ciudad. En ella, los hitos
urbanos no constituyen únicamente una sucesión de edificios de interés o referentes de
orientación para el peatón, sino que se transforman en un sistema de valores comerciales y
oportunidades de trabajo para los ambulantes. Así, los vendedores de estampitas, estatuas y
demás artículos religiosos se instalan alrededor de las iglesias; los mecanógrafos y vendedo-
res de papel sellado, cerca de alguna entidad judicial o gubernamental; los vendedores de
souvenirs, en los alrededores de hoteles o lugares de interés turístico; los vendedores de
libros y útiles de escritorio, alrededor de universidades y centros de estudios, y los fotógra-
fos, en los principales espacios públicos.
En el intento de otorgarle la imagen deseada a la ciudad, la administración municipal
apeló en algunos casos a la formalización del comercio ambulatorio debido a los problemas
de limpieza y desorden que estos ocasionaban. Alrededor de 1981 muchas de las calles de
Lima estaban copadas de ambulantes como era el caso del Jirón de la Unión, así como el
entorno inmediato del Mercado Central, la plaza Dos de Mayo y la plaza Unión. En otros,
se pretendía proponer medidas legales como la ordenanza dada en marzo de 1981, que
prohibía el comercio ambulatorio en Lima Cuadrada y proponía su reubicación en los nue-
vos campos feriales de Polvos Azules y de la avenida Argentina, conocido más tarde como
Amazonas, los cuales serían acondicionados por el municipio. Este tipo de campos feriales
sería imitado en el resto de la ciudad, conformándose en los centros comerciales de mayor
importancia e influencia durante los años ochenta.
Por otro lado, hay una búsqueda de cierta estética en los espacios deslucidos, pero a la
vez emblemáticos de nuestra ciudad. Por ello, la mayor preocupación se concentra en el
Centro Histórico. Como ejemplo, se pueden mencionar los trabajos de pintado de fachadas
y ambientes monumentales o las mejoras en la iluminación y mobiliario urbano realizados
durante la gestión del alcalde Barrantes, así como los programas de aseo urbano ejecutados
durante la administración del alcalde Del Castillo. Este modelo se ha reafirmado reciente-
mente al convertirse en uno de los objetivos principales de la municipalidad tal como se
desprende de los fundamentos programáticos del Programa de Recuperación del Centro
Histórico de Lima. Este objetivo implica proyectar al habitante una imagen de orden,
seguridad y limpieza, a fin de recobrar su credibilidad y captar un flujo que solvente el
rescate de este sector urbano, propiciado por entidades como el Patronato de Lima. Final-
mente, se puede afirmar que esta propuesta de ciudad vitrina, enfocada en áreas puntuales y
La ciudad re-creada
Vinculado con esta visión de la ciudad se encuentran todas aquellas intervenciones diri-
gidas a reinstalar, restaurar o rescatar las actividades tradicionales de uso del espacio público
limeño, como el de los paseos urbanos de alguna clase social acomodada o el disfrute de un
café vespertino frente a alguna plaza. Estas actividades o habían sido erradicadas o desplaza-
das a otros distritos de la ciudad.
Precisamente el rescate de estas dos actividades, la de los paseos urbanos y el ritual del
café alrededor de los espacios públicos más representativos, fue uno de los factores más
importantes tomados en cuenta como intención básica de la mayoría de las intervenciones
desarrolladas. Intervenciones que apostaron por recuperar no sólo estos usos, sino también
reordenar aquellos usos emergentes de carácter perturbador para los fines propuestos.
La remodelación del Jirón de la Unión se constituye en el ejemplo más representativo
del conjunto de intervenciones formuladas con este propósito. Este proyecto, desarrollado
durante la gestión del alcalde Orrego, pretende rescatar el valor del centro como principal
espacio de reunión y comercio revalorando el jirón como un eje de interés comercial capaz
de rememorar la experiencia del «paseo comercial». Esta experiencia conservada solo en la
memoria colectiva tras su completa desaparición en virtud de la actividad comercial
ambulatoria, fue explícitamente enunciada como propuesta de la política municipal de
«recuperación de la ciudad tradicional como núcleo de expresión de nuestra tradición y
nuestro mestizaje» (Memoria de Alcaldía de 1981-1983). El plan de recuperación del jirón
de La Unión no tuvo el éxito esperado no sólo debido a la magnitud y los problemas
derivados de la expansión indetenible del comercio ambulatorio, sino también debido a la
falta de continuidad de la política municipal durante la compleja década de los años ochen-
ta.
Con similares objetivos, pero con un enfoque de ocupación más democrático del espacio
público, el Plan de Lima de 1987 propone una serie de nuevas intervenciones. Dentro de la
perspectiva ideológica sugerida por el alcalde Barrantes (Izquierda Unida), se propone
reinventar la ciudad a partir de los elementos o componentes existentes en el espacio públi-
co, tratando de conciliar el uso ambulatorio ya extendido con la satisfacción de las necesida-
des ciudadanas, tan básicas como el libre desplazamiento.
Esta visión se formuló bajo el lema «un Centro para todos». La idea consistía en respetar
el derecho de todos los que usaban este espacio a seguir ocupándolo bajo un nuevo «contrato
social» que incluía la regulación del comercio ambulante sin contemplar su desaparición.
Surge de esta manera todo un sistema de inclusión de las actividades informales espontá-
neas: las licencias temporales para ambulantes, las organizaciones de vendedores y el tributo
por el uso de la vía pública, legalizando y legitimando la ocupación del espacio urbano. Bajo
este nuevo esquema se produjo una reubicación de los ambulantes hacia grandes lotes o
inmuebles sin uso ubicados dentro del área central. Ello da origen a los primeros campos
feriales como nuevos centros de comercio, entre ellos el de Virgen de Lourdes en Iñambari,
Amazonas en el jirón Amazonas, San Marcos en Cotabambas, Santa Catalina en Nicolás de
Piérola, Castañeta en la plaza del mismo nombre y Miguel Grau entre las cuadras 3 y 7 de
dicha avenida; en conjunto se obtuvo un total de 2 000 nuevos puestos ambulatorios.
Como otra modalidad de este mismo proceso, se produjeron mudanzas a edificaciones
nuevas (o preexistentes) de varias plantas diseñados expresamente para fines comerciales.
Del mismo modo que se propusieron nuevos complejos comerciales, como el del Parque
Universitario, que resultó ser el más ambicioso, pues incluía un Comedor Popular con
capacidad para 2 500 personas, este proyecto nunca se ejecutó. Como parte de esta dinámica
también se logró generar movimiento a «nuevos» pasajes peatonales de menor escala, con-
solidándose así nuevos centros de comercio en la vía pública o estrechamente ligados a ella.
Estas intervenciones no solo estuvieron orientadas a facilitar y ordenar el desarrollo del
comercio ambulatorio, sino que pretendieron que el espacio público fuera un receptor obli-
gado de estos usos, como se evidencia con el proyecto del centro comercial bajo el Parque
Universitario.
Se intentaría así canalizar las inquietudes de los comerciantes, partiendo de la legitimi-
dad del espacio público como espacio temporal de trabajo para organizar su ubicación y
obligar al tributo por el usufructo del mismo. Siguiendo esta estrategia, se asume que el
espacio público del Centro Histórico debía dar cabida a los 40 000 vendedores ambulantes
que en ese entonces ocupaban sus calles y plazas. Dicha ocupación representó el predominio
del comercio ambulatorio en una ciudad en la que la peatonalización de las calles estuvo
estrechamente ligada a la «posesión» de tramos de la ciudad (de manera formal e informal),
expresada en las denominadas «paraditas» que abarcaban calles enteras en el Jirón de la
Unión, en los alrededores del mercado central, en la plaza Dos de Mayo y en la plaza Unión.
De este modo se convirtieron en verdaderos cinturones compactos alrededor de los princi-
pales centros de abasto y espacios públicos concurridos, convirtiéndose en los principales
abastecedores de la población limeña durante la década de los ochenta. En esta línea, tanto
el jirón Iñambari, Mesa Redonda y el Parque Universitario, así como los campos feriales de
Amazonas y Polvos Azules, se convirtieron en las expresiones más destacadas desarrolladas
dentro de esta temática.
A diferencia de lo acontecido durante la década de los ochenta y esta política «concilia-
dora», a mediados de los noventa se daría impulso a una política radicalmente distinta de
recuperación del Centro Histórico, basado en la radical erradicación de toda forma de co-
mercio ambulatorio de este espacio de la ciudad. En este marco las acciones de relanzamiento
de los espacios de comercio como parte del plan de recuperación del Centro emprendidas
por la administración del alcalde Andrade, despertaron cierto interés por el centro de la
ciudad en un sector de la elite limeña. En este contexto quizás los dos proyectos más
representativos sean, en el primer caso, el de la recuperación del Paseo de los Escribanos,
que trajo consigo el establecimiento de locales propiamente «miraflorinos» o «sanisidrinos»
al Centro Histórico, pretendiendo de esta manera atraer a un público cautivo. El otro caso
es el de la Alameda Chabuca Granda, construida sobre la antigua explanada del atiborrado
campo ferial Polvos Azules, como un espacio de uso recreativo que no tardó en convertirse
en un auténtico icono dentro de este grupo de obras.
En suma, las bases fundamentales de las intervenciones realizadas durante los últimos 20
años han estado destinadas a establecer patrones de uso específicos como la búsqueda de una
ocupación turísticocultural; o nuevos patrones físicos mediante el mejoramiento del orna-
to y limpieza de los elementos edilicios; así como patrones de interacción espacial diferen-
ciados tras la erradicación de elementos perturbadores a la libre circulación. Se intentó
construir de este modo una imagenobjetivo del Centro Histórico a partir de la interven-
ción en los espacios emblemáticos de la ciudad, jerarquizando los usos y destinatarios del
espacio público previamente. Bajo este sentido se desarrollaron desde programas político
sociales, hasta las últimas experiencias proyectuales para conformar una condición urbana
homogénea del Centro Histórico.
Son estas últimas experiencias de carácter urbano las que han reivindicado al espacio
público como determinante de la actuación pública, cuya tendencia ya no transcurre
prioritariamente por la rehabilitación de la vivienda del Centro Histórico ni el manteni-
miento de sus habitantes, sino la reutilización de sus espacios públicos para reanimarlos, y
con la aspiración de recuperar el orden, la autoridad y la propiedad exclusiva de estas áreas.
En un escenario como tal, se evidencia en la orientación de las diversas intervenciones la
preponderancia de la escala metropolitana sobre la de barrio, justificado de alguna manera
por la localización de estas áreas en un sector representativo de nuestra urbe: pero dada
también por el intento de dar cabida a otro público, ya sea de manera extensiva o excluyen-
te. Es justamente esta actitud la que define la temática de la intervención y el carácter que
se pretende instaurar en nuestro espacio público. En todo caso es notoria la primacía de una
escala metropolitana y la consiguiente disolución de la escala vecinal de los espacios públi-
cos del Centro; lo que ha originado como consecuencia el traslado de la esfera de lo público
a lo privado de la serie de costumbres y hábitos de vivencia pública. Aquí el mundo privado
y vecinal aparece como una especie de último reducto para salvaguardar sus derechos urba-
nos con la consiguiente desaparición del carácter público de «su» ciudad.
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