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CON EL ROSARIO VENCERÁS

Conozca el “MUNDO INVISIBLE”


Donde ocurre la Batalla Final

Claudio de Castro

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Edición de Amazon
Publicado por Claudio de Castro
en Amazon
Con el Rosario Vencerás
Copyright © 2018 Claudio de Castro
E-mail: edicionesanab@gmail.com

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leyendo y no lo ha comprado ni le fue obsequiado para su uso exclusivo, puede dirigirse
a Amazon.com y descargar su propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo del
autor.

***~~~***

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DEDICATORIA

Al buen Papa Francisco, dulce Cristo en la tierra, quien ha pedido a los creyentes del
mundo rezar el Rosario y pedir a la Madre de Dios y a san Miguel Arcángel que protejan
“la Iglesia, de las acciones del diablo, que siempre busca separarnos de Dios y entre
nosotros”.

A los católicos, que procuran ser fieles al Magisterio de nuestra Iglesia y a las
enseñanzas de nuestro Señor.

***~~~***

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UNA DEDICATORIA ESPECIAL

A LA INMACULADA Y SIEMPRE VIRGEN,


MARÍA, MADRE NUESTRA Y PROTECTORA
DE LA HUMANIDAD.

“Bajo tu amparo nos acogemos”.

***~~~***

“… cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lucas 18,
8)

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ÍNDICE
CAPÍTULO UNO
INTRODUCCIÓN
ALLÍ ESTÁ
LA OBEDIENCIA
LOS OJOS DEL ALMA
DE NIÑO
CAPÍTULO DOS
¿EXISTE REALMENTE?
EL DEMONIO
EL GRAN DESCONOCIDO
CUANDO EL DIABLO ATACA
LOS DES DEL DEMONIO
¿SU MISIÓN? DESTRUIRNOS
LA VENTAJA DEL DEMONIO
LA ESTRATEGIA DE SATANÁS
¿DÓNDE ESTÁ TU TESORO?
EL PECADO DE JUZGAR
CAPÍTULO TRES
NUESTRO REFUGIO
EN MEDIO DE LOS ATAQUES
CUANDO DIOS TE ESTREMECE
UN ENCUENTRO CON LA VIRGEN
EL PADRE STEVEN
CAPÍTULO CUATRO
EL PODER DE LA ORACIÓN
CAPÍTULO CINCO
¿ESTAMOS EN DESVENTAJA?
TU ÁNGEL CUSTODIO
BUSCANDO A DIOS
¿ERES DE DIOS?
CAPÍTULO SEIS
NO TE DEJES
DESPIERTA
¿A QUIÉN ACUDIRÉ?
¿INFLUYE EL DIABLO EN EL MUNDO?
DIOS PUEDE MÁS
LOS SANTOS Y EL DEMONIO
CÓMO VENCERLO
EXORCISMOS
MANTENLO A DISTANCIA

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CAPÍTULO UNO

¿POR QUÉ ESTE LIBRO?

“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. (Mateo 16, 18)
***~~~***

En caso que no lo hayas notado, estamos en medio de una batalla espiritual.

EL ESCÁNDALO

Lo que pretende este libro es que abramos los ojos a una realidad inadmisible que nos
golpea a los católicos y al mundo. Son cosas que nunca debieron ocurrir. Buscamos la
raíz del problema en un área que quizá no se ha tocado hasta ahora y es la espiritual.
Todos hablan de los juicios, del ocultamiento, de la pederastia, del sufrimiento de las
víctimas, de algo brutal e inadmisible que jamás debió pasar y no se puede permitir; y
hacen bien, pero hay más… pocos hablan de la raíz del problema, el origen de todo, ¿por
qué ha pasado? Y no sólo por el ocultamiento de las altas autoridades, hay algo más,
“alguien” detrás de esto y del mal que aqueja al mundo. Y ese “ser” no pertenece a este
mundo material, sino al espiritual.
Está tratando de destruir la credibilidad, la espiritualidad y a la Iglesia misma, desde la
cabeza que es el Papa, los sacerdotes, religiosas y a nosotros los laicos. Mi libro es otro
punto de vista, en busca de la verdad de un hecho vergonzoso y de la oscuridad que
parece envolvernos.

***~~~***

“El diablo EXISTE”, es cruel y está determinado a destruirnos.

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***~~~***

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2DA. EDICIÓN

Tienes en tus manos la segunda edición del libro: “El Mundo Invisible”, un lugar que no
vemos, pero está lleno de vida, el mundo espiritual. La primera portada tenía una mirada
profunda y oscura y mostraba la caverna donde podemos imaginar al maligno cavilando,
organizando sus malos deseos y pensamientos contra nosotros, para hacernos daño.

Es desde este mundo que el demonio nos ataca con tanta sutileza que no lo reconocemos.
Crea dudas, suspicacias, siembra el odio y logra quebrantar voluntades y hacer caer en el
pecado a la humanidad, destinada a la santidad.

Esta nueva edición he querido engalanarla, honrando con su bella imagen a nuestra
Madre del cielo, la más hermosa, pura y humilde de las creaturas de Dios, y Madre de
nuestro Salvador.

Estamos destinados a ser santos. Dios, en la santa Biblia, constantemente nos lo pide:
“Sed santos como yo soy santo”. "Santifíquense, pues, y sean santos, porque yo soy
Yahvé, el Dios de ustedes. Guarden mis preceptos y practíquenlos: ¡yo soy Yahvé, y a
ustedes les hago santos!" (Levítico 20, 7-8)

¿Por qué pide con tanta insistencia la santidad? Porque los santos son felices y Él desea
que seamos felices, una eternidad, a su lado en el Paraíso. No pude ser más sencillo. Pero
hay un obstáculo en el camino. Es ese algo, más bien, “alguien”, que nos pone cuerdas
y piedras de tropiezo, camufladas, para que sea difícil verlas.

Toda nuestra vida estará marcada por las horribles caídas, tropezones y por nuestro
heroico esfuerzo para volver a levantarnos y caminar hacia Dios.

Sé que al leer estas palabras puedes estar sumergido en un problema que te consume la
vida, te mortifica y no sabes cómo salir de él. Esos son los momentos que el maligno
aprovecha para extender la cuerda en el piso y que tropecemos con ella. Son las
tentaciones. Nadie está exento de la tentación. Jesús las sufrió en el desierto y nos
enseñó cómo defendernos de ellas, por medio de la Palabra de Dios.

Con todo lo que está ocurriendo en nuestra iglesia quise contribuir con este libro luego
de haber conversado con sacerdotes y personas que me dieron testimonios sobre la
acción funesta del demonio y por el otro lado, la protección de la Virgen Santísima,
Auxilio de los cristianos, la siempre Virgen María. Curiosamente escribí la última
palabra el 17 de octubre, festividad de la Virgen del Rosario.

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No fue hasta hace unos días que me percaté de su significado hondo y extraordinario.
Sentí que había errado tanto en el título como en el enfoque del libro. Le daba demasiado
protagonismo al demonio, a quien quise exhibir para que todos pudieran verlo y
reconocer sus acciones dolorosas en el mundo y la Iglesia.

Con este libro descubrimos al maligno y también un arma poderosa, que nos hace
invencibles y nos lleva a triunfar sobre el mal: El rezo del santo Rosario. La Madre de
Dios, la Inmaculada, pidió que se difundiera, de esta forma se obtendrían grandes gracias
a sus devotos y sus familias.

Cuentan la historia que: “En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo
Domingo y le enseñó a rezar el Rosario para que lo propagara. El santo así lo hizo y su
difusión fue tal que las tropas cristianas, antes de la Batalla de Lepanto (7 de octubre de
1571), rezaron el Santo Rosario y salieron victoriosas. El Papa San Pío V en
agradecimiento a la Virgen, instituyó la fiesta de la Virgen de las Victorias para el
primer domingo de octubre y añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías
de la Madre de Dios”.

“Corona de rosas” es el significado de rosario. Al rezar el santo Rosario obsequiamos


esas rosas a nuestra Madre del cielo, para que interceda por nosotros ante su hijo Jesús.
Es una oración piadosa muy grata a la Virgen y que está al alcance de todos. En su Carta
Apostólica Rosarium Virginis Mariae (Rosario de la Virgen María, 37), san Juan Pablo
II escribió sobre el Rosario “… la Iglesia ha querido enriquecerlo con santas
indulgencias para quien lo recita con las debidas disposiciones”. Por tanto, nuestra
Iglesia bendice esta bella devoción con las indulgencias “la remisión ante Dios de la
pena temporal correspondiente a pecados que han sido perdonados”. Una gracia que
podemos aprovechar por el bien de tantas almas necesitadas de oración.

Esta segunda edición cambia poco en contenido, pero todo en su sentido. Existe el mal,
“alguien”, el demonio, pero también existen la salvación, la Misericordia de Dios y los
auxilios de una Madre celestial, dispuesta a cubrirnos con su manto y pedir a su hijo las
gracias que necesitamos para defendernos y salir airosos de esta prueba.

Es fundamental conocer la existencia del maligno, para enfrentar las tentaciones,


sabiendo de quién provienen y por qué las sufrimos.

Bien nos dicen los entendidos que los tres grandes enemigos del alma son:

1. El mundo
2. La carne
3. Satanás

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El mundo porque nos mueve al pecado, somos complacientes con todo aquello que
ensucia nuestra alma inmortal, nos portamos con egoísmo y permitimos el mal. Por ello
reconocemos durante la misa, tratando que veas tu realidad: “…porque he pecado
mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión”.

El orgullo, la vanagloria, el deseo de poseer tantas cosas vanas, bienes pasajeros que no
podremos llevar con nosotros al más allá, endurecen nuestro corazón..

Suelen decir que los pecados de la carne son los que más almas llevan al infierno. Los
deseos de la carne, cuando miras con lujuria a otro hombre u otra mujer que no te son
lícitos. O cuando terminas envolviéndote con ellos, ofendiendo a un Dios tan bueno.
“Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio con
ella en su corazón”. (Mateo 5, 28)

Y por último, el acusador, el demonio, que engaña a las almas para su perdición; algo
que disfruta mucho.

Está en nosotros defendernos. La Virgen santísima, nuestra madre, nos ha dejado un


arma muy PODEROSA, el rezo diario del santo Rosario. Reza el Rosario, haz la prueba
y verás cómo cambia todo en tu vida, para bien.

***~~~***

INTRODUCCIÓN

Amanece van a ser las 6:00 a.m. Rezo. A esta hora del día le digo a Dios: “Hazme sentir
tu amor desde la mañana, pues en ti yo confío; haz que sepa el camino que he de seguir,
pues levanto a ti mi alma”. (Salmo 143, 8) Mi esposa me llama para tomarnos un café.
Luego de 34 años de casados y haber compartido tantas batallas en la vida, el café
matutino continúa siendo un pequeño momento de paz, en el que compartimos nuestras
actividades y nos comentamos lo que haremos en el transcurso del día. Le he hablado de
este libro y lo que significa para mí.

Como escritor católico, que ama su iglesia, quiero buscar una respuesta que está más allá
de las leyes. Los jueces dictaminarán la culpabilidad o inocencia de los acusados. Pero
para que este tipo de situaciones no sigan sucediendo hay que ir más a fondo del asunto
y buscar una causa real. Debemos descubrir “qué es lo que está sucediendo”. Y
queremos mostrarlo para abramos los ojos.

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Casi nunca se le menciona. En sus homilías los sacerdotes de alguna forma lo nombran
indirectamente y yo pocas veces he querido mencionarlo en mis libros.

Es un ángel caído, satanás, el acusador, el inicuo, nuestro adversario, un ser perverso. su


orgullo lo perdió, por tanto, no quería darle el gusto de mencionar su nombre o
escribirlo; pero me equivoqué, fue un error guardar silencio. Por este silencio de muchos
que no hablamos de él, se ha movido en el mundo con tanta agilidad y ha hecho y hace
tanto daño.

En un acontecimiento insólito, el Papa Francisco ha pedido particularmente que recemos


el Rosario por nuestra Iglesia. En caso que no lo hayas notado, el demonio se ha
desatado contra ella. Es evidente. Lees los diarios, las noticias horribles en Internet y lo
sabes: “Está rondando. Existe”. Todas las evidencias lo indican. Y es claro, puedes
notarlo, como se nota el tornado violento que enturbia y llena de basura el paisaje o la
gota de tinta negra que se esparce sobre el agua cristalina.

El acusador está presente, sembrando odio y divisiones para cosechar desesperanza y


miedo. En los últimos años ha incrementado su actividad, sembrando odios e insidias.
Sus frutos amargos hacen que lo reconozcas. Es hora de exponerlo, que todos sepan de
su existencia, advertirles a los ingenuos. Que todos lo sepan: “Se oculta en las sombras,
pasa inadvertido, apenas lo notas…”

¿Puede alguien odiar tanto a la humanidad? Lee estos versículos de la Escritura y


comprenderás la magnitud de su odio: “Dios creó al hombre a imagen de lo que en él es
invisible, y no para que fuera un ser corruptible. La envidia del diablo introdujo la
muerte en el mundo, y la experimentan los que toman su partido”. (Sabiduría 2, 23 –24)

El enemigo cruel, el inicuo, que aborrece y desprecia la humanidad, ha espiado mis


pasos como los tuyos y los de cada ser humano en este planeta. Aprovecha cada
debilidad, y yo tengo muchas. Nos mueve a pecar y ofender a Dios. Actúa con tal
sutileza que difícilmente podrías pensar que está detrás de ese evento tan extraño que te
ha ocurrido. Este sencillo libro, escrito por un padre de familia, te muestra en un
lenguaje comprensible una de las grandes verdades de nuestra fe, una parte aterradora
que parece estar oculta a los ojos de la humanidad y que pensamos es la raíz de todos los
males.

Con este libro quiero aportar en lo poco. La teología, el estudio profundo de la fe, no son
mi lado fuerte. Sin embargo, no puedo callar ante los ataques frontales a nuestra Iglesia.
Investigamos, hablamos con sacerdotes, oramos, leímos libros y la verdad se fue
mostrando. Me paro del lado de ella para defenderla. Soy católico, me siento feliz de
serlo, y hago lo que sé hacer: “escribir”. Es mi forma de advertirte lo que está pasando.

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Quiero declarar: “Estoy contigo Jesús. Lamento todo esto”. “Por todo aquel que se
declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está
en los cielos”. (Mateo 10, 32)

¿Qué vas a encontrar en este libro? Una explicación de la oscuridad que nos asecha. Tu
sentido común te hará reflexionar y discernir. El demonio existe, y es hora de exponerlo
para cuidarnos de sus acciones. Vemos el daño y la crueldad de su influencia en el
mundo. Son frutos amargos que envenenan el alma de las personas y nos llevan a pecar.
La Virgen Santísima lo advirtió en Fátima con estas serias y dolorosas palabras: “No
ofendan más a Dios nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

Debes conocer el mundo invisible, aquél que no tienes a la vista. Es hora de luchar por la
verdad, nuestras almas y la salvación eterna. No estamos solos en este camino. Dios va
con nosotros, como siempre hace. Nadie está solo, el Padre nos lleva de la mano.
Empecemos….

***~~~***

ALLÍ ESTÁ

“… no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas…” (Efesios 6)

Hoy, día en que nuestra santa Madre Iglesia celebra a los Arcángeles san Miguel (¿Quién
como Dios?), san Rafael (Medicina de Dios) y san Gabriel (Fortaleza de Dios) inicio este
libro, como empiezo todas mis actividades… “rezando”, pidiendo a Dios su protección y
amparo, porque “El ángel del Señor hace sus rondas junto a los que le temen y los
guarda”. (Salmo 34)

El Papa Francisco ha compartido en su Tuit: “San Miguel, ayúdanos a luchar por


nuestra salvación. San Gabriel, tráenos la buena noticia que da esperanza. San Rafael,
protégenos en nuestro camino”.

Y no encontré mejor oración que la que escribió el Papa León XIII pidiendo la
intercesión de San Miguel Arcángel, en estos momentos tan difíciles que atraviesa
nuestra Iglesia:

San Miguel Arcángel,


defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra las perversidad y asechanzas del demonio.

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Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú, príncipe de la milicia celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

Terminas de rezar y un pensamiento te sobrecoge el alma: “Cuán tenebroso y oscuro es


el mundo del demonio y todo lo que lo rodea”.

Mientras escriba este libro procuraremos acudir a la misa diaria y rezar en familia el
Santo Rosario. Hay muchas formas de luchar contra el mal, una de las mejores es vivir el
Evangelio, porque al hacerlo irradias a Cristo, llevas la alegría de Dios a los demás. El
buen ejemplo es la mejor forma de Evangelizar y hacer el bien. Es la mejor parte, la que
eligieron algunos santos, como san Francisco de Asís, que se acogieron a la bondad de la
Iglesia y fue para ellos una madre.

¿Por qué entonces escribir este libro? Ponerme en riesgo. ¿No es acaso mejor quedarme
tranquilo, vivir en paz, rezar, reconocer la grandeza de Dios y vivir en su amable
presencia? Es lo que he tratado de hacer siempre, subir, escalar la montaña de Dios,
sabiendo que tiene predilección por los sencillos y yo no lo soy. Me pregunto: ¿qué
consecuencias inimaginables tendrá este libro en mi vida?

Un buen sacerdote me recomendó: “Si vas a escribir un libro sobre el demonio y su


influencia maligna en el mundo debes estar en gracia de Dios. Procura ir a misa y
comulga todos los días y sobre todo no dejes de visitar al Santísimo Sacramento. Visita
a Jesús en el Sagrario, para que te dé la fortaleza y las gracias que has de requerir,
porque vas a estar expuesto. Al demonio no le agrada cuando lo exponemos y lo
mostramos ante las personas como realmente es: acusador, el que divide, el mentiroso,
incitador de los pecados, lleno de crueldad”.

Me han dicho que debo ser fuerte y valiente para escribir este libro, me he sonreído
ingenuamente porque no lo soy. Al contrario, soy más frágil que una hoja de papel,
nunca he sido valiente y fuerte tampoco, y aun así no temo. Tengo la certeza de Dios. Él
me sostiene en su amor, dándome ánimos, mostrándome el camino que debo seguir.
Como cualquier católico devoto de la Madre de nuestro Señor, sé que la Virgen María
me cubre con su manto y me cuida. Me lo ha demostrado infinidad de veces a lo largo de
mi vida. Siempre, en los momentos más difíciles y oscuros, he experimentado su
protección maternal, por tanto, puedo seguir adelante, confiado que no voy solo.
También me sugirieron cuidar mi estado de gracia, rezar el santo Rosario y asistir a la

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Misa diaria. Consejos muy sabios que pienso seguir. Sabiendo todo esto, iniciamos
nuestro libro para gloria de Dios y la salvación de las almas.

¿Podrías rezar por mí amable lector? Todos necesitamos de la oración. Bien decía un
sacerdote amigo en una de sus maravillosas homilías: “Sin la oración estamos perdidos”.
Y la oración de intercesión hace mucho bien, al que reza y por el que rezan. Que Dios te
bendiga y nos proteja de todo mal. ¡Así sea!

***~~~***

LA OBEDIENCIA

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“Ofreced constantemente al Altísimo plegarias y sacrificios. (…) De todo o que podáis,
ofreced un sacrificio en acto de reparación por los pecados con que Él (el Altísimo) es
ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. (El Ángel de la Paz en Fátima
a los pastorcillos)

El que obedece nunca se equivoca. Dicen que el diablo nada puede contra el que es
obediente, de forma que antes de iniciar este libro, en un gesto de humildad y apego a
nuestra Madre Iglesia, fui al arzobispado para hablar con el “Censor Eclesiástico”. Era
imperativo que revisaran su contenido para estar seguro que no contenga elementos
contrarios a la doctrina de la Iglesia. Como sabes, soy un simple laico, un padre de
familia que escribe y sé bien que te puedes emocionar escribiendo y de pronto dices algo
que no es acorde a las enseñanzas y la doctrina. Me dirigí temprano al Arzobispado
luego de asistir a misa y visitar a Jesús en el Sagrario. Éste es un libro diferente a todos
lo que he escrito anteriormente. Y sentí la necesidad urgente de recibir la bendición de la
Iglesia. El Obispo no se encontraba y las secretarias amablemente me hicieron pasar a
otra oficina.

Me reuní con el Obispo Auxiliar y le conté que iba a escribir este libro sobre el demonio,
para alertar a las personas de su actividad en nuestro mundo y en la Iglesia. Ahora, con
todos los problemas que existen, el abuso de los niños, las familias que se desintegran,
tantos crímenes y asesinatos, es evidente que el demonio está muy activo. Por los frutos
que da, podemos evidenciar al príncipe de la mentira, el acusador.
Curiosamente el Obispo Auxiliar no sabía quién era yo, pero lo reconocí. Años atrás me
sorprendió gratamente por la forma como celebraba la misa y el amor inmenso que
mostraba a Jesús Sacramentado y la delicadeza como lo trataba. Me llamó la atención
cómo rezó el Padre Nuestro. Fue profundo, con una devoción muy grande. No rezaba
como nosotros, él le hablaba a Dios. Dirigió su mirada el cielo y empezó a decir “Padre
Nuestro…” sin apuros sin apremios, sin prisas. Sus ojos miraban al cielo.
“santificado sea tu Nombre…” Los fieles en aquella Eucaristía sentimos esa presencia de
Dios en todos nosotros, con su gracia santificante. Fue una misa muy especial que nunca
hemos olvidado. Pocas veces había visto un sacerdote con esa devoción y hablar con
Dios de esa manera tan íntima y personal.
Quedé tan impresionado que me puse a reflexionar en aquella oración que Jesús nos
enseñó, en la forma rutinaria como yo la rezaba en Misa, incluso en los rosarios, con
prisa, sin pensar en lo que decía, como si pronunciara palabras sin sentido, palabras
vacías. El Padre Nuestro cobró un nuevo significado para mí. Le hablaba a Dios quien
siempre me escucha, y me veía como a su hijo. Al llamarlo Padre reconocí al resto de la
humanidad como mi familia, hermanos míos, por tanto, debía ser misericordioso y justo,
noble y bueno con ellos. No desear el mal a nadie.

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Fue una sensación extraña tener a este buen sacerdote sentado frente a mí y recordar
aquella eucaristía mientras me hablaba. Le interrumpí para contarle de aquella eucaristía
diferente, que me marcó profundamente y puso un sello en mi alma para siempre. Sonrió
amablemente y le pregunté: “¿Qué me aconseja monseñor?, ¿qué debo hacer?”
“Escríbalo. Usted debe escribir ese libro para mostrar el amor infinito de Dios y la
presencia del mal entre nosotros. Hoy día muchos libros maravillosos sobre el amor y la
fe, la presencia de Dios, son escritos por laicos, padres de familia, esposos, madres,
esposas. Ellos están cobrando un papel fundamental en la iglesia, por tanto, mi consejo
para usted es que lo escriba. Luego tráigalo para que consiga su imprimátur”.
Me levanté de aquella silla emocionado, agradecido sobre todo a nuestra Santa Madre
Iglesia por sacerdotes tan buenos como éste, que tenía frente a mí y me dispuse a
escribir, sobre un tema que me inquietaba mucho.
Sabes, rezo al terminar e iniciar cada capítulo. Y pido a Dios que me ilumine y que mis
palabras nos ayuden a discernir y comprender el riesgo que corremos, la existencia de
aquél ser malvado, a quien enfrentamos cada día de nuestras vidas.

***~~~***

LOS OJOS DEL ALMA

Pido a Dios que te abra los ojos del alma y la conciencia para discernir y veas lo que en
realidad está pasando a tu alrededor, una batalla espiritual que tus ojos corporales no
pueden ver. Reza el rosario y pide la gracia de poder ver.
El 13 de mayo de 1917 la Madre de Dios se les apareció a tres niños pastores en Fátima,
Lucia de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta de 6. Les pidió guardar 3 secretos y les enseñó
los designios de Dios. Este pasaje, de ese encuentro extraordinario, siempre ha llamado
mi atención. Las niñas podían ver a nuestra Señora y escucharla, pero Francisco no.
“No Teman”, dijo la bella dama.
Sin miedo Lucía le preguntó: “¿De dónde viene usted?”
“Vengo del cielo”.
“¡Del cielo!” dijo Lucía...y preguntó: “¿Iré al cielo?”
“Sí”.
“Y Jacinta, ¿irá también?”
“Sí”.
“Y Francisco, ¿irá también al cielo?”

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Francisco, oyendo su nombre, se volvió y vio a las niñas mirando hacia el arbolito, y no
viendo nada, gritó: “¡Tírale una piedra a ver si se va!”
“¿Por qué es que Francisco no la ve?” Lucía preguntó a la dama.
Entonces Nuestra Señora contestó las palabras que han marcado las vidas de muchos:
“Dile a Francisco que diga el Rosario y me verá”.
Inmediatamente Francisco tomó sus cuentas y comenzó a rezar. Antes de terminar, sus
ojos se abrieron y pudo ver a la Virgen.
Necesitamos orar con profunda devoción, para poder ver más allá de nuestros pobres
sentidos.

***~~~***

DE NIÑO

Cada noche antes de dormir rezaba la oración que mi madre me había enseñado:
“Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, si me
desamparas ¿qué será de mí?
No me dejes solo, sé en todo mi guía; sin Ti me perdería. Ángel de mi guarda, ruega a
Dios por mí”.
Luego besaba una cruz y le pedía a Dios su bendición. Era un Padre amoroso para mí y
quería que estuviera contento con mis actos, deseaba arrancarle una dulce una sonrisa,
como en el salmo 53 que ahora leo. Ese era mi anhelo.
“Se asoma Dios desde el cielo, mira a los hijos de Adán, para ver si hay alguno que
valga, alguien que busque a Dios”.
Siempre quise ser ese hombre que Dios del cielo mirara y dijera feliz: “Ahí está
Claudio” … y ahí estás también tú, querido lector y estamos todos los que lo amamos y
procuramos vivir según su voluntad.
Aquella noche en particular me acosté temprano, indignado de ver como el demonio

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hacía tantos estragos a la humanidad. Parecía que el mal triunfaba. En mi mente infantil
quería hacer algo al respecto, librar el mundo de su maldad e imaginé que me batía en un
duelo con espada contra el demonio, le vencía y devolvía la paz a la creación. ¡Cuánta
inocencia! Ahora de grande he vuelto a tomar la espada que aquél Claudio niño blandió
contra el demonio, en su imaginación. Sólo que esta vez es real.
Uso de espada la palabra, que es la más filosa, escribiendo estos libros, y me sostengo
con la palabra de Dios que tiene doble filo, penetra hondo en el corazón del hombre y no
deja a nadie indiferente.
“En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo,
y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo
un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos”. (Hebreos 4, 12 -13)

***~~~***

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CAPÍTULO DOS

¿EXISTE EL DEMONIO?

“Entonces el diablo, el seductor, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya se


encontraban la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos”. (Apocalipsis 20, 10)

***~~~***

“La brutalidad de los hechos, las vidas destruidas, los niños violentados, la Iglesia
atacada… No se comprende tanta maldad sin ver al que origina el mal”.

¿EXISTE REALMENTE?

Entender que no es una fábula o mitología, que existe el demonio, nos ayuda a
mantenernos a una distancia prudente de él. Los santos nos dicen que es como un perro
encadenado. Muerde al que voluntariamente se acerca a sus fauces. “Éste (el demonio)
era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en
él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de
la mentira”. (Juan 8, 44)

Sabemos de su existencia por:

1. Las Escrituras.

El diablo y satanás son mencionados más de 30 veces en la Santa Biblia. Apocalipsis


12:9, Isaías 14:12-14, Ezequiel 28:12–15, Efesios 6:12, Colosenses 2:15, Apocalipsis
12:4, Judas 6, Mateo 8:16, 1ª Pedro 5:8; 2ª Corintios 11:14–15, 2ª Corintios 12:7, 1ª
Pedro 5:8, 1ª Juan 4:4… y más.

2. El Magisterio de la Iglesia.

En el catecismo de la Iglesia Católica se le menciona con claridad. (2851) “… el mal no

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es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se
opone a Dios. El “diablo” (diá-bolos) es aquél que “se atraviesa” en el designio de Dios
y su obra de salvación cumplida en Cristo”.

3. Sus frutos amargos, las divisiones en la Iglesia, los grandes pecados que ofenden a la
humanidad y las aberraciones, lo señalan directamente. “Por sus frutos los conoceréis”.
Allí está, su presencia, aunque oculto, no pasa desapercibida.

4. Los santos de nuestra Iglesia han tenido encuentros desafortunados con el demonio,
llegando a quedar golpeados, con moretones, como solía ocurrir al Padre Pío y otros.

5. La Virgen Santísima en sus apariciones Ha mostrado el infierno a los videntes,


“donde van los pobres pecadores”. Y nos pide rezar el Rosario a diario por la
conversión de los pecadores.

El demonio no es una fábula. Es real y da escalofríos saber que anda detrás de tanto mal
y destrucción en el mundo. Desde hace mucho está infiltrándose en nuestra Iglesia,
buscando hacer daño a los inocentes y queriendo tentar a los que más ruido hacen al
caer, los sacerdotes y religiosas.

Un sacerdote amigo me dijo: “Siempre habrá gente que no creerá en el demonio, porque
la fe es un acto libre en el que cada quien decide. A esos les responde el Padre Pío con
una frase que se hizo famosa. Se encontró con un penitente que le dijo: “Padre Pío, no
creo en el infierno”. A lo que el padre respondió:

“CREERÁS CUANDO LLEGUES ALLÍ”.

***~~~***

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“No lo dudes... El demonio quiere
alejarte de Dios”.

EL DEMONIO

El demonio, antes de su perdición, era un ser puro y hermoso, un ángel privilegiado, en


la presencia de Dios. “Desde el día en que fuiste creado, tu conducta había sido perfecta,
hasta el día en que el mal se anidó en ti”. (Exequiel 28, 15)
Se llamaba Luzbel o portador de Luz, aquél que mostraba la luz de Dios. Ahora tiene
otros nombres como Satanás, que significa adversario, acusador. Era perfecto y la
envidia lo consumió y lo hizo caer en el pecado.
Nos enfrentamos a un ser inmaterial, muy poderoso, con una sed insaciable por hacer
daño, hundirnos en la desesperación y cautivar nuestros deseos con la impureza y los
pecados de la carne, que son los que más almas llevan al infierno.
Debes conocer sus artimañas. Es el más astuto de los espíritus. Espera siempre el
momento propicio en que estés débil o pasando un mal momento para atacar.
Te insinúa sutilmente y hace apetecible el placer impuro, la envidia. ¿Su principal
propósito? Destruir la Iglesia, alejarte de Dios. ¿Podemos defendernos? ¡Por supuesto!
No puede hacer más de lo que tú le permitas. Resiste las tentaciones oscuras, esos deseos
de hacerle mal al otro, de odiar, de hacer con tu cuerpo aquello que sabes está mal.
“Sométanse, pues, a Dios; resistan al diablo y huirá de ustedes”. (Santiago 4, 7)
Se muestra con dulzura, gentileza y una belleza extrema, sutil. El pecado aparece como
algo apetecible, deseable. Si él te mostrara la realidad, lo que hay detrás de sus
insinuaciones y tentaciones, las consecuencias de ese pecado, saldrías huyendo. Pero no
puede, es el padre de la mentira y el engaño… y tampoco quiere hacerlo. Desea
destruirte.
Es astuto. Te engaña para que peques pensando que te saldrás con la tuya, que nadie se
va a enterar. Nunca te va a mostrar las consecuencias de ese pecado. Parece el anuncio
de una oferta en la televisión. “Aproveche ahora, Tiene un descuento especial. Le hará
sentir especial. Usted lo necesita, lo merece”. Después que caigas en ese pecado te va a
desacreditar para destruirte.
Sabe que del corazón del hombre sale lo malo, los deseos impuros. “Porque del corazón
salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios, injurias”. (Mateo 15, 18-19) Y es allí donde se insinúa con gran sutileza y
engaño.

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Si te advierten que una persona te odia tanto que al menor descuido te va a matar a ti o a
tu familia, ¿le abrirías las puertas de tu casa? ¿lo invitarías a cenar? ¿lo dejarías vivir
contigo? Supongo que es una pregunta necia. ¡Jamás lo harías! Sin embargo, sueles
hacer algo peor. Le abres las puertas de tu alma al demonio, quien te odia mucho más. Y
no sólo te hace daño y afecta a todos los que te rodean, te roba la posibilidad de una
maravillosa eternidad al lado de Dios.
“¿Cómo caíste desde el cielo, estrella brillante, hijo de la Aurora? ¿Cómo tú, el vencedor
de las naciones, has sido derribado por tierra? En tu corazón decías: “Subiré hasta el
cielo y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios, me sentaré en la montaña
donde se reúnen los dioses, allá donde el Norte se termina; subiré a la cumbre de las
nubes, seré igual al Altísimo”. Mas, ¡ay!, has caído en las honduras del abismo, en el
lugar adonde van los muertos”. (Isaías 14, 12, 15)
Te maldice y desprecia, porque es orgulloso y no soporta que fuiste creado a imagen y
semejanza de Dios. No comprende por qué Dios te dio libre albedrio, ni el Amor infinito
que siente por ti. Te detesta con todo el odio que se puede odiar. Actúa para verte lejos
de Dios, lo más lejos posible, y que sufras en el infierno una eternidad.
La Virgen en Fátima les permitió a los niños
pastores tener una visión del infierno. Fue terrorífica. Y les advirtió: “Han visto el
infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere
establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. Lucía dos Santos, una
de las niñas videntes, al crecer y ser una religiosa de clausura escribió por mandato un
libro sobre las apariciones en Fátima y en él comentaba ese momento tan espantoso, la
visión del inferno: “Esta visión sólo duró un momento, gracias a nuestra buena Madre
Celestial, quien en su primera aparición prometió llevarnos al cielo. Sin eso, creo que
habríamos muerto de terror y miedo”.
Vieron seres espantosos, horribles, a los demonios como son en verdad. Sin embargo, el
diablo nunca se mostrará como es ante ti. No desea espantarte, sino atraerte al mal,
alejarte de Dios. Y todo lo verás deseable, ocultando él las consecuencias que tendrá en
tu vida ese grave pecado. Solo al cruzar la línea podrás mirar atrás y ver la magnitud de
tu error.
Ahora lo sabes. No podrás decir: “Nadie me lo dijo”.
El demonio es real y te odia. Si no quieres creer, en nada lo afecta. Es como quien dice
que el viento no existe porque no lo ve y a pesar de eso, el viento sigue soplando y va
donde quiere.

***~~~***

“No te dejes vencer por el mal,


más bien derrota el mal con el bien”.

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(Rom 12, 21)

***~~~***

¿Piensas que el pecado es poca cosa? Te dejo con este pensamiento de la Beata, Sor
María Romero:

“Un solo pecado bastó para convertir


a Luzbel en Lucifer”.

***~~~***

EL GRAN DESCONOCIDO

“Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” (Lucas 10, 18)
A pesar que en la santa Biblia se le menciona muchas veces, su presencia es ignorada
por nuestra generación, por muchos en el mundo y hasta, en ocasiones, por una multitud
de creyentes. Es por eso que puede actuar y moverse con tanta libertad, hacer tanto daño.
La naturaleza del hombre es buscar a Dios. Él ha sembrado esa semilla en nuestras
almas. Y Dios es vida, amor, bondad, misericordia. Entonces, ¿cómo podemos
acercarnos al mal tranquilos, sabiendo que nos hará daño? ¡Nadie está tan loco! ¡No
tiene sentido! ¿Por qué lo hacen? Es muy sencillo. El demonio es el maestro del engaño.
Se presenta ante ti como alguien muy bueno, noble, que desea tu bienestar y te ofrece
algo que te va a beneficiar. Nunca se va a mostrar cómo realmente es. ¿Crees que lo vas
a ver con cachos, todo rojo, envuelto en llamas, un tridente en la mano y despidiendo un
fuerte olor a azufre? Saldrías huyendo, despavorido.

De joven leí el libro: “El Hombre Invisible” del autor Herbert George Wells. Me
recuerda en cierta forma LA HABILIDAD del demonio, quien nos ve sin ser visto, actúa
sin ser percibido, hace daño y logra desviar la atención. Pocas veces reconocemos su
presencia o las consecuencias del pecado. Es un enemigo declarado de la humanidad. Y
debemos cuidarnos, protegernos. Pero, ¿cómo? Apenas lo conocemos y hay millones que
aseguran que no existe.
El escritor y general chino Sun Tzu (siglo V), escribió un libro que leí de joven, “El arte

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de la guerra”. Brindaba todo tipo de estrategias para triunfar en la batalla, y una era ésta:
“Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, y saldrás triunfador en mil batallas”.
El enemigo de las almas, nuestro gran adversario espiritual, es el demonio. Jamás podrás
triunfar si vives ignorando su existencia, dando la espalda a esta realidad. Debes
conocerlo, no para enfrentarlo, sino para ALEJARTE de él. Es así de sencillo. En las
grandes batallas, el conocimiento del enemigo lo es todo para triunfar, qué tipo de
armamento va a usar, cuántos soldados tiene, qué planes de ataque ha desarrollado.
Si no lo has notado vivimos sumergidos en medio de una guerra espiritual, por nuestras
almas, en la que quieren destruir la Iglesia, y vamos hacia esa batalla, indefensos, sin
protección ni armas.
“… ¡ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha bajado donde ustedes y grande es su
furor, al saber que le queda poco tiempo”. (Apocalipsis 12, 12)
La santa Biblia nos indica cuáles son las armas que debemos llevar a esta batalla, pero
como ignoramos que existe esta batalla y el demonio, nos dejamos hacer y deshacer
espiritualmente.
El demonio nos está destruyendo con extrema facilidad. Esto me hace pensar en un
episodio muy triste que leí sobre la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes enviaron a
sus jóvenes soldados a Rusia, para invadirla. Los atrapó el invierno en el camino y no
estaban preparados. Eran unos muchachos y algunos quedaban paralizados de miedo en
medio de la batalla.
Cuenta un soldado ruso en sus memorias que llegaban a las trincheras de los nazis y
mataban a los soldados con gran facilidad porque ninguno se movía, no podían
defenderse.
El miedo los paralizaba. Algo parecido hace el demonio con nuestras almas paralizadas
por el pecado.
Debemos conocer a nuestro enemigo y es lo que deseo hacer con este libro, mostrarte
aquél que te odia sobre todas las cosas y busca destruirte, de forma que no te agarre
desprevenido.
Por eso mismo la Virgen María les mostró el infierno a los pastorcitos videntes en
Fátima, para todos supieran que el infierno existe. “Habéis visto el infierno donde van
las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón”.
Al menos tú, sabiendo esto, custodia en tu alma la gracia santificante como un tesoro que
Dios te da. Él quiere que llegues al Paraíso y pases tu eternidad a su lado, inmensamente
feliz, iluminado por su amor, su gracia y su misericordia. Lucha, da la batalla espiritual.

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No cedas, no te dejes, no te rindas. No dejes que el demonio te siga haciendo daño a ti y
a tu familia. Sé valiente, lucha. El mal NUNCA va a prevalecer.

“…a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia
morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran
día”. (Judas 1, 6)

***~~~***

“…quienes pecan son del diablo, pues el diablo peca desde el principio”. (1, Juan 3, 8)

***~~~***

CUANDO EL DIABLO ATACA

¿Has visto las emocionantes películas de la serie “Misión Imposible”? El personaje


principal recibe instrucciones para su próxima misión. Una tan difícil e imposible, que
podría costarle su vida. Él decide si la acepta o no.
En la esfera espiritual cuando el diablo va tras tu alma, ocurre algo similar, no tan épico,
pero sí cruel. El demonio tiene una sola misión la cual lleva a cabo con todo placer, sin
arriesgarse a morir porque es un espíritu y no le preocupan ni el peligro, las
enfermedades o lo temporal. Nada de eso le afecta.
Si me preguntas: “¿El demonio, ¿va a tratar de causarme daño?” Te respondería con
certeza: “No lo dudes un segundo”. Hacerte daño es su norte, es la única misión que
tiene, guiado por su brújula, que es el odio en “su estado más puro”. Un odio decantado,
insensible, cruel…
Su visión torcida del “Éxito” es hacer el mayor daño posible a la Iglesia, a las familias,
los sacerdotes, el mundo.
Tenle miedo y mantente a distancia. “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no
pueden matar el alma; temed más bien a Aquél que puede llevar a la perdición alma y
cuerpo en la gehena (infierno).” (Mateo 10, 28)

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Hay que conocer a nuestro MAYOR ENEMIGO, el asesino de almas, para poderlo
vencer. ¿Crees que son meras historias inventadas por nuestros abuelos? Compra
cualquier periódico y mira la portada. Allí encontrarás reflejada su presencia.
Detrás de cada tentación está el tentador, el enemigo de las almas, seduciendo,
engañando.
Cuando el diablo ataca siembra en ti la desesperanza. Pierdes la alegría de vivir, la
ilusión por las cosas pequeñas, olvidas lo hermosa que es la vida cotidiana.
Cuando el diablo ataca, te llenas de inquietudes y angustias, de un odio profundo, un
deseo irracional de hacer daño.
Cuando el diablo ataca, te hace olvida que eres un hijo del Dios vivo. El diablo con sus
insidias marchita tu alma como una flor hermosa que se va secando y es pisoteada por
los que pasan.
Desde que empecé a escribir este libro para exponerlo y que puedas reconocerlo y
alejarte de él he sentido sus insinuaciones. Te preguntas: “¿Para qué pierdes el tiempo
escribiendo un libro que nadie va a leer? No te van a creer semejantes tonterías”. Ayer
por la tarde pensaba que no valía la pensaba seguir el libro y de pronto me dije: “¿Qué
pasa Claudio?, ¿no te das cuenta?”
Han ocurrido algunas coincidencias que empiezan a unirse como los eslabones de una
cadena. Y me dejan pensando… ¿Es casualidad?
Esta mañana, por ejemplo, me levanté temprano para empezar a escribir este capítulo, en
el que estuve reflexionaron antes de levantarme de la cama. Por desconocer su poder y el
peligro para ellos se acercan al demonio, pensando que es un juego. Caminan por
campos minados de odio sin percatarse que pueden destruir sus vidas. Debía alertarlos,
avisarles. Poner esos letreros rojos que advierten: “CUIDADO. PELIGRO”.
Vine al estudio, encendí el ordenador, empiezo a teclear las primeras palabras y de
pronto se escucha un fuerte “BUUUMMM”. Ha explotado un transformador en la calle y
todo el barrio se quedó sin luz.
Todo lo eléctrico en la casa se detuvo. Se me apagó el monitor. Como soy precavido dejé
cargando el ordenador y estoy trabajando con la batería que me podrá durar una hora.
Esta mañana terminaba el libro y de la nada, sin motivo, se borró la versión actualizada y
tuve que reescribir muchas partes. Estoy trabajando y se apaga el monitor, como para
que uno se canse. Esas casualidades las conozco bien, durante años se han hecho
presente y ya no me sorprenden ni me preocupo por ellas.
Unos años atrás cuando empecé este apostolado de la palabra escrita, armaba mis libros
en casa, artesanalmente. Los imprimía con la impresora, los engrapaba y al final los
llevaba a una imprenta para hacerle los cortes a los bordes, con una guillotina. Al

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principio lo hacíamos mi esposa y yo, luego los hijos me ayudaron. Cada semana crecían
los pedidos de estos libros artesanales. Eran muy buscados.
Hablaban sobre la vida cotidiana de un católico y la fe y la esperanza y el amor de Dios.
Llegó un día en que no nos dimos abasto, había muchos libros por armar y contraté 4
jóvenes para que me apoyaran en esta labor. Era sencillo, debían compaginar las páginas
y engraparlas con la portada correspondiente.
Aquella mañana estuve trabajando algunas horas con ellos y tuve que salir a comprar
grapas. En el camino, el cielo se oscureció y pensé: “Va a llover, mejor me apuro”. En
ese momento se escuchó un trueno. Fue atemorizante. Y decidí regresar a la casa.
Cuando llegué había algo de humo en la sala y los muchachos pálidos se miraban entre
sí. El rayo había caído en mi casa, en una varilla de hierro, detrás de la cocina,
destruyendo tres aires acondicionados y llenado de humo la sala.
“¿Usted qué hace aquí?” me preguntó uno de ellos atemorizado. “Jamás he visto algo
parecido. Esto no es normal”. Le sonreí y pensé: “Algo bueno va a salir de todo esto”.
Los tranquilicé. Dejaron de trabajar y nunca quisieron regresar.
Esa misma semana fui a una emisora de radio católica para grabar un anuncio para estos
libros. Entré en la cabina de grabación y algo “explotó” en los aparatos. El muchacho de
la radio me miró sorprendido. “Esto, ¿qué es? Llevo años aquí y nunca había pasado.”
Otro de los operadores me dijo: “No se preocupe don Claudio, yo le hago el trabajo”. Se
llevó las grabaciones y cayó enfermo durante 15 días. ¿Causalidades? ¿Qué opinas? Ya
nada me sorprende.
Dios mío…
Hoy me decido por ti.
Conoces mi debilidad.
Dame la gracia para superar
las tentaciones del demonio.
Deseo vivir en ti y por ti.
Darte lo que soy.
Y que hagas de mí,
un santo para ti.

***~~~***

LOS DES DEL DEMONIO

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El Demonio utiliza una estrategia muy antigua para atacar. Nos conoce bien. Nos ha
espiado por años. Conoce nuestras debilidades y nosotros poco sabemos de él. Apenas
comprendemos lo que es capaz de hacer. No imaginamos su crueldad infinita; su odio
profundo, el desprecio a la humanidad y a todo lo que ha sido creado por Dios.

Sus artimañas para hacernos pecar son muchas y nunca descansa ni duerme. Se
complace cuando odiamos y dañamos al prójimo. Se goza cuando caemos en un pecado
grave. No soporta que oremos y busquemos a Dios.

Se cuenta de un monasterio en el que los monjes acostumbraban rezar por las tardes. Un
día mientras oraban, se desató un fuego en los cultivos. Desde la ventana se veían las
lenguas de fuego que lo consumían todo. Uno de ellos comprendió lo que ocurría, y le
dijo a los otros: “Sigamos rezando hermanos, que nada va a pasar”.

Cuando terminaron de orar, salieron al huerto y encontraron sus cultivos intactos.

Abre los diarios cada día y verás su paso en nuestro mundo. Lo dejamos actuar como si
no existiera. Suelo llamar sus asechanzas: “los des del demonio”. Siembra nuestras
almas con esos “des” como la cizaña de la parábola.

Con cuanta facilidad nos quita la:


Ilusión sembrando desilusión
Confianza con desconfianza
Esperanza con desesperanza
Ánimo con desánimo
Honestidad con deshonestidad.
Amor con desamor

¿Por qué dejarlo? Estamos llamados a ser felices y vivir una maravillosa eternidad.

El Demonio nada puede contra el que es obediente. No soporta cuando eres


misericordioso y oras con el corazón. En esos momentos se mantiene a distancia, al
acecho. Huye cuando te acercas a los sacramentos.

Te deja tranquilo cuando invocas a la Madre de Dios… Y se aleja de ti cuando eres


humilde y sincero.

Creo que al final, tu puerto seguro, siempre será: “Vivir en la presencia de Dios”. Me
he preguntado tantas veces cómo lograrlo. ¿Cómo nosotros, simples vasijas de barro,

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podemos contener a un Dios, todo poderoso y eterno? Es una idea fascinante. Hoy,
durante la Misa le pedí luces, quería entender y de pronto, todo me pareció tan claro y
sencillo… En Dios todas las cosas son sencillas. Nosotros, por lo general, las
complicamos. La respuesta siempre estuvo cerca, a nuestro alcance, en estas palabras de
Jesús: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y
haremos morada en él” (Jn 14, 23). ¡Fue increíble! De pronto todo tenía sentido.

He conocido muchas personas que un buen día decidieron cambiar sus vidas. Querían
gastarlas en algo grande. Empezaron a descubrir y vivir el Evangelio. Seguro conoces
alguna. Es muy fácil encontrarlas. Tienen tres cosas estupendas en común:

1) Se saben amados por Dios (mi Padre lo amará)

2) Son felices (vendremos a él)

3) No se cambarían por nadie (y haremos morada en él)

Si ellos pudieron, nosotros también. Es Hora de eliminar esos “des” en nuestras vidas y
volver a empezar, al amparo de Dios.

***~~~***

¿SU MISIÓN? DESTRUIRNOS

Hace un tiempo leí la historia de este hombre que aseguraba ser un protegido de Dios.
Fue a un zoológico, y cometió la mayor imprudencia de su vida, se metió en el foso de
los leones. En menos que canta un gallo los leones le cayeron encima y lo mataron.
Tenían intacto su instinto salvaje y empezaron a devorarlo.
Me hizo recordar estas palabras del Evangelio: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario,
el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar”. (1 Pedro, 5, 8)
¿Qué hacer ante la presencia del demonio? Lo mismo que harías si te encuentras en
África frente a una manada de leones salvajes: huir, buscar refugio.
Es un tema muy serio que tomamos a broma porque es común decir que son: “Tonterías.
Idioteces. Babosadas. Leyendas para asustar a los niños”. Y como muchos piensan que

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el diablo no existe, les da igual hacer una cosa u otra.
Con el demonio no se puede tranzar en nada, no debes escucharlo, ni llamarlo. Es una
enorme imprudencia jugar a ser el valiente o tener actividades que puedan atraer su
atención y abrir portales por las que se cuela en tu casa, tu vida o tu familia; con esos
juegos oscuros como OUIJA, para contactar a los muertos y seres espirituales, la lectura
de las cartas por adivinadores, la visita a brujos para pedir maleficios o conjuros de
protección. Es una gran imprudencia que te puede costar caro.
¿Qué hacer? Como católico puedes y debes rezar pidiendo a Dios que te proteja. Y,
aunque no te des cuenta, lo haces a diario si rezas el Padre Nuestro, la oración que nos
enseñó Jesús. Es una de las 7 peticiones que haces al rezar:
“…y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal”. (Mateo 6, 13) Ese mal es el
demonio.
Para que el Papa haya pedido a los fieles del mundo que recen todos los días el Santo
Rosario en el mes de octubre y al final la oración del Papa León XIII a san Miguel
Arcángel, para proteger la Iglesia del demonio, comprendemos que es un asunto muy
serio.
Ojalá te animaras y continúes rezando el rosario a diario, en familia. La Virgen santísima
lo pide en cada una de sus apariciones: “Recen el rosario todos los días”. Como madre
busca protegernos, conoce el mal que nos incita y que no vemos por estar distraídos con
nuestras apetencias temporales. El mundo ciega el alma.
Rezar… Es lo que nosotros, los laicos de cualquier profesión, podemos hacer. Buscar la
santidad en nuestros trabajos cotidianos. Pedir a Dios que interceda por la Iglesia y
nuestras familias, que nos libre del demonio.
Reza siempre, continuamente. A veces paso horas escribiendo y me olvido de rezar.
Tengo frente a mí una cruz, réplica de la de san Damián que me recuerda la vivencia de
san Francisco de Asís y a ratos la veo y le digo a Jesús que “le quiero”.
Pero siempre, antes de empezar mi jornada como escritor, le digo a Dios: “Buen Dios,
convierte mi trabajo en oración”. Eso basta. Sé que, aunque olvide elevar mi corazón y
la mirada al cielo, Él estará presente conmigo, convirtiendo mi trabajo en una oración
grata y pura.
Sobre todo, mantén una distancia prudente del maligno. No te arriesgues.
No seas ingenuo pensando que podrás acercarte a él con impunidad, o enfrentarlo. No es
cualquier adversario. “Es el adversario”. No seas imprudente. Huye de él.
Para enfrentarlo en las posesiones comprobadas, la iglesia tiene sacerdotes
experimentados, entrenados, virtuosos, que estudian y aprenden cómo liberar personas

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poseídas por el demonio.
No es un juego, es un tema muy serio. El demonio tiene un gran poder, es
extremadamente astuto, puede hacerte daño, físico, moral y espiritual. Tal es su
odio que no dudaría un segundo en caerte encima y destruirte.
“En seguida Jesús dio una orden al demonio, que salió, y desde ese momento el niño
quedó sano. Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado:
“¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?” Jesús les dijo: “Porque ustedes
tienen poca fe. En verdad les digo: si tuvieran fe, del tamaño de un granito de mostaza, le
dirían a este cerro: Quítate de ahí y ponte más allá, y el cerro obedecería. Nada sería
imposible para ustedes. Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y
el ayuno”. (Mateo 17, 18 -21)
Haz lo que está a tu alcance. Vive tu vida y tu fe con naturalidad, en la presencia de
Dios. Él velará por ti y te resguardará de todo mal. Acude a la Virgen Santísima, reza el
santo Rosario. Hay leones en África, lo sabes, los ves en las películas, en documentales,
pero ninguno puede hacerte daño, porque no estás cerca. Ocurre lo mismo con el
demonio y sus huestes. Mantén una distancia prudente. Y reza.
La Virgen en Fátima nos instruyó lo que debemos y podemos hacer, como miembros la
Iglesia. Reza por ti y por aquellas personas que son tentadas con fuerza y están a punto
de caer en pecado mortal, para que Dios les dé la gracia de la perseverancia y los
fortalezca en su fe.
Nuestra madre del cielo nos recordó el sentido de la solidaridad humana, dependemos
unos de los otros, puesto que somos hermanos, hijos de un mismo Dios. “…rezad mucho
y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener
quién se sacrifique y rece por ellas”.
Existe el caso de unas personas que los tiempos de los apóstoles que quisieron hacerse
pasar por exorcistas. Debes leer esto.
Es impresionante lo que ocurrió. Hiela la sangre. Y es bueno estar advertidos. A mayor
distancia del demonio, mejor.
Sólo aquellos sacerdotes aprobados por la Iglesia pueden realizar exorcismos y alejar los
demonios que han poseído personas. Busca ayuda profesional. Sacerdotes calificados.
Nunca lo intentes. Nunca. Estarías en peligro.
“Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a
los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las
enfermedades y salían los espíritus malos. Algunos exorcistas judíos ambulantes
intentaron también invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus
malos, y decían: “Os conjuro por Jesús a quien predica Pablo”. Eran siete hijos de un tal

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Esceva, sumo sacerdote judío, los que hacían esto. Pero el espíritu malo les respondió:
“A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?” Y arrojándose
sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo con ellos
de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas”.(Hechos
19, 11 -16)

***~~~***

LA VENTAJA DEL DEMONIO

Reflexionaba en este libro y lo que debía compartir contigo. Y recordé una charla del
padre Teófilo Rodríguez sobre este tema. Lo contacté para pedir su autorización, que
enseguida me dio. Tomé algunos de los momentos que más me impresionaron,
fragmentos de la charla, que nos iluminan el camino y exponen la maldad del demonio y
lo dejan a la vista tal cual es, sin disfraces, o apareciendo como un falso benefactor.

* * *

Desde mi experiencia de años, como sacerdote, me he percatado que mientras no sepan


contra quién luchan, el demonio va a tener ventaja sobre ustedes. El demonio tiene el
poder que nosotros le damos, no es omnipotente. Omnipotente sólo es Dios. Hay cosas
que el demonio no puede hacer.
Sabiendo que tiene límites, podemos defendernos. Me percato que, el mejor psicólogo en
el mundo espiritual, es el demonio. Como tiene inteligencia, recuerde que es un ángel
caído, siempre va a estudiar mis debilidades.
Todos nosotros tenemos un talón de Aquiles, tenemos una debilidad en la que podemos
caer. Y él la conoce muy bien. El demonio no nos va a atacar donde sabe que va a
encontrar resistencia. Es astuto y va a estudiar mi debilidad. Y es importante que usted
conozca la suya. No es una desventaja que usted conozca sus debilidades. Más bien
agradezca a Dios que le permite descubrirla.
Acepta tu debilidad y confía en el Señor, porque cuando tú eres consciente de esto, te
obliga a ser humilde y comprendes que nada puedes sin Él. Porque su gracia lo es todo.
“Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza” (II Corintios 12,

33
9).
Nosotros no estamos solos, tenemos un Padre que nos ama inmensamente, un Hijo que
pagó el alto precio de mi rescate, Jesucristo. Con su sangre preciosa me ha perdonado sin
importar lo sinvergüenza y pecador que tú y yo hemos sido. Y tenemos el Espíritu Santo
consolador que nos anima, nos orienta, nos guía, y nos lleva la verdad. Puedes
disimular, puedes fingir, puedes ocultar a los ojos del mundo tus pecados, pero no
puedes engañar a Dios.
Dios nos está llamando a realizar un examen de conciencia y revisar cómo está mi vida
delante de Él. Primero con mi hermano, porque yo no puedo decir que amo a Dios, a
quien no veo, si desprecio a mi hermano, mi prójimo.
Dios te da la libertad y te da el perdón. Por eso les digo a ustedes: “Caminen según el
espíritu”.
¿Qué significa eso? Vamos a tener dos tendencias. Una es responder a mis gustos, mis
instintos carnales, naturales, satisfacer la carne. La otra es satisfacer los deseos del
espíritu.
Debemos discernir qué es bueno y qué no. Y esto se hace mediante la oración. La
definición más clara de oración que yo he recibido la da santa Teresa de Ávila. Para ella
la oración es: “un acto de amor”. "No es otra cosa oración mental, sino tratar de
amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". (Santa
Teresa)
El que está enamorado busca a la persona que ama. Si Dios es el objeto de mi amor, yo
quiero tratar con Él. La oración no es un acto de obligación, es un acto de amor. Yo oro
porque amo a Dios.
Pide al Espíritu Santo, el don que te ayuda a discernir, es el temor de Dios. Algo que se
ha perdido en el mundo actual.
En la Biblia “temor” no es miedo, es una actitud reverencial. El hombre que teme a Dios
evita lo que es malo, porque no quiere ofender a Dios. Por eso hay que pedirle a Dios:
“Dame temor Señor, para no ofenderte”.
“Caminen según espíritu” y así crecerán en el amor a Dios. El espíritu te va a instruir.
¿Sabes por qué hay tanta confusión en el mundo? Porque les falta el Poder del Espíritu
santo.
San Pablo nos dice: “Caminen según el espíritu y así no realizarán los deseos de la
carne. Pues los deseos de la carne se oponen al espíritu, y los deseos del espíritu se
oponen a la carne. Los dos se contraponen, de suerte que ustedes no pueden obrar como
quisieran”. (Gálatas 5, 16 -17)

34
Si el hombre cumpliera solamente el primer mandamiento de Dios, este mundo sería
diferente. Pero no lo cumplimos. Jesús resume los 10 mandamientos en dos.
“… y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: “Maestro, ¿cuál es el
mandamiento mayor de la Ley?”
Él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y
los Profetas”. (Mateo 22, 35 – 40)
Por eso san Agustín dice: “Ama y haz lo que quieras”. Es tan sencillo que no necesitas
muchas explicaciones, porque vives amando.
¿Quieres ver a Dios? Tienes que ser santo. Anímate. Dios te necesita. Eres hijo de un
Dios vivo.
Dios hace de grandes pecadores, grandes santos.
Por amor te hizo y por amor quiere que tú vivas en la eternidad con Él. Que nadie te
engañe, tú naciste para ser santo. La vida es un combate y vamos a sufrir. El
sufrimiento es parte del plan de Dios, pero el sufrimiento no es eterno, eterna es la
alegría, la felicidad, la paz con Cristo.

***~~~***

El diablo ha tenido siglos para estudiar a la humanidad y PREPARAR sus trampas y


tentaciones.
Si tan sólo te detuvieras un SEGUNDO para reflexionar en las consecuencias de eso que
vas a hacer, JAMÁS CAERÍAS.

***~~~***

LA ESTRATEGIA DE SATANÁS

El demonio no soporta perder un alma. Por tanto, hará todo cuanto esté a su alcance para

35
que esto no ocurra. A él, tan orgulloso, ¿qué le arrebaten un alma que casi tenía ENTRE
SUS GARRAS? ¡Imposible! ¡No lo va a permitir! Es en ese momento cuando saca a
relucir una de sus armas más poderosas. Es temible y efectiva, con la que ha paralizado
incluso ejércitos enteros:

“EL DESANIMO”.

He visto el efecto devastador en sacerdotes, familias, congregaciones, grupos que


evangelizan.

Muchas personas que han vuelto a caer en el viejo pecado, que los encadena pensando
que así no tendrán más problemas. No olvides que el demonio es astuto, pervertido…
Hace que te rodees de gente negativa que te va a hostigar y cuestionar tus decisiones
para desanimarte: “No puedes”, “Eres débil”, “¿Tú? Jamás lo vas a conseguir”. El
demonio te llena de cargas muy pesadas, aparecen problemas que nunca imaginaste.

Te decides por Dios y los artefactos eléctricos en tu casa empiezan a dañarse, uno tras
otro, la nevera, la estufa, la lavadora…, te hace un cerco económico. luego siembra
dudas en tu alma. Te hace creer que vamos solos por la vida, que Dios nos ha olvidado.
Pero la Escritura nos dice claramente que no debemos temer ni desanimarnos. “Yahvé
irá delante de ti. El estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas, pues, ni te
desanimes”. (Deuteronomio 31, 8)

Creo que éste es un buen momento para que leas a Job. Conoce su historia. Aparece el
diablo que pide permiso a Dios para probar a Job y los amigos de siempre burlándose de
él por ser fiel a Dios, a pesar de todas las penurias que estaba viviendo. Ellos no
comprendían qué tenía Job, por qué este buen hombre no renegaba de Dios en medio de
tanta adversidad y se la pasaron cuestionando sus decisiones. Job se mantuvo fiel y al
final le dice a Dios: “Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos. Por
eso me retracto y me arrepiento en el polvo y la ceniza”. (Job 42, 5 - 6)

Hace unos días recibí un email de uno de los lectores de mis libros.

A veces me cuentan emocionados cómo Dios los ha escuchado. Suelo recordarles que
Dios es Padre y TODOS los padres escuchan a sus hijos. Esta vez recibí unos de esos
correos que me preocupan mucho. Una persona decide cambiar su vida, cansada de pecar
e ir contra la voluntad de Dios. “Traté de seguir a Cristo”, me escribió, “pero hoy vivo
un gran conflicto espiritual”.

Le ha ocurrido igual que a muchos que conozco. Al principio todo va bien, la gracia
abunda y te sostiene, y de pronto debes vivir de la Fe. Es la parte que menos me agrada.
Me encanta sentirme amado y consentido por Dios.

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Primero vives de la gracia, después de la fe. Y es aquí cuando eres probado.
Súbitamente empiezan los problemas personales, las dificultades, una tras otra sin dar
respiro y surgen las dudas: “¿Hice lo correcto al buscar a Dios?” y se llenan de
pensamientos de dolor, zozobra y hasta llegan a pensar en quitarse la vida, para huir de
los problemas y del dolor espiritual que no logran calmar.

Piensa un poco. ¿Te parece natural? ¿En serio? Mira de nuevo, esta vez con los ojos del
alma. En una esquina, sobre una piedra lo vas a ver, planificando su próximo paso,
pidiendo refuerzos para tumbar a su víctima. Y es que, no es solo malo, es malísimo,
cruel, despiadado.

Te comparto mi respuesta porque creo que también puede ser para ti…

* * *

Lamento mucho lo que vives. No eres la primera persona que me comenta algo como lo
tuyo. He visto algunos casos similares. Y todos salieron adelante, y ahora son felices. Lo
que indica que se puede. Podemos salir de cualquier adversidad, siempre con la ayuda de
Dios. Soy un simple escritor católico. No soy bueno dando consejos. Pero hay algo que
sí sé, porque he visto que funciona y ha ayudado a muchas personas.

Las voces que siembran angustia, no vienen de Dios, sino de aquél que está furioso,
porque decidiste buscar a Dios, retomar tu vida de fe, vivir el Evangelio, por tanto busca
desanimarte y que te eches atrás. Es una estrategia muy antigua, desanimas a la
persona y queda paralizada en su fe. Astuto ¿ah? ¡No te dejes! No lo escuches,
está mintiendo.

Llega un momento en que dices arrepentido: “Para qué me metí en esto, mejor
me hubiera quedado como estaba”.

La vida es maravillosa. Un don de Dios, una gracia que se nos da, la oportunidad de
ganarnos el Paraíso. Debes vivir a plenitud, con naturalidad y con la confianza de una
hija que confía su vida en las manos de Dios, su Padre. Disfruta a tu familia. Mereces ser
feliz.

Suelo recomendar acciones muy sencillas, a tu alcance y de todos.

Haz una visita diaria a Jesús en el sagrario. Él está allí. Cuando termina la Eucaristía el

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sacerdote guarda en el sagrario las hostias consagradas que no han sido consumidas, para
que podamos adorarle y conversar con Jesús Sacramentado.

Compra los libros: “Historia de un Alma” de


santa Teresita del Niño Jesús e “Imitación de Cristo” de Tomás de Kempis. Los venden
en todas las librerías católicas. Léelos en tus visitas a Jesús en el sagrario. Imitación de
Cristo es el libro que mi padre sostenía en sus manos al morir.

Habla con un sacerdote, suelen dar los mejores consejos espirituales. En una iglesia
cercana seguro encontrarás uno dispuesto a escuchar y aconsejarte.

Una buena confesión sacramental siempre ayuda. He visto ciento de personas que
después de una buena confesión recuperan la esperanza y su calidad de vida. Se sienten
renovados, como si hubiesen nacido de nuevo. Tener el alma limpia de pecados te pone
con comunión con Dios y Él habita en ti. Vuelves a ser “templo del Espíritu Santo”.
¿Cómo Dios Todopoderoso, omnipresente e inmortal decide habitar en nuestras almas?
La respuesta invariable siempre es: “por amor”.

Observo resultados maravillosos en muchos creyentes que se han confesado luego de


años de vivir en el pecado. He sabido de casos de personas muy enfermas que están por
morir y el médico le dice a los familiares: “Hemos hecho todo lo que la ciencia pone a
su alcance. Su cuerpo no da más. Sufre y no parte con Dios, como esperando algo o
alguien. Mejor consigan un sacerdote”.

Ocurre que se confiesan y al rato se marchan de este mundo serenos. No querían morir
en pecado mortal. Y Dios en su bondad infinita, les concedió la gracia de su salvación
eterna.

Reza. Escucha a Dios. A Dios se le escucha en el silencio. En la oración. Y hasta en la


adversidad. Rezar es estar en su presencia paternal. Son los momentos en que podemos
sentir su amor infinito. Habla a Dios con la naturalidad de una hijita con su papá.

No te preocupes por esta prueba. Son pruebas de fe. Va a fortalecer tu fe, crecerás en
santidad a los ojos de Dios y te hará caminar por el sendero de la vida con la mirada del
amor y la misericordia. ¡Ánimo! No temas. No te angusties por nada. Dios te ama
muchísimo. Recuerda que sigues al crucificado. No esperes recibir un trato diferente.

He visto tantas personas que se deciden por Dios, después de largos años de vivir en el
pecado, y de pronto todo empieza a irles mal. Ocurre con más frecuencia de lo que
piensas. Le pasó a un conocido. Un día me comentó que estaba decidido a cambiar de
vida. Lo primero que hizo fue un examen de conciencia. Anotó en un largo listado los
pecados para no olvidarlos. El sacerdote sonrió sorprendido cuando vio que desplegaba

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aquella hoja larguísima, con una escritura que apenas se leía. El buen padre fue paciente
y lo escuchó todo. Le dio la absolución y le orientó en cómo mejorar su vida y hacer las
cosas que agradan a Dios.

Mi amigo tenía un negocio de autos usados. Al día siguiente probando un auto, se


encendió el motor. Dos días después ocurrió con otro auto, luego otro y otro… Y al final
le pasó a la lancha que usaba para ir de pesca los fines de semana. “Esto no es normal”,
se dijo, intuyendo algo raro.

Esa semana realizó un viaje por una carretera desolada y se le ponchó una llanta del auto.
Pudo detenerse a tiempo y se orilló en la carretera. Abrió la capota del auto para
descubrir que no traía llanta de repuesto. Aquí explotó. Se sentía arrinconado y le gritó a
Dios: “¿Así me tratas?” Levantó la mirada y se topó de frente con un enorme letrero
que decía:

“SE REPARAN LLANTAS”.

***~~~***

Bien dice la Escritura: “Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba”.
(Eclesiástico 2, 1-) Vas a ser probado. No lo dudes.

***~~~***

¿DÓNDE ESTÁ TU TESORO?

El demonio tiene el tiempo a su favor, no se cansa, espera paciente el momento


oportuno, cuando te encuentras débil espiritualmente, y te alejas de la oración y los
sacramentos. En ese minuto de debilidad te ataca. Y como el hombre poco cambia en su
forma natural y sus deseos, nos atrapa con facilidad. ¿Qué hace? Te ofrece algo
pecaminoso y para que lo aceptes, lo hace apetecible, cegándote para que no veas las
consecuencias; como cuando tentó a Eva en el Paraíso. ¿Qué va a florecer en ti? Aquella
parte que busques con todo el corazón. Por eso nos dice la Escritura: “Porque donde esté
tu tesoro, allí estará también tu corazón”. (Mateo 6, 21) ¿Dónde tienes tu tesoro? ¿En el
Poder? ¿El dinero? ¿La fama? ¿El orgullo? ¿El placer? ¿La envidia? ¿El odio? ¿la
pornografía? ¿el lujo? ¿la mentira?

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Ni siquiera Jesús se vio libre de sus tentaciones. “El Espíritu condujo a Jesús al desierto
para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y
cuarenta noches, al final sintió hambre.
Entonces se le acercó el tentador y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, ordena que estas
piedras se conviertan en pan.” Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El hombre no
vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta de la muralla
del Templo. Y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues la Escritura dice:
Dios dará órdenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen
en piedra alguna.” Jesús replicó: “Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu
Dios.”
A continuación, lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del
mundo con todas sus grandezas y maravillas. Y le dijo: “Te daré todo esto si te arrodillas
y me adoras.” Jesús le dijo: “Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al
Señor tu Dios, y a Él solo servirás.”
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle”. (Mateo 4, 1 -11)
Ahora lo sabes, el demonio es muy astuto, engaña con facilidad y debes cuidarte. Quería
mencionarte una tentación que usa mucho. Es como jugar a la ruleta rusa. ¿Te ha
pasado? Sabes que al pecar entristeces a Dios y alegras al demonio. Pones en riesgo tu
alma por el pecado mortal. Pero no te importa. Igual pecas. Parece ilógico. Tu
razonamiento es el siguiente: “Voy a pecar, disfruto el momento y tan pronto pueda me
confieso y limpio mi alma”. Hay tres factores con los que no cuentas, que invalidan tu
pensamiento:
1. Para hacer una buena confesión existe la contrición, es decir el arrepentimiento.
Debes hacer un examen de conciencia y sentir dolor de tus pecados, no puedes
cometerlos con la estrategia de confesarte luego.
2. Debes tener la resolución de no volver a pecar, es el propósito de enmienda.
3. Debes tener vida para confesarte. Nadie sabe cuánto tiempo vivirá.¿ Y si mueres con
ese pecado mortal? Te arriesgas a condenarte.
Ocurrió hace un tiempo durante una Eucaristía. Al terminar el sacerdote exhortó a los
fieles a confesarse.
“Estaré en la sacristía esperándolos. Nadie sabe si hoy mismo va a morir y es bueno
estar preparados”. Al día siguiente muy temprano algunos fieles buscaron al padre para
contarle. “¿Recuerda sus palabras de ayer sobre la confesión? Invitó a los fieles a
confesarse y nadie fue. Uno los que estaba en misa, el de la banca de la primera fila,

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camino a su casa murió. Le dio un ataque cardíaco y quedó tendido en el piso”.
Tú qué lees esto. ¿Ya te confesarte? Te animo a hacerlo. Busca un sacerdote y pídele que
te confiese. Decía santa María Eufrasia: “Un alma vale más que un mundo”. Y tú vales
mucho a los ojos de Dios.
No pierdas más tiempo. No juegues con tu eternidad. Ahora es el momento propicio.

***~~~***

EL PECADO DE JUZGAR

“El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de
actos”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1865)
Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia explica con sencillez el efecto del pecado
sobre nuestras almas.
“Es de considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro
del alma, no pierde su resplandor y hermosura, que siempre está dentro de ella y cosa
no puede quitar su hermosura. Más si sobre un cristal que está, a el sol se pusiere un
paño muy negro, claro está que, aunque el sol dé en él, no hará su claridad operación
en el cristal”.
Por tanto, ninguna obra le será de provecho al alma si vives en pecado. En un lenguaje
coloquial: “Cargas a cuestas un alma muerta. Y apesta”. Pero si custodias la gracia en
tu alma y vives en la presencia de Dios, cualquier obra de caridad, hecha por amor, no
importa que tan pequeña o insignificante parezca, tendrá un gran mérito a los ojos de
Dios. Y te servirá para el bien de tu alma y tu vida en la eternidad. Esos pequeños gestos
de amor son los que podrás mostrar a Dios cuando no lleves más nada que ofrecer.
El pecado es el mayor enemigo del hombre. Puede condenarte al eterno suplicio en el
infierno. Un alma en pecado mortal está muerta en vida. Dicen los santos que han tenido
visiones de aquél terrorífico estado, que el mayor sufrimiento de estas pobres almas en el
infierno, es saber que Dios existe, y nunca podrán alcanzarlo ni permanecer en su
presencia amorosa. Sufren por estar alejados de Dios una eternidad. Y es esto lo que el
demonio busca y desea con toda su rabia y odio, alejarte de Dios. Es que es tan fácil
caer. No recuerdo quién me dijo que este mundo es como la “casa del jabonero”, todo el
que está aquí puede resbalar y caer.

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Tenemos tendencia a cometer un grave pecado que envenena el alma, la nuestra y de
aquél a quien juzgamos con la murmuración. Una vez leí que la murmuración, hablar
mal de otro, es como lanzarle un dardo envenenado, pero ese dardo, antes de clavarse en
nuestra víctima, primero atraviesa el corazón de Dios.
Se cuenta de san Felipe Neri confesó a unos esposos que habían murmurado contra un
inocente, sembrando injustos pensamientos que se regaron por el pueblo. De penitencia,
les dijo que mataran una gallina robusta y caminaran desde su casa a la Iglesia,
arrancándole las plumas, que luego él haría una sopa para los pobres. Y así ocurrió. A lo
largo del camino esta pareja llevaba aquella gallina y la iba desplumando, felices de
librarse de algo mayor. Al estar frente al Padre Neri, le entregaron la gallina desplumada.
Pensaron que la cosa había terminado allí, hasta que san Felipe Neri les dijo: “Ahora van
a recoger todas las plumas que esparcieron en el camino”.
Angustiados por esta confusa petición le replicaron; “Pero eso es imposible. El viento las
esparció”. Entonces el santo concluyó: “Así mismo ocurre con nosotros. Cuando
murmuramos contra una persona, el viento esparce nuestras palabras, haciendo daño
donde van. Nunca podremos recogerlas y compensar el daño causado”.
Sé bien lo que es juzgar a la primera, sin reflexionar, ni meditar en lo que hacemos y el
daño que podemos ocasionar. Tuve una lección al estilo de san Felipe Neri que jamás he
podido olvidar.
Es una historia que suelen pedirme que relate, porque es muy edificante.
Me encontraba en la Iglesia de Guadalupe, de Panamá, donde un árbol inmenso da su
bienhechora sombra a los que llegan. Estaba entrando, cuando observé en las raíces del
árbol una ardilla que, desesperadamente, intentaba trepar por el tronco. Imaginé que
tenía sus pequeñas ardillas, arriba. Dos cuervos enormes le impedían el paso. Cada vez
que la pobre ardilla trataba de subir, ellos la atacaban despiadadamente. Le picoteaban el
cuerpo con sus afilados picos. Y la ardilla retrocedía.
― ¡Cuervos malvados! ― pensé.
La ardilla al final se rindió y se marchó por otro camino. Un guardia, que se encontraba
cerca, miraba el incidente igual que yo. Por eso me acerqué y le comenté:
― ¿Vio lo que hicieron los cuervos, a la pobre ardilla? ¡Qué malos son!
― ¡¿Cómo?! ― exclamó el hombre indignado ─ ¿Qué dice usted? ¿Acaso no se dio
cuenta?
No supe comprender y el guardia continuó:
― La ardilla quería subir por el nido de los cuervos, ¡para comerse sus huevos!

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― ¡Imposible! ― repliqué.
― Hay un nido arriba y esta ardilla cada vez que puede sube a robarse un huevo. ¡Los
cuervos defendían su nido!
Pasé la mañana pensando en lo rápido que somos para juzgar a los demás. Y cuánto nos
equivocamos. La experiencia de los cuervos y la ardilla, me enseñó el valor de no juzgar
anticipadamente. De pensar con un toque de caridad.
Como dice mi esposa Vida:
―No ver las apariencias, sino el corazón.
Y, sobre todo, lo más importante, aprender a amar a todos mis semejantes, por distintos
que sean o piensen. Amarlos a todos, sin juzgar, sin criticar, sin pensar mal de ellos, sin
hacerles daño, sencillamente amarlos por lo que son: “mis hermanos”.
Pasé la mañana escribiendo. Las ventanas del cuarto estaban abiertas y no entraba la
brisa. Hacía calor.

Escribí la frase: “Rezad el Rosario” y en seguida entró un fuerte vendaval a mi


habitación y volaron los papeles. Fue impresionante.

Miré a mi alrededor sorprendido, con los papeles esparcidos por todos lados y me dije:

“Esa es la clave… Rezar el Rosario”.

***~~~***

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CAPÍTULO TRES

EL AUXILIO DE LA VIRGEN
“Pon tu mano Madre mía, ponla antes que la mía… Virgen María Auxiliadora, triunfe
tu poder y misericordia, apártame del maligno y de todo mal y escóndeme bajo tu
manto”.
(Beata sor María Romero)

***~~~***

“Rezad el Rosario todos los días”.


(la Virgen en Fátima)

***~~~***

“Un día me detuvo la policía en un retén. Me hicieron bajar del auto y me preguntaron
si portaba un arma. Asentí. Introduje la mano en el bolsillo de mi pantalón y lentamente,
mientras me miraban con sospecha, saqué el Rosario”.
“El Rosario es mi arma contra el mal”.
“Uno de ellos sorprendido, sonrió, asintió con la cabeza. “Tiene usted razón”, dijo. Y
me dejaron continuar”.

* * *

NUESTRO REFUGIO

No temas acudir a la Virgen María en medio de las grandes tentaciones y adversidades


de la vida. Algunos te dicen que el “único” intercesor ante Dios es Jesús. Y lo dicen
correctamente, pero no cuentan con algo que los católicos sabemos bien: “Un hijo

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amoroso no le negará NADA a su Madre”. Por eso acudimos confiados a la Virgen
María, para que ella le pida a Jesús y lo convenza de escuchar y atender nuestras
súplicas.
Cuando era niño y necesitaba algo, iba por el camino certero, le decía a mi mamá y ella
convencía a mi papá. Esto es lo que hace la Virgen, convence a su Hijo y Él nos otorga
la gracia.
La Virgen es nuestro refugio en las penas. Como Madre siempre vela por nosotros, sobre
todo ahora que hay tantos peligros y el demonio se ha desatado con sus ataques a los
sacerdotes, las familias y nuestra Iglesia.
Ella es: “Consuelo en las aflicciones. Brisa suave de amor. Bálsamo de tantas penas. Y
reina del cielo”. Por eso la honramos con las letanías:
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,…
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,

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Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Por esto y más no temas acudir confiado, como hijo suyo, a la Virgen María. Ella se
pondrá a tu lado y te cuidará. De pequeños, mi mamá nos decía a mis hermanos y a mí:
“No se olviden nunca que ustedes tienen una Madre en el cielo”. Y ahora te lo digo:
Tienes una Madre en el cielo, que siempre velará por ti. Acude a ella”.
Sabes, cuando me siento triste o tengo inquietudes, rezo el santo Rosario y retorna la
paz. Me ayuda mucho. Hace poco me sentía aturdido, tenía tantos problemas. No creas
que por escribir estos libros estoy exonerado de ellos, al contrario, los tengo igual que tú
y a veces más. ¿Qué hago? Los acepto y los ofrezco a Dios, por tantas almas necesitadas
de una gracia para poder salvarse.

Esa tarde, sin poder comprender por qué me ocurría eso, sencillamente me abandoné en
los brazos de Dios, mi Padre. Me tome una café humeante que acompañe con panecillos
y mantequilla. Luego fui a la terraza de mi casa y me senté a rezar y meditar el santo
Rosario. Noté algo excepcional. A medida que rezaba me estaba llegando al alma una
paz sobrenatural. Me sentía tranquilo. Así, al terminar, pude ver desde otro ángulo el
problema y buscarle solución. Por lo general, todos tienen solución, pero no la vemos
por estar sumergidos en el mundo temporal que nos ciega.

Acude a la Virgen María, que es Madre espiritual de la humanidad. Ella siempre te


cuida y ampara. Rezaré por ti. A cambio, reza por tu familia, por las personas que
conoces para que Dios las bendiga. Pide al Padre que fortalezca tu fe.

***~~~***

EN MEDIO DE LOS ATAQUES

Esto lo sabes por experiencia propia. Todos somos tentados. Nadie se salva de ello.

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Detrás de ello está el demonio. Sí, lo he vuelto a nombrar, a pesar que no me agrada
hacerlo. Como es tan orgulloso prefiero no darle ese gusto y lo llamo simplemente “el
malo”.
Somos imagen de Dios, por eso nos tiene anotados en su listado de “enemigos” y
procura destruirnos. En medio de sus ataques, has de saber que no estás solo(a) y puedes
vencer.
La tentación no es un pecado, debes estar claro. Caer en la tentación sabiendo que
ofendes a Dios, eso es el pecado. Eliges alejarte de Dios y de su Amor, a cambio de un
placer efímero que tal vez arruine tu vida. Por ello Dios te dio los 10 Mandamientos,
para que supieras qué no debes hacer.
¿Por qué somos tentados? Me gusta la respuesta que un joven me dio una vez: “Porque
el diablo quiere arruinar nuestras almas”. Sin embargo, Dios permite las tentaciones
porque nos sirven para fortalecer nuestra fe y crecer en santidad.
¿Cuántas veces he caído? Honestamente, perdí la cuenta. Soy un pecador. Sin embargo,
no me desanimo. Una vez leí que “todos somos santos en camino”. Y eso me anima a
levantarme, busco un sacerdote, me confieso, me da la absolución y sigo adelante, con
nuevos propósitos.
¿Y si cago? Pues me levanto y vuelvo a empezar. No me rindo. Un amigo sacerdote me
dijo una vez: “Santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta”. Debemos
perseverar en la fe y conservar nuestra confianza en Dios, que es un Padre maravilloso.
En lo personal he aprendido a pedir ayuda al cielo mediante las jaculatorias. Son
oraciones cortas, como: “Virgen Santísima, cúbreme con tu manto”. “Jesús protégeme”.
Cuando la tentación es muy fuerte, acudo a la Virgen María. Ella nunca nos va a
desamparar. No soy el único. Millones de católicos, hijos de María, acuden a ella a pedir
su protección maternal, su bendición y que nos lleve a Jesús.
“Cuando tengo fuertes tentaciones me gusta acudir a la Virgen María. Como Madre
nuestra nos protege”, me comentó una persona, “y rezo confiado la oración de san
Bernardo, pidiendo su amparo y protección”.
¿La has rezado alguna vez? Es bellísima.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido
a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio
y reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos.

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Animado por esta confianza
a Vos también acudo, oh Madre,
Virgen de las vírgenes
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante vuestra presencia soberana.
No desechéis, oh Madre de Dios,
mis humildes súplicas,
antes bien escuchadlas
y acogedlas benignamente. Amén.
¿A quién acudir en medio de los ataques del maligno? ¿Quién nos protegerá de tanto
mal?
Es una pregunta muy importante que merece respuesta. ¿A quién acudes cuando tienes
un problema y eres un niño? A tu madre, por supuesto. Pues nosotros los católicos
acudimos a nuestra Madre del cielo, la siempre Virgen María, para protegernos.
Yo acudo siempre a la Virgen María, cuando tengo dificultades. Y nunca he quedado
desamparado.
La Virgen en su infinita bondad y amor, llega presurosa a nuestro encuentro: “No
temas, aquí estoy hijo mío”.
Querido lector, es hora. Levántate, camina con tu mirada en el cielo, recupera tu gracia y
custódiala como un tesoro que se te ha confiado, es la llave de la eternidad, tu pasaporte
al cielo.
Decía la Beata, sor María Romero:
“No podemos escoger nuestro nacimiento, nuestra familia, comodidades o vicisitudes;
ni siquiera los años de vida ni la hora y modo de muerte; pero sí podemos elegir nuestra
Eternidad”.
Procura que sea una eternidad feliz.

***~~~***

CUANDO DIOS TE ESTREMECE

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En ocasiones ocurre que ciertas personas tienen una vivencia que los transforma para
siempre. Saulo fue uno de ellos:

“Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que
venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? Preguntó él: “¿Quién eres tú Señor?” Y él respondió: “Yo soy Jesús, a
quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes
que hacer”.

Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos pues oían hablar, pero
no veían a nadie, y Saulo al levantarse del suelo no veía nada, por más que abría los
ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí permaneció tres días sin
comer ni beber y estaba ciego”. (Hechos 9, 3-9)

Sé de dos sacerdotes a los que Jesús también estremeció cuando iban dudando por el
camino de la vida. Te comparto sus historias…

***~~~***

Bajo tu amparo nos acogemos,


Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

***~~~***

UN ENCUENTRO CON LA VIRGEN

En los momentos difíciles de la vida, no te olvides de invocar a la Inmaculada. Sobre


todo, en el momento de las grandes tentaciones, aquellas que te seducen, que te hacen
caer en la tristeza, la desesperación, el miedo... Somos hijos de María, y Ella nunca nos

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abandona.

Tengo un amigo sacerdote. Se llama José Campos. Tuvo una vivencia Mariana que lo
cambió para siempre. Viviendo en México recibió la visita de una amiga a la que quiso
llevar de paseo a una ciudad llamada Taxco, en el estado de Guerrero.

Los acompañaría otra joven que no era católica. Dejaré que él te cuente su historia:

“Yendo de camino por la carretera, se me ocurrió invitarles a conocer las Cuevas de


Cacahuamilpa, un lugar muy bonito, que se caracteriza por tener estalactitas y
estalagmitas. Ellas aceptaron con gusto. Llegamos cerca de las once de la mañana.
Pagamos nuestro respectivo ticket e ingresamos a las Grutas.

Habremos tardado cerca de dos horas en hacer el recorrido, que no terminamos, pues mi
amiga tenía problemas con su rodilla izquierda. Al salir de las Cuevas, en la explanada
donde estacionamos el carro, encontramos unos inditos vendiendo sus mercancías y
otros pidiendo limosna.

En eso una señora indígena me pidió veinte pesos. Le respondí que no los tenía. Mi
amiga me hizo señas con su rostro para que se los diera, que fuera bondadoso con ella.

Tomé de mi pantalón un billete de cincuenta pesos y se los entregué. Al recibirlos la


señora me agradeció, y me dijo: “¡Gracias padre!” Me quedé muy sorprendido. Yo
estaba vestido con un pantalón corto azul y una playera roja, pues hacía mucho calor.
Nada traía para exteriorizar que yo era un sacerdote.

A esto le pregunté: “¿Cómo sabes tú que soy padre?” Ella me respondió: “Me lo dijo
la Virgen de Guadalupe” Yo le contesté, con un poco de soberbia: “¿A poco, que tú
platicas con la Virgen de Guadalupe?”. Ella, guardando la serenidad, me respondió:
“No señor padre, yo no platico con la Guadalupana, sólo la escucho”. Entonces le
dije: “Bueno abuela, dile a la Virgen de Guadalupe que cuide mi sacerdocio, y que yo
sea siempre fiel”. Y ella me contestó: “La Virgen ya le tiene en cuenta señor padre.
Nunca lo abandonará. Sea bueno, y préstele atención.”

Después de estas palabras me dice: “Padre, deme su bendición”. Yo levanté la mano, y


muy angustiado, le di la bendición.

Sentí que sus palabras fueron un llamado de atención, un abrazo de la Virgen.

Dios se manifestó ese día en mi vida, pues yo estaba pensando abandonar el sacerdocio.

Desde ese momento tuve claro que es Dios quien toma para sí, lo que el mundo tiene
por perdido.

Nunca volví a ver a esa viejecita, y jamás regresé a Cacahuamilpa.

50
***~~~***

“Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento
de la tentación les dará fuerza para superarla”.
(1 Corintios 10, 13)

***~~~***

EL PADRE STEVEN

A este buen sacerdote lo conocí por una entrevista que le hicieron en un programa
católico de televisión. Aquella noche sintonicé EWTN y allí estaba, sentado frente a la
madre Angélica, narrando su crudo testimonio. Me dejó impactado.

Al día siguiente le escribí, pidiendo su autorización para compartir su historia y me


respondió muy amable, que procediera, si es para bien de las almas.

Esa noche cambiaba los canales y de pronto me detuve a escucharlo. Me llamó la


atención una frase que dijo: “Yo solía confesarme como quien toma un seguro contra
incendios. Pero no hacía verdaderos propósitos de enmienda”. Entonces seguí atento
su increíble historia. El padre Steven Scheier fue asignado a la parroquia “El Sagrado
Corazón” de Kansas. Pertenecía a la congregación “Intercesores del Cordero”. Una
mañana, mientras se dirigía a Wichita, sufrió un accidente automovilístico y quedó
tirado en la calle, con el cuello fracturado.

Esa noche, su iglesia permaneció con las puertas abiertas, y la congregación pasó en una
vigilia de oración. Igual ocurrió con la Iglesia bautista y otros grupos religiosos. Todos
se unieron en la oración pidiendo por su recuperación.

Contra todas las posibilidades, el padre Scheier sanó y a los meses estuvo de vuelta en
su parroquia. En una de sus primeras misas le tocó leer esta parábola: “Un hombre tenía
una higuera que crecía en medio de su viña. Fue a buscar higos, pero no los halló. Dijo
entonces al viñador: “Mira, hace tres años que vengo a buscar higos a esta higuera,
pero nunca encuentro nada. Córtala. ¿Para qué está consumiendo la tierra
inútilmente? El viñador contestó: “Señor, déjala un año más y mientras tanto cavaré

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alrededor y le echaré abono. Puede ser que así de fruto en adelante, y, si no, la cortas”.
(Lucas 13, 6-9)

La página pareció cobrar vida y él se asustó mucho. Llegó temblando a la sacristía. Se


sentó con una taza de café en la mano y empezó a recordar. Momentos después del
accidente se encontró en un lugar que no conocía y tuvo una conversación cuyas
palabras llegaban poco a poco a su mente...

Estaba frente a Jesús. No podía verlo, pero lo escuchaba. Era el Juicio Divino. Oía la
voz de Jesús que lo interrogaba por sus faltas. Lo terrible es que no podía negar
ninguna. Yo sólo decía: “Sí, yo hice eso”. No podía más que declararme culpable por
mis pecados... Me imaginaba que llegado el momento podría encontrar una excusa
como: “Señor, tuve un mal día por eso lo hice”, o, “Señor, no fue mi culpa”. Pero
cuando eres interrogado por la Verdad, no hay forma que puedas mentir.

Jesús me dijo:

—Has sido por 12 años un sacerdote para ti y no un sacerdote para mí. Y tu sentencia es
el infierno.

—Está bien –le dije horrorizado, y reconocí que lo merecía.

Entonces escuché la voz dulce de una mujer que intercedía por mi alma y le decía a
nuestro Señor:

—Hijo mío, ¿y si le damos gracias especiales y fuerzas para que dé frutos?

Jesús le respondió:

—Merece su castigo. Es lo que ha cosechado.

Pero la mujer insistió y al final él accedió y le dijo:

—Es tuyo madre.

Desde entonces soy suyo.

—Lo curioso —continuó diciendo el padre Steven — es que nunca tuve una devoción
particular por la Santísima Virgen. Sabía que era la Madre de Dios, pero de allí no
pasaba. Creía con la mente, pero no con el corazón. Vivía de las apariencias. Y tenía el
alma muerta. Es terrible descubrir que los sacerdotes también podemos ir al infierno.

Después de esta experiencia me dedico a decirles a los feligreses y a los sacerdotes que
Dios existe, que la eternidad existe, que el infierno existe y que nadie está exento de
cumplir los 10 mandamientos, ni siquiera los sacerdotes. He descubierto ahora que la

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Santísima Trinidad nada puede negarle a María. Le conceden todo lo que ella les pide.

¿No es maravilloso tenerla por madre?

***~~~***

“Un sacerdote que no reza está muerto. Un sacerdote sin la Eucaristía está muerto. Un
sacerdote sin María está muerto”.

(Padre Steven Scheier)

***~~~***

“Sin la oración estamos perdidos”.

***~~~***

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CAPÍTULO CUATRO

LA ORACIÓN

“Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al
infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas”.
(La Virgen en Fátima a los pastorcillos).

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Me he dado cuenta que cuando dejo de rezar,
caigo con facilidad en las tentaciones.

***~~~***

EL PODER DE LA ORACIÓN

Cuenta san Alfonso la historia de un famoso santo que “oyó en sueños” a un demonio
que decía muy contento:

— Siempre que llevo tentaciones a cierto individuo, lo venzo y lo derroto, porque no


reza pidiendo ayuda.

Somos tentados cada día. Y las fuerzas a veces parecen que no bastan. El enemigo de
las almas conoce nuestras debilidades y sabe dónde golpear, cómo llevarnos al
abismo. Sus tácticas más frecuentes son tentarnos con el orgullo, la impureza, la
avaricia o la tristeza.

Santa Faustina cuenta en su Diario un hecho insólito y sorprendente que nos demuestra
el poder de la oración sobre el maligno y sus huestes.

“Hoy el Señor entro en mi habitación y me dijo: Hija Mía, ayúdame a salvar las almas.
Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo cual obtendrás para
él la confianza en Mi misericordia, porque ya está en la desesperación. De repente me
encontré en una cabaña desconocida donde, entre terribles tormentos, agonizaba un
hombre ya avanzado en años. Alrededor de la cama había una multitud de demonios y la
familia estaba llorando. Cuando empecé a rezar, los espíritus de las tinieblas se
dispersaron con silbidos y amenazas dirigidas a mí. Esa alma se tranquilizó y llena de
confianza descansó en el Señor”.

(320) “Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo: La plegaria de


un alma humilde y amante aplaca la ira de Mi Padre y atrae un mar de bendiciones.
Después de la adoración, a medio camino hacia mi celda, fui cercada por una gran jauría
de perros negros, enormes, que saltaban y aullaban con una intención de desgarrarme en
pedazos. Me di cuenta de que no eran perros sino demonios. Uno de ellos dijo con rabia:
“Como esta noche nos has llevado muchas almas, nosotros te desgarraremos en
pedazos”.

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Contesté: “Si tal es la voluntad de Dios misericordiosísimo, desgárrenme en pedazos,
porque me lo he merecido justamente, siendo la más miserable entre los pecadores y
Dios es siempre santo, justo e infinitamente misericordioso”.

A estas palabras, los demonios todos juntos contestaron: “Huyamos porque no está sola,
sino que el Todopoderoso está con ella”. Y desaparecieron del camino como polvo,
como rumor, mientras yo tranquila, terminando el Te Deum, iba a la celda contemplando
la infinita e insondable misericordia Divina”.

* * *

La oración devota, hecha con el corazón no sólo nos libra de las acciones del demonio,
también ayuda a nuestras hermanas, las almas benditas del purgatorio.

Recuerdo un Jueves Santo que me encontraba rezando ante Jesús Sacramentado, de


pronto recordé una historia que leí sobre las almas del purgatorio y decidí ofrecer a Dios
todas mis oraciones y sacrificios de aquella Semana Santa por ellas. Desde entonces
suelo recordarlas en mis oraciones. Tenlas presentes en las tuyas. Necesitan de ti.

Solía entrar en un portal católico en el que algunas personas nos reuníamos por las
noches para charlar sobre nuestra fe y la Iglesia.

Aquella noche se me ocurrió sugerirle al grupo: “¿Qué les parece si hacemos algo
diferente? Cada uno va a compartir un testimonio de algo que los haya impactado”.

A todos les encantó la idea y uno por uno fuimos narrando diferentes experiencias.
Faltaba la última historia que todos esperamos con impaciencia. Era la dama del grupo.
“Tengo 4 hijos. Hace algunos años le tocaba al menor hacer su Primera Comunión.
Recordé que podemos obtener una Indulgencia plenaria en ciertas circunstancias, como
asistir a una Primera Comunión, con las disposiciones usuales: “Tener desapego por el
pecado, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa”.

Sabía que las almas del Purgatorio están esperando nuestras oraciones para poder salir
de ese lugar e ir al Paraíso. De algunas, nadie se acuerda ni rezan por ellas. Decidí
recibir esta Indulgencia y ofrecerla por el Alma del Purgatorio que estuviese más
necesitada de la gracia de Dios.

La ceremonia fue bellísima. Mi hijo estaba feliz al recibir a Jesús por primera vez.

Al regresar a nuestra casa ocurrió. Giré la llave para abrir la puerta y una brisa me

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envolvió. Era algo sobrenatural.

Sabía que había alguien allí, a mi lado, aunque no podía verlo. Entonces escuché esta
palabra llena de emoción, como un susurro en mi oído: “¡GRACIAS!”

Desde aquél día pienso mucho en ellas, sufriendo, purgando sus pecados, a la espera de
nuestras oraciones para librarse de aquellas penas y poder volar al Paraíso y llegar ante la
presencia de Dios.

La oración de intercesión nos obtiene muchas gracias del cielo.

Un autor anónimo escribió: “La oración no se trata de pedir cosas sino de comprender
que no necesitas nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena
de sus cualidades”. Para mí esto es orar. Permanecer en la presencia de Dios,
sumergidos en Él. Dejarlo actuar en mi vida, que habite en mí. Sentir su “presencia”
cotidiana. Experimentar su Amor y su Paz.

Cuando oramos los unos por los otros, Dios se hace presente como un Padre amoroso.
Nos abraza. Nos escucha con Ternura. Y nos concede aquello que tanto anhelamos.

La oración de intercesión es un regalo del cielo para ti y para aquellos por quienes
rezas.

“Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de


gracias por todos los hombres… Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,
porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (1 Tim
2, 1-4)

Sabiendo que toda oración es eficaz y que agrada a Dios, ¿por quién puedo rezar? He
reflexionado mucho en ello. El listado se vuelve interminable.

* Por los que me hacen daño.


* Por aquellos a los que les he causado algún daño.
* Por los niños.
* Por las familias.
* Por los grandes pecadores.
* Por los que sufren violencia.
* Por las almas de Purgatorio.
* Por el Papa, la Iglesia y los sacerdotes.
* Por los enfermos.
* Por los estudiantes y sus profesores.
* Por los gobernantes y los trabajadores.

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* Por las prostitutas, los drogadictos y los alcohólicos.
* Por los que están recluidos en una prisión.
* Por los moribundos.

Al final comprendes que debes orar porque el mundo tiene una gran necesidad de
oración.

Circula en Internet la historia de una doctora a la que la alcanzó un rayo. Cuenta que
visitó el infierno y regresó al mundo para contar su terrible experiencia. Ha escrito
libros y colgado videos con su testimonio, en YouTube. Se salvó porque un anciano en
un lugar remoto leyó en un diario lo que le había ocurrido, sintió dolor por ella, le
movió la misericordia y rezó un rosario por su alma. Este Rosario la salvó.

Nunca dudes del poder de la oración. Obra milagros. Lo sé bien. Solía trabajar en una
empresa torrefactora de café, en Panamá cuando ocurrió. Una tarde salí a buscar unos
repuestos y noté en el cielo algo extraño.

Me encontraba en el estacionamiento de la empresa. Había un silencio a mi alrededor


que nunca antes había experimentado y me quedé mirando el cielo asombrado y con
cierto temor. De pronto vi hojas de cinc y troncos enormes de madera, flotando muy alto,
entre las nubes oscuras. Se movían en círculos. Me pregunté qué sería lo que estaba
pasando. En ese momento el tornado empezó a tomar forma y a verse con claridad. La
trompa se movió como un puente levadizo, giró y se detuvo sobre la fábrica donde yo
estaba, junto a muchos colaboradores.

El peligro se tornó evidente. No había cómo escapar. La trompa con vientos fortísimos
estaba bajando y en pocos minutos tocaría tierra. Era extraño. Una calma aterradora nos
envolvía. Alrededor de la fábrica el viento levantaba techos, ramas… el tornado rugía
como un león, pero donde estábamos justo debajo, en el centro del tornado, había
silencio, calma, y nada se movía.

Recuerdo que llamé a mi esposa pensando que no sobreviviría. Me pasó a mi suegra al


teléfono, quien siempre ha sido gran devota de la Virgen Santísima y me dijo con fuerza
para que la escuchara:

―Claudio, rece el Magníficat conmigo.

Empecé a rezar sin dejar de seguir con la mirada los acontecimientos.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones porque el Poderoso

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ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo y su misericordia
llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes. A los hambrientos
los colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo, acordándose
de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y
su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Cuando dije “amén”, el tornado levantó su gigantesca trompa de aire, se movió
inexplicablemente, alejándose de nosotros y bajó la trompa causando destrucción lejos
de donde estábamos.
Uno de los empleados de la empresa regresó en ese momento, asustado, pálido como el
papel, balbuceaba: “El tornado casi me lleva. Me agarré de un poste mientras me jalaba
con furia. Pero pude sostenerme”. Se encontraba en la parada de autobuses cruzando la
calle, enfrente de la torrefactora. Se salvó, como nos salvamos todos, y estoy convencido
que fue por la intersección de nuestra bella Madre del cielo.

*~~~***

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CAPÍTULO CINCO

EL DIABLO TIENE PODER…


PERO DIOS PUEDE MÁS

“El ángel del Señor hace sus rondas junto a los que le temen y los guarda”. (Salmo 34,
8)

***~~~***

¿ESTAMOS EN DESVENTAJA?

Siempre he pensado que ésta, es una batalla desigual. Luchamos contra un ejército que
no vemos, comandado por el ser más tenebroso de la historia, de cuya existencia
dudamos.
Sin embargo, Dios nos da todas las armas espirituales que necesitamos para vencer.
Están allí, a la vista, a tu alcance. Pero el mundo te atrae tanto con su gloria y poder que
no las ves. Olvidas que somos carne, pero también espíritu y que, así como alimentas tu
cuerpo mortal, debes alimentar con más razón tu alma inmortal.
Por favor lee despacio esta historia, que es muy edificante y lo aclara todo. “Era un
hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas.
Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba
hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las
llagas.
Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
Murió también el rico y fue sepultado.
“Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a
Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a
Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy
atormentado en esta llama.”
Pero Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro,
al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y, además,
entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran

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pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.”
Replicó: “Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo
cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de
tormento.”
Díjole Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.” Él dijo: “No, padre
Abraham; sino que, si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán.”
Le contestó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque
un muerto resucite”. (Lucas 16, 19 -31)
Ahora que sabes qué hacer, hazlo, no dudes.
Busca el bien, llena el mundo de bondad, haz obras de Misericordia, porque al
presentarte ante Dios sólo podrás llevar en tus manos el amor con que hiciste esas
buenas obras, pero hazlas con humildad, sin deseos de ser visto o ensalzado.

***~~~***

“El orgullo es temible en las buenas obras”.


(San Agustín)

***~~~***

“Encomiéndate cada día a tu Ángel de la guarda y él velará por ti. Puede hacerte
grandes favores”.

***~~~***

TU ÁNGEL CUSTODIO

Una joven cruzaba al medio día un parque solitario, para acortar el camino a su casa. De
pronto sale entre unos matorrales un hombre con mirada despiadada. Ella de inmediato
se encomienda a su Ángel Custodio. Le pide que la proteja. El hombre tiene un arma en
la mano. De pie frente a ella la mira y al instante sale huyendo. Al día siguiente una

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noticia en el diario local llama su atención. Encontraron una joven muerta en el parque.
Las mataron a la misma hora que ella lo cruzaba. Fue a la policía a declarar y pudo
identificar al hombre de los matorrales.

Cuando lo detuvieron confesó su crimen y la joven fue avisada. Ella quiso encararlo. Se
sentaron uno frente al otro, y le preguntó:
— ¿Usted quería hacerme daño?
— Sí —respondió él —. Yo quería matarla.
— ¿Y por qué no lo hizo? ¿Por qué huyó?
— Es que me asustó el hombre fornido que apareció a su lado.
— Pero yo iba sola — replicó ella.
— La estaban protegiendo — dijo el asesino —. Usted no estaba sola.
Aunque no lo veamos, nuestro Ángel Custodio está con nosotros siempre. Es un amigo
noble. Tenlo presente siempre en tus oraciones.

* * *

La palabra “Ángel” significa “Mensajero”. Son seres espirituales, invisibles, creados por
Dios. A cada uno de nosotros nos asigna uno para que nos acompañe en el trayecto de la
vida. Algunos tienen nombres por la misión que Dios les asigna. “Ya estoy enviando a
mi Ángel delante de ti para que te proteja en el viaje, hasta introducirte en el lugar que te
he preparado”. (Éxodo 23, 20)

En el momento que tengas conciencia de lo sobrenatural mirarás con afecto y


agradecimiento a tu Ángel de la guarda, que va a tu lado, aunque no le veas, y buscarás
sus favores, que muchos te puede hacer. Hay días que estoy muy enredado con el
trabajo y me es imposible visitar a Jesús en el Sagrario. En esos momentos hago un alto,
rezo y envío a mi compañero celestial. “Anda”, le digo, “visita a Jesús de mi parte.
Póstrate ante su Divinidad. Reza. Y antes de regresar, dile que le quiero. Qué Claudio le
manda saludos”. Y esto es algo que con frecuencia hago.

Cada día crece mi relación con mi Ángel custodio y le pido perdón por haberlo tenido en
el olvido tanto tiempo. Me ha hecho muchos favores a lo largo de mi vida.

Mirando hacia atrás reconozco muchos acontecimientos en los que su presencia y


favores fueron evidentes. Me sacó de muchos peligros y apuros.

Hay algo en lo que no había pensado hasta hoy. Mi Ángel de la guarda ve el rostro de
Dios.

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Hoy le he pedido que vaya a verle y anoté tantas peticiones y mensajes. Le encomendé
llevarlas a la presencia de Dios. Y al final lo cambié todo por un gesto de amor y
agradecimiento: “Gracias por todo lo que me has dado”. No deseo decirle más que eso.
Que sepa que le quiero y estoy agradecido.

El mundo es como un pañuelo oscuro que nos cae sobre el rostro y nos impide ver más
allá. Sólo nos permite observar lo temporal, lo que está cerca y podemos tocar y usar a
nuestra conveniencia. La oración y la cercanía de Dios cambian esto. Comprendes que
hay más que lo que tus ojos ven. Y que Dios te cuida y te ama.

Por eso te encomendó a un Ángel, para que camine contigo y te lleve al Paraíso. Hoy es
el día de los Ángeles custodios y no quería dejar de mencionarlo.

***~~~***
Huye de la vanidad y la soberbia.
Te alejan de Dios y te acercan al demonio.

***~~~***

BUSCANDO A DIOS

La confusión es natural en un mundo confuso. Y más con el príncipe de la mentira


sembrado dudas e insidias en la humanidad, en ti, contra tu esposa o tu esposo, contra tu
vecino o aquél familia o político que aborreces. Debes buscar a Dios. Él que es Amor y
la fuente de toda gracia, no te dejará sin respuesta. Esto no es algo que me han contado,
he visto a Dios actuar en muchas vidas, dándoles la fortaleza que necesitaban en un
momento de angustia y aflicción.

Siempre recuerdo la mañana de julio que me encontraba en una oficina del gobierno
realizando unos trámites. Había una larga fila y llevaba rato esperando que me
atendieran. De pronto se abre la puerta y entra un sacerdote amigo. Se paró detrás de mí
en la fila y pudimos conversar a gusto. Fue un encuentro providencial. Lo que me contó
aquella mañana lo llevo grabado en mi corazón como una gota dulce de esperanza que
sorbo cada vez que necesito ese empuje en la vida y cuando estoy decepcionado y paso
un mal momento. Ese recuerdo, sus palabras, me llenan de paz y me ayudan a continuar,

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a pesar de todo.

“Soy sacerdote y el actuar de Dios en medio, siempre me impresiona”, me comentó. Se


notaba que estaba impresionado. “Vengo de conversar un amigo que me pidió
orientación espiritual. Tiene 3 hijas pequeñas y acaban de detectarte un cáncer terminal.
Va a morir pronto.

Cuando el doctor le dio la terrible noticia salió adolorido del hospital y se llenó de una
angustia que le devoraba el corazón. “Mis hijas”, se decía… “¿Qué será de ellas? ¡Dios
mío!”

No comprendía por qué Dios había permitido esto. Era injusto, inmerecido. Era una
persona de fe, solía tratar bien a los demás, ofrecía sacrificios por la salvación de las
almas… ¿Por qué esto? ¿Así, de súbito, sin estar preparado?

La tempestad se posaba sobre él y no tenía dónde guarecerse ni asirse. Sentía que no


podría resistir lo que estaba por venir. Y tomó su automóvil y se fue a dar vueltas por la
ciudad.

Pasó varias horas conduciendo, sin comprender. En eso recordó que la oración fervorosa,
fortalece y te ayuda a estar en la presencia de Dios y rezó. Estaba rezando, aceptando,
ofreciendo su dolor. Preguntó nuevamente: “¿Por qué Señor?”

Y de pronto escuchó una dulce y suave voz venida del asiento trasero de su auto que le
decía con claridad:

“NO TEMAS. YO ESTOY CONTIGO”.

Me quedé de una pieza con esta historia. El buen sacerdote no dijo más, yo tampoco
pude hablar. Guardamos un devoto silencio el resto de la mañana hasta que llegamos a la
ventanilla y el funcionario nos atendió. El corazón del hombre busca a Dios. Él quiere
ser buscado y amado libremente. Por ello nos dio el libre albedrío. Y es aquí cuando
llega el tentador y te ofrece las delicias de este mundo para que olvides ese anhelo y te
alejes de los caminos de santidad.

“Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de éste el


deseo de verlo. Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo
hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que
aspira sin descanso. En consecuencia, el hombre, por naturaleza y vocación, es un ser
esencialmente religioso, capaz de entrar en comunión con Dios”. (Catecismo de la
Iglesia)

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Hace unos años vivió en México un artista que cosechaba éxitos, se llamó: José Mojica
(1895 –1974). Fue un gran cantante y actor famoso. Participó en muchas películas.
Había conquistado el triunfo más allá de lo que podría uno lograr en esta vida, al menos
lo que es deseable para cualquiera. Era amigo de Agustín Lara y otros cantantes famosos
de la época. Pero su corazón estaba inquieto y se sentía solo. No hallaba paz. Un día
descubrió en su corazón el llamado de Dios, una voz que llevaba años escuchando sin
hacer caso. Abandonó el mundo para buscar la verdadera felicidad, aquella que el
corazón humano anhela desde que tiene sentido de razón y entró en la orden franciscana
siendo conocido como el Padre Fray José Francisco de Guadalupe Mojica. Algo
incomprensible en aquellos días. Entre el mundo y Dios eligió a Dios. Escribió un libro
sobre su vida, “YO PECADOR”. Incluso puedes encontrar en YouTube la película sobre
su vida. Te la recomiendo, es maravillosa.

Para un laico como yo, con espíritu franciscano, fue de gran inspiración y alegría. Veo la
mano de Dios tocando corazones, llamado, diciéndonos: “Hijos míos, aquí estoy”.

Se cuenta que San Francisco de Asís salió a caminar por una montaña donde abundaba la
nieve. El hermano que le seguía se estaba congelando y se quejó del frío. Francisco le
respondió que Dios le daba el calor que necesitaba y le sugirió poner sus pies sobre sus
pasos. Así lo hizo el fraile y encontró un lugar tibio en cada huella de Francisco. No fue
el único, existen historias similares con otros santos que llevaban consigo el fuego de
Dios.

Así nosotros debemos seguir los pasos de Jesús. Él nos dijo con claridad: “Yo soy el
camino... La verdad y la vida”. Sigamos ese camino y llegaremos a buen puerto,
nosotros y los nuestros. Y ¿cómo seguirlo? ¿Cuál es ese camino? San Agustín lo aclara:
“Ese camino es: primero la humildad; segundo la humildad; tercero la humildad; y
cuantas veces me preguntases, otras tantas te diré lo mismo”. Tal vez por ello solía
decir: “Si quieres ser santo, sé humilde, si quieres ser más santo, sé más humilde. Si
quieres ser muy santo, sé muy humilde”.

* * *

Por lo general Dios busca a los que pueden confundir al mundo. Cuando los ves piensas:
“Imposible que, a alguien como él, Dios le encomiende una misión, tiene carencia de
todo”.
Dios busca a los humildes, los rectos de corazón, a los justos, los pequeños, los débiles,
los inocentes y sin malicia, y a los que parece que nunca podrán con su misión.

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Primero te asigna la misión, después da lo que requieres. Así le pasó a Moisés. Me
encanta su historia. Era gago, no quería hacer lo que le pedía Dios y buscó mil excusas.
Al final Dios le suplió todo lo que requería, incluso le envió a su hermano para que
hablara por él.
Cuando Dios toma una resolución no le harás cambiar. Su voluntad es perfecta y santa.
Acepta y ofrece, aunque no lo comprendas. Después de todo, ¿quién puede comprender a
Dios con tanto amor por nosotros? Es algo que no se comprende. Nos ama a pesar de lo
que somos y hacemos.

***~~~***

¿ERES DE DIOS?

Sabes que eres de Dios porque amas, con un amor que sobrepasa el dolor, la aflicción, la
falta de fe y de esperanza. Es el amor que Dios te da, porque tiene tanto que se desborda
y anhela compartirlo contigo.
Y, ¿cómo es este amor? San pablo lo describió a la perfección.
“La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no
se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se
alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo
espera. Todo lo soporta." (1 Corintios 13, 4-7)
Dios tiene preferencia por los humildes, ellos “heredarán la tierra”. Los santos son
humildes por naturaleza y la Virgen Santísima fue la más humilde de las creaturas que
han existido. Decía un entendido: “señal segura de la santidad, es la humidad”. Por tanto,
nuestro mayor enemigo espiritual, ¿cuál es? “El orgullo”. Y el maestro del orgullo es el
demonio.
En lo personal siempre me ha impactado el inmenso amor de Dios, por nosotros, la
humanidad. Y nunca deja de amar, a pesar de lo que hacemos. “Se alegra con la
verdad”. Es algo que escapa a mi pobre comprensión. Dios es amor y su naturaleza es
amar. Qué bueno es Dios, nuestro Padre.
Solía pensar que el lenguaje de Dios era la oración. No importa en qué lenguajes rezaras,
Él siempre te escucharía y estaría a tu lado, en ti, para ti. Por eso, al rezar dialogamos
con Dios.
Ahora de grande con más años en la vida, me he percatado de algo que no estaba viendo.

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La naturaleza de Dios es el amor. Dios ama, por tanto, el amor es el lenguaje de Dios. Si
amas, estarás hablando siempre con Él, y permanecerás en su presencia.

***~~~***

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“Bendito sea Dios”.

CAPÍTULO SEIS

DIOS PUEDE MÁS

“No te dejes, no cedas, no te rindas”.

***~~~***

NO TE DEJES

Contra el orgulloso Satanás…La humildad y sencillez de corazón, al ejemplo de la


Virgen María.
Contra su odio por la Humanidad… La adoración al Santísimo Sacramento del Altar,
unir nuestros corazones al Amor de los Amores.
Contra la desobediencia del demonio… Tu obediencia a la santa voluntad de Dios.
Acepta y ofrece. Nada puede el demonio contra el que es obediente.
Contra los pecados capitales… El trabajo honesto, al ejemplo de san José.
Contra su maldad… La Misericordia que te pide Dios “Misericordia quiero que no
sacrificios”.
Contra el desgano espiritual que aprovecha el demonio… La oración fervorosa, que te
lleva a Dios.

***~~~***

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UN CONSEJO

Ayuda en todo lo que puedas al pobre y necesitado. NUNCA les des la espalda.

“La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán
de una larga vida”. (Tobías, 12, 9)

***~~~***

DESPIERTA

A menudo nos llega la tentación como una suave y dulce voz. Son pensamientos, que
parecen agradables. Te seducen. Muy dentro de ti sabes que no es correcto, pero la carne
te vence y caes. ¿Sabes que nos falta? Oración. Somos débiles. Hombres y mujeres de
barro, que oramos poco. San Josemaría Escrivá nos había escrito en su libro “Surco”
estas advertencias para ti y para mí: “No dialogues con la tentación. Déjame que te lo
repita: ten la valentía de huir; y la reciedumbre de no manosear tu debilidad, pensando
hasta dónde podrías llegar. ¡Corta sin concesiones!” (137)
“Chapoteas con las tentaciones, te pones en peligro, juegas con la vista, la
imaginación...” (132)
Esta mañana abrí mi Biblia buscando una respuesta a estas interrogantes. Fue
sorprendente. Dios nos habla de tantas formas maravillosas. Esta fue tan clara y directa
que penetraba lo más profundo del corazón.
Si mueres en pecado mortal, habrás perdido una brillante eternidad al lado de Dios.
Tu vida habrá sido en vano.
“Despierta tú, que duermes. Levántate de entre los muertos y la luz de Cristo brillará en
ti”. (efesios 5, 14)

***~~~***

69
¿A QUIÉN ACUDIRÉ?

“Así habla Yahvé: ¡Maldito el hombre que confía en otro hombre, que busca su apoyo
en un mortal, y que aparta su corazón de Yahvé!” (Jeremías 15, 5)
La lucha entre el bien y el mal existirá hasta el fin de los tiempos. Debes saber que detrás
de cada acto oscuro está el demonio maquinando la maldad, moviendo los hilos,
haciendo ajustes, provocando guerras, muertes, divisiones, pecados terribles, abusos
contra los niños…
También debes ser consciente que en el mundo existes cosas maravillosas que nos
llenan de
admiración y alegría. Cada despertar, cada momento feliz. El saber que hay religiosas en
clausura que en este momento rezan por ti y tus necesidades, que en cada instante en
algún lugar del planeta un sacerdote eleva una hostia y la consagra, que la Eucaristía
ilumina el mundo con la gracia y la luz de Dios… nos devuelve la confianza y la
esperanza y la alegría.
Me encanta rezar con los salmos cuando mis fuerzas disminuyen. Tengo mi librito de
salmos y acudo a él en los momentos difíciles, cuando dudo o temo o me inquieta la
adversidad. Me siento cuidado, amado, resguardado en su Amor, protegido.
“Yahveh mi fuerza, escudo mío, en él confió mi corazón y he recibido ayuda”. (Salmo
28, 7)
Podemos sentirnos débiles, agotados, sin fuerzas, pero tenemos a quién acudir. ¿Qué
necesitas para luchar? La respuesta es simple. A san Pablo Jesús le dijo: “Te basta mi
gracia”.

***~~~***

¿INFLUYE EL DIABLO EN EL MUNDO?

Coexisten un mundo espiritual y un mundo material. Parece que el diablo se mueve más
a gusto en el material, haciendo daño. Y es muy sencillo percatarse. Busca cualquier
diario en tu país y lee las noticias de primera plana. Nuestras abuelas suelen decirnos:
“Por sus frutos les conoceréis”. Pues en los diarios y lo que ocurre en diferentes países
del mundo puedes reconocer sus frutos amargos y dolorosos.

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Sin embargo, algo lo limita. También vemos belleza en el mundo. Personas nobles,
religiosas que viven en claustros y gastan sus vidas rezando por ti y por mí. ¿A qué se
debe esto? Aunque el diablo tiene poder y es un espíritu inmortal, está limitado en sus
acciones. No puede ir más allá, ni hacer lo que tú no le permitas. Si no fuese así, hace
mucho nos habría destruido, por el tanto odio que nos tiene.
Caes en sus garras, y destruyes tu vida, porque te encuentras en un momento de
debilidad.
Ocurre cuando abandonas la oración devota, no frecuentas los sacramentos, te han hecho
daño, o estás desilusionado de la vida. Él se aprovecha de ese momento para golpearte
sin escrúpulos.
Nadie te obliga a caer en la tentación, por más fuerte que sea. Siempre estás en
capacidad de vencerla, decirle “NO”. Caes en ella por elección libre. Pero cuando pecas,
de alguna manera quedas bajo el influjo del demonio, en su mundo oscuro y desgarrador.
Pierdes conciencia del pecado y todo te parece bueno.
Allí está ese pequeño grupo de sacerdotes que sin conciencia han hecho daño a niños
inocentes, a la Iglesia y a sí mismos. Un sacerdote hace un gran escándalo al caer.
Decepciona y espanta a muchos fieles, por eso son los más tentados por el demonio.
Sabe que, si logra hacerlos pecar, el mal se multiplicará exponencialmente a su
alrededor.
Hace poco estuve invitado en un programa de Radio María en panamá. Lo inicié
pidiendo perdón. “Reconozco lo poco que he rezado por nuestros sacerdotes. Quiero
pedirte perdón si eres sacerdote. Sé que necesitas nuestras oraciones y acompañamiento.
Me comprometo a rezar por ti. Y cada vez que visite a Jesús en el sagrario le recordaré
que estás gastando tu vida por los más débiles y desamparados, sus predilectos”.
Reza por los sacerdotes, no los dejes solos. Y pide a Dios santos sacerdotes.
El diablo no tiene compasión ni amor, ni misericordia, donde te descuides te va a
golpear fuerte, tan fuerte como te dejes.
Dios por el contario, quiere tu bienestar, desea que seas feliz y Él sí es
TODOPODEROSO, omnipresente, misericordioso y santo. Tiene un poder ilimitado. Y
los que aman lo llegan a conocer porque Él es amor. Nada hay más sabroso que vivir en
su presencia, bajo su mirada amorosa.
Hay una señora mayor, una dulce ancianita que suele llamarme por teléfono para
contarme sus penas. Es una dulce abuelita. La escucho atento y aprendo con ella virtudes
que no conocía. Ante su dolor e incomprensiones le sugiero:
“Dé valor al sufrimiento, si es inevitable, haga que valga para algo, ofrézcalo todo por
las almas del purgatorio y los pecadores, para Dios los socorra”.
Su mayor alegría es la misa diaria. Va a misa temprano y luego que termina la Eucaristía
se queda en devota oración, para agradecer a Dios tantos favores, luego va al pequeño
oratorio donde tiene el sagrario con Jesús sacramentado. Se queda una hora haciendo

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compañía a nuestro Señor. “Es la mejor parte del día”, me comenta emocionada “En esa
hora sé que no estoy sola. Que Jesús está conmigo. Siento su abrazo y su amor. Son
momentos maravillosos, que espero con ansias”.
Este mundo tan golpeado por las insidias del demonio necesita de tus oraciones y buenas
obras. Ofrécelo todo por la salvación de los pobres pecadores, por tu salvación y la de tu
familia, por la santificación de los sacerdotes y la iglesia, por los niños que han sufrido
abusos.

***~~~***

DIOS PUEDE MÁS

“Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del
diablo. Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y
autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas
del mundo de arriba. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo
puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad
como cinturón, la justicia como coraza; tengan buen calzado, estando listos para
propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así
podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la
salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando.
Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus
oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de todos los santos, sus
hermanos”. (Efesios 6, 11 -18)
¿Crees que el demonio tiene poder? Dios siempre podrá más.

***~~~***

“Que el pecado no reine más en vuestro cuerpo mortal, y que no os obligue a obedecer
a vuestras bajas pasiones”. (Romanos 6, 12)

LOS SANTOS Y EL DEMONIO

Muchos santos en nuestra iglesia han tenido encuentros y grandes batallas espirituales y
a veces físicas contra el demonio. No ha dejado de hostigarlos y tentarlos. Es conocido

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que al Padre Pío el demonio lo atacaba por las noches, lo tumbaba de la cama,
golpeándolo, dejándolo adolorido y lleno de moretones.
San Francisco de Asís en una ocasión tuvo tantas y tan fuertes tentaciones que se arrojó
desesperado contra un rosal para apaciguar su cuerpo, pero las espinas desaparecieron en
el acto. Se le conoce como el rosal sin espinas, de san Francisco.
Santa Teresa de Jesús es más gráfica y anotó algunos de sus encuentros perturbadores
con el demonio. Nos habla también del poder del agua bendita. En su libro de la Vida,
capítulo 31 lo describe de esta manera: “Quiero decir, ya que he dicho algunas
tentaciones y turbaciones interiores y secretas que el demonio me causaba, otras que
hacía casi públicas en que no se podía ignorar que era él.
Estaba una vez en un oratorio, y aparecióme hacia el lado izquierdo, de abominable
figura; en especial miré la boca, porque me habló, que la tenía espantable. Parecía le
salía una gran llama del cuerpo, que estaba toda clara, sin sombra.
Díjome espantablemente que bien me había librado de sus manos, más que él me
tornaría a ellas. Yo tuve gran temor y santigüéme como pude, y desapareció y tornó
luego. Por dos veces me acaeció esto. Yo no sabía qué me hacer. Tenía allí agua
bendita y echélo hacia aquella parte, y nunca más tornó”.
En la cercana Costa Rica vivió una religiosa salesiana que es Beata. Desarrolló una Obra
Social Inmensa. Se llamó Sor María Romero Meses. Hace poco estuve en la “Casa de
María Auxiliadora”, que ella fundó, escuchando testimonios, tomando apuntes para unos
escritos que deseaba hacer sobre sor María. Mi familia es de Costa Rica y crecí
escuchando las anécdotas y milagros de sor María. Una vivencia en particular siempre
me impresionó. El diablo quería hacer de las suyas y sor María se lo impidió. Esta es la
historia impactante, narrada en su biografía por ella misma y por aquellos que lo
vivieron para dar testimonio.
“Cuando se le permitió a Sor María, acompañada sólo de Sor Laura Medal, ir a instalarse
a la manzana del cafetal, donde ya se habían construido pequeños locales para el kínder,
tuvo lugar el problema de las culebras.
Sor María nos narra en su escrito sobre "Las Obras Sociales". A continuación, veamos lo
que ella nos dice:
“Gran parte del terreno, que ocuparía la Casa de la Virgen, al principio estaba cultivado
de plantas de café. Era un pequeño cafetal. Las aspirantes iban allí a pasar un rato de
recreo. Nunca vieron ni una culebra en ese lugar”.
Sor María dispuso que se usara mejor el terreno y mandó a plantar una hortaliza. La
cosecha fue maravillosa, se vendió parte del producto, comieron las Hermanas y
aspirantes y hasta alcanzó para los pobres.
El terreno era pequeño y rodeado de ciudad. Con todo esto sucedió algo muy raro. Se

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sacaron de este terreno más de 250 serpientes.
Algunas eran corales y terciopelos, serpientes muy venenosas. Se sacaron también
ciempiés y babosas por montones.
A veces, mientras Sor María y Sor Laura estaban comiendo, aparecía alguna culebra
arrastrándose por el suelo. A fuerza de escobazos lograban matarlas. El hortelano que allí
trabajaba, no les tenía miedo. Recogía muchas vivas y las metía en un frasco. Luego se
las enseñaba a las Hermanas o sino las mataba.
Sor María llegó a sospechar que fueran demonios que, para asustar a las pobres
religiosas, se transformaban en animales. Creía Sor María que esto era por el gran bien
que se estaba haciendo y por el mayor bien que se haría con la futura capilla. Pensaba
Sor María que lo que el enemigo deseaba era que se asustaran las pobres religiosas
y salieran huyendo. En vista de lo anterior, Sor María fue tres veces por el campo,
llevando en procesión la imagen de María Auxiliadora. Al mismo tiempo se rociaba
todo con agua de la Virgen, mientras todas recitaban juntas el Magníficat. Luego
Sor María imperaba: “Salgan de aquí, demonios infernales, aquí reina la Virgen. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”. El enemigo tuvo que
retirarse. Nunca más, después de construida la capilla, se ha vuelto a ver en ese lugar ni
una sola culebra”.

***~~~***

CÓMO VENCERLO

En nuestro tiempo la acción del demonio es tan evidente que quien no la ve es porque no
quiere. Está tras bambalinas, oculto, trabajando. Nunca había sido tan fácil pecar. Basta
salir de tu casa y la tentación está servida en bandeja. Extiendes la mano y la tomas
gustoso.
Dicen los sacerdotes exorcistas que en este mundo se abren ventanas por donde entra el
demonio. La superstición que lleva a la brujería, y ahora con la pornografía en nuestros
teléfonos móviles y computadoras, son algunas de las actividades que abren esas
ventanas. Así entran la oscuridad y el temor en nuestras vidas.
Es tan accesible el pecado que no lleva más de un minuto. Es demonio es astuto, se las
sabe todas... Al menos eso cree.
“¿Por qué es malo? ¿En qué me puede afectar? ¡Merezco esto!”, te dices ingenuo. Nada
más triste que tener la conciencia dormida y ver el pecado como algo natural, deseable.

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Estás encadenado y no te has dado cuenta...
Caes en un pecado que embarra tu alma y éste te lleva a otro, hasta que algo ocurre, una
tragedia, la enfermedad golpea tu casa o la cercanía de la muerte te hacen reaccionar. Y
sólo en ese momento, miras al cielo y recuerdas a Dios.
Siempre recuerdo la historia que me contó un amigo. Se encontraba una noche en una
fiesta familiar y uno de los presentes se indispuso. Él lo llevo al hospital para que lo
revisaran. Entraron por urgencias. Allí le dieron el dictamen: “Sufría un ataque
cardíaco”. Lo acostaron en una cama para hacerle los tratamientos y estabilizarlo. El
hombre aterrado le sujetó fuerte la mano a mi amigo y lo miró con desesperación. “He
pecado”, le dijo. “No estoy preparado. Ayúdame. No quiero morir...” Esas fueron sus
últimas palabras. En ese momento falleció.
La vida tiene su límite. Nadie sabe cuándo partirá. Por ello debes estar siempre listo, con
las maletas preparadas. Dispuesto a verte con Dios y enfrentar tu juicio.
Créeme, el PECADO es una mala compañía. Y te puede costar caro. No vale la pena
arriesgarte tontamente y ofender a un Dios tan bueno.
¿Qué te sugiero?
Reza, sobre todo el santo Rosario que tanto agrada a nuestra Madre del Cielo. Pídele su
protección, sobre ti y tu familia. Mantén una distancia prudente del demonio, sus obras y
acciones.
Acércate a Dios y a los sacramentos de la Iglesia. Guarda tu estado de gracia como un
tesoro que te fue encomendado. No veas esas imágenes indebidas que te llegan al
celular. Vales mucho a los ojos de Dios. Cultiva Su amor en tu interior. La gracia te hace
libre. El pecado te encadena, estoy seguro que lo sabes, llevas años tratando de libertarte
y nos podido. Te falta el anhelo de libertad, de vivir en la presencia de Dios y las fuerzas
para luchar y recuperar tu vida. Tal vez por eso Jesús nos dijo que debíamos volver a
nacer. Está en ti lograrlo. ¡Tú puedes!
La tragedia del pecado es que su efecto es colectivo, demoledor. Afecta a todos a tu
alrededor.
Aprovecha ahora que tienes vida, y haz una buena confesión sacramental. Aún hay
tiempo. Y cuando vayas a Misa vívela plenamente que es
la oración perfecta, un encuentro personal con Cristo.
Espera... ¿No te has confesado? ¿Hace cuánto? Pasan los años y llevas a cuestas tu alma
enferma. Vives alejado de Dios y de pronto, un día, sientes que algo te falta. Nada te
llena ni te satisface. Pesa mucho la ausencia de Dios. ¿Verdad?
Cuenta santa Teresa de Jesús que una vez vio un alma en pecado mortal y casi muere de

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espanto. No le permitas al demonio que te encadene con ese pecado que te cuesta
abandonar. De ti depende… Sé libre, feliz. La santidad te hace feliz. Sé santo. Nunca
seas motivo de escándalo para los demás.
El demonio no soporta la virtud de la humildad. Leí de aquél monje que el demonio se le
apareció en forma de un bellísimo ángel de luz. “He venido a traerte un mensaje del
cielo”, le dijo. El fraile humildemente le respondió: “Te has equivocado de persona
porque mayor pecador que yo no existe nadie y soy indigno que venga un ángel a
visitarme”. El demonio vencido por la humildad del fraile se retiró disgustado.
Hay una anécdota que me encanta de este sencillo y humilde fraile que a todos nos
conmovió con el testimonio de su vida. “Fray escoba”. Se cuenta también la vez que san
Martín de Porres caminaba por un mercado distribuyendo el pan de los pobres y sin
percatarse en su caminar, iba distraído, golpeó con el hombro a un hombre de gran
alcurnia el cual se indignó y empezó a gritarle a Martín todo tipo de inmoralidades,
insultos e improperios.
San Martín agachó la mirada, y respondió arrepentido: “Si vuestra Merced me conociera
mejor, sabría que soy mucho peor de lo que usted me dice”.
Se cuenta que en aquellos días corría la fama de santidad de una religiosa que tenía
visiones y recibía mensajes proféticos de nuestra Madre del Cielo y nuestro Señor. El
Papa llamó a san Felipe Neri y le encomendó la misión de entrevistar a la religiosa y
discernir si eran verdaderas sus visiones. En obediencia, Felipe se encaminó hacia aquél
convento. Fueron varios días de camino. Cuando llegó no reveló quién era. Por su
vestimenta, parecía un mendigo, pidiendo limosna, buscando un poco de caridad. Se
encontraba dentro del convento en un pasillo cuando esta religiosa pasó frente a él, en
actitud devota y de oración profunda. San Felipe la detuvo un instante. “¿Tendría su
merced la caridad de atarme los zapatos? Me es imposible agacharme”.
San Felipe levantó su pie dejando entrever su zapato enlodado y roto. La religiosa lo
miró indignada por tan extraña petición. “No tengo tiempo para estas cosas”, respondió
con soberbia, “Debo ir a rezar”. Y siguió su camino sin mirar atrás. El buen san Felipe
regresó donde el Papa, e hizo un simple gesto negativo con la cabeza respondiendo la
inquietud del Sumo Pontífice.
La humildad es la virtud de los santos. Siempre va por delante y es síntoma de la
santidad. El santo siempre es humilde, por eso advertía san Agustín: “Si quieres ser
santo sé humilde, si quieres ser más santo, se más humilde, si quieres ser muy santo, sé
muy humilde”.
Siempre me ha impresionado la historia de aquel fraile con fama de santidad que
trascendía fronteras y un día el Papa, al escuchar sobre sus virtudes, sintió curiosidad y
deseos de conocerlo y lo invitó para que fuera a verlo y hablar con él. El Papa contento
al ver un hombre tan santo, ejemplo para todos, lo invitó a sentarse a su lado. El diablo

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aprovechó este momento de debilidad del fraile y el orgullo entró en su alma. Regresó al
monasterio molesto, convencido que los otros frailes no lo trataban con la dignidad que
él merecía, pues se había sentado al lado del Papa.
Empezó a maldecir, odiar y terminó sus días en apostasía, encerrado en una oscura y fría
celda de la prisión. Me he dado cuenta: “El orgullo en un mal consejero”.
La caridad y la humildad son tus mejores virtudes para cultivar. ¿Te faltan? A todos nos
faltan, sobre todo la humildad. ¡Bien lo sé yo! ¡Cuánto nos cuesta ser humildes! Hay que
aprender que sin Dios nada podemos. Pero con Él presente en nuestras vidas, todo será
posible. He allí el don de la gracia y del amor misericordioso del Padre Eterno.
Santa Teresita del Niño Jesús nos muestra lo que es la caridad perfecta, aquella que
agrada a Dios. “Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los
defectos de los demás, en no extrañarse de sus debilidades, en edificarse de los más
pequeños actos de virtud que les veamos practicar”.
No señales a los demás por sus defectos, no murmures contra nadie. Perdona siempre, a
todos. Cultiva la virtud de la “templanza” que le da equilibrio a tu carácter. Irradia a
Cristo en tus palabras y tus acciones. Conserva como un tesoro tu estado de gracia.

***~~~***

“Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún
sacrificio: “Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en
desagravio por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”. (La
Virgen en Fátima)

***~~~***

EXORCISMOS

“Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se


puso a gritar a grandes voces: “¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret?
¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús entonces le
conminó diciendo: «Cállate, y sal de él”. Y el demonio, arrojándole en medio, salió de
él sin hacerle ningún daño”. (Lucas 4, 33, 35)

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¿Quién está facultado para hacer un exorcismo?
“Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar, NADIE puede realizar
legítimamente exorcismos sobre los posesos. El Ordinario del lugar concederá esta
licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.
(Código de Derecho Canónico 1172, 1-2)
Es todo lo que dice, pero lo dice todo.
¿Quién realiza una cirugía? Un médico especializado que ha estudiado, practicado por
años y acompañado a médicos especialistas.
Sólo una vez que esté preparado, el doctor recibe el beneplácito de la Institución médica
de su país. ¿Quién diseña un edificio? Un arquitecto graduado, que ha estudiado por
años, pasado múltiples exámenes y que al final de su carrera recibe un certificado que lo
señala como “apto” para este oficio. Igual ocurre con un exorcista. No todos están
calificados para realizar un exorcismo.
No juegues con fuego, te puedes quemar. Y las consecuencias serían nefastas. Sé
algunas historias dolorosas, pero me cuido de no alimentar el orgullo del maligno con
mis palabras. Mi único fin es exponerlo, que el mundo vea y conozca su maldad, que
comprendan que existe y que está tras bambalinas en muchos de los acontecimientos
cotidianos.
Lo que puedes hacer, sin consultar, y de hecho es tu obligación, es luchar contra el mal
y su influencia en el mundo de una forma sencilla, a tu alcance.
¿Cómo?
1. Sé santo. Vive en la presencia de Dios.
2. Acude a Misa diaria y comulga.
3. Acepta y ofrece los sufrimientos y enfermedades que Dios permita en tu vida.
4. Vive el Evangelio con alegría.
5. Perdona y pide perdón.
6. Sé misericordioso y justo con todos.
7. Haz una visita diaria a Jesús Sacramentado.
8. Nunca pierdas tu confianza en Dios. Es tu Padre.
9. Reza. Implora a Dios su protección.
10. Acude a la Santísima Virgen María. Pídele que nos cubra bajo su manto
protector. Y que proteja al mundo.
11. Pide a tu Ángel custodio, a diario, que te cuide.
En pocas palabras, desplaza el mal de este mundo, con la bondad y el bien, las buenas
obras y la misericordia. Vive en santidad buscando agradar a Dios con tus actos.
Parece poca cosa, ¿verdad? Serás apenas una diminuta y apenas visible llama, en medio

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de tanta oscuridad y maldad. Pero tu llamita, sumada a otras miles y millones, crearán
una gran llamarada de amor, imposible de ocultar, que desplazará la oscuridad que nos
envuelve, e iluminará el mundo, irradiando a Cristo.
Amado Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia
donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto
que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mí de tal manera que todas las almas que entren en
contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí
sino solamente a ti, oh Señor.
Reza el santo Rosario todos los días y recibirás bendiciones abundantes del cielo, para ti,
tu familia y el mundo entero. Ofrécelo al comenzar tus oraciones, por la paz del mundo,
la santificación de los sacerdotes y religiosas, por los que viven en pecado para Dios les
dé la gracia de la conversión, por los niños enfermos, las familias en conflicto, los países
en guerra, los que sufren… Este libro lo estoy escribiendo en octubre, el mes del
Rosario. Y te acompañaré en tu rezo diario. Juntos elevaremos nuestras oraciones al
cielo, clamando a Dios por un mundo mejor, más noble y justo y libre del mal.

***~~~***

MANTÉNLO A DISTANCIA

Ahora que sé quién es el maligno y su poder e influencia sobre la humanidad, ¿qué


puedo hacer? ¿Cómo defender a mi familia?
Sé de él que…
1. Es un espíritu.
2. El tiempo no lo afecta.
3. Odia.
4. Es orgulloso, desafiante.
5. Desprecia a la humanidad.
6. Quiere destruir la Iglesia.
7. Le teme al nombre de Jesús.
8. No soporta la presencia de nuestra Madre celestial, por su pureza y humildad.

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9. Conoce tus debilidades y se concentra en ellas.

Sabemos que no puede hacer más daño que aquél que tú le permitas. Y nadie te obliga a
pecar. Tienes libre albedrío y puedes elegir. No conozco al demonio, ni le he visto, y
doy gracias a Dios por ello. Ni siquiera intento que esto ocurra, al contrario, mientras
más lejos lo tenga, mejor.
Entonces, “¿cómo te atreves a escribir este libro?”
Es muy sencillo. Veo sus frutos y los describo. Tú toma el hilo, recógelo en el camino,
síguelo, y te llevara al ovillo.
Mantente lejos de él, a distancia. Es saludable que le tengas miedo. No conoces su odio y
la furia que puede desatar. Sin embargo, debes saber que nada puede hacerte a distancia,
si conservas tu estado de gracia, porque Dios habita en ti.
Vive tu fe con naturalidad. Sé humilde, el acusador no soporta la humildad, no puede
resistirla y huye de los humildes. Reza, ponte en la presencia de Dios. No abras ventanas
por las que él pueda colarse. La tabla de la ouija, ver pornografía, usar tu cuerpo para
generar malos deseos, vivir con rencores y odios, visitar adivinadores.
¿Cómo alejarnos del maligno y sus influencias? Es muy sencillo, vive con alegría el
Evangelio. Sabes, no son palabras vanas para ser leídas o que las escuches durante la
Eucaristía, sino Palabras de Vida Eterna.
El Evangelio es la Buena Noticia que se nos da, para que vivas:
EL perdón.
El amor
La misericordia
La presencia de Dios.
El saber que todos somos hermanos.
Abre los ojos querido hermano, no camines ciego por el mundo. Y ama, ama mucho,
porque Dios es amor y te amó primero.
Ese pecado que llevas oculto, por años, sin confesarlo. Dios lo ve. No le sigas dando
gusto al demonio. Da la batalla. Haz una confesión sacramental y recuperar la gracia.
Es hora de soltar ese lastre en tu vida. Mereces algo mejor. Ten la certeza que Dios te
ama y te espera con los brazos abiertos. Eres uno de sus predilectos.

***~~~***

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CONOCIENDO AL AUTOR

Es de noche, son las 7:24 p.m. en Panamá. Mientras escribo estas palabras pienso en el
Claudio niño, hace muchos años, en la ciudad de Colón, lleno de ilusiones,
completamente ingenuo.
No tengo miedo. Me sé en la presencia de Dios. Sé quién me cuida y eso me ayuda a
estar tranquilo.
Tomo la espada y me preparo, en mi desbordada imaginación, para luchar contra el
demonio, como si él peleara justo siguiendo reglas… Lo que es la inocencia.
He vivido muchos años y he visto muchos eventos que me ayudan a reflexionar en el
sentido de la vida. ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué nos ama Dios? ¿Por qué el diablo se
llenó de orgullo?
Seguro ya lo notaste. Básicamente narro historias, mis vivencias y muchos testimonios
que mis lectores me comparten y me piden: “Claudio, ¿podrías publicar lo que me pasó,
en uno de tus libros?”
Es lo que hago, narro anécdotas, historias, testimonios que te descubren un mundo
antiguo y que parece olvidado, con el que convivimos todos los días, el mundo
espiritual. Porque somos carne, pero también espíritu.
Te daré un ejemplo muy sencillo. Convives a diario con tu ángel de la guarda. Está
siempre contigo, a tu lado, te susurra a la conciencia lo que está bien y lo que no, para
que libremente, con tu albedrió decidas qué hacer. Está contigo, pero no lo ves. Y no por
ello puedes decir que no existe. Bien lo dice la escritura: “En Dios vivimos, nos
movemos y existimos”.
A menudo los lectores de mis libros me escriben para hacerme consultas de todo tipo:
espirituales, familiares y cómo vencer el difícil momento que están viviendo. Nunca he
sido bueno aconsejando, mi vida es tan complicada como la de ellos. Soy un simple laico
casado, con 4 hijos, no soy teólogo, hablo y escribo de las vivencias cotidianas de un
padre de familia que busca a Dios.
Aun así, suelo hacer tres recomendaciones básicas, porque he visto que funcionan. Las
he probado y cientos de personas me confirman su eficacia.
Hacer visitas diarias a Jesús Sacramentado

Ve al sagrario de la Iglesia más próxima. Quédate con Jesús. Acompáñalo, cuéntale tus
dificultades y alegrías. Es un gran amigo el mejor de los amigos y sabrá escucharte con

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atención y cariño. No conozco a nadie que visite a Jesús y quede igual, sin respuestas. Él
te concede por amor las gracias que necesitas para ser una mejor persona y poder
enfrentar las adversidades y el mal momento que estás pasando.
Recuerdo el caso de un joven que pasaba un momento muy difícil. Se me acercó para
pedirme un consejo, pues no sabía qué hacer. Lo escuché cuidadosamente y le di este
consejo, el que a todos les doy: “Ve al sagrario y habla con Jesús”. A los meses lo volví
a encontrar. Estaba un poco inconforma. “Nada. Parece que Jesús no me ha escuchado.
Todo sigue igual”. “¿Estás seguro?”, le pregunté. “Piensa un poco, ¿qué ha cambiado en
tu vida desde que visitas a Jesús en el sagrario”.
El joven se quedó unos segundos pensando, su mirada de incertidumbre cambió con una
espléndida sonrisa. “¡Santo cielo!”, exclamó sorprendido, “¿Cómo no he podido verlo
antes?”
Y continuó: “Ciertamente algunas actitudes fundamentales han cambiado en mi vida.
Soy más optimista, seguro de mí mismo, paciente y enfrento sin temor aquello que está
mal y que antes me paralizaba sólo de pensarlo. Veo el mundo con otra mirada”. De
pronto quería agradecerme por estas cosas y rápido le respondí: “Eh, a mí no, nada hice.
Debes agradecer a Jesús. Él es quien hace lo importante, toca las almas, transforma
corazones. Ve al sagrario y agradece a quien debes. Y no dudes más”.
Haz una buena confesión sacramental.

Recupera tu estado de gracia. Me he percatado a lo largo de los años que sin la gracia
todo es complicado. En la gracia ocurren los milagros. Suelo pensar: “Si pierdo la gracia,
lo pierdo todo”. Custodia tu estado de gracia como un tesoro que se te ha confiado. Y
ciertamente es un tesoro, la llave que te permitirá abrir las puertas del Paraíso. La gracia
te mueve a ser humilde pues reconoces que NADA puedes sin Dios. La gracia te lleva a
perdonar con facilidad y amar a todos y ser misericordioso y a encontrarte en los pobres
y necesitados con el Amor de los Amores.

Tendrás un corazón puro. Y eso es una bendición que no tiene precio. “Benditos los
puros de corazón porque ellos verán a Dios”. (Mateo 5, 8)
Me encontraba en el Santuario Nacional del Corazón de María cuando un conocido, que
no veía hace años, se me acercó a saludarme. Hablamos de nuestras familias, trabajos,
sueños. Y de pronto me dice que en ocasiones no siente nada por la vida. Por eso estaba
allí, en misa, buscaba algo, no sabía bien qué, para llenarse y encontrar sentido a la vida.
―Te falta presencia de Dios― le respondí.
― ¿Y qué hago?, ¿cómo lo encuentro?
―Está en todas partes― le dije. ―En Dios vivimos.

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―Pero no lo siento en mí.
―Por supuesto, no esperes que Dios habite en ti si tienes el alma sucia, manchada y
vives conforme con tus pecados.
―Hace mucho que no pensaba en ello.
―Si me preguntas qué hacer, es más que evidente.
―Pero yo no veo “eso” que es tan evidente.
―Te encuentras en la Iglesia, hay varios sacerdotes confesando. Haz un examen de
conciencia. Luego, acércate uno de los confesionarios y haz una buena confesión
sacramental. Te sentirás liberado, nuevo. Y podrás experimentar la presencia de Dios en
tu vida, recobrar el sentido a todo.
Se marchó cabizbajo y no lo vi en meses. Un buen día apareció. Me lo encontré en el
mismo lugar. Parecía otra persona. Radiante, alegre, motivado. Venía con su familia a
misa. Me los presentó y antes de entrar a misa me dijo en voz baja: “Me confesé
Claudio. Cambió mi vida. Fue como liberarme de un gran peso. Ese peso sobre mis
espaldas era lo que no me dejaba vivir y disfrutar la vida. Soy un hombre nuevo”.
Entró a misa con su familia y pensé en la grandeza de los sacramentos que nos dejó
Jesús, capaces de limpiar nuestras almas y devolvernos la amistad con Dios.
Pide consejo espiritual a un sacerdote
Los mejores consejos los he recibido siempre de un sacerdote, por eso valoro tanto sus
homilías y las palabras que te dicen al final de la confesión.

***~~~***

LAS IDEAS PARA LOS LIBROS

¿Por qué escribo estos libros? ¿Qué me motiva? ¿Dónde me inspiro para escribir? A
menudo me hacen estas preguntas. Con este libro no ha sido diferente.
Quería mostrarte la influencia del mal en nuestro mundo, decirte que “el demonio
existe”, para que te cuidaras y no fueses una presa fácil a sus insinuaciones y las
tentaciones cotidianas. Y he terminado hablándote de Dios, su amor por la humanidad,
su Misericordia. Ya me lo esperaba. Siempre me ocurre. No importa qué tema trate en
mis libros, surge de mi interior esa necesidad de hablar de Dios. Es tan bueno nuestro

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Padre que su amor todo lo opaca.
De niño solía ir a un rincón solitario de la casa para hablarle y experimentar su presencia
amorosa. También de niño pude ver la mirada tenebrosa del maligno, tratando de
confundir y llevarme al pecado. Su crueldad no tiene límites.
Dios en su bondad cuidó mis pasos y a pesar de mis rebeldías juveniles, nunca me dejó
solo. Siempre estuvo conmigo. ¡Quién como Dios!
Ahora de grande dedico mis días a escribir y publicar estos libros de espiritualidad, con
testimonios, reflexiones, oraciones, y la vida en familia. Soy un escritor católico. Amo
mi iglesia, a pesar de los escándalos. Y pido a Dios la gracia de morir en la fe.
A menudo me escriben lectores de diferentes países. Me cuentan sus inquietudes en la fe.
Los remito siempre donde un sacerdote y a Jesús en el sagrario.
Como ves, soy un simple escritor, poco complicado. No digo nada nuevo. Comparto
vivencias y llevo un mensaje sencillo. Lo importante, lo verdaderamente importante lo
hace Dios.
Él es quien abre los corazones de los lectores, quien sana sus almas y toca sus vidas,
transformándolas.
¿Mis libros? Pues es muy simple. Obtengo cientos de ideas de la lectura meditada de la
Santa Biblia. Aprendo muchísimo leyendo las biografías de los santos.
Sobre mi escritorio tengo una réplica de la cruz de san Damián. Suelo verlo allí. Me
acompaña muestras escribo este libro.
Contemplar a Jesús en la Cruz es una escuela de espiritualidad. Aprendes el verdadero
significado del amor, la humildad, mansedumbre, paciencia, perdón, “Padre perdónalos
porque no saben lo que hacen”. (Lucas 23:34), confianza plena en el Padre, “Padre en
tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46)
Hay un poema de Gabriela Mistral que me encanta y suelo repetirlo ante la cruz, al
contemplarlo a Él, allí, por mí.
No es lo único. Hay tanta riqueza en nuestra Iglesia. Y Dios siempre es nuevo, nunca
podremos escribir lo suficiente de Él.
Obtengo muchas las ideas para estos libros en el lugar más sencillo que puedas imaginar.
El más hermoso y humilde de todos. Uno que está al alcance de cualquier persona. Son
los pequeños oratorios en las iglesias donde tienen el sagrario y custodian a Jesús
Sacramentado, en las hostias consagradas. Después de misa lo sacerdotes guardan allí las
hostias consagradas que no han sido consumidas. En esos oratorios se encuentra el Rey
de reyes, mi mejor amigo, Jesús Sacramentado.

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Estar allí, con Él, haciéndole compañía, en profunda devoción, es una experiencia
singular que debes tener. A todo el que puedo se lo recomiendo. “Ve donde Jesús”, les
digo. “Él tiene todas las respuestas”. No hay palabras para definir esta maravillosa
experiencia. La que más se asemeja es ésta: “Paz interior”.
Él, agradecido por tu visita, te llena de gracias insospechadas. Te inunda una paz
sobrenatural, un gozo tan grande que se desborda y no puedes contenerlo. Quieres
compartirlo con todos. Es una gracia que te mueve amar y perdonar a todos, a ser
misericordioso. Estar en la presencia de Jesús del sagrario es mi gran Escuela de
Espiritualidad, dónde nutro el alma y escribo.
Cuando amas a una persona deseas estar siempre en su compañía y hablas a todos de tu
felicidad. Es lo que me pasa con Jesús en el sagrario. He visto tantos milagros patentes y
le quiero mucho, por eso tengo la necesidad de escribir y contar esas experiencias. En mi
pobre fe, lo poco que comprendo, me parece tan grande y maravilloso que vivo
esperando el día que Jesús me permita ir en su presencia amorosa y pueda tener el
conocimiento pleno, comprender y ver en toda su magnitud el amor inmenso que Dios
nos tiene.
Esa visión de Dios es lo que tanto anhelo por eso procuro cuidar mi alma, mi vista, mis
pensamientos, aunque no siempre lo consiga. “Felices los de corazón limpio, porque
verán a Dios” (Mateo 5, 8). Ese es mi sueño, ver a Dios un día y decirle como santa
Clara de Asís al momento de su partida de este mundo: “Gracias Padre por haberme
creado”.
Deseo agradecerle por haberme amado, por la oportunidad de haber vivido esta vida
maravillosa, llena de complicaciones, sufrimientos, problemas, dificultades, malos
momentos, pero también experiencias extraordinarias, maravillosas, únicas, que hacen
que valga la pena.
Otro momento extraordinario, donde obtengo ideas para mis libros, es durante la santa
misa. En medio de una Eucaristía suelen brotar tantas ideas… Es como un río que se
desborda, no puedo contenerlo ni recoger toda el agua y le digo a Jesús: “Calma, vamos
despacio, que no puedo anotar tan rápido”. Pero Él todo lo da en abundancia y vienen
cientos de ideas. Atrapo las que puedo y con ellas trabajo estos libros.
Llevo una libreta para anotar y cuándo se acaba, tomo la hoja dominical de la iglesia y
ahí escribo.
De pronto vas a ver un feligrés escribiendo, soy yo, anotando las ideas que me llegan en
raudal a un ritmo que va más allá de mi capacidad. Me encanta hacer esto, dar lo poco
que puedo por Jesús, tomar mi espada que ahora es la palabra y combatir por Jesús.
Mostrar su amor inmenso, su misericordia, su ternura.
¿Y este libro?

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Con este libro quiero EXPONERLO. Es tu gran adversario, el enemigo de las almas,
para que lo veas y lo reconozcas, sepas existe para hacerte daño a ti y a tu familia tus
hijos y a tus nietos. El maligno, cargado de odio, te aborrece, desea destruirte. La
pregunta es: “¿Lo vas a dejar?”
Ruge como un león y ronda buscando a quien devorar, pero está encadenado y no se
puede acercar mucho a ti. Eres tú quien se acerca a él, aceptando las tentaciones.
Es tan sutil e inteligente que te las presenta deseables, ocultándote las consecuencias de
aceptarlas. Son como caramelos, dulces, apetecibles, deliciosos… así te lo presenta. No
te va a mostrar el pecado como algo desagradable, sino deseable, que mereces y
necesitas probar.
Depende de ti saber discernir el bien del mal, escuchando a tu conciencia. Guarda a Dios
en tu corazón pues Él te ama muchísimo. Guarda tu alma y tu vida, para la eternidad, no
la desperdicies. El placer es un pequeño momento, pasajero. Fuiste creado para la
eternidad y vales mucho a los ojos de Dios, más de lo que puedes imaginar o pensar. Lo
eres todo para Él. Eres su alegría, su Esperanza, su ilusión, su hijo amado. No lo
defraudes con el pecado. Dios espera mucho de ti. Sé fiel generoso.
Hace poco leí esta frase que me impresionó mucho: “El demonio conoce tu nombre,
pero te llama por tu pecado. Dios conoce tu pecado y te llama por tu nombre”.
Dios nunca dejará de llamarte por tu nombre, “hijo, te esperaba hace mucho”. Es un
Padre amoroso tierno. Confía en Él y te irá bien
He llegado a la conclusión que la grandeza del hombre está en vencerse a sí mismo, a sus
propias apetencias y aceptar en todo momento la sagrada voluntad de Dios, que es
perfecta, aunque no la comprendamos en nuestra humanidad.
Debes saber que, aunque éste es un libro que escribimos para exponer al demonio, sus
maldades y su odio acérrimo contra la Iglesia y la humanidad, su nombre no será el
punto final, puesto que el mal nunca prevalecerá.
Vamos a terminar el libro con el nombre santo de Dios, nuestro Padre.
“Y gritaban, respondiéndose el uno al otro: “Santo, Santo, Santo es Yahvé de los
ejércitos, su Gloria llena la tierra toda.” (Isaías 6, 3)
Dios te bendiga y te guarde, amable lector. No temas. Dios va contigo.
“Benedícat tibi Dóminus et custódiat te; osténdat fáciem suam tibi et misereátur tui.
Convértat vultum suum ad te et det tibi pacem”.
TRADUCCIÓN
“El Señor te bendiga y te guarde; te muestre su faz y tenga misericordia de ti. Vuelva su
rostro a ti y te dé la paz”.

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NO TEMAS.
“Con el Rosario triunfarás”.

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"¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la
vida que ha prometido el Señor a los que le aman”.

(Santiago 1, 12)

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DEJA TU RESEÑA

Amable lector… Muchas gracias por leer mi libro:


“EL MUNDO INVISIBLE”

Espero que te haya abierto los ojos y sepas a quién te enfrentas en la vida cotidiana.
Descubrimos que podemos vencer las tentaciones y fortalecer nuestra fe, al lado de Dios,
nuestro Padre.
Me atrevo a pedirte un favor. Si este libro fue de bendición para ti, deja una reseña, en
la que comentas su lectura. Hazlo en el lugar donde lo adquiriste.
Cada reseña es importante. No te tomará más de un minuto y ayudará a otros lectores a
saber lo que podrán esperar del libro.
Muchas gracias de nuevo por tu apoyo, al escribir tu reseña y leer mi libro. De esta
forma nos ayudas en nuestro pequeño apostolado de la palabra escrita.

***~~~***

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Te invitamos a leerlos. Puedes hallarlos en el portal de Amazon.

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Ésta es su página de autor:
www.claudiodecastro.com
Éste es su email:
edicionesanab@gmail.com

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Hemos terminado de escribir este libro hoy,


7 de octubre del 2018, día de la Virgen,
Nuestra Señora del Rosario.

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Índice
CON EL ROSARIO VENCERÁS 2
Donde ocurre la Batalla Final 2
CAPÍTULO UNO 7
CAPÍTULO DOS 20
CAPÍTULO TRES 44
CAPÍTULO CUATRO 54
CAPÍTULO CINCO 60
CAPÍTULO SEIS 68

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