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REPERCUSIÓN DEL USO DE COMBUSTIBLE EN LA POBREZA

La producción de biocombustibles forma parte de una estrategia competitiva dentro del

mercado mundial, principalmente para países desarrollados como Estados Unidos.1

Para un ambiente saludable, la OMS, refiere a los retos que representan hoy en día la

calidad de aire. Los objetivos de desarrollo sostenible de los indicadores de

contaminación del aire y energía implica el mayor riesgo en el sistema de salud de todo

el mundo. Si bien se calcula que en 2012 murieron 7 millones de personas por

contaminación de aire ambiental y en el hogar.2

Las directrices de calidad del aire de interiores de la OMS dan 4 recomendaciones: utilizar

en lo posible únicamente combustibles limpios (gas, electricidad, biogás) en el hogar; si

utiliza combustibles sólidos, utilice estufas muy eficientes; no utilizar kerosene en el

hogar, no utilizar carbón mineral en el hogar.2

Se estima que el uso de combustibles sólidos (UCS) es responsable del 50% de las

muertes por neumonía infantil, el 30% de las muertes por EPOC y el 18% de las muertes

por enfermedades cardíacas isquémicas.2

La situación de uso de combustibles sólidos en países pobres como Honduras: La leña

sigue siendo la principal fuente de energía utilizada como medio de cocción de alimentos.

59.2% de la población rural y 33.7% de la población urbana utilizan exclusivamente leña

para cocinar. 21.5% de la población utiliza leña junto con otro combustible limpio y

únicamente el 18.5% de la población rural y el 45% de la población urbana no utilizan

leña para cocinar. Se calcula que esto representa 6.5 millones de m3 de leña al año.2

La evidencia del impacto en la salud por el uso de combustibles sólidos (UCS) en el

hogar. La combustión de combustibles sólidos es ineficiente y esto crea monóxido de

carbono (CO), material particulado (PM) y otros compuestos.2


La exposición de una mujer cocinando en un fogón típico llega a 500 µg/m3 en 24 horas.

Las guías de Calidad de Aire de la OMS establecen un promedio anual de 10 µg/m³ para

tener un ambiente saludable. Ningún microambiente público, en interiores o exteriores,

debe tener más de 35 µg/m³.2

Hay cientos de estudios epidemiológicos que comparan los efectos en la salud en hogares

que usan combustibles limpios, vs. combustibles contaminantes.2

Hay cada vez más evidencia indirecta que vincula la exposición a contaminación

ambiental en el hogar por UCS con: presión sanguínea, función cardiaca, función

pulmonar, toxinas en la orina. Hay evidencia fuerte que vincula la exposición a

contaminación ambiental por UCS con: Neumonía, EPOC, enfermedades del corazón y

apoplejía, cataratas y cáncer pulmonar. La mitad de la neumonía en el mundo se atribuye

al UCS. La contaminación ambiental por UCS es el cuarto riesgo a la salud y el principal

riesgo ambiental en el mundo. Doceavo en América Latina, segundo lugar en Guatemala,

y responsable de alrededor de 90,000 muertes prematuras al año. El UCS es además una

fuente importante de contaminación del aire en exteriores. Enfermedades con menos

evidencia pero que también se espera estén relacionadas con el UCS: Bajo peso al nacer

y partos prematuros, tuberculosis, otros cánceres – cervical, vías respiratorias altas, etc.

efectos cognitivos y neumonía en adultos.2

La única manera de disminuir el impacto a la salud significativamente es eliminando el

UCS. Las estufas con chimenea deben considerarse una solución intermedia y debe

evaluarse su impacto en la salud para ayudar a los tomadores de decisiones a tomar una

decisión informada.2

Especificaciones Regionales
El África al sur del Sahara es la región donde la dependencia de la leña es más acentuada,

con porcentajes que varían entra el 90 y el 98% en las zonas rurales y pueden superar el

90% en los balances energéticos nacionales. Las formaciones leñosas naturales juegan un

papel preponderante en el aprovisionamiento, pero se aprovechan con poca eficiencia,

relativamente, debido quizás a que han sido abundantes hasta hace poco. Las poblaciones

están concentradas en general en las zonas de sabana, donde las condiciones ecológicas

son poco favorables para los bosques. Con frecuencia existe un fuerte contraste entre las

zonas de sabana, con grave déficit, y las zonas forestales vecinas, que disponen de

excedentes, contraste que se debe, claramente, a las condiciones de accesibilidad y a la

falta de infraestructura. Incluso en las zonas relativamente pobladas, los recursos de leña

no provenientes de fuentes forestales convencionales no desempeñan más que una

función accesoria: parece como si el árbol estuviera en general menos integrado en el

paisaje rural y en los sistemas de cultivo que en otras regiones. Por otro lado, los tipos de

agricultura o de plantas cultivadas parecen poner a disposición menores cantidades de

desechos para la obtención de energía. 3

Africa del Norte y el Medio Oriente presentan una gran diversidad de situaciones

geográficas, ecológicas y económicas y, debido a ello, la dependencia de la leña refleja

más bien la existencia o ausencia de fuentes de aprovisionamiento que la disponibilidad

nacional de combustibles fósiles. En los países en que las condiciones ecológicas

permiten un mínimo de productividad forestal se asiste a un aumento del consumo de leña

paralelo al del consumo de otros tipos de energía: ello se debe a la dependencia continuada

de la leña en que se hallan los estratos más pobres de la población y también a cierta

preferencia por ese combustible tradicional. A posar de todo, el consumo de leña es, salvo

excepciones, limitado y la leña no es el combustible principal: lo más notable es sobre

todo la pobreza de los grupos de población que la utilizan que por ello mismo no tienen
acceso a otros combustibles. Sólo en pocos países que disponen de recursos forestales

importantes se encuentra una notable dependencia de los combustibles leñosos y en ellos

el déficit respecto de las necesidades es a menudo importante. Otra característica

particular de esta región es la existencia de corrientes comerciales, en particular de carbón

vegetal, en aquellos lugares donde las disponibilidades financieras permiten importar ese

combustible tradicional, preferido para determinados usos domésticos.3

El Asia se distingue ante todo por dos características: la importancia de las poblaciones

que dependen de los combustibles tradicionales, y la complementariedad de la leña, los

residuos agrícolas y los excrementos animales, que llega al punto de hacer difícil una

distinción entre ellos. La antigüedad de los asentamientos humanos hace que las

poblaciones dependientes de la leña se hallen a menudo concentradas en zonas de gran

densidad, con fuerte crecimiento demográfico, y alejadas de los recursos forestales,

alejamiento que hace difícil el transporte de los productos de ellos derivados. Por ese

motivo, las disponibilidades de leña provenientes de recursos distintos de las formaciones

leñosas naturales tienen en esa región importancia particular: el árbol está a menudo

íntimamente asociado a las formas de cultivo y representa un complemento apreciable.

La diversidad de los combustibles utilizados hace difícil evaluar las necesidades mínimas

reales de leña: en algunos casos el consumo energético se basa tradicionalmente en la

utilización de residuos agrícolas y excrementos del ganado, cuyo uso, por tanto, no puede

considerarse como índice de una grave escasez de leña. El problema de la leña en Asia se

encuentra esencialmente en el subcontinente indio y en ciertas zonas limitadas del

sudeste: la densidad de población de esas zonas, que es del orden de varios centenares de

habitantes por km2 y va en continuo aumento, plantea problemas de aprovisionamiento

rural particularmente complejos y delicados de resolver, a causa de las posibles

repercusiones en los sistemas energéticos y de producción agrícola, estrechamente


vinculados entre si, y del frágil equilibrio existente. Es en Asia, pues, donde se encuentran

las situaciones deficitarias más graves, tanto por las dimensiones de las poblaciones

afectadas y la importancia del déficit como por las consecuencias que ese déficit tiene

para el medio y los recursos naturales de las zonas en cuestión e incluso de las llanuras

situadas por debajo de ellas.3

En América Latina las situaciones son más heterogéneas, debido a la diversidad de formas

de vida y de costumbres y a las condiciones físicas y humanas. Una proporción no

insignificante de las poblaciones rurales no utiliza ya combustibles leñosos, pero ello se

ve contrarrestado por un porcentaje más elevado de utilización en las zonas urbanas, que

hace que, en vastas zonas, la dependencia de la leña siga siendo alta. La diversidad de las

situaciones dificulta las estimaciones y la aplicación de parámetros para determinar la

disponibilidad y las necesidades de leña. Mientras es evidente que las formaciones

naturales desempeñan una función importante en los aprovisionamientos, el papel de las

masas boscosas rurales es más difícil de estimar. La región se caracteriza además por la

presencia, en las zonas de escasez aguda, de condiciones ecológicas generalmente

difíciles y por una compartimentación de las situaciones que hace difícil la transferencia

de recursos de las zonas excedentarias a las deficitarias. Hay que subrayar también la

importancia de los movimientos de población hacia zonas recién colonizadas y la

gravedad que en esas zonas reviste la deforestación. Por último, no hay que olvidar que

en América Latina se encuentran grandes industrias consumidoras de leña y carbón

vegetal: es la región donde el consumo industrial de combustibles leñosos reviste mayor

importancia, lo que con frecuencia tiene repercusiones negativas para el

aprovisionamiento energético doméstico de las poblaciones rurales, en particular en el

Brasil.3

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