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Investigación sobre el entendimiento humano - D.

Hume
Christian García Andreu
Teoría del conocimiento II 2018/2019

En el presente texto, trataremos de exponer la crítica al principio de causalidad y a la idea


de conexión necesaria entre causa y efecto, que David Hume expone en los capítulos IV
y VII de su libro “Investigación sobre el entendimiento humano”. Para ello primero
citaremos la distinción de Hume de los objetos de investigación de la razón humana:

“Todos los objetos de la razón e investigación humana pueden, naturalmente, dividirse


en dos grupos, a saber: relaciones de ideas y cuestiones de hecho; a la primera clase
pertenecen las ciencias de la Geometría, Algebra y Aritmética y, en resumen, toda
afirmación que es intuitiva o demostrativamente cierta […] No son averiguadas de la
misma manera las cuestiones de hecho, los segundos objetos de la razón humana; ni
nuestra evidencia de su verdad, por muy grande que sea, es de la misma naturaleza que
la precedente. Lo contrario de cualquier cuestión de hecho es, en cualquier caso, posible,
porque jamás puede implicar una contradicción, y es concebido por la mente con la
misma facilidad y distinción que si fuera totalmente ajustado a la realidad. Que el sol no
saldrá mañana no es una proposición menos inteligible ni implica mayor contradicción
que la afirmación saldrá mañana. En vano, pues, intentaríamos demostrar su falsedad.
Si fuera demostrativamente falsa, implicaría una contradicción y jamás podría ser
concebida distintamente por la mente.”1

Tras esta distinción, plantea que la naturaleza sobre nuestros razonamientos de las
cuestiones de hecho no es otra que la relación causa-efecto, siendo el fundamento de esta
última relación la misma experiencia. Pero a esto último, le surge la nueva pregunta sobre
cuál es el fundamento sobre nuestras conclusiones de la experiencia. A partir de ahí,
plantea como tesis central el que no podemos tener certeza sobre el futuro, ya que las
conclusiones derivadas de la experiencia en la relación causa-efecto no están
fundamentadas en razonamiento o proceso alguno del entendimiento humano.

Y es que, según Hume, solo podemos observar las cualidades superficiales de los objetos,
la naturaleza nos oculta lo que hume llama poderes y principios ocultos de los que
dependen el influjo que pueden tener estos objetos. Nuestros sensaciones o sentimientos
nos dan información sobre las cualidades sensibles de las cosas, como puede ser el color,

1
Hume, D. (1981). Investigaciones sobre el conocimiento humano. Madrid: Alianza. Pg. 47-48
tacto, movimiento, etc., pero somos totalmente ignorantes de esos poderes ocultos, que
solo experimentamos al ser comunicados de un objeto a otro. Podemos poner como
ejemplo el cómo al nutrirnos con cualquier alimento, como un pan o un tomate, podemos
experimentar que nos alimenten de igual forma, que tengan esos mismos poderes ocultos,
pero estos nunca son iguales, sino similares. A partir de la experiencia es de lo que
derivamos esto, que de objetos con cualidades sensibles similares obtengamos poderes
ocultos también similares.

A partir de lo anterior Hume expone lo que le interesa, es decir, que no hay conexión
conocida entre cualidades sensibles y poderes ocultos, sino que es a partir de la
experiencia pasada que inferimos sobre la experiencia futura, o lo que es lo mismo, que
de causas que parecen semejantes esperamos efectos semejantes, partiendo del supuesto
de que el futuro será como ha sido en el pasado.

Para el empirista inglés, que no concibe ya la metafísica, que concebía como posible el
conocimiento universal y necesario de lo real o empírico, entenderá este último solo como
probable, es decir, particular y contingente, rebajando el conocimiento de las ciencias de
la naturaleza, basado en las cuestiones de hecho, a la mera probabilidad. Para ello criticará
fuertemente el razonamiento inductivo, el cual, usando a la experiencia como guía para
conocer el futuro como anteriormente hemos expuesto, solo puede justificarse
recurriendo a la inducción misma, o lo que es lo mismo, se justifica que el futuro es como
ha sido en el pasado porque el futuro siempre ha sido como en el pasado, lo que nos lleva
a un razonamiento circular.

De ahí intentará buscar el cómo inferimos esa conexión necesaria entre objetos u
proposiciones, y tratará de buscar esa conexión necesaria o paso intermedio en proceso
alguno del entendimiento humano, por lo que buscará en los dos tipos de razonamiento,
el a priori, demostrativo, mediante relaciones de ideas o el a posteriori, relativo a
cuestiones de hecho, de la experiencia. A priori no lo encuentra, porque necesitamos
múltiples experiencias para inferir entre un objeto y otro, y a posteriori tampoco lo
encontrará, porque como bien dice, si hay tal razonamiento, sencillo no es, porque lo
habríamos encontrado y por tanto ha de ser abstruso, ¿pero entonces como lo usa todo el
mundo? Hasta los niños y los campesinos más ignorantes lo usan, por lo que concluye
que no existe. Aún con todo esto, alegará que la inducción mediante la experiencia tiene
una “justificación” pragmática, que, aunque no tenga justificación racional, nos es útil y
funciona en la mayoría de los casos. ¿Pero entonces, si no existe tal razonamiento que es
lo que nos hace inferir A de B? ¿Pasado de futuro? ¿Es una especie de instinto?

Si el conocimiento de las cuestiones de hecho está fundamentado en la relación causa-


efecto y el principio de causalidad se concibe como conexión necesaria, debe de haber
una explicación para ello. Para indagar mas en el asunto nos expone el famoso ejemplo
de las bolas de billar. Teniendo en cuenta que para Hume las ideas son solo copias de
impresiones sensibles, en el ejemplo explica que cuando vemos una bola golpear a la otra
(o cualquier fenómeno por primera vez), no recibimos la impresión de conexión necesaria,
sino solo la impresión de la primera bola seguida de la impresión de la segunda,
adquiriendo la idea de sucesión entre una y otra en nuestra mente. En todos los casos
todos los acontecimientos están sueltos y separados, no observamos vinculo entre ellos,
será solo a través de la experiencia que los veremos conectados como en la relación causa-
efecto y no solo conjuntados.

Finalmente y partiendo de la distinción de Hume entre impresiones de sensación, que son


las producidas por los estímulos sensoriales y que captan los objetos del mundo externo,
y impresiones de reflexión que son las producidas en el interior de la mente humana al
recodar vivamente mediante la memoria una idea anterior al ser excitado por las pasiones,
concluirá pues que esa conexión necesaria que creemos que existe, es una idea tomada de
la impresión de repetición, una impresión interna de reflexión y no de sensación. Del
fenómeno de la conjunción constante que sentimos en nuestra mente entre relaciones de
ideas basadas en a la experiencia del pasado, es de donde inferimos que de una causa se
seguirá su efecto, el cual hemos aprendido no de forma racional sino por mera costumbre,
del pasar de la percepción de un objeto a la idea de su acompañante. Derivado de todo
esto, es por lo que Hume concibía al ser humano como a un animal poco racional y más
de costumbres.
Bibliografía

Hume, D. (1981). Investigaciones sobre el conocimiento humano. Madrid: Alianza.

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