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EL PENSAMIENTO HUMANISTA Y SOCIAL LATINOAMERICANO:

Como bien sabemos la herencia legada por el colonialismo a nuestras naciones ha


sido generalizada durante años privando a los hombres de todo el continente no
sólo a la educación espiritual de sus derechos y deberes esenciales, sino también
a muchos de estos a vivir con cierta impotencia ante tales realidades y eso es
precisamente el resultado de la estrecha visión de los gobiernos americanos que
se han conformado con servir a los colonizadores y no a servir a los pueblos. Por
eso muchos pensadores y grandes héroes al analizar la realidad social
latinoamericana consideraban a la educación como una necesidad para el
ejercicio de la vida pública vista en dos direcciones, la primera, en la educación
que ha de tener el gobernante para orientar los destinos de su nación y la
segunda, en la visión que ha de tener el gobierno para potenciar en los
ciudadanos una vida con templanza, sabiduría, y valores morales legítimos.

Actualmente no se aleja mucho del pasado pues uno de los principales


retos que el pensamiento latinoamericano tiene ante sí, es el de saber superar los
obstáculos que le plantea el dominio de los medios de comunicación por parte de
aquellos que consideran que sí viven en el mejor de los mundos posibles. No se
trata simplemente de denunciar la falta de posibilidades, las censuras disfrazadas,
etc., y las escasas vías de expresión de aquellos que piensa con cabeza propia.
La tarea consiste en lograr espacios, claro está, pero no esperar de manera pasiva
a que sean “democráticamente” situados. Hay que saber conquistarlos por la vía
que sea, por ejemplo a través de los estudios como una expresión necesaria del
proceso de emancipación mental que precedió al movimiento independentista.

De ello nace el pensamiento humanista y social latinoamericano, es la


reflexión de una sociedad sobre sí misma que apunte principalmente hacia un
trabajo de unidad autóctono y productivo en el que prevalezca el desarrollo
integral del ser humano en armonía con el medio ambiente, donde la libertad
económica en la disposición y usufructo de los recursos sea permitida siempre y
cuando no atente contra el buen vivir de las mayorías y la conservación de la
madre tierra, éstas deben ser las premisas que rijan las decisiones políticas,
económicas, sociales y morales del mundo nuevo, ha de ser el filtro de cada ley,
proyecto económico o inversión, y la praxis cotidiana de los ciudadanos.
¿Entonces qué función tiene hoy en día el pensamiento humanista y social
latinoamericano? Tiene como función ser una alternativa para la construcción del
mundo nuevo, en un momento histórico donde se vive a nivel global crisis
financiera, crisis social, crisis ecológica, crisis energética, crisis moral, entre otras
crisis, todas consecuencias del capitalismo insostenible, que consume sin piedad
al planeta y pone en riesgo la supervivencia de la especie humana. El nacimiento
de organismos como la CELAC, UNASUR y ALBA, demuestran que pese a las
diferencias ideológicas de los líderes de la región, se hace inminente la búsqueda
de un nuevo orden social, que apunte a un mundo multipolar, ecológico,
incluyente, pluricultural, donde las relaciones entre las naciones estén enmarcadas
en la paz, el respeto, el diálogo, la cooperación y la soberanía.

Antecedentes:

Por otro lado en el contexto histórico el estudio del socialismo se inicia a


partir de la Revolución Francesa en 1789. Por lo general, hay la impresión de que
todo socialismo o cualquiera de sus visos es marxismo. Los socialistas modernos
han sido todos marxistas de alguna manera, pero ha habido socialistas antes y
después de Marx que han participado de estas ideas de una u otra manera. Es un
error concebir socialismo como igual a marxismo. Marxismo es simplemente una
de las tantas formas del socialismo.

El socialismo antes de Marx:

Entre los escritores anteriores a Marx que aportaron ideas de carácter


socialista nos encontramos con Platón en sus “Leyes”, en sus “Diálogos” y en “La
República”; o Aristóteles en alguno de sus escritos; a Santo Tomás Moro con su
“Utopía”; o a Campanella con su “Ciudad del Sol”.

Durante la época comprendida entre los años de 1789 y 1848, podemos


señalar como precursores del pensamiento marxista a: Claude Henri de Rouvroy,
conde de Saint-Simon (1760-1825); a Fierre Joseph Praudhon; a Charles Fourier
(1772-1837), y a Leblanc y Leroux en Francia. En Inglaterra a Robert Owen (1771-
1858), y Étienne Cabet (1788-1856). En Alemania a Ferdinand La Salle; Georg
Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), Anselm von Feuerbach (1775-1833). En
Rusia a Mijaíl Alexándrovich Bakunin (1814-1876), y a los nihilistas.
El socialismo después de Marx:

En 1864 y 1867 los socialistas ingleses y franceses se reunieron en


Londres, evento al cual no fue invitado Marx. Sin embargo, el mensaje que envió a
esta reunión causó impacto entre los asistentes, quienes comenzaron a aglutinar a
los partidarios del futuro. Para 1889 y 1904, después de la muerte de Marx, se
reúnen nuevamente, ahora en Ámsterdam, estableciendo desde entonces las
bases y postulados de casi todos los partidos socialdemócratas existentes en la
actualidad. Luego se reúnen en Moscú entre los años de 1919 y 1921, a instancias
de Lenin. Para los años de 1922 y 1923 se reúnen en Berlín, y luego en México en
1928, de donde arrancan los postulados revisionistas para la América Latina.

El socialismo en América:

El socialismo criollo, aparte del caso especial de Cuba con Fidel Castro,
tiene su máxima expresión en el sentimiento marxistoide en el partido Alianza
Popular Revolucionario Americano (APRA), a cuya cabeza figuraba el doctor
Víctor Raúl Haya de la Torre; o la Legión del Caribe, a la cual pertenecieron
figuras destacadas como Jorge Eliezer Gaitán en Colombia, José Figueres en
Costa Rica, Muñoz Marín y Teodoro Moscoso en Puerto Rico, Grau San Martín en
Cuba, Juan José Arévalo en Guatemala y Juan Bosch en Santo Domingo. Todos
estos movimientos, al igual que el APRA, fueron en un principio totalmente
marxistas, anti-yanquis, anticatólicos, anticlericales y anti-españoles; pero después
de haber derrocado a la mayoría de las dictaduras latinoamericanas se
convirtieron en partidos políticos no del todo marxistas.

El socialismo en Venezuela:

En 1917 surge la ideología del socialismo que alcanza su primera concientización


mundial con la revolución rusa. La introducción de las ideas marxistas en
Venezuela se realiza de manera clandestina por un grupo de intelectuales
venezolanos quienes lanzan en 1931 el primer “Manifiesto del Partido Comunista
de Venezuela (PCV”. En ese primer documento se encuentra planteada la idea
revolucionaria de la clase obrera, propugnadora de una revolución socialista para
eliminar “la explotación del hombre por el hombre” y construir una sociedad sin
clases; se denuncia la explotación imperialista en nuestro país, y a las clases
dominantes criollas como cómplices y socias del capital extranjero.
En general, puede afirmarse que el pensamiento latinoamericano en su
trayectoria ha evidenciado una marcada tendencia progresiva de contenido
humanista. Ese humanismo se ha hecho mucho más patente en momentos en que
las circunstancias históricas lo han demandado en mayor medida. Esto pudo
apreciarse desde sus orígenes en aquellos primeros momentos en que se debatió
tanto la condición humana de los aborígenes de esta región, los argumentos en
favor del respeto a sus derechos, así como la justeza o no de la importación de
esclavos africanos o asiáticos.

La preparación ideológica de la independencia durante la ilustración


latinoamericana requirió de un gran ingrediente de pensamiento humanista. Ya
desde los albores de la expansión capitalista sobre estas tierras algunos
pensadores de estas latitudes, que en algunos casos han llegado a ser
considerados como una especie de socialistas utópicos -aunque no siempre fue el
caso-, criticaron las injustas formas de vida que aquella sociedad engendraba.
América Latina engendró también sus críticos tempranos al nuevo orden social,
como por ejemplo Simón Rodríguez, quien dejó al respecto indudable huella en
Bolívar. También comenzó a gestar un pensamiento socialista utópico como se
aprecia en Esteban Echeverría en Argentina o Diego Vicente Tejera en Cuba con
las añoranzas de la ilustración y los tintes románticos que el siglo XIX
necesariamente le impregnaba, al poner mayor empeño en transformaciones
educativas que en radicales o violentos movimientos revolucionarios.
Posteriormente la recepción y desarrollo del marxismo en estas tierras se
explicaría no sólo por la continuidad de aquellas ideas sino porque las nuevas
condiciones sociales los engendraban.

El Pensamiento Humanista en Simón Bolívar:

El Humanismo es un término que se utiliza comúnmente para indicar toda


tendencia de pensamiento que afirme la centralidad, el valor, la dignidad del ser
humano, o que muestre una preocupación o interés primario por la vida y la
posición del ser humano en el mundo. El humanismo plantea transformar la
práctica de la representatividad, dando la mayor importancia a la consulta popular,
el plebiscito y la elección directa de los candidatos.

El humanismo Bolivariano es socialista por que plantea una ruptura


epistemológica con toda expresión de las sociedades basadas en la explotación y
promueve la instauración de un sistema libre de toda forma de alienación y
desigualdad social.
El socialismo es el sistema que coloca lo humano por encima del capital;
es, según el Amauta peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un
inmenso ideal humano”. Es humanista por cuanto su preocupación y razón de ser
es el hombre y su desarrollo integral con equidad, participación democrática y
realización personal. Abre una variedad de temas de fundamental importancia
como: Reivindicación del papel del hombre, del indigenismo, de las mayorías
nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario, para que este
importante conglomerado social, pueda alcanzar sus derechos humanos, respeto
político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto a sus costumbres, lengua,
territorio, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia y un importante paso
hacia la integración nacional. También incluye el humanismo bolivariano la
reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados por la
lógica inclemente del capital. La democratización de la comunicación mediante las
radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, es parte importante de
esta humanización y abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión
de lo político-social para el hombre común.

Si bien en Simón Bolívar podemos encontrar un pensamiento ético


consagrado en la aspiración de la independencia y la libertad continental, no es
éste precisamente un sistema de normas y principios coherentemente
fundamentado y articulado es sencillamente un torrente de ideas que van
emanando en sus escritos y discurso y que fueron madurando en su vida cotidiana
dejando para la posteridad lecciones morales concretas que lo ha inmortalizado
para siempre.

Nuestro Libertador consideraba la justicia como la virtud esencial, siendo


ésta el establecimiento de un nuevo orden que ha de tener en su base el
reconocimiento de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, la
oportunidad y la condición externa para una buena vida.

Bolívar sugería una educación revolucionaria; una educación para el futuro


de Venezuela. No tenía como propósito el mantener una situación existente, sino
que pretendía una transformación en forma radical. Se educaría con el objetivo de
construir la noción de patria americana y no para mantener la idea de España
como patria; no se buscaría el conservar una estructura político administrativa
caduca, sino justamente, para destruirla y construir una adecuada; no para la idea
de una ficticia paz y armonía. Buscó innovaciones en Educación Superior, en
formar escuelas donde las niñas pudieran formarse al igual que los varones, buscó
la promoción de la educación popular, de la integración social en las escuelas y
hasta llegó a enviar becarios a Europa.

El análisis del pensamiento de Bolívar nos conduce a comprender, que es


la herramienta elemental para la liberación definitiva de los pueblos
latinoamericanos, ya que representa una expresión formada al calor de los
magnos principios éticos y morales que el Libertador fue construyendo en cada
una de sus experiencias, que en los diferentes conflictos y escenarios pudo
enfrentar dentro de la realidad continental, que hoy se perfila como una inminente
solución a los gravísimos males causados por el capitalismo salvaje que avasalla
a los pueblos más pobres del mundo, expoliando sus riquezas y alienando sus
culturas. Hoy más que nunca este pensamiento libertario y humanista, representa
para los venezolanos y latinoamericanos el verdadero estandarte, de la liberación
de los explotados y oprimidos y, la dignidad de los pueblos, que debemos
enarbolar y hacer tremolar con orgullo y abnegación sublime, en los aires del
ambiente de la revolución que nos conduce hacia el socialismo, en la que el
pueblo ha sido protagonista y que debe seguir protagonizando con patriótico
sentimiento hasta lograr la victoria final.

Es de considerar que en tiempos de revolución, es imposible desconocer el


espíritu integracionista de Simón Bolívar, que en su contexto liberador, humanista
e integrador de los pueblos latinoamericanos, explotados y oprimidos por el
Imperio Español, en aquel tiempo, y hoy, en franca lucha por deshacernos de las
garras imperiales de los jerarcas del gobierno Norteamericano, promotor
empecinado del capitalismo salvaje, que ha impuesto el colonialismo neoliberal
donde se expresa la barbarie, el saqueo, la muerte, la destrucción, el hambre y la
miseria, en el mundo a través de cruentas guerras, que fomenta el Imperio .

Pensamiento humanista de Simón Rodríguez:

Para él Educación debe tener una función vital y social-humanista, donde


se respeten los deberes y derechos de todos los seres humanos. Rodríguez
proponía educación para todos: para los pardos, para los pobres; también una
educación para preparar artesanos y hombres útiles, es decir, humanizar a las
personas mediante la educación para que puedan vivir dignamente. Buscaba una
educación holista que preparara a las personas para la vida y de ese modo poder
cambiar su situación social, moral, humana.
Es importante resaltar que el contexto, social, cultural, político, económico,
ideológico y humanista que le correspondió accionar a Simón Rodríguez, era sin
duda alguna adversa a un pensamiento liberador, al concepto de igualdad,
educación general, al pensamiento crítico, creador. Le correspondió vivir en
sociedades que pretendían ser estáticas.

Rodríguez quería que la educación, en Venezuela y América, se impartiera


con calidad, en torno al desarrollo personal de los individuos, su capacidad de
comprender y analizar la sociedad en la que viven, su desarrollo humano y
personal en el contexto del desarrollo social y comunitario inspirado en principios y
valores como la igualdad, la equidad, libertad, emancipación social y humana. Una
educación que permita a cada uno desarrollar a plenitud sus talentos y construirse
como persona y ciudadano solidario y productivo. Que le enseñe a ser, a convivir,
a aprender y a trabajar. En fin, una educación que le enseñe a cada individuo
crecer y desarrollarse como persona y a preocuparse por su entorno social, que le
enseñe los valores y principios de su sociedad. Formar individuos que enfrenten al
mundo valiéndose de sus destrezas y habilidades. Formar personas pensantes
que no se valgan solo de la memoria y por último que se les enseñe a trabajar y a
valorar su trabajo. Es partidario de combinar la educación con el trabajo,
promoviendo la creación de escuelas técnicas y agrícolas, que posibiliten formar
recursos humanos que sean capaces de “colonizar el continente con sus propios
habitantes” para evitar así la emigración indiscriminada del exterior, especialmente
de Europa.

Pensamiento humanista de José Martí:

“Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma,¾espíritus y cuerpos”,


escribió Martí en un apunte sin fecha. No sabemos si persistió en esta idea, pero
es constante en toda su obra una concepción de la Naturaleza como realidad, por
así decirlo, magistral. En ella está la inspiración, el ejemplo, la sabiduría, lo cual
sólo es posible si, como dice el apunte, ella incluye tanto “el misterioso mundo
íntimo” como “el maravilloso mundo externo” y si “la naturaleza observable es la
única fuente filosófica”. El verso óptimo será “el verso natural”. La religión futura,
la religión “natural”, de la que por cierto también hablara San Pablo (Romanos, 2,
14-16). Siendo así, el humanismo martiano resulta una especie original de
“naturalismo” en cuanto la Naturaleza es su paradigma. Una Naturaleza
integradora de lo visible y lo invisible, en que “todo, como el diamante, / antes que
luz es carbón”, en que la armonía, la justicia y la belleza son hijas del sacrificio,
idea madre de su humanismo y de su poesía, la de sus versos y la de su acción
histórica.

Su humanismo “natural” es, simultáneamente, un humanismo “a lo divino”.


Este humanismo es el que está en el Evangelio. La humanidad de Dios se llama
Jesucristo. Por eso Martí dijo ser “pura y simplemente cristiano”, entendiendo por
ello el sufrimiento redentor: dar su sangre “por la sangre de los demás”. Pero
tiene también una visión humanista de la naturaleza física, porque desde
temprano (antes de leer a Emerson, ya desde su periodismo mexicano) percibió la
analogía entre los hechos físicos y los que llamó “hechos del espíritu”, y porque,
como se verifica en sus últimos Diarios, la naturaleza patria que lo recibía en el
combate redentor, llegó a ser para él un libro tan abierto, sabio y elocuente como
piadoso.

Volviendo a lo que podemos llamar el humanismo europeo de Martí, en


cuanto a incorporación y disfrute, se pone de manifiesto en textos como su elogio
de Cecilio Acosta, donde revela un enciclopedismo a la altura del prócer
venezolano. En años de helenismos ornamentales, a propósito de la poesía de
Francisco Sellén, puso el acento en lo griego esencial; y si repasamos su olvidada
traducción juvenil de Anacreonte sentiremos el sabor de un vino que no supieron
destilar en español, respetando el zumo primigenio, ni Meléndez Valdés ni…
Quevedo. Del tránsito de la Edad Media al Renacimiento su figura tutelar fue
Dante, que ilumina sus Versos libres y todo lo secretamente auroral de su prosa
mayor, desde el “Prólogo a El poema del Niágara” de Juan Antonio Pérez
Bonalde. Lo que él retiene de la herencia humanística europea es lo que puede
continuar y crecer en América: el Eros universal, la integración de lo dionisíaco y lo
apolíneo, las semillas de libertad. Lo que rechaza es la retórica, la preceptiva, el
neoclasicismo.

Durante toda su vida Martí libró una tenaz batalla íntima y pública contra el
odio. Como todas sus convicciones, esta de la necesidad de combatir el odio se
movió en dos planos conexos: el de la espiritualidad de la conducta y el de la
eficacia política. Su primera y definitiva victoria sobre el odio la obtuvo en el
presidio político, donde descubrió que la “reacción” del odio, por legítimo que sea,
es una forma profunda de esclavitud, una ganancia del enemigo, un lastre para la
verdadera “acción” revolucionaria, que debe partir de una raíz de libertad interior.
Allí comprendió que también los flageladores de las canteras de San Lázaro, en
cuantas víctimas inconscientes de un sistema embrutecedor, merecían piedad.
Comparando a aquellos esbirros con sus propios padres y con las virtudes del
“sobrio y espiritual pueblo de España”, distinguió nítidamente entre el régimen
colonial y el pueblo español. De ahí surgió la concepción de la guerra sin odio,
porque, además, el odio “no construye”, su obra es siempre “reaccionaria”, los
que odian “son la ralea”, hay que aprender a “domar el odio”. Dos hechos le
daban la razón en la historia inmediata: el odio a España, la hispanofobia, había
nutrido subjetivamente el anexionismo, en la isla y en la emigración; las
animadversiones internas entre los regionalismos, entre militaristas y civilistas,
entre los jefes, entre aldamistas y quesadistas, habían minado desde adentro la
guerra del 68. Pero lo que Martí llamó la “fórmula del amor triunfante”, va mucho
más allá de una rectificación o superación política. Se trata de un amor
cognoscitivo (“el amor es quien ve”) y del amor como sol de la vida, el que hay
que conquistar, no solo políticamente, “con todos, y para el bien de todos”.

La aspiración a una cultura o una religión que las integre todas resulta evidente en
Martí, pero sin nada que ver con la globalización sin rostro que hoy nos amenaza.
Ni siquiera en la estrategia política de la América del Sur frente a la del Norte, y
aunque ello implicara disentir de una tesis bolivariana, fue partidario Martí de
sacrificar el “ansia del gobierno local y con la gente de la casa propia”. Perder la
individualidad de las culturas sería perder la cultura misma. En “La Exposición de
París” vio algo más que un espectáculo vistoso, sintió y nos hace sentir una visión
profética de la fraternidad, de la armonía de los pueblos del mundo, cada uno con
sus modos nacidos de sí propio. No la globalización sino la coralidad de las
culturas. En cuanto a lo que muchas veces llamó “la religión venidera”, partiendo
del hecho de que todas las religiones, por reveladas que sean para sus fieles, se
manifiestan y actúan en la historia, la concibió como aquel punto futuro en que el
hombre llegue a ser capaz de ir a lo esencial e innato de su apetencia
trascendente. Esa religión venidera, sin perder la pluralidad de sus
manifestaciones culturales, saldaría sus deudas con la razón y con la libertad: una
“razón nueva”, tan rigurosa como abierta a lo desconocido, negada a convertirse
en el renovado fanatismo de una ciencia dogmática y amoral; una libertad cuyos
límites estuvieran únicamente en el respeto a “la dignidad plena del hombre”. No
presenta Martí estas ideas como utopías, ni siquiera como esperanzas realizables,
sino como resultado de las leyes del espíritu y la historia. Su inspiración, diríamos
hoy, tercermundista, está limpia del resentimiento del colonizado o del
perteneciente a un mundo “periférico”. No podía desconocer esa situación quien
llevaba en el cuerpo las marcas de la esclavitud. Su obra y su vida, sin embargo,
fueron una dádiva libre a todos los hombres.

Pensamiento en Ezequiel Zamora:

Ezequiel Zamora no era un soñador era un revolucionario y las circunstancias no


le permitían desperdiciar el tiempo en discusiones sobre futuros planes de reforma
social. Era revolucionario, un hombre de acción y pensamiento, que leía,
estudiaba y discutía con la firme intención de hacer la revolución. A pesar de ser
blanco y vivir en una sociedad donde la explotación económica se escuchaba en
lo hondo del prejuicio social, comprendió cuando adivino la madurez que en tan
encarada lucha la razón estaba de parte de los hambrientos y opulentos, sus
pensamientos estaban identificados y dirigidos con los sentimientos y aspiraciones
de las masas populares venezolanas y el desarrollo apasionado ideal igualitario
que fue digno permanente en su vida. Sus pensamientos estaban dirigidos a
defender a los humildes y a los débiles, expreso con absoluta fidelidad
sentimientos democráticos y las reivindicaciones económicas sociales de la masa
popular venezolana.

Tanto así que la lucha de Zamora fue la lucha por una redistribución de la tierra,
"Tierras y Hombres Libres" fue su consigna principal que encontró un masivo
apoyo en los habitantes del campo que para ese entonces era la mayoría del
pueblo Venezolano. Por su parte el sector minoritario que ejercía el dominio fue
claramente identificado por Zamora como el enemigo a vencer, "Horror a la
Oligarquía" repetía continuamente. Nadie más que Zamora podía plantear el
protagonismo de los desposeídos como paso fundamental para el logro de la
igualdad social y lo que es más importante para la creación de la democracia
popular. Nuestro proceso se nutre del pensamiento Zamorano para establecer que
los cambios se harán con los sectores populares, para el beneficio de ese 80% de
venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y excluidas
del acceso a la riqueza nacional.

Pensamiento en Fidel Castro:


Es indudable el carácter profundamente social del pensamiento y obra del gran
líder revolucionario cubano, latinoamericano y universal de Fidel Castro Ruz,
orientada en todo momento a la reivindicación profunda de los derechos
fundamentales del hombre. En tal sentido, es importante tener presente en esta
relación el hecho de que la Revolución Cubana ha considerado asumir con
fidelidad y originalidad las ideas de Marx, Engels, y Lenin a partir de escardar
dogmatismos, voluntarismos y tergiversaciones y sumar los aportes con que han
sido enriquecidas estas ideas. Al respecto Fidel Castro acentúa que “haber
interpretado de forma creadora y original el marxismo-leninismo, el no habernos
dejado arrastrar por dogmas fue lo que nos llevó a la victoria”. (Castro: 1968,
P.30). Alertando cuidarse de ideas disfrazadas de ropaje marxista y sobre el
debido enfoque para abordar ideas revolucionarias sin incurrir en posiciones
dogmáticas, advertía que: “… hay ideas que incluso se esgrimen en nombre del
marxismo que parecen verdaderos fósiles;…” tuvo el marxismo geniales
pensadores: Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, para hablar de sus fundadores.
Pero necesita el marxismo desarrollarse, salir de cierto anquilosamiento,
interpretar con sentido objetivo y científico las realidades de hoy, comportarse
como una fuerza revolucionaria”. Veinte años más tarde el debilitamiento y
posterior derrumbe del socialismo en Europa del Este demostrarían la necesidad
de esta alerta.

De hecho, Fidel Castro es una figura ejemplar tanto para el pueblo cubano como
en su dimensión universal expresado en el carácter profundamente ético de su
conducta, acompañado por su sagacidad,

inteligencia y consagración a la obra de la revolución cubana y las


transformaciones en bienestar del pueblo, desde el establecimiento de las líneas
programáticas de la revolución con respecto a la educación, tal como las medidas
tomadas en los territorios liberados por el ejército rebelde de alfabetizar a los
campesinos ya estaban evidenciada la importancia que la educación tenia para las
transformaciones sociales y en este sentido Fidel consideraba a la educación
como la solución a los grandes problemas sociales y elemento básico para
promover cambios radicales en la vida de su país, para ello incluye la elevación
del nivel escolar y cultural de la población de manera que puedan enfrentar el
desarrollo científico de la época. Destaca así el lugar que ocupa la educación
como medio de salvar la cultura, la revolución y la humanidad en un sentido más
abarcador. Desarrolla el concepto de educación popular y aporta elementos
nuevos que se expresan en la idea de contribuir a la culturización de todas las
capas y sectores sociales del país en vinculación con las organizaciones sociales
y de masas. Además en 1962 se llevó a cabo la campaña nacional de vacunas
contra la poliomielitis, el tétano, se crearon hospitales rurales, y en el campo de la
educación Fidel concibió el plan de becas universitarias, la educación obrero-
campesino, la creación de los primeros círculos infantiles. En la esfera del deporte
la práctica masiva de este, la creación de institutos deportivos y universidades, en
fin, todo un proceso revolucionario socialista originado, desarrollado y
materializado por Fidel y el pueblo cubano. Asimismo, las ideas de Fidel Castro
sobre la religión han sido una obligada referencia en este análisis y la
comprensión del cómo se asume la religión como conciencia y fenómeno social en
el socialismo cubano.

En más de medio siglo de Revolución el líder cubano ha abordado el tema de


manera creativa dentro del pensamiento marxista, jugando un importante papel en
la conformación de la originalidad del proceso revolucionario cubano. En tal
sentido él señala:

“Un tema que me interesó siempre mucho, una cuestión que siempre me interesó,
como tema político, como tema histórico, era la cuestión de la relación entre
revolución y creyentes, porque nosotros nos consideramos revolucionarios y
actuamos a partir de esa idea siempre, de una manera consecuente.” (Granma,
1997).

Es explicable entonces la insistente idea de Fidel Castro de que en el


Socialismo no tiene por qué haber contradicción entre la conciencia política y la
conciencia religiosa cuando tienen un basamento de justicia y amor que hace
realista su unidad. La relación dialéctica entre las formas de la conciencia social -
política, religiosa y ética- tiene su singularidad en el pensamiento cubano a través
de la historia. Esta síntesis se refleja en las ideas de Fidel Castro sobre la religión
donde el elemento ético y humanista es cimiento para una relación virtuosa entre
política, ideología y religión. Al respecto nos dice Fidel: ¨… Son dos conciencias
que pueden marchar perfectamente juntas, … porque no creo que pueda haber
una sola medida justa en la sociedad humana, no creo que pueda haber una obra
buena en la sociedad civil de los hombres que no quepa en una sana y justa
conciencia religiosa, porque si la religión es encarnación de un sentimiento justo,
de un sentimiento noble, es la encarnación de una idea buena, de una idea del
bien ¡la revolución es la encarnación de los principios más nobles del hombre, de
los principios más justicieros del hombre!”
Pensamiento en Ernesto “Ché” Guevara:

El Che Guevara es un gran pensador social revolucionario. Su pensamiento


ha de ser estimado por sí mismo. Claro que las comparaciones con el
pensamiento de Marx, con el de Lenin o con los de otros autores pueden arrojar
luz, más independientemente de esas comparaciones, de esos cotejos, más allá o
más acá de los mismos, merece la pena --hoy más que nunca-- estudiar la obra
teorética de Ernesto Guevara. Lejos de constituir, como frecuentemente se piensa,
un utopismo voluntarista divorciado de la realidad, las ideas del Che sobre cómo
construir la sociedad no capitalista integran un sensato realismo con la firmeza en
rechazar, en toda la medida posible, el recurso a procedimientos de economía de
mercado que socavan y a la postre destrozan al socialismo. La esencia de su
pensamiento radica en su ética, a pesar de que fue un hombre multifacético que
abarcó varias disciplinas, el interés en el individuo como ser social es el tema
principal en cada uno de sus actos y obras. En su corta pero intensa vida no se
dedicó a dejar un tratado acerca de sus concepciones, pero estas ideas las
encontramos en los discursos y trabajos escritos que hizo. El Che apunta como
elementos fundamentales en el proceso revolucionario, el fortalecimiento de la
conciencia, la espiritualidad, la subjetividad y la moral, estos son indispensables
en la formación del Hombre Nuevo, que creará los cimientos hacia el comunismo.
Al respecto añade: "Para construir el comunismo, simultáneamente con la base
material hay que hacer al hombre nuevo. De allí que sea tan importante elegir
correctamente el instrumento de movilización de las masas. Ese instrumento debe
ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del
estímulo material, sobre todo de naturaleza social." En el pensamiento del Che, la
formación del hombre nuevo constituye el objetivo fundamental de su ideario
moral. Su ideal moral se concreta en la formación del hombre del siglo XXI, en el
cual se perfilan rasgos morales superiores como la intransigencia hacia la
explotación, el rechazo al individualismo, el humanismo, el internacionalismo, el
compañerismo, la disciplina, la veracidad, la honradez, la sencillez y la modestia.

Transformar moralmente a los hombres sobre la base de los objetivos a


alcanzar y los éxitos obtenidos en la construcción de la nueva vida, es el eje
esencial en la formación del hombre nuevo. Las enfáticas discusiones sobre el
problema de los estímulos morales y materiales, los programas de emulación, la
normalización del trabajo, entre otros temas, reflejan una preocupación
fundamental por los principios que regulan una distribución justa. Parece obvio
pensar que un revolucionario marxista estuviera necesariamente preocupado por
la justicia social y por el modo en que dicha justicia debía ser administrada.
Recalcó que la nueva sociedad no se hace solo para tener fábricas brillantes, sino
también para lograr un hombre integral. Manifestaba que el hombre debe
transformarse a la par del avance de la producción y que no haríamos una tarea
adecuada si solamente fuéramos productores de artículos y no fuéramos a la vez
forjadores de hombres. La base fundamental del hombre nuevo es la educación;
ya que es allí donde se va a lograr el cambio de conciencia, ideológicamente
hablando. Planteaba que se debía priorizar a la juventud, ya que es la nueva
generación, la que está menos vinculada con el pasado y por tanto tiene más
posibilidades de acercarse rápidamente a la fisonomía moral del nuevo individuo.
En otras palabras, no nacerán con el pecado original, así pues se irá encontrando
la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica.

Su ideario moral se afinca en el criterio de que el trabajo honesto, en bien


de la sociedad, y la preocupación por conservar los bienes sociales constituyen
rasgos esenciales en la vida de los hombres de la sociedad nueva, principios
básicos de la moralidad. La transformación del hombre nuevo no es algo radical,
sino un proceso que se enriquece día a día, a través de la participación, la
reflexión, la crítica y la autocrítica, con esto se llegan a estándares mayores de
justicia y equidad social. El Che, trabajador infatigable, no reparó nunca en el
descanso. Su firme convicción de que el trabajo es la única fuente de riqueza y
bienestar de la sociedad lo llevó a ser promotor del trabajo voluntario en nuestro
país, como expresión viva de la nueva moral en formación. Proclamaba la tesis
marxista de: (…) "transformar la realidad sólo es posible en el proceso de la
actividad laboral constructiva del hombre."

Queda claro entonces que la práctica revolucionaria conlleva al cambio, el


trabajo es una pieza fundamental para consolidar la conciencia social. Es
necesario que los estudiantes vinculen el estudio con el trabajo, con las escuelas
al campo. Esto garantiza su formación integral, ya que son ellos los hombres del
mañana de quienes dependerá el socialismo. Sostiene que simultáneamente se va
construyendo el nuevo hombre al calor del proceso de transformaciones sociales y
a medida que la conciencia se va desarrollando y va dejando de lado las
formaciones mezquinas y egoístas que imperan en el capitalismo, el ser humano
va tomando como motor fundamental de su accionar los incentivos morales.
Reflejaba la necesidad de pensar en el beneficio colectivo por encima del
individual.: "Todos y cada uno de nosotros paga puntualmente su cuota de
sacrificio, conscientes de recibir el premio en la satisfacción del deber cumplido,
conscientes de avanzar con todos hacia el hombre nuevo que se vislumbra en el
horizonte" Su proyección humanista que parte siempre del hombre como
protagonista del proceso revolucionario, defensor del compañerismo, la
identificación con los trabajadores, la preocupación por su familia y por sus hijos,
un hombre capaz de vibrar ante las injusticias que pudieran cometerse en
cualquier lugar del mundo. Si bien Marx trató de expresar la idea del comunismo
incluyendo a la consciencia como elemento dentro de su explicación; no llegó a
ser lo suficientemente preciso, por lo que se puede llegar a considerar que
Guevara realiza una de las contribuciones más ricas y significativas al desarrollo
del humanismo marxista. Recalcó el compromiso moral de los internacionalistas
cubanos de prestar un apoyo total a la lucha por la liberación de los pueblos
oprimidos de América. La necesidad de ayudar, por todos los medios, a esos
pueblos en su lucha por la independencia y la soberanía.

Entre los principios éticos fundamentales, de manera general, concebidos


para el hombre nuevo se pueden encontrar:

· Alto sentido de la dignidad humana, que abarca desde el apreciado


significado de respeto, consideración y estima a la sensibilidad del hombre y sus
derechos como ser humano, en cualquier parte del mundo.

· Este valor humano universal integra entre sí las cualidades de ser


consciente y cumplidor de sus deberes, tener una actitud positiva ante el trabajo,
ser auto reflexivo y valorativo, amor a la justicia social y a la patria, mantener el
espíritu de rebeldía ante las injusticias y humillación humana, antirracista, valentía
en la defensa de los ideales sociales y de sus puntos de vista.

· El valor de la intransigencia e intolerancia ante todo tipo de dominación o


intervención extranjera que incluye, a su vez, el valor de la fidelidad a la causa
revolucionaria, que implica la no traición, y adquiere rango de principio ético e
ideal moral, generando las cualidades de voluntad de lucha ante las dificultades y
ante lo mal hecho, la capacidad de resistencia.

Pensamiento en Hugo Rafael Chávez Frías:

La versión socialista propuesta por Chávez presenta el atractivo de no


inspirarse en el pasado, sino en el porvenir, ni estar comprometida con doctrina
alguna que obligue a sus militantes a adoptar ideas políticos como si fueran actos
de fe. El socialismo venezolano no es un dogma que se toma o se deja, sino un
surtido de opciones para la participación que cada cual asume según su credo y
sus simpatías.

En esta opción conviven en armonía o en sus contradicciones naturales y


no antagónicas, la gran propiedad social sobre los medios fundamentales de
producción, las riquezas nacionales: petróleo, gas, agua, subsuelo, bosques, tierra
y otras con las pequeñas y medianas empresas agrícolas, comerciales e
industriales, las cooperativas, el capital extranjero y la iniciativa endógena y
naturalmente con un escrupulosos respeto al dinero y la riqueza bien habidas. No
hay una doctrina a priori acerca de las clases y los partidos, sino una amplia
plataforma donde caben los interesados en un proyecto nacional de justicia social
y tampoco es preciso asumir opciones filosóficas ajenas y la libertad de conciencia
religiosa es total. Para el presidente Chávez los procesos electorales no son
momentos de cuestionamiento sino de relegitimación que asume con la alegría del
que marcha al encuentro con quienes lo quieren y lo aprecian. La revolución
enriquece su convicción acerca del socialismo con la exposición de una nueva
moral, la de un pueblo culto y sano, bien dirigido y que cultiva una nueva moral: la
moral del trabajo y del esfuerzo por la defensa de los valores. Algo es seguro: el
socialismo propuesto por Hugo Chávez no tendrá que inventarse un rostro
humano: el pensamiento Bolivariano es humanismo de la mejor ley.

Según sus propias palabras: …”En el marco del capitalismo es imposible


que exista una verdadera sociedad, es imposible que en capitalismo exista una
verdadera comunidad, ustedes verán todos los días en medios de comunicación
imperialistas y lacayos aquí en Venezuela y opinadores de oficio sesudos
intelectuales como yo los llamo…Han comenzado un ataque diciendo que el
socialismo es imposible, que el mundo siempre ha sido capitalista, que es natural
que cada quien debe aspirar a tener dinero, que sí que eso es legítimo que todos
aspiremos a ser ricos ¡ Mentira¡ Vivamos dignamente y seamos útiles eso si es
importante, vivamos en comunidad por eso es que hay que estudiar “ Moral y
Luces”. Miren el capitalismo como tiene dos siglos, que instalaron el modelo
capitalista y luego ahora la fase superior como decía o como lo llama Lenin, el
imperialismo, pero no fue el capitalismo el modo de vida desde siempre es mentira
pero uno lo lee todos los días en los periódicos o en televisión diciendo no siempre
el mundo ha sido capitalista, el socialismo sí, es bonito pero es una utopía, están
tratando de engañar al pueblo. Nuestros aborígenes vivían aquí en socialismo
vivían en comunidades, solo llego la invasión europea y los esclavizo”….
En otro momento agrega: …”Nos han impuesto, este modelo de integración
neoliberal, donde lo que impera es el valor, donde lo que más importa es la
ganancia económica. Una integración por tanto sin alma, destinada al rotundo
fracaso”… …”Algún día tendremos que darle forma en nuestra América a nuevos
modelos de integración que comiencen por el alma de los pueblos, que comiencen
por el afecto entre los pueblos, que comiencen y tengan como fuente permanente
y eterna el amor entre los pueblos”… …”La integración es ante todo una obra de
infinito amor con nuevos parámetros de integración integral, respetando cada uno
al hermano en cuanto a sus particularidades políticas, ideológicas, geográficas,
etc.

Por otro lado la Revolución Bolivariana se fundamenta en el ideario


bolivariano y, como tal, en sus principios éticos, libertarios y de emancipación
plena de nuestras naciones y de sus ciudadanos.

Más específicamente, tal como señala el Preámbulo de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela (1999):

El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando


la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el
heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y
forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la
República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que
consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien
común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las
futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la
educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación
alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide
la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y
autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los
derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme
nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio
común e irrenunciable de la humanidad… Y, más específicamente, tal como
señala el Art. 1, del Título uno de nuestro texto constitucional:
Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre
e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad,
igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador.
Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la
soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.

En definitiva se podría decir que todos estos pensamientos se basan o su


objetivo principal siempre apunta al beneficio de la población, la igualdad y el
trabajo de unidad que debe existir siempre en las sociedades, con el fin de crear
un socialismo y derrocar esas ideas capitalistas sembradas por el imperio, que
buscan solo el beneficio de la minoría pudiente.

Valores para la Construcción de la Revolución Bolivariana. Categorías que la


definen:

El desmoronamiento de la democracia representativa:

Una vez terminado el gobierno de Pérez Jiménez, el pueblo depositó sus


esperanzas en un sector político representado por AD, COPEI y URD quienes
rápidamente traicionaron la confianza popular, firmando el "Pacto de Punto Fijo"
que se convierte en el instrumento que garantiza la alterabilidad del poder entre
estos partidos. El pueblo venezolano se dio cuenta pronto que los gobiernos
surgidos a partir de 1958 no significaron cambios importantes en la vida de las
grandes mayorías, por el contrario los periodos de AD y COPEI favorecieron el
crecimiento de la pobreza.

Además impulsaron el enriquecimiento ilegal del sector político dominante y


de ciertos grupos económicos que se hicieron muy poderosos utilizando el dinero
del Estado como principal fuente de financiamiento, entre esos grupos económicos
podemos citar: El grupo Cisneros, Mendoza y sus empresas Polar, 1BC de
Granier, Lares y Phels, La Cadena Capriles, el Bloque De Armas, entre otros.

Es importante afirmar que los distintos gobiernos de EE.UU. mantuvieron


sin cuestionamientos excelentes relaciones con todos los gobiernos adecos y
copeyanos, pues estos no representaban peligro alguno para sus intereses
económicos y políticos, por el contrario brindaron condiciones favorables para el
desarrollo de estrategias vinculadas a la política exterior estadounidense. De esta
manera se articuló un trío (partidos políticos, grupos económicos, y gobiernos de
EUA) que se apoyaron mutuamente durante 40 años trayendo consecuencias
terribles para la sociedad venezolana, entre las que podemos citar:

1) Empobrecimiento del 80% de la población.


2) Abandono del campo y la actividad agrícola.
3) Concentración de la población en el eje norte costero del país.
4) Corrupción generalizada de la clase política y económica.
5) Pérdida de credibilidad de la población en la clase política.
6) Exclusión de la población en los asuntos públicos.
7) Concentración de la riqueza en muy pocas manos.

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