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MODULO II
Capítulo II
II. 1. Las actitudes morales de los seres humanos en su relación con el medio
ambiente
Distintas culturas y etapas históricas ofrecen respuestas múltiples a la
necesidad de la especie humana de sobrevivir en el medio y utilizar los recursos
que éste le proporciona.
En las comunidades primitivas, esta relación persona-medio se reducía a una
utilización primaria de algunos recursos o a una agricultura de subsistencia. En su
evolución científica y tecnológica, la humanidad fue adquiriendo instrumentos cada
vez más potentes para la ocupación y manipulación de los espacios naturales,
modificando los ecosistemas con formas de agricultura sofisticadas; construyendo
ciudades y vías de comunicación… a través de procesos de verdadera
transformación del entorno.
Pero es con las sociedades contemporáneas, en el siglo XX, cuando la
incidencia humana sobre el medio alcanza cotas desconocidas, una auténtica
explotación desmesurada de los bienes naturales. Explotación que va pareja con
una ética basada en el despilfarro y el beneficio inmediato.
La actitud moral que rige este tipo de comportamiento es el de considerar que
unos cuantos tenemos derecho a utilizar en beneficio propio los recursos de la
Tierra, ignorando el desequilibrio que producimos en la Naturaleza y desoyendo
las voces de millones de coetáneos que reclaman alimentos, higiene, cultura, etc.
Nos interesa conocer sobre qué valores están sustentados dichos
comportamientos, es decir, el substrato ético que define nuestras relaciones inter-
específicas e intra-específicas.
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sigue orientando en muchos casos las relaciones de gran parte de la humanidad
con el medio ambiente; caduca, porque lleva en sí misma la necesidad de ser
superada para dar paso a nuevas formulaciones más acordes con las necesidades
y exigencias de nuestro presente:
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- El olvido de “la presencia de otros” en nuestra vidas. La ética del goce y
disfrute elimina a aquellos seres de nuestra especie que están presentes en
nuestra historia. Esta verdad, carece de peso moral efectivo en la vida diaria de
los sectores prósperos del planeta. Ni los habitantes de las grandes ciudades
actuamos en solidaridad con el Cuarto Mundo de pobreza que se ha instalado en
ellas, ni las naciones ricas que configuran el “centro de las decisiones económicas
se mueven de forma solidaria con la llamada “periferia”, que es utilizada como
almacén proveedor de recursos naturales y mano de obra barata, sin que sus
propias necesidades de desarrollo funcionen como freno a nuestro proyectos.
- La sobrevaloración del espacio y el modo de vida urbanos. Hemos hecho
del fenómeno urbano signo de nuestro triunfo sobre la Naturaleza. Lo hemos
constituido en “modelo” para las sociedades rurales o poco desarrolladas,
olvidando las enormes contradicciones que ofrece la ciudad (segregación
socioespacial, cinturones de pobreza, conflictividad social, etc.)y su imposibilidad
radical de existir si no es a expensas de campo. Esta paradoja (una ciudad
“superior” al campo y a la vez dependiente de él) rara vez es motivo de reflexión.
- La primacía absoluta del presente sobre los planteamientos a medio y largo plazo.
Consumimos desaforadamente como si cuanto existe nos perteneciese aquí y
ahora y después de nosotros no fuesen a venir otros seres y otras necesidades.
- La falacia de “la neutralidad” de nuestros actos. Estamos generando
impactos individuales, contribuyendo a los impactos colectivos. Tendemos a
arroparnos tras una supuesta neutralidad y a justificarnos con la impotencia. Ahí
se esconde el engaño. En unas sociedades democráticas, sólo es posible concebir
el cambio a través de la transformación de multitud de actitudes individuales. Es
más: ésa es la única garantía de que cualquier nuevo rumbo que se tome se
mantendrá legítimamente a través del tiempo.
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convencimiento de no pertenecer al complejo sistema llamado biosfera, sino de
estar fuera de él para explotarlo, dominarlo o, conservarlo.
Esta percepción de estar más allá de la Naturaleza, de sus vínculos y
restricciones, ha generado un modo de entender el mundo, que explica el momento
de crisis a que hemos llegado. Superada la concepción de la Tierra como centro del
universo, no hemos superado la del ser humano como dominador del planeta.
Hemos dividido el mundo en dos: nosotros y todo lo existente. Esa es la causa de
muchos errores.
En vez de tratar a la Naturaleza como objeto de una disposición posible, se la
podría considerar como la interlocutora de una posible interacción. En vez de a la
Naturaleza explotada, cabe buscar a la Naturaleza fraternal (HABERMAS, 1984).
Entender a la Naturaleza como interlocutora, supondría subordinar nuestras
acciones técnicas, nuestras formas de transformación del medio, a criterios
morales, aceptando la idea de que las necesidades del planeta son las
necesidades de la persona y que los derechos de la persona son los derechos del
planeta (ROSZAK, 1984/1989/1992).
Se trata de potenciar aquellos valores y actitudes que nos lleven a comunicar
con la Naturaleza. Pero reconozcamos con HABERMAS (1984) que “la
subjetividad de la Naturaleza, todavía encadenada, no podrá ser liberada hasta
que la comunicación de los hombres entre sí no se vea libre de dominio. Sólo
cuando los hombres comunicaran sin coacciones y cada uno pudiera reconocerse
en el otro, podría la especie humana reconocer a la Naturaleza como un sujeto…”.
Encontramos aquí uno de los pilares de la “nueva ética”, idea clave para la
educación ambienta: nuestras relaciones intra-específicas deben ser revisadas
sobre nuevos criterios para el uso y reparto de los recursos, como una condición
necesaria para el desarrollo de nuevas formas de relación con el mundo natural.
Si las ideas de “estar en la Naturaleza” y “comunicarse con ella como sujeto”
pudieran parecer contradictorias, cabe reflexionar acerca de la actitud que,
desarrollamos con nuestro entorno social: nos sentimos parte de la sociedad pero,
a la vez, no dudamos en encontrar en el amplio espectro de esa sociedad
instituciones, personas, a las que reconocemos como sujetos para un intercambio
comunicativo. Consecuentemente, pertenecer a la Tierra no tiene que significar
subsumirse en ella, sino concebirse como parte activa de esa totalidad del
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conjunto organizado cuya dinámica depende precisamente de la relación armónica
que establezcan las partes entre sí y las partes con el todo.
II. 3. Antropocentrismo y Biocentrismo
La posición moral que venimos describiendo ha venido a denominarse
antropocentrismo, entendiéndola como el conjunto de valores y acciones que se
basa en la dominación del hombre sobre el resto del mundo vivo y no vivo. En esta
corriente se inscriben muchas de las ideas conservacionistas de nuestro tiempo,
en las que se defiende la idea de conservación y desarrollo de los bienes naturales
pero en un marco ético que juzga a la Naturaleza esencialmente como recurso al
servicio del desarrollo humano.
El antropocentrismo es el exponente del máximo desarrollo de la ética
tradicional al ocuparse de la relación humanidad-medio ambiente. En esta ética
todo el mundo inanimado y los seres vivos (animales y plantas) quedan fuera del
campo de las relaciones morales con los humanos. No es que al pensamiento
antropocéntrico no le interese el destino del planeta, sino que ésta es una idea
subordinada a la cuestión central: el objeto de discusión en el ámbito filosófico es
el “destino” de los seres humanos (DEVALL/SESSIONA, 1989). Este modo de
pensamiento antropocéntrico es el que ha definido, y continúa definiendo, la mayor
parte de los comportamientos de la humanidad occidental hasta el presente y, con
frecuencia, se manifiesta en la comunidad planetaria como verdadero
etnocentrismo.
Es necesario matizar que, lo que ha definido el impacto de nuestra especie sobre
el medio han sido las decisiones de los grupos o sectores que han tenido la
capacidad de orientar la economía, los avances técnicos, las prioridades, etc. Lo
que llamamos crisis es el resultado de una acción general dominada por la cultura
industrial de Occidente, que se ha impuesto al resto del mundo.
Los esfuerzos debieran ir en la dirección de modificar las pautas y patrones de
uso de los recursos que utilizamos los 1.200 millones de privilegiados que, en
diferentes áreas y sectores del planeta, tenemos acceso a una estimable calidad
de vida.
Otra manifestación de esta actitud antropocéntrica es, la del androcentrismo.
Nos referimos a la identificación de la mujer con la Naturaleza, seguramente por
ser ambas “invisibles” a la economía, en la medida en que tanto los bienes
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naturales como el trabajo que las mujeres han desarrollado tradicionalmente no
han tenido un precio en el mercado.
La corriente de pensamiento denominada “ecofeminismo” se esfuerza por
investigar cómo esta subordinación de la Naturaleza a los hombres contiene
elementos del mismo signo que la subordinación histórica de la mujer al hombre y
el modo en que ello se relaciona con el hecho de que nuestra cultura haya
favorecido persistentemente el yang antes que el ying: la actividad por encima de
la contemplación, la racionalidad mecánica por encima de la sabiduría intuitiva, la
revalidad por encima de la cooperación, el hemisferio cerebral izquierdo por
encima del derecho (PANIKER, 1987).
Algunos planteamientos ecofeministas (SHIVA, 1995) consideran que la
recuperación del protagonismo de valores considerados femeninos, en nuestro
modo de enfocar la relaciones humanidad-ambiente, podría ser un elemento
positivo que coadyuvase a la salida de la crisis, puestos en práctica por mujeres y
hombres.
La posición antropocéntrica necesita ser revisada. En esta dirección vienen
actuando hace años numerosos expertos que apuntan la posibilidad de avanzar
hacia nuevos modelos ético: el “antropocentrismo débil”, como única alternativa
posible para algunos de ellos, u el “biocentrismo” para los más radicales.
El antropocentrismo débil, se basa en la supuesta imposibilidad de que los seres
humanos podamos sentir y actuar en función de intereses que no sean los de
nuestra propia especie. Consecuentemente, sus teóricos entran en una sugestiva
matización acerca de lo que puede entenderse como “interés humano”.
Uno de sus más destacados representante, NORTON (1984) propone la
distinción entre intereses (necesidades, preferencias) meramente sentidos e
intereses (necesidades, preferencias) ponderados o meditados. En el primero se
encuentran cualesquiera deseos o necesidades expresadas por los seres
humanos, mientras que en el segundo se alude a preferencias o necesidades
expresadas tras cuidadosa deliberación, compatibles con un punto de vista global
sobre el mundo, establecidas hipotéticamente si se dieran, de hecho, determinadas
condiciones ideales de imparcialidad y objetividad (MARTÍN SOSA,
1997).
Un antropocentrismo fuerte respondería, a planteamientos del primer tipo. Un
antropocentrismo débil resultaría, sometido a las restricciones de la racionalidad,
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basado en una concepción de los intereses, enraizado en lo colectivo como
condición y término de la acción sobre el medio.
Este modelo ha sido considerado por algunos autores (MARTÍN SOSA, 1997)
como un antropocentrismo sabio, entendiendo que habría de sustentarse sobre la
aplicación de reglas de justicia distributiva, en un primer nivel y reglas de
asignación del recurso-base que afectan al “bienestar” a largo plazo de la biosfera.
No cabe duda de que la aceptación de un antropocentrismo débil o sabio,
vendría a contribuir a la modificación de las conductas colectivas sobre el entorno.
La mayor dificultad estriba en los intereses “ponderados o meditados”. La
racionalidad viene orientada por criterios morales y por concepciones científicas
que indican las posibilidades y límites de nuestros posibles impactos sobre el
entorno.
En cuanto al biocentrismo, su alcance y significado no plantean correctivos a la
teoría moral tradicional, sino que suponen un cierto cambio de paradigma, en la
medida en que amplían el campo de la ética a elementos no humanos. Esta
extensión de la ética fue propuesta por FRANCISCO DE ASIS (1182-1226) en su
conocido “Cántico a las criaturas”.
En nuestra época, los nuevos planteamientos fueron suscitados por ARNOLD
LEOPOLD (1949), quien planteó una idea: el concepto de comunidad biótica como
comunidad de intereses. “Somos tan sólo compañeros de viaje de las demás
criaturas en la odisea de la evolución” de modo que adquirir conciencia ambiental
supone “cambiar el rol del homo sapiens de conquistador a simple miembro y
ciudadano de la comunidad-Tierra. Ello implica respeto por los seres que nos
acompañan y por la comunidad como tal”.
El interés de dichos planteamientos está en el modo en que combina los
principios científicos sobre la vida en los ecosistemas con los principios éticos:
“Una cosa en justa cuando tiende a conservar la integridad, la estabilidad y la
belleza de la comunidad biótica. Es equivocada cuando se inscribe en una
tendencia distinta” (LEOPOLD, 1949).
Si entendemos las interacciones de la humanidad con el resto de la biosfera
enmarcadas en la idea compresiva de la comunidad biótica, la especie humana
aparece en interdependencia con todo lo existente, en un marco de interacciones
en el que el fenómeno de nuestra propia vida como especie sólo adquiere
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explicación en el contexto más amplio del fenómeno de la veda en la comunidad
(NOVO, 1990).
La constatación de que la veda, como manifestación de interdependencias, en
una permanente expresión de la apertura de los seres vivos a su entorno, lleva a
algunos autores (MARIN, 1984) a desarrollar la noción del ser humano como ser
ecodependiente, ser que tiene siempre doble identidad, ya que incluye su entrono
en su principio de identidad. Esta noción tiene alcance paradigmático, puesto que
plantea la ruptura de la persona respecto de lo existente. La ecodependencia, en
el marco de la comunidad biótica, sitúa a la humanidad en
“comunidad de intereses” con el resto de los seres vivos.
Las ideas expresadas plantean un enfoque ético centrado en la vida
(biocéntrico). Autores como TAYLOR (1983) defiendes esta posición, subrayando
el valor inherente de lo vivo, que se basa en dos principios fundamentales:
- Principio de consideración moral: en virtud del cual todos los seres vivos,
por el hecho de ser miembros de la comunidad biótica, se constituyen en objetos
de consideración moral.
- Principio de valor intrínseco: si un ser en miembro de la comunidad de vida
sobre la tierra, la realización de su bien es algo intrínsecamente valioso y puede
tener el alcance de un fin en sí mismo.
En los planteamientos biocéntricos destaca una corriente de pensamiento
denominada ecología profunda. Surge de las ideas del filósofo ARNE NAESS,
quien acuñó el término en un trabajo publicado en 1973, y planteaba la necesidad
de mayor aproximación moral entre los seres humanos y la vida no humana.
La esencia de la ecología profunda gira en torno a la idea de que “el estudio de
nuestro lugar en la casa Tierra comprende una indagación sobre nosotros mismos
en cuanto parte de un todo orgánico” (DEVALL/SESSIONS, 1989).
Desde estos supuestos, la realización, como fin de las personas, se extiende
más allá del propio yo individual, y llega a constituirse en un proceso que se amplía
al resto del mundo vivo y de las condiciones para la vida. Autorrealizarse sería,
desde esta perspectiva, realizarse en y con todo lo existente.
DEVALL/SESSIONS (1989) presenta los valores que definen la ecología
profunda en su confrontación con la cultura dominante.
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Cultura dominante Ecología profunda
Dominio sobre la Naturaleza Armonía con la Naturaleza
El ambiente natural es un recurso para Toda la Naturaleza tiene un valor
el hombre intrínseco
Consumismo Sobriedad/reciclaje
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II. 4. Principios naturales/valores sociales: autosuficiencia y dependencia
Si hablamos de ética y de valores en educación ambiental, es importante
considerar cómo la organización social en un componente básico de los
ecosistemas humanos que nos ayuda a comprender el modo en que éstos se
regulan y desarrollan su propio dinamismo.
Los fenómenos que afectan a la organización social son siempre complejos, y
suelen estar vinculados con los problemas de tipo ambiental. Pensemos en el
éxodo masivo de poblaciones rurales del Tercer Mundo a las ciudades. Cuando
tratamos de encontrar algunas de sus causas, tropezamos con el deterioro de la
vida campesina, condicionado por la generalización del monocultivo y la pérdida
de autosuficiencia alimentaria, como el caso del continente africano.
Pero el monocultivo surge, como una forma de producción atenta a las
necesidades que marcan los países ricos del planeta. Podemos comprobar, el
entrelazamiento entre cambios en la producción y gestión de recursos y cambios
en la organización social.
Existe una ley ecológica que relaciona la diversidad de los sistemas con su
estabilidad, de modo que, en general, sistemas de mayor biodiversidad
presentarían mejores defensas ante posibles agresiones exteriores. Por el
contrario, aquellos sistemas que se componen de una o pocas especies
resultarían, casi siempre, más vulnerables ante el fuego, las plagas, etc.
En el plano social, los sistemas funcionan de manera muy parecida, aunque
hemos de recordar que la complejidad viene no sólo definida por el número de
elementos que los componen sino, sobre todo, por la trama de relaciones que se
establece entre ellos. Todo el fenómeno de evolución cultural no es, sino la historia
de la tendencia de los sistemas sociales hacia una mayor complejidad,
condicionada por el contexto. Y la historia, que no es lineal, muestra cómo, en
muchas ocasiones, se está mermando la diversidad ecológica y cultural de algunas
comunidades, con la pérdida de autosuficiencia que ello comporta, lo cual las hace
más dependientes del exterior, que es tanto como hacerlas más vulnerables.
SCHUMACHER escribió en 1973 un libro titulado “Lo pequeño es hermoso”.
BATESON en 1979 nos advertía, que “a veces lo pequeño es hermoso” y que
existen en la Naturaleza unos “tamaños óptimos” par cada ser y para cada
conjunto, que no deben sobrepasarse.
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Aunque no puede generalizarse diciendo que “lo pequeño es siempre mejor”,
podríamos aproximara una afirmación orientativa en el sentido de que los sistemas
de pequeña escala y descentralizados en general suelen estar bastante cerca de
sus “limites óptimos” de modo que, cuando se organizan y comunican
adecuadamente, utilizan tecnologías apropiadas, y mantienen una alta diversidad
de recursos propio, suelen manifestar una gran resistencia a las agresiones
exteriores, tanto en el plano ecológico como en el cultural. En estas comunidades
es frecuente que se den incluso fenómenos de resiliencia, aquellos en que sistema
es capaz de reconvertir en provecho propio situaciones o hechos que inicialmente
se le presentaban en contra.
La autosuficiencia o la dependencia son valores diferentes, que remiten a las
personas y los grupos a opciones y tendencias distintas en su modo de organizarse
socialmente para gestionar los recursos.
Considerando ambos valores no antagónicos sino complementarios, y
admitiendo la imposibilidad de delimitar en la realidad los modelos de uno y otro
tipo, todo ello no debería ser obstáculo para que, en el replanteamiento ético que
estamos haciendo, reconociésemos que existen decisiones y trayectorias que
influyen poderosamente en una u otra dirección y que consecuentemente,
debemos llegar a ellas desde una postura moral responsable.
Por ejemplo, el camino hacia lo que denominamos “pensamiento alternativo” se
encuentra plagado de momentos en los que se necesita optar por la autosuficiencia
o la dependencia. Generalmente estas opciones aparecen ocultas, incluso
disfrazadas, pero es tarea del educador ayudar a las personas a descubrirlas y a
tomar partido en uno u otro sentido.
Pongamos por caso el tema energético. Frecuentemente nos referimos a las
“energías alternativas” como aquellas energías “blandas” que no contaminan. Pero
conviene tener presente que lo que verdaderamente confiere el carácter de
“alternativo” no es sólo el tipo de fuente en que se basa, sino, sobre todo, si tal
modelo favorece la autosuficiencia de las comunidades que lo adoptan.
El modelo energético nuclear, por ejemplo, es un modelo “duro” no sólo por sus
riesgos, sino porque, al utilizar una tecnología muy sofisticada, deja en manos de
unos cuantos expertos y unas compañías y países concretos el manejo de los
recursos y las técnicas que se requieren para llevarlo a cabo, generando una gran
dependencia.
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En cambio, cuando una granja en África se está dotando de paneles solares, la
adopción de esa medida le está proporcionando una energía limpia y una gran
autosuficiencia. Está reforzando sus posibilidades de producir autónomamente, lo
cual es tanto como romper lazos de dependencia con el exterior y hacerse menos
vulnerable. Este es el verdadero valor y alcance de “lo alternativo”.
Desde posiciones un tanto simplificadoras, a veces se critica la defensa de la
autosuficiencia como si autosuficiencia significase aislamiento, regreso a viejas
formas de organización autárquica obsoletas, etc. Sin embargo, la
autosuficiencias, precisamente, precondición de unas relaciones intercomunitarias
verdaderamente equitativas, pues sólo desde ella, es posible esa negociación
entre iguales que el capitalismo defiende en la teoría y traiciona siempre en la
práctica.
Autosuficiencia significa, apertura a los otros, cooperación, pero desde la
fortaleza y la seguridad que hoy han desaparecido para todo lo pequeño,
revitalizando las tramas de la vida allí donde verdaderamente se enraízan en el
contexto, allí donde se crea cultura propia, decisiones propias, etc.
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autonomía y con criterios de deben guiar los actos económicos, en vez de
constituirse a posteriori como justificadores de los mismos.
Se trata de hacer una ética enraizada en la vida, como un ejercicio de libertad
que orienta nuestros actos. Una ética ambiental que ha de nacer imbricada en la
problemática de su tiempo, tanto de una ética de la convicción como una ética de
la responsabilidad. Pero, rescatando para ella la categoría de guía para la acción
y para la revisión de nuestros actos, también económicos.
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experimentado comunidades no industrializadas que, al recibir ayudas
tecnológicas pensadas desde fuera, desde otros contextos culturales más
“fuertes”, terminaron por perder elementos esenciales de sus propias culturas.
Por ello las opciones tecnológicas deben contemplarse siempre
contextualizadas, valorando no sólo los efectos positivos que comportan sino
también sus impactos sobre los ecosistemas y las culturas locales.
Las reflexiones de GALTUNG (1979) al respecto fueron formuladas con rigor
hace años y tienen todavía plena vigencia. Ellas nos ayudan a comprender cómo
el mapa cognoscitivo occidental se “filtra”, junto con nuestra penetración
tecnológica, modificando las categorías espacio/tiempo, las formas de
conocimiento y las relaciones inter e intraespecíficas en los contextos en que se
asienta.
Desde esta perspectiva, hay que considerar dos tipos de tecnologías:
- Las compatibles: aquellas cuyas técnicas se adaptan bien a los contextos
en que van a ser aplicadas, sin requerir cambios estructurales en los mismos.
- Las incompatibles: aquellas en las que el receptor, más débil cultural y
económicamente, se ve obligado a replantear su estructura social y cognoscitiva,
en un proceso de adaptación forzosa en el que los patrones culturales del centro
se imponen a la realidad de las periferias locales y la modificación.
Junto con el problema de la compatibilidad está el problema del acceso a los
avances tecnológicos. Esta es una cuestión radical para comprender el actual
panorama del planeta. Se trata de establecer cuáles deberían ser las condiciones
para que comunidades necesitadas de determinadas innovaciones tecnológicas
pudieran acceder a ellas en las mejores condiciones posibles. Tal acceso, debería
estar guiado por la demanda, de modo que, aunque los países y los grupos
actuasen con créditos externos de ayuda al desarrollo, pudiesen de facto elegir las
opciones tecnológicas, interpretando las demandas y necesidades reales de sus
comunidades.
La práctica internacional nos muestra un panorama en el que los fondos de ayuda
al desarrollo (en España, a través de los “Créditos FAD”) se destinan a dar salida a
los excedentes tecnológicos de los países industrializados, incluso exportando
tecnologías que se han mostrado inadecuadas en otros contextos y poniendo el
énfasis en la venta de tecnologías de alcance militar.
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Del mismo modo, cuando las ayudas del Banco Mundial se condicionan a
“planes de ajuste estructural” diseñados desde el exterior sin contar con las
peculiaridades de las poblaciones afectadas, parece claro que el panorama
internacional de transferencias económicas y tecnológicas debería ser revisado.
La educación ambiental debe contribuir a esa revisión. Se trata de ayudar a las
personas y los grupos a comprender la complejidad del entramado tecnológico; la
importancia de sus impactos; y el alcance de las decisiones que se toman en ésta
área. La pregunta que conviene hacerse es respecto a los fines (los “por qué” y
“para qué” vamos a intentar resolver el problema de esa manera). Y si, tras
responder a tales preguntas, se decide seguir adelante, entonces todavía es
necesario ver si existen otras tecnologías alternativas y comparar los costos no
sólo económicos sino también ecológicos y sociales de unas y otras.
Si un modelo tecnológico incentiva el consumo de capital natural; si acentúa la
presión cultural de Occidente sobre contextos no occidentalizados; si refuerza los
sistemas centro-periferia en el acceso al conocimiento y los recursos…, entonces
parece que debería ser confrontado con otros modelos en los que el consumo de
Naturaleza fueses más reducido; en los que se reciclasen recursos; se respetasen
las culturas locales y se contribuyese al reforzamiento de la autonomía y el
desarrollo endógeno.
GALTUNG (1979), explicita algunas condiciones que podemos exigir a las
tecnologías:
- Que permita producir para la satisfacción de las necesidades de todos.
- Que permita conservar los equilibrios ecológicos fundamentales.
- Que sea compatible con las culturas de los contextos en que se
implanta.
a) El principio de equidad
Hablar de equidad significa superar el viejo modelo ético que se asienta sobre
la idea estricta de igualdad. Precisamente la equidad se basa en el convencimiento
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profundo de que no existe mayor injusticia que tratar como iguales a los
desiguales.
Un tratamiento igualitario sería “arrasador”, pues es imposible que medidas
iguales puedan resultar adecuadas para individuos o contextos desiguales. La
equidad se plantea como un principio basado en la responsabilidad moral de
ayudar a los otros a crecer desde sus propias capacidades y condicionamientos de
manera diferenciada.
Se establecen controles para la contaminación atmosférica de forma igualitaria,
ignorando que la responsabilidad de la mayor parte de los gases invernadero
corresponde a los países que llevan años desarrollando procesos industriales…
Se plantea el control de natalidad en unas zonas del planeta cuando ya las otras
ha hecho su transición demográfica… ¿Es esta igualdad una expresión de la
justicia, o manifiesta el dominio y la perpetuación de los privilegios de una parte de
la humanidad sobre la otra…?
Desde una perspectiva de equidad, los planteamientos serían otros. Así, la
economía de algunos países tendría que aminorar su crecimiento para permitir que
la de otros creciera más rápidamente; la cuestión de la contaminación habría de
ser contemplada interconectando la perspectiva científica con la histórica…
b) La solidaridad sincrónica
La solidaridad supone la adopción simultánea de un amplio abanico de
soluciones para os problemas ambientales, atendiendo más a las necesidades de
la sociedad humana en su conjunto que a las prioridades de algunos grupos
sociales sobre otros.
La solidaridad sincrónica, que significa aunar en un mismo tiempo histórico las
necesidades y prioridades de acción sobre le medio, admite dos matices distintos
y complementarios:
- Una solidaridad intra-grupal: hoy las exigencias ecológicas plantean la
necesidad de que se descentralice cada vez más la gestión de los recursos. Existe
una tendencia hacia la utilización de tecnologías productivas de ciclos cortos y
hacia la asunción, a nivel de grupos, de los principios de autoorganización y
autorregulación, como base de un desarrollo autóctono, estimado por los
parámetros de la propia cultura.
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- Una solidaridad inter-grupal: al mismo tiempo, la gran “aldea planetaria”
necesita que todos estos esfuerzos se concilien en unas políticas globales de
redistribución de recursos, intercambio y transferencia de tecnologías y apoyos
para los más débiles. Esto añade a la corresponsabilidad sincrónica un nuevo
matiz; el de la solidaridad inter-grupal, necesaria para que los distintos pueblos del
planeta puedan establecer y ajustar sus políticas de desarrollo tomando en
consideración los intereses de la colectividad mundial en su conjunto.
c) La solidaridad diacrónica
La solidaridad diacrónica concilia la mirada hacia el pasado (asunción del
patrimonio natural e histórico cultural) con el compromiso de cara al futuro, a fin de
mantener la vida sobre la tierra en calidad de usufructuarios de los recursos, que
deben ser conservados en las mejores condiciones posibles para las generaciones
venideras.
Estas reflexiones éticas conducen a algunos planteamientos de orden político y
económico. Conviene tener en cuenta que esta solidaridad alcanza su
manifestación a través de la cooperación en materia económica y por la forma en
que se orientan las políticas ecológicas, los intercambios tecnológicos y los
encuentros entre culturas.
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La acción es el mejor recurso para que nuestro pensamiento y el de nuestros
alumnas/os no sea jamás un pensamiento estático. Es garantía de dinamicidad.
Sólo a través de una acción comprometida podremos cambiar las conductas sobre
el entorno y reconstruir nuestro propio pensamiento. La ausencia de una acción
que vaya aproximándose coherentemente al pensamiento ambiental, además de
imposibilitar la confrontación de éste con la realidad, puede provocar una evolución
de nuestras ideas en sentido negativo: “Si no vives como piensas, acabarás
pensando como vives”.
La educación ambiental tiene la tarea de contribuir, a través de acciones
concretas, al desarrollo de una nueva ética sobre el medio, para lo cual es
necesaria la coherencia conceptual y metodológica de nuestros programas con los
planteamientos éticos apuntados. Ello significa que sólo cuando estos trabajos se
inscriban en un amplio marco que plantee una concepción interdependiente del
mundo y una visión humana solidaria intra e interespecíficamente, sólo entonces
estaremos construyendo un proceso educativo adecuado a las necesidades de la
época que nos ha tocado vivir.
En este proceso en que pensamiento y acción se realimentan, algunos
principios básicos pueden ser:
- A partir de inquietudes, formular problemas
Si la educación tiene algo de creación, conviene que recordemos que crear es
traducir en problemas y que todo buen conocimiento se levanta sobre un sistema
de preguntas en el que el acto de preguntar puede entenderse como un acto de
rebelión (WAGENSBERG, 1994).
Desde esta perspectiva, la educación ambiental tiene como misión la de ayudar
a las personas a cuestionarse sobre los orígenes de los problemas ambientales.
Ello supone situarse en una posición de búsqueda activa, en la que las soluciones
no son únicas ni aparecen dadas y donde la complejidad del entramado ambiental
no se escamotea bajo simplificaciones.
- Favorecer el pensamiento sobre el medio y largo plazo
Una actitud exclusivamente extractiva y utilitarista respecto a la Naturaleza es
un atentado contra ella y contra nosotros y un expolio para generaciones futuras, a
las que estamos usurpando un capital irrepetible (PECCEI/IKEDA, 1985).
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Es necesario que desde la educación ambiental ayudemos a las personas a
pensar sobre el medio y largo plazo, tanto acerca de los efectos de las acciones
para el ambiente como en torno a las posibles soluciones a los problemas. - No
rehuir el conflicto
La educación ambiental, tendrá como tarea la de capacitar a las personas en
una doble dirección: la primera, debe ayudar a no rehuir el conflicto bajo la
pretendida falacia de la neutralidad. Enseñar a las generaciones a interpretar
situaciones de intereses encontrados es, sin duda, más importante que enseñarles
cientos de cifras y datos que olvidarán. En segundo lugar, es importante que
ayudemos a cuantos participan en nuestros programas a establecer criterios
precisos sobre el medio ambiente y la calidad debida, que les permitan
pronunciarse con claridad y coherencia en cualquier confrontación de intereses.
Es fundamental ejercitarles, sobre todo, en la negociación, en la capacidad para
situarse en las posiciones del otro, sabiendo que de tales implicaciones personales
en el conflicto no se derivan daños sino un crecimiento auténtico en el ser de cada
uno, mayor capacidad para comprender la realidad, y una mejor posibilidad para
la convivencia. - Tomar decisiones
Los educadores ambientales tenemos planteado un doble reto en este sentido:
primero, ejercitar a las personas y los grupos en la toma de decisiones
responsables sobre los recursos (agua, aire, suelo, energía, alimentos, etc.).
Segundo, nuestros programas deberían estimular en las personas, su capacidad
de control e influencia sobre las decisiones que adoptan los planificadores y
gestores del bien común, puesto que éstas tienen incidencia capital sobre el
ambiente.
En este terreno, la dimensión política de la educación ambiental está más
presente que nunca. Es necesario exigir nuevas condiciones para la gestión de los
recursos colectivos a quienes, en el plano político o económico, están adoptando
decisiones que afectan al conjunto.
- ¿Hacer o no hacer?
Desde planteamientos de responsabilidad moral, comportarse ambientalmente
puede significar tanto “hacer” como “no hacer”. Si entendemos la educación
ambiental como un proceso de “enseñar a hacer”, ella supone trabajar desde el
respeto al entrono: ayudar a las personas a actuar a favor del equilibrio ecológico,
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la equidad social, etc. Pero, en determinadas situaciones, la actitud ambiental
correcta consiste en “no hacer”, a dejar de consumir desaforadamente, a dejar de
impactar…
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La cuestión que se plantea a los docentes al querer trabajar en el desarrollo de
esta nueva ética es: ¿Cómo se puede contribuir, desde el ámbito educativo, al
esclarecimiento de valores en las personas? No se trata de seguir un comino de
adoctrinamiento moral o de ideologización. La tarea consiste en hacer posible un
proceso clarificador en el que las personas que participan en nuestros programas
descubran por sí mismos a qué valores desean adherirse para orientar sus
relaciones con el medio. Ahí aparece una de las claves: nuestros valores se
elucidan no sólo mediante procesos cognitivos, sino por la implicación de afectos,
sentimientos, que deben por tanto ser expresados, puestos en juego, en nuestros
programas.
Una adecuada labor educativa sería, Aquila que suscitase en los alumnos/as
una lectura reflexiva, crítica y “sentida” del entorno, llevándoles a desarrollar su
propio sistema de valores. Para ello es necesario rebasar las posturas
contemplativas, las visiones “turísticas” del medio ambiente, y desarrollar un modo
de relación con la realidad más basado en la comunicación que en la simple
observación.
Por otra parte, supone un replanteamiento de nuestra dimensión histórica, de tal
manera que lleguemos a interpretarlo como algo que nos es propio, que nos implica
y forma parte de nuestra historia. Considerar el medio como contexto histórico-
natural, entrar en una dinámica de auténtica “comunicación” con el entrono,
supone poner en juego algo más que las capacidades intelectivas: los
sentimientos, la vía afectiva como camino de acercamiento a nuestro
comportamiento.
Los conocimientos, la información, es necesarios pero no suficientes, del mismo
modo que una experiencia o unos sentimientos no sometidos a reflexión
difícilmente pueden tener alcance ético. La vinculación entre la reflexión (lo que
pensamos), la práctica (lo que hacemos) y la afectividad (lo que sentimos al
confrontar el pensamiento con la acción) parece el camino más adecuado para el
asentamiento de unos valores que, no sólo reflexionados sino “sentidos”, puedan
ir conformando la personalidad de cada alumna/o.
Desde esta perspectiva, un aula abierta, en la que las personas que aprenden
puedan poner en juego sus cualidades dinámicas, constituiría un clima idóneo para
el desarrollo de una ética ambiental que inspirase las conductas. Los
educadores/as deberían privilegiar la capacidad para asumir actitudes y
24
comportamientos autónomos y responsables; la voluntad de proyectarse hacia el
futuro explorando caminos nuevos…
25
Capítulo IV
Edgar Morín.
5
jóvenes y adultos que participan en programas de educación ambiental tienen un
cúmulo todavía mayor de representaciones mentales de los fenómenos sobre los
que se va a trabajar.
Todo ello ha conformado un campo de experiencias y de explicaciones del que
la persona no puede desasirse inicialmente cuando participa en acciones de
educación ambiental. Así que, siempre estaremos trabajando con esa realidad
como telón de fondo.
Si estas consideraciones tienen valor al hablar de los individuos que aprenden,
no son menos importantes cuando se refieren a la colectividad. Los patrones
culturales de cada pueblo son un elemento esencial que jamás debe ser ignorado
por el educador/a ambiental, a la hora de trazar un programa.
Ello evidencia cuando se trabaja en proyectos formativos sobre calidad de vida.
En ese caso, queda clara la inutilidad de prepara cualquier exhaustivo programa,
si se ignoran las pre-concepciones del colectivo humano con el que se va a operar.
Nuestro trabajo comienza ahí, cuando el colectivo ha explicitado sus concepciones.
De modo que, la construcción del conocimiento sobre el ambiente es una
operación transaccional en la que, por un lado operan las cualidades y problemas
del entorno y, por otro, los esquemas previsores o marcos de referencia que forman
parte de la estructura semántica del individuo o el grupo que aprende.
En cuanto al papel que juega el entorno en el proceso de construcción de
conocimiento, conviene tener presente (MATURANA/VARELA, 1990) que una
perturbación del medio no contiene en sí una especificación de sus efectos sobre
el ser vivo, sino que es éste en su estructura el que determina su propio cambio
ante ella. Tal interacción no es instructiva, porque no determina cuáles van a ser
sus efectos.
Los autores citados usan la expresión “gatillar un efecto”, para referirse a los
cambios que resultan de la interacción entre ser vivo y medio son desencadenados
por el agente perturbador y determinados por la estructura de lo perturbado. Lo
propio vale para el medio; el ser vivo es una fuente de perturbaciones y no de
instrucciones.
Esta interacción sujeto-entorno, cuando es educativa, permite que los
aprendizajes en ella obtenidos se conviertan asimismo en constructivos, es decir,
que de forma recursiva vengan a reelaborar la propia estructura semántica del
6
individuo que aprende (de modo tal que la modifican y la preparan para un nuevo
proceso de aprendizaje).
Por otra parte, desde una perspectiva sistémica, lo comentado significa que,
cuando entendemos algo, no lo añadimos simplemente a nuestro “almacén” de
conocimiento, sino que se integra en el sistema de lo que sabemos, cambia sus
propiedades y potencialidades y opera como reoorganizador de nuestras tramas
cognitivas.
Para que se produzca esta integración, CLAXTON (1995) plantea que se tienen
que dar dos condiciones, una estructural y otra dinámica. En primer lugar, la nueva
información tiene que relacionarse de modo razonable con lo que AUSUBEL llama
“estructura cognitiva” del sujeto. La información se tiene que integrar en algo y si
no existe una base adecuada no se producirá dicha integración.
En segundo lugar, la “energía” ha de ser adecuada para que la reacción se
produzca.
El papel del educador/a es operar como mediador en esta transacción
educativa, sujeto-entorno que da lugar al nuevo conocimiento, poniendo en juego
las estrategias didácticas necesarias para que las personas implicadas puedan
relacionar aquello nuevo que aprenden con lo que ya sabían, bien sea para
confirmarlo y ampliarlo, bien sea para modificarlo o cuestionarlo.
De este modo se estará dando un verdadero aprendizaje significativo, aquel en
que las ideas se relacionan con algún aspecto existente específicamente relevante
de la estructura cognoscitiva del alumno/a (AUSUBEL, 1983). Este autor comenta
una anécdota sobre esta expresión:
1983).
7
IV. 2. El aprendizaje como proceso: los vínculos entre lo intelectual y lo
afectivo
8
En definitiva, el enfoque procesual aparece como una posibilidad de
recuperación de la historia. Ya no se trata de construir o aplicar una historia lineal,
sino, de comprender la historia como encadenamiento de historias
(BOCCHI/CERUTI, 1994), en un modelo circular que permita dar cuenta de la
complejidad de los procesos sistémicos.
Estos procesos son complejos. Los elementos que en ellos intervienen lo hacen
a través de fenómenos de interacción, sinergias, etc., que hacen que el
conociendo, tenga la categoría de “emergencia” del sistema. Es decir, llegamos a
conocer utilizando todo nuestro bagaje de posibilidades cognitiva, sensitivas,
afectivas, valorativas, a través de combinaciones y recombinaciones simultáneas
que, en un momento dado, operan para producir eso que llamamos
“conocimiento”.
Hemos de tener presente que el aprendizaje es un fenómeno integrado, algo
que implica a la persona entera, como entramado de cogniciones, sentimientos,
afectos, valores, etc., y no sólo una cuestión intelectiva. Es más, podemos
considerar con EISNER 81987), que la distinción estricta entre lo cognitivo y lo
afectivo es en sí misma imperfecta. En primer lugar, no puede darse ninguna
actividad afectiva sin cognición. De manera similar, no puede existir ninguna
actividad cognitiva que no sea a la vez afectiva. La tendencia a separar lo cognitivo
de los afectivo se refleja en nuestra separación de la mente y el cuerpo.
9
Amor y conocimiento no son intercambiables, son funciones complementarias
que han de ser estimuladas al unísono para que, conjuntamente, puedan producir
eso que podríamos denominar “conocimiento complejo”.
1
0
Desde esta perspectiva, elaboramos teorías olvidando que éstas son simples
aproximaciones provisionales a la realidad, y las tratamos como si fueran
“descripciones directas y fieles de esa propia realidad”. Una teoría es una manera
de “formarse una idea”, es decir, una manera de mirar el mundo, y no una forma
de “conocimiento” de lo que es el mundo (BOHM, 1987).
8
certezas. En este nuevo esquema explicativo de la realidad, orden/desorden no
son ya elementos antagónicos sino complementarios.
Lo que se pretende desarrollar en esta nueva visión científica es un modo de
investigara y proyectar que vaya más allá del reduccionismo y del holismo. Se trata
de moverse en torno a la idea de unidad compleja, que enlace el pensamiento
analítico-reduccionista con el pensamiento integrador. Esto significa que si la
reducción (la búsqueda de unidades elementales simples, la descomposición de
un sistema en sus elementos) sigue siendo un elemento esencial del espíritu
científico, no es la única ni, sobre todo, la última palabra (MORÍN, 1994).
La educación, ha estado marcada por lecciones, materias, disciplinas, que han
explicado objetos parcializados de la realidad, pero frecuentemente ha olvidado la
tarea de reconstrucción e integración de tales visiones. Avanzar desde ese modelo,
bastante estático, hacia un modelo relacional y dinámico, supondría una verdadera
educación.
El reto que se nos plantea consiste, en pasar de un mundo de objetos y hechos
aislados a un mundo de relaciones. Ello significa asumir un enfoque sistémico-
complejo tanto a la hora de interpretar la realidad como en el momento de favorecer
el aprendizaje. BATESON nos orienta, en este sentido, advirtiéndonos que, lo
primero que debemos buscar es la pauta que conecta.
BATESON pensaba que las relaciones son, mucho más importantes que los
objetos aislados, y que lo fundamental es llegara a descubrir los principios de
organización de los fenómenos que tratamos de interpretar, o sea, descubrir “la
pauta que los conecta”.
Existen semejanzas formales, repeticiones rítmicas, simetrías bilaterales, que
nos permiten comprender a un organismo vivo como conjunto relacionado de
pautas o patrones. Se darían aquí, las “conexiones de primer orden”.
También hay otro tipo de pautas: las que unen, por ejemplo, al ser humano con
el caballo. En este caso son, “conexiones de segundo orden”.
Finalmente, estas pautas pueden a su vez relacionarse entre sí, con lo que
estaríamos estableciendo “conexiones de tercer orden”. En este caso, la pauta que
conecta es una “metapauta” (una pauta de pautas).
BATESON aconseja que el modo más adecuado para comenzar a trabajar sobre
la pauta que conecta es el de pensarla como una danza de partes que interactúan.
Esto quiere decir, que lo que nos interesa son los cambios, en el
9
tiempo y en el espacio, y por tanto los procesos y no los estados, que sólo tomados
en secuencia muestran su armonía y por tanto su significado… La atención ha de
centrarse en las relaciones.
Incluso en el campo personal, algunos autores (ZOHAR, 1991) sostienen que
nosotros “somos nuestras relaciones”, las relaciones entre los sub-egos que hay
dentro de nuestro propio ego; las relaciones con los demás; las relaciones vivas
con el pasado a través de la memoria y con el futuro… En nuestro trabajo,
utilicemos las relaciones no lineales. Unamos la causa y el efecto, el efecto volverá
sobre la causa, por retroacción, el producto será también productor (MORIN,
1994).
Si seguimos los consejos de BATESON, no encontraremos con su propuesta de
construir historias. Puesto que las relaciones son para él la esencia de lo viviente,
las historias permiten describir la realidad con un lenguaje y una forma más
adecuados, puesto que son “conjuntos de relaciones formales dispersas por el
tiempo”.
Pensar con historias significa, imaginar relaciones existentes y posibles entre
elementos diferenciados, entre partes distintas de la realidad. Plantea la necesidad
de conectar objetos y hechos con sus contextos, supone construir significados. Y
las historias conectadas nos permiten comprender el mundo mejor que los
planteamientos abstractos. Trabajar con historias es la manera natural por la que
exploramos “la pauta que conecta”. Las historias son múltiples.
Imaginar, pensar con “historias” no debería ser por más tiempo una actividad
reservada al mundo de la fantasía o del arte, sino la manera natural de construir y
explorar las relaciones (MAYER. 1998).
Pero las historias requieren siempre de un contexto. Describir ese contexto,
revalorizar su papel en el aprendizaje (actividad propia de la educación ambiental)
significa ampliar nuestro campo de relaciones para la descripción de la realidad.
Continuando con el pensamiento de BATESON, un aspecto central del mismo
es el modo en que él establece las relaciones entre mente y materia, como
elementos inseparables del mundo de lo vivo, de modo que “mente” y “Naturaleza”
vienen a constituir una unidad. Para BATESON la mente en un fenómeno
característico de los sistemas vivos, en la medida en que éstos pueden procesar
información y organizarse. La consideración de los principios de organización
como principios “mentales” le hacía, por tanto, estimar que la mente es inherente
10
a la materia en los distintos niveles de la vida. No obstante, él practicaba la
distinción entre “mente” y “conciencia”, considerando que esta última quedaba
fuera de su concepto de “mente”.
Como resumen de lo expuesto, sería deseable incorporar a los planteamientos
metodológicos de la educación ambiental la necesidad de trabajar sobre
relaciones. Pero es necesario tomar en cuenta también la relación entre el
observador y lo observado.
El modelo científico positivista se asienta sobre la división del mundo físico en
dos sistemas independientes: el observador y lo observado. La eliminación
positivista del sujeto descansa sobre la idea de que los objetos, al ser
considerados entes aislados, pueden ser sometidos a una observación rigurosa
de características tales que permitirá obtener un conocimiento totalmente
“objetivo” de la realidad.
Pero las modernas teorías científicas nos han demostrado que todo lo que se
ha dicho lo ha dicho un observador (MATURANA/VARELA, 1989) y no por objetos
aislados. Ello significa que estos procesos son siempre acontecimientos dentro de
la esfera de descripción de un observador (THOMPSON, 1989).
A este respecto, conviene recordar el “principio de incertidumbre” de
HEISENBEERG, que demuestra cómo la ciencia no podrá nunca conocer
perfectamente algo porque la operación misma de observarlo lo altera. BATESON,
nos advierte que lo que nosotros, en cuanto científicos, podemos percibir está
siempre limitado por un umbral, de modo que, en un momento cualquiera, el
conocimiento será función de los umbrales de los medios de percepción con que
contemos. Ello significa que la ciencia y el observador científico están siempre
limitados por dichos umbrales para recoger los signos exteriores y visibles de la
realidad.
Por otra parte, los sujetos lo son en un mundo de objetos, que funciona como
contexto necesario para la vida. Ello significa que el objeto y el sujeto, librados
cada uno a sí mismo, son conceptos insuficientes. Así, aparece la gran paradoja:
sujeto y objeto son indisociables (MORIN, 1994). De modo que resulta
indispensable concebir el lazo inextricable que existe entre el observador y lo
observado. Es más, sabemos que el primero no sólo condiciona los experimentos
en que participa, sino que a veces, incluso, los determina, tanto en el campo de las
ciencias físicas como en el de las ciencias sociales o humanas.
11
Tener presentes estas ideas al educar significa que los objetos y fenómenos que
estudiemos deberán ser siempre considerados en un marco de probabilidades, no
de certezas absolutas. Para ello deberíamos movernos en un enfoque sistémico-
complejo, esforzándonos por mantener todo entrelazado, el sistema objeto de
estudio, el observador y su proyecto cognitivo, y las relaciones que existen entre
ellos y con un posible ambiente externo (MAYER, 1998).
12
interpretar esto con ojos nuevos, ojos atentos, implicándose y preguntándose cómo
son, por qué son así, y si podrían ser de otra manera. Estos procedimientos ayudan
a las personas a adquirir la comprensión de los fenómenos globales. La
interpretación de los problemas nacionales e internacionales sólo será posible
cuando los alumnos/as hayan llegado a entender cómo funciona su propio entorno.
De forma complementaria, es función del profesorado ayudarles a entender
cómo todos los fenómenos que se producen en la escala micro (local), tienen lugar
igualmente en la escala meso (nacional) y en la escala macro (internacional), por
lo que es preciso llegar a interpretarlos globalmente. Esta propuesta de
“pensamiento global y acción local”, en los últimos años se está modificando para
hablarse de “acción local y global”. Ello se debe a la toma de conciencia de que
algunos graves problemas del planeta, sólo podrán ser atajados con acciones de
carácter general.
13
La escuela debe desarrollar su dinámica interna en relación con el territorio que
la circunda. Debe constituirse en “nodos” dinamizadores de la realidad social y
cultural del entorno. Escuela y territorio deben realimentarse para cumplir sus
funciones, intercambiando información, flujos de personas, propuestas de los dos
ámbitos.
La experiencia italiana, merece ser destacada: existen los “laboratorios
territoriales”, centros educativos que funcionan expresamente con la preocupación
de vincular las acciones educativas con el territorio circundante. En ellos, el
territorio que nos rodea, es un patrimonio (elaborado y difuso) de memoria,
conocimiento científico, experiencia y análisis, que debiera dar vida a una nueva
cultura de la emergencia, a nuevos modelos de percepción, a nuevos
comportamientos y valores (VANADIA, 1993).
Desde estos supuestos, la escuela, entendida como laboratorio territorial, se
constituye en un lugar de encuentro de la cultura más formalizada con toda la
información ecológica, política, cultural que existe en el entorno… y es un ámbito
para la penetración de los problemas reales que dan en el contexto como
elementos básico el aprendizaje escolar. Actuando así, la escuela no sólo se
beneficia de la gran cantidad de información y estímulos que le territorio le
proporciona, sino que, simultáneamente, se convierte en un agente activo de la
realidad territorial, a la que devuelve propuestas sobre conflictos reales,
orientaciones emanadas de los propios escolares.
El desarrollo de las relaciones escuela-territorio es pues, beneficioso para
ambas partes. Requiere que los profesoras/es desarrollen un análisis del contexto,
en el que lleguen a conocer cuáles son las características físicas, sociales,
culturales y económicas del territorio. Esta es una tarea de exploración e
interpretación que se vincula con la tarea del profesor/a como investigador/a.
El contexto es todo conjunto organizado que, siendo significativo para las
personas que protagonizan el hecho educativo (profesores y alumnos), tiene la
capacidad de influenciar lo que sucede en la escuela y de ser influenciado por ella.
El contexto sería, el medio ambiente próximo o “entorno” físico y sociocultural que
contiene información susceptible de ser “leída” por los estudiantes y, a la vez,
resulta ser lo suficientemente “poroso” y plástico como para dejarse penetrar y
condicionar por una escuela abierta.
14
Para analizar contextos podemos adoptar diferentes estrategias (CARIDE,
1990):
- Exploratoria: se centra en acercar o introducir al investigador/a en el
contexto.
- Descriptiva: tiende a captar y reflejar determinadas propiedades del
contexto. - Explicativa: desvela los procesos que subyacen en las estructuras
dinámicas de un contexto determinado.
- Comprensiva: tiene como objetivo último la comprensión, más allá de la
explicación, tratando de buscar el sentido y significado de esa realidad.
Estas estrategias se corresponden con las diferentes etapas del proceso
investigador que profesorado y alumnado pueden desarrollar para analizar un
contexto.
En esta tarea hay que tener presentes algunos criterios básicos:
Primero, considerar el contexto como conjunto organizado, como sistema,
interpretándolo a través de las relaciones entre sus partes. Interesa conocer los
vínculos que se dan entre sus elementos, así como, los vínculos del contexto con
la escuela como sistema. Además, conviene no olvidar que, cualquier demarcación
que hagamos es siempre artificial, al pertenecer aquel, como microsistema, a
realidades de mayor complejidad, en las que se integra y con el que establece
relaciones de condicionamiento recíproco. Es más, la delimitación depende
siempre de los objetivos del investigador, que es quien fija las variables
contextuales que van a ser usadas en el análisis. Del mismo modo, los paradigmas
explicativos que adopten los investigadores estarán influenciando sus tareas de
análisis y los resultados.
15
ELLIOT (1986) la define como “el estudio de una situación social con el fin de
mejorar la calidad de acción dentro de la misma” afirmando que la
investigaciónacción aspira a alimentar el juicio práctico en situaciones concretas, y
que la validez de las “teorías” o “hipótesis” que genera no depende tanto de los
tests “científicos” de la verdad como de su utilidad para ayudar a la gente a actuar
más hábilmente. En la investigación en la acción, las “teorías” no se hacen válidas
de forma aislada, para aplicarse después a la práctica; se hacen válidas por medio
de la práctica.
En el campo educativo, el educador e alguien que ayuda a otros a mejorar su
interpretación del mundo. Es también, una persona que necesita conocer cuáles
son los efectos de sus acciones en la tarea docente, para poder corregir los
defectos o afirmar lo que tenga de acierto. Todo ello hace que, en las modernas
corrientes pedagógicas, se hable de “profesor como investigador” de su propia
práctica.
La investigación-acción, como estrategia metodológica aplicada a la educación,
se basa en ir observando, a través de instrumentos diversos y momentos
compartidos, los resultados de nuestra acción docente, con el fin de introducir en
el proceso las correcciones y acciones necesaria para llevarlo a buen fin. Se
interesa por problemas prácticos acerca de qué y como hacer en las situaciones
educativas, problemas cuya solución se logra actuando. Es una actividad centrada
en la acción, no exenta de teoría, cuya problemática surge de las discrepancias
entre las actividades educativas y los resultados que se pretende obtener, entre
las expectativas y los logros (LARA, 1997).
Se contrapone al modelo de evaluación final de resultados y se trata de:
- Diagnosticar una situación problemática que interese al alumno/a y sirva
al proyecto educativo.
- Formular estrategias y seguirlas (planificar y actuar).
- Investigar sobre los efectos de nuestras acciones educativas
(evaluarlos).
- Confrontar los resultados de estas investigaciones con la situación real
y con las metas que queremos alcanzar en el proceso.
- Introducir las modificaciones necesarias para irnos aproximando a la
consecución de los fines propuestos.
16
- Cambiar los fines o metas previstos, cuando se constate que no son
adecuados a las expectativas y posibilidades del alumno/a.
Se requiere la utilización de un amplio instrumental:
- Grabaciones de las sesiones de trabajo.
- Diarios redactados por los estudiantes y por propio profesorado.
- Presencia e informes de observadores externos.
- Grabaciones en audio o video.
- Fotografías.
- Reuniones de grupo, entre el equipo docente o bien entre éste y el
alumnado.
Los resultados obtenidos se hacen interactuando a través de técnicas de
triangulación. Estas consisten en la puesta en común de las apreciaciones de todas
las personas implicadas en el proceso, para compararlas y contrastarlas,
detectando sus acuerdos y diferencias (LARA, 1997). La triangulación constituye,
una técnica o instrumento para la toma de datos. En términos sistémicos estamos
describiendo un proceso de feed-back. Esto se desarrolla en diversas etapas,
apoyándose unas en otras.
El interés de la investigación-acción radica en que se trata de un modelo de
evaluación interna y cualitativa. Dos de los más significativos agentes de los
procesos educativos son los expertos o especialistas y los alumnos/as
participantes.
Los primeros deben intervenir a petición de los prácticos y como ayuda al trabajo
de éstos. En cuanto a los estudiantes, ellos son sujetos activos del proceso.
En la investigación-acción, el objetivo no es el resultado final sino que se va
consiguiendo a lo largo de éste (LARA, 1997).
Resulta imprescindible trabajar con la incertidumbre y el azar. No podemos
ignorar que pequeños cambios en cualquiera de los pasos acabará por originar
trayectorias diferenciadas. De modo que, hemos de considerar que sus resultados
sólo pueden ser planteados en términos de probabilidades, nunca de certezas.
17
entonces los conceptos ecológicos se les aparecerán como el instrumental
necesario para su trabajo. El interés está vinculado con la necesidad y el deseo.
Cuando un proceso educativo se desarrolla dando respuesta a ambos,
generalmente se consigue no sólo que los alumnos/as “aprendan” aquello que es
interesante para ellos, sino que lo “aprehendan”.
La aprehensión se produce al comprender algo de tal modo que tiene un
significado personal. Es una cuestión donde la persona se halla implicada en su
totalidad, tanto en el aspecto intelectual como en el emocional. Los terapeutas lo
llaman empatía (CLAXTON, 1995).
Veamos cómo la resolución de problemas reales, problemas que afectan a las
necesidades, deseos e intereses de las personas, se constituye en una de las
estrategias educativas más eficaces para trabajar en educación ambiental y, poder
así, diseñar cuáles son realmente los problemas ambientales que preocupan a
alumnos/as, acercándonos a sus intereses. Algunas pautas pueden ser:
- Vincular “aprendizaje y necesidades”. Se aprende lo que se necesita, por
tanto la necesidad tiene que ser anterior, tiene que existir como pre-condición del
aprendizaje.
- Un proyecto educativo-ambiental debe plantearse en torno a problemas en
vez de hacerlo en base a disciplinas. La integración efectiva de aquello que se
aprende se verifica así cuando los contenidos aparecen vinculados a un problema,
real o simulado y, se plantea la necesidad de obtener y aplicar conceptos,
procedimientos y valores rigurosos y bien organizados para interpretarlos y
buscarles soluciones.
- No se puede aprender aquello para lo que no se está preparado. Ciertas
ideas y habilidades suponen otras, y si éstas no se han adquirido, es imposible
comprender y asimilar ideas más complejas (CLAXTON, 1995). Hay que estar
atentos a la adecuación entre el nivel de los contenidos que deseamos desarrollar
y las posibilidades reales de las personas y del grupo. En un colectivo que aprende,
los niveles de partida son muy diferentes, de modo que deberían establecerse
distintas posibilidades de estar en el proceso y de construir conocimientos, que
tuviesen más en cuenta las trayectorias recorridas por cada persona que los
objetivos finales del programa.
- Los problemas complejos son fuente de aprendizajes complejos. Ello
aconseja que, para su tratamiento, se reúnan profesores de diferentes campos de
18
conocimiento, de modo que los alumnos/as puedan captar no sólo la enorme
riqueza de matices que aflora en la interpretación de cualquier conflicto real, sino
también las relaciones entre disciplinas y la necesidad de comunicación entre ellas.
- “Cuando las personas se sienten amenazadas dejan de aprender”
(CLAXTON, 1995). En efecto, es conveniente que, en nuestros proyectos
educativos, cuidemos de huir del catastrofismo, de la presentación de problemas
tan graves que lleven a las personas a la convicción de que es imposible hacer
nada.
- Finalmente, compararemos el viejo paradigma científico con el nuevo.
Pensemos más en términos de probabilidad que de certeza, en abanicos de
soluciones posibles. Trabajar en esta dirección plantea cambios epistemológicos
y cambios en las metodologías. Se trataría, de que al lado de estrategias
gobernadas por reglas (matemáticas, por ejemplo) se concediese valor a vías de
interpretación más abiertas (intuición, comunicación artística, etc.) de modo que
el proceso de construcción de conocimiento permitiese la emergencia de
respuestas complejas, múltiples y flexibles.
Algunos de los pasos en el proceso de resolución de problemas (vinculados con
la creatividad, elaboración de alternativas y toma de decisiones):
- Identificación del problema: para conocer sus efectos y sus causas.
- Identificación de los agentes que intervienen en el problema.
- Identificación de los condicionantes: supuestos éticos, económicos, etc.
- Reconstrucción histórica del problema: cómo se ha generado y su
evolución
- Contextualización del problema: escalas macro, meso y micro, y sus
consecuencias en cada una de ellas.
- Relación del problema con otras cuestiones ambientales: en el más
amplio contexto de la problemática ambiental en su conjunto.
- Búsqueda de alternativas deseables y posibles: análisis de su viabilidad
y pertinencia.
- Negociación acerca de las posibles acciones a tomar: características del
grupo.
- Establecimiento de posibles soluciones y puesta en práctica.
- Evaluación de resultados y reelaboración del tema.
19
IV. 8. El desarrollo de la creatividad: como favorecer los comportamientos
creativos
La necesidad e trabajar con sujetos y problemas complejos, ha de llevar al
educador/a a la búsqueda de fórmula que permitan que el proceso educativo se
desarrolle de forma abierta y flexible, dando entrada al azar y la incertidumbre, la
innovación, lo inusual y nuevas relaciones entre las cosas.
La creatividad es la expresión suprema de la resolución de problemas, que
involucra transformaciones nuevas u originales de las ideas y la generación de
nuevos principios integradores (supraordinados) y explicativos (AUSUBEL, 1983).
Ella pone en juego nuestras capacidades para interpretar la realidad yendo más
allá de los códigos usuales, estableciendo asociaciones o relaciones no previstas,
explorando lo que en principio parece imprevisible, para encontrar respuestas
innovadoras, viables y comunicables.
Es importante el reconocimiento que hagamos del valor de las crisis como
situaciones que ponen en tensión a los individuos y los grupos para la búsqueda
de soluciones nuevas. Las crisis son ocasiones para crecer. Se trata de saber
situarse ante ellas, para incorporar toda la información y propuestas que pueden
permitirnos generar un proceso de autoorganización, a través del cual el sistema
pueda garantizar su permanencia, si bien siempre en condiciones distintas.
El azar, uno de los elementos claves del pensamiento creativo, algunos autores
lo han definido como “el catalizador para la emergencia de lo nuevo”. Supone la
propiedad de poder escapar al determinismo de los códigos en virtud de ciertas
estructuras no determinadas y que se determinan por un encuentro eventual con
el ambiente (PANIKER, 1987). El comportamiento creativo requiere, la flexibilidad
para replantear constantemente los supuestos sobre los que operamos, tantear las
soluciones, reestructurar nuestros marcos de referencia, aquellos que, según la
teoría constructivista, enmarca nuestras interpretaciones y acciones en la
realidad.
Las condiciones para el afloramiento de las repuestas creativas comienzan en
el modo de formular las preguntas. BALANDIER (1989) nos recuerda que es
necesario plantear las preguntas de otro modo.
Las respuestas creativas deben cumplir, al menos, las siguientes condiciones:
- Ser inusuales (poco frecuentes).
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- Plantear relaciones o asociaciones nuevas entre los elementos que
intervienen en el problema.
- Proporcionar respuestas flexibles, capaces de adaptarse a situaciones
cambiantes.
- reconvertir en positivos (resiliencia) fenómenos que, en principio, aparecen
como negativos para el sistema.
- Ser viables, susceptibles de aplicación a la realidad.
- Plantearse como hipótesis provisionales, sometidas a revisión y crítica.
El individuo creativo procede así por tanteo de hipótesis, procesos de ensayo y
error, para ir contrastando las respuestas posibles con la realidad, modificándolas
constantemente en un proceso en que adaptación e innovación se entremezclan.
Para favorecer el pensamiento creativo hay que atender a algunos principios
básicos:
- Respetar las preguntas poco comunes.
- Respetar las ideas singulares.
- Demostrar a los estudiantes que sus ideas tienen valor.
- Proporcionar oportunidades de aprendizaje que no se evalúen.
- Relacionar la evaluación con las causas y las consecuencias.
21
La importancia del docente es grandísima. El o ella van a determinar, con su
actitud, el “clima” en el cual pueda emerger el pensamiento creativo. Un clima de
búsqueda individual y cooperativa, de exploración. En él ninguna respuesta debe
ser desechada.
Debe darse por excluida la posibilidad del “fracaso”, pues todas las respuestas
han de considerarse como tanteos. También, hay que tener presente que, no existe
una única respuesta, sino conjuntos de respuestas. Consecuentemente, hay que
buscar vías de complementariedad de las respuestas, generando un marco de
condiciones que permita el desarrollo óptimo del proceso.
Entre estas condiciones debemos señalar la apertura al entorno, por ser el
ambiente fuente de información. Por otra parte está la complejidad del propio
entorno, su riqueza en estímulos. Del mismo modo, el entorno debe ofrecer
posibilidades para la verificación de hipótesis y para la acción, de forma que las
personas que aprenden pongan a prueba sus ideas emergentes, contrastándolas
en el campo de lo real y reconstruirlas consecuentemente con los resultados.
Finalmente, hacemos referencia al papel que puede jugar el arte como forma de
conocimiento. El arte permite la “comunicabilidad de complejidades ininteligibles”
siendo una forma de conocimiento en tanto que elabora imágenes de sucesos del
mundo (WAGENSBERG, 1994). Permite dar salida a las intuiciones, emociones,
sentimientos, etc., en una intensidad y profundidad excepcional. Además de
expresarse, los alumnos/as, se pueden comunicar mediante formas y procesos en
los que la creatividad se manifiesta de manera sorprendente.
Aplicar el sentido integrador del arte, nos permite la reorganización constante
de lo imaginario con lo real (FIBLA, 1992).
En definitiva, se trata de adentrarnos en un proceso permanente de adaptación
creativa; aprender el arte de cambiar, el arte de la creatividad a través del margen.
La creatividad es una actitud genuinamente ética. Presupone el desinterés y el
desprendimiento. Mantener en activo la curiosidad intelectual, aproximarse a la
realidad de un modo interdisciplinario, relacionarse con los demás de un modo
incondicional y no viciado por códigos rígidos, en una palabra, no recitar la vida,
sino vivirla (PANIKER, 1987).
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IV. 9. Elaboración de alternativas y toma de decisiones: los escenarios futuros
Elaborar alternativas, tiene gran importancia, pues éste es un ejercicio de gran
valor para las personas que aprenden: la búsqueda de los modelos mejores dentro
de los existentes, pero también el tanteo de los modelos posibles dentro de los no
existentes.
Cualquier programa de educación ambiental desarrollado de manera continua,
contribuiría a flexibilizar las posiciones mentales y la conductas de niños, jóvenes
y adultos, haciéndolas crecer en viveza, imaginación y espontaneidad. Y si, al
hacerlo, la creatividad se manifiesta, será misión del educador/a orientar al grupo
para que pueda ir más allá del pensamiento existente, aventurándose a pensar y
a plantear los problemas en que pueden ser los escenarios futuros.
Trabajando de este modo, las personas pueden desarrollar mecanismos de
aprendizaje orientados a la anticipación. Ello exige trabajar con la aleatoriedad
como telón de fondo, combinada con el saber científico, lo cual debería dar como
resultado planteamientos rigurosos a la vez que flexibles, en horizontes abiertos.
Enseñar a decidir es más importante para la formación integral de una persona
que enseñarles muchos datos. De este modo, las personas internalizan ante los
conflictos ambientales, no existe neutralidad posible en la que refugiarse y siempre
adoptan posturas informadas y responsables.
Las decisiones que adoptamos se convierten así, en “momentos” de la evolución
de nuestro pensamiento. A la luz de los logros y fracasos que se derivan de ellas,
el pensamiento se rehace, se replantea continuamente, en un proceso de feed-
back en el que pequeños pero continuos ajustes van rehaciendo nuestras
concepciones sobre el medio ambiente, nuestra propuestas y nuestras posibles
soluciones.
Por su parte, el pensamiento vivo, el que nace y renace cada día, se constituye
así en base firme para nuestras conductas informadas por la decisión. Y ésta
también cambia, se ajusta a aquello que planteamos rigurosa y creativamente y
que queremos alcanzar.
Es evidente que el desarrollo de ciertas aptitudes en nuestras alumnas/os
favorecerá la toma de decisiones responsables.
ALBALÁ (1992), nos orienta sobre algunas aptitudes:
- Escudriñar la realidad: estudiar los problemas y sus alternativas por uno
mismo y no por las imágenes que otros nos facilitan.
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- Permanecer abiertos: a diferentes interpretaciones, más allá de las que nos
llegan por instituciones o medios de comunicación.
- Evitar las generalizaciones excesivas: reconocer que las metas y valores,
varían según los individuos, países y regiones.
- Matizar las descripciones: evitar las categorías bueno/malo,
explotado/explotador, etc. La complejidad del ambiente exige una interpretación
de la información en términos más matizados, buscando zonas intermedias, más
que polos opuestos.
- Sopesar diferentes puntos de vista: reconocer que la información es
siempre limitada y que las interpretaciones vienen influenciadas por los marcos de
referencia.
- Fechar los acontecimientos: para identificar los cambios en la información
a lo largo del tiempo, algo crucial para la interpretación.
- Pensar políticamente: no existe la respuesta a cada problema ambiental,
sino la necesidad de alcanzar soluciones a través de negociaciones y
transacciones libres y justas entre las partes afectadas.
- Verificar los contextos: interpretar la información vinculada a sus fuentes
geográficas, culturales, etc.
- Buscar interconexiones: entre diferentes enfoques (culturales, sociales,
ambientales...).
- Sopesar el corto y largo plazo: no se puede construir el futuro sobre las
ruinas del presente.
- Priorizar la acción cooperativa: desarrollar competencias que favorezcan la
organización de grupos y la participación ciudadana entre los alumnos/as.
Pero una toma de decisiones responsable supone un paso que conduce desde
un pensamiento orientado y científicamente riguroso a la acción que es coherente
con él. La educación ambiental tiene planteado un doble reto en este sentido. En
primer lugar, ejercitar a las personas y los grupos a tomar decisiones directas sobre
la forma en que utilizan los recursos: agua, aire, suelo, etc. En segundo lugar,
estimular en las personas su capacidad de control e influencia sobre las decisiones
que adoptan aquello que gestionan los recursos (político y técnicos).
Algunas pautas para la orientación de los procesos educativos sobre toma de
decisiones:
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- Las decisiones deben ser siempre informadas: deben producirse con el
conocimiento lo más amplio posible de los factores y condiciones que concurren
en la cuestión sobe la que se va a decidir.
- Las decisiones se tomarán orientadas por los principios de equilibrio
ecológico y equidad.
- La elaboración de decisiones plantea la necesidad de una referencia
constante a los límites y constreñimientos del sistema sobre el que vamos a actuar.
- Los límites y constreñimientos de la biosfera, han de ser considerados, como
sistema global, en relación con nuestros posibles impactos.
- Para evaluar nuestras decisiones, nos preguntaremos si éstas serían
generalizables al conjunto del planeta.
- Considerar si la decisión es abierta, en el sentido de que crea nuevas
oportunidades para decisiones posteriores.
- Considerar en qué trayectoria del sistema se inscribe la decisión, para
estimar si estamos reforzando líneas de actuación que deseamos realmente
potenciar o bien aquellas otras que nos gustaría abandonar.
- Las decisiones son personales, de modo que, en conjuntos de gran
diversidad como los educativos, no tienen por qué darse las mismas decisiones
para todos. - Cada individuo posee una historia personal y, sus decisiones son las
unas precondición de las otras.
- Cada individuo y cada grupo están legítimamente en uno de esos pasos del
proceso. Desde esta consideración, lo importante es el sentido en que se inscriben
las decisiones, de modo que no conviene compararlas ni individual ni
colectivamente, sino respetarlas.
- A la mayoría de los seres humanos lo único que puede pedírsele es que
vayan cambiando paulatinamente sus costumbres, prácticas de consumo, etc. - Es
más eficaz un cambio lento pero sostenido que uno brusco. Lo importante es que
las decisiones, se vayan consolidando a través de hábitos y conductas. - Decidir
cambiar es algo que se debe hacer por el deseo de mejorar la propia vida y el
entorno. Es importante que se lleguen a decisiones habiendo considerado lo que
se pierde y lo que se gana.
- Las decisiones han de ser oportunas para el sistema.
- Los cambios tienen que ser deseados y gratificantes, aunque supongan
renuncias.
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- Las decisiones que tomemos tienen que hacernos más felices.
26
que el mundo puede concebirse, así como una elección de la manera en que se
representará públicamente.
- Toda forma de representación es, por esencia, incompleta, y de ahí el
deseo de conceptualizar y describir el mundo mediante varias formas.
Resulta importante considerar que, al utilizar formas diversas de representación,
estamos posibilitando el conocimiento de las ideas previas de alumnos/as y, a la
vez, estamos dando ocasión a que personas que responden mal a los
requerimientos del trabajo intelectual puedan expresar por otras vías distintas de
las convencionales (pruebas de cálculo matemático, etc.) aquellas habilidades y
destrezas que, de otro modo, tal vez quedarían ocultas. Algunas de estas formas
de representación son:
es
conexión
mediante
con
DIFERENCIACION IMPACTO
INCLUSIÓN PROGRESIVA IDEAS ESTRUCTURACION VISUAL
PREVIAS
JERARQUIZACION
Mediante
CONEXIONES
CRUZADAS
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- Impacto visual: ésta se apoya en la anterior. En palabras de NOVAK, “un
buen mapa conceptual es conciso y muestra las relaciones entre las ideas
principales de un modo simple y vistoso, aprovechando la notable capacidad
humana para la representación visual”. Se aconseja no dar por definitivo el primer
mapa que hayamos trazado, sino tomarlo como borrador y repetirlo para mejorar
su representación.
En cuanto a la utilidad del modo de operar con estas formas de representación,
podemos señalar cuatro aspectos fundamentales:
- Comprensión del conocimiento existente: los mapas ayudan a comprender
el conocimiento existente y relacionar los nuevos conceptos con aquellos que ya
poseen.
- Establecimiento de “jerarquías” de relaciones: los mapas comienzan a
construirse por conceptos amplios denominados inclusores, a los que siguen
conceptos más específicos y menos inclusivos. Así se muestran las relaciones
jerárquicas entre algunos conceptos relevantes y otros subordinados a ellos.
- Diferenciación progresiva: el aprendizaje significativo es un proceso
permanente en el cual la persona va reconstruyendo sus tramas de significados
al tiempo que incorpora nuevos conceptos o proposiciones que los alteran. En esta
reconstrucción continua, los mapas conceptuales son un instrumento que nos
permite apreciar los cambios, las reorganizaciones cognitivas y la diferenciación
de conceptos que se operan en los sujetos durante el aprendizaje. La
diferenciación progresiva de los conceptos se estimula poniendo en relación
mapas conceptuales de diferentes etapas y/o temas. Con ello se permite “cruzar”
la información y poder dar lugar a la construcción de un nuevo mapa de mayor
nivel, relacionado con los anteriores.
- Reconciliación integradora: El aprendizaje significativo requiere ser
consciente de las nuevas relaciones que existen entre los grupos de conceptos
nuevos y antiguos. Además, las concepciones menos ajustadas deben ser
descubiertas conscientemente y desplazadas por nuevos vínculos
proposicionales.
La utilidad de los mapas conceptuales es muy amplia. Permiten la construcción
colectiva de conocimiento y habitúan a los alumnos/as a negociar significados,
estimulando la actividad reflexiva, la capacidad de compartir y el respeto por las
ideas ajenas.”La negociación de significados cognitivos”, requiere la consecución
29
de un compromiso o acuerdo sobre la inclusión o no de un concepto, a través de
un proceso de diálogo e intercambio, en el que las personas deciden compartir un
significado determinado.
Deterioro
Países ricos Mayor presión de la vida
Exportación sobre los rural
Fijan demanda recursos
Fijan precios
Pérdida
autosuficiencia
económica Migraciones
Compras de
armamento y Incremento de la
tecnología deuda externa
c) La V heurística de Gowin
31
derecho). Plante la necesidad y oportunidad de que las personas establezcan
vínculos entre pensamiento y acción en la búsqueda del nuevo conocimiento.
Funciona con una cierta recursividad. Por un lado, las teorías y principios en su
lado izquierdo nos sirven de guía para la creación de conocimiento; por otro,
nuestros juicios de valor, afirmaciones sobre conocimientos, interpretaciones, etc.,
plantean la posibilidad de modificar la teoría o la necesidad de incorporar nuevos
principios, conceptos, etc., que no hubiesen sido incluidos previamente.
GONZÁLEZ (1997) comenta algunas precisiones sobre este método:
Primero, el lado izquierdo de la UVE (lado conceptual) se corresponde con el
pensar, y el lado derecho (metodológico) con el hacer. La parte interna contiene
una cuestión central que funciona como pregunta problematizadora,
desencadenante del proceso que, surgirá del examen de los conceptos que los
alumnos/as ya tienen; guiará la metodología (lado derecho) y conducirá hasta el
juicio de conocimiento.
El vértice coincide con los acontecimientos y objetos. Acontecimientos es
cualquier cosa que suceda o pueda provocarse. Un objeto es un ente que existe
y se puede observar, y que permite que el acontecimiento suceda. Ambos están
relacionados, en la medida en que los objetos están involucrados en un
acontecimiento.
La parte izquierda; los conceptos, se refieren a regularidades en
acontecimientos u objetos. El punto final a considerar acerca de los conceptos es
cómo se indican. El lenguaje suministra señales y símbolos para designar los
conceptos.
Los principios se colocan encima de los conceptos, en el lado izquierdo. Ellos
son las reglas conceptuales que formarán parte de las teorías. Seguidamente
aparecen éstas. Las teorías son declaraciones, desarrolladas por las personas,
que intentan explicar y predecir fenómenos a través de interacciones entre
principios y conceptos.
En el lado derecho, partiendo del vértice (acontecimientos/objetos), el primer
escalón es el de los registros. Para desarrollar un registro debemos considerar
nuestras percepciones sensoriales y presentarlas en una forma relativamente
permanente que pueda ser comunicada a otros. Los registros se hacen acerca de
acontecimientos y objetos. Generalmente, un registro se hace de una percepción
32
sensorial. Una transformación requiere algún tipo de manipulación de algunas de
estas percepciones.
Finalmente, aparecen los juicios de conocimiento. Ellos tienen un doble valor:
por un lado, son las respuestas a las preguntas centrales que fueron formuladas
al comienzo y, proporcionan información. En segundo lugar, pueden sugerir
nuevas preguntas que pueden conducir a nuevas investigaciones. Los juicios de
conocimiento resultan de la investigación, y deben ser consistentes con la cuestión
central, con lo conceptos, principio, acontecimientos, etc., que preceden a su
construcción.
La utilidad de esta técnica radica en que ayuda a la construcción de
conocimiento y permite a los estudiantes comprender cómo es el proceso a través
del cual ese conocimiento se construye. Podríamos considerarla un instrumento de
metaconocimiento (conocimiento sobre la forma de conocer).
33
Capítul
oV
Alan
V. 1. Diferencias y semejanzas
Llamamos educación ambiental formal a aquella que se realiza a través de las
instituciones y planes de estudios que configuran la acción educativa “reglada”.
Una característica fundamental es su intencionalidad y especificidad. Su primer
objetivo es la modificación de las conductas de quienes aprenden, en tanto que,
esta actividad se realiza en instituciones educativas creadas para tal fin. No es un
simple añadido de unos temas ambientales al currículo, sino que plantea
exigencias éticas
y metodológicas que inciden en la propia concepción de la enseñanza y en las
condiciones en que el aprendizaje tiene lugar.
En el proceso de integración de la educación ambiental a la enseñanza formal
pueden reconocerse resistencias que se hacen presentes en los sistemas afectados
por el cambio. De modo que tales resistencias son, en sí mismas, elementos que
forman parte de la dinámica innovadora, y se manifiestan de modo más intenso
cuantas más novedades ofrezca ésta (MURGA, 1997).
En cuanto a la educación ambiental no formal, es aquella que, siendo intencional,
no se lleva a cabo en el ámbito de instituciones educativas y planes de estudio
reconocidos oficialmente, sino por parte de otro tipo de entidades, colectivos, etc.,
que la desarrollan de manera libre a través de dos fórmulas de acción:
- Como una extensión o complemento de su actividad principal. Caso de
Ayuntamientos o Comunidades Autónomas, que mantienen en sus organigramas
Programas de Educación Ambiental de apoyo a las escuelas, o dirigidos al gran
público.
- Como actividad característica del Centro, orientadla trabajo extra-escolar, es
decir, en actividades de apoyo o refuerzo a la acción educativa formal, en acciones
dirigidas al profesorado, los colectivos ciudadanos, etc. Es el caso de los Centros
de Educación Ambiental, las Granjas-Escuela, Aulas de Naturaleza, etc.
En este tipo de educación pueden desarrollarse procesos más flexibles. A través
de los programas educativos es posible complementar la tarea que realizan las
instituciones escolares, así como, incidir en las conductas ciudadanas.
Tanto en la educación formal como en la no formal, su intencionalidad obliga a los
planificadores a desarrollar mecanismos de integración del tema ambiental en las
actividades globales. Es preciso realizar un diseño de los proyectos y programas,
complementadas con actividades de valuación.
Los proyectos y programas deben estar a cargo de equipos interdisciplinarios, así
como, la necesidad de un currículo que funcione como hipótesis de trabajo, en el
que es preciso contar con referentes que, orienten a la acción educativa.
La educación ambiental informal, es aquella que tiene lugar pese a la falta
de intencionalidad (medios de comunicación, etc.). Lo que caracteriza a este
tipo de educación es que, ni el emisor ni el receptor, se reconocen
explícitamente como
participantes de una acción educativa, sino que más bien
INTEGRACIÓN DE
CONTENIDOS
d) La simulación a través de
ordenador
- Se basa en la teoría de la probabilidad, la teoría del juego y otras técnicas
matemáticas, que se utilizan para introducir elementos de suerte y de azar en
actividades simuladas que son tratadas con ayuda de un ordenador.
- Generalmente está destinada más a proporcionar respuestas.
La utilidad de los juegos resulta bastante alta porque se desarrollan aspectos que
no tienen cabida en el currículo. Veamos algunos de ellos (BRUNER, 1998)
- Jugar proporciona placer y permite “correr riesgos” de forma simulada,
valorando sus
consecuencias.
- Reduce las consecuencias de nuestros errores.
- Es un modo de incorporación de los patrones culturales de la comunidad. -
Los aprendizajes que se adquieren en juegos de grupo pueden transferirse a
comportamientos individuales.
- La “sustancia” es el desarrollo de las capacidades de negociación y diálogo,
así como de las actitudes
cooperativas.
-
Se desarrolla en marcos amplios de autonomía para los
jugadores/as
(tomando opciones), lo que proporciona una importante oportunidad de pensar,
hablar y manifestarse como son, sin inhibiciones.
- En la actividad lúdica se da una cierta pérdida de vínculo entre los medios y
los fines.
- El juego cooperativo, no está excesivamente vinculado a los resultados. El
placer consiste en jugar, con lo que se prima el proceso y el valor del presente.
En ocasiones, las personas que coordinan un programa de educación ambiental
crean sus propios juegos. En estos casos es aconsejable que su trabajo se
organice en torno a algunos requerimientos básicos que se deberían cumplir
cuando se diseña un juego aprendizaje:
- El tema debería estar planteado de forma problemática.
- Es preciso explicitar al máximo (en el diseño) los objetivos educativos que se
pretenden alcanzar.
- Es importante fijar en qué momento de la secuencia de aprendizaje
pensamos utilizarlo (al principio, como motivación; en medio, como refuerzo; o al
final, como síntesis).
- Los roles de los participantes deben estar bien definidos.
- Deben reflejarse los materiales necesarios, y si se trata de un juego de aula
o ha de realizarse en el exterior. - Interesa fijar el tiempo de duración.
- El desarrollo del juego ha de estar descrito de forma minuciosa, apoyándose
en esquemas gráficos siempre que sea posible.
- Se detallarán las reglas del juego de forma inteligibles aunque flexibles. - A
efectos educativos, se establecerá un repertorio de contenidos que pueden ser
tratados con ocasión de este juego.
- Se establecerán actividades complementarias, acerca del tema tratado.
Algunas puntualizaciones respecto al modo en que los juegos se inscriben
en el proceso general de aprendizaje (NOVO, 1988):
-El juego es un elemento fundamental que puede constituirse en el “punto de
encuentro” interdisciplinar en el que confluyen varios profesores y distintas
disciplina
s.
- El juego puede entenderse como un elemento motivador, al inicio del
proceso, o como ejercicio de síntesis final que permite aglutinar,
interdisciplinariamente, los diversos contenidos sobre un mismo tema desde
diferentes ámbitos de conocimiento.
- Los objetivos globales que nos planteamos al diseñar o preparar un juego
deben coincidir con los objetivos que alcanzan al proceso de aprendizaje en
general, de modo que el juego se inscriba en dicho proceso como un elemento
de refuerzo, motivación, síntesis, etc.
- En ocasiones, los manuales plantean los juegos en términos de “globalidad”,
sobre la base de que la Tierra es nuestra “aldea planetaria”.
- Las reglas que rigen su funcionamiento deben ser flexibles, criticables,
y susceptibles de ser cambiadas si el grupo así lo conviene.
Son convenientes los ejercicios de simulación y juegos por:
- Permiten aprender disfrutando y motivan en todas las edades.
- Ayudan a investigar, a explorar libremente nuevas vías y posibilidades
para la resolución de problemas.
- Permiten la implicación en el presente y pueden orientarse hacia el futuro.
- Hacen posible la liberación de prejuicios.
- Estimulan los hallazgos personales y grupales.
- Favorecen el aprendizaje crítico e innovador.
- Incentivan el conocimiento de relaciones.
- Rompen los roles tradicionales profesor/alumno.
- Animan al tanteo de soluciones alternativas, favoreciendo la emergencia
del pensamiento innovador.
- Plantean situaciones que requieren de enfoques interdisciplinarios.
- Favorecen la enseñanza y el aprendizaje grupales.
- Ayudan a situarse en el papel del otro.
-
- Ayudan a comprender los cambios.
Criterios fundamentales que los docentes deberían respetar para utilizar
estos instrumentos (CHARTIER, 1974):
- No exponer con excesivo detalle los propósitos, reglas y material del juego
de simulación.
- No corregir las faltas menores de quienes juegan.
- No proporcionar nunca una estrategia mejor que la que cualquier jugador
está proponiendo.
- No modificar ninguna reelaboración de las reglas hechas por los
participantes. - No pretender que se mantenga un orden perfecto en el curso de
los acontecimientos.
- No desechar los puntos que parezcan estar fuera del propósito de la
discusión.
-No reprimir los desplazamientos que el juego pueda exigir.
- No contestar a las preguntas de los participantes con un “esto no está en las
reglas
”.
- Ha de admitirse la propia ignorancia en un determinado punto o del proceso.
- Es preciso considerar el juego como una forma de educación tan importante
como otras menos agradables.