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Romero

Capítulo 5: “El empate, 1955-1966”

Luego de derrocar a Perón, en el grupo que hizo el golpe se advertía una heterogeneidad. Eduardo
Lonardi se presentó como presidente provisional para indicar su decisión de restaurar el orden
constitucional. Rodeado por los grupos católicos y por militares de tendencia nacionalista, proclamo
que no había vencedores ni vencidos y procuro establecer acuerdos con las principales fuerzas que
habían sostenido a Perón, en particular los sindicalistas.

El proyecto nacional y popular seguía teniendo vigencia, siempre que fuera depurado de sus
elementos corruptos o indeseables. Los dirigentes sindicales se mostraron contemporizadores
aunque hubo manifestaciones contra los militares. Los partidarios de Lonardi compartían el
gobierno con representantes de los grupos antiperonistas, respaldados por la Marina. En el ejercito
se impusieron los partidarios de una política de abierta ruptura con el derribado régimen peronista.
Dos meses después (13/11) Lonardi debio renunciar y fue reemplazado por el general Aramburu,
mas afin a los sectores liberales y antiperonistas. Este episodio puso en evidencia la complejidad de
la herencia del peronismo. La formula con la que se había constituido aquel movimiento ya había
hecho crisis hacia 1950, y Peron mismo inicio en 1952 una reorientación sustancial de sus políticas
para adecuarse a las nuevas circunstancias. Las características de su movimiento, las fuerzas sociales
que lo apoyaban y que el mismo había movilizado y constituido le impidieron encarar decididamente
el nuevo rumbo. Caido Peron esas mismas fueras se convirtieron en un obstáculo insalvable para los
intentos de sus sucesores, se proponían reordenar sustancialmente la sociedad y a economía.

En 1955 ese reordenamiento era estimulado y hasta exigido por un mundo que, concluida la etapa
de la reconstrucción de la posguerra y ya en plena Guerra Fria, planteaba desafíos novedosos. Al
igual en la Argentina peronista, en EE.UU y en Europa los Estados intervenían decididamente,
ordenando la reconstrucción económica y organizado los vastos acuerdos entre empresas y
trabajadores. En 1947, los acuerdos monetarios de Woods establecieron el patrón dólar y los
capitales volvieron a fluir libremente por el mundo. Ls áreas cerradas fueron desapareciendo y las
grandes empresas comenzaron a instalarse en los mercados antes vedados. La economía de
Argentina crecio, el Fondo Monetario Internacional propuso políticas llamadas “ortodoxas”:
estabilizar la moneda abandonando la emisión fiscal, dejar de subvencionar a los sectores
“artificiales”, abrir los mercados y estimular las actividades de exportación tradicionales.
Progresivamente empezó a formularse una política alternativa sobre la Comision Economica para
America Latina (CEPAL): los países “desarrollados” podían ayudar a los “subdesarrollados” a eliminar
los factores de atraso mediante adecuadas inversiones en los sectores clave, que estos
acompañarían con reformas “estructurales”, como la reforma agraria. Las recetas “monetarista”
(revitalizar los viejos aliados, los sectores oligárquicos, quizás a las dictaduras) y “estructuralistas”
(“modernización” de la sociedad con el establecimiento de democracias estables, similares a las de
los países desarrollados) compitieron en opinión y en las políticas.

Para adecuarse a este mundo del capitalismo, el liberalismo y la democracia, era necesario
modernizar y adecuar la economía, transformar el aparato productivo. 1955 en Argentina las
herramientas de esa modernización generaban polémicas en aquellos que confiaban en el capital
extranjero y quienes desconfiaban de él. Algunos sectores de empresas locales descubrieron el
beneficio, otros aspiraron a ponerles trabas y encontraron eco en las fuerzas políticas.
Los empresarios coincidían en que cualquier modificación debía modificar el estatus logrado por los
trabajadores durante el peronismo. Esto implicaba restringir el poder de los sindicatos, recortas los
ingresos y recuperar la autoridad patronal eran los puntos salientes de una actitud mas general
contra la situación de mayor igualdad social lograda por los trabajadores. La exclusión del peronismo
de la política fue para los vencedores de 1955 el requisito para poder operar esa transformación en
las relaciones sociedad. Entre las fuerzas sociales embarcadas en la transformación, que no habían
terminado de definir sus objetivos, primicias y alianzas, y las antiguas que tenían resistencia se
produjo un “empate”.

Libertadores y Desarrollistas

Aramburu asumió la decisión de desmontar el aparato peronista. El partido peronista fue disuelto y
se intervinieron la confederación general del trabajo y los sindicatos. Dirigentes políticos y
sindicalistas fueron detenidos, sometidos a un prolijo escrutinio por comisiones investigadoras y por
ultimo proscripto políticamente. La administración publica y las universidades fueron depuradas de
peronistas. Se prohibio cualquier propaganda favorable al peronismo , empezó a ser designado
como el “tirano prófugo” o “dictador depuesto”. Se derrogo la Costitucion de 1949.

Esta política fue respaldada por la Marina, bastion del antiperonismo. 1956 levantamiento de
peronistas fueron reprimidos por el gobierno con violencia y ordenando el fusilamiento de civiles y
de los principales jefes militares. Las depuraciones fueron mas frecuentes y un grupo antiperonista
fue ganando el control del Ejercito.

Los militares se propusieron compartir el gobierno con los civiles. Proscripto el peronismo,
convocaron a los partidos que compartían ese pacto a integrar la Junta Consultiva una suerte de
Parlamento sin poder de decisión.

En la política económica, Prebisch del CEPAL elaboro un plan con algunos principios de la doctrina
y un programa ortodoxo de estabilización y liberación. Los instrumentos que tenia el Estado para
intervenir fueron desmontados. Se devaluo el peso y el sector agrario recibió un importante
estimulo, con lo que se esperaba equilibrar las cuentas externas. Se aprobó el ingreso de la
Argentina al FMI y al Banco Mundial, y se obtuvo la ayuda para los problemas mas urgentes. No
hubo una legislación clara sobre el capital extranjero cuya concurrencia siguió despertando dudas.
Combinando eficiencia y represión, patrones y gerentes empezaron a recupera autoridad en las
plantas. Los salarios reales cayeron fuertemente en 1957. Las huelgas fueron numerosas y
combativas. La nostalgia de lo perdido resultaba una utopia, simplemente querían el
funcionamiento normal y correcto de los mecanismos capitalistas, que incluían el estado benefactor
y la justicia social. Surgieron nuevos dirigentes sindicales, formados en las duras luchas de esos años.
En 1957 se reunio el Congreso Normalizador de la CGT y los peronistas, accedieron a su control,
aunque compartiéndolo con algunos sectores independientes.

Proscripto el peronismo, estas organizaciones sindicales asumieron la representación gremial y la


política, y fueron la “columna vertebral” del movimiento. Desde el exilio Peron conservaba todo su
poder simbolico. Para el gobierno el pacto de proscripcion representaba un problema para el futuro,
que hacer con el peronismo. Algunos aceptaron la exclusión, otros aspiraban a comprender y
redimir a los peronistas. La Derecha opto por acercarse al peronismo. En la Izquierda, la política
represiva del gobierno aparto pronto a muchos de un bloque antiperonista. Su misión era dirigir a
la clase obrera, planteaba un problema serio para aquellos que seguían creyendo la naturaleza
burguesa de ese movimiento. El Partido Socialista se dividio en 1956 entre quienes se mantenían en
el antiperonismo y quienes querían una alternativa izquierda para los trabajadores.

El ascenso de Frondizi en la UCR provoco su ruptura, esta proclamo la candidatura a presidente.


Frondizi eligió la línea de acercamiento con el peronismo. Para atraer a los peronistas, reclamó del
gobierno el levantamiento de las proscripciones y el mantenimiento del régimen legal del
sindicalismo. La UCR se dividió en Intransigente y del Pueblo.

En 1957 por dificultades económicas y una creciente oposición sindical y política, el gobierno
provisional empezó a cumplir con el compromiso de restablecer la democracia. Peron ordeno votar
en blanco y esos votos fueron los más numerosos. Frondizi se lanzo al juego con un discurso
moderno, referencias claras a los problemas estructurales del país y una propuesta novedosa.
Negocio con el propio peron su apoyo electoral prometiendo el levantamiento de la proscripcion.

Gano Frondizi en 1958. Este aspiraba a renovar los acuerdos entre empresarios y trabajadores. Se
aspiraba a desarrollar una tendencia adicta, nacional y desarrollista. El realismo político incluia una
tendencia a inclinarse por la negociación táctica con las grandes corporaciones. Los partidos (UCR
del Pueblo) manifestaron rechazo hacia el gobierno que consideraban ilegitimo, al punto de pensar
en un golpe militar.

El nuevo gobierno tenia amplia mayoría en el Congreso, pero su poder era claramente precario. Los
votos eran prestados y la ruptura con peron era una posibilidad muy real. Las Fuerzas Armadas no
simpatizaban con quien rompió la proscripción de los antecedentes izquierdistas. Los partidos
políticos no llegaban a conformar una red de seguridad para las instituciones y el partido oficial era
incapaz de cualquier iniciativa autónoma. Frondizi aumento los salarios un 60%, una amnistía y el
levantamiento de las proscripciones, como la sanción de la nueva ley de asociaciones profesionales.

Frondizi asumió lo que llamo la “batalla del petróleo”, es la negociación con compañías extranjeras
de la exploración y puesta en explotación de las reservas. Politica económica fueron leyes de
radicación de capital extranjero y de promoción industrial. Por ellas se aseguraban a los inversores
extranjeros libertad para remitir ganancias y aun para repatriar el capital. Se establecia un régimen
especial a las inversiones en sectores juzgados clave para la nueva etapa de desarrollo: la siderurgia,
la petroquímica, celulosa, automotriz, energía y naturalmente petróleo. Habria trato preferencial
en materia de derechos aduaneros, créditos, impuestos, suministro de energía, y compras del
Estado, asi como en la protección arancelaria del mercado local. Los resultados de las inversiones
extranjeras subieron. La producción de acero y automotores crecio de modo espectacular y casi se
llego al autoabastecimiento de petróleo.

La fuerte expansión hizo probablemente mas intensa la crisis cíclica trienal anunciado a fines de
1958 por una fuerte inflación y dificultades serias en la balanza de pagos. 1958 se pidió ayuda al FMI
y se lanzo un Plan de Estabilizacion, cuya receta recesiva se profundizo, cuando Frondizi convoco al
Ministerio de Economia al ingeniero Alsogaray. Aplico un ortodoxo programa de devaluación,
congelamiento de salarios y supremasion de controles y regulaciones estatales cuyas consecuencias
fueron una fuerte perdida en los ingresos de los trabajadores y una desocupación generalizada.

El plan de estabilización puso fin a una precaria convivencia entre el gobierno y los sindicatos
peronistas, la ley de asociaciones profesionales, que establecía el sindicato único y el descuento por
planilla. Los efectos de la política de estabilización y la dureza con que el gobierno reprimio
protestas, la huelga del frigoríficos, pusieron a los sindicatos en pie de guerra. Las huelgas se
intensificaron, el gobierno respondio interviniendo los sindicatos y empleando al Ejercito para
reprimir. Los empresarios despedían a los cuadros mas combativos de cada planta.

1959 fue un punto de inflexión. La intensa ola de protesta sindical iniciada a la caída de Peron, en
los sindicatos se consolidaba un nuevo tipo de dirección, recurriendo incluso a la corrupción o al
matonismo para acallar las disidencias. Vandor, jefe del sindicato metalúrgico, fue la figura principal
especializada en administrar la desmovilización, con paros generales duros de palabra pero poco
combativos y negociaciones permanentes cono todas los factores de poder. La Martina fue mas
homogénea en su rechazo a la política presidencial, pero en el Ejercito domino un faccionalismo
creciente. Frondizi despidió a Alsogaray y Montero, y se lanzo a enfrentar al peronismo. Los
peronistas ganaron ampliamente en provincia, Frondizi las intervino a todas. Depusieron a frondizi
en 1962 por Guido.

Crisis y Nuevo intento constitucional

Los que rodeaban a Frondizi rodearon a Guido buscando negociar una alternativa política que
tuviera en cuenta al peronismo. Tres meses después impusieron un gabinete antiperonista. La
crisis política y económica se potenciaron mutuamente. Fugazmente Fede Pinedo dispuso una
devaluación, que favorecio a los grupos agropecuarios y a sus amigos, fue reemplazado por
Alsogaray, quien repitió su receta estabilizadora, que además golpeo al sector industrial local. Una
oposición alternativa empezó a dibujarse en el Ejercito. Se formo en torno a los jefes y oficiales del
arma de Caballeria. Creian que la asociación de peronismo y comunismo era exagerada. Los azules
ganaron a los rojos. El triunfo de los azules llevo a Ongania al peronismo. Se trataba de un grupo
políticos provenientes de la democracia cristiana y del nacionalismo a la búsqueda de una formula
que reuniera militares, empresarios y sindicalistas. Hubo un enfrentamiento entre el Ejercito y la
Marina, fue violento, hubo bombardeos y cuartele destruidos, la marina fue derrotada.

Los sindicalistas hicieron valer su poder, practicando hasta sus ultimas consecuencias el doble
juego . En 1963 lograron que la CGT fuera normalizada, presionar al gobierno con Semana de
Protesta y negociaron su participación en el frente. Las negociaciones no terminaron bien, peron
proclamo candidato a Solano Lima. En 1963 los peronistas votaron en blanco y fueron a Arturo
Illia.

Illia gobernó entre 1963 y 1966. Las principales fuerzas corporativas habían hecho un alto pero
estaban lejos de comprometerse con el nuevo gobierno. El nuevo gobierno radical le dio mucha
mas importancia al Congreso y a la escena política democrática. Su presidencia se definio por el
respeto de las normas, la decisión de no abusar de los poderes presidenciales y la voluntad de no
exacerbar los conflictos y buscar que estos decantaran naturalmente. Las criticas se centraron en
esa modalidad. La política económica, dado por un grupo de técnicos de CEPAL, un Estado muy
activo en el control y la planificación de la economía. Se beneficio después de la crisis 62-63, la
recuperación industrial y buenas exportaciones. Los ingresos de los trabajadores se elevaron y el
Congreso voto la ley de salario minimo. El gobierno controlo los precios. Frente al capital
extranjero procuro reducir la discrecionalidad de las medidas de promoción. Caso especial los
contratos petroleros.
Intento aplicar los recursos de la ley de asociaciones para controlar a los dirigentes sindicales.
Estos respondieron con un Plan de Lucha que consistio en la ocupación escalonada, sin desbordes
ni amenazas a la propiedad y desmontada con igual celeridad y pulcritud. En el primer semestre de
1964 los sindicalistas encabezaron la reorganización del Partido Justicialista (peronista) lo que fue
llevado a un enfrentamiento con Peron, amenazando su liderazgo. El operativo retorno termino
con Peron retenido en Brasil. En 1965 envio a su esposa, Isabel, como su representante personal.

En el mundo los militares comenzaban a derrocar a los gobiernos democráticos sospechosos de


escasa militancia anticomunista.

La economía entre la modernización y la crisis

En 1958 con Frondizi. Surgio el Instituto Nacional de Tecnologia Agropecuaria y el Instituo


Nacional de Tecnologia Industrial. Las investigaciones básicas fueron promovidas por el Conicet y
por CNEA.

Un conjunto de instituciones debían poner en movimiento, la palanca de la inversión publica, la


ciencia y la técnica. La mayor fe estaba en el capital extranjero. Se instalaron por la via de la
compra o la asociación con empresas nacionales existentes o por la concesión de patentes o
marcas. Se noto la influencia en la transformación de los servicios o en las formas de
comercialización y un cambio en los habitos de consumo. Presencia creciente del idioma ingles.

En la industria las ramas crecieron aceleradamente por efectos de la promoción y aprovechando la


existencia de un mercado insatisfecho, y las que eran lideres, como la textil, retrocedieron o se
estancaron. Se creo una brecha entre un sector moderno y eficiente de la economía, ligado a la
inversión o al consumo de los sectores de mayor capacidad, y otro tradicional, vinculado al
consumo masivo, que se estancaba. La brecha era causa de las empresas extranjeras, y para las
empresas locales era una experiencia negativa. El empleo industrial se estanco.

Pinedo dispuso en 1962 una devaluación del 80%. Diez años siguientes desde el fin del peronismo,
la economía crecio. En el sector industrial, fue el resultado de los sectores nuevos y la retracción
de los tradicionales. En el sector agrícola empezaron a sentirse los efectos de las mejoras
tecnológicas. Todo crecimiento de este significaba un aumento de las importaciones y concluia en
un déficit serio en la balanza de pagos. El endeudamiento externo y la necesidad de cumplir con
los servicios agregaban un elemento a la crisis y un motivo de interés para los acreedores y sus
agentes. Los planes de estabilización del FMI consistían en una fuerte devaluación y luego en
políticas recesivas que reducían el empleo industrial y los salarios, y con ellos las importaciones,
hasta recuperar el equilibrio perdido, creando las condiciones para un nuevo crecimiento.

Las masas de la clase media

La fuerte migración del campo a la ciudad formaba una tendencia iniciada en 1940. Los lugares de
origen fueron en la zona pampeana donde la crisis agrícola completo su obra de expulsión. El
empleo industrial se estanco y retrocedio, y su lugar fue ocupado por la construcción, que junto al
pequeño comercio absorbieron los migrantes internos. Crecio el numero de la clase media. Su
presencia puso de relieve el papel decisivo que en esta etapa siguió teniendo la educación, la via
de ascenso por excelencia de los sectores medios. Las ganas de incorporarse en los foros
intelectuales y políticos mas activos tuvo fallas, los egresados universitarios aumentaron mucho
mas que la cantidad de empleo. Se reducia el valor del titulo. Pese a la caída del régimen odiado,
las viejas clases altas no recuperaron su prestigio, la posesión de un apellido o la frecuentación de
las secciones de sociales. Los cambios de la vida fueron notables. La pastilla anticonceptiva y una
actitud mas flexible sobre la conductas sexuales y sobre las relaciones familiares modificaron la
relación entre hombre y mujeres, y la conversación se nutrio de términos tomados de la sociología
y del psicoanálisis. Era significativo que los nuevos sectores populares no pusieron sus esperanzas
en la casa propia sino en el televisor y luego aparatos electrónicos o la motocicleta/automovil.

La universidad y la renovación cultural

Los intelectuales antiperonistas pasaron a regir las instituciones oficiales y el campo de la cultura
todo, dominado por la preocupación de la apertura y la actualización. El principal foco de
renovación cultural estuvo en la universidad. Estudiantes e intelectuales progresistas se
propusieron desperonizar la universidad y luego modernizar sus actividades. Exigían
modernización, se implementaron laboratorios. La universidad se convirtió en una “isla
democrática” en un país que lo era cada vez menos.

La política y los limites de la modernización

La radicalización de los sectores progresistas y la formación de una nueva izquierda tuvo en la


universidad donde los intelectuales formaron su discurso que encauzarian en una amplia gama de
opciones políticas.

“Nueva izquierda” formada mirando al peronismo y a la revolución cubana. Se caracterizo por la


expansión del marxismo, las variantes eran infinitas. Este populismo tendio un puente hacia sectores
cristianos que se interesaron en dialogar con el marxismo, mientras el antiimperialismo vinculo
estas corrientes con sectores del nacionalismo, también en intenso proceso de revisión. El gobierno
de Illia fue condenado por ineficiente y en 1966 golpe de estado le dieron la presidencia a Ongania.

Capitulo 6: Dependencia o liberación

El ensayo autoritario

Un amplio consenso acompaño el golpe, los grandes sectores empresariales y muchos grupos de
extrema izquierda.

La primera fase del gobierno se caracterizo por un “shock autoritario”. Se disolvió el parlamento, los
partidos políticos, cuyos bienes fueron confiscados y vendidos, para confirmar lo irreversible de la
clausura de la vida política. Los militares fueron apartados de las decisiones políticas. Los ministros
fueron reducidos y se creo el Estado Mayor de la Presidencia integrado por los Consejos de
seguridad, desarrollo económico y ciencia y técnica. Unificadas las decisiones, se comenzó a
encorsetar a la sociedad. La represión del comunismo se extendió a todas aquellas expresiones de
pensamiento critico. El blanco principal fue la universidad, visto como la cuna del comunismo.
Fueron intervenidas y se acabo su autonomía academica. 1966 “ la noche de los bastones largos”
la policía interrumpio la UBA y apaleo alumnos y profesores. Renunciaron docentes. La censura se
extendió, como la pollera corta o el pelo largo, el amor libre, la pornografía y el divorcio.

Antes que se hubiese definido una política económica se redujo al personal de la administración
publica y en algunas empresas del estado. Las protestas sindicales fueron acalladas. En 1967
lanzaron un Plan de Accion, pero hubo despidos masivos, retiros de personería sindical,
intervenciones a los sindicatos y el uso de todos los resortes que la ley le daba al Estado para
controlar al gremialismo discolo. En los primeros meses no se había tomado una política económica
clara. 1966 el hermano de Alsogaray comandante del Ejercito y Vasena ministro de economía. Plan
Krieger-Vasena apunta a superar la crisis cíclica y a lograr una estabilización prolongada que
eliminara una de las causas de la puja sectorial. Se proponía racionalizaar el funcionamiento de la
economía toda y facilitar asi el desempeño de las empresas mas eficientes. Contaba para ello con
las poderosas herramientas de un Estado perfeccionado en sus orientaciones intervencionistas. La
inflación, se recurrio a la autoridad estatal para regular grandes variables. Sometidos los sindicatos,
se congelaron los sueldos, luego de un modico aumento y se suspendieron las negociaciones
colectivas. Se congelaron tarifas de servicios públicos y combustibles y se establecio un acuerdo de
precios con las empresas lideres. Se establecio una devaluación del 40% y una retención a las
exportaciones agropecuarias. Se reducio la inflación en 1969, las cuentas del estado estaban
equilibradas al igual que su balanza de pagos.

La fuerte retenciones a la exportación. Los sectores empresariales locales se quejaban de la falta de


protección y se lamentaban de la desnacionalización. La nueva política beneficiaba a los grandes
empresarios.

A lo largo de 1968 se empezó a notar los primeros indicios del fin. Grupos sindicales hacían protestas
que eran controladas mediante amenazas y ofrecimientos. En 1969 ocurrio el Cordobazo.

La primavera de los pueblos

El Cordobazo vino con una ola de protestas estudiantiles de diversas universidades de provincias y
una fuerte agitación sindical. La CGT local realizo una huelga general y ganaron el centro de la
ciudad. Hubo represión policial. Se recurrio al ejercito, tomando el control de nuevo. La ola del
Cordobazo trajo consigo un nuevo activismo sindical, destacaban las plantas de las grandes
empresas. Con obreros estables, especializados y bien pagos, los conflictos no se limitaron a lo
salarial y se extendieron a las condiciones de trabajo, los ritmos, los sistemas de incentivos, etc.
Hubo otros episodios similares al de 1969 por toda Argentina. Todos estos motivados por un
aumento de tarifas, un impuesto, etc. Toda la gente salía a reclamar por lo mismo.

Todos los males de la sociedad se centraban en un punto, el poder autoritario y los grupos
minoritarios que lo apoyaban, culpables de la explotación y violencia de la sociedad. Hasta la iglesia,
tardicional baluarte de los sectores oligárquicos se sumaba a esta primavera. 1968 la iglesia se
movilizo en las zonas mas pobres promoviendo la formación de organizaciones solidarias e
impulsaron reclamos y acciones de protestas, que incluían huelgas de hambre. Las universidades se
fueron convirtiendo en centros de agitación y de reclutamiento. Los que optaron por el peronismo
terminaron de redondear su revisión ideologica y de encontrar el lugar que ese movimiento
ocupaba en el gran proceso de construcción del socialismo. El mal estaba en los pocos que estaban
en el poder. Desde 1967 surgieron distintos grupos FAP, Descamisados, FAR,etc. Los montonero su
acta oficial de nacimiento fue el secuetro y fusilamiento de Aramburu por venganza.

Militares en retirada

La movilización popular fue identificándose cada vez mas con el peronismo y con el mismo Peron.
Las FF.AA fueron avisadas que debían buscar una salida al callejo en que estaban metidas. Debian
negociar con las diversas fuerzas sociales y con el mismo Peron. En 1970 designaron presidente a
Levigston. Junto a Ferrer propuso reditar la formula nacionalista y populista. Se protegio a los
sectores nacionales del empresariado, por la via del crédito y de los contratos de las empresas del
Estado. El "compre argentino” sintetizaban esa política. Sus estrategas confiaban en que se crearían
condiciones para una salida política adecuada y una democracia autentica. Dispuestos a negociar
refloto la CGT. Los sindicales lanzaron un plan de lucha que no tuvo respuestas. La hora del pueblo,
se acordaba poner fin a las proscripciones electorales y asegurar el respeto de las minorías y a las
normas constitucionales. Levigston fue incapaz de manejar el espacio de negociación que se estaba
abriendo. Fue reemplazado por Lanusse. Este anuncio el restablecimiento de la actividad política
partidarias y la próxima convocatoria a elecciones generales. Algunos sectores del estado y FF.AA
iniciaron una represión ilegal, secuestro, tortura y desaparición de militantes. El Peronismo volvió
a ganar en las elecciones del 1973 Campora ganador.

1973: Un balance

Crecimiento del sector agropecuario revirtiendo el estancamiento y retroceso anterior. Se abrió el


mercado para los granos y aceites argentinos. El estado promovio cambios. La fabricación de
tractores, cosechadoras, silos, etc. Las empresas agroquímicas introdujeron las semillas hibridas.
Plaguicidas, herbicidas, fertilizantes sintéticos. Crecieron las exportaciones industriales. La crisis
cíclica disminuyo y el margen para el crecimiento industrial aumento. Crecimiento en el mercado
interno debido al aumento del empleo industrial y de la construcción.

La vuelta de Peron

1973 asume Campora, vuelve Peron al país. En ezeiza ocurre un enfrentamiento entre grupos
armados de distintas tendencias del peronismo provoco una masacre. El 1º de Julio Peron muere e
Isabel lo reemplaza. Peron armo un proyecto en tres bases: un acurdo democrático con las fuerzas
políticas, un pacto social con los grandes representantes corporativos y una conducción mas
centralizada de su movimiento. No pudo ser realizado.

El programa de reconstrucción y liberación nacional consistía en un intento de superar las


limitaciones al crecimiento de una economía cuyos rasgos básicos no se pensaba modificar.

Las empresas nacionales fueron respaldadas con líneas especiales de crédito y con el mecanismo
del compre argentino en las empresas publicas; para lograr mayor eficiencia y control estas se
integraron en una Corporacion de Empresas Nacionales. La inflación se freno bruscamente, mientras
que la excelente conyuntura del comercio exterior permitio superar la angustiante situación de la
balanza de pagos y acumular un buen superávit, y las mejoras salariales y el incremento de gastos
del Estado estimulaban el aumento de la actividad interna. Desde 1973 el incremento del consumo
hizo reaparecer la inflación mientras que el aumento del precio del petróleo en el mundo encarecio
las importaciones, empezó a complicar las cuentas externas e incremento los costos de las
empresas.

Isabel trato de formar su plan. Propuso homomgeneizar el gobierno, colocando amigos en puestos
claves rompiendo lo que hizo Peron. 1975 problemas de la balanza de pagos, inflación desatada y el
estado estaba totalmente desbordado. Celestino Rodrigo (Rodrigazo) produjo una devaluación del
100% y un aumento de las tarifas. Hubo huelgas y hubo resistencia del gobierno. Crisis económica,
inflación, el gobierno llegaba a su etapa final. Golpe de Estado.
Capitulo 7 El proceso 1976-1983

VIDELA

El estado Terrorista

El caos económico 1975, la crisis de autoridad, las luchas faccionistas, el terror sembrado por la
Triple A, todo ello creo las condiciones para la aceptación de un golpe de estado que prometia
restablecer el orden y asegurar el monopolio estatal de la fuerza. La propuesta de los militares era
eliminar el problema de raíz que se encontraba en la sociedad misma. Las ordenes bajaban, por la
cadena de mandos. Se trato de una acción terrorista clandestina: secuestro, tortura, detención y
ejecución. Operaban por la noche, en los domicilios de las victimas. Al secuetro le seguía el saqueo.
Violaciones sexuales. Muchas detenidas dieron a luz y sus hijos fueron llevados por los militares. Los
cadáveres se ocultaban, no hubo muertos sino “desaparecidos”. Fue entre 1976- 1978. El estado se
desdoblo, una parte clandestina y terrorista y la otra publica y apoyada en un orden jurídico. Su
verdadero objetivo eran los vivos, el conjunto de la sociedad que tenia que ser controlada y
dominada por el terror y la palabra. La cultura del miedo. El gobierno militar nunca logro despertar
ni entusiasmo ni adhesión explicita en el conjunto de la sociedad, pese a que lo intento. Mundial
1978 Argentina obtuvo el titulo.

La economía imaginaria: Inflacion y especulación

Conducida por Martinez de Hoz, ministro de economía de Videla. Debia enfrentar la crisis cíclica
aguda, complicada por la crisis política y social y el fuerte desafio de las organizaciones armadas al
poder del Estado. La inestabilidad política y social nacia de la impotencia del poder político ante los
grandes grupos corporativos que alternativamente se enfrentaban, generando desorden y caos, o
se unian para beneficiarse con las prebendas que arrancaban al Estado. Se trataba de encontrar la
formular del orden y la seguridad. Según el balance el Estado benefactor e intervencionista era el
culpable del desorden social. El poder económico se concentro en un conjunto de grupos
empresarios que acapararon las prebendas estatales y redujeron los márgenes de la puja
corporativa. Esto requirió una fuerte intervención del estado, para reprimir y desarmar a los actores
del juego corporativo, para imponer las reglas que facilitaran el crecimiento de los vencedores y
para trasladar hacia ellos los recursos del conjunto de la sociedad. Esto planteaba un problema
político, la conducción económica debía durar en el poder un tiempo como para que los cambios
fueran irreversibles. Marinez de Hoz contaba con el apoyo de los organismos internacionales y los
bancos extranjeros. La relación con los militares fue mas compleja, se expresaban en apoyos, critica
o bloqueos a su gestión, con las que el ministro tuvo que encontrar un punto de encuentro. Los
militares juzgaban que el control de los sindicatos y la fuerte reducción de los ingresos laborales
debían equilibrarse, por razones de seguridad. Tambien defendieron la pervivencia de las empresas
estatales. Las relaciones con los empresarios tampoco fueron fáciles. Su carta de triunfo era haber
colocado durante años a la economía en una situación inestable tal que el cambio de piloto causara
un desastre. Cuando esto dejo de funcionar, la concentración y el endeudamiento ya habían creado
los mecanismos para asegurar la continuidad de sus políticas.

Luego de intervenir la CGT y los sindicatos, suprimieron las negociaciones colectivas y prohibieron
las huelgas, se congelaron los salarios, que en 1976 cayeron un 40%. Con la ayuda de los créditos
extranjeros la crisis cíclica se supero sin desocupación. Desde 1977 la reforma financiera elimino la
regulación estatal de la tasa de interés y se permitio la proliferación de bancos e instituciones
financieras. El estado no dispuso de créditos subsidiados para asignar según sus prioridades. La
competencia entre las instituciones financieras mantuvo alta la tasa de interés y con ella la inflación,
que nunca se pudo reducir. El estado garantizaba no solo los títulos que emitia, sino los depósitos a
plazo fijo, tomados a tasa libre por entidades privadas, de modo que, ante una eventual quiebra, se
devolvía todo el deposito a los ahorristas. La segunda gran modificación se produjo en 1978 llamada
“pauta cambiaria”, se trato de fortalecer la previsibilidad cambiaria y asi reducir por pasos la
inflación. El gobierno fijo una tabla de devaluación mensual del peso. Pero la inflación subsistio y el
peso se revaluo de modo considerable respecto al dólar. Se sumo a la progresiva apertura
económica y la progresiva reducción de aranceles. Las consecuencias del dólar barato y los bajos
impuestos fue una inundación de productos importados a precio infimo, que afecto con dureza a la
industria local. La tabla no redujo ni las tasas de interés ni la inflación. El estado financio su déficit
operativo y sus obras publicas con endeudamiento externo, una cadena de felicidad que se corto.

A principios de 1980 habia altas tasas de interés que eran inconciliables con las tasas de beneficios
normales, ninguna actividad productiva resultaba rentable ni podía competir con la especulación.
Muchas empresas fueron a la quiebra, el banco central decidio la quiebra del banco privado.

1981 debia asumir Viola como presidente. A lo largo de ese año el peso fue devaluado un 40%,
mientras que la inflación era de un 100% anual. La devaluación fue horrible para las empresas
endeudadas en dólares. La era de la plata dulce terminaba.

La economía real: Destruccion y Concentacion

En cuanto a la economía real dejaron de apostar en la industria y el mercado interno, ahora se


premiaba la eficacia y la capacidad de competir en el mercado mundial. El producto industrial cayo
un 20%, se experimentó una involución. Los sectores mas antiguos como el textil, fueron barridos
por la competencia, y otros mas nuevos resultaron golpeados por la brechas tecnológicas. Se
produjo una expansión en la construcción y sobre todo en las obras publicas. El gobierno se embarco
en grandes proyectos, aprovechando los créditos externos baratos: las obras del mundial del futbol,
autopistas y caminos, represas hidroeléctricas o centrales atomicas. La presión inicial para bajar los
salarios fue cediendo en forma gradual. A partir de 1981 la crisis, la inflación y la recesión hicieron
descender dramáticamente tanto la ocupación como el salario real. Cuando la burbuja financiera
exploto quedo en evidencia la principal consecuencia de la transformación una fuerte concentración
económica. No hubo nuevas instalaciones y algunas se retiraron. Crecieron los empresarios locales.
Los grupos que crecieron contaban con un banco o institución financiera. En los años de Martinez
de Hoz el estado realizo importantes obras publicas. Por otra parte, las empresas del estado
adoptaron como estrategia privatizar parte de sus actividades.

Achicar el Estado y silenciar a la sociedad

La reducción de funciones del Estado, su conversión en “subsidiario” fue uno de los propósitos de
Hoz. Entre los militares había varios que se unian a la idea nacionalista y dirigista, otros aspiraban a
sumarse a los beneficios del mana estatal. Ambos coincidían en el mantenimiento de las empresas
publicas y en el desarrollo de los grandes emprendimientos estatales. Los militares defendieron su
supervivencia, e incluso toleraron el sobreempleo, toleraron su intima degradación, para que
algunos hicieran su fortuna a costa de ellas. La llamada “privatización periférica” permitio crecer a
su costa a los competidores privados. Asi se endeudaron y deterioraron las empresas de servicios,
mientas al mismo tiempo el Estado se hacia cargo de infinidad de empresas y bancos quebrados por
obra de su política económica. El gasto publico aumento en forma sostenida, alimentando primero
con la emisión y luego con el endeudamiento externo. Las FF.AA se repartieron prolijamente la
administración del estado y la ejecución de las obras publicas, multiplicando las demandas de
recursos.

El llamado Proceso de Reorganizacion Nacional supuso un Estado terrorista calndestino, encargado


de la represión y otro visible sujeto a las normas. La autoridad del presidente resulto diluida y
sometida permanentemente escrutinio y limitación por los jefes de las tres armas. El movimiento
sindical fue duramente golpeado, “listas negras”, intervenciones en la CGT y sindicatos. La iglesia se
involucro con los reclamos de la sociedad. En lo mas terrible de la represión grupo de madres se
reunieron en la plaza de mayo para reclamar por los desaparecidos, usaban pañuelos blancos en sus
cabezas. Las madres de plaza de mayo se convirtieron en el símbolo de la lucha de los derechos
humanos.

La guerra de Malvinas y la crisis del régimen militar

A partir de 1980 los dirigentes discutían la cuestión de la salida política. Les preocupaba la salida de
la crisis política, el aislamiento, y la adversa opinión internacional. Ellos lo minimizaban tildándolos
de “campaña anti Argentina”. Pero además existían enfrentamientos intestinos (internos). La
designación de Viola como presidente, trajo oposición de la Marina y se agudizaron con la decisión
del presidente de cambiar el rumbo económico del país. Viola quiso aliviar la situación de los
empresarios locales haciéndose cargo de sus deudas! (El estado se hace cargo de sus deudas
privadas) y los convocó a discutir pero no logró ningún apoyo consistente. Galtieri lo reemplazó y se
presentó como el salvador del Proceso. Quería alinear al país con Estados Unidos y apoyarlo en la
guerra en América Central. Estados Unidos levantó las sanciones por las violaciones a los derechos
humanos que le habían hecho. Hablaba de volver al país a la institucionalización, pero nunca
mencionaba fechas. La conducción económica fue encargada a Alemann, rodeado de economistas
cercanos a Martínez de Hoz desregulando y desestatizando (plan de privatizaciones), volviendo a la
senda inicial y agudizando la recesión y la tensión social (protestas de sindicatos y empresarios). En
éste contexto de crisis social, lanzó su plan de ocupar las islas Malvinas, que venían siendo
reclamadas a Gran Bretaña, como un reclamo nacional unánime para ganar legitimidad popular.
También solucionaría el problema del canal del Beagle con Chile. Nacionalismo chauvinista.
Mesianismo militar. El plan ya había sido propuesto antes, y Videla y Viola lo habían vetado, pero
ahora Galtieri en la presidencia, la llevó a cabo. La idea era sencilla, pensaba que tendrían el apoyo
norteamericano y que GB, aceptaría la ocupación a cambio de algunas concesiones y
compensaciones. En ninguna hipótesis se pensaba en una guerra.
El 2 de abril de 1982, Las Fuerzas Armadas ocuparon las Malvinas y las instituciones de la sociedad
manifestaron su adhesión: partidos políticos, sindicatos, pueblo en general. Mario Benjamín
Menéndez asumiría como nuevo gobernador de las islas. Rebautizaron el Puerto Stanley como
Puerto Argentino. Habían triunfado en el Campeonato Mundial de Fútbol, y habían ganado una
batalla. Los militares buscaban saldar su deuda con la sociedad. Masa acrítica festejó grandes
“logros”. Thatcher también pensaba usar una victoria militar para consolidarse internamente y
obtuvo la solidaridad de la Comunidad Europea y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
que declaró a la Argentina nación agresora. Estados Unidos intentaba mediar entre sus dos aliados
sin buenos resultados. Latinoamérica apoyaba solo de palabra, en la práctica el apoyo a la argentina
era casi nulo.
El gobierno argentino intentó presionar a Estados Unidos mediante acuerdos preexistentes (como
el Tratado Interamericano de Asistencia reciproca, que anteriormente EEUU había empleado para
alinear tras de si a sus vecinos en sus conflictos contra el Eje o contra Cuba) pero este apoyó a Gran
Bretaña (le dio poyo logístico). Argentina no tenía aliados militares (países del 3er mundo, URSS y
hasta Cuba, todos aliados que lo alejaban de su idea de entrar al “primer mundo”). Las tropas
argentinas poco entrenadas y desabastecidas no resistieron, pero la manipulación de la información
hacía creer al pueblo en la Plaza de Mayo que la victoria estaba cercana. Las voces críticas
reclamaban contra una guerra y Alfonsín (líder de los radicales opositores al radicalismo oficial que
había aceptado mansamente los términos del gobierno) propuso un gobierno civil de transición.
Finalmente, las tropas argentinas se rindieron el 14 de junio de 1982. El saldo fue: 700 muertos o
desaparecidos, 1300 heridos. El pueblo fue convocado a la Plaza de Mayo y quienes no admitían la
rendición fueron reprimidos. Los generales exigían a Galtieri su renuncia.

La vuelta de la democracia
La derrota agudizó la crisis del régimen militar. El Ejército impuso a su candidato Bignone, y asumió,
porque la Marina y la Aeronáutica se retiraron de la Junta, que luego fue reconstituida. La salida
electoral calmó los reclamos de las fuerzas políticas pero el gobierno quería acordar la garantía de
no investigación sobre la “guerra sucia” ni nada ilegal que habían hecho. Todo esto se hacía público
por una prensa que ignoró la censura formal. Las aspiraciones militares se incluyeron en unas
propuestas presentadas en noviembre de 1982 y rechazadas por la opinión pública general y por los
partidos que convocaron poco después a una marcha civil en defensa de la democracia. El gobierno
fijo fecha de elecciones para fines de 1983, aunque siguió buscando lo que constituía cualquier
cuestionamiento futuro al desempeño pasado de los militares. Un documento final debía clausurar
el debate sobre los desaparecidos, con la afirmación de que no había sobrevivientes y de que todos
los muertos habían caído combatiendo. Una ley estableció una autoamnistía eximiendo a los
responsables de cualquier eventual acusación.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos, Madres de Plaza de Mayo, nueva ética en la
práctica política. La crisis económica generó motivos legítimos y movilizadores (impuestos elevados,
efectos de la indexación, elevación de los alquileres, deudas impagas), cuestionando la política
económica y la clausura de lo público. La sociedad intentaba resolver sus problemas al margen del
gobierno y sobre la base de la solidaridad, fomentando una cultura no oficial. El activismo
universitario y la participación sindical renacieron. El enemigo común estimulaba una nueva
primavera. Se repudiaba la violencia y la idea de encontrar un actor único. Los sindicalistas
reclamaron contra la crisis y a favor de la democracia. Se normalizaron los sindicatos. Reclamaban
contra la crisis económica y a favor de la democracia. Los sindicalistas pusieron sus esfuerzos en la
recuperación del control de los sindicatos intervenidos, la “normalización” que negociando con el
gobierno combinando la presión y el acuerdo. 2 grupos: la línea combativa, la CGT de la calle Brasil
conducida por Ubaldini y la negociadora que era la CGT de la calle Azopardo.
Reaprendizaje de los valores democráticos y republicanos. RENOVACIÓN! Gran afiliación de la gente
común a los partidos políticos. Demuestra un gran compromiso o al menos en la teoría, con la
democracia. El peronismo se convirtió en un aceptable partido, habiendo perdido su verticalismo
por la falencia del vértice (gobierno de Isabel de Perón), pero la renovación no fue completa porque
algunos caudillos provincianos mantuvieron su poder. El radicalismo se renovó con Alfonsín; quien
creó el Movimiento de Renovación y Cambio para disputar el liderazgo a Ricardo Balbin. Alfonsín
había criticado durante el Proceso a los militares, denunciado los desaparecidos, había mantenido
una posición de no festejo frente a la guerra, e hizo de la democracia su bandera. A la derecha, las
fuerzas se habían comprometido con el Proceso y no resultaban atractivas. La izquierda había sido
duramente golpeada y no estaba actualizada. Muchas ideas de la izquierda fueron tomadas por
Alfonsín. Radicales y peronistas cosecharon amplios apoyos y dejaron poco espacio para otros
partidos.
La sociedad miraba con esperanzas a la vuelta a la democracia (pluralismo, acuerdos sobre formas,
subordinación de la política a la ética). El peronismo (con su candidato Italo Luder) encaró su
campaña convocando a la liberación contra la dependencia con poca convicción, y la UCR ganó las
elecciones presidenciales con Alfonsín por amplia mayoría, que apelaba a la Constitución y
aseguraba que se haría justicia con los responsables del régimen y que la democracia podía resolver
los problemas inmediatos y a largo plazo. La sociedad olvidó cuántos problemas quedaban
pendientes y el poco margen de maniobra tendría el nuevo gobierno.
Era tanta la necesidad de volver a la democracia, que se postergó la dimensión esencial de la práctica
política: la discusión civilizada y plural de programas y opciones. En cambio se confió en el poder y
la capacidad de la civilidad unida para solucionar cualquier problema: “democracia boba” aséptica
y conformista.

CAPITULO VIII/ El impulso y su freno, 1983 – 1989

La ilusión democrática El nuevo presidente Raúl Alfonsín, asumió el 10 de diciembre de 1983 y


convocó a una concentración en la Plaza de Mayo para marcar continuidades y rupturas con la
tradición política anterior. Se puso de relieve pronto la resistencia de los enemigos juzgados
vencidos (militares) y la dificultad del nuevo gobierno para satisfacer el conjunto de demandas de
la sociedad en su conjunto. La economía (de la que se había hablado poco en la campaña) se
encontraba desde 1981 en estado de desgobierno y de caos: inflación, deuda externa, carencia de
recursos. Los poderes corporativos (miliares, Iglesia y sindicatos) habían quedado comprometidos
con el régimen caído y se encontraban a la defensiva, pero tenían gran poder. Faltaba un centro
político que articulara sus voces. Por otro lado el peronismo vivía una fuerte crisis interna y sufrió la
primera crisis electoral. El poder que administraba Alfonsín era grande pero escaso. El radicalismo
había obtenido una gran cantidad de votos y tenía mayoría en Diputados, pero había perdido en el
interior tradicional y no controlaba la mayoría del Senado. La UCR constituía una fuerza heterogénea
que obstaculizó varias medidas del presidente, que se rodeó de intelectuales y nuevos políticos, y
de la Coordinadora, un grupo radical juvenil (que manejó el partido y el gobierno). El radicalismo no
tenía apoyo de los poderes corporativos, un ámbito en el que los peronistas se movían con fluidez.
El Estado carecía de eficiencia y de credibilidad. Pero en la asunción, Alfonsín tenía una enorme
fuerza: la civilidad, democracia poderosa y “boba”. Buscaba formar un Estado de derecho en donde
las corporaciones se sometieran. El presidente debía elegir entre gobernar activamente, tensando
el polo de la civilidad y confrontándose con intereses establecidos, o privilegiar las soluciones
consensuadas postergando los problemas que requerían definiciones claras. El gobierno eligió la
primera línea, pero debió aceptar la segunda cuando su poder fue limitado. Los problemas
económicos parecían menos significativos que los políticos. Lo fundamental era eliminar el
autoritarismo: En este último aspecto se desarrolló un programa de alfabetización masiva, se
abrieron canales de discusión de contenidos y formas del sistema escolar (Congreso Pedagógico).
Libertad de expresión. Los intelectuales vuelven a la Universidad, que regresa a sus tiempos de
excelencia académica y pluralismo. Los intelectuales también se incorporaron a la política,
intelectualizándola. Estuvieron habitualmente presentes en los medios de comunicación y Alfonsín
recurrió a ellos para modernizar su discurso, y la discusión política y la cultura en general. Se
aprobaron leyes de divorcio vincular y patria potestad compartida, aggiornando las relaciones
familiares a las tendencias mundiales. La Iglesia tradicional intentó oponerse por mecanismos de
presión habituales y manifestaciones que fracasaron; y logró instalarse en el Congreso Pedagógico.
La Iglesia creció en hostilidad al gobierno radical y en cuestionamiento del régimen democrático:
tenía poca injerencia en la enseñanza privada, sanción de la ley de divorcio, tono laico del discurso
cultural oficialista. Asumió el papel de censor social atribuyendo a la democracia los males de la
droga, el terrorismo, el aborto, la pornografía, etc. a la democracia. El discurso ético de Alfonsín
logró una reinserción del país en la comunidad internacional, antes Argentina era considerada la
oveja negra (por acción de los militares) y ahora el hijo pródigo. Se encararon las cuestiones con
Chile y con Gran Bretaña desde ese criterio, por medio del arbitraje papal y un referéndum popular
que corroboraba el consenso, y por votaciones en las Naciones Unidas que instaban a la negociación,
respectivamente. La Argentina se propuso mediar en Centroamérica, y sobre todo en Nicaragua, y
logró que se alcanzara una solución relativamente equitativa. El gobierno mantuvo una buena
relación con Estados Unidos en base a los principios éticos y democráticos, obteniendo a cambio el
respaldo a las instituciones democráticas y a los intentos de estabilización de la economía. La
corporación militar y la sindical El gobierno radical pudo avanzar con facilidad en la cultura y las
relaciones exteriores, pero su poder era insuficiente para forzar a los militares y los sindicatos a
aceptar sus reglas. La sociedad se enteró repentinamente de las atrocidades de la represión
(denuncias judiciales, medios de comunicación, informe de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas, CONADEP). Con la llegada de Alfonsín a la presidencia y el retorno de la
democracia en 1983, se creó, el 15 de diciembre, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Persona (Conadep) la cual tuvo como objetivo investigar las reiteradas y masivas violaciones a los
derechos humanos durante la última dictadura cívico militar (1976 – 1883), el resultado de las
indagaciones de la Conadep fue publicado en forma de libro bajo el titulo “Nunca Más”, entregado
el jueves 20 de septiembre de 1984 al presidente Alfonsín; en base a este informe se llevo adelante,
entre el 22 de abril y el 14 de 1985, el Juicio a las Juntas de comandantes por los crímenes de lesa
humanidad que fueron cometidos en el periodo que va de 1976 a 1983. El día 9 de diciembre de
1985 fueron condenados a reclusión perpetua: Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera;
Robertoi Eduardo Viola recibió 17 años de precisión, Armando Lambruschini 8 años y, Orlando
Ramón Agosti 4 años. Omar Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo no
pudieron ser condenados ya que no se pudo probar los delitos que se les imputaban. El Juicio a las
Juntas marca un hito en la región ya que por primera vez en toda América Latina fueron enjuiciados
y condenados por un tribunal civil los militares que planearon y llevaron adelanto un golpe de estado
contra un gobierno constitucional. Los militares se justificaron con la idea de la “guerra contra la
subversión”, admitiendo “excesos” propios de una “guerra sucia”. Alfonsín quería actuar por los
derechos humanos y al mismo tiempo subordinar las Fuerzas Armadas a su poder; juzgar a los
culpables pero no a la institución, diferenciando entre quienes dictaron las órdenes, quienes las
cumplieron, y quienes se excedieron: concentrar el castigo en las cúpulas y aplicar el criterio de
obediencia debida. Se esperaba que las Fuerzas Armadas se comprometieran con esta propuesta y
accedieran a su depuración. Se estableció una instancia castrense y otra civil y se inició el juicio de
las Juntas Militares, y de las cúpulas del ERP y de Montoneros. Pero los militares se negaban a revisar
su acción y a juzgar a sus jefes. El fallo civil condenó a los ex comandantes, negando la justificación
por la guerra y dispuso continuar la acción penal contra los demás responsables. La justicia siguió
activa, citando y encausando oficiales. El gobierno intentó limitar la acción judicial en base a una
decisión política: leyes de Punto Final sancionada a fines de 1986 (con límite temporal de dos meses
a las citaciones judiciales, sin apoyo de nadie, ni de la derecha peronista que buscaba una amnistía
completa ni de los sectores progresistas, que terminó agudizando el problema) y Obediencia Debida
en 4 de junio de 1987. Sin embargo, el camino de enjuiciamiento y condena a responsables de
delitos de Lesa Humanidad que parecía comenzar a transitar la Argentina, sufrió por parte del mismo
Presidente que promovió el Juicio a las Juntas un retroceso. El 24 de diciembre de 1986, Alfonsín,
promulgo la Ley de Punto Final, la cual establecía la paralización de los procesos judiciales contra
los imputados de ser autores penalmente responsables de haber cometido el delito de desaparición
forzada de personas durante la dictadura. Poco menos de 6 meses después, el 4 de junio de 1987,
Alfonsín, dicta la Ley de Obediencia Debida, la misma estableció presunción iuris et de iure (es decir,
que no admitía prueba en contrario) respecto de que los delitos cometidos por los miembros de las
Fuerzas Armadas no eran punibles, por haber actuado en virtud de la denominada "obediencia
debida" -concepto militar según el cual los subordinados se limitan a obedecer las órdenes
emanadas A partir de 2003, con la llegada de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación, se
empezaron n a llevarse adelante en el país políticas públicas de derechos humanos que tienen, como
objetivo esencial, enjuiciar a los militares que participaron del terrorismo de Estado entre 1976 y
1983. La decisión de anular dichas leyes, fue una de las primeras políticas sobre la necesidad de
Memoria, Verdad y Justicia impulsadas por el entonces presidente Néstor Kirchner. El 14 de junio
de 2005, la Corte Suprema declaró inconstitucionales estas leyes, lo que permitió que cientos de
represores, civiles y militares, cuyos enjuiciamientos se interrumpieron en 1986, sean juzgados. Las
leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987), junto a los indultos realizados por Carlos
Menem (1989-1990), son conocidos entre sus detractores como las leyes de impunidad. En la
Semana Santa de 1987 un grupo de oficiales, “carapintadas”, se acuarteló en Campo de Mayo
reclamando una solución política, sin respaldo social. No agitaban un golpe de estado, pero si
cuestionaban la conducción del Ejército: a los generales que descargaban sus responsabilidades en
los subordinados. Eran de tendencia nacionalista fascista. La sociedad demostró su apoyo al orden
institucional, firmando un Acta de Compromiso Democrático y cortó toda posibilidad de apoyo civil
a los amotinados. La civilidad se movilizó, pero los militares no se doblegaron. Alfonsín llegó al
acuerdo de aplicar la ley de Obediencia Debida: se demostró la imposibilidad de la civilidad de
subordinar a los militares, es decir, el fin de la ilusión de la democracia. Por otro lado, el poder de
los sindicalistas estaba debilitado por la derrota electoral del peronismo y por el repudio de la
sociedad a las prácticas de la corporación. Además, su institución estaba debilitada duramente por
el régimen militar. El gobierno aprovechó la debilidad para democratizar los sindicatos (ley de
normalización institucional de los sindicatos: voto secreto, directo y obligatorio, representación de
minorías, limitación de la reelección, fiscalización de los comicios por el Estado). La ley fue aprobada
en Diputados pero rechazada en Senadores y el gobierno acordó nuevas normas electorales y hacia
1985 los sindicatos se habían normalizado. El poder sindical reconstituido se enfrentó
sistemáticamente con el gobierno apoyándose en las dificultades económicas, por medio de paros
generales de la CGT, volviendo al método de “negociar y golpear”. 13 paros generales contra el
gobierno. Los sindicalistas hicieron alianza con empresarios, Iglesia y grupos de izquierda. Reclamos
poco coherentes y heterogéneos, pero tenían en común el ataque al gobierno. Su representante se
llamó Saúl Ubaldini. El gobierno pudo resistir el embate sindical por el apoyo de la civilidad y la
escasa presión de otras fuerzas corporativas. Además pudo concertar con un grupo importante de
sindicatos, “los 15” y nombrar a uno de sus dirigentes como ministro de Trabajo, y sancionar leyes
que organizaran la actividad sindical. El gobierno obtendría una relativa tregua social porque la
oposición quedó dividida. Pero el poder sindical estaba reconstituido y la ilusión de someterlo a la
civilidad se desvanecía. El punto nodal de la crisis que vivía la Argentina en los comienzos de la
transición se encontraba en la gravedad de la situación económica y en el problema de la deuda
externa. Si en el plano político se buscaba la modernización política, tales objetivos no podrían
sustentarse sobre la base de una economía hiperflancionaria. En concreto, en este periodo no se
realizaron las reformas estructurales económicas que eran las que, concretamente, le hubieran
otorgado un marco de estabilidad a la modernización democrática. Todo puso de manifiesto la
insuficiencia de una política que no tomó en cuenta la radical transformación de las condiciones de
la economía mundial, latinoamericana y nacional luego de 1975: el deterioro del aparato productivo
y la nueva economía sentada sobre la especulación y la deuda externa El Plan Austral El gobierno
venía enfrentándose con el poder sindical. Existía una crisis económica que había sido dejada de
lado ante la necesidad primero de reconstituir el Estado. Incertidumbre, especulación, inflación,
déficit fiscal creciente, deuda externa. Economía estancada, cerrada, ineficiente y fuertemente
vulnerable en lo extremo. Los empresarios no estaban dispuestos a apostar al crecimiento y los
grupos económicos concentrados tenían la posibilidad de bloquear intentos de modificar la
situación. La deuda externa crecía por la acumulación de intereses y el Estado en 1982 había
asumido la deuda de los particulares. El déficit creciente tenía un origen que podía ubicarse en la
magnitud del aparato de servicios sociales en épocas de mayor bonanza pero sobre todo en la
reciente caída de sus recaudaciones por la inflación y la indisciplina de los contribuyentes, y en los
pagos al exterior y las subvenciones que recibían los sectores empresarios ligados. La situación
económica afectaba la propia capacidad del Estado para gobernar. Pero en el momento fue
necesario subordinar estas dificultades a la reconstrucción de un sistema democrático. Durante el
primer año de gobierno: Ministro de Economia Grinspun. La política económica se ajustó a las
fórmulas dirigistas y redistributivas clásicas, se re activó el mercado interno, se movilizó el aparato
productivo. Control estatal del crédito, el mercado de cambios y los precios. Medidas de acción
social como el Programa Alimentario Nacional. SE DISTRIBUYEN LAS CAJAS PAN ENTRE LOS MÁS
NECESITADOS Dos kilos de harina, leche en polvo, dos kilos de azúcar, dos litros de aceite, tres kilos
de fideos, dos kilos de arroz, un kilo y medio de comed beef, lentejas y porotos: éstos son los
alimentos que contienen las primeras 800 mil cajas que el Gobierno reparte entre los sectores
carenciados, a través del Plan Alimentario Nacional (PAN). El proyecto del PAN fue convertido en ley
el 15 de marzo, después de sufrir modificaciones en ambas cámaras legislativas. Se mejoraba la
situación económica de los sectores medios y populares, y se satisfacían las demandas de justicia y
equidad social, logrando la oposición de sectores empresarios liberales (que tildaron al Estado de
populista e intervencionista) y resistencia de la CGT (claramente política). El Estado debía
enfrentarse contra éstos dos grupos. Insuficiencias de la política económica que no consideraba la
radical transformación de la economía a partir de 1975. Juan Sourrouillr nuevo ministro de
economía. La conflictividad social aumentaba y los acreedores externos estaban disconformes. El
nuevo ministro comenzó una “economía de guerra”: Plan Austral en 1985, para superar la coyuntura
adversa y estabilizar la economía. El Plan Austral contenía cinco puntos fundamentales: 1. El
congelamiento de los precios, de las tarifas de los servicios públicos y de los salarios al día 12 de
junio de 1985. En el caso de las tarifas de los servicios públicos, se realizó un fuerte reajuste antes
del congelamiento. 2. La reducción de las tasas de interés a niveles más bajos respecto de las
existentes en ese momento. Así, las tasas para depósitos se redujeron del 28 % al 4 %, mientras que
para los préstamos la reducción fue del 30 % al 6 %. 3. La implementación de una política monetaria
y fiscal más severa y restrictiva (mayor control del gasto público y de la circulación monetaria). 4. La
devaluación del peso en forma simultánea al incremento de las retenciones a las exportaciones (es
decir, el gobierno se apropió de las ganancias de la devaluación). De este modo, el tipo de cambio
fue fijado a razón de 80 centavos de austral por dólar, y se procedió a su congelamiento. 5. El cambio
de la moneda: la eliminación de los anteriores pesos y su reemplazo por el austral. Se frenó la
inflación y se ganó apoyo general, no hubo caída de la actividad ni desocupación ni se afectó a los
sectores empresariales, y no se redujeron los gastos del estado. El “plan de todos”. En noviembre
de 1985, éxito electoral: apoyo general de la civilidad a la política económica. Nuevamente a fines
de 1985 se advirtió la vuelta de la inflación y las dificultades externas por la caída del precio de los
cereales (por decisiones políticas de EEUU). El gobierno reconoció la crisis recién en 1986.
Renacieron las pujas corporativas (CGT contra el congelamiento salarial; empresarios contra el
congelamiento de precios; ambos reclamaban contra el Estado). La reaparición de los viejos
problemas indicaba que el cambio había sido insuficiente. Era un plan de estabilización rápida pero
que no cambiaba los problemas de fondo. Se intentó reactivar la inversión extranjera, privatizar
empresas estatales y desregular la economía, pero todo chocaba con ideas y convicciones de la
sociedad. Cuando se agudizó la conflictividad social, el gobierno se recostó en los grupos
corporativos que antes había combatido. Se renunciaba al sueño de controlar las corporaciones a
partir del predominio del interés público, y volvían a dominar los intereses particulares. Los militares
desafiaron al poder civil en 1987 (el de los carapintadas), sin apoyo social: la democracia estaba
salvada, a costa de la posibilidad de una reforma de la economía encarada democráticamente. En
1987 el gobierno encaró un nuevo plan de reformas con el aval de los organismos externos (Banco
Mundial) que buscó conciliar la necesidad de ajuste del Estado con los intereses de los grandes
empresarios: Una reforma impositiva más dura, una política de privatización de empresas estatales
y una drástica reducción de sus gastos. Este intento nació sin fuerza política, y el peronismo que
triunfo en las elecciones parlamentarias y provinciales de 1987 (que quitó al radicalismo el control
del Parlamento y de los gobiernos de varias provincias) se negó a respaldarlo por el alto costo social.
Además el Peronismo ya se preparaba para las elecciones presidenciales de 1989. La reconciliación
con las corporaciones no funcionó en el terreno económico, haciendo sentir la falta de
gobernabilidad. La apelación a la civilidad Los dos grandes partidos (radicales y peronistas) tenían
en el Congreso la posibilidad de vetarse recíprocamente (los radicales tenían mayoría en Diputados,
y los peronistas en el Senado). Al gobierno se le planteaba la opción de gobernar efectivamente
tensando las cuerdas de la institucionalidad. Era apoyado por la civilidad, un gran poder al principio
por la incivilidad del régimen militar. Los grandes apoyos del gobierno se encontraban en el
radicalismo, pero se encontraba fragmentado por diversas tendencias y donde se representaban
múltiples intereses. La agrupación interna de Alfonsín, el Movimiento de Renovación y Cambio, era
una red de alianzas personales ineficaz para proponer líneas programáticas. Más notable fue la
acción de la Coordinadora (socialistas, antiimperialistas, fe en la movilización de masas. Creada en
1968) que tuvo una gran capacidad para organizar y movilizar a la civilidad. La Coordinadora ganó
mucho poder y suscitó resistencias internas. El pacto entre Alfonsín y la civilidad se selló en su
campaña electoral. Para la movilización callejera, la Coordinadora; pero entonces necesitaba
intelectuales para que lo asesoraran. Lucha contra el autoritarismo, democratización; aplicadas en
reformas concretas no concretadas pero con las que logró la iniciativa en la discusión pública.
Proyecto democrático y modernizador. Su apelación a la movilización de la civilidad suscitó dudas
sobre su relación armónica con el proceso de institucionalización democrática. El gobierno debía
elegir entre atenerse a las normas republicanas o combinar el apoyo de naturaleza plebiscitaria
como solía hacerse: sus limitaciones pasaban por la fidelidad al pacto inicial. La izquierda se nucleó
en torno al Partido Intransigente (PI) fundado el 24 de junio de 1972 como sucesor de la UCRI bajo
la conducción de Oscar Alende, el que se consideraba a su partido continuador histórico y legítimo
de la Unión Cívica Radical, con el mismo programa de la civilidad y la democracia, agregando
consignas nacionalistas y antiimperialistas que apuntaban a la deuda externa, y señalando la
infidelidad del gobierno al pacto inicial. Este partido fue absorbido por el peronismo renovado. A la
derecha se creó la Unión del Centro Democrático, (Fundado por el liberal Álvaro Alsogaray), como
la tercera fuerza que arbitrara entre radicales y peronistas; la crisis de la URSS y del Estado de
Bienestar le dieron cierto apoyo social. Los partidos y las instituciones reforzaron la institucionalidad
al participar en el terreno de la opinión pública, y luego de las elecciones predominaron los
nacionalistas de derecha que alentaban el acuerdo de políticos y peronistas con los militares y se
oponían al acuerdo con Chile. Por otro lado, fue creciendo la corriente opuesta dentro del
peronismo: El peronismo renovador, que combatió con la conducción oficial. En 1985 se dividió el
bloque de Diputados. El peronismo renovador proponía adecuar el peronismo al nuevo contexto
democrático. En el episodio de Semana Santa (levantamiento militar carapintada), los peronistas
renovadores manifestaron su solidaridad con institucionalidad democrática y apoyaron al gobierno.
De esta manera se creaba la posible alternancia entre partidos competidores y copartícipes. El
Peronismo Renovador estaba integrado por Antonio Cafiero, Carlos Grosso, Juan Manuel de la Sota
y Carlos Menen, gobernador de La Rioja). El fin de la ilusión Alfonsín perdió la exclusividad de la
civilidad, con el discurso del peronismo renovador, que ganó la mayoría en Diputados y el control
de casi todas las gobernaciones en las elecciones de 1987. El radicalismo perdió la mayoría en
Diputados y el control de todas las provincias con excepción de Córdoba, Rio Negro y CABA. Los
signos de la crisis pronto reaparecieron, y surgieron voces disconformes con la conducción de
Alfonsín del propio partido. El peronismo que había ganado, pacto acompañar al gobierno en
algunas reformas económicas, (la aprobación de nuevos impuestos necesarios para equilibrar las
cuentas del Estado) pero no en la privatización de empresas estatales. La cuestión militar tuvo
nuevos episodios: En enero de 1988, el coronel Rico, jefe de aquel alzamiento carapintada escapó
de su prisión y volvió a sublevarse. Fue perseguido por el Ejército y más tarde se rindió, nuevamente
apresado. El coronel Seineldín hizo una nueva sublevación (a fines de 1988) y reclamó amnistía y
reivindicación de la institución. El Ejército compartía sus ideas y se negaba a reprimirlo. En enero de
1989 un grupo terrorista (Movimiento Todos por la Patria (MTP)) asaltó el cuartel de La Tablada y el
Ejército aprovechó la ocasión para hacer una demostración de fuerza. Resultaron muertos 32
guerrilleros, 9 militares y 2 policías La cuestión política tampoco cerró satisfactoriamente para la
civilidad democrática. Crecía la figura de Cafiero, jefe del grupo renovador (Gobernador de Buenos
Aires y Presidente del Partido Justicialista) que había modelado el peronismo a semejanza del
alfonsinismo (respeto por la institucionalidad republicana, propuestas modernas y democráticas,
distanciamiento de las corporaciones y establecimiento de acuerdos mínimos con el gobierno para
asegurar el tránsito ordenado entre una presidencia y la otra). El candidato rival dentro del
Peronismo era el Gobernador de la Rioja, Carlos Menem, también parte de la renovación. Logró
reunir a todos los segmentos del peronismo explotando su figura de caudillo tradicional y los grupos
sindicales. Ganó las internas del partido, sin necesidad de formular programas, logrando su
candidatura a Presidente en julio de 1988. En los meses siguientes perfeccionó su alianza. Tejió en
privado alianzas con los intereses corporativos: importantes empresarios, FFAA e Iglesia, incluso con
los carapintadas pero en público apeló al mundo de los “humildes” con un mensaje mesiánico,
testimoniando la realidad social dominada por la miseria y la marginalidad. Angeloz, su competidor
radical, tenía un discurso más liberal, además criticaba a Menem pero también a Alfonsín, mientras
que Menem prometía volver a la redistribución. El gobierno lanzó un plan económico “Primavera”
para llegar a elecciones con la inflación controlada (congelamiento de salarios, precios y tarifas,
reducción drástica del déficit estatal para lograr el apoyo de los acreedores externos), que marchó
con graves dificultades y logró una situación explosiva. El Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional anunciaron que no respaldarían al gobierno, que anunció la devaluación del peso. El
plan Primavera En agosto de 1988, el plan Austral estaba agotado, por lo cual el gobierno lanzó el
plan Primavera. El nuevo plan económico impulsaba la apertura de la economía y la privatización de
empresas estatales, un punto que fue duramente atacado por el justicialismo en ambas Cámaras. El
gobierno, en medio de la campaña electoral y limitado en su acción política, pudo sostener la
propuesta económica, Careció de respaldo: tuvo la decidida oposición del sector rural y escaso
apoyo de los sectores industriales. En pocas semanas, el plan había fracasado. En febrero de 1989,
en medio de un clima de ebullición político y social, el gobierno dispuso una devaluación de la
moneda. Esta medida produjo un alza de precios que se fue acelerando -hasta producir
hiperinflación. Los precios, que en enero se habían incrementado en un 9% en mayo treparon hasta
el 80% y la cotización del dólar se octuplicó. En febrero de 1989 el dólar subió un 25 por ciento y el
mercado empezó a descontrolarse. En medio de sucesivos feriados bancarios, la gente corría a
comprar billetes de la divisa norteamericana que, en marzo, trepó a los 31 australes, con un índice
de inflación del 17 por ciento. A fin de mes, Juan Carlos Pugliese reemplazó a Sourrouille; a la semana
el dólar llegó a los cincuenta australes y más adelante – en el marco de un mercado cambiario libre
y único– aumentó a noventa. En un escenario de remarcaciones de precios casi diarias y de
desabastecimiento, la inflación de abril fue del 33,4 por ciento. La hiperinflación como se conoció
acabó con los ahorros en peso de los ciudadanos. El Partido Justicialista obtuvo un rotundo triunfo
y Carlos Menem asumió la presidencia. Alfonsín entregó la presidencia seis meses antes del traspaso
del gobierno por incapacidad para lidiar con las tensiones sociales que causaba la hiperinflación.
Comienza el gobierno de Carlos Saúl Menem. Para Hernán Fair (2010) Como todo hombre político,
Alfonsín tuvo sus aciertos y sus desaciertos, sus luces y sus sombras: “Luces” “Entre las luces,
debemos destacar que desde antes de la llegada del Proceso, defendió la importancia fundamental
de los Derechos Humanos. En ese contexto, fue cofundador en 1975 de la Asamblea permanente
por los Derechos Humanos y luego se opuso a la trágica Dictadura militar del período 1976-1983.
Una vez en el poder, juzgó a la cúpula militar encargada de crímenes de lesa humanidad en un juicio
que es actualmente un ejemplo a nivel mundial. Siguiendo sus principios, se enfrentó al poder de
las grandes corporaciones (aunque después claudicó). Por un lado, no dudó en confrontar con los
sindicatos peronistas y sus intereses burocráticos corporativos a partir del intento de la Ley de
Reordenamiento Sindical (Ley Mucci). Por el otro, se opuso, en una primera instancia, a las políticas
neoliberales de la Dictadura a partir de un plan de desarrollo neokeynesiano (Plan Grinspun).
Finalmente, se enfrentó a la corporación militar derogando la fatídica Ley de Autoamnistía que
defendía el peronismo ortodoxo liderado por Ítalo Lúder y, en un proceso inédito y no repetido en
toda América Latina e incluso en el mundo, enjuició a los cabecillas del Golpe del ´76”. Nos parece
importante señalar también dentro del “haber” del alfonsinismo, respecto de la sociedad civil, la
sanción del divorcio vincular en junio de 1987. El establecimiento del divorcio vincular durante el
gobierno peronista -1954- había sido uno de los argumentos de la Iglesia católica para complotar en
contra del presidente Perón. A partir del golpe de Estado en 1955 los sectores católicos consiguieron
la anulación de la ley. Por lo tanto, reinstalar este proyecto en la agenda política a partir de la
recuperación de la democracia provocó intensos debates que se extendieron todo el tiempo que
duró el tratamiento parlamentario y desató una activa campaña “antidivorcista” (procesiones,
comunicados, admoniciones, amenazas de excomuniones, etc). La Ley de matrimonio civil y familia
y la patria potestad compartida vinieron a resolver jurídicamente situaciones de conflicto que
atravesaban a las familias argentinas. “Sombras” “Entre las “sombras”, debemos señalar, en primer
lugar, su imposibilidad de acabar con el largo problema de la hiperinflación y sus sucesivos fracasos,
en ese sentido, en el campo económico y social a partir de la aplicación del Plan Austral de 1985 y
del Plan Primavera de 1988. Por otro lado, aunque siempre había planteado los tres niveles de
responsabilidad, podemos incluir también entre sus (grandes) sombras las leyes de Punto Final
(1986) y Obediencia Debida (1987), que garantizaron la “impunidad” a los oficiales medios y bajos y
la firma del Pacto de Olivos de diciembre de 1993, que le permitió a Carlos Menem (1989- 1999)
reformar la Constitución para ser reelegido como Presidente poco después. En ese contexto, si la
revalorización de los principios democráticos fue positivo para terminar con el autoritarismo del
Proceso, cabe mencionar la desilusión causada por la promesa incumplida de oponerse al “pacto
sindical militar”, la utopía deshecha de garantizar que “con la democracia se come, se cura y se
educa” y la ruptura del vínculo de representación política iniciado tras la famosa frase “La casa está
en orden”, de abril de 1987, y el posterior acuerdo con el Coronel Aldo Rico para garantizar el
“perdón” a los militares “carapintadas” que se habían sublevado contra el orden constitucional” --
¿Qué se logró? De acuerdo a Quiroga (2005) “el legado principal del gobierno de Alfonsín fue el
respeto a la ley y a las instituciones, que transfirieron pacíficamente el poder. A la vez, una decisión
que dejó una impronta en su gobierno fue el histórico juicio a las juntas militares. En ese período,
atravesado por sublevaciones militares y situaciones hiperinflacionarias, los ciudadanos y dirigentes
demostraron su apego a los “valores de la vida democrática”. --¿Qué quedó pendiente?— En el
transcurso de su mandato, Alfonsín dejó sin resolver dos temas centrales para la estabilidad de la
democracia: por un lado, 1) las reformas estructurales de la economía y, por el otro, 2) no logró la
subordinación total de las Fuerzas Armadas al poder civil, quedando inconclusa la transición política.

CAPITULO IX/ La gran transformación, 1989 – 1999


Presidencia de Menem: 8 de julio de 1989 a 1995, luego de Raúl Alfonsín, e impulsó la reforma
constitucional argentina de 1994, que disminuyó la extensión del mandato a cuatro años y habilitó una
reelección presidencial inmediata. Esto le permitió presentarse como candidato y ser reelecto en 1995 para
un segundo mandato, que se extendió hasta 1999, año en que fue sucedido por Fernando de la Rúa.
La hiperinflación aceleró la entrega del poder a Menem. Desatada en abril, se prolongó hasta
agosto. En julio fue del 200% y en diciembre todavía se mantenía en 40%. La gente salió a comprar
dólares y a saquear supermercados. Gran represión y varios muertos. Estado en bancarrota.
Ajuste y reforma
Asume Menem en un clima de alta tensión social generada por la hiperinflación que exponía la
incapacidad del gobierno. Para enfrentar la crisis existía la receta genérica: abrir las economías
nacionales para insertarlas en el mundo globalizado y desmontar los mecanismos del Estado
benefactor e interventor costosos e ineficientes (Receta recomendada por el FMI y el Banco
Mundial). Había una convicción generalizada de que la democracia por sí sola no solucionaba los
problemas económicos. La ineficiencia se debía a la alta protección del mercado local y al subsidio
otorgado a todos los que habían asegurado su parte en la puja distributiva. Déficit crónico por la
recurrencia a la emisión e inflación. Se discutía si la crisis era producto del modelo iniciado en
1930 (desarrollo industrial asistido por el Estado) o si se debía al endeudamiento generado
durante el Proceso. La receta difundida por los organismos internacionales implicaba la
reducción del gasto estatal y el retiro de su participación (privatizaciones) y tutela para la
apertura competitiva internacional, y era resistida por todos los protegidos por el Estado y por
quienes asociaban las reformas con la dictadura militar. Incluso durante el gobierno de Alfonsín, se
admitió la necesidad de apertura comercial, privatizaciones etc, pero el Congreso con mayoría de
peronistas y radicales se opusieron.
El nuevo presidente podía terminar como Alfonsín, devorado por un Estado en desintegración.
Dada la conmoción social tan fuerte, existía una necesidad de orden público y estabilidad muy
grande, la solución hasta entonces rechazada resultaba apetecible. Menem debía ganarse su
apoyo; durante la campaña había prometido el “salariazo” y la “revolución productiva” en un
estilo peronista viejo. Fue fiel al pragmatismo y se pronunció a favor de la receta liberalista y
aperturista. Confió el Ministerio de Economía a los gerentes del más tradicional de los grupos
económicos, Bunge y Born. Buscó convencer con acciones simples, toscas, brutales y destructivas.
El gobierno de Menem intentó, en el período de julio de 1989 a diciembre de 1989, estabilizar los precios
internos mediante la reducción del desequilibrio externo y fiscal, incluyendo subas en las tarifas públicas y
combustibles, y una fuerte devaluación del austral. Este plan económico fue denominado "Plan BB", por
Bunge & Born, ya que los dos primeros ministros de economía de Menem eran altos ejecutivos de ese grupo
agro industrial (Miguel Roig y Néstor Rapanelli)
Para ganar margen de maniobra, hizo aprobar por el Congreso dos leyes: La ley de Emergencia
Económica, suspendiendo subsidios, privilegios, promociones, y autorizando el despido de
empleados estatales, y la de Reforma del Estado para privatizar en masa las empresas Estatales.
Además amplió los miembros de la Corte Suprema con 4 jueces nuevos. De ésta manera obtuvo
mayoría. Las privatizaciones (se privatizó ENTEL, empresa de teléfonos y Aerolíneas Argentinas)
conseguían fondos frescos, y se aceptaban títulos de la deuda externa a un valor más alto que el
de mercado. Las nuevas empresas aumentaron tarifas, fueron escasamente reguladas y estuvieron
en una situación monopólica. La apertura económica se realizó sin un criterio general entre
reducir la inflación importando productos baratos y mejorar la recaudación fiscal cobrando
derechos elevados. Se aumentaron los impuestos al Valor Agregado y a las Ganancias para
aumentar la recaudación, pero en detrimento de la mejora del ahorro, la inversión y la equidad
social.
En los dos primeros años no logró alcanzarse la estabilidad y la inflación se mantuvo alta. A fines
de 1989 se produjo una 2da hiperinflación y nuevamente hubo saqueos y pánico. Asume un nuevo
ministro de Economía Erman González el cual se apropió de los plazos fijos y los cambió por largo
plazo en dólares: Plan Bonex.
El Plan Bonex fue un plan económico impuesto en diciembre de 1989 durante la presidencia de Carlos Saúl
Menem y que consistió en el canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo por títulos públicos denominados
"Bonex 89". Bonex es la abreviación de BONos Externos.
Además estringió al máximo los pagos del Estado y la circulación monetaria y se redujo la inflación a
costa de una fuerte recesión. Todas medidas aconsejadas por los bancos acreedores y por Alvaro
Alsogaray (cercano a Menem).
A fines de 1990, con la economía en estado crítico, estalla el escándalo Swiftgate: En diciembre de
1990, el embajador Terence Todman, de Estados Unidos, envió una nota al gobierno argentino, en
la que respaldó una denuncia recibida del frigorífico Swift que se había quejado por un pedido de
coima para "agilizar" sus trámites de liberación de impuestos de maquinarias para su planta de
Rosario. Debido a ello, renunció todo el gabinete, incluido el ministro de economía Erman Gonzales y
asumió Domingo Cavallo (economista ortodoxo que había hecho sus primeras medidas como
funcionario en 1982, cuando estatizó y licuó la deuda externa de las empresas) a principios de
1991.
Cavallo encaró el programa de reformas de una manera más ambiciosa y despegado de
empresarios y acreedores. Aprobó la trascendente Ley de Convertibilidad (sancionada en abril de
ese año, imponía un tipo de cambio fijo de la moneda argentina respecto del dólar, que se
estableció en $ 1 y obligaba al Banco Central a mantener reservas en oro y moneda extranjera
por el equivalente al dinero circulante). En cada peso que circulaba debía haber una reserva en
dólares. Pero eso no era asi. Creció mucho la deuda para tratar de respaldar esa pariedad. Con
ésta ley se limitaba la emisión monetaria.
Además realizó una reducción general de aranceles concretando la apertura económica con
resultados muy exitosos. La Argentina volvió a ser confiable para los inversores. Con la mejora en
la recaudación y la entrada al país de inversiones extranjeras se saldó el déficit estatal, las
empresas se reequiparon y aumentó el consumo interno, aumentando la confianza y el
optimismo.
Además mejoró la recaudación con los “sabuesos” de la DGI (Dirección General Impositiva),
persiguiendo hasta a ricos y famosos para que paguen todos sus impuestos. Además también
entraron muchos prestamos e inversiones del exterior. Entre 1991 y 1994, entró al país una masa
considerable de dólares con lo que el Estado saldó su déficit.
El equipo gobernante pudo despreocuparse de la inestabilidad y la falta de credibilidad y encarar
más reformas con más prolijidad y firmeza: venta de empresas del Estado (se privatizó la
electricidad, gas y agua) con garantías de competencia, mecanismos de control, venta de acciones
a particulares y se le dio participación a los sindicatos en algunas nuevas empresas. YPF fue
privatizada, pero el Estado se quedó con muchas acciones y con los ingresos obtenidos se
destinaron a saldar las deudas con los jubilados.
En 1992, Menem firmó el proyecto de ley de privatización, que fue aprobado en el Congreso y uno de los
argumentos fue que parte del producto de esa venta se destinaría al pago de los jubilados. El 24 de
septiembre de 1992, el proyecto de privatización de YPF fue aprobado en medio de gran tensión en la
Cámara de Diputados. Inclusive, la sesión estuvo a punto de naufragar por falta de quórum, tal como venía
ocurriendo desde hacía un par de semanas. Por entonces, la iniciativa encontraba resistencias incluso dentro
del oficialismo, que respaldaba el mandato de Menem y su política de privatizaciones de las empresas
públicas. El vocero del proyecto fue en esa ocasión el diputado neuquino, Oscar Parrilli, miembro informante
por el oficialismo y hoy Secretario General de la Presidencia y mano de derecha de Cristina Fernández.
Cada trabajador pasaría a tener una cuenta de ahorro propia administrada por una empresa
privada, y frente a algunas resistencias se decidió mantener en parte el régimen estatal. La
iniciativa impulsada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, fue sancionada el 22 de
septiembre de 1993 (ley 24.241) y estableció el desdoblamiento del sistema de jubilaciones y pensiones, con
un componente público (de reparto) y otro privado (de capitalización).
Reforma de los regímenes laborales, un campo en el que el gobierno apenas avanzó, con la
desregulación de las obras sociales. Con los gobiernos de las provincias se firmó un Pacto Fiscal
para que compartieran la política de reducción de gastos pero se tuvo una amplia tolerancia con
los recursos que esos gobiernos usaban para el clientelismo político. Creció el Producto Bruto, se
expandió el consumo, la inflación cayó, creció la actividad económica y el Estado mejoró su
recaudación y tuvo un par de años de superávit fiscal.
Fueron los 3 años dorados, pero los mismos ocultaban los aspectos mas duros y mas perdurables
de ésta gran transformación. El aspecto mas destacable fue el desempleo: cada privatización
implicaba despidos masivos (estas empresas habían acumulado cantidades excedentes de
empleados como fruto del choque de intereses entre administradores y sindicalistas), y las
empresas privadas tenían que reducir los costos para competir con los productos importados a
partir de la apertura económica. Otros sectores eran golpeados por el congelamiento de sus
haberes: los jubilados y los empleados estatales por el encarecimiento de los servicios públicos,
por el cierre de sus establecimientos o por los cortocircuitos financieros de varios gobiernos
provinciales.
Manifestaciones públicas de descontento. Medidas paliativas: aumento de programas sociales,
atenuación de la apertura económica, subsidios, reintegros y compensaciones a los sectores
exportadores (perjudicados por un peso sobrevaluado).
Los sectores empresariales advertían los límites de la transformación, más eficaz en la destrucción de
los viejo que en la construcción de lo nuevo. Las empresas más grandes se habían reestructurado
eficientemente, pero por la sobrevaluación del peso sus costos estaban encarecidos, y solo podían
tratar de reducir los costos salariales (que eran altos por la Ley de Convertibilidad, aunque sus
beneficiarios no lo apreciaran). Los estímulos a las importaciones era muy fuerte y eso arruinó a
las empresas nacionales. Déficit comercial importante. Además éste déficit crecía por la asistencia
a los exportadores.
La solución estaba en una devaluación que hiciera más competitiva la producción local, pero la
confianza de los mercados descansaba en la convertibilidad.
Una jefatura exitosa
Menem se dedicó a adueñarse del poder del Estado a partir de las dos leyes iniciales y la
ampliación de la Corte Suprema. Removió a todos los miembros del Tribunal de Cuentas y al Fiscal
General, nombró por decreto al Procurador General de la Nación, redujo el rango institucional de
la Sindicatura General de Empresas Públicas y desplazó o reubicó a jueces o fiscales. Cuando el
Congreso empezó a cuestionar algunas de sus iniciativas, combinó una disposición a negociar con
una afirmación de la autoridad presidencial usando vetos y Decretos de Necesidad y Urgencia.
Menem así tenía un estilo de gobierno “más propio de un príncipe que de un presidente
republicano”. Trazaba las líneas generales de la administración pero delegaba en sus
colaboradores los aspectos específicos que lo aburrían. Continuó haciendo vida de soltero,
transgrediendo las convenciones y las normas policiales. Luego de la separación de su esposa se
hizo más sedentario y transformó la residencia presidencial en una corte de orígenes variados con
la que recorría el mundo. La fidelidad se retribuía con protección e impunidad, y también
repartiendo el botín. La corrupción cimentó un pacto entre los miembros del grupo gobernante, y
era practicada ostentosamente. El país estuvo gobernado por una banda. Menem y Cavallo se
armonizaron y se potenciaron: la suma de la arbitrariedad y el eficientismo a costa de las
instituciones republicanas.
Corrupción generalizada y ostentosa. Los viejos peronistas pedían preocupación por los aspectos
sociales. Cavallo quería salvar las formas y la seguridad jurídica, y comenzó a competir con Menem.
Amira Yoma, cuñada del presidente y Directora de Audiencias fue sorprendida traficando valijas de
dólares, fue la punta del Narcogate:
Ibrahim al Ibrahim, ex marido de Amira Yoma, cuñada presidencial y jefa de audiencias de Carlos Menem, le
echó prácticamente toda la culpa del llamado Narcogate --el escándalo por lavado de dinero proveniente del
narcotráfico-- a Eduardo Duhalde (vice de Menem) y a la propia Amira Yoma. Ibrahim, que fue asesor de la
aduana de Ezeiza, sostuvo que "el vicepresidente Duhalde me hacía llegar papelitos indicándome que ciertas
valijas no se debían abrir en la Aduana y, por supuesto, esas valijas no se tocaban. También hacían pasar
containers"
El peronismo de 1989 había perdido el carácter de movimiento para ser simplemente un partido
político; se atenuó la identificación de peronismo con el pueblo, pero la solidez de la identidad
peronista se mantuvo. Menem utilizó el rol compuesto de jefe partidario y presidente para
mandar sobre dirigentes y cuadros acostumbrados a obedecer aunque expresaran sus disidencias,
y reunió apoyos fuera del movimiento. Sabía comunicarse con la gente en general e ingresó en el
campo de la videopolítica. El movimiento renovador se disolvió y muchos se incorporaron a la
caravana menemista.
Cafiero debió ceder la presidencia del partido a Menem y la gobernación de Buenos Aires a
Duhalde. Menem logró la adhesión de otros sindicalistas que entendían los beneficios de plegarse
al reformismo y los costos de no hacerlo. Dentro de éste grupo se encuéntrala CGT encabezada
por Lorenzo Miguel. Saul Ubaldini, reivindicó la tradición histórica y nucleó a los sindicatos más
golpeados por las reformas (trabajadores estatales y telefónicos). Fue parte del grupo opositor.
Menem lanzó nuevos dirigentes y convenció de que el peronismo tenía nuevo jefe. Las reticencias
iniciales se apagaron y se habló de la “actualización doctrinaria” del peronismo (decía que Perón
habría hecho lo mismo).
Fuera del peronismo, la oposición política fue mínima: la UCR no pudo remontar el descrédito de
1989 y no podían sustentar un argumento opositor con las diferencias ejecutivas en la política
reformista. Menem había hecho contactos con los carapintadas, en especial con Seineldín, en sus
tiempos de campaña y los indultó dentro de su política de reconciliación, y también a los ex
comandantes, pero no introdujo ninguna modificación sustancial en la conducción del Ejército
como reclamaban los “carapintadas”. Seineldín se levantó en 1990 y fue duramente reprimido por
los mandos militares, que esta vez respondieron, y los responsables fueron juzgados.
El mando del Ejército fue asumido por Balza, un jefe que mantuvo la disciplina y la subordinación
del Ejército en circunstancias difíciles. El presupuesto militar fue podado, se privatizaron muchas
empresas militares y se suprimió el servicio militar obligatorio (por la muerte de un conscripto
Omar Carrasco, víctima de malos tratos). Balza realizó una autocrítica con respecto a lo sucedido
en el Proceso y condenó incluso la ley de obediencia debida.
La Iglesia reclamó políticas de sentido social, reformas que fueron moderadas por el cardenal
Quarracino, acompañado por Menem en el rechazo al aborto. También fue apoyado por los
presidentes norteamericanos: la Argentina abandonó el Movimiento de Países No Alineados, se
clausuró el Proyecto Cóndor de construcción de misiles: La Operación Cóndor o Plan Cóndor es el
nombre con que se conoce el plan de coordinación de acciones y mutuo apoyo entre las cúpulas de los
regímenes dictatoriales del Cono Sur de América Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y
esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador—con participación de los Estados Unidos, llevada a
cabo en las décadas de 1970 y 1980. Esta coordinación implicó, oficialmente, "el seguimiento, vigilancia,
detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países y desaparición o muerte de personas"
consideradas por dichos regímenes como "subversivas del orden instaurado o contrarias al pensamiento
político o ideológico opuesto, o no compatible con las dictaduras militares de la región". El Plan Cóndor se
constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que
instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la
mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política.
Se respaldaron las posiciones internacionales norteamericanas y se acompañó en las empresas
militares norteamericanas (con el costo de los atentados terroristas a la AMIA y a la Embajada de
Israel). Se iniciaron negociaciones con Inglaterra, dejando en paréntesis la cuestión de las
Malvinas, y se zanjaron las cuestiones con Chile. Menem viajó por el mundo luciendo su imagen de
vencedor.
El gobierno enfrentó pocas resistencias: los sindicatos se movilizaron solo para defender sus
propios privilegios, y hacia la campaña para la reelección, el gobierno fue sensible a sus protestas.
En diciembre de 1993 se produjo una pueblada en Santiago del Estero por trabajadores estatales.
Luego del Éxito electoral de 1991, Menem comenzó a hablar de la reforma constitucional que lo
habilitara para ser reelecto: “Menem 95” La idea de la reforma destinada a modernizar el texto
constitucional, había sido lanzada en 1986 por Alfonsín sin lograr el apoyo del peronismo. Menem
logró la reforma constitucional para ser reelecto, encontrando reticencias de quienes aspiraban a
sucederlo en su partido, y en el establishment económico, pero sobre todo en el Congreso.

Menem logró la aprobación del Senado, convocó a una consulta popular y amenazó con hacer
aprobar la ley por una interpretación jurídica de la Constitución.
La UCR estaba a la defensiva, sin planes y dividida: los gobernadores provinciales dependían del
fisco nacional, mientras que Alfonsín se oponía. Sorpresivamente en noviembre de 1993 Menem y
Alfonsín se reunieron en secreto y acordaron impulsar la reforma constitucional con la cláusula de
reelección y reducción del margen de la hegemonía presidencial (ballotage, reducción del
mandato de 6 a 4 años, con una reelección, creación del cargo de Jefe de Gobierno, designación
de los senadores por voto directo).
Pacto de Olivos es el nombre con el que se conoce en Argentina a una serie de acuerdos firmados entre el
ex presidente Raúl Alfonsín y el entonces presidente Carlos Menem en el año 1993 que llevaron a la
Reforma de la Constitución Argentina de 1994. A cambio, el peronismo se comprometió a incluir en la
Constitución Nacional la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, la creación de un Consejo de la
Magistratura, la elección directa de los senadores, un senador por la minoría, de tres senadores por distrito,
extensión del período de sesiones ordinarias del Congreso (de 7 a 9 meses), mecanismos para atenuar el
sistema presidencialista (jefe de Gabinete, regulación de los decretos de necesidad y urgencia), la inclusión
de los derechos humanos de tercera y cuarta generación (derechos del consumidor, ambientales y a la
información), la validez de los tratados internacionales por sobre las leyes nacionales, la acción de amparo,
la acción colectiva, los delitos contra la constitución.
A lo largo de 1994, mientras se reformaba la constitución, comenzaron a notarse los efectos de la
suba de las tasas mundiales de interés y Cavallo lanzó la Segunda Reforma del Estado: nuevas
privatizaciones (centrales nucleares y el Correo Argentino), y severo ajuste de las transferencias de
fondos a las provincias. Pero los peronistas históricos decían que había que actuar en función de
las próximas elecciones. Duhalde participó de esta peronización del gobierno. Crisis mexicana del
tequila: México devaluó su moneda y hubo un retiro de fondos internacionales de la Argentina (Se
fugaron 8.000 millones de dólares y el país tuvo que ser socorrido mediante préstamos
internacionales, que elevaron el endeudamiento público). Déficit fiscal, recesión, desocupación,
frente a lo que se dio una poda presupuestaria, la reducción de sueldos estatales, un fuerte
aumento de impuestos y apoyo de los organismos internacionales.
Menem encarnaba el orden y la estabilidad en las nuevas elecciones, en las que se enfrentó al
FREPASO (Frente País Solidario (FREPASO) fue una confederación de partidos políticos de Argentina
constituida en 1994 por el Frente Grande, el partido PAI (Política Abierta para la Integridad Social), la Unidad
Socialista integrada por los partidos Socialista Popular y Socialista Democrático, y el Partido Demócrata
Cristiano. Se disolvió de hecho luego de la crisis política de diciembre de 2001). La formula Menem-
Ruckauf derrotó a Bordón-Álvarez (FREPASO) por la mitad de los votos. Los radicales quedaron en
3er lugar.
Una jefatura decadente
Comenzó el declive. Era acosado de muchos lados, sobre todo del peronista. El sistema bancario
pudo ser salvado de la crisis del tequila a costa de una concentración y extranjerización. Las
empresas pudieron superar los problemas derivados de la sobrevaluación del peso por la fuerte
caída de los salarios reales y la mejora en la productividad. La desocupación se instaló
definitivamente. Por otro lado, la deuda externa crecía sostenidamente(de 60 mil millones en
1992, se pasa a 100 mil millones en 1996) y la economía argentina dependía fuertemente de los
capitales externos. Terminaron los tiempos de la afluencia fácil de capitales externos, y la
restricción generó la suba de las tasas de interés, recesión, penuria fiscal y mayores dosis de ajuste
y reforma, quedando poco margen para el clientelismo de Menem: el gobierno quedó atrapado
entre las exigencias de mayor ajuste y los reclamos crecientes de una sociedad que iba
recuperando su voz. Desocupación instalada.
Cavallo inició una serie de privatizaciones, declaró la emergencia provisional y restringió los fondos
transferidos a los gobiernos provinciales, que debieron sacrificar fuentes de clientelismo y realizar sus
propios ajustes (privatización, transferencia a la Nación de sus sistemas jubilatorios, reducción de las
plantas de empleados). El peronismo tradicional reclamó contra una política poco peronista por el
malestar social y atacaron al ministro. Cavallo se enfrentó con la banda gobernante por la Ley de
Patentes Medicinales (Menem defendía a su lobby de laboratorios locales, y Cavallo seguía las políticas
norteamericanas), y por la privatización del correo. Cavallo acusó a Yabrán y a otros ministros cercanos
al presidente, e instaló en la discusión pública el tema de la corrupción gubernamental. En Julio de
1996, Menem lo relevó y lo reemplazó por Roque Fernández (liberal ortodoxo), que presidía el Banco
Central, y no tenía pretensiones políticas y estaba exclusivamente preocupado por ajustar las cuentas
fiscales, subiendo el precio de los combustibles, elevando el Impuesto al Valor Agregado, reduciendo el
número de empleados públicos, recortando el presupuesto e impulsando las privatizaciones (vendió
más acciones de YPF a REPSOL, Empresa Española) Fernández chocó con resistencias en el sector
político del gobierno preocupado por las futuras elecciones. La legislación sobre flexibilización laboral
no fue aceptada por el Congreso, Menem intentó sortearlo por medio de un Decreto de Necesidad y
Urgencia que fue objetado por la justicia. En 1997, dejó de lado la reforma y pensó en los votantes.
Llegó a un acuerdo con los gremialistas garantizándoles el monopolio en la negociación de los
convenios colectivos, con unos artículos vetados por Fernández para lograr la aprobación de los
empresarios. Fernández también rechazó un fondo de mejoramiento salarial para los docentes y un
proyecto de construcción de autopistas (10 mil km. De autopistas) que hubieran significado un
descenso de la desocupación pero un gran déficit estatal. Defendió el criterio del contador. No tenía
muchas alternativas porque la coyuntura internacional era desfavorable:
En julio de 1997 Tailandia devaluó su moneda y se desató la crisis (caída de la Bolsa de Hong
Kong), los financieros miraron con desconfianza a los mercados emergentes, entre los cuales
estaba Argentina. Los derrumbes siguieron: Brasil devaluó el real en 1999. Duro golpe para la
Argentina ya afectada por el encarecimiento del crédito y la caída en el precio de las
exportaciones, además imposibilitada de adoptar la solución devaluatoria. Menem y Cavallo
habían impulsado la integración acelerada en el Mercosur, sin acordar política monetaria. En 1995
la apertura del mercado Brasilero había sido providencial para la Argentina. Había vendido
alimentos, petróleo y automotores. Pero en 1997 los productores de azúcar Argentinos
denunciaron que Brasil hacía dumping (Práctica comercial que consiste en vender un producto por
debajo de su precio normal, o incluso por debajo de su coste de producción, con el fin inmediato de ir
eliminando las empresas competidoras y apoderarse finalmente del mercado ) e impulsaron una ley
arancelando la importación proveniente de ese país. Menem la vetó. La devaluación del real de
1999, contrajo el mercado por las encarecidas exportaciones argentinas y desató una oleada de
reclamos y protección, mientras que las empresas mas grandes, con mayor libertad de acción,
empezaron a considerar la posibilidad de trasladarse a Brasil.
La crisis de 1988 fue más profunda y prolongada que la del tequila: aumento de los intereses de la
deuda, escasez y alto costo del crédito, caída de los precios de productos exportables y recesión
interna. Trasnacionalización (varios bancos y empresas fueron comprados por corporaciones
multinacionales o por grandes fondos de inversión). El gobierno llegó a su fin con un gran déficit, y
comenzó a sufrir una oposición social cada vez más activa.
1995 fue un año muy crítico: varias provincias se levantaron encabezadas por empleados públicos
que cobraban en bonos, en Tucumán se cerraron varios ingenios y en Tierra del Fuego el retiro de
varias fabricas electrónicas. En 1996 las organizaciones gremiales: CGT, MTA y CTA, organizaron
dos huelgas generales contra la ley de flexibilización laboral y la política económica. La oposición
política (FREPASO y UCR) impulsaron una protesta: movilizaciones, huelgas, “cacerolazos”. La
Iglesia sumó su voz a las protestas tras el reemplazo de Quarracino (más favorable al gobierno).
Los gremios docentes (CTERA) instalaron una “carpa blanca” frente al Congreso como una noticia
permanente (La Carpa blanca fue una de las protestas más extensas de la década de 1990 en la República
Argentina, llevada a cabo por los sectores docentes, quienes reclamaban un aumento en los fondos
económicos destinados a la educación, a través de la sanción de una Ley de Financiamiento Educativo y la
derogación de la Ley Federal (se alarga la primaria y se achica a 3 años la secundaria). La carpa fue instalada
frente al Congreso Nacional en 1997 y levantada tras incluso un simbólico enrejado en 1999). También
hubo cortes de ruta (piqueteros) por la privatización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. El
gobierno a veces apeló a la Justicia y a la Gendarmería; a veces negoció (Planes Trabajar).

El gobierno también sumó problemas en su frente interno: resurrección del peronismo histórico.
Duhalde anunció su postulación, pero Menem lanzó su candidatura informalmente. Cavallo
denunciaba los negocios ilícitos y la corrupción gubernamental se hizo pública. Hubo un destape
impulsado por el periodismo indagador y la guerra interna del peronismo. Caso Cabezas: un
periodista fue asesinado y su cuerpo fue dejado en la residencia de Duhalde; la investigación llegó
a Yabrán, a quien Cabezas había fotografiado, y a Menem; Yabrán se suicidó. Otros casos de
corrupción salieron a la luz con la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador, aduanas paralelas,
coimas pagadas por la empresa IBM a directores del Banco Nación y la explosión de la fábrica de
armamentos de Río Tercero, que habría borrado las huellas del contrabando de armas a costa de
muchas vidas. También la Policía de Buenos Aires (La Bonaerense) quedó implicada en varios casos
de corrupción (como el Caso Cabezas o el atentado a la AMIA). En 1997, El partido justicialismo
sufrió una derrota en las elecciones legislativas. Menem intentó su reelección por medio de una
interpretación caprichosa de la Constitución, un plebiscito que demandara la reforma
constitucional, una presión a los gobernadores para alinearlos detrás de sí y dejar desamparado a
Duhalde que también buscaba ser presidente. La oposición vislumbraba el éxito electoral. Los
peronistas abandonaron a Menem, y este desistió de su candidatura (luego intentó nuevamente,
pero la Justicia declaró que su proyecto era ilegal).
El peronismo llegó a las elecciones sin líder y perdió.
Desde 1995 fue creciendo una fuerza política opositora. Despues de que Menem ganó la 2da
presidencia, el gobierno sufrió 3 derrotas electorales. El resultado advertía un gran crecimiento del
partido FREPASO (disidentes del PJ y la UCR, la Unidad Socialista y otros pequeños grupos
provenientes de la izquierda o el populismo) nunca llegó a tener una inserción territorial ni
organización suficientes, pero entusiasmó a muchos buscando una renovación política y humana,
y la constitución de una fuerza de centroizquierda alternativa de los dos partidos tradicionales,
acentuando en los problemas sociales y las cuestiones éticas y políticas). El candidato a Presidente
por ésta fuerza era José Bordón, lo abandonó. Chacho Álvarez quedó como dirigente principal. El
FREPASO entusiasmó a muchos y fue expresión de una modesta primavera.
La UCR pasó la crisis que arrastró a Alfonsín y superó las divisiones internas obteniendo éxitos
electorales con Fernando de la Rúa electo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La
UCR y el FREPASO confluyeron en un nuevo partido llamado: La Alianza para la Justicia, el Trabajo
y la Educación, triunfando en las elecciones legislativas.
La Alianza avanzó mientras el justicialismo sufría sus luchas internas, y puso el acento en la
recuperación de la equidad social y las instituciones republicanas y la lucha contra la corrupción.
La fórmula De la Rúa-Chacho Álvarez venció a Duhalde-Ortega (del partido justicialista). Otra
fuerza política creada por Cavallo “Acción para la república” representó a la centro derecha. De la
Rúa recibió un poder limitado en lo político y condicionado por la crisis económica. Al momento de
asumir la Alianza tenía mayoría en Diputados, y el justicialismo en el Senado y controlaba la
mayoría de las gobernaciones y la condición de la crisis económica, y la dificultad de transformar
una alianza electoral en una fuerza gobernante.

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