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Instituto Superior de Psicología ALBORAN (I.S.P.A.) Mª Angustias Jiménez Pérez
Curso aplicado Evaluación y Tratamiento de Trastornos Sexuales
sus deseos de relaciones sexuales. De esta forma, cada miembro de la pareja se va sintiendo
más separado emocionalmente del otro al no sentirse tenido en cuenta.
Se considera que el Deseo Sexual Inhibido es el problema más frecuente entre los
incluidos dentro de la fase de deseo sexual, situándose la frecuencia en los hombres, entre un
1 y un 15% de la población general, mientras en las mujeres se establece entre un 1 y el 35%
igualmente de la población general.
A este problema, cabe aplicarle, las dimensiones de primario y secundario, para
explicar las diferencias existentes entre aquellos casos en los que la persona siempre ha tenido
esa falta de deseo sexual y aquellos otros a los que se aplica la característica de secundarios,
cuando el bajo deseo sexual ha empezado a observarse a partir de un determinado momento,
después de períodos anteriores en los que la persona ha mostrado un nivel de deseo sexual
más normalizado.
6.1.1.CAUSAS:
6.1.2.EVALUACIÓN:
En la evaluación del Deseo Sexual Inhibido los principales factores y estrategias que es
conveniente tener en cuenta son los siguientes:
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Los problemas de Bajo Deseo Sexual son unos problemas complejos y originados
asimismo por una multitud de causas posibles, lo que hace que la terapia sea compleja.
6.1.3.TRATAMIENTO:
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Las reacciones ante el problema de cada uno de los miembros de la pareja son muy
variadas. Sobre todo en la mujer, se observa el sentimiento de culpabilidad y vergüenza.
Algunas mujeres con vaginismo indican que se sienten “distintas” a las demás, otras
piensan que son “anormales” y convencidas, muchas de ellas, de que “son bichos raros”.
Estas vivencias, generalmente conducen a una valoración negativa de sí mismas,
afectando de forma considerable a su autoestima.
A otras mujeres les da miedo enfrentarse al problema e intentan, mientras les sea
posible, evitarlo, algunas incluso, se convencen a sí mismas de “que son así” y que, por tanto,
su problema no tiene solución. Por esta razón, muchas veces es el compañero o el marido
quien acude primero a la consulta.
Los repetidos fracasos en el coito, por la imposibilidad de realizarlo o por el dolor que
conlleva, dan lugar a sentimientos de frustración tanto en el hombre como en la mujer, y se
presenta también, en algunos casos, la mujer con miedo a ser abandonada.
La pareja de una mujer con vaginismo o dispareunia suele pensar en primer término
“que no lo hace bien” o “que no sabe hacerlo”. Tiene mucho temor a hacer daño a ella y se
siente muy mal por ello, repercutiendo a veces en dificultades de erección. Pero la mayoría
de los hombres lo vive como una frustración ante la imposibilidad de penetrar.
En otros casos, el hombre siente una gradual pérdida de interés sexual, viviendo el
problema, como un rechazo hacia ellos, incluso algunos se cuestionan la relación de pareja.
Estas reacciones y otras explican, en muchos casos, la tardanza en buscar ayuda. Hay
parejas que tardan hasta más de 10 años en consultar el problema; piensan ambos que con el
tiempo pasará, que de momento se conforman con una sexualidad, sin coito. De hecho,
muchas parejas dejan de intentarlo, habituándose a un sexo sin penetración.
La mayoría de las pacientes con vaginismo o dispareunia que acuden a la consulta, han
visitado primero al ginecólogo pensando que tienen una alteración física. Cuando el médico
les indica, que no hay ninguna anomalía física, la mujer, por lo general sale aliviada al saber
que no tiene nada malo, “que es normal”. Sin embargo, no siempre sale contenta del todo, más
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bien se va con una serie de consejos que más que ayudarla en la resolución del problema, le
crea una mayor angustia.
A) Causas orgánicas
B) Causas psicológicas
Los especialistas coinciden en que el vaginismo, en la mayoría de los casos, tiene que
ver con causas psicológicas.
Es necesario explicar a la paciente que el origen de su problema no viene por un
problema psicológico per se, sino que más bien son factores psicológicos, sociales y
educacionales los que pueden estar generando o manteniendo el problema.
Básicamente el problema consiste en un reflejo aprendido (condicionado). Es decir,
cualquier estímulo adverso que se asocie con el acto sexual o con la entrada de la vagina
puede ser responsable de la adquisición de esta respuesta, independientemente de si dicha
contingencia es real o fantaseada, y de si cae dentro o no de la conciencia de la paciente.
En este sentido, las (primeras) experiencias sexuales que no han sido satisfactorias, o
experiencias traumáticas como una violación o abusos sexuales, y una exploración
ginecológica dolorosa podrían considerarse como posibles responsables de la adquisición de
esta respuesta condicionada.
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6.2.4. TRATAMIENTO
Para lograr este objetivo, en primer lugar es necesaria dar una adecuada información a
la pareja sobre el problema que les aflige, así como explicar las causas que han dado origen al
mismo.
En segundo lugar, explicarles que el tratamiento no consiste en charlas ni consejos,
sino que requiere un trabajo conjunto en el que la participación práctica de ambos será
esencial para el éxito del tratamiento.
En esta fase de le enseña a la mujer a relajarse, haciéndole ver que este aprendizaje
será esencial a lo largo de todo el tratamiento.
Además de los ejercicios de relajación, se le recomienda a ambos miembros de la
pareja evitar cualquier intento de coito, que es el foco principal de ansiedad de la mujer. Esta
recomendación supone una buena oportunidad para reforzar el contacto y vivencias de otras
partes del cuerpo, de esta manera la mujer aprende a responder a estímulos sexuales en un
estado de relajación y libre de ansiedad.
En tercer lugar, el conocimiento del propio cuerpo, en especial la zona genital será
fundamental para eliminar cualquier tipo de rechazo o actitud negativa con respecto a los
mismos. Se le indica a la mujer que explore en primer lugar todo su cuerpo, luego que
explore sus genitales con un espejo identificando cada una de sus partes. Una vez que la mujer
se siente cómoda y sin ansiedad se recomienda la participación del compañero en esta
exploración.
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Es importante en esta etapa del tratamiento hacer ver a ambos miembros de la pareja
que no es bueno intentar acelerar el proceso llevado a cabo hasta ahora. Por el contrario, éste
debe seguir su curso de forma gradual y sin exigencias. La manipulación de la vagina e
inserción de los dedos de ambos en la misma, es un paso previo que hay que realizar siempre
antes de intentar la introducción parcial o total del pene.
Por otra parte, la mujer como su compañero, tienen que tener claro que el control de la
situación lo tiene ella. Es decir, la mujer es la que dirige, la que guía y decide cuando hay que
parar y hasta dónde quiere llegar.
El proceso a seguir en esta fase es la siguiente: Cuando la mujer ha logrado tolerar la
inserción de los dedos, tanto de ella como los de su compañero sin desagrado y relajada, se le
pide que con su mano guíe el pene hacia la abertura vaginal, para que se acostumbre poco a
poco al contacto. Una vez que la mujer se ha habituado a este contacto del pene, se le indica
que intente introducir la punta del pene. Si siente tensión debe parar y relajarse y comenzar de
nuevo, hasta que logre mantener la punta del pene dentro sin malestar ni tensión. Esta fase es
la más crítica para la mujer por lo que la introducción del pene debe ser gradual y poco a
poco, es decir primero la punta del pene, luego hasta la mitad y finalmente la introducción
completa.
La postura más adecuada para estos ejercicios es la de la mujer encima, puesto que le
permite un mayor control de la situación, sin embargo para algunas mujeres no siempre es la
más cómoda, en este caso deberá buscar la postura que le resulte mejor.
Una vez lograda la introducción completa del pene sin ningún tipo de malestar o dolor,
se le pide a la mujer que una vez que tenga el pene dentro, realice el ejercicio de tensar y
relajar la vagina, y luego proceda a realizar movimientos lentos y suaves. Previo a este
ejercicio, se recomienda a ambos la mutua estimulación de los genitales y otras partes del
cuerpo para facilitar no sólo la introducción del pene sino para que la experiencia se viva de
modo placentera. Cuando la mujer se siente relajada y capaz de realizar movimientos con el
pene dentro, se indica al compañero que realice movimientos con el pene, pero siempre bajo la
dirección de la mujer.
Normalmente al poco tiempo de realizar estos ejercicios, la pareja informa haber
realizado el coito sin dificultades. Sin embargo, es necesario indicarles que se lo tomen con
calma, que si bien el problema está resuelto, en lo que se refiere a la posibilidad de penetrar,
es necesario dar tiempo a las caricias, al juego para que la vivencia sexual sea satisfactoria.
El tratamiento suele durar como media unas 20 sesiones. En la primera fase del
tratamiento las sesiones son semanales y luego quincenales.
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El índice de éxito del tratamiento es muy alto, algunos autores lo cifran en un 98%.
Los criterios para el diagnóstico del Trastorno Sexual Femenino según el DSM-IV son
los siguientes:
A. Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación
sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o
intensidad de estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico de
trastorno orgásmico femenino debe efectuarse cuando la opinión médica considera
que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la correspondencia por edad,
experiencia sexual y estimulación sexual recibida.
B. La alteración provoca malestar acusado o dificultad en las relaciones
interpersonales.
C. El trastorno orgásmico no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del
Eje I (excepto otro trastorno sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo, drogas o fármacos) o a una
enfermedad médica.
1. Algunas, muy escasas, pueden alcanzar el orgasmo meramente con fantasías eróticas.
2. Aquellas que necesitan estimulación física añadida a las fantasías, aunque ésta sea
escasa y/o autogenerada.
3. Mujeres que se excitan fácilmente y con escasos impulsos coitales pueden llegar al
orgasmo.
4. Otras necesitan un periodo de impulsos rítmicos durante el coito más largo para llegar
al orgasmo.
5. Aquellas que sólo pueden alcanzar el orgasmo en el coito si están en la posición
superior.
6. Muchas mujeres necesitan estimulación clitorídea manual complementaria durante el
coito para llegar al orgasmo.
7. Mujeres que sólo alcanzan con estimulación clitorídea directa, manual o bucal.
8. Requieren estimulación clitorídea directa prolongada para llegar al orgasmo.
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Hasta cierto punto, parte del problema de la anorgasmia tiene que ver con la forma en que
la mujer viva este problema y la importancia que se dé. Es posible que el no tener orgasmo
suscite el miedo a su actuación en una interacción sexual, facilitando el que la mujer adopte el
“rol de espectador” en la relación, lo que disminuiría su capacidad de disfrutar de ésta. La
anorgasmia puede conllevar un aumento de la ansiedad ante situaciones sexuales, o incluso
una disminución de la propia autoestima, fomentando pensamientos negativos y depresivos. El
percibir de esta forma la situación evidentemente puede causar problemas mucho más
importantes que la anorgasmia en sí misma.
Existen diferencias muy importantes en las mujeres con problemas de anorgasmia, así
algunas apenas si obtienen placer en las relaciones sexuales, que consideran como una
obligación no especialmente agradable. Otras sí consiguen gratificación y encuentran
estimulante y excitante la relación sexual, que suelen buscar con interés positivo, si bien no
consiguen llegar al orgasmo.
a) Factores predisponentes:
- Educación moral y religiosa restrictiva.
- Relación entre padres deterioradas.
- Inadecuada educación sexual.
- Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia.
- Inseguridad en el rol psicosexual durante los primeros años.
b) Factores precipitantes:
- Parto.
- Problemas generales de relación de pareja.
- Infidelidad.
- Expectativas poco razonables.
- Disfunción en la pareja con la que se interacciona.
- Algún fallo esporádico.
- Reacción a algún trastorno orgánico.
- Edad.
- Depresión y ansiedad.
- Experiencias sexuales traumáticas.
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- Deterioro de la autoimagen.
- Información sexual inadecuada.
- Escaso tiempo dedicado al galanteo o caricias antes de pasar al coito.
- Trastornos comportamentales más generales (depresión, alcoholismo, anorexia,
estados de ansiedad...).
6.3.2. TRATAMIENTO:
1º Nivel:
1. Información y educación sexual.
2. Cambio de actitudes negativas hacia el sexo y hacia la intervención terapéutica.
3. Mejora de la comunicación y la relación entre la pareja a nivel personal y a
nivel sexual.
2º Nivel:
1. Reducción de la ansiedad ante las relaciones sexuales.
2. Técnicas sexuales específicas apropiadas al problema sexual enfrentado.
3º Nivel:
1. Tratamiento o modificación de otros problemas de naturaleza normalmente
psicológica por encontrarse éstos asociados o constituir incluso la causa de los
propios problemas sexuales (problemas de identificación o de orientación
sexual, miedo a la intimidad, rivalidad mantenida entre la pareja o problemas
de alcohol, depresión, ansiedad, drogadicción).
Paso 1: Objetivo: Conseguir que la mujer sea capaz de examinar visual y manualmente su
propio cuerpo, excluyéndose inicialmente los genitales y los senos.
Desnuda va mirando en un espejo su cuerpo, fijándose en las zonas que le resultan más
agradables. Debe concentrarse en las sensaciones. Identificar las partes de su cuerpo que le
resultan más y menos agradables. Posteriormente, comentar los sentimientos y actitudes que
experimenta hacia su propio cuerpo.
Paso 2: Objetivo: Que la mujer sea capaz de conocer y tocar sus genitales, sintiéndose
totalmente relajada y tranquila, e incluso el que pueda llegar a percibirlos como atractivos.
Explorar directamente los genitales tanto visual como manualmente a través de un
espejo. Identificar las partes que constituyen los genitales femeninos.
Al comienzo, se pide simplemente que observe sus genitales, pero gradualmente se le
va sugiriendo que los explore manualmente, pasando sus dedos sobre ellos tocándolos, aunque
sin estimularlos ni manipularlos. Es posible que aparezca cierto grado de ansiedad, por lo que
será necesario utilizar algún tipo de estrategia para reducir este factor.
Paso 3: Se mantiene la exploración visual y manual, pero pidiéndole a la mujer, que estimule
y manipule sus genitales, tratando de descubrir en los mismos las zonas más sensibles y cuya
estimulación le resulte más agradable y excitante. Se anima a la mujer a que se guíe por las
sensaciones agradables que pueda percibir, estimulando más aquella zona donde las
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experimente. No se sugiere en este momento que la mujer se excite sexualmente, sino que
simplemente se sienta a gusto y haga lo que le apetezca y le haga sentirse mejor.
Paso 4: Una vez que la mujer ha aprendido a estimular sus genitales y conoce sus zonas más
sensibles, se discute con ella las estrategias a seguir para lograr estimularlas y conseguir un
cierto grado de excitación sexual. Plantear las posibles formas de masturbación y la manera
más apropiada para el caso que estemos considerando.
Un aspecto importante son los componentes cognitivos, recomendando a la mujer la
creación y utilización de las fantasías con contenido erótico mientras se masturba.
Se anima a la mujer a que una vez que se note excitada intensifique la estimulación
continuando con la realización de la actividad que le resulte más agradable. Con frecuencia, a
través de esta estimulación la mujer consigue un cierto grado de excitación suficiente como
para alcanzar el orgasmo.
Paso 6: Objetivo: Que la pareja aprenda cómo debe estimular a la mujer para poder
alcanzar el orgasmo.
Una vez logrado el primer orgasmo, la mujer va afianzando las distintas formas en las
que se consigue, hasta convertirse en un fenómeno estable y relativamente seguro de
conseguir. Se puede sugerir a la pareja que esté presente mientras la mujer se masturba con
objeto de que vaya aprendiendo como debe estimularla para conseguir que ella alcance el
orgasmo.
Pueden aparecer dificultades.
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Este entrenamiento inicialmente se utilizó para ayudar a las mujeres con dificultades
para retener la orina. Kegel, encontró que cuando las mujeres practicaban sistemáticamente
estos ejercicios parecían desarrollar una mayor sensibilidad en la vagina e incluso una mayor
capacidad para experimentar el orgasmo, llegando incluso a alcanzar el mismo, a través de
ellos, algunas mujeres anorgásmicas.
Los músculos implicados son los músculos pubicoxigeo. Están provistos de
terminaciones nerviosas y son sensibles a la tensión y a la presión intravaginal, y al
ejercitarlos parece aumentar el control voluntario ejercido por la mujer sobre la constricción
de la vagina, pareciendo, aumentar la percepción y las sensaciones genitales de la mujer
durante la penetración.
Primera semana:
Segunda semana:
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la mujer empiece a fantasear sobre temas o contenidos eróticos o sensuales al tiempo que
realiza estos ejercicios.
De este modo se pretende que la mujer vaya asociando las sensaciones físicas
producidas por esta práctica con la posible excitación sexual proporcionada por la fantasía.
Tercera semana:
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BIBLIOGRAFÍA
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