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Instituto Superior de Psicología ALBORAN (I.S.P.A.

) Mª Angustias Jiménez Pérez


Curso aplicado Evaluación y Tratamiento de Trastornos Sexuales

6.TRASTORNOS SEXUALES FEMENINOS

6.1.BAJO DESEO SEXUAL O DESEO SEXUAL INHIBIDO

El DSM-IV propone los siguientes criterios diagnósticos para el Deseo Sexual


Hipoactivo:

A. Disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma


persistente o recurrente. El juicio de deficiencia o ausencia debe ser efectuado por el
clínico, teniendo en cuenta factores que, como la edad, el sexo, y el contexto de la vida
del individuo, afectan a la actividad sexual.
B. El trastorno provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal.
C. El trastorno sexual no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del Eje I
(excepto otra disfunción sexual) y no se debe exclusivamente a los efectos fisiológicos
directos de una sustancia (p. ej. drogas, fármacos) o a una enfermedad médica.

En este trastorno la persona suele mantener la capacidad de respuesta sexual a nivel


físico, la dificultad se manifiesta normalmente a través de la falta de apetencia por mantener
relaciones sexuales.
La apatía o deseo sexual inhibido no sólo tiene que ver con la carencia subjetiva de
interés por realizar el coito, también incluye el desinterés por toda conducta sexual, como la
masturbación, la falta de pensamientos, ensoñaciones y fantasías sexuales, atención al material
erótico, percepción del atractivo de las personas, en especial aquellas que pueden ser
compañeros sexuales, y la falta de sensación de frustración, si no se puede dar rienda suelta a
la sexualidad. Todos los aspectos deben ser evaluados para determinar la existencia del
problema, no siendo un índice único ni determinante el número de veces que una persona
lleva a cabo relaciones sexuales.
Es considerado problema sólo cuando la falta de interés sexual no es una opción
voluntaria, sino un foco de malestar personal o en la relación de pareja.

Esta problemática presenta variaciones importantes, desde personas que manifiestan


una ausencia de interés por el sexo, pero son capaces de responder a los estímulos de la pareja
y experimentan excitación y orgasmo, hasta las que están desinteresadas en iniciar la actividad
sexual y además rechazan las aproximaciones sexuales de su pareja.

Kaplan, asume la existencia de un problema de deseo sexual sólo cuando la propia


persona expresa un bajo o nulo deseo sexual.
Zilbergeld y Ellison, plantean que la mejor forma de definir el deseo sexual de una
persona es la de ponerlo en relación o compararlo con el deseo de su pareja.

En la práctica clínica, es frecuente observar que cuando se da un desajuste en la pareja


en relación con la frecuencia con la que se desean contactos sexuales, el que tiene un mayor
nivel de deseo suele iniciar los contactos sexuales con mayor frecuencia de lo que desea el
otro. El que tiene un menor deseo puede empezar a percibir al otro como muy demandante y
para evitar que siempre terminen en una relación sexual, empieza a evitar acercarse
físicamente a su pareja y a reducir las caricias o los besos, para que no se interpreten como
una muestra de deseo sexual. El de mayor deseo sexual, empieza a sentirse rechazado y no
tenido en cuenta, percibiendo al otro como extremadamente pasivo y como sometiéndose a

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sus deseos de relaciones sexuales. De esta forma, cada miembro de la pareja se va sintiendo
más separado emocionalmente del otro al no sentirse tenido en cuenta.
Se considera que el Deseo Sexual Inhibido es el problema más frecuente entre los
incluidos dentro de la fase de deseo sexual, situándose la frecuencia en los hombres, entre un
1 y un 15% de la población general, mientras en las mujeres se establece entre un 1 y el 35%
igualmente de la población general.
A este problema, cabe aplicarle, las dimensiones de primario y secundario, para
explicar las diferencias existentes entre aquellos casos en los que la persona siempre ha tenido
esa falta de deseo sexual y aquellos otros a los que se aplica la característica de secundarios,
cuando el bajo deseo sexual ha empezado a observarse a partir de un determinado momento,
después de períodos anteriores en los que la persona ha mostrado un nivel de deseo sexual
más normalizado.

6.1.1.CAUSAS:

Entre las causas podemos encontrar orgánicas y psicológicas.


 Tipo orgánico:
- Trastornos endocrinos y la insuficiencia renal.
- Ingesta de alcohol y consumo de algunas drogas.
 Tipo psicológico:
- Ansiedad relacionada con el hecho de tener relaciones sexuales.
- Sentimientos negativos hacia uno mismo, el que la persona no tenga una buena
imagen de sí mismo o que no se encuentre lo suficientemente atractiva.
- Monotonía al mantener relaciones sexuales, llevadas a cabo de la misma
manera, en la misma situación y con las mismas consecuencias.

6.1.2.EVALUACIÓN:

En la evaluación del Deseo Sexual Inhibido los principales factores y estrategias que es
conveniente tener en cuenta son los siguientes:

1. Conocimiento del comportamiento sexual tanto del individuo como de la pareja.


2. Evaluar lo que para la persona sería una frecuencia satisfactoria en su conducta sexual
(no solo número sino también tipo de actividades).
3. Evaluar la respuesta emocional de la propia persona ante las distintas conductas
sexuales que realiza.
4. Conocer como evalúa la persona la aparición o no aparición de los cambios
fisiológicos que se producen a medida que aumenta la actividad sexual.
5. Conocer la existencia o no de algún problema de carácter orgánico o físico que pueda
estar repercutiendo en el deseo sexual.
6. Si se considera oportuno, se puede llevar a cabo un análisis endocrino.
7. Evaluar la posible existencia de ansiedad o aversión hacia alguna parte de su propio
cuerpo o del cuerpo de su pareja.
8. Considerar la existencia de psicopatologías (depresión o ansiedad).
9. Recoger información acerca de los posibles factores determinantes del desarrollo
psicosexual de la persona.
10. Analizar la relación de pareja y el grado de satisfacción que la misma le proporciona,
junto a los sentimientos que tiene hacia la misma.

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11. Recoger información sobre posibles prejuicios, expectativas, atribuciones y creencias


que la persona pueda tener y que puedan estar influyendo en su comportamiento
sexual.
12. Evaluar algún otro tipo de problema psicológico que pudiera estar sufriendo la
persona, o que no haya resuelto en su totalidad.

Los problemas de Bajo Deseo Sexual son unos problemas complejos y originados
asimismo por una multitud de causas posibles, lo que hace que la terapia sea compleja.

6.1.3.TRATAMIENTO:

Posibles objetivos para el tratamiento.


- Información adecuada acerca de en qué consiste un funcionamiento sexual
satisfactorio, así como una explicación sobre el posible mantenimiento de los
problemas sexuales que padece.
- Cambio de actitudes negativas y perjuicios que cada miembro de la pareja podía
haber desarrollado sobre el otro.
- Intervenir en los problemas de relación de pareja antes de entrar en la terapia sexual
propiamente dicha.
- Conocimiento y conciencia sensual de los dos miembros de la pareja, modificando
las pautas de acercamiento negativas e indirectas sustituyéndolas por unas pautas de
comunicación más clara y libre.
- Conocimiento de conductas alternativas a la penetración.
- Reajustar la frecuencia de las relaciones sexuales de la pareja.

6.2.VAGINISMO Y DISPAREUNIA EN LA MUJER

6.2.1.¿QUÉ ES EL VAGINISMO Y LA DISPAREUNIA EN LA MUJER?

Aunque la dispareunia se suele considerar como un problema típico en la mujer, puede


producirse también en el hombre, si bien en éste es mucho menos frecuente. Cuando se da en
el hombre, en la mayor parte de los casos hace referencia al dolor en el coito, durante la
eyaculación, en el pene o en los testículos. En general, se debe a infecciones en la uretra, en la
glándula prostática, o en la vejiga urinaria.
La dispareunia femenina se caracteriza por la presencia del dolor o molestias en el
acto sexual. Este dolor puede presentarse antes, durante o después del coito. La queja de la
paciente con respecto al dolor es variada, y en general, no específica. Según los casos, este
dolor se describe como molestia, presión, desgarramiento, escozor, etc. También varía su
intensidad y duración.
Para una correcta evaluación y diagnóstico del problema, es necesario ayudar a la
paciente a localizar el momento preciso en que comienza el malestar y el punto exacto del
cuerpo en que le duele, así como si es posible o no la penetración,
La mujer con dispareunia puede realizar el coito, aunque éste suponga dolor o
molestia. Este dato, junto con el ser capaz de introducirse un tampón y de aceptar, aunque no
de buen grado, la exploración ginecológica, nos permitirán distinguir este problema del
vaginismo.

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El vaginismo, a diferencia de la dispareunia hace imposible la penetración. La


imposibilidad de realizar el coito se debe a una contracción involuntaria de los músculos de la
vagina. La respuesta sexual de las mujeres con vaginismo, siempre y cuando no haya coito,
suele ser satisfactoria. Responden de manera adecuada a la excitación (experimenta
lubricación vaginal) y disfrutan del juego. Tienen habitualmente un deseo sexual normal, y
muchas de ellas consiguen el orgasmo mediante la masturbación, el sexo oral o la
estimulación manual por parte de su pareja.

El problema se presenta a la hora de realizar el coito, en el que la mujer no sólo contrae


los músculos de la vagina, sino que tiende a cerrar las piernas con fuerza y sentir mucha
tensión, además de la ansiedad provocada por la anticipación del dolor.
En síntesis, la diferencia fundamental que nos permitirá distinguir el vaginismo de la
dispareunia viene dada por la posibilidad o no de realizar el coito, caracterizándose ambos por
la presencia no sólo del dolor sino de una gran ansiedad.

6.2.2.REACCIONES ANTE EL PROBLEMA.

Las reacciones ante el problema de cada uno de los miembros de la pareja son muy
variadas. Sobre todo en la mujer, se observa el sentimiento de culpabilidad y vergüenza.
Algunas mujeres con vaginismo indican que se sienten “distintas” a las demás, otras
piensan que son “anormales” y convencidas, muchas de ellas, de que “son bichos raros”.
Estas vivencias, generalmente conducen a una valoración negativa de sí mismas,
afectando de forma considerable a su autoestima.
A otras mujeres les da miedo enfrentarse al problema e intentan, mientras les sea
posible, evitarlo, algunas incluso, se convencen a sí mismas de “que son así” y que, por tanto,
su problema no tiene solución. Por esta razón, muchas veces es el compañero o el marido
quien acude primero a la consulta.
Los repetidos fracasos en el coito, por la imposibilidad de realizarlo o por el dolor que
conlleva, dan lugar a sentimientos de frustración tanto en el hombre como en la mujer, y se
presenta también, en algunos casos, la mujer con miedo a ser abandonada.

La pareja de una mujer con vaginismo o dispareunia suele pensar en primer término
“que no lo hace bien” o “que no sabe hacerlo”. Tiene mucho temor a hacer daño a ella y se
siente muy mal por ello, repercutiendo a veces en dificultades de erección. Pero la mayoría
de los hombres lo vive como una frustración ante la imposibilidad de penetrar.
En otros casos, el hombre siente una gradual pérdida de interés sexual, viviendo el
problema, como un rechazo hacia ellos, incluso algunos se cuestionan la relación de pareja.
Estas reacciones y otras explican, en muchos casos, la tardanza en buscar ayuda. Hay
parejas que tardan hasta más de 10 años en consultar el problema; piensan ambos que con el
tiempo pasará, que de momento se conforman con una sexualidad, sin coito. De hecho,
muchas parejas dejan de intentarlo, habituándose a un sexo sin penetración.

6.2.3.ORIGEN DEL PROBLEMA

La mayoría de las pacientes con vaginismo o dispareunia que acuden a la consulta, han
visitado primero al ginecólogo pensando que tienen una alteración física. Cuando el médico
les indica, que no hay ninguna anomalía física, la mujer, por lo general sale aliviada al saber
que no tiene nada malo, “que es normal”. Sin embargo, no siempre sale contenta del todo, más

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bien se va con una serie de consejos que más que ayudarla en la resolución del problema, le
crea una mayor angustia.

A) Causas orgánicas

La dispareunia puede tener su origen en causas orgánicas, no así su persistencia. De


ahí, la importancia de hacer una exploración exhaustiva del historial ginecológico de la
paciente, y en caso de no tenerla, aconsejarle una revisión con el especialista. No obstante, en
la mayoría de los casos, no se encuentra ningún tipo de anomalía física, lo que se ha generado,
es más bien un temor al dolor y la ansiedad que provoca su anticipación.
Entre los factores físicos que se suelen citar como causa de la dispareunia figuran los
procesos infecciosos o inflamatorios de los genitales externos o de la vagina, la reacción
alérgica local a anticonceptivos, las cicatrices postoperatorias, la endometriosis, y la atrofia
vaginal subsiguiente a la menopausia.
La falta de lubricación vaginal es otro factor que puede producir dolor en el coito, pero
el origen de esta falta de lubricación no se debe necesariamente a algo orgánico, sobre todo
cuando se trata de mujeres jóvenes. Más bien, puede tratarse de una falta de excitación o de
una preparación inadecuada, que trae como consecuencias un coito forzado o “apresurado” y
como tal, doloroso.
En este sentido, hay que tener en cuenta una posible disfunción sexual en la pareja que
puede provocar indirectamente el problema, Por ejemplo, el hombre con Eyaculación Precoz
suele reducir el tiempo de preparación y juegos previo, no dándole tiempo a la mujer a
lubricar suficientemente provocando dolor en la penetración.
Otra causa normal de dolor, que puede provocar vaginismo se refiere a las anomalías
del himen (incluyendo las causadas por los restos de éste que se estiran o irritan con los
intentos de penetración vaginal).
Los episodios de dolor debido a las anomalías físicas enumeradas, llevan a la mujer de
un modo muy natural, a tensarse de forma involuntaria y a apartarse de la fuente de dolor real
o previsto. Esta tensión es un modo de protección y lo que comienza como un voluntario
efecto de protección se transforma, de un modo gradual, en un reflejo condicionado. De
hecho, se corrige la lesión, pero continua el problema. En la mayoría de los casos, sin
embargo, no existe ninguna causa física que provoque el vaginismo.

B) Causas psicológicas

Los especialistas coinciden en que el vaginismo, en la mayoría de los casos, tiene que
ver con causas psicológicas.
Es necesario explicar a la paciente que el origen de su problema no viene por un
problema psicológico per se, sino que más bien son factores psicológicos, sociales y
educacionales los que pueden estar generando o manteniendo el problema.
Básicamente el problema consiste en un reflejo aprendido (condicionado). Es decir,
cualquier estímulo adverso que se asocie con el acto sexual o con la entrada de la vagina
puede ser responsable de la adquisición de esta respuesta, independientemente de si dicha
contingencia es real o fantaseada, y de si cae dentro o no de la conciencia de la paciente.
En este sentido, las (primeras) experiencias sexuales que no han sido satisfactorias, o
experiencias traumáticas como una violación o abusos sexuales, y una exploración
ginecológica dolorosa podrían considerarse como posibles responsables de la adquisición de
esta respuesta condicionada.

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Un factor que puede estar facilitando la aparición de este reflejo aprendido es la


anticipación del dolor. Si la paciente cree que la penetración le hará daño, la reacción es
tensarse para protegerse de ello. Esta tensión hace que los músculos del orificio vaginal se
contraigan cada vez más, dificultando en mayor grado la penetración, o la imposibilidad de
ésta, dando lugar al dolor. Así se explica el que la mujer con vaginismo o dispareunia
comience, con frecuencia el acto sexual con ansiedad y temor.
Hay otros factores psicosociales, que afectan al problema. Así, es muy frecuente
encontrar en pacientes con vaginismo y dispareunia una educación estricta y rígida, actitudes
negativas hacia el sexo, temor a los hombres y la ignorancia respecto al sexo y al parto, con
anticipación de posibles lesiones, evocando sentimientos de ansiedad y culpabilidad respecto
al sexo.
Otro factor, que afecta a las mujeres no sólo con vaginismo y dispareunia, sino
también con otras disfunciones sexuales, es el desconocimiento sexual que conduce al temor,
al rechazo y a creencias erróneas respecto al sexo.

6.2.4. TRATAMIENTO

Los objetivos generales son los siguientes:

1. Eliminar o reducir la ansiedad ante el miedo a la penetración


2. Eliminar la respuesta vaginal condicionada.
3. Conseguir la realización del coito.

Primer objetivo: Eliminar o reducir la ansiedad de la paciente ante el miedo a la


penetración.

Para lograr este objetivo, en primer lugar es necesaria dar una adecuada información a
la pareja sobre el problema que les aflige, así como explicar las causas que han dado origen al
mismo.
En segundo lugar, explicarles que el tratamiento no consiste en charlas ni consejos,
sino que requiere un trabajo conjunto en el que la participación práctica de ambos será
esencial para el éxito del tratamiento.
En esta fase de le enseña a la mujer a relajarse, haciéndole ver que este aprendizaje
será esencial a lo largo de todo el tratamiento.
Además de los ejercicios de relajación, se le recomienda a ambos miembros de la
pareja evitar cualquier intento de coito, que es el foco principal de ansiedad de la mujer. Esta
recomendación supone una buena oportunidad para reforzar el contacto y vivencias de otras
partes del cuerpo, de esta manera la mujer aprende a responder a estímulos sexuales en un
estado de relajación y libre de ansiedad.
En tercer lugar, el conocimiento del propio cuerpo, en especial la zona genital será
fundamental para eliminar cualquier tipo de rechazo o actitud negativa con respecto a los
mismos. Se le indica a la mujer que explore en primer lugar todo su cuerpo, luego que
explore sus genitales con un espejo identificando cada una de sus partes. Una vez que la mujer
se siente cómoda y sin ansiedad se recomienda la participación del compañero en esta
exploración.

Segundo objetivo: Eliminación de la respuesta vaginal condicionada.

Para lograrlo se enseña a la paciente a tensar y relajar los músculos de la vagina, de


esta forma aprende a tener un mayor control y ser consciente de las sensaciones vaginales.

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En segundo lugar la paciente aprende a dilatar la vagina de forma gradual.


El instrumento dilatante puede ser el dedo de la paciente, de la pareja, un catéter o un
tampón. Nosotros recomendamos el dedo de la paciente y el del compañero.
El proceso debe ser de forma gradual: primero la mujer se relaja e introduce un dedo, cuando
lo ha logrado sin ninguna dificultad, introduce dos. Habitualmente, recomendamos usar
vaselina o aceite para facilitar la inserción de los dedos. Cuando la mujer ha logrado introducir
sus dos dedos sin problemas, su compañero lo hace con uno y siguiendo el mismo proceso con
los dos.
Es necesaria en esta fase del tratamiento, el apoyo del terapeuta para ayudar a eliminar
cualquier obstáculo que se pueda presentar a la hora de insertar los dedos, puesto que de la
experiencia positiva de estos ejercicios, dependerá la progresiva y gradual introducción del
pene.

Tercer objetivo: Conseguir la realización del coito

Es importante en esta etapa del tratamiento hacer ver a ambos miembros de la pareja
que no es bueno intentar acelerar el proceso llevado a cabo hasta ahora. Por el contrario, éste
debe seguir su curso de forma gradual y sin exigencias. La manipulación de la vagina e
inserción de los dedos de ambos en la misma, es un paso previo que hay que realizar siempre
antes de intentar la introducción parcial o total del pene.
Por otra parte, la mujer como su compañero, tienen que tener claro que el control de la
situación lo tiene ella. Es decir, la mujer es la que dirige, la que guía y decide cuando hay que
parar y hasta dónde quiere llegar.
El proceso a seguir en esta fase es la siguiente: Cuando la mujer ha logrado tolerar la
inserción de los dedos, tanto de ella como los de su compañero sin desagrado y relajada, se le
pide que con su mano guíe el pene hacia la abertura vaginal, para que se acostumbre poco a
poco al contacto. Una vez que la mujer se ha habituado a este contacto del pene, se le indica
que intente introducir la punta del pene. Si siente tensión debe parar y relajarse y comenzar de
nuevo, hasta que logre mantener la punta del pene dentro sin malestar ni tensión. Esta fase es
la más crítica para la mujer por lo que la introducción del pene debe ser gradual y poco a
poco, es decir primero la punta del pene, luego hasta la mitad y finalmente la introducción
completa.
La postura más adecuada para estos ejercicios es la de la mujer encima, puesto que le
permite un mayor control de la situación, sin embargo para algunas mujeres no siempre es la
más cómoda, en este caso deberá buscar la postura que le resulte mejor.
Una vez lograda la introducción completa del pene sin ningún tipo de malestar o dolor,
se le pide a la mujer que una vez que tenga el pene dentro, realice el ejercicio de tensar y
relajar la vagina, y luego proceda a realizar movimientos lentos y suaves. Previo a este
ejercicio, se recomienda a ambos la mutua estimulación de los genitales y otras partes del
cuerpo para facilitar no sólo la introducción del pene sino para que la experiencia se viva de
modo placentera. Cuando la mujer se siente relajada y capaz de realizar movimientos con el
pene dentro, se indica al compañero que realice movimientos con el pene, pero siempre bajo la
dirección de la mujer.
Normalmente al poco tiempo de realizar estos ejercicios, la pareja informa haber
realizado el coito sin dificultades. Sin embargo, es necesario indicarles que se lo tomen con
calma, que si bien el problema está resuelto, en lo que se refiere a la posibilidad de penetrar,
es necesario dar tiempo a las caricias, al juego para que la vivencia sexual sea satisfactoria.
El tratamiento suele durar como media unas 20 sesiones. En la primera fase del
tratamiento las sesiones son semanales y luego quincenales.

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El índice de éxito del tratamiento es muy alto, algunos autores lo cifran en un 98%.

6.3. TRASTORNO ORGASMICO FEMENINO

Los criterios para el diagnóstico del Trastorno Sexual Femenino según el DSM-IV son
los siguientes:

A. Ausencia o retraso persistente o recurrente del orgasmo tras una fase de excitación
sexual normal. Las mujeres muestran una amplia variabilidad en el tipo o
intensidad de estimulación que desencadena el orgasmo. El diagnóstico de
trastorno orgásmico femenino debe efectuarse cuando la opinión médica considera
que la capacidad orgásmica de una mujer es inferior a la correspondencia por edad,
experiencia sexual y estimulación sexual recibida.
B. La alteración provoca malestar acusado o dificultad en las relaciones
interpersonales.
C. El trastorno orgásmico no se explica mejor por la presencia de otro trastorno del
Eje I (excepto otro trastorno sexual) y no es debido exclusivamente a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia (por ejemplo, drogas o fármacos) o a una
enfermedad médica.

Se pueden considerar diferentes tipos de anorgasmias: anorgasmia primaria hace


referencia a las mujeres que nunca han conseguido tener un orgasmo. Anorgasmia secundaria
a la que, habiéndolo experimentado con anterioridad alguna vez, en la actualidad son
incapaces de conseguirlo. Anorgasmia situacional se refiere a aquellas mujeres que no
consiguen llegar al orgasmo en determinadas situaciones o condiciones (por ejemplo, pueden
llegar al orgasmo cuando se masturban, pero no en relaciones de pareja, o pueden llegar al
orgasmo con un compañero sexual, pero no con otro). Un tipo específico de esta anorgasmia
situacional es la denominada anorgasmia coital, que hace referencia a las mujeres que son
incapaces de conseguir orgasmo durante el coito, pero sí lo consiguen con otros tipos de
actividad sexual (caricias, estimulación directa del clítoris, masturbación...). Anorgasmia
fortuita hace referencia a aquellas mujeres que han experimentado orgasmo en diferentes tipos
de actividad sexual, pero de forma infrecuente.

La anorgasmia es una de las disfunciones sexuales más frecuentes en las mujeres.


Existen variaciones importantes en la respuesta orgásmica de las mujeres:

1. Algunas, muy escasas, pueden alcanzar el orgasmo meramente con fantasías eróticas.
2. Aquellas que necesitan estimulación física añadida a las fantasías, aunque ésta sea
escasa y/o autogenerada.
3. Mujeres que se excitan fácilmente y con escasos impulsos coitales pueden llegar al
orgasmo.
4. Otras necesitan un periodo de impulsos rítmicos durante el coito más largo para llegar
al orgasmo.
5. Aquellas que sólo pueden alcanzar el orgasmo en el coito si están en la posición
superior.
6. Muchas mujeres necesitan estimulación clitorídea manual complementaria durante el
coito para llegar al orgasmo.
7. Mujeres que sólo alcanzan con estimulación clitorídea directa, manual o bucal.
8. Requieren estimulación clitorídea directa prolongada para llegar al orgasmo.

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9. Sólo consiguen el orgasmo mediante masturbación, inhibiendo esta respuesta la


presencia del compañero.
10. Alrededor del 10% de las mujeres jamás han conseguido llegar al orgasmo.
El coito, aunque no se realice con excesiva rapidez, puede no provocar una estimulación
suficiente para que la mujer alcance el orgasmo. Muchas mujeres necesitan una estimulación
suplementaria, como, por ejemplo, la frotación del clítoris, para conseguir el orgasmo.

Hasta cierto punto, parte del problema de la anorgasmia tiene que ver con la forma en que
la mujer viva este problema y la importancia que se dé. Es posible que el no tener orgasmo
suscite el miedo a su actuación en una interacción sexual, facilitando el que la mujer adopte el
“rol de espectador” en la relación, lo que disminuiría su capacidad de disfrutar de ésta. La
anorgasmia puede conllevar un aumento de la ansiedad ante situaciones sexuales, o incluso
una disminución de la propia autoestima, fomentando pensamientos negativos y depresivos. El
percibir de esta forma la situación evidentemente puede causar problemas mucho más
importantes que la anorgasmia en sí misma.
Existen diferencias muy importantes en las mujeres con problemas de anorgasmia, así
algunas apenas si obtienen placer en las relaciones sexuales, que consideran como una
obligación no especialmente agradable. Otras sí consiguen gratificación y encuentran
estimulante y excitante la relación sexual, que suelen buscar con interés positivo, si bien no
consiguen llegar al orgasmo.

6.3.1. PRINCIPALES CAUSAS PSICOLÓGICAS:

a) Factores predisponentes:
- Educación moral y religiosa restrictiva.
- Relación entre padres deterioradas.
- Inadecuada educación sexual.
- Experiencias sexuales traumáticas durante la infancia.
- Inseguridad en el rol psicosexual durante los primeros años.

b) Factores precipitantes:
- Parto.
- Problemas generales de relación de pareja.
- Infidelidad.
- Expectativas poco razonables.
- Disfunción en la pareja con la que se interacciona.
- Algún fallo esporádico.
- Reacción a algún trastorno orgánico.
- Edad.
- Depresión y ansiedad.
- Experiencias sexuales traumáticas.

c) Factores que mantienen la disfunción.


- Ansiedad ante la interacción sexual.
- Anticipación de fallo o fracaso.
- Sentimientos de culpabilidad.
- Falta de atracción entre los miembros de la pareja.
- Comunicación pobre entre los miembros de la pareja.
- Problemas generales en la relación de pareja.
- Miedo a la intimidad.

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- Deterioro de la autoimagen.
- Información sexual inadecuada.
- Escaso tiempo dedicado al galanteo o caricias antes de pasar al coito.
- Trastornos comportamentales más generales (depresión, alcoholismo, anorexia,
estados de ansiedad...).

6.3.2. TRATAMIENTO:

1º Nivel:
1. Información y educación sexual.
2. Cambio de actitudes negativas hacia el sexo y hacia la intervención terapéutica.
3. Mejora de la comunicación y la relación entre la pareja a nivel personal y a
nivel sexual.

2º Nivel:
1. Reducción de la ansiedad ante las relaciones sexuales.
2. Técnicas sexuales específicas apropiadas al problema sexual enfrentado.

3º Nivel:
1. Tratamiento o modificación de otros problemas de naturaleza normalmente
psicológica por encontrarse éstos asociados o constituir incluso la causa de los
propios problemas sexuales (problemas de identificación o de orientación
sexual, miedo a la intimidad, rivalidad mantenida entre la pareja o problemas
de alcohol, depresión, ansiedad, drogadicción).

A) Técnicas sexuales específicas

 Programa de Auto-Estimulación o Masturbación Dirigida.


A través de 9 pasos:

Paso 1: Objetivo: Conseguir que la mujer sea capaz de examinar visual y manualmente su
propio cuerpo, excluyéndose inicialmente los genitales y los senos.
Desnuda va mirando en un espejo su cuerpo, fijándose en las zonas que le resultan más
agradables. Debe concentrarse en las sensaciones. Identificar las partes de su cuerpo que le
resultan más y menos agradables. Posteriormente, comentar los sentimientos y actitudes que
experimenta hacia su propio cuerpo.

Paso 2: Objetivo: Que la mujer sea capaz de conocer y tocar sus genitales, sintiéndose
totalmente relajada y tranquila, e incluso el que pueda llegar a percibirlos como atractivos.
Explorar directamente los genitales tanto visual como manualmente a través de un
espejo. Identificar las partes que constituyen los genitales femeninos.
Al comienzo, se pide simplemente que observe sus genitales, pero gradualmente se le
va sugiriendo que los explore manualmente, pasando sus dedos sobre ellos tocándolos, aunque
sin estimularlos ni manipularlos. Es posible que aparezca cierto grado de ansiedad, por lo que
será necesario utilizar algún tipo de estrategia para reducir este factor.

Paso 3: Se mantiene la exploración visual y manual, pero pidiéndole a la mujer, que estimule
y manipule sus genitales, tratando de descubrir en los mismos las zonas más sensibles y cuya
estimulación le resulte más agradable y excitante. Se anima a la mujer a que se guíe por las
sensaciones agradables que pueda percibir, estimulando más aquella zona donde las

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experimente. No se sugiere en este momento que la mujer se excite sexualmente, sino que
simplemente se sienta a gusto y haga lo que le apetezca y le haga sentirse mejor.

Paso 4: Una vez que la mujer ha aprendido a estimular sus genitales y conoce sus zonas más
sensibles, se discute con ella las estrategias a seguir para lograr estimularlas y conseguir un
cierto grado de excitación sexual. Plantear las posibles formas de masturbación y la manera
más apropiada para el caso que estemos considerando.
Un aspecto importante son los componentes cognitivos, recomendando a la mujer la
creación y utilización de las fantasías con contenido erótico mientras se masturba.
Se anima a la mujer a que una vez que se note excitada intensifique la estimulación
continuando con la realización de la actividad que le resulte más agradable. Con frecuencia, a
través de esta estimulación la mujer consigue un cierto grado de excitación suficiente como
para alcanzar el orgasmo.

Paso 5: Cuando no se ha logrado alcanzar el orgasmo en el paso anterior, puede ayudarse a la


mujer a aumentar la duración e intensidad de la estimulación genital. Para ello, tomar en
consideración las posibles dificultades encontradas en el paso anterior, al tratar de intensificar
la estimulación que le resultaba agradable. Es frecuente, encontrarnos con que la mujer “se
desespera” por el mucho tiempo que transcurre estimulándose para conseguir excitarse o por
llegar a un cierto nivel de excitación sin conseguir “llegar a más”. En estos casos, puede
aparecer un sentimiento de frustración y enfado contra ellas mismas que puede dificultar el
que sigan avanzando en esa propia estimulación.
Comentar y aclarar con la mujer las expectativas que la misma pueda tener en relación
con el orgasmo.

Paso 6: Objetivo: Que la pareja aprenda cómo debe estimular a la mujer para poder
alcanzar el orgasmo.
Una vez logrado el primer orgasmo, la mujer va afianzando las distintas formas en las
que se consigue, hasta convertirse en un fenómeno estable y relativamente seguro de
conseguir. Se puede sugerir a la pareja que esté presente mientras la mujer se masturba con
objeto de que vaya aprendiendo como debe estimularla para conseguir que ella alcance el
orgasmo.
Pueden aparecer dificultades.

Paso 7: Objetivo: El hombre estimule a la manera de la manera que ha aprendido a hacerlo


en el paso anterior, guiado por la mujer, hasta conseguir que ella alcance el orgasmo.
Para ello, la pareja tiene que mantener unos niveles de comunicación, compenetración
y confianza mutua como para hacer de esta práctica un ejercicio satisfactorio.

Paso 8: Objetivo: Conseguir que la mujer alcance el orgasmo durante la penetración.


Prestar atención a la propia posición de coito, utilizando la postura que más se adapte a
cada caso. Teniendo en cuenta para ello que durante los primeros ensayos de esta fase puede
ser necesario que la mujer reciba una estimulación suplementaria sobre el clítoris al tiempo
que realiza la penetración. Recurrir a las “posiciones puente” de coito que posibilitan esta
doble estimulación coital y del clítoris de forma simultanea.
Suele ser frecuente modificar las expectativas y las creencias que tanto la mujer como
el hombre puedan tener en relación con la experiencia de orgasmo durante la penetración, las
expectativas deben ser razonables y objetivas posibles para que no se produzcan imprevistos
desagradables.

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Participación y papel de la pareja

La pareja debe participar activamente de la manera que se estime más apropiada en


cada caso y esta participación ha de ser cuanto antes mejor. A partir de que la mujer se excite
puede ser aconsejable que el hombre participe activamente como una fuente más de
estimulación. Los avances que ella va consiguiendo a lo largo de la terapia, sean compartidos
y practicados por la pareja de la manera más rápida y espontánea posible.

 Entrenamiento muscular vaginal

Este entrenamiento inicialmente se utilizó para ayudar a las mujeres con dificultades
para retener la orina. Kegel, encontró que cuando las mujeres practicaban sistemáticamente
estos ejercicios parecían desarrollar una mayor sensibilidad en la vagina e incluso una mayor
capacidad para experimentar el orgasmo, llegando incluso a alcanzar el mismo, a través de
ellos, algunas mujeres anorgásmicas.
Los músculos implicados son los músculos pubicoxigeo. Están provistos de
terminaciones nerviosas y son sensibles a la tensión y a la presión intravaginal, y al
ejercitarlos parece aumentar el control voluntario ejercido por la mujer sobre la constricción
de la vagina, pareciendo, aumentar la percepción y las sensaciones genitales de la mujer
durante la penetración.

El entrenamiento se realiza a lo largo de tres semanas.

Primera semana:

Objetivo: Identificación o localización por parte de la mujer de los músculos que ha de


aprender a controlar.
Cuando vaya a orinar se siente en la taza del WC con las piernas lo más separadas
posible y que en esta posición inicie la micción y la interrumpa voluntariamente durante unos
segundos, repitiendo esta misma secuencia varias veces durante la micción.
Este ejercicio es recomendable que se practique inicialmente en la situación de orinar
unas 6 veces al día. El tiempo que ha de tensar y relajar el músculo, ha de ser
aproximadamente el mismo y de alrededor de uno o dos segundos en cada ocasión.
Ha de practicarlo unas 10 veces en cada una de las 6 ocasiones que orine, tratando de
distribuir éstas a lo largo del día.

Segunda semana:

Además de en la situación de orinar realice los ejercicios fuera de dicha situación. Se


le pide que los realice en 6 ocasiones pero que aumente el número de ejercicios de 10 a 20
veces en cada una de estas 6 ocasiones.
Se introduce un nuevo ejercicio: “contracciones”. Se trata de que tense-relaje lo más
rápidamente que pueda los músculos pubicoxigeos durante unos segundos, realizando el
ejercicio unas 10 veces, asociadamente a cada una de las 6 ocasiones en que se realiza el
ejercicio anterior de tensión-relajación de estos mismos músculos. Estas contracciones rápidas
se asemejan en cierto modo a las contracciones del orgasmo, y se intenta asimismo, lograr que

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la mujer empiece a fantasear sobre temas o contenidos eróticos o sensuales al tiempo que
realiza estos ejercicios.
De este modo se pretende que la mujer vaya asociando las sensaciones físicas
producidas por esta práctica con la posible excitación sexual proporcionada por la fantasía.

Tercera semana:

Se intenta que la mujer aumente progresivamente el número de ejercicios de tensión a


razón de 5 veces más cada día a la semana, en cada una de las 6 ocasiones en que los realiza al
día.
Durante el primer día de esta tercera semana realizará 25 tensiones en cada ocasión, el
segundo día 30, el tercer 35 y así sucesivamente hasta alcanzar a finalizar la semana con un
total máximo de 300 ejercicios al día, a razón de 50 tensiones en cada una de las 6 sesiones,
invirtiendo un tiempo total: 20 minutos / día. Esta secuencia puede, no obstante, transcurrir
con más lentitud de la indicada en caso necesario, dedicando algún día más de una semana,
hasta alcanzar 300 tensiones al día.

También se incrementa de modo simultaneo el ejercicio de contracciones rápidas a


razón de un ejercicio más en cada una de las 6 ocasiones en que se practique al día, hasta
alcanzar un número de ejercicios máximo de 100 contracciones rápidas al día. Paralelamente,
se pide a la mujer que trate de percibir las distintas sensaciones que experimenta en su vagina,
tratando de que estas le resulten agradables.
Este aspecto del entrenamiento resulta especialmente importante.

Una vez aprendido a controlar su músculo pubicoxigeo a través de estos ejercicios, es


conveniente que se extienda esta práctica a las relaciones sexuales de coito, con objeto de
incrementar la sensibilidad de la vagina y la correspondiente excitación y placer, propio y el
del compañero, durante las relaciones de coito. Durante la penetración, resulta más difícil
ejercitar el control de los músculos al encontrarse las paredes de la vagina distendida.

Para facilitar el aprendizaje de este control: practicar contracción de los músculos al


tiempo que introduce objetos en su vagina aumentándolos progresivamente de tamaño (dedo,
varios dedos, dilatadores vaginales...).

A través de la práctica sistemática de estos ejercicios, un considerable número de


mujeres logran incrementar el grado de excitación sexual que consiguen y a través de ello
facilitar el que la mujer abandone más fácilmente a sus propias sensaciones agradables que
realmente puede estar experimentando en las distintas situaciones o experiencias sexuales.

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