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La sociedad y el trabajo

El empleo es un elemento esencial para el sostenimiento y desarrollo de cualquier sociedad.


En términos globales, porque es la base de la economía productiva y, como tal, un factor
básico para el crecimiento y funcionamiento económico. Pero el empleo funciona también
como factor de cohesión y justicia social, posibilitando la participación de las personas, la
distribución de la riqueza, la garantía de los derechos…

Además, a nivel individual, el empleo actúa como elemento de integración social, permite
la mejora de los estándares de vida y las cotas de bienestar personal y social y, en
definitiva, permite a las personas llevar una vida más digna. Lógicamente estamos hablando
siempre de los empleos que cumplen los mínimos estándares de calidad.

En este marco ¿qué significa socialmente el desempleo?

El desempleo es una situación anómala, fuera de lo deseable. Si el empleo es un factor de


inclusión e integración de las personas dentro de la sociedad de la que forman parte, el
desempleo es lo contrario, un factor de desintregración. Al quedar al margen de la
estructura productiva, las personas desempleadas se alejan simbólica y fácticamente del
sistema global de sus sociedades, de la participación, la riqueza y la garantía de los
derechos que se articulan en torno al empleo.
Una persona desempleada recibe, en el mejor de los casos, una remuneración limitada,
escasa por lo general. Esto restringe sus capacidades personales de desarrollo, y a menudo
también las familiares. El desempleo, a su vez, aleja a las personas de otras posibilidades de
participación social y de oportunidades de socialización, por no contar con los medios
suficientes para poder participar activamente en la dinámica social.

El desempleo, por tanto, expone a las personas a una situación de vulnerabilidad ante la
exclusión social. Hay una cuestión de status y reconocimiento e interacción asociado al
empleo.

¿Qué peso tiene el desempleo en la situación de los colectivos en dificultad social?

Aunque el empleo no es la única vía de integración social de las personas, sí es la


fundamental en términos de participación y normalización. A través del empleo, los
derechos formales se convierten en derechos fácticos; pensemos, por ejemplo, en el derecho
a una vivienda digna y qué complicado es alcanzarlo sin tener empleo.

Los colectivos con dificultades de acceso al empleo o tienen bajos niveles de cualificación,
o problemas personales, o son víctimas de prácticas discriminatorias como consecuencia de
su origen étnico, racial, sus condiciones físicas u otras causas. En todos estos grupos, los
niveles de desempleo son sensiblemente mayores que en el resto de la población. Además,
sus empleos, en caso de poseerlos, son más precarios e inestables, a lo que hay que sumar
que son especialmente vulnerables ante situaciones de crisis o recesión económica como la
actual.

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