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CUESTIONES GENERALES
La sucesión por causa de muerte se relaciona íntimamente con el
patrimonio2.
Toda persona, mientras vive, mantiene una serie de relaciones jurídicas que,
al fallecer, subsistirán. La sucesión por causa de muerte hace posible que, en
general, estas relaciones jurídicas no se extingan al fallecimiento de su titular y
pasen a radicarse en manos de sus herederos, que son considerados los continua-
dores jurídicos de la persona del difunto.
Si el ser humano no pensara que a su muerte sus esfuerzos serán
aprovechados por otras personas, principalmente sus hijos, no tendría interés en
hacer sacrificios con el objeto de reunir una fortuna.
En este sentido la sucesión por causa de muerte viene a ser una verdadera
subrogación personal, ya que los herederos pasan a ocupar la misma situación
jurídica que en vida tuvo el causante en esas relaciones jurídicas.
LOS ASIGNATARIOS
LOS ASIGNATARIOS A TÍTULO UNIVERSAL O HEREDEROS.
El artículo 1097 dispone que "los asignatarios a título universal, con
cualesquiera palabras que se les llame, y aunque en el testamento se les califique
de legatarios, son herederos: representan la persona del testador para sucederle en
todos sus derechos y obligaciones transmisibles. Los herederos son también
obligados a las cargas testamentarias, esto es, a las que se constituyen por el
testamento mismo, y que no se imponen a determinadas personas".
Ellos representan a la persona del causante en todos sus derechos y
obligaciones transmisibles y suceden en todo el patrimonio del difunto, o sea, en
el conjunto de derechos y obligaciones transmisibles que lo componen, o en una
cuota de él. El heredero no recibe bienes determinados, sino que la universalidad
jurídica que constituye el patrimonio, ya sea la totalidad de éste o una cuota de él.
Desde el punto de vista activo del patrimonio son intransmisibles los
derechos personalísimos y el de usufructo. Los derechos personalísimos de que era
titular el causante no pasan a sus herederos; como derechos personalísimos reales,
podemos citar los de uso y habitación, y entre los derechos personalísimos
personales, el de alimentos. Existe otro derecho real que sin ser personalísimo es
intransmisible: el usufructo.
Respecto de las obligaciones, son intransmisibles las intuito persona, o sea,
las contraídas en consideración a la persona. Por regla general, son intransmisibles
las obligaciones de hacer, porque miran a la persona del deudor. También el
mandato se extingue por la muerte del mandatario; igual cosa ocurre con el
albaceazgo, etc.
EL DERECHO DE TRANSMISIÓN
Concepto.
Puede ocurrir que después de deferida la asignación fallezca el asignatario y
en tal caso hay tres situaciones posibles:
1°) Que el asignatario, antes de fallecer, alcance a repudiar la asignación que le ha
sido deferida; entonces, de acuerdo al artículo 1239 es como si nunca hubiera sido
asignatario y nada transmite a sus herederos de dicha asignación que repudió;
2°) Que el asignatario, entre la delación y su fallecimiento, haya alcanzado a
aceptar la asignación deferida; en esta situación va a transmitir a sus herederos los
bienes comprendidos en la asignación, y
3°) Que el asignatario fallezca sin haberse pronunciado respecto a la herencia o
legado que le ha sido deferido. En tal evento transmite a sus herederos la facultad
que él tenía de aceptar o repudiar la asignación.
El derecho de transmisión consiste en que si el heredero o legatario, cuyos
derechos a la sucesión no han prescrito, fallece antes de haber aceptado o
repudiado la herencia o legado que se le ha deferido, transmite a sus herederos el
derecho de aceptar o repudiar dicha herencia o legado, aun cuando fallezca sin
saber que se le ha deferido (artículo 957, inciso 1°).
Este derecho de transmisión es aplicación del principio general de que el
heredero adquiere por sucesión por causa de muerte el haz hereditario, esto es, el
conjunto de derechos y obligaciones que pertenecían al causante, dentro del cual
se comprende la facultad que tuvo en vida de aceptar o repudiar la asignación, y
esta facultad, conforme a las reglas generales, la adquieren por sucesión por causa
de muerte los herederos.
4
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XLI, sección primera, pág. 327.Y es la opinión de
Leopoldo Urrutia la herencia es un derecho mueble, en todo caso se rige por el
estatuto de éstos5.
LA POSESIÓN DE LA HERENCIA
La sucesión por causa de muerte otorga al heredero el dominio de la
Somarriva.
5
Corte de Concepción, 4 julio 1958. "Revista de Derecho y Jurisprudencia", tomo 56, sección l a, pág.
305, y Corte de Santiago, 19 de mayo de 2004. "La Semana Jurídica" N o 209. pág. 9.
herencia, de los bienes hereditarios.
Respecto de la posesión es menester realizar un triple distingo entre la
posesión legal, lo que podríamos denominar posesión real y la posesión efectiva
de la herencia.
4°) Publicaciones:
De acuerdo al art. 7° de la ley y 21 del Reglamento, la resolución que
concede la posesión efectiva será publicada en extracto por el Servicio en un
diario regional correspondiente a la región en que se inició el trámite de la
posesión efectiva, el día 1° o 15 de cada mes, o el día hábil siguiente, si éstos
recayeren en día sábado o feriado. El Servicio, de acuerdo a la ley y al Reglamento
mantendrá a disposición del público un ejemplar de las publicaciones en cada una
de sus oficinas, pero el Reglamento las limita a las de la región respectiva. Sin
embargo, agrega que también podrán ser consultadas en la página web del
Servicio, dejándose constancia, además, en forma electrónica o por otro medio que
determine el Director Regional respectivo.
5°) Inscripciones:
De acuerdo con el art. 8° de la ley, e inc. 1° del art. 22 del Reglamento,
efectuada la publicación referida, el Director Regional competente ordenará
inmediatamente la inscripción de la resolución en el Registro Nacional de
Posesiones Efectivas, debiendo acreditarse mediante un certificado que contendrá
todas las menciones señaladas en el inc. 3° del art. 5°. A este Registro Nacional de
Posesiones Efectivas se refiere el Título II de la ley, y lo detallan los arts. 32 y 33 del
Reglamento.
El art. 32 dispone lo siguiente: "La inscripción en el Registro Nacional de
Posesiones Efectivas se hará por medios automatizados y en él se inscribirán las
resoluciones que concedan la posesión efectiva, emanadas de la Dirección
Regional respectiva y de los Tribunales de Justicia, en los casos de sucesiones
testamentarias o intestadas abiertas en el extranjero".
El art. 33 establece las menciones que debe contener la inscripción, que son
11. Tanto el art. 32 como el 33 del Reglamento determinan algo que la ley no
dispuso, y que es que también se inscriben en dicho registro las posesiones
efectivas otorgadas por resolución judicial. Incluso hablan de las "resoluciones que
concedan la posesión efectiva emanadas de la Dirección Regional respectiva y de
los Tribunales de Justicia, en los casos de sucesiones testamentarias o intestadas
abiertas en el extranjero". Tratándose de posesiones efectivas cuyo conocimiento
corresponda a los Tribunales de Justicia, la inscripción en el Registro de Posesiones
Efectivas deberá contener las menciones de los números 1 al 6" (de las 11 que,
como dijimos, contiene el precepto), "además de la individualización de los
asignatarios y de la resolución judicial que la concedió". La verdad es que, como lo
veremos más adelante, ésta no es una exigencia legal. Conforme al art. 688 N o 1°
del C.C., modificado también por la Ley No 19.903, la exigencia legal es únicamente
que la posesión efectiva judicial se inscriba en el Conservador de Bienes respectivo.
Para hacer esta inscripción, el Registro Civil cuenta con el oficio que deben
mandarle los tribunales, dándole cuenta del otorgamiento de una posesión
efectiva.
En todo caso, en las otorgadas por el Registro Civil, dicha inscripción sí que
es exigencia para la disposición de los bienes hereditarios.
Con el mérito de esta inscripción, los interesados podrán requerir las
inscripciones especiales que procedan, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 74
del Código Tributario, que se refiere a que los funcionarios correspondientes, para
efectuar estas inscripciones, deberán exigir que se les acredite el pago de los
impuestos respectivos, como ser contribuciones de bienes raíces, etc.
6°) Aranceles:
El trámite de la posesión efectiva no es gratuito y está sujeto a un arancel,
cuyo pago es un ingreso para el servicio. El art. 11 de la ley reglamenta este arancel
y demás cobros que puede efectuar el servicio como, por ejemplo, por concepto
de copias y certificados.
Requisitos para que los asignatarios puedan disponer de los bienes asignados
Para que los herederos queden en situación de disponer de los bienes
hereditarios deben cumplir dos requisitos:
A) Pagar o asegurar el pago del impuesto de herencia, requisito que es común
también a los legatarios, y
B) Efectuar ciertas inscripciones.
13
Revista de Derecho y Jurisprudencia", torno XXXVII, sección la, pág. 225.
A) La nulidad absoluta como sanción del 688.
Se considera que el artículo 688 prohíbe a los herederos disponer de los
inmuebles sin antes efectuar las inscripciones respectivas, y que si de hecho lo
hacían, caían en la sanción del artículo 10 del Código, el cual dispone que "los
actos que la ley prohíbe son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe
expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención". Se
agrega que todo lo referente a la propiedad raíz es de orden público, lo cual
reforzaría la idea de que la sanción del 688 era la nulidad absoluta.
También se agrega que la prohibición del precepto es absoluta y categórica,
dado que la ley dice expresamente que el heredero no podrá disponer en manera
alguna del inmueble, por lo cual había que concluir que el acto era igualmente
nulo, ya se tratase de enajenaciones voluntarias o forzadas. El artículo no distingue
y, en consecuencia, no es lícito al intérprete distinguir.
Finalmente y dentro de la evolución de esta doctrina, se determinó que la
nulidad absoluta se aplicaba solamente a las enajenaciones voluntarias, mas no a
las forzadas, pues el artículo 688 es a los herederos a quienes prohíbe disponer de
los inmuebles, y en el caso de las enajenaciones forzadas no son ellos quienes
efectúan tal disposición.
2°) Más absurda aún es la otra conclusión que deriva del fallo en estudio: los
herederos que efectuaron la transferencia del dominio continúan como dueños y
poseedores del inmueble. La tradición fue perfecta: existieron consentimiento,
título traslaticio y entrega y, sin embargo, resulta que la persona que hizo la tradi-
ción con la intención de transferir el dominio seguirá siendo dueña y poseedora.
De este modo, en vez de sancionar a los herederos se les estaría amparando en un
fraude.
Si existieron justo título, buena fe y tradición, se reúnen todos los requisitos
legales de la posesión en el adquirente, el cual, sin embargo, según la
interpretación de la Corte Suprema, sería un mero tenedor. Pero en alguien tendrá
que estar radicada la posesión, y ese alguien no podrá ser sino el heredero que no
practicó las inscripciones del 688. Jurídicamente, esto es imposible, porque al
heredero le faltaría, para ser poseedor, el ánimo de señor y dueño, del cual se
despojó al celebrar el contrato de venta y la tradición.
3°) A pesar de lo dicho, el fundamento legal del fallo comentado pudiera parecer
irrefutable, ya que el artículo 696 habla de los preceptos anteriores, entre los
cuales está indudablemente comprendido el 688. Pero hay razones poderosas que
permiten sostener que el 696 no se aplica al 688:
a) Porque ya sabemos que el artículo 688 está mal ubicado; el párrafo 3°, en el cual
están contemplados los artículos 688 y 696, se refiere a otras especies de tradición,
y las inscripciones del 688 no constituyen tradición.
b) Parece claro que el artículo 696 se está refiriendo únicamente al artículo 686,
con el cual está íntimamente relacionado. En efecto, hasta en su redacción son
similares: el 686 dice que "se efectúa la tradición del dominio de los bienes raíces
por la inscripción del título en el Registro del Conservador". Y el 696 nos dice que
"los títulos cuya inscripción se prescribe en los artículos anteriores...", etc.
Por otra parte, el 696 está en íntima relación con el artículo 724, con el cual
y otros preceptos forman en nuestro Código la teoría de la posesión inscrita.
Dispone el 724 que "si la cosa es de aquella cuya tradición debe hacerse por la
inscripción en el Registro del Conservador, nadie podrá adquirir la posesión sino
por este medio". Esto viene a confirmar que el 696 se refiere al caso en que la
tradición se efectúe por la inscripción en el Conservador.
c) El artículo 689, que ordena la inscripción de la sentencia que declara la
prescripción adquisitiva, también es anterior al 696 y, sin embargo, no cae bajo su
sanción, primeramente porque la omisión de esta inscripción tiene señalada una
sanción especial en el artículo 2513: la inoponibilidad respecto de terceros. Y, en
seguida, porque la base de la declaración de la prescripción adquisitiva ha sido
precisamente el hecho de haberse adquirido el dominio, y si este derecho ha sido
adquirido, es imposible que él se pierda hasta quedar en calidad de mero tenedor
por no haberse efectuado una inscripción.
d) El artículo 696 habla de los "títulos" cuya inscripción prescriben los artículos
anteriores. De las inscripciones que ordena efectuar el artículo 688 pueden quizás
considerarse como títulos el auto de posesión efectiva y la sentencia de adjudica-
ción. Pero nunca podrán ser título las inscripciones especiales de herencia, pues en
ellas lo único que se anota es un hecho material: que el inmueble inscrito
pertenece a una comunidad hereditaria. Querría decir entonces que el 696 se
aplicaría al 688 sólo parcialmente; en nuestro concepto ello sólo confirma que el
legislador al redactar el 696 no tuvo en mente el 688, sino que el 686.
D) Vehículos
De acuerdo con la letra g) del art. 46 bis: "Los vehículos serán considerados
por el valor de tasación vigente a la fecha de delación de la herencia que
determina el Servició de Impuestos Internos, de acuerdo a lo dispuesto en el art.
12, letra a) del D.L. No 3.063, de 1979, sobre Rentas Municipales".
15
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XXIX, sección la, pág. 333.
tradición no requiere ninguna clase de inscripción, como lo ha declarado la juris-
prudencia en numerosos fallos16.
En primer lugar, la tradición no se efectúa por la inscripción en el Registro
del Conservador, tanto porque no es un acto que se refiera a inmuebles, como
porque el artículo 686, al enumerar los derechos cuya tradición se efectúa por
dicha inscripción, no considera expresamente el de herencia. Tampoco, para
realizar esta tradición, requieren los herederos efectuar previamente las
inscripciones del artículo 688, porque no están disponiendo de inmuebles.
A la tradición de los derechos hereditarios es necesario aplicarle las reglas
de la tradición de los bienes muebles, es decir las reglas generales sobre este
modo de adquirir el dominio, indicadas en el artículo 684.
18
Revista de Derecho y Jurisprudencia", torno L, sección la, pág. 362.
19
Revista "Fallos del Mes", N" 238, pág.237.
La prescripción de cinco años es ordinaria.
La ley no lo dice expresamente, pero esta prescripción de cinco años debe
ser calificada de ordinaria, según Somarriva. Las razones son las siguientes:
1°) El artículo 2512 expresamente designa como prescripción extraordinaria a la de
diez años; si ésta es extraordinaria, la de cinco años debe ser ordinaria, y
2°) El art. 704 comienza diciendo que "sin embargo, al heredero putativo a quien
por decreto judicial o resolución administrativa se haya otorgado la posesión
efectiva, servirá de justo título el decreto o resolución", etc. El justo título evoca la
idea de posesión regular, la que no conduce a la prescripción ordinaria.
Lo anterior presenta la siguiente importancia: la prescripción ordinaria se
suspende en favor de las personas enumeradas en el artículo 2509 que, en general,
son los incapaces. En consecuencia, la prescripción de cinco años del derecho real
de herencia se suspende en favor de los herederos incapaces.
La jurisprudencia es al respecto contradictoria: un fallo declaró que ésta era
una prescripción de corto tiempo20, pero otra sentencia sienta la buena doctrina, y
junto con declarar que no es de corto tiempo o especial, determina que se
suspende en favor de los incapaces21.
LOS ACERVOS
La voz "acervo" evoca de inmediato la idea de una masa de bienes. En
términos amplios podemos decir que el acervo constituye la masa hereditaria
dejada por el causante.
Dentro de la sucesión por causa de muerte cabe distinguir cinco clases de
acervos:
1°) El acervo común o bruto;
2°) El acervo ilíquido;
3°) El acervo líquido;
4°) El primer acervo imaginario, y
5°) El segundo acervo imaginario.
2°) Las deudas hereditarias. Se refieren a ellas los números 2° de los artículos 959
y 3° de la Ley No 16.271, respectivamente.
Se debe entender por deudas hereditarias aquellas que tenía en vida el
causante. Las deudas que tenía el causante van comprendidas en la universalidad
de la herencia y se pagan antes de distribuir los bienes del causante entre los
22
Revista de Derecho y Jurisprudencia", tomo L, sección 1a, pág. 410.
herederos, pues es la única forma de determinar en definitiva los bienes que se
repartirán entre ellos.
En cambio, las cargas testamentarias, los legados, se pagan de la parte de
que el testador ha podido disponer libremente, o sea de la totalidad de la herencia,
de la mitad o cuarta de libre disposición según los casos.
Según el inciso final del artículo 4° de la Ley N o 16.271 para determinar el
impuesto de herencia no pueden deducirse como bajas generales las deudas
contraídas en la adquisición, conservación o ampliación de bienes exentos de
impuesto.
3°) Los impuestos fiscales que gravan toda la masa hereditaria. Este número
tercero del artículo 959 no tiene ya aplicación ni existencia en nuestro país, pues
los impuestos de herencia no gravan la masa hereditaria en su conjunto, sino que
cada asignación en particular.
4°) Las asignaciones alimenticias forzosas. Las señalan como baja general de la
herencia los números 4° de los artículos 959 del Código y 4° de la Ley N o 16.271,
en concordancia con el artículo 1168. En consecuencia, son bajas generales de la
herencia las asignaciones alimenticias forzosas, que son aquellas que por ley debía
el causante.
No constituyen una baja general de la herencia las asignaciones alimenticias
voluntarias, las cuales deben pagarse con cargo a la parte de libre disposición, al
igual que los legados.
5°) Derogación de la porción conyugal. El No 5° del art. 959 establecía como baja
general de la herencia "la porción conyugal a que hubiere lugar, en todos los
órdenes de sucesión, menos en el de los descendientes legítimos".
La Ley de Filiación No 19.585, suprimió este número como una consecuencia
de la desaparición de esta institución en nuestro derecho. Sin embargo, la Ley de
Filiación no obstante modificar otras disposiciones de la Ley N o 16.271 de
Impuesto de Herencia, Asignaciones y Donaciones, olvidó derogar el N o 5° de su
art. 4°, la que debe considerarse derogada tácitamente.
6°) Los gastos de entierro y última enfermedad del causante. Esta baja general
no está contemplada en el artículo 959, sino que la establece el número primero
del artículo 4° de la Ley No 16.271, que permite deducir como baja general "los
gastos de última enfermedad adeudados a la fecha de la delación de la herencia".
El No 3° permite deducir también los gastos de última enfermedad pagados
por los herederos con su propio peculio o con dinero facilitado por terceras
personas.
2°) Son incapaces para suceder los establecimientos, gremios y cofradías que
carecen de personalidad jurídica.
Así lo dispone el inciso primero del artículo 963; dice el precepto: "son
incapaces de toda herencia o legado las cofradías, gremios o establecimientos
cualesquiera que no sean personas jurídicas".
2.- El que haya atentado contra la vida, honor o bienes del causante.
El número segundo del mencionado precepto considera indigno al que
"cometió atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona de
cuya sucesión se trata, o de su cónyuge, o de cualquiera de sus ascendientes o
descendientes, con tal que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada".
Esta causal tiene parecidos fundamentos a la anterior: la ingratitud con el
causante. Al respecto, la jurisprudencia ha dicho que en los demás casos de
indignidad, la causal misma puede acreditarse en el respectivo juicio de
indignidad; en cambio, en esta segunda causal del 968 es necesario que en el juicio
de indignidad se la pruebe mediante sentencia criminal condenatoria 23.
LA SUCESIÓN INTESTADA
La sucesión intestada es aquella que regla el legislador. Y el legislador regla
la sucesión del causante en los tres casos que indica el art. 980:
EL DERECHO DE REPRESENTACIÓN
El inciso primero del art. 984 dispone que "se sucede abintestato, ya por
derecho personal, ya por derecho de representación".
La sucesión puede ser directa o indirecta. La sucesión es directa cuando se
sucede personalmente, por uno mismo y sin intervención de otra persona. Se
sucede indirectamente en el derecho de transmisión y también en el de
representación.
El inciso segundo del art. 984 define la representación como "una ficción
legal en que se supone que una persona tiene el lugar y por consiguiente el grado
de parentesco y los derechos hereditarios que tendría su padre o madre, si éste o
ésta no quisiese o no pudiese suceder".
Efectos de la representación
Se puede suceder a una persona por estirpes o por cabezas, dice el art. 985
del Código Civil. Se sucede por cabezas cuando se hereda personalmente, y en
este caso, los asignatarios toman entre todos y por partes iguales la porción a que
la ley los llame.
Cuando se sucede por derecho de representación, se hereda por estirpes, y
todos los representantes, cualquiera que sea su número, llevan dividida por partes
iguales la porción del representado.
El art. 985 dispone que "los que suceden por representación heredan en
todos casos por estirpes". Esto significa que se aplica siempre la representación
aun cuando los herederos pudieran concurrir por derecho propio, como lo ha
declarado también nuestra jurisprudencia.
Los descendientes
Mientras haya un solo descendiente que concurra a la herencia, no se pasa a
los órdenes siguientes. De modo que, en principio, y salvo ciertas excepciones, los
descendientes excluyen a todos los demás herederos abintestato de la sucesión.
El Código actualmente habla de "los hijos". La disposición actual no hace
distinción de ninguna especie entre los hijos y, en consecuencia, se aplica a todos
ellos, ya sea su filiación matrimonial o no matrimonial. La única condición es que
ella esté determinada en la forma establecida en los actuales arts. 183 y siguientes
del Código.
En consecuencia, dentro de la expresión "hijos" quedan incluidos:
1°. Los hijos de filiación matrimonial;
2°. Los hijos cuyos padres contraigan matrimonio;
3°. Los hijos de filiación extramatrimonial legalmente determinada;
4°. Los hijos cuya filiación fue determinada conforme a la antigua legislación;
5°. Los representantes de los hijos;
6°. No incluye, por cierto, a los hijos cuya filiación no esté determinada, lo que
corresponde a la antigua clasificación de hijos simplemente ilegítimos.
7°. Comprende algunas situaciones de la adopción.
Incluye también este orden de sucesión a la descendencia de los hijos, en
virtud del derecho de representación que les reconoce el art. 986.
El adoptado
Evolución de la adopción en la legislación chilena.
La adopción fue introducida en nuestra legislación por la Ley N o 5.343,
reemplazada por la Ley N o 7.313, hoy derogada por la Ley de Filiación. En aquélla,
en su art. 24, se asimilaba al adoptado en sus derechos hereditarios a los hijos
naturales. Suprimida esta nomenclatura, debe entenderse como hijo.
Fue la Ley No 10.271 la que introdujo al adoptado en la enumeración del art.
983, enumeración que hoy se mantiene para los efectos que se señalan más
adelante.
La Ley de Filiación no se refirió para nada al adoptado, reservando esta
situación para la Ley de Adopción N o 19.620, de 5 de agosto de 1999, en que se
derogan las otras leyes relativas a esta institución.
En esta ley, el adoptado pasa a tener el estado civil de hijo de los
adoptantes y extingue su filiación de origen, y por ende no requiere ningún
comentario especial, porque se considera hijo y en tal sentido equivale a la
adopción plena de la anterior Ley No 18.703.
La Ley No 16.346, de 20 de octubre de 1965, estableció la institución de la
legitimación adoptiva, en cuya virtud los legitimados adoptivos adquirieron "el
estado civil de hijos legítimos de los legitimantes adoptivos con sus mismos
derechos y obligaciones". En consecuencia, el legitimado adoptivo tenía y tiene los
mismos derechos de herencia que los descendientes legítimos, hoy simplemente
descendientes. La ley en su art. 5° No 2° establecía que los legitimantes adoptivos
no son herederos abintestato del legitimado adoptivo.
Esta ley fue derogada por la Ley N o 18.703, de 10 de mayo de 1988. Sin
embargo, ello obviamente no afecta a quienes obtuvieron el estado civil de
legitimados adoptivos conforme a sus disposiciones, de acuerdo al art. 3° de la Ley
sobre Efecto Retroactivo de las Leyes. Desde luego, ellos no tienen problemas de
ninguna especie, porque, según dijimos, adquirieron "el estado civil de hijos
legítimos de los legitimantes adoptivos con sus mismos derechos y obligaciones".
Respecto a los adoptados de acuerdo a la Ley N o 18.703, de 10 de mayo de
1988, hoy también derogada, hay que distinguir: La Ley N o 18.703 mantuvo la
adopción de la Ley No 7.613, y estableció dos tipos más de adopción: la simple y la
plena. La simple no constituye estado civil (art. 12) y el adoptado continúa
formando parte de su familia de origen, en la cual conserva sus derechos y
obligaciones (art. 13 inciso final). En consecuencia, esta adopción no otorga
derechos hereditarios. La adopción plena, en cambio, equivale a la anterior
legitimación adoptiva. Ella otorga la calidad de hijo legítimo de los adoptantes y
hace caducar los vínculos de la filiación de origen del adoptado. En consecuencia,
no hay duda que el adoptado tenía y tiene todos los derechos de hijo legítimo, hoy
simplemente hijo. Incluso, al igual que en la legitimación adoptiva, contará con un
certificado de nacimiento en que figura como hijo de los adoptantes.
El cónyuge sobreviviente
Siempre el cónyuge sobreviviente ha concurrido en el primer orden de
sucesión (incisos 1° a 4° del art. 988).
La primera regla para calcular la porción del cónyuge es que su monto varía
según si concurre con uno o más hijos. Si lo hace con un solo hijo, ella es igual a la
legítima rigorosa o efectiva del hijo. Si concurren dos o más hijos, su porción
equivale al doble de la legítima rigorosa o efectiva de ellos. Lo recibe a título de
heredero (legitimario), mientras que antes lo hacía por concepto de porción
conyugal.
Sin embargo, el cónyuge llevará siempre, a lo menos, una cuarta parte de la
mitad legitimaria o una cuarta parte de la porción de la herencia que esté
intestada, si es más que la mitad legitimaria. En este caso, el resto se repartirá entre
los hijos por iguales partes. Esta regla se aplicará, en consecuencia, si el cónyuge
concurre con más de seis hijos, porque hasta ahí su herencia es igual o más que la
cuarta parte que le garantiza el precepto.
Esta disposición es sumamente criticable y constituye en el fondo una forma
de restablecer de manera indirecta el privilegio de los hijos de filiación matrimonial
sobre los extramatrimoniales. En efecto, se supone que los primeros encontrarán
los bienes que reciba el cónyuge sobreviviente en la sucesión de éste, y en la cual
nada recibirán los hijos no matrimoniales del primer difunto. Pero esto lleva a una
tremenda exageración, porque en una sucesión intestada en que todos los bienes
sean de la sociedad conyugal, el cónyuge sobreviviente tendrá asegurado el 62,5%
de los bienes.
Lo grave es que esos cónyuges si no se han divorciado de acuerdo con la
Ley No 19.947 pueden estar separados de hecho desde hace muchos años y en la
formación del patrimonio es posible que haya concurrido otra pareja, con la cual el
difunto no pudo contraer matrimonio y ha tenido hijos, que de la noche a la
mañana perderán todo lo que tienen a favor de una cónyuge sobreviviente que se
quedó al acecho de la herencia. El Senado rechazó una indicación para que en caso
de separación prolongada se disminuyeran los derechos hereditarios del cónyuge
sobreviviente. Pero, naturalmente, esto se ve atenuado por la posibilidad que
solicitar y obtener unilateralmente el divorcio una vez cumplidos tres años del cese
de la convivencia.
Veremos más adelante que en los demás órdenes de sucesión la existencia
de las mejoras hace que el cónyuge, si no concurren otros legitimarios, lleve a lo
menos los tres cuartos de la herencia, con lo que la libertad de testar en Chile, que
ya era reducida, prácticamente ha desaparecido.
El adoptante.
El adoptante, en general, no ha sido considerado como heredero abintestato
del adoptado, porque la institución siempre se ha concebido en beneficio de éste.
Ello fue muy claro durante la vigencia de la Ley N o 7.613, ya que su art. 24
consideraba heredero abintestato al adoptado, pero no al adoptante. La Ley N o
10.271 enumeró al adoptado en el art. 983 entre los herederos abintestato, pero,
por la razón antes apuntada, no al adoptante.
En el caso de la legitimación adoptiva de la Ley N o 16.346, ésta, en su art. 5°
No 2°, establecía expresamente que los legitimantes adoptivos no eran herederos
abintestato del legitimado adoptivo.
En la adopción simple de la Ley No 18.703 no había derechos hereditarios
para el adoptado, y menos para el adoptante.
La adopción plena creaba una duda, porque otorgaba la calidad de hijo
legítimo de los adoptantes, haciendo caducar los vínculos de la filiación de origen
del adoptado. Sin embargo, la ley no enumeraba al adoptante entre los herederos
abintestato.
La Ley de Adopción No 19.620, en su art. 45 derogó todas las leyes sobre
adopción anteriores a ella.
Ahora bien, esta ley crea dos tipos de problemas respecto del adoptante:
A. Si el adoptante es heredero abintestato, y
B. La situación de los adoptantes que lo sean en virtud de las leyes anteriores a la
actualmente vigente.
CONCEPTO DE TESTAMENTO
El origen etimológico del término deriva de dos expresiones latinas:
"testado mentis", que quieren decir testimonio de la voluntad.
De acuerdo al artículo 999 "el testamento es un acto más o menos solemne,
en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes para que tenga
pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las
disposiciones contenidas en él, mientras viva".
Registro de testamentos.
La Ley No 18.181, de 26 de noviembre de 1982, modificó el C.O.T. en todo lo
relacionado con los notarios, y en el art. 439 de dicho Código estableció un Regis-
tro de Testamentos a cargo del Archivero Judicial de Santiago con dos índices, uno
para los testamentos abiertos, y otro para los cerrados.
La Ley No 19.903 modificó este precepto, reemplazándolo por el siguiente:
"El hecho de haberse otorgado un testamento abierto o cerrado ante notario u
otros funcionarios públicos que hagan sus veces, deberá figurar, sin perjuicio de su
inserción en los índices a que se refiere el art. 431, en un Registro Nacional de
Testamentos, que estará a cargo y bajo la responsabilidad del Servicio de Registro
Civil e Identificación. Igualmente, deberán figurar en este Registro todos los
testamentos protocolizados ante notario. Los notarios y los referidos funcionarios
deberán remitir al Servicio de Registro Civil e Identificación, dentro de los diez
primeros días de cada mes, por carta certificada, las nóminas de los testamentos
que se hubieren otorgado o protocolizado en sus oficios, durante el mes anterior,
indicando su fecha, el nombre y rol único nacional del testador y la clase de
testamento de que se trata".
Este Registro está establecido en el art. 13 de la Ley N o 19.903, que con-
templa dos registros: uno es el de las posesiones efectivas y el otro es el Registro
Nacional de Testamentos. Ambos serán públicos (los del archivo judicial sólo se
daban a conocer una vez fallecido el causante) y se llevarán en la base central de
datos del sistema automatizado del Servicio de Registro Civil e Identificación con
las formalidades establecidas en el Reglamento.
Por su parte el art. 14 de la ley dispone: "El hecho de haberse otorgado o
protocolizado un testamento deberá anotarse en el registro especial respectivo, en
la oportunidad establecida en el art. 439 del Código Orgánico de Tribunales. El
registro a que se refiere el inciso anterior contendrá las nóminas de los
testamentos que se hubieren otorgado o protocolizado en los oficios de los
notarios u otros funcionarios públicos que hagan sus veces, indicando su fecha, el
nombre y rol único nacional del testador y la clase de testamento de que se trata".
Esto tiende a impedir que por desconocimiento o mala fe se tramita como
intestada una posesión efectiva que no lo es, y que, en consecuencia, la herencia
termine en manos de quienes no son los herederos.
La ley hace obligatoria la inscripción en el registro de testamento, pero como dicho
Registro es una mera medida de publicidad que tiene por objeto permitir a los
posibles asignatarios ubicar si el causante ha dejado algún testamento, su omisión
no produce ningún efecto en la validez misma del testamento, sino que es una
trasgresión administrativa que se sanciona en el o los funcionarios que incurrieron
en la falta.
El testamento militar
Es aquel que se otorga en tiempo de guerra por los militares y demás
individuos empleados en un cuerpo de tropa de la República y voluntarios, rehenes
y prisioneros que pertenecen a dicho cuerpo.
El fundamento de este testamento privilegiado estriba en el hecho de que
en condiciones de guerra se hace imposible observar todas las solemnidades
exigidas por la ley.
El testamento marítimo
Es aquel que se otorga en alta mar en un buque de guerra chileno o en un
buque mercante que navega bajo bandera chilena.
Tiene los mismos fundamentos del testamento militar, pero puede tener una
mayor aplicación práctica, pues la ley permite otorgarlo en época de paz.
1° Asignaciones condicionales
El artículo 1070 dispone que "las asignaciones testamentarias pueden ser
condicionales", y que "asignación condicional es en el testamento aquella que
depende de una condición, esto es, de un suceso futuro e incierto, de manera que
según la intención del testador no valga la asignación si el suceso positivo no
acaece o si acaece el negativo”.
En base a este precepto y al artículo 1473, que da un concepto de las
obligaciones condicionales, se puede definir la condición como el hecho futuro e
incierto del cual depende el nacimiento o extinción de un derecho.
Los elementos de la condición son entonces: 1° Debe tratarse de un hecho
futuro, y 2° Debe ser incierto, como tendremos oportunidad de insistir en este
mismo párrafo y en el siguiente.
Gobiernan estas asignaciones tres clases de disposiciones legales:
1° Las normas especiales del párrafo 2° del Título IV del Libro III.
2° Las contenidas en el Título IV del Libro IV, sobre obligaciones condicionales.
Así lo establece el inciso final del artículo 1070: "las asignaciones
testamentarias condicionales se sujetan a las reglas dadas en el título De las
obligaciones condicionales, con las modificaciones y excepciones que van a
expresarse".
Como contrapartida, el artículo 1493 establece que las disposiciones sobre
asignaciones condicionales se aplican a las convenciones en lo que no pugne con
lo establecido en el Título IV del Libro IV.
3° Finalmente, según el artículo 1079, si la asignación condicional lleva envuelta la
constitución de un fideicomiso, se aplican las reglas de la propiedad fiduciaria,
establecidas en el Título VII del Libro II del Código.
3. Imposibilidad relativa.
Finalmente, decíamos que la imposibilidad de cumplir el modo podía ser
relativa. El inciso segundo del artículo 1093 dispone que "si el modo, sin hecho o
culpa del asignatario, es solamente imposible en la forma especial prescrita por el
testador, podrá cumplirse en otra análoga que no altere la substancia de la
disposición, y que en este concepto sea aprobada por el juez, con citación de los
interesados".
Según los artículos 722 y 688, los herederos también adquieren la posesión
legal de los bienes hereditarios por la muerte del causante.
Herederos universales.
Los herederos universales se caracterizan porque son llamados sin
designación alguna de cuota (artículo 1098).
Es perfectamente posible que existan dos o más herederos universales, pues
la característica única del heredero universal es ser llamado sin designación de
cuota.
Recordamos también que no es lo mismo asignatario universal y heredero
universal. Lo primero es el género, lo segundo la especie. Todo heredero universal
es asignatario a título universal, pero hay asignatarios a título universal que no son
herederos universales, sino de cuota.
Herederos de cuota.
Son aquellos que son llamados a una cuota determinada de la herencia. Lo
que caracteriza a estos herederos es que se les determina su cuota en el
llamamiento que hace el testador.
Para determinar si el heredero es universal o de cuota no hay que atender al
beneficio que en definitiva lleva en la sucesión, sino a la forma en que son
llamados a la herencia; al heredero universal no se le determina la parte que le
corresponde; a los de cuota se les fija en el testamento la porción que deben llevar.
Un fallo declara que si varias personas son llamadas a la herencia por partes
iguales, son herederos universales, porque no existe determinación de cuota.
Otra sentencia resolvió que a quien se le legaba el 10% del patrimonio del
causante era heredero de cuota; era heredero, a pesar de haber sido designado
como legatario por el testador, porque no sucedía en bienes determinados, sino en
una cuota de la herencia, y el artículo 1097 dice expresamente que los asignatarios
a título universal son herederos con cualquier palabra que se les llame y aunque se
les designe como legatarios. Y era heredero de cuota porque se le fijaba como
parte en la herencia el 10% de los bienes.
El legado de especie.
El legatario de una especie o cuerpo cierto adquiere el bien legado por el
solo fallecimiento del causante. Consecuencia de este principio es que aun cuando
el legado sea de inmuebles, el legatario adquiere el dominio independientemente
de toda inscripción en el Conservador de Bienes Raíces. Esta se requiere
únicamente para conservar la historia de la propiedad raíz.
El artículo 1118 dispone que el legado de especie se debe en el estado en
que existiere a la muerte del testador, comprendiendo los utensilios necesarios
para su uso y existentes con él.
El hecho de que el legatario sea dueño de la especie desde el fallecimiento
del causante trae consigo variadas consecuencias del más alto interés:
1° Si los herederos se niegan a efectuar la entrega de la especie legada, el legatario
puede reclamarla mediante la acción reivindicatoria, pues es un propietario
desprovisto de la posesión. Así lo ha declarado la Corte Suprema.
2° El derecho del legatario a la especie legada se extingue cuando prescribe su
acción reivindicatoria, o sea, en el caso de que el heredero o un tercero adquieran
la especie legada por prescripción adquisitiva.
3° El legatario de un cuerpo cierto se hace dueño de los frutos desde el
fallecimiento del causante, conforme al principio de que las cosas producen y
perecen para su dueño, y desde ese momento el legatario es dueño de la especie.
Por ello el artículo 1338 dispone en su número primero que "los frutos
percibidos después de la muerte del testador, durante la indivisión se dividirán del
modo siguiente: 1° los asignatarios de especie tendrán derecho a los frutos y
accesiones de ella desde el momento de abrirse la sucesión, salvo que la
asignación haya sido desde día cierto o bajo condición suspensiva, pues en estos
casos no se deberán los frutos sino desde ese día, o desde el cumplimiento de la
condición, a menos que el testador haya expresamente ordenado otra cosa". El
hecho de que el legatario condicional no adquiera los frutos con efecto retroactivo
es aplicación del inciso final del artículo 1078, el cual dispone que el asignatario
condicional no adquiere los frutos mientras la condición esté pendiente, salvo que
el testador se los haya expresamente concedido, pues en tal caso prima la voluntad
de éste.
El legado de género.
En el legado de género la situación es diametralmente opuesta a la del
legado de especie. En aquél, por el solo fallecimiento del causante, el legatario no
adquiere derecho real de ninguna especie. Sólo se hace dueño de un derecho
personal para exigir a los herederos o a las personas a quienes se ha impuesto la
obligación de pagar el legado, la entrega de éste y el cumplimiento de dicha
obligación.
Y, en definitiva, el dominio de los géneros o cantidades legadas no se
adquiere por sucesión por causa de muerte, sino por tradición. Efectuada ésta, el
derecho del legatario que se ejercía sobre un género va a recaer sobre una especie,
pues el dominio, como derecho real que es, sólo se puede tener respecto de
especies o cuerpos ciertos. Al efectuarse la tradición de las cosas legadas
genéricamente, se determinan las especies o cuerpos ciertos que en definitiva va a
recibir el legatario.
Aplicando los principios enunciados, la Corte Suprema determinó que en el
caso del legado de dinero la cesión que el legatario hace de su derecho, de su
legado, queda sujeta a las reglas de la cesión de créditos. En consecuencia, esta
cesión debe cumplir con los requisitos de la cesión de créditos: entrega del título al
cesionario, y notificación o aceptación del deudor (el o los herederos).
Igualmente, aplicando la regla general del artículo 2515, la acción del
legatario de género para reclamar su legado prescribe, si es ordinaria, en cinco
años, y si es ejecutiva dura tres años como ejecutiva y luego dos como ordinaria.
Así lo ha estimado también la jurisprudencia.
Otra diferencia entre estos legados y los de especie es en cuanto a los
frutos. El número segundo del artículo 1338 determina que los legatarios de
cantidades o géneros no tendrán derecho a ningún fruto sino desde el momento
en que la persona obligada a prestar dichas cantidades o géneros se hubiere
constituido en mora, y este abono de frutos se hará a costa del heredero o
legatario moroso.
4° Legado de un rebaño.
En caso de legarse un rebaño, se deberán los animales de que se componga
al tiempo de la muerte del testador, y no más (artículo 1123).
Legado de cuota.
El artículo 1110 dispone que "si el testador no ha tenido en la cosa legada
más que una parte, cuota o derecho, se presumirá que no ha querido legar más
que esa parte, cuota o derecho. La misma regla se aplica a la cosa que un
asignatario es obligado a dar, y en que sólo tienen una parte, cuota o derecho".
De modo que si el testador era copropietario o comunero en la cosa legada,
sólo transmite a sus legatarios la respectiva cuota.
El artículo 1743 constituye una marcada excepción a este principio. Se pone
dicho precepto en el caso de que uno de los cónyuges legue a otra persona un
bien perteneciente a la sociedad conyugal. Para determinar la suerte de este
legado, hay que esperar las resultas de la partición, de la liquidación de la sociedad
conyugal: si en ella el bien legado se adjudica a los herederos del cónyuge
testador, se debe al legatario la cosa legada. Si el bien se adjudica al cónyuge
sobreviviente, el legado se cumple por equivalencia, o sea, el legatario tiene
derecho a exigir que se le entregue el valor del bien legado.
La excepción al artículo 1110 consiste en lo siguiente: de no haber existido
el artículo 1743, como al fallecimiento del cónyuge se disuelve la sociedad
conyugal y se forma una comunidad, aplicando el artículo 1110 se presumiría que
el cónyuge sólo habría legado la cuota o parte que le correspondía en el legado.
Legado de crédito.
El inciso segundo del artículo 1127 dispone que "por el hecho de legarse el
título de un crédito, se entenderá que se lega el crédito". La expresión título está
utilizada aquí en el sentido de documento o instrumento justificativo del crédito.
El legislador no ha resuelto la situación en que queda el deudor del crédito
frente al legado de éste hecho por el causante a otra persona, es decir, no ha dicho
a quién deberá pagar el deudor del crédito legado. Es evidente que éste puede
pagar al legatario, porque el legado de un crédito es un legado de especie o
cuerpo cierto, y el legatario adquiere el legado por sucesión por causa de muerte
desde el momento del fallecimiento del testador. Pero también podría pagarles a
los herederos del causante acreedor, pues el deudor no tiene por qué conocer la
existencia del testamento; claro que si el deudor paga a los herederos, el legatario
puede dirigirse en contra de ellos para que le entreguen el monto de lo pagado
por el deudor.
Sin embargo, SOMARRIVA estima que la situación es distinta si se notifica al
deudor la existencia del legado; en este caso, no hay inconveniente alguno para
aplicar por analogía las reglas de la cesión de créditos, y concluir que el deudor
tendría que pagar al legatario y no a los herederos. Pero entiéndase bien: no es
que en este caso exista propiamente una cesión de créditos, pues no hay tradición
sino sucesión por causa de muerte; si aplicamos la misma solución, es por la
analogía existente entre ambas situaciones.
Finalmente, en relación con el legado de crédito, cabe decir que él tiene una
forma especial de extinción, contemplada en el inciso final del artículo 1127: se
entiende revocado tácitamente en caso de que el testador con posterioridad al
testamento reciba el pago del crédito y sus intereses de parte del deudor. Si el
pago es sólo parcial, subsiste el legado en la parte no cancelada del crédito.
Legado de condonación.
Consiste en que el testador diga lisa y llanamente en su testamento que
perdona o remite su obligación al deudor. En este caso, la deuda se extingue por el
modo de extinguir las obligaciones denominado remisión, de que trata el Título
XVI del Libro IV, con la modalidad especial de que el perdón se hace por
testamento.
Este legado también tiene una forma especial de extinción, señalada por el
artículo 1129: se entiende revocado tácitamente si el testador con posterioridad al
otorgamiento del testamento demanda al deudor el pago de la deuda perdonada,
o bien acepta el pago que se le ofrece, a menos que se pague sin consentimiento o
conocimiento del testador, pues en este caso subsiste el legado. Y esta regla es
lógica, porque el testamento sólo va a producir sus efectos después de la muerte
del testador.
Finalmente, si se perdona a una persona lo que debe, sin determinarse
suma, sólo se comprende en la condonación las deudas existentes a la fecha del
testamento (artículo 1130).
2° Para resguardar los intereses de la mujer, pues con el ascendiente que tenía y en
algunos casos sigue teniendo el marido sobre la mujer, y que era considerable a la
época de la dictación del Código, era muy fácil que el marido indujera a la mujer a
hacerle estas donaciones irrevocables.
EL DERECHO DE ACRECIMIENTO
Tiene lugar cuando falta un asignatario. Pero no siempre que falte un
asignatario va a existir acrecimiento; la regla general es la contraria: la ausencia del
asignatario que falta beneficia a aquellas personas a quienes perjudicaba la
asignación, o bien a los herederos abintestato.
Pero existen casos en que faltando el asignatario se presenta el derecho de
acrecimiento, es decir, que la parte del asignatario que no concurre se junta,
aumenta la de los otros asignatarios testamentarios. Ello va a ocurrir siempre y
cuando concurran los requisitos propios del acrecimiento.
En base a lo preceptuado por los artículos 1147 y 1148, podemos dar el
siguiente concepto de acrecimiento: es aquel derecho en virtud del cual existiendo
dos o más asignatarios llamados a un mismo objeto sin determinación de cuota, la
parte del asignatario que falta se junta, se agrega, aumenta la de los otros
asignatarios.
B) Conjunción real.
Se refiere a ella el artículo 1149 y se presenta cuando dos o más asignatarios
son llamados a un mismo objeto en distintas cláusulas del testamento. En este caso
existe conjunción real, y opera el derecho de acrecimiento, pues los asignatarios
han sido llamados a un mismo objeto sin determinación de cuota.
El inciso final del precepto se pone en el caso de dos o más asignatarios
llamados a un mismo objeto en actos testamentarios diversos. En este caso no
opera el derecho de acrecimiento, pues el inciso final del artículo 1149 dispone
que el llamamiento anterior se presumirá revocado en toda la parte que no le fuere
común con el posterior, salvo que el testador disponga lo contrario.
C) Conjunción mixta.
La conjunción es mixta cuando ella es tanto verbal o labial, como real; o sea,
los asignatarios son llamados a un mismo objeto y en una misma cláusula
testamentaria. En tal evento, opera el derecho de acrecimiento.
El acrecimiento en el usufructo.
El artículo 1154 dispone que "los coasignatarios de usufructo, de uso, de
habitación o de una pensión periódica, conservan el derecho de acrecer mientras
gozan de dicho usufructo, uso, habitación o pensión, y ninguno de estos derechos
se extingue hasta que falte el último asignatario".
Respecto del usufructo, el precepto no hace sino repetir lo ya dicho por el
artículo 780: que siendo dos o más los usufructuarios y salvo disposición expresa
del constituyente, existe entre ellos derecho de acrecer y el usufructo dura hasta la
expiración del derecho del último de los usufructuarios.
En este caso, en realidad, no se trata de un derecho de acrecimiento
propiamente tal, pues éste supone que falte un asignatario al fallecimiento del
causante, y en el caso en estudio, cuando falleció el testador que instituyó el
usufructo, no faltó ninguno de los asignatarios, es decir, de los usufructuarios.
Todos ellos adquirieron su derecho, y faltaron con posterioridad, por lo cual no
cabe hablar propiamente de acrecimiento.
LA SUSTITUCIÓN
La sustitución supone que en el testamento se designe la persona que
reemplazará al asignatario en caso de faltar éste, de modo que si esto ocurre por
cualquier causa, pasará a ocupar su lugar el sustituto establecido por el testador.
Clases de sustitución.
El artículo 1156 comienza diciendo que la sustitución puede ser vulgar o
fideicomisaria. De modo que la sustitución puede ser de dos clases: 1) la llamada
sustitución vulgar, y 2) la sustitución fideicomisaria.
La sustitución vulgar consiste en designar en el testamento la persona que
va a reemplazar al asignatario en caso de que éste falte por cualquier causal legal.
La sustitución fideicomisaria es aquella en que se llama a un fideicomisario
que en el evento de una condición se hace dueño absoluto de lo que otra persona
poseía en propiedad fiduciaria (artículo 1164).
En este caso nos hallamos ante un fideicomisario, y por eso el inciso final del
citado artículo establece que esta sustitución se rige por lo dispuesto en el título
de la propiedad fiduciaria, artículos 739 y siguientes del Código.
La sustitución fideicomisaria.
En primer lugar, según el artículo 1166, la sustitución fideicomisaria no se
presume, de modo que en caso de duda la sustitución debe entenderse vulgar.
El artículo 1165 dispone que "si para el caso de faltar el fideicomisario antes
de cumplirse la condición, se le nombran uno o más sustitutos, estas sustituciones
se entenderán vulgares, y se sujetaran a las reglas de los artículos precedentes. Ni
el fideicomisario de primer grado, ni sustituto alguno llamado a ocupar su lugar,
transmiten su expectativa si faltan". El precepto no es sino una aplicación del
principio de que en nuestra legislación no se aceptan los fideicomisos sucesivos,
prohibidos en el artículo 745.
LEGÍTIMAS Y MEJORAS
De las legítimas en general
El art. 1181, que encabeza el párrafo 3° del Título V define la legítima como
"aquella cuota de los bienes de un difunto que la ley asigna a ciertas personas
llamadas legitimarios ".
Según el art. 1167, las legítimas constituyen una asignación forzosa; son las
asignaciones forzosas más importantes y de mayor aplicación práctica. Como tales,
las legítimas deben ser respetadas por el testador, y si no lo hace, los legitimarios
podrán intentar la acción de reforma del testamento, pues aquélla es la
característica fundamental de estas asignaciones.
Pero debe tenerse presente que no son términos sinónimos el de legitimario
y el de asignatario forzoso. Este concepto es más amplio; el de legitimario es más
restringido. El género es asignatario forzoso y la especie, legitimario. Todo
legitimario es asignatario forzoso, pero no todos éstos son legitimarios. Y así, el
alimentario forzoso es asignatario forzoso, pero no legitimario.
De más está decir que esta exclusión sólo se aplica al padre o madre, pero
no afecta al hijo que tuvo que determinar su filiación judicialmente.
Se explica la diferencia hecha por la ley, pues se considera que un padre a
quien fue necesario entablarle un pleito para que reconociera a su hijo no es digno
de suceder a éste. En cambio, el hijo es legitimario sea que su reconocimiento haya
sido voluntario o forzado. No milita respecto a él la razón antes señalada para
hacer distinciones.
Tampoco se producirá la exclusión si el hijo ha perdonado esta especie de
indignidad. El precepto se remite expresamente al inciso final del art. 203, lo que
confirma lo señalado.
Sin embargo, el art. 1182 hace una diferencia respecto a lo señalado en
aquel precepto y también a lo dispuesto por el art. 994 inciso 2° en materia de
sucesión intestada.
En efecto, en ésta la inhabilidad sólo afecta al padre o madre en que incide,
pero no contagia a los ascendientes de aquél, cuya filiación fue establecida
judicialmente contra su oposición. En cambio, aquí se señala que no serán
legitimarios "los ascendientes del causante si la paternidad o maternidad que
constituye o de la que deriva su parentesco" ha sido determinada judicial mente en
la forma señalada.
La discordancia legislativa no puede ser más evidente. Todos los demás
preceptos relativos al punto no afectan a los demás ascendientes, por la muy
simple razón de que las sanciones son siempre personales. Aquí en cambio se
extiende hacia quienes nada han tenido que ver con lo ocurrido.
El problema se complica, porque si bien en la sucesión intestada el
legislador reparte y distribuye los bienes, también se aplican normas de la legítima,
como ser respecto a la formación de los acervos imaginarios, etc. Además que la
sucesión puede ser parte testada y parte intestada, creando la duda respecto de
cuál norma se aplica.
Somarriva creemos que en tal caso deben primar las de la sucesión intes-
tada, porque es la regla general, de acuerdo al art. 203.
3°. El testador puede señalar las especies con que se va a pagar la legítima,
pero no puede tasarlas.
Dispone el art. 1197: "El que deba una legítima podrá en todo caso señalar
las especies en que haya de hacerse su pago; pero no podrá delegar esta facultad a
persona alguna, ni tasar los valores de dichas especies".
El precepto faculta entonces al testador para indicar los bienes con que ha
de pagarse la legítima.
Pero el testador no puede delegar en persona alguna esta facultad. En esta
parte el precepto no hace sino aplicar el carácter personalísimo de la facultad de
testar, es decir, el principio de que ésta no puede ser delegada en persona alguna,
como lo indica el art. 1004.
Tampoco acepta la ley que el testador tase las especies con las cuales desea
que se pague la legítima. Si el causante pudiera tasar los bienes con que ha de
pagarse la legítima, habría el peligro de que indirectamente se burlase esta
asignación forzosa; bastaría para ello con indicar a las especies un valor
exorbitante, que excediera en mucho su valor real. Por eso el testador no puede
indicar el valor de las especies con que se pagarán las legítimas.
Sin embargo el testador está facultado para efectuar la partición de sus
bienes por acto entre vivos o por testamento. En efecto, dispone el art. 1318: "Si el
difunto ha hecho la partición por acto entre vivos o por testamento, se pasará por
ella en cuanto no fuere contraria a derecho ajeno".
El problema que se presenta entonces es determinar si acaso puede el
testador en tal caso tasar los bienes que deben entregarse a los legitimarios.
Hay quienes han sostenido que no puede hacerlo, por cuanto el art. 1197 se
lo prohíbe expresamente. Pero en realidad semejante opinión significa, lisa y
llanamente, privar al testador de la facultad de hacer la partición de sus bienes si
entre sus herederos existen legitimarios, pues sin indicar el valor de aquéllos sería
imposible efectuarla.
La interpretación más acertada es dejar a cada precepto su campo propio de
acción. Si el testador se limita a fijar las especies con las cuales han de pagarse las
legítimas, se aplica el art. 1197 y, en consecuencia, dichas especies no pueden ser
tasadas; pero si el testador efectúa la partición, se aplica el art. 1318 y podría
indicar el valor de dichos bienes. Pero, en tal caso, como lo dice expresamente este
precepto, sólo se pasará por dicha partición en cuanto no sea contraria a derecho
ajeno. Se deja a salvo, pues, con esta interpretación, el derecho de los legitimarios
perjudicados con la tasación hecha por el causante, quienes incluso podrían
entablar la acción de reforma del testamento.
Esta doctrina cuenta a su favor con un fallo de mayoría de nuestro más alto
tribunal.
Síntesis de los principios que gobiernan las sucesiones parte testadas, parte
intestadas.
Desde luego, en la parte testada se aplicará el testamento. Pero respecto de
la parte intestada pueden presentarse las siguientes situaciones:
1°. Concurren solamente herederos abintestato que no son legitimarios.
En tal caso, la parte intestada se rige íntegramente por las reglas de la
sucesión abintestato.
2°. Concurren solamente legitimarios.
En esta situación opera íntegramente el acrecimiento contemplado en el art.
1191. La parte no testada, ya sea la cuarta de mejoras, o la cuarta de libre
disposición, según los casos, acrece a las legítimas rigorosas, que pasan a ser
efectivas.
3°. Nunca concurren legitimarios con quienes no lo son.
En conformidad al inciso final del art. 1191, en la parte no testada se aplican
las reglas de la sucesión intestada. Veamos entonces las distintas situaciones que
pueden presentarse:
a) Existen descendientes.
El único otro legitimario que puede concurrir en este evento es el cónyuge,
pero no hay problemas, pues le beneficia el acrecimiento del art. 1191. Hay lugar
entonces a la formación de las legítimas efectivas.
b) Concurren cónyuge y/o ascendientes.
En este caso tampoco hay problema de ninguna especie y la parte de libre
disposición que quedó intestada se distribuye de acuerdo a las reglas de esta
forma de heredar, 1/3 para los ascendientes y los 2/3 para el cónyuge.
Si concurren sólo ascendientes o cónyuge sobreviviente, no se producen
conflictos, porque les corresponde toda la herencia.
c) No concurren legitimarios.
En tal caso tampoco hay ningún tipo de problemas, por cuanto se aplicarán
las normas del art. 996 sin ninguna restricción.
Como puede apreciarse, el cuadro se simplificó en gran medida y
prácticamente no pueden presentarse problemas de ninguna especie, porque hoy
los legitimarios no concurren en ningún orden con quienes no lo son, pero en todo
caso si los hubiere, primarían las normas de las asignaciones forzosas.
Lo único que puede generar problemas es la concurrencia del adoptado,
pero en una situación muy específica: que haya sido adoptado conforme a la Ley
No 7.613 y no haya celebrado el pacto a que se refiere el art. 45 de la actual Ley de
Adopción.
Situaciones que pueden derivarse del principio de que las donaciones deben
ser excesivas.
En relación con el principio de que para la procedencia del segundo acervo
imaginario las donaciones deben ser excesivas, pueden presentarse las siguientes
situaciones:
1°. Que las donaciones no son excesivas, en cuyo caso ni siquiera procede la
formación del segundo acervo imaginario;
2°. Que las donaciones sean excesivas. Procede entonces la formación del segundo
acervo imaginario, y éste va a producir en definitiva el efecto de limitar la parte de
libre disposición, o sea, de disminuir ésta;
3°. Que las donaciones sean de tal modo excesivas que lleguen a lesionar las
legítimas y mejoras. No sólo procede en este caso la formación del segundo acervo
imaginario, sino que nace además la acción de inoficiosa donación.
3°. Las donaciones son de tal modo excesivas que menoscaban las legítimas y
mejoras.
La tercera situación que puede presentarse es la contemplada en el art.
1187: el exceso es de tal magnitud que no sólo absorbe la parte de la herencia de
la cual el difunto hubiera podido disponer libremente, sino que menoscaba las
legítimas rigorosas o las mejoras. Se forma entonces el segundo acervo imaginario,
para lo cual se procede en la misma forma anterior.
Supongamos el siguiente caso:
Acervo (líquido o primero imaginario) $ 120 + Donaciones irrevocables $ 220, Total
$ 340.
Al igual que en los casos anteriores, dividimos esta cantidad por cuatro, lo
cual nos da $ 85. Esta suma fue la que el testador pudo libremente donar y, en
cambio, lo donado realmente alcanza a $ 220. El exceso es de $ 135. Sumamos,
entonces, este exceso al acervo para calcular el acervo imaginario, lo cual nos da $
120 (acervo líquido o primero imaginario) + $ 135 (exceso de lo donado) = $ 255,
cantidad a la cual asciende el segundo acervo imaginario.
Resulta entonces que el acervo imaginario es de $ 255; lo dividimos
entonces en: Mitad legitimaria $ 127,50 Cuarta de mejoras $ 63,75, Cuarta de libre
disposición $ 63,75, Total (segundo acervo imaginario) $ 255,00.
Sin embargo, sólo existen en efectivo $ 120; el exceso de lo donado ha
resultado entonces enorme. Con los $ 120 realmente existentes no hay caso de
pagar parte alguna de la porción de libre disposición; tampoco se alcanza a pagar
la cuarta de mejoras y hasta la mitad legitimaria se ve afectada y no puede ser
satisfecha en su integridad. Para completar las asignaciones forzosas faltan $ 63,75
de la cuarta de mejoras y $ 7,50 de la mitad legitimaria; en total $ 71,25.
Se produce entonces el segundo efecto de este acervo imaginario
consistente en dar nacimiento a la acción de inoficiosa donación.
3°. Desembolsos hechos por el causante para el pago de las deudas de algún
descendiente.
El tercer rubro que es necesario imputar para el cálculo de las legítimas está
indicado en el art. 1203.
Dispone el precepto que "los desembolsos hechos para el pago de las
deudas de un legitimario, que sea descendiente, se imputarán a su legítima; pero
sólo en cuanto hayan sido útiles para el pago de dichas deudas".
Actualmente los desembolsos hechos por el causante para pagar las deudas
de los legitimarios se imputan a su legítima, cuando dicho legitimario sea
descendiente, como una consecuencia de la igualdad de las filiaciones y sus
efectos.
Estos desembolsos se imputan a las legítimas siempre que hayan sido útiles
para el pago de las deudas, y se entiende naturalmente que el pago ha sido útil
cuando extinguió la deuda, y hasta el monto en que la extinguió.
Relacionando el art. 1203 con la cesión de derechos, la Corte Suprema
resolvió que el cesionario de un legitimario a quien el causante había pagado en
vida determinadas deudas, debía aceptar la imputación a la legítima cedida de las
deudas pagadas en vida por el causante a dicho legitimario que le cedió sus
derechos. Nuestro más alto tribunal aplicó en este caso el principio de que el
cesionario de derechos pasa a ocupar la misma situación jurídica del cedente.
4°. Tampoco se imputan al pago de las legítimas los frutos de las cosas
donadas.
Finalmente, no se imputan a las legítimas los frutos producidos por las cosas
donadas. Así lo dispone el art. 1205, según el cual "los frutos de las cosas donadas,
revocable o irrevocablemente, a título de legítima o de mejora, durante la vida del
donante, pertenecerán al donatario desde la entrega de ellas, y no figurarán en el
acervo; y si las cosas donadas no se han entregado al donatario, no le pertenecerán
los frutos sino desde la muerte del donante, a menos que éste le haya donado
irrevocablemente y de un modo auténtico no sólo la propiedad, sino el usufructo
de las cosas donadas".
El precepto se pone en variadas situaciones. En primer lugar, la regla general
es que los frutos de las cosas donadas no se imputen para el pago de las legítimas
si ellas han sido entregadas en vida del donante al donatario. Y ello porque las
imputaciones y acumulaciones no se hacen en especies, sino según el estado de las
cosas donadas al tiempo de la entrega. El legislador no hace la colación, la
acumulación en especie, sino que en valor y según el estado de las cosas donadas
al tiempo de la entrega, actualizadas prudencialmente y no al tiempo del
fallecimiento del causante. Por la entrega de las cosas donadas, el donatario se
hizo dueño de ellas y, por tanto, a él le pertenecen los frutos, conforme al principio
de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
Pero si las cosas donadas no han sido entregadas al donatario, como no se
ha hecho éste dueño de ellas, los frutos sólo le pertenecen desde la muerte del
causante. Se sigue aplicando, entonces, el principio de que las cosas se acumulan e
imputan por su estado al tiempo de la entrega.
Finalmente, este principio tiene una excepción, en el caso de una donación
revocable en que se haya donado no sólo la propiedad, sino el usufructo de las
cosas donadas. En tal caso, los frutos pertenecen al donatario desde la fecha de la
donación y no se le imputan a su legítima, a pesar de no haber existido entrega.
2°. Caso en que las imputaciones exceden las legítimas y afectan a la cuarta
de mejoras, y a la de libre disposición.
Puede acontecer que las imputaciones que deben hacerse a las legítimas
excedan a lo que al legitimario le corresponde a título de tal.
En esta situación, dos preceptos del Código, los arts. 1189 y 1193 inciso 1°,
disponen que este exceso se imputará al resto de la herencia. Estos preceptos en el
fondo consignan la misma regla: que el exceso se saca con preferencia a toda otra
inversión del resto de la herencia.
El precepto agrega que, pagado el exceso con la imputación a la cuarta de
mejoras, ésta se dividirá en la proporción que corresponde entre los legitimarios.
Cabe preguntarse por qué razón existen estas dos disposiciones en
circunstancias que hoy por hoy todos los legitimarios son asignatarios de mejoras
y, en consecuencia, caben en la disposición del art. 1193.
La razón es histórica, como en el Código sólo los descendientes entonces
legítimos podían ser asignatarios de mejoras, el art. 1193 contemplaba su situación
y el art. 1189 la regla general para los legitimarios.
Pero como hoy todos los legitimarios pueden ser asignatarios de mejoras,
perfectamente los dos preceptos podrían refundirse en uno solo en que el déficit
se imputara sucesivamente a la cuarta de mejoras y luego a la de libre disposición.
5°. Caso en que de todos modos no haya cómo pagar las legítimas y mejoras.
El art. 1196 se pone en el caso de que, a pesar de todo, no exista lo
suficiente para pagar las legítimas y mejoras completas calculadas en conformidad
a las reglas antes vistas. Dispone el precepto que "si no hubiere cómo completar
las legítimas y mejoras, calculadas en conformidad a los artículos precedentes, se
rebajarán unas y otras a prorrata".
Hay que tener cuidado en la interpretación de este precepto. De su solo
tenor, demasiado amplio, podría deducirse que si, por ejemplo, no hay cómo pagar
las legítimas y mejoras por haberse hecho donaciones excesivas a un legitimario,
entonces deben rebajarse unas y otras a prorrata, y no es así.
Cuando el donatario que debe restituir es insolvente se aplica el art. 1196.
También cuando es insolvente el donatario contra quien se dirige la acción de
inoficiosa donación. En estos casos y otros que pueden presentarse, no hay cómo
pagar las legítimas y mejoras y se rebajan unas y otras a prorrata.
Casos en que el legitimario puede exigir un saldo o puede estar obligado a pagarlo
él.
El art. 1206 se pone en dos situaciones:
1°. Que dentro de la herencia le corresponda al legitimario una parte superior a lo
que ha recibido por donaciones, en cuyo caso tiene derecho a exigir el saldo.
2°. Que dentro de la herencia le corresponda una parte inferior a la que ha recibido
por donaciones, en cuyo caso puede verse obligado a restituir un saldo.
LA CUARTA DE MEJORAS
Personas a quienes el testador puede beneficiar con mejoras.
El inciso 1° del art. 1195 dispone: "De la cuarta de mejoras puede hacer el
donante o testador la distribución que quiera entre sus descendientes, su cónyuge
y sus ascendientes; podrá pues asignar a uno o más de ellos toda la dicha cuarta
con exclusión de los otros".
Hoy en día los tres grupos de legitimarios pueden aspirar a ser mejorados. Sin
embargo, es posible siempre que el beneficiario de mejoras no sea legitimario.
La cuarta de mejoras en el orden del cónyuge y los ascendientes.
Hoy no cabe duda que la cuarta de mejoras es asignación forzosa siempre
que concurra un legitimario, porque todos ellos pueden ser asignatarios de
mejoras.
Ni siquiera el error con que quedó el inciso 2° del art. 1184 al hablar aún de
mitad de libre disposición puede arrojar una duda al respecto, porque el precepto
dice que ella existe "no habiendo descendientes con derecho a suceder, cónyuge
sobreviviente ni ascendientes". Lo que no se fijó el legislador es que ahora todos
los legitimarios fijan la existencia de cuarta de mejoras y cuarta de libre
disposición.
En efecto, el art. 1195 dice expresamente que el testador "podrá pues
asignar a uno o más de ellos toda la dicha cuarta con exclusión de los otros".
EL DESHEREDAMIENTO
El desheredamiento está definido en el art. 1207 como "una disposición
testamentaria en que se ordena que un legitimario sea privado del todo o parte de
su legítima".
Requisitos que deben concurrir para la eficacia del desheredamiento.
1°. Que se efectúe por testamento;
2°. Que exista una causa legal de desheredamiento;
3°. Que se indique dicha causal en el testamento, y
4°. Que se prueben los hechos constitutivos de la causal.
1°. El desheredamiento debe hacerse por testamento.
El desheredamiento no puede hacerse en otra forma que por testamento.
Así se desprende de la propia definición del art. 1207, según la cual el
desheredamiento es una disposición testamentaria.
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
La preterición.
El art. 1218 contempla la situación de preterición, que consiste en haber sido
pasado en silencio un legitimario en el testamento. Dispone el precepto que "el haber
sido pasado en silencio un legitimario deberá entenderse como una institución de
heredero en su legítima. Conservará, además, las donaciones revocables que el testador
no hubiere revocado".
De modo que se entiende al preterido instituido como heredero en su legítima; la
consecuencia que de ello deriva en relación con el punto que estudiamos es que como
en realidad el preterido es instituido heredero, la acción que propiamente deberá
intentar es la de petición de herencia y no la de reforma del testamento. Porque el
artículo 1218 es imperativo y dispone que el preterido deberá entenderse instituido
heredero y, en consecuencia, será un heredero privado de la posición.
Aplicando estos principios, la Corte Suprema determinó que la acción del preteri-
do no prescribe en los cuatro años indicados en el artículo 1216 para la acción de
reforma del testamento, sino en conformidad a los plazos de prescripción de la acción
de petición de herencia.
Ahora bien, mediante su acción, el preterido puede reclamar, según los casos, la
legítima rigorosa o la efectiva. Reclamará la primera si es preterido en beneficio de otro
legitimario de igual derecho, y la efectiva si es preterido en provecho de un extraño.
LA PARTICIÓN DE BIENES
Existiendo varios herederos se forma entre ellos, al fallecimiento del causante, un
estado de indivisión respecto de los bienes dejados por éste. La partición viene
precisamente a poner fin a dicho estado, asignando a cada cual bienes equivalentes a
sus derechos en la indivisión.
La indivisión no se presenta sólo en la sucesión por causa de muerte, sino en
múltiples situaciones jurídicas. En términos generales, podemos decir que hay indivisión
cuando tienen derecho de cuota sobre una misma cosa dos o más personas. Es requisito
fundamental para su existencia que los derechos de los titulares sean de análoga
naturaleza.
La indivisión se clasifica, principalmente, en a título singular y a título universal,
clasificación enunciada precisamente en el artículo 1317 al decir: "ninguno de los
coasignatarios de una cosa universal o singular estará obligado", etc. Generalmente,
cuando la indivisión recae sobre una cosa singular se habla de copropiedad, y si lo hace
sobre una universalidad, se habla de comunidad.
Nuestro Código Civil concibe la indivisión como un estado de transición hacia el
dominio individual, como un patrimonio en liquidación destinado a ser repartido entre
los que tienen derecho a él, mediante la partición de los bienes.
Concepto de partición.
El indivisario, mientras dura la indivisión, tiene un derecho de cuota sobre los
bienes indivisos, que no se radica en bienes determinados, sino que está, por así decirlo,
rotante e indeterminado. Mediante la partición de los bienes comunes esa cuota ideal y
abstracta pasa a radicarse en bienes determinados.
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
Reglamentación de la partición.
El Código trata "De la partición de bienes" en el Título X del Libro III, artículos
1317 y siguientes. Por su parte, el Código de Procedimiento Civil, como lo enunciáramos
anteriormente, reglamenta el "Juicio de Partición" en el Título IX del Libro III, artículos
645 a 666, preceptos algunos de los cuales tienen un carácter más sustantivo que
adjetivo.
Ahora bien, toda partición supone que exista previamente un estado de indivisión
o comunidad, al cual, precisamente, se pone fin mediante la partición, o sea, la
liquidación, división y distribución de los bienes comunes. La partición, en consecuencia,
se va a aplicar siempre que exista un estado de indivisión. De ahí que las reglas dadas
por el Código en el Título X del Libro III no se apliquen solamente a la partición de los
bienes hereditarios como podría pensarse por su ubicación, sino que son de aplicación
general, y no limitados a la partición hereditaria.
LA PARTICIÓN EN GENERAL
La partición pueden hacerla el causante, los coasignatarios de común acuerdo, o
un árbitro de derecho denominado partidor.
LA ACCIÓN DE PARTICIÓN
La partición de bienes es provocada por el ejercicio de la acción de partición por
quienes tengan derecho a hacerlo.
Esta acción está contemplada en el inciso primero del artículo 1317 y es la que
compete a los coasignatarios para solicitar que se ponga término al estado de indivisión.
2° ES IMPRESCRIPTIBLE E IRRENUNCIABLE.
La acción de partición es típicamente patrimonial, pues persigue un beneficio
económico. A pesar de ello, presenta las características señaladas, lo cual es indudable al
tenor del artículo 1317 citado, que dice que la partición "podrá siempre pedirse". Si pue-
de pedirse siempre es porque no corre prescripción alguna en contra de ella; igualmente
por estar comprometido el interés público, la acción particional no puede renunciarse.
la partición podrá siempre pedirse. Lo que ocurre es que el legislador no mira con muy
buenos ojos el estado de indivisión. Desde luego, porque la comunidad es fuente
fecunda de dificultades entre los comuneros; en seguida, porque se considera que quien
tiene un derecho cuotativo en un bien jamás tendrá el mismo interés de aquel que es
dueño absoluto, y si a esto agregamos que mediante la partición se propende a la
subdivisión de la tierra, se justifica que el legislador dé la mayor libertad posible a los
indivisarios para poner fin a la comunidad mediante el ejercicio de la acción de
partición.
1° EL PACTO DE INDIVISIÓN.
El inciso primero del artículo 1317 hace referencia a él. El inciso segundo agrega:
"no puede estipularse proindivisión por más de cinco años, pero cumplido este término
podrá renovarse el pacto".
¿Cuál es la sanción en caso de que el pacto de indivisión se estipule por un plazo
mayor al fijado por la ley? La sanción consiste en que el pacto obliga sólo durante los
primeros cinco años, y es inoponible en el exceso.
Según el artículo 57 de la Ley N o 16.271 de impuesto a las herencias, asignaciones
y donaciones, para que en una sucesión pueda pactarse indivisión, es necesario que se
haya pagado o asegurado, suficientemente, la cancelación del impuesto
correspondiente.
En lo demás no existen mayores exigencias legales; el pacto es consensual, pues
la ley no exige solemnidad de ninguna especie, sin perjuicio, claro está, de que rijan para
él las limitaciones de la prueba testimonial.
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Derecho Sucesorio.
2. Existe impedimento del marido. Esta situación está contemplada en el artículo 138,
antes 145. Al respecto hay que distinguir si el impedimento es de larga o indefinida
duración, como el de interdicción, el de la prolongada ausencia o desaparecimiento, en
cuyo caso rige la misma regla anterior a la reforma, esto es, se suspende la
administración del marido y se aplican las normas de la administración extraordinaria de
la sociedad conyugal de los artículos 1758 y siguientes.
Si el impedimento no fuere de larga o indefinida duración, la mujer casada podrá
actuar respecto de los bienes del marido, de los de la sociedad conyugal y de los suyos
que administre el marido, con autorización del juez con conocimiento de causa, cuando
de la demora se siguiere perjuicio (inciso segundo artículo 138).
En esta situación la mujer obliga los bienes del marido y sociales de la misma
manera que si el acto fuera del marido y los suyos propios, hasta concurrencia del
beneficio particular que reportare del acto.
3. Actuación de la mujer con autorización del marido. La Ley No 18.802 no advirtió que al
derogar la incapacidad relativa de la mujer y suprimir, por ende, las normas sobre
autorización del marido, no existe actualmente solución expresa para el caso que la
mujer actúe con esta autorización respecto de sus bienes propios y la solución se
discute en doctrina. Para algunos la mujer no podría actuar con la autorización del
marido porque el artículo 1754, inciso final, se lo impide. Para otros, no sé ve
inconveniente para ello, pues la regla general es la capacidad.
4. ¿Puede la mujer pedir por sí sola la partición sin autorización del marido? El punto es
discutible y no tiene solución expresa en la ley. Vale al respecto la misma discusión
planteada anteriormente. Para algunos no podría hacerlo en virtud de lo dispuesto en el
artículo 1754, inciso final. Para otros, la mujer casada bajo el régimen de sociedad
conyugal es hoy plenamente capaz y, en consecuencia, puede actuar en la vida jurídica.
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
Agregan éstos últimos que si bien es cierto es el marido quien administra sus bienes
propios, ello es más bien problema de responsabilidad. Si la mujer actúa sin el marido,
compromete únicamente los bienes que administra separadamente de éste. O sea, no
hay responsabilidad de la sociedad conyugal, pero el acto es válido. Así lo demuestra el
artículo 137, que antes no permitía que la mujer actuara sin autorización del marido, y
ahora a raíz de la modificación que le hizo la propia Ley N o 18.802, se limita a señalar el
efecto indicado de responsabilidad.
2. POR TESTAMENTO.
En tal caso la partición deberá cumplir las solemnidades propias de este acto
jurídico.
El precepto transcrito concluye diciendo que se pasará por la partición hecha por
el causante en cuanto no fuere contraria a derecho ajeno. Esta frase quiere significar que
el testador, al efectuar la partición, no puede menoscabar las asignaciones forzosas y en
especial las legítimas.
La Ley No 19.585, de 26 de octubre de 1998, especificó un caso en que se
considerará esta partición como contraria a derecho. Agregó al precepto un inciso
segundo, que dice a la letra: "En especial, la partición se considerará contraria a derecho
ajeno si no ha respetado el derecho que el art. 1337, regla 10 a, otorga al cónyuge
sobreviviente".
Esto se refiere a la norma que introdujo la misma ley en el art. 1337 como regla
10a para los efectos de otorgar al cónyuge sobreviviente un derecho preferente a
adjudicación del inmueble en que reside.
Naturalmente que si no hay legitimarios el testador puede, libremente, tasar los
bienes que adjudica al hacer la partición. Pero si los hay, cobra importancia la discusión
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Derecho Sucesorio.
ya tratada en cuanto a la posibilidad que asiste al testador en orden a tasar los bienes.
Finalmente, en conformidad al artículo 1342, la partición requiere aprobación
judicial cuando tienen interés en ella personas ausentes o sujetas a tutela o curaduría.
Como este precepto es de aplicación general parece que aun la partición hecha por el
causante también requiere esta formalidad.
EL PARTIDOR
El partidor es por regla general un árbitro de derecho.
El artículo 227 del Código Orgánico de Tribunales señala que son materia de
arbitraje forzoso la liquidación de una comunidad, la de la sociedad conyugal, la de las
sociedades colectivas civiles y la partición de bienes. En consecuencia, el conocimiento
del juicio particional no corresponde a la justicia ordinaria, sino a la arbitral, lo cual se
justifica por la naturaleza misma de este juicio.
El partidor, por regla general, será un árbitro de derecho, pues es ésta la regla general
en nuestra legislación. En efecto, en conformidad al artículo 235 del Código Orgánico de
Tribunales, si las partes no expresan con qué calidad es nombrado el árbitro, se entiende
que lo es con la de árbitro de derecho. En seguida, los artículos 224 del Código citado y
628 del Código de Procedimiento Civil se ponen en el caso en que a los árbitros se les
dé el carácter de arbitradores o mixtos, lo que confirma que la regla general es que los
árbitros sean de derecho.
Sin embargo, de acuerdo con el artículo 224 del Código Orgánico de Tribunales,
las partes, siendo todas ellas plenamente capaces, pueden dar al árbitro el carácter de
arbitrador o mixto. Existiendo incapaces, el partidor no puede ser jamás arbitrador, pero
sí mixto, previa autorización judicial dada por motivos de manifiesta conveniencia.
DESIGNACIÓN DE PARTIDOR
Requisitos del partidor.
En conformidad al artículo 1323 "sólo pueden ser partidores los abogados
habilitados para ejercer la profesión y que tengan la libre disposición de sus bienes".
Quiere decir, entonces, que los requisitos para ser partidor son únicamente dos:
1° Ser abogado habilitado para el ejercicio profesional, lo cual se justifica tanto porque
en conformidad al inciso segundo del artículo 225 del Código Orgánico de Tribunales
"el nombramiento de árbitros de derecho sólo puede recaer en un abogado", como por
las delicadas cuestiones jurídicas que debe resolver el partidor; 2° Tener la libre
administración de los bienes.
Si el partidor no cumple con cualquiera de estos dos requisitos, su nombramiento
adolecerá de nulidad absoluta.
2° POR TESTAMENTO.
Como la ley no distingue, el nombramiento de partidor podrá hacerse en
cualquier clase de testamento.
En ambos casos el causante puede revocar el nombramiento de partidor que ha
hecho, pero en el primero podrá hacerlo por escritura pública o en el testamento, y en el
segundo deberá hacerlo por testamento únicamente. 342
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
sostenerse que no ser albacea es un requisito legal. Así parecen darlo a entender los
artículos 1324 y 1325 que hablan de los "demás requisitos legales", después de decir
que podrá designarse partidor a alguna de las personas en referencia, entre las cuales
está el albacea. En consecuencia, no ser albacea sería requisito, y debería cumplirse aun
en este caso.
El compromiso es un contrato y por tanto sólo obliga a las partes que lo han
celebrado. En consecuencia, en principio, el partidor sólo conocerá de cuestiones que se
susciten entre indivisarios. Este principio tiene algunas excepciones:
1° Los terceros acreedores que tengan derechos que hacer valer sobre bienes
comprendidos en la partición podrán ocurrir al partidor o a la justicia ordinaria a su
elección (artículo 656 del Código de Procedimiento).
2° Los albaceas, comuneros, administradores y tasadores pueden ocurrir al partidor a
rendir sus cuentas y cobrar sus honorarios (inciso segundo del artículo 651). Estas
personas también pueden optar entre llevar el conocimiento de estos asuntos al
partidor o bien a la justicia ordinaria. Sin embargo, ésta carece de competencia para
estas cuestiones si los albaceas, administradores, etc., han aceptado el compromiso. En
todo caso, corresponderá el conocimiento de estas cuestiones a la justicia ordinaria si el
compromiso ha caducado o no se ha constituido aún.
A) Las relativas a la administración de los bienes comunes. Ella compete al albacea con
tenencia de bienes si lo hay; de no existir esta clase de albacea, corresponderá a los
herederos que hayan aceptado la herencia, y si no hay quien acepte, al curador de la
herencia yacente que deberá designarse.
En seguida, corresponderá a los indivisarios, de común acuerdo, arreglar lo
referente a la administración de los bienes comunes y al nombramiento de los
administradores. Si no se ponen de acuerdo respecto de estos puntos, pueden recurrir al
partidor o a la justicia ordinaria. Mientras no se ha constituido el juicio de partición o
cuando falte el partidor, corresponde a esta última decidir al respecto. Pero organizado
el compromiso y mientras subsista la jurisdicción del partidor, a él corresponderá
conocer de estas cuestiones y continuar conociendo de las que se hayan ya promovido
o se promuevan con ocasión de las medidas dictadas por la justicia ordinaria para la
administración de los bienes comunes (artículos 653 del Código de Procedimiento). O
sea, la justicia ordinaria conoce de este punto en tres casos:
a) Cuando no se ha constituido el juicio de partición;
b) Cuando falta el partidor por renuncia, fallecimiento, extinción del plazo, etc.;
c) Cuando no subsiste la jurisdicción del partidor, lo que ocurrirá, por ejemplo, si algún
interesado alega derechos exclusivos en los bienes comunes.
En los demás casos conoce de estas cuestiones el partidor y aún más, haciéndose
con ello excepción al principio de competencia de la radicación, el partidor continúa
conociendo de aquellas de que comenzó a conocer la justicia ordinaria o se promuevan
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
B) Cesación del goce gratuito de alguno de los comuneros en alguna de las cosas
comunes.
Los comuneros pueden usar, con ciertas limitaciones, las cosas comunes en
beneficio propio. Sin embargo, en conformidad al artículo 655, "para poner término al
goce gratuito de alguno o algunos de los comuneros sobre la cosa común, bastará la
reclamación de cualquiera de los interesados, salvo que este goce se funde en algún
título especial". Aunque la ley no lo diga expresamente parece evidente, por la ubicación
del precepto, que el conocimiento de estas cuestiones corresponde al partidor si está
constituido el juicio de partición; en caso contrario, es de competencia de la justicia
ordinaria.
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Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
DESARROLLO DE LA PARTICIÓN
Cuestiones de carácter previo
Antes de efectuar la partición de los bienes comunes en muchos casos va a ser
necesario cumplir ciertos trámites previos, a saber:
1° Apertura y publicación del testamento;
2° Posesión efectiva de la herencia;
3° Facción de inventario;
4° Tasación de los bienes, y
5° Designación de un curador al incapaz.
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Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
EL JUICIO DE PARTICIÓN
El juicio de partición comienza con la aceptación expresa y el juramento que hace
el partidor de desempeñar fielmente su cargo, y se continúa con la celebración de las
distintas audiencias verbales y la solución de las cuestiones que se planteen. La principal
de las operaciones de la partición es la liquidación y distribución de los bienes comunes.
El juicio de partición termina con la dictación de la sentencia del partidor, que recibe el
nombre de laudo y ordenata de partición.
El primer comparendo.
Una vez que el partidor acepta el cargo y presta juramento dicta una resolución
en que declara constituido el compromiso, designa actuario y cita a las partes a un
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005
Derecho Sucesorio.
primer comparendo que tiene por objeto, por así decirlo, organizar la partición. Esta
resolución debe notificarse personalmente de acuerdo al artículo 40, o en la forma
especial del inciso segundo del artículo 44 del Código de Procedimiento Civil, por ser la
primera del juicio.
En el primer comparendo los acuerdos deben tomarse por la unanimidad de los
interesados. Generalmente se tratan en él las siguientes cuestiones: 1° Se deja
constancia de quiénes son las partes del juicio; 2° Si actuarán personalmente o por
medio de mandatarios y representantes, y el domicilio de las partes; 3° Se aprueba el
inventario que se ha hecho de los bienes; 4° Se deja constancia de la concesión de la
posesión efectiva y de su inscripción, y de las inscripciones especiales de herencia
efectuadas; 5° Se fija la forma en que se harán las notificaciones, pues en conformidad al
artículo 629, aplicable a la partición en virtud del artículo 648 del Código de
Procedimiento Civil, si las partes no acuerdan otra cosa, las resoluciones de los árbitros
se notifican personalmente o por cédula; 6° Se fija la fecha y hora en que se efectuarán
los comparendos ordinarios.
La ordenata.
La ordenata es el cálculo numérico necesario para la distribución de los bienes.
Por eso se acostumbra decir que es el laudo reducido a número. En ella se formará el
cuerpo común de bienes. En seguida, el partidor efectuará las bajas generales y así
determinará cuál es el acervo líquido. Y dirá que este acervo líquido se divide de
acuerdo con la ley o el testamento en tal forma, pasando a constituir las hijuelas de los
interesados.
Las hijuelas de los comuneros constan de dos partes: el ha de haber y el entero. Si
resulta un alcance, se indicará la cantidad, la forma de pagarlo y la persona a quien debe
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Derecho Sucesorio.
EFECTOS DE LA PARTICIÓN
Los efectos de la partición se traducen en estudiar el efecto declarativo y
retroactivo de ella, contemplado en el artículo 1344 y la obligación de garantía que pesa
sobre los indivisarios y reglamentada en los artículos 1345 a 1347.
por la licitación de un bien común, pues aquél pasa a subrogar en la comunidad a éste.
En cuanto de las personas, el efecto declarativo se aplica respecto de los
indivisarios y de los cesionarios de la cuota parte.
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Manuel Somarriva Undurraga, Versión de René Abeliuk,
Séptima edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile, año 2005