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El presupuesto nacional es aprobado mediante la Ley Anual de Presupuesto, la iniciativa en cuanto

a su formulación corresponde al ejecutivo y la aprobación al Congreso de la República. Está


compuesto por dos aspectos, el primero de ellos referido a los gastos o créditos legalmente
reconocidos por el Estado y un segundo aspecto concerniente a los ingresos o rentas que han sido
previstos por el Gobierno Nacional, cuya fuente de origen generalmente son los impuestos y las
diversas fuentes de financiamiento, ambos para una determinada vigencia fiscal. El artículo 346 de
la Constitución Política de 1991 consagra : “El Gobierno formulará anualmente el Presupuesto de
Rentas y Ley de Apropiaciones que deberá corresponder al Plan Nacional de Desarrollo y lo
presentará al Congreso, dentro de los primeros diez días de cada legislatura”.

Establece, además el citado artículo, cómo en la ley de apropiaciones o plan de egreso solo podrán
considerarse aquellos gastos que se encuentren enmarcados como créditos judicialmente
reconocidos, gasto decretado conforme a ley anterior o a uno propuesto por el Gobierno para
atender debidamente el funcionamiento de las ramas del poder público, o al servicio de la deuda,
o destinado a dar cumplimiento al Plan Nacional de Desarrollo.

El Presupuesto de Rentas tiene que ver con el ingreso con el que se prevé financiar los gastos en
que incurre el Estado, contiene la proyección para un determinado periodo fiscal de los ingresos a
obtener producto de los impuestos, tasas, contribuciones y por las distintas fuentes de
financiación .

Dispone al artículo 345 constitucional que la atribución para fijar impuestos corresponde
únicamente al legislador atendiendo siempre al principio de legalidad o lo que es lo mismo acorde
al presupuesto de rentas, “En tiempo de paz no se podrá percibir contribución o impuesto que no
figure en el presupuesto de rentas (…)”. En relación con la potestad de tributación existe la
posibilidad de una delegación por vía de excepción a las asambleas y concejos municipales, en
desarrollo del principio de autonomía de los entes territoriales, puedan definir ciertos aspectos en
materia tributaria sin que ello signifique que tanto los departamentos como los municipios puedan
usurpar la potestad legislativa que únicamente compete al Congreso.

En tal sentido, señala la Corte Constitucional: Destacando en todo caso que mientras el Congreso
tiene la potestad exclusiva para fijar todos los elementos de los tributos de carácter nacional; en lo
atinente a tributos del orden territorial debe como mínimo crear o autorizar la creación de los
mismos, pudiendo a lo sumo establecer algunos de sus elementos, tales como el sujeto activo y el
sujeto pasivo, al propio tiempo que le respeta a las asambleas y concejos la competencia para fijar
los demás elementos impositivos, y claro, en orden a preservar la autonomía fiscal que la
Constitución le otorga a las entidades territoriales. Es decir, en la hipótesis de los tributos
territoriales el Congreso de la República no puede establecerlo todo. (C-504, 2002)

En el contexto macroeconómico de una nación resulta importante establecer un marco de


responsabilidad y control frente al gasto que efectúa el Estado, es decir, la posibilidad de valorar
aspectos y criterios de rentabilidad en relación con la inversión pública; además de la garantía de
contar con medidas que permitan hacer frente a las circunstancia económicas lesivas -pro cíclicas -
que amenazan la estabilidad económica del país. En Colombia importantes avances se han
conseguido en la búsqueda de dichos objetivos, el primero de ellos a través del principio de
sostenibilidad fiscal y el segundo con la adopción de la Regla de Control Fiscal, instituciones
económicas que se articulan de forma efectiva en procura de garantizar el orden fiscal y que se
constituyen como políticas económicas necesarias en tal empresa.

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