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(Colombia).
Filósofo, traductor, investigador y ensayista. (1809-1878)
Formado en Leyes en la Universidad
Externado de Colombia. Realizó estudios
de Filosofía en la Universidad Nacional DE LA POESÍA Y ELOCUENCIA
LA OBRA CRÍTICA y de historiografía literaria desarrollada por Juan
DE LAS TRIBUS DE AMÉRICA
de Colombia y se doctoró en esta disciplina
en la Universidad de Bielefeld (Alemania). María Gutiérrez (Argentina, 1809-1878), estuvo acuñada por las catego-
Académico de la Universidad de Antioquia. rías, los temas y los motivos de la historia romántica del siglo XIX. Los
Colaborador en libros antológicos y revistas
académicas y culturales. Entre sus trabajos se
conceptos empleados, los temas dominantes y la metodología escogida se Y OTROS TEXTOS
encuentra Crítica e historiografía literaria en dirigían ante todo contra los preceptos estéticos que imperaron en la
Juan María Gutiérrez (1999) y la traducción cultura colonial y en buena parte contra los dogmatismos de nuestra 238
al español del libro Historia ilustrada de la Ilustración apurada. (…) El afán, individualizador y teológico del espíritu BIBLIOTECA AYACUCHO es una de las
Humberto Mata
Presidente (E)
de la poesía y elocuencia
de las tribus de américa
y otros textos
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selección, PRólogo y cronología
Azara
I
ARAUCANOS Y GUARANÍS
* Revista de Buenos Aires, Buenos Aires, t. IX (1869), pp. 460-471; t. XX (1869), pp. 75-95.
1. Este estudio se refiere únicamente a los habitantes primitivos de la parte española de nuestro
continente, con excepción de los peruanos y mexicanos cuyas literaturas merecen un examen
especial. Los primeros pueden ostentar sus yaravis, y sus dramas no menos hermosos que los de
la India, y los mexicanos cuentan entre sus reyes a poetas tan inspirados como Netzahual Coyotl
que “componía muy ciegamente” según expresión del autor de la Monarquía indiana.
2. “…Tratar los hechos a historia propia de los indios requería mucho trato y muy intrínseco
con los mismos indios, del cual carecieron los más que han escrito Indias; o por no saber su
lengua o por no cuidar de saber sus antigüedades” (Acosta, Historia natural y moral de las
Indias, Proemio). “Estas naciones groseras y salvajes raras veces han sido examinadas por
personas dotadas de fuerza superior a las preocupaciones vulgares, y capaces de juzgar el
hombre bajo cualquier aspecto que se presente con candor y con discernimiento”. (Robertson,
Historia de América, lib. IV).
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II
Echando una mirada sobre esa vasta superficie de nuestras regiones meri-
dionales en donde hoy se asientan tres repúblicas, Chile, Estado Oriental
y parte de la Argentina, hallamos, al occidente, la cadena gigantesca de los
Andes y al oriente el prodigioso caudal de aguas que con el nombre de Pa-
raná se arroja al Atlántico por la boca del Plata, sin igual en anchura. Como
guarnecidos tras de estas vallas levantadas por la naturaleza, escondían su
felicidad y su inocencia dos naciones numerosas, arraigadas al suelo con
toda la fuerza del amor patrio. La una y la otra se han hecho célebres en la
conquista bajo las denominaciones de guaranís y de araucanos y ambas han
sido cantadas por la trompa de la musa épica castellana4, sin que tanta honra
las haya excluido de la común maldición y de los horribles padecimientos
que la conquista desplomó sobre todas las naciones americanas.
3. Carta al señor don Luis Domínguez sobre su compendio de historia argentina, Correo
del Domingo.
4. La Araucana de Ercilla, La Argentina de Centenera.
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que las hallan por las marinas, y cuanto más menuda es más apreciada; labran y adornan
con ellas “lautos” y las mujeres sus “hinchos”, que son como una cinta angosta que les
ciñe la cabeza por la frente a manera de bicos o ciertas puntillas de oro que se ponían en
los birretes de terciopelo con que antiguamente se cubrían la cabeza: andan siempre en
cabello, y suelto por los hombros y espalda”.
Pero la palabra “chaquira” no es araucana, aunque sea indígena de América. Lleváronla a
Chile desde el Perú los conquistadores y creemos que es voz del idioma quichua. Garcilaso
trae algunos nombres sustantivos, como galpón, chapetón etc. por ejemplo, que pasan por
tener origen peruano, cuando en realidad pertenecen a idiomas que se hablan en costa firme
donde los aprendieron los españoles y se habituaron a su uso, indispensable a veces para
representar objetos nuevos y sin denominación especial en ningún idioma europeo.
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8. Del “Iba-pohi” dice M. Dorbigny: “si estos lugares desconocidos de América, tuvieran
sus poetas, compararían al Ibapohi con nuestra yedra y verían en él el símbolo de la unión
más sincera”.
9. “Cuentan en el Paraguay más de doce castas de frutas silvestres, ponderándolas mu-
cho…”. Azara.
10. Pava del monte.
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11. “El ‘patí’ de carne delicada y gustosa, goza del privilegio de carecer de espinas; y así
ofrece plato regalado al gusto sin molestia y sobresalto. En esto también lo imita el ‘surubí’,
de agradable sabor y de carne más sólida que el ‘patí’ y el apropósito para conservarlo
salado. El ‘Pacú’ es casi redondo, de pequeña cabeza, sin escamas, pero de carne gustosa.
El ‘Dorado’ a quien el color dio ocasión para el nombre, es de vara y a veces más largo.
Herido de los rayos y reflejos del sol, es hermosísimo; pero la cabeza, que ofrece el bocado
más delicado, es notablemente fea”. Guevara.
“Si yo hiciera oficio de Cosmógrafo o Cronista general, larga descripción pudiera hacer aquí
de la amenidad de estos países, de su temple, de sus sierras y montes a las nubes, dilatados
campos, fertilísimos valles, varias especies de animales caseros y montaraces, caudalosos
ríos, islas arboladas de crecidísimos pinos en espesos bosques, muy diferentes de los de
Europa, cuyos piñones en la grandeza parecen dátiles, la corteza como de bellotas; son
las piñas como ollas de buen tamaño, en que tienen los naturales para los seis meses del
año suficiente alimento, tostados y reducidos a harina los piñones… No dejaré de decir la
etimología del nombre de esa provincia Ibitirembeta, que en su lengua es lo mismo que
cerro con barba, porque el que sobre todos de la región descuella, tiene el remate muy
semejante al rostro humano, de cuyo extremo inferior, que se abre en forma de boca, un
peñasco blanco está pendiente que parece una barba cana, y herida de los rayos del sol
hace visos y reflejos diferentes. De aquí tomó el nombre toda la Provincia”.
(Vida prodigiosa, en lo vario de los sucesos, ejemplar en lo heroico de religiosas virtudes,
admirable en los favores del cielo, gloriosa en lo apostólico de sus ejemplos, del venerable
padre Antonio Ruíz de Montoya, religioso profesor, hijo del ilustrísimo Patriarca San Ignacio
de Loyola. Fundador de la Compañía de Jesús. Escríbela, y la presenta a los reales pies
de su Majestad, su humilde y leal vasallo el Dr. don Francisco Xarque, deán de la Santa
Iglesia catedral de Santa María de Albarracín, visitador y vicario general de su obispado,
comisario del Santo Oficio y cura rector que fue en el Perú, de la imperial Villa de Potosí
–con licencia. En Zaragoza Miguel de Luna impresor de la ciudad y del Hospital Real y
General de N.S. de Gracia. Año 1652) –(630 p. 4o menor).
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12. El nombre del famoso cacique “Siripo”, significa en español, “tronco de palma”.
13. “Las obras de la naturaleza parece llevar aquí (en América) el sello de una mano más
valiente, que ha querido distinguir los rasgos de este país con una magnificencia particular”.
(W. Robertson, Historia de América, lib. IV).
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III
“No hay nación en el mundo que tanto estime y ame el suelo donde nace,
como esta de Chile”, dice el autor del Cautiverio feliz15. Esta virtud del
amor patrio tan realzado por aquellos que se precian de descender de
Numancia y Sagunto, fue considerada por los españoles como delito que
era forzoso castigar en los indígenas del nuevo mundo. Siglos de lucha
encarnizada han visto los campos de Arauco, y sus habitantes a quienes
el europeo se proponía civilizar solo han aprendido a manejar la lanza y
el caballo para defender sus campos, sus bosques patrios y sus esposas.
La conquista los ha barbarizado de veras y tal vez el carácter guerrero y
14. Don Manuel José Quintana, introducción a la Musa épica, en el libro Tesoro de los
poemas españoles épicos, sagrados y burlescos, París, 1840, XXXVI, 564 p.
15. “Se ha visto en ocasiones llegar a cautivar algunos indios de los más ancianos y viejos,
y por no salir de sus tierras permiten los hiciesen pedazos antes que tener vida fuera de sus
límites y contornos, y otros por sus mismas manos haberse dado la muerte, habiendo pedido
antes encarecidamente que les quitasen las vidas y los dejasen muertos en sus tierras y no
habiéndosele querido conceder, haber ejecutado lo que he dicho, con arrogancia y soberbia
desmedida antes que dejarse sacar vivos de sus tierras y ranchos, teniendo por felicidad
regar con sangre valerosamente sus contornos” (Bascuñan, Cautiverio feliz, p. 70).
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16. Vicuña Mackenna, Historia crítica y social de la ciudad de Santiago, t. 1, p. 132. Véase
también los documentos relativos a la misma materia que acompañan al tomo 2 de la
Historia de Chile por Claudio Gay.
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21. Este cautivo fue poeta y cuando tengamos ocasión de darle cabida en la galería de
poetas americanos anteriores al siglo XIX, referiremos estos amores que tienen todo el
encanto de un idilio griego.
22. Tácito, La Germania, IV.
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23. Hablando de la muerte de Valdivia dice con mucho peso el maestre de Campo Cór-
doba y Figueroa: “En acaecimientos más reposados, aun se ignoran o con gran variedad
se relatan los hechos, cuanto más en este tan confuso, en donde no hubo español que lo
viera”. (Historiadores de Chile, tít. 2, p. 77). Si nadie vio morir a Valdivia, quien por otra
parte fue vencido en leal batalla y derribado de un bien merecido macanazo, es claro que
cuanto se refiere del oro derretido que le derramaron por la boca, del destrozo que hicieron
los indios de su corazón, etc. no pueden ser sino suposiciones y consejas a que el favor
dio bulto y fe. La sentencia que se ejercitó en la persona de Tupac-Amarú, mientras tanto,
es un hecho solemnemente oficial que prueba una barbarie ultraaraucana y cierra la boca
a los cristianos que quieran tachar de crueles a los infieles que peleaban en sostén de su
independencia. Véase la carta aviso que sobre la muerte de Valdivia se encuentra entre
los documentos del mismo tomo de historiadores citados, página 241. Es un documento
terminante sobre la materia.
24. Fragaria chilensis, Molina.
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28. Domeiko, Araucaria y sus habitantes, 1846. “Algunas de estas mujeres son lindas en su
juventud”, dice M. D’Orbigny, L’Homme Américaine, v. 2, p. 398.
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29. El mencionado P. jesuita Olivares dice a este respecto lo que sigue, copiado textualmen-
te: “Si tuvieran conocimiento de la historia (habla de los araucanos) pudieran autorizar su
creencia con el caso admirable de aquel pío y esforzado tribuno Pedro de Paz, que muerto
en Terenamunda meses antes, se apareció después de los sucesos en el sitio de Ámberes y
guió los de su nación o legión a combatir con el enemigo con el mismo traje y aliento con
que solía cuando vivo”.
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30. Recomendamos la formación de esta voz araucana a los que se ocupan de coincidencias
curiosa en las analogías entre idiomas muy opuestas.
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31. Los Peguenches que son una rama del tronco Auca o Araucano “culpan de autor
de las desgracias al Gueculbu que es un ente maligno que causa todos los males”. (Cruz,
Costumbres de los Peguenches, Col. De Angelis, t. 1).
32. El P. Olivares conjetura que esta mujer debía ser la madre de Dios que con frecuencia
se aparecía a los conquistadores españoles en las batallas, y pudo alguna vez dejarse ver
de aquellos idólatras por quienes también se manifestaría benigna contentándose con
“retirarlos con la majestad de su divino semblante”.
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33. Dr. Carl Friedr. Phil. von Martius, Glossaria linguarum brasiliensium.
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36. Se observa en los calepinos o diccionarios que formaron los misioneros, que fueron
estos quienes introdujeron vocablos del Perú en las lenguas subalternas de América, por-
que con el hábito de usarlas y con la vida del desierto, segregados del trato culto, habían
abastardeado la lengua española y hablaban y escribían pésimamente. El P. Febres, así
como Montoya empleaban pr. eg. la palabra garúa en vez de llovizna que es la propia en
nuestra lengua.
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Un buen consejo te he de dar Padre: aplica bien tus oídos. No has entrado ya en
nuestra tierra? No vienes á naturalizarte? No vienes á cuidarnos? Nos has de mirar,
pues, como a hijos y nosotros te miraremos como a padre…
La palabra Millateuvu es el nombre propio que el padre jesuita, interlocutor en este diá-
logo, se da a sí mismo; palabra compuesta de estas dos: milla, oro, y leuvu, río, es decir,
Río de oro.
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VIII
39. Origine, formatione, meccanismo, ed armonia degl’ idiomi opera dell abate don Lorenzo
Ervas etc., Cecena MDCCXXXV, p. 170. El texto Italiano dice así: “E’ graziosa l’industria,
che nella storia Spagnoula dalle Californie raccontasi, usata per trovare in una lingua di Cali-
fornia la parola risuscitare… Si penso ad una industria e fu quella di prendere delle mosche,
affogarle in acua à vista de i Californesi e sporle poi al sole dopo d’essere state rivoltate in
cenere: col calore solare le mosche riacquistando gli spiriti vitale comparvero resorgere, ed i
Californesi, che le credeano morte, dissero ammirati ibimuheite, ibimuheite. I Gesuiti scrissero
súbito la parola, e l’adoperarono per metterla nel Credo é spiegare la risurrezione”.
40. Arte de la lengua general del Reino de Chile con un diálogo chileno-hispano muy curioso:
a que se añade la doctrina cristiana, esto es, rezo, catecismo, coplas, confesonario y pláticas;
lo más en lengua chilena y castellana: y por fin un vocabulario hispano-chileno y un calepino
chileno-hispano más copioso. Compuesto por el P. Andrés Febres misionero de la Compañía
de Jesús. Año 1764. Dedícalo a María SS. Madre de la luz increada, abogada especial de
los misioneros. Lima en la calle de la Encarnación. Año 1765, 1 v., 8o menor de 682 p.
Este arte se reimprimió en Madrid y en Santiago de Chile, adicionado y corregido en
1846.
41. El P. Febres adquirió los primeros conocimientos de esta lengua araucana en un calepino
compuesto por el P. Diego Amaya, gran misionero y lenguaraz insigne. Sirvióse también
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del vocabulario del P. Valdivia, “reimpreso en Sevilla”, el cual según su sentir es inferior al
publicado por primea vez en Lima el año 1606. Con estos auxilios, con los que le prestó el P.
Xavier Zapata “que le ayudó en la coordinación de las palabras, que fue el mayor trabajo”, y
con un pequeño calepino que consiguió en Lima, escrito en Chile a principios del siglo XVIII,
por el P. Gaspar López, arregló su arte y formó los vocabularios, que tenemos a la vista.
42. Op. cit.
43. “Vine a ver la tierra, oh Llancahueni, si Dios es servido nos volveremos a ver otra vez”.
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44. El abate Molina en su precioso tratado que tituló: Idea de la lengua chilena, defiende
a los idiomas americanos sobre la falta que se les atribuye de voces que representen ideas
abstractas y dice refutando a este respecto a Paw.... “Levanta el grito por que en esto idiomas
no sabe encontrar algún vocablo capaz de significar el tiempo, la duración, el espacio, la
materia, la forma ni algún ser metafísico o moral… Si el señor Paw hubiese entendido el
chileno, habría encontrado en él todas estas voces, exceptuando quizá aquella que significa
la materia en sentido universal… Pero no ha hecho reflexión este erudito filósofo, que en
su nativo lenguaje alemán se dice materie y form cuyas palabras son tomadas del latino”.
45. El ejemplo que tiene la gramática del padre Febres es este: cúme que pu chao, los Pa-
dres buenos. En cada página de este libro se trasluce el empeño constante que ponían los
Patirús de la compañía en imponerse como hombres superiores y extraordinarios, en el
ánimo de los indígenas, con detrimento de toda otra autoridad, especialmente civil. Bajo
el catecismo mismo que les enseñaban, se esconde la denigración de la autoridad civil,
ejercida por los funcionarios españoles. En la página 29 se lee esta frase como ejemplo de
la propiedad que tiene el verbo araucano de convertirse en adjetivo: ghuden huinca, “espa-
ñol aborrecido”. Haciendo contraste con esta frase se halla en la página 52 y la siguiente:
ayungey em Paritu tva, “¡qué amable es este padre!”. Todo el arte y todo el calepino del
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48. Para que se pueda formar idea de la riqueza de esta lengua colocamos en seguida una
lista de algunos infinitivos con sus significados castellanos.
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IX
49. Tal vez no estará demás recordar que ese idioma es el mismo que hablan los habitantes
indígenas de las pampas argentinas, los cuales no son más que araucanos, atraídos a esta
parte de la cordillera por la abundancia de vacas y caballos que poco después de ocupado
nuestro país por los españoles, cundieron con el nombre de alzados o cimarrones en esas
extensas llanuras. De que la lengua pampa y la de Arauco es una misma no cabe duda.
Éramos niños cuando nos apercibimos con sorpresa de esta identidad, encontrando en
un corto elenco de palabras chilenas que nos vino a la mano, la descifración de algunos
nombres topográficos de nuestra provincia, como por ejemplo Mari huincul, sierra mahuida,
arroyo chapaleo fú o chapaleuvu, etc. etc. Más tarde hemos advertido también que nuestro
lenguaje provincial es deudor al araucano de palabras muy expresivas y tal vez necesarias
para nombrar ciertos objetos, especialmente del reino animal. Chancho, laucha, quillapi,
poncho, guacho, chapalear, etc. etc., son voces completamente de ultracordillera, y la última
merecería por su propiedad onomatopéyica, tomar un lugar en nuestro idioma culto.
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50. “Este modo de ensayos elocuentes practican desde niños, porque saben la mucha cuenta
que se hace entre ellos de quien habla bien…”. (Miguel de Olivares, Historia militar civil
y sagrada de Chile, 1a edición, Santiago, 1864, p. 41. Véase Molina, Historia civil, edición
española, pp. 100-101).
51. La fama de entendido e independiente de que gozaba en España mismo el pueblo
araucano no fue sólo obra de Ercilla, sino también de otros literatos, como el agudísi-
mo Quevedo, en cuyas obras encontramos un rasgo digno de su ingenio. Supone este
escritor que los holandeses llegan a las costas de Chile y se proponen atraer a favor de su
república a aquellos Indígenas, dándoles una alta idea de su poder y de sus ciencias con
mostrarles un anteojo de larga vista. El indio “que tomó en sus manos este instrumento
y se sirvió de él con admiración, se llenó al mismo tiempo de desconfianza y lo devolvió
a los holandeses, asegurándoles que no estaban los de su nación dispuestos a admitir a
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los extranjeros que les brindaban con una amistad inesperada, por considerarlos tan tiranos
como los españoles mismos. En este pasaje de La fortuna con seso hallamos los siguientes
párrafos que tal vez conducen a nuestro propósito y son dignos de recuerdo por su origi-
nalidad: “… Gente que en aquel mundo guarda belicosamente su libertad para su conde-
nación en su idolatría… Es nación tan atenta a lo posible y tan sospechosa de lo aparente,
que reciben los embajadores con el propio aparato que los ejércitos… No es verdad que
nosotros seamos vuestra semejanza, pues conservándonos en la patria que nos dio naturaleza
defendemos lo que es nuestro, conservamos la libertad no la hurtamos… Pues advertí que
América es una ramera rica y hermosa; y que pues fue adúltera a sus esposos, no será leal
a sus rufianes. Los cristianos dicen que el cielo castigó a las Indias porque adoraban a los
ídolos y los indios decimos que el cielo ha de castigar los cristianos porque adoran a las
Indias” Quevedo, La fortuna con seso; fantasía moral, los holandeses en Chile.
52. Olivares, op. cit.
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56. Carta citada, p. 53, t. 1, esta carta tiene la fecha de 25 septiembre 1551.
57. Mariño de Lovera, Historia de Chile.
58. Gato montés.
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He vivido mucho tiempo, dijo Lautaro, entre los españoles, he servido como
criado al gobernador Valdivia y cuidado de sus caballos. Los invasores son
tan mortales como nosotros. Valdivia es un hombre como todos; los caballos
se cansan y se mueren. Para vencer a los extranjeros y a sus animales basta
pelear con valor. Si así lo hacéis os libertaréis del pesado yugo que quieren
echar sobre vosotros. Y tened entendido que los servicios que al presente
os exigen y los trabajos a que os obligan son nada en comparación de los
que os exigirán y os impondrán a vosotros, a vuestras mujeres y a vuestros
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59. Usando estas tres palabras que tienen un mismo significado (así es, eso es) es el modo
con que se afirma o confirma lo que otro dice, y sirve también para darle a entender que
se le escucha con atención.
60. Amunátegui, Descubrimiento y conquista, p. 302, siguiendo al antiguo historiador de
Chile, Góngora Marmolejo, cap. 14.
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Espantado estoy, les dijo, de que hombres tan valientes como los suponía,
hayan perdido la reputación de tales, no solo a los ojos de los cristianos sino
de sus mismos compatriotas a quienes los recomendé como escogidos y esfor-
zados. Pero me engañé. Sois gallinas y no hombres. No sé por qué ni cómo se
ha apoderado de vosotros la cobardía, cuando fuisteis capaces en otro tiempo
de arrojar de vuestras tierras a los quinientos jinetes de Almagro. Ahora dais
la espalda al peligro huyendo de cuatro hombrecillos de mala muerte.
Mucho podría deciros sobre esto; pero no sois dignos de que os dirija la
palabra por más tiempo, ni de que os comande siquiera. Buscad otro ge-
neral que no se avergüence de vuestra vergüenza. No quiero cargar con la
responsabilidad de vuestra conducta, pues siempre se atribuye la victoria o
la derrota a la cabeza que dirige la guerra.
Si queréis que continúe en el cargo ha de ser bajo una condición. Arrojad
vosotros las armas y entregadlas a vuestras mujeres: que ellas tomen la lanza
y vosotros la rueca, pues sois más para hilar lana que para la pelea. No veis
que para vencer a ese puñado, bastaría unos cuantos araucanos, hombres o
mujeres, con tal que no fuesen gallinas como mostráis vosotros serlo?
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