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“Porque la novela es a la vez unitaria, fragmentada, temporal,

atemporal, abstracta, concreta, objetiva, subjetiva, imperfecta y sobre


todo: perfecta.”

Cuando se lee una novela, cada lector interpreta de manera diferente los hechos
narrados y esto sucede porque la forma de apropiarse de ellos depende de
muchos aspectos actitudinales, académicos y hasta personales del lector. En
novelas tan complejas como “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez y
“Aura” de Carlos Fuentes las posibilidades de interpretación son infinitas, pero se
pueden empezar a analizar partiendo de ciertos elementos que conforman la
estructura de estas novelas. Por ejemplo, es posible estudiarlas a partir de los
hechos narrados, para así llegar a preguntarse ¿Cuál es una interpretación posible
de los hechos narrados como forma de las novelas en “Cien Años de Soledad” de
Gabriel García Márquez y “Aura” de Carlos Fuentes? Al dar respuesta a este
interrogante, se obtendrá no solo esta interpretación, sino que además se
entenderá un poco más sobre la estructura de estas dos novelas.

Con respecto a este interrogante, es posible afirmar que los hechos narrados en
estas dos novelas corresponden a la creación, el desarrollo y la destrucción del
mundo, ya que en ellas se evidencian características propias de estos eventos
como ceremonias de iniciación, surgimiento de conflictos y finalmente la aparición
del caos que lleva eventualmente a la destrucción. Para llegar a justificar esto por
completo, es necesario identificar los eventos para la creación, desarrollo y
destrucción del mundo en cada una de las novelas, analizar cada uno de estos
eventos para ver cuál es su impacto en la obra, entender la importancia de cada
una de estas partes y finalmente reconocer el papel que desempeña el lector al
dentro de estos procesos.

Teniendo en cuenta la gran amplitud del tema, es necesario partirlo en dos para
así estudiarlo mejor. Por eso, en primera instancia se hablará de los hechos
narrados en las novelas “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez y
“Aura” de Carlos Fuentes que corresponden a la creación y al desarrollo del
mundo, debido a que en ellos se evidencian elementos característicos como
ceremonias de iniciación y surgimiento de conflictos. Por otro lado, se estudiarán
los hechos narrados en estas novelas pero esta vez para ver la destrucción del
mundo en ellos y el papel que juega el lector en él, ya que en estos hechos se
evidencia la aparición del caos que más tarde lleva a la destrucción del mundo, en
la cual el lector tiene un rol fundamental.
Para poder alcanzar este objetivo y enriquecer el tema, se va a recurrir a varios
teóricos que le aportarán una base teórica a las ideas que están siendo
planteadas. En primer lugar, se va a recurrir a Lukács para usar sus conceptos de
totalidad, que hace referencia al mundo único, cerrado y perfecto; mundo
fragmentado, que se refiere al mundo de individuos que se caracteriza por estar
desdivinizado; estructura de la novela, la cual es abstracta; forma externa de la
novela es biográfica; y finalmente de principio y final de la novela, que según este
autor, se relacionan con la vida y la muerte. Adicionalmente, se tomará en cuenta
lo que dice Mircea Eliade creación, que es todo acto mediante el cual se
transforma el caos en cosmos y ritual, el cual se entenderá como aquellos actos
profanos que repiten actos realizados por dioses, héroes o antepasados. Por
último, se hará referencia al concepto de Octavio Paz de caos, entendido como
aquel momento en el que el mundo comienza a destruirse para regenerarse de
nuevo dentro de un tiempo circular.

SOBRE LA CREACIÓN DEL MUNDO


Con respecto a la primera idea mencionada anteriormente, se empezará con la
creación del mundo vista como una posible interpretación de la primera parte de la
historia de las novelas, la fundación de Macondo en “Cien Años de Soledad” de
Gabriel García Márquez y la llegada de Felipe a la casa de Consuelo en “Aura” de
Carlos Fuentes. Estos dos eventos pueden ser vistos como parte de la creación
del mundo de las novelas pues en ellos se evidencian ceremonias que marcan el
nacimiento del proceso vital de los personajes y de la construcción de lo que más
adelante se convertirá en el mundo en el que ellos viven y del cual dependen. Esto
se evidencia en “Cien Años de Soledad” cuando se habla de la fundación de
Macondo y se dice que “José Arcadio Buendía, que era el hombre más
emprendedor que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la
posición de las casas, que desde todas podía llegarse al rio y abastecerse de
agua con igual esfuerzo, y trazo las calles con tan buen sentido que ninguna
recibía mas sol que la otra a la hora del calor” (García Márquez, 2012, pág. 17). Y
también se puede ver en “Aura” entre las páginas 14 y 16 en las que Felipe llega a
la casa de Consuelo, quien le hace la propuesta formal de trabajo, la cual él
acepta con poca seguridad. Con estos dos eventos se inicia la vida de los
personajes en la novela.

Para entender de forma más completa el proceso de creación evidenciado en


estos hechos narrados, es importante tener en cuenta lo que dice Lukács acerca
de la forma de la novela: la estructura de la novela es abstracta, ya que la
componen elementos abstractos, entre ellos los personajes, el mundo, las leyes,
ideales, etc. Por otro lado, dice que la forma externa de la novela es biográfica, es
decir que está compuesta por las vidas de los distintos personajes, que en
realidad nunca alcanzan su cometido. Los proceso vitales de estos personajes y
de la novela misma, que serán analizados más adelante, inician con el nacimiento
de la vida (llamado transformación del caos para Lukács) propio de la novela. Es
en esta parte de la novela, es decir en el principio, en la que se puede ver la
creación del mundo.

La creación del mundo es una posible interpretación de la forma en que empiezan


estas dos novelas, y esto puede justificarse con lo que dice Lukács y Eliade. En
primer lugar, Lukács, en La Teoría de la Novela, se refiere a que “todo aspecto
pasible de ser significativo se desarrolla entre esos dos puntos: antes del
comienzo, el caos; después del final, la certeza de la salvación” (Lukács, 1962,
pág. 78). Así, este autor plantea que el principio de la novela está determinado por
el comienzo que hay tras superar el caos. Este proceso de transformación es
precisamente a lo que se refiere Eliade cuando habla del acto de creación del
mundo, que es el acto mediante el cual se transforma el caos en cosmos, y se
repite a través de rituales, en los cuales se deja el tiempo profano para volver al
momento de creación. Uno de estos rituales es la fundación o conquista de un
nuevo territorio, en el cual “el establecimiento de una región nueva, desconocida, e
inculta, equivale a un acto de creación (…) una conquista territorial solo se
convierte en real después del ritual de toma de posesión, copia del acto primordial
de la Creación del Mundo” (Eliade, 2001, pág. 11). Este proceso que se lleva a
cabo como repetición del acto primordial es el que se evidencia en la primer parte
de los hechos narrados en las novelas, haciendo que se pueda interpretar como la
creación del mundo.

En las novelas ““Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez y “Aura” de


Carlos Fuentes, los actos mencionados anteriormente del principio de cada obra
cumplen con estas características del acto de creación. Por un lado, la fundación
de Macondo es evidentemente un evento en el cual se transforma el caos que
había en ese territorio en una aldea organizada, cosmisada y preparada para ser
el lugar perfecto en los que los habitantes de esa ciudad pudieran desarrollarse
plenamente. En la obra se dice que “en pocos años, Macondo fue una aldea más
ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus
trecientos habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de
treinta años y nadie había muerto” (García Márquez, 2012, pág. 17). Con esto es
fácil darse cuenta de que evidentemente lo que ocurrió en ese territorio fue un
proceso de repetición del acto de Creación del Mundo en el que se transformó el
caos, desorden y desastre en una aldea organizada y feliz, la cual es el primer
paso para ordenar el mundo en el que se van a mover más adelante los
personajes.
A diferencia de “Cien Años de Soledad”, en “Aura” no es tan fácil evidenciar el
proceso de creación descrito anteriormente. En este caso, la llegada de Felipe a la
casa de Consuelo es un proceso de creación en sí, ya que pasan cosas dentro de
él que le permiten aclarar ciertas confusiones y dudas que tenía antes de llegar
allá. La casa de Consuelo es un lugar muy peculiar, en el que aparentemente no
transcurre el tiempo, no entra la luz y está lleno de símbolos paganos y religiosos,
peculiaridades que Felipe nota desde el primer momento. Sin embargo, la
curiosidad hace que Felipe encare sus dudas y se dirija a la anciana Consuelo,
quien le ofrece un trabajo un poco ambiguo que él acepta guardando dudas: “- Mis
condiciones son que viva aquí. No queda mucho tiempo.- No sé. (…) la joven
inclinará la cabeza y la anciana, al mismo tiempo que ella, remedará el gesto. – Es
el señor Montero, va a vivir con nosotras. – Sí. Voy a vivir con ustedes” (Fuentes,
1994, pág. 17). El hecho de que Felipe acepte el trabajo en esa casa ya es un
proceso de creación, puesto que con esto se marca el inicio de ciertos
acontecimientos que darán lugar en la casa y además de procesos esenciales y
de identidad que Felipe vivirá durante su estadía.

Es necesario tener un proceso de creación al principio de las novelas pues este


es el sueño con el que empieza todo lo que se dará en la novela. Los hechos que
son narrados en el principio de las novelas son el nacimiento de un mundo lleno
de ideales que más adelante será complementado con los personajes y sus
ideales individuales. Por otro lado, los eventos de creación marcan el momento en
el que el tiempo cronológico comienza a andar, regulando y dando orden a todos
aquellos elementos abstractos que sin el tiempo, no tendrían sentido. La
capacidad reguladora y ordenadora del tiempo, es decir de la historia como
eventos ordenados cronológicamente, es la clave para que la forma externa
biográfica de la novela tenga sentido dentro del mundo novelesco Este es un
proceso que no podría darse sin tener un acto de creación previo, el cual también
ordena y regula el mundo dentro del cual van a ocurrir todos los hechos narrados
y los personajes a tratar de alcanzar sus ideales. Con esto, se tiene la primera
parte de una interpretación posible de los hechos narrados como forma de la
novela, la cual en este caso se está entendiendo como creación, desarrollo y
destrucción del mundo.

SOBRE EL DESARROLLO DEL MUNDO


El desarrollo del mundo como una posible interpretación de la segunda parte de
los hechos narrados en estas dos novelas, es un poco más complejo que la
creación, ya que implica muchos más elementos y características de la forma de la
novela, entre ellos la aparición de conflictos. En primer lugar, es importante aclarar
que según Lukács, la naturaleza de la novela es por ser un mundo fragmentado,
es decir un mundo en el que priman los intereses individuales y el cual todos ellos
tienen que asumir las consecuencias de sus actos. El hecho de que cada
individuo, en este caso cada personaje, actúe según su voluntad y busque
alcanzar sus ideales, hace que haya un choque entre estos ideales y los del
mundo en sí. El mundo de la novela tiene ciertas reglas que aunque no
concuerdan con las del personaje, se complementan con ella, es decir que “el
mundo contingente y el individuo problemático son realidades que se determinan
recíprocamente” (Lukács, 1962, pág. 73), ya que el personaje quiere alcanzar sus
ideales dentro del mundo y al mismo tiempo este mundo lo contiene. Es así como
se puede decir que el personaje novelesco vive dentro de un mundo fragmentado
en el que busca alcanzar sus ideales, cosa que nunca va a lograr.

La diferencia que hay entre los ideales del personaje y los del mundo es la que
permite que en la historia de la novela haya conflictos y ocurran eventos. El
desarrollo del mundo en estas novelas son todos aquellos eventos en los cuales
los personajes se ven implicados y gracias a los cuales se va dando la historia. En
“Cien Años de Soledad”, el desarrollo político, económico, religioso y social de la
aldea se dan en esta segunda sección de la obra, en los que se puede ver como
chocan los ideales de distintos personajes. A modo de ejemplo, se puede tomar el
caso de la masacre de las bananeras para mostrar cómo las diferencias entre los
objetivos de cada personaje chocan entre ellos y con los del mundo, evidenciando
la fragmentación del mundo. Sobre este evento, García Márquez dice que “el
capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en
el acto. Era como si las ametralladoras hubieran estado cargadas con engañifas
de pirotecnia, porque se escuchaba su anhelante tableteo, y se veían sus
escupitajos incandescentes, pero no se percibía la más leve reacción de la
muchedumbre” (García Márquez, 2012, pág. 2012). Este hecho muestra que las
diferencias entre los ideales de los personajes y los del mundo pueden provocar
guerras y episodios de violencia, los cuales son necesarios en el desarrollo de la
novela porque con ellos se muestra la naturaleza biográfica de la forma externa de
la novela.

En “Aura” los conflictos narrados a través del desarrollo de la novela están


basados en el hecho de que Felipe se de cuenta de la verdadera identidad de
Consuelo. Los hechos que ocurren alrededor de esto están regulados por el
tiempo lineal que los contiene entre los demás elementos de la novela que son
abstractos. Con el descubrimiento de la identidad de Consuelo, Felipe muestra
más que nuca su lado problemático al darse cuenta de que en realidad él es el
General Llorente. Fuentes lo afirma cuando dice “Verás, en la tercera foto, a Aura
en compañía del viejo, ahora vestido de paisano, sentados ambos en una banca,
en un jardín, la foto se ha borrado un poco: Aura no se verá tan joven como en la
primera fotografía, pero es ella, es él, es… eres tú, tú, tú.” (Fuentes, 1994, pág.
46). Con esto el interior de Felipe entra en crisis al darse cuenta de su verdadera
identidad, y con esto empieza su verdadera lucha contra el tiempo lineal y contra
las reglas del mundo que lo contiene, todo con el único propósito de liberar a Aura,
y huir con ella. Es por esto que los conflictos mostrados de ambas obras son las
que corresponden al desarrollo del mundo, puesto que con ellas se ve la lucha de
los personajes contra los ideales del mundo y también la importancia del tiempo
lineal en la regulación de la novela.

SOBRE LA DESTRUCCION DEL MUNDO


Los hechos narrados en la parte final de las novelas pueden ser interpretadas
como la destrucción del mundo. En ellas, los personajes y el mundo que los
contiene se deterioran poco a poco hasta el punto en que lo único que puede
esperarse es la muerte. La destrucción del mundo comienza paulatinamente y
representa el final de un proceso de vida que llevan los personajes y también el
mundo. Es en este punto en el que se puede comprender que a pesar de que la
novela se desarrolla en un mundo fragmentado porque lo conforman seres
individuales que actúan por su propia voluntad, la novela en sí es una totalidad.
Según la “Teoría de la Novela” de Lukács, el mundo que es una totalidad es aquel
mundo unitario, cerrado, perfecto, donde todas las cosas dentro de él se regulan y
se resuelven solas, es por eso que podemos afirmar que este es el caso de la
novela, ya que tiene principio y fin y es unitario y total en la medida que todos los
acontecimientos que se narran están contenidos dentro de ella. Siendo así, podría
decirse que la novela es una totalidad compuesta por elementos fragmentarios y
abstractos como la interioridad de los personajes y las normas del mundo. Sin
embargo, el pasar del tiempo es lo que hace que estos elementos se contengan,
ordenen y tengan sentido para formar la totalidad de la que se habla.

Los hechos narrados en el final de las dos novelas, aunque muy diferentes,
pueden entenderse como la destrucción del mundo, ya que en ambos se ve la
aparición del caos, característica fundamental de este evento. Por un lado, “Cien
Años de Soledad” de García Márquez termina con el nacimiento del último
Aureliano y la traducción de la última parte de la profecía de Melquiades; y por el
otro lado, “Aura” de Fuentes termina con la desaparición de Aura y la promesa de
su regreso. Estos dos acontecimientos marcan el final de todos los procesos e
ideales contenidos en toda la novela, y además se caracterizan por estar cargados
de caos y destrucción en el que los personajes solo tienen certeza de su fin. En
“Cien Años de Soledad”, este evento concluye el decirse que “todo lo escrito en
ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes
condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la
tierra” (García Márquez, 2012, pág. 412). Con lo anterior es más que evidente que
la forma en la que se termina la estirpe de los Buendía había estado determinada
cien años antes por Melquiades, y con esto se cumplió la profecía y no solo se
termina la vida de la familia sino también la de la ciudad de Macondo.

Con el final de esta novela se evidencian varias características de la destrucción


del mundo de Eliade. Como ya se dijo, este autor habla de la transformación del
caos en cosmos como acto de creación primordial, sin embargo, el proceso
contrario de cosmos a caos también es necesario para renovar la creación del
mundo. El paso de orden a caos es un ciclo constante, por consiguiente el orden
no puede mantenerse siempre, también se necesita que el mundo se destruya
para que se renueve y todo el proceso de creación se vuelva a dar. Esto es lo que
ocurre en el final de esta novela ya explicado, puesto que tras la fundación de
Macondo y el nacimiento de la familia Buendía, también era necesario que
eventualmente volviera a llegar el caos para que el ciclo pudiera continuar; esto es
la destrucción del mundo, con la que termina el mundo totalitario de la novela.

Los hechos del final de la novela “Aura” son un poco distintos a los de “Cien Años
de Soledad, sin embargo, en ellos también se puede ver la destrucción del mundo.
La novela “Aura” concluye con la desaparición de Aura y con la promesa de
Consuelo de que ella volverá: “Volverá, Felipe, la traeremos juntos. Deja que
recupere fuerzas y la haré regresar” (Fuentes, 1994, pág. 49). Aquí se evidencia
otra de las características fundamentales del final de la novela del que habla
Lukács. Según él, el final de la novela, así como el comienzo, están determinados
por el comienzo y el final del proceso que le brinda el contenido y además, él hace
énfasis en que el final de la novela es “la certeza de la salvación.” (Fuentes, 1994,
pág. 78). Esto es precisamente lo que se ve en el final de “Aura” la promesa de
que Aura volverá a la casa de Consuelo, salvando así no solo a Felipe sino
también al destino que les espera juntos. El final de las dos novelas puede verse
como la destrucción del mundo porque en ellos se ve la aparición del caos y la
promesa de salvación, características de la destrucción del mundo según Eliade y
Lukács. Es así como queda claro que la destrucción del mundo es una de las
posibles interpretaciones de los hechos narrados en estos finales de la novela.

SOBRE EL PAPEL DEL LECTOR


Para poder comprender el papel del lector en los procesos que se llevan a cabo en
la novela, es importante retomar lo que expone Umberto Eco en “El Lector
Modelo”. En este caso, Eco afirma que la lectura es un ejercicio en el que el lector
debe actualizar el texto, es decir tomar las estrategias lingüísticas y de contenido
que usa el autor e interpretarlas según su comprensión del mismo. Con esto, Eco
muestra que el trabajo del lector sobre un texto es fundamental, ya que necesita
de él para tener sentido. Se puede tomar esta importancia del lector expuesta por
Eco para entender el papel que desempeña el lector de las novelas en estos
procesos ya explicados de creación, desarrollo y destrucción del mundo. En los
dos casos, ambas novelas cuentan con estrategias que le brindan al lector la
oportunidad de hacer parte del proceso de renovación de sí mismas. El “Cien
Años de Soledad”, el hecho de que el último Buendía sea el que lea los
manuscritos de Melquiades en los que estaba escrita la historia de los Buendía, le
da ese mismo lugar a aquella persona que está leyendo la novela. Al fin y al cabo,
el lector está haciendo lo mismo que hizo el último Aureliano, es decir leer los
manuscritos en los que se determina el destino de toda la estirpe. Por otro lado, en
el caso de “Aura”, la estrategia de narrador que elige Fuentes en segunda persona
introduce al lector en la historia puesto que participa y hace parte de ella. En este
caso, la promesa a Felipe de que Aura volverá es prácticamente una promesa al
lector, el cual hace parte también de estos procesos de creación, desarrollo y
destrucción del mundo.

En este momento es más claro el impacto del concepto de Lukács de la promesa


de salvación, ya que con el poder que adquiere el lector en estas dos novelas, le
dan la capacidad, y casi podría decirse que el derecho, de cumplir esta promesa
de salvación. La relectura de estas novelas por parte del mismo lector sería, en
estos términos, un ritual, en la medida en que repite el acto cosmogónico de la
creación del mundo, del mundo de la novela. Con este ejercicio que hace el lector
no solo se renovaría y repetiría la historia, sino que se volvería a comenzar el ciclo
de creación- destrucción que está contenido dentro de la totalidad de la novela.
Esto quiere decir que en realidad estas dos novelas son totalidades compuestas
por ciclos que existen dentro del tiempo mítico, ya que se renueva dentro de sí, a
pesar de que esté compuesta por el tiempo lineal de la vida de los personajes. El
papel que desempeña el lector en este caso es importante sólo por el hecho de
permitir el paso de la creación a la destrucción y viceversa, sino que es gracias a
él que se hace evidente que la novela es contradictoria, y que los elementos que
se contradicen dentro de ella son complementarios y perfectos donde se
encuentran. Porque la novela es a la vez unitaria, fragmentada, temporal,
atemporal, abstracta, concreta, objetiva, subjetiva, imperfecta y sobre todo:
perfecta.
BIBLIOGRAFÍA:
Eco, U. (2014) “El Lector Modelo”

Recuperado de
http://www.magisteriolalinea.com/home/carpeta/pdf/MANUAL_APA_ULACIT_actua
lizado_2012.pdf

Eliade, M. (2001) “El Mito del Eterno Retorno” Buenos Aires: Emecé.

Fuentes, C. (1994) “Aura” Santafé de Bogotá: Grupo Editorial Norma.

García Márquez, G. (2012) “Cien Años de Soledad” Bogotá: Grupo Editorial


Norma.

Lukács, G. (1962) “Teoría de la Novela” Budapest.

Paz, O. (2011) “El Laberinto de la Soledad” México D.F.: FCE

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