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INICIAL.

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Universidad Central de Venezuela


Centro de Investigaciones Post-Doctorales
Para toda comunicación: Apartado Postal 50.626 / Caracas 1050-A Venezuela
e-mail: relea-cipost@cantv.net / cipost@cantv.net

© Juan Barreto Cipriani

Diseño Gráfico: Gustavo Velásquez Purroy


Impresión: Publigráfica 66, C.A.

ISBN: 980-12-1936-X
Depósito Legal Nº: lf25220060702192

Distrito Metropolitano de Caracas


República Bolivariana de Venezuela
2006
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Juan Barreto

Crítica
de la Razón
Mediática
Ensayos sobre biopolítica y potencia política del cuerpo
(Pre-textos para un debate por el socialismo)

Caracas, 2006.
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En un libro, como en todas las cosas, hay líneas de arti-


culación o de segmentaridad, estratos, territorialidades;
pero también líneas de fuga, movimientos de desterrito-
rialización y de desestratificación [...] Un libro es una
tal composición y como tal inatribuible. Es una multipli-
cidad [...] Nunca se preguntará lo que quiere decir un
libro, significado o significante, no se tratará de compren-
der nada en un libro, sólo se preguntará con qué funcio-
na, con qué conexiones hace o no pasar intensidades [...]
La mayoría de los libros que citamos son libros que
amamos (a veces por razones secretas o perversas). Poco
importa que unos sean muy conocidos, otros poco conoci-
dos y otros olvidados. Sólo quisiéramos citar con amor.
No pretendemos reconstruir una memoria, sino más bien
proceder por olvido y sustracción, hacer así un rizoma,
hacer máquinas sobre todo desmontables, formar medios
que dejen sobrevivir bien esto, bien aquello: cuadernos
desmenuzables en las sopas [...] Cuando se le pregunta a
Michel Foucault qué es un libro, responde: una caja de
herramientas.

G. Deleuze y F. Guattari.
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Índice

AGRADECIMIENTOS.....................................................................................11

PRO(LOGOS).......................................................................................................15
COMUNICACIÓN: EL CLÍMAX
DE LA ERA POSMODERNA. Rigoberto Lanz.......................................17
LOS NUEVOS MUNDOS SIMBÓLICOS. Nelson Guzmán.................25
TRAYECTOS CLAVES PARA PENSAR
EL SOCIALISMO COMO PASIÓN. Magaldy Téllez..............................33

UN INTENTO PARA HACERSE CARGO DE LA


MASSMEDIÁTICA. A MODO DE PREÁMBULO...................................43
Profecías y realidades tecnológicas.......................................................44
La era de las conexiones.........................................................................56
Las urgencias de la teoría.......................................................................64
Cuestión de Método: La aventura de hablar y escribir
sobre lo múltiple (O cómo dar con el problema)..............................68
El drama de la escritura (El cómo de la forma o estilo)...................72
Algo sobre nosotros mismos.................................................................74

Primera Parte
APROXIMACIÓN A UNA CAJA DE HERRAMIENTAS....................87
I . CRISIS DE LA TEORÍA DEL VALOR Y NUEVO
DISPOSITIVO INFORMACIÓN-COMUNICACIÓN.................89
II. UN EJERCICIO SOBRE MATERIA OSCURA
Y AGUJEROS NEGROS, VIRUS Y ADN.....................................111
III. UN ACERCAMIENTO CRÍTICO A LAS TRADICIONES
Crítica de la Razón Mediática

TEÓRICAS EN EL CAMPO DE LA COMUNICACIÓN........123


La Escuela de Frankfurt y sus críticos...............................................126
Masas e Industria...................................................................................130
La ilusión como preformativo.............................................................132
Juan Barreto
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8 El espíritu americano............................................................................144
Influencia, inoculación y efectos.........................................................146
Problema de modelos...........................................................................155
Otros aportes.........................................................................................162
Tendencias y aportes desde América Latina.....................................169
Segunda Parte
CULTURA(S), CAMPOS Y MASSMEDIÁTICA....................................177
I. CAMPOS HÍBRIDOS Y LECTURAS TRANSVERSALES..........179
II. ¿UNA TEORÍA LINGÜÍSTICA DEL VALOR?...........................195
Las interacciones lingüísticas como soporte de relaciones
de poder simbólico...............................................................................195
Poder oblicuo y metafórico.................................................................198
III. UNA INCURSIÓN EN LA ESTÉTICA........................................211
Una estética............................................................................................212
Pérdida o extravío del aura..................................................................217

Tercera Parte
UNA VISIÓN DEL SIGNIFICANTE-SIGNO
Y DEL LENGUAJE..........................................................................................233
I. CAMINOS DE LA SEMIÓTICA.......................................................235
La implicación significante-signo-sentido-lenguaje..........................235
El significante-signo como pliegue.....................................................240
La construcción simbólica...................................................................247
Lenguaje y hegemonía..........................................................................254
El sentido como preformativo............................................................256
II. LOS FANTASMAS DEL SENTIDO:
EN EL GIRO HERMENÉUTICO DE LA SEMIÓTICA...........259
Hermenéutica y reconstrucción..........................................................259
Hermes, el ladrón..................................................................................267
Por una semiótica hermenéutica.........................................................270
Una aproximación a la opacidad.........................................................275
III. EL MITO: PASAJE NARRATIVO
DEL SIGNIFICANTE-SIGNO AL SÍMBOLO...........................279
Simbolizar: ¿una tarea del lenguaje?...................................................279
La interpretación, o la comprensión de un significante-signo
Crítica de la Razón Mediática

que se hace símbolo..............................................................................284


El mito como agenciamiento...............................................................287
El sentido fuera del sentido.................................................................289
Juan Barreto
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Cuarta Parte 9
SUBJETIVIDAD, DISPOSITIVOS Y MASS-MEDIA...........................299
I. MASSMEDIÁTICA Y CONSTRUCCIÓN
DE SUBJETIVIDAD.............................................................................301
La subjetividad: heterogénesis descentrada del sujeto.....................301
Masmediática: una lógica de sentido..................................................309
II. LA SUBJETIVIDAD MASSMEDIÁTICA......................................323
Las marcas de los signos massmediáticos.........................................323
Entre operadores y operaciones.........................................................327
III. TV: ¿DISPOSITIVO O APARATO?...............................................343
TV: Un collage de lo social y un tinglado de sentido......................343
La forma y lo sagrado...........................................................................360
La superabundancia del signo mediático...........................................362
IV. ENTONCES LO MEDIÁTICO:
MANUAL PARA VER TV...................................................................373

Quinta Parte
DE LA OPINIÓN PÚBLICA
A LAS DEMOCRACIAS MASS-MEDIÁTICAS......................................381
I. LA MEDIÁTICA EN LA HEGEMONÍA
DE LA PRODUCCIÓN INMATERIAL...........................................383
Una lectura de la opinión pública como régimen............................383
Aún Marx................................................................................................391
Por qué el poder de la mediática.........................................................395
La sobredeterminación mediática de la producción inmaterial.....398
II. LA SOCIEDAD MEDIÁTICA..........................................................407
El predominio del significante en la forma-signo............................407
La colonización de la democracia.......................................................416
III. LA MASSMEDIATIZACIÓN DE LA POLÍTICA:
SU DEVENIR HOY............................................................................425
La banalización de la política: una tecnología del biopoder...........426
La massmediática y los procesos de desintegración........................436
Problemas de legitimación en las democracias mediáticas.............440
El aura no desaparece, se desplaza.....................................................445
IV. LA MEDIÁTICA EN SU OCURRENCIA POLÍTICA..............455
Crítica de la Razón Mediática

La mediática como dispositivo de captura........................................455


Líneas de fuga a la máquina total del sentido hegemónico............465
Juan Barreto
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10 Sexta Parte
LA APUESTA POR LA DISTOPÍA DE LAS MULTITUDES:
HACIA UNA REFUNDACIÓN DE LA POLÍTICA............................473
I. SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA: DEL CONSENSO
A LA VOLUNTAD POLÍTICA DE LA MULTITUD..................475
Otra idea de Estado: entre lo efímero y lo permanente.................476
La aporía del proceso constituyente:
una nueva subjetividad política...........................................................489
II. DE LA REVUELTA
A LA REINVENCIÓN DEL PUEBLO..........................................497
Adiós a la sociedad civil.......................................................................497
La resistencia, o el poder constituyente del pueblo.........................503
III. EL FINAL DE LA MOSCA: LA TELA ARÁCNIDA
AL HILO DEL CUERPO-POTENCIA..........................................527

EPÍLOGO. ¿Se pueden cartografiar los mass-media?...........................561


Tejiendo ciertas inquietudes.........................................................................563
Mediática para principiantes: Un alfabeto de signos incompletos......566

Post-scriptum. Por el socialismo


(Con un ensayo de Javier Biardeau: Entre dinosaurios y unicornios)......587
Primer movimiento: Homenaje a la memoria........................................588
Segundo movimiento: Sobre lo escrito.....................................................591
Tercer movimiento: Entre dinosaurios y unicornios.
Un ensayo de Javier Biardeau....................................................................602

BIBLIOGRAFÍA................................................................................................621

GLOSARIO.........................................................................................................643

ÍNDICE ONOMÁSTICO..............................................................................691
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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11

AGRADECIMIENTOS

uchos investigadores cuentan con un grupo de apoyo que


M recoge el material para la mezcla. Un instituto de investiga-
ciones u otra institución que le acompaña. Yo he corrido con la
suerte de contar con el instinto solidario de un puñado de cama-
radas, empeñados en el debate; en hacer posible y suyo el esfuer-
zo de cada cual. Nada como las apuestas por las ideas, nada
como la amistad para levantar la plaza desde donde fundarse.
Doy todo mi afecto y reconocimiento a ellos, sin los cuales la
vida transcurriría de una manera insípida. De alguna manera
también son responsables de que este libro viera la luz, pues sin
ellos, carecería de sus más críticos lectores.
Al amigo entrañable, mi tutor, Rigoberto Lanz. Me ha
enseñado el camino sin atajos que lleva a intentar el pensamien-
to. A Daisy D´Amario, por su dedicada y desinteresada entrega,
por la seriedad y el rigor de su trabajo, por todo lo que significa
su modesta y siempre humilde sabiduría.
A Magaldy Téllez, por su tesón, agudeza y desprendido
afecto. Sin ella no hubiese sido posible algo del tono de este
libro, pues puso todo su empeño para ello. Me regaló la torren-
cial pasión de su felina inteligencia, logró transmutarse con algu-
nas astucias, en cada línea y entregó muchas de sus horas y de su
Crítica de la Razón Mediática

conocimiento, para ayudarme a darle forma final al texto, parti-


cularmente en lo referido a la elaboración del aparato concep-
tual, "la caja de herramientas" expuesta en el glosario.
Juan Barreto
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12 A mi hermano y camarada de siempre, Yahvé Álvarez,


quien me acompañó todos los días de escritura de este libro y lo
hizo suyo, siempre con fe en mí, con una irrenunciable capaci-
dad de paciencia, siempre dado para ayudar sin pedir nada, un
hermano que no conoce límites.
Héctor Sánchez, Néstor López y Robert Galbán por
aportar la inteligente pericia de sus divertidas madrugadas. Su jui-
cio crítico y su precisión a la hora de construir cada idea, con cada
taza de café negro, o la frase que llenó de humo, trozos de pizza
y carcajadas el debate, es un tesoro que no puedo transferir, son
ya, parte de los recuerdos que nos deja la aventura de escribir.
A María Eugenia, por su aporte, por su presencia, por la
paciencia de su espera desde la dulce ironía de su sonrisa. Si, a
todos ellos, siempre divertidos, amables y solidarios, porque
comprendieron la soledad del gesto mismo de escribir un texto
y se sumergieron con entusiasmo conmigo en los meandros pro-
fundos de la amistad verdadera que podemos sin ningún tropie-
zo llamar amor.
Pero sobre todo, a la multitud de camaradas con los que
compartimos la intemperie, el devenir, la apuesta de los sueños,
el afán por traducir en teoría la experiencia, las prácticas y la
memoria, a los que luchan por fundar la emancipación humana
desde una subjetividad ético-política hecha-en-común.
A los camaradas que desde su propio cuerpo, construyen
el cuerpo común del poder constituyente. Puede ocurrir que el
devenir acabe materializando su despliegue social en un rostro-
proceso. Aquello que Deleuze llamó personaje conceptual y al
que todos y todas nombramos-tal vez por la cómoda cotidiani-
dad de repetirlo- Chávez, para decir en voz alta, lo que los sig-
nos asoman al referirnos a nuestros propios sueños, esperanzas
Crítica de la Razón Mediática

emancipatorias y pasiones.
Juan Barreto
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La belleza con agudeza y rigor


Michel Maffesoli
Profesor de la Universidad La Sorbona

onocí la distinción entre el científico y el político, de la


C mano de Max Weber. Él me permitió entrar a los mundos
que distinguen entre el erudito y las dos categorías anteriores. El
erudito resume al científico y al político, alumbrándose e infor-
mándose mutuamente. Es dos y sin embargo uno. La vida del
sociólogo alemán es un buen ejemplo de esto. A veces existe una
íntima vinculación entre esas dos funciones en una misma per-
sona.
Quizá sea así como se debe leer el libro de Juan Barreto
Cipriani. Me pareció un texto al que no dudo en calificar de
Magistral, desde el punto de vista estrictamente académico uni-
versitario. En él uno presiente las tensiones interiores del pensa-
miento y en qué medida la teoría puede iluminar una acción de
las más originales.
El recorrido de su obra jamás es plano. Se apoya con éxito
en autores clásicos y de allí se despliega por una multiplicidad de
circuitos de inspiración moderna. Pero lo que está en juego va
mucho más allá. La obra cruza con fuerza a la política tal como
ha sido elaborada desde El Iluminismo, tal como ha sido afirma-
Crítica de la Razón Mediática

da por el devenir de los cambios, como por ejemplo, la


Revolución Francesa; tal como ha sido teorizada por los grandes
modelos y sistemas sociales desde el siglo XIX hasta hoy.
Juan Barreto
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Permítanme muy modestamente, sugerir, de hecho, que


algo mucho más radical se escribe y mejor aún, se lee en este libro.
Radical en el sentido más etimológico: lo que va y se instala en la
intimidad de la raíz de las cosas. En esta materia, él sugiere cla-
ramente no sólo que el consenso social es para nada racional;
sino que se basa más bien en el hecho de afiliarse para compar-
tir emociones, compartir el sentimiento. A los herederos de la cul-
tura moderna se nos ha olvidado, pero es exactamente esto lo
que significa consenso: Com-sensualis. El compartir un estado o
momento sensual.
En sus principios griegos, el político (el ciudadano de la
ciudad), se basaba en el amor por esta polis, que era el hogar, la
casa común, el lugar comunal.
Sin embargo, poco a poco, por un movimiento de sepa-
ración y abstracción, propio de las cosas humanas, la política se
alejó completamente de su base natural: el pueblo. Entonces,
como explicara Weber, se fue volviendo el asunto-objeto, digno
de especialistas, quienes como respetables y responsables admi-
nistradores de un saber, se piensan obligados a hablar en nombre
de, y sobre todo, en lugar de este pueblo. A la manera del
Ministerio de Guerra de 1984, quien en la obra de Orwell, tiene
nombre de Ministerio del Amor. Despropósito que encubre de
alguna manera su propósito en la producción de una simple
anti-frase.
Por eso me gustó mucho encontrar a un Juan Barreto
hablando de estética, recordándonos que el único lazo social es
el erótico, en el buen sentido de un término temido, pero que
abarca toda relación. Uno puede o no, estar conciente de esto,
pero es realmente allí donde reside la transfiguración de lo
social en lo político. No es necesario negar o denegar esta afir-
Crítica de la Razón Mediática

mación, hacerlo sería ya el ejercicio de una pasión, de una eró-


tica del discurso.
Juan Barreto
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Para definir el carácter esencial de las tribus postmodernas,


yo, en mi momento, he recordado que estas se basaban en una ética
de la estética. Yo quería hablar de una armazón, de un tipo de cemen-
to, un lazo tejido, hecho por emociones, por pasiones de afectos
compartidos. ¿No es esto lo que podemos encontrar en la acción
cotidiana de la expresividad política, la dirección multi-lineal de las
comunidades de base organizadas? ¿De esta acción que en su
hacer sensual y con-sensual, toma en serio la vida diaria en su
aspecto extremadamente más concreto? Es decir, la realización del
si mismo en un nosotros. Estar a la altura del cotidiano, esta con-
minación de Max Weber, recorre como un hilo conductor rojo,
muy rojo, la reflexión de nuestro científico-político: el amigo Juan
Barreto.
Según una expresión francesa que demuestra bien la agu-
deza de la sabiduría popular, se dice: Hay que saber leer entre líneas.
El pueblo sabe hacer este ejercicio de reconocimiento. Esto ade-
más, es lo que incita toda obra, todo pensamiento de envergadu-
ra. La torsión de sus líneas, el cruce que de ellas encontramos en
lo que puedo calificar como una Bella Obra. Y en esta Bella
Obra, hay una visión, uno puede develar la importancia de la pro-
ximidad. Es decir, saber tomar en cuenta con la piel aquello que
está cercano y sólo así, como lo dijera Walter Benjamín, el concre-
to más extremo, para poder contestar de manera radical, a su vez,
al desafío más extremo que la postmodernidad naciente nos lanza.
Esta fuerza impugnadora de lo concreto, este materialis-
mo, es el elemento que imprime radicalidad a la obra de Juan
Barreto. Este texto invita a las pasiones a tomar partido, incita a
enrumbarse por el bullicio de las calles; a tomarse en serio el
momento cultural de la época, propio de toda gran mutación
social. Él prepara, con coherencia y rigor, la lectura del terreno
Crítica de la Razón Mediática

del devenir para pensar la transfiguración de lo político, desde la


auto construcción de un político transfigurado.
Juan Barreto
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PRO(LOGOS)

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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Pro(Logos)

17

COMUNICACIÓN:
EL CLÍMAX
DE LA ERA POSMODERNA
Rigoberto Lanz

esde hace ya mucho tiempo las investigaciones más prome-


d tedoras en el campo socio-cultural se han planteado de
diversas maneras esta doble tensión que gobierna al pensamiento
crítico en esta época: hacerse cargo de la tremenda complejidad
de fenómenos inéditos para la experiencia de transformación de
la sociedad y cargar al mismo tiempo con la pesada responsabili-
dad de reformular buena parte de una herencia intelectual que se
convirtió en obstáculo para comprender el mundo de hoy.
Este conflicto intelectual y humano es vivido en todo el
mundo de maneras muy variadas. Los trayectos individuales
hablan de esta tensión al compás de las biografías que tienen
finalmente algo de intransferibles y otro tanto de fondo común
en el que compartimos los avatares del “pensar juntos”.
Es este itinerario justamente el que perfila mejor la den-
sificación de las propuestas que desde algún tiempo viene
haciendo el amigo Juan Barreto en el campo de una reproblema-
tización de las teorías de la comunicación, y más aún, en el cam-
bio radical de la mirada que intenta dar cuenta de la emergencia
de nuevas prácticas en la reconstitución de lo social mismo.
Crítica de la Razón Mediática

No es para nada casual que hace ya un par de décadas,


cuando todavía Juan Barreto ejercía la experimentación intelec-
tual de su Tesis de licenciatura, la cuestión central que goberna-
Juan Barreto
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Pro(Logos)

18 ba la agenda de aquellos días era justamente el debate en torno a


una epistemología de la comunicación (ese trabajo de grado derivó en
un libro que ilustra bien las preguntas que revoloteaban en aque-
llos espíritus febriles de los años ochentas).
Luego vendría una intensa travesía por los programas
doctorales que fue alimentada por una circunstancia definitiva-
mente crucial: la creación del CENTRO DE INVESTIGACIO-
NES POST-DOCTORALES (CIPOST) por allá en 1989 en el
que Juan Barreto estuvo muy involucrado hasta nuestros días.
Es evidente que esa enorme ebullición intelectual que ha
significado la impronta del CIPOST marca de un modo emble-
mático, no sólo la agenda de un nutrido grupo de intelectuales
de Venezuela y América Latina, sino la “caja de herramientas”
que distingue de manara muy neta las formas de investigar, los
estilos intelectuales, las tribus de pertenencia, los contenidos teó-
ricos en disputa, el talante humano que apuesta por una impla-
cable crítica de todo status quo.
Cada quien transita esta valiosa experiencia intelectual de
manera personalísima, es decir, con las cadencias y modulaciones
que son propias de las maneras como las personas se aventuran
en el mundo de la producción teórica. En este caso particular es
evidente la honda huella que ha ido dejando en la trayectoria
intelectual de Juan Barreto el estilo de debate teórico que carac-
teriza a la gente del CIPOST: voluntad crítica que no se negocia,
rigor epistemológico intransigente, empeño por democratizar el
quehacer intelectual a través de las más variadas modalidades de
diálogo.
Son muchos años los que hemos compartido de
Seminario en Seminario librando “peleas” intelectuales en todos
los rincones de Venezuela (habría que recordar que el CIPOST en
Crítica de la Razón Mediática

ciertas épocas realizaba un promedio de treinta y cinco


Seminarios nacionales y al menos dos Seminarios Internacionales.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

Sea como parte de la organización, como Ponente o como ani- 19


mador de los debates, el amigo Juan Barreto fue siempre uno de
los más consecuentes participantes de estos fecundos encuentros
donde se aprende a discutir, a conocer a los demás, a descubrir
nuevos problemas).
Esa febril actividad ha bañado el temperamento teórico
de muchos jóvenes investigadores que se han formado en la cultu-
ra del debate, en la lidia de los posicionamientos de las diferen-
tes tribus, de las delimitaciones teóricas y políticas de los grandes
problemas que atraviesan las agendas que hemos ido constru-
yendo en común.
El pretexto de animar un proyecto de investigación o
realizar un programa doctoral es el conector que permite dispa-
rar estos rumbos diversos de la experiencia intelectual de cada
compañero. Ninguna es igual a la otra. Los nombres propios
hacen la diferencia; las peguntas que atormentan a cada colega
delinean las rutas y los tiempos que van perfilando el espesor
teórico de los desempeños de cada quien.
El terreno de lo comunicacional ofrece numerosas venta-
jas para el despliegue de prácticas teóricas de nuevo tipo y por
ello mismo abre distintas sendas para las búsquedas intelectua-
les que empiezan por cuestionar la herencia teórica que ha mar-
cado tan fuertemente las maneras de mirar un asunto tan
impregnante como el de los “medios” (una primera versión de
la tesis doctoral de Juan Barreto se convirtió en su libro: Los
medios de los medios. Allí quedaba reflejado claramente el filo crí-
tico de una posición intelectual que intenta demarcarse del
peso abrumador de las tradiciones positivistas que anulan la
capacidad de comprensión de estos nuevos tiempos, y distan-
ciarse también del dogmatismo de un marxismo empobrecedor
Crítica de la Razón Mediática

que malograba a su turno el chance de entender lo que estaba


ocurriendo con el fenómeno de la massmediática).
Juan Barreto
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Pro(Logos)

20 Una segunda versión más elaborada y mutante fue pre-


sentada y aprobada con honores como tesis doctoral y lo que
tenemos ahora entre manos es un estadio de maduración intelec-
tual en el que se expresa, mucho más visiblemente, el itinerario
–escapado ya de compromisos puramente académicos– de esas
incesantes búsquedas que ponen en tensión las usuales conven-
ciones sobre las teorías sociales y los procesos socio-políticos de
los que intentan dar cuenta esos modelos teóricos. Se trata ahora
de un salto, para ahondar en la investigación de los procesos
comunicacionales de cara a la complejidad misma de la cultura
que los porta y prestando la mayor atención al lugar epistemoló-
gico desde donde se están pensando estos problemas: “la comu-
nicación-información como nuevo dispositivo articulador del
sentido de realidad que hace posible los nuevos ajustes y meta-
bolismos de la lógica del capital”, dice el autor.
En este sentido el pensamiento se juega hoy en el terre-
no movedizo de la incertidumbre, la hibridez de temporalidades,
mezcla de ritmos históricos, como tempo, y toda suerte de efec-
tos de empatía más allá de la noción de contrato social, fuerte-
mente articulada a una visión estética. Todo esto vinculado a un
nuevo tipo de relacionamiento, un estar juntos, imbricado con
los equipamientos tecnológicos y la expansión impresionante de
los tejidos comunicacionales.
Procesos tales que hacen posible el vaciamiento massmediá-
tico del espacio público y reducen las relaciones de identidad políti-
ca al juego de la competencia publicitaria fuera del marco de com-
portamiento de los contenidos normativos de la sociedad moderna.
La posmópolis o comunidad virtual, puede ser la metá-
fora urbano-espacial de la mutación de lo político hacia una
tecno-cultura, lo cual supone de suyo, una transición epocal, lo
cual supone también nuevos dispositivos discursivos y otro equi-
Crítica de la Razón Mediática

pamiento intersubjetivo. Lo cual define profundamente los crite-


rios de realidad y redefine en profundidad las lógicas relaciona-
les y comunitarias vinculadas a lo comunicacional.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

Es justamente, el aventurarse en este territorio, lo que ha 21


ocurrido con la definitiva tesis doctoral que ha adquirido la
forma de este libro. Lo que está en juego -en medio de una
amplísima diversidad de conexiones teóricas con discusiones de
ayer y de hoy- es la intensa reflexión sobre la significación actual
del fenómeno de la posmodernidad al interior de las prácticas y
discursos que hacen a una nueva visión de los procesos comu-
nicacionales.
En particular, una atenta investigación teórica sobre los
complejísimos -y vitales- nexos entre comunicación y política
(ambos polos de este binomio en pleno proceso de transfigura-
ción por los devastadores efectos de la crisis de la Modernidad y
el advenimiento de las nuevas realidades que son inherentes a lo
posmoderno como cultura, como transición epocal).
Justamente la dimensión política de la vida intelectual de
Juan Barreto constituye una poderosa fuente de inspiración para
el trabajo de recreación teórica que estamos comentando y fuen-
te también de numerosas tensiones y conflictos que se han vuel-
to consustanciales a los modos de pensar los agudos problemas
de las sociedades latinoamericanas. Ha de suponerse lo que han
significado todos estos años de creciente involucramiento en la
vida pública al tiempo que se agudizan los efectos de la crisis de
paradigmas y el desmantelamiento de los viejos modelos ideoló-
gicos. Pensar a la intemperie y tener que lidiar intensamente con
la construcción de opciones políticas en contextos como los que
se han conocido en la Venezuela de la última década es una expe-
riencia excepcional que plantea desafíos humanos e intelectuales
demasiado exigentes.
Desde luego, nadie “elige” por caprichos temperamenta-
les estos cursos históricos de la vida. Las cosas han ocurrido así
Crítica de la Razón Mediática

y en ese torbellino el amigo Juan Barreto ha toreado a su mane-


ra los retos de una militancia política protagónica con el tempo de
la creación intelectual (que no van siempre juntas ni pueden
Juan Barreto
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Pro(Logos)

22 superponerse burocráticamente). De esa amalgama humana, dis-


cursiva y teórica está impregnado todo el texto que ahora
comentamos.
El balance de esta singular concurrencia de factores es
altamente positivo, no sólo porque introduce un importante ele-
mento de corrección al academicismo incontaminado de las tra-
dicionales Tesis Doctorales, sino porque a la vez irrumpe con
fuerza frente al modelo reinante en la élite política desde hace
décadas que consiste en una letal combinación de ignorancia
enciclopédica y arrogancia pantallera.
A contrapelo de este estado de cosas el amigo Juan
Barreto emblematiza otro perfil de operador político, es decir, la
exigente articulación de un desempeño comprometido hasta las
últimas consecuencias con una férrea voluntad de aquilatamien-
to intelectual (que se expresa no sólo en las modalidades acadé-
micas de formación doctoral sino también en un estilo personal
de trabajo reflexivo en el que la indagación está siempre presen-
te en medio del tropel de una vida cotidiana tan endemoniada-
mente saturada de compromisos radicalmente militantes).
Para un centro de investigaciones como el CIPOST es
una fortuna contar con la singular participación de colegas como
Juan Barreto. Para quienes hemos estado cerca -por carambolas
de la vida- de este particular trayecto de evolución intelectual
resulta muy gratificador poder celebrar el advenimiento de este
libro. Celebración ésta que es en el fondo un homenaje a la amis-
tad de tantas maneras cultivada en este transitar por la experien-
cia de lo sueños, de las travesuras, de las entregas sin recompen-
sas a la vista.
Por lo que hay que decir también, que la Tesis doctoral
de Juan Barreto, fue aprobada y calificada por unanimidad, por
Crítica de la Razón Mediática

un jurado legítimamente constituido por cinco doctores electos


por el Consejo de Facultad de FACES-UCV y refrendado por el
Juan Barreto
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Pro(Logos)

Consejo Universitario de esta misma Universidad, logrando la 23


máxima calificación de 20 puntos, el reconocimiento de EXCE-
LENTE, “por aportar elementos novedosos a las ciencias socia-
les y por su amplitud y rigurosidad”, además de recibir una recomen-
dación para el Comité Académico de postgrado, para que le fuera conferida
una Mención Honorífica y su publicación, por sus aportes al conocimiento.
Cosa rara en esta casa de estudios, al menos a nivel doctoral en
mucho tiempo, por lo cual, el CIPOST ha decidido sacar a la luz
su contenido en forma de libro.
Lo que nunca queda de forma acabada es el caprichoso
sentido que las pasiones le imprimen a la vida y que a veces se
expresa en libros, como grandes estallidos del lenguaje.
Lo dicho, dicho está. Para qué agregarle otros indumen-
tos a las palabras y conceptos que se pondrán a prueba en las
inteligencias de cada lector. Lo que nunca está definitivamente
dicho, es el caprichoso curso de los afectos y de las querencias.
Los recuerdos, lo vivido y el porvenir. Por ello aprovecho esta
ocasión para celebrar lo que de todo queda, lo que en verdad vale
la pena: la amistad, dejarse afectar por el otro.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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Pro(Logos)

25

LOS NUEVOS
MUNDOS SIMBÓLICOS
Nelson Guzmán

a investigación que nos ofrece Juan Barreto en su libro Crítica


l de la razón mediática, hunde su escalpelo en las redes vivencia-
les en las cuales se confecciona la cultura moderna. El autor sien-
te que todo se ha conmovido, no existe ayer. El mundo ha sido
tomado por la profundidad de la velocidad.
Nuevos mundos simbólicos van engarzando y separando
a la vez a las generaciones. La riqueza consiste en que estamos
en el estar y el no ser. La noción de fijeza ha desaparecido. La
máquina ha invadido al hombre, pero a la vez le ha proporciona-
do un poder inusitado, y sobre todo una disposición: la creación.
La mediática en un solo instante puede hacer aparecer y
darle forma a discursividades que, en las viejas disertaciones, tar-
daban años en conformarse. El mundo dispone de una nueva
tecnología que ha concedido fuerza a lo demoníaco, criaturas de
la imaginación y de los sueños están allí rastreando laderas y veri-
cuetos inusitados de lo imaginario y las seguimos a todas las par-
tes a donde debamos ir.
El cine, y la televisión han hecho posible la ficción. El
mundo telemático nos ha convocado, somos demonios y ánge-
les a la misma vez y en esos cartabones de la acción debemos
decidir constantemente. Nunca como hoy ha existido una civili-
Crítica de la Razón Mediática

zación en donde lo inconsciente esté allí frente a nuestras pro-


pias narices, jamás el hombre había tenido la garantía de ser su
propio redentor.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

26 El libro de Barreto deslindándose desde un acercamien-


to-paradoja del discurso-de La Escuela de Frankfurt nos sumer-
ge en el cuadro de la subjetividad del hoy. El clima cultural del
presente nos acerca con gran velocidad al otro, sus noticias, sus
acciones de vida no nos son ajenas, el mundo satelital, las redes
de información han creado otra memoria. Claustro de lo eficaz,
de lo banal, dependiendo todo del uso que le demos, es allí
donde se manifiesta la noción de atributo y sentido que una civi-
lización va adquiriendo.
No estamos sólo en la mediatización de la técnica, sino
en algo más profundo, la probidad de los hombres. La razón ha
rebasado todas las limitaciones, ciencia y ficción han comenzado
a encontrarse, pero un riesgo subsiste como siempre, el estallido
de las pasiones. Esta vez como nunca una rabieta, la vileza, y el
odio pueden llevar a que todo sea Physis, polvo de los polvos,
camino original, disgregación, diseminación.
El problema crucial que aborda este escrito viene dado por
la relación entre ética y política. En las sociedades de la moderni-
dad tardía, los medios jugaron un papel extraordinario, prospecti-
vamente diseñan las conductas de los hombres; éstos mueren por
el mensaje, yacen en el lecho de Procusto, lo más importante son
las visiones del mundo que inoculan a los hombres.
Las guerras son mediáticas, los adherentes son con-
quistados en sus emociones. El proyecto que se juega está
atado al mundo de las sensaciones. Los medios han reseman-
tizado el sentido de Occidente, la tábula es la mercancía, la
realidad surge como una promesa, y es desde ese imaginario
que cobran fuerzas las temáticas y propuestas de un tipo de
sociedad.
La modernidad comprendió con rapidez que la industria
Crítica de la Razón Mediática

cultural no era sino emoción, roce, crinejas de los olvidos. Lo


simbólico, lo imaginario se le da a las sociedades y a los hombres
Juan Barreto
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Pro(Logos)

como cura, como catarsis, sin ese vahído que son las mercancías 27
de la industria cultural, ante la miseria, los hombres morirían
sofocados, tristes, procelosos. No siendo el sentido de la legiti-
midad propuesta, la industria cultural trabaja con el acicate de la
felicidad.
Barreto toma distancia de las interpretaciones sociológi-
cas que estudian el mundo de los medios de comunicación como
simple técnica de dominio. A su juicio lo que está en disputa son
las guerras de las interpretaciones, no es al relativismo cultural a
lo que se refiere, tampoco a la concepción del arte como estéti-
ca pura, ni al fragor del caos. Lo que está en disputa es el cuadro
de construcción de la subjetividad como discurso, como argu-
mento, como poder y en esa simbólica los hombres ocupan luga-
res preferenciales.
Barreto nos presenta las disputas históricas en lo relativo
a la construcción del concepto de comunicación. Se ha pretendi-
do situar a los individuos y a las sociedades en relación a sus refe-
rencias, al grupo, a los estímulos. La comunicación planteada
como logro, como técnica, como necesidad de conformar una
ingeniería de lo social ha generado un discurso que apunta hacia
la estabilización.
Barreto da cuenta en su trabajo del pensamiento haber-
masiano y de su gramática de conformación de lo social.
Habermas se reclama de la modernidad, considera que ésta es un
proyecto inconcluso, y en su afán de darle coherencia al Logos
propone el diálogo perlocutorio.
Los argumentos deben servir para la paz, y para dar
raciocinio hacia lo que amenaza con caerse. Los argumentos de
Habermas se sostienen en la ideología universalista; este autor
confía en la razón, trata de rehabilitarla. Sabe que el caos está en
Crítica de la Razón Mediática

todas partes y que será necesario bridarlo. El autor se mantendrá


sujeto a las grandes promesas de la modernidad.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

28 Barreto nos muestra en la articulación de su escrito la


aparición de otras circunstancias, la ordenación de una nueva
arquitectura simbólica que atiende básicamente a la aparición de
un mundo del entretenimiento en donde los medios actúan para
homogenizar, para sintetizarnos en una dialéctica del sujeto que
en el fondo no plantea otra cosa que la aparición de una filoso-
fía de la pragmática en donde la globalización tendrá la tarea de
hacernos uno, y de prepararnos un mundo de la felicidad, y a la
vez de la angustia y de la separación.
Hijos de los medios y entrampados en un universo mole-
cular, se estructura la gramática y la política como iracundia,
como placer, como posibilidad y como síntesis. El paraíso ha
desaparecido y ha dado paso a lo cinético, a las elucubraciones
nocturnas, diurnas, impresas, y oníricas que nos señalan y nos
pautan la vida. Todo va cambiando y adecuándose a aquello que
Habermas llamó en sus primeros libros una filosofía del interés.
Las producciones del capitalismo se han universalizado, se ha
impuesto una estética de los gustos.
El gran refugio de los hombres y de las masas parecen no
ser ya parte de la calle. El concreto lo invadió todo y quedan los
lenguajes, las metafísicas del éter que no son sino los medios.
Derrida invocando a Heidegger se quejaba de ese espíritu cerni-
do que es la modernidad.
Los medios en ese rumbo habrían de reconducir la vida
hacia la virtualidad. Hoy la cinética son los fangos, las espesuras
por donde debemos transitar; existencias diseminadas al lado de
la hojalata, pero no obstante son palpitar. Entre el limo, la fun-
gosidad, y las balas de desintegración del cine de horror está el
hombre transmutado.
El medio es la memoria de su memoria, es su propia indi-
Crítica de la Razón Mediática

gencia del futuro, no se sabrá lo que ocurrirá, los hombre boste-


zan en el aliento del miedo, los medios están allí incitando las
pasiones con promesas de paz insertas en mensajes de guerra.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

Juan Barreto abre con este libro un universo de discusión 29


que no se puede dar sino en el territorio de las imágenes, los ejes
de conocimiento indican la recuperación de otra perspectiva
desde donde dar el debate, éstas son las metáforas.
El hombre postmoderno sabe que debe emanciparse, el
problema siempre ha sido el cómo, y dónde, y desde qué territo-
rio. La modernidad demostró la confiscación que hizo el capita-
lismo con las conciencias contestatarias. Herbert Marcuse lo avi-
zoró bien pronto, el ideal de confort estaba diseñado en los
Estados Unidos de Norteamérica para arrebatar las banderas a
los movimientos sociales y étnicos, sin embargo éste radicó
como una instantaneidad, el libre mercado seguiría diseñando la
espesura del mal y hundiendo al hombre en la herrumbre del
siniestro.
La interrogación que se planteaba era si seguía teniendo
vigencia el marxismo con su teoría de la alineación; teóricos de
distintas pelambres como lo diría el finado Ludovico Silva
irrumpieron, unos para condenarlo otros para vindicarlo hasta el
sectarismo. Hoy encontramos un problema serio planteado para
toda utopía y es el de la eficacia.
Sin un lenguaje plural las utopías son irrealizables. Está
planteada la reingeniería de los lenguajes, la dignificación de los
procesos y esa es la expresión y la convocatoria que nos formu-
la Barreto desde la riqueza comunicacional de la expresión.
La comunicación debe expresarse como enunciado de lo
más raigal que tiene el hombre y esto es la dignidad. No obstan-
te nuestra autobiografía social como cultura nos ha sido lacera-
da hasta la saciedad, las historias de vida de los medios nos afi-
lian definitivamente a la producción de un mundo cuyas tecno-
logías apuntan al mercado, y a la venta de productos por TV.
Crítica de la Razón Mediática

La tele se ha vuelto un gran supermercado. Una industria


de imbecilidades en el país siente la amenaza de ser desplazada
por lógicas argumentativas que prevean la formación y la puesta
Juan Barreto
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Pro(Logos)

30 al día de un hombre que en su condición de ciudadano reclame


lo que le corresponde, el derecho de ser informado con certeza.
El Estado debe asumirse como ético y ejecutante responsable-
mente de la fundación de un mundo mejor.
Los medios producen el discurso y convocan a un
mundo fractal. En Venezuela subsiste una idea de modernidad
mal entendida. Los intelectuales conservadores -los de medio
cachimbo, y los críticos que dejaron de serlo- se reclaman del
positivismo sin darse cuenta. Se sigue invocando una moderni-
dad más tecnológica que modernidad, más gringa que moderni-
dad. Los medios reclaman un nuevo lenguaje, el de la experimen-
tación con contenido y ese lenguaje somos nosotros como pue-
blo, inéditos pero con la necesidad de manifestarnos con nues-
tra epidermis.
La política ha resurgido en nuestro país como monstruo-
sidad. Nunca se había sido tan insincero en nuestra historia. El
reclamo es que se debe recomenzar y esto implica la rotura de
los viejos goznes. Los barcos no pueden permanecer anclados
en la distancia. Para utilizar una frase muy cara a Jacques Poulain
estamos ensayando un lenguaje de la experimentación.
Los medios han invadido la subjetividad. Diseñada una
política de la conquista del poder el lenguaje actúa como instru-
mento, como un saber, para evocar a Foucault, que produce una
tecnología del yo. Desde allí la tríada: poder -saber- subjetividad,
crea los tropos de la conciencia, hundidos en un mundo que cul-
tiva la estupidez; la cual seguimos repitiendo sin el menor arre-
bol de vergüenza.
La cultedad ha devenido en complejo de cultismo, no
de lo mejor de la cultura de los imperios, como puede ser su
literatura, su arte, su cine y pare de contar, sino de lo demen-
Crítica de la Razón Mediática

cial. El exceso de maquillaje en los mass medias deviene en mal


gusto, proclamar la muerte del pasado reinventa un lenguaje
Juan Barreto
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Pro(Logos)

que se sitúa más allá de los hombres, de sus emociones históri- 31


cas para instalarse en lo que no puede ser, la aniquilación de la
memoria.
Este libro, Crítica de la razón mediática, nos convoca a la
discusión del sentido que han tomado los saberes. Atrapados
por este nuevo clima cultural estamos avisados de que debe-
mos dar la batalla por conformar una nueva utopía en sintonía
con un mundo que sufre a cada instante grandes cambios y
convulsiones.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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Pro(Logos)

33

TRAYECTOS CLAVES PARA PENSAR


EL SOCIALISMO COMO PASIÓN
Magaldy Téllez

ay invitaciones que resultan tranquilizadoras y confortables


h para los invitados y para quien invita, porque de alguna
manera anticipan para ambos lo sabido, los resultados de un
encuentro previsto para el sosiego que produce la seguridad de
los interlocutores y de los lugares en los que se da el encuentro.
Y hay invitaciones que pudiéramos llamar intranquilizantes y
riesgosas para los invitados y el invitante, pues no hay manera de
anticipar, de prever, de programar lo que ha de ocurrir en el
transcurso de la fiesta, de modo que ante ellas y en ellas, el gesto
del titubeo y del desconcierto.
Particularmente, y especialmente en el terreno del debate
intelectual cruzado por el talante político, me gusta optar por este
último tipo de invitaciones, aunque, sin duda, me lance a ellas no
sin ciertos tartamudeos. Así que cuando mi imprevisible e incata-
logable amigo Juan Barreto me extendió esta invitación no pude
menos que recibirla como un don, porque sé que Juan no espera
elogios tranquilizadores y reconfortantes, no puede esperarlos,
porque Juan es el nombre de un cuerpo singular que se hace y
rehace con un lenguaje liberado del lenguaje legitimado y legiti-
mador del orden, y el nombre de un lenguaje hecho cuerpo libe-
rado del cuerpo orgánico y dócil. Pero también la recibí con agra-
do, pues su invitación no me fue hecha como la prologuista de su
Crítica de la Razón Mediática

libro sino como una singularidad más cuya voz entra en las múl-
tiples voces de este libro, como se entra a una fiesta sin más pro-
pósito que la fiesta misma, por lo que ella ofrece.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

34 Así entré en Crítica de la razón mediática, el libro de Juan


Barreto encontrándome a la entrada con su epígrafe inicial: un
fragmento de Gilles Deleuze, en el que dice que en un libro no
se busca «comprender nada», sino preguntar «con qué funciona»,
«con qué conexiones hace o no pasar intensidades», porque un
libro, y agregaríamos, un libro que no sea libro en el sentido
canónico, no hace sistema, sino «rizoma», «máquinas desmonta-
bles», o «medios desmenuzables… que dejen sobrevivir bien
esto, bien aquello». Como una cita con la que se abre un libro es
remisión a lo que, de cierta manera, se puede intuir que encon-
traremos luego en sus trayectos, me parecía que el umbral ya era
promisorio. Aunque la mala fe me hizo pensar: veremos si el
experimento de Juan funciona como un rizoma, como una
máquina desmontable, como una escritura nómada y paradojal
cuyas líneas de sentido sean disparadas en múltiples direcciones.
Con esta mala fe, aunque también, y sobre todo, suspendiendo
mis supuestos saberes, me adentré en su lectura y en mi escritu-
ra, pues no se lee sabiendo lo que se lee, ni se lee si aquello que
se lee no va provocando ruptura en nuestras propias escrituras.
Como no leí este libro para hacerle un prólogo, debo decir
que fui adentrándome en él, saliéndome de él, perdiéndome en él,
todo poco a poco a la vez. No podía hacer otra cosa, pues Crítica de
la razón mediática evoca las imágenes del Minotauro y del Laberinto
cuando éstas dejan de representar lo monstruoso y lo extraño, que
generan rechazo, para hacer que despierten en nosotros una curio-
sidad asociada al reconocimiento de la complejidad del mundo, a
nuestra extraña condición en él, a nuestras relaciones con los otros
y con nosotros mismos, opacada por el lenguaje que da por supues-
to el saber como un camino lineal conducente a la verdad original,
como si el saber condujera a la salvación, al afuera del laberinto en
Crítica de la Razón Mediática

el que, sin embargo, como el Minotauro, se vive.


Asterión, el minotauro borgiano, es quien teniendo el habla,
describe su morada: «sin puertas cerradas, sin cerraduras, sin cen-
Juan Barreto
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Pro(Logos)

tro, en la que todas las partes están muchas veces [y] cualquier 35
lugar es otro lugar», un lugar múltiple que se bifurca delante de
sus pasos, de sus juegos y de sus deseos de ser otro Asterión. Así,
desmiente la creencia de que él es un prisionero. Y, también,
quien al meditar sobre su morada, dice del otro, de los que fin-
gen que van a visitarlo y les muestra la casa, de los que entran y
corren alegremente a buscarlo, del que espera como su redentor
haciendo resonar estas preguntas: «¿Cómo será mi redentor?
¿Será un toro o un hombre, será tal vez un toro con cara de hom-
bre? ¿O será como yo? », cuya fuerza debilita la de Teseo: «¿Lo
creerás Ariadna?... El minotauro apenas se defendió».
Asterión, en efecto, habla de la exploración de su propia
morada, en la que percibe que no hay un centro ni un camino fijo
y recto, que no es el prisionero de la construcción de Dédalo
sino el viajero perenne que no requiere del hilo de Ariadna, sino
de sus recorridos, que importan no por su inicio y su fin sino por
ellos mismos como experiencia en y con el laberinto. Porque en
el laberinto cada camino desemboca en otros, cada bifurcación
conduce a otras y ningún punto está desligado del otro.
Así me hizo recorrer Juan Barreto su libro, de modo que,
al menos por mi singular exploración en él puedo decir que sí
acudió a la cita con Deleuze, inscrita como marca a la entrada de
su libro, su transitoria morada. De hecho, el (la) lector(a) podría
comenzar y continuar por cualquier parte o ensayo, pero cada
parte o cada ensayo les hará invitaciones para ir a otros y entrar
en ese vasto y plural campo de relaciones que se abren entre la
massmediática, la construcción de subjetividad y la política.
Y, así, me imagino que Juan recorrió sus propios laberintos
para elaborar su Crítica de la razón mediática, seducido por la inquie-
tud acerca de cómo funciona el dispositivo información-comuni-
Crítica de la Razón Mediática

cación en la trama de fuerzas, límites, posibilidades, peligros y


potencias que contiene el instante espacio-temporal que habita-
mos, eso que llamamos el presente. Pero precisemos, una inquie-
Juan Barreto
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Pro(Logos)

36 tud a su vez seducida por la voluntad política, lo que fue haciendo


que su escritura discurriera por el entrecruzamiento entre mass-
mediática y consumo como lógica de sentido inherente a la forma-
capital hoy, y a las sociedades de control; por el papel de la mediá-
tica en la inmaterialidad del capital, basada en la precesión del con-
sumo respecto de la producción; por el dispositivo mediático en la
construcción de subjetividades, por lo que ocurre con la massme-
diatización de la política -su ausencia-, por las territorializaciones,
desterritorializaciones y reterritorializaciones que hoy tienen lugar
en la máquina de máquinas que es la biopolítica y la modalidad de
las relaciones de poder que le son propias; por la refundación de
la política, el cuerpo de la política -no el cuerpo biopolítico- la
multitud, la potencia-poder constituyente y la reinvención del pue-
blo, entre otras cuestiones. O, mejor dicho, entre otros trayectos.
No es casual que Juan haya surcado estos recorridos ape-
lando a diversas herramientas donadas por pensadores como G.
Deleuze y F. Guattari, M. Foucault, J. Derrida, U. Eco, T. Negri,
G. Balandier, J. Baudrillard, G. Vattimo, P. Bourdieu, R. Debray,
E. Laclau, M. Maffesoli, P. Virilio, I. Mészáros, S. Mezzadra, A.
Piscitelli, J. Ramoneda, J. Rancière, y P. Virno, entre otros.
Tampoco, que en tales trayectos hayan surgido los espectros de
Spinoza, Nietzsche y Marx. Nada más y nada menos que los pen-
sadores malditos cuyos cuerpos de palabras siguen dando qué
pensar y qué decir para hacer vibrar-trastornar nuestros cuerpos.
Digamos, entonces, que la búsqueda de Juan Barreto en
este libro es, en un mismo, movimiento teórica y política, tal vez
aceptando la invitación deleuziana: pensar es crear, crear es resistir.
La fecundidad de esta búsqueda, se expresa en indudables apor-
tes, entre los cuales, podría señalar gruesamente los que me pare-
cen de mayor valor e importancia.
Crítica de la Razón Mediática

El primero de ellos, sin que esto suponga el estableci-


miento de una jerarquía, es que aquí se ensayan respuestas a pre-
Juan Barreto
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Pro(Logos)

guntas nuevas, como las que reclama la emergencia de una con- 37


dicional epocal cruzada por la lógica massmediática. Por esto
puede decirse que Crítica de la razón mediática da espesor epistemoló-
gico al abordaje de la comunicación como campo de conocimien-
to, es decir, una cierta autonomía por la cual la dimensión comu-
nicacional deja de ser subsidiaria de enfoques sociológicos, poli-
tológicos o psicológicos, para tornarse un lugar desde el cual
entrar en el análisis de la complejidad de lo social, hoy. Vale seña-
lar que lo social ha sido leído desde distintos ángulos, económi-
co, político, cultural, etc., donde lo comunicacional no ha conse-
guido un estatuto propio. Pero en este libro se logra con la cre-
ación del concepto del dispositivo información-comunicación.
Es lo que hace, por ejemplo, que este libro fluya por el
modo en que somos constituidos por el lenguaje, el funciona-
miento de los mass media en la red capital-comunicación-infor-
mación, la construcción de subjetividad en y desde las mediacio-
nes massmediáticas, la massmediatización de la política.
Cuestiones sin las cuales sería imposible comprender el mundo
actual y nuestras maneras de relacionarnos en él y con él.
El segundo aporte se expresa en las hipótesis desarrolla-
das respecto de la co-implicación subjetividad y política, a la que
Juan Barreto dedica buena parte de su búsqueda. Insistamos, con
Juan, en este asunto. Decir subjetividad y política es nombrar la
dimensión subjetiva de la política y la dimensión política de la
subjetividad, con lo cual estamos remarcando que la subjetividad
es un proceso constitutivamente político, pues se construye en el
despliegue de las relaciones con otros, implicando discursos y
acciones de los cuerpos, sus afectaciones y sus intensidades. Lo
que supone que la subjetividad no es algo dado, sino que se pro-
duce entre las prácticas sociales de sujeción y las prácticas de
Crítica de la Razón Mediática

resistencia a ellas, lo no sujetado que se construye en acto y cons-


truye sus potencias en su propio accionar.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

38 En estas hipótesis se invita a considerar las líneas dese-


antes de la política y las líneas políticas del deseo, cuya obtura-
ción ha sido una operación propia de diversos registros discursi-
vos de lo social que han funcionado como dispositivos en el
paso de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control.
Obviar una y otra de estas dimensiones comporta, insistiendo de
nuevo con Juan, seguir acarreando las consecuencias prácticas
del discurso totalitario de la política, venga de donde venga.
Hacerse cargo de la co-implicación entre política y subje-
tividad, como lo hace Juan Barreto, es abrir(se) el espacio para
pensar procesos que interpelan e, incluso, pueden llegar a subver-
tir la lógica capitalista y sus dispositivos de control, sin que los mis-
mos quepan ser interpretados como procesos homogéneos y esta-
bles. Y, con ello, para repensar lo político, que siempre se juega en
la potencia de los cuerpos. Así pues, no es casual, ni es un mero
ejercicio intelectual, que los ensayos de la sexta y última parte del
libro -La apuesta por la distopía de las multitudes: hacia una refundación
de la política -, sean las que, a modo de bisagra, cierren y abran los
trayectos recorridos, pues la textura de ellos densifica las interro-
gantes teóricas y políticas que conforman el terreno que Juan
explora. Se trata de interrogantes vinculadas con la cuestión con-
cerniente a las búsquedas que iniciemos o prosigamos en términos
del pensamiento que Foucault definiera como una ontología históri-
ca del presente, o una ontología histórica de nosotros mismos.
El replanteamiento de los vínculos entre subjetividad y
política, la incursión en las diferencias irreductibles entre el cuer-
po biopolítico y el cuerpo político, en el tejido multitud-cuerpo-
potencia-poder constituyente, en el cual inscribir la reinvención del
pueblo como modo de subjetivación política. Todo ello, traduce
un serio esfuerzo por abrir cauces para comprender, por ejem-
Crítica de la Razón Mediática

plo, lo que se pone en juego en movimientos sociales que conju-


gan resistencia e invención, en cuya comprensión radica, en buena
parte, el desafío de repensar lo político.
Juan Barreto
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Pro(Logos)

La importancia y el valor que, para este desafío, tiene 39


hacer intervenir el entrecruzamiento entre política y subjetivi-
dad, se vinculan fundamentalmente con el hecho de que tanto
los dispositivos de poder como los de resistencia operan, no sólo
construyendo imaginarios sociales, sino también sobre los cuer-
pos. En un sentido, produciendo cuerpos dóciles que actúan de
manera rutinaria y con movimientos limitados y fragmentarios.
En el otro, el de las resistencias, propiciando cuerpos capaces de
percibir y desplegar las potencias que surgen con el estallido de
sus luchas, de enfrentar las sutiles y no tan sutiles formas de
dominio. Cuerpos que deliberan, cuerpos alegres en el accionar
de sus potencias, en las libertades que se construyen con este
accionar, siempre asediadas por los poderes instituidos, en los
diversos espacios de lo social.
Aquí entroncamos el tercer aporte de este libro y que da
razón a su subtítulo “Pre-textos para un debate por el Socialismo”.
Porque, a fin de cuentas, de eso se trata en este libro, si entende-
mos que dicho debate, hoy, no puede hacerse al margen de la
comprensión de las complejas condiciones que definen el capi-
talismo en su configuración actual, ni de lo que se pone en juego
en la construcción de nuevas subjetividades políticas. Porque,
entre las cuestiones que resultan insoslayables está, sin duda, la
emergencia de otra pasión política, la pasión hecha cuerpo en suje-
tos que inventan sus formas de resistencia, organización y crea-
ción, que con su coraje y alegría rechazan mandar y ser manda-
dos, desmantelando la lógica de dominantes y dominados, en lo
cual radica una de las condiciones insoslayables para la transfor-
mación de lo dado. Es lo que Juan Barreto nos da a pensar y a
decir desde sus planteamientos.
Quizá no sea del todo inoportuno recordar aquí la
Crítica de la Razón Mediática

noción de autonomía propuesta por C. Castoriadis, quien en su


libro La exigencia revolucionaria, plantea que es un colectivo el que
inviste la voluntad política de darse sus propias leyes, pues sus
Juan Barreto
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Pro(Logos)

40 procesos y prácticas resultan incompatibles con los sistemas


jerárquicos y representativos. Desde esta noción, la democracia
directa basada en relaciones de horizontalidad, no sólo constitu-
ye formas de organización de colectivos, sino también, en lo fun-
damental, otro modo de construcción política y de cuerpos polí-
ticos. Por ello, es instituyente de otras formas de vida política que
interrumpen la biopolítica. Es esto lo que está en la base del
poder constituyente de la multitud de lo múltiple, en cuyo des-
pliegue plural y singular también se despliegan transformaciones
en los modos de pensar el mundo y de pensarnos a nosotros
mismos, así como la posibilidad de imaginar una sociedad justa,
de iguales, solidaria, y libertaria. Pero no como un ideal utópico
sino como una idea fuerza inscrita en las resistencias cotidianas
que inauguran modos de interrumpir las estrategias biopolíticas
de dominación, visibles e invisibles, brutales e imperceptibles.
Como Juan, sin ingenuo optimismo pero, también, sin
instalarnos en la comodidad de lo imposible, diremos que la
constatación de la eficacia de las estrategias de poder no debe
impedirnos mostrar que esta eficacia no ha podido impedir las
voluntades políticas de libertad, en las que late la emergencia de
nuevos devenires en los modos de pensar, decir, hacer y sentir
eso que llamamos otra política y otra democracia. Que estos
devenires no tengan que responder a nuestros propios anhelos
libertarios, no desmiente su efectivo despliegue en la reinvención
de la política, una apuesta que compartimos y vivimos con todos
aquellos quienes, desde cualquier lugar del mundo, rechazamos
la indecencia de lo que en el mundo impide a millones de seres
humanos vivir una vida digna de ser vivida.
¿Podríamos construir un socialismo otro sin subjetivida-
des socialistas, sin cuerpos dolientes y deseantes, cruzados por la
Crítica de la Razón Mediática

pasión que hace posible resistir a toda forma de dominio?


Juan Barreto
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UN INTENTO
43

PARA HACERSE CARGO


DE LA MASSMEDIÁTICA
A MODO DE PREÁMBULO

Siempre he experimentado internamente


el hecho de que la noción de realidad está
indisolublemente ligada a los problemas del tiempo y
del devenir. Es sorprendente que este lazo constituya,
desde los griegos, uno de los temas centrales
del pensamiento occidental. Antes de venir a
Cerisy releí lo últimos Diálogos de Platón; no se puede
sino estar sorprendido por su insistencia en retomar el
tema del devenir y de su correlato dialéctico:
la inmovilidad. Es así que en el Sofista ,
el Extranjero evoca, para mostrar los límites,
una posición típica de la problemática platónica:

Y es por medio del cuerpo, decís,


que por la intermediación de la percepción
nos comunicamos con el Devenir, mientras que es por
la intermediación del razonamiento que, por medio de
alma, nos poneos en relación con la realidad de la
existencia, de una existencia que, decís,
siempre compone habitualmente las mismas relaciones,
el Devenir desarrollándose por su lado, tanto de una
forma como de otra.Lo que encuentro conmovedor en
Platón es que pone permanentemente en duda sus
propios enunciados, un poco más lejos,
¿no es el propio Extranjero quien estima
que hablemos «a imitación de los niños pequeños»,
Crítica de la Razón Mediática

porque queremos a la vez el Ser y el Devenir?

I. Prigogine
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

44 Profecías y realidades tecnológicas

ue pasado el medio día, en 1965, en el transcurso de un


f almuerzo, cuando surgió la frase:
En el futuro, por supuesto que una ciudad como ésta [Nueva York],
no tendrá ningún sentido, será algo superado, será en todo caso, otra
Disneylandia, una especie de parque de atracciones.1

Tal vez, todavía se discuta en algunos círculos académi-


cos, si Herbert Marshall McLuhan fue un visionario o un charla-
tán. Las frases por las que se hizo famoso (“el medio es el men-
saje”, “la luz eléctrica es pura información”, “vivimos en una
aldea global” o “desde la invención del tambor el hombre se
comunica por vía artificial”) son hoy calificadas de clichés, slo-
gan o aforismos afortunados.
Sin embargo, todas ellas y sus conocidos textos La Galaxia
Gutenberg y Para comprender los medios2 son muy anteriores al “fax
digital”, a la era de las máquinas binarias, al boom de las computa-
doras3. Y lo más importante es que en su momento estas afirma-
ciones no pasaban de ser premoniciones especulativas y optimis-
tas, que apenas se acercaban al proceso entonces naciente.
La ahora creciente singularidad de la informatización glo-
bal de la producción y todo su campo de efectos asociados: la
sobreaceleración del tiempo de trabajo, del proceso de valoriza-
ción y de realización del capital en la circulación en el mercado,
como ya explicaremos cuando demos cuenta de la aparición del
nuevo dispositivo Información-Comunicación; red de dispositi-
vos, plano de consistencia, aparato ordenador de la mercancía
como lógica dominante del momento de la totalidad social, no
Crítica de la Razón Mediática

1 T. Wolfe, “McLuhan and his friend [Crónica]”, en revista Vanity Fair, Nº


123, Nueva York, 7 de junio de 1971, p. 29.
2 Publicados originalmente en 1962 y 1964, respectivamente. M. McLuhan,
La Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, Barcelona, 1993; Para comprender los
medios, Paidós, Barcelona, 1996.
Juan Barreto

3 A. Piscitelli, Ciberculturas, Paidós, Buenos Aires, 1995.


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A modo de preámbulo

era vista siquiera como un posible asomo, al punto que la cien- 45


cia ficción de la época se queda corta ante los arrasadores alcan-
ces tecnológicos del presente actual.
McLuhan no alcanzó a experimentar las amplias conse-
cuencias de este hecho tecnológico: hablar por telefonía móvil
celular, escribir en un micro procesador personal, ver programas
en televisores con pantalla plana con alta definición, asistidos
por el cable y la parabólica o cualquier nueva hipertecnología de
las que hoy inundan la vida cotidiana, estaban ausentes hace
unos 30 o 40 años atrás; por eso no llegó a conversar ni a traba-
jar “en línea”.
Sin embargo, sin conocer los cambios que se estaban
produciendo en los modos y relaciones del capitalismo tardío, ya
intuía que “los medios mismos son el evento”, que su materiali-
dad es lo significativo, y no única y necesariamente sus discursos,
tal como veremos en este texto.
Tal vez este comienzo parezca algo frívolo a algunos.
Pero veamos: En las últimas décadas, las llamadas “nuevas tec-
nologías” han creado de todo: cintas magnéticas de audio y luego
digitales, open-drive, recepción casera de satélites, periódicos
personales, tele interactiva y cable por microondas, fibra óptica
de banda ancha, capaz de transmitir millones y millones de bits
por segundo.
Ya es corriente adquirir cada vez menos películas de
tapa blanda o VHS, a favor del mercado del disco compacto,
CD ROM, DVD; el acceso a Internet y televisión en línea a la
telefonía móvil; el consumo de TV-móvil manual e hipermedia
o TV digital en línea, y en días apenas, a como van las cosas,
computadoras tan pequeñas como una agenda manual con
funcionamiento de millones de ciclos por segundo, con un
Crítica de la Razón Mediática

consumo de energía mínimo y billones de bites, es decir, supe-


radoras de las rudimentarias y obsoletas máquinas móviles que
estamos usando ahora.
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

46 Y ni hablar de los logros de la cibernética, la ingeniería


genética y la termodinámica, que ya experimentan con clones y
células madres para completar implantes que conecten al cerebro
con los programadores. El sueño de la IA (Inteligencia Artificial)
se hace realidad y comienza a pensar la VA (Vida Artificial).
Stuart Sim, en su libro Lyotard y lo inhumano, reflexionan-
do sobre los virus cibernéticos, sostiene que ya no tienen nece-
sidad de activación humana, sino que operan autónomamente,
de ahí que estemos «en presencia del eclipse de lo humano, por
medio de la tecnología de avanzada y sólo queda la política»
como apelación ética, como alternativa ante una sociedad indife-
rente que es testigo del impacto de la tecnociencia y sus resulta-
dos inhumanos, con toda su narrativa escenográfica y el secuestro
que desde allí acecha.
En este mismo sentido, como también lo ha advertido J. F.
Lyotard, desde una visión considerada por algunos de neoconser-
vadora, dice que ya es tiempo de reconsiderar hacia dónde nos
dirigimos cultural y globalmente hablando y cuál es el imperativo
de nuestras vidas. Debemos saber si es el momento de cambiar de
rumbo o de aceptar que éste es el único modo de conducirnos.
Tenemos que saber, por ejemplo, dice este autor, cuántas
partes de nuestro cuerpo pueden ser sustituidas antes que deje-
mos de ser nosotros mismos. Qué pasará con la piel, sus place-
res y la variedad de operaciones o habilidades del pecado en la
corporeización del mal, ahora tecnológico. Y se responde, que en un
mundo cyborg, no habrá demonización. La tecnología determina-
rá también una nueva ética del cuerpo, pues «la máquina somos
nosotros mismos». Quedarán sin embargo, algunas cosas sueltas:
¿Cuánto de sintético es posible incorporar sin afectar la concien-
cia de ser naturaleza?
Crítica de la Razón Mediática

Lyotard dice: «El tiempo humano es ya pasado mítico.


En pocas palabras, somos cyborg, es nuestra ontología, nos pro-
porciona nuestra nueva manera de ser y hacer política…
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

Abolición de los sexos y transfiguración del deseo-máquina 47


como devenir del cuerpo»4.
La fuerza de trabajo, en ese sentido, también será impac-
tada en su sustancia constitutiva hasta superar el intelecto, susti-
tuido mansamente por el artefacto presentido por William Gibson
en Neuromante. Así es, se han creado las condiciones de posibili-
dad para todo eso y más. Concurrimos a la aparición de sofisti-
cados dispositivos y aparatos que se sobre pliegan sobre sí mis-
mos y sobre las puestas en escena del cuerpo y la subjetividad,
ellos son noticia cada día. Ya nadie se sorprende de nada. Pero,
¿para qué servirán?
Los tecnócratas quieren que sirvan para casi todo. Se
podrán reparar motores a distancia, ir al supermercado sin salir
de la oficina, manejar autos por control remoto y hasta cocinar
en casa desde el trabajo. Incluso, algunos creen que muchas sen-
saciones íntimas pueden ser sustituidas y que esto tiene también
sus ventajas. Desde esta perspectiva, la idea de una ciudad inteli-
gente ya no es una utopía mcluhaniana. La profecía de aquel
almuerzo no luce tan descaminada.
Para T. Roszak, el culto a la información se ha instalado
en nuestras vidas y Dios dejó de ser el relojero, el eterno arquitec-
to del universo, para convertirse en un nerd del Silicón Valle. Ya que
la inteligencia puede ser artificial, entonces el hombre ha cedido
uno de sus principales atributos y el cerebro-pensamiento progre-
sivamente deviene prótesis del arsenal tecnológico y no al contra-
rio. Al respecto, este científico de Harvard University, comenta:
Los comerciantes de datos, como los he llamado, se dan cuenta de
que sus carreras-o sus inversiones- están vinculadas a las promesas
extravagantes que acompañan a los ordenadores; alegan cualquier
razón para creer que nada hay que los ordenadores no puedan hacer
ni deberían estar haciendo. El resultado de ello, es que se haya crea-
Crítica de la Razón Mediática

do una mística de la información que hace imposible una distinción


fundamental entre datos, conocimiento, juicio, comprensión, infor-
mación y sabiduría.5

4 J. F. Lyotard, Lo inhumano, Manantial, Buenos Aires, 1998.


Juan Barreto

5 T. Roszak, El culto a la información, Gedisa, Barcelona, 2005, p. 15.


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A modo de preámbulo

48 Ahora bien, el impacto de estas tecnologías también pro-


mete un nuevo mapa social configurado por relaciones de pro-
piedad, manejo de información, nuevas destrezas del cuerpo y su
relación con la máquina, control político de la sensibilidad y el
gusto, nuevos fines de los poseedores y propietarios a partir de
nuevos usos y consumos. Además de una profunda brecha entre
los que las poseen y usan y los que no las tienen, hoy llamados
analfabetos tecnológicos (que conforman casi dos tercios de los
habitantes del planeta, que no saben si quiera leer y escribir y
mucho menos qué cosa es un teléfono).
Así mismo, supone nuevos problemas legales, estéticos,
culturales, internacionales y el paso de la civilización actual hacia
otras instituciones, en donde la dominación se metamorfosea en
aparatos y prácticas de control ejercidas a través de nuevos rudi-
mentos políticos, los cuales implican otras máquinas subjetivas y
sus equipamientos que dejan atrás al fordismo y se instauran en
la sociedad de la información-comunicación, entendida ésta
como forma o modo de articulación de la explotación del traba-
jo y la acumulación-circulación (postfordismo). Mientras tanto,
en general, la teoría sobre los medios sigue hablando de efectos y
mensaje.
La nueva ciencia de los ordenadores ha impactado con tal
fuerza el terreno epistemológico, que ya desde hace algún tiem-
po la relación de dependencia o la idea de colonialismo cedie-
ron el paso a la dominante noción neoliberal de subordinación
interdependiente. Así mismo, por el lado impugnador y radical,
va tomando forma el discurso que ensambla la idea del capitalis-
mo mundial integrado como un Imperio, como totalidad estra-
tégica del movimiento del capital en una nueva fase superior.
Así, el concepto Imperialismo (que de una vez anuncia-
Crítica de la Razón Mediática

mos, no trabajaremos en este texto) pasa poco a poco, a partir


del efecto de la globalización, a ser subsidiario de relaciones pun-
tuales y de tácticas esquizofrénicas, como denuncia Žižek, cuan-
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

do afirma que, mientras los movimientos alternativos piensan 49


localmente y actúan globalmente, el imperialismo es una prácti-
ca del capital que piensa globalmente y actúa localmente6.
Independientemente de sus propias contradicciones, el
capital mundial se integra y subordina a un nuevo régimen, y el
imperialismo va dejando de ser un momento, una fase, para
transfigurarse en una estrategia que no deja de ser ejercicio de la
fuerza brutal como puro momento, ejecutoria de movimientos
tácticos y contingentes a sí mismos. Forma expresiva de la coer-
ción del capitalismo global integrado.
Por eso, a pesar de sus infinitas contradicciones internas,
no deja de ser hoy en día, cada vez más, un efecto de superficie
de la condición globalizada del capital, una puesta en escena de
su funcionamiento como totalidad social concreta, que unifica
fuerzas y pasa a ser una táctica de poder, allí donde se presentan
tensiones; una suerte de operación de poder sobre los Estados
nacionales subordinados o Estados periféricos.
Marx decía que el capital en su movimiento extensivo
hacia la mundialización, coloniza y recupera por territorializa-
ción. No tiene patria y borra las fronteras. No respeta la confor-
mación de los Estados nacionales y liquida por medio del ejerci-
cio de la fuerza hegemónica de la monopolización de los merca-
dos y por sobreproducción, reduce las contradicciones intercapi-
talistas, acoplándola a una red extensa y contradictoria de rela-
ciones integradas.
Esta lógica recuperadora, producto del cambio tecnoló-
gico, a partir de la construcción de un nuevo dispositivo hege-
mónico (información-comunicación), impacta por aceleración el
espacio epocal y se reproduce, no sólo en el terreno de las lógi-
Crítica de la Razón Mediática

cas administradas de dominación y control, también crea unida-


des discursivas y matrices epistemológicas de nuevo signo, que
tensan y producen cambios en las construcciones de las ciencias
Juan Barreto

6 Véase: S. Žižek, La revolución blanda, Atuel, Buenos Aires, 2004.


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A modo de preámbulo

50 sociales, alterando también la relación de saberes fundantes de


las llamadas “ciencias duras”.
El campo de tensión de dichos dispositivos de conoci-
miento crea nuevos lugares para otros conceptos que se abren
paso como régimen dominante de verdad. Por ejemplo, el con-
cepto cibernético de “información”, en tanto dispositivo de acu-
mulación racional y organizada de datos, saltó de la informática
a otras disciplinas y colonizó, desde la década del 40, a parte del
mundo paradigmático de la Física y la Biología.
Por ejemplo, Se define ahora del ADN como una “cinta”
de memoria proteica, ordenadora de fragmentos de datos de
información descifrable y reproducible; o se habla de células
madre, como banco de información matriz. Es decir, se reduce
un evento y un proceso a una matriz de conceptos hegemónicos,
sin pensar que el ADN es una construcción-proceso cuya com-
plejidad alcanza a una explicación que puede tocar, desde ese
espacio matricial, varios mundos y modelos de conocimiento,
construyendo nuevos saberes, pero hoy queda atrapado al inte-
rior del dispositivo de saber de la informática, lo que impide una
visión que va más allá de tal límite.
La llamada revolución de la biología, va de la mano con
el universo conceptual de la cibernética y de este modo, el mode-
lo organicista-mecanicista fue reducido a favor de los ordenado-
res. Para algunos, una célula humana y un micro chip son más o
menos lo mismo. Todo puede ser replicado y sólo es cuestión de
tiempo e inversión en investigación. Aboliendo así, desde esta
epísteme, toda la complejidad en la comprensión de la potencia
de la sustancia de la existencia de aquello que llamamos “mate-
ria” y el asombroso milagro de la vida sobre la tierra.
Ello, al punto en que reputados científicos como J.
Crítica de la Razón Mediática

Pfeiffer, del ITM, en su libro The thinking machine (1962), ya habla


de la automatización del nivel molecular como límite para avan-
zar en la construcción de un modelo más eficiente de compren-
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

sión que limita el esfuerzo científico, en la medida que se descifra 51


“la información” del “código genético” y otras barbaridades fun-
cionalistas que no valen la pena repetir. Este científico, con gran
influencia en el mundo de las élites políticas norteamericanas,
llegó a asegurar que la revolución informática era parte de la evo-
lución de la especie humana y como tal no podía ser regulada por
ninguna ley del hombre, ni ninguna otra, así ésta fuera natural.
Esto permitió años después (1987), a J. Kemeny, asegurar
que se podría programar a los seres humanos como se programa
un ordenador, llenando el cerebro, con «una capa de informa-
ción básica», a la que llamó «evolución simbiótica» o «evolución
cibernética». Podríamos agregar cientos de nombres y argumen-
taciones a esta lista de nuevos cruzados, dotados de un discurso
cada vez más aceptado y difundido, que asegura la eficacia del
mito y el optimismo sobre el progreso tecnológico.
Tal dispositivo de saber es ya una excrecencia proliferan-
te, que actúa por contaminación y chantaje sobre la producción
de nuevos conocimientos y se erige en obstáculo epistemológi-
co. Hay para todos los gustos. Desde los desmelenados y vocife-
rantes defensores del nuevo dispositivo, hasta los discretos
observadores que, como F. J. Dyson, guardan distancia pruden-
cial en relación a la presunta universalidad del nuevo dispositivo
de saber, con argumentos ambiguos, como el relativo al metabo-
lismo y la duplicación, en tanto dos funciones primarias de las
células vivas, pero observándose que la duplicación en el caso
de los virus depende del metabolismo de otra célula, la recepto-
ra, de modo que no existe separación absoluta entre el hardware
y el software.
Esto implica que no existe una ley que impida a las pro-
teínas ser base de la información, ni que éstas sean procesadas
Crítica de la Razón Mediática

por los ácidos nucleicos. Aunque, de todas maneras, la metáfora


continúa siendo acertada «para describir la organización de la
célula»7. Por ejemplo, se olvida o deja a un lado los experimen-
Juan Barreto

7 F. Dyson, El infinito en todas direcciones, Metatemas, Barcelona, 2004.


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A modo de preámbulo

52 tos llevados a cabo sobre el comportamiento emocional del


agua, recogidos en “el mensaje del agua” (de la cual estamos for-
mados en un 80%), por Masatu Emoto (1992) en numerosas
universidades japonesas y americanas.
No es de extrañar, por ende, que en el discurso de la vida
ordinaria, mucha gente haya adoptado términos como “progra-
mación neurolinguística”, “cerebro triuno”, “auto programa-
ción” y toda una suerte de discursos que circulan sin ninguna
alcabala ético-política. Para R. Jastrow, por ejemplo, otro pro-
hombre de las nuevas tecnologías, la evolución de la especie
humana ya terminó y ahora viene el ordenador. Lo cual significa
la posibilidad de que emerja una “especie ciberg” que surja del
hombre, pero que supere sus logros, del mismo modo en que fue
superado el homo erectus, y que con tal posibilidad sea el silicio
el que haga la nueva forma de vida inteligente.8
Lo mismo ocurre a partir de los últimos descubrimientos
sobre el átomo, el electrón y el universo de partículas que lo con-
forman. Allí se ha instalado un debate fuerte que también está
cruzado por las mismas tensiones producto de la epísteme domi-
nante que amenaza, incluso, sólidas investigaciones como la teo-
ría de Schrôdinger, de 1943, sobre la duplicación mecánico-
cuántica del gen.
Tan sólo 5 años después, en 1948, John Von Neumann
dio una conferencia en Princenton, en la cual introdujo la metá-
fora de la célula viva como ordenador autómata. Esto bastó para
que se produjera una desbandada científica y nadie más conti-
nuara el camino iniciado por Schrödinger. Nosotros creemos
que es igualmente peligrosa la aplicación de una tecnología sin
fundamento ético, asumiéndola como un paradigma universal
neutro, que critica sin fundamentos cualquier nuevo dispositivo
Crítica de la Razón Mediática

de saber poder.
Pero resulta que toda idea con pretensiones de verdad
proviene de un universo en el que intervienen además de los
8 R. Jastrow. Citado por Dyson, en El infinito en todas las direcciones, Metatemas,
Juan Barreto

Barcelona, 2004.
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A modo de preámbulo

conceptos, el azar, el caos, las pasiones, la experiencia, la memo- 53


ria, el olvido, las necesidades, los intereses dominantes, las ten-
siones sociales y hasta la percepción reticular más íntima, en fin,
la voluntad humana como subjetividad general o “genio de la
especie”, diría Nietzsche.
Esto implica advertir que las emociones y los deseos,
como ya se sabe, son la base de las operaciones del hipotála-
mo en cuanto máquina de producción de hormonas y grupos
de proteínas complejas que conforman los polipéptidos, suer-
te de llaves químicas que se asocian a las células, se disparan
para producir estados de ánimo que convertimos en percep-
ciones y en cadenas de asociaciones, de donde surgen las
ideas-emociones.
En esa dirección y desmintiendo cualquier aproximación
puramente informático-funcional, Antonio Damasio construye,
desde la noción spinoziana de afecto, una teoría neurobiológica
de las emociones y los sentimientos. Este investigador concluye
que el dolor y el placer se asocian en nuestras mentes de mane-
ras no programadas, en estados emocionales no siempre corre-
lacionados. Sentimientos concretos «y hasta el comportamiento
ético», pueden ser afectados por la pérdida de un sector especí-
fico de los circuitos cerebrales que lo contenían, o por micro
alteraciones físico-químicas del mismo.
Así, cada cerebro tendría un mapa común y a su vez, una
configuración específica, tal cual ocurre con una huella digital.
Lo que sugiere la localización física de la emoción-sentimiento y
la imposibilidad de replicar el tipo de conexión neurológica que
lo hizo posible. Así, proceder a cartografiar la geografía del cere-
bro, sostiene Damasio, comporta admitir la asociación de su fisi-
calidad constituyente y las expresiones singulares que ocurren en
Crítica de la Razón Mediática

el cuerpo entero de la experiencia de cada ser humano. Lo que


significa que el misterio sobre cómo sentimos-pensamos, deven-
ga cada vez menos misterio.9
Juan Barreto

9 A. Damasio, En busca de Spinoza, Crítica, Barcelona, 2005.


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A modo de preámbulo

54 Tal perspectiva abre un abanico de preguntas: ¿Puede una


teoría general de La Información-Comunicación, tener preten-
siones universales y dar cuenta de dicha complejidad? ¿Será que,
como predijera M. Foucault, hemos llegado a la muerte del hom-
bre y al surgimiento de otro espacio de saber-poder-lenguaje,
capaz de designar nuevas figuras de sentido superadoras de lo
humano como discurso dominante, gracias a la hegemonía del
nuevo paradigma tecnológico? ¿Podremos replicar en términos
puramente maquínicos las emociones-sentimientos prescindien-
do del encuentro con la experiencia?
Otros autores que intervienen en esta polémica son G.
Edelman y G. Tononi, para quienes la conciencia o estado de
subjetividad, fue evadido durante mucho tiempo por las llama-
das “ciencias concretas”, abandonadas a la especulación de la
filosofía, sin dar cuenta de las múltiples inteligencias humanas.
Razón por la cual estas ciencias no dieron lugar al hecho de que
la experiencia conciente emerge como efecto del modo de fun-
cionamiento de cada cerebro individual10.
Por lo que las conexiones neuronales aleatorias que reco-
gen la experiencia quedan articuladas a emociones. Ello explica
que procesos bioquímicos y eléctricos activados emocionalmen-
te, que proceden a almacenar y a recordar de manera unitaria e
indivisible, pueden, sin embargo, expresarse en estados concien-
tes distintos, infinitos e ingentes.
Sobre este asunto, E. Beauport sostiene que la materia
del cerebro es energía en movimiento continuo y para D. Bohm,
en sintonía con D. Chopra, los procesos que almacenan la emo-
ción-experiencia de la conciencia son de carácter cuántico, una
creación del mundo siempre original. Es decir, una misma expe-
Crítica de la Razón Mediática

riencia puede derivar en distintos estados emocionales subjetivos


que deciden la realidad individual o colectiva.
Juan Barreto

10 G. Edelman y G.Tononi, El universo de la conciencia, Crítica, Barcelona, 2002.


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A modo de preámbulo

Son los llamados qualia neuronales que resultan de un afue- 55


ra no dependiente únicamente del cerebro. Dicho de otro modo,
los cuantos de memoria son fractales y rizomáticos, lo que
Shopenhauer denominó «el nudo del mundo» de la razón suficien-
te. ¿Podrá esta compleja operación: conciencia-realidad-emo-
ción-sentimiento, ser algún día reproducida? Žižek, en su estilo
provocador, asegura:
Si la próxima década produce la unificación de los múltiples medios
de comunicación, en un sólo aparato que combine las características
de una computadora interactiva, un televisor, un equipo de video-
audio, y si Microsoft, realmente consigue convertirse en el dueño casi
monopólico de ese nuevo medio universal, controlando no sólo el
lenguaje que se emplee en él, sino también las condiciones de su apli-
cación, entonces es obvio que nos enfrentaremos con una situación
absurda en la que sólo una gente, libre de todo control público,
dominará la estructura comunicacional básica de nuestras vidas, y
será, por lo tanto, más poderoso que cualquier gobierno.
Lo que da pie para más de una intriga paranoica. Dado que el len-
guaje digital que todos usaremos habrá sido hecho por hombres y
constituido por programadores, ¿no es posible imaginar a la corpo-
ración que lo posea, instalando en él un ingrediente de programación
secreto que le permita controlarnos, o un virus que ella misma podrá
detonar, interrumpiendo nuestra posibilidad de comunicación?
Cuando las corporaciones de biogenética firman su propiedad sobre
nuestros genes, patentándolos, lo que también hacen es plantear la
paradoja de que son dueños de las partes más intimas de nuestro
cuerpo. De modo que todos, sin ser concientes de ello, ya somos
propiedad de una corporación.11
Crítica de la Razón Mediática

11 S. Žižek, Conferencia, Universidad de Buenos Aires, Abril 2003.


Juan Barreto

(Mimeografiado).
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A modo de preámbulo

56 La era de las conexiones

…Impera una idea fija, surgida de una pulsión


atávica concentrada en la posesión y en
la acumulación de bienes, pero hoy día desfasada,
pues ya no se le vincula a percepciones tangibles, a
operaciones en las que subyacen activos reales o
incluso simbólicos, sino a fluctuaciones virtuales
de la especulación, de apuestas alucinantes… En
nuestro tiempo, la riqueza ya no estriba
en la posesión de especies palpables, como el oro o
incluso la moneda. Ahora se ha desviado, es móvil
e inmaterial y se agita, abstracta y furtiva, en los
intersticios de las transacciones especulativas, a
tenor de su velocidad. Procede más de los flujos
especulativos que del objeto de esa especulación.
Esa avidez orientada hacia frenesíes virtuales
engendra la acción devoradora instituida de todos y
de todo por unos pocos, y es una avidez que se
pretende universal, autónoma, exenta de todo
control, al tiempo que se revela incapaz
de dominarse siquiera.

V. Forrester.

Tal como lo analiza Fernando Mires, en La revolución que nadie


soñó12, la naturaleza de los cambios está impactando a la civiliza-
ción de manera transversal y ya lo estamos contemplando. Esto
es tan cierto que incluso algunas minorías avanzadas política-
mente, como los zapatistas, además de organizaciones delictivas
como el narcotráfico, grupos fundamentalistas de diverso tipo y
cualquiera que quiera ser escuchado, sabe cómo hacer uso de
estas tecnologías y está metido en las redes. Sin entrar en ningún
tipo de consideraciones de otra índole, hay que usar la tecnolo-
gía “superior” porque está allí como un destino, y punto.
Crítica de la Razón Mediática

Además, otros grupos y actores sociales distintos a las


clases tradicionales, están apareciendo y creando nuevas costum-
Juan Barreto

12 F. Mires, La revolución que nadie soñó, Nueva Sociedad, Caracas, 1995.


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A modo de preámbulo

bres que no tienen nada que ver con lo que se ha conocido hasta 57
ahora13. Lo que supone la aparición de problemas éticos y polí-
ticos más peliagudos que las discusiones que hoy todavía, aun-
que nada desdeñables, preocupan a algunos sobre los contenidos
de La TV, sin entrar en otras consideraciones de mayor o distin-
ta profundidad.
Los eventos de nuevo tipo también son el producto del
trabajo vivo y en ese sentido trabajo subjetivo y subjetividad
general, por eso son condiciones generales de producción de
sentido que pueden ser leídas y asimiladas por las nuevas gene-
raciones humanas como diagramas de fuerzas que operan desde
su propia existencialidad, como generadores de actualidad que
obran produciendo obsolescencias humanas no adaptadas al
cambio tecnológico.
Es decir, el nuevo dispositivo también crea una nueva
fragmentación y corte, un nuevo pliegue intersubjetivo como el
ocurrido entre el hombre del campo y el de la ciudad. Se trata de
un dinamismo que en un mismo espacio territorial, actúa despla-
zando a numerosos contingentes sociales no habituados o entre-
nados en la comprensión y uso de la nueva tecnología. A este
efecto se le conoce bajo el lugar común de brecha social o brecha
generacional tecnológica.
La tendencia es a que los cambios profundicen la diferen-
cia respecto a los usos y consumos del dispositivo información-
comunicación-actualidad, por ejemplo, que el mundo de los lla-

13 Uno de estos nuevos actores son las nuevas tribus sociales que se están agru-
pando alrededor de los hipertextos y del cyberespacio. Los cyberpunks contie-
nen en su interior a los hacker, cyfer, cyberhippies y demás especies que hoy pulu-
lan alrededor de la tecnología. Tienen sitios en donde se reúnen, realizan
encuentros mundiales, congresos, peticiones a los gobiernos y los más radica-
Crítica de la Razón Mediática

les practican nuevas formas de terrorismo y piratería que desconciertan a la


banca mundial y a los gobiernos creándoles verdaderos dolores de cabeza.
Estos actores, casi todos muchachos menores de 30 años, son capaces de
generar crisis planetarias parecidas a los conflictos de la ciencia ficción.
Algunos de ellos ya se están planteando novedosas formas de participación
política y comienzan a hablar de los problemas de la subjetividad a la luz de
estos cambios. Al respecto véase: J. Mayo, La contra cultura digital, Gedisa,
Juan Barreto

Buenos Aires, 1999


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A modo de preámbulo

58 mados adultos, quienes siguen creyendo que lo más avanzado en


tecnología es un automóvil, sea cada vez más distante en relación
con los nuevos usuarios y consumidores de tecnologías.
Pero más preocupante aún, resulta el lugar de la tecnolo-
gía en la profundización de la brecha entre pobres y ricos, además
de la crisis institucional y las tensiones que se proyectan entre
países y continentes. Para asimilar este proceso acelerado, los gru-
pos políticos y las clases dirigentes de siempre no están suficien-
temente preparados y sus discursos no le dicen nada al porvenir.
«Un paisaje de acontecimientos acelera el tiempo de las for-
mas de memoria y de olvido»14. El delirante golpe de estado
mediático cotidiano crea un desequilibrio entre el mundo de la
vida tradicional y el de la producción de la información-mundo.
Tal como lo dijera McLuhan, «el medio mismo es el aconteci-
miento», que no el mensaje. Esta perspectiva cruza de algún
modo la preocupación de Antonio Pasquali, un teórico que, en
su Bienvenido Global Village, siente que los intelectuales sufren de
una fatiga bostezante ante los cambios; sin embargo, asume una
postura ambigua y dual, que es fiel reflejo del debate y de todo
lo que se juega en torno a los nuevos desarrollos de la comuni-
cación y sus efectos:
Internet, una feliz disolución en interactividad de las viejas dictaduras
unidimensionales, políticas y de mercado, en el campo de las comuni-
caciones. El último tranquilizante universal, con desvío automático de
contestadores exhibicionistas al archivo muerto del anonimato un
avance tecnológico ‘con hormonas’ sobrecargado de ciberexplicacio-
nes efectistas. El arma final de la mercantilización globalizadora. El
instrumento definitivo de la democratización del saber.15

Una de las aristas más importantes que se abre en este


debate es la referida al papel de la tecnología en cuanto nueva
Crítica de la Razón Mediática

forma de control social, o sea, como nuevo diagrama del poder.


En tal sentido, investigadores de todas las latitudes se preocupan
por la naturaleza de este nuevo diagrama que comienza a anun-

14 P. Virilio, Un Paisaje de acontecimientos, Paidós, Barcelona, 1998.


Juan Barreto

15 A. Pasquali, Bienvenido Global Village, Monte Ávila, Caracas, 1998, p. 285.


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A modo de preámbulo

ciarse, al que llamamos sociedad del control y que iremos expli- 59


cando entrado el texto. Carlos Colina, en un ensayo sobre el
tema, dice:
Las nuevas formas de control social están relacionadas con los
desa-rrollos tecnológicos de las últimas décadas. Pero hemos de
aclarar en principio que estamos lejos de sostener una postura
determinista, ora tecnológica, ora sociológica. Si intrínsecamente
las tecnologías telemáticas y digitales parecen ‘evitar’ la intensifica-
ción de la vigilancia, también, y no en menor medida, abren nove-
dosos y expeditos canales de participación y lectura-escritura. Las
sociedades actuales y su infraestructura tecnológica de información
combinan potencialidades democráticas y también autoritarias de
manera simultánea.16

El trabajo de David Lyon17, sirve para comprobar que


mucha gente comienza a inquietarse por lo que denominan la era
Orwell. La data vigilancia, el sondeo, la televigilancia, las redes
de conexión que posibilitan la convergencia tecnológica estarían
preconizando tiempos panópticos. Aunque admite, en la onda de
M. Galbraith, el surgimiento, también, de contra poderes y nove-
dosas formas de resistencia. No es un azar que en nuestro país,
y en otros tantos, la legislación se apresure a poner al día temas
como la firma electrónica, el registro de documentos y de marca
en redes electrónicas, y de datos, como prioridades de los
Estados, a fin de evitar la canibalización.
Los linderos entre público y privado se corren en la
medida en que algunas tecnologías tienden a la verificación y el
control. ¿Quién tiene derecho a incorporar, modificar o añadir
datos sobre una persona en sus archivos o acceso a sus registros
informáticos? ¿Son los bancos de datos, los nuevos genes socia-
les, la memoria digital es individual o social?, y en ese sentido, ¿es
posible una diferenciación que cree un campo de delimitación de
Crítica de la Razón Mediática

espacios regulables, en el momento en que la llamada “lucha

16 C. Colina, “Nuevas formas de control social: ¿panopticismo electrónico o


seducción postmoderna?”, en Anuario del ININCO, Nº 11, Caracas, 2000, p. 25.
Juan Barreto

17 D. Lyon, El ojo electrónico, Alianza, Madrid, 1998.


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A modo de preámbulo

60 mundial contra el terrorismo” interviene estos nuevos territo-


rios sin discusión ni consideración alguna?18
Recientemente, la agencia española de noticias EFE,
reportó la instalación de micro-chip en seres humanos para el
control de actividades del personal que labora en la empresa de
video-vigilancia Citywatcher.com, de Cincinati, Ohio. Así, dice su
presidente, Sean Darks, cuentan con una pieza de silicona del
tamaño de un grano de arroz y con ella sabrán donde se encuen-
tra cada trabajador a cada hora y que actividades realiza, incluso
podrán rastrear enfermedades y otros comportamientos de su
organismo.
Estos microcircuitos son por ahora, obra de la empresa
Verichip, filial de Applied Digital Solutions de Florida, presidida por
John Procter. Esta empresa, en octubre de 2004, recibió el con-
sentimiento por parte de la Dirección de Alimentos y Farmacias
de EEUU, La FDA, para comercializar masivamente el produc-
to, el cual ya está a prueba en el Departamento de Justicia de
México y en discotecas en España, para evitar fraudes.
La empresa calcula que para finales de esta década,
habrán millones de seres humanos con distintos implantes elec-
trónicos en el cuerpo. Aparatos que pueden, o no apagarse. En
este mismo sentido Genoma Dinamic, empresa dedicada a la inge-
niería genética, avanza en investigaciones y patentes para la masi-
ficación comercial de productos, en donde la conformación de
la sustancia de la vida humana es el principal mercado.
A propósito de la ingeniería genética, S. Žižek advierte
que el problema último no reside en sus consecuencias impre-
visibles al clonar personas (¿qué ocurrirá si creamos mons-
truos-digamos-humanos sin responsabilidad moral?), sino en la
manera en que la ingeniería biogenética afecta fundamental-
Crítica de la Razón Mediática

mente nuestra noción de “educación”, pues en lugar de educar

18 Véase también de C. Colina, “Telemática y control social”, en Anuario del


ININCO, Nº 8, Caracas, 1996-1997, pp. 151-188. Y a J. Sulston. El genoma y
Juan Barreto

la división de clases, Tebeo, Bogotá, 2005


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A modo de preámbulo

habría que programar genes para lograr, por ejemplo, “espon- 61


táneamente”, un niño con tendencias “naturales” a la música o
a obedecer órdenes.
¿Surgirían dos clases de personas y distintos regímenes
de derecho? ¿Quién será más “perfecto” o “superior”?
¿Podremos escapar -y en todo caso, es o no deseable- a este
nuevo modo de producción de lo humano como técnica de
desidentificación y nueva frontera?
Procesos en acto como este, plantean interrogantes ante-
riormente no asumidas por las ciencias sociales. Estas tecnologí-
as aparentemente inofensivas, nos permiten retomar las reflexio-
nes de investigadores como Langdon Winner19, para quien la
tecnología moderna es una forma omniabarcante de organizar al
mundo y de reificar el poder.
Y agregamos, que un potente artificio que transforma
todo lo que está a su alcance, sea material, espiritual o humano
-y esto no necesariamente, dice, es una postura moral, sino una
constatación-, pues el conjunto tecnológico crea sus propias
necesidades, modificaciones, reificaciones, usos, costumbres,
síntesis; en fin, define el alcance de una lógica de sentido.
Y no se trata sólo de la lógica instrumental weberiana-
frankfurtiana, sino también de muchas otras formas de relacio-
nes perceptivas, afectivas, estéticas, políticas, que producen el
llamado y preocupante efecto de adaptación inversa, es decir,
los fines humanos al servicio de los modelos y los medios tec-
nológicos disponibles, hasta convertirlos en valores universa-
les, legitimados por la presunta neutralidad tecnológica.
Asistimos, entonces, a una suerte de inversión de la carga del pre-
supuesto tecnológico.
Crítica de la Razón Mediática

Al respecto, J. Rancière sostiene que el sobrepliegue tec-


nológico pone en cuestión el concepto mismo de igualdad y de
inteligencia, al proceder por desmaterialización informática de
Juan Barreto

19 L. Winner, La ballena y el reactor, Gedisa, Barcelona, 1987.


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A modo de preámbulo

62 ambos conceptos, y en la medida en que desmaterializa los pro-


cesos de producción de riqueza, también aumenta el embruteci-
miento masivo, por sobre-exposición a la superabundancia infor-
mativa, o por sobre-explotación del tiempo y el trabajo, como
ocurre actualmente en buena parte de Asia. Manejo especulati-
vo de los precios de la energía y su creciente importancia para
sostener el complejo industrial militar del mundo de las nuevas
tecnologías.
Esto define la época, sus formas de poder y de construc-
ción de la subjetividad. Conocer, pensar, almacenar y saber se
confunden de manera indiferenciada, pasando a ser emplaza-
mientos estratificados anclados y dirigidos al consumo de infor-
mación y a la circulación de la comunicación así planteada.
Es la nueva razón instrumental tecnológica como impe-
rativo sistémico dominante, actuando desde la razón técnica.
Entonces, el problema de los usos, emplazamientos, estrategias y
momentos de la tecnología pasan a ser también problemas éti-
cos, políticos y por supuesto, de la epistemología matricial de
cualquier teoría.
Tiene razón Winner cuando dice: «Más que un neo-
ludismo tecnológico, lo que estaría planteado sería preguntarse
la cuestión del significado de las tecnologías de la información
sobre nuestras vidas y qué cosas ocurren en y con nosotros
mismos».20
Que nadie se escandalice, no estamos planteando que
todo tiempo pasado fue mejor y que la rueca y el machete supe-
ran al computador y al teléfono móvil. También somos usuarios
de Internet y consumidores de cuanta oferta tecnológica salga al
mercado; por cierto, mientras más mega bites tenga el objeto,
pues mejor.
Crítica de la Razón Mediática

Pero también quisiéramos dejar claro que en cada acto


aparentemente inocente de cada nueva práctica, se juega el
Juan Barreto

20 Ibid., p. 123.
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A modo de preámbulo

futuro y que guardamos distancia prudencial del fanatismo 63


extremo que de ambos lados se instala para celebrar todo lo
que sea digital.
Como expectantes observadores de los prodigios tecno-
lógicos, queremos decir que nosotros también estamos doble-
mente sorprendidos: por un lado por la conmoción escéptica
que produce la falta de reflexión sobre el tema, y por el otro,
por el asombro que concita que tantas y tantos se dejen sedu-
cir sin remedio por la promesa tecnológica, la cual, en términos
generales, ya es de suyo un dispositivo de poder y control de los
mundos de la vida.
Sin embargo, muchas propuestas teóricas no terminan de
construir un campo de definiciones que permita una lectura
compleja del asunto y se contentan con alegatos que no son más
que un ejercicio contemplativo del devenir tecnológico.
Tal situación hace oportuno recordar que Marx inicia el
intento de una epistemología radical en relación a la tecnología,
cuando en El Capital, afirma que la gran industria obliga a la
sociedad a reemplazar al individuo fraccionado, de modo que la
frase “¡Zapatero a sus zapatos!”, sensata en el período artesanal
y manufacturero, se torna locura después que el relojero Watt
inventa la máquina de vapor, el barbero Arkwright el telar conti-
nuo y el platero Fulton, el barco de vapor.
El abandono de una teoría crítica del fenómeno tecnológi-
co ha repercutido en el oportunismo intelectual de aquellos que
optan por una retórica indefinida que asume como natural el
impacto de el cambio, y por ello mismo, no es capaz de decir hacia
dónde va y qué mundos pretende o puede construir a partir de si
misma, ¿Será acaso, un universo más allá o más acá del mercado?
Crítica de la Razón Mediática

Mientras esto pasa, grandes y sonadas empresas gastan


cientos de millones de dólares al año y un alto porcentaje de sus
ingresos en investigación tecnológica y así logran dar a luz a nue-
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

64 vos dispositivos de sobrepliegue hiper-tecnológico: cada vez más


aplicables, veloces, inteligentes y “sensibles” como la autoesteros-
copia, o mirada simultánea por aplicación tecnológica.21
Así mismo, millones de seres humanos se la juegan apos-
tando a la democratización de las redes y al acceso a la tecnolo-
gía de la información. ¿No estaremos aceptando positiva o nega-
tivamente el cambio sin chistar y saltándonos algunos pasos en
la comprensión del fenómeno y en sus rumbos posibles?

Las urgencias de la teoría

Es imaginable y exigible una razón mucho más


compleja, una razón perversa y polimorfa, que no
considere el absurdo como algo ajeno a su gestión
ni anatematice el éxtasis por ‘improductivo’; una
razón dispuesta en todo caso a volverse contra sí
misma, contra sus principios ‘inmutables’
y a recuperar todas las dimensiones de que
ha prescindido en favor del aumento
de la producción y de la eficacia industrial.

F. Savater.

El tiempo en el que se escriben las cosas, en el que se leen, en el


que se piensan y en el que se distribuyen entre los lectores, así
como las angustias y las alegrías del material ahora expuesto, no
son las mismas en cada momento: las pasiones de un texto no
son un tiempo simultáneo. Las mediaciones que se crean entre lo
que se quiere decir y lo que finalmente se dice, también están cru-
zadas por numerosas intercepciones e interpretaciones tecnológi-
Crítica de la Razón Mediática

21 “El proceso a una economía informática necesariamente implica un cam-


bio en la calidad y la naturaleza del trabajo. Esta es la implicación sociológica
y antropológica más inmediata de la transición de un paradigma económico a
otro. Hoy la información y la comunicación han llegado a desempeñar una
función esencial en los procesos de producción…El proceso que estamos
describiendo no es meramente formal, es material y se realiza en el terreno
Juan Barreto

biopolítico. T. Negri. Imperio, Paidós, Barcelona. 2002, pp. 269 y 327.


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A modo de preámbulo

cas, o de otra índole, por eso a veces, lo escrito no siempre coin- 65


cide con las intenciones esperadas –o aspiradas– desde “el autor”,
ni con las lecturas posibles de los “receptores”.
Quisiéramos, con Derrida, un texto que se coloque fuera
de sí mismo, escrito, producido, diría Nietzsche, «a golpes de
martillo y olvido de paraguas». A punta de fragmentos, interro-
gantes no resueltas y mucha idea suelta vagabundeando por allí
en el texto, como angustia expresiva o tal vez líneas de fuga que
pretenden otro alcance aquí no realizado, pues escribir es un
gesto de un cuerpo con sus mezclas de pasiones. He aquí el des-
propósito y la pretensión de estas líneas.
De todos modos, en un mundo en donde tiempo, espa-
cio, soporte y representación están siendo cuestionados por las
nociones de contexto, intertextualidad, simultaneidad, hiperrea-
lidad, virtualidad, simulacro, mediación, actualidad y aconteci-
miento tecnológico, por citar algunas nociones todavía en proce-
so de ser descifradas, aparece como necesario decir que desea-
mos un texto que pueda ser leído en tiempo presente y que sea
capaz de agregar algo contra el consenso desde donde se piensa
la esfera de realidad mediática y su dispositivo dominante: la
Información-comunicación.
Otro punto que quisiéramos tocar, es el referido a la
extensión de la lógica organizadora de la producción, el consu-
mo, los mercados y la circulación de dicho dispositivo informa-
ción-comunicación, y su metástasis que hace prótesis al interior-
exterioridad, del territorio espeso de la subjetividad, haciendo de
él un espacio de instauración y operación de un régimen de sen-
tido que, por ahora, diremos, funciona como mercado instalado
y subsumido en el mundo de la vida, gobernando desde las men-
Crítica de la Razón Mediática

talizaciones, expresándose en la esfera de lo privado, en la inti-


midad y hasta en los pensamientos oscuros de la individuación:
el biopoder, en términos de Foucault.
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

66 Partimos de la idea de que el sentido actúa en los sujetos


como conjunto de energías modelizadoras de su imagen y como
móvil de la acción de los mismos, proliferando desde allí, discur-
sividades al infinito, vaciando y reformateando para decirlo en para-
doja cyborg, el destino, marcando la actualización y obsolescencia
de las cosas, acelerando y delimitando procesos, estableciendo
movilidades y recomposiciones en forma de recortes.
Lo que llamamos producción, consumo y tráfico en el
universo de los massmedia es, de alguna manera también, la pro-
pia existencia de lo social en el acto de su propia representación
y en su configuración como nuevo sentido. Es a este proceso
concreto, a esta forma del biopoder, al que llamamos performati-
vidad massmediática, es decir, una dinámica nueva en la escena de
lo social, con alcances teóricos ilimitados.
Para nosotros, lo massmediático no es sólo la industria
del ocio (efecto de superficie), entendida como los lugares cono-
cidos institucionalmente como medios de comunicación de
masas. Es, en cambio, una dimensión de lo real regodeada en las
técnicas relacionales de los sujetos, en sus discursividades y en
sus prácticas. Lo mediático está implícito de manera consustan-
cial al nuevo modelo asumido por la reconfiguración del modo
de producción de la civilización del capital.
El gusto22, por ejemplo, en la subjetividad, es la fase ter-
minal, el efecto de superficie de un dinamismo energético de
naturaleza nueva: la mediación, de la producción de realidad-
actualidad-instantaneidad, como forma continua de la circula-

22 “Sin duda las vueltas y revueltas de la moda no pueden ser separados del
inmemorial ethos del despilfarro demostrativo de las luchas simbólicas que
acompañaron la expresión de los nuevos focos de riqueza… una nueva relación
con la individualidad se abre paso, la moda conjuga siempre el gusto por la imi-
Crítica de la Razón Mediática

tación y el gusto por el cambio, conformismo e individualismo, aspiración a


fundirse en el grupo social y deseo de diferenciarse de él, siquiera sea en peque-
ños detalles… dichas exigencias vienen sencillamente a remontar el consumis-
mo, la consagración de los goces privados, el derecho democrático a la felici-
dad. Es la cultura de masas materialista y psicológica lo que ha constituido el
gran vector de la democratización sufrida por la relación con el lujo”. G.
Juan Barreto

Lipovestsky y E. Roux, El lujo eterno, Anagrama, Barcelona, 2004, pp. 45-67.


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A modo de preámbulo

ción23. La mediación es un interfaz, un instante-acontecimiento 67


que determina el gusto, efecto de superficie del gesto, expresión
materializada de la relación mítica entre el objeto y el consumo,
asumidos en un mismo movimiento de fusión y simultaneidad.
Es un ejercicio, una práctica de la voluntad de la subjeti-
vidad, una puesta en escena. El gusto de los tiempos que corren,
acelerado también por el dispositivo información-comunicación,
es definido por Omar Calabrese24 como confuso y fragmenta-
rio: un “aire de tiempo” que invade a los fenómenos culturales y
compromete la existencialidad material de los campos de saber
de manera diferente a como ocurría antes, y sólo comprensible
desde la catástrofe, lo fractal, los eventos rizomáticos y las
estructuras disipadoras no lineales o complejas.
Este fenómeno crea nuevas filiaciones y lecturas del
mundo que impactan con fuerza al universo simbólico de la
modernidad. Afirmamos con Calabrese, que los fenómenos
estéticos, los saberes, las tecnologías y hasta el pensamiento, son
parte del nuevo espacio informativo, y en consecuencia el nuevo
lugar de lo comunicativo, al que podemos aproximarnos, más
desde una mecánica cuántica de lo social, que desde otros modelos:
Consideramos tales objetos como fenómenos de comunicación, es
decir, como fenómenos dotados de una forma y una estructura sub-
yacente. La idea es, la de que se pueden encontrar ciertas formas
‘profundas’ como caracteres comunes a objetos diferentes y sin apa-
rente relación causal entre ellos.25

¿Pero como llegar a la comprensión de este momento sin


entender la lógica interior de los intercambios, la circulación, las
transformaciones de “forma”, la actualización? Para ello consideramos
necesario, aunque sea de pasada, sentar las bases de lo que luego afir-
maremos como lógica del nuevo -y en proceso- dispositivo informa-
ción-comunicación y su excrescencia material: La mediática.
Crítica de la Razón Mediática

23 “La mediación se impone ahora como realidad absoluta del sistema infor-
mativo. Tal mediación aspira incorporar al individuo a una reedición de los
procesos primordiales de apropiación de sentido“. J. Martín-Barbero,
Pretextos, Gedisa, Barcelona, 1999, p. 83.
24 O. Calabrese, La era neobarroca, Cátedra, Madrid, 1993.
Juan Barreto

25 Ibid., p. 26.
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A modo de preámbulo

68 Cuestión de Método: La aventura de


hablar y escribir sobre lo múltiple
(O cómo dar con el problema)

El acontecimiento está allí antes que nada.


El acontecimiento y la imagen están allí primero,
simultáneamente, inextricablemente.
Acontecimiento-imagen. Imagen-acontecimiento.
Habitualmente, en nuestro universo mediático,
la imagen está allí en lugar del acontecimiento, esta
lo sustituye, y el consumo de la imagen agota
el acontecimiento por procuración. Esta visibilidad
de sustitución es la estrategia misma
de la información, es decir, de hecho, el intento de
alcanzar la ausencia de información por todos los
medios. De la misma manera, la guerra actual, es la
búsqueda de la ausencia política por otros
medios… Más allá de todas estas hipótesis, no veo
más, en efecto, que esta hipótesis soberana, en el
sentido en que Nietzsche hablaba de hipótesis
soberana del devenir (hay una hipótesis cero de la
inercia, la hipótesis mínima del cambio, la hipótesis
máxima de la historia y la hipótesis soberana
del devenir.

J. Baudrillard.

Lo múltiple es concreción de la potencia de la sustancia en su


devenir, diría Spinoza26. O «Proliferación de fuerzas y de poten-
cias singulares», como lo define Colson27. Entendemos lo múl-
tiple como sustantivo que desplaza al pensamiento a zonas ines-
tables, sustituyendo la noción dialéctica uno-múltiple, por las
diferencias tipológicas entre las distintas multiplicidades, más allá
de las simples cuantificaciones numéricas.
Es el momento-acontecimiento que da cuenta de los
repliegues de lo real, en su movimiento divergente y en su con-
figuración. Es la genealogía del objeto que, en nuestro caso abor-
Crítica de la Razón Mediática

da lo mediático, o lo que se ha dado en llamar la nueva cultura

26 B. De Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, Orbis, Madrid, 1980.


27 D. Colson, Pequeño léxico filosófico del anarquismo, Nueva Visión, Buenos
Juan Barreto

Aires, 2001.
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A modo de preámbulo

de la mediación tecnológica, fundamentalmente en lo que se 69


refiere a la “figuración”, es decir, el mundo de un nuevo régimen
de sentido, esto es, régimen de expresión y régimen de conteni-
do de los medios, los algoritmos y el imperio del símbolo como
destitución del signo puro.
Todo esto lo hemos considerado a la luz de distintas
corrientes de investigación: desde los llamados postestructuralis-
mos y la semiótica hermenéutica, hasta enfoques que se cruzan
con estudios del caos (Balandier) en escenarios de alta incerti-
dumbre, que han sido planteados para abordar los problemas
desde una genealogía de la subjetividad (Del Búfalo).
Sin una revisión de la dimensión de este nuevo régimen
de sentido del signo mediático, sería inútil abordar el problema
de las teorías que pretenden dar cuenta del fenómeno comunica-
tivo, vinculadas a un despliegue de enunciados que operan en el
momento época conocido como el de las tecnodemocracias o
sociedades con déficit de lo político.
Desde esta revisión, intento dar cuenta de los eventos
discontinuos de este estado de ánimo de la cultura que algunos
teóricos llaman postmodernidad, marcado por el despliegue de
nuevas tecnologías de poder y nuevas tecnologías del yo
(Foucault), vinculadas al mundo telemático y a toda la lógica de
mercado asociada con esta realidad. Mas, cabe observar, que
este intento involucra el reconocimiento de que la cultura
mediática supone nuevos sujetos de sentido, nuevos actores y
nuevos escenarios.
Foucault, al hablar de dichos emplazamientos, se intere-
sa particularmente por aquellos que crean o hacen dispositivos,
aquellos que tienen la curiosa propiedad de actuar también
como agenciamiento al estar en relación con todos los demás,
Crítica de la Razón Mediática

pero de tal modo que suspenden, neutralizan, desplazan,


potencian o intervienen el conjunto de relaciones que, a través
Juan Barreto
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A modo de preámbulo

70 suyo, se encuentran designadas, reflejadas o pensadas, en luga-


res o no lugares.
Además, hemos considerado que la civilización
mediática también supone nuevos sujetos de sentido, nuevos
actores, nuevos escenarios y pliegues, polivalentes, mutantes.
Por eso quisiéramos una reflexión que cruce e impacte, en
primera instancia, al universo de sentido de lo mediático y
uno de sus resultados y mezclas finales en: los procesos de
subjetivación.28
La cuestión de las subjetividades colectivas y, también,
del sujeto colectivo, tiene que ver con ciertas condiciones de
enunciabilidad en un tiempo determinado y un grupo deter-
minado de individuos, sus prácticas, reglas, principios de vali-
dez, efectos, procedimientos y resultados. Es el problema del
quién en sus múltiples juegos de verdad, es decir, estrategias de
sobrevivencia y legitimación sin una ley cerrada e inmediata-
mente imperativa en estos juegos de verdad, pero si, unas
lógicas que se van haciendo dominantes. Siendo las alcabalas
y el punto de partida de cada orden nuevo de discurso y su
legitimación.
Por supuesto que en la refriega, siempre cabe la posibili-
dad de descubrir algo diferente y de cambiar más o menos tal o
cual regla, e incluso, en movimientos de fractura y de estratifica-
ción, de cambiar o hasta alisar el tejido estriado de todo el con-
junto del juego de verdad.
Entonces ¿Quién dice la verdad? Individuos o colectivida-
des capaces de hacerlo, libremente, en y dentro de la organiza-

28 "Y finalmente, ¿qué soy yo? ¿Qué es uno mismo? Y ante esta pregunta, la
Crítica de la Razón Mediática

subjetivación nos es mostrada entonces como un pliegue, como la forma


resultante de una fuerza que se afecta a si misma, mediante ella, ese afuera se
constituye en un adentro coextensivo que nada tiene que ver con la interiori-
dad. Y hay que atender con sumo cuidado a esta caracterización que Deleuze
hace del análisis foucaultiano de la subjetividad en sus últimos textos, como un
tercer dominio, derivado del poder y el saber, pero independiente, un tercer
dominio que es tanto condición de posibilidad del pensar como del resistir”.
Juan Barreto

M. Morey, "Prólogo" a G. Deleuze, Foucault, Paidós, Barcelona, 1987, p. 19.


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A modo de preámbulo

ción libre de determinado régimen de sentido que, desde sus 71


lógicas, organiza cierto diagrama de posibilidades, cierto consen-
so inserto en redes de prácticas y de instituciones coercitivas.
Pero, también, en esta compleja trama, surgen anomalías que se
comportan como aleatoriedad y línea de fuga. Ello entraña, asi-
mismo, un abordaje de las cuestiones relativas al método, que
irán apareciendo a lo largo del texto, cruzadas en los momentos
en que vaya apareciendo la conceptualización de lo mediático,
desde perspectivas teóricas que abren la posibilidad de pensarlo
de otro modo.
Me refiero a las perspectivas trazadas por pensadores
como Deleuze, Guattari y Foucault, así como a las expuestas
por la hermenéutica de Gadamer, Vattimo, Heidegger,
Cassirer, entre otros, cuyos aportes permiten replantear radi-
calmente la cuestión de la mediática como esfera productora
de sentido, de representaciones con pretensiones de verdad,
de los conflictos entre los enunciados tenidos como verdade-
ros en la construcción de los consensos, como agenciamien-
to y como dispositivo cruzado por líneas de poder-saber y
subjetividad.
Todo lo cual posibilita actualizar la pregunta por la polí-
tica, considerando el papel de las mediaciones massmediáticas en
la construcción de lo real, de las representaciones colectivas que
configuran el imaginario social, así como en la dimensión de los
procesos de formación de opinión pública, de la esfera de lo civil
y la ciudadanía.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 72

A modo de preámbulo

72 El drama de la escritura
(El cómo de la forma o estilo)

Las preguntas, como cualquier otra cosa,


se fabrican… El arte de construir un problema es
importante, antes de encontrar una solución, se
inventa un problema, una posición ante ese
problema. Escapar a las mismas preguntas
de siempre es ya de suyo parte del problema, es
difícil. Es un parloteo incesante hasta que surge la
pregunta nueva que debe ser devenir de una teoría,
un bloque de devenir . Los devenires son fenómenos
de doble captura, no de imitación ni de síntesis o
evolución; son fenómenos desbordados entre
distintos reinos. No son bodas con el objeto, pues
toda boda es contra natura en relación con las
parejas. Son enjambres de palabras impuras e
inexactas, donde no caben palabras limpias, pero si
señas dispuestas a señalar las cosas exactamente.
El reto es crear palabras extraordinarias desde
donde brote el estilo , es decir, aquello que se dice
extra palabra, en lengua extranjera, para nombrar
lo innominado, de lo que no tiene estilo, pues no
ha sido dicho; este objeto debe ser pronunciado
muchas veces, en multitud de lenguas, e incluso en
una sola lengua múltiple.

G. Deleuze.

Este libro ha sido escrito como un compendio de ensayos, es


decir, una “forma” que, en palabras de Adorno, nos permite
«inflamarnos sin escrúpulos […] apelando a la fortuna y al juego,
que son esenciales»29, para la creación. Y, también, ser escépticos,
ya que «el dogmático no ensaya», según dice Fernando Savater,
quien bellamente describe el ensayo como «una escritura doble,
Crítica de la Razón Mediática

crítica y jubilosa […] donde brotan de una misma raíz la protes-


ta contra el sistema total y el júbilo del texto»30.

29 T. Adorno, Minima moralia, Amenar, Barcelona, 1983, p. 112.


Juan Barreto

30 F. Savater, Apología de sofistas, Taurus, Barcelona, 1988, p. 32.


INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 73

A modo de preámbulo

Existe otro elemento que quiero destacar en relación con 73


el manejo de las fuentes, y es el comentario que desarrolla H.
Arendt a propósito de un ensayo que escribiera Benjamin sobre
Goethe. En su comentario, la autora adivina las pistas que son
posibles en un mosaico en el cual son citados y concurren con
fuerza diversos actores, diciendo: «prevalece entonces la sensa-
ción de que los autores citados y el texto pertenecen a una
misma tribu»31.
Esta misma inquietud aparece en el espíritu de Nelly
Richard: «Creo que el procedimiento de la cita tiene varios sen-
tidos... crear zonas de intersecciones... que pongan en relación
materiales que no habían tenido mucha oportunidad de inter-
cambiar sus señas»; y en la misma línea de Benjamin: «trabajar
con fragmentos del pensamiento»32. Recordemos que
Benjamin, en su ensayo sobre Baudelaire, apelaba a las fantas-
magorías del lenguaje, a las cuales atribuía la síntesis de un
tiempo alrededor de imaginarios centrales, llamados por él, ins-
tituciones imaginarias.33
Además, es bueno agregar que sumamos algunas citas, sin
referencia al pie de página, para no abusar de este recurso meto-
dológico. Sí colocamos la referencia bibliográfica entre parénte-
sis, para aquellos minuciosos lectores que quieran comprobar su
veracidad, o profundizar en la indagación del tema, creando su
propia línea de inmersión y de fuga. Estas citas son un pliegue, un
sonoro acompañamiento de conceptos o frases que ya hemos
hecho propias, que nos susurran permanencias al oído y que qui-
simos incorporar al texto sin omitir a sus creadores originales.
Es bueno y urgente destacar también la naturaleza teóri-
ca de este debate y su pertinencia, en cuanto a la construcción
Crítica de la Razón Mediática

metodológica; pues nos referimos a la dimensión de actualidad

31 H. Arendt, Hombres en tiempo de oscuridad, Gedisa, Barcelona, 2001, p. 87.


32 N. Richard, "Zonas de cruce", en Redes, Revista de Estudios Sociales, Vol.
3, N° 7, Buenos Aires, mayo 1997.
Juan Barreto

33 Cfr. W. Benjamin, Discursos interrumpidos, Taurus, Madrid, 1973.


INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 74

A modo de preámbulo

74 de nuevos problemas que escapan al alcance de la teoría social


convencional. Lo cual debe suponer también otros modos de
situar al pensamiento en términos formalizables. En este senti-
do, el ensayo como forma del estilo en la escritura, es el punto
de partida, la intuición, una ventana hacia la construcción de un
nuevo campo específico de problemas y es la formalización que
intentamos en cada trazo.

Algo sobre nosotros mismos

Sólo estamos interesados en el


subconjunto de historias que desarrollan
la vida inteligente en algún planeta, la
for ma como este fenómeno curioso se
produciría. Esta no tiene por qué ser
parecida a lo que comúnmente se aprecia
a si misma como especie humana. La vida
humana es pasional e intensamente
a f e c t iva , e n o p o s i c i ó n a o t r a s f o r m a s d e
vida menos interesadas en la ética, como
p o r e j e m p l o, l o s g u s a n o s d e s e d a . Po r
c i e r t o q u e, s i d e c a r a c t e r í s t i c a s s e t r a t a r e,
la for ma de vida llamada humana,
n o b r i l l a p r e c i s a m e n t e y d e m a s i a d o,
p o r s u c o n d u c t a i n t e l i g e n t e.
R. Feynman.

Quiero advertir, sin embargo, que me voy a detener muy breve-


mente, en lo que considero un recorrido necesario, porque debo
explicar algunos vericuetos de los periplos de este texto. Mi
amigo y maestro Rigoberto Lanz, en su presentación de este
libro, asegura que desde hace 20 años transitamos juntos un
similar discurrir, pero en mi caso, además de la amistad que nos
Crítica de la Razón Mediática

une, atesoro un regocijado agradecimiento eterno por sus ense-


ñanzas, influencia y su tenaz forma de ser y darse en los otros,
por ser la vida que es.
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 75

A modo de preámbulo

Y porque él ha sido el motor de muchas horas, días y 75


años de desvelos acumulados para los demás, a favor de la
angustia del pensamiento que sembró -en algunos para siempre-
en un numeroso grupo de hoy reconocidos y respetados intelec-
tuales que ha moldeado -dentro y fuera de nuestro país-
También es mucha la deuda que sostengo con buena parte de
ellos, mis compañeros del CIPOST, de los que también mucho
he aprendido.
A todos aquellos, que sin pretender formar parte de una
corriente o “tendencia” intelectual, nos mantenemos unidos, a
veces sin vernos ni comunicarnos por años, por el afecto y las
ideas comunes del hilo invisible de la pasión emancipadora.
Por eso espero que este libro no los defraude (todas las
inconsistencias son del autor, mi pura y llana responsabilidad) y
si les parece, que lo sientan suyo, pues de algún modo también es
un reconocimiento a la perseverancia de tantos que no han aban-
donado el camino que marcó aquel esfuerzo inicial del maestro
Rigoberto, quien, luego de la crisis del final de la década de los
70, del derrumbe la izquierda radical, no se resignó al bostezo.
Rechazó con vigor el puesto ofrecido por la cómoda pol-
trona de la frustración en la que se quedaron detenidos para siem-
pre los numerosos oportunistas que hoy utiliza y desecha a gusto
la maquinaria opinática dominante, e inició un recorrido de rup-
tura crítica de todo el andamiaje intelectual que acompañó a la
izquierda, mientras publicaba polémicos textos y caminaba por
todo el país. Hasta que a principios de los 80, organizó un grupo
de estudio comprometido (¿será eso acaso el intelectual orgánico?)
y se preguntó públicamente, cuando otros se acomodaban al
gobierno del capital en voz baja: ¿Podemos cambiar la vida, podemos
vivir de otra manera?” Casi todos los que fueron tocados por su
Crítica de la Razón Mediática

magia hoy acompañan el proceso de cambios que vive Venezuela


y que lidera H. Chávez, de manera que creo que valió la pena.
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 76

A modo de preámbulo

76 En esa época lo conocí y tras la irrupción que anunciaba


la aventura de responder a estas provocadoras interrogantes, ini-
ciamos la ruta de los Talleres de Investigación Militante. En esos días
también traté (quizá inútilmente, juzgue usted) el avatar de ir
escribiendo lo pensado.
Por eso, el libro que ahora expongo tropezó en su cons-
trucción con varias escrituras, caminos, pausas y algunas publica-
ciones anteriores, son casi 20 años de experiencias compartidas
y de dificultades comunes en el tránsito descrito, en el encuentro
que pretende hacer un pensamiento colectivo.
El tiempo que infiltra, empuja e inflama con paciencia,
madurando las cosas, creando su posibilidad, también forma
parte de la intención de quien lo escribe, lo que hace de estos
papeles, ruptura y discontinuidad continua con textos anteriores,
además de una suerte de síntesis y captura de lo vivido. Pues más
allá de la tesis doctoral, también existen decenas de relatorías, de
debates que he conservado con celo, conversatorios, consultas,
entrevistas con intelectuales invitados por el CIPOST, cursos
académicos, trabajos de seminarios, 19 talleres postdoctorales,
escritos para concursos, papeles de especialización, conferencias
nacionales en todas las universidades del país, e internacionales,
en institutos de investigación y Universidades, como La
Sorbona, el MIT, Harvard, Lovaina, Quito, UNAM, etc., algunas
publicadas y otras en tránsito. Así mismo diversos otros materia-
les que conservo con celo, llenos de tiempo y de memoria,
impregnados y salpicados por los resquicios pasionales del
mismo torbellino en el que tantos, entre ellos los señalados en
los agradecimientos, hemos participado.
Entonces surgió el dilema acerca de si publicar la tesis doc-
Crítica de la Razón Mediática

toral íntegramente, sin más, o someterla, sin desnaturalizarla y res-


tarle competencias académicas a una segunda escritura, a una tor-
sión cualitativa que conservara, incorporara y negara, para ponerla
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 77

A modo de preámbulo

al servicio de un doble movimiento: el propósito jubiloso empren- 77


dido por el colectivo iniciado por mi maestro R. Lanz. Que, tengo
entendido, no es otro que el combate a favor de la transformación
radical de todo lo existente de la mano de una Teoría Crítica, y la
lucha por formar una corriente intelectual y moral que de cuenta
de la crisis del pensamiento de la Modernidad.
¿Con la tijera de qué criterio, incorporar y sustraer simul-
táneamente, hurgando dentro de lo escrito, sin dañar o desdibu-
jar el núcleo de lo expuesto y ya aprobado ante un jurado nom-
brado libremente por la Academia en su más alto nivel, y a su vez
publicar un texto para el combate?
En estos casos y para ser justo con uno mismo, lo mejor
es confiar y dejárselo a los demás, para que ellos, mis compañe-
ros de ruta, quienes comparten los mismos sueños libertarios
que llevo a cuestas, hagan el trabajo. Mis hermanos y camaradas,
sin alterar una sola coma (,) seleccionaron en lo escrito y asumie-
ron el devenir como método.
Es decir, me aliviaron la tarea cuando con delicado
humor y cruda franqueza me preguntaron sinceramente: ¿Qué es
lo que quieres decir en este momento? Y de allí partimos.
Entonces todo lo demás fue coser y cantar. El asunto fue algo
así: “Esto no va y punto”; “a esto le falta consistencia, trabájalo
más; “ya va, si trabajaras un par de años más, con esmero, tal o
cual tema, tal vez salga algo digno de ser leído y después publi-
cado”; o, “mira, este documento está muy bien como para publi-
carlo por separado en una revista o como base de otro texto,
pero no tiene nada que ver con el material central”.
Y luego: “¿Porqué no vas preparando otro libro, que por
lo demás disfrutes un poco en el tiempo y que aparezca cuando
sea su momento?”. Creo que fue lo mejor. En todo ello, ha teni-
Crítica de la Razón Mediática

do mucha responsabilidad la perversa, amorosa y delicada opi-


nión de la mano amable de Daisy D’amario y especialmente de
Magaldy Téllez.
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 78

A modo de preámbulo

78 Cuento esta historia para los amigos y por respeto a los


lectores, si los hay, y también para decir con toda humildad que
estas ideas no son propiamente mías, también pertenecen a refle-
xiones individuales y colectivas de muchos cruces, porque sin los
otros, no serían posibles. Es decir, pertenecen a la voluntad poé-
tica y política de un colectivo; a un proceso, a un método, a una
memoria, a una costumbre de estar juntos mientras a veces escri-
bimos por separado. Mientras las soledades acompañan. Son
parte de la tradición y de la contundente, constancia de un
esfuerzo anudado en una ética común a un puñado de camara-
das, y su transcurso, aún en devenir.
Es la obra de un debate de personas, con sus aportes,
voluntades, voces, contradicciones, ideas y años. Nada de esto,
por supuesto, otorga ningún privilegio, ni reclama ninguna
recompensa. Es tan sólo parte de una historia que quería contar
como homenaje a la gente que quiero. Tan sólo pretende ser un
registro, un rastro, una humilde evidencia de lo que son capaces
los encuentros felices y sus mezclas al lograr transformarnos.
Espero que lo expuesto, si es que sirve de excusa, me per-
mita explicar por qué, parte del encabezado de este libro sufrió una
muy pequeña mutación en relación con el subtitulo del texto doc-
toral original; gracias a una recomendación del jurado examinador.
Después de todo, lo que quiero decir, es que este mate-
rial es el mismo y es otro. Dicho de otro modo, sigue la línea de
una misma escritura pero es transformación que opera como
reflexión crítica, de manera que se niega y afirma, en la medida
que se conserva pero se traslada a otro movimiento del pensa-
miento. De manera que lo importante del libro ahora expuesto,
es la intervención de una lectura de lo real que algo intenta en
tanto que voluntad de una memoria y no su contenido.
Crítica de la Razón Mediática

Lo que en nada desnaturaliza su contenido académico,


pues lo conserva en el estricto sentido de su consistencia y
voluntad ético-política, en la naturaleza de la lectura que opera
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 79

A modo de preámbulo

desde la máquina de sus enunciados y en la conservación de la 79


mayoría de sus capítulos. La tesis inicial soportaba una carga que
inclinaba la reflexión hacia elementos más asociados al paradig-
ma de los campos culturales y los dispositivos massmediáticos de
subjetividad política como centro, para desde allí desplegarse e
instalarse en los problemas de la producción de biopoder.
Esta versión, insisto, sin perder ninguna relación con el
primer texto, intenta más bien un abordaje más certero, multi-
centrado en dispositivos y funcionamientos del cuerpo político y
del dispositivo biopolítico, leídos desde la mediática, sus lógicas
y sus distintos -si los hay- modos de producción de subjetividad.
Es decir, sin perder sus núcleos iniciales, el libro se des-
plaza unos grados hacia los equipamientos colectivos de la sub-
jetividad político-mediática y sus operaciones, deslizando su
campo gravitatorio y arrastrando también con él, otras líneas de
fuerza en la intención de conseguirnos con el proceso político
hoy en curso. Ni esta vez, ni nunca, me acompañan “razones
académicas puras”. Testigo y partidario de las mixturas confieso,
como A. Bretón, que el texto siempre es el mismo y es otro. Por
eso construye y conserva el título y reconstruye el subtítulo; lo
que cualquiera que cambia mientras permanece, entiende.
Esta posibilidad de decir permite, como afirma Rorty,
múltiples escrituras dibujadas sobre un mismo texto. Es una
decisión política responsable a la que Derrida llamó autodecons-
trucción. Pues es a mi a quien corresponde en primer movimien-
to, la crítica de mí mismo, el reconocimiento de la falta y la
incompletitud en un ajuste de cuentas infinito de la re-flexión
con el Otro lacaniano.
Por eso, algunos capítulos con pretensiones eruditas y,
Crítica de la Razón Mediática

por qué no decirlo, apegados al rigor intelectual, elaborados para


el debate en el seno de la siempre respetada Academia; como por
ejemplo, el dedicado por entero a los debates al interior de la teo-
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 80

A modo de preámbulo

80 ría de las ciencias complejas y la transdiciplinariedad -escrito para


darle consistencia y profundidad de método- fue alejado por
ahora, tanto de la tesis como del libro, pues se trata de un deba-
te que, aunque muy interesante, se acomoda mejor en el seno de
los debates en los círculos de práctica de los mundos de estudios
epistemológicos.
Otro, interesado en develar el impacto que podría tener
la física teórica, como material de base de nuevos modelos, que
empujen en el camino del desvanecimiento de las corrientes
empírico-analíticas, también fue suspendido para los efectos de
este libro, pues podría desviar el intento más inmediato que nos
proponemos y derivar las pre-tensiones del texto.
Así mismo, omitimos un ensayo casado con la actualidad
de la teoría del valor, aunque conservamos su espíritu, disolvien-
do parte de él en algunas fracturas de lo escrito, llenando así las
hendiduras; saltando de aquí para allá dentro del texto, por la
misma razón anterior, creando la sutura. Y también sustrajimos
algún ensayo que otro, empeñado en descifrar las metamorfosis
de La Forma-Estado, la tradición cívico-repúblicana y su ajuste
al nuevo momento del capital, (“una de las más ingeniosas inven-
ciones humanas y también la más terrible”, a decir de Foucault)
tras el impacto de la mediática.
Preferimos entonces referirnos con frecuencia a la
influencia que tenemos del pensamiento de T. Negri y E. Laclau,
en este sentido. ¡Ah!, también prescindimos de otro capítulo
más, éste vinculado a la crítica filosófica que va de Descartes a
Bergson, pasando por Kant, Hegel, Leibniz y Nietzsche, el cual
intenta ser una crítica de la presencia y uso de estos autores en
las corrientes vinculadas al liberalismo en la política y su mode-
lo de gobierno como “forma administrada” (Weber), dentro de
Crítica de la Razón Mediática

la tradición del Estado liberal moderno y el discurso de la cons-


titución cívico-republicana. De todos modos conservamos algu-
nas referencias necesarias.
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 81

A modo de preámbulo

Decidimos dejar para después (hay que confiar en el 81


tiempo azares y sus oportunidades) una reflexión sobre distintos
clásicos de la Modernidad, como Maquiavelo, Hume,
Montesquieu, Locke, Hobbes, Rousseau, Tocqueville, Schmitt y
otros. Porque de alguna manera ya el tema ha sido tocado en
publicaciones anteriores y no queríamos tampoco dos polos
dominantes en el trabajo, uno hacia la epistemología de la comu-
nicación y otro hacia la epistemología crítica de la política. Todos
estos escritos fueron sustraídos con el sano propósito de ser
corregidos y actualizados a la luz de los tiempos que corren y
para que alumbren otro libro más específico sobre tales temas, si
el destino y el tiempo dan para el caso.
Además, para restarle aire de sermón enciclopédico a este
libro (también, por la influencia y según la opinión de un amigo
editor, quien nos sugirió un libro con menos de 600 páginas, para
ahorrar costos y quitarle “peso” físico al texto y que no alejara al
“consumidor”) y permitir así una lectura más ligera y concentra-
da en menos temas, opté por colocar el acento en el dispositivo
información-comunicación del universo mediático, así como su vínculo con el
campo de producción de lo político y sus lógicas, garantizando de algún
modo un instrumento más cercano al ensayo sobre “el terreno”
y el campo de delimitación específico del discurso comunicoló-
gico-político que hace la sensibilidad subjetiva.
De todas maneras, el trabajo que hoy exponemos está
fuertemente cruzado y salpicado de lo otro, su incompletitud y su
falta. Contiene una nostalgia por lo que se va y se queda, la
misma que habita en el corazón del editor de una película cuan-
do selecciona las escenas. Esperamos no habernos equivocado
en la escogencia y la mezcla, o en todo caso “haber incorporado
a voluntad el error correctamente”.
Crítica de la Razón Mediática

Por eso, después de meditar un poco, no sólo “actuamos


por substracción y olvido”, también pudimos incorporar un
breve y último capítulo sobre el cuerpo y su corporeidad, en
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 82

A modo de preámbulo

82 clave de Spinoza, como punto de cruce, síntesis, si la hay, del


Poder y La Potencia, “destino final de todo” y punto de partida
para mi investigación postdoctoral que comenzó hace ya algún
tiempo de la misma mano del CIPOST y de mis amigos, eternos
maestros.
Espero que las presuntas omisiones no llenen de lagunas
al texto en sus manos. Además, este libro ha nacido para ser cri-
ticado hasta el punto de su abolición, por eso mismo, quisiera
darle por anticipado la bienvenida y pedirle a los amables refu-
tadores y a los críticos de oficio, que tengan paciencia en la lec-
tura, pues las palabras incompletas hoy exhibidas, forman parte
de una serie de varias obras antes publicadas y de otra hoy en
proceso que, sin intentar una suerte de “totalidad” dentro de
nuestra investigación, sí contienen alguna continuidad.
Así que no se justifica por ahora la ansiedad, por el con-
trario, hace rato que comenzó el debate, aunque algunos no se
hayan enterado. Todo lo que se diga será aceptado y servirá de
motivación para el pensamiento y, tal vez, para construir las res-
puestas a las observaciones críticas que puedan concurrir como
apoyo o excusa para un próximo otro libro, que quizá in-corpore
“la falta” al debate y que pronto vea su momento -si hay buen
tiempo-, lo cual permitirá añadir y añejar mejor el esperado,
necesario lugar de constricción ante el obligado y siempre bien-
venido ensañamiento del rigor intelectual.
De todos modos, creo que este modesto libro no tiene
otra pretensión que instalarse como punto de observación y de
obsesión en la discusión sobre los contenidos de los problemas
de las así llamadas ciencias sociales; reconocerse en las inflexio-
nes del presente, así como en la forma que adquieren sus con-
ceptos y sus prácticas, las cuales se debaten hoy en la arena de la
Crítica de la Razón Mediática

discusión epistemológica más actual. Temática que resulta fun-


damental para la formación de los comunicadores que, aunque
no quieran, enfrentarán los retos del futuro.
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 83

A modo de preámbulo

Advertimos además, con el permiso de los lectores ama- 83


bles y pacientes, y explicamos, que hemos incorporado unas
cuantas citas para indicar líneas de fuga, porque ellas pueden ser
leídas transversalmente con este u otro texto y que, a su gusto,
pueden actuar también como resonadores u ondas vibratorias de
otras voces al oído, ocultas cual fantasmas, conversaciones de
otros contenidas en el libro, laberintos, trozos de ADN viral que
“infectan” el sentido de lo escrito.
¿A que viene todo este giro? No tenemos nada que temer
ante la crítica, de ello estamos hechos. Es más, estas confronta-
ciones saludables las promovemos siempre con ardorosa cos-
tumbre, la aspiramos con humildad y forma parte de nuestra cul-
tura política y nuestras prácticas más cotidianas y familiares, son
piel del cuerpo, junto al deseo que nos mueve.
Sin embargo, como es de esperarse, vemos con agrado y
sin sorpresa, cómo, más allá de la crítica y la refutación intelec-
tual de profundidad, ya comienza a sacudirse la charca putrefac-
ta de las oscuras alcantarillas del periodismo amarillo y se lanzan
conjuras, infamias y blasfemias desde algunos medios, sobre
nuestra impecable tradición intelectual y académica. De veras
esto nos recompensa, ¡Gracias!
A estos seres poblados de pasiones extravagantemente
tristes que tanto nos alegran, llenando nuestras vidas de razones
para la perseverancia revolucionaria, recomendamos la sentencia
con la cual fue en 1656, acusado de blasfemo, expulsado de La
Sinagoga y excomulgado, Baruch De Spinoza; de manera que
puedan ahorrarse la lectura del libro y la salud de sus resecas y
resentidas neuronas:
Excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch Spinoza, con el
consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad;
Crítica de la Razón Mediática

delante de estos libros de la ley, que contienen 313 preceptos; lo


excomulgamos con la misma excomunión que Josué lanzó sobre
Jericó, y con la maldición que Elías profirió sobre los niños de este
pueblo y con todas las maldiciones escritas en el libro de la ley; mal-
Juan Barreto
INICIAL.qxp_iniciales 7/25/14 10:42 AM Page 84

A modo de preámbulo

84 dito seas de día y de noche; maldito seas al acostarte y levantarte;


maldito al salir de tú casa y cuando a ella regreses; que Dios no te
perdone jamás; que la airada cólera de Dios se inflame contra tal
hombre y le envíe todas las maldiciones que en el libro de la ley hay
escritas; que Dios borre su nombre de el cielo y lo aparte de las tri-
bus de Israel, con todas las maldiciones de los pergaminos sagrados.
Los que permanecéis en El Señor vuestro, vivid eternamente. Que
nadie tenga trato con él, ni escrito ni hablado; que nadie permanez-
ca con él bajo el mismo techo, y ante todo, que nadie lea lo por él
escrito.
Ahora bien, si con esto no es suficiente, junto al asesina-
to moral del autor, también recomendamos el asalto de las libre-
rías y la hoguera de toda edición de este libro, incluido con ella,
por supuesto, al escritor del mismo. ¡Qué así sea! Amén!
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
87

Primera Parte

APROXIMACIÓN A UNA
CAJA DE HERRAMIENTAS

Entender la teoría como una caja


de herramientas quiere decir:
- que no se trata de construir un sistema
sino un instrumento; una lógica propia a las
relaciones de poder y a las luchas
que se comprometen alrededor de ellas;
- que esta búsqueda no puede hacerse más que
poco a poco, a partir de una reflexión
(necesariamente histórica en algunas
de sus dimensiones) sobre situaciones dadas.

M. Foucault.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
I 89

CRISIS DE LA TEORÍA DEL VALOR Y NUEVO


DISPOSITIVO INFORMACIÓN-COMUNICACIÓN

El dinero no hiede.

C. Marx.

n las páginas que siguen realizaremos una suerte de des-


e pliegue de otra parte de nuestra “caja de herramientas”,
refiriéndonos a las plataformas, a ciertos lugares de colocación
de nuestra búsqueda.
L. Boltanski y E. Chiapello1, nos hablan de una necesaria
redefinición «mínima del capitalismo» y proponen retener esta
fórmula: «La exigencia de acumulación ilimitada del capital
mediante medios formalmente pacíficos», lo que sugiere una afi-
liación más o menos voluntaria de los sujetos actores al modelo
de transformación constante del capital como proyecto autóno-
mo2. Es, pues, el desapego vergonzoso e infeliz que muestra el
capital respecto de las formas materiales de la riqueza, lo que le
otorga su carácter verdaderamente abstracto, por el que se
reproduce la acumulación.
El capitalismo, según esta definición de herencia weberia-
na, debe ser distinguido de la autorregulación del mercado, que
descansa sobre convenciones e instituciones, así como en el dis-
curso de la transparencia y la simetría de la información, o la igual-
Crítica de la Razón Mediática

dad de fuerzas entre los operadores, es decir, en el discurso que


supone sujetos afiliados a unas reglas de juego mínimas, capaces

1 En: Una definición mínima del capitalismo, Akal, Barcelona, 2002.


2 Véase E. J. Palti, Verdades y saberes del marxismo, Fondo de Cultura
Juan Barreto

Económica, México, 2005.


Primera Parte / Ensayo I

90 de dirimir libremente, en la competencia leal, sus diferencias y difi-


cultades. Lo que podríamos vulgarmente denominar como la pre-
tendida libertad e igualdad intrínseca a su metabolismo.
Nada de esto se cumple en lo absoluto y, sin embargo,
funciona como mentalidad instalada en el cuerpo, gobernando
los procesos de construcción de subjetividades y de mediación
intersubjetiva. Por eso, los autores anteriormente citados dicen
que, el «capitalismo es, en muchos aspectos, un sistema absur-
do».
En primer lugar, porque los asalariados pierden la pro-
piedad sobre el producto de su trabajo y, con ello, la posibilidad
misma de una vida activa que trascienda la subordinación; y en
segundo lugar, porque los capitalistas están sometidos a un pro-
ceso totalmente abstracto, insaciable, sin fin y separado de la
satisfacción de las necesidades de consumo, incluso las de lujo.
Por ello, para la adhesión de asalariados y capitalistas, la
lógica del capital requiere de justificaciones que, estos autores lla-
man espíritu del capitalismo-en honor a Weber-concibiéndolo como
la ideología que justifica el compromiso con el capitalismo, porta-
dor de un nuevo ethos que rompe con las prácticas tradicionales y
establece una disociación entre la moral y la economía, en el sen-
tido más weberiano del término.
Justicia, bienestar, salud pública, empresas productivas y
competitivas, lucro, privatización y mercado total que reduce el
despilfarro y se adelanta a lo esperado por los clientes, ávidos
de nuevos productos para una vida saludable y feliz; y en fin,
todo un arsenal de razones utilitarias que hacen una razón instru-
mental, tejiendo las madejas discursivas que funcionan como
dispositivos de legitimación y reproducción del capitalismo.
Legitimar el capitalismo, dar razones para justificarlo, supone
Crítica de la Razón Mediática

aceptar un régimen de sentido, que no es natural a ninguna sustan-


cia, sino un cuerpo sin órganos, autónomo y auto-asumido
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

como no ideológico. Pero nada más ideológico que la matriz 91


constitutiva de éste régimen, su gran relato o relato maestro, en
términos de Lyotard.3
Por ejemplo, conceptos “naturalizados por el lenguaje”
como ritmo de vida, obsolescencia y modernización, actualidad,
recompensa o premio; o la actualización social por aprendizaje
acumulado, el ejercicio del placer como realización emocional
dentro de los anteriores parámetros, el individualismo como
principio organizador de la acción o de las prácticas, los usos
específicos y diversos del tiempo y el espacio, la naturalización
de la división técnica del trabajo y las jerarquías, la vida dentro de
un concepto de calidad y la democracia como su masificación, el
acceso libre a la competencia justa, entre otros.
Todos ellos configuran un dispositivo de red que hace
cuerpo en un conjunto de cadenas discursivas articuladas en un
diagrama, una lógica (un sentido) que hace de sí misma una tota-
lidad ideológica funcionando desde el lenguaje. Un nuevo cuerpo
de consistencia epocal instalado en la subjetividad, que Guattari
llama «excrescencia capitalística» y origen del plano sin órganos
de la actual biopolítica o gobierno del capital sobre los cuerpos
individuales y colectivos. Un mito, en los términos que vamos a
definir con Laclau, como mera creencia.4
Pero, en cuanto lógica contradictoria en sí misma, el capi-
talismo opera como su propio límite al enfrentarse con su pre-
sunta eticidad, pues desarrolla un doble discurso tal y como lo
plantean Boltanski y Chiapello, para quienes una consideración
seria de las justificaciones constitutivas del espíritu del capitalismo,
permite sostener que «no toda acumulación es necesaria», que
«no todo beneficio es legítimo», que «no todo enriquecimiento es
justo», y que «cualquier operación financiera no es necesariamen-
Crítica de la Razón Mediática

te más lícita». Es decir, como Dorian Gray mirando su retrato.

3 J. f. Lyotard, La condición posmoderna, Paidós, Barcelona, 1.989.


Juan Barreto

4 E. J. Palti, Op. cit.


Primera Parte / Ensayo I

92 Para decirlo de otra manera, el capitalismo contiene lími-


tes productivos, tecnológicos, político-institucionales, ideológi-
cos, éticos, que limitan su desenfrenada expansión. Su conciencia
infeliz, para utilizar un término que gusta a los hegelianos, evita
su propia metabolización del mundo y es su propio obstáculo.
Esta situación, tiende a cambiar, como veremos más adelante.
El capitalismo, diría Marx, crece en las orillas de sus pro-
pios límites, no solamente productivos, y, así, obstaculiza su suer-
te, al asumirse como moderación racional de sus propios impulsos
o instintos, por medio de dispositivos constrictivos capaces de res-
ponder a las demandas implícitas en las denuncias que surgen en
su propio seno, pues en su dispositivo legitimador contiene su
propia crítica. Por ejemplo, leyes que pretenden proteger a la
naturaleza o los derechos de los trabajadores.
Pero esta «conciencia infeliz del capital», esta confusión,
no podrá obstruir la explotación del trabajo y la extracción de
beneficios, aunque su lógica trastoca los referentes materiales
obligando a la sociedad a asumir una gramática ilegible de este
proceso constitutivo de dicha formación social.
De este modo, obliga a la producción de opacidad para garan-
tizar su auto-realización, legitimada como la producción de un
bien común y de justicia social, como razón de su eficiencia nor-
mativa. Es decir, en la misma medida que el capital engulle al
mundo y exprime al trabajo general abstracto, produce también
una espesa bruma, un misterioso espesor discursivo que evita
que su lógica se muestre de manera desnuda. De ahí que su régi-
men de sentido nace escindido de sí mismo, es esquizofrénico.
Estos principios de equivalencia, o dispositivos de traduc-
ción, son designados por Boltanski y Chiapello mediante el tér-
mino, tomado de Rousseau, como «principios superiores comu-
Crítica de la Razón Mediática

nes». ¿Pero, como es el “nuevo espíritu del capitalismo”? Para


estos autores es «mundializado» y se sirve de nuevas tecnologías,
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

los dos aspectos más resaltados para caracterizar el capitalismo 93


contemporáneo.
Para mayores precisiones, el capitalismo opera como un
“Tangram”, o antiguo rompecabezas chino, es decir, es el juego
de un conjunto de piezas sueltas, capaz –a veces incorporando o
desincorporando partes– de producir distintas figuras cambian-
tes, millares de recombinaciones, en un universo finito y cerrado,
siempre dentro de una misma lógica.
Con esta metáfora en mente, podemos suponer al nuevo
modelo productivo con base en el dispositivo comunicación-infor-
mación, operando desde una lógica mutante que se mueve de
manera fragmentadora y acelerada que permite estrategias de
recomposición desde una mecánica de múltiples posibilidades
del valor, como forma pura, presente dentro de una racionalidad
compleja que, como en un rompecabezas, no deja ver la figura
completa que contiene la suma organizada de cada una de sus
partes. Es decir, la explotación del trabajo y la producción de
riquezas como fin último y sin máscaras. A esta lógica la llamó
Marx, movimiento de separación. Producción de opacidad.
El capital es intermediación entre “el puro flujo del tiem-
po-devenir y la realidad corporal, es falso performativo, siempre
promesa, «futuro actual»”, pensaba Marx; y, en términos de
Lacan, es castración simbólica permanente. Es un: “no más allá”, un
mito auto-realizado, pura representación, y esto ya lo sabían los
liberales incluso antes de Marx.
Asumamos la recomendación anterior de N. Richard y
pensemos por un momento en un Marx lacaniano, imaginando
al capital como “un campo de concentración simbólico” y al
mercado como el “significante amo” de una cadena de sentido,
satisfaciendo el deseo. El significante amo como el factor que orga-
Crítica de la Razón Mediática

niza y dirige los modos de satisfacción del deseo, es decir, la rea-


lización simbólica donde todo otro significante es esclavo, pues
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

94 no hay solución discursiva fuera del mercado; evento de sutura y


paralelaje traductor.
Es decir, agenciamiento que crea la realidad, capaz de
generar opacidad, que borra el miedo y la precariedad: es la segu-
ridad que otorga la afiliación a la lógica de un régimen de senti-
do. Es una lástima que Marx, culpa del tiempo, no conociera a
Lacan.
Desde los aportes de Marx –de este Marx–, concebimos
el valor como un vector de sutura, un agenciamiento o tensor que
no se deja reducir a una sola operación o dimensión, es línea de
fuerza que ordena una dirección (significante puro), que de
manera sarcástica contiene a lo político como una línea de cruce
y a su vez de fuga, una entidad articuladora, una frágil síntesis
social del trabajo, fuente que, en doble articulación de su movi-
miento, «produce y valoriza» en un juego de equilibrismo, como
relación alquimista y temporaria de interrelaciones dinámicas de
transformación de la sustancia humana que se debate entre uso
y cambio, y que depende de la circulación, al final de la cual no
hay nada más que pura representación.
«Es el vano deseo de convertir el hierro en oro», escri-
bió Marx al hablar del intercambio, como realización alquimis-
ta del deseo en la circulación pura de la sustancia del trabajo abs-
tracto (es decir, socialmente considerado). Por eso, el valor es
también una entidad siempre en tránsito, puramente relacional
y sin sustancia en sí misma y, por eso también, debe establecer
siempre un paralelismo parasitario y dependiente con el traba-
jo para evitar su opacidad a costa de la opacidad del trabajo,
que sí es sustancia pura.
El valor y todo el proceso de valorización, se crea en una
cadena de producción para su realización en la circulación como
Crítica de la Razón Mediática

lógica ininterumpida que no puede ser atajada. El paralelaje, o el


así también llamado problema de la transformación (los sistemas de
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

traducción y homogeneización: valor-trabajo; valor-dinero; tra- 95


bajo-tiempo; valor-precio-mercancía), no es más que movimien-
to simbólico de «la riqueza acumulada», abstracta, sobre sí
misma; pliegue del valor medido en “quantos” de tiempo u otro
indicador convencional que reduzca a un referente de paquetes de
energía la sustancia del trabajo como subjetividad general.
Pues, en la medida en que el trabajo, como Marx lo sabía,
se sobrepliega sobre sí mismo por aceleración tecnológica y divi-
sión acelerada de las funciones y los saberes, el valor, a su vez,
reproduce este comportamiento (plusvalía); es decir, también se
repliega sobre sí mismo, reduce y aplana el tiempo, al punto en
que este no puede ser medido ni deducido inmediatamente de
ningún momento específico del proceso de la cadena producti-
va. De manera que, cada vez con más fuerza, la relación valor-
trabajo, va deviniendo fractal al infinito, separando al trabajo de
sí mismo y alejándolo de su sustancia, haciendo opaca cualquier
relación que vincule trabajo y capital. Una mecánica cuántica de
la relación valor-trabajo podría explicar este devenir y ayudar a
solucionar la crisis de la teoría del valor. Pero, además, la teoría
de la incertidumbre de W. Heinsenberg, nos permitiría explicar
la doble relación entre movimiento, velocidad y posición del
electrón, que podemos hacer extensiva a la relación valor-traba-
jo-capital-trabajo.
Desde 1896, ya se habla de crisis de la teoría del valor de
Marx (Blôhm-Bawerk), y se le tilda de toma de partido ético, ade-
más de referente metafísico para justificar una postura política.
Para nosotros, en cambio, esto no es una descalificación, por el
contrario, es el eje o punto crítico central para fundar los postu-
lados de una teoría que parta de una epistemología materialista
de la potencia de la vida humana reducida a «tiempo de trabajo»
Crítica de la Razón Mediática

(para nosotros, quanta de trabajo-valor fractal) extorsionado en


su explotación intensiva.
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

96 No hay, aquí, otra cosa que materialismo: concreción de la


naturaleza de la sustancia humana sustraída y separada del tiem-
po de su propia existencia, devenida forma-valor. Es decir, «tra-
bajo social general abstracto» capturado en el límite de un modo,
en una formación social concreta y a partir del impacto de la tec-
nología sobre el cuerpo: El capitalismo, es el lugar en donde el
«fetichismo» actúa organizando el intercambio de «quantos» de
trabajo/valor abstracto y no de “cosas”. Por eso, podría incluso
aplicársele a la relación trabajo-valor, la teoría de la incertidum-
bre. Esta es la naturaleza general abstracta de la mercancía trabajo y
de su generalidad concreta, dada determinadas condiciones.
Para nuestro Marx (por la multiplicidad de Marx), no se
trata de bienes, dinero o producción, sino de una economía del
tiempo y de su opacidad, del uso del cuerpo y su sustancia exis-
tencial, de “su potencia de existir”, de la vida; y la circulación
metamorfoseada en mercancía, “un extraño objeto” anónimo
producido y organizado en condiciones dadas, sobre el agencia-
miento de un dispositivo: La relación trabajo-valor. Habría que
seguir diciendo, con Marx: «los hombres no lo saben, pero lo
hacen».
¿Es así?: ¡claro que si! Entonces, se trata de una cuestión
que debe ser asumida por la teoría, un problema ético-político y,
en ese orden, también un asunto epistemológico. Comprender la
autonomía de este proceso, y las subjetividades derivadas volcadas
hacia fuera como exterioridad de «la potencia de la sustancia
humana» en su devenir trabajo social, y subjetividad general del traba-
jo, que reduce la vida humana a «tiempo de trabajo», a «lugar
donde desaparece la vida» (Marx)5, es un imperativo vital.
Así mismo, es necesario debatir cómo es el funciona-
miento de la ocurrencia, el momento específico del nuevo perso-
Crítica de la Razón Mediática

5 En El Manifiesto comunista, el trabajo es visto más allá del tiempo como


medida. Es una mercancía cualquiera vinculada a los devenires de los gastos
de producción y a su propio coste: "para mantener su capacidad de trabajo y
evitar que el obrero se extinga". Pero, en El Capital y en Los Grundrisse, esta
idea la profundiza, agregando nuevas formas de valorización en la medida en
Juan Barreto

que el trabajo se va haciendo cada vez más inmaterial.


Primera Parte / Ensayo I

naje conceptual de Marx: el proletariado. ¿Cómo discurre este per- 97


sonaje singular? A pesar de algunos marxistas dogmáticos que
pretenden seguir cosificándolo, sostenemos que tal discurrir nos
remite «al análisis concreto de la situación concreta», como diría
Lenin, en su dimensión de campo y territorialización del capital
en su límite sobre el cuerpo, lo que implica colocarse “allí en el
terreno”, cruzando y cabalgando los dispositivos, parafraseando
a Foucault. Esta es también la única manera de salir de la tram-
pa jaula de la sociedad del Estado del bienestar y la “dignificación
del trabajo”, como alternativa, tal cual veremos. Aunque cabe
precisar que, desde este punto de vista, el proletariado es el
campo de territorialización de la relación trabajo/valor y su
metamorfosis en capital. E decir, la fuerza de una relación sim-
bólica ejercida sobre el cuerpo individual y colectivo, o, dicho de
otra forma, el proletariado es el metabolismo del capital engu-
llendo la potencia de la vida.
Recordemos que el Marx que hoy puede ayudarnos, es un
plano de consistencia que recién está apareciendo. Pues buena parte
de su obra es descubierta y aparece a la luz pasada la mitad del
siglo XX. Es aquel que guarda distancia de Hegel, cuando ante-
pone la materia al sujeto y recupera la noción spinoziana de modos
de la materia extensa, o también, sustancia extensa pensante que actúa con
independencia. Esto lo encontramos en los Grundrisse, pero además
en La Introducción de la Critica de la Economía Política de 1857, texto
que no llegó a publicarse hasta bien entrado el siglo pasado. Lo
mismo ocurre con muy buena parte de su pensamiento.
Además, tenemos que agregar que nuestro Marx plan-
tea la diferencia entre génesis histórica de una situación o un fenóme-
no, en oposición con la génesis conceptual del conocer. Allí desta-
ca la especificidad de una epistemología de lo abstracto como
Crítica de la Razón Mediática

«un ascender por fragmentos y mediación, a un método de


realidad».
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

98 Experiencia y conocimiento asumidos como «un recons-


truir produciendo materialmente a lo concreto», un doble movi-
miento capaz de «ascender de lo abstracto a lo concreto» y vice-
versa; tesis distinta al empirismo y a la metafísica idealista de la
que se reclaman algunos pretendidos defensores del marxismo;
que creen que, si se desprenden de los dogmas, también lo hacen
de la esperanza de cambio. No entienden que cada fase del pro-
ceso de acumulación del metabolismo del capital, implica a su
vez, nuevas formas de lucha y resistencia y también una nueva
fase de acumulación de fuerzas. En ese sentido, el devenir es
siempre oportunidad.
Por eso Marx, este Marx6, para aproximarnos con él y desde
allí propagarnos, intentando una deconstrucción crítica de su teoría
del valor que nos lleve hasta «una historia crítica de la tecnología»
como: «proceso inmediato de producción de la vida» y de «las repre-
sentaciones de su espiritualidad» (todos éstos, términos de Marx en
El Capital).
Es decir, intentando hacer una «ontología de lo técnico», un
análisis del modo, una genealogía de la explotación de la actividad de
la sustancia humana convertida en trabajo; en que un sistema de
máquinas actúa como «conjunto de órganos productivos del ser
humano social» y va desplazando al trabajador que pasa de ser el
lado activo, a un personaje lateral que “observa, regula y controla”
dentro de un modo y unas condiciones de producción, un proce-
so que cada vez más discurre autónomamente, en un sí mismo ite-
rativo y renovado. Aquí, «el obrero parcial» del que hablaba Marx,
se disuelve en un «obrero total» de carácter cada vez más social.
El trabajador entrado en máquina, deriva pieza de mante-
nimiento de un funcionamiento que implica una enorme sociali-
zación de la producción, un inmenso estriaje del trabajo fragmen-
Crítica de la Razón Mediática

tado en una subjetividad social general del saber, cada vez más pri-
vado y separado, pero paradójicamente cada vez más colectivo.

6 "Para decirlo en términos lacanianos: un Real. Es decir, un significante que


Juan Barreto

resiste absolutamente cualquier otra significación". E. J Palti, Op. cit., p. 107.


Primera Parte / Ensayo I

Es el momento de lo que Marx denominaba el adveni- 99


miento del «general intelect», síntesis de la separación y resultado de
toda la opacidad producida, dentro del cual se incluyen también
las formaciones sociales de poder administrado por el Estado.7
Este estriaje por sobredeterminación tecnológica resitúa
y desajusta los conceptos y obliga a un ejercicio de reconstruc-
ción, pues coloca a los antiguos referentes, legítimamente socia-
lizados por la secularización del conocimiento, en una situación
crítica, ya que su alcance queda limitado por el nuevo momento
del capital en su aceleración, sobrepliegue y sobredeterminación.
En otras palabras, en su (re)producción como un hacer
incesante de agenciamientos de su propia existencia, en tanto
que movimiento perpetuo de la circulación separada de toda otra
materialidad que no sea las condiciones de realidad y realización
de su propio metabolismo.
Por ejemplo, los continuos movimientos de desterritoria-
lización y sobre-reterritorialización en la bolsa y en todos los jue-
gos especulativos, el narcotráfico como base de buena parte de
las operaciones de la banca mundial, el estímulo a la corrupción
por parte del modelo globalizador a favor de una economía para-
lela sin asiento contable, el establecimiento del rumor como
variable de las economías bursátiles, donde el dinero por sí
mismo se multiplica y engendra más dinero. Por vía de hecho, el
capitalismo termina resolviendo su conciencia infeliz, asumien-
do su doble naturaleza.
En este momento, hasta los economistas más neoliberales
alertan sobre la crisis de la «economía sustancial productiva», a favor
de la «economía especulativa», o capitalismo de acumulación rápida,
pero lo que pasan por alto es que ambas están hechas de ilusión, tal
cual lo explica Marx, pues esa es la lógica, o sustancia ontológica, del
Crítica de la Razón Mediática

capital. El desvanecimiento del trabajo en significante y en relación


pura o estado de dominio.

7 Ver C. Castoriadis, El progreso técnico en la encrucijada, Comunicación, Madrid,


Juan Barreto

1970.
Primera Parte / Ensayo I

100 Después de esta digresión volvamos al valor, pero ahora


como relación ilusoria, como sentido. Imaginemos por un
momento que se cumple la profecía del “síndrome del milenio”
y que todo el dinero acumulado como valor facial se borra; que
se pierde toda la “información-comunicación” acumulada en uni-
dades Bit; que el valor nominal del capital virtual queda al descu-
bierto; y que, al fin el mercado descubre su secreto: que el capital
no reconcilia al valor y al trabajo, que no devuelve su sustancia, ni
resuelve su antagonismo. Imaginemos que los chinos quieren reti-
rar de la banca sus 500 billones de dólares en reservas internacio-
nales, un día y de una sola vez. ¿Qué recibirán a cambio? Ese día
tendría razón Baudrillard con su concepto de simulacro del simu-
lacro. Producción cero y vacío, reproducción de sí mismo, o más
bien producción del dispositivo información-comunicación como
principio de realidad al infinito.
Es la única lógica que aun permite la existencia del meta-
bolismo del capital en su nueva fase, que para autores como I.
Mészáros8 es de carácter terminal, pues lo que se acumula no es
otra cosa que la fuerza de una lógica de sentido. Ello, en contra-
dicción con la noción de las corrientes troskistas-mandelistas,
que hablan de crisis sistémicas de carácter cíclico, que negarían
cualquier determinismo histórico y liberaría la voluntad política,
antes de que cada ciclo crítico se cierre, o al menos, nos permi-
tiría ser capaces de producir y manejar los momentos de crisis.
Pues ellas ocurren en un arco de tiempo del modo de produc-
ción, que podrían ser atenuadas o superadas, por la lógica del
capital, llevándonos directamente a la barbarie y negando de una
8 Este autor plantea, al respecto, lo siguiente: "… sin embargo, esta posibi-
lidad es muy real por ser no-simétrica la relación capital y trabajo. Eso quie-
re decir que, mientras el capital depende absolutamente del trabajo -dado que
Crítica de la Razón Mediática

el capital nada es sin el trabajo, y de su explotación permanente-, la depen-


dencia del trabajo en relación con el capital es relativa, históricamente creada
e históricamente superable. En otras palabras, el trabajo no está condenado a
continuar eternamente preso en el círculo vicioso del capital…. El tiempo se
está agotando. Así, solamente una alternativa radical al modo establecido de
control de la reproducción del metabolismo social puede ofrecer una salida
de la crisis estructural del capital". I. Mészáros, Socialismo o Barbarie, Pasado y
Juan Barreto

presente, México, 2005.


Primera Parte / Ensayo I

vez la alternativa socialista; a menos que una voluntad política 101


construya una hegemonía (asunto de lo que hablaremos más
adelante), como sostienen los llamados “neoutopistas”, entre
ellos, I. Wallerstein9.
El trabajo es un modo específicamente determinado de
organización del tiempo y de la actividad humana, que sólo
puede acumularse como producción, aunque no puede reali-
zarse sólo como valor a través de la acumulación sin circula-
ción y sin intercambio, sin relación simbólica de equivalencias forma-
lizadas.
Es decir, sin mercado, el trabajo no se realiza como valor
ni como producción y es en sí mismo un sin-sentido, aunque,
paradójicamente, el mercado no realiza ni al trabajo, ni al valor.
Es un sitio en el que el trabajo debe volver a sí mismo, pero no
lo hace sino en forma ilusoria, metafórica, reducida al significante
salario; una fracción del esfuerzo humano general, devenido en
un mundo como mercancía total; una forma que no devela o revela la
realidad del trabajo. El consumo es en sí mismo precariedad, par-
cialidad de la riqueza total, el lugar del trabajo como exterioridad
de una sustancia ajena, fuera de sí mismo.
Allí, en el mercado, la especificidad del trabajo subjetivo
como generalidad de la sustancia, pierde toda especificidad, ésta
se ha extinguido subsumida en el dinero. Pues el mercado es
opacidad del trabajo, o con Marx, «es el lugar en que el hierro
deviene oro», pero en una relación alienada o salto mortal que
debe hacer un producto para transformarse afirmándose como
mercancía (Marx), que contiene lo imaginario y lo verdadero del
trabajo abstracto general.
Por eso, en un momento (entre el Tomo I y el Tomo II de
El capital), Marx deja de lado el proyecto de “deducir” únicamen-
Crítica de la Razón Mediática

te del trabajo el concepto valor. En los Grundrisse y en El Capital,


habla entonces de separación y del «carácter dual de la mercancía»:

9 Veáse I. Wallerstein, Utopística o las opciones históricas del Siglo XX, México,
Juan Barreto

2003.
Primera Parte / Ensayo I

102 M-D-M, relación que tensa de manera contradictoria producción


y circulación, como modo de actualización del valor, una vez más,
contenido en la mercancía como futuro anterior.
Para decirlo de otro modo, el valor no siempre medible o
inmediato al producto del trabajo y mucho menos equivalente,
formal o igual. Es un movimiento que nunca se reconcilia ni se
alcanza a sí mismo. Pues, como sostuvo Adorno «la realidad de
dicha circulación es trabajo no verdadero». De ahí que la relación
trabajo necesario-plustrabajo, como muestra Negri, es la que dicta la
articulación del proceso del momento de la expansión del capi-
tal en el límite de la máxima explotación, según ciertas condiciones
tecnológicas concretas, reduciendo al máximo, también, el llama-
do «tiempo socialmente necesario».10
Marx lo comprendió al afirmar que «el capital obliga al
trabajador a pasar por encima del límite del trabajo necesario y a
crear plustrabajo», de forma tal, que el capital se valoriza y crea
plusvalor, como estrategia. En ese momento, el capital es organi-
zación total de la vida material y espiritual, ya que deviene lógica
de sentido que cambia y combina el capital ya socializado con las
materializaciones formales del poder de mando y las redes institu-
cionales de ello derivadas. Por eso Marx afirma que en este
punto o grado de desarrollo de las relaciones de producción:
«decir Estado es otra forma de decir capital».
El capitalismo desterritorializa y reterritorializa, y en
este movimiento, surge la separación que es el límite de la acu-
mulación y de la aceleración de la circulación. Por eso decimos
que el capitalismo actúa al borde de sus propios límites. Y uno
de sus límites es la subjetividad del trabajo, la cual es recuperada
en la fetichización de la mercancía, momento del valor que «nunca
Crítica de la Razón Mediática

puede ir más allá de sus propios límites», como sostuvo


Adorno. Pues la fetichización reduce todo valor, al valor de
Juan Barreto

10 T. Negri, Marx más allá de Marx, Bourgois, París, 1979.


Primera Parte / Ensayo I

cambio y subsume para siempre, al valor de uso, atrapándolo y 103


disolviéndolo en la moda, el gusto y las prácticas asociadas al
consumo y la obsolescencia de la mercancía por sobre acelera-
ción de los mercados.
El capital en el proceso de valorización, expropia al traba-
jo de su sustancia, “en un crédito que nunca puede pagar”.
Tomando siempre el trabajo actual para pedir prestado al futuro. Tiempo
que al acelerarse por el impacto tecnológico, se hace instante de la
explotación y ya no pide prestado sino que arranca la sustancia del
trabajo social general, succionando la potencia de esa sustancia y sim-
plificando el proceso de circulación, simultáneamente.
Sobrepliegue y multiplicidad de sí mismo que como una bola de
nieve produce una avalancha, el capital actúa desde toda materia-
lidad inmaterial atravesando el cuerpo, todo cuerpo, con su lógica
recuperadora y autoritaria de una nomenclatura.
Por eso mismo, por la aceleración, multiplicidad y sobre-
posición, mezcla o solapamiento de cada fase del proceso de
acumulación y de circulación; por eso el dinero también sufre
una metamorfosis y actúa sobre sí mismo formando capas de
estratos. Estas estratificaciones contienen distintas estrategias
que se despliegan siguiendo unas reglas como en un juego de
naipes.
Al respecto, no creemos, como sostiene Žižek11, que per-
manezcan existiendo cuatro posiciones teóricas básicas respecto
al dinero, sino una superposición estratificada de todas ellas, vea-
mos: 1) la idea fetichista del idealismo sobre el dinero como
«cosa especial»; 2) la clásica, que lo supone medida de la cantidad
de trabajo inherente a la mercancía; 3) la que se tranza por el mer-
cado como centro donde se dirime el «valor real», dependiendo
de la oferta y la demanda; y 4) La idea expresada por Bailey y
Crítica de la Razón Mediática

Marx, acerca del estatuto puramente relacional del valor expresa-


do en el dinero como «algo no natural, signo secundario», natu-
11 S. Žižek, La revolución blanda, Atuel, Buenos Aires, 2004. Reiterando aquí lo
planteado al respecto en: Ideología, Fondo de Cultura Económica, Buenos
Juan Barreto

Aires, 2003.
Primera Parte / Ensayo I

104 ralizado en el intercambio de la forma valor, para hacer posible el


mercado y sus mercancías. Esta última idea es la más próxima a
la constitución de un Real, pero:
Todas estas ideas hoy se mezclan, se superponen por sobre-
pliegue y aceleración, formando estratos, o, en términos más pre-
cisos, en la medida que surge y se despliega el dispositivo información-
comunicación, la estratificación sustituye, por mezcla, los espacios
puros del dinero creando una nueva formulación del proceso de
valorización, D-D-D (dinero-dinero-dinero… al infinito, cuya
única materialidad es su referente virtual, una memoria, un progra-
ma, un archivo, un mito).
Por eso, para nosotros, hoy, no es posible una teoría del dine-
ro, que no sea a su vez una semiótica de la circulación. Al respecto, Žižek
apelando a Lacan dice, de manera provocadora, que ha surgido
una contradicción entre plusvalía valor y plusvalía deseo, y con esto
podemos estar de acuerdo, pues de lo que se trata es de la natu-
raleza de una lógica autónoma de la reproducción del capital,
alojada en cada objeto como inmaterialidad dominante. ¿Espíritu
absoluto alojado tal vez como dispositivo catalizador, como ace-
lerador de lógica viral, como forma comunicación-información?
Nos preguntamos.
En toda esta operación de «disgregación o disolución de
los elementos constitutivos del capital» (C. Marx), ¿dónde que-
dan el trabajo, el valor, la acumulación y la circulación, si el
tiempo se acelera y hace simultánea cada esfera y se pierde la
continuidad y el carácter sucesivo de la producción en el sobre-
pliegue? Si tomamos en cuenta que la producción, indepen-
dientemente de sus formas sociales, debe ser continua, ella está
forzada «a transformar y a transformarse consumiéndose a sí
misma», como advierte Žižek. ¿Pero qué pasa entonces en la
Crítica de la Razón Mediática

sociedad de la información-comunicación, en donde todo lo


Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

que se produce es acotación del tiempo y aplanamiento, simul- 105


taneidad del tiempo en la inmediatez, en donde ya, de suyo, la
producción, la circulación y el consumo se funden en un solo
movimiento? ¿Se resuelve la tensión o se sobrepliega aún más?
¿Y qué ocurre cuando dicho dispositivo información-comuni-
cación, subsume al resto de la economía y también a la políti-
ca en su lógica? ¿Será qué la base del nuevo capitalismo es lo
que antes fue llamado superestructura en un movimiento de
inversión de la carga?
Podemos afirmar que ha surgido y se instaura a nivel
global (teniendo en cuenta las particularidades regionales) un
nuevo dispositivo dominante, el cual nace del impacto tecno-
lógico, de la informatización del modo de producción y la con-
siguiente hegemonía de la producción inmaterial sobre cualquier
otra formalización. Asimismo que este movimiento desplaza,
descentra y arrastra a todas las demás formas de materializa-
ción del capital como modo y formación, subordinándolas.
Es por eso que el dispositivo información-comunicación
no sería debidamente comprendido si ignoramos todo su des-
pliegue, esto es: las relaciones simbólicas que contiene, sus mitos
fundacionales, los discursos y sus regímenes de verdad, su carga
ritual e imaginaria y las relaciones no lineales de la que está con-
formada.
En tal sentido, pensar el presente implica atender la
incorporación (in-corpore) de los sucesos y dramas del mundo
por parte de la mediática y su campo de efectos de superficie:
los medios, como nuevos dispositivos de la lógica del capital
en su reactualización. Pues los medios constituyen un ele-
mento del nuevo imaginario social epocal, una nueva pieza
que se integra al rompecabezas: «En mayor o menor grado,
Crítica de la Razón Mediática

todo proceso comunicativo se da con base a ciertas llaves


Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

106 predeterminadas que organizan nuestras percepciones en


conformidad con modelos míticos, recortes nominales y cla-
sificatorios fundamentados, inclusive, en nuestra memoria
biológica».12
Pero muchas categorías usadas para entender al mundo
se han resquebrajado y parecen obsoletas ante la fuerza de estos
cambios13. Hoy se habla de crisis de los saberes consagrados y
de la reducción a la nada de antiguas formulaciones y bitácoras
de pensamiento. Esto es particularmente cierto en el terreno de
la comunicación. A decir de Deleuze, la cultura de la civilización
del capital, no se puede pensar sin la mediática como forma
Terminal de su dispositivo de punta, y nunca como algo inmó-
vil. Sería necesario algo así como una etnografía molecular que
tendría que variar continuamente y que devuelva la potencia a los
conceptos.
12 A. Esté, "Periodismo y ritual". Mimeografiado. Caracas, 1992. p. 50.
13 Me refiero a los cambios que involucra el paso de una sociedad disciplina-
ria a una sociedad de control, que Negri caracteriza magistralmente de la
siguiente manera: "La sociedad de control, en cambio, debería entenderse
como aquella sociedad (que se desarrolla en el borde último de la modernidad
y se extiende a la era posmoderna) en la cual los mecanismos de dominio se
vuelven aún más 'democráticos', aún más inmanentes al campo social, y se dis-
tribuyen completamente por los cerebros y los cuerpos de los ciudadanos, de
modo tal que los sujetos mismos interiorizan cada vez más las conductas de
integración y exclusión social adecuadas para este dominio. El poder se ejerce
ahora a través de maquinarias que organizan directamente los cerebros (en los
sistemas de comunicación, las redes de información, etcétera) y los cuerpos (en
los sistemas de asistencias social, las actividades controladas, etcétera) con el
propósito de llevarlos hacia un estado autónomo de alienación, de enajenación
del sentido de la vida y del deseo de creatividad. En este sentido la sociedad de
control podría caracterizarse por una intensificación y una generalización de los
Mediática

aparatos normalizadores del poder disciplinario que animan internamente


nuestras prácticas comunes y cotidianas, pero, a diferencia de la disciplina, este
control se extiende mucho más allá de los lugares estructurados de las institu-
ciones sociales, a través de redes flexibles y fluctuantes. En segundo lugar, la
Crítica de la Razón

obra de Foucault nos permite reconocer la naturaleza biopolítica del nuevo


paradigma del poder. El biopoder es una forma de poder que regula la vida
social desde su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticu-
Juan Barreto

lándola. El poder sólo puede alcanzar un dominio efectivo sobre toda la vida
de la población cuando llega a constituir una función vital, integral, que cada
individuo apoya y reactiva voluntariamente. Como dice Foucault: 'Ahora la vida
Primera Parte / Ensayo I

El impacto de los grandes medios (nuevas tecnologías vin- 107


culadas a la electricidad, microchip, satelización, redes, tecnología
militar, etc., lo que se conoce como eco-comunicación o ecosiste-
ma mediático), aún no ha terminado, se encuentra más bien en
plena expansión y no ha sido considerado en toda su magnitud. No
obstante, la teoría sigue aferrada a los modelos de La Escuela
Norteamericana que apuesta su suerte a los sondeos y a los estu-
dios de efectos.
Pero los campos de delimitación (Foucault) se han
desplazado y surgen saberes dionisiacos y nuevas tribus urba-
nas (Maffesoli) que llaman a redimensionar las prácticas teó-
ricas. Sería incluso propicio pensar en “clave brujérica”
(Guattari) para comprender la naturaleza de los desplaza-
ha llegado a ser […] un objeto del poder'. La función más elevada de este poder
es cercar la vida por los cuatro costados y su tarea primaria es administrar la
vida. El biopoder se refiere, pues, a una situación en la que lo que está directa-
mente en juego es la producción y la reproducción de la vida misma. Estas dos
líneas de pensamiento de la obra de Foucault encajan perfectamente entre sí en
el sentido de que sólo la sociedad de control puede adoptar el terreno biopolí-
tico como su terreno exclusivo de referencia. En el paso de la sociedad discipli-
naria a la sociedad de control queda establecido un nuevo paradigma de poder
definido por las tecnologías que reconocen a la sociedad como la esfera de
influencia de biopoder. En la sociedad disciplinaria, los efectos de las tecnolo-
gías biopolíticas eran aún parciales, en el sentido de que el disciplinamiento se
desarrollaba siguiendo una lógica relativamente cerrada, geométrica y cuantita-
tiva. El poder disciplinario mantenía a los individuos en instituciones pero no
lograba absorberlos completamente en el ritmo de las prácticas productivas y la
socialización productiva, no lograba penetrar enteramente en las conciencias los
cuerpos de los individuos, ni llegaba a tratarlos y organizarlos en la totalidad de
sus actividades. En la sociedad disciplinaria, la relación entre el poder y el indi-
viduo continuaba pues siendo una relación estática: la invasión disciplinaria del
poder correspondía a la resistencia del individuo. En cambio, cuando el poder
llega a ser completamente biopolítico, la maquinaria del poder invade el conjun-
Crítica de la Razón Mediática

to del cuerpo social que se desarrolla en su virtualidad. Esta relación es abierta,


cualitativa y afectiva. La sociedad, absorbida dentro de un poder que se extien-
de hasta los ganglios de la estructura social y sus procesos de desarrollo, reac-
ciona como un solo cuerpo. El poder se expresa pues como un control que se
hunde en las profundidades de las conciencias y los cuerpos de la población y,
al mismo tiempo, penetra en la totalidad de las relaciones sociales". T. Negri,
Juan Barreto

Imperio, Paidós, Barcelona, 2002, pp. 38 y 39.


Primera Parte / Ensayo I

108 mientos que se operan en el tejido social y las turbulencias


que se producen.14
Por ello, a contracorriente de las dominantes maneras de
abordar el problema de la esfera mediática, sostenemos que las prác-
ticas mediáticas conforman un campo de autonomía, una subcultu-
ra de un tinglado teatral que marca de manera nueva a toda la
máquina cultural.
Pues, el despliegue temporal y espacial de dichas prácti-
cas es divergente y caótico, constituyendo una cultura de lo múl-
tiple, lo diverso y lo híbrido, un campo de relaciones complejas
que borra identidades y fronteras tenidas como dadas y fijas. O,
para decirlo de otra manera, conformando campos situacionales
complejos que nos obligan a pensar más allá de lo inmediata-
mente útil para el mercado. Tiene razón Ramón Zallo cuando
afirma:
La vieja escuela de Frankfurt -exceptuando a W. Benjamin- no
comprendió el entronque que muchos productos de la cultura
industrializada iban a establecer con la cultura popular soterrada y
menospreciada hasta entonces o el hilo de continuidad existente
entre culturas tradicionales e industrial... Tampoco valoró que
junto a producciones deleznables la nueva industria crearía las
condiciones para nuevas expresiones artísticas y síntesis bien con-
tradictorias.15

14 "Existen, por tanto, universos en los cuales se instaura un consenso social


respecto a la verdad, pero que están sometidos a presiones sociales que favo-
recen el intercambio racional y que obedecen a unos mecanismo de universa-
lización como los controles mutuos; en los cuales las leyes empíricas de fun-
cionamiento que rigen las interacciones implican la puesta en prácticas de
controles lógicos; en los cuales las relaciones de fuerzas simbólicas adoptan
una forma tan absolutamente excepcional que, por una vez, aparece una fuer-
za intrínseca de la idea verdadera, que puede alimentarse de la fuerza en la
lógica de la concurrencia; en los cuales las antinomias normales entre el inte-
Crítica de la Razón Mediática

rés y la razón, la fuerza y la verdad, etcétera, tienden a debilitarse o a abolir-


se. Y… Popper […], sin duda con una intención y una lógica diferentes, sos-
tiene, al igual que Polanyi, que la naturaleza social de la ciencia es responsa-
ble de su objetividad". P. Bourdieu, El oficio del científico, Anagrama, Barcelona,
2003, p. 245.
15 R. Zallo, Economía de la comunicación y la cultura, Akal, Madrid, 1988, pp.
Juan Barreto

10 y 11.
Primera Parte / Ensayo I

Los tiempos que corren contienen eventos de nuevo tipo 109


que dejan huellas de registro, que imponen nuevas configuracio-
nes de sentido al interior de las representaciones colectivas, que
movilizan energías que desplazan visiones y lecturas de lo real.
Esto trae como resultado otros agenciamientos colectivos de
subjetividad, que estallan en subjetividades múltiples, las cuales
no se corresponden en términos de identidad con los diseños
cultural-institucionales de la civilización Moderna, condición de
posibilidad de la razón instrumental del metabolismo del capital.
Es decir, el tiempo de la revuelta está a la mano, como la
idea derrideana de decisión. Como la potencia de un virus
encriptado, la irrupción de lo otro ya se ha gestado y está conte-
nido e inoculado en la naturaleza misma de la mutación tecnoló-
gica que se opera al interior del capital.
Puede que se trate de la crisis terminal de una lógica que
ya no puede crecer más allá de sus propios límites lo cual asegura-
ría su inviabilidad, por lo que ahora se engulle a si misma, proli-
ferando al interior del cuerpo físico como dispositivo biopolítico
del control. O del fin de un arco o ciclo, cuya disyuntiva reside en
su capacidad o no, de renovarse y adaptarse a los desajustes que ha
creado, para entrar a una nueva fase de explotación del trabajo; en
todo caso, nadie puede negar la fractura que padece su lógica. Al
menos podemos asegurar que hay una crisis generalizada en su
metabolismo basal.
Son evidentes el daño al ambiente, el consumo desmesu-
rado, la acumulación y la producción fantasma, además del derro-
che del agua y la energía; la reinstauración de formas de trabajo
esclavo para sobre-intensificar la explotación del trabajo y las nue-
vas y distintas formas de exclusión social asociadas a tal evento; la
creación de un aparato militar pesado, sobretecnológico, costoso,
Crítica de la Razón Mediática

ineficiente, terrorista e insostenible, que además consume buena


parte de los recursos que moviliza la economía que lo produce.
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo I

110 Se trata de un modelo agotado, atrapado en un régimen


de valorización virtual del ciclo de acumulación, cada vez más
alejado de cualquier referente material, que sólo se soporta sobre
la metafísica de un relato mitómano. Ahora bien, nada de esto es
suficiente para que una formación social desaparezca. El régi-
men del capital no se desplomará por si sólo.
Puede proseguir reproduciéndose sobre sí mismo, al infi-
nito, produciendo realidad-actualidad, por medio del dispositivo
información-comunicación, en la misma medida que coloniza
los nuevos territorios de la subjetividad y crece ahora al interior
de otro límite, desde otra reterritorialización del cuerpo.
Bastaría con el esfuerzo por comprender su lógica, sus
funcionamientos y las condiciones de producción del deseo
político con sede en la subjetividad, para construir la voluntad
política otra, que haga pedazos todo lo existente. Esta es tam-
bién una tarea de la teoría que toma partido por y desde las nue-
vas prácticas que se abren paso impugnando los imperativos sis-
témicos de la civilización del capital y anunciando otro mundo
posible.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
II 111

UN EJERCICIO SOBRE MATERIA OSCURA


Y AGUJEROS NEGROS, VIRUS Y ADN

Una manera de buscar agujeros negros, consiste en


conseguir materia que gire alrededor de lo que
parece un objeto compacto e invisible de gran
masa… Para ello, precisaría conocer la parte de
ella que hay ya en su interior. Esta contiene parte
de la información de lo que cayó dentro.
La cantidad de información puede ser grande,
porque un agujero negro de masa y velocidad de
rotación determinadas puede ser formado a partir
de un número muy elevado de diferentes conjuntos
de partículas.
S. Hawking

ara comprender qué es lo que, en fin de cuentas, es la

P (re)producción, necesitamos de nuevos repertorios teó-


ricos y de audaces modelos que nos permitan construir
metáforas interpretativas (Derrida), para la aproximación a los even-
tos. En ese sentido, hemos escogido la polémica idea de la mate-
ria oscura o éter para explicar el fenómeno de funcionamiento de
expansión del dispositivo información-comunicación y su con-
tingente gravedad-antigravedad como lógica de la reproducción.
La idea de actualidad como eterno presente, como futuro
actual desplazado o tiempo actual descentrado, forma parte del universo
mediático y es pieza clave en el dispositivo información-comuni-
cación, lugar-tiempo que crea el concepto de opinión pública y
todo su régimen derivado, el cual se comporta como campo de
Crítica de la Razón Mediática

fuerza en expansión, al que llamaremos gel mediático. Veamos a qué


epistemología nos referimos en esta aproximación por analogía.
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

112 Energía y masa son caras de una misma moneda, decía


Einstein, y el cosmos no tiene un reloj universal ni un marco de
referencia común. El tiempo y el espacio son relativos y fluyen
de manera diferente para cada objeto, dependiendo de su movi-
miento, de las fuerzas que lo impactan y de los azares y ocurren-
cias vinculadas en un tejido flexible de cuatro dimensiones al
menos, al cual la materia, por gravedad, curva y deforma. La
atracción de los objetos que llamamos gravedad, es sólo materia
que se desliza por sobre las curvaturas del tejido del espacio-
tiempo por efecto de súper fluidez1. ¿Pero, de qué está hecho ese
tejido?
A la densidad “medible” de dicho tejido, algunos la deno-
minan materia oscura. Sobre la materia oscura, hay muchas especu-
laciones y también recientes descubrimientos que hablan de un
nuevo efecto gravitacional como, por ejemplo, los efectos de los
mundos espejos, los universos paralelos, la radiación electromag-
nética de fondo y toda una gama de nuevas fuerzas que determi-
narían la contracción o expansión del espacio-tiempo y el así lla-
mado efecto inflacionario.
El paisaje del universo es un término recientemente acu-
ñado por el físico Leonard Susskind. Parte del requerimiento de
9 ó 10 dimensiones adicionales para la existencia de las cuerdas
y supercuerdas, con todo y la teoría que la sustenta. Las cuerdas
serían tensores enrollados y envueltos sobre sí mismos, de 10 a
las 500 formas posibles, lo que le da una estable configuración al
espacio-tiempo, número de partículas y a la energía del vacío o
energía oscura (que podría diferir de lugar en lugar y no compor-
tarse como una constante, pero la suma del paisaje si produciría
valores totales).
De modo que la denominada constante cosmológica de
Crítica de la Razón Mediática

Einstein, podría ser de nuevo un elemento para tomar en cuen-


ta, precisamente como constante, como hoy reconocemos la

1 Sugiero, al respecto, la lectura de R. Feynman, La conferencia perdida,


Juan Barreto

Metatemas, Barcelona, 1998.


Primera Parte / Ensayo II

idea del espacio-tiempo y, finalmente, quedar reivindicada; así 113


como el inflatón, por ahora partícula hipotética, que podría ser
una suerte de efecto adicional separador o aglutinador de los
eventos cosmológicos, según se tome. Lo que haría del vacío, al
menos, un tema operacional distinguible de la nada2.
En este sentido, algunos físicos teóricos aseguran que
la materia oscura del vacío, no es eternamente expansiva; es,
por el contrario, equilibrio, pues se cumplen las tres leyes fun-
damentales de Newton: gravedad, fuerza, acción y reacción,
aunque no exista una “masa” inmediatamente “medible”
como objeto cuantificable.
Los laboratorios Bell descubrieron en 1964, que el cos-
mos está inundado por un mar de radiaciones de microondas
espesas. En 1980, Alan Guth, desde el MIT, dio un fuerte impul-
so a la física de partículas, las cuales se comportarían como
enjambre, campo de fuerzas espeso, que aseguran un empareja-
miento entre materia y energía en el universo.
Este es uno de los puntos de partida de la teoría infla-
cionaria o total del universo, que ha permitido entender la idea
de aplanar la curvatura del espacio-tiempo del cosmos, tal y
como Einstein lo predijo. Y hoy los satélites lo comienzan a
detectar, con mediciones precisas de las microondas cósmicas
sueltas y en inflación.
Los así denominados objetos extraños de partículas y de ondas,
descritos por el físico hindú, Subrahmanyan Chandrasekchar, en
1931, comienzan hoy a ser “observados”, lo cual confirmaría la
existencia de objetos comprimidos súper masivos o agujeros negros
por donde «se fuga la energía excedente del universo» para retor-
nar como Quazar, lo que plantea también un desafío al llamado
modelo estándar, que explica las distintas interacciones producidas
Crítica de la Razón Mediática

en el microcosmos.

2 J. Arnau, asegura que una reflexión mucho más compleja que la elabora-
da por occidente, surgió en la India en el siglo II, por el filósofo y monje
budista Nãgarjunã. En La palabra frente al vacío, Fondo de Cultura Económica,
Juan Barreto

México, 2005.
Primera Parte / Ensayo II

114 Así mismo, el llamado campo de Higgs, es todo un reto.


Esta teoría consiste en imaginar partículas de vacío llenos de un
campo de fuerza de nada. Sobre este tema hay un ardoroso debate
que abre al siglo XXI, lugar del tiempo en donde también se
comienza a hablar de «materia blanca».
El físico hindú Chandrasekchar, aplicó a una estrella, las
ecuaciones de la relatividad general especial y, simultáneamente
la mecánica cuántica, advirtiendo que una gravedad especial podría
actuar sobre ella y comprimirla hasta convertirla en un punto
más del universo; un punto aplastado por la energía emanada
por cuásares y pulsares, rayos X y gamma, las partículas de
honda Z, W, destellos de estrellas de neutrones y otros objetos
colapsados; si los mismos dirigen su energía en una misma
dirección precisa.
Este modelo ha servido, desde entonces, para orientar la
búsqueda del contenido del vacío. I. Prigogine, representa en sus
ecuaciones, al vacío «como un campo fluctuante no simétrico
que produce masas ligeras o pesadas» de un tiempo latente que
está siempre aquí actualizándose.
Hoy sabemos que el universo está lleno de fuentes de
energías «extrañas y titánicas» que se debaten entre sí y crean
campos diagramáticos de tensiones. Ha resultado que estos
efectos de campos permiten «pesar galaxias» que contienen a
su alrededor más masa de la que se puede medir y observar a
simple vista. A esta medición se le llama «lente gravitacional» y
hoy se cree que alrededor del 90 % de la masa del universo pro-
cede de ese “allí”, que no se puede encontrar en ninguna forma
conocida de materia, pero existe e influye de manera decisiva
en todo cuanto ocurre, tanto estirando como acelerando los
juegos existenciales del universo. Este efecto no sería otra cosa
Crítica de la Razón Mediática

que un tejido multidimensional de supercuerdas llamadas bra-


nas y p-branas.
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

Algunos físicos teóricos toman estas aproximaciones 115


como punto de partida para una teoría unificada de la ciencia. Se
trataría de una fuerza impulsora o antigravedad, en términos del
cosmólogo Macahel S. Turner, que influye en el comportamien-
to de las cosas y que no puede encontrarse ni descubrirse por
ahora a simple vista. La materia oscura así pensada, es la respon-
sable de la arquitectura oculta del universo y el efecto de las len-
tes gravitacionales, es una de las pocas formas prácticas de
“verla”.
Prigogine nos habla también de la confirmación reciente
de descubrimientos realizados en 1965. Se refiere a un universo
formado de la singularidad de fotones por sobre los cuales nave-
gan los bariones, ligados a la radiación de fondo del cuerpo
negro. F. J. Dyson dice que las fuentes de expulsión de rayos X y
los torrentes de emisión de rayos X binarios, nos hablan de mate-
ria oscura, así como evidencian la existencia de agujeros negros en las
galaxias. Estos últimos, son lugares que succionan toda la energía
en cualquiera de sus formas y comprimen el espacio tiempo. Esta
figura, también nos sirve y la utilizamos a la hora de construir
nuestro modelo y de referirnos a la producción y al consumo de
actualidad por sobre gravedad y saturación. La substracción de
las memorias, por ejemplo, obedece a esta lógica.
Las ondas gravitacionales remanentes de la materia oscu-
ra están siendo medidas hoy por gigantescos detectores al sur de
Washington, en Luisiana y al sur de Pisa, en Italia. Estos hallaz-
gos y los modelos analógicos que ellos sugieren, nos permiten
construir un dispositivo teórico nuevo para acercarnos al estudio
de las turbulencias no visibles y las densidades medibles de los
campos o ambientes de opinión de la máquina información-
comunicación que llamaremos éter simbólico, o gel mediático. Nada
Crítica de la Razón Mediática

que llena el vacío en el significante Amo.


Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

116 Para ello, nuestro punto de partida es el de las reconfigu-


raciones de la dominación en la sociedad actual. Es decir, el
hecho de que las formas de la dominación se van convirtiendo
en diagramas de zonas de gravitación y control generalizado, a
partir de nuevas instituciones blandas, dúctiles y ubicuas, a veces
efímeras, que forman parte del gel mediático en donde ahora
ocurre la semiosis social (Verón) de la significación.
La condición gel de la mediática habla de una zona metaes-
table que llena las distancias y ocupa el vacío social, una tensión,
una intensidad variable de inestabilidad social permanente, una
suerte de gravedad invisible que hace redes de cuerdas de nubes
espesas, espacios turbulentos de opinión, actualidad, informa-
ción; como expresión del efecto de superficie producido por el
dispositivo comunicación-información, actuando como régimen
de sentido dominante.
Esto garantiza la estabilidad inestable, “el equilibrio” gra-
vitacional del capital y su lógica, la inteligibilidad discursiva de
sus significantes devenidos en signos. Podemos imaginar el
magma en el centro de la tierra, o la materia oscura del éter. Dice
también de un espesor sinuoso de líneas de cruce, un espacio-
tiempo social, movedizo y de un conjunto de texturas que se
cruzan y mezclan en el despliegue incesante de la producción de
sentido de la actualidad.
Esta es la materia prima del dispositivo información-
comunicación, en la era en la que la producción inmaterial des-
borda a la llamada producción material, la subsume y la contie-
ne, sin liquidarla, manteniéndola como referente simbólico
opaco, estimulándola de manera que siga siendo el referente
imaginario del simulacro.
Para comprender el movimiento de propagación del dis-
Crítica de la Razón Mediática

positivo información-comunicación, echamos mano de la lógica


de lo viviente, como dijera F. Jacob. Trabajamos el modelo deriva-
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

do de la bioquímica de la vida. Esto nos colocó al interior de 117


procesos tales como la intensidad vital de la inmunidad de las
cepas bacterianas lisogénicas, invulnerables a la infección por
contaminación a partir del contacto con nuevas partículas mágicas,
es decir, de cualquier orden distinto a sí mismas.
Así mismo, nos aproximamos también al comportamien-
to de los plásmidos, el descubrimiento del ARN mensajero, en las
células y la síntesis de las proteínas; la reciente secuenciación del
genoma, las llamadas mutaciones y la forma como se rompe de
manera química o mecánica una cadena de ADN, produciendo
trozos más pequeños llamados enzimas de restricción que rom-
pen la lógica del sistema conservativo del ADN, causando cade-
nas mutantes.
Todo ello nos acercó al problema de la reproducción, la
transformación y la conservación de la lógica del capital. Es decir,
afirmamos que, en efecto, el capital y sus formas ampliadas de cir-
culación cubren un arco que obedece a dinamismos que tienen una
lógica metabólica que actúa por infección y propagación, por sínte-
sis y fragmentación, por corte y estriaje. Por lo cual el modelo ante-
riormente apuntado nos servirá en lo adelante para explicar el
momento actual de la mutación de dicho metabolismo hacia otros
tiempos-lugares de auto reproducción del capital como lógica de su
propia existencialidad.
Del mismo modo, penetramos los misterios de las fluc-
tuaciones estadísticas medibles en cada factor de la herencia
(Mendel); las combinaciones posibles de proteínas enzimáticas
que catalizan las reacciones del metabolismo y los fenómenos de
variación de la herencia por efecto de la incorporación o modi-
ficación de un radical químico o una radiación. El fenómeno de
variación, es ampliamente conocido en lo que se acepta común-
Crítica de la Razón Mediática

mente como evolución, salto, mutación o extensión.


Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

118 Finalmente, la forma semicircular del cromosoma bac-


teriano y su relación con el universo viral, nos dio la clave para
acercarnos a una teoría de la propagación de los agenciamien-
tos informativo-comunicativos; los cuales asimilamos al mode-
lo bioquímico de la vida y a su devenir, como veremos.
Comprendimos así, al dispositivo información-comunicación y
sus distintos agenciamientos de sentido, actuando por lógica de
infección viral. El modo de producción biopolítica apareció
entonces, más claro ante nuestros ojos. Estábamos cerca de
otra mirada.
Lo que pretendemos desde allí, es hacer-nos de un
modelo que tome a su cargo lo real, en el instante en el que la
producción inmaterial y su circulación son el soporte hegemó-
nico del modo de producción; cuando, como dijera Marx3,
«todo lo sólido se desvanece en el aire» y es opacidad e ilusión:
cuerpo social recuperado por un nuevo régimen de sentido y su
dispositivo, con todo y sus campos de prácticas asociados. Este
es el momento de El Capital como (re)producción pura de sí
mismo. Como presente puro, como estado de realidad perma-
nente. Vale la metáfora de Alicia y el espejo, pues detrás de él no
hay nada.
Esto quiere decir que las cadenas de sentido, los reperto-
rios de los aparatos interpretativos, los sistemas de enunciación,

3 La tradición de pensamiento marxista, como cualquier otra, no es algo


homogéneo y estable. Esto es así no sólo en el sentido obvio de que ha sufri-
do reformulaciones cruciales alo largo de su siglo y medio de vida, sino tam-
bién, y de manera fundamental, que su historicidad no responde nunca exclu-
sivamente a sus impulsos y problemáticas inherentes. Esta se ve atravesada de
cabo a rabo por las recomposiciones más vastas en los regímenes de saber que
se produjeron en su transcurso en el pensamiento occidental. El pensamien-
Crítica de la Razón Mediática

to marxista viene, de este modo, a reinstalarse sucesivamente en diversos


nichos epistemológicos, se reconfigura en función de las diversas epistemai
que definen, en cada momento dado, las condiciones de inteligibilidad de los
fenómenos. En definitiva, éstos proveen la red teórica de base a partir de la
cual se relee también retrospectivamente el pensamiento de Marx y se refor-
mula su legado. E. J. Palti, Verdades y saberes del Marxismo, Fondo de Cultura
Juan Barreto

Económica, México, 2005. p. 92.


Primera Parte / Ensayo II

las pretensiones de verdad de la civilización son ya (re)produc- 119


ción, es decir, puro estado de realidad de una lógica de sentido.
El capital lo único que produce es la condición de posibilidad de
la existencia de sí mismo, su propio metabolismo, instalándose
de manera parásita y gobernando todo cuerpo.
Así mismo, a partir de estas afirmaciones, podemos ase-
gurar entonces, que nos encontramos en un momento en que los
pactos sociales de entendimiento se remecen, marcados por nue-
vas eventualidades que devienen en nuevas tecnologías del yo;
descentradoras y disipadoras, energías modelizadoras anuncia-
doras de un nuevo individuo social desafiliado de la performati-
vidad legitimadora de las formas tradicionales de mitificación y
ritualización, que incluso nacen perversamente y en contra de
todo pronóstico del deseo dominante, desafiliadas del poder, tal
y como éste fue entendido en términos tradicionales4.
Se trata, entonces, de hacernos cargo de la existencia de
nuevas fuerzas de descentramiento y desencantamiento y de un
nuevo movimiento en ese sentido que, desde la producción
inmaterial como modelo hegemónico dominante, actúan hoy sin
que la teoría sea capaz de construir los aparatos interpretativos y
traductores para detectar tales objetos.
En ese movimiento, para nosotros, la mediática y sus ope-
radores terminales, los medios, son la expresividad de un con-
junto estriado de campos de efectos de superficie, de producción de
sentido por supergravedad, de la derivación de un gel que hace

4 “En efecto, la coyuntura es cantidad, en tanto la potencia es cualidad. Pero


la una no puede transmutarse en la otra. Es natural que desde la mirada esta-
docéntrica surja, entonces, la pregunta sobre la utilidad de la potencia. Como
la emancipación, la potencia no es útil, no puede metamorfosearse en valor
Crítica de la Razón Mediática

de cambio en el altar del mercado político. Durante los momentos insurrec-


cionales la movilización disuelve las instituciones, tanto las estatales como las
de los movimientos sociales. Las sociedades en movimiento, articuladas desde
el interior de su cotidianidad, fisuran los mecanismos de dominación, rasgan
los tejidos del control social, dispersan las instituciones; dejan, en resumidas
cuentas, expuestas las fracturas societales que la misma sociedad, al moverse,
al deslizarse de su lugar anterior, pone al descubierto.” R. Zibechi, Dispersar el
Juan Barreto

poder. Tinta y Limón, Buenos Aires, pp. 27-33.


Primera Parte / Ensayo II

120 posible el funcionamiento del dispositivo información-comuni-


cación por medio de agenciamientos de propagación por conta-
minación o lógica viral.
Esta lógica reconfigura las nuevas maneras de relacionar-
nos con el mundo, con los otros y con nosotros mismos, pues
toda relación, como lo ha analizado Martin-Barbero, es media-
ción massmediáticamente construida. Por esto, la mediática
también implica la emergencia de nuevas formas de ver, pensar,
decir, hacer y sentir, cambiando radicalmente las experiencias
espacio-temporales, y creando una «nueva cotidianidad», en rela-
ción con las formas administradas de control del gobierno del
capital y sus dispositivos massmediáticos. Los modos y mundos
de la vida nuevamente sufren la presión interior de la gran trans-
formación de las relaciones productivas que impactan el espacio-
tiempo de la construcción de subjetividad.
Al respecto, Žižek asegura que la perspectiva de “la aldea
global” de la información, podría estar también marcando el fin
de las relaciones de mercado, a secas, relaciones que por defini-
ción están articuladas a la lógica de una demanda insatisfecha
debida a la proliferación del deseo sobre la escasez de respues-
tas. Lo que estaría ocurriendo es una mutación en el modo mismo
de producción colectiva de subjetividad, que prepara el terreno
a una nueva forma de mercado, dispuesta a mudarse al territo-
rio de la oferta superabundante, a crecer sobre su propio límite,
como el cáncer cuando hace metástasis.
Momento mutante que hace estallar al deseo sobre sí
mismo, hacia lo otro, por autofagia, por lógica de agujero negro;
en un movimiento que Marx llamó modo. Concepto que sigue
operando desde el fantasma de Spinoza: «…cuanto más me acer-
co a los límites de mi potencia actual de mi condición finita, a la
Crítica de la Razón Mediática

sustancia divina de la cual yo sólo soy un modo» (una expresión de


su geometría de las pasiones).
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo II

Siguiendo en este punto a S. Žižek, puede sostenerse 121


que la condición actual del mundo permite reafirmar la senten-
cia de Marx según la cual el límite del capitalismo es el capital
mismo. El límite intrínseco al propio proceso que coloniza
cada nuevo terreno, ha llegado. Y este límite que no es sólo
geográfico y económico, sino también cultural, político, psíqui-
co, ético; erosiona cualquier contenido sustancial del que busca
alimentarse el capital.
De modo que cuando el capital ya no encuentre fuera de
sí ningún contenido sustancial del cual apropiarse, se desplegará
un proceso que habrá de desembocar en algún tipo de explosión
o implosión. Por esto, como afirma Žižek hay que tomar en serio
«la metáfora de Marx, según la cual el capital es una entidad vam-
pírica». Capaz de devorarse a sí mismo.
Las explosiones ya comienzan a sucederse en todos los
mundos y esferas posibles, pero sobre todo en la proliferación
de micro-físicas socio-culturales con los cambios de rutinas en
las metrópolis, las zonas de tránsito, la reclasificación de los
pobres, los horarios, el trabajo5, las especialidades, las jerar-
quías, el disciplinamiento, los espacios para la mujer y la fami-
lia, la escolaridad, el espacio público y su uso, la diversión y el
entretenimiento, la representación sobre lo que es o no legal o
peligroso, las nuevas sexualidades, las jergas urbanas, los ritmos
estético-kinestésicos, etc.
Contundente señal de tal explosión es la actividad de pro-
ducción y reproducción de los flujos y recortes de lo mediático
al interior de la máquina cultural (Guattari), que atraviesa trans-
versalmente y desde las distintas esferas de sentido que confor-
man lo social. Por ejemplo, problemas de siempre, como la legi-
Crítica de la Razón Mediática

timación y la representatividad, se despotencian y cobran una


dimensión dramática y crítica, en la medida en que lo político,
Juan Barreto

5 A. Gorelik, Adrián, Miradas sobre Buenos Aires, Siglo XXI, México, 2004.
Primera Parte / Ensayo II

122 como escenario cultural de interacción, se reconfigura por las


crecientes mediaciones massmediáticas, particularmente, la
radio, la prensa escrita, Internet, La TV y otras zonas superficia-
les de la mediática que saturan de realidad y actualidad la lógica
de la vida.
Sin detenernos demasiado, todo ello reactualiza a lo polí-
tico mediatizado, como un no lugar (Augé), y a la esfera de lo polí-
tico como un espacio por refundarse. O, en todo caso, como
lugar desplazado y contaminado también por los cambios, como
veremos más adelante. Es decir, como esfera productora de sen-
tido, que ha abandonado sus territorialidades tradicionales, para
existir hoy como espacio desplazado al interior de la subcultura
mediática, o como un parásito del “agregado cultural”.6
Crítica de la Razón Mediática

6 M. Bisbal, Pensar la cultura de los medios, UCAB, Caracas, 1999. Este concep-
to captura sin pretenderlo, la idea de J. L. Borges, quien habla de la realidad
Juan Barreto

como la última y más temida ficción.


III 123

UN ACERCAMIENTO CRÍTICO
A LAS TRADICIONES TEÓRICAS
EN EL CAMPO DE LA COMUNICACIÓN

Muchos de los más sabios y eruditos


se adhirieron al nuevo método de expresarse
por medio de cosas: lo que presenta como
único inconveniente, el de que cuando un
hombre se ocupa de grandesy diversos asuntos
se ve obligado, en proporción, a llevar a espal -
das un gran talego de cosas, a menos que pueda
pagar uno o dos robustos criados que le asistan.

J. Swift.

os cambios ocurridos en el globo son , para algunos entendi-

l dos, anunciadores del fin de los paradigmas sintéticos con los


que nos acostumbramos a pensar el mundo, por lo que pare-
ciera que ya no hay lugares desde donde fundar lo que pensamos
y decimos, ni siquiera en la especulación a muerte, que propone
Baudrillard. Desde la caída de Europa del Este, hace casi tres
décadas, se ha abierto la compuerta a represados charlatanes y
oportunistas de oficio, para el ejercicio de su jerigonza optimista.
Discursos optimistas o la ironía de un escepticismo mili-
tante y conservador, invaden el mapa político y las propuestas
teóricas, paralizando la búsqueda de alternativas críticas, escamo-
teando los problemas y sepultando interrogantes nuevas y viejas
Crítica de la Razón Mediática

que han quedado sin responder. Su resultado es el mismo: todo


esfuerzo queda tapiado bajo el pragmatismo.
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

124 Habitamos un mundo massmediatizado y esto ha dispa-


rado el proceso de racionalización que anunciara Weber, de un
modo acelerado1. Toda actividad humana va quedando atrapada
en el interior de ese dominio, hasta colonizar por completo el
«mundo de la vida» (Habermas). Asistimos a un momento del des-
centramiento que se expresa en algunas reflexiones como reali-
zado sentimiento de pérdida.
Tal momento tiene en el proceso de subjetivación e indi-
viduación, su situación terminal. Muchos investigadores se sien-
ten pasajeros de un planeta errante y sin salidas. Es por eso que,
tal vez y paradójicamente, el pensamiento recupera un papel pro-
tagónico en la comprensión del mundo y su devenir. Así mismo,
nuevas formas de resistencia fundan la utopía que se abre paso
en feroz combate con la visión dominante.
1 "Hoy vemos definirse vulgarmente la virtualización como digitalización de
todos los flujos semióticos y signaléticos y su integración cibernética en redes
de cooperación y comunicación socio-técnicas y productivas. De todo esto a
nosotros nos interesa, por un lado, discriminar entre el citado sentido vulgar y
la construcción ontológica del concepto de virtualidad como potencia contex-
tualmente determinada, y, por otro, acercarnos a aquellos aspectos de las tec-
nologías numéricas que arrojan luz sobre los modos de existencia y produc-
ción de general intellect y contribuyen a dilucidar los rasgos pertinentes de una
nueva estética trascendental o de una fenomenología constitutiva de la corpo-
reidad colectiva en las condiciones de lo que Felix Guattari denomina l´age de
L´información planétaire. Simplificando al máximo, diremos que la televisión,
por un lado, así como otras formas de telepresencia, consagran la transforma-
ción del espectador en experto, en "autor" (por más que la realidad dominan-
te del fenómeno televisivo se oponga y minimice esta situación); la continua
recepción simultánea constituye un flujo temporal en continua contracción y
expansión que ritma la cotidianidad, el hacerse del tiempo colectivo -y la indis-
tinción entre lo real y la imagen cobra aquí una durísima realidad-. Esta socia-
lización de la percepción-trabajo colectiva solo despliega sus virtualidades con
la mise en réseau de los dispositivos numéricos y telemáticos, en estos interfa-
ces humano-maquínicos trabajo, percepción, actividad lingüística, imaginación
configuran el esqueleto material de la cooperación productiva (inmaterial y
afectiva) posfordista; pero lo que nos interesa señalar ante todo es cómo en
estos dispositivos e interfaces se trabaja la materia temporal, es decir, cómo la
Crítica de la Razón Mediática

percepción-trabajo opera con cristalizaciones y modulaciones de secuencias


temporales con cristalizaciones y modulaciones de secuencias temporales sin-
gulares, las modifica, reconfigura y suscita construyendo circuitos de coopera-
ción que son además arquitecturas temporales. El contenido mismo de estos
procesos de producción consiste en una modulación continua de singularida-
des temporales ritmadas por configuraciones de secuencias semióticas, signa-
léticas y perceptivas, por las variaciones continuas de su intensidad". T. Negri,
Juan Barreto

Arte y multitud, Simancas, Barcelona, 2000, pp. 11-12


Primera Parte / Ensayo III

En el centro de esta problemática se encuentra la 125


comunicación social. El estudio de los procesos comunicati-
vos está dejando de ser un ejercicio retórico que habla de
“base” y de “infraestructura”, de efectos y de medios de
masas, desde las relaciones de propiedad, para dar paso a un
momento de la discusión donde se juega la suerte de un pro-
yecto ético y político. Para investigadores como Ignacio
Ramonet, el asunto tiene magnitudes aún no calculadas:
El desarrollo actual de la informática y sus implicaciones en el campo
general de la comunicación, constituye uno de los grandes aconteci-
mientos de ruptura social en la historia de la humanidad. Inaugura una
revolución radical comparable a la revolución industrial; de hecho, la
magnitud de esta nueva revolución es muy superior, puesto que se
sitúa concretamente en el punto de intersección de cuatro transforma-
ciones convergentes: social, económica, técnica y cultural.2

Sin embargo, la mayor parte de los teóricos que se recla-


maban de un pensamiento crítico, hoy se baten en retirada,
repitiendo letanías, en el mejor de los casos, o apelando a bál-
samos consoladores, cuando no guardan silencio o se incorpo-
ran jubilosos a las nuevas prédicas que ensalzan las ventajas y
maravillas de las nuevas tecnologías y su capacidad para la
democratización, incurriendo en lo que Marcuse llamaba la
inconsistencia metafísica tecnológica. Para nosotros algunas de
estas formulaciones, particularmente, las corrientes norteame-
ricanas de los años ’40, ’50, ’60 y ’70, no son más que silencio.
Regodeo estético que anuncian un profundo esperar. Actos de
paciencia o de contemplación, nada más, como diría Nietzsche.
Hoy, la visión dominante que gobierna la investigación
sobre la comunicación mira mal todo aquello que no esté referi-
Crítica de la Razón Mediática

do a “las potencialidades de los nuevos medios”, dejando de lado


toda discusión que pretenda asegurarse un espacio de confron-
Juan Barreto

2 I. Ramonet, La golosina audiovisual, Fácil, Caracas, 1993, p. 141.


Primera Parte / Ensayo III

126 tación en torno a problemas como la naturaleza del lenguaje, los


intercambios simbólicos, el comercio y la economía de las rela-
ciones lingüísticas, y, en fin, un sin número de caminos dilemáti-
cos que intentan profundizar la reflexión.
Para ello resulta necesario un acercamiento crítico al
campo de la comunicación y a sus tradiciones teóricas y filosófi-
cas fundamentales: en especial a la constituida por los aportes de
la Escuela de Frankfurt y la llamada Escuela Americana, cada
una en sus cascadas y derivaciones.

La Escuela de Frankfurt y sus críticos

En la producción inmaterial, los productos ya no son más


objetos materiales, sino nuevas formas sociales
(interpersonales); en resumen, la producción
inmaterial es directamente biopolítica, la producción es
de vida social. Fue Marx quien subrayó cómo la
producción material es siempre también (re) producción
de las relaciones sociales dentro de las cuales ocurre.

S. i ek

La Escuela de Frankfurt, en repetidas oportunidades, ha sido


criticada por su presunto exceso de “culturalismo”; por su
escepticismo apocalíptico de carácter nietzscheano, ante las
crecientes demandas de la industria cultural y ante el desborde
de la sociedad de masas; al igual que por cierto psicologismo
al que finalmente quedarían reducidas muchas interpretacio-
nes de dicha corriente.
Crítica de la Razón Mediática

A los teóricos de la Escuela Crítica se les ha cuestiona-


do, casi siempre de manera infundada, otras veces desde el
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

oportunismo tradicional y en no pocas ocasiones, con serias 127


formulaciones. La crítica fundamental se refiere a la “esterili-
dad” de sus propuestas, las cuales no serían fecundas para fun-
dar lo alternativo, aunque a veces tras esta crítica se esconde un
interés conservador.
Reseñada la crítica, asumida en su totalidad y con todas
sus consecuencias, hay que decir también que, a nuestro enten-
der, el esfuerzo de Adorno, Horkheimer, Marcuse, Benjamin y
otros investigadores de esta corriente, no parece haber sido
bien leído por los estudiosos de la comunicación de nuestro
terreno concreto que es Venezuela. El esfuerzo de estos auto-
res reside en «una crítica total de la sociedad moderna y de su
cultura»3 y en un replanteamiento de la teoría en su sentido
kantiano de crítica. Veamos un ejemplo: durante los años 70, la
teoría crítica fue cuestionada de buena fe por la izquierda lati-
noamericana, agrupada en lo que se conoció como Escuela
Latinoamericana.
El punto de discordia radicaba en las postulaciones de los
autores de Frankfurt con respecto al abordaje del pensamiento
de Marx y Hegel. En este sentido hay que rescatar algunos tra-
bajos de M. Bisbal, en los que guarda distancia de esta corriente
y, sin embargo, los reivindica como parada obligada en la forma-
ción del comunicador y del investigador de la comunicación. En
este autor, hay una suerte de pensamiento postfrankfurtiano,
más apegado a los aportes de Benjamin.
Se decía entonces, desde el marxismo dogmático, que el
marxismo era particularmente interpretado por el pensamiento
frankfurtiano al destacar, fundamentalmente, los problemas de
la alienación, de la ideología y de los aparatos culturales, sin recu-
Crítica de la Razón Mediática

perar la dimensión crítica de Marx en su construcción del “ser


social” y los momentos de desarrollo histórico de la praxis. Es

3 A. Touraine, Crítica de la modernidad, Fondo de Cultura Económica, Buenos


Juan Barreto

Aires, 1994, p. 153.


Primera Parte / Ensayo III

128 decir, los pensadores de Frankfurt dejaban de lado la lucha de


clases, la mercancía y los aparatos de Estado.
En este sentido, Alberto Aoún en su tesis Sociopolítica de
la comunicación, apunta observaciones importantes sobre las limi-
taciones de algunos autores latinoamericanos en su comprensión
de la Escuela Crítica:
No obstante a esa intención radical, que debía ajustar las hipótesis a
las circunstancias específicas de la tradición histórica y de la tradición
intelectual occidental en las ciencias sociales, aunque bajo el signo
opuesto a la crítica negativa. Esto determinará la persistencia de cier-
tos obstáculos, propios del desarrollo intrínseco del pensamiento ide-
ológico-teórico europeo y posteriormente del norteamericano, y más
aún la persistencia aparentemente inevitable de una dependencia aun-
que fuese con el presupuesto de una racionalidad más adecuada a la
compresión en su totalidad de los fenómenos de nuestra realidad...4
Sin embargo, en una nueva lectura de la Dialéctica Negativa
de T. Adorno, de la Dialéctica del Iluminismo de Adorno y
Horkheimer, y de algunos trabajos de Marcuse, se encuentran
sugestivas ideas para una postura impugnadora, que escasamen-
te fue encontrada por los investigadores del continente. Para
nosotros, la Escuela de Frankfurt promueve una postura “ecoló-
gica” del hombre en conflicto con la naturaleza y este es un
momento de ruptura epistemológica que queremos rescatar:
Lo que La Escuela se propone es la reconciliación entre la humanidad
y la naturaleza, dejando abierta la posibilidad de la existencia de una
razón liberadora. El punto de partida de ese encuentro lo establece en
el imprescindible respeto y reconocimiento de esa parte esencial de la
humanidad, que es la razón subjetiva y el estímulo a la razón crítica.5

Siguiendo con la tradición adorniana, la industria cultu-


ral, es decir, el proceso global de producción-reproducción de
la vida material y espiritual conforme a la naturaleza de la lógi-
ca de mercado, supone la superación de la idea de cultura de
Crítica de la Razón Mediática

masas. La superación de una noción según la cual, espontánea-


4 A. Aoún, Sociopolítica de la comunicación [Tesis de Grado], Escuela de
Comunicación Social / FHE-UCV, Caracas, 1985, p. 257.
5 L. Barrios, "La razón de ser de la teoría crítica o la crisis de la sociedad
Juan Barreto

moderna", en Nueva Sociedad, Nº 110, Caracas, 1995, p.54.


Primera Parte / Ensayo III

mente, ocurre la producción cultural en tanto la sociedad se 129


masifica. La idea de la cultura producida y produciéndose con-
forme a una gramática generadora de sentido, matriz civilizato-
ria de unas relaciones que Marx llamaba mercado, asegura la
existencia de un dispositivo cultural dominante. Este será el
punto de partida para autores como Bourdieu, como veremos
más adelante.
Atrás quedaron los tiempos del optimismo de la metafísi-
ca teleológica de los positivizadores de Walter Benjamin que, en
interpretaciones posteriores, han querido confrontarlo con el
resto de la Escuela y presentan la teoría crítica como un momen-
to superado y un prejuicio esteticista de las elites. No compren-
den el papel de la voluntad ético-política contenida en una
corriente que, por supuesto, no aspira a ninguna homogeneidad.
Adorno y Horkheimer saldaron cuentas con estas posturas, al
anunciar que la lógica estética de la sociedad de masas era una
dimensión distinta que anunciaba el fin del arte y su subsunción,
en términos del primer Marx, al sentido socialmente producido
del mundo industrial, en tanto que generalidad de lo real concre-
to, sin negar la posibilidad de formaciones estéticas de ruptura
que, como zonas de resistencia, pudiesen emerger en contradic-
ción y desde la misma matriz de sentido del mercado.
Decía Adorno que la industria cultural opera con una
lógica doble: la introducción en la cultura de la producción en
serie -con lo cual se tacha todo aquello en razón de lo cual la
lógica de la obra se distinguía de la del sistema social- y la imbri-
cación entre producción de cosas y producción de necesidades,
por la que la fuerza de la industria cultural radica en su unidad
con las necesidades producidas.
En ambos aspectos, la racionalidad técnica es igual a la
Crítica de la Razón Mediática

racionalidad del dominio mismo. Por ello, como advierte Alain


Touraine: «La influencia de la escuela de Frankfurt fue y sigue
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

130 siendo considerable, pues una sociedad dominada por la produc-


ción, el consumo y la comunicación de masas tiende a reducir a
los individuos a papeles que otros definieron por ellos».6
En ese sentido, no encontramos, a diferencia de otros
análisis, mayor contradicción entre Adorno y Benjamin, quien
pensaba que los modos de percepción y asimilación del juicio
por parte del público, quedaban mediados por la presencia de las
nuevas formas culturales en lo cotidiano, reivindicando un lugar
de reinvención de un imaginario distinto a la razón instrumental.
En todo caso, entre Adorno y Benjamin hay un debate inacaba-
do que sigue siendo necesario.

Masas e Industria

En los orígenes históricos del régimen capitalista


de producción, y todo capitalista advenedizo pasa,
individualmente, por esta fase histórica, imperan,
como pasiones absolutas la avaricia y la ambición
de enriquecerse; pero los progresos de la
99producción no crean solamente un mundo de
goces. Con la especulación y el sistema de crédito,
estos progresos abren mil posibilidades
de enriquecerse de prisa. Al llegar a un cierto
punto culminante de desarrollo, se impone incluso
“una necesidad profesional” para ”el infeliz”
capitalista, una dosis convencional de derroche,
que es a la par ostentación de riqueza y, por tanto,
medio de crédito. El lujo pasa a formar parte
de los gastos de representación del capital.

C. Marx

Adorno se pregunta en qué medida las reacciones del público


masivo son generales o específicas, y «en qué medida el hábito de
Crítica de la Razón Mediática

mirar la televisión sirve a la postre a la necesidad de matar el tiem-


po libre carente de sentido»7, advirtiendo que la industria de la
cultura:

6 A. Touraine, Op. cit., p. 157.


Juan Barreto

7 T. Adorno, Mínima moralia, Amecar, Barcelona, 1983, p. 87.


Primera Parte / Ensayo III

…reduce aún más a los hombres a un comportamiento inconscien- 131


te, en cuanto pone en claro las condiciones de una existencia que
amenaza con sufrimientos a quien la considera, mientras promete
premios a quienes la idolatran. Los límites entre lo que es imagen
real y lo que es fantasía son borrados de la conciencia: la imagen es
tomada como un trozo de realidad, como una especie de habitación
suplementaria que se compra con el aparato.8
Partiendo de la idea de caos cultural -la pérdida del cen-
tro, la dispersión y diversificación de los niveles culturales, el
desencantamiento weberiano-, los fundadores de la Escuela de
Frankfurt, afirman la existencia de un sistema que produce y
regula esa dispersión. Esta sería su lógica de sentido. Así, redu-
cido a cultura producida -merced de la doble lógica de la indus-
tria cultural-, en los mismos términos del mercado, el arte
mismo, en una visión absolutamente radical, se hará «accesible
al pueblo como los parques». Es decir, el arte se hace mercancía
ofrecida al disfrute de todos, introducida en la vida como un
objeto más, desublimado, de modo que con la degradación de la
cultura a bien cultural también se degrada su expresión filosófi-
ca como valor cultural, «su razón de ser».
Es posible que esta visión urticante pueda ser preterida
por su absolutismo maniqueísta; sin embargo, una lectura des-
prejuiciada puede permitir extraer la intención contenida en su
fuerza expresiva. En un mismo movimiento, Adorno observa
cómo la industria cultural banaliza la vida cotidiana y positiviza
el arte: «Contra toda estética idealista hemos de aceptar que el
arte logra su autonomía en un movimiento que lo separa de la
ritualización, lo hace mercancía y lo aleja de la vida».9
La creación del concepto “industria cultural”, supone un
avance sobre las anteriores teorías de la cultura y abre la posibi-
lidad para el estudio de las formas de producción y consumo
Crítica de la Razón Mediática

como formas generales de la constitución del sentido, pues, per-


mite analizar «la producción industrial de bienes culturales como

8 Ibid., p. 30-31.
Juan Barreto

9 Ibid., p. 89
Primera Parte / Ensayo III

132 movimiento global de producción de la cultura como mercan-


cía»10, entendido este movimiento como la racionalidad de las
formas de dominación propias de la formación social capitalista.
Sin estos pasajes, sería imposible una lectura crítica de
Benjamin, quien destaca en sus observaciones los residuos de his-
toria que contiene la fibra contradictoria de la Industria Cultural,
desde donde se puede restituir la totalidad perdida a partir de los
efectos de superficie que se manifiestan como rasgos culturales.
Junto a Husserl y su fenomenología, Benjamin consigue exponer
un nuevo campo de teoría crítica, que lleva a Marcuse a su con-
cepto de hombre unidimensional o instrumental, junto a todas
sus creaciones.

La ilusión como performativo

La ilusión es un fantasma y como todo fantasma está


destinado a desvanecerse de un momento a otro.

R. Goubern

La pregunta, antes de rechazar de plano a los frankfurtianos es:


¿qué es la forma-mercancía, qué es un objeto-signo, en qué
movimiento se produce esta doble articulación y surge un régi-
men de sentido?:
Hay que reconocerle a Adorno el haber sido el primero en plantear,
de forma explícita, la relación de los medios masivos con la economía
de mercado a través del concepto de industria cultural. Con él,
Adorno hace pedazos el culturalismo y su intento de abstraer ‘los
productos del espíritu’ a la lógica de la mercancía como objetos
puros, separados del proceso social. Pues la lógica de la mercancía es,
Crítica de la Razón Mediática

desde luego, otro principio organizador de lo real y, tal vez, un prin-


cipio dinámico y totalizador.11

10 A. Mattelart y M. Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación, Paidós,


Barcelona, 1997, p. 54.
Juan Barreto

11 D. Volpe, Crítica de la ideología contemporánea, Icaria, Barcelona, 1995, p. 118


Primera Parte / Ensayo III

Lejos de funcionar como un giro del lenguaje, la noción 133


de sociedad industrial, implica la de industria cultural como
herramienta que revela exactamente que lo mercantil no es algo
que venga a añadirse a los productos o a las técnicas ya construi-
das, sino que es la forma misma de su producción, pues «en la
industria cultural los productos del espíritu ya no son también
mercancía sino que lo son integralmente»12. A este comentario,
algunos teóricos han tratado de añadirle un condimento cultura-
lista o elitesco de carácter aristocrático por parte de los frankfur-
tianos. Pero, para nosotros, estas críticas no han sido capaces de
hacer énfasis en la carga ético-política de dicha categoría, a lo
que invita Zallo cuando afirma: «A pesar de la dificultad para
trazar un límite que defina lo que es o no cultural, y lo que es o
no industria en el ámbito de la comunicación, se adoptará el tér-
mino industria cultural propuesto por Frankfurt, pues es lo sufi-
cientemente amplio y preciso al mismo tiempo, como para cons-
truir un punto de partida».13
De lo que se trata, entonces, es de asaltar el sistema de
representaciones a partir del cual cada civilización se asegura su
reproducción. Eso que Maffesoli y Balandier llaman domina-
ción. Es decir, control por parte del sistema de representaciones
colectivas y violencia simbólica sobre el mundo estético-percep-
tivo de los individuos. Por ello, con toda la precaución para la
comprensión de este tiempo, es útil recordar la reflexión del

12 J. Martín-Barbero, Comunicación masiva: discurso y poder, Época, Quito, 1978,


p. 26.
13 R. Zallo, Economía de la comunicación y la cultura, Akal, Madrid, 1988. Al res-
pecto, también es pertinente citar el siguiente planteamiento de Martín-
Barbero: "La envergadura cultural de los medios no se halla en la cultura-con-
tenido que difunden (único objeto de atención de la crítica ilustrada), sino en
Crítica de la Razón Mediática

el cambio cultural que ellos catalizan y potencian: ese que conecta las nuevas
difusas condiciones del saber, carácter limitado del conocimiento y horizonte
ilimitado de la información, con las nuevas maneras de ver-narrar (la profun-
da complicidad de la oralidad que perdura como experiencia cultural primaria
como 'la oralidad secundaria' que tejen las gramáticas tecnoperceptivas de la
radio, TV, cine, video), y de ambos con los nuevos modos de estar juntos, esto
es, con las nuevas maneras de habitar la ciudad". J. Martín-Barbero, Mediaciones
Juan Barreto

urbanas y nuevos escenarios de comunicación, Fundarte, Caracas, 1994, p. 134.


Primera Parte / Ensayo III

134 Martín-Barbero de los ’70 acerca de la «forma mercancía» que


encierra un discurso ritual y un principio organizador que trans-
forma sistemáticamente las cosas, operativizándolas al interior
del modelo de representaciones como máquina productora de
dispositivos:
Y ello a través de un proceso de lenguaje, de semantización en el que
los juegos de palabras, las hipérboles, los procedimientos de adjetiva-
ción, son aparentemente inocentes en proceso, pero sin poder ocultar
del todo la ‘marca de fábrica’ esa ideología que se empeña en zanjar
semánticamente las diferencias sociales a la vez que las ensancha.14

Ningún bien le hace a la teoría crítica pensar en términos


positivistas los postulados de Frankfurt, es decir, suponer que
Adorno, por ejemplo, se escandalizaba por la banalización de la
cultura o por la excrescencia de algunos productos, más allá de la
ironía. En la Teoría Crítica hay una toma de partido, por supues-
to, pero, sobre todo, un modelo de aproximación a lo mediático
como sistema global de mediaciones a la que no escapa el arte.
Modelo y circuito, dispositivo y objeto referencial del “gusto”.
Elemento sobre el que reflexiona Adorno: «El gusto es el sismó-
grafo más preciso de la experiencia histórica; a diferencia de casi
todas las demás facultades, es capaz de registrar aún su propio
comportamiento reaccionando contra sí mismo, reconoce su
propia falta de gusto»15. Conseguimos aquí otro punto de parti-
da para los posteriores trabajos de Bourdieu, por ejemplo.
Habría que releer –siempre es buena una segunda lectu-
ra– a Marx, para comprender el proceso de fetichización de la
mercancía. Saber de nuevo, cómo la mercancía aparece en su
forma abstracta, separada del proceso social y cómo el trabajo
pasado que contiene, se desdibuja de la forma valor, es decir, la
opacidad. La forma mercancía es, en sí misma, opacidad genera-
Crítica de la Razón Mediática

lizada y dispositivo organizador del tráfico social. Bajo esta ópti-


ca, Eliseo Verón describe el proceso de producción de los dis-

14 J. Martín Barbero, Comunicación masiva: discurso y poder, p. 27.


Juan Barreto

15 T. Adorno, Mínima moralia, p. 145.


Primera Parte / Ensayo III

cursos y da cuenta de la manera como se comporta el campo de 135


representaciones como producción16, recordando al respecto
que Marx, en La Sagrada Familia, aborda los productos de la cul-
tura con timidez, pero es capaz de reconocer «el momento mate-
rial-cultural de la civilización en su forma sublimada», es decir,
como discurso social producido y produciéndose.
Andy Warhol, por ejemplo, no tenía el problema que tie-
nen algunos con el aura, pues sabía que en la obra de arte existe
un doble movimiento: dentro de lo social, pero separada a la vez
de toda relación social, toda vez que ella misma es su espacio
metafísico, porque es una mercancía peculiar que sintetiza la
relación social abstrayéndola y aboliendo al trabajo como sustan-
cia. Es el momento de la sacralización y mitificación de la opa-
cidad. Lo abstracto-concreto del arte es un trance que se resuel-
ve en el mercado del gusto.
Puede sostenerse, así, que la discusión prejuiciada sobre
el arte y su massmediatización viene dada por el desconocimien-
to o la incomprensión del concepto foucaultiano de dispositivo y,
más específicamente, de campo de dispositivos, donde cabe el
mediático-cultural, tal y como veremos más adelante.
El problema de la originalidad de la pieza de arte o de la
obra que sea, hay que verlo a la luz de la relación social, es decir,
de la entrada en acción de dispositivos de territorialización y des-
territorialización puestos en juego en los campos culturales, sean
estos lisos o estriados, de los residuos de proposiciones didácti-
cas, los escenarios y los procedimientos de los discursos y del
universo referencial de los principios desde donde se le otorga
validez a los registros materializados en objetos-signos y a sus
foliaturas. Por eso, la obra de arte es también objeto y por más
que se produzca a través de distintos instrumentos técnicos, en
Crítica de la Razón Mediática

masa o individualmente, sigue siendo la misma: relación social


encubierta en su forma banalizada, o sea mercancía, que depen-
Juan Barreto

16 E. Verón, Semiosis social, Gedisa, Barcelona, 1987.


Primera Parte / Ensayo III

136 de de unas prácticas, ciertas performatividades y fuerzas que


ponen en acto (actualizan) al discurso estético dentro de un
juego de legitimidades. Por supuesto, esto tiene sus bemoles en
cada fase del debate estético propiamente dicho.
Sin embargo, hay quienes siguen pensando en la existen-
cia de exquisitos productos únicamente para el espíritu, instala-
dos en una mentalización que supone la separación entre agen-
ciamiento material y equipamiento de los dispositivos subjetivos.
Indudablemente, la creación estética es más o menos arbitraria,
pero siempre mediada como queda demostrado en la historia del
arte. De todos modos, se pueden conseguir momentos de rup-
tura y separación, que nos permiten explicar las tensiones pro-
ducidas con el tránsito de un campo cultural a otro.
Llegados a este punto puede comprenderse que las prác-
ticas sociales massmediáticas van más allá de la simple constata-
ción de un buen o mal cuadro, o de un mediocre o interesante
programa de TV, según se vea. Pongamos un ejemplo para libe-
rarnos de la falsa oposición: El rectángulo de la TV, de las foto-
grafías o de las pinturas es un hecho cultural. Un espacio conven-
cional que obedece a una operación de economía del signo que
ya ha sido cartografiada por numerosos autores. De manera que
aquí nada es natural, ni viene dado como determinación, pues se
trata de una invención que obedece a la lógica de la racionalidad
geométrica y a los imperativos de la civilización técnica occiden-
tal: «El cuadro rectangular no corresponde en nada al campo
natural de la visión».17
Sin embargo, este hecho impregna a la cultura de un
nuevo momento de simbolización y de nuevas propuestas
estéticas de reconocimiento, un nuevo tiempo de lectura de la
imagen y del movimiento, un sistema de encuadre y recorte, y
Crítica de la Razón Mediática

una gramática de la huella que pasa de lo emblemático a lo


semiótico y crea nuevas posibilidades de fuga e incluso de rup-

17 G. Gauthier, Veinte lecciones sobre la imagen y el sentido, Cátedra, Barcelona,


Juan Barreto

1992, p. 23.
Primera Parte / Ensayo III

tura del adentro y del afuera, y es de suyo línea de enunciación 137


y demarcación. Es decir, una investigación que quiera ceñirse
firmemente a la compresión de lo massmediático tiene que
tomar en cuenta la nueva configuración de mundo que se pro-
duce a través de sus múltiples relaciones. Hablar de un men-
saje positivo u objetivo y demás jerigonzas consoladoras es
una referencia que no mira más allá del modelo lasswelliano y
que sólo es permitido en el discurso político cotidiano para
abreviar las cosas.
Algunos teóricos perspicaces se apartaron de este debate
estético y la emprendieron por el derrotero de la crítica política
de la alienación, pero se dieron cuenta que seguir hablando de
los medios como aparatos técnicos de manipulación era dema-
siado táctil y, tal vez sensual, o constituía un psicologismo con-
ductista que dejaba muy mal paradas las intenciones críticas. Por
eso han desplazado sus análisis al territorio de las capacidades
estéticas y poliperformativas de los massmedia.
El problema está en que la idea de sentido no es consi-
derada por Benjamin de manera consistente, menos aún cuando
supone que el individuo es quien actualiza lo producido y que la
reproducción técnica separa la obra de arte del ritual y la eman-
cipa liberándolo de lo social. Habría que preguntarse si algún
producto cultural preexiste fuera del ritual universal del merca-
do y de los procesos de valorización de los dispositivos maquí-
nicos culturales. Esto no es un determinismo, es una determina-
ción de lo real. Sin embargo, a este respecto dirá Benjamin, coin-
cidiendo con Adorno en que: «No existe documento de cultura
que no sea a su vez documento de barbarie, no es tampoco el
proceso de la tradición a través del cual se pasa de lo uno a lo
otro. Por eso el materialista histórico se distancia de él en la
Crítica de la Razón Mediática

medida de lo posible. Considera cometido suyo pasarle a la his-


toria el cepillo a contrapelo».18
Juan Barreto

18 W. Benjamin, Discursos interrumpidos, p. 160.


Primera Parte / Ensayo III

138 Benjamin entiende la crisis de la cultura moderna como


el producto de la modernidad tecnológica que termina por
implicar también a las formas de producción de arte19. Dirá que
el aura es un evento no mediable pues es en sí misma historia,
experiencia y ritual, y:
… la reproducción perfecta de una obra de arte carece de un ele-
mento, su presencia en el tiempo y en el espacio, su existencia sin-
gular en el lugar que acontece... La autenticidad de una cosa es todo
aquello que es comunicable desde su origen, recorriendo desde su
duración sustantiva hasta el testimonio ante la historia que ha expe-
rimentado... y lo que verdaderamente arriesga cuando el testimonio
histórico resulta afectado es la preeminencia del objeto.20

Pero Benjamin también reconocía que la obra de arte


queda en una disyuntiva, pues la reproducción hace añicos su
estructura original, la sumerge en otra lógica de distribución sim-
bólica y ritual que transforma radicalmente su circunstancia exis-
tencial. Más adelante aclararemos esto cuando hablemos del
signo, sus estrategias al interior de un régimen de sentido y del
modo como se produce su significado en la medida que se rete-
rritorializa.
Baudrillard, en su libro El sistema de los objetos, tiene
claro el papel del ritual en el proceso de circulación de la mer-
cancía y particularmente de esa mercancía-cliente, reproducto-
ra, que es el consumidor mediático. La idea del simulacro es
aquí una pista para pensar la reproducción. Claro que la per-

19 "Para Benjamin, la obra de arte de nuestra época asume una tendencia


radicalmente nueva; es el producto de la reproducción mecánica,
que transfigura el ser auténtico de la obra de arte a la vez que lo multiplica
Crítica de la Razón Mediática

difundiéndolo y esto supone nuevas problemáticas que compartimos.


Benjamin vislumbra que la obra de arte ha sido siempre potencialmente
reproducible, pero esta nueva era rompe su cualificación singular". G.
Friedman, La filosofía política de la Escuela de Frankfurt, Fondo de Cultura
Económica, México, 1982, p. 151.
20 W. Benjamin, The work of art in an age of mechanical reproduction, Manchester
Juan Barreto

Museum, Nueva York, 1987, p. 183.


Primera Parte / Ensayo III

cepción de la obra de arte, desde su producción y circulación, 139


cambia en la era de la reproducción en masa, pero también ha
cambiado la naturaleza de los sujetos colectivos y de los proce-
sos perceptivos y de intercambio. Por ejemplo, las antigüedades
recrean la paradoja de la pieza de arte. A esto hay que agregar
que todo objeto contiene lo social, es texto y contexto, valor y
relación sublime.
Omar Calabrese asegura por eso que la estética de la
mediática y del mundo cultural propiamente tal, se reduce de
este modo a un mismo sistema de sentido. Y Jaques Attali, en
1492, explica, por ejemplo, el papel del artista en el renacimien-
to y por qué surge la obra de arte como necesidad social de las
representaciones colectivas en la primera modernidad, su forma
de significar y lo que ahora pasa con ella.
Considerando, pues, los desarrollos teóricos posteriores,
puede sostenerse que lo que Frankfurt anuncia es la manera por
la cual la estética como construcción de discurso de la distinción
llegó a su fin, en cierta forma, con la Industria Cultural, al mutar
y entrar en una nueva lógica.
Por ello, seguir pensando desde un Benjamin positiviza-
do, implica no comprender por qué el shock cultural que se le
asignaba a la obra de arte, es ahora sustituido por la forma valor
que puede atribuírsele a cualquier lata o contenido mediático. Es
decir, el aura ha dejado paso al stock del valor cultural como mer-
cancía acumulada, donde lo cotidiano del goce no se juega como
espacio estético sino como lugar de reproducción y consumo de
valor, sustrayendo la idea de goce estético a la de la subsunción
a la forma mercancía, sujeta a la lógica de mercado, síntesis de la
separación y subsunción del trabajo concreto. O, para decirlo de
Crítica de la Razón Mediática

otra manera, síntesis del surgimiento de la subjetividad del traba-


jo, en su forma abstracta: valor-capital, capital-valor, tal y como
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

140 lo planteara Marx en su teoría del valor21 lo que involucra la


recuperación de la subjetividad por la lógica de sentido de la
totalidad y la incorporación de todo lo existente a determinados
circuitos de mercado.
Hay que admitir, entonces, que la cultura de masas en su
mutación hacia la industria cultural desdibuja y asimila en su
interior a todos los bienes socialmente producidos en el orden
fantasma de la mercancía. En este sentido, son igualmente inge-
nuos los que piensan que el relativismo cultural es positivo, los
que piensan que es negativo y los que siguen creyendo en el arte

21 Decidimos incorporar esta larga cita de Toni Negri, pues ella habla por sí
sola de la importancia de la teoría del valor de Marx: "Es por ello: 'la sustan-
cia comunal de todas las mercancías, es decir, su sustancia no como materia,
como carácter físico, sino su sustancia comunal como mercancías y por lo
tanto, valores de cambio, es esta, que son trabajo objetivado'; 'la única cosa dis-
tinta del trabajo objetivado es el trabajo no-objetivo, el trabajo que aún se está
objetivando a sí mismo, el trabajo como subjetividad' (Grundrisse, p. 271-72;
182-83). Es la primera vez que encontramos esta caracterización del trabajo.
Con ella hemos entrado en una fase central del análisis de Marx. La separación
capital-trabajo fue el primer momento: este es ahora el segundo- el trabajo
como subjetividad, como fuente, como potencia de toda riqueza. Es sólo
sobre la base de estos pasajes que la teoría de la plusvalía puede ser elaborada:
estos pasajes son partes de la teoría de la plusvalía. Leamos entonces una pági-
na que nos parece más importante que cualquier comentario: 'La separación
de la propiedad y el trabajo aparece como la ley necesaria de este intercambio
entre capital y trabajo. El trabajo colocado como no-capital es: (1) trabajo no-
objetivado (nicht-vergegenstandlichte Arbeit), concebido negativamente (el
mismo aún objetiva, el sí mismo no-producto-bruto: trabajo separado de
todos los medios y objetivos de trabajo, de su entera objetividad. Este trabajo
viviente, existente como una abstracción desde estos momentos de su actual
realidad (también, no-valor); esta completa denudación, existencia puramente
subjetiva del trabajo, arranca toda objetividad. El trabajo es pobreza absoluta:
pobreza no como escasez, sino como exclusión total de la riqueza absoluta. O
también como el no-valor existente, y, por lo tanto, valor de uso puramente
objetivo, existiendo sin mediación, esta objetividad sólo puede ser una objeti-
vidad no separada de la persona: sólo una objetividad coincidiendo con su
Crítica de la Razón Mediática

inmediata existencia corporal. Como la objetividad es puramente inmediata, es


justamente, no-objetividad directa. En otras palabras, no una objetividad que
cae fuera de la presencia inmediata (Dasein) del mismo individuo. (2) Trabajo
no-objetivado, no-valor, concebido positivamente, o como una negatividad en
relación consigo mismo, es lo no-objetivado, por ello, no-objetivo, es decir, la
existencia subjetiva del mismo trabajo. El trabajo no como objeto sino como
Juan Barreto

actividad; no como, él mismo, valor, sino como la fuente viviente del valor. (A
Primera Parte / Ensayo III

sin más. Pero también están los que apuestan al caos de la diver- 141
sidad como posibilidad emancipatoria, al estilo de García
Canclini o de Vattimo. Cada una de estas propuestas es intere-
sante desde el punto de vista de la desterritorialización que ellas
producen respecto del debate iniciado por la Escuela de
Frankfurt.
Ciertamente, desde tales propuestas, puede sostenerse
que la lógica de sentido dominante organiza por caotización,
saturación, exceso, diferenciación y por ley del olvido y actuali-
zación. La homogeneización reterritorializa la proliferación de la

saber, es) riqueza general (en contraste con el capital en el cual ella existe obje-
tivamente, como realidad) como la posibilidad general de la misma, quien se
demuestra como tal en acción. Por ello, no es totalmente contradictorio, o, en
realidad, los postulados mutuamente contradictorios referidos a que el traba-
jo es pobreza absoluta como objeto, por un lado, y es, por otro lado, la posi-
bilidad general de la riqueza como sujeto y como actividad' (Grundrisse, p.
295-96). Pero esto no basta. La subjetividad del trabajo es la del 'trabajo puro
y simple, trabajo abstracto; absolutamente indiferente a su particular especifi-
cidad (Bestimmtheit), pero capaz de todas las especificidades', es también 'una
actividad puramente abstracta, una actividad puramente mecánica, por ende,
indiferente a su forma particular; una actividad meramente formal, o, lo que
es lo mismo, una actividad meramente material (¿stofflich?), actividad pura y
simple' (Grundrisse, p. 296-97-204). La paradoja se complica; y ya no es más
paradoja, es un desarrollo dialéctico de una intensidad excepcional: la oposi-
ción determina subjetividad y esta subjetividad del trabajo es definida como
una abstracción general. La abstracción, la colectividad abstracta del trabajo es
poder subjetivo (potenza). Sólo este poder subjetivo abstracto (potenza), este
prolongado refinamiento del poder del trabajo en su integridad, que destruye
la misma parcialidad del trabajo, puede permitirle al trabajo presentarse como
poder general (potenza) y oposición radical. En este pasaje, la separación del
trabajo y el capital se vuelve la cualidad que define al trabajo. Los dos signifi-
cados de "abstracto", el de "general" y el de "separado", se hallan reunidos y
reforzados en esta creativa subjetividad de los trabajadores, en la potenciali-
dad por poseer, de ser la fuente de toda riqueza posible. Por otro lado, el valor
de uso, en cuanto-trabajo, se halla absorbido en este primer intento de definir.
¡Algo muy distinto a las definiciones naturalistas y humanistas del valor de
uso! En verdad, se requiere una gran ignorancia o una completa mala fe para
Crítica de la Razón Mediática

reducir el "valor de uso" (en el sentido de Marx) a un residuo o un apéndice


del desarrollo capitalista. Aquí, el valor de uso no es otra cosa más que la radi-
calidad de la oposición del trabajo, que la potencialidad subjetiva y abstracta
de toda la riqueza, que la fuente de toda posibilidad humana. Toda multiplica-
ción de la riqueza y la vida se halla unida a este tipo de valor: no hay otra fuen-
te de riqueza y poder. El capital succiona esta fuerza por medio de la plusva-
Juan Barreto

lía". T. Negri, Marx más allá de Marx, Bourgois, París, 1979, pp. 129-130.
Primera Parte / Ensayo III

142 diferencia, es decir, la diferencia y la diversificación se incorpo-


ran a la lógica de sentido que desdibuja su potencia para el res-
cate de las zonas malditas y de los discursos bastardos y margi-
nales. Esto no hace más que hacerle gracias a la lógica de merca-
do. Y así como hay quienes siguen pensando que una ópera es
un valor social más elevado que una pieza de merengue, hay
quienes aspiran a unos medios dúctiles desde donde la voz de lo
diverso, que sería ahora lo democrático, a falta de otra utopía, sea
la referencia emancipatoria. Aunque puede admitirse que eso ya
sería algo en un momento tan unánime.
Rorty diría que las fuerzas desencantadas de la moderni-
dad han tocado el aura de la obra de arte y por eso se funda un
“todo vale”. Para nosotros, las cosas son de otro modo. Las esfe-
ras ética, estética y política, nunca habían estado tan juntas.
Precisamente, lo massmediático actúa como catalizador, pues se
trata de un fenómeno que gramaticaliza al orden de sentido den-
tro de un régimen, dándole dimensión y espesor al dispositivo
maquínico que llamamos cultura. Acercarse a este estado de la cul-
tura significa ver el fenómeno mediático de una manera un tanto
weberiana, entenderlo como fase terminal del destino del arte y de
buena parte de los objetos culturales. Los destinos que toman las
prácticas y sus distintos meandros no contradicen esta lectura
general, por el contrario, afirman la posibilidad emergente de los
consumos culturales que pueden, o no, ser zonas lisas de resisten-
cia o de ruptura, ante el orden estriado del corte mediático.
Entonces, ¿qué leen los benjaminianos positivistas? En
el fondo son habermasianos que siguen apostando a la comu-
nicación-acción como alternativa, al acto de habla que nos
autorice como locutores legítimos, a la transparencia del senti-
do y a lo mediático como prolongación sensorial de la subjeti-
Crítica de la Razón Mediática

vidad. Defienden la posibilidad de que la civilización le otorgue


a los medios actuales la posibilidad de auto-emanciparse, en un
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

último movimiento. Por eso, precisamente, siguen atados, de 143


algún modo, a la teoría de los efectos.
La apuesta a que los distintos grupos sociales puedan
resistir o refundarse desde sus mundos de vida -que el marketing
llama estilos de vida, es decir, organización de los hombres por su
decisión de consumo-, para que hagan uso del medio de “otras
maneras” o, en el mejor de los casos, aseguren un espacio que
les otorgue legitimidad, creando lugares de sobrevivencia y
hasta nuevas formas de intervención y acción, significa una
posibilidad que sólo se asoma.
Paul Virilio diría que hay que ponerse la máscara de
Casandra para mostrar la cara oculta del mercado massmediáti-
co como lógica técnica en toda su negatividad. Una lectura de los
media sólo como máquinas técnicas, como aparatos, puede ser
peligrosa, pues los reduce a “comodines” que se comportan de
acuerdo a los intereses individuales del portador, lo que no niega,
por supuesto, que puedan ser perversamente utilizados. Sobre
esto, hay numerosas experiencias documentadas.
Al respecto, suscribimos la reflexión de Martín-Barbero:
«… los ‘aparatos’ son la parte visible, pero su espeso tejido en
malla también contiene el urdimbre de otras zonas menos mani-
fiestas»22. Estas otras zonas remiten a los espacios y formas de
ejercicio del poder, y de las resistencias. Ya lo decía Foucault,
«donde hay poder hay resistencia» y se abren caminos que res-
ponden al poder23. Deleuze agregaría que «la última palabra del
poder es que la resistencia es primera, en la medida en que las
relaciones de poder se mantienen intactas en el diagrama, mien-
tras que las resistencias están necesariamente en una relación
directa con el afuera del que proceden los diagramas».24
Existe, por ende, un juego complejo donde los discursos
Crítica de la Razón Mediática

refuerzan el dominio, pero en su paradoja también lo minan, lo

22 J. Martín-Barbero, Comunicación masiva, discurso y poder, p 45.


23 M. Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber, Siglo XXI,
México, 1987, pp. 116-117.
Juan Barreto

24 G. Deleuze. Foucault. Paidós, Barcelona, 1987, p. 119.


Primera Parte / Ensayo III

144 exponen, lo vuelven frágil y permiten oponérsele. Lo que sugie-


re que, ante la sobre abundancia de visibilidad del diagrama de
poder, siempre habrá formas de contestar al poder. Por ello, que-
darse en la crítica de las maneras perversas de usar los mass
media empobrece la capacidad para asumirlos como espacio de
articulación, aldaba, bisagra o eslabón de cruce entre los campos
y el sentido que atraviesan, por ejemplo, al dispositivo visiónico
del poder del capital: «El problema de la comunicación deja de
ser de contenidos significativos ya que esa perspectiva en su
reducción del discurso a relaciones de significación, de lengua,
de estructura, descarta su hacer, su movimiento, su trabajo...».25

El espíritu americano

El término medios de comunicación de masas


procedente de la sociología funcionalista
norteamericana de la escuela de ‘Investigación de la
Comunicación de Masas’, hace referencia descriptiva a
las formas preferentes de la comunicación en nuestros
días, dicha escuela de práctica empírica, se ha centrado
en la hora de formular nociones generales, en la ela -
boración de modelos parcelados de los flujos
comunicativos sociales con un acento particular en los
efectos de la comunicación, y de forma subordinada,
al sujeto receptor, pasando por alto fenómenos que
hoy son objeto de atención... tales como
la reinterpretación variada de los mensajes
o la resistencia del público a los mensajes dominantes.

R. Zallo.

Mientras los pensadores de Frankfurt sostenían que la masifica-


ción industrial representa nuevas lógicas de sentido que atravie-
san, incluso, a la expresión estética, reduciéndola a producción
Crítica de la Razón Mediática

en masa -condición de la cual puede o no emanciparse y buscar


Juan Barreto

25 J. Martín-Barbero, Comunicación masiva, discurso y poder, p. 47.


Primera Parte / Ensayo III

canales alternativos-, para los teóricos norteamericanos de los 145


años 40, 50, 60 y 70, con un leve giro en los 80, la cultura de
masas representa la afirmación y la apuesta por la sociedad de la
plena democracia. Como lo expone Martín-Barbero:
… fue necesaria toda la fuerza económica del nuevo imperio y todo
el optimismo del país que había derrotado al fascismo y toda la fe
en la democracia de ese pueblo, para que fuera posible la inversión
-de capital y de sentido- que permitió a los teóricos norteamerica-
nos asumir como la cultura de ese pueblo, la producida en los
medios masivos: la cultura de masa.26
Para los teóricos norteamericanos (llamados por Eco
“integrados”), lo que empezaba a cambiar no se situaba en el
ámbito de la política, era un fenómeno apolítico que pertene-
cía al terreno de la cultura y la tecnología. Desde allí tocaba al
resto de las esferas de la vida, interviniéndolas definitivamente.
No se trataba solamente de una lectura que entendía a la cultu-
ra aristocráticamente, sino como «los códigos de conducta de
un grupo o de un pueblo».27
Con los nuevos medios ocurrirían cambios culturales
democráticos en el sentido de la masificación de nuevos disposi-
tivos entre los que destaca el de la información-actualidad. Así, la
función mediadora se muda de la familia a la escuela y de la
escuela a los medios de comunicación, para volver a la familia.
La crítica social también cambia de lugar: ya no es la crítica polí-
tica sino la crítica cultural la que explica al mundo:
Aquella que es capaz de plantearse un análisis que va más allá de las
clases sociales, pues los verdaderos problemas se sitúan ahora en los
desniveles culturales como indicadores de la organización y circula-
ción de la nueva riqueza, esto es, de la variedad de las experiencias
culturales.28
Al respecto, Edward Shills asume que el advenimiento de la
Crítica de la Razón Mediática

cultura de masas incorpora a la mayoría de la población a la socie-

26 J. Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones, Planeta, Bogotá, 1988, p. 43.


27 D. Bell, The end of ideology, The Free Press, Chicago, 1963.
28 E. Shills, "Más allá de las clases sociales", en revista Times, enero de 1959,
Juan Barreto

p. 28.
Primera Parte / Ensayo III

146 dad y revitaliza al individuo, suscitando e intensificando la indivi-


dualidad. La cultura de masas es la primera en posibilitar la comu-
nicación entre los diferentes estratos de la sociedad. Y puesto que
es imposible una sociedad que llegue a una completa unidad de sus
campos culturales, entonces, lo importante es que haya circulación
para que todo el mundo tenga acceso y pueda ascender socialmen-
te. Este pensamiento fue dominante y sigue teniendo influencia en
los que aspiran a la democratización de los medios.

Influencia, inoculación y efectos

La historia de las técnicas muestra que


una herramienta no es nada al margen
del agenciamento maquínico variable que le da
total relación de vecindad con el hombre, los ani -
males y las cosas… Es la máquina la que hace las
herramientas y no a la inversa. Una línea evolutiva
que fuera del hombre al instrumento y de éste a la
máquina técnica, es puramente imaginaria.
La máquina es fundamentalmente social y anterior
con las estructuras que atraviesa, a los hombres
que distribuye, a las herramientas que selecciona,
a las técnicas que promueve.

C. Parnet

De estudios realizados por Abraham Moles -que en 1940 traba-


jó los campos de transferencia cibernéticos-, sobre la manera
como una emisión llega a su destino sin mayores interferencias,
empleando un repertorio de códigos comunes, surge la llamada
Fórmula o Esquema Canónico: E–R (emisor-receptor). Más
tarde, en 1949, los laboratorios Bell conseguirán que Shannon y
Weaver perfeccionen este diseño incorporando la idea de ruido
Crítica de la Razón Mediática

o interferencia. El así llamado modelo lineal pasa también por las


Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

manos de W. Shcramm quien le da forma circular, naciendo la 147


famosa Tuba de Shcramm.
Paralelamente, inspirados en los principios liberales apli-
cados al terreno de la información-comunicación, en el año 44,
aparecen los llamados padres fundadores. Ellos son: Félix Paul
Lazarsfeld, Carl Hovland y Harold Laswell, cuyos planteamien-
tos constituyen un paradigma que es el punto de partida de la
corriente empírico funcionalista. Lazarsfeld, venido de Europa
con profundos vínculos con la corriente crítica, abandona estos
postulados y se propone hacer de las mediciones un método que
venga en relevo de las especulaciones. Escribe The people choice, un
libro sobre sondeos de opinión en tiempos electorales y el uso
de los medios, y desarrolla la llamada teoría de la influencia o
modelo hipodérmico, que supone un efecto directo e inmediato
luego de la inoculación de los mensajes en las audiencias, tesis
que luego es refutada. Havland es un psicólogo social que estu-
dia la persuasión dependiendo del tiempo de exposición de los
individuos a los medios. Mientras Laswell elabora el concepto
acción de comunicación o paradigma de funcionamiento de los
medios de comunicación de masas. Es decir, ellos trabajan la
influencia, la circulación de los mensajes y el rol de los medios.
Luego, en los 50, Parsons, desde los modelos sistémicos,
y Merton, desde el estructuralismo positivista, se encargan de
darle mayor consistencia al modelo. Así, entusiastas investigado-
res como Berelson y Wright, llevan a cabo numerosas investiga-
ciones cuantitativas. De Fleur29 crea la noción de retro alimen-
tación (feed-back) o modelo isomórfico, y Dance30 le da circulari-
dad en un espiral dinámico que sirve a Gerbner para crear el
modelo psicológico conductista de la percepción.
Hovland, Lazarsfeld, Merton, McPhee, Casey, Lasswell,
Crítica de la Razón Mediática

Wright y otros, dieron forma a un pensamiento que, desde la


sociología positivista, fundaba la necesidad de abordar la comu-
29 M. L. De Fleur, Occupational roles or portrayed on television, Public Opinion,
Quarterly, Nueva York, 1956.
Juan Barreto

30 F. Dance, Teoría de la comunicación, Tusquets, Buenos Aires, 1973.


Primera Parte / Ensayo III

148 nicación de masas como un fenómeno surgido con la aparición


de los grandes medios, contribuyendo así a la construcción de un
enfoque que privilegia el estudio de las características e impactos
de estos nuevos aparatos, considerados como soportes que pue-
den ser estudiados separándolos del contexto que los produce.
Esta corriente trata de responder a una interrogante gene-
ral que actúa como paradigma en los estudios sobre comunica-
ción. Se trata de un enfoque “científico”, que recogía los efectos
de los medios, las actitudes de los públicos, e intentaba el estudio
de los contenidos y su influencia en la creación de opinión públi-
ca, por medio del análisis de la emisión. Tal aspiración refería
como método el paradigma de Lasswell: ¿quién dice?, ¿qué dice?, ¿a
quién? y ¿con cuáles efectos? La intención de todo esto era lograr obje-
tivos prácticos medibles:
Las premisas teóricas del proceso, sus elementos invariables y la cober-
tura genérica del mismo, han estado ligados, en los diferentes momen-
tos de su estructuración, a diversas propuestas de ‘legalidad’ como
modelo lógico formal, casi siempre desde los conceptos del racionalis-
mo empírico. A título de ejemplo podemos citar los modelos matemá-
ticos de Shannon, quien por allá en los años 50 acuñó el término ‘socie-
dad de la información’ en un esquema sistémico; el cibernético de
Wiener, el etológico-conductista de Skinner, Schramm... 31

El énfasis en los vehículos, la circulación, las audiencias


y su comportamiento, el alcance, la penetración y la exposición
a los mensajes y al medio, son algunos de los tópicos tratados.
Para muchos representantes de la Escuela Americana las nocio-
nes durkheimianas son familiares y, en general, le otorgan a los
contenidos un valor heterogéneo, disperso y efímero. Autores
como Janowitz, Schramm y Schulze32, reducen la comunicación
de masas a los procedimientos difusivos de los especialistas que
se sirven de los dispositivos técnicos para distribuir contenidos
Crítica de la Razón Mediática

simbólicos a audiencias anónimas, heterogéneas y dispersas, por


31 M. Janowitz y T. Schulze, Tendences de la recharche dans les dominedes comunica-
tions de masse, Cultura, Massachusets, 1982, p. 89.
32 Ibíd. Ver también: W. Schramm, Mass communication: A book of readings,
Juan Barreto

Urbana-University Press, Chicago, 1961.


Primera Parte / Ensayo III

ello la necesidad de la redundancia, pues el contenido es irrele- 149


vante. Janis piensa, en el mismo sentido, que los medios de
masas son preparatorios en el proceso de modificación de los
marcos de referencia y, de allí, la teoría del refuerzo.
Carl I. Hovland33 postuló desde la corriente conductista,
la revisión de los efectos de la comunicación de masas, estudios
que consideró como irregulares. Pero fue Walter Weiss quien
creó la llamada Escuela de los Efectos, a fin de conocer los cam-
bios de actitud en la opinión pública34. Y luego Schcramm
incorpora elementos como los de codificación, decodificación e
interpretación, y descubre que es un proceso social que se des-
arrolla en el grupo de referencia, antes que en el individuo.
Paradoja de la comunicación de masas, dirán, el receptor no
puede argumentar frente al contenido, por eso es más vulnerable
que cuando lo puede hacer, pero el comunicador puede perder
la audiencia cuando ignora la existencia de puntos de vista dis-
crepantes.
Ya Fredman y Sears35, sabían que los mensajes son flujos
que entran al mercado especulativo de la información y desde allí
pueden ser rechazados, distorsionados y, sólo a veces, producir
cambios. Por eso, Fredman y Lartwright señalan que los cambios
son producto, principalmente, de las emociones y, luego, de las
áreas cognitivas, razón por la cual el todo no cambia si no cam-
bian las creencias periféricas teñidas de emocionalidad. En todo
caso, la información es un elemento importante a la hora de la
elección. Aquí, la información discrepante sólo consolidará las
creencias ya existentes, de ahí que la evidencia experimental
puede ser contradictoria. Luego vendrán los aportes de Feather
sobre el soldado americano, en donde, por primera vez, se habla
de efectos en términos de tendencias. Estas ideas serán reivindi-
Crítica de la Razón Mediática

cadas posteriormente por Robert y McCoby.

33 C. Hovland, Hand Book of social psychology, University of Cambridge,


Massachusets, 1954.
34 W. Weiss, The country newspaper, University of North Caroline, 1969.
Juan Barreto

35 J. L. Fredman y D. O. Sears, How comunications work, University of Illinois, 1965.


Primera Parte / Ensayo III

150 A lo que otros llaman efectos, McGuire36, también desde


el conductismo, le da un carácter más abierto, lo llama nivel de
influencia. Postula que debe ser estudiado el entorno individual,
grupal, organizativo, social y cultural de la recepción, para desde
allí establecer los impactos cognitivos, emocionales y grupales
de la comunicación de masas. A este modelo lo llaman también
modelo de incitación y centra su esfuerzo en los procesos con-
ductuales de las actitudes y los sentimientos de identificación
que conforman la opinión. Desde esta postura, J. T. Klapper
habla de los efectos de profundidad a los que designa como
modelajes.
Para Klapper, los medios actúan como agente de refuer-
zo y el cambio de actitud viene dado en un proceso más lento,
sobre el cual es muy difícil obtener una evidencia empírica. Por
eso, rechaza la influencia inmediata. Siempre opera (McGuire) la
resistencia al cambio, que sólo puede ser vulnerada por la per-
suasión y la intensidad de la exposición al medio (Chaffe). Por
su parte, Imán y Sheatsley aseguran que, a pesar de la evidencia,
muchos investigadores creen que las audiencias son ignorantes
crónicos que pueden ser manipulados a placer por los medios.
La conversión o cambio inmediato y cualitativo de actitud no es
producto de la reacción de una audiencia como un todo y
depende de las experiencias personales, las preferencias y hasta
de la comprensión del mensaje. De manera que, con Hovland,
asumen que no se puede hablar en general sino de un conjunto
de respuestas particulares. Ahora bien, el temor, el prestigio de
algunos actores y la credibilidad de algunos medios, pueden
crear ciertos efectos en las audiencias.
De manera que la comunicación de masas, no es causa
necesaria y suficiente de la ocurrencia de efectos, omisiones o
Crítica de la Razón Mediática

refuerzos37. En todo caso el nexo entre factores e influencias


mediadoras es el que facilita el cambio en el proceso. Surge así

36 W. J. Mc Guire, Order of presentation as a factor in conditioning persuasive, Yale


Juan Barreto

University Press, New Haven, 1985, p. 114.


Primera Parte / Ensayo III

la figura del líder de opinión y la influencia personal. Los 151


medios, entonces, sólo podrían crear conversión en situaciones
de debilidad, o crear actitudes allí donde no existen, o reforzar
las ya existentes, a partir de la aprobación mediática que allí sí
produciría influencia.
Schramm trata de suavizar estas afirmaciones situando
la discusión en el estado de preparación para la acción que
promueven los medios. Los estados aprendidos son variables
a la hora de la generación de actitudes, por lo cual, los
medios son espacios de condiciones para el refuerzo, la gene-
ralización de mensajes y el olvido. Katz y Lippman, desde la
antropología social, introducen la noción de estereotipos y
los hábitos perceptivos en la consistencia y estabilidad de los
prejuicios. Se trata del enfoque funcional que entiende la
acción como agregado de actitudes instrumentales, adaptati-
vas, utilitarias, defensivas, expresivas y cognitivas.
En la misma dirección Cooper y Johoda38 introducen la
problemática, siempre presente, de las condiciones en las que se
presenta cierta información, por lo que no puede haber resulta-
dos a corto plazo. En todo caso, lo que sí se puede establecer,
dicen, es la actitud de ciertas personas ante ciertos efectos. De
ahí la necesidad de seleccionar la muestra, dado el sesgo percep-
tivo de las audiencias. Estas lecturas fijan las condiciones de lo
que va a llamarse anclaje de opinión, el cual reduce los impactos
de la comunicación masiva gracias al ruido que producen los
intereses que se forman en torno a la información, dados los
prejuicios y los mecanismos de evasión de los individuos.
A partir de aquí, De Fleur, Ball y Rokeach39 comienzan
a valorizar las alternativas que prelan para evaluar la influencia y
Crítica de la Razón Mediática

37 J. T. Klapper y W. Schcramm, Efectos de las comunicaciones de masas, Aguilar,


Madrid, 1974.
38 E. Cooper y G. Johoda, "The evasión of propaganda", The Journal of
Psychology, University of New York, 1972.
39 M. L. De Fleur y S. Ball-Rokeach, Teorías de la comunicación de masas, Paidós,
Juan Barreto

Buenos Aires, 1982.


Primera Parte / Ensayo III

152 establecen tres momentos estructurales, condicionados por la


política, la economía y la cultura general. Luego McGuire habla
de tres planos o niveles analíticos de la forma de los efectos: 1)
la dinámica interna del proceso, 2) la conducta de masas, y 3) el
nivel cultural general. De donde los medios sólo son agencias de
producción de cultura de masas40, o mecanismos de distribución
de las ideas legitimadoras.
En general, casi todos concuerdan en lo que llaman las
funciones normativas de la cultura de masas41: 1) distribución de
conocimientos; 2) estructuración simbólica de las relaciones de
poder; 3) elaboración y reconstrucción del entorno de la opinión
pública; 4) entretenimiento. De ahí que G. Gerbner hablará
entonces de indicadores culturales, clima de opinión y cambio de
actitud.
Otros autores, como E. Noëlle-Neumann, ponen el énfa-
sis en los medios como productores de evasión, más que como
argumentadores políticos, reivindicando las primeras investiga-
ciones de Lasswell, quien en El lenguaje de la política42, ya asigna-
ba a los medios el papel de actualizadores de la agenda pública,
pero poniendo en duda la influencia automática o la aparición de
una conducta manifiesta en las audiencias a partir del contenido.
Neumann habla de la espiral del silencio levantada por algunos
medios alrededor de algunos temas y personajes, a fin de evitar
una masa crítica de opinión pública, como forma de censura.
El llamado organicismo de Lasswell establece distintos
niveles en el organismo social mediático: (a) función de equili-
brio, (b) respuesta a las transformaciones del entorno, (c) proce-
so esencial en la vida de cualquier organismo. Este organicismo
está presente en casi todos los exponentes de la corriente, para
quienes los medios serían también instrumentos de poder en
Crítica de la Razón Mediática

40 W. J. McGuire, Order of presentation as factor the persuasion, Yale University


Press. 1957.
41 Ver: D. Bell, The end of ideology.
Juan Barreto

42 F. P. Lasswell, El lenguaje de la política, Pirámide, Madrid, 1948.


Primera Parte / Ensayo III

relación con categorías fácticas de valor, así como símbolos de 153


identificación.
Recogiendo el trabajo de Laswell, en un intento de eclecti-
cismo interdisciplinario, Lang y Lang43, establecen que la informa-
ción contenida en la comunicación de masas es un dispositivo de
búsqueda de correspondencia entre el conocimiento ya existente,
la motivación y los intereses de grupo primario, que intervienen las
actitudes, siempre difíciles de cambiar. La influencia de los medios
debe conseguir repercusión en el grupo primario para que haya
cambio, pues el grupo es un entorno de juicios y en él hay un clima
de opinión dado. El grupo produce comportamientos especulati-
vos e imitativos. En ese sentido, los medios ofrecen alternativas al
mostrar formas de canalizar la violencia, invitan a la catarsis, per-
miten la sobre inclusión al grupo y refuerzan las expectativas, por
la vía de la resonancia de los mensajes en la continua dramatiza-
ción del mundo de la vida que produce la mediática.
Lazarsfeld y Stanton, a pesar de ser los más pragmáticos,
nunca se opusieron a admitir que toda la acción mediática opera
sobre valores y creencias ya existentes, y sobre el papel de los
grupos. Mientras que Berelson agrega que las funciones perso-
nales de los individuos en la sociedad producen la diferenciación
de las percepciones y la forma de utilizar los medios. La “moti-
vación” da el rango de filtro aprobador o desaprobador de la
influencia de los medios y el uso de la información para la adap-
tación social.
La influencia de Merton y su estructuralismo se manifies-
ta en las corrientes normativas que estudian la correlación entre
la percepción mediática y la interiorización de las influencias
externas, más allá de los grupos de referencia; y particularmente
en Lazarsfeld, quien desde el 48 desarrolló y sostuvo el llamado
Crítica de la Razón Mediática

modelo hipodérmico o de impacto. A él se le atribuye el uso, por


primera vez, del término manipulación, tan en boga en los años

43 G. E. Lang y K. Lang, Mass communication and public opinion, Basic Books,


Juan Barreto

Nueva York, 1981, p. 653.


Primera Parte / Ensayo III

154 70 y 80. Se trata de un entorno del cual es imposible sustraerse.


Es decir, un sistema ubicuo de influencia, de tránsito de la coer-
ción directa a la indirecta y el mejor exponente de la evolución de
la estructura de control. Aunque admite que el suministro de estí-
mulos no constituye el equivalente de la producción de actitudes
y conductas, sí puede explicar cosas como la aceptación o el
rechazo de situaciones y actores. Estas ideas vinculadas luego a
categorías marxistas, como la de la alienación, formaron parte de
una amalgama de conceptos usados y mal usados por la izquier-
da intelectual latinoamericana hasta hoy.
La teoría de la aguja hipodérmica no tuvo mayor repercu-
sión en otros investigadores. Siempre se pensó que no eran los
discursos propiamente tales los que causaban efectos, sino la atri-
bución de estatus, la visibilidad de los actores, la relevancia y la
sanción social, la legitimidad de los actores y sus prácticas, lo que
se difunde como contenido. Es decir, la capacidad de compeler a
formas de la acción en la ejecución de normas sociales, a riesgo
de producir cierta narcotización más allá de las funciones latentes
o inesperadas y las manifiestas o planificadas. Lo que podría con-
ducir a la inhibición social colectiva ante las alternativas.
Advirtiendo la orientación hacia formas de consenso, Hall
señala que los liderazgos mediáticos se generan a partir de la pro-
44
gresiva colonización (Weber) de la esfera ideo-cultural. Los medios,
dice, construyen y distribuyen la imagen de modelos y formas de
existencia, cuyo significado está contenido en prácticas, formas de
existencia llenas de significado valorativo. Así, el líder no es más
que la síntesis recuperadora de lo fragmentario en la producción de
una apariencia de totalidad. Sin embargo, la influencia de los
medios es selectiva.
Janowitz, por su parte, insiste en que la mediática es un
Crítica de la Razón Mediática

marco de referencia que permite definir, en términos liberales, las


alternativas personales y, junto con Katz, plantea que todo depen-

44 S. Hall, La cultura de los medios de comunicación, Fondo de Cultura Económica,


Juan Barreto

Madrid, 1982, p. 46
Primera Parte / Ensayo III

de del rol del comunicador, su credibilidad en cuanto que comu- 155


nicante, pues también podría el medio, crear el no deseado efecto
de adormecimiento, entre los distintos tipos de influencia posibles.
En el esfuerzo de síntesis selectiva, los medios socializan ciertas
ideas políticas y construyen realidades ocultando algunas otras al
interior de una espiral de silencio. Para Klapper, la opinión públi-
ca no es otra cosa que la voz de una reducidísima, pero muy acti-
va, porción de la población que se rige como modelo de los
demás. Por eso, son expresión de la hegemonía y el ejercicio del
poder, para, como dijera Durkheim, evitar la disgregación. Pero
para Blumer, los medios también contienen un conjunto de orien-
taciones, mensajes y formas de sentido que articulan el deseo en
formas de recompensa, placer, usos y gratificaciones que tienen un
rol activo en el proceso de la comunicación de masas.

Problema de modelos

Llaves en el viento, incluso cuando


no nos movemos, para que mi
mente huya y proporcionar a mis
cerrados pensamientos una
corriente de aire puro y fresco.

S. Beckett.

Como podemos ver, estos aportes no están exentos de contra-


dicciones. Gerbner afirma, que las complejas interacciones de lo
social con lo mediático, propiamente tal, hacen del concepto
público, un lugar muy anodino para la teoría, y con Tarde, advier-
te también sobre el papel de otras formas de comunicación.
Crítica de la Razón Mediática

Ello reduciría los efectos al modelo de Katz-Lazarsfeld,


que concibe el impacto de los medios como dinamizadores de
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

156 influencias personales, al poner a circular las opiniones domi-


nantes que se transforman luego en poder. Berelson incorpora la
idea de instrumentos para la creación de referentes valorativos y
controvertidos que pueden expresarse, incluso, en espirales de
silencio sobre determinados temas. Es decir, estos referentes son
una comunidad de juicios y puntos de vista que neutraliza o ace-
lera los conflictos alrededor de la metafísica del interés común.
Además, Berelson y Kurt Lewin también establecen que la
comunicación social formal se ve intervenida por los circuitos de
la comunicación informal.
En este sentido, son importantes los trabajos de
Gustavo Hernández, del ININCO-UCV, particularmente su
ensayo ¿Y dónde está la audiencia?, aparecido en: Televisión, pan nues-
tro de cada día, una recopilación llevada a cabo por Marcelino
Bisbal45. En dicho escrito, Hernández reflexiona sobre el con-
cepto de audiencia y el uso dado por distintos autores de varias
corrientes, especialmente la Escuela Americana, además de esta-
blecer el salto epistemológico ocurrido a partir de Martín-
Barbero y Orozco y sus mediaciones. Hernández asegura que el
uso de cada concepto tiene implicaciones epistemológicas dis-
tintas, además de contener una concepción de mundo y una
manera de proceder desde el punto de vista del itinerario de
método. Por lo que propone, entre otras cosas, una revisión crí-
tica de las catedrales institucionales de las ciencias de la comu-
nicación, para así acudir al rescate de la subjetividad. Esto coin-
cide con lo expuesto por Roda.
Para la llamada Escuela Americana, según Rafael Roda46,
no existe una teoría general de la comunicación social. La mediá-
tica sería una suerte de ambiente cultural producto de las opera-
ciones continuas de algunos investigadores. Operaciones que
Crítica de la Razón Mediática

podrían ser estudiadas desde sus consecuencias generales, entre


las que destacan, a primera vista, la de extender los sentidos de

45 M. Bisbal, Televisión, pan nuestro de cada día, Alfadil, Caracas, 2005.


Juan Barreto

46 R. Roda, Medios de comunicación de masas, Siglo XXI, Madrid, 1989.


Primera Parte / Ensayo III

los analizadores individuales, creando un hábeas compartido de 157


conocimientos, experiencias y sentimientos.
En fin, una subcultura de nexos con el sistema cultural
amplio en donde la formación de opinión pública y la orienta-
ción del consumo sería su principal función, junto con la crea-
ción de ideas genéricas, estereotipadas, reducidas a tópicos.
Sobre esto, mención aparte merecen los trabajos sobre la persua-
sión de Hovland47 y los de W. Schramm, desde la óptica inter-
disciplinaria de las ciencias sociales, mientras que C. Metz refle-
xiona sobre la manera como esta corriente configuraba los cam-
pos de delimitación del objeto mediático. Sin embargo, a pesar
del interesante esfuerzo de esta corriente:
Los estudios de efectos, los análisis de contenidos y las mediciones
actitudinales por sondeos, no han pasado de ser buenos intentos
‘demográficos’, que no han aportado demasiado en la comprensión
de los folios del mundo. Por eso queremos anunciar desde esta
humilde tarima, que no comulgamos en el altar de las determinacio-
nes mediáticas que construyen sus registros desde la muestra.48

El campo de estudio de las significaciones y las “comuni-


caciones” es un terreno explorado, casi siempre, en una sola
dirección. La mayor parte de las teorías sobre el asunto pasan
por alto los dominios de la vida social, donde se establecen las
relaciones simbólicas y comunicativas que hacen la subjetividad.
El terreno del deseo, por ejemplo, no es tomado en cuenta a la
hora de producir teoría sobre el universo mediático, «y esta dese-
abilidad escapa al orden de la información y de la significación,
de hecho, cuanto más deseable resulta una imagen, más se detie-
nen en ella la mirada más allá del tiempo necesario para agotar
su contenido informativo y significativo».49
La mayor parte de las investigaciones en pie, no toman dis-
Crítica de la Razón Mediática

tancia del lenguaje en su forma mitificada presentado como espa-


47 C. I. Hovland, The generalization of conditioned responses, Yale University
Press, 1948, pp. 63-78.
48 C. Metz, Más allá de la analogía, la imagen, Tiempo Contemporáneo, Buenos
Aires, 1972, p. 38.
Juan Barreto

49 A. Ortiz y J. Gómez Requena, El spot publicitario, Cátedra, Madrid, 1995.


Primera Parte / Ensayo III

158 cio “consensual”. Por eso, desde la lingüística estructural (pasan-


do, por supuesto, por la semiología y sus derivados), hasta las más
recientes investigaciones comunicológicas, herederas del mcluha-
nismo y de las corrientes positivas norteamericanas, quedan atra-
padas en el laberinto funcional de lo massmediático. Lo específi-
camente teórico no existe en muchas propuestas. El empirismo
místico, la brujería y la alquimia ha sido por mucho tiempo el
terreno de unas pretendidas “ciencias de la comunicación”, que
apelan siempre a los modelos clásicos sin revisarlos siquiera.50
La coherencia formal de estas fórmulas, se funda en un
modelo de simulación que se desploma ante cualquier relación
que postule la ambivalencia. Es bueno destacar que varios mode-
los (Lasswell, Schramn, Berlo, Westley, etc.) presentan diferen-
cias en el orden terminológico, «pero fundamentalmente mantie-
nen el paralelismo con el proceso cibernético: quién dice-qué-en
qué canal-a quién-con qué efectos».51
Independientemente de las intenciones (confesadas o
inconfesadas) con que estas teorías llegan al mercado, cuando
entran en contacto con otros segmentos discursivos sufren
mutaciones y pasan a formar parte de la dinámica propia de
estos procesos, que los facilitan en calidad de préstamo a múlti-
ples lecturas. Algo así ha pasado con el aforismo macluhaniano
«el medio es el mensaje», pues al llamar la atención sobre el medio
como aparato, para desgracia de sus apologetas, permite que éste
sea interpelado en su virtualidad como objeto-signo, dejando de
lado las demás relaciones presentes en el proceso de simboliza-
ción. Lo que, entre otras cosas, habla de su intransitividad. En
este sentido, McLuhan, sostiene Baudrillard:

50 "En el marco de la teoría y sociología de la comunicación funcionalista se


Crítica de la Razón Mediática

ha impuesto como el modelo lasswelliano de la comunicación, inspirado en


la estructura: fuente de información-transmisor-mensaje-receptor-destino; de
Shannon y Weaver. Gradualmente los conceptos de la electrónica y la ciber-
nética fueron trasladados al campo de la comunicación humana sin una alte-
ración crítica". J. M. Aguirre y M. Bisbal, La ideología como mensaje y masaje,
Monte Ávila, Caracas, 1981, p. 79.
Juan Barreto

51 Ibid., p. 80.
Primera Parte / Ensayo III

…está mucho más cerca de una teoría cuando dice que ‘el medio es 159
el mensaje’… [aunque] totalmente ciego a la forma social de la que
hablamos (la forma general del intercambio), exalta los media y su
mensaje planetario con un optimismo tribal y delirante. Medium is
messages no es una proposición crítica, pero, bajo su forma paradóji-
ca, tiene valor analítico...52

Al respecto, veamos lo que opinan Morris Janowitz y


Robert Schuize, animadores de esta corriente: «…pero confesar
que nuestros esfuerzos empíricos han estado poco nutridos de
consideraciones teóricas, y sí en cambio de consideraciones
prácticas, no equivale a afirmar que hayan carecido forzosamen-
te de referencias sistemáticas».53
Estos autores critican inclusive a Parsons, por excesiva-
mente teórico. Así, la investigación de medios privilegiaba, desde
esta óptica pragmática, el estudio de objetos aislados, con los cua-
les se pueda experimentar. La recopilación del dato, o el levanta-
miento de cuadros, son los puntos de partida para elaborar posi-
bles predicciones, aunque su tendencia fundamental sea presen-
tar resultados. Esto ha llevado –según muchos conocedores de la
materia– a generalizar los resultados de algunas experiencias con-
cretas, producidas en momentos y situaciones particulares, hacia
otras. A pesar de ello, la investigación específica que propugnan
sigue siendo, hoy por hoy, el norte de las indagaciones de medios
y de los sondeos electorales. A decir de Miguel de Moragas Spá:
«...muchas veces surgen [contradicciones y limitaciones] de ele-
mentales marginaciones de su tema de estudio y de sus formula-
ciones. Así aparecen, mejor sería decir desaparecen, una serie de
temas de cuya importancia social no puede dudarse».54
Los resultados de esta corriente siempre son presentados
como “científicos” y “objetivos”, con lo que estaría garantizada
Crítica de la Razón Mediática

52 J. Baudrillard, Crítica a la economía política del signo, Siglo XXI, México,


1986, pp. 205-206.
53 Citado por M. De Moragas Spá (ed.), Sociología de la comunicación, Gustavo
Gili, Barcelona, 1986, p. 28
Juan Barreto

54 Ibid., p. 17.
Primera Parte / Ensayo III

160 su imparcialidad y apego a la verdad. Pero hay que tomar en cuen-


ta el marco histórico dentro del cual aparece esta sociología de los
medios: la crisis económica de 1929 y, con ella, la necesidad de
intervenir en la opinión pública norteamericana y ganar el favor
ciudadano para la participación en la guerra mundial. Por ello:
Puede admitirse que esta fórmula elude las cuestiones sociales más
importantes. Además, la investigación ha llevado a la parcelación del
proceso de comunicación de masas. Los investigadores se concentra-
ron en la respuesta a preguntas individuales. De este modo, las cues-
tiones de la producción se estudiaron con independencia de las de
recepción de efectos, con independencia de las de la producción.55

Dada su historia, buena parte de la producción de esta


corriente intenta dar cuenta de la estructura y contenido de la
comunicación referido al subsistema político y el ejercicio del
poder, incluso echando mano de algunos elementos de la filoso-
fía del significado. Aquí, la escuela de los efectos y su rama vin-
culada a la psicología social, es la de mayor trayectoria. La des-
cripción de las características del sistema de comunicación de
masas es importante por la formalización de un modelo sistémi-
co, donde es posible la diseminación de mensajes, no producidos
al azar, sino al interior de una pauta cultural estricta.
A pesar de los aportes de las corrientes que se reclaman
del estructural-funcionalismo norteamericano en la solución y
dilucidación de muchos problemas puntuales de la comprensión
sociológica de lo real, su influencia en las investigaciones latinoa-
mericanas en comunicación es, en gran medida, responsable de
buena parte de la inconsistencia y de la frivolización temática de
muchos de los trabajos que se consiguen en el campo de la comu-
nicación. Uno se sorprende y casi pierde la capacidad de asom-
bro cada vez que se encuentra ante presuntas investigaciones que
Crítica de la Razón Mediática

repiten más de lo mismo. En este sentido, Zallo advierte:

55 L Bisky, La teoría burguesa de la comunicación de masas, De La Torre, Madrid,


Juan Barreto

1982, p. 45.
Primera Parte / Ensayo III

Hoy es comúnmente aceptado que el tratamiento cuantitativo del 161


análisis de contenidos despoja a los mensajes de su propia significa-
ción al descontextualizarlos. Esta técnica se convierte, por un lado,
en un modo indirecto de estudios de efectos sobre el público con-
vertido en mero receptor de mensajes y, por otro lado, al tomarse las
representaciones simbólicas de la realidad como la misma realidad,
aquellas adquieren un valor normativo.56

Con la conceptualización de la corriente norteamericana,


tuvo que ver Nikos Poulantzas, quien afirmó que esta visión se
queda en la producción escindida por el efecto mercancía. El
fenómeno de separación y unificación que opera entre la odisea
del trabajo y su conversión en su forma abstracta, el valor. Es
decir, esta teoría también es simulacro y opacidad. Tal como ocu-
rre con las teorías que mitifican a la llamada sociedad civil sepa-
rada del estado, en cuanto manifestaciones fenoménicas e ideo-
lógicas de la producción de las formas relacionales contenidas en
el fetichismo jurídico, el cual hace aparecer a los hombres como
individuos aislados y representados por sí mismos, miembros de
una sociedad ideal y unificada. Ello puede ser comprensible,
pues la verdad de la naturaleza de clases no es nada evidente en
el proceso de la separación y la unificación del trabajo y la mer-
cancía. Así mismo, la teoría se presenta como neutral y verdade-
ra, presumiblemente neutral en sus conceptos, que intentan
hablar de audiencias y públicos como abstracción policlasista.
Wright57, es un buen ejemplo de cómo en esta escuela se
confunden ideas del estructuralismo, el funcionalismo y las
corrientes sistémicas, cuando habla de los cambios que introdu-
cen los medios en la sociedad. Por supuesto que no podían fal-
tar en el mundo del debate, los manuales vulgarizadores como el
de D. Berlo.58
Crítica de la Razón Mediática

56 R. Zallo, Economía de la comunicación y la cultura, p. 13.


57 C. R. Wright, Functional analysis and mass communication, Quarterly, Chicago,
1960, pp. 605-620
Juan Barreto

58 D. Berlo, El proceso de la comunicación, Ateneo, Buenos Aires, 1999.


Primera Parte / Ensayo III

162 Otros aportes


Ahora o nunca es el momento de ejercer
el método: Tú y yo podemos servirnos de él en
otro lado, en otro bloque,
bloque, y con tus ideas producir
algo que no esté en ninguno de los dos, sino entre
2, 3, 4… n. Y no ya, no será: x explica y, firmado x .
G. Deleuze.

Pero donde el asunto se torna más ecléctico, es entre los llama-


dos neomarxistas como Curran, Gurvitch, Murdok, Golding y
otros, que intentan conciliar, en una supuesta interpretación
holística, lo aportado por la corriente Americana, con categorías
de supuesto origen marxista como ideología, estructura de poder
y, en general, conceptos económicos. Al respecto, son significa-
tivos los esfuerzos de investigadores como Edward Shils, cuan-
do expone argumentos críticos contra la sociedad industrializada
y masificada, junto a Vance Packard y sus desarrollos sobre la
industria publicitaria, a la cual acusa de manipuladora de las
motivaciones y de contener formas ocultas para la inducción del
consumo. Igualmente, tiene un gran impacto el estudio de Hans
Mágnus Ensensbeergeer en la búsqueda de una comunicación
sin dominio. Más tarde, en los 80, Noam Chomsky trabaja la
dimensión imperial en las relaciones de comunicación, y en los
90, se suman otros autores como Sergei Moscovici, reivindican-
do una suerte de psicologismo, convocando a una lectura de los
individuos como conglomerado de agregados que pueden ser
persuadidos desde adentro, por medio de una identidad sugeri-
da, símbolos estereotipados y conductores mediáticos.59
La influencia de esos teóricos llegó lejos. En nuestro con-
texto latinoamericano, el más famoso exponente ha sido
Armand Mattelart, quien en una amplia bibliografía reciente60,
59 No es el momento ni el espacio para saldar cuentas con esta corriente de pen-
Crítica de la Razón Mediática

samiento. Nuestra investigación y algunos otros modestos trabajos anteriores,


han abordado las distancias con la Escuela Norteamericana y con su versión
neomarxista. Valga entonces lo planteado, más bien para significar el sentido de
la propuesta en la que intentamos avanzar en relación con estos contenidos.
60 Son importantes en el estudio del itinerario del autor: La comunicación mundo,
Fundesco, Madrid, 1993; La mundialización de la comunicación, Paidós, Barcelona,
Juan Barreto

1998; Así como: A. Mattelart y M. Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación.


Primera Parte / Ensayo III

ha avanzado hacia posiciones críticas del proceso de globaliza- 163


ción incorporando un análisis que se desplaza hacia el poses-
tructuralismo, al identificar los dispositivos de la comunicación
como espacio de relaciones de poder, sin abandonar su crítica a
los norteamericanos y manteniendo su apego a la teoría frank-
furtiana. Mattelart nos habla de «la gestión invisible de la socie-
dad» como acción indirecta y modelo de gestión de lo social y el
mundo de la vida. La ideología de la comunicación total y el
mercado único de la información y la imagen, han sustituido a
las ideas del desarrollo, del crecimiento y el progreso, en la medi-
da en que las propias concepciones del proceso de la comunica-
ción sufren metamorfosis.
Entre los 70 y los 80 fue muy difundida la psicología
social de inspiración marxista de Castilla Del Pino61, quien
habla de los medios de comunicación masiva como antimedia-
dores. Piensa que ellos son operadores de las circunstancias y
expropiadores de ciertas formas de la práctica a la que llama
experiencia. Estas operaciones actúan como imposición. El
cuantum del comunicar de cada época, dice, viene dado por los
imaginarios colectivos y no únicamente por las necesidades
productivas de la formación social. El presente multidetermi-
nado queda abolido en los medios y sujeto a la lógica de la
mercancía, la cual sólo es específica en un rango de fenóme-
nos y valores sociales que condicionan la historia individual de
cada uno de nosotros. Los individuos serán igualados en tér-
minos de lo que dicen y de lo que se les dice, desde un solo y
determinado circuito cultural.62

61 C. Castilla Del Pino, La incomunicación, Península, Barcelona, 1975.


62 "Cada estructura social permite implícitamente hablar de determinadas
cosas, lo cual supone su reverso, la no permisión de otras, es la dialéctica entre
Crítica de la Razón Mediática

la necesidad de decir algo y su imposibilidad dadas las imposiciones normati-


vas de la diferenciación social que delimita con claridad lo que es o no permi-
tido, que puede aludir o no a una situación de consenso, pues lo que digo está
estrechamente relacionado con lo que no digo y con lo que me es permitido,
con lo que conozco y con lo que desconozco, por lo que no es posible decir
o se me es negado. Cuando los medios masivos orientan la agenda en una sola
dirección entonces refuerzan el orden de la exclusión y de la prohibición y
Juan Barreto

violentan la subjetividad". Ibid., p. 143.


Primera Parte / Ensayo III

164 A partir de los 90, comienza a hablarse de nuevo de


antropología social. Un modelo que ya en los 40 tenía cierto
desarrollo, siempre desde el modelo estructural funcionalista.
Desde las etno-metodologías para comprender el impacto cul-
tural de los medios, surge entonces el interaccionismo simbóli-
co o fenomenología social. G. H. Mead y Alfred Schutz acuñan
el término «existencias de conocimientos», para referirse a los
saberes contenidos en el mundo de la vida, pues la existencia se
da en mundos concretos.
Blumer, por su parte, asume, en su teoría de la significación,
que la comunicación se somete a un proceso de interpretación efec-
tuado en una relación con las cosas y los ritos de interacción que se
producen. Lugar desde donde Habermas consigue el actuar comu-
nicativo de su teoría de la acción y el actuar estratégico. Para este
autor, el cual hemos trabajado en abundancia en publicaciones ante-
riores, una comunidad de diálogo constituida por sujetos perlocu-
cionarios en condiciones de igualdad, capaces de llegar a acuerdos
desde sus posiciones estratégicas, abre las puertas para una teoría de
la argumentación y de los consensos dialógicos. 63
A diferencia de otros, A. Mattelart64 en su afán por
encontrarse con la teoría crítica, incluso ve en Habermas un
continuador, a su manera, de esta corriente. En su itinerario teó-
rico, ubica las formas asociadas que adopta el capitalismo como
formación social con los distintos momentos de la comunica-
ción de masas y la expansión del capital, por eso estudia la infor-
mación masiva y el desarrollo del capitalismo globalizado en un
mismo movimiento.65

63 "Ahora bien, toda descripción de las estructuras generales de los actos de


habla en términos de pragmática formal tienen que basarse en nuestro saber
preteórico, es decir, en el saber preteórico de unos hablantes que pertenece-
mos a un mundo de vida moderno, o en un sentido que aún hemos de diluci-
Crítica de la Razón Mediática

dar de forma más precisa: a un mundo de la vida racionalizado". J. Habermas,


Teoría de la acción comunicativa, Tomo II, Taurus, Madrid, 1998, p. 111.
64 A. Mattelart, Comunicación y transición al socialismo, Era, México, 1981.
65 En torno a la globalización mediática hay una extensa bibliografía entre la
que destaca el trabajo de Ramonet, La tiranía de la comunicación, Temas, Madrid,
2000; y los estudios de E. Hermann y R. McChesley, Los medios globales,
Juan Barreto

Aguilar, Madrid, 2002.


Primera Parte / Ensayo III

Así pues, el “ambiente cultural” que instauran los 165


medios, que nosotros llamamos gel mediático, no puede ser leído
sólo desde el recorte de la corriente empírico-analítica. La
incompatibilidad epistemológica denunciada por la Teoría
Crítica, se apoya en lo dicho por Horkheimer:
La necesidad de limitarse a datos seguros y ciertos, la tendencia a
descalificar y desacreditar como metafísica toda investigación
social no empírica, a restringirse a lo no esencial en nombre de
lo que no puede ser objeto de controversia. A la investigación se
le imponen con demasiada frecuencia sus objetivos en virtud de
los métodos de los que se dispone, cuando lo que habría que
hacer es adaptar los métodos al objeto.66

Por otro lado, las ideas de mediación y de universo mass-


mediático, aportadas por autores como Martín-Barbero y
García-Canclini, tienen alcances insospechados, ya que en ellos,
sin haber una clara ruptura con el paradigma frankfurtiano, hay,
sin embargo, un esfuerzo de reconocimiento de aportes puntua-
les de las corrientes empírico analíticas que, según estos autores,
hoy van más allá de las aproximaciones de la primera teoría que
haya pretendido dar cuenta del fenómeno mediático.
Lo dicho implica incluso nuevas formas de interacción,
modos distintos de pertenencia, otros criterios de realidad, de
afiliación y de realización de la vida material y espiritual, así
como la producción de opiniones que este proceso genera.
Martín-Barbero convoca otras potencias de lo popular masivo
del campo mediático, que recolocan estrategias y dan forma a
procesos efímeros, nuevas identidades, modas con efecto de cal-
comanía, mutaciones en el lenguaje. Al respecto, dice:
No hay que perder de vista los recorridos de lo mítico y lo sim-
bólico en su relación con las dramatizaciones de la mediática y la
manera como esto impacta los mundos de la vida... Es decir, la
manera como la cultura mediática se hace mediación entre el
Crítica de la Razón Mediática

deseo, la seducción y los imaginarios y permite vivir los mitos que


le dan sentido a la vida como actos metafóricos desplazados, que
le dan sentido a la pobre vida de las mayorías durante la mayoría
de los días de nuestra pobre vida.67

66 M. Horkheimer, Teoría crítica, Barral, Barcelona, 1973, p 72.


Juan Barreto

67 J. Martín-Barbero, Pretextos, p. 32.


Primera Parte / Ensayo III

166 Desde nuestro punto de vista, la mediación no es un


concepto nuevo, se instala desde la tradición de Bergson, pasan-
do por distintos modelos teóricos hasta llegar a Barbero. La
mediación contiene un movimiento que resitúa lo popular y lo
mediático en campos convergentes, secularizando prácticas,
ritualizaciones, memorias y formas de producción, asimilación,
recomposición y consumo cultural, dislocando las culturas tradi-
cionales e interviniéndolas de manera definitiva.
Este movimiento recupera distintos fragmentos de senti-
do, perturbando el sentido dominante al dar forma a nuevos dia-
gramas de identidades que reemplazan asentamientos estancos,
disolviéndolos en momentos difusos e inestables. La pertinencia
de este hallazgo asegura una lectura no lineal de lo mediático. El
tráfico de sentido de lo mediático a lo popular también implica
nuevas sensibilidades y actitudes, formas de ver y de articular las
narrativas en un juego de filtros de intereses intersubjetivos y en
el choque de máquinas abstractas de sentido.
También suponen la arborescencia de material residual
que conforma un mosaico de sentido de distinta densidad y
tamaño, que implican nuevas coordenadas y derivas de usos
sociales de los dispositivos colectivos de enunciación, que des-
materializan direccionalidades del sentido dominante, desespa-
cializando y desterritorializando imaginarios, y reterritorializan-
do el deseo en nuevas lecturas, a veces perversas, del devenir. En
todo caso el medio es un sitio de referencia para la teoría que
intenta explicar la relación de los individuos con los medios, con-
siderando, como lo hace Martín-Barbero, razones asociadas a la
afiliación de la gente a los medios:
La gente se siente compelida a resguardarse en el pequeño espa-
cio de lo privado y hogareño, y proyectar sobre él un imaginario
Crítica de la Razón Mediática

de seguridad y protección. Si la TV atrae es en buena medida por-


que la calle expulsa. Es la ausencia de espacios -calle y plazas- para
la comunicación lo que hace de la TV algo más que un instrumen-
to de ocio, un lugar de encuentro. 68
Juan Barreto

68 Ibid., p. 34.
Primera Parte / Ensayo III

En este mosaico de sentidos, se entrecruzan líneas de 167


captura y líneas de fuga que pueden expresarse en formas de
resistencia y de ruptura con el orden de sentido dado, pero que
también pueden ser reterritorializadas como parte de los agen-
ciamientos dominantes. Es lo que ocurre, por ejemplo, con
malas lecturas de lo mediático que se instalan y a veces gobier-
nan los imaginarios, mas allá de la evidencia que puede ser cons-
tatada empíricamente. Los nuevos imaginarios así surgidos pue-
den invadir, incluso, zonas intersticiales de la subjetividad, hasta
los registros profundos del archivo y el devenir nuevos cuerpos
sin órganos69. Para Martín-Barbero, se nos podría escapar el
efecto de los medios en cuanto actualizador de demandas y
modelizador de las formas de consumo cultural, si nos limita-
mos a los estudios de audiencias.
Pero el camino de la teoría no es tan fácil. Las posibilida-
des que asoma Martín-Barbero se complejizan cuando entran en
contacto con Paul Virilio -quien por cierto, en su método privi-
legia la cita y el aforismo-, para justificar su dromología o teoría
de la velocidad, la ubicuidad y la instantaneidad, sumada a la
hiperpercepción y la sobre-estimulación de la información. O
cuando se cruzan con las sugerencias pesimistas de Baudrillard,
quien postula la pérdida de lo real ante el imperio de los simula-
cros de la sociedad del control, la proliferación de signos sin sen-
tido que ya no representarían nada, ni a sí mismos, frente a la
optimista sociedad transparente de Gianni Vattimo y su ideal de
emancipación caótica relativa, en donde la pluralidad, la oscila-
ción y, en definitiva, la erosión del propio principio de realidad,
pueden hacer surgir nuevas esperanzas.
La idea de simulacro va más allá de la postulada por
Baudrillard a lo largo de su obra. Empalma también con un
Crítica de la Razón Mediática

69 "La institución informal de la mediática es una capacidad de interpelación


que no puede ser confundida con los rating de audiencias, pues la verdadera
influencia que ejercen reside en la construcción de los imaginarios colectivos,
esto es, una mezcla de imágenes, discursos y representaciones de lo que vivi-
mos y soñamos. De lo que esperamos y deseamos y eso va más allá de lo
Juan Barreto

medible en horas". Ibid., p. 59.


Primera Parte / Ensayo III

168 replanteamiento de la noción de realidad en tanto que verdade-


ro. «El simulacro es, en cambio, efecto de verdad». Esta idea es
heredera de la propuesta por Deleuze en Diferencia y repetición,
donde expone que «el simulacro es el sistema donde lo diferen-
te se relaciona con lo diferente mediante la diferencia como
tal»70. Para el filósofo, los sistemas de distinción son mundos
simbólicos mutantes y diferenciales que producen series dispa-
res. Por eso los denomina simulacros o fantasmas:
Pues el simulacro o fantasma no es simplemente una copia de copia,
una semejanza infinitamente laxa, un icono degradado... El simula-
cro es precisamente una imagen demoníaca, desprovista de semejan-
za; o más, bien, al contrario que el icono, ha puesto su semejanza en
el exterior, y vive de la diferencia. Si llega a producir un efecto exte-
rior de semejanza, es como ilusión, y no como principio interno...71

De ahí que su característica sea la de contar varias histo-


rias a la vez, la de portar múltiples relatos.
Dicha noción tiene que ver con la estructura de rizoma de
Guattari, fundada como creación vagabunda, es decir, paradoja
que no sigue una lógica de conexión con las raíces de su produc-
ción, sino que cada segmento es enlazable con otro segmento y
en que cada recorrido es libre y posible. Los famosos seis prin-
cipios rizomáticos son indicativos: la posibilidad de conexión
múltiple de cada punto, la heterogeneidad de los componentes
del sistema, la multiplicidad sin unidad generadora, la ruptura
asignificante, la cartograficidad y la decalcomanía.
En tal sentido, los sugestivos aportes de Regis Debray,
quien pretende una medialogía general, pueden ayudar en el
camino de establecer la correlación entre las actividades de pro-
ducción simbólica, los campos y los consumos culturales, así
como las formas materializadas del poder político y los sistemas
Crítica de la Razón Mediática

de autoridad, por un lado, y las formaciones de memoria, archi-


vo, tráfico y circulación de la información, por otro.

70 G. Deleuze, Diferencia y repetición, Universidad Júcar, Madrid, 1988, p. 438.


Juan Barreto

71 Ibíd., pp. 217-218.


Primera Parte / Ensayo III

Debray es otro que admite que debemos hacernos acom- 169


pañar por G. Deleuze y F. Guattari al enunciar los nuevos dispo-
sitivos de las máquinas que «operan en el corazón de la subjetivi-
dad humana no sólo en el seno de sus memorias heterogéneas y
de su inteligencia, sino también de su sensibilidad, de sus afeccio-
nes, de su inconsciente»72. Será posible una reapropiación de la
comunicación masiva en la medida que también se resingularice
la propia esfera interior de las máquinas de sentido, en la perspec-
tiva de la construcción de complejos de subjetivación múltiple.
Este camino sugiere también nuevas posibilidades a la teoría.

Tendencias y aportes
desde América Latina

La tragicómica historia de Cristóbal Colón, que


parte de Europa en búsqueda de las Indias
orientales, y por error se topa con América, es una
metáfora que puede servir para comprender el
devenir objetivo de algunos protagonistas
del pensamiento, quienes actuando en una
dirección, terminan irremediablemente recalando
en costas de puertos opuestos. Es curioso con qué
frecuencia ocurre esto desde los centros de saber
de América Latina.

G. Labica.

La pregunta en este lugar es: ¿hay una identidad que se exprese en


términos de la teoría? En todo caso, la respuesta se acerca a la refle-

72 R. Debray, Vida y muerte de la imagen, Paidós, Barcelona, 1992, p. 169. Vale


la pena también incorporar esta reflexión de Toni Negri, a propósito de
Deleuze y Guattari, sobre la constitución de campos complejos de subjetiva-
ción por máquinas abstractas: "En cambio, Deleuze y Guattari nos presentan
un enfoque del biopoder propiamente postestructuralista que renueva el pen-
Crítica de la Razón Mediática

samiento materialista y se asienta sólidamente en la cuestión de la producción


del ser social. La obra de Deleuze y Guattari desmitifica el estructuralismo y
todas las concepciones filosóficas, sociológicas y políticas que hacen de la
rigidez del marco epistemológico un punto de referencia ineludible. Dirigen
claramente nuestra atención a la sustancia ontológica de la producción social.
La máquina produce. El funcionamiento constante de las máquinas sociales
en sus diversos aparatos y montajes produce el mundo a través de la produc-
Juan Barreto

ción de los sujetos y los objetos que lo constituyen". T. Negri, Imperio, p. 42.
Primera Parte / Ensayo III

170 xión de Jesús María Aguirre, quien sostiene que hay una variación
cultural discontinua, o sea, que existen comunidades de investiga-
ción con distintos matices y motivaciones, y algunas líneas de cruce
comunes que dotan al subcontinente de una presencia modesta en
el terreno teórico más general. Mario Sambarino asimila esta idea a
la producción de hetero-conocimientos que obedecen a distintos
cortes o fronteras identificatorios.
Indoamericanismo, afroamericanismo, panamericanismo,
pensamiento nacional, globalización y su invitación a los sende-
ros evanescentes del universalismo, y el cruce de las corrientes
tradicionales de las escuelas europeas y americanas, se reflejan en
las tempestades de las estrategias levantadas por los investigado-
res de la “región”. Y, aquí, el término entra en juego en la dimen-
sión considerada por Anthony Giddens: las sociedades no son
un espacio tiempo unificado, coincidente con James Halloran
cuando observa que la universalidad es, en todo caso, el resulta-
do de las respuestas a componentes y variables del desarrollo
paradójico de cada situación concreta, y su proyección contra-
dictoria en relación con otras realidades como, por ejemplo, las
regionales.
De manera que, con Aguirre73, compartimos que no se
puede hablar de un cajón de sastre, haciendo de las lecturas regio-
nales un pensamiento unificado a la medida del territorio, y apos-
tamos por una óptica transdiciplinaria. En efecto, la situación,
como admite Oswaldo Capriles, no ha variado mucho desde los
años 70 a esta parte, excepto honrosas propuestas personales y
esfuerzos colectivos como el ININCO y la revista Comunicación,
en Venezuela. Esto quiere decir que no se puede hablar propia-
mente de corrientes, escuelas o colectivos. Sin embargo, la mayo-
ría sigue vinculado (por lo menos hasta los años 80) a la psicolo-
Crítica de la Razón Mediática

gía o a la sociopolítica o a doctrinas neomarxistas. Así mismo, se


sigue privilegiando al mercado, la TV, la opinión pública, los estu-

73 J. M. Aguirre, De la práctica periodística a la investigación comunicacional, Polar-


Juan Barreto

UCAB, Caracas, 1996.


Primera Parte / Ensayo III

dios de audiencia y de efectos, y la propaganda, entre otros obje- 171


tos discursivos, que independientemente de sus aportes y actuali-
zaciones forman parte de tradiciones ya recorridas. Por supuesto,
que la actual crisis latinoamericana no es igual a la desesperada
situación planteada por Berelson en EEUU en los años 50, cuan-
do afirmó que la investigación en comunicación había llegado a
su final en el camino. Con Aguirre, nos encontramos a mitad de
camino entre la interdisciplinaridad y la posibilidad de un paradig-
ma menos arborescente. «Me imagino dos escenarios -dice- el
arborescente y el rizomático».
Para Aguirre el primero es un momento conceptual ya que:
…la necesidad de una concepción unificada del campo científico lle-
varía a exigir una visión retrospectiva coherente... imaginaría a las
ciencias de la comunicación como un árbol de portafolio en que es
posible congregar todas las disciplinas, que se desprenden del tallo,
de una metáfora metateórica y el segundo más ajustado a la teoría del
caos, principio de incertidumbre, apoyaría la tesis de que las diversas
ciencias de la comunicación se constituyen con cierta autonomía,
estableciendo relaciones rizomáticas según los problemas, los enfo-
ques y las interpretaciones disciplinares. 74

En el primer renglón, encontramos investigadores y teó-


ricos que abrazan las ideas de Luhmann, la filosofía de las cien-
cias y, de alguna manera, a Maturana, Habermas y Martín Serrano.
En una segunda posibilidad, se abren series de teorías fragmenta-
rias, cuya integración no es inmediata ni tampoco deseable. En
todo caso, sus posibilidades de encuentro dependerán del univer-
so de problemas y de la conformación de espacios de confronta-
ción que lleven a cabo con las verdades que postulan. Los torren-
tes se abren y las agendas se renuevan y, más allá de los tópicos,
ya no hay nada más absolutamente americano o europeo, sino la
posibilidad de transitar otros caminos del conocimiento.
Crítica de la Razón Mediática

Las líneas dominantes en los estudios de la comunicación


son el resultado de convenciones académicas, dictadas desde la

74 J. M. Aguirre: "Ciencias de la Comunicación: Identidades y Fronteras. El pensa-


Juan Barreto

miento latinoamericano", Anuario del ININCO, Vo 1, No 10, 1999, pp. 13-36.


Primera Parte / Ensayo III

172 tradición de la UNESCO y CIESPAL, así como las coordenadas


dejadas por los fundadores: Fuentes Navarro, A. Pasquali, Luis
Ramiro Beltrán, E. Verón, Martín-Barbero, Bisbal, Kaplún,
Mata, lo cual es alentador pues habla de una tradición, una con-
tinuidad y unos puntos de partida. Pero también alerta sobre lo
que Beltrán mismo llamaba el desdibujamiento de las investiga-
ciones, por excesivo formalismo conservador, por extranjerismo
o por influencias que no permitían detectar la naturaleza de las
nuevas variables contextuales, aunque estuvieren frente a nues-
tros ojos. Pero así tampoco avanzamos demasiado. El pensa-
miento podría encasillarse si desde lo local no aspira a una mayor
repercusión general. Por su parte, muchos otros investigadores,
han tomado el camino de Pasquali al intentar vincular a los estu-
dios generales a datos y procesos detectados y reportados desde
la investigación empírica.
Ya hay intelectuales que postulan una latinoamericani-
dad caribe, postcolonial, neobarroca y hasta posmoderna,
desde aquella lectura que sitúa al continente a caballo entre las
tradiciones y la modernidad, pues no acabaría de salir de una
para entrar en otra y esta sería parte de nuestra especificidad.
Estas corrientes apelan también al estudio de lo tecnológico y
lo cultural como determinaciones de unos rasgos distintivos.
La emergencia de la teoría quedaría desbordada por los proble-
mas de la exclusión, la fragilidad institucional, las crisis políti-
cas y económicas que franquearían las fronteras de los saberes
occidentales dominantes, sin intentar ignorarlos.
Las nuevas identidades culturales fundadas en otros ima-
ginarios colectivos y en nuevos equipamientos de subjetividad
con agenciamientos inéditos, permitirían otras fuentes de apro-
ximación al conocimiento, emplazado a producirse de otra
Crítica de la Razón Mediática

manera. En esta dirección, puede compartirse con Aguirre «la


hipótesis de que en Latinoamérica se están gestando actualmen-
Juan Barreto
Primera Parte / Ensayo III

te un conjunto de transformaciones de honda repercusión, luego 173


de la aparentemente perdida década de los 80»75. La existencia
de centros de investigación y de exponentes como Martín-
Barbero, García-Canclini, Renato Ortiz, Piscitelli, Ford,
Mazziotti, Bisbal, Aguirre y otros, son señales significativas en
esa dirección.
En los últimos años, las investigaciones sobre efectos
de la TV, se han profundizado y surge la corriente de la edu-
cación para los medios. Esta subcorriente parte de la siguien-
te premisa:
Los niños pasan más horas frente al televisor que en un aula de
clases, recientes estudios en EEUU, aseguran que un niño normal
desde la escuela hasta concluir el bachillerato, ha presenciado 11
mil horas de clase y sólo 25 mil de TV. En nuestro país los jóve-
nes entre 5 y 15 años han dedicado 6 mil horas más al visionado
de TV que a la propia escuela.76

Este crecimiento y expansión de las nuevas tecnologías


y su impacto concreto, es desigual de región en región y estos
desajustes hacen que las estrategias del mercado tengan que
adecuarse a la realidad de cada localidad. El asunto del uso de
los mercados se siente de manera más acusada en la publicidad
comercial y en sus usos a la hora de insertar nuevos productos
con éxito en cada situación particular.
Por ejemplo, el uso o no de publicidad exterior, la colo-
cación de hipermercados o la venta por afiliación y por TV, ade-
más de los estudios de marca y completísimos trabajos sobre
perfiles de consumidores, que ocupa al sector de la publicidad.
Lo que supone nuevas posibilidades para los estudios de marke-
ting que han acaparado a buena parte de los intelectuales latino-
americanos. En el caso venezolano, la publicidad de tecnologías
Crítica de la Razón Mediática

de comunicación abarca casi el 30% de la torta de inversión


publicitaria, así mismo, la publicidad de cultos religiosos y la de

75 Ibid.
76 O. Capriles, "El debate sobre políticas de comunicación en América Latina",
Juan Barreto

Anuario ININCO, Vol. 1, Nº2, 1989, pp. 13- 40.


Primera Parte / Ensayo III

174 productos de entrega inmediata por TV, ascienden al 13% de la


misma, lo que ha determinado un movimiento migratorio de
muchos profesionales hacia la especialización en la colocación
de estos productos.
Un nuevo acceso teórico, que descubre a las multitudes
como matriz de producción cultural y al consumo como produc-
ción secundaria, construye una combinatoria que avanza hacia
nuevas mediaciones del saber. El horizonte de esta alteridad con-
sigue trabajar desde lo que, hasta hoy, habían sido los márgenes
de antiguas formaciones epistemológicas.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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177

Segunda Parte

CULTURA(S), CAMPOS Y
MassMediática

No se olvide que Nietzsche elaboró


una teoría de la cultura en la que
‘con el conocimiento del origen aumenta la
insignificancia del origen’,
en la que la cultura está pues toda ella en las
transformaciones (urdimbres de leyes de
desplazamiento, condensación, sublimación)
y, si se quiere en la retórica que sustituye
completamente a la lógica.

G. Vattimo
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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I 179

CAMPOS HÍBRIDOS
Y LectURas tRaNsVeRsaLes

En realidad existe una forma de lucha que implica


un consenso sobre aquello por lo cual se lucha y
que se observa de forma especialmente clara en el
ámbito de la cultura.

P. Bourdieu

a cuestión de cómo se constituyen las nuevas sensibilidades

l colectivas es, sin duda, una de las aristas fundamentales para


intentar comprender la cultura massmediática, propia de nues-
tro tiempo. En el particular abordaje de esta cuestión recurriremos,
fundamentalmente, a García-Canclini y Bourdieu, quienes, quizá,
llevaron la saga tan lejos como Maffesoli, que ha descifrado los dis-
tintos momentos de constitución espacio-temporal de los núcleos
de filiación, enclasados y no enclasados, en prácticas sociales cuyas
formas, en la condición cultural posmoderna, ya no pueden ser
explicadas desde las claves de inteligibilidad de la teoría social
moderna. En efecto, en la actualidad, estas prácticas muestran nue-
vas formas de afiliación que el autor analiza recurriendo a la metá-
fora de las tribus urbanas, para dar cuenta de la emergencia de nue-
vas formas de socialidad que materializan nuevos habitus y que tam-
bién podrían ser incorporadas a determinados campos.
El punto de partida son los estilos de vida, entendidos
Crítica de la Razón Mediática

como la materialización de representaciones, juicios enclasa-


dos, prácticas, condiciones materiales de vida, gustos, sueños y
aspiraciones, mentalizaciones y consumos. Todo esto forma el
Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 180

Segunda Parte / Ensayo I

180 habitus. Y como dice Bourdieu en La distinción: «El campo de


producción... no podría funcionar si no contara con unos gus-
tos existentes, propensiones más o menos intensas, unos bien-
es más o menos estrictamente definidos, es lo que permite al
gusto realizarse»1. Pero es la sociedad la que brinda un reper-
torio para la búsqueda y clasificación de sistemas estilísticos
posibles: «No es, pues, necesario recurrir a la hipótesis del
gusto soberano que impone el ajuste de la producción a las
necesidades».2

1 P. Bourdieu, La distinción, Taurus, Madrid, 1998, p. 228.


2 Ibid.
3 Dada su importancia para la comprensión de este asunto, transcribimos la
extensa cita de Bourdieu, en la que se inscribe su concepto de habitus y el
valor que este tiene no sólo para comprender la acción económica, sino toda
acción social: "La ciencia que llamamos 'economía' se sustenta en una abstrac-
ción inicial que consiste en disociar una categoría particular de prácticas, o
una dimensión particular de cualquier práctica, del orden social en el que toda
práctica humana está inmersa. Esta inmersión, aspectos o algunos efectos de
la cual se manifiestan cuando hablamos, siguiendo a Karl Polanyi, de 'embed-
dedness' obliga, incluso cuando, debido a los propios requerimientos del
conocimiento, no nos queda más remedio que tratarla de otro modo, a con-
cebir cualquier práctica, empezando por la que se puede ver, de la forma más
evidente y estricta, que es 'económica', como un hecho social total, en el sen-
tido de Marcel Mauss. Así pues, los estudios particulares que he llevado a
cabo, hace casi cuarenta años, en Argelia, sobre la lógica de la economía del
honor y de la "buena fe" o sobre los determinantes económicos y culturales
de las prácticas de ahorro, de crédito o de inversión, o, a mediados de los años
sesenta, con Luc Boltanski y Jean-Claude Chamboredon, sobre la banca y su
clientela, o, más recientemente, con Salah Bouhedja, Rosine Chistin, Claire
Givry y Monique de Saint-Martin, sobre la producción y la comercialización
de viviendas unifamiliares, se distinguen de la forma más corriente de la eco-
nomía en dos aspectos esenciales; intentan en cada caso movilizar el conjun-
Crítica de la Razón Mediática

to de los conocimientos disponibles en las diferentes dimensiones del orden


social, es decir, generalizando, la familia, el Estado, la escuela, los sindicatos,
las asociaciones, etcétera -y no sólo la banca, la empresa y el mercado-, y se
dotan de un sistema de conceptos, elaborado con el propósito de dar cuenta
de los datos de la observación, que podría presentarse como una teoría alter-
nativa para comprender la acción económica: el concepto de habitus, fruto
Juan Barreto

del afán por dar cuenta de la práctica de unos hombres y de unas mujeres que
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 181

Segunda Parte / Ensayo I

El juicio experto del cinéfilo, por ejemplo, que supone 181


una cierta mirada especializada sobre la cosa no significa sino la
expresividad de una práctica legitimadora, la puesta en escena del
habitus3, es decir, la materialización de ciertas destrezas que con-
sagran el sentido de pertenencia a determinadas formas de con-
sumo cultural: «No existe, pues, nada que distinga de forma tan
rigurosa a las diferentes clases como la exposición objetivamen-
te exigida por el consumo legítimo de obras legítimas...».4

se han visto arrojados a un cosmos económico extraño y foráneo, importado


e impuesto por la colonización, con un bagaje cultural y unas disposiciones,
económicas en particular, adquiridos en un mundo precapitalista; el concep-
to de capital cultural, que, elaborado e introducido más o menos cuando Gary
Beker proponía la noción de "capital humano" -tenue y vaga, y lastrada con
el pesado gravamen de unos presupuestos sociólogos inaceptables-, pretendía
dar cuenta de unas diferencias de otro modo inexplicables en los rendimien-
tos escolares de niños con una desigual dotación cultural y, desde una pers-
pectiva más general, en todos los tipos de prácticas culturales o económicas;
el concepto de capital social, que elaboré en mis primeras investigaciones de
etnología en Cabilia o en Bearne, para dar cuenta de unas diferencias residua-
les relacionadas, grosso modo, con los recursos que se pueden reunir, por
delegación, mediante redes de "relaciones" más o menos numerosas y más o
menos ricas, y que, con frecuencia asociado en la actualidad con el nombre de
James Coleman, responsable de su lanzamiento en el protegidísimo mercado
de la sociología estadounidense, suele utilizarse por corregir, a través del efec-
to de las "social network", las implicaciones del modelo dominante, el con-
cepto de capital simbólico, que he tenido que elaborar para dar cuenta de la
lógica de la economía del honor y de la "buena fe" y que he podido precisar
y madurar mediante el análisis de la economía de los bienes simbólicos, muy
especialmente de las obras de arte; por último, y, sobre todo, la noción de
campo, que ha alcanzado un éxito relativo, aunque con una forma algo reba-
jada y a menudo harto deslavazada, en el "New Economic Sociologv". La
introducción de estas nociones sólo es un aspecto de un cambio más global
Crítica de la Razón Mediática

de lenguaje (caracterizado, por ejemplo, por la sustitución del léxico de la


decisión por el de la intención o del adjetivo "racional" por el de "razonable"),
que es imprescindible para expresar una visión de la acción radicalmente dife-
rente de la que fundamenta, de forma las más de las veces implícita, la teoría
neoclásica." P. Bourdieu, Las estructuras sociales de la economía, Anagrama,
Barcelona, 2003, pp. 13-14.
Juan Barreto

4 Ibid., p. 229.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 182

Segunda Parte / Ensayo I

182 Pero el habitus5 es incomprensible sin su remisión a los


campos culturales concebidos como emplazamientos estratégi-
cos, territorializaciones, plazas que hay que defender, espacios de
luchas simbólicas entre lo liso y lo estriado que permiten objeti-
vaciones de la cultura. Se trata de trayectorias de sentido de cada
fracción social, lugar de mediaciones y elecciones que permiten
formas diversas de relacionarnos con el mundo, con los otros y
con nosotros mismos. Diferenciar y apreciar, permite integrar
enjambres de valores que derivan incluso en técnicas del cuerpo
y modelos de pensamiento:
Por eso, la disposición estética es una dimensión de una relación dis-
tante y segura con el mundo y con los otros que a su vez supone la
seguridad y la distancia objetivas; una manifestación del sistema de
disposiciones que producen los condicionamientos sociales asocia-

5 "Según Pierre Bourdieu los habitus dan cuenta, tanto de la inclusión plena de
los cuerpos en la organización de los espacios sociales, como de la inclusión
plena del espacio social en al organización de los cuerpos. En tanto sistemas de
disposición para la práctica en opciones disyuntivas de los "versus".
Cuerpo Vs. Discurso. Pulsión Vs. Representación. Intensidades Vs.
Significación. Cuerpo pulsión Vs. Cuerpo significante. Flujos Vs. Sentido.
Cuerpos reprimidos Vs. Cuerpos liberados. Discurso Vs. Juegos dramáticos.
Cuerpo Vs. Mente. Razón Vs. Pasión. También las apelaciones apresuradas a una
unidad psicosomática que presenta la ficción simplificadora de una articulación
que nunca puede dar cuenta de sí misma. ¿Cuánto del resto enigmático que los
cuerpos plantean a las disciplinas no es afecto inevitable, necesario, de las formas
binarias, dicotómicas, con las que se ha abordado la problemática?
En tal sentido, para pensar los cuerpos no sólo es necesario un atravesamiento
disciplinario que cree condiciones de transversalidad conceptual e institucional,
sino también revisar los a priori lógicos desde donde los cuerpos han sido cate-
gorizados, clasificados, ordenados, teorizados, instituyendo las condiciones de
posibilidad de los saberes sobre el cuerpo, delimitando sus áreas de visibilidad e
invisibilidad, sus principios de ordenamiento, sus formas de enunciabilidad y sus
regímenes de verdad. Y aquí pareciera que el antiguo ordenamiento platónico
alma-cuerpo aún despliega sus efectos, renueva sus eficacias, renaciendo de
pequeñas muertes que nuestro ingenuo positivismo creyó infligirle.
Crítica de la Razón Mediática

Pensar los cuerpos hoy desde una perspectiva desdisciplinaria implica atrave-
sar algunos impensados de los instituidos o sentidos comunes disciplinarios
de las "ciencias de la sociedad" ya que abordar las intensidades maquínicas no
discursivas que ellas componen es pensar los cuerpos como impensados del
lenguaje, las intensidades como impensados de la representación. Problema
filosófico, político y subjetivo ¿cómo pensar las lógicas de la multiplicidad?"
A. M. Fernández, Política y subjetividad, las fabricas recuperadas y asambleas barria-
Juan Barreto

les, Tinta y Limón, Buenos Aires, 2006, pp. 253-254.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 183

Segunda Parte / Ensayo I

dos con una clase en particular de las condiciones de existencia, 183


cuando aquellos toman la paradójica forma de la mayor libertad que
pueda concebirse, en un momento dado del tiempo, con respecto a
las coacciones de la necesidad económica... el gusto es el principio de
todo lo que se tiene, personas y cosas, y de todo lo que se es para
todos, de aquello por lo que uno clasifica y por lo que lo clasifican...
Los gustos son la afirmación práctica de diferencias inevitables.6

Las distintas competencias culturales engendran mercados


diferenciados, dotados de distintas instancias de consagración. A
esto lo llama Bourdieu la economía de las prácticas, es decir, efectos de
clase más habitus-capital, más campo de prácticas que conforman
lo invisible y lo visible de los universos posibles en cada campo
cultural y sus dinámicas constituyentes de los distintos estilos de
vida, impactados, incluso, por formas específicas de producción
del conocimiento que suponen de suyo, condiciones de existencia
y modelos que funcionan en la práctica y para la práctica.
La solicitud de incorporación al campo, así como las deri-
vadas que se desprenden de los choques de sentido, configuran
cuerpos sociales, actores, performatividades específicas y, por
supuesto, desterritorializaciones y campos lisos, energías modeli-
zadoras que van dejando su huella de inscripción en los indivi-
duos. Los llamados actos metafóricos desplazados, en donde los
hombres producen sus acercamientos al mundo estético, sensual
y afectivo, quedan marcados, en la civilización en curso, por sus
momentos de encuentro con cada discurso:
Tanto esta sensibilidad, como las distintas representaciones en la que
cristaliza (la música, la pintura, la poesía, el teatro, etc.) están interve-
nidas por la racionalidad burocrática: en la propia configuración psí-
quica de la mentalidad, en el lenguaje clasificatorio imperante, en la
Crítica de la Razón Mediática

división del trabajo, en la imposición de valores explícitos de ‘lo bello’


(institución del gusto), en la articulación funcional del arte a las rela-
ciones de dominación.7

6 Ibid., p. 53.
Juan Barreto

7 Ibid., p. 54.
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Segunda Parte / Ensayo I

184 El sentido del gusto, como advierte G. Lipovetsky, queda,


así, fuertemente cruzado por los enunciados de la moda y del
discurso dominante que prima como criterio social. Para el gusto
burgués la elección de "efectos" realizada por los sectores que
habitan al margen, es decir, la selección de objetos baratos y lla-
mativos por los sectores desplazados socialmente, es considera-
da como expresión de lo vulgar, lo que permite avalar la afirma-
ción de Bourdieu, conforme a la cual: «aún las elecciones aparen-
temente suntuarias tienen por regla el gusto de la necesidad»8.
Es, desde luego, una afirmación inscrita en su concepción de la
cultura:
… como un conjunto de campos relativamente autónomos donde
sus miembros interactúan de acuerdo con su posición respecto al
sector dominante, ya como elemento para la conservación de un sta-
tus quo o como factor subversivo que busca desplazar las jerarquías,
más no disolver el sistema del campo, que es un sistema simbólico,
aunque en raras circunstancias podría ocurrir un sacudimiento en el
régimen de signos. Se dice que los campos son relativamente autó-
nomos en tanto llevan en forma inmanente la precondición de un
campo más general, que es el de la lucha de clases, el cual preestruc-
tura los demás campos en al menos tres niveles, específicamente, el
cultural, en tres ‘gustos’: un gusto legítimo o dominante, uno medio
y uno popular como oposición al primero, pero subordinado a éste.9
La cultura queda entendida, en la teoría de los campos,
como una praxis y un conjunto de relaciones y mediaciones en las
que los seres humanos se autodefinen y se proyectan como signo.
Así, va definiendo la cultura a través de los problemas donde se
hace patente que la cultura es fundamental para entender las rela-
ciones y las diferencias sociales. Bourdieu comprendió que la
sociología de la cultura era un capítulo, y no el menor, de la socio-
logía del poder, viendo en las estructuras simbólicas, más que una
Crítica de la Razón Mediática

forma particular de poder, una dimensión de todo poder, es decir,


otro nombre de la legitimidad, producto del reconocimiento, del

8 P. Bourdieu, Sociología de la cultura, Grijalbo, México, 1994, p. 9.


Juan Barreto

9 Ibid., p. 10.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 185

Segunda Parte / Ensayo I

desconocimiento, de la creencia en virtud de la cual las personas 185


que ejercen la autoridad son dotadas de prestigio.
Para responder a sus interrogantes, Bourdieu retoma
dos ideas centrales del marxismo: la estructuración de la
sociedad en clases sociales y las relaciones entre las clases
como relaciones de lucha. Además, su teoría social incorpora
otras corrientes dedicadas a estudiar los sistemas simbólicos y
las relaciones de poder. Por esto y por su propio trabajo de
investigación empírica y de reelaboración teórica, establece
una relación polémica con el marxismo tradicional.
Bourdieu reconoce que el consumo es también un espa-
cio decisivo para la constitución de las clases y para la organiza-
ción de sus diferencias, cuestión que en el capitalismo contem-
poráneo adquiere una relativa autonomía. Las clases no sólo se
diferencian por su relación con la producción y la propiedad de
ciertos bienes, sino también por el aspecto simbólico del consu-
mo, por la forma en que emplean los bienes transmutándolos en
estratos de signos de un Régimen de Sentido.
Para este autor, las relaciones económicas entre las clases
son fundamentales, pero siempre están vinculadas con las otras
formas de poder -simbólico- que contribuyen a la reproducción
y a la diferenciación social. La clase dominante puede imponer-
se en el plano económico y reproducir esa dominación, siempre
que al mismo tiempo, logre hegemonizar el campo cultural. Las
clases sociales no pueden ser definidas, por una suma de propie-
dades -origen social + ingresos + nivel de instrucción-, «sino por
la estructura de las relaciones entre todas las propiedades perti-
Crítica de la Razón Mediática

nentes, que confiere a cada una de ellas y a los efectos que ella
ejerce sobre las prácticas, su valor propio».10 Por ello se hace
Juan Barreto

10 P. Bourdieu, La distinción, p. 218.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 186

Segunda Parte / Ensayo I

186 necesario, dice Bourdieu, «romper con el pensamiento lineal que


no conoce más que las estructuras de orden simple de determi-
nación directa y tratar de reconstruir en cada investigación las
redes de relaciones encabalgadas, que están presentes en cada
uno de los factores».11
De una manera particular, Bourdieu afirma el carácter
indisoluble de lo material y lo cultural, de modo que su teoría de
la sociedad, en franca distancia con la división entre estructura y
superestructura, tiene como hilo conductor su teoría de los cam-
pos culturales.
El concepto de campo tiene la utilidad de liquidar las
consecuencias reduccionistas generadas por la asunción de las
nociones de estructura y superestructura que, durante un tiem-
po, constituyeron referentes claves de los análisis de la social y
lo cultural, si se vincula al concepto de Laclau de sutura laca-
niana. Es decir, sirve para construir máquinas de captura de los
significantes flotantes12. En el campo cultural artístico, por
ejemplo, obviar el concepto de campo ha tenido como conse-
cuencia que los sociólogos de la cultura se vean impedidos de
percibir lo peculiar en el arte. Recuérdese la ironía sartreana de
la Crítica de la razón dialéctica: el marxismo demuestra que Valery
era un intelectual pequeño burgués, pero no puede explicarnos
por qué todos los intelectuales pequeños burgueses no son
Valery.
En las sociedades modernas, la vida social se reproduce
en campos -económico, político, científico, artístico-, que fun-
cionan con una fuerte independencia, de manera tal que se des-
Crítica de la Razón Mediática

taca la importancia de estudiar la dinámica interna de cada


campo. De ahí que, en vez de deducir del carácter general de

11 Ibid., p. 218.
Juan Barreto

12 J. E. Palti, Op. cit.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 187

Segunda Parte / Ensayo I

la lucha de clases el sentido particular de los enfrentamientos 187


políticos o artísticos, Bourdieu indaga cómo intervienen los
grupos en la lucha por la apropiación del capital que cada
campo genera. La sociedad y, por tanto, la confrontación entre
las clases, es el resultado de la manera en que se articulan y
combinan las luchas por la legitimidad y el poder en cada uno
de los campos.
¿Qué constituye un campo? La existencia de un capital
común y la lucha por su apropiación. A lo largo de la historia,
el campo científico o el artístico han acumulado un capital -de
conocimiento, habilidades, creencias, entre otros- respecto del
cual actúan dos posiciones: la de quienes detentan el capital y
la de quienes aspiran a poseerlo. Así, la comprensión de una
obra -un libro de economía, una escultura, una pintura, por
ejemplo- es posible si se logra conocer la historia del campo de
producción de la obra.
Al hilo de esta idea de campo, Bourdieu hace una crítica
respecto de las «antiguas alternativas» de la revolución, basadas
en las opciones o polaridades como conflicto/consenso, estáti-
ca/dinámica, individuo/sociedad, señalando que éstas son el
principal obstáculo para el conocimiento del mundo social, ante
lo cual precisa: «En realidad existe una forma de lucha que
implica un consenso sobre aquello por lo cual se lucha y que se
observa de forma especialmente clara en el ámbito de la cultu-
ra»13. Se piensa con demasiada frecuencia en forma de dicotomí-
as simples: « ‹O cambia o no cambia›, ‹Estático o dinámico›…
Augusto Comte pensaba de esta manera, y esto no es una excu-
Crítica de la Razón Mediática

sa. Lo que trato de demostrar es que hay algo invariante que es


producto de la variación».14

13 Ibid., p. 220.
Juan Barreto

14 Ibid.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 188

Segunda Parte / Ensayo I

188 Al igual que en el campo de las clases sociales y de los esti-


los de vida, Bourdieu explica en su ensayo Alta costura y alta cultura,
que el campo de la producción cultural tiene una configuración que
es producto de su historia anterior y, a la vez, productora de su his-
toria posterior. El principio de su cambio es la lucha por el mono-
polio de la «distinción», es decir, el monopolio de la imposición de la
última diferencia -la última oposición- legítima, la última moda, y
esta lucha termina con la progresiva caída del vencido al pasado. Y
cuanto más complejo e imperceptible sea el ciclo de la consagración,
tanto menos reconocible será su estructura y mayor será el efecto
de la creencia -o ignorancia- colectiva en el juego.
Los que dominan el capital acumulado, fundamento del
poder o de la autoridad de un campo, tienden a adoptar estrate-
gias de «conservación y ortodoxia», en tanto los más desprovis-
tos de capital, o recién llegados, prefieren las «estrategias de sub-
versión», de «herejía», son heterodoxos.
Aunque un tanto lineal y tradicional, también es impor-
tante tomar en cuenta el desarrollo que hace Néstor García-
Canclini acerca de la cuestión cultural15, en la cual iremos abun-
dando más adelante. Pero, antes de seguir avanzando, quisiéra-

15 N. García Canclini, Culturas híbridas, Grijalbo, México, 1990. En otro texto,


este autor sostiene, al respecto: "Al mismo tiempo que admitimos como una
tendencia irreversible la globalización, queremos participar con este libro en
dos movimientos actuales de sospecha: los que desconfían de que lo global se
presente como sustituto de lo local, y de que el modo neoliberal de globalizar-
nos sea el único posible. Si consideramos las maneras diversas en que la glo-
balización incorpora a distintas naciones, y a distintos sectores dentro de cada
nación, su trato con las culturas locales y regionales no pueden ser pensado
Crítica de la Razón Mediática

como si sólo buscara homogeneizarlas. (…) Responder a esta pregunta requie-


re, evidentemente, profundizar el debate económico sobre las contradicciones
del modelo neoliberal. Pero también hay que examinar lo que la globalización,
el mercado y el consumo tienen de cultura. Nada de esto existe, o se transfor-
ma, sino porque los hombres nos relacionamos y construimos significados en
sociedad. Aunque parezca trivial evocar este principio, demasiado a menudo
los problemas del consumo y el mercado se plantean sólo como asuntos de efi-
Juan Barreto

ciencia comercial, y la globalización como la manera de llegar rápido a más


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 189

Segunda Parte / Ensayo I

mos hacer algunas precisiones útiles para respaldar afirmaciones 189


posteriores relacionadas con un abordaje de lo cultural, conside-
rando el despliegue del dispositivo de los campos culturales de
una forma más fundada, es decir, a la luz del surgimiento del
hipercampo de entrecruzamiento cultural de los dispositivos
maquínicos mediáticos de biopoder.
Es pertinente recordar que el Siglo de las Luces constitu-
yó el momento en el que la cultura surge como espacio autóno-
mo fuertemente vinculado al mercado, a las conquistas de terri-
torio y al desplazamiento humano sobre el mismo. La idea de
patrimonio cultural, en tanto acervo de obras reconocidas como
valiosas desde un punto de vista estético, espiritual o científico, es
la territorialización de este discurso y su estrato de superficie, en
el que la cultura es igual a patrimonio y, por ende, igual a valor-mer-
cancía. Tal concepción viene tomada de la mano de la vieja noción
de Bellas Artes, la concepción de cultura como oposición a natu-
raleza, o como arquitectura humana, ésta última nacida con las
disciplinas humanísticas. Entendida así, la cultura se constituye en
un plano donde se dibuja o estructura el mundo instituido de sig-
nificado, que posibilita el representar-decir social.

ventas. Son interpretaciones posibles de que los hombres vivimos juntos si se


mira todo desde los negocios y la publicidad. (…) Para vincular el consumo
con la ciudadanía, y a ésta con aquél, hay que desconstruir las concepciones
que encuentran los comportamientos de los consumidores predominantemen-
te irracionales y las que sólo ven a los ciudadanos actuando en función de la
Mediática

racionalidad de los principios ideológicos. En efecto, se suele imaginar al con-


sumo como lugar de lo suntuario y superfluo, donde los impulsos primarios
de los sujetos podrían ordenarse con estudios de mercado y tácticas publicita-
rias. Por otra parte, se reduce la ciudadanía a una cuestión política y se cree que
la gente vota y actúa respecto de las cuestiones públicas sólo por sus convic-
Crítica de la Razón

ciones individuales y por la manera en que razona en los debates de ideas. Esta
separación persiste aun en últimos textos de un autor tan lúcido como Jurgen
Haberlas, cuando realiza la autocrítica a su viejo libro sobre el espacio público
Juan Barreto

buscando "nuevos dispositivos institucionales adecuados para oponerse a la


clientelización del ciudadano". N. García-Canclini, Consumidores y ciudadanos.
Conflictos multiculturales de la globalización, Grijalbo, México, 2005, p. 34.
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Segunda Parte / Ensayo I

190 Ante tal concepción, es preciso acotar que la cultura es,


fundamentalmente, un campo de disputas desde donde se espe-
cifica el sentido general de la reproducción social y el conflicto
entre las clases, un campo vinculado en la estrategia unificada de
cada clase. Por ello, Bourdieu amplía su concepto de tres niveles
culturales (culto, medio, popular) con una expresión que incluye
el aspecto subjetivo de los comportamientos: los gustos. Así dis-
tingue el gusto legítimo, el gusto medio y el gusto popular.
Por otra parte, para Bourdieu, el mercado de bienes sim-
bólicos incluye, básicamente, tres modos de producción cultural
diferenciados por la composición de los públicos (burguesía, cla-
ses medias y clases populares), por la naturaleza de las obras pro-
ducidas (obras de arte/bienes y mensajes de uso masivo) y por
las ideologías político-estéticas que circulan en dicho mercado
(aristocratismo, esteticismo/ascetismo y pretensión/pragmatis-
mo funcional). Dado que hay una unidad manifiesta en el hecho
de que «los mismos bienes son, en muchos casos, consumidos
por distintas clases sociales», la diferencia se establece, más que
en los bienes que cada clase apropia, en el modo de usarlos. Los
usos son zonas de delimitación.
El gusto de la elite, la estética burguesa, por ejemplo, es
abordado por Bourdieu colocando el énfasis en los museos,
donde aparece más exacerbada la autonomización del campo
cultural. Allí el goce del arte requiere desentenderse de la vida
cotidiana, oponerse a ella, pues la disposición estética del arte
moderno supone el conocimiento de los principios de división
autónomos del campo artístico. Y los objetos poseen un carác-
Crítica de la Razón Mediática

ter intocable, imponiéndose un silencio religioso, una decoración


solemne y decorosa, de modo que el espacio artístico es un espa-
cio diferencial de los que comprenden sus mensajes:
Juan Barreto
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Segunda Parte / Ensayo I

Al fijar un modo correcto y hermético de apreciar lo artístico, 191


supuestamente desvinculado de la existencia material, el modo bur-
gués de producir y consumir el arte organiza simbólicamente las
diferencias entre las clases, del mismo modo que las divisiones del
proceso educativo, las del campo artístico consagran, reproducen y
disimulan la separación entre los grupos sociales.16

Las concepciones democráticas de la cultura, muy en boga


hoy, suponen que las acciones pedagógicas ejercidas en la forma-
ción social colaboran armoniosamente en la reproducción de un
capital cultural que se imagina como propiedad común. Pero según
Bourdieu sólo accederán a ese capital cultural -artístico o científi-
co- quienes cuenten con los medios económicos y simbólicos, para
hacerlo suyo. Las prácticas culturales de la burguesía tratan de
simular que sus privilegios se justifican por algo más noble que la
acumulación material17. Se crea la ilusión de que las desigualdades
no se deben a lo que se tiene, sino a lo que se es.

16 Ibid., p. 24.
17 "Continuando el análisis de esta oposición encontramos otra determinación
del trabajo, en tanto está separado y es antagónico. El valor de uso de este tra-
bajo necesario y viceversa. ¿En qué sentido? En el sentido de que cuando el
valor de uso de los trabajadores se encuentra cambiado por el capitalismo en
valor de cambio, cuando las dos entidades autónomas deben confrontarse, y
están firmemente atadas entre sí, se establece una relación que contiene una
medida específica; la medida de trabajo necesario para la reproducción de la
fuerza de trabajo adquirida por el capitalista y sometida a las relaciones genera-
les del capital. El valor de cambio de su mercancía no puede ser determinado
por el modo en que su comprador la usa, sino sólo por la cantidad de trabajo
objetivo contenida en ella; luego, aquí, por la cantidad de trabajo requerida para
reproducir al propio trabajador. Porque el valor de uso que él ofrece existe sólo
como una habilidad, una capacidad (Vermogen) de su existencia corporal; no
posee existencia aparente de esa. El trabajo objetivado en ese valor de uso es el
trabajo objetivado necesariamente corporizado para mantener no sólo la sus-
tancia general en la cual su poder de trabajo existe, es decir, el propio trabaja-
Crítica de la Razón Mediática

dor, sino aquel requerido para modificar esta sustancia general a fin de desarro-
llar su particular capacidad. Esto, en términos generales, es la medida de la can-
tidad de valor, la suma, que obtienen en el intercambio. El desarrollo ulterior
donde se miden los salarios, como otras mercancías, por el tiempo de trabajo
necesario para producir al trabajador como tal, no es el punto que considera-
mos aquí. El hecho de que el valor de uso del trabajo es reducido por el capital
a este límite de intercambio, no modifica ni su calidad ni su relación: el trabaja-
Juan Barreto

dor, de hecho no está unido a objetos particulares, ni a una forma particular de


satisfacción. La esfera de su consumo no está restringida cualitativamente, sólo
cuantitativamente". T. Negri, Marx más allá de Marx, p. 134-135.
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Segunda Parte / Ensayo I

192 La estética de los sectores medios está constituida por


obras que se distinguen por el uso de procedimientos técnicos y
efectos estéticos inmediatamente accesibles, por excluir los
temas controvertidos en favor de personajes y símbolos estereo-
tipados que facilitan al público masivo su proyección e identifi-
cación. De modo que las clases medias y las populares «en tanto
tienen como referencia y aspiración el gusto dominante, practi-
can la cultura a través de actos metafóricos desplazados». La
adhesión a estos productos es propia de una relación «ávida y
ansiosa» que la pequeña burguesía tiene con la cultura, «de una
buena voluntad pura, pero vacía y desprovista de las referencias
o de los principios indispensables para su aplicación oportuna»,
dice Bourdieu.18
Finalmente, la estética popular se hallaría organizada por
la división entre actividades y lugares técnicos, funcionales y otros
espaciales, propicios para el arreglo suntuario. Se plantea la antí-
tesis entre lo decorativo y lo práctico en las relaciones cotidianas,
como la decoración de la sala de estar o el vestido de domingo y
el de diario. Con Bourdieu reiteramos: «Aún las elecciones apa-
rentemente suntuarias tienen por regla el gusto de la necesidad».
Esta afirmación coincide con lo expresado por Baudrillard en su
libro El sistema de los objetos y con las investigaciones de R. Barthes
sobre la moda19. Con ironía, Bourdieu sostiene:
… el gusto por las bagatelas de fantasía y los accesorios impactan-
tes que pueblan las salas de casas modestas se inspira en una inten-
ción desconocida por los economistas y los estetas ordinarios, la de
obtener el máximo efecto al menor costo (esto impresionará
Crítica de la Razón Mediática

mucho), fórmula que para el gusto burgués es la definición misma


de la vulgaridad.20

18 P. Bourdieu, La distinción, p. 222.


19 Ibid., p. 226.
Juan Barreto

20 Ibid., p. 222
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Segunda Parte / Ensayo I

Este discurso esteticista intenta demostrar que el con- 193


sumo popular se opone al burgués por su incapacidad de sepa-
rar lo estético de lo práctico. Los sectores subalternos tendrán
el “buen gusto” de subrayar los objetos que consideran más
valiosos, colocándolos en el centro de la sala y depositando
sobre ellos paños tejidos y mucha porcelana.
De alguna forma es cierto que la dinámica energética del
gusto es un campo de fuerzas que crea oposiciones y espacios
de encuentro que no dejan de estar subordinados a las legitimi-
dades consagradas. La estructura simbólica de la cultura está
determinada por esta oposición, fijada por la burguesía, entre el
ámbito de “la libertad, el desinterés, la pureza de los gustos
sublimes” y el de la “necesidad, el interés, la bajeza de las satis-
facciones materiales”.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 195

II 195

¿UNA teORÍa LiNGÜÍstica


DEL VALOR?
Locke, en el siglo XVII, postuló (y reprobó)
un idioma imposible en el que cada cosa individual,
cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre
propio; Funes proyectó alguna vez un idioma
análogo, pero lo desechó por parecerle demasiado
ambiguo. En efecto, Funes no sólo recordaba cada
hoja de cada árbol, de cada monte, sino cada una de
las veces que lo había percibido
o imaginado. Resolvió reducir cada una
de sus jornadas pretéritas, a unos setenta mil
recuerdos, que definiría luego por cifras.
Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de
que la tarea era interminable, la conciencia de que era
inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría
acabado de clasificar todos los recuerdos de la niñez.

J. L. Borges.

Las interacciones lingüísticas como


soporte de relaciones de poder simbólico

El cuerpo del lenguaje es ahora también


«cuerpo social». La extensión de su «veneno»
nos convierte en psiquiatrizables, bajo el signo
valorizado y temido de una locura posible que
puede sorprendernos a todos en todas partes.

A. Gabilondo.
Crítica de la Razón Mediática

n el camino de reinterpretación semiótica vinculada con la


e urdimbre de la teoría de los campos y de los mercados
Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 196

Segunda Parte / Ensayo II

196 culturales, de Bourdieu y García- Canclini, encontramos que el


concepto de mercado, entendido como lógica de sentido, puede
ser extendido como modelo para la comprensión1, pues en lo
social no circula la “lengua” como entelequia abstracta, sino dis-
cursos jerarquizados en función de capacidades de producción,
apropiación y actualización de actores.
Los actos de habla se efectúan en la conjunción de ele-
mentos al interior de una semiótica compleja. Por un lado,
encontramos, desde luego, la propia capacidad lingüística del
hombre, cultural y socialmente moldeada, y unas competencias
comunicativas propias del acto de comunicación. Por otro lado,
la estructura del mercado lingüístico va legitimando nuevos
productos.
Es en este universo jerarquizado donde se asigna el valor
de cambio de los productos efectuados más o menos conforme
a la gramática, más o menos conforme a la situación social espe-
cífica. O, para decirlo de otra manera, más o menos adecuados a
un sistema de sanciones y censuras objetivas, pues, haciendo
nuestras, las palabras de Rigoberto Lanz: «El reconocimiento de
la legitimidad de la lengua oficial existe ya en estado práctico en
la mentalización del individuo».2
Las condiciones del mercado simbólico, al tiempo que
prescriben la jerarquía de los actos coyunturales, condicionan la
jerarquía del propio locutor. Las interacciones lingüísticas son el
soporte de relaciones de poder simbólico en atención a una len-
gua legítima y autorizada.3
A su vez, habría que agregar lo que E. Morin desarrolla
en su trabajo Introducción al pensamiento complejo, en cuyo desarro-
Crítica de la Razón Mediática

1 Ver: P. Bourdieu, Lo que hablar quiere decir, Akal, Madrid, 1992.


2 R. Lanz, Razón y dominación, CDCH-UCV, Caracas, 1988, p. 79.
3 Ver al respecto, J. Barreto y A. Esté, Ideas para una epistemología de la comuni-
cación [Tesis de Grado], Escuela de Comunicación Social / FHE-UCV,
Juan Barreto

Caracas, 1990.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 197

Segunda Parte / Ensayo II

llo se destaca el papel de la cultura en la programación de los 197


individuos, quienes son en última instancia hologramas que con-
tienen todos y cada uno de los elementos de lo social4. Cada
efectuación simbólica se confronta tanto con las disposiciones
de la lógica de unificación del sentido y jerarquización de los esti-
los, como con la capacidad de cada locutor para anticipar un
beneficio simbólico y una jerarquía.
De este modo, la valoración del locutor va referida a su
capacidad para ubicar las sanciones del mercado (no se trata nor-
malmente de un cálculo consciente) y de mantener una relación
conveniente con el sistema de la lengua legítima. Cada acto de
palabra adquiere valor en el proceso de jerarquización de quien
habla y se asegura en la autoridad de su propio discurso, y en la
coyuntura específica que demanda determinadas estrategias. El
mercado establece las reglas de aceptación social del discurso y
del locutor.
La jerarquía de cada locutor depende de su «capital simbó-
lico» y de su posición en el mapa social, lo que es decir, del reco-
nocimiento, institucionalizado o no, que se recibe del grupo.
Desubjetivar la lengua sin tomar en cuenta estos prerrequisitos
que actúan como determinaciones de lo real, supone ignorar
que el “precio” de sus productos se establece en la relación de
las condiciones de quien habla con las condiciones de quien
escucha.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto

4 E. Morin, Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1994.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 198

Segunda Parte / Ensayo II

198 Poder oblicuo y metafórico

Hay aún otro modo en que la oblicuidad de


los circuitos simbólicos permite repensar los
vínculos entre cultura y poder. La búsqueda
de mediaciones, de vías diagonales
para gestionar los conflictos,
da a las relaciones culturales un lugar
prominente en el desenvolvimiento político.

N. García-Canclini.

García Canclini dice que es necesario:


… reformular la concepción de Bourdieu, en muchos sentidos útil
para entender el mercado de bienes simbólicos, a fin de incluir los pro-
ductos culturales nacidos de los sectores populares, las representacio-
nes independientes de sus condiciones de vida y la resemantización
que hacen de la cultura dominante de acuerdo con sus intereses.5
Y advierte que es preciso evitar generalizaciones rotun-
das ante tanta evidencia de inflexiones y entrecruzamientos que
sintetiza en su concepto de hibridación.
Este concepto refiere a la aparición de un espacio semán-
tico que conjuga, al mismo nivel simbólico, lo culto con lo popu-
lar y lo mediático. No es una desacralización, como en un princi-
pio lo plantearon los teóricos de la Escuela de Frankfurt, sino una
resemantización, una lectura propuesta desde la multiplicidad, una
reubicación de significaciones, que plantean otro encuentro entre
el público y el arte. Implica reconocer que entre cada uno de los
campos surge una dinámica de emancipación, democratización,
renovación, reconversión y fragmentación, que provoca no pocas
contradicciones a la hora de evaluar las continuas reterritorializa-
ciones de las fronteras oblicuas y el surgimiento de sistemas com-
Crítica de la Razón Mediática

plejos de articulación de fronteras difusas y flexibles entre distin-


tos mundos de significados. Por ello, García-Canclini sostiene:
5 N. García Canclini, Culturas híbridas, Grijalbo, México, 1990, p. 31. Es
recomendable leerse también: Las industrias culturales en la integración latinoame-
Juan Barreto

ricana, Grijalbo, México, 1999.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 199

Segunda Parte / Ensayo II

La cuestión es entender cómo la dinámica propia del desarrollo tec- 199


nológico remodela la sociedad, coincide con movimientos sociales o
los contradice... Hay sectores sociales con capitales culturales y dis-
posiciones diversas para apropiárselas con sentidos diferentes: la
descolección, desterritorialización y la hibridación no son iguales
para los adolescentes populares que van a los negocios públicos de
video juegos y para los de clase media y alta que los tienen en sus
casas. Los sentidos de las tecnologías se construyen según los
modos en que se institucionalizan y se socializan.
Pero aclara:
No quiero decir que esta circulación más fluida y compleja haya eva-
porado las diferencias entre las clases. Sólo afirmo que la reorgani-
zación de los escenarios culturales y los cruces constantes de las
identidades exigen preguntarse de otro modo por órdenes que siste-
matizan las relaciones materiales y simbólicas entre los grupos.6

Tal óptica ya no separa los productos culturales de los


medios de producción folklórica. Todo forma parte del torren-
te de estratificación del mercado simbólico, lo que cambia es la
contextualización de la obra. Pero, como analizaremos más
adelante, cada signo que se produce, lo hace en un sistema de
significación, así como cada texto propone unas intenciones
propias de su tiempo, pero a su vez invita a una nueva seman-
tización en donde tiene lugar la subjetividad/objetividad del
sujeto en relación a lo que percibe. Una relación abstracto-con-
creta cifra al objeto y lo significa, pero a su vez el proceso social
lo recupera y lo resemantiza, dándole posibilidades multívocas.
«El incremento de procesos de hibridación vuelve evidente
que captamos muy poco del poder si sólo registráramos los enfrenta-
mientos y las acciones verticales»7. De ahí la importancia de tener pre-
sente que las relaciones que se entretejen y superponen, generan zonas
de alta interculturalidad entre campo y campo, es decir, que «hoy todas
Crítica de la Razón Mediática

las culturas son de frontera»


Con esta contribución, quedan atrás especulaciones mecá-
nicas como las de Herbert I. Schiller, de la Universidad de
6 Ibid., pp. 287-288.
Juan Barreto

7 Ibid., p. 324.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 200

Segunda Parte / Ensayo II

200 California, cuando aseguraba que la sociedad capitalista desarrolla-


da se sustenta en un sistema cultural que genera a la clase dominan-
te y «una estructura de valores, cuya finalidad es conseguir que la
población mantenga un sistema de expectativas en sintonía con el
status quo dominante»8. Como se ve, el asunto no es tan sencillo.
Retomando a Bourdieu, encontramos el desarrollo de
una teoría de los símbolos que ve al poder simbólico como «un
poder de construcción de la realidad que tiende a establecer un
orden gnoseológico»9. Tendencia y tensión, dirá, para enfati-
zar ciertas predisposiciones de lo cultural. Por ser supercon-
ductores de conocimiento y comunicación, los símbolos hacen
posible el lugar del consenso, el sentido del mundo y la apari-
ción de campos integrados. Así, los sistemas simbólicos cultu-
rales tendrían tres funciones primordiales: a) la integración
real de la clase dominante, asegurando la comunicación entre
todos sus miembros y distinguiéndolos de las otras clases; b)
la interpretación ficticia de la sociedad en su conjunto; c) la
legitimación del orden establecido por los distintos registros
de distinciones o jerarquías, y por la legitimación de esas dis-
tinciones.
Pero habría una función con capacidad gramaticalizado-
ra del mundo, uniformando a éste al interior de una lógica de
sentido. La división social quedaría subordinada a la forma
“comunicación”, es decir, a la producción masiva de estándares
culturales de consumo masivo. Pero la cultura que une al comu-
nicar es también la que separa al dar instrumentos de diferencia-
ción a cada clase, la que legitima esas distinciones obligando a
todas las culturas (o subculturas) a definirse por su distancia res-
pecto de la dominante. Esto hace que el espacio comunicativo
asuma para sí buena parte de la labor reproductora en un dina-
Crítica de la Razón Mediática

mismo infinito.
La teoría de los símbolos parte del hecho de que, en las
sociedades divididas en clases, la cultura es también violencia sim-
8 M. de Moragas Spá, Sociología de la comunicación, p. 85.
Juan Barreto

9 P. Bourdieu, La distinción, p. 331.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 201

Segunda Parte / Ensayo II

bólica. No hay relaciones de comunicación o conocimiento que 201


no sean, inseparablemente, relaciones de poder. Se trata, como
puede advertirse, de una concepción que sigue la estela de la
concepción foucaultiana del poder, en la cual éste es pensado
como una relación social diseminada de individuación y subje-
tivación, por medio de técnicas relacionales.
El poder está lejos de ser contenido solamente en una
institución, o en el Estado, o en los medios de comunicación.
El poder es, como afirma Foucault, «el nombre que se pres-
ta a una situación estratégica compleja en una sociedad
dada»10. Las comunicaciones entre los miembros de la socie-
dad y el conocimiento de lo real por parte de los individuos
requieren de la producción de consensos en condiciones
específicas y de campos de legitimación de prácticas. Estas
condiciones crean el pacto social de entendimiento entre los
concurrentes a una civilización, que se realiza en las relacio-
nes culturales. Es por ello que éstas operan como relaciones
de poder que se comunican en un ambiente espeso (gel) de
intersubjetividad.
Pero Bourdieu quiere ir más allá (aunque no se des-
prende de la carga estructuralista). No le basta decir que los
sistemas simbólicos son instrumentos de dominación, en
tanto son estructurantes y están estructurados: «hay que anali-
zar cómo la estructura interna de esos sistemas, o sea el campo
cultural, se vincula con la sociedad global»11.
Para él, es aquí donde se vuelve decisivo investigar el pro-
ceso de producción y apropiación de la cultura, teniendo presen-
te que los campos culturales nunca son totalmente autónomos,
pues existe en cada uno de ellos una cierta dosis de homologa-
Crítica de la Razón Mediática

ción con un campo más general que es el gran relato de toda civi-
lización. Es esta correspondencia la que permite que los sistemas

10 M. Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber, Siglo XXI,


México, 1987, p. 112.
Juan Barreto

11 P. Bourdieu, La distinción, p. 232.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 202

Segunda Parte / Ensayo II

202 clasificatorios, las construcciones intelectuales, entre otros


aspectos, del campo cultural sean aceptados como naturales y
apropiados a las estructuras sociales.12
Según García-Canclini, Bourdieu trata en forma deficien-
te las estructuras institucionales, por ejemplo, al no situar el
poder simbólico en relación con el Estado:
La ausencia del papel del Estado va junto con la sobreestimación del
aspecto simbólico de la violencia y el desinterés por la coerción
directa como recurso de los dominadores. Por más importante que
sea la cultura para hacer posible, legitimar y disimular la opresión
social, una teoría del poder simbólico debe incluir sus relaciones con
lo no simbólico, con las estructuras -económicas y políticas- en que
también se asienta la dominación. Uno de los méritos de Bourdieu
es revelar cuánto hay de político en la cultura, que toda la cultura es
política; pero para no incurrir en reduccionismos [...] es necesario
diferenciar los modos en que lo artístico, lo científico o religioso se
constituyen en político como reconocer los lugares en que lo políti-
co tiene sus maneras específicas de manifestarse.13
Esta teoría presupone otro concepto adicional, sobre el
que ya hablamos, y es el de habitus, que «recoge la interacción
entre la historia social y la del individuo. La historia de cada
hombre puede ser leída como una especificación de la historia
colectiva de su grupo o su clase y como la historia de la partici-
pación en las luchas del campo».14
En el centro de la teoría se coloca la problemática del con-
senso, es decir, la pregunta por la articulación entre las desigual-
dades materiales y culturales, entre la desigualdad y el poder. El
combate político es simultáneamente por y contra un capital (cul-
tural) institucionalizado en las organizaciones sociales, objetivado
bajo la forma de bienes culturales, e incorporado en el habitus de
los sujetos. Por ello, resulta «ilusorio pretender cambiar sólo una
Crítica de la Razón Mediática

12 "La acción ideológica de la cultura se cumple entonces mediante la impo-


sición de taxonomías políticas que se disfrazan, o se eufemizan, bajo el aspec-
to de axiomáticas propias de cada campo (religiosas, filosóficas, artísticas,
etcétera). En el poder simbólico se transfiguran las relaciones básicas de
poder para legitimarse". Ibid, p. 41.
13 Ibid., p. 42.
Juan Barreto

14 Ibid., p. 118.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 203

Segunda Parte / Ensayo II

de estas estructuras o esperar que la fuerza coyuntural de un 203


movimiento reemplace mágicamente, como a veces se sustituye
un gobierno por otro, la lógica profunda de lo social».15
García-Canclini participa de esta concepción “hojaldra-
da” del mundo de la cultura y propone averiguar si «su hibrida-
ción puede leerse con las herramientas de las disciplinas que los
estudian por separado: la historia del arte y la literatura, que se
ocupan de lo culto; el folklore y la antropología, consagrados a
lo popular; los trabajos sobre comunicación, especializados en la
cultura masiva».16
Según la perspectiva de culturas híbridas, la moderniza-
ción ha disminuido el papel y la brecha entre lo culto y lo popu-
lar tradicional, sujetándolo a un conjunto organizador de todo el
sentido que es el mercado simbólico, pero esto no significa que
los haya suprimido. Sólo ha reubicado el arte y el folklore, el
saber académico y la cultura industrializada, bajo condiciones
más o menos semejantes.
Por esto, García Canclini se pregunta: «¿Acaso no se ase-
mejan el artista culto y el artesano popular en el momento en
que su obra se ve mediada por la lógica del mercado que rede-
fine sus particulares órdenes simbólicos de referencia y les resta
autonomía?»17. En otro texto18, este autor ratifica su enfoque
utilizando categorías democratizadoras del mundo cultural en
los tejidos de intercambios que se aceleran a partir de la interac-
ción de los campos con los escenarios mediáticos.
Hoy, investigadores de la talla de Martín-Barbero, plante-
an serias dudas sobre el papel de algunas definiciones de cultura
que aparecen como limitadas, al definir el campo heterogéneo de
la producción de sentido:
Crítica de la Razón Mediática

15 Ibid., p. 47.
16 N. García Canclini, Culturas híbridas., p. 15.
17 Ibid.
18 N. García-Canclini, Imaginarios urbanos, Editorial Universitaria, Buenos
Juan Barreto

Aires, 1997.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 204

Segunda Parte / Ensayo II

204 …la información ha entrado a simular lo social, la participación. Al


sentirme enterado de lo que pasa tengo la tramposa sensación de estar
participando, actuando en la sociedad, de ser protagonista cuando
‘sabemos’ que los protagonistas son otros y bien pocos. Pues si es ver-
dad que las nuevas tecnologías descentralizan, lo cierto es que no están
haciendo nada contra la concentración del poder y el capital, que es
cada vez mayor. Tenemos información pero se nos escapa el sentido,
vivimos en la euforia de una participación que la vida misma se encar-
ga de mostrarnos lo que tiene de simulacro.19

Sucedió hace décadas, pero es ahora cuando las ciencias


sociales comienzan tímidamente a admitir que las tecnologías
comunicacionales y la reorganización industrial de la cultura, no
sustituyen las tradiciones, los mitos y las creencias; que las pene-
tran, incorporando nuevos atributos, resemantizando los conte-
nidos verbales y actualizando los discursos, recuperando las tra-
diciones para los massmedia, pero no masifican homogénea-
mente ni democratizan, «sino que cambian las condiciones de
obtención y renovación del saber y la sensibilidad [...] Reordenan
las relaciones de dramatización y credibilidad con lo real»20.
Todo esto, explica García-Canclini, está relacionado con la
remodelación de la cultura en términos de inversión comercial,
aún cuando el peso de lo económico no explique en forma sufi-
ciente la profundidad y el alcance de los cambios simbólicos.
Aunque los aportes de este autor esclarecen el papel de lo
mediático y constituyen una buena refutación de la omnipotencia
del Leviatán comunicacional de los medios de masas, no han con-
ducido en último término a esclarecer la forma en que éstos se arti-
culan con la recepción de demandas sociales, y con los demás siste-
mas complejos de los campos culturales -cultos, populares, tradicio-
nales- de organización de sentido. Tal esclarecimiento reclama, a
nuestro juicio, tener presente que las prácticas mediáticas son tota-
Crítica de la Razón Mediática

lizadoras y que en su dinámica surgen propuestas retóricas mediati-


zables que no corresponderían exactamente con la discursividad

19 J. Martín-Barbero, "Comunicación y ciudad, entre medios y miedos", en


revista Comunicación, Nº 82. Caracas, 1993, p. 74.
Juan Barreto

20 N. García Canclini, Culturas híbridas, p. 244.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 205

Segunda Parte / Ensayo II

dominante, pero sí inscritas en un registro de significación capaz de 205


ser recuperado por el medio, es decir, asimilable a la misma lógica
de sentido de lo mediático. Sería posible, entonces, construir espa-
cios alternos efímeros, o más o menos permanentes, que luego son
reterritorializados en correspondencia con lo establecido.
Los medios serían, pues, un escenario de semantización
de lo real, un catalizador semiótico del régimen de sentido. Los
escenarios semánticos determinan las unidades de sentido de
una cultura y construyen una estructuración (o visión) del
mundo, un régimen de visibilidad y enunciabilidad, como
ambiente cultural dominante gobernado por dispositivos como
la noticia, la moda y la actualidad que disparan agenciamientos
productores de distintas territorializaciones, desterritorializacio-
nes y reterritorializaciones de sentido.
Los medios se instalan como un producto cultural (relato o
texto). Es decir, un discurso que en sí mismo es un imaginario social
organizado en la dinámica interior de cada campo, como un virus
que, a su vez, demanda la elección de nuevas redes simbólicas para
nuevas prácticas y acelera o introduce mutaciones. Paul Virilio,
alumno de Guattari, lo dice así:
Después de las imágenes de síntesis, productos de una lógica info-
gráfica, después del tratamiento de imágenes numéricas en la con-
cepción asistida por ordenador, ha llegado el tiempo de la visión sin-
tética, el tiempo de la automatización de la percepción ¿cuáles serán
los efectos, las consecuencias teóricas y prácticas de nuestra propia
‘visión del mundo’?.21

Con esto va quedando atrás la noción, dominante durante


mucho tiempo, que leía “el efecto ideológico de los medios en una
cultura” como producción de la cultura dominante, que impon-
dría sus valores al disimular la función de la división del trabajo
Crítica de la Razón Mediática

socialmente necesario para producir la vida material, bajo la forma


sublimada en texto mediático, simplificando el proceso cultural y
subordinándolo sólo a la dominación.
Juan Barreto

21 P. Virilio, La máquina de visión, Cátedra, Madrid, 1989.


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Segunda Parte / Ensayo II

206 Según esta lectura, la cultura une al comunicar y tam-


bién separa al dar instrumentos de diferenciación a cada clase,
lo que legitima esas distinciones, obligando a todas las culturas
o subculturas a definirse por su distancia respecto a la domi-
nante y, en este sentido, en relación a su postura frente al
medio. Es decir homogeneiza por dispersión y separación, tal
cual se distribuyen los productos en los estantes del supermer-
cado.
Esto supone que, en última instancia, el medio no es neu-
tral aunque sí es susceptible de ser intervenido por los campos.
Y, desde luego, que el medio no es, en sí mismo, parte de un
campo, sino más bien un hipercampo ambiguo que intenta per-
manentemente un movimiento ininterrumpido de recuperación
de los campos, produciendo un excedente de sentido. Sobre esto
volveremos más adelante.
Con base en lo hasta aquí expuesto, cabe decir que ya no
podemos acompañar a P. Kostas cuando afirma: «Bajo su forma
esotérica la teoría marxista de la ideología postula que la cultura
es una emanación, un reflejo, o un efecto del mundo de la acción
y de la producción de materiales...»22. Lo cierto es que las comu-
nicaciones entre los miembros de una sociedad y el conocimien-
to de lo real se realizan en las relaciones culturales y, por ello, en
su interior se construyen relaciones de poder en las cuales tiene
lugar la producción del sentido.
Una de las consecuencias teóricas de este planteamiento
es que los medios de comunicación no son soportes del poder
que pueden ser transmutados (de hecho, la idea de soportes es
muy cuestionable). Concebirlos de esta manera implica una lec-
Crítica de la Razón Mediática

tura del poder como suma de aparatos y de lo ideológico como


falsa conciencia y como conciencia del opresor, desconociendo
el alcance de la lectura de lo ideológico como campo de repre-
Juan Barreto

22 P. Kostas, De Marx et du marxisme, Gallimard, París, 1983, p. 95.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 207

Segunda Parte / Ensayo II

sentaciones fundantes. El poder23 es también un espacio de pro- 207


ducción de referencia de sentido que tiene cabida dentro de los
escenarios significantes, como polígono de sentido que cruza
horizontalmente toda la dinámica social y reproduce los conte-
nidos legitimados del mundo.
Cabe destacar que todo contenido es la formalización de
un régimen de signos y constituye una semiótica (forma-conte-
nido). Energía modelizadora: luz-materia-discurso. Deleuze, refi-
riéndose a la filosofía de Bergson, asegura un lugar material para
la imagen al afirmar que no hay dualidad entre la imagen, el tiem-
po, el movimiento y lo que seguimos considerando como mate-
ria. No sería verdad que la imagen está en el cerebro y el movi-
miento en las cosas. A esto lo denomina Bergson, la verdadera
unidad de la experiencia.
Un conjunto ilimitado de multiplicidad de imágenes en
movimiento sería el universo. La imagen es lo que actúa y reac-
ciona como fenómeno y devenir. La imagen es lo que aparece,
el fenómeno es su devenir actuando en todas sus caras como
estremecimiento, ocurrencia, estado y vibración. La materia no
tiene virtualidad, por definición, lo que tiene son zonas oscuras
u ocultas que aún no vemos. Por ejemplo, en las cosas sólidas,
vibraciones y movimientos, estableciendo así la triple identidad:
Imagen=movimiento=materia, que dan fruto a un universo
infinito de posibilidades según la relación, la vibración y el estre-
mecimiento.
23 "¿Qué puedo? ¿Qué es el poder? Y aquí la respuesta nos invitará a aten-
der a las relaciones de fuerza, a la capacidad de ser afectado o de afectar,
entendidas respectivamente como materia de la fuerza (un cuerpo, una pobla-
ción cualquiera), y función no formalizada de la fuerza (la anotomopolítica, la
Crítica de la Razón Mediática

bio-política); y siempre en enigmática relación con un Afuera: le Dehors.


Y, entre ambas series, entre saber y poder, la institución el inevitable factor de
integración, donde las relaciones de fuerzas se articulan en formas: formas de
visibilidad, como aparatos institucionales, y formas de enunciabilidad como
sus reglas. En tanto que figura intersticial, la institución será el lugar eminen-
te donde el ejercicio del poder es condición de posibilidad de un saber, y
donde el ejercicio del saber se convierte en instrumento del poder." M.
Juan Barreto

Morey. "Prólogo" a Deleuze, Foucault, p. 18.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 208

Segunda Parte / Ensayo II

208 Pero el sentido común no capta estas dimensiones, se


instala en las representaciones, una suerte de mundo intermedio
de la opacidad de la imagen pura, desdeñando todo movimien-
to de afectación externo e interior de la cosa-imagen en el esta-
do de un instante y no en su ocurrencia, más en su retórica que
en su devenir. Para Bergson, y también para Deleuze, la imagen
es material y dinámica, lo que le otorga un carácter maquínico
(no mecanicista).
Estas ideas podrían ser enlazadas con las de Leibinz acer-
ca del universo como una «composibilidad», es decir una composi-
ción de posibilidades en donde los viejos principios de inclusión
y sustancia adquieren un nuevo dinamismo, dentro de la palabra
virtual, como la verdad de esencia de la existencia de la materia-
lidad de las cosas. Es decir, la virtud como la forma en que se
muestra la cosa en su formación e intervención en conjuntos
infinitos de continuidades y discontinuidades, de cantidades con-
mensurables e inconmensurables no necesariamente traducibles
o convertibles unas a otras, de donde se derivaría el cálculo dife-
rencial y todas las micro-matemáticas, y más recientemente,
hasta llegar a las formulaciones complejas de la mecánica cuán-
tica (es decir una maquínica de la materialidad).
Por eso, podrían darse discursos no convencionales
expuestos dentro de un escenario convencional, como por ejem-
plo la televisión. Esto significaría la articulación de un discurso
dentro de un dispositivo no correspondiente, pues una red
semiótica puede, en ciertos límites, abrirse cierto espacio o per-
vertir con una nueva gramática y con la disposición de sentido
que implica la discursividad de las representaciones, no suscepti-
ble de ser transmitida inmediatamente de forma mediática, aun-
que luego de algunos juegos maquínicos de operaciones, que
Crítica de la Razón Mediática

hacen pasar el objeto imagen a la existencia por medio de un


máximo de continuidades de efectos, capaces de presentar un
grado máximo de realidad en un momento.
Juan Barreto
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Segunda Parte / Ensayo II

Así pues, la imagen quedaría ajustada, sujeta a las formali- 209


zaciones estriadas del corte mediático e inmediatamente pasaría a
formar parte de la retórica mediática, por lo que no es obvio que
puedan existir presencias bastardas allí donde lo massmediático es
lógica de construcción de sentido. Y siguiendo con Bergson, una
tal imagen que es capaz de seleccionar alguna de sus caras y de
dividir la excitación que recibe, eligiendo también el movimiento
de la acción que realiza, será llamada imagen subjetiva.
Es decir, dada por un sujeto que se produce en el mundo
como centro de indeterminación, que sustrae, divide, recorta,
selecciona y muestra partes de una realidad temporal que mues-
tra muy poco y brevemente las cosas, pues al eliminar parte de la
continuidad de la ocurrencia del devenir- imagen, sustrae por eli-
minación distintas caras y, de esta manera, anula también la per-
cepción de ellas.
En esta contradicción se juega hoy la suerte de lo alternativo. Ya
Girardin lo ha dicho en relación con la máquina de captura y
producción de recorte-imagen:
Los media alimentan nuestra complicidad y nuestra indignación
cotidianas y acaban por completar, resignándola, la tarea de reifica-
ción del signo... la televisión es desesperadamente una palabra sin
respuesta. Sistematización de la no comunicación, código técnico y
cultural, la televisión es un orden que es ilusorio pretender democra-
tizar e ingenuo, porque esta democratización sólo puede alcanzar el
sentido y no la forma.24

Precisamente por ello es necesario insistir en la subver-


sión de la forma comunicación de dicho dispositivo de corte y
asegurar la emancipación de las caras de la imagen, así como su
multiplicidad de tiempos y movimientos.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto

24 E. Girardin, Signos para una política, Cuadernos Anagrama, Barcelona, 1976, p. 22.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 211

III 211

UNA INCURSIÓN EN LA estÉtica

En lugar del intelectual con I mayúscula de


la Ilustración, creo en el desarrollo de
agenciamientos colectivos de intelectuales.
La intelectualidad y la sensibilidad se
desarrollan siempre más en el cuerpo social.

F. Guattari

unque este texto no pretende en ningún momento ser una


a reflexión sobre la estética –o las estéticas, diría
Maffesoli–, en su sentido más amplio, lo cual significaría una
obra en sí misma, no quisimos dejar pasar la oportunidad sin
puntualizar algunos elementos que nos permitan indicar el sen-
tido de los cambios producidos en este terreno y de las impli-
caciones que ello tiene, tanto en la percepción como en la con-
figuración de los discursos que dan cuenta del mundo. Por ello
quisimos acompañar este discurso incorporando y salpimen-
tando con algunas ideas tomadas de nuestro libro Los medios de
los medios1. Lo que quiere decir que en este ensayo encontrare-
Crítica de la Razón Mediática

mos algunas pocas referencias a párrafos “ya leídos”, a fin de


entablar un enlace entre los distintos momentos de nuestra
escritura y nuestra propia crítica.
Juan Barreto

1 J. Barreto, Los medios de los medios, Planeta, Caracas, 1995.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 212

Segunda Parte / Ensayo III

212 Una estética

La línea de separación entre lo sublime y


lo ridículo, entre un acto noble y un
gesto patéticamente vacío es en última
instancia imposible de trazar.
S. i ek.

Las cualidades del objeto son, en última instancia, los ámbitos


racionales desde donde se funda una imagen-visión del mundo.
Por esto, una aproximación al discurso estético-representativo de
la época, no vendría mal a propósito del análisis de un universo
de obras textuales, como lo son las determinadas desde el campo
cultural mediático. Así, categorías como lo bello, el goce estético, el
estilo, el gusto e incluso la moda, también se fundan en los prerre-
quisitos del discurso estético. De modo que no podríamos avan-
zar un palmo sin saldar cuentas, siquiera de pasada, con este uni-
verso de simbolización y sus campos derivados de representacio-
nes.
En este sentido Fernando Abad, en su libro Filosofía de la
comunicación, asiente que la estética comunica las “tácticas hermo-
sas” de cada hegemonía, es un gesto que afirma su dominio y
jerarquiza desde la legitimación de una barrera que sutura y en
ese mismo sentido autoriza el uso de un presunto “saber” y el
disfrute específico del uso del cuerpo-la mirada y el oído espe-
cialmente-, para modos de consumo, por lo cual el objeto puede
separarse con comodidad de cualquier significado, pues su pro-
pia existencia viene dada por la naturaleza de las prácticas pro-
ductoras de la que es resultado. Así, el discurso estético será el
resultado de la opacidad general producida por el último movi-
miento de la separación, que hace del significante, contenido de
sí mismo, objeto-mercancía sin punto de referencia, existiendo
como puro valor de cambio.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 213

Segunda Parte / Ensayo III

Para el pensamiento de la época clásica, por ejemplo, en 213


la belleza hay perfección y no exceso. La belleza era un paráme-
tro desde donde definir al objeto y una condición de posibilidad
de la experiencia sensible del goce. Es decir, la raíz de lo bello
sería objeto y, en este sentido, natural. Para Aristóteles, por
ejemplo, la belleza tenía su principio en la naturaleza de las
cosas2. Sería su condición sensible y su vínculo de realidad con
el universo. El sentido externo y visual de la belleza viene dado
por su forma.
Armonía y síntesis, composición y ritmo, van a ser los primeros
parámetros dentro de los cuales el discurso estético se funda
como objetivación de la belleza. Se trata de una relación singular
donde el color, la figura, el tamaño, el detalle, dan forma a la
armonía de la pieza. A esto se irán sumando criterios cinéticos
como el de movimiento, ductilidad e incluso resistencia y super-
ficie. Elementos estos que conjugados tienen la capacidad de
suscitar en el espíritu «dulzura y alegría».
El carácter intrínseco de lo bello, puede prescindir de su
relación con lo otro y con la razón. Sin embargo, evoca sensacio-
nes que impregnan al entendimiento. Esta metafísica del gusto
aún se mantiene presente en buena parte de los representantes
de las Bellas Artes que siguen apelando, en términos clásicos, a
la belleza como concepto único generador, así como al efecto
que ésta producirá: la contemplación, lo sublime y la grandeza.
Incluso, hasta en la teoría crítica de D. Hume se encon-
trarán estos mismos principios, a pesar de su sensualismo y de su
objetivismo escéptico. Para él, el espíritu vasto y complejo de las
formas crean en el hombre una sensación grande y elevada. Es
lo que denominará la profundidad de la impresión. La elevación se
Crítica de la Razón Mediática

produce ante la grandeza y es una fuente de emociones huma-


nas. De allí surgirán categorías estéticas que se mantendrán
durante mucho tiempo inalteradas, incluso al interior del pensa-
miento de las vanguardias del siglo XX. Unidad y variedad,
2 Cfr. M. Beardsley y J. Hospens, Estética, historia y fundamentos, Cátedra,
Juan Barreto

Madrid, 1984.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 214

Segunda Parte / Ensayo III

214 armonía y congruencia, propiedad y relación con el espacio, el


ritmo y la dignidad, son los pares abstractos de esta configura-
ción. Sin embargo, le pertenece el mérito a Hume de haber plan-
teado de manera sistemática el problema del gusto, definido
como emoción subjetiva, cuyo fundamento primero es el placer,
que hace aparecer el principio de la empatía/simpatía.
En esta misma tradición, Hegel, Fichte y Schelling, par-
ten de Kant. La noción de idea absoluta (como molde platónico)
será el punto que orientará la percepción. Todo lo que se halla
fuera de la idea es imperfección, manifestación imperfecta de la
idea (Schopenhauer, ironizando con muy mala intención, sostu-
vo que le interesan las mujeres sólo como concepto). La idea no
es más que la manifestación del ser absoluto realizado en la odi-
sea de la síntesis. Es decir: Se propone, se expone y se sintetiza
en la forma, de una manera trágica.
El ser siempre permanece en el devenir del proceso, afir-
mó Hegel, quien a pesar de la influencia kantiana, intentó llenar
el vacío dejado entre la sensibilidad y el entendimiento, por lo
que pensó que el arte es algo así como un "ambiente" entre
ambos. Es lo mismo que decir que la subjetividad se reconcilia
en una dialéctica naturaleza-espiritualidad-realidad. Sin embargo,
para este efecto y para las cadenas que se abren desde los fenó-
menos a los sentidos, es una producción autónoma del Ser.
Pero luego, el gusto tendrá que ver con el discernimiento
y la inmediatez, es decir, algo como un efecto de superficie que
se expresa subjetivamente como juicio sintético a priori, que lo
dota de relatividad objetiva, o sea, discernible en el reconoci-
miento del buen gusto. Es decir, el gusto apegado al criterio del
bien, de modo que lo bueno y lo bello son anudados como pro-
yecto de la realización estética del mundo humano. Este juicio
Crítica de la Razón Mediática

será dominante, aunque aparezcan ideas residuales como las de


escepticismo de Swift, para quien dicha discusión es inútil, pues
todos los hombres son a fin de cuentas unos necios, por lo cual
Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 215

Segunda Parte / Ensayo III

no es posible el ejercicio de la libertad de pensamiento. O las del 215


conservadurismo de Berkeley, quien sostuvo que el arte debe ser
preservado de los ignorantes y sólo sometido al juicio de los que
tienen capacidad de goce estético pues es necesario esconder las
verdades peligrosas que pueden contener algunas obras.
Con Nietzsche se produce un giro lúdico y también trá-
gico, expresado en la propuesta de que los instintos y las pasio-
nes crean una voluntad de saber, la cual se manifiesta en una
voluntad de poder y esta, a su vez, se materializa en ciertas con-
sagraciones. Es la voluntad de poder la que actúa en el mundo como
representación. Expresar lo desconocido, capturándolo en la
voluntad, es el origen de la tragedia humana que rompe con el
pasado natural por medio de la experiencia.
Entonces, la razón se libera de sus ataduras cuando se
hace pasión y el cuerpo participa de la obra por medio del deseo.
La clave nietzscheana es la idea de eterno retorno entre la volun-
tad y lo desconocido. Así pues, el arte abre un horizonte eterno
y prepara las condiciones para el futuro que se hace porvenir y
genera una espera. El creador es un héroe que realiza una obra
desde la voluntad.
Más adelante, será el pensamiento de los librepensadores
el que dará importancia al discernimiento y a la capacidad del jui-
cio público de crear referencias universales en el consenso de un
entendimiento colectivo. Es decir, la obra, el creador y lo bello
serán juicios de consenso, legitimados por una práctica social
integradora que hace del reconocimiento y de la opinión el lugar
del arte. En este momento, conceptos muchos más políticos
como el de “educación estética” aparecen en la arena del debate.
Con el racionalismo, la belleza queda asociada a la evolu-
Crítica de la Razón Mediática

ción cultural de un pueblo, al espíritu histórico de un proceso, a


la “la filosofía como obra de arte”. La revolución burguesa
impregnará el concepto de arte y éste quedará asociado al de las
fuerzas opuestas del espíritu y a una nueva categoría: la sensibili-
Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 216

Segunda Parte / Ensayo III

216 dad. Es decir, una capacidad de percepción en síntesis de los pro-


cesos, capaz de transfigurarse en obras, y el artista será la encar-
nación de esta sensibilidad.
El romanticismo recoge toda esta herencia de la estética
expresiva. Sin embargo, el arte sigue siendo ideal. El nacimiento
de la obra de arte como prefiguración de esta subjetividad va a
encontrar un piso sólido: el concepto según el cual las destrezas,
el carácter y la inteligencia son capaces de moldear el objeto,
dándole forma expresiva e incluso conceptual. Ambientes, mate-
rial y estado de espíritu se conjugan en la obra. Es decir, en “la
idea del artista”, la cual a su vez queda sujeta a la presión del jui-
cio público, y por supuesto al ojo crítico del experto, capaz de
discernir en relación al sentido del gusto.
Será con Baudelaire cuando estas ideas unitarias experi-
mentan un punto de fractura. Por eso se considera a Baudelaire
como precursor de las vanguardias. Su romanticismo, influido
por el espíritu de la ciencia y de la historia, sugiere una poética
más intelectual que abandone la idea de belleza y se asocie más a
la filosofía de lo eterno y lo transitorio. Lo absoluto y lo parti-
cular darán forma a un concepto de belleza multiforme, capaz
de dar cuenta de procesos subjetivos complejos, y de ciertas
pasiones intransferibles. «Lo bello es siempre raro», afirma. Una
pequeña extrañeza, universos singulares y cierta opacidad en la
capacidad de impresionar, son rasgos descubiertos por este pen-
samiento de la incertidumbre que no pretende ser regulado ni
corregido.
Sin embargo, Baudelaire seguirá considerando a los artis-
tas como una raza irritable y separada del gusto vulgar incapaz
de comprender el simbolismo de la obra. De esta manera, el piso
de las vanguardias queda echado, y Breton o Tzara, pasan a ser
Crítica de la Razón Mediática

algo más que continuadores de la brecha del simbolismo, por la


vía del descubrimiento del subconsciente como área subjetiva de
la realidad.
Juan Barreto
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 217

Segunda Parte / Ensayo III

Pero es particularmente la Escuela de Frankfurt, la que 217


pone de nuevo en la agenda la discusión sobre lo bello como pro-
ducto social y, por ende, sobre la obra de arte como síntesis
social de un aura de autenticidad que se pierde con la penetra-
ción de la lógica de la mercancía al interior del proceso creador,
que quedaría reducido, al decir de Adorno en su Estética, a la lógi-
ca de la producción y de la vida diaria3. Pérdida del aura o muer-
te del arte, este debate abre las compuertas represadas por déca-
das de hegelianismo cultural y crea las condiciones de posibilidad
para una explosión estética y subjetiva que desemboca en nuevas
propuestas que comentamos a continuación.

Pérdida o extravío del aura

En el noble pecho del capitalista individual, se va


amasando un conflicto demoníaco entre instinto de
acumulación y el instinto de goce.

C. Marx.

Como ya afirmamos en Los Medios de los medios4, lo bello, el arte, la


estética, constituyen la trilogía exuberante, vaciada y superada de
3 "El capitalismo nos había arrebatado lo concreto de la vida; hoy, lo concre-
to, lo singular se hacen con la abstracción, la mercancía, el valor. Se los arre-
bata al capital y lo hacen a través de la ingenuidad de cuerpos potentes.
Algunos (Foucault, en primer lugar, más tarde Deleuze y otros a continua-
ción) llaman biopolítica a esta inversión de la subsunción: con bastante razón,
ya que, a decir verdad, biopolítica (es decir, implantada en los cuerpos y en su
relación con la multitud) es la operación a cuyo través el producir, después de
haber sido arrebatado hacia la abstracto, es capaz ahora de trastocarlo y man-
tenerlo aferrado en el singularidad. Aquí se muestran las verdaderas mutacio-
Crítica de la Razón Mediática

nes, las metamorfosis: las que se han producido en forma de prótesis, esto es,
como excedente de la potencia física de los cuerpos a través de la adquisición
de nuevas herramientas; éstas crecen en forma de red, esto es, se fijan en la
comunicación y la cooperación de los cuerpos; y, por último, las que se cons-
tituyen en el éxodo, en la movilidad espacial y la flexibilidad temporal, en la
capacidad de mestizar cuerpos y lenguas, por la dignidad del animal-hombre".
T. Negri, Arte y multitud, p. 73.
Juan Barreto

4 J. Barreto, Op cit.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 218

Segunda Parte / Ensayo III

218 la esfera de sentido de lo político, en una primera instancia, como


otra opacidad que luego recuperará su relación de realidad, cuan-
do gramaticaliza su “otro sentido” en la dirección crítica de T.
Adorno. Esta trilogía parece resumir elementos fundamentales de
las producciones culturales a través de la historia. Gianni Vattimo,
en sus consideraciones sobre el fin de la noción moderna de his-
toria teleológica, unitaria y lineal, se pregunta «¿Qué es, en efecto,
lo que se transmite del pasado?». Y responde: «No todo lo que ha
acontecido, sino todo lo que parece relevante»5. (¿Sigue lo bello
existiendo en términos de Valery?).
Al referirse a todo lo relevante, Vattimo sostiene que es
aquello que parezca importante para la burguesía, la clase
poderosa, puesto que será ella quien determine qué formará
parte de la historia. De esta manera, nos exhorta a preguntar-
nos si la historia del arte y la de los lineamientos estéticos de
cada época, no corren la misma suerte. Y a tener presente que
la obra de arte y el artista, en busca de alcanzar una máxima
universal de belleza, son representaciones típicas de la moder-
nidad, del sujeto soberano emancipado o de la idea unitaria y
sintética del concepto como principio organizador del caos, al
interior de una razón unitaria. Es así como el sujeto monádi-
co constituye de algún modo el sentido organizador, alrededor
de las ideas de magnitud, número, semejanza, repetición y
serie.
Las referencias históricas al concepto de arte, correspon-
dientes a la antigüedad, están constituidas en su totalidad por
obras creadas con otra finalidad y consideradas “arte” por la cul-
tura moderna (piras funerarias, tumbas, objetos pertenecientes a
ritos). Ahora bien, está concepción moderna de la obra de arte
como producto de la actividad creadora individual, única y de
Crítica de la Razón Mediática

alto valor, ha sufrido grandes transformaciones debido a la ero-


sión de los paradigmas que fundaron tal concepción. ¿Qué es del
artista en estas sociedades altamente informatizadas, donde las
Juan Barreto

5 G. Vattimo, En torno a la posmodernidad, Anthropos, Barcelona, 1990, p. 11.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 219

Segunda Parte / Ensayo III

creaciones se realizan a través de computadoras? ¿Será el artista 219


de este momento un diseñador o un técnico en computación?
¿Tendrá el mismo valor aquella obra fruto del trabajo manual
que éstas, producto de las computadoras y susceptibles de ser
reproducidas infinitamente? ¿Se puede llamar arte a los textos de
la industria massmediática?
H. Arendt6, nos arroja una pista al vacío cuando indicó
que no existe un significado diferente entre el proceso de cons-
trucción de objetos, sean de uso, o, incluso de arte, y el signi-
ficado que se pone de manifiesto en el producto acabado, el cual
no muestra sino lo visible al final de dicho proceso. De manera
que se trata ahora de un nuevo desafío para una epistemología
de lo estético. Veamos de pasada, cómo ha sido abordado el
asunto hasta ahora.
El movimiento de las vanguardias impuso un nuevo
orden, una nueva mirada. Como sostiene Agustín Martínez,
«el vanguardismo artístico europeo es tanto la culminación del
moderno mundo burgués, como el examen crítico en profun-
didad de los principios últimos sobre los cuales se ha edifica-
do ese mismo mundo»7. De ahí que la vanguardia rompiera
con la estética anterior a la modernidad, aunque a su vez creó
el germen reinante de la propia modernidad, hasta vaciar la
obra de arte de sentido, eliminando las fronteras y convirtien-
do todo en una potencial obra de arte (construcciones con
electrodomésticos, entre otras).
¿Pero está implícita la muerte del arte (Marcuse) en esta
autonomización de las esferas de valor de las manifestaciones
artísticas contemporáneas?
Crítica de la Razón Mediática

6 "Desde la humilde fabricación de objetos de uso, hasta la imposible crea-


ción de obras de arte, no tiene más significado que el que se revela en el pro-
ducto acabado y no intenta mostrar lo claramente visible al final del proceso
de producción… de lo público, lo común, la esfera privada y la propiedad
social o privada, caben en esta categoría. H. Arendt, La condición humana,
Paidós, Barcelona, 1993.
Juan Barreto

7 A. Martínez, Ruido de fondo, Tropykos, Caracas, 1995, p. 146.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 220

Segunda Parte / Ensayo III

220 Josetxo Beriain8, apuesta a la vida del arte como poiesis -


«en tanto experiencia básica estética-productiva»- según la cual el
hombre puede, mediante la creación artística, satisfacer su nece-
sidad general de ser y estar en el mundo y sentirse en él como en
casa (Heidegger), al quitarle al mundo exterior su fría extrañeza
y convertirlo en obra propia, alcanzando en esa actividad un
saber que se diferencia tanto del conocimiento científico como
de la praxis utilitaria de la manufactura en serie.
El arte es vida, también, en tanto aisthesis, «como la expe-
riencia básica estético-receptiva que corresponde a las diferentes
definiciones del arte», como «pura visibilidad» en «la compleja exac-
titud perceptiva» (D. Heinrich), como un observar desinteresada-
mente la plenitud del objeto (Geiger), o como «experiencia de la
densidad del ser (Sastre)»9. Por último, Beirian le da vida al arte en
tanto catarsis, puesto que le permite al observador de la obra recre-
ar otras realidades y desligarlo de la suya propia, pues establece
una comunicación expropiadora de la experiencia ajena.
Aún cuando para algunos es posible afirmar que el arte
continúa vivo en tanto poiesis, aisthesis y catarsis, también lo es que
cada época histórica genera un conjunto de textos culturales, que
se expresan bajo mecanismos diversos y que son originados a
partir de diferentes modos de producción de regímenes de sig-
nos y semióticas particulares funcionando al interior de un régi-
men de enunciados10. Y es allí donde nos dirigimos. Si existe el
8 J. Beriain, Representaciones colectivas y proyecto de modernidad, Anthropos,
Barcelona, 1990.
9 Ibid., p. 112.
10 Tenemos presente aquí el planteamiento deleuziano: "Un enunciado siempre
representa una emisión de singularidades, de puntos singulares que se distribuyen
en un espacio correspondiente. Las formaciones y transformaciones de esos espa-
cios plantean problemas topológicos que se expresan muy mal en términos de
Crítica de la Razón Mediática

creación, comienzo o fundamento. Con mayor motivo, en un espacio determina-


do, poco importa que una emisión se realice por primera vez, o que sea una repe-
tición, una reproducción. Lo fundamental es la regularidad del enunciado: no una
media sino una curva. En efecto, el enunciado no se confunde con la emisión de
singularidades que supone, sino con el aspecto de la curva que pasa por su entor-
no, y más generalmente con las reglas del campo en el que se distribuyen y se
reproducen. Una regularidad enunciativa es eso. …el enunciado no remite a nin-
Juan Barreto

gún cogito ni sujeto trascendental que lo haría posible, ni YO que lo pronunciaría


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Segunda Parte / Ensayo III

arte es por que existen ciertos preceptos estéticos que lo delimi- 221
tan. ¿Cuáles son los que dominan en la posmodernidad? Para
Georges Balandier11, el desorden, el caos, son principios organi-
zadores manejables que inciden transformando los sistemas de
interpretación. Pues ha llegado el momento de la complejidad,
de las nuevas formas del Ser, donde «orden y desorden se entre-
mezclan inextricablemente en desórdenes concurrentes».12
Al respecto, Habermas plantea en sus últimos trabajos
-fundados en las críticas a las teorías francesas sobre posmoderni-
dad estética- las contradicciones entre modernidad cultural y
modernidad social13. Para este autor, la modernidad cultural com-
por primera vez (o lo recomenzaría), ni Espíritu del Tiempo que lo conservaría, lo
propagaría y lo recuperaría. Para cada enunciado existen "emplazamientos" de
sujeto, muy variables por otro lado. Pero precisamente porque diferentes indivi-
duos pueden ocuparlos en cada caso, el enunciado es objeto específico de un
cúmulo según el cual se conserva, se transforma o se repite. El cúmulo es como la
constitución de un stock; no es lo contrario de la rareza, sino un efecto de esa
misma rareza.” G. Deleuze, Foucault, Paidós, Barcelona, 1987, p. 30.
11 G. Balandier, El desorden, Gedisa, Barcelona, 1989.
12 Ibid., p. 56.
13 J. Habermas, Facticidad y validez, Trotta, Madrid, 1998. Sobre este asunto, tam-
bién sostiene: "Kierkegard fue el primero que respondió con un concepto pos-
metafísico 'poder ser si mismo' a la pregunta ética fundamental por el logro o
el malogro de la propia vida. (…) Con todo, los filósofos existenciales, obliga-
dos al ateísmo metódico, reconocieron en Kriekegard al pensador que renovó
la cuestión ética de una manera sorprendente innovadora y suficiente tanto sus-
tancial como formalmente (formalmente suficiente para un pluralismo cosmo-
visivo legítimo, que desautoriza toda tutela en cuestiones ética genuinas. (…)
No sin simpatía, pinta Kriekegard con los atractivos colores del primer roman-
ticismo el cuadro de una existencia frívolamente egocéntrica, negligente e iró-
nica, prendida del placer interesado y del momento. El contraste deseado a este
hedonismo lo constituye una guía de vida decididamente ética, que exige del
particular recogerse y desligarse de las dependencias de un entrono abrumador.
El particular tiene que concentrarse en ser conciente de su individualidad y
libertad. Emancipándose de la autoinfligida cosificación, gana al mismo tiempo
distancia frente a sí mismo. Se recupera de la anónima dispersión de una vida
sin respiro y fragmentada, dando así continuidad y transparencia a la propia
Crítica de la Razón Mediática

vida. En la dimensión social, una persona así puede asumir la responsabilidad


de sus propias acciones y establecer lazos vinculantes con los demás. En la
dimensión temporal, la preocupación por sí mismo crea la consciencia de la his-
toricidad de una existencia que se consuma en el entrecruzamiento de los hori-
zontes del futuro y del pasado. La persona que es consciente de sí misma de
esta manera 'se tiene a sí misma como una tarea que se le ha puesto, aunque
haya llegado a ser suya porque la ha elegido'". J. Habermas. El futuro de la natu-
Juan Barreto

raleza humana, Paidós, Barcelona, pp. 17-18.


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Segunda Parte / Ensayo III

222 prende tres esferas de valor: la teoría, la práctica y la estética, las


cuales se vuelven autónomas entre sí, a fines del siglo XVI. La
modernización social va a estar entonces definida por la diferen-
ciación tripartita de la esfera cultural, de modo que la autonomiza-
ción de esta esfera constituye una consecuencia negativa de la
modernidad. Y es a partir de esta crítica donde inicia los cuestio-
namientos a las posiciones de los intelectuales franceses en torno
a la posmodernidad, puesto que los mismos centran sus trabajos
en el ámbito estético, lo cual parecería indicar que no toman posi-
ción respecto a las teorías de la acción social.
Scott Lash, en su trabajo Posmodernidad y deseo, inicia su
estudio a través de la obra de Michel Foucault en torno al len-
guaje no discursivo y sus nociones de exceso y transgresión14. El
mismo y el otro son la base del modelo estético de la trasgresión,
característico de Foucault, que puede acercarnos a una noción de
posmodernidad a través de la estética, en la misma medida en
que se enfrenta veladamente a las críticas de Habermas en este
sentido: «El espacio del mismo se fundamenta por la luz; es el
espacio del discurso. Los elementos que caracterizan el espacio
del otro, el ámbito de la oscuridad para Foucault, son los que han
sido excluidos de estos discursos (y por el mismo): son figuras de
locura, sexualidad y muerte».15
En el período clásico (1650-1800), tal como refiere Lash
y establece Foucault, los discursos estaban enraizados en el espa-
cio de la luz, del sí mismo. En el período moderno «se inventa a
sí mismo un nuevo y tercer mundo, del que la estética de Kant
establece la posibilidad y Sade la realización»16. Para Sade, el
orden estético es la producción del goce triste o alegre de las
pasiones en el bode del límite, en los extremos de la experiencia
y nada tiene que ver con nociones éticas de bien y mal.
Es en ese espacio entre el mismo y el otro, entre el len-
Crítica de la Razón Mediática

guaje discursivo y el no discursivo, entre la luz y la oscuridad,

14 S. Lash, Posmodernidad y deseo, Amorrortu, Buenos Aires, 1998, p. 123.


15 Ibid., p. 126.
Juan Barreto

16 Ibid., p. 121.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 223

Segunda Parte / Ensayo III

donde se levanta la condición de posibilidad del discurso de la 223


posmodernidad. Las prácticas culturales posmodernas estriban
en la locura y la sexualidad para poder mantener y elevar una crí-
tica contra los tipos de subjetividad constituidos por las seguri-
dades del discurso anterior.
Cabe recordar que en la Historia de la locura, Foucault
recurre a la historia como genealogía para romper con el orden
del discurso, de ese discurso de la luz que relegaba al espacio del
otro a la locura, la muerte y la sexualidad17. El lenguaje no dis-
cursivo y su correlato en la acción social, puede caracterizarse en
términos de simulacro, por cuanto ausencia y fenómeno, signifi-
cante y significado, han perdido su relevancia. Foucault capta la
posmodernidad cultural a través de sus figuras de muerte y
sexualidad, sustentadas en un modelo de trasgresión y exclusión
que se asienta en la grieta de lo que en el pasado fueron dos
extremos profundos: la luz y la oscuridad, lo mismo y lo otro.
Foucault no es el único, según Lash, en introducir en su
obra una posición estética posmoderna. Lyotard y los impulsos
libidinales, Deleuze y la sociedad como una máquina deseante,
son ejemplos de ello. Pero, aunque en estos trabajos se pueda per-
cibir una posible propuesta estética posmoderna, todavía está en
discusión la existencia de lineamientos generales en este sentido.
Es pertinente, pues, preguntar con Calabrese: «¿Puede
bastar un programa genérico (la reacción al proyecto moderno)
para definir el conjunto de fenómenos artísticos, científicos y
sociales tan complejos como los contemporáneos?»18. Si toda
época cultural expresa un gusto dominante que se manifiesta a
través de las formas y figuras de los textos producidos en el inte-
rior de esa formación social, aún cuando la posmodernidad
Crítica de la Razón Mediática

implique un vacío de valores universales, de proyectos trascen-


dentales, el descrédito de la “razón universal” y la presencia de

17 M. Foucault, Historia de la locura en la época clásica, Fondo de Cultura


Económica, México, 1967.
Juan Barreto

18 O. Calabrese, La era neobarroca, p. 28.


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Segunda Parte / Ensayo III

224 ese espacio de lo otro -en Foucault, o de los impulsos libidinales,


en Lyotard- que pueden denominarse como posmodernos, tam-
bién es cierto que debe ser posible determinar los lineamientos
de ese gusto dominante.
¿Cuál será el gusto de esta época, marcada por la presen-
cia del dispositivo mediático? Es una interrogante ante la cual
Omar Calabrese responde recurriendo a la noción de neobarroco,
expuesta no como un nuevo barroco, ni como un término abso-
luto que logre enmarcar las diversas manifestaciones de la época:
«Es simplemente un aire de tiempo que invade muchos fenóme-
nos culturales de hoy en todos los campos del saber»…y «con-
siste en la búsqueda de formas-y en su valorización- en la que
asistimos a la pérdida de la integralidad, de la globalidad, de la
sistematización ordenada a cambio de la inestabilidad, de la poli-
dimensionalidad, de la mudabilidad».19
En la configuración de ese aire de tiempo, de las figuras
subyacentes que conforman el gusto neobarroco, se encuentran
en primer lugar, el ritmo y la repetición. Superado el concepto de
unidad de la obra de arte, la repetición conforma una de las figu-
ras más recurrentes del gusto posmoderno, evidenciándose a tra-
vés de diferentes figuras: de un modo icónico estricto (caracte-
rísticas del héroe), de modo temático (series televisivas, film de
acción), de un modo narrativo de superficie, de naturaleza diná-
mica (secuencia de persecución, por ejemplo).
En este sentido, Calabrese nos dice: «Como conclusión,
diremos sólo que la estética de la repetición encuentra también
una posible explicación filosófica. El exceso de historias, el exce-
so de lo ya dicho, el exceso de regularidad no pueden producir
sino disgregación»20. Es por ello que la repetición nos lleva al
ritmo, puesto que en el interior del film la repetición induce a la
Crítica de la Razón Mediática

rapidez y al frenesí de imágenes y efectos, en la búsqueda por


añadir elementos diferenciadores del proceso de repetición que

19 Ibid., p. 136.
Juan Barreto

20 Ibid., p. 145.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 225

Segunda Parte / Ensayo III

perpetúan los mass media y que constituyen fundamento de la 225


estética de estos tiempos.
Límite y exceso, definen otro dueto para las figuras del
gusto neobarroco propuesto por Calabrese. Tender al límite sig-
nifica ubicarse en la zona de tensión en la cual la norma aún no
se rompe, pero se tensa: «El límite es la tarea de llevar a sus extre-
mas consecuencias la elasticidad del contorno sin destruirlo. El
exceso es la salida desde el contorno después de haberlo quebra-
do».21
Límite y exceso son fenómenos, acciones culturales de
intensidad variada. En determinadas épocas históricas existe una
estabilidad dentro del sistema cultural que hace menos agresivas
las tendencias a crear tensión en los límites y la búsqueda de la
ruptura con éste. Por el contrario, existen aquellos momentos
cuya característica fundamental es el exceso, el rompimiento de
los límites. A este último pertenece el gusto de este tiempo, en el
cual todo rompimiento de los límites es un elemento desestabi-
lizador que se constituye como un exceso22.
Pero el exceso no sólo está referido al sistema cultural en
su totalidad, determina una cierta tendencia de los textos que
van desde sus formas hasta los contenidos y estructuras discur-
sivas. Esta ruptura de los límites no implica el desorden del sis-
tema, sino que estimula la flexibilidad de los límites, el desplaza-
miento de las fronteras de lo no permisible.
Junto a estos dos elementos -la repetición-ritmo y el lími-
te-exceso- señalados por Calabrese como característicos de las
producciones culturales contemporáneas, también el detalle y el
fragmento son lineamientos básicos de lo que podría ser una esté-
tica neobarroca o posmoderna. Por ello es importante resaltar
Crítica de la Razón Mediática

que el estudio del detalle parte del supuesto referido a la existen-

21 Ibid., p. 163.
22 "Todo orden produce un autoaislamiento y define, intimándolo, todo exce-
so. El enemigo se hace enemigo cultural, 'bárbaro', gran invención de la época
Juan Barreto

clásica". G. Deleuze y F. Guattari, Rizoma, Pre-Textos, Valencia, 1977, p. 23.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 226

Segunda Parte / Ensayo III

226 cia de un sistema, una unidad constituida por fragmentos, cuyo


análisis puede ofrecernos importantes herramientas en función
de la comprensión de la estética neobarroca.
El detalle permite establecer singularidades y fragmentos,
rupturas de tiempo y espacio. Este elemento toma especial rele-
vancia dentro de una estética contemporánea, al ser trasladado a
los textos massmediáticos. Ejemplo de ello es el manejado por
Calabrese, en relación con la cámara lenta. La misma es una
magnificación de la búsqueda de detalle, del momento cumbre
donde es posible establecer todos los elementos y en el cual el
tiempo real se alarga hasta perder su relación.
Los detalles de las escenas de violencia tanto en los noticie-
ros como en los filmes de este estilo, son otras de las manifestacio-
nes de esta obsesión por el detalle, que termina profiriéndole auto-
nomía con respecto al cuerpo al que pertenece. Y esto es así, pues
vivimos un tiempo de lo social que no presenta una forma única,
monótona «la de la repetición, de la reproducción o del progreso
unilineal, o incluso de la degradación, denominada entonces deca-
dencia o declinación. Los tiempos sociales son múltiples, ya están
ligados unos con otros según modalidades complejas».23
Con relación al fragmento, puede destacarse que éste
también se convierte en fundamento de una estética massmediá-
tica, al constituirse en un puntal en la construcción de textos: «El
fragmento como material responde así a una exigencia formal y
de contenido. Formal: expresar lo caótico, el ritmo, el intervalo
de la escritura. De contenido: evitar el orden de las conexiones,
alear el monstruo de la totalidad»24.
Esta recurrencia a la fragmentación del texto y la obse-
sión por el detalle, conforma otra de las figuras que nos permi-
Crítica de la Razón Mediática

ten recomponer una cierta estética de la posmodernidad, en la


medida en que se enfrentan a la totalidad del texto y se mueven
entre el orden y el caos que exhortan. El caos, despreciado y

23 G. Balandier, El desorden, p. 63.


Juan Barreto

24 Ibid., p. 176.
2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 227

Segunda Parte / Ensayo III

sometido a estrictos ordenamientos metodológicos, se ha situa- 227


do, dados los resultados de las últimas investigaciones en todas
las áreas (desde las matemáticas hasta los estudios de los mass-
media), como un elemento relevante y esto ha tocado a la estéti-
ca contemporánea. El desorden, el caos, han alcanzado rango de
componente fundamental de ciertos procesos, para los cuales el
orden está determinado por eventos caóticos.
Los estudios sobre la teoría del caos25 y, con ello, la esté-
tica que dicha posición implica, han tenido un fuerte impulso a
través de los estudios de los objetos fractales, los cuales, atentan-
do contra métodos y fórmulas, guardan condiciones dispares y
no codificables. Estos estudios han establecido tres características
fundamentales de los objetos fractales. En primer lugar se
encuentra su carácter aleatorio, ante el cual se recurre a la rando-
mización: «Randomizar una colección de objetos significa, por
ejemplo, reemplazar su original con otro orden cualquiera elegi-
do al azar, pero siempre ordenado y previsto estadísticamente»26.
En segundo lugar, su carácter gradual, lo que significa que
a pesar de su irregularidad, ésta se repite en todo el cuerpo de su
objeto. En tercer lugar su carácter teragónico, lo que significa que
posee un inmenso número de lados. Desde esta perspectiva,
ciertos productos massmediáticos son considerados objetos
fractales con una importante tendencia a procesos caóticos.
Todos estos dispares lineamientos de la estética posmo-
derna están apoyados en un interés predominante por el enigma,
el laberinto. Podemos tratar de cohesionar estas determinaciones
a través de las proposiciones de Guattari y Deleuze respecto de
la estructura rizomática, entendida «como la paradoja de la natu-
raleza de la raíz a un tallo, que no sigue una lógica de conexión
Crítica de la Razón Mediática

de árbol, sino que en cada segmento es enlazable con otro seg-


mento y en que cada recorrido es libre y posible».27

25 S. Rametal, Teorías del desconcierto, Urano, Barcelona, 2004.


26 O. Calabrese, La era neobarroca, p. 167.
Juan Barreto

27 Citado por O. Calabrese, Ibid., p. 138.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 228

Segunda Parte / Ensayo III

228 Precisando, son seis los principios rizomáticos que esta-


blecen Deleuze y Guattari:
1. La posibilidad de conexión múltiple de cada punto. Este prin-
cipio refleja el efecto de recorrido de los discursos que el
texto genera. Convierte a los eventos culturales en even-
tos aleatorios.

2. La heterogeneidad de los componentes del sistema. En este


punto, cada componente del sistema es, a su vez, un sub-
sistema. Por esta razón, un texto cultural se rellena cons-
tantemente de nuevos contenidos que convierten a los
procesos en mutantes y dinámicos, y a las explicaciones,
en provisionales.

3. La multiplicidad sin unidad generadora. Aquí se parte de la


subjetividad como proceso generador y autogenerador
de la conciencia de los sujetos: la idea de centralidad
queda desplazada, ahora la naturaleza es la determinación
y la unidad generadora es un concepto.

4. La ruptura asignificante. Este principio parte de que el


significante consta de materias interiores, de rupturas y
de cambios. Por consiguiente, un evento puede traducir-
se en distintos significados, en concordancia con los dis-
tintos niveles de significación del signo.

5. La cartograficidad. Representa el mapa del mundo inte-


rior de un personaje dado: las multisubjetividades.

6. La decalcomanía. Este principio hace hincapié en cómo


se pueden manejar dos o más situaciones a la vez. En
Crítica de la Razón Mediática

tanto el efecto de superficie sea o no efímero, va un plie-


gue o un rostro, etc. 28
Juan Barreto

28 G. Deleuze y F. Guattari, Rizoma, p 14.


2a PARTE_segunda parte 7/25/14 4:21 PM Page 229

Segunda Parte / Ensayo III

Estos diversos principios constitutivos de una estética 229


neobarroca, retomados por Calabrese, son figuras expresivas de
la cultura posmoderna enraizada en la llamada cultura massme-
diática, que nos permiten establecer un mínimo de criterios de
análisis para subsiguientes consideraciones, bien sea desde su
concepción estética, desde sus formas, hasta estructuras más
profundas correspondientes al nivel de contenidos.
Tal como dijimos ya en la Introducción a este libro, lo
que nos planteamos es el acercamiento a un modo de pensar la
esfera massmediática que recupere para sí las herramientas de la
hermenéutica y de la deconstrucción del signo, que apele a la
semiótica como recurso para la comprensión, e intente el abor-
daje de algunos problemas de la comunicación en tanto que
dimensión constitutiva de lo socio-cultural.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 231
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 233

233

Tercera Parte

UNA VISIÓN DEL


significante-signo
y del lenguaje

Yo vivo un poco y sin embargo, / vivo existo


arrinconado / entre un sillón donde murió mi
padre / y un poco de cerveza. / Mi padre
aprendió en la Televisión / la manera
de morirse solo / soñando que se sueña. / Yo
veo en la pantalla del recuerdo / una manera de
morir mil veces. / ¡Qué soledad entre la
mercancía! / ¡Que soledad, Jesús de filisteos /
en tu templo futuro! / ¡Qué soledad, Oh Karl,
entre las ruinas de / tus propios misterios!

L. Silva.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 235

I 235

CAMINOS DE LA seMiÓtica
… hacer de la lengua un trabajo …, actuar
en la materialidad de lo que,
para la sociedad, es un medio de contacto
y comprensión, ¿no es, de golpe, hacerse
extraño a la lengua? El acto llamado
literario, a fuerza de no admitir distancia
ideal en relación a lo que significa, introduce
la extrañeza radical en relación a lo que se
piensa que es la lengua portadora de sentido.

J. Kristeva.

la implicación
significante-signo-sentido-lenguaje

El lenguaje es una piel:


yo froto mi lenguaje contra el otro. Es
como si tuviera palabras a guisa de los
dedos, o dedos en la punta de mis
palabras. Mi lenguaje tiembla de deseos.

R. Barthes.

ue con Saussure cuando se realizaron esfuerzos de com-


f prensión que llevan a establecer tres distinciones al inte-
rior de la lengua: parole (habla), como la actividad del sujeto
Crítica de la Razón Mediática

parlante; langue (lengua), como la institución y langage (lengua-


je), como el tratado de reglas y estatutos. Una armazón de dis-
tintos lenguajes, hacen y median la realidad del signo.
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 236

Tercera Parte / Ensayo I

236 Esto posibilita el entendimiento del lenguaje más allá


de la sumatoria de los modos de producción simbólica. La
actividad de simbolización permite la actualización del con-
cepto, es decir, la aparición de esos momentos singulares en
los cuales, excepcionalmente, se produce el plano que los
define, se trazan imágenes y permiten su empleo dentro de un
conjunto de recursos que instalan la diferencia. Este movi-
miento supone planos convergentes y divergentes que se
oponen y sustraen simultáneamente, creando zonas de replie-
gue, de encuentro y de ruptura simbólica.
Wittgenstein, en su primera etapa, planteó que la expli-
cación apriorística de la constitución ontológica del mundo
-teoría que se viene desarrollando desde el nominalismo grie-
go- debe ser sacada del mundo en sí, y descargada en el lengua-
je, aunque es, de suyo, parte de él. Y en consecuencia, vemos a
este último convertido en un instrumento del conocimiento.
Esta lectura dotaba a la lengua de una capacidad infi-
nita de significar y, visto su instrumental como sistema de sig-
nos comunes, manipulables y constituibles a placer, el lengua-
je se construye como objeto de disciplinas como la sintaxis y
la semántica lógica que, bajo la influencia del positivismo lógi-
co, tratarían de asimilarse al saber del mundo. Pero esta
corriente no pudo dar cuenta del proceso del signo y una
nueva problematización del lenguaje se abrirá paso.
Los primeros en llamar la atención sobre esto, estuvie-
ron vinculados a los desarrollos lingüísticos de Jakobson, y
poco a poco se fue configurando un espacio semiótico para
la interpretación de lo simbólico como una esfera autónoma
de saber. En este espacio, “la lengua” pasó a ser el corpus más
famoso de las estructuras simbólicas establecidas en los esce-
Crítica de la Razón Mediática

narios legitimadores y legitimados, con el papel de lograr la


interacción social. Y el lenguaje, como mediación de signos,
pasó a ser concebido como un sistema producido de relacio-
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 237

Tercera Parte / Ensayo I

nes semióticas que modela la expresión y el contenido, desde 237


el azar de la arbitrariedad. Esta relación arbitraria tolera la
configuración de nuevas propuestas sígnicas y de significa-
ción individuales que pueden ser compartidas.
La lengua, escribió Saussure, «… no es más que una
determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez
un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto
de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social
para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos».1
La lengua ofrece la estructura organizada y jerarquiza-
da por excelencia, a través de la cual el sujeto ordena lo que
aprende dentro de sí, activando la máquina de conceptos que
es el pensamiento.
Hoy, la semiótica funciona más como disciplina que
como una ciencia, en el sentido comprendido por el método.
Es decir, una disciplina en cuanto orden y rigor de la consis-
tencia interior del discurso, elemento sustantivo de una teoría
con pretensiones de verdad que intenta dar respuestas satis-
factorias. La semiótica describe el movimiento de las máquinas discur-
sivas y sus relaciones con los engranajes de éstas.
En su Tratado de semiótica general2, U. Eco afirma que los
conceptos con los cuales trabaja esta disciplina provienen
-por génesis- de la filosofía y la medicina clásica, amén de los
presocráticos: Hipócrates y Parménides, e inclusive Platón y
Aristóteles -aunque no eran plesocráticos-, dice, plantearon
los cimientos de lo que hoy se denomina semiótica. Eco sos-
tiene que estos pensadores discutían en torno a las significa-
ciones que emanaban de signos trans-lingüísticos. Al igual
que los pensadores y escritores del medioevo y de la moder-
nidad que teorizaron sobre el conocimiento, bajo el supuesto
Crítica de la Razón Mediática

de que toda teoría se apoya en el significado del lenguaje.

1 F. Saussure, Curso de lingüística general, Latinoamericana, Buenos Aires,


1972, p. 51.
Juan Barreto

2 U. Eco, Tratado de semiótica general, Lumen, Barcelona, 1991.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 238

Tercera Parte / Ensayo I

238 Por su parte, Casetti considera que entre los presemió-


ticos se encuentra Heráclito, quien proclamaba la «naturalidad
del signo» porque en el lenguaje se decía la realidad nombrán-
dola3. Este nominalismo no establece aún una relación entre
la palabra y la cosa, sino más bien plantea “la motivación” del
discurso. En tanto que Parménides considera que la palabra
es falsa y se refiere a una realidad aparente.
Otra postura interesante es la esbozada por los sofis-
tas, quienes se apertrechaban en la “retórica” -arte de persua-
dir a través de los discursos-4: «El medio por el que nos
expresamos es la palabra, y la palabra no es el objeto, aquello
que realmente es; no es, por tanto, la realidad existente, la que
expresamos a nuestro vecino, sino sólo la palabra que es otra
cosa que el objeto»5. Bajo este razonamiento, la palabra no
requiere de realidades sino de consistencia en el discurso
como base para el convencimiento.
Ya Aristóteles decía en su tiempo que las cosas que
son, se verifican en la voz y en los símbolos, lo que supone
asumir los escritos como símbolos de las cosas que aparecen
en la voz, los signos gráficos como signos de las formas fóni-
cas y que ni los signos gráficos ni las formas fónicas son los
mismos para todos6. Aristóteles establece, pues, una relación
afectiva entre las cosas que son y que se verifican en la voz.
Esta relación, a su vez, promueve la escritura. Y si voz y escri-
tura se estimulan, la “afectividad” del hombre se ve motivada
de igual forma tanto por los signos de las cosas, como por las
cosas en sí.
Aún cuando muchos pensadores han establecido rela-
ciones entre la voz, la palabra y el discurso, y su articulado
Crítica de la Razón Mediática

3 F. Casetti, Introducción a la semiótica, Fontanella, Buenos Aires, 1988.


4 Véase al respecto, F. Savater, Apología de sofistas, Taurus, Barcelona, 1988.
5 Gorgias, citado por F. Casetti, Introducción a la semiótica, p. 31.
6 Al respecto, AA. VV., La cultura del 900, Fondo de Cultura Económica,
Juan Barreto

México, 1983, p. 70 y ss.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 239

Tercera Parte / Ensayo I

conceptual, “el mundo de lo real”, es necesario admitir la pro- 239


fundidad de la semiótica -ya como disciplina reconocida- a
partir de las teorías de Saussure y Peirce, cada uno a su tiem-
po. Desde ese momento se acepta que la expresión de la gran
mayoría de los sistemas semióticos está sometida al lenguaje,
pero necesariamente este lenguaje no está limitado a la pala-
bra, sino más bien a la naturaleza del signo.
Roland Barthes es mucho más radical en su plantea-
miento sobre la importancia del lenguaje:
…pese a la invasión de imágenes, la nuestra es más que nunca
una civilización de la escritura. Generalmente además, parece
cada vez más difícil concebir un sistema de imágenes o de obje-
tos cuyos significados puedan existir fuera del lenguaje; para per-
cibir lo que una sustancia significa, necesariamente hay que recu-
rrir al trabajo de articulación llevado a cabo por la lengua; no hay
sentido que no esté nombrado y el mundo de los significados no
es más que el mundo del lenguaje. 7

Para Barthes la subjetividad vive en lo emotivo, en “la otre-


dad”, lo no inmediatamente decible, no porque no pueda ser dicho.
Hoy la semiótica es el producto del cruce o intercepción
de dos corrientes: La que va desde la lingüística de Saussure
hasta R. Barthes, y la que va desde Peirce hasta Eco. La prime-
ra, más vinculada a la semiología, es decir, al estudio de los sig-
nos a partir del lenguaje, entiende la lengua como un hipersiste-
ma de signos desde donde sería posible una crítica de las con-
notaciones, incluso translingüísticas. Mientras para Pierce y su
tradición hasta llegar a Eco, pasando por Meats, lo simbólico
tendría una historia autónoma desde el origen de la filosofía:
sema, semeion, nous, serían puntos de partida para una clasificación
a priori de lo sígnico lingüístico y no lingüístico. Ambas corrien-
Crítica de la Razón Mediática

tes denotan una relación ansiosa por obtener estatuto de titula-


ridad y siempre vinculan al signo el aspecto lingüístico.
Juan Barreto

7 R. Barthes, Elementos de semiología, Paidós, Barcelona, 1986, p. 14.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 240

Tercera Parte / Ensayo I

240 el significante-signo como pliegue

Una moneda desmonetarizada no tiene rumbo ni curso.

C. Marx.

La cuestión de la argumentación no sólo depende de las for-


mas proposicionales de la retórica, como dijera Derrida, sino
que contiene una micrología de relaciones gramatológicas
protocolares, condiciones, recursos, afinidades, diferencias,
derivas y líneas de delimitación (Foucault), que hacen la dimen-
sión ficcional y performativa. Esta sería la singularidad mos-
trada desde su orden secreto y su régimen de enunciados
autorizados.
Pero todavía queda por establecer la consistencia del
juicio, su racionalidad El signo sería entonces una «forma de
huir siguiendo una línea pendiente», dice Deleuze; un paque-
te de contenidos, un sistema de reenvío abierto siempre refe-
rido a otro signo, o como dicen los lacanianos en relación al
significante ya como signo: «aquello que está presente cuan-
do algo se encuentra en el lugar de otra cosa»8. La función del
signo del significante, vendría dada por sistemas de inferencia
de un S a otro S. Inducción, deducción y abducción son, para
los estructuralistas de la semiótica, las herramientas para leer
los signos como texto (lingüístico).
La idea del signo como pliegue y modo estratificado
de significar, es decir, como un sistema de cortes y articula-
ciones de sentido, es una lectura que arranca con Foucault y
Deleuze. Para estos autores, asistir al momento del signo es
asumir que significar no es más que un plano de consistencia
en el cual tiene lugar un número de enunciados circunstancia-
Crítica de la Razón Mediática

les dados por el contexto de las marcas y pliegues de lo real,


es decir, el signo como momento del significado, en el que el
significante deja de tener un estatuto de existencia vacía.
Juan Barreto

8 Ver: U. Eco, Tratado de semiótica general, p. 29.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 241

Tercera Parte / Ensayo I

Se trata, así, de un diagrama abstracto, fragmentos de 241


sentido, desde donde es posible una arqueología de las formas
de saber-poder y de las articulaciones múltiples de sentido
que hacen posible objetivaciones, es decir producciones de
objetos de discurso, lo que es capaz de significar el discurso,
pues un sistema de significación no es un conjunto de signos.
Los signos son estrategias en donde el devenir signo es un
plano de consistencia del contenido del sentido en un contex-
to o formación discursiva.
El signo articula varios niveles, no necesariamente
remitiendo a otro signo sino más bien a distintas formas de
sentido, como bien lo enfatiza Derrida, en su libro Espolones,
donde habla del estilo en Nietzsche para dar cuenta de esta
relación múltiple9. Relación respecto de la cual, por ejemplo,
Pierce sabía que la terceridad era el sujeto articulado como
signo en sí mismo, pues el sujeto es signo en tanto forma
parte de la relación que hace la cadena de reenvío del sentido.
Es el signo que interpreta, y aquí, sí, como texto abierto. El
sujeto es el signo de encuentro entre la materia del mundo
como forma de la sustancia -en el sentido de Spinoza- que
hace al objeto.
Es lo que muestran los análisis de Foucault en Vigilar
y castigar, donde desarrolla la idea de la prisión como materia-
lidad de una sustancia discursiva (poder como relación de
enunciación) que se hace objeto. El signo aquí connota, deno-
ta y refiere al sentido de un discurso en tanto que relación de
un conjunto orgánico de formas y sustancias discursivas.
Esto es lo que llamaba performatividad, el momento de
la forma del objeto que se hace visible para ser dicho. Aquí
aparecen materializadas distintas líneas de articulación, líneas
Crítica de la Razón Mediática

de fuga, de segmentaridad, recortes específicos de sentido,


líneas de luz y visibilidad, entre otras. En fin, la constitución
del dispositivo de enunciación del que hablara Foucault y por
Juan Barreto

9 J. Derrida, Espolones, Pre-Textos, Valencia, 1997.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 242

Tercera Parte / Ensayo I

242 el que afirma que no hay distancia entre las palabras y las
cosas, pues el signo es el eslabón de fusión entre unas y otras.
Los distintos estilos semióticos del signo son dados
por las pasiones dominantes en la subjetividad de los mundos
de la vida, donde las reservas de sentido revelan sus efectos
de superficie. Los signos son sinuosos laberintos que mani-
fiestan ciertas sustancias ontológicas. El signo es de materia
rizomática en tanto no comienza ni termina y, como la hier-
ba, crece por el medio dependiendo de sus articulaciones. Los
signos son, pues, estrategias para hacer que funcione el senti-
do, para articular la significación.
Desde luego, seguir pensando el signo desde la semió-
tica estructural y sus trayectorias históricas, lo coloca en esta-
do de inactualidad con relación a los problemas de la teoría10.
Un proyecto de inteligibilidad del signo supone un giro
semiótico, tal y como lo plantea Paolo Fabbri:
En los últimos años se ha producido un giro en el modo de estu-
diar los problemas de la significación. Este giro no es como se
había dicho hace pocas décadas una ruptura epistemológica... es
como un nuevo pliegue en la semiótica, otro modo de plegar la
tela muy compleja formada por el modo estratificado que tene-
mos de significar.11

El signo es entonces una realidad hojaldrada, forma-


da por pliegues al interior del significante, estratos y huellas
de superficie, zonas lisas de desterritorialización o estriadas

10 "Derrida es quien habrá de hacer más claramente manifiestos los


supuestos ‹metafísicos› (más exactamente, fenomenológicos) que subya-
cen en el estructuralismo. Para ello parte de la propia idea estructuralista
del lenguaje como sistema relacional, es decir, como un campo integrado
de relaciones en el que cada término toma su sentido por referencia a otro,
y así sucesivamente. Dicho concepto tiene siempre implícito, pues, el peli-
Crítica de la Razón Mediática

gro del ‹vértigo de la hipérbole› (Baudelaire) estos es, el deslizamiento per-


manente en la cadena de los significantes, la remisión eterna de un signo
a otro, sin un punto en el cual anclara el juego de las referencias mutuas.
Según muestra Derrida, lo que evita este peligro es la existencia de un cen-
tro fijo, un núcleo estructural que garantiza la determinabilidad del senti-
do del signo. La idea de un significado trascendente (una referencia inme-
Juan Barreto

diata objeto) provee ese anclaje que pone un término al deslizamiento


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 243

Tercera Parte / Ensayo I

por la reterritorialización de la máquina de corte del poder. 243


Fabbri recomienda que: «No nos fiemos de los signos, ellos
sólo son sucesos determinados históricamente y variables en
función de las distintas historias en las que son implicados»12.
Y agrega que dependiendo del plano de consistencia y de la
pertinencia del discurso que lo conlleva., puede ser leída
desde la perspectiva de la semiótica del significante lacania-
no13, anunciando un nuevo escenario que podría ser un no-
lugar de intercepción, tensión y aspectualización de lo simbó-
lico, el cual borre la separación entre valor, eficacia, pasión y
creencia contenida en la afectación de cada signo.
La traducción intrasemiótica de esta propuesta nos
permitirá estudiar el signo a través de los recorridos del signifi-
cante en el sentido de una lógica al interior de un régimen. Las
sustancias de la expresión inscritas en el signo, como lo subra-
yó Bajtin, son sentido en cuanto procedimiento de la significa-

entre significantes, indica ese agujero en la trama del lenguaje que apunta
hacía más allá de ella, quebrando el juego de sus referencias recíprocas y,
al mismo tiempo, fundándolo. El postulado de un significado trascenden-
te es, en definitiva, constitutivo del estructuralismo, puesto que le provee
el núcleo a partir del cual todo sistema puede articularse como tal. Pero, a
la vez, es destructivo de aquél, dado que, para ello, debe sostenerse en una
premisa que escapa, por definición, a su concepto; esto es, disloca el prin-
cipio estructuralista de la inmanencia del sistema de referencias mutuas
entre signos o elementos. Este postulado señala, en fin, el punto en que el
estructuralismo entronca con la tradición metafísica occidental. Ambos
comparten una misma ansiedad por una presencia total (cuya matriz fun-
damental Derrida la descubre en el intuicionismo fenomenológico husser-
liano), la ilusión de una referencia inmediata al objeto, no mediada por la
materialidad del lenguaje". E.J. Palti, Op. cit., pp. 95-96.
11 P. Fabbri, El giro semiótico, Gedisa, Barcelona, 1999, p. 57.
12 Ibid., p. 36.
13 «Un discurso es ‹la totalidad estructurada resultante de la práctica arti-
culatoria›. Sin embargo, la premisa en que descansan tales prácticas articu-
Crítica de la Razón Mediática

ladoras y desencadena el mecanismo hegemónico es, precisamente, la


imposible reducción plena de los elementos a momentos, es decir, el hecho de
que ningún orden pueden realizar jamás su vocación de instituirse como
un sistema autocontenido y autorregulado.
En efecto, la totalidad, según vimos, sólo puede representarse en la medi-
da en que encarna en un elemento particular, con lo que éste se ve tras-
Juan Barreto

cendido como tal, convirtiéndose en un locus de efectos universales. Pero


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 244

Tercera Parte / Ensayo I

244 ción. Parece oportuno, pues, recuperar la noción de J. Lotean,


quien entiende al significado como traducción del signo.
Esta noción nos permite comprender el lenguaje asu-
miendo su elasticidad y su doble virtud respecto de las formas
y del contenido, a saber, la de referir a otros y a sí mismo. Nos
permite, también, entroncarnos con la articulación que pos-
tula Eliseo Verón en los siguientes términos:
también en el punto en que dicha totalidad se fisura: el carácter particular
del agente teñirá inevitablemente también todos sus efectos, frustrando su
vocación de universalidad. ‹Entender la realidad social no consiste, por lo
tanto, en entender lo que la sociedad es sino aquello que le impide ser›. El
espacio de este exceso (marcado por la presencia de elementos no reduc-
tibles a la lógica estructural, no asimilables a ésta como momentos suyos)
define el campo de discursividad en que tienen lugar las prácticas hegemóni-
cas. Para decirlo con las palabras de Derrida, ‹la ausencia de un significa-
do trascendente extiende infinitamente el dominio y el juego de la signifi-
cación›, dando lugar a la emergencia de significante flotantes.
‘El estatus de los ‹elementos› es el de significantes flotantes, que no logran
ser articulados a una cadena discursiva. Y este carácter flotante penetra
finalmente a toda identidad discursiva (es decir, social). Pero si aceptamos
el carácter incompleto de toda fijación discursiva y, al mismo tiempo, afir-
mamos el carácter relacional de toda identidad, en ese caso el carácter ambi-
guo del significante, su no fijación a ningún significado, sólo puede existir
en la medida en que hay proliferación de significados. No es la pobreza de
significados, sino, por el contrario, la polisemia que desarticula una estruc-
tura discursiva […] La sociedad no consigue nunca ser idéntica a sí misma,
porque todo punto nodal se constituye en el interior de una intertextualidad
que lo desborda. La práctica de la articulación consiste, por tanto, en la construcción
de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido: y el carácter parcial de esta fijación
procede de la apertura de lo social, resultante a su vez del constante desbordamiento de
todo discurso por la infinitud del campo de la discursividad.’
Todo significante flotante tiende hacia su vaciamiento significativo, el cual
no es resultado de una carencia de sentido, sino, por el contrario, de un
exceso, de la proliferación semántico-referencial. Pero ésta constituye una
noción límite: al igual que la compleja fijación, tampoco es jamás la com-
pleta disolución significativa. La primera alternativa, definida por el prima-
do de la lógica equivalencial, implicaría la presencia de un sistema de regi-
mentación total (la “jaula de hierro” de Max Webber). La segunda, marca-
Crítica de la Razón Mediática

da por la pura lógica de la diferencia (que es aquella en que se funda el pro-


yecto multiculturalista), equivaldría a la disolución de todo orden. Entre
ambos límites (imposibles) se extiende el espacio para la práctica hegemó-
nica (la fijación, siempre parcial y precaria, de sentidos). La proliferación de
los significantes flotantes como producto de dicha práctica constituye el
campo de discursividad como un espacio agonal, y la permanente deses-
tabilización de las fijaciones identitarias». E. J. Palti, Op. cit., p. 102. (El ter-
Juan Barreto

cer párrafo corresponde a una cita de Derrida)


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 245

Tercera Parte / Ensayo I

La teoría de los discursos sociales es un conjunto de hipótesis 245


sobre los modos de funcionamiento de la semiosis social.
Entendiendo por ésta la dimensión significante de los fenóme-
nos sociales: El estudio de la semiosis es el estudio de los fenó-
menos sociales en tanto proceso de producción de sentido. Una
teoría de los discursos sociales reposa sobre una doble hipótesis
que, pese a su trivialidad aparente hay que tomarse en serio: a)
toda producción de sentido es necesariamente social... b) todo
fenómeno social es en una de sus dimensiones constitutivas, un
proceso de producción de sentido...14.

Se da, entonces, un universo de discurso que aporta


ciertas condiciones de producción y de reconocimiento, de
modo que la distinción entre un discurso y sus condiciones de
producción se establece siempre a partir de la identificación
de tal o cual conjunto discursivo anterior como campo de
efectos. Como orden de partida o nuevo régimen, dirá
Deleuze encontrándose con Verón.15
Forma de contenido y forma de expresión son insepa-
rables, pues remiten a agenciamientos comunes, no necesaria-
mente lingüísticos. Al obviar este aspecto, la semiología se
queda en una semiótica del significante, de ahí que Deleuze
recomiende la necesidad de volver a una pragmática, en la que
el lenguaje nunca tenga universalidad, ni formalización sufi-
ciente. El signo remite al signo y remite al signo, al infinito.
Así, el signo va alcanzando operaciones de desterritorializa-
ción allí donde la significancia supera al signo, es decir, en un
movimiento en el que se hace símbolo.
Por eso, denotación y connotación se superponen
como pliegues dependiendo de la situación estratégica del
signo en el sistema de interpretación que sea. Se trata de una
red de umbral amorfo a la que llamamos significado y que no
Crítica de la Razón Mediática

14 E. Verón, La semiosis social, Cedisa, Barcelona, 1987, p. 125.


15 "Llamamos regímenes de signos a toda formalización de expresión
específica, al menos en el caso en el que la expresión es lingüística. Un
régimen de signos constituye una semiótica". G. Deleuze y F. Guattari, Mil
Juan Barreto

mesetas, Pre-Textos, Valencia, 2000, p. 117.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 246

Tercera Parte / Ensayo I

246 cesa de recomponerse ni de «deslizarse bajo el significante».


A ello lo llamaron Deleuze y Guattari, mundanización o
atmosferización de los contenidos de signo:
Al eje sintagmático del signo que remite al signo se añade un eje
paradigmático en el que el signo así formalizado se labra un sig-
nificado conforme (así pues, una vez más, se hace abstracción del
contenido, pero de una nueva forma). El sacerdote interpretati-
vo, el adivino, es uno de los burócratas del dios déspota. Surge
así un nuevo aspecto de la trampa, la trampa del sacerdote: la
interpretación se prolonga hasta el infinito y nunca encuentra
nada que no sea ya de por sí una interpretación. Como conse-
cuencia, el significado no cesa de restituir significante, de recar-
garlo o de producirlo. La forma procede siempre del significan-
te. El significado último es, pues, el significante en su redundan-
cia o su ‘excedente’. Es totalmente inútil pretender superar la
interpretación incluso la comunicación por la producción de sig-
nificante, puesto que la comunicación de la interpretación siem-
pre sirve para reproducir y producir significante.16

Es decir, devenires, reterritorializaciones o rostricida-


des cuando el signo se territorializa en la cara. Por eso postu-
lamos que no puede haber una lectura de lo mediático que no
sea a su vez una deriva, una reterritorialización de las líneas de
fuga de esta lectura del signo en cuanto régimen y orden del
enunciado.
La plasticidad de las figuras semióticas y su carácter
procesual están vinculadas fuertemente a su naturaleza
maquínica y funciones diagramáticas, no técnica ni orgánica,
aunque las vicisitudes técnicas generen semióticas sociales
parciales que operan desde prelaciones y entidades que gene-
ran ciertas territorialidades semióticas, técnicas y sociales
como es el caso del campo mediático. El mundo semiótico
viene dado por las narratividades que aportan los discursos,
Crítica de la Razón Mediática

por la dimensión del signo en tales lugares y por la lógica de


sentido del aparato técnico.
Juan Barreto

16 Ibid., p. 120.
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 247

Tercera Parte / Ensayo I

la construcción simbólica 247

Lo que hacemos es servirnos de términos


desterritorializados, es decir, arrancados de su
dominio, para reterritorializar otra noción, crear
el rostro, la rostricidad como función social…
Enunciar por ejemplo, un agujero negro , es un
buen ejemplo de multiplicidad
con por lo menos tres dimensiones: astrofísica,
estética, política.

G. Deleuze, F. Guattari.

A través de la historia, las formas particulares del habla pre-


ceden a la lengua como corpus organizado. Si bien la lengua
es necesaria para entender el habla, el habla en su propia diná-
mica hace posible que la lengua se consolide en el “pacto
social de entendimiento”. Es en esta dialéctica interdepen-
diente que la lengua es acogida como forma de traducción del
pensamiento. Así pues, el habla se define por su ejecución,
por su uso, por su individualidad –voluntad y selección– y por
su arbitrariedad, al articular múltiples combinaciones sígnicas,
siempre atendiendo a una gramática que hace inteligibles los
enunciados, ordenándolos como elementos de una lógica.
Dicha gramática es una legitimidad inscrita en la pra-
xis individual y social, y en la realidad sígnica. Las mentaliza-
ciones que hacen los individuos de las reglas producen nue-
vas lecturas aprehendidas a las condiciones de mediación síg-
nica que permiten la interpretación de la realidad.
La semiótica busca que el signo desnude “las verda-
Crítica de la Razón Mediática

des” de los hechos sociales, es decir, del sentido construido.


Pero, con Casetti y Deleuze, cabe precisar que no se puede
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:43 PM Page 248

Tercera Parte / Ensayo I

248 hablar de semiótica, sino de semióticas que tienen en común


un campo de problemas, a saber: 1) una auto-revisión episte-
mológica constante en el proceso de rigurosidad de método
–o como un intento por descubrir mentiras–; 2) el trabajo en
función de cualquier signo, distinguiéndolos en motivados o
inmotivados; 3) la puesta en ejercicio del análisis lógico com-
plementado con el análisis semántico; 4) el reconocimiento de
«la facultad metalingüística del lenguaje (de los lenguajes),
hasta el punto de que la propia teoría semiótica se proyecta
como un metalenguaje descriptivo de los diferentes lenguajes-
objeto»17. Esta puesta en común permite que el universo sim-
bólico derivado del espacio del signo trabaje en lugares fini-
tos, uniendo las coordenadas culturales que hacen posible
fuerzas nuevas en las formas de apropiación de las cosas, dán-
doles resonancia en el lenguaje. Se trata, como hemos visto,
de la construcción de nuevos objetos.
Ahora bien, existen divergencias entre las corrientes
que trabajan los modos de producción semiótica. Según
Casetti, las semióticas «... responderán al proyecto de intentar
-como diría Greimas- dar cuenta de la articulación y de la
manifestación del universo semiótico como la totalidad del
sentido de orden cultural o personal»18. No obstante, hay que
considerar que el universo simbólico es construcción de sen-
tido y búsqueda inacabada de sentido tras el sentido, con el
objeto de arribar a las condiciones discursivas y no discursi-
vas que hacen posible las construcciones simbólicas. Esta
característica de lo simbólico es ahora una posibilidad de arri-
bar a lo que podemos llamar una semiótica-hermenéutica, razón
por la cual recurrimos a algunos planteamientos de Foucault
que apuntan en esta dirección.
En Las palabras y las cosas, Foucault distingue herme-
Crítica de la Razón Mediática

néutica y semiología de la siguiente manera:

17 G. Deleuze, y F. Guattari, Mil mesetas, p. 119.


18 F. Casetti, Introducción a la semiótica, p. 12. Véase también: P. Guiraud,
Juan Barreto

La semiología, Siglo XXI, México, 1988.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 249

Tercera Parte / Ensayo I

Llamamos hermenéutica al conjunto de conocimientos y técnicas 249


que permiten que los signos hablen y nos descubran sus sentidos;
llamamos semiología al conjunto de conocimientos y técnicas que
permiten saber dónde están los signos, definir lo que los hace ser
signos, conocer sus ligas y leyes de su encadenamiento...19

Siguiendo esta distinción, advertimos que el mundo del


código y sus convenciones explícitas no se enfrenta a la her-
menéutica y al descubrimiento de los signos implícitos y laten-
tes, puramente contingentes, o incluso con otro tipo de valo-
raciones posibles20. El sentido incluido en la producción sim-
bólica sería la contradicción entre la imagen y lo representado,
entre la equivalencia y la semejanza, que son los temas de
Foucault en Esto no es una pipa21, texto en el cual la línea fron-
teriza entre la diferencia y la similitud es estudiada a partir del
enunciado de las series, y su disparidad caótica, que devela el
misterio de lo incompatible y la mismidad de las cosas donde
lo semejante y lo diverso se enfrentan fundando al símbolo.
Esta es la historia de un devenir: «una historia cósmi-
ca y humana en la que existen fracturas entre el mundo como
escritura divina (o sea el mundo visible como expresión inter-
pretable de la propia esencia) y la escritura como transcrip-
ción del mundo»22. En esta historia, las palabras y las cosas
interrumpen su antigua y arcana correspondencia, dando
lugar a una crisis de representación que rompe la fascinación
alienada del sueño analógico de la enunciación y se pasa al
terreno simbólico. Pero para adentrarse en el universo simbó-
lico hay que:
…considerar el símbolo y lo simbólico -el simbolismo- como un
nuevo totemismo cultural, en cuyo ámbito es posible ‘mediar’
existencia y esencia, así como obviar la nueva identidad del hom-
bre en el mundo como un ser que repite los arquetipos (univer-
Crítica de la Razón Mediática

sales) de un modo típico, diferenciado y autóctono: pues el sim-

19 M. Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1968, p. 38.
20 Ver: P. Guiraud, La semiología, p. 112.
21 M. Foucault, Esto no es una pipa, Anagrama, Barcelona, 1993.
Juan Barreto

22 Ibid., p. 10.
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 250

Tercera Parte / Ensayo I

250 bolismo media lo universal y lo particular, el destino -lo dado- y


nuestra respuesta (libertad), la urdimbre y la estructura.
Podríamos decir que el simbolismo media implicación y explica-
ción, al modo como el lenguaje musical ‘acuerda’ (en un acorde)
las diferentes ‘notas’ o tonos dispersos a través de una relaciona-
lidad co-ímplice. En tal ‘acuerdo’ (musical) se destaca el consen-
timiento (axiológico), el cual responde mejor a la esencia senti-
mental del hombre como intersección del sentimiento y la mente,
eros y logos, materia y forma.23

En esta perspectiva es importante mantener «una


rigurosa mala fe, una técnica de severa incomprensión»24, a
la que invitaba Foucault, que lleve a convencer a la escanda-
losa voluntad de la importancia de las malas lecturas, de los
circuitos de equívocos que ponen en crisis la relación, por
ejemplo, entre representación visual y referencia lingüística,
y todo el nominalismo clásico, pues el campo relacional de
la diferencia ahora funda constelaciones de cosas y nubes de
significado.
Es lo que llamaremos configuración significativa, en
donde el tránsito traumático entre la letra y la imagen hacen
el sentido. Aquí, el texto aparece como un campo de fuerzas,
un tinglado de efectos múltiples y de operaciones, más allá de
la idea de espacio discursivo. La semiosis que se produce en
el texto es el verdadero significado del signo y no hay signo
sin relación textual con el significado.
Es por eso que Deleuze se pregunta sobre el cuerpo sin
órganos de un texto y responde que obedece a las leyes de una
composición maquínica dirigida hacia los estratos inatribui-
bles al sujeto, es decir, al signo. Es el momento de intensida-
des múltiples y de partículas asignificantes, sitio de prácticas y
de fechas, es decir, materias diversas que transcurren en rit-
Crítica de la Razón Mediática

mos y velocidades diversamente formadas, por el estriaje o

23 A. Ortíz-Osés, "Una hermenéutica simbólica del sentido", en revista


Anthropos, Nº 153. Barcelona, 1995, p. 24.
Juan Barreto

24 M. Foucault, Esto no es una pipa, p. 15.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 251

Tercera Parte / Ensayo I

alisamiento del espacio-tiempo social y las formas como 251


interviene el poder y las resistencias a él. Lo que viene a decir
que el texto es articulación y segmentaridad, pero también
líneas de fuga y de circulación de flujos, de interioridades y
exterioridades, que comparten un mismo plano de distintos
signos.
Para decirlo de otra manera, el texto es una máquina
de captura de cadenas de substancias y delgadas franjas de
relaciones que, de otra forma, serían flotantes a no ser que
queden encadenadas a un régimen de sentido y un orden del
enunciado25. O, lo que es lo mismo, el texto es un mapa de
recorridos y transferencias que se efectúa en cualquier com-
posición, un juego de analogías y de instancias lúdicas de des-
doblamiento en horizontes de sentido en el que lo simbólico
adquiere relevancia, pues asegura la multiplicidad de las lectu-
ras que hacen del texto un lugar de entrecruzamientos de
líneas de objetivación y subjetivación, de saber y poder, de
prácticas discursivas y no discursivas.

25 Al respecto, es oportuno citar ampliamente los comentarios de


Deleuze a propósito de la problematización foucaultiana del enunciado:
"Así, no sólo cada enunciado es inseparable de una multiplicidad "rara" y
regular a un tiempo, sino que cada enunciado es una multiplicidad: una
multiplicidad y no una estructura o un sistema. Topología de los enuncia-
dos que se opone tanto a la tipología de las proposiciones como a la dia-
léctica de las frases. Nosotros pensamos que un enunciado, una familia de
enunciados, una formación discursiva, según Foucault, se define por líne-
as de variación inherentes o por un campo de vectores que se distribuyen
en el espacio asociado: es el espacio como función primitiva, o el primer
sentido de "regularidad". La segunda porción de espacio es el espacio
correlativo, que no hay que confundir con el asociado. En este caso se
trata de la relación del enunciado, no ya con otros enunciados, sino con
sus sujetos, sus objetos, sus conceptos. Aquí existe la posibilidad de des-
cubrir nuevas diferencias entre el enunciado por un lado, y por otro las
palabras, las frases o las proposiciones. En efecto, las frases remiten a un
Crítica de la Razón Mediática

sujeto llamado de enunciación que parece tener el poder de hacer comen-


zar el discurso: se trata del YO como persona lingüística irreductible al Él,
incluso cuando no es explícitamente formulada. El "Yo" como conecta-
dor o sui referencial. La frase es, pues, analizada desde el doble punto de
vista de la constante (la forma del Yo) y de las variables extrínsecas (el que
dice Yo viene a ocupar la forma). Muy distinto es lo que ocurre en el caso
Juan Barreto

del enunciado: éste no remite a una forma única, sino a posiciones intrín-
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 252

Tercera Parte / Ensayo I

252 El texto es, asimismo, un territorio de efectuación y


reconocimiento del símbolo26. Y para Foucault, la importan-
cia de la concepción del texto como espacio de simbolización
viene dada por su capacidad para ubicarse al exterior de sus
límites. Nos encontramos de repente ante una ciencia enten-
dida como un hiato, una abertura, una grieta27, en la cual la
naturaleza del signo, o bien del gesto, del icono, de la mueca,
del símbolo, o de la señal, sufre mutaciones que transfiguran

secas muy variables que forman parte del propio enunciado…éste tiene
un "objeto discursivo" que no consiste en modo alguno en un estado de
cosas al que hace referencia, sino que deriva, por el contrario, del propio
enunciado. Es un objeto derivado que se define precisamente en el límite
de las líneas de variación del enunciado como función primitiva. Al mismo
tiempo, de nada sirve distinguir tipos de intencionalidad diferentes de los
cuales unos podrían ser cumplidos por estados de cosas, y otros perma-
necerían vacíos, siendo en ese caso ficticios o imaginarios en general […]
Si los enunciados se distinguen de las palabras, de las frases o de las pro-
posiciones, es porque comprenden en si mismo, como sus "derivadas", las
funciones de sujeto, las funciones de objeto, las funciones de concepto.
Sujeto, objeto y concepto sólo son precisamente funciones derivadas de la
primitiva o del enunciado. Por eso el espacio correlativo es el orden dis-
cursivo de los emplazamientos o posiciones de sujetos, de objetos y de
conceptos en una familia de enunciados. Es el segundo sentido de "regu-
laridad": esos diversos emplazamientos representan puntos singulares. Al
sistema de las palabras, frases y proposiciones, que procede por constan-
te intrínseca y variable extrínseca, se opone, pues, la multiplicidad de los
enunciados, que procede por variación inherente y por variable intrínseca
[…] Queda, por último, la tercera porción de espacio, que es extrínseca: el
espacio complementario, o de formaciones no discursivas (instituciones,
acontecimientos políticos, prácticas y procesos económicos). En este
punto Foucault esboza ya la concepción de una filosofía política. Una ins-
titución implica enunciados, por ejemplo, una constitución, una carta,
contratos, inscripciones y registros. Y a la inversa, los enunciados remiten
a un medio institucional sin el cual no podrían formarse ni los objetos que
surgen en tales localizaciones del enunciado, ni el sujeto que habla desde
tal emplazamiento (por ejemplo, la posición del escritor en un sociedad,
la posición del médico en el hospital o en sus consulta, en tal época, y las
nuevas emergencias de objetos" G. Deleuze, Foucault, pp. 33-36.
Crítica de la Razón Mediática

26 Con Pierce: "...los símbolos son la urdimbre y la trama de toda inves-


tigación y de todo pensamiento, y que la vida del pensamiento y de la cien-
cia es la vida inherente a los símbolos; por tanto, no es acertado afirmar
solamente que el lenguaje es importante para el buen pensamiento, por-
que es parte misma de su esencia". C. S. Peirce, La ciencia de la semiótica,
Nueva Visión, Buenos Aires, 1986, p. 26.
Juan Barreto

27 M. Foucault, El pensamiento del afuera, Pre-Textos, Barcelona, 1993.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 253

Tercera Parte / Ensayo I

sus matices, por lo que no es posible a veces reconocerlos 253


inmediatamente en las palabras.
El signo es en sí mismo un acontecimiento que se
efectúa por medio de operaciones productoras de sentido. La
forma en la que el signo participa de la contingencia narrati-
va del mundo va dando forma al mundo instituido de signifi-
cados. Es lo que se denomina el hacer del signo, en el cual:
«Una sucesión de estados producida por una transformación
constituye un programa narrativo [...] Es interesante notar
que el estado final revela el sentido del proceso, y que es
desde el final desde donde hay que proceder a efectuar la lec-
tura de todo discurso.»28
Llegados a este punto, cabe subrayar que el signo es
un discurso en sí mismo, en los términos en que Greimas
entiende el proceso de interpretación: enunciación, refe-
rencialización, sentido y producción de figuras sémicas o
de apariencia icónica e intermediaciones técnicas que van
fraguando los roles temáticos del uso del signo en cada
caso.
Por ello, hay signos que no funcionan sino al interior
de determinado texto, o que no tienen traducción idiomáti-
ca, como es el caso de algunos efectos de superficie de la
audiovisión mediática. Son signos que se reproducen en
determinadas condiciones de posibilidad de cierta semiosis
social (Verón), que abarca todo signo. Y todo objeto es
signo, un recorrido simbólico que queda articulado a un ins-
tante que es lenguaje y, a su vez, constituye un discurso, pero
siempre vinculado a una máquina abstracta, cuyo funciona-
miento implica un tiempo de paso de movimientos, cortes,
energías, deseos sígnicos y una dimensión variable de flujos
Crítica de la Razón Mediática

materiales continuos.
Juan Barreto

28 D. Blanco, Claves semióticas, Comunicación, Lima, 1989, p. 177.


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Tercera Parte / Ensayo I

254 lenguaje y hegemonía

… en toda sociedad la producción del discurso


está a la vez controlada, seleccionada y redistri -
buida por un cierto número de procedimientos
que tienen por función conjurar los poderes y
peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y
esquivar su pesada y terrible materialidad.

M. Foucault.

E. Laclau y Ch. Mouffe, proponen una teoría de lo social


constituido discursivamente. Ante tal presunción surge la
acusación inmediata de que se trata de un par de pensadores
que pretenden restituir la metafísica. Nada más alejado de la
verdad, pues se trata, por el contrario, de restituir lo discursi-
vo al reino de los hechos, de toda materialidad, contravinien-
do las habituales deformaciones e incomprensiones respecto
del discurso.
Lo discursivo, dicen estos autores, no se reduce al len-
guaje, sino que se extiende y cruza todo el conjunto de la vida
humana. La materialidad del arte, las instituciones, la guerra;
es decir, toca incluso el universo de la vida y la muerte produ-
cidos, diría Wittgenstein, en cadenas de juegos de lenguaje. Lo
social discursivo es la sutura entre la materialidad de las cosas
y su vida comprensiva.
Se trata de un juego político de tensiones y antagonis-
mos. El lenguaje es sede de las diferencias, identidades y equi-
valencias siempre renovadas por su carácter inseparable de
catalizador en la construcción del bloque histórico. Es un terre-
Crítica de la Razón Mediática

no de luchas hegemónicas que viven resignificando lo real,


creando condiciones para un amplio mundo de relaciones
materiales e inmateriales de producción y reproducción de la
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 255

Tercera Parte / Ensayo I

vida social, en los términos de Marx, leído por la idea de polí- 255
tica en Laclau. 29
Al respecto, no deja de ser oportuno recordar que en
el campo semiótico lo real deja de ser tal, para convertirse en
una cadena articulada de esferas de sentido –configuración,
estado de cosas, parámetros, expresividad– unidas en la cons-
trucción de lo real. Sobre esta cuestión, Foucault plantea que
cada cultura en la civilización occidental ha dispuesto de su
sistema de interpretación, con lo cual expresa que el lenguaje
siempre dice algo distinto de lo que se dice, que hay lengua-
jes fuera del lenguaje mismo, de manera que pudiera llevarse
a cabo un proyecto para elaborar un análisis de estos sistemas
de interpretación30.
Puede sostenerse, entonces, que la riqueza cultural del
mundo social dinamiza los escenarios de interacción simbóli-
ca, ajustando los lenguajes y sus representaciones en cadenas
de sentido socialmente arraigadas, tal y como lo enfatiza
Rigoberto Lanz:
Las representaciones ideológicas demandan imperativamente
una colocación por encima de cada fenómeno o situación. Esta
tendencia a trascender los ‘hechos’ otorga a cada relación un
sentido. Independientemente de las modalidades concretas que
adquiere este fenómeno de conciencia, en la vida real, los hom-
bres son modelados por conductas prescritas, por valoraciones
socialmente enraizadas, por un discurso clasificatorio que con-
tiene anticipadamente una gramática de jerarquías.31
Crítica de la Razón Mediática

29 Véase al respecto, J. E. Palti, Op. cit., pp. 73-74


30 M. Foucault, Sobre Nietzsche, Freud y Marx, Anagrama, Barcelona, 1970.
Juan Barreto

31 R. Lanz, Razón y dominación, CDCH/UCV, Caracas, 1988, pp. 47, 98.


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Tercera Parte / Ensayo I

256 el sentido como performativo

No es el régimen de sentido el que remite a los


signos, es el signo el que remite a tal régimen.
A partir de esta constatación parece, pues, poco
probable que un signo revele una primacía de la
significancia o del significante.

G. Deleuze.

No hay lenguaje sin dimensión performativa, dice Derrida. La


promesa y la esperanza, al menos de ser escuchado, entendido
y, más aún, dado por cierto, está en la raíz incluso de toda men-
tira o ironía. «En el momento en que abro la boca ya estoy en
la promesa», asegura, en su polémica con Rorty sobre la verdad.
Hablar encierra una decisión, una experiencia mesiánica aquí y
ahora, pues al decir advertimos el futuro, asevera Derrida. Lo
dicho es irreductible, aun luego de asumir su negación.
Esa inestabilidad performativa es consustancial al
carácter ético-político de cada discurso con pretensiones de
verdad. Aquí Derrida se entronca con Levinas y su concepto
de discurso responsable, aunque remarcando el hecho de que
todo acto performativo deconstruye, al seguir caminos y
códigos políticos, es decir, al tomar decisiones discursivas que
nos permiten seguir hablando.
En este punto, es pertinente señalar, con Bourdieu, que
las prácticas se significan, en la medida en que adquieren senti-
do como veredictos de lo real, en el habitus32, es decir, en el sis-
tema de disposiciones para las prácticas y las conductas regula-
res en ciertas circunstancias. La relación del lenguaje con lo
Crítica de la Razón Mediática

vago y lo impreciso, a fin de producir discursos -es decir, liga-


zones de sentido-, nos remite a la noción de performativo, que es
lo que funda los niveles de determinación de lo real.
Juan Barreto

32 P. Bourdieu, Cosas dichas, Gedisa, Barcelona, 1988, p. 142.


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Tercera Parte / Ensayo I

La naturaleza de los fenómenos dados por ciertos al 257


interior de una gramática de sentido, viene dada por la inter-
vención performativa. Los verdaderos performativos no son
más que «la convencionalidad de resultados», lo dado en con-
diciones dictadas por las normas con poder causal. Los falsos
performativos vienen dados por juegos de lenguaje que rom-
pen la naturaleza convencional de los discursos en los actos
de lenguaje.
Los pseudo-performativos son fórmulas de lenguaje
que no son necesarias para el cumplimiento de las prácticas,
pero están revestidos de inteligibilidad. Los performativos
contienen unidades descriptivas y denotativas de la acción
que contiene un enunciado.
Aquí, la percepción como sistema diacrítico permite
diferenciar los signos de lo principal y de lo secundario, lo
que supone un trabajo de deconstrucción que llamaremos
decodificación, pues toda codificación ofrece un espectro de
elementos formalizados y expresados en prácticas sociales.
Se tiene, pues, presente que un orden simbólico es un esta-
do de objetivación, o de control de la producción simbólica
y de formalización, es decir, de determinación de un sistema
de diferencias, homologaciones y repeticiones, desde donde
es posible hacer desaparecer lo impreciso y lo vago, para
hacer aparecer la inteligibilidad clasificatoria y los sistemas
interpretativos.
Existe, pues, una organización maquínica de sentido
-conjunto consolidado de materias-funciones, del aparato
de producción de sentido-, que no opera en el vacío o sobre
el exterior solamente, toda vez que se trata de una fábrica
que actúa como exterioridad-interioridad, adentro-afuera,
Crítica de la Razón Mediática

destruyendo y restituyendo en un complejo maquínico


megamórfico.
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 258

Tercera Parte / Ensayo I

258 Al respecto, es pertinente subrayar que toda máqui-


na es una máquina de máquinas, no segmentos separados
sino cadenas de diagramas mentales de materialización del
deseo –siempre en creación y en expansión política y auto-
poiética–, de flujos humanos (deseantes)33 y de universos de
valor, que van supliendo las carencias generativas de algunas
máquinas, por medio del mestizaje de fragmentos de la
megamáquina que forma pieza con el cuerpo. Es el caso de
los signos y de los conceptos, aunque también de los dispo-
sitivos de otro tipo.

33 "De hecho, ¿dónde, sino en el cuerpo, desde dentro del cuerpo, como
si conociera danzando, puede experimentar mejor esa mutación?, ¿cómo
podría percibirla si no aferrase el aumento (y la metamorfosis) de poten-
cia del cuerpo? Por supuesto, ya los modernos sabrían que el cuerpo es el
punto central y final de toda constitución del mundo, su sola entele-
quia…Spinoza, en su estupor ante la potencia del cuerpo, pero ya
Maquiavelo y Galileo, recorriendo las geometrías de la ciudad y del cos-
Crítica de la Razón Mediática

mos, por no hablar de los poetas y los pintores, de los arquitectos y los edi-
tores del Renacimiento mediterráneo y nórdico…todos nos relataban en
sus fábulas una "creación" por el hombre. Pero hoy el cuerpo ya no es solo
un sujeto que produce y que, produciendo arte, muestra el paradigma de
la producción en general, la potencia de la vida: en lo sucesivo el cuerpo
es una máquina en la que se inscriben producción y arte. Es todo cuanto
Juan Barreto

sabemos, nosotros, posmodernos". T. Negri, Arte y multitud, p. 73.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 259

II 259

LOS FANTASMAS DEL SENTIDO:


en el giRo HeRMenÉutico
de la seMiÓtica

Así pues, una semiótica es de suyo ejercicio


hermenéutico, y no puede ser otra
que un estudio de los Regímenes de Sentido, de
sus deficiencias y de sus transformaciones.

G. Deleuze.

Hermenéutica y deconstrucción

Los enunciados no tienen como causa un sujeto


que actuaría como sujeto de enunciación, ni
tampoco se relacionan con los sujetos como
sujetos de enunciado. El enunciado es el
producto de un agenciamiento, que siempre es
colectivo, y que pone en juego, en nosotros y
fuera de nosotros, poblaciones, multiplicidades,
territorios, devenires, afectos, acontecimientos.

G. Deleuze.

os conceptos del entendimiento dependen de la compren-


Crítica de la Razón Mediática

l sión de lo que es sentido y valor. Ambos, como puede des-


prenderse de la propuesta nietzscheana, se pueden explicar en
relación de correspondencia con una misma episteme crítica.
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 260

Tercera Parte / Ensayo II


I

260 En efecto, para Nietzsche, sólo una genealogía, es decir, la


comprensión diferencial del valor de origen y del origen de
los valores, de sus proximidades o distancias, puede dar naci-
miento a cualquier interpretación como principio de la
acción. Por ello, podemos decir que en Nietzsche hay una
visión del entendimiento como crítica.
En cambio, la materia nuclear del entendimiento es,
con Pierce, terceridad, es decir, contemplación, acción, rela-
ción, pensamientos, interioridad, relación signo-signo como
cadena de articulación tal, que no son ni cualidades ni hechos;
es, a decir del autor, lo que ocurrió, lo que está ocurriendo y
lo que está por ocurrir, sólo discernible por el pensamiento.1
El entendimiento como fenómeno, suscita intentos
por discernir los “discursos simbólicos”. Pero lo más impor-
tante al respecto es tener presente que época, carácter y
umbral del entendimiento constituyen los lugares desde
donde se articulan las distintas entidades que concurren al
vertiginoso cruce de los resortes de relación que hacen posi-
ble el entendimiento.2
Estas dos perspectivas del conocer siempre se contra-
dicen y contienen en un mismo movimiento. Como dice
Deleuze: «En general, la historia de una cosa es la sucesión de
fuerzas que se apropian y hacen su naturaleza y lo hacen o no
cambiar de sentido»3. Por eso nunca encontraremos el sentido
de “algo”, sino el sentido de las fuerzas y las apropiaciones que
se expresan en la cosa. Ni apariencia ni aparición, sino un sig-
nificante que se hace signo, que contiene una fuerza actuando.
El propio objeto es despliegue de fuerza. Aconte-
cimientos de sentido, eventos plurales, múltiples, hacen el pai-
saje de los signos que se expresan como discurso enunciando
Crítica de la Razón Mediática

1 Es oportuno, al respecto, sugerir la lectura de C. González Ochoa, Imagen


y sentido, UNAM, México, 1986
2 A tal efecto recomendamos decididamente el libro de F. Capra, Las
conexiones ocultas, Anagrama, Barcelona, 2003.
Juan Barreto

3 G. Deleuze, Nietszche y la Filosofía, Anagrama, Barcelona, 1974.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

un deseo, una voluntad que actúa sobre otra voluntad. Es 261


decir: Voluntad de saber-voluntad de poder. Voluntad que
entra en relación con otras fuerzas y crea o destruye. Este es
el principio de cualquier hegemonía y la base gramsciana del
concepto discurso hegemónico.
En esta perspectiva, Deleuze se pregunta: «¿Qué es el
cuerpo?», y responde en Nietzsche y la filosofía, «Es un campo
de fuerzas, un medio nutritivo formado por una variedad de
fuerzas en batalla». Obedecer o mandar, he aquí la dominan-
te en un campo de fuerzas, y una relación de fuerzas consti-
tuye un cuerpo, de la naturaleza que este sea. Las fuerzas
siempre son empresas materiales, emplazamientos. Marx
decía: «Una convicción popular, a menudo tiene la misma
energía que una fuerza material». Y, en tono similar, Gramsci,
sostuvo que forma y contenido de la fuerza, tienen sólo una
diferencia didáctica, por lo que la construcción del bloque
histórico pasa por imponer la actividad real de la fuerza a las for-
mas de conciencia contradictorias que afirman la opacidad.
Esta perspectiva del conocer, hace transitar a los para-
digmas por una dimensión estética y política que supone pro-
ducción, distribución y variación de los ritmos y de los reco-
rridos de escenarios y materias primas por coordenadas que
van recogiendo nuevos elementos y abriendo un entender
epistemológico distinto, que se hace en clave hermenéutica: «la
clave hermenéutica radica en la nueva inteligibilidad del Ser: el
ser como acontecimiento -como historia- el ser como lengua-
je... como verdad»4. Se trata de una crítica de la crítica, o meta-
crítica, la cual se asume dependiendo de nuestra relación con
las cosas y con los signos que simbolizan lo real. Por ello:
Crítica de la Razón Mediática

4 J. López, La música de la posmodernidad, Anthropos, Barcelona, 1988, p.


61. "Dentro de ese intento por fundamentar metodológicamente el modo
de conocimiento sociohistórico, surge el método hermenéutico. Un
método cuyos orígenes históricos arrancan precisamente de los intentos
de Kant, Hegel, Dilthey, Husserl, Heidegger, por romper la distinción
cartesiana sujeto-objeto, con el fin de poder penetrar en el mundo de 'lo
Juan Barreto

otro', y en su posible interpretación". Ibíd., p. 59.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

262 La hermenéutica parece constituir la koiné de la cultura hoy. Ello


entraña el riesgo de una serie de equívocos, que plantea proble-
mas, y obliga a que la hermenéutica se precise y radicalice, en
orden a evitar por un lado, la interpretación demasiado ‘cómoda’
y superficial que la convierte en una mera apología de la multipli-
cidad irreductible de los universos culturales, y por otro a impe-
dir que pueda ser reconducida a una nueva metafísica, por
mucho que ésta se fundamente sólo en lo ‘trascendental’ de la
comunicación.5
Para Derrida, la interpretación debe ser abusiva:
La desconstrucción irrumpe en un pensamiento de la escritura,
como una escritura de la escritura, que por lo pronto obliga a
otra escritura: no ya imantada a la comprensión hermenéutica del
sentido que quiere decir un discurso, sino atenta a la cara oculta
de éste y en el límite, a su fondo de ilegibilidad...6

Lo que explica el reconocimiento crítico de la inter-


pretación como forma de la experiencia humana entendida
en términos de un experimento lingüístico, es el hecho de
que el lenguaje, como advierte Gadamer, es «el verdadero
centro del ser humano si se contempla en el ámbito que sólo
él llena: el ámbito de la conciencia humana, el ámbito del
entendimiento [...] Todo lo humano debemos hacerlo pasar
por el lenguaje».7
Para la hermenéutica contemporánea, pues, el mundo
expresado en las ideas es auto-reflexivo y va tejiendo otro
mundo de opacidades que se encuentra en el terreno de los
símbolos y en su interpretación8. La palabra así construida,
desde la interpretación, es la expropiación, el rapto de senti-

5 G. Vattimo, Ética de la interpretación, Paidós, Barcelona, 1991, Prefacio.


6 J. Derrida, La desconstrucción en las fronteras de la filosofía, Paidós, Barcelona,
1989, p. 16.
7 H. G. Gadamer, Verdad y método, Tomo II, Sígueme, Salamanca, 1992, p. 152.
Crítica de la Razón Mediática

8 "El intérprete va sustituyendo la forma inmediata del lenguaje por otro


lenguaje que se encontraba presente aunque en estado latente [...] La inter-
pretación, diremos, es el trabajo del pensamiento que consiste en desci-
frar el sentido oculto en el sentido aparente, desplegar los niveles de sig-
nificación implicados en la significación literal, guardando así la referen-
cia inicial a la exégesis, es decir, a la interpretación de los sentidos ocul-
Juan Barreto

tos". J. López, La música de la posmodernidad, pp. 62-63.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 263

Tercera Parte / Ensayo II


I

do segundo, el develado de la foliatura íntima del texto, es la 263


metáfora epistemológica del sentido.9
La construcción, lo que queda, el fundamento que
persiste en la interpretación, es la ofrenda que queda después
del robo, es el intérprete encarnado mediante el texto, y el
robo a uno mismo, como parte del conocer antropológico.
Es, digamos, lo verdaderamente trascendental y fértil, lo fun-
dante. De ahí que Vattimo, siguiendo a Nietzsche, escriba:
… el mundo verdadero (las ideas platónicas, las esencias esta-
bles) ‘al final ha devenido en fábula‘, con el mundo verdadero
también desaparece el mundo aparente, que, no teniendo ya nin-
gún término de confrontación, no puede tampoco venir a ser
‘desmentido’ a partir de sí mismo.10

Y fábula ha sido la pretensión de concebir el lenguaje


fuera de su radical pluralidad y multiplicidad, la creencia de
que existe el lenguaje idéntico a sí mismo, independientemen-
te de la pluralidad de las lenguas particulares e históricas.
Fábula de la que ha formado parte la convicción relativa a la
existencia de un sujeto que comprende e interpreta, que quie-
re comprender e interpretar, que está investido de la voluntad
de comprender e interpretar, convencido de su capacidad de
comprender e interpretar. O la que se expresa en la concep-
ción instrumental del lenguaje como puro medio de comuni-
cación y como objeto de conocimiento.
Es, justamente, a contracorriente de estas concepcio-
nes del lenguaje que apunta el pensamiento de la diferencia, un
pensamiento que, reconociendo el carácter lingüístico de la
comprensión y de la interpretación, advierte en estos actos, la
pluralidad y el conflicto de interpretaciones provenientes del
carácter polisémico de la lengua y de la pluralidad de contex-
Crítica de la Razón Mediática

tos en los que ella se despliega.

9 "Heidegger encara estos problemas intentando definir el pensamiento


no-fundacional; pensar es re-memorar-retomar-aceptar-distorsionar". G.
Vattimo, Ética de la interpretación, p. 29.
Juan Barreto

10 Ibid., p. 45.
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 264

Tercera Parte / Ensayo II


I

264 Se trata, pues, de un pensamiento que da cabida a


esfuerzos que profundizan estrategias diseminadoras y plura-
lizadoras de la lengua como resistencias al poder del lenguaje
del poder, el cual cobra cuerpo en procedimientos de regula-
ción, control y normalización del lenguaje para hacerlo fun-
cionar constantemente como engranaje de prácticas que con-
sagran la palabra legítima y el poder de la razón del que la len-
gua es portadora. Ya lo decía Foucault, quien subrayó en sus
análisis la relación entre discurso y poder, constituyente de
los sujetos y sus formas de comprensión:
… el punto importante será saber en qué formas, a través de qué
canales, deslizándose a lo largo de discursos llega el poder hasta
las conductas más tenues y más individuales, qué caminos le per-
miten alcanzar las formas infrecuentes a apenas perceptibles del
deseo, cómo se infiltra y controla el placer cotidiano... 11

También Deleuze, quien muestra que al interior del len-


guaje funciona la máquina binaria que determina las formas
dicotómicas de nombrar y de nombrarnos: lo bueno/lo malo,
la verdad/el error, lo racional/lo irracional, la sabiduría/la
ignorancia, lo normal/lo patológico, la locura/la cordura, lo
objetivo/lo subjetivo, significante/significado:
Siempre hay una máquina binaria que preside la distribución de
los papeles y que hace que todas las respuestas deban pasar por
preguntas prefabricadas, puesto que las preguntas ya están calcu-
ladas de antemano en función de las posibles respuestas a tenor
de las significaciones dominantes.12

Por eso, la invitación del pensamiento deconstructivo


es a romper con la pretensión de homogeneidad del lengua-
je y del sentido único, ejercer resistencia al régimen discursi-
vo establecido, desestabilizar la normalidad del lenguaje y
Crítica de la Razón Mediática

toda pretensión de objetivarlo y controlarlo, desfamiliarizar


nuestra habitual percepción de los objetos (hombre, enfer-

11 M. Foucault. Historia de la sexualidad, 1. La voluntad de saber, Siglo XXI,


1987, p. 19
Juan Barreto

12 G. Deleuze, Diálogos, Pre-textos, Valencia, 1997, p. 27-28


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 265

Tercera Parte / Ensayo II


I

medad, locura, razón, delito, entre otros), de los discursos 265


que los sostienen (disciplinas humanas, medicina, disciplinas
psicológicas, derecho, etc.) y de las instituciones en que fun-
cionan (hospitales, asilos, tribunales, prisiones, etc.). Se trata
de experiencias de lenguaje y con el lenguaje que irrumpen
en el campo mismo del lenguaje, trastocando el régimen de
la significación y de la representación, la identidad y univoci-
dad del sentido, de experiencias que implican descubrir,
como afirma Deleuze, que:
… en una lengua hay varias lenguas, y en los contenidos emiti-
dos todo tipo de flujos, conjugados, prolongados... que uno
puede tartamudear en su propia lengua, ser extranjero en su pro-
pia lengua, es decir, llevar cada vez más lejos las puntas de deste-
rritorialización de los agenciamientos. 13

De ahí que toda obra sea, por ende, un reto a la inter-


pretación, pues, como dijera Breton, cada vez que trazamos
unas líneas, ellas escapan de nosotros y ya no somos autores
de las mismas. El texto opone resistencia a la interpretación y
el signo se opone a la reducción del concepto. La plena pose-
sión y auto conciencia sólo es posible desde lo que Heidegger
llamara arrojamiento (El Heidegger de Ser y Tiempo14, el del estar
allí preguntándose por el hombre y el ser), es decir, por la
confrontación del adentro y el afuera de la obra y de su rela-
ción con el otro, en la que el intérprete es parte del proceso
como horizonte tercero.
Por esto, siguiendo a Vattimo, la hermenéutica va
situándose en contra de la pretensión (aunque sólo sea implíci-
ta) de neutralidad positivista y estructuralista, reivindicando la
pertenencia del sujeto al juego de la comprensión y al evento de
la verdad. Más allá de cualquier metafísica del diálogo, como en
el caso de Benjamin o el último Habermas, a decir de Vattimo,
Crítica de la Razón Mediática

no podemos aferrarnos a la literalidad misma del texto o al dis-


curso en su superficie, pues esto produce un efecto mitificante

13 Ibid., p. 130.
Juan Barreto

14 M. Heidegger, Ser y tiempo, Fondo de Cultura Económica, México, 1951.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 266

Tercera Parte / Ensayo II


I

266 que sustituye el diálogo por las condiciones de producción del


plano de consistencia o cuerpo sin órganos de la verdad. Ya que
al «no pensar el ser como evento sino como estructura» quedan
atrapados en la red del fenómeno inmediato.
Por ello la imposibilidad de un sistema de interpreta-
ción, pues de lo que se trata no es de descubrir un sentido,
sino de problematizar el sentido como lo ha hecho notar
Deleuze, cuando señala que «la noción de sentido reemplaza
la noción de esencia»15. El sentido, escribe Deleuze, ha sido
entendido como:
Principio, Depósito, Reserva, Origen. Principio celeste, se dice de
él que está profundamente tachado, desplazado, alienado. Pero,
tanto bajo la tachadura como bajo el velo, se nos invita a reen-
contrar y restaurar el sentido, sea en un Dios al que no se habría
comprendido lo suficiente, sea en un hombre al que no se había
sondeado suficientemente.

Pero el sentido no es nada de ello:


Es pues agradable que resuene hoy la buena nueva: el sentido no
es nunca principio ni origen, es producto. No está por descubrir,
ni restaurar ni reemplazar; está por producir con nuevas maqui-
narias. No pertenece a ninguna altura, ni está en ninguna profun-
didad, sino que es efecto de superficie, inseparable de la superfi-
cie como de su propia dimensión. 16

Producto o efecto de superficie quiere decir que los


sentidos que damos a las cosas, no son cuerpos sino incorpo-
rales, acontecimientos que «subsisten o insisten, con ese míni-
mo de ser que conviene a lo que no es una cosa»17. No son
las proposiciones ni los objetos que ellas designan, tampoco
la vivencia, la representación o la actividad mental de quien se
expresa en las proposiciones, ni los conceptos, o la significa-
Crítica de la Razón Mediática

ción; aunque tenga caras hacia ambas series, la de las cosas y


las de las proposiciones.

15 G. Deleuze. Lógica del Sentido. Paidós, Barcelona, 1969, p. 90


16 Ibid
Juan Barreto

17 Ibid., p. 28
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Tercera Parte / Ensayo II


I

Por ello, el sentido es, en sí mismo, objeto de una 267


paradoja fundamental que consiste en el hecho de que si lle-
gamos a descubrir el significado de un acto humano, enton-
ces cuando queremos dar sentido a este significado, él se nos
escapa. Y dado que el sentido permite que exista el significa-
do pero no puede ser confundido con el significado, entra-
mos en una paradoja infinita cuando con palabras queremos
dar el sentido de otras palabras.
Una paradoja que recoge las figuras del sinsentido.
Como ha escrito Deleuze, el sentido no tiene como condición
de posibilidad el absurdo, sino el sinsentido. Es decir, para que
el sentido se produzca, es necesario que exista, no el absurdo
sino el sinsentido. Multiplicidad de sentido, multiplicidad de
dispositivos de sentido, multiplicidad de máquinas de sentido,
en donde, como lo ha mostrado Deleuze, el significante remi-
te siempre a un régimen particular de signos, que sin duda no
es, necesariamente, ni el más importante ni el más abierto.

Hermes, el ladrón

El litigio, la diferencia entre Dionisos y Apolo,


entre el impulso y la estructura, no se borra en
la historia, pues no está en la historia.

J. Derrida

La hermenéutica comprende al sentido y viceversa. Por ejem-


plo, algunos personajes conceptuales (Guattari y Deleuze) permi-
ten subjetivar el papel de la interpretación como modo de pro-
ducción de significados. Hermes trasciende el sentido, plantea
Crítica de la Razón Mediática

el o los metalenguajes. El significado connotado. En la mito-


logía, es Hermes quien destaca por la intención que imprimía
a sus recados, por la forma en que los exponía y por las guías
Juan Barreto
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Tercera Parte / Ensayo II


I

268 y consejos. Negociar, conectar, dialogar y robar: verbos detrás


del verbo y diversidad de predicados.
El Nietzsche de Aurora y de La Gaya Ciencia, o el de los
escritos sobre la tragedia, problematiza la radicalización y el
desenmascaramiento de la superficialidad del yo, «sobre todo a
través del reconocimiento del juego de fuerzas de las relacio-
nes sociales, y, en particular de las relaciones de dominio»18,
desde donde es posible abordar el mundo de la conciencia.
Hermes roba a su hermano Apolo. El robo: quitar
algo a alguien sin permiso. Pero dentro del ámbito de la rela-
ción de hermandad es parte del llamado hermenéutico o de
la propuesta de las muchas hermenéuticas: robar el discurso,
apropiarse de él para realizar un parentesco con los relatos, de
modo que quien interpreta sólo puede hacerlo en la medida
que el texto se vuelva parte del “yo” intérprete o del sujeto
como constructo agregado a la interpretación.
Este parentesco entre el ladrón y su víctima, tiene
mucha importancia para el enfoque junguiano desarrollado
por Rafael López Pedraza en Hermes y sus hijos.19 Hermes -nos
lo muestra Homero- ha sido el dios tanto de los ladrones y de
los comunicadores (Mercurio en la tradición romana), como
de los comerciantes. Es el príncipe de los ladrones, conjuga la
estrategia, la saña, los subterfugios y la capacidad discursiva,
lo que hace decir a Ortiz-Osés:
No en vano Hermes, el dios-intérprete del que la hermenéutica
toma su nombre, aparece primitivamente en la mitología griega
como el mensajero del mundo inferior matriarcal femenino y,
por lo tanto, como el representante-libertador de los esclavos
oprimidos.
Se trata de rearticular una realidad en sí misma articulada,
pero desarticulada respecto a la totalidad de su sentido.
Crítica de la Razón Mediática

Interpretar es lograr una comprensión crítica y metodológica


de nuestra realidad. 20
18 G. Vattimo, Ética de la interpretación, p. 123.
19 R. López Pedraza, Hermes y sus hijos, Ateneo de Caracas, Caracas, 1980.
20 A. Ortíz-Osés, Antropología hermenéutica, Ricardo Aguilera, Madrid,
Juan Barreto

1973, p. 67.
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Tercera Parte / Ensayo II


I

Su figura mítica encierra una doble configuración: 269


matriarcal y patriarcal. Por un lado, al borde de la Moira grie-
ga y con aspecto dionisíaco; por otro, hay también un Hermes
masculino, al lado de las luces de Zeus, interpretando lo que
el lenguaje nos dice. Los diálogos de Hermes con Zeus y con
Apolo, evidencian el alma performativa del discurso. Es bien
sabido que las cualidades olímpicas de los dioses les vienen de
su significación característica y son arquetípicas. Hermes
posee la libertad, el aliento y el brillo que lo emparentan con
su progenitor y, entre los dioses, es el más amistoso con los
hombres. Es por ello el mensajero por excelencia.
Hermes es un ladrón que luego ofrenda a los demás
dioses el sacrificio de animales del rebaño de Apolo. Es así
como el hermeneuta se interesa en los saberes, se descubre a
sí mismo en el texto y, en la interpretación múltiple e intertex-
tual, busca persistente hasta desconocer con sorpresa, casi
por completo, al objeto y la multisubjetividad que funda cada
propuesta del sentido. Esta relación hermenéutica está cruza-
da por la ironía, pero, como dice Derrida, en sus conversacio-
nes con Ortíz-Osés: «… en la ironía que da a entender lo con-
trario o diferente descubrimos un ir y venir peripatético, del
sentido oculto de nuestra existencia»21. Claro que esto podría
confundirse con un dialogismo romántico, al que Foucault le
sale al paso en Las palabras y las cosas, aunque también resul-
ta de interés observar que Gadamer vincula el ejercicio her-
menéutico con el acto de mentir:
Pero en las condiciones hermenéuticas de nuestra conducta lin-
güística aparece aún, a nivel más profundo, otra forma de refle-
xión hermenéutica que no afecta sólo a lo no dicho, sino a lo
encubierto por el lenguaje. Que el lenguaje puede encubrir con
el acto mismo de su ejecución es obvio en el caso especial de la
Crítica de la Razón Mediática

mentira.22

21 J. Derrida, "Drama e identidad [Debate]", en revista Anthropos, Nº


123, Barcelona, 1991.
Juan Barreto

22 H. G. Gadamer, Verdad y método, p. 176.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

270 Robar es una forma de mentir y de encubrir, y toda


estrategia de poder es una revelación y un encubrimiento a
la vez. De hecho, si no hay co-implicación entre el texto y
el intérprete, difícilmente se podrá “robar”. Sin esa co-
implicación sujeto-sentido-texto, como basamento de una
pretendida comprensión, se hace aún más distante la posi-
bilidad a una apertura de sentido que “robe” toda idea pre-
concebida. Este es un llamado a la imaginación que hace
experiencia, y a decir de Gadamer, la experiencia es siempre
conocimiento de lo conocido y un camino para el conoci-
miento del mundo.

Por una semiótica hermenéutica

Un signo no tiene compromiso ni contenido


específico, no remite a nada específico que no
sea a su propia transformación al interior de los
regímenes de sentido con los que juega, en los
que entran también, las variables del deseo.

G. Deleuze.

Hermes propone al símbolo como un objeto lúdico, una


estrategia de conexión y defensa, desde donde es posible el
sentido nuevo. Por el contrario, Apolo y Zeus son más bien
la episteme dominante. Ambos dioses constituyen los sopor-
tes arquetipales de «la conciencia colectiva, del ‘establish-
ment’ u orden imperante, del espíritu de la época, reflejando
en gran parte la moral colectiva»23. En este choque de fuer-
Crítica de la Razón Mediática

zas performativas va surgiendo el modelaje de sentido de la


interpretación. Heidegger plantea, refiriéndose a la herme-
néutica, que:
Juan Barreto

23 R. López Pedraza, Op. cit, p. 75.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

…en ella queda definida la ideología en su sentido fuerte o redu- 271


plicativo, como atenerse inmediato al presente o aceptación acrí-
tica de la realidad- ante-los-ojos frente a la que sólo cabe una vía
[...] Y eso a base de una distinción ya clásica entre lo que se dice
y lo que yace co-dicho, o sea, entre dirección y condición, entre
lo que se dice y se quiere decir.24

Por tanto, hay que admitir a un Heidegger ontológico


que afirma la vinculación entre ser y lenguaje, con el análisis
del Dasein como totalidad hermenéutica. Es decir, conexión
entre la pregunta por el hombre y el final del ser, entendien-
do su alteridad, eventualidad y mismidad en un corte trans-
versal de su antropología y de su carácter retórico.
Entonces: ¿Cómo entrar en el símbolo? Recordemos,
lo señalado por Eco, quien plantea que un signo es todo lo
que sirve para mentir. O volvamos a Durand, quien propone
que el símbolo se complementa con la subjetividad o el sen-
tido sugerido y más que sugerido, explícito. Construir el enga-
ño y desmontarlo es una estrategia de sentido.
En esta dirección, Gadamer apunta que la hermenéu-
tica es «ante todo una praxis, el arte de comprender y hacer
comprensible», pero rompiendo con el dogmatismo del con-
cepto, «para no sucumbir al capricho de la definición».25
Aquí, la relación entre el estado de yecto y la dimensión de
proyecto, entre el pasado y el futuro que se realiza
(Heidegger), queda dada por lo que Gadamer nominara como
Sensus comunis intersubjetivo. De donde la hermenéutica, el her-
meneuein -que significa interpretar- es la fuente de los discur-
sos, como lo entendieron también Dilthey y Nietzsche.
Por otra parte, sentido de la realidad y sin-sentido se
debaten en el mundo del consenso gentium, y fuera de allí, en
Crítica de la Razón Mediática

el Dasein de la auto-comprensión y una teoría del sentido. En


la medida en que la hermenéutica se reconoce como proce-

24 M. Heidegger, Ser y tiempo, p 146.


Juan Barreto

25 H. G. Gadamer, Op. cit, p. 389.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

272 dencia y destino, como pensamiento de la época final de la


metafísica y del nihilismo, accede a encontrar «en la ‘negativi-
dad’, en el ‘disolverse’ como destino del ser [...] un principio
orientador que le permite llevar a cabo su propia vocación
ética originaria»26, sin necesidad de restaurar la metafísica de
la subjetividad, ni de abandonarse a la futilidad de ser una
mera filosofía relativista de la cultura.
Así pues, sólo parece quedar la interpretación para
refundar la consistencia de la verdad, movimiento en el cual
tiene lugar una semiótica del mundo y un proceso de simbo-
lización del mismo que, luego, será intersubjetivamente vali-
dado en los discursos que dan cuenta de la sexualidad, la ver-
dad o la muerte.
Esto ocurre mediante el ejercicio de un pensamiento
rizomático, en el que no existe un fundamento central, pues
el proceso surge de lateralidades y lugares polimorfos, multi-
céntricos, autónomos; de discontinuidades y líneas de fuga
diversas y cambiantes que pasan de una serie a otra y de un
estado a otro, y cuyos productos nunca son estados finales
sino materia prima para nuevas combinaciones espontáneas
de subjetividades intercambiables, definidas sólo en un esta-
do momentáneo inestable. Materia que puede ser en sí misma
lateral y rizomática, en el estilo de Deleuze y Guattari. Por
eso:
… la interpretación no se limita a los textos y a la comprensión
histórica que se trata de alcanzar en ellos. Todas las estructuras
de sentido concebidas como textos, desde la naturaleza
(Interpretatio naturale, Bacon), pasando por el arte (al que la caren-
cia de conceptos -Kant- convierte en ejemplo preferencial de
interpretación -Dilthey-), hasta las motivaciones conscientes o
inconscientes de la acción humana, son susceptibles de interpre-
Crítica de la Razón Mediática

tación [...] El psicoanálisis y la crítica escéptica o utópica


(Adorno y Marcuse), deben someterse aún a una reflexión her-
menéutica.27

26 G. Vattimo, Ética de la interpretación, p. 224.


Juan Barreto

27 Ibid., p. 372.
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Tercera Parte / Ensayo II


I

De este modo, el sujeto que surge no es más que un 273


universo de máquina subjetiva, es decir, producción y corte
de energías y deseos, ensamblajes de partes-imágenes
(Bergson) que hacen el mapa y no el calco, pues el mapa se
opone al calco en cuanto susceptible al cambio al ser des-
montable y modificable en múltiples campos de experien-
cias y en prácticas discursivas y no discursivas. En G.
Durand, los símbolos humanos recobran la dimensión míti-
ca más allá de la interpretación dualista y se proyectan hacia
el principio de identidad, drama de verdad, error y concep-
ción de las ideas.28
Habría que agregar a la comprensión de estas prác-
ticas, las reflexiones nietzscheanas alrededor del asunto del
error, es decir, su papel multiperformativo en el conoci-
miento y la reflexión que hace posible la genealogía fou-
caultiana que describe la odisea de la voluntad de poder ins-
crita en el proyecto de cualquier saber. Es lo que Ortíz-
Osés llama el «carácter crítico proyectivo de barreno semió-
tico» de la interpretación como mediación de saber. Para
decirlo con E. Cassirer: «Mientras que el signo es parte del
mundo cósmico del ente, el símbolo participa del mundo
humano de la significación, o mientras que el signo signifi-
ca o consigna significado, el símbolo simboliza o consigna
un sentido».29
Otro aspecto a destacar es el referido a las subjetivida-
des que alimentan las significaciones, desde la llamada crisis
semiótica, y fundan una sospechosa certeza de la existencia de
una crisis de sentido. Al respecto, es menester recordar la
intrínseca articulación entre los modos de interpretación de
Crítica de la Razón Mediática

los textos y las formas de ser de quienes interpretan los tex-


tos, como bien lo ha subrayado Garagalza:

28 G. Durand, La imaginación simbólica, Anthropos, Barcelona, 1990, p. 152.


29 E. Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas, Tomo I, Gedisa, Madrid,
Juan Barreto

1987, p. 110.
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Tercera Parte / Ensayo II


I

274 El modo de comprender el texto, se encuentra íntimamente vin-


culado al modo de ser de quien lo interpreta, puesto que el sen-
tido oculto, místico, es una realidad viva que afecta en el presen-
te al que lo reencuentra, de manera que, en cada caso particular
de interpretación, se mostrará actualizado en un aspecto peculiar
e irreductible.30
La hermenéutica está siempre apelando a la subjeti-
vidad, razón por la cual, como ha planteado Gadamer,
todo diálogo entablado con las ideas de un pensador en un
intento de comprensión, es un dialogo inacabado, en el
que buscamos encontrar nuestro lenguaje, en términos de un
lenguaje común. Esto es lo que Gadamer llama la compren-
sión personal o camino de la experiencia sensible. La motivación
del pensamiento de Gadamer puede encontrarse en este
fragmento:
La identidad del yo y la identidad del sentido que se construye
entre los interlocutores no quedan erosionadas por eso. Es cier-
to que la comprensión de uno por otro no cubre todo el ámbito
de lo comprendido. Aquí el análisis hermenéutico tiene que eli-
minar claramente un falso modelo de comprensión y de acuerdo.
En el acuerdo, además, la diferencia nunca se disuelve en la iden-
tidad. Cuando se dice que hay acuerdo sobre algo, ello no signi-
fica que uno se identifique en su opinión con el otro. Hay co-inci-
dencia.31
Hay una figura fundamental sobre Hermes como
imagen creadora: la creación del fuego. Él es el primero
que hace del fuego algo primordial, lo cual responde a su
naturaleza mediadora que conecta lo divino con lo huma-
no, los contrarios y las posiciones binarias. En razón de
esta conexión se logra la experiencia del sentido. El fuego
inicial, el del conocimiento, proviene de la sospecha, la
Crítica de la Razón Mediática

curiosidad, la pasión libre de compromisos y la liberación


de la subjetividad.
30 L. Garagalza, La interpretación de los símbolos, Anthropos, Barcelona,
1990, p. 110.
Juan Barreto

31 H. G. Gadamer, Verdad y método, p. 23.


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Tercera Parte / Ensayo II


I

una aproximación a la opacidad 275

-Demóstenes: ¿Qué estatuas? ¿De verdad crees en los


dioses?
-Nicocias: Yo sí.
-Demóstenes: ¿Que pruebas tienes?
-Nicocias: Que los dioses me odian. ¿No tengo yo la
razón?
-Demóstenes: Muy bien, me has convencido.

Aristófanes.

Hay que liberar a los fantasmas para que jueguen con el pen-
samiento. La apreciación de las cosas siempre remite al fan-
tasma y ésta a su vez a la función de la imaginación. C.
Castoriadis, en Los dominios del hombre, sostiene que el fantas-
ma no es simplemente mediación entre las categorías y lo
dado empírico, es también resonancia y reminiscencia, resi-
duo y fragmento de memoria. Es sobre todo soporte del pen-
samiento y de lo inteligible, pues toda enunciación dice algo
de otra cosa.
Por eso dice que «el alma nunca piensa sin fantasmas».
Los fantasmas son noemas pioneros del pensamiento y nada
puede el pensamiento sin ellos. Por ello, cuando alguien nos
habla de amor o del color rojo nos asaltan los fantasmas aso-
ciados a cada uno de ellos. De ahí el lenguaje como mitología
de lo cotidiano. Como dispositivo con que se narra al mundo,
nos narramos a nosotros mismos y somos, también esos rela-
tos. Desde este enfoque, se encuentra Prometeo como arque-
tipo del lenguaje que oscurece o enciende.
Crítica de la Razón Mediática

Prometeo es el titán que robó el fuego “por el bien de


la humanidad”, decía Esquilo. Hermes lo enciende y Dionisos
juega con él mientras Apolo lo mira. Recordemos que ambos
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 276

Tercera Parte / Ensayo II


I

276 héroes, Prometeo y Hermes, están vinculados a la naturaleza


humana en términos arquetipales, aunque provienen de dis-
tintas estirpes. Prometeo es titánico y Hermes es olímpico.
Los primeros son los viejos dioses derrotados, cuyo delito,
cuenta Hesíodo, fue superar la medida humana de la estatura olím-
pica, es decir, su falta de ley y emprendedora rebeldía.
Lo más titánico de Prometeo es que, aún atado a la roca,
se mantiene más fuerte y paciente que la roca y el buitre, siem-
pre puesta la fe en el hombre. Prometeo es conocido por pre-
ver, y éste apunta a que los hombres serán los próximos dioses.
«¡Oh, Justicia, oh, madre!», grita Prometeo, «bien ves
lo que me hace sufrir». Y Hermes, burlándose, le dice: «Me
maravilla el que siendo divino no hayas previsto el suplicio
que padeces». «Lo sabía», responde el rebelde. Hermes y
Prometeo, rescatan la mirada idealista y la óptica sagaz. La
hermenéutica contiene a la figura mítica de Hermes: el viejo
sabio, reconciliador de los contrarios e intermediario entre lo
humano y lo divino en el espacio reconciliador de la palabra,
en los términos en que Gadamer entiende el sentido de la dis-
cusión en la formación de la verdad y de la opinión.
Respecto de la interpretación en Freud, Marx y
Nietzsche, Foucault plantea una duda acerca de su rompi-
miento con la episteme moderna, pues, a su juicio, estos pen-
sadores no se liberaron del tipo de interpretación vuelta sobre
sí misma, constituyendo sobre nosotros y nuestras relaciones
con el mundo, el tipo de imágenes cuyas huellas hacen parte
del narcisismo de hoy. Sin embargo, Foucault reconoce que
ellos no le dieron un sentido nuevo a las cosas y que el valor
de sus aportes en este ámbito consiste en que cambiaron la
naturaleza del signo, al modificar la forma en que éste era
Crítica de la Razón Mediática

generalmente interpretado: «los signos son interpretaciones


que tratan de justificarse y no a la inversa», pues la «interpre-
tación precede al signo»32.
32 M. Foucault, Sobre Nietzsche, Freud, Marx, Anagrama, Barcelona, 1970,
Juan Barreto

pp. 38-39.
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 277

Tercera Parte / Ensayo II


I

Nos encontramos aquí con la sospecha de que el len- 277


guaje no dice exactamente lo que dice, de que el lenguaje reba-
sa lo propiamente verbal, por lo que no cabe sino constatar la
inexistencia de una hermenéutica general y, por ende, la exis-
tencia de teorías opuestas que determinan reglas de interpre-
tación y deconstrucción. En última instancia, nos enfrentamos
al hecho de que lo real es afectado por los diversos modos de
interpretarlo, deviniendo mezcla. Y es en este sentido que
Foucault subraya el carácter inacabado de la interpretación:
Esto quiere decir simplemente que no hay nada que interpretar.
No hay nada absolutamente primario para interpretar, porque en
el fondo ya todo es interpretación, cada signo es en sí mismo no
la cosa que se ofrece a la interpretación, sino la interpretación de
otros signos.33

Esta concepción de la hermenéutica revela que si no se


puede abarcar la totalidad hasta los límites, entonces, nunca ha
existido un objeto de interpretación, sino interpretaciones
interpretadas, es decir, cadenas de sentido construidas desde
un proceso continuo e ininterrumpido de interpretación.
Ya Nietzsche apuntaba que no había un significado
original en las palabras, sino una historia de sus interpretacio-
nes, esto es, una praxis simbólica. Para Nietzsche lo “verda-
dero” se encuentra en el intérprete, quien es gestor de la
forma y del significado que desea expresar en una función
simbólica recubierta por su interpretación34. Por lo tanto, si
33 Ibid., pp. 35-36.
34 A decir de Jesús María Aguirre, "no puede haber comprensión de la rea-
lidad y menos explicación o pretensión de verdad, sin la autoafirmación de
un sujeto que se determina y se compromete en su acto expresivo; ni tam-
poco intervención social y consiguientemente praxis social, donde no son
explícitos el deseo de ser y el esfuerzo por existir que nos caracteriza. El
sujeto instaurado en su 'agencia', es el que articula la posibilidad de auto
designarse en la instancia del discurso y de posicionarse con referencia
práctica al mundo, correlacionando experiencias y expresiones en el inter-
Crítica de la Razón Mediática

cambio con otros sujetos… La identidad de la historia…, es la que la hace


la identidad del personaje, y por ello sostenemos que el carácter durable de
los personajes y la representación de los sujetos sociales, se sostiene simbó-
licamente por la identidad narrativa de unos actores, cuya comprensión le
es posible por la referencia a unos agentes esforzados en construir una rea-
lidad significativa". J. M. Aguirre, "Interpretar la comunicación", en revista
Juan Barreto

Comunicación, Nº 82. Caracas, 1994, pp. 65-67.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 278

Tercera Parte / Ensayo II


I

278 la interpretación precede al signo, esto implica que el signo no


se presenta inocentemente como un retrato original del obje-
to en estado bruto, sino que, por el contrario, consiste en una
interpretación que intenta justificarse mediante una configu-
ración de sentido.
Esta cuestión atraviesa sustancialmente las discusiones
entre la semiótica y la hermenéutica, como terreno en el cual
la hermenéutica prefiere asumir al símbolo en tanto elemento
más adecuado para enmarcar el juego de contradicciones y
fuerzas reactivas que suscita la función significante primaria de
aprehensión de la realidad. Asimismo, el signo no puede, ni
debe dejarse de interpretar a sí mismo y el acto interpretativo
debe ser continuo y recircular sobre sí mismo. En otras pala-
bras, la hermenéutica analiza al intérprete y al signo.
Se trata, para decirlo con Foucault, que el signo aspira
a deificarse mientras la hermenéutica no ceñida a la semióti-
ca, le recuerda su destino35. De modo que si no se compren-
de el papel dinámico del juego de sentido de la tarea interpre-
tativa y la capacidad resignificadora de la interpretación, sólo
haremos metafísica a la hora de estudiar los sucesos de la
comunicación y sus lenguajes.
Al respecto, hay que tener presente la reflexión de J.
Derrida36 sobre los bordes del lenguaje, sus irrupciones vol-
cánicas o sus líneas de inmersión, pues hay momentos
sociales, por ejemplo, en que los lenguajes actúan como
emergencias, como aporías en búsqueda de un cauce alter-
nativo al lenguaje captura, que funciona en el poder de cen-
sura. Me refiero al poder de enunciación presente en el
poder de la potencia constituyente, es decir, a la traducción,
búsqueda de otra técnica, o infiltración de cualquier forma
Crítica de la Razón Mediática

de lenguaje-acontecimiento.

35 M. Foucault, Nietzsche, Freud, Marx, ya citado.


Juan Barreto

36 En: El lenguaje y las instituciones filosóficas, Paidós, Barcelona, 1990.


3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 279

III 279

EL MITO: PASAJE NARRATIVO


del significante-signo
al sÍMBolo

…los regímenes de signos no están


determinados ni por las funciones orgánicas del
lenguaje ni siquiera por un “organon” de la
lengua. Al contrario, son los propios regímenes de
signos (pragmática) los que fijan en una lengua
como flujo de expresión los agenciamientos colec-
colec-
tivos de enunciación, y a la vez los agenciamientos
maquínicos de deseo en los flujos de contenido.

G. Deleuze.

simbolizar:
¿una tarea del lenguaje?

No existen funciones del lenguaje, lo único que


existe son regímenes de signos que conjugan a la
vez flujos de expresión y flujos de contenido,
determinando sobre éstos, agenciamientos de
deseo, y sobre aquéllos, agenciamientos
de enunciación, los unos imbricados en los otros.
El lenguaje nunca es el único flujo de expresión; y
un flujo nunca está solo, sino que siempre está en
relación con flujos de contenidos determinados por
el régimen de signos.

G. Deleuze.
Crítica de la Razón Mediática

evisemos: Heidegger, refiriéndose a la reflexión sobre la


R comprensión del mundo, explicaba que el lenguaje no
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 280

Tercera Parte / Ensayo III


I

280 era sólo un modo de conocer sino un modo de ser del hom-
bre que, a la vez, asume una reflexión sobre el sentido. A esta
visión del lenguaje se articula el llamado círculo hermenéuti-
co, que se plantea el sentido del sentido.
Con ello, la hermenéutica puede visualizarse como la
búsqueda de un lenguaje intertextual que complemente las
acepciones de posibles sentidos de todos los lenguajes, en
donde el signo juega el papel de transporte natural de las
representaciones y de los intereses simbólicos que se materia-
lizan en ellas. La hermenéutica es, en tal perspectiva, una dis-
ciplina que abarca el máximo contexto y advierte la singular
conexión con la lengua como garante de transmisión y ema-
nadora inmanente de sentido.
Por esta razón, podemos afirmar que la hermenéutica
es posibilidad de transversalidad en el método, que también
habita en los espacios de la filosofía, la cual renace aquí como
el lenguaje de todos los lenguajes, como mediación entre el
mundo cultural y el universo simbólico. En cuanto a la capa-
cidad del lenguaje, Ortíz-Osés ha expresado que éste es más
abarcante que el propio Ser: «mientras que no todo pasa por
el Ser (por ejemplo, la nada), por el lenguaje pasa todo, pues
incluso puede hablarse con sentido de la nada».1
Y aún más trascendente nos lo muestra Cassirer, al
considerar al lenguaje como el «lugar de tránsito o mediación
entre el inframundo mítico y el supramundo lógico-racional»2.
De ahí que el lenguaje funcione como mediador entre la origi-
nal función mítica y la derivada función semántica (o referen-
cial), sin embargo, como ente aparte no se identifica con nin-
guna de sus dos funciones. El momento de la comprensión
hermenéutica, o el proceso de explicitación, se inician en el
Crítica de la Razón Mediática

lenguaje, pero éste no es capaz de abarcarlos en su “totalidad”.

1 A. Ortíz-Osés, El inconsciente colectivo vasco, Antrhopos, Barcelona, 1990,


p. 209.
Juan Barreto

2 Citado en L. Garagalza. La interpretación de los símbolos, p. 129.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

Esta postura de Cassirer, en aras de alcanzar el verdadero sen- 281


tido desde y entre el lenguaje, se encuentra con limitaciones:
El concepto puro, comparece así como el destino, hacia el que
tiende asintónicamente el lenguaje en su desarrollo espontáneo,
como una ‘tierra prometida’ hacia la que se encamina pero que, en
cuanto lenguaje nunca podría alcanzar. La palabra, en cualquier
caso, cumple a este respecto una función de capital importancia,
pues sienta las bases y prepara las condiciones necesarias a partir
de las cuales, se podrá realizar esa conquista reservada a la ciencia.3

Ahora bien, la tarea de liberar al signo del peso muerto


del estructuralismo, es posible. Al respecto, el espacio fractal
del signo es una invitación a un salto, por eso, los hermeneutas
consideran secundario al signo de los estructuralistas, el signo:
…detenido, fijado, pues ha perdido su pregnancia, su virtualidad
de mantener reunidos lo sentido y el sentido, se ha convertido en
un simple rótulo, en una etiqueta para, y de un modo convencio-
nal y arbitrario, designar a la cosa a la cual se refiere o sustituir a
aquello que representa.4
Apoyándonos, fundamentalmente en el análisis de
Garagalza, comentaremos seguidamente algunos plantea-
mientos de G. Durand y Corbin, relacionados con el tránsito
del signo al símbolo. Durand, es partícipe de colocar al signo
al nivel de estratificación del símbolo, como el medio que
puede mantener y manifestar el sentido, por lo tanto, funge
como mediación de la verdad, puesto que la verdad es confi-
guración de sentido.
En el símbolo (para la corriente de La Escuela de
Eranos, a partir de la teoría junguiana), se cristaliza la necesi-
dad de sentido por su dualidad como «mediador o interme-
diario, que complementa y totaliza la conciencia y lo incons-
ciente, la subjetividad y la objetividad, el pasado y el futuro»5.
Crítica de la Razón Mediática

3 L. Garagalza. Op. cit, p. 136.


4 Ibid., p. 11.
Juan Barreto

5 Ibid., p. 26.
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Tercera Parte / Ensayo III


I

282 Por ello, Durand se resiste a la reducción semiótica del len-


guaje como sistema cerrado de signos que comporta un valor
relacional, de igual forma se enfrenta al estructuralismo por
ofrecer explicaciones separadas del contenido, en las que el
intérprete debe reconstruir, o redescubrir, en las bases de las
relaciones de los elementos. No obstante, reconoce cierta
validez en el estructuralismo como sistema de orientación
que delimita diferentes tipos de estructuras. El término
estructura, según el uso de Durand, procede con mayor fuer-
za en tanto que conjuga la materialidad con la forma.
Tal postura se expresa en dos postulados. El primero,
es el del uso, que cuestiona la función del lenguaje como mera
comunicación y entiende a éste, al lenguaje, «como forma de
vida» que evoca, expresa y representa, es decir, organiza la fun-
ción simbólica de la cual, la comunicación podría ser una de las
consecuencias. Es así como una palabra sin contexto tiene un
significado de difícil determinación.
Por esta razón, el lenguaje, andamiaje significante, diría
Lacan, no es una emulación de la realidad, sino que su objeto
es simbolizar, aproximarnos a un sentido que deja de ser obje-
tivo para asumir lo que de subjetivo presenta, mediante una
«subjetividad trascendental o intersubjetividad» que enmarca a
la palabra dentro de las múltiples formas en que puede ser con-
figurada y que, además, genera sentido tras un contexto que
habla de la significación. Así pues, cada palabra dentro de cada
discurso muestra la ambición de la significación, de lo que se
quiere decir. Admite, no sólo un sentido, sino que incluye tam-
bién la develación de un personaje. La palabra “encarnada” evi-
dencia una situación pragmática específica, y más, una expe-
riencia antropológica subyacente.
Crítica de la Razón Mediática

El segundo postulado es el de la apertura en profundidad,


en donde la significación desborda el orden superficial de los
significantes. Es decir, entre la forma del discurso (arquitectu-
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 283

Tercera Parte / Ensayo III


I

ra visual, articulación, organización, fonética o buena escritu- 283


ra) y la ambición de sentido, hay una ruptura de nivel. El sen-
tido es la propia subjetividad en el trabajo de una interpreta-
ción simbólica, contextualizada dentro de parámetros antro-
pológicos-vitales.
Según Durand, es sólo desde un metalenguaje que se
podría tomar alguna perspectiva que aborde el sentido del
lenguaje, pues el sentido simbólico tiene primacía sobre el
literal. El lenguaje, mientras interpreta al hombre, lleva el aná-
lisis de la realidad en sus formas simbólicas, por ello la sim-
bolización es constitutiva de la propia experiencia, entendida
también como construcción mítica.6
Desde la hermenéutica corbiniana, analizada por
Garagalza, la comprensión del sentido es implicativa, «con lo
cual, la penetración en el sentido místico del texto, viene a
coincidir con la profundización en el aspecto de la propia vida
del hermeneuta (o la exégesis del texto como exégesis del
alma)»7. Toda diferencia entre el conocedor y aquello que se
conoce, queda abolida y deviene en común realidad, pues
como dice Corbin, «una vez allanada la montaña de la indivi-
dualidad cerrada, ya no hay más un único Sujeto Absoluto
que se conoce a sí mismo -Sujeto absoluto y trascendental
que, al conocerse, conoce o reconoce una realidad arquetípi-
ca común».8

6 "En definitiva, la tragedia (la apuesta, que es lo que cuenta) supone una
creencia que se conoce que es tal, que sabe que no puede aspirar a ser más
que ello -esto es, una mera creencia privada ya, una vez quebrado el tipo
de transparencia que proveía el determinismo, de toda garantía objetiva -
pero que, para serlo, no puede tampoco, sin embargo, resignarse a no ser
algo más que ello: indudablemente, no tiene sentido apostar si no contá-
Crítica de la Razón Mediática

semos más que con una mera creencia, esto es, si existiera la posibilidad
de alguna evidencia (ya sea de que Dios existe o de que no existe) pero,
inversamente, no sería razonable apostar si aceptáramos que se trata de un
mera creencia ‹un pura ‹construcción discursiva›, ‹un ‹mito›, en palabras de
Laclau y Mouffe." E. J. Palti, Op. cit. p. 85.
7 L. Garagalza. Op. cit., p. 110.
Juan Barreto

8 Citado en L. Garagalza, Op. cit., p. 111.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

284 la interpretación, o la comprensión


de un significante-signo que se
hace símbolo

Estamos definiendo un régimen en el que el signo


no cesa de remitir al signo, de un círculo a otro;
como los electrones en el modelo atómico de la
mecánica cuántica , actuando por saltos energéticos.
Desde un significante móvil y un conjunto de
significados posibles, y en el que la interpretación,
la asignación de significado, no cesa de restablecer
al significante; como para recargar al sistema y
vencer la entropía por medio de un conjunto de
intensidades y de flujos; que como el átomo,
dibujan el mapa particular de su existencia en cada
posibilidad.

C. Parnet.

Hay quienes sostienen que el signo es fijado como término


que “economiza” lo real, ya que relaciona la alegoría y el sig-
nificante abarcando a las categorías abstractas, mientras el
símbolo -de interés para la hermenéutica- es el mediador por
excelencia. Para nosotros se trata de planos, segmentos, estra-
tos y relaciones de sentido desde donde el lenguaje funciona
o se deja funcionar de manera fecunda. Es el movimiento
que va de la posición a la velocidad y, como la música y el
pensamiento, ocurre en el espacio-tiempo.
El signo, como materia abstracta que se hace símbo-
lo, siempre podrá renovarse en una suerte de dialéctica, en un
dasein que supone negación, conservación y superación, que pro-
mueve su configuración trascendente: el sentido simbólico.
Lo inmanente es la figura sensible. En palabras de Garagalza:
«Lo inmanente y lo trascendente, lo profano y lo sagrado, lo
Crítica de la Razón Mediática

consciente y lo inconsciente quedan por tanto, reunidos, vin-


culados por el símbolo como mediación, que inaugura una
dialéctica inextinguible... como el mensajero de la trascen-
Juan Barreto
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Tercera Parte / Ensayo III


I

dencia en el mundo de la encarnación y de la muerte».9 285


Desde este enfoque, para Durand, el símbolo no reco-
noce la arbitrariedad, porque la figura manifiesta un sentido y
obtiene una consistencia propia que les otorga la familiaridad
entre la figura sensible y el sentido, gracias al «trayecto antro-
pológico». Esta dialéctica interna al símbolo y su apertura fun-
dante, admite la lectura hermenéutica que asimila la seducción
interiorizada de sentidos, los cuales no se instauran en una tem-
poralidad, sino en la convergencia de símbolos que apuntan
hacia una significación. Por ello, dice Garagalza, en Durand:
El espacio comparece así, como la condición a priori de toda
intuición de imágenes, como el lugar de la imaginación que en
cuanto reserva infinita de la eternidad, se presenta como un anti-
destino, empeñado en la eufemización del tiempo y de su actuali-
zación y la muerte, reintegrándola en un tiempo reencontrado.10

La metáfora simbólica tiene, así, una función de descu-


brimiento, un poder de poner ante los ojos. Es el poder ver her-
menéutico. Es el decir metafórico, un ver como que implica, a la
vez, ser y no ser de la cosa, y mutación continua del objeto,
entendido éste como lo que cambia, un lenguaje en sí mismo y
una posibilidad de saber, de la cual formamos parte en un
juego de complicidades.11 En esta perspectiva, para Corbin:
… comprender el Libro, significa por tanto, redescubrir y reacti-
var el sentido espiritual que se manifiesta, ocultándose al mismo
tiempo en la literalidad del texto... Ser más bien una experiencia
vital, en el curso de la cual, el alma del hermeneuta sufre una
transformación o transmutación, regenerándose, de la misma
manera como el sentido esotérico o ‘caído’ se ‘transgrede’ para
dejar paso al sentido esotérico profundo. Esta transmutación del
alma, como ‘transgresión’ de la letra, que se corresponde con la
interiorización del sentido, podría ser comparada con lo que Jung
Crítica de la Razón Mediática

denominó, el ‘proceso de individualización’, cual proceso de ini-


ciación al sentido oculto...12

9 Ibid., p. 53.
10 Ibid., p. 56.
11 P. Ricoeur, La metáfora viva, Trotta, Madrid, 2001, p. 332.
Juan Barreto

12 Citado por L. Garagalza, Op. cit., p. 111.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

286 Durand, por su parte, considera que la cultura y la vida,


es decir, lo que motiva la reflexión y la ensoñación, es lo que
sobredetermina con una especie de finalidad, el proyecto natu-
ral proporcionado por los reflejos dominantes que hacen las
veces de tutores instintivos13. Se debe declarar una matriz fecun-
da de las intersubjetividades, genética de la naturaleza humana
y del inconsciente colectivo. Siendo así, la vía humana para
descargar la intensidad simbólica reprimida relativamente por
un ideario totalizador, es la otorgada por el recurso imaginati-
vo, explicado por Bergson como parte de la inteligencia huma-
na, como reacción natural (reacción que, entre otras cosas,
promueve hechos como la fatalidad de la muerte).
Durand, a partir de la imaginación como Intelecto
Agente, establece dos regímenes de sentido para encarar lo
real: el diurno y el nocturno. El primero es una suerte de estruc-
tura esquizomorfa heroica: «aquí la imaginación funciona
polémicamente, sirviéndose de la antítesis como figura retó-
rica fundamental que establece, en un intento de eufemiza-
ción, una interpretación dualista, basada en el juego de figu-
ras y de imágenes antagónicas»14.
En el régimen nocturno, la imaginación organiza y
mide el tiempo, o -sublimando la líbido- lo puebla con mitos.
Entonces, se divide en dos tipos de símbolos: los místicos,
que constituyen las inversiones eufemizantes de las valoracio-
nes dominantes, y los sintéticos, «polarizados por la búsque-
da de lo que hay de intemporal en el seno mismo de la flui-
dez del tiempo, se esfuerzan por conciliar el deseo de eterni-
dad con las intuiciones del devenir».15
Crítica de la Razón Mediática

13 G. Durand, Las estructuras antropológicas de la imaginación, Verjat,


Barcelona, 1989, p. 458.
14 L. Garagalza, Op. cit., p. 74.
Juan Barreto

15 Ibid., p. 79.
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Tercera Parte / Ensayo III


I

el mito como agenciamiento 287

El mito es un engranaje funcional. Así pues, una


semiótica debería tener un primer elemento generati -
vo de un punto de subjetivación, que muestre cómo
un agenciamiento pone en juego a varios regímenes
de signos, o varias máquinas abstractas; haciendo
que cada una juegue en el engranaje de las demás.
Un segundo componente transformacional,
que muestre cómo un régimen de signos puede
devenir en otro, desde residuos de archivos aparen -
temente inasimilables y cómo jugar con nuevas
variaciones e innovaciones.

F. Guattari.

¿Cómo explicar la abundancia de textos, discursos e historias


que pueblan la gramática del sentido? ¿De dónde salen las
materias primas del relato teleológico de la modernidad?
Haciendo nuestras las palabras de Georges Gusdorf16, desde
siempre, el mito ha sido constitutivo de la elaboración del
modelo perfecto de todo ser del mundo. Por ello la tarea del
hombre vuelve siempre a personificar a los héroes míticos,
como si la conciencia mítica le ofreciera una especie envoltu-
ra protectora dentro de la cual el hombre imagina su lugar sin
peligros en el universo.
Vivir el mito, cosa que siempre ocurre, pues está ins-
crito en la piedra del lenguaje con el que desciframos el
mundo, no impide estar prevenidos. Cassirer nos advierte
sobre el devenir y la intuición mítica que nos conecta con lo
sagrado, la fe en el futuro, siempre incierto, siempre promesa,
siempre falso performativo, siempre optimismo presente ante
lo desconocido. Dionisios, por ejemplo, en palabras de J. L.
Crítica de la Razón Mediática

Mujica, sirve de antídoto «para romper con el patetismo infe-


liz de las Hades»
Juan Barreto

16 G. Gusdorf, Mito y Metafísica, Nova, Buenos Aires, 1960.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

288 Mythos, es lo que no pude existir en la realidad, es la


Teogonía como totalidad que no se puede concebir ni como
objeto pensado ni como forma existente. Sólo es posible
como relato que funda la separación irreductible del mundo
profano con el espacio de lo sagrado (el deseo). Por esto el
mito es, entonces, una estructura permanente que se refiere
de manera simultánea al modo de conjurar la muerte y de
organizar la vida: presente, pasado y futuro se funden en
dicha genealogía para la aprehensión de las cosas. El mito
ordena el sentido del ser en el mundo dándole una visión cós-
mica que lo dota de relación con el infinito, autorizándolo
para actuar e intervenir en nosotros mismos.
Mitos y ritos se cruzan creando el espacio de lo sagra-
do, lo negativo, las positividades y los ritos de paso que mar-
can el tiempo del signo y de su significado. Este diacronismo
viene emparentado por la forma en que se presenta, que lleva
una densidad semiótica. Como artificio y momento de articu-
lación simbólica, que unifica al texto del mundo.
J. Derrida nos habla, en Márgenes de la Filosofía, de la
diferenciación, determinación y cualificación que hace la rela-
ción entre el tiempo y el espacio como lugar del transcurrir de
la subjetividad. Diferencia o identidad, el punto, la línea, la idea
de superficie, todos los seres y objetos espaciales son objetos
de relaciones rituales. «La verdad y la negación de ser y no ser
otro» fundando, entrelazando o desbastando el lenguaje.
En ello podemos advertir que las contradicciones inser-
tas en un mito permiten una correlación entre opuestos, en el
caso de sus antagonismos fundantes bajo los dos tipos de regí-
menes esbozados: diurno y nocturno. Algo que la semiótica
más conservadora obtura, pues procede a nombrar y categori-
Crítica de la Razón Mediática

zar por oposiciones binarias en niveles de valor informativo.


La importancia de los mitos y de los ritos de todo tipo
-de paso, de confirmación, negativos, positivos- en la reifica-
Juan Barreto
3a PARTE.qxp_Maquetación 1 7/25/14 3:44 PM Page 289

Tercera Parte / Ensayo III


I

ción del sentido, viene dado por la necesidad de un sentido de 289


pertenencia en la cual el despliegue metahistórico de signifi-
caciones ideales actúa creando un marco de significación para
los objetos preexistentes (Foucault). En este marco, la bús-
queda del origen, esencia irreductible pero susceptible de ser
resignificada, como sostiene Del Búfalo «es un vacío de la
razón reificadora en el cual se centra la tentación del dominio
de la metafísica».17
Por esto, cualquier discurso es, en sí mismo, una visión
del mundo que ordena el universo, es una terminal de un uni-
verso simbólico centrado en sí mismo y auto-referido, lo que
nos relaciona con una cierta cantidad de mitos fundantes, gran-
des relatos e imaginarios culturales totalizadores de la generali-
dad social, que otros llaman «sistema de mitos compensados».

el sentido fuera del sentido

Desde el punto de vista intelectual, se trataba, y se


trata todavía, de atacar por todos los medios, y
procurar se reconozca a todo precio, el engañoso
carácter de las viejas antinomias hipócritamente
destinadas a impedir cualquier insólita inquietud
humana, dándole al hombre una pobre idea de los
medios de que dispone, y haciéndole desesperar de
la posibilidad de escapar, en una medida aceptable,
a la coacción universal. El espantapájaros de la
muerte, los cafés concierto del más allá,
el naufragio de la más sólida razón en el sueño, el
aplastante telón del porvenir, las torres de Babel,
los espejos de inconsistencia, el infranqueable
muro de dinero con sesos contra él aplastados,
estas imágenes harto impresionantes de la catástro -
fe humana quizá tan sólo sean imágenes.
Crítica de la Razón Mediática

A. Breton.

En el Tractatus Logico-Philosophicus, Wittgenstein adelanta una crítica


al lenguaje que intenta explicar desde dentro su naturaleza y límites.
Juan Barreto

17 E. Del Búfalo, Genealogía de la subjetividad, Monte Ávila, Caracas, 1992, p. 18.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

290 «El sentido del mundo tiene que existir fuera de él», dice. Es al
interior de la proposición, pero también fuera de ella, que el sen-
tido se manifiesta.
De ahí que el mundo sea la totalidad de los hechos,
no de las cosas, y en Wittgenstein, un hecho es algo en el
mundo. Un estado de cosas es la manera de manifestarse
del mundo18. Para él, los objetos forman la sustancia del
mundo y su conexión (estado de cosas) es una relación
inestable que produce la representación figurada en el len-
guaje que les da nombres. En sintonía con este plantea-
miento, Barthes afirma, en Fragmentos de un discurso amoroso,
que sujeto y objeto llegan a la palabra en el momento
mismo en que es proferida y que el sentido es constitutivo
de la enunciación.19
El sentido de la proposición depende de la existencia
de los objetos nombrados, aunque otra proposición de senti-
do haya designado nuevos objetos de sentido. Al respecto,
Wittgenstein escribió: «Una proposición sólo puede decir cómo es una
cosa, no lo que es». Lo que viene a decir que la figura es un mode-
lo de realidad que encuentra expresión en modelos de pensa-
miento. La manera «como se comportan las cosas» es el hablar
de los modelos que pueden ser verdaderos o falsos.
Figura-lenguaje y mundo son inefables. Wittgenstein
no cree, como los positivistas lógicos, que la significación y
el sentido son físicos en primera instancia. Para él, el senti-
do está asociado a colecciones de sensaciones, a experien-
cias sensibles, a observaciones interpretadas.

18 "Los sentidos posibles deben estar prescritos en el objeto, pues de otra


Crítica de la Razón Mediática

manera, el objeto podría asumir posteriormente un sentido nuevo como


por azar. El objeto sólo puedo representárselo en la trama del estado de
cosas, en la posibilidad de esa trama (que se encuentra prejuzgada en la
cosa) y por lo cual resulta imposible que las palabras aparezcan de dos
modos diferentes, solas en la proposición". L. Wittgenstein, Tractatus logi-
co-philosophicus, Alianza, Madrid, 1979, p. 122.
Juan Barreto

19 R. Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, Siglo XXI, México, 1988.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

Por otra parte, las expresiones formales son entendi- 291


das como puramente arbitrarias deliberadamente construi-
das, y ésta es su relación con el mundo. El símbolo queda,
así, fundado como una proposición que caracteriza su sen-
tido en una expresión esencial, en una forma y un conteni-
do. De esta manera, el sentido configurado, es decir, en la
figura de lenguaje, tendrá una dimensión significativa y una
condición de verdad en forma de demostración, sea premi-
sa o conclusión.
«En la lógica -afirma Greimas- encontramos la expre-
sión ‘desprovisto de sentido’ que caracteriza, según el deseo
explícito de sus autores, una determinada clase de palabras
inventadas o seleccionadas para hablar de otras palabras»20.
Esta idea de sentido choca con la hermenéutica gadameriana,
que se presenta como una teoría filosófica de la comprensión,
no como metodología para la comprensión, sino como un arse-
nal de planteamientos sobre la comprensión e interpretación.
Pero, si el papel del lenguaje es establecer límites y, a
la vez, sobrepasarlos en la comprensión, entonces la interpre-
tación hermenéutica quiere decir al mismo tiempo: modo de
ser y modo de conocer; lenguaje que articula (apalabra) obje-
to y sujeto, proto-relación de hombre y mundo al encuentro:
«El comprender las circunstancias y las estructuras de nuestro
mundo, el comprendernos unos a otros en este mundo, pre-
supone tanto la crítica e impugnación de lo anquilosado o lo
enajenado como el reconocimiento o la defensa del orden
establecido»21. La tensión vacío-sentido.
Gadamer plantea la pregunta: ¿cómo es posible la
comprensión?, y su interpelado «es el conjunto de la expe-
riencia humana del mundo y de la praxis vital»22. Recupera,
Crítica de la Razón Mediática

de este modo, el concepto dialéctico de verdad, a partir de


sensibilidades objetivas o subjetivas paralelas que fundan el

20 A. J. Greimas, En torno al sentido, Ensayos, Madrid, 1973, p. 11.


21 H. G. Gadamer, Verdad y método, p. 185.
Juan Barreto

22 Ibid., p. 142.
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Tercera Parte / Ensayo III


I

292 sentido. Tales pretensiones llevan la discusión hacia la para-


doja de la circularidad hermenéutica:
… no podemos hablar de lo real como algo ‘en sí’, separado e
independiente del conocimiento interpretación, ni de un sujeto
sin mundo que se conociese a sí mismo; no podemos tampoco
distinguir absolutamente el conocimiento (como algo objetivo) de
la interpretación (subjetiva), ni de las ideas (logos) de las creencias
(mythos)... Todos los pares de opuestos que constituyen el univer-
so del discurso humano, aparecen ahora como interrelacionados,
mostrándose en su mutua correlatividad en tanto que manifesta-
ciones contrapuestas de la misma compleja realidad emergente.23
Entonces, la teoría de Gadamer no apunta hacia la
trascendencia o a la finitud humana sino, como en los griegos,
pretende asumir reflexivamente esa finitud. De una vez, admi-
tir la naturaleza interpretativa al captar la realidad, aún en los
detalles más mínimos. Para este autor, la comprensión es el
sentido mismo de cualquier saber racional24, y, por eso mismo,
va más allá de la necesidad de dar cuenta del estar allí.
Hablando de su círculo hermenéutico, el maestro
apunta que la vinculación del investigador con la situación es
parte misma del texto, pues el reconocimiento no es más que
una mediación entre lo histórico y el presente. De ahí que
Garagalza sostenga:
Desde esta perspectiva neohermenéutica, la comprensión del
sentido del pasado no puede ya ser abordada como si se trata-
ra del conocimiento de un objeto (separado y ajeno al historia-
dor), puesto que el mismo está dentro de la historia y, al com-
prenderla, se está comprendiendo a sí mismo. Correlativamente
el sentido de un texto del pasado no se puede reducir al “senti-
do original”, que tuvo en su momento, ni al sentido literal de
“lo que dice”, sino que se encuentra abierto a lo “que quiere
decirle” al intérprete. Pues la obra, toda obra humana, es pen-
sada por el autor como formando una unidad con sus efectos
en la historia, con las interpretaciones que provoca. Así, el sen-
Crítica de la Razón Mediática

23 L. Garagalza, La interpretación de los símbolos, pp. 143-144.


24 "La reflexión hermenéutica ha elaborado así una teoría de los prejui-
cios que, sin menoscabar el sentido de crítica de todos los prejuicios que
amenazan al conocimiento, hace justicia al sentido productivo de la pre-
Juan Barreto

comprensión, que es premisa de toda comprensión". H.G. Gadamer.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

tido original comparece ya siempre penetrado por el sentido 293


propio del intérprete […] La hermenéutica de la tradición…sin
quedar anulada, deja así paso a la hermenéutica de lenguaje: la
fusión de horizontes, que caracteriza a la comprensión, no es ya
vista como un producto de la historia misma, sino como resul-
tado o un rendimiento del lenguaje. La historia quedará, en ade-
lante, relegada a un segundo lugar frente al lenguaje, que pasa-
rá a un primer plano.25
Para la hermenéutica, lo real es un texto cuyo sentido
no está dado, ni inmediatamente presente en su mera materia-
lidad externa, sino que co-depende del modo de ser del que
lo comprende, que es correlativo al grado de la comprensión
misma, que se lo manifiesta a partir y a través del sin-sentido
conjurado. Presencia y ausencia, develación y ocultamiento,
sentido y sin-sentido, son ahora términos que no se excluyen
sino que se encuentran siempre en relación dialéctica, mutua-
mente co-referidos, pues nuestra comprensión está marcada
por la finitud del acontecer lingüístico en el que se concreta y
realiza la contingencia interpretativa.
De allí surgen mundos posibles que conducen a dife-
rentes historias. El sí mismo del individuo se encuentra y se
niega en esas historias zigzagueantes que conducen de un
problema a otro y de allí a planos diversos. Por ello G.
Deleuze y F. Guattari26, sostienen que el concepto obedece
a múltiples historias y «las más de las veces, contiene trozos
procedentes de otros conceptos» y de la experiencia de
numerosos sujetos.
Derrida, por su parte, apunta que la hermenéutica es
una manera de abrir la historia a su posible lectura, rom-
piendo la orfandad, el silencio de sus signos y fundando
Crítica de la Razón Mediática

Verdad y método, p. 371. Así, el sabio fija los parámetros desde los cuales es
posible una toma de partido desde la posibilidad de la comprensión des-
prejuiciada, es decir, la fundación del juicio sin la carga argumentativa de
la descalificación.
25 L. Garagalza, Op. cit., p. 146.
26 G. Deleuze y F. Guattari, ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona,
Juan Barreto

1993, p. 23.
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Tercera Parte / Ensayo III


I

294 conceptos27. Por esto, la cuestión del signo es a su vez la


interrogación sobre el sentido de una época. Hay un plano
o campo en la palabra que emancipa y libera al signo y crea
un horizonte de fuerzas, es el sentido contenido en el signo:
«Se trata entonces del sentido representado en la forma-
signo, y la estructura es la unidad formal de la forma y del
sentido»28.
Desde aquí, la hermenéutica es la conciencia destruc-
tora y recombinatoria del signo, es la amenaza, pues: «se
puede entonces amenazar metódicamente la estructura para
percibirla mejor, no solamente en sus nervaduras sino en ese
lugar secreto en que no es ni erección ni ruina sino labilidad.
Esta operación se llama en latín suscitar o solicitar. Dicho de
otra manera, estremecer».29
Acabar con el disfraz del origen y tener conciencia de la
debilidad inveterada, endémica, de toda idea, es la tarea del
pensamiento deconstructivo, lo que implica cambiar el rostro,
fundar al Otro dentro del problema, extender los conceptos
hasta el infinito en la multiplicidad (Guattari), acelerar la velo-
cidad del pensamiento, generar las constelaciones de aconteci-
mientos futuros, colonizar los paisajes de la mente y, por sobre
todo, dar curso a los «personajes conceptuales», que hacen posible
imaginar el mundo: «Gracias a nuestros personajes nos conver-
timos siempre en otra cosa, y renacemos parque público o jar-
dín zoológico».30

27 Por ello se pregunta: "¿Se ha comprendido bien el signo mismo, en sí


mismo? Dicho de otra manera, ¿se ha entendido bien lo que ha dicho y que-
rido decir Descartes? Esta comprensión del signo en sí mismo, en su mate-
ria inmediata de signo, si puede decirse así, no es más que el primer momen-
Crítica de la Razón Mediática

to, pero es también la condición indispensable al significado. En términos


generales, cuando se intenta pasar de un lenguaje patente a un lenguaje
latente, hay que asegurarse primero con todo rigor del sentido patente". J.
Derrida, La escritura y la diferencia, Anthropos, Madrid, 1989, p. 49.
28 Ibid., p. 12.
29 Ibid., p. 13.
Juan Barreto

30 F. Guattari y G. Deleuze, ¿Qué es la filosofía?, p. 75.


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Tercera Parte / Ensayo III


I

En este punto, Guattari muestra como se mezclan las 295


semióticas en la interpretación construyendo máquinas abs-
tractas de producción de devenires, nuevas líneas de fuga
mutantes que inspiran nuevos agenciamientos.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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299

Cuarta Parte

SUBJETIVIDAD,
DISPOSITIVOS
Y MASS-MEDIA

El ojo de una época es la mente de una época:


¡Dime cómo ves y te diré qué piensas!
Los cambios perceptivos se ven multiplicados por
los condicionamientos a los que nos
somete nuestro horizonte tecnológico, y por la
metamorfosis de los medios de representación que
conforman nuestra historia perceptiva.

A. Piscitelli.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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I 301

MASSMEDIÁTICA
Y CONSTRUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD
Los medios sobreviven a punta de golpes
simbólicos que imponen sustantivos
y calificativos para el uso colectivo. Cuestión
de palabras se diría, pero hay algo más:
la imposibilidad de los medios de sostener
un discurso coherente y crítico sobre
sí mismos, mientras su mirada siempre
expone y enjuicia a los otros.

P. Bourdieu.

La subjetividad:
heterogénesis descentrada del sujeto

Todo lo que veo por principio se encuentra a mi alcance


(al menos al alcance de mi mirada), destacando en
puedo”. En esta importante frase,
la tar jeta del “yo puedo”.
Merlau-Ponty describe precisamente lo que va a ser
arruinado por la teletopología convertida
en habitual. Lo esencial de lo que veo ya no está,
en efecto, por principio, al alcance de mi mirada,
no se inscribe ya forzosamente en la tarjeta del “yo
puedo”. La logística de la percepción destruye,
de hecho, lo que los antiguos modos de
representación conservaban de ese gozo original
idealmente humano, de ese “yo puedo” de la mira -
da, que hacía que el arte no pudiera ser obsceno.

P. Virilio.
Crítica de la Razón Mediática

a máquina teatral de la que habla Derrida, tal vez no sea el


l mejor concepto que de cuenta del espesor simbólico de la
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo I

302 subjetividad. Es posible que la dimensión de lo otro, del espectro


como fantasmagoría faltante pero presente, quepa también
sobre las tablas del escenario dibujado por el autor. El mundo
convertido en su propio espectáculo habla de un retorno agóni-
co que «hace pasar las relaciones entre personas a relaciones
entre cosas», diría Marx. Una relación que aparece como fuera de
ellas, un fantasma buscando donde alojarse. La cosa niega al tra-
bajo pero reaparece espectralmente en cada nuevo marco rela-
cional. «Entra en escena como mercancía», tal y como apunta
Marx refiriéndose a la mesa como representación de la subjetividad
del trabajo.
Siguiendo a Benjamin y a Derrida, esta subjetividad tiene
una potencia mesiánica débil, hasta que no consigue su devenir polí-
tico en un nuevo tiempo dislocado. La apelación marxiana a Hamlet
y al tiempo fuera de quicio, nos habla de un trastorno que socava la
subjetividad general de la razón de Hamlet.
Las formaciones discursivas de un bloque histórico, también
contienen cadenas espectrales de misterios respecto de sí mismas
que «reflejan a los hombres su propio carácter», como advirtió
Marx irónicamente. Por ejemplo, en Marx, «la tela habla de manera
extravagante, desde el fondo de su alma e invoca el alma de la mercancía»,
mientras desenmaraña el misticismo de su propia trama hasta dar
con la urdimbre del misterio, hasta hacer materializarse los
espectros: La opacidad del trabajo, la «suprasensual y sublime» obje-
tividad del trabajo en el valor.
El objeto nombrado vive fetichizado en el lenguaje y
habita desde allí la gramática de la subjetividad, «en donde
valor y trabajo no coinciden y se relacionan en forma absur-
da», como escribió Marx en el Tomo I de El Capital, agregan-
do que las formas fetichizadas en el lenguaje «informan preci-
Crítica de la Razón Mediática

samente de las categorías de la economía burguesa. Son for-


mas de pensamiento socialmente válidas, o sea, objetivas, para
las relaciones de producción de este modo de producción
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 303

Cuarta Parte / Ensayo I

social e históricamente determinado, de la producción de 303


mercancías».
Quizá hemos olvidado, por comodidad u otros motivos,
que en este otro nuevo tiempo dislocado, las resonancias de la ape-
lación marxiana a Hamlet y al tiempo fuera de quicio, nos haría
posible otear las condiciones que se entrecruzan en la disolu-
ción de la pretendida subjetividad general de la modernidad y,
desde luego, en la emergencia de otras formas de subjetividad.
Porque hay una autopoiesis que va formando sistemas abiertos
de autoproducción, que va cambiando el mapa desde donde se
recomponen numerosas fuerzas que afectan las superficies de
los cuerpos1. Este proceso de autoproducción discursiva de los
sujetos asegura su dimensión actual y es capaz de anteponer el
futuro.
La subjetividad queda fundada como voluntad afirmativa
del ser, en su continua y permanente expansión, desde conglo-
merados o constelaciones de sustancias y saberes que fundamen-
tan su intencionalidad (máquinas de recorte, producción y acele-
ración de flujos), que intervienen los cuerpos y van produciendo
huellas y rastros que rompen con la inmediatez. A partir de aquí,
surge la diferenciación y la creación de registros entre los tipos
de saber de cada individuo, sus foliaturas, desterritorializaciones
y reterritorializaciones, o a la inversa.
Con la publicación de Las palabras y las cosas, M. Foucault
se propuso una arqueología de los signos. Sacar de la oscuridad
esos «códigos fundamentales de una cultura» desde los cuales se cons-
truyen los objetos de conocimiento y se determina la jerarquía y
legitimidad de los saberes dentro de la modernidad. Período en
que también aparece ese desgarrón en el orden de las cosas, esa
Crítica de la Razón Mediática

1 Para Spinoza, Sabiduría "Es pues, no meditar sobre la muerte sino sobre la
vida". Liberarse buscando lo útil a su conservación, la alegría del cuerpo ente-
ro en su capacidad de activar, pues, "El hombre es un cuerpo, máquina com-
pleja, un alma"…orden de las acciones y pasiones del cuerpo, orden de las
acciones y pasiones del alma". B. Spinoza, Ética, Alianza, Madrid, 1987,
Juan Barreto

(Prólogo).
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 304

Cuarta Parte / Ensayo I

304 configuración trazada por la nueva disposición de saberes y dis-


cursos que se ensamblan en el cuerpo de «ese objeto singular»
que es el hombre.2
La memoria de signos del mundo, entre ellos, el hombre,
el sujeto, actúa desde una cadena de resortes, reglas concretas y
máquinas abstractas, que van configurando un mapa de soportes
que se desplazan unos a otros cual placas tectónicas de distintos
estratos. De ello depende el uso polívoco que puede hacerse de
los signos desde cada subjetividad. En efecto, la marca de los sig-
nos se graba en el cuerpo y conforma su segunda naturaleza, que
es la que dispara los dispositivos de sentido desde donde actúan
los sujetos. De allí, dice Guattari, aparecen las instituciones o
máquinas autoconscientes con lógica propia y, en el caso del
capitalismo, producen ciertos laminados sociales de subjetividad
de donde se desprenden continentes de conceptos.
Miles de máquinas de sentido van actuando para crear el
«cuerpo sin órganos». El hombre a caballo de la Edad Media forma-
rá una máquina o plan de consistencia. En la medida en que se
complejiza lo social irán apareciendo máquinas más especializa-
das como la máquina escritural y luego la imprenta -a decir de

2 "… Existe en toda cultura, entre el uso de lo que pudiéramos llamar los
códigos ordenadores y la reflexiones sobre orden, una experiencia desnuda
del orden y sus modos de ser. Se trata de mostrar en qué ha podido conver-
tirse [esa experiencia], a partir del siglo XVI, en una cultura como la nuestra:
de qué manera, remontando, como contracorriente, el lenguaje tal como era
hablado, los seres naturales tal como eran percibidos, los cambios tal como
eran practicados, ha manifestado nuestra cultura que hay un orden y que a las
modalidades de este orden deben sus leyes los cambios, su regularidad los
seres vivos, su encadenamiento y su valor representativo las palabras[…]
Ahora bien, esta investigación muestra dos grandes discontinuidades en la
episteme de la cultura occidental: aquella con la que se inaugura la época clá-
sica (hacia mediados del siglo XVII) y aquella que, a principios del XX, seña-
Crítica de la Razón Mediática

la el umbral de nuestra modernidad […] De la experiencia límite del Otro a


las formas constitutivas del saber médico y de éste al orden de las cosas y al
pensamiento de lo Mismo, lo que se ofrece al análisis arqueológico es todo el
saber clásico o, más bien, ese umbral que nos separa del pensamiento clásico
y constituye nuestra modernidad. En ese umbral apareció por primera vez esa
extraña figura del saber que llamamos el hombre y que ha abierto un espacio
propio a las ciencias humanas". M. Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI,
Juan Barreto

1978. (Prefacio).
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Cuarta Parte / Ensayo I

Guattari, máquina meretriz, que acompañará la labor maquínica 305


de la mano y la pluma. Luego la revolución radioeléctrica hará
posible la máquina de la voz, el teléfono-voz que supone la
ausencia del cuerpo3 y nuevas técnicas del tiempo y de la presen-
cia, hasta llegar a la audiovisión de la máquina que sustituye al
cuerpo por su fantasmagoría de imagen y deseo, la TV. Todo este
proceso altera y replantea la actividad del pensamiento sobre sí
mismo y va complejizando y estriando el tejido reticular de los
saberes que se construyen sobre los individuos.
El cuerpo, así visto, es una superficie de inscripción
donde la información es un fluido que no es ni tiempo ni espa-
cio. La información va recomponiendo en la máquina, los órga-
nos sueltos, en campos específicos de relatos que son ya compo-
nentes maquínicos. Dichos cuerpos afloran continuamente pre-
figurando nuevos escenarios subjetivos y creando un sin núme-
ro de dispositivos4.

3 "Spinoza propone a los filósofos un nuevo modelo: el cuerpo. Les propo-


ne instituir al cuerpo como modelo "No sabemos lo que puede el cuerpo".
Esta declaración de ignorancia es una provocación: hablamos de la concien-
cia y de sus decretos de la voluntad y de sus efectos, de los mil medios de
mover el cuerpo, de dominar el cuerpo y las pasiones pero ni siquiera sabe-
mos lo que puede un cuerpo. Parloteamos a falta de saber. Como dirá
Nietzsche, nos asombramos ante la conciencia pero ‹lo sorprendente es más
bien el cuerpo›. Sin embargo una de las tesis teóricas más celebres de Spinoza
es conocida con el nombre de paralelismo: no consiste tan sólo en negar toda
relación de casualidad real entre la mente y el cuerpo, sino que incluso venga
cualquier eminencia de uno sobre otro (…) Buscamos adquirir un conoci-
miento de las potencias del cuerpo para descubrir paralelamente las potencias
de la mente que escapan, el modelo del cuerpo, según Spinoza, no implica
ninguna desvaloración del pensamiento con respecto a la extensión, sino, lo
que es mucho más importante, una desvaloración de la conciencia con respec-
to al pensamiento: un descubrimiento del inconsciente, y de un inconsciente
del pensamiento, no menos profundo que lo desconocidos del cuerpo". G.
Deleuze, Spinoza, Kant, Nietzsche, Labor, Barcelona, 1974, p. 59.
Crítica de la Razón Mediática

4 Deleuze afirma que "Pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en


ellos... En todo dispositivo hay que distinguir lo que somos (lo que ya no
somos) y lo que estamos siendo: la parte de la historia y la parte actual, lo natu-
ral y lo fractal. La historia es el archivo, la configuración de lo que somos y deja-
mos de ser, en tanto que lo actual es el esbozo de lo que vamos siendo. De
modo que la historia o el archivo es lo que nos separa de nosotros mismos, en
tanto que lo actual es eso otro con lo cual coincidimos". G. Deleuze, "¿Qué es
Juan Barreto

un dispositivo?", Michel Foucault, filósofo, Gedisa, Barcelona, 1990, pp. 159-160.


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Cuarta Parte / Ensayo I

306 El dispositivo supone una especie de ovillo o madeja


multilineal. Líneas de diferente naturaleza (el objeto, el sujeto, el
lenguaje). Hay que distinguir en el dispositivo, las líneas de visi-
bilidad y las de enunciación. También contiene un régimen de
luz y líneas de fuerza y de objetivación. Cada dispositivo es a su
vez un orden de dispositivos que hacen estallar los conceptos y
los sumergen en un ambiente nuevo.
El dispositivo es un ordenador de sentido, funcionando
desde la subjetividad y la objetividad del mundo, desde el afuera
y el adentro –todo afuera supone y remite a un adentro–. Hay
que observar que el adentro en Foucault también es un dispositi-
vo, es decir, un mosaico de donde entran y salen, como delgadas
películas, relaciones dinámicas de fuerzas y de poderes que se
entrecruzan y sobreponen, en forma de tecnologías de poder y
de tecnologías del “yo”. De esta manera, cada dispositivo garan-
tiza formas concretas de producción y recorte de subjetividad.
Por ejemplo: ciertos mecanismos se despliegan desde el disposi-
tivo del cuerpo para hacer la experiencia y «producir sexualidad
en un modo cultural determinado que produce placer».5
Las experiencias sensibles ocurren en el cuerpo, quedan
inscritas en la corporeidad, penetran la superficie de los objetos
y del cuerpo mismo, por resonancia, por afinidad:
De este modo, tanto en el interior de los cuerpos como en sus rela-
ciones recíprocas se produce una síntesis que compone el orden
social, de acuerdo al cual cada cuerpo individual y todo el conjunto
social opera seleccionando el saber-hacer más eficaz en cada circuns-
tancia... El fenómeno de la subjetividad está inextricablemente rela-
cionado con la síntesis social que transforma la producción incons-
ciente de los cuerpos en trabajo.6
Para Foucault, se trata de prestar atención, como los epi-
cúreos, a las tensiones que hacen el afuera-adentro en delgadas
Crítica de la Razón Mediática

películas que penetran las miradas y recomponen el orden de los


5 J. G. Merquior, Foucault o el nihilismo de la cátedra, Fondo de Cultura
Económica, México, 1988, p. 227.
6 E. Del Búfalo, Genealogía de la subjetividad, p. 39.
Juan Barreto

7 M. Foucault, El orden del discurso, Anagrama, Barcelona, 1967.


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Cuarta Parte / Ensayo I

fantasmas de interior7. Distintas prácticas van fraguando exis- 307


tencias residuales y una corporeidad intercambiable, en trance de
modificar el cuerpo en la medida en que el mundo produce dis-
cursos que desordenan y reordenan el sentido.
Así surgen los componentes prepersonales de la subjeti-
vidad y sus rasgos etológicos en tanto que naturaleza interpreta-
da en signos y reabsorbida por la cultura. Recurriendo a Guattari,
los objetos residuales u órganos parciales de cada práctica se
mueven en la superficie de la tierra recíprocamente articulados
por flujos de energías que van construyendo en su condensación,
los distintos dispositivos de las máquinas subjetivas. Estos com-
ponentes subjetivos van modelando las piezas heterogenéticas y
ortogenéticas de las marcas, van construyendo las rostricidades.
Lo visible, el enfrente, se hace desde esta gramática8.
Las subjetividades que surgen de este proceso, son
refundaciones del pensar, un ejercicio que consiste en afectar-
ser afectado y ocurre por máquina abstracta. La fuerza que
gobierna tal acontecimiento va generando pactos de entendi-
miento con el mundo que suspenden el caos semiótico, hacien-
do de lo vivido un objeto de afirmación que luego debe ser nega-
do. Este proceso va cumpliendo un itinerario nómada que deja
registros de inscripción y de enunciación. A la deriva, van apare-
ciendo momentos y direcciones de subjetividad que hacen que el
mundo se haga mundo y el individuo parte de él.
La síntesis como constructo será, entonces, el trabajo de la
subjetividad, en la medida que ella es, en sí misma, la relación que
funda lo humano. De ahí que la subjetividad vaya adquiriendo
modalidades históricas de las cuales emergen formas de concien-
cia como momentos de la subjetividad: «El pasado se conoce, en
cada caso, según las reglas de ordenamiento del pensamiento
presente y los intereses específicos de las figuras sociales propias
Crítica de la Razón Mediática

de un determinado cuadro estratégico»9. Por eso, no hay mensa-


je que no quede sometido a esta dimensión maquínica y hay que
separarse de la metafísica de los efectos de los mensajes.
8 Ver: F. Guattari, Las tres ecologías, Minuitt, París, 1998.
Juan Barreto

9 H. Rheingold, Multitudes inteligentes, Gedisa, Barcelona, 2004, p. 15.


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Cuarta Parte / Ensayo I

308 Lo expuesto supone reconocer que un mismo concepto


cruza y deja su huella en diferentes umbrales, con historias dis-
tintas; que un mismo concepto va haciendo encrucijadas hete-
rogéneas en la relación de los componentes de la lógica de cada
discurso. Razón por la cual, las instancias de discursividad no son
más que señas que superan el caos semiótico que nos separa de
la catástrofe del desorden. La hipercomplejidad de este proceso
de lo subjetivo que se hace concepto en las figuras conceptuales
es posible, casi siempre, por medio de selecciones poco razona-
bles, ya que tal proceso opera rizomáticamente, como huella,
desprendimiento y procedimiento de simbolización del deseo y
la experiencia. De modo tal que toda decisión, alrededor de la
comprensión de un signo, es coyuntural, depende del campo del
orden de enunciado y del régimen de signos.
La heterogeneidad de los componentes de subjetividad
constituye un campo de selección e interpretación que crea sen-
tido y reorganiza los conceptos del caos en un campo de fuerzas
comprensible en diversos estratos, es decir, surge en cada quién
una máquina de afirmación cuyo propósito es la singularización
de la subjetividad en cada ambiente.
Ahora bien, cabe insistir en que toda subjetividad es, en sí
misma, una marca, un registro singular, pues, hombre, herramien-
tas y piezas del lenguaje forman una máquina única que se acopla
a otras máquinas por sistema de semejanza, formando alteridades
con poder singular de enunciación. A lo cual cabe agregar que la
función existencializante de los universos de valor, compartidos por
cada dominio de subjetividad, es un acontecimiento semiótico que
forma parte de los discursos como unidad significativa de existen-
cia del plano que define a cada cual en su diferencia.
Así pues, podemos explicar el pensar como experimenta-
ción titubeante donde se exploran múltiples caminos de inter-
Crítica de la Razón Mediática

subjetividad. Es lo que llamamos antes refundación y, a veces, de


manera más profunda producción de espacios lisos y desestrati-
ficaciones. O, para decirlo de otra manera, el cruce de modelos
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo I

de aparición de subjetividad y sus agenciamientos es cambiante 309


y los cambios pueden ser profundos, siendo una genealogía valo-
rativa le que le da sentido diagramático a dichos agenciamientos.
Se trata aquí, del trabajo del pensamiento sobre sí mismo
que hace posibles nuevas constelaciones de sentido, por fractales
de carácter infinito, delimitando, así, lo que vamos siendo como
efecto que se deja redistribuir por expansión o por corte. La sub-
jetividad aparece entonces como cruce de corrientes que se
interceptan y refunden sus perímetros. Para decirlo en breve, la
genealogía de la subjetividad nos invita a reconocer, no una sus-
tancia de origen sino la heterogénesis descentrada del sujeto.
Al respecto, Guattari sostiene que los dispositivos de
producción de subjetividad pueden existir a nivel de megalópo-
lis, y que su proceso es transversal, ambiguo y reversible, pero
siempre sujeto al sistema de piezas, estrategias, cortes y flujos de
esencias, es decir, «de fuerzas que dominan mayormente». Por
eso, para este autor, en la recomposición de la subjetividad y los
saberes, no hay diferencias entre lo discursivo y lo material, y de
hecho se pregunta «qué hay de ello en una y otro».

Masmediática: una lógica de sentido

… la subjetividad mass-mediática hace precisa -


mente lo imposible para hacernos olvidar la
finitud, para hacernos creer que somos
eternos... que la ética, la responsabilidad
y el compromiso no existen, que basta con
apretar el botón y luego somnolear, dejando
las imágenes correr solas hacia el abismo.

F. Guattari.
Crítica de la Razón Mediática

Resulta ocioso, de más está decirlo: los medios están allí, delan-
te de nosotros, o nosotros dentro de ellos, disueltos. Tomárselo
en serio significa dar cuenta del pasmoso e insistente proceso
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 310

Cuarta Parte / Ensayo I

310 que esto supone. Los distintos lugarejos y callejones hacia donde
nos conducen los media son, también, verdaderos containers de
cotidianidad, sitios de des-encuentro, lugares comunes y refugios
seguros; la única referencia de obligación y de ciudadanía para la
realización simbólica de mucha gente.
Giovanni Sartori ve en el progreso tecnológico una rup-
tura con las antiguas prácticas sociales y el surgimiento de un
nuevo modelo de humanidad caracterizado por el tele-ver y el
video-vivir, en donde todo acaba por ser mediatizado por la
visualización: «La imagen es pura y simple representación visual»10, en
donde el pensamiento como representación del mundo quedaría,
si no ausente, desplazado. De modo que surge una contradicción
entre el entender y el ver.
Esta hipótesis coincide de algún modo con la esgrimida
por P. Bourdieu, quien, en su libro Sobre la televisión11, consigue
incongruencias y problemas entre el pensamiento y la veloci-
dad de distribución de la imagen en la TV. Ella reduciría todo
contenido a su banalización en tanto tópico. Serían máquinas
instruccionales que estarían cambiando las formas culturales de
la modernidad: ¿Con afirmaciones recientes como éstas asisti-
mos a un neo culturalismo elitesco, o es que ese debate no ha
sido saldado?

10 Ibid., p. 35.
11 P. Bourdieu, Sobre la televisión, Anagrama, Barcelona, 1997.
12 "Con todo, la cuestión de la producción en relación con el biopoder y socie-
dad de control revela una debilidad real de la obra de los autores quienes hemos
tomado prestadas estas nociones. Deberíamos aclarar, que las dimensiones 'vita-
les' o biopolíticas de la obra de Foucalt relativas la dinámica de la producción.
En la década de 1970, Foucault sostuvo varios trabajos que no es posible com-
prender el paso del Estado 'sobre no', del Antiguo Régimen al Estado 'discipli-
nario', moderno, sin tener cuenta en qué medida el contexto biopolítico fue pro-
Crítica de la Razón Mediática

gresivamente pues al servicio de la acumulación capitalista: 'El control de la


sociedad sobre los individuos no se ejerce solamente a través de la conciencia o
la ideología, también se ejerce en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capi-
talista, lo más importante es la biopolítica, lo biológico, lo somático, lo corporal.
(…) Con la subsunción real de la sociedad bajo el dominio del capital, los anta-
gonismos sociales pueden generar conflicto en todo momento y en todo térmi-
no de la producción y el intercambio comunicativo. El capital se ha transforma-
Juan Barreto

do en un mundo. El valor de uso y todas las demás referencias a los valores y los
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Cuarta Parte / Ensayo I

¿Cuál es la lógica interna de estos procesos? Sin duda, la 311


del ejercicio del biopoder12. La TV, por ejemplo, así como sus
lenguajes, los géneros de sus discursos y, en fin, toda la perfor-
matividad de lo social que produce su narratividad, genera cier-
tas competencias comunicativas de distribución masiva en lo
que llaman algunos “realidad”, las cuales precisan de la “natu-
ralización” de cristalizaciones simbólicas, en las cuales tiene
procesos de valorización que se concebían como exteriores al modo capitalista
de producción se han desvanecido progresivamente. La subjetividad está inmer-
sa por entero en el intercambio y el lenguaje, pero esto no significa que ahora
sea pacífica. El desarrollo tecnológico basado en la generalización de las relacio-
nes comunicativas de producción es un motor de la crisis y el intelecto general
productivo es un nido de antagonismos. La crisis y la decadencia no se refieren
a algo externo al imperio, sino a su parte más íntima. Corresponden a la produc-
ción de subjetividad misma y, por lo tanto, son al mismo tiempo inherentes y
contrarios a los procesos de la reproducción del imperio. La crisis y la decaden-
cia no son ni un cimiento oculto ni un futuro ominoso, constituyen una realidad
clara y evidente, un acontecimiento siempre esperado, una latencia que está
siempre presente. (…) El primer aspecto del telón de la multitud tiene que ver
con los sentidos del lenguaje y la comunicación. Si la comunicación ha llegado
gradualmente a constituir el tejido de la producción y si la cooperación lingüís-
tica ha llegado progresivamente a constituir la estructura de la corporalidad pro-
ductiva, luego el control del sentido y la significación lingüística y las redes de
comunicación llegan a constituir una cuestión aún más esencial para la lucha
política. Jurgen Habermas para haber comprendido esto, aunque atribuye las
funciones liberadoras del lenguaje y la comunicación sólo a individuaos y seg-
mentos aislados de la sociedad. (…) Los científicos y teóricos de la ciencia abor-
daron largamente estos sitios de controversia, pero hoy toda la fuerza laboral (ya
sea material o inmaterial, intelectual o manual) está comprometida en la lucha
por los sentidos del lenguaje y contra la colonización que hace el capital de la
sociabilidad comunicativa. Se nos imponen todos los elementos de la corrupción
y de la explotación mediante los regímenes lingüísticos y comunicativos de pro-
ducción: destruirlos en las palabras es tan apremiante como hacerlo en los
hechos. No se trata en realidad de criticar la ideología, si por ideología entende-
mos aún una esfera de ideas y de lenguaje superestructural, externa a la produc-
ción. En realidad, en la ideología del régimen imperial, la crítica llega a ser direc-
tamente la crítica tanto de la economía política como de la experiencia de vida.
¿Cómo pueden el sentido y la significación orientarse de manera diferente u
organizarse en aparatos comunicativos coherentes y alternativos? ¿Cómo pode-
Crítica de la Razón Mediática

mos descubrir y dirigir las líneas performativas de los conjuntos lingüísticos y de


las redes comunicativas que crean la urdimbre de la vida y la producción? El
conocimiento tiene que transformarse en acción lingüística y la filosofía en una
reapropiación real del conocimiento. En otras palabras, el conocimiento y la
comunicación tienen que constituir la vida a través de la lucha. Un primer aspec-
to del telón se presenta cuando los aparatos que vinculan la comunicación a los
modos de vida se desarrollan a través de la lucha de la multitud". T. Negri.
Juan Barreto

Imperio. Paidós, Barcelona. 2002. p 41, 350 y 366.


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Cuarta Parte / Ensayo I

312 lugar el ejercicio de la modalidad biopolítica del poder. La TV


es un universo de signos que fluyen como vértigo puro y repre-
sentación.
En la TV el mundo se convierte en un texto atravesado por los sig-
nos de un discurso; la realidad se organiza en una puesta en escena
encaminada a la transmisión de información en cuyo seno las trans-
formaciones y las reconstrucciones del espacio constituyen lo más
importante de la actividad formal y expresiva desarrollada por los
profesionales.13
La arbitrariedad y las analogías de lo real, van superpo-
niéndose. Baudrillard llama a este proceso vértigo frío y extático
(éxtasis cool)14. Para nosotros, en cambio, se trata de un discurso
dinámico y multidimensional que es el mundo de la experiencia
actuando desde fuera y desde dentro de los individuos, y mode-
lando sus paisajes. Por eso lo mediático no puede seguir siendo
visto como una narrativa de superficie, como dice Greimas.15
Ahora bien, ¿es en verdad tan perversa y fatal esta dimen-
sión del sentido, en qué condiciones funciona y qué intensidades
deja o no pasar? Umberto Eco, en uno de sus ensayos, invita a
rediscutir el papel de los medios con esta afirmación:
Érase una vez los medios de comunicación de masas, eran malos, se
sabe, y había un culpable. Además estaban los virtuosos que denun-
ciaban los crímenes. Y el arte (¡ah por supuesto!) que ofrecía alterna-
tivas a quien no estuviera prisionero de los medios de comunicación
de masas. Bien, todo aquello acabó. Hay que empezar desde el prin-
cipio a preguntarnos que es lo que está sucediendo.16

Obviamente, la invitación a replantearse la discusión es


un buen comienzo para la llamada civilización de la “comunica-
ción generalizada” y sacar la discusión del ámbito moral dentro
del cual ha sido colocada.
Crítica de la Razón Mediática

13 L. Vílchez, La manipulación televisiva, Paidós, Madrid, 1989, p. 84.


14 J. Baudrillard, "El éxtasis de la comunicación" en H. Foster, La postmoder-
nidad, Kairós, Barcelona, 1990, p. 188.
15 A. J. Greimas, En torno al sentido, Ensayos, Madrid, 1973.
16 U. Eco, "¿Qué son hoy los medios de comunicación de masas?", en U.
Juan Barreto

Eco, Apocalípticos e integrados, Alianza, Madrid, 1984, p. 28.


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Cuarta Parte / Ensayo I

Proponemos dar cuenta del fenómeno mediático como 313


ambiente cultural, como marco de producción de subjetividad
por medio de las distintas máquinas retóricas. Así, lo social se
comporta como un equipamiento colectivo de subjetividad
desde donde operan distintos agenciamientos. Donde el medio
de comunicación de masas es, de suyo, máquina retórica del
agenciamiento.
Asumir que el medio es la red de canales que circunda y
penetra el cuerpo sin órganos del deseo ya es algo, pero lo
mediático es más que eso. Aquí hablamos de un dispositivo
maquínico que actúa en los eventos de enunciación que sancio-
nan, secretan y producen subjetividad. Esta procesualidad es cre-
adora de singularidades y diferencias que reterritorializan cons-
tantemente a las distintas esferas discursivas del mundo cultural.
Dicha polifonía sociocultural no es más que una serie de voces
múltiples de modelación subjetiva.17
Para Guattari, es posible cartografiar los estratos de la
subjetividad y el impacto de las producciones culturales, desde la
lectura de los sistemas de auto referencia y auto trascendencia
del modelo cultural que hacen posible la re-ligión entre el indivi-
duo, su subjetividad interior y los agenciamientos de la máquina
subjetiva social. A este proceso, Guattari lo llama entrar en máqui-
na, pues la máquina no es solamente una red de aparatos técni-
cos, lo maquínico es también un tinglado de dispositivos cultu-
rales, de prescripciones y engranajes discursivos que son, en sí
mismos, lo social. Y en la era de la información, la sociedad pro-
duce el libre acceso a los bancos de memoria colectiva por redes
de sentido mediático que contribuyen en este proceso.
El «capital mundial colectivo», como gusta llamar T.
Negri a la suma del producto bruto de la riqueza mundial, así
Crítica de la Razón Mediática

como la estructura multinacional de poder, es también una for-


mación con función modelizadora en distintos niveles, que
como capas de cebolla, dinámicas e infinitas se superponen y

17 Tal como lo propone F. Guattari en Cartografías esquizoanalíticas, Galilei,


Juan Barreto

París, 1993.
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Cuarta Parte / Ensayo I

314 presionan unas a otras cual placas tectónicas que pueden com-
plementarse o fracturarse, dependiendo de las contradicciones
presentes en la “Polibio” subjetiva más general y en el paradóji-
co impacto e influencia que puedan tener, por efecto de trasmi-
graciones nómadas.
Este impacto advierte del surgimiento de distintas sub-
jetividades periféricas, que también se mueven al interior de las
redes de comunicación-información, dada la abolición relativa
de las distancias y al dispositivo de actualización mediática
que, paradójicamente, actúa como efecto perverso sobre su
propia lógica unificadora y totalizadora. De modo que la pro-
liferación de subjetividades también puede ser excéntrica al
gobierno del capital.
El orden posfordista de la sociedad de la información es
absolutamente totalitario, pero sus efectos, si así puede llamarse
al contacto experiencial que produce en el cuerpo el encuentro
con la máquina mediática, no es necesariamente homogeneiza-
ción, también es posibilidad de proliferación de subjetividades
múltiples. Igualmente, las formas más amplias de explotación del
trabajo que supone este régimen incluyen formas sociales de
inmaterialidad que invaden la vida en sus articulaciones intelec-
tuales y afectivas, con incidencia en los tiempos de producción
de las mezclas de saberes y memorias de la subjetividad, que no
necesariamente ni de forma inmediata repercuten creando un
diagrama de archivo controlable.
Lo dicho presupone concebir la sociedad como un
torrente de energías modelísticas que performatizan el mate-
rial plástico de lo social, conforme a un conjunto de paradig-
mas estéticos específicos. Estas energías son un complejo de
fuerzas que van hiperfoliando en capas sucesivas a los indivi-
Crítica de la Razón Mediática

duos, quienes escriben en dichos folios su historia. Pero los


folios de la subjetividad no son estáticos como las páginas de
un libro. Son, por el contrario, lugares dinámicos y cambian-
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 315

Cuarta Parte / Ensayo I

tes, lugares de resemantización de los sujetos a partir de una 315


semiótica que existe a condición de ser dispositivo hermenéu-
tico de la subjetividad.
El papel de dichas fuerzas es el modelaje, pero también
la dinamización y vinculación perpetua de los campos, es decir,
pasar el afuera al adentro y el adentro al afuera de los individuos,
actuar dándole forma a los objetos del deseo. Obviamente, estos
dinamismos operan abriendo campos de posibilidades, combina-
torias distintas y no determinadas más que por las prácticas que
deciden luego los equipamientos colectivos de los distintos gru-
pos sociales y de sus esferas de pertenencia cultural o campos, y
dándole pertinencia a los consumos culturales.
La concurrencia de dispositivos a los distintos procesos
de sentido marca la adyacencia, el territorio de los ritos, las
sumatorias e hibridaciones de las distintas formas de existencia
en una combinación caótica de sentido, que luego conseguirá
lugares al interior de la gramática general. Por ejemplo, el estalli-
do de los sujetos colectivos a favor de la fragmentación estriada,
en la era posmoderna, es parte de un agenciamiento de agrega-
dos materiales y su combinatoria en cultos y ritos que replante-
an a cada instante lo real, proponiendo nuevas lecturas y portan-
do múltiples posibilidades.
Recordemos lo que Roland Barthes decía sobre el papel
de los ritos y los mitos: «Y es aquí donde reencontramos el mito.
La semiología nos ha enseñado que el mito tiene por carga diluir
una intención histórica en naturaleza, una contingencia en eter-
nidad. La función del mito es la de evacuar lo real, él es, literal-
mente un incesante flujo, una hemorragia o si se prefiere, una
evaporación, en síntesis, una ausencia sensible».18
Crítica de la Razón Mediática

Entonces, el proceso de modelación plástica de lo social


es otro principio organizador y de inteligibilidad del universo
sensible y estético de lo social. En esta dinámica irán aparecien-
Juan Barreto

18 R. Barthes, Lo obvio y lo obtuso, Paidós, Barcelona, 1986, p. 126.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 316

Cuarta Parte / Ensayo I

316 do nuevas zonas oscuras, proliferación de márgenes y órganos


sueltos que luego serán recuperados o reensamblados al interior
de la máquina total. El éter significante de lo social no es estáti-
co, es animado y vivo actuando siempre sobre el cuerpo de los
individuos y las colectividades.
El problema de la fragmentación plantea una disyuntiva
cultural. ¿Es el fin de lo individual, la personalidad, los imagina-
rios individuales y colectivos o un nuevo agenciamiento de sub-
jetividades? Por ahora, diremos que el individuo como mónada,
como principio creador y articulador, ha estallado en dispositi-
vos y, con Foucault, que precisamente por ello no hay estrategas
sino estrategias dentro de una red de funciones y sentidos, con
dinámicas que producen los distintos dispositivos culturales,
autónomos.
Desde luego, un cierto funcionalismo analítico ha redu-
cido la noción de mediación mediática al influjo irreparable de
aparatos entendidos como simples herramientas o extensiones
humanas, perdiendo de vista la idea que explica a los dispositi-
vos culturales que otros llaman campos y, por supuesto, las
dinámicas articuladoras de lo social. Por eso no comprenden
con claridad los cambios ocurridos en lo que llaman “la natura-
leza humana”:
Hay que analizar el proceso de la civilización actual, junto con la
génesis del Estado moderno, la transformación de las formas de
comportamiento del hombre occidental. El cambio... sigue una
dirección que es la progresiva contención de los impulsos. Tal como
los hombres van cediendo su violencia privada en manos del Estado,
órgano que monopoliza el derecho a la violencia, así también se
embarcan, a lo largo de los siglos, en una progresiva moderación de
las emociones para vivir en sociedad. En este sentido, la formación
Crítica de la Razón Mediática

del Estado y la génesis de las maneras en la mesa (así como las for-
mas que acompañan a otras supuestas ‘funciones naturales’, tales
como escupir, defecar, dormir o fornicar) siguen una lógica socioge-
nética y sicogenética, respectivamente.19
Juan Barreto

19 H. Béjar, La cultura del yo, Alianza, Barcelona, 1993, p. 134.


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Cuarta Parte / Ensayo I

La construcción de subjetividad obedece a un movimien- 317


to múltiple que supone un proceso de integración-desintegra-
ción, el cual se ejerce tanto en el plano visible como en el plano
invisible de lo real. Esto es, a un movimiento de control y pro-
ducción de signos a los cuales el sujeto individual se afilia, sin
mayores reservas, a fin de obtener reconocimiento, identidad y
rostricidad.20
Tal es el caso de la ciudadanía, una de cuyas condiciones
en la civilización moderna es la obligación de salir del anonima-
to, instalada en la subjetividad del hombre moderno, cruzando
las relaciones con los otros y consigo mismos. La legitimidad
social implica un golpe de luz, de visibilidad y reconocimiento al
interior de un enunciado y por eso los individuos necesitan un
espacio social de validación para demostrar, así, que no existen
en el margen. En la actual condición cultural, actualizarse y ser
tocados por los medios, los reviste de reconocimiento. “Yo soy,
yo existo”, en la medida en que el medio me actualiza y recono-
ce, será el motivo del individuo para exponerse a la red social.
Esto se debe, siguiendo a Guattari, al hecho de que «el
capitalismo mundial integrado (CMI) tiende cada vez más a des-

20 Foucault trabaja la dimensión del reconocimiento en Raymond Roussell y los


sujetos infames, Siglo XXI, México, 1992. Una potencia afirmativa, una comuni-
dad emocional interior o nebulosa afectual, como lo denomina Maffesoli,
modela la sensibilidad como poliperformatividad estética de los individuos y
opera desde allí los dispositivos de filiación a las tribus y a sus tiempos, torne-
ando una mirada que de manera más o menos específica se posa sobre las
cosas, fechándolas. En el archivo, instalándolas como memorias, impresiones,
pasiones o gustos. En el Instante eterno, Maffesoli habla de la cotidianidad,
como el campo de sedimentación de los estratos discursivos por cohesión gra-
vitatoria o fuerza de la costumbre que lucha contra la irrupción. El desenvol-
vimiento (desdoblamiento) público (superficie-efecto-performatividad) del
individuo, es el espejo o espectro, una ondulación o intensidad de campo del
plasma subjetivo que sale a flote para recoger en un gramática, la plasticidad
Crítica de la Razón Mediática

del afuera e incorporarla a las retículas del archivo. Aquí el régimen de enun-
ciación y el de visibilidad entran en juego con el espacio llamado público: El
lugar de la ciudadanía donde son crispadas o atenuadas las sensibilidades, ros-
tro (milos) visible de la subjetividad y sus múltiples trayectorias. Es decir, la
sensibilidad es a la subjetividad (Benjamin) su fantasmal gloria.
21 F. Guattari, "Conferencia dictada para el Instituto Francés de Cultura", en
Juan Barreto

revista Anthropos, Nº 191. Barcelona, 1991, p. 36.


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Cuarta Parte / Ensayo I

318 plazar sus núcleos de poder de las estructuras productivas de


bienes y de servicios hacia estructuras productivas de signo-códi-
gos y subjetividad»21. El individuo sin rostro necesita ser visto
y escuchado, una oportunidad para distinguirse, por unos segun-
dos, como individuo libre de las amarras que lo ataban al anóni-
mo, antes de volver a confundirse con la masa.
La moda, la información y, por supuesto, el haz de luz de
la mediática, contribuyen a estas inmersiones y emergencias efí-
meras que dan textura al carácter del ciudadano sin rostro. La
rostricidad en la Grecia clásica, dice Deleuze, según se ve en
estudios sobre pinturas y grabados en vasijas, era reservada para
los proxenetas, los locos y los guerreros, quienes desde sus ojos
nos interpelaban. Es decir, las anomalías salvajes, las diferencias,
tenían otra presencia, mientras que los comunes existían de per-
fil mirándose el rostro entre ellos ignorando la presencia de los
otros. Tal vez, este dispositivo de enunciación se encuentra pre-
sente en los agenciamientos colectivos actuales y dota al deseo
de la oportunidad de un chance para ser protagonista de un ins-
tante de reobjetivación.

22 "Permítanme repetir antes que nada que la interpretación intersubjetivis-


ta del imperativo categórico sólo pretende ser una explicación de su signifi-
cado básico, no una interpretación que reconduzca este significado en otra
dirección. La transición de una reflexión monológica al diálogo pone de
manifiesto un rasgo del procedimiento de universalización que permaneció
implícito hasta el surgimiento de una nueva forma de conciencia histórica, a
caballo entre el siglo XVIII y el XIX. Tan pronto como percibimos la histo-
ria y la cultura como fuentes de una abrumadora variedad de formas simbó-
licas, y de la singularidad de las identidades individuales y colectivas, también
nos damos cuenta del reto que supone, en consecuencia, el pluralismo epis-
témico. Hasta cierto punto, el hecho del pluralismo cultural significa también
que el mundo es percibido e interpretado globalmente de formas distintas
desde la perspectiva de individuos distintos y grupos distintos (al menos al
principio). La única cuestión que podría resultar controvertida es si debería-
Crítica de la Razón Mediática

mos tratar tales aspectos como aspectos desde los cuales analizamos elemen-
tos internamente relacionados que son mutuamente constitutivos. Caso de
hacerlo así, no podemos sino concebir a los "individuos" como personas que
se individualizan a través de la socialización; como tampoco podemos recha-
zar en tal caso la estrategia de conceptualizar la "subjetividad" como el resul-
tado de relaciones epistémicas y prácticas con uno mismo que emergen de, o
están integradas, en relaciones de uno mismo con otros". J. Habermas, La
Juan Barreto

ética del discurso y la cuestión de la verdad, Paidós, Barcelona, 2003, p. 25-27.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 319

Cuarta Parte / Ensayo I

Para Guattari, a diferencia de Habermas, quien se queda 319


en un mundo pragmático-operativo22, la subjetividad es una
compleja red de sentido, de máquina de máquinas que se hacen,
deshacen y rehacen en forma de madeja en movimiento con dis-
tintas líneas de cruce y velocidades, sedimentación y fuga, rearti-
culándose en un movimiento ininterrumpido de flujos de pode-
res generadores de formas de unificación y fragmentación que
obedecen a funciones sociales suplementarias. Funciones que se
expresan a través de estrategias en las cuales los medios de
comunicación funcionan como agenciamientos y, a la vez, como
dispositivos en un doble movimiento de desterritorialización de
nuevos destinos para archivo y memoria: «Así, una infiltración
molecular se opera a través de mecanismos que pueden ser
sumamente elásticos y revestir incluso una figura contractual».23
Veamos más en detalle qué es un dispositivo. En primer
lugar, es una especie de ovillo o madeja, un conjunto multilineal.
Está compuesto por líneas de distinta naturaleza y esas líneas no
abarcan sistemas cada uno de los cuales sería homogéneo por su
cuenta (sujeto, objeto, lenguaje), sino que siguen direcciones
diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líne-
as, tanto se acercan unas a otras como se alejan unas de otras.
Cada línea está quebrada y sometida a variaciones de dirección
(bifurcada-horquillada), sometida a derivaciones.
Los objetos visibles, las enunciaciones formulables, las
fuerzas en ejercicio, los sujetos en posición, son como vectores;
de manera que las tres grandes instancias que Foucault distingue
(saber, poder y subjetividad) no poseen en modo alguno contor-
nos definitivos sino que son cadenas de variables relacionadas
entre sí. Es siempre en una crisis donde Foucault descubre una
nueva dimensión, una nueva línea: «Los grandes pensadores son
Crítica de la Razón Mediática

algún tanto sísmicos, no evolucionan sino que avanzan por cri-


sis, por sacudida...».24

23 F. Guattari, "La producción de subjetividad del CMI", en Revista de Crítica


Cultural, Nº 4. Santiago de Chile, 1991, p. 3.
Juan Barreto

24 Ibíd., p. 6.
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 320

Cuarta Parte / Ensayo I

320 El interés que reviste esta noción de dispositivo en


nuestro análisis radica, fundamentalmente, en permitir pensar
la construcción de subjetividad como un movimiento múlti-
ple que supone un proceso de integración-desintegración des-
plegado tanto en el plano visible como en el plano invisible
de lo real, el cual involucra la producción y el control de sig-
nos a los que el sujeto individual o colectivo se afilia sin
mayores reservas a fin de obtener reconocimiento. De este
modo logra integrarse.
Para descubrir las líneas de un dispositivo hay que levan-
tar un mapa en cada caso, cartografiar, recorrer tierras descono-
cidas. Eso es lo que significa el trabajo en el terreno. Hay que
pensar atendiendo a líneas móviles... hay líneas de sedimentación
de fisuras, de fractura: «Hay que instalarse en las líneas mismas
que no se contentan sólo con componer un dispositivo, sino que
lo atraviesan y lo arrastran de norte a sur y de este a oeste o en
diagonal»25. Luego, en la medida en que determinadas líneas se
van sedimentando, aparecen campos específicos con líneas de
fuerza que pasan a ser curvas de objetivación. Veamos esta
importante observación de Deleuze:
Si la finalidad, es decir, el acuerdo del sujeto con lo dado, con los
poderes de lo dado, con La Naturaleza, se presenta para nosotros
con tantas expresiones diferentes, ello es porque cada una de éstas
corresponde a un momento del sujeto, a una etapa, a una dimen-
sión. El problema práctico de un vínculo de los diversos momen-
tos de la subjetividad, debe preceder a la afirmación de la finalidad,
porque la condiciona. Necesitaremos, por tanto, recapitular los
momentos de la acción general de los principios en el espíritu y
buscar para cada uno de ellos la unidad de los principios de aso-
ciación y de los principios de la pasión, unidad que confiere al suje-
to sus estructuras sucesivas. El sujeto debe compararse con la
resonancia, con la repercusión cada vez más profundas de los prin-
Crítica de la Razón Mediática

cipios en la densidad del espíritu.26

25 G. Deleuze, "¿Qué es un dispositivo?", en Michel Foucault Filósofo., p. 155.


Juan Barreto

26 G. Deleuze, Empirismo y subjetividad, Gedisa, Barcelona, 1996, pp. 124 y 125.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 321

Cuarta Parte / Ensayo I

El modelo de civilización, sostienen Guattari y Deleuze 321


es un conjunto de curvas de visibilidad y enunciación que
crean máquinas para hacer ver y para hacer hablar, las cuales
ponen a disposición de los ciudadanos segmentos de sentido
en términos de sistemas complejos de información, desde
donde son posibles las distintas formas de negociación social.
A estos dispositivos de información los denominan equipamien-
tos colectivos.27
No existe, pues, historia general ni particular, sino cade-
nas de dispositivos circunstanciales, a veces en conflicto y
remodelación, en armonía o contradicción, que se recomponen
en cada movimiento de actualización del devenir. Así, se mez-
clan lo uno y lo otro, como unidad de lo múltiple, síntesis de lo
aleatorio y las determinaciones. Por eso, como sostiene Igor
Colina:
… es una abstracción metafísica hablar de la comunicación en un sen-
tido sólo lineal E–R porque no se alude a la capacidad relacional dia-
léctica, en el sentido de múltiples direcciones (pasado, presente, futu-
ro), por ejemplo, y de variados escenarios. Ese hombre que nace en
una sociedad que lo antecede, pero que vive y se desarrolla en un sis-
tema que él de alguna manera, consolida y-o transforma insertándose
en la trama de los nexos que contrae con los demás, viviendo una his-
toria individual pero con un ser vivo participante en lo social28

27 Como lo expresa Guattari: "Hay, a mi juicio, dos ejes de producción de


subjetividad capitalística. En primer lugar, el eje de los equipamientos colec-
tivos en los que incluyo no sólo los equipamientos de infraestructura, lo que
Althusser llamaba 'los aparatos ideológicos del estado', que para mí son más
bien secundariamente ideológicos, y que son en primer lugar productores de
subjetividad. La escuela enseña, el hospital trata al enfermo, el hábitat supues-
tamente proporciona condiciones de vida; pero detrás de esos aspectos fun-
cionales, está la producción de la vida, la vida social individual, que se englo-
ba en la producción de subjetividad. Con la aceleración de los medios de
comunicación, con la desintegración de los medios de vecindad, de vida aso-
Crítica de la Razón Mediática

ciativa, de vida familiar, con la explosión demográfica, con el crecimiento


delirante de las ciudades... el rol de los equipamientos colectivos, en un senti-
do amplio, -es decir, no sólo equipamientos de represión, policía, cárcel, jus-
ticia; sino también equipamientos de tipo trabajadores sociales, animadores
culturales, etc.- supone un reticulamiento, una remodelización de la subjetivi-
dad". F. Guattari, "La producción de subjetividad en capitalismo mundial
integrado". Op. cit., p. 6.
Juan Barreto

28 I. Colina, La comunicación humana, UCV, Caracas, 1986, pp. 59-60.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 323

II 323

LA SUBJETIVIDAD MASSMEDIÁTICA

Cuando los componentes de la experiencia humana


son desnaturalizados, (es decir, son producidos
maquínicamente) no sólo se revelan como cons-
cons-
trucciones: el sujeto humano, fuente
de la experiencia, también es deconstruido y luego
reconstruido de maneras diversas, que alteran
fundamentalmente lo que significa ser humano.
Lo postmoderno contiene y anuncia lo posthumano

N. Katerine Hayles.

Las marcas
de los signos massmediáticos

Y es que el verdadero mensaje que difunden los


media… es aquél que es descifrado y consumido
inconscientemente y profundamente, no en el
contenido aparente de sonidos e imagen,
sino como esquema apremiante, desarticulación,
ligada a la propia esencia técnica del medio».

P. Virilio.

a no es posible pensar la subjetividad sin la memoria de los


Y signos del mundo entre los cuales los sujetos actúan desde
Crítica de la Razón Mediática

una cadena de resortes, reglas concretas y máquinas abstractas,


diagramas de cuerpos que van configurando un mapa de soportes
que se desplazan unos a otros cual placas tectónicas de distintos
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 324

Cuarta Parte / Ensayo II

324 estratos. La marca de los signos se graba en el cuerpo vivo huma-


no y conforma su segunda naturaleza, que dispara los dispositivos
de sentido desde donde actuamos. De allí, del emplazamiento
social de los cuerpos y de su relación social, procede el uso polí-
voco que puede hacerse de los signos desde cada subjetividad.
Como ya hemos señalado en el ensayo precedente, la
heterogeneidad de componentes constituyentes de la subjetivi-
dad conforma un campo de construcción de sentidos que singu-
larizan la subjetividad, reorganizando las materias formadas en
las mezclas del habitus que son un conjunto de afiliaciones, iden-
tidades, gustos y prácticas. Ritualizaciones y mundos de vida. Por
ello, toda subjetividad en el cruce de sus modos de aparición y
desaparición y de todas sus líneas de superficie o inmersión, sus
opacidades, sus agenciamientos, momento-acontecimiento, son
estados cambiantes que pueden llegar a ser.
Desde esta perspectiva, lo mediático es agenciamiento y
dispositivo en la construcción de subjetividad. Los massmedia
son cuerpos que están allí, delante de nosotros, o nosotros den-
tro de ellos, disueltos. Tomárselo en serio significa dar cuenta del
proceso de mezcla y afectación que esto supone.
Los distintos lugarejos y callejones a donde nos condu-
cen los media son, también, verdaderos containers de cotidianidad,
sitios de encuentro, lugares comunes y refugios seguros; la única
referencia de obligación y de ciudadanía para la realización sim-
bólica de mucha gente. Con G. Sartori, P. Virilio y otros, vemos
en los dispositivos massmediáticos una ruptura con antiguas
prácticas de producción de subjetividad, dados sus efectos en la
instauración de una condición cultural donde todo acaba por ser
afectado por la lógica massmediática, en tanto que lógica de sen-
tido. De ahí que insistamos en la pregunta por la lógica interna
Crítica de la Razón Mediática

de estos procesos y en la respuesta que hemos adelantado: el


ejercicio del biopoder como control ininterrumpido, ubicuo y
capilar, del cuerpo de los individuos y las poblaciones.
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 325

Cuarta Parte / Ensayo II

Desde el concepto de equipamientos colectivos, desarrollado 325


por Guattari y Deleuze, sostenemos la mediática es un dispositivo
maquínico que aglutina en sí mismo a toda la lógica de sentido de la civili-
zación actual: lógica de mercado, razón instrumental y criterio de
actualidad, dentro de unas flechas tiempo-espaciales y energéti-
cas precisas que crean no-lugares de existencia, imaginarios y
formaciones con itinerarios nómadas que actúan en los instantes
infinitos del tiempo y prescinden de las espacialidades físicas de
otrora, construyendo o deshaciendo legitimidades. Es decir,
asistimos a las últimas distancias comprensivas entre el espacio y
el tiempo hecho un solo cuerpo en la mediática.
La massmediatización genera, por succión, desplaza-
mientos de cualquier esfera hacia lo mediático como agencia-
miento y dispositivo de las sociedades de control. Los recorri-
dos, en este nuevo tiempo, de las distintas discursividades, tam-
bién crean nuevos espacios existenciales de inscripción de la
subjetividad, resimbolizando constantemente las formas de
interacción, colocándola dentro de dispositivos de despliegue
que prescinden de los paisajes y de las territorialidades simbo-
lizadoras de antiguas prácticas sociales, a favor de un nuevo
diagrama de flujos más complejos. Lo que llamaríamos nuevas
sensibilidades mediáticas.
En palabras deleuzianas, estamos pasando de «la era de
la dominación», que correspondía con el tiempo espacio de la
representación, a «la era del control», en la que el signo se
hace opaco en su designación y nuevas prácticas discursivas y
no discursivas restallan y se derraman más allá del estado total
difuso del control de la mediática, del surgimiento de nuevos
territorios existenciales y espacios de fundación del yo, por
medio de «elementos de referencia incorporal» como los
llama Guattari.
Crítica de la Razón Mediática

Así, el fenómeno que algunos autores han dado en llamar


«totalización de la vida»1, va más allá de esta totalización que

1 Sobre la relación entre sistema, racionalidad comunicacional y mundo de


vida, pueden verse los artículos reunidos en J. L. Labarrière y Otros, Teoría
Juan Barreto

política y comunicación, Gedisa, Barcelona, 1992.


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Cuarta Parte / Ensayo II

326 deviene entonces parcial. No obstante, consiste en el control del


mundo de la vida por la lógica de sentido global y encuentra en
el campo hegemónico de los mass-media y en una sociedad tec-
nológicamente avanzada, la nueva condición biopolítica del
poder. En el despliegue de esta lógica, el sujeto de la sociedad
posmoderna no se demarca de los medios, pues establece con
ellos una relación de interioridad, pero también la condición de
potencia que pugna por salir. La percepción de lo real creada por
los medios ha establecido una asimilación que sirve de vehículo
conformador del cuerpo del sujeto.
En el momento en que los sujetos abordan el mundo a
través de las mediaciones massmediáticas, la naturaleza cognitiva
no tiene otra realidad que la del gusto público, el mundo exterior
se convierte en apéndice y simulación de la realidad simulada.
Simulacro como fantasma produciéndose al infinito. La distribu-
ción sumaria e indiferenciada de los signos, por parte de los
media, obedecen a la misma lógica de la transferencia y del inter-
cambio diferencial de las transacciones sociales.
La hiperrealidad del paquete productivo es la hipersocia-
lidad del signo trasmutado en sociedad global: «representación
pura del poder social». El imperio del capital como estado total
que opera incluso desde el cuerpo individual. Aquí, esferas de
dominio, individuos y medios forman parte de la misma cadena
de montaje del modelo global de sociedad. Aquí no es admitida
otra relación que no sea la regulada por la lógica de la economía polí-
tica del signo: el mercado libre de objeto-signo y de su sentido.
Lógica estructuradora de las nuevas subjetividades massmediáti-
cas y de sus líneas de fuga.
Pongamos un ejemplo: los massmedia -y particularmen-
te La TV-, son un collage de lo social y, a la vez, un tinglado de
Crítica de la Razón Mediática

sentido. Esto imprime a los media, como sostiene Deleuze, «una


función de control y de poder», por la que la TV en particular
«es el consenso por excelencia: es la técnica inmediatamente
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 327

Cuarta Parte / Ensayo II

social, es la socio-técnica en estado puro». La TV banaliza todo 327


lo que toca, lo desacraliza y desencanta, por descentramiento y
desterritorialización hacia su lógica. Pero en primera instancia lo
sume en la singularidad del instante y el criterio de valor social
de lo relevante. Por eso, eventualmente, este espacio de la indus-
tria cultural se permite fugas o actitudes involuntarias.
No hay medio en donde de vez en cuando no privilegien
actitudes y programas de buena factura, en términos estético-
políticos. Pero, de lo que estamos hablando es de la naturaleza de
una realidad y de una subjetividad que son producidas, o, al
menos intervenidas, afectadas mass-mediáticamante.

Entre operadores y operaciones

Con Hegel se empieza a dejar de pensar según


las castas o los estamentos,
estamentos, para pensar según el Estado .
Cuya aristocracia son precisamente los intelectuales.
La concepción patrimonial del Estado (que es el modo
de pensar por castas), es en lo inmediato
la concepción que Hegel tiende a destruir. Sin esta
valorización de los intelectuales hecha por Hegel no se
comprende (históricamente) nada del idealismo
moderno y de sus raíces sociales”.

A. Gramsci.

Gilles Lipovetsky2 asegura que el repertorio cultural de


Occidente se ve remozado en su dispositivo más acabado: una
máquina capaz de producir y reproducirse como contexto real,
más allá de cualquier recorte específico. Especie de gallina de los
huevos de oro de la realidad. Es la mediática: un dispositivo
Crítica de la Razón Mediática

maquínico que aglutina a toda la lógica de sentido que atraviesa


procesos y prácticas sociales de la vida contemporánea.
Juan Barreto

2 G. Lipovetsky, El crepúsculo del deber, Anagrama, Barcelona, 1994.


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Cuarta Parte / Ensayo II

328 Nos referimos a la lógica combinatoria de mercado,


razón instrumental y criterio de actualidad que, dentro de unas
coordenadas temporales, espaciales y energéticas, vienen produ-
ciendo no-lugares de existencia e imaginarios con trayectos
nómadas que suprimen las espacialidades físicas de otros tiem-
pos, desmoronando y reconstruyendo legitimidades. Por ejem-
plo, la nueva legitimidad del individuo, surge cada vez más des-
afiliada de la trama institucional dominante3.
La era posmoralista que caracteriza Lipovetsky coincide
con la era del control y consigue en la subjetividad su objeto sin-
gular. Su correlato desencantado que disipa los grandes relatos
morales de la modernidad:
… no significa la expulsión del referente ético sino sobrexposición
mediática de los valores, reciclaje de éstos en leyes del espectáculo de
la comunicación de masas y las distintas formas de resistencia que se
hacen visibles y no visibles. El deber rigorista termina, empieza el
reino encantado de los medias-show interactivos de masas. Se perfila
una nueva era, que mezcla las tradicionales parejas de oposición
combinando generosidad y marketing, ética y seducción ideal y perso-
nalización.4

El relato articulado de esta manera es un cuerpo múltiple


que anuncia mutaciones en los ceremoniales del poder, principal-
mente en las prácticas discursivas del sistema mediático-político
que hacía del lugar un suelo firme. Hoy, la polifonía de desplaza-
mientos y entrecruzamientos virtuales es infinita y traza destinos
superadores de los rituales tradicionales.
Por eso, decimos que la mediatización genera un no-lugar
o lugar desplazado de cualquier esfera hacia lo mediático, a favor

3 "Aunque ya no se asimila el altruismo con un deber obligatorio, somos tes-


Crítica de la Razón Mediática

tigos de una afluencia creativa y de ayuda sin precedentes orquestada por los
media. Band Aird, Restaurantes del corazón, Téléthon, Reality Show: tras los
objetos, el ocio, el sexo, los buenos sentimientos han hecho su entrada en la
arena mediática... Cuanto más se debilita la religión del deber, más generosi-
dad consumimos; cuanto más progresan los valores individualistas, más se
multiplican las escenificaciones mediáticas de las buenas causas y más audien-
cia ganan". Ibid., p. 182
Juan Barreto

4 Ibid., p. 181.
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 329

Cuarta Parte / Ensayo II

del fin de la representación, en función del espectáculo. El objeto 329


signo muta hacia el lugar-tiempo-signo, como forma pura de la
representación que se fractura en la falsa polaridad lugar-no lugar.
Los recorridos en el tiempo de las discursividades crean nuevos
espacios existenciales que colman a la subjetividad resimbolizando
constantemente las formas de interacción, colocándola dentro de
dispositivos de despliegue que prescinden de los paisajes y de las
territorialidades simbolizadoras de antiguas prácticas, a favor del
mapa y el diagrama de flujos más complejos.
Siguiendo en esta línea de pensamiento, para Deleuze esta-
mos saliendo de la era de la dominación, que correspondía con el
tiempo espacio de la representación. Hoy, la era del control es el
lugar sin fronteras de las trayectorias en las flechas de tiempo del
signo cuya ubicuidad torna opaca su designación y las formas de
representación se complejizan en el vértigo de la multiplicidad. Se
trata de la crisis de la representación por exceso de representación,
como dijera Foucault en Las palabras y las cosas -asunto retomado
por Deleuze y Guattari en Mil mesetas-, del momento de la ruptu-
ra de la superficie de las planicies del lenguaje en las nuevas prác-
ticas discursivas y no discursivas de sujetos y objetos que restallan
más allá del estado total difuso de la mediática.5
Con Guattari, diremos que desde esta heterogénesis de
las mediaciones sociales surgen también paradigmas de singula-
rización y nuevos territorios existenciales y espacios de funda-
ción del yo, por medio de elementos de referencia incorporal. Pero esto
supone implicarse en ciertas prácticas y mutaciones existenciales,
es decir en campos de compromisos y de valores. O, para decir-

5 Dice Guattari: "…cuando hablo de producción de subjetividad lo hago en


el sentido más radical. Un niño aprende la semiótica de la ciudad, aprende sus
Crítica de la Razón Mediática

relaciones sociales, sus relaciones de intercambio al nivel más inconsciente, al


nivel perceptivo. Por ello, creo que es interesante repensar la arquitectura, el
urbanismo, la construcción de la vida social, de los media; de los equipamien-
tos colectivos, en primer lugar como instrumentos de producción de existen-
cia y en segundo lugar, en su carácter funcional... en el que deben incluirse
todos los demás instrumentos de medicación social que son en sí mismo el
sistema de valorización regulada mediante relaciones de fuerzas...". F.
Juan Barreto

Guattari, "La producción de subjetividad del CMI", Op. cit., p. 6.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 330

Cuarta Parte / Ensayo II

330 lo de otra manera, en cadenas maquínicas de conciencia bajo su


forma-subjetividad.
La era de los interfaces, la comunicación simultánea y la
cotidianidad actualizada mediáticamente, generan las condicio-
nes de posibilidad de una subjetividad subsumida, en términos
de Toni Negri6, en los recortes mediáticos de realidad. Sobre
este aspecto también llama la atención Lipovetsky, quien sostie-
ne que, a diferencia de la era moralista, la era posmoralista no es
disyuntiva, sino conjuntiva.
La lógica de sentido que recorre estos nuevos espacios
especulares recuperados por «la atmósfera ética del momento».
Lipovetsky lo llama el momento de «la teatralización del bien; la
emoción hiperrealista del público catódico ha sucedido al idealis-
mo de la obligación categórica. Y agrega: «Por uno de esos con-
trasentidos sociológicos habituales en nuestra época, se complace
subrayar la nueva autoridad de la moral de los medios, cuando lo
más significativo es el incremento del poder de los media».7
Según este criterio, la actualidad es un «golpe mediático
que orienta el sentido de lo prioritario». La red mediática sería
entonces la institución total que cruza, ordena y penetra los
demás espacios de lo social. Medios ordenadores, que en adelan-
te, «tienen un interés estratégico en escenificar el sentido de res-
ponsabilidad social y moral»8.
El triunfo de la lógica de la comunicación es el vector
estratégico de la gestión social. Es lo que Paul Virilio llama la
polución dromosférica, el hecho de que todos los espacios devienen
idénticos y en vías de homogeneización por la práctica mediáti-
ca: «Ya no hay necesidad incluso de viajar, basta con quedarse
frente al aparato televisivo»9. Ciertamente, este aparato contiene
el dispositivo visiónico que puede alejarnos de lo cercano y acer-
Crítica de la Razón Mediática

carnos a lo lejano, es decir abolición del espacio a favor de la


6 Ver: T. Negri, Fin de siglo, Paidós, Barcelona, 1992.
7 G. Lipovetsky, Op. cit., p. 137.
8 Ibid., p. 261.
Juan Barreto

9 P. Virilio, Estética de la desaparición, Anagrama, Barcelona, 1998, p. 49.


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Cuarta Parte / Ensayo II

referencia contextual de un tiempo comprimido en unidades 331


múltiples de información, donde no hay nada sin el medio, efec-
to de realidad que anula el principio de realidad.
Fin de la aporía del espacio por sustracción, máquina de
la visión capaz de prescindir de nosotros. Con esta anulación de
la distancia surge otro tipo de espacio comprimido al tiempo ins-
tantáneo, también reducido a un marco político como referencial
controlado por el medio, con fugas aleatorias de sentido. El aquí-
ahora del dispositivo información, su mosaico disperso, sólo
admite la jerarquía aleatoria de la Introducción de Las Palabras y
las Cosas, de Foucault.
Así lo describe Virilio: Visibilidad sin profundidad, sin dis-
tancia, (una ojeada a las cosas-imágenes), universos des-referen-
ciales, incorporales, equipamientos colectivos de intemporali-
dad sin memoria, sustraída por la información, instantaneidad
sin historia. Es decir, subjetividad desmultiplicada por la multi-
tud miniaturizada por proliferación de la súper abundancia de
lo semejante. A este campo de efectos es a lo que llama
Visiónica. Dijera Paúl Klee: «Ahora los objetos me perciben
desde mi mirada».
El diagrama disciplinario se funde con el diagrama del
control por efecto de la mirada randomizada en la de termina-
ción de un modo, un régimen, un rodamiento, un reordena-
miento desplazado: «Visión sin mirada por máquina de trans-
porte», paneo y barrido. Surge una nueva positividad: el mirón,
viajero estático, navegador insomne, donde todo llega al ojo
prótesis sin necesidad de partir, como flujo continuo de inten-
sidades. Transporte del objeto al cuerpo desde allí, donde
materialmente no está.
Se trata de la materialización técnica de toda la metafísi-
Crítica de la Razón Mediática

ca del deseo por la máquina social. Para Virilio, el dispositivo


visiónico es un modo de ejercicio, una práctica en escena de un
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 332

Cuarta Parte / Ensayo II

332 nuevo poder. El poder de lo observable. Un poder- decir-lo que


se ve. Lo visible-enunciable por emplazamiento a teledistancia.
Es decir, un régimen de emergencia que afecta directamente a
todos los mecanismos anteriores de visibilidad-enunciabilidad
con toda su carga de nueva teatralidad acelerada, efímera, instan-
tánea, actual, del percibir-decir-sentir(nos) desde una nueva in-
materialidad.
Esta lógica borra fronteras entre pares binarios tradicio-
nales tales como realidad-ficción, real-virtual, lejos-cerca, pre-
sente- pasado-futuro, público-privado. Todo unido simultánea-
mente. De este modo, la imagen deja de ser únicamente objeto
óptico de la mirada, queda fuera de las lecturas y de las destrezas
del ojo. Pasa a ser ahora prótesis, nuevo imaginario audiovisual,
cadena y campo de relaciones complejas de la sensibilidad y de
sus prácticas asociadas en campos de experiencias asociadas sen-
sual y sensorialmente a universos de habitus.
Estas reflexiones coinciden con las expuestas por Alain
Renaud, quien habla del videopensar, más allá del imaginar, confi-
nado y abierto al campo sensorial alcance de la mirada, un espa-
cio tiempo de un cierto saber-poder. Este autor otorga a la ima-
gen toda la carga mítica de la mercancía con toda su mágica fan-
tasmagoría. En Maffesoli, es el la sumisión a un súper yo social
abstracto que liquida las competencias comunicativas reempla-
zándolas por las ideas del "contacto", encogimiento del indivi-
duo en un sí mismo mediatizado:
Pero esta uniformidad, y la vuelta de lo reprimido que ella prepara,
ya no arraigan solamente en la explotación económica, sino también
en la ampliación de ésta como dominación cotidiana, ampliación que
cabe resumir de la siguiente manera: para sustraerse a la alienación
del trabajo hay que interiorizarla y repetirla, adoptar su modelo
Crítica de la Razón Mediática

durante las horas de ocio. Tal es la función, en particular, de las


‘comunicaciones’, que permiten un establecimiento de la uniformi-
dad mediante el aislamiento...10
Juan Barreto

10 M. Maffesoli, Lógica de la dominación, Península, Barcelona, 1977, p. 151


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 333

Cuarta Parte / Ensayo II

Paul Virilio también nos advierte sobre esta situación 333


cuando dice que «la servidumbre a la máquina hace que la infor-
mación esté aboliendo a los hechos y a la memoria individual
con todo y su lenguaje poético».11
«La noche del totalitarismo, en que todos los gatos son
pardos» ya no refiere a la figura de un tirano que todo lo regula
por el terror y la fuerza, sino más bien, a un tinglado de fuerzas
que se co-determinan, interconectan y superponen mutuamente,
articuladas alrededor de una fiesta de representaciones que actú-
an desde instituciones, aparatos y máquinas de sentido.
Estaríamos, así, ante una razón terrorista en donde las distintas
esferas culturales (Weber) han sido colonizadas, y sólo queda la
perplejidad como recurso estético -o de método- para seguir
aceptando la dionisiaca invitación de Rimbaud a prefigurar mun-
dos nuevos12.
Todo esto porque opera en lo social una lógica de la trans-
ferencia y la convertibilidad arbitraria de cualquier evento a su
forma signo massmediatizado. Una lógica en la que se ha sustitui-
do todo lo social por el signo mediático13. Esto asegura que la
espectacularización y la definición de antagonismos que trabajan

11 P. Virilio, "Un cambio de civilización", en Suplemento de El País, Babelia,


Madrid, noviembre, 1994, p. 32. Y esto lo observa particularmente refiriéndo-
se a la TV: "La TV simula un deseo que ella misma se encarga de colmar. Y de
esa forma crea muertos vivos. Un devenir sombi. La cuestión de la televisión
está en el corazón mismo de la democracia. Vemos definirse la política a par-
tir de su relación con las imágenes...Hablo de la hipnosis de la pantalla, de las
imágenes sintéticas, que pueden seducir sin necesidad de ningún razonamien-
to coherente obtenido por un proceso de sideralización emocional que se
apoya en la periferia de las sensaciones capaces de reemplazar a la opinión por
un impacto publicitario convertido en espacio público... El problema estriba
en que a una imagen no se le puede combatir con otra. Estas tienen su auto-
nomía. De una imagen no podemos decir que sea blanca o negra. Una imagen
Crítica de la Razón Mediática

es una imagen. Todo queda reducido a un poder ciego, vacío e irrepresenta-


ble". Ibid., p. 33
12 R. Bendix, Max Weber, Amorrortu, Buenos Aires, 1966.
13 Sugerimos, al respecto, la lectura de P. Virilio, Un paisaje de acontecimientos,
Paidós, Barcelona, 1998, p. 34. También La máquina de la visión, Madrid,
Cátedra, 1989, de este mismo autor, en donde establece con mucha más
amplitud el concepto de Visiónica. Además, el texto de A. Renaud. Video
Juan Barreto

Culturas de fin de Siglo, Cátedra, Madrid, 1990.


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Cuarta Parte / Ensayo II

334 en las zonas polares, hagan parte de las formas de establecimien-


to de una realidad regularizada y susceptible de ser aprovechada
como mercancía comunicacional: imperio del signo de lo efímero.
Virilio también habla de una solidaridad mecánica con el
medio por parte de aquellos actores sin otros vínculos sociales
que los generados por la dimensión simbólica (estriada) de la
comunicación. Hombres actuados y reproducidos, es su conclu-
sión. Estamos en presencia de una estética de la percepción y del
recorte del mundo caracterizada por la prevalencia de la imagen
massmediática como único referente de realidad, así como ante
una ética de las funciones massmediáticas que convierten a cual-
quier otra forma de manifestación cultural en espacio marginal.
El sistema cultural de nuestro tiempo ha sido modelado como
mercado de oferta de signos, espacios para los medios y teatro
universal de representación.
El fenómeno de «totalización de la vida» que ya hemos
indicado, tiene en el campo hegemónico de los mass-media la
nueva condición de posibilidad de lo social. Aquí la idea de uni-
dad de información debe ser entendida como el dispositivo que
encierra las unidades de discurso que hacen posible el orden
racional e inteligible del caos (montón confuso de sentido opaco
y esponjoso que hace de lo social el universo poroso donde nace
la información). Ese fluido informativo hace engranar los distin-
tos dispositivos de la máquina total. Para Ignacio Ramonet se
trata de una máquina insistente.14
El vector de la reproducción social y de la producción
de conocimientos y saberes, se apoya de manera decisiva en la
noción de información y ésta encuentra en los massmedia una
auténtica caja de resonancia para la hiper-realización de la vida.
No se trata de una perversidad. La información es un disposi-
Crítica de la Razón Mediática

tivo de sentido que organiza las recomposiciones de lo real y


actúa como ente enzimático más allá de cualquier contexto
espacio temporal.
Juan Barreto

14 I. Ramonet, La golosina audiovisual, Fácil, Caracas, 1993, p. 16.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 335

Cuarta Parte / Ensayo II

El sentido producido no se represa, circula de manera inin- 335


terrumpida por toda la trama social y esta tupida red cuenta con
los medios como sistema circulatorio. De ahí la pertinente diferen-
cia que establece Toni Negri entre información y comunicación:
«La comunicación es la acción, la actividad comunicativa en acto,
mientras que la información es clausura de la comunicación den-
tro de los mecanismos inerciales de reproducción de lo real, una
vez que la comunicación ha sido expropiada a sus agentes».15
Como podemos advertir, las nuevas perspectivas desde
las cuales se hace la crítica de la comunicación rompen con el
discurso tradicional de la misma, que sigue entendiendo a los
medios como "emisores", en una relación de contexto: fuera,
dentro o por encima de la sociedad, y a la información como
“contenido” de los medios, actuando como conciencia e influen-
ciando a la sociedad, enajenándola. Este discurso desconoce la
necesidad de la información como armazón de lo social, como
organizadora y distribuidora del sentido que se produce, se con-
sume y se almacena en la civilización. Error en el que incurren
no pocos investigadores, como es el caso de Dominique Wolton
en Elogio del gran público.16
Desde tales perspectivas, los procesos de identidad y
auto-reproducción del monólogo de la sociedad se despliegan a
partir de los media, las situaciones ideales de habla están sujetas
a intermediaciones lingüísticas imposibilitadas de retorno, a
menos que sea dentro del mismo juego del simulacro, la cons-
trucción del principio de realidad de una sociedad que se produ-
ce y figura a sí misma se encuentra en los massmedia configura-
dores del imaginario de la sociedad industrial. De tal suerte que
esta armazón no depende aquí de quien la maneje. Es inútil bus-
car el estado mayor de la perversidad massmediática, pues son
Crítica de la Razón Mediática

las estructuras subjetivas del poder que se brinda aquí en su con-


dición más pura.

15 T. Negri, Fin de siglo, p. 115.


Juan Barreto

16 D. Wolton, Elogio del gran público, Gedisa, Barcelona, 1992.


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Cuarta Parte / Ensayo II

336 En la lógica del capital17, los medios son también lo


social, vínculo activo entre los hombres y la realidad. La cultura
de medios sostiene, consistentemente, las relaciones reales y
posibles. El medium ya no ejerce:
…una fuerza o mirada, violencia objetiva, es una virulencia, una
modalidad microscópica y molecular... [...] Es preciso pensar en las
mass media como si fueran, en la órbita externa, una especie de códi-
go genético que conduce la mutación de lo real en irreal igual que el
otro código, micromolecular, lleva a pasar de una esfera representa-
tiva del sentido, a otra genética de señal programada.18
Los intersticios de la vida son penetrados por el sistema
de "la comunidad orgánica" de los medios. La sociedad de masas
es tal, porque no es pensable sin los mass-media. Precisamente
por eso son una opción política, un arsenal técnico que no es
neutro, si tenemos presente que la razón técnica es un momen-
to del dominio sobre la naturaleza, que por ello no está por enci-
ma ni es extraña a la formación de la sociedad. Cuando defini-
mos a los mass media como dispositivos, fundamentalmente los

17 Retomemos, por su importancia, la extensa cita de Marx que recoge Negri,


en la cual se condensa dicha lógica: "El punto de partida, naturalmente, está
constituido por los individuos que producen en sociedad, es decir, por la pro-
ducción de los individuos socialmente determinada. […] hay determinaciones
comunes a todos los estadios de la producción, que pueden se fijados como
generales por el pensamiento, pero las llamadas condiciones generales de toda
producción no son más que esos momentos abstractos, con los que no es posi-
ble comprender ningún estado histórico, real, de la producción. […] El cambio
entre el capital o el capitalismo y el trabajo ha sido ya realizado, por lo que se
refiere al proceso de cambio en general. Ahora se pasa a la relación del capital
con el trabajo en cuanto valor de uso del primero. El trabajo no es solamente
el valor de uso que se enfrenta al capital, sino que es el valor de uso del capital
mismo. En cuanto no-ser de los valores como valores objetivados, el trabajo es
su ser como valor no-objetivado, su ser ideal; el trabajo es la posibilidad de
todos los valores, y como actividad es la creación de valor. Frente al capital, el
Crítica de la Razón Mediática

trabajo es la mera forma abstracta, la mera posibilidad de la actividad creadora


de valor, que existe sólo como capacidad, como facultad en la corporeidad del
trabajador. Pero mediante el contacto con el capital se convierte en actividad
real -a partir de si misma la actividad no puede conseguir nada, porque no tiene
objeto-, se convierte en una actividad creadora de valor, en una actividad pro-
ductiva. En relación con el capital, la actividad sólo puede consistir en general
en la reproducción de si misma -en el mantenimiento y aumento de sí misma
Juan Barreto

en cuanto mantenimiento y aumento del valor real y efectivo, no del valor pura-
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 337

Cuarta Parte / Ensayo II

entendemos, más allá de la idea del "aparato ideológico", como 337


condensación de la razón técnica y de la lógica del consumo,
como espacios de ejercicio de relaciones de dominio y control,
como ubicuos y constitutivos del imaginario social.
El conjunto lúgubre de teorías explicativas de los medios
como engaños de masas, son un engaño de masas. Los medios
no pueden ser pensados como latas de sardina (vacías o llenas,
da lo mismo). Esta idea reduce el ámbito investigativo y limita las
posibilidades de avance. Desde luego, si el problema es el simple
uso de los medios (la propiedad) ya no habría nada que estudiar,
lo cual sería un alivio para muchos.
El texto fundamental de la racionalización tecnológica
de los medios es el hecho de que la dominación no se ubica en
la naturaleza misma de los mass media. Ellos son la réplica y
son también la sociedad misma en su transformación de las
formas disciplinarias a la sociedad del control. Todos pertene-
cemos a los medios de algún modo. Somos su espectáculo y

mente ideal, como en el dinero-. Mediante el cambio con el trabajador el capi-


tal se ha apropiado el trabajo mismo, éste se ha convertido en uno de sus
momentos, que actúa como vitalidad fructificadora sobre su objetividad mera-
mente existente y, por lo tanto, muerta. El capital es dinero (es valor de cambio
puesto para si mismo), pero no es dinero que existe en una sustancia particular,
y, por lo tanto, está excluido de las demás sustancias de los valores de cambio
que existen junio a ella, que es dinero que conserva su determinación ideal en
todas la sustancias, en los valores de cambio de cualquier forma y modo del tra-
bajo objetivado. En la medida en que el capital, como dinero que existe en todas
las formas particulares del trabajo objetivado, entra ahora en proceso con el tra-
bajo no objetivado, sino vivo, con el trabajo que existe como proceso y como
acto; en la medida en que esto ocurre, es ante todo esta sustancia cualitativa
diferente, en la que él consiste, lo que lo separa del la forma, en la que él con-
siste también como trabajo. Es en el proceso de esta diferenciación y de su
superación en el que el capital mismo deviene proceso. El trabajo es el cemen-
to que es arrojado al capital, que lo hace fermentar. Por una parte, la objetivi-
Crítica de la Razón Mediática

dad en que consiste el capital tiene que se elaborada, es decir, consumida por el
trabajo, y por otra, la mera subjetividad del trabajo como pura forma tiene que
ser negada y objetivada en la materia del capital". K. Marx, Grundisse, 1,
Barcelona, Crítica, 1978. Citado por T. Negri, "Un pensamiento fundante", en
revista Anthropos, Nº 144, Barcelona, junio 1993.
18 J. Baudrillard, "La precesión de los simulacros", en J. Baudrillard, Cultura
Juan Barreto

y simulacro, Kairós, Barcelona, 1978, p. 62.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 338

Cuarta Parte / Ensayo II

338 vivimos engullidos por ellos. Por eso el hombre común es la


excusa del sentido producido y su destino terminal. Cualquier
ciudadano para ser tal debe estar conectado a la red mediática
de forma ininterrumpida.
Los mass media son el conocimiento compartido, la pre-
tensión de validez del consenso positivo, de la competencia lin-
güística (actos del habla, nivel del lenguaje, entre otros) y del dis-
curso legítimo. Los mass media son el orden, la comprensividad
(Habermas), la legitimidad, la autenticidad y, en fin, la palabra
legitimada. Esta gramaticalidad, lograda por los medios, es el
orden existente. Los medios conectan y superponen los espacios
de dominio, jerarquizan en el recorte de lo real, generan objeti-
vaciones que circulan como fluido por las infinitesimales arterias
de las relaciones de dominio. Esto es, el poder como relación y
racionalidad encuentra en los massmedia su conducta de alta fre-
cuencia y alta fidelidad. Por allí fluye -a pesar de las contradiccio-
nes e interferencias- la racionalidad burocrática.
Por otra parte, hay que destacar que la normalización
intersubjetiva tiene en los medios una respuesta racional cristali-
zada en una representación de la vida cotidiana massmediatizada
como referente de valor de todos los procesos sociales. De ahí
la socialización de las pretensiones de validez del habla oficial
que sedimenta el intercambio de bienes simbólicos, someten al
discurso legítimo y a los hombres a una misma forma de uso
comunicativo. Trama que les permite acceder al mundo por
medio del bagaje cultural de la civilización del capital.
De este modo, el sujeto de la civilización posmoderna no
se demarca de los medios, establece con ellos una relación de inte-
rioridad. La percepción de lo real creada por los medios ha esta-
blecido una asimilación que sirve de vehículo conformador del
Crítica de la Razón Mediática

sujeto, por lo cual, en el momento en que éste aborda al mundo a


través de las mediaciones simbólicas de los media, la naturaleza
cognitiva no tiene otra realidad que la del gusto público.
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo II

Otra dimensión de las mediaciones massmediáticas es la 339


organización del tiempo y el espacio como simulacro, que «hace
pasar al mundo entero por el filtro de la industria cultural», como
ya lo anunciara Adorno. Esta industria, en efecto, incorpora las
percepciones cotidianas al signo del medio, en el cual el mundo
exterior se convierte en apéndice y simulación de la realidad
simulada. De modo tal, que lo real es un signo equivalente: ya no
existe realidad, pues ésta es una réplica. Así, la vida real se con-
vierte en un story board que transcurre en el espacio-tiempo de los
medios y su combinatoria, toda vez que ellos son la realidad del
modo de vida de la posmodernidad.
Ocupando a los sentidos, reconciliando al hombre con
un modo de vida, generando espacios de evasión y asociándolos
con la felicidad de sentirse confortablemente enganchados con
lo existente, los medios ensamblan el sujeto al discurso de las
necesidades del consumo. Por ello, puede decirse que los ellos
dan al hombre una victoria ilusoria sobre la hiperrealidad que
ahora él podrá conocer y dominar, en razón del tiempo de expo-
sición a los mismos. La muerte pública, el escándalo y el espec-
táculo son el goce frío ante la violencia compulsiva -que no es
otra cosa que la proyección sublimada del castigo propio- como
parte de una realidad hecha apariencia pura.
Los miembros de nuestra especie, sometidos al azar de
las relaciones de poder, corremos el riesgo de caer en la noto-
riedad pública y renunciar a un “nosotros mismos” de una
posible ciudadanía, con cada acto que acomete la industria cul-
tural. Elevados a la categoría de protagonistas, somos expro-
piados de nuestra esfera privada y reducidos a estereotipos,
somos sometidos a los rigores de la reificación del signo domi-
nante. Todos somos tomados en cuenta por el orden mediáti-
Crítica de la Razón Mediática

co. El rey del cuento ya no está desnudo, todos estamos desnu-


dos ante la minuciosidad del ojo de la red y allí recae el secreto
de la realidad.
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo II

340 Todo lo real es una prueba disuasiva. No existe verdad


más allá de las objetivaciones producidas en el campo de disua-
sión y concentración de lo real. Son los medios la historia desna-
turalizada y transfigurada en criptogramas: la idea sintética. La
conexión brutal con el mundo massmediático es una centrífuga
estriada que no acepta rezagados. La obsolescencia informativa
hace de la realidad actual y actuando, una mercancía sin referen-
te que debe renovarse constantemente (actualidad) unificando el
espacio social en el mito de la ciudadanía, a riesgo de ser descon-
tinuados como ciudadanos.
La fiesta tribal y el rito iniciático de la práctica política del
discurso mediático son, hoy, el ceremonial de la vivencia fría de
la interconexión electrónica a la red de lo cotidiano que transcu-
rre en los medios. Siempre superada por un nuevo suceso, la rea-
lidad está sometida al constante rito de iniciación que le da a la
condición cultural posmoderna una pasmosa familiaridad con lo
cotidiano. Por esto, entrar en sintonía con el principio efímero de
realidad, significa la abolición de lo real y la vigencia de lo mass-
mediático. Como dijeran Horkheimer y Adorno:
… a estas alturas, esto sigue siendo una feria: el arte de lo posible...
La cultura de masas trasluce el carácter ficticio del ‘individuo’ en la
era burguesa... [...] Lo individual no es más que el poder de la colec-
tividad de sellar tan firmemente el detalle occidental que sea acepta-
do como tal... [...] La peculiaridad es un artículo de consumo que la
sociedad determina en régimen de monopolio.19

La distribución sumaria e indiferenciada de los signos,


por parte de los massmedia, obedecen a la misma lógica de la
transferencia y del intercambio diferencial de las transacciones
sociales, lo que pone de manifiesto el funcionamiento de lo que
Adorno y Horkheimer caracterizaron como «parodia demoníaca
Crítica de la Razón Mediática

de la omnipresencia del espíritu divino. El hecho colosal de que


el discurso penetre en todas partes, reemplaza su contenido».20

19 T. Adorno y M. Horkheimer, La industria de la cultura, Fondo de Cultura


Económica, México, 1981, p. 421.
Juan Barreto

20 Ibid., p. 422.
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 341

Cuarta Parte / Ensayo II

La hiperrealidad del paquete producción-consumo es la 341


hiper-socialidad del signo trasmutado en sociedad global: «repre-
sentación pura del poder social». Aquí, esferas de dominio, individuos
y medios forman parte de la misma cadena de montaje del
modelo global de sociedad. La fusión de todos los engranajes a
la razón dominante es la verdadera camisa de fuerza que sujeta a
los hombres al mundo de lo establecido.
Esta no es una camisa reversible, aquí no es admitida otra
relación que no sea la regulada por la lógica de la economía del
signo: el mercado libre del objeto-signo y sentido, visto como
engranaje de máquina de un dispositivo, como anteriormente
explicamos. El hombre, o lo que llamamos de ese modo, pasa a
ser experiencia sedimentada en el lenguaje totalitario de los
massmedia, transmisores de orden, superstición y seguridad.
Somos ya, la red, el gran Otro lacaniano, escribe S. Žižek,
en su libro La suspensión política de la ética.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 343

III 343

TV: ¿DISPOSITIVO O APARATO?

El mundo es móvil y el claroscuro.


Vemos las cosas a medias, siempre de un solo lado
y siempre cambiantes. Su contorno se disuelve en
la sombra, se esboza en el movimiento y luego se
pierde en la oscuridad o en el exceso de luz.
Y también nuestra atención está
en claroscuro, va y viene de un objeto a otro y se
concentra sucesivamente sobre detalles, luego
sobre el conjunto.

M. Chion.

TV: Un collage de lo social


y un tinglado de sentido

La interactividad sería un simulacro de consulta;


manipulación disfrazada... En vez de asistir a un
nuevo modo de comunicación, estaríamos ante la
desaparición de la comunicación y frente a su
reemplazo por un modelo epidérmico y energético
fundamentalmente social... Resulta sintomático que
las críticas de la TV actual se haga en nombre de la
TV de ayer. Invocando un pasado que ya no existe
y que se añora, es más fácil desembarazarse, en
nombre de tecnologías y humanismos varios, de los
procesos comunicativos actuales.

A. Piscitelli.
Crítica de la Razón Mediática

atinoamérica consume casi 600.000 horas anuales de TV1. Al


l cumplir 20 años, un latino ha visto alrededor de un millón de
comerciales. Dentro de poco, contaremos con 500 canales. La
Juan Barreto

1 Ver: Anuario ININCO, N° 13, Vol. 1, 2001.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:04 PM Page 344

Cuarta Parte / Ensayo III

344 TV es el medio de los medios, contiene a los demás y los some-


te. Hablar de ella, es un homenaje a la massmediatización acele-
rada de los tiempos que corren. ¿Qué hace posible la preponde-
rancia de la TV? Veamos algunas respuestas de interés.
Para Casetti, la TV es un medio que generaliza el voyeur,
pues permite mirar sin ser mirado y visto. Así mismo, actúa como
dispositivo ordenador de prácticas discursivas en varios sentidos:
Los espectadores interrumpen, recortan, fragmentan el flujo de la
acción en la pantalla con subrayados y repeticiones, parodias y explica-
ciones tomadas de la realidad... La recepción accidentada, en todo caso,
parece haberse transformado hoy en un carácter constante de la escu-
cha televisiva... Se obtiene una recepción que ya no sigue una interpre-
tación lineal de los textos, porque el texto obtenido es completamente
diferente y funciona por ocasionales, rapidísimas y quizá casuales apro-
ximaciones de imágenes, más que de contenidos concluidos... un collage
fragmentado, un comportamiento estético, que dota al micropalimpses-
to tanto de nuevos significados como de nuevos valores.2

Alejandro Piscitelli, por su parte, destaca que los textos


televisados son transvertidos cada vez más hacia el formato del
talk-show; es decir, la TV tiende a ser un lugar en se acaba la asi-
metría entre los que saben y los que no3. De manera que, cada
vez más, medios y vida cotidiana se funden en un solo espacio:
la TV actual es un boulevard de clip que reduce los mundos de
vida a la ley mediática de la variación de intensidad en donde no
existe terceridad, pues sujeto, objeto e interpretación son some-
tidos a un mismo plano4.
2 F. Casseti, Introducción a la Semiótica, Fontanella, Buenos Aires, 1989. p. 79.
3 "En vez de afirmaciones tenemos preguntas, en vez de un discurso institu-
cional asistimos a la apología de la opinión personal. En contraposición a las
heterarquías de ayer, asistimos a una horizontalización de los actores, una
relación de proximidad en la cual la vida cotidiana es el referente privilegia-
do". A. Piscitelli, Ciberculturas en la era de las máquinas inteligentes, Paidós, Buenos
Aires, 1995, p. 189.
Crítica de la Razón Mediática

4 Para hablar de la nueva TV el autor dice: "La interactividad sería un simu-


lacro de consulta; manipulación disfrazada... En vez de asistir a un nuevo
modo de comunicación, estaríamos ante la desaparición de la comunicación
y frente a su reemplazo por un modelo epidérmico y energético fundamen-
talmente social... Resulta sintomático que las críticas de la TV actual se haga
en nombre de la TV de ayer. Invocando un pasado que ya no existe y que se
añora, es más fácil desembarazarse, en nombre de tecnologías y humanismos
Juan Barreto

varios, de los procesos comunicativos actuales". Ibid., p. 190.


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Cuarta Parte / Ensayo III

De ahí que Piscitelli asegure que la TV es indomestica- 345


ble y, precisamente por esto, no reductible a modelos clásicos
de análisis. La TV sería más bien del orden de lo irracional, de
la imagen, de lo dionisiaco e iletrado, del relato y del deseo. No
del territorio apolíneo de la letra, lo racional, el discurso y los
sistemas de codificación tradicionales. Por eso, sigue siendo
«un hecho maldito para la cultura burguesa», y vista como
banal por los intelectuales que persiguen el ideal de la
Ilustración.5
Los massmedia -y particularmente la TV-, son un collage
de lo social; pero, a su vez, son un tinglado de sentido. Esto
imprime a la sociedad un ritmo y una dimensión que funda nue-
vas tecnologías de poder. Para Deleuze, la TV:
… no ha buscado su especificidad en una función estética sino en
una función social, función de control y de poder, reino del plano
medio que rechaza toda aventura perceptiva en beneficio del ojo
profesional [...] En tales condiciones, la televisión es el consenso por
excelencia: es la técnica inmediatamente social, es la socio-técnica en
estado puro. […] Cuando se dice que la TV no tiene alma, quiere
decir que carece de suplemento, salvo ese que usted mismo le otor-
ga cuando describe al crítico agobiado en la habitación de su hotel a
quien se le ocurre encender por una vez la televisión para compro-
bar que todas las imágenes, habiendo perdido el pasado, el presente
y el porvenir, se ponen por igual al servicio de un tiempo que trans-
curre [...] Podría decirse también, que el par Naturaleza-Cuerpo, o el
par Hombre-Paisaje ha sido sustituido por el par Ciudad-Cerebro: la
pantalla ya no es una puerta o una ventana (tras la cual...), no es un
cuadro o un plano (en el cual...), sino un tablero de información por
el que se deslizan las imágenes como ‘datos’.6

5 La TV es el medio de lo simultáneo, de lo efímero en un mundo de pistas y


Crítica de la Razón Mediática

frecuencias variables: "no es algo que se contempla; es, por el contrario, una
máquina de contactar, que está simplemente encendida todo el tiempo. Por eso
no hay ninguna afinidad entre ver TV y reflexionar o analizar un fenómeno. TV-
ver es un proceso pasivo pero increíblemente eficiente de archivar y asociar
información para utilizar más tarde". Ibid., p. 193.
6 G. Deleuze, "Optimismo, pesimismo y viaje (carta a Serge Daney)”,
Juan Barreto

Conversaciones, Pre-Textos, Valencia, 1995, p. 120-125.


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Cuarta Parte / Ensayo III

346 Se trataría de la creación de un espacio de no naturaleza,


donde todas las imágenes devuelven una única imagen: «la de mi
ojo vacío de contacto con una no-naturaleza, espectador contro-
lado que se halla ahora entre bastidores, en contacto con la ima-
gen, insertado en ella».7
La intersemioticidad (Zunzunegui) de los media, y en espe-
cial de la TV, responde a sus propias reglas de enunciación y a la cre-
ación de campos culturales de carácter universal. Lo que Eliseo
Verón, en su Semiosis social, plantea como el sentido de los actos de
habla gobernados racionalmente por la producción global de discur-
sos sociales distribuidos mediáticamente, no es más que otra confi-
guración discursiva organizada desde otra expresividad. Por eso:
La televisión se concibe, bajo este prisma... como un gigantesco
espectáculo capaz de albergar todo tipo de discursos que, por mero
hecho de puesta en relación, son sometidos a una recontextualiza-
ción en la que, sin lugar a dudas, no deja de tener influencia el lugar
de inserción de cada texto parcial en el flujo permanente del perpe-
tuo presente de la enunciación televisiva.8

Se ofrece realidad, drama “verdadero” en el que se puede


saciar el deseo, agotar el espacio último de lo privado a fuerza de
controversia y diálogo, descontextualizar la experiencia, trocar la
subjetividad en categoría de consumo y espectáculo. Relatos en
primera persona listos para ser engullidos, desde su presenta-
ción, en un preempaque caracterizado por la «inmediatez, su
apariencia de reflejo especular de la realidad, su duplicación de
esta última»9. De este modo, el acceso massmediatizado a la rea-

7 Ibid., p. 119.
8 S. Zunzunegui, Pensar la imagen, Cátedra, Madrid, 1992, p. 211.
9 Pensar desde el aparato comunicacional supone: "En primer lugar, la con-
Crítica de la Razón Mediática

vicción de que entre el mundo de la percepción y de la significación, no exis-


te una muralla que los separe. Hacemos nuestra la posición de U. Eco cuando
afirma la imposibidad de asegurar si es percepción la que está en la base de la
semiosis o viceversa, para sugerir a continuación que la percepción, el pensa-
miento, la autoconciencia, las experiencias especulares, o la semiosis parecen
formar un nudo gordiano difícil de desatar, un círculo en el que no es sencillo
encontrar un punto del que pueda predicarse su carácter de origen de los
Juan Barreto

demás". Ibid., p. 15.


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Cuarta Parte / Ensayo III

lidad, incluye un recorte y un montaje (producción estriada) al 347


interior de un discurso provisto de un sentido. Lo real massme-
diatizado es virtual en su propia construcción, incluso en la idea
del directo, vía satélite, ya hay un montaje de sentido. Por eso,
… el trabajo de lectura (de los medios) pasa a través de la percepción
de formas significantes, en primera instancia, por su referencia direc-
ta a la forma perceptible del mundo real... es una actividad sensorial
referida a la cotidianidad extrapantalla. El espectador vive, por tanto
siempre en primer nivel el impacto, una relación de ‘sensación’ con
las imágenes, una relación corpórea con el mundo de la pantalla. El
espectador no lee sino que vive los signos del discurso audiovisual...
Su diálogo con la pantalla es una verdadera interacción simbólica, al
menos en la inmediatez del primer impacto: una interacción progra-
mada por el ‘comportamiento’ del enunciatario en el texto... La con-
versación con el texto audiovisual, es en primer lugar, un juego de
acciones, por cuanto se refiere a lo simbólico, y después al intercam-
bio progresivo de saber. Los papeles recubiertos por la prótesis sim-
bólica del espectador se refieren a actos comportamentales dentro de
los cuales se inscriben actos comunicativos y, por tanto, verdaderos
y propios intercambios de volúmenes semánticos.10

Otro rasgo de los massmedia es su auto-referencialidad.


Ellos nunca pierden conciencia de sí mismos y hacen de los
hechos y eventos, recortes excesivos para su uso y difusión.
Así, el punto de vista del medio sustituye a la determinación del
objeto. De esta manera, los datos desaparecen en el tinglado de
su lógica y pasan a formar parte del ambiente o cobertura de
lenguaje redundante del medio y del sentido socialmente pro-
ducido.
El environment de los media funciona dentro un montaje
caótico, en un «supra montaje de sentido», como lo llama
Cebrián Herreros, es decir, en una estructura unificadora dentro
del sentido. Los massmedia son gobernados por una pragmática,
Crítica de la Razón Mediática

mínimo común denominador que determina un sistema de


mutua neutralización de los mensajes. Se trata de lo que
Herreros y Gómez Requena llaman la «multiplicidad fragmenta-
Juan Barreto

10 G. Bettetini, La conversación audiovisual, Cátedra, Madrid, 1995, pp. 134 y 135.


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Cuarta Parte / Ensayo III

348 ria del sentido» que nada tiene que ver con lo postulado por
MacLuhan -«el medio es el mensaje»-, quien se pierde en la pura
existencia del medio.
Lo que aquí se pone en evidencia es que los massmedia
engendran una sensación de totalidad, es decir, se vuelven la
generalidad de lo social que sanciona lo verdadero. Especie de
mosaico, o campo de sentido, “un cuarto ver”, dentro de una
dimensión singular: el espectáculo conectado al imaginario
colectivo de los sujetos, expresión de eso que llamamos el mito
unificador de la comunidad ideal.
El medio cotidianiza todo lo que toca, lo desacraliza y
desencanta, pero lo sume en la singularidad del instante y en el
criterio de valor social de lo relevante. Convertir en espectáculo
es asimilar imágenes y signos de carácter universal, reducidos al
marco binario de los pares opuestos, borrando toda anfibología
y restando zonas opacas y conflictivas en torno a discursividades
más complejas (producción lisa)11. Y, como parece pertinente
observar, producir es reordenar, organizar en una historia, a
veces descontextualizar o contextualizar en términos informati-
vos y de mercado.
Esto significa la cobertura del tiempo social, con un cri-
terio de igualdad en relación a los contenidos, los estilos en
estándar. Ni quiere decir que, eventualmente, este espacio de la
industria cultural no privilegie actitudes y programas de buena
factura, pero de lo que estamos hablando es de la naturaleza de
la realidad producida mediáticamante, pues el menú mediático
supone la producción para una inteligencia promedio acostum-
brada a la fragmentación:
11 "El escozor de lo cotidiano ya no se mitiga en la emisión de una colecti-
Crítica de la Razón Mediática

vidad participante, sino que se normaliza en la rutina de un espectáculo de


consumo individualista: la masificación ahoga cualquier instancia de sociabi-
lidad. Pese a las apariencias, el sistema de los mass-media (y el televisivo sobre
todo) constituye una de las más grandes fuentes de opaca estabilización del
contexto social. aboliendo la realidad, sustituyéndola con su discurso homo-
geneizante, proponiendo una continua espectacularización de lo sucesos, ter-
mina por satisfacer una vaga necesidad de información superficial y por dis-
Juan Barreto

tribuir características (y falsas) 'vivencias' de poder y dominio". Ibid., p. 208.


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No se trata, pese a las apariencias, de dar a luz una especie de discur- 349
so carente de sentido, sino que la propia organización interna de la
televisión asegura la permanencia del sentido más allá de las manipu-
laciones del espectador. Se mantiene intacta -e incluso se refuerza,
confiriéndole además un carácter marcadamente lúdico- la ilusión pri-
mordial de la TV: la manipulación de nuestros poderes ante la realidad,
su aprehensión aparente directa, su organización del espectáculo.12

Esta opinión coincide con los trabajos recogidos por


Jean-Marc Ferry y Dominique Wolton, en El nuevo espacio públi-
co13. Allí, el espacio público es leído como una trama de realidad
consustancial a la existencia de la democracia. Es más, lo mediá-
tico entendido como espacio organizativo y como criterio de
inteligibilidad -eso que llaman la libertad de expresión- ha susti-
tuido al pensamiento, para decirlo con Argullol. «El espacio
público no está destruido sino que su funcionamiento, en el nivel
de la democracia masiva, que se halla en conexión directa con la
comunicación política», afirman Ferry y Wolton. Y es así porque
«en primer lugar, se impone una redefinición sociológica del
espacio público político. Esta redefinición está justificada por el
advenimiento de la ‘sociedad de los medios’, un siglo después de
la sociedad de las masas»14, agregan. Se resignifica, así, el papel
de lo mediático como reordenador del discurso político y de las
lecturas posibles que se hagan de este espacio.
En este sentido, según Ferry y Wolton, el marco mediáti-
co reduce a su lógica, el dispositivo institucional. Por ello, el nuevo
espacio público queda estructurado alrededor del sistema de los
medios, el cual funciona como un dispositivo que selecciona el
valor social y «ofrece posibilidades inéditas de control político».
Ferry y Wolton agregan que el papel del dispositivo así constitui-
do es el de garantizar el equilibrio entre comunicación-informa-
ción-representación que, como dice Touraine, interpreta las
Crítica de la Razón Mediática

nuevas expectativas de la experiencia social.

12 Ibid., p. 203.
13 J. M. Ferry, D. Wolton y Otros, El nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona,
1992.
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14 Ibid, p. 129.
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Cuarta Parte / Ensayo III

350 Aquí de nuevo, se hacen necesarias algunas digresiones


sobre el cambio de paradigmas al interior del modelo producti-
vo dominante en la creación del nuevo dispositivo operativo del
gobierno del capital y su formación social. Para lo que apelare-
mos a F. Jameson15. Según este autor, el capitalismo tiene distin-
tas dimensiones físicas: 1) Actúa por expansión y territorializa-
ción espacial, y al territorializar al mundo (globalizar su lógica),
en ese mismo movimiento reterritorializa al cuerpo y su subjeti-
vidad; es el mismo momento del que Marx hablara como «la
mercantilización inmaterial y universal de la fuerza de trabajo»,
2) este movimiento concierne también a las innovaciones y a una
nueva forma de organización del trabajo, la producción, la circu-
lación y el consumo, lo que hace suponer también otro tipo de
mercancías radicalmente nuevas.
En el mismo sentido, E. Mandel16, proporciona datos
acerca de cómo ocurre este proceso y a qué repertorios apela
para reordenar al capitalismo a nueva escala, a escala global,
datos como el uso de la energía atómica y de la cibernética ins-
trumental convertida en información que tiende a acomodarse y
a automatizarse según un plan retórico. Se trata, pues, de un
nuevo capitalismo, el de la producción inmaterial que descansa
en la circulación-acumulación del capital-dinero por encima del
capital industrial, como lo muestra F. Chesnais, que no soporta
su peso financiero y debe apelar a la apropiación creciente de
una masa de plusvalía mediante el movimiento cada vez más
decreciente de la cantidad de trabajo vivo, haciendo variar la rela-
ción entre trabajo y capital constante.
Descolocaciones, hipermercados de capitales y produc-
ción de renta del dinero por medio de emisión de papeles y
negociación de deuda, aceleran la nueva lógica y la circulación
Crítica de la Razón Mediática

del capital-dinero -tragándose por aceleración al resto de la cade-


na del proceso de valorización-, actuando como fin último de sí

15 F. Jameson, The political unconscious, Ithaca, Cornell University, 1991.


Juan Barreto

16 E Mandel, Tratado de economía marxista, Tomo III, Era, México, 1995.


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Cuarta Parte / Ensayo III

mismo, creando sus propios imperativos sistémicos y, con ello, 351


provocado el debilitamiento y la posterior abolición de las fron-
teras por medio de tratados, entre otros dispositivos.
No es ya tan sólo que Toyota pueda quedar en cualquier
sitio distino a Japón y mudarse a gusto, sino que, también, los
capitales, “que nunca tienen patria”, se mueven y, en su movi-
miento financiero rentístico, se tragan las fronteras materiales y
simbólicas, con todo y el costo que eso significa para las identi-
dades y la construcción de subjetividad.
«La potencia del trabajo que nace de la cooperación» (C.
Marx), se acelera por la intensidad que cobra el flujo tecnológi-
co con la automatización cibernética y el papel que ocupan los
flujos de información al interior de la actual fase capitalista de
producción, ahora contenidos como parte integral del producto
final y la consiguiente desvalorización del trabajo relativa a esta
operación. Por eso, hay que tomarse en serio el análisis de Marx,
en el Tomo I de El Capital, respecto del proceso de tecnificación
y su impacto en la disminución del valor de la fuerza de trabajo,
a favor del costo que la tecnología carga al producto final, arras-
trando en cada mercancía el trabajo pasado contenido en la pro-
pia tecnología.
Sin duda, esto contribuye a la elevación de la tasa general de
plusvalía o tasa de explotación y está presente en el costo final del
producto, contenedor frío de información pura en el tejido mismo de
la materialidad de la mercancía (también por ejemplo, portador de
trabajo inmaterial) para el consumo material (pero a veces, inmate-
rial e involuntario), lo que distingue cada fase en la cual aparece
esta tendencia formando interrelaciones densas y cambiando la
naturaleza de los mercados, de los gustos y del consumo.
De modo que el dispositivo información-comunicación no sólo
Crítica de la Razón Mediática

opera como gel, o ambiente espeso, también opera aboliendo las distancias
entre el adentro y el afuera, entre mercancía y producción inmaterial, pues
es de suyo materialidad del trabajo inmaterial. Es decir, subsun-
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo III

352 ción real del trabajo material por un lado y, por el otro, síntesis
dinámica del consumo material y el inmaterial en un solo y
mismo movimiento, lo cual significa un cambio cualitativo en el
metabolismo del plano e consistencia del capital como lógica.
El valor, escondido bajo la forma dineraria (forma fetichi-
zada), como liquidez de la relación de clases, también se compri-
me y sobre-acelera en la medida que el trabajo inmaterial y el con-
sumo asociado a esta forma dominante se despliegan y consoli-
dan. El capital, que es siempre movimiento (Marx tenía el coraje
de este concepto), se mueve exprimiendo al trabajo que en la ace-
leración no logra distinguir que él es la sustancia primera de todo
valor y tampoco distingue en el sobremovimiento cuál es su rela-
ción con el capital constante. En otras palabras, la supergravedad
de la aceleración de la circulación, producto del impacto tecnoló-
gico, se impone sobre el trabajo (que aparece como sobre deter-
minado al valor) y el tiempo del trabajo, que se comprime y redu-
ce por sobregravedad, como ocurre con los agujeros negros.
El nuevo estatus valor acelerado nace “separado del tra-
bajo”, como capa densa de nueva opacidad, borrando, sin abolir
-esto no sería posible-, toda la sustancia del trabajo que contiene.
Aproximándose por identidad al momento del dinero como rela-
ción separada del trabajo y como imagen-movimiento de la lógi-
ca del capital. Así actúa el dispositivo información-comunicación
al interior del campo económico: haciendo estallar sus fronteras.
Cobra entonces nueva vigencia el concepto de mercancía
de Marx (otra vez siempre es bueno una nueva lectura), cuando
habla de una sustancia común-trabajo y del trabajo como «conjunto
de objetos conformados» y no como cosa que se equipara a can-
tidades fijas de esfuerzo, o de tiempo acumulado, que puede ser
homologado a un valor arbitrario como el dinero. El trabajo es
Crítica de la Razón Mediática

visto en su dimensión real, es decir, como actividad creadora de


lo real y naturaleza de la configuración de una sustancia. Principio con-
figurador-principio productor, estructural genético, «génesis» de la
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo III

mercancía en la forma que sea. 353


De manera que, para Marx, la sobredeterminación del
tiempo era también sobredeterminación del trabajo y no su abo-
lición sino metamorfosis del trabajo en tiempo social de la repro-
ducción. En términos de Marx, «trabajo abstracto» que no
depende de un tiempo sino de una intensidad en la producción
global de la sociedad. Es el trabajo subsumido en toda la produc-
ción social y en la mezcla se establece su fisicidad no medible en
un solo objeto o en el carácter de la mercancía separada.
Por eso, Marx habla de subsunción real del trabajo en la mer-
cancía, pero no en una sola mercancía o rama productiva. Se trata
de una sola e inmensa fuerza humana de trabajo total, subsumi-
da, desplegando un trabajo común materializado en la totalidad
de los valores del mundo de la mercancía, que no es otro que
multiplicidad del trabajo metamorfoseado, un sin número de
sustancias cualitativas del “trabajo social común”, disuelto y con-
tenido en toda la producción-circulación.
Por lo tanto, el trabajo no es en Marx, la suma de esfuer-
zos de trabajadores individuales, es «trabajo subjetivo», «subjetivi-
dad del trabajo vivo». Sustancia creativa de la vida, expropiada por
un modo de producción: el capital en su forma valor. Una sustan-
cia extraída y sumida en la opacidad del dinero como relación inequiva-
lente, que nunca puede representar al trabajo, visto de esta forma.
En tal sentido, así como la actividad productiva es glo-
bal, la reapropiación del trabajo también lo es, y esto significa
romper la cadena del proceso de producción-circulación-acu-
mulación de valor, por medio de la comprensión del devenir
del trabajo en multitud. Es decir, el trabajo nuevamente meta-
morfoseado en el obrero social, como nueva subjetividad polí-
tica del trabajo, para el volcamiento del dispositivo capital-
Crítica de la Razón Mediática

comunicación-información, nueva forma de la sustancia del


valor, segunda naturaleza del trabajo recuperada por la torsión
tecnológica que puede producir la precipitación del valor hacia
Juan Barreto
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Cuarta Parte / Ensayo III

354 “el trabajo común abstracto” como rostricidad de multitud de


líneas de devenir.
Aquí somos deudores de Marx, quien en El Capital, desde
el comienzo mismo del Tomo I, habla del capitalismo como una
formación social, como el universo de posibilidades para las con-
diciones de reproducción que hacen posible un modo, una lógica,
una racionalidad; y no como ha sido leído, desde la miopía reduc-
tora de la economía política liberal, con toda su carga de prejui-
cios y positivismo.
Esta enseñanza de Marx, abre nuestra mirada hacia las
condiciones de posibilidad de la línea de fuga del imposible-posi-
ble, por ejemplo, cambio del modo de producción-circulación y
consumo, en otra lógica y un salario social, con una escala comu-
nal, que resuma y simplifique todas las labores relacionadas a la
producción y el consumo, independientemente de su cualidad o
singularidad. Y una consiguiente organización del trabajo eman-
cipado en consejos, pues la subjetividad del trabajo es el momento onto-
lógico de la fisicidad de su unificación, luego de la separación o frag-
mentación, por división del trabajo; privatización y separación de
los saberes y opacidad general. Pero esto, por ahora, es materia
de otro costal.
La realización del mundo que hoy tenemos es la materia-
lización de un campo de múltiples posibilidades, debido a que las
llamadas sociedades postindustriales son, siguiendo a Eliseo
Verón «sociedades en vías de mediatización»17. Mediatización que
cruza lo social en sus distintas dimensiones a ritmos diferentes y
produce diversas consecuencias, porque:
… una sociedad mediatizada es más compleja que las que le han pre-
cedido. A pesar de lo que se diga, la publicidad, el discurso político,
el discurso informativo, el discurso científico, etc., resultan de con-
Crítica de la Razón Mediática

diciones de producción y de reconocimiento, diferentes, específicas

17 "[…] es decir, sociedades en que las prácticas sociales (modalidades de fun-


cionamiento institucional, mecanismos de toma de decisión, hábitos de consu-
mo, conductas más o menos ritualizadas, etc.) se transforman por el hecho de
que hay medios". E. Verón, "Interfaces, sobre la democracia audiovisual avan-
Juan Barreto

zada" en J. M. Ferry, D. Wolton y Otros, Op. cit., p. 124.


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Cuarta Parte / Ensayo III

en cada caso... Respecto al sistema político, la pantalla chica se con- 355


vierte en el sitio por excelencia de producción de acontecimientos
que conciernen a la maquinaria estatal, a su administración, y muy
especialmente a uno de los mecanismos básicos del funcionamiento
de la democracia: los procesos electorales, lugar donde se construye
el círculo entre el ciudadano y la ciudad. En otras palabras, estamos
en la democracia audiovisual....18

El decisivo papel de la mediatización de lo político en la pro-


ducción del mito de la comunidad de intereses es, siguiendo a
Verón, siempre un problema de interfaz, que hace de lo político
registro de información. Lo político queda fascinado ante la
fuerza mediática y las estadísticas del sondeo, y entonces produ-
ce reglas de sentido, a fin de intentar, inútilmente, reducir lo
mediático a su esfera.
«La catarata de sentido» -para utilizar un término del
propio Verón- de los massmedia no depende del espectador ni
del protagonista de la información, sino de la «subjetividad del
medio», de sus intereses de discurso y del uso especifico de lo
real que determina la puesta en escena final. Esto no significa
que, en términos de efectos, los massmedia aseguren sus pro-
pios deseos, o que una inteligencia maquiavélica organice con-
tenidos a fin de ocultos intereses. Por supuesto que no pensa-
mos de ese modo.
Una lógica de sentido es una propuesta cultural que cons-
truye las relaciones de los sujetos con el mundo, con los otros y
consigo mismos, que forma parte de las necesidades de dar por
cierto lo que se enuncia y lo que se ve, así como del proceso
socializador global. Los medios cifran, hablan lo social como
mero reflejo especular, en un lenguaje desprovisto del lenguaje
objeto y de la información (Shannon) liberada de la referenciali-
dad hiperespacial. J. L. Borges parodiaba el sentido de la era de
Crítica de la Razón Mediática

la información, conjeturando que pronto la historia no podría


ser escrita por exceso de datos19.
Juan Barreto

18 Ibid., pp. 124-125.


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Cuarta Parte / Ensayo III

356 Por ello, es bueno recordar lo que dice Baudrillard, en La


transparencia del mal, sobre el impacto de las tecnologías en lo real,
especialmente la transfiguración en segunda realidad que provo-
can y la dimensión problemática que suscitan:
No en vano se les llama virtuales: porque mantienen el pensamiento
en un suspenso indefinido... Estas máquinas poseen el poder de la
ilusión. El candor del cálculo y los únicos juegos que proponen son
juegos de conmutación y de combinación... La lectura de una panta-
lla es completamente diferente a la mirada... En el espacio de la
comunicación, las palabras, los gestos y las miradas están en estado
de contigüidad incesante, y sin embargo jamás se tocan.20

De esta manera, surge un mundo que borra las dimensio-


nes temporales y espaciales. Un universo demasiado cercano
para ser real, para ser una escena verdadera. Y demasiado lejano
e independiente como para ser falsa y artificial. Lo que se crea
entonces es un lugar-tiempo no humano y, sin embargo, huma-
nizado telemáticamente. Una dimensión excéntrica, en donde
todo material es asimilado y mediado.
Al respecto, es de interés enfatizar que lo hiperreal en
Baudrillard, además del sarcasmo, propone la idea de simulacro
como representación vacía, ilusoria. Pues «controlar el contexto
es controlar la interpretación», jerarquizar y subrayar allí donde
no es obvio y nada remite a un original. Entonces, el mundo ya
no es el contexto único, los medios se refieren a sí mismos y al
espacio desnaturalizado que transmiten, lo cual ratifica que «la
aspiración del medio como espacio total es en sí mismo una lógi-
ca de sentido».21

19 Esto coincide con lo expuesto por Rosa Ma. Rodríguez cuando afirma que
hoy la información es "exceso, abultamiento plenipotenciario, asfixia y bloqueo.
La acumulación de la información va haciendo estallar los vientres repletos de las
memorias terminales; generando a su vez códigos, fichas de estrategias y meto-
Crítica de la Razón Mediática

dologías para encontrar determinado dato, y así en un crescendo hasta el infini-


to. Es lo que llamamos la autopoyesis de la máquina comunicativa. Que todo se
vea, que todo se sepa, que todo pueda ser constatado, es lo que se ha dado en lla-
mar obscenidad de la producción, irónica ley entrópica que al multiplicar los
mensajes los torna ineficaces, perdidos en el 'ruido' de la comunicación". R. Ma.
Rodríguez, La sonrisa de saturno, Anthropos, Barcelona, 1989, p. 234.
Juan Barreto

20 J. Baudrillard, La transparencia del mal, Anagrama, Barcelona, 1991, p. 62


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Cuarta Parte / Ensayo III

Llegados a este punto, puede afirmarse que los massme- 357


dia no son comodines que pueden ser manipulados por unos u
otros a su antojo y que pueden ser puestos al servicio “del bien
y de la democracia”, si las buenas intenciones así lo prescriben.
Los que así piensan suponen una escuela buena, vaciada de
vicios, una cárcel redentora, un espacio público democrático y
hasta un manicomio lúcido:
Se olvidan, así, algunos de los puntos de partida esenciales del saber
sociológico. Especialmente éste: que los hombres generan procesos
que tienen su propia lógica interna -ciega desde el punto de vista
humano, coherente, necesaria, en función a la dinámica del proceso
mismo- que escapa a su control. La TV en cuanto aparato industrial
y en cuanto fenómeno discursivo y espectacular, pertenece a ese tipo
de fenómenos.22

Cada discurso -el discurso médico, o el jurídico, por


ejemplo- aparece en un plano autónomo y en un nivel específi-
co, y constituye una serie de procedimientos o técnicas de enun-
ciación, creando una situación comunicativa y generando una
determinada producción simbólica. La función signo depende
de sus condiciones de producción y de la base narrativa de su
propia existencia.
La TV es, en este sentido, un sistema semiótico autóno-
mo dentro del universo generalizado de los media. Es decir, dis-
curso total que se cierra sobre sí mismo23. De manera que si asu-
mimos, así sea de forma provisional, algunos de estos enuncia-
dos, el modelo dominante E–R, medio, mensaje y las investiga-
ciones de efectos serían incompletas y mal fundadas, pues los
medios serían una red social intersubjetiva que aspira a ser des-
construida dentro de su propia semioticidad.
Crítica de la Razón Mediática

21 K. Hayles, La evolución del caos, Límites, Barcelona, 1993, p. 334.


22 J. González Requena, El discurso televisivo, Cátedra, Barcelona, 1993, p. 123.
23 "Con lo que la información 'en tiempo real' se sitúa en un espacio com-
pletamente irreal, y no por ello no verdadero. Que muestra por fin la imagen
de la TV pura, inútil, instantánea, en el que se pone de manifiesto su función
primordial, que consiste en llenar el vacío, el colmar el agujero de la pantalla
a través del cual se esfuma la ausencia de acontecimiento". J. Baudrillard, La
Juan Barreto

guerra del golfo no ha tenido lugar, Anagrama, Barcelona, 1991, p. 22.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 358

Cuarta Parte / Ensayo III

358 La función comunicativa de la instantaneidad, la simulta-


neidad, la fragmentación y la información, son unidades textua-
les interconectadas en un mismo registro de operaciones a la que
se incorpora el receptor. El efecto es siempre efecto de realidad:
«Nada se opone entonces, a que coexistan discursos compuestos
por gran número de elementos y que presupongan formas com-
plejas y variadas de articulación enunciativa»24. Una coherencia
textual socio-comunicativa prima por encima de las presuntas
diferencias enunciativas de materiales y programas. Es por ello
que García Berrío, en su libro Lingüística del texto, asegura que la
presencia periódica en el texto de los medios de uno o varios ele-
mentos, va determinando su continuidad ininterrumpida al inte-
rior de un mismo campo semántico.25
Así pues, la desconstrucción del par fragmentación-siste-
maticidad de la textura mediática nos muestra dos caras de una
moneda que dan como resultado la continuidad del universo
mediático. Aquí la suma de las partes no es el todo; las partes no
se suman, se integran en un mosaico dinámico. Por eso, por más
que el consumidor se desplace de un medio a otro, de un forma-
to a otro, todos serán profundamente copartícipes en cuanto a la
muestra textual y presentarán una coherencia textual profunda,
independientemente de las discrepancias de contenido.
Para todos, en general, la realidad es la misma y similar el
efecto actualizador. Los massmedia se encuentran dialogando
unos con otros dispositivos en una misma intención textual. Del
mismo modo, son infinitos y nunca generan la idea de clausura.
Funcionan en un espacio-tiempo virtual estriado continuo, eter-
nizándose como relación holográfica. Por ejemplo:
… el tiempo de la información no agota el concepto de tiempo tele-
visivo. Nuestra vida doméstica cotidiana está en general ritmada por
Crítica de la Razón Mediática

segmentos de género televisivo. Un programa para cada público, un


género para cada horario. Toda la TV está relacionada con la organi-
zación del tiempo y tiende a ocupar el día y la noche en una emisión

24 Ibid., p. 32.
Juan Barreto

25 E. García Berrío, Lingüística del texto, Madrid, Corazón, 1978, p. 60.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 359

Cuarta Parte / Ensayo III

casi ininterrumpida. Existe, por tanto, un tiempo televisivo y este 359


tiempo está dividido en diferentes duraciones: el tiempo cero que
correspondería a la carta de ajuste, el tiempo del espectáculo, el tiem-
po del film, el tiempo de la información.26

En la teoría de la comunicación, propia de la Escuela


Americana, los medios serían su propio ruido, pues al prolongar-
se en el tiempo descalifican la importancia de cualquier particu-
laridad y, entonces, el medio es el mensaje, pues lo único realmente
relevante es la permanencia del medio. Así se vacía el sentido que
va produciendo y se va amontonando en un nuevo sentido. Esto
sujeta los enunciados a la mera referencia del medio que vocife-
ra: ¡Estoy aquí! ¡Soy la actualidad!
Más allá de esto, creemos que las estrategias textuales de
los media van creando figuras discursivas efímeras que sobre-
viven a las próximas producciones de la actualidad como las
burbujas de un caldo; sin embargo, dejan residuos que nueva-
mente serán recuperados y devueltos a la superficie mediática.
Aquí se pone en juego la tensión esencial entre las unidades
discursivas elementales y aleatorias de determinado medio, y el
ambiente global massmediático se resuelve siempre a favor de
la continuidad estriada del medio, en tanto unidad generadora.
A una teleserie le seguirá otra y al finalizar una telenovela otra
ocupará su lugar.
Es lo que llamamos continuum eficiente del enunciador
global. Lo fragmentario es parte de la lógica de consumo, que es
especular y contemplativa, provocando la integración del sujeto
espectador al montaje general de los massmedia como plano
secuencia en un material fílmico.
En una integración a distancia, pero desde la intimidad,
el cuerpo se afirma ante la exhibición y los sentidos se sujetan y
Crítica de la Razón Mediática

se exponen. Proximidad y alejamiento son las referencias de par-


ticipación y el marco diferencial de la exposición a los massme-
dia y a su seducción ritual. Esto supone una performatividad de
Juan Barreto

26 L. Vilches, La televisión: efectos del bien y del mal, Paidós, Barcelona, 1993, p. 150.
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Cuarta Parte / Ensayo III

360 los sujetos y una disposición ante el medio, es decir, dejarse


atraer, apropiarse, es de algún modo desear, creer e integrarse, lo
que supone un proceso de identificación. Los sentidos aseguran
esta relación sensual y tensa, que llamamos de éxtasis.

La forma y lo sagrado

El capital, es por sobre todas las cosas, un modo de


control, antes de ser él mismo en un sentido
superficial, controlado por los capitalistas particulares
o privados… Las peligrosas ilusiones de superar
o sustituir el poder del capital a través de
la expropiación política o legal de los capitalistas
privados, surge de ignorar la verdadera naturaleza de
la relación controladora. El modo de control
del metabolismo social del capital, necesariamente,
siempre conserva su primacía sobre el personal, aún
cuando se manifieste en diferentes formas a través de
su personalidad jurídica en distintas épocas históricas.

I. Mészáros.

El antagonismo de los agentes y sus dispositivos de auto-refe-


rencia, al interior de la semiosis social, crean un sentido efímero
que se recompone en la recuperación de discursos oficiales y
contextos residuales que absorben todo lo social en su gramáti-
ca. La institución total de los medios es aquí un dispositivo no
lineal de ordenación de los roles convencionales de los discursos,
lo cual supone un sistema de registro polarizado entre la violen-
cia y lo sagrado, el régimen diurno y el nocturno, que desembo-
ca en el mito de la comunidad de intereses vs las fuerzas desin-
Crítica de la Razón Mediática

tegradoras exógenas opuestas a la ciudadanía.


Los actores mediáticos que ensamblan “el mundo políti-
co” quedan atrapados en esta polarización y se ven obligados a
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 361

Cuarta Parte / Ensayo III

deambular por el medio tratando de establecer relaciones discur- 361


sivas con los distintos mitos27. Y es que los signos van transcu-
rriendo por los medios, en esta transcurrencia algunos quedan
investidos de mesianismo mágico y otros son desplazados hacia
zonas periféricas y marginales que implican desactualización y
desgaste, en la medida que la mirada y la imagen no se corres-
pondan. Es decir, en la medida en que las impresiones ocasiona-
das por la imagen no tengan continuidad en el espacio binario de
solución entre lo sagrado y la violencia.
En este proceso actúa el poder, desde el régimen de opi-
nión y el régimen de derecho. El gasto simbólico es por supues-
to arbitrario, como ocurre con cualquier signo. Al respecto, es
importante tener en cuenta a Regis Debray, quien define a los
espectadores en el juego social de la videosfera o mediosfera, en
la que lo mediático se regodea recomponiendo un ideal narciso
e idólatra de individuo desterritorializado de toda subjetividad
fundada en un relato específico28, modelado por la huella del
dolor que el cuerpo autoritario va dejando desde específicas tec-
nologías del yo de cada régimen.
Sobre este modo de funcionamiento del la lógica mass-
mediática, Eduardo Subirats, en su libro La cultura como espectácu-
lo, parodia los criterios de lo que se conoce como creatividad en
los medios, asocian a la reproducción del imaginario global: «La
cultura es espectacular -dice- pues divide al proceso cultural en
pares opuestos y releva la incertidumbre de lo real. La lógica del
espectáculo viene a tender lo que estamos postulando. Los
media no son una nomenclatura, son un discurso».29
27 Véase al respecto, J. C. Monedero, Nuevas formas de participación política,
Editorial de la Cámara de Diputados, México, 2004.
28 R. Debray, Vida y muerte de la imagen, Paidós, Barcelona, 1992.
Crítica de la Razón Mediática

29 E. Subirats, La cultura como espectáculo, Alianza, Madrid, 1998, p. 64. U.


Eco, por su parte, sostiene que la creatividad en los medios: "… ya no tiene
relación con las obras y los intérpretes que las interpretan, sino con unos pro-
cesos, unos flujos, unas derivas interpretativas ('translator: interpretative
drifts') que conciernen no a obras, individualmente, sino al conjunto de men-
sajes que circulan en el territorio de la comunicación". U. Eco, "Prólogo" a O.
Juan Barreto

Calabrese, La era neobarroca, p. 11.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 362

Cuarta Parte / Ensayo III

362 Los medios tienen una gramática y unas reglas de enuncia-


ción que ordenan lo arbitrario y fundan sistemas de diferencias y
oposiciones, estableciendo prerrequisitos, prioridades, prelaciones,
combinatorias y fundando un orden del misterio y el secreto
(Foucault). Lo medios, no son sólo una forma, son sustancias de
lo social transformándose dentro de una dinámica autónoma que
Verón llama significación y que trabaja en un doble sentido: como
producción y como reconocimiento, es decir como un sistema de
polaridades de los actos de lenguaje. Es esto lo que, precisamente,
caracteriza a una teoría crítica y metacrítica de los dispositivos cul-
turales, que Martin-Barbero resume de la siguiente manera:
Nombraremos entonces discurso de los medios al dispositivo de la
mass-mediación en cuanto ritual operativo de producción y consu-
mo, articulación de materias y sentidos, aparatos de base y puesta en
escena, códigos de montaje, de percepción y reconocimiento. Ello
exige la construcción de una teoría crítica de lo discursivo que nos
lleve del espacio del signo al de las prácticas discursivas y ese despla-
zamiento marca los límites....30

La superabundancia
del signo mediático

¿ A qué crees más, a tus ojos o a mis palabras?


C. Marx.

M. Kundera decía en una conferencia, que no se podía encontrar


traducción para no pensamiento. No es ausencia o vacío, tampoco
no lengua, al estilo Orwelliano de 1984, pues la ausencia de pen-
samiento designaría una no realidad. El no pensamiento ni
siquiera es residual o virtual. Pero evitar por algún medio que
Crítica de la Razón Mediática

esta negación ocurra y se haga positiva, implica el ejercicio de


una fuerza, es decir, el despliegue de líneas de fuga al ejercicio de
un saber-poder activado en unas prácticas.
Juan Barreto

30 J. Martín-Barbero, Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación, p. 49.


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Cuarta Parte / Ensayo III

Reducir lo real a tópicos -decía, acompañando a 363


Bourdieu- a unidades de información, a datos, a noticias; recor-
tar para decir, o lo que es lo mismo, rendirse a la forma mediáti-
ca de la comunicación, es la ortopedia que hace posible que algo
así suceda. Banalizar no es del orden ético o estético, al menos
inmediatamente, es en principio una operación política.
Esta digresión nos permite aproximarnos al vecindario
de los medios en su forma y operación, como máquinas termi-
nales de un dispositivo mucho mayor que gobierna la produc-
ción inmaterial: El dispositivo información-comunicación. Los
medios son entonces, en términos de Marc Augé, puesta en acto
como efecto y densidad de «superabundancia, instancias de paso
e identidad»31, es decir, universos de reconocimiento que asisten
a la subjetividad dotándola de sentido.
Pero ¿en qué consiste este sentido si puede ser a su vez
no pensamiento? Siguiendo a Nietzsche, Deleuze afirma que no se
trata de la simpleza de no saber pensar, sino de algo más refina-
do, algo planificado y construido para que esté allí donde podría
ocurrir la idea, «pues lo contrario al pensamiento es la estupi-
dez». Así mismo y bien claro, J. Larrosa32 desarrolla un ensayo
en este sentido, en el que llama a esta operación: el código estúpi-
do, una forma del pensamiento que se expresa como su ausencia.
Es algo así como auto-proclamarse apolítico.
El pensamiento estúpido es entonces una construcción,
una gramática, una expresividad de un orden discursivo derivado
de un régimen de sentido. Afán de orden, deseo de obedecer, con-
formismo, confort, seguridad, miedo al extranjero, deseo desme-
dido de lucro, mezquindad: «el reino triste de los valores estúpi-
dos», para decirlo con palabras de Nietzsche. Instalados y operan-
do desde allí, segregamos pensamiento estúpido. «Vida empobre-
Crítica de la Razón Mediática

cida y cobarde, o simplemente renuncia a la vida», agrega Larrosa.

31 M. Augé, Los no lugares, Gedisa, Barcelona, 1993, p. 120.


32 J. Larrosa, "El código estúpido", en su libro Entre las lenguas, Laertes,
Juan Barreto

Barcelona, 2003.
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Cuarta Parte / Ensayo III

364 A los voceros de este estilo los vemos desfilar cada maña-
na como el rociador de un medio ambiente -cuando no están eter-
namente presentes en la ausencia parlante de la cotidianidad
mediática-. Son los funcionarios de la información. Sujetos capa-
ces, con el talento de hacer cada vez más oculto lo que a su vez
es cada vez más evidente: la irracionalidad de esta forma de vida.
Podemos contemplar, por horas sin fin, estupefactos, como
ponen en marcha el funcionamiento masivo de un dispositivo
productor, traductor y legitimador de ciertos enunciados. En
todo caso no se trata de una estupidez cualquiera, sino de toda una
operación de adecuación de cualquier mentalización a los impe-
rativos sistémicos de la razón instrumental.
Estas formaciones de superabundancia, súper gravedad o
gravedad masiva, son una memoria y un archivo que apela a la
producción de información-actualidad instantánea por exceso y
saturación. Son containers de fragmentos de registros y huellas de
acontecimientos implosivos. La espiritualidad telepredicada, la
diversión, la política, la especulación económica, son reorientados
a ese orden de visibilidad y enunciabilidad. Por eso, hay que pro-
fundizar las tensiones, el contra sentido, cuando todos los cami-
nos en la dirección de la democratización y la participación, por
“el nuevo orden informativo internacional” y por “la libertad de
expresión”, parecieran crear una brecha desenmascaradora.
En lo social todo es campo de ejercicio de poder y de
resistencias, y en ese sentido tales luchas parecieran legítimas y,
de cierta manera, como banderas políticas lo son. Pero tanto
entusiasmo no debe erigirse en límite para ocultar que ninguna
de estas propuestas atacan el problema de fondo: la metamorfo-
sis del capital y la construcción de su nuevo dispositivo informa-
ción-comunicación.
Crítica de la Razón Mediática

Estas luchas, si no son sustantivamente radicales, desde el


punto de vista de la comprensión del nuevo momento, no pasan
de ser buenas intenciones, pues no alteran el orden de las rela-
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 365

Cuarta Parte / Ensayo III

ciones de poder33, que sólo podrán fracturarse, en la medida en 365


que las luchas del presente subviertan la logicidad de los dispo-
sitivos y sus agenciamientos massmediáticos, toda vez que en los
medios se habla obturando la respuesta, se habla:
… de manera que no pueda en ninguna parte contestarse. Toda
arquitectura actual de los media se funda sobre esta última defini-
ción: son los que veda para siempre la respuesta, lo que imposibilita
todo proceso de intercambio (como no sea bajo formas de simula-
ción de respuestas, estas mismas integradas al proceso de emisión.
Lo que no cambia en nada la unilateralidad de la comunicación). En
esta abstracción se funda el sistema de control social y de poder.34
Los consumos culturales van más allá de una teoría limi-
tada a las formas del comportamiento de los consumidores,
como respuesta a los medios. Esto no hace más que levantar una
cortina de humo sobre los problemas de fondo. Lo mismo
puede decirse de las teorías cibernéticas (sistémicas), que se
reclaman del feed back, como ejemplo perfecto del diálogo, sin
revisar problemas constitutivos de su propia construcción epis-
temológica. Todos estos casos encarnan lo que podríamos lla-
mar, el uso político de la retroalimentación.
Los medios, en general (y ésta es una afirmación gruesa,
sin entrar en consideraciones locales o en especulaciones sobre
situaciones puntuales), no son el muñeco de ventrílocuo que habla
dependiendo de quien lo manipule. Ellos son el ventrílocuo
mismo. Ejercen la palabra que devienen objeto funcional. Su “rol”
está allí: la no respuesta. Son el mensaje funcionalizado y la opera-
ción del referéndum: «El objeto funcional como todos los mensa-
jes... controla pues la ruptura de emergencia del sentido»35. O en
todo caso lo intentan sin percatarse de la deriva del devenir signo.

33 Pues, por ejemplo, "Ni Ted Turner, de CNN, ni Rupert Mardoch, de News
Crítica de la Razón Mediática

Corporation Limited, ni Bill Gates, de Microsoft, ni Robert Allen, de ATT, ni


otra decena de auténticos dueños del mundo han sometido sus proyectos al
sufragio universal. La democracia no está hecha para ellos. Están por encima
de esas interminables discusiones en las que conceptos como bien público,
bienestar social, libertad, todavía tienen sentido". I. Ramonet, La comunicación
mundo, Siglo XXI, México, 1996, p 136.
Juan Barreto

34 J. Baudrillard, La transparencia del mal, p. 202.


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Cuarta Parte / Ensayo III

366 Por ello, lo fundamental es destacar que los medios por-


tan la gramática del dominio en su génesis, independientemente
de su contenido manifiesto. Por supuesto, no da igual un mensa-
je que otro (el medio no es exactamente el mensaje). En todo
caso, el medio, más allá de sus pretensiones sucumbe a lo social
siempre, por exceso del campo gravitatorio y el gel mediático se
va endureciendo en la medida en que se reduce el campo del
horizonte de acontecimientos.
Bajo su forma habitual de resonadores del control social,
los medios conservan su intransitividad y por ello, colectivamen-
te hablando, son siempre tan refractarios al cambio, así ocurran
trastornos en sus contenidos que, al ser elevados a “sucesos”,
pasan a ser parte del universo abstracto de los dispositivos de
información y, en ese momento, sacudidos por la deriva del
signo y sus torsiones, sus singularidades planas.
Es oportuno observar que la forma general del suceso
se corresponde con la idea de actualidad, la cual lleva la
impronta del espectáculo en el discurso de la opinión pública,
es decir, la reducción unidimensional de la multiplicidad, inexo-
rablemente solidaria al sistema de poder. El suceso es la simu-
lación: sistema total de interpretación mítica de lo que nada
escapa, campo de fuerza gravitatoria que atrae la energía social
sobre sí mismo. Así, el “suceso” se intercambia como modelo
consagrado, traduciendo la forma mercancía de la palabra
canónica del canal.
El “suceso” es homogéneo a todos los demás sucesos.
Hay algo de homosemantismo en él y, esto, por ser solidario a las
otras formas de mercancía. Si la trasgresión es pensada desde los
medios, es posible que no pase de ser otras de las “intransitivi-
dades” del modelo burocrático, esta vez, a distancia. La massme-
Crítica de la Razón Mediática

diatización es eso: imposición del modelo al que ningún aconte-


cer de la realidad efectúa la forma-signo. El gran medium es el
régimen de signos.
Juan Barreto

35 Ibid., p. 203.
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Cuarta Parte / Ensayo III

Lo social mediático es el reino de dios (desviación fantas- 367


magórica del ideal religioso) que consigue justificar a la sociedad
de masas. El gran espacio para la producción de sentido y en par-
ticular para la propagación de sentido social. Pero las masas no
son el espejo de lo social, son su espejismo. La razón de lo social
y el imperativo de mantener a las masas dentro del sentido, hace
circular la idea de opinión pública. Idea que se hace metafísica
cuando medio y masas no coinciden.
Entonces, la no equivalencia en relación de los signos mul-
tiplicados que forman lo social, son referente de definiciones
simuladoras, mitificadoras de lo existente. La realidad así confor-
mada reacomoda las definiciones clásicas de pueblo, sociedad civil,
democracia, historia, opinión, ciudadanía, comunidad. “Entidades
nebulosas” y flotantes, cuya existencia ya no es social sino estadís-
tica. Único modelo que justifica la aparición de los sondeos.
A decir de Baudrillard, las masas son una mayoría silencio-
sa, un referente imaginario, a cuya sombra descansa toda teoría
social sobre la opinión pública; pues elecciones, instituciones y
cualquier instancia de representación se constituye apelando a las
masas y la opinión pública. Pero las masas «... no se expresan, se
les sondea. No se reflejan, se les somete a test. El referendum (y
los media son referéndum perpetuo de preguntas y respuestas
dirigidas) ha sustituido el referente político»36. Esa compulsivi-
dad frenética y fanática, para exprimir sentido interrogando a las
masas, tiene su revancha en el carácter implosivo de las mismas
(“que siempre suma a ‘0’”). Pues de nadie, como afirma
Baudrillard, «puede decirse que represente a la mayoría silencio-
sa, y esa es su revancha».
La estrategia del poder de los medios consiste, pues, en
sumergirse en las masas como concepto abstracto, como núme-
Crítica de la Razón Mediática

ro sin referente, es decir, en un régimen de opinión, para de allí


extraer su legitimidad y construir el régimen de derecho.

36 J. Baudrillard, "A la sombra de las mayorías silenciosas", en J. Baudrillard,


Juan Barreto

Cultura y simulacro, p. 128.


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Cuarta Parte / Ensayo III

368 Concentrando su legitimidad en una voluntad que sella una


hegemonía. Pero hay veces que esto no resulta y las masas se
revelan con violencia o con indiferencia. El silencio es su secre-
to o su irrupción revolucionaria por otras vías. Por eso: «Por
todas partes se busca hacer hablar a la masa, se les urge a existir
socialmente, electoralmente, sindicalmente, sexualmente, en la
participación, en la fiesta, en la expresión libre, etc.» Hay que
conjurar el espectro que diga su nombre dentro del mito unifi-
cador de la comunidad idéntica a sí misma.
Y, desde luego, hay otras veces en que el habla de las masas
interpreta otro régimen de sentido y los medios corren asustados
a esconderse de su propio referente especular. Nada muestra con
más esplendor que el único verdadero problema hoy en día sea el
silencio de la masa antes de su irrupción, el silencio de la mayoría
silenciosa, o el momento cuando rompe el silencio y desconoce al
medio37. Pues cuando habla, opera el medio como máquina de
confiscación apolínea de las voces y el silencio se hace cargo del
cuerpo de la masa, acorralándolo para que salte su propio espacio
liso, negándole su rostricidad para que no se exprese como sustan-
cia heterogénea. Confesándolo en su verdad para que diga lo que
debe ser dicho. Es la lucha para lograr la muerte pública de la masa
muda que, de otro modo, devora lo existente.
Es preciso que la masa quepa en el mundo de los vivos,
es decir, el de la palabra mediática y sus mitos y no más allá. Por
todas partes se busca hacer «caer bajo el golpe del diagnóstico,
de la adivinación pura y simple -de allí viene el reino universal de
la información y de la estadística: hay que auscultarla, presentir-
la, hacer que salga de ella algún oráculo»38, que debe ser coinci-
dente con el interés general de la comunidad idéntica a sí misma.
Predecir o pensar la anticipación de la irrupción de la
Crítica de la Razón Mediática

pasión revolucionaria que produce el deseo, para tenderle una


trampa, o ponerle un espejo en la comunidad de intereses a la

37 Ibid., p. 131.
Juan Barreto

38 Ibid.
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Cuarta Parte / Ensayo III

masa. En este juego, el bombardeo de signos que configuran lo 369


social, son el campo masificado y magnetizado por el modo de
producción massmediático: hipersimulador de todos los signos
de fusión social y cultural y de disuasión política. Este bombar-
deo se interrelaciona, sin duda, con una demanda creciente de
sentido que, por ello el mismo, es producido en exceso, al punto
en que se produce una saturación continua de las capacidades de
aprehensión por parte de los consumidores.
A este fenómeno se le denomina hiperrealidad. La hiperre-
alidad social es un modelo de simulación donde el original no
existe o es una perversión, residuo de realidad massmediatizada,
recorte de lo real, en fin, un peligro exponencial. Por ello la masa
sólo puede ser representada en tanto recorte y sofisticación del
medio y de sus fines. Esta es la paranoia de los medios: que las
masas hablen pero conmigo:
…la era de la simulación se abre, pues, con la liquidación de todos
los referentes -peor aún- con su resurrección artificial en un sistema
de signos, material más dúctil que el sentido, en tanto se ofrece a
todos los sistemas de equivalencias a todas las opciones binarias, a
toda álgebra combinatoria. No se trata ya de imitación ni de reitera-
ción, incluso ni de parodia, sino de una suplantación de lo real por
los signos de lo real, es decir, de una operación de disuasión de todo
proceso real por su doble operativo, máquina de índole reproducti-
va, programática, impecable, que ofrece a todos los signos de los
real, y en cortocircuito, todas sus peripecias.39

Todo ello, a fin de sustituir representando. Aboliendo


todo estremecimiento o estructura traductora insurgente que
instaure una nueva lingüisticidad o ideomaticidad, como sostie-
ne Derrida en su libro El Lenguaje y las Instituciones Filosóficas. La
operación mediática, de esta forma, intenta sustituir al Estado en
tanto que condensación de un saber institucional, un discurso y
Crítica de la Razón Mediática

unas prácticas, borrando lo que la diferencia recalca, enfrentan-


do aquello que se resiste y aquello que se le resiste.
Juan Barreto

39 J. Baudrillard, "La precesión de los simulacros", Op. cit., p. 11.


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Cuarta Parte / Ensayo III

370 Pero las resistencias son lo que no se agota en los sabe-


res institucionales, son las prácticas subterráneas discontinuas,
las potencias creadoras de una nueva lengua extranjera que anta-
goniza desde su propio surgimiento, son el lenguaje que enuncia
de otro modo y pasa por encima de la lengua oficial haciendo y
deshaciendo metáforas, trazando su camino hasta que consigue
encontrarse con otros sentidos. Es decir, su propia traducción
lingüística, haciendo a las instituciones, particularmente a las
representativas, espacios impracticables40.
Un momento político es también una lengua que agota al
Estado, al modelo de representación y rebasa, por eso mismo, a
la mediática. El Estado se agota cuando surge otra habla desde
otros saberes que no pueden enunciar ni reconocer a los viejos
objetos por más que estos sean mostrados. La nueva lengua es
un recorrido caótico, pero no por ello sin una lógica interior, es
una crispación intersubjetiva que no entiende nada de la lengua
anterior ni de sus medios, independientemente del nivel de sofis-
ticación técnica de los mismos.
En este laberinto de información, en esta puesta en esce-
na mediática de lo social, las herramientas conceptuales funda-
mentales son el individuo y la falacia del bien común donde el
individuo encaja como «partícula particular» que no puede tener
«más diferencia con el todo que una diferencia de relación»41. Lo
social aparece, aquí, como el juego de combinaciones entre los
particulares separados. La sociedad es esencialmente la sumato-

40 "En efecto, la coyuntura es cantidad, en tanto la potencia es cualidad. Pero


la una no puede transmutarse en la otra. Es natural que desde la mirada esta-
docéntrica surja, entonces, la pregunta sobre la utilidad de la potencia. Como
la emancipación, la potencia no es útil, no puede metamorfosearse en valor
Crítica de la Razón Mediática

de cambio en el altar del mercado político. Durante los momentos insurrec-


cionales la movilización disuelve las instituciones, tanto las estatales como las
de los movimientos sociales. Las sociedades en movimiento, articuladas
desde el interior de su cotidianidad, fisuran los mecanismos de dominación,
rasgan los tejidos del control social, dispersan las instituciones; dejan, en resu-
midas cuentas, expuestas las fracturas societales que la misma sociedad, al
moverse, al deslizarse de su lugar anterior, pone al descubierto". X. R.
Juan Barreto

Zibechi, Dispersar el poder, Argentina, Tintay Lironin, 2006. p. 33.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 371

Cuarta Parte / Ensayo III

ria resultante de los individuos, es decir, uno, más uno, más uno, 371
en una suma idéntica.
La sustancia de este dispositivo es del orden de lo lúdi-
co y de la combinatoria, que secuestra y reduce la opinión al
narcisismo frío del medium. Nos convertimos en terminal que
vehicula el imaginario instrumental del bien común. La idea de
la opinión pública postula también «la igualdad de los ciudada-
nos, basada en la semejante desposesión de la fuerza propia
por el poder... parte esencial del predominio del ejercicio de la
opinión pública en los países modernos»42. El todo contiene
su propia imagen simbólica «en cada aspecto concreto de lo
real» que se materializa en la nomenclatura jurídico-política de
la sociedad.
Sin embargo, siempre surge, de pronto, la desmesura cua-
litativa e intangible del fantasma, con toda su alteridad, como
relación que no se deja traducir por el aplanamiento mediático.
La desafiliación ideológica de las instituciones imaginarias
(Derrida) del biopoder, aparece en quienes piensan y ejercen la
democracia cuando se niegan a ser representados anticipando
gestos y figuras, retóricas y actos de habla que se van desplegan-
do en forma de prácticas que comienzan a hacer su espacio y su
permanencia dispuesta a suplir el orden representativo desde
nuevas técnicas y otros saberes. O, dicho de otro modo, desde
la sustancia del poder constituyente como lo que se resiste a ser
dominado, que siempre está allí y se cuela por los resquicios no
capturados por el biopoder en su operación de transformación
de lo liso en estriado.

41 F. Savater, Panfleto contra el todo, Alianza, Madrid, 1989, p. 77. "En este sis-
Crítica de la Razón Mediática

tema relacional de lo social, el individuo moderno, abstractamente idéntico


por definición, a cualquier otro, padece la desigualdad como una incompren-
sible ofensa y se ve obligado a reconocer en el poder -sea en el que efectiva-
mente hay, sea más frecuentemente, en el que cree debería haber- una proyec-
ción de su propio deseo, una delegación inevitable de su capacidad de deci-
sión". Ibid., p. 85.
Juan Barreto

42 J. Baudrillard, "La precesión de los simulacros", Op. cit., p. 137.


4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 373

IV 373

ENTONCES LO MEDIÁTICO:
MANUAL PARA VER TV

La meta, la de poder repetir en una imagen


suficiente, captable por todos los órganos,
la totalidad del mundo sensible, este sueño
insomne, se ha aproximado mediante la televisión
y permite, de consumo, introducir en este
duplicado del mundo, y sin que se le advierta,
lo que se considere adecuado para reemplazar
al real.

T. Adorno.

os massmedia son la fase terminal y la materialidad de la gra-


l mática mediática. Presentamos esta enumeración como resu-
men del efecto de superficie de la territorialización mediática de
los massmedia y sus prácticas:

1. En los massmedia, resultados, apariciones, desplaza-


mientos y explosiones siempre serán noticia.
2. Los massmedia representan siempre en un recorte
estriado, que habla en presente.
Crítica de la Razón Mediática

3. Los massmedia sustituyen y recrean los antiguos ritos


de paso. Son ritualización. Hablan desde el sentido de lo
cotidiano. Referente envolvente y totalizador alrededor
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 374

Cuarta Parte / Ensayo IV

374 del mito de la ciudadanía idéntica a sí misma, conforme


a un régimen de opinión y un régimen de derecho.
4. La ley de la ofrenda y el secreto revelado, funcionan
como su lógica interior.
5. Los massmedia son, en sí mismos, garantía de que ocu-
rren constelaciones de eventos, reducidos a una suerte de
dato que se llamará hecho.
6. Son visuales, táctiles y discursivos.
7. Discurso, mito e imaginario se confunden en ellos.
8. En los massmedia, lo real recibe tratamiento de objeto
en forma de recorte-montaje que reduce la incertidumbre.
9. Los massmedia presentan al evento como un resultado
síntesis.
10. Ellos construyen la actualidad como valor universal.
11. En los massmedia, la sociedad es presentada como
una vasta suma de conciencias individuales e idénticas
que luchan por su afirmación.
12. «Los medios no sólo transmiten, sino que preparan,
elaboran y representan una realidad que no tienen más
remedio que modificar, cuando no formar».1
13. «El medio no es espejo porque el espejo no toma
decisiones... La imagen del espejo evoca igualmente una
inmediatez».2
14. Los medios tampoco son ventanas, pues las ventanas
tampoco toman decisiones sobre lo que ocurre delante
de ellas, y los medios sí (Tuchman).
Crítica de la Razón Mediática

15. Los massmedia hacen el presente con relaciones


construidas en la instantaneidad. Actualizando, presen-
tando la realidad como acción continua y próxima.

1 L. Gumis, Teoría del periodismo, Paidós, Barcelona, 1992, p. 16.


Juan Barreto

2 Ibíd., p. 17.
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 375

Cuarta Parte / Ensayo IV

16. El principio de vecindad, correspondencia, reciproci- 375


dad, eje narrativo, etc., marca la relación espacial-tempo-
ral del mosaico total mediático. Es decir, los massmedia
son un supermercado de auto servicio en el que cada
quien escoge lo que consume, la oferta es infinita, pero
limitada y preestablecida.
17. El público, las audiencias, los sondeos y el marketing
son el criterio rector del sentido massmediático.
18. Los massmedia son presente social de referencia del
que disponemos, que se modifica en una relación binaria
pasado-presente: la actualidad.
19. Ellos son el comentario de sí mismos.
20. No hacen historia, la disuelven. Median entre el pasa-
do y el futuro, porque son tiempo difuso y comentario de
lo social, reducido a unidad de información.
Estratificación y territorialización.
21. En los massmedia ellos la extensión del presente no
es una cuestión puramente física, sino simbólica
(Altheide).
22. El hecho es reducción del tiempo, aislamiento del
fenómeno fuera de sus cadenas multicausales. Es un frag-
mento, un período siempre actual. El medio define el
presente a través del hecho, mediáticamente construido.
23. Los massmedia producen sentido como unidades
fragmentarias, independientes de lo real, amontonadas,
breves y autónomas, que deben ser asimiladas e interpre-
tadas de manera heterogénea.
Crítica de la Razón Mediática

24. En ellos, cada hecho es un contexto en sí mismo y


contiene sus propias especificidades tiempo-espaciales.
Las unidades de información, datos, etc., que contienen
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 376

Cuarta Parte / Ensayo IV

376 los hechos deben sujetarse a la reconstrucción del mon-


taje según el medio. A esto lo llamamos servidumbre téc-
nica.
25. La realidad del hecho en los massmedia, es sucesiva y
aislada, pero se vincula en el comentario.
26. El hecho massmediático no es una mercancía estable,
pero sí efímera. Es un nudo, una unidad combinatoria en
un sistema de acción, un proceso en el tiempo (Parsons).
Es decir, es en sí mismo, una cadena medio-fin.
27. El hecho massmediático tiene un comienzo y un fin,
y también un futuro que es anticipado.
28. Los massmedia son sentido presentado sincrónica-
mente como acciones en marcha unificadas por una
fecha o un comentario (McLuhan). Son objetos fijos en
movimiento.
29. Los massmedia no cuentan historias; son la historia
escogida aislada y separada, procesada y empacada en su
envase, el presente mediático.
30. El hecho mediático es versión simplificada, en clave,
cifrado y verdadero por definición. Necesidad técnica de
lo actual y marco previsto. Se consume en su presenta-
ción, pues es no perecedero (Lippman). Cada hecho es
presentado como momento bisagra, capaz de abrir una
cadena causal.
31. Los massmedia producen los hechos cuando selec-
cionan, recortan, jerarquizan, reciclan desperdicios de
realidad, empacan, distribuyen en la red de sentido. Son
el gran hecho social.
Crítica de la Razón Mediática

32. La noticia será un hecho que repercute en otros


hechos, positivizando y permitiendo su lectura mediática.
Juan Barreto
4 a PARTE.qxp_cuarta parte 7/25/14 4:05 PM Page 377

Cuarta Parte / Ensayo IV

33. En los massmedia la lógica espectacular siempre está 377


presente, es decir, producirá éxtasis por ser un evento
extraordinario del que escapa la experiencia y en el que
no tengo que participar, pues puedo conocerlo, reducido
a su modo informativo.
34. La voz de los medios es ubicua. «Está dentro y fuera
de la imagen, entra y sale de ella».3
35. Los massmedia integran culturalmente un sistema
complejo, masificando, asimilando la diferencia y reab-
sorbiendo las anomias (Durkeim, Parsons).
36. Los massmedia son ordenadores que actúan en el
tiempo, marcando el destino y el ritmo de las singularida-
des que ocurren en lo real.
37. No dicen qué hay que pensar, sino sobre qué. «Los
medios... cualesquiera que sean producen de manera
semejante a la sociedad... Permiten reducir la realidad
cambiante a una imagen cómoda y manejable».4
38. Operan de este modo, independientemente de la volun-
tad de los actores emergentes. Más bien, se les oponen.
39. En los massmedia: «El acto de registro del hecho
parece mínimo y la forma misma, escueta y sin significa-
ción. Sin embargo, incluso su oscura impersonalidad
comunica un sentido, y sus rasgos particulares codifican
densamente el conjunto de presupuestos sobre las rela-
ciones sociales».5
40. La mediática es siempre asimétrica con relación a la
sociedad y los sujetos. Esta asimetría sólo se compensa
con la producción de una subjetividad múltiple.
Crítica de la Razón Mediática

4 L. Gumis, Teoría del periodismo, p. 187.


5 R. Foweler y otros, Lenguaje y control, Fondo de Cultura Económica, México,
Juan Barreto

1977, p. 226.
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 379
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 381

381

Quinta Parte

DE LA OPINIÓN PÚBLICA
A LAS DEMOCRACIA
MASS-MEDIÁTICAS

La videocracia es un daguerrotipo gigante,


excrescencia póstuma y cancerosa del índice
primero. En la grafosfera, el Estado podía
presentarse como un Verbo hecho Carne.
En la videosfera,
es una Carne a la búsqueda del Verbo.

R. Debray.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 383

I 383

LA MEDIÁTICA
EN LA HEGEMONÍA DE LA
PRODUCCIÓN INMATERIAL

Toda arquitectura actual de los media se funda


sobre esta última definición: son lo que veda
para siempre la respuesta, lo que imposibilita
todo proceso de intercambio (como no sea bajo
formas de simulación de respuestas integradas
al proceso de emisión. Lo que no cambia en
nada la unilateralidad de la comunicación).
En esta abstracción se funda el sistema
de control social y de poder.

J. Baudrillard.

Una lectura de la opinión pública


como régimen

Los sondeos de Opinión Pública,


compendio de las medidas de actitud
no llegan lejos. No son nunca más que
yuxtaposición de las preferencias de
todos los individuos interrogados.

J. Attali.

ara Jacques Attali, la opinión pública es un sentido axiomá-


Crítica de la Razón Mediática

P tico que se sustenta en la idea de voluntad colectiva y de


regla de la mayoría que funda lo colectivo, con el que se busca
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 384

Quinta Parte / Ensayo I

384 establecer una tabla de preorden, una escala de actitud, pues el


arco del curso de opinión no tiene nada que ver con el de utili-
dad individual. Por ello, sólo puede ser considerada como indi-
cativa del porcentaje de integrantes de una sociedad política, no
del número de individuos, que prefieren una decisión X respec-
to de todas las posibles decisiones.1
Ello significa que estaríamos en presencia de un cuadro
ideal fácilmente representado en el plano unidimensional del
número: «Se trata de una reunión de preferencias individuales
recogidas aisladamente, bien de forma explicita sobre una mues-
tra, bien de forma implícita mediante una demostración de opi-
nión (campaña de prensa, manifestación de partido, movimien-
tos de calle)»2. Pero siempre reducido a una técnica que despren-
de de sí un espacio de simbolización, en este caso el símbolo
Mayoría que se obtiene de sumar los intereses desagregados 1
más 1, hasta el infinito.
El símbolo público es estrato de territorialización de una
superficie estriada por el poder y, a la vez, reactualización del
modelo mitológico de la comunidad idéntica a sí misma, que
funciona bajo la pretensión de una suma de intereses homogé-
neos, semejante al interés del sujeto privado en el Derecho
Positivo. El ciudadano privado, así entendido, tendrá un interés
general que defender y preservar en cada uno de sus actos espe-
cíficos. El sentido común burgués, adopta como ceremonial la
forma ritual del raciocinio público determinado por lo que se
entiende comúnmente como justo legal. Aquí recae la garantía
de los intereses privados e iguales de todos y de cada quien.
Kant postulaba el uso público de la razón y la exposición
pública de la verdad, como la cesura de la intuición vacía que llena
el tiempo, en tanto que línea pura. Tiempo que es llenado por for-
Crítica de la Razón Mediática

maciones de conciencia, estados de realidad en donde interés


público y privado deben ser semejantes. El hablar públicamente

1 J. Attalli, Los modelos políticos, Labor, Barcelona, 1974.


Juan Barreto

2 Ibíd., p. 45.
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 385

Quinta Parte / Ensayo I

permite a la verdad salir a la luz, dar luz a un tiempo separado de 385


la conciencia vacía. El tiempo en Kant deja de ser número para
devenir parámetro. Este razonar públicamente, ilustra al "Pueblo"
haciéndolo pensar en un tiempo que es el de su propia existencia.
Por esta vía se construye una forma de ciudadanía.3
La "voluntad popular", garantizada por la igualdad for-
mal de los ciudadanos, actúa como conciencia general. La razón
surge como un espacio inextenso, regulativo de ese tiempo
extensivo. La sociedad civil organizada se expresará en la síntesis
de las opiniones públicamente expresadas. En el caso actual, en
los medios como recolectores de muestras válidamente legítimas
y, por reducida que sea, esta amplificación permite a los hombres
una vida ajustada a derecho. El derecho a opinar públicamente
corresponde al ciudadano abocado a la razón y ajustado a lo inte-
grable en la opinión pública. En ella no hay mala conciencia,
pues es la interpretación vulgarizada del derecho por parte de la
sociedad civil burguesa. Este espacio de mediaciones sometidas
a la ley se basa en la tensión antagónica pero autocomprensiva de
la sociedad toda.4
De este modo, la opinión pública se asume como espejo
de lo social donde se reflejarían las tendencias racionales presen-
tes en todos los estamentos de lo social. Medios, parlamentos,
instituciones, recogerían el espíritu de esta opinión Pública. El
Estado se materializaría en el público por medio de la opinión de
sus voceros, quienes tendrían todo el poder, pues criticarían y

3 El público raciocinante de los 'hombres' se constituye en el de los 'ciuda-


danos', en el que se llega a acuerdos respecto a asuntos 'comunes'. Esa publi-
cidad, políticamente activa se convierte, bajo la 'Constitución republicana', en
principio organizativo del Estado liberal de derecho. En el marco que ella
ofrece se establece la sociedad burguesa como esfera de la autonomía priva-
Crítica de la Razón Mediática

da (todos deben buscar su 'felicidad' por el camino que se les antoje más pro-
vechoso)". J. Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gili,
Barcelona, 1981, p. 140.
4 "La opinión pública tiene la forma del entendimiento humano sano; está
extendida entre el pueblo al modo de los prejuicios y aun en esa turbulencia
refleja, de todos modos, 'las verdaderas necesidades y las tendencias correc-
Juan Barreto

tas de la realidad”. Ibíd., p. 152.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 386

Quinta Parte / Ensayo I

386 controlarían con su raciocinio toda la fuerza social del Estado. Y


la información oportuna de los medios (recordar el informe
McBride sobre la función de éstos5) sería para esta noción:
... el principio de integración desde arriba del ciudadano, ya que la
apertura de esa oportunidad de conocimientos tiene el sentido gene-
ral de llevar por vez primera a la opinión pública a pensamientos ver-
daderos y de dotarlos de penetración respecto a la situación y el con-
cepto del Estado y de sus asuntos, y por ello, de dotar por vez pri-
mera de capacidad para poder juzgar racionalmente de todo esto, y
luego también de aprender a conocer y a observar los negocios, los
talentos, las virtudes y disposiciones de las instancias estatales y de
los funcionarios.6

La opinión pública -razón realizada del poder- es el


momento personal de identidad con la dominación, obviado en
el supuesto de que dicha opinión constituye una acción en la
que la libertad subjetiva logra su derecho en la esfera estatal.
Pues, como cabe recordar, con Habermas, el status de propie-
tario es la única garantía para ser admitido en la sociedad civil,
en la qu e el hombre real y verdadero está despojado de la rela-
ción contractual con el salario y es un burgués capaz de sobre-
llevar las funciones del ciudadano y de reproducir la vida
social, las relajaciones de poder de la sociedad civil y el discur-
so de la sociedad política7.
Habermas ubica la invasión de la vida privada, por parte
de lo social, como el momento en que surge una «versión civil de
la vida de cuartel» y como socavamiento que ha penetrado la inti-
midad, la vida familiar tradicional, la recomposición del espacio
privado, llegando a tener expresión en la arquitectura de las cla-
5 S. McBride, "Un nuevo orden para un nuevo mundo", en Cuadernos de comu-
nicación. CNP, Caracas, 1987.
6 Ibíd., p. 153.
Crítica de la Razón Mediática

7 "Propietarios privados raciocinantes... se creen hombres autónomos […]


Marx denuncia a la opinión pública (el sistema de normas que depende de
ella) como falsa conciencia: ella se oculta a sí misma su carácter de máscara
del interés de clase burgués". Ibíd., p. 155. De esta lectura de lo social, Marx
asume la necesidad de la destrucción del aparato estatal y de toda la maquina-
ria burocrática. Sólo así, entiende, podrá ser transformado radicalmente lo
Juan Barreto

social como esfera de dominio.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 387

Quinta Parte / Ensayo I

ses, en las ciudades y en la producción de lo urbano como con- 387


trol social de la vida privada.8
Nada puede ser dejado al azar, pues el modelo civilizador
es en sí mismo una lógica organizadora de lo real, un principio
de recuperación de lo existente en registros serializados. La sate-
lización del planeta es una prueba de ello. Nada es abandonado
a la contingencia. Se trata de un universo total, del orden y de la
norma, del espacio operativo en todos sus detalles. La edifica-
ción de bloques de concreto, por ejemplo, a decir de Fernández
Alba9, materializa la vida comunitaria forzando a un modelo de
espacio público y privado donde cualquier tipo de circulación en
el espacio y la permanencia temporal en él ya fueron predetermi-
nadas. El sujeto privado es tal en tanto que masa, y tiene la opor-
tunidad de la diferencia sólo cuando es alcanzado por el test de
la opinión pública.
En la esfera privada, el ocio es condición (necesidad)
orgánica de la misma producción. Se encuentra al servicio de los
mass media, único circuito que conecta al ciudadano con la
"actualidad", lo que es decir, al sentido de la vida urbana. El
modo de vida de las sociedades industriales, crea:
… una vanguardia seguidora de los medios y en general un públi-
co masificado que no puede deshacerse de la grapa ideológica...
...de una industria cultural... cuyos productos, públicamente divul-
gados por los medios de comunicación de masas, sólo en la con-
ciencia del consumidor desarrollan, a su vez, la apariencia de publi-
cidad burguesa.10

8 Es lo que muestra Baudrillard cuando afirma: "El trabajo (bajo la forma de


descanso también) invade toda la vida como represión fundamental, como
control, como ocupación permanente en lugares y tiempo regulados confor-
me a un código omnipresente. Hay que fijar a la gente en todas partes, en la
Crítica de la Razón Mediática

escuela, en la fábrica, en la playa, o delante o en el reciclaje; movilización


general permanente. Pero este trabajo ya no es productivo en el sentido ori-
ginal: no es más que el espejo de la sociedad, su imaginario, su principio fan-
tástico de realidad, de instinto de muerte, quizá". J. Baudrillard, Cultura y simu-
lacro, Kairós, Barcelona, p. 20.
9 A. Fernández Alba, La metrópoli vacía, Anthropos, Barcelona, 1990.
Juan Barreto

10 J. Habermas, Op. cit., p. 190.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 388

Quinta Parte / Ensayo I

388 El raciocinio de la persona privada se transforma en con-


sumo de masa y en tendencias uniformes del mercado, de modo
que las opiniones privadas no son tales en la sociedad del consu-
mo en masa. Aquí es importante separar la noción de comunica-
ción-información de las ideas que fundamentan la categoría opi-
nión pública:
Comunicación y opinión constituyen dos esferas próximas pero dife-
rentes, quizá sería conveniente decir que uno y otro concepto corres-
ponden a momentos distintos de la historia de las ciencias sociales.
Primero se vio en la opinión una forma de percepción, se consideró
que la opinión era el doble mental del objeto que representaba, el
reflejo de un estado de la sociedad que había que fotografiar. Se tra-
taba de ese realismo que confunde percepción con realidad... Dio la
teoría un paso muy importante cuando se cayó en la cuenta de que
había que cotejar la opinión con la información; en ese momento se
advinieron sus diferencias. Súbitamente, nos encontramos desemba-
razados de la molesta cuestión relativa a la condición de la imagen y
el doble. La opinión entonces, deja de ser considerada como una
cosa o una sucesión de estados metaestables. Es un proceso que rela-
ciona entre sí a una mayor o menor variedad de ‘emisiones’ y de
‘recepciones’ que ejercen de hecho, o intentan ejercer, unos sobre
otros, poder, prestigio o influencia.11

El tiempo de ocio, esfera de lo privado de la sociedad


actual, queda reducido al ciclo de la producción-consumo de
modelos simbólicos y opiniones, a partir de los cuales no es posi-
ble construir otro mundo. Prisionero del discurso de las necesi-
dades, el tiempo libre se constituye en engranaje del «tiempo-tra-
bajo-consumo en masa». Esto es importante para entender por
qué la publicidad mediática trabaja al interior del universo mudo
de los deseos y crea una forma de comunicación que supone la
satisfacción individual de las necesidades de las personas priva-
das. Sin embargo, el consumo, así articulado, no es más que la
Crítica de la Razón Mediática

satisfacción de las necesidades del sistema producción-consumo


en masa, que actúa homogeneizando por fragmentación: Todos
somos idénticos en la diferencia uniforme.

11 F. Bourricaud, "Sobre la noción de comunicación política", en J. L.


Juan Barreto

Labarrière y Otros, Teoría política y comunicación, Gedisa, Barcelona, 1992, p. 272.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 389

Quinta Parte / Ensayo I

Todos los bienes de consumo masivo son también, en 389


última instancia, bienes de consumo cultural que se cotizan en
el mercado simbólico como medio de legitimación de la cultu-
ra oficial, la cual, a su vez, es el mismo proceso mundial de
contigüidad y simultaneidad de la información, es decir, de la
proliferación de espacios para las prácticas culturales mediáti-
cas que son, de suyo, multiplicidades mediáticas. En estos
espacios, los sucesos devienen mercancía reproducida al infi-
nito y traídos a la cotidianidad, con el mismo criterio de la
línea de montaje y de los conceptos de guerra mediática de
cuarta generación.
La información actualizada de la industria cultural es el
gesto de disuasión interplanetaria de la ingravidez de los signos
de una cultura en su proceso de mundialización. La asepsia fas-
cinante de semejante dispositivo de dominio no es comparable
con los rudimentos de poder de ninguna cultura anterior, pues el
modelo informativo-comunicativo, bajo el pretexto de objetivar
la realidad para que resulte manejable, se ha convertido en el
mayor punto de control que jamás haya existido: un hipermodelo de
control de la opinión. Ante lo cual sólo queda como opción “la gue-
rrilla asimétrica” del campo alternativo, es decir, la alteridad de
subjetividades múltiples otras.
Lo social, lugar de administración pública, utiliza la opi-
nión como mecanismo de validación de cada ciclo del poder
"con fines aclaratorios", abandonando las personas privadas a la
representación colectiva. Es decir, al delegar su propia represen-
tación en personas públicamente relevantes, creíbles ante el
“público” y por esto mismo mediadores legitimados. En este
proceso, el interés general, los órganos de discusión pública y los
medios son el fundamento del ciudadano privado, razón de ser
Crítica de la Razón Mediática

de la opinión pública del modelo liberal.


También el ciudadano pasa a ser, por la vía de los
hechos, consumidor de la opinión de los líderes públicos que
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 390

Quinta Parte / Ensayo I

390 representan el interés general abstracto dictado por los dispo-


sitivos comunicativos que elevando a nivel lingüístico las
representaciones del mercado simbólico y el discurso legítimo.
De esta manera: «…los deseos ‘privados’ de automóviles y
refrigeradores caen bajo la categoría de ‘opinión pública’,
exactamente igual que el resto de los modos de conducta de
grupos cualesquiera con tal de que sean relevantes para el ejer-
cicio de las funciones estatales de dominación y administra-
ción».12
Esta mutación del espacio público restringido hacia un
espacio más amplio de autocomprensión y autorrealización que
es la mediática, permite a su vez la delegación y la representa-
ción, el contrato y lo comunitario, como puesta en escena que
se actualiza según ciertos prerrequisitos del dispositivo como la
promesa y la sorpresa que le van dando forma a la sociedad.
Las virtudes del comportamiento señorial de clase (código
estricto del comportamiento noble), los discursos solemnes, la
retórica, los gustos y los gestos, y en general, la vida cortesana,
es traspasada a los tributos de la persona pública, por los
medios.
A partir de esta ideología del comportamiento público,
se moldea el cuerpo de los hombres de Estado y la fisonomía
del burócrata, representantes de lo público, el bien común, etc.
Esta lógica reitera el diagrama moderno de saber-poder y sus
dispositivos de enunciabilidad y visibilidad, que Foucault anali-
zara en Vigilar y castigar, donde a propósito de la red carcelaria
comenta lo siguiente: «El tejido carcelario de la sociedad asegu-
ra a la vez las captaciones reales del cuerpo y su perpetua
observación».13
Crítica de la Razón Mediática

12 J. Habermas, Op. cit., p. 268. Cabe añadir que: "La opinión pública es el
correlato de la dominación […] algo que sólo existe políticamente en deter-
minadas relaciones entre el dominio y el pueblo". G. Schmidtchen, Befragte
Nation. Citado por J. Habermas, Ibid., p. 267.
Juan Barreto

13 M. Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI, México, 1976, p. 311.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 391

Quinta Parte / Ensayo I

Aún Marx 391

No hay nada más natural que la oposición


al poder por parte de aquel que es explotado. Allí,
en la explotación, el momento de la articulación
política está ausente, queda sumergida
en la opacidad, en la relación
discursiva que se entabla entre el capital
y el trabajo.

E. Laclau.

Por lo anteriormente expuesto, y sin ningún rubor ni complejo,


nos dejamos llevar de la mano (aunque sabríamos zafarnos de
ella de ser necesario), por una postura crítica de la teoría del
valor. Debemos el albor de esta recuperación de la realidad, esta
ruptura epistemológica del signo con todo y significante, arra-
sando con la teoría liberal burguesa, en primer lugar a Carlos
Marx. Derrida afirma que «nadie puede ignorar o negar el arrai-
go del acontecimiento llamado Marx». Para él se trata de una
suerte de singularidad.
A Marx, este individuo dulce de gesto e imaginación fun-
dacional, debemos el lugar del debate que hoy nos ocupa. Cada
quien lleva a cuestas el devenir que puede; a él le tocó un cuerpo
golpeado siempre por la ingratitud de la vida: La muerte de
varios de sus hijos y la de su esposa, el hambre y la miseria, la
desesperación a veces. El humor y la entereza de la inteligencia
comprometida siempre.
Podríamos imaginarlo en las madrugadas de hambre de las
noches frías de Londres, escribiendo notas sobre jirones de sábanas,
a falta de papel. Volcado sobre Shakespeare, tomando en sus manos
Crítica de la Razón Mediática

la pasión, las palabras de Timón, conjurando al fantasma. ¡Oh sor-


presa! El Viejo Topo está dormido pero vivo, y de vez en cuando se
despierta (multitud de Marx que vuelve sobre sí mismo).
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 392

Quinta Parte / Ensayo I

392 Está en la torsión de cada tornillo y en el sudor que ello


produce desde el cuerpo, derramando la potencia energética de
la vida; está también en el llamado trabajo inmaterial que no es
más que materialidad pura del fantasma y en su prosa de magias
hecha de frases que todavía resuenan en sus ecos.
Un Marx se presenta inesperadamente como visitante
incómodo en la fiesta jubilosa del carnaval que celebra por
anticipado la negación de la explotación del trabajo, cuando
en su disfraz encubre tras la máscara la extracción de plusva-
lía -término venido a menos, extrañamente, en los tiempos
que corren, como si se tratara de una palabra obscena, como
si el sobrepliegue tecnológico la aboliera; como si ya no ocu-
rriera-.
Desliza su rostro por sobre los espejos cada vez que se
pronuncia esa palabra maldita y se oye su voz susurrando al
oído cuando se habla de la así llamada crisis de la teoría del valor
y de la forma terminal del valor devenida relación inequivalente
en el dinero en todo el proceso de circulación. ¿Sabría acaso que
el fantasma se fue y regresa, y ya recorre al mundo; y que tam-
bién ahora nos sirve de exorcismo ante el capital como fantas-
magoría?
Todavía, con Spinoza, Deleuze, Guattari, Foucault,
Derrida, Negri, Žižek, Laclau, Rancière y tantos otros compa-
ñeros de viaje, de aquí y de más allá, contemplamos su retrato
en cada mueca cínica de sus detractores, que hablan desde su
admiración morbosa por él, desde el gobierno del capital. Y rea-
parece, a ratos, en la caricatura apologética de los charlatanes
académicos acostumbrados a un Marx determinista sin contun-
dencia ni porvenir. Enterrado involuntariamente por sus pre-
suntos defensores. O en las rutinas dogmáticas de militantes
Crítica de la Razón Mediática

apoltronados en dos o tres malas lecturas y en las citas oportu-


nas para cada ocasión.
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 393

Quinta Parte / Ensayo I

Lo vemos caminando las calles, cada vez que las multi- 393
tudes cruzan las esquinas, expresándose en los oscuros paladares
del hambre cotidiana de las mayorías, robando la calma al pre-
sente, inquiriendo a los espíritus satisfechos, sembrando inquie-
tud al paso de su sombra. Poniendo fuera de quicio, diría
Hamlet, a los problemas referidos a la libertad, reproduciendo
obsesiones, prohibiendo el reposo a cualquier forma de buena
conciencia, pues siempre trasparece desde sus contextos difíciles,
desde su humanidad falible e insuficiente, pero con todas sus
chimeneas, caprichos y chisteras.
La modernidad registra sus marcas, reaparecen sus con-
juros trazados a martillazos, habitamos sus laberintos y topamos
con los tropos de sus fantasmas, descritos en su ontología mate-
rialista. No hay que ser marxista -tampoco aristotélico, hegeliano
o cualquier cosa- para agradecerle algo a este pensamiento. Sólo
los renegados reniegan.
Los que apostamos a las resistencias, a la memoria que
libera, a más de 500 años de luchas, a la emergencia insurgente
de sus proclamas, ante los obreros del mundo, sabemos que si
bien Marx vale más que una misa, también hace oportuna una
nueva interpelación y una nueva, reclamada y distinta apuesta
por su lectura crítica. Lo hacemos, pues, a contracorriente de los
posmodernos de derecha que se regodean ante cualquier asfixia
intelectual, ante lo cual cabe la pregunta por la ética política
como voluntad móvil para instalarse en el optimismo inspirador
del sabio, renuente a cualquier fatalismo histórico.
A Marx debemos la inspiración impugnadora de su alien-
to para que vuelva la esperanza, personalizada en ocasiones polí-
ticas y en los distintos disturbios del devenir. Que nadie se escan-
Crítica de la Razón Mediática

dalice. Ante la estrecha mirada que pronuncia a las cosas desde


las seguridades de la lengua del mercado, Marx nos refresca
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 394

Quinta Parte / Ensayo I

394 como un bálsamo, pues aún nos sigue hablando desde lengua
extranjera. Es decir, desde aquello que se extraña y desgarra en
la palabra pues no se reconoce en el sujeto (el deseo, el consumo
y su materialidad) que lo nombra.
No hay que ser marxista o tener miedo a serlo, para
toparse con la prosa de su poesía a veces dramática, que clava la
puntería de su flecha, sin titubeos, en esa construcción curiosa
que Derrida denomina «ocasión singular», para sumergirse en
un porvenir difuso, que se vislumbra a partir del trabajo, meta-
morfoseado en la subjetividad del trabajo mismo y su sustancia,
en esa fábrica del sujeto que es la creación, la producción y la
resistencia.
Valga este homenaje y advertencia a los que temen a su
faro, a su alter, al arte de asediar que nos deja y nos sirve para
refundar el materialismo, para tener una idea aproximada sobre
nuestros fantasmas y sobre nosotros mismos. El devenir de la
fortuna, lo que somos y vamos siendo no es un destino, el capi-
talismo tampoco. Marx lo sabía. Por eso su herencia y el rastro
que seguimos desde sus marcas es una provocación para todos
los dispuestos a caer en ella. Estas líneas indican de algún modo
las trazas de este libro.
Seguramente los prejuicios de siempre, los de aquellos
que renunciaron y renuncian cada día a la impugnación radical de
todo lo existente, se apoyarán en ellas para columpiar el despres-
tigio. Mientras tanto, en contra del esfuerzo inútil de un puñado
de voluntades tristes, él sigue allí, como Prometeo de Treveris,
como espolón de proa ante los mares de la incertidumbre del
presente que debemos navegar, ante la niebla opaca de la sub-
sunción real y los arrecifes impuestos por el biopoder del
Crítica de la Razón Mediática

gobierno del capital.


Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 395

Quinta Parte / Ensayo I

Por qué el poder de la mediática 395

La importancia dada a la imagen ha reemplazado


«el control-represión» por el «control estimulación»
(Foucault). El programa intimista me susurra:
«Sé cálido, relacional y transparente»: siempre
joven como la elite luminosa que tienes ante tus
ojos. El «sea espontáneo» es un mandato siempre
paradójico, como el «sea obediente, es una orden».
Sin embargo, este equivalente subliminal,
del «citius
«citius,, altius,
altius, fortius»
fortius» de la divisa olímpica
conforma una política de los cuerpos
como cualquier otra pero sin política…

R. Debray

Retomaremos algunas ideas vinculadas al momento del capital,


recuperando lo que T. Negri asegura en el sentido de asumir que
la hipótesis de la crisis del valor y a partir de un análisis de la
absorción de la totalidad social en la lógica del capital, también
permite dar cuenta de la emergencia de nuevas formas de lucha
y de intervención que se corresponden con la constitución de
una subjetividad no determinada según los modelos clásicos de
concebirla. Para este pensador, tal circunstancia se debe a la
situación y concurrencia del descentramiento entre las formas
institucionalizadas del modelo productivo dominante en el taylo-
rismo, por la emergencia de un nuevo dispositivo de aceleración
y sobrepliegue que desplaza el concepto de valor-trabajo, acele-
rando la crisis de referentes propios y necesarios para el proceso
de valorización y acumulación.
Las consecuencias o efectos, si lo podemos decir de este
Crítica de la Razón Mediática

modo, también ocurren por desterritorialización y reterritoriali-


zación y hasta por abolición, absorción y fusión de distintos
campos, con todo lo que de ello se deriva en la producción social
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 396

Quinta Parte / Ensayo I

396 de subjetividad y sus configuraciones institucionales. Lo que no


significa, por cierto, que toda constitución institucional, no siga
siendo un dispositivo sociopolítico determinado por la ley del
valor, a pesar, o a despecho de los neoliberales postmodernos.
Pues la explotación del trabajo, en todas sus formas materiales,
inmateriales o derivadas, está en la base de toda formación cons-
titucional de la red de instituciones del Estado del capital, que no
es más que la consagración de su concepto límite expresado en su
subjetividad general, como terreno neutro.
Lo que pasa, sostiene M. Tronti, es que en este mundo
globalizado, no se mira en ojo extraño al régimen de fábrica (Marx),
instaurado sobre la sociedad toda, ni se habla la lengua del con-
flicto, de los que no tienen voz. Habla la opacidad, dotando de
validez todo el arco existencial de la realidad. Pues cuando la
fábrica se ha apoderado de todo, la producción social se torna
producción industrial y la configuración específica de la fábrica
se disuelve en el movimiento general de la sociedad devenida
fábrica.14
En este mismo movimiento, el trabajo real crea valores
pero no tiene valor en sí mismo; su valor es siempre inequivalen-
te, representado en dinero, un significante que recoge sólo una
mínima fracción de la riqueza social general producida por el tra-
bajo. Sabemos, desde Marx, que el trabajo es una contradicción
en relación al capital, su fuente vital y, sin embargo, está ausente
de toda realización. Su única objetivación es el trabajo mismo
como subjetividad general, es decir, trabajo social y a su vez una
fracción de la riqueza total general, por lo cual no consigue
inmediatamente ninguna visibilidad. La descomposición del tra-
bajo en obrero colectivo, la división del trabajo y las jerarquías
asociadas a ésta significan asimismo más sometimiento del cuer-
Crítica de la Razón Mediática

po y de la fuerza a un estado de subordinación, y esto marca un


registro inequivalente, desde el punto de vista discursivo, en rela-
ción con la riqueza como signo.
Juan Barreto

14 M. Tronti, Obreros y capital, Akal, Madrid, 2001.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 397

Quinta Parte / Ensayo I

El modo de producción y el mercado como realización 397


final de los productos del trabajo no muestran de qué manera el
capital es producido. El lenguaje lo presenta en oposición a la
riqueza como una mera fuerza bruta natural, sin realizarse; al
tiempo que dota a la pobreza de un significado extraño a la pro-
pia condición de la explotación del trabajo, como la objetivación
de una carencia individual.
Mientras, por consiguiente, el capital (y en el concepto de
capital está incluido el capitalista, decía Marx) es reducido a uni-
dad en la acumulación y el excedente, y aparece dotado de vida
individual como mistificación del poder, de modo que la riqueza
social objetivada, dentro de un relato, se muestra a sí misma
como un beneficio, un talento autónomo e independiente de
cualquier modo particular de adquirirla y alejada también de los
ciclos de acumulación y valorización (proceso de separación y
producción de opacidad general).
En esta visión, la riqueza es una suerte de pertenencia
personal (se es rico), separada de todo el proceso de reproduc-
ción ampliada. El capital, en tanto que riqueza objetivada, (per-
sonificada) nace fetichizado, privado, separado del trabajo y visto
como virtud (Maquiavelo). Así pues, el capital es del orden de la
opacidad, del mundo de las apariencias y, como sostuvo Marx,
«aparece socialmente dotado de autoridad y dominio»…, su
separación es «la relación normal en esta sociedad y construye su
historia política».
A este giro estratégico de las representaciones, a este régi-
men de sentido consagrado en un orden institucional, lo llamaba
Marx explotación secundaria, que naturaliza el modo en que será con-
sensualmente explotada la fuerza de trabajo y protegido el miste-
rio apetecible de la riqueza, «fuera del alcance de aquellos misera-
Crítica de la Razón Mediática

bles que la desean sin merecerlo y que sólo son dignos de vender-
se a la servidumbre», recurriendo a palabras de Víctor Hugo.
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 398

Quinta Parte / Ensayo I

398 La sobredeterminación mediática


de la producción inmaterial

La pesantez de la videocracia es tan ligera,


finalmente, como «el arte y la manera», pero
esta ligereza pesa lo bastante para que el
molde colectivo modele tanto lo transmitido
desde la izquierda como desde la derecha, a
los pequeños como a los grandes y a los
imbéciles como a los astutos.

R. Debray.

Luego de las precedentes consideraciones, lo importante para


nosotros es que nos hallamos en el comienzo de una nueva
época, dado, según Laclau, entre otros, por una creciente proli-
feración de nuevos enunciados racionalizadores de la vida, aso-
ciados a lo tecnológico, que materializan un espesor de realidad
cada vez más discursivo y en mutación acelerada. La hegemonía
de la producción inmaterial también borra las distancias entre
trabajo y capital, en la medida que, paradójicamente, acrecienta
las contradicciones y la confrontación.
Hay una suerte de sobre-determinación tecnológico-dis-
cursiva de la construcción de inmaterialidad, «casi inmanente de
la nueva hegemonía», al decir de Laclau. Esta nueva fase de tota-
lización mundializada de la lógica dominante, caracterizada entre
otras cosas por el impacto de las nuevas tecnologías, implica de
suyo una torsión epocal de los dispositivos anteriores y el surgi-
miento de nuevos dispositivos, así como del surgimiento de un
Crítica de la Razón Mediática

estado general de crisis.


Ello nos obliga a distinguir las tendencias dominantes y
la ocurrencia de los dispositivos hegemónicos en todos los terre-
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 399

Quinta Parte / Ensayo I

nos y esferas de dominio15. Bueno es decir que la ocurrencia del 399


momento del cambio o salto tecnológico, es inconmensurable en
relación con otros momentos de catástrofes, ajustes y sobresal-
tos. Así sucede particularmente porque la informatización acele-
ra la velocidad de la comunicación y el ritmo de la circulación,
alterando los patrones de acumulación, y además por el movi-
miento de abstracción y sobre-determinación del sobrepliegue
del trabajo y el valor, producto de las nuevas destrezas, funcio-
nes y saberes no determinados por el espacio-tiempo de la pro-
ducción convencional.
Toda forma de medida, hasta ahora atrapada en el con-
cepto de capital variable, se hace añicos ante la sobre-aceleración
y todos los referentes se desnaturalizan. Esto no quiere decir que
terminó la explotación del trabajo, sino todo lo contrario: hay
más bien una intensificación variable en la mutación de sus for-
mas intensivas, expresivas y multiperformativas.
Por esta razón, es que se hace imposible establecer distin-
ciones entre categorías de uso corriente en la teoría del valor,
como trabajo simple, o trabajo socialmente necesario. Es un
cambio también en las relaciones sociales de producción y repro-
ducción (cambio, especialización, reacomodo, más no supera-
ción o abolición de las anteriores). Por ejemplo, la producción
subsumida en la circulación de información, en la economía bur-
sátil. Es decir, los cambios tecnológicos ocurridos nos indican
que se experimenta un salto en cuanto al momento específico de
concreción de la formación social como totalidad.

15 "En ese estadio, en esa tensión, se disuelven al afuera y el adentro. La ten-


sión hacía el límite (emancipación), no tiene límites, limitaciones, salvo las de
la propia tensión. Por eso la potencia nunca se realiza, no se materializa en
Crítica de la Razón Mediática

cosa, es siempre devenir inacabado. Autónomo, en tanto tensión hacia, por-


que sólo depende de sí. La potencia se expande en la medida que se compo-
nen y crean relaciones -que son manifestaciones de la potencia- emancipato-
rias. Es lo único a lo que podemos llamar poder, y depende sólo y únicamen-
te de sí mismo. Potenciar, intensificar, es entonces profundizar la trama de
relaciones procurando evitar que se congelen en formas de dominación". X.
Juan Barreto

R. Zibechi, Dispersar el poder, Tinta y limón, Buenos Aires, 2006, p. 29.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 400

Quinta Parte / Ensayo I

400 Muestra de ello es el paso del obrero profesional produ-


cido por la máquina de vapor al obrero masa producido por la
máquina eléctrica y la producción en serie (fordismo) para un
mercado del deseo “material” y de allí, al obrero total o multitud:
obrero social, producido por la hegemonía del dispositivo infor-
matización-comunicación y la proliferación de las formas de
información maquínica capturadas y subsumidas en el capital, en
el proceso de adecuación del valor a las nuevas formas y
momentos del proceso de valorización.
No es que las tradicionales formas de producción desapa-
rezcan, sino que se han vuelto lentas y pesadas respecto de la ace-
leración multilineal que introduce el salto tecnológico y su nuevo
dispositivo. Las formas de producción “material” van quedando
rezagadas, en comparación con la especulación; las telecomunica-
ciones, los movimientos de capital y toda suerte de estrategias que
aceleran los mercados, transforman las instituciones y crean las
condiciones de posibilidad para una existencia residual del traba-
jo fabril. Este modelo sigue siendo importante en cuanto referen-
te simbólico, aunque sufre el consiguiente desplazamiento del tra-
bajo como formalizador de las equivalencias. El trabajo como
subjetividad general queda gobernando por una nueva velocidad
de la circulación, lo que termina por subsumir, por sustracción de
sentido, la producción toda a una nueva fase del capital.16
En el contexto de estos cambios y desplazamientos, la
información-comunicación es un dispositivo de red, diagramático, que se ins-
tala haciendo más eficiente la instrumentalización racional del tra-
bajo y prolongando los límites del capital que intenta conquistar
ahora el hiperespacio: un nuevo no-lugar de acontecimientos, en

16 "Alrededor del 50% de la economía mundial se basa directamente en pro-


Crítica de la Razón Mediática

ducto y productos y procesos biológicos. Al mismo tiempo, la casi totalidad


de la diversidad biológica del planeta está ubicada en regiones tropicales y
subtropicales de Latinoamérica. Asía y África. En el mundo se han identifica-
do alrededor de 35000 especies de valor medicinal, de las cuales más del 66%
son originarias de países en desarrollo. Con estos breves datos no nos cuenta
mucho inferir la tremenda importancia de esta región denominada Amazonía
y su amplio hinterland." F. Villalba, La agenda hegemónica de hoy. Venezuela,
Juan Barreto

Instituto Municipal de Caracas, 2005. p. 28


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 401

Quinta Parte / Ensayo I

donde el capital ocurre existiendo por extensión de sus lenguajes 401


y lógicas. Este dispositivo también opera en la mezcla y reclasifi-
cación de funciones, saberes y destrezas, y en la nueva reterritoria-
lización del capital en los cuerpos individuales y colectivos.17
Allí, en ese no-lugar donde explotación, producción y
consumo se confunden con los saberes y el deseo, dada la proli-
feración de sobrepliegues tecnológicos gobernados por la lógica
de el gusto, la actualidad y la innovación. Esto a su vez sugiere
una gran plasticidad y recambio en las estratificaciones al interior
del trabajo como ontología y numerosas dificultades en su cuan-
tificación al definir, por ejemplo, el capital constante.
Expliquemos un poco.
En el capital, el trabajo siempre es referente, pero a su vez,
su destino es devenir opacidad y explotación. En esta fase del capi-
tal, el dispositivo comunicación-información en nada cambia esta
lógica, por el contrario, la perfecciona y profundiza por sobreplie-
gue y subsunción real, borrando cualquier autonomía del trabajo
individual y asegurando su carácter social. En este punto de demo-
cratización extrema del trabajo social general, éste vuelve a ser
pura sustancia de sí mismo y se hace cada vez más contradictorio
en relación con la lógica articuladora del capital. El proceso está
en marcha, sin que esto cambie el carácter de la lógica del capital
como dominación y valorización del tiempo de la explotación y la
producción, enfrentado al tiempo de la liberación.18

17 «Este análisis se centra necesariamente en el concepto de racionalidad mate-


rial concebido por Marx Weber en contraste con el de racionalidad formal. Con
esto se refería a la elección de fines desde la perspectiva de los ‹postulados de
valor› (wertende postulate). Weber nos dice que el concepto está ‹lleno de ambi-
güedades› y que ‹existe un número infinito de posibles escalas de valores para este
tipo de racionalidad›. En este sentido, agrega, el concepto ‹materia› es genérico
abstracto. Estos valores, como nos lo dice la expresión original de Weber en ale-
Crítica de la Razón Mediática

mán, son ‹postulados›, y obviamente en torno a los postulados podemos disentir.


De hecho, es casi seguro que no estemos de acuerdo. Nuestras preferencias mora-
les nos llevan directamente a luchas políticas.» I. Wallerstein, Utopística, o las opcio-
nes históricas del siglo XXI, Siglo XXI, México, 2003. p. 5
18 Véase: T. Negri, Ocho tesis preliminares para una teoría del poder constituyente,
Alcaldía Mayor, Caracas, 2006; y también, T. Negri y F. Guattari, Las verdades
Juan Barreto

nómadas, Akal, Madrid, 1999.


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Quinta Parte / Ensayo I

402 Por eso Negri afirma que las leyes constitutivas de la


forma del valor son también las de su deconstrucción y, ade-
más, que la innovación, al contrario de lo que creen los “pro-
gresistas”, a veces es leída por el capital como declive, no sólo
por su impacto en la competencia intercapitalista y la acelera-
ción a la obsolescencia de la mercancía -que precipita hacia
abajo la tendencia decreciente de la tasa de beneficios-, sino
que también es línea de fuga, producto de fuertes tensiones y
choques radicales entre el capital y fuerzas antagonistas que en
la creciente complejidad social aumentan la precariedad de la
dominación.
Esto significa que al tiempo que se desestructuran vie-
jas formas de poder, las cuales deben ser remozadas o restau-
radas antes de que queden obsoletas por vaciado de significa-
do, la innovación también actúa aumentando la desestabiliza-
ción, desplazando los anteriores modelos de control, por inter-
vención de multiplicidad de formas de poder-saber que hacen
la red del “cotidiano significante”, donde la deconstrucción del
valor por sobre pliegue y sobre abundancia deviene matriz de
nueva subjetivación.
Sobre tal cuestión, no hay que olvidar a Marx cuando
dice, en el tomo II de El Capital, que el capital-trabajo, el capi-
tal-mercancía y el capital-dinero circulan y se mezclan, y en ese
ciclo mutan y se confunden abigarradamente en otras formas
-«el capital es un mercader eternamente circulante» -. Por eso
el capital, dice Marx, no pertenece exclusivamente a la produc-
ción, incluye toda relación que se cruce u oponga a su retorno
en la acumulación como ciclo de circulación. Es decir, para
Marx, el capital es sentido y la valorización significado-signifi-
cación.
Crítica de la Razón Mediática

A nuestro juicio, esta tesis de Marx sigue teniendo indu-


dable valor como herramienta para el análisis de nuestro presen-
te. En efecto, desde ella, podemos sostener que en la medida en
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 403

Quinta Parte / Ensayo I

que el trabajo, la producción, el consumo y la acumulación se 403


hacen comunicación-información; entonces el capital se hace
efímero y volátil, inestable y mutante en la aceleración inducida
por las velocidades del tiempo-información19.
Como parte del mismo movimiento, el antagonismo inhe-
rente a la propia constitución de la subjetividad del trabajo se tras-
lada por desbordamiento y desplazamiento, principalmente al dis-
positivo información-comunicación. Claro, hay que tomar en
cuenta las asimetrías, especializaciones regionales, grados de des-
arrollo y otras expresividades del capital en su afán mundializa-
dor, a la hora de entablar un diálogo con el nuevo momento de
la tecnología y su impacto en la llamada globalización.
El capital se caracteriza por su expansión segmentada,
periférica y desigual como principio de unificación, conserván-
dose a sí mismo como imperativo sistémico, lógica instrumental
separada de sus propios fines y lógica organizadora de las formas
constitucionales de la forma-Estado y la subjetividad. De mane-
ra que la forma mercancía del capital como valor comunicación es sobre-
gravedad, agujero negro que mezcla en el mismo plano el espacio-
tiempo de la valorización y la circulación que, por sobre-acelera-

19 "El costo de la mano de obra se analiza con frecuencia en función de algo


que se denomina eficiencia de la producción. ¿Pero qué es la eficiencia? En
parte es una mejor tecnología, pero de igual manera es la voluntad del traba-
jo es la voluntad de trabajador de realizar bien su trabajo a una velocidad razo-
nable. ¿Pero con cuánta rapidez? El taylorismo fue la doctrina que consistía
en que la velocidad debe ser tan grande como sea posible desde el punto de
vista fisiológico. Pero esto parte de la base de que esta alta velocidad no dañe
el organismo. Estamos obteniendo velocidad a corto plazo con agotamiento
a largo plazo de la capacidad del organismo para sobrevivir. La velocidad
máxima en una hora quizá no lo sea en una semana o un mes. Sin embargo,
en este momento aparece en escena un conflicto de valores; por ejemplo, el
valor que tienen para el trabajador los placeres psíquicos del "tiempo libre"
Crítica de la Razón Mediática

frente a las necesidades del patrón. Éste podrá invocar los placeres psíquicos
de la "satisfacción del trabajo" como acicate para el trabajador, pero eso supo-
ne que el patrón está dispuesto a estructurar la situación laboral de manera
que exista alguna "satisfacción" en el cumplimiento del trabajo. El asunto se
convierte entonces en político, y se resuelve con el poder de negociación. De
ahí que la definición de eficiencia nos remonte directamente a la fuerza polí-
Juan Barreto

tica de la mano de obra". I. Wallerstein. Op. cit. p.12


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 404

Quinta Parte / Ensayo I

404 ción, también se hace inestable y poco homogénea en la globa-


lización como fase imperial del capital.
Pero es allí, en ese nuevo movimiento donde se constitu-
ye la subjetividad de la sociedad información-comunicación como produc-
ción total más allá de la fábrica, desbordándola sin sustituirla o
desplazarla, pero existiendo sobre ella como sobrepliegue, como
radiación que infiltra su funcionamiento y resultado productivo.
Pero también, en esta misma inestabilidad, surge a la vez la muta-
ción o readecuación desplazada de la forma valor. Es el momen-
to en que la multitud halla y trama su potencia democrática, al
saltar el sobrepliegue y al construir existencias excéntricas y ano-
malías incesantes. Asunto sobre el cual avanzaremos más adelan-
te.
Ahora, retomemos el concepto de “mediación” en Marx,
expuesto en el libro II de El Capital, pues el mismo nos permite
comprender el campo de acción de la producción de las indivi-
dualidades colectivas, siempre más abstractas, así como el rol del
capital en tanto relación de mando o lógica de organización en
la proliferación de la producción y en la recuperación del traba-
jo como medida de unificación de las entidades antagónicas, que
deben consolidarse como trabajo subjetivo socialmente necesa-
rio para la dominación: esta es la génesis de lo que Marx llama
«el individuo colectivo universal».
Ello nos permite plantear que el capital es siempre estrategia
de sentido y permanente recomposición de la proliferación en uni-
ficación, así sea por mutación, metamorfosis, desorden del mer-
cado, caotización de la sobre- producción, caídas, saltos, guerras
y catástrofes. De manera que la valorización del capital se despla-
za a medida que asimila e impulsa el cambio tecnológico.
De modo que, sin abandonar la producción “material”
Crítica de la Razón Mediática

sale de la fábrica, se inscribe en un nuevo dispositivo de desterri-


torialización-reterritorialización y, de esta manera, se instala en
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 405

Quinta Parte / Ensayo 1

toda la sociedad en una nueva forma mutante del valor: la comu- 405
nicación-información. Lo hace, descentrando la noción de trabajo y
colonizando el espacio-tiempo de la producción de saberes; en
fin, informatizando a la sociedad para su utilización productiva.
Es el paso de la coerción al control como nueva fase de la domi-
nación. La comunicación-información deviene, entonces, dispositivo de un
régimen de visibilidad y enunciabilidad.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 407

II 407

LA SOCIEDAD MEDIÁTICA

Así es nuestro destino de sondeados,


de informados, de estadisticados: confrontados a la
verificación anticipada de nuestros comportamientos,
absorbidos por esa refracción permanente, jamás esta -
mos enfrentados a nuestra voluntad, ni a la del otro.

J. Baudrillard.

El predominio del significante


en la forma-signo

...las nuevas técnicas economizan la represión: el


consumidor interioriza, en el acto mismo
del consumo, la instancia social y sus normas.

J. Baudrillard.

Qué ocurre cuando, como ha mostrado Baudrillard, la socie-


¿ dad se ha convertido en un gran sistema de signos, cuando la enfer-
medad de las actuales sociedades es que los signos proliferan de
forma abrumadora precisamente porque quien los produce es un
mundo muerto? Si descubrimos por doquier los signos de la his-
toria, de nuestra socialidad e, incluso, de la realidad misma, es
Crítica de la Razón Mediática

porque el mercado exige esos signos, lo que no sucedería si esos


discursos que tomamos tranquilamente como verdaderos aún
funcionaran en su eficacia simbólica.
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo II

408 A propósito de esta cuestión, de lo que se trata es de la


clausura del modelo referencial como fundamento de una teo-
ría de la verdad, pues como ha dicho, entre otros, Hillary
Putnam, «...la significación se ha hecho pedazos»1, o más radi-
calmente Baudrillard: «A decir verdad, no queda nada sobre qué
fundarse. No nos queda más que la violencia teórica. La espe-
culación a muerte, cuyo único método es la radicalización de
todas las hipótesis»2.
Estas palabras de Baudrillard se inscriben en su crítica al
esquema marxista que fundamenta el valor de cambio en el cri-
terio referencial del valor de uso, y hace depender la emancipa-
ción de la recuperación de este valor sujetado, en la sociedad de
clases, al valor de cambio. Este esquema se rompe, pues el triun-
fo del «juego estructural del valor» en el capitalismo contempo-
ráneo ha deshecho las referencias del sujeto, la historia, la signi-
ficación e, incluso, la producción, como bases sobre las que se
sostuvo la crítica de la economía política.
En tales condiciones, es como si el signo se hubiera libe-
rado de la fuerza de gravedad que le daba peso, relativa a la nece-
sidad de significar las cosas, reduciendo, en consecuencia, dicho
modelo a la esterilidad. Es lo que, por ejemplo, ha sucedido con
el capital en la economía postindustrial, pues una vez que sus
signos se han liberado de los referentes reales de la producción,
a través de la especulación y la lógica del consumo, ellos se han
convertido en «significantes flotantes». Así como con otros
fenómenos como la moda, liberada de “lo bello” y de “lo feo”,
los objetos, liberados de su “utilidad” y los massmedia, liberados
de la realidad y de la verdad.
El agotamiento del modelo referencial nos conduce al
planteamiento baudrillardiano sobre la condena de los signos, dada
Crítica de la Razón Mediática

la proliferación de valores vacíos o a-referenciales característica


del capitalismo financiero y de la sociedad de consumo. Por ello,
1 H. Putnam, Razón, verdad e historia, Tecnos, Madrid, 1988, p. 40.
2 J. Baudrillard, El intercambio simbólico y la muerte, Monte Ávila Editores,
Juan Barreto

Caracas, 1980, p.10.


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Quinta Parte / Ensayo II

Baudrillard nos recuerda que ni el sexo ni la locura son los ver- 409
daderos malditos de la civilización contemporánea, es la seducción,
juego ritual por excelencia y única instancia que la ratio occiden-
tal no ha podido dominar. Aquí se sustenta la condena moral de
los signos, pues la seducción siempre es del demonio, y la teatra-
lidad, el simulacro, el ritual calculado de los gestos, las palabras y
los silencios, sus cualidades.
«El signo es mucho más que una connotación de la mer-
cancía, mucho más que un suplemento semiológico del valor de
cambio»3, escribió Baudrillard, en El espejo de la producción, remar-
cando las dimensiones inéditas de la transformación social que
ello produce. Una dimensión es el hecho de que la propiedad de
los medios de producción ya no es lo que estructura las relacio-
nes sociales, sino el dominio del código. De ahí que Baudrillard
sostenga que hoy la competencia sea una ficción de sí misma,
pues el capitalismo monopolista ha hecho imposible la ley de la
oferta y la demanda que, también, entra en el orden de la simu-
lación, mientras ha sido sustituida por el cálculo estratégico.
Este dispositivo, clave en el orden del consumo, consiste
en la abolición de la «contingencia de la demanda» y opera en
agenciamientos de «instancias semiológicas» como la publicidad
y el consumo. En virtud de tal dispositivo, todo se vuelve obje-
to de consumo y el signo ha dejado de “significar”, es decir, ya
no refiere a otra cosa que a sí mismo, o, más acertadamente, al
código. De modo que no es casualidad que en nuestra época los
saberes triunfantes sean los llamados «saberes del significante» -
la informática, la cibernética y la semiología-.
El predominio del significante en la forma-signo nace en
un mundo que abandonó el ciclo de la expansión mercantil y ha
desplazado a la forma-mercancía. Algo que, a nuestro juicio, se
Crítica de la Razón Mediática

anunciaba en aquella profecía de Marx sobre el carácter abstrac-


to, fetichizado, que habría de tomar el capitalismo, en la cual se
reconocía la posibilidad de existencia de un más allá de la
Juan Barreto

3 J. Baudrillard, El espejo de la producción, Gedisa, Barcelona, 1996, p. 130.


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Quinta Parte / Ensayo II

410 forma-mercancía. Esta profecía parece haberse cumplido: los


objetos ya no son signos de poder o de clase, son sólo signos
sin referente.
En tal sentido, si Baudrillard es, aquí, deudor de Marx,
no es porque haya intentado recuperar los «referenciales perdi-
dos» junto la forma-mercancía, sino porque ha podido estable-
cer una ruptura con ella en su análisis de ese círculo que es la
sociedad de consumo, donde todo se intercambia de manera sis-
temática, irracional y arbitraria, incluso el ambiente y el hábitat,
al costo de graves desequilibrios, una intuición que ya aparecía
en Marx.4
Otra de las dimensiones de la transformación social pro-
vocada por el dominio de la forma-signo es la que Baudrillard
nos hace ver a propósito de proliferación de subjetividades que
reclaman su derecho a ser reconocidas como tales. Lo que reve-
la el estallido de la subjetividad moderna, o dicho de otro modo,
el sujeto ha desaparecido en el horizonte del objeto-signo, vícti-
ma de su estrategia fatal.
Al respecto, el caso del concepto sociológico «masa»
quizá sea el más relevante, por esto, esbozaremos brevemente la
visión baudrillardiana del mismo. La idea de masa desplaza a la
idea de pueblo que organizó los discursos modernos de la eman-
cipación. La forma que adquiere el pronunciamiento de las
masas es la de los sondeos. Precisamente el lugar de la coartada,

4 "Según el FAO, EL 75% de la diversidad genética, de los cultivos agrícolas,


se han perdido y la situación es más crítica en los productos básicos que sus-
tentan la alimentación y la economía global: maíz, arroz, trigo, soya, algodón,
y papa. Casi el 50% de la economía mundial se basa directamente en produc-
tos y procesos biológicos. Aún estamos asistiendo a la destrucción de bos-
ques y ecosistemas tropicales para ampliar la frontera agrícola o para fines
francamente depredadores. Los planes de desarrollo insertados en este mode-
Crítica de la Razón Mediática

lo tecnomercantilista, también han contribuido al desequilibrio ambiental.


Todavía hoy recordamos la famosa "Revolución Verde" de las décadas de los
60 y del 70, con sus secuelas de asimetrías en todos los ordenes. La
Revolución Verde demostró ser parte tecnocrática de un engranaje mayor
cuyo fin es la productividad y el beneficio sin importar el carácter integral del
nicho ecológico. Esta llamada revolución introdujo, de manera masiva, la
maquinaria agroindustrial. Sus efectos en muchas zonas, como en el caso de
Juan Barreto

la India, fueron devastadores y desequilibrantes". F. Villalba, Op. cit., p. 81


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Quinta Parte / Ensayo II

pues los sondeos, como la televisión, son autorreferenciales: no 411


representan nada. Es cierto que los sondeos segmentan “públi-
cos”, que se les reprocha sus desviaciones, que se perfeccionan,
e, incluso, que se les llega a adjudicar una cierta moralidad, pero
todo esto es un simulacro del valor representativo que no tienen.
Así, las masas se hacen invisibles en el agujero negro de los
massmedia.
Ante el dominio del signo sin referente, «¿Cómo respon-
der a la apariencia pura, sino reconociendo su soberanía?
¿Desmaquillar, arrancar ese velo, conminar a las apariencias a
desaparecer? Absurdo, es la utopía de los iconoclastas. No hay
Dios tras las imágenes, e incluso la nada que encubren debe que-
dar en secreto»5. Con estas palabras, Baudrillard, nos presenta
dónde radica el peligro del objeto-signo como «atractor extra-
ño», rasgo que caracteriza hoy a los objetos de consumo y, por
ende, a la sociedad de consumo.
Este peligro, como lo muestra Baudrillard, en El sistema
de los objetos, no está asociado a la racionalidad medios-fines, pro-
pio de la civilización técnica y a su mito del atraso moral del
hombre respecto del incontenible avance de las técnicas. Los
peligros se inscriben en otro mito: el de la convergencia ideal de la
producción y del consumo. Para explicar como funciona ese mito en
las sociedades occidentales Baudrillard muestra el desplazamien-
to de la lógica de sentido hacia el objeto-sin referente que se ins-
tala en el orden cultural de la producción y el consumo.
No olvidamos que el objeto siempre ha sido significante,
pero no lo ha sido del mismo modo en el tiempo. Lo que marca
la diferencia en nuestro tiempo, el de las sociedades de consu-
mo, es el hecho de que el objeto se convierte en pieza de un sis-
tema sígnico, por lo cual la seducción viene dada, no por la sensa-
Crítica de la Razón Mediática

ción de disfrute o de posesión, sino por la sensación del domi-


nio-control. Tras ella, la está la fascinación del hombre ante los
objetos-signos constituidos en «actores de un proceso global en
Juan Barreto

5 J. Baudrillard, De la seducción, Cátedra, Madrid, 1981, p.91.


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Quinta Parte / Ensayo II

412 que el hombre no es más que personaje o espectador».6 En esta


fascinación, el objeto funcional-signo de poderío, naturaleza y
pasado entran en el juego del consumo, añadiéndose al reperto-
rio, por ejemplo, de las formas de la moda convertida en eje fun-
damental del sistema de consumo.
Pero hay otro eje de este sistema: el automatismo, que da
expresión al modelo técnico de la sociedad de consumo. «El auto-
matismo es el rey», dice Baudrillard. El artefacto automático
encarna un nuevo tipo de antropomorfismo, pues aunque los
objetos siempre han llevado la impronta de la presencia humana,
lo que ocurre ahora es que el objeto automatizado simboliza a la
conciencia humana en su poder de control y dominio, que va más
allá de la pedestre funcionalidad, porque este objeto se colma de
detalles superfluos y fascina por el juego funciones parasitarias.
El ejemplo del automóvil es, al respecto, paradigmático. Ese obje-
to hubiera podido enriquecer las relaciones humanas: «...pero
muy rápidamente se le sobrecargó de funciones parasitarias de
prestigio, de confort, de proyección inconsciente...que frenaron y
después bloquearon su función de síntesis humana.»7
Este ejemplo muestra que todo queda supeditado a la lógi-
ca del mercado. De ahí que la argumentación de Baudrillard ponga
en evidencia que el consumo arroja el avance de los artefactos en
una dirección contraria a la del mejoramiento de la vida social, y
que en esta lógica lo que efectivamente funciona es la fragilidad de
lo efímero, una especie de compulsión que oscila de manera recu-
rrente entre la satisfacción y la decepción, lo cual permite ocultar
los verdaderos conflictos que afectan a la sociedad y al individuo.
Por ello, Baudrillard habla de un gran happening colectivo
dominado por el espectáculo de de lo efímero, es decir, la morta-
lidad organizada e impuesta, de los objetos. Pero advierte que tal
Crítica de la Razón Mediática

imposición no es sólo un efecto del orden de la producción-con-


sumo capitalista, aunque resulta difícil determinar qué tipo de
voluntad regresiva domina todo ese espectáculo de lo efímero.
6 J. Baudrllard. El sistema de los objetos, Siglo XXI, México, 1994, p. 62
Juan Barreto

7 Ibid., p.145.
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Quinta Parte / Ensayo II

No obstante, para Baudrillard existen dos ejes organiza- 413


dores de ese sistema que tiene como claves la moda y el automa-
tismo. Por una parte, el principio personalizador, que se despliega
como democratización del consumo de modelos por la vía de la
repetición en serie. Por otra, el dispositivo del crédito, que supo-
ne la precesión del consumo con respecto a la producción. En
tal sentido, lo peculiar del objeto-modelo es que en él no hay
reproducción sino repetición serial, para que cualquier particular
participe de él, lo que resulta vital para el funcionamiento del
sistema. En cuanto al diseño de la personalización, el orden de
la producción-consumo se encarga de ello mediante el fomento
de lo inesencial en el producto, con lo cual el modelo singulari-
za al usuario y a la vez logra crear en torno a sí un consenso.
Desde luego, no sólo es difícil sino inútil aplicar esque-
mas clásicos de interpretación a este orden caracterizado por el
predominio del deseo personalizador en la oferta y la demanda,
donde la conciencia se reifica en su obsesión por singularizarse
desde unas diferencias acuñadas por el mismo sistema. El hecho
es que el consumidor no es engañado, en el sentido tradicional,
pues el carácter democratizador de la sociedad de consumo
radica en la accesibilidad a los modelos donde las reglas son
iguales para todos. Este carácter se da en un movimiento del sis-
tema que es el de la autorreproducción, donde no hay dialécti-
ca social y no son posibles, en consecuencia, la contradicción y
el cambio estructural. Paradójicamente, en la sociedad de con-
sumo: «Todo se transforma, todo cambia a ojos vistas, y sin
embargo, nada cambia».8
El segundo eje de la sociedad de consumo es la nueva
ética instaurada por la extensión del sistema de pago por crédito, que
ha liquidado el viejo modelo puritano del de esfuerzo y sacrificio
Crítica de la Razón Mediática

consumado en la compra de objetos. El crédito es en la actuali-


dad algo más que un instrumento económico, es un sistema por
el cual el consumo precede a la producción. Con él, el objeto nos
Juan Barreto

8 Ibid., p.176.
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Quinta Parte / Ensayo II

414 relaciona con la sociedad levantándose encima de nosotros, pues


tenemos que ir pagándolo y, así, nos impone su ritmo, al punto
en que en el momento de adquirirlo nos esclavizamos a él. Es la
lógica del consumo, donde la causa ya no precede al efecto.
Baudrlillard lo plantea así:
En cada hombre, el consumidor es cómplice del orden de produc-
ción, y no guarda relación con el productor, que es su víctima. Esta
disociación productor-consumidor es el resorte mismo de la integra-
ción: todo está configurado de manera que no cobre nunca la forma
viva y crítica de una contradicción.9

La publicidad constituye el principal dispositivo de distri-


bución de estos sistemas: personalización y crédito. Y, como
parece pertinente recordar, la publicidad comunica un mundo
de total inesencialidad. Su lenguaje es completamente connotati-
vo, pura seducción que, como lo ha subrayado Baudrillard, no es
igual al engaño o a la alienación del sujeto.
La seducción opera, aquí, ocupándose de nosotros como
una especie de agregado de entusiasmo a la frialdad de los obje-
tos, pero se trata de un juego perverso. En efecto, si la publici-
dad persuade no es sólo para vender sino para, esencialmente,
mediante la compulsión de la compra, obtener nuestra adhesión
al sistema. En esta sutil trama, a juicio de Baudrillard, lo que se
esconde es una estrategia de poder inédita, pues con las nuevas
técnicas cada consumidor, en el acto mismo de consumir, inte-
rioriza las normas sociales.
Con base en lo expuesto, interesa observar que mientras
el lenguaje referencial abría la posibilidad de un intercambio
comunicativo asociado a un orden social más justo, el sistema
consumo-objeto-publicidad dominado por los signos a-referen-
ciales y lo inesencial torna inviable la creación desde sí de tal
Crítica de la Razón Mediática

orden social. Porque tras esa proliferación efervescente e ilusa de


oferta y demanda, se consolida un orden que ejerce un rígido
control social.
Juan Barreto

9 Ibid., p. 182.
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Quinta Parte / Ensayo II

Así pues, ninguna filosofía del sujeto sería capaz de 415


explicar la peculiaridad de ese orden en el que la referencia obje-
tual pura es la determinante del status. Ciertamente, aunque los
objetos -por ejemplo, los muebles, o las joyas-, han funcionado
como sistemas de referencia, el hecho es que antes estaban en
función de otros códigos de reconocimiento de status como la
posición social, la moral o los ritos, mientras en el presente
ocurre lo contrario: los sistemas de reconocimiento son engulli-
dos por el sistema de los objetos de consumo y su correlato
massmediático.
Nos encontramos, pues, ante nuevo peligro: el de ser
impalpablemente disueltos en la gran máquina de absorción
en la que se han constituido el consumo y los massmedia,
como cabe desprender de los análisis de Baudrillard y de
otros pensadores como Paul Virilio, Jean- F. Lyotard o
Umberto Eco, quienes, desde hace más de tres décadas, vie-
nen caracterizando la nueva condición cultural en ese llamado
“nuevo orden mundial” que emerge en la segunda mitad del
siglo XX con el boom del consumo y la explosión mediática,
o la revolución informativa y comunicacional operada por las
computadoras y los circuitos integrados. Con sus análisis,
estos pensadores han construido nuevos conceptos, nuevas
“cajas de herramientas”, como gustaba decir a Foucault, para
comprender fenómenos nuevos en la perspectiva de un nuevo
pensamiento crítico. Asumiendo, desde luego que el debate
no está concluido.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo II

416
La colonización de la democracia

Cuando la sociedad se asemeja cada vez más


a un mercado donde los objetivos ideológicos
y hasta políticos parecen haber desaparecido, sólo
perduran la lucha por el dinero y la búsqueda de la
identidad; los problemas sociales quedan
reemplazados por problemas no sociales, los del
individuo y los del planeta que desbordan el campo
social y político por arriba y por abajo, lo vacían de
casi todo contenido.

A. Touraine.

El sobrepliegue tecnológico produce nuevas instituciones


mediadoras. Las llamadas tecno-democracias, dependientes del
devenir mercado de las opiniones en la sociedad, según G.
Orozco10, marcan la pauta futurológica de las democracias libe-
rales de Occidente. Desde hace rato se expresa una tensión.
Todo parece indicar que en la civilización de las redes mediáti-
cas, los representados no se estiman como tales y que hay un
desplazamiento de las instituciones tradicionales, de los espacios
de consenso y hasta de la experiencia participativa, hacia el lugar
mediático. El tinglado de este espectro se desmorona, sin que la
teoría (la teoría se recalienta según la semiótica) comprenda su
significado.11
El pensamiento debe dar cuenta de este proceso en nues-
tro subcontinente. Recientemente otro intelectual latinoamerica-
no, Carlos Fuentes decía que América Latina vivía esclavizada de
la esperanza democrática y que el continente no comprendía

10 G. Orozco, Televisión, Audiencias, Educación, Norma, Bogotá, 2001


Crítica de la Razón Mediática

11 "Es necesario pensar el par individuo-sociedad de una manera nueva, para


burlar una noción de hombre, el homo clausus, derivado tanto del homo philo-
sophicus como homo sociologicus. Este homo clausus refleja la autoexperien-
cia del hombre moderno, ya independiente y privado, ya reificado y socializado.
Como ya vimos, los hombres no son individuos aislados ni la sociedad un ente
ajeno a ellos, sino que se ligan a través de 'cadenas invisibles' que forman la ver-
Juan Barreto

dadera urdimbre social". H. Béjar, La cultura del yo, Alianza, Madrid, 1993, p. 123.
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Quinta Parte / Ensayo II

aquella frase de Kafka: «Hay mucha esperanza pero no para nosotros». 417
Este es el marco problemático. La forma democrática y las nue-
vas esferas de sentido que se abren paso colonizando lo social,
desde donde no se realiza ideal alguno.
Stella Martini12 nos habla del acontecimiento mediático
como colonizador de las prácticas democráticas, reducidas a
elección o selección de ofertas emocionales y paquetes de dis-
cursos que articulan en madejas de sentido prejuicios, noticias
muertas, datos, actitudes y opiniones, que producen la selección, la
decidibilidad: «Lo que ocurre disimula los valores en la diversi-
dad de enfoques y de ofertas» y el modelo secuencial de McQuail
parece imponerse. Al respecto, ya D. Wolton advertía sobre los
efectos de la hiper-información y la distorsión del evento por la
ocurrencia del ver-decir en la noticia, que valora como acontecimiento
el surgimiento de cada nueva información en la avalancha de
información. Por eso, a la hora de construir y explicar la ocu-
rrencia política, los medios se asumen como el único instrumen-
to legítimo de verificación y de cierre.
Tampoco hay evasión sino emoción y creencias, es decir,
ritual del espectáculo vaciado de relato, estereotipo de una cier-
ta puesta en escena, una dramatización. Democracia en los efec-
tos especiales y poder de convocatoria teledirigido, que compor-
ta un desplazamiento de lo político hacia lo mediático, o más
bien una reabsorción de lo político al interior de otra lógica: el
espectáculo.
«La edad de los media impone el poder permanente de
las imágenes... Pero la continuidad de lo espectacular banaliza,
borra las distancias y la separación sin los cuales la política no
tiene espacio propio, reemplaza el secreto (una de las fuerzas del
gobernante), por el ruido», dice Balandier13. Lo que replantea el
Crítica de la Razón Mediática

papel del ceremonial de las tecnologías de lo simbólico e incau-


ta a lo político dentro de la dramaturgia mediática.

12 S. Martini, Periodismo, noticia y noticiabilidad, Norma, Bogotá, 2000.


Juan Barreto

13 G. Balandier, Poder y representación, Gali, París, 1989, p. 187.


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Quinta Parte / Ensayo II

418 Es lo que algunos llaman las tecnodemocracias occidentales. En


ellas, el modo de representación pasa a ser un espacio social
donde lo político es sólo un ingrediente de realidad. El poder
“vedettizado” del capital, no se diferencia ya del ritual espectacu-
lar y en este sentido el espacio de lo político deviene escenario, o
más precisamente, «espacio dramático en que se crean efectos».
Lo que algunos llaman la era de los mass media o «la era de la
cuarta discontinuidad», no es otra cosa que el momento articula-
do donde lo político pasa de ser mediación pura para hacerse
massmediatización.
La relación media-política-individuo-colectividad no es
un vínculo frágil que se desvanece con facilidad. La noción de
espectáculo es permanente al interior de esta relación y es su
soporte de estructura. Lo político era, hasta mediados del siglo
XX, una instancia de mediación que contemplaba determina-
das técnicas de poder, las cuales van siendo (re)emplazadas
por los consensos mediáticos y los sondeos de un referente
metafísico.
La “verdad” de la opinión pública es hoy un efecto
mediático que borra las distancias entre la opinión y la prueba de
campo, es decir, su medición que obra a favor de la contigüidad,
la simultaneidad y la imagen. La proclamada estabilidad sede el
paso a la meta estabilidad publicitaria del escándalo. La honradez
se suprime a favor de la credibilidad. La inmunidad publicitaria
de un político es equivalente al detergente líder del mercado. Por
ello, compartimos con Baudrillard que:
…es preciso leer los sucesos, por el reverso, más allá de su montaje
oficial. Todo el mundo es cómplice, en especial los mass media, de
mantener la ilusión de posibilidad de ciertos hechos, de la realidad de
opciones, de las finalidades históricas, de la objetividad de los hechos.
Todo el mundo es cómplice de salvar el principio de realidad.14
Crítica de la Razón Mediática

14 J. Baudrillard, Cultura y simulacro, Kairós, Barcelona, 1980, p. 75. Esto, en


palabras de Savater, "tiene por fuerza que mutilar el mundo de eso que no
pasa, las contra verdades que se fraguan al margen". F. Savater, Panfleto contra
Juan Barreto

el todo, Alianza, Madrid, 1997, p 43.


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Quinta Parte / Ensayo II

Desde luego, de allí surge un ambiente cultural del orden 419


reinante, una positividad inapelable: lo que pasa y nada más. Lo otro,
lo que resiste, o simplemente no es enunciado porque se escribe
en el límite de lo posible y sólo existirá en el momento de su
actualización recuperadora mediada, no es ingrediente de actuali-
dad. Aunque es preciso tener presente que el universo mediático
no es total (y la naturaleza de sus enunciados que redunda en la
reducción de cualquier fenómeno, es cotidianamente enfrenta-
do). Y si bien todo queda sujeto a la validez de lo posible y a su
comentario legitimador en el medio, que es en definitiva en
donde pasan las cosas, siempre surgen zonas de margen, espacios
oscuros no mediados ni inteligibles por su lógica.
Desengañémonos. No queremos escandalizar a nadie, no
buscamos satanizar los “contenidos”, ni las ”emisiones”, o criti-
car los farragosos volúmenes de análisis de “efectos” que circu-
lan en el mercado intelectual. Algo digno de ser contado, o a lo
mejor, leído, supone una toma de partido más allá de los hallaz-
gos de los estudios de audiencias y su afán estadístico (metafísi-
ca del número), indicaría también Feyerabend.
Marcel Proust decía que en la vida terminamos siempre
haciendo lo segundo mejor que podemos hacer. Tal vez para
proteger indefinidamente a lo primero, y nosotros, incrustados
como estamos en el gel mediático, no queremos, o no sabemos,
hacer este tipo de operaciones que muestran que la gente, por
ejemplo, ve TV y después va al supermercado y consume.
Subirats plantea que la cultura moderna no puede ser
pensada sin las micro-revoluciones y múltiples formas de inter-
acción que efectúan los medios tecnológicos y que toda tecnolo-
gía era en sí misma un nuevo sistema de mediación15. ¿Cómo
intervienen en el lenguaje? ¿Cómo son lenguaje en sí mismo?
Crítica de la Razón Mediática

¿De qué modo están presentes configurando agenciamientos


plásticos y prefigurando mundos de vida posibles, alojando nue-
vos criterios de realidad, y produciendo competencias para nue-
Juan Barreto

15 E. Subirats, La cultura como espectáculo, Alianza, Madrid, 1998.


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Quinta Parte / Ensayo II

420 vos modos de verdad? Estas son algunas preguntas en forma de


cajas suspendidas que orientan la aventura de pensar la lógica y
efectos de la cultura massmediática.
El presente dinámico de lo mediático desplaza formas de
vida autónomas y es la realidad en sí misma produciéndose,
reproduciéndose, hablando de sí misma. La cultura de la infor-
mación es el terminal cultural, el ambiente integrador de lo social
y no solamente un decorado posmoderno. Lo cierto es que los
medios están allí, produciéndonos como espectáculo, como lógi-
ca sacrificial. Las transformaciones provocadas por la irrupción
de los medios de comunicación masivos y “sus efectos” sociales,
deben ser vistas más allá de los análisis coyunturales. El vínculo
existente hoy entre lo político y la esfera cultural mediática, cam-
bia el recorrido de cualquier lectura que pretenda dar cuenta del
momento en desarrollo.
La democracia posible weberiana se ha transformado y requie-
re ser pensada a partir del quiebre del viejo orden institucional, del
fin de las antiguas legitimidades y de las fuertes presiones movili-
zadoras de un mundo massmediatizado16. La «democracia plebis-
citaria del líder» va quedando reducida a mera técnica massmediá-
tica en la cual la política pasa a ser escenario y espectáculo, y la
opinión pública a asunto de encuestas y sondeos.

16 En este sentido, dice Ignacio Ramonet: "Bien pudiera ser un cuento de J.


L. Borges. En un lejano reino, un magno y cruel soberano, aferrado a los atri-
butos del poder, encerrado en su palacio, no se había dado cuenta de cómo
el mundo, de manera insensible, a penas perceptible, cambiaba a su alrededor.
Hasta el día que hubo de tomar la gran decisión. Entonces, estupefacto, vio
que sus órdenes no eran sino simples ruidos. Y éstos no traducían en actos
porque el poder se había desplazado. El magno soberano había dejado de ser
el dueño del mundo... Quienes se abandonan a interminables combates elec-
torales para la conquista democrática del poder, ¿no se exponen, en caso de
Crítica de la Razón Mediática

victoria, a sufrir una decepción similar a la del soberano del cuento? ¿Saben
que, en este fin de siglo, el poder se ha desplazado? ¿Que ha huido de esos
lugares precisos que circunscribe la política? ¿No corren el riesgo de exhibir
demasiado de prisa el espectáculo de su impotencia? ¿De verse obligados a
andarse con rodeos, a retroceder, a retractarse? ¿Y constatar que el verdade-
ro poder está en otra parte, fuera de su alcance?" I. Ramonet, "El poder de
Juan Barreto

fin de siglo", en El viejo topo, nº 86, Barcelona, 1995, p. 36


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Quinta Parte / Ensayo II

Ésta es una constatación empírica en una época desen- 421


cantada, en la que la validez de cualquier modelo político se basa
en técnicas de organización del consenso y el fortalecimiento del
gobierno "político", es decir, el referente público frente al
gobierno "administrativo". La difusión del consenso de una
voluntad ya prefigurada nos acerca a los planteamientos de
Maquiavelo en cuanto al uso de los medios capaces de encuadrar
los desbordes irracionales de las masas, por lo que se hace inevi-
table la articulación mediática de formas clásicas de ejercicio del
poder, con mecanismos de auto-justificación del modelo políti-
co (en palabras de Parsons: imperative control ) .17
Las coordenadas de la jaula de hierro consisten en el mane-
jo diario de la autojustificación y en la administración de compe-
tencias técnicas que regularizan con cálculo y previsión las nece-
sidades sociales. No se trata de un problema menor. Numerosos
investigadores tejen sus argumentos en torno al creciente proce-
so de burocratización a partir de las nuevas tecnologías y la
nueva naturaleza del Estado18, advirtiendo que la paradoja de la
democracia de masas es que, mientras éstas se hacen autónomas
y anónimas las operaciones de la administración del Estado
necesita de la presencia de las masas y se hace necesario que el
aparato estatal logre una legitimidad de masas.
En esta paradoja, la opinión pública prefigura esa legiti-
midad en la mitificación cotidiana de la coerción política, en la
cual la reducción unidimensional del sujeto a «la racionalidad del
signo se funda sobre la exclusión, sobre la aniquilación de toda
ambivalencia simbólica, en beneficio de una estructura fija y
actuación pública».19

17 "Pero estas construcciones abstractas reciben mal la realidad de la socie-


dad moderna: en la era de las redes, la relación de ciudadanos con el cuerpo
Crítica de la Razón Mediática

político entra en competencia con la finalidad de las conexiones que estable-


ce fuera de él, de suerte que la política, lejos de ser un principio organizador
de la vida de los hombres en la sociedad, aparece como una actividad secun-
daria". J. M. Guéhenno, El fin de la democracia, Paidós, Barcelona, 1995, p. 35.
18 Véase: C. Offe, Partidos políticos y nuevos movimientos sociales, Sistema, Madrid, 1992.
19 J. Baudrillard, Crítica de la economía política del signo, Siglo XXI, México, 1986,
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p. 181.
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Quinta Parte / Ensayo II

422 Esta es la consecuencia más inmediata de la produc-


ción socializada de un imaginario social. Así, la subjetividad
individual y colectiva queda sometida un proceso sistemático
de domesticación de la sensibilidad a partir de un recorte
específico del sentido. Al respecto, Maffesoli coincide con
Marcuse en que a través de la constitución de un imaginario
colectivo se logran formas de renuncia a la constitución de
una subjetividad individual, lo que Offe define como el «otro
mecanismo de control, apto en cierta medida para la elimina-
ción de riesgos a que se ve expuesta una administración liga-
da directamente al proceso de consenso»20. Los imperativos
sistémicos, a decir de Offe, administran soluciones que siem-
pre suponen formas de integración, así sea produciendo
zonas periféricas.
En el marco de tales imperativos, «la acumulación de
sueños» opera como sedimentación sucesiva que pone en juego
mecanismos de control de los mitos y ficciones que van for-
mando el imaginario social. Para Freud este proceso se deno-
mina psicosíntesis, es decir, el modo como la cultura se inserta
en la naturaleza. Y para Baudrillard, se traduce en el «éxtasis
estático y frío de la comunicación», que va ocupando todo el
espacio de la acción social en tanto escenario político desplega-
do como superficie inmanente de operaciones de la contigüi-
dad mediática.21
Se trata, a decir de Maffesoli, de la sumisión a un súper
yo social abstracto que liquida las competencias comunicativas,
reemplazándolas por la idea del "contacto", encogimiento del

20 C. Offe, Op. cit., p. 23.


21 "Algo ha cambiado, y el período de producción y consumo fáustico, pro-
Crítica de la Razón Mediática

teica de las conexiones, contactos, contigüidad, feedback zona interfacial gene-


ralizada que acompaña al universo de la comunicación. Con la imagen televi-
siva, ya que la televisión es el objeto definitivo y perfecto en esta nueva era,
nuestro propio cuerpo y todo el universo circundante se convierte en una pan-
talla de control". J. Baudrillard, "El éxtasis de la comunicación", en H. Foster,
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La posmodernidad, Kairós, Barcelona, 1990, p. 188.


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Quinta Parte / Ensayo II

individuo en un sumiso mediatizado por la disminución regula- 423


da de su potencia. Pero esta uniformidad, a la vista de lo repri-
mido que ella prepara, ya no lo arraigan todo a la explotación
económica, sino que también asume nuevas y más acabadas o
sutiles formas de control y de poder que penetran en la amplia-
ción de éstas, como dominación cotidiana, que funcionan como
ondulaciones y fluctuaciones al infinito que se yuxtaponen, afir-
man o contradicen.
Ampliación que cabe resumir de la siguiente manera:
para sustraerse a la alienación del trabajo es preciso entrar en
máquina, es decir, fin del disciplinamiento a favor del control,
en la subsunción real en la sociedad del capital. El control se
ejerce entonces como biopoder, poder inscrito en los cuerpos,
lógica que hay que interiorizar y repetir desde adentro, hacerla
subjetividad política, cuerpo político. Adoptar su modelo duran-
te las horas de ocio y hacer de ella mundo de la vida. Tal es la
función, en particular, de las "comunicaciones", que permiten el
establecimiento de la uniformidad de la vida, luego, su negación
como acontecimiento, mediante el aislamiento y el ejercicio del
biopoder. Orwell lo sabía, “el gran hermano” ya no es necesario,
tú eres el gran hermano biopolítico.
Si miramos la máquina mediática como al príncipe
moderno del gobierno del capital, tenemos que apelar a
Maquiavelo, a quien hemos estudiado ampliamente en otros cua-
dernos y escritos ya publicados. Dice Maquiavelo que el poder de
la República se asienta sobre el dinero y las armas. Nosotros le
agregaríamos al florentino, que también se asienta y asegura en la
capacidad del príncipe de producir realidad por medio de nuevas
y sofisticadas formas de sometimiento, por medio de la violencia
simbólica. Un verdadero Estado de excepción, en términos del flo-
Crítica de la Razón Mediática

rentino, en cuanto al control de la producción de lo que es real.


Una suerte de estado permanente de guerra, de producción de
realidad confrontada consigo misma y con su carácter efímero.
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Quinta Parte / Ensayo II

424 La sobreactualidad es hegemonía, base institucional del


príncipe sobre la realidad y, en ese sentido, uso de la fuerza que
evita cualquier democratización de lo social que conspire contra
dichos procedimientos. La potencia constituyente de la multitud
organizada en otra hegemonía que movilice e impulse el devenir,
es evitada por disipación de un modelo de actualidad producido
desde el dispositivo información-comunicación, que pone en
acto la desintegración.
Crítica de la Razón Mediática
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III 425

LA MASSMEDIATIZACIÓN
DE LA POLÍTICA: SU DEVENIR HOY

Ya nada está anclado, ya nada está


arraigado en nuestra vida espiritual.
Todo es superficial y fugaz. La inquietud
y el odio signan el pensar de nuestras gentes.
La vida entera está totalmente desquiciada

A. Hitler.

l epígrafe anterior parece referirse al comportamiento


e y a la percepción de ciertos segmentos de la clase
media venezolana, habitantes frecuentes de los medios; o a
los seguidores del Partido Republicano Norteamericano. Pero
no, tiene otro contexto. Hitler se refería a la amenaza judía y
comunista que según él disociaba los valores y disolvía la tra-
dición. Realmente no comprendió jamás que la Modernidad
es descentramiento y desencantamiento y que sus máquinas
retóricas -de las cuales él mismo formaba parte- actúan sobre
Crítica de la Razón Mediática

cualquier nostalgia conservadora por irracional y terca que


ésta sea.
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Quinta Parte / Ensayo III

426 La banalización de la política:


una tecnología del biopoder

Los medios actúan, en cierto modo,


como un agente doble que negocia a la vez
la complicidad de la ciudadanía
-cuyos sentimientos publicita- y con el poder
político y económico a los que está unido
por un sistema de intereses.

J. Ramoneda.

Hemos planteado que en nuestra época ningún campo de lo


social escapa a la massmediatización y, menos aún, eso que lla-
mamos política. Por eso se hace necesario un acercamiento a la
mediatización de la política como equipamiento de dispositivos
y agenciamientos de actualidad que descentran y desencantan,
que actúa por máquina de captura de lo real y sus prácticas, por
máquina retórica que hace ver, enunciar y nombrar en un proce-
so en el que la política queda fascinada e intervenida ante la fuer-
za mediática como subsunción real. Así, por ejemplo, estadísti-
cas, sondeos y mediciones de audiencia, son parte de las reglas
de sentido legitimadoras de ciertas prácticas de escena y discur-
so, de zonas completas de visibilidad, que pretenden reducir lo
político a lo mediático, es decir, que privilegian lo medible y
enunciable al interior de su esfera excluyente de indeterminacio-
nes cualitativas.
La institución total de los medios es en el campo de la
política un dispositivo no lineal de ordenación de los roles con-
vencionales de los discursos políticos, lo que supone un sistema
de registro polarizado entre la violencia, lo sagrado, el régimen
Crítica de la Razón Mediática

diurno y el nocturno, que desemboca en el mito de la comuni-


dad de intereses vs. fuerzas desintegradoras opuestas a ciertas
maneras de entender y practicar la ciudadanía. Los actores
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Quinta Parte / Ensayo III

mediáticos que se ensamblan en “el mundo político” quedan 427


atrapados en esta polarización y se ven obligados a deambular
por el medio tratando de establecer relaciones discursivas con
los distintos mitos.
Ello se debe a que los signos van transcurriendo por los
medios y algunos quedan investidos por el mesianismo mágico
de las mediaciones massmediáticas, mientras otros son desplaza-
dos hacia zonas periféricas y marginales que implican desactua-
lización y desgaste en la medida que mirada e imagen no se
correspondan, y en que las impresiones producidas por la ima-
gen no tengan continuidad en el espacio binario de solución
entre lo sagrado y la violencia. Entonces, puede ocurrir la deste-
rritorialización, la deslegitimación y obsolescencia de los sujetos
mediáticos. Incoherencia, redundancia, ruido y desactualización
deslegitimada será su triste devenir-destino.
En este proceso actúa la máquina de poder y de control
mediante un conjunto de dispositivos del régimen de visibilidad
y de enunciación, concretándose en la conjunción entre el régi-
men de opinión y el régimen de derecho. Es lo que precisamen-
te obvian las luchas en la dirección de la democratización y la
participación, del "nuevo orden informativo internacional", o de
la “libertad de expresión" que, a primera vista, parecieran legíti-
mas como propuestas que despiertan entusiasmo y se desarro-
llan a contracorriente de prácticas antidemocráticas.
Pero ninguna de estas propuestas apuntan al problema de
fondo ni alteran el orden de las relaciones de poder, que sólo
podrán fracturarse en la medida que subviertan la lógica de los
agenciamientos massmediáticos, la misma del capital, pues en los
medios y desde ellos se opera de tal modo que, como sostiene
Baudrillard, en ninguna parte pueda contestarse, instaurando de
Crítica de la Razón Mediática

esta manera, la prohibición de las preguntas y respuestas respec-


to de las imágenes-sonido que fabrican massmediáticamente lo
real. De ahí que la censura sea constitutiva de la lógica massme-
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Quinta Parte / Ensayo III

428 diática, pues ella funciona mediante dispositivos de enunciación


por jerarquización y recorte. Esto quiere decir que los mass
media, en general, no son el muñeco de ventrílocuo que habla
dependiendo de quien lo manipule, ellos son el ventrílocuo
mismo. En ellos, el código estúpido, el no pensamiento, hecho ima-
gen-palabra deviene objeto funcional a dicha lógica, lo que expli-
ca que su "rol" esté allí: en la no respuesta como forma de censura.
Los mass media son el mensaje funcionalizado y, a la vez,
la operación del referéndum que controla la emergencia de senti-
dos inherentes a líneas de fuga, a resistencias portadoras de otros
modos de pensar, decir, hacer y sentir, en los que radican la con-
figuración de nuevas subjetividades que construye sus potencias
en su propio accionar renovador de la apuesta política por produ-
cir transformaciones que alteren lo instituido y sus dispositivos de
poder-saber. Los mass media portan la gramática del dominio en
su génesis, independientemente de su contenido manifiesto. En
todo caso, más allá de sus pretensiones, sucumben a lo social
siempre, por exceso de producción del campo gravitatorio de
éste, por sobrepliegue y por la aceleración lineal de las partículas
de realidad que hace proliferar por sobreabundancia.
El gel mediático que producen los medios se va endure-
ciendo en la medida en que se acelera la succión y se reduce el
campo del horizonte de acontecimientos del espacio-tiempo del
dispositivo información-actualidad, reduciendo la memoria
social y aplanando el sentido, capturando todo sentido por una
lógica de agujero negro. Es decir, el medio retorna sobre sí
mismo, vacío de sentido, o como sin sentido, y esto también es
una lógica, pero ahora inversa.
Ahora bien, aunque lo mediático es el gran espacio para
la propagación del sentido de la banalización, recorte y fragmen-
Crítica de la Razón Mediática

tación de lo social, así como el principal agenciamiento de pro-


ducción de subjetividades, también es preciso tener presente que
las masas no son el espejo de lo social, son su espejismo. Por ello,
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Quinta Parte / Ensayo III

las masas son el afán maniático de los mass media por la cuanti- 429
ficación y toda cuantificación a identidades definidas, organiza-
das y distribuidas, razón por la cual, son la abolición de la multitud
por ritual estadístico, por volumen cuantitativo y pérdida cualita-
tiva. La razón de lo social y el imperativo de mantener a las
masas dentro del sentido massmediático, hace circular la idea de
la opinión pública, que se hace metafísica cuando medio y masa no
coinciden, pues esta última devino multitud.
Pero la ceguera ante tal devenir tiene como consecuencia
la conversión discursiva de las nociones clásicas de la política
como pueblo, sociedad civil, democracia, opinión, ciudadanía,
comunidad, que, entre otras, han sido trocadas en "entidades
nebulosas" y flotantes, cuya existencia ya no es política sino esta-
dística. En tal sentido, la estrategia mediática del poder consiste
en sumergirse en las masas como concepto abstracto, como
número sin referente, es decir, desde un régimen de enunciación-
opinión, para de allí extraer su legitimidad y construir un régi-
men de derecho, concentrando su legitimidad en una voluntad
que sella una hegemonía.
Sin embargo, plurales experiencias muestran que, pese a
la pretensión de lo Uno que funciona en la lógica massmediática
como parte de las lógicas del capital y del ejercicio del biopoder,
siempre hay un resto, una potencia que opera singularizándose
en diversas formas de ejercer la resistencia. Por esto hay veces
que la estrategia mediática del poder no resulta y la articulación
entre política y subjetividad cobra cuerpo en los cuerpos que for-
man masa y singularidades, cuyas intensidades y afectaciones se
ponen de manifiesto en las masas que se revelan con violencia o
con indiferencia, con el silencio o con su irrupción revoluciona-
ria por otras vías. Por estos episodios, siguiendo a Baudrillard,
Crítica de la Razón Mediática

nada muestra con más esplendor que el único verdadero proble-


ma hoy en día sea el silencio de la mayoría silenciosa, el silencio de la
masa antes de su irrupción, o el momento-acontecimiento en
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Quinta Parte / Ensayo III

430 que rompe el silencio y desconoce a los massmedia en su condi-


ción de agenciamientos de poder.
Luego, como parece pertinente reiterar, cuando el silen-
cio de las masas habla, los massmedia operan como máquina de
confiscación apolínea de las voces y el silencio mediático agudi-
za la censura. Aquí el silencio se hace una práctica mediática que
acorrala el cuerpo-masa en el recorte de realidad por producción
estriada, para que salte de su propio espacio liso; que niega su
rostricidad para que no aparezca en sus singularidades y no diga
su verdad, a saber, que es multiplicidad que rechaza ser represen-
tada por ningún régimen de opinión. En pocas palabras, este es
el devenir fascista de la mediática como lógica.
En esta puesta en escena mediática de la política, la opi-
nión pública massmediática y massmediatizada deviene estrato
de territorialización de una superficie estriada por el poder. La
opinión pública -razón realizada del poder- es el lugar de identi-
dad con la dominación, traduciéndose en el derecho a la libertad
subjetiva de información y de expresión que se establece en el
discurso jurídico de los derechos. Digamos que en el caso de la
opinión pública también se pone en evidencia que nada puede
ser dejado al azar, pues el modelo civilizador del capital es, en sí
mismo, una lógica organizadora de lo real que recupera y fabrica
lo existente en registros serializados. Nada es abandonado a la
contingencia, aunque siempre otras intensidades y afectaciones
de los cuerpos, luego otras subjetividades y otros sentidos esca-
pan al control como potencias que inventan y resisten, que abren
rupturas y líneas de fuga.
Rasgo fundamental de los massmedia es la repetición
ininterrumpida de su discurso, pero se trata de la repetición
como un movimiento que lleva consigo las fisuras incesante-
Crítica de la Razón Mediática

mente cerradas por una nueva lluvia de actualidad. Se trata de


una lógica total y totalizante, del orden normalizador del espacio
operativo en todos sus detalles. En esta lógica radica la asepsia
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Quinta Parte / Ensayo III

fascinante del modelo informativo-comunicativo como disposi- 431


tivo de poder-saber, no comparable con los dispositivos de
poder de ninguna cultura anterior.
El modelo, bajo el pretexto de objetivar la realidad para
que resulte manejable, se ha convertido en el mayor punto de con-
trol que jamás haya existido y no sólo porque la objetivación con-
tiene de suyo la opinión, no, sino porque es un hipermodelo de
control de la opinión como régimen. Por ello, es oportuno reite-
rar que sólo queda la opción de “la guerrilla asimétrica” del campo
alternativo, la alteridad de la opinión que se construye en el proce-
so mismo de construcción de nuevas subjetividades múltiples, es
decir, un contrapoder, unos cuerpos-potencia, otros rostros.
Con la massmediatización de la política, la democracia
pierde la sustancia que le fuera conferida en la teoría clásica, pues
ya no se le asocia con la igualdad política liberal-burguesa. Este
nuevo mapa crea las condiciones para la aparición de un mode-
lo nuevo de “representación política” muy eficaz: la reconfigura-
ción del mito de la comunidad idéntica a sí misma, la comunidad
de intereses de ciudadanos idénticos, mediante su reducción a
público de sondeo de medios, propio de la videocracia, en la que
se juega el régimen de la opinión asociado al dispositivo del con-
senso, que obedece a la misma lógica binaria del marketing publi-
citario. Es una forma de conexión tentacular entre un público
difuso y centros de elaboración de sentido.
La política y la democracia massmediatizadas constitu-
yen el nacimiento de un cordial "Gran Hermano" que pervier-
te la lógica interna de los sistemas tradicionales de parentesco y
afiliación en favor de nuevas formas sociales de integración. Por
eso, como hemos dicho, los medios de masas no sólo son red de
sentido, sino también enclaves, almacenes, asentamientos de
Crítica de la Razón Mediática

memoria colectiva, conciencia moral práctica y, en fin, dispositi-


vos de plataformas de lenguaje, sedimentos de formas de vida,
que intentan ser garantes de un mundo de significado y esferas
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Quinta Parte / Ensayo III

432 de consagración de lo real en el cuerpo colectivo. Es decir, lo


mediático es una esfera que configura tendencias de homogenei-
zación de lo diverso, en torno a la identidad espectacular de la
lógica que portan. Pero las adhesiones automáticas a esta lógica,
son posibles sólo en momentos de identificación con ella como
producto de recomposiciones hegemónicas y arreglos entre los
así llamados factores políticos. Identificación total o parcial, pero
siempre precaria, es lo que llaman momentos de equilibrio ines-
table o metaestables.
No obstante, hay que tener presente que en lo social tam-
bién se ponen en juego nuevas fuerzas difusas e inicialmente inco-
nexas, energías sueltas con un devenir vagabundo que generan
nuevos relatos de realidad y van recomponiendo el mapa político.
De esta manera, los discursos político-massmediáticos sufren un
proceso de gasto que implica su permanente desterritorialización
y recambio energético. El cuerpo autoritario de la mediática va
cediendo y recomponiéndose ante la alteridad subjetiva de nuevas
configuraciones de sentido e identidades múltiples que cambian el
mapa social a velocidades distintas. El fin del hombre que anun-
ciara Foucault implica también la caída de rostros y máscaras, y el
retorno de ambigüedades discursivas con territorios opacos, o
nuevas visibilidades que reterritorializan la imagen-tiempo-movi-
miento de nuevas rostricidades de prácticas y discursos, como
ocurre hoy, por ejemplo, en el caso de Venezuela.
Esto tiene su impacto en la esfera de lo político, pues un
nuevo relativismo se hace cargo de las operaciones de enuncia-
ción del discurso político-mediático. En términos de Guattari, la
reconfiguración de lo político en los tiempos que corren, impli-
ca examinar el camino de la psique y los distintos mecanismos y
dispositivos de identidad y diferencia que se disparan, activando
Crítica de la Razón Mediática

la producción de nuevas subjetividades.


De ahí que la idea de lo político massmediático como
campo específico de inversión, producción, consumo y costo-
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

oportunidad, como dispositivo maquínico mediático, no sea una 433


excentricidad. Esta modalidad de lo político hoy es, al mismo
tiempo, dispositivo y efecto de máquina y los sujetos que viven
desde esta dimensión sean también maquínicos. Lo que supone
entender, por una parte, que, aquí, política y masmediática se
ensamblan desde lo común de sus lógicas: el mercado, en una
máquina de recorte y producción de identidades y filiaciones
subjetivas metaestables. Aunque surgen experiencias fuera de la
máquina, por lo que es posible la irrupción de las resistencias.
La política massmediática no es, como pretenden los
comunicólogos, un espacio autónomo sólo delimitado por las
fronteras específicas del medio como aparato. Es una tecnología
de poder elástica y maquínica que organiza estrategias de senti-
do y genera dispositivos de subjetividad, parte componente de la
máquina massmediática que hemos definido como un gel, un teji-
do estriado por cortes y recortes de realidad y de campos ener-
géticos de ondulaciones; un espesor, que no es ni dios ni hom-
bre. Una tecnología social que, en consecuencia, produce opinio-
nes, mitos, ritos, actualidad, sensibilidades, actitudes, conductas e
impresiones sintéticas, es decir, abstractas y maquínicas.
Por eso, en la massmediática, más allá de algunos cuerpos
opacos que hablan desde discursividades intraducibles, tampoco
hay, en términos generales, una intención manifiesta y mucho
menos hay evasión, sino emoción y creencias, es decir, ritual del
espectáculo vaciado de relato. Esto no quiere decir que perdamos
de vista “el manejo concreto” de un medio en particular, pero es
que estamos hablando desde otro lugar: el de la lógica de sentido del
capital que precede como sustancia a lo mediático. Pues, de lo contrario,
es como decir que determinado patrón es bueno porque ama a
sus trabajadores y les paga más. Esto es una tontería. Sabemos
Crítica de la Razón Mediática

que independientemente de dicha “voluntad”, esta intención no


cambia para nada el régimen del capital, sus omisiones y jerar-
quías, sus violencias y sus lógicas de dominación.
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

434 Aceptemos que la mediática es distribución democráti-


ca en los efectos y poder de convocatoria teledirigido ¿Pero a
qué convoca? Esto supone una pretensión y un cambio en las
formas del poder siempre asociado a las transformaciones tec-
nológicas. Parafraseando a Toffler, se entiende este cambio
como mutación de los aparatos y como desplazamiento de la
política hacia lo mediático, o más bien una reabsorción de la
política al interior de otra lógica, que es la misma pero de otra
forma: gobierno del capital, esta vez desde nuevos dispositivos y empla-
zamientos técnicos. Aquí, desde luego, el accionar político conti-
núa existiendo pero como espacio desplazado y subordinado a
la velocidad de la imagen mediática, de su opacidad y su fan-
tasmagoría, reducida al medio como valor de cambio. Es lo
que llamamos el no-lugar de la política, su desterritorialización subsu-
mida en su existencia desnaturalizada, porque dicha desterrito-
rialzación es ya producción estriada. Pliegue y sobrepliegue,
recorte por la fuerza del poder del capital sobre el cuerpo de
lo político.
Para nombrar la aparición de estos espacios de desplaza-
miento, algunos hablan de simulacro y otros de transpolítica.
Nuestro intento es una aproximación a este asunto desde la per-
manente discontinuidad del pliegue del espectáculo como senti-
do del mundo cultural y social, dentro del cual, la política propia-
mente dicha ha sido, en primera instancia, fundada fuera de lo
económico para que el fantasma no muestre su sentido. Y, luego,
en un segundo movimiento, reducida a técnica para ser recupe-
rada por una esfera discursiva distinta a su esfera, un campo de
campos banalizador de su lógica, pues la política se reconfigura
como esfera de los medios para alcanzar los fines últimos de la
sociedad. Pero todo esto ha sido abolido por el impacto de los
Crítica de la Razón Mediática

recortes mediáticos.
Hoy, parafraseando al poeta Válery, el dominio de la
política es aquel en que nada se sostiene, sino por arte de magia
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

¿Pero en qué consiste esa “magia”? Para Balandier, el carácter 435


de la relación política se funda sobre dispositivos simbólicos y
prácticas férreamente codificadas, las cuales se efectúan confor-
me a reglas de lo imaginario y lo ritual, gracias a lo cual se ejer-
cen las relaciones de dominio. Por ello, los mass media han
modificado profundamente el modo de producción de imagina-
rios políticos, trivializándolos y sometiéndolos al desgaste, con
lo cual imponen a tales imaginarios la «creación de apariencia
de novedad».1
De este modo Balandier resume el problema de la legi-
timación de las sociedades de masas estratificadas y mediatiza-
das. Y, en similar tono, Baudrillard ha escrito que vivimos un
momento de “éxtasis estático”, es decir, placer sin movimiento
y sin participación, por el que somos foliatura de prácticas que
no transcurren ya ni en el tiempo ni en el espacio y que no pue-
den ser llamadas soportes, porque no sujetan nada. El éxtasis
estático y frío de la comunicación va ocupando todo el espacio
de la acción social que, en tanto escenario político, se desplie-
ga como superficie inmanente de operaciones de la contigüidad
mediática.
Comprender lo que ocurre y nos ocurre con la massme-
diatización de la política, es parte fundamental de las reflexiones
que apuntan a las condiciones de posibilidad de prácticas trans-
formadoras que hoy nacen las prácticas de construcción de sub-
jetividades políticas. Por ello, se hace no sólo urgente sino vital
replantear también la lógica de lo político en su reconfiguración
democrática, lo que implica, entre otros asuntos, pensar el
Estado, como «un Estado en permanente crisis, en extinción, es
decir en transformación constituyente», como lo plantea Negri
en su libro La fábrica de la estrategia.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto

1 G. Balandier, Poder y representación, Gali, París, 1989.


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Quinta Parte / Ensayo III

436 La massmediática y los procesos


de desintegración

La consecuencia más importante de la desaparición


de la personalidad autónoma es el debilitamiento
de “los lazos vivos entre individuo y cultura”.
La desaparición de la esencia ética en
la civilización industrial-tecnológica seca las
fuentes culturales de la rebelión… llevadas a cabo
en nombre de las rebeliones del pasado… Marcuse
sostiene la función liberadora de la memoria.

Seyla Benhabib.

La relación cultural entre política y sociedad, exige de un espacio


total de re-ligazón (o religión) en el que la idea de pertenencia obli-
gue a zonas de identidad, para que el contenido del mundo ins-
tituido de significado sea reconocido por todos y cada uno. Es
decir, un pacto social de entendimiento. Las noticias del mundo
que vamos teniendo en el lenguaje, deben irse correspondiendo
en cada singularidad humana individual: Representar-representa-
do, ser social-ser moral, tienen que corresponder con las prácti-
cas colectivas. Los medios hacen el puente o conducto que faci-
lita el flujo entre los momentos críticos de las representaciones
colectivas, para que estos sean asumidos como ritos de pasaje, de
donde deben surgir nuevas constelaciones de significado que se
vayan ajustando a los significados de las cadenas de representa-
ciones dominantes.
Este proceso toca tanto las esferas colectivas como los
cambios individuales en el mundo de la vida, que deben ajustar-
se al sistema total. De ahí que las producciones culturales de sen-
tido de la semiosis social queden articuladas al mundo instituido
Crítica de la Razón Mediática

del significado. Por eso insistimos en que los medios de masas


no sólo son red de sentido, espacios de poder-saber que intentan
ser garantes de un mundo de significado y esferas de consagra-
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

ción de lo real instituido. En la esfera massmediática, como lógi- 437


ca de sentido, se configuran tendencias que luego se incorporan
al mundo total de significado, lo cual hace de dicha esfera un
lugar de solución conflictiva entre lo profano y lo sagrado, y un
agenciamiento de homogeneización de lo diverso en torno a la
identidad espectacular de la lógica que portan. Todo lo demás
existirá como periferia simbólica (lo contenido y el continente
no pueden ser vistos como “funciones” separadas). Los medios
son siempre formación discursiva mediadora en donde tienen
cabida el parentesco, los relatos, las territorialidades y hasta la
culinaria (Lévi-Strauss) de la Aldea Global macluhaniana.
Es bueno advertir que los medios no copian la realidad
más o menos mal, o más o menos bien. La producen, la repro-
ducen, la distribuyen. Crean materia prima de realidad que regre-
sa al campo mediático en forma circular, como ocurre con todo
régimen de signos, desde los destinos y ubicaciones que los acto-
res le dan al contenido global de la realidad mediática, generan
distintas “opciones de audiencias”. Esto replantea la discusión
sobre los mensajes. El mensaje no puede ser visto como una
estructura formal sintética de carácter unívoco, sino más bien
como una red de múltiples articulaciones de distintas matrices
ético-epistémológicas, que recorren el tejido social. En el caso
concreto del discurso político, un mundo complejo y ambiguo
de determinaciones discursivas polivalentes, multidireccionales y
contradictorias son la armazón de su consistencia:
No hay pues en visión estricta, ‘un’ discurso político. En la vida real,
después del siglo XVIII, se han construido lógicas dominantes,
prácticas discursivas desplegadas desde el poder, condiciones de
enunciación vehiculadas por la racionalidad instrumental, agencia-
mientos colectivos diversos, dispositivos ideológico-culturales siem-
pre en grados variables de tensión.2
Crítica de la Razón Mediática

De ahí que cada actor resemantice el discurso que le llega


en forma terminal, desde la naturaleza y contenidos de su pro-

2 R. Lanz, "El vaciamiento massmediático del discurso político", en revista


Juan Barreto

RELEA, Nº 1. Caracas, 1995, p. 5.


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Quinta Parte / Ensayo III

438 pia performatividad e intereses discursivos. Un mismo “mensa-


je” puede actuar de diversas formas dependiendo del contexto,
dimensión especial que define el grado de interacción de lo que
los comunicólogos denominan “efectos”. Es decir, ante cada
evento social los actores toman, con relativa autonomía, recor-
tan y reconstituyen el mensaje y le dan distinto destino. Estas
costumbres de consumo simbólico son los que definen el perfil
de los actores3. Por supuesto, esto no niega que la producción de
realidad massmediática conlleva la de una experiencia colectiva
global que actúa como ambiente cultural generador de formas de
subjetividad y de áreas de intersubjetividad desde donde son
posibles ciertos y cambiantes consensos que ya no responden a
las cadenas de argumentaciones racionales.
En efecto, uno de los rasgos característicos de la condi-
ción cultural de nuestro tiempo es que ha estallado lo que antes
era el plano de las certezas construidas alrededor de predicados
verdaderos dependientes del consenso racionalmente fundado
(Habermas). La circularidad de la fuerza argumentativa que antes
suponía unanimidad se rompe y la pérdida, en cierto sentido, de
la noción de correspondencia de los acuerdos discursivos con
pretensiones de validez en el pacto social, es parte del efecto de
superficie de la aparición de subjetividades múltiples y desinte-
gradas en relación a un centro. Esto tiene su impacto en la esfe-
ra de lo político y en las dimensiones subjetivas de su producción
y despliegue.
La pregunta heideggeriana por el ser del hombre, cede el
paso a una interpelación fuerte por la subjetividad. ¿Toda ella es
proveniente de la máquina?
La máquina dice: “yo pienso separada de la naturaleza”.
Entonces una segunda naturaleza que es puramente social es
Crítica de la Razón Mediática

3 Para Eliseo Verón: "Después que los medios han producido, los aconteci-
mientos sociales empiezan a tener múltiples existencias fuera de los medios: se
les retoma al infinito en la palabra de los actores sociales, palabra que no es
mediática. Es por eso que dicha realidad es 'nuestra' realidad, vale decir inter-
Juan Barreto

subjetiva". E. Verón, Construir el acontecimiento, Gedisa, Barcelona, 1987, p. 5.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 439

Quinta Parte / Ensayo III

secretada desde los cuerpos. Es el proceso de subjetivación 439


maquínica que subsume la subjetividad humana en una no
humana, lo que Guattari refiere como automatismo espiritual.
En las primeras páginas del Anti Edipo, ya se define la máquina
como un aparato-proceso-relación que corta, emite energía,
consume y recompone haciendo lo social:
Ello funciona en todas partes, bien sin parar, bien discontinuo. Ello
respira, ello calienta, ello come. Ello caga, ello besa. Que error haber
dicho el ello. En todas partes máquinas, y no metafóricamente:
máquinas de máquinas, con sus acoplamientos, sus conexiones. Una
máquina-órgano empalma con otra máquina-fuente: una de ellas
emite un flujo que la otra corta.4

Por ello, la idea de lo político como dispositivo maquíni-


co es una pertinente herramienta de análisis. Además, el merca-
deo electoral del consenso y lo político fundado en la lógica
binaria de Schmitt, sustituye el registro de significación que hacía
de lo político una dimensión específica distinta a lo maquínico,
pues lo político es, a la vez, dispositivo y efecto de máquina y los
sujetos que viven desde esta dimensión son también maquínicos.
Pero surgen experiencias fuera de máquina:
¿En que son las máquinas deseantes verdaderamente máquinas,
independientemente de cualquier metáfora? Una máquina se define
como un sistema de cortes. No se trata en modo alguno del corte pen-
sado como separación con la realidad; los recortes operan en dimen-
siones variables según el carácter considerado. Toda máquina, en pri-
mer lugar, está en relación con un flujo material continuo (hylè) en el
cual ella corta.5

Así, lo político y lo mediático se conectan en una máqui-


na de recorte y producción de identidades y filiaciones subjetivas:
«La instauración de la máquina despótica o del socius bárbaro
puede ser resumida del siguiente modo: nueva alianza y filiación
Crítica de la Razón Mediática

directa»6. Por eso, al definir lo mediático como línea de fuerza del

4 G. Deleuze y F. Guattari, El anti-edipo, Paidós, Barcelona, 1985, p. 11.


5 Ibid., p. 42.
Juan Barreto

6 Ibid., p. 199.
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Quinta Parte / Ensayo III

440 horizonte actual, estamos también hablando de diversas figuras


de subjetividad que coexisten en un acoplamiento de autoproduc-
ción, generando lo que Guattari denomina «ligazón sin lazo», ten-
táculos sueltos que recogen órganos sueltos articulándolos a los
fragmentos de la megamáquina de la subjetividad política del
capital. Este es el marco problemático de la forma democrática y
las nuevas esferas de sentido de la mediática, instancia de realidad
del gobierno del capital, que se abren paso por violencia simbó-
lica, colonizando lo social desde donde no se realiza ideal alguno.
Es bueno acotar que el capital no es una voluntad o una ideolo-
gía, es un modo y una formación, una lógica totalizadora.

Problemas de legitimación
en las democracias mediáticas

Puesto que la esfera imperial de biopoder y la vida


tienden a coincidir, la lucha de clases tiene el
potencial de estallar en todos los campos de la
vida. El problema que debemos afrontar hoy es
qué tipo de casos concretos de lucha de clases
pueden surgir realmente y, además, cómo pueden
llegar a formar un programa coherente de lucha,
un poder constituyente adecuado para destruir
al enemigo y construir una nueva sociedad.
La cuestión es en verdad, como puede el cuerpo de
la multitud configurarse como un telos. El primer
aspecto del telos de la multitud tiene que ver con
los sentidos del lenguaje y la comunicación.

M. Hardt y T. Negri.
Crítica de la Razón Mediática

En su libro Problemas de legitimación en el capitalismo tardío,


Habermas habla de democracias inauténticas, rescatando el
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

registro marxista del sujeto alienado, para destacar que no ha de 441


haber democracia en un mundo de sujetos mediados, limitados
en su proceso de individualización y creados fuera de sí, con des-
equilibrios fundantes entre exteriorización y apropiación del
mundo y participación. Y para sostener que la democracia actual
no es más que una clave de distribución de recompensas confor-
mes al sistema y por tanto un regulador para la satisfacción de
los intereses privados: «esta democracia hace posible el bienestar
sin libertad».
La democracia pierde la esencia que le fuera atribuida en
la teoría clásica, cuando ya no se la asocia con la igualdad políti-
ca, y cuando el dominio de las elites sustituye la participación
efectiva de los ciudadanos: «Por democracia ya no se entienden
las condiciones en que todos los intereses legítimos pueden ser
satisfechos mediante la realización del interés fundamental en la
autodeterminación y la participación»7. De modo que ésta queda
constituida por un sistema de convenciones que le permiten al
individuo adecuarse evitando la desaprobación, como dijera
Weber, «en aquellas personas que constituyen su ambiente», pues
todo orden se apoya en los hábitos.8
Este cuadro de cosas crea las condiciones para la apari-
ción de un modelo de representación política muy eficaz: la del
mito, ya mencionado, de la comunidad idéntica a sí misma, en
cuya reactualización la democracia occidental queda, como ya lo
hemos dicho, reducida a un sondeo de medios, a un espectáculo

7 J. Habermas, Problemas de legitimación del capitalismo tardío, Amorrortu, Buenos


Aires, 1975, p. 148. "Por virtud… de un pluralismo de las elites que sustitu-
ye a la autodeterminación del pueblo, el poder social ejercido como si fuese
un poder privado se descarga de la necesidad de legitimarse y se vuelve inmu-
ne al principio de la formación racional de la voluntad". Ibid., p. 149. Esto
Crítica de la Razón Mediática

requiere, a decir de Habermas, de un sistema de lenguaje que pretenda ser


universal y que logre integrar por medio de la participación, entendiendo por
ésta, los procesos de formación discursiva de la voluntad. A este respecto
véase el libro de Luz Marina Barreto, El lenguaje de la modernidad, Monte Ávila,
Caracas, 1993, para adentrarse en la crítica al concepto de verdad y legitima-
ción en Habermas.
Juan Barreto

8 R. Bendix, Max Weber, Amorrortu, Buenos Aires, 1966


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 442

Quinta Parte / Ensayo III

442 que obedece a la misma lógica binaria del marketing publicitario,


o, en otros términos, a una forma de conexión tentacular entre
un público difuso y centros de elaboración de sentido. Gianni
Vattimo sostiene, al respecto, que con la desacralización de las
comunidades hemos llegado a la época de la irrupción de la
sociedad de la comunicación:
Lo que trato de defender es lo siguiente: a) que en el nacimiento de
una sociedad posmoderna desempeña un papel determinante los
medios de comunicación, b) que esos medios caracterizan a esta
sociedad no como una sociedad más «transparente», más «conscien-
te» de sí misma, más «iluminada» sino como una sociedad más com-
pleja incluso caótica y, por último c) que precisamente en este relati-
vo ‘caos’ residen nuestras esperanzas de emancipación.9

Algunos autores, como S. Žižek, argumentan en la direc-


ción de la necesaria superación de las actuales formas de demo-
cracia y apuestan a las condiciones de posibilidad que brinda el
trabajo inmaterial y las nuevas relaciones sociales que ello se des-
prende, para lograr «una democracia absoluta». Pero, en el caso de
Žižek, éste consigue una serie de problemas vinculados a la
representación, al mundo de valores a representar, al número de
ciudadanos, a las condiciones de inclusión y participación y a la
forma que adquiere tal administración, dada la naturaleza de las
contradicciones presentes en todo contrato. Este autor, en su
libro Violencia en acto10, nos dice que la democracia es asumida
por muchos, particularmente los liberales, como «el significante
amo» que convierte en tolerables las relaciones de explotación y
de poder. Por lo tanto, quienes así ponen entre paréntesis tanto
la textura de las formas económicas como la lógica inherente al
aparato de Estado, reducen el asunto a unidad abstracta, a con-
cepto sociológico alejado de cualquier práctica.
Crítica de la Razón Mediática

La idea de Žižek es, entonces, que no se debe perder de


vista al poder, a secas, como ingrediente de la totalidad y como sus-
trato material de las relaciones políticas que hacen posible el ser

9 G. Vattimo, En torno a la posmodernidad, Anthropos, Barcelona, 1990, pp. 12 y 13.


Juan Barreto

10 S. Žižek, Violencia en acto, Paidós, Barcelona, 2004.


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Quinta Parte / Ensayo III

democrático. Una democracia no puede carecer de sujeto, pues el 443


objeto sin sujeto es vacío metafísico sin referente subjetivo y «la
subjetivación se refiere a la persona total como correlato del cuer-
po o a otro objeto». Mientras, el sujeto en términos abstractos -
que no es la suma de las partes- es un estado, un modo, una con-
dición de posibilidad de un discurso que empieza a hablar y que
toma cuerpo vital más allá de la persona y la cosa.
No se debe perder de vista, entonces, que dentro de la
“modernización” del capitalismo global, la democracia es conce-
bida como una sobredeterminación cultural, como universal concreto,
que permite unificar la pluralidad incoherente y aplastar los anta-
gonismos que niegan la internacionalización de los mercados
alrededor de centros integrados en cadenas de equivalencias esencia-
listas y de reproducción simbólica, en donde la democracia se
asume como un marco de actualización, legitimación y posibili-
dad del modelo globalizante. Por eso, en su crítica a Negri, Žižek
se imagina, con Laclau, que la multitud también puede terminar
funcionando como «cadena de equivalencias y rechazos», por y
desde la resistencia, pero no se imagina a «la multitud en el poder».
Si esto ocurre, al constituirse la multitud termina el devenir mul-
titud. Por eso, la multitud termina siendo, siempre, multitud de
luchas por una identidad o singularidad perdida, finalmente
reducida al cauce de lo posible, reducida a la redundancia de un
movimiento ciego.
Para nosotros, no hay pueblo que no sea a su vez devenir de la
multitud de lo múltiple, porque sin mecanismos de cierre o de
“sutura” (Laclau) simbólica, la multitud será siempre pura poten-
cia que se pierde en su propia posibilidad. Un nuevo mapa de
representaciones producto de la permanente erupción simbólica
negativa (Adorno) del sentido, la construcción de estratagemas
Crítica de la Razón Mediática

diagramáticos de una nueva cartografía, una rostricidad, un


orden de delimitación desde muestras relevantes y significativas
formas de ejercicio de la diferencia y de la incompletitud, un
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo III

444 proceso de auto-afirmación relevante, síntomas de los nuevos imagi-


narios y sus emociones (C. J. Jung), es decir, un nuevo régimen
de sentido, son las condiciones que hacen posible el salto cuán-
tico de la multitud hacia el pueblo.
Una multitud despoblada de afectaciones e intensida-
des políticas comunes, podría devenir reacción contingente
que se extravía y pierde su propia potencia, podría ser desna-
turalizada en prácticas reactivas y sin memoria ni porvenir.
Incapaz de acumularse a sí misma hasta devenir fuerza, la mul-
titud podría, finalmente, negar “el eterno ahora de la posibili-
dad”. Dicho de otro modo, la multitud es agenciamiento y no
deviene fuerza de creación y resistencia o línea de fuga si no
se constituye como pueblo. Esa es su mayor exigencia, ante el
peligro de terminar recluido en los archivos de los conceptos
zombies, como los llama Žižek, en las poltronas del conformis-
mo conservador que asume que “estamos en presencia de una
revolución blanda” que, como un destino, poco a poco irá
transformando las reglas.
Para Laclau y Žižek, entonces, pueblo y democracia se
confunden como conceptos “radicales” que actúan dentro de un
universo concreto de posibilidades, abiertas por la construcción
histórica concreta de agentes comprometidos y movidos por una
voluntad ético-política distinta, capaz de dibujar de manera autó-
noma su porvenir hegemónico. De ahí que coincidamos con
Laclau cuando plantea que pensar el pueblo como categoría
social implica un conjunto de decisiones de orden teórico, entre
las cuales la más importante sea, tal vez, la concerniente a la
heterogeneidad social, pues, siendo “unicidad fallida” –es decir,
su estar presente como aquello que está ausente– uno de sus
rasgos fundamentales, éste rasgo se convierte en la dimensión
Crítica de la Razón Mediática

que escapa a toda pretensión de control.11


Juan Barreto

11 E. Laclau, La razón populista, Fondo de Cultura Económica, México, 2005.


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Quinta Parte / Ensayo III

El aura no desaparece, se desplaza 445

La nueva organización del trabajo anticipa nuevas


formas de vida… el capitalismo ha mostrado de
qué manera está caracterizado por una tensión
estructural entre el conjunto de las prácticas
subjetivas en las que se expresa la movilidad del
trabajo como respuesta a la continua variación de
los ordenamientos “tradicionales” por una parte, y
el intento de ejercitar un control despótico por
parte del capital a través de la mediación
fundamental del Estado.

S. Mezzadra.

Georges Balandier, en El poder en escenas, muestra


…cómo las grandes confrontaciones políticas y judiciales, el choque
de argumentaciones antagónicas, encuentra su lugar en el marco del
teatro griego antiguo. Bajo la influencia de los s ofistas la escena se
convierte en el lugar donde la ciudad reflexiona sobre ella misma. El
teatro de Eurípides, en especial, recurre a la ‘prueba despiadada de la
escena’ que opera como un tribunal.12

Detengámonos entonces en la configuración espacial del


tribunal. Para ello, citemos a Foucault:
... miremos un poco meticulosamente lo que significa la distribución
espacial de un tribunal, la disposición de la gente que está en, o
delante de un tribunal. Implica por lo menos, una ideología. ¿Cuál es
la disposición? Una mesa; detrás de esta mesa que los mantiene a dis-
tancia de los dos litigantes, unos mediadores que son los jueces; su
disposición indica primeramente que son neutros en relación a uno
y otro; en segundo lugar implica que su juicio no está determinado a
priori, que va a establecerse tras el sumario por la audición de las dos
partes, en función de una cierta norma de verdad y de un cierto
Crítica de la Razón Mediática

número de ideas sobre lo justo y lo injusto, y en tercer lugar que su


decisión tendrá fuerza de autoridad.13

12 G. Balandier, El poder en escenas, Paidós, Barcelona, 1994, p. 42.


13 M. Foucault, "Sobre la justicia popular", en Diálogo sobre el poder, Alianza,
Juan Barreto

Madrid, 1981, pp. 28-29.


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Quinta Parte / Ensayo III

446 La idea fundamental subyacente a la institución del tribu-


nal y que constituye, por demás, la causa segunda de su existen-
cia (la causa última será explicada en función del juego de poder
que legitima), es aquella de la justicia, es decir, el régimen de
derecho como complemento y par del régimen de opinión. Una
justicia neutra y absoluta que se erige por encima de las subjeti-
vidades individuales de las partes, del jurado y aún del juez, como
valor universal. A este respecto, Hodge plantea que la manera
como se selecciona el mundo a ser leído, la forma como se supri-
me o amplía un detalle, es en sí mismo un juego de poder que
reproduce a las instituciones clásicas en su papel enunciador y
legitimador.14
La disposición espacial de los noticieros de TV, por
ejemplo, no distan demasiado de aquella del tribunal. En efecto,
en este género, los massmedia disponen de su tribunal particu-
lar que seguirá también un proceso como aquellos legales15.
Pues la producción de la realidad como recorte es un modo de
la máquina social para eternizar sus relaciones en un proceso
que se asegura un poder singular de enunciación e implicación.
Lo mediático es un complejo tecnológico de producción de sen-
tido estriado que niega toda producción lisa y con fuerza signi-
ficadora desde donde es posible, al interior de su gramática, el
surgimiento de enunciados con pretensión de verdad y discur-
sos de validez:

14 "Esta estructura analógica compleja ha de quedar entendida por el lector


que ha de traducir la fórmula verbal. Consiguientemente, una estructura ide-
ológica es una precondición de la interpretación de las relaciones particulares
moldeadas según esta forma". B. Hodge, Lenguaje y control, p. 219.
15 "La fuerza de la representación del espacio televisivo reside principalmen-
te en dos aspectos que se hallan estrechamente unidos a la información y a la
narración: por un lado, la descripción de los espacios; por el otro, la relación
Crítica de la Razón Mediática

que establece la TV entre la realidad del acontecimiento y el espacio imagina-


rio del espectador... Estos actuantes tienen por misión encadenar los puntos
de vista del acontecimiento (lo 'real' que el espectador ve con sus propios
ojos) con los puntos de vista del discurso del enunciador y el espectador. La
actualidad representada en TV viene desgajada de su conexión legal con la
realidad y se revaloriza en un plano de existencia diferente, esto es, dándole
un significado, una intencionalidad más o menos explicitada". L. Vilches,
Juan Barreto

Manipulación de la información televisiva, Paidós, Barcelona, 1989, p. 82.


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Quinta Parte / Ensayo III

Así, los periodistas recogerán la noticia como un investigador-fiscal, 447


para entregarlo a los integrantes del panel se sentarán guardando dis-
tancia del banquillo de los acusados. Bajo un tácito juramento de
decir ‘sólo la verdad’. Los testigos contarán sus historias. […] Una
causa ha de ser juzgada. Frente a ellos se sienta el jurado. La audien-
cia presente, aunque dicho juicio no se haga explícito. Al final del
programa, cada quien con su conciencia decidirá. […] El moderador
o locutor hará las veces de juez y árbitro entre la noticia y el espec-
tador. Se trata aquí de un juicio al estilo de aquellos orales de las
comunidades anglosajonas. El juez, a pesar de su designación como
tal, no realiza la sentencia.16

Su papel se reduce a mantener un cierto orden durante


el proceso, a garantizar a las partes el derecho a la defensa y el
derecho a réplica; su rol es el mediador entre los demás integran-
tes. Finalmente, estamos hablando del common law, de la fuerza de
ley que se confiere a la costumbre: la norma social que se erige
en forma legal. Esta sentencia, que en el tribunal jurídico orbita
en torno a la idea del valor absoluto de justicia, en el tribunal
massmediático toma un diverso matiz. Ahora, ¿Cuál es esa razón
última del tribunal?17
En el escenario mediático discurren dos discursos contra-
puestos: uno, explícito, que intenta rescatar los valores dominantes
de una estructura del poder tradicional que va perdiendo vigencia
y legitimidad; otro, un tanto más oculto, que se corresponde con un
nuevo discurso que gana presencia: el posmoderno.

16 J. Cadenas y A. Molina, La interpretación hermenéutica, Mimeografiado (Tesis


de Grado), UCV, Caracas, Escuela de Comunicación Social / FHE-UCV,
Caracas, 1995, p. 153.
17 Según afirma Foucault: "El tribunal, que arrastra con él la ideología de la jus-
ticia burguesa, me parece que ha jugado un papel muy importante en la domi-
nación de clase burguesa. Quien dice tribunal, dice que la lucha entre las fuerzas
Crítica de la Razón Mediática

presentes está, de grado o a la fuerza, suspendida; que en todo caso, la decisión


tomada no será resultado de un combate, sino de la intervención de un poder
que será, para unos y otros, extraño y superior; que este poder está en posición
de neutralidad con respecto a ellos y que puede, por consiguiente, o que debe-
ría en todo caso, reconocer de qué lado está la justicia… Ahora bien, es todo
esto lo que la burguesía quiere hacer creer a propósito de la justicia". M.
Juan Barreto

Foucault, "Sobre la justicia popular", Op. cit., 47-48.


5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 448

Quinta Parte / Ensayo III

448 Algunos autores, como U. Eco, se preguntan si es posible


vislumbrar en la aparición del tribunal massmediático un retor-
no a la Edad Media, pues el momento presente parece marcar el
rumbo de un neomedioevo. Eco afirma que para construir una
Edad Media se requiere primeramente una gran paz que se vea
amenazada. Este requisito se cumple a cabalidad hoy18. Lo que
estamos proponiendo, es la importancia de prestar atención a la
aparición de una nueva forma de tribunal característica de la
transición de la condición cultural moderna hacia la condición
cultural posmoderna. Y el tribunal no deja de ser una forma de
control que se ejerce sobre los "bárbaros". A este respecto,
Foucault expresa:
... no se ejerce un poder de contrajusticia sino primeramente un
poder de información... Se han ejercido ahí dos poderes importantes,
el de saber la verdad y el de difundirla. Es muy importante pero no
es un poder de juzgar... Y cuando se ejerce un poder es necesario que
el modo cómo se ejerce -y que debe ser visible, solemne, simbólico-
no se remita sino al poder que se ejerce realmente y no a otro poder
que no se ejerce de modo efectivo en aquel momento.19

Lo mediático supone, entonces, distintas esferas sociales


superpuestas, actuando y penetrándose unas a otra. No se puede
hablar del fin del sistema judicial, pero sí de su reinstitucionali-
zación mediatizada. Es el triunfo de lo social, afiliado al poder
ortopédico y filantrópico de los media como gran “conciencia”
colectiva de la comunidad idéntica a sí misma, y a la ciudadanía
del capital, dentro de un modo de subjetivación política: El sur-
gimiento de la biopolítica, que comporta toda una red de órganos-
aparatos-máquinas.
Pero, ¿Cómo opera esta racionalidad desde los medios?
El tratamiento discursivo de lo real en una sociedad compleja
crea esferas normativas que devienen sistemas de saber, referi-
Crítica de la Razón Mediática

dos a construcciones de imágenes-sentido con pretensiones de


verdad. Así se va construyendo la sociedad como realidad moral.

18 U. Eco, Una nueva edad media, Alianza, Madrid, 1979.


Juan Barreto

19 M. Foucault, "Sobre la justicia popular", Op. cit., pp. 55-56.


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Quinta Parte / Ensayo III

Con H. Marcuse20 decimos que la vida social es más que 449


un conjunto microelementos, de prácticas y de retóricas asocia-
das, es también conjunto de situaciones transparentes y opacas
que trascienden los mundos locales auto contenidos en el
mundo de la vida que, para ser compartidos, deben crear esferas
de contacto que organicen los intercambios de los objetos sub-
jetivos provenientes de mundos separados.
Los individuos capaces de “acciones comunicativas” y
de lenguaje introyectan (Marcuse) estas configuraciones morales
en conexión con imágenes y recortes específicos del mundo.
Desde aquí, los sistemas morales garantizan su identidad. Estos
sistemas de prescripciones jerarquizan y procesan todas las
informaciones que conforman al mundo de vida, pues el funda-
mento de dicha construcción es al mismo tiempo cognitivo y
práctico-moral. Es aquí donde se regula el "deseo de sentido",
donde se nomina y se impide a la realidad un orden distinto.
Anomia, locura, desorden, enfermedad, en fin, sin-sentido, son
los peligros que se sienten sobre un orden social tenso y siem-
pre amenazado.
Para que exista inteligibilidad hace falta un sentido
común de la inmediatez intersubjetiva. El tratamiento discursivo
de lo real en una sociedad compleja, crea esferas normativas que
devienen sistemas de saber referidos a construcciones de imáge-
nes-sentido con pretensiones de verdad. Así se va construyendo
la sociedad como realidad moral o mundos de segundo grado
que valoricen tanto los imperativos sistémicos como las prácti-
cas cívico-políticas en que materializan institucionalmente los
mundos de la vida.
Los mass media funcionan, entonces, como sistemas de
interpretación que normalizan el mundo, evitando contingencias
Crítica de la Razón Mediática

al modo de una “metacultura” de enlace y cierre de acuerdos


intersubjetivos. De manera tal, que un grupo disperso y no
conectado se identifique en las formas de compartir referencias
Juan Barreto

20 H. Marcuse, Civilización o barbarie, Gedisa, Barcelona, 1978.


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Quinta Parte / Ensayo III

450 amplias que se renuevan periódicamente sin que necesariamente


intervenga la copresencia física21. La intrincada trama intersub-
jetiva se estructura por dispositivo de corte y producción de
superficie estriada, en correspondencia con la edad, el sexo, los
gustos que permiten la adopción de paquetes informativos
aprendidos y compartidos en un no-lugar, espacio uniforme en
su ambigüedad. Formas de vida asociadas a teledistancia que
pueden prescindir de contextos inmediatos por proximidad de
segundo y tercer grado.
Nuevos dispositivos de visualización y percepción se ins-
talan en las líneas de cruce de los regímenes de sentido constru-
yendo vecindades, repertorios más o menos uniformes, cronolo-
gías, instituciones improvisadas, familiaridades y, en fin, campos
de dispositivos compartidos descontextualizados o no de lo
local.
Se trata de una nueva territorialización de la mirada y su
materialidad. En ella, la legitimación de los aparatos de poder
mediático, a partir de la distribución difusiva, recurrente y masi-
ficada de normas básicas, puede entenderse, entonces, como una
especialización en función de "conferir sentido" y crear “eviden-
cia”, a partir de la existencia de comunidades simultáneas, de su
auto pertinencia. De esta manera, se logra la tarea práctico-
moral de construir identidades del yo y del grupo, a partir de una
interpretación cognitiva del mundo mediada y regulada por un
modo de producción de sentido.
Esta reterritorialización sin desplazamiento, por medio
de dispositivos de la telemirada como experiencia, por ejemplo,
permite a la TV transportar el espacio. Es lo que Bericat22 deno-
mina sedentarismo nómada, o el pasar por muchos lugares sin
desplazamiento, saltar los espacios en un tiempo comprimido
Crítica de la Razón Mediática

por un transitar caótico y fraccionado.23

21 Véase: J. Vidal Beneyto, Historia y doctrinas políticas, Aguilar, Madrid, 1977.


22 Comentado por M. Maffesoli, en La tajada del diablo, Siglo XXI, México, 2005.
Juan Barreto

23 Véase, al respecto: O. Rincón, TV, video y subjetividad, Norma, Bogotá, 2002.


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Quinta Parte / Ensayo III

Este nuevo dispositivo singular, según O. Rincón, es un 451


artefacto afectivo y lúdico capaz de producir sentidos momentáne-
os, sensibilidades adaptables. Es, al mismo tiempo, negocio, narra-
tividad, práctica cultural y minima moralia; máquina que produce
mezclas de nueva subjetividad basada en una relación que prescin-
de de la presencia del otro y la sustituye por el reconocimiento en
la comunidad virtual, en “el tema”, la inestabilidad de lo perma-
nente, la ambigüedad de las imágenes, la soledad inestable y solida-
ria de las muchedumbres y de la pluralidad de sensibilidades.
Es, por lo tanto, un paisaje en explosión de superficiali-
dades, “expresividades”, o modelos que se auto-aseguran el con-
trol sobre lo que es o no real, a partir de la producción y circu-
lación serial, fragmentada y controlada de un eterno presente y
“en contacto”, condición de la existencia de la que formamos
parte, en tanto que hibridación maquínica entre actualidad,
visualidad y tecnicidad, lugar de ritualización de las formas que
deben ser capturadas en «un lugar fascinado y sensible del
mundo, por un ambiente: negación informada de cualquier
saber», según palabras de Rincón.
La legitimación de los aparatos de poder, a partir de la
distribución difusiva, recurrente y masificada de normas básicas,
puede entenderse, entonces, como una especialización en fun-
ción de "conferir sentido". De esta manera, se logra la tarea
práctico-moral de construir identidades del yo y del grupo, a par-
tir de una interpretación del mundo mediada y regulada por un
modo de producción de sentido, en el que al fin y al cabo se
juega la producción de subjetividad.
Pero recordemos, con Habermas, que «la subjetividad
no es algo interior... es la identidad del yo, es una estructura sim-
bólica», de manera que en un mundo normalizador de todos los
Crítica de la Razón Mediática

conflictos «son recapturados, es decir, transformados en proble-


mas susceptibles de manejo administrativo e institucionaliza-
dos»24. Esto, incluso, puede decirse de los conflictos anímicos
Juan Barreto

24 J. Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, p. 155.


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Quinta Parte / Ensayo III

452 individuales que son desplazados al terreno de los problemas


psíquicos y, así, politizados.
Lo expuesto nos permite plantear el problema de la legi-
timidad más allá del mundo legal, entroncándolo al interior de la
coerción política, la dominación ideológica y los modos de pro-
ducción de subjetividad política. Como dice Luhmann: «La con-
vivencia humana es la institución de la arbitrariedad», lo que nos
lleva al terreno de las doctrinas decisionistas de Schmitt, en
donde la decisión confiere validez a la norma, pero también
puede quitársela, al margen de la opinión individual del ciudada-
no. El sentido de toda norma es «el manejo del desengaño», y el
establecimiento global de reglas de validez y la normalización de
criterios de valor que legitimen la acción social, es decir, «imagen
del mundo legitimadora del poder», como la caracteriza
Luhmann.25
Lo massmediático como tecnología social maquínica
organiza estrategias de sentido y genera dispositivos de construc-
ción de subjetividad. Técnicas estas que conectan la dimensión
normativa de la racionalidad con la organización de la subjetivi-
dad garantizando una "autocomprensión" del hombre y orien-
tando su acción.
Por medio de esta intervención cultural en el mundo de
vida, se regula la producción narrativa de los relatos que confi-
guran la apariencia del orden y le dan forma a los contenidos de
los mitos legitimadores, actualizándolos en cada coyuntura. La
máquina mediática es un gel, una estrategia discursiva de visuali-
zación, un diagrama en tejido estriado actuando por cortes y

25 De cierta manera, es también lo que subrayó Weber: "La experiencia nos


indica que ningún poder se contenta de buen grado, con chances de persis-
Crítica de la Razón Mediática

tencia, con motivos sólo materiales, sólo afectivos o sólo racionales respecto
de valores. Más bien, cada uno procura suscitar y cultivar la creencia en su
legitimidad". Weber afirma: "La necesidad en que se encuentran la pretensión
de este circuito es dar respuestas válidas que refuercen un mundo de vida
vigente hasta hoy. Las formas culturales producidas industrialmente, permi-
ten estructurar justificaciones a lo que ocurre dando por satisfechas a los indi-
viduos". M. Weber, Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, México,
Juan Barreto

1987, p. 137.
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Quinta Parte / Ensayo III

ondulaciones, un espesor informe pero consistente, que “no es 453


ni dios ni hombre”, como dijera Nietzsche de la iglesia. Es un
campo de efectos, de imagología de opiniones, mitos, ritos,
actualidad, impresiones, actitudes, conductas e impresiones sin-
téticas, es decir, un campo de sustancias multilineales, reales, abs-
tractas y maquínicas
Por eso, al definir lo mediático como línea de fuerza del
horizonte cultural actual, estamos también hablando de multitud
de figuras de subjetividad que coexisten en un enlace de autopro-
ducción generando las ligazones sin lazos (Guattari) que articu-
lan los fragmentos de la megamáquina de ciudadanía propia de
la subjetividad política del capital en nuestro presente.
Nuestra lectura supone la legitimidad como dispositivos,
discursos y el marco de reglas que atraviesan el cuerpo social
hasta cristalizar en instituciones de consenso, es decir, momen-
tos de una hegemonía. O, lo que es lo mismo, aparatos de coer-
ción, mitos de afiliación e identidad, sistema de representación,
técnica social de difusión de los requisitos culturales de la legiti-
mación, cristalización de un poder determinado, que no es otra
cosa que un momento comunicativo. Es decir, un diagrama de
cálculo, un mapa de relaciones integrado por materias, flujos,
energías y piezas ensambladas al interior del dispositivo comuni-
cativo de la máquina de máquinas.
En este diagrama, el consenso se logra por la construcción
de un imaginario que articula los intereses de los sujetos actores
hegemónicos con el mundo de la vida. Áreas terminales de la
racionalidad instrumental impregnan todos los espacios, creando
dimensiones reales, a veces armoniosas, otras veces contradicto-
rias, pero siempre terreno de disputa de los discursos que, desde
las enseñanzas de Foucault, anudan saber y poder.
Crítica de la Razón Mediática

Lo que Guattari denomina mecanósfera es también una red


de procesos integrados de generatividad y autoproducción. La
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Quinta Parte / Ensayo III

454 producción de lo real y de sus campos de verdad va determinan-


do cambios en las posturas estratégicas que asumen los sujetos.
Esto es bueno tenerlo en cuenta a la hora de señalar los rumbos
de los actuales modelos de democracias parlamentarias mediáti-
cas y la irrupción volcánica de los nuevos sujetos que los con-
frontan, así como la pérdida de control sobre la reproducción
social, por parte del «metabolismo decreciente de las formas de
control del capital»26, como forma de gobierno, como totaliza-
ción del mundo de la vida.
Pero así como el control se ejerce desde este nuevo dis-
positivo, siguiendo el análisis de Jesús Ibáñez27, la producción
de subjetividad también genera dentro de sus imaginarios, una
cultura de la sospecha. La pregunta por lo que ocurre tras basti-
dores. Es el campo maldito de la conciencia descentrada y des-
encantada del que siempre imagina una trastienda, una operación
intermedia que intenta fusionar realidad y ficción en un mismo
campo.
Se trata de la subjetividad política que reacciona como
resistencia al biopoder, con suspicacia ante lo que no pudo ser
ocultado y los fragmentos que salpican en múltiples direcciones
y escapan al campo gravitatorio dominante. Además, tenemos
que sumar la torsión o sobrepliegue entre el mundo posible del
orden de visibilidad que se debate sobre sí mismo y la contradic-
ción: lujo-poder-hedonismo vs. exclusión-trabajo-ascetismo.
Situación desconsoladora para el biopoder, por su incapacidad
de clausura formal y moral. Por las líneas de fuga que se desplie-
gan en su resto no capturado.
Crítica de la Razón Mediática

26 Ver: I. Mészáros, Más allá del capital, Vadel Hermanos, Caracas, 1995.
Juan Barreto

27 En revista Confines, Nº 7, Universidad de Buenos Aires, Noviembre de 1999.


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IV 455

LA MEDIÁTICA
EN SU OCURRENCIA POLÍTICA

El tiempo de los medios de comunicación


da lugar a otra distribución, a otros espacios,
a otros ritmos, a otros relevos,
a otras formas de tomar la palabra,
y de intervención pública…

J. Derrida.

La mediática
como dispositivo de captura

Si en la actualidad la lingüística y la informática


desempeñan con tanta facilidad un papel
de represor es porque ellas mismas funcionan
como máquinas binarias en esos aparatos de poder
y constituyen, más que una ciencia pura
de unidades lingüísticos y contenidos informativos
abstractos, una formalización de consignas.

G. Deleuze.

l capital, como producción, es máquina de máquinas que


e actúa por reproducción estriada de sí mismo y por proli-
feración de la separación. Su movimiento es tal, que tiene dificul-
tades para capturar la plural diversidad de la subjetividad cuando
Crítica de la Razón Mediática

esta ocurre como producción anómala. Entonces, debe evitar la


dislocación de la subjetividad en subjetividades múltiples que
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo IV

456 pueden devenir en momento de articulación distinto, no conecta-


do con el mercado, sino como línea de fuga en lo político.
Ello supone un posible y trágico -para el capital- despla-
zamiento estratégico desde la contradicción de la propia lógica
del capital en sus innumerables mutaciones de la forma valor
(ahora en su forma comunicación), hacia la subjetividad política
emergente como fuente del poder constituyente, expresión de la
irrupción de una lógica radicalmente otra, constitutiva de la
negación de la reconstrucción del valor como matriz de produc-
ción de subjetividad.
El capital debe, entonces, procurar la captura de la produc-
ción política en tanto que producción subjetiva subsumiendo a ésta
en su lógica, pues la subjetividad política es antagonista, es decons-
tructiva, en cuanto capacidad autónoma activa atravesada por la
lógica de la multitud. Esta subjetividad política funciona como
nomenclatura en movimiento del reconocimiento de las singulari-
dades, e inmanencia horizontal de la diferencia que restituye su
dimensión política a un complejo de singularidades que escapan a
la pretensión de unificación homogeneizante propia del capital.
Tal subjetividad también actúa como potencia articula-
dora de diversas identidades que se encuentran en el aconteci-
miento que da lugar a la liberación del sentido, es decir, en la
emergencia social de nuevos actores que corporeizan la refunda-
ción reterritorializada de su propia potencia como actualización;
fuerza opuesta al gobierno del capital. Si esto ocurre, la política
a su vez puede devenir proyecto ético.
El capital-información-comunicación, se hace máquina
de captura, potencia de captación, proceso de autovalorización,
fantasma del valor, fantasmagoría especular de sí misma, en
Crítica de la Razón Mediática

donde el capital también se vuelve control político producido


desde el cuerpo, en su forma comunicación. Se trata de un movi-
miento de separación y subsunción real, es decir producción de
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo IV

mistificación en tanto que materialidad del mundo de la produc- 457


ción inmaterial y producción simbólica de la violencia que se
hace Estado y también marcas en el cuerpo biopolítico. En el
nuevo régimen de sentido que de allí surge, la massmediática se
materializa en un diagrama de tensiones densamente formadas
actuando en la producción de la subjetividad.
En la massmediática, los medios son objetos materializa-
dos, frontera o efecto de superficie del dispositivo comunica-
ción-información y, al mismo tiempo, espacios de producción
de sentido dentro de un modo de producción específico y en
ciertas condiciones de enunciación. Precisemos, los medios son,
de suyo, una lectura de lo real social que funciona como lógica
dentro de un orden del enunciado y en determinadas coordena-
das de delimitación de los discursos, a partir de derivadas preci-
sas de un orden de exclusión que actúa en un doble movimien-
to: la poliperformatividad subjetiva del tiempo presente del
adentro y el afuera que instala la relación intersubjetiva y políti-
ca de la vida social.
La materia prima de este dispositivo es el anudamiento
entre el lenguaje y el tiempo. El lenguaje que afirma y delimita al
objeto en el reconocimiento, y el tiempo en tanto que orden
sucesivo del discurso que formaliza palabras, sonidos, imágenes,
secuencias y toda suerte de narratividades, tal y como lo muestra
Derrida.
En momentos socio-políticos críticos, los medios toman
partido y actúan. Entonces funcionan como máquinas de cierre
en torno a determinados intereses y ocurre, así, el secuestro de
lo político por parte del aparato mediático. Lo político queda
subsumido y subordinado a determinadas puestas en escenas,
principios de selección, prácticas y construcciones, juicios y
Crítica de la Razón Mediática

comentarios que hacen la trama y la fantasmagoría del espacio


para la comunicación social en su práctica de producción de sub-
jetividad política.
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo IV

458 El conflicto, constitutivo de la política, es desplazado y


sustituido por la anécdota del día; el disenso entre los distintos
actores, por la opinión y la escaramuza individual. Todo ello
gobernado por el mito de la comunidad ideal en donde la opinión
de la sociedad civil se confunde con el pretendido “pluralismo
liberal”, como afirma D. Lummis en su libro Democracia radical.
Se pone en juego, así, su funcionamiento como dispositi-
vo unificador del sentido, que no permite mayores oscilaciones,
variaciones de rumbo o perturbaciones. Por eso, en los medios
se observa un pensamiento satisfecho de sí mismo y auto-rego-
cijado en la unánime adopción del mito reactualizado de la
comunidad idéntica a sí misma. En esta visión no cabe alguna
lectura de lo indefinido, lo mudable, lo imprevisible, no ordena-
do, indeterminado, es decir, la ficción del mito sustituye cual-
quier materialidad y, en su lugar, se superpone el discurso que se
niega a nombrar las fracturas de lo social, para dejar hablar a
todo aquello que figura por ellas en su lugar. Este es el momen-
to de la ficción. Todo lo demás aparecerá desde las grietas de la
emergencia y en el momento de las fracturas. Mientras tanto,
ocurrirá como devenir fantasma de la lógica de la mercancía.1
En la mediática no existe la democracia como pregunta y,
mucho menos, el pueblo como posibilidad por venir o como
potencia de lo que permanece incompleto y busca nuevos espa-
cios en la indeterminación legítima del poder. El pueblo existe
no como sujeto político, sino como “estratos de opinión públi-
ca”, confundido entre nociones tales como la sociedad civil, los

1 "Gran momento al comienzo del El Capital, como se recordará: Marx se


pregunta, en resumidas cuentas, cómo describir en su surgimiento el carácter
místico de la mercancía, la mistificación de la cosa misma -y de la forma dine-
ro cuyo 'germen' es la forma simple de la mercancía-. Quiere analizar la equi-
Crítica de la Razón Mediática

valencia cuyo enigma y cuyo carácter místico no impresionan al economista


burgués más que en la forma acabada de la moneda, del oro o del dinero. Es
el momento en que Marx piensa demostrar que ese carácter místico no le
debe nada a un valor de uso. ¿Acaso es un azar ilustre el principio de su expli-
cación haciendo dar vueltas a una mesa? O mejor ¿recordando la aparición de
una mesa que da vuelta? Conocemos muy bien, conocemos demasiado esta
Juan Barreto

mesa del comienzo del capítulo sobre el carácter de fetiche de la mercancía y


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Quinta Parte / Ensayo IV

independientes, la gente, el público, el usuario. Es decir, una exis- 459


tencia metafísica, como dato estadístico y referencia fría. Y ello,
porque la política es a la mediática, una esfera compuesta de
enunciados sujetos a actos individuales, una práctica privada y
privatizadora del mundo de la vida y como tal puede prescindir
de otros imaginarios fuera del gobierno del capital.

su secreto (Geheimnis). Esta mesa ha sido usada, explotada, sobre-explotada


o guardada, fuera de uso, entre las antigüedades o en las salas de subasta. La
cosa está a la vez ordenada y desordenada, perturbada, porque (no vamos a
tardar en asombrarnos de ello) dicha mesa también está un poco loca, es fan-
tasiosa, está trastornada, out of joint. Ya no se sabe, tras la pátina hermenéu-
tica, para qué sirve y qué vale esta pieza de madera cuyo ejemplo surge de
repente. Lo que va a surgir ¿será un mero ejemplo? Si, pero será, el ejemplo
de una cosa, la mesa, que parece surgir, a su vez, de sí misma y erguirse de
repente sobre sus patas. Es el ejemplo de una aparición. Corramos, pues, des-
pués de tantas glosas, el riesgo de una lectura ingenua. Tratemos de ver lo que
pasa. Pero ¿acaso no resulta, enseguida, imposible? Marx nos avisa desde las
primeras palabras. Se trata de trasladarse de inmediato, de un solo golpe, más
allá de la primera ojeada y, por lo tanto, de ver allí donde esa ojeada es ciega,
de abrir de par en par los ojos allí donde no se ve aquello que se ve. Hay que
ver aquello, a primera vista, no se puede ser. Y es la invisibilidad misma.
Porque lo que escapa a la primera vista es lo invisible. El defecto, el fallo de
la primera vista es ver pero no percibir la invisible. Si no se reconoce dicha
invisibilidad, entonces la mesa-mercancía, inmediatamente percibida, sigue
siendo lo que no es, una simple cosa que se juzga trivial y demasiado eviden-
te. Este caso trivial parece comprenderse por sí misma (ein selbstverständli-
ches triviales Ding): la cosa misma en la fenomenalidad de su fenómeno, sim-
plemente una mesa de madera. Para prepararnos a ver esa invisibilidad, a ver
sin ver, por consiguiente, a pensar el cuerpo sin cuerpo de esa invisible visi-
bilidad - el fantasma ya se está anunciando -, Marx declara que la cosa en cues-
tión, a saber la mercancía, no es tan simple (advertencia que hará reír burlo-
namente, hasta el fin de los siglos, a todos los imbéciles que nunca se creen
nada, por supuesto, seguros como están de ver lo que se ve, todo lo que se ve,
sólo lo que se ve). La mercancía es algo, incluso, muy complicado, algo que
está enredado, que es embarazoso, paralizante, aporético, quizás indecible (ein
sehr vertracktes Dign). Una cosa-mercado es tan despistante que hay que acer-
carse a ella con una especie de trapacería 'metafísica' y con coqueterías 'teoló-
gicas'. Precisamente para analizar lo metafísico y lo teológico que construían
el buen sentido fenomenológico de la cosa misma, de la mercancía inmedia-
Crítica de la Razón Mediática

tamente visible, en carne y hueso: como aquello que es 'a la primera ojeada'
(auf den resten Blick). Ese buen sentido fenomenológico vale, quizás, para el
valor uso. (…) El esquema fantasmal parece indispensable a partir de ahí. La
mercancía es una 'cosa' sin fenómeno, una cosa fugaz que sobrepasa a los sen-
tidos (es invisible, intangible, inaudible e inodora), pero semejante transparen-
cia no es del todo espiritual, conserva ese cuerpo sin cuerpo que, como ya
hemos reconocido, proporcionaba la diferencia entre el espectro y el espíri-
Juan Barreto

tu". J. Derrida. Espectros de Marx, Trotta, Barcelona, 2004, p. 136.


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Quinta Parte / Ensayo IV

460 De modo que el pueblo no es una hipótesis, ni tampoco


es lo que le falta a la política como posibilidad. El pueblo es
fabricado como población de sondeos de opinión, como turba o
como objeto de ayuda humanitaria. No es el pueblo que falta
(Deleuze), que en su devenir, fabula y se fabula, no es «encuen-
tro contingente de lo humano en la pasión política», en palabras
de Ramoneda, ni elevación de su propia falta a su fisicidad o
construcción de sí mismo desde su propia reinvención. No, nada
de esto será expresado mediáticamente. Producto de una mezcla
de prejuicios e incomprensiones, surge una conducta, muchas
veces involuntaria, que lo hace invisible, que sumerge al pueblo
y sus expresiones políticas en la opacidad de un orden de exclu-
sión y régimen de luz muy preciso.
Mientras que el pueblo no se instituye como aconteci-
miento del devenir en una nueva subjetividad, que interrumpe
los flujos del biopoder, su presencia es un estereotipo. Los rui-
dos y fisuras que genera en el dispositivo mediático producen
recalentamiento y resistencias, pues sus voces, enunciados y figu-
ras no armonizan con la construcción del discurso dominante2.
Esta presencia es peligrosa, pues abre nuevos espacios, deslegi-
tima mitos, pulveriza voceros e inactualiza ciertos saberes. Su
sola presencia es torrente de conflictos, por torsión o aniquila-
ción de los conceptos, en una nueva hermenéutica que es, en sí
misma, práctica de poder-saber.
Mientras tanto, mientras esto no ocurre y se hace línea de
visibilidad, el pueblo es un referente nulo que de vez en cuando
sale a la superficie de manera residual y marginal, desde uno que
otro gesto de resistencia. Recordemos el caso de los negros en
Crítica de la Razón Mediática

2 En principio, desde el psicoanálisis, ha podido pensarse un cuerpo que habla, o cuer-


po hablado, al menos un cuerpo que habrá de manifestarse deviniendo palabra. Se trata
del cuerpo como producción de una legalidad metafórica, en tanto sólo se hace presen-
te a partir de encarnar como síntoma, como estructura de lenguaje, como articulación
gramatical. Cuerpo de las pulsiones siempre sometidas a "representantes" psíquicos.
Cuerpos de la pulsión, sí pero mientras hable. Es un cuerpo saturado de sexualidad.
Sexualidad infantil e incestuosa, capítulo necesariamente censurado de la historia de un
Juan Barreto

sujeto. A. M. Fernández, Política y Subjetividad, Buenos Aires, 2006, p. 249.


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Quinta Parte / Ensayo IV

Hollywood en los años 30, 40 y 50, y los trabajos recopilados por 461
D. Mato sobre la presencia de las distintas razas en la publicidad
y los medios venezolanos.3
Cuando el dispositivo mediático se alinea en torno al
deseo político, afirma su nomenclatura y desconoce la existencia
del otro. La visión que surge de esta lógica, sesga y arbitra la con-
flictividad social pretendiendo secuestrar la producción de senti-
do y el estatuto de titularidad social de la verdad para un grupo
de intereses, condenando las multitudes a la infamia, es decir, a
la oscuridad. Diremos, parafraseando a Bourdieu, que el campo
mediático desemboca así, en uniformización y banalización.
El régimen de luz y visibilidad de la mediática toca a cier-
tos actores sociales dotándolos de legitimidad, de aquello que
debe ser dicho y mostrado, transformado en hecho público. Lo
mediático es, en sí mismo, orden de exclusión, pues al legitimar
a unos crea un afuera. Fobias, temores, mentiras y prejuicios,
violencia simbólica contra lo otro no reconocido y excluido, es
ascendido al rango de información y comentario.
Comienza así un proceso de naturalización de una oferta
fraudulenta que es capaz, incluso, de utilizar a los periodistas
como propagandistas que no toman distancia ética de los intere-
ses que el medio representa y se involucran como agentes de la
difusión de propaganda política encubierta presentada como
información, o asumiendo rol de “experto” para el uso de un
pretendido discurso académico, verdadero por definición. La
información interesada sustituye cualquier tipo de género,
cerrándose a alguna pretensión de veracidad o de arbitraje social
desde el medio. Cuando esto ocurre, los medios son también, en
este sentido, parte de la confrontación, pues inscriben en lo
social, de manera directa y sin otras mediaciones, la relación de
Crítica de la Razón Mediática

poder-saber que son en sí mismos.

3 Ver: D. Mato (coord.), Políticas de identidades y diferencias sociales en tiempos de


Juan Barreto

globalización, FACES-UCV, Caracas, 2003.


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Quinta Parte / Ensayo IV

462 No hace falta ser experto en comunicación para leer el


puñado de prácticas estético-políticas exclusivas, que censuran y
niegan la rostricidad y la puesta en escena pública a muchos, a
favor de unos pocos, tal cual ocurrió en Venezuela los días de
abril de 2002 y en otras actuaciones del aparato comunicacional.
En este proceso, la mediática evita zonas lisas, a favor de territo-
rializaciones estriadas y pliegues que pretenden la colonización
por aplastamiento simbólico de cualquier pluralidad que pertur-
be el orden del enunciado mediático. Todo aquello que choque
con sus pretensiones, es sustraído por la descalificación y desle-
gitimación, educido, reterritorializado y destemporalizado, pre-
sentado como ruido o interferencia de toda producción estriada.
Por eso, hablamos de un dispositivo de recorte de lo real,
producido en serie y empacado en un agenciamiento de tempo-
ralidad y espacialidad instalado en lo social y en el deseo, repro-
duciendo y controlando los modos de actualización de la “ver-
dad” social que circula y transcurre en el tráfico del sentido
mediático (actualidad). A este proceso también se le denomina
“clima de opinión pública”, momento de la comunicación
mediática que la Escuela Norteamericana de Comunicación
llama “función de agenda”. Es decir, producción y circulación de
ciertos discursos pretendidamente legítimos y su instalación en
lo social por un tiempo, siempre efímero, pero redundante. Aún
a costa de superponerlo a los eventos de lo que llamamos lo real.
Dicha producción carece de memoria y de sedimentación
inmediata, por lo cual requiere de muchos voceros y de innume-
rables versiones y repeticiones (redundancia). Pero la incongruen-
cia entre los discursos, circulando en lo social, crean zonas de
incertidumbre cada vez más amplias que amortiguan el efecto
deseado por los medios, los cuales son leídos por muchos como
Crítica de la Razón Mediática

artificio, escenografía y representación. Siempre simulacro que


carece de espesor subjetivo y experiencial, no toca el imaginario
de los sujetos que se constituyen desde otras prácticas sociales,
Juan Barreto
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Quinta Parte / Ensayo IV

razón por la cual, la producción mediática resbala sobre su tejido 463


espeso, quedando tan sólo como efecto de superficie efímero.
Esto ocurre, entre otras razones, porque la mediática
fabrica lo real en unidades de estratificación tiempo-sentido de
planos estriados, como ya explicamos, llamados flujos de infor-
mación que desplazan inmediatamente a los dispositivos anterio-
res, antes de que estos circulen y sedimenten dejando huellas por
el torrente social. Buena parte de la producción se pierde antes
de que los signos completen un circuito de interpretación.
Aquí radica una de sus grandes debilidades, más aun
cuando surgen por otros medios y mecanismos sociales otras
discursividades y nuevos circuitos de información heterogénea
fuera del aparato dominante homogéneo. Pues, de inmediato, los
dispositivos de información massmediatizada fragilizan su efica-
cia mientras los actores mediáticos deambulan por allí, repitién-
dose al vacío. Estos discursos, entonces, se vuelven residuos
obsoletos de sentido que generan numerosas preguntas, devuel-
tas a la máquina mediática.
Esto también se expresa como efecto indeseado, ya que
somete a amplias capas sociales al sin sentido, produciendo en ellas
descalificación hacia los mass media. Estos ruidos de sentido, que
anulan la lógica mediática, pueden ocurrir en cualquier momento,
particularmente en las llamadas transmisiones en vivo, cuando
cualquier elemento suelto puede intervenir cambiando el sentido
que se expresa como fugas indeseadas. En la medida que el apara-
to comunicacional intenta alinear lo real a su propia visión, con más
frecuencia cae en contrasentidos e incoherencias que muestran
debilidades y hacen tropezar al medio con una contradicción.
Por eso decimos que la fuerza gravitatoria del sentido
mediático a veces actúa como agujero negro, cuando la aceleración
Crítica de la Razón Mediática

lineal del evento en la producción mediática excede al límite de


asimilación y tolerancia de lo social. Entonces, tanta energía es
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 464

Quinta Parte / Ensayo IV

464 reabsorbida por el aparato comunicacional sin que haya circula-


do y, sin ser consumida por lo social, deviene en opacidad del
medio, en horizonte oscuro de acontecimientos que conspira
contra toda la producción, generando una contracción o implo-
sión de los flujos energéticos de esta esfera de sentido.
No es tan sólo perdida de credibilidad, es un proceso más
profundo. Estos momentos de debilidad y fractura, son difíciles
de asimilar. Deben ser remediados sobre la marcha, antes de que
los intereses simbólicos y materiales del medio se transparenten
y la producción mediática colapse en un agujero negro, tal cual
ocurrió en Venezuela el 13 y 14 de abril de 2002, y el medio pier-
da todo soporte social.
Para resumir lo dicho diremos que el dispositivo infor-
mativo dispara, al mismo tiempo, lo social, a un ritmo vertigino-
so, sometiéndolo a la presión de unas velocidades multilineales
que se cruzan con distintas líneas de fuerza ya presentes o pre-
sentándose en el azaroso torrente de los acontecimientos. Los
medios siempre pretenden algunos efectos, pero, en este proce-
so, dichas pretensiones también se disparan y aceleran produ-
ciendo efectos mutantes e imprevistos por el poder mediático, singu-
laridades físicas, como en el caso del “¡Por ahora!” de Hugo
Chávez, en 1992.
De manera que la simultaneidad, la heterogeneidad y la
multilinealidad rizomática del devenir social, siempre conspira
contra la lógica interior del dispositivo mediático y su racionalidad,
ejerciendo presión en la eventualidad de los sucesos y desnaturali-
zando, en muchos casos, la intención del medio. Entonces, la
máquina se alinea y encadena, repite sus contenidos fuera de con-
texto y actúa por saturación viral, produciendo inmunización en la
sociedad que se traduce en desafiliación ante lo público.
Crítica de la Razón Mediática

Difícilmente los medios pueden capturar todas las singu-


laridades y los discursos de la alteridad, pues los momentos sís-
micos de las sociedades y sus irrupciones les son extraños. Por
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 465

Quinta Parte / Ensayo IV

eso mismo, ante la irrupción de nuevos actores sociales de la 465


multitud, en ese movimiento, son tragados por la fuerza del
acontecimiento que ocurre en relación de contradicción con la
producción y la interpretación de la máquina mediática. Mientras
tanto, fascistizan todo lo que tocan en el ejercicio autoritario de
imponer a la fuerza un criterio de realidad y de verdad, disocian-
do de manera psicótica a los actores que le son afiliados, despla-
zándolos en un movimiento de torsión que va de la indiferencia
complaciente hacia la histeria intolerante.
Sería bueno para la academia, a la luz de los tiempos que
corren, revisar algunos conceptos de Lacan al respecto, como la
teoría del espejo y Narciso, el yo y la alucinación y, particular-
mente, la idea freudiana-lacaniana de la alucinación negativa,
para comprender algunas conductas inducidas a las sociedades
por el efecto de torsión de la mediática.

Líneas de fuga a la máquina total


del sentido hegemónico

Los nuevos modos de la subjetividad han desplazado


literalmente los viejos escenarios de la lucha de clases,
instalándose en las raíces imaginarias y cognitivas de
las nuevas dimensiones del producir, transmutando la
toa de conciencia que les corresponde en un acto de
voluntad transformadora. Los procesos de singulariza -
ción del deseo se han apoyado de este modo sobre
prácticas colectivas que constituyen, desde entonces,
nuevos territorios políticos.

F. Guattari y T. Negri.
Crítica de la Razón Mediática

El orden biopolítico necesita zonas de consenso, relatos comu-


nes, ciertas legitimidades reconocibles colectivamente, modos de
integración social productivos de ciudadanía, pero dentro de un
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 466

Quinta Parte / Ensayo IV

466 marco descentrado y deslocalizado, móvil y flexible de produc-


ción y de control de “efectos”.
El poder piramidal, la lógica jerárquica y el control, tam-
bién sufren ciertos desplazamientos y desestabilización, en la
medida que también se desplaza la riqueza producida por la
fábrica hacia las formas del trabajo inmaterial de la producción-
información. La aceleración tecnológica, igualmente empujada
por las presiones de las luchas sociales y por las distintas formas
de resistencia, afectan los modelos disciplinares y de control
contenidos en el propio movimiento de su instauración.
Queremos decir que la sociedad del control nace, por un lado,
contaminada con el virus del descentramiento desencantado y
de su propia subjetividad maquínica, por otro. Esto inaugura un
nuevo curso en las formas de lucha del trabajo contra el capital.
Los sobresaltos políticos, las crisis energéticas y las con-
vulsiones sociales continuas, son endémicas y estructurales a la
distorsión del modelo de acumulación dominante y de la crisis
agónica de referentes, que también genera fuerzas nuevas
actuantes en distintas direcciones, a veces antagónicas, capaces
de desestabilizar al Imperio en vastas zonas de afectación.
La mundialización satura las subjetividades por interpe-
netración cultural, además de otras imposiciones que descentran
los mundos de la vida, lo que implica a su vez, nuevas hibrida-
ciones reestructuradoras y una crisis permanente de todas las
representaciones colectivas, no solamente las vinculadas a la sub-
jetividad general del trabajo. Tales desajustes crean zonas super-
ficiales y profundas de confrontación en todos los campos, que
van desde el empuje e impulso de guerras asimétricas, subterráne-
as o declaradas, hasta anomalías y singularidades que proliferan
cada día como cabos sueltos que se producen dentro de la
Crítica de la Razón Mediática

máquina total del sentido hegemónico.


Por ejemplo, M. Maffesoli habla del nomadismo como la
multiplicación de prácticas y tribus vagabundas de carácter ini-
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 467

Quinta Parte / Ensayo IV

ciático que, ante el creciente descentramiento del mundo, apelan 467


a la intuición, a la solidaridad, o al goce efímero e intenso para
relativizar la existencia. La vida es asumida como un tránsito
errante sin apego a valores o nociones fijas. Paradójicamente,
estas prácticas pueden ser conservadoras y alojarse en formacio-
nes discursivas fundadoras de consumos, gustos y modas reifica-
doras.
Para nuestro análisis, lo presuntamente dionisiaco y tribal
es un nuevo cotidiano que instaura la legitimidad democrática del
ejercicio de la diferencia al régimen de derecho, integrada al terri-
torio individual de lo relativo, «al impulso de la vida errante
como sede de lo infinito». Aunque también puede devenir un
mercado de la intensidad y del hedonismo auto-fascinado como
Narciso, instalado en una lógica recuperadora del uso del cuer-
po, su tiempo y sus placeres por el biopoder. Ya Durkheim
hablaba de las anomias juveniles y las calificaba como un «ir y
venir», que hoy tienen su correlato en las emblemáticas figuras
de Hermes y en Dionisios el Dios vagabundo. Ocurre como un
callejeo aventurero, hasta el logro de la “estabilidad”.
Estos flujos de real o aparente desafiliación, en busca del
“yo”, de la pluralidad de la persona y de la transitoriedad de su
éxtasis, su escape, es epidemiológico controlable. Está prescrito en la
producción de exceso de sentido que debe ser reducido al con-
trol por parte de las instituciones formales del consumo y el
ocio, y hasta del régimen nocturno (G. Durand). Forma parte de un
imaginario que controla el deseo y relativiza las penurias de la
explotación del trabajo, sin que necesariamente sea fuente per-
manente de efervescencia social.
No creemos, como Maffesoli4, que sea «la irrupción del
bárbaro que inyecta sangre nueva a la sociedad contemporánea»,
Crítica de la Razón Mediática

decadente. Al menos, esto sería un benéfico efecto residual.


Tampoco que el uso de palabras sin precisión conceptual anun-
cie de suyo una era de cambios profundos en los paradigmas de
Juan Barreto
5a PARTE_Maquetación 1 7/25/14 4:24 PM Page 468

Quinta Parte / Ensayo IV

468 comprensión del mundo y el advenimiento otras sensibilidades.


Ésta sería una excesiva simplificación y no pensamos que, por sí
mismo, este dato sea suficiente. En todo caso, es al contrario: los
cambios comienzan a expresarse en nuevas subjetividades que se
construyen en el despliegue de diversas formas de prácticas de
resistencia y en reconfiguraciones de lo comunitario. Es bueno
decir, a despecho de Maffesoli, que la comunidad y la comunali-
zación weberiana siempre han sido, en principio, emocionales y
estéticas, una pasión compartida, una nebulosa afectual en términos
de Maffesoli.
Donde si creemos que atina Maffesoli, es en su libro La
transfiguración de lo político5, donde describe y caracteriza a la
época que corre por la optimización en la gestión del tiempo
social en su totalidad. El presente eterno es un juego de apariencias
que para nosotros no es otra cosa que la forma de un modo de tiem-
po que se encarna en el cuerpo. Pero donde él ve una fuerte vita-
lidad, una pulsión, una potencia, efervescencias lúdicas, un nos-
otros, una emoción, nosotros también encontramos estrategias
serializadas de biopoder6.
Estamos de acuerdo con él en que el cuerpo individual se
construye inscrito en la opacidad masiva del cuerpo social y éste,
a la vez, se hace de la sombra cargada por los cuerpos mónadas
unos sobre otros, como plantea en El tiempo de las tribus. Pero,
cuidado. «La duración colectiva estética» de la que habla
Maffesoli, sustentada en «el estar juntos», no puede ser vista a
estas alturas con el candor de la inocencia, sin terminar justifi-
cando lo existente. La astucia, la doble vida, la ironía, la burla y lo
que Maffesoli llama libertades instersticiales, ya eran vistas por
Adorno como verdaderas estrategias de adaptación, y el intelec-
tual francés lo sabe.
Crítica de la Razón Mediática

5 M. Maffesoli, La transfiguración de lo político, Herder, México, 2004.


6 N. Bobbio afirma que el conservadurismo, tanto de derecha como de
izquierda, es producto de la resistencia de los cuerpos a adaptarse a tiempos-
movimientos, campos y experiencias. La izquierda en la era del karaoke, Fondo
Juan Barreto

de Cultura Económica, México, 1997.


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Quinta Parte / Ensayo IV

Un innegable aporte a propósito de estas cuestiones lo 469


ofrece T. Negri, quien sostiene que individuos y multitudes se
comprometen en el intento de reapropiación de la riqueza social
producida gracias a la revolución tecnológica, que libera ciertas
formas de saber-poder del proceso productivo, provocando
duplicidades y complicidades subversivas desde los cerebros arti-
culados a estas máquinas; por indicar un ejemplo de los distintos
espacios de brote de prácticas alternativas que pugnan por su
auto-reconocimiento al interior de otras lógicas. Estas experien-
cias pululantes y nómadas, a veces se reterritorializan amenazan-
do al imperio del capital-información.
Desde esta perspectiva, tales prácticas son potencia sub-
versiva en la vida y en la producción y, a la vez, amenazas efec-
tivas al orden imperial que, por más que intente anular y negar-
las, no puede sustraerlas por completo del dispositivo comunica-
ción-información. Es decir, la permeabilidad débil del nuevo dis-
positivo se hace evidente al momento de intentar someter todo
real a su lógica. De ahí que también las subjetividades múltiples
encuentren condiciones de posibilidad para su despliegue demo-
crático constituyente, cuestión de la cual nos ocuparemos en los
siguientes ensayos.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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Sexta Parte 473

LA APUESTA POR LA
DISTOPÍA DE LAS MULTITUDES:
HACIA UNA REFUNDACIÓN
DE LA POLÍTICA

La palabra radical, también tiene matices


que pueden ayudar a esclarecer cuál es la esencia
de la democracia. La democracia es políticamente
radical. Esto, según se comenta en nuestro tiempo,
debe decirse. La democracia es de izquierda.
Esta deducción también es obvia. Izquierda es una
metáfora política que proviene del lado en el cual
se sentaban los representantes del pueblo en la
Asamblea Nacional Francesa de1789. No significa
nada más que “en el lado del pueblo”.
¿Cómo es posible que un demócrata esté en algún
otro lado?... Pero no es necesariamente cierto que
estar en la izquierda implique ser demócrata.

C. D. Lummis. Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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I 475

SUBJETIVIDAD Y POLÍTICA:
DEL CONSENSO A LA VOLUNTAD
POLÍTICA DE LA MULTITUD
…no existen sujetos puros del cambio; siempre
están sobredeterminados por las lógicas
existenciales. Esto implica que los sujetos
políticos siempre son, de una manera u otra,
sujetos populares. Y en las condiciones del capi -
talismo globalizado, el espacio de esta
sobredeterminación se amplía claramente.

E. Laclau.

n una época de desencanto en la política, la recuperación


e de nuevas formas la pasión política desde los sujetos sub-
ordinados, es un hecho. Aquello que generan los medios crean-
do una teledemocracia y su control sobre los sujetos está en ries-
go por el desencadenamiento de la desterritorialización y el sur-
gimiento de espacios lisos. Lo que ocurre, todo esto, debe ser
abordado como parte de las reflexiones sobre el tejido fino del
campo político y las posibilidades de transformación que hoy
nacen en la reterritorialización que resitúa la política en la subje-
tividad como pasión y efecto ético, en la medida en que el mismo
tejido social ha dejado de ser lo que era hace unos años. Para ello,
se hace urgente replantear también la lógica de lo político en su
reconfiguración democrática. ¿Qué se pone en juego en este
Crítica de la Razón Mediática

replanteamiento? Entre otras cuestiones, las que iremos plante-


ando en el curso de las páginas que siguen.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 476

Sexta Parte / Ensayo I

476 Otra idea de Estado:


entre lo efímero y lo permanente

¿Si la política no fuera más que un continente


cada vez más periclitado, sustituido por el
vértigo del terrorismo, de la toma de rehenes
generalizada, es decir, la figura misma
del intercambio imposible?
¿Si toda esta mutación no dependiera, como
creen algunos, de una manipulación de los
sujetos y las opiniones, sino de una lógica sin
sujeto en la que la opinión se desvanecería en la
fascinación? [...] ¿Y si todo ello no fuera
entusiasmante, ni desesperante, sino fatal?

J. Baudrillard.

Es bueno siempre un paseo por las moralejas de la literatura y


recordar lo que Chesterton dijera en El hombre que fue jueves:
«una paradoja puede despertar en los hombres la curiosidad
por una verdad olvidada». El sabio despropósito de esta frase
recae en la fuerza que ahora cobra vida ante los sucesos y cam-
bios que vivimos. Con el quiebre de las representaciones de lo
político, las democracias occidentales se van llenando de acto-
res efímeros.
En términos clásicos se comprende por gobierno la expre-
sión más o menos gentil (es decir, de la gente) de un ente público
(res publicae), que además es centro civil de demandas discursivas
comunes que articulan la legitimidad (de eso que Habermas llama-
ra opinión pública). Dentro de la tradición cívico-republicana se
entiende que el régimen de libertades se va configurando como un
estado ideal de individuos deliberantes que, libremente asociados,
encuentran consenso en la argumentación de sus diferencias.
Crítica de la Razón Mediática

Apuntando siempre hacia un estado ideal de habla en la que suje-


tos parlantes denuncian sus intereses y configuran distintos mapas
de alianza, disidencias y un sin fin de mediaciones.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

El consenso no puede ser explicado fuera de esta esfera, 477


pues supone el diálogo basado en la competencia comunicativa
como acatamiento de normas y reglas de enunciados prescritos
de suyo en el discurso (luego de una buena dosis de coerción).
Esto significaría la existencia de un sujeto dialógico capaz de
reconocerse en los enunciados, es decir, la prefiguración del pro-
yecto griego: la ciudad como polis. Sin embargo, los cambios que
presenciamos parecen apuntar en otra dirección.
Para Habermas, la legitimidad viene dada en términos
de reconocimiento fáctico de pretensiones de validez critica-
ble, producto de la interacción entre los sujetos hablantes y sus
distintas valoraciones, así como del respeto a sus acciones.
Sólo aquí son posibles las justificaciones susceptibles de gene-
rar consenso: «Se pone en cuestión una creencia de legitimidad
en la medida en que justificaciones pierden plausibilidad entre
los implicados. El desmoronamiento de la legitimidad signifi-
ca escaseamiento del potencial justificativo y argumentativo
disponible».1
De este modo, queda establecido que la legitimidad
presupone, como principio moral, la existencia de un espacio
civil de controversia mediado solamente por sus propios inte-
reses autorregulados en el debate público, donde los implica-
dos puedan identificar los conflictos en torno a los cuales
sean posibles normas de acción y discursos con pretensión de
validez. Es decir, sin el reconocimiento de las intenciones del
otro como interlocutor legítimo, con competencias comuni-
cativas iguales, capaz de acción y en ejercicio de sus actos de
habla, no es posible el diálogo. Por lo tanto, se cierra el espa-
cio de legitimación que valida desde la controversia y que
funda legitimidades provisionales. En este sentido, los medios
Crítica de la Razón Mediática

actúan como lazos permanentes en cuanto a redes de sentido


de lo legítimo.

1 J. Habermas, La reconstrucción del materialismo histórico, Taurus, Barcelona,


Juan Barreto

1989, p. 297.
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 478

Sexta Parte / Ensayo I

478 Ahora bien, a veces, ni los medios son capaces de mante-


ner el lazo social. Por ejemplo, una sociedad que cuenta con un
gobierno que, en nombre de una legitimidad transitoria y de una
mayoría circunstancial producto de la coyuntura, impone medi-
das no consensuales, está socavando su propio soporte y se
encuentra sumida en los linderos del fascismo, como puede
apreciarse en el caso Estados Unidos y lo ocurrido en Venezuela
en la década de los 90. O cuando un grupo o puñado de ciuda-
danos, en nombre del aparato del régimen de opinión, quiere
imponer un régimen de derecho, surge un Estado policía que
nace del espacio mediático y no de la voluntad de la multitud
como cooperación subjetiva, del individuo social (Marx).
Luego, sólo la coerción permite imponer determinados
intereses en forma de políticas y hacerlos generalizables al resto
de la sociedad. Un modelo de este tipo es lo que algunos deno-
minan sociedad cerrada. Estado alguacil en la etimología de la
voz árabe y esto puede darse desde el Estado o desde los intere-
ses privados que nacen en el sistema de propiedad mediático.
Cuando esto ocurre, el Estado policía que nace del espa-
cio mediático o que interviene en él, cree que puede otorgarse
mayor eficacia en la construcción artificial de legitimidad y con-
senso. Pero esto, paradójicamente, descalifica la naturaleza libe-
ral del dispositivo mediático, y lo anula. El Estado soñado por
los Robespierre de turno instalados en los medios, no compren-
de las zonas lisas que nacen y reterritorializan lo social, ni que la
tiranía de la massmediatización de lo político quiebra y subvier-
te al propio orden mediático, cuando los actores sociales se
hacen de sus propios discursos. Por ejemplo, los medios tiem-
blan a la hora de explicar el triunfo electoral de Hamas, en
Palestina, o ante la cotidiana realidad de las forzadas migracio-
Crítica de la Razón Mediática

nes “ilegales” que empujadas por la pobreza destrozan las fron-


teras de los imperios y son presentadas sin más, como invasio-
nes bárbaras.2
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

El pensamiento totalitario de algunos actores político- 479


mediáticos que siembran la intolerancia, nos recuerda al
Maquiavelo que conversa en el infierno con Montesquieu, en el
lúcido cuento de Maurice Joly: «convertiré a la policía en una ins-
titución tan vasta que en el corazón de mi reino más de la mitad
de los hombres vigilará al resto y cada ciudadano será policía de
su vecino».
Los funcionarios de la lógica de sentido de los imperati-
vos sistémicos de la razón instrumental -y su modelo de simula-
ción y opacidad-, son los voceros “autorizados” de la llamada
globalización en sus pretensiones como movimiento atemporal
e infinito, de lo que Luhmann llamaría las máquinas sistémicas
productoras y reproductoras de los imperativos de conservación
de la ficción y del mito de realidad del gobierno del capital. Es
decir, de lo civil y su mitología como modelo de violencia sim-
bólica límite, lo que niega al pueblo como pregunta y como
acontecimiento.
De ahí la necesidad del pensamiento como malestar,
como práctica intelectual del desacuerdo y la oposición persis-
tente a la lógica instrumental. Entonces, se hace urgente recupe-
rar al pensamiento como valor de uso del trabajo subjetivo y su
aventura en el camino de la emancipación.
¿Lo mediático supone, de suyo, a la opinión pública como
régimen? Habría que romper con este mito y permitir la entrada
de lo social en su inacabada refundación, para llegar a acuerdos
sobre asuntos comunes. Quizás se trate de revitalizar la opinión
pública republicana políticamente activa como «principio activo y
organización del estado liberal de derecho»3 y, sobre todo, como
espacio de poder constituyente de una nueva socialidad.
Entre otras razones, porque la idea de soberanía popular,
Crítica de la Razón Mediática

propia de esta tradición, asimila garantías constitucionales y da


marco legal a la legitimidad, mientras que la suspensión de este

2 Al respecto, recomendamos sin reservas el libro de S. Mezzadra, Derecho de


Juan Barreto

fuga, Tinta y Limón, Buenos Aires, 2005.


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Sexta Parte / Ensayo I

480 presupuesto o su desplazamiento hacia otros espacios, supone


una óptica patéticamente morbosa en el plano moral, tal cual ha
ocurrido con las prácticas mediáticas más recientes. Y, porque
con la sociedad civil reducida al espectáculo mediático y a la con-
ciencia oportunista del sentido de actualidad, se pierde la forma-
Estado y prende el autoritarismo mediático de la imagen pública
como autoconciencia: es el momento del fascismo. Pues el fas-
cismo es un devenir que surge e interviene en lo social, desde
una mirada fetichizante, como una pasión latente en la política
liberal, vista ésta como la puesta en práctica de una idea formal
de la libertad que suspende la igualdad por la justicia en el pro-
ceso de abolición de las clases sociales, y que es representada en
las élites.
La sátira conjetural de Orwell, después de más de 50
años, sigue mostrando ribetes alarmantes indudablemente pare-
cidos a los perfiles políticos de nuestro mundo. En este caso, la
mediática sustituye al Estado, convirtiéndose en el vocero autén-
tico de la sociedad idéntica a sí misma, en “la fuente inobjeta-
ble”. Es la paradoja lúgubre de un Estado mediático superpode-
roso y corrupto hasta en el lenguaje, en el que incluso la menti-
ra resulta imposible. No por irrelevante sino por totalizante. Y a
esa figura llamada ciudadano, no le queda más participación que
la ironía y el sentido del humor, ante la asfixiante cumbre del
asco exhibido como actualidad.
Cuando el diálogo en el discurso político cede el paso al
control de los medios, desaparece el ciudadano y no hay verda-
deras prácticas de opinión. El consenso cede sin resistencias su
lugar simbólico de expresión a la vox populi, a la voz del “sobe-
rano” legitimado por las prácticas mediáticas. Es bueno anotar
ahora que los medios masivos y los partidos sólo controlan la
Crítica de la Razón Mediática

opinión que producen, que, a veces, sus contenidos son absorbi-


dos sin consecuencias por el tejido social espeso de las masas, o
devueltos en forma invertida, y que la información nada contro-
Juan Barreto

3 J. Habermas, Historia y crítica de la opinión pública, G. Gili, Barcelona, 1981, p. 194.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 481

Sexta Parte / Ensayo I

la: «a no ser el precario equilibrio del criterio de realidad».4 481


Pero lo cierto es que aquí y en otras partes del mundo,
presenciamos una creciente desafiliación del pueblo de los ritua-
les legitimadores del orden mediático. Esto significa extraña-
miento y desconfianza a favor de expresiones arbitrarias y con-
fusas. El desencantamiento weberiano ha tocado la legitimidad
del medio y toda relación política con él queda reducida al éxta-
sis estático. El Estado se fractura, y su idea de justicia, así como
la ley y el orden que procura, entra en una fase estática y trans-
política. Nadie dentro de sus consumidores clientes cree en los
valores que difunden, pero apelan a ellos en el momento crítico.
Por eso existe en reducidos sectores sociales una suerte de ofren-
da total y de derroche de energía en la dirección de un medio-
Estado que es negado en cada acto cotidiano por un sector cada
vez más creciente de ciudadanos.5
Por lo demás, el proceso cultural va produciendo profun-
das diferenciaciones, cada vez más acusadas, entre las distintas
esferas de legitimación discursiva y el proceso de descentramien-
to y desencanto penetra el tejido social en lo jurídico, lo político
y lo cultural. Normas extrañas y nuevas expresividades toman
cuerpo e invaden los discursos tradicionales. Nuevos grupos de
referencia efímeros y puntuales, formas distintas de control y
cantidad de situaciones coyunturales más dinámicas, se apoderan
de los centros tradicionales y replantean las cosas. En estos
casos, los imperativos sistémicos de conservación institucional
hacen uso de los medios masivos para garantizar las orientacio-
nes y las normas de actuación de los individuos, más allá del otro
generalizado.
Cuando los imperativos sistémicos de conservación sus-
tituyen a los mecanismos consensuales, la violencia es el límite:
Crítica de la Razón Mediática

«Surgen entonces mecanismos de integración sistémica, subsis-

4 J. Chater, La désir el cite, Gallimard, París, 1989, p. 128


5 Véase J. Baudrillard, Las estrategias fatales, Ariel, Barcelona, 1992, donde se
Juan Barreto

reflexiona extensamente sobre este asunto.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 482

Sexta Parte / Ensayo I

482 temas especializados que garanticen la legitimación, no ya


mediante procesos dialógicos tendientes al consenso, sino
mediante sistemas generalizados de premios y castigos»6. El
clientelismo político es un buen ejemplo de la sustitución de los
espacios de mediación tradicionales por el principio de premio-
castigo. Así mismo, las tesis neoliberales sobre la democracia,
que asumen lo político como un territorio del dulce comercio
donde el mercado es un bien universal y único árbitro regulador
de toda actividad, así como un centro de elaboración de los
enunciados válidos para a la acción social.7
Esto comporta el desplazamiento de numerosos contin-
gentes humanos que desde ahora vivirán en los márgenes del
modelo mediático, pero a la vez el movimiento cada vez más acen-
tuado de la lógica del mercado y el dinero por parte del aparato
comunicacional: «El incremento de la complejidad sistémica, que
también supone racionalización, marcha en sentido del monopo-
lio de la acción social por el mercado, control de la acción social
en virtud de medios como el poder político y el dinero, indepen-
dientemente del diálogo»8. Con este movimiento se configuran
grupos humanos autocomprensivos de su papel como élites, que
asumen que son la sociedad, que son su única mediación posible
y que el Estado es su lugar natural, por lo que, privatizado por la
representación, no es lugar donde caben los ciudadanos.
De esta manera se crea un ejercicio político separado de
lo social, que reconcilia régimen de opinión y régimen de dere-
cho en un puñado de representantes que se abrogan, vía media-

6 N. Rabotnikof, Weber, desencanto político y democracia, Anagrama, Barcelona,


1991, p. 156.
7 "En muchos ambientes donde se discute el problema de la democracia se
Crítica de la Razón Mediática

observa reiteradamente una marcada propensión a formalizar o universalizar


los términos de la polémica, de modo tal que "democracia" deviene objeto
"neutro" e inevitable... Esta candidez de concebir la democracia... sin una
conexión constituyente con el poder, resulta un estadio de la conciencia defi-
nitivamente infecundo para dar cuenta del debate actual". R. Lanz, El males-
tar de la política, ULA, Mérida, 1994, p. 15.
Juan Barreto

8 E. Petrucini, Estado y soberanía, Amorrortu, Buenos Aires, 1990, p. 18.


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Sexta Parte / Ensayo I

ción mediática, actualidad y mayor eficiencia en la construcción 483


artificial de legitimidad y consenso, creando un momento que a
toda costa y por todos los medios debe prolongarse: la goberna-
bilidad. Suerte de estabilidad de la mediación legítima del mundo
de los representantes.
El Estado separado de la sociedad es Estado de Derecho,
igualdad de derechos, es decir, desclasamiento; portador legítimo
del bien común, poder de mando, procesos estandarizados en la
administración de la violencia legítima y aplanamiento de lo
social a ese régimen de derecho que disemina las responsabilida-
des en un aparato anónimo, el cual responde a la lógica de la
delegación y la representación. Ello implica que la sociedad de
ese Estado es justa por sí misma, es decir, ajustada a derecho, a
una lógica de sentido que somete la desigualdad de hecho a la
igualdad de derecho9.
Ante este mito, nos parece necesario poner en juego una
idea de sociedad plural que se aleje de la mediática y de la idea
popperiana de la sociedad abierta, o sociedad de mercado. Una
sociedad fundada en la diversidad, en la emergencia de la plura-
lidad y la alteridad, en el posicionamiento de corrientes sociales
que disuelven el Estado volcándolo en lo social. Esto es, no en
la mediática sino en la voluntad política de la multitud, trama
constituyente de una forma de poder como potencia colectiva
para que Estado, mercado y sociedad sean lugares permeables
que extingan sus lógicas por y ante la mirada pública de la corres-
ponsabilidad y el control social, no subordinada tampoco al dis-
positivo del medio y sus lógicas.
Esto supone, simplificando, otra idea de Estado en fran-
ca ruptura, por supuesto, con el estalinismo que pensaba el
Estado como la síntesis de la sociedad, por lo que debía regular
Crítica de la Razón Mediática

a la sociedad y al mercado. Se aleja también, mucho más, del libe-


ralismo que asume al mercado y al individuo como centro for-
mador del Estado y la sociedad. Pues, hasta ahora, siguiendo a T.
Juan Barreto

9 T. Negri y M. Hardt, El Trabajo de Dionisios, Akal, Madrid, 2003.


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Sexta Parte / Ensayo I

484 Negri, el Estado ha sido el espacio normativo de naturalización


y neutralización desde una red de leyes como metafísica de las
formas jurídicas necesarias para mediar la violencia, que va de las
contradicciones al antagonismo.10
El Estado del que hablamos es singularidad del trabajo y
de la cooperación, agenciamiento colectivo de enunciación de la
diferencia. Supone entonces, un espacio alternativo de construc-
ción de una ciudadanía otra, partícipe activa en el Estado y sus
instituciones, para que éstos sean lugares permeables por la
mirada pública, espacios donde no haya distancia entre la poten-
cia creadora de la multitud, por una parte, y los discursos insti-
tucionales y no institucionales, por otra, donde tenga lugar otra
habla y si es preciso otra lengua como soporte de nuevas prácti-
cas, incluso las mediáticas.
Todo ello implica la diferencia que construye la nueva
hegemonía de la cultura constituyente, donde otra habla y otra
lengua, lo sean de un Estado otro. ¿Tarea imposible? Bien valdría
la pena, en términos estético-políticos, la apuesta ética, para
seguir siendo fieles a una postura revolucionariamente realista,
en los términos de aquel mayo francés del 68, aspirando a lo
imposible.
Desde esta perspectiva, se apuesta a que lo político se
refunde mediante referentes concebidos desde la nueva subjeti-
vidad del poder constituyente, que permitirían pensar la política,
pensar el Estado y hasta pensar el mercado, desde lo social. Es
decir, desde un cuerpo de problemas comunes a otra civilidad,
cruzados por la necesidad democrática de la formación de una
voluntad política que haga cuerpo en la cultura cívica como prác-
tica cotidiana, como un nuevo arte de vivir.
Apostamos, así, a una comunidad plural que funde su
Crítica de la Razón Mediática

inacabada construcción en postulados posnacionales de solidari-


dad y en soberanías nacionales distintas al estado nacional bur-
Juan Barreto

10 Véase T. Negri, La forma-Estado, Akal, Madrid, 2003.


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Sexta Parte / Ensayo I

gués. Tanto como a la construcción inacabada de una democra- 485


cia sustentada en la diversidad y el disenso creador de nuevas for-
mas de socialidad, desde una nueva generación de valores que
haga coincidir principios y prácticas de la desobediencia civil
extrajurídica, todos los días, lo que significa siempre nueva insti-
tucionalidad refundada una y otra vez.
Se trata de hacerse cargo, siguiendo a M. Téllez, de las
irresolubles e irreductibles diferencias y tensiones que atravie-
san la forma de-vivir-juntos y romper con la mitología de la
comunidad idéntica a sí misma11. Porque la comunidad es alte-
ridad, es nombrar y ejercer el desacuerdo. Lo que invita a escar-
bar en una idea de comunidad infundada, incompleta conflicti-
va, alterada, siempre otra; a urdir su polifonía, su excentricidad
para poder leer lo posible y lo imposible, construyendo el deve-
nir como reivindicación de la falta, como interrupción del mito
asociado al pensamiento de lo Uno, a favor de la irreductible
pluralidad.
«Comunidad sin comunidad», es un llamado a las multi-
tudes múltiples para que sean ellas mismas las que se constituyan
como el «pueblo que falta», en palabras deleuzianas, que está
siempre por venir transformándose indefinidamente, desde su
interior, inacabado, alterado, siempre otro. Para poder, entonces,
pensar-hacer la democracia desde lo destruido y vuelto a cons-
truir, desde la lucha contra la exclusión y los innumerables espa-
cios de abandono, contra la intolerancia y el no-reconocimiento,
propios de la mirada y la manera de nombrar del modelo mediá-
tico dominante, que no es otra cosa que el silencio cómplice el
modelo oficial de la comunidad ideal.
Por eso, la mediática más allá del medio, la mediática más
allá del modelo actual de propiedad y distribución de las frecuen-
Crítica de la Razón Mediática

cias y los mensajes. Esto supone devolver los medios a una ciu-
dadanía radicalizada y reconstituida desde una ruptura con el
11 M. Téllez, "Reinventar la comunidad, interrumpir su mito", en X.
Martínez y M. Téllez (compiladoras). Pliegues de la democracia, CIPOST,
Juan Barreto

FACES-UCV/Tropykos, Caracas, 2001.


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Sexta Parte / Ensayo I

486 pensamiento totalitario sobre la comunidad, a una ciudadanía


que niega ser reducida a lo Uno, para la retexturización y replie-
gue de la mediática hacia lo cotidiano como alternativa, para el
estímulo a la proliferación de formas mediáticas que sean, en sí
mismas, espacio de recuperación por parte de la sociedad y for-
mas de ejercicio de resistencia al régimen massmediático de visi-
bilidad y enunciabilidad.
Nos referimos, pues, a un nuevo orden de visibilidad y
enunciabilidad, donde la noticia sea aquello que libera del secues-
tro y forme parte de las condiciones que generan nuevas formas
de socialidad fundadas en el protagonismo de la participación y
en la posibilidad de una ciudadanía radicalizada en sus prácticas
inclusivas. Una ciudadanía que se nombra a sí misma y presta
atención a lo que nombra y al cómo lo hace, al cómo se constru-
ye y desconstruye en tanto que ciudadanía, al cómo borran, a
veces, sus distancias, en la idea de democracia como juego de los
consensos de las élites, en torno a sus intereses y el funciona-
miento de los aparatos.
Sólo así construiremos una subjetividad política otra
para la posibilidad de una opinión pública libre que, sobre la
base del reconocimiento del otro y de lo otro, dirima sus dife-
rencias, mientras se constituye y despliega de manera inacaba-
da en el debate democrático. Respaldar y profundizar esta
dirección investigativa permitirá una lectura compleja y trans-
versal de distintos campos y procesos como la economía, la
estética y la propia mediática, incluidos los procesos de cons-
titución de la opinión pública y la formación de los consen-
sos políticos transitorios en la materialización de la otra ciu-
dadanía.
De hecho, hay una estética política, así como una econo-
Crítica de la Razón Mediática

mía del tráfico y de los intercambios simbólicos que dinamizan


la mediática y exigen su estudio y comprensión desde los modos
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

actuales de reconfiguración del espacio público político y la 487


irrupción de nuevos sujetos que surgen a la luz de los cambios.
Pensar la mediática no es un ejercicio gracioso e inocente, es una
toma de partido. Es una actitud política que requiere de un sitio
para su elaboración y el lugar escogido es el terreno de la multi-
tud en el despliegue de su voluntad constituyente, es decir la ética
como política práctica:
Se trata… de poner de relieve un concepto democrático que recon-
duzca el poder hacia las subjetividades constituyentes en su dimen-
sión constructiva y de apertura absoluta sin teleologías, en la afirma-
ción de la expresión y reproducción creativa y libre de la vida misma
en oposición de los poderes coactivos. No obstante, este plantea-
miento sugiere la formación de subjetividades capaces de producir
espacios constitutivos singulares sin que ello suponga la adscripción
a la tesis de la indeterminación absoluta, en la medida en que si bien,
la indeterminación o inmanencia radical presente en la multiplicidad
de sentidos u afectos, de espacios y tiempos son parte constitutiva
de esta ontología terrestre, lo es también el impulso y la voluntad
hacia la creación abierta de orden y sentido como parte a sí mismo
autentica en la definición de lo humano, de nuestra manera de exis-
tir, de heredar, de transformar y de proyectarnos en el ser, de nues-
tras finitas historicidades. 12

Esto significa ir más allá del capital y sus lógicas, pues no


se puede repensar lo social sino desintegrando el Estado, subsu-
miéndolo en el tejido social. Tampoco sin la liquidación de la
lógica de la mercancía que reduce el intercambio a una sola
forma: el mercado-consumo. Asimismo implica que el espacio
fundacional de las formas jurídicas se desplaza hacia los actores
sociales y va más allá del fetichismo jurídico de la igualdad y la
libertad, incorporando las condiciones de pertinencia en cada
caso y en cada práctica.
Crítica de la Razón Mediática

12 X. Martínez, "Repensar la democracia para seguir pensando la política", en


X. Martínez (comp.), Paradojas de la política. CIPOST/Sentido, Caracas, 2000,
Juan Barreto

pp. 203-204.
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Sexta Parte / Ensayo I

488 Una circunstancia así, puede volcar el estado de cosas a la


arena de la construcción de una ciudadanía otra y a la profundi-
zación ecológica de la ética como ambiente cultural de la políti-
ca en la construcción de la vida cotidiana, revirtiendo la lógica
mediática y subsumiendo a ésta en el mundo de la vida del teji-
do social. Así, el resurgir de la política sería la densificación del
ejercicio ciudadano en su radicalización, en su presencia en un
proto-Estado-Comuna, haciendo nuestro el planteamiento de
Lenin expuesto en Las tesis de abril. Sería un poder constituyen-
te no Estado y sin embargo Estado.
Retomar y fundar esta apuesta es una titánica tarea, pues
implica saltar la democracia vacía o democracia de los procedi-
mientos hacia una democracia real, romper con el cinismo pro-
cedimental de la pragmática que entiende la democracia como
práctica puramente burocrática. Sería la radicalización del dis-
curso de lo político que debe tomar en cuenta los cambios en
la naturaleza de la sociedad y el paso de la civilización de “la
dominación” a la “sociedad del control”, adentrándose en el
nuevo papel de las esferas de dominio en donde no será posi-
ble seguir afirmando a la democracia como un juego de repre-
sentación de mayorías y minorías. Ya que las mayorías y las
minorías, más que número, son modos y cualidad, prácticas,
subjetividad, estilos de vida, es decir, espacios cualitativos,
dimensiones sensibles de una potencia múltiple, no reductible
al diagrama del biopoder.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

La aporía del proceso constituyente: 489


una nueva subjetividad política

Hay politización o eticización porque la indecibilidad


no es simplemente un momento para ser superado por
la aparición de la decisión. La indecibilidad sigue
habitando la decisión y esta última, no se cierra ante
la primera. La relación con el otro no se cierra en si
misma, y esto es asÍ porque hay historia y porque uno
trata de actuar políticamente…

J. Derrida.

¿Hay sociedad civil donde hay acción directa? ¿Puede la sociedad


civil hegeliana alterar el marco de representatividad? A nuestro jui-
cio, no. Ella misma, la sociedad civil es, de suyo, representante, o en
todo caso, los así asumidos, entienden el Estado como aparato de
mediación de los conflictos y de conciliación por la vía que sea.
Quienes teorizan desde este nicho ideológico deben pre-
guntarse si es posible y puede existir un espacio que represente
lo que no se puede representar, lo irrepresentable, es decir, las
multitudes extensivas en permanente reterritorialización, cuer-
pos del poder constituyente. Investigar, también, si un puñado
de sujetos puede, desde el régimen de opinión dominante, tomar
la palabra a partir de formas organizativas minúsculas y hasta
precarias. ¿Desde qué legitimidad o poder delegado surge dicha
representación?
Con estas interrogantes abrimos algunos elementos para
el debate, agregando que así como la fábrica no es el reino de la
riqueza y de la libertad, tampoco la sociedad del capital es el
imperio de la ley bajo el régimen del derecho13. La cuestión aquí
es si en un replanteamiento de la política, la democracia deja de
Crítica de la Razón Mediática

ser asunto de mayorías y minorías. A nuestro juicio, no necesa-


riamente, pero sí pasa a ser asunto de cualidad de la sustancia de
la multitud y reconocimiento de su despliegue en prácticas.
Juan Barreto

13 Véase al respecto, L. Bookchin, La utopía es posible, Akal, Madrid, 1999.


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Sexta Parte / Ensayo I

490 Por ello, deja de ser expresión idéntica a la sociedad civil,


pues sociedad civil es una categoría política que sugiere una ins-
tancia de decisión y poder, que no es el Estado y que, sin serlo,
organiza e institucionaliza la opinión y las decisiones de los ciu-
dadanos en su vida pública, en la conjunción régimen de opi-
nión-régimen de derecho. Sin embargo, esta categoría ha servido
y sirve a las formas democráticas del capitalismo avanzado, para
su autocomprensión como Estado democrático de derecho que
regula todas las funciones sociales, conforme al mito de la comu-
nidad total y al Estado separado de la sociedad.
Esta representación da forma y legitimidad a lo que
entienden por espacio social, e institucionaliza un comporta-
miento público específico, pues como sostiene T. Negri, en
Anomalía salvaje, la sociedad civil ignora el despotismo del
Estado y su lógica de producción en el proceso mismo de sus-
tracción y mitificación de las relaciones sociales. O, dicho de otro
modo, la sociedad civil es ocultamiento de la lucha de clases y a
la vez reificación del Estado liberal de derecho.
Por otra parte, la sociedad civil entiende al Estado bur-
gués como estamento eterno (¡por supuesto que remozable!),
hecho para la mediación, luego no es posible que alguien le
desconozca apelando a la desobediencia. Pero la sociedad civil
no entiende ni comparte el fin del Estado, quieren, eso sí, un
Estado para sus fines. Por eso, la ignorancia de algunos paladi-
nes de ese desgastadísimo discurso y la llorantina permanente
de sus funcionarios ante los cambios en curso, no hace más que
el ridículo cuando llaman resistencia civil y desobediencia a
prácticas que son expresión de la nostalgia por el Estado que
desaparece.
La desobediencia, cuando es negación del Estado del
Crítica de la Razón Mediática

capital en la reivindicación de la potencia constituyente de la


multitud, responde a otra perspectiva. Aquí, ante este argumen-
to, la civilidad de la sociedad civil oscurece y afantasma las con-
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

tradicciones sociales fuertes y diluye a las clases, con todo y sus 491
intereses, en el mundo de las opiniones correctamente canaliza-
das, confundiendo Estado de derecho con estado de opinión.
Porque más allá de ellos, no hay posibilidad de nuevos actores
que irrumpan en lo social.
Esto hace pensar a muchos que se trata de una sociedad
aparte, formada por ciudadanos libres de compromiso y con
poder. Sus opiniones reflejadas mayoritariamente en los medios
sería la única una fuerza válida para ser controladora del poder
del Estado, es decir, lo civil sería un poder aparte y separado de
lo social y, como tal, fuente de toda legitimidad. Los medios
serían sus canales naturales para teledirigir al Estado y los intér-
pretes de sus deseos, por lo cual, medios y Estado serían una sola
cosa y lo civil su forma de control.
Pero, volvamos a las preguntas ¿Qué pasa cuando la
“horda”, la “anomalía salvaje”, “el accidente” de la gente en la
calle, irrumpe trastocando lo instituido? Y a parte de la respues-
ta: los portadores de realidad del discurso político y los represen-
tantes de la sociedad civil desaparecen devorados por la fuerza
del acontecimiento, pierden sus pasaportes e inmunidades y
rompen su imaginario vínculo con la gente que no se deja
“representar”. Derrida, en su libro Fuerza de Ley, sostiene que
así como el derecho no es la justicia, aunque trabaja desde el
mito de la justicia irreductible, inmutable y eterna, tampoco la
representación es el objeto y el sujeto, aunque exprese el contra-
to y el mito del bien.
Además, la violencia actúa como fantasma articulador
entre una y otra, entre derecho y justicia, como instaurador del
principio mítico de autoridad, aunque no aparezca expresa-
mente en el contrato social. Tal como la presentan Derrida y
Crítica de la Razón Mediática

Benjamin, la violencia es subsunción real legible en las formas


jurídicas y, por ello mismo, el momento constituyente inte-
rrumpe el derecho constituido para fundar otro en el suspenso
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

492 de la revuelta cuando esta deviene en resistencia creadora, en


poder constituyente.
Ese momento fundador es la revolución del régimen
de derecho y también el fundamento de toda presencia de lo
constituyente en la historia del derecho. Por eso, todo dere-
cho es intrascendente ante la presencia del poder constitu-
yente. De ahí que deconstruir el régimen de derecho es deve-
lar la violencia contenida en la regla que dictamina lo que hay
que hablar y lo que hay que decidir dentro de un orden de lo
calculable.
La resistencia de la multitud en su devenir poder consti-
tuyente, es el fantasma esencial que, como diría Benjamin
«izquierdiza el derecho», es decir, lo descentra y lo decontruye,
de modo tal que más allá de su lingüisticidad rompe toda certe-
za y hace de la justicia un acontecimiento, ya que la acción direc-
ta es una experiencia, una travesía, una forma de resistencia que
obedece a otra lógica, a otro modelo discursivo y a otra forma de
articulación de las prácticas-saberes. Entonces, la participación
protagónica se hace por sí misma política y, como dijera Lenin,
es y no es Estado.
Es, mientras lo disuelve y encauza la violencia de Estado,
haciendo de ella una nueva legitimidad fuera del mito fundacio-
nal del régimen de derecho. Y no es, en tanto hay control direc-
to corresponsable, protagónico y sin mediación, de una otra ciu-
dadanía: la de la multitud plural. Por eso mismo, lo político desde
allí constituido es otro modo cuyo despliegue se da en la direc-
ción de líneas de fuga creadoras de otra formación o diagrama,
que irrumpe y rompe con la lógica de lo, hasta hoy, instaurado
como sustancia del derecho y de sus discursos. Es decir, otro
imaginario de ciudadanía en donde cada quien es y no es Estado,
Crítica de la Razón Mediática

entra y sale en cada práctica, y el mundo de la vida y la ciudada-


nía, en la medida en que se hacen potencia en acto, son Estado
desde sus prácticas cotidianas. De manera que la representación
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

queda reducida a un espacio controlable por la misma ciudada- 493


nía, donde no existe delegación absoluta de la soberanía y el
poder constituyente permanece en manos de la fuente de su pro-
pia potencia.
¿Fenece el discurso de la sociedad civil al romperse el
marco de representación mediática y de identidad entre la mediá-
tica y el Estado? ¿Se mantiene el principio de teatralidad de lo
social, si los voceros oficiales de los medios sólo conservan una
colección de enunciados indiferenciados sin interlocutor ni des-
tinatario? Este es el debate y esta nuestra postura ético-política.
Creemos que la discusión sobre la sociedad civil debe resituarse
a partir de la deconstrucción de ese espacio de constitución
autoritaria y de territorialización estriada de la ciudadanía idénti-
ca a sí misma. La comunidad de intereses y toda la jerigonza que
justifica la existencia del Estado burgués como realización final
de la historia. La sociedad civil, así como está, desde donde los
ciudadanos públicos logran su representación en el Estado
mediático, no sirve a ninguna voluntad de cambio. Es, diría
Vallejos, un arco iris que no anuncia esperanzas. Un espejismo y
un señuelo.
De ahí, la apuesta por la distopía de las multitudes en el
proceso constituyente de una nueva subjetividad política, ajena al
biopoder, es interesante a la hora de abordar este tipo de crisis y
explosiones. Dicho de otra manera, al situarnos en el corazón
de las multitudes, desaparece el velo trágico del Estado separado
del ciudadano, con lo cual nos colocamos en un momento como
el que hoy vivimos, proponiendo y logrando algunas objetivacio-
nes, además de archivar algunos conceptos poniéndolos en su
sitio. Porque, entre otras cosas, nos dice del lugar de efectuación
simbólica que le toca ocupar a los que se ubican en el grupo
Crítica de la Razón Mediática

“mayoritario” de la así llamada, sociedad civil y de sus dirigentes,


es decir, nos permite ver las profundidades subjetivas a las que
responde la lógica del sentido del Estado del capital y la sociedad
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

494 de mercado, las funciones articuladas a sus rituales, gestos, repre-


sentaciones, valores, códigos, registros y lenguajes.
Mundos de la vida que reproducen el biopoder y que
obedecen a las pasiones tristes del interés privado que no reco-
noce a la multitud de lo múltiple aunque la tenga en frente.
Porque el mercado es el lugar donde se sedimentan los intereses
básicos de lo civil y su funcionariado. La sociedad de lo consti-
tuido es la de lo civil como esfera de ciudadanos idénticos a sí
mismos y de “la opinión pública responsable” de la comunidad
afiliada a la máquina de los medios y sus operadores. Todos estos
remilgos son algunos de los registros afectados por la acción
directa de la subjetividad política del poder constituyente, de la
multitud que deviene pueblo.
En los procesos de construcción de esta subjetividad
política, ¿puede haber otra mediática? Ensayemos.
Tendríamos que pensar que es posible una red de relaciones
donde se permita el encuentro del discurso de la multitud y lo
mediático subsumido en ella. Pero aclaremos, hablamos de lo
mediático como dispositivo de los múltiples rostros de la
multitud y de ésta mediáticamente hablando desde un discur-
so no mediático.
Así podría intentarse la difícil construcción de lo mediá-
tico como un agenciamiento colectivo de enunciación que
rompe con el mito de la opinión pública como régimen consus-
tancial a la mediática. Provocar, entonces, una torsión que
supone otro dispositivo y otro modo de producción de subje-
tividad en su inacabada refundación, además de otros lugares
para hacer práctica del desacuerdo político, como momento del
devenir múltiple del pueblo. Por esto, repensar los mass media
implica un ejercicio ético-político itinerante, un plan de consis-
Crítica de la Razón Mediática

tencia que dé cuenta de sus máquinas abstractas, que resitúe sus


estrategias y libere a la política y la subjetividad de la lógica
massmediática.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo I

Asimismo, supone inscribir los medios en otra lógica de 495


reconocimiento de la ciudadanía radicalizada y reconstituida
desde una ruptura con el pensamiento totalitario sobre la comu-
nidad. Y hacer lugar a una ciudadanía que se niega a ser reduci-
da a lo Uno, para poder retexturizar y replegar la mediática hacia
lo cotidiano, hacia la proliferación de formas mediáticas que
sean, en sí mismas, espacios de reinvención de una comunidad
política otra. Una ciudadanía mutante desde una subjetividad
migrante y nómada, una ciudadanía-movimiento que no tiene
fronteras y que atiende al cómo la lógica del capital información-
comunicación y sus dispositivos borran sus diferencias ontológi-
cas fundadas en la singularidad; y que aprende a cómo guardar
distancia de la idea de “democracia” como juego de los consen-
sos de las élites en torno a sus intereses y al funcionamiento de
los aparatos de control-Estado.
De lo que se trata, entonces, es de hacernos cargo del
papel de los mass media en la construcción de una subjetivi-
dad política otra, liberada de la opinión pública consustancial
a la noción de sociedad civil, a la que C. Marx en su novena
tesis sobre Feuerbach, calificó como: «…un grupo, un frag-
mento aislado de la burguesía que pretende representar a la
sociedad entera». En todo caso, lo que queremos decir se acer-
ca a otro nosotros que, sobre la base del reconocimiento del
otro y de lo otro, dirime democráticamente sus diferencias en
la tensión del conflicto que cruza el proceso mismo de su
construcción como pueblo y su campo de equivalencias, como
irrupción que se hace sujeto político en la medida en que se
fuga a la lógica del sentido hecha con la malla mercado-consu-
mo-massmediática.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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II 497

DE LA REVUELTA A
LA REINVENCIÓN DEL PUEBLO

Para que la comunidad política sea más que


un contrato entre personas que intercambian
bienes o servicios, es preciso que la igualdad
que reina en ella sea radicalmente diferente a
aquella según la cual se intercambian las
mercancías y se reparan los perjuicios.

J. Rancière.

Adiós a la sociedad civil

…a partir de la noción deleuziana de multiplicidad,


se trata de pensar algunas dimensiones desde
donde operan en determinadas
situaciones los colectivos sociales. Cuando las
lógicas colectivas operan en multiplicidad
toman formas rizomáticas y establecen redes
que multiplican acciones colectivas por fuera de
los paradigmas de la representación,
donde multiplican pero nunca se repiten, mutan
todo el tiempo en redes moleculares en formas
organizativas que resisten delegaciones,
jerarquías y liderazgos fijos. De allí entonces la
importancia política de la cuestión.

A. M. Fernández.
Crítica de la Razón Mediática

ambiemos de recurso. Hagamos una breve visita al mundo


C de las situaciones ideales, incluso, toquemos el camino de la
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

498 patafísica o universo de las soluciones imposibles, como dijera


Baudrillard, y precipitemos algunas conjeturas desde esta pre-
gunta: ¿Puede la sociedad civil representar lo irrepresentable, es
decir, a las multitudes, al devenir del poder constituyente?
Ya hemos hablado abundantemente sobre lo civil, noción
asimilada desde el discurso liberal burgués como ciudadanía. Sin
embargo, no está demás insinuar que en torno a esta idea mani-
da se teje una gran variedad de usos lingüísticos difusos por
parte de aquellos que quieren enfrentar los cambios, pese a lo
cual el término “sociedad civil” forma parte del régimen de sen-
tido que hace posible la auto comprensión del Estado por
medio de su propio relato, su auto-justificación, su propia ficción
existencial. Mientras funciona como una máquina simbólica que
regula todas las funciones sociales, conforme al mito de la comu-
nidad idéntica a sí misma. Es decir, para producir un “estado de
desorden homogéneo”, es necesaria una máquina de control que
articula un orden diferenciado y actúa por homogeneización,
hoy inseparable del dispositivo información-comunicación.
Visto así lo civil, entenderemos por qué opera como un
proceso de institucionalización jurídica de la actividad pública de
los ciudadanos y de su participación política. Es decir, como
máquina abstracta de coerción y expropiación del sentido, a
favor de la opacidad general: dispositivo de unificación de la opi-
nión en torno al régimen de sentido dominante que va transfi-
gurando lo político como esfera autónoma de sentido.
La máquina de sentido de la que estamos hablando es, de
suyo, biopoder instalado en la corporeidad desde el momento en
que el hombre libre de la calle se asimila el rango de ciudadano
y entra a participar en la vida pública por medio de la delegación
y la representación. Representación que le da forma y legitimi-
Crítica de la Razón Mediática

dad a lo social e institucionaliza un comportamiento público


específico: la opinión pública, es decir, la opinión como suma y
aplanamiento general, como dimensión estadística metafísica de
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

lo social, como abolición de la diferencia reducida a juego de 499


mayorías y minorías y su consulta, como sustitución de la acción
directa responsable y límite por saturación del espacio democrá-
tico burgués.
La vida cortesana de los salones señoriales, es sustituida,
es traspasada a los atributos de la persona pública con derechos
civiles, en un ambiente difuso de “opiniones libres”. El signo
público busca un modelo ideal de pueblo que se hace represen-
tar en organizaciones solidarias de la ley del interés privado al
que se debe, y todo movimiento queda atrapado en la forma-visi-
bilidad del régimen de opinión1. El ceremonial de lo justo y lo
legal se funden al interior del dispositivo de este régimen que
produce y encuentra en la garantía de una sociedad de los civiles,
la razón de toda sociedad. De manera que el espacio civil pasa a
ser el lugar de todos los principios liberales: igualdad, fraternidad
y libertad sólo pueden ocurrir dentro de este campo de efectos.
La operación simbólica aquí descrita es producción de
opacidad general, negadora de la diferencia y el conflicto, es al
mismo tiempo la producción de un concepto de pueblo extensi-
vo a población de habitantes, a número de pobladores capaces
de formularse una opinión y de lograr acuerdos sobre algunos
temas. La reducción del pueblo a esta figura, lo coloca como difi-
cultad y límite para pensar la revuelta y, más aún, la resistencia
que deviene interrupción del orden de la dominación, pues el
concepto mismo es elaborado en términos de subordinación a lo
civil como núcleo dominante de toda articulación paralelaje y
como punto de constitución de la ciudadanía como totalidad de
intereses consensuales.
A la afirmación de Negri según la cual la sociedad civil
desconoce el despotismo del Estado y el de la fábrica, agregamos
Crítica de la Razón Mediática

1 "Desde ya, políticamente es imprescindible distinguir entre lo público esta-


tal y lo público como lo común. Justamente una de las características de una
diversidad de accionares políticos de los últimos tiempos es que suelen no girar
al interior de los marcos públicos-estatales. De allí la dificultad que muchos
políticos e intelectuales presentan para entender las lógicas colectivas que se
Juan Barreto

ponen en acción en estos movimientos". A. M. Fernández, Op. cit, p. 18


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Sexta Parte / Ensayo II

500 que también desconoce las formas de control institucional que


van de la escuela a la cárcel, al presentar a la sociedad como con-
sustanciada a la naturaleza misma de la ciudadanía. Aquí, las
representaciones del dispositivo de control se instalan como
mentalizaciones en el proceso de separación y mitificación de las
relaciones sociales. La razón, entonces queda encarnada en el
espacio público que regulará lo político desde el régimen de opi-
nión. A esta reducción simbólica la llaman democracia represen-
tativa, donde no hay posibilidad de nuevos actores que irrumpan
en lo social, interrumpiendo el orden dado.
Por ello, la sociedad civil aparece sólo como una esfera
de contrato social de ciudadanos, organizados o no, como dije-
ra Hegel, con responsabilidades hacia el Estado y con sentido
reformista, ya expresados en él (en el buen sentido del término).
Esto hace pensar a muchos que se trata de una sociedad aparte,
formada por ciudadanos libres de compromiso y con poder,
pero de lo que se trata es de un movimiento estriado de subjeti-
vación que permite al Estado actuar desde la ciudadanía mante-
niendo su aparente carácter de poder separado, pues el biopo-
der es una operación compleja que no es posible sin la produc-
ción misma de la subjetividad.
Precisando un poco más, la sociedad civil, hoy, es un dis-
positivo de subjetivación que actúa por agenciamiento del dispo-
sitivo información-comunicación. Sus opiniones reflejadas
mayoritariamente en los medios se convierten en las únicas
capaces de generalizar una fuerza válida para ser controladora
del poder del Estado, de manera que un Estado que se piense a
si mismo fuera de esta esfera, será de suyo ilegítimo para el
modelo liberal-burgués. Es decir, lo civil se instituye como un
poder especular aparte y separado del Estado, pero es su refe-
Crítica de la Razón Mediática

rente fantasma, su Otro complementario lacaniano, su sitio de


ocurrencia. Y los massmedia, sus canales naturales y los intér-
pretes de sus deseos, por lo cual, el Estado separado sería un
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

órgano subordinado a la opinión de la sociedad civil y a su régi- 501


men de opinión y de derecho.
De este modo, el marco de realidad de lo social como
opacidad general es, paradójicamente, la transparencia (Vattimo)
y visibilidad del sentido, que viene dado por las tendencias de
opinión públicamente objetivadas en el terreno civil: medios,
parlamentos, organizaciones gremiales, etc., que recogen el sen-
tido y lo mimetizan por medio de sus voceros, distribuidores del
consenso producido y empaquetado para el consumo.
Después, el ciudadano se encargará de escoger entre la
oferta disponible, tendrá el trabajo de saber con qué está o no de
acuerdo, se enterará de cuál es su opinión en la conversación
producida en los medios. Se trata de un circuito cerrado. Estos
ciudadanos2 informados-comunicados, cargados de opinión y
conectados al régimen de opinión y de derecho, tendrían todo el
poder social, pues desde estos saberes instalados que gobiernan
lo real, criticarían y controlarían con su raciocinio todas las fuer-
zas de lo social contenidas en el Estado y, además, encauzarían
el descontento -si éste se presentara- hasta convertirlo nueva-
mente en opinión mediada por locutores legítimos.
Apelemos a la pragmática norteamericana. Se trata de
toda una operación que justifica la utopía habermasiana de inter-

2 "La figura del ciudadano moderno hereda, en realidad, la doble naturaleza


del monarca medieval, sintetizada en la antífrasis de Pater et filus Iustitiae.
Esto se resuelve, en el derecho político tradicional, en la figura de los dos
cuerpos del rey (uno que muere y otro, su investidura, que no muere). En el
caso del ciudadano, esta contradicción se expresa en su doble condición de
subjectum y subjetus (sujeto y objeto) de la Ley. La pregunta que entonces
surge es: ¿Cómo se puede ser soberano y súbdito a la vez? Este interrogante
deriva directamente de la quiebra de la idea de la trascendencia del poder; es
Crítica de la Razón Mediática

lo que ninguna teoría política podrá responder. En definitiva, la doble condi-


ción encarnada en la figura del ciudadano abre ese impase que hace manifies-
ta la radical indecidibilidad de los fundamentos de todo orden legal (su natu-
raliza en última instancia mítica, según Laclau). En tanto que encarnación de
la soberanía, el ciudadano es, en fin, lo que hace agujero en el ámbito reglado
de lo político-jurídico". E. J. Palti, Verdades y saberes del Marxismo, Fondo de
Juan Barreto

Cultura, Económica, Buneos Aires, 2005, p. 13


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Sexta Parte / Ensayo II

502 locutores legítimos en condiciones perlocucionarias igualadas en


la conversación por el régimen de sentido. Es el diálogo como
fundamento de la democracia. Esta es la utopía democrática de
los actores más avanzados del liberalismo. Hasta aquí llegan,
diría Rorty. Esta es la materialización conceptual de la verdad
social, su fundamento ontológico, su confort metafísico inefable
e instrumental. La inteligencia mejor amueblada. Es una máqui-
na para el recorte, para estriar y diseccionar, desde un conoci-
miento superior que da espesor al espacio cultural (Rorty), por
medio de un tejido lleno de afirmaciones ciertas y seguras que
determinan de lo que se puede hablar. Decide de antemano las
series de palabras que justifican las prácticas de los actores, por
medio de una narrativa.
Las personas son, según Rorty, léxicos culturales encar-
nados. Contenidos concretos en estatus y roles predefinidos, una
moralidad histórica concreta. Vivimos buscando un interlocutor
para poner en acto el llamado diálogo, para hacer posible vernos
en uno de nosotros, para construir cadenas de identidades,
acuerdos transitorios y siempre contingentes que, por llenar la
falta de otro concepto, llamamos solidaridad.3 Es decir, produ-
cimos desde el habla el establecimiento de la barda lacaniana, el
límite, la barra, como materialización del léxico último rortiano.
Para Rorty, somos productores al infinito de zona de
acuerdos y valores, ninguna duda que surja puede disiparse fuera
del léxico predefinido, so riesgo de ser un argumento ajeno al
orden, un sin sentido y, por lo tanto, siempre una lengua extran-
jera, excluida del diálogo y convertida en un abismo discursivo
que casi siempre es presentado como un salto al vacío. Una len-
gua otra, que produce la ruptura, es casi un acto terrorista al inte-
rior del lenguaje, capaz de desnudar y desmoronar la verdad que
Crítica de la Razón Mediática

soporta todo el andamiaje real del poder-saber.

3 Véase al respecto, R. Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós,


Juan Barreto

Barcelona, 1996.
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Sexta Parte / Ensayo II

La resistencia, 503

o el poder constituyente del pueblo

La política existe cuando el orden natural de la


dominación es interrumpido por la institución de
una parte de los que no tienen parte.
Esta institución es el todo de la política como
forma específica de vínculo. La misma define lo
común de la comunidad como comunidad política,
es decir, dividida, fundada sobre una distorsión que
escapa a la aritmética de los intercambios y las
reparaciones. Al margen de esta institución, no hay
política. No hay más que el orden de la dominación
o el desorden de la revuelta.

J. Rancière

Adorno ya planteaba que esta nueva era, la de la opinión públi-


ca y la sociedad civil, abierta con la cultura de masas (para nos-
otros mediática), amenazaba con acabar con la utopía («es posi-
ble que la libertad envejezca sin realizarse», escribió) si no se pro-
ducía otra ciudadanía. Hoy, para autores críticos -aunque opti-
mistas, sobre el destino de lo político- como Agapito Maestre,
hablar de lo político siempre refiere a un estado en vilo entre el
ideal y la realidad de las sociedades posmetafísicas.
Encontrar un equilibrio entre la facticidad del pensa-
miento democrático y los modelos económicos de mercado es
una tarea a realizar. Este equilibrio supone una revalorización de
los nuevos sujetos democráticos conocidos como nuevos movi-
mientos sociales, el manejo del conflicto aporético entre diálogo
y confrontación y el derecho a la resistencia, entre lo constitu-
yente y lo constituido que, aunque extrajurídico, se abre como
una posibilidad para la apertura de nuevos espacios públicos,
Crítica de la Razón Mediática

como bien lo intuía Arendt4.


4 Pero: «es imprescindible 'compatibilizar' y este es el verdadero problema,
el principio moderno que define el poder a través de procedimientos discur-
sivo-racionales, por un lado, con el necesario 'grado relativo de violencia' que
deriva de su institucionalización, por otro lado». A. Maestre, El poder en vilo,
Juan Barreto

Tecnos, Barcelona, 1995, p. 294.


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Sexta Parte / Ensayo II

504 Esto supone un estado permanente de control y acorra-


lamiento del poder tradicional, hasta su desmoronamiento por
parte de las esferas públicas surgidas de los nuevos mundos de
vida a favor de una ciudadanía heterogénea: «La única manera de
que el poder político no degenere en estrategia, fuerza o violen-
cia es que únicamente sea utilizable para mantener la praxis de la
que ha surgido, o sea, un espacio público político no deformado
por ningún tipo de acción estratégica».5
Desde esta posición, se apuesta a que lo político tenga
algo más que un destino agónico, pues su futuro estaría sujeto
al reservorio ilustrado de la herencia crítica de la Modernidad,
aunque en clara ruptura con la razón instrumental y las nuevas
formas deificadas de la democracia mediática. La refundación
de los referentes concebidos desde la nueva subjetividad del
poder constituyente, permitirían pensar la política, pensar el
Estado y hasta pensar el mercado y la sociedad, desde un cuer-
po de problemas comunes a otra civilidad, que estarían cruza-
dos por la necesidad democrática de la creación de una volun-
tad ética-política.
Se trata, entonces, de repensar una comunidad que
funde su devenir en postulados posnacionales, en la diversidad
y el disenso, en una nueva generación de valores que haga la
diferencia entre principio y práctica de la desobediencia civil
extra-jurídica y puede volcar el estado de cosas a la arena de la
construcción del ciudadano otro y a la profundización de la
ética como ejercicio inacabado de la libertad (Foucault). Así, el
resurgir de la política sería la utopía de la densificación del ciu-
dadano. Retomar y fundar esta utopía es una titánica tarea,
pues involucra saltar la democracia vacía o democracia de los
procedimientos hacia una democracia real, romper con el cinis-
Crítica de la Razón Mediática

mo procedimental que entiende a la democracia como práctica


puramente burocrática. Sería la radicalización del discurso de
lo político.
Juan Barreto

5 Ibid., p. 285.
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Sexta Parte / Ensayo II

Ahora bien, esta postura debe tomar en cuenta los cam- 505
bios en la naturaleza de la sociedad y el paso de la sociedad dis-
ciplinaria a la sociedad del control. Sobre este paso Deleuze
plantea un cambio de discusión, o en otros términos, cambiar de
registro y analizar a las sociedades desde el modelo civilizatorio
de la cultura dominante, que no es exactamente el modelo insti-
tucional disciplinario. Adentrarse en el nuevo papel del dominio
mismo en lo que se denomina nuevas configuraciones de senti-
do: «El estudio socio-técnico de los mecanismos de control…
debería ser un estudio categorial capaz de describir eso que
ahora se está instalando en el lugar de los centros de encierro
disciplinario, cuya crisis está en boca de todos».6
En efecto, para Deleuze, al hablar del control hay que
remitirse a las nuevas subjetividades contenidas en estos proce-
sos y a las colectividades de sentido que se configuran, asegurán-
dose nuevos espacios, aún no imaginados, más allá de la red ins-
titucional existente, desplazando la agonía de la cárcel, la escue-
la, la familia, etc., y recreando lo social desde la trilogía pensar-
crear-resistir. Hoy, «solamente se pretende gestionar su agonía»,
dice Deleuze, al referirse a las actuales esferas de dominio en
donde no será posible seguir afirmando la democracia como un
juego de representación de mayorías y minorías.7
Y, como admite Martín Hopenhayn8, ni el desencanto ni
la perplejidad son el final de la historia, son en todo caso el fin de
un pensamiento utópico que apostó su suerte a la mediación y a
la filosofía del diálogo. Numerosos relatos se mueven en el terre-
no de las nuevas utopías, otras apuestas en desarrollo comienzan
a abrirse paso más allá del discurso político, múltiples estrategias
de bajo perfil estallan por todas partes y la idea mitificada de las

6 G. Deleuze, Conversaciones, Pre-textos, Valencia, 1995, pp. 284-285.


Crítica de la Razón Mediática

7 Pues, "las minorías no se distinguen de las mayorías numéricamente. Una


minoría puede ser más numerosa que una mayoría. Lo que define a la mayoría
es el modelo de lo que hay que conformar. Un ejemplo europeo es el que pos-
tula la dominante del hombre medio, adulto, masculino, urbano... En cambio
las minorías carecen de modelo, son un devenir, un proceso". Ibid., p. 271.
8 M. Hopenhayn, Ni apocalípticos ni integrados, Fondo de Cultura Económica,
Juan Barreto

Buenos Aires, 1995.


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Sexta Parte / Ensayo II

506 masas ya no cuenta con el mismo peso en los análisis, el pueblo


como multitud autoconciente protagoniza este momento.
En este sentido, resulta pertinente la pregunta que se
hace Hopenhayn: «¿Qué le queda a nuestras realidades precarias
y tensas si no podemos recortarlas sobre el horizonte de sentido
capaz de trascender esa misma precariedad y tensión?»9. La res-
puesta, vuelve a ser utópica, pero ahora apuntando hacia la hete-
rogeneidad de nuestro continente como necesidad de contesta-
ción cultural y resistencia creadora, en tanto que nueva voluntad
ético-política que compromete al cuerpo, a todos los cuerpos10.
Retomando a Marcuse, este tipo de planteamientos deli-
nea las nuevas posibilidades de la sociedad humana como cam-
bio y ruptura: «Las nuevas posibilidades... ya no pueden ser teni-
das como simple prolongación de las sociedades anteriores, ya
no pueden ser concebidas dentro del mismo continuo histórico,
sino que representan una ruptura con tal continuo»11, alejándo-
nos de cualquier catastrofismo neoconservador, pues de lo que
se trata es de abrirse paso en la ambigüedad de la catástrofe del
monstruo animado del que habla Mészáros.
¿Cómo salir del laberinto del régimen de opinión? Pese a
que para algunos hay un Laclau reformista que apuesta la suerte
de la democracia a los cambios graduales, desde nuestra lectura,
en cambio, en E. Laclau, hay una propuesta revolucionaria e
impugnadora de fondo. Según este autor12, la elaboración inte-
lectual de una conciencia común, a veces lleva siglos, pues,

9 Ibid., p. 280.
10 "Los tiempos de desbordes, de intensa creatividad colectiva -durante los
cuales los grupos sociales liberan gigantescas energías- actúan como relámpa-
gos capaces de iluminar las sociabilidades subterráneas, moleculares, sumergi-
das, ocultas por el velo de las inercias cotidianas en las que se imponen los
Crítica de la Razón Mediática

tiempos y los espacios de la dominación y la subordinación. Tomar los relám-


pagos insurreccionales como momentos epistemológicos es tanto como privi-
legiar la fugacidad del movimiento, pero sobre todo su intensidad, para poder
conocer aquello que se esconde detrás y debajo de las formas establecidas". X.
R. Zibechi: Dispersar el poder, Buenos Aires, Tinta y Limón, 2006. p. 33.
11 H. Marcuse, El fin de la utopía, Siglo XXI, México, 1969, p. 11.
Juan Barreto

12 E. Laclau, Hegemonía y estrategia socialista, México, Siglo XXI, 1987.


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Sexta Parte / Ensayo II

refundar las ideas y llenar los conceptos implica un trabajo de 507


orfebre-explorador, que lleva a la heterogeneidad social como
fuente de lo deficiente y fallido de todo concepto en su intento
reductor.
En la indecibilidad, la decisión es crucial, dice Laclau, ape-
lando a Derrida. Lo indecible e indecidible se resuelve por vía de la
construcción de una solución al antagonismo fundante, por medio
de una hegemonía (un universal contaminado, que se asume como
un todo y niega a la otra parte, dirá Laclau), que supone una acción
de institución política y una teoría de la decisión tomada. Según
Benedetto Croce, el eterno conflicto entre ética y política, este dua-
lismo aparentemente irreconciliable, se resuelve por medio del
concepto weberiano de acción responsable.
La identificación con este campo de decisiones genera el
sujeto de una subjetividad históricamente integrada. La visibili-
dad de los actos de institución originarios es la dimensión cen-
tral de la política como vínculo, ya que dichos actos son los arti-
culadores contingentes de tal hegemonía y sus relaciones, crean-
do redes multimoleculares, puntos de agenciamiento, conexio-
nes que instalan circuitos. Rasgos mínimamente identitarios,
relaciones colectivas, pues donde hay paralelaje se establece un
agenciamiento.
La política así pensada se arroja fuera de toda metafísica
de la reconciliación y se coloca al interior de la vida, pasando a
ser su condición generativa. Este es el sentido de la política
como articulación de la equivalencia en una voluntad colectiva.
De esta esfera de sentido surgen las representaciones de «el
cemento orgánico unificador de un bloque histórico» (Gramsci).
A este interior, todo objeto se constituye en objeto de discurso.
Quede claro que no estamos hablando de la materialidad de un
Crítica de la Razón Mediática

solo antagonismo o de un puñado de contradicciones surgida de


un solo punto. Diferencia, inestabiidad y negación pueden pro-
ducir distintos devenires antagónicos y las cadenas de equivalen-
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

508 cias también pueden ser radicalmente distintas unas de otras,


afectando las identidades, creando derivas y perturbando la pro-
ducción de la política como espacio unificador.
Cuando una cadena de eventos rompe la cohesión hege-
mónica, Gramsci habla de crisis13 orgánica, que no es lo mismo
a decir una nueva hegemonía. Pero, las condiciones de posibili-
dad para la emergencia de nuevas formaciones discursivas surgi-
das de un campo surcado de antagonismos, pueden o no crista-
lizar hegemónicas.
En una coyuntura de crisis orgánica, se produce una cri-
sis generalizada de identidades sociales donde proliferan los
antagonismos y surge multiplicidad de puntos que sobredeter-
minan nuevos discursos, se aceleran y desaceleran procesos,
irrumpen devenires y se produce un debilitamiento generalizado
de las cadenas de equivalencias dominantes (crisis de representa-
ción, crisis del régimen de visibilidad de la mediática, por ejem-
plo). Todo el sistema relacional de la antigua hegemonía se des-
morona al no conseguir correspondencia para sus discursos en
la nueva hegemonía.
Las cadenas de equivalencias no ocurren en otros terre-
nos que no sean los reales: El barrio, la calle, la esquina, la fábri-
ca, la escuela, el club, las organizaciones sociales, etc. Una vasta
región dispersa de espacios que se cierran y abren en cada
momento produciendo campos semióticos de elementos flotan-
tes y en constante redefinición, tendencialmente relacionales en
una formación discursiva, al devenir en un bloque histórico. En
el devenir, éste adquiere de momento la frontera para la materia-

13 El término griego krisis es de origen médico e indicaba "una mutación


grave que sobreviene en una enfermedad para mejoría o empeoramiento",
Crítica de la Razón Mediática

pero también "el momento decisivo en un asunto de importancia". Su raíz


krino significa "cortar", "dividir", y también "elegir", "decidir", "juzgar" (que,
por extensión, se va asociar a "medir", "luchar", etc.) En todos los casos,
señala un momento de decisión crucial e irrevocable. La tradición jurídica clá-
sica se apropiaría del término para expresar "el momento en que se pronun-
Juan Barreto

cia una sentencia". E. J. Palti, Op. cit., p. 13.


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Sexta Parte / Ensayo II

lización en una formación histórica hegemónica que expulsa 509


fuera de sí toda inteligibilidad, todo exceso de sentido distinto
que lo subvierta.
Cabe recordar que la hegemonía es un tipo de relación
política dominante que no acepta su negación, aunque admite la
disputa sobre sus significantes, ya que es una forma heterogénea
fuerte que contiene a otras y decide los límites sobre otras for-
mas. Por ejemplo, las formaciones discursivas revolucionarias y
democráticas que someten al dominio existencial de sus ideas-
fuerza, a otras formaciones discursivas débiles, reconstructivas o
reificadoras de la opacidad general.14
Pensar siempre en aquello que está ausente, que aún es
opaco, es el camino a la unidad que siempre se retrae en la nece-
sidad de una construcción social contingente, a prácticas parcia-
les que articulan hegemonías. Aquí encontramos un punto de
partida para el resurgimiento de la figura pueblo. Se trata, en pri-
mer lugar, de una decisión teórica, o dicho de otro modo, de una
categoría política que viene de la tradición maquiavélica y no de
un dato estadístico de la estructura, como plantea Laclau. No es
un grupo dado o una población territorial, es un acto de instau-
ración constituyente de un actor como demanda de la pluralidad
concreta, formado de elementos heterogéneos cristalizados en
memorias y prácticas sedimentadas que suponen de suyo una
asimetría entre comunidad como lo uno, como totalidad sin fisu-
ras, y la plebe o pueblo pobre, el pueblo bajo de Maquiavelo.
Esta es una categoría construida como multiplicidad uni-
ficada sólo políticamente, es virtud y fortuna para el control del
mal, que se conjura por medio de técnicas para la conquista y
conservación del poder por parte de «una parte que es el todo»
(Laclau), como fuerza de la «parcialidad universal e histórica
Crítica de la Razón Mediática

dominante», de una hegemonía de las mayorías, parafraseando lo


que por hegemonía se entiende, en términos de A. Gramci:

14 J. Butler; E. Laclau y S. Žižek, Contingencia, Hegemonía y Universalidad, FCE.


Juan Barreto

México. 2004.
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Sexta Parte / Ensayo II

510 hegemonía democrática no sintética, no reconciliadora, que


niega cualquier gradualismo seductor de la política a administra-
ción. La política se construye como proyecto ético, a diferencia
de la política como centro de la decisión y el control.
La idea maquiavélica de democracia cotidiana, que es una
conquista civil (lo civil tenía en la época de Maquiavelo una dimen-
sión distinta –la política y el temor a la muerte como el comienzo
del Estado-, a la que interpretan los defensores de la autoprocla-
mada sociedad civil), es una idea recogida por Laclau, para, desde
allí, dar cuenta de mediaciones y choques de actores que constru-
yen ritualizaciones, discursos, prácticas, legitimidades: hegemonías
en un tiempo y en un espacio dado, es decir, en la construcción de
los juegos de lenguaje de un campo de delimitación.
Maquiavelo, en este sentido, refiriéndose a la política, la
figura como un enjambre de hombres en eterno conflicto. Un
tinglado de intereses cruzados por pasiones, historia y vida coti-
diana. Desde ese punto, Gramsci encuentra el lugar de la lucha
de clases, mientras que para el construccionismo liberal sólo se
trata del lugar del espacio público burgués. Más o menos con-
tractualista y neutra como la de Hobbes o Moro, y sus teorías
sobre el poderío del Estado, la dicotomía naturaleza-sociedad
civil (proyecto racional)15.
Entonces, para nosotros, no hay pensamiento político
neutral. Se trata, por un lado, de tomar partido por una corrien-
te epistemológica que construye un régimen de verdad propio y
emergente, y por otro, de asumir nuestra contradicción con las
corrientes que se asimilan a la noción de sociedad civil y que asu-
men al Estado como instrumento que debe ser conservado, o en
última instancia, renovado por etapas, por ejemplo, por medio
de la presión de la representación.
Crítica de la Razón Mediática

De ahí que reconozcamos la importancia de los aportes


de Gramsci, quien retoma la tradición maquiavélica para enten-
Juan Barreto

15 J. Beneyto, Historia y doctrinas políticas, Aguilar, Madrid, 1977.


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Sexta Parte / Ensayo II

der la República como la suerte de laberintos y trampas que hay 511


que sortear para que el Príncipe Moderno cambie la realidad. Ese
Príncipe, no es la casta, la clase o el pueblo, es el partido, una
mezcla de todo ello, inclinado hacia la clase. Este concepto, más
allá del partido como institución instrumental, como ensayo de
la organización contingente de una máquina de liberación del
deseo en una subjetividad general, nos sirve para pensar la
República a partir de una visión que entronca con Maquiavelo,
con su idea de pueblo como actor no subordinado, como expre-
sión en sí mismo de la política, no necesariamente articulado en
su cadena de identidades, sino solamente a la noción gramsciana
de partido.
Esta tradición intelectual es expresión de lo que Lenin
llamaría «la política dirigente», cuando se pregunta: ¿Quién diri-
ge? La política dirigente es la que crea la cadena de equivalencias.
O, con Gramsci, «la voluntad política del cuerpo y sus pasiones»
puestas en juego en el movimiento de transformación de lo
dado. Lo que, sin duda, expresa una concepción de la historia
como devenir que rompe con la causalidad y con cualquier deter-
minismo. Lo importante de esto, es que Gramsci logra la antro-
pomorfización mítica de la política en una figura imaginaria en
un sujeto histórico contingente contraído a lo real por la torsión
semiótica (en nuestros términos) del pensamiento y la voluntad
política colectiva.
Un sujeto concebido como una pasión consciente cons-
truye indefinidamente el espacio político en torno de una ética
práctica responsable; como una magnitud de fuerzas hecha
poder, una forma de integración de múltiples historias que con-
siguen crear condiciones de posibilidad para construir su propio
campo de delimitación (Foucault), demarcada por la capacidad
Crítica de la Razón Mediática

coyunturalmente articulada en la política de las identidades múl-


tiples y dispersas en prácticas que pueden ser recuperadas como
poder, más allá de la potencia: La hegemonía, o el momento
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

512 contingente de la equivalencia, la emergencia del rostro y el dis-


curso. El nuevo dispositivo de saber-poder. La lengua extranjera,
tan temida por los liberales de antes y de ahora.
Es decir, con Maquiavelo y Gramsci, se puede hablar de
producción de subjetividad política contingente desde una pro-
blemática suscrita a un espacio-tiempo y a una forma de conflic-
to que mueve a algunos agentes sociales a articular un cuerpo
común, para la construcción de un dispositivo de agenciamiento
simbólico de la multiplicidad de fuerzas, un discurso del mundo
cristalizado en un sistema de lectura y reconocimiento (se puede
construir la Fortuna, diría el florentino).
Se trata de momentos de devenir que organizan relacio-
nes y prácticas en un tinglado de distribución de fuerzas y mun-
dos de apariencias, que tornan efectiva la aparición de un sujeto
efímero o permanente, según sea el caso, en aparatos, leyes, actos
de habla, eventos, etc. Spinoza, en el Capítulo IV, «De la Ley
Divina», de su Tratado Lógico-político, se adelanta a Maquiavelo
y a Marx (su gran lector), planteando que la sociedad es un «esta-
do de la ley», «por lo cual individuos de una misma especie actú-
an de una misma forma».
Todo ocurre bajo un universo simbólico que confiere
sentido al dispositivo de un nuevo mito fundador: El pueblo,
Príncipe Moderno que legó Gramsci desde Maquiavelo, si lo lee-
mos en clave de Laclau, quien en su libro Hegemonía y estrate-
gia socialista postula la posibilidad de una radicalización de la
democracia desde una teoría de lo social «constituido discursiva-
mente» organizando la existencia material de los «hechos».
Teoría que no se reduce al lenguaje, sino que abarca el conjunto
de la vida humana social significativa, inseparablemente unida al
momento específico de la conformación material del «bloque
Crítica de la Razón Mediática

histórico», incluyendo la materialidad de las instituciones, prácti-


cas y producciones económicas, políticas y culturales (a lo que
Marx denomina también correspondencia, condicionamiento,
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

hilo conductor e interrelación). 513


Estos son espacios cruzados por diferencias y sede de
antagonismos nunca plenamente resueltos. En pocas palabras,
desde nuestro punto de vista, lo social es hoy, esencialmente
práctica política opaca de oportunidades siempre abiertas, en un
mundo globalizado marcado por la postdemocracia, es decir, la
«comercialización de la ciudadanía» como principio organizador
de la participación, en términos de C. Crouch. 16
El pueblo, el de una ciudadanía otra, es otro sentido y es
entendido por Laclau como «lenguaje y práctica» constituyentes
de lo real, es emergencia de sí mismo, lugar de la diferencia que
insurge para luego devenir hegemonías, es decir, un nuevo para-
je de registro, marca, estratificación, territorialización, efectua-
ción material y simbólica no suturable, pues él ya es sutura de lo
social. Dicho de otro modo, es fuerza que funciona accionando
tinglados de redes de dispositivos desde un multicentro de gra-
vedad de la existencia de distintas formas de existencia, produ-
ciendo subjetividad política que dispara fuerzas o líneas de deve-
nir de novedosos consensum gentium. Se trata, dice Laclau al
referirse al pueblo desde un lugar más allá de cualquier ontolo-
gía metafísica, de una materialidad concreta, pues es el momen-
to transparente, no representativo, es decir, el terreno constitu-
yente de otra subjetividad política.
En la tradición del Romanticismo que fundamenta algu-
nos valores y principios de la Modernidad, el antagonismo es
visto como la encarnación del mal. Pero para el discurso que
estamos compartiendo, el antagonismo es constitutivo, no sólo
de la política sino también de toda forma de convivencia social,
pues ésta es un espacio de reglas donde la regla principal es
ponerlas en cuestión, porque «no hay tablero ni piezas fijas y
Crítica de la Razón Mediática

hasta se puede patear el tablero» (Laclau). Romper las reglas es


un asunto de fuerzas en ejercicio en la constitución de una hege-
monía y no del orden de la construcción de acuerdos, toda vez
Juan Barreto

16 C. Crouch, Posdemocracia, Taurus, Madrid, 2004.


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Sexta Parte / Ensayo II

514 que, como sostiene Laclau, en el momento político predomina el


antagonismo sobre cualquier otra forma agonística del juego.
Aquí, el marco acordado para el consenso viene dado por
el límite del poder puesto en juego, por la distribución de las
fuerzas y sus tensiones. Hasta ahora, el mercado ha sido el gran
administrador del juego, subordinando la política al llamado con-
senso del mercado, en donde la ley del más fuerte es también
opacidad. Una nueva hegemonía significaría también, en este
sentido, una ruptura, nuevas reglas y además nuevas piezas en
otro tablero. Necesitamos de otro alfabeto que ponga algunas
cosas en su sitio (fundar otro lugar, diría Foucault).
Entre otras cosas, ese alfabeto que falta, nos dice del
lugar de efectuación simbólica del grupo mayoritario de la así lla-
mada sociedad civil y de sus dirigentes, es decir, a qué lógica de
sentido responden las funciones articuladas a representaciones,
valores, códigos, registros y lenguajes desde donde se sedimen-
tan los intereses básicos de lo civil. Vamos a insistir. La sociedad
de lo existente, lo civil como esfera de los ciudadanos idénticos
a sí mismos y la opinión pública responsable, va de la mano de
los medios y sus operadores.
Estos son algunos de los registros afectados por la irrup-
ción de la subjetividad política emergente del poder constituyente,
por la existencia política de sujetos colectivos instituyéndose como
pueblo. Pero, precisemos. El pueblo no es un objeto apriorístico,
es estado de fuerzas: nominación y contingencia, singularidades
múltiples, formas sociales fluctuantes y reales que se constituyen
políticamente como hegemonía, como lazo afectivo-simbólico,
desde la fabulación de sí mismo y sus nuevas rostricidades emer-
gentes. Es decir, fuerzas que se materialicen en la fisicalidad de
prácticas individuales y colectivas, e incluso en liderazgos, como
Crítica de la Razón Mediática

expresión de la totalidad parcial hegemónica, en la fisicidad de una


voz y un discurso que contiene múltiples voces y múltiples discur-
sos, más allá de cualquier teleología kantiana o hegeliana.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

Compartimos con Laclau que el paso de una hegemonía 515


a otra diferente involucra un salto, una ruptura total en lo políti-
co y un quiebre en el régimen de sentido, así como un acto ético
emergente subversivo. Así, el pueblo es emergencia activa y pala-
bra transgresiva en una nueva equivalencia articuladora de una
pluralidad articulada y constitutiva, que no tiene su fuente en
nada externo a sí mismo. Nosotros agregamos que es el momen-
to del salto cuántico, la realización de la potencia que se hace
poder constituyente.
Laclau refiere a las condiciones históricas «que hacen
posible la emergencia y expansión de las identidades populares»,
e insiste en la multiplicación de demandas sociales cuya hetero-
geneidad es conducida a ciertas formas de unidad, por medio de
formas políticas equivalentes distintas a las formas de valoriza-
ción del mercado y de su régimen de sentido. El pueblo no es un
objeto puro del cambio, es equivalencia política, no identidad
metafísica. Por eso el secreto de la política consiste en construir
subjetividades políticas, en romper con la homogeneización
social del gobierno del capital, pues la política no es determinis-
mo, es lucha y resistencia, liberación de prácticas que resisten al
gobierno del capital globalizado. Es acto de construcción de una
voluntad de poder, en el sentido nietzscheano.17
Al igual que Negri, Laclau entiende al capitalismo como
red extensiva de relaciones no cerradas, gobernadas por la mer-
cancía como forma básica no puramente económica, sino como
complejo de lógicas y estrategias, situaciones y movimientos

17 "En ese estadio, en esa tensión, se disuelven al afuera y el adentro. La


tensión hacía el límite (emancipación), no tiene límites, limitaciones, salvo
las de la propia tensión. Por eso la potencia nunca se realiza, no se materi-
Crítica de la Razón Mediática

liza en cosa, es siempre devenir inacabado. Autónomo, en tanto tensión


hacia, porque sólo depende de sí. La potencia se expande en la medida que
se componen y crean relaciones -que son manifestaciones de la potencia-
emancipatorias. Es lo único a lo que podemos llamar poder, y depende sólo
y únicamente de sí mismo. Potenciar, intensificar, es entonces profundizar
la trama de relaciones procurando evitar que se congelen en formas de
Juan Barreto

dominación". R. Zibechi, Op. cit., p. 29.


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Sexta Parte / Ensayo II

516 hegemónicos y autónomos de discursos y lenguajes contentivos


del dominio y sus consensos, en donde todo se articula a «las
diversas posiciones subjetivas de los actores sociales en una
gama limitada de variación horizontal». Pero, a diferencia de
Negri, define al pueblo desde y más allá de la multitud, es decir,
desde la política como límite, como configuración singular de la
potencia ético-política del cuerpo en su devenir.
El pueblo, para Laclau, no puede darse por sentado, es
construcción histórica que necesita de líneas simbólicas de deli-
mitación real, para la identificación del enemigo (no identidad
con él) como unidad no equivalente, para establecer la necesaria
ruptura con lo mismo, «lo que está al otro lado», el enemigo
actuando como dispositivo de enunciación y simbolización, es
decir, como productor de una parte antagónica.
Desde luego, tales planteamientos nada tienen que ver con
la política y con la democracia entendidas y ejercidas como con-
junto de técnicas de gestión de los cuerpos individuales y colecti-
vos para ponerlos en orden al orden, ni con las luchas por el
poder, con la construcción de consensos o la negociación de inte-
reses, sino precisamente con la interrupción de ese orden y de ese
poder, con lo que pone en cuestión la normalidad de funciona-
miento de la política, de la democracia consensual, sin demos y,
por ende, de su auto-representación como gobierno del pueblo.
Por ello, ofrecen valiosas pistas para responder a las pre-
guntas ¿Qué pasa cuando se desatan las palabras ajenas al orden?
¿Cuando los sin parte y sin palabra irrumpen trastornando lo que
llamamos democracia y política? En el caso de los legitimados
portadores del discurso político y los voceros de la sociedad civil,
pasa que no sólo rompen su imaginario vínculo con la parte que
no se deja representar, sino que fabrican esta parte como “lo sal-
Crítica de la Razón Mediática

vaje” incapaz de palabra política y de acción política.


Precisamente, cuando la incapacidad está del lado de quienes no
pueden reconocer que tal irrupción es, al mismo tiempo, la inte-
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

rrupción de la política y la democracia reducidas a la fabricación 517


de consensos y a la gestión y negociación de intereses, entre otros.
Con la irrupción de los cuerpos sin parte y sin palabra en
la escena pública, trastornando lo que llamamos democracia y
política, aparece el litigio fundamental por el que hay política y
hay democracia: el litigio por la parte de los sin parte y sin cuen-
ta. Es el litigio el que, como muestra Rancière18, introduce el pue-
blo como modo de subjetivación política, es decir, la inscripción
polémica del desacuerdo que introduce el pueblo poniendo en
cuestión el funcionamiento de los aparatos policiales estatales y
civiles, e instituyendo a la comunidad política como “comunidad”
de lo justo y de lo injusto. Rancière nos dice, al respecto:
… es a través de la existencia de esta parte de los sin parte (los
pobres antiguos, el tercer estado, el proletariado moderno), de esa
nada que es todo, que la comunidad existe como comunidad políti-
ca, es decir dividida por un litigio fundamental, por un litigio que se
refiere a la cuenta de sus partes antes incluso de referirse a sus “dere-
chos”. El pueblo no es una clase entre otras. Es la clase de la distor-
sión que perjudica a la comunidad y la instituye como “comunidad”
de lo justo y de lo injusto
… La política existe cuando el orden natural de la dominación es
interrumpida por la institución de una parte de los que no tienen
parte. Esta institución es el todo de la política como forma de vín-
culo. La misma define lo común de la comunidad como comunidad
política, es decir, dividida, fundada sobre una distorsión, que escapa
a la aritmética de los intercambios y las reparaciones. Al margen de
esta institución no hay política. No hay más que el orden de la domi-
nación o el desorden de la revuelta.19
Lo que Rancière nos da a pensar es que la condición de
posibilidad de la política y de la democracia, es el hecho de que
la multitud múltiple de sujetos sin propiedades y sin esencias se
instituyen como pueblo recurriendo, para hacer valer su existen-
Crítica de la Razón Mediática

cia política a su única propiedad: la libertad. Precisamente es


esta condición lo que hace de la política «un tipo de acción para-

18 J. Rancière. El desacuerdo. Política y filosofía, Nueva Visión, Buenos Aires, 1996.


Juan Barreto

19 Ibíd, pp. 18 y 25-26


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Sexta Parte / Ensayo II

518 dójica» y el tiempo de una ruptura específica con la lógica del


arkhé, es decir, un más allá de la lógica binaria del poder expre-
sada en «quién lo ejerce y quién lo sufre».
Y así como la democracia -instituida por el pueblo, el
demos- es la lógica de sentido de la política, el pueblo no es,
coincidiendo con Laclau, «un conjunto de miembros» de la
comunidad, clase o población cualquiera, es sujeto político que
deviene tal cuando aparece la cuenta de los incontados, la parte
y la palabra de los sin parte y sin palabra, interrumpiendo la natu-
ralidad de la democracia sin demos, el orden de la dominación.
Así pues, cuando la sociedad civil cuenta la totalidad de la comu-
nidad, el pueblo es otro cuento y otra cuenta.
La política, así pensada, es línea de fuga y visibilidad de
otro contenido que concurre al trazado de la articulación de la
diferencia por estrategia de plano de consistencia, en donde las
partes sociales, en tanto que diferencias evanescentes, reconocen
su existencia política y la hacen valer en la comunicación del des-
acuerdo referido a los sentidos del bien y de lo justo. Por eso, la
acción política «es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le
estaba asignado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que
no tenía razón para ser visto, hace escuchar un discurso allí
donde sólo el ruido tenía lugar, hace escuchar como discurso lo
que no era escuchado más que como ruido»20.
De ahí que la política es antagónica a la homogeneidad de
lo uno, cuyo principio es la opacidad de un régimen que actúa
por negación de ese litigio fundamental que no refiere a ningún
conflicto de intereses entre las partes ya dadas, sino a la cuenta
misma de las partes; que tampoco alude a una discusión entre
interlocutores sino a las formas de confrontación de la lógica de
la gestión de los cuerpos, funciones y lugares, desde la lógica
Crítica de la Razón Mediática

política de la igualdad que introducen los sujetos cuando su


acción desajusta toda representación de los lugares asignados.
Juan Barreto

20 Ibid., p. 45.
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Sexta Parte / Ensayo II

Llegados a este punto, podemos sostener que, hoy, la 519


tarea de repensar la política y la democracia implica liberarse de
las ideas de política y democracia asociadas a la circularidad de la
lógica consensual, el modelo del “contrato social” y la determi-
nación del pueblo fijado como identidad en sí - que, a fin de
cuentas responden a la lógica de lo Uno21 expresada en la pre-
tensión de lograr una comunidad idéntica a sí misma-, para asu-
mir apuestas primordiales como aquellas a las que invita
Rancière. Veamos en qué sentido.
En primer lugar, es preciso dejar de pensar la democracia
como un régimen parlamentario, un Estado de derecho, o un
estado de lo social basado en el individuo o en las masas, para
pensarla como «el tipo de comunidad» que se instituye por la
aparición, en el campo de la experiencia, de un visible que modi-
fica el régimen de lo visible: el pueblo. Pero se trata de un pue-
blo singular, no identificable por propiedades étnicas, ni con

21 "Badiou anuncia así el tema de una nueva obra, Ser, aparecer, verdades
(…). De todos modos, lo que Badiou señala aquí es una aporía inherente a su
modelo que ninguna reelaboración subsiguiente podría resolver: el Ultra-
Uno, lo que media entre sí y el vacío y hace advenir al Ser al acontecimiento,
no es algo definible dentro de dicho modelo, tornando así indecible la distin-
ción entre acontecimiento y seudoacontecimiento (como señala Laclau, "la
distinción entre Verdad y simulacro no puede, en definitiva, formularse por-
que no tiene lugar de enunciación dentro del sistema de Badiou"). El Ultra-
Uno es, en última instancia, sólo el nombre puesto a un problema, un índice
dirigido a aquello que el sistema de Badiou presupone pero no puede pensar-
se desde el interior de sus marcos (en sus palabras, se trata de una "inversión",
es decir, "una paradoja convertida en un concepto"). Y es en él también que
dicho sistema revela su sentido último. Esto se expresa en la presencia implí-
cita, pero nunca articulada, de una segunda torsión en su modelo. En efecto,
tras las fisuras del concepto de Ultra-Uno, es decir, tras lo que llama "la
segunda de las paradoja de la acción" (la de un acontecimiento a sí mismo),
que genera la primera torsión, subyace una segunda torsión que indica la
Crítica de la Razón Mediática

autorreferencialidad acontecimiento que se engendra a sí mismo), que gene-


ra la primera torsión, subyace una segunda torsión que indica la autorreferen-
cialidad acontecimiento desplegada del sujeto. "Por una suerte de inversión
de las categorías de las categorías, yo ubicaría al sujeto del lado del Ultra-Uno
-pese que él mismo sea el trayecto de múltiples (las indagaciones-), el vacío
del lado del ser, y la verdad del lado de lo indiscernible". E. J. Palti, Op. cit., p.
190. La obra de Badiou a la cual refiere Palti es Breve tratado de ontología transi-
Juan Barreto

toria, Gedisa, Barcelona, 2002.


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Sexta Parte / Ensayo II

520 partes de la sociedad o de la población, o con la totalidad de


ellas, sino de un pueblo que se hace de y con sujetos flotantes y
plurales, quienes desajustan cualquier representación de las par-
tes, los lugares y las funciones. Un pueblo que introduce el liti-
gio fundamental por el que hay política y hay democracia: el liti-
gio por la cuenta de los sin parte y sin cuenta, por la voz de los
sin voz. 22
En segundo lugar, es necesario dejar de pensar la demo-
cracia como un «modo o régimen de vida social», para pensarla
como «la institución de la política misma, el sistema de formas
de subjetivación por las cuales resulta cuestionado y devuelto a
su contingencia, todo orden de la distribución de los cuerpos en
funciones correspondientes a su <naturaleza> y en lugares
correspondientes a sus funciones»23.
En tercer lugar, frente a la conjunción, característica de
las posdemocracias, entre la auto-representación del sistema

22 Sobre este asunto, una importante contribución es la hecha por E. J. Palti,


en los siguientes términos: "En efecto, el derecho de insurrección o de resis-
tencia a la opresión, en que el carácter del ciudadano de subjetum de la Ley
viene a condensarse, es, al mismo tiempo, fundamental y destructivo de todo
ordenamiento jurídico-político. En principio, la constitución de un orden tal
supone la renuncia al ejercicio de tal derecho (puesto que, de lo contrario, nos
encontraríamos aún en el estado de naturaleza). Sólo así puede el ciudadano
subsecuentemente ser soberano de sí. Pero una vez que renunció a dicho dere-
cho, deja, obviamente, de ser soberano, con lo que (además de ser contradic-
torio) todo el orden jurídico, fundado ahora en una soberanía ya inexistente,
se vería también privado de su base de legitimidad. En definitiva, la existencia
de un orden republicano supone el ejercicio permanente de ese mismo dere-
cho soberano que lo hace al mismo tiempo imposible. El derecho de insurrec-
ción (la democracia) es la condición de posibilidad imposibilidad de lo políti-
co, su límite último. La llamada tradición liberal no es más que la historia de
los distintos modos de articular esta aporía, rodear este vacío constitutivo de
lo político sin poder nunca llenarlo. Su presupuesto implícito (el derecho de
insurrección) es también lo indecible dentro de su forma particular de discur-
Crítica de la Razón Mediática

so. De allí que en la tradición liberal las paradojas relativas a la soberanía popu-
lar se vean obturadas en el nivel de la Ley en tanto que índice que revelan su
aporética intrínseca, es decir, como constitutivas de sus mismos conceptos,
para reducirse a cuestiones de lo que en la teoría legal se denomina adjudica-
tivo (la aplicabilidad de una norma general a un caso particular), esto es, a
aspecto conflictivos". Op. cit., p. 137.
Juan Barreto

23 J. Rancière, Op. cit., p. 128.


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Sexta Parte / Ensayo II

consensual como el mundo del derecho, la proliferación mediá- 521


tica de lo visible y el balance continuo de las opiniones encues-
tadas -en la que el pueblo aparece reducido a formas estadísticas,
es decir, convertido en igual a la suma de sus partes descompues-
tas en categorías socio-profesionales, o de otro tipo-, donde
nada puede ocurrir en nombre del pueblo, es impostergable pen-
sar que:
…la política existe allí donde la cuenta de las partes y fracciones de la
sociedad es perturbada por la inscripción de una parte de los sin
parte. Comienza cuando la igualdad de cualquiera con cualquiera se
inscribe como libertad del pueblo. La libertad del pueblo es una pro-
piedad vacía, una propiedad impropia, por la cual aquellos que no son
nada postulan su colectivo como idéntico al todo de la comunidad.24

Finalmente, a contracorriente de los enfoques que postu-


lan la existencia de la política como «comunidad consensual de
intereses que se conjugan», o «actualización de la esencia común
de lo que nos es dado en-común», es preciso sostener que:
La comunidad política es una comunidad de interrupciones, de frac-
turas, puntuales y locales, por las cuales la lógica igualitaria separa a
la comunidad policial [de la política como gestión] de sí misma. Es
una comunidad de mundos de comunidad que son intervalos de sub-
jetivación: intervalos construidos entre identidades, entre lugares y
posiciones. El ser-juntos político es un ser-entre: entre identidades,
entre mundos… Esta puesta en común supone la construcción de
vínculos que unen lo dado a lo no dado, lo propio a lo impropio. Es
una construcción donde la común humanidad se incrementa, se
manifiesta y surte efecto.25
Esta manera de plantear la trilogía política-democracia-
pueblo, nos ubica, sin duda en importantes aportes asociados a
la tarea esencial de la refundación del pensamiento político y sus
posibles consecuencias prácticas. Con Laclau, asumimos que
Crítica de la Razón Mediática

esta tarea consiste en restablecer la intrínseca vinculación entre


pueblo y democracia, desde la cual poder crear las condiciones

24 Ibid., p.153.
Juan Barreto

25 Ibid., pp.170-171
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Sexta Parte / Ensayo II

522 para que la puesta en escena de la multitud con sus múltiples


cuerpos devenga pueblo en la configuración de su propio espa-
cio de realización como proyecto político. El fin de la política o
su retorno, depende de ello.
En tal sentido, al formular la apuesta por la distopía de
las multitudes, no podemos dejar de lado la cuestión decisiva: La
irrupción del pueblo entendido como un modo de subjetivación
política por el que se introduce ese litigio fundamental, ese des-
acuerdo que hace tambalear el normal funcionamiento de los
aparatos estatales y civiles policiales.
Porque esta irrupción es la línea de fuga al biopoder capi-
talista, que nos hace falta para saltar el límite de las heredadas
figuras políticas de pueblo: «no el Pueblo mayúsculo de la
Nación por fin idéntica a sí misma (…) ni el Pueblo mayúsculo
de la revolución triunfante». Pero tampoco el pueblo de las imá-
genes que lo construyen como «población calculada y calculable»
identificada y organizada conforme a criterios sociales, económi-
cos o culturales, desde los cuales el pueblo se divide «en profe-
siones, clases de edad, niveles de ingreso, creencias religiosas,
identidades culturales hábitos de consumo, opiniones políticas,
necesidades de salud o de educación, intención de voto, etc.».
Imágenes, unas y otras, productos del delirio malo, dice
Larrosa.26
Asumimos, pues, una concepción de pueblo que implica
romper con la comunidad hobbesiana, como sociedad civil, atra-
vesada por la incapacidad fundamental de construcción de una
voluntad política, toda vez que es pura representación consagrada
como único ejercicio político y, por ende, negadora de la potencia
como fuente de las decisiones irreductibles e intransferibles.
Una concepción que, igualmente, comporta resistir al dis-
Crítica de la Razón Mediática

curso de la razón técnica en el cual la política se subordina a las


posibilidades de realización de una gestión administrada. La apa-

26 J. Larrosa. "Inventar un pueblo que falta", en su libro Entre las Lenguas.


Juan Barreto

Lenguaje y educación después de Babel, Laertes, Barcelona, 2003, pp. 274-275.


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Sexta Parte / Ensayo II

tía política del burócrata, por ejemplo, expresión de esta raciona- 523
lidad, es de suyo una toma de partido por lo existente, una ética
weberiana de la responsabilidad, minima moralia, y operación de
una ideología que se presenta a sí misma gobernando las prácti-
cas de la vida cotidiana, por medio de un posicionamiento pre-
tendidamente profesional y no ideológico.
Recordemos a C. Schmitt en El concepto de lo político,
y en Legalidad y legitimidad, donde arguye que la política es una
lógica amigo-enemigo. Por eso, el pueblo no es universal, razón
por la cual discutir sobre la constitución del pueblo es establecer-
se en una toma de partido, en cada uno de sus momentos y en la
constitución del devenir de sus prácticas. Esto supone de suyo
una ruptura completa con el régimen de opinión que controla el
deseo, tal cual lo plantea Žižek, régimen en el cual la felicidad ya
no pertenece al orden de la verdad sino al de la opinión, lo que
significaría que ser feliz es más o menos igual a consumir masi-
vamente algo con lo que estamos o no de acuerdo.
Salir del estado de postración seductora de la postpolíti-
ca y su característica «interpasividad acelerada extrema del indi-
viduo, en cambios que nada cambian» (Žižek), nos obliga a rom-
per el oportunismo del historicismo evolutivo tanto en la prácti-
ca política como en el mundo de la teoría y, por torsión o ejerci-
cio de la voluntad, crear los momentos de quiebre y de ruptura.
Nada de esperar. Nada llega o viene dado. Hay que hacer estallar
al capital y sus lógicas desde la explosión increíble del poder de
la potencia constituyente de la democracia de base. Dicho así, el
poder constituyente de la multitud corporeizado en el pueblo
como su límite político.
Lenin lo sabía: «La revolución sólo puede ser autorizada
sino por si misma». Nada es prematuro ni tiene hora adecuada
Crítica de la Razón Mediática

para una cita con la historia, el acontecimiento se crea en la con-


tingencia del cuerpo múltiple de la multitud y su condición de
devenir límite de sí misma, su devenir pueblo. Es decir, las con-
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

524 diciones del pueblo en tanto decisión y construcción son crea-


ción de sí mismo. De ahí que, siguiendo a Žižek, sea vital «una
nueva forma de recuperación y politización socializada de la
política».
Esto es una necesidad del pensamiento político para
lograr un lenguaje común entre las multitudes y al interior de él
mismo, pues la política no es tal sin un sistema de traducción
y un régimen de interpretación y enunciación, y además, para
poder comprender lo que se ha vuelto o no obsoleto en las
prácticas y en los conceptos. Más aún cuando se trata de una
constitución deconstructiva desde lo político que actúa como
articulación contingente de la diferencia y la equivalencia, ope-
rando como virus descompensador de distintos campos y sus
lógicas, desmontando allí, dentro del movimiento expansivo
del capitalismo globalizado, relaciones como las que instaura el
dinero.
Esta constitución deconstructiva, lo es también del con-
senso esperado por la teoría liberal burguesa o por el sueño
reformista que pretende “el gobierno de todos”, como cancela-
ción del conflicto, propia de la política. Desde los tiempos de
Maquiavelo, tal constitución cruza toda la tradición revoluciona-
ria del pensamiento cívico-republicano, en oposición a cualquier
refundación de la política como expresión de cualquier forma de
metafísica.
En esta tradición, la tensión existente entre el momento
político de la representación y la acción directamente democrá-
tica se resuelve en un juego de asimetría e identidades traducto-
ras, donde el poder delegado en el representante es sólo un ins-
tante y debe volver cuanto antes, intacto a la actividad inmedia-
ta y contingente del pueblo, pensado como ejercicio de su pro-
Crítica de la Razón Mediática

pia hegemonía. Porque si la construcción política de las equiva-


lencias es absorbida completamente por el marco institucional
de la representación, se rompe la cadena de equivalencias, cesa la
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 525

Sexta Parte / Ensayo II

heterogeneidad social del antagonismo (la base del conflicto) y 525


sólo quedan diferencias susceptibles de ser negociadas en el
acuerdo. Entonces, el pueblo se disuelve en la instauración del
nuevo sistema de exclusiones y también cesa su existencia. Es
abolido por el régimen de la administración de los hombres y de
las cosas, como dijera Marx.
Si, por el contrario, se asume la diferencia como base de
la constitución del pueblo y de las equivalencias, distribuyendo el
conflicto político en la sociedad toda, entonces la construcción
de cualquier hegemonía inclinará el equilibrio inestable que habi-
ta toda representación a favor de la subjetividad de la participa-
ción protagónica y las decisiones serán conflicto-consenso en el
devenir acontecimiento de un sujeto. La proliferación de puntos
de conflicto y los nuevos antagonismos conseguirán una relación
de correspondencia traductora en la expansión horizontal de la
política de las equivalencias en un lenguaje que articula simbóli-
camente las demandas a favor del afianzamiento de la nueva
hegemonía.
Este es el desafío intelectual actual más importante a la
luz de los acontecimientos vividos y por venir al interior de la
subjetividad política, es el reto de cualquier saber impugnador, a
la hora de pensar la democracia de las multitudes, el pueblo y los
sujetos. Porque se trata del momento compartido de realización
de la potencia, en que el poder pasa a ser pura apariencia y no
ejercicio de la fuerza, ahora igualmente distribuida en otro des-
pliegue del poder, lo que implica la eliminación de toda opacidad
por efecto del poder libremente asumido y emancipado de todo
monopolio de la fuerza, por la intervención hegemónica del pue-
blo y su voluntad política colectiva contenida en la libre solidari-
dad con las prácticas significativas (Laclau) que van surgiendo. A
Crítica de la Razón Mediática

esto llama Laclau, convocando a Marx y a Gramsci, realización


del proyecto emancipatorio.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo II

526 Si esto se lograra, podríamos gritar con los comuneros de


París, del 18 de marzo de 1871: «Viva la Comuna, viva la
República Social». ¿Podrán estos nuevos lugares, como en las
antiguas Comunas de Francia, o en los Consejos Comunales sur-
gidos a lo largo de decenas de luchas en todo el mundo, llamar-
se también, como fueron originalmente designados: Amistad?27.
Crítica de la Razón Mediática

27 Véase Jules Michelet: El Pueblo, Fondo de Cultura Económica, México,


Juan Barreto

2005.
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 527

III 527

EL FINAL DE LA MOSCA:
LA TELA ARÁCNIDA AL HILO
DEL CUERPO-POTENCIA

El cuerpo y el alma son una sola y la misma


cosa. Pero nadie, hasta ahora, ha determinado
lo que puede un cuerpo.

B. Spinoza.

La ética del poder constituyente,


como forma política de la distopía, se encarna ella
también en la relación de la potencia
y de la multitud. Es una ética abierta,
que comprende inmediatamente las singularidades
en las condiciones de realización de la multitud
y su potencia. El ser ético persigue
en las singularidades el imposible cometido
de realizar la sustancia de la distopía.

T. Negri.

ste ensayo nace del desconcierto que produce Derrida en


e su libro Aporías. La plurivocalidad a la que convoca con-
duce a un camino que ha de ser encontrado. ¿Es posible la impo-
sibilidad, ir más allá de la muerte, es posible tener como propó-
Crítica de la Razón Mediática

sito un despropósito? Es entonces también un capítulo-agrade-


cimiento (agrado del ser) por darnos sus claves en marca escrita,
pues como afirma en Memorias para Paul de Man, «la buena
memoria es escritura».
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 528

Sexta Parte / Ensayo III

528 Después de todo, como habrá atrapado el caro lector en


su cuerpo, ya sabrá que este libro es sobre el cuerpo como acon-
tecimiento, como afecto y mezcla1. El cuerpo no es un dispara-
te, una entelequia. Es un campo de sustancias que se mezclan,
afectan y transforman en el devenir del acontecimiento. Es un
devenir-condiciones. Cuerpo orgánico-cuerpo sin órganos,
plano de consistencia de la sustancia producida como multitud
extensiva. Por eso no hay un cuerpo, el cuerpo son muchos cuer-
pos, es multiplicidad. Es saber, poder, subjetividad y desde estas
tres dimensiones, lenguaje-poder, campo de fuerzas, cuarta
dimensión que infiltra a otras nuevas. Es infinita textura de espe-
jos y espesores.
El cuerpo es contradicción y lucha, cuerpo que transita
una época, que excluye o es excluido, que soporta dolor y suda,
que siente frío, calor, alegría y rabia y a decir de Vallejos, «almuer-
za y después se peina». El cuerpo está cruzado por manías y
mentalizaciones, acotado por determinaciones, hecho a la medi-
da de diagramas por líneas de captura y de fuga de múltiples
direcciones, y por fuerzas contradictorias, incluso emancipato-
rias que retornan al cuerpo sobre sí mismo.
Finalmente, hay que decirlo, es cuerpo de la sexualidad y
sus tensores en todos sus giros y estrategias. Cuerpo hermeneu-
ta de los signos intersticiales y enjambre de complejos campos
gravitatorios. Y, en otro nivel de realidad, en otro plano de con-

1 "¿Por qué los cuerpos han sido siempre lugares tan estratégicos en las accio-
nes biopolíticas? Han cambiado las significaciones imaginarias que cada época
ha construido en relación a los cuerpos. Diferentes han sido los discursos y
las prácticas, mitos y los regímenes de verdad en relación a ellos. Pero siem-
pre se ha dicho qué tienen que hacer, dónde y cómo tienen que estar los cuer-
pos. Estos han obedecido, acatado, pero también resistido, transgredido, esta-
Crítica de la Razón Mediática

blecido líneas de fuga en relación a las prescripciones. El "se" es intencional,


refiere a las formas anónimas pero eficaces que han distinguido para cada
época -y dentro de ella, para cada clase social, género sexual, clase etaria,
etnia- lo permitido, lo prohibido, lo bello, lo feo, la sano, la enfermo. Cada
cuerpo lleva esas marcas o, para ser más exacta, cada cuerpo se produce y
reproduce en el complejo anillado de múltiples marcas. Marcas deseantes,
pero también históricas-social; biológicas pero también políticas, pulsionales
Juan Barreto

pero también de lenguaje". A. M. Fernández, Op. cit., p. 248.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 529

Sexta Parte / Ensayo III

sistencia, también argonauta de campos electromagnéticos de 529


nubes y nubarrones de energía. Cuerpo de la respiración y del
secreto microscópico del átomo.
Hay que desmitologizar al cuerpo para que renazcan
otras ontologías y más aún a ese cuerpo singular en sus multipli-
cidades que es cuerpo humano. Lugar de esfuerzo titánico que
se sacude por construir una potencia idéntica a la vida, desde una
ética política, una práctica; substancia del pensamiento que a
veces, por lo demás, parece extraño a las actuales formas de exis-
tencia. Instalarse en el cuerpo, en sus partes malditas (Durand),
en sus fisuras y en sus mezclas y, desde allí, reconocer sus ritos y
su genealogía, es la base de una nueva epistemología que com-
prende la lectura de sus prótesis. El cuerpo, así entendido, se
expande desde sí mismo en otro cuerpo: el cuerpo social, desde
el deseo, la producción, el consumo y hasta las nuevas tecnolo-
gías informáticas2. Hay que tener cuidado con la “ingenuidad
militante” (¿o cinismo petulante?) que se extravía en “la moda
del ver” sin entender nada del cuerpo. Por ejemplo lo discursos
optimistas de los nuevos gurúes, adoradores de La TV-interacti-
va y todo el campo de sobre-pliegue de la hipermedia digital,
apostadores sin remedio al candor encantado de “las nuevas
posibilidades” que se abren desde la mueca tecnológica.
Entrar en la subjetividad espesa y oscura que hace la vida,
es un camino para efectuar el necesario exorcismo que evita
entrar en máquina, o en todo caso comprender las múltiples
entradas y sus posibilidades.

2 "Sin dudas los cuerpos, como procesos maquínicos, no pueden reducirse


Crítica de la Razón Mediática

a los lenguajes que gritan o balbucean. El cuerpo, en la clínica psicoanalítica,


es el cuerpo productor de síntomas, ya sea como falla de la imagen narcisista
de completad, en la neurosis, ya sea como manifestación abrupta de objeto
parcial sin constitución del sujeto, en la psicosis. Pero ¿en qué lenguaje incom-
prensible nos hablan los cuerpos violentos y violentadores de los excluidos-
expulsados sociales, los cuerpos bizarros de la locura, los cuerpos saturados
de las "adicciones", los cuerpos privados de las anorexias, los cuerpos descla-
Juan Barreto

sados del hampa y el hambre." A. M. Fernández. Op. cit., p. 248.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 530

Sexta Parte / Ensayo III

530 Esta visión se asegura una toma de distancia aséptica con


respecto al bios que crea una vida integral, hecha de necesidades
y deseos singulares y sus formas materializadas de realización
(cambios de cuerpo), que en las telecomunicaciones y la tecno-
información, se hacen inmateriales en cuanto a un general inte-
lect de la sociedad mundo, ya previsto por Marx, más allá del
Estado (absurdidad ilógica en el hiperespacio).
Se trata de un universo desarrollándose en redes multidi-
mensionales, hasta constituir en el futuro actual la totalidad de
la circulación y la producción como proliferación de signos que
crean nuevos campos de lucha entre distintas subjetividades3.
Estas confrontaciones crean campos y operaciones que se dispu-
tan la apropiación de los bienes inmateriales producidos por el
capital en su nueva forma comunicación-información, actuando
como totalidad del capitalismo mundial integrado, como gusta
decir a F. Guattari.
Desde el momento en el que la civilización controló el
fuego, el cambio tecnológico ha sido el motor, “el angel extermi-
nador”, el Hermes maldito, dispuesto a anunciar la irrupción de
nuevas fuerzas destructoras y desintegradoras, a partir de la cre-
ación e integración del futuro del mundo. El impacto tecnológi-
co ha logrado en el pasado reconfigurar el mapa social de clases
y todo el paisaje material de la vida humana como ontología. De
manera que el dispositivo tecnológico es siempre máquina de
destrucción creativa.
Precisemos. El dispositivo tecnológico es una red de
estratrificación y desestratificación, de pliegue y repliegue, en
un mismo movimiento, que reconfigura la distribución de
fuerzas como materialización de momentos que se expresan
como efecto de superficie, como nuevas prácticas y formas
Crítica de la Razón Mediática

hegemónicas que en sus contradicciones y fracturas molares,


reafirman el poder y la dominación. Pero que, en sus fracturas,
también introducen de alguna forma la posibilidad de reapro-
3 Al respecto, recomendamos sin reservas la lectura del libro de T. Negri y
Juan Barreto

F. Guattari, Las Verdades Nómadas, Akal, Madrid, 1999.


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Sexta Parte / Ensayo III

piación del trabajo por sí mismo y la creación de nuevos dis- 531


positivos de apropiación de memorias y saberes, antes mitifi-
cados por la fragmentación, la jerarquía y la división tecno-
política del trabajo. Las rupturas institucionales asociadas a
tales cambios son evidentes y de ello da cuenta la narrativa que
llamamos historia, por lo que no hay que abundar demasiado
en demostraciones.
El capital actúa, entonces, como estrategia organizado-
ra de sí mismo, más que como producción y circulación, pues
éstas no son más que la evidencia de su propia existencia sepa-
rada de la vida, tal cual lo demuestra la Teoría Crítica, al anun-
ciar la aparición de una nueva racionalidad: la razón
Instrumental, en donde los imperativos sistémicos de conser-
vación separan los medios de los fines para los cuales fueron
creados.
La lógica o razón burocrática denunciada también por
M. Weber, presente en todo momento de lo real, como excres-
cencia de la nueva racionalidad, también sufre hoy un nuevo
momento de perfeccionamiento y readecuación: entra en
máquina con lo social, especializando la dominación como
forma de control del tiempo y sus operaciones sobre el cuerpo.
Ello supone que, además de acelerar el modo de acumular
riquezas, el nuevo momento también perfecciona y afina los
aparatos de acumulación y distribución de saberes y destrezas
asociadas a nuevos grupos sociales a veces fragmentarios y efí-
meros, otras veces permanentes, impactando también en la
composición de clase, en su subjetividad y en sus prácticas.
Este dispositivo de totalización actúa borrando diferencias
y aboliendo distancias entre vida pública y privada, vida social y
vida individual, adentro y afuera de los procesos de subjetivación.
Crítica de la Razón Mediática

Asimismo, organizando y desestructurando los mercados por


impacto del dispositivo comunicación-información y sus múltiples
agenciamientos de desterritorialización y reterritorialización.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

532 El capital-comunicación se impone organizando el tráfi-


co del tiempo libre, el mercado del gusto y el consumo en todas
sus formas, estimulando el consumo de la materialidad inmate-
rial que articula la solución del deseo, e interviniendo todas las
destrezas de la existencia humana, cruzando al cuerpo y la cor-
poreidad creadora de la máquina deseante. Organizando, diría
Foucault, «el uso de los placeres», desterritorializando el cuerpo
político y su potencia, disolviéndolo en una nueva forma de exis-
tir en relación con la máquina total: El biopoder, opuesto siem-
pre a los brotes de singularidades nómadas y a las anomalías de
la multitud.
Pero los cambios se operan a tal velocidad que, como el
cáncer, dejan zonas inconclusas, “imperfectas”, inacabadas,
obsoletas o producciones incompletas y débiles. Vacíos desérti-
cos, lugares marginales fuera del alcance de la lógica del capital.
Todo ello convertido en anomalías que deben ser corregidas y
recuperadas, capturadas en la ortopedia del dispositivo domi-
nante. Casi siempre lo logran… Casi siempre.
Tales aceleraciones del espacio-tiempo de dicho disposi-
tivo van imponiendo, por impregnación, un régimen de sentido
en la producción de la vida material. «Es la Razón Instrumental
colonizando el mundo de la vida», diría Weber. Pero a su vez,
como movimiento inverso de resistencia o de recambio, siempre
se producen desprendimientos o desafiliaciones4. Movimiento
de movimientos indeseados por el capital que se aseguran zonas

4 En su análisis de las experiencias de resistencia en Argentina, expresadas


en las asambleas barriales, A. M Fernández dice: "la multiplicación rizomáti-
ca y mutante de las máquinas barriales despliega una lógica de las acciones
políticas difíciles de comprender desde parámetros clásicos. No operan desde
una lógica institucional sino desde una lógica situacional. No arman jerar-
Crítica de la Razón Mediática

quías, evitan formas organizacionales que al instituirse garantiza su eficacia


en su repetición ritual sino prefieren formas organizativas lo más simples
posibles, flexibles y cambiantes en cada situación a habitar. Descreen de los
liderazgos y de los aparatos políticos en tanto estos capturan las potencias e
iniciativas colectivas, generando dependencias y empobrecimientos de todos
los órdenes. En las asambleas barriales coexisten ambas lógicas en complejas
Juan Barreto

y difíciles tensiones". Op. cit. p. 69


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Sexta Parte / Ensayo III

completas afectadas por asimetrías, que también se expresan en 533


la irrupción de nuevos actores y nuevos sujetos que pretenden
intervenir de una nueva forma en el régimen de derecho, en
correspondencia, a veces antagónica, con las difusas y nuevas
“medidas de la forma valor”, alejando a la multitud de cualquier
referente o significante vinculado al nuevo proceso de circula-
ción-acumulación.
Surge así, una nueva forma del valor vinculada a nuevos
antagonismos, una forma valor desplazada, cada vez más separada
del trabajo y de su subjetividad tradicional, suerte de “valor fantas-
ma”, disuelto en la circulación y la información. Valor que funda
una trama de agenciamientos y diagramas de configuración, cuer-
po sin órganos (inconsistente plano de consistencia) inestable y
también difuso que desestabiliza toda forma-Estado atada al Imperio
del capital internacional y a su fuerza militar-comunicacional.
Estos desplazamientos y conmociones sacuden en pro-
fundidad los fundamentos de toda la tradición cívico-republica-
na, a favor de la mundialización y el funcionamiento del “Estado
mundial del capital”, en detrimento de la forma-Estado nacional,
acorralada por su contingente estrechamiento desde aquél, para
garantizar la eficacia del dispositivo constituido del aparato
socio-político, determinado por la ley del valor, en su forma ope-
rativa-instrumental y espacio-temporal.
El capital y su nueva de valorización, no son improductivos,
sino transformación de la producción y de la apropiación de la sus-
tancia del trabajo, pero ahora no sólo de la fuerza bruta del sudor,
sino la apropiación completa, integral de toda la potencia física e
intelectual del cuerpo en toda su dimensión ontológica. Pero no
olvidemos que el capital en sus diferentes fases y momentos es
cuerpo mutante que parasita de la explotación del trabajo, maximi-
Crítica de la Razón Mediática

zando su rendimiento y exprimiendo la potencia de su sustancia,


recuperando todo el cuerpo y su temporalidad físico-espacial.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

534 Por eso, lo único que no cambia es la explotación.


Aunque la organización de la producción y el énfasis y jerarqui-
zación de los productos, la forma de los mercados, los patrones
de consumo y la subjetividad asociada a cada momento, tienen
una dinámica propia que depende en gran medida de la innova-
ción tecnológica que impacta la racionalidad del trabajo y su
valorización, articulada a la lógica de sentido del capital como
imperativo sistémico de una racionalidad descentrada que se ha
hecho fin en sí misma.
Estos actores inmateriales, esta subjetividad del trabajo
inmaterial, sus no-lugares de producción, sus formas de relación
con el capital y su forma valor, sus actuaciones, hablan del adve-
nimiento de otro cuerpo, de otra posibilidad de corporeidad, de
otro diagrama que se hace plano de consistencia, que arrasa la
ontología de la vieja forma-Estado, de la sociedad civil, de la opi-
nión pública, y hasta de lo nacional, etc. Ello, en la misma medi-
da en que, simultáneamente acorta, aplana y distorsiona por
sobre-gravedad, el tiempo social, reduciéndolo o ampliándolo,
según el caso, por sobre-pliegue tecnológico de la división del
trabajo. La forma-Estado deviene vaciamiento y, a veces, zona de
resistencia y obstáculo, abandonado a la suerte de la virtud y la
fortuna como únicos aliados, diría Maquiavelo.
Ese mundo que viene ya está aquí y agudiza la crisis del
valor, a la vez que radicaliza los movimientos que luchan por con-
servar algún rasgo de identidad o de sobrevivencia de lo nacional,
como referente simbólico último desde donde fundarse. Lo que
aparece ante el capitalismo mundial, en su reposicionamiento tec-
nológico como una inconveniente locura fundamentalista.
Lo cierto es que en la nueva condición epocal, el trabajo
subjetivo como materialidad equivalente del valor, se va haciendo
Crítica de la Razón Mediática

imposibilidad de sí mismo, en cuanto surge la nueva forma de


valorización del trabajo inmaterial alrededor de la comunicación-
información. La acumulación como función racionalizadora de la
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

producción se disloca en los movimientos especulativos de la 535


espiral de acontecimientos del capital inmaterial, como las conti-
nuas devaluaciones, los movimientos bursátiles, la especulación y
el cambio del patrón oro. El modelo clásico de acumulación sigue
actuando pero en permanente crisis, en cuanto a su capacidad de
cuantificación de la producción en valores medibles.
Entonces, el dinero reina como régimen de información-
comunicación que organiza el intercambio, libre de cualquier
determinación o control, producido por los centros del poder
mundial. Y todo se invierte: el valor, el trabajo y el capital se sub-
sumen al interior del dinero, medida de sí mismo. Todo se des-
centra en la abstracción del dinero, no-lugar de todo el intercam-
bio y razón última de todo proceso de valorización.
Dominio y control también son intervenidos por el dis-
positivo tecnológico información-comunicación. Por eso se dis-
putan el espacio de las formas sociales de producción de poder
biopolítico, es decir, la producción de subjetividad. El obrero
individual poco importa a esta lógica nueva, tampoco el obrero
profesional o el obrero masa. Sólo importa el devenir del obre-
ro social, que hace de la sociedad el escenario de desbordamien-
to extra-fabril para la realización del capital como acontecimien-
to desde, pero también, más allá de la acumulación. La fábrica
como lugar de realización simbólica del capital y la circulación se
desborda de su territorialidad.
Es el momento en que toda la sociedad deviene fábrica. Es
decir, lógica total organizadora de la vida colectiva y de la produc-
ción de la subjetividad como producción última. Reproducción
como única producción. Circulación acelerada y disparada al infi-
nito por el dispositivo información-comunicación.
Esto ocurre al tiempo que la fuerza de trabajo como
Crítica de la Razón Mediática

valor de uso lucha por situarse fuera del capital, en la medida


que, por efecto tecnológico desmesurado en la división del tra-
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 536

Sexta Parte / Ensayo III

536 bajo y la especialización jerárquica, el trabajo inmaterial va des-


plazando a otras formas de realización del trabajo y, entonces,
deviene puro valor de cambio. Capital variable que actúa con
independencia del proceso de acumulación, en la medida en que
toda producción de valor se disuelve y aplana por aceleración del
capital como circulación pura que, a su vez, impacta perturban-
do cualquier otra forma de producción y acelerando la obsoles-
cencia de los anteriores valores acumulados.
Así, por ejemplo, el pensamiento, las operaciones intelec-
tuales, rearticulan el trabajo real en tanto que trabajo subjetivo
general subsumido en la nueva separación que se instaura al inte-
rior de dicha subjetividad. Ésta deviene en cadenas de torsiones
y resortes de funciones maquínicas, en un nuevo dispositivo de
saber-poder que reclasifica las funciones del trabajo cada vez
más opaco al interior de la mercancía tecnológica, concretada, al
mismo tiempo, en un nuevo giro o movimiento de circulación en
la inmaterialidad de la mercancía comunicacional.
Así mismo, con cada innovación también van surgiendo
nuevas formas de acumulación y circulación del capital, obligan-
do al valor, al vértigo de la depreciación en una circulación, sin
más, de un no-lugar a otro, como capitales nómadas que migran
sobre la producción tradicional, produciendo una torsión,
variando el modo anterior en una nueva forma: capital-comuni-
cación-información. En tal sentido, el mercado, el consumo y
otras prácticas derivadas del nuevo dispositivo impregnan la vida
misma y todo el tejido social, haciendo declinar las fuerzas pro-
ductivas tradicionales -que siguen y seguirán existiendo-, a favor
de la circulación como principio general de unificación.
«El capital trabaja, pues, en su propia disolución, en
cuanto forma dominante de producción». Esta es su paradoja,
Crítica de la Razón Mediática

dijera Marx ¿Crisis de la teoría del valor o desplazamiento de sus


referentes y significantes? ¿Rearticulación y desorden por caoti-
zación del capital y crisis de representación y significación de la
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

forma valor? ¿O el capital en su último movimiento, como apo- 537


ría de si mismo en su incompetencia por recuperar y subsumir la
subjetividad del trabajo que se escapa del dominio, aunque ella
se encuentra disuelta en la sociedad que concentra a su vez al
capital como lógica?
Por supuesto, no trataremos de resolver estas interrogan-
tes que surgen de bulto ante el paso de los tiempos que corren,
pero sí podemos afirmar que llegados a este punto, el capital sólo
se produce a sí mismo. Como dijera Marx: «el valor no existe,
sólo existe la explotación en la ley del plusvalor», pues produc-
ción y reproducción se funden y confunden en el contexto del
sobrepliegue biopolítico de la nueva existencia del capital como
subjetividad total.
Nos referimos, pues, a un movimiento de transformación
de lo real que recupera para sí todas las formas anteriores. Sin
liquidar la fábrica y la producción en serie, el capital va haciendo
hegemónica en el mundo del trabajo a la producción inmaterial
como cuerpo-mundo globalizado. Es la expresión biopolítica de
la nueva dimensión productiva globalizada, unificada en el espa-
cio-tiempo del cuerpo como espacio o recipiente biopolítico de la
comunicación-información, con sus mercados y sus consumos.
Lo que queremos decir es que el capital, en su nueva
estrategia, hace de la producción, la circulación y el consumo de
información, espacio en y del cuerpo. Lugar último de la circu-
lación en tanto que estrategia de unificación del capital en su
reproducción. El éxito de esta unificación es también media de
la riqueza social acumulada como totalidad del control y el domi-
nio. T. Negri dice que, siendo así, en este punto, el capital sigue
realizándose como relación social carente de toda racionalidad
distinta a la explotación y el control. La relación del modo de
Crítica de la Razón Mediática

producción con sus condiciones de existencia, se hace borrosa e


inconveniente.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

538 En contradicción con tal movimiento de la producción


del capital, se sitúan lo nacional y otros elementos sueltos como
las migraciones, las nacionalidades y las nuevas ciudadanías
nómadas, actúan como una exterioridad anómala que hay que
engullir y succionar en este torbellino. Ahora bien, aunque estas
contradicciones sigan siendo tensiones al interior de una misma
lógica, es interesante situarse al interior de las mismas, pues ellas
presentan momentos y oportunidades de ruptura, a partir de las
líneas de fuga que se expresan en cada articulación de un vasto
dispositivo aun en construcción, que debe ser desafiado, que está
siendo desafiado por millones de seres humanos que para ello
cuentan sólo con su vida.
¿Será que asistimos a la muerte o al hundimiento de la
civilización del capital, precisamente en su paradoja? ¿En el
momento de la subsunción real como totalidad-mundo, cuando
se hace mundo globalizado, lógica totalizadora y biopoder?
Derrida, en Aporías, nos invita también a mantener vivas las pre-
guntas, para que el cuerpo viva en ellas, como desafío ante lo que
estamos nombrando.
El mundo-comunicación ha devenido Torre de Babel.
Por eso se hace necesario un nuevo cuerpo que sea traducción
de la traducción del cuerpo biopolítico, en favor del cuerpo que
desafía al capital y a la muerte, como última imposibilidad.
Cuerpo rizomático, metafórico y sin límites que capitaliza sus
propias determinaciones y paradojas, acepta sin resignación los
límites y salta como fiera sobre la crisis de la teoría del valor, a
favor de la subjetividad del trabajo vivo.
Nadie puede morir por otro, nos dice Derrida, en
Aporías. Pero sí existir de manera irremplazable en los demás,
dejar de ser para existir como devenir, pues «la muerte puede
Crítica de la Razón Mediática

fallecer en quien no conoce fin». Es la metáfora de Cristo: «Ser


en los otros». Tal vez, pensar con E. Morin, quien también se
pregunta por la metamorfosis que hoy está en juego y que nos
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

conmina a pasar de una forma a otra, como elemento de espe- 539


ranza, apelando a lo improbable como posibilidad.5
Cuerpo sentido, instante, posibilidad, acontecimiento,
afecto-efecto, incorporalidad, que toma prestado el término de
Marx, potencia genérica, como línea de fuga hacia otro confín,
como esquirlas en fuga. Es el volcamiento como desafío en
Heidegger, quien se pregunta cómo se torna posible la simple
imposibilidad de la existencia, si no en el umbral entre lo verda-
dero y lo no verdadero, que cede su sitio a «lo que a la vez es
absolutamente cierto y absolutamente indeterminado». Ya que la
muerte, ese instante, «dice siempre el nombre de un secreto, afir-
ma la diferencia y habla de la singularidad irremplazable»
(Derrida), y por ello confirma un nuevo devenir. Todo esto ocu-
rre siempre en las profundidades de la superficie, remitido a
constantes movimientos telúricos de desterritorializaciones,
territorializaciones y reterritorializaciones. Fundación de ruptu-
ras que desbarata cualquier estrategia u orden de delimitación,
dirá Derrida.
Por eso, el cuerpo, este cuerpo, apuesta a un número
incalculable de edades, historias, interpretaciones e intensidades
puras, para ser constante y simultáneamente más jóvenes y más
viejos, infinitamente finitos y, a la vez, distintas capas de tiempo.
El cuerpo así pensado, se asume y vive en lo que ve y habla de
sus clausuras problemáticas y de la muerte como aporía, pero
también como zona de resistencia: que sabe de como sobre-vivir
en la dimensión de sus distintas prótesis y memorias (leído con
clave de Bergson, “efecto óptico” o imagen).
Hay que instalarse en las contradicciones del cuerpo bio-
político para hacer renacer al cuerpo como potencia de lo políti-
co, para hacer germinar «la sociedad de las pasiones», aproximar-
Crítica de la Razón Mediática

se a ese mundo descrito por Spinoza. Porque se puede devenir


campo liso, o cerradura en dispositivo de corte estriado, por el
poder del capital que recupera y captura al cuerpo para sí.
Juan Barreto

5 N. Nader, La Violencia en el mundo, Monte Ávila, Caracas, 2004.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 540

Sexta Parte / Ensayo III

540 Pero también, cuerpo plástico que a veces resiste de


manera refractaria al capital y la necesidad, que está tentado por
la libertad y sus alegorías. Cuerpo de carbono, hidrógeno y oxí-
geno que, acosado por el silicio, toma venganza con todo el
andamiaje del sobrepliegue de las nuevas tecnologías y ortope-
dias que actúan sobre el “yo” del cuerpo acorralado por la indi-
gencia intelectual y la democratización de la estupidez humana
en todas sus formas y confines, gracias al prodigio pragmático de
la mediática. Dispositivos del infierno que hay que mandar al
diablo, excrescencia del orden “comunicación-mundo”.
Libro y libre, en nuestro idioma, se parecen, en el cuerpo
que los recibe y en sus marcas. El cuerpo es, en ese sentido, la
información contenida en cada uno de sus planos de consisten-
cia, sus distintos estratos y sus prótesis sociales que van desde las
herramientas hasta la cárcel y el manicomio, desde la piedra lan-
zada hasta las ondas espaciales, pasando por el lenguaje, la risa,
el odio, el amor y sus desaforadas intensidades. Por eso hay que
hablar desde y para el cuerpo, conocer sus modos de entrar en
máquina, para librar la apuesta jurada por salir de ella.
Por un lado el cuerpo es el paisaje real, todo gira alrededor
de él . Siempre, de algún modo. A veces atrapado en el placer
6
sagrado del falso performativo del consumo o, por otro lado, dis-
parado como línea de fuga en el despropósito libertario. La suer-
te y sus magias, el azar y el ludens como alternativa, alteridad que
constituye la esperanza como dimensión ética del cuerpo sin el
aparejo de sus contingencias y sus corporeidades. Lejos del alcan-
ce de los medios y los fines para el logro. Cuerpo pensado como
naturaleza pura que se encuentra y reconcilia consigo misma,
como vida que se sirve a sí misma fuera del discurso de las nece-
sidades y conforme a la productividad de su potencia y el recono-
Crítica de la Razón Mediática

cimiento de su sustancia: La vida como producción de potencia.


Hoy como nunca, los movimientos sociales emancipato-
rios se preguntan sobre el sujeto y su subjetividad, y se plantean
Juan Barreto

6 Véase A. M. Fernández, Op. cit. Pp. 248-251.


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Sexta Parte / Ensayo III

la construcción de dispositivos de disputa para, en distintas terri- 541


torialidades, dar la lucha por los sueños, las fantasías y los imagi-
narios, ante el imperio del gobierno del capital7
Desde allí podemos cavar trincheras con Derrida, entre
el futuro y la esperanza, con la herramienta de la voluntad y con
la brújula del pensamiento, para organizar expediciones, iniciar la
búsqueda de subjetividades como materia ígnea del cambio y de
la vida en tanto que campo de problemas o de afectación del
mundo. Ir haciendo en la refriega, campos minados de contra-
dicciones que activen el ejercicio del pensar-crear-resistir, deleu-
zianamente hablando, bolsones de resistencia del sujeto y de la
subjetividad liberada. Ir ensayando pasiones alegres que afecten
el cuerpo sensible y social, cuerpo que canta sobre la poesía y los
seres humanos, sobre el oído y la música, porque ya hemos
hablado mucho de la mirada.
¿Cuál cuerpo?, pregunta Levinas («sin cuerpo político
nos reducimos a la nada») ¿Cuerpo “sano” del burgués fascista8
como modelo de Estado. Estado fascista como modelo del cuer-
po disciplinado? ¿O Cuerpo sensual y voluptuoso, liberador de
su propia potencia extensiva? El cuerpo: ¿Siempre será zona
experimental del afecto-efecto de adaptación inversa al servicio
de los modos y los medios tecnológicos, productores de un cuer-
po reducido a un imaginario de agenciamientos y dispositivos
binarios y molares (comunidad-privacidad, individual-colectivo),
a las lógicas identificatorias de la mediática? ¿O, por el contrario,
zona de encuentro de la palabra, el cuerpo abierto al devenir
como cruce de caminos?
Ya van muchas preguntas, entonces respondamos.
Creemos en la construcción de un cuerpo-signo (“un órgano sin
cuerpo”, diría S. Žižek) que resiste y reenvía significación, que se
Crítica de la Razón Mediática

hace cuerpo y viceversa, amenazado por la palabra (necesitamos


de otras palabras). Obstinación libertaria que persiste más allá de
7 Véase al respecto, I. Rauber, América Latina, poder y socialismo, Vadell
Hermanos, Caracas, 2006.
Juan Barreto

8 A. M. Fernández, Instituciones estalladas, Eudeba, Buenos Aires, 1999.


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Sexta Parte / Ensayo III

542 la muerte, a la cual, como afirma Žižek que «debemos celebrar


como el último recurso de nuestra resistencia». Pasión que empla-
za éticamente, porque la ética es cosa de cuerpos no micrológicos
que se afectan para negarse en la frontera individual de la piel y
sus equipamientos, asumiendo la multitud y su devenir, deslocali-
zando el apretado espacio del psiquismo hacia el «nexo conduc-
tor» (Freud), para vivir «fuera del miedo de ser -porque hoy esta-
mos atrapados en el cómo podemos vernos-, para abrirnos al
cómo podemos ser», en palabras de E. Galeano.9
Este cuerpo-signo, también es remisión al cuerpo como
sustancia, producción, reproducción, subjetividad del trabajo
social y su devenir mercancía, opacidad y superficie arrasada por
el saqueo emocional y espiritual de la producción maquínica del
deseo, por parte del gobierno del capital. Siguiendo a D.
Harvey10, el cuerpo es la base irreductible de todo argumento y
es el punto de partida de Marx, entre otros muchos, para su obra,
como lo evidencia su tesis sobre Epicuro, en la que Marx expo-
ne una teoría de la producción del sujeto corporal bajo el capita-
lismo, es decir, sobre cómo se producen los seres humanos en él.
Existencia de intensidades, lo llama y no reflexiona sobre esto,
tal vez por un capricho temperamental.
La producción del capital variable, «el cuerpo colectivo
del trabajo y su subjetividad», analizados por Marx, son líneas de
fuga para el abordaje del cuerpo de este tiempo. A Marx le pare-
cía «abominable y repugnante» que el trabajador no tenga otra
mercancía, más que el trabajo, que vender dentro de determina-
dos límites físicos, sociales y morales, por medio de ortopedias
del cuerpo, del tiempo y del espacio, configurando técnicas rela-
cionales y disciplinarias incorporadas como variables dependien-
tes de la “ley del valor”. De allí el apelativo de “vivo”, al trabajo
Crítica de la Razón Mediática

en su forma abstracta. Por eso el cuerpo es visto por Marx como

9 Palabras dichas en el estadium de Mar de Plata, durante la Cumbre


Mundial, ante 300.000 personas.
Juan Barreto

10 D. Harvey, Espacios de esperanza, Akal, Madrid, 2000.


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Sexta Parte / Ensayo III

el fundamento de toda estrategia de acumulación y también de 543


liberación.
Pero el cuerpo es más que eso, es también territorio del
que emerge el pensamiento abierto que, hoy, se despliega entre
el interfaz de la comunicación-mundo y su massmediático, para
fundar memorias, saberes e inteligencias perversamente colecti-
vas, para revalorizar el cuerpo político sobre el cuerpo biopolí-
tico. Y cuerpo capaz de sentir la piel y extenderla como manta
que cubre y aplana el tejido estriado del biopoder del capital,
cuerpo que vive la magia de la vida y hace vivir para oír los aro-
mas táctiles que nos van haciendo.
Cuerpo que se torna cuerpo en toda su corporeidad en
otro cuerpo. Cuerpo desesperado que se niega a ser despedazado,
que se aferra a la pasión de la palabra empeñada, la palabra terca
que se hace cuerpo en el cuerpo para dejarse deslumbrar por el
poder de la potencia de estar vivo (potencia mística del cuerpo).
Cuerpo descolocado y desterritorializado por el biopoder,
y cuerpo reterritorializado en su multidimensionalidad por la
magia de la política. Cuerpo fracturado en el plano de consisten-
cia de la mercancía, que se pierde y fusiona en la subsunción real
del dinero. Cuerpo que es máquina y es dispositivo, pero también
cuerpo que derrama sus límites. En fin, el cuerpo plural como vida
y muerte chisporreante, como campo de tiro de prácticas y expe-
riencias, como dispositivo de dispositivos que dispara dispositivos
y crea “partículas familia” -de las que hablan los físicos- que abren
campos cuánticos de posibilidades infinitas al cuerpo invariante y
su espacio mutante. Cuerpo opaco y, a la vez, luminoso.
Insistamos. Se trata del cuerpo político versus el cuerpo
biopolítico. El cuerpo que se trabaja a sí mismo y cambia de piel
en lengua extranjera, porque se extraña de lo que es y sigue sien-
Crítica de la Razón Mediática

do, mientras va siendo refundando su diferencia en sus múltiples


lenguajes. El cuerpo que filtra al mundo -cuerpo que pasa y se
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

544 infiltra por el cuerpo-mundo, y, allí, se hace mundo. Es decir el


cuerpo que siempre participa con otro cuerpo aunque no quiera
(lo dice la física cuántica en la teoría de la no separatividad). El
cuerpo que es el ojo-visión y que es la mano-pasión, miedo,
dolor-placeres y esperanzas. El cuerpo que no cesa de extender-
se y de poblarse, pero también el cuerpo como inscripción de la
sustancia, de eso que llamaría Nietzsche «el genio de la especie»,
es decir, la genealogía del espíritu de la que hablan otros filóso-
fos. El cuerpo como la frase, el signo y el intercambio, materia-
lidad, o fisicidad de las pasiones-saberes y sus múltiples y, a
veces, contradictorias alquimias.
Cambiar de mundo es cambiar de cuerpo («el alma y el
cuerpo son una misma cosa», decía Spinoza). Salir de la trampa-
jaula del cuerpo como discurso de las necesidades y el dinero
para entrar en otra corporeidad, la liberada del cuerpo autorita-
rio y del discurso autoritario que lo nombra, que abre paso al
cuerpo amable, atributo de la extensión, es decir gentil: gen-te,
devenir multitud y en su estado actual devenir pueblo.
Tenemos presente, pues, la invitación de Kaminsky11 a la
perseverancia, al deseo, a la imaginación y a las pasiones alegres
de la vida: experimento de la experiencia-implicación, ser-con-el
mundo, que amplía la duración de la potencia de existir indefini-
damente en la potencia de existir del otro. Necesitamos un cuer-
po subversivo y contestatario que asuma una analítica de las
pasiones y de nuestras singularidades, para asumirnos en la mul-
titud como un “siendo re-generado”, como trazas y extensiones,
res extensa que se constituye en res cogitans.
Es pertinente recordar que cuando Spinoza hablaba de la
esperanza, la asociaba al temor, fundando así una esperanza
escéptica, sólo posible como ejercicio de la potencia ética de la
Crítica de la Razón Mediática

voluntad. A esta operación de materializar la esperanza, la llama-


remos ética política, un modo o, también, un sentido. Porque
meterle mano al cuerpo es entrar en conflicto reflexivo con la
Juan Barreto

11 G. Kaminsky, Spinoza: La política de las pasiones, Gedisa, Barcelona, 1998


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Sexta Parte / Ensayo III

esperanza. Es hablar en voz alta y utilizar el silencio que media y 545


elimina las fronteras entre el adentro y el afuera.
Aquí no hay metafísica, pues se trata nada más y nada
menos que del poder como voluntad, como potencia en acto, en
devenir. Por eso Spinoza no diferencia entre poder y potencia. Y se
trata, por ende, del cuerpo, que más que mediación es siempre
materialidad de poder y potencia, territorio de tiempos diversamen-
te formados y de potencias, poderes y sustancias capaces de hacer
posible la institución imaginaria de la sociedad, su ser ético-político.
Liberar el cuerpo y la palabra es lo mismo, es crear una
nueva voluntad de poder, liberar las prácticas y, con ello, las sub-
jetividades que ellas construyen. Es acaso, más que efecto de
superficie, trazar otras líneas de visibilidad y enunciabilidad de lo
que, en el presente, se hace porvenir. Haciendo resonar las pala-
bras de Spinoza, trazar estas líneas de fuga con «la perseverancia
en el ser… dispositivo elemental de la vida afectiva, empeñado
en buscar lo que es útil a todos», pues: «No afirmo mi ser, no
aumento mi potencia de obrar y de existir, sino en y por la rela-
ción con otros: el alma se esfuerza por imaginar esto y en salvar
los obstáculos que se interponen»12.
Por eso, la nuestra es una apelación fuerte por “una polí-
tica compleja de las pasiones complejas”, es una toma de partido
por la esperanza como voluntad creadora de la potencia liberada.
Sólo así comprenderemos por qué, por ejemplo, muchos «luchan
por su esclavitud como si se tratara de su libertad» (Spinoza).
Para liberarnos de esta condena, Spinoza nos habla de las
ideas-pasiones que hacen al Individuo Superior, voluntad pura,
producto de la composición de múltiples encuentros y singulari-
dades que permiten una unidad compleja y elevada, es decir un
Crítica de la Razón Mediática

cuerpo colectivo, una intersubjetividad o corporeidad impersonal


que permite «que busquen al unísono lo que es útil a todos» en un
orden «deseable» de «encuentros». En esta estela, autores como
Juan Barreto

12 B. Spinoza. Ética demostrada según el orden geométrico, Orbis, Madrid, 1980.


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Sexta Parte / Ensayo III

546 R. Vidal, plantean una ecología hermenéutica del cuerpo, y P.


Ricoeur se desplaza hacia la necesidad de reimaginar, reinterpretar
y ficcionar el cuerpo político como escenario del cuerpo social.
Al respecto, M. Maffesoli13 asegura que a partir de tal
reinterpretación se puede plantear la construcción de «un huma-
nismo otro», que incluya en el cuerpo la potencia inherente a las
posibilidades de la vida humana y, por ende, que dé lugar a la mul-
titud como la forma de «vivir más de una vida» y de «morir más
de una muerte». Aquí, sostiene este autor, radica lo trágico «de la
intensa condición humana», pero, también lo que le otorga «toda
su calidad». Al poner en juego lo que Maffesoli ha denominado
una razón sensible, «capaz de arriesgar fuerte», incorporando tác-
ticas de ausencia, doble vida, lo lúdico, lo onírico y lo imaginario,
seremos capaces entonces de producir lo que E. Morin llama «la
producción probable de lo improbable», y lo que la mecánica
cuántica denomina como universo de posibilidades.
A esta apuesta, Maffesoli le da el nombre de juvenismo o
«sabiduría dionisiaca», potencia recuperadora capaz de incorporar
cualquier alteridad, desgaste, exceso, violencia, vértigo, de vivir
instalado en el niño eterno, «el niño del mundo» de Heráclito,
opuesto siempre a la sobriedad (sobre-edad) de Platón. Esta
perspectiva nos conduce a la comprensión de sensibilidades múl-
tiples y a una visión ampliada de la realidad como pluralidad poli-
sémica de lo vivido colectivo, que teje desde hoy una trama sin
fin, que se niega a la homogeneización del sentido por La Jaula de
Hierro de los imperativos sistémicos-tecnológicos.
Nietzsche veía en este tejido lúdico y dionisiaco un vín-
culo natural, compartido, común: El uno originario. Maffesoli
dice que esto lo encontramos en las legiones de tribus que par-
ticipan en la magia del gusto, en «un ser más que uno en la iden-
Crítica de la Razón Mediática

tidad con el otro». Fusión y confusión dinámica de pluralidades


comunes que se abren y cierran enlazando distancias e intersti-
cios, asumiendo incluso el vacío.
Juan Barreto

13 M. Maffesoli, La Tajada del Diablo, Siglo XXI, México, 2005.


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Sexta Parte / Ensayo III

Recordemos que Maffesoli trabaja lo actual y lo cotidia- 547


no, mirándolos «desde el crisol del ser en devenir, en donde todo
es posible en cuanto se presenta una ocasión para un vivir colec-
tivo». Y, ante el vacío constitutivo de la palabra comunicacional
dominante, postula otra comunicación, menos ruidosa y más
horizontal, en donde la experiencia es corporal y el gozo de
compartir es esencial.
Se trata claramente de nuevos horizontes que empiezan
a enunciar, incluso los procesos de valorización del trabajo,
desde una perspectiva que J. Bataille llamaría «Derroche fáusti-
co». Tal cual es el compartir en la fiesta. “Ser en el hacer por los
demás”. Como en la fiesta de Dionisios: el goce como método
trágico para vivir emboscado en la alegría del otro, la eternidad
del devenir común.
Cabe agregar, con T. Negri, quien refiriéndose a
Spinoza14 sostiene que este goce sólo es posible en la democra-
cia, cuya forma no puede ser pensada sino como forma comple-
tamente desplegada de la metamorfosis de los cuerpos que se
hacen multi-mundo, es decir, multi-tuto. El espacio de los cuer-
pos-en-común configurados en el acuerdo de las pasiones ale-
gres comúnmente compartidas. Pues en la multitud la idea de
libertad, democracia y eternidad se tocan en la práctica material
en torno a un devenir sin término.
Esto significa, en Spinoza, una valencia cualitativa del ser
de la multitud que integra ética y política en el multi-mundo,
como dimensión ontológica de su propia existencia. De manera
que podemos afirmar, con Negri, que «la vida secreta de las
masas» contiene en términos creativos el misterio de la multitud,
que no es otro que las claves mismas para una redefinición de lo
político como voluntad colectiva de un devenir libres.
Crítica de la Razón Mediática

«Expresión absoluta de la propia utilidad del ensancha-


miento de la potencia a través de la existencia colectiva que
resuelve la necesidad en la libertad, virtud que no es otra cosa
Juan Barreto

14 T. Negri, Spinoza Subversivo, Akal, Madrid, 2000.


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Sexta Parte / Ensayo III

548 que obrar, vivir y conservar el ser, bajo la guía de la razón;


poniendo como guía fundamental la búsqueda de la propia utili-
dad», dirá Spinoza.15
Por eso, una ética política de la experiencia no desdeña la
teoría, por el contrario, la incorpora (in- corpore) para «vivir al
filo de esta navaja», como nos dice Negri y también Maffesoli.
Así, la democracia no es sólo una forma de gobierno eminente,
sino, en lo esencial, un estado multitud, y también, producción
del mundo capaz de expresar la virtud como potencia política, es
decir, colectiva. Mas no como suma de partes, sino como instan-
te en el que surge el Kairos, la oportunidad de la apertura a lo
Otro, y al salir de sí mismo para ser con el otro, sin perder lugar
para el cuerpo, para hacer el por venir como materialización de
la socialización de la política en la formidable figura de la virtud
colectiva del deseo que hace cuerpo en el cuerpo-pueblo, modo
de subjetivación política por el que hay política y hay democra-
cia, como hemos intentado mostrar en el ensayo que hemos
dedicado a la reinvención del pueblo.
Para Spinoza, lo que es absoluto es eterno, pero no se
trata de una eternidad como intemporalidad metafísica. Asume
que «hay ciertas especies de eternidades», por ejemplo, la sustan-
cia, la potencia y el poder como eterna producción de su propia
condición de eternidad, como su propia medida, como «una cier-
ta perspectiva», no como terreno trascendental sino como sus-
penso permanente y rechazo a la soledad, en tanto que condi-
ción de lo social.
De modo que la democracia como eternidad es la
superación de la apariencia, develamiento práctico y garantía
epistemológica del concepto, «horizonte eterno que cualifica
lo búsqueda del sentido común», es decir, «eternidad que
Crítica de la Razón Mediática

niega el absoluto». Por ello, el descubrimiento del ser no


puede referirse a objetos que individualmente no existen, ni
se afectan ni se mezclan, como sostuvo Spinoza. Tampoco
Juan Barreto

15 B. Spinoza, Tratado teológico-político, Folios, Barcelona, 2002.


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Sexta Parte / Ensayo III

consiste sólo en un descubrir como experimento permanen- 549


te de la existencia individual.
Desde esta perspectiva, la multitud es potencia del poder
constituyente de la comunidad por venir. Por eso, es importante
retener que, para Spinoza, el tiempo es, en primer lugar, presen-
cia, simultaneidad, alteridad, singularidad y, luego, duración inde-
finida, o «esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su
ser». Horizonte desmesurado de lo real en su eterno movimien-
to. El tiempo es en sí mismo singularidad y determinación, en
donde el pensamiento expone al cuerpo más allá de sí mismo
«como eternidad de la sustancia y su potencia como apertura a la
posibilidad cualitativa». Quizá esta imagen del tiempo nos ayude
a comprender que vivimos tiempos de liberación, en un sentido
más que ontológico que se abre con la crisis del valor, el capital
y el dinero en su paradoja mundializada e infeliz.
No es el tiempo cronológico de la Modernidad hegeliana
reducido a historia teleológica, que debe hacerse medida. El tiem-
po en Spinoza es sustancia y potencia, presencia del ser determi-
nado al acontecimiento, al devenir y al descubrir de múltiples y
simultáneas historias; es arrojamiento, anticipación y apertura del
propio ser como infinita potencia de su posibilidad en la democra-
cia como radicalización de un cuerpo común y plural a la vez.
Abre, pues, el cuerpo social del ser deseante que se realiza en lo
deseable como lugar de encuentro de las pasiones alegres, capaces
de sumarse para afectarse como ser colectivo que se transforma en
mundo desde la incertidumbre de su incompletitud y no desde las
certezas de un destino histórico dado y programado.
De esta manera, el universo político se piensa como uni-
verso de la acción de la potencia hecha voluntad, en donde
democracia y libertad se presentan siempre como aporías.
Crítica de la Razón Mediática

Aporías productivas que se sitúan en el inacabado movimiento


constituyente, como condición dinámica del horizonte estratégi-
co y como ejercicio ético de la voluntad de ser y de existir, más
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

550 allá de cualquier estructura contractual como finalidad. De ahí


que la forma constituyente es la infinitud que resiste, se funda,
se niega y luego se extiende «al deseo de hacer bien que nace de
la vida según la guía de la razón”, o pietas».
Por eso, la democracia spinoziana hace del constituciona-
lismo institucionalizado un elemento subordinado al eterno
movimiento del poder constituyente, enfrentado a cualquier
absolutismo moderno que postule el traspaso completo del
poder soberano al representante, que se asume desde el contra-
to social como materialización de un derecho natural. El traspa-
so de soberanía siempre será contractual y efímero, mientras que
el movimiento del poder constituyente será subversivo y eterno
en el sentido spinoziano de esta palabra.
Por otra parte, es preciso recordar que la necesidad de
libertad es constituyente de la voluntad de ser y de existir de la
multitud y su cerebro social, utilizando aquí un concepto de F.
Varela16, referido a los nuevos saberes que comporta tal volun-
tad. Pues, como afirma este autor, «el fenómeno de conocer
tiene que ver constitutivamente con nosotros como seres vivos
en toda la magnitud de nuestra cotidianidad», que se organiza en
cada movimiento de su propia temporalidad para realizarse de
manera colectiva, nunca subordinada a las condiciones del con-
trato o a determinado modelo jurídico-político que se levanta
como límite. Por el contrario, lo permanente, parafraseando a
Negri, es la eternidad discontinua de la multitud, siempre orien-
tada por la potencia del poder que construye su singularidad.
No se trata de otra cosa que de la radicalización revolu-
cionaria del pueblo como condición sustantiva de la democracia:
constitución de la potencia colectiva de actuar como anomalía y
antagonismo siempre actual, en tanto que tensión y ruptura con
Crítica de la Razón Mediática

la finitud del derecho, en contradicción con lo que Negri deno-


mina «la libertad como filosofía del porvenir». Es hacer parte del
ser del poder constituyente.
Juan Barreto

16 Citado por G. Zavala, Ética, la paradoja de la diferencia, Tres, Bogotá, 2004.


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Sexta Parte / Ensayo III

Todo esto, claro, para algunos, tiene un tono mítico-pro- 551


fético, nada digno de mentalidades pragmáticas y “materialistas”
obligadas a tachar lo dicho como irracional. Discutan pues los
escépticos con Maffesoli y otros pensadores, si acaso el gobier-
no del capital les deja tiempo. Pero, con J. Stoltenberg responde-
mos: «Efectivamente, y como eco de la temática heideggeriana
del ‹ser arrojado allá› (Geworfenheit), está el sentimiento trágico
inherente a tal ‹situacionismo› que genera una corresponsabili-
dad, una compasión mutua, en suma, una fraternidad horizontal
ligada a la importancia del momento presente»17.
Porque este sentimiento trágico puede marcar la subjeti-
vidad y ser línea de fuga para otras formas de relación con el
mundo, con los otros y con nosotros mismos, constructora de
nosotros mismos como otros, distante, por ejemplo, de la labili-
dad e histerización de la mediática en su recuperación de la
sexualidad-cuerpo como defecto, como lo advierte A. Giddens.
Sin embargo, no nos dejemos embargar por la esperanza
cándida, hay que construir la voluntad desde la crítica de la críti-
ca, y siempre re-memorando a la teoría crítica. Por ejemplo, N.
García Canclini18 apuesta por la permanencia, desconfía de los
consensos efímeros que no tocan fondo en torno al carácter de
la diferencia, la exclusión y la desigualdad. Que asumen como
natural la tendencia a amontonar en un mismo vagabundeo las
migraciones tribales alrededor del gusto y sus conexiones con el
consumo y el mercado, sin observar ninguna diferencia u oposi-
ción con la marginalidad, la exclusión desconectada, el desprecio
de clase y sus prejuicios, el racismo y la microfísica de los destie-
rros intra-culturales con toda su carga de violencia. Mezclando al
jet set con la pobreza extrema.
A contracorriente, García-Canclini postula una vuelta a
Crítica de la Razón Mediática

Bourdieu y la necesaria construcción de conciencias intercultu-


rales alejadas del narcisismo que se entrega y extravía en «la inti-
midad del instante de estar juntos» sin comprender allí la fetichi-

17 J. Stoltenberg, El pensamiento de Heidegger, Alianza, Buenos Aires, 1978.


Juan Barreto

18 En su libro Diferentes, desiguales, desconectados, Gedisa, Barcelona 2005.


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Sexta Parte / Ensayo III

552 zación mercantil y sin mirar siquiera los procesos de la forma-


ción de los bloques de sujetos sociales históricos más permanen-
tes y sus estrategias hegemónicas.
Tomando en cuenta, con atención estas críticas y cele-
brando a este último García-Canclini, hay que decir que el plan-
teamiento de Maffesoli también comporta un reto y una apues-
ta. Se trata del surgimiento de una nueva subjetividad que da
importancia al instante, pero como eternidad, como potencia
intensiva de lo vivido que cualifica, de este modo, la propia exis-
tencia, asumiendo diferencia y desigualdad en su contradicción,
al punto de prefigurar nuevos sujetos.
De ahí que, para Maffesoli, estamos en presencia de una
ética de la solidaridad en ciernes, que une a las gentes y las cosas,
más allá del residuo mediático de la espectacularidad. O, dicho de
otra forma, están pasando cosas en la micro-física de la vida coti-
diana y en los mundos de la vida colectiva. En término de
Hegel, el mundo sigue siendo verde más allá de su sombrío «osa-
rio de realidades».
Por eso no hay que tenerle miedo a la tele-realidad, pues,
a veces, en sus constantes paradojas, potencia políticamente, por
per via (forma perversa), aquello que niega, oculta, cuestiona o
descalifica, al actuar como producción fragmentaria incapaz de
controlar el deseo y de regular los imaginarios. Las leyes sociales,
las leyes de la física, son leyes del cuerpo-pensamiento que se
extraña a sí mismo y se reconcilia, a pesar de ello y de la sorpre-
sa que concita el insólito y a veces terrible descubrimiento de
uno mismo en el otro. El devenir cuerpo liberado es un trabajo
sobre sí mismo en el devenir político de la subjetividad que deja
atrás el ver sin ver, porque el cuerpo-mundo asume sus límites,
el sin fin de la voluntad en eterna expansión, en su multitud.
Crítica de la Razón Mediática

Entonces, desde allí, desde el cuerpo, a otra cosa.


Coloquemos el dedo que señala en el punto final, diciendo que el
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

espacio de las mediaciones entre el cuerpo y sus máquinas, en per- 553


manente conflicto, es el espacio para repensar las llamadas prác-
ticas massmediáticas y su lógica, para comprender el cuerpo del
biopoder y también el cuerpo anárquico y político de Rabelais.
El debate sigue abierto, pues hablamos del cuerpo como
línea de cruce y de fuga, un lugar en movimiento que involucra,
sobremanera, a la subjetividad, lo que Foucault llamaría también
somato-poder, para señalar que cuando el poder penetra los
cuerpos, reduce materialmente el espesor biológico mismo del
cuerpo múltiple, comenzando por el uso y clasificación de los
placeres. Dicho de otra forma, se hace necesario inscribir tales
mediaciones en el tránsito epocal que ha puesto en jaque nues-
tras familiares formas de entender información y comunicación,
en la medida en que, con la mediática, lo que se está producien-
do es la des-realización de los acontecimientos, la des-localiza-
ción del saber, el trastocamiento de nuestras relaciones con lo
real y con nosotros mismos, reducidos a la dimensión de la pro-
ducción de cuerpo biopolítico.
Ciertamente, lo que está en juego no es un asunto sólo de
medios, vistos en su sustancia más pura, si es que la hay, sino una
transformación en el régimen mismo de visibilidad y enunciabi-
lidad, de sentido, en el cual ha de inscribirse la comprensión de
la mediática y su decisivo papel en la reconfiguración de proce-
sos y prácticas culturales. Está en marcha la desorganización y la
reorganización de mundos de la vida y el universo de sus pode-
res, en el desdibujamiento de fronteras nítidas y estables entre
realidad, virtualidad y ficción, entre los imaginarios de lo públi-
co y lo privado; en la constitución de otras subjetividades, en las
formas de relacionarnos con lo que hemos llamado realidad y
con lo que hemos supuesto como verdad.
Crítica de la Razón Mediática

Después de presentar las cosas con tantas enumeracio-


nes, series y polaridades, entonces ¿podemos pasar de un esta-
do de realidad a otro? O, como pensaba Spinoza, ¿disparar la
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

554 potencia de la sustancia idea-afecto, para vivir siempre instalados


en las pasiones alegres? ¿Es posible otro rostro? ¿Qué hay de las
respuestas? En Spinoza, la política es pensada como cuestión de
interacciones y relación de cuerpos y la lógica de sus combina-
ciones. Por ello, sostuvo que plantear la cuestión del poder en
relación con el cuerpo, era inevitable si se quería realmente pen-
sar en términos del poder, porque siendo todo cuestión de fuer-
zas, «todo cuerpo puede hacer su poder».19
Nietzsche diría: la fórmula es un hacer-posible la política
como ejercicio pleno de la voluntad de poder que sea renuncia
recurrente del sí mismo, y a su vez, eterno retorno del saber
como arrojamiento, como un atreverse a saltar por sobre los
límites de las frías colinas de la dialéctica: posible-imposible, rela-
ción por lo demás, sin síntesis. Escapar al cinismo del realismo
intransigente y a todos sus aforismos. Regalar-nos la esperanza
de una promesa de libertad, asumir que es nuestro turno, el rele-
vo en la larga refriega inacabada contra el capital y sus lógicas.
Pensar que lo imposible sigue siendo posible, que la vida puede
devenir obra de arte, y, en fin resituar el significado del término:
“de otra manera”, o como dijera Gadamer: «como si fuera…».
Adorno y Horkheimer provocaban de este modo: «Ya
que no podemos ser libres vivamos como que lo fuéramos».
Entonces, desde ese hacer posible de la voluntad política,
asediar la línea de fuga que marca San Francisco de Asís, (a
la que invita Negri), quien tenía razones para sentirse abati-
do pero nunca solo y la emprendió en hablar con los pájaros.
Como él, tirar todo por la ventana y cabalgar esa línea sin
descanso, instalarse en las fracturas cuando no producirlas y
navegar estratos.
Es cierto que la revolución es un devenir acontecimiento
Crítica de la Razón Mediática

que intensifica y altera la transformación de la multiplicidad


social. La Revolución es, a su vez, apertura contingente al con-
flicto de lo político y sus antagonismos. Y, en otro sentido, movi-
Juan Barreto

19 B. Spinoza, Correspondencia, Alianza, Madrid, 1988.


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Sexta Parte / Ensayo III

miento de articulación alrededor del poder como nueva hegemo- 555


nía que alcanza plano de consistencia en la nueva jurisprudencia,
no normatividad positiva, del poder constituyente. Esta es la
concepción del derecho civil en Spinoza.
Pero, la revolución como devenir acontecimiento no es
tal sin el devenir acontecimiento de los cuerpos, de otros cuer-
pos. Sumergirse en la potencia del otro reconociéndose en el ros-
tro de su dolor y su carencia, crecer con él y con sus manos.
Creer tercamente, sin fe, pero sin pesimismo, en todo esto, a
diferencia de lo que hacen los crédulos o los dogmáticos, para
sacudir los fantasmas y sus fantasmagorías. Seducir las razones
que tenemos en la piel y que encontramos en el dolor del otro,
es un camino para dar con la noción spinoziana de «organización
de la libertad», en la que consiste el hacernos a nosotros mismos
como cuerpo-acontecimiento.
Con todo, la unificación, la traducción y el paralelaje, es
afirmación de la potencia ética, cuya práctica es poder activo de
su propia «producción del actuar y el existir» (Spinoza), comuni-
cando la ontología y la práctica. Multiplicidad de la organización
de la libertad, en oposición a multiplicación del Orden.
Multiplicidad de las combinaciones de la potencia horizontal y
colectiva (les agencements de la puissance, diría Deleuze), contra
los despliegues del biopoder.
Por eso hay que velar el por venir como el campesino
vela el alba. Entender, en clave de mecánica cuántica, que la mer-
cancía no es ni una fatalidad ni un destino. Menos aún una sus-
tancia del cuerpo. Devolver la potencia a las palabras para que en
ellas, con ellas y desde ellas, construirnos sujetos en los que vibre
la sustancia del trabajo en toda su multiplicidad, significa,
siguiendo a Nietzsche, la reivindicación de la crítica impensada
Crítica de la Razón Mediática

por Kant, al no asumir los valores que se desprenden de la


Razón, como fundamento de toda ética. Instalarse en la sustan-
cia del trabajo permite vivir la alegría del otro y, desde allí, vivir
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

556 la intensidad de la potencia de la vida de la multitud y su volun-


tad política en-común, agente de la producción y de su parado-
ja: la resistencia y la singularidad.
Asistir al encuentro con la ilusión y sus redes (contemplar
a la laboriosa araña) en sus nuevos mundos y en sus prácticas
afectivas, pensar en movimiento, en silbos y en consignas, en las
ideas como el fruto-pasión. Tomar el camino del “chino” Víctor
Valera Mora, del poeta, y “amanecer de bala”. Hacer del amor
un proyecto de rebelión. Apostar al goce del ser con otro
(Spinoza). Jugársela por la simplicidad de la inocencia. Por la
revolución: la irrefrenable dicha de la confianza y la fe en la
camaradería de con-vivir-en-la diferencia. Todo ello, cuerpo de la
resistencia y la singularidad de la potencia, es vivir el apetito de
vivir como secreto homenaje a la eternidad, construyéndola
desde la pasión del rechazo a doblegarse a lo que sea, para apren-
der a refundar la posibilidad.
Tener como certeza que la humanidad también está
hecha de lo que vendrá, un cuerpo-mundo por crear que ya está
entre nosotros y que se anuncia en nuestros deseos y nuestras
memorias, en nuestras prácticas y en los alentadores pronósticos
de cada rostro que sueña.
¡Sí!, es posible un nuevo lazo profundo, un refundación
de la subjetividad en su extrema potencia ético- política, cons-
truida en cada instante como intensidades puras que se realizan
en el convivir en la punta del límite de la eterna expansión (la
beatitud de Spinoza), como multiplicidad creadora de las multi-
plicidades. Porque una idea fuerza de esta naturaleza fusiona con
su calor la distancia entre ética y política, para instaurar la esfera
política –es decir, el final de la biopolítica-, la reestructuración
genérica de la corporeidad, en términos de Guiddens, como rup-
Crítica de la Razón Mediática

tura con la antropofagia o iconofagia de la existencia, reducida al


narcisismo individualista.
Juan Barreto
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Sexta Parte / Ensayo III

Este es el único reino en el que creemos y al que aspira- 557


mos: El de la amistad sin límites, el amor, la alegría, el trabajo
liberado y el goce, que existen interpelando permanentemente a
la solidaridad, en fin: vivir desde ahora, vivir sin miedo, el socia-
lismo en construcción. Para ello, Nietzsche, desde Deleuze, «nos
proporciona el medio de indagar el ser real del devenir y la orga-
nización positiva de la multiplicidad actual»20
El nuevo socialismo que, desde la palabra, brota del
manantial del cuerpo, se hace verdad como palabra concreta,
siempre nueva, hecha de carne y huesos, de gentes de todos los
caminos y confines, palabra-cuerpo que lucha y hoy nos visita,
viene de vueltas y revueltas, trae con Hermes y Dionisios noti-
cias frescas de Prometeo. Palabra anunciadora que de paso en
paso se queda en la piel, hablando de plurales sensibilidades jun-
tas, cuerpo en-común, cuerpo de nadie y de todos, que ya esta
aquí augurando una comunidad otra por venir, siempre inacaba-
da, siempre alterada, siempre otra.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto

20 M. Hardt, Deleuze, Paidós, Buenos Aires, 2004.


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EPÍLOGO 561

¿SE PUEDEN CARTOGRAFIAR


LOS MASS-MEDIA?

Orfeo es el mito trágico que pone en escena, entre


otras fisuras, el abismo entre los no-escuchantes y
los hablantes… Las lenguas no sólo se “emplean”,
no son sólo valores de comunicación, expresión
personal o uso colectivo: contienen la experiencia
de los pueblos y nos la transmiten, pero sólo en la
medida en que estamos dispuestos a reconocer
su capacidad de poder hablarnos.
La expresión “usar la lengua” la reduce
a un instrumento, cuando en realidad
es un proceso que nos trasciende

I. Bordelois.

Crítica de la Razón Mediática


Juan Barreto
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Epílogo

Tejiendo ciertas inquietudes 563

n libro no es sólo un conjunto de proposiciones inatribui-


U bles debidamente argumentadas, sino, fundamentalmente,
haciendo nuestras las palabras deleuzianas, «retazos de memorias
para hacer un nosotros, para permanecer un poco cerca de la
gente». Por esto, escribir también es un doloroso ejercicio de
vigilancia y separación de uno mismo, para mirarnos desde afue-
ra y llamar la atención sobre lo que somos y vamos siendo, des-
doblados en palabras. Pues nombrar, invocar, imaginar, designar,
es estirar la vida en la complicidad que ofrece el pensamiento,
intentando sumergir las pasiones en los conceptos que buscan
ser aportes al campo teórico en el cual se inscribe la producción
discursiva.
Si no fuera de este modo ¿para qué la escritura? La escri-
tura reta a todos -como Epicuro reta a los dioses- y nos reta a nos-
otros mismos a prolongarnos en las prácticas del devenir de nues-
tra conciencia, a ser consecuentes con nuestros propios discursos.
Éste, como todo texto, está cruzado por múltiples líne-
as de fuerza y traduce un proceso abierto de tensiones al inte-
rior del texto mismo, para su propia deconstrucción y la de la
discursividad dominante respecto de la esfera massmediática,
la cuestión de la subjetividad y sus vínculos. De modo que al
llegar el momento de colocar el punto final, no concluyente, a
su escritura, sólo podemos hacer aparecer palabras robadas
que ya fueron escritas en otros lugares de este libro, pero
ahora bajo otra forma, como intento de tejer las inquietudes
que dieron y siguen dando lugar a una lectura otra del dispo-
sitivo massmediático.
Crítica de la Razón Mediática

Inquietudes que pueden ser incorporadas en el debate


que atraviesa el terreno de la comunicación, y por qué no, como
un lugar móvil de referencia para una lectura de lo social, es
Juan Barreto
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Epílogo

564 decir, un lugar cuántico que aparece y desaparece en el movi-


miento mismo de su propia escena.
De cualquier manera, estas inquietudes están vinculadas
a ciertas convicciones. La primera, es que los problemas deriva-
dos del campo mediático intervienen de manera acusada el
mundo de las representaciones y construyen redes de sentido
que impactan los momentos de estratificación del adentro y el
afuera de la subjetividad, generando nuevas trazas en los diagra-
mas ya establecidos y aboliendo buena parte de sus fronteras,
con especial énfasis en los modos de la subjetividad biopolítica
que deriva en el magma cultural que cristaliza en lo que llama-
mos política, democracia y ciudadanía.
La segunda referida al hecho de que la llamada revolución
de las nuevas tecnologías ha acelerado el presente y lo ha dispa-
rado tendencialmente hacia zonas de intersección, de disipación
y de incertidumbre. La naturaleza de los cambios es tal, que
podríamos compararla con el impacto que sobrevino en lo social
tras la revolución industrial, por lo cual, la deriva cultural de la
modernidad favorece, paradójicamente, desde una “filosofía de la
sospecha” (Ricoeur), una escritura provisoria de la misma, aun-
que no por eso debe carecer de fuerza y contundencia.
Se trata de una nueva textura plural y abierta hacia nue-
vos problemas. Fernando Mires, por ejemplo, habla de la «revo-
lución que nadie soñó». Pero la irrupción de esta nueva revolu-
ción no es necesaria o inmediatamente volcánica, se comporta
por saltos, rupturas, emergencias e insólitos desplazamientos por
meandros que hacen bancos de acumulación de estratos y sedi-
mentos, en algunas ocasiones y, en otras, crean las condiciones
para que broten otros cursos de navegación por irrupciones y
saltos, por permutas y transmutaciones.
Crítica de la Razón Mediática

Finalmente, la tercera concierne a nuevos sujetos, nue-


vos actores y nuevos escenarios que, desde de plurales conste-
laciones de sentido, a veces se hacen aleatorios y efímeros, y
Juan Barreto
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Epílogo

otras, permanentes que cristalizan y condensan paisajes inex- 565


plorados esperando ser oteados por el pensamiento. De ahí que
la irrupción del nuevo dispositivo de la civilización del capital-
información-comunicación, producto de la sobre-aceleración y
del sobre-pliegue tecnológico, plantea la responsabilidad de
hacerse cargo de ella, abriendo nuevas perspectivas de conoci-
miento. En este terreno, ello implica un sacudimiento de los
conceptos para avanzar hacia campos de relaciones complejas
y lugares emergentes dentro de la teoría, y para hacer frente a
la naturaleza de la nueva cultura de masas y su forma elástica,
transnacional y nómada, así como sus múltiples proliferaciones
(Wolton).
¿Se trata de una nueva civilización o, por el contrario, de
una readecuación del capitalismo en tanto que modo y forma-
ción? ¿En todo caso qué es lo que cambia? ¿Y allí, en todo esto,
qué es, cómo funciona la máquina mediática del dispositivo
dominante comunicación-información? Son éstas, entre otras,
las interrogantes que cruzan la escritura de este libro, pero no
como preguntas meramente académicas, sino como impulsos
para hacerse cargo de una cuestión que, desde el análisis de la
lógica massmediática, podemos plantear, en pocas palabras,
como las condiciones que hacen posible la irrupción de una sub-
jetividad política otra que, liberada de esta lógica, pone en jaque
a la biopolítica, la cual tiene en la massmediática su más caro dis-
positivo.
Con estas convicciones, hemos considerado pertinente
dar cuerpo a este epílogo como una especie de cartografía de los
mass media, organizada a la vez como el ofrecimiento hecho a
principiantes para su incursión en este campo o, simplemente, a
quienes algo de este libro les haya despertado cierta curiosidad,
Crítica de la Razón Mediática

lo mejor que puede ocurrir cuando cualquier escrito se separa de


quien lo escribe.
Juan Barreto
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Epílogo

566 Mediática para principiantes:


un alfabeto de signos incompletos

Cuestionar nuestra voluntad de verdad, devolver


su carácter de evento al discurso, remover, por
último, la soberanía del significado

M. Foucault.

¿Haría falta una arqueología que permita una lectura de los sig-
nos como letras sueltas que por sí solas no dicen nada? ¿Como
trazos jeroglíficos vaciados de toda resonancia, desmagnetizados
de la fuerza rizomática y viral, del gesto y el derroche fáustico del
significado? ¿Como tropos de sentido sin-sentido. En esa direc-
ción proponemos una numeración alfabética aleatoria y decre-
ciente como el ritmo que hay de la A, a la B:
.- Todo sale y pasa por el cuerpo: Todo es cuerpo de
A cuerpos siempre físicos1. Siempre diagrama de dia-

1 "Estos cuerpos no son pura negatividad y desecho. Sus regímenes, muchas


veces incomprensibles para nosotros, son presencia abrupta de otros modos
de devenir cuerpo, de corporalizar, que en los márgenes de las formas insti-
tuidas de hacer cuerpo, organizan como pueden sus formas de vivir, rebelar-
se, enfermarse, sobrevivir, morir. Cuerpo que circulan como enigmas sin des-
tino. En realidad, están atravesados por las marcas de saberes y prácticas
sociales que exceden la territorialización disciplinaria. Pensar los cuerpos hoy
hace necesario desdisciplinar disciplinas de modo tal crear condiciones de
posibilidad que permitan pensar más allá de las capturas identitarias que las
territorializaciones profesionales han producido. En tal sentido, pensar los
cuerpos en transversalizar la problemática. Porque, si la constitución psicose-
xual se organiza en una dimensión propia y única de un sujeto, donde hay una
Crítica de la Razón Mediática

historia que ya desde el lenguaje de la cultura y el deseo de sus padres ante-


cede aun su presencia biológica, también hay una historia social de los cuer-
pos que los antecede y los prologará más allá de su organización deseante y
biológica. Abrir a la dimensión social e histórica de los cuerpos no significa
solamente pensar en los "usos sociales del cuerpo" o en la significancia social
que otorga sentido al movimiento cultural de los cuerpos, sino también en las
formas históricas-sociales que adopta la propia producción de los cuerpos.”
Juan Barreto

A. M. Fernández, Política y subjetividad, p. 250.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 567

Epílogo

gramas y torsiones al infinito que, como el ADN, no hacen más 567


que curvarse en eterno retorno sobre sí mismo, más aún en la era
de las máquinas cibernéticas de tercer tipo que sobre-pliegan
ininterrumpidamente la subjetividad. El cuerpo, si es humano, es
personal e impersonal. Máquina de producción y de captura del
sentido o de fuga a él. Aparato poliperformativo de rostricidades
múltiples. Portador de formalizaciones de algunos regímenes de
visibilidad y enunciación que construyen el sentido en las rela-
ciones de poder-saber inherentes a toda práctica social. Portador
efímero de sistemas de expresión conforme a un “modo” del
dispositivo.
La mediática es una prótesis capitalística del nuevo dispo-
sitivo información-comunicación, plano de consistencia maquíni-
ca que trabaja por máquina abstracta, en el sentido que Deleuze
le asigna al término: Energía modelizadora de corte, ordenador
de la diferencia de las piezas sueltas al interior de una gramática
territorializadora, de elementos formados y no formados, partes
y piezas sueltas dentro de un orden jerarquizado. La mediática es
de suyo, también, un dispositivo de ejercicio del biopoder, advir-
tiendo, con Foucault, que un dispositivo contiene objetos visibles
e invisibles, campos de enunciados, redes de sentido y, sobre
todo, líneas y derivaciones que actúan como vectores o resortes
materializando las tres instancias que se tensan y se entrecruzan
en torsiones discontinuas: el saber, el poder y la subjetividad.
Estas instancias no comportan ni poseen en modo algu-
no contornos definitivos, sino umbrales, campos de delimitación
que son cadenas de variables de tensores relacionados entre sí y
con otras líneas de articulación, lo que hace de esta trilogía
poder-saber-subjetividad una forma de relación presente en todo
espacio de lo social. La forma de esta relación y sus dispositivos,
Crítica de la Razón Mediática

hoy, se reconfiguran con el paso de las sociedades disciplinarias


a la sociedades de control. Por ello, puede compartirse con M.
Téllez, que:
Juan Barreto
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Epílogo

568 El impacto de los nuevos dispositivos informacionales y comunicacio-


nales alcanza no solo a las modificaciones en la red de las apreciacio-
nes individuales y colectivas sino a las formas mismas de reorganiza-
ción del tejido institucional. En tal sentido, los procesos de reconstitu-
ción de las pautas culturales son inseparables de los dispositivos mass-
mediáticos a cuya lógica y efectos se vincula la emergencia de otros
referentes de significación, otras maneras de pensar-decir, hacer y sen-
tir; tanto como el desdibujamiento de las fronteras entre los ámbitos
de lo público y lo privado. Nuevos saberes, nuevas experiencias y nue-
vas prácticas de producción de subjetividad se superponen transfor-
mando radicalmente el mapa de los dinamismos socioculturales, com-
plejizándolos, segmentándolos, rearticulándolos y cargándolos de sig-
nificaciones sin vínculo alguno con el imaginario cultural y político
constructor de las identidades colectivas, de herencia decimonónica.
No son ajenas a la massmediatización las transformaciones prácticas
y discursivas inherentes al espacio político, particularmente en lo
referido como desvanecimiento del tejido simbólico correlativo al
Estado-Nación, en cuanto instancia máxima de dirección racional de
la vida pública y referente incuestionado de la ciudadanía como
forma de identidad política.2

B .-nuevo
La mediática, una de las formaciones terminales del
dispositivo de control, opera como forma de
ejercicio de biopoder. Lo hace, desde la performatividad modeli-
zadora del adentro y el afuera de la subjetividad, en doble movi-
miento, continuo y simultáneo, liquidando sus distancias y cons-
truyendo entornos de mezclas y contornos difusos. Así, la subje-
tividad queda formada por redes de mosaicos arborescentes y
rizomáticos, retículas y aparatos de tejido visible e invisible, de
prácticas que hoy constituyen una esfera autónoma con preten-
sión de una cierta universalidad que marca, a decir de Deleuze, el
tiempo y los flujos del paso de la coerción al control y la varia-
ción de la «potencia de activar y la fuerza de existir» (Spinoza).
Este paso comporta la relativización del afuera, hacién-
dolo difuso para que los aparatos de coacción sólo actúen en
Crítica de la Razón Mediática

última instancia y no como el afuera primero de la construcción


de subjetividad. Esto deja de ser, poco a poco, necesario, pues
surge una nueva multiplicidad no dicotómica en la que se disuel-
2 M. Téllez, "Los cambios de época y el espacio público", X. Martínez
Juan Barreto

(comp.), Paradojas de la política. CIPOST/Sentido, Caracas, 2000, p. 159.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 569

Epílogo

ve la nítida demarcación entre el afuera y el adentro que intervie- 569


nen en dicha construcción como una singular práctica del biopo-
der y de las resistencias a él.
Es oportuno recordar que el concepto de biopoder fue
utilizado por Foucault, vinculado al concepto marxista de fuer-
za de trabajo: «La suma de todas las aptitudes físicas e intelec-
tuales que residen en la corporalidad» (Marx). Éste último con-
cepto plantea que el capitalista compra a futuro una fuerza no
presente, una facultad que es posibilidad y la hace fuerza trans-
formando la sustancia humana, de potencia en mercancía, pero
para que este ciclo ocurra debe cerrarlo reproduciendo las con-
diciones objetivas y subjetivas del trabajo. Para que el compra-
dor de trabajo exista, debe hacer trabajar voluntariamente a su
vendedor, dice Marx. De manera que el cuerpo vivo es, en pri-
mera instancia, sustancia de todo valor y de toda mercancía. De
manera que al capital le interesa el cuerpo viviente del trabajador
en tanto poseedor de una sustancia única3. Entonces, la econo-
mía política del capital coloca en el centro el asunto del bios, de
esa sustancia y de su subjetividad general que puede ser compra-
da y vendida dentro de una lógica y una estrategia que pueda
controlarla desde dentro desde sí misma, haciendo de la subjeti-
vidad su propia custodia (control biopolítico). Pues de lo contra-
rio podría desafiliarse del mercado, contractualidad de la com-
pra-venta y, luego, devenir sí misma, en forma emotiva, extra-
contractual e irreductible al intercambio inequivalente de la
forma trabajo, en proliferación de fuerza, en identidad subjetiva,
en multitud múltiple política. Un devenir pueblo, en los térmi-
nos ya expuestos.4
3 ¿Cómo pensar hoy esos cuerpos saturados, estallados de las "drogadicciones"
que han dejado de ser la anomalía o el goce clandestino de unos pocos para
conformar verdaderas poblaciones de erráticos? ¿Cómo pensar los cuerpos
Crítica de la Razón Mediática

enervados de niños o jóvenes armados que matan insensatamente a su alrede-


dor? ¿Cómo pensar las violencias sin argumentos? ¿Son éstas las nuevas moda-
lidades disciplinarias? O mejor dicho ¿Son éstas las nuevas formas de dominio
que reemplazan, suceden a, se articulan con las disciplinas modernas en las
actuales ‹sociedades de control›?", A. M. Fernández, Política y subjetividad, p. 251.
4 Aunque, al respecto, no dudamos en recomendar a P. Virno, Gramática de la
Juan Barreto

multitud, Colihue, Buenos Aires, 2003.


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Epilogo

570 .- El sentido-acontecimiento es un efecto, es un


C incorporal, está en la superficie. Dirigir nuestra mira-
da hacia el sentido-acontecimiento, es una invitación de Deleuze
a alejarnos de los universales y su impronta en el par binario
adentro-afuera. Pues, el sentido-acontecimiento expresa una
relación que, junto al concepto diferencia, enuncia los modos de
existencia en el devenir.

D .-tribución
La mediática, como dispositivo maquínico de dis-
y recorte, es en sí misma un régimen de
sentido información-comunicación, con distintas bifurcaciones
y regímenes subsidiarios. Es decir, una semiótica, un campo de
relaciones complejas de un orden de discurso y, por eso de sen-
tido que hace posible un territorio específico de delimitación
con sus zonas de transparencia y de opacidad que gramaticalizan
lo social y su alteridad. Como orden discursivo, la mediática deja
pasar ciertas intensidades y represa otras por máquina abstracta.
De ahí que estas mediaciones sean espacios-tiempos desde
donde es posible vivir los mitos afiliados a ciertos rituales y dis-
tintas miradas referidas a cada uno de los actores y de los suje-
tos que se constituyen5.

.- Cuando el dispositivo información-comunicación


E se despliega en la mediática, ésta se expresa como
efecto de superficie, haciéndolo como régimen de opinión. Es
decir, como la determinación de un mundo donde todo es visi-
ble, todas las partes se cuentan y todo conflicto es objetivado
como un problema limitado a la ausencia de medios para su

5 En realidad, la noción moderna de sujeto es inseparable de la noción de


representación y de un modo particular de pensar la diferencia -en clave pla-
tónica hegeliana- como negativo de la idéntico; por tal razón una reformula-
Crítica de la Razón Mediática

ción crítica del sujeto cartesiano implica, a su vez, poner en discusión -tanto
en el plano estrictamente filosófico, como en el plano político, pero también
en las territorializaciones disciplinarias- la noción de representación, y la rela-
ción identidad diferencia. El sujeto trascendental, escindido metafísicamente
del mundo, sólo puede conocer a través de las representaciones que constru-
ya de la realidad. A. M. Fernández, Op. cit., p. 255.
6 Como afirma M. Téllez en su ensayo "Reinventar la comunidad, interrum-
Juan Barreto

pir su mito", Op. cit.


6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 571

Eoílogo

solución, operación en la cual se reactualiza «la insensata pre- 571


tensión de la comunidad idéntica a sí misma»6. El proceso de
massmediatización del espacio público político se expresa en
nuevas figuras del discurso desplazadas hacia esta nueva lógica.
Público consumidor, mercado de simpatías, cliente afiliado al
medio, sondeos, consenso, etc., forman parte del proceso de
ecualización y disolución de las antiguas redes de significación
asociadas al Estado y a los grandes ideales trascendentales.
.- La mediática es prótesis terminal del dispositivo
F dominante, por eso, y no sólo por eso, no puede
operar por sí sola. Ella es una esfera de sentido que necesita de
las otras esferas para su propia existencia, así como del
momento de sobre-aceleración tecnológica del capital como
totalidad general. Lo hace, desde el núcleo discursivo de las dis-
tintas esferas autónomas de sentido, política, económica, ética,
estética y científica, en el sentido en que Max Weber habla de
ello en Economía y Sociedad, y a lo largo de toda su obra.
Esferas que, por demás, conforman la red social, privilegiando
su relación con lo político y creando una nueva razón de
Estado penetrada y capturada por la lógica del espectáculo y la
reducción a tópicos.
No hay régimen de opinión sin régimen de derecho.
Dichos regímenes son la expresión del nuevo dispositivo infor-
mación-comunicación que es, de suyo, abolición del conflicto
constitutivo de la política, por reiteración ininterrumpida de la
política como juego de consensos en torno a los intereses de las
partes y la búsqueda del equilibrio para la posibilidad de realiza-
ción de esos intereses. Es decir, realización de la política como
gestión de cuerpos, lugares y funciones, dentro de un modelo
democrático consensual que incorpora a la mediática y sus con-
Crítica de la Razón Mediática

diciones de recorte para ver lo que hay que ver, decir lo que hay
que decir y hacer lo que hay que hacer.
Juan Barreto
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Epílogo

572
G .-cristalizan
Régimen de visibilidad y régimen de enunciación se
como sentido en la sociedad del capital,
expresándose como superficie estriada y máquina de corte en un
régimen de opinión y un régimen de derecho, que son la manifes-
tación, en las sociedades posdemocráticas, del mito de la comu-
nidad idéntica a sí misma: “comunidad de la opinión pública” y
“comunidad del Estado de Derecho”, cuyas lógicas suponen la
construcción mitológica del consenso como realización del deseo
colectivo, el ideal resuelto que articula lo simbólico y lo imagina-
rio en un arquetipo universal de comunidad reducida a lo Uno.7

H .-regímenes,
Los mass media, en la intersección de estados de
son aparatos terminales, efectos de super-
ficie, distribuidores por agenciamiento y máquina propagadora
del mito del consenso. Máquina mitológica, en términos de R.
Esposito: mito del mito, del mito... Pues el mito es un metarrela-
to que actúa como continuidad estriada, obturando las fisuras
conflictivas de lo social por aplastamiento simbólico, y que no
tolera su interrupción en tanto que flujo del poder de una lógica.

I .-propagación
La mediática funciona como gel y dentro de él, por
de un cierto ambiente espeso (de opi-
nión) que contiene un virus. Aquí seguimos la sugerencia de
Deleuze: cambiar de pregunta, ya no tanto qué es, sino más bien
cómo funciona. Por ello, podemos hablar del boom mediático
como régimen de sentido que funciona por superposición de
órdenes, tal cual ocurre con los virus y las células. Para entender
tal funcionamiento recurramos a cómo funcionan los virus. Los
virus son plásmidos, unidades genéticas autónomas que depen-
den por completo de las células hospedadoras y, por ende, son
carentes de un sistema productor propio de energía y sentido,
pueden ser trozos de ADN o ARN producto de una mitosis
Crítica de la Razón Mediática

incompleta o del desprendimiento de mitocondrias en una cade-


na; pero, además, pueden surgir de manera aleatoria por micro-

7 Al respecto, véase J. Rancière. Op. cit. (Particularmente, el capítulo


Juan Barreto

"Democracia o consenso")
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 573

Epílogo

combinaciones de partes sueltas o restos de distintas formas de 573


vida. El virus se infiltra de manera parásita, copia o réplica la
información y trastorna su metabolismo por hipersensibilización.
El orden viral se sobrepone a los núcleos de información celular
deformando el sentido e imponiendo otro orden, minándolo.
Los virus penetran los ambientes por infección y conta-
minación, para ello necesitan de equipamientos especializados
que no siempre fructifican. Los virus se ensamblan a la célula o
a una bacteria, generalmente sin dañarla, produciendo algunas
veces mutaciones al interior de las mismas, hasta que por efecto
de alguna señal externa o por presión mecánica son liberados
creando nuevos focos de contaminación. Por no poseer metabo-
lismo propio requieren de la energía y la información de la célu-
la. Los mecanismos de replicación, pueden también perturbar
accidentalmente la información del ADN, creando errores de
transcripción en el mecanismo de fidelidad de las secuencias de
aminoácidos en el polipéptido correspondiente a algún segmen-
to del ADN, como afirma Monod Jacques en El azar y la nece-
sidad. Esta lógica nos permite explicar los dinamismos de la
mediática como régimen de signos.

.- El régimen de signos de la mediática invade lo social,


J penetrando todas y cada una de las esferas autónomas
de sentido y sus campos culturales derivados, superponiéndolas y
desnaturalizándolas desde el dispositivo actualidad información.

K .-ras¿Qué hace la mediática con la energía de las esfe-


de sentido y sus campos asociados? Algunas pre-
cisiones: habría que revisar los alcances de la nueva física teórica
en el estudio del campo mediático. En ese sentido, Xiomara
Martínez8 nos invita a pensar en la fisicidad de la política y, con
Italo Calvino, nos habla de la pertinencia de abordar los fenóme-
Crítica de la Razón Mediática

nos tomando en cuenta su densidad física y la necesidad de pul-


verización de la misma, para poder acceder a la libertad e inma-
nencia de su sustrato y su irreductible heterogeneidad.
8 X. Martínez, "La democracia. Una cierta idea de lo barroco", en Pliegues de la
Juan Barreto

democracia, ya citado.
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 574

Epílogo

574 .- Pensar la dimensión física de la mediática, es com-


L prender el dispositivo dominante y la producción de
subjetividad derivada de él, en su relación de subsunción real a la
política massmediatizada. Implica también establecer el carácter
material de esta relación y acercarse a conceptos de la termodi-
námica, que explican la indeterminación de las partículas ele-
mentales de la materia en sus relaciones complejas. Pues, el espe-
sor mediático es dado por su carga de partículas, por las líneas
de fuerza y articulación que cruzan su espacio-tiempo, por el ins-
trumental y repertorio discursivo que gravita en torno a sí, por
la hiper-con-textualidad que les es propia, por la energía modeli-
zadora del medio en sí mismo y sus prácticas que construyen
recortes desde un criterio de realidad auto-referido.

M .-atraer
La mediática actúa como un Agujero Negro, al
hacia sí, por succión, a las otra esferas, al
someterlas a una lógica auto-referida, al actuar como ordena-
dor de las energías sueltas que aplana dos dimensiones: la
actualidad y la información en un mismo dispositivo, el de
actualidad-información. Este dispositivo curva el espacio-tiem-
po de la energía social, acelerando linealmente lo real, creando
un campo gravitatorio intenso que evita el despliegue de nue-
vas multiplicidades fuera de su lógica, actuando por sustracción
y vaciando el sentido original de cada campo o esfera. Pero ello
no siempre resulta de ese modo, pues, de pronto, más bien
deriva en líneas de torsión de las distintas capas o dimensiones
de lo real que giran sobre sí mismas, como lo hace el ADN, en
una explosión de sentido que deviene en caos semiótico por
saturación y sobre-información -como cuando las mitocon-
drias escapan en la mitosis celular-. No es fácil ecualizar el
torrente de energía mediática cuando ésta ha sido desatada y,
Crítica de la Razón Mediática

mucho menos, modular sus efectos cuando dicho torrente se


derrama por todo el tejido social.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 575

Epílogo

En otros casos, la energía mediática implosiona antes de 575


producir sentido alguno. Este proceso de contaminación
ambiental, en muchos casos, termina anulando, por saturación,
las pretensiones de sentido del campo mediático, creando efec-
tos indeseados refractarios o de bumerang sobre el propio
campo y afectando, a veces, al dispositivo mismo.

N .-cuenta
No es posible hablar de mediática, sin tomar en
los modos de producción de sentido del
nuevo dispositivo información-comunicación y sus formas de
diseminación. El sentido lo entendemos, acompañados con
Deleuze, como sustancia y potencia, momento del aconteci-
miento del lenguaje en el que el devenir se abre paso buscando
posibles tránsitos y bifurcaciones, delimitaciones que actúan por
sinapsis, por conexiones aleatorias, en redes fractales, por múlti-
ples singularidades de carácter rizomático que se desplazan a dis-
tintas velocidades y líneas de fuga simultáneas hacia otros cam-
pos, y que se condensan, a veces, en planos de consistencia, en
trazas o esbozos, en cartografías renovables que dibujan un hori-
zonte de eventos, el cual podría ser explicado desde claves de la
mecánica cuántica.

Ñ .-deLasentido
mediática es también una madeja de cadenas
y narratividades, repertorios interpreta-
tivos, sistemas de enunciación y de formación de memoria, de
archivo intertextual, de energías modelizadoras del gusto, filia-
ciones, prácticas y, en fin, de deseo materializado en un mundo
de vida o habitus. Esta madeja hace posible migraciones de
sentido, juegos especulares y el surgimiento de una lingüistici-
dad capaz de conducir a distintas formaciones interpretativas
que actúan en espacios de procedimientos y recortes, dando
Crítica de la Razón Mediática

espesor a dimensiones de lo real y a sus desequilibrios metaes-


tables en ciertas construcciones en el orden de distintos acon-
tecimientos.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 576

Epílogo

576 La mediática es, por ello, también una manera específica


de construcción de subjetividad política, de disolución de la idea
moderna de ciudadanía y de reterritorialización de ciertas identi-
dades. Derrida dice, al respecto, que la construcción y decons-
trucción de cualquier identidad es la comprensión de la actuali-
dad del devenir de una violenta jerarquía, pues siempre expresa
actos de exclusión y diferencia respecto a lo que no es ella.

O .-miento,
Desde la mediática, como dispositivo de agencia-
fluyen distintas potencias y juegos de filtros,
que establecen dinamismos de diagramas de identidades (prácti-
cas, mundos de la vida, estilos: habitus), que recuperan y reorde-
nan fragmentos de sentido, los que de otro modo serían residua-
les, según los nuevos modelos de teorías de partículas, de la mecá-
nica cuántica. En la mediática no hay desperdicios. Velocidad,
ubicuidad, instantaneidad, sistemas de distinción mutante y dife-
rencial, producen series dispares de sentido que instituyen fantas-
magorías y sistemas de simulacro de la oralidad secundaria mediá-
tica, tratando continuamente de retomarse a sí misma.

P .-Industria
Recuperar la dimensión crítica del concepto
Cultural, nos parece fundamental para
estudiar el modo de funcionamiento de la massmediática.
Desde luego, adecuando este concepto a una revisión de sus
implicaciones epistemológicas y prácticas. Por ello, la remisión
al debate frankfurtiano no es ociosa, obedece a la necesidad de
actualización y re-despliegue de una categoría que ha sido
negada e incomprendida, incluso por lo más avanzado del
pensamiento latinoamericano que, por ello mismo, hoy luce
insuficiente.
Crítica de la Razón Mediática

Q .-ducción
La Industria Cultural incorpora el modo de pro-
de la vida espiritual a la formación social
global del mundo de la vida, como lógica de sentido, y permite
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 577

Epílogo

leer a la mediática desde la forma mercancía. Con este concepto 577


rompemos la relación sujeto-objeto, pues nos evita diásporas y
nos invita a guardar una posición de distancia con respecto a la
mediática. Pues, nos encontramos sumergidos en ella, somos
tocados por su discursividad espesa y por su performatividad
viscosa y, sin embargo instalados en su adentro podemos ver su
afuera. La mercancía es de suyo una lógica y pensar la mediática
desde esta lógica permite clarificar las direcciones a seguir en la
investigación.

R .-Industria
La deconstrucción-reconstrucción del concepto
cultural es posible desde la puesta en juego
de una semiótica que no desperdicie la posibilidad de un “giro”
hermenéutico, desde el cual dar cuenta del sentido como proce-
so masivo y continuo de simbolización, que consigue en los
medios un “lugar” de perversión o desnaturalización de la pro-
ducción de las esferas autónomas de sentido, actuando por con-
taminación viral.

S .-comprendiendo
Resemantizar la multivocalidad de la mediática,
cómo actúa su lógica en la tarea de
construir una interculturalidad con pretensiones universales den-
tro de su propio dispositivo, y la manera en que borra las anfibo-
logías sin disfrazar o eufemizar la función del signo, anteponién-
dose a su reificación, es misión de la teoría. Porque las contingen-
cias narrativas del mundo instituido de significado de la mediáti-
ca, obedecen a una forma de expresión y una forma de conteni-
do que configuran, a nuestro entender, la semiótica del régimen
de un dispositivo dominante. Ésta es, a su vez, una configuración
significativa específica en donde connotación y denotación se
superponen formando pliegues y sobrepliegues, dependiendo de
Crítica de la Razón Mediática

la estrategia del signo en el proceso social de simbolización que


llamamos realidad, la cual nace ya intervenida mediáticamente.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 578

Epílogo

578
T .-geneización
La fragmentación del pliegue mediático y la homo-
del sentido por disgresión y dispersión, la
hibridación, no son más que el efecto de superficie de un fenó-
meno nuevo, signado por la excentricidad o descentramiento pro-
pio de la mediática. Al ocurrir de nuevas prácticas asociadas a la
mediática, P. Virilio lo denomina visiónica, relación objeto-visión-
mirada-práctica, asociada a una expresividad, un habitus, un con-
junto suelto de sensibilidades difusas. Campo emocional de la
subjetividad reducida a la mirada que mira desde un nuevo régi-
men de lo visible y lo enunciable: la massmediática. En razón de
ello, la cultura como espectáculo (Subirats), no es un accidente, es
el reacomodo de los campos a otras lógicas derivadas, a nuevos
pliegues y mesetas gobernadas en buena medida por la mediática.
Una lógica que Guattari denomina capitalística, «exceso de senti-
do, excrescencia», homogeneización por saturación, sobreabun-
dancia del signo, lógica de supermercado.

U .-cuerpo
Somos parte de las redes mediáticas del cuerpo, o
de las redes mediáticas. Nada ni nadie escapa
a la fuerza gravitatoria de su lógica de sentido: criterio de reali-
dad mediáticamente fabricada, actualización permanente, tiem-
po real, reducción de lo real al dispositivo informativo sintético
de la simplificación por canalización, clausura de las respuestas,
y nueva forma de la memoria colectiva. Por eso hablamos del gel
mediático, que es de suyo agenciamiento y dispositivo, campo
cultural de intercepción de otros campos y subcultura. Todo ello,
al mismo tiempo, dentro de una lógica que puede ser explicada
desde la matemática de conjuntos y del conjunto como disposi-
tivo maquínico de captura. Por ejemplo, la vida es una lógica,
pero dentro de ella hay conjuntos diferenciales que crean cam-
Crítica de la Razón Mediática

pos distintos de expresión. Podría hablarse entonces de multivo-


calidad de sentidos dentro de un sentido mucho más general, sin
que esto altere el orden significativo de la vida como gramática.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 579

Epílogo

Es decir, la naturaleza se hace vida cuando asume una cierta 579


escritura de sí misma, capaz de replicarse a partir de órdenes de
memorias, archivos y diagramas posibles, desde una suerte de
universo de campos de prescripciones infinito.
En otras palabras, una lógica que es multiplicidad, lógica de
lógicas. Forma de expresión, forma de contenido diferente, pero
no divergente, a la naturaleza y sustancia del conjunto más general.
Por ejemplo, la araña y la mosca en sus devenires ya no son noti-
cia. De este modo podemos derivar conjuntos que nos hablan de
cómo la vida deriva y subsume a la vida, tal cual el capital deriva y
subsume al trabajo en su lógica, independientemente de las fluctua-
ciones o variabilidades del modo dentro de la formación.

V .-espeso
La mediática penetra, y ya está allí, en el cuerpo
de la subjetividad, por dispersión, resonancia,
negación o afinidad, creando posibilidades para el cuerpo sin
órganos del biopoder. La relación de esta superficie mediática,
híbrida con las formas profundas de la subjetividad, es el tránsi-
to del adentro y el afuera en un doble movimiento, la carga ritual
de los mitos y la vida imaginaria, tal cual lo presenta Foucault. Lo
que hace de la mediática el dispositivo de enlace de la madeja en
nuevos anclajes: echando mano de mentalizaciones, predisposi-
ciones culturales, procesos gestálticos, etc.

W .-ción
La mediática funciona como máquina de produc-
de subjetividades, organizando y articulando los
imaginarios que hacen plano de consistencia en los procesos de
subjetivación como procesos que hacen entrar en la meqamáqui-
na, es decir, el biopoder, el gobierno del capital en la subjetivi-
dad, instalado como dispositivo de producción de las condicio-
nes de su propia reproducción. Porque el biopoder actúa estrian-
Crítica de la Razón Mediática

do, por recorte, el deseo y organizando sus formas de expresión


antes de ser efecto de superficie. El estudio de la subjetividad, su
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 580

Epílogo

580 genealogía, pasa hoy por la comprensión de dicho dispositivo de


agenciamiento y de toda la semiosis social que le cruza. La
máquina abstracta trabaja por recortes y, en el caso de la subjeti-
vidad, éstos se expresan por bancos de memoria, acumulación
de imágenes y experiencias de formas terribles y sublimes que
permutan en nuevas conexiones abiertas y hacen circuito con las
nuevas producciones de sentido.

X .-deLasubjetividad
masmediática como dispositivo de producción
involucra, dentro de su mismo
campo, procesos de desterritorialización y reterritorialización,
desplegando y desembocando en redes de memoria, oralidad,
expresión emotiva y tramas de distinta consistencia, caotización,
descolocación de habitus, saturación y exceso, diferenciación, ley
del olvido y en organización por homogeneización de la diferen-
cia, que materializan nuevos campos de habitus. Es decir, como
atunes de distintas marcas en un anaquel de supermercado que
se maravilla con la cantidad y “variedad democrática” de la ofer-
ta. En fin, todo un campo de producción de un repertorio dis-
cursivo que impregna al objeto, el sujeto y el lenguaje, permitien-
do al deseo realizarse por medio del gusto y sus puestas en esce-
na, en el ejercicio democrático de “la diferencia” a la carta, siem-
pre actualizada por el criterio de actualidad.

Y .-dinamiza
La mediática es nudo de lugar y no lugar, que
lo real, incorporando líneas de fuerza,
de inmersión y de superficie que restituyen (o superponen) y
reterritorializan distintas temporalidades, e imprimen veloci-
dades divergentes y especulares a los procesos y, a veces, los
acelera y los dispara en direcciones múltiples casi siempre caó-
ticas que pueden incluso conspirar contra sí misma. Aunque la
Crítica de la Razón Mediática

mediática es siempre del orden arborescente, no obstante,


choca con la foliatura mutante al infinito de lo social, la cual
comporta una lógica rizomática que va gestionando nuevas
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 581

Epílogo

conexiones neurales n-1 al infinito que expulsan por momen- 581


tos al sentido massmediático.
Lo social contiene formaciones arborescentes pero no
puede ser reducida a ellas. Porque surgen distintos cuerpos sin
órganos que, en tanto planos de consistencia, van fugando,
estriando y fisurando el espacio-tiempo liso de la comunicación
como relación social, en un ejercicio permanente de reterritoria-
lización de las distintas esferas de lo social que se dispara sobre
la mediática. Sin embargo, la segunda naturaleza de la lógica
mediática entra de nuevo y, en cada localidad de intervención, va
vinculando y superponiendo un campo con otro, haciendo de
los sucesos formas ceñidas al dispositivo, que actúa siempre
desde su lógica, que sobre-codifica el lenguaje y lo repliega o
sobrepliega.

.- El abordaje de la mediática como esfera de senti-


Z do disuelto o como campo intermedio y ubicuo,
como virus subsumido, cobra fuerza, al tiempo que el mundo de
la imagen, como nuevo orden discursivo subsume también a
otras esferas en su sentido estético-político, pues atropella al
acontecimiento mientras este ocurre, sustrayendo cadenas ente-
ras de instantes.
Paúl Virilio habla de un paisaje de acontecimientos en el
que la velocidad de la imagen y su vértigo reduce la naturaleza de
los hechos. El ojo prima entonces sobre otros sentidos y la expe-
riencia sensual queda reducida a información visual: una ojeada,
una mirada. Surge la contradicción entender-ver, pues la imagen
reduce lo real a tópico neutralizando interviniendo cualquier
proceso, reduciéndolo al recorte específico mostrado como
suceso (fin del acontecimiento-devenir). De ahí que algunos afir-
Crítica de la Razón Mediática

men que se trata de una máquina instruccional del ojo y la mira-


da, conforme a distintas semióticas por donde circulan fluidos
con fuerza argumentativa u operativa; una máquina capaz de tea-
Juan Barreto

9 M. Téllez, "Los cambios de época y el espacio público", Op. cit., p. 161.


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Epílogo

582 tralizar de manera espectacular todo lo que toca en la retícula de


un programa diagramático, un sistema autocomprensivo, incluso
todo el imaginario político moderno:
El desmoronamiento del imaginario político moderno y la progresi-
va instauración de lo que viene nombrándose como videocracia,
encuestocracia, tele-estado, mercado electoral y la pugna por la
monopolización de las telemiradas del público teleespectador, cons-
tituyen, así, parte fundamental de las condiciones que la pregunta
actual por la ciudadanía no puede obviar, sobre todo cuando se tiene
presente el carácter efímero de experiencias políticas que movilicen
vínculos de pertenencia, de ejercicio de la opinión pública, y la pro-
gresiva reconfiguración del Estado sin nación ni finalidades circuns-
critas a los confines de lo nacional.9

El alfabeto que hemos construido, refiere a la lógica de


sentido que cruza el heterogéneo conjunto de las nuevas tec-
nologías de la información-comunicación: la lógica massme-
diática, la cual rebasa la lógica instrumental analizada por
Weber y la Escuela de Frankfurt, pues concierne a muchas
otras formas de relaciones perceptivas, afectivas, estéticas,
políticas, que producen efectos de adaptación inversa. Es
decir, los fines humanos al servicio de los modelos y los
medios tecnológicos disponibles, hasta convertirlos en valores
universales y legitimados por la presunta neutralidad tecnoló-
gica. De ahí que el problema de los usos, emplazamientos,
estrategias y momentos de las nuevas tecnología pasan a ser
también problemas de la teoría.
Desde luego, una teoría que se haga cargo del delirante
estado mediático cotidiano construido fundamentalmente por
los mass media, como dispositivos del biopoder propio de las
sociedades de control. Aunque éstos puedan devenir disposi-
tivos de resistencia asociados a potencialidades democráticas,
Crítica de la Razón Mediática

en lo medida en que, hoy, las mismas son impensables e irre-


alizables sin hacer participar a los mass media que conforman
una subcultura irradiada hacia toda la máquina cultural, cons-
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 583

Epílogo

tituyendo, simultáneamente, formas de ejercicio de las rela- 583


ciones de poder y control generalizado, y formas de resisten-
cias a él.
Una teoría, en consecuencia, que atienda al universo de
sentido de lo mediático y su resultado final: los procesos de sub-
jetivación. Lo que implica hacer lugar al resquebrajamiento de las
cadenas de sentido, de los repertorios de los aparatos interpreta-
tivos, de los sistemas de enunciación, de las pretensiones de ver-
dad, así como de los pactos sociales de entendimiento, ante el
funcionamiento de nuevas tecnologías del yo que anuncian un
individuo social desafiliado de las tradicionales formas de legiti-
mación e incluso del poder tal como fue enunciado en términos
tradicionales.
Y, desde luego, atender al hecho de que las nuevas mane-
ras de relacionarnos desde y con la mediática, conllevan inéditas
formas de interacción espacio-temporal y una nueva cotidiani-
dad. Pues, la producción y circulación de los flujos y recortes de
lo mediático en la máquina cultural, atraviesa las distintas esferas
de sentido que conforman lo social y, como parte de él, las nue-
vas formas de subjetividad. Razón por la cual, también implica
zonas de desajuste que, como potencia, anuncian resistencias,
rupturas y cambios.
De todo ello, hemos intentado hacernos cargo a lo
largo de los ensayos que conforman este libro, desde el entrecru-
zamiento de perspectivas que abren un espacio teórico otro para
dar cuenta de los fenómenos culturales, estéticos, políticos, tec-
nológicos e intelectuales como parte del nuevo campo informa-
ción-mundo. Y, en consecuencia, del nuevo mapa de lo comuni-
cacional, al que podemos aproximarnos mejor desde la puesta en
diálogo de enfoques que ejercen la deconstrucción devolviendo
Crítica de la Razón Mediática

potencia a los conceptos, para hacer posible otro modo de pen-


sar-decir la esfera mediática, atendiendo a sus dispositivos en la
configuración de nuevas subjetividades.
Juan Barreto
6a parte_Maquetación 1 7/25/14 4:26 PM Page 584

Epílogo

584 Una especie de mixtura hecha con trazos de una onto-


logía deconstructiva del presente, de una semiótica-hermenéuti-
ca, de una analítica del poder, de una mecánica cuántica de lo
social y algo así como una etnografía molecular que apunte a la
nueva capilaridad del tejido social y su devenir político.
Porque, en definitiva, el carácter y alcances de las reconfi-
guraciones de la política, no se pueden comprender sin hacerse
cargo de la lógica de sentido que cruza la esfera mass-mediática
y produce sus efectos en el campo político, ya descentrado y
perdido de su propia esfera desencantada. Aunque por razones
vitales también tenemos la responsabilidad de hacernos cargo
de las señales que anuncian su reencantamiento por la irrupción
de la multitud de lo múltiple y su devenir condición de potencia
de reinvención del pueblo como modo de subjetivación políti-
ca. Único chance que nos queda para refundar la política y la
democracia.
Ahora, sí, el punto final. Y nada mejor que haciendo mías
estas palabras de Borges:

Espero que las notas apresuradas que acabo de dictar no


agoten este libro y que sus sueños sigan ramificándose en
la hospitalaria imaginación de quienes ahora lo cierran.

J. L. Borges.
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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587

Por el socialismo
Post-scriptum

(Con un ensayo de Javier Biardeau:


Entre dinosaurios y unicornios).

A los pueblos puede llevarles siglos aclarar


una cuestión, pero cuando construyen una
mirada colectiva, ocurre como cuando fluye
el agua fresca y el alimento reanima la
potencia del cuerpo, o cuando se disipa la
niebla del invierno, entonces detectan
a distancia objetos que antes no veían y sólo
priva el deseo de marchar de un tramo hasta
superar cualquier obstáculo.

Hô Chí Minh.

artidario a rabiar -tal vez, dada la acusada influencia de la


P TV en mi generación- por los finales felices en las narrati-
vas, fue que intentamos este post-scriptum para el libro que recién
comienza su primer final; cuando apenas empieza también el
debate sobre el lugar de los saberes emancipatorios y de las pra-
xis contra-hegemónicas en la construcción del socialismo del
siglo XXI. Así, resulta este post-scriptum, como el resumen de un
diálogo ocurrido interpelando distintas preocupaciones apareci-
Crítica de la Razón Mediática

das a lo largo de la escritura y que ahora se despliega en tres


movimientos.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 588

Post-scriptum

588 Primer movimiento:


Homenaje a la memoria

Sólo con la prudencial distancia que produce el tiempo es que


somos capaces de labrar el, así llamado por los físicos, “efecto
cascada” de la visión fractal para crear desde la turbulencia de las
derivas de los recuerdos, otra mirada que incorpore la magnitud
de lo vivido, lo que va quedando en el aire y en la longitud irre-
gular de sus costas.
Digo esto, pues en el transcurso de la escritura nos llega
a la memoria, por relámpagos, “la genialidad” de tantas teorías
en boga en los últimos 30 años, con especial acento en la déca-
da de los 90, por sólo acotar un fragmento de tiempo, como por
ejemplo, las ya casi olvidadas obras de Toffler o de FuKuyama;
en su momento, todo un éxito editorial difundido en una opera-
ción eufórica en masa para ensalzar el fracaso de toda teoría crí-
tica, a favor del imperio final de la razón instrumental.
A lo largo de tantos debates hemos contemplado, a veces
con asombro y otras con resignado estupor, cómo de cuando en
cuando la historia se repite como tragedia, o como comedia
parodiándose a sí misma en un ritornelo al infinito de los mis-
mos aforismos y dogmas disfrazados (cargados de un regimien-
to de defensores, cada uno armado de formulaciones matemáti-
cas y cuadros estadísticos) que poco a poco se pierden en la jun-
gla espesa de la inconsistencia, o se los lleva el río de la vida real
siempre más rica que cualquier argumento. Así ha pasado con la
tan anunciada muerte del socialismo y el muy deseado (para algu-
nos) fin de las izquierdas, expresado con feroz arrogancia.
Anuncio y deseo que, mientras más numerosos, también se tor-
nan no menos contestables.
Crítica de la Razón Mediática

Me coloco en los albores de los años 70. Momento de


debacle de buena parte de la izquierda mundial y tiempo escogi-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 589

Post-scriptum

do por quienes, a contra corriente, iniciamos nuestra militancia 589


en la siniestra. Era entrar a un campo minado por la incertidum-
bre y, de suyo, asumir el despropósito de un tránsito por aquello
derrotado de antemano según todo pronóstico. Se trataba de una
actitud excéntrica, se diría.
Pero, a pesar de la cárcel de muchos compañeros, la
represión inclemente de los así llamados órganos de seguridad
del Estado con sus torturas, asesinatos y desaparecidos incluidos,
vistas las cosas hoy desde la perspectiva de los cambios en curso,
paradójicamente me animo a pensar que los años 70 fueron, en
general para nuestra generación, tiempos de fragua y combates
que no dudo en calificar como felices. Creo que el tiempo nos da
la razón, tomamos el camino y la decisión correcta.
Los 70, tiempo-lugar de complicidad juvenil, de estar
juntos inventando la reciedumbre de las quimeras tejidas con los
riesgos, hoy resuenan y nos definen en la amistad verdadera que
aún se conserva, fueron años de fragua y lucidez, es decir, de
hacer la urdimbre espesa para soñar despiertos los grandes acon-
tecimientos que entonces imaginábamos y que hoy, por fortuna,
se precipitan transformándolo todo.
Para algunos el pasado vive rodeado de nostalgias. Para
mi él se pierde en los laberintos de los recuerdos y se me asoma
el asombro, la imagen de mujeres y hombres con la capacidad de
soportar y resistir todo aquello, tomados férreamente de la
mano, poseídos del genio de un pensamiento crítico, entonces (y
ahora) acosado por los prejuicios de la ignorancia y el desprecio
prepotente que esto produce en quienes lo practican.
Nos salvaron las ideas, las convicciones, nuestros cantos
y nuestra poesía, los debates impregnados de la agudeza del estu-
dio, el desprendimiento y el compromiso, la disciplina que hacía
Crítica de la Razón Mediática

estallar la erupción exuberante de la pasión aun hoy irrefrenable


por la libertad del espíritu.
Juan Barreto
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Post-scriptum

590 Por toda la admirada deuda que llevo con esos héroes de
la resistencia, anónimos casi todos, es que no puedo más que lla-
mar alegría a esas décadas de desmesura oscurantista a la que
oponíamos la osadía de un pensamiento impugnador, confron-
tado ante la enormidad descomunal del pensamiento único y
unánime impuesto por el enemigo -el de siempre- que enfrentá-
bamos con ardor y sin miedo, al lado de nuestro puñado de ami-
gos de la edad (poco comunes y bastante irreverentes en relación
con la vida cotidiana de otras gentes). Creo que sin esos días no
sería posible que hoy viviéramos estas horas.
En este nuevo momento cruzado de azares y esperanzas
que despiertan movimientos, que aceleran los tiempos y los pre-
cipitan, cuando Moctezuma resucita y vuelve a gritar: !Los dio-
ses tienen sed! regresa también con ímpetu todo un movimiento
intelectual y moral, cargado de autocrítica, experiencias y memo-
rias, cruzando las tormentas y arrojado en medio del mar de la
intemperie, que deja en las pieles profundas el ardor de lo vivi-
do. Surge de distintos confines un nuevo pensamiento impugna-
dor. La elasticidad del devenir une y separa, los ríos van y vienen
pero terminan encontrándose siempre. Era de esperarse enton-
ces esta recuperación del pensamiento crítico, la recreación de las
ideas siempre refrescantes con las que nos topamos de nuevo,
con alegría y sin sorpresa. Vamos en el curso, siguiendo la brisa
que sopla, consiguiendo reflexiones, prácticas y camaradas en los
que cobra cuerpo el sí a una vida fecunda.
No nos asombra estar aún a bordo del mismo barco
–que otros abandonaron y que algunos se niegan a tomar–, re-
abrazando la emoción que se hizo fuego para broncear la arcilla
de una amistad profunda, invulnerable, que vuelve siempre, una
y otra vez, inflamada de razones que nos ayudarán eternamente
Crítica de la Razón Mediática

a estar allí, como uno más, “cruzando el largo invierno de los


pobres”, viviendo el ímpetu revolucionario de la gente, como
dijera Marx, desde este pequeño rincón del mundo.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 591

Post-scriptum

En sus manos está, caro lector, lo quiero repetir, el 591


esfuerzo y el sueño de una hermandad hecha poesía y trazos de
esperanzas materializada en canciones y gestos de múltiples mul-
titudes. También está algo de nosotros, lo que se va y se queda,
el sueño y la memoria de nuestras múltiples edades siempre jóve-
nes. ¡Salud por las ideas! Y que las canten todos, que las critiquen
o pulvericen, para que en ese movimiento suenen convocando
inquietudes, uniendo corazones, llenándolos de fuerza y de
poder, para alzar nuestra voz, abriendo los caminos, alumbrando
porvenires y aniquilando bestias.

Segundo movimiento:
sobre lo escrito

No queremos cerrar la taberna sin exponer algunas considera-


ciones finales que hacen pertinente este post-scriptum (una de ellas
es el estilo conversador que permite mayor flexibilidad metodo-
lógica). Debo decir que la intención es que, de algún modo, este
texto contenga de entrada su propia crítica. Por eso, responde a
varias interpelaciones que me fueron hechas por algunos cama-
radas; por ejemplo, que no resolvía del todo la relación Estado-
mercado como Significante Amo.
Al respecto, P. Bourdieu, nos alerta: «Siempre corremos
el riesgo de ser pensados por el Estado que pretendemos pen-
sar». Recomendamos, pues, uno de los últimos trabajo de este
pensador Espíritu de Estado, donde lo define como: «Un domi-
nio, un punto de equilibrio entre fuerzas concurrentes del capi-
tal como modo extenso, y de allí como una relación de mando dele-
Crítica de la Razón Mediática

gado y monopolizado por el resultado de un proceso físico de


concentración de diferentes especies y estratos o capas de capi-
tal, materializado en formaciones institucionales eficaces para su
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 592

Post-scriptum

592 auto conservación (razón de Estado, trascendentalidad temporal


del capital consagrado en ritos asumidos como universales lla-
mados al orden), como: fuerza física, colección de instrumentos
de coerción, capital económico- cultural-jurídico-político y otros
tantos campos correspondientes, hay que sumar también el
nuevo mundo ahora informacional y simbólico que mantiene
actualizado el anclaje lingüístico dominante (lo que hablar quie-
re decir) a un discurso de realidad, y toda otra gama de relacio-
nes posibles capaces de controlar en su interior cualquier mani-
festación vital, desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por
la escuela y la enfermedad, al interior de una clasificatoria. Es un
andamiaje de tiempo e historia, que existe sin mostrarse ni ocul-
tarse, pues está allí como evidencia de sí mismo, aunque en su
propia existencia ritualizada, de cuando en cuando denota su fisi-
calidad.»
El Estado es a su vez, entonces, una suerte de meta-capi-
tal que da poder de regular fuerzas a quien lo detenta, por lo que
cada una de las fracciones del capital, o de las clases -que es otro
modo de decirlo- luchan por su control o negocian alrededor de
su monopolio, pues esto les garantiza la obediencia colectiva
alrededor del capital y sus formas de clasificación, ahora presen-
tado como objetivo general y bien común.
Aquí no estamos hablando de ningún Estado Nacional
en particular, sino del Estado “artefacto social” fundado en unos
saberes (una razón lógico-lingüística arbitraria), de la moderni-
dad tardía, hipertecnológica, que opera simultáneamente en dis-
tintos dominios de la vida regulando demandas por medio de lla-
ves de paso de legitimidades y fronteras de todo tipo. Un Estado
cruzado por nuevas lógicas, descentrado y desencantado de su
propio gran relato maestro, desafiliado de cualquier sentido de
Crítica de la Razón Mediática

responsabilidad que no vaya más allá del discurso justificador del


día a día y de la reificación del capital. Un Estado que despliega
nuevos dispositivos de control, coagulado en granulaciones frac-
Juan Barreto
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Post-scriptum

tales; es decir, con presencia parcial en algunas zonas o bolsones 593


de lo social y ausente por completo, desterritorializado, en luga-
res enteros, pues su territorio natural se encuentra consagrado a
la lógica de la mercancía, única forma que hace visible el mundo
como relación de mando y de control, expresado como un acu-
mulado de este valor cualitativo, más allá de cualquier uso y
actuando como regla organizadora de la zona de visibilidad legí-
tima del deseo.
El Estado, como cualquier objeto creado por el capital,
se va ajustando a su metabolismo, por lo que su régimen jurídi-
co-político, más allá de cualquier aplicación o uso, puede pres-
cindir de ello. Es, por ello, interacción que organiza la relación
de cambio y hace valer las equivalencias. Como todo objeto, tam-
bién es mercancía y, en ese sentido, se aferra a la ficción del tiem-
po y a las modas que un día habla de reforma del Estado y otro
amanece diciendo todo lo contrario. El Estado es capital social
acumulado como relación de mando de la proliferación de for-
mas de la imagen pura y del simulacro, donde todo ocurre como
puesta en escena de un espectáculo que transcurre como pro-
ducción concreta de sí mismo, en un modo de ser abstracción de toda
relación social concreta y, por ello, significante puro de la fuerza,
en la medida que se despliega como escenografía asimilada al
régimen del dispositivo información-comunicación. Este movi-
miento ocurre cruzado por el esteticismo concreto del Estado
como un decorado de cierto ceremonial que liquida cualquier
función específica. Es decir, el Estado es eficiente mientras
afianza su presencia, no necesariamente vinculada con alguna
demanda, función o expectativa concreta, que no sea la de afi-
liación o de rechazo. De manera que su legitimidad viene dada
por la secularización de su propio mito. Por eso sólo es siempre
Crítica de la Razón Mediática

presencia en tanto que relación significante.


Tal vez Levi-Strauss tiene algunas claves relacionadas
con la explicación que ofrece acerca de cómo surgen las estruc-
Juan Barreto
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Post-scriptum

594 turas fundamentales de parentesco, sus lenguajes, modos y ran-


gos diferenciales. El Estado del capital es separación, estriaje y,
en tal sentido, especialización del espectáculo como seculariza-
ción del poder ajeno y separado. Visibilidad del espectrum del capi-
tal, puro situacionismo (G. Debord) mediado por cadenas de
representación; cadenas totalizadoras e involuntarias, práctica-
mente autónomas y separadas de los engranajes de jerarquías y
órdenes de mando de donde fue creado. No podemos separar el
concepto Estado del de burocracia. Toda una lógica articulado-
ra de una razón eficiente y de la ética de la responsabilidad de la que
nos habló Weber (razón instrumental y de sus imperativos sisté-
micos). Es decir, «una visión del mundo materializada y objetiva-
da» del momento histórico de una formación social concreta,
diría Marx. Pura ilusión -acumulación efímera que debe ser repe-
tida y reificada, reproducida en toda su teatralidad- que encubre
la fuerza de un modo en su forma más brutal: el terror que borra
lo que llamó F. Braudel, los tiempos del tiempo plural, a favor de la
unicidad uniformadora del tiempo del trabajo y el mercado.
Esto se hace visible por ejemplo, en el desdibujamiento
o borramiento de la ciudad, de la ciudadanía, en su vaciamiento
a favor del discurso urbano, en la separación estriada de lo civil
sometido al régimen de visibilidad de la mediática (nuevo espa-
cio público). Por eso el grito-metáfora (G. Bataille) de la irrup-
ción, rompe con el mito, con el ritual de lo sagrado y permite
toparse con el azar que emplaza a las lógicas instrumentales, para
escapar a lo dado.
El Estado actual, el del nuevo momento del metabolis-
mo del capital, en tanto que generalidad de la totalidad, para ocu-
parnos de un par de categorías marxiano-hegelianas, es una vez
más opacidad. Pero, ahora, opacidad del retorno al trabajo escla-
Crítica de la Razón Mediática

vo, no sólo por la sobre-aceleración del tiempo y el sobre plie-


gue del trabajo sobre el valor, como ya dijimos, sino también por
las nuevas prácticas que se legitiman día a día en el tratamiento
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 595

Post-scriptum

de, por ejemplo, los inmigrantes, el uso corriente del término ile- 595
gales, el desempleo crónico, la acentuada demarcación entre lo
especializado y lo no especializado, el control del tiempo libre
como tiempo útil para el consumo como producción de deman-
da y subjetividad, el exterminio de la diferencia en la prolifera-
ción de nuevas tribus. Y, en fin, de tantas otras formas de violen-
cia del mercado como Significante Amo.
Otro asunto: la condición de materialidad, o posibili-
dad, del orden de delimitación o las determinaciones orgánicas
de los procesos de subjetivación y del biopoder. ¿Se trata acaso
de un asunto que transcurre sólo en el marco del terreno teó-
rico, sin ningún referencial práctico concreto, es un juicio sin-
tético a priori?
En el texto hablamos de manera muy general de las
determinaciones biopolíticas de la existencia de la vida humana
y de una neurobiología de las ideas-pasiones y los sentimientos
asociados a ello. Hicimos referencia al modo de producción de
las emociones en la subjetividad y las formas de ver y de sentir.
Tomamos en cuenta el papel de los péptidos, polipéptidos así
como el de las neuronas complejas en los comportamientos y
prácticas; pero, además, incorporamos una especial referencia al
papel de los cualias de la percepción. Suerte de redes neuronales
autodeterminadas que se organizan como bancos de memorias
genéticas, experienciarios que aseguran la posibilidad de que, por
ejemplo, el cuerpo no confunda las ondas de calor con las de
determinado color. Así mismo, sería importante señalar que los
cualias actúan también como integrones de planos y mosaicos de
diagramas, que completan imágenes y formas; por ejemplo, en la
comprensión del dibujo o la caricatura de un rostro que nos sea
familiar, permitiendo la apertura a nuevos campos de asociacio-
Crítica de la Razón Mediática

nes racionales. Además, aceptan cambios en los recuerdos,


correcciones perceptivas dentro de una o varias posibilidades, lo
que permite rectificar cualquier curva de derivación o alteración
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 596

Post-scriptum

596 perceptiva; por ejemplo, ¡ah, me equivoqué de calle! Así, pode-


mos afirmar que hay un orden de delimitación de la subjetividad
que, aunque puede ser movedizo, viene dado con la especie.
Luego, podemos sumar a esto lo que aseguraba Foucault, cuan-
do advertía que ninguna civilización produce ideas distintas a la
de su época, es decir, el tiempo y sus propios límites. Por lo que
sólo en el borde, en las fracturas, el estallido de las crisis es donde
se da el salto que hace posible las líneas de fuga que cruzan el
cuerpo físico.
Por eso, debemos definir ahora con más precisión el
problema de la separación y la unificación, tomando como base
su materia prima: el tiempo de una época. Lo hacemos, entre
otras razones, por la extensión y naturaleza de las preguntas
que se plantean en el límite, al interior de sus formas de cono-
cimiento y, desde luego, en el recorrido de la historia de esas
preguntas y, a veces, en el tipo de respuestas provisionales que
las mismas han obtenido a lo largo de su existencia como inte-
rrogantes epocales.
El espíritu de cada pregunta es parte de la trama de pro-
blemas no satisfechos por los mitos y relatos de cada construc-
ción social. Es el lugar de no sutura, de la brecha y la apertura. La
desmesura de algún fracaso en la respuesta es parte de las marcas
de un tiempo. Cada respuesta es una formulación, un conjunto de
líneas de fuga o de nuevos pliegues de la pregunta sobre sí misma.
Instaurar una pregunta es instalarse en una época, es cristalizar un
bosquejo de respuesta, es una pre-visión diagramática de trazas
peligrosas en relación con la época misma y sus seguridades (nada
más peligroso que las certezas). Cada pregunta es una obsesión
fantasma que de cuando en cuando regresa transfigurado en otra,
para acosar el sueño tranquilo de un tiempo.
Crítica de la Razón Mediática

El espectáculo es un modelo lúdico que evacua la razón


crítica como lugar donde fermenta la revolución, es decir, donde
nacen las preguntas y respuestas fecundas. Las certezas tranqui-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 597

Post-scriptum

lizan mientras el espectáculo vela el sueño, el deseo de dormir. 597


El espectáculo es el sentido de realidad en estado presente, es
falsa conciencia del tiempo. Todo espectáculo es anti-lucidez, es
un sistema de medios sin fin que no responde a nada, como dice
Giorgio Agamben.
Toda época es el espacio-tiempo de un puñado de pre-
guntas que recurrentemente construyen sujetos de respuesta.
Frente al espacio-tiempo absoluto y abstracto del mercado, y a
su ciclo epocal, caracterizado hoy por la materialidad inmaterial
de su espectrografía, surgen pequeños bloques de otras tempo-
ralidades, paralelismos equipados de zonas de respuestas.
Equipamientos de sentido que son materia prima para trances y
lances de dados, para universos de posibles respuestas en cam-
bios epocales.
«Nada tenemos, salvo el tiempo», diría Baltasar Gracián.
Somos tiempo de la producción de todo lo existente y de aque-
llo que lo interpela. Tiempo de la mercancía y de su abolición, si
vamos construyendo también el tiempo de la pregunta por la
emancipación. Y como siempre nos recuerda Hugo Chávez, ape-
lando a Los Miserables de Víctor Hugo, «nada más poderoso que
una idea cuyo tiempo ha llegado». Podemos existir y persistir en
esa idea.
El capital es aplanamiento y unificación del tiempo
reducido a su metabolismo. Eso lo demuestra la producción y el
consumo mediático, reducido a pura actualidad. Reducción a
una ilusión, al imperio de un juego de apariencias (Baudrillard
habla de falsificación del tiempo). El estriaje por corte, por
sobre pliegue, por fragmentación del deseo, tras la producción
de la imagen de la unificación, se logra (apariencia) mediante el
consumo. Así, la unificación nunca llega a realizarse, pero el
Crítica de la Razón Mediática

ciclo se repite sin resolverse y sigue suspendida en un movi-


miento de unificación siempre dividido o escindido hasta su
próximo ciclo de realización.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 598

Post-scriptum

598 En este ciclo espiral al infinito de la potencia de la sub-


jetividad general del trabajo, la totalidad del uso como valor se
disuelve en el espectáculo del consumo, donde reina la inmate-
rialidad de la representación, es decir, el dinero y el consumo
como realización ilusoria, como momento del deseo reducido a
valor de cambio. El dinero, en el ejercicio pleno de su propia rea-
lización, organiza las zonas de elección en la puesta en escena de
la dramaturgia del Significante Amo, siempre inequivalencia
igual-desigual. Cada objeto se muestra desde su propio espectá-
culo ante el dinero que absorbe la conciencia del deseo. Allí des-
aparece todo valor de uso, en el goce concreto del instante acon-
tecimiento del goce del valor de cambio y su arco de satisfacción.
El valor de cambio se asume como representación de cualquier
valor de uso (dispositivo que contiene la realización del deseo
por medio de su actualización en el valor de cambio, relación
simbólica con el Significante Amo).
Esta trasversión hace que todo valor tenga un devenir
inmaterial y que, en consecuencia, también el trabajo devenga
mercancía asumida desde la inmaterialidad subsumida en su
valor de cambio; es decir, que el trabajo sea reducido a su mera
relación con el dinero y su nomenclatura equivalencial. El traba-
jo entra a un modo que lo reduce a una relación de paralelaje con
un objeto inequivalente cuyo único uso es su valor de cambio.
Habría que recordar a J. Lukacs cuando sostiene, en Historia y
lucha de clases, que esta predisposición o actitud de los hombres
respecto al dinero, borra todo significado al trabajo, diluido en la
mercancía total de la sociedad.
Algunos amigos que tuvieron acceso a los borradores de
este libro nos hicieron la siguiente amable observación: ¿Y qué
con H. Arendt, por qué no fue incorporada en tu reflexión sobre
Crítica de la Razón Mediática

la política? Ya guardamos distancia de cierto conformismo con-


servador presuntamente inspirado en Habermas. Ahora quisiéra-
mos tocar, aunque sea de pasada, el denso y respetable trabajo de
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 599

Post-scriptum

H. Arendt, para no dejar una sensación de vacío. 599


Lo primero que no comprendemos es cómo esta pensa-
dora pasa por alto el papel de la violencia en la historia (colocán-
dola siempre, o casi siempre del lado del mal) y, particularmente,
en la historia política, sustituyéndolo por un campo de tensiones
que se resuelve en la pluralidad de su ejercicio en el espacio
público. Sólo, tal vez, por oponerse a T. Hobbes y su Estado de
Naturaleza, que justificaría la violencia del Estado absoluto y la
política como ejercicio del poder materializado en la violencia,
fundamento de toda eficiencia totalitaria.
En La Condición humana, la autora atina cuando descri-
be la tragedia humana como nacimiento y muerte, que produ-
ce a seres condicionados y determinados. También comparti-
mos su acierto cuando distingue entre trabajo, por un lado, y
labor de la vida, por otro; aunque los asimila como simples
medios desde donde surgiría la tensión contradictoria entre la
pluralidad y la uniformidad, lo que niega una única naturaleza
humana.
El condicionamiento y la posición respecto a la materia-
lidad de la producción del mundo serían, pues, la contradicción
a resolver por la política recuperada como esfera de la libertad,
fuera de su actual trivialización. La política, en Arendt, es pen-
sada en el sentido griego como pura creatividad. Y, para nos-
otros, esto es una limitación idealista que no deja entender el
devenir de las pasiones y la necesidad de una voluntad constitu-
yente que puede involucrar la fuerza como ejercicio del poder
en todas sus formas.
No compartimos con ella el lugar y la separación hecha
entre la acción y el discurso. De estas dos actividades que hacen
la vida activa, nacería la política, una esfera particular donde se
Crítica de la Razón Mediática

expresan la acción y los discursos como si se tratara de movi-


mientos distintos (de más está decir a estas alturas del texto, cuál
es nuestra diferencia y cual es nuestro abordaje).
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 600

Post-scriptum

600 Para Arendt, más allá de cualquier visión pre-política del


hombre -presente en Hobbes, es decir, en todo el liberalismo
naturalista (siempre de origen hobbesiano), de un hombre al ser-
vicio de fines individuales y egoístas; por lo que surge y se hace
necesidad, la fuerza de una Razón de Estado- existe una posibili-
dad dialogal. Posibilidad en la cual estaría presente la condición
de posibilidad de lo humano como construcción política, es
decir, una suerte de malabarismo que reconoce la heterogenei-
dad y la reconcilia políticamente.
La autora separa, así, condición humana de naturaleza
humana, tomando partido por la democracia participativa,
opuesta a todo totalitarismo. Bien. Sin embargo, apuesta a la vida
en el espacio público, sin más consideraciones que la distinción entre
las esferas pública y privada, a las que ve separadas pero comple-
mentarias, haciendo de ello y con ello, un no-lugar, o más bien,
una referencia metafísica, al no tomar en cuenta la contundencia
del impacto del dispositivo dominante información-comunica-
ción, ya descrito, ni los ajustes al interior del metabolismo del
capital. Desde nuestra perspectiva, en la construcción de estas
esferas, lo público y lo privado, ocurre como un desdibujamien-
to de sus fronteras, al instaurarse otras lógicas que no son clara-
mente detectadas y que actúan como obstáculo epistemológico
para comprender la lógica de sentido, en sí y para sí, del régimen
de opinión. Por ello, Arendt no puede dar cuenta por completo
del Estado totalitario y se centra en el estudio de la propaganda,
perdiendo la contundencia crítica al verlo sólo como un efecto y
no como un campo de dispositivos de una lógica que le es cons-
tituyente. Una lectura rápida de El Capital de Marx, y con
Arendt, podemos lograr un mayor efecto de su concepto de la
trivialidad del mal.
Crítica de la Razón Mediática

Igualmente, no encontramos una evaluación suficiente


de la idea de trascendencia, como solución al conflicto fundante
de la tragedia humana, nacimiento-muerte, en oposición al reco-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 601

Post-scriptum

rrido del dispositivo actualidad y su lectura de lo efímero y lo 601


permanente. Ni hallamos consistencia en lo que considera
como verdaderamente humano. ¿Llegar al territorio político de
la actualidad o trascenderlo? (el prestigio, la realización, el
éxito). Luego, ¿Qué pasa con las microfísicas de la biopolítica en
la vida privada y en la esfera pública? Arendt reconoce cómo los
totalitarismos (diferentes a las formas despóticas), en su esfuer-
zo concentrado del poder (el horror), liquidan la identidad de
sus víctimas al aniquilarle toda capacidad de acción (política),
por medio de la violencia, convirtiéndolas en anomalías legales
fuera del derecho. Sin embargo, no guarda distancia radical con
este régimen.
Pensamos que profundizando en la relación libertad-
necesidad y en la categoría excepción a la norma, podremos encon-
trar giros que rompan con los rasgos del idealismo propio de la
teoría política de inspiración hegeliana presente en su discurso,
como un rezago, a ratos inundando su obra. Recomendamos a
los arendtnianos radicales, centrarse más en su herencia heideg-
geriana en cuanto a conceptos como esfuerzo, eficacia, orden-ley y
masacre administrativa.
Cuando Arendt cita a Tocqueville y, con él, dice que: «Un
mundo nuevo tiene la necesidad de una política nueva», creemos
que una pincelada de ello también cabe a sus formulaciones, para
desde allí emprender una lectura del poder, la violencia y la polí-
tica. Esto permitiría un camino que se entronque con prácticas
concretas anti-hegemónicas, ante el imperio del capital. Queda
pendiente en su obra, resolver este conflicto.
Particularmente nos entristece el modo en que separa
poder y violencia, reconciliando política y poder, desconociendo
el tonelaje de la descomunal obra de su contemporáneo M.
Crítica de la Razón Mediática

Foucault, quien hace del poder un dispositivo de dispositivos,


fundante de toda lógica y, por ello, de toda ontología histórica
del presente de lo social. La resultante de su pluralidad es el espa-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 602

Post-scriptum

602 cio público, que ya calificamos como el lugar de un régimen de


opinión. Esta buena fe en la esfera pública, la cual sería casi un
lugar para y de la libertad, sin más, se nos confunde con la uto-
pía habermasiana que no confronta la existencia fáctica del apa-
rato mediático y sus asimetrías, por decir algo.

Tercer movimiento:
Entre dinosaurios y unicornios.
Un ensayo de Javier Biardeau

Otro punto crítico es el referido por algunos amigos, respecto


de la ausencia de pistas, puertas y ventanas “más precisas” en
torno al debate sobre el socialismo y la promesa básica de uno
de los subtítulos. Al respecto, apelo aquí al ensayo Entre dinosau-
rios y unicornios del camarada y colega Javier Biardeau, el cual le
solicitamos para su publicación completa en este libro y para
que nos acompañara como tapa a este frasco. Lo que sigue es
su texto.
Para el diseño de los socialismos democráticos en el
siglo XXI, nos encontramos en un paisaje, rodeados de “dino-
saurios” y “unicornios”. Hay algo más que una simple oposi-
ción entre lo “viejo” y lo “nuevo”, artilugio Moderno por exce-
lencia, o entre aquello que forma parte del “un” pasado “real-
mente existente” y de un “mundo imaginario” y por tanto,
posible; sino una invocación a la prudencia para no caer de
nuevo en las diversas figuras de la Barbarie, encarnadas en los
despotismos de derecha y de izquierda. Los unicornios encar-
nan, entonces, la imprescindible conexión entre socialismo y
emancipación, sin la cual, la utopía merece ser, como diría el
Crítica de la Razón Mediática

filósofo pragmático y liberal-democrático, Richard Rorty, una


“fantasía privada”.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 603

Post-scriptum

Sin embargo, es conveniente hacer explícitos algunos ele- 603


mentos de la perspectiva que se pretende construir, como
corriente ético-política, del socialismo, antes de avanzar con la
argumentación, porque es relativamente fácil detectar dinosau-
rios y minotauros, pero muy difícil reconocerlos, cuando se dis-
frazan de nuevos unicornios.
Hablamos de socialismos en plural, porque obviamente
la experiencia histórica ha enterrado cualquier formulación uni-
versalista del socialismo con pretensiones de imponer una con-
cepción unitaria y mono-cultural, como lo fue la experiencia
soviética en su voluntad de construir una esfera de influencia de
alcance mundial. Tampoco es posible replicar “modelos de
revolución”, porque precisamente una “caja de herramientas”,
si es revolucionaria, no operaría con estos contra-sentidos, y
sólo servirían como “cartas de navegación” aplicados a otros
referentes”.
Adicionalmente, existe a disposición de los interesa-
dos, una amplia literatura donde se caracterizan los rasgos
autoritarios y despóticos de las experiencias socialistas que se
hicieron eco fácil de la crítica leninista a la democracia-liberal,
sin ofrecer perfiles democráticos que rebasasen los límites de
la democracia burguesa. No somos reformistas, como ya
veremos.
Por esta razón, resulta un extraordinario empobreci-
miento teórico, con indeseables consecuencias prácticas, descar-
tar en bloque el aprendizaje histórico de las luchas que desde el
ala progresista del liberalismo político (izquierda liberal), propio
del sistema-mundo Moderno-colonial, por miedo al chantaje
ultra izquierdista que podría acusarnos de reformistas; y recha-
zar de plano estos aportes en el patrimonio de la memoria socia-
Crítica de la Razón Mediática

lista de las luchas en pro de una ciudadanía democrática, en la


esfera de los derechos sociales y culturales; todo en nombre de
la “dictadura del sujeto revolucionario”.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 604

Post-scriptum

604 En pocas palabras, en el reformismo socialdemócrata,


hay algo que no se puede descartar a priori, aunque hay que tener
un criterio muy afinado de selectividad para no caer presos en el
programa político de apoyo al “capitalismo democrático del
Estado del bienestar”, o si se prefiere, en una actitud defensiva
ante las críticas al Estado Social.
Entre aquellos que justificaron una suerte de “socialismo
liberal”, desde el punto de vista teórico, figuran pensadores de la
talla intelectual de Norberto Bobbio, que no pueden confundir-
se con la llamada Tercera Vía a lo Giddens, o posturas “anti-fun-
dacionalistas” (¿Postestructucturalistas? ¿Postmodernos?) Como
las de Mouffe-Laclau, y su propuesta de “revolución democráti-
ca” para una nueva estrategia socialista, la cual ensambla con un
proyecto genuinamente revolucionario.
Lo que caracteriza y criticamos a estas propuestas, es su
marcado carácter euro-céntrico, lo cual las aleja de las experien-
cias, especificidades y particularidades de los territorios someti-
dos a procesos de colonización y modernización imitativa, trun-
ca y refleja.
Nuestra tesis afirma que las luchas por los socialismos
democrático-revolucionarios, parten de dos puntos: a) del reco-
nocimiento del papel de los «lugares de enunciación»” y de
«agenciamiento histórico-cultural», reconociendo la geografía de
las experiencias (Mignolo) y; b) reconocer la posibilidad de una
torsión de las proposiciones del ala radical-democrática del libera-
lismo político de tradición moderna, colonial y occidental, para
rearticular sus formas y contenidos progresistas, con otras for-
maciones de discurso y acción político-cultural, que no pertene-
cen a la tradición política de la Modernidad euro-céntrica. Pero
que tienen clara conciencia de la conexión entre emancipación
Crítica de la Razón Mediática

política, justicia económica, eco-dependencia y dignidad nacio-


nal-cultural.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 605

Post-scriptum

Aunque, existen también “los buenos ciudadanos” que 605


defienden el liberalismo sin saberlo, en nombre de la revolución
sin socialismo, razón por la cual, a algunos les molesta, gran
parte del ideario socialista y que el asunto entre de nuevo al
debate. A ellos, tenemos que decirles que sólo podrá ser recons-
truido un pensamiento para la transformación de todo lo exis-
tente, desde los márgenes del pensamiento euro-céntrico, en el sen-
tido de Foucault, sin necesidad de renegar de nosotros mismos,
y sin caer en el chantaje del “fundamentalismo nacionalista” y
del “fascismo de los vencidos”.
Sin embargo, quiero enfatizar que uno de los mínimos
democráticos del socialismo posible, será dado por los perfiles
construidos desde una democracia participativa, radical, pluralis-
ta y protagónica, que rebasando los contenidos de la democracia
representativa, los límites del Estado, los nacionalismos y localis-
mos, permitirán la construcción de nuevas ciudadanías sociales
pluri-culturales.
Otro de los mínimos democráticos del Socialismo posi-
ble, será mantener la tensión permanente entre lo instituyente (la
fuerza ontológica del poder constituyente), lo instituido y la ins-
titucionalización; y muy especialmente en el terreno jurídico-
político, entre poder constituyente, poder constituido y
Constitución Normativa.
Tratándose de una democracia revolucionaria, y por
tanto agonística de cabo a rabo, la deliberación y las comunida-
des de comunicación, estarán permanentemente asediadas por
las pretensiones de desinformar, el rumor, la guerra psicológi-
ca y la “comunicación distorsionada” (Habermas). Por tanto, la
democracia revolucionaria del socialismo, tiene como condi-
ción, profundizar la tendencia al estallido del paradigma liberal
Crítica de la Razón Mediática

clásico, que ha cosificado la separación entre economía, políti-


ca, sociedad y cultura, por una parte; y entre el ámbito de
“público” y lo “privado”, desconociendo la revalorización que
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 606

Post-scriptum

606 en la esfera pública realizan la acción directa-colectiva de plu-


rales movimientos sociales.
Sin embargo, el desplazamiento del monopolio de la voz,
por parte de los actores del liberalismo-democrático en el seno
de las propuestas socialistas, logra influencia y confusión a la
hora de construir una nueva hegemonía. De manera que no será
fácil para los socialistas revolucionarios. Será un proceso de
luchas contra-hegemónicas, en el propio interior de las corrien-
tes transformadoras y en el terreno de la construcción de signi-
ficaciones y sentidos (tendremos que apelar a la guerra de movi-
mientos, la guerrilla semiótica, y multiplicidad de referentes de
liberación sociocultural, ante la capacidad de seducción del
poder y el dinero).
Así mismo, la idea de las “revoluciones parciales” –tan
cómoda y entronizada en muchos–; acotadas como precondi-
ción de cualquier cambio y como elemento de subordinación
para la transformación democratizadora de estructuras estatales,
relaciones sociales y economías nacionales, y a las transiciones
“nacional-populares”, como condición previa en la vía hacia el
Socialismo, no puede erigirse en un obstáculo. Los etapistas
deben asimilar las experiencias que han dado paso a una revalo-
rización de las particularidades y especificidades de las posibles
transiciones socialistas, que reconocen que la condición de mun-
dialización del capital favorece hoy, también la construcción de
un “socialismo mundial” desde ya. Esta es también, la condición
de un nuevo internacionalismo; lo cual forma parte de un nece-
sario espacio-tiempo de transformaciones que desborda a varias
generaciones de movimientos, fuerzas y programas políticos.
Más que obedecer a leyes de “necesidad histórica”, el
socialismo será una construcción de la agencia humana, una
Crítica de la Razón Mediática

“revolución contra el capital” (Gramsci), o simplemente no


será. Por fin las condiciones están dadas y sólo basta ejercer la
voluntad. Esta construcción de la agencia humana transgenera-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 607

Post-scriptum

cional tiene que derrumbar de manera más o menos consisten- 607


te al muro geo-cultural y civilizatorio creado por la sociedad
liberal-individualista, del sistema-mundo moderno y colonial.
Estamos hablando nada más y nada menos, que transformar sis-
temas de valores, creencias y gramáticas ideológicas profunda-
mente arraigadas.
Por otra parte, es muy difícil sostener hoy de manera
mecánica o etapista, el problema de la transición necesaria entre
un sistema socialista y algo llamado comunismo. Lo que Marx
visualizó como el fin de la prehistoria (el reino de la necesidad),
y el comienzo de la historia (el reino de la libertad), sigue ubicán-
dose en el terreno del entusiasmo utópico, pero no por ello en el
territorio de lo imposible. Por lo que bien valdría la pena inten-
tarlo con toda fuerza.
Nuestra época dominada por la ultra-modernidad libe-
ral-occidental, segrega cada vez más una crisis de sentido, sobre
la posibilidad misma de tal entusiasmo utópico, canalizando
estas energías en la subcultura del éxtasis posmoderno a lo
Lipovetsky y de consumismo hiper-segmentado del mercado
como Significante Amo.
Sin embargo, existe una fuerte sensibilidad posmoderna
que se constituye en un “Estado naciente” para reelaborar desde
matrices político-culturales diferencialistas, fortaleciendo los
horizontes socialistas, de la mano de obras como las de
Boaventura dos Santos y otros pensadores latinoamericanos. Los
que nos alertan, pues, esto no excluye una cuidadosa demarca-
ción de corrientes que proponen jugadas neo-conservadoras
desde el discurso del confort y la calidad de vida, bajo la masca-
rada del socialismo.
Por otra parte, las corrientes postcoloniales ofrecen un
Crítica de la Razón Mediática

invalorable aporte al desmontaje-recuperación, del occidentalis-


mo, que puede ser aprovechado. ¿Acaso la experiencia soviética
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 608

Post-scriptum

608 no se proponía alcanzar como meta la imagen de bienestar con-


sumista del campo capitalista del “primer mundo” a nombre del
socialismo? ¿El año 1989 no fue acaso una pragmática evalua-
ción colectiva del sistema soviético como fracaso de la promesa
de ese particular “reino de la libertad” reducido a la pura y sim-
ple “soberanía del consumidor”? ¿Qué futuro le espera a las
innumerables nacionalidades y culturas sometidas por la imposi-
ción mono-cultural del colonialismo? Las razones postcoloniales
pueden contribuir decisivamente a colocar en la agenda del deba-
te las historias locales, frente a los diseños globales, y reivindicar
los tonos de la descolonización del pensamiento en el propio
terreno de los horizontes socialistas.
No resulta descabellado enfrentarse a operaciones de
transformismo o travestismo ideológico de extraordinaria efica-
cia, a partir de los acontecimientos de 1989; como la asimilación
del capitalismo realmente existente con el reino de la libertad, cuan-
do la vida misma de millones de personas bajo el capitalismo
mundial experimenta la más intensa privación, humillación y
sobre-explotación, al borde de la esclavitud, bajo el salvaje auge
del proyecto neoliberal-neoconservador. Sin embargo, constata-
mos como las culturas mediáticas licuan estas experiencias y
sugieren que la causa de esta situación es la “falta o ausencia de
más capitalismo”, y no la desregulación social y política consus-
tancial de la lógica del capital.
Los horizontes socialistas deben enfrentar los dominios
desbocados del imperio en toda su dimensión, pero y por sobre
todo el mediático, que se ha constituido en el verdadero prínci-
pe posmoderno de las corporaciones transnacionales, consoli-
dando junto a otros aparatos culturales una red integrada de dis-
positivos de modulación del control, vigilancia y “persuasión
Crítica de la Razón Mediática

coactiva” generalizada.
En síntesis, las controversias contemporáneas entre
modernos (liberales, conservadores y radicales), posmodernos
Juan Barreto
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Post-scriptum

(conservadores, resistentes y oposicionales) antimodernos (fun- 609


damentalistas y nostálgicos de las monarquías del “ancien regime”),
trans-modernos (pos-ideológicos o de izquierda) y poscoloniales
(Latinoamericanos, Caribeños, Africanos o Asiáticos), y toda la
gama de posturas que insurgen, pudieran generar nuevas recep-
ciones y reinterpretaciones de lo que podría significar una nueva
discusión de las experiencias y visiones Socialistas en los inicios
del siglo XXI.
La dispersión teórica en el terreno del pensamiento
social, es un factum de la situación presente, pero la realidad de
los movimientos de protesta y sublevación por otra parte, ha
venido ganando terreno y generando prácticas de articulación
entre pensamientos-saberes críticos, frente al capitalismo neo-
liberal. Los movimientos de acción colectiva van sedimentan-
do los nodos de una reticular y molecular praxis contra-hege-
mónica.
Sin embargo, hasta ahora, el estado del arte de la discu-
sión no remite al Socialismo como foco central de la agenda de
reflexión, pues para mucha gente que se dice parte del proceso
revolucionario, el socialismo es sólo una consigna que no contie-
ne sino a una apreciación de las tendencias, contradicciones y
dislocaciones del “capitalismo global”, sin ir más allá en la pro-
ducción de alternativas.
Esta brecha de la reflexión, pudiera comenzar a saldar-
se si se clarifican los términos del debate, y si se sabe hacia
donde apuntan las nuevas aperturas conversacionales en tér-
minos políticos. Pues pareciera que las fuerzas político-parti-
darias que se identifican con el ideario socialista a escala mun-
dial poco dicen sobre la posibilidad de un nuevo socialismo en
el siglo XXI, e incluso se encuentran en un franco retraso ante
Crítica de la Razón Mediática

las lógicas impulsadas por los movimientos alter-mundistas


(¿Otro índice de la muerte de la fertilidad del partido de ins-
piración leninista?).
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 610

Post-scriptum

610 Hablamos de socialismos en el siglo XXI, porque sin este


debate y sus lecturas, no habrá posibilidad alguna del
“Socialismo del siglo XXI”. Para que sea del siglo XXI tiene que
situarse inevitablemente en el siglo XXI; es decir, abordar un
talante contemporáneo y cosmopolita. ¿Qué significa en el pre-
sente histórico problematizar las experiencias socialistas y las
visiones socialistas para el siglo XXI? Significa ni más ni menos,
que realizar un verdadero balance e inventario de prácticas, éxi-
tos, fracasos, pensamientos y en fin la experiencia acumulada en
más de 200 años de luchas, y levantar sobre las huellas del siglo
XIX y XX, los nuevos horizontes socialistas: reconociendo las
limitaciones colonialistas y euro-céntricas de proyectos que ide-
alizaron un mito de progreso, articulado exclusivamente al indus-
trialismo, la historia, la burocratización de la existencia y la lógi-
ca unidimensional de la racionalidad instrumental.
Entre estas huellas, es impostergable redefinir la relación
de cualquier programa político con la obra teórica y política de
Marx, por ejemplo, con todo el “socialismo y comunismo teóri-
co”, y con los “socialismos históricos”. Hoy es inevitable, anali-
zar desde una perspectiva no euro-céntrica todas las huellas del
socialismo, y enfrentar la impostergable interdependencia entre
nuevo socialismo (nueva economía mixta de estilo socialista, con
un marcado acento popular- autogestionario y libertario) y la
nueva democracia (con marcado acento en la participación y
protagonismo del mundo popular y de las escalas locales de
inserción de cada cual en el nuevo mundo democrático de la pro-
ducción). Un nuevo poli-centrismo democratizador y socializa-
dor a través de redes para un mejor-vivir (Villasante).
Al mismo tiempo nos enfrentamos a temibles “minotau-
ros”. No solo es impostergable contar con el hilo de Ariadna y
Crítica de la Razón Mediática

con las habilidades de la real-politik, para enfrentar a los mino-


tauros de las formaciones presentadas como alternativas capita-
listas, propias del sistema-mundo colonial-moderno; sino tener
Juan Barreto
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Post-scriptum

presente que el “socialismo histórico”, creó sus propios horro- 611


res, laberintos y monstruos: los minotauros que bajo la codifica-
ción stalinista del llamado “marxismo-leninismo” o socialismo
científico, pretendieron crear una “visión unitaria” del proceso
de “transición al socialismo” y al “comunismo”, así como otras
fabulaciones. Hay que echar a la basura toda la dogmática esta-
linista, y sobre todo, echar a la basura las actitudes estalinistas de
la vida cotidiana (¡por supuesto, asumiéndolo con algo de cinis-
mo y reconociendo sus extraordinarios logros en el terreno del
espionaje social!).
Incluso, consideramos que hay que romper con el ima-
ginario jacobino de la revolución como toma del Estado. La
revolución socialista es una larga y zigzagueante transición
democratizadora, que ya comenzó; que transforma todo lo exis-
tente, que nace en las entrañas de las contradicciones y disloca-
ciones del capitalismo global, bajo la convicción de que cualquier
otra opción nos hunde aún más en la barbarie. Cualquier desvío
del ideario democratizador y de la construcción de un protagó-
nico poder popular, conduce a cualquier revolución socialista al
fracaso.
Estos minotauros de izquierda, se encarnaron por
mucho tiempo, en dirigentes que despreciaban a sus iguales
mientras competían de manera desleal por el poder, conspiran-
do siempre contra los demás; es decir, en vanguardias de apara-
to, burocracias, terrorismos de Estado, servicios de espionaje,
dispositivos de control, en despotismos diversos que han dejado
desolado el entusiasmo utópico por el socialismo y sembrado la
desconfianza.
Tanto las formaciones capitalistas como las formaciones
del colectivismo oligárquico, mejor difundido como “socialismo
Crítica de la Razón Mediática

realmente existente”, han legitimado a la voluntad de dominio, de la


que habló Marx, y también a su manera Niezsche, como fin y
único móvil de la política. Es cada vez más obvio que las perso-
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 612

Post-scriptum

612 nas comunes y corrientes intuyen y sienten que el fin último de


la política a escala planetaria, sigue siendo la conquista, acumula-
ción y conservación de recursos de poder para someter a otros,
a pesar de sus resistencias; y que mucho revolucionario no es
más que, como dijera Ciorán, “un tirano esperando su hora”. A
este sometimiento barnizado se le ha denominado pomposa-
mente como “gobernabilidad”. Y obviamente, “gobernabilidad”
de unos pocos burócratas contra el pueblo.
El socialismo democrático ha sido históricamente la
lucha contra la separación entre propietarios y no propietarios,
entre controladores de la gestión y dependientes del control,
entre gobernantes y gobernados, entre los auto-denominados
“ilustrados” y los hetero-denominados “incultos”; separaciones
que reproducen incesantemente formas de explotación, dominio
y manipulación ideológica. Por esta razón, el socialismo ha
incluido en toda su historia luchas por la socialización de la ges-
tión económica, atacando las fuentes de la desigualdad y la
explotación, la lucha por la socialización del poder político y la
democratización del Estado. Así mismo, simultáneamente,
opuesta su suerte a la socialización del saber y la construcción de
una nueva plataforma cultural liberadora.
La hegemonía histórica del “marxismo autoritario” y
todos los regímenes de aparato que se han denominado “socia-
listas”, han presentado características regresivas desde el punto
de vista de la tradición democrática, si se comparan histórica-
mente con los regímenes de las sociedades liberal-burguesas
reguladas por variaciones del “Estado democrático y social”,
donde una mezcla de conquistas y cooptaciones, ha dado lugar
a los “derechos democráticos” y las luchas por figuras cada vez
más progresivas de “ciudadanía” (cívica, política, social, cultu-
Crítica de la Razón Mediática

ral). Frente a esta situación, voces como la de Rosa


Luxemburgo, en su análisis de la revolución rusa, nos lleva al
quid del asunto:
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:28 PM Page 613

Post-scriptum

Y cuanto más democráticas sean las instituciones, cuanto más vivaz 613
y enérgico sea el pulso de la vida política de las masas, tanto más
directo y exacto será el influjo ejercido por estas, por encima de rígi-
das etiquetas de partido, de listas electorales envejecidas, etc. Cierto:
toda institución democrática tiene limitaciones e insuficiencias, cosa
que comparte, desde luego, con cualquier institución humana. Pero
el remedio que han hallado Trotsky y Lenin, la eliminación de la
democracia en general, es peor que la enfermedad que ha de curar:
porque obstruye la fuente viva de la que podrían emanar, y sólo de
ella, los correctivos de todas las insuficiencias inherentes a las ins-
tituciones sociales. La vida política activa, enérgica y sin trabas de
las más amplias masas populares.

Así mismo, y a despecho de los iluminados de la demo-


cracia liberal sin más, hay que decir que la liquidación de las liber-
tades democráticas, es una obvia prolongación del imaginario
jacobino y también del liberalismo. Dice Luxemburgo:
El presupuesto tácito de la teoría de la dictadura, en el sentido leni-
nista-trotskista, es que la revolución socialista es una cosa para la
que existe una receta acabada que esta en el bolsillo del partido
revolucionario y que solo basta con emplear la energía para hacer-
la realidad.

Leamos entonces en otro fragmento que para los pelos


de punta, ante la experiencia vivida en el siglo XX:
(...) La libertad solo para los partidarios del gobierno, solo para
los miembros del partido, sus funcionarios favoritos y sus burócra-
tas, por muy numerosos que puedan ser, no es libertad. La liber-
tad es siempre únicamente la del que piensa de otra manera. No es
ningún fanatismo de “justicia”, sino porque todo lo que de pedagó-
Crítica de la Razón Mediática

gicamente, saludable y purificador tiene la libertad política depende


de esta condición y pierde esta eficacia si la libertad se convierte en
un privilegio.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:29 PM Page 614

Post-scriptum

614 Podríamos multiplicar exponencialmente las citas y los


autores desterrados de la ortodoxia político-cultural del socialis-
mo que se hizo dominante en el siglo XX. La genial escritura
fragmentaria de Antonio Gramsci, los destellos consejistas de
Karl Korsch, la tan ignorada obra del socialista alemán Arthur
Rosenberg “Democracia y Socialismo. Historia política de los últimos
ciento cincuenta años. 1789-1937”, que no dudamos en recomendar
sin ninguna reserva y muchas otras voces más sepultadas en la
memoria oficial de los aparatos, que todavía resuenan y que irán
reapareciendo en el debate.
Se ha sepultado del imaginario socialista, que la democra-
cia revolucionaria es “socialismo y más democracia”, y no “estatis-
mo espontaneista y menos democracia”.
La democracia revolucionaria del socialismo, no es compren-
dida por los burócratas de aparato que no la practican, que son
liberales hasta en sus sueños. Son los que tratan de manera muy
esquemática cada concepto y se burlan del debate. Pues se esme-
ran por ser los lleva y trae de los salones cortesanos, los que se
ufanan de estar cerca del Líder. Los que se niegan a integrar en
un movimiento de fusión, nuestra historia republicana con la his-
toria de las luchas socialistas de todo el planeta. Fusionar es una
manera de decir practicar en un mismo proceso histórico, la
actualidad, y los distintos pasados de los oprimidos, construyen-
do ahora un discurso marcado por la pasión “política de las
mayorías” y el autogobierno de la colectividad; con grados supe-
riores de control y posesión colectiva de los principales medios
de producción de bienestar y mejor vivir.
Y es aquí, donde democracia revolucionaria y democracia
social se articulan para promover un nuevo proyecto de economía
mixta, nuevas formas de propiedad de estilo socialista, formas de
Crítica de la Razón Mediática

transición para el logro de un mejor vivir; es decir, la reconfiguración


de un mundo a escala humana y ambiental, de una real emancipación
para todos, contra los minotauros de izquierda y de derecha.
Juan Barreto
POST-Escriptum_post-ESCRIPTUM 7/25/14 4:29 PM Page 615

Post-scriptum

Por otra parte, cuidado con los minotauros de derecha. 615


Los legitimadores de las formaciones capitalistas hicieron todo
lo posible para reducir las expectativas populares sobre el con-
cepto de democracia. Desde la codificación de Joseph
Shumpeter, hasta la Comisión Trilateral, surgen y se manejan
interpretaciones que condenaron cualquier idea de profundiza-
ción de la democracia, presentándola como una amenaza para la
estabilidad y la “gobernabilidad” del sistema político y económi-
co; dando lugar a la democracia de baja intensidad y al compro-
miso entre elites, coartada a la medida de los intereses de la plu-
tocracia global y su diseño imperial.
Lo que se ha venido obturado, como señalaba
Rosemberg, desde hace más de 200 años, es que «la democra-
cia como cosa en sí, como una abstracción formal no existe en
la vida histórica. La democracia es siempre un movimiento
político determinado, apoyado por determinadas fuerzas polí-
ticas y clases, que luchan por determinados fines»; por tanto,
tras las formas retóricas del movimiento hay que analizar los
intereses y fines políticos que determinados grupos, sectores y
clases persiguen.
En el caso de los minotauros de las formaciones del
llamado “socialismo real”, desde la década de los 20 del siglo
XX, los aparatos postergaron por supuestas “razones de fuer-
za mayor”, un debate sustantivo sobre la democracia, y desde
ese momento, el socialismo democrático fue relevado por la
esterilidad de una socialdemocracia sin socialismo (reformis-
mo) y un “socialismo” sin democracia (sin revolución). A par-
tir de allí, y como afirma lúcidamente Edgar Morín, es obvio
que «el socialismo dejó de ser un concepto unitario». Por eso
hay que reinventarlo.
Crítica de la Razón Mediática

No basta sin embargo, con racionalizar el fracaso del


campo soviético a partir del cómodo expediente del chivo expia-
torio o emisario. Stalin no fue el creador del Gulag. El Gulag
Juan Barreto
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Post-scriptum

616 habitaba ya en la desfiguración del horizonte ético y utópico que


animó la “crítica de la economía política”, que se devaluó en una
forma de pragmática política, en el desdibujamiento del “análisis
concreto de la situación concreta”, por el cálculo instrumental de
fuerzas anónimas, donde la condición humana fue solo cifra,
variable, masa de maniobra, y perdida de la voz y del rostro.
¿Cómo “cambiar la vida” (Rimbaud) desde ese lugar?
Hablar de socialismo(s) en el siglo XXI implica una mirada fron-
tal contra la amnesia colectiva de los trayectos, márgenes y hori-
zontes socialistas que quedaron tapiados en el camino y una críti-
ca radical al capital y su lógica. Y sobre todo cuestionar las premi-
sas euro-céntricas y colonialistas presentes en cierto ideario socia-
lista, así como los nacionalismos vaciados de perspectiva histórica
que temen al socialismo, más por ignorancia que por otra cosa.
Desde nuestra perspectiva, sólo reivindicando a los
socialismos desde los márgenes -nuestros márgenes-, poniendo
a circular una proliferación de diferencias, tensiones e incluso
oposiciones al interior del debate franco, es donde se hace posi-
ble reavivar la llama del entusiasmo utópico, replanteando la
construcción de la unidad en la diversidad a partir de metódicas
democratizadoras que parten del reconocimiento del otro.
La fecundidad de los Socialismos desde los márgenes,
contrasta con la esterilidad del “régimen de verdad” de los apa-
ratos y sus funcionarios, dueños de “La Orden del Día” en las
reuniones. Estos socialismos en plural, con sus desarrollos des-
iguales y especificidades histórico-culturales, permiten nuevos
locus de enunciación, y posibilitan hablar del “socialismo” como
una verdadera constelación de sensibilidades, ideas, creencias,
valores e imaginarios de emancipación.
No se trata de simples oposiciones de valores, entre
Crítica de la Razón Mediática

libertad e igualdad, por ejemplo; o el discurso derechizador de la


justicia como fin último; sino del modo de articulación de un
complejo de valores en el cual están presentes de modo sinérgi-
Juan Barreto
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Post-scriptum

co el derecho a la vida, la justicia más allá de la igualdad, la liber- 617


tad y la solidaridad como principios irrenunciables. El socialis-
mo, desde nuestra perspectiva, será la lucha por ampliar los espa-
cios de libertad (Foucault), confrontando abiertamente las con-
diciones de exclusión, desigualdad, injusticia, explotación, vulne-
rabilidad, racismo y un largo etcétera, que reproduce una “liber-
tad real para algunos pocos”.
Por esta razón, la estrategia socialista, depende de una
“revolución democrática” y una nueva hegemonía, de una praxis
contra-hegemónica al capital y su lógica, de fuerzas nacional-
populares e internacionales, opuestas al Imperio; que junto a
movimientos anti-institucionales, anti-patriarcales, anti-autorita-
rios, eco-políticos y de sensibilidades ecuménicas, planteen las
bases de un nuevo espacio-tiempo de transformaciones radicales
de todos los espacios de poder, ya sean estos moleculares o
molares, como los Estados-Nación y las instancias de poder
supranacionales.
Ciertamente, las definiciones de la democracia y del
socialismo están condenadas inevitablemente al “conflicto de
interpretaciones”, por una parte, y a una pluralidad de perspecti-
vas, por la otra. Esta pluralidad ofrece fortalezas y no debilida-
des. Requerimos de una proliferación de sensibilidades a lo
Benjamín, para rememorar y no perder nuestro vínculo con esas
huellas, y renovar la lealtad con el a priori del dolor de la plural con-
dición humana, fundamento precario de los saber(es) y los pensa-
miento(s) críticos, frágil fundamento que desmonta las certezas
amalgamadas por los practicantes de la racionalidad instrumen-
tal capitalista, y que no puede reducirse a una suerte de “huma-
nismo sentimental justiciero”.
¿En que se ha transfigurado la vanguardia intelectual de
Crítica de la Razón Mediática

los minotauros, sino en las voces del dominio y la exclusión?


¿Que diferencia existe entre la verdad oficial del príncipe moder-
no encarnado en el “Estado-Partido único” y este príncipe pos-
Juan Barreto
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Post-scriptum

618 moderno de la mediática, que usa la “opinión publica” para


modelar los patrones de interpretación y sensibilidad social?.
¿Qué queda en pié de la Modernidad liberal-eurocéntrica, que
muchos defienden desde lo presuntamente nacional? ¿Qué pasa
con aquellos que confunden socialismo con soberanía del con-
sumidor y sus simulacros de libertad?
Nuestros minotauros son, en definitiva, las plutocracias
capitalistas y las “nomenclaturas” políticas de una suerte de
colectivismo oligárquico, que han gestionado diseños globales
sin huella alguna del poder de las historias locales y del protago-
nismo de los lugares-mundos de lo nacional-popular. En defini-
tiva, será una fuerza distinta, una democracia participativa, radi-
cal, pluralista y protagónica la condición de posibilidad para
derrotar en la práctica a nuestros minotauros-los que llevamos
por dentro- y crear con o sin ellos, los horizontes socialistas.
Estamos seguros de que contamos con las herramientas
para la construcción de un socialismo de nuevo tipo, profunda-
mente revolucionario y eso quiere decir también desde la dimen-
sión de un replanteo del pensamiento y la práctica democrática,
pero, sin estas demarcaciones, sin este debate, sin a su vez, lograr
la democratización sustantiva del pensamiento crítico y sus
alcances, el Socialismo del siglo XXI, será de nuevo una reitera-
ción de aquella sentencia: «Los sueños de la razón engendran
monstruos».
Crítica de la Razón Mediática
Juan Barreto
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POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 643

643

GLOSARIO

· Acontecimiento: Es el instante-devenir en el que líneas de


superficie o grietas componen una superficie de ruptura, singu-
laridades e instantes, que posibilita la producción de lenguaje y
pensamiento, y que dividen el tiempo en un pasado como ya no,
y un futuro como todavía no. El acontecimiento no ocurre
como un afuera, sino que irrumpe e interrumpe como un esta-
llido que podemos referir al plano de consistencia, o produc-
ción de deseo y que tiene que ver con la voluntad del poder de
afirmación, provocando que lo que pasa, nos pase, nos afecte,
nos con-mueva, nos transforme. Todo acontecimiento es singu-
laridad y la subjetividad está ya en su interior, es decir, se forma
en el proceso de constitución permanente de la subjetividad
pensante y de la subjetividad actuante. Lo que posibilita el acon-
tecimiento es otro sentido, que es del orden de lo molecular,
diferente a la formalización, que es del orden de lo molar, por
lo cual le da consistencia a la vida y al cuerpo del lenguaje. El
acontecimiento, como efecto de ruptura, es lo inesperado, lo
inédito, lo incierto. En él se imbrican cuerpo y pensamiento.
Por eso, el acontecimiento es el instante de máxima intensidad
de constitución del cuerpo sin órganos, deseante, que libera el
destino de la necesidad, al romper con la identidad de las cosas
(Deleuze). El acontecimiento produce un aumento de la capaci-
Crítica de la Razón Mediática

dad de afectación (Spinoza). Entendemos, así, que la mediática,


anula el acontecimiento.
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 644

644 · Actualidad: Instante eternamente presente que actúa como


lógica de eterno retorno al interior de la producción mediática.
Es el acto de un eje de fuerza que organiza el sentido, a partir de
recortes e interpretaciones de lo que sucede. Es práctica maquí-
nica y excrescencia del dispositivo información-comunicación.
Es urdimbre de datos devenidos sentido y difundidos bajo la
figura de información. La actualidad es el estiramiento del tiem-
po de existencia de un acto. La actualidad anula el instante-acon-
tecimiento.

· Afección: Alude a una voluntad de “hacer” algo con los afec-


tos, de ponerlos en cierto estado, en el sentido de un cuidado de
lo que pasa y nos pasa. “Hacer” algo con los afectos concierne a
una actitud ético-política que no busca controlar ni moralizar los
afectos, sino cuidarlos y favorecerlos como intensidades que
pasan por el cuerpo, como nuevas maneras de sentir, para poder
trazar nuevas líneas de vida (Deleuze), trazado que implica una
nueva política de las percepciones, es decir una práctica ético-
política del cuidado de los modos de percibir lo que afecta el
cuerpo y es afectado por el cuerpo. La afección nombra, así, un
estado alterado del cuerpo que remite simultáneamente a la idea
de acontecimiento y al cuerpo, pues las afecciones son estados
provocados por una disfunción de lo normalizado. Dar lugar a la
afección como acontecimiento que “hace algo” con el cuerpo y
en el cuerpo, tiene que ver con una política de las formas de
vida, de las formas de figuración del sujeto, como forma inespe-
rada del bios que irrumpe en el propio cuerpo y con una ética de
hacerse a sí mismo en el ejercicio-en-común-de la libertad.

· Agenciamientos: Son vectores que orientan las fuerzas y los


sentidos de un dispositivo en una o más líneas del mismo.
Crítica de la Razón Mediática

Constituyen una o más piezas de un dispositivo. Son redes de


reenvío y puntos de articulación que se hacen en zonas interme-
dias entre estrato y estrato, codifican, decodifican y marcan la
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 645

relación entre un medio y otro, entre un territorio y otro. En 645


cada agenciamiento hay que encontrar el contenido y la expre-
sión, sus distintas inserciones en un sistema semiótico, en un
régimen de signos, en el lugar de un contenido, en determinadas
prácticas, acciones y pasiones, en el lugar de la articulación ros-
tro-humano. Los agenciamientos conectan cuerpos y conteni-
dos, organizan ejes de líneas que atraviesan y arrastran fuerzas y
potencias. Son las líneas que demarcan el territorio de definición
de las maquinas abstractas y sus reglas concretas. Todo agencia-
miento efectúa un cuádruple juego: territorialización, reterrito-
rialización desterritorializacion y organización del ritmo y veloci-
dad de dicho movimiento. La disposición de un agenciamiento
excluye la posibilidad de determinar de antemano un dominio de
base: económico, jurídico, político, artístico, físico, biológico,
religioso, etc. «Un agenciamiento es siempre e indisolublemente
agenciamiento maquínico y agenciamiento colectivo de enuncia-
ción» (Deleuze y Guattari).

· Agujeros negros: Son lugares con gravedad igual o superior a


la velocidad de la luz, que succionan toda la energía en cualquie-
ra de sus formas y comprimen el espacio-tiempo. Un agujero
negro de masa y velocidad de rotación determinadas, puede ser
formado a partir de un número muy elevado de diferentes con-
juntos de partículas (S. Hawkins). Este concepto sugiere un
mecanismo, una lógica de dispositivos succionadores de reali-
dad-actualidad, producida por la sobre-aceleración del tiempo
social, debido al impacto de las tecnologías del universo de la
información-comunicación sobre los mundos de la vida.

· Amo: Posición que ejerce el dominio en la relación de poder y


control. En el plano simbólico es el dominio del significante.
Crítica de la Razón Mediática

· Arte: Es el gesto, la práctica que legitima y determina ciertas for-


mas del gusto y naturaliza técnicas de reconocimiento, establecien-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 646

646 do el límite a partir del cual se define lo bello, lo que concita emo-
ciones y el habitus. Es un discurso que construye un objeto pura-
mente significante referido sólo a sí mismo, expresión original de
cierta sensibilidad y, en este sentido, el último movimiento de la
separación del trabajo en relación con el capital y el máximo esta-
do de opacidad, pues sella la fisura entre producción y sentido, ade-
más de prefigurar el carácter de una época. El debate Benjamin-
Adorno sobre el aura en la obra de arte, en la era de la reproduc-
ción en serie, ilustra la tensión alrededor de este concepto.

· Aura: Es un evento sin mediaciones, pues es en sí misma his-


toria, experiencia y ritual. Es un instante-acontecimiento que
media entre el mito y la realidad, capaz de producir cadenas de
afectación como, por ejemplo, algún efecto estético. La polémi-
ca Benjamin-Adorno sobre la disipación, o no, del aura en la
obra de arte, en la era de la reproducción en serie, nos coloca
ante la disyuntiva de tomar partido a favor de la reproducción
como simple difusión, o como una lógica de sentido que borra-
ría cualquier afiliación subjetiva distinta al goce del consumo
inducido por el mercado, en cualquiera de sus formas.

· Banalizacion: Práctica de aplanamiento por suspensión del


espacio-tiempo que opera como dispositivo de la máquina
mediática, volviendo superfluo, anulando, todo aquello que
pueda devenir acontecimiento. Esta práctica y sus procedimien-
tos recurren a la sobreaceleración de actualidad que produce la
obsolescencia vertiginosa de la información-mundo. La banaliza-
ción es, así, un mecanismo que interviene en la producción de
cuerpos, por ejemplo, de cuerpos indolentes, ajenos al sufrimien-
to y al dolor del otro.
Crítica de la Razón Mediática

· Biopoder: Diagrama histórico del modo de ejercicio de rela-


ciones de poder-saber que se instaura con la subsunción real de
los cuerpos en la lógica capitalista. La más alta función de este
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 647

poder es infiltrar cada vez más la vida, y su objetivo primario es 647


administrar la vida. El biopoder, pues, se refiere a una situación
en la cual el objetivo del poder es la producción y reproducción
de la misma vida, desplegándose en dispositivos de control sobre
las poblaciones. El biopoder regula la vida social desde su inte-
rior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándo-
la, y puede lograr un comando efectivo sobre toda la vida de la
población sólo cuando se torna en una función integral, vital,
que cada individuo incorpora y reactiva con su acuerdo. Este dia-
grama articula el cuerpo sin órganos a la gramática del régimen
de sentido del capital, instalado y funcionando desde el cuerpo
como máquina de máquinas, auto-reproductora de la sensibili-
dad que hace posible la subjetividad. Dispositivo y efecto de
máquina multi-binaria que captura actos y prácticas del cuerpo
territorializado (productora de sistemas principalmente binarios
de enunciación y reconocimiento), y los sujetos que viven desde
esta dimensión que son también maquínicos.

· Biopolitica: Es un concepto propuesto por Foucault para refe-


rirse a un acontecimiento decisivo de la modernidad, que consis-
te en la introducción de la vida natural, zoé, en la vida política del
ser humano como simple viviente en la esfera de la polis, impli-
cando una transformación radical de las categorías políticas y
filosóficas del pensamiento clásico. La biopolítica es la forma de
gobierno que se inaugura en la sociedad desde finales del siglo
XIX, en la cual se despliega una nueva dinámica de las fuerzas
que expresan nuevas formas de relaciones de poder. Esta diná-
mica implica el cambio de las tecnologías de poder que nacen en
el momento mismo en que se plantea la cuestión de cómo
gobernar a los individuos, las poblaciones, las riquezas, los bien-
es, desde la gestión de Estado. La biopolítica entendida como
Crítica de la Razón Mediática

relación entre gobierno-población, comporta una economía


política de las fuerzas que gobierna todo un espacio complejo en
el que entran en juego los productos del trabajo y su circulación,
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 648

648 los recursos naturales, el comercio, pero también las maneras en


que se disponen las ciudades, las condiciones de vida (como la
salud, el hábitat, la alimentación, y la educación), el número de
habitantes, su longevidad, su vigor y su actitud para con el traba-
jo. La biopolítica comprende, por lo tanto, los dispositivos de
poder-saber que permiten maximizar la multiplicidad de las rela-
ciones entre fuerzas que son coextensivas al cuerpo social, y no
sólo, como en la economía política clásica y su crítica, la relación
entre capital y trabajo. Por ello, el problema político fundamen-
tal de la modernidad no es el de una causa de poder único y
soberano, sino el de una multitud de fuerzas que actúan y reac-
cionan entre ellas según relaciones de obediencia y mando. Las
relaciones entre hombre y mujer, entre maestro y alumno, entre
médico y enfermo, entre patrón y obrero, ejemplifican la dinámi-
ca del cuerpo social y son relaciones entre fuerzas que implican
en cada momento una relación de poder, que parte desde la base,
de los mecanismos moleculares que luego son "investidos, colo-
nizados, utilizados, plegados, transformados, institucionalizados,
por mecanismos siempre más generales y por formas de domi-
nación globales." (Foucault). La biopolítica es, entonces, la arti-
culación estratégica de estas relaciones de poder con el fin de que
los sujetos produzcan más fuerza. Es una relación estratégica y
no un poder de decir la ley o de fundar la soberanía.

· Campo: Es una dimensión espacio temporal que da la idea de un


territorio en acto, el cual tiene la utilidad de mediar, a partir del des-
pliegue de prácticas, entre estructura y superestructura, así como
entre lo social y lo individual. ¿Qué constituye un campo? La exis-
tencia de un capital común y la lucha por su apropiación. Un
campo es la lucha de un conjunto de juegos y reglas de lenguaje por
construir un orden de delimitación que devenga hegemonía.
Crítica de la Razón Mediática

· Campo Cultural: Es un concepto propuesto por Bourdieu


que intenta vincular la noción weberiana de esfera autónoma de
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 649

sentido con el de modo de producción en Marx. Este concepto 649


alude al producto de la tensión por territorialización de agencia-
miento de fuerzas que se disputan el dominio del sentido e
imponen una lógica cultural, apropiándose de este modo de todo
el capital simbólico producido por una formación social dada.

· Campo semiótico: Es una herramienta conceptual para una


lectura de lo real que, distinguiendo y articulando virtualidad,
verdad, realidad y orden discursivo del plano puramente signifi-
cante, supone, desde nuestra epistemología, una torsión, un giro
hermenéutico en la construcción del signo, ya mirado desde su
dimensión significante, convirtiéndose en una cadena articulada
de esferas de sentido. En el campo semiótico, configuración,
estado de cosas, parámetro y expresividad, van unidos en la
construcción de lo real. La expresión de la gran mayoría de los
sistemas semióticos está sometida al lenguaje, pero este lenguaje
no está limitado a la palabra, sino más bien a la naturaleza del
signo.

· Capital: Intermediación por ciclo de extracción y acumulación


de valor, entre el puro flujo del tiempo-devenir y la realidad cor-
poral. El capital es un modo de sentido, una lógica y un régimen,
un diagrama discursivo, un cuerpo sin órganos, un momento del
devenir histórico. El capital, la materialidad de la explotación del
trabajo acumulado, es organización total de la vida material y
espiritual, pues deviene lógica de sentido que cambia y combina
el capital, ya socializado, con las materializaciones formales del
poder de mando y las redes institucionales derivadas. El capital,
como organización social de la producción deseante, se define,
por una parte, por la destrucción de los códigos de grupos, pro-
pios de las sociedades pre-modernas (alianzas, tradiciones, cre-
Crítica de la Razón Mediática

encias), y, por otra, por la abstracción de la intensidad deseante.


Todo deseo es subsumido bajo la categoría abstracta de la mer-
cancía y el dinero. Nada más abstracto que el concepto de dine-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 650

650 ro, ni tampoco nada más universal. También el consumo es una


categoría abstracta, pues la saturación de mercancía anula su
diversidad, se convierte así en una forma pura, vacía de conteni-
do. Hay que consumir, no importa dónde, no importa cómo, no
importa qué. La mercancía es tan universal como el dinero
mismo.

· Capitalismo: Excrescencia, puesta en práctica, acto de un


modo de producción y organización, de la realización del meta-
bolismo del capital como sentido.

· Cibercultura: Se refiere a la condición cultural constituida por


las mediaciones massmediáticas que provocan, por una parte,
reconfiguraciones de los cuerpos como lugares donde lo natural
y lo artificial se tornan indistintos, y, por otra, la reconfiguración
de las relaciones sociales provocada por el mercado y el consu-
mo como dispositivos claves de la producción inmaterial, gracias
a los mass media, cuya ubicuidad permite la renovación instan-
tánea de la información-comunicación.

· Condición epocal: Es el espacio-tiempo de un régimen de


sentido. Horizonte de posibilidad fundado en un engrama de
condiciones que hacen posible pensar lo que se piensa, decir lo
que se dice, ver lo que se ve, hacer lo que se hace. Constituye el
suelo de todo el tejido práctico institucional y discursivo, que res-
ponde a una matriz de pensamiento propia.

· Consenso: Dispositivo de sentido de la violencia simbólica


propio de la posdemocracia, basada en el régimen de opinión
que intenta reducir a lo uno, la diferencia de la multiplicidad.

· Cuerpo: Modo extensivo de la sustancia. Punto de partida de


Crítica de la Razón Mediática

todo materialismo. Fisicalidad y modo de delimitación, lugar de


sus devenires, superficie de inscripción en donde la información
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:29 PM Page 651

es un fluido que no es ni tiempo ni espacio. El cuerpo es, en ese 651


sentido, la información contenida en cada uno de sus planos de
consistencia, sus distintos estratos y sus prótesis sociales, que
van desde las herramientas hasta la cárcel y el manicomio; desde
la piedra lanzada hasta las sondas espaciales, pasando por el len-
guaje y la risa, el odio, el amor y sus desaforadas intensidades. A
decir de Spinoza, el cuerpo y el espíritu son la misma cosa. El
cuerpo, sus posibilidades y bloqueos son producidos en una
trama social y política inmanente al devenir histórico. No hay
cuerpo fuera de esa trama: cuerpo organizado, cuerpo disciplina-
do, cuerpo del placer, cuerpo de la culpa, cuerpo que desea, pero
siempre, cuerpo producido en relaciones de poder que son rela-
ciones políticas. Ahora bien, estas relaciones que componen el
cuerpo, no son relaciones naturales, o sea, relaciones dadas de
una vez para siempre, son relaciones producidas y las formas que
adoptan históricamente, varían de acuerdo a las formaciones
económico-sociales y a las estrategias políticas emergentes de las
mismas.

· Cuerpo sin órganos: Plano de consistencia o de composición


que ignora la sustancia y la forma, pues es la relación de veloci-
dad entre los elementos formados y no formados de las compo-
siciones de afectos. Es el lugar y el modo de consolidación de
conjuntos difusos de multiplicidades tipo rizoma. Es el lugar de
consolidación y consistencia; nunca es totalización, sino texturas
por consistencias. Son mesetas, intensidades, variaciones de la
materia en medio del devenir de la transformación. Es un modo
de conexión que proporciona razones para la existencia del sen-
tido del cuerpo como composición u orden que no se divide sin
cambiar de naturaleza. El cuerpo sin órganos es algo que se
construye según un ejercicio de experimentación que consiste en
Crítica de la Razón Mediática

tomar nuestro cuerpo y abrirlo a un sin número de conexiones


con potencias de todo tipo. Tal experimentación, conforme a un
Juan Barreto
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652 conjunto de procedimientos, implica una desarticulación del


organismo que habrá de conseguirse, desordenando los senti-
dos. El Cuerpo sin órganos no se opone a los órganos, ni a la
jerarquización de éstos en lo que llamamos organismo, no es que
carezca de órganos, sino que es un cuerpo concebido como
cuerpo intenso, intensivo (Deleuze y Guattari). El cuerpo sin
órganos es el inconsciente, en su plenitud, de los individuos, de
las sociedades y de la historia, deseo en estado puro; es decir, que
aún no ha sido codificado, que carece de representación o de
“objeto de deseo”. El cuerpo sin órganos es el límite de todo
organismo. Como precedente conceptual, el cuerpo sin órganos
propuesto por Deleuze y Guattari, tiene como antecedente his-
tórico la voluntad de poder nietzscheana y –cambiando lo que
hay que cambiar– la sustancia de Spinoza.

· Cultura de masas: Concepto frankfurtiano que da por senta-


do la época en la que se produce la cultura conforme a los impe-
rativos sistémicos de la razón instrumental; es decir, la cultura
producida y produciéndose como homogeneización del sentido,
como aplanamiento del gusto, abolición de la diferencia, a partir
de la comunicación y su producto. En este término cabe el crite-
rio de actualidad de la realidad.

· Deconstrucción: Es un ejercicio del pensar que consiste en


desmontar y deshacer los discursos edificados, para comprender
las condiciones que lo han hecho posible, cómo están hechos,
cómo se articulan sus componentes, qué estratos ocultos lo con-
forman y cuáles son las fuerzas incontroladas que allí operan. La
deconstrucción conmueve en su totalidad la arquitectura de la tra-
dición cultural e intelectual de Occidente, de la que somos here-
deros, situándose en aquellos lugares en los que esta tradición se
Crítica de la Razón Mediática

pretende incólume: sus códigos, sus modelos, sus valores, sus


normas, pues muestra el carácter histórico de su pretensión de
absolutos. La deconstrucción implica, por ende, una escritura de
Juan Barreto
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la escritura, que obliga a otra escritura: no ya imantada a la com- 653


prensión hermenéutica del sentido de un discurso, sino atenta a
la cara oculta de éste y en el límite, a su fondo de ilegibilidad.

· Democracia: Es uno de los problemas en torno a los cuales se


ha hecho patente el desacuerdo traducido en el vasto espectro
paradigmático y conceptual del pensamiento político moderno,
que va desde la postura liberal clásica de los derechos formales
del individuo hasta las corrientes socialistas con su énfasis en los
derechos sociales. Este desacuerdo se produce en torno a un
conjunto de valores tales como igualdad, libertad y justicia que,
como señala Castoriadis, son significaciones imaginarias sociales
que abren una interrogación permanente sobre la mejor forma
de organizar la sociedad y que se articulan en una significación
central: el proyecto de la democracia. En la práctica, la democra-
cia ha sido instaurada como expresión de la voluntad del consen-
so de un bloque histórico a partir de una lógica de distribución
de las potencias institucionales, a través del juego de distribución
de mayorías y minorías como técnica que reduce la decisión a un
régimen de opinión. Por ello, se constituye en un dispositivo
socio-político determinado por las condiciones materiales de la
ley del valor y su expresividad, a través de las reglas de juego de
determinadas formas-estado, que se representan a sí mismas
como democráticas. Contra los lugares comunes, es necesario
afirmar que la igualdad, la libertad y la justicia son valores abier-
tos, siempre sometidos a nuevos intentos de expresar su sentido
y que los valores de igualdad y libertad no son antinómicos, pues
nadie puede ser libre si otros deciden sobre lo que le incumbe y
no puede tomar parte en esa decisión.
Desde allí, la democracia comienza a ser resignificada como pro-
Crítica de la Razón Mediática

yecto ético-político que intenta hacer efectivas la igualdad, la


libertad y la justicia, pues involucra el efectivo ejercicio del poder
del pueblo, es decir, aquella forma de gobernar en la cual es el
Juan Barreto
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654 pueblo quien gobierna. Pero, no el pueblo identificable con la


dictadura de la mayoría, porque es el gobierno en el cual el ejer-
cicio del poder debe respetar las libertades de todos, en el cual se
contemplan tanto los derechos de las mayorías como los de las
minorías. De ahí que la democracia sea reconceptualizada como
una forma de vida política no reducida a los procedimientos,
aunque necesita y exige de técnicas de decisión, de procedimien-
tos y de instituciones concretas. Entre las diversas opciones -
democracia directa, democracia representativa y democracia
electoral- se juega el debate acerca de cómo pensar la democra-
cia del nuevo siglo. Aquí hemos optado por la defensa de una
democracia radical, capaz de construir una nueva relación entre
los ciudadanos y las instituciones, de evitar que los poderes eco-
nómicos lleguen a dominar las decisiones políticas y de transfor-
mar el orden político existente. Ello implica que la nueva escala
de los valores imaginarios de la democracia radical se sustente en
el deseo de constituir una nuevo arte de vivir. La democracia
radical se instituye como la nueva lógica de sentido de la políti-
ca, pues se trata de la institución del pueblo que hace valer su volun-
tad política a través de su única propiedad: la libertad, que irrum-
pe e interrumpe la idea y práctica de la democracia como con-
junto de técnicas de gestión de los cuerpos individuales y colec-
tivos, ponendo en cuestión la normalidad del funcionamiento de
la política y de la democracia consensual, sin pueblo, sin demos.

· Descentramiento: Es el movimiento de la multiplicidad que


procede por desterritorialización y ruptura del sentido unificador
propio del pensamiento moderno.

· Deseo: El deseo no es, como se ha mantenido casi siempre, la


simple carencia de algo. Deleuze y Guattari han cambiado radi-
Crítica de la Razón Mediática

calmente este concepto, a partir de la distinción entre máquinas


sociales y máquinas deseantes. Deleuze y Guattari rescatan la
máquina deseante de las limitaciones en que la dejó el psicoaná-
Juan Barreto
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lisis, complementándola con el análisis de la máquina social, pues 655


ninguna se da sin la otra. El deseo es producción, voluntad de
poder. La producción de deseos es inconsciente, como bien vio
Freud, pero no vio que el deseo tiene poder para engendrar su
objeto, ni que las necesidades provienen del deseo, y no al revés.
Desear es producir, y producir realidad. El deseo como potencia
productiva de la vida.
La economía capitalista organiza la necesidad, la escasez, la
carencia. El objeto depende de un sistema de producción que es
exterior al deseo, pero el deseo atraviesa el campo social. La
máquina social es también producción deseante. El campo social
se carga, o bien de una producción represiva, o bien de un deseo
revolucionario, introduce el deseo en el mecanismo social, pero
también introduce la producción en el deseo. La producción de
la máquina deseante constituye la línea de fuga de la máquina
social, pues nada hay más revolucionario para la máquina social
que la máquina deseante, ya que tiende también a decodificar las
estructuras sociales y no coincide con la decodificación que lleva
a cabo el capital. Para Deleuze lo decisivo es que el momento de
verdadera ruptura llegue por el lado de la máquina deseante.
Desde luego, hay unas condiciones objetivas de la máquina
social, pero también hay el momento discontinuo de la produc-
ción y el deseo. Y es éste, apoyado en las condiciones objetivas,
lo que posibilita el acto de libertad supremo que es la producción
deseante. Esta producción se desplaza entre dos polos: uno tien-
de a homogeneizar el deseo de las grandes poblaciones desde los
centros de poder; el otro, busca huir de esa masificación dese-
ante codificada, siguiendo alguna posible línea de fuga del deseo,
en lo molecular. En el primer caso, el deseo es codificado por
quienes ejercen un poder y buscan darle una representación al
Crítica de la Razón Mediática

deseo de aquellos sobre los que ejercen hegemonía, para impo-


nérselos como deseo sin que sepan que les es impuesto, para que
el deseo se vuelva controlable, previsible y “despotenciado”. En
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 656

656 el segundo caso, el deseo es el plus del deseo no representado o


codificado, es potencia singularizante y plural esparcida por la
capilaridad del cuerpo social. Las singularidades deseantes, una
persona, un colectivo, por ejemplo, no son los individuos, son
multiplicidad de modos de ser en relación al deseo que se con-
centran en cada individuo, o en cada colectivo. En este caso se
puede hablar de un corte de intensidades deseantes que blo-
quean la molarización o totalización del deseo, pues éste puede
plegarse a la gran masa social homogeneizada o encontrar una
línea de fuga. Si lo logra, se vuelve polivalente, múltiple, molecu-
lar, transgrediendo, inventando, creando, revolucionando. Es
cierto que en la sociedad capitalista todo está codificado para ser
consumido, por eso es como un enorme maquina que tritura,
devora y asimila el deseo. Pero a pesar de estas capturas del
deseo, siempre queda un plus, producido por los flujos que no
logran ser codificados por las estrategias capitalistas. Este plus de
deseo irrumpe en los márgenes y produce líneas de fuga, aunque
también aquí la maquinaria se pone en marcha, despotenciando
el deseo, reterritorializando líneas de fuga subsumiéndolas bajo
su control (Deleuze y Guattari). Siempre, pues, hay que reco-
menzar.

· Devenir: Se refiere a una concepción del ser que rompe con el


ser como lo uno en lo mismo. El ser que se dice del devenir es,
para Deleuze, un modo, el de una red de lo múltiple y nómada
que no acaba nunca de detenerse en el juego de su propia proli-
feración. Ningún telos predetermina este modo, porque la multi-
plicidad es el juego de lo aleatorio. En el modo de ser que se dice
del devenir no hay historia, no hay pasado, ni presente, ni futu-
ro, porque el devenir es una composición de intensidades, de
tiempos, de tonos, de líneas de fuga, que hacen de los modos de
Crítica de la Razón Mediática

ser una fuerza nómada, liberada de los modelos del aparato de


Estado o de otros aparatos. El devenir es geográfico, física en
Juan Barreto
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movimiento mental y corporal, que traza mapas de intensidades. 657


Por eso, al decir de Deleuze, hemos estado atrapados en una idea
de revolución que, obsesionada por el pasado y por el futuro,
sólo piensa en “un futuro de la revolución” y no en un “devenir
revolucionario”. El devenir implica saber trazar líneas de fuga y
saber “prolongarlas en el campo social”.
En Deleuze, pensar el ser como devenir y, por tanto, como dura-
ción temporal, implica el establecimiento de tres síntesis tempo-
rales. La primera es el presente como contracción de los instantes,
el presente vivido en el que se dan todos los tiempos. Deleuze
califica esta primera síntesis como una síntesis pasiva, que se da
en la imaginación, la cual le otorga una dirección al tiempo, del
pasado y el futuro. En ella somos una miríada de costumbres que
nos constituyen como si fuéramos muchos yoes. Pero esta sín-
tesis necesita, a su vez, de un fundamento: la memoria a la que
pertenecemos, y por la que somos a la vez infancia, adolescencia
y adultez. Por ello, la segunda síntesis es la del pasado, que se
mantiene en la imagen virtual actualizada en la imagen-recuerdo.
La tercera síntesis del tiempo es el futuro, que Deleuze analiza
desde la idea nietzscheana del eterno retorno, como repetición
de lo otro, como novedad, por el cual es posible el tiempo.
El devenir es pues, la totalidad del tiempo y no una parte de él.
Es el tiempo Aión, eternidad pero también el instante presente,
y este presente es el que interesa a Deleuze para pensar «el acon-
tecimiento» como modo de ser que afirma a la vez todo el azar.

· Diferencia: Es un concepto clave del pensamiento decons-


tructivo, mediante el cual se establece una ruptura con lo que se
ha llamado la metafísica de la presencia, el pensamiento de lo
Uno y lo Mismo, y sus correlatos en las nociones de identidad y
Crítica de la Razón Mediática

esencia como universales trascendentales para dar cuenta del


mundo y sus formas de interpretación. J. Derrida desarrolla un
pensamiento de la diferencia en torno al término acuñado por él
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 658

658 como différance, que significa tanto diferir como deferir. El con-
cepto derridiano de différance nombra el hecho de que nuestra
experiencia cognoscitiva (perceptiva e intelectual) de ser-en-el-
mundo, se produce como un proceso inacabado de diferencia-
ción cuya irreductibilidad se basa en “marcar tiempos”, o defe-
rir, y “marcar distancias”, o diferir. En virtud del acento derridia-
no en el campo de la textualidad, el pensamiento de la diferencia
ha tenido especial impacto en el terreno del lenguaje; sin embar-
go, este concepto abre un espacio teórico para la reflexión críti-
ca sobre nuestros modos de conocer y, sobremanera, para la
indagación relativa a la ética del reconocimiento sustentada en la
relación de alteridad con el otro y lo otro, en su irreductible dife-
rencia, y en la relación de alteridad como devenir otro de nos-
otros mismos, respecto de lo que pensamos, decimos, hacemos
y sentimos. Reconociendo en todos estos actos la irreductible
pluralidad que nos constituye, así como el conflicto de interpre-
taciones que provienen del carácter polisémico de la lengua y de
la pluralidad de contextos en los que ella se despliega.

· Discurso: Es un espacio de prácticas en el que expresamos


nuestro modo de encuadre en la sociedad y nuestro campo de
experiencias, como enunciados que responden a ciertas lógicas
de sentido. Las prácticas discursivas se extienden y cruzan todo
el conjunto de la vida humana, territorializando por simboliza-
ción y hermenéutica todo cuerpo. Ningún discurso se produce al
margen de una epistème, entendida como un orden o régimen de
visibilidad y enunciabilidad, que instaura una red de disposicio-
nes de las prácticas discursivas y la formación de sus enunciados,
sus maneras de describir, caracterizar, clasificar y organizar.
Todo discurso, como dispositivo inherente a las prácticas socia-
les, anuda saber y poder, (Foucault).
Crítica de la Razón Mediática

· Dispositivo: Es un conjunto heterogéneo compuesto de líne-


as de distinta naturaleza, de visibilidad, de enunciación, de saber,
Juan Barreto
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de objetivación, de subjetivación, de poder y de deseo, que no 659


constituyen sistemas homogéneos por su cuenta (sujeto, objeto,
lenguaje), sino que siguen direcciones diferentes, que forman
procesos siempre en desequilibrio, que tanto se acercan unas a
otras como se alejan unas de otras, que contienen, a la vez, pun-
tos de “sedimentación”, y de “fisuras y fracturas”que esbozan el
paso de la configuración histórica de un dispositivo a la de otro.
Cada línea está quebrada y sometida a variaciones de dirección
(bifurcada-horquillada), sometida a derivaciones. Un dispositivo
produce objetos y objetivaciones, sujetos y subjetividades, dis-
cursos, conceptos, tecnologías de poder-saber y tecnolgías del yo
que, a la vez, pueden constituirse como dispositivos. La informa-
ción es un dispositivo de sentido que organiza las recomposicio-
nes de lo real y actúa como ente enzimático más allá de cualquier
contexto espacio temporal. El sentido producido no se represa,
circula de manera ininterrumpida por toda la trama social.

· Estado: Es una máquina simbólica que regula todas las funcio-


nes sociales, conforme al mito de la comunidad idéntica a sí
misma. La explotación del trabajo, en todas sus formas materia-
les, inmateriales o derivadas, está en la base de toda formación
de la red de instituciones del Estado del capital, que no es más
que la consagración de su concepto límite expresado en su subjeti-
vidad general, como terreno neutro. El capital se caracteriza por
su expansión segmentada, periférica y desigual como principio
de unificación, conservándose a sí mismo como imperativo sis-
témico, lógica instrumental separada de sus propios fines y lógi-
ca organizadora de la forma-Estado y de la subjetividad.

Estética: Es la forma de expresión de una pasión ético-política,


puesta en acto como devenir de la experiencia sensible del acon-
Crítica de la Razón Mediática

tecimiento. J. F. Lyotard ha propuesto el término “estética paga-


na” para describir la potencia revolucionaria de las expresiones
figurativas en confrontación con los sistemas cerrados del len-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 660

660 guaje, el discurso y la literatura. Aquí sustenta una teoría de la


resistencia política en las capacidades críticas de la forma estéti-
ca que permiten poner en cuestión la fabricación histórica basa-
da en los sucesos

· Estriado: Línea de corte del poder que reterritorializa captu-


rando por codificación y remodificación la superficie lisa de un
cuerpo, los flujos de la producción poliforma del deseo, con el
fin de adecuarlos a la máquina capitalista.

· Ética: Es un tipo de relación de los sujetos consigo mismos


que rechaza la pretensión de universalidad de todo fundamento,
que se constituyen a sí mismos sin recurso a una verdad dada de
antemano, que evita que las relaciones de poder se consoliden
como condiciones estables de dominación (Foucault). En esta
relación desaparece la idea y práctica de una moral como obe-
diencia a un código de reglas y emerge la realización de la ética
como una estética de la existencia, es decir, como un conjunto
de prácticas mediante las cuales los individuos se constituyen en
sujetos morales de sus propias acciones respecto de sí mismos y
de los otros. En este sentido, la ética es práctica reflexionada de
la libertad, de las pasiones afirmativas que elevan la potencia del
existir en el hacerse a uno mismo como obra de arte, en lo cual
radica la posibilidad de la transgresión. La ética, así concebida:
(a) inmanentiza las condiciones trascendentales, es decir, las
vuelve históricas y contingentes, (b) desplaza el fundamento por
la experiencia; (c) sitúa el sujeto en el espacio de las prácticas, no
como alguien que obedece a las normas, sino como forma inaca-
bada en el ejercicio de su libertad, (d) impulsa el reconocimien-
to del otro en su radical diferencia como otro. La ética, en este
sentido, es actividad sobre uno mismo que implica a los otros,
Crítica de la Razón Mediática

una estética de la existencia que propicia elecciones personales


como formas de resistencia, a sabiendas que el hacerse a uno
mismo se halla a la vez limitado y posibilitado por dominios de
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 661

saber y configuraciones normativas que constituyen al individuo 661


como sujeto/objeto de determinados poderes y saberes, que
dichas elecciones personales son posibles, pero siempre sobre el
fondo de dispositivos de poder-saber. La ética, así pensada cons-
tituye una fuerza de cualquier tensión política y la promesa de su
recuperación como lugar de realización del cuerpo común de la
multitud en su devenir poder constituyente.

· Fractal: Es la suma de los fragmentos y la soportes de núme-


ros nunca finitos que no concluyen en la realización final de lo
uno. La fractalidad es el movimiento de resignificación del senti-
do de la forma a partir de su fragmentación continua. Es un
orden que no apela a la simetría a la unicidad, ni a la armonía.

· Gel mediático: Es un campo de fuerza en expansión. Los


mass media son el campo de actualización de líneas de captura
que se entrecruzan y son producto de las tensiones o curvas que
van de un campo a otro, haciendo posible el conocimiento com-
partido, la pretensión de validez del consenso positivo de la com-
petencia lingüística (actos del habla, nivel del lengua, etc.) y del
discurso de lo real social dado como legítimo, actualizado en un
nuevo campo estriado e híbrido. Las nuevas modalidades de la
dominación funcionan con dispositivos de control generalizado,
a partir de nuevas instituciones blandas, dúctiles y ubicuas que
forman parte del gel mediático, donde ahora ocurre la semiosis
social y sus giros o torsiones hermenéuticas. La condición gel
habla de una zona con inestabilidad permanente como el centro
de la tierra o la materia oscura del éter.

· Gusto: Efecto de superficie del gesto, performatividad, puesta


en escena, organización de los consumos culturales asociados a
Crítica de la Razón Mediática

ciertos discursos y prácticas desclasadas. Es expresión materiali-


zada de la relación mítica entre el objeto y el consumo, asumidos
éstos en un mismo movimiento de fusión y simultaneidad. Es el
Juan Barreto
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662 sismógrafo más preciso de la experiencia histórica. A diferencia


de casi todas las demás facultades, es capaz de registrar aún su
propio comportamiento, reaccionando contra sí mismo, recono-
ce su propia “falta de gusto” (Adorno). El gusto educa la intimi-
dad dentro de unas reglas de enunciación que hacen del estilo
virtud y elevan el gusto al rango de una cierta ética blanda en
donde moral, costumbre y estética se disuelven en el eterno pre-
sente discontinuo de la moda.( M. Delgado).

· Habitus Es la concreción de las interacciones entre la historia


colectiva de un grupo o clase y la historia individual, expresada
en la materialización de ciertas actitudes y comportamientos que
consagran el sentido de pertenencia a determinadas formas de
consumo cultural. El habitus es incomprensible sin su inscripción
en los campos culturales concebidos como emplazamientos
estratégicos, o espacios de luchas simbólicas entre lo liso y lo
estriado que permiten objetivaciones de la cultura; como trayec-
torias de sentido de cada fracción social, lugar de mediaciones y
elecciones que permiten formas diversas de relacionarnos con el
mundo, con los otros y con nosotros mismos. Los habitus dan
cuenta, tanto de la inclusión plena de los cuerpos en la organiza-
ción de los espacios sociales, como de la inclusión plena del
espacio social en la organización de los cuerpos.

· Hegemonía: Es la construcción de un límite y una sutura a partir


de un régimen de discurso que actúa como significante amo, cons-
truyendo el paralelaje y la traducción de las demandas contenidas en
los distintos discursos del deseo. Una hegemonía es la condición
material para la constitución de un bloque social histórico y la con-
dición de posibilidad del devenir pueblo, expresada en una identidad
ético-política que contiene la pretensión de resolver el conflicto de la
Crítica de la Razón Mediática

multitud como extensión y su materialización como poder constitu-


yente, en ella materializa prácticas y formas institucionales que per-
miten la identificación del otro e instaura la diferencia.
Juan Barreto
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· Hermenéutica: Es un campo diverso de la filosofía, que tiene 663


largas resonancias y ha implicado diferentes concepciones y pro-
blemas. La hermenéutica constituye un movimiento implicado en
el filosofar contemporáneo que tiene entre sus precursores fun-
damentales a Hans-Georg Gadamer, quien, en la tradición hei-
deggeriana, desarrolló la tesis relativa a la ontologicidad del len-
guaje, conforme a la cual la estructura profunda de toda realidad
es la lingüisticidad. Esta tesis rompe con la concepción analítica
del lenguaje como medio semántico del significado, resituando el
lenguaje ontológico y su lingüisticidad como diálogo trascenden-
tal del hombre en el mundo, es decir, como experiencia. Con
Gadamer, el problema de la interpretación, propio de la herme-
néutica, es sacado de su reclusión disciplinaria para ser planteado
como un problema a la vez filosófico y ontológico que afecta a
toda relación entre los hombres y el mundo. Por lo que la inter-
pretación ya no es vista como un procedimiento al que se recurre
cuando no se puede comprender algo, dado que comprender ya
es siempre interpretar. La interpretación no es un modo de cono-
cer entre otros, sino un “modo de ser” del hombre-en-el-mundo,
vinculado a su finitud. De ahí que el lenguaje, liberado de su
reducción instrumental adquiere una significación ontológica y
cognoscitiva propia, desde la cual el individuo se concibe como
resultado de la experiencia colectiva, pues posee un lenguaje y, en
esa medida, está inserto en ciertas tradiciones de valores, actitu-
des y creencias que introducen a los individuos en relaciones con
el mundo, con otros hombres y consigo mismos.
Desde la década de los setenta del pasado siglo, ante el
colapso de las categorías predominantes de interpretación, sur-
gió una gran variedad de perspectivas hermenéuticas, nuevas
teorías sobre la textualidad y las metanarrativas. Aquí se inscri-
RazónMediática

ben las propuestas de los llamados posestructuralistas, cuyos


exponentes más destacados son J. Baudrillard, G. Deleuze, F.
Guattari, J. Derrida y G. Vattimo. Sin obviar las diferencias entre
Crítica de la Razón
Juan Barreto
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664 ellos, puede destacarse que produjeron un replanteamiento de la


hermenéutica vinculado a la des-fundamentación, en el cual se
redefine al ser como un lenguaje potenciante, o voluntad de
potencia, irreductible a la voluntad de poder. Lenguaje movedi-
zo y sentido flotante, permiten a la hermenéutica abrir los textos
a su textura o urdimbre latente y reconectarlos con el sentido.
Asimismo, proyectarse en el destino de la imagen simbólica del
sentido, porque el sentido es el propio destino de la hermenéu-
tica como lingüisticidad del ser, como religazón del sentido
(Vattimo).

· Hiperrealidad: Este término fue acuñado por J. Baudrillard


para describir la condición conforme a la cual las reproduccio-
nes o imitaciones de la realidad han venido adquiriendo más
valor, legitimidad y poder que los originales. En su propuesta
teórica, el concepto de hiperrrealidad refiere al momento en que
se disuelven las diferencias entre una representación y su refe-
rente original, lo que se expresa en el hecho de que los produc-
tos ya no contienen un valor de uso, sino que son producidos
como signos, borrándose todo referente asociado a ellos. La
hiperrealidad se construye a partir de lo que Baudrillard llama
modelos o simulacros, entes que no poseen un referente en la
realidad, pues se producen en una serie de réplicas carentes de
significado histórico alguno. Por eso los simulacros desafían las
nociones de realidad, verdad y objetividad, ya que la “realidad”
producida y reproducida en el ámbito hiperreal parece ser más
real que la realidad misma. Los simulacros parecen reales y, de
hecho, tienen aspectos de realidad, de manera que nunca son
meras ficciones. La base de la hiperrealidad es la proliferación de
las nuevas tecnologías aplicadas a los mass media.
RazónMediática

· Imagen: Movimiento-tiempo de las múltiples caras del deve-


nir acontecimiento de un cuerpo y sus discursos. Es la expresivi-
dad de un régimen de visibilidad, de un modo de realización de
Crítica de la Razón
Juan Barreto
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la luz sobre un objeto. Es lo que se muestra como línea de super- 665


ficie y como campo de reconocimiento.

· Imaginario: Desde una perspectiva hermenéutica, el concep-


to de imaginario no es una facultad que pasivamente reproduce
entidades determinadas por la “lógica binaria de la separación”
(Maffesoli), sino que funge activamente como condición de
posibilidad en la construcción de órdenes de realidad, siempre
mediados y transformados simbólicamente en realizaciones de
sentido, por la potencia ontológica de “una intención semántica”
(Durand). El imaginario no es, por ende, “imagen de”, sino cre-
ación indeterminada e incesante de “figuras-formas-imágenes”,
a partir de los cuales se construye lo que llamamos realidad y lo
que llamamos racionalidad (Castoriadis). El imaginario escapa,
por lo tanto, al modelo de la determinación y de su conocimien-
to, propio de la cultura occidental, y su dimensión creadora pone
de relieve el poder connotativo del lenguaje en sus estratos mag-
máticos, donde la potencia de la palabra está ligada “a la evoca-
ción de imágenes” que funcionan mágicamente por metamorfo-
sis (Ortiz-Osés).

· Imperialismo: Es un modo subsidiario de relaciones puntua-


les y de tácticas esquizofrénicas que se despliega como ejercicio
de la fuerza como puro momento, de movimientos tácticos y
contingentes a sí mismos. Es una forma expresiva de la coerción
del capitalismo global integrado.

· Imperio: Estrategia de territorialización de la lógica de sentido


del metabolismo del capital en su movimiento de mundializa-
cion, que crece más allá del borde de su propio límite. El impe-
rio subordina al capitalismo como efecto de superficie y táctica
Crítica de la Razón Mediática

de intervención de la fuerza bruta sobre las fronteras de su pro-


pia expansión.
Juan Barreto
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666 · Industria Cultural: Un concepto que supone un avance sobre


las anteriores teorías de la cultura y abre la posibilidad para el
estudio de las formas de producción y consumo como formas
generales de la constitución del sentido, pues permite analizar la
producción industrial de bienes culturales como movimiento
global de producción de la cultura, en términos de mercancía a
la que asumen como la racionalidad de las formas de domina-
ción propias de la formación social capitalista.

· Información-Comunicación: Refiere a la red de dispositivos


de la lógica massmediática, constituyendo el plano de consisten-
cia o aparato ordenador de la mercancía como lógica dominante
del momento de la totalidad social. La Información-
Comunicación, como forma o modo de articulación de la explo-
tación del trabajo y la acumulación-circulación, contiene el con-
cepto cibernético de información en tanto dispositivo de acumu-
lación racional organizada de datos; concepto que saltó de la
informática hacia otras disciplinas y colonizó, desde la década
del 40 del siglo XX, parte del mundo paradigmático de la Física
y la Biología.

· Internet: El último tranquilizante universal, con desvío auto-


mático de contestadores exhibicionistas al archivo muerto del
anonimato. Un avance tecnológico ‘con hormonas’ sobrecarga-
do de ciberexplicaciones efectistas. El arma final de la mercanti-
lización globalizadota, así como el pretendido instrumento defi-
nitivo de la “democratización” del saber.

· Lenguaje: Para la ontología hermenéutica (Gadamer, Vattimo)


el lenguaje y su forma de realización (el diálogo) sustenta no sólo
la representación de las cosas o la comunicación entre los hom-
Crítica de la Razón Mediática

bres, sino también la aparición de las cosas que constituyen el


mundo y la posibilidad misma de los hombres como seres-en-el-
mundo. El lenguaje, por ende, no es sólo un sistema convencio-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 667

nal de signos para representar la realidad o para expresar la sub- 667


jetividad, ni es meramente un instrumento para la comunicación,
sino que constituye el modo primario y original de experimentar
el mundo. Desde este punto de vista, Gadamer sentencia: “El
ser, que puede ser comprendido, es lenguaje”, y, como apunta
Vattimo este enunciado “debe leerse con las dos comas, las cua-
les, excluyen todo significado restrictivo, que sería además sim-
plemente tautológico: no es (sólo) ese ser que es objeto de ‘com-
prensión’ (por ejemplo, en oposición a ‘explicación causal’ etc.)
que es lenguaje, sino que es todo el ser que, en cuanto puede ser
comprendido, se identifica con el lenguaje”. En el lenguaje se
nos revela el ser en todas sus formas, por eso la tesis fundamen-
tal de la ontología hermenéutica es la lingüisticidad del ser.
Aquí, se disuelve el principio objetivista de la realidad y la teoría
positivista de la verdad como correspondencia, pues no hay
hechos, sino sólo interpretaciones. En efecto, la verdad no se
concibe como correspondencia de las proposiciones y los
hechos, ni la realidad se entiende como lo que está fuera del len-
guaje. De manera que el lenguaje mismo no puede quedar deter-
minado como mero medio de significación y de comunicación.
Gadamer aporta una concepción no objetivista de la realidad,
una concepción no metafísica de la verdad y una concepción no
instrumental del lenguaje.
Desde este aporte es importante retener que el lenguaje no es
una cosa, sino la condición de existencia de todas las cosas, el
lugar donde se constituyen todas las cosas, incluyendo al hom-
bre mismo y al lenguaje de la representación y de la comunica-
ción que asume como su propiedad. Por ello, el lenguaje es,
sobre todo, una experiencia en la que se produce una apertura
donde el sujeto del lenguaje se dispersa y se disuelve, porque ya
Crítica de la Razón Mediática

no puede limitar el lenguaje, ni controlarlo, sino ser emplazado e


interpelado por él. El lenguaje no es sólo un sistema de signos
utilizados para representar la realidad o para expresar el sentido,
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 668

668 pues las cosas no están por un lado y las palabras que los nom-
bran por otro. Existe, pues, un carácter lingüístico de la realidad,
un carácter lingüístico de la conciencia, unos lenguajes del pen-
samiento (filosófico, científico, político, etc.), de modo que el
pensamiento del lenguaje y el saber del lenguaje también se pro-
ducen en el lenguaje y como lenguaje. Es esta condición la que
hace posible que los agenciamientos colectivos de enunciación
se constituyan como líneas de fuga al modo de lenguaje que ofre-
ce la estructura organizada y jerarquizada, por excelencia, desde
y en la cual el sujeto ordena lo que aprende dentro de sí, activan-
do la máquina de conceptos que es el pensamiento.

· Límite y exceso: Constituyen figuras a las que recurre O.


Calabrese, para caracterizar el gusto neobarroco. El límite, como
acción cultural de intensidad variada significa ubicarse en la zona
en la cual la norma se tensa, aunque no se rompe, por eso torna
elásticos, al extremo, sus contornos. El exceso, que también es
acción cultural de intensidad variada, rompe el límite ocasionan-
do procesos de desestabilización y desplazamiento de fronteras
de lo no permisible.

· Líneas de fuga: Es un concepto que Deleuze y Guattari utili-


zaron para explicar el movimiento de quiebre de la homogenei-
dad y continuidad presente en todo dispositivo. Este concepto se
enmarca en la perspectiva de la cartografía espacio-temporal que
desarrollaron para analizar los campos sociales como procesos
complejos de relaciones que configuran y determinan sus des-
arrollos y direcciones, no finalizadas, no acabadas, y, por ende,
susceptibles de cambios. En este contexto, las líneas de fuga se
entienden, en primer lugar, como aperturas específicas y muta-
ciones que actúan dentro de los ensamblajes o agenciamientos
Crítica de la Razón Mediática

que tienen lugar dentro de un campo social determinado, y en


segundo lugar, como conjunción de fuerzas que tienen lugar en
un agenciamiento en general, configurando un “plano de consisten-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 669

cia” o “de inmanencia”. Las líneas de fuga son, pues, configura- 669
doras de los cuerpos sin órganos que desmontan continuamente
el organismo o “plano de organización” creando intensidades
puras en el devenir acontecimiento que constituye la diferencia
entre “ser” y “llegar a ser”. Las líneas de fuga son un corte en el
sentido que asume velocidades y direcciones, cuantificables o no,
y apuntan a la diferencia. Asimilable al concepto heiddegeriano
de arrojamiento, la línea de fuga se constituye en la salvaje ano-
malía de un movimiento de desterritorialización, por fractura.

· Lógica de sentido: Se entiende por lógica de sentido un modo


o régimen de producción desde el cual, en una época determina-
da, se constituye todo lo que hay de pensamiento en las formas
discursivas y no discursivas de las prácticas sociales, fuera del
cual nada se da como experiencias, miradas, palabras, opiniones,
costumbres, prácticas y acciones. El sentido de lo que pensamos,
decimos, hacemos, o sentimos, no es origen ni principio, es pro-
ducto o efecto de superficie de maquinarias de singularidades
que no son ni universales ni personales, que no pertenecen ni a
lo general ni a lo individual, sino a mundos pre-individuales y no
personales (Deleuze). Freud, por ejemplo descubrió el inscons-
ciente, máquina que produce sentido en función del sin sentido.
Nietzsche, el mundo de singularidades impersonales y pre-perso-
nales, al que llamamos voluntad de poder, “maquina dionisíaca
de producir sentido, y en la que el sinsentido y el sentido no
están ya en oposición simple, sino copresentes uno en el otro en
un nuevo discurso que trata el sentido no como predicado, como
propiedad, sino como acontecimiento” (Deleuze). Por no ser
origen ni principio, por no ser universal ni personal, por no ser
individual ni general, el sentido como producción tiene una
doble faceta; una “se atribuye a estados de vida” y otra, “insiste
Crítica de la Razón Mediática

en las proposiciones del pensamiento”. El sentido, es, por ende,


del orden del acontecimiento. Esta concepción incorpora, entre
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 670

670 otros aspectos, otro modo de entender el carácter de las relacio-


nes con lo real, como real ya interpretado, ya impregnado de
texto y, con ello, la prácticas sociales como productoras de sen-
tido, incluyendo el tipo de problemas vinculados con lo denomi-
nado por Verón como «materialidad del sentido: sus condiciones
de producción y de reconocimiento». Ello implica tanto a las
prácticas de significación que designan, denotan y connotan,
como a la dirección que se señala a las acciones, es decir, sus res-
pectivos y particulares valoraciones o interpretaciones proyecti-
vas, expresadas en lo que conocemos como finalidades, que
involucran tanto sentidos de anticipación hacia el porvenir,
como la determinación de lo que es posible hacer, deshacer y
rehacer. En ambos casos se habla de espacios de efectuación de
relaciones de poder-saber, pues las condiciones de producción y
recepción de sentidos no son otras que esas incesantes relacio-
nes de lucha entre plurales, móviles y desiguales formas de
poder-saber de las cuales forman parte las configuraciones y
reconfiguraciones de sentido, que se abren a la pluralidad, la con-
tingencialidad, la diferencia, la intertextualidad.

· Máquina: Red de dispositivos, tensores y resortes que corta y


organiza, jerarquizando, mezclando y ordenando a partir de una
cierta lógica.

· Máquina mediática: Es la urdidumbre de la producción,


consumo y tráfico en el universo de los medios y, también, la
propia existencia de lo social en el acto de su propia represen-
tación y en su configuración como nueva lógica de sentido.
Excrescencia, lógica derivada del modo de producción general
de la vida material-espiritual y del momento actual de la sub-
sunción real del trabajo en el capital, que extiende la lógica
Crítica de la Razón Mediática

organizadora del consumo y sus múltiples expresividades al


territorio espeso de la subjetividad y sus operaciones sensibles
y deseantes, haciendo de dicha lógica un dispositivo que fun-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 671

ciona como mercado instalado en el mundo de la vida, gober- 671


nando desde las mentalizaciones, expresándose en los consu-
mos culturales, la esfera de lo público y lo privado, en la inti-
midad y hasta en las formas de la individuación. De ahí que la
máquina mediática pueda ser definida también como un gel,
una estrategia discursiva de visualización, un diagrama en teji-
do estriado actuando por cortes y ondulaciones, un espesor
informe pero consistente, que “no es ni dios ni hombre”, como
dijera Nietzsche de la iglesia. La máquina mediática conforma
una subcultura que marca a toda la máquina cultural, constitu-
yendo simultáneamente tiempos y espacios divergentes y caóti-
cos, unas formas culturales a la vez homogeneizantes y diver-
sas, un campo de relaciones complejas que borra identidades y
fronteras culturales, o que las crea; un espacio constituido por
fuerzas de control y fuerzas de resistencia.

· Mediación mediatica: Un movimiento que resitúa lo popular


y lo mediático en campos convergentes, secularizando prácticas,
ritualizaciones, memorias y formas de producción, asimilación,
recomposición y consumo cultural, dislocando las culturas tradi-
cionales e interviniéndolas de manera definitiva. La mediación
mediática es un interfaz que determina, por ejemplo, el gusto.

· Mercado: Modelo para comprender la reestructuración de la


circulación a través de la realización de la mercancía en Capital,
pues en lo social no circula la mercancía sino unido a una lengua,
a unos discursos jerarquizados en función de capacidades de
producción, apropiación y actualización de actores. El mercado
es opacidad del trabajo.

· Mercancía: Es el objeto de la circulación de la producción


Crítica de la Razón Mediática

bajo la forma valor, producto del trabajo pasado y separado del


trabajo como subjetividad general.
Juan Barreto
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672 · Mito: Es el relato de fondo o cosmovisión que sirve de horizon-


te constitutivo de sentido que relaciona las dimensiones contradic-
torias de la experiencia humana, mediante un lenguaje simbólico-
ritual proyectado como modelo trascendental, cuyo contenido
fundamental suele representar la lucha entre dos principios o
series personificadas, hasta lograr la síntesis de los contrarios en el
horizonte de un sentido implicativo (Ortiz-Osés). Lo que hace del
mito una mitología es su pretensión de ensamblar todas las reali-
dades, incluso las inexplicables, en la gran implicación de un sen-
tido relacional, para lo cual recurre a los símbolos como sutura
cultural de la fisura natural que habita el hombre. De este modo,
el mito es un discurso re-ligador que comporta en su relato el
intento de salvar las realidades confiriéndoles un sentido que
incluye el sinsentido insignificante (lo accidental y casual, el azar y
la muerte, lo inerte). En él, el acto mismo de nombrar es mítico o
religador, pues relata las cosas concatenándolas en el Uno-Todo.
Este acto de nombrar es numinoso, pues conecta lo secular con la
realidad arquetípica de los númenes, obteniendo y otorgando, así,
sentido (Durand). En el mito hay co-implicidad entre monstruos
y héroes, entre el mal y el bien, entre el diablo y Dios, entre vida y
muerte. El mito comporta, pues, la creencia en un sentido origi-
nario y sólo es posible como relato que junta lo que otros relatos
separan: el mundo profano con el espacio de lo sagrado (el deseo).

· Modo: Es la expresión concreta del ser de las cosas y las pala-


bras que actúa como formación y organiza las prácticas.

· Múltiple: Concreción de la potencia de los cuerpos en su deve-


nir. Sustantivo que desplaza al pensamiento a zonas inestables,
sustituyendo la noción dialéctica uno-múltiple, por relación plu-
ralidad-singularidad, para dar cuenta de las diferencias tipológi-
Crítica de la Razón Mediática

cas entre las distintas multiplicidades, más allá de las simples


cuantificaciones numéricas.
Juan Barreto
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· Multitud: Concepto político propuesto por Toni Negri para 673


dar cuenta de las manifestaciones del devenir colectivo e inaca-
bado de la potencia emancipatoria, que se expande creando rela-
ciones múltiples de intensa creatividad colectiva, las cuales ten-
san lo instituido y provocan tiempos de desbordes de la máqui-
na social capitalista y sus dispositivos de poder-saber. La multi-
tud fractura el cuerpo biopolítico, posibilitando la reinvención
del cuerpo político, hecho de plurales singularidades nómadas
que se hacen-en-común implicando el goce como forma trágica,
que sólo es posible en la democracia como despliegue de la
metamorfosis de los cuerpos que se hacen multi-mundo, o, multi-
tuto. Es, decir, como espacio de los cuerpos-en-común configu-
rados en el acuerdo de las pasiones alegres compartidas, pues, en
la multitud, el ejercicio de la libertad, de la democracia y del ins-
tante eterno se articulan en las prácticas materiales de un deve-
nir sin término. La multitud, contiene las claves para la reinven-
ción de lo político como voluntad colectiva de un devenir libres.
La multitud se constituye en las subjetividades creativas involu-
crando la producción autónoma del poder constituyente, de un
contra-poder radical y antagonista respecto de toda forma de
dominación y control. Estas subjetividades forman constelacio-
nes de singularidades y acontecimientos, que le imponen al siste-
ma profundas reconfiguraciones globales, y establecen lugares
otros entre los no-lugares del imperio.

· Opacidad: El término opacidad refiere a lo inescrutable de las


cosas y de las palabras, reconociendo que ya no pueden ser
determinadas de una sola forma. En el marco del capital, lo refe-
rimos a la espesa bruma que se produce en la relación capital-tra-
bajo y separa el trabajo del valor, ocultando la naturaleza de
dicha relación.
Crítica de la Razón Mediática

· Opinión pública: La voz de una reducidísima, pero muy acti-


va porción de la población que se rige como representación y
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 674

674 modelo de la sociedad toda. Dispositivo de la posdemocracia


basada en el régimen de opinión y en el régimen del derecho.

· Performatividad: Momento de la forma del objeto que se hace


visible para ser dicho, de la constitución del dispositivo de enun-
ciación del que hablara Foucault, por el que afirma que no hay
distancia entre las palabras y las cosas, pues el signo es el eslabón
de fusión entre el cuerpo de las cosas y el cuerpo de las palabras.

· Poder: Es un diagrama de una multitud de fuerzas que actúan


y reaccionan entre ellas según relaciones de obediencia, mando y
resistencia, que atraviesan la dinámica del cuerpo social. El poder
no es una propiedad, es una relación estratégica o “enfrenta-
miento guerrero de fuerzas” que tiene lugar en los espacios de lo
social como "acción sobre una acción" y se despliega por la
voluntad de "conducir los comportamientos de los otros." El
poder es, de este modo, definido como la capacidad de estructu-
rar el campo de acción del otro, de intervenir en el dominio de
sus acciones posibles, lo que comporta presuponer que en el
ejercicio del poder las fuerzas implicadas en la relación son vir-
tualmente "libres." El poder es un modo de acción sobre "suje-
tos activos", sobre "sujetos libres". Es tal capacidad la que se
pone en juego en la microfísica del poder desplegado en la capi-
laridad del tejido social (en la familia, en la escuela, en la cárcel,
en el hospital, etc.), que luego es plegada, transformada e insti-
tucionalizada, “por mecanismos siempre más generales y por
formas de dominación globales" (Foucault), los cuales tienen en
el Estado su diagrama de condensación. Las relaciones que cons-
tituyen el poder son múltiples y heterogéneas, y lo que llamamos
poder es una integración, una coordinación y una dirección de
Crítica de la Razón Mediática

las relaciones entre una multiplicidad de fuerzas. El poder no es


una relación unilateral, una dominación totalitaria sobre los indi-
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 675

viduos, sino una situación estratégica en la que el poder es ejer- 675


cido por cada fuerza de la sociedad y pasa por los cuerpos, no
porque sea "omnipotente y omnisciente", sino porque las fuer-
zas son las potencias del cuerpo. Los cuerpos no están captura-
dos de forma absoluta por los dispositivos de poder. De ahí la
distinción foucaultiana entre las relaciones de poder y los "esta-
dos de dominación" que se producen cuando la relación estraté-
gica se institucionaliza y las relaciones asimétricas que toda rela-
ción social contiene son cristalizadas, perdiendo la "fluidez" y la
"reversibilidad" de las relaciones estratégicas.
En la concepción del poder como relación estratégica, las “tec-
nologías de gobierno” juegan un papel fundamental, pues a tra-
vés de ellas los juegos estratégicos pueden estar cerrados o abier-
tos, y es por su despliegue que se cristalizan y se fijan en relacio-
nes asimétricas institucionalizadas (estados de dominación),
donde la producción del “significante Amo” que gobierna el
sentido y organiza las prácticas que reproducen las legitimacio-
nes de dominio, o en relaciones fluidas y reversibles, abiertas a la
creación de las subjetivaciones que escapan al poder. Donde hay
poder, hay resistencia (Foucault).

· Poder constituyente: Es la potencia hecha movimiento de la


multitud deviniendo sujeto político que se constituye en el ejer-
cicio de su poder-saber desplegado en la pluralidad de espacios
y prácticas donde se desborda la intensidad creadora colectiva de
cuerpos que liberan su energía como fuga a las inercias cotidia-
nas que les imponen los dispositivos de dominación y control.
En el poder constituyente, el límite que tensa y el exceso que
rompe con lo instituido, todo acción es acontecimiento, es deve-
nir inacabado que sólo depende de sí mismo en el movimiento
Crítica de la Razón Mediática

mismo de crear relaciones emancipatorias, evitando siempre que


éstas se conviertan y congelen en nuevas formas de dominación
y control. Por ello, el poder constituyente hace suya la tensión
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 676

676 que cruza todo cuerpo colectivo.

· Pliegue: Efecto de contracción del choque de fuerzas de dis-


tintos estratos sobre un cuerpo.

· Plusvalía: Sobrepliegue del valor por aceleración de la produc-


ción, producto de la explotación intensiva del trabajo. Forma
inmaterial e inequivalente de acumulación del trabajo pasado y
organizador de la circulación. Contradicción alojada en cada
objeto como inmaterialidad dominante. Funciona como disposi-
tivo catalizador, como vector relacional, acelerador de la lógica
viral, del metabolismo del capital.

· Política: Este concepto, según Maffesoli, traduce la tensión


paradójica por “la dialéctica poder/potencia”, que preside la
relación con el otro y permite explicar su drama. Esta tensión
implica, por una parte a lo social en su vitalidad o desorden fun-
dador, y, por otra, el Estado, su orden letal y su razón totalitaria
o violencia fundadora. Es éste el lugar de inscripción de la polí-
tica como territorio del despliegue y los desenlaces de los con-
flictos. El conflicto es lo que domina y con mayor o menor
intensidad está presente en todo espacio de efectuación de lo
social (la producción económica, la producción intelectual, la
producción artística, la religión, las instituciones estatales y no
estatales, la vida familiar, las organizaciones grupales, etc.) que,
en tal sentido, también es político. El conflicto no está impreg-
nado por lo racional sino por el afecto, es decir, la capacidad de
afectar y de ser afectado, o, más precisamente por las pasiones
que están en el origen del conflicto y, por ende, de la vida políti-
ca. Esto implica que toda forma de ejercicio del poder político
comporta saber influir en los sentimientos, los deseos y las
Crítica de la Razón Mediática

pasiones que forman el imaginario colectivo, y que su compren-


sión involucra reconocer que lo característico de la pasión
común, la pasión política, es probar a los otros y probar con los
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 677

otros (Maffesoli). Algo que el racionalismo occidental predomi- 677


nante en el pensamiento de la política ha obturado sistemática-
mente. Pero tener presente este rasgo de la pasión común como
fuente del poder político es una manera de relativizarlo e, inclu-
so de resistirse a él.
La política no es, entonces, un conjunto de técnicas de gestión
de los cuerpos individuales y colectivos para ponerlos en orden
al orden, ni las luchas por el poder, la construcción de consen-
sos o la negociación de intereses, sino precisamente la interrup-
ción de ese orden y de ese poder, que pone en cuestión la nor-
malidad de funcionamiento de la política. La política existe cuan-
do el pueblo como modo de subjetivación política irrumpe
introduciendo el litigio político fundamental, el litigio por la
parte de los sin parte y sin cuenta (J. Rancière), es decir, cuando la
inscripción polémica del desacuerdo que introduce el pueblo
pone en cuestión el funcionamiento de los aparatos policiales
estatales y civiles, e instituye a la comunidad política como
“comunidad” de lo justo y de lo injusto, como forma de vínculo
fundado en una distorsión. Sin ello, sólo existe dominación, con-
trol, o biopolítica. La condición de posibilidad de la política y de
la democracia, es el hecho de que la multitud múltiple de sujetos
sin propiedades y sin esencias se instituyen como pueblo recurriendo,
para hacer valer su existencia política recurriendo a su única pro-
piedad: la libertad. Precisamente es esta condición lo que hace de
la política «un tipo de acción paradójica» y el tiempo de una rup-
tura específica con la lógica del arkhé, es decir, un más allá de la
lógica binaria del poder expresada en «quién lo ejerce y quién lo
sufre». La política, así pensada, es línea de fuga y visibilidad de
otro contenido que concurre al trazado de la articulación de la
diferencia por estrategia de plano de consistencia, en donde las
Crítica de la Razón Mediática

partes sociales, en tanto que diferencias evanescentes, reconocen


su existencia política y la hacen valer en la comunicación del des-
acuerdo referido a los sentidos del bien y de lo justo. De ahí que
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 678

678 la política es antagónica a la homogeneidad de lo uno, cuyo prin-


cipio es la opacidad de un régimen que actúa por negación de ese
litigio fundamental que no refiere a ningún conflicto de intereses
entre las partes ya dadas, sino a la cuenta misma de las partes;
que tampoco alude a una discusión entre interlocutores sino a las
formas de confrontación de la lógica de la gestión de los cuer-
pos, funciones y lugares, desde la lógica política de la igualdad
que introducen los sujetos cuando su acción desajusta toda
representación de los lugares asignados.
La existencia de la política no se da como «comunidad consen-
sual de intereses que se conjugan», o como expresión de una
esencia común de lo que nos es dado en-común, sino como
comunidad de interrupciones, de fracturas puntuales y locales,
por las cuales la lógica igualitaria separa a la comunidad policial
[de la política como gestión] de sí misma. Es una comunidad de
mundos de comunidad que son intervalos de subjetivación cons-
truidos entre identidades, entre lugares y posiciones. De modo
que el ser-juntos-político es un ser-entre: entre identidades, entre
mundos y su puesta en escena supone la construcción de víncu-
los que unen lo dado a lo no dado, lo propio a lo impropio; una
construcción donde lo común plural se incrementa, se manifies-
ta y surte efecto.

· Posmodernidad: Es un concepto mediante el cual se indaga


en la caracterización de nuestro tiempo, en torno a dos dimen-
siones fundamentales: (a) la posmodernidad como condición
existencial y (b) la posmodernidad como horizonte de inteligibi-
lidad, que alude al espectro de debates que media entre la condi-
ción existencial y nuestra relación con ella. En la primera dimen-
sión, la posmodernidad nombra el nuevo escenario histórico y
Crítica de la Razón Mediática

las formaciones socioculturales actuales, asociados a los radica-


les cambios producidos por la alta tecnología, las nuevas formas
de economía y de política emergentes, y los reordenamientos
Juan Barreto
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socio-culturales vinculados a la instauración de la cultura mass- 679


mediática. Todo ello, está produciendo lo que se denomina una
sociedad posmoderna, que no puede ser pensada desde las cla-
ves interpretativas del pensamiento moderno. Las características
propias de esta sociedad son la fragmentación cultural, los cam-
bios en las experiencias espacio-temporales y los diversos modos
en los que se producen la experiencia, la subjetividad y la cultu-
ra, cambios a los que se articula la producción de nuevas identi-
dades culturales, cuyo signo común es la evasión de toda identi-
dad, llevándonos a lo opuesto de lo que habría generado la
modernidad: un proceso desidentificatorio. Por otra parte, se
asiste a cambios profundos en las experiencias espacio-tempora-
les como la consecuencia inevitable de los adelantos tecnológi-
cos que acercan lo que antes era lejano y, paradójicamente, ale-
jan lo cercano. El tiempo pasa a ser un elemento plástico, pues
nos sentimos como pertenecientes a una sociedad con sus tradi-
ciones, cuando el pasado está al alcance de la mano con el acce-
so a redes electrónicas de bibliografías, interpretaciones y docu-
mentales en vídeo, pero a la vez, se torna rígido en su uso coti-
diano, pues las horas no alcanzan en las grandes ciudades que
imponen horarios a una velocidad vertiginosa. Estas transforma-
ciones, sin duda, han cambiado radicalmente los modos de pro-
ducción de las valoraciones que implican la relativización del
clima moral, político y, en suma, social, cruzados por la expan-
sión de la cultura de la imagen a la que se vinculan la estetización,
entendida como el rápido fluir de signos e imágenes que impreg-
nan el tejido de la vida cotidiana, y el consumo que asegura la
supervivencia del actual momento del capitalismo. Ambos,
como dispositivos que generan un ethos hedonista y la desapari-
ción de la percepción directa de los fenómenos que nos infor-
Crítica de la Razón Mediática

man sobre nuestra propia existencia, pues los sentidos ya no per-


ciben el mundo sino a través de una pantalla y en forma atem-
poral lográndose una atrofia del instante, sin referencias de un
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 680

680 antes o un después (P. Virilio). En lo que respecta a la segunda


dimensión, la posmodernidad como horizonte de inteligibilidad,
alude al espectro de debates que media entre la condición exis-
tencial y nuestra relación con ella. En este sentido, la fractura del
carácter absoluto de los pilares del pensamiento occidental
moderno (el Sujeto, la Historia, el Progreso, la Razón, la Ciencia,
la Verdad, etc.) juega un papel insoslayable en las formas como
asumimos esa heterogeneidad cultural, ética, política, estética y
epistémica que impregna nuestro mundo de vida. En efecto, el
final de la historia como entidad unitaria, del progreso como
decurso lineal de los avatares humanos, la puesta en cuestión del
valor incuestionable de la verdad científica, del sujeto como ori-
gen del conocimiento y del sentido, entre otros, ha abierto otras
posibilidades discursivas asociadas al rescate de la forma de vida
como categoría teórica que en su fertilidad puede ayudar a
repensar quiénes somos, cómo hemos sido constituidos y cómo
podemos constituirnos de otro modo (Foucault).

· Pueblo: Así como la democracia -instituida por el pueblo, el


demos- es la lógica de sentido de la política, el pueblo no es, coin-
cidiendo con Laclau, «un conjunto de miembros» de la comuni-
dad, clase o población cualquiera, es sujeto político que deviene
tal cuando introduce en el espacio público la cuenta de los incon-
tados, la parte de los sin parte y la palabra de los sin palabra, inte-
rrumpiendo la naturalidad de la democracia sin demos y el orden
de la dominación y el control. Pero se trata de un pueblo singular y
plural no identificable por propiedades étnicas, ni con partes de la
sociedad o de la población, o con la totalidad de ellas, sino de un
pueblo que se hace de y con sujetos flotantes y plurales, quienes
desajustan cualquier representación de las partes, los lugares y las
funciones. Un pueblo que introduce el litigio fundamental por el que
Crítica de la Razón Mediática

hay política y hay democracia: el litigio por la cuenta de los sin


parte y sin cuenta, por la voz de los sin voz. Un pueblo cuya única
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 681

propiedad impropia es la libertad en la que se inscribe la igualdad 681


de cualquiera con cualquiera y por la que, quienes no son nada,
postulan su colectivo como idéntico al todo de la comunidad (J.
Rancière). No existe, propiamente hablando, ni política ni demo-
cracia sin la reinvención inacabada del pueblo como aconteci-
miento ético-político, donde la política concentra la diferencia
sustantiva de la potencia de la multitud, en una rostricidad-en-lo-
común. El fin de la política o su retorno, depende de ello.

· Randomizar: Reemplazar el original de manera completa, o


una parte-pieza de un dispositivo con otro orden cualquiera ele-
gido al azar, pero siempre ordenado y previsto estadísticamente
al interior de una serie, creando mutaciones mínimas que dislo-
can el sentido unitario de la construcción inicial.

· Razón instrumental: Es la forma de razón que se halla al ser-


vicio de otro tipo de razón. Weber diría que es el momento de
fractura de la razón universal, el punto de su descentramiento,
cuando los fines devienen medios, por sí mismos, y lógica de
sentido de la civilización del capital. Los dispositivos sistémicos
se hacen autónomos a cualquier otra racionalidad. En este senti-
do, la razón instrumental es auxiliar y se subordina a los mitos y
creencias del relato maestro del metabolismo del capital. La
razón instrumental se conoce también como razón funcional. Es
un concepto que cruza la sociología, la politología y otras así lla-
madas disciplinas sociales. Los frankfurtianos derivan de esta
categoría un nuevo tipo de razón a la que denominan razón téc-
nica, la cual estaría destinada a colonizar los distintos territorios
de los mundos de la vida.

· Resistencia: Son las prácticas subterráneas discontinuas en las


Crítica de la Razón Mediática

que se despliegan las potencias creadoras de los cuerpos y su


nueva lengua extranjera que antagoniza desde su propio surgi-
miento con las líneas de saber-poder instituidas y dadas como
Juan Barreto
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682 incuestionables. Es el movimiento de otros modos de pensar,


decir y hacer que trazan sus propios caminos creando otros sen-
tidos ajenos al sentido dominante.

· Rizoma: Es una configuración acentrada, no jerárquica, no signi-


ficante, conectable, siempre alterable, con múltiples entradas y sali-
das, propia del devenir acontecimiento desterritorializado de un
cuerpo que se define únicamente por circulación de estados
mutantes. Escapa a la lógica binaria y arborescente e instaura la
multiplicidad como movimiento de fuga de un cuerpo sin órganos.

· Saber: Engrama de un dispositivo de eterno retorno que arti-


cula el poder con la subjetividad a partir de una red extensa y
múltiple de discursos que dependen de determinados regímenes
-históricos- de verdad.

· Semiosis social: Movimiento de la multiplicidad de lo social


que se asegura la fijación del modo de producción de los signos
a una lógica de sentido que puede ser leída con un régimen de
enunciación que define para cada época en una sociedad concre-
ta lo que se dice y cómo se dice.

· Semiótica: Es el estudio de la vida de los signos en una socie-


dad, partiendo del lenguaje como modelo primario o sistema de
signos. Existen diversas corrientes de la semiótica, entre las cua-
les cabe destacar la desarrollada por Barthes, quien reconocía la
semiótica como un tipo de lingüística, ya que sólo podemos
entender los signos a través del lenguaje. En tal sentido, la len-
gua dejaba de ser un sistema que lo englobaba todo, pues cada
texto, cada expresión culturalmente construido, tiene su propia
lengua que no puede hacerse universal. También el enfoque de
Crítica de la Razón Mediática

U. Eco, para quien los signos siempre aplazan su significado al


referir incesantemente a otros signos, de modo que la semiótica
no puede ser sino el estudio de los signos como producciones
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 683

culturales que inundan todas las prácticas sociales. 683

· Sensibilidad: Expresión o efecto de superficie de las prácticas


de sentido que se despliegan desde el cuerpo, involucrando el
sentido con-sentido, es decir, el sentir-con-otros.

· Signo: Los signos son estrategias, en donde el devenir signo es


un plano de consistencia del contenido del sentido, en un con-
texto o formación discursiva, es decir, desde determinado modo
de re-presentar (forma de expresión-forma de contenido). El sis-
tema de signos o lenguaje particular formados por redes de sig-
nificantes y significados, depende por completo de fuerzas
sociohistóricas y no pueden existir separados de sus particulares
contextos histórico-culturales.
· Símbolo: Desde el punto de vista hermenéutico, el símbolo no
es un mero signo indicador de objetos, sino una organización
creadora de realidad que se hace tal por su pregnancia simbólica
(Cassirer), es decir, por la imposibilidad de comprender una cosa
sin integrarla en una red de sentido. Los lenguajes propiamente
simbólicos instauran su propio sentido desde la singularidad del
propio lenguaje, pues. en ellos lo que tiene importancia no es la
precisión unívoca del “qué”, sino el “cómo”, dada su virtualidad
instauradora por la autonomía que implica la evocación de sen-
tido, a diferencia de la mediación instrumental del significado. El
significado del símbolo es imposible de presentar por otro
medio que no sea el símbolo, por ello crea un sentido que emer-
ge a través de él y se agota en él.

· Simulacro: Reproducción al infinito de un significante vacío


que sólo se representa a sí mismo. Es, según Deleuze, el doble
perfecto, la apariencia exacta cuyo engaño es tan perfecto que
Crítica de la Razón Mediática

resulta imposible distinguirlo como impostura. Según


Baudrillard, es una copia o reproducción de lo real que asume un
estado separado de lo real, enmascarando la ausencia de una rea-
Juan Barreto
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684 lidad básica y que, sin guardar relación alguna con lo real, se hace
simulacro de sí misma. En la condición posmoderna, bajo la
fuerza de los mass media, los simulacros dan lugar a una hiperre-
alidad simulada, algo que es “más real que lo real”. El simulacro
funciona, hoy, como un dispositivo que hace posible el metabo-
lismo de la circulación del régimen capitalista.

· Sobrepliegue: Sobreaceleracion del pliegue sobre sí mismo.

· Socialismo: Proceso de construcción del Estado-multitud que


produce el deseo de igualdad, libertad y fraternidad como poten-
cia política, desplegada en un conjunto de prácticas ético-políti-
cas donde el devenir de las multitudes es inacabado proceso
constituyente. Es decir, es el ejercicio de la hegemonía de un
nuevo bloque social histórico constituyendo la democracia como
efectivo ejercicio del hacer-en-común la igualdad, la justicia
social y la libertad. La sociedad que se hace a sí misma en el des-
pliegue de la voluntad afirmativa de su poder constituyente.

Sociedad civil: es una categoría política que sugiere una instancia


de decisión y poder, que no es el Estado, y que sin serlo, organiza
e institucionaliza la opinión y las decisiones de los ciudadanos en
su vida pública, en un régimen de opinión y uno de derecho.

· Sociedad de control: Término que utiliza Deleuze para desig-


nar la nueva organización postdisciplinaria de la sociedad regida
por heterogéneos dispositivos de control, de corto plazo y suje-
tos a cambios repentinos, como dispositivos propios de la bio-
política y del bio-poder.

· Subjetividad: La subjetividad no refiere a sujeto psíquico ni a


interioridad del sujeto, sino al proceso que articula prácticas y
Crítica de la Razón Mediática

sujetos con sus intensidades y se produce en el entre de la rela-


ción de los sujetos con el mundo, con los otros y consigo mis-
Juan Barreto
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mos. La subjetividad es, por ende, un campo de múltiples ins- 685


cripciones históricas, culturales, políticas, simbólicas, deseantes,
sexuales, etc., un proceso en permanente transformación y no
algo dado. La subjetividad así concebida posibilita pensar la arti-
culación entre los modos sociales de sujeción y sus dispositivos,
así como la creación de subjetividades no sujetadas que constru-
yen sus potencias creadoras en su propio accionar. Toda subjeti-
vidad es en sí misma un registro plural y singular.

· Sustancia: Suspenso permanente, principio del movimiento


constitutivo de toda potencia. La condición de lo eterno, lo que
no es susceptible de ser atribuible.

· Teoría del valor: Eje o punto crítico central para fundar una
teoría que parta de una epistemología materialista de la potencia
de la vida humana reducida a tiempo de trabajo, extorsionado en
su explotación intensiva.

· Totalización: Es la pretensión, inherente al racionalismo


moderno, de resolver o reconciliar finalmente toda oposición,
conflicto, desacuerdo, o diferencia en un todo homogéneo y
armónico, presuponiendo que la historia tiene un telos que garan-
tiza la realización de una totalidad inclusiva, y que hay un único
sujeto que llega a ser idéntico a sí mismo superando su fragmen-
tación. Esta pretensión es un dispositivo de control y de exclu-
sión del otro, del que se niega a reconciliarse con la totalidad, y
es violencia de la alteridad del otro que debe ser excluida desde
la totalidad o controlada en ella.
· Trabajo: Fracción del tiempo humano separado de la potencia
del cuerpo organizado como sustracción de la potencia de la sus-
tancia del cuerpo, en una relación contractual que intercambia
Crítica de la Razón Mediática

actividad de la potencia por un objeto inequivalente que contie-


ne una relación de fuerza y dominio.
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686 · Trabajo inmaterial: Según Hardt y Negri, es el cambio en la


naturaleza y la calidad del trabajo que se produce con el paso a
una economía informática, pues la información y la comunica-
ción cumplen una función decisiva en los procesos de produc-
ción. Sobremanera, porque en este paso tiene lugar el sistema de
comunicación entre la producción y el consumo, donde el consu-
mo precede a la producción, es decir, donde la mercancía se pro-
duce cuando el consumidor ya la ha elegido y adquirido, desde la
fabricación massmediática de la necesidad y el deseo. La inmate-
rialidad del trabajo se configura por la dispersión que produce el
estriaje, cada vez más acentuado, de la división del trabajo, y por
la sobreaceleración del consumo-producción en cuanto movi-
miento ininterrumpido en el que se disuelve el trabajo como apli-
cación de la fuerza humana en la relación obrero-máquina, sub-
sumiéndose en la sociedad entera como forma-capital, como
pura relación de mando y control sobre los cuerpos individuales
y colectivos. La instauración del trabajo inmaterial es el momen-
to en el que el dispositivo información-comunicación se consti-
tuye en el campo de articulación de la relación de mando, propia
del paso de la sociedad coercitiva a la sociedad de control.
· Tribus urbanas: El concepto de tribus urbanas, acuñado por
Michel Maffesoli, subraya la búsqueda de espacios de encuentro
mediante la formación de comunidades en una sociedad deshu-
manizante. En medio de la incertidumbre y el vacío comunica-
cional, las tribus urbanas surgen como una respuesta social y
simbólica frente a la excesiva racionalidad burocrática de la vida
actual, al aislamiento individualista al cual somete la gran ciudad,
a la frialdad de una sociedad competitiva, a una cultura consu-
mista que rinde culto a la imagen en detrimento de lo vivencial.
La tribu urbana se plantea como una instancia agregadora que
Crítica de la Razón Mediática

expresa nuevas formas de socialidad fundadas en empatías, gus-


tos, afectos y solidaridad, ofreciendo a la vez sentidos de perte-
nencia, frente a la disgregación.
Juan Barreto
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· Virtual: Es la pretensión de conservar la virtud de una sustan- 687


cia a partir de lo que creemos real. Atualización de lo real como
su expresión fantasmática a partir de su inmaterialidad material.

· Voluntad de poder: Es un ejercicio performativo de una espe-


ranza que vuelve sobre sí misma prefigurando el futuro. Se des-
pliega como voluntad destructiva o como voluntad afirmativa en
la acción de dispositivos de saber-poder-subjetividad, sobre y
desde otros cuerpos afectándose entre sí.

Crítica de la Razón Mediática


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ÍNDICE OnOMástIcO 691

ABAD Domínguez, Fernando: 212


ADORNO, Theodor: 72, 102, 127, 128, 129, 130, 131, 132, 134,
137, 217, 218, 272, 339, 340, 373, 443, 468, 503, 554
AGUIRRE, Jesús María: 158, 170, 171, 172, 173, 277
AOÚN, Alberto: 128
ARENDT, Hannah: 73, 219, 503, 598, 599, 600, 601
ARNAU, Juan: 113
ATTALI, Jacques: 139, 383
BALANDIER, George: 36, 69, 133, 221, 226, 417, 435, 445
BALL-ROKEACH, Sandra: 151, 152
BARRETO, Juan: 211, 217
BARRETO, Luz Marina: 441
BARRIOS, Leoncio: 128
BARTHES, Roland: 192, 235, 239, 290, 315
BAUDRILLARD, Jean: 36, 68, 100, 123, 138, 159, 167, 192,
312, 337, 356, 358, 365, 367, 369, 371, 383, 387, 407, 408, 409,
410, 411, 412, 413, 414, 415, 418, 421, 422, 427, 429, 435, 476,
481, 498, 597
BEARDSLEY, Monroe: 213
BEAUPORT, Elaine: 54
BÉJAR, Helena: 316, 416
BELL, Daniel: 145, 152
BENDIX, Reinhard: 333, 441
Crítica de la Razón Mediática

BENEYTO, Juan: 450, 510


BENJAMIN, Walter: 73, 108, 127, 129, 130, 132, 137, 138, 139,
265, 302, 317, 491, 492
Juan Barreto
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692 BERLO, David: 158, 161


BETTETINI, Gianfranco: 347
BISBAL, Marcelino: 122, 127, 156, 158, 172, 173
BISKY, Leonard: 160
BLANCO, Desiderio: 253
BOLTANSKI, Luc: 89, 91, 92, 180
BOOKCHIN, Liguri: 489
BORDELOIS, Ivone: 561
BOURDIEU, Pierre: 36, 108, 129, 134, 179, 180, 181, 182, 183,
184, 185, 186, 187, 188, 190, 191, 192, 196, 198, 200, 201, 202,
256, 301, 310, 363, 461, 551, 591
BOURRICAUD, François: 388
BUTLER, Judith: 509
CADENAS, Johana: 447
CALABRESE, Oscar: 67, 139, 223, 224, 225, 226, 227, 229, 361
CAPRA, Fritjof: 260
CAPRILES, Oswaldo: 170, 173
CASETTI, Fernando: 238, 247, 248, 344
CASSIRER, Ernest: 71, 273, 280, 287
CASTILLA DEL PINO, Carlos: 163
CASTORIADIS, Cornelius: 39, 99, 275
CHATER, Jean: 481
CHESTERTON, Gilbert: 476
CHIAPELLO, Ëve: 89, 91, 92,
CHOPRA, Deeprak: 54
COLINA, Carlos: 59, 60, 321
Crítica de la Razón Mediática

COLSON, Daniel: 68
COOPER, Edwin y JOHODA, Gustav: 151
Juan Barreto
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CROUCH, Colin: 513 693


DAMASIO, Antonio: 53
DANCE, Fedor: 147
DE FLEUR, Melvin: 147, 151, 152
DE MORAGAS SPÁ, Miguel: 159
DE SPINOZA: 68, 83, 241, 305, 527
DEBORD, Guy: 594
DEBRAY, Régis: 36, 168, 169, 281, 361, 381, 395, 398
DEL BÚFALO, Enzo: 69, 289, 306,
DELEUZE, Gilles: 05, 12, 34, 35, 36, 70, 71, 72, 106, 143, 144,
162, 168, 207, 208, 217, 221, 223, 240, 245, 246, 247, 250, 251,
252, 256, 259, 260, 261, 264, 265, 266, 267, 270, 279, 293, 305,
318, 320, 325, 326, 329, 345, 363, 392, 439, 455, 460, 505, 555,
557, 567, 568, 570, 572, 575
DERRIDA, Jacques: 28, 36, 65, 79, 111, 240, 241, 242, 243, 244,
256, 262, 267, 269, 288, 293, 294, 301, 302, 370, 371,391, 392,
394, 455, 457, 459, 489, 491, 507, 527, 538, 539, 541, 576
DURAND, Pilles: 271, 273, 281, 282, 283, 285, 286, 467, 529
DYSON, Freeman: 51, 52, 115
ECO, Umberto: 36, 145, 237, 239, 240, 271,312, 346, 361, 415, 448
EDELMAN, Gerald: 54
EINSTEIN, Albert: 112, 113
ESTÉ, Aquiles: 196
FABBRI, Paolo: 242, 243
FERNÁNDEZ, Alba: 387
FERNÁNDEZ, Ana María: 182, 460, 497, 499, 528, 533, 540,
Crítica de la Razón Mediática

541, 566, 569, 570


FERRY, Jean-Marc: 349, 355
FEYNMAN, Richard: 74, 112
Juan Barreto
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694 FOUCAULT, Michel: 05, 30, 36, 38, 54, 65, 69, 70, 71, 80, 87,
97, 106, 107, 143, 144, 201, 217, 221, 222, 223, 224, 240, 241,
248, 249, 250, 251, 252, 254, 255, 264, 269, 276, 277, 278, 289,
303, 304, 305, 306, 310, 316, 317, 319, 320, 329, 331, 390, 392,
395, 432, 445, 448, 453, 504, 511, 514, 532, 553, 566, 567, 569,
579, 596, 601, 605
FOWELER, Roger: 377
FREDMAN, James: 149
FRIEDMAN, George: 138
GABILONDO, Ángel: 195
GADAMER, Hans George: 71, 262, 269, 270, 271, 274, 276
291, 292, 293, 554
GARAGALZA, Luis: 273, 274, 280, 281, 283, 284, 285, 286,
292, 293
GARCÍA BERRIO, Eduardo: 358
GARCÍA-CANCLINI, Néstor: 165, 173, 179, 188, 189, 198,
202, 203, 204, 551, 552
GAUTHIER, Guy: 136
GIBSON, William: 47
GIRARDIN, Ernest: 209
GÓMEZ R, Jesús: 157, 347
GONZÁLEZ, Carlos: 206
GONZÁLEZ, Jesús: 357
GORELIK, Adrián: 121
GREIMAS, Alan: 248, 253, 291, 312
GUATTARI,Félix:05, 36, 71, 91, 107, 121, 124, 168, 169, 205,
211, 225, 227, 228, 245, 246, 247, 248, 267, 272, 287, 293, 294,
Crítica de la Razón Mediática

295, 307, 304, 309, 313, 317, 318, 319, 320, 321, 325, 329, 392,
401, 432, 439, 440, 453, 465,
GUÉHENNO, Jean-Marie: 421
Juan Barreto
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GUIRAUD, Pierre: 248, 249 695


GUMIS, Lorenzo: 374, 377
GUSDORF, Georges: 287
HABERMAS, Jürgen: 27, 28, 124, 164, 171, 221, 222, 265, 311,
318, 338, 385, 386, 387, 390, 438, 440, 441, 451, 477, 480, 605
HALL, Stuart: 154
HARDT, Michael: 440, 483, 557
HARVEY, David: 542
HAYLES, Katherine: 323, 357
HODGE, Roger: 446
HOPENHAYN, Martín: 505, 506
HORKHEIMER, Max: 127,128, 129, 165, 340
HOVLAND, Carl I.: 147, 149, 150, 157
HUME, David: 81, 213, 214
J. Hospens: 213
JACOB, Francois: 116
JANOWITZ, Morris: 148, 159
JOHODA, Gustav : 151
KAMINSKY, Gregorio: 544
KLAPPER, Joseph: 150, 151, 155
KOSTAS, Pappaionou: 206
LABARRIÈRE, Jean-Louis: 388
LACLAU, Ernesto: 36, 80, 91,186, 254, 255, 283, 391, 392, 398,
443, 444, 475, 506, 507, 509, 510, 512, 513, 514, 515, 516, 521,
525
LANG, Gustav: 153
Crítica de la Razón Mediática

LANG, Karl: 153


LANZ, Rigoberto: 17, 74, 77, 196, 255, 437
LARROSA, Jorge: 363, 522
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 696

696 LASH, Scout: 222, 223


LASSWELL, Félix P.: 147, 148, 152, 158
LENIN, Vladimir I.: 97, 511
LIPOVESTSKY, Gilles y Roux, E.: 66
LOCKE, John: 81, 195
LÓPEZ, Julio: 261, 262
LÓPEZ, P., Rafael: 268, 270
LUMMIS, Douglas: 473, 458
LYON, David: 59
LYOTARD, Jean-François: 46, 47, 91, 223, 224, 415
MAESTRE, Agapito: 503
MAFFESOLI, Michel: 36, 107, 133, 179, 211, 317, 332, 422,
450, 466, 467, 468, 546, 547, 548, 551, 552
MANDEL, Ernest: 350
MARCUSE, Herbert: 29, 125, 127, 128, 132, 219, 272, 422, 436,
449, 506
MARTÍN-BARBERO, Jesús: 67, 133,134, 143, 144, 145, 156,
165, 166, 167, 172, 173, 203, 204, 362
MARTÍNEZ, Agustín: 219
MARTÍNEZ, Xiomara: 485, 487, 568, 573
MARTINI, Stella: 417
MARX, Karl: 9, 36, 49, 63, 89, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 101,
102, 103, 104, 118, 120, 121, 126, 127, 129, 130, 134, 135, 140,
141, 191, 206, 217, 240, 255, 261, 276, 278, 302, 336, 337, 350,
351, 352, 353, 354, 362, 386, 391,392, 393,394,396, 397, 401,
402, 404, 409, 410, 458, 459, 478,495, 512, 525, 530, 536, 537,
539, 542, 569, 590, 594,600, 607, 610, 611
MATO, Daniel: 461
Crítica de la Razón Mediática

MATTELART, Armand: 132, 162, 163, 164


MATTELART, Michelle: 132, 162
Juan Barreto
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MATURANA, Humberto: 171 697


MAYO, José: 57
McBRIDE, Sean: 386
McCHESLEY, Robert: 164
McGUIRE, Willian Jenes: 150, 152
McLUHAN, Marshall: 44, 45, 58, 376
MERQUIOR, Joheps: 306
MÉSZÁROS, István: 36, 100, 360, 453, 506
METZ, Christian: 157
MEZZADRA, Sandro: 36, 445, 479
MICHELET, Jules: 526
MIRES, Fernando: 56, 564
MOLINA, Angela: 447
MONEDERO, Juan Carlos: 361
MONOD, Jacques: 573
MORIN, Edgar: 196, 197, 538, 546
MUJICA, Joaquín L.: 287
NADER, Steven: 539
NEGRI, Toni: 36, 64, 80, 102, 106, 107, 124, 140, 141, 169, 191,
217, 258, 311, 313, 330, 335, 336, 337, 392, 395, 401, 402, 435,
440, 443, 465, 469, 483, 484, 490, 499, 515, 516, 527, 530, 537,
547, 548, 550, 554
NIETZSCHE, Federico: 36, 53,, 65, 68, 80, 125, 177, 215,241,
255, 260, 261, 263, 268, 271, 276, 277, 278, 305, 363, 453, 544,
546, 554, 555, 557
OFFE, Claus: 422, 421
Crítica de la Razón Mediática

OROZCO, Guillermo: 156, 416


ORTIZ-OSÉS, Andrés: 157, 268, 273
PALTI, Elías José: 89, 91, 98, 118, 186, 243, 244, 255, 501, 508,
Juan Barreto
POSTERIOR_POSTERIORES 7/25/14 4:30 PM Page 698

698 519, 520


PASQUALI, Antonio: 58, 172
PETRUCINI, Enzo: 482
PIERCE, Charles S.: 239, 241, 252, 260
PISCITELLI, Alejandro: 36, 44, 173, 299, 343, 344, 345
PRIGOGINE, Ilya: 43, 114, 115
PUTNAM, Hillary: 408
RAMETAL, Samuel: 227
RAMONEDA, Joseph: 36, 360, 460, 426
RAMONET, Ignacio: 125, 164, 420, 334, 365
RANCIÈRE, Jacques: 36, 61, 392, 497, 503, 517, 519, 520, 572
RAUBER, Isabel: 541
RHEINGOLD, Howard: 307
RICHARD, Nelly: 93, 73, 602
RICOEUR, Paul: 285, 564, 546
RINCÖN, Omar: 451, 450
RODA, Rafael: 156
RORTY, Richard: 79, 142, 256, 502, 602
ROSZAK, Theodore: 42
SARTORI, Giovanni: 324
SAUSSURE, Ferdinand: 237, 239, 235
SAVATER, Fernando: 64, 72, 238, 418, 371
SCHMITT, Carl: 81, 439, 452
SCHRAMM, Wilbur: 148, 151, 158, 157
SCHULZE, Teodor: 148
SEARS, David: 149
Crítica de la Razón Mediática

SHILLS, Edward: 145


SIM, Stuart: 46
Juan Barreto
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SUBIRATS, Eduardo: 362, 361, 362, 419, 578 699


TÉLLEZ, Magaldy: 33, 11, 77, 567, 568, 581, 570, 485
TONONI, Giulio: 54
TOURAINE, Alain: 129, 127, 130, 416
TRONTI, Mario: 396
VATTIMO, Gianni: 36, 71, 141, 167, 218, 263, 265, 262, 268,
272, 177, 442, 501
VERÓN, Eliseo: 172, 135, 116, 134, 244, 245, 253, 438, 355,
346, 354, 362
VÍLCHES, Lorenzo: 359, 446, 509
VILLALBA, Federico: 400, 410
VIRILIO, Paul: 36, 58, 143, 167, 205, 331, 330, 333, 415, 301,
323, 324, 334, 578, 581
VIRNO, Paolo: 36, 569
VOLPE, Dominique: 132
WALLERSTEIN, Immanuel: 101, 401, 403
WEBER, Max: 124, 154, 90, 80, 333, 441, 452, 401, 482, 531,
532, 571, 582, 594
WEISS, Walter: 149
WINNER, Lotte: 61, 62
WITTGENSTEIN, Ludwig: 254, 236, 289, 290
WOLFE, Tom: 44
WOLTON, Dominique: 335, 349, 417, 565
WRIGHT, Charles R: 147, 161
ZALLO, Ramón: 108, 133, 144, 161
ZIBECHI, Raúl: 119, 370, 399, 506, 515, 523
Crítica de la Razón Mediática

ŽIŽEK, Slavoj: 48, 49, 55, 60, 103, 104, 120, 121, 126, 212, 392,
442, 443, 444, 523, 524, 542
Juan Barreto

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