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La tensión entre «institucionalizadas» y «autónomas» en los feminismos automatizados

Antecedentes de una tensión

El movimiento feminista latinoamericano de la segunda oleada surgió en los años 70 extendiéndose, a lo largo de la década de
los 80, a los diferentes países de centro América. Muchas de las que inicialmente lo conformaban venían de una larga
militancia en las izquierdas.

En los 80 después de un largo periodo de dictaduras, el feminismo se orientó a la recuperación de la democracia y a politizar el
malestar de las mujeres en lo privado y a fortalecer su autonomía organizativa frente a los partidos políticos y frente a los
Estados.

- Muchas organizaciones feministas desarrollaron una doble forma de existencia, como parte de colectivos feministas
autónomos desde los cuales ganaban las calles y visibilizaban sus propuestas, y como instituciones feministas.

el feminismo latinoamericano se dio formas articuladas de conexión internacionalista regional, en ellos se desarrollaron
reflexiones e intercambios sobre los contenidos y las estrategias feministas y se expresaron los malestares o visiones críticas
frente a los discursos feministas.

En la década de los 90, toda América Latina, salvo Cuba, había retornado a la democracia liberal y las Naciones Unidas habían
asumido la responsabilidad de posicionar, temas de urgente actualidad.

Aunque en todas ellas participaron algunas de las redes feministas y muchos de sus resultados en la ampliación del marco de
los derechos de las mujeres vinieron de ellas, fue en la Conferencia de Beijing donde se dio una masiva participación feminista,
particularmente de las adscritas a instituciones. Esta participación se inició con una confrontación abierta con Naciones
Unidas, que había nombrado a representantes regionales sin consulta con las organizaciones feministas o con alguna
representación femenina.

- Este origen de disputa democrática no solo dio legitimidad, sino también extendió el interés y la articulación en torno a
amplios sectores del movimiento feminista en la región. Pero también acentuó una discusión en relación a lo que se
percibía como el hegemonismo institucional en el feminismo.

Diferencias y argumentaciones

La etiqueta de feministas institucionalizadas corresponde a aquellas organizaciones que se desarrollaron como centros de
trabajo, con apoyo de las agencias de cooperación internacional.

Las feministas autocalificadas como autónomas son también una corriente heterogénea que reúne un conjunto de
expresiones, anarquistas, socialistas. Se definen como aquellas que impulsan un cambio civilizatorio fuera del sistema
patriarcal y que no interactúan con instituciones representantes del patriarcado.

Críticas y postulados de las feministas autónomas: inciden en el mayor poder acumulado por las instituciones feministas y en
la modificación y ampliación de las estrategias de construcción de movimiento. Acusan a las otras de tener un feminismo
masculinizado que negocia con las estructuras de poder de usar el análisis de género que despolitiza el desequilibrio entre
mujeres y hombres; que han sido cooptadas por las instituciones burguesas y que es necesario un cambio civilizatorio.

Para algunas, las ONG feministas le dan residencia física al feminismo y pueden asumir tendencias hacia la profesionalización o
hacia el activismo feminista. Para otras, las ONG representan la tecnocracia de género; burocratizadas por el patriarcado y
corruptas, porque adecúan sus acciones a las exigencias de las financieras.

Las feministas institucionalizadas argumentan que estas visiones no reflejan la complejidad de la acción feminista, que son
reduccionistas con relación a la variedad del campo feminista. Desde los 90 los feminismos son múltiples, multiplicando su
capacidad de incidencia e impacto.

- Las instituciones feministas han sido actoras colectivas de construcción de movimiento, aunque han tendido a
hegemonizar determinadas voces feministas y que estas diferencias de poder son un aspecto que se debe trabajar
políticamente. También asumen, con relación a la autonomía, que el ejercicio-defensa de las agendas feministas no puede
ser propiedad de una corriente feminista, que los espacios de expresión son múltiples. Y que existe el riesgo de construir
una autonomía ensimismada, autorreferencial y no relacional.

Los riesgos de la época y de los feminismos

La década de los noventa presenta características comunes a todos los movimientos sociales, y no solo a los feminismos. La
fragmentación y baja intensidad política de los movimientos obedecía a los impactos del cambiante clima político cultural. La
globalización neoliberal y sus incertidumbres frente a la urgencia de nuevos paradigmas afectó a todos los movimientos
sociales y también al feminismo.

1. Despolitización, cooptación, fragmentación, intereses más institucionales que colectivos son parte de las tensiones y los
riesgos que enfrentan los feminismos de esta amplia y heterogénea corriente «institucionalizada».
2. La corriente autónoma tiene otros riesgos; asumir una política de identidad excluyente y oposicional; tener una visión
reduccionista de la política feminista y de la autonomía; reproducir un estilo tradicional de hacer política, más propio de
los partidos de izquierda tradicionales y asumir «verdades» o formas de construir movimiento como las únicas válidas.

En el conflicto, el riesgo más evidente para ambas vertientes fue, sin embargo, no reconocer las diferencias, ideologizándolas
como traición, y la consiguiente fractura de las estrategias feministas que, en conjunto, se potenciaban y en polarización, se
debilitaban mutuamente.

Los aportes que dejó este conflicto

1. Luego de más de una década de aparente uniformidad del movimiento feminista se pusiera en evidencia la urgencia de
reconocer explícitamente nuestras diferencias en concepciones, en estrategias, en recursos y en diferentes formas de
poder.
2. El hegemonismo en la categoría mujer y feminismo, se rompe con el acaramelamiento feminista –todas nos amamos,
todas somos iguales– y con la idea y la práctica de la representación única que oscurecían las diferencias ya presentes en
el movimiento.
3. Evidenciar las limitaciones de enfoques sustentados solamente en una estrategia. Ello reposicionó la importancia de las
múltiples estrategias feministas.
4. Poner en discusión la ética del dinero fue otro de los aportes, al evidenciar los riesgos de comprometer la autonomía de
las agendas feministas al asumir recursos económicos.
5. La necesidad de recuperar la autonomía desde una perspectiva más dinámica y más acorde con los múltiples espacios de
incidencia que los feminismos plurales están teniendo a lo largo de América Latina.

Los procesos en la actualidad

Esta crisis entre «institucionalizadas» y «autónomas» se ha relativizado con los años y no tiene ahora la fuerza que tuvo en la
década anterior. No por ello deja de ser importante como referente y orientación.

Las institucionalizadas han volcado sus esfuerzos a otros espacios de construcción feminista en las sociedades civiles. Siguen
siendo una vertiente heterogénea que coincide en determinados espacios de lucha, como la defensa de la democracia, pero
son más débiles en su articulación con otros como el aborto, orientación sexual, formas de negociación con los Estados,
financiamiento que compromete la autonomía de las agendas.

La vertiente de las autónomas está formada actualmente por un conjunto de grupos y colectivos en diferentes países de
América Latina. Algunas de ellas no han complejizado su discurso ni sus críticas, siguen siendo más ideológicas y poco
elaboradas. Otras constituyen una corriente de opinión y con publicaciones propias mantienen una voz crítica, de alerta, sobre
los riesgos reales de los feminismos de desdibujar las agendas propias en los procesos de negociación con los poderes
oficiales.

La tensión entre «institucionalizadas» y «autónomas» fue dolorosa, pero dejó aprendizajes y una voz de alerta para revisar y
complejizar los discursos, para evitar el aislamiento de procesos democráticos más amplios, para enfrentar los riesgos de
cooptación y desdibujamiento de las agendas. El reconocimiento de múltiples agendas dentro de los feminismos, lo que está
mucho más a tono con la realidad actual de los movimientos.

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