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LA VERDAD, DEL ESPIRITU SANTO.

JUAN 3: 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas ni sabes de donde
viene, ni a donde va; así es todo aquel que ha nacido del Espíritu.
Lo primordial para un nuevo cristiano, es tener las llaves para entrar al reino de los
cielos:
1. Arrepentirse,
2. bautizarse en el nombre de Jesucristo para lavar sus pecados
3. y ser lleno del Espíritu Santo. Según Hech. 2: 38.
Juan 3: 5. Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y
del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios. Repetimos: Para entrar al reino de Dios, la
persóna tiene que lavar sus pecados en el nombre de Jesucristo, pero sigue siendo la
persona carnal. Según comparado con 1@ de Pedro 3: 21. el Bautismo no quita las
inmundicias de la carne. pero si demanda de una limpia conciencia hacia Dios.
Por esto el Señor Jesús dice: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es. Juan 3: 6 Entendiéndose que, todo aquel que no cree, o, no ha
nacido del Espíritu Santo, su mente no ha penetrado totalmente en el reino de Dios. No
comprende las señales del Espíritu Santo: Las lenguas, el estremecer alguien con su
presencia el danzar, el llorar o reír, etc. Y todo porque no tiene la mente de Cristo, es
decir, el Espíritu Santo que escudriña las cosas de Dios y las transmite a aquel que ha
sido lleno de su Espíritu. 1. De Corintios 2: 9-13. (Dios preparó cosas que ningún hombre
oyó, ni miró y aún ni siquiera lo pensó. Pero Dios nos lo ha revelado por su Espíritu
Santo; porque el Espíritu lo escudriña todo, aun lo profundo de Dios. Porque así como el
espíritu del hombre sabe las cosas del hombre, así el Espíritu de Dios sabe las cosas de
Dios. Y para que podamos entender lo de Dios, necesitamos su Espíritu.
Y nosotros, los que tenemos su Espíritu, es para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido.
Pues no tenemos el espíritu del mundo sino del cielo. Por esta razón el hombre natural no
nos entiende, porque no hablamos siempre con sabiduría humana, sino con las que enseña
el Espíritu, acomodado lo espiritual a lo espiritual. Verso 14. Debemos de entender pues,
que en nuestro estado natural, nunca podremos entender las cosas del Espíritu, porque
estas se han de discernir espiritualmente.
Es por esto que decimos que debemos de tener la mente de Cristo para que podamos ver
el reino de Dios. Verso 16.
Otra de las cosas por lo que es menester nacer del Espíritu es para poder adorar a Dios en
espíritu y en verdad. Porque Dios es Espíritu. Juan 4: 23 y 24. Dice el Apóstol Pablo:
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,
pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también
con el entendimiento. (1. De Cor.14: 15) Porque el que habla en lengua extraña, así
mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así creo yo, que el que habla
palabra de Dios para la iglesia, hágalo creyendo, y dígalo desde lo más profundo de su
corazón y será en verdad; pero el que habla en lenguas se edifica en espíritu. 1 de Cor.14:
4.
Es decir, de dentro hacia fuera, y ambos, el intelecto y el espíritu son bendecidos y
edificados. Mientras el alma se goza y hacer llorar a la persona de tan tremenda alegría
que da el Espíritu de Dios.
Mientra que el hombre que no ha nacido del Espíritu, si no se guía por la Escritura y no
busca lo espiritual de la Biblia, esta solo en la carne. Y por lo tanto le serán confusas la
mayoría de las cosas del Espíritu.
Parque el Nuevo Testamento esta plagado del Espíritu Santo, y bajo este régimen
debemos de servir.
Romanos 7: 5- 6. Porque, mientras estemos en la carne, la ley nos mata, pero si por el
Espíritu de Dios servimos, hacemos morir lo carnal y por lo tanto viviremos porque
estamos muertos mediante el cuerpo de Cristo. (Rom. 7: 4- 6) Más si queremos acomodar
lo humano a lo espiritual, no somos espirituales. Sino carnales porque no andamos según
el Espíritu sino según la carne; y por lo tanto condenados. Es lo que nos dice en Romanos
8: 1 y 2. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme la carne, sino con forme el Espíritu. Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Sin embargo, el
que quiere humanizar lo espiritual, o, queremos humanizarlo. No somos espirituales, sino
carnales, porque pensamos según la carne y no según el Espíritu, y ocuparse en esto, es
condenación. Rom. 8: 5 – 8. Pues en la carne no se agrada a Dios.
Ya que el hombre en su estado natural puede llegar a la conclusión de que no hay Espíritu
sino que los espirituales se sugestionan asimismo .Según Hechos 23: 8.
LA BLASFEMIA, CONTRA EL ESPIRITU SANTO.
El hombre en condiciones negativas al Espíritu Santo y comparando lo carnal a lo
espiritual, llega a blasfemar en contra del Espíritu Santo. Atribuyendo las obras del
Espíritu a poder humano o adquirido por medio de encantos o hechicerías; o sea al mismo
diablo. Así acusaron al mismo Señor Jesucristo. (Mat. 12: 22 – 32.)
Y así lo creyó el mago Samaritano llamado Simón. De tal manera que quiso ser bautizado
por que se maravillaba de ver como Felipe hacia grandes señales por el Espíritu Santo. Y
todavía quedó mas atónito al ver como por medio de los Apóstoles Dios daba el Espíritu
Santo. De tal manera que no pudiendo resistir la tentación de querer saber la clave o las
palabras mágicas para poder tener el mismo poder que los cristianos espirituales, los
quiso comprar con dinero. Hechos 8: 7 – 23. El resultado fue que el Apóstol Pedro lo
condeno si no se arrepentía de su maldad, porque a causa de su pensamiento meramente
carnal estaba en hiel de amargura, pues quería saber y entender como o, que hacían o
decían los Apóstoles para que la gente recibiera el don del Espíritu Santo.
Las personas que así creen, niegan de alguna forma que sea de Dios atribuyéndolo a lo
carnal, y aún llegan a contristar al Espíritu mofándose o dudando, y hay quienes hacen
callar al que este hablando por el Espíritu.
Y lo contristan siendo que es el sello para el día de redención. (O el recogimiento del
cuerpo de Cristo; la iglesia) (Efesio 4: 30) De tal manera que hasta llegan a apagar la
llama del Espíritu en algunos hermanos intimidándoles de alguna forma. (1 de Tes. 5: 19)
Los hermanos que no han entrado al reino de Dios. No habiendo nacido del Espíritu, y lo
niegan. Realmente están en condenación según la Biblia; porque están afrentando el
Espíritu de gracia. Hebreos 10: 27 – 31.
Pues les espera una horrenda cosa de hervor de fuego porque se han constituido
adversarios a la sangre y al Espíritu de Cristo ya que por su sangre recibimos el perdón de
los pecados y por su sangre la promesa del Espíritu Santo: Porque se dijo: Bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo- y recibiréis el Don del Espíritu Santo.
(Hechos 2: 38)
Pero no solo lo afrentan, sino que aún lo resisten; es decir, que niegan que el que ha
nacido del Espíritu tenga poderes sobre naturales para hacer prodigios y señales. (Hechos
7: 51- 52) ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís
siempre el Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cual de los
profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la
venida del Justo, de quien vosotros habéis sido entregadores y matadores.
Nota: Los profetas anunciaron la venida del Santo Jesús de Nazaret, por medio del
Espíritu Santo. Pero el hombre natural, no percibe lo espiritual y los persiguieron y
mataron. Por esto Dios se apartó de ellos y los entregó a que rindiesen culto a lo que no
es Dios. (Versos 42- 43)
Y al desechar al mismo Señor en persona, les segó el entendimiento. Y sus ojos se
oscurecieron para que no vean. Romanos 11: 3, 10.
El privilegio de nacer del Espíritu Santo es la gracia de adopción y ser hijo de Dios.
Porque tenemos el privilegio de tener la propia vida de Dios en nosotros. Y así, hacer
morir lo carnal.
De esta manera se vive en lo espiritual y seremos resucitados juntamente con el mismo
Señor; no que el Dios nuestro esté muerto pero el recibir el Espíritu de él, somos
resucitados como el resucito. Y por ende vemos el reino de Dios desde que nacemos en
el Espíritu. Y por tanto tenemos el derecho por su Espíritu de llamarle: ¡Abba, Padre!
Esto es: ¡Papi! O papito mío, o, como se dice en Ingles: ¡Daddy! (Rom. 8: 13 – 16 y 11)
El cristiano que Tiene el Espíritu Santo está en Dios y Dios en él.
1.De Juan 3: 24. El que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en
esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado. 1. De Juan
4: 13. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado
de su Espíritu. Y es que, como nosotros no sabemos como pedir, Dios nos dió de su
Espíritu para que por su Espíritu podamos conectarnos a nuestro espíritu. Y así exista una
perfecta comunión con él. Intercediendo en la oración, la cual es entre el hombre y Dios y
entre Dios y el hombre. Y para llamarle verdaderamente señor a Jesucristo lo debe de
hacer en el Espíritu de Dios, y nadie puede llamar al Señor anatema mientras esté en el
Espíritu. Por lo que es una falta de respeto pensar que si alguien ejerce algún don de parte
del Espíritu Santo. Lo haga por medio de métodos humanos.
Pues aunque se vean diferentes ministerios el Espíritu es el mismo. (1. De Cor. 12: 3 –
11)
Mi recomendación es: Que si alguien no entiende las cosas del Espíritu que se guarde de
un mal comentario y no atribuya lo de Dios a lo inmundo. Porque aunque, para él sean
misterios, para Dios es comunicación.
(1. De Cor. 14: 14 – 15, 2, 4, 37 -39) Porque el que habla en lenguas no habla a los
hombres sino a Dios. Y el que habla
En lengua extraña, así mismo se edifica. Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca
que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Más el que ignora, ignore.
Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar en lenguas. Pero hágase
todo decentemente y en orden. Versos 37- 40. Dios es bueno, y el promete dar el
Espíritu Santo a quien se lo pida. Luc. 11: 13. Pues para servir como diácono, es
recomendable que sea lleno del Espíritu Santo. Hech. 6: 2,3.
Recuerde! Es mejor buscar las obras del Espíritu, que negarlas.
Y es mejor buscar a Dios en el Espíritu, que impedirlas.
Por: J. L. CUPA.

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