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El paso de las ciencias pedagógicas a las ciencias de la educación trata de una descentralización
de los problemas pedagógicos. Al inicio de una investigación pedagógica siempre se refiere a la
mejora de una práctica educativa centrada en el pedagogo.
El educador puede esperar de las ciencias pedagógicas una mejora del proceso de enseñanza-
aprendizaje tal como se establece en las instituciones escolares. Y, de las ciencias de la
educación puede esperar el replanteo de ese mismo proceso destacando su falta de especificidad
o inconsistencia.
Gage pretende circunscribir los comportamientos y las características del docente en sus
relaciones con los conocimientos. Establece tres categorías de dimensiones de exploración:
Parecería existir una relación pedagógica en sí, abstracta, posible de aislar de los obstáculos
administrativos, de las características de personalidad del maestro y de los alumnos, de sus
expectativas de roles o, también, que todo proceso enseñanza-aprendizaje sea de orden
relacional. Al pasar del interés de las ciencias pedagógicas, centradas en el desarrollo del niño, a
un interés creciente por la interacción conjunto entre el niño y las expectativas, las actitudes del
educador, se intenta echar luz sobre dimensiones inscriptas en el desarrollo de la ciencia del acto
de enseñar.
La investigación pretende dejar de lado los estereotipos sobre la autoridad del maestro al
momento de buscar la significación misma de dichos estereotipos en el discurso de los
educadores a través del análisis de los aspectos institucionales y psicológicos de las relaciones
de poder, del deseo de dependencia y contradependencia o bien, el dejar atrás estereotipos que
se relacionan con la simpatía o la antipatía.
Las ciencias de la educación se relacionan con las pedagógicas, dado que ambas ayudan a la
solución de problemas ligados a la acción pero, se diferencian en la disposición a la acción.
También lo hacen en cuanto los procedimientos clínicos, al lado de procedimientos
experimentales o de laboratorio.
La investigación situada puede transformarse en factor de cambio a nivel del objeto situado, sin
que por ello abandone su status intrínseco de investigación fundamental, lo cual evidencia una
dimensión original en relación a la acción, la cual puede ser sistematizada.
En caso que la investigación participe de una voluntad inicial de intervención mediante la re-
introducción de sus resultados a nivel de la organización o del grupo objeto de investigación, se
pasa de una investigación que no es aplicada, sino que es acción. Podría llamarse investigación-
intervención porque el investigador es también un consultor al momento de hacer posible el
auto análisis del objeto de la investigación.
El paso de las ciencias pedagógicas a las ciencias de la educación redefine los procedimientos
para la formación pedagógica. En cuando cuestiona la influencia del curso de psicopedagogía o
el de perfeccionamiento para profesores experimentados, también lo hace con la necesidad de
inserción del futuro educador en una experiencia educativa formadora, a disposición de la
pluralidad de modelos que ya existen.
Esto no excluye que un educador no pueda realizar investigación, pero no podrá ser ambas cosas
al mismo tiempo. Esto es así porque investigar no quiere decir desarrollar una investigación, ya
que éste da comienzo cuando la innovación, la experiencia, es analizada y observada por un
agente de investigación definido como tal, que deja su marca sobre el contenido de lo
investigado que, por su mediación se constituye en saber. En conclusión, un docente no puede
ser a la vez, investigador de su propia enseñanza.
Posibilidades y límites de la ciencia de la educación
Las ciencias de la educación deben construir su objeto como cualquier otra ciencia, sería
erróneo pretender poner límites en su campo a saberes elaborados por otras disciplinas.
Existen metodologías clínicas importantes para la realización de la comprensión de la relación
enseñanza-aprendizaje y los resultados de la investigación abren interrogantes en los
investigadores practicantes. No es lo mismo estar en investigación que conducir una, por ello,
las quidditas del practicante y la del investigador, no pueden reducirse a una sola investigación.
La epistemología de las ciencias de la educación remite a las de las ciencia humanas en general,
por lo que hay problemas de ética que se encuentran ligados a los epistemológicos. Granger
sostiene que la ciencia elabora modelos de representaciones cada vez más abstractos para
objetivar algo vivido o un dato de percepciones más concretas. En ese trabajo de objetivación y
de construcción, las ciencias duras, en que las ciencias humanas siempre quisieron inspirarse,
participan de una epistemología clásica, canónica.
Tomando el punto de vista de las ciencias específicas del sujeto individual y colectivo, ésta
interesa tanto a los procedimientos de investigación y a los dispositivos como a la actitud de
investigación, la posición del investigador. Es decir, es necesario admitir la subjetividad y
necesidad de la implicación del investigador.
El conocimiento clínico no sólo consiste en utilizar entrevistas en una investigación (ya sean
directivas, semidirectivas o no directivas), cuestionarios de observación de individuos o grupos,
sino en la implicación del investigador en todo esto. La investigación clínica comprende el
control de éstas, la constitución del espacio o distancia que se tome de la experiencia y su
regulación que, contrariamente al proceso experimental, reacciona a la angustia propia del
investigador y exige tener consideración de aquellas resistencias propias de quien investiga.
Las ciencias de la educación están en crisis como la totalidad de las ciencias humanas por lo que
se hallan en búsqueda de renovación y desarrollo.