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Materiales para la

SEMANA SANTA 2019


y el TIEMPO de PASCUA






CONTENIDO

SEMANA SANTA

1. Cómo preparar las celebraciones 6
2. Viernes de pasión. Stabat Mater Dolorosa 8

3. Domingo de Ramos
3.1. Sentido de la celebración 10
3.2. Sugerencias Pastorales 11
3.3. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Procesión 14
3.4. Misa de la Pasión – Homilia 15
3.5. La Pasión por y para los niños 17
3.6. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Predicación Orante 20
3.7. Moniciones y Oración de los Fieles 25

4. Lunes, Martes y Miércoles Santo
4.1. Sentido litúrgico – pastoral 27
4.2. Homilia Lunes Santo 29
4.3. Homilia Martes Santo 31
4.4. Homilia Miércoles Santo 33

5. Jueves Santo
5.1. Sentido de la celebración 35
5.2. Sugerencias pastorales 37
5.3. Plegaria y recepción de los Óleos 40
5.4. Predicación orante 42
5.5. Moniciones y Oración de los Fieles 48
5.6. Homilia Jueves Santo 51
5.7. Oración en el huerto y el Prendimiento del Señor 54
5.8. Hora Santa 58
5.9. Noche del Jueves Santo. Adoración del Santísimo Sacramento 65

6. Viernes Santo
6.1. Sentido del día 74
6.2. Sugerencias para la Celebración 75
6.3. Vía Crucis 81
2
6.4. Viernes Santo en la Pasión del Señor. Predicación Orante 98
6.5. Moniciones y Oración de los Fieles 104
6.6. Homilia Liturgia de la Muerte del Señor 106
6.7. El Testamento de Jesús – Las Siete Palabras 108

7. Sabado Santo
7.1. Sentido del día 130
7.2. Cristo en el Sepulcro 137
7.3. Los dolores de la Virgen María 145
7.4. Sábado Santo. Memoria de la Soledad de María 144

8. La Vigilia Pascual
8.1. Sentido de la celebración 149
8.2. Sugerencias para la celebración 151
8.3. En la Resurrección del Señor, Vigilia Pascual en la Noche Santa
Predicación orante 165
8.4. Moniciones y Oración de los Fieles 172
8.5. Homilia Vigilia Pascual 175

TIEMPO DE PASCUA

1. Sugerencias para el Tiempo Pascual 178
2. Recordatorio de Pascua 182
3. Pascua con tiempo 184
4. Cómo vivir la Pascua hasta el final 186
5. La Teología y las actitudes 188
6. Las celebraciones del Domingo de Pascua 190
7. Las Lecturas del Ciclo C 195

8. Predicación orante de la Palabra – Pascua
8.1. Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor 199
8.2. Moniciones y Oración de Fieles 205
8.3. Homilia 207
8.4. Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia 209
8.5. Monición y Oración de los Fieles 214
8.6. Tercer Domingo de Pascua 216

3
8.7. Moniciones y Oración de los Fieles 221
8.8. Cuarto Domingo de Pascua 223
8.9. Moniciones y Oración de los Fieles 227
8.10. QuintoDomingo de Pascua 229
8.11. Moniciones y Oración de los Fieles 234
8.12. Sexto Domingo de Pascua 236
8.13. Moniciones y Oración de los Fieles 240
8.14. Séptimo Domingo de Pascua. Ascensión del Señor 242
8.15. Moniciones y Oración de los Fieles 246
9. Acto Penitencial 248
10. Oración de los Fieles 250
11. Invitación al Padrenuestro 280
12. Vía Lucis 281







4





SEMANA SANTA
Año 2019

5
1. ¿CÓMO PREPARAR LAS CELEBRACIONES?1

a. Ante todo hay que poner un cuidado especial en preparar las celebraciones de
esta semana. No se pueden dejar a la improvisación o prepararlas rápidamente
unas horas antes.

La comunidad cristiana tiene el derecho y el deber de celebrar digna y
auténticamente estos días, que son los centrales de todo el año. Sobre todo el
Triduo Pascual. Aunque algunos están de vacaciones (es de esperar que en su
lugar de destino también participarán en las celebraciones pascuales), los que
quedan suelen estar bien dispuestos para celebrar con mayor participación y
fervor.

b. Sería muy útil que cada parroquia o comunidad cristiana diera a conocer, con
una convocatoria, a modo de hoja-programa, qué sentido tienen las
celebraciones de estos días y el horario que se va a seguir, incluyendo el
esquema de cada celebración y subrayando lo principal de cada día. Hay
diócesis (como la de Astorga) que desde hace 20 años publica un artístico
programa con estos contenidos. El Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona
ofrece cada año unas hojas- convocatoria-programa, donde cada comunidad
puede además imprimir sus horarios y orientaciones.

c. En la preparación de estos días por parte del equipo animador de la comunidad
debe tenerse muy presente el funcionamiento de todos los ministerios que
hacen falta para que la Asamblea celebre más vivamente: lectores, cantores,
disposición de los espacios y luces, ensayos de cantos, monitores… Así como los
encargados de preparar otras celebraciones no litúrgicas de estos días (Oración
ante la Reserva, el jueves, celebraciones de la Palabra para el Viernes y el
Sábado…).

d. Hay que tener ideas claras sobre lo que es prioritario en las celebraciones de la
Semana Santa y lo que es secundario. No siempre lo extra-ordinario de estos
días es lo más importante. En la dinámica de las celebraciones hay que
conseguir que se subrayen los elementos principales. Así, por ejemplo, la
centralidad del Triduo Pascual en comparación con lo anterior; el Domingo de
Ramos, es más importante la aclamación a Cristo que la bendición de los ramos,
y la Misa (con su pasión) más que la procesión, es la Vigilia Pascual lo central es
la lectura prolongada de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos,
mientras que el rito del Lucernario y su pregón son una introducción a lo
central.

1
Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
6
e. Las celebraciones del Triduo Pascual tienen, más que ninguna otra, un carácter
comunitario y eclesial, que debería ponerse de manifiesto claramente. Así
como el Jueves el Misal prohíbe las “Misas sin pueblo”, también convendría
evitar los demás días la dispersión de celebraciones, de modo que no se
favorezca la excesiva fragmentación de las asambleas cristianas: son aquellas
comunidades no parroquiales que realmente logran reunir una asamblea
consistente deberían celebrar aparte estos días. Muchas comunidades
religiosas, grupos apostólicos, comunidades cristianas, saldrían enriquecidas y
a su vez podrían enriquecer a los demás si se unieran a la comunidad “grande”,
precisamente al celebrar la Pascua.

f. No es fácil el ministerio de la predicación en la Semana Santa, por una parte
parecería que, siendo ya largas las celebraciones, y todo en ellas es ya una
predicación (“festum imsum clamat”), la homilía es superflua. Pero por otra, no
hay duda que sigue siendo útil para la comunidad este servicio homilético, que
le ayude a profundizar y a asimilar en su vida los misterios que se celebran.

Eso sí: la homilía debería ser estos días especial. No tanta explicación de las
ceremonias (eso tocaría a las moniciones ya la preparación), sino auténtica
“iniciación a la celebración sacramental” (mistagogia). Su tono, sin ser patético,
si conviene que sea emotivo: más contemplativo, mezcla de anuncio y alabanza
al misterio, que moral. Debe también cuidar de centrarse en lo principal de la
celebración: no dejarse tentar por elementos más periféricos, y guiar, siguiendo
a la Palabra, hacia la sintonía con lo que se celebra. Especial cuidado deberá
tener el predicador en no ser largo: en unos pocos minutos, bien preparados, se
puede muy bien ayudar a entender y acoger, el Viernes Santo, el mensaje de las
tres lecturas sobre el Siervo que va a la muerte, o en la Vigilia toda la marcha
“pascual” desde la creación a la resurrección.

g. Hay que crear en las celebraciones de la Semana Santa un ambiente de fe y a la
vez un ritmo de pausa no habría que tener miedo a que sean más largas de lo
habitual: si están bien preparadas y todo se sucede en el ritmo justo (sin
exagerar tampoco en la lentitud), no parecerán psicológicamente más largas de
lo debido.

h. La pauta mejor para la celebración en cualquier ambiente es el mismo Misal y
el Leccionario. Suponen, eso sí, creatividad e imaginación pastoral. Pero el
secreto de unas celebraciones logradas no está precisamente en las novedades
o en los textos más llamativos. Sacar el jugo a lo que los libros litúrgicos ofrecen-
y a veces lo hacen con un margen de adaptación y creación- sería un objetivo
más al alcance y realista. Y es precisamente lo que este Dossier quiere fomentar.

7
2. VIERNES DE PASIÓN
Stabat Mater Dolorosa

SENTIR, COMPADECER, ANUNCIAR.

Amados hermanos.
La anual conmemoración del Misterio Pascual suele abrirse con el Viernes de Dolores,
entrañable memorial de la Pasión del Señor en el que la Madre es protagonista por
devoción de todos y porque es la mejor oportunidad para iluminar estos días de
esperanza con la luz de la Señora de la vida y de la paz, la Misionera de la Esperanza.

Sentir
La Palabra del Señor en este día nos introduce al sentido del sacrificio mismo de Jesús
y a su victoria sobre el pecado. Nos proponen mirar a Jesús como le ve Jeremías
(Jeremías 20,10-13) llevado ante sus enemigos y como le ve Juan (10,31-42)
anunciando cómo se cumple en el la obra de Dios, proclamando desde la fe que María,
la Madre fiel, que hoy es honrada en la misma liturgia3.

La Pascua es fiesta de vida a la que se llega por el sacrificio del Cordero, como lo
prescriben las tradiciones de Israel y como lo vive con fe la Iglesia: “ porque estas son
las fiestas de Pascua en las que se inmola el verdadero cordero”4

A la Madre del Señor le anunciaron que su vida estaría unida de tal modo a su Hijo que
experimentaría la aflicción y que apuraría voluntaria la copa de dolores con los que
Jesús habría de conquistarnos el cielo.
Sentir es entrar en el dolor del corazón, es traspasar el umbral del sentimiento y para
poder “gloriarse en el Señor”5, asimilando en la vida su lección de humildad y de
entrega.

Compadecer
Padecer con los otros es virtud cristiana. Es soldaría experiencia de fraternidad en la
que hacemos nuestros los dolores del otro como Cristo hizo suyos nuestros
sentimientos6 y vivirlos con fe.
El mundo en el que Dios nos propone ser Bautizados y Enviados, necesita una clara
experiencia de cercanía al dolor de los hermanos mediante la vivencia de la

2
Las homilías de los días: Domingo de Ramos, Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, Sábado y Domingo de
Resurrección, al igual que el víacrucis y las siete palabras están preparadas por el Pbro. Phd. Diego Alberto Uribe
Castrillon. Profesor titular de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana. 2018.
3
Misal Romano III edición. Viernes de la V semana de Cuaresma, Oración Colecta alternativa.
4
Cfr. Misal Romano. Pregón Pascual.
5
Cfr. I Corintios 1, 31
6
Cfr. Filipenses 2, 1-11.
8
misericordia, mediante el trabajo fiel y generoso en el que cada creyente sienta que le
pertenece la misión de vivir con los otros la Pascua con su cuota de Cruz.

La Madre de Jesús sabe de esta realidad. Ya lo vivió en Caná de galilea cuando se
percató de la falta de vino en la fiesta de bodas que es figura de nuestro encuentro con
Cristo7.

Compadecer es estar al lado del que, como Jesús, sufre el dolor de la persecución, del
desplazamiento, de la violencia, de la injustica, del desamor.

Anunciar
Es preciso iluminar esta etapa final de la Cuaresma proclamando la vida que sólo Jesús
nos puede dar. Miremos así nuestra misión en el mundo, nuestra vida apostólica con
la fe de María, la que hace suya la Palabra que se acaba de proclamar.

Qué bueno, pues, mirarla con fe. Qué bueno descubrir que lo que hoy nos dice la
liturgia lo vivió la Madre: “…en el peligro invoqué al Señor, y me escuchó. Invoco al
Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. “8. Así, la vida de María se convierte
en una lección constante de confianza, en una disponibilidad para elevar a la gloria
incluso una alabanza jubilosa en medio de las tribulaciones, que lleva, como es de
esperarse, a ser servicio de perdón y de misericordia que se extiende amorosamente
aún hasta aquellos que nos afligen, para derramar en el corazón atormentado del
mundo el bálsamo de la misericordia y del perdón.

Amén.

7
Cfr. Juan 2, 1-12, especialmente el versículo 3.
8
Sal 17,2-7
9
3. DOMINGO DE RAMOS9

3.1. SENTIDO DE LA CELEBRACIÓN

El Domingo de ramos merece una atención pastoral mayor que la que
normalmente consigue. Con frecuencia se reduce al “problema” de la procesión,
considerada todavía más como bendición de las palmas que como procesión en honor
de Cristo. Y no se capta que tiene una fuerza celebrativa y también catequética -de
pedagogía de la fe pascual- muy notable.

El Domingo de Ramos y el sentido del domingo cristiano

El Domingo de Ramos fundamentalmente es
un domingo. Como todos los domingos del año,
celebra el hecho de la Resurrección del Señor, su
victoria. Las características propias de este
domingo, pueden ayudar a descubrir el sentido
que tiene siempre el domingo que celebramos los
cristianos. En particular la procesión es como una
aclamación ante la victoria del Señor, cosa que
también celebramos cada domingo. La narración
de la pasión subraya el aspecto de que la victoria
de Cristo se obtiene a través del sufrimiento y la
muerte. Las palmas y los ramos -signos populares
de victoria- manifiestan que la muerte en la cruz es
camino de victoria, y victoria ella misma, por cuanto esta muerte destruyó la muerte.

La celebración de hoy, pues, resume la dinámica del Misterio Pascual de Cristo,
que es también el contenido de nuestra celebración dominical.

Cristo y su entrada mesiánica en el Reino

Jesús, llegada “la hora”, decide ir a Jerusalén. Y su entrada es a la vez entrada
del Siervo que camina a la muerte, y del Señor, que va a ser glorificado.

Es necesario insistir en el sentido fundamental de la procesión. Se trata de
celebrar la entrada mesiánica del Señor en su triunfo pascual a través de la muerte.
La procesión, por tanto, no tiene simplemente la finalidad de recordar un hecho
histórico pasado, sino de hacer una solemne profesión de fe en que la cruz y la muerte

9
Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
10
de Cristo son en definitiva una victoria. El color rojo de las vestiduras, en este día,
apunta a la muerte del Mártir y a su Victoria.

La bendición de las palmas, menos importante

También conviene insistir en que la bendición de los ramos es secundaria con
relación a la procesión. Lo que pretendemos en este día es aclamar a Cristo, en su
camino pascual. Al bendecir los ramos no se pretende dar a los fieles unos “objetos
benditos” que guardar, sino aclamar con ellos a Cristo en la procesión. Por eso está
prohibido limitarse sólo a la bendición de los ramos, si no se va a hacer procesión.

3.2. SUGERENCIAS PASTORALES

Las tres formas de realizar la procesión

El nuevo Misal propone tres posibilidades para esta procesión

a. La procesión. Es la forma más expresiva, aunque también la más difícil, pues
requiere dos lugares de celebración. Desde el lugar donde se bendicen los
ramos, se acompaña procesionalmente al celebrante, que representa Cristo,
con palmas y ramos en las manos y entonando cantos de vitoria, hasta la Iglesia
donde se va a celebrar la Eucaristía.
b. La entrada solemne. Si no se dispone de un lugar adecuado, distinto de la
Iglesia, se puede recurrir a esta modalidad. En un espacio de la misma Iglesia
se bendicen los ramos y se lee el evangelio de la
entrada en Jerusalén, y desde allí el sacerdote
celebrante, con los ministros y algunos fieles, marchan
en procesión hacia el altar. Los demás fieles desde sus
puestos, siguen con sus cantos de aclamación esta
marcha. No tiene sentido hacer la procesión saliendo
de la Iglesia para entrar de nuevo en la misma.
c. La entrada sencilla. Si no se puede hacer ni la
procesión desde fuera ni la entrada solemne desde
otro espacio de la Iglesia, se debe dar al menos un
relieve especial al canto de entrada de la Misa. A
través del canto y de las moniciones los fieles deben
ser invitados a aclamar al Señor victorioso que
inaugura su Misterio Pascual. Se podría también
hacer que el Sacerdote, después del saludo, leyera solemnemente la antífona de
entrada del Misal, junto con el salmo 23 (hoy es el único día que el Misal
propone un salmo para la entrada de la Eucaristía). Salmo que da sentido a la
fiesta: las puertas del templo que se abren para recibir al Señor.
11

Según las circunstancias, podría parecer conveniente realizar esta entrada
solemne de otra forma no prevista exactamente en el Misal. Si el número de fieles no
es excesivo y no se tiene ese lugar distinto de la Iglesia, ¿no se podría hacer la
procesión organizando una marcha de todos al altar, llevando el ramo en la mano, y
dejándolo junto a una gran Cruz, mientras se va cantando? Se podría hacer a modo de
“representación” de la asamblea: unos cuantos niños, jóvenes, matrimonios,
religiosas…

En cualquiera de estas formas hay otro aspecto que no convendría olvidar: el
papel de los niños. Así como a Jesús le aclamaron en Jerusalén, ha sido antigua
tradición de la Iglesia el canto y el protagonismo de los niños en esta celebración. Sin
dar al rito un tono demasiado infantil, sin embargo se puede situar a los niños en un
lugar más cercano y permitirles sobre todo en la procesión y entrada –expresar más
a su modo su alabanza a Cristo Jesús.

Cuidar la lectura de la Pasión

La Liturgia de la Palabra de este día tiene un relieve especial.

Las dos lecturas antes de la Pasión: a pesar de que el libro litúrgico admite que
alguna vez se pudieran suprimir, tienen una unidad tan pedagógica con la Pasión que
no convendría descuidarlas. El tercer canto del Siervo, en la lectura de Isaías, y el
“himno pascual” de Pablo en la carta a los Filipenses, centran de modo admirable lo
que va a ser el camino de Jesús, a través de la muerte, hacía la victoria de la Pascua.

Pero sobre todo la proclamación de la Pasión es un momento privilegiado de la
celebración del Domingo de Ramos. De su buena dicción y audición depende en gran
parte la eficacia pastoral de este día.

La manera concreta de la proclamación puede ser:

• bien una lectura seguida, por un solo lector, acentuando el carácter narrativo
de la Pasión.
• O bien una lectura dividida en tres o cuatro bloques, encomendados a otros
tantos lectores, preparados de antemano, reservando el último al propio
presidente;
• O bien intercalando entre otros bloques una aclamción cantada por parte de la
asamblea de los fieles, breve y expresiva de las ideas que en el relato se van
desglosando; al final, tras un breve silencio, el “Victoria, tú reinaras”.
• O bien la tradicional con el diálogo entre los diversos personajes del relato
(lector, “sinagoga”, Jesús) bien ensayado, reservando a ser posible la parte de
12
Jesús al presidente, y cantando también en los momentos oportunos las
aclamaciones.

No sería de aconsejar la “abreviación” de la Pasión que esta contemplada como
posible en el leccionario, cada uno de los tres evangelistas sinópticos que, según el
año, se leen en este día enmarca la Pasión del Señor de modo distinto: por ejemplo el
que Lucas empiece con el relato eucarístico de la Última Cena tiene una intención
pedagógica interesante que puede ayudar a entender la relación que existe entre la
Eucaristía y la Muerte de Cristo. No está de más recordar que ya no se permite, en
este día, como lo hacía el antiguo Misal, que el sacerdote que celebra más de una misa
puede suprimir la Pasión o parte de ella: esta lectura más que nunca, debe tener
presente a toda la asamblea y no sólo al celebrante. En todo caso sería conveniente
que se revisara el número de Misas de este día, para que se puedan hacer todas con el
ritmo pausado que la celebración exige. Tal vez menos Misas, pero sin recortes y con
un cuidado especial para la participación más consciente de todos.

Tampoco debe faltar la homilía, por larga que haya sido la Pasión. Aunque tenga
que ser más breve, es un factor que ayuda a toda la comunidad a recoger el mensaje
que al comienzo de la Semana Santa comunica a la Iglesia el relato evangélico de la
Pasión del Señor, completada con las lecturas de Isaías y Pablo sobre el mismo
Misterio del Siervo Jesús.

13
3.3. DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Procesión de Ramos


Amadísimos hermanos:

Hoy es Domingo de Ramos, del que don Tomás Carrasquilla, célebre escritor
colombiano, decía: “Amanece aquel domingo con sol y cielo de gloria y venturanza; en
que la Jerusalén celeste tiende, ab æterno, palmas y más palmas al Redentor Divino de
hombres y de mundos”.10

Hoy, los Bautizados y Enviados abrimos las fiestas del Señor. Nos pide la Iglesia que
abramos esta procesión con una pequeña palabra para introducir las fiestas de
Pascua. Nos pide el Señor que le acojamos en estos días maravillosos que iniciamos
con su entrada triunfal, con su llegada a la Ciudad Santa.

Las fiestas pascuales de este año son narradas por san Lucas. Hoy, de modo especial
se nos dice que los niños hebreos coreaban algo muy similar a lo que ya habíamos
escuchado en la noche de la Navidad: “paz en el cielo y gloria en las alturas”11, porque
el que llega viene en son de paz y de esperanza.

Vamos también nosotros a aclamarle. En nuestras calles, en nuestras veredas, en
nuestros caminos, dejemos que pase el Señor, alabemos al Salvador, para que el
Mesías, al que aclamaron los niños y los pobres, deje en el corazón de este mundo su
mensaje de paz y de esperanza.

Bendito el que viene a traernos la esperanza, bendito el que quiere darnos la gracia de
su amor para seguir construyendo la paz.

Nuestra marcha es preludio de la gloriosa Pasión del Señor y de la Eucaristía. En ella,
en el altar, Jesús nos entregará todo su amor para hacernos mensajeros de vida, de
paz y de esperanza.

Amén.

10
Tomás Carrasquilla. Rogelio.
11
Cfr. Lucas 19, 38; Lucas 2, 14
14
3.4. MISA DE LA PASIÓN
HOMILIA

CONTEMPLAR, PROCLAMAR, VIVIR.
Hermanos:

Contemplar
San Lucas, minucioso y cuidadoso, nos ha regalado hoy la Pasión del Señor, narrada
con la precisión y la belleza del que canta la victoria de un rey que asciende a su trono,
pero también con la fuerza de la verdad que nos proclama que la victoria es en la cruz,
en el trono de la misericordia.

El hombre de hoy se pregunta por la necesidad y el valor de esta Pasión del Señor.
Cuánto necesitamos volver al misterio de esta entrega como se va a la fuente de la paz
y de la vida.

La violencia humana sigue arrancando la paz del corazón. La cruz de tantos hermanos
sigue uniendo al dolor del Mártir Divino, el dolor de tantos redimidos con su generosa
entrega.

Pero el dolor no se padece en vano. Es un dolor que produce vida, que da frutos de
esperanza, que nos dice a todos cuánto nos ama Dios y cuál es la urgencia de amor del
mundo en el que vivimos.

Proclamar.
La lectura que escuchamos, nos invita a proclamar las maravillas del Señor. En ella,
sobre todo en la muerte del Señor se nos ha regalado el perdón y se le abrió al ladrón
la puerta del reino.

Es el amor del Cordero Inocente, al que le seguiremos cantando, para que nos regale
paz y alegría, para que haga de los Bautizados Enviados a proclamar la esperanza a
ofrecer la paz:
Cuánto la necesitamos en nuestra vida, cómo la quisiéramos albergada en el corazón
de tantos que han hecho de la violencia el más triste de los caminos.

Vivir.
Señor:
Se ha apagado el eco de los niños hebreos que te cantaban, ahora solo estamos
nosotros, mirándote, dándote gracias. Sigue nuestro corazón al pie de la Cruz,
mirándote para poder anunciarte Haz que esta Pasión tuya, narrada por San Lucas,
nos permita confesar que sólo en ti hay vida, que solo tú mereces nuestra alabanza,

15
que sólo tú eres el consuelo de aquellos bienaventurados que se han unido a tu pasión
y que dan vida al mundo con su entrega.

Hoy volvemos a decir que Jesús es el Señor. También nuestra fe es el Señor. San Oscar
Arnulfo Romero nos lo enseñó muy bien: “El cristianismo es una Persona que me amó
tanto, que reclama y pide mi amor. El cristianismo es Cristo» 12

“…al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre”.13

Sí, solo él es Señor, sólo él es la vida, sólo él, el glorioso Hijo de María, el glorioso y
humilde salvador del mundo. Amén.

12
San Oscar Romero, Homilía, 6 noviembre 1977.
13
Filipenses 2,11.
16
3.5. LA PASIÓN POR Y PARA LOS NIÑOS

Locutor. Era poco antes de la fiesta de Pascua. Jesús sabía que la hora de su Muerte
estaba cercana. Los miembros del Senado y los maestros de la ley
buscaban una ocasión para detener a Jesús.
Senador 1. Debe morir. Esto no puede seguir así. Debe desaparecer.
Senador 2. Está blasfemando contra Dios. No tiene para nada en cuenta la ley. No
puede ser que este Jesús sea un enviado de Dios.
Senador 3. Tenemos que detenerle sin llamar la atención. Que no sea en el día de la
fiesta. Eso podría alborotar al pueblo, porque le quieren.
Senador 1. Ese pueblo estúpido, que no entiende nada de la ley está diciendo que es
un gran profeta.
Senador 2. Debemos echar mano de él a escondidas. De noche. Es el huerto de
Getsemaní, en el monte de los Olivos. Allí pueden detenerlo. Nadie lo verá
Senador 3. ¿Es eso verdad? ¿lo sabes con seguridad?
Judas. Lo sé con seguridad. Yo soy tu amigo.
Senador 1. Tu eres su amigo ¿y le traicionas? No podemos fiarnos de ti.
Judas. Yo era su amigo. Denme el dinero que me han prometido: treinta
monedas de plata.
Senador 2. Tendrás tu dinero. Gracias.
Senador 3. Esta noche indicarás el camino a nuestros hombres.
Judas. Vendré en el momento oportuno. Les indicaré el camino y una señal para
que los soldados puedan reconocer a Jesús.
Senador 1. ¿Qué señal les darás?
Judas. Aquél a quien yo bese, ese es.
Niño1. Con un beso entrega Judas a Jesús, su mejor amigo.
Niño 2. El amigo se ha vuelto enemigo.
Niño 3. Jesús no se puede fiar de su amigo.
Niño 4. Jesús es traicionado vergonzosamente por su amigo.
Niños. Jesús es entregado. Jesús es vendido. Jesús es detenido.
Todos. Jesús es vencedor, Jesús es Rey. Jesús es el Señor del mundo.
Locutor. La noche después de la última cena con sus apóstoles, fue Jesús al huerto
de Getsemaní. Allí llamó a Pedro, Santiago y Juan para que fueran con él.
Porque tenía miedo.
Pedro. Yo voy contigo, a donde quiera que vayas.
Santiago. Aunque tuviéramos que morir, seguiremos fieles a ti.
Juan. Puedes fiarte de nosotros. No te dejaremos solo.
Niño 5. Jesús tiene miedo. No sólo nosotros tenemos miedo.
Niño 6. Jesús tiembla de miedo. Está lleno de angustia.
Niño 7. Nadie se puede defender del miedo
Niño 8. Jesús reza en sus momentos de miedo.

17
Locutor. Jesús reza: Padre, Padre mío, que suceda lo que tú quieres y como tú
quieres. Tú lo sabes todo. Que se haga tu voluntad.
Pedro. Tengo sueño. Estoy muy cansado. Le he dejado solo.
Santiago. También yo me estoy durmiendo. No se puede fiar de mí.
Juan. Le hemos abandonado todos. Los verdugos si están despiertos mientras
nosotros dormimos. Jesús sale al encuentro de sus enemigos. Está
preparado.
Niño 1. Los amigos están dormidos. Los enemigos, despiertos.
Niño 2. Jesús se quedó, en su miedo, totalmente sólo.
Niño 3. No, no estaba solo. Rezaba, y Dios estaba con él.
Niño 4. La oración le quitó el miedo.
Niños. Jesús está triste. Tiene miedo a la muerte. Y llama a su Padre. Jesús es
vencedor, Jesús es Rey. Jesús es el Señor del mundo.
Locutor. Jesús es llevado delante del alto Senado. El Senado toma la decisión de
entregarle al gobernador romano, Pilato. Pilato condena a Jesús a la
muerte en cruz.
Niño 5. Jesús es condenado a la muerte más vergonzosa.
Niño 6. Debe sufrir la muerte más dolorosa.
Niño 7. No se detiene. No se resiste.
Niño 8. Calla y reza.
Niños. No ha hecho nada malo. Y a pesar de eso, debe morir.
Locutor. Cargan sobre los hombros de Jesús la pesada Cruz y es obligado a
recorrer el camino al Calvario. Se cae varias veces.
Soldado 1. Tú, extranjero, ven aquí, Aquí hay uno que necesita tu fuerza.
Soldado 2. Venga. Ayuda a este condenado a llevar su cruz.
Simón. No. Nunca tocaré yo este madero maldito. Dejenme en paz. Vengo de mi
trabajo y quiero ir a casa.
Soldado. Ya irás más tarde a casa. Venga coja, de ahí.
Simón. Ustedes no pueden obligarme a eso.
Soldado. Claro que podemos. Hazlo de buena gana o emplearemos la fuerza
Simón. ¿Ayudar de buena gana a un malhechor? No.¿ O es que no es malhechor?
¿es que está siendo condenado injustamente, así como me obligas a mí
injustamente a llevar su cruz?.
Niños. Jesús cae al suelo. ¿Quién le ayudará? ¿quién tendrá compasión de él?
Todos. Jesús es Vencedor. Jesús es Rey. Jesús es el Señor del mundo.
Locutor. A lo largo del camino había unas mujeres. Y lloraban y se quejaban.
Mujer 1. La cara de Jesús apenas si se puede reconocer.
Mujer 2. Le han golpeado y torturado.
Mujer 3. Y eso que sólo ha hecho el bien.
Mujer 4. Él ha hecho ver a los ciegos y ha devuelto el habla a los mudos.
Mujer 1. Ha dado de comer a los hambrientos.
Mujer 2. Siempre quería ayudar a todos.
18
Mujer 3. Por todas partes ha repartido la alegría.
Mujer 4. Y como agradecimiento, le torturan y le matan.
Mujer 1. No puede hacer nada más que llorar.
Mujer 2. No podré estar alegre nunca más.
Mujer 3. Yo no entiendo cómo Dios permite esto.
Mujer 4. ¿Por qué no le salva Dios?
Todos. Dios, sálvale.
Locutor. Jesús vio como las mujeres lloraban y se lamentaban, y les dijo: No lloren
por mí. Lloren por ustedes mismas, porque vienen días malos para
ustedes.
Niños. En la cruz está la salvación. En la cruz está la ayuda. En la cruz está la
vida.
Todos. Jesús es vencedor. Jesús es Rey. Jesús es el Señor del mundo.
Locutor. Llevaron a Jesús fuera de la ciudad, a un monte llamado Gólgota. Allí le
clavaron al madero y le levantaron, en medio de dos cruces en que habían
dos malhechores. Pero Jesús oraba y perdonaba a sus enemigos. Hacia las
tres de la tarde gritó con fuerza: Todo está cumplido. Y entonces inclinó
su cabeza y murió.
Todos. Te damos gracias, Señor Jesucristo, porque has muerto por nosotros.
Niño 1. En la cruz Jesús abrió los brazos.
Niño 2. Como si quisiera abrazar a todo el mundo.
Niño 3. El ama a los hombres como ningún otro lo ha hecho.
Niño 4. Él te ama también a ti.
Todos. Jesús es Vencedor. Jesús es Rey, Jesús es el Señor del mundo.


19
3.6. DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
PREDICACIÓN ORANTE
ABRIL 14 DE 2019

§ En la Pasión del Señor: Lucas 19,28-40
§ Primera Lectura: Isaías 50,4-7
§ Salmo: 22(21),8-9.17-18a.19-20.23-24 (R. 2a)
§ Segunda Lectura: Filipenses: 2,6-11 Evangelio: Lucas 22,14 - 23,56

Introducción

De Palabra de Dios para este Domingo de Ramos podemos presentar tres ideas de
reflexión:
• Isaías nos presenta la imagen del siervo doliente que sufre el destierro, las
burlas y humillaciones y a pesar de esto, supo responder siendo fiel a Yahveh.
• San Pablo nos habla de la kenosis del Hijo de Dios que sabe abajarse
despojándose hasta llegar al extremo de la muerte en la cruz.
• El evangelista Lucas nos presenta la entrega de Jesús, verdadero sacrificio para
la salvación de la humanidad.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

San Lucas nos presenta la pasión de Cristo como el sacrificio de la Nueva Alianza.
Anterior a este acontecimiento, el evangelista nos presentó la entrada de Jesús en la
ciudad de Jerusalén donde es recibido por la multitud de los discípulos. Esos mismos
discípulos son que ven la muerte de Jesús como sacrificio de expiación y de una alianza
nueva y definitiva, no porque rechacen la antigua alianza (cf. Jr.31,31.33.34) sino
porque se renueva de modo definitivo; ahora los discípulos no son simples
espectadores, sino que participan de esa nueva alianza, pues es un memorial único de
la salvación que Dios obra en medio de su pueblo.

San Lucas nos presenta el ritual de la cena durante el cual se servían varias copas,
según el evangelista, después de cenar se sirvió la copa de la alianza que Jesús
presenta como la de su sangre derramada por muchos. La Pascua de Jesús es sacrificio
que salva y memorial de un acontecimiento liberador, conmemora el paso desde
Egipto hasta la liberación definitiva de Israel. Esta cena de Jesús y el acto de su entrega
en la cruz son la memoria de la verdadera redención en un banquete mesiánico y
escatológico que anticipa su pasión y muerte.

San Lucas nos presenta las palabras de Jesús en la última cena como parte de la
instrucción que el maestro da a sus discípulos donde les deja varias enseñanzas: 1) la
infidelidad de Judas es un llamado para la fidelidad del discípulo; 2) la ocupación de
20
un cargo debe ser para el servicio a los demás; 3) el verdadero discípulo es el que
persevera en medio de las pruebas; 4) la tentación y la infidelidad de Pedro es ocasión
para que los discípulos aprendan la necesidad de buscar fortaleza en medio de la
debilidad; 5) el discípulo debe vivir su misión en el despojo de lo terreno; 6) la
venganza no debe ser el distintivo del discípulo.

A continuación, se presenta la oración en el Getsemaní, que debe servir de ayuda para
que el discípulo aprenda a hacer la voluntad del Padre. La traición de Judas hace ver
la necesidad del perdón y el amor a los enemigos. La negación de Pedro muestra la
debilidad a que está sometido el discípulo. El proceso de condena contra Jesús
muestra su mesianismo y deja claro que su reinado no es meramente temporal. El
evangelista nos presenta el momento dramático de la cruz y es aquí donde Jesús es
modelo para todo aquel que quiera seguirlo haciendo lo mismo que Él hizo. La muerte
de Jesús se convierte en un verdadero sacrificio que trae la redención al género
humano, por eso Jesús desde la cruz anuncia el hoy definitivo de la salvación. San
Lucas nos invita a ver y contemplar al crucificado que triunfa como vencedor de la
muerte.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

El evangelista Lucas nos invita a involucrarnos en la pasión de Cristo no como meros
espectadores sino como testigos que viven el momento definitivo de la Redención.
Participar de la Pascua de Jesús implica sentarnos con él a la mesa para renovar el
sacramento de la nueva alianza para comer su cuerpo y beber su sangre. Este es el
auténtico sacrificio que redime la humanidad.

El maestro nos enseña que la verdadera fidelidad se da cuando desde la oración
cumplimos la voluntad del Padre mediante la entrega y la aceptación de lo que Dios
nos pide, al igual que lo hizo Cristo en Getsemaní. Seguir a Jesús como la multitud de
discípulos nos exige cargar con la cruz camino hacia el calvario. Al contemplar el
drama de la pasión debemos ver las paradojas que allí se presentan: El aclamado por
la multitud que lo sigue, es condenado por la turba que grita que sea crucificado; él
que ha venido a enseñarnos la justicia, es ajusticiado por las autoridades; el hombre
que ha enseñado la verdadera libertad, es llevado como reo; el que ha hablado
abiertamente en público, es silenciado con la muerte; pero paradójicamente con su
victoria nos enseña que la muerte es la causa del auténtico triunfo.

En Jesucristo se cumple a plenitud lo que el profeta Isaías anunció del Siervo de Yahvé́ .
Es el hombre que sufre, pero sin culpabilidad de su parte; muere, pero no por un
castigo propio sino que lo asume como suyo. Con su muerte se hace solidario con toda
la humanidad. Su muerte no es una situación definitiva ni de derrota y, de hecho, su
morir es un vivir para siempre. Por eso no se puede desligar la muerte de la
21
resurrección, de ahí que San Lucas nos invita a ver y contemplar este espectáculo para
mirar en Jesús al Hijo de Dios que muere y resurge para dar la vida al pueblo; de ahí
que su sacrificio es para dar la vida nueva. La Pasión de Cristo no puede verse como
una simple la historia o un recuerdo de un relato pasado donde un hombre fue
condenado a muerte; todo lo contrario, releer la pasión debe ser una actualización del
acontecimiento central de la salvación y la manifestación plena de la gloria de Dios.

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Al iniciar la semana santa, la liturgia de estos días nos invita a entrar en la pasión de
Cristo, no como meros espectadores sino, como participes de su cruz y resurrección.
La oración colecta de este día muy bien lo señala cuando pide que al guardar las
enseñanzas de su pasión podamos participar de su gloriosa resurrección, es decir, que
no nos quedamos simplemente con un recuerdo del pasado, sino que contemplamos
un hecho salvífico y lo actualizamos en el memorial de la eucaristía para recibir sus
frutos en nuestra vida. Recorrer el camino de Jesús implica entrar con él para seguirlo
camino hacia Jerusalén; el recorrido que se hace en la procesión de este día llevando
las palmas en las manos nos recuerda que también la creación aclama a Cristo como
Rey que entra victorioso para asumir el martirio de la cruz. El maestro se sienta a la
mesa para participarnos de su pasión y en la eucaristía memorial de su entrega nos
deja el alimento necesario para que podamos continuar nuestra marcha como
peregrinos, de modo que como sus discípulos nos invita a asumir la cruz no como
instrumento de tortura y derrota sino como el instrumento de purificación en el que
se nos dió la vida nueva.

El Papa Francisco nos recuerda que “en el centro de esta celebración, que se presenta
tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los
Filipenses: “Se humilló a sí mismo” (2, 8). La humillación de Jesús. Esta palabra nos
desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad.
Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos
acostumbraremos a un Dios humilde.

Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo,
para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué
humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban
dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había
sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la
libertad” (Homilía, 29 de marzo de 2015).

Durante estos días debemos tener una actitud humilde para despojarnos de aquello
que nos impide seguir a Cristo con un corazón libre y poder participar de su pasión,
muerte y resurrección.
22

“Al hacerse como nosotros y cargar con nuestras culpas por nosotros, Cristo restauró
la naturaleza humana tal y como estaba en el origen. Al principio, el primer hombre
estaba en el delicioso paraíso; le adornaban la falta de sufrimiento y de corrupción.
Cuando despreció el mandato comiendo del árbol prohibido, cayó bajo la maldición,
la condena y los lazos de la muerte. Pero como he dicho, Cristo le restauró del mismo
modo que al inicio: se convirtió en el fruto del árbol, soportando la gloriosa cruz por
nosotros, para destruir la muerte que había invadido los cuerpos humanos por medio
de un árbol. Y ahora de nuevo en el árbol glorioso de la cruz fuimos salvados” (San
Cirilo de Alejandría, Comentario al evangelio de Lucas 153).

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Hemos recorrido el itinerario cuaresmal donde el profeta Joel, el miércoles de ceniza
nos invitaba a la conversión interior, es el momento para manifestar los frutos de este
tiempo y durante esta semana participar en la pasión de Cristo para no quedarnos al
margen del acontecimiento central de nuestra salvación. La oración, la penitencia, el
ayuno, las obras de caridad de este tiempo nos deben servir para entrar en este
momento cumbre del misterio pascual, al cargar la cruz de Cristo debemos morir
definitivamente al hombre viejo para resucitar a la vida nueva de la gracia y
manifestar ante el mundo que Cristo vive en medio de nosotros. Nuestro testimonio
durante estos días debe servir de ejemplo para que muchos hombres y mujeres se
animen al seguimiento de Cristo.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. La liturgia de este día trae tres momentos significativos: La bendición de los
Ramos y la procesión, la lectura de la pasión y la celebración eucarística. Cada
momento debe servir para recordar nuestra condición de peregrinos que llevan
la cruz para salir victoriosos a la resurrección.

2. Motivar con tiempo la participación de la comunidad en la procesión con los
ramos. Tener en cuenta que el verdadero signo de acogida y aclamación de
Jesús como Hijo de Dios es con los elementos de lanaturaleza (ramos, ramas).

Tener presente que hay tres formas de conmemorar la entrada del Señora
Jerusalén, ver Misal, pág. 129 ss.

Al concluir la procesión, al llegar al altar, se omiten los ritos iniciales y se hace
la Oración Colecta.

23
Un aspecto que conviene tener encuentra, es el papel de los jóvenes y de los
niños. Así como a Jesús ellos le aclamaron en Jerusalén, es muy antigua la
tradición en la Iglesia de que el canto y el protagonismo de los niños sean
evidentes en esta celebración.

3. Para la lectura de la Pasión no se llevan cirios ni incienso, se omite el saludo y
la signación del libro. Estos signos manifiestan la austeridad de estos días. Al
proclamar la muerte de Cristo se debe hacer una pausa para guardar silencio y
ponerse de rodillas durante unos instantes.
Se sugiere que la proclamación de la Pasión se realice entre tres lectores,
teniendo en cuenta la recomendación de la liturgia de reservar la parte propia
de Cristo para que la lea el sacerdote.

4. Para evangelizar la piedad popular, conviene instruir a las fieles en que lo más
importante en este día es la celebración de la Misa y, en ella, la lectura de la
Pasión del Señor. Es importante realizar la bendición y procesión con su
carácter litúrgico y darle el aspecto de una “Puerta de la Semana Mayor”, la cual
incluye los actos litúrgicos y los de piedad popular.

5. El canto es uno de los elementos que tiene un papel importante en la
celebración del Domingo de Ramos. Así pues que el escoger los cantos más
adecuados es ayudar a la asamblea para que capte la fuerza significativa del
misterio celebrado.

Para la entrada: Hacia ti, morada santa; Que alegría cuando me dijeron;
Hosanna al Hijo de David; Anunciaremos tu Reino, Señor; Pueblo de Reyes; Tu
Reino es vida. En este momento es sumamente oportuno cantar el ya famoso y
muy bello Hosanna oh¡, en el que se habla incluso de los ramos de olivo. Aquí sí
se debería cantar con fuerza y con gozo.
También puede intercalarse entre las estrofas del salmo la segunda parte del
Santo de la Misa, en sus varias versiones, desde donde dice: Bendito el que
viene...

6. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio el Prefacio: La
Pasión del Señor, Misal pág. 138; y se podría seguir la Plegaria Eucarística II.

7. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para
este domingo, Misal, pág. 139.




24
3.7. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
ABRIL 14 DE 2019

Monición introductoria de la Misa

Como iglesia peregrina, hemos caminado durante la cuaresma para llegar a la
conmemoración de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Al participar en esta
celebración disponemos nuestro ser para recorrer el mismo camino de Jesús que
triunfante entra en Jerusalén y sube hacia el calvario para consumar su obra de
salvación, verdadero sacrificio que se renueva en la eucaristía.

Monición a la Liturgia de la Palabra

La Palabra de Dios nos invita a contemplar a Cristo como el siervo doliente que en la
pasión es condenado injustamente para otorgarnos la salvación. San Pablo nos
recuerda que Cristo siendo Hijo de Dios al sufrir la humillación, fue exaltado a la
derecha de Dios Padre. Que al escuchar la pasión de Cristo permanezcamos en actitud
de silencio para contemplar la obra salvífica de Dios que entregó a su Hijo para nuestra
redención.

25
Oración Universal o de los Fieles

Presidente: al Padre que en la pasión nos ha entregado a su Hijo para la salvación,
elevemos nuestras suplicas unidos a la oración de toda la Iglesia

R. Por la pasión de tu Hijo, escúchanos Padre.



1. Oremos por el Papa Francisco, para que viviendo la pasión de Cristo nos
ayude a entrar en el camino de la purificación a través de la cruz del Señor.

2. Oremos por los gobernantes, para que busquen la justicia y el bien entre
los pueblos.

3. Oremos por los que sufren, los pobres, los encarcelados y los abandonados,
para que la cruz de Cristo sea la fuerza que los conforte durante la prueba.

4. Oremos por lo que se preparan para recibir el bautismo en la vigilia Pascual,
para que la gracia de Dios les otorgue la vida nueva del Espíritu.

5. Oremos por todos los que celebramos estos días santos, para que
vivamos con espíritu de fe los misterios de la pasión, muerte y resurrección de
Cristo.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

Oración Conclusiva

Dios, Padre bueno,
escucha las suplicas de tu Iglesia
en oración, para que al seguir
el camino de la cruz de tu Hijo
nos dispongamos para ser partícipes
de su gloriosa resurrección.

R. Amén.



26
4. LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES SANTO14
FERIAS PRIVILEGIADAS

4.1. SENTIDO LITÚRGICO-PASTORAL

Estos días son días feriales de Cuaresma. También lo es el Jueves, hasta la tarde
(en la Liturgia de las Horas, hasta Nona).

Antes se leían los relatos de la Pasión: pero ahora, los tres sinópticos se
proclaman el Domingo de Ramos, según su propio ciclo, y la Pasión según san Juan se
reserva siempre al Viernes, como antes.

Una característica de estos días podría
ser la celebración comunitaria de la penitencia.
Se puede hacer el Jueves por la mañana, pero
allí donde es más fácil convocar a la comunidad
por la tarde, se podría hacer el Miércoles. Pero
a la vez se tendría que notar una disponibilidad
mayor de los sacerdotes para la celebración individual de la reconciliación estos días.

También la Misa Crismal se podría, si parece más conveniente, trasladar a uno
de estos tres días, en que seguramente les será más fácil acudir a los sacerdotes de la
diócesis.

Las lecturas de la Misa

Para la Eucaristía de estos tres días conviene tener presente la intención de las
lecturas bíblicas. Para los días festivos se suele encontrar fácilmente material de
moniciones y de homilía. Por eso ofrecemos unas breves indicaciones para el lunes,
martes y miércoles.

Lunes Santo

Is 42: el primer canto del Siervo de Yahvé: elegido por Dios, lleno de su Espíritu,
es enviado a proclamar la ley de Dios: pero lo hace con suavidad y delicadeza. Jesús,
Ungido como Mesías, y lleno del Espíritu cumplirá a la perfección esta empresa: “ pasó
haciendo el bien”…

El salmo 26 es un canto de confianza y seguridad en Dios, aún en medio de los
momentos más difíciles: el Señor es mi luz y mi salvación.

14
Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
27

Jn 12: después de la resurrección de Lázaro, Jesús anuncia claramente que ha
llegado su “hora”: va a salir de este mundo y va al Padre: ya se prepara para la
“sepultura”.

Martes Santo

Is 49: el segundo canto del Siervo: su misión, ya desde el seno materno, es
hablar en nombre de Dios, reunir a los dispersos, iluminar a todos los pueblos. Es la
profecía que se cumple perfectamente en Jesús, sobre todo con la entrega de su vida
por todos;

El salmo 70 es la oración de un anciano abandonado, pero que no pierde la
esperanza en Dios; también cuando nos faltan las fuerzas, estamos bajo la protección
de Dios y seguiremos alabándole;

Jn 13: Jesús anuncia de nuevo la hora de su “glorificación”, que pasa también
por la traición y la debilidad de Judas y de Pedro: es la voluntad firme de Jesús, que
camina hacia el cumplimiento de su misión.

Miércoles Santo

Is 50: el tercer canto del Siervo (el cuarto se proclama el Viernes): la misión que
le ha encomendado Dios comporta la negación de sí mismo (yo no me resistí… ofrecí
mis espaldas a los que me golpeaban): pero todo sin desfallecer en la confianza que
siente ante Dios;

El salmo 68: el grito angustiado de un justo perseguido;

Mt 26; mientras Judas prepara su traición, Jesús camina decidido a cumplir su
Pascua: su Paso por la muerte salvadora.

28
4.2. HOMILIA LUNES SANTO

ESPERAR, CONFIAR, VIVIR.

Esperar
Juan, en el Evangelio que acabamos de escuchar, nos ubica en Betania. El Apóstol
compañero nuestro en estos días santos, nos ubica allí en la familiaridad de unos
amigos, en la cercanía de aquellos afectos humanos que no fueron ajenos al corazón
del Maestro, con Marta, María y Lázaro, tan amados por Jesús.

Pidamos primero la gracia de esperar. Las lecturas del día nos ubican en esta virtud
tan necesaria en el mundo de hoy. Isaías15 nos presenta a Jesús, lo hace en tono de
promesa, de profecía. Es el Ungido de Dios que viene a despertar en el corazón de la
humanidad unos sentimientos de esperanza y de paz. Su camino es la paz, la infinita
misericordia para con los débiles, para con los últimos. Será la única esperanza, la más
verdadera, la que llena de verdad la vida tantas veces vacía de la humanidad.

Jesús entra en el corazón de aquella familia en la que se le acoge con amor, en la que
la muerte había hecho una visita, pero también había hecho su presencia la vida. Allí
está Lázaro, que conoció el abrazo de la muerte y también sintió el fuego de la vida
que seguirá irradiando el corazón del Salvador.

Confiar
Vamos con Jesús hacia el “PAÍS DE LA VIDA”, vamos hacia la gloria de la Pascua,
caminando con el Señor que nos regala en este Lunes Santo, una ofrenda de esperanza
que ilumina la vida.

El nardo perfumado es anuncio de muerte y de gloria y también de esperanza, una
esperanza que trae salvación, que da vida. La que el mundo de hoy necesita, la
confianza perdida de tantos que hoy nos reclaman para cubrir sus dolores con el
bálsamo de la ternura y de la alegría.

En Betania la Esperanza se vuelve confianza y luego se hace comunión.

Por eso Jesús acoge la ofrenda del perfume, porque siente que aquella Mujer, María,
refleja la sed del hombre que quiere expresar la ternura de su corazón y decir a sus
hermanos cuán grande es su amor, cuanto significan los otros para no sentir la soledad
que aterra y nos sume en el abismo del dolor, para que el amor hecho confianza pueda
esparcir por el mundo el perfume de la alegría

15
Primera Lectura, Isaías 42, 1-7
29
Vivir
La vida creyente se mueve en dos líneas: servir y celebrar. Hoy pensamos que el culto
magnífico que le rendimos al Señor debemos traducirlo entonces en actos de amor, en
corazón que se da al hermano. Jesús en Betania no hace otra cosa que empezar su
propia ofrenda de amor y descubrirnos caminos para comunicar amor a todos,
reconociendo en cada corazón el rostro del Señor.

A nosotros, esta celebración nos ayude a encontrarnos con el que da sentido a nuestra
vida y nos permita amar con generoso corazón el camino que Jesús ha abierto con su
cruz y con su gloria.

Los Bautizados y Enviados a ser esperanza del mundo hemos de aprender a
comunicar la vida que se nos ha revelado, la del Señor que se encarnó y habitó entre
nosotros16.

La Virgen Madre estará junto al que, con Jesús y como Él, sabe dar amor y sabe
cosechar esperanza y paz. Que Ella nos ilumine para que sigamos esperando,
confiando y viviendo junto a Jesús, como en Betania, con perfume de nardo y amor
ofrecido.

Amén.


16
Cfr Juan 1, 14.
30
4.3. HOMILIA MARTES SANTO
LA CENA PASCUAL SE INICIA

RECORDAR, SENTIR, ALABAR

Amados hermanos, es martes santo.

Recordar
Hay una forma de celebrar muy nuestra en la que lo primero que nos atrae es la idea
de encontrarnos para recordar. Por eso la cena Pascual de Jesús nos indica que el
Señor ha reunido a los suyos para que aprendan a mirar en las profecías la luz de la
vida que se realiza en Él.

Hoy Isaías habla en la Primera Lectura del Siervo de Dios, que ya sabemos se refiere a
Jesús, como la intención de Dios es convocar y congregar a los que ama para que se
unan a la mesa en la que, como dice el profeta, se restaurarán las Tribus de Israel, se
volverán a Dios cada una de las ovejas de su amado rebaño. La Cena misma era el
recuerdo del día en que el pueblo inició su camino de libertad y, celebrarla cada año
era volver con el corazón a quien seguirá abriendo caminos para vivir y para esperar.

Hoy en el texto del Evangelio, interrumpiendo la narración de la Cena Pascual, nos
hace saber que Jesús, estremecido, habla de algo tristísimo: habla de la traición, habla
de un proceso de maquinaciones en las que ha participado, lamentablemente, uno de
los suyos, uno de los que comparte su mesa, su pan, su mismo corazón.

Sentir
Estamos también hoy delante de un dramático momento en el que el mensaje de la
vida y de la esperanza, grabado por Jesús en el corazón mismo de la historia humana,
también es traicionado. Jesús vuelve a ser entregado, su mensaje, su propuesta de vida
cambiada, su Evangelio distorsionado cada vez que uno de nosotros, comensales en
su banquete del amor, cierra su vida a la verdad y se hace esclavo de la mentira, del
pecado, de la muerte.

Hoy le decimos al Señor que nos ayude a vencer la tentación de entregarlo, de olvidar
su lección de amor.

Alabar
En el Salmo 7017 que hoy hemos entonado, se dice que el creyente debe anunciar la
salvación, incluso cantarla, es decir, revestirla de armonía, de gozosa esperanza, de
jubilosa proclamación de la constante presencia de Jesús en nuestra vida.

17
El Salmo Responsorial es el salmo 70, invitación a la alabanza.
31

Los Amigos de Jesús nos ponemos en este Martes Santo en la tarea de buscar,
encontrar y anunciar razones para que, por el camino de la fe, cada persona vuelva a
recordar cuánto le ama Dios, con cuánto amor ha sido rescatada de la amargura del
pecado y con cuánta alegría debe abrir la puerta del corazón a quienes necesitan
descubrir lo que vale la vida y todo lo bueno que podemos hacer para que la Familia,
la Sociedad, el mundo todo, se vean motivados a vivir la aventura de Jesús, el Hijo de
María la Virgen Fiel, con la certeza de que, tras el velo del dolor va a amanecer para
todos el día de la verdad, el día de la esperanza, el día de una humanidad reconciliada
y sanada, pacificada y salvada, el día de la Iglesia que los Bautizados y Enviados
queremos construir.

Amén.

32
4.4. HOMILIA MIÉRCOLES SANTO
AÚN EN LA CENA

PREPARAR, CELEBRAR, ANUNCIAR

Cuando las calendas indican que es Miércoles Santo, el corazón piensa, con toda razón,
que el misterio de la fe está ya aquí, y6 como lo dirá el Prefacio enseguida: “… se
acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa; en ellos
celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de
nuestra redención”18. Por ello, en este día tan especial, le vamos a pedir al Señor que
nos enseñe a Preparar, Celebrar y Anunciar su misterio de amor y de esperanza.

Preparar
En nuestro modo de hacer las cosas, es disponer los elementos visibles de la
Celebración, los signos y los elementos con los que la Iglesia hace visible lo que ocurre
en estos días. Es también saber que las cosas visibles deben reflejar una actitud
especial, una disposición del corazón que se hace evidente en el Sacramento de la
Reconciliación celebrado con la intención de dar al creyente una muestra del amor de
Dios que indique que la Cuaresma ha dado uno de sus frutos: la conversión del
corazón.

Para todos es evidente lo que la Palabra Divina nos cuenta en este día. El Evangelio
narra cuando Jesús les pidió a los discípulos que dispusieran la Cena, aquella
“memorable Cena” con la que se cierra el Antiguo ritual con el que el pueblo de Israel
recordaba su historia, indicándoles que en algún lugar de Jerusalén se pusiera una
nueva mesa en la que se dará comienzo al camino de un nuevo pueblo.

Celebrar
En el corazón de los discípulos de Jesús, Bautizados y Enviados celebrar es también
reconocer que el ser humano no es digno plenamente de cuanto Dios le regala, pero
quiere entrar en el mismo camino por el cual baja a nosotros el amor misericordioso.
Esa bondad inmensa se vuelve oración, se vuelve alabanza, se hace canto, plegaria,
comunidad en atenta escucha de una Palabra que luego se concreta en el Señor mismo
al que recibimos en la Comunión.

Anunciar tras la Preparación y la Celebración, es prolongar la profecía de Isaías,
indicando que aquel que es paciente, que recibe toda la amargura de la traición, quiere
que llevemos al abatido, a los innumerables abatidos de este mundo, a los que hemos
sumido en la indiferencia a todos los necesitados del mundo una palabra de aliento y
de esperanza que puede brotar –por qué no- del mismo corazón de Cristo en el que se

1818
Misal Romano, Prefacio II de la Pasión del Señor.
33
unen la tristeza por la traición y la alegría por saber que muy pronto su vida inmolada
en el árbol de la Cruz será la vida misma de cuantos en Él esperan y en Él confían.

Anunciar
Volvamos a la Cena y pensemos que a esta hora, en este día, muchos hermanos
disponen las cosas bellas con las que la liturgia anunciará la victoria Pascual de Jesús.

A nosotros aquí, junto a la Santa Mesa de este altar que mañana será memoria viva de
la Cena de Jesús, nos toca preparar el corazón para recibir a Jesús, celebrar la
fraternidad recobrada y anunciar, junto a María, la Madre del Cordero, que al final la
vida triunfará y que la de Cristo, entregada con amor será la vida de cuantos le aman
y de cuantos todo lo esperan de su infinita misericordia. Amén.

34
5. JUEVES SANTO19

5.1. SENTIDO DE LA CELEBRACIÓN

El Triduo Pascual está formado por el Viernes, Sábado y Domingo de Pascua: o
sea, los tres días de la muerte, sepultura y resurrección del Señor. Esos tres días
forman el Gran Día, centro de todo el año cristiano.

Por tanto, en rigor el Jueves Santo no pertenecería a ese triduo. Es más bien el
último día de la Cuaresma: por eso en la Liturgia de las Horas no se distingue nada de
las ferias cuaresmales, hasta la tarde.

Pero la Eucaristía vespertina del Jueves,
que ocupa la hora de las primeras Vísperas de
ese Triduo Pascual, es como su Introducción, y
por eso también se considera como formando
unidad con los otros tres días.

Por eso, aunque se le conceda el relieve
que se merece, debería evitarse que el Jueves
parezca ya la gran celebración del año. La
Eucaristía central es la de la Vigilia Pascual, o
sea, la Eucaristía (única) del Triduo Pascual, en
la que culmina toda la dinámica del año
litúrgico. La del Jueves debería revestirse de
una cierta sobriedad (aún dentro de su
emotividad, por celebrarse “en la noche “ en que el Señor fue entregado”). La dinámica
pascual debe respetarse. Y esa dinámica va de la austeridad a la alegría, de la muerte
a la resurrección.

Por otra parte también debe evitarse que el Jueves se convierta en una
celebración aparte haciendo de él como un “día de la caridad”, o “de la Eucaristía, o
“del sacerdocio”. Hay que situar decididamente la celebración de hoy cara a la Pascua,
que tiene su culminación en la Vigilia. En ese sentido habría que interpretar la
recomendación del Misal Romano de que en la homilía de hoy se expongan los grandes
temas de la Eucaristía, el Sacerdocio y la Caridad.



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Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
35
La Eucaristía, memorial de la Muerte

Las lecturas del Jueves Santo nos sitúan en el camino mejor para entender el
sentido que tiene para los cristianos la Eucaristía, y en general la celebración de este
día. La Eucaristía es el sacramento, el memorial de lo que celebramos en el Triduo
Pascual: la Muerte y la Resurrección del Señor. Es como una profecía de la Pascua, su
celebración sacramental. Y a la vez es el centro de la Iglesia, la “comunidad
eucarística” por excelencia.

Los judíos celebraban (y celebran) en su cena pascual el gran acontecimiento
del Éxodo: el que les constituyó como pueblo y les hizo experimentar la salvación de
Dios. Y en su celebración actualizan y participan de esa misma salvación (primera
lectura: Éxodo 12).

Los cristianos hemos recibido el encargo de
celebrar también un sacramento, la Eucaristía, como
memorial de un nuevo Éxodo: el Paso de Cristo a
través de la muerte a la nueva vida. En este
sacramento actualizamos y participamos de todo lo
que significa el sacrificio pascual de Cristo en la Cruz:
mi Cuerpo entregado por… mi Sangre derramada
por… (segunda lectura: 1Co 11).

Y si el acontecimiento que celebramos
sacramentalmente (la Cruz victoriosa de Cristo) es
“entregada por”, la consecuencia para la comunidad cristiana debe ser una actitud de
caridad, de entrega servicial a los demás. Es el sentido que tienen las duras palabras
de Pablo a los cristianos de Corinto: ¿cómo pueden celebrar el memorial de la Muerte
de Cristo sin estar dispuestos a acoger ellos mismos al hermano? Es también el
mensaje del relato de Juan. Este evangelista no cuenta en la última cena del Señor la
institución de la Eucaristía, como los otros tres. La sustituye con el gesto simbólico
del lavatorio de los pies. Pero ambos relatos terminan igual: “Hagan esto como
memorial mío”… “para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan”
(tercera lectura: Juan 13).

La Eucaristía del Jueves tiene, pues, una relación muy clara con la Muerte y
Resurrección del Señor. Introduce una celebración que culminará en la solemne
Eucaristía de la Vigilia, la principal de todo el año.




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5.2. SUGERENCIAS PASTORALES

La Misa del Jueves por la tarde debe ser, ni más ni menos, una Misa. Realizando,
eso sí, con mayor autenticidad y sentido lo que habitualmente celebramos en nuestra
Eucaristía.

Algunos elementos se podrían resaltar hoy:

• El canto y la procesión de entrada (por ejemplo, con incienso): así destacamos
que el sacerdote es el signo visible de la presidencia de Cristo en cada
Eucaristía;
• Se podría suprimir el acto penitencial (en estos últimos días se habrá
organizado seguramente una celebración comunitaria de la Penitencia),
destacando más el Gloria, con una oportuna monición;
• La procesión de los dones debería poner en evidencia hoy el pan y el vino como
los alimentos escogidos por Cristo por su autodonación; sería conveniente un
canto que acompañara la procesión; hoy deberíamos dar al momento de la
procesión de dones y a la colecta un claro sentido de solidaridad con los más
necesitados, con una intención concreta y también más urgente que en las
demás Eucaristías: entonces lo que se recoge se ofrece con un canto especial de
fraternidad, acentuando el compromiso de caridad fraterna que toda Eucaristía
supone. Si se quisiera, se podrían señalar muy brevemente iniciativas de
servicio fraterno que en la comunidad se llevan o se quieren llevar a cabo;
• El presidente tendrá que decir hoy con particular lentitud y claridad la Plegaria
Eucarística, tanto en su prefacio (que centra muy bien el sentido del día) como
en el relato de la última cena, que hoy tiene una resonancia entrañable para la
comunidad cristiana;
• La aclamación después de la consagración (cantada) podría ser hoy: “cada vez
que comemos de este pan…”;
• Hoy es uno de los días en que más coherentemente podrían participar todos de
la comunión bajo las dos especies.
• Podría decirse el Canon Romano, con las glosas propias de este día.

El lavatorio de los pies

Es un gesto simbólico que realizó Jesús con los suyos, y que la Iglesia desde
antiguo repitió. Pero parece ser que en un primer momento no se le dio el sentido que
ahora le damos. Más bien el principio se entendió en
clave sacramental: como un signo de la iniciación
(purificación) bautismal, y por tanto se hacía en la
Vigilia Pascual. Fue más tarde, probablemente en

37
ambiente monástico, cuando se interpretó como signo de humildad y servicio por
parte de la autoridad y se pasó al Jueves Santo.

Se da la paradoja de que el gesto que tradicionalmente se llama “mandato”, en
muchas comunidades no se realiza. ¿Es en verdad anacrónico? ¿es difícil entender y
programar?.

Sin embargo, el que el presidente, en la Eucaristía del Jueves Santo, lave los pies
a personas de su comunidad, puede ser un gesto diáfano y lleno de significación.

Así imita lo que hizo Jesús en su última Cena, cuando se quitó el manto, se ciñó
la toalla, echó agua en la jofaina y lavó los pies a sus apóstoles, a pesar de las protestas
de Pedro, que no acababa de entender la humillación del Maestro. Cristo les quiso dar
una lección plástica de la actitud de servicio humilde que debe tener los cristianos,
sobre todo los que ejercen autoridad. Los que están al frente de una comunidad son
los representantes de aquél que dijo que no había venido a ser servido, sino a servir.
Ya se lo había dicho con palabras y hechos, pero ahora lo aprendieron con una especie
de parábola en acción. Y oyeron muy bien la orden: “Hagan también ustedes otro
tanto: lávense los pies los unos a los otros.”

En este gesto ve el evangelista Juan como la inauguración del camino pascual
de Cristo.
Donde en verdad mostró El su actitud de servicio fue en la cruz. Allí no se
despojó del manto, sino de la vida misma, “se despojó de su rango” y demostró que
era “el que sirve” y el que se entrega por los demás. Con el gesto del lavatorio
adelantaba en símbolo –y luego todavía de modo más entrañable con el Pan partido y
el Vino repartido –lo que iba a hacer en la Cruz.

En este gesto ve el evangelista Juan como la inauguración del camino pascual
de Cristo. Donde en verdad mostró El su actitud de servicio fue en la cruz. Allí no se
despojó del manto, sino de la vida misma, “se despojó de su rango” y demostró que
era “el que sirve” y el que se entrega por los demás. Con el gesto del lavatorio
adelantaba en símbolo –y luego todavía de modo más entrañable con el Pan partido y
el Vino repartido –lo que iba a hacer en la Cruz.

La celebración vespertina del Jueves no es independiente, sino el prólogo de la
Pascua. Por eso contiene el mismo gesto que hizo Jesús, adelantando el misterio de su
entrega pascual. Un gesto que tiene especial sentido para los obispos, los párrocos y
los superiores religiosos: o sea, los que son para su comunidad signos visibles de Jesús,
el Siervo. En las comunidades religiosas femeninas es la superiora la que, si se prefiere
en una celebración aparte, puede realizar el gesto de servicialidad. Todos
aprendemos así la lección que Él nos da desde su Cruz o desde su donación eucarística:
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la actitud de acogida y servicio con los demás, sobre todo con los más próximos y
necesitados.

Si se tiene esta convicción clara de lo que significa el lavatorio de pies, ya se
encontrarán los medios para que se pueda llevarlo a cabo con expresividad.
No es importante el número de los “apóstoles”. Sí, en cambio, puede serlo el que sean
representativos de la comunidad (niños, jóvenes, ancianos, casados, religiosos,
miembros de movimientos).

Además de la catequesis previa -hay que motivar siempre las “novedades”- y de
las lecturas y la homilía, que ya iluminan bien el sentido de la acción, hay que ayudarle
también con un canto oportuno: el “Ubi caritas” o sus traducciones.

Ojalá se conserve o se recupere este gesto como un elemento “propio” de este
día, como otros que a lo largo del año son característicos de una fiesta o de un tiempo,
y que por eso mismo muestran su pedagogía mistagógica. Claro que es inusual en
nuestra vida: también lo era en tiempos de Cristo, y él lo eligió porque tenía fuerza
expresiva de los nuevo y de lo simbólico. Hay gestos u opciones a los que hay que
invitar con una cierta violencia: como la que tuvo que ejercer Jesús cuando Pedro -y
seguramente los demás- rehusaban que hiciera este gesto de humildad: pero luego
entendieron muy bien lo que quería significar y la carga de compromiso que para ellos
suponía.

Esta acción simbólica del Jueves, junto a las otras, igualmente expresivas, del
Triduo, nos deben introducir más profundamente en lo que Cristo con su Pascua
quiere actuar en nuestra existencia.

Traslado y reserva de la Eucaristía

También debe hacerse con sencillez. Es un movimiento que subraya
precisamente lo que solemos hacer habitualmente: reservar el Pan eucarístico.
Normalmente lo hacemos pensando en los enfermos,
o los moribundos, o los que no han podido participar
en la celebración. Hoy lo hacemos porque mañana,
Viernes, no hay Eucaristía; reservamos el Pan
consagrado hoy para comulgar mañana.

La reserva del Jueves se convierte en una
ocasión estupenda para que la comunidad cristiana
dedique su atención -contemplativa y adoradora- a
ese Cristo que ha querido ser alimento para nosotros

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y ha pensado darnos en este sacramento su Cuerpo y su Sangre de la Cruz.

Durante las horas que quedan del Jueves es muy conveniente que tanto
personal como comunitariamente se haga un rato de oración ante el Señor en la
Eucaristía. Normalmente “celebramos” la Eucaristía y la comemos. Aquí nuestra
atención tiene un aire más meditativo, que nos permite sintonizar con el misterio de
ese Cristo que ha querido ser comido por sus fieles para que tengan “vida eterna”. Si
se hace una celebración comunitaria, también debería dejar espacios de pausa y
oración contemplativa, además de lecturas y cantos, para permitir esta sintonía.

Debería verse también la conexión con lo más normal: o sea con la reserva
habitual de la Eucaristía en la capilla del Santísimo o en otro lugar de la Iglesia, como
oferta de oración y mediación para los cristianos. Por eso tal vez no convendría
exagerar la solemnidad y los rasgos demasiado distintos, tanto en los cantos como en
la procesión o en el lugar mismo de la reserva. Tal vez sería pedagógico que la reserva
de este día se hiciera -aunque con mayor solemnidad- en el mismo lugar donde
normalmente se tiene. Un cristo permanente en su Sacramento se nos está ofreciendo
todo el año, aunque hoy tenga particular sentido el que lo recordemos.

Y un aspecto importante: esta atención especial a la Eucaristía es propia del
Jueves, pero ya no del Viernes, en que la centralidad la va a tener la Cruz. Por eso el
Misal manda que a a medianoche se apaguen las luces extraordinarias y los otros
signos festivos de la reserva, dejando lo que normalmente existe delante del sagrario.
La comunidad cristiana se dispone a celebrar la Muerte del Señor en un clima de
mayor sobriedad.

5.3. PLEGARIA Y RECEPCIÓN DE LOS ÓLEOS

Se puede organizar la recepción de los santos óleos consagrados en la misa
crismal. El encuentro de plegaria puede consistir en el Oficio de Lecturas o en el de
Laudes.

Después de la oración final (y antes de la conclusión) se colocan los manteles en el altar y se van a buscar
los santos óleos. Son recibidos con un canto (Victoria, tú reinarás, Pueblo de reyes, Danos un corazón) y se
depositan sobre el altar.

Monitor: En la celebración de los sacramentos, que son acciones de Jesucristo
en nosotros, el aceite tiene un papel importante. Desde tiempos muy remotos, el
aceite es signo de fuerza y bienestar. También entre nosotros vemos algo parecido en
el masaje que reciben los deportistas, o en el perfume que hacen las cosas más
agradables, o en la fricción que se practica en el cuerpo de un enfermo con algún
producto medicinal.

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En los tiempos antiguos para señalar el inicio de su misión, los reyes y los
profetas eran ungidos con aceite perfumado. Y Jesús, nuestro Señor, es llamado
Mesías y Cristo, que significa Ungido.

Nosotros recibimos también la unción con el óleo en el bautismo y la
confirmación como signo de la fuerza del Espíritu que desciende sobre los cristianos.
Del mismo modo, los enfermos son ungidos para hacer visible la fuerza que Dios da
en la debilidad. Y en la ordenación, los nuevos presbíteros son ungidos para significar
la misión que se les recomienda.

El aceite que unge el cuerpo hace visible al Espíritu que actúa. Y esta acción del
Espíritu nace de la Pascua. Por eso, cada año el óleo se renueva. Cada año el obispo,
cabeza de nuestra Iglesia, bendice, antes de Pascua, el óleo del santo crisma, que se
utiliza en el bautismo, la confirmación y la ordenación sacerdotal; el óleo de los
enfermos, y el óleo de los catecúmenos. Y nosotros, ahora, recibimos en la comunidad
este óleo que fue bendecido en la catedral de N. este Jueves (Miércoles, Martes ) Santo,
y con el que celebramos, a lo largo del año, los sacramentos.

Celebrante: Oremos ahora diciendo: Bendito seas por siempre, Señor.

• Te bendecimos, Señor, por el Óleo de los Enfermos, y te pedimos que proteja el
cuerpo y el espíritu de nuestros hermanos que sufren. R/
• Te bendecimos, Señor, por el Óleo de los Catecúmenos, y te pedimos que los que
serán ungidos con él en el bautismo crezcan en el conocimiento del Evangelio y
emprendan la lucha de la vida cristiana. R/
• Te bendecimos, Señor, por el Santo Crisma para que todos los que serán
marcados con un signo en el bautismo, la confirmación y la ordenación
sacerdotal, reciban la abundancia de los dones del Espíritu y así la Iglesia crezca
y llegue a la plenitud de tu Hijo Jesucristo. R/

Oh Dios, que por la unción del Espíritu Santo constituiste a tu Hijo Mesías y Señor, y a
nosotros, miembros de su cuerpo, nos haces participes de su misma unción; ayúdanos
a ser en el mundo testigos fieles de la redención que ofreces a todos los hombres. Por
Jesucristo nuestro Señor.


Los santos óleos son llevados en procesión hasta el lugar donde serán guardados mientras se canta un canto.

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5.4. JUEVES SANTO
PREDICACIÓN ORANTE

§ Primera lectura: Éxodo 12,1-8.11-14
§ Salmo: 116(115),12-13.15+16bc.17-18
§ Segunda lectura: 1Corintios 11,23-26
§ Evangelio: Juan 13,1-15

Introducción

Las lecturas que la liturgia de la Iglesia nos proponen para el inicio del triduo, en
este año, encierran tres ideas temáticas, cada una de ellas fundamentales para la
madurez de nuestra fe cristiana:

§ La primera de ellas es la celebración de la Pascua y su actualización en el hoy
de nuestra historia;
§ la segunda responde al sentido del banquete eucarístico, tal y como nos lo ha
transmitido el apóstol San Pablo, desde su vital experiencia del encuentro con
el resucitado;
§ la tercera se refiere al significado del gesto del lavatorio de los pies en relación
con la Eucaristía.
En esta ocasión proponemos desarrollar la tercera, ya que, por múltiples
aspectos, envuelve las dos anteriores y las conduce a su plenitud.

Tengamos presente que es necesario dedicar un tiempo prolongado de oración
personal a cada texto, pues allí el Espíritu Santo le mostrará lo que necesita su
comunidad en estos momentos. Esperamos que esta reflexión, fruto de un encuentro
orante con la Palabra, le sea útil para su predicación en este día.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El texto de San Juan en el capítulo 13, narra el gesto del lavatorio de los pies, la
reacción de los discípulos y el mensaje del Maestro que expresa la novedad esencial
del discípulo para todos los tiempos. En 13,2 se señala que “Durante la cena…[Jesús]
se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego
echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos
con la toalla con que estaba ceñido”. El gesto de “lavar los pies” señala una actitud y
función propias de un esclavo. La misma Escritura lo aclara, por ejemplo, cuando el
rey David envía a sus mensajeros para proponer a Abigaíl que fuera su mujer; ante la
propuesta ella dice: “Tu sierva es una esclava para lavar los pies de los siervos de mi
señor” (1 Sam 25,41).

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La reacción de Pedro puede entenderse en este contexto: ¿cómo es posible que el
Maestro asuma la actitud de un esclavo? La respuesta de Jesús, sin embargo, define la
actitud característica de quien desee llegar a ser su discípulo: “Si no te dejas lavar, no
tienes nada que ver conmigo”. La explicación del gesto la realiza el mismo Jesús en los
versículos 12-15: “Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros”. Con esta enseñanza se nos pone de frente el
testimonio: “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió Él” (1 Jn 2,6) y:
“En una cosa hemos conocido qué es el amor: en que Él dio su vida por nosotros. Así
que también nosotros debemos dar la vida por los hermanos” (1 Jn 3,16); actuando de
este modo el discípulo brilla con la belleza de sus obras” (Cfr. 1 Tim 5,10).

La luz que ilumina este comienzo del triduo pascual es: El Amor y el servicio: “Todos
conocerán que sois discípulos míos en una cosa: en que os tenéis amor los unos a los
otros” (Jn 13,35) porque “el que quiera ser el primero entre vosotros sea vuestro
esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no vino a ser servido sino a servir
y a dar la vida como rescate por muchos” (Mt 20,27-28).

En la tarde del jueves la institución de la Eucaristía la realiza Jesús en este espíritu del
amor, del volverse esclavos los unos de los otros. Para comprender mejor es necesario
ubicar el acto litúrgico que Jesús cumple en esa ocasión en su contexto; “el contexto
es el del banquete pascual hebreo (el Seder, que significa: ordo), es decir la liturgia
que cada hebreo celebraba y celebra en el seno de su familia, para hacer el memorial
de la liberación de Egipto”.

La última cena se desarrolla sobre un fondo pascual, lo que significa: renovación,
espera, esperanza. El mes de nisán (Marzo-Abril), el mes en el cual- según la tradición
hebrea más común- fue creado el mundo, es el mes de la primavera astronómica y de
la primavera del mundo. El pensamiento hebreo no se vuelve nunca al pasado con una
actitud nostálgica, sino que si lo hace, es para animar hacia la esperanza, que impulsa
a mirar hacia el futuro: estamos ante el “misterio de la esperanza” .

En el mes de nisán, en efecto, cuando la naturaleza se renueva, el Mesías vendrá
trayendo a los hombres y a las cosas la renovación de la que hablaron los profetas. Por
tanto, en la celebración del seder pascual hebreo, podemos hallar el esquema de la
celebración realizada por Jesús y su novedad fundamental. Podemos relacionar el
momento del lavatorio de los pies con aquel en el que, el más pequeño, lleva al jefe de
la mesa una palangana para que, al inicio de la comida, se lave las manos antes de
recitar la bendición sobre el pan; Jesús hace un uso particular del lavatorio, pero su
novedad se injerta en una acción habitual.

El jefe del banquete da primero una respuesta breve, recordando que “éramos
esclavos del faraón de Egipto y el Señor Dios nuestro nos hizo salir de allí con mano
43
fuerte y brazo extendido”. Decir: “éramos”, ya coloca a los participantes del banquete
como protagonistas en la historia, volviendo al pasado no nostálgicamente, sino para
darse cuenta de que todo lo que el Señor ha hecho por Israel es siempre una realidad
presente, donde cada uno debe considerarse a sí mismo como salido de Egipto. En esta
celebración tenemos un ejemplo de memorial.

El ritual, sin embargo no se detiene en el presente, sino que, en la invocación y en el
deseo se vuelve hacia el momento en el cual el Mesías vendrá. Cada elemento puesto
sobre la mesa en el ritual judío tiene un significado y es el modo por el cual cada
hebreo revive y actualiza la historia pasada.

El cordero pascual (pesah) recuerda cómo el Señor “saltó” (en hebreo pasah) las casas
de los hebreos en el momento de la muerte de los promogénitos de Egipto; el pan
ázimo está en relación al hecho de que, en el momento de la salida de Egipto, no
tuvieron tiempo de dejar fermentar el pan; y las hierbas amargas recuerdan las
amarguras sufridas durante la esclavitud. La liberación operada por el Señor en el
tiempo de Moisés es la liberación de cada uno de los israelitas y el rito es el modo de
tomar conciencia y de participar en ello.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Comiendo del mismo pan y bebiendo del mismo cáliz, quienes participamos en la
Eucaristía nos hacemos protagonistas del acontecimiento liberador de Dios en este
momento histórico. Dejarnos lavar los pies por Jesús nos hace capaces de permanecer
en Él y actualizar en este momento presente la misma consecuencia de la cruz en
nuestra vida: su muerte y resurrección. Estar sentados alrededor de su mesa, nos hace
reconocer las esclavitudes con las que nos enfrentamos diariamente y de las cuales
podremos ser realmente liberados. Sobre la mesa del altar, quedan puestos nuestros
sufrimientos, nuestras dominaciones ejercidas por faraones presentes en nuestra
existencia: ídolos, temores, apegos; las amarguras vividas a causa de estas
esclavitudes, momentos de depresión y sinsentido; oscuridades y tempestades.
Cuando se nos ofrece el Pan de la Vida y el Cáliz de la salvación, al comerlo y beberlo,
nos hacemos parte, es decir, permitimos que el Señor de la vida venza la muerte que
reina en nosotros.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

La pascua se celebra durante tres días, llamados el “triduo pascual”, que empieza el
jueves santo por la noche con la Misa de la “Cena del Señor”. Esta se realiza alrededor
de una mesa en el contexto de un banquete de carácter litúrgico, que es, en cierto
modo, festivo, la pasión y el calvario son una terrible violencia, la más brutal agresión
cometida a un inocente. En ambos Jesús es el protagonista.
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El lavatorio de los pies, sella la característica fundamental del discípulo: ser esclavo al
servicio del otro, hasta dar la vida. Aquí se plasma el amor que identifica a Dios: el
amor al enemigo. ¿Le lavaríamos los pies a quienes nos han hecho daño? ¿A quienes
han hablado mal de nosotros? ¿A aquel que nos ha traicionado? Nosotros no seríamos
capaces; pero al comulgar con el cuerpo y la sangre de Jesús en su Eucaristía, Él
destruye la muerte, es decir, la soberbia que reina dentro de nuestro ser. Con su
muerte y resurrección, Jesucristo ha destruido el muro que nos separaba: el odio. Es
entonces cuando podemos amar, ir hacia el otro y encontrarlo ya sin ningún muro que
nos separe. Así puede el esposo encontrar de nuevo a su esposa; el hijo a su padre; el
empleado a su jefe; el sacerdote a sus feligreses y estos a su pastor.

Sólo así se podrá dar la cultura del encuentro, de la que tanto nos ha hablado el papa
Francisco, porque: “La reconciliación no es una palabra que debemos considerar
abstracta; si esto fuera así, sólo traería esterilidad, traería más distancia” .

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

“Te alabo y te bendigo Padre porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos
y las has revelado a los pequeños y sencillos” (Luc 10,21-22). Sólo el encuentro real
con Jesús en su Eucaristía, alimenta nuestro ser y hacer arder el corazón por la
Evangelización. Sólo quien le ama podrá hacerlo amar.

Este amor nos coloca frente a leprosos, paralíticos y pecadores. Quienes nos decimos
discípulos, no podemos aferrarnos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan
más al modo de der de algunos fariseos de entonces que al de Jesús.

La Eucaristía misma constituye un envío misionero: “Ite misa est”. De ella, salimos
enviados a anunciar con nuestra vida que el amor está vivo y nada nos podrá separar
de Él.

María, la esclava del Señor, misionera por excelencia, mujer eucarística, nos impulsa
al anuncio alegre y convencido de Jesús. Ella, la más pequeña, nos muestra una Iglesia
en salida, que prefiere herirse y golpearse anunciando la Buena Noticia del Evangelio
de Jesucristo: “¿Porque cómo van a invocar a aquel en quien no han creído?¿Cómo
creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿Cómo van a oír sin que se les predique?
¿Y cómo van a predicar si no son enviados? “Qué hermosos son los pies de los que
anuncian el bien”(Rom 10, 14-15).





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RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Por significado sacramental y eclesial se aconseja hacer la recepción de los
Óleos Santos en cada parroquia; puede ser antes de la celebración de la Misa
vespertina de la Cena del Señor o en otro tiempo que parezca más oportuno.

2. Disponer signos claros de los tres grandes acontecimientos que se
conmemoran en este día: mandamiento del amor, don de la Eucaristía y el
ministerio sacerdotal.

3. El gesto del lavatorio de los pies, ha sido insertado en el conjunto de
celebraciones de la Misa. No se puede separar de la Santa Misa, ni mucho menos
realizarse aparte, pues sería una reminiscencia de cosas ya superadas en la
tradición litúrgica. En este gesto ve el evangelista Juan, la inauguración del
camino pascual de Cristo. Con el gesto del lavatorio, el Señor adelantó con un
signo de humildad y de entrega, la ofrenda de su vida en la cruz.

Para el Rito del Lavatorio, se tendrá presente la disposición del decreto In
Coena Domini, del seis de enero de 2016: “…los pastores puedan designar un
pequeño grupo de fieles que represente la variedad y la unidad de cada porción
del pueblo de Dios. Este pequeño grupo puede estar compuesto de hombres y
mujeres, y es conveniente que formen parte de él jóvenes y ancianos, sanos y
enfermos, clérigos, consagrados, laicos”.

4. Como la Misa de la Cena del Señor está unida con el rito del lavatorio de los pies,
conviene acompañar el gesto con el canto “Donde hay caridad y amor”.

5. Es muy significativo en este día, en la procesión de las ofrendas, unir al pan y el
vino dones para los pobres.

6. Se deben consagrar hostias suficientes para la comunión del día siguiente, al
final de la Misa se reserva la Eucaristía; no es una exposición del Santísimo la
que se hace; de ahí que, en nuestros llamados «MONUMENTOS», no se debe
colocar la custodia ni nada parecido. Más aún, la reserva debería tener lugar en
donde habitualmente se hace, aunque adornándose el lugar de una manera más
especial, pero siempre con sobriedad artística, evitando excesos, sobre todo en
adornos florales. Recordar que, después de medianoche (es decir, ya el Viernes
Santo) no está prohibida la adoración; sólo se advierte que se debe hacer sin
solemnidad.

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7. La Plegaria Eucarística es elocuentísima este día. Sería muy bueno preferir el
Canon Romano. Si se elige la Plegaria la II o III, tener presente que las glosas
especiales que traen, deben ser pronunciados con atención.

8. Se recuerda que el Jueves Santo no existe en el Misal un texto que se llame“MISA
DE ENFERMOS”, y si acaso se va a ofrecer este sacramento, prefiérase
celebrarlo el martes o el miércoles u otro día en la Cuaresma, para que se dé
prelación al grandioso signo de la Sagrada Comunión llevada por el Sacerdote
y ministros extraordinarios a cada uno de los enfermos de la Comunidad
Parroquial.

Recuérdese con toda diligencia que las “MISAS DE SANACIÓN” fueron
definitivamente reguladas por unas normas muy precisas dadas por
disposición del Papa y por la Congregación para la Doctrina de la Fe el 14 de
septiembre de 2000 y las disposiciones de los Obispos de Antioquia,
debidamente publicadas.

9. En caso de verdadera necesidad puede celebrarse la Misa de este día, en horas
de la mañana, con los mismos textos, solamente para aquellos fieles que de
ninguna manera pueden participar en la Misa vespertina; omitiendo,
obviamente, el rito del Lavatorio y la procesión a la Reserva. (Cf. Misal, pág.
161, n. 3).

10. Tener presente que todas las celebraciones de este tiempo son “Pro Populo”,
por lo tanto, no se debe celebrar por intenciones particulares.

11. Catequesis de Actos de Piedad Popular:

• En algunos lugares es tradición la Procesión llamada del Prendimiento. Se
ha de desarrollar con sobria solemnidad, teniendo en cuenta que se puede
ubicar bien sea antes de la llamada Hora Santa, como camino hacia la
adoración eucarística, o también después de ésta con carácter de procesión
penitencial, más aún como marcha del silencio. Tener presente que las
imágenes que se llevan deben representar la oración en el Huerto o la
prisión de Jesús. Las vestiduras sagradas pueden ser, estola y capa pluvial
rojas.
• Como se ha hecho popular la Visita a los monumentos, sería muy oportuno
que se ubicara cerca al monumento una catequesis apropiada, en una
cartelera o de otro modo, indicando el sentido de esas visitas. Lo ideal fuera
ofrecer un pequeño texto para la oración, y evitar el ambiente de distracción
que tantas veces se ve en las Iglesias con motivo de estas visitas.

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5.5. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES

Monición introductoria de la Misa
El misterio pascual está constituido por la muerte y resurrección de Cristo. Nosotros
lo celebramos cotidianamente en la Eucaristía. En esta tarde, precisamente,
celebramos la institución de la Eucaristía. En ella, el gesto del lavatorio de los pies,
ilumina el sentido totalmente nuevo de las palabras que pronuncia Jesús: “Tomad y
comed” Tomad y bebed”. No somos espectadores, somos verdaderos protagonistas. Al
comer de su cuerpo y beber de su sangre, participamos de la muerte y resurrección
de Cristo hasta que vuelva. El Amor y el servicio es lo que distinguen al verdadero
discípulo de Jesús. Entremos en esta celebración conscientes del misterio que se nos
actualiza en esta tarde.

Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios viene a iluminar con poder nuestra historia personal de vida:
“éramos esclavos del faraón de Egipto y el Señor Dios nuestro nos hizo salir de allí con
mano fuerte y brazo extendido”. El jueves por la tarde, Jesús nos ha iniciado a la
integridad del misterio pascual y así continúa haciéndolo a lo largo del tiempo, en la
actualización eucarística. Entre la mesa del aquel jueves santo y nuestra mesa
eucarística hay una conexión directa. Ya en el cenáculo se celebra el misterio pascual
en su integridad, en la misa está presente el Cristo que venció la muerte y se anticipa
el banquete eucarístico o “festín mesiánico” de la Parusía (Is 25,6-9). Escuchemos con
suma atención.

Monición al Lavatorio de los pies
Renovamos el gesto del lavatorio de los pies, no para recordar un episodio
conmovedor de la vida de Jesús, sino para reconocer, en una expresión sacramental,
la única manera posible de ser discípulos del Maestro. El Señor nos enseñó que hay
más gozo en dar que en recibir; hoy es la fiesta de los servidores en la Iglesia. El camino
a Dios pasa necesariamente por el servicio a los demás.

Monición a la preparación de los dones
Las ofrendas de hoy adquieren un significado profundo: el testimonio cristiano de la
caridad nace del ejemplo de Cristo que se entregó totalmente por todos. Lo que somos
y lo que tenemos se haga siempre ofrenda agradable al Padre, por el Hijo en el Espíritu.

Monición a la procesión del Santísimo Sacramento
En esta procesión con Jesús eucaristía y la posterior adoración, la iglesia orante
expresa su deseo vivo de velar con Él en la hora decisiva de su existencia. En esta hora
difícil de la humanidad, de tanta violencia, de tanto desorden moral, de tanta
corrupción, de tanta desintegración familiar, de tanto menosprecio de la vida,
permanezcamos unidos en oración con el Maestro para que el Padre derrame
48
abundantes gracias, y que la celebración de este Misterio Pascual obre el milagro de
la conversión personal de todos. Vayamos procesionalmente en actitud orante y
piadosa.

49
Oración Universal o de los Fieles

Presidente: dirijamos nuestra oración a Dios nuestro Padre, confiados en


su misericordia y seguros que por Él seremos escuchados, Digamos todos:

R. Padre lleno de Amor, Escúchanos.



Padre, tú que sigues cuidando con solicitud a tu Iglesia, bendice a nuestro
papa Francisco, sostenlo en sus dificultades pastorales y asístelo con tu
gracia.

Padre, te encomendamos a nuestros gobernantes, que este sagrado triduo,
les ayude a mirar su misión como una llamada a la santificación en el
servicio.

Pastor eterno, tu que sigues acompañando a cada instante a tu Iglesia, da la
conversión a tus sacerdotes, para que dejándose lavar por los pies, por tu
Hijo Jesús, se transformen en verdaderos esclavos de tu rebaño y lo cuiden
con celo y ardor apostólico.

Te pedimos Padre por todos los que sufren, que al comer el cuerpo de tu Hijo
y beber su sangre, puedan tener vida en abundancia, fortaleza en el dolor y
gozo por su santificación en unidad con la cruz de Cristo.

Te pedimos Padre por quienes comenzamos este sagrado triduo, para que
renovando nuestro bautismo, estemos disponibles a que tú hagas pascua en
cada uno de nosotros.

Oración conclusiva
Acoge Padre
estas súplicas que hoy te presentamos, haz
brillar tu rostro sobre nosotros,
por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.


50
5.6. HOMILIA JUEVES SANTO
In Coena Domini

MEMORIAL, SERVICIO, SACRAMENTO.

El Divino Maestro ha invitado a la Cena Pascual. Un aire de misterio encierra aquella
fiesta en la que se cierra el proceder del Antiguo Testamento con sus ritos, para
abrirlos al Nuevo Misterio, adorable, silencioso, Divina Presencia que atraviesa los
siglos y nos regala en el Altar humilde o grande, aquel “maná escondido”20 prometido
en el libro del Apocalipsis.

Memorial
Este día, junto al Maestro, nos evoca aquella tarde de la Cena, pues en espíritu vuela
el alma hasta la ciudad mística de Jerusalén y recorre sus calles, invadidas ahora por
la penumbra, buscando el “aposento alto”21 en el que los Discípulos han preparado el
lugar del “deseado encuentro”22 en el que el amor y la vida se ofrecen a raudales a los
privilegiados partícipes de ese momento de Gloria. Ayer fueron ellos, los doce, hoy —
sin méritos, sin entender la grandeza de esta honrosa convocación—, somos nosotros,
pobres peregrinos de esta historia, quienes rodeamos el Altar de nuestra casa de
familia que es la Iglesia.

Hasta el más mínimo de los gestos es hoy sabiduría y enseñanza. La Sala del Banquete
resplandece en rojizos arreboles arrebatados a la tarde de primavera, y el Maestro
Pontifica, con cada detalle.

Se arrebata el manto, se ciñe, no solo con el lienzo, sino con la humildad y le vemos a
los pies de los Apóstoles, Siervo y Esclavo de todos, para dictar la cátedra de la
humildad y del servicio.

Servicio
Cuanto necesita el mundo de este espíritu, de esta piedad, de este amor sencillo que
se humilla y se postra delante del ser humano. Cómo se desmoronan las vanidades,
cómo se exalta el esplendor de la humildad.
Cómo deslumbran sobre el horizonte de un mundo lleno de cosas sin sentido, los pies
de los apóstoles en los que aún resplandece el beso humilde de todo un Dios.

También nosotros, Bautizados y Enviados, hemos de imitar con fe su gesto de
servicio y de humildad, de modo que la fe de la Iglesia se apoye siempre en el

20
Apocalipsis 2, 17.
21
Lucas 22,12.
22
Cfr. Lucas 22, 15
51
testimonio vivo de quienes conformamos una comunidad de servicio y de caridad, de
amor y de paz.

La Cena Pascual de Cristo se enmarca en un ambiente de bondad y de misericordia
que inaugura la nueva familia de los creyentes, identificados ante el mundo por los
signos vivos de la caridad: “ asiduos en la fracción del Pan….vivían en común”23, de
modo que el testimonio de su vida llenó de paz y de gozo la ciudad y el mundo, a tal
punto que la Caridad verdadera no sólo distribuye los bienes, sino que logra confundir
la soberbia del mundo, descubriendo en cada necesidad y en cada indigencia el rostro
del Señor de la vida que sigue y seguirá clamando, y sigue y seguirá recibiendo una
palabra de consuelo y de alegría.

Sacramento
Jesús lo renueva todo. Es por eso que esta Cena es Institución del Sacramento
admirable y adorable de la Eucaristía, de modo que, Jueves Santo y Eucaristía se hacen
sinónimos. Allí, en la mesa fraternal, nace el Sacramento, el “sagrado Banquete en el
que Cristo es alimento, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida
futura”24, como canta la Iglesia con santo Tomás de Aquino en las Vísperas de la
solemnidad del Corpus Christi.

Hoy es la fiesta del amor. Es el día del sacramento del amor. Por ello San Miguel Febres
Cordero nos enseñó a cantar:

Dulce maná y celestial comida,
gozo y salud del que te come bien,
ven sin tardar, mi Dios, mi luz, mi vida,
desciende a mí, hasta mi pecho ven.25

Al final de la Misa tomaré el Copón con la Reserva y marcharé hasta el lugar que la
piedad ha querido llamar Monumento. Cuánto ha de significar para este siervo de
todos poder cubrir con el Velo Humeral la Reserva, estrecharla contra este pecho que
lo ha dejado todo por seguirlo, por predicarlo, por celebrarlo, que es la razón de mi
presencia y de mi misión en medio de esta Familia de Creyentes.

Si, lo llevaré al monumento, pasaré por en medio de esta familia y al recorrer la Iglesia
he de pensar que voy con Jesús por todos los caminos del mundo, que le aguardan el
alma transparente de los niños, que tiemblan de ternura y de santa emoción en su
primera comunión, que le aguarda la Asamblea que le reconoce como su vida y su

23
Hechos 2, 42ss.
24
Santo Tomás de Aquino. Antífona al Magnificat, de las Visperas del Corpus Christi.
25
San Miguel Febres. Oh Buen Jesús.
52
esperanza, que le espera para partir hacia la eternidad el Enfermo, pues es también
viático y beso final al concluir la Jornada de la vida.

Es por eso que le adoramos de rodillas. En verdad adoramos al “Dios escondido”26 el
Señor de cielo y tierra que ha querido dar sentido a toda la existencia haciéndose pan
de vida para cuantos le reciben con fe y lo anuncian con valor.

Este día, junto a la Iglesia, con el Corazón de María, la Blanca Oveja27, Madre del
Cordero Pascual, velaremos en oración delante del Señor, adorando su Caridad
infinita, su amor entregado, su humildad ejemplar, su Cuerpo y Sangre que se ofrecen
en todos los altares del mundo y daremos gracias porque somos sus Discípulos, su
Pueblo, su Iglesia, Nación santa, pueblo elegido, heredad suya28 , llamados a vivir en su
amor hasta la consumación de los siglos. Amén.

26
Isaías 45,15.
27
Melitón de Sardes. Homilía sobre la Pascua.
28
Cfr. Prefacio Dominical I,
53
5.7. ORACIÓN EN EL HUERTO Y EL PRENDIMIENTO DEL SEÑOR

En algunos lugares se acostumbra iniciar la procesión penitencial de la Oración en el Huerto y el Prendimiento
del Señor con una breve meditación.

El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

De la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses, 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia
del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha
trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura;
porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles
e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por El y
para El. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en El. Él es también la cabeza del
cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el
primero en todo. Porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por Él quiso
reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra,haciendo la paz por
la sangre de su cruz.

Meditación

La noche ha cerrado con su oscuridad la página gloriosa de este día único en la
historia del amor de Dios por los hombres. Terminada la Cena en la que nos ha
entregado su corazón en la Eucaristía, Jesús camina hacia el Huerto de Getsemaní.

La Ciudad Santa es una ebullición de peregrinos que ultiman los detalles de la
Pascua, pero Jesús se ha recogido en oración en la soledad del Huerto. Soledad más
elocuente puesto que los amigos, los discípulos, han cedido ante el cansancio y
duermen mientras el Maestro sufre con dolores indecibles aquel momento de agonía.

La Sangre de la Cruz de la que habla San Pablo en el texto que escuchamos,
aflora mezclada con el sudor que recorre la frente del Señor. La reconciliación de la
humanidad se ha iniciado hace ya tiempo, Belén, Nazaret, son las etapas de aquella
historia de amor.





54
Señor del Huerto:
Tu que eres llamado “primogénito de entre los muertos”29, haz que descubramos
que ahora, cuando el dolor empieza a correr helado por tus venas, empieza
definitivamente tu batalla con la muerte.

Tú que eres llamado a “reconciliarlo todo en Ti”30, ayúdanos a reconocer en esta
noche en tu rostro angustiado, el rostro de tantos que se han olvidado del camino del
amor, de tantos que, a esta hora, siguen recorriendo entre sombras de muerte y de
dolor la senda dramática de la vida, víctimas del desamor, de la sed de venganza, de la
amargura que llenó el corazón del mundo.

Tú, “por quien todo fue creado”31, concédenos que, por el amor generoso de esta
hora, en la que la luz de tu corazón suple con maravilla la que se va extinguiendo en la
Ciudad de Sion, sepamos vislumbrar caminos para que el hombre de esta hora de la
historia vuelva a encontrar la senda de la esperanza y vuelva a sentir que empiezas a
abrirnos las puertas de tu Reino cuando con amor miras a los ojos a quienes te
entregan, para ofrecerles en plenitud de gracia el rostro sereno de quien nos enseña
a perdonar y de quien nos tiende unas manos encadenadas para que nuestras manos
encuentren la libertad y la vida. Amén.

Del santo Evangelio según San Lucas 22, 39-53
R. Gloria a ti Señor.

Terminada la Cena, Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos,
seguido de sus discípulos. Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la
tentación.» Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra,
y puesto de rodillas, oraba: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se
haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo
reconfortaba. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era
como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.

Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró
adormecidos por la tristeza. Jesús les dijo: «¿Por qué están durmiendo? Levántense y
oren para no caer en la tentación.»

Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba
Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: «Judas, ¿con
un beso entregas al Hijo del hombre?»

29
Cfr. Colosenses 1, 18
30
Cfr. Colosenses 1, 19-20
31
Cfr. Misal Romano, Profesión de fe; Colosenses 1, 16
55

Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: «Señor,
¿usamos la espada?». Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo
Sacerdote, cortándole la oreja derecha. Pero Jesús dijo: «Dejen, ya está.» . Y tocándole
la oreja, lo curó. Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del
Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: «¿Soy acaso un ladrón para
que vengan con espadas y palos? Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no
me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas.»

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesus.

Prendimiento
Amadísimos hermanos.

La noche ha caído sobre la ciudad santa y también sobre nosotros. En el huerto está el
Señor. Gotas de sudor, como de sangre circundan su rostro dolorido ante el drama de
la Cruz que se avecina32. A veces vamos nosotros, con el traidor, con los soldados del
templo, con una muchedumbre que se abre paso por en medio de la oscuridad con
lánguidas antorchas33

Oh señor del Prendimiento:
Señor del Prendimiento. Una noche como esta un beso traidor marcó sobre tu mejilla
la más dolorosa de las entregas.34 Hoy queremos acercarnos espiritualmente a ti, a tu
rostro glorioso, a tu infinita hermosura para ofrecerte en cambio del beso helado de
Judas nuestra adoración rendida, nuestra súplica de misericordia y de perdón, nuestra
sed de amor verdadero, de justicia, de paz.

MI Señor del Huerto de las supremas angustias: Nos aferramos a ti, no nos soltaremos
de los dulces lazos de tu amor y de tu perdón. Tu eres el camino, la verdad y la vida35
Queremos vivir para ti, queremos marchar contigo hasta el final de nuestras vidas,
queremos abrasarnos en el fuego de tu amor sin límites, queremos abrazarnos a tu
cruz redentora y a tu resurrección que nos salva. Vamos contigo, Señor,

Señor del Silencio y de la infinita dulzura: Concédenos a nosotros Bautizados y
Enviados, la gloria y la dicha de renunciar a las obras de las tinieblas y de aceptar las
obras de la luz, las que tú realizas aún en la noche de tu prendimiento, puesto que

32
Cfr. Mateo 26,36-44; Marcos 14, 34-42, Lucas 22,39-46.
33
Cfr. Mateo 26, 46ss.
34
Mateo 26, 49.
35
Juan 14,6
56
dejaste un río de estrellas de consuelo, de perdón y de esperanza, cuando fuiste
pasando por en medio de la ciudad de Jerusalén, cubierto de oprobios y de amarguras.

Virgen Dulcísima de las Angustias, sal con nosotros al encuentro del Pastor que viene
y danos tu fe para que lo recibamos con amor y su paso por nuestra vida sea un
torrente de misericordia y de paz.

Procedamos en paz.
Amén.

57
5.8. HORA SANTA
CAMINO, VERDAD Y VIDA

Amados por Dios de modo excelente, estamos aquí los bautizados enviados, para vivir
este momento de confianza y oración.

“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él “.36

Hermanos amadísimos, Bautizados y enviados a proclamar el amor:

La noche santa de la Pasión del Señor la fe nos congrega junto al Sagrario en el que
guardamos con amor profundo el Sacramento en el que Cristo se entrega y se da a la
Iglesia como prenda de su amor. Hoy esta asamblea se reúne con la intención de orar,
de proclamar las maravillas de Dios y de recogerse en contemplativa actitud para
meditar sobre el Amor cristiano, sobre la experiencia de la Caridad en la que la Iglesia
quiere vivir.

Hemos conocido el amor que Dios nos tiene, dice el bienaventurado Apóstol Juan,
testigo privilegiado de la gloria del Señor37 y la experiencia de ese amor trascendente
y maravilloso nos lleva hasta la donación misma del Hijo, el que, oculto en el misterio
de este Sacramento adorable, sigue expresando a través de los siglos el sentido
profundo de su entrega, el amor con el que se acerca a la Muerte, la generosidad de su
corazón que se entrega allí donde unas manos sacerdotales eleven el blanco pan de la
Eucaristía.

En la tarde hicimos evocación de la Cena Pascual de Cristo. Fue como si de pronto,
arrebatados de las cosas pasajeras de este mundo, nos hubiéramos situado en la
Jerusalén de hace casi dos mil años. Que bueno en esta hora de amor, en esta noche de
plegaria, volver un momento sobre las solemnes acciones de esta tarde y sentir que la
Cena Pascual se prolonga eternamente y que, en este instante de nuestra vida, somos
también invitados al Banquete Místico en el que nacen Iglesia y Sacerdocio, Eucaristía
y Amor fraterno, luz y vida para la inmensa familia de los creyentes.

La Cena solemnísima, inicio de la Pascua, nos adentra en el amor de Dios. En ella Jesús,
Pastor del rebaño, ha congregado a sus más cercanos y les ha hecho sentir la
trascendencia del amor de Dios.

Cómo no evocar el recuerdo de la Cena cuando esta presencia adorable del Señor la
extiende misteriosamente a través de los siglos, la revive místicamente en cada

36
Benedicto XVI. Carta encíclica DEUS CARITAS EST 1.
37
I Juan 1,1-2.
58
Eucaristía, en la que acabamos de celebrar para dar inicio a lo más solemne de las
fiestas de nuestra Pascua.

Por eso esta noche es de adoración rendida al Sacramento de la Vida y de la esperanza.
El Monumento, hay que advertirlo, no es una cárcel, es un lugar de encuentro
afectuoso y orante con el amor de Dios que se ha hecho Pan de Vida, pensando que a
este encuentro de amigos con el Amigo por excelencia, han de acudir, por lo menos
desde el corazón, todos los seres humanos unidos en el mismo sentir.

Una Iglesia que adora, nos lo enseñaba San Juan Pablo II , es una comunidad que vive
gozosamente el Culto Eucarístico:

Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo
predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo
ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración»,
¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación
espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el
Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he
hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo! 38

Dios está aquí, venid adoradores adoremos, cantamos con tanta frecuencia, pues
hagamos nuestra esta oración confiada e incorporemos a nuestra meditación de este
día, las esperanzas de la comunidad creyente que alaba al que es “ camino, verdad y
vida”39

JESÚS CAMINO
Los caminos del mundo son, generalmente sendas trazadas por los hombres que
buscan unir ciudades, países, pueblos, aldeas. Los hay maravillosos que encierran en
su estructura las maravillas de la ciencia y de la tecnología, acortando distancias.

Se recorren con sentimientos diversos. Cuán diverso es el camino de los que van al
encuentro de sus seres amados al de los que van desterrados. Los unos se recorren en
medio de cantos “ al volver vuelven cantando”40, otros se caminan llorando: “al ir iban
llorando”41.

38
Ecclesia de Eucharistía.25.
39
Juan 14,5.
40
Salmo 126,6
41
Ibidem.
59
Y es que el hombre es experto en caminos: “caminante no hay camino, se hace camino
al andar”42, decía el poeta, recordando nuestra condición de eternos peregrinos por
los caminos de la vida.

Pero es maravilla que todo un Dios se declare a si mismo camino.
En el contexto de la cena Pascual, esta afirmación nos conmueve. Si El Señor Jesús se
hizo camino, quiere decir que ha de ser recorrido, ha de poderse emprender en la
experiencia de la fe, de modo que nuestra existencia se pueda mover por esa ruta
segura y maravillosa.

Al adorarlo en esta noche, no podemos olvidar su presencia en medio de la Historia
humana. Milenios y milenios incontables transcurrieron antes que se hiciera presente
en medio de nosotros el Verbo de la vida43. Él mismo hizo suyos los caminos de Galilea
y de Judea, hizo suyas las calles de Jerusalén y las bañó con la sangre bendita de sus
pies ultrajados por la ignominia de los hombres.

Hoy nosotros venimos a adorarle44, como los Magos de Oriente que, en su busca,
atravesaron el desierto, para encontrarle aquí, en este Sagrario del amor, reclinado ya
no en el corazón de la Virgen Nazarena, sino en el seno de la Iglesia que, para recibirlo,
ha dispuesto las galas de este precioso recinto.

Oh, Jesús, camino nuestro:
Con las palabras de San Juan Pablo II, decimos:

Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro


corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el
cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.45

Y decimos:
Jesús camino:
• Conduce en la fe al Papa Francisco y a los Pastores de tu pueblo
• Sé tú el Camino de tus Sacerdotes, ministros de la esperanza.
• Sé tú el sendero de la vida de los consagrados que te han elegido como su
heredad
• Sé tu el Camino de quienes nos gobiernan para que no conduzcan por
sendas de paz y de justicia.
• Sé tu la luz que en las noches guíe a quienes transportan y conducen a sus
hermanos.

42
Antonio Machado, Proverbios y Cantares XXIX.
43
Cfr. Juan 1, 13-15.
44
Cfr. Mateo 2,2.
45
Siervo de Dios Juan Pablo II. Homilía del Corpus al instaurar el Año de la Eucaristía.
60
• Sé tu el camino seguro de los jóvenes que tantas veces buscan atajos fatales
buscando la felicidad.
• Sé tú, Divino Caminante, el compañero, el bastón de los pasos cansados de
nuestros ancianos.
• Sé tú, Señor de la esperanza, el seguro sendero de los que +trabajan por la
paz.
• Sé tú, Señor, el sendero de la justicia por la que llegue a nuestro mundo la
deseada paz.
• Sé tú, el sendero de la esperanza para los desplazados, de modo que
puedan cantar contigo el salmo del retorno a sus hogares.
• Sé tú la alegría del retorno de los que se hallan dispersos.
• Sé tú el fanal luminoso que señala el final del sendero de los agonizantes.
• Sé tú, Señor, camino nuestro, la meta de nuestros pasos cansados y la
puerta que marca el final de nuestras vidas.

2. JESÚS VERDAD

Yo soy la verdad46, dijiste, Señor, en la cena Pascual. Las sombras de aquella tarde ya
cubrían la cuidad de Jerusalén y tus discípulos, con los pies recién lavados y aún
perplejos por este signo de humildad, te escuchan hablar. Tu eres la Verdad.

Cuanto ansía nuestro mundo la verdad verdadera, la verdad veraz, la verdadera
verdad. No es simplemente un juego de palabras, es el ansia de lo cierto, la sed de
verdad que sane y salve, que revele e ilumine.

No faltan a la humanidad las amenazas a la verdad. Muchas veces hasta la misma
esencia de la fa ha sido tocada por la distorsión, y no es raro encontrar a los creyentes
bajo la confusión que genera el error, que, bajo la forma halagadora de una ciencia sin
alma, sin Dios, quiere someter el Evangelio de la Vida, a una confrontación con el
mundo.

Delante del Misterio Eucarístico, el corazón del creyente queda bajo el asombro de lo
que sólo se puede entender mediante el amor. Vivimos bajo el imperio de un mundo
que sólo entiende lo que puede experimentar, de modo que todo lo demás queda como
confiscado a la oscuridad y a la tiniebla.

En medio de tanta sed de Verdad, el Evangelio se eleva como una luz, la única
confiable, para iluminar el camino de los hombres. Allí se nos proclama la institución
de este sacramento admirable en el que se encierra toda la esperanza del mundo y
que es la presencia verdadera del amor que nos salva. Cuántas veces no lo ha cantado

46
Juan 14, 5.
61
la Iglesia: “cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor”47, proclamando que en
esa Santa Hostia, resplandece místicamente todo el amor que Dios nos tiene, toda la
Verdad que soñaron descubrir los hombres de ciencia, toda la luz que ni el mismo
esplendor del sol puede irradiar.

Jesús Verdad:

• Que tu verdad sea la luz del corazón de tu Peregrina
• Que la verdad conquiste el corazón de los que se extravían tras seducciones
que nos separan de Dios-
• Que tengamos sed de la verdad que brota de tu corazón amoroso.
• Que sintamos verdadera sed de tu presencia y de la verdad que Tú
proclamas.
• Que tus maestros y educadores, que los formadores de la niñez y de la
juventud, vivan para servir a la verdad del Evangelio
• Que en medio del mundo resplandezca la Verdad proclamada por la Iglesia
con valor y alegría.
• Que cuantos padecen la amenaza de la muerte por proclamar tus verdades,
sientan la fuerza de tu presencia para anunciar la vida y la esperanza.
• Que seamos fieles al anuncio de la verdad madurada en la fe y en la oración
de quienes te aman.
• Que sea anunciada en todas partes la fe y que muchos lleguen a conocer la
verdad del Evangelio por medio de la proclamación amorosa, humilde y
sencilla de tus Testigos.

Jesús Vida

Vida de mi vida, mi dueño adorado48, proclamábamos en la Navidad, Vida del mundo y
alegría de los corazones que te buscan: prosigue nuestra alabanza en esta noche
santísima en la que vigilamos junto a tu presencia aguardando el Misterio Pascual de
tu vida entregada, inmolada, crucificada y glorificada.

Venimos a suspirar por la vida en medio de un mundo en el que este valor y esta
esperanza sufren indecibles persecuciones.

Al proclamar, Señor del Sagrario, que tu eres la vida, que tu eres la única vida
verdadera, sedientos, tras atravesar el desierto de nuestras vidas, calcinado el corazón
por tantos dolores, hemos llegado a la fuente; nosotros, peregrinos de esta historia,

47
Busca de Sagistizabal.
48
Madre Maria Ignacia Samper. O.D.N. Novena de Navidad. Aspiraciones para la Navidad del Señor.
62
venimos al refugio del corazón de nuestro Señor, para encontrar la vida, la vida
verdadera, la vida de la fe, la vida del amor, la vida que nunca muere.

Señor, tu eres la vida: ya los dicho hasta la saciedad: Yo soy la resurrección y la vida49,
dijiste, en la puerta desconsolada de la casa de Betania, cuando fuiste a llorar la muerte
del amigo, para llenar de consuelo a las que, como hoy, lloran ante el drama de la
muerte.

La posees50 y la das51 a quien la desee y la busque, a quien sepa que en tu amor
definitivamente maravilloso, hay abundancia de vida para el que yace en la sombra
del desconsuelo y del dolor.

Señor de la vida:

Esta noche en tu presencia es una súplica para que aprendamos a valorar la vida, para
que aprendamos que te pertenece, que la vida humana, toda vida humana es reflejo
del misterio de tu entrega, ha sido adquirida con tu vida entregada.

En un mundo en el que hay tantas persecuciones y tantas amenazas para la vida,
despierta en cada uno de los hijos de la Iglesia un amor ardiente por la existencia, por
la que se inicia en el seno de las madres, tejida con la ternura del amor verdadero, por
la que se extingue en el drama de cada agonía, de modo que seas tú el que tomes lo
que te pertenece y lo glorifiques y no sean los seres humanos, deshumanizados,
devoradores de esperanzas, los que decidan sobre el sagrado derecho a la existencia.

Jesús de la vida:
• Danos vida nueva con tu presencia
• Danos vida llena de esperanza y de fe,
• Danos valor para salvaguardar la existencia y para proteger la vida que tu
nos regalas con abundancia en la fuente inagotable de la Eucaristía.
• Danos la fuerza para rescatar a cuantos han perdido el sentido de la vida y
cuantos están amenazados por la tristeza, por el dolor, por las muchas
asechanzas de una sociedad sin amor.
• Danos la dicha de ver florecer la vida que brota del vientre sagrado de las
madres,
• Danos la dicha de acompañar toda existencia humana con el amor, con el
cariño, con la paz, con la paciencia, con la dulzura que tantos necesitan
• Danos la dicha de poseer la vida eterna mientras vamos dignificando la
presente.
49
Juan 11, 25.
50
Juan 5, 26
51
Juan 6,33.
63

Conclusión
Jesús, camino, verdad y vida52 : la noche de tu pasión está llegando, el silencio poco a
poco nos envuelve en el misterio del Viernes Santo que se acerca. Déjanos adorarte
en la presencia misteriosa del Sacramento, déjanos buscarte tras el silencio del
Sagrario que te encierra, déjanos alabarte en el misterio de tu Eucaristía, de modo que
nada ni nadie nos arranque del alma la alegría de la fe, la dicha de bendecirte, la paz
que nos regalas desde el misterio del Altar.

Jesús del sagrario:
A ti el amor de todos los siglos, a ti la alabanza y la adoración que brotan del amor de
una Iglesia que te confiesa como Señor de la vida, a ti la bendición y la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.











52
Juan 14,6
64
5.9. NOCHE DEL JUEVES SANTO


ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

El esquema que presentamos para esta adoración del Santísimo Sacramento en la
noche del Jueves Santo se ha preparado teniendo presente las indicaciones del Misal
Romano (Jueves Santo. Misa Vespertina de la Cena del Señor, n. 21) y las de la Carta
de la Congregación para el Culto Divino sobre la Preparación y celebración de las
fiestas pascuales (n. 56).



Introduccion:
-Hermanos: hoy, al atardecer, nos hemos reunido junto al altar del
Señor para celebrar la Eucaristía haciendo memoria, de manera singular, de aquella
última Cena, en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo
amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofrecia a Dios Padre su
Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles
para que los sumiesen como alimento de vida eterna. Ahora nos hemos reunido, en
actitud de adoración, ante el sagrario donde hemos depositado el sacramento
admirable de la Eucaristía, por el cual Cristo ha querido permanecer realmente
presente entre nosotros. Que nuestra plegaria esta noche junto al sacramento
eucarístico nos ayude a comprender más y más el don que el Señor nos ha hecho de
su Cuerpo y de su Sangre, para que siempre que participemos del convite pascual en
el que comemos a Cristo seamos más conscientes de la gracia que entonces se nos da.


Himno

(Se canta entonces un himno eucarístico). Si se ha cantado el Pange, lingua al hacer la solemne reserva eucarística
de este día, se pueden volver a cantar, para expresar la continuidad entre ambos momentos, las cuatro primeras
estrofas de este himno. O bien: Adorote devote. 




Oración: Oh Dios,
que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu
pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu
Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de
tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espiritu Santo y eres
Dios por los siglos de los siglos. 




Liturgia de la Palabra



Hermanos: ahora, aquél a quien estamos adorando con nuestro corazón y nuestro
canto, aquél a quien creemos realmente presente en el sacramento de la Eucaristía,
será quien nos hablará y a quien nosotros escucharemos gracias a las palabras con las
que, en el evangelio de san Juan, se despide de los suyos después de la última Cena.
Jesús se nos mostrará como el camino para llegar al Padre, nos hablará de la caridad
con la que espera que actúen los que creen en él y, sobretodo, lo escucharemos orando

65
para que vivamos en la unidad más plena, en la comunión más total con él y con el
Padre.

Escuchémosle.

Del santo Evangelio según San Juan. 14,1-12:
Yo soy el camino, la verdad y la vida.



En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
- No pierdan la calma, crean en Dios y
crean también en mi. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿les
habría dicho que voy a prepararles sitio? Cuando vaya y les prepare sitio volveré y los
llevaré conmigo, para que donde estoy yo esté estén también ustedes. Y adonde yo
voy, ya saben el camino.
Tomás le dice: -Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde: -Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por
mi. Si me conocieran a mi, conocerían también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo
han visto.

Felipe le dice: - Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
-Hace tanto
que estoy con ustedes, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mi ha visto al
Padre. ¿Cómo dices tú:
"Muéstranos al Padre?" ¿ No crees que yo estoy en el Padre y
el Padre en mi? Lo que yo les digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mi, él mismo hace las obras. Creanme: yo estoy en el Padre y el Padre
en mi. Si no, crean a las obras. Se los aseguro: el que cree en mi, también él hará las
obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre.
Palabra del Señor.

Salmo 22


La bondad y la misericordia del Señor, gracias a Cristo, nos acompañan todos los dias
de nuestra vida. El es el pastor de nuestras almas. El nos conduce al Padre por el
camino que es él mismo para cuantos creen en él y de él se alimentan. Invoquémosle
como pastor por quien nada nos falta. 



R.- El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar,

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R. 



Me guia por el sendero justo, 

por el amor de su nombre. 


66
Aunque camine por cañadas oscuras, 

nada temo, porque tú vas conmigo: 

tu vara y tu cayado me sosiegan. R.



Preparas una mesa ante mi, 

enfrente de mis enemigos; 

me unges la cabeza con perfume, 

y mi copa rebosa. R.


Tu bondad y tu misericordia me acompañan 

todos los dias de mi vida, 

y habitaré en la casa del Señor 

por años sin término. R.



Letanía

Puede cantarse con una de las músicas habituales del Cordero de Dios


Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,

ten piedad de nosotros.

Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre,
danos la 
paz.



Oración


Señor Jesús, Pastor de tu Iglesia,
que preparas una mesa ante nosotros

y te nos das a ti mismo como alimento:

guíanos por los caminos de tu justicia,

para que arrancados de las tinieblas

y sin temer mal alguno

podamos gozar para siempre

del descanso de la casa del Padre.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.




67
Del santo evangelio según san Juan 15,9-17
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Como el Padre me ha amado, así los he
amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán
en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor. Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes y
su alegría llegue a plenitud. 
Este es mi mandamiento: que se amén unos a otros como
yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque
el siervo no sabe lo que hace su Señor: a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que
he oído a mi Padre se los he dado a conocer. No son ustedes los que me han elegido,
soy yo quien los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto
dure. De modo que lo que pidan al Padre en mi nombre se los dé. Esto les mando: que
se amén unos a otros. Palabra del Señor. 


Salmo 39

- Jesús, con la ofrenda de su Cuerpo, nos ha redimido y nos ha dado el mayor ejemplo
de caridad. Es de él de quien hemos aprendido a llevar la ley del Señor en las entrañas
y a ponerla en práctica llenos de gozo. Unidos a Cristo, y por el gran amor que él nos
tiene, podemos decir también nosotros con total sinceridad:"Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad". 



R. Aqui estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 



Yo esperaba con ansía al Señor; 

él se inclinó y escuchó mi grito; 

me puso en la boca un cántico nuevo, 

un himno a nuestro Dios. R. 



Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 

y, en cambio, me abriste el oído; 

no pides sacrificio expiatorio, 

entonces yo digo: "Aquí estoy." R. 



Como está escrito en mi libro: 

"Para hacer tu voluntad". 

Dios mio, lo quiero, 

y llevo tu ley en las entrañas. R. 



68
He proclamado tu salvación 

ante la gran asamblea; 

no he cerrado los labios: 

Señor, tú lo sabes. R. 




Letanía


Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,

ten piedad de nosotros.


Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,

ten piedad de nosotros.


Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres,
danos la 
paz.



Oración


Señor Jesús,que te hiciste obediente hasta la muerte y muerte de cruz antes de ser
ensalzado recibiendo el nombre que está sobre todo nombre: enséñanos a cumplir
siempre la voluntad de tu Padre y concede a tus hermanos, santificados de una vez
para siempre con la oblación de tu cuerpo, de esperar, desde el destierro de este
mundo, las maravillas de tu amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. 




Del santo evangelio según San Juan 17, 20-26
Que sean completamente uno. 



En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo: Padre santo: no sólo por ellos
ruego, sino también por los que crean en mi por la palabra de ellos, para que todos
sean uno, como tú, Padre, en mi y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para
que el mundo crea que tú me has enviado.


También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos
uno: yo en ellos y tú en mi, para que sean completamente uno, de modo que el mundo
sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mi.

Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy y
contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas antes de la fundación del
mundo.


69
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido
que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre, para que el
amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos.


Salmo 33


- Jesús nos ha dado a conocer a Dios y su amor. Nos ha dado a conocer el amor de Dios
que nos llama a vivir en la unidad de su vida. Y ha orado por nosotros para que esta
unidad sea total. Es la unidad en la que nos ayuda a ir penetrando gracias a la
Eucaristía, que es signo de unidad y vinculo de caridad. En la Eucaristía gustamos la
bondad del Señor para cuantos a él se acogen.



R. Gustad y ved qué bueno es el Señor. 



Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloria en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren.R. 



Proclamen conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias.R. 



Contemplenlo, y quedarán radiantes,

su rostro no se avergonzará.

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

y lo salva de sus angustias.R. 



El ángel del Señor acampa

en torno a sus fieles y los protege.

Gusten y vean qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él.R. 



Letanía



Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos,
ten piedad 
de nosotros. 


Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos,
70
ten piedad 
de nosotros. 


Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos,
danos la 
paz. 




Oración



Señor Jesús,
tú eres el salvador de los humildes y la felicidad de quienes en ti
confían,
el alimento de los hambrientos y la vida de tus fieles:
dígnate escuchar la
alabanza agradecida de tu Iglesia, haz resplandecer en su rostro el gozo de tu
presencia y haz que gustemos en este mundo tu bondad, de la que seremos saciados
el día de la felicidad eterna.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.



Homilía


Si parece oportuno puede hacerse entonces una breve homilía o 
dejar una larga pausa de silencio para la
meditación más personal. 

También, en lugar de la homilia, puede leerse el siguiente texto 
homilético de san
Agustín (Sermón 217, PL 38,1083-1085). 



De los sermones de san Agustín


Cristo el Señor, que nos oye juntamente con el Padre, se digna orar por nosotros al
Padre. ¿Hay cosa más segura que nuestra felicidad, si ora por nosotros quien concede
lo que pide? Escuchasteis lo que pidió para nosotros; más aún, expresó su voluntad.
Padre, quiero que los que me diste... Quiero, Padre; yo hago lo que tú quieres, haz tú
lo que yo deseo. Quiero. ¿Qué cosa? Que donde yo estoy, estén ellos también conmigo.
¡Oh casa bienaventurada! ¡Oh patria sin peligro alguno, libre de enemigos y epidemias!
En ella vivimos en paz, sin ansias de emigrar, pues no encontraremos lugar más
seguro. Cuanto eliges en esta tierra, lo eliges sabiendo que va a ser causa de temor, no
de tranquilidad. Búscate para ti un lugar mientras te halles en este mal lugar, es decir,
en este mundo, en esta vida llena de tentaciones, en esta mortalidad pletórica de
gemidos y temores. Mientras te hallas en este sitio malo, elígete un lugar a donde
puedas emigrar. No podrás emigrar del mal al bueno si no haces el bien mientras estás
en el malo. ¿De qué lugar se trata? De aquél donde nadie siente hambre. Por tanto, si
quieres habitar en aquel sitio bueno donde nadie siente hambre, reparte tu pan con el
hambriento en este mundo.


En aquel lugar dichoso nadie es peregrino, todos se encuentran en la propia patria;
por tanto, si quieres estar en aquel lugar bueno, recibe en tu casa, mientras estás en el
lugar malo, al peregrino, que no tiene a dónde entrar; dale hospitalidad en el lugar
malo, para llegar al lugar bueno donde no puedes ser huésped.

71

En aquel lugar bueno nadie necesita vestido, pues no hay ni frío ni calor; ¿qué
necesidad, pues, de techo o de ropa? Pero he aquí que donde no habrá techo, sino
protección, aun allí encontramos un techo: Me refugio a la sombra de tus alas. Así,
pues, a quien no tiene techo en este lugar malo, otórgaselo tú, para hallarte en aquel
lugar bueno donde tu techo será tal que no tengas que repararlo, pues allí donde está
la fuente perenne de la verdad no llovizna. Pero esta lluvia alegra sin provocar
humedad, lluvia que no es otra cosa que la fuente de la vida. ¿Qué significa: Señor, en
ti está la fuente viva? y la Palabra estaba junto a Dios.


Por tanto, hermanos, haced el bien en este lugar malo para llegar al lugar bueno, del
que dice quien nos lo está preparando: Quiero que donde estoy yo, estén ellos también
conmigo. El subió para prepararlo, para que nosotros lleguemos tranquilos estando
ya todo dispuesto. El se prepara; permaneced en él. ¿Es Cristo para ti pequeña casa?
Ya no temes ni a su pasión: resucitó de los muertos, y ya no muere, la muerte no tiene
ya dominio sobre él. El lugar malo, los dias malos, no son otra cosa que este mundo;
pero hagamos el bien en este lugar malo y vivamos bien en medio de estos dias malos.


Tanto el lugar malo como los dias malos pasarán, y llegarán el lugar bueno y los dias
buenos, uno y otros eternos. Los mismos días buenos no serán más que un único dia.
¿Por qué son aquí los dias malos? Porque pasa uno para que llegue el otro; pasa el hoy
para que venga el mañana y pasó el ayer para que llegara el hoy. Donde nada pasa no
hay más que un único dia, y ese día es Cristo. 




Oración de los fieles


Adoremos a nuestro salvador, que en la última Cena, la noche misma en la que iba a
ser entregado, confió a su Iglesia la celebración perenne del memorial de su muerte y
resurrección. 
Oremos, diciendo:
R. Santifica, Señor, al puebio que redimiste con tu sangre. 


§ Cristo, Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena eucarística en memorial
tuyo: enriquece a tu Iglesia con la constante celebración de tus misterios. R. 

§ Cristo, sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a tus sacerdotes ofrecer
tu sacramento: haz que su vida sea fiel reflejo de lo que celebran
sacramentalmente. R.
§ Cristo, maná del cielo, que haces que formemos un solo cuerpo todos los que
comemos del mismo pan: refuerza la paz y la armonía de todos los que creemos
en ti. R.
§ Cristo, médico celestial, que por medio de tu pan nos das un remedio de
inmortalidad y una prenda de resurrección: devuelve la salud a los enfermos y
la esperanza viva a los pecadores. R.
72
§ Cristo, rey venidero, que mandaste celebrar tus misterios para proclamar tu
muerte hasta que vuelvas: haz que participen de tu 
resurrección todos los que
han muerto en ti. R.

Unidos fraternalmente, oremos al Padre de los cielos con la oración que su Hijo y
Redentor nuestro nos enseño: Padre nuestro...



Oración

Señor Dios todopoderoso, que para gloria tuya y salvación de los hombres constituiste
a Cristo sumo y eterno sacerdote, concede al pueblo cristiano, adquirido para ti por la
sangre preciosa de tu Hijo, recibir en la eucaristía, memorial del Señor, el fruto de la
pasión y resurrección de Cristo. Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.



Conclusión


Después de recitada esta oración, todos se arrodillan y se cantan 
las dos últimas
estrofas del Pange lingua, o bien algún otro canto eucarístico apropiado.

73
6. VIERNES SANTO53

6.1. SENTIDO DEL DÍA

La Cruz y la Muerte

Hoy empezamos, propiamente, la
celebración de la Pascua. Pascua significa “paso”,
el tránsito de Jesús a través de la muerte a la Nueva
Vida. Hoy es el primer acto de este paso: la “Pascha
Crucifixionis”, como la llamada de los Padres. No
es correcto quedarse solo en el aspecto de la
muerte –como hace algunas formas populares de
la Semana Santa- ni tampoco lo es celebrar sólo la
resurrección, olvidando el paso por la muerte. Los
dos aspectos se celebra como una gran unidad; la
memoria de la muerte, hoy, está ya preñada de
esperanza y victoria, mientras que la vigilia de
mañana no sólo recordará la resurrección, si no todo el dinamismo del paso de la
muerte a la vida: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado”, dirá el prefacio pascual.

Este día está centrado todo él en la cruz del Señor.

Pero no con aire de tristeza, sino de celebración: la comunidad cristiana
proclama la Pasión del Señor y adora su Cruz como el primer acto del Misterio
Pascual. El color es rojo, color de mártires, no el morado (la Cuaresma terminó ayer),
recordando pedagógicamente que no estamos en unas exequias, ni guardando luto.
Cristo Jesús, como sumo sacerdote en nombre de toda la humanidad, se ha entregado
voluntariamente a la muerte -el primer mártir- para salvar a todos. Estamos ya en el
Triduo Pascual, Y pasaremos del rojo del Viernes al blanco de la Vigilia.

La austeridad y el ayuno

El viernes y sábado, los dos primeros días del Triduo, están marcados por la
austeridad y el ayuno.

Pero no como signo penitencial: la Cuaresma terminó ayer. Sino como
celebración cultica del Tránsito Pascual de Cristo. Se ayuna el Viernes, y a ser posible
se “prolonga durante el Sábado Santo este ayuno” (SC 110), como expresión de que la

53
Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
74
comunidad cristiana sigue la marcha de su Señor a través de la muerte. Este es un
ayuno esperanzado, que desembocará en la alegría de la resurrección.

Un aspecto de este ayuno en la ausencia de celebraciones sacramentales en
estos dos días. La comunidad ora, celebra la Pasión y la Cruz se reúne para la
meditación y la contemplación para la alabanza de las Horas pero no celebra
sacramentos. Es una antigua tradición eclesial que en estos días la comunidad “ayuna”
de sacramentos: “sacramenta penitus non celebrari”, sobre todo la Eucaristía. El que
el Viernes, precisamente el día de Muerte del Señor, no se celebre la Eucaristía, que es
el memorial de esa Muerte, tiene una explicación sencilla: el Triduo Pascual se celebra
como en un solo día, Y su Eucaristía es la de la Vigilia Pascual. Incluso muchos piensan
que hubiera sido acertado no haber restablecido la comunión en este día cuando hace
30 años se reformó la Semana Santa por el mismo motivo.

Esta austeridad tiene también su manifestación en el carácter sobrio de toda
celebración. Hoy ya a partir de la medianoche en que se reducen los signos testigos
de la reserva eucarística -no hay flores, no suena la música ni las campanas, el altar
está despojado, el sagrario está abierto y vacío… Mañana, en la Vigilia, volverán las
flores y las luces a la celebración, y en proporción mayor que en ninguna otra fiesta.
Y la fiesta durará 50 días.

6.2. SUGERENCIAS PARA LA CELEBRACIÓN

La hora de la celebración

Cabe revisar la costumbre actual de las primeras horas de la tarde como hora
de convocar a la comunidad cristiana para esta celebración.

Con una celebración en hora central de la jornada se acentúa el Viernes Santo
como día de la Cruz;

Se recupera mucho mejor el triduo Pascual: comienza una celebración que
terminara en la noche Pascua, después de dos días casi enteros;

La celebración litúrgica puede ocupar el lugar que merece sin ser suplantado
por otros ejercicios piadosos y sin que estos tengan que desaparecer (no tiene
demasiado sentido hacer el viacrucis antes de que la cruz se haya “manifestado” en la
celebración principal; mientras que sí tiene sentido que por la tarde se haga ese u
otros ejercicios de oración, como prolongación meditativa de la acción litúrgica);

Se evita fácilmente más fácilmente que la mañana del Viernes siga siendo de
visitas al “monumento”, induciendo a la referencia sepulcral de la reserva eucarística:
75
¿no es más pedagógico que los fieles, durante toda la jornada del Viernes, se
encuentren con la Cruz, en lugar de con la reserva eucaristíca?

La Pasión

La lectura de la Pasión (según san Juan) es el centro de la celebración de este
día.

También hoy como el domingo pasado las lecturas primera y segunda
prepararán la comunidad a entender todo el sentido de esta Pasión. El cuarto cántico
del Siervo, en que Isaías anuncia ya toda la tragedia y la grandeza de la entrega del
Siervo por los demás, y la reflexión del autor de la carta los Hebreos sobre Jesús, que
experimenta en sí mismo toda la angustia de la muerte salvadora, ofrecen la mejor
clave para escuchar con pleno sentido la pasión. En medio, el salmo, que habla del
abandono de Cristo en manos de su Padre.

La proclamación del texto de Juan se puede hacer de alguna de las maneras que
señalábamos para el Domingo de Ramos.

En el caso presente, que cada año se repite como texto propio del Viernes,
podrían hacerse los “bloques” de lectura así:

• Comienza la lectura y están todos de pie; después de la escena del huerto
(“…¿no voy a beber?) se puede cantar “Danos un corazón” e invitar luego a
todos a que se sienten;
• Se prosigue la lectura hasta “…Barrabás era un bandido”, y entonces se puede
cantar “Tu reino es vida”;
• Se sigue hasta “…para que lo crucificaran” y se canta “Anunciaremos tu reino,
Señor”.
• Y, ya puestos de pie, todos escuchan la última parte de la Pasión, terminada la
cual, y tras un momento de silencio, se puede aclamar: “Victoria, tú reinarás”.

Estos bloques podrían ser introducidos por una breve monición, y también
tendría sentido el que en vez de las aclamaciones cantadas (que deben ser breves: sólo
el estribillo, sin estrofas) se dicidiera hacer unos momentos de silencio.

La homilía

La homilía de hoy es particularmente difícil. Esta rodeada de una serie de
“predicaciones” que ya dan al día un acento muy expresivo, desde la misma acción
litúrgica hasta las otras reuniones de oración de la comunidad.

76
Pero es importante que haya esta homilía: que el presidente ayude a que esta “
Buena Noticia” de la muerte del Señor resuene en la vida de la comunidad y en nuestra
historia concreta de hoy.

Y es importante que esta homilía del Viernes sea en verdad “pascual”: que
ayude a interpretar y celebrar la Muerte de Cristo como muerte victoriosa, como el
primer acto del Paso que terminará en la Resurrección. Que, sin desviarse en temas
secundarios, se centre claramente en la “teología de la Cruz victoriosa”, en el tránsito
de Cristo, a través de la lucha, la obediencia y la muerte, -también como representante
de toda la humanidad que sufre- a la Vida. Una homilía que no se quede en el dolor y
la muerte, -de Cristo y de la humanidad de hoy- sino que sepa comunicar toda la
gozosa carga de esperanza pascual que hay en esa Muerte. El grano de trigo que
muere y da fruto. El sacrificio del Siervo, tomando sobre si todo el dolor de la
humanidad, para la salvación de todos.

Juan Pablo II, en su encíclica “Rico en misericordia”, ha descrito con trazos
densos el mensaje de la misericordia que mana del Misterio de Cristo en su muerte y
resurrección, así como la entrañable presencia de María al pie de la Cruz, testigo
excepcional de ese misterio de dolor y misericordia.

La oración universal

Hoy es el día en que la oración de los fieles que sigue a la Palabra de Dios tiene
un acento más tradicional, y además en una forma distinta de la ordinaria.

Ante todo, sería la ocasión para que la realización adecuada de esta oración
expresara pedagógicamente la motivación fundamental que hay en ella: como dice el
Misal, “en la oración universal u oración de los fieles, el pueblo, ejercitando su oficio
sacerdotal, ruega por todos los hombres” (IGMR 45).

Y si hay un día en que este oficio sacerdotal de todo el Pueblo de Dios tiene más
sentido, es el Viernes Santo, cuando celebra cómo Cristo Jesús se ha entregado por la
salvación de todos, como mediador y sacerdote. Hoy el Pueblo participa de ese
sacerdocio de su Señor e intercede por las grandes intenciones de la Iglesia y de la
humanidad.
Pueden suprimirse algunas de las intenciones que propone el Misal y añadir
otras, pero conservando el estilo propio de este día y sobre todo su tono universal, no
reducido al ambiente de la propia comunidad.

La forma de esta oración es hoy a la vez diaconal y presidencial: el diácono,
desde el ambón, proclama las intenciones y después de un momento de silencio, el

77
presidente desde la sede o el altar, dice la oración. La respuesta del Pueblo sería
conveniente que fuera cantada, para destacar su importancia.

Intenciones para esta Oración Universal

Proponemos para la oración universal del Viernes Santo, sustituir la última
oración (la X, “Por los atribulados”) por que a continuación ofrecemos, y añadir
además una nueva (XI, “por nosotros”). Si es necesario, puede suprimirse alguna de
las anteriores.

X. Por los atribulados

Oremos, hermanos, a Dios Padre Todopoderoso, para que libre al mundo de
toda falsedad, del hambre y la miseria. Oremos por los que sufren los horrores de la
guerra, de la crueldad de las dictaduras, de la tortura, de toda violencia. Oremos
también por los perseguidos y encarcelados, y por los que son tratados injustamente
por los hombres. Oremos por las familias que están en situaciones difíciles, por los
desempleados, por los pobres. Y oremos por los emigrantes y desterrados, por los que
se encuentran solos, por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren.

Oración
Dios todopoderoso y eterno, consuelos de los afligidos, fuerza y esperanza para
todos. Escucha nuestra oración por los que sufren y, concédeles la ayuda de tu
misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

XI. Por nosotros

Oremos, finalmente, por nosotros. Para que la celebración de la Pascua del
Señor, su paso de muerte a vida, signifique para todos un progreso en nuestra vida
cristiana.

Oración
Dios todopoderoso y eterno, Padre de todos nosotros, haz que nos abramos a
tu amor. Haz que vivamos cada vez más como hermanos los unos de los otros, como
tu Hijo nos enseño. Para continuar su camino en nuestro mundo. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén

La adoración de la Cruz

Es otro de los momentos culminantes del día, junto con la Pasión y la Oración
Universal. La comunidad cristiana expresa sus sentimientos de contemplación y
adoración de la Cruz como principio de la Pascua.
78

Respecto a las formas de la “presentación” de la Cruz, parece más conveniente
la sencilla, entrando ya con la cruz descubierta y las correspondientes aclamaciones
cantadas, y no el progresivo despojo del velo.

Se puede hacer o todo en el presbiterio, sin procesión, o bien con una marcha
lenta desde el fondo de la Iglesia, haciendo en ambos casos unas aclamaciones a la
Cruz y unos momentos de silencio de adoración personal de rodillas.

Es conveniente que toda la comunidad tenga ocasión de ir a besar la Cruz,
organizando la marcha del modo más oportuno. Una adoración “colectiva”, desde sus
sitios, aunque sea con un canto, es menos recomendable, aunque a veces haya que
recurrir a ella en la imposibilidad de hacerla personalmente. No habría que tener
miedo de alargar un poco más la celebración. La acción litúrgica de hoy debe tener un
ritmo pausado: no mirar al reloj, precisamente para acortar la Pasión o para reducir
el gesto de la adoración o la comunión. Dejar que todos se acerquen y expresen su
acto de fe personal y plástica en ese beso a la Cruz.

En el modo de realizar el gesto de adoración ya no cabrían las distinciones de
antes en entre el clero y el pueblo (el clero con la genuflexión triple). Y por otra parte
muy probablemente cada uno expresara su fe y su adoración de formas diferentes:
con el beso, con la genuflexión, tocando la cruz y santiguándose, etc.

Si va a ser muy larga la adoración, se puede agilizar, no con dos cruces,
ciertamente, pero si haciendo que se pase a besar en dos filas los dos brazos de la
única cruz.

Unos cantos centrados en el sentido pascual de la Cruz de Cristo dan a toda la
procesión su justo sentido y ambiente.

Es importante que esta Cruz, grande, hermosa, expresiva –quede para toda la
jornada de hoy y de mañana como centro de toda la atención de toda la comunidad.
Estos dos días se hace genuflexión ante ella, como los demás días se hace ante el
sagrario.


La comunión

Más que como un momento culminante de la celebración, hoy la comunión es
la conclusión de la Eucaristía del día anterior, interrumpiendo también la reserva
eucarística hasta la total “novedad” de la Vigilia Pascual (desde esta celebración ya no
queda reservada la Eucaristía en la Iglesia: sino en un lugar totalmente privado.
79

Por ello la comunión de este día como lo indican las rubricas del Misal tiene una
clara sobriedad; es en silencio, sin canto comunitario. Tal vez ayudará el que uno lea
o cante lentamente el salmo 21. El mismo rito de ir a buscar la Eucaristía desde el
lugar de la reserva no tiene en el Misal ninguna solemnidad, como la tuvo ayer el rito
de llevarla.

80
6.3. VÍA CRUCIS

Bautizados y Enviados
El camino de la Cruz, camino de vida, misericordia y esperanza

Introducción

El directorio de Piedad Popular en los números 131-133 nos


enseña:

El "Vía Crucis"
Entre los ejercicios de piedad con los que los fieles
veneran la Pasión del Señor, hay pocos que sean tan
estimados como el Vía Crucis. A través de este ejercicio
de piedad los fieles recorren, participando con su
afecto, el último tramo del camino recorrido por Jesús
durante su vida terrena: del Monte de los Olivos, donde
en el "huerto llamado Getsemani" (Mc 14,32) el Señor
fue "presa de la angustia" (Lc 22,44), hasta el Monte
Calvario, donde fue crucificado entre dos malhechores
(cfr. Lc 23,33), al jardín donde fue sepultado en un
sepulcro nuevo, excavado en la roca (cfr. Jn 19,40-42). Un testimonio del amor del
pueblo cristiano por este ejercicio de piedad son los innumerables Vía Crucis
erigidos en las iglesias, en los santuarios, en los claustros e incluso al aire libre, en
el campo, o en la subida a una colina, a la cual las diversas estaciones le confieren
una fisonomía sugestiva.

El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media:
la peregrinación a Tierra Santa, durante la cual los fieles visitan devotamente los
lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las "caídas de Cristo" bajo el peso de
la Cruz; la devoción a los "caminos dolorosos de Cristo", que consiste en ir en
procesión de una iglesia a otra en memoria de los recorridos de Cristo durante su
Pasión; la devoción a las "estaciones de Cristo", esto es, a los momentos en los que
Jesús se detiene durante su camino al Calvario, o porque le obligan sus verdugos
o porque está agotado por la fatiga, o porque, movido por el amor, trata de
entablar un diálogo con los hombres y mujeres que asisten a su Pasión.

El Vía Crucis es un camino trazado por el Espíritu Santo, fuego divino que ardía en
el pecho de Cristo (cfr. Lc 12,49-50) y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino
amado por la Iglesia, que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los
acontecimientos de los últimos días de su Esposo y Señor. En el ejercicio de piedad
del Vía Crucis confluyen también diversas expresiones características de la
81
espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación;
como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el
deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la
sequela Christi, según la cual el discípulo debe caminar detrás del Maestro,
llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23)

Nuestro Camino de la Cruz asume este año la dinámica de Misión que la Iglesia quiere
acentuar. Somos Bautizados y enviados que queremos proclamar la vida y la
esperanza, y lo haremos de la mano del Señor, con nuestros santos, con la fe de la
Iglesia.

Meditación Inicial

Jesús el Señor es el Rey sereno que ilumina con la bendición de su paciencia nuestros
corazones agitados, nuestras vidas envueltas en el torbellino de la violencia, viene a
decirnos en esta marcha de fe que Él es la vida y la paz, que Él es el rey sereno que,
inclinado bajo el peso de nuestras culpas, acoge la injusta sentencia que el tirano le
impone y dispone, una vez más su corazón, para el supremo sacrificio en el que se
salva el mundo y se redime la humanidad.

Cuánto necesitamos esta infinita bondad y este amor generoso, para leer con los ojos
de Jesús todo el dolor del mundo, todas las esperanzas truncas de tantos hermanos
nuestros, todas las espinas punzantes que atraviesan la vida de la humanidad.

Al avanzar en este camino que vamos a iniciar en la fe, pidamos también la presencia
de María, la Madre de la fidelidad y de la esperanza, la que caminó siempre al lado del
Rey de la Gloria, que sube al supremo sacrificio llevando en su corazón toda la
humanidad que espera triunfar con El en la noche Pascual.

Este camino lo hacemos en clima de Misión, en respuesta a la gracia Bautismal que
nos hace enviados a proclamar la esperanza y a construir en la Iglesia la comunidad
que sigue a Jesús pero que sabe que el Señor la precede en la Pascua y la envía a hacer
vivo el Bautismo.

Avancemos meditando, contemplando y orando.
Amén.

82
XPRIMERA ESTACIÓN
JESÚS CONDENADO A MUERTE
INJUSTICIA

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de San Lucas 23,22-24

“Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que
merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Pero ellos se le echaban
encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces
sentenció que se realizara lo que pedían”

Meditación
Al escuchar el evangelio, reconocemos que muchas veces también nosotros hemos
pedido y querido que alguien sea condenado, cerrando la puerta del corazón y
abriendo el oído a las voces de quienes piden muerte y venganza, en una cultura de
odio y de resentimiento.

Contemplación
Qué bello estás, Jesús, Señor del silencio y de la misericordia. Coronado de espinas,
revestido con tu sangre. En tu rostro delante de Pilato nos permites ver en el dolor de
tantos condenados por nuestra sed de venganza, por nuestra falta de paciencia y de
amor. Danos, Divino maestro, la dicha de ser “obreros de la misericordia” de no
condenar, de aprender a gozar con el perdón que Jesús nos enseña a ofrecer siempre

Oración
Que nosotros, Bautizados y enviados, realicemos la vida en la fe. Caminemos abriendo
nuestra vida a la compasión y a la esperanza. Miremos el dolor de tantos perseguidos
a causa de su fe y con la intercesión poderosa de El Beato Jesús Aníbal Gómez,
pidamos una justicia más fiel a la verdad y más comprometida con la misericordia que
haga brillar sobre el mundo la luz de la esperanza.

María, la madre de misericordia, nos asista.
Amén.

Padre Nuestro. Ave María.




83
X SEGUNDA ESTACIÓN
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de San Lucas 9, 23
"El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame".

Meditación
La cruz es el trono de la esperanza y de la bendición. Jesús ha querido abrazarla en la
entrega generosa y fiel de sus mártires, en la vida comprometida y decidida de quienes
lo arriesgaron todo para que el amor que se ofrece en la cruz garantizara a todos la
unidad, la reconciliación, la vida, la paz.

Contemplación
¡Oh Cruz gloriosa!, canta la liturgia. Cuánto significas, madero santo, cuántos dolores
retratas, acoges, iluminas. Cuantos son los dolores de un mundo dividido por las
guerras, con cuanta saña el terrorismo ha sembrado cruces y más cruces en los
caminos del mundo, dividiendo los pueblos, rompiendo el corazón de la humanidad.

Oración
Jesús con la cruz a cuestas: mira el rostro doliente de tu Iglesia. Mira como hoy más
que nunca espera que la cruz que recibes y llevas delante de nosotros sea de verdad
la señal de la vida y de la alegría. En esta estación le pedimos a San Luis Bertrand, el
que llevó su cruz siguiendo tus huellas de Buen Pastor, que nos enseñe a caminar con
amor, a vencer la violencia que nos desangra con la fuerza valerosa del perdón, para
que la sombra del terrorismo que siembra amargura, ceda su paso al amor que
convierte el madero santo en el puente por el que pasa la vida y la paz. Que nosotros
discípulos y enviados, hagamos de la cruz la bandera de la esperanza.

María, la señora de la esperanza, nos acompañe.

Padre nuestro. Ave María.

84
X TERCERA ESTACIÓN
JESÚS CAE CON LA CRUZ POR VEZ PRIMERA
LA COMPASIÓN

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de san Lucas 12, 33-34
Vendan sus bienes y repartan el producto entre los necesitados. Tengan un tesoro que
no se deteriora, riquezas inagotables en los cielos, donde no hay ladrones que entren a
robar ni polilla que destruya. Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí tendrán también
el corazón.

Meditación
Los tesoros que el hombre acumula en este mundo tienen el riesgo de ser robados, de
corromperse. En cada dolor de la humanidad hay una oportunidad magnífica de
“invertir en la gloria que perdura” de hacerse a un tesoro en el cielo, de ofrecer al que
siente el dolor de la violencia, el sufrimiento de la enfermedad, un gesto de solidaria
ternura que le permita levantarse, que le permita superar las caídas, que le permita
recobrar la dignidad.

Contemplación
Jesús Caído que levantas caídos, dice una bellísima plegaria, danos la alegría infinita
de encontrarte en el hermano que sufre, danos la posibilidad de comprender que tus
caídas en el camino de la cruz son escuela de misericordia para aprender al levantar
al que sufre, para aprender a vivir la compasión.

Oración
Señor Caído: mira el rostro de tu Iglesia. Mira con amor a tantos que yacen en medio
del dolor, de la violencia, de la miseria. Sólo tu amor nos puede impulsar para levantar
al que ha perdido la esperanza. Solo tu bondad nos permite encontrar la fuerza
necesaria para levantarnos y levantar del dolor a cuantos necesitan nuestro aliento y
nuestra esperanza. Los Beatos Rubén López y Melquiades Ramírez, maestros de la
caridad, nos ayuden a nosotros, Bautizados y enviados, a ofrecer vida y consuelo.
María, la señora de la compasión, nos ayude. Amén

Padre nuestro. Ave María.





85
XCUARTA ESTACIÓN
JESÚS ENCUENTRA A SU SANTÍSIMA MADRE
MATERNIDAD Y MISERICORDIA

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de San Lucas 2, 34-35

Simeón los bendijo y le dijo a María, la madre del niño: — Mira, este niño va a ser causa
en Israel de que muchos caigan y otros muchos se levanten. Será también signo de
contradicción para descubrir los pensamientos más íntimos de mucha gente. En cuanto
a ti, una espada te atravesará el corazón.

Meditación
Es imposible la vida sin Madre. Las madres saben de esperanza, saben de consuelo,
saben de ternura, porque conocen como ninguno el corazón humano, porque dan la
vida que poseen, porque son la expresión más concreta del amor. María en la Pasión
Gloriosa es el amor decidido de la que, según la piedad, se cruzó en el camino de Jesús
para aliviar con su ternura el inmenso dolor de la Pasión.

Contemplación
La Madre de Dios es aquí belleza y esperanza. Cómo se ilumina este camino de dolor
cuando la Madre encuentra en el dolor de su Hijo los dolores de toda la humanidad, la
sed de vida y de alegría que el mundo tiene. La Virgen Fiel sabe de consuelo y por eso
su corazón traspasado derrama sobre el mundo el bálsamo de la misericordia, el
bálsamo de la esperanza.

Oración
Gracias, Jesús, porque nos permites gozar de la amorosa compañía de la Madre que te
tendió sus brazos en Belén y que ahora nos tiende también sus brazos fuertes, seguros,
llenos de calor y de alegría para que vivamos, sin temor, la alegría de seguirte. San
Juan Pablo Segundo que visitó nuestra tierra y que nos mostró con su ministerio
apostólico la excelsa gloria de la Madre, nos ayude a ser Bautizados y enviados en
una Iglesia Madre que regale amor y vida, que acuda presurosa al dolor de la
humanidad. María, la Madre fiel, nos socorra. Stabat Mater dolorosa. Amén

Padre Nuestro. Ave María.


86
X QUINTA ESTACIÓN
SIMÓN DE CIRENE ES LLAMADO A AYUDAR A JESÚS
CAMPESINOS Y ESPERANZA

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de san Lucas 24, 26.
Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo
cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.

Meditación
Con el detalle que acostumbra Lucas, el evangelio nos dice que Simón de Cirene venía
del campo. El hombre que es llamado para llevar la cruz viene de la dura brega en la
que se debate la vida de tantos hermanos nuestros hoy. Una nueva misión se le pide:
ayudar a quien, lento y cansado, va hacia la cima del sacrificio. Llevar la cruz de los
otros nos compromete a pensar con amor en quienes ignoramos y olvidamos, en
quienes trabajan arrancando a la tierra el sustento, en quienes nos ayudan a llevar la
cruz de la vida con su trabajo nunca bien recompensado.

Contemplación
Cuánto nos enseñan las gentes del campo, cuántas lecciones de laboriosidad y de
generosidad se nos ofrecen a quienes, ensimismados en nuestra comodidad, no
escuchamos la voz de los que de la salida del sol hasta el ocaso aprenden de la madre
tierra a dar frutos de esperanza, a quienes nos enseñan a sembrar amor, a quienes se
desvelan por ayudarnos a llevar nuestra cruz.

Oración
Jesús amado, con qué bondad miraste al Cireneo, que gratitud brotó de tu corazón
ante aquel que puso su hombro para aligerarte el camino hacia la gloria del Calvario.
Danos a nosotros Bautizados y Enviados, la alegría de mirar a los ojos a nuestros
campesinos, danos la dicha de poderles ofrecer el consuelo de nuestra gratitud. Que
el Beato Mariano de Jesús Euse Hoyos, que supo evangelizar al campesino, nos
ayude a entender que en la lejanía de las veredas se forja el corazón de quienes nos
ayudan a llevar la cruz con su trabajo humilde. La Virgen de la esperanza nos enseñe
a ser gratos. Amén.

Padre nuestro. Ave María.


87
X SEXTA ESTACIÓN
EL DIVINO ROSTRO EN EL MANTO DE LA VERÓNICA
LA VERÓNICA: EL ROSTRO DEL AMOR, LOS ENFERMOS, LOS QUE SUFREN

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de san Lucas 10, 23-24
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que
ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que
ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!».

Meditación
El Divino Rostro ha sido objeto del arte, muchos han buscado idealizarlo, pintarlo,
esculpirlo, cantarle. Qué extraño que el creyente quiera ver un rostro sobre el que el
dolor ha quedado grabado con espinas y sangre, con salivazos, con afrentas. Quiso el
Señor poner su rostro por nosotros, asumir nuestro dolor, dar la cara por nosotros
para que aprendiéramos la urgencia de reconocer en el rostro doliente de tantos
hermanos los rasgos inconfundibles del que asumió todo lo nuestro para darnos vida
y esperanza.

Contemplación
La Iglesia entera ha querido, desde el principio de su historia, buscar el rostro de Jesús
en el sufrimiento humano. Allí donde hay espinas, hay lágrimas, hay dolores, Dios nos
ha concedido ser una mano de bondad que enjugue el rostro de quienes han sido
lacerados por la pobreza, la enfermedad, la persecución, la humillación. Contemplar
allí a Jesús compromete de verdad, nos exige más amor, más cercanía, más bondad,
para quienes han perdido hasta su identidad.

Oración
Muéstranos tu rostro, Señor, déjanos ver en el dolor de la humanidad tu rostro,
concédenos a nosotros Bautizados y Enviados, la alegría de acudir con amor al lecho
del enfermo, al dolor del que lo ha perdido todo, hasta su rostro, y poderles ofrecer,
como lo hizo Santa Bernarda Buttler, el lienzo de la caridad generosa que aprende a
ver tu belleza inefable en donde la dureza de nuestro corazón trazó las líneas terribles
del dolor. La Virgen de la clemencia nos ayude a ser dulzura para todo dolor humano.
Stabat Mater Dolorosa. Amén.

Padre nuestro. Ave María.

88
X SEPTIMA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
LOS DESPLAZADOS

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de San Lucas 14, 22-24
El amo… dijo al sirviente: "Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae
aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos". Volvió el sirviente y dijo:
"Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar". El señor le respondió: "Ve a los
caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se
llene mi casa.

Meditación
Las caídas de Jesús en su camino nos permiten leer las expresiones más vivas del dolor
humano que, puestas en el corazón del Señor, nos llaman a tender la mano, a levantar,
a redimir a cuantos padecen. En esta segunda caída pensemos en el dolor del
desplazamiento, en tantos que sufren porque son arrancados de su tierra, de su
cultura, de su vida misma. Jesús sale a encontrar en las calles a tantos que lo han
perdido todo para para mostrarles un camino de luz y de acogida.

Contemplación
En el dolor del desplazamiento hay también una súplica: abramos el corazón para
acoger el dolor humano, no cerremos las fronteras ni los corazones al que necesita
una voz de aliento, pensemos que hoy Jesús mismo nos invita a salir a las calles para
decirles a los que sufren que la comunidad creyente quiere ser una casa abierta a
todos, un espacio de amor para que el que sufre sienta que Jesús es su vida y su
esperanza.

Oración
Señor Jesús de la segunda caída: abre nuestro corazón para que aprenda de ti el amor
decidido por todos los que han perdido su tierra, su cultura, su amor. Que los beatos
Eugenio Ramírez y Esteban Maya, nos enseñen a nosotros Bautizados y Enviados,
a acudir con amor al dolor de los desplazados. La Virgen de la Acogida, la que también
sintió el dolor del desplazamiento, nos ayude a ser amor de Dios para todos. Amén.

Padre nuestro. Ave María.




89
X OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS SE ENCUENTRA CON LAS MUJERES DE JERUSALÉN
LAS MUJERES DE JERUSALÉN: CONSTRUCTORAS DE PAZ

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de San Lucas 23, 27-28
Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho
y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!,
no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.

Meditación
No es posible la vida humana sin la Mujer. Ellas no sólo la dan porque la poseen, la
defienden, conservan y protegen como nadie, nunca, será capaz de hacerlo. Hay tal
don de aferrarse a la vida que, por ello, en medio de todos los conflictos, en las diversas
realidades de la vida humana, sólo ellas han podido comprender el valor de la
existencia de un modo pleno y maravilloso.

Contemplación
Las mujeres que Jesús llamó, las que siguieron sus pasos, las que le supieron acoger,
las que fueron amadas, perdonadas, sanadas por Él salen al encuentro del Señor en el
dramático Vía-Crucis de la humanidad, regalándonos su ejemplo de constancia, de
fidelidad, de amor verdadero. Dios les regala la dicha de seguir siendo el rostro
maternal que conquista la paz, que doblega la violencia con el toque siempre dulce de
sus palabras de aliento y de su heroísmo.

Oración
Jesús, acogido por las mujeres de Jerusalén, concédele a nuestras mujeres la fidelidad
ejemplar, la constancia valerosa, la ternura y la alegría de ser signos del amor que
salva, de la fuerza que perdona, de la laboriosidad que puede lograr amansar el
corazón humano y regalarnos el don de la Paz. Santa Laura Montoya, mujer fiel,
fundadora, misionera, artesana de humanidad, nos recuerde el amor que le falta al
mundo. María Santísima, la mujer nueva, la virgen fiel, condúcenos hasta el Señor de
la Paz. Stabat Mater dolorosa. Amén.

Padre Nuestro. Ave María.

90
X NOVENA ESTACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
LAS VICTIMAS DEL NARCOTRÁFICO Y LA CORRUPCIÓN

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de San Lucas.
Lucas 19, 9-10.
Y Jesús (en casa de Zaqueo) le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya
que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre
vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Meditación
La humanidad siente la fuerza que muchos males han desencadenado sobre ella
porque el corazón humano, buscando el tener, deseando el placer y ambicionando el
poder, ha perdió el rumbo y ha quedado sepultada en la honda amargura de tantas
vidas rotas, de tantos jóvenes que han malogrado su existencia, de tantos hogares que
han perdido la paz. La tercera caída de Jesús hace que el Mártir Divino tienda su mano
a los que han caído en esta espiral de muerte y de tristeza.

Contemplación
Cuántos dolores ha llorado la humanidad. Las drogas, el comercio ilegal, la
manipulación de las conciencias, la ruptura del orden social, claman al cielo y nos
piden que miremos ahora, en este camino de dolor, a tantas víctimas, a tantos
corazones rotos, a tantos seres humanos que han perdido el sentido de la vida. Para
ellos es la palabra de esperanza que resonó en la casa de Zaqueo, cuando Jesús trajo
la salvación a cuantos quieren emprender el camino del retorno al amor de Dios.

Oración
Jesús caído, Señor que llevaste el peso de todas las culpas, cordero inocente que
conoces los dolores del mundo y que limpias con tu sangre preciosa el pecado de la
humanidad, danos a nosotros, Bautizados y enviados, la fuerza para curar el corazón
de tantas víctimas del desamor. Que la vida ejemplar de los Beatos Juan Bautista
Velasquez, Arturo Ayala y Gaspar Páez nos ayude a redimir la juventud de tantas y
dolorosas esclavitudes. La Virgen de las Misericordias, madre de quienes buscan a
Dios, nos ayude siempre. Amen.

Padre Nuestro. Ave María.



91
X DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
ENFERMOS Y CRISIS EN LA SALUD

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de San Lucas 10, 33-34.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso
sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.

Meditación
El dolor humano tiene en la enfermedad la expresión más impactante. El enfermo, y
especialmente los nuestros, están sujetos a unas dolorosas condiciones en las que al
dolor de la enfermedad se suma la indiferencia de la sociedad, la ineficacia de las
instituciones y la corrupción de quienes deberían asegurar la dignidad en los
tratamientos, la honestidad en los procesos y la igualdad de derechos para todos.

Contemplación
Jesús despojado de sus vestiduras retrata el dolor de todos. Aquello que estaba
destinado para “vestir” de misericordia el dolor de los enfermos, es arrancado por la
corrupción y por la injusticia, quedando al descubierto todo el sufrimiento. Jesús hizo
suya la profecía de Isaías (cfr. Isaías 53,4) uniendo a la cruz que ahora le espera para
ser su trono, la realidad de quienes, despojados de la dignidad, ponen en él su confiada
esperanza.

Oración
Jesús despojado, varón de dolores y retrato del dolor humano, te pedimos nos
concedas a nosotros Bautizados y Enviados, acudir con la premura del Buen
Samaritano a sanar las heridas de nuestros enfermos y a prodigarles el vino del
consuelo y el aceite de la esperanza. Que la misericordia nos ayude a sanar las heridas
y a vendar con el amor generoso el cuerpo despojado de nuestros enfermos.

Que el Beato Luis Variara, que trabajó en nuestra patria por los leprosos, ruegue para
que nuestras instituciones de salud sean templos de amor y de misericordia. María
Santísima, Salud de los enfermos, nos asista con su amor. Amen.

Padre nuestro. Ave María.



92
X UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS ES CLAVADO A LA CRUZ
MINORIAS ÉTNICAS

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de San Lucas 23,33-34
Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen»

Meditación
Jesús sobre el madero santo es cosido al árbol de la esperanza y levantado, como lo
advirtió el anciano Simeón en la infancia de Jesús, como “bandera discutida” que
muestra a la humanidad entera la larga y dolorosa historia de tantos crucificados por
la violencia humana, de tantos pueblos reducidos a la esclavitud, de tantos seres
humanos a quienes se les desconoce su dignidad, a quienes se les desprecia por su
origen, por su cultura.

Contemplación
Hoy, En esta estación del camino de la Cruz, sobre el monte en el que Jesús reina sobre
el mundo, sus brazos abiertos nos hablan de amor generoso, se hacen invitación a ver
en nuestros pueblos originarios las raíces de las culturas, las ancestrales sabidurías
que intuyeron la presencia de Dios, la belleza de los valores que tantas veces
despreciamos cuando los comparamos con las falsas conquistas de una sociedad que
llamamos civilizada. En el alma de nuestros pueblos originarios Dios nos quiere hablar
y pedirnos que entendamos que son nuestra sangre, son nuestra cuna, son nuestra
identidad.

Oración
Señor Jesús, clavado a la cruz, te rogamos nos permitas ver en tus brazos abiertos una
señal de acogida generosa, un abrazo que se extiende para cubrir con misericordia y
también con admiración y gratitud a quienes son nuestras raíces, a quienes nos
enseñaron a vivir, a quienes Dios mismo les confió, como dueños primarios, la tierra,
la cultura, la belleza, la esperanza.
San Pedro Claver, apóstol de los últimos, de los esclavos y de los pobres, nos ayude a
nosotros, Bautizados y Enviados, a acoger con amor piadoso a todos sin distinción.
La Virgen que habla con amor a nuestros ancestros, nos ayude a ver en ellos hermanos
a quien amar muchísimo más. Amén.

Padre nuestro. Ave María.
93
XDUODÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS MUERE EN LA CRUZ
LA IGLESIA QUE NACE DEL CORAZÓN TRASPASADO

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de san Lucas 23, 46-47
Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y,
dicho esto, expiró. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios, diciendo:
«Realmente, este hombre era justo».

Meditación
La Iglesia empezó a nacer con la creación del mundo, “y porque es anciana, porque
Para ella fue hecho el mundo, como decía bellamente un autor antiquísimo (Pastor de
Hermas, visión 2, cap. 4, 1). Ahora, gestada en la larga historia de Israel, iluminada
con la palabra del Salvador, formada con la limitación de los hombres revestida por la
gloria del Espíritu Santo, santificada por la gracia de los sacramentos que nacen
justamente de la Pascua gloriosa, del costado del Redentor.

Contemplación
El misterio de la Iglesia brota del amor de Jesús. Esta familia quiere ser signo de vida,
de paz, de esperanza. Formada del mismo barro de la humanidad, sujeta a la inmensa
limitación del ser humano, es también, por la gracia del Espíritu Santo, comunión de
hermanos, refugio de misericordia, mensajera de alegría, consuelo para el que sufre,
casa común en la que resuena la Palabra de la Vida y en la que se sirve el Banquete del
Amor.

Oración
Señor Jesús muerto y resucitado, Pastor de la Iglesia, queremos guardar en ese
costado abierto toda la vida, toda la esperanza, toda la confianza de esta familia tuya
que, nacida del amor que alienta tu sacrificio pascual necesita toda la luz que brota de
ti para vencer sus sombras y ser luz, para iluminar sus dolores y ser bendición, para
ser misterio de esperanza que proclama tu gloria.

La piedad del Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo y Mártir, nos ayude a
proclamar, en la Iglesia tu victoria y tu esperanza. María, Madre de la Iglesia nos
acompañe. Stabat Mater Dolorosa. Amen.

Padre Nuestro. Ave María.


94
XDECIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE MARÍA
LOS GRANDES TESTIGOS DE LA FE

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del evangelio de San Lucas 23, 50-53
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, …Fue a ver
a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una
sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.

Meditación
El pueblo santo ha querido que, para esta estación, el Cuerpo del Señor amorosamente
bajado de la Cruz, venga a reposar en brazos de María. Y para que esta escena alcance
su belleza suprema, se la ha llamado “La Piedad”. Hoy queremos mirar la cruz vacía,
el lienzo que la rodea forma la letra inicial de María, de Madre, de Maestra, para que
aprendamos que es la hora de los testigos de la fe, de los mártires que proclaman la
victoria de la verdad y de la esperanza, de la Iglesia peregrina.

Contemplación
Cuántos miles de creyentes lo han arriesgado todo por Jesús. Cuántas torturas,
afrentas, mutilaciones, han cubierto de gloria la tierra entera en tantas partes. La
sangre de los mártires es la tinta con la que se escribe la victoriosa proclamación de
la esperanza, la afirmación de una fe que, mientras más se prueba, más anuncia la
fuerza de la vida que posee, más demuestra que, a pesar de todo, Jesús venció al
mundo y es rey envuelto en el lienzo de la misericordia.

Oración
Jesús en brazos de María: danos a nosotros, Bautizados y Enviados, la dicha de
apreciar la vida, la alegría, la paz de los Mártires. Que la vida fiel del Beato Pedro
María Ramírez testigo de la fe, represente los miles de testigos que nos enseñan que
solo en ti hay vida, que solo en ti hay esperanza de verdad. María, la Reina de los
Mártires nos enseñe a glorificarte con la vida misma. Amen.

Padre nuestro. Ave María.


95
XDECIMOCUARTA ESTACIÓN
JESÚS EN EL SANTO SEPULCRO
DEFENSA DE LA VIDA

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos,
Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de san Lucas 2, 28-32
El anciano Simeón tomó el Niño en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: Ahora, Señor,
según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu
Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las
naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Meditación
No se extrañe el corazón que justo en la última estación del camino de la cruz
volvamos a la infancia de Jesús, miremos al Niño que llega en brazos de María, con José
por compañía, para ser presentado como luz de las naciones, para recordarnos que la
vida que El anuncia, que Él ha asumido con humildad, debe ser acogida con amor, con
fe, con la firme decisión de proclamar sagrada toda vida humana realiza el plan de
Dios.

Contemplación
Anciano Simeón-Jesús niño ayer y hoy Cordero Inmolado, son contrastes de tiempo
que nos tocan el corazón. San Pedro, predicando en Pentecostés y citando al Profeta
Joel, recordó que el Espíritu hace que “los ancianos sueñen sueños y los jóvenes vean
visiones” (cfr. Hechos 2, 17), para enseñarnos como la vida entera debe ser amada,
debe ser cuidada porque en ella habla Dios, en cada existencia hay visiones de vida y
sueños de esperanza que nadie puede truncar.

Oración
Señor de la vida, Señor que reposas en el Sepulcro, enséñanos a defender la vida, a
proclamar su sagrada realidad, a luchar para que nada ni nadie la destruya, Que ni las
leyes ni las ideologías nos quiten la identidad gloriosa de toda vida humana, que el
aborto o la eutanasia no nos rompan la grandeza de toda existencia humana.
San Paulo VI, apóstol de la defensa de la Vida, quien visitó nuestra Patria, nos ayude
a defender toda vida humana con la fuerza de la verdad que la fe nos regala. María,
Madre del Señor, cuida de todas las vidas. Amén.

Padre nuestro, Ave María.



96
Conclusión

Amados hermanos:
El camino de la Cruz nos ha enseñado a hacer lo mismo que Jesús, a cumplir su
voluntad con generosidad, a hacer presente en el corazón del mundo su misericordia
infinita, su vedad siempre gozosa, su amor siempre luminoso.

Ahora, al concluir esta plegaria, pidamos al Señor nos asista para llevar su amor a
todos, para ser, como el Buen Samaritano, fuerza para el débil, luz para el que vive en
las sombras de la muerte, consuelo para el que sufre, alegría para el triste, paz para
los violentos, bendición para el que nos pide esperanza y aliento para vivir.

Que la Madre de Jesús, compañera nuestra, nos asista. Que los Santos que vivieron su
vida como misericordia activa y gozosa, nos hagan fieles al amor de Dios. Amén.

Bendición
Dios Padre misericordioso, que nos dejó el testimonio de su amor
en la Pasión de su Hijo Unigénito, les conceda el don admirable de su bendición para
el servicio de Dios y de los hombres.
R. Amén.

Ya que creen que por la muerte temporal de su Hijo fueron liberados de la muerte
eterna, les dé la recompensa de la vida futura.
R. Amén.

Y siguiendo sus ejemplos de humildad merezcan participar de su resurrección.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.


97
6.4. VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
PREDICACIÓN ORANTE

§ Primera lectura: Isaías 52,13 - 53,12
§ Salmo: 31(30),2+6.12-13.15-16.17+25 (R. 6a)
§ Segunda lectura: Hebreos 4,14-16; 5,7-9
§ Evangelio: Juan 18,1 - 19,42

Introducción
Para la predicación en este primer día del Triduo, se podrían meditar tres temas que
ayudarían notablemente a la comunidad:

§ El primero, corresponde al cuarto cántico del Siervo de Yahveh y la
sustitución vicarial;
§ El segundo, concierne al sumo sacerdocio nuevo ejercido por Jesús
§ El tercero, compete al significado de la Pasión en la historia de cada
uno, vista a la luz de la fe.

En esta reflexión que proponemos para el servicio que se prestará hoy a la comunidad,
desarrollaremos el primero de ellos, ya que constituye la clave de lectura de los demás.
Se sugiere realizar una lectio divina delante de un crucifijo.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El tema de este cuarto cántico del Siervo es el sufrimiento: “Fue oprimido y él se
humilló y no abrió la boca, como un cordero al degü ello era llevado y como oveja que
ante los que la trasquilan está muda, tampoco Él abrió la boca” (Is 53,7). Las
persecuciones que el siervo padecerá con gran paciencia, son un escándalo para los
espectadores. Nosotros nos resistimos frente al sufrimiento, no lo aceptamos porque
va contra nuestra lógica y contra nuestra manera de concebir la vida, es por esto por
lo que “nos escandalizamos”. Pero en realidad estos vejámenes sufridos por el siervo,
son una verdadera intercesión y una expiación por los pecados: “Y con todo eran
nuestras dolencias las que Él llevaba y nuestros dolores los que soportaba”. “Él ha sido
herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas”. “Él soportó el castigo que
nos trae la paz y con sus cardenales hemos sido curados”.

El canto parece un diálogo: En primer lugar Dios proclama un oráculo (vv. 13-15):
“Ante [mi siervo] cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán y lo
que nunca oyeron reconocerán”; en segundo lugar los reyes o pueblos toman la
palabra para excusarse de no captar el sentido (53,1-10): “¿Quién dio crédito a
nuestra noticia? Le vimos “sin apariencia ni presencia” y en tercer lugar Dios mismo
da una conclusión en favor de su siervo (53, 11-12): “Por las fatigas de su alma verá
98
luz, se saciará, por su conocimiento justificará mi siervo a muchos, por eso le daré su
parte entre los grandes”.

¿Quién puede ser este siervo? Encontramos un “sentido colectivo” en el siervo, que
adquiere plena dimensión en Cristo: es el pueblo de Israel, el pequeño resto, los
pobres-anawim- los que ponen la confianza únicamente en el Señor. La historia de
Israel se interpreta como expiación vicaria y redentora del resto, en favor de toda la
comunidad judía y de todos los pueblos de la tierra. Es la Iglesia, cuerpo místico de
Cristo, que está en el mundo de la misma manera como el alma está en el cuerpo.

Los versículos 7-9 tienen como telón de fondo la imagen del profeta Jeremías
martirizado; el Israel de la fe sufrió hasta la muerte, hasta alcanzar el país de la
esclavitud y de la tiniebla, históricamente identificadas con la prisión en Babilonia. Es,
así mismo, símbolo de los pecados del Israel histórico y de la humanidad entera. De
este desierto, de esta sepultura, el Israel muerto sería resucitado y habría revivido
gracias a la acción vivificante de Yahveh.

Abandonado en las manos del Señor, el Siervo ha obtenido aquello que no habían
obtenido ni el Israel histórico con la multitud de sacrificios rituales ni los gentiles con
su gran cantidad de sacrificios y divinidades. Por eso en él se cumplirá la promesa
hecha a Abraham de una vida perenne manifestada en la fecundidad.

Todo lo que se ha dicho del siervo de Yahveh, los evangelistas inspirados directamente
por el Espíritu Santo, lo vieron realizado plenamente en Jesús de Nazaret. Toda la
historia de Jesús desde su nacimiento, viene descrita literalmente sobre los caracteres
del siervo profético de Isaías. Es aquí donde se nos descubre el sentido profundo del
sacerdocio nuevo de Jesucristo y el significado de su pasión, muerte y resurrección.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Jesús hace suya la misión del siervo; Señor manso y humilde de corazón que anuncia
la salvación a los pobres (Luc 4,18), está en medio de sus discípulos “como el que
sirve” y va hasta las últimas consecuencias del amor en que se inspira este servicio
(Cfr. Jn 13,1-15), dando su vida por la redención de los pecadores, dispuesto a dejarse
matar para vencer la muerte y destruir el muro que nos ha dividido a causa del pecado.

Es llevado como cordero manso al matadero. Tratado como un malvado, Él extiende
sus brazos en la Cruz para abrazar al mundo con su amor llevado hasta el extremo;
“siendo de condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios y se anonadó
volviéndose esclavo” y por “su conocimiento nos ha justificado”; ha cargado sobre sí
nuestras dolencias; éramos nosotros los que deberíamos haber subido en esa cruz por
nuestros pecados, pero no fue así: Él cargó por nosotros,
99
fue flagelado en lugar de nosotros, maltratado, desfigurado, padeció la muerte en
lugar nuestro, para que la muerte fuese destruida y ya no tuviera poder sobre
nosotros: “En sus llagas hemos sido curados”.

Por eso el Padre le dio el nombre sobre todo nombre (Cfr. Fil 2,6-11), se ha cumplido
la Palabra: “Por eso le daré su parte entre los grandes ya que indefenso se entregó a
la muerte y entre los rebeldes fue contado, cuando Él llevó el pecado de muchos e
intercedió por los rebeldes” (Is 53,12).

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

El bautizado que llega a creer se transforma, por su fe madura, en otro “siervo del
Señor”. Como tal, está dispuesto a dejarse matar para que el otro viva. En esto consiste
la sustitución vicaria que ha realizado el siervo del Señor y es lo que ha actuado con
su encarnación el mismo Jesucristo. Llamarnos “cristianos católicos” exige una
autenticidad de vida; un testimonio y coherencia. El mundo le tiene miedo a la muerte;
pero no se trata de la muerte física, sino de la segunda muerte, aquella que, a causa
del pecado, hace perder la vida divina que reina en nosotros.

El creyente pierde el miedo a la muerte porque lleva en su carne todo el tiempo el
morir de Jesús, para que se manifieste que una fuerza tan extraordinaria, no depende
de él, sino que viene de Dios. El miedo a la muerte puede ser entendido también como
el miedo a perder nuestras seguridades; el otro no puede meterse en mi espacio,
porque me desinstala, me destruye, me incomoda. Como no estamos dispuestos a
“dejarnos matar”, atacamos al otro y le destruimos, no importa con qué, a lo mejor con
una palabra dura, un grito, un chisme, un engaño o una traición. Es por esto por lo que
los hogares se descuartizan; la corrupción serpentea por doquier; el egoísmo reina y
deja de ver al otro; entonces la vida del otro pierde sentido, por eso se acepta el aborto,
la eutanasia; se entra en el mundo de las drogas para escapar; rompemos la
fraternidad y nos convertimos en fratricidas: “dejamos de ser guardias de nuestros
hermanos” (Cfr. Gen 4).

Ser otros “siervos del Señor”, nos hace estar dispuestos a dar la vida; a perdonar al
que me abofetea en la mejilla derecha; a darle la capa a quien me roba el manto; a orar
por quien me persigue; a bendecir a quien me maldice; a caminar otra milla más. Ser
otro siervo del Señor significa dejarse desinstalar para que el otro tenga su espacio;
morir a mis intereses para que el otro recupere su rostro; permitir que en mí muera
el “yo” para que resucite el “tú”. Es simplemente adquirir la certeza de que, contra el
parecer de la mentalidad corriente, si acepto mi condición bautismal y me vuelvo
“siervo del Señor” moriré crucificado. Es cumplir la Palabra en cada uno de nosotros:
“Mientras nosotros morimos, el mundo recibe la vida” (Cfr. 2 Cor 4, 6ss).

100
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Un médico solía llevar a su hija pequeña consigo al momento de hacer la ronda a sus
pacientes en las casas. Cierto día, la visita fue realizada a un niño que había perdido
su vista a causa de una enfermedad prolongada. Al salir de la casa, la niña dijo a su
padre: “Papá, ¿Quiero darle mis ojos a aquel niño para que pueda ver?

Es la “sustitución vicaria”: ¡yo muero para que tú vivas! La celebración de este Viernes
Santo, nos conduce a querer morir para que muchos vivan. Sólo quien tenga esta
relación íntima con Jesucristo, porque le ha llegado a conocer, podrá experimentar el
gozo de anunciar el Evangelio. Esta intimidad continua con Jesús, hará experimentar
un dolor profundo por quienes no han llegado a conocer la perla preciosa, el tesoro
escondido, la buena noticia del Evangelio. Si sufren, si no son felices, es porque la Vida
no ha llegado a estos hermanos. El Santo Padre el papa Francisco, nos ha animado a
vivir con “olor a oveja”, a vivir una Iglesia en salida con profunda y convencida acción
misionera. Son tantos los hombres y mujeres, niños y jóvenes que no conocen la
alegría del Evangelio. La “Iglesia existe para evangelizar, esta es su razón de ser más
profunda” (EN 14).

El Evangelizador es el santo, nos decía el papa San Juan Pablo II, la solución para la
crisis que vivimos hoy es la Santidad, también nos lo ha anunciado San Pablo VI. El
Concilio Vaticano II, ha puesto para nosotros en la Lumen Gentium un capítulo entero
dedicado a reflexionar sobre esta llamada a la santidad dirigida a todos los bautizados.
El santo se olvida de sí mismo y entrega la vida sin reservas marcada profundamente
por el sufrimiento: la Cruz es la puerta estrecha y sólo quien entra por ella, se salva.

Este día viernes, es realmente una oportunidad para hacer entender en nuestros fieles
la importancia de la participación en la celebración litúrgica de la muerte del Señor,
en el significado profundo que tiene la adoración de la cruz y en la alegría de comulgar
en un solo corazón y una sola alma. Si lográsemos redescubrir la misión que tenemos
como miembros de la Iglesia al tomar conciencia de ser “otros siervos del Señor” en la
vida cotidiana, este triduo pascual será una verdadera ayuda en el proceso de
madurez en la fe que llevan nuestros fieles y conducirá a fortalecer la identidad
bautismal en cada uno de ellos.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Es importante explicar el sentido del Silencio de la procesión de entrada y
luego la Postración delante del altar sin manteles.

101
2. Así como el Domingo de Ramos, para la lectura de la Historia de la Pasióndel
Señor, el sacerdote puede hacerse ayudar de lectores, reservándose siempre
lo correspondiente a Cristo (Cf. rúbrica del Misal,).

3. Hoy la Oración Universal tiene un carácter especial, por eso su forma es
distinta a la forma cotidiana: está compuesta de invitatorio, silencio, oración.

El diácono es quien desde el ambón dice el invitatorio que indica la intención
por la cual se va a orar; si no hay diácono, un ministro laico, bien preparado,
puede hacer estos invitatorios.

4. La Cruz es signo sagrado porque desde ella Jesús nos revela el amor
misericordioso que salva. La comunidad cristiana expresa sus sentimientos de
contemplación y adoración de la Cruz como principio de la Pascua. Solamente
en este día y mañana se hace genuflexión al pasar frente a ella.

5. La celebración central de este día es la Muerte del Señor. Según una laudable
tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada
y festiva la oración del Viernes Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de
Lectura hasta concluir las dos lecturas, se añaden los cánticos y el evangelio;
igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y
se concluye con la Hora como en el Ordinario.

Para este Viernes Santo, Pasión del Señor, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice
I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2059 ss.

6. Se puede hacer la oración de bendición sobre el pueblo, propia para este día,
Misal, pág. 188.

7. Hoy se realiza la colecta para los Santos Lugares, la cual sería necesario
ambientar y hacer con todo afecto. La difícil situación de la Iglesia en Tierra
Santa obliga en caridad a ser solidarios.

8. Catequesis de Actos de Piedad Popular:

§ Donde hay la costumbre popular de hacer la dramatización del
descendimiento de Jesús, debe hacerse en forma digna, acompañado por
cánticos a Cristo Salvador o a la Madre Dolorosa. Igualmente, si se hace
“unción” de imágenes, se recomienda hacerlo con aceite perfumado para
cuidarlas debidamente.

102
§ La Vía Crucis: Para evitar confusiones se podría emplear la forma
tradicional, hacerse con sencillez y agilidad, incluir en cada estación una
motivación para la oración; las estaciones pueden alternasen con los cantos
tradicionales de las mismas y con algunos cantos sencillos; las Imágenes
Sagradas pueden disponerse de modo que ilustren adecuadamente este
Santo Ejercicio. Puede seguirse el Vía Crucis del Encuentro que ofrece el
Departamento de Liturgia.

§ Las Siete Palabras: Han de valorarse por el carácter pedagógico y
evangelizador que puede imprimirse a este ejercicio piadoso, deben
encomendarse a personas bien preparadas, don un mismo tema y revisión
de lo que se ha de decir. Puede consérvese la bella tradición de ir apagando
siete cirios, cada uno al fin de cada una de las reflexiones.Nada obsta que
pueda usarse el incienso al inicio y al final.

§ La Procesión del Santo Sepulcro: Hágase, donde se tiene, con piedad,
solemnidad y con una catequesis oportuna, que sea ocasión de oración.

§ Sepulcro o “Humilladero”: Acompañar la religiosidad popular
enriqueciéndola con textos bíblicos, oraciones que evangelicen el sentido de
Jesús “contado entre los muertos”. Si es el caso, acompañar la devoción de
los “mil jesuses” purificando elementos de superstición.

103
6.5. VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
ABRIL 19 DE 2019

Monición inicial
La liturgia de la Palabra es el anuncio de que la salvación está presente. Mediante la
escucha atenta de la Pasión, la adoración de la cruz y la participación en la comunión,
en esta pascua, se nos anuncia la alegría de poder ser otros “siervos del Señor”
capaces de dar la vida por nuestros hermanos y testimoniar la victoria de Jesús sobre
la muerte. La cruz nos hace ver la luz de Cristo que ilumina a quienes vivimos hoy en
tinieblas y sombras de muerte. El silencio prolongado en este momento permite que
el Señor hable con potencia.

Monición a la postración
La postración rostro en tierra es el gesto más completo de humildad que una persona
puede hacer ante Dios, rico en misericordia. En este día lo hace el ministro que preside
la celebración. Nosotros lo acompañamos colocándonos de rodillas.

Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra expone nuestro itinerario de fe. Cada uno de nosotros experimentamos en
nuestra vida cotidiana la necesidad de ser acompañados en el camino por la fuerza de
la cruz. “Ser otros siervos del Señor” en el mundo presente, nos convierte en luz del
mundo y sal de la tierra. Recordemos que “Mientras nosotros morimos el mundo
recibe la vida” (2Cor 4).

Monición a la Oración Universal
Cristo en la cruz oró por todos sin distinción alguna. Nosotros, siguiendo su ejemplo,
oremos por las necesidades e intenciones de la Iglesia y del mundo entero.

(En este día se hace la forma solemne prevista en el Misal).

Monición a la Adoración de la santa Cruz
La cruz del Señor es el símbolo de nuestra salvación. Nuestra fe en el Crucificado
es el fundamento de nuestra esperanza. Al acercarnos procesionalmente a la cruz,
reconozcamos a Jesús como nuestro único Salvador y Redentor, y adorémoslo.

Monición a la Sagrada Comunión
Hoy no celebramos la Eucaristía. Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la
celebración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la
unión con Aquel que se entregó por nosotros en la cruz.


104
Monición final
Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a
su propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de María Santísima,
prolonguemos en el silencio de hoy y de mañana la contemplación del Misterio de la
Pasión, y preparémonos al gozo de la Resurrección.

105
6.6. HOMILIA LITURGIA DE LA MUERTE DEL SEÑOR

SILENCIO, PALABRA, PLEGARIA, CRUZ, COMUNIÓN, SILENCIO.

Casi siempre nos detenemos en tres palabras. Hoy lo haremos en seis, porque seis
palabras definen esta tarde sacrosanta en la que la Iglesia conmemora la Muerte del
Cordero Pascual, el que “quita el pecado del mundo”54la inmolación del Salvador del
mundo, su triunfo misterioso y contradictorio, su victoria que contrasta con las falsas
victorias del mundo, su trono de rey trocado en un madero y la diadema preciosa de
los reyes, trocada en una corona cuyas espinas alcanzan a traspasar el duro corazón
de la humanidad.

Silencio
Hemos comenzado en silencio, porque sólo en silencio se puede escuchar el palpitar
del Corazón del Crucificado, que, agitado en la agonía lanza sobre el mundo los rayos
inefables de la misericordia. Silencio y postración, como para decirle a la tierra que se
estremezca porque está bañada por la sangre inocente del mártir Divino, y de solo
pensar que sobre este mundo ha caído una sola gota de esa sangre divina, el orbe
entero se debería estremecer de gratitud.

Palabra
Isaías55, en dramática secuencia de dolores, nos enseña que el Dolor del Siervo de Dios
se hace redención de todos nuestros males, porque el Humilde Señor que sube al
Calvario asume en su cuerpo santo todos los dolores y todos los desamparos, todas
las vidas desechas de los hombres, todas las angustias y las penas del mundo.
Luego el Salmo, el Salmo 30, es ofrenda de la vida, como queriéndonos representar el
instante en que las manos traspasadas del Salvador, recogen los pecados del mundo y
los lava en acto de misericordia. La Carta a los Hebreos56 nos enseña que, por la
obediencia del Hijo, por su entrega amorosa, nos es dada la salvación. Luego el
Evangelio nos va llevando por el camino iluminado de una historia de amor que es la
Pasión del Señor.

Plegaria
Hoy la Iglesia, trasforma en oración la esperanza de la humanidad. Las intenciones de
la Oración Universal concentran a los pies del Señor de la vida toda la humanidad. Hoy
seamos Iglesia orante, Bautizados y enviados que prenden a orar y que recogen en las
manos unidas de os creyentes los dolores y esperanzas del mundo.

Cruz
54
Juan 1, 29.
55
Isaías, 52, 13- 53,12
56
Hebreos 4,14-16. 5,7-9
106
Hace poco en el Via Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, el Papa
Francisco nos enseñó cómo se está junto a la Cruz:
“ Enséñanos Señor a estar al pie de la cruz, al pie de las cruces; despierta esta noche
nuestros ojos, nuestro corazón; rescátanos de la parálisis y de la confusión, del miedo y
de la desesperación. Padre, enséñanos a decir: Aquí estoy junto a tu Hijo, junto a María
y junto a tantos discípulos amados que quieren hospedar tu Reino en el corazón”57.

Comunión
Porque Jesús está vivo, porque la muerte fue vencida, por eso lo podemos recibir en
esta tarde, porque el que viene a nuestra boca y al corazón es el huésped que colma
con su gracia la vida nuestra.
Que nos prepare a recibirlo la fe de María, discípula fiel que, a la vera de su Hijo y su
Maestro, de su Señor y nuestro amado,

Silencio
Otra vez, para que no se entretenga el corazón en las cosas pasajeras de la vida, sino
para que se fije una meta de gloria junto al Glorioso Pastor del Rebaño, que, sobre el
madero, “muerto se ha quedado, el pecho del amor muy lastimado”58 . Velando en
oración, los discípulos de Jesús queremos aguardar la Resurrección del Señor, de
modo que la luz pascual y el jubilo de la fiesta del triunfo del Maestro, rompan el
silencio, desplieguen la Palabra, llenen de alegría la cruz, nos unan en la Comunión y
nos permitan contemplar eternamente al que es la vida y la paz de todos. Amén.

57
Papa Francisco. Viaje Apostólico a Panamá. Jornada Mundial de la Juventud. Vía crucis.
58
San Juan de la Cruz. El Pastorcico.
107
6.7. EL TESTAMENTO DE JESÚS
LAS SIETE PALABRAS

EL TESTAMENTO DEL AMOR CONFIADO A LOS BAUTIZADOS Y ENVIADOS

INTRODUCCIÓN

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

De la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios:
I Cor. 1, 18-25.

E
l mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los
que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios. Porque está escrito:
"Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los
inteligentes". ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el hombre culto? ¿Dónde el
razonador sutil de este mundo? ¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría
del mundo es una necedad? En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no
reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a
los que creen por la locura de la predicación. Mientras los judíos piden milagros
y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un
Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero
fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como
griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres,
y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Amadísimos hermanos:

Cada tarde de viernes santo, siguiendo la amada tradición de nuestro pueblo,
asistimos reverentes a la cátedra del amor y de la misericordia, al testamento del
Divino Maestro, en el que, tomando con amor piadoso la palabra que los Evangelistas
recogieron, los creyentes meditamos, iluminamos con estas palabras los dolores del
mundo y, finalmente, entendemos porqué Jesús desde la cruz tenía ante sus ojos la
historia de la humanidad y porque en aquella hora postrera de sus labios resecos por
la crueldad de los tormentos, fueron brotando:
el perdón, la esperanza,
la ternura, el consuelo,
el agua viva, la paz
108
y la bendición.

Si, siete mensajes, siete veces el amor en oferta generosa, para que la humanidad
comprenda que “las palabras del que murió en la cruz” tiene la capacidad de atravesar
la barrera de los siglos, para resonar en el alma del pueblo creyente y para hacer que
de este manantial de esperanza del que brotan siete torrentes de gracia, pueden beber
siempre y en todas partes, no solo los que amamos a Jesús como Señor, sino también
los que saben que el Evangelio siempre será buena noticia, siempre sabrá leer en el
corazón de todos la huella del amor de Dios.

Aprendamos a estar junto a la cruz, entremos en el aula inefable de la vida y de la
esperanza, que como decía el Papa Francisco en Panamá, “ Enséñanos Señor a estar al
pie de la cruz, al pie de las cruces; despierta esta noche nuestros ojos, nuestro corazón;
rescátanos de la parálisis y de la confusión, del miedo y de la desesperación. Padre,
enséñanos a decir: Aquí estoy junto a tu Hijo, junto a María y junto a tantos discípulos
amados que quieren hospedar tu Reino en el corazón”

Amén.


PRIMERA PALABRA

Del Evangelio de San Lucas Lc. 23, 34.
«Jesús dijo:
—Padre, perdónales
porque no saben lo que hacen.»

Amadísimos hermanos:

Una de las más dolorosas experiencias del mundo en el que vivimos es la obstinación
en el odio y en el rencor. Cuántos conflictos y cuantas guerras se hubiesen evitado si
las partes en conflicto hubieran contemplado en su lenguaje esta palabra preciosa que
sale de los labios del Mártir Divino: Perdón.

El perdón es un don de Dios con el que el que lo pide se llena de nobleza, el que lo da
revela la obra de la misericordia en su vida. En este mundo tan convulsionado, hoy
Jesús nos propone como punto inicial de su cátedra de misericordia en el altar de la
cruz esta expresión que rompe el silencio de su pasión y que nos revela su amor
infinito.

Mas la lección es completa: tiene dos direcciones que nos iluminan la vida, porque
inicialmente se dirige al Padre con una confianza llena de amor por los otros, al punto
109
de que, para hacer más evidente la urgencia, Jesús agonizante le propone al Padre una
fórmula que rebosa en compasión: “…porque no saben lo que hacen”.

Si miramos al momento histórico de la Pasión, ante Jesús están las autoridades judías
rebosantes de envidia y de amargura. No podemos afirmar su ignorancia porque
conocían las Escrituras y habían repasado muchas veces los dolorosos trinos del
Cántico del Siervo Doliente, leídos en la solemne liturgia de esta tarde, porque habían
escuchado y hasta cantado las estrofas del Salmo 21 que entonábamos el Domingo de
Ramos59.

Ellos no pudieron tener solo una intuición.
Sabían desde el principio que lo que Jesús dijo en la Sinagoga de Nazaret se había
estado realizando en cada una de las acciones de Jesús. “Hoy se cumple esta
escritura…”(cfr. Lucas 4, 21) es una expresión que se puede aplicar muchísimas veces
a las acciones de Jesús, como bellamente nos lo recordaba el evangelio de San Juan,
precisándolo con la fórmula “para que se cumpliera la Escritura” 60 .

Para ellos, en primer lugar, hay perdón porque el amor de Dios supera la mezquindad
del rencor humano y va hasta el corazón herido también por la ponzoña del pecado
que ha envenenado a quien sabiendo ignora, a quien conociendo las realidades
prefiere contradecirlas.

Pero, en segundo lugar, también junto a la cruz hay una serie de personas que están
allí cumpliendo las órdenes de Pilatos, acatando la instrucción de los centuriones,
acaudillados hasta con amenazas, por quienes tramaron la muerte de Jesús. Esta otra
ignorancia debió quedar confundida ante el terrible espectáculo del Crucificado,
porque el Centurión luego hará proclamación de su propia experiencia “en verdad
este hombre era justo”61.

Cuánto nos cuesta perdonar, cuánto nos cuesta pedir perdón. Qué bueno fuera que
comprendiéramos que el que puede enseñarnos es hoy nuestro maestro en esta hora
sublime, que el que puede establecer el pacto de esperanza y de misericordia entre
Dios y los hombres para que nuestro mundo convulsionado y lleno de amarguras
pueda sentir el bálsamo saludable de la reconciliación.

Bautizados y enviados para hacer viva en la Iglesia y en el mundo la Palabra
salvadora del Señor, busquemos, con la gracia del mismo Señor de la esperanza, que

59
Leccionario Dominical. Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, Primera lectura y Salmo Responsorial.
60
Mírense por ejemplo las citas de Juan 12, 38, 15, 25; 17, 12; 19, 24 en el que se citan pasajes proféticos cumplidos
en la Pasión.
61
Lucas 23, 47.
110
podamos sanar las heridas que la violencia, la incomprensión, la impaciencia, han
causado en el corazón de la humanidad.

Jesús, el paciente, el Justo, ha querido hacer de la culminación solemne de su sacrificio
una escuela de esperanza y de justica.
Constituido Salvador, Señor y Mesías, como le habían llamado los ángeles de la
Navidad62, nos manda ahora a llevar la gracia de su perdón y a inaugurar el Reino de
la clemencia y de la esperanza.

Aprendamos a perdonar, como el Señor nos perdona, para que un día, llamados a la
presencia del Juez de la historia, merezcamos la misericordia que hemos ofrecido en
la vida. Amén.

Oremos.

Ten misericordia de tu pueblo, Señor,
perdona sus pecados
y haz que tu indulgencia
aleje de nosotros lo que merecen nuestras ofensas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén. 63

62
Cfr. Lucas 2, 11.
63
Misal Romano. Colecta Misa por el perdón de los pecados.
111
SEGUNDA PALABRA

Del evangelio de San Lucas Lc. 23, 39-43.
«Uno de los malhechores colgados lo insultaba: ¿ No eres tú el Mesías? —
sálvate a ti y a nosotros. El otro le reprendía:
—y tú, que sufres la misma pena ¿no respetas a Dios?. Lo nuestro es justo pues
recibimos la paga de nuestros delitos, este , en cambio no ha cometido ningún
crimen. Y añadió: —Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le
contesto:
—Te lo aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.»

San Lucas, rigurosamente, nos ofrece en su relato de la Pasión, esta expresión que,
para ser más precisos, trascribe el diálogo que se desarrolla en el espacio más insólito,
en las circunstancias más singulares.

El patíbulo del Señor está sobre el monte. En la rocosa formación desde la que se ve la
ciudad de Jerusalén, se elevaban las cruces de los maleantes. Hoy allí hay tres
crucificados. Pensamos que, al centro estaría Jesús y que los otros le acompañan. La
tradición incluso los ha nombrado con los sugestivos nombres de Dimas y Gestas.

La Cruz es el trono de la misericordia y el árbol frondoso en el que anida la esperanza.
Su fruto es el amor, como bellamente lo cantaba esta tarde la solemnísima liturgia de
la Muerte del Señor:

¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!64

En ese trono de la misericordia se encuentran las vidas de los ladrones con la del
Señor. Cada vida está marcada por sentimientos bien diversos, y el solo dato de que
estos hombres fueran condenados a muerte nos indica que su vida debió ser una suma
de complejidades.
Más ahora no nos compete juzgarlos nuevamente. Sólo nos toca mirar que , en medio
de la desesperación de muerte que llega, uno se retuerce en la angustia, otro habla al
compañero de suplicio, del “mismo tormento” como el mismo lo dice. Y allí en tal dolor
hay una petición. La petición habla de reino. “tu Reino” es una expresión que ya oímos
en el Juicio en la Lectura de la Pasión.

64
Misal Romano. Viernes Santo, Adoración de la Cruz, Himno Crux Fideles.
112
¿Qué reino podrá esperar un pobre condenado? No alcanzamos a intuir cómo pudo
enterarse de la palabra constante de Jesús que habló del Reino y que, incluso lo dibujó
admirablemente en sus Parábolas tan bien guardadas por los evangelistas. Pero lo
cierto es que pide un recuerdo en el Reino. Acuérdate de mí, dice, pensando quizá en
una vaga idea de eternidad que pudo haber escuchado, si es que acaso oyó hablar de
algo semejante.

Anunciar el Reino será la misión de la Iglesia en el trascurso dramático de su historia,
corriendo el riesgo de que se piense que el Reino de Dios pueda coincidir con los
modos de los reinos humanos.

Los reinos del mundo son regidos por monarcas pasajeros, herederos de nobilísimas
estirpes. Lo que nos admira es que, en el marco dramático de aquella tarde, la Cruz se
vuelve trono para un monarca que reina con la fuerza del amor y con la gloria de su
clemencia. Su Reino no coincide, aunque muchos quisieran, con los reinos de este
mundo obsesionados en el poder, en el placer, en las cosas que pasan.

Por eso la predicación del Reino que compete a toda la Iglesia misionera, debe dejar
muy claro que Jesús es misericordia, que su poder se ha ganado en el duro combate
de la Cruz, que ha sido coronado de espinas y revestido de la púrpura de su sangre,
que su reinado se extenderá eternamente, conforme al anuncio de San Lucas en el
mismo día de la encarnación: “ Reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino
no tendrá fin”65.

Infinita tendrá que ser la paciencia que nos asista para predicar la esperanza que
ilumina el Reino cuando el mundo se debate en la violencia. Infinita la misericordia,
cuando el mundo se debate en la dolorosa experiencia de la violencia, del desamor,
del odio.
Señor y Rey: Hoy necesitamos recuperar la esperanza. Hoy queremos pedirte que nos
abras las puertas del Reino con la llave “que abre al desterrado las cerradas puertas
del regio palacio” y que es la cruz gloriosa en la que te constituyes en administrador
de la justicia y en dispensador de la clemencia.

Haz que no cesemos de predicar, con corazón misionero y gozoso, que nosotros,
Bautizados y Enviados, somos los heraldos del reino de la vida y de la paz. Danos la
alegría de entrar contigo en la vida verdadera. Amén.

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno,

65
Lucas 2, 33.
113
que quisiste restaurar todas las cosas
por tu amado Hijo, Rey del universo,
te pedimos que la creación entera,
liberada de la esclavitud del pecado,
te sirva y te alabe eternamente.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos66.


66
Misal Romano. Colecta Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
114
TERCERA PALABRA

Juan 19 26-27
" Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre,
María de Cleofás y María la Magdalena. Jesús, viendo a su madre
y al lado al discípulo predilecto, dice a su Madre:
—Mujer: Ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo,
— ahí tienes a tu Madre."

En la Tercera Palabra de Jesús en la cruz nosotros pensamos en Ella, la Madre dolorosa
que está junto al madero santo, como nos lo acaba de recordar el Evangelio de San
Juan.

María será siempre la mujer de la escucha. El Papa Francisco nos lo dijo en Panamá:
Ella no solo creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios, se animó
a decir “sí” para participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una misión, se
enamoró y eso lo decidió todo67.

María en el calvario nos enseña a estar con valor, a entender que los Bautizados y
Enviados necesitamos la fuerza y la entereza de la que está allí, contemplando la
pasión y viviéndola en su corazón traspasado.

En María la cruz es una verdad anunciada en la profecía del día de la Presentación del
Niño en el templo de Jerusalén: “ este está puesto como signo de contradicción… y a ti
una espada te traspasará el alma”.68. Por eso Dios había escogido un corazón capaz de
llenarse de júbilo ante las maravillas de su amor, pero con la suficiente fuerza para no
desfallecer ante el drama que ahora, en la tarde de la agonía, contemplamos con fe.

Ella se entiende a sí misma como misionera de la vida que sabe llevar del mismo modo
gozoso y esperanzador las bendiciones de Dios y también la experiencia de su unión
con la Cruz de su Hijo, con la muerte gloriosa del Señor de la vida.

Jesús en la Cruz envía a María. Mirándola con esta óptica misionera, comprendemos
que la Madre es llamada y enviada a cumplir con la misión de acompañar y enseñar a
los discípulos.

Seguir a Jesús es aceptar el regalo de su palabra y también el regalo de la Madre que,
en adelante, recibirá en el discípulo a todos los que en el decurso de la historia quieran
vivir al estilo de Jesús.

67
Papa Francisco. Viaje apostólico a Panamá, Jornada mundial de la Juventud. Misa de Clausura.
68
Cfr. Lucas 2, 34b-35.
115

Ella será la mujer misionera de la esperanza porque su misión maternal une a esta
virtud la urgencia de proponernos el modelo de las mujeres gloriosas que se concretan
en María para renovar y vitalizar el papel definitivo de la mujer y su participación
generosa y fiel en la experiencia misionera de la Iglesia.

Por fortuna nuestra cultura y nuestra fe iluminada ha reconocido desde siempre el
papel de la Madre de Jesús que inaugura, por decirlo desde la fe y desde los hechos, el
camino de la Iglesia con su ejemplo de constancia y con su intercesión poderosa.

María le enseña a la Iglesia peregrina y misionera que es necesario imitar la actitud
con la que asume la vida, el sacrificio de su hijo, aprendiendo a vivir en la fidelidad,
asumiendo como camino de salvación la Pasión dolorosa en la que Jesús hace brotar
de su corazón la Iglesia misma, la que será acunada en el amor generoso de la que tuvo
el valor de acoger como primeros destinatarios de su función maternal a los
despiadados que clavaron en Cruz al hijo de sus entrañas.

¡Quién lo creyera! los primeros hijos de la Madre Dolorosa, los primeros alumnos de
esta Maestra de la fe y de la vida, son los aterrados testigos de la muerte, asombrados
todos porque en el Calvario surge victoriosa la que será madre de la vida y de la
verdad.

En esta palabra pidamos al Señor que a nosotros Bautizados y Enviados, la
contemplación de la fortaleza y de la fidelidad nos haga instrumentos de la paz.

En aquella tarde santísima, cuando Jesús entregó su vida por nosotros, la Madre
recibió un “envío misionero”. Fue enviada a cuidar de los discípulos del Señor, del
grupo de los llamados, de todos los que en el transcurso de los tiempos pudieran
encontrar en el corazón de la Iglesia también misionera, la luz de sus vidas.

Hoy, al contemplar este amor de Dios, oramos tomando las palabras con las que el
Papa Francisco concluyó el Via Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud:

Enséñanos Señor a estar al pie de la cruz, al pie de las cruces; despierta esta noche
nuestros ojos, nuestro corazón; rescátanos de la parálisis y de la confusión, del miedo y
de la desesperación. Padre, enséñanos a decir: Aquí estoy junto a tu Hijo, junto a María
y junto a tantos discípulos amados que quieren hospedar tu Reino en el corazón. Amén.69

Oremos:

69
Papa Francisco , Viaje apostólico a Panamá, Jornada Mundial de la Juventud. Via Crucis.
116
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti Llamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que nos hagamos dignos de alcanzar
las promesas de Cristo. Amén.

117
CUARTA PALABRA

Del Evangelio de San Marcos 15,35

«A media tarde Jesús gritó con voz potente:
—Eloí, eloí, lemá sabaktani.
Que quiere decir:
Dios mío, Dios mío,
¿porqué me has abandonado?».

Amados hermanos:
En las antiguas y hermosas formas de la celebración de la liturgia de la Semana Santa
existió un ritual que muchos extrañan: la denudación del altar. Este rito, se prescribía
así, tenía como fondo una lectura dramática y a la vez piadosa del Salmo 21 mientras
que los ministros sagrados despojaban de los manteles el ara santa.

Esta palabra del Señor es, literalmente, un grito de dolor que encierra una pregunta,
es la voz de Jesús que recoge la voz de la humanidad, es la voz de los que aún no
conocen al Señor. El señor ha querido asumir de modo total la realidad de nuestra
carne.

Caminando con nosotros hizo suyos los dolores del mundo y se “apersonó” de
nuestras esperanzas y de nuestras preguntas.

El es la sabiduría misma que puede colmar la aspiración de la humanidad pero toma
consigo la dramática realidad de quienes, como tantas veces lo experimentamos,
vemos cómo el horizonte del mundo se cierra, como las dudas llenan las vidas de
todos, como nos golpean las realidades humanas más dolorosas que han tocado
incluso el corazón mismo de la Iglesia, la esencia misma de los grandes valores que
sostienen la vida de los creyentes.

Jesús clama al Padre porque entre ellos hay comunión. Pero también sabemos que
esta palabra retrata la humanidad que pierde el horizonte de sus esperanzas, esta
palabra es un eco de lo que siente un mundo en el que se reclama a Dios por lo que
podríamos hacer los hombres.


Para un mundo en el que se pierde con frecuencia el horizonte, que bueno pensar
desde esta palabra en la necesidad de volver a creer de verdad en el amor de Dios que
no desampara, que no abandona, que ama con generoso corazón a quienes ponen su
confianza en la fuente de la verdad y de la vida.

118
En un mundo en el que muchas cosas esenciales resultaron relativas, se nos pide
coherencia y también disponibilidad para emprender nuestra misión de bautizados y
enviados siendo signos de consuelo y de esperanza. Por eso, cuando el dolor nos
encierra y abruma, cuando la angustia nos sume en lo que el mundo de hoy define
como depresión, el corazón del creyente ha de recordar que Jesús Maestro es el
consuelo del mundo, Él la alegría que, como Jesús nos enseñó, “nadie nos puede
arrebatar”70.

De la Cruz nace la alabanza, del dolor, la paz, del perdón nace la esperanza, de la fe de
los discípulos nace un mundo nuevo, sin dolor, sin lágrimas, nace la alegría. Por eso,
en esta Palabra, pidamos al Divino Maestro que nos arranque del alma la pesadumbre
y el desconcierto y que una y mil veces más nos libre del terror y de la angustia para
asumir la fe como tabla de salvación y como expresión de nuestra confianza en la luz
que brota de la cruz.

Somos misioneros de la alegría y de la paz. La difusión del Evangelio nos pide ser
también evangelio, buena noticia, proclamación vivificadora de la esperanza que
tantos pierden, de la luz que llene tantas tinieblas, de la vida que haga resucitar la
comunidad de los creyentes que surge el día en el que Jesús nos mostró con su amor
que todo puede ser vencido, incluso la misma muerte, cuando nos proponemos vivir
como Él nos enseñó.

Para un mundo en el que muchos y en muchas partes piensan que Dios nos ha
abandonado, vale la pena recordar que en el calvario la esperanza se vuelve luz, la vida
renace y da fruto generoso el árbol santo para traer dulzura al corazón amargado por
la desolación y la desesperanza.

Jesús nos convoca a todos, nos une a su palabra pero también nos dice que el Padre
está de nuestra parte y sabrá acoger la oveja que, en brazos del Buen Pastor llega hasta
la puerta de la misericordia, para decirnos que aprendamos el cántico de Moisés para
que en la Pascua que mañana celebraremos podamos decir: “mi fuerza y mi poder es
el Señor, él fue mi salvación, yo lo alabaré” 71. Amen, amén.

Oremos72:
Dios de bondad, tú conoces que por nuestra fragilidad
no llegamos a sobrellevar tantos peligros que nos asechan;
concédenos la salud corporal y espiritual
para que, ayudados por ti,

70
Cfr. Juan 16, 22.
71
Cfr. Éxodo 15, 2. Cántico de Moisés.
72
Misal Romano. Oración Colecta de la Misa en cualquier necesidad.

119
superemos los padecimientos causados por nuestros pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

120
QUINTA PALABRA

Del Evangelio de San Juan 19,27
" después, Jesús,
sabiendo que todo había terminado,
para que se cumpliera la escritura dijo:
Tengo sed."

Cuando el drama del Calvario llega a su cima más alta, el Señor toma, una vez más la
voz del Salmista:

“estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados, mi corazón como cera
se derrite en mis entrañas; mi garganta esta seca como una teja, la lengua se me pega
al paladar”73

Esta palabra ha inspirado muchas experiencias de fe. Santa Laura Montoya
elevadísima figura de Misionera y de Mística, y Santa Teresa de Calcuta, corazón lleno
de caridad y de compromiso han tornado esta expresión en el lema de sus vidas y de
sus institutos. Sabemos que sus vidas se alimentaron de esta palabra y la sed de Jesús
fue en Laura sed de almas y en Teresa sed de todos los dolores del mundo.

No es la primera vez que Jesús tiene sed. El humilde poema que cantábamos de niños
decía “no pidas agua mi niño, no pidas agua mi bien, que los ríos bajan turbios y no se
puede beber”74 .

Pero también en san Juan, el que toma esta palabra de los labios resecos de Jesús, justo
cuando acaba de ser recibido como hijo por la Madre del Señor, la sed de Jesús se
expresa en el brocal del pozo en el que la Samaritana le aguarda, como cantó alguna
vez Aurelio Martínez Mútis en la Epopeya de la espiga:

“El oro de la tarde caía lentamente; era el paisaje místico y sonoro, y había, cabe el
amplio sicómoro, blanda esencia de mirra en el ambiente. El copioso sudor de la jornada
humedeció las sienes del Rabino, que traía la veste desgarrada por todas las tristezas del
camino”75
Esta sed se vuelve liturgia sublime, soberana, y por eso el prefacio del tercer domingo
de Cuaresma dijo: “sintió sed de la fe de aquella mujer”76 y cuando le explicó a la

73
Salmo 21(22) 15-16.
74
Romance de la Virgen y el Ciego. Del acervo popular español.
75
Aurelio Martínez Mutis: La epopeya de la espiga. Poeta colombiano.
76
Misal Romano. Prefacio del III Domingo de Cuaresma. La Samaritana.
121
humanidad cómo del corazón del que tiene fe surgen “torrentes de agua viva que saltan
hasta la vida eterna”77.

La sed del Maestro, del eterno caminante, del compañero de dolor y de esperanza de
la humanidad, aguarda la generosidad y la alegría con la que los que buscan el bien
emprenden el camino misionero que la Iglesia quiere recorrer hasta llegar al corazón
sediento de los hombres y mujeres que aguardan la fe.

Y, cómo hay sed, hay sedientos. Hay sed de amor en el corazón de tantos que han hecho
de su vida una constante inmolación a las cosas pasajeras y sin sentido. Hay sed de
verdad y de esperanza en el alma de todos. Hay sed de verdad en una sociedad
acalorada por tanta mentira, encerrada en tantos odios, dominada por la amargura de
tantos resecos corazones.

Y aquí estamos nosotros los que con Jesús sentimos sed. “Dos sedientos, Jesús mío, tu
de almas, yo de calmar tu sed”78, decía la Santa Laura Montoya, preguntándonos cómo
podremos calmar la sed del mundo. Es la tarea de la Iglesia misionera, que nos enseña
con Marta, la buena mujer de Betania, que tras proclamar a Jesús como hijo de Dios
vivo: “Señor, yo creo que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo”79,
no podemos seguir guardando silencio, sino que debemos mostrar al mundo “el
torrente de esta fuente”80

Los bautizados enviados a anunciar el amor y la esperanza, han de acudir al pozo de
la vida misma que es Jesús. Hoy, en la tarde solemnísima de la muerte del Señor, San
Juan81 ha contado que el Centurión abrió con la lanza el corazón de Cristo. Ya el profeta
Zacarías había invitado en remoto anuncio a “mirar al traspasado”82 para acudir a ese
manantial de la esperanza con el cántaro vacío de nuestra vida.
Llenemos de esperanza el corazón de los misioneros que van por el mundo llevando
el agua de la vida. Llenemos nuestros propios cántaros vacíos con la fuerza del amor
divino, para que no se mueran en el camino ardoroso de esta vida tantos hermanos
que necesitan la asistencia espiritual de la fe.

Seamos el cántaro repleto de esperanza. No seamos jamás el otro cántaro que también
figuró en el Calvario y que colmado de vinagre, retrata nuestro mundo de modo tan
evidente que hasta provoca el reclamo del Señor “cuando yo esperaba uvas me diste
agrazones”83.

77 Cfr. Juan 4,14


78 La Beata Laura Montoya hizo de esta palabra su lema y de esta expresión su programa misionero.
79 Juan 11, 27.
80 San Juan de la Cruz. La fonte.
81 Cfr. Juan 19, 28-37.
82 Cfr. Zacarías 12, 10
83 Cfr. Isaías 5, 4b.
122

Dos sedientos Dios mío. Amén.

Oremos.

Señor Dios,
tú hiciste a la Iglesia sacramento universal de salvación,
para que la obra salvadora de Cristo
se perpetuase hasta el fin de los tiempos;
suscita en tus hijos un fuerte deseo
por la salvación de los hombres,
para que, de todos los pueblos
se forme un solo pueblo y una sola familia consagrada a tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos

123
SEXTA PALABRA

Del Evangelio de San Juan 19,30
" Jesús tomó el vinagre y dijo:
-Todo está consumado"

La obra de la Salvación implica la vida entera de Jesús y da comienzo a la obra de la
Iglesia. Sin embargo sabemos que Él es eterno y que por ello, lo que concluye en esta
palabra, lo que llega a su consumación es el sacrificio amoroso que da plenitud a su
entrega y que ofrece a los creyentes la esperanza y la alegría de poder iniciar, a partir
del amor ofrecido, la Misión de la Iglesia.

Jesús crucificado está entregando todo. Funda la Iglesia a partir de la Encarnación en
la que “pone su morada entre nosotros”84 y la sigue edificando con su palabra
salvadora, con sus signos, con sus milagros, con la vocación de sus discípulos, con la
constitución de una comunidad que nace del amor entregado y que brota del sacrificio
de su Señor.

Todos hemos de saber que en la Cruz está la vida, “en la cruz está la vida y el consuelo
y ella sola es el camino para el cielo”85 solía cantar santa Teresa, porque tiene la virtud
de ser elevado trono desde el que se contempla la obra de la salvación con la mirada
retrospectiva hacia el Antiguo Testamento y con la mirada que profetiza la ardua pero
maravillosa misión de llevar la esperanza a todos, de anunciar la alegría a todos, de
ofrecer la fuerza y la bendición a todos los que quieran acoger la llamada del Señor.

Toda la obra de Dios es una obra de amor, de amor llevado hasta las últimas
consecuencias, de amor tan generoso que ofrece para que todo alcance su plenitud la
víctima santa en la que se recogen las esperanzas de la humanidad. Incluso podemos
pensar que Jesús en esta palabra puede recordarnos el relato de la Creación del
mundo en el que se nos dice que Dios vio todo lo que había hecho “ y era muy bueno”
( Cfr. Génesis 1,25), incluso el corazón del hombre que, a veces se deja permear del
desconsuelo y de la desesperación.
Hemos sido redimidos en el amor, es esta la consumación de todas las maravillas de
Dios y el amor de Dios es paciente, misericordioso, cercano, generoso. Seremos
siempre redimidos en el amor y por el amor, como nos lo decía el Papa Emérito
Benedicto XVI al inicio de su Ministerio:

“No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es
amor…. El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el

84
Cfr Juan 1, 13-14.
85
Santa Teresa de Ávila, En la Cruz.
124
Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y
destruido por la impaciencia de los hombres” 86

La Obra de Cristo concluye a los ojos de los hombres, porque desde este momento
supremo se inicia la tarea del nuevo pueblo de Dios que avanza por el mundo
anunciando la verdad. Es el servicio generoso que hemos de emprender para que se
vaya configurando en el mundo el reino de la Justicia, el reino de la paz, el reino de la
esperanza.87

Esta palabra, finalmente, es una palabra misionera porque al discípulo le compete
llevar a su plenitud el Reino, la Misión de Jesús, la Iglesia, la vida misma. El camino es
la caridad, el amor, con el que debemos proseguir en el camino de la Historia.

Los Bautizados y Enviados, tenemos como misión esencial ser portadores del amor
que nos salva y ser anunciadores oportunos y generosos de la vida. Por ello esta
palabra nos lanza a la tarea de consumar en nosotros lo que Dios ha iniciado, como,
en su momento, se ruega en el rito de la Ordenación Sacerdotal: “que el señor lleve a
término lo que ha comenzado en ti”88

En octubre de este año toda la Iglesia emprenderá la tarea de revisar su experiencia
de Misión. El mes misionero nos hará pensar en la urgencia de la evangelización en un
clima novedoso de ofrecer nuestra convicción como la mejor propuesta de vida para
todos.

Es en la Iglesia Misionera en la que esta palabra de Jesús se hace plena. Ir al mundo es
“consumar” la obra de la redención con alegría.
La muerte gloriosa del Señor que estamos conmemorando, nos ayude a entendernos
mutuamente como herederos del encargo que los apóstoles recibieron el día de la
ascensión, para que todos, sintiéndonos comprometidos con la causa de la fe, seamos
Bautizados que toman conciencia de su misión profética y Enviados que cuentan al
mundo la alegría de la Salvación cuya obra prosigue a partir del momento en el que
Cristo dijo “todo está consumado. Amén.

Oremos:

Señor Dios,
tú hiciste a la Iglesia sacramento universal de salvación,
para que la obra salvadora de Cristo
se perpetuase hasta el fin de los tiempos;
86
Benedicto XVI. Homilía en el Inicio del Pontificado, abril 25 de 2005.
87
Cfr. Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey.
88
Pontifical Romano. Ordenación de los Presbíteros.
125
suscita en tus hijos un fuerte deseo
por la salvación de los hombres,
para que, de todos los pueblos
se forme un solo pueblo y una sola familia consagrada a tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

126
SÉPTIMA PALABRA

Del Evangelio de san Lucas 23, 46
" Dando un fuerte grito, dijo:
Padre: En tus manos encomiendo mi espíritu."

La cátedra magistral del Señor de la gloria llega a su cumbre. Del mismo modo que
comenzó, invocando al Padre, termina con una oración de ofrendas, con una entrega
confiada al Padre del amor y de la vida.

Pero ¿quién es el que se ha entregado de tal modo y con tal gozo?

Nos responde un autor antiquísimo que, predicando la Pascua, nos dijo:

“Éste es que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte
a la vida, de la tiranía al recinto eterno, e hizo de nosotros un sacerdocio nuevo y un
pueblo elegido y eterno. Él es la Pascua de nuestra salvación. Este es el que se encarnó
en la Virgen, fue colgado del madero y fue sepultado en tierra, y el que, resucitado de
entre los muertos, subió al cielo. Éste es el cordero que enmudecía y que fue inmolado; el
mismo que nació de María, la hermosa cordera; el mismo que fue arrebatado del rebaño,
empujado a la muerte, inmolado al atardecer y sepultado por la noche; aquel que no fue
quebrantado en el leño, ni se descompuso en la tierra; el mismo que resucitó de entre los
muertos e hizo que el hombre surgiera desde lo más hondo del sepulcro”89.

Es a este Pastor glorioso crucificado, le pedimos que nos ayude a comprender que él
es el maestro en la tarea más urgente que ocupa al mundo. El, al final de su sacrificio,
nos ha entregado su Espíritu, nos ha dado cuanto había prometido de tantos y
espléndidos modos en su predicación, cuando, como lo hizo en los discursos de la Cena
Pascual que celebrábamos en la tarde del Jueves Santo, nos indicó que vendría a
nosotros un compañero de camino, un maestro de la verdad, un abogado poderoso
que, además, será consolación y fortaleza para la misión de quienes le sigan90.

Esta es la hora esperada por siglos: la hora en la que se ofrece, ya no en el holocausto
ni en las víctimas sacrificadas, sino en el Cordero mismo que nos da vida y alegría, que
nos santifica y al tiempo nos eleva a su gloria al encoemdar su Espíritu.

Las palabras de Cristo en la cruz no pueden concluir de mejor modo. Ante el la cohorte
de soldados, las autoridades de su tiempo, enmudecen, conforme a lo predicho por
Isaías: “ante el los reyes cerrarán la boca al ver algo inenarrable”91 .
89
Meliton de Sardes, Homilía sobre la Pascua.
90
Es el sentido de las promesas del Espíritu Santo en los capítulos 14, 15 y 16 del Evangelio de San Juan.
91
Isaías 52, 15b.
127

Pero ante Él está también la gloriosa expectativa de una humanidad que ha visto como
la fuerza del Espíritu ha imprimido el dinamismo a tantos seres humanos que, en la
Vida Consagrada han prolongado el amor de la Cruz en tantas y tan nobles tareas en
las que se construye esperanza y paz.

En las manos del Padre quedamos con Jesús, o mejor, aún, Jesús nos pone en las manos
del Padre. No nos falte la fuerza que brota del amor entregado, no nos falte la luz del
Espíritu, que en esta hora santísima, cuando el atardecer teñía de fuego el horizonte
de la Ciudad Santa, empezó a encender el fuego del amor en la Iglesia que nacía mecida
en los brazos de la cruz del Salvador para ser reconciliación, paz y esperanza,
misericordia, alegría y bendición para todos los pueblos.

Ante su retorno a la Casa del Padre, Jesús toca a la puerta del Reino con el madero de
la cruz, llevando cautiva, mejor, cautivada, toda la humanidad.

Si leemos la expresión de san Juan, en el “encomiendo mi espíritu” puede también
saborearse el don del Espíritu Santo que Jesús había prometido en los discursos de la
Cena: “ Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con
ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni
lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en
ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes” 92.

Esta es una presencia novedosa y motivadora, porque sin el Espíritu la Iglesia se
desarticula, se descompone, se desvanece. Por eso esta palabra nos pone en clima de
oración: “Veni Sancte Spiritus”, ven Espíritu Santo, estará cantando la Iglesia en
cuarenta días.

El Arzobispo Metropolitano Ignacio Hazim93 dijo con sabiduría una serie de
expresiones que nos sirven de oración: “Sin el Espíritu Santo Dios está lejano,
Jesucristo queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia es una simple
organización, la misión una propaganda, la autoridad una dominación, el culto una
evocación, el actuar cristiano una moral de esclavos.

Pero en el Espíritu Santo el cosmos es exaltado y gime hasta que dé a luz el Reino, el
Cristo resucitado está presente, el Evangelio es una potencia de vida, la Iglesia
significa la comunión trinitaria, la autoridad un servicio liberador, la misión un nuevo
Pentecostés, la liturgia un memorial y una anticipación, el actuar humano es
deificado”.

92
Juan 14, 16-18.
93
Ignacio Hazim, Patriarca Griego Ortodoxo de Antioquia. Upsala, 1968.
128

Qué venga a nosotros el Espíritu que encomendaste al Padre y que aguardamos para
un nuevo y glorioso Pentecostés en una Iglesia de Bautizados y enviados. Amén.

Descendimiento

Ahora, con piadosa reverencia, la imagen del Crucificado será bajada de la Cruz para
llevarla al sitio en el que veneraremos la sepultura temporal del Señor y en la que
anunciaremos en la mañana Pascual su triunfo y su victoria.


Mano derecha:
A su mano derecha: que nos señale el cielo y nos corone con la paz y la esperanza.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Mano Izquierda
A su mano izquierda: que, puesta sobre el corazón traspasado nos recuerde el amor
que nos salvó.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

Pies del Señor
A sus pies santísimos: que nos indiquen el camino seguro hacia el corazón de tantos
hermanos para que seamos todos discípulos del que caminó con nosotros por las
sendas del mundo sembrando la paz y la alegría.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
R. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.

La piedad, como se llama a esta escena, muestra el encuentro de los ojos cerrados de
Jesús con el Rostro de María. Mediemos en el Rostro de la Madre que mira en su Hijo
al Salvador, dormido en el sueño de la muerte, que es la esperanza cumplida de Israel,
el grano de trigo que se siembra cuando la Iglesia entrega con amor la esperanza, la
alegría, la vida. Rostro de la esperanza de quien supo esperar, rostro de la que sabe
que los Ojos del Redentor se han de abrir en la mañana de Pascua para inundar el
mundo con su luz.

A ti, Señor de la gloria, sea la alabanza, el honor y la gratitud, por los siglos de los siglos.
R. Amén.

129
7. SABADO SANTO

7.1. SENTIDO DEL DIA94

En el Misal Romano el Sábado Santo, dentro del
Triduo Pascual, queda reducido a este aviso:
“Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece
junto al sepulcro del Señor, meditando su
pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de
la misa, quedando por ello desnudo el altar
hasta que, después de la solemne Vigilia o
expectación nocturna de la resurrección, se
inauguren los gozos de la Pascua, cuya
exuberancia inundará los cincuenta días
pascuales. En este día no se puede distribuir la
sagrada comunión, a no ser en caso de viático”.

Se suele decir que el Sábado Santo es un día “alitúrgico”. La terminología no es exacta,
porque el Sábado Santo, dentro del triduo Pascual, es una celebración en lo hondo, y
no sólo por la Liturgia de las Horas, sino por otros elementos mistéricos que son
verdadera celebración. El ayuno ¿no es culto para el Señor? El permanecer en silencio
junto al sepulcro del Señor, o más bien el estar en casa como las santas mujeres ¿no es
una mistérica celebración de la esperanza, que impregna esta fase del Triduo pascual?

Elementos mistéricos de la celebración del Sábado Santo

El misterio específico del Sábado Santo es éste: la ausencia del Señor. El Señor ha
ocultado su rostro, ha sustraído su presencia, el Señor está ausente; el Señor –
mistéricamente- está muerto. Esto es lo absolutamente singular de este día
misterioso, lo que le distingue de cualquier otro momento de la vida terrestre y celeste
de Jesús.

Cuando estaba con nosotros en la tierra, él “estaba” físicamente con los hombres;
resucitado, “está” presente en medio de la Iglesia y del mundo, y más fuertemente por
el poder del Espíritu. Pero “muerto” no es -mistéricamente- el que afirma ni su
presencia terrestre, ni su presencia celeste. El Señor está ausente, está muerto.
Con esta compresión nuclear del misterio, los elementos que convenimos en llamar
“mistéricos” son los siguientes:
a) La privación de la Eucaristía. Siempre según esta lógica del misterio, es
imposible la Eucaristía en Sábado Santo, porque el Señor “no está”.

94
GRANDEZ, Rufino. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
130
b) Tampoco se proclama la Palabra de Dios en la asamblea eucarística. No hay
Eucaristía, no hay Palabra en contexto de Eucaristía (Eucaristía como
celebración o como simple comunión), a diferencia del Viernes Santo.
c) La experiencia del vacío. Cuando se nos muere un ser querido decimos que nos
ha dejado un vacío que no se puede llenar; la casa está vacía. El Sábado Santo
es el contacto con el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no diera un contexto
último a esta realidad, y no supiéramos que el vacío es transitorio, habríamos
caído en el vacío primordial: “tohu wabohu” (Gn 1,2). Este vacío, que es
sobrecogimiento, silencio y ayuno, es misterio, y su vivencia es una celebración
cultural en lo hondo.
Una liturgia de meditación

El modo de expresar estos elementos mistéricos es la quietud meditativa, permanecer
en paz y sobrecogidos ante la ausencia del Señor. Una imagen nos la ofrece la escena
de los amigos de Job cuando van a visitarle y se quedan mudos, atónitos ante el
inmenso dolor. “Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siente
noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande” (Job
2, 13).

Veamos esta liturgia de meditación, bellamente expresada en la Liturgia de las
Horas.
a) La sepultura del Señor. La liturgia no tiene una “procesión del Santo Entierro”,
una celebración para conmemorar el acto de la sepultura del Señor, parte
conclusiva de los relatos de la Pasión. El binomio que queda resaltado es el acto
de morir con su poder salvífico y el acto de resucitar con el mismo poder de
salvación. La celebración de la sepultura del Señor es una celebración global,
sentida en todo el espíritu del Sábado.
Tengamos en cuenta que el Señor es sepultado en un jardín. Sin dificultad
podemos evocar aquel jardín en Edén, jardín donde fue colocado Adán, y el
jardín, con dulces frutos y aromas, del Esposo del Cantar de los cantares.

b) El descanso del Señor. ¿ Qué pasa cuando Jesús muere? El Señor descansa; el Rey
reposa. Bellísima la riqueza antifonal y sálmica del Oficio del lectura y de las
otras Horas del día : “Dormiré y descansaré en paz”. “Mi carne descansa serena”.
Se invita al cristiano a entrar en este descanso del Señor: “Empeñémonos en
entrar en el descanso del Señor (cf Hb 4, 1 -13).
c) El Señor desciende al abismo y se encuentra con los justos. La Sagrada Escritura
de algún modo quiere acercarse al misterio inexpresable de lo que ocurre
cuando el Señor muere: “en el espíritu fue también a predicar a los espíritus
encarcelados” (1Pe 3, 19) .

131
O cuando los evangelistas nos hablan de los signos escatológicos que acontecen
a la muerte del Señor. Resucitan los muertos cuando el Señor muere, pero al
mismo tiempo no resucitan hasta que Cristo es constituido primogénito de los
muertos resucitados. “Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos
difuntos resucitaron, Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de
él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos” (Mt 27, 52 – 53). Se
trata del insondable misterio que los cristianos confesamos en el Credo: “Y
descendió a los infiernos”.
d) Un motivo especial: el encuentro con Adán. Adán, según el pensamiento de la
Sagrada Escritura, es todo un símbolo místico, bastante alejado de nuestra
espiritualidad occidental. El Oriente cristiano ha tenido distinta sensibilidad
para acercarse a estas realidades espirituales. El icono del descenso a los
infiernos o de la resurrección de Cristo nos representa al Señor quebrantando
las puertas de la muerte y tomando con su mano a Adán. A la luz de este icono
se entiende perfectamente el texto “de una homilía antigua sobre el grande y
santo Sábado”, incluído como lectura eclesiástica de hoy.

En torno al tema de Adán puedo referirme a un texto moderno delicioso de la
espiritualidad ortodoxa, entresacado de los escritos espirituales del monje
Silvano del Monte Athos (1866 – 1938), “El lamento de Adán “:

“Adán, padre de la humanidad, había conocido la felicidad del amor de Dios en
el Paraíso, y por eso sufría amargamente cuando el pecado lo expulsó del
Paraíso y le hizo perder el amor y la paz de Dios. Se llenaba el desierto de sus
lamentos, y el pensamiento atormentaba su alma: he ofendido a mi Señor
amado. No deseaba tanto el Paraíso y su belleza, cuanto sufría por haber
perdido el amor de Dios que atrae constantemente el alma a Dios. Adán sufría
y bañaba la tierra con sus lágrimas; su dolor era profundo como el mar. Por las
palabras explayaba su lamento. Pero hoy Adán está en el Paraíso, y el corazón
creyente puede decirle: Patriarca Adán, cántanos el canto del Señor, a fin de que
el mundo entero lo oiga y todos sus hijos eleven su espíritu a Dios, para que
todos se restablezcan con el canto celestial y olviden la pena terrena, Y Adán
desde el cielo puede dar su mensaje” (cf. San Serafín de Sarov, Macario de
Optina, Juan de Kronstad, Silvano del Monte Athos: Espiritualidad rusa. Colec.
Neblí, Ediciones Rialp, 1965).

e) Un motivo devocional: la Madre dolorosa. La Iglesia permanece, como María,
silenciosa ante el Señor ausente; pero bien entendido, el Sábado Santo no es un
día de culto a la Virgen. El recuerdo de “los dolores de María” o de “la soledad
de María”, que surge espontáneamente, hay que centrarlo bien para no
distorsionar la atención del verdadero centro del misterio. El recuerdo de la
Virgen María en la liturgia del Sábado Santo es sumamente discreto, y de modo
132
explícito no aparece más que en una súplica de Laudes, cuando se ora así: “Oh
Señor, que junto a tu cruz y tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa que
participó en tu aflicción, haz que tu pueblo sepa también participar en tu
pasión”.

Según esto ¿cómo celebrar el Sábado Santo en nuestras comunidades?

Los párrafos anteriores nos han podido asomar al centro de lo que pasa en el
Sábado Santo. ¿Cómo traducirlo todo esto en celebración y en el clima espiritual
de este día? Cada comunidad lo verá. Trataremos de sugerir algo, aunque
ciertaemnte corramos el peligro, que habrá que evitar, de caer en un “purismo
litúrgico”.

a) Lo primero, no desfigurar el Sábado Santo con celebraciones no apropiadas.
No es apropiado para Sábado Santo la adoración al Santísimo Sacramento.
No es apropiado recargar el acento mariano, aunque sí es muy apropiada la
evocación de María, símbolo de la Iglesia que calla y espera.
El Vía Crucis es un acto devocional. Si el Vía Crucis va a ser como una
repetición del contenido de lo que se ha celebrado el Viernes Santo, es
inapropiado. Si el Vía Crucis es enfocado como meditación global de la
pasión y muerte del Señor, está en el espíritu del día.
b) No multiplicar los actos del Sábado Santo; ser muy discretos en esto. El
Sábado Santo en las comunidades contemplativas habría que vivirlo como
día de soledad, como día privado, no teniendo otros actos comunitarios en
cuanto a celebraciones que lo que trae la Liturgia…, y dejando a un lado Vía
Crucis, mucho más las estaciones al Santísimo y otros actos devocionales…
Claro que es una simple sugerencia. Tendrán que calibrarla los que tienen
una verdadera experiencia de vida contemplativa.
c) Me parece también que hay que distinguir entre un Sábado Santo por la
mañana y un Sábado Santo por la tarde. De hecho en las vísperas (que no
son primeras Vísperas del Domingo, sino simple oración de la tarde) casi
resucita el Señor: ¡oh muerte, yo seré tu muerte; yo seré, oh abismo, tu
aguijón”. Así empiezan las antífonas. Además de que en la tarde, por la
preparación de la Vigilia Pascual, psicológicamente estamos ya en lo que va
a ser la Noche de Pascua.
d) Habría que privilegiar en Sábado Santo, a mi parecer, la celebración del
Oficio de lectura sobre todas las demás. Esta celebración en este día de
silencio meditativo, es el centro. No habría dificultad en prolongar las
lecturas añadiendo alguna otra.
e) En el terreno propiamente personal, acaso una visita al jardín-cementerio
de la comunidad, si existe, para contemplar allí el sepulcro del Señor.

133
f) Como tema hondo de contemplación, y acaso dentro del marco del Oficio de
lectura, un tema acuciante, para nuestra época histórica, el tema de lo que
intelectualmente se ha llamado “la muerte de Dios”. Podemos recurrir al
Concilio: El misterio de la muerte – Formas y raíces del ateísmo…(Gaudium
et Spes, 18 – 19).

Sábado de la esperanza

María, modelo de la Iglesia que aguarda la resurrección.

" Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su madre, María de Cleofás,
María la Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al lado al discípulo predilecto dice a su
Madre: —Mujer: Ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: — ahí tienes a tu Madre.
Y desde aquel momento el discípulo la acogió en su casa"
Juan. 19, 25-27.

Hay una invitación solemne y simple a la vez en el pensamiento de la Iglesia
para este día: Entrar en el silencio de la oración para que, acompañados por la Madre
de Jesús, pasemos las horas que nos separan de la Vigilia Pascual en contemplación.

Concretemos el motivo mariano de este día, en que la única celebración la
constituye la Liturgia de las Horas, toda ella en silenciosa alabanza y en piadosa
esperanza, y en ese contexto, miremos a María y recordemos que el hombre de hoy
recibe desde el Calvario el regalo de una Madre. En el testamento del Redentor hay
un espacio para la ternura y para la bondad, se abre una puerta de esperanza y, desde
su patíbulo, Cristo se desprende del amor de su vida para que no le falten al hombre
el afecto y la comprensión que solo las Madres saben ofrecer.

Siempre estará unida la Madre al Hijo, siempre sabremos que la Madre nos
conduce al Hijo y nos sigue exhortando a “hacer lo que él diga”95 para que se siga
realizando el Reino, la vida, la esperanza, la presencia del Señor.

María es la Señora de la oración abandonada en la misericordia de Dios, es la
alegría de vivir en amor y paz, es la mano bondadosa que sanaba y consolaba a los
mártires de la fe, a los testigos elegidos y escogidos por el Señor para el sacrificio y la
gloria.

En función de ese oficio maternal, ella es elegida desde toda la eternidad, y por eso
es llamada Llena de Gracia para que desde siempre se admirara en ella la predilección de

95
Juan 2, 5.
134
Dios, el amor del Padre que quiere ofrecernos lo mejor de su amor para que aprendamos
a vivir en correspondencia a esa misericordia.

María construye paz. La madre del Mesías, Príncipe de la Paz 96es un testigo de
excepcional de la obra pacificadora de Cristo.

Lo acompañó siempre. Lo acogió en su seno, lo dio a luz, lo amo con ternura. Los
siete dolores, son un camino de fidelidad y un camino de paz:

Paz que brota en el alma de María cuando, en la circuncisión de Cristo preludia sus
dolores97. Paz que la inunda cuando, subiendo la escalinata del templo, escucha la voz
recibe la profecía de Simeón98 Paz en la huida a Egipto99, Paz en la Flagelación y en el
encuentro en la calle de la Amargura100. Paz en el Calvario101. Paz en el
descendimiento102. Paz en la sepultura de Cristo103

Ella asume nuestras penas, se une a nuestra esperanza, comparte con nosotros
el camino de la fe. A esta Madre fiel Epifanio Mejía, poeta colombiano, le cantó:

La Calle de la Amargura
Al fin te dio, Virgen Santa,
Negra copa de dolores
Llena de esencias amargas
Tú por salvarnos a todos
La apuraste voluntaria.

Cuando en el triste Calvario
Viste la cruz levantada
Y en ella vertiendo sangre
Al Hijo de tus entrañas
Por sus verdugos al cielo
Alzaste humilde plegaria.

Tú María, Virgen pura,
Templo de todas las gracias,
Refugio de pecadores,

96
Cfr. Isaías 9.
97
Primer dolor.
98
Segundo dolor.
99
Tercer Dolor.
100
Cuarto dolor
101
Quinto dolor.
102
Sexto dolor.
103
Séptimo dolor.
135
Tú concebida sin mancha,
De nuestra noche de penas,
Se la estrella solitaria.104

Madre de los hombres, ruega por nosotros: Madre de Cristo, acógenos en tu
corazón. Madre de la Iglesia, enséñanos a amar como tú y a mirar en todas las madres del
mundo el rostro del amor y la anunciación de la esperanza de un mundo mejor,
alimentado en la Eucaristía en la que recibimos al que es carne de tu carne y sangre de tu
sangre.

104
Epifanio Mejía, a María. Gozos de la Novena de la Virgen de la Candelaria.
136
7.2. CRISTO EN EL SEPULCRO

Esquema de oración- meditación para la mañana del Sábado

Canto de entrada:

Entre tus manos

1. Entre Tus manos
está mi vida, Señor.
Entre Tus manos
pongo mi existir.

Hay que morir, para vivir.
Entre Tus manos
yo confío mi ser.

2. Si el grano de trigo no muere,
si no muere solo quedará,
pero si muere en abundancia dará
un fruto eterno que no morirá.

Primer momento

Salmo 87
Monición: La angustia y el abandono han hecho presa de Jesús. Ha muerto y ahora
está en el sepulcro. Todo es tiniebla y soledad. Y es todo un símbolo: Cristo está muerto
para gran parte de la humanidad, que busca solucionar sus problemas de espaldas a
su Salvador. Millones de otros Cristos están también hundidos en el sepulcro. Rostros
de Cristo abofeteados por la ira, por la injusticia, por el dolor físico y moral. Y de esto
también nosotros somos culpables. Por eso, oh Dios, elevamos a tu nuestra oración
matutina, que es un grito en nombre de toda la humanidad.
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

137
Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tu cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Jeremías 38, 1-13

Monición (despúes de unos momentos de silencio). Me has colocado en lo hondo de la
fosa… Cristo Jesús, tomando sobre si el pecado de todos, ha sido entregado a la muerte.
Su dolor y su soledad son nuestros también, como su muerte y su esperanza. Dolor,
abandono, muerte. La guerra, el egoísmo, el odio, los intereses económicos sin
consideración a los débiles, el terrorismo… La tragedia de Cristo y la tragedia de
millones de otros Cristos… Y Dios parece que está callado. Pero la esperanza no ha
muerto . Va a llegar el triunfo.
Jeremías apresado, arrojado y abandonado en lo hondo de un pozo es imagen de
Cristo. Y de la humanidad que sufre y espera.

1 Sefatías, hijo de Matán; Godolías, hijo de Pasjur; Jucal, hijo de Selemías, y Pasjur, hijo

de Malquías oyeron lo que Jeremías andaba diciendo a todos: 2 «Esto dice el Señor:
Quien se quede en esta ciudad morirá de espada, de hambre o de peste. En cambio, el
que se pase a los caldeos seguirá con vida; ese será su botín. 3 Esto dice el Señor: Esta
ciudad será entregada sin remedio en poder del ejército del rey de Babilonia, que la
conquistará».
4 Los dignatarios dijeron al rey:

–Hay que condenar a muerte a ese hombre, pues, con semejantes discursos, está
desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese
hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.
5 Respondió el rey Sedecías:

–Ahí lo tienen, en sus manos. Nada puedo hacer yo contra ustedes.


6 Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real,

en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del


fondo, pues el aljibe no tenía agua.
7 Ebedmélec el cusita, un eunuco del palacio real, oyó que habían arrojado a Jeremías

al aljibe. Como el rey se encontraba en la Puerta de Benjamín, 8Ebedmélec abandonó


el palacio, fue al rey y le dijo:
9 –Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al

arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad.
138
10 Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:

–Toma tres hombres a tu mando y saquen al profeta Jeremías del aljibe antes de que
muera.
11 Ebedmélec tomó consigo a los hombres, entró en el palacio real, fue al ropero y cogió

algunos trozos de tela y de ropas inservibles. Después, con unas sogas, los descolgó en
el aljibe hasta donde estaba Jeremías. 12 Ebedmélec el cusita dijo entonces a Jeremías:
«Ponte esos trozos de tela en los sobacos, por debajo de las sogas». Así lo hizo
Jeremías. 13 Entonces tiraron de él con las sogas y lo sacaron de la cisterna. Y Jeremías
se quedó en el patio de la guardia. Palabra de Dios.

Segundo momento

Salmo 68
Monición (después de un silencio). El salmo 68 evoca la situación dramática de
Jeremías. Los sentimientos de súplica y lamentación vital de este salmo se aplican hoy
a Cristo, víctima del odio y la muerte. Pero son también el grito de tantos que se
sienten solor y oprimidos y entregados a una vida que es muerte. El rostro sufriente
de Cristo, hoy.

Salmo 68: “me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie…”
Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.

Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?

Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
139
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.

Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de saco, se ríen de mí;
sentados a la puerta murmuran,
mientras beben vino me cantan burlas.

Daniel 6, 17-28
Monición (después de un silencio). El profeta Daniel es suscitado por Dios para animar
al pueblo en aflicción del destierro. Por una falsa acusación, es arrojado al foso de los
leones cerrado con una piedra sellada. De nuevo, la imagen viva de Cristo en el
sepulcro. Y de tantos que son perseguidos por la fe que profesan, o injustamente
acusados, o marginados por la sociedad de los poderosos. Pero el Salvador está vivo,
y él hará triunfar la verdad y aniquilará el odio y el mal.
Daniel 6, 17 – 28: “él es el Dios vivo que subiste por siempre, el que ha salvado a Daniel
del foso de los leones”
17 Entonces el rey mandóó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. Y dijo a

Daniel: ¡Que te salve tu Dios al que veneras fielmente!


18 Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello

y con el de sus nobles, de manera que nadie pudiese modificar la sentencia dada
contra Daniel.
19 Luego el rey volvió a su palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder

dormir.
20 Por la mañana, al rayar el alba, el rey se levantó y fue corriendo al foso de los

leones. 21Se acercó al foso y gritó a Daniel con voz angustiada. Le dijo a Daniel:
–¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones tu Dios al que
veneras fielmente?
22 Daniel le contestó:

–¡Viva el rey eternamente! 23 Mi Dios envió a su ángel a cerrar las fauces de los
leones, y no me han hecho ningún daño, porque ante él soy inocente; tampoco he
hecho nada malo contra ti.

140
24 El rey se alegró mucho por eso y mandó que sacaran a Daniel del foso; al sacarlo

del foso, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. 25 Luego el rey
mandó traer a los hombres que habían calumniado a Daniel, y ordenó que los
arrojasen al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo del
foso y ya los leones los habían atrapado y despedazado. 26 Entonces el rey Darío
escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que pueblan la tierra: «¡Paz y
bienestar! 27De mi parte queda establecido el siguiente decreto: Que en todos los
dominios de mi reino se respete y se tema al Dios de Daniel.
Él es el Dios vivo, que permanece siempre.
Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin.
28 Él salva y libra, hace prodigios y signos en el cielo y en la tierra.

Él salvó a Daniel de los leones». Palabra de Dios.



Tercer momento

Salmo 29
Monición (después de un silencio). Daniel, contra toda esperanza, ha creído en su Dios
y ha salvado su vida. Jesús, el Mesías, por solidaridad con todos los hombres, ha
llegado a la muerte y al sepulcro. Ha comprado a la humanidad pecadora a precio de
sangre. Pero el triunfo no se hará esperar: la fosa se abrirá y el sepulcro vacío será el
signo mismo de la esperanza cristiana.

Salmo 29: “Sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa”
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
141
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Oración
Dios Todopoderoso y eterno.
Tú quisiste que nuestro Salvador, Jesús, se anonadase
haciéndose hombre y muriendo en la cruz,
para que todos sigamos su ejemplo.
Concédenos que las enseñanzas de su Pasión
nos sirvan de testimonio
y que un día participemos gozosos
en su gloriosa Resurrección.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo N. S.

Canto Final: “Victoria, tu reinarás

¡Victoria! ¡Tú reinarás!
¡Oh Cruz, tú nos salvarás!

El Verbo en ti clavado
muriendo nos rescató,
de ti, madero santo
nos viene la redención.

Sobre esta tierra oscura
142
derrama tu claridad,
oh Cruz, fuente fecunda
de amor y de libertad.

Tu luz señala el rumbo
al pobre que descarrió;
tus brazos lo conduzcan
al puerto de salvación.

Tus brazos nos reúnan
en ronda de caridad,
con todos los hermanos
que buscan en ti la paz.

La gloria por los siglos
a Cristo libertador,
su cruz nos lleve al cielo,
la tierra de promisión.



143
7.3. LOS DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA


Del Evangelio de san Juan 19,25-27
" Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su madre, María de
Cleofás, María la Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al lado al discípulo
predilecto dice a su Madre: —Mujer: Ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo:
— ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió como
algo propio"


DAME TU MANO, MARÍA

Dame tu mano, María, sin despertarle. ¡Qué larga
la de las tocas moradas; es la distancia y qué amarga
clávame tus siete espadas de Jesús muerto a Emmanuel!
en esta carne baldía.
Quiero ir contigo en la impía ¿Dónde está ya el mediodía
tarde negra y amarilla. luminoso en que Gabriel,
Aquí, en mi torpe mejilla, desde el marco del dintel,
quiero ver si se retrata te saludó: "Ave, María"?
esa lividez de plata, Virgen ya de la agonía,
esa lágrima que brilla. tu Hijo es el que cruza ahí.
Déjame hacer junto a ti
Déjame que te restañe ese augusto itinerario.
ese llanto cristalino Para ir al monte Calvario,
y a la vera del camino cítame en Getsemaní.
permite que te acompañe.
Deja que en lágrimas bañe A ti, doncella graciosa,
la orla negra de tu manto hoy maestra de dolores,
a los pies del árbol santo, playa de los pecadores,
donde tu fruto se mustia. nido en que el alma reposa,
Oh Señora de la angustia: a ti ofrezco, pulcra rosa,
no quiero que sufras tanto. las jornadas de esta vía.
A ti, Madre, a quien quería
Qué lejos, Madre, la cuna cumplir mi humilde promesa.
y tus gozos de Belén: A ti, celestial princesa,
"No, mi Niño, no. No hay quien Virgen sagrada María. Amén.
de mis brazos te desuna".
Y rayos tibios de luna,
entre las pajas de miel,
le acariciaban la piel
144
7.4. SÁBADO SANTO
MEMORIA DE LA SOLEDAD DE MARÍA

“Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su madre, María
de Cleofás, María la Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al lado al
discípulo predilecto dice a su Madre: —Mujer: Ahí tienes a tu hijo. Luego
dice al discípulo: — ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento el
discípulo la acogió como la suya propia" Juan 19, 25-27

María Junto a la cruz, más que un recuerdo de uno de los evangelistas, es la
presencia solidaria y fiel de la Mujer, de todas, de manera especial, de las discípulas
del Maestro, ennoblecida por el carácter definitivo de la que es llamada con razón
La Madre.

Ella es la madre del Verbo hecho carne105, ella el testimonio privilegiado del silencio
de la infancia y de la juventud del hijo, ella, la que abre el ministerio del Salvador
con su presencia en Caná de Galilea, revelada allí como la que nos instruye con su
testimonio de fe y nos sigue exhortando a “hacer lo que él diga”106 para que se
siga realizando el Reino, la vida, la esperanza, la presencia del Señor.

Qué bien nos lo enseñó el Papa Francisco107 en Panamá, hace poco:

Contemplamos a María, mujer fuerte. De ella queremos aprender a estar de


pie al lado de la cruz. Con su misma decisión y valentía, sin evasiones ni
espejismos. Ella supo acompañar el dolor de su Hijo, tu Hijo, Padre,
sostenerlo en la mirada, cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no
la resignó. Fue la mujer fuerte del “sí”, que sostiene y acompaña, cobija y
abraza. Ella es la gran custodia de la esperanza.

Nosotros también, Padre, queremos ser una Iglesia que sostiene y


acompaña, que sabe decir: ¡Aquí estoy! en la vida y en las cruces de tantos
cristos que caminan a nuestro lado.

En María aprendemos la fortaleza para decir “sí” a quienes no se han callado


y no se callan ante una cultura del maltrato y del abuso, del desprestigio y
la agresión y trabajan para brindar oportunidades y condiciones de
seguridad y protección.

105
Cfr. Juan 1,13 ss.
106
Juan 2, 5.
107
Papa Francisco. Viaje Apostólico a Panamá. Jornada Mundial de la Juventud. Vía crucis.
En María aprendemos a recibir y hospedar a todos aquellos que han sufrido
el abandono, que han tenido que dejar o perder su tierra, sus raíces, sus
familias, su trabajo.

Padre, como María queremos ser Iglesia, la Iglesia que propicie una cultura
que sepa acoger, proteger, promover e integrar; que no estigmatice y menos
generalice en la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo
emigrante como portador del mal social.

De ella queremos aprender a estar de pie al lado de la cruz, pero no con un


corazón blindado y cerrado, sino con un corazón que sepa acompañar, que
conozca de ternura y devoción; que entienda de piedad al tratar con
reverencia, delicadeza y comprensión. Queremos ser una Iglesia de la
memoria que respete y valorice a los ancianos y reivindique el lugar que
tienen como custodios de nuestras raíces.

Padre, como María queremos aprender a estar.

Acompañemos orando los dolores de María, camino de paz. Leamos ahora este
camino, alternando la contemplación de los dolores con el Poeta Epifanio Mejía en
sus gozos a la Candelaria.

Primer dolor
Paz que brota en el alma de María cuando, en la circuncisión de Cristo preludia sus
dolores108.

Epifanio Mejía109 canta:

Abre, derramando aromas, Gabriel Arcángel las alas,
Y a su saludo contestas, hágase en mi su palabra,
Blanco vaso de perfumes, Urna de Dios solitaria,
Ruega al Señor por nosotros, Virgen de la Candelaria.

7 veces Dios te salve María,
Gloria.

Segundo Dolor
Paz que la inunda cuando, subiendo la escalinata del templo, escucha la voz recibe
la profecía de Simeón110.

108
Primer dolor.
109
Novena a la Candelaria, los gozos son de Epifanio Mejía.
110
Segundo dolor.
146

Diste al presentar tu hijo, de Dios en la Santa Casa,
un bello par de Palomas y cinco ciclos de plata,
Simeón te hizo, entonces, su predicción funeraria.
Ruega por todos nosotros, Virgen de la Candelaria.

7 veces Dios te salve María,
Gloria.

Tercer Dolor
Paz en la huida a Egipto111, para que el caminar hacia el destierro se convierta en
voz de esperanza para los que hoy, de tantos modos lo padecen y lo sufren con
crueldad.

Sin techo en que refugiarte, en el portal entre pajas
Diste a luz tu rubio niño quedando pura y sin mancha,
Sin techo cuando de todos eres casa hospitalaria,
ruega por todos nosotros Virgen de la Candelaria.

7 veces Dios te salve María,
Gloria.

Cuarto Dolor
Paz en el encuentro en la calle de la Amargura112, de modo que por los dolores de
Cristo se llene de alegría el mundo y se entienda que la vida se hace esperanza para
cuantos sufren con El que viene a traer la reconciliación al mundo.

La Calle de la Amargura Al fin te dio, Virgen Santa,
Negra copa de dolores Llena de esencias amargas
Tú por salvarnos a todos La apuraste voluntaria.
Ruega por todos nosotros, Virgen de la Candelaria.

7 veces Dios te salve María, Gloria.

Quinto Dolor
Paz en el Calvario113, mientras agoniza el Hijo y mientras comienza a reinar el
Salvador.

Cuando en el triste Calvario Viste la cruz levantada
111
Tercer Dolor.
112
Cuarto dolor
113
Quinto dolor.
147
Y en ella vertiendo sangre Al Hijo de tus entrañas
Por sus verdugos al cielo Alzaste humilde plegaria
Ruega por todos nosotros, Virgen de la Candelaria

7 veces Dios te salve María, Gloria.

Sexto Dolor

Paz en el descendimiento114, cuando la escena de Belén se transforma en recuerdo
y el mismo regazo virginal en el que se recostó el Emanuel se hace trono para el Rey.

Tú María, Virgen pura, Templo de todas las gracias,
Refugio de pecadores, Tú concebida sin mancha,
De nuestra noche de penas, se la estrella solitaria.
Ruega por todos nosotros, Virgen de la Candelaria

7 veces Dios te salve María, Gloria.

Séptimo Dolor

Paz en el corazón de la Madre que contempla como el Cuerpo de su Hijo Muerto
aguarda la nobleza de Nicodemo para que le envuelva en lienzos de misericordia y
la generosidad de José de Arimetea que lo reciba en su mausoleo

Creciste como la rosa que nace entre verdes ramas,
Triste y oculta violeta de la judaica montaña
Tú del jardín de los cielos escondida trinitaria
Ruega por todos nosotros, Virgen de la Candelaria.

7 veces Dios te salve María, Gloria.

A la Reina de los Dolores, nuestra devota alabanza, y a su Hijo, el Glorioso Maestro
de la verdad, de la vida, de la paz, sea la gloria por toda la eternidad. Amén.

114
Sexto dolor.
148
8. LA VIGILIA PASCUAL115

8.1. SENTIDO DE LA CELEBRACIÓN

La noche del año

La celebración de la Vigilia Pascual, a pesar de ser la más importante del
año, no es popular. Largos siglos de alejamiento hacen que sólo muy poco a poco
se vaya mentalizando la comunidad cristiana en la centralidad de esta Noche.

Se trata de ir creando ambiente y
tradición. Y la mejor pedagogía para ello
es una buena celebración de la Vigilia con
aquellos cristianos –pocos, en
comparación con otras celebraciones de
la Semana Santa- que participan en ella.
Es la ocasión mejor para un esfuerzo
pastoral para que, subrayando los
aspectos principales, y no los más
folklóricos, vayan todos comprendiendo
el riquísimo sentido de la Noche.

Además, durante la Cuaresma, habría que ir aludiendo a esta Vigilia: a sus
contenidos sacramentales (Bautismo, Confirmación, Eucaristía), a su visión de la
Historia de la Salvación, al gozoso anuncio de la Pascua del Señor, a nuestra
participación comprometida en ella. Esta mentalización a lo largo del camino
cuaresmal puede ir motivando el que los cristianos se sientan particularmente
invitados a esta celebración, ya sea en su lugar habitual de vida como en el de sus
vacaciones pascuales.

“Según una antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del
Señor (Ex 12, 42). Los fieles, tal como lo recomienda el evangelio (Lc 12, 35-36),
deben asemejarse a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos,
esperan el retorno de su Señor, para que cuando llegue les encuentre en vela y
los invite a sentarse a su mesa” (Misal p. 275).

El esquema de toda la celebración sacramental

Las ceremonias de esta Noche no son un celebración extraña y confusa.
Siguen sencillamente el mismo esquema de todas las celebraciones

115
Centro de Pastoral Litúrgica. La celebración de la Semana Santa. Dossiers 61. CPL: Barcelona. 2005.
149
sacramentales, sobre todo la Eucaristía, pero con algunos momentos
particularmente resaltados.

Todo Sacramento se celebra según este esquema:

• Rito de entrada: la comunidad se reúne y se prepara
• Liturgia de la Palabra
• Liturgia del Sacramento (sea la Eucaristía, o el Bautismo, o el
Matrimonio…)
• Despedida de la comunidad

Pues bien, esta Noche Pascual la celebración tiene también dos partes
centrales:

• La Palabra: sólo que esta vez las lecturas son más numerosas (nueve, en
vez de las dos o tres habituales).
• El Sacramento: pero esta noche después del camino cuaresmal y del
catecumenado, se celebran, antes de la Eucaristía, los sacramentos de la
iniciación cristiana: El Bautismo y la Confirmación.

Así, los dos momentos centrales adquieren hoy un relieve especial: se
proclama en la Palabra la salvación que Dios ofrece a la humanidad, culminando
con el anuncio de la resurrección del Señor. Y luego se celebra
sacramentalmente esa misma salvación, con los sacramentos del Bautismo, la
Confirmación y la Eucaristía. Palabra y Sacramento, en ritmo interior lleno de
dinámica, que esta noche tiene todavía mayor importancia.

Y todo ello se le antepone un rito de entrada también especial: en vez de
hacer sólo una procesión de entrada con un canto, un saludo, etc, se añade un
rito lucernario que juega con el símbolo de la luz en medio de la noche, y además
el Pregón pascual, que podríamos considerar como una “monición de entrada”
lírico, solemne, festivo y cantado.

La Pascua del Señor, nuestra Pascua

Todos estos elementos de la Vigilia quieren resaltar el contenido
fundamental de la Noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida. La
oración del presidente, al inicio de las lecturas del N.T., invoca a Dios, que
“ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor”. En esta
noche, con más razón que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios porque
“Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (Prefacio I de Pascua).

150
Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: “en la muerte de
Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado
todos” (prefacio II de Pascua). La comunidad cristiana se siente integrada,
“contemporánea” del Paso de Cristo a través de la muerte a la vida. Ella misma
renace y se goza en “la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales”
(oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se sumerge con Cristo
en su Pascua, por la Confirmación recibe también ella el Espíritu de la vida, y en
la Eucaristía participa del Cuerpo y Sangre de Cristo, como memorial de su
muerte y resurrección. Los textos, lecturas, oraciones, cantos: todo apunta a esta
gozosa experiencia de la Iglesia unida a su Señor, centrada en los sacramentos
pascuales. Esta es la clave mejor para la espiritualidad cristiana, que debe
centrarse, más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la espiritualidad
del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión con el Resucitado
de entre los muertos.

Cristo, resucitado, ha vencido la muerte. Este es en verdad el día que hizo
el Señor. El fundamento de nuestra fe. La experiencia decisiva que la Iglesia,
como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando su comunión
con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta Noche.

8.2. SUGERENCIAS PARA LA CELEBRACIÓN

La hora

Esta es una noche de vela de la comunidad cristiana

También aquí, como el Viernes, hay que reconocer que existe un problema
de horario. Pero el Misal establece la norma: “toda celebración de la Vigilia debe
hacerse durante la noche”: no debe empezar antes del inicio de la noche (Misal
P. 275).

Las razones son claras:

• La autenticidad: los textos insisten en hablar de la “noche”, precisamente
en esta celebración que es la “madre de todas las vigilias”: “ésta es la
noche…”;
• La pedagogía del signo: de todos los signos que hoy se emplean (la luz, el
cirio, el agua…) el primero es el más simbólico: la oscuridad de la noche;
la Pascua es el paso de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, del
pecado a la vida nueva.;
• En la vida no llamamos “noche” a las horas de la tarde: no es nada
pedagógico que la vigilia se celebre sencillamente a la hora de las misas
151
vespertinas de cada sábado: debe aparecer claro que esta noche es algo
especial; no hace falta que se equipare a la noche de Navidad, esperando a
medianoche para la Vigilia: es mejor empezarla cuando ya es de noche, por
ejemplo, a las 10.
• El Sábado Santo es un día alitúrgico: el Misal lo dice claramente; “durante
el Sábado Santo la Iglesia se abstiene del sacrificio de la Misa” (p.24); esta
Vigilia, con su Eucaristía, pertenece claramente al Domingo de Pascua, no
a la tarde del Sábado… “Vigilia” no significa aquí “víspera de fiesta”, sino
“noche en vela”.

Al proclamar el horario no nos debemos guiar, pues, sólo por la
comodidad, sino por el sentido que en sí tiene la Vigilia, sin dejar que se
empobrezca su simbolismo desde la oscuridad de la noche: simbolismo que
seguramente resulta fácil de comprender para todos y puede ayudar a que toda
la celebración sea consciente y significativa.

El Misal sugiere otra posibilidad: no celebrar la Vigilia a primeras horas de
la noche, sino en las últimas. O sea, levantarse para la celebración antes de la
aurora del domingo, para terminarla con las primeras luces. Esta es una
experiencia que se hace desde años, por ejemplo, en Alemania, y según los
informes, con más éxito que cuando la hacían la noche del sábado.

Ritmo y Pedagogía

Teniendo en cuenta que las dos partes de la Vigilia son la Liturgia de la
Palabra (esta noche más extensa) y la liturgia sacramental (esta noche, además
de la Eucaristía, los sacramentos de la iniciación), el esquema de la celebración
está formado, según el Misal, así:

• Solemne comienzo: el Lucernario, con el Pregón
• Liturgia de la Palabra
• Liturgia Bautismal
• Liturgia Eucarística

O sea, la sucesión de los grandes signos de esta noche: Luz, Palabra, Agua
Bautismal, Pan y Vino eucarístico. Una sucesión “in crescendo”, que debe quedar
dinámicamente orientada hacia el punto culminante: la celebración de la
Eucaristía como memorial de la Pascua del Señor.

Otros signos y simbolismos quedan relativizados: la hoguera, las
incisiones y granos en el cirio, la elevación gradual de la voz en las aclamaciones,

152
el cambio de vestiduras que antes había, el fuego sacado del pedernal… El mismo
Cirio y el Pregón no son tan importantes como la Palabra y los Sacramentos.

Cada una de estas partes de la Vigilia tiene un momento culminante:

- El rito de entrada o lucernario, en sus aclamaciones a Cristo-Luz y en su
pregón pascual;
- La Palabra, en el paso al Nuevo Testamento y sobre todo en la
proclamación del evangelio.
- El Bautismo, con el rito sacramental o su recuerdo por la comunidad;
- La Eucaristía, en la participación del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Por eso es importante que estos momentos fuertes se vean destacados con
una justa “puntuación” de toda la Vigilia (un “punto y aparte” claro entre una
parte y otra):

- Así, después del pregón inicial (y de la posible respuesta cantada) un
momento de pausa antes de las lecturas;
- Después de la Palabra y la homilía, unos momentos de silencio;
- Después del Bautismo (y Confirmación), música de fondo durante el
ofertorio, mientras se prepara la Eucaristía.

Comienzo de la Vigilia: el Lucernario

El “rito de entrada” de esta Noche es particularmente
festivo y lleno de sentido. Si cada tarde, en Vísperas,
cantamos a Cristo como Luz, como Sol que no conoce ocaso,
en esta noche de Pascua, desde la oscuridad total, entonamos
nuestra alabanza entrañable a Cristo bajo el símbolo del Cirio
y la Luz. El brilla en medio de las tinieblas con nueva vida. Y
nos la contagia a toda la comunidad.

El nos ha dicho: “yo soy la Luz del mundo: quien me
sigue, no andará en tinieblas”. Esta Noche, más que nunca, le
podemos gritar nosotros nuestra alabanza: “Luz de Cristo.
Demos gracias a Dios”, “Oh Luz gozosa…”

a El rito del fuego y el modo de encender el Cirio deben
ser sencillos. Si se puede hacer buenamente, fuera de
la Iglesia, es un momento expresivo, con su monición y su breve oración
de bendición. Pero si no se puede hacer, por algún inconveniente, se

153
comienza la celebración dentro de la Iglesia, encendiendo sin más el Cirio
sin bendición del fuego.
El rito de las incisiones en el Cirio y de los granos de incienso es libre. Lo
cual no quiere que el Cirio no deba tener inscritas ya las cifras del año: es
un símbolo interesante de que cada año es nueva la Pascua y cada año
llena de salvación.

b El Cirio mismo debe ser hermoso, nuevo cada año, a ser posible adquirido
de una manera comunitaria en las semanas anteriores. Con ello resultaría
más verdadera la expresión del Pregón: “acepta, Padre Santo, este
sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de
sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio”. Un Cirio grande, bien
adornado, como signo de Cristo.

c La procesión con las aclamaciones y la progresiva iluminación es también
un modo interesante de introducir la celebración de esta Noche.
Las aclamaciones coinciden con el lugar del fuego, la entrada en la Iglesia
y la llegada al presbiterio. Y a la vez, con el momento de encender el Cirio
(la primera), las velas de los asistentes (la segunda) y las luces de la Iglesia
(la tercera). No hace falta ir subiendo de tono en cada una: pero las tres
deben ser vibrantes y participadas por todos.

Si el grupo de personas no es muy numeroso, en algunos lugares suelen
encender todos su propia vela del Cirio personalmente.

El Pregón pascual

a. El Pregón, junto con el rito del fuego y del Cirio, es el rito de entrada de
la celebración de esta Noche. Y como todo rito de entrada debe
ambientar, dar el todo adecuado e introducir a la celebración. En esta
Vigilia, con un tono más festivo y lírico que en cualquier otra.
En comparación a lo que sigue (la Palabra y los Sacramentos) es
ciertamente un momento secundario. Lo cual queda subrayado
también por el hecho de que no es el presidente el que lo proclama.
Pero a la vez es un elemento emotivo, que puede dar a toda la
celebración una preparación psicológica llena de fuerza y sintonía con
el misterio que celebramos.

b. El contenido del Pregón podría resumirse así:
- Invitatorio: alegría de la fiesta (ángeles, la tierra, la Iglesia
universal, la asamblea local), motivo de esta alegría (la fiesta de
la luz por la victoria de Cristo);
154
- Síntesis de la Historia de la Salvación pascual:
la Pascua, profetizada en el A.T. (el cordero en el éxodo, el paso
del Mar Rojo, la columna de fuego);
La Pascua, realizada en el N.T. (Cristo el verdadero Cordero, los
fieles iluminados y salvados por El, representado en el Cirio);
- Himno a la noche santa (en que Cristo resucita, Israel ha sido
liberada, la Iglesia santificada y los fieles llenos de dones);
- Proyección al futuro, pascua y parusía (que el lucero matinal,
Cristo, en su venida encuentre ardiendo este Cirio) …

c. Para que este pregón sea en verdad una introducción emotiva y
dinámica de la Vigilia, lo más conveniente es que sea cantado. No hace
falta que sea el presidente, ni un ministro ordenado, el que lo cante:
pero sí hace falta que el cantor, además de ensayárlo bien, sienta de
veras su contenido y lo diga con vibración y sentido.
Si de ninguna manera se consigue que el pregón sea cantado, habrá que
asegurar que su proclamación sea en verdad pausada, lírica, exultante;
un verdadero pregón: no una lectura más, prosaica y precipitada…

d. La asamblea podría muy bien, como sugiere el Misal, intercalar breves
aclamaciones cantadas en varios momentos del Pregón: así se rompe
por una parte el monólogo del cantor o recitador, y por otra la
asamblea interviene activamente subrayado, con frases adecuadas la
línea del pensamiento proclamado.

La Liturgia de la Palabra

Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la
proclamación de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla
de Cristo e ilumina la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos
pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el
Pueblo que responde (Salmos y oraciones).

a. Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La
mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la ley de
Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”, “y
comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los
discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”.
El primer grupo de lecturas (Moisés) abarca la creación, el sacrificio de
Abraham y el paso del Mar Rojo: la actuación salvadora de Dios para con
su pueblo Israel.

155
Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la
alianza (Isaías), a la fe (Baruc), y prometen la salvación definitiva
(Ezequiel, con las imágenes del agua pura, el corazón nuevo).

Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo
el cántico de Moisés en el Mar Rojo y el cántico bautismal de Isaías.

b. Pero el A.T. prepara la realidad del N.T.: el Misal indica en ese momento
diversos signos, tales como el adorno del altar (luces, flores), el canto del
Gloria y la aclamación del Aleluya antes del Evangelio. También se podría
iluminar de una manera más plena la Iglesia, que durante las lecturas del
A. T. Podría hacer quedado más discretamente iluminada.
Sobre todo, es el evangelio, tomado de uno de los tres sinópticos, según el
ciclo, el que hay que destacar: es el cumplimiento de todas la profecías y
figuras, la resurrección del Señor.

c. ¿Qué lecturas escoger? El criterio de selección no debería ser la
comodidad ni la brevedad por la brevedad, sino el pastoral: hacer posible
que la riqueza de contenido de la Noche se despliegue en la celebración.
Hacer sólo dos lecturas del A.T. y las dos del N.T. (el mínimo señalado por
el Misal) sería muy poco. Una vez al año vale la pena que la comunidad
cristiana proclame en su conjunto la obra salvadora de Dios, desde la
creación a la resurrección del Señor: una “noche en vela” escuchando la
historia de la salvación, “nuestra historia”. Esta noche es extra-ordinaria.
No estamos celebrando una misa vespertina dominical, como cada
semana.
En principio lo ideal sería seguir las siete lecturas del A.T. y las dos del N.T.
Si parece mejor abreviar las del A. T., se podría suprimir alguna de los
profetas (más que las de la Ley).

d. El tratamiento concreto de estas lecturas requiere imaginación creativa.
No se puede contentar con una yuxtaposición de lecturas, esperando que
la homilía final ayudará a encontrarles su cohesión.
Un modo podría ser presentar con una breve monición cada una. O bien
hacer una presentación por bloques (las de la Ley, las proféticas, las del
N.T.), además de la monición presidencial que ya consta en el Misal.
Algunos prefieren hacer una breve homilía a cada lectura, para ayudar a
captar el sentido y la actualidad –en la Pascua- de cada pasaje.
Pero a la vez hay otra dinámica a cuidar: la que va desde la lectura hasta
la oración, pasando por el salmo responsorial. La oración es la respuesta
de la comunidad al anuncio de la Palabra: expresa los sentimientos que
suscita en nosotros la Historia de la Salvación que va a ser proclamado.
156
Por ello el mejor esquema parece ser:
- La lectura, pausada y bien preparada, por diversos lectores,
- La brevísima homilía que acerca a nuestro “hoy” pascual su
mensaje, si se prefiere hacer así.
- El salmo, cantado por un solista y participando por todos con el
estribillo,
- La oración conclusiva de cada unidad de lectura.

e. Los cantos en medio de las lecturas hay que prepararlos bien. En principio
sería bueno cantarlos, por medio de un solista. Pero es importante que
para cada uno de ellos se busque una antífona-estribillo adecuada para
que la cante toda la asamblea (en el último apartado de estas sugerencias
proponemos ejemplos). También se podría hacer alguno sencillamente
recitado. El cántico de Moisés, directamente seguido después de la lectura
correspondiente, sería mejor cantarlo siempre. No convendría tanto
hacer uso de la sugerencia del Misal de sustituir el salmo por unos
momentos de silencio.
El gloria, antes de la carta a los Romanos (con acompañamiento de órgano
y campanas) y el solemne Aleluya antes del evangelio, entonado a ser
posible por el presidente, después del largo silencio cuaresmal, dan un
realce especial al anuncio que el N.T. nos hace del Señor Resucitado.
Preparar bien la sucesión de las lecturas, de los cantos y las oraciones, en
su ritmo justo y resaltando las del N.T., es condición importante para que
toda la celebración de esta Noche tenga su pleno sentido.

f. La homilía, tanto si se hace fragmentada a cada lectura, como si es única al
final de todas, debe ayudar a todos a captar el sentido de la “marcha
rítmica” que va desde la creación hasta la Resurrección, y cómo el pueblo
-el de Israel y ahora nosotros- nos vemos envueltos en esta Historia, que
nos ha constituido y que nos compromete hoy. También debe resaltar la
unidad que forma todo el Triduo Pascual: la resurrección del Señor se
entiende desde la celebración del Viernes, con su Muerte en Cruz, y tiene
su prolongación en nuestro Bautismo y en la Eucaristía.
Una homilía, la de hoy, más entusiasta, contemplativa, proclamativa, que
moral.

La liturgia bautismal

a La noche de Pascua es el momento en que más sentido tiene celebrar
los sacramentos de la iniciación cristiana. Después de un camino
catecumenal (personal, si se trata de adultos, y de la familia, para que
los párvulos: y siempre, en lo que cabe, de la comunidad cristiana
157
entera), el signo del agua –la inmersión, el baño- quiere ser la
expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en
su paso de la muerte a la vida.

Como dice el Misal, si se trata de adultos,
esta noche tiene pleno sentido que además
del Bautismo se celebre la Confirmación,
para quedar integrados ya plenamente a la
comunidad eucarística. Y esto, aún cuando
no haya obispo: el sacerdote que preside
tiene esta noche la facultad de conferir
también la Confirmación, haciendo visible
la unidad de los sacramentos de iniciación.

No se trata, evidentemente, de buscar a la última hora algún niño para
bautizar esta noche, porque “hace bonito”. Sino que el gesto debe
responder a una ambientación que dura toda la Cuaresma. Durante
este tiempo no se celebran normalmente bautizos: se reservan o para
esta Vigilia Pascual o para los días sucesivos. Es la comunidad, y las
familias concretas, las que deben entender la Cuaresma como un
camino de preparación que en la Vigilia tiene su punto culminante.

b. La celebración está compuesta de estos elementos:
- Las letanías de los santos (si hay bautizo), con la adaptación que
el mismo Misal sugiere:
- La bendición del agua: la larga, si hay bautizo, y la corta si no lo
hay; más que bendecir el agua, se trata de bendecir a Dios por
todo lo que en la historia de la salvación ha hecho por medio del
agua (desde la creación y el paso del Mar Rojo hasta el bautismo
de Jesús en el Jordán), pidiéndole que hoy también a través del
signo del agua actué el Espíritu de vida sobre los bautizados; a
la bendición convendría que siguiera una aclamación breve, con
sentido bautismal;
- El Bautismo y la Confirmación según sus propios rituales;
- La renovación de las promesas bautismales, si no se ha
celebrado el Bautismo, porque en ese caso, después de la
renuncia y la profesión de fe por parte de los padres y padrinos
(y de los bautizados mismos, si son adultos), se habrá unido ya
la comunidad con su asentamiento; se trata de que todos
participen conscientemente tanto en la renuncia (en el Misal hay
tres formularios, que se pueden adaptar o elegir algún otro
formulario del Ritual del Bautismo) como en la profesión de fe;
158
- A esta renovación le sigue el signo de la aspersión, con un canto
bautismal; es un signo que luego, durante la Cincuentena, se
puede ir repitiendo los domingos al comienzo de la Eucaristía;
esta noche, si no es demasiado numerosa la asamblea, cabría el
que cada uno se acercara a mojar su mano en el agua para hacer
la señal de la cruz: un recuerdo plástico del Bautismo.
- La Oración Universal o de los fieles: muy bien situada después
del Bautismo o de su recuerdo, porque es el ejercicio por parte
de la comunidad de su sacerdocio bautismal, intercediendo ante
Dios por toda la humanidad: es una oración a la que hoy hay que
dar relieve.

La Eucaristía

La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es
la Eucaristía central de todo el año, más importante que la de Navidad o la del
Jueves Santo. Cristo el Señor Resucitado, nos hace participes de su Carne y de su
Sangre, como memorial de su Pascua.

No tiene que convertirse en un apéndice de las celebraciones anteriores,
sino en su punto culminante. A pesar de que está al final, y puede notarse ya el
cansancio, hay que esforzarse para que sea la cumbre de la noche:

- El ofertorio puede ser una pausa (musical: con órgano festivo); si hay
neófitos no párvulos, sería bueno que ellos llevaran los dones al altar;
- El sacerdote debería gastar aquí su mejor voz para cantar el prefacio
pascual, o las palabras del relato, o la doxología final de la Plegaria; y
ensayar un amén cantado solemnemente para subrayar la Plegaria por
parte de todos;
- Se podría escoger el canon romano, en razón de las glosas que tiene para
esta noche, o bien la Plegaria cuarta, que es un repaso entusiasta de toda
la Historia de la Salvación;
- La comunión, esta noche, es muy conveniente que sea bajo las dos
especies: se trata de facilitarla, rompiendo las reticencias que pueda haber
por parte de los encargados; varios ministros que ofrecen el Pan y los
Cálices pueden hacer que sea a la vez expresiva y ágil; la carta de la
Congregación sobre la celebración de la Pascua (1988) recomienda
encarecidamente que en esta Vigilia se comulgue bajo las dos especies;
- La despedida cantada con el doble aleluya, debe terminar con un tono de
festividad, y recordar, en las palabras finales, que esta noche empieza una
fiesta que dura cincuenta días…

159
- No estaría mal que la celebración continuara en algún lugar anexo a la
Iglesia (o en la misma Iglesia si no hay otro) con un pequeño ágape que dé
ocasión a la convivencia entre los participantes.

Los cantos de la Noche Pascual

Lucernario: (procesión) “Lumen Christi. Deo gratias”, “Luz de Cristo,
demos gracias a Dios”, añadiendo cada vez: “Oh luz gozosa”; (aclamaciones
intercaladas al Pregón): “Oh Luz gozosa”, (hay que cuidar que no se cante ya aquí
el aleluya).

Salmos responsoriales: 1 (creación) “Oh Señor, envía tu Espíritu”; (sacrif.
Isaac) “Protégeme, Dios mío”; 3 (éxodo) “Cantemos al Señor, sublime es su
victoria”, “Mi fuerza y mi poder es el Señor”; 4 (Isaías 54) “Te ensalzaré, Señor”;
5 (Isaías 55) “Te alabamos, Señor, porque has salvado a tu pueblo”; 6 (Baruc) “Tu
palabra me da vida”; 7 (Ezequiel) “Como suspira la cierva”; 8 (antes de Rom.)
“Gloria a Dios en el cielo”; 9 (antes del evangelio) un aleluya solemne y el salmo
117: “Este es el día que hizo el Señor”.

No hace falta que se canten todos. A veces se puede resolver muy bien
cantando la antífona, intercalándola a las diversas estrofas proclamadas por un
solista.

Bautismo (al final de la bendición del agua) “Aclama al Señor, tierra
entera” (sin estrofas), “Bendigamos a Dios, cantemos en sus obras”; (durante la
aspersión) “Un solo Señor”, “Una nueva vida”.

Comunión; “Aleluya, el Señor es nuestro Rey”, “Resucitó”, Señor, tú has
vencido a la muerte”, “como el grano de trigo”, “Nuestra Pascua inmolada”, “Yo
volveré a cantar”.

Moniciones para las lecturas de la Vigilia Pascual

Primera lectura
Vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno (Gn 1,1-2,2)

Al principio, Dios. El es el origen de todas las cosas, y “vio Dios todo lo que
había hecho; y era muy bueno”. La bondad original de todas las cosas nos hace
ver la bondad de Dios. Por eso podemos exclamar: “La misericordia del Señor
llena la tierra” (Salmo 32,5) y de la misma manera que nos admiramos por la
obra de la creación, de entre las que sobresale el mismo hombre, estamos a punto
de ser testigos de la nueva y más grande maravilla de la redención (cf. Oración
160
(B) después de la primera lectura: La creación del hombre). También aquí sale
espontánea la aclamación del salmista: “Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz
de la tierra” (Salmo 103,30).

El mundo empieza a existir como fruto del amor de Dios. La redención es
una prueba más del amor infinito de Dios. Dejémonos, también nosotros, llevar
por ese AMOR.

Segunda lectura
El sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe (Gn 22, 1-18)
Después de recordar que el principio del mundo es obra de Dios, nos
detenemos ahora a recordar el inicio del camino de los hombres creyentes. La
Fe nace de una llamada -vocación – y pide una respuesta vital. Por eso, ante el
ejemplo de la fe de Abrahán en esta noche santa, recordando los inicios de
nuestra vocación hemos de pedir a Dios, con verdadera plegaria universal,
“concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada” (cf. Oración
después de la segunda lectura).

Del mismo modo vemos en Isaac la prefiguración del sacrificio de Cristo.
También Jesús será liberado de la muerte: resucitado. En este contexto cobran
sentido las palabras del salmo: “Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás
a tu fiel conocer la corrupción” (Salmo 15). Nuestra plegaria se une a la de la
humanidad entera que pide: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”.

Tercera lectura
Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto (Ex 14, 15-15,1)

El agua, creada al principio del mundo, es ahora el instrumento de la
salvación del pueblo de Israel. Fue la primera pascua. De la esclavitud de Egipto
el pueblo llega, atravesando las aguas del mar Rojo, a la libertad.

Esta lectura, central en esta primera parte de la Liturgia de la Palabra, nos
abre ya el tema bautismal. El agua muestra el poder del Dios que salva. El
recuerdo constante de aquella hazaña maravillosa de Dios hará revivir en el
pueblo de Israel el amor de Dios por su pueblo. De manera parecida, el recuerdo
anual de nuestro Bautismo, hará revivir, en el nuevo pueblo de Dios, la gracia del
Bautismo que nace del paso de la muerte a la vida, significado por la inmersión
bautismal por la que somos sepultados a la esclavitud del pecado y resucitamos
a la vida nueva de los hijos de Dios.

La lectura del Éxodo tiene que hacernos sentir miembros de este pueblo
de bautizados que la Iglesia pueblo renacido en las aguas del Bautismo. Pueblo
161
que camina al resplandor de la luz que viene de Dios. Pueblo redimido en la
Pascua del Señor Jesús.

Cuarta lectura
Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor (Is 54, 5-14)

La reflexión de los profetas de Israel llevo al pueblo de Dios a comprender
que la prueba del exilio era la consecuencia del rechazo de la elección. En este
contexto renace, pues, nuevamente la esperanza: el pecado puede ser
perdonado, la culpa olvidada. Desde aquel momento el pueblo de Dios intentará
recuperar la predilección de Dios. Y Dios -que es fiel en el amor- no se vuelve
atrás de su juramento. El retorno del exilio será vivido como un nuevo Éxodo.
La reconstrucción de Jerusalén será la prueba de la reconstitución del pueblo de
Dios. La restauración del culto en el Templo de Jerusalén será la renovación de
la Alianza.

Leyendo hoy esta lectura vemos en ella la dinámica del pecado y del
perdón. La Pascua de Jesús nos trae la reconciliación: Dios continúa amando a
su pueblo.

Quinta lectura
Vengan a mi, y vivirán; sellaré con ustedes alianza perpetua (Is 55, 1-11)

El profeta levanta la moral de su pueblo. La nueva perspectiva que le hace
contemplar es la de un futuro de liberación total. Pero esta perspectiva pasa por
la conversión. Conversión profunda: hay que pasar de la dinámica temporal a la
dinámica de la eternidad. Si no lo hacemos continuaremos comiendo alimentos
y bebiendo bebidas que no apagan la sed. Ante la insatisfacción de lo terreno,
hemos de estar sedientos del agua de la vida eterna que sólo se encuentra en “las
fuentes de la salvación” (Cf. Cántico de Isaías 12, 3).

El cristiano se acerca a las “fuentes” de la vida por el Bautismo, y por la
Eucaristía encuentra el alimento que sacia el hambre de la inmortalidad. Esta
visión sacramental de la pascua y de sus frutos es la única que explica el sentido
profundo de la Nueva Pascua cristiana. El pan de la vida y el cáliz de la nueva y
eterna alianza son los únicos que tienen virtud salvadora.

Sexta lectura
Caminen a la claridad del resplandor del Señor (Ba 3,9-15.32-4,4)

Además de los sacramentos, el otro gran don pascual que Cristo hace a su
Iglesia es su ley. Como nuevo Moisés, Jesús promulga la nueva Ley: la del Amor.
162

Esta lectura en la que el profeta Baruc recrimina al pueblo el haber
abandonado la fuente de la Sabiduría, aquella por la que “conocemos lo que
agrada al Señor”, tenemos que recibirla como una invitación a “hacer la voluntad
de Dios”.

Los catecúmenos, en su preparación cuaresmal, eran instruidos en la Ley
del Señor, y examinados sobre su cumplimiento. También ahora, nosotros, antes
de renovar el compromiso Bautismal hemos de examinarnos sobre este punto.
Y más aún, hemos de estar bien convencidos que sólo Cristo tiene la palabra de
la vida. Sólo así, como los apóstoles, podremos repetir: “Señor, tú tienes palabras
de vida eterna” (Jn 6,68; Salmo 18).

Séptima lectura
Derramaré sobre ustedes agua pura, y les daré un corazón nuevo (Ez 36, 16-28).

En medio del mal del mundo y de la infidelidad del pueblo, Dios hace
resaltar su gloria. Su santo nombre no puede ser profanado. Por eso Dios
renovará a su pueblo. Y la renovación viene del cambio de corazón: “Arrancaré
de su carne el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne”.

Ante esta bondad de Dios, es preciso que pidamos una y otra vez: “Oh Dios,
crea en mí un corazón puro” (Salmo 50,12). Y aún: “y, según tus eternos designios,
lleva a término la obra de la salvación humana” (Cf. Oración después de la séptima
lectura).

Lectura del apóstol
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más (Rm 6,3-11)

Después del canto del himno del Gloria, y de la oración Colecta, como de
costumbre se lee la lectura del Apóstol. Hemos entrado de lleno en la fiesta
pascual: el Antiguo Testamento, deja paso al Nuevo.

También el hombre viejo ha de morir para dejar paso al hombre nuevo.
Este es el mensaje pascual por excelencia.
El Bautismo nos abre a esta vida nueva que
celebra la Pascua: “Si hemos muerto con
Cristo, creemos que también viviremos con
él”.

La dinámica de pecado y gracia
queda confirmada. El pecado ha sido
163
vencido por la abundancia del perdón y de la misericordia de Dios. Pero la
consecuencia no es: Vivamos en el pecado, sino “emprendamos una nueva vida”.

La resurrección de Cristo, que proclama Pablo, es el inicio de la vida nueva
de los creyentes: una nueva creación. Esta maravilla pascual es la que hace
estallar a toda la comunidad en el canto vibrante del Aleluya gozoso,
acompañado del Salmo 117: “La diestra del Señor es poderosa… La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”.

Evangelio
Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado (Mc 16,1-7).

La mañana de Pascua. Una gran piedra separa a Jesús de sus discípulos.
Las mujeres, no obstante, encuentran la piedra corrida. Cristo ya no está muerto:
Vive. “No está aquí. Ha resucitado”. Cristo, resucitado, hace desaparecer el miedo.
Ahora hay que ir a anunciar esta Buena Nueva.

“Dios ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor”
(Cf. Oración Colecta).

La vivencia de la noche de Pascua, culminación de todo el proceso
cuaresmal, nos hace gustar -con el complemento de las lecturas de todo el tiempo
cuaresmal- el gran gozo de la resurrección. Revivimos la experiencia pascual de
los primeros discípulos. El encuentro de los discípulos con El que vive les hace
ser testigos audaces de la fe en la resurrección. Por eso el complemento lógico
de la vigilia es la profesión de Fe como renovación del compromiso Bautismal.

Y naturalmente, nunca como hoy, la celebración de la Eucaristía tiene un
sentido más pleno. La celebración de la Pascua la noche santa nos hace exclamar
a pleno pulmón: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en esta noche en que Cristo,
nuestra Pascua, ha sido inmolado”.

164
8.3. EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR, VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
PREDICACIÓN ORANTE

§ Primera lectura: Génesis 1,1 - 2,2
§ Salmo de respuesta: 104(103),1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. cf. 30)
§ Segunda lectura: Génesis 22,1-18
§ Salmo de respuesta: 16(15),5+8.9-10.11 (R. 1)
§ Tercera lectura: Éxodo 14,15 - 15,1
§ Salmo de respuesta: Éx 15,1-2ab.2cd.3-4.5-6.17-18 (R. 1a)
§ Cuarta lectura: Isaías 54,5-14
§ Salmo de respuesta: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a)
§ Quinta lectura: Isaías 55,1-11
§ Salmo de respuesta: Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3)
§ Sexta lectura: Baruc 3,9-15.32 - 4,4
§ Salmo de respuesta: 19(18),8.9.10.11 (R. Jn 6,68c)
§ Séptima lectura: Ezequiel 36,16-17a.18-28
§ Salmo de respuesta: 42(41),3.5bcd; 43(42),3.4
§ Epístola: Romanos 6,3-11
§ Evangelio: Lucas 24,1-12

Introducción
Esta noche la comunidad cristiana se detiene má s de lo ordinario en la
proclamació n de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla
de Cristo e ilumina la Historia de la Salvació n y el sentido de los sacramentos
pascuales. Hay un diá logo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el
Pueblo que responde (Salmos y oraciones).

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Las lecturas de la Vigilia Pascual tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La
mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la ley de Moisé s y en
los profetas y salmos acerca de mı́, tenı́a que cumplirse”, “y comenzando por
Moisé s y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discı́pulos de Emaú s) lo que
se referı́a a é l en toda la Escritura”.

El primer grupo de lecturas (Moisé s) abarca la creació n, el sacrificio de Abraham
y el paso del Mar Rojo: la actuació n salvadora de Dios para con su pueblo Israel.
Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la alianza
(Isaı́as), a la fe (Baruc), y prometen la salvació n definitiva (Ezequiel, con las
imá genes del agua pura, el corazó n nuevo).

165
Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo el
cá ntico de Moisé s en el Mar Rojo y el cá ntico bautismal de Isaı́as.
Y el Evangelio de San Lucas nos dice que a las mujeres que van con aromas al
sepulcro y que lo encuentran vano, los misteriosos á ngeles les hacen la pregunta
má s expresiva del misterio cristiano: “¿por qué buscaan entre los muertos al que
vive?”, y la respuesta la dan ellos mismos: “no está aquı́: ¡ha resucitado!”. Las
mujeres, presurosas, van a anunciarlo a los apó stoles, que no las creen. Tampoco
Pedro, que corre a ver el sepulcro, se explica el fenó meno.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

En un mundo lleno de noticias preocupantes, que nos inclinan al desá nimo; en
medio de una sociedad indiferente, que estos dı́as piensa tal vez má s en las
vacaciones que en la Pascua del Señ or, nosotros nos hemos reunido y hemos
escuchado la Buena Noticia de la resurrecció n de Cristo Jesú s.

Las mujeres fueron a buscarle “entre los muertos”, al sepulcro. Pero el Espı́ritu
de Dios lo habı́a sacado de ahı́ definitivamente. Ahora, dos mil añ os despué s,
sigue vivo, y sigue presente, aunque no le veamos, dando á nimos a su comunidad.
Tal vez nosotros tambié n merezcamos el aviso-reproche del á ngel, si nos ve
desanimados: ¿por qué buscá is entre los muertos al que vive?

Este es el acontecimiento que da sentido a nuestra fe. Si somos cristianos es por
eso, porque Jesú s no se quedó en el sepulcro, sino que la fuerza de Dios lo hizo
pasar a su nueva existencia, en la que está para siempre, y desde la que se nos
hace presente continuamente, por ejemplo, en la Eucaristı́a. Es la noticia -un
“credo” abreviado y rotundo- que los demá s discı́pulos transmitieron a los dos
discı́pulos que volvı́an de Emaú s: “era verdad, ¡ha resucitado el Señ or!”.

Vale la pena que nos dejemos conquistar por la alegrı́a de esta noche y que
entremos en el acontecimiento de la Pascua tambié n nosotros, junto con Jesú s.
Ese “sepulcro vacı́o” es un sı́mbolo elocuente de la victoria total de Cristo sobre
la muere. No seguimos a un muerto, a un difunto ilustre, por importante que
hubiera sido en vida. Seguimos a uno que está vivo. El aviso de los á ngeles es una
consigna para todas las generaciones cristianas: ¡no busqué is entre los muertos
al que vive!

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

Decía el Papa el Domingo de resurreción del 1 de abril de 2018:

166
“Después de la escucha de la Palabra de Dios, de este paso del Evangelio, me nace
decir tres cosas.

Primero: el anuncio. Ahí hay un anuncio: el Señor ha resucitado. Este anuncio que
desde los primeros tiempos de los cristianos iba de boca en boca; era el saludo: el
Señor ha resucitado. Y las mujeres, que fueron a ungir el cuerpo del Señor, se
encontraron frente a una sorpresa. La sorpresa... Los anuncios de Dios son siempre
sorpresas, porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas. Y así desde el inicio de la
historia de la salvación, desde nuestro padre Abraham, Dios te sorprende: «Pero ve,
ve, deja, vete de tu tierra». Y siempre hay una sorpresa detrás de la otra. Dios no
sabe hacer un anuncio sin sorprendernos. Y la sorpresa es lo que te conmueve el
corazón, lo que te toca precisamente allí, donde tú no lo esperas. Para decirlo un
poco con un lenguaje de los jóvenes: la sorpresa es un golpe bajo; tú no te lo esperas.
Y Él va y te conmueve. Primero: el anuncio hecho sorpresa.

Segundo: la prisa. Las mujeres corren, van deprisa a decir: «¡Pero hemos
encontrado esto!».

Las sorpresas de Dios nos ponen en camino, inmediatamente, sin esperar. Y así
corren para ver. Y Pedro y Juan corren. Los pastores la noche de Navidad corren:
«Vamos a Belén a ver lo que nos han dicho los ángeles». Y la Samaritana, corre para
decir a su gente: «Esta es una novedad: he encontrado a un hombre que me ha dicho
todo lo que he hecho». Y la gente sabía las cosas que ella había hecho. Y aquella
gente, corre, deja lo que está haciendo, también la ama de casa deja las patatas en
la cazuela —las encontrará quemadas—pero lo importante es ir, correr, para ver
esa sorpresa, ese anuncio. También hoy sucede.

En nuestros barrios, en los pueblos cuando sucede algo extraordinario, la gente
corre a ver. Ir deprisa. Andrés no perdió tiempo y fue deprisa donde Pedro a decirle:
«Hemos encontrado al Mesías».

Las sorpresas, las buenas noticias, se dan siempre así: deprisa. En el Evangelio hay
uno que se toma un poco de tiempo; no quiere arriesgar.

Pero el Señor es bueno, lo espera con amor, es Tomás. «Yo creeré cuando vea las
llagas», dice. También el Señor tiene paciencia para aquellos que no van tan
deprisa.

Lo tercero que yo quisiera decir hoy es una pregunta: «¿Y yo qué? ¿Tengo el corazón
abierto a las sorpresas de Dios? ¿Soy capaz de ir deprisa, o siempre con esa
cantilena, “veré mañana, mañana”? ¿Qué me dice a mí la sorpresa?».

167
Juan y Pedro fueron deprisa al sepulcro. De Juan el Evangelio nos dice: «Creed».
También Pedro: «Creed», pero a su modo, con la fe un poco mezclada con el
remordimiento de haber negado al Señor. El anuncio causó sorpresa, la carrera/ir
deprisa y la pregunta: ¿Y yo hoy en esta Pascua de 2018 qué hago? ¿Tú, qué haces?”.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

En definitiva, la Palabra de Dios nos señala el camino de la Vida Nueva y
debemos responder a este reto en esta Pascua y durante toda nuestra vida de
discípulos misioneros:

§ La admiració n agradecida por la creació n có smica y de la familia humana
por parte de Dios, obra de su sabidurı́a, de su poder y de su amor, que
ahora nos concede conocer y seguir al nuevo Adá n, Cristo Jesú s, cabeza
de la nueva humanidad;
§ la fidelidad de un hombre creyente como Abrahá n, que tendrı́amos que
copiar nosotros incluso cuando nos parece que Dios nos pone a prueba y
se nos acumulan las dificultades y los contratiempos;
§ el deseo de que tambié n para nosotros suceda el “paso del Mar Rojo” y la
liberació n, porque nuestra vida es un continuo é xodo; con la ayuda de
Dios, podemos ir renovando siempre má s nuestra libertad interior,
venciendo a todos los “faraones” que se nos puedan cruzar en nuestro
camino de seguimiento de Cristo, el nuevo y definitivo Moisé s, pasando en
esa noche pascual de la esfera del pecado a la de la gracia;
§ la voz de los profetas, en sus cuatro lecturas, nos anima a confiar en la
misericordia y el amor de Dios, que nos es siempre fiel a pesar de nuestros
fallos; que nos ofrece su Alianza renovada ahora en Cristo Jesú s; que nos
lleva a corrientes de agua fresca para que saciemos nuestra sed de
felicidad; que nos hace conocer la verdadera sabidurı́a, la que proviene de
su Palabra; y que nos promete un corazó n nuevo y un espı́ritu nuevo;
§ el apóstol Pablo nos invita a refrescar la gracia que Dios nos hizo el dı́a de
nuestro bautismo, hacié ndonos sus hijos; nosotros, esta noche,
renovamos nuestras promesas bautismales, con la renuncia al mal y la
profesió n de fe en Dios;
§ pero, sobre todo, lo que má s nos interpela es el evangelio de la
resurrecció n de Cristo; si somos cristianos es porque Cristo ha resucitado
y ha inaugurado un nuevo orden de cosas y nos anima continuamente con
su gracia a seguir su camino. No seguimos a un libro, o a una doctrina, sino
a una Persona Viviente, Jesú s, Cabeza de la nueva humanidad, que ha sido
resucitado por la fuerza del Espı́ritu.

168
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. la Noche pascual, es noche de vela para la comunidad cristiana, hay razones
claras para que la celebración no se inicie antes de que haya comenzado de
la noche:

§ La autenticidad: Los textos insisten en hablar de “la noche”, precisamente
en esta celebración que es la “madre de todas las vigilias”.
§ La pedagogía del signo: De todos los signos que se emplean (la luz, el cirio,
el agua...) el primero es el más simbólico: la oscuridad de la noche; la
Pascua es el paso de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida, del pecado
a la vida nueva.

Es una celebración de la Unidad Parroquial, por lo que ha de congregarse
toda la comunidad de comunidades que es la Parroquia, en una celebración
alegre y bien preparada.

2. Decorar el templo para la noche de Pascua: Cirios, flores y todos los elementos
que se consideren necesarios, destacando siempre lo esencial:

§ Preparar muy bien las moniciones que van a introducir los cuatro
momentos de la Vigilia Pascual.
§ Reunirse con antelación con todas las personas que van a servir en la
celebración para que no falte ningún detalle.
§ Preocuparse por preparar muy bien el canto del Pregón Pascual y todos
los cantos de la celebración.
§ La Vigilia Pascual debe ser muy bien motivada y preparada para que
sea verdaderamente significativa y marque la vida de la comunidad
parroquial.
§ Conviene leer las rúbricas de la celebración, tanto las contenidas en Ordo
como en el Misal, para ver todas las opciones celebrativas.
§ Las Palabras que se deben resaltar en esta noche en afiches o carteleras
pueden ser: Vive, Resucitó, Aleluya, ha vencido la muerte, etc.
§ Preparar a los lectores y salmistas para que proclamen debidamente las
diferentes lecturas y salmos.

3. El mejor sitio para colocar el cirio pascual es cerca del lugar de la Palabra,
pues desde allí se entona el Pregón pascual, que tiene como finalidad, entre
otras cosas, cantar todo el simbolismo de este cirio.

169
4. Es necesario recordar que las luces de la iglesia se encienden al cantar por
tercera vez “Luz de Cristo”, de tal manera que no se concibe que elPregón
Pascual y la liturgia de la Palabra se realice en tinieblas.

5. La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de
iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso
de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere
ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en
su paso de la muerte a la vida.

Si no hay bautismos dentro de la celebración, conviene resaltar la renovación
de los compromisos bautismales y la bendición del agua.

6. La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la
Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del
Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne
y de su Sangre, como memorial de su Pascua.

7. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”,
Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria
Eucarística I, por las partes propias que contiene.

8. La Bendición final de la Misa es solemne, agregando en la despedida el doble
Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua.

9. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una
manera más prolongada y festiva la oración del Sábado Santo, pueden hacerlo
celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas. Se añaden los
cánticos y el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en
el Ordinario.

Para Sábado Santo, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y
evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2067 ss.

10. Catequesis de actos de piedad popular:

§ El “encuentro de la Madre del Señor con el Resucitado”, está autorizado y
recomendado en el Directorio de Liturgia y piedad popular n.149:

“La piedad popular ha intuido que la asociación del Hijo con la Madre es
permanente: en la hora del dolor y de la muerte, en la hora de la alegría y de
la Resurrección. La afirmación litúrgica de que Dios ha colmado de alegría
170
a la Virgen en la Resurrección del Hijo, ha sido, por decirlo de algún modo,
traducida y representada por la piedad popular en el Encuentro de la Madre
con el Hijo resucitado: la mañana de Pascua dos procesiones, una con la
imagen de la Madre dolorosa, otra con la de Cristo resucitado, se encuentran
para significar que la Virgen fue la primera que participó, y plenamente, del
misterio de la Resurrección del Hijo”

171
8.4. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES

Monición introductoria de la Vigilia
Hermanos y hermanas, ¡buenas noches! Nuestra comunidad cristiana se regocija
ante la presencia de todos ustedes.

El Miércoles de Ceniza parece ya muy lejano. Fue entonces cuando comenzamos
a recorrer el largo camino cuaresmal. Juntos hemos vivido días de oración, de
penitencia, de privaciones, de reflexión, de vía crucis. Juntos hemos ido
preparando la senda que desemboca en esta ocasión gloriosa. Esta es la noche de
las noches. La noche por excelencia. A ella se refiere nuestro querido Beato
Carlos Manuel Rodríguez cuando nos repetía, con insistencia: “¡Vivimos para esa
noche!” Hoy, las tinieblas se desvanecen, la oscuridad queda derrotada, la muerte
es vencida de modo definitivo y Cristo se alza victorioso ante su pueblo. Por ello
nos reunimos en vigilia de oración a la espera de Cristo Resucitado, para
escuchar la Palabra de Dios, para participar en los Sacramentos de la Iglesia, para
celebrar con Cristo el banquete pascual.

Cuatro momentos marcaran nuestro caminar de fe:

1. La primera parte, el Lucernario o Liturgia de la Luz, comienza con la
bendición del fuego. Luego de encender el cirio pascual, el Lucernario
termina con el cántico del pregón pascual.

2. Al Lucernario le sigue la Liturgia de la Palabra con la proclamación de siete
lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento.

3. La tercera parte de la celebración es la Liturgia Bautismal en la que serán
bautizados nuestros catecúmenos (si los hay) y renovaremos nuestras
promesas bautismales.

4. La cuarta parte de la celebración es la Liturgia Eucarística cuando nos
acercamos con Jesús Resucitado a la Mesa del Pan que Él mismo sirve para
nosotros.
Así, hermanos y hermanas, conscientes del momento admirable que vivimos,
nos preparamos, nos ponemos de pie para dar inicio a esta noche gloriosa.

Monición introductoria presidencial

La monición que corresponde al Presidente, se encuentra en el Misal Romano, p.
194.

172
Monición a la Liturgia de la Palabra
La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el Misal Romano, P.
204.

Monición a la liturgia bautismal
La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el Misal Romano,
pp. 209 ó 214 (según haya o no bautizados en la celebración).

Monición a la Renovación de los compromisos bautismales
La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el Misal Romano,
p.215.

173
Oración Universal o de los Fieles

Presidente: en la alegría de esta noche santa, presentemos nuestras plegarias al
Padre que resucito a Jesús en los muertos, y digamos:

R. Jesús Resucitado, escúchanos.

1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Para que demos siempre testimonio
de la vida nueva de Jesús resucitado. Oremos.

2. Por los que recibieron el bautismo en esta noche de Pascua. Que el Señor
los bendiga y les aumente constantemente la fe, la esperanza y el amor.
Oremos.

3. Por todas las naciones de la tierra. Que llegue a todas la paz y el bienestar
que Dios quiere para todos sus hijos. Oremos.

4. Por las personas de buena voluntad que trabajan al servicio de los demás.
Que el Espíritu de Dios sea para ellas fuerza y guía en su caminar. Oremos.

5. Por nosotros, los que hoy nos hemos reunido convocados por el Señor
alrededor de su mesa. Que vivamos siempre muy unidos a él, muy llenos
de su amor. Oremos.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

Oración conclusiva

Escucha Padre, nuestras plegarias,
y derrama la gracia
de la resurrección de tu Hijo
sobre toda la humanidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R. Amén.

174
8.5. HOMILIA VIGILIA PASCUAL


GOZAR, CELEBRAR, TRIUNFAR
Gozar
Hoy estamos aquí, tras gozar del triunfal anuncio de la Victoria de Cristo, luego
de encender su luz, de escuchar la larga y maravillosa historia de la Salvación,
para confesar que Resurrección es fiesta espléndida de conversión.

Hemos recorrido con San Lucas el camino del Maestro desde su entrada gloriosa
a Jerusalén hasta la cita entrañable con los suyos en el Cenáculo, al recibirlo vivo
y glorioso y hoy aquí en esta Iglesia vestida de fiesta para cantar la gloria de la
Resurrección.

Los Discípulos del Resucitado no podemos quedarnos simplemente en lo que ya
hemos vivido. La Pascua de los Cristianos ha de generar conversión y
compromiso, genera actitudes de renovación profunda y de santificación
personal y comunitaria.

Tenemos el reto imperante de hacer de nuestra Parroquia (comunidad) una
familia que avance en la esperanza y que ilumine a todos con el testimonio de
una vida que transforma, que reconoce y derrota el pecado y su poder de muerte.

Celebrar
Hoy es el anuncio de la Victoria de Cristo, promesa de la victoria de los creyentes
que tienen que ser en el mundo mensajeros de la justicia.
Hoy somos llamados a ser testigos de la verdad, portadores de un mensaje de fe
y de consuelo, constructores de la Paz con la que el Resucitado saluda a su
Iglesia, a sus discípulos116.

Hemos celebrado con amor y con fe cada paso del Señor, cada momento de este
tiempo santísimo en el que, con lecciones insuperables, Cristo ha querido ser
nuestro Maestro y nuestro guía.

Triunfar
Ahora viene, triunfante de la batalla, ha vencido la muerte y su vida es la alegría
desbordante del corazón que le saluda alborozado porque ha renacido la
esperanza para el mundo y brilla sereno el que es la paz y la esperanza de
todos.
Y entonces confesamos con san Paulo VI

116
Juan 20, 20-22.
175
Nosotros comprendemos, cuando recordamos que Tú, Señor Jesús, eres el
mediador entre Dios y los hombres; no eres diafragma, sino cauce; no eres
obstáculo, sino camino; no eres un sabio entre tantos, sino el único Maestro;
no eres un profeta cualquiera, sino el intérprete único y necesario del
misterio religioso, el solo que une a Dios con el hombre y al hombre con
Dios, Nadie puede conocer al Padre, has dicho Tú, sino el Hijo, y aquel a
quien el Hijo, que eres Tú, Cristo, Hijo del Dios vivo, quisiere revelarlo (Cf.
Mt 11, 27; Jn 1,18). Tú eres el revelador auténtico, Tú eres el puente entre
el reino de la tierra y el reino del cielo: sin Ti, nada podemos hacer (Cf. Jn
15,5). Tú eres el revelador auténtico, Tú eres el puente entre el reino de la
tierra y el reino del cielo: sin Ti, nada podemos hacer (Cf. Jn 15,5). Tú eres
necesario, Tú eres suficiente para nuestra salvación.117

Y al recibirlo triunfante y glorioso, nos comprometemos a aceptarlo, a vivirlo, a
adorarlo y a ser sus testigos para que, en su nombre puedan anunciarse la
esperanza y la vida y para que, de esta Pascua nazcan discípulos y misioneros de
Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida118.






















117
Siervo de Dios Paulo VI homilía en las ordenaciones en Bogotá 1968.
118
Fue el Lema de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano. Aparecida, 2007-
176



TIEMPO DE PASCUA
Año 2019


1. SUGERENCIAS PARA EL TIEMPO PASCUAL119

Recogemos aquí un amplio conjunto de ideas, sugerencias y criterios pastorales a


tener en cuenta para darle a la cincuentena pascual la fuerza y la intensidad que
le corresponden. No lo hacemos en un único artículo sistemático, sino mediante
cinco artículos (el primero de Joaquim Gomis, los restantes de Josep Lligadas) que
ofrecen sus aportaciones desde distintos ángulos. Con algunas inevitables
repeticiones, sin duda, pero construyendo en su globalidad un útil panorama de
posibilidades y caminos.

Pastoral de la celebración

Paradoja: despué s de preparar con notable esfuerzo pastoral, durante la Cua-


resma, la gran celebració n pascual, pasada la Vigilia y el primer domingo de
Pascua, parece a menudo que entremos en domingos del tiempo ordinario. ¿Qué
hacemos de la cincuentena pascual? ¿Qué hacemos de la gran fiesta cristiana que
deberı́a prolongarse durante estas siete semanas?

Habrá que preparar el tiempo de Pascua. Bastante lo sabemos. Pero es difı́cil:


porque siempre ha sido un tiempo bastante abandonado, porque las
caracterı́sticas vitales de nuestro cristianismo no lo propician, porque el tiempo
coge como de sorpresa en cuanto se acaba el conjunto de celebraciones de la
Semana Santa.

Pero tambié n sabemos suficientemente que é ste es precisamente el tiempo


central del añ o cristiano, y que por tanto habrá que intentar darle relieve tanto
como sea posible. Por ello, serı́a bueno que esta preparació n de la pastoral del
tiempo de Pascua se hiciera antes de empezar la Semana Santa, reuniendo al
grupo de laicos má s interesados, y pensando conjuntamente con ellos por lo
menos las lı́neas principales que el tiempo deberá tener; o, a falta de laicos,
sentá ndonos los sacerdotes a reflexionarlo y a imaginar lo que se debe hacer.

Aquı́ proponemos algunas sugerencias concretas:

La ambientación de las celebraciones

Para que se vea que estamos celebrando algo importante, es decisiva la imagen
tanto visual como auditiva que dé la Iglesia en la que nos reunimos. No

119
GOMIS Joaquin y LLIGADAS Josep. Sugerencias para el Tiempo de Pascua. Barcelona: Centro de
Pastoral Litúrgica. 2004.
178
despreciemos los signos. Hay que valorarlos. Una celebració n pascual pide
signos festivos.

– Tantas flores como sea posible, y tanta iluminació n como sea posible.

– Emplear la mú sica: vale la pena que en este tiempo, cuando la gente entre en la
Iglesia, se encuentre acogida por un fondo musical vivo (en directo por medio de
ó rgano). Y que asimismo se emplee la mú sica dentro de la celebració n.

– Cubrir el á bside con un mural de colores vivos que destaque el tiempo que
celebramos.

– Que en el atrio de la Iglesia se ponga cada domingo un mural con alguna


fotografı́a y algunas frases de la liturgia del dı́a.

– Prestar atenció n al conjunto facistol–cirio pascual: que el cirio tenga flores y el


facistol esté cubierto por un pañ o blanco, y dejar junto a é l el agua para la
aspersió n, por ejemplo.

El estilo de las celebraciones

– Hacer la aspersió n del agua cada domingo, en lugar del acto penitencial. Para
que no parezca un extrañ o rito má gico es necesario: presentarlo como recuerdo
pascual del bautismo; hacerlo muy significativo, pasando si es posible hasta el
final de la Iglesia por el pasillo central; tambié n, si parece oportuno, cantar algo
entretanto (un canto pascual o bautismal).

– Cantar; cantar mucho, y cantar cantos de Pascua. El aleluya deberı́a resonar con
frecuencia (explı́quese alguna vez su sentido), por ejemplo destacando la
aclamació n del evangelio, y empleando cantos que lo contengan. Si se hace canto
de paz –la paz que el Señ or resucitado dio a sus discı́pulos–, podrı́a ser mejor un
canto de Pascua que los habituales “cantos de paz”. Tambié n, si se hace canto
final, puede emplearse cualquiera que sea de alabanza.

– La predicació n. Siempre resulta má s fá cil predicar para que la gente “se
convierta” que predicar para que viva el gozo de la salvació n. Serı́a necesario: 1)
empaparse de las lecturas de estos dı́as, meditá ndolas personalmente y
descubriendo la riqueza que contienen; 2) hacer todo el esfuerzo para que los
cristianos vean reflejado en ellas todo cuanto para ellos es vida: desde los
campos que empiezan a ponerse verdes hasta las realidades de familia, de
trabajo, de barrio; desde la vida sacramental de la comunidad Iglesia hasta el
anuncio del Evangelio desde la vida de cada uno.

179
– Destacar la plegaria eucarı́stica, cantando cada domingo –si el celebrante sabe
cantar– el prefacio (o al menos sus tres invitaciones iniciales), la aclamació n de
la consagració n y la doxologı́a final. Y que el celebrante proclame toda la plegaria
con la conveniente expresividad.

Un tiempo sacramental

Aunque es complicado por motivos de masificació n, un esfuerzo de concentrar


sacramentos en este tiempo –especialmente los de iniciació n– podrı́a resultar
pedagó gico para ayudar a entender que los sacramentos son participació n de la
vida del Resucitado y no actos má s o menos má gicos.

– Celebrar bautismos (¿celebrar todos los bautizos en este tiempo? Quizá s


ayudarı́a a cambiar el estilo de la celebració n bautismal: quedarı́a má s como un
acto colectivo y festivo de Pascua que como una cansina repetició n de todos los
domingos). En cualquier caso, sı́ que resulta interesante en este tiempo celebrar
algú n bautismo dentro de la Eucaristı́a dominical.

– Poner las confirmaciones en este tiempo. Para que se vea que es un sacramento,
una nueva participació n del Espı́ritu del Señ or resucitado.

– Primeras comuniones. Que son difı́ciles, porque segú n có mo, pueden resultar
molestas si se hacen en todas las misas de este tiempo. Como los bautizos, habrı́a
que intentar convertirlas en actos festivos y colectivos del tiempo de Pascua.

– La Unció n de los enfermos. La Pascua es una oportunidad para rescatar este


sacramento del clima má s o menos macabro en que siempre se ha visto inserto.
Es un momento ideal para organizar un encuentro de enfermos dentro de alguna
o algunas eucaristı́as dominicales, administrá ndoles allı́ el sacramento: ¡la fuerza
del Señ or resucitado! Insistiendo en los temas del Espı́ritu que fortalece en la
debilidad, en la comunió n con el Señ or que venció el mal. Este sacramento, tan
mal comprendido, podrı́a verse con una nueva luz si se insertara en las
celebraciones pascuales. Tambié n, evidentemente, es el mejor tiempo para llevar
la comunió n a los enfermos los domingos con la ayuda de laicos (y religiosas)
que puedan realizar este ministerio.

El carácter comunitario

En cuanto sea posible, habrı́a que convertir el tiempo de Pascua en un tiempo de


encuentro comunitario. A varios niveles:

180
– Es el tiempo ideal para organizar alguna salida-excursió n parroquial, de
cará cter festivo, en la que ademá s se prepare una celebració n de la Eucaristı́a
bien hecha.

– Destacar alguna misa de modo particular –la del sá bado por la noche, o la misa
mayor del domingo– que esté mejor preparada, y que luego se facilite un
encuentro de los asistentes en torno a un pequeñ o refresco.

– Que cada semana, en un dı́a laborable, se programe una celebració n de la


Eucaristı́a de cará cter má s familiar, que permita el intercambio y el clima
comunitario.

– Que cada domingo alguno de los grupos que está n má s o menos vinculados con
la parroquia explique, en todas las misas (antes de la bendició n final), sus
actividades (de modo breve y expresivo, desde luego): desde grupos de jó venes
a Cá ritas o a la catequesis infantil, o el grupo de Tercer Mundo. De este modo se
hace má s patente para todos la vida de la comunidad.

– Programar encuentros: por ejemplo, de los que se han casado durante el añ o,
de los padres que han bautizado algú n hijo, etc. Estos encuentros podrı́an
hacerse invitando a asistir a cada uno de estos grupos a alguna misa dominical,
que luego irı́a seguida de un rato de conversació n má s informal, o bien cabrı́a
programar un encuentro aparte, independiente de las actividades normales de
la parroquia.

– Se podrı́an organizar algunos encuentros festivos (conciertos, festivales, etc.);


o una merienda para todos los niñ os que hayan celebrado la primera comunió n
durante estas semanas. Son actos que ya se organizan en algunas parroquias y
que quizá no serı́a difı́cil organizar en otras. Porque vivir la comunió n cristiana
no es só lo reunirse para revisar; tambié n lo es reunirse para festejar.

Celebremos la Pascua. Es decir, empeñ é monos en darle un tono festivo a todo


este tiempo. Trabajemos por conseguir celebraciones expresivas de la apuesta
por la vida –la vida que nos viene del Padre por Jesucristo y en su Espı́ritu– que
es la fe cristiana. Debemos decirlo y repetirlo, pero sobre todo debemos
celebrarlo. El mejor servicio que podrı́amos prestar a nuestras comunidades
cristianas serı́a intentar comunicar este espı́ritu pascual de celebració n, de fe en
el Resucitado, de esperanza en el camino hacia la vida que Dios quiere.

181
2. RECORDATORIO DE PASCUA

1. Paz y ganas. El ambiente general no ayuda, y bastante lo sabemos: poca


conciencia de la cincuentena, el fin del curso, las salidas de fin de semana, las
primeras comuniones... Tanto los sacerdotes como los demá s responsables
litú rgicos deberá n ejercer dos virtudes ante esta situació n: una, las ganas de
celebrar la Pascua del Señ or como un largo domingo de cincuenta dı́as, porque
merece la pena; otra, la paz con la que siempre hay que afrontar las cosas
difı́ciles, intentando sacar el má ximo rendimiento de las posibilidades que
tenemos, y sin amargarse porque esas posibilidades son menores que las que
desearı́amos tener. Porque en cualquier caso, el servicio mutuo de ayudarnos a
celebrar la vida nueva de Jesú s es, siempre, muy valioso.

2. La ambientación de la Iglesia. Este elemento es especialmente determinante


en el tiempo de Pascua. Tiene que notarse mucho, que estamos en un tiempo
especial. En cada lugar se verá qué se puede hacer, pero por lo menos es
necesario que, durante los cincuenta dı́as, haya má s flores y má s luces que en el
resto del añ o, una buena ornamentació n del cirio y del agua de la aspersió n, un
pañ o blanco en el ambó n... procurando, eso sı́, cambiar las flores cuando se
marchiten. Puede haber tambié n otro tipo de ornamentació n como pó sters,
murales, etc.: ¡que se note que celebramos con alegrı́a el centro de nuestra fe! Y
luego, será importante que, terminado el domingo de Pentecosté s, se note el
descenso ornamental: incluso serı́a conveniente que, si llegan flores con motivo
de las primeras comuniones o de bodas, se retiren en las misas normales, para
mantener el contraste entre el tiempo de Pascua y el resto del añ o.

3. Los cantos. Es otro elemento clave para resaltar el tiempo. Tendrı́amos que
cantar todos los domingos cantos propios del tiempo de Pascua, sin ceder a la
tentació n de volver a los cantos ordinarios a medida que avanzan los domingos
(no pasa nada si repetimos los cantos: el resto del añ o ya cantamos otros!). Los
cantos de Pascua deben resonar durante toda la cincuentena, para que sintamos
en qué tiempo estamos. Y el aleluya debe repetirse una y otra vez sin temor
(recordemos, por ejemplo, que segú n el leccionario lo podemos utilizar todos los
domingos como respuesta del salmo responsorial).

4. Los ritos específicos. La aspersió n del agua es sin duda el rito má s
caracterı́stico de los domingos de Pascua. Habrá que hacerlo con amplitud,
asperjando por toda la Iglesia con un manojo de ramas verdes. Y luego, otros
elementos pueden ayudar a dar el tono a este tiempo, como por ejemplo el canto
del Credo breve.

182
5. El domingo de Pascua. Normalmente, las personas má s activas de la
parroquia participan de la Vigilia Pascual, y ello provoca un cierto abandono de
las misas del dı́a de Pascua. Habrá que compensarlo. Por una parte, pidiendo a
monitores y animadores que vengan tambié n a las misas del dı́a, para vivir la
Pascua ayudando a vivirla a la feligresı́a restante. Y por otra, poniendo en juego
todos los elementos de ambientació n que hemos empleado en la Vigilia.

6. El segundo domingo de Pascua. El segundo domingo de Pascua acostumbra


a ser el dı́a del reencuentro. Los que han pasado la Semana Santa fuera ya han
vuelto, y la comunidad recupera su situació n habitual. Ademá s, desde el punto
de vista litú rgico, este domingo tiene un cará cter especial, con elementos propios
del dı́a de Pascua; y la primera lectura y el evangelio nos hablan de la comunidad
que crece y se reú ne en torno al Señ or cada domingo. Por tanto, bueno será dar
tambié n un relieve especial a este dı́a, para que todos nos sintamos formando
parte de la comunidad que Jesú s resucitado convoca.

7. El domingo de Pentecostés. El domingo de Pentecosté s, la Pascua granada,


es la culminació n de los cincuenta dı́as en honor del Señ or resucitado, la
coronació n de su pascua con el don del Espı́ritu. Este es el fruto de Jesú s
resucitado: su Espı́ritu que se derrama sobre nosotros para que su vida
resucitada nos llene a todos. Es importante darle un especial relieve festivo a este
domingo, porque ası́ se marca má s claramente la centralidad del tiempo pascual.
Ademá s de los elementos habituales (luces, flores rojas...), podemos concentrar
tambié n hoy la celebració n de todo lo que hemos vivido a lo largo de este curso
pastoral, que es, sin duda, fruto del Espı́ritu. Una “misa mayor” que reú na el
má ximo nú mero de personas y en la que se resalte la Pascua que en ese dı́a
terminamos, el don del Espı́rtitu que se nos da, y la labor parroquial que hemos
llevado a cabo, puede ser una buena manera de celebrar este dı́a. Y, luego, un
piscolabis distendido y amable.

183
3. PASCUA CON TIEMPO

La Pascua hay que prepararla con tiempo. La preparació n de la celebració n de la


cincuentena debe formar parte de las tareas cuaresmales. Porque es bá sico
lograr una buena celebració n pascual si no queremos que nuestra vivencia
cristiana se nos quede coja. Y quedarı́a realmente coja si dedicá semos muchos
esfuerzos a la Cuaresma (que desde luego hay que dedicarlos) pero la Pascua
luego tuviera poco vigor y relevancia.

Sin duda no es fá cil. Cincuenta dı́as, siete semanas, y sin un objetivo final al que
dirigir la mirada, pueden provocar fá cilmente que la celebració n vaya perdiendo
fuerza, que se vaya como deshilachando.

En cualquier caso, todos somos conscientes de la importancia de este tiempo: el


má s importante del añ o. Y sabemos que hay que darle toda la relevancia posible,
para que la comunidad cristiana nos llenemos verdaderamente de aquello que
da sentido a nuestra fe: Jesú s resucitado, fuente de vida para todos nosotros. Para
ayudar en esta tarea, aquı́ aportamos algunas sugerencias:

1. Es fundamental la imagen de unidad de todo el tiempo. Que entre por los


ojos que estos ocho domingos, hasta Pentecosté s, forman una unidad. Esto
implica, de entrada, que el presbiterio ofrezca una imagen distinta del resto del
añ o: el cirio pascual muy visible y adornado (con flores renovadas cada vez que
sea necesario), el altar y el ambó n igualmente adornados, el agua preparada para
la aspersió n y situada en lugar relevante... Tambié n un pó ster grande con el
aleluya y alguna frase breve y significativa, y otras ornamentaciones festivas por
toda la iglesia... Una mú sica ambiental que reciba con alegrı́a a los que entran... Y
todo ello, que cambie de nuevo de forma clara y visible despué s de Pentecosté s:
que el domingo de la Trinidad se note claramente que ha terminado la Pascua.

2. Los cantos, una pieza clave. Quizá aú n no valoramos suficientemente el


papel determinante del canto en nuestras celebraciones. El canto es uno de los
medios má s potentes para interiorizar sentimientos y vivencias: las palabras que
decimos en el canto, ası́ como el tipo de mú sica, entran dentro de nosotros sin
darnos cuenta, y configuran nuestro espı́ritu. Por ello, es importante que los
cantos de Pascua sean muy propios, con abundante presencia del aleluya, y
referidos a Jesú s resucitado, a su Espı́ritu, y a nuestra vida nueva. Y que no los
abandonemos en todo el tiempo: no es malo, repetir todos estos domingos lo
mismo; al contrario, en esta sociedad nuestra tan dispersa, la repetició n nos
ayudará mucho.

184
3. Mirar al mundo con ojos de resucitados. Durante este tiempo, la homilı́a
debe estar muy impregnada de sentido de Pascua, que quiere decir de sentido de
salvació n, de confianza, de vida. Nosotros y el mundo hemos sido salvados, y por
tanto todos debemos aprender a descubrir, en nosotros y en el mundo, las
semillas de esta vida nueva de Jesú s; incluso los males y el pecado deben ser
vistos como una llamada de salvació n, y no como una ocasió n para dar rienda
suelta a planteamientos pesimistas y agrios. Y eso vale no só lo para la homilı́a:
¿por qué no preparar unos murales sobre la vida nueva que se crea en la
parroquia, y la vida nueva que se crea en nuestra ciudad o pueblo, y en nuestra
sociedad?

4. El tiempo de los sacramentos. La Pascua es el tiempo de los sacramentos.


Del Bautismo, de la Confirmació n y de la Eucaristı́a en primer lugar, pero tambié n
de todos los demá s. Son la presencia má s profunda del Espı́ritu de Jesú s en
nosotros. Por ello, bueno será tenerlos especialmente en cuenta: re rié ndonos a
ellos en la homilı́a y en las preces y moniciones, preparando algú n mural,
celebrá ndolos o renová ndolos dentro de la misa dominical (pero de manera
sencilla y á gil, sin querer hacer mucha catequesis, porque entonces la
celebració n resulta larga y pesada), e invitando a toda la comunidad a participar
de algunas celebraciones sacramentales (sobre todo bautismos y
confirmaciones).

5. Y algún encuentro festivo. Podrı́a ser interesante, por ejemplo, los domingos
de Pascua, preparar un espacio para compartir un café despué s de la misa (en
todas las misas o en alguna en que resulte má s fá cil que alguien se encargue). Y
tambié n alguna peregrinació n o excursió n, o algú n otro tipo de acto religioso-
lú dico, para estrechar lazos entre los miembros de la parroquia o entre varias
parroquias; habrı́a que procurar, eso sı́, que pueda ser vivido como celebració n
pascual (o sea, el acto que debe tener lugar durante la cincuentena, no despué s).

185
4. ¿CÓMO VIVIR LA PASCUA HASTA EL FINAL?

Vivir la Pascua hasta el final, resulta difı́cil. Motivos externos: las primeras
comuniones, el cansancio de final de curso... Y motivos internos: la Cincuentena
es muy larga, la Cincuentena no tiene ningú n “objetivo” hacia el cual encaminarse
(mientras que el Adviento tiene la Navidad, y la Cuaresma tiene la Pascua...). Pero
podemos vivirla má s. Algunas ideas pueden ser:

1. Propongámonos, en las primeras semanas de Pascua, algunos ele-


mentos que nos ayuden a vivir las últimas semanas. Por ejemplo, preparar
un final fuerte, como puede ser una exposició n de todo lo que puede ser un signo
visible de la presencia del Señ or resucitado y de su Espı́ritu: una muestra de todo
lo que se ha hecho en la parroquia durante el añ o, con participació n de todos los
grupos, y que esté expuesta desde la Ascensió n hasta Pentecosté s, y que culmine
con una buena misa de Pentecosté s; o que, los ú ltimos cuatro domingos (5o, 6o,
Ascensió n, Pentecosté s), en el silencio de despué s de la comunió n, se lean
testimonios (breves) de có mo actú a el Espı́ritu en nuestro mundo (unos
misioneros en A„ frica, una ONG, un grupo de ayuda fraterna...); o que se expresen,
en este mismo espacio, los deseos de transformació n que se viven en nuestro
pueblo, barrio, ciudad; etc.

2. Cuidemos, junto con los responsables de las celebraciones, los signos


externos de estos últimos días. Necesitaremos una reunió n en las primeras
semanas de Pascua para asegurarlo bien. Que los cantos sigan siendo de Pascua
lo que queda de tiempo; que no descienda el nú mero de flores y de luces; que
cada domingo, durante el canto de entrada, se encienda solemnemente el cirio
pascual... Desde el principio del tiempo de Pascua, va bien introducir cantos del
Espı́ritu Santo, pero esto debe ir en aumento a medida que se acerque
Pentecosté s: será tambié n una manera de dar algo de “variedad de color”, que
siempre ayuda.

3. Demos vigor y relevancia al conjunto Ascensión-Pentecostés. La Pascua


conduce hacia estos dos dı́as culminantes. La Ascensió n nos hace contemplar a
Jesú s –¡el que ha muerto por amor!– viviendo la vida de Dios para siempre; lo
que significa que la condició n humana, llena del amor entregado de Jesú s, está
llamada a compartir tambié n esta vida: ser persona humana es poseer ya una
semilla de divinidad; ¡cualquier persona humana, por “diferente” o antipá tica
que sea, ya es divina! Y Pentecosté s nos hace contemplar nuestra vida, y nuestra
comunidad-Iglesia, y nuestro mundo, llenos del mismo Espı́ritu de Jesú s, para
poder vivir como é l y para poder caminar hacia é l. La Ascensió n y Pentecosté s
son las consecuencias, los frutos de la Pascua.

186
De manera que en estos dı́as se deberı́a reemprender el crescendo pascual y
dedicar nuevas energı́as de culminació n de lo que iniciamos el Mié rcoles de
Ceniza: el ciclo salvador de la muerte y resurrecció n de Jesucristo. Durante la
Ascensió n y Pentecosté s quizá s podrı́amos organizar unos encuentros festivos
despué s de la misa...

4. La “semana del Espíritu Santo”. Para los que participan de la misa los dı́as
laborables, serı́a una buena ayuda poner algunos elementos que destaquen la
semana anterior a Pentecosté s. Uno que es evidente, es cantar durante la misa
cantos del Espı́ritu Santo. Otro, cantar un canto al Espı́ritu Santo durante el
silencio de despué s de la comunió n (si se conoce, el “Veni creator” puede ser
ideal; no estarı́a mal repartir el texto con la traducció n). O rezar juntos, tambié n
despué s de la comunió n, una oració n al Espı́ritu Santo.

5. Organizar una Vigilia del Espíritu. Quizá s el mismo sá bado por la noche,
siguiendo lo que propone el Misal o dejando funcionar la creatividad y la
imaginació n. O quizá s el viernes. A los jó venes, por ejemplo, les puede gustar
organizar un acto similar. Se puede preparar un acto abierto, convocando a
todos, o se puede preparar para grupos má s activos, que les puede ir bien el
encontrarse de vez en cuando en ambiente de oració n y no de reunió n y
programació n. En cada lugar se verá que resulta mejor.

6. El “Veni creator” y el “Veni, Sancte Spiritus”. No es por afá n involucionista,


sino por conservar algunas cosas antiguas muy valiosas. ¿No podrı́amos utilizar
esas dos magnı́ficas mú sicas gregorianas como ambientació n musical en la
iglesia el dı́a de Pentecosté s y tambié n, si la hay, en la Vigilia del Espı́ritu? Y
tomarlo como costumbre todos los añ os.

7. Y bajar el tono de la esta justo al acabar Pentecostés. Esto tambié n ayuda


mucho a resaltar los tiempos festivos. Tan importante como colocar colgaduras
en los balcones con motivo de una fiesta es quitarlas cuando se ha terminado. El
domingo de la Trinidad se debe haber retirado el cirio pascual (y se debe colocar
en el baptisterio o en la sacristı́a, no en un rincó n del presbiterio), y debe haber
menos flores, y menos luces, y menos ornamentos de cualquier tipo...

187
5. LA TEOLOGÍA Y LAS ACTITUDES

Es importante ver qué teologı́a transmitimos. Y la espiritualidad que de ella se


deduce. Porque puede que no tenga mucha solució n el cansancio y por tanto
seguirá sucediendo que en estos domingos comenzará n a fallar monitores sin
avisar, y será má s difı́cil el canto, y disminuirá el nú mero de monaguillos. Pero
aunque eso ocurra, si durante el tiempo de Cuaresma hemos creado el clima de
que nos estamos preparando para la Pascua, y si incluso en Adviento y Navidad
decimos que el nacimiento de Jesú s no es só lo un acontecimiento que despierta
ternura sino que es un camino que culminará en su muerte y resurrecció n,
probablemente iremos logrando una vivencia má s auté ntica de lo que significa
ser cristiano.

Y esta vivencia má s auté ntica quizá no se traducirá en poder celebrar la Pascua
tan organizadamente como la Cuaresma, pero sı́ se traducirá en el corazó n de los
cristianos, en la profundidad de su experiencia de fe, lo cual ya es mucho. Y
tambié n se traducirá en un campo mejor abonado para percibir e interiorizar los
signos visibles con los que colorearemos los domingos de Pascua, y en
consecuencia, en una mejor celebració n de las misas de estos domingos por parte
de los que participen de ellas.

La Pascua es el centro de la vida cristiana. Pero para que esta afirmació n sea algo
má s que una frase, es necesario que en todo lo que decimos y hacemos se note
este convencimiento de la salvació n que hemos recibido por Jesucristo, de la vida
que llega a travé s de la entrega amorosa, de la acció n del Espı́ritu que supera
toda frontera.

Todo lo cual podrı́amos concretarlo en algunas actitudes como las siguientes:

1. Actitud de valoración de lo que somos. Es decir: valorar los muchos añ os de


historia cristiana transcurrida, y que son fruto de la resurrecció n de Jesú s, el don
de su Espı́ritu extendido por toda la tierra y en todos los corazones. Y como
consecuencia, agradecimiento a Dios, reafirmando nuestra adhesió n al Evangelio
y revitalizando nuestra experiencia eclesial.

2. Actitud de testimonio. Lo que hemos recibido, nos dice Jesú s, hemos de


transmitirlo. Si es para nosotros tan importante, tenemos que compartirlo. El
testimonio se fundamenta en lo mismo en que se fundamentó el de Jesú s: una
vida con capacidad de atracció n porque está hecha de amor, esperanza, libertad
y servicio a los dé biles, y las ganas de comunicar a los demá s la Buena Noticia
que da sentido a esta vida. Jesú s hacı́a esto de una manera total; nosotros con
muchas incoherencias. Pero é l se fı́a de nosotros.

188
3. Actitud de vivencia sacramental. Es nuestro punto de referencia palpable,
visible. En los sacramentos “tocamos” la presencia de Jesú s y “tocamos” la
comunidad eclesial. En el misterio, en la oscuridad algunas veces. Pero los
tocamos. Tendrı́amos que proclamar (de palabra, y en la programació n de
celebraciones) que este Jesú s victorioso en quien creemos se nos acerca sobre
todo a travé s de estos signos. Unos signos en los que estamos invitados a creer,
y que hemos de trabajar para hacerlos vivos al má ximo.

4. Actitud de valorar toda “semilla del Espíritu” en el mundo. La Pascua


invita a tener un espı́ritu muy abierto. Y a ser capaces de superar cualquier idea
de que el Espı́ritu, la bondad, la capacidad de entrega, la lucha por la justicia,
quedan reservados en exclusiva dentro de la Iglesia. La Pascua nos invita a mirar
a toda persona con predisposició n a aprender de ella, ya que el Espı́ritu ha
sembrado en todos su semilla de vida nueva.

5. Actitud de alegría. No porque no tengamos problemas ni sufrimientos, sino


porque creemos que el camino de la vida permanece abierto para siempre y nada
lo podrá cerrar. Este debe ser el primer rostro de la fe: la capacidad de dar a los
demá s á nimos para vivir, ilusió n para mirar hacia adelante, gozo profundo.
Pascua significa hacer buena cara.

189
6. LAS CELEBRACIONES DEL DOMINGO DE PASCUA120

Este domingo es el tercer dı́a del Triduo Pascual, que ha tenido en la Vigilia su
punto culminante y, a la vez, el primer dı́a de la Cincuentena Pascual, las siete
semanas de celebració n de la Pascua, que concluirá con Pentecosté s, el nombre
griego del “dı́a quincuagé simo”.

Tenemos que cuidar las celebraciones de este dı́a. Por su importancia intrı́nseca
y tambié n porque bastantes fieles de los que vienen hoy a misa no han
participado en la Vigilia. Las celebraciones de este domingo no tienen que ser
como un apé ndice poco festivo a la gran esta de la noche o a la Semana Santa.

Una Eucaristía pascual y festiva

Las misas del dı́a de Pascua se deben celebrar con la má xima solemnidad. Deben
traspirar la alegrı́a y la importancia de la Pascua del Señ or. La oració n colecta se
alegra porque “en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu
Hijo, vencedor de la muerte”. La de las ofrendas afirma que todos estamos
“rebosantes de gozo pascual”, y la poscomunió n, que la Iglesia ha quedado
“renovada por los sacramentos pascuales”.

A lo largo de esta misa serı́a bueno hacer referencia a la Vigilia que la comunidad
cristiana ha celebrado la noche pasada. Hay varios rasgos que pueden destacarse
en las misas de hoy:

a) En el rito de entrada, la procesión se podrı́a hacer con el Cirio llevado


expresivamente, mientras un canto pascual, gozoso y prolongado, crea ambiente
de esta y centra la atenció n de todos en Cristo Resucitado.

b) El Cirio Pascual, que estará encendido durante toda la Cincuentena, se coloca


cerca del ambó n de la Palabra, en el lugar donde fue entronizado en la Vigilia. Lo
que la Palabra nos irá proclamando con su lenguaje, lo irá diciendo tambié n, con
su lenguaje propio, humilde pero constante, este Cirio encendido. En la monició n
de entrada el sacerdote hará bien en aludir a este sereno y expresivo signo
pascual.

c) La aspersión bautismal tiene sentido todos los domingos, pero má s en los de
Pascua, y sobre todo hoy: en lugar del acto penitencial y del Kyrie, es muy

120
ALDAZÁBAL, José. Sugerencias para el Tiempo de Pascua. Barcelona: Centro de Pastoral Litúrgica. 2004.

190
conveniente hacer la aspersió n con el agua bendecida en la Vigilia. Es un gesto
que vale la pena realizar con expresividad, pasando por toda la iglesia, mientras
se canta un canto bautismal. Ademá s, el sacerdote debe dar ejemplo: como indica
el Misal, primero se asperja a sı́ mismo, porque tambié n é l necesita recordar y
renovar su bautismo. Al rito de la aspersió n le sigue el canto gozoso del Gloria.

d) En cuanto a las lecturas bíblicas, “para la misa del dı́a de Pascua, se propone
el evangelio de san Juan sobre el hallazgo del sepulcro vacı́o. Tambié n pueden
leerse, si se prefiere, los textos de los evangelios propuestos para la noche santa,
o, cuando hay misa vespertina, la narració n de Lucas sobre la aparició n a los
discı́pulos que iban de camino hacia Emaú s. La primera lectura se toma de los
Hechos de los Apó stoles, que se leen durante el tiempo pascual en vez de la
lectura del Antiguo Testamento. La lectura del Apó stol se refiere al misterio de
Pascua vivido en la Iglesia”.

e) Antes del evangelio, se canta o se recita la hermosa secuencia Victimae


paschali laudes con alabanzas al Resucitado que ha triunfado de la muerte. Hoy
habrı́a que cantar los tı́tulos y las aclamaciones del evangelio y dar especial
relieve al Aleluya: para bastantes de los presentes será la primera vez que lo
cantan desde el inicio de la Cuaresma.

f) Algunas comunidades celebran en este dı́a, en la misa central, los bautizos que
se han ido preparando durante la Cuaresma.

g) El Credo se podrı́a decir en su forma dialogada, como en la Vigilia y en los


bautizos. Incluida aquı́, si se cree oportuno, la renovació n de las promesas.

h) Hoy es uno de los dı́as en que má s sentido tiene la comunión bajo las dos
especies, al igual que en la Eucaristı́a de la Vigilia.

i) Al final, a la despedida hay que darle un tono má s festivo, con el doble Aleluya
y un expresivo deseo de felices Pascuas.

Vísperas bautismales

Las Vı́speras de este domingo han tenido en la historia un sentido bautismal que
habrı́a que aprovechar pastoralmente: ayudarı́a a concluir má s expresivamente
el Triduo Pascual, dando gracias por el don del Bautismo.

a) Despué s de la entrada y una oportuna monició n, se podrı́a hacer el rito del


“lucernario”: el presidente enciende expresivamente el Cirio, mientras se canta
un himno pascual al Resucitado.

191
b) Despué s de los salmos, lectura y homilı́a, se organiza, mientras se canta un
canto bautismal, la procesión al baptisterio, lugar que debe aparecer bien
iluminado, con flores, con agua nueva. Allı́ puede hacerse una aspersión, aunque
se haya hecho por la mañ ana. Este dı́a el recuerdo bautismal debe ser muy
explı́cito. Se podrı́a hacer de modo distinto: pasan todos a mojar su mano en el
agua de la fuente, bendecida en la Vigilia, y se santiguan.

c) Se concluye con el Magnificat (con incensació n, si parece oportuno), las


preces, el Padrenuestro y la bendició n solemne.

EL CIRIO PASCUAL

La liturgia la celebramos con palabras, pero tambié n con signos y gestos


simbó licos –posturas, movimientos, acciones significativas–: todo ello nos
conduce a lo mismo, la sintonı́a con el Misterio que celebramos, la comunió n
invisible e inefable con la presencia de Cristo y la actuació n de su Espı́ritu.

En la Cincuentena Pascual, inaugurada solemnemente en la Vigilia, celebramos


el Misterio de una Vida Nueva, la de Cristo, que se nos quiere comunicar a cada
uno de nosotros. Esto lo expresamos en palabras y cantos, pero tambié n con
acciones simbó licas que pueden a veces llegar a donde no llegan las palabras.
Uno de estos sı́mbolos es el Cirio Pascual que encendemos en todas las
celebraciones de este tiempo.

La noche de la Luz

En la Vigilia Pascual realizamos un verdadero “juego simbó lico de la luz”:

– el pueblo, congregado en la oscuridad, ve có mo nace un nuevo fuego y de é l se


enciende el Cirio Pascual, sı́mbolo de Cristo,

– y tras é l marcha la comunidad hacia la iglesia, cantando por tres veces un grito
de jú bilo: “Luz de Cristo, Lumen Christi”,

– cada vez se van encendiendo má s cirios pequeñ os: los cristianos quedan
contagiados de la Luz de Cristo, recibiendo a la vez con alegrı́a su Don y
aceptando el compromiso de ser ellos mismos, a su vez, luz para los demá s,

– el cantor del Pregó n entona las alabanzas de la feliz noche, iluminada por la Luz
de Cristo Glorioso.

No necesita muchas explicaciones en esta noche el simbolismo de la luz. Es


contagiosa la eficacia de estos signos: la oscuridad de la noche, el fuego, el Cirio,
192
la progresiva comunicació n de su luz, el pregó n... La Iglesia, como Esposa amante,
como comunidad de “vı́rgenes prudentes”, con la lá mpara encendida en la mano,
sale al encuentro de su Esposo.

La Cincuentena

Este Cirio ilumina todas las celebraciones de la comunidad cristiana, tambié n las
de la Liturgia de las Horas, durante todo el Tiempo Pascual.

No só lo hasta el dı́a de la Ascensió n, como se hacı́a antes de la reforma litú rgica
del Concilio Vaticano II. Eso serı́a dar un tono “historizante” a nuestra fe en la
presencia de Jesú s, que en efecto se ocultó visiblemente en la Ascensió n.

Sino hasta la tarde de Pentecosté s, cuando se completan esas siete semanas, la


Cincuentena, que celebramos como un ú nico y gran dı́a de esta: ası́ subrayamos
el tono “misté rico” de la Presencia del Señ or en medio de nosotros.

Pero ademá s hay dos sacramentos que, a lo largo del añ o, son alcanzados
grá ficamente por el eco de la Pascua:

– en el Bautismo encendemos el Cirio Pascual: es el recuerdo simbó lico de que


bautizarse es incorporarse a la Muerte y Resurrecció n, a la Vida Nueva de Cristo;
ademá s, como gesto complementario del signo central –la inmersió n en el agua–
tambié n cada bautizado (o sus padres) encienden un cirio pequeñ o, a ser posible
personal, aportado por la familia, y que luego se conservará como recuerdo de lo
que ha querido ser este sacramento: “que sus hijos, iluminados por Cristo,
caminen siempre como hijos de la luz”...

– tambié n en las Exequias se enciende el Cirio, dando un tono pascual al momento


culminante de la vida cristiana. El que empezó su camino de fe a la luz de Cristo,
lo concluye a la misma luz. El que fue incorporado a la Pascua por el primer
sacramento, es ahora introducido, en su muerte, a la Luz definitiva de Cristo.

En ambas ocasiones es interesante que el Cirio no esté ya encendido cuando se


reú ne la comunidad, sino que sea como el primer rito de entrada, hecho con
signicatividad.

El doble simbolismo del Cirio

Un sı́mbolo como el del Cirio puede ser elocuente o sencillamente ser aceptado
y “cumplido” como norma heredada de pasadas é pocas. Pero, bien realizado,
ayuda a la comunidad cristiana a captar el Misterio que celebramos:

193
– por una parte, la Luz como sı́mbolo de Cristo Resucitado: “yo soy la Luz del
mundo: el que me siga no caminará en la oscuridad” (Jn 8,12),

– y por otra, el compromiso de una vida cristiana vivida en esta y con tono de
misió n testimonial: “ustdes son la luz del mundo” (Mt 5,14), caminen como “hijos
de la luz” (Ef 5,8), “quien ama a su hermano permanece en la luz” (1Jn 2,10).

El que arda esa luz en la Cincuentena es un recordatorio gozoso de que vivimos,


gracias a Cristo y su Espı́ritu, en la esfera de la luz, de la verdad, del amor, de la
vida.

Consejos prácticos

– El Cirio debe ser nuevo cada año; Pascua significa novedad radical; al Cirio del
añ o pasado se le pueden dar varios destinos: por ejemplo cortarlo y convertirlo
en varias velas para la Eucaristı́a, o bien consumirlo en el altar de la adoració n
del Jueves Santo;

– es interesante que este Cirio sea aportación de la comunidad, a modo de ofrenda


de todos: una colecta en un domingo de Cuaresma podrı́a tener es intenció n, a la
vez que se incluyen tambié n las velitas personales que servirá n para la Vigilia y
que luego pueden llevarse como recuerdo;

– que el Cirio tenga grabada la fecha del año y las letras Alfa y Omega, quiere
expresar que Cristo es el principio y el fin, y que este añ o concreto nos quiere
alcanzar con la gracia de su Pascua; y que tenga tambié n el signo de la Cruz
apunta a un Misterio Pascual entendido en su plenitud: por la muerte a la Nueva
Vida;

– la colocación del Cirio, en un soporte digno y esté tico, adornado con flores,
deberı́a ser bastante estable, sin demasiados transportes; mejor cerca del ambó n
desde donde se proclama la Palabra; ası́ se ve un simbolismo complementario:
lo que las lecturas bı́blicas irá n anunciando del mensaje pascual, lo está diciendo
tambié n, en su lenguaje humilde y constante, ese Cirio que nos regala su luz.

6.

194
7. LAS LECTURAS DEL CICLO C121

Las lecturas de la Cincuentena Pascual tienen una organizació n de conjunto que


el predicador no puede ignorar.

Son siete semanas –ocho domingos– con una unidad progresiva que va
ofreciendo a la comunidad cristiana una visió n diná mica del Misterio Pascual.
Las lecturas de este tiempo son la mejor guı́a para celebrar toda la Pascua como
un ú nico dı́a, como “un ú nico y gran domingo”.

Cada uno de los tres ciclos tiene su propia personalidad, tambié n en Pascua. Por
ejemplo, cambia la segunda lectura: en el ciclo A, leemos la primera carta de
Pedro; en el B, la primera de Juan; y en el C, el Apocalipsis. Son lecturas que
iluminan la vivencia pascual con tonos bastante diferentes.

Antes de prepararnos la predicació n de este tiempo, será ú til que echemos una
mirada al conjunto de las lecturas.

Los evangelios de los ocho domingos

A pesar de que estamos en “el añ o de Lucas”, las lecturas evangé licas del Tiempo
Pascual está n tomadas en su mayorı́a de Juan. Só lo hay dos ocasiones en que
seguimos con Lucas: el domingo de Pascua, si la Eucaristı́a es vespertina (con el
episodio de Emaú s) y el dı́a de la Ascensió n.

Hay una matizació n diferente en estos evangelios, segú n se trate de los primeros
o de los ú ltimos domingos.

Al principio escuchamos las apariciones de Jesú s resucitado: la tumba

vacı́a y la fe de los apó stoles (domingo primero), la aparició n a los ocho dı́as, con
Tomá s presente (domingo segundo), la aparició n junto al lago y la pesca
milagrosa (domingo tercero).

El domingo cuarto está reservado en los tres ciclos a la figura del Buen Pastor, de
Juan 10. Este añ o en sus versı́culos 27-30: el Buen Pastor, identificado con el
Padre, es el que da la vida eterna a todos.

A partir del domingo quinto los pasajes apuntan al tiempo posterior a Jesús: a la
vida de la comunidad, tal como la anuncia Jesú s en su cena de despedida, con el

121
ALDAZAZÁBAL, J. Sugerencias y Materiales para el Tiempo de Pascua. Barcelona: Centro de Pastoral
Litúrgica. 2004
195
mandamiento del amor fraterno (domingo quinto) y la promesa del Espı́ritu
(domingo sexto).

Y terminamos con los dos grandes acontecimientos de la Ascensión y de


Pentecostés (domingos sé ptimo y octavo), punto de partida del tiempo de la
Iglesia.

El tema central de los evangelios es, pues, Jesú s Resucitado, presente a su


comunidad, sobre todo por su Espı́ritu. Con una insistente mirada a la vida
sacramental de esa comunidad: no só lo por la celebració n del Bautismo y la
Confirmació n en Pascua, sino tambié n por las alusiones a la Eucaristı́a en la
comida junto al lago (pan y pescado: domingo tercero) y al sacramento de la
Reconciliació n (domingos segundo, sé ptimo y octavo).

La primera lectura: los Hechos de los Apóstoles

En la Pascua no se lee el Antiguo Testamento, que es promesa y figura. Pascua es


realidad y cumplimiento. Los tres añ os se leen los Hechos de los Apó stoles,
aunque con una selecció n diversa cada vez.

Los Hechos son la historia de la “comunidad de Jesú s Resucitado”, la Iglesia, que


es la prolongació n y el signo viviente de la Pascua. Jesú s sigue presente y activo
en el mundo por un doble medio: el Espı́ritu y la comunidad (domingo sexto,
concilio de Jerusalé n: “nos ha parecido al Espı́ritu Santo y a nosotros...”).

En la selecció n de este añ o ocupa un primer plano el testimonio de los apóstoles:


Pedro en casa de Cornelio (domingo primero) o delante del Sanedrı́n (domingo
tercero); Pablo y Bernabé en Antioquı́a o Iconio

(domingo cuarto y quinto). Todos tienen el mismo mensaje que proclamar: que
Cristo Jesú s ha resucitado y es el ú nico Salvador de la humanidad. Este era el
encargo que recibieron de Jesú s en su despedida de la Ascensió n (domingo
sé ptimo): que anunciaran el evangelio y fueran sus testigos. Y los que iban
creyendo en é l, se agregaban a la comunidad eclesial (domingo segundo), a partir
del dı́a en que el Espı́ritu irrumpió diná micamente en la primera Iglesia
(domingo octavo).

La lectura de los Hechos en la Pascua nos ofrece un verdadero espejo para la


comunidad cristiana de hoy.

En la predicació n de estos domingos se podrı́a elegir alguna de estas pistas, la que


parezca má s enriquecedora para la comunidad concreta: a) Cristo sigue vivo en
la Iglesia, comunicá ndole su vida pascual; hay que saber reconocerle en ella, a
196
pesar de sus lı́mites e imperfecciones; b) el Espíritu es el don mejor que Jesú s
Resucitado ha hecho a su Iglesia; c) los ministros ordenados son un factor
importante en la formació n y en la animació n de las comunidades cristianas; d)
la salvació n que ofrece Cristo es universal: no se queda en Jerusalé n; el encargo
de la Ascensió n es la apertura a los paganos (Pedro en casa de Cornelio; Pablo y
Bernabé en paı́ses paganos; el concilio de Jerusalé n y su decreto de liberació n de
la ley mosaica; Pentecosté s y la multiplicidad de lenguas...).

El Apocalipsis, libro pascual

La segunda lectura para este añ o va a ser –desde el domingo segundo hasta el
sexto– el libro del Apocalipsis.

El Apocalipsis es tambié n el libro de la Iglesia. De una Iglesia en lucha y en


camino, que ya sabe lo que son las dificultades, pero que vive en la esperanza y
camina confiadamente hacia la nueva Jerusalé n, donde participará el triunfo
definitivo del Cordero, Cristo.

La breve selecció n que de este libro leeremos nos ofrece testimonios de Cristo
pascual: “estuve muerto, pero ahora vivo” (domingo segundo), en medio de una
multitud de salvados que le entonan cantos de alabanza: “digno es el Cordero
degollado de recibir el poder...” (domingo tercero).

Pero sobre todo se le pondrá delante a nuestra comunidad, dé bil y pecadora
siempre, la comunidad del cielo, llena de alegrı́a y gloria, que “despué s de la gran
tribulació n” y de “pasar hambre y sed” está ya gozando de “las aguas de la vida”
(domingo cuarto); Dios ha enjugado sus lá grimas; y ahora vive en “un cielo nuevo
y una tierra nueva” (domingo quinto), su morada es la “ciudad santa de
Jerusalé n”, construida sobre “doce piedras que llevan el nombre de los doce
apó stoles”, con el Cordero en medio, que es su gloria y su lá mpara (domingo
sexto). Es toda una visió n de esperanza escatoló gica que se le ofrece a la Iglesia
peregrina.

Otra dimensió n que el Apocalipsis nos invita a valorar en esta Pascua es el


domingo. El libro mismo es una serie de visiones que Juan tuvo precisamente “el
dı́a del Señ or” (domingo segundo). Y la reunió n dominical cristiana es un
momento privilegiado en que nos reunimos en torno a Cristo y ensayamos la
asamblea definitiva del cielo, cantá ndole nuestros himnos de alabanza,
escuchando su palabra, participando en el memorial de su sacrificio pascual. Es
una reunió n dominical que tambié n presenta caracteres de universalidad, como
la descrita por el Apocalipsis: una multitud de gente de toda raza y condició n
(domingos tercero, cuarto y quinto).

197
Ası́, los tres libros que leeremos en estas semanas, el evangelio de Juan, los
Hechos y el Apocalipsis, nos ofrecerá n los grandes valores del Misterio pascual,
que son los centrales en el cristianismo:

a) Cristo resucitado, presente en medio de los suyos;

2. b) su Espíritu, el don pascual de Cristo, que llena de su luz y de su fuerza


la comunidad; en “el añ o de Lucas”, para el que no hay duda que el Espı́ritu
es el protagonista supremo tanto de la vida de Cristo como de su Iglesia,
es un filó n a tener en cuenta;
3. c) la presencia de los apóstoles-ministros en la vida de la comunidad, como
testigos privilegiados y como predicadores incansables de la Buena
Noticia;

d) la comunidad misma, la asamblea de los creyentes en Cristo,

que camina por la vida con la conciencia de que Cristo le está presente, en marcha
hacia la asamblea definitiva y gloriosa;

5. e) una comunidad universal; si Cristo “subió a Jerusalé n” (es uno de los


temas má s propios de Lucas), fue para realizar allı́ el Misterio de la Pascua,
y desde allı́ enviar a su comunidad en una misió n mundial: hasta Roma;
6. f) una comunidad que se reúne el domingo porque es el dı́a del Señ or
resucitado, y que celebra los sacramentos; Juan (domingo segundo) sitú a
los encuentros de la comunidad con Cristo resucitado “el primer dı́a de la
semana” y “a los ocho dı́as”; el Apocalipsis es una experiencia sucedida
tambié n en domingo...

Buenas pistas –demasiado ricas– para una predicació n optimista que haga
progresar a las comunidades cristianas en su fe y en su vida pascual.

198
8. PREDICACIÓN ORANTE DE LA PALABRA
PASCUA122

8.1. DOMINGO DE PASCUA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43
§ Salmo: 118(117),1-2.15c+16a+17.22-23 (R. 24)
§ Segunda lectura: Colosenses 3,1-4
§ Evangelio: Juan 20,1-9

Introducción
Ideas temáticas de este día de la Resurreción del Señor:

§ Cristo resucitado, éste es el mensaje central de la liturgia de Pascua. Ante
todo, Jesucristo resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del
sepulcro vacío: “vio y creyó” (Evangelio).
§ Cristo resucitado, objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo:
“A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer
día” (primera lectura).
§ Cristo resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de
sinceridad y de verdad: “Sed masa nueva, como panes pascuales que sois,
pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado”
(segunda lectura 1 Cor).

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El libro de los Hechos de los Apó stoles es una ó ptima lectura para el tiempo
pascual. Aquellos primeros cristianos fueron la “comunidad de Jesú s
Resucitado”, el Señ or que sigue actuando, invisiblemente, por medio de su
Espı́ritu, y visiblemente por medio de su comunidad.

No les faltaron dificultades, persecuciones y martirio. Pero en verdad, primero
los apó stoles y luego otros discı́pulos, como los diá conos o Pablo y Bernabé ,
dieron testimonio valiente de Cristo Jesú s y fueron construyendo comunidades
llenas de fe y alegrı́a. Es un libro que la comunidad cristiana puede tomar como
espejo en estas semanas, para estimularnos a seguir su ejemplo de firmeza en la
fe y en el testimonio.

122
Departamento de Liturgia. Predicación Orante de la Palabra. De Adviento a Pentecostés. Ciclo C, 2018-
2019.
199
El pasaje de San Pablo en su carta a los de Colosas es el má s apropiado para este
domingo. Es breve pero denso y estimulante: “ya que han resucitado con Cristo,
busquen las cosas de allá arriba”.

Celebrar la Pascua del Señ or es asumir coherentemente lo que representa de
novedad de vida en el Espı́ritu: “aspiren a los bienes de arriba”, porque
caminamos hacia la misma meta que Cristo: “entonces tambié n ustedes
apareceran, juntamente con é l, en gloria”.

Tambié n se puede elegir como segunda lectura este otro pasaje de Pablo a los
cristianos de Corinto, que hace referencia a Cristo como “nuestra pascua”. La
levadura o el fermento del pan lo compara San Pablo con la malicia o la
corrupció n, y quiere que las comunidades cristianas esté n libres de ese mala
levadura. Un pan sin levadura es pan “á cimo”. Ası́ deberı́a ser la comunidad, un
pan sin malicia.

En el Evangelio de Juan, nos encontramos con la experiencia de Marı́a Magdalena,
testigo del sepulcro vacı́o, que corrió a anunciarlo a los apó stoles, convirtié ndose
ası́ en “apó stol de los apó stoles”, la primera evangelizadora de la Buena Noticia.
Tambié n Pedro y Juan ven el sepulcro vacı́o. Ninguno de ellos se acaba de creer
que Jesú s haya resucitado: “no habı́an entendido la Escritura: que Él habı́a de
resucitar de entre los muertos”.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Naturalmente, el mensaje de este dı́a de Pascua es la resurrecció n de Cristo: la
noticia mejor de todo el añ o para los cristianos. La que cambió la vida de los
primeros discı́pulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio:
que a ese Jesú s “a quien mataron colgá ndolo de un madero, Dios lo resucitó al
tercer dı́a y lo nombró Juez de vivos y muertos”.

Vale la pena que resuene, tambié n en las misas de este domingo, el anuncio
gozoso de los á ngeles a las mujeres (segú n el evangelio de la noche): “¿Por qué
buscan entre los muertos al que vive? No está aquı́: ha resucitado”. Es bueno
detenernos en esta convicció n -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para
seguir con má s á nimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el
evangelio de Emaú s, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer
tambié n nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su
Eucaristı́a, en su comunidad.

200
El canto de entrada deberı́a reflejar bien las antı́fonas que ofrece el Misal,: “He
resucitado y aú n estoy contigo”, o bien “Era verdad, ha resucitado el Señ or,
aleluya”.

No puede ocultar su alegrı́a la oració n colecta: “en este dı́a has abierto las puertas
de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte”, y pide que esta Pascua
histó rica que estamos celebrando nos oriente hacia la eterna: “que renovados
por el Espı́ritu, vivamos en la esperanza de nuestra resurrecció n futura”. La
alegrı́a de la Pascua es evidente tambié n en la oració n sobre las ofrendas:
“rebosantes de gozo pascual, celebramos estos sacramentos”.

El prefacio describe magistralmente el contenido de la fiesta de hoy: “Cristo,
nuestra Pascua, ha sido inmolado: muriendo, destruyó nuestra muerte,
resucitando, restauró la vida”. ¿Se puede expresar en menos palabras el misterio
de la redenció n que Cristo ha obrado en su Pascua?.

Dios ha dicho “sı́” a su Hijo y a la humanidad. El grano de trigo, sepultado en la
tierra, ha muerto, pero ha renacido y dará fruto abundante. Es tambié n nuestra
liberació n y nuestra resurrecció n. Podemos manifestar con aleluyas solemnes y
flores nuestra alegrı́a de cristianos seguidores del Resucitado. Haciendo caso del
salmo de hoy, que nos invita a que este dı́a, “en que actuó el Señ or”, tambié n “sea
nuestra alegrı́a y nuestro gozo”.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

El mensaje para todo el Pueblo de Dios queda muy expresando en el n. 6 de la
Evangelii Gaudium:

“Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero
reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y
circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre
permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser
infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a
la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay
que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta
pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos
de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me
hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su
ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es
esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26).

201
Naturalmente, el mensaje de este dı́a de Pascua es la resurrecció n de Cristo: la
noticia mejor de todo el añ o para los cristianos. La que cambió la vida de los
primeros discı́pulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio:
que a ese Jesú s “a quien mataron colgá ndolo de un madero, Dios lo resucitó al
tercer dı́a y lo nombró Juez de vivos y muertos”.

Vale la pena que resuene, tambié n en las misas de este domingo, el
anunciogozoso de los á ngeles a las mujeres (segú n el evangelio de la noche):
“¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquı́: ha resucitado”. Es
bueno detenernos en esta convicció n -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace
falta para seguir con má s á nimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si
leemos el evangelio de Emaú s, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar
convencer tambié n nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra,
en su Eucaristı́a, en su comunidad.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

Leyendo, desde hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles durante el Tiempo
Pascual, se nos propone el ejemplo de aquella comunidad que dio testimonio de
su fe en Cristo Jesús y se dejó guiar por su Espíritu en su expansión al mundo
conocido.

Las primeras “evangelizadoras” fueron las mujeres. En el evangelio de la noche,
ellas acudieron al sepulcro llevando los aromas y oyeron de labios de los ángeles
la noticia: “no está aquı́, ha resucitado». En el evangelio de Juan es Magdalena la
que va al sepulcro, lo ve vacío, y corre a anunciarlo a los apóstoles. Para los
discípulos de Emaús fue aquel “viajero peregrino”, Cristo mismo, a quien de
momento no supieron reconocer, quien les explicó las Escrituras y les aseguró la
verdad de la resurrecció n.

Luego van a ser los apóstoles, los ministros de la comunidad, los que más
oficialmente aparecen en el libro de los Hechos como anunciadores de Cristo.
Pedro, en casa de Cornelio, es consciente de que les ha encomendado este
anuncio: “nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había
designado, a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la
resurrección”. El insiste: “nosotros somos testigos... nos encargó́ predicar al
pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y
muertos». En verdad los apóstoles dieron con valentía este testimonio.

Ahora somos nosotros los que en el siglo XXI corremos a anunciar a Cristo a este
mundo, a nuestra familia, a nuestros amigos, a la sociedad. Los cristianos
202
no sólo debemos ser buenas personas, sino además “testigos” de la resurrecció n
de Cristo, con nuestra conducta y con nuestra palabra. En casa de Cornelio, un
pagano, o en medio de una sociedad también paganizada, tenemos que dar
testimonio de que Jesús es el Salvador: en nuestra familia, en el mundo de la
educación, en el cuidado de los ancianos y enfermos, en la actividad profesional,
en los medios de comunicación.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Las oraciones, el prefacio y la plegaria debe ser un conjunto armonioso,
procurar expresarlas bien y darles todo su realce en este día tan especial.

2. Esmerarse por preparar muy bien la liturgia de este día: procesión, cantos,
lecturas y la decoración del templo.

3. Escoger un buen lector para hacer la secuencia.

4. Para la cartelera se pueden usar palabras y frases como: “Quédate con
nosotros” “Busquen los bienes de arriba”, “Resucitó”.

5. En la mayoría de las comunidades se realiza la procesión con el resucitado;
convendría motivar este momento con algunos textos del Catecismo de la
Iglesia Católica relativos a la resurrección del Señor.

6. El centro de la vida celebrativa debe llevar a la asamblea a visualizar el
Cirio Pascual y no la imagen del Resucitado.

7. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elementos
pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia
Pascual,especialmente en las asambleas que no han participado en la
Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarta edición, p. 197. Domingo
de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión
de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de
Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios
encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua
que se bendijo en la Vigilia Pascual.

8. Podría resaltarse el himno del “Gloria” con el canto.

9. El Aleluya debe cantarse de manera solemne.

203
10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima
noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o
Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene.

11. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual,
agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda
la Octava de Pascua.

12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una
manera más prolongada y festiva la vigilia de domingos, solemnidades y
fiestas del Señor, de la Santísima Virgen María y de Santos, pueden hacerlo
celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del
himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio;
igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio: Finalmente se
canta el himno: Señor, Dios eterno. Sea dice la oración y se concluye con la
Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Pascua, ver Liturgia de las
Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las
vigilias, pág. 2069 ss.

13. Con las Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual.

14. Los ocho primeros días del Tiempo Pascual, incluyendo el Domingo
segundo de Pascua, constituyen la Octava de Pascua; estos días tienen la
celebración como las solemnidades del Señor (Cf. Normas Universales
sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, n. 24).

15. Sería de gran provecho para la comunidad que en estos días de la octava
de pascua se celebre el “Vía Lucís” – Camino de la Luz - , para poner de
relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad.





204
8.2. MONICIONES Y ORACIÓN DE FIELES

Monición introductoria de la Misa
¡FELICIDADES! Hermanos y hermanas en estas pascuas. Cristo ha resucitado y
vive en medio de nosotros. Así los apóstoles anunciaron la resurrección de Cristo
en el contexto social y religioso del mundo judío y greco-romano, también este
mensaje liberador ha de llegar al ser humano y al mundo de hoy. Puestos de pie,
entonamos con alegría el canto para empezar la celebración gozosa de hoy.

Monición a la Liturgia de la Palabra
Hermanos es el momento de abrir el corazón, la mente, los ojos, los oídos para
comprender la riqueza de las Escrituras. Dejémonos maravillar con la exquisita
experiencia de la Resurrección. Escuchemos con amor y atención.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: unidos en la alegría que nos da nuestra fe, y celebrando a nuestro
Señor Jesucristo, resucitado de entre los muertos, oremos al Padre diciendo:

R. Padre todopoderoso, escúchanos.

1. Por el papa Francisco y por nuestro obispo N. Para que vivan muy a fondo
la alegría de la resurrección, y la contagien a todo el pueblo cristiano.
Oremos.

2. Por los niños, los jóvenes y los adultos que recibirán el bautismo o la
confirmación en este tiempo de Pascua. Para que la gracia de los
sacramentos dé fruto abundante en sus vidas. Oremos.

3. Por nuestros gobernantes. Para que tengan siempre como su principal
preocupación el bienestar de todos los ciudadanos, sin que nadie quede
excluido. Oremos.

4. Por los enfermos, y por los que se sienten agobiados por el dolor y la
tristeza. Para que experimenten la fortaleza de Dios y encuentren una
mano amorosa que les acompañe. Oremos.

5. Por todos nosotros. Para que estas fiestas de Pascua nos reafirmen en la
fe y en el seguimiento de Jesús. Oremos.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

205
Oración Conclusiva
Dios, Padre compasivo y misericordioso,
concédenos todo lo que sea agradable a tu voluntad
y que nos sirva para dar gloria y honra a tu Nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

206
8.3. HOMILIA

ADMIRAR, AGRADECER

Así canta la Iglesia en el día santísimo de la Resurrección del Señor: Resucitó de
veras mi amor y mi esperanza123.

Admirar
Hoy estamos también nosotros, los discípulos del Salvador, espiritualmente
admirados ante el Sepulcro Vacío del Señor, admirados y agradecidos porque la
Vida ha resurgido de la muerte y porque ha llegado la hora de celebrar con
cánticos de fiesta el triunfo del Maestro, la gloria del Resucitado.

Mas no podemos quedarnos simplemente en lo que ya hemos vivido., pues la
Pascua genera conversión y compromiso, genera actitudes de renovación
profunda y de santificación personal y comunitaria.

Llamados a predicar la esperanza en medio de este mundo dramático, hoy ha de
resonar con verdadero gozo que Jesús es la esperanza del creyente, de todos los
que lo buscan, de todos los que aún esperan una voz de consuelo, de fe, de alegría.
El Señor viene a darnos ese gozo que nadie nos puede arrebatar, el que llenó el
corazón de los discípulos de Emaús, el que llena el alma de una Iglesia misionera.

Nos ha llamado el Señor a ser los alegres testigos de su triunfo sobre la muerte y
de su victoria sobre el mal, siendo también vencedores de nuestro pasado de
culpas con una vida resucitada y llena de gozo, con una vida renovada en la gracia
de los Sacramentos, con signos de conversión y de paz.

La vigilia Pascual nos permite recorrer la historia de la Salvación y la jubilosa
celebración de este Día Santísimo (que estamos iniciando en esta noche Santa)
es anuncio y promesa.

Hoy es el anuncio de la Victoria de Cristo, promesa de la victoria de los creyentes
que tienen que ser en el mundo mensajeros de la justicia y de la verdad,
portadores de un mensaje de fe y de consuelo, constructores de la Paz con la que
el Resucitado saluda a su Iglesia, a sus discípulos.

Agradecer
Aquí estamos, pues, dando gracias a Dios por haber celebrado en la fe la Semana
Santa de la Esperanza, por haber aceptado el reto de vivir la vida como muerte y

123
Victimae Paschalis.
207
resurrección, muerte al pecado, muerte a los odios y violencias, resurrección del
amor verdadero, de la caridad que perdona, de la paz que nos lleva a Dios.

Partiremos ahora el Pan de la Vida, y en la mesa fraterna te haremos la misma
súplica de los peregrinos de Emaús: Quédate con nosotros124. Para que la luz de
la esperanza selle de nuevo en el corazón del mundo un renovado deseo de ser
testigos de la resurrección y de la vida, de ser mensajeros de la verdad, de ser
misioneros que salen a anunciar a todos que la muerte fue vencida y que el Señor
“brilla sereno para el linaje humano125” como canta el Pregón Pascual que
entonábamos anoche.

Ahora se reemprende el camino de la vida, dando gracias a Dios por los misterios
celebrados. Se una a nuestra alabanza la Madre de Dios, la Señora de la
Resurrección a la que la Iglesia le canta diciéndole: Alégrate, porque aquel al que
llevaste en tus entrañas ha resucitado según su promesa.

Los que hemos sido salvados por el amor del Salvador, victorioso señor de la
Historia, no cesaremos de cantar hoy y siempre, resucitó de veras mi amor y mi
esperanza, y nos decidimos a salir a su encuentro con las santas Mujeres,
Apóstoles de su Victoria.

Y al recibirlo triunfante y glorioso, nos comprometemos a aceptarlo, a vivirlo, a
adorarlo y a ser sus testigos para que, en su nombre puedan anunciarse la
esperanza y la vida y para que, de esta Pascua nazcan discípulos y misioneros de
Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida126.

Un mensaje de gratitud para los jóvenes, para los niños, para las personas que
con su generosidad y trabajo han participado de las actividades de la Pascua.
Cuánto nos enseñan y cómo nos piden testimonios de alegría y de fe que motiven
sus vidas. De la luz que encendamos en sus corazones depende el futuro de la
Iglesia que sigue anunciando el Evangelio y sigue buscando el rostro del
Resucitado en la vida de cuantos lo anuncian y cuantos lo esperan con amor.

Madre de la Resurrección: Alégrate, porque el Hijo que llevaste en tu seno, ha
resucitado, según su promesa127. Amén. Aleluya.

124
Lucas 25. 29
125
Pregón Pascual.
126
Lema de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano. Aparecida, 2007-
127
Liturgia de las Horas , Regina Coeli.
208
8.4. SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
O DE LA DIVINA MISERICORDIA
ABRIL 28 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,12-16
§ Salmo: 118(117),2-4.22-24.25-27a (R. 1)
§ Segunda lectura: Apocalipsis 1,9-11a.12-13.17-19
§ Evangelio: Juan 20,19-31

Introducción

Las tres ideas temáticas que engloban la interpretación de los textos bíblicos
litúrgicos de este segundo Domingo de Pascua, se pueden enmarcar en torno a:

§ La Acción de Dios que infunde Cristo resucitado soplando el Espíritu
Santo a los discípulos, hace que realicen señales y prodigios.
§ Jesucristo en medio de los Apóstoles infunde en ellos el don de ver
(creer) y testimoniar esta experiencia mediante la Escritura.
§ La presencia de Jesucristo Resucitado que sopla el Espíritu Santo, disipa
las dudas, hace que se perdonen los pecados y les trae la paz.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, dice que los Apóstoles tenían
un mismo Espíritu y realizaban muchas señales y prodigios. Nadie de los otros
se atrevía a juntarse a ellos; aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio.

El salmo responsorial 118 (117) recalca la importancia de la alegría y el gozo,
por la Resurrección del Señor. Se encuentra un tetraedro inclusivo en cuanto que
Yahveh Dios, es Quien da la salvación, el éxito, Quien ilumina y Quien otorga la
salvación.

La segunda lectura destaca la paciencia en el sufrimiento; de allí que el Apóstol
San Juan testimonie por escrito la fraternidad y el compañerismo en medio de
las tribulaciones.

El Evangelio narra las apariciones de Jesucristo a los discípulos, donde se
resaltan algunos elementos que ayudan a la hermenéutica reflexiva: el día
primero de la semana, Jesucristo que se presenta en medio de ellos y siempre los
saluda con la paz, los discípulos que se llenan de alegría porque ven al Señor.

Cristo resucitado sopla el Espíritu Santo y les concede el poder perdonar los
209
pecados. Tomás que no estaba con los demás discípulos, no cree al principio y
luego expresa Señor mío y Dios mío. Se manifiesta, de esta forma, el contraste
entre el ver físico y de la fe, la paradoja entre creer y la incredulidad. Resalta
el Evangelista que muchos prodigios no han sido escritos, y que la finalidad de
que hayan sido escritos es para creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
creyendo tengamos vida en su nombre.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Se quiere mediante esta herramienta homilética hacer reflexionar a los
miembros de las comunidades en el segundo punto que se propone dentro de los
tres temas planteados: Jesucristo crucificado y resucitado en medio de los
Apóstoles les da la Gracia de Ver (creer) y testimoniar mediante Las Sagradas
Escrituras la presencia de Dios vivo en medio de su pueblo.

San Juan Evangelista, autor también del libro del Apocalipsis, crea un puente
entre el cuarto Evangelio y el último libro de la Biblia. Juan testifica en el
Apocalipsis que recibe de Jesucristo el mandato. “Escribe en un libro lo que veas”,
y más adelante vuelve a repetir la frase: “Escribe lo que has visto”. En el
Evangelio, Juan cierra su libro con estas palabras: “Otras muchas señales que no
están escritas en este libro, han sido escritas para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios y creyendo tengáis vida en Su Nombre”.

Al mismo tiempo, el Apóstol San Juan, junto al verbo escribir, pone particular
énfasis en el verbo: VER, que progresivamente se va volviendo CREER;
presentando el contraste entre quien no ve no cree.

Hace parte del estilo redaccional del Evangelista, evangelizar pedagógicamente,
mediante círculos concéntricos, donde juega con los términos, en una forma
repetitiva, pero que poco a poco, va hilando el discurso, usando el término, pero
a la vez progresando en su contenido. Así, lo podemos constatar con VER-CREER-
ESCRIBIR.

Hay que distinguir el VER del Mirar y a su vez del observar. El mirar, parece ser
una capa superficial, que no implica la totalidad de la persona. Evoca la persona
que, al pasar mira de forma distraída, sin detenerse y sin que esa mirada, llame
la atención, a fin de que haga que la persona se detenga, o cambie a partir de esa
mirada. Mirar, por tanto, es pasajero, superficial, y no implica compromiso; como
quien cruza las calles, mira las vitrinas de un almacén, pero nada lo detiene en su
caminar. Mira distraídamente y sin responsabilidad alguna.

210
Observar, implica mayor profundidad, quien observa, se detiene para investigar,
analizar. Fija su atención de manera particular sobre el objeto deseado. Contrario
al mirar que es externo, observar busca profundidad en el conocer, de una
manera más racional, científica; sin que implique un compromiso de la persona
que observa. El observar es objetivo, en cuanto, que busca conocer y analizar el
objeto de manera científica.

El ver, implica la persona, es una mirada profunda, que transforma a la persona
que se pone en actitud de ver. Quien ve se compromete, y da un paso más en el
observar científico y racional, puesto que quien ve, cree. Es un ver de confianza,
que se fía, que implica una relación entre la persona que ve y lo que es visto. En
efecto, el Evangelista San Juan describe “hemos visto al Señor”, y este testimonio
produce en los Apóstoles alegría, gozo, paz, fortaleza, esperanza y entusiasmo
para ir a hablar y testimoniar al Señor. También, se observa en los Sinópticos que
consecuencia del ver está el creer: “vio y creyó”.

Así, la experiencia de Jesús crucificado y resucitado implica para los Apóstoles
tres movimientos dinámicos: VER – CREER- ESCRIBIR.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

La Iglesia en Latino América durante la II Conferencia del Episcopado
Latinoamericano (CELAM) celebrada hace cincuenta años en Medellín distinguió
un método teológico propio, que tiene sus fundamentos bíblicos.

El Apóstol San Juan, es invitado a ver. Hoy hay que ver la realidad, de nuestros
pueblos sumidos entre los desafíos pastorales que interpelan nuestra fe; frente
a la violencia, miseria, corrupción… hay que discernir los signos de los tiempos.
Quien ve, debe hacerlo con una mirada de fe, es decir, juzgar con criterios de fe.
Para creer que esa realidad es transformadora, Juan se encuentra exiliado en la
Isla de Patmos, es invitado a ver, contemplar con ojos de fe; para juzgar con la
mirada del Señor, los acontecimientos que suceden en su tiempo. Solo quien ve,
juzga con ojos de fe y cree que la realidad por muy contradictoria que sea,
contiene un ver que transforma dicha realidad con esperanza y caridad.

Finalmente, el evangelista, una vez que ve la realidad, cree, porque sus ojos se
iluminan con la fe en el Jesús Crucificado y Resucitado; puede entonces, dar el
tercer paso: escribir, es decir, actuar, según el método teológico latinoamericano.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

211
Dice la misma Escritura “Lo escrito, escrito está” (Cfr. Mt 4,4; 21,13), como una
forma de ratificar un compromiso, que se hace perenne en el tiempo. Quien
escribe ha pasado por una experiencia de fe que ha interpelado su existencia.
Cuando se pone por escrito el pensamiento, se fija la idea y se concretiza en el
tiempo y el espacio. Cuando se escribe la experiencia se vuelve perenne y se
eterniza el tiempo.

Latino América después de quinientos años entre descubrimiento, conquista y
evangelización, ha puesto por escrito la experiencia de Dios que peregrina en
este continente; y esa historia se vuelve historia de salvación cuando se ve con
los ojos de la fe y se juzga a partir de criterios del Magisterio eclesial que ayuda
a discernir los signos de los tiempos. Es un recuerdo vivo (anamnesis) que se
vuelve la memoria viva de un acontecimiento que cambia la historia y transforma
al ser humano. Leíamos en el Salmo 118 “Da Yahveh, Dios, da la salvación, da
Yahveh Dios el éxito, Yahveh Dios nos ilumina”. En la Eucaristía es el Hosanna,
Dios bendice a su pueblo, y actualiza el memorial de la Nueva alianza.

Poner el pensamiento, la experiencia por escrito no solo testimonia la verdad de
Jesucristo Crucificado y Resucitado; sino que se transmite y conserva esta
verdad; y se sucede en la historia de salvación, una infinidad de interpretaciones
personales y comunitarias que transforman la vida, a partir del acontecimiento
de Cristo Crucificado y Resucitado que penetra las almas y transforma las
historias de los pueblos. Jesucristo es el acontecimiento liberador y
transformador que nos permite leer la historia con otros ojos, juzgarla con
criterios evangélicos y señalar caminos que nos permiten actualizar y vivir Las
Sagradas Escrituras.

Cada persona miembro de una comunidad está llamada a ver los signos y
prodigios de Cristo muerto y resucitado en su vida y en su historia. A confiar,
creyendo para tener vida en su nombre, pero también, como persona y
comunidad escribir los prodigios y acciones de Cristo Muerto y resucitado en su
propia vida.

Las interpretaciones hermenéuticas permiten que la infinitud de lecturas de
cómo Jesús crucificado y resucitado ha transformado sus vidas, son una muestra
del poder de Dios en Cristo transformando las vidas y las historias de los pueblos
y ratifica la experiencia con los ojos de fe que viven los Apóstoles. Así, como
Tomás, permite una lectura creyente, que favorece la bienaventuranza en el
tiempo y el espacio traspasa el umbral de las tinieblas y de la increencia, se
vuelve testigo del Crucificado resucitado.


212
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Por ser un día en el que se privilegia la Misericordia, sería bueno colocar
en lugar visible las obras de misericordia, junto a ellas un mensaje que
diga: Si queremos la paz practiquemos la misericordia.

2. Se sugiere llevar en Alto la Palaba de Dios en la procesión de entrada, como
la Palabra Escrita que testifica la Acción del Espíritu Santo y de los
Apóstoles que pusieron por escrito la experiencia de la Resurrección.

3. Seguir el Prefacio Pascua I: «El Misterio Pascual», con la parte propia: «en
este día glorioso». Convendría seguir el Canon Romano o Plegaria
Eucarística I, con las partes propias que contiene.

4. Tener presente que para la Bendición final de la Misa se puede usar la
fórmula solemne de la Vigilia Pascual, Misal, pág. 219.
Para despedir al pueblo se agrega el doble Aleluya.
Con las segundas Vísperas de este domingo termina la Octava de pascua.

5. Desde el Papa san Juan Pablo II ha tomado fuerza el segundo domingo con
especial énfasis en Jesús de la Misericordia. Si se tiene la imagen, se
recomienda exponerla en el templo, y si se ve oportuno, explicar su
sentido desde la orientación pascual del costado de Cristo, del que brota
sangre y agua como los signos sacramentales que fundan la Iglesia en el
Bautismo y la Eucaristía.

213
8.5. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
ABRIL 28 DE 2019

Monición introductoria de la Misa
Celebramos la Eucaristía en este segundo Domingo de Pascua, memorial de la
misericordia de Dios. La Acción de Gracias por excelencia, nos muestra los
designios y prodigios de Dios que en Jesucristo crucificado y Resucitado entrega
su vida para Nuestra Salvación; y nos infunde su Espíritu Santo para disipar toda
duda y temor. Dispongámonos nuestro cuerpo y espíritu para vivir con alegría y
gozo la reconciliación que sana nuestras heridas y perdona nuestros pecados.

Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios es el soplo que nos inspira para ver las maravillas de Dios
en la historia. Creer en Dios que es la Verdad, y las Sagradas Escrituras el
conjunto de libros que testimonian el sello de la alianza con su pueblo, a través
de la Sangre derramada en Su Hijo Jesucristo; nos impulsan como comunidad de
fe a Escuchar el memorial de la alianza que traspasa la barrera del tiempo y del
espacio haciéndonos discípulos creyentes y bienaventurados.


Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Cristo resucitado ha infundido en nuestros corazones El Espíritu
Santo, con el cual llamamos a Dios Padre; animados por este mismo espíritu,
dirijamos al Padre nuestras plegarias diciendo:

R. ¡Oh Señor, auméntanos la fe!

1. Por el Santo Padre Francisco y los obispos, sucesores de los Apóstoles; por
los presbíteros y el pueblo fiel. Para que, inspirados por el Santo Espíritu
de Dios, llevemos la alegría y la esperanza que viene de Cristo Resucitado
a todos los pueblos de la tierra. Roguemos al Señor.

2. Por los gobernantes de las naciones, abogados, magistrados, congresistas,
alcaldes, fuerzas militares, policiales y funcionarios públicos. Para que
todas sus acciones sean animadas por la verdad, la paz, la justicia, el
perdón y la reconciliación que viene del Espíritu Santo. Roguemos al
Señor.

3. Por las personas que atraviesan desiertos de dudas e incredulidad. Para
que, iluminados en su conciencia por la Luz de la razón y de la fe,

214
encuentren testigos, que con amor y paciencia les sepan dar motivos de
confianza y razones para seguir esperando en Dios. Roguemos al Señor.

4. Por los enfermos, desvalidos y los que sufren en el cuerpo y en el alma.
Para que, sepan encontrar personas que llenas del Espíritu Santo, les
sepan acompañar, infundiéndoles esperanza, alegría, amor, paz, valor en
sus contrariedades y fortaleza en sus luchas diarias. Roguemos al Señor.

5. Por Latino América y Colombia. Para que, en su quehacer teológico, sepa
interpretar los signos de los tiempos a la luz de la fe, y escribir su historia
como memorial de salvación. Roguemos al Señor.

Oración Conclusiva

Atiende benigno Señor,
estas súplicas que te presentamos,
por intercesión de Tu Hijo,
Jesucristo que padeció, murió y resucitó
para nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.




















215
8.6. TERCER DOMINGO DE PASCUA
MAYO 5 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,27-32.40b-41
§ Salmo: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a)
§ Segunda lectura: Apocalipsis 5,11-14
§ Evangelio: Juan 21,1-19

Introducción
Las lecturas de este domingo proporcionan una riqueza temática que permite
plantear tres temas:

§ Después de la Resurrección se muestra la Iglesia naciente, con la
predicación activa de los Apóstoles, perseverando en la enseñanza,
obedeciendo a Dios antes que a los hombres y sufriendo las persecuciones
por causa de predicar a Jesucristo vivo.
§ La experiencia de Dios en el creyente que, a pesar de las contradicciones
de la vida diaria, las angustias, persecuciones, dolores, sufrimientos,
lágrimas, es capaz de perseverar en el Señor; y puede convertir el luto en
danza, la debilidad en fortaleza, el dolor y el sufrimiento en alegría y
esperanza.
§ El encuentro de los discípulos con Jesucristo Resucitado transforma la
desolación en consolación, renace la alegría y la esperanza, y convierte a
los apóstoles en misioneros, continuadores de la obra de construcción del
Reino de Dios.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles muestra como el Sanedrín en
cabeza del Sumo sacerdote, les prohíbe a los Apóstoles “enseñar en nombre de
ese” y los acusan de haber “llenado a Jerusalén con esa doctrina”. Los Apóstoles
a su vez les responden: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.

Cómo ellos se convierten en testigos de la resurrección de Jesucristo y cómo
salen contentos por haber sido considerados dignos de sufrir los ultrajes por el
Nombre de Jesucristo.

El Salmo 30 (29), resalta la súplica del creyente que clama y llama a Dios, sana
su herida, saca su alma del abismo. A partir de esta experiencia el creyente, hace
una lectura de la experiencia de Dios que es capaz de visitarlo en medio del
sufrimiento con las lágrimas; pero pasado el tiempo, ese sufrimiento se convierte

216
en gozo. Es así, como Dios es capaz de transformar el luto en danza, por estas
proezas, el creyente, alaba a Dios por siempre.

La segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis, refleja mediante los órganos
del oído y de la visión, la experiencia de Dios. El creyente que ve y escucha a Dios
vive recibiendo la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza para Adorar
permanente a Dios.

La perícopa del Evangelio, manifiesta tres momentos sublimes en la experiencia
de Jesucristo resucitado en la vida de los Apóstoles: 1. Un primer momento de
desolación. Los Apóstoles no saben qué hacer, tratan de volver al lugar donde el
Maestro los había llamado y escogido. Ante la muerte de Jesús, se pierde la
esperanza, y se quiere volver atrás mediante el trabajo cotidiano, a las redes y a
la barca. Es una forma de mitigar la tristeza que le ha causado la muerte del
Señor. 2. El segundo momento, está iluminado por la pesca milagrosa, los
Apóstoles en cabeza del discípulo amado, descubren la presencia del Señor,
escuchan y obedecen la Palabra del Señor, y de las aguas vuelven a la tierra,
sabiendo que El Señor no ha muerto, está con ellos, renace la esperanza y esto
los llena de ilusiones y alegría. 3. Un tercer momento, en el cual el Señor les
encarga la misión de continuar predicando el Evangelio y la Buena Nueva de la
salvación, se ratifica el amor y el seguimiento del Señor.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

La narración evangélica evoca la celebración de la Eucaristía. Así, como en el
Evangelio de este domingo se pueden observar tres momentos sublimes, de la
misma manera, se pueden vivir estos tres momentos en la Misa: El momento de
la desolación; de la consolación; y de la misión. Así, pues, en la Eucaristía,
memorial de la Nueva alianza, podemos observar los tres momentos, así: 1. El
momento de la desolación, cuando en la primera parte de la Eucaristía, llegamos
de la vida en ocasiones cargados con nuestras contradicciones, desesperanzados,
tristes y agobiados por los problemas cotidianos y por la carga de nuestros
pecados.

En el acto penitencial se nos pide hacer memoria de nuestros pecados y pedirle
perdón al Señor, por todos estos momentos de sufrimiento y dolor.

2. En la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía propiamente dicha, nuestros
sentidos se abren para que escuchando nos dejemos iluminar por la Palabra del
Señor. Como Pedro llegamos a la misa desnudos, desprotegidos y desvencijados,
y una vez, que escuchamos al Señor, empezamos a descubrir que Él está allí con
nosotros, que no tengamos miedo, que nos revistamos de su gracia, nos cubre y
217
protege. Él nos invita a salir de las aguas que inundan y amenazan nuestra
existencia, y nos invita a aterrizar, Él en la Eucaristía, nos prepara el Banquete de
la Alianza, su Cuerpo y su Sangre, nos alimenta, nos fortalece, nos invita a hacer
comunidad. En comunidad se fortalecen nuestros vínculos, renace en nosotros la
alegría y la esperanza. En comunidad permite que escuchemos al Señor en su
Palabra. La comunidad permite que trabajemos juntos por una pesca abundante,
donde a cada uno no le haga falta el alimento; en este sentido, la comunidad
fortalece la fraternidad y se vive la caridad.

3. Tercer momento: Una vez que el Señor nos ha alimentado con su Cuerpo y con
su Sangre, salimos de la misa entusiasmados, llenos de alegría y esperanza, el
Señor camina con nosotros, como camina con Pedro, ratifica con cada uno de los
creyentes su pacto de amor, nos invita a perseverar en el camino de la caridad, y
nos encarga la misión de continuar su obra de amor a través de los tiempos y de
las naciones. El Señor, nos envía, como envió a sus discípulos. Cada Eucaristía,
cuando salimos es a vivir lo que hemos experimentado en comunidad, al salir del
templo, cada cristiano, debe sentir que el Señor camina con él, que ratifica su
amor por nosotros y nos hace sus discípulos misioneros en el camino de la vida
en la edificación del Reino de Dios.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad?

Cristo resucitado que nos hace discípulos misioneros que construyen su reino
con el amor y la paz; a través de las palabras del Papa Francisco, en la reciente
Exhortación Apostólica Gaudete ed Exultate, el llamado que nos hace a la
santidad, comentando las bienaventuranzas, dice: ¨dichosos los que trabajan por
la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios¨. Al final del numeral 89 de esta
exhortación, acuña una frase, que sin duda alguna pudo haber aprendido de la
visita en Colombia, pues nos invita a ser artesanos de la paz, y dice textualmente:
“Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que
requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza. Sembrar paz a nuestro
alrededor, esto es santidad”.

En esta misma línea del mandato que hace el Señor a Pedro y a los discípulos y a
través de ellos, a toda la Iglesia, el Papa Francisco exhorta a la comunidad
creyente a que seamos discípulos misioneros al encuentro de Jesucristo vivo.
“Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin
concebirla como un camino de santidad, porque «esta es la voluntad de Dios:
vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del
Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un
aspecto del Evangelio. Se trata entonces de un camino de santidad que se

218
construye con la Gracia que Cristo resucitado infunde en sus apóstoles,
discípulos, misioneros, y en toda la Iglesia.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

El encuentro con Jesucristo resucitado se parece a ese camino que realizó el
Señor con Pedro. Tres veces le pregunta el Señor si lo ama, y tres veces le
responde Pedro que, sí lo quiere, y en la tercera, Pedro se entristece, pero el
Señor lo ratifica en el amor. Varias interpretaciones sugieren que el número tres
en la Biblia, es significativo, porque es la forma de ratificar un compromiso, y
sellar un pacto; pero también es la forma de recordar las tres ocasiones en que
Pedro negó al Señor. De alguna manera, se ve en esta triple pregunta que, por
encima de las negaciones, está el amor que consolida el sello de la alianza con el
Señor. Así, nosotros, podemos recordar momentos en que con nuestras
actitudes, conductas o pecados hemos negado al Señor. Así, como en la Cruz el
cayó tres veces, tres veces se levantó; de esta forma, nosotros debemos ratificar
ese amor, no nos quedemos anclados en la negatividad del pasado sino que
levantándonos de nuestras contradicciones y pecado, podamos con la Gracia del
Señor, animarnos a seguirlo, a ser discípulos, a continuar caminando por el
camino de la vida, llenos del amor que Él nos regala. El Señor no nos condena, ni
se alegra de nuestras contradicciones, sino que nos amina a seguirlo
amorosamente en el camino de la vida. No nos cansemos de levantarnos, no nos
cansemos de decirle Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te amo, no nos dejemos
inundar de desesperanza en el camino de la vida, sino que sigamos diciéndole, sí,
Señor, hágase en mí según tu palabra.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Se sigue en el Tiempo pascual, cuyo tiempo se expresa en la alegría de los
cantos, orientados al seguimiento y discipulado misionero.

2. Cuidar los signos propios de este Tiempo Pascual: manteles, luces, flores,
ornamentos festivos.

3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua
en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al
comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la
cincuentena pascual, Misal, p. 1058.

219
4. Debido a la temática del amor que presenta la Palabra de Dios, se
recomienda tomar la Plegaria Eucarística para Diversas CircunstanciasIV,
con su Prefacio: “Jesús, que pasó haciendo el bien”.

5. Recordar que el viernes 3, es en Colombia la fiesta de la Exaltación de la
Santa Cruz y día de la Reconciliación.

6. En este día se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.

220
8.7. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
MAYO 5 DE 2019

Monición introductoria de la Misa
La Eucaristía es el memorial de la Nueva Alianza, donde Jesucristo crucificado y
resucitado, se hace presente en la comunidad, sana nuestras heridas y angustias,
tristezas y desesperanzas, y a través de su Palabra y del sacramento de su Cuerpo
y de su sangre, infunde en nosotros nuevas fuerzas para continuar perseverando
en el camino de la vida, animados por la Gracia de Su Espíritu que nos regala el
amor y la paz, continuando siendo discípulos misioneros que construyen su
Reino. Bienvenidos.

Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de este domingo nos presenta el capítulo final del Evangelio según
San Juan donde Cristo resucitado renueva la esperanza perdida en sus discípulos,
los alimenta y mediante la triple ratificación en el amor a Pedro apóstol, envía a
sus discípulos a todo el mundo para que sigan siendo fieles seguidores en la
misión que el Señor les ha encomendado. Escuchemos.


Oración Universal o de los Fieles

Presidente: llamados a ser testigos fieles en la misión que Cristo Resucitado nos
ha encomendado, dirijamos nuestras plegarias a Dios padre misericordioso,
diciendo:

R. Llénanos de tu amor, Oh Padre.

1. Por la Iglesia, el papa, los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, fieles
laicos; para que seamos fieles en la vocación a la santidad, perseverando
en la construcción del Reino de Dios mediante el amor y la paz. Roguemos
al Señor.

2. Por el Papa Francisco, vicario de Cristo en la tierra y sucesor del apóstol
san Pedro; para que, fortalecido por la Gracia de Cristo Resucitado, pueda
llenar de esperanza y de alegría al orbe entero, mediante la ratificación del
amor y el seguimiento como discípulo misionero, roguemos al Señor.

3. Por los gobernantes de las naciones, presidentes, congresistas, alcaldes,
fuerza militares y públicas; para que, en el ejercicio de sus funciones, sean
discípulos misioneros de Cristo resucitado en el honesto ejercicio de sus

221
funciones, sirviendo las necesidades del pueblo y lo más desfavorecidos,
roguemos al Señor.

4. Por los que sufren en el cuerpo o en el alma, enfermos, encarcelados,
migrantes, perseguidos, para que, unidos a los sufrimientos de Cristo en la
Cruz, encuentren la fuerza de Jesucristo resucitado, y sepan transformar
su dolor en alegría, su tristeza en gozo, su enfermedad en su salud y su
pobreza en riqueza para la gloria de Dios. Roguemos al Señor.

5. Por todos los fieles difuntos que confiaron en el Señor, para que Cristo
Resucitado, sea su victoria y su salvación, y gocen de la eternidad,
cantando humildemente sus alabanzas en la patria celestial. Roguemos al
señor.

Oración Conclusiva
Atiende misericordiosamente, Dios Padre,
estas súplicas que te presenta la Iglesia peregrina en la tierra,
aguardando la feliz esperanza de la gloria celestial.
Por Jesucristo, que vive y reina contigo en la Unidad del Espíritu Santo.
Todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos.
Amén.



222
8.8. CUARTO DOMINGO DE PASCUA
MAYO 12 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52
§ Salmo: 100(99),1-2.3.5 (R. 3c)
§ Segunda lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17
§ Evangelio: Juan 10,27-30

Introducción

§ Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan que, una vez han sido
evangelizados los judíos, la Palabra de Dios se dirige también a los
paganos.
§ El libro del Apocalipsis nos presenta algunas acciones del pastor:
apacentar, guiar y enjugar las lágrimas de los ojos.
§ El Evangelio de San Juan nos habla de la relación íntima entre el rebaño
y el Pastor que genera escucha, seguimiento y vida eterna.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

El evangelista San Juan después de presentar una catequesis sobre el Buen
Pastor nos habla de la relación del pastor con su rebaño.

En los versículos que nos presenta el evangelio de este domingo, Jesús habla en
primera persona, “mis ovejas” y con esto nos indica la pertenencia que tiene con
su rebaño, pues el Padre es quien le ha dado este rebaño y Él da la vida por sus
ovejas. Hay algunos verbos que nos hablan de esa unión entre el pastor y el
rebaño: Escuchar, seguir y dar vida.

Escuchar la voz del pastor: La escucha genera seguridad y conocimiento. Las
ovejas no siguen la voz de un extraño porque la desconocen, mientras que la voz
del pastor la identifican fácilmente por la familiaridad que han adquirido con él.
La voz del pastor es la Palabra de Dios, una palabra que da vida a todo aquel que
la escucha. Algo curioso sucede en los rebaños que durante la noche se les
dificulta la visión pero se les facilita la audición. Las ovejas pueden identificar los
sonidos que emite el pastor y eso les da seguridad en medio de la oscuridad de
la noche. El mismo salmo 23,4 así lo expresa: “Aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”.

Sí la escucha genera identidad y seguridad, ambas posibilitan el seguimiento del
pastor. Seguir al pastor: Sí hay conocimiento entre el rebaño y el pastor, se
suscita el seguimiento, pues las ovejas no siguen la voz de los extraños porque
223
no la conocen. La voz del pastor la identifican como la de aquel que cuida y ofrece
confianza y estabilidad. El pastor es el que da la vida por las ovejas, por lo tanto
lo siguen como aquel que protege y defiende de los peligros.

El seguimiento del pastor es lo que da identidad al verdadero discípulo de Jesús.
Seguir a Jesús significa entrar en una relación de armonía con él. Es un
seguimiento que implica el compromiso de parte del discípulo y este se de
mediante la permanencia y la fidelidad a la voz de su Palabra.

Dar la vida eterna: La seguridad que el pastor ofrece al rebaño es presentada por
el evangelista Juan como la capacidad para vencer la muerte: “Yo les doy vida
eterna y no perecerá́ jamás, y nadie las arrebatará de mi mano”. Vida eterna en
este evangelio no se refiere a la longevidad, sino a la vida que se vive en la
presencia de Dios. Esto solo es posible en la medida en que el rebaño permanece
unido a su pastor. Esa vida eterna es la que el pastor ofrece al rebaño, pues con
su entrega y muerte en la cruz nos devolvió la vida que habíamos perdido por
causa del pecado, de modo que Jesús es el Buen Pastor que ha resucitado para
darnos vida en abundancia.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Jesús es el Buen Pastor que tiene conocimiento de cada una de sus ovejas, no es
cualquier pastor, por eso recibe el calificativo de “bueno”. Con esto ya se
identifica su tarea a diferencia de los asalariados que sólo buscan su propio
bienestar y comodidad. Jesús es Buen Pastor porque cuida de su rebaño y conoce
a cada una de las ovejas, ninguna pasa bajo el anonimato, pues del mismo modo
que el pastor las conoce y las llama, así debe ser rebaño que escucha la Palabra
del pastor que le habla y lo conduce hacia la verdad. Jesús es un pastor que ama
a su rebaño y por eso se entrega para darle la vida que necesita. El conocimiento
que Jesús tiene del rebaño permite que se genere la cercanía entre ambos.

También se espera que el rebaño conozca al buen pastor y escuche su voz que lo
guía y le muestra el camino correcto. La escucha posibilita la obediencia y el
seguimiento; es aquí donde se genera una relación de intimidad y cercanía entre
el rebaño y el pastor.

Es la Palabra de Dios la que pide docilidad de parte del rebaño, ya que no es una
palabra cualquiera sino la Palabra que da vida y que salva. La escucha del pastor
pide que el rebaño tenga la atención puesta en quien lo guía, de modo que pueda
rechazar otras voces que no vienen del pastor sino de los asalariados. Los
verdaderos discípulos son los que escuchan la voz de su maestro, del mismo
modo el verdadero rebaño es el que escucha la voz de su pastor y lo sigue. El
224
seguimiento del pastor posibilita la seguridad y la confianza del rebaño pues el
pastor que va delante conoce el trayecto y aparta los peligros para que el débil
rebaño avance seguro sin perderse del camino.

El rebaño con el pastor está siempre seguro, ya que el pastor provee todo lo
necesario para que sus ovejas tengan vida y permanezcan en ella. Esa vida que
ofrece el pastor no es algo pasajero, pues con la gracia sacramental, el pastor da
su misma vida al rebaño, una vida que ya le otorgó en la cruz donde se entregó
plenamente para rescatar al rebaño.

La oración colecta de este día nos recuerda la necesidad de que el débil rebaño
se deje conducir en medio de la asamblea hacia donde encuentra la fortaleza de
su pastor.

La unidad de Jesús con el Padre pide la unidad del pastor con el rebaño, pues un
rebaño dividido se destruiría, mientras que unido a su pastor puede tener la
seguridad de permanecer en la vida que el pastor le otorga.

“La señal de pertenencia al rebaño de Cristo es la escucha atenta de la Palabra y
el ser pronto para obedecer lo mismo que él, no ir tras las voces extrañas. Para
nosotros el escuchar es lo mismo que creer lo que se nos dice. Por lo tanto, somos
conocidos de Dios quienes le escuchamos; y ser conocido es lo mismo que estar
unido a Él; ciertamente del todo conocido por Dios sino es mediante la constante
cercanía y fidelidad a su Palabra. Así, cuando Cristo afirma: “Conozco a mis
ovejas, es como si dijera: “Las abrazaré y las uniré conmigo mı́stica y
perfectamente” (San Cirilo de Alejandría, comentarios al evangelio de Juan 7,1).

3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?

El amor del Padre ha sido tan grande con la humanidad que ha querido entregar
a su Hijo para dar su vida en rescate por todos. Jesús como Buen Pastor cuida de
su pueblo y lo conduce hacia la casa del Padre. Nosotros que somos el rebaño
escogido por el Señor, debemos tener una relación de cercanía y amistad con
Jesús, esa intimidad será lo que nos garantice la posibilidad de escuchar, conocer
y seguir al maestro.

El Papa Francisco nos invita a una relación de familiaridad con el Señor:

“Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de
predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor
entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva
y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros
225
mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de
nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y
nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron
decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de
su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos
acompaña Él.

A nuestra vez, nosotros estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica buscar un
encuentro con Él, que despierte el deseo de seguirlo abandonando las actitudes
autorreferenciales para emprender nuevos senderos, indicados por Cristo mismo y
abiertos a vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de
vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y seguirlo fielmente, es inevitable que
prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no son coherentes con el Evangelio”
(Regina Coeli, Roma, 22 abril de 2018).

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

Durante este año el Papa Francisco nos invita a celebrar el mes misionero
extraordinario el mes de octubre, a la luz de esta Palabra de Dios debemos
ponernos en actitud de misión para atraer a aquella parte del rebaño que aún no
camina bajo el pastoreo de Jesús, esto solo se logra mediante la cercanía y el
cuidado de la Iglesia en la tarea del pastoreo. La voz del pastor es para todo el
rebaño, pero tal vez muchos no la han identificado porque no la han escuchado.
Nuestra tarea es hacer eco de esa Palabra de Dios para posibilitar que las ovejas
alejadas conozcan a Jesús Buen Pastor.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Hoy la homilía tiene como figura protagonista al Buen Pastor: puede
elaborarse una cartelera alusiva al pastor colocar en ella imágenes del
Papa, los obispos y presbíteros.

2. Este domingo, Día del Buen Pastor, es la Jornada Mundial de Oración por
las Vocaciones Sacerdotales. Conviene tener en cuenta el mensaje del
Santo Padre para esta ocasión y orar de manera más especial por las
vocaciones al ministerio ordenado; así como por todos los ministros,
para que sean fieles al encargo recibido.

3. Podría seguirse el Prefacio de Pascua V: «Cristo sacerdote y víctima»,
Misal, pág. 379, por resaltar el papel oferente de Cristo, sacerdote,
víctima y altar
226
8.9. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
MAYO 12 DE 2019

Monición introductoria de la Misa
Una de las imágenes bíblicas más entrañable es la del pastor. Ya en las
catacumbas y en los mosaicos de las antiguas basílicas es frecuente la imagen del
“buen pastor”, joven y fuerte, que carga una oveja sobre sus hombros. Hoy como
miembros de su pueblo participamos en la eucaristía porque queremos recibir
los cuidados del Buen Pastor que nos alimenta con su cuerpo y sangre para seguir
caminando como ovejas de su rebaño.

Monición a la Liturgia de la Palabra
Para conocer al Pastor y seguirlo, se necesita de la escucha atenta de la Palabra
de Dios que nos invita a caminar juntos como pueblo y ovejas de su rebaño.
Escuchemos con atención.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Dios Padre nos ha entregado a su Hijo, el Pastor Bueno que ha
dado la vida por su rebaño. Elevemos a Él, nuestra suplica confiada:

R. Pastor Eterno, escucha a tu rebaño.

1. Por el Papa, los obispos y ministros consagrados, para que pastoreen con
solicitud al rebaño que se les ha sido confiado.

2. Por los gobernantes para que velen por las necesidades del pueblo,
especialmente los más desfavorecidos y necesitados.

3. Por el aumento de las vocaciones al sacerdocio ministerial, para que nunca
falten los pastores que prediquen la Palabra y preparen el alimento para
el rebaño del Señor.

4. Por los que sacerdotes ancianos, enfermos o dificultades para que sean
sostenidos por la presencia de Cristo Pastor que los fortalece en medio de
las pruebas y sufrimientos.

5. Por nuestra comunidad para que seamos dóciles a la enseñanza de los
pastores de la Iglesia.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

227
Oración Conclusiva

Acoge, oh Dios de bondad,
las suplicas de tu pueblo
que camina gozoso en este tiempo pascual.
Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R. Amén.

228
8.10. QUINTO DOMINGO DE PASCUA
MAYO 19 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27
§ Salmo: 145(144),8-9.10.11-12.13ab (R. cf. 1b)
§ Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5a
§ Evangelio: Juan 13,31-33a.34-35

Introducción

En este Quinto Domingo de Pascua, la Palabra de Dios nos presenta la meta para
la cual ha sido creado al ser humano y motivo por el cual Cristo murió y resucitó:
participar de la vida eterna en la plena comunión con Dios, de su amor perfecto
y eterno, de vivir en la Nueva Jerusalén, en el cielo. Nuestra meta es Dios.

De ahí que la liturgia nos propone 3 temas conexos entre sí:

• El mandamiento nuevo del Señor Jesús, Jn 13,34.
• El cielo, Ap. 21,2.
• El anuncio el Evangelio a todos los pueblos, Hch 14,27.

Los tres temas tienen como hilo conector el amor de Cristo vivido por los
creyentes, pues ese amor llega por la predicación realizada de quienes, a su vez,
han experimentado el amor de Cristo en sus vidas; esto es lo que nos comunica
el libro de los Hechos de los Apóstoles. Jesús mismo, en la Última Cena, ama a sus
discípulos hasta el extremo y les da su mandamiento nuevo de amarse
fraternalmente siguiendo su ejemplo, es decir, amar como Jesús amó, dándose a
sí mismo por el bien de sus hermanos. El cielo nuevo, la tierra nueva, la Nueva
Jerusalén, bajada del cielo, son figuras del Cielo, de la vida eterna, en donde sólo
hay amor de Dios, ausencia de muerte y de todo mal, todo es belleza en plenitud,
la experiencia de la dicha sin fin que sobrepasa nuestra mente y desborda
nuestra capacidad, la vida del amor perfecto y eterno con Dios y con nuestros
hermanos en Cristo.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

En la primera lectura, tomada del libro misionero de los Hechos de los Apóstoles,
se nos narra cómo los diversos pueblos paganos, es decir no judíos, al escuchar
la predicación de los misioneros, se convierten a Cristo y se introducen en la vida
nueva del Evangelio. Es de resaltar la admiración de los apóstoles y de las
comunidades cristianas al enterarse de la conversión de los pueblos que antes
vivían en las tinieblas del pecado. Es la alegría misionera de la cual habla el Papa
229
Francisco, una alegría que brota del amor de Cristo que quiere que todos se
salven; este gozo por la conversión de los demás es un signo auténtico de que el
amor de Cristo habita en nosotros, pues no hay envidia, sino gozo por el bien de
los demás, y el mayor bien es conocer a Cristo, vivir en Cristo.

En esta línea del amor, se nos revela en el salmo cómo es Dios, es bueno con todos
y por eso pide, por boca del salmista, que se anuncie a todos la gloria de su
reinado, es decir, que evangelicemos, que compartamos su Buena Noticia que es
Jesucristo para que en Él tengamos la vida verdadera, la vida nueva y eterna, es
decir, la vida del Amor.

En la segunda lectura del libro del Apocalipsis, se nos muestra claramente cuál
es nuestra meta: el Cielo. Allí no habrá muerte, ni llanto, ni dolor, ni mal alguno,
todo es belleza, felicidad, alegría si fin porque todas las personas vivirán unidas
a Dios de un modo nuevo, pleno y para siempre. Una característica especial es
que se habla del cielo nuevo y de la tierra nueva, es decir que la creación entera
también se transformará y participará de la restauración definitiva de los hijos
de Dios, esto lo afirma san Pablo: “en efecto, toda la creación espera
ansiosamente esta revelación de los hijos de Dios” (Rm 8,19).

Para ir al Cielo necesitamos vivir y morir en unión con Cristo, de allí que el
distintivo de los cristianos sea precisamente el amor fraterno, como lo dice hoy
Jesús mismo al final del Evangelio: “en esto conocerán que son mis discípulos: en
el amor que se tengan los unos a los otros” (Jn 13,35). Se trata de acoger el amor
de Cristo y de amar a los demás con ese mismo amor de Cristo, es decir, amar
como Jesús amó. Si así vivimos y morimos entonces viviremos para siempre en
la dicha sin fin del Cielo como lo dice de un modo hermoso el Catecismo de la
Iglesia Católica: “Los que estén unidos a Cristo formarán la comunidad de los
rescatados, la Ciudad Santa de Dios (Ap 21,2), “la Esposa del Cordero” (Ap 21,9).
Ya no será herida por el pecado, por las manchas, el amor propio, que destruyen
o hieren la comunidad terrena de los hombres. La visión beatífica, en la que Dios
se manifestará de modo inagotable a los elegidos, será la fuente inmensa de
felicidad, de paz y de comunión mutua” (1045).

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

Ante todo hoy la Escritura nos habla fuerte y claro por medio de nuestro Señor
Jesucristo, que en el contexto de la Última Cena, un poco antes de su entrega en
la muerte de cruz, nos da su testamento espiritual sintetizado en su
mandamiento nuevo de amarnos unos a otros así como él nos ha amado.

230
El cristianismo es la religión del amor, un amor que tiene forma de cruz, es decir,
un amor de donación total de la persona, un morir a sí mismo, un morir al pecado,
un morir a todo egoísmo, para que viva Jesús en nosotros y para que Él ame en
nosotros a los demás. Se trata de la vida nueva que es Cristo viviendo en nuestros
corazones. Sólo así se comprende y se vive lo que san Pablo vivió y expresó
cuando dijo: “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).

Nadie puede amar como Cristo ama si no está unido al mismo Cristo,
entonces,amar así es un don que viene de lo alto. Por lo tanto, lo más propio para
alcanzar ese don del amor de Dios es pedirlo y procurarlo, esta es la parte que
nos corresponde a cada uno: orar y procurar. Las dos cosas, orar y procurar, hay
que hacerlas con sinceridad, con deseo de vivir la amistad de Jesús y de seguir
sus mandatos. Todos los mandatos del Señor y toda la biblia se resumen en el
mandamiento nuevo del amor.

Así como un vaso limpio contiene el agua limpia que se vierte en él, así también
debemos dejarnos limpiar por el Señor, dejarnos reconciliar por él, confesarle
sinceramente todos nuestros pecados sin excusarnos. Luego, como vasos
limpios, dejarnos llenar de su amor, surge entonces por gracia de Dios, un
manantial, el vaso se convierte en fuente de agua viva que vivifica todo lo que
toca. Sólo el amor llena y desborda el corazón del hombre, sólo el amor sana,
resucita y vivifica, solo el amor es eterno. Quien ama ha conocido a Dios, dice san
Juan, “porque Dios es amor” (1Jn 4,8).

Sólo existe un amor verdadero, el de Dios, Cristo mismo es el Amor. Todo lo
demás son falsificaciones del amor, fácilmente se llama amor a lo que en verdad
es egoísmo, Cristo desenmascara los ídolos y toda mentira y pecado.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

Para amarnos los unos a los otros con el amor de Cristo es siempre indispensable
estar unidos a Cristo, ya que él es la fuente del amor de Dios. ¿Qué hacer para
amar como Cristo?

Lo primero es cuidar todo lo que nos une y propicia nuestro encuentro con
Cristo: la oración sincera y diaria, la lectura de la Palabra de Dios, la participación
en los sacramentos y la realización de los propios deberes por amor a Cristo y a
las personas que Él nos ha confiado, ejercitando, de este modo, la caridad en la
búsqueda del bien de los demás.

El Papa Francisco en Villavicencio dijo que “basta una persona buena para que
haya esperanza. No lo olviden: ¡basta una persona buena para que haya
231
esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona buena!” (Homilía en
la Misa de beatificación de los mártires Monseñor Jesús Emilio Jaramillo
Monsalve y del Padre Pedro María Ramírez Ramos. Villavicencio, 8 de
septiembre de 2017).

Recordemos que Jesús dijo que sólo Dios es bueno, pues sólo Dios es el Amor
verdadero. Quien ama hace todo por el bien de los que ama, hasta dar su propia
vida por el bien de los demás, un ejemplo de ello es que Cristo murió en la cruz
por amor a nosotros; otro ejemplo es el de san Maximiliano María Kolbe que, en
la prisión durante la segunda guerra mundial, dio su vida por otro prisionero que
era padre de familia; un ejemplo más, el de la joven madre Chiara Corbella que,
en estado de embarazo riesgoso, dio su vida con fe y amor para que su hijo
naciera vivo y sano, y así tantos ejemplos de padres de familia que se sacrifican
por el bien de sus hijos, de personas que con fe se interesan y buscan el bien de
los demás, permitiéndoles vivir el amor de Cristo.

Para vivir el amor de Cristo es necesario dejarnos reconciliar por Cristo
continuamente, vivir en estado de conversión permanente y de misión
permanente, no solo recibir la misericordia de Dios, sino también compartirla
con los de casa y con los demás.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

Todo encuentro real con Jesucristo me sana de mi egoísmo y me impulsa a amar,
de modo que el amor no es egoísta, pues “el amor no obra con bajeza, no busca
su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de
la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13,5-7).

La misión es el fruto del amor a Cristo, es la respuesta natural que surge de
encontrarse con el Señor, un ejemplo de ello es lo que le pasó al apóstol Andrés,
que una vez que se encontró con Jesús, fue a buscar a su hermano Pedro y lo llevó
a Jesús (cf Jn 1,41-42). Nadie puede amar con el amor de Cristo si primero no ha
experimentado el amor de Cristo en su propia vida.

Muchas veces queremos ser misioneros sin habernos encontrado realmente con
el Señor, esto es un gravísimo error. De allí que san Juan Pablo II dijera con
claridad que “el verdadero misionero es el santo” (RM 90). Y el santo es el que se
deja sanar y guiar por el Señor.

Como también es cierto que el amor cubre multitud de pecados, entonces, es
232
necesario obrar con misericordia, viviendo con fe lo que el Jesús mismo dijo que
cuando practicamos la misericordia especialmente con los pobres, los enfermos,
los encarcelados y los más necesitados: “les aseguro que cada vez que lo hicieron
con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 24,40).

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS

1. Motivar la creación o fortalecimiento de la pastoral parroquial de la salud
que busca atender a los necesitados por medio de la vivencia del domingo,
día de la caridad.

2. Resaltar con algún signo la apertura del mensaje de Jesús a otros pueblos,
colocando en lugar apropiado algunos elementos que nos identifiquen y
recuerden a los hermanos indígenas, afros, campesinos, habitantes
urbanos de las periferias… Y colocar en un cartel la frase: “El AMOR es el
distintivo de los discípulos del Señor”

3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua
en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al
comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la
cincuentena pascual, Misal, p. 1058.

4. Podría emplearse el Prefacio de Pascuas III, “Cristo vive e intercede por
nosotros”, Misal, pág. 377.

233
8.11. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES
MAYO 19 DE 2019

Monición introductoria de la Misa


Hoy, Quinto Domingo de Pascua, después del Domingo del Buen Pastor, la
Liturgia nos vuelve a centrar en el Señor Jesús que nos deja su mandamiento
nuevo de amarnos los unos a los otros como él nos ha amado.
Siempre la Eucaristía es celebración del Amor total de Dios por nosotros en la
persona de su Hijo Jesucristo que se entregó a la muerte de Cruz por amor a
nosotros y por nuestra salvación. Por lo tanto, la Eucaristía es Amor celebrado y
Amor compartido. Dispongámonos con fe a participar fructuosamente de
nuestra eucaristía dominical.

Monición a la Liturgia de la Palabra
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra cómo Cristo es predicado y
acogido por muchos pueblos paganos. El Apocalipsis nos anima a aspirar a la
nueva Jerusalén, al cielo nuevo y a la tierra nueva, imagen del Cielo donde se vive
en plena comunión de amor con Dios y con los hermanos. El Evangelio nos
transmite el mandamiento nuevo del Señor que consiste en amarnos los unos a
los otros como él nos ha amado. Escuchemos con atención.


Oración Universal o de los Fieles

Presidente: oremos hermanos a Dios nuestro Padre y digámosle con fe:

R. Padre de Amor, llénanos del amor de tu Hijo.

1. Oremos por el santo Padre, por los sacerdotes y por los diáconos para
lleven a todos los pueblos el amor de Cristo que se les ha confiado
transmitir.

2. Oremos por los dirigentes de las naciones para amen a sus pueblos y
promuevan la justicia, la paz, el desarrollo y la dignidad de todas las
personas.

3. Oremos por las familias para que sean escuelas en donde se cultive el
auténtico amor y para que con valentía imiten el amor vivido por la
Sagrada Familia de Jesús, María y José.

4. Oremos por todos los enfermos, por los privados de la libertad y por
todos los que sufren para que experimenten el amor de Dios en
234
Jesucristo y con Él transformen su sufrimiento en fuente de bendición
para ellos y para muchos más.

5. Oremos por todos los aquí presentes para que Jesús nos inflame con su
amor y vivamos la auténtica fraternidad cristiana que él nos pidió vivir.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

Oración conclusiva
Escucha Padre de Amor
las oraciones de tus hijos
y envíales hoy y siempre el Espíritu Santo
para que sean misioneros del Amor de tu Hijo
en sus familias, ambientes y hasta el mundo entero.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

235
8.12. SEXTO DOMINGO DE PASCUA
MAYO 26 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29
§ Salmo: 67(66),2-3.5.6+8
§ Segunda lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23
§ Evangelio: Juan 14,23-29

Introducción

El Evangelio de hoy nos propone la perfección del amor que consiste en
obedecer a Cristo, pues él mismo dijo: el que me ama, guardará mi Palabra.

Podemos identificar tres temas:

§ La obediencia amorosa a Cristo.
§ La necesidad de acoger al Espíritu Santo, pues es Él quien nos recordará
lo que Cristo quiere de nosotros y nos dará la fuerza para cumplirlo.
§ La apostolicidad, es decir, el estar fundados en el cimiento de los
Apóstoles, condición necesaria para entrar a la Nueva Jerusalén cuyo
cimiento son los Doce Apóstoles.

El amor obediente de acoger al Espíritu Santo y de estar unidos a los Apóstoles,
está ambientado por el gozo del Tiempo Pascual y, más aún, se acerca
Pentecostés, esa experiencia que viene de lo alto y que transforma a los
discípulos en valientes apóstoles, es cuando los apóstoles comienzan a vivir esta
radicalidad del amor a Jesucristo que se traduce en obediencia exquisita al
Espíritu Santo, en amor fraterno hasta dar la vida por Jesús y por sus hermanos,
o mejor aún, el amor que lleva a morir a sí mismo y, si es el caso, dar la vida para
que los hermanos tengan la vida de Cristo, esto es la plenitud del amor.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Hoy el libro de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta que en la misión hay
misioneros “miopes”, aferrados a sus puntos de vista o a tradiciones humanas,
como es el caso de algunos judíos conversos al cristianismo que pensaban que
los no judíos que creyeran en Cristo tenían que hacerse circundar para salvarse.

En la misión el Señor suscita santos misioneros como Pablo y Bernabé que vieron
con claridad que Dios no exige la circuncisión a los paganos que se convertían.
En este contexto acaece, entonces, el Concilio de Jerusalén, en donde los
Apóstoles, en ambiente de oración y de comunión con los presbíteros,
236
determinan no imponer más cargas que las necesarias y dejan claro que Dios no
pide la circuncisión sino una conducta recta según el Evangelio. La Iglesia ve en
los Apóstoles a aquellos varones a quienes Cristo confió pastorear su Iglesia en
comunión con Pedro, cabeza de ellos y de toda la Iglesia.

En el salmo se ve claramente la voluntad de Dios que quiere que todos los
pueblos lo conozcan y le den gracias, o como lo dice san Pablo: “Dios quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4).

En el Apocalipsis, en continuación con el domingo anterior, se nos muestra la
belleza del Cielo con la imagen de la Nueva Jerusalén en donde resplandece la
gloria de Dios y donde su fundamento son los Doce Apóstoles. El Evangelio es
también continuación del domingo anterior que nos pedía vivir el mandamiento
nuevo de amarnos los unos a los otros como Jesús nos ha amado. La
particularidad del Evangelio de hoy es doble: el que ama obedece al amado, y
para amar así necesitamos al Espíritu Santo.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

El Evangelio nos dice que amar a Cristo es lo mismo que obedecerlo, pues, quien
dice que lo ama y no lo obedece es un mentiroso. Es muy fácil decir que amamos
a Cristo, que rezamos, que somos buenas personas, que no somos criminales, etc.
Pero a la hora de la verdad, si somos sinceros, no amamos a Cristo porque no
siempre le obedecemos. En este sentido, el Papa Francisco ha hablado de la
corrupción como un modo de hacer el mal de forma deliberada, de forma
consciente. Esto es lo peor que le puede suceder a una persona, saber que obra
mal y seguir así, sin ningún remordimiento y sin ningún deseo sincero de
conversión, eso nos lleva a la condenación eterna.

En la práctica podemos ir a misa el domingo, hacer algunas oraciones y algunas
obras buenas, hasta obras de caridad, pero si llevamos al mismo tiempo una vida
de vicios y pecado, eso es lo que llama el Papa Francisco mundanidad espiritual,
que se traduce en una búsqueda de bienestar personal, en un querer contentar a
todos, tanto a Dios, como a los demás, y eso es imposible, pues Cristo nos pide
buscar solo a Dios, agradar solo a Dios y obedecer solo a Dios.

La Iglesia es Cristo mismo en la historia y todo lo que ella, iluminada por el
Espíritu Santo, nos pide lo debemos hacer. En síntesis toda la fe, y todo lo que
nos pide Cristo por medio de la Iglesia, está en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Mejor aún, Jesús mismo resumió todo en el mandamiento del amor fraterno, que
consiste en amar a los hermanos como Cristo nos amó. Sólo que para amar así
necesitamos del Espíritu Santo que Dios nos da en los sacramentos y en la vida
237
de la Iglesia, pues el Espíritu Santo no actúa en un corazón egoísta sino en un
corazón eclesial, es decir, en un corazón que busca la comunión.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

Algo muy sencillo que hoy la Palabra nos pide a cada uno y a cada comunidad
eclesial es que le hagamos caso a Cristo, pues si queremos saber si de verdad
amamos a Cristo es muy fácil, basta ver si cumplimos su mandamiento nuevo de
amar a los demás como él los ama. ¿El esposo ama a su esposa como Cristo amó
a su Iglesia y se entregó en la cruz por ella? ¿La esposa también ama a su esposo
de igual forma? ¿Cada uno ama a los demás como Cristo nos ama a nosotros?

Mejor aún, ¿He experimentado el amor de Cristo en mi vida? ¿Cómo respondo al
amor que Cristo me tiene? ¿Realmente obedezco a Cristo o sigo mis caprichos y
mis intereses?

El Papa Francisco en su visita a nuestro país nos pidió en Medellín privilegiar “el
encuentro con la Sagrada Escritura, especialmente el Evangelio, donde Cristo nos
habla, nos revela su amor incondicional al Padre, nos contagia la alegría que
brota de la obediencia a su voluntad y del servicio a los hermanos” (Francisco,
Discurso a los sacerdotes, consagrados, seminaristas y sus familias. Medellín,
Coliseo La Macarena. 9 de septiembre de 2017). Es necesario favorecer nuestro
encuentro con la Palabra de Dios para que Cristo nos hable y nos contagie “la
alegría que brota de la obediencia a su voluntad” (ibid.).

Nadie puede obedecer a Cristo sin la ayuda del Espíritu Santo. Acoger al Espíritu
Santo es tarea permanente de todo cristiano y de toda comunidad eclesial, pues
sólo Él “nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y
dará testimonio de Él; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo”
(CEC 729).

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

La misión es el termómetro que mide nuestro grado de amor a Jesucristo (cf RM
11). Se trata de la misión según Cristo, con sus criterios, no según el parecer de
cada uno. Se requiere la experiencia real de Cristo, de vivir en su amistad, de
amar lo que él ama y de rechazar lo que él rechaza. Como misioneros que somos
por el bautismo, debemos alimentar la convicción de fe de que necesitamos ser
conducidos por el Espíritu Santo que Dios da a quienes le obedecen (cf Hch 5,32).
Una característica que define al misionero y a toda comunidad eclesial es su
obediencia a Cristo y a su Iglesia. Cristo nos dejó su mandamiento nuevo de
238
amarnos unos a otros con el mismo amor que él nos tiene. La misión, lo han dicho
los últimos papas, es cuestión de amor. ¿Cuál es el tema principal de nuestras
conversaciones, de nuestros pensamientos y de nuestros deseos? Si no es Cristo,
es porque todavía no lo amamos ni le obedecemos.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Educar a niños, adolescentes y a todos en la obediencia cristiana.

2. Resaltar la dimensión eclesial como ambiente en el que se vive el amor
a la Palabra y a los hermanos.

3. Felicitar hoy a los trabajadores y orar por ellos y por quienes no tienen
trabajo.

4. Podría emplearse el Prefacio de Pascuas IV, “Restauración del universo
por el misterio pascual”, Misal, pág. 378.

5. Comienza la novena de preparación a Pentecostés

239
8.13. SEXTO DOMINGO DE PASCUA
MAYO 26 DE 2019

Monición introductoria de la Misa
Hermanos, sean todos bienvenidos a nuestra eucaristía dominical. Hoy
celebramos el VI Domingo de Pascua y estamos muy cerca ya de Pentecostés. El
Señor nos ama y nos invita a su banquete de Amor eucarístico.

Constatamos que amamos a nuestro Señor Jesucristo si de verdad lo
obedecemos. Participemos activamente de nuestra fiesta eucarística.

Monición a la Liturgia de la Palabra
En la primera lectura vemos cómo la Iglesia obedece las disposiciones de los
apóstoles. En la segunda lectura se nos recuerda que la Nueva Jerusalén del Cielo
está fundada sobre el cimiento de los Apóstoles. Y en el Evangelio el Señor nos
dice claramente que de verdad lo amamos si cumplimos sus palabras.
Escuchemos atentamente la Palabra de Dios.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: invoquemos con confianza la Misericordia de Dios nuestro Padre y
digámosle con fe:

R. Padre Misericordioso, haz que obedezcamos a tu Hijo.

1. Por el Santo Padre, por los obispos, sacerdotes y diáconos para den
ejemplo de obediencia y amor a tu Hijo y animen a tu pueblo a caminar
por ese mismo camino de fidelidad y santidad.

2. Oremos por nuestros gobernantes para que dóciles a Dios busquen
mejorar las condiciones de sus ciudadanos y de sus pueblos en justicia y
fraternidad según la dignidad de los hijos de Dios.

3. Oremos por todos los que sufren y por quienes los asisten para que vivan
todo de acuerdo a la voluntad de Dios que quiere nuestra santificación.

4. Oremos por las familias y por todos los educadores para que promuevan
el valor de la obediencia a Dios y a sus representantes en todo aquello que
conlleva a vivir la verdadera libertad de los hijos de Dios.

240
5. Oremos por todos y cada uno de nosotros que estamos participando de
esta Eucaristía para el Señor nos dé un corazón sincero y obediente a sus
inspiraciones.

En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

Oración Conclusiva

Escucha Padre de Amor las oraciones de tus hijos
y auméntales su obediencia y su amor a tu Hijo.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

R. Amén.

241
8.14. SÉPTIMO DOMINGO DE PASCUA
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
JUNIO 02 DE 2019

§ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11
§ Salmo: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)
§ Segunda lectura: Efesios 1,17-23
§ Evangelio: Lucas 24,46-53

Introducción

Ideas temáticas que se pueden ofrecer de esta solemnidad: La Ascensión como
evento final del paso de Jesús por esta tierra; el tiempo de la Iglesia; la síntesis
de la obra de Jesús: una presentación general de su obra desde el inicio hasta la
Ascensión, remarcando el tiempo y la acción de la Iglesia que se inicia con esta
experiencia de la Ascensión.

1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?

Los textos de este domingo, para acentuar la Ascensión, presentan de diversas
formas la experiencia de Jesús, que ha de leerse en la globalidad de su vida, “todo
lo que Jesús hizo y enseñó, desde el principio… hasta el día que fue levantado a
los cielos” (Hch 1,1-2). Se da prioridad al acontecimiento pascual y las “pruebas
de supervivencia”: “se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas
pruebas que estaba vivo” (Hch 1,3). En el Evangelio, aparecen las últimas
instrucciones de Jesús a sus apóstoles, a partir de hacerles comprender las
Escrituras les expone lo relacionado con la experiencia de su muerte y
resurrección, “está escrito que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los
muertos al tercer día” (Lc 24, 45-46).

En este periodo inmediatamente posterior a la resurrección se destacan unas
enseñanzas. De forma global se dice que Jesús los instruyó sobre el “Reino de
Dios” (Hch 1,3); la comunidad recordará temas particulares, como la renovación
de la Promesa del Padre, es decir del envío del Espíritu Santo, del cual anuncia
su inmediato cumplimiento (Hch 1,4; Lc 24,49), para lo cual insiste en
permanecer en la ciudad de Jerusalén. El cumplimiento de la Promesa del Padre
se realiza mediante una efusión del Espíritu Santo que se denomina: “seréis
bautizados con Espíritu Santo” (Hch 1,5) o “revestidos de la fuerza de lo alto” (Lc
24, 49).

El anuncio de una Fuerza de lo alto, marca la comunidad, de inmediato se indica

242
el objetivo de esta fuerza, ella capacita para dar testimonio, “cuando el Espíritu
Santo descienda sobre ustedes, recibirán una fuerza para ser mis testigos…”(Hch
1,8), “ustedes serán testigos de estas cosas” (Lc 24,48). Esta “fuerza” marca el
inicio de un tiempo nuevo, es tiempo del testimonio, es tiempo de la acción
evangelizadora, es tiempo de la “Iglesia en salida”, en este compromiso se
entienden las palabras de los personajes vestidos de blanco que dicen “¿Qué
hacen ahí plantados mirando al cielo?” (Hch 1,11).

Concluido este periodo de enseñanza tenemos el grandioso acontecimiento de la
Ascensión, que los Hechos llama “fue levantado”, el Evangelio de Lucas lo refiere
como “se separó de ellos, subiendo hacia el cielo”, la segunda lectura, “sentándolo
a su derecha en el cielo”.

Los acontecimientos entre la resurrección y la ascensión son el objeto primordial
de reflexión en este día, haciendo notar su efecto en la vida cristiana como lo hace
la segunda lectura en la que se subraya la grandeza del “poder y la fuerza
poderosa” que se ha desplegado en Cristo. Su comprensión se logra gracias a
dones especiales del Espíritu Santo, que siempre está dispuesto a dar, “espíritu
de sabiduría y revelación para conocerlo… para comprender cuál es la
esperanza” (Ef 1, 17-18 ). Todo ésta comprensión, del Señorío universal de Dios,
se canta hermosamente en el Salmo. Allí vemos a Dios que asciende en un cortejo
triunfal, en medio de expresiones y aclamaciones rituales; Dios preside desde su
santuario y reina sobre todas las naciones. Por estas expresiones de ascensión,
realeza y poderío de Dios este salmo adquirió en la comunidad cristiana un lugar
para comprender y orar sobre la Ascensión de Jesús.

2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?

La Sagrada Escritura me invita a comprender la vida completa de Jesús, a dar un
espacio prioritario a su Pascua, es decir a su muerte, resurrección, ascensión y
envío del Espíritu Santo. A reconocer que este es tiempo de “testimonio”, es
tiempo de ponerme en camino para inundar con este mensaje salvador los
diferentes espacios en los que el Señor me permite moverme. Es una llamada a
reconocer la misión e importancia de la Iglesia.

3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad?

El evento de la Ascensión como culmen del paso de Jesús por esta tierra pide a
gritos que cada creyente conozca lo que hizo y enseñó Jesús desde su inicio hasta
el momento en que “fue elevado a los cielos”, hay que invitar a la comunidad a la
tarea de leer los Evangelios, conocerlos para poder vivirlos. El cristiano católico
debe profundizar su encuentro personal con la Palabra de Dios y de manera
243
especial con los Evangelios y la historia de la Iglesia naciente, es decir la lectura
meditada del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En el crecimiento espiritual, cada bautizado o miembro de la Iglesia, debe
reconocer que ha recibido una “fuerza de lo alto”, ha recibido el Espíritu Santo,
la Promesa del Padre, por tanto está capacitado convenientemente para dar
“Testimonio” convincente y con poder de manera que el Reino de Dios se
extienda de manera maravillosa. La Palabra sugiere que hoy se recuerde y se
empodere a la comunidad de este elemento evangelizador, ser Iglesia en salida,
asumir la responsabilidad de la evangelización como tantas veces nos lo han
recordado los sucesores de Pedro, y de manera especial el Papa Francisco que
nos ha hablado de ser Iglesia en salida e ir a las periferias. No tener miedo de
estar siempre en camino contamos con una fuerza del todo misteriosa y divina.

Otro elemento que se debe indicar es la profundización del efecto de estos
acontecimientos en la vida del bautizado. Los textos del Nuevo Testamento
profundizan en todas estas relaciones, por ello es importante invitar a la lectura
de estos escritos, a hacerlos momento de oración, no solo de satisfacer
curiosidades sino fuentes de crecimiento espiritual. Hay que señalar la
importancia de un camino o itinerario de crecimiento espiritual que permita
alcanzar la santidad.

Vivir en Iglesia, es claro que Jesús formó un grupo al que dio instrucciones, un
grupo de “apóstoles”, de discípulos, de “testigos”, un grupo de seguidores a
quienes en la Ascensión dio su bendición y ellos respondieron con la adoración,
“se postraron ante Él”. Un grupo que según la Palabra de Dios es la Iglesia de la
cual Cristo es su Cabeza, y ella es su cuerpo (Ef 1, 23). Un grupo que prontamente
se llamó Iglesia católica porque en ella hay espacio para todos.

4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la
misión?

Mi encuentro con Cristo debe producir los efectos esperados. No distraernos con
los detalles de la Ascensión, es necesario centrar la mirada. La resurrección de
Jesús y su Ascensión lo ubican “sentado a la diestra de Dios”, se anuncia la
victoria definitiva, lo cual exige una aceptación confiada de su mensaje y asumir
la responsabilidad de este momento histórico: dar Testimonio. El Espíritu Santo
obra en cada bautizado, capacita a la Iglesia para anunciar el Evangelio con
fuerza transformadora. El efecto de mi misión no depende de mis flaquezas o
debilidades, su éxito está asegurado porque depende de la eficacia del Espíritu
Santo. Hay que asumir la evangelización y ver su realización con ojos de fe, con
los ojos del resucitado.
244
Mi encuentro con Jesús me hace sentir la importancia de estar en la Iglesia. Ella
es instituida por Jesús para continuar su obra en el tiempo y el espacio, ella no es
absoluta, ella está bajo su cabeza suprema, ella comunica la salvación, así lo quiso
el Señor, no es invento ni prepotencia o arrogancia, es sencillamente como
acontecen las cosas según el querer del Señor Resucitado. Decir: “creo en Jesús,
pero no en la Iglesia” o “no necesito ir a la Iglesia, es sencillamente no conocer a
Jesús”. La Iglesia es su obra, Él la creó, Él la modeló, Él sigue siendo hoy su Cabeza
Suprema, por tanto despreciar a la Iglesia es despreciar a su Cabeza: a Jesús.

Saber que está Iglesia la quiso el Señor me anima a vivir mi misión. ¿Cuál Iglesia?
Pues la Católica, pues todo el mundo sabe que históricamente a ese momento no
existía otra iglesia, las “otras iglesias” aparecerán cientos de años más tarde; por
tanto con respeto, pero con claridad de los acontecido hay que afirmar que
quienes estaban allí en ese momento en que reciben el mandato misionero, el
envío y la Promesa del Espíritu es un puñado de creyentes de la naciente Iglesia
del Señor, la Iglesia bajo el gobierno de Pedro, la Iglesia que unos años más tarde
se le llamó Iglesia católica; la hoy pastoreada por el sucesor 266 de san Pedro: El
Papa Francisco. Así de claro y sin ambigü edades. Les confieso: me siento
orgulloso que Dios me haya dado el don de conocer y vivir en esta herencia que
es su Iglesia. Orgullosamente católico.

RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:

1. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del
agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial
al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio
para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058.

2. En este domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales y el Papa Francisco propone el tema “Comunicación y
Misericordia: un encuentro fecundo”.


245
8.15. MONICIONES Y ORACIÓN DE LOS FIELES

Monición introductoria de la Misa
Hermanos nos reunimos en esta celebración Eucaristica celebrando la
Solemnidad de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, primogénito de todas
las creaturas, el primero de los hombres y cabeza de la Iglesia. Llenos de alegría
por ser hijos de Dios, participemos con alegría.

Monición a la Liturgia de la Palabra
La Asensión del Señor nos dice dos cosas: primero, que en Jesucristo se hace
realidad ese contacto del hombre en la esencia divina, en donde el cielo se
muestra como una vida futura que el hombre no puede darse a sí mismo, le viene
dada y la segunda, es que esta Buena Noticia debe ser anunciada a todos con
prontitud y alegría. Escuchemos la Palabra del Señor.

Oración Universal o de los Fieles

Presidente: Padre consientes de la extraordinaria grandeza y poder que nos has
mostrado en Jesús, tu Hijo, y de los efectos que produce su misterio pascual en
nosotros los bautizados, miembros de tu Iglesia, te rogamos, Padre, que nos ayudes
a ser testigos valientes de tu mensaje salvador.

R. Danos, Señor, la fuerza de lo alto para ser tus testigos.

1. Concede Señor a tu Iglesia la valentía para anunciar tu reinado, que el
miedo a la persecución y la indiferencia no la paralicen, que ella confiando
siempre en tu promesa anuncie el Evangelio hasta el confín del mundo.

2. Te pedimos, Señor, por la sociedad en la que vivimos y por todos los que
la gobiernan, para que no sucumban a una mirada pesimista y
condenatoria, sino que permitan la difusión del Evangelio que incide de
manera positiva en la trasformación de la realidad.

3. Señor, te pedimos por todos los bautizados para que, liberados de las
esclavitudes que encadenan, se abran a lo trascendente, a los valores del
Reino, y sepan dar testimonio valiente de la acción de Dios en sus vidas.

4. Señor, quienes estamos aquí celebrando esta fiesta de la Ascensión de
nuestro Señor Jesucristo, te pedimos valentía para evangelizar y
comprometernos con la esperanza de un mundo mejor, más humano, lleno
fraternidad y amor cristiano.

246
En un momento de silencio presentemos al Padre intenciones particulares.

Oración Conclusiva

Padre eterno,
Tú que concediste a tu Hijo
ascender entre aclamaciones y al son de trompetas,
escucha nuestras oraciones y concédenos
el don de lo alto para ser testigos valientes de tu amor,
y no dejes de guiarnos a la plenitud del Reino de los Cielos.
Tú que vives y te haces presente en tu Iglesia.

R. Amén.

247
9. ACTO PENITENCIAL128

§ Tú que nos has amado hasta la muerte. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , que vives para siempre. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú , que nos llamas a compartir tu vida. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú , resucitado de entre los muertos. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , glori cado a la derecha del Padre. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú , nuestro Señ or y Salvador. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú , que nos das tu mismo Espı́ritu. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , que nos envı́as a continuar tu obra. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú , que nos haces testigos de tu inmenso amor. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú que con tu resurrecció n has destruido el pecado y la muerte.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú que con tu resurrecció n has renovado la creació n entera. CRISTO, TEN
PIEDAD.
§ Tú que con tu resurrecció n das la alegrı́a a los vivos y la vida a los
muertos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Con profundo agradecimiento por tu delidad hasta la muerte, te
pedimos: SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Llenos de la paz y la alegrı́a del Espı́ritu Santo, te pedimos: CRISTO, TEN
PIEDAD.
§ Dispuestos a ser portadores de tu amor, sobre todo hacia los má s dé biles.
SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú , fuente de agua viva. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , luz que ilumina nuestra oscuridad. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú , el primer resucitado de entre los muertos. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú , que el dı́a de Pascua diste la paz a tus discı́pulos. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , que el dı́a de Pascua les enviaste a anunciar la Buena Noticia. CRISTO,
TEN PIEDAD.
§ Tú , que el dı́a de Pascua los llenaste de tu Espı́ritu. SEÑOR, TEN PIEDAD.

128
JOSEP LLIGADAS, Josep. Sugerencias para el Tiempo de Pascua. Barcelona: Centro de Pastoral
Litúrgica. 2004.

248

§ Tú , que nos enseñ as a amar. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú , que nos das con anza y esperanza. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú , que nos conduces hacia tu Reino. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Tú has hecho de nosotros hombres y mujeres nuevos.
SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Tú está s siempre a nuestro lado. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Tú nos has abierto las puertas del cielo. SEÑOR, TEN PIEDAD.

§ Señ or, danos tu delidad. SEÑOR, TEN PIEDAD.
§ Señ or, danos tu amor. CRISTO, TEN PIEDAD.
§ Señ or, danos tu Espı́ritu. SEÑOR, TEN PIEDAD.

249
10. ORACIÓN DE LOS FIELES129

Ofrecemos aquí un conjunto de formularios para la oración de los fieles, para cada
uno de los días feriales de la cincuentena pascual. Los formularios están asignados
cada uno a un día y una semana concretos (con la repetición de los formularios en
las semanas tercera y quinta, y cuarta y sexta), y en unas cuantas ocasiones hay
alusiones a las lecturas del día; ello no impide, sin embargo, que los formularios
puedan utilizarse cualquier otro día, excepto el del lunes de Pascua, que habla
específicamente del día, y los de la última semana, en que se hacen referencias
directas a la preparación de la solemnidad de Pentecostés.

LUNES DE LA OCTAVA

Presidente: En la alegría de este lunes de Pascua, presentemos nuestras plegarias


al Señor que ha vencido a la muerte, y digamos:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que demos siempre testimonio de
la vida nueva de Jesú s resucitado. OREMOS:
2. Por los que recibieron el bautismo en la noche de Pascua. Que el Señ or los
bendiga y les aumente constantemente la fe, la esperanza y el amor.
OREMOS:
3. Por todas las naciones de la tierra. Que llegue a todas la paz y el bienestar
que Dios quiere para todos sus hijos OREMOS:
4. Por las personas de buena voluntad que trabajan al servicio de los demá s.
Que el Espı́ritu de Dios sea para ellas fuerza y guı́a en su caminar. OREMOS:
5. Por nosotros, los que hoy nos hemos reunido convocados por el Señ or
alrededor de su mesa. Que vivamos siempre muy unidos a é l, muy llenos
de su amor. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestras plegarias,


y derrama la gracia de tu resurrección sobre toda la humanidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

129
LLIGADAS, Josep. Sugerencias para el Tiempo de Pascua. Barcelona: Centro de Pastoral Litúrgica. 2004.

250
MARTES DE LA OCTAVA

Presidente: Unidos en la alegría que nos da nuestra fe, y celebrando a nuestro


Señor Jesucristo, resucitado de entre los muertos, oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por el papa........ y por nuestro obispo....... Para que vivan muy a fondo la
alegrı́a de la resurrecció n, y la contagien a todo el pueblo cristiano.
OREMOS:
2. Por los niñ os, los jó venes y los adultos que recibirá n el bautismo o la con
firmació n en este tiempo de Pascua. Para que la gracia de los sacramentos
dé fruto abundante en sus vidas. OREMOS:
3. Por nuestros gobernantes. Para que tengan siempre como su primera
preocupació n el bienestar de todos los ciudadanos, sin que nadie quede
excluido. OREMOS:
4. Por los enfermos, y por los que se sienten agobiados por el dolor y la
tristeza. Para que experimenten la fortaleza de Dios y encuentren una
mano amorosa que les acompañ e. OREMOS:
5. Por todos nosotros. Para que estas fiestas de Pascua nos reafirmen en la
fe y en el seguimiento de Jesú s. OREMOS:

Oración conclusiva

Señor Jesús, tú te hiciste presente a María Magdalena


cuando, llena de amor, lloraba junto al sepulcro;
tú la llenaste de alegría y la enviaste a anunciar
la Buena Noticia de la resurrección a los apóstoles
y a los demás discípulos.
Haznos vivir también a nosotros la alegría
de encontrarnos contigo,
para que sepamos anunciar tu vida a nuestros hermanos.
Tú que, resucitado de entre los muertos,
vives y reinas por los siglos de los siglos.

251
MIÉRCOLES DE LA OCTAVA

Presidente: Como los discípulos de Emaús, también a nosotros Jesús nos


acompaña en nuestro camino. Por eso, con toda con confianza, le presentamos
nuestras peticiones diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que las Iglesias cristianas alcancemos la unidad bajo la guı́a del ú nico
pastor, que es Jesucristo. OREMOS:
2. Para que los padres que preparan el bautismo de sus hijos lo hagan con
muchas ganas de ayudarles a crecer como cristianos, llenos de fe en Jesú s
y de amor a los demá s. OREMOS:
3. Para que estas fiestas de Pascua ayuden a estrechar los lazos de amor
mutuo en los matrimonios, en las familias, en las comunidades religiosas,
entre los amigos. OREMOS:
4. Para que los moribundos se acerquen al momento definitivo con la
esperanza de la vida nueva que Jesú s les ofrece en su Reino. OREMOS:
5. Para que todos nosotros, los que hoy nos hemos reunido para celebrar la
Eucaristı́a, sigamos a Jesú s con mucha convicció n y mucha alegrı́a.
OREMOS:

Oración conclusiva

Señor Jesús, escucha nuestra oración


y, como hiciste con los discípulos de Emaús,
ayúdanos a descubrir el sentido de las Escrituras
y parte para nosotros el pan,
para que sintamos muy hondamente tu presencia
y seamos testigos de tu buena noticia.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

252
JUEVES DE LA OCTAVA

Presidente: Con la alegría de la primavera, en la que todo se renueva, y con la


alegría aún mayor de la Pascua, oremos a nuestro hermano y Señor Jesús diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por la Iglesia extendida de Oriente a Occidente; por todos los que estamos
llamados a ser en el mundo testigos de la Buena Noticia de Jesú s. OREMOS:
2. Por los niñ os y niñ as que se preparan para participar por primera vez de
la Eucaristı́a; por los jó venes que se preparan para recibir la con rmació n.
OREMOS:
3. Por los que participan de la vida social y polı́tica con el afá n de construir
un mundo má s justo y humano. OREMOS:
4. Por los enfermos y los que se sienten solos; por los que viven en el hambre
y la pobreza; por los que son vı́ctimas de la violencia, el racismo o
cualquier injusticia. OREMOS:
5. Por los que nos hemos reunido aquı́ en torno al Señ or resucitado; por
nuestros vecinos, amigos y familiares; por nuestros compañ eros de
trabajo o de estudio. OREMOS:

Oración conclusiva

Jesús resucitado, escucha nuestra oración


y danos tu Espíritu Santo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

253
VIERNES DE LA OCTAVA

Presidente: Presentemos con fe nuestra oración a Jesús, el crucificado, el


resucitado, y digamos:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que el papa....., sucesor del apó stol Pedro, sea para el pueblo cristiano
un firme testimonio de fe y de esperanza, y Dios le bendiga. OREMOS:
2. Para que todos los bautizados vivamos muy sinceramente la vida nueva
que Jesú s nos ha dado. OREMOS:
3. Para que los que son perseguidos a causa de su fe o de su lucha por la
justicia no desfallezcan en su delidad. OREMOS:
4. Para que todos aquellos que se sienten hundidos bajo el peso del pecado
encuentren en la cruz de Cristo fortaleza para levan- tarse. OREMOS:
5. Para que crezca la amistad y el afecto entre todos los que compartimos
esta Eucaristı́a. OREMOS:

Oración conclusiva

Tú, Señor Jesús, eres la piedra desechada por los arquitectos


y que ahora se ha convertido en piedra angular.
Sólo en ti se encuentra la salvación.
Escucha nuestras plegarias
y conduce a la humanidad entera hacia tu Reino.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

254
SÁBADO DE LA OCTAVA

Presidente: Unidos por la misma fe y el mismo bautismo, renovados por la Pascua


del Señor, oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que en la Iglesia todos estemos dispuestos a trabajar juntos, a


escucharnos, a aprender unos de otros. OREMOS:
2. Para que crezcan entre nosotros las vocaciones sacerdotales y religiosas.
OREMOS:
3. Para que los gobernantes y polı́ticos de nuestros paı́ses ricos, hagan
posible una justa distribució n de la riqueza en el mundo. OREMOS:
4. Para que todos trabajemos por la paz, por la buena convivencia, y por el
bienestar de todos. OREMOS:
5. Para que llevemos siempre en nuestro corazó n la alegrı́a de ser cristianos.
OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Señor resucitado, nuestras plegarias,


y enséñanos a amar como tú nos has amado.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

255
LUNES DE LA SEMANA II

Presidente: Jesucristo nos ha abierto el camino hacia el Padre. Por eso oramos con
toda confianza diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Para que los cristianos sepamos amar como Jesú s nos ha amado. OREMOS:
2. Para que todos aquellos que han perdido el vigor de la vida cristiana
recuperen el á nimo y la ilusió n que da el Evangelio. OREMOS:
3. Para que los gobernantes, y especialmente los gobernantes cristianos,
busquen siempre por encima de todo la paz y la concordia, y el bienestar
de los pobres y los dé biles. OREMOS:
4. Para que las personas mayores reciban toda la atenció n que necesitan y
merecen. OREMOS:
5. Para que los que participamos de esta Eucaristı́a vivamos llenos del
Espı́ritu Santo que Jesú s nos da. OREMOS:

Oración conclusiva

Ilumina, Padre,
el corazón de los hombres y mujeres del mundo entero,
y haz que todos podamos vivir tu alegría.
Por Jesucristo nuestro Señor.

256
MARTES DE LA SEMANA II

Presidente: Oremos juntos a nuestro Padre. En este momento de nuestra cele-


bración, no pensamos en nosotros mismos, sino que nuestra mirada debe ser muy
amplia, y debe ir más allá de las paredes de esta iglesia. Abiertos al mundo entero,
digamos:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por toda la Iglesia, por todos los que celebramos la gran alegrı́a de la
resurrecció n de Jesucristo. OREMOS:
2. Por los niñ os que reciben la vida nueva que brota del bautismo; por los
que se acercan por primera vez a la mesa de la Euca- ristı́a. OREMOS:
3. Por los que sufren los horrores de la guerra, en tantos lugares del mundo.
OREMOS:
4. Por las mujeres que son oprimidas y maltratadas, en nuestro paı́s y en
todos los paı́ses. OREMOS:
5. Por nuestros familiares y amigos difuntos. OREMOS:

Oración conclusiva

Dios, Padre de todos. Celebramos gozosamente


los días santos de la resurrección de Jesucristo.
Él es nuestro camino y nuestra vida.
Te agradecemos, Padre, todo el amor
que nos has manifestado por medio de él,
y te pedimos que no nos dejes nunca,
y que sigas derramando tu amor sobre la humanidad entera.
Por él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

257
MIÉRCOLES DE LA SEMANA II

Presidente: Oremos a Dios, el Padre del amor y de la vida, por nosotros y por los
hombres y mujeres de todo lugar. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Para que los cristianos vivamos intensamente nuestra fe en Jesú s y


sintamos la alegrı́a de seguirle. OREMOS:
2. Para que tengamos el espı́ritu abierto hacia los que vienen de paı́ses en los
que la vida es má s dura y difı́cil. OREMOS:
3. Para que los gobernantes tomen las decisiones necesarias para preservar
el medio ambiente y asegurar el futuro de nuestro planeta. OREMOS:
4. Para que todos los niñ os, de cualquier lugar del mundo, puedan vivir en
paz, comer lo que necesitan, ir a la escuela, jugar con los amigos, y crecer
acompañ ados del amor de una familia. OREMOS:
5. Para que todos nosotros crezcamos en la generosidad, en la con anza, en
las ganas de hacernos mutuamente felices. OREMOS:

Oración conclusiva

Dios, Padre nuestro. Tú has amado tanto al mundo,


que nos has entregado a tu Hijo para salvarnos.
Él nos ha mostrado el camino de la luz.
Haz que todo el mundo llegue a reconocer esa luz
y a sentir la felicidad que ella nos trae.
Por Jesucristo nuestro Señor.

258
JUEVES DE LA SEMANA II

Presidente: En la alegría de la Pascua, con toda con anza en Dios nuestro Padre,
que ha resucitado a Jesucristo de entre los muertos, oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por todas las Iglesias cristianas; por todos los que creemos en Jesú s.
OREMOS:
2. Por nuestra parroquia, esa comunidad de cristianos y cristianas que
quiere ser en el mundo testimonio de amor y de esperanza. OREMOS:
3. Por los gobernantes y los polı́ticos, y por los que tienen en sus manos el
poder econó mico. OREMOS:
4. Por los jó venes que tienen que ganarse la vida en trabajos precarios, que
no les permiten afrontar con seguridad y confianza su futuro. OREMOS:
5. Por nosotros, por los que cada dı́a nos reunimos aquı́ para celebrar la
Eucaristı́a y crecer en la fe y en la esperanza. OREMOS:

Oración conclusiva

Dios nuestro, Padre de todos: por la Buena Nueva de Jesús resu- citado hemos
conocido que todos los hombres y mujeres de todas partes, sin ninguna diferencia,
estamos llamados a compartir el mismo amor y la misma esperanza. Escucha
nuestra oración, y haznos mensajeros de tu llamada universal de salvación. Por
Jesucristo nuestro Señor.

259
VIERNES DE LA SEMANA II

Presidente: Oremos a Dios, nuestro Padre, para que envı́e el Espı́ritu de Jesú s
resucitado sobre el mundo entero. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por las comunidades cristianas de todo el mundo. Por las de los paı́ses de
antigua tradició n cristiana y por las que han nacido recientemente. Y, de
un modo especial, por las que sufren dificultades y problemas graves.
OREMOS:
2. Por los niñ os y jó venes que reciben en estos dı́as los sacramentos de la
iniciació n cristiana: los nuevos bautizados, los que celebran su primera
comunió n, los que son confirmados. OREMOS:
3. Por las Iglesias de los paı́ses de misió n; por los misioneros y misioneras;
por los sacerdotes, diá conos, religiosos y catequistas hijos de aquellas
tierras. OREMOS:
4. Por todas las personas que tenemos cerca de nosotros, y a las que Jesú s
nos encarga que llevemos la alegrı́a que é l nos da: nuestros familiares,
nuestros amigos, los vecinos, los enfermos y ancianos que conocemos, los
compañ eros de trabajo o estudio, los compañ eros de asociaciones y
actividades. OREMOS:
5. Por nosotros, los que estamos aquı́ reunidos celebrando esta Eucaristı́a.
OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Padre, nuestra oración,


y haznos testigos del Evangelio.
Por Jesucristo nuestro Señor.

260
SÁBADO DE LA SEMANA II

Presidente: Con los ojos jos en Jesú s resucitado, unidos a é l, oremos a Dios
nuestro Padre diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Para que los cristianos seamos siempre portadores, como Jesú s, de amor,
misericordia, paz, esperanza. OREMOS:
2. Para que los que no conocen a Jesucristo puedan descubrir el camino de
vida que é l ofrece. OREMOS:
3. Para que nuestros gobernantes, y los de todos los paı́ses, actú en con
verdadero espı́ritu de servicio. OREMOS:
4. Para que todos los que trabajan al servicio de la paz y la justicia sientan la
fuerza de Dios que les acompañ a. OREMOS
5. Para que nosotros, los que nos hemos reunido aquı́ para celebrar la
Eucaristı́a, sigamos a Jesú s de todo corazó n. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Padre, nuestra oración,


y concédenos vivir estas estas de Pascua
con profunda alegría cristiana.
Por Jesucristo nuestro Señor.

261
LUNES DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: Oremos a Jesús, nuestro pastor y guía, diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que las Iglesias cristianas caminemos de todo corazó n hacia la


unidad. OREMOS:
2. Para que el amor hacia los necesitados, los enfermos, los marginados, los
inmigrantes, sea el principal distintivo de los que nos profesamos
cristianos. OREMOS:
3. Para que los monjes y monjas, los religiosos y religiosas, y los miembros
de los institutos seculares, vivan con mucha fe y esperanza su vocació n.
OREMOS:
4. Para que las familias que tienen que cuidar a enfermos o de cientes puedan
tener la ayuda y el apoyo que necesitan. OREMOS:
5. Para que estas estas de Pascua nos llenen de alegrı́a y de un sincero
espı́ritu de fe y de amor. OREMOS:

Oración conclusiva

Señor Jesús, escucha nuestra oración


y llénanos del Espíritu Santo,
para que nos haga comprender el camino del Evangelio
y nos dé fortaleza para seguirlo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

262
MARTES DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: Oremos a Jesús resucitado, pan de vida eterna, camino que nos
conduce hacia Dios, y digámosle:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por los pastores de la Iglesia, llamados a continuar la obra de Jesú s en


medio de la comunidad. Que vivan su misió n con mucha fe y confianza.
OREMOS:
2. Por los hombres y mujeres de buena voluntad que no comparten nuestra
fe. Que, guiados por el Espı́ritu de Dios, avancen por el camino del amor y
de la justicia. OREMOS:
3. Por los gobernantes y por todos los que tienen responsabilidades en la
administració n pú blica. Que realicen su labor con un profundo espı́ritu de
servicio. OREMOS:
4. Por los que se sienten fracasados en la vida. Que no olviden nunca que Dios
está a su lado, y encuentren tambié n el apoyo y el á nimo de los que tienen
a su alrededor. OREMOS:
5. Por nosotros, y por todos los cristianos que vienen a esta iglesia. Que
aprendamos a ser cada dı́a mejores seguidores de Jesucristo. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y danos tu amor. Tú que vives y nos amas
por los siglos de los siglos.

263
MIÉRCOLES DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: Jesús resucitado está con nosotros, y ruega por nosotros ante Dios. Por
eso le presentamos nuestras peticiones diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por la Iglesia para que sea un testimonio vivo de fe y de esperanza en el


mundo. OREMOS:
2. Por nuestros familiares y amigos que no creen en Jesucristo. Que puedan
llegar a descubrir la alegrı́a de la fe. OREMOS:
3. Por los gobernantes, por los empresarios, por los responsables de la
economı́a. Que se preocupen seriamente por conservar la naturaleza, y
que los intereses econó micos no les lleven a destruir el mundo que Dios
nos ha dado. OREMOS:
4. Por los enfermos de nuestra parroquia. Que a ninguno de ellos le falte la
atenció n y la compañ ı́a que necesita. OREMOS:
5. Por los que celebramos en esta Eucaristı́a los misterios de la Pascua del
Señ or. Que nos alegremos de compartir su pasió n para alcanzar la vida
nueva de la resurrecció n. OREMOS:

Oración conclusiva

Recibe, Jesús resucitado, estas peticiones,


y también aquellas que sólo tú puedes leer en nuestro corazón.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

264
JUEVES DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: Nos hemos alimentado con el pan de la Palabra de Dios, y ahora


participaremos del pan de la Eucaristía. El propio Jesús se nos da como alimento.
Por eso ahora, con mucha fe, le presentamos nuestras peticiones diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por todos los cristianos, por todos los que en cualquier lugar del mundo
creen en Jesú s y lo aman. OREMOS:
2. Por los niñ os y niñ as que se preparan para acercarse por primera vez a la
mesa de la Eucaristı́a, y por sus padres y catequistas. OREMOS:
3. Por todos los que participan en entidades que fomentan la buena
convivencia y trabajan para una mejor vida colectiva. OREMOS:
4. Por las viudas, por los viudos, por todos aquellos que sufren la tristeza de
haber perdido a un ser querido. OREMOS:
5. Por nosotros, por nuestros familiares y amigos, por nuestros compañ eros
de trabajo, OREMOS:

Oración conclusiva

Jesús resucitado, pan vivo bajado del cielo.


Escucha nuestra oración,
y haz que vivamos siempre llenos de la alegría de tu Pascua.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

265
VIERNES DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: En la cruz de Jesucristo está la salvación y la esperanza para toda la


humanidad. Jesucristo, el al amor de Dios hasta la muerte, nos ha abierto las
puertas de la vida para siempre. Por eso nos acercamos a él con toda con anza y le
presentamos nuestras plegarias diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por los misioneros y por todos los que trabajan al servicio de los demá s.
OREMOS:
2. Por los catequistas de nuestra parroquia y por todos los que colaboran en
la educació n y el crecimiento de la fe. OREMOS:
3. Por las parejas que se preparan para el matrimonio. OREMOS:
4. Por los que no tienen trabajo y por los que má s fuertemente sufren las
desigualdades econó micas. OREMOS:
5. Por nosotros, que nos reunimos aquı́ todos los dı́as para recibir el
alimento de vida eterna, el cuerpo y la sangre de Jesucristo. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestras plegarias.


Tú nos has elegido y nos has destinado para que vayamos y demos fruto.
Acompáñanos siempre, para que no defraudemos las esperanzas
que has puesto en nosotros.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

266
SÁBADO DE LAS SEMANAS III y V

Presidente: Presentemos nuestras plegarias a nuestro hermano y Señor Jesús,


diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Oremos para que la Iglesia sea un hogar de misericordia abierto a todos


los que se encuentran en graves dificultades y sufrimientos. OREMOS:
2. Oremos para que los jó venes que está n alejados de la fe encuentren quien
les acompañ e en el camino de descubrimiento de Jesucristo. OREMOS:
3. Oremos para que el amor de los esposos crezca constantemente, en la
prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, en todas
las circunstancias de la vida. OREMOS:
4. Oremos para que todos los hombres y mujeres de buena voluntad
sepamos ponernos a favor de los pobres, los dé biles, los que son tratados
injustamente, los que sufren discriminació n o violencia. OREMOS:
5. Oremos para que estas estas de Pascua nos llenen de alegrı́a y de un
sincero espı́ritu de fe y de amor. OREMOS:

Oración conclusiva

Jesús resucitado, escúchanos y envíanos tu Espíritu.


Tú, nuestro hermano y Señor,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.

267
LUNES DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: Unidos a Jesús, oremos al Padre por nosotros mismos, por la Iglesia y
por toda la humanidad. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por el papa ......, por nuestro obispo ......, y por los responsables de la
pastoral diocesana. OREMOS:
2. Por nuestra parroquia, y por todos los que participan de sus distintas
actividades. OREMOS:
3. Por la colaboració n y la solidaridad entre las naciones. Por la justicia y la
libertad para todos los pueblos de la tierra. OREMOS:
4. Por las familias que se encuentran en graves dificultades: las que está n sin
trabajo, las que sufren a causa de la enfermedad, las que no se entienden.
OREMOS:
5. Por nosotros, y por todas las personas que conocemos y queremos.
OREMOS:

Oración conclusiva

Padre, fuente de todo bien y de toda bondad:


escucha nuestras peticiones,
derrama tu Espíritu
sobre los hombres y mujeres del mundo entero,
y a nosotros haznos fieles seguidores de tu Hijo Jesucristo,
nuestro buen pastor, que vive y reina por los siglos de los siglos.

268
MARTES DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: Presentemos al Padre nuestra oración, porque sabemos que él nos


ama. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por la Iglesia. Para que sepa renovarse constantemente y sea cada vez má s
el al Evangelio. OREMOS:
2. Por todos los cristianos. Para que cada dı́a aprendamos má s a vivir como
Jesú s ha vivido. OREMOS:
3. Por los que se preparan para el sacerdocio. Para que Dios les bendiga y les
llene de amor a Jesucristo y de profundo espı́ritu de servicio a la
comunidad. OREMOS:
4. Por los paı́ses que está n sometidos a dictaduras y faltos de justicia y de
libertad. Para que puedan liberarse de esa situació n inhumana. OREMOS.
5. Por nosotros. Para que sepamos dar testimonio de nuestra fe y nuestra
esperanza. OREMOS:

Oración conclusiva

Dios, Padre de todos.


Tú, en los inicios de la predicación evangélica,
hiciste que la Buena Noticia de Jesús
superase las fronteras de la religión judía
y llegase a los pueblos paganos.
Haz que también ahora el Evangelio
supere todas las fronteras y sea visto
por los hombres y mujeres de nuestro tiempo
como una fuerza liberadora y un camino de felicidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.

269
MIÉRCOLES DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: En este tiempo de primavera en que todo se renueva, nosotros cele-


bramos la más grande renovación: la resurrección de nuestro Señor Jesucristo de
entre los muertos, que es también nuestra resurrección. Por él, nosotros hemos sido
liberados de la muerte y hemos entrado ya en la vida de Dios. Y por eso, con toda
con anza podemos presentarle nuestras plegarias diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por la Iglesia, por todos los que estamos llamados a ser en el mundo
testigos de la Buena Noticia de Jesú s. OREMOS:
2. Por todos los hombres y mujeres de buena voluntad, por todos los que
viven con espı́ritu abierto a las necesidades de los demá s. OREMOS:
3. Por los padres y madres de familia que quieren educar a sus hijos en la
generosidad, el servicio a los demá s y el amor a Jesú s. OREMOS:
4. Por los inmigrantes, por los refugiados, por todos los que se han visto
obligados a dejar su paı́s y su gente. OREMOS:
5. Por los que nos hemos reunido hoy para celebrar la Eucaristı́a y compartir
el gran gozo de la resurrecció n de Jesucristo. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Padre, nuestra oración,

y danos tu Espíritu Santo. Por Jesucristo nuestro Señor.

270
JUEVES DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: Presentemos nuestras peticiones al Padre, y pidámosle que su Espíritu


descienda sobre nosotros y sobre el mundo entero. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por las comunidades cristianas de cualquier lugar del mundo. Para que
sean ejemplo y testimonio de amor mutuo, de alegrı́a, de esperanza, de
espı́ritu de servicio. OREMOS:
2. Por los jó venes que se preparan para recibir la con rmació n, y por los que
participan en movimientos y grupos cristianos. Para que crezcan en el
seguimiento de Jesucristo, y den testimonio de é l entre sus amigos y
compañ eros. OREMOS:
3. Por nuestras familias, y por todas las familias de nuestra parroquia. Para
que aprendamos a querernos má s, a estar má s atentos los unos a los otros,
a ayudarnos a crecer en la fe y en la esperanza. OREMOS:
4. Por todos los que padecen problemas econó micos graves, tensiones y
rupturas, tristezas y desengañ os. Para que encuentren fortaleza y con anza
para salir adelante. OREMOS:
5. Por nosotros. Para que con nuestra vida evangé lica ayudemos a que Jesú s
sea má s conocido y amado. OREMOS:

Oración conclusiva

Padre, nosotros creemos firmemente que Jesús,


clavado en la cruz por debilidad a tu camino de amor, ha resucitado.
Escucha nuestra oración y haznos vivir,
en toda nuestra existencia, en los buenos momentos y en los malos,
la gran alegría de tenerlo junto a nosotros.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

271
VIERNES DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: Llenos de la alegría de la Pascua, esa alegría que nada ni nadie nos
podrá quitar, presentemos nuestras plegarias al Padre con el deseo de que la
salvación y la vida nueva de Jesús lleguen a todos. Oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Por la Iglesia, por la comunidad de seguidores de Jesucristo que el Espı́ritu


ha reunido en toda la tierra. OREMOS:
2. Por todos los que dedican su vida al servicio de los demá s, aquı́ y en los
paı́ses del Tercer Mundo. OREMOS:
3. Por los enfermos, y por todos los que los atienden, en casa o en los
hospitales. OREMOS:
4. Por los que viven encerrados en su egoismo, por los que só lo buscan el
poder y el dinero. OREMOS:
5. Por nosotros, y por nuestros familiares, amigos y vecinos. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Padre, nuestra oración. Te la presentamos por tu Hijo Jesucristo. Él es el


camino que nos lleva hacia ti; él es la verdad y la vida, y vive y reina por los siglos
de los siglos.

272
SÁBADO DE LAS SEMANAS IV y VI

Presidente: Unidos por la misma fe y el mismo bautismo, renovados por la Pascua


del Señor, oremos diciendo:

R. Escúchanos, Padre.

1. Para que la Iglesia dé siempre testimonio de renovació n, de diá logo, de


desprendimiento de todo poder. OREMOS:
2. Para que el papa ....., nuestro obispo ....., y los obispos de todo el mundo,
sean en toda ocasió n portadores de alegrı́a y de esperanza para el pueblo
cristiano. OREMOS:
3. Para que el testimonio de oració n de los monjes y monjas nos ayude a
todos a acercarnos má s a Dios. OREMOS:
4. Para que las riquezas que Dios ha puesto en este mundo lleguen a todos, y
nadie tenga que sufrir la tragedia del hambre. OREMOS:
5. Para que la Eucaristı́a de cada dı́a nos ayude a vivir má s de cerca el camino
de Jesú s. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Padre, nuestra oración,


y haz que estas estas de Pascua nos llenen de alegría cristiana.
Por Jesucristo nuestro Señor.

273
LUNES DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidá mosle que envı́e su


Espı́ritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva,
el padre de los pobres, el consuelo de los que está n tristes, la fuente de la má s
profunda alegrı́a. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que los cristianos sepamos amarnos como Jesú s nos ha amado.
OREMOS:
2. Para que, guiados por el Espı́ritu, sintamos el gusto y el consuelo de la
oració n, y avancemos en la sabidurı́a profunda que viene de Dios. OREMOS:
3. Para que los gobernantes, y especialmente los gobernantes cristianos,
busquen siempre por encima de todo la paz y la concordia, y el bienestar
de los que menos tienen. OREMOS:
4. Para que los pobres, los enfermos, los inmigrantes, los perseguidos y todos
los que se sienten sin á nimo ante la vida reciban la fuerza del Espı́ritu
Santo de Dios. OREMOS:
5. Para que el Espı́ritu del Señ or ilumine con su luz nuestras inseguridades y
dudas, y cure nuestras debilidades. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano, nuestro Señor,
que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

274
MARTES DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidámosle que envíe su


Espíritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva, el
padre de los pobres, el consuelo de los que están tristes, la fuente de la más
profunda alegría. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por la Iglesia, por todos los que celebramos la gran alegrı́a de la


resurrecció n de Jesucristo y nos preparamos para la venida de su Espı́ritu.
OREMOS:
2. Por los niñ os y niñ as que reciben la vida nueva que brota del bautismo;
por los que se acercan por primera vez a la mesa de la Eucaristı́a. OREMOS:
3. Por los seminaristas de nuestra dió cesis, y por sus profesores y
formadores. OREMOS:
4. Por los paı́ses pobres; por los hombres y mujeres, ancianos y niñ os, que
sufren la tragedia del hambre. OREMOS:
5. Por nuestros familiares y amigos difuntos. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano,
nuestro Señor, que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

275
MIÉRCOLES DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidámosle que envíe su


Espíritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva, el
padre de los pobres, el consuelo de los que están tristes, la fuente de la más
profunda alegría. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que los cristianos vivamos intensamente nuestra fe en Jesú s y


sintamos la alegrı́a de seguirle. OREMOS:
2. Para que el Espı́ritu del Señ or dé fortaleza a los que son perseguidos por
causa del Evangelio. OREMOS:
3. Para que los gobernantes tomen las decisiones necesarias para preservar
el medio ambiente y asegurar el futuro de nuestro planeta. OREMOS:
4. Para que todos los niñ os, de cualquier lugar del mundo, puedan vivir en
paz, comer lo que necesitan, ir a la escuela, jugar con los amigos, y crecer
acompañ ados del amor de una familia. OREMOS:
5. Para que todos nosotros, con la fuerza del Espı́ritu, crezcamos siempre en
la generosidad, en la con anza, en las ganas de hacernos mutuamente
felices. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano,
nuestro Señor, que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

276
JUEVES DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidámosle que envíe su


Espíritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva, el
padre de los pobres, el consuelo de los que están tristes, la fuente de la más
profunda alegría. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por la unidad de las Iglesias cristianas; para que llegue el dı́a en que todos
seamos uno y compartamos plenamente la misma fe y la misma esperanza.
OREMOS:
2. Por todos los que se han consagrado al servicio de Dios y de los hermanos
en la vida religiosa. OREMOS:
3. Por nuestro ciudad, por el alcalde y los concejales, y por los trabajadores
de la administració n pú blica. OREMOS:
4. Por los que no encuentran trabajo, y por los que tienen que trabajar en
condiciones duras y difı́ciles. OREMOS:
5. Por nosotros, por los que nos reunimos aquı́ cada dı́a para celebrar la
Eucaristı́a. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano,
nuestro Señor, que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

277
VIERNES DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidámosle que envíe su


Espíritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva, el
padre de los pobres, el consuelo de los que están tristes, la fuente de la más
profunda alegría. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Por las comunidades cristianas de todo el mundo. Por las de antigua


tradició n cristiana y por las que han nacido recientemente. Y, de un modo
especial, por las que sufren dificultades y problemas graves. OREMOS:
2. Por los niñ os y jó venes que reciben estos dı́as los sacramentos de la
iniciació n cristiana: los nuevos bautizados, los que celebran su primera
comunió n, los que son confirmados. OREMOS:
3. Por las Iglesias de los paı́ses de misió n; por los misioneros y misioneras;
por los sacerdotes, diá conos, religiosos y catequistas hijos de aquellas
tierras. OREMOS:
4. Por todas las personas que tenemos cerca de nosotros, y a las que Jesú s
nos encarga que llevemos la alegrı́a que é l nos da: nuestros familiares,
nuestros amigos, los vecinos, los enfermos y ancianos que conocemos, los
compañ eros de trabajo o estudio, los compañ eros de asociaciones y
actividades. OREMOS:
5. Por nosotros, los que estamos aquı́ reunidos celebrando esta Eucaristı́a
con el deseo de conocer y amar cada dı́a má s a Jesucristo. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano,
nuestro Señor, que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

278
SÁBADO DE LA SEMANA VII

Presidente: Oremos con fe a Jesucristo resucitado, y pidámosle que envíe su


Espíritu, el fuego que calienta los corazones, el viento recio que todo lo renueva, el
padre de los pobres, el consuelo de los que están tristes, la fuente de la más
profunda alegría. Oremos diciendo:

R. Jesús Resucitado, escúchanos

1. Para que los cristianos seamos siempre portadores, como Jesú s, de amor,
misericordia, paz, esperanza. OREMOS:
2. Para que los que no conocen a Jesucristo puedan descubrir el camino de
vida que é l ofrece. OREMOS:
3. Para que el Espı́ritu de Dios sostenga y fortalezca los esfuerzos de los
hombres y mujeres de buena voluntad que trabajan por un mundo má s
justo. OREMOS:
4. Para que los que está n hundidos en el mal y el pecado encuentren la ayuda
necesaria para salir de su situació n y cambiar de vida. OREMOS:
5. Para que, como Marı́a y los apó stoles, tambié n nosotros nos preparemos,
con fe y de todo corazó n, para vivir la venida del Espı́ritu Santo. OREMOS:

Oración conclusiva

Escucha, Jesús resucitado, nuestra oración,


y envía al Espíritu Santo que prometiste,
para que llene con su gracia nuestros corazones
y renueve a la humanidad entera.
Te lo pedimos a ti, nuestro hermano,
nuestro Señor, que has vencido al pecado y a la muerte,
y vives y reinas por los siglos de los siglos.

279
11. INVITACIÓN AL PADRENUESTRO130

Estas invitaciones están tomadas de la Liturgia de las Horas del Tiempo pascual.

1. Invoquemos al Padre con las palabras que el Espı́ritu del Señ or


Resucitado pone en nuestros labios:

2. Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres,
pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:

3. Porque Jesucristo nos ha hecho partı́cipes de su propia vida, somos hijos
de Dios y por ello nos atrevemos a decir:

4. Cristo Resucitado ha hecho de nosotros un solo corazó n y una sola alma:
por ello podemos decir con confianza:

5. Unamos nuestra oració n a la de Jesú s resucitado, nuestro abogado ante el
Padre, y digamos como é l nos enseñ ó :

6. Cristo Resucitado nos ha dado el Espı́ritu Santo, que ora dentro de
nosotros y nos hace decir:

7. El Espı́ritu de Jesú s Resucitado intercede por nosotros y ayuda a nuestra
debilidad. Por eso, decimos con confianza:

8. Hechos hijos de Dios por el bautismo, y unidos en el Espı́ritu del Señ or
Resucitado, invoquemos a nuestro Padre del cielo:

9. Porque Dios ha derramado en nuestros corazones el Espı́ritu de hijos,
nos atrevemos a decir:

10. Gozosos por la filiació n divina que hemos recibido, afirmemos nuestra
esperanza, diciendo como Cristo nos enseñ ó :





130
Estas invitaciones están tomadas de la Liturgia de las Horas del Tiempo pascual.

280
12. VÍA LUCIS131

El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción
reciente que puede complementar la del Via Crucis. En
ella se recorren catorce estaciones con Cristo
triunfante desde la Resurrección a Pentecostés,
siguiendo los relatos evangélicos. Incluímos también
la venida del Espíritu Santo porque, como dice el
Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés,
al término de las siete semanas pascuales, la Pascua de
Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que
se manifiesta, da y comunica como Persona divina"
(n.731).

La devoción del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los
domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.

Cómo rezar el Vía Lucis

Para rezar el Via Lucis, en que compartimos con Jesús la alegría de su
Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el
Via Crucis:
§ Enunciado de la estación;
§ Presentación o monición que encuadra la escena;
§ Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en
las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los
Apóstoles);
§ Oración que pretende tener un tono de súplica

Si se desea, después del enunciado de cada una de las estaciones, se
puede decir:

V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

131
http://es.catholic.net/op/articulos/15609/via-lucis.html

281

Introducción

Los acontecimientos del Via Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quizá en
nuestro interior una imagen de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su
Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte.
Y, resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la
esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de reflexión - a modo de
jornadas de retiro y oración - en torno a María para que reciban la fuerza del
Espíritu que les capacite para cumplir la misión que El les ha confiado.

En los encuentros de Jesús con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el
Señor parece jugar con ellos: aparece de improviso, donde y como menos se
esperan, les llena de alegría y fe, y desaparece dejándoles de nuevo esperando.
Pero después de su presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podrá
arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva.

El Via Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo y gracias
a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discípulos su alegría desbordante que
sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de
Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos
llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma.

Oración Preparatoria

Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre
comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme.

Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos
enseñándolos a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante,
para que nos entreguemos de lleno a Ti.

Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu
Resurrección gloriosa.

Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el
Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.


282
PRIMERA ESTACIÓN
¡CRISTO VIVE!: ¡HA RESUCITADO!

En la ciudad santa, Jerusalén, la noche va dejando paso al Primer Día de la
semana. Es un amanecer glorioso, de alegría desbordante, porque Cristo ha
vencido definitivamente a la muerte. ¡Cristo vive! ¡Aleluya!

Del Evangelio según San Mateo 28, 1-7.

1 Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la

Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. 2 Y de pronto tembló fuertemente la


tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra
y se sentó encima. 3 Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la
nieve; 4 los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. 5 El ángel
habló a las mujeres: «Ustedes no teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado.
6 No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Vengan a ver el sitio donde

yacía 7 y vayan aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los
muertos y va por delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Miren, se lo he
anunciado». Palabra del Señor.

Comentario

En los sepulcros suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no
estaba escrito sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscan entre los muertos
al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).

Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la
última palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha
resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe,
que llena de una alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos:
"hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús
abrió las puertas del cielo a los justos que murieron antes que Él.

Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose
plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha
liberado del pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino
hacia el Padre.

Oración

Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y
Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo
283
la verdadera alegría, la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado,
la alegría de la resurrección. Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes
del triunfo suele estar la tribulación. Y sólo tomando tu cruz podremos llenarnos
de ese gozo que nunca acaba.

Padre nuestro. Ave María.






284
SEGUNDA ESTACIÓN
EL ENCUENTRO CON MARÍA MAGDALENA

María Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para
terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús. Llora su ausencia porque ama, pero
Jesús no se deja ganar en generosidad y sale a su encuentro.

Del Evangelio según San Juan 20, 10-18

10 Los dos discípulos se volvieron a casa.11 Estaba María fuera, junto al sepulcro,

llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro 12 y vio dos ángeles vestidos de


blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo
de Jesús. 13 Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». 14 Dicho esto, se
vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Jesús le dice: «Mujer,
¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». 16 Jesús
le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
17 Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda,

ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre de ustedes, al Dios mío y
Dios de ustedes”». 18 María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto
al Señor y ha dicho esto». Palabra del Señor.

Comentario

La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de
fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega.
María ha buscado al Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor
reconoce su cariño sin fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por
nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se
oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan,
sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.

María Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la
Resurrección: recibe el dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha
resucitado.

Oración

Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que
la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en
ningún momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del
285
triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como María Magdalena, seamos
testigos y mensajeros de la Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo
de no separarnos nunca del Señor.

Padre nuestro. Ave María.

286
TERCERA ESTACIÓN
JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES

Las mujeres se ven desbordadas por los hechos: el sepulcro está vacío y un ángel
les anuncia que Cristo vive. Y les hace un encargo: anuncielo a los apóstoles. Pero
la mayor alegría es ver a Jesús, que sale a su encuentro.

Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10.

8 Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría

corrieron a anunciarlo a los discípulos.


9 De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alégrense». Ellas se acercaron,

le abrazaron los pies y se postraron ante él. 10 Jesús les dijo: «No teman: vayan a
comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». Palabra del
Señor.

Comentario

Las mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con
diligencia: su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el
qué dirán. Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan
rápidamente que no pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso,
como han aprendido a querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su
trabajo. Son valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el
sueño y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se encaminan hacia el sepulcro.
Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la estancia
donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo
en manos de Dios.

Oración

Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para
hacer frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o
exteriores, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el
desaliento, que nuestro único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque,
como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos
estar, desde el silencio, al servicio de los demás.

Padre nuestro. Ave María.

287
CUARTA ESTACIÓN
LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO

Para ratificar la resurrección de Cristo, Dios permitió que hubiera unos testigos
especiales: los soldados puestos por los príncipes de los sacerdotes,
precisamente para evitar que hubiera un engaño.

Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15.

11 Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad

y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. 12 Ellos, reunidos con los
ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, 13
encargándoles: «Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo
mientras ustedes dormían. 14 Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos
lo ganaremos y los sacaremos de apuros». 15 Ellos tomaron el dinero y obraron
conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los
judíos hasta hoy. Palabra del Señor.

Comentario

Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser
robado por sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra
y montando la guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido.
Qué acertado es el comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los
soldados: "Si dormian ¿por qué sabían que lo han robado?, y si los han visto, ¿por
qué no se lo han impedido?". Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el
acontecimiento de la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque
la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.

Oración

Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer
la verdad. Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas,
nuestra falta de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante
nuestros intereses. Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida.

Padre nuestro. Ave María.

288
QUINTA ESTACIÓN
PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO

Los apóstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las
mujeres. Están confusos, pero el amor puede más. Por eso Pedro y Juan se
acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza.

Del Evangelio según San Juan 20, 3-10

3 Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. 4 Los dos corrían juntos,

pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al
sepulcro; 5 e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. 6 Llegó
también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos
7 y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino

enrollado en un sitio aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que


había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. 9 Pues hasta entonces no habían
entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 10 Los dos
discípulos se volvieron a casa. Palabra del Señor.

Comentario

Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo,
con el alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es
como les han dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba
el sudario quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha
vencido a la muerte, y no es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a
cambiar la historia. Después de este hecho, el Señor saldría al encuentro de
Pedro, como expresión de la delicadeza de su amor; y así, el que llegaría a ser
Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en la fe, recibió una visita
personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareció a Cefas y
luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).

Oración

Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos
hacia Ti, sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para
responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos
escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a
buscarte.

Padre nuestro. Ave María.

289
SEXTA ESTACIÓN
JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES

Los discípulos están en el Cenáculo, el lugar donde fue la Última Cena. Temerosos
y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jesús
se presenta en medio de ellos, y el miedo da paso a la paz.

Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43

36 Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les

dice: «Paz a ustedes». 37 Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver
un espíritu. 38 Y Él les dijo: «¿Por qué se alarman?, ¿por qué surgen dudas en su
corazón? 39 Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense
cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo». 40
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Pero como no acababan de creer
por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tienen ahí algo de comer?». 42 Ellos
le ofrecieron un trozo de pez asado. 43 Él lo tomó y comió delante de ellos.
Palabra del Señor.

Comentario

Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en
Nazaret, el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo
milagros, el mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos
para morir en la Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre
verdadero. Pero los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados,
temerosos de correr su misma suerte. Es entonces cuando se presenta en medio
de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su victoria sobre la
muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el precio de nuestra
redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús que los eligió
como amigos, y ahora come con ellos. El Señor, que se ha encarnado por nosotros,
nos quiere mostrar, aún más explícitamente, que la materia no es algo malo, sino
que ha sido transformada porque Jesús la ha asumido.

Oración

Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso
cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió
en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino
en esta vida y, después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso
como el tuyo.

Padre nuestro. Ave María.

290
SÉPTIMA ESTACIÓN
EN EL CAMINO DE EMAÚS

Esa misma tarde dos discípulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un
caminante les devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su
compañía, sin embargo sólo se les abren los ojos al verlo partir el pan.

Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32

13 Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús,

distante de Jerusalén unos sesenta estadios; 14 iban conversando entre ellos de


todo lo que había sucedido. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a caminar con ellos. 16 Pero sus ojos no eran capaces
de reconocerlo. 17 Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traen mientras van
de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. 18 Y uno de ellos, que se
llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no
sabes lo que ha pasado allí estos días?». 19 Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le
contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y
palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; 20 cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. 21
Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya
estamos en el tercer día desde que esto sucedió. 22 Es verdad que algunas
mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de
mañana al sepulcro, 23 y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo
que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. 24
Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como
habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». 25 Entonces él les dijo: «¡Qué
necios y torpes son para creer lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario
que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». 27 Y, comenzando por
Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en
todas las Escrituras. 28 Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba
a seguir caminando; 29 pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con
nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos.
30 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se

lo iba dando. 31 A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él


desapareció de su vista. 32 Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón
mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Palabra del
Señor.

Comentario

Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres
291
que ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No
acaban de confiar en el Señor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para
iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les
explica las Escrituras, su corazón, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde"
de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les
abren la mente y el corazón. Y descubren que era el Señor. Nosotros
comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en nuestro camino
diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su Palabra y compartir
el Pan.

Oración

Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡tantas veces
estamos desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida,
en la lectura de tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a
nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo
ardiente de encontrarte también en los hermanos.

Padre nuestro. Ave María.

292
OCTAVA ESTACIÓN
JESÚS DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS

Jesús se presenta ante sus discípulos. Y el temor de un primer momento da paso
a la alegría. Va a ser entonces cuando el Señor les dará el poder de perdonar los
pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios.

Del Evangelio según San Juan 20, 19-23

19 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en

una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús,
se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes ». 20 Y, diciendo esto, les enseñó las
manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 21 Jesús
repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo».
22 Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; 23 a

quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengan, les quedan retenidos». Palabra del Señor.

Comentario

Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días,
pero eso no importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a
vivir la intimidad del amor, la cercanía del Maestro. Las puertas están cerradas
por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir de par en par su corazón para acoger a
todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su entrega por
amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos, les
hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los
apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que
Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de
haberlo abandonado por el pecado, la reconciliación.

Oración

Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has
hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos
de Ti por el pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en
el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma,
devolviéndonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y
serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.

Padre nuestro. Ave María.
NOVENA ESTACIÓN
293
JESÚS FORTALECE LA FE DE TOMÁS

Tomás no estaba con los demás apóstoles en el primer encuentro con Jesús
resucitado. Ellos le han contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado
convencer. Por eso el Señor, ahora se dirige a él para confirmar su fe.

Del Evangelio según San Juan 20, 26-29

26 A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó

Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a ustedes ».
27 Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y

métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». 28 Contestó Tomás:


«¡Señor mío y Dios mío!». 29 Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído?
Bienaventurados los que crean sin haber visto». Palabra del Señor.

Comentario

Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás
apóstoles, y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente
nuestro corazón, busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una
gracia de Dios que nos lleva reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón
hacia Él, que nos abre los ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades
pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es más bien
una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la
verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es estar pegados a Cristo, aunque
no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!

Oración

Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme,
llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra
toda esperanza y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al
apóstol Tomás, queremos, aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con
firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu
Pueblo permanezca en la verdad que libera.

Padre nuestro. Ave María.

294
DÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA

Los apóstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han
esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo.
Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.

Del Evangelio según San Juan 21, 1-6ª

1 Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de

Tiberíades. Y se apareció de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás,


apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos. 3 Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche
no cogieron nada. 4 Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Jesús les dice: «Muchachos, ¿tienen
pescado?». Ellos contestaron: «No». 6 Él les dice: «Echen la red a la derecha de la
barca y encontrarán». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces.
7 Y aquel discípulo a quien Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor».

Palabra del Señor.


Comentario

En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con


Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos
miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato
del Señor: "serán pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo
humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes.
En las circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto
todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a
la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia
de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a
Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos
abundantes.

Oración

Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de
Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre.
Enséñanos, Señor, a apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra
actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista, y sigamos
siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difíciles o absurdas, porque sólo
así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no nuestros.

Padre nuestro. Ave María.

295
UNDÉCIMA ESTACIÓN
JESÚS CONFIRMA A PEDRO EN EL AMOR

Jesús ha cogido aparte a Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere
ponerlo al frente de la naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a
convertirse en el Pastor de los que siguen al Señor.

Del Evangelio según San Juan 21, 15-19.



15 Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas

más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».


Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». 16 Por segunda vez le pregunta: «Simón,
hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le
dice: «Pastorea mis ovejas». 17 Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan,
¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo
quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le
dice: «Apacienta mis ovejas. 18 En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven,
tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». 19 Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme». Palabra
del Señor.

Comentario

Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado


porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su
cobardía: el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el
camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las
tres preguntas de Jesús son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas,
de que nunca abandona a los suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta
de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es
ponerle a él y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al
Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de
un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de
los siervos de Dios".

Oración

Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones
a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar
muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que
da la obediencia, porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al
Evangelio.

Padre nuestro. Ave María.
296
DUODÉCIMA ESTACIÓN
LA DESPEDIDA: JESÚS ENCARGA SU MISIÓN A LOS APÓSTOLES

Antes de dejar a sus discípulos el Señor les hace el encargo apostólico: la tarea
de extender el Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los
rincones la Buena Noticia.

Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20.

16 Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17 Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. 18 Acercándose a ellos, Jesús

les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Vayan, pues, y
hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.
Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor.

Comentario

Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy
grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido
concretando con la cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos
últimos instantes con Él. Pero el Señor pone en su horizonte toda la tarea que
tienen por delante: "Vayan al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que
ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por
delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar,
hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a
ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para
parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.

Oración

Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de
predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el
deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu
Resurrección, para que así el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu
imagen.

Padre nuestro. Ave María.

297
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ASCIENDE AL CIELO

Cumplida su misión entre los hombres, Jesús asciende al cielo. Ha salido del
Padre, ahora vuelve al Padre y está sentado a su derecha. Cristo glorioso está en
el cielo, y desde allí habrá de venir como Juez de vivos y muertos.

De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11

9 Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó

de la vista. 10 Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les


presentaron dos hombres vestidos de blanco, 11 que les dijeron: «Galileos, ¿qué
hacen ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de
entre ustedes y llevado al cielo, volverá como lo han visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios.

Comentario

Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la
separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo
estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les
sacan de esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el
momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de
alegría, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la
compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante,
porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.

Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la
ardiente esperanza de acompañarlo un día en su Reino. Y está sentado a la
derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.

Oración

Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado
para los que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar
sin descanso aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados,
sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría.

Padre nuestro. Ave María.

298
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS

La promesa firme que Jesús ha hecho a sus discípulos es la de enviarles un
Consolador. Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu Santo se
derrama sobre la Iglesia naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla.

De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4

1 Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. 2 De

repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba


fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. 3 Vieron
aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de
cada uno de ellos. 4 Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Palabra de Dios.
Comentario

Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no
quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al
Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la
Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la
mente y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso
para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A
partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en
peregrinación por este mundo. El Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia
de la humanidad, pero también a lo largo de la propia historia personal de cada
uno, hasta que un día participemos del gozo junto a Dios en el cielo.

Oración

Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro,
inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada
vez más y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor
para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser
y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.

Padre nuestro. Ave María.

299
ORACIÓN FINAL

Señor y Dios nuestro,
fuente de alegría y de esperanza,
hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección
y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo;
haz que la contemplación de estos misterios
nos llene de tu gracia y nos capacite
para dar testimonio de Jesucristo
en medio del mundo.

Te pedimos por tu Santa Iglesia:
que sea fiel reflejo
de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo,
manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos
y haga partícipes a todos los hombres
de la resurrección eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

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