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Una evaluación para estos programas es un seguimiento que se hace de las actividades,
de su servicio, de su espacio, de sus oportunidades, de sus falencias, de su intención y de la
concepción que tienen de sus futuros profesionales, de acuerdo a un currículo escolar flexible y
adaptable. Y las posibilidades de que sus servicios sean bien recibidos por los usuarios aumentan
cuando a la par de una evaluación interna se hace avalada con entidades que se caracterizan por
desarrollar sistema de evaluación en la búsqueda de certificar servicios que sobresalen por su
calidad, actualización, manejo de recursos, eficiencia en sus procedimientos y efectividad en la
administración de la información. Lo cual, permite que los usuarios se sientan cómodos y
orgullosos de asistir a los cursos, tendencia que de manera inevitable se irá multiplicando,
cuando se reconocen socialmente la calidad de un producto, bien o servicio.
Para que una evaluación sea realmente significativa hay que interiorizar que ésta es
necesaria para mejorar, no para fiscalizar y castigar, sino para promover buenas prácticas
competitivas y más aún en el campo de la información y el conocimiento donde la importancia
de la información manejada y ante todo su veracidad y actualización son competencias básicas
que se propone el programa para ser reconocido por su seriedad al asumir el reto.
Posteriormente escoger el tipo de evaluación que se adapte a las necesidades de lo que se
pretende diagnosticar, ya sea cuantitativo o cualitativo, pero que brinde confianza en los datos
arrojados y mantenga al mínimo la incertidumbre. Todo ello se logra cuando está establecido el
objetivo que orienta todas las actividades a desarrollar. Para determinar estos objetivos, se parte
de entender la naturaleza de la información que la plataforma está administrando y ante todo el
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tipo de profesional que tienen proyectado en su currículo. Este tipo de condiciones orientan una
evaluación clave para determinar los hallazgos.
De esta manera se hace más factible relacionar el tipo de evaluación con su producto.
Con esto quiero decir, que los LMS trabajan con un producto muy subjetivo y que se
desenvuelve en un espacio aún más incierto. Por ende las plataformas virtuales no sólo necesitan
un tipo de evaluación que diagnostique una parte de su proceso, sino que permita relacionar ideas
claves como la información, modelo pedagógico, herramientas virtuales y tiempo prefijados.
Todas estas partes de la evaluación y que busca que el servicio prestado este sujeto a estándares
elevados de calidad, se deben de planear de manera clara y organizarlos en un cronograma de
trabajo. En más, todo acto educativo es intencional, por ende está planeado, y no se deja nada al
azar y mucho más cuando el espacio es un contexto virtual que está sujeto a innumerables
problemas causados por virus, filtraciones de información errónea o la acción de hackers.
Para lograr lo anterior y las personas elegidas conozcan sus compromisos con el
proceso, se debe de tener claro el modelo de calidad, sujeto a condiciones que sean fáciles de
entender o que se le brinde el tiempo necesario para socializarlas, determinando los atributos del
servicio que se desea evaluar y acordando con el colectivo la forma de hacerlo y los ítems que se
van a medir. No sólo la evaluación en sí misma es importante, sino también la participación que
se le brinde a las personas elegidas. No todo el talento humano aplica para hacerle seguimiento a
la evaluación, por eso los escogidos se sobreentienden que son los idóneos para asumir los
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compromisos, y estos al conocer el objetivo y el sistema a evaluar, se le brinda la posibilidad de
que actúe de manera constructiva y no reactiva en todo el proceso.
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BIBLIOGRAFÍA