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I.

GENERALIDADES

El suelo es un sistema abierto, complejo, autoorganizativo, con una estructura


definida y polifuncional. Se comporta como un filtro a través del cual se producen
y se regulan los flujos de materia y energía. Como tal filtro es susceptible de
contaminarse, pudiendo así deteriorarse dejando por lo tanto de cumplir algunas
de sus funciones.
A causa de las presiones que soporta el suelo, en su mayor parte derivadas de
la actividad humana, el suelo se ve sometido cada vez con mayor intensidad a
agresiones que afectan a su variabilidad.
La contaminación y, en general, la degradación del suelo, resulta un problema
de trascendental importancia debido a la escasez del recurso para cubrir los
distintos usos para los que se precisa y a la falta de tecnologías para su correcta
regeneración. El suelo es también un recurso ambiental que necesita ser
protegido.

La problemática de la contaminación del suelo ha sido abordada muy


recientemente, siendo, probablemente, uno de los problemas ambientales más
desconocidos. No obstante, hoy en día cada vez queda más de manifiesto la
necesidad de proteger el suelo.
1. CONCEPTOS BÁSICOS:

Suelo contaminado: es todo aquel que haya sufrido un cambio en sus


características químicas, físicas o biológicas que por su naturaleza, dimensión o
duración en el tiempo, resulte incompatible con sus propiedades funcionales de
uso o suponga una amenaza grave para la salud pública o el medio ambiente.
Suelo potencialmente contaminado: Un suelo será catalogado como
potencialmente contaminado cuando, o bien aparezca incluido en el Inventario
de Suelos Potencialmente Contaminados o bien, a pesar de no haber sido
inventariado, existan indicios racionales que señalen una posible alteración de
su calidad.

Riesgo: Se define “riesgo” en función tanto de la probabilidad de que un suceso


adverso ocurra como resultado de la exposición a la contaminación del suelo,
como de la magnitud del impacto de esta circunstancia sobre los objetos de
protección (salud humana, ecosistemas, otros comportamientos ambientales,
infraestructuras, etc.)

Suelo sospechoso: Cuando una “investigación preliminar” (estudio histórico,


visita al campo y análisis del medio físico) confirme, con un grado de fiabilidad
aceptable, los indicios racionales existentes acerca de la posible alteración de la
calidad del suelo.

2. PRINCIPALES PROBLEMAS DE DEGRADACIÓN DEL SUELO.

La degradación del suelo o de las tierras es un proceso inducido antrópico que


afecta negativamente la biofísica del suelo para soportar vida en un ecosistema,
incluyendo aceptar, almacenar y reciclar agua, materia orgánica y nutrientes.
Ocurre cuando el suelo pierde importantes propiedades como consecuencia de
una inadecuada utilización. Las amenazas naturales son excluidas
habitualmente como causas de la degradación del suelo; sin embargo las
actividades humanas pueden afectar indirectamente a fenómenos como
inundaciones o incendios forestales.
3. TIPOS Y PROCESOS DE DEGRADACIÓN DE LOS SUELOS:
3.1. DEGRADACIÓN FÍSICA:
3.1.1. Sellado del suelo:
El sellado del suelo es un proceso provocado principalmente por el recubrimiento
de su superficie por una capa impermeable, si bien también pueden ser
considerados como tal los cambios en la naturaleza del suelo de modo que éste
se comporte como un medio impermeable.
Los efectos negativos del sellado del suelo son, entre otros, la alteración del
balance hídrico del suelo, lo que incrementa la escorrentía superficial,
aumentando el riesgo de inundaciones, la alteración de las funciones ecológicas
del suelo o la pérdida del suelo como hábitat, con la consiguiente destrucción de
la flora y la fauna asociada. Obviamente, estos efectos serán mayores cuantos
mayores sea el área sellada.

Este proceso afecta principalmente a


las grandes áreas urbanas y
metropolitanas en las que grandes
superficies de terreno han sido selladas
debido a la urbanización y a la
construcción de infraestructuras
(carreteras, aeropuertos, ferrocarriles,
puertos, etc.).

Este hecho implica la pérdida de suelo útil para otros fines ya que, en la mayor
parte de los casos, el crecimiento de las áreas urbanas se produce a expensas
del suelo agrícola y forestal.
3.1.2. Compactación:

La compactación es otra forma de degradación


del suelo muy relacionada con el sellado. Se
produce por el paso continuado de maquinaria
pesada en suelos con una estabilidad estructural
baja, así como por el pastoreo intensivo en estos
mismos suelos o por el senderismo que transita
por las vías verdes.

Los efectos negativos de este proceso son muy


similares a los del sellado de suelos: la pérdida
de materia orgánica, la modificación del balance
hídrico del suelo por su incapacidad para
retener el agua, con el consiguiente riesgo de
inundaciones, y la alteración de sus funciones
ecológicas. Cuando la compactación afecta a
las capas más profundas del subsuelo, puede
dar lugar a cambios irreversibles en la
estructura edáfica.

Tiene lugar principalmente en zonas agrícolas en donde se


practica una agricultura intensiva muy mecanizada o en
zonas donde existe una elevada concentración de ganado.

3.1.3. Degradación por erosión:


Se entiende por erosión edáfica la pérdida del material que constituye la
superficie del suelo debido a la acción del agua o el viento. A pesar de tratarse
de un proceso natural, que afecta principalmente áreas de poca cubierta vegetal
y fuertes pendientes, sometidas a la acción del agua y el viento, se ve acelerado
por la acción humana.
Así, las prácticas agrícolas inadecuadas (tales
como el laboreo siguiendo líneas de máxima
pendiente, quema de los residuos de las cosechas,
los residuos de las cosechas, sistemas de riego
inapropiados, etc), el pastoreo intensivo, los
incendios forestales provocados, el abandono de
las tierras de cultivo frágiles y el desarrollo
industrial y urbano son algunos factores que
aceleran de manera considerable los procesos de
erosión.
El fenómeno de la erosión tiene una serie de
efectos negativos tales como la pérdida de
fertilidad de los suelos agrícolas y forestales,
la aceleración de los procesos de
degradación de la cubierta vegetal, la
disminución de la regulación natural de las
aguas, el acortamiento de la vida útil de los
embalses por deposición de las partículas
erosionadas, además de condicionar la
productividad de la actividad agraria y
favorecer las inundaciones catastróficas.

3.2. DEGRADACIÓN QUÍMICA:


3.2.1. Contaminación:
Bajo el término contaminación indicamos la existencia de una agente químico
que está presente en el ambiente, a una concentración tal que genera un efecto
fisiológico desfavorable en los organismos y, por tanto, puede causar un cambio
ecológico.
La contaminación del suelo es un fenómeno de origen antrópico que se produce
como consecuencia de la liberación de sustancias químicas, físicas o biológicas
al medio terrestre durante los procesos productivos desarrollados por el hombre.
Aunque la acidificación de los suelos es un proceso natural que tiene lugar a
través de diferentes mecanismos (p. e., lixiviación de las bases del suelo por el
agua de lluvia o la disociación de ácidos carbónicos y orgánicos), el hombre, con
el desarrollo de sus actividades económicas, especialmente las industriales y el
tráfico rodado, puede acelerar en gran medida este proceso.
La agricultura intensiva, la utilización inadecuada de fertilizantes y la deposición
atmosférica de compuestos de azufre y nitrógeno (SO2, NOx, NH3), procedentes
de actividades industriales así como de la utilización de combustibles fósiles, son
las principales causas que pueden acelerar el proceso de la acidificación.
Bajo estas condiciones, el suelo, una vez agotada su capacidad de
amortiguación, puede liberar elementos potencialmente contaminantes al medio
ambiente que anteriormente se encontraban inmovilizados. Asimismo, la
acidificación conduce a una pérdida de la fertilidad de los suelos producida, entre
otros factores, por el lavado de nutrientes, la descomposición de la materia
orgánica y la destrucción de comunidades de organismos beneficiosos.
En algunos países del norte de Europa la acidificación de los suelos supone un
problema de vital importancia, especialmente en ciertas regiones caracterizadas
por elevadas tasas de deposición atmosférica y cuyos suelos presentan una
reducida capacidad de amortiguación frente a los cambios de pH (p.e. suelos
naturalmente ácidos y/o arenosos).
La aplicación indiscriminada al terreno de lodos procedentes de depuradoras así
como la aplicación excesiva de residuos ganaderos puede producir una
degradación del suelo debido a una adición excesiva de nutrientes o
contaminantes, como los metales pesados, o patógenos, algunos de los cuales
pueden persistir en el suelo mientras que otros pueden transmitirse a la cadena
trófica. Con motivo de la aplicación progresiva de la Directiva 91/271/CEE,
relativa al tratamiento de las aguas residuales urbanas, la producción de lodos
se va a ver incrementada de forma importante. Por ello es importante que se
acelere la revisión de la Directiva sobre lodos de depuradora que limite el
contenido de substancias contaminantes en ellos, y garantice un correcto
reciclado de los nutrientes y la materia orgánica que contienen.

3.2.2. Degradación por salinización:


La salinización es el enriquecimiento del suelo en sales solubles por encima de
los niveles tolerables por las plantas. Constituye un problema que afecta
principalmente a determinadas regiones de los países mediterráneos
caracterizados por un clima que favorece este proceso (escasas precipitaciones
y elevadas temperaturas).
En zonas costeras, la sobreexplotación de acuíferos provoca un descenso de los
niveles freáticos favoreciendo la intrusión salina. El agua del mar, debido a su
elevada densidad, penetra en los acuíferos llegando a invadir una parte
importante de los mismos. La utilización reiterada de estas aguas salinas para el
riego incrementa la concentración de sales en el suelo, especialmente en
terrenos mal drenados y con elevadas tasas de evapotranspiración. Por otro
lado, la sobreexplotación de los acuíferos situados en cuencas endorreicas y la
contaminación de sus aguas por productos fertilizantes procedentes de la
agricultura también contribuyen a la salinización de las tierras de cultivo
adyacentes sobre las que se aplican.
En las primeras fases de la salinización se pueden producir serios daños sobre
los cultivos por las dificultades creadas para la absorción de agua y nutrientes o
por la toxicidad directa de alguno de los elementos. Consecuentemente la
economía de las regiones afectadas, por lo general basada en la agricultura
frutícola y hortícola, se ve altamente perjudicada por la reducción del rendimiento
de las cosechas. En fases más avanzadas se produce la destrucción de la
estructura del suelo, inutilizándolo para su uso agrícola tradicional.
La salinización de los suelos constituye un problema doble ya que por un lado
hipoteca el uso agrícola de los recursos naturales, poniendo en peligro la
economía de las regiones afectadas, y por otro dificulta el abastecimiento de
productos agrícolas exclusivos de estas zonas al resto de los países europeos.
Pero el fenómeno de la salinización no afecta únicamente a las regiones de clima
árido, también tiene lugar en zonas que se ven afectadas por el hielo durante
varios meses del año, ya que normalmente se recurre a esparcir sal por las
carreteras y aeropuertos para luchar contra el hielo y de este modo mantener
abiertas las infraestructuras al tráfico rodado o aéreo. Una vez que el hielo se
funde, la escorrentía de las aguas arrastra la sal a los cauces, produciéndose la
salinización de los terrenos en los que la pendiente es casi nula o bien se
remansa el agua en ellos.

3.3. DEGRADACIÓN BIOLÓGICA.

La materia orgánica es vital para que el suelo pueda realizar sus funciones clave
por lo que resulta un factor determinante de la fertilidad del suelo y de resistencia
frente a la erosión. Las propiedades del suelo sobre las que más influencia tiene
la materia orgánica son la estabilidad, el tamaño y la distribución de los
agregados, la densidad, la economía del agua, y el régimen térmico. Asimismo,
garantiza la capacidad de cohesión y amortiguación del suelo, lo que contribuye
a limitar que la contaminación difusa del suelo llegue al agua.
La acumulación de materia orgánica en el suelo es un proceso lento, mucho mas
lento que la mineralización de la misma. Este proceso de acumulación se ve
favorecido por el empleo de técnicas y practicas adecuadas de gestión, la
mayoría de las cuales son eficaces también a la hora de prevenir la erosión,
aumentar la fertilidad y potenciar la biodiversidad del suelo.
La disminución de materia orgánica es especialmente preocupante en las
regiones mediterráneas. En torno al 75% de la superficie total analizada en el
Sur de Europa tiene un contenido bajo (3,4%) o muy bajo (1,7%) en materia
orgánica. Los agrónomos consideran que los suelos con menos de 1,7% de
materia orgánica están en fase de “pre-desertificación”. No obstante, este
problema no se limita al Mediterráneo ya que en países del Norte y Centro
Europa, aunque de forma menos, marcada también se esta produciendo una
disminución progresiva del contenido en materia orgánica en parte de sus
suelos.

II. MARCO TEORICO CONCEPTUAL:


2.1. SALINIZACION DE SUELOS
¿EN QUE CONSISTE?
La salinización es la acumulación en el
suelo de sales solubles en agua. Estas
sales son el potasio (K+), el magnesio
(Mg2+), el calcio (Ca2+), los cloruros (Cl-
), los sulfatos (SO42-), el carbonato
(CO32-), el bicarbonato (HCO3-) y el
sodio (Na+). La concentración de sodio
también se denomina sodificación. Las
sales se disuelven y son transportadas
DEGRADACION DEL SUELO POR EXESO DE SODIO
por el agua. Cuando el agua se evapora,
las sales se depositan en el suelo. (1)
La salinización natural del suelo es un fenómeno asociado a condiciones
climáticas de aridez y a
la presencia de
materiales originales
ricos en sales, como
sucede con ciertas
margas y molasas.
La importancia mundial
del fenómeno es muy
elevada como se
desprende de la
superficie ocupada por
zonas potencialmente
salinas o salinizables.
La salinidad en el suelo
se manifiesta de
diferente forma según que vaya asociada a sodicidad o no; Cuando el contenido
en sodio cambiable del suelo es bajo pero la conductividad eléctrica es
suficientemente elevada para que podamos considerar la presencia de un
horizonte sálico, el suelo se incluye en el
Grupo Solonchak de la "Base mundial de
referencia para los recursos edáficos". Estos
suelos se caracterizan por la presencia de un
horizonte sálico y la ausencia de un horizonte
nátrico, entre otras cosas.
Los suelos suelen presentar una superficie
desigual con pequeños montículos de unos
pocos centímetros de altura, muy ricos en
sales debido a la concentración de las mismas
en las áreas más salinas, por efecto de la
permanenencia de la humedad en ellas
durante más tiempo una vez iniciado el periodo
de sequía. Este fenómeno es debido a que la
acumulación de sales incrementa la presión
osmótica de la solución y dificulta su
evaporación, favoreciendo que se mantenga el
flujo capilar durante un tiempo más largo.
La característica esencial desde el punto de
vista del crecimiento vegetal es una solución
del suelo con una elevada conductividad eléctrica, que suele superar
ampliamente a los 15 dS/m, lo que hace que la mayor parte de las plantas se
vea afectada en su desarrollo, siendo éste imposible para muchas de ellas.
Suelen presentar una estructura muy uniforme a lo largo del perfil debida a la
lentitud de los procesos de alteración, aunque suelen mostrar en su base
evidentes signos de gleización.
Su contenido en materia orgánica es bajo pues no soportan una vegetación muy
desarrollada, dadas sus malas condiciones para el crecimiento vegetal. Esto les
otorga una coloración blanquecina en la superficie, acentuada por la presencia
de eflorescencias salinas.
Las sales más abundantes son los sulfatos y cloruros además de los carbonatos
de sodio, calcio y magnesio, la presencia de nitratos es más infrecuente.
El pH del suelo suele ser alcalino aunque sin superar el valor de 8.5. En casos
especiales puede ser mayor e incluso, excepcionalmente, puede serlo
fuertemente ácido, si la salinidad está asociada a sales alumínicas, lo que une el
carácter salino a la toxicidad de ese elemento.
El contenido en sales es siempre superior al 1 % lo que supone que en el primer
metro de suelo se puedan superar los 250.000 kg/ha, La vegetación natural de
estos suelos es muy rica en sales por lo que sus restos pueden aportar al cabo
del año hasta 200 kg/ha, lo cual es una cantidad considerable si tenemos en
cuenta el escaso desarrollo de la vegetación.
Como veremos más adelante, el agua freática puede ser uno de los agentes
causales de la salinización del suelo. (2)
Cuando el nivel freático baja y las sales no
alcanzan la superficie del suelo, se puede
producir un lavado de las mismas hasta zonas
más profundas, incluso el suelo puede perder
su carácter salino. Mas cuando el sodio es el
catión dominante, se produce una fuerte
dispersión de la arcilla y de la materia
organica, por efecto de la formación de
carbonato sódico que eleva el pH hasta
valores superiores a 9.
Todos estos cambios provocan la aparición de
un tipo de suelo diferente que se conoce como
Solonetz.
La elevada alcalinidad y el menor contenido en
sales de estos suelos hace que los coloides se
encuentren dispersos, ello conlleva un color
casi negro de la superficie sin que exista un
elevado contenido en materia orgánica y una
estructura muy inestable. La acumulación de
arcilla en el horizonte B, de tipo nátrico, hace
que se vuelva muy duro cuando está seco y se formen grandes prismas muy
duros.
Los suelos húmedos son muy plásticos y adherentes lo que les hace muy difíciles
de trabajar.
Un mayor lavado puede generar un horizonte álbico entre el A y el B, incluso
puede haber un fuerte contraste de pH entre la superficie y la zona más profunda.
En estos suelos el sodio suele ser desplazado por el magnesio, que mantiene
los coloides también dispersos.
En el comportamiento de los suelos salinos en general, hay tres parámetros
fundamentales que se ven afectados. La conductividad eléctrica que define el
contenido en sales solubles y la actividad de la mismas; el porcentaje de
saturación en sodio del complejo de cambio que define la toxicidad sódica; y el
pH que afecta a la disponibilidad de otros elementos y que resulta de la
conjunción de los anteriores.
Hasta aquí hemos considerado la salinidad natural del suelo, pero son
numerosos los suelos que presentan una salinidad adquirida por un manejo
inadecuado, siendo a ellos a los que hay que prestarle una mayor atención. Para
situarnos en la importancia de este fenómeno nos basta con observar la tabla
que figura a continuación de la que se desprende que más del 5 % de la
superficie cultivable está afectada por la salinidad inducida. (2)

2.2. CARACTERÍSTICAS DE LAS SALES.

 Como es sobradamente conocido el efecto de la salinidad sobre las


plantas es doble, por un lado provocan un incremento en la presión
osmótica que genera una sequía fisiológica al sumarse al potencial
matricial del suelo. Por otra parte, algunas de ellas tienen un efecto tóxico
sobre la vegetación.
Solubilidad a 20ºC g/l En ambos casos, un
carácter importante
de la naturaleza de
CO3Ca 0.01 las sales es su
solubilidad. Si
CO3Mg 0.10
observamos la tabla
SO4Ca2 H2O 2.40 en la que se expresa
la solubilidad de las
CO3Na 71.00 sales más frecuentes
NO3K 150.00 en el suelo a 20ºC,
comprendemos por
SO4Na2 7H2O 195.00 qué se le otorga
SO4Mg 262.00 diferente tratamiento
a cada una de ellas.
(CO3H)2Ca 262.00 El efecto de los
carbonatos
ClNa 360.00 alcalinotérreos sobre
SO4Mg 7H2O 710.00 la conductividad
eléctrica del suelo es
NO3Na 921.00 muy escaso, de
Cl2Mg 6H2O 1670.00 hecho suelos con un
elevado contenido en
Cl2Ca 6H2O 2790.00 carbonato cálcico
muestran valores
muy
bajos de conductividad.
Algo semejante ocurre con el yeso, si bien su participación en la
conductividad eléctrica es más elevada. Nunca los Yesisoles presentan
un horizonte sálico aunque es frecuente la presencia de un horizonte
yésico en los Solonchak, sobre todo en suelos ricos en sulfatos en los que
se produce la precipitación del yeso.
No ocurre igual con el carbonato sódico, único representante alcalino en
el suelo. Su solubilidad es considerablemente más alta que en sus
equivalentes alcalinotérreos, lo que unido a su alta alcalinidad resulta una
de las sales con mayor efecto sobre el suelo.
Las sales de mayor efecto sobre la conductividad eléctrica son los cloruros
alcalinotérreos así como el sulfato magnésico y cloruro sódico.
Los nitratos, a pesar de su elevada solubilidad, no presentan un gran
efecto porque son muy raros.
La conductividad eléctrica representa mejor el efecto de las sales en el
suelo que la cantidad de ellas presente, pues mide el estado de
disociación de las mismas. No obstante, desde el punto de vista osmótico
puede no existir una relación lineal entre los valores de conductividad y la
presión osmótica generada en la solución, en función de la capacidad de
disociación de las sales presentes.
 En lo referente a la toxicidad se produce un hecho desgraciado como es
el que las de mayor efecto sean también las más frecuentes.

Toxicidad para las plantas


Sal Frecuencia Toxicidad
ClNa Común +++
Cl2Mg Común ++++
Cl2Ca Raro ++
ClK Baja +
SO4Na2 Común ++
SO4Mg Común ++++
SO4K2 Baja +
CO3Na2 S. sódicos +++++
CO3HNa S. sódicos ++++

En este caso hay que distinguir entre los diferentes tipos de suelos salinos.
En el caso de los Solonchak, la mayor toxicidad la ejercen las sales
magnésicas junto con el cloruro sódico.
En los Solonetz, es el carbonato sódico el que ejerce el mayor efecto. A
su toxicidad hay que añadirle su efecto sobre el pH del suelo que puede
crear carencias adicionales de algunos micronutrientes, pero esto lo
veremos en detalle al tratar del efecto que sobre las plantas tiene la
salinidad en su conjunto. Cuando la alcalinidad disminuye se atenúa la
toxicidad porque se produce un predominio del bicarbonato sobre el
carbonato. Como podemos ver vuelve la interdependencia entre los
diferentes tipos de degradación del suelo.
Cuando se mejora la permeabilidad se provoca una degradación de los
Solonetz, como ya apuntamos, lo que hace que baje el pH y disminuya la
concentración en sodio, tomando el predominio las sales magnésicas con
una toxicidad algo menor que la del carbonato sódico. La presencia de
sulfatos atenúa la solubilidad lo que conlleva la disminución del efecto
tóxico.
Por otra parte se produce un cierto bloqueo del magnesio por precipitación
en forma de carbonato mucho menos soluble. (3)
2.3. CAUSAS DE SALINIDAD:
El proceso de acumulación de sales en los suelos con predominio del Ca y el Mg
se le denomina salinización. Cuando es el Na el que predomina netamente el
suelo evoluciona de muy distinta manera, desarrollándose un proceso, con
resultados completamente distintos, que es el llamado alcalinización.
Dos son las condiciones necesarias para que se produzca la acumulación de
sales en los suelos: aporte de sales y su posible eliminación ha de estar
impedida. (3)

2.3.1 ORIGEN DE LAS SALES.

Las sales, tanto las de Ca, Mg, K como las de Na, proceden de muy diferentes
orígenes. En líneas generales, pueden ser de origen natural o proceder de
contaminaciones antrópicas. (3)

a) Origen natural de las sales.


El análisis de la salinidad natural nos ayudará a comprender el proceso de
salinización y a evitar repetir el comportamiento de la naturaleza, sobre todo en
zonas especialmente sensibles. Además nos permitirá la recuperación de los
suelos salinos ya existentes, pues el tratamiento a efectuar estará en relación
con el origen de las sales en cada caso.
Un buen conocimiento de los efectos generados por nuestras acciones siempre
resulta indispensable para evitar la degradación del medio afectado por ellas, por
este motivo es necesario analizar en detalle como inducimos la salinización del
suelo para procurar evitar el empleo de técnicas que lo favorezcan.

Usualmente las sales de los suelos naturales proceden del material original
aunque en su acumulación excesiva participen otros mecanismos que, en la
mayor parte de las veces, están relacionados con el transporte de sustancias lo
que equivale a decir con los movimientos del agua.
La salinidad de los suelos desarrollados sobre margas yesíferas, de molasas
ricas en cloruros y sulfatos, o de evaporitas, es algo previsibles y fácilmente
explicable en las zonas áridas o semiáridas. No obstante, en ocasiones puede
aparecer salinidad en pequeños valles con pobre avenamiento situados sobre
materiales nada sospechosos de poder generar salinidad.
Supongamos una roca ígnea rica en plagiclasas sódicas, como puede ser una
diorita. La albita, presente en la misma, puede sufrir un proceso hidrolítico, y si
el lavado es suficiente como para provocar la pérdida de sodio y de parte de la
sílice generada, el mineral preferentemente neoformado será la caolinita.
Este proceso tendrá lugar en las zonas altas donde el lavado es posible, por lo
que el sodio sobrante, junto con parte de la sílice se irá acumulando en la zona
baja del valle. En esa zona, la alteración será similar a la anterior si bien en este
caso aparecerá como mineral resultante la ilita en lugar de la caolinita anterior.
No obstante existirá un exceso de sodio que puede terminar en carbonato sódico,
el cual generará un pH alcalino que favorecerá la dispersión de la arcilla y la
materia orgánica, con el efecto de disminución de la permeabilidad que ya
conocemos. Si además en el valle existe algún otro material original con mayor
propensión a la formación de suelos salinos, el fenómeno será más rápido
aunque poco explicable, pues el material presente no será suficiente motivo para
la salinización del suelo si no se produjese la acumulación citada.
Un efecto semejante al anterior aunque más rápido y a veces muy difícil de
determinar, es la presencia de rocas sedimentarias de tipo margoso o arcilloso
que engloben diques de sustancias como yeso u otras sales, que a veces pueden
encontrarse a gran profundidad y, por ello, no detectables.
La penetración del agua de lluvia en esos materiales provoca la solubilización
paulatina de las sales que, por escorrentías subsuperficiales, son transportadas
hasta los valles en los que aparecen suelos salinos sin explicación aparente.
En ocasiones en que los mantos freáticos son muy profundos, estas sales
pueden transportarse hasta zonas bastante alejadas, pero este manto freático
salino aflorará, o se acercará a la superficie cuando encuentre un valle más
profundo o cuando se eleve la capa impermeable que lo mantiene.
En el momento en que la profundidad del manto decrece hasta metro y medio o
dos metros de la superficie, la ascensión
capilar lleva el agua cargada de sales
hasta niveles cercanos a la superficie del
suelo allí existente y la va depositando tras
la evaporación del agua.
En todos los casos es necesario que el
clima contribuya a la salinización, que no
tendrá lugar más que bajo condiciones de
un clima seco subhúmedo o más árido que él. Siempre es necesario que el
lavado provocado por la lluvia sea menor que el aporte de sales por el agua
subálvea.
Bajo estas condiciones y en las cercanías de la desembocadura de los ríos, tiene
lugar otro fenómeno relacionado con los ciclos deltaicos. En estas áreas el manto
freático depende mucho de los movimientos marinos, en la bajamar es
predominantemente fluvial y poco salino, mientras que en la pleamar es marino
y con fuerte salinidad.
Los mantos cargados de sales enriquecen al suelo en estas, mientras que la
lluvia las va eliminando; mas cuando la permeabilidad del suelo es reducida, solo
se produce el lavado de la parte más alta del suelo, pues el movimiento
descendente pronto se troca un movimiento tangencial.
Además la escasa permeabilidad hace que la
mayor parte de los huecos del suelo pertenezcan
al dominio de la micro porosidad, ello facilita los
movimientos ascendentes del agua con una
carga salina variable. Por si ello fuese poco, el río
en su desembocadura es cuando lleva una
mayor carga de sales lo que atenúa la diferencia
entre los dos tipos de manto considerados.
No solo el agua es el medio de transporte de las
sales sino que también el viento contribuye a la
salinización. En las zonas de interior cercanas a
zonas salinas con presencia de eflorescencias
superficiales, el viento es el encargado de
distribuirlas hasta las zonas cercanas con lo que
se va extendiendo el área afectada.
En las zonas costeras, el transporte de las sales
se hace por nebulización. Este modo afecta de
forma más importante a zonas bajas cercanas a
costas rocosas que provocan intensas
salpicaduras, más intensas en las costas
oceánicas de mares más bravíos. (6)

b) Origen inducido de las sales.

Las actividades
que pueden
generar una
salinización del
suelo son

fundamentalmente las agrícolas, si bien existen algunas actividades industriales


que pueden contribuir de forma indirecta a la misma.
Entre las actividades agrícolas debemos distinguir las relacionadas con el cultivo
y las modificaciones del terreno que se realizan para introducir cambios en el tipo
de explotación, sobre todo las relacionadas con las transformaciones en regadío
de zonas de secano.
La actividad más influyente en la salinización inducida del suelo es el riego con
aguas de baja calidad.
La calidad del agua de riego se mide por la combinación de dos parámetros
diferentes, la salinidad y el contenido en sodio. Para la evaluación de la salinidad
se utiliza la conductividad eléctrica medida a 25º C. Para el contenido en sodio
se usa una relación entre éste y los restantes cationes que se conoce como
"relación de adsorción de sodio" y que es más conocida por sus siglas RAS en
español o SAR, más utilizada, en inglés.
El RAS se calcula mediante la siguiente expresión:

Cada uno de los cationes viene expresado en cmol(c)/kg.


Las aguas cuya salinidad está por debajo de 0.75 dS/m no ofrecen ningún riesgo
de salinización y pueden utilizarse en toda clase de suelos sin precauciones
especiales.

Cuando la conductividad supera el valor anterior es necesario tomar


precauciones, que varían según el tipo de suelo y los riesgos de salinización que
comporta. No deberían utilizarse en suelos de elevada salinidad y con una
permeabilidad reducida. Por el contrario pueden utilizarse sin graves riesgos en
suelos permeables, teniendo en cuenta que habrá que aplicar una dosis de agua
complementaria en función de la pluviometría de la zona, para facilitar el lavado
del exceso de sales.
Por encima de 6 dS/m no deben utilizarse en ningún caso.

En lo referente a la sodicidad, los valores de RAS inferiores a 18 no comportan


ningún tipo de problemas para cualquier clase de suelo.
Por encima de estos valores se deben tomar precauciones en función del estado
del complejo de cambio del suelo. Los suelos calcáreos toleran mejor el sodio
que los suelos de baja saturación; los más problemáticos son aquellos cuyo
extracto de saturación presenta un RAS elevado.
La conjunción de ambos parámetros aparece representada en la figura. Las
aguas incluidas en la zona verde se consideran excelentes para el riego. En la
zona amarilla están las que pudiendo utilizarse es necesario adoptar alguna
medida precautoria, según su composición. Las de la zona roja no deberían
utilizarse en ningún caso.
Como se desprende de la figura, a medida que aumenta la salinidad disminuye
la tolerancia al RAS, así para un RAS de 10, el agua solo es excelente hasta una
salinidad de 0,25 dS/m, por encima de ese valor es necesario tomar
precauciones, volviéndose no apta para el riego cuando la conductividad supera
los 4 dS/m.
Otro efecto importante del cultivo del suelo es el abonado. En terrenos llanos
solo crea problemas cuando se utilizan dosis excesivamente elevadas, salvo que
el nivel freático esté muy alto, en cuyo caso las sales que llegan a él pueden
afectar al suelo por capilaridad.
En los terrenos fuertemente ondulados, se pueden producir problemas de
salinización en las zonas deprimidas que no posean un buen drenaje
subsuperficial, por acumulación de los productos aplicados en toda la cuenca
que vierte sus agua a ellas. Aplicaciones normales de abonado en las zonas
altas puede generar una salinización importante en las zonas más bajas por
escorrentías profundas.

En las transformaciones en regadío el principal efecto es el producido por las


nivelaciones que siempre se llevan a cabo en estos casos.
Las nivelaciones siempre provocan el afloramiento a la superficie de horizontes
profundos que suelen ser más arcillosos y menos permeables, pues poseen una
estructura más débil como consecuencia de un menor contenido orgánico. Con
el tiempo se recupera el horizonte A y el efecto de la nivelación se atenúa o
desaparece totalmente.
Cuando existe bajo el suelo un domo salino, como el que puede apreciarse en la
figura inferior, se produce una salinización por efecto del ascenso capilar de las
aguas de lluvia. Este ascenso capilar está limitado en el espacio y puede que no
alcance al suelo o, al menos, que quede bajo la zona de enraizamiento de las
plantas. En este caso el suelo no se ve afectado por las sales del domo salino y
esa salinidad potencial permanece oculta.

La realización de trabajos de nivelación en estos suelos, al modificar la superficie


del suelo, puede hacer que parte de la nueva superficie quede bajo la influencia
de la franja capilar existente sobre el domo salino con lo cual se produce un
afloramiento de las sales y la correspondiente salinización inducida del nuevo
suelo creado. Usualmente la presencia de estos depósito de sales se manifiesta
en algún lugar no muy lejano de la zona sobre la que se está actuando, lo que
pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de prestar atención no solo a las
zonas sobre las que actuemos sino a un perímetro amplio a su alrededor, porque
en los medios naturales no existen compartimentos.
Ya vimos como la salinidad del suelo, en muchos casos, está relacionada con la
presencia de capas freáticas fuertemente salinizadas, por ello es necesario
conocer la circulación del agua subterránea y la calidad de la misma ante
cualquier acción que pueda modificar las condiciones climáticas de una zona. El
riego es una de esas acciones que se ejercen sobre el clima de la zona afectada.
En la imagen inferior izquierda podemos observar la existencia de una capa
freática, la franja capilar asociada a ella no alcanza el suelo.

Cuando el terreno se somete a regadío se produce un incremento en el aporte


hídrico y como consecuencia de ello un ascenso del manto freático, ello conduce
a que el suelo pueda verse afectado por la franja capilar del mismo y le llegue,
en los periodos secos, el agua cargada de sales que procede del manto. Se
produce una salinización del suelo inducida por el exceso de agua a que se ve
sometido.

Finalmente debemos considerar los efectos que ejercen las áreas industriales
como inductoras de salinización. Salvo situaciones muy especiales, son pocas
las industrias que vierten sus desechos directamente a los suelos vecinos, si bien
es frecuente que se acumulen en zonas cercanas y que su lavado por las lluvias
incremente la salinidad de los acuíferos de la zona y de los cursos de agua.
El incremento de la salinidad de los acuíferos tiene el efecto que ya hemos visto
al considerar la salinización natural.
Esta aparente inocuidad de las zonas industriales es bastante peligrosa pues sus
efectos pueden hacerse notar en áreas muy lejanas a las mismas con lo que la
relación causa efecto es muy difícil de establecer. (6)

2.4. LOS FACTORES QUE AFECTAN LA SALINIDAD DEL


SUELO

Varios factores afectan la cantidad y composición de sales en los suelos:

 El agua de riego: La cantidad total de sales disueltas en el agua de riego,


y su composición, influyen la salinidad del suelo. Por lo tanto, varios
parámetros, como el CE de la fuente de agua y su contenido de minerales
deben ser probados.
 Abonos: El tipo y la cantidad de fertilizantes aplicados al suelo afectan a
su salinidad. Algunos fertilizantes contienen altos niveles de sales que son
potencialmente perjudiciales, tales como cloruro de potasio o sulfato de
amonio. El mal uso de fertilizantes conduce a la acumulación de sales en
el suelo, y debe ser evitado.
 Régimen y métodos de riego: Para prevenir la acumulación excesiva de
las sales en la zona radical, es necesario aplicar una cantidad extra de
agua, la fracción de lavado, de manera que supere a la necesaria para la
evapotranspiración. Esta fracción de agua debe pasar a través de la zona
radical para desplazar, de este modo, el exceso de sales. La frecuencia y
la cantidad de lavado dependen de la calidad del agua, del clima, del suelo
y de la sensibilidad del cultivo a la salinidad.

Cuando el suelo se seca, la concentración de los sales en la solución del


suelo se aumenta. Desde que sales se mueven el suelo con la frente
mojada, las sales se acumulan en perfiles específicos según el régimen
de riego y el tipo de equipo de riego utilizado. Por ejemplo, al regar
mediante aspersores, el agua y las sales mueven más profundo, según la
capacidad de la infiltración del suelo y la cantidad de agua aplicada, hasta
que se paren en una cierta profundidad. Cuando se utiliza goteos -
también hay un movimiento lateral de agua y sales.

 Las características del campo y su historia agrícola: Un suelo mal


drenado, podría llegar a nivel de salinidad que es perjudicial para las
plantas y la cosecha entera. Un suelo que no fue lavado después de un
anterior ciclo de cultivo puede contener alto nivel de sales acumulad.

2.5. EFECTOS DE LA SALINIDAD Y SODICIDAD SOBRE EL


SUELO Y LAS PLANTAS.

2.5.1. Salinidad:
El efecto de la salinidad sobre las plantas es diverso y variable. Existe una
clasificación generalizada que agrupa las plantas en halófitas y no halófitas. Las
primeras se refieren a aquellas plantas que poseen mecanismos de resistencia
a la salinidad, aunque su grado de tolerancia es muy variable. La mayor parte de
las plantas cultivadas, se consideran como no halófitas, siendo las más
tolerantes la mayoría de los cereales.
En general, los paisajes de los suelos salinos se caracterizan por desarrollar una
vegetación escasa, con frecuentes claros.

La vegetación de los suelos salinos se estratifica en función de la intensidad de


la salinidad y según la hidromorfía. La comunidad Typho-Schoenoplect se
presenta en un nicho de mínima salinidad y máxima hidromorfía. La
Arthrocnemetum perennis soporta máxima salinidad con máxima hidromorfía. A
la Frankenio-Limonietum delicatum le corresponde una salinidad media con
mínima saturación en agua.
Simón (1978) encuentra la siguiente estratificación de la vegetación según la
intensidad de la salinidad en la Depresión de Baza

El Lygium spartum (esparto) es la planta representativa de los suelos ricos en


yeso (suelos no salinos, típica de zonas secas y cálidas) de esta región (CEs <
2 dS/m). Plantago se concentra en las zonas de baja salinidad (<10 dS/m). El
limonium es típica de las zonas de media salinida (CEs = 14 dS/m). Mientras que
el artrocnemun y la suaeda aparecen como representantes de los suelos
altamente salinos (CEs de 30 a 70).
Porta et al (1996) encuentra en el río Ciguela (Ciudad Real) la siguiente
secuencia.

.
Los efectos de la salinidad se podrían agrupar bajo tres aspectos diferentes:
relaciones hídricas, balance de energía y nutrición (Martínez Raya, 1996).

 Relaciones hídricas: La concentración de sales solubles eleva la presión


osmótica de la solución del suelo. Si tenemos en cuenta que el agua
tiende a pasar de las soluciones menos concentradas a las más
concentradas, con objeto de diluir éstas últimas e igualar las presiones
osmóticas de ambas, se comprende que cuando la concentración salina
de la solución del suelo es superior a la del jugo celular de las plantas, el
agua tenderá a salir de éstas últimas hacia la solución del suelo. Este
efecto llevó a Shimper (1903) a plantear la teoría de la sequedad
fisiológica, en la que se postula que en medios salinos, aunque exista una
humedad elevada, las plantas sufren estrés hídrico, se secan y acaban
muriendo.

 Balance energético: No obstante, esta teoría no describe


completamente todos los efectos perjudiciales de la salinidad, ya que en
ocasiones las plantas no sufren estrés hídrico sino que disminuyen
considerablemente su altura. Para explicar este efecto, Bernstein (1961)
desarrollo la teoría del ajuste osmótico, la cual propone que las plantas,
al aumentar la presión osmótica de la solución del suelo, se ven obligadas
a una adaptación osmótica de sus células para poder seguir absorbiendo
agua; adaptación que requiere un consumo de energía que se hace a
costa de un menor crecimiento. Aceves (1979) propone la teoría de la
división y el crecimiento celular, en la cual la disminución del crecimiento
se atribuye a que las sales afectan a la división celular, producen un
engrosamiento prematuro de las paredes celulares y limitan el crecimiento
de forma irreversible.
 Nutrición: En el aspecto nutricional, se produce una serie de importantes
modificaciones, debido, por un lado, a las variaciones de pH que afectan
a la disponibilidad de los nutrientes, y por otro, a las interacciones
ocasionadas por la presencia en exceso de determinados elementos. Tal
sucede con los cloruros y nitratos y fosfatos, el calcio y el sodio o los del
potasio y sodio. La dominancia de calcio provoca antagonismos, entre
otros, sobre el potasio, magnesio, hierro, boro y zinc. Sin embargo, existen
relaciones de sinergismo entre potasio e hierro y entre magnesio y fósforo.
Igualmente la presencia en exceso de ciertos iones puede provocar toxicidad,
debido a su acumulación en distintas partes de las plantas, como pueden ser las
semillas, los tallos y las hojas. Los más significativos, en este aspecto, son los
cloruros, el sodio y el boro, afectando con mayor incidencia a los cultivos
plurianuales.

2.5.2. Sodicidad:
La sodicidad o alcalinización se desarrolla cuando en la solución del suelo existe
una concentración elevada de sales sódicas capaces de sufrir hidrólisis alcalina,
de tipo carbonato y bicarbonato de sodio. Junto a estas sales de base fuerte
NaOH y ácido débil (H2CO3), existen importantes cantidades de sales sódicas
neutras carentes de propiedades alcalinizantes (principalmente cloruros y
sulfatos) y sales de calcio y magnesio.
Un elevado contenido en Na+ en la solución del suelo, en relación con el Ca2+ y
Mg2+, da lugar al incremento de este ión en el complejo de cambio, lo que
provocaría, dada su baja densidad de carga (elevado radio de hidratación y baja
carga), el aumento del espesor de la doble capa difusa, los efectos de repulsión
entre los coloides y, con ellos, la dispersión de la arcilla y la solubilización de la
materia orgánica. Según varios autores la concentración de Na+ frente al Ca++ y
Mg++ en la solución del suelo ha de ser superior al valor límite del 70% para que
el Na+ pueda desplazar al Ca++ y Mg++ en el complejo de cambio, dada la menor
energía de adsorción del sodio. Es generalmente admitido que para que el sodio
juegue un importante papel en la evolución del suelo, es decir, para que se
produzca la alcalinización, la concentración de sodio adsorbido frente a los otros
cationes ha de superar el valor crítico del 15%, o sea Na /S > 15% (S = suma de
otros cationes adsorbidos).
Las arcillas saturadas en Na tienen propiedades particulares, en presencia de
agua de lluvia por tanto con CO2 disuelto, se hidrolizan, liberando Na + y OH-
según la siguiente ecuación:
Arcilla-Na + H2O + CO2 <===> Arcilla-H + Na2CO3
Na2CO3 + H2O <===> 2Na+ + 2OH- + H2CO3
Como consecuencia el medio se alcaliniza rápidamente, alcanzándose valores
de pH progresivamente cada vez más altos; 9, 10 o incluso más.
Las ecuaciones anteriores se pueden simplificar en una:
Arcilla-Na + H2O <===> Arcilla-H + Na+ + OH-
La alcalinización del perfil produce una serie de consecuencias desfavorables
para las propiedades fisicoquímicas del suelo. Así tanto las arcillas sódicas como
el humus se dispersan, los agregados estructurales se destruyen. Las arcillas y
los ácidos húmicos se iluvian, acumulándose en el horizonte B, formándose un
horizonte de acumulación de arcillas sódicas, es decir, que se origina un
horizonte nátrico (si la intensidad de la iluviación es suficiente). Los cambios
estacionales producen el hinchamiento y contracción de las arcillas sódicas
(montmorillonita) formándose una estructura prismática fuertemente
desarrollada. Finalmente, como el medio se ha vuelto fuertemente alcalino, la
cristalinidad de las arcillas disminuye, se vuelven inestables, parte de ellas se
descomponen, se destruyen los vértices y aristas superiores de los prismas
originándose una estructura muy peculiar llamada columnar que presenta la cara
superior de los prismas redondeada. En ocasiones, los humatos sódicos
iluviados se acumulan en estas superficies revistiéndolas de colores muy
oscuros.
Este proceso se puede dar directamente en el suelo o puede aparecer a
continuación del proceso de salinización, cuando se produce el lavado de las
sales más solubles y se acumulan los carbonatos y bicarbonatos sódicos.
En los suelos sódicos, es el sodio el que causa la toxicidad, que podemos centrar
en tres vias distintas: efecto nocivo del sodio activo para el metabolismo y
nutrición de las plantas; toxicidad debida a los bicarbonatos y otros iones;
elevación del pH a valores extremos por acción del carbonato y bicarbonato
sódicos (Simón, 1996).
De las sales solubles son los sulfatos los que menos toxicidad presentan. Las
sales cloruradas son altamente tóxicas. Las sales sódicas presentan una
toxicidad muy alta y además su efecto adverso se ve aumentado por el elevado
pH que originan (9,5 a 10,5).

2.6. MEDIDA DE LA SALINIDAD / SODICIDAD.


La dinámica de las sales solubles en el tiempo y en el espacio, es relativamente
rápida; de ahí que, tanto en estudios de salinización como en aquellos otros de
lavado y recuperación de suelos salinos, sea necesaria una monitorización a
intervalos cortos y la recogida de un gran número de muestras. Si a esto le
unimos que el análisis de las sales solubles, especialmente los aniones, es un
proceso largo y no exento de dificultades, se comprende que, ya desde antiguo,
la salinidad se intentase estimar de manera indirecta a partir de determinados
parámetros de las soluciones salinas, cuya medida fuese relativamente fácil y
rápida.

2.6.1. Medida de la salinidad: conductividad eléctrica (CEs).


La conductividad eléctrica ha sido el parámetro más extendido y el más
ampliamente utilizado en la estimación de la salinidad. Se basa en la velocidad
con que la corriente eléctrica atraviesa una solución salina, la cual es
proporcional a la concentración de sales en solución. Hasta hace unos años se
expresaba en mmhos/cm, hoy dia las medidas se expresan en dS/m
(dS=deciSiemens), siendo ambas medidas equivalentes (1 mmhos/cm = 1
dS/m). Por tanto la CEs refleja la concentración de sales solubles en la
disolución.
Para distinguir suelos salinos de no salinos, se han sugerido varios límites
arbitrarios de salinidad. Se acepta que las plantas empiezan a ser afectadas de
manera adversa cuando el contenido en sales excede del 1%. La clasificación
americana de suelos, Soil Taxonomy, adopta el valor de 2 dS/m como limite para
el carácter salino a nivel de gran grupo y subgrupo, pues considera que a partir
de ese valor las propiedades morfológicas y fisicoquímicas del perfil (y por tanto
la génesis) quedan fuertemente influenciadas por el carácter salino. Mientras que
el laboratorio de salinidad de los EE.UU. ha establecido el limite de 4 dS/m para
que la salinidad comience a ser tóxica para las plantas (punto de vista, pues,
aplicado).
En base a la CEs el United States Salinity Laboratory de Riverside establece los
siguientes grados de salinidad.
0 - 2 Suelos normales
2 - 4 Quedan afectados los rendimientos de los cultivos muy sensibles. Suelos
ligeramente salinos.
4 - 8 Quedan afectados los rendimientos de la mayoría de los cultivos. Suelos
salinos.
8 - 16 Sólo se obtienen rendimientos aceptables en los cultivos tolerantes. Suelos
fuertemente salinos.
> 16 Muy pocos cultivos dan rendimientos aceptables. Suelos extremadamente
salinos.
En lo referente a las aguas en la siguiente tabla se resumen sus valores normales
en diferentes ambientes.
CE a 25° en dS/m
Agua de lluvia 0,15

Agua de rio 0,30

Agua del Mar


63
Mediterráneo

Agua de riego 0,75 - 2,25

La CE de un suelo (CEs) cambia con el contenido en humedad, disminuye en


capacidad máxima (se diluye la solución) y aumenta en el pundo de
marchitamiento (se concentran las sales). Se ha adoptado que la medida de la
CEs se hace sobre el extracto de saturación a 25°C. A una muestra de suelo se
le añade agua destilada a 25°C hasta conseguir la saturación y se extrae el agua
de la pasta mediante succión a través de un filtro.

2.6.2. Medida de la sodicidad: PSI y RAS.


La concentración en Na se puede medir bien en la solución del suelo o bien en
el complejo de cambio. En el primer caso se denomina razón de adsorción de
sodio (RAS) y en el segundo hablamos del porcentaje de sodio intercambiable
(PSI).
En los suelos es muy importante determinar que tipo de cationes predominan en
el complejo adsorbente (si es el Ca++ o por el contrario el Na+). El porcentaje de
Na+ respecto a los demás cationes adsorbidos se denomina porcentaje de sodio
intercambiable (PSI).
PSI = 100 x Na / CIC

siendo CIC la capacidad de intercambio de cationes (en ocasiones llamada


capacidad de cambio de cationes y representada por CCC).
Se considera que un suelo puede empezar a sufrir problemas de sodificación y
dispersión de la arcilla cuando el PSI > 15%.
Otra manera de determinar la sodicidad de un suelo es evaluar la concentración
de Na+ en la solución del suelo en vez de medir su concentración en el complejo
adsorbente como hace el PSI. Para estimar así el grado de sodificación, Richards
et al., (1954) proponen la razón de adsorción de sodio (RAS), calculada a partir
de las concentraciones de Na+, Ca2+ y Mg2+ en mmol / dm3 de las soluciones
salinas:
RAS = concentrac. de Na+, dividido por la raíz cuadrada de la suma de las
concentr. de Ca++ y Mg++
A partir del RAS se puede calcular el porcentaje de sodio intercambiable (PSI):
PSI =100 (-0,0126 + 0,01475 RAS), dividido por 1 + (-0,0126 + 0,01475 RAS)

Se puede relacionar, así mismo, la presión osmótica OP con la conductividad


eléctrica del extracto ECs, mediante la siguiente ecuación:
OP = 0,36 x ECs (mmhos/cm)
De esta forma se evalúan los suelos sódicos, cuando la CEs es menor de 4 dS/m
a 25°C y el PSI es mayor de 15%, siendo los suelos salinos-sódicos aquellos
que tienen un a CEs mayor de 4 dS/m a 25°C y un PSI mayor de 15%.
Quedan por consiguiente establecidas las siguientes categorías de suelos:
Suelos Normales: CEs < 4 dSm-1 a 25°C y PSI < 15%
Suelos Salinos: CEs > 4 dSm-1 a 25°C y PSl < 15%
Suelos Sódicos: CEs < 4 dSm-1 a 25°C y PSI > 15%
Suelos Salino-Sódicos: CEs > 4 dSm-1 a 25°C y PSI > 15%
FAO ponen de manifiesto la importancia climática en la formación de estos
suelos. Consideran que existe un alto riesgo de salinización de suelos cuando el
índice P/ETP es inferior de 0,75.

2.7. MANEJO DE SUELOS SALINOS Y SÓDICOS.


El objetivo de la evaluación de los suelos salinos y sódicos es conseguir un
manejo adecuado de los mismos, de manera que permita obtener cultivos
rentables, por un lado, y su posible recuperación y regeneración, por otro.
Como ya se ha indicado la solubilidad de las sales es un parámetro evaluador
de su toxicidad para los cultivos. En la siguiente tabla se reproduce la máxima
solubilidad de las sales para un suelo que esté sometido a una temperatura de
40°C (temperatura frecuente en los meses de verano en los climas áridos).

Solubilidad máxima
CE, dS/m gr/l meq/l

MgSO4 363 262 4.352

Na2SO4 504 430 6.064

CaSO4 2,5 2,04 30

NaCl 453 318 5.440

MgCl2 618 353 7.413

Na2CO3 693 441 8.320

NaCO3H 272 137 3.261

CaCO3 0,8 0,01 10

MgCO3 0,8 0,00 10

Todas las sales solubles pueden constituir soluciones con altísimos valores de
CE. Sin embargo el yeso tan solo puede dar soluciones con un máximo de 2,5
dS/m. Cuando en un suelo, el yeso es muy abundante, solo se encontrara
disuelto 2,04 gr/l y el resto se encontrara precipitado, por lo que la solución nunca
superará el valor de 2,5 dS/m.
2.7.1. Salinidad y producción:
A la hora de evaluar la posible productividad de un suelo salino hay que tener en
cuenta que los criterios de evaluación aquí señalados pueden tener un
comportamiento diferente en función de una serie de factores que suelen alterar
significativamente los resultados de las tablas de reducción de cosecha de las
distintas especies. Esto es una consecuencia de varios factores, entre los que
se encuentran la variabilidad que puede presentar la muestra de suelo
seleccionada para realizar la diagnosis de salinidad, las técnicas de cultivo
aplicadas, las diferentes condiciones de humedad del perfil del suelo, los
comportamientos variables según clases de sales existentes, o la selección de
especies y variedades adaptadas a las condiciones de salinidad e incluso la
relación entre la concentración de las sales durante las distintas fases del
desarrollo de los cultivos (Martínez Raya 1996).
Las técnicas de cultivo influyen positiva o negativamente sobre las condiciones
salinas. La incorporación de fertilizantes pueden elevar el contenido de ciertas
sales, como sucede con las derivadas del potasio o nitratos o facilitar el lavado,
al favorecer los procesos de intercambio. Las técnicas de riego utilizadas así
como, los caudales aplicados, van a incidir sobre el lavado y afectarán al
equilibrio salino de la solución del suelo, especialmente cuando se emplea la
técnica de fertirrigación. Las labores de preparación del terreno, la localización y
dosis de la semilla y posteriores labores de escarda tienen especial importancia
en condiciones de salinidad.
La utilización de materiales que afecten a las condiciones de humedad del perfil
del suelo, hace que puedan obtenerse rendimientos significativamente más
elevados de los señalados en la bibliografía. Con el empleo de las técnicas del
enarenado se han conseguido rendimientos económicamente rentables, en
plantas tan sensibles como la judía, con conductividades de 4 dSm-1 y con
reducciones de cosecha muy inferiores a las esperadas. Resultados parecidos
pueden obtenerse con el empleo de plásticos, paja, bagazo, etc (Martínez Raya,
1996).
Mass & Hoffman (1977) encuentran que existe una relación lineal entre la
salinidad del suelo y la disminución en la producción de los cultivos:
Y = 100 - b (CEs -a)
donde "Y" es la producción del cultivo en % con respecto al máximo, "CEs" es la
conductividad eléctrica del extracto de saturación en dS m-1 y "a" y "b" son dos
parámetros cuyos valores son constantes para cada cultivo. Esta ecuación
puede representarse gráficamente.
El valor "a" representa el máximo de conductividad para la cual la producción es
del 100 %, pudiéndose definir como el umbral de salinidad para cada cultivo. A
continuación viene un tramo inclinado que forma con la horizontal un ángulo
"alfa" cuya tangente es el parámetro "b", y que se puede considerar como el %
de disminución de rendimiento por unidad de CEs que supere el valor de "a"
(expresa la sensibilidad del cultivo a los aumentos de salinindad). Los
parámetros "a" y "b" para diferentes cultivos, así como los valores de "Y" para
diferentes CEs están expresados en la tabla, en la que también se incluyen las
salinidades del agua de riego para la misma disminución del rendimiento. En ella
se muestra la disminución de los cultivos a la salinidad expresada por distintos
valores de salinidad del suelo (CEs) y del agua de riego (CEar), refiriendolas a
disminuciones del rendimiento correspondientes al 0, 10, 25 y 50%. Para
disminuciones del cultivo superiores al 50% ya no se mantiene la linealidad en la
relación entre Y y CEs.
La relación entre Y y CEs se puede representar gráficamente obteniéndose 5
grupos de cultivos de diferente sensibilidad frente a la conductividad eléctrica.
Aceves (1979) propone otra ecuación para estimar Y, en la que se tienen en
cuenta la conductividad eléctrica del extracto de saturación (CEs), la
conductividad a la cual el rendimiento es cero (CEo) y la conductividad a la que
el rendimiento es del 100% (CE100):
Y = (CEo-CEs) / (CEo-CE100) x 100
las ecuaciones para estimar el rendimiento relativo de diversos cultivos se
pueden ver en la correspondiente tabla.

2.7.2. Salinidad y necesidades de lavado:


La distribución de la salinidad en los suelos varía en función de la profundidad y
a lo largo del tiempo. Un ejemplo se puede ver en el suelo de Lalueza (Huesca)
en el que la salinidad de los 10 primeros centímetros puede ser diez veces
superior en mayo que a finales de octubre (figura). Las lluvias de otoño provocan
un lavado descendente de las sales, mientras que la evapotranspiración de
primavera hace que el flujo se invierta y se produzca un ascenso de las sales.
En condiciones de secano estos proceso tienen lugar de forma cíclica, de forma
que en medios áridos o semiáridos, donde predominan los procesos de
ascensión de sales, el suelo, si recibe aportes de sales, se irá salinizándose
progresivamente.
Este tipo de procesos pueden ocurrir igualmente en suelos de regadío cuando el
agua de riego mantenga un cierto nivel de salinidad. En estos casos, para evitar
la acumulación de sales en la zona de enraizamiento, se hace necesario
suplementar las dosis de riego con objeto de que el agua sobrepase la zona de
enraizamiento y lave las sales de ella. Con este fin, Ayers et al. (1985) establecen
los conceptos de fracción de lavado y requerimientos de lavado:
Fracción de lavado (FL). Es la fracción de agua riego que atraviesa la zona
radicular y es susceptible de lavar las sales. FL= Fd / Fr, siendo Fd los
centímetros de agua drenada por debajo de la zona radicular y Fr el total de
centímetros de agua aportada. Del total de agua aportada por el riego (Fr) una
parte quedará retenida en el suelo en los horizontes superficiales,
correspondiente a la zona del enraizamiento, mientras que otra parte de agua se
infiltrará hacia los horizontes profundos. La parte del agua que drena hasta más
allá de la zona ocupada por las raíces de las plantas (Fd) es la que al pasar a
través de la zona radicular disolverá las sales. Como criterio orientativo, un valor
de FL de 0,5 se puede considerar alto (la mitad del agua aportada pasa a través
de la zona radicular y alcanza horizontes más profundos) mientras que un valor
de 0,1 se considera bajo (sólo el 10% del agua de riego alcanza los niveles
profundos).
Requerimientos de lavado (RL). Es la fracción calculada de agua que debe
pasar a través de la zona radicular para mantener el valor de CEs o del RAS en
un determinado nivel o por debajo de él. Lógicamente cuanto menor sea el nivel
al que hay que mantener los parámetros anteriores, el cual vendrá determinado
por el tipo de cultivo, mayores serán los RL. Hay que tener en cuenta que el valor
de CEs nunca podrá ser inferior a la conductividad del agua utilizada en el riego
(CEar) y cuanto mayor sea CEar mayor deberá ser RL para evitar la salinización.
Lo ideal será que el valor de FL fuese igual o mayor que RL, de otra forma se
producirá un aumento progresivo de la salinidad en profundidad. En este sentido,
es importante conocer que las plantas absorben el 70% del agua a través de la
mitad superior de su zona radicular,

si a esto le unimos que las plantas responden al nivel de salinidad de la zona


menos salina, se comprende que los requerimientos de lavado deben ser
suficientes para eliminar las sales de, al menos, la mitad superior de la zona de
enraizamiento. En esta zona, la salinidad deberá aproximarse a la del agua de
riego, de forma que sea el valor de CEar el que controle la respuesta de las
plantas.
Para establecer los RL hay que tener en cuenta que debe de existir un equilibrio
entre las sales que tiene el suelo y las que le llegan por el agua de riego, por un
lado, y las sales que le quedan después del riego y las que se exportan por las
aguas de drenaje, por otro lado. Si evaluamos las sales a partir de la
conductividad, este balance sería:
AR x CEar + As x CEs = As x CEs* + AD x CEad
donde AR es la cantidad de agua utilizada en el riego (mm), CEar es la
conductividad del agua de riego (dS/m), As es el % de agua que retiene el suelo
a saturación (mm), CEs es la conductividad del extracto de saturación, CE*s es
la conductividad del extracto de saturación a la que queremos que quede el suelo
después del riego, AD es la cantidad de agua de drenaje (mm) y CEad es la
conductividad del agua de drenaje.
Ejemplo
Otro aspecto a tener en cuenta es la efectividad del lavado del agua de riego, la
cual sería máxima cuando CEad = CEs, tal y como hemos supuesto
anteriormente. No obstante, en suelos con grietas, parte del agua de riego
atraviesa rápidamente el suelo (no disuelve sales) y su conductividad es muy
inferior a CEs (no llega a alcanzar el equilibrio con el suelo). En estos casos
CEad = f x CEs, donde f dependerá de los parámetros texturales y estructurales
del suelo y que a escala muy general se puede estimar a partir de la siguiente
tabla

Suelo f
arenoso 0,9 - 1,0

franco arcillo limoso a franco 0,8 -


arenoso 0,95

arcilloso 0,2 - 0,6

Por tanto, para conocer los RL es preciso conocer la profundidad de


enraizamiento del cultivo, el % de humedad de la zona de enraizamiento a
saturación, a pF = 2,5 y en el momento del riego, la densidad aparente, los
valores de CEs a los cuales el cultivo es rentable, la CEs, la CEar y, si es posible,
la efectividad del riego (f).
Así mismo, Rhoades & Merril (1976) relacionan la CEs que puede llegar a
adquirir un suelo no salino, con la CEar utilizadas y con la fracción de lavado a
través de la siguiente ecuación:
CEs=0,2CEar [1 + 1/FL]
de forma que la respuesta esperable será función del valor que adquiera CEs en
cada caso.
Otras relaciones interesantes para suelos no salinos son:
CEad = CEar / FL
que viene a decir que la salinidad del agua de drenaje (CEad) es directamente
proporcional a la del agua de riego (CEar) e inversamente proporcional a la
fracción de lavado. (3)

2.7.3. Manejo:
De lo expuesto hasta ahora se desprende la importancia que tiene el agua de
riego en todos los problemas relacionados tanto con la salinización como con la
sodización.
Ante condiciones de salinidad, se puede decidir el no cultivo en estos suelos o
su utilización, con las limitaciones propias de su condición.
Para un manejo adecuado de éstos suelos, no sólo se ha de tener en cuenta las
condiciones específicas que nos encontramos, sino que es necesario hacer un
seguimiento de los mismos, con el fin de controlar su evolución.
El control periódico, exige unos métodos de medida de la salinidad fiables y que
sean operativos a nivel de campo. Los más utilizados han sido, la toma de
muestra de suelo y su análisis en laboratorio, que permita conocer todos los
parámetros que definen la salinidad. Existen, actualmente, otros métodos de
medida en el campo que son más operativos, rápidos y no destructivos y que
facilitan el conocimiento de la evolución de la salinidad, aunque la mayoría de
ellos sólo permitan conocer la conductividad. Entre éstos, podemos destacar: el
sensor de cuatro electrodos y sensor de salinidad, sensibles a las variaciones de
humedad del suelo, sensor electromagnético que relaciona la conductividad
eléctrica con la recepción de una señal electromagnética inducida por una bobina
colocada en la superficie del suelo, y la sonda de succión que permite obtener
muestras de solución del suelo y determinar en ella conductividad y composición
iónica (Simón, 1996).
En parcelas de seguimiento y para determinados cultivos, existen otros métodos,
como el empleo de lisímetros elementales de drenaje que permiten obtener
lixiviados y determinar en ellos los iones del agua de drenaje, posibilitando hacer
un balance salino del perfil del suelo.
Con ciertos niveles de salinidad, se pueden obtener rendimientos aceptables, si
se eligen aquellas plantas tolerantes a estos niveles. Para ello utilizaremos las
tablas correspondientes, que nos sirven como base para la selección de cultivos
y predecir los posibles rendimientos. Pero los valores dados en las tablas,
pueden quedar alterados tanto por las condiciones específicas de cada parcela,
como hemos citado anteriormente, como por la aplicación de técnicas de cultivo
adecuadas. Nos referiremos a aquellas técnicas que pueden alterar
significativamente dichos valores.
En la preparación del suelo, se debe conseguir que el movimiento del agua, tanto
en profundidad como en superficie, sea lo más uniforme posible, facilitando el
drenaje y el desagüe, con labores que eliminen la suela de arado y actúen sobre
los límites abruptos entre horizontes. Con un riego de presiembra, capaz de lavar
las sales precipitadas en la estación seca, se dispondrá de un perfil de partida
menos salino. Se evitará la formación de costra superficial, frecuente en estos
suelos de elevada concentración de sales y con efectos negativos sobre la
nascencia de las plantas. La práctica de la siembra directa disminuye o evita la
formación de costra y conserva un cierto grado de humedad en la superficie del
suelo. Con esta misma finalidad, se puede emplear cualquier material sobre el
terreno, que tenga un efecto de &laqno;mulching» manteniendo la humedad de
los horizontes superficiales y los niveles de concentración de las sales, dentro
de valores aceptables por las plantas seleccionadas. Tal sucede con los
enarenados, que consiguen bajar los porcentajes de reducción de cosecha, que
figuran en la bibliografía, para cultivos sensibles a determinados niveles de
conductividades del extracto de saturación, o del agua empleada en el riego.
La siembra debe de realizarse de tal manera que se consiga una buena
germinación y nascencia. Para ello la semilla debe estar localizada en zonas
donde la concentración de sales sea lo más baja posible y disponga de la
humedad suficiente. Si el riego se hace por surcos, el lugar recomendable de
colocación de la semilla (o plantones) es en la mitad del lomo. La previsible
disminución del porcentaje de germinación que ocasiona la concentración de
sales, se puede paliar aumentando la dosis de siembra.
El riego afecta directamente a las condiciones salinas y no solamente por la
calidad del agua. La técnica de riego empleada influye en la variación del
potencial hídrico del suelo, encontrándose las fluctuaciones más amplias en los
sistemas de gravedad (por inundación) y de aspersión y manteniéndose casi
constante este potencial en los riegos de alta frecuencia (aspersión y goteo).
Igualmente estos sistemas inciden en los contenidos de humedad del suelo y
como consecuencia en la variación de la concentración de sales, de la solución
del mismo. Los riegos de alta frecuencia y localizados, mantendrán esta
concentración casi uniforme dentro de la zona mojada, pero será elevada en los
límites de ésta. La distribución de sales será más uniforme en los de gravedad y
aspersión, pero a medida que los intervalos entre riegos aumentan, las
variaciones en el contenido de humedad lo harán también y como resultado la
concentración de sales, encontrándose las conductividades menores,
inmediatamente después del riego y las mayores al final de cada intervalo. El
lavado de sales será mayor con los riegos de gravedad y aspersión y menor en
los localizados. A medida que la eficacia del riego calculada para compensar
solamente la evapotranspiración, sea más alta, los lavados de sales serán
menores, lo cual, tendrá su incidencia en los rendimientos. Esta consideración
ha de tenerse en cuenta cuando se utilice la técnica de riegos deficitarios
(Martinez Raya, 1996).
La fertilización ha de realizarse adecuadamente, especialmente en cuanto a la
selección y localización de los abonos. Han de aplicarse abonos que no eleven
los contenidos iónicos causantes de la salinidad. Por el contrario, han de
emplearse aquellos que puedan mejorar estos contenidos y faciliten el
intercambio iónico desde el punto de vista de su lavado. Existen en la bibliografía,
diversas tablas que nos permiten seleccionar aquellos abonos con menor índice
de salinidad y aconsejables para cada caso concreto.
La aplicación de los fertilizantes a través del agua de riego, altera la composición
de sales de ésta y como consecuencia de la solución del suelo. Se deben
seleccionar clases y cantidades máximas de abono por volumen de agua de
riego aplicada, para no incidir negativamente en la presión osmótica de la
solución del suelo. Esta técnica, normalmente es empleada en riegos localizados
y como consecuencia actúa con rapidez y directamente sobre el volumen de
suelo explorado por las raíces, por lo cual, puede tener consecuencias negativas,
o beneficiosas si se utilizan productos que mejoren las condiciones químicas del
agua del suelo. Finalmente todos aquellos fertilizantes que mejoran las
propiedades físicas del suelo facilitarán el movimiento de agua del perfil. La
incorporación de materia orgánica actúa sobre estas propiedades e incrementa
su fertilidad.(4)

2.8. RECUPERACIÓN DE SUELOS SALINOS Y SÓDICOS.


Para la recuperación de suelos salinos es necesario el lavado de las sales,
mediante el cual, o son transportadas a horizontes más profundos de los
explorados por las raíces de las plantas, o son evacuadas a otras zonas, por
medio de drenes. Las zonas receptoras no deben ser sensibles a la
contaminación originada.
El manejo del suelo, para la eliminación de las sales, se realiza de distinta
manera y con resultados diferentes según que el problema tóxico sean las sales
solubles o el sodio en el complejo de cambio (carbonato y bicarbonato sódicos).
En el primer caso su planteamiento es muy sencillo y su realización práctica
también es relativamente fácil, en general, pero si el problema de toxicidad lo
representan las sales alcalinas de sodio el problema es más complejo y los
resultados son aún más problemáticos.
Para eliminar las sales solubles, basta con regar abundantemente con lo que se
produce el lavado de las sales que no se habría producido por causa de la aridez.
El tipo de sales presentes va a condicionar las posibilidades de recuperación:
Para los cloruros sódicos el lavado es relativamente fácil en suelos con yeso, en
los que el Ca2+ que se libera no permite que el Na+ pase a forma intercambiable.
La eliminación del cloruro magnésico y del sulfato magnésico del suelo es difícil,
ya que el magnesio, debido a su alta densidad de carga tiende a ocupar las
posiciones de intercambio, desplazando a los iones monovalentes durante el
lavado; por lo que su lavado requeriría enmiendas cálcicas.
Para conseguir el lavado en suelos de secano, se debe preparar el terreno, para
asegurar una infiltración del agua de lluvia lo más elevada posible. Esto se
conseguirá mejorando las propiedades físicas del suelo, incrementando el
tiempo de contacto del agua de lluvia con su superficie, mediante la construcción
de terrazas, y disminuyendo o eliminando la escorrentía con labores adecuadas
y manteniendo una cobertura vegetal.
Además de regar, en la gran mayoría de los casos, es necesario extraer
artificialmente el agua que se ha infiltrado en el suelo para evitar que ascienda
el nivel freático de la zona que aportaría nuevas sales al suelo. Para ello se
instalan a determinada profundidad del suelo un sistema de drenes (tubos de
recogida del agua) que evacua esta agua a unos canales de desagüe.
La FAO ha desarrollado una amplia experimentación en las marismas del
Guadalquivir. Con unas maquinas (drenadoras) se instaló un sistema de drenes,
los cuales se conectaron a unas zanjas de desague, abiertas por otras maquinas
(zanjadoras), y estas se conectaron a unos grandes canales que se vertieron al
mar.

Pero si en el suelo son abundantes las sales sódicas de reacción alcalina como
los carbonatos y bicarbonatos sódicos, el lavado artificial del suelo provoca
efectos contraproducentes, ya que al añadir más agua lo que se consigue es que
el suelo sea cada vez más alcalino, pues como ya hemos visto.
Arcilla-Na + H2O + CO2 <===> Arcilla-H + Na2CO3
Na2CO3 + H2O <===> 2Na+ + H2O + H2CO3
En estos casos, el problema puede solventarse (aunque con graves dificultades
prácticas) utilizando mejoradores que consiguen cambiar el anión de la sal
sódica. Estos mejoradores pueden ser de varios tipos, aunque los más
frecuentemente empleados son de tres clases: otras sales solubles de calcio,
como el yeso, ácidos o formadores de ácido, azufre, ácido sulfúrico, sulfatos de
hierro o aluminio y sales de calcio de baja solubilidad, como la caliza molida o
subproductos de la industria azucarera. Actualmente se encuentran en el
mercado productos, denominados desalinizadores que actúan especialmente
sobre la humedad del suelo.

El procedimiento usual es añadir yeso sobre la superficie, con lo cual se forma


sulfato sódico que es una sal casi neutra y por tanto ya si lavable:
Na2CO3 + CaSO4 <===> CaCO3 + Na2SO4
Arcilla-Na + CaSO4 <===> Arcilla- Ca + Na2SO4. (7)

BIBLIOGRAFIA:
(1) http://soco.jrc.ec.europa.eu. © Comunidades Europeas 2009.
Reproducción autorizada, con indicación de la fuente bibliográfica.
Mayo 2009.
(2) BERSTEIN, J. The effect of saline condition on the sugar cane
juice. Manual de agricultura contemporánea. US Dpt. 1984.
(3) BORROTO M. y CASTILLO D. Suelos Salinos de Cuba y
Metodología para su mejoramiento.
(4) GARCÍA, S. La Salinidad como factor limitante de los
rendimientos arroceros y recomendaciones para el uso
agrícola de los suelos afectados.
(5) VALDIVIA S. y PINNA J. Salinity effect in sugar response to
nitrogen fertrilization. ISSCT, Proc.l7 Congress. Vol. I. 1979.
(6) VÁZQUEZ H., OBREGÓN A. y PENA J. Regiones salinas y
salinizadas de Cuba. La Habana: Coloquio Cuba-Francia,
Academia de Ciencias de Cuba, 1985.
(7) www.Edafologia\Suelo salino - Wikipedia, la enciclopedia libre.htm

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