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E
n 1976, Raúl Dorra se incor- extensa charla, avivada por el rítmico
poró a la Universidad Autóno- fluir de una fuente rodeada de plan-
ma de Puebla como docente, tas y bañada de luz, es el siguiente tex-
poco tiempo después de haber arri- to. En él se abunda sobre la naturale-
bado a México desde su natal Argen- za del discurso y se teje una defini-
tina. Su labor en el ámbito de la in- ción en turno suyo; se detiene en la
vestigación, a lo largo de más de dos teoría de la enunciación, en las ten-
décadas, ha sido tan destacada que di- dencias de los últimos estudios sobre
fícilmente sus textos pueden ser igno- el análisis del discurso así como en su
rados por cualquier estudiante o inte- relación con otras disciplinas, sean hu-
resado en los ámbitos de la teoría lite- manas, sean exactas. Por último, re-
raria y del lenguaje, la semiótica y el flexiona sobre la trivialización del sig-
análisis del discurso.1 Autor de nove- no estético, a merced de los medios
las y relatos, ha traducido del francés masivos de comunicación.
poemas, artículos especializados y el
libro De l’imperfection de A. J. Greimas. Desde hace muchos 1. La noción de discurso
años comenzó a promover la apertura de seminarios so-
bre esos temas, con la presencia de teóricos tan destaca- La preocupación por la teoría y el análisis del discurso sur-
dos como Jacques Fontanille, Eric Landowski y Claude ge, por lo menos sistemáticamente, en la primera mitad,
Zilberberg, y cuyas puertas están abiertas a toda la comu-
1. Algunos de sus libros son: Los extremos del lenguaje en la poesía tradicional
nidad mexicana.
Raúl Dorra nos recibió en su casa de Puebla para ha- española (UNAM, 1981), De la lengua escrita (AUT, 1982), La literatura puesta en
blar sobre aspectos vinculados con el análisis del discurso juego (UNAM, 1986), Hablar de literatura (FCE, 1989), Profeta sin honra (BUAP-
y las problemáticas que se desprenden de él. Fruto de esa Siglo XXI, 1994) y Entre la voz y la letra (BUAP-Plaza y Valdés, 1997).
nero discursivo y, finalmente, la concre- pueden ser un texto. En esa unidad delimitada, recortada de la
ción que es el tema, el texto en sí.
realidad, es en donde el discurso se muestra y deja de ser algo
El texto no es una unidad, es concreto,
pero al mismo tiempo es un constructo. flotante e intangible, adquiere plenitud, un principio y un fin.
Si se sigue tomando el ejemplo de la no-
vela, por sus características podríamos cla-
sificarla como un género literario; sin embargo, si hay un to la existencia de un problema fundamental: el de la enun-
interés por un capítulo específico (para analizarlo, para ciación, que implica al sujeto de la enunciación (enunciador),
tomar ejemplos de él, para emplearlo en alguna clase), ese a su resultado (enunciado) y al destinatario del mismo
capítulo se convierte en un texto porque se acota su prin- (enunciatario). Ello propone otras temáticas, otros pro-
cipio y su fin. También se pueden construir textos con blemas como los de la espacialización y la temporalización.
otras sustancias expresivas. Incluso se pueden convertir Salta a la vista que tanto el discurso como el enunciado,
elementos que originalmente no están diseñados para en principio, temporalizan, pero en ellos se registra tam-
una significación precisa, en unos portadores de sentido y bién una actividad espacializante. Es un espacio discursi-
construir un texto de este modo. Una sala puede ser un vo poseedor de características que permiten su concre-
texto, si así se le determina y es posible leer cada uno de ción y su autorrealización, y cuyo dinamismo pone en mo-
los miembros y objetos que la componen como unidades vimiento a todas las figuras involucradas (emisor, mensa-
significantes que van conformando un sentido. De esta je, destinatario). En un enunciado tan sencillo y cotidia-
forma, el texto en un principio no es algo dado, sino al- no del tipo ‘Juanita cruzaba la calle’ podemos identificar
go construido. Es una determinación, una suerte de acuer- que quien enuncia no sólo es quien profiere la frase, sino
do entre el que propone y el que acepta que tal cosa va a quien observa la acción que está describiendo a través de
ser el texto y, como tal, será motivo de interés, poseedor su acto de habla. Ese observador no puede desligar su
de unos límites artificiales. acción de mirar una duración que se trasluce en el enun-
Según las nociones anteriores, una frase, un capítulo o ciado pronunciado, pues no es lo mismo ‘Juanita cruzaba
un libro entero pueden ser un texto. En esa unidad delimi- la calle’ que ‘Juanita cruza la calle’, lo cual supone una ob-
tada, recortada de la realidad, es en donde el discurso se servación diferente de la acción y supone una tempo-