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El futuro de la democracia
1- Introducción no pedida
El filósofo no tiene que ver con las profecías. La filosofía se ocupa de lo que es eterno, o sea,
de la razón, y con esto ya tenemos bastante. Mi intención es pura y simplemente la de hacer
alguna observación sobre el estado actual de los regímenes democráticos. Tanto mejor si de
estas observaciones se pudiera extraer una tendencia en el desarrollo de estos regímenes, y
por tanto intentar algún pronóstico cauteloso sobre el futuro.
Para una definición mínima de democracia, es indispensable que aquellos que están llamados
a decidir o a elegir a quienes deberán decidir se planteen alternativas reales y estén en
condiciones de seleccionar entre una u otra.
El Estado liberal y el Estado democrático son interdependientes en dos formas: en la línea que
va del liberalismo a la democracia, en el sentido de que son necesarias ciertas libertades para
el ejercicio del poder democrático; en la línea que va de la democracia al liberalismo, en el
sentido de que es indispensable el poder democrático para garantizar la existencia y
persistencia de las libertades fundamentales. El Estado liberal y el Estado democrático cuando
caen, caen juntos.
Me parece más útil para nuestro objetivo concentrar nuestra reflexión en la diferencia entre
los ideales democráticos y la “democracia real”. Señalo seis falsas promesas de la democracia.
La sociedad política es un producto artificial de la voluntad de los individuos. Los tres sucesos
que confluyeron en la formación de la concepción individualista de la sociedad y del Estado y
en la disolución de la concepción orgánica son: el contractualismo, el nacimiento de la
economía política (persiguiendo el interés propio), la filosofía utilitarista según la cual el único
criterio para fundamentar una ética objetiva es el de partir de consideraciones de condiciones
esencialmente individuales y de resolver el problema tradicional del bien común en la suma
de los bienes individuales.
La doctrina democrática había ideado un Estado sin cuerpos intermedios. Lo que ha sucedido
en los Estados democráticos es exactamente lo opuesto: los grupos se han vuelto cada vez
más los sujetos políticamente relevantes. No son los individuos sino los grupos los
protagonistas de la vida política en una sociedad democrática. El pueblo se ha dividido
objetivamente en grupos contrapuestos. El modelo ideal de la sociedad democrática era el de
una sociedad centrípeta. La realidad que tenemos ante nosotros es la de una sociedad
centrífuga, que no tiene un solo centro de poder, sino muchos.
Considero en tercer lugar, como una falsa promesa, la derrota del poder oligárquico. El exceso
de participación puede tener como efecto la saturación de la política y el aumento de la apatía
electoral. Nada es más peligroso para la democracia que el exceso de democracia. La
presencia de elites en el poder no borra la diferencia entre regímenes democráticos y
regímenes autocráticos. Schumpeter sostuvo que la característica de un gobierno democrático
no es la ausencia de elites sino la presencia de muchas elites que compiten entre ellas por la
conquista del voto popular. Un elitista italiano distinguió las elites que se imponen de las que
se proponen.
7- El espacio limitado
Mucho menos ha conseguido ocupar la democracia todos los espacios en los que se ejerce un
poder que toma decisiones obligatorias para un completo grupo social. Cuando se desea
conocer si se ha dado un desarrollo de la democracia en un determinado país, se debería
investigar los espacios en los que pueden ejercer el derecho de participar en las decisiones.
Hasta que la empresa y el aparato administrativo no sean afectados por el proceso de
democratización el proceso no podrá considerarse realizado plenamente. La concesión de los
derechos políticos ha sido una consecuencia natural de la concesión de los derechos de
libertad.
8- El poder invisible
La quinta falsa promesa de la democracia real es la eliminación del poder invisible. Es bien
conocido que la democracia nació bajo la perspectiva de erradicar para siempre de la sociedad
humana el poder invisible, para dar vida a un gobierno cuyas acciones deberían haber sido
realizadas en público. La obligación de la publicidad de los actos gubernamentales es
importante para permitir al ciudadano conocer las acciones de quien detenta el poder y en
consecuencia de controlarlos, ya que la publicidad es una forma de control. Más que una falsa
promesa es una tendencia contraria a las premisas: la tendencia ya no hacia el máximo control
del poder por parte de los ciudadanos, sino, por el contrario, hacia el máximo control de los
súbditos por parte del poder.
9- El ciudadano no educado
Las promesas no fueron cumplidas debido a los obstáculos que no fueron previstos. Indico
tres:
Los problemas técnicos necesitan de expertos. La exigencia del llamado gobierno de los
técnicos ha aumentado considerablemente. La tecnocracia y la democracia son antitéticas. La
democracia se basa en la hipótesis de que todos pueden tomar decisiones sobre todo, por el
contrario, la tecnocracia pretende que los que tomen las decisiones sean los pocos que
entienden de tales asuntos.
Después de lo dicho hasta aquí, cualquiera podría esperar una visión catastrófica del porvenir
de la democracia. Sin embargo, el espacio de los regímenes democráticos ha aumentado
progresivamente. En mi análisis me he ocupado de las dificultades internas de la democracia.
Mi conclusión es que las falsas promesas y los obstáculos imprevistos de los que me he
ocupado no han sido capaces de “transformar” un régimen democrático en un régimen
autocrático. No hablé de los peligros externos, porque el tema que se me asignó se refería al
porvenir de la democracia, no al de la humanidad. Hasta ahora ninguna guerra ha estallado
entre los Estados que tienen un régimen democrático; hasta ahora no las han hecho entre
ellos.
EVITA LA TIRANIA.
DERECHOS ESCENCIALES.
LIBERTAD GENERAL.
AUTODETERMINACIÓN.
AUTONOMÍA MORAL.
DESARROLLO HUMANO.
PROTECCIÓN DE INTERESES PERSONALES ESENCIALES.
IGUALDAD POLITICA.
BÚSQUEDA DE LA PAZ.
PROSPERIDAD.
La Democracia ayuda a evitar el gobierno de autócratas crueles y depravados
Los líderes guiados por megalomanía, paranoia, interés propio, ideología, nacionalismo, creencias
religiosas, convicciones de superioridad innata o puro impulso y sentimiento, han explotado las
capacidades del Estado para la coerción y la violencia con el objetivo de ponerlas al servicio de sus
propios fines. Por ejemplo el caso de Adolfo Hitler, fue responsable directo de la muerte de seis
millones de judíos en campos de concentración, así como de numerosos oponentes, polacos,
gitanos, homosexuales y miembros de otros grupos sociales que se propuso exterminar.
El gobierno popular ha actuado a veces injusta y cruelmente hacia personas de fuera de sus
fronteras, gente de otros Estados (extranjeros, habitantes de las colonias y otros).
La única solución sería imponer un código universal de derechos humanos que de hecho sea
efectivamente respetado en todo el mundo. Los derechos democráticos deben extenderse a los
miembros de los grupos excluidos.
Toda ley o política pública, ya sea adoptada por una mayoría democrática, una minoría oligárquica
o un dictador benigno, está llamada a provocar algún daño a algunas personas.
La cuestión no es si un gobierno puede diseñas todas sus leyes de forma que ninguna de ellas
lesione los intereses de algún ciudadano. Ningún gobierno, ni siquiera un gobierno democrático,
puede estar a la altura de tal pretensión. La cuestión es así, a largo plazo, un proceso democrático
tenderá a producir menos daño a los derechos e intereses de sus ciudadanos que cualquier otra
alternativa no democrática. Porque impiden que lleguen a gobernar autocracias abusivas,
satisfacen este requisito mejor que los gobiernos no democráticos.
La democracia garantiza a sus ciudadanos una cantidad de derechos fundamentales que los
gobiernos no democráticos no garantizan ni pueden garantizar.
Los derechos son elementos necesarios de las instituciones políticas democráticas.
Los ciudadanos deben tener un derecho a investigar las alternativas, un derecho de participar a la
hora de decidir cómo y qué debe ir en la agenda, etc.
Ningún sistema no democrático otorga a sus ciudadanos éste derecho político.
No basta con prometer derechos democráticos en textos escritos. Los derechos deben hacerse
verdaderamente efectivos y efectivamente a disposición de los ciudadanos en la práctica.
Si muchos ciudadanos son incapaces de comprender que la democracia exige ciertos derechos
fundamentales, o si dejan de apoyar a las instituciones políticas, administrativas y judiciales que
protegen esos derechos, la democracia está en peligro.
La democracia asegura a sus ciudadanos un mayor ámbito de libertad personal para cualquier
alternativa factible a la misma.
Los ciudadanos de una democracia tienen la seguridad de gozar de una colección de libertades aún
más extensa.
Como todos los demás derechos esenciales para el proceso democrático, la libertad de expresión
posee un propio valor, porque es instrumental para la autonomía moral, el juicio moral y la vida
buena. Un Estado con un gobierno democrático asegurará entonces un mayor grado de libertad
que cualquier otro.
La democracia ayuda a las personas a proteger sus propios intereses fundamentales.
La mayoría de las personas desean ejercitar algún control sobre los factores que condicionan,
parcial o completamente, la satisfacción de sus deseos (alguna libertad de elección, una
oportunidad de conformar su vida de acuerdo a sus propios fines, preferencias, gustos, valores,
compromisos, creencias). La democracia protege ésta libertad y oportunidad mejor que ningún
otro sistema político.
Los seres humanos, podrán proteger sus derechos e intereses frente a los abusos del gobierno, y
de aquellos que influyen y controlan el gobierno, únicamente si pueden participar plenamente en
la determinación de la conducta del gobierno. La democracia está particularmente vinculada a la
libertad de otra manera adicional.
Sólo un gobierno democrático puede proporcionar una oportunidad máxima para que las personas
ejerciten la libertad de autodeterminarse, es decir, que vivan bajo leyes de su propia elección.
Ningún ser humano normal puede gozar de una vida satisfactoria si no es viviendo en comunidad
con otras personas. No siempre se puede hacer lo que se desea.
Se aprende también que el grupo o los grupos a los que se quiere pertenecer siguen ciertas reglas
o prácticas a las que uno, como miembro del mismo, debe obedecer.
¿Cómo pueden elegirse las reglas que el grupo nos obliga a obedecer? Dada la capacidad del
estado para hacer efectivas sus leyes mediante la coerción, la cuestión es particularmente
relevante para nuestra posición como ciudadanos de un Estado.
La experiencia enseña que la unanimidad genuina, libre y persistente es excepcional en los asuntos
humanos, un consenso continuo y perfecto es un fin inalcanzable.
Si no podemos confiar sensatamente en vivir en perfecta armonía con todos nuestros congéneres,
podemos intentar la creación de un proceso para acceder a decisiones sobre reglas y leyes que
pudieran satisfacer ciertos criterios razonables.
El proceso aseguraría que, antes de que la ley fuera promulgada, yo y todos los demás ciudadanos
tuviéramos una oportunidad de que nuestros puntos de vista fueran conocidos.
Se nos garantizaría oportunidades para la discusión, deliberación, negociación y compromiso que,
en las mejores condiciones, pudieran conducir a una ley que todos consideraran satisfactoria.
Ante el supuesto más probable de que la unanimidad no pudiera ser alcanzada, se promulgará
aquella ley que cuente con el mayor número de apoyos.
Estos criterios son parte del proceso democrático ideal.
Ese proceso, sí sirve para expandir la autodeterminación hasta sus máximos límites posibles. Al
elegir vivir libremente bajo una constitución democrática más que bajo una alternativa no
democrática, está ejercitando su libertad de autodeterminación.
Solamente un gobierno democrático puede proporcionar una oportunidad máxima para ejercitar
la responsabilidad moral.
La responsabilidad moral, significa, que se adoptan los principios morales y sólo se toman
decisiones en función de esos principios después de haber entrado en un profundo proceso de
reflexión, deliberación, escrutinio y consideración de las posibles alternativas y de sus
consecuencias.
El margen de nuestra responsabilidad moral está tan limitado como nuestra oportunidad de vivir
bajo leyes elegidas por nosotros mismos.
Si estamos sujetos a decisiones colectivas, como ciertamente estamos, y si el proceso democrático
maximiza nuestra oportunidad de vivir bajo leyes producto de nuestra propia elección, entonces
aquél nos faculta también para actuar como personas moralmente responsables.
La democracia promueve el desarrollo humano más plenamente que cualquier alternativa factible.
Prácticamente todo el mundo tiene una visión de las cualidades humanas que son adecuadas e
inadecuadas, cualidades que deberían ser desarrolladas si son convenientes y evidentazas si son
indeseables. Entre las cualidades deseables que la mayoría de nosotros desearía promover están
la honestidad, la equidad, el valor y el amor. Muchos de nosotros pensamos también que las
personas que las personas adultas plenamente desarrolladas deben poseer la capacidad de valerse
por sí mismas, de actuar en defensa de sus intereses sin tener que contar con otros para hacerlo.
Es deseable, que los adultos actúen responsablemente, que ponderen los cursos de acción
alternativos lo mejor que puedan, consideren las consecuencias, y todo ello teniendo en cuenta
los derechos y obligaciones de otros además de los suyos propios. Y deberían poseer la habilidad
de discutir libre y abiertamente sobre los problemas que han de afrontar conjuntamente.
Los demás regímenes reducen, el margen dentro del cual los adultos pueden proteger sus propios
intereses, considerar los intereses de otros, asumir la responsabilidad por decisiones importantes,
y comprometerse libremente con otros en la búsqueda de la mejor decisión. Un gobierno
democrático no constituye una condición suficiente para asegurar que las personas vayan a
desarrollar estas cualidades, pero es esencial para ello.
Sólo un gobierno democrático puede fomentar un grado relativamente alto de igualdad política
Un gobierno democrático puede conseguir la igualdad política entre ciudadanos en una medida
muy superior que cualquier alternativa factible.
Si aceptamos la igualdad política, debemos incorporar entonces el quinto criterio, Inclusión de los
adultos.
Las democracias representativas modernas no se hacen la guerra entre sí
Desde hace bastante atrás en el siglo XIX, países con gobiernos representativos y otras
instituciones democráticas, en los que una parte sustancial de la población masculina gozaba del
derecho de sufragio, no se hicieron la guerra entre si.
Los gobiernos democráticos modernos hicieron la guerra a países no democráticos, como en la 1º
y 2ª Guerras Mundiales.
Las democracias representativas modernas no se hacen la guerra entre si. Esto puede ser por los
altos niveles de comercio internacional entre las democracias modernas las predisponen a la
cordialidad más que a la guerra.
La práctica e historia de pacíficas negociaciones, tratados, alianzas, y defensa común frente a
enemigos no democráticos refuerzan la predisposición a buscar la paz más que a hacer la guerra.
Un mundo más democrático promete ser, un mundo más pacífico.
Los países con gobiernos democráticos tienden a ser más prósperos que los países con gobiernos
no democráticos.
En los siglos XIX y XX, las democracias eran prósperas, y en comparación, los países no
democráticos eran generalmente pobres.
La relación entre prosperidad y democracia fue notable en la segunda parte del siglo XIX. En los
dos últimos siglos, una economía de mercado generalmente ha producido mayor prosperidad que
cualquier otra alternativa a la misma.
Si todos los países democráticos modernos tienen economías de mercado, y un país con una
economía de mercado tiende a prosperar, un país democrático moderno probablemente sea
también u país rico.
Los países democráticos promueven la educación de sus pueblos, y una fuerza de trabajo instruida
contribuye a la innovación y al crecimiento económico. El respeto a la ley generalmente se
implanta con mayor fuerza en los países democráticos, los tribunales son mas independientes, los
derechos de propiedad gozan de mayor protección, los acuerdos contractuales se hacen respetar
más eficazmente.
Si la relación entre la democracia moderna y las economías de mercado tiene ventajas para
ambas, no podemos ignorar que la economía de mercado impone a la democracia. Al crear
desigualdades la economía de mercado puede disminuir también las posibilidades de alcanzar una
igualdad política entre los ciudadanos de un país democrático.
*La democracia no puede garantizar que sus ciudadanos serán felices, prósperos, saludables,
sabios, pacíficos o justos. Alcanzar estos fines está más allá de la capacidad de cualquier gobierno,
incluido un gobierno democrático. La democracia nunca ha llegado a alcanzar sus ideales.
Gozando de todas estas ventajas, la democracia constituye para la mayoría de nosotros una
apuesta mucho mejor que cualquier alternativa equiparable a la misma.
POR QUÉ EL CAPITALISMO DE MERCADO FAVORECE A LA DEMOCRACIA
La relación es extremadamente complicada, el conjunto de experiencias con sistemas políticos y
económicos. Por lo tanto marcaremos 5 conclusiones importantes:
La democracia poliárquica solo ha sobrevivido en países con predominio de una economía de
mercado capitalista, y nunca ha sobrevivido a un país con predominio de una economía que no
fuera de mercado.
Las instituciones de la democracia moderna, esto es la democracia poliárquica, ésta última solo ha
existido en países con predominio de economías de mercado capitalista y nunca en países con
predominio de economías que no eran de mercado.
Resumen del Resumen Garabedian
Estados Modernos:
– Surge y se desarrolla entre los siglos XIII y XIX
– En el siglo XV los estados europeos buscan la expansión territorial
– Existencia de ciudades estados: unidades independientes, de poca extensión territorial,
sus actividades principales son: militares, fiscales, y de administración, los intermediarios
de envergadura económica, podía gobernar sus sub-territorios.
– Para el siglo XIX se incorpora la salud y la educación como obligación de estado.
MARX Y ENGELS; Siglo XIX El manifiesto del Partido comunista, (durante la revolución
industrial, se desarrolla el liberalismo), destacan en la obra: 1. el Estado es un servicio para
la Burguesía, para explotación de la clase trabajadora-clasista o elitista. 2. La política
Burguesa esconde verdaderas condiciones de explotación, 3.el cambio social vendrá
únicamente de la organización auto gestionada del proletario. Marx, destaca 2 esferas: la
económica, (que hace la sociedad civil) y la superestructura, (que hace la sociedad política).
Esta ultima vela la primera. El capitalismo crea por propia naturaleza las clases sociales.
BERNSTEIN, Finales del siglo XIX capitalismo en nueva fase de desarrollo, una pre
constitución del capitalismo, sugiere mediante La naturaleza de Estado, una neutralidad,
por medio del sufragio.
TIPOS DE ESTADO
ESTADO ABSOLUTISTA: entre los siglos XVI y XVIII los monarcas hacían del poder
absoluto, no necesariamente es un sinónimo de tiranía y despotismo. Constitucional no
arbitrario (la voluntad del monarca no es ilimitada) delinea el contorno del estado moderno,
administración en términos de racionalidad y conciencia.
ESTADO LIBERAL: Surge en Inglaterra entre los siglos XVII y XIX, por abandono al
estado absolutista. De carácter optimista, se caracteriza por la defensa de la propiedad
privada y la libertad de empresa. Su orden es establecido por medio de la organización
económica social y política, busca la reivindicación del individuo por medio de una
transformación de la sociedad. Políticamente toma importancia la ley y el
constitucionalismo, división de poderes. Matteucci indica que el protagonismo es de la
Burguesía.
ESTADO NEOLIBERAL; a partir de los ´70 por consecuencia de la crisis del petróleo,
siendo su consecuencia principal el déficit fiscal. Se da la globalización internacional, se
compite en el mercado mundial cada vez más independiente. La figura del trabajador
cambio a la del consumido. Las políticas económicas enfocaron hacia una investigación
estratega, privatizaciones, aperturas de mercados, descentralización, flexibilidad laboral,
competivismo.