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La democracia en el Perú no es una fuente de desarrollo

DEMOCRACIA: Sistema político que defiende la soberaníadel pueblo y el derecho del


pueblo (Autoridad en la que reside el poder político) a elegir y controlar a sus gobernantes.
1) En el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2006) sobre la
democracia en el Perú, el 70,6% de los encuestados2 decía que «actualmente en el Perú la democracia
existe pero funciona mal», y el 24,4%, que «no existe o que no vivimos en democracia», y sólo el 5%
decía que «existe y funciona bien».

Si bien los gobiernos democráticos pueden ser analizados como intentos de construir una forma de
gobierno para todos…

Confiamos en la ley y en los procedimientos democráticos

Por eso la importancia del supuesto fundacional de toda democracia que es la existencia de un pacto
social, de un acuerdo nacional entre las clases sociales de reconocimiento mutuo de derechos y de
igualdad garantizada por la ley. Este pacto no se ha dado y la resistencia a enfrentar el tema es una de
las causas de la fragilidad de la democracia en el Perú. El informe de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (2004) vuelve a plantear este problema al denunciar las grandes brechas existentes en la
sociedad peruana que dividen a unos de otros por el idioma, la cultura, el territorio y el acceso a la
educación y a la ley, y a los bienes necesarios para la vida. Pero se encuentra nuevamente con el rechazo
de las élites y la negación a ver lo innegable.

En una reciente publicación del PNUD (2006: 113), el 44,6% de los peruanos está dispuesto a sacrificar
de la democracia que «se cierre el Congreso» si el país se encontrara en graves dificultades económicas.
Esto tiene que ver con la confianza y valoración que se tiene de las principales instituciones de la
democracia, como son el Congreso y el Poder Judicial.

Hablar de democracia formal es aludir a la igualdad teórica que establece la ley entre los ciudadanos,
oponiéndola a la democracia real, que reconoce la gran desigualdad que existe en la sociedad en todas
sus esferas, lo que lleva a la participación directa y a las movilizaciones para exigir el cumplimiento de la
ley y el respeto a los derechos, avanzando en la construcción de una sociedad realmente más igualitaria.

es la poca capacidad que éstas tienen para canalizar las demandas ciudadanas y de gestionar los
recursos públicos como bienes públicos y no personales o privados. A esta dificultad se añade la
capacidad o no que tienen de desmovilizar a la población que generalmente ha sido quien ha logrado
producir las condiciones para un gobierno democrático con sus acciones políticas y que ha reforzado su
conciencia ciudadana no sólo en términos de obligaciones sino de derechos. Si usáramos el esquema de
agente/principal, en el contexto institucional de la democracia, la ciudadanía es el principal y el político
es el agente. No en el sentido de actor, sino en tanto representante del ciudadano. Pero esta noción que
puede ser clara en el esquema, no lo es en las relaciones de poder. Una vez que se restablecen las
instituciones, el poder pasa por el agente, y no por el principal, hasta las siguientes elecciones.

En este sentido cabe decir que son la movilización y la participación las que pueden llevar a mejorar
las condiciones para el funcionamiento de la democracia.

Uno de los indicadores que habría que mirar para evaluar la fortaleza o debilidad de la democracia es
la capacidad de movilización que tienen los ciudadanos y los objetivos de su movilización.
2) Se puede entonces hablar de una ciudadanía y de una sociedad civil asediada y disminuida al igual
que las instituciones de la democracia, pero que dieron la pelea por mantener un espacio público
abierto, la vigencia de los derechos civiles y humanos, y participaron en los procesos electorales
confiando en la democracia. No olvidemos que habían forjado su conciencia ciudadana en la lucha por
sus reivindicaciones en un contexto no democrático. Lo que cambiaba el escenario político era que
había elecciones y un conflicto armado interno que los colocó muchas veces en situaciones de quedar
atrapados entre dos fuegos.

Cuando se pasa a un régimen democrático, aparece la Constitución como garantía para todos los
ciudadanos que podrán ejercer sus derechos con igualdad de condiciones. Pero ésta es vista como
ficción cuando el Poder Ejecutivo sigue negociando con la población de forma similar que durante el
régimen autoritario o dictatorial. Con la mediación del Congreso hay que pasar por las leyes para
obtener beneficios, y las leyes tienen un cuerpo de guardianes organizados: los congresistas y los
abogados, que aparentemente limitan los beneficios para unos pocos. Una de las maneras de medir la
calidad de la democracia podría estar en explorar las conexiones que existen y se perciben entre un
Perú y el otro.

No es sólo la definición de la democracia, sino también su práctica, la que nace de una terca voluntad.
La aspiración al reconocimiento de los otros, a acortar las distancias que nos separan, a no ser mirados
como otros ajenos sino como iguales, son pequeños motores de la historia contemporánea que
mueven a los peruanos a construir una democracia

3) Frente a este paradigma se propone el de democracia cultural, que supone una acción más
descentralizada y la potenciación de la participación ciudadana (empoderamiento). Esto implica que
cuando hablamos del derecho a la cultura estamos hablando del derecho a que comunidades,
sociedades e individuos tengan la posibilidad de construir participativamente las agendas culturales;
sustituyendo el rol de consumidor pasivo por el de coproductor y coprogramador activo. En tanto las
agendas culturales sean patrimonio exclusivo de una élite “sofisticada”, “culta” o “tecnócrata” y se
construyan desde arriba, no tendremos estrictamente democracia cultural.

No existen atajos para la democracia cultural. Construir participativamente agendas culturales que
respondan a los muchos mundos que habitamos y que nos habitan; que den lugar a las diversas voces,
aún a aquellas que han sido silenciadas por el estruendo de los modelos exitosos, es tal vez la única ruta
posible y deseable. Aquella que nos permite a todos reconocernos como específicamente humanos.

Esto supone que el sistema universitario de educación superior, tanto de las universidades indígenas o
interculturales como de la propia unam y el resto del sistema de educación superior, está muy lejos de
ofrecer una oferta justa, equitativa y democrática, en materia de acceso a la educación superior en
México, a los miembros de los pueblos indígenas, sin mencionar aquí la interculturalización de los
contenidos y currículas de las distintas licenciaturas y posgrados que se imparten.
4) Acercando los servicios públicos a la gente Como parte de su marcha hacia una mayor participación
democrática, Perú ha sentado en los últimos cinco años las bases legales para la descentralización
geográfica del poder político. Aunque el proceso fue impulsado por la política, ofrecía una oportunidad
única para mejorar la calidad de los servicios públicos ¿?

Sin embargo, el hecho de que el Perú ahora esté pasando por una pacífica transición democrática sin
crisis fiscal supone una oportunidad para dirigir la atención hacia la meta de una mejor gobernabilidad,
lo que implica manejar los recursos de forma más eficaz, implementar políticas fiscales sólidas y mejorar
los servicios para los ciudadanos.

Corrupción

Diversos informes sobre la administración de justicia en el Perú señalan que esta «padece de
corrupción» (Instituto del Banco Mundial 2001). La corrupción es una de las barreras más serias en
cualquier régimen democrático y para el desarrollo de un país, y es «[…] uno de los principales
destructores de la legitimidad de la democracia y sus instituciones» (Corporación Latinobarómetro 2005:
25). Combatir la corrupción requiere del esfuerzo conjunto del Gobierno y la sociedad civil para
incrementar la conciencia sobre los daños que esta ocasiona y generar un cambio de cultura que
promueva la transparencia.

Según la organización Transparencia Internacional (2005), el Perú es uno de los países con mayor índice
de corrupción en la región. Una serie de estudios señalan que es el motivo principal por el cual el sector
empresarial se abstiene de recurrir a la justicia. De acuerdo con la investigación realizada por Herrero y
Henderson (2003), son de público conocimiento los pagos informales que los usuarios del sistema de
justicia deben solventar al momento de presentar un caso ante los juzgados civiles, o para que un caso
sea asignado a determinado juez, o aquellos para agilizar trámites del procedimiento, e incluso los que
hay que hacer para influir sobre la sentencia del juez. Los costos informales a veces son asumidos por los
empresarios, y otras veces estas ineficiencias judiciales son transferidas, a través de sus precios, al
consumidor.

Reforma de instituciones claves PROFUNDIZAR LA REFORMA Y MODERNIZACIÓN DE LA POLICÍA


NACIONAL. Ello pasa, en primer lugar, por ratificar a la Policía como la institución del Estado
especializada y centralmente responsable en el mantenimiento del orden público y en la protección
de las libertades y derechos del ciudadano frente a la violencia y el delito. Y, en segundo lugar, por
ratificar los compromisos y obligaciones de la Policía con el estado de derecho, la democracia y el
respeto de los derechos humanos. Las principales acciones de reforma y modernización de la Policía
deberán estar orientadas

5) Recientemente diversos estudios han señalado la vulnerabilidad del sistema democrático en América
Latina. Los problemas a los que se enfrenta esta región como la crisis de legitimidad democrática, la
debilidad de las instituciones para garantizar los derechos de los ciudadanos y los problemas socio-
económicos, caracterizados por el aumento de las desigualdades y de la pobreza, ha llevado a que
determinados sectores de la población piensen en sistemas políticos de carácter no democrático.
El número de personas que apoyarían a un gobierno no democrático si éste les resolviera sus problemas
económicos y sociales ha aumentado. En general, los análisis mencionados indican que en América
Latina existe un malestar en la democracia, aunque no necesariamente con la democracia.

La gobernabilidad democrática depende de una combinación virtuosa de tres elementos:

– El fortalecimiento político-institucional democrático, es decir, la capacidad de un Estado


legítimamente establecido de atender efectivamente las demandas sociales en el marco del Estado de
derecho, el control efectivo del territorio, el monopolio de la fuerza y la capacidad de las autoridades
para formular e implementar políticas, así como para controlar procesos administrativos diversos. – El
desarrollo socio-económico y la integración social, es decir, la generación de políticas que satisfagan las
necesidades básicas del conjunto de la población. – La promoción de un clima internacional que
privilegie la resolución pacífica y negociada de conflictos.

Si bien en América Latina y el Caribe ha aumentado el número de países en los que se realizan
elecciones y renovación periódica de autoridades –democracias electorales–, en la mayoría de los casos
aún persisten serias deficiencias respecto de otros derechos esenciales al sistema democrático como la
libertad de asociación, libertad de expresión o la protección de la integridad física de las personas.

Condiciones para la gobernabilidad democrática NO EXISTEN!

Las opciones de gobernabilidad democrática dependen de una ecuación que considera el desarrollo
político-institucional, el desarrollo económico y social y la integración de la población.

– Desarrollo político-institucional. El Estado es capaz de atender las demandas sociales. Las autoridades
legítimamente electas ejercen el control efectivo del territorio, mantienen el monopolio de la fuerza,
formulan y son capaces de implementar políticas sociales y económicas, recaudan impuestos y controlan
efectivamente procesos administrativos diversos. Las instituciones del Estado garantizan y promueven el
cumplimiento del Estado de derecho. – Desarrollo económico y social. El Estado-nación es capaz de
generar un mínimo grado de desarrollo económico y social que asegura la satisfacción de las
necesidades básicas de la población. – Integración social. El fortalecimiento del Estado de derecho
implica que se generan condiciones básicas para el respeto de los derechos humanos y para la
integración o inclusión de la ciudadanía al sistema democrático. Se promueven las condiciones
necesarias para el respeto de los derechos de las minorías, la igualdad de oportunidades entre hombres
y mujeres y la superación de todas las formas de discriminación.

El nivel de satisfacción de los latinoamericanos y caribeños con su democracia tiende a ser muy bajo. En
general, una fuerte insatisfacción alcanza a más del 50% de la población en la mayoría de los casos. Esto
expresa el malestar en la democracia, el malestar por las promesas incumplidas, el malestar por la falta
de resolución de los principales problemas y demandas de la ciudadanía. Estas tienen relación con las
graves inequidades económico-sociales. Los niveles de pobreza se han incrementado en la última
década. Hoy hay más pobres que a inicios de los años ochenta.

LA DESCONFIANZA EN EL SISTEMA DEMOCRATICO A AUMENTADO


Del análisis expuesto sobre las vulnerabilidades en la región se desprende la necesidad de especificar
una agenda de sostenibilidad democrática que establezca prioridades de desarrollo; se focalice en
subregiones y países con riesgo de crisis; y monitoree los avances y déficit en la implementación de
dicho plan.

La existencia de una brecha social muy profunda en el acceso a los bienes materiales y culturales, así
como a los servicios básicos, constituye un apelativo ético al conjunto de la sociedad y una tarea que
desde la política debe ser abordada con urgencia, a riesgo de que se produzca una deslegitimación
generalizada del orden político democrático.

Un proceso de modernización construido sobre la base de la peor distribución de riqueza del mundo
configuró la historia latinoamericana. Durante el siglo pasado, la alta volatilidad de los ciclos económicos
y la inestabilidad política de los regímenes democráticos configuraron un círculo vicioso de alta pobreza
y desigualdad.

La ciudadanía remite, por lo tanto, a los derechos y a los deberes sociales y requiere la consolidación de
la democracia, en tanto régimen que garantice las libertades civiles, el acceso plural al gobierno, la
transparencia informativa y la participación. Asimismo, para el ejercicio de la ciudadanía es preciso que
los ciudadanos cuenten con los recursos necesarios para el pleno ejercicio de sus derechos.

despertar de pueblos que reclaman democracia y condiciones de vida dignas.

La democracia en el Perú no ha asegurado un acceso igualitario a la ciudadanía; vastos


sectores de la población no han logrado acceder a los beneficios y derechos que otorga el
sistema democrático. Como resultado, se ha construido una república con un régimen
democrático, pero sin ciudadanos de la misma categoría (Manrique 2006). Esto se debe a que
la adquisición de la ciudadanía en el Perú es más un proceso de lucha de grandes sectores de
la población contra el Estado, que un proceso de reconocimiento desde las propias
instituciones estatales.
Por otro lado, la escuela es importante para la consolidación de la democracia y la construcción
de la ciudadanía, porque es un espacio de socialización mediante el cual se transmiten ideas y
valores que son importantes para una sociedad. Como afirma Durkheim (1976: 105), “[…] si se
concede algún valor a la existencia de la sociedad […] es preciso que la educación asegure
entre los ciudadanos una suficiente comunidad de ideas y de sentimientos, sin la cual es
imposible cualquier sociedad.” De esta forma, optar por enseñar y poner en práctica valores
democráticos en la escuela tiene efectos positivos en el sistema democrático (Stojnic 2015).

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