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Instituto de Historia
Historia Moderna
Entre la fascinación y el rechazo. Europa y los otros en las plumas de la Modernidad
Felipe Carrera González
I. Introducción
El presente ensayo busca aproximarse a la construcción de alteridades extra-europeas durante
los siglos XV y XVII como parte del tránsito a la modernidad por medio de la escritura de actores
europeos del periodo. Para ello, sugerimos como hipótesis que las dos posturas características desde
las cuales los europeos de la época ven a los no-europeos son esencialmente la fascinación y el
rechazo desde la escritura, coexistiendo estas dos en contextos si bien diferentes, no por ello menos
representativos del tránsito del mundo europeo a la Modernidad. En este caso, por razones de
espacio, el ensayo se centrará esencialmente en las alteridades del viejo mundo (estirando, eso sí, el
término), judíos, árabes y chinos, dejando de lado las alteridades del nuevo mundo que irrumpen en
el imaginario europeo a partir de octubre de 1492.
Dos de las grandes formas de expansión del conocimiento europeo a partir del siglo XV fueron
el Humanismo y las exploraciones. Si bien ambos procesos parecen dirigirse en direcciones
contrarias (el Humanismo como una introspección y las exploraciones como una extrospección),
lo cierto es que los humanistas no renunciaron a lo extra-europeo, como procederemos a explicar
más adelante. Es más, pareciera que dichas direcciones contrarias nacen de un cierto ánimo
conjunto de descubrir el mundo física e intelectualmente; así, el Rafael Hitlodeo de la Utopía de
Tomás Moro es tanto un erudito estudioso del latín y del griego como un viajero conocedor de los
puertos de Oriente; acaso planteado como una síntesis de su época.
Pero no es tampoco una época de mera curiosidad intelectual y apertura ante el otro. También,
los siglos XV, XVI y XVII serán de cierto repliegue y de intolerancia, de ver a las culturas
extraeuropeas como enemigas, a veces rayanas en lo demoníaco, que dejan su impureza impregnada
en la sociedad. Así, la palabra escrita también contribuirá a limpiar la sociedad, en su concepto,
enfrentándose a esta herencia extraña que dejan los extra-europeos. También los hombres de letras
expresarán su desconfianza o su alejamiento de una forma menos sutil, que es la indiferencia.
Detrás de ambas circunstancias hay un cierto rechazo.
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II. La fascinación.
Los humanistas no se limitaron al conocimiento del griego y al latín, sino que desde temprano
manifestaron interés por el aprendizaje de otros idiomas, aunque de forma menos extendida y
sistemática. Así, el hebreo fue objeto de bastante estudio, llegándose a lo que Jacques Lafaye llama
“la ideología del trilingüismo1”. Pero, ¿era realmente el hebreo una lengua extraeuropea? Había
comunidades judías en el continente desde el Imperio Romano, y el ser una de las lenguas de las
Sagradas Escrituras le otorgaba cierto valor para el cristianismo, aunque muy matizado por el uso
de las traducciones autorizadas al latín.
Hubo entre los humanistas estudiosos del hebreo muy notables, y conocedores de la Cábala
judía, influenciados por la filosofía neoplatónica, tan cara a la filosofía judía desde el siglo III. Es
aquí, de hecho, donde convergen las dos aproximaciones a las alteridades extra-europeas que
señalamos: uno de los focos más importantes de los estudios judíos humanistas (la fascinación) fue
Italia, donde se refugiaron muchos de los sefardíes más cultivados que habían sido expulsados de
España y Portugal (el rechazo)2.
¿Quiénes se dedicaron a escribir sobre la lengua y la cultura hebrea? El mismo Lafaye cita
algunos autores. Uno de los más curiosos, que sintetiza hasta cierto punto la fascinación intelectual
del Humanismo por el pasado más allá de griegos y romanos es Giovanni Pico della Mirandola
(discípulo en Padua del filósofo judío Elia del Medigo), autor de las llamadas 900 tesis (1486), en las
que defiende la convergencia de todas las tradiciones religiosas, filosóficas y culturales en el
cristianismo; y en las que se detiene bastante en estudiar la cabalística.
Sobre la cabalística es de notarse que Pico della Mirandola le atribuye un rol central al
conocimiento de la lengua hebrea, a la cual en su fascinación le atribuye ciertas propiedades
mágicas. En la Apología que escribió para defender su obra del tribunal inquisitorial que acabaría
por condenar sus 900 tesis, llegó al punto de explicar “how cabalists may use the secret Hebrew
names of God and names of angels, invoking them in the powerful Hebrew language or by magical
combinations of the sacred Hebrew alphabet”3.
1
Lafaye, Jacques, P
or amor al griego. La nación europea, señorío humanista (siglos XIV-XVII). ( México: Fondo de
Cultura Económica, 2005), p. 86.
2
Lafaye, Por amor al griego, p. 97.
3
Goodrick-Clarke, Nicholas. “Pico della Mirandola and the Cabala”. R osacrucian Digest, Vol. 90 N° 2 (2012), p. 37.
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A su vez, el más famoso Discurso sobre la dignidad del hombre parte citando a Abdala el
sarraceno, y más adelante se remite a “la más secreta teología hebraica4”, a Mahoma e incluso a
Zoroastro, además de Averroes y Avicena.
Pico della Mirandola además fomentó en el ambiente intelectual italiano la traducción de
textos hebreos y arameos. Contó para ello con el converso Flavio Mitrídates, quien tradujo al latín
textos de Maimónides, de Gersónides y numerosos textos cabalísticos, entre otros5.
También el árabe fue objeto de estudio de los humanistas, aunque en niveles mucho menores
a la cultura trilingüe y principalmente en aquellas regiones donde el Islam no representaba un
problema geopolítico. Padua fue una sede del averroísmo, a la vez que el árabe fue estudiado por
políglotas alemanes y franceses, entre los cuales destacaron los teólogos conocedores del Corán
como Nicolás de Cusa o Theodor Buchmann (Bibliander). Aunque el estudio del árabe y de la
cultura musulmana, como dijimos, fue muy menor en el Humanismo. Sabemos que el
mencionado Pico della Mirandola también se interesó en las traducciones de textos árabes,
particularmente de Averroes, que realiza su maestro Elia del Medigo6.
No obstante, la alteridad más ajena al Viejo Continente con la que se encontraran los europeos
de la época es China. Pero aquí las exploraciones son diferentes. No se trata solamente de una
exploración intelectual, no son los catedráticos de Bolonia, París y Salamanca, o los eruditos
cortesanos los que incorporarán a este coloso de Oriente a la mentalidad europea. Será una triada de
misioneros, comerciantes y soldados, españoles, portugueses e italianos los que escribirán sobre lo
que ven en sus viajes, e integran al mundo Chino al corpus escrito de lo extra-europeo.
En este caso también se da una cierta fascinación por la civilización con la que se encuentran.
Uno de los escritores más influyentes sobre la civilización china de entonces es el misionero jesuita
Matteo Ricci, autor de tratados geográficos y lingüísticos que representan las primeras
aproximaciones modernas de Europa a China. No obstante, su obra más conocida en la misma
China es el Tianzhu shiyi (1603), cuyo título traducido literalmente significa “El verdadero
significado del Señor del Cielo”. En dicha obra, Ricci desarrolla las coincidencias y los puntos en
común de la moral cristiana y el confucianismo, contrasta a Aristóteles con Confucio y busca
demostrar la existencia de Dios y los principales dogmas del catolicismo por medio de argumentos
adaptados a la cultura china.
4
Pico della Mirandola, Giovanni, D iscurso sobre la dignidad del hombre (Medellín, Ediciones 𝛑), p. 6.
5
Novak, B. C. “Giovanni Pico della Mirandola and Jochanan Alemanno”. Journal of the Warburg and Courtauld
Institutes, Vol. 45 (1982), pp. 129-30.
6
Novak, “Giovanni Pico della Mirandola and Jochanan Alemanno”, p. 128.
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Si bien este no es un texto que pueda decirse forme parte del corpus literario occidental, pues
circula principalmente en China7 y orientado a dicho público, lo que nos interesa es la actitud
mental adoptada por Ricci, que se fascina por la cultura china y la estudia a fondo para integrarla
en un discurso que no deja de tener raíz eminentemente europea.
Esto no habría sido posible sin el especial énfasis que habían puesto los jesuitas, y Ricci en
particular, en la formación lingüística del misionero, que le permita entrar en la sociedad a la que
eran destinados, integrarse en ella y evangelizar “desde adentro”, si se prefiere8. Esto facilita tal nivel
de conocimiento de las culturas orientales, y dicho conocimiento se pone por escrito muchas veces,
ampliando el horizonte que se le puede presentar al lector occidental.
Sobre China había escrito una generación antes Alessandro Valignano, de quien Ricci fuera
discípulo. Visitador jesuita en Oriente, escribe una historia de la Compañía en el Asia oriental
donde hace un detallado elogio de la civilización china, a la cual le atribuye grandes progresos en la
industria y en el arte del buen gobierno, en el estudio de las ciencias y en la cultura escrita. De todas
formas, la fascinación tiene sus límites: campean en la sociedad china el vicio y la confusión
religiosa, por lo que es una tierra que debe imperiosamente ser evangelizada9.
Es de notarse que Ricci y Pico della Mirandola adoptan posturas más o menos similares ante la
cultura ajena en sus escritos, tratando de analogarla e incluso integrarla al cristianismo occidental
(Ricci, sin embargo, no llega al sincretismo y la heterodoxia de Pico della Mirandola), enfatizando
puntos comunes y asumiendo que ambas tradiciones buscan acercarse a Dios. Es sintomático, en
este sentido, que parta demostrando la existencia de Dios por medio del carácter religioso de todos
los pueblos10 (por ende, tanto de occidentales como de orientales): “El ensueño de Pico de una
religión y una sabiduría universal sincrética ha sido la ilusión de muchos sabios humanistas
posteriores, como el germano Bibliander y su maestro Nicolás de Cusa, el francés Guillaume Postel,
y retomado en el siglo XVII por el jesuita alemán Atanasio Kircher11” (estudioso del chino y del
copto) quien escribe que “desde el Oriente hasta el Ocaso, es venerado el nombre del Señor”, no
solamente pareciendo referirse a la expansión de las misiones alrededor del globo terráqueo; el
contexto también induce a pensar en la idea de una cierta religiosidad o sabiduría universal que la
7
Hsia, R. Po-chia, A
Jesuit in the Forbidden City: Matteo Ricci 1552-1610 ( Oxford: Oxford University Press, 2010),
pp. 225 y ss.
8
Romano, Antonella, Impresiones de China. Europa y el englobamiento del mundo (siglos XVI-XVII). (Madrid:
Marcial Pons, 2018), pp. 119-20.
9
Romano, Impresiones de China, pp. 82-9.
10
Romano, Impresiones de China, p p. 119 y ss.
11
Lafaye, P
or amor al griego, p. 94.
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fascinación intelectual por el otro permite descubrirla, y que converge de forma más perfecta en el
cristianismo.
III. El rechazo.
Sin embargo, sería ingenuo pensar que esta época es solamente de apertura hacia lo
extraeuropeo. Por el contrario, se dieron también procesos de cerrazón e intolerancia cultural y
religiosa, que naturalmente encontraron su manifestación en la palabra escrita.
Uno de los casos más relevantes es el de los judíos. Expulsados de España en 1492, también
encontraron el rechazo en la escritura de la época. Así, el ampliamente difundido durante el siglo
XVI Libro Verde de Aragón, de Juan de Anchías12, asesor de la Inquisición, donde, relatando su
refugio de su ciudad afectada por la peste (que atribuye a los mismos judíos), narra las
circunstancias que movieron a Fernando de Aragón a llegar al Edicto de Granada e hilvana una
serie de genealogías con antecedentes judíos, en tiempos de lo que, siguiendo a Adriano Prosperi,
vendría siendo una transición del antisemitismo religioso y cultural a un antisemitismo racial13, que
es el que persiste en Europa durante los siglos venideros y degenera en la solución final alemana.
En este caso, la aproximación a lo extraeuropeo es de repulsión incluso física (no en vano se
enfatiza en la sangre judía), y su amplia circulación en Aragón genera una nefasta influencia, en
concepto de Prosperi14. Incluso circulando solo como manuscrito, y siendo censurado por la
Inquisición a principios del siglo XVII, el Libro Verde inflamó la causa antisemita entre la
población, al difundir la herencia de las familias judías aragonesas entre la población de la época.
El propósito del Libro Verde habría sido colaborar en la limpieza de la “mancha” de sangre
esparcida por el reino, especialmente entre la oligarquía aragonesa, por lo que sirvió para
instrumentalizar políticamente el rechazo antisemita entre dicho sector, pues los vínculos familiares
con los judíos en general habían sido mayores entre los sectores más altos de la sociedad española.
Dicha arma fue ampliamente utilizada hasta tiempos de Felipe II; bajo Olivares el libro pasó a ser
una herramienta incómoda y contraproducente para los intereses del Gobierno y la Administración
del reino, por lo que acabó censurado por la Inquisición, como señalamos en s upra.
12
O al menos a él le atribuye Propseri la autoría, aunque es controvertida. Sobre ello cf. Combescure, Monique,
“Genealogía y política en el Siglo de Oro. El Libro Verde de Aragón”. En El Siglo de Oro en el nuevo milenio, tomo I,
ed. por Carlos Mata y Miguel Zugasti (Pamplona: EUNSA, 2005), p. 3.
13
Prosperi, Adriano, La semilla de la intolerancia. Judíos, herejes, salvajes: Granada 1492. (Santiago: Fondo de Cultura
Económica, 2018), pp. 153 y ss.
14
Prosperi, L
a semilla de la intolerancia, pp. 113 y ss.
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También es español el caso, mucho menos intenso, que plantea Lafaye: ¿por qué razón, si
Córdoba fue el principal centro de la cultura árabe junto con Bagdad, hay tan pocos arabistas
españoles en el Renacimiento15? Las razones serían bastante similares a las del caso anterior, pues “la
España cristiana tendió a expulsarlos o asimilarlos, en nombre de la unidad de la fe; sería
contradictorio valorar el árabe y el hebreo como vehículos de creencias que se pretendía extirpar16”,
lo cual se manifestó en el escaso interés en estudiar la lengua, la cultura y la filosofía de los enemigos
derrotados de la Reconquista. Si a eso se añade la influencia mucho menor de los árabes que los
judíos entre los sectores altos de la sociedad, que son principalmente en esta época los que se
dedican a escribir y a estudiar, al rechazo en este caso se le puede sumar el desinterés.
IV. Conclusiones.
A la luz de lo expuesto, es posible concluir que parte del tránsito de Europa a la Modernidad se
da en parte por las nuevas actitudes que las generaciones intelectuales que coinciden con este
proceso toman con respecto a las viejas y las nuevas alteridades con que el hombre europeo se va
encontrando. Así, mientras que por un lado la palabra escrita manifiesta la fascinación intelectual
por el otro, asimilándolo a la tradición clásica que el Humanismo busca realzar, por contrapartida
manifiesta el rechazo por el otro (a veces el mismo otro que para algunos autores resulta ser una
fuente de sabiduría), fenómeno propio de una Europa que se abre y que no reaccionará de manera
uniforme a las culturas con las que se encuentra y se re-encuentra.
La combinación de Humanismo y exploraciones permiten la primera de las actitudes: la
fascinación. Los escritores se fascinan con la cultura ajena, buscan aprender de ella e integrarla a
una forma de ver el mundo donde aquella converge con el cristianismo y con la filosofía clásica, por
lo que en lugar de renunciar a los últimos, se desarrolla una forma de pensar que muchas veces
tiende a dirigirse al sincretismo.
Por otra parte, la reconfiguración política y social de Europa varias veces deja fuera a los
mismos otros que en ciertos círculos intelectuales van a despertar tanto interés. Así, el rechazo
también encontrará su expresión en la lectura y la escritura de los hombres de su tiempo.
15
Lafaye, P or amor al griego, p. 100.
16
Lafaye, P or amor al griego, p. 100.
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V. Bibliografía.
Combescure, Monique. “Genealogía y política en el Siglo de Oro. El Libro Verde de Aragón”. En
El Siglo de Oro en el nuevo milenio, tomo I, ed. por Carlos Mata y Miguel Zugasti. Pamplona:
EUNSA, 2005.
Goodrick-Clarke, Nicholas. “Pico della Mirandola and the Cabala”. Rosacrucian Digest, Vol. 90 N°
2 (2012), pp. 35-40.
Hsia, R. Po-chia. A Jesuit in the Forbidden City: Matteo Ricci 1552-1610. Oxford: Oxford
University Press, 2010.
Lafaye, Jacques. Por amor al griego. La nación europea, señorío humanista (siglos XIV-XVII).
México: Fondo de Cultura Económica, 2005.
Novak, B. C. “Giovanni Pico della Mirandola and Jochanan Alemanno”. Journal of the Warburg
and Courtauld Institutes, Vol. 45 (1982), pp. 125-147.
Pico della Mirandola, Giovanni. Discurso sobre la dignidad del hombre. Medellín, Ediciones 𝛑.
Prosperi, Adriano. La semilla de la intolerancia. Judíos, herejes, salvajes: Granada 1492. Santiago:
Fondo de Cultura Económica, 2018.
Romano, Antonella. Impresiones de China. Europa y el englobamiento del mundo (siglos
XVI-XVII). Madrid: Marcial Pons, 2018.