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Esta nota va a tener muchas x. Más que nada, x como símbolo de incógnita, igual que en
las ecuaciones matemáticas, solo que aquí van a quedar todas sin despejar. ¿Qué tal si,
por ejemplo, la fórmula común y corriente para denominar al conjunto de habitantes de
Buenos Aires fuera "las porteñas"? ¿Y, entonces, en las publicidades del gobierno de la
ciudad en la vía pública viéramos campañas como "Cuidémonos de la gripe entre todas"
o "Juntas hagamos realidad las ideas de las vecinas"? ¿Cómo sería el mundo si el botón
del homebanking dijera "atención a la clienta", las redes sociales mostraran "usuaria" y
"seguidoras" o si "las millennials", "las consumidoras" y, ya que viene al caso, "las
hablantes del castellano" fueran las formas naturalizadas para referirnos a grupos que
contienen a todos los géneros? Si hace ruido, se entendió la idea. Tener la sensación de
quedar fuera del lenguaje es, por lo menos, raro. Si googlean van a encontrar muchos
estudios especializados, y no solo feministas, sobre el tema.
Es que el hecho de que sigamos usando el género gramatical masculino para designar
plurales o colectivos que no abarcan únicamente a personas de género masculino le está
haciendo ruido a mucha gente. Si sumáramos a las mujeres -se llamen o no a sí mismas
feministas-, y a las personas que se llaman a sí mismas LGBTTIQNB+ (lesbianas, gays,
bisexuales, trans, travestis, intergénero, queer, no binarios y más denominaciones por
cristalizar), estaríamos hablando de la mayoría de quienes utilizan cualquiera de las
lenguas de este planeta.
Así que, para contextualizar algo más la incógnita central de esta nota: entre la lucha
imparable de las mujeres por la igualdad en todos los frentes; las nuevas identidades de
género que desbordan todos los patrones y también dan batalla (la ley argentina de 2012
fue pionera en el reconocimiento de sus derechos); y una cultura digital global,
democratizando el acceso a la información y a la expresión a la velocidad del rayo;
francamente, ¿alguien creía que todo el mundo se iba a quedar en el molde de un
masculino gramatical como única opción para denotar 'plural universal'?
Tiempo de polisemias
"El hecho de que el masculino se haya puesto a sí mismo como referencia neutra del
mundo no me parece casual", dice Santiago Kalinowski, director del departamento de
investigaciones lingüísticas y filológicas de la Academia Argentina de Letras. "Para mí
es legítima la pregunta de por qué pasó que el género gramatical femenino solo es
femenino, mientras el masculino también es no marcado. Y es algo que se puede
responder al cabo de una larga investigación antropológica, pero hunde sus causas en la
prehistoria de la humanidad. Tal vez es una continuidad de la situación en la que la
fuerza física era la condición principal de la supervivencia, en un momento, que es
sumamente reciente para la especie, en el cual ese paradigma cambió. Para la gramática,
que lleva con nosotros cientos de miles y acaso algún millón de años, estos cambios en
la sociedad son del último segundo. Y por eso la cosa está codificada como está".
Así es como la cultura popular contemporánea convirtió, por su cuenta, a esa x que
reemplaza a la a y la o en el símbolo de la polisemia por excelencia: significa "no
femenino ni masculino", pero también una fractura, un llamado de atención. Un desafío:
completame como quieras. "Lejos de cerrar, la x abre", resume Sasa Testa, activista,
docente e investigadorx queer. "Yo tengo esta política; y como tengo que recurrir al
lenguaje, escribo con x. Ahora, atendiendo a lo que la misma academia dice, que leemos
de manera gestáltica, no hago una nota al pie aclarando por qué uso la x. Yo apelo a
priori a la Gestalt y a la estructura profunda chomskiana para que quien lee reponga en
esa x lo que quiera, lo que sepa, lo que pueda. En una aclaración se sigue sosteniendo la
lógica de la norma; te estoy diciendo 'perdón por correrme de la norma'. Yo no siento
que le tenga que aclarar nada a ninguna norma. Porque la norma es el eufemismo del
poder".
La RAE, sin embargo, se apuró a poner el grito en el cielo, aunque solo contra el
lenguaje inclusivo feminista (sus definiciones se basan en los conceptos de sexo y
colectivo mixto). El debate tiene un nivel de violencia importante, a pesar de que los
cambios lingüísticos son procesos, llevan tiempo y no dependen de que una institución
ni un grupo de organizaciones los decida. Son tan difíciles de controlar como de
predecir, así que nadie puede decir dónde terminará esto. ¿Una lengua que invisibilice
toda marca de género -binarixs, no binarixs- será la expresión de una sociedad
igualitaria? ¿O encontraremos formas de que todxs nos volvamos igual de visibles?
Mientras muchxs están expectantes de cómo seguirá interviniendo la policía del género
(humano y gramatical), no les quepa duda de que la lengua, como la vida, siempre va a
abrirse camino. Porque lxs que tenemos el poder sobre ella somos nosotras, nosotros y
nosotres, que la hacemos todos los días.
https://www.lanacion.com.ar/2117655-en-busca-de-un-lenguaje-cada-vez-mas-inclusivo-que-
hacemos-con-el-neutro