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ESTUDIO PERSONAL
¡Aliméntese con regularidad de las verdades bíblicas!
EL MEJOR maestro que jamás haya vivido declaró en cierta ocasión que el
hombre no vive de pan solamente, sino que también necesita alimento
espiritual, la Palabra de Dios. Por eso, ¿no es razonable concluir que los
cristianos deben alimentarse con regularidad de alimento espiritual, al igual que
se alimentan de pan literal? Ciertamente que sí. (Mateo 4:4) Tal alimento
espiritual no solo incluye la Biblia, sino también literatura que nos ayude a
entender la Biblia. Por eso, la Sociedad Watch Tower, entidad editora y
administrativa de los testigos de Jehová, no se limita a solo imprimir Biblias.
También, con regularidad, publica ayudas para el estudio de la Biblia a fin de
ayudar a los lectores a tener un entendimiento más claro de la Biblia.
Se ha planteado la pregunta en cuanto al valor de leer con regularidad estas
publicaciones, ya que a veces pudiera volverse a publicar y a considerar un
mismo tema. Pero, ¿no comemos pan, patatas o arroz con regularidad?
Además, el apóstol Pedro escribió: “Por esta razón siempre estaré dispuesto a
recordarles estas cosas, aunque las conocen y están firmemente establecidos
en la verdad que está presente en ustedes.” (2 Pedro 1:12) También queremos
señalar que cuando se considera un tema más de una vez, a menudo hay
nuevos aspectos, nuevos puntos de vista, mayor entendimiento, otros modos
eficaces de presentar la información. Es tal como dice Proverbios 4:18: “La
senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara
hasta que el día queda firmemente establecido.”
Entendiendo mejor la conciencia
Como ejemplo específico, considere el asunto de la conciencia. En febrero
de 1973 La Atalaya publicó una serie de artículos relacionados con el papel
que desempeña la conciencia humana como “dadora de testimonio.” Estos
artículos mostraron que nuestra conciencia es un testigo innato, que da
testimonio a favor o en contra nuestra, y que ésta funcionaba aun antes de que
Jehová Dios diera al hombre leyes o códigos escritos. Estos artículos también
señalaron a lo necesario que es respetar la conciencia de otras personas y al
papel que desempeña la conciencia en asuntos de empleo. Nunca antes se
habían dilucidado tan claramente estos asuntos.
Entonces, en septiembre de 1975, aparecieron otros dos artículos sobre la
conciencia. Entre los diversos puntos que se establecieron en estos artículos
estuvo el de que la conciencia desempeña dos papeles básicos. Uno es lo que
pudiera considerarse como la capacidad judicial. Este es el papel que
desempeña la conciencia “después del acto,” cuando nos declara culpables de
haber cometido algún tipo de transgresión. (2 Samuel 24:10) No obstante, en el
caso de los cristianos, el papel que más a menudo debería desempeñar la
conciencia es lo que pudiera llamarse el papel legislativo. Por supuesto, esto
no significa que ésta en realidad legisla nuevas leyes para el cristiano. Pero,
teniendo las leyes y principios de la Biblia como base, una conciencia fuerte
sirve de guía al cristiano. Es como si legislara para él por anticipado,
indicándole que cierto derrotero es incorrecto. Un ejemplo bíblico muy conocido
que ilustra este asunto es el del hijo de Jacob, José, quien rehusó las
proposiciones deshonestas de la esposa de Potifar.—Génesis 39:9.
Después, aún más recientemente, La Atalaya (15 de enero de 1977) publicó
otro artículo más sobre la conciencia, intitulado “Entrenando nuestra conciencia
para que haga más por nosotros.” Por lo general cuando se consideran asuntos
de conciencia, el objeto es determinar si algo es bueno o malo, correcto o
incorrecto. Pero en este artículo se dio énfasis a cómo la Biblia relaciona una
buena conciencia con la fe y el amor. (1 Timoteo 1:5) Sí, la conciencia no solo
debería impedir que violemos las leyes de Jehová Dios, sino que también
debería influir en que aprovechemos las oportunidades que se nos presentan
para obrar de manera generosa, noble, bondadosa y amorosa.—Compare con
Lucas 10:29-37.
De modo que nunca dé por sentado que un artículo que aparece en La
Atalaya es una mera repetición, simplemente porque trate de algún tema que
se haya considerado antes. Cierto, quizás no se refine el tema de manera
substancial, pero todo ello añade algo para revelar la verdad de la Biblia de
manera más hermosa, más significativa, sí, más provechosa para nosotros.
Todo esto hace recordar una anécdota que se relató acerca de Miguel
Ángel. Un amigo de él había estado contemplando con placer una hermosa
estatua que Miguel Ángel había esculpido. Cuando el amigo fue a verlo poco
tiempo después, se sorprendió de hallarlo trabajando todavía en la misma
estatua. Miguel Ángel hizo notar todas las mejoras que había hecho mientras
tanto, a lo que su amigo respondió: ‘Pero éstas solo son pequeñeces.’ En
respuesta, Miguel Ángel dijo: ‘Sí, eso es cierto. ¡Pero las pequeñeces hacen la
perfección y la perfección no es una pequeñez!’ Así, aunque a menudo pudiera
parecer que el refinamiento del entendimiento carezca de gran importancia, sí
ayuda a que la comprensión que tenemos de cierto asunto sea casi completa o
perfecta.
Manteniéndonos listos para el combate
Y eso no es todo. La Biblia y las publicaciones que nos ayudan a entenderla
mejor no se relacionan meramente con el conocimiento intelectual. La Palabra
de Dios es ‘una lámpara para nuestros pies y una luz para nuestra vereda.’
(Salmo 119:105) Además, se nos dice que la Palabra de Dios es “provechosa
para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en
justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando
completamente equipado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16, 17) Pero, la
Biblia puede servir a tales fines solo en la medida que la pongamos en práctica
en nuestra vida. Y, ¿cómo podemos ponerla en práctica si hemos olvidado lo
que hemos leído?
Es de vital importancia que se nos siga recordando el consejo que contiene
la Palabra de Dios en vista de que tenemos que luchar contra tres enemigos.
Uno de éstos es el mundo; la amistad con éste significa enemistad con Jehová
Dios. (Santiago 4:4) Respecto a la lucha que tenemos contra el mundo, el
apóstol Juan escribió: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.”
(1 Juan 5:4) La fe depende del conocimiento... conocimiento que se pueda
recordar fácilmente, no información que se haya olvidado hace mucho tiempo.
Ya que día tras día el mundo ejerce muchísima presión en nosotros,
necesitamos que se nos recuerde constantemente que no amemos al mundo ni
a las cosas que están en él; porque el mundo y todo lo que hay en él pasarán,
pero el que hace la voluntad de Dios permanecerá para siempre.—1 Juan 2:15-
17.
También tenemos al Diablo y sus demonios como nuestros enemigos. “Su
adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar
a alguien.” (1 Pedro 5:8) El y sus demonios guerrean contra nosotros y por eso
necesitamos ponernos la armadura espiritual completa que proviene de Dios, la
cual el apóstol Pablo describe en Efesios 6:11-17. El que nos pongamos esta
armadura y la usemos depende, nuevamente, de que nos alimentemos
constantemente de la Palabra de Dios. Sin duda, para poder esgrimir
eficazmente la ‘espada del espíritu, la palabra de Dios,’ necesitamos tener esa
palabra fresca en la mente y el corazón.
Nuestro tercer enemigo no es otro sino nuestras propias inclinaciones
pecaminosas que hemos heredado desde que nacimos, contra las cuales
tenemos que luchar constante y tenazmente. Ya que nuestras madres ‘nos
concibieron en pecado y nos dieron a luz en error,’ nuestra inclinación es mala
desde la juventud en adelante. (Génesis 8:21; Salmo 51:5) Dado que éste es el
caso, todos podemos lamentarnos, como lo hizo el apóstol Pablo: “Lo bueno
que deseo no lo hago, mas lo malo que no deseo es lo que practico.”
(Romanos 7:19) A causa de esta herencia, hallamos que el corazón humano es
desviado, traicionero, engañoso. Pero con la ayuda de la Palabra de Dios y de
las publicaciones bíblicas que nos ayudan a entender y poner en práctica los
principios bíblicos, podemos enfrentarnos a este enemigo que está dentro de
nosotros. No obstante, al igual que el apóstol Pablo, tenemos que aporrear
nuestro cuerpo y conducirlo como a esclavo.—Proverbios 3:32; Jeremías 17:9;
1 Corintios 9:27.
¿Qué hay del tiempo para ello?
La vida del cristiano está llena de actividad. Tenemos que leer la Biblia, una
revista nueva cada semana, prepararnos para las reuniones y asistir a ellas, y
participar en la importantísima obra de hacer discípulos de los que nos
escuchan con aprecio. Además, tenemos las responsabilidades cotidianas de
índole seglar para nuestro sustento y el de nuestras familias. Cada uno muy
bien pudiera preguntarse a sí mismo: ¿Cuánto tiempo dedico a la lectura de
publicaciones, periódicos y revistas seglares? ¿Cuánto tiempo dedico a mirar la
televisión o a escuchar música popular? Cierto, éstas son formas de recreación
y entretenimiento, mientras que a muchos tal vez les parezca que el prepararse
para las reuniones cristianas y el leer la literatura cristiana sea ‘demasiado
trabajo.’ Pero, ¿tenemos que considerar así dicha preparación y lectura? El
salmista dijo: “Ando alborozado a causa de tu dicho tal como uno hace al hallar
mucho despojo.” (Salmo 119:162) Así, debemos considerar seriamente si
nuestro derrotero en la vida realmente nos identifica como personas
espirituales más bien que como personas físicas.—1 Corintios 2:14-16.
Todo esto nos recuerda las palabras de Jesús sobre la felicidad que sienten
los que están conscientes de su necesidad espiritual. (Mateo 5:3) Las criaturas
terrestres inferiores —las aves, los insectos, los mamíferos, los peces y así
sucesivamente— no tienen necesidades espirituales. Pero el hombre sí las
tiene. El haber desatendido estas necesidades ha contribuido a la lamentable
confusión que existe actualmente en el mundo. Las filosofías e ideologías
materialistas alejan al hombre cada vez más de Dios. Sus necesidades físicas
—alimento, ropa y albergue— y asuntos tocante a lo sexual, al igual que el
placer o el deseo vehemente de tener poder, se convierten en la cosa más
importante de la vida. Pero si estamos verdaderamente conscientes de
nuestras necesidades espirituales, nos alimentaremos con regularidad de las
verdades bíblicas, buscaremos el tiempo para ello y mostraremos profundo
aprecio por ellas. ¿Cuál será la recompensa? Bueno, se nos ayudará a seguir
en el derrotero de devoción piadosa, que es “provechosa para todas las cosas,
puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.”—
1 Timoteo 4:8.
Lectura de la biblia
NUESTRA LECTURA PERSONAL DE LA BIBLIA
7Además de ayudar a otras personas a creer en la Biblia, nosotros mismos
tenemos que apartar tiempo para leerla con regularidad. ¿Está usted haciendo
eso? De todos los libros que se han producido, éste es el más importante. Por
supuesto, eso no significa que si leemos la Biblia no necesitamos nada más.
Las Escrituras advierten contra el que nos aislemos y pensemos que podemos
entenderlo todo mediante investigación independiente. Tanto el estudio
personal como la asistencia regular a las reuniones se necesitan para que
seamos cristianos equilibrados. (Pro. 18:1; Heb. 10:24, 25.)
8 Para nuestro provecho, la Biblia da el relato acerca de un funcionario
etíope hacia el cual un ángel dirigió al evangelizador cristiano Felipe cuando
este funcionario se hallaba leyendo la profecía de Isaías. Felipe preguntó al
hombre: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?”. Humildemente, el
etíope respondió: “¿Realmente cómo podría hacerlo, a menos que alguien me
guiara?”. Instó a Felipe a explicar el pasaje de la Escritura. Pues bien, Felipe no
era simplemente un lector independiente de la Biblia que diera allí su opinión
acerca de las Escrituras. No; el registro muestra que él se había mantenido en
estrecho contacto con los apóstoles en la congregación de Jerusalén y era
miembro de la organización visible de Jehová. Por eso podía ayudar al etíope a
beneficiarse de la instrucción que Jehová estaba haciendo disponible mediante
aquella organización (Hech. 6:5, 6; 8:5, 14, 15, 26-35). Hoy, de manera similar,
¿quién de nosotros ha llegado a un entendimiento claro y correcto de los
propósitos de Jehová por sí solo? Por el contrario, necesitamos, y continuamos
necesitando, la ayuda que Jehová provee amorosamente mediante su
organización visible.
9 Para ayudarnos a usar y entender la Biblia, la organización de Jehová
suministra excelente materia sobre las Escrituras en La Atalaya y publicaciones
relacionadas. Además, se nos da un horario regular de lectura de la Biblia con
relación a la Escuela del Ministerio Teocrático en las congregaciones de los
testigos de Jehová. Muchos testigos de Jehová efectúan lectura consecutiva de
la Biblia además de ésa. Se puede derivar mucho provecho del tiempo que se
dedica a examinar las Sagradas Escrituras (Sal. 1:1-3; 19:7, 8). ¿Ha leído
usted personalmente toda la Biblia? Si no, haga un esfuerzo especial por
lograrlo. Aunque no entienda plenamente todo, el tener una vista general de lo
que la Biblia contiene le será de gran valor. Si leyera solo cuatro o cinco
páginas al día, completaría la Biblia en aproximadamente un año.
10 ¿Cuándo pudiera usted personalmente hacer arreglos para efectuar esta
lectura de la Biblia? Si puede apartar siquiera 10 ó 15 minutos al día, ¡qué
beneficioso será eso! Si no, por lo menos fíjese tiempos regulares para ello
cada semana, y entonces apéguese a ese horario. La lectura de la Biblia debe
ser una costumbre de toda la vida, como el comer alimento. Como usted sabe,
si uno llega a tener malos hábitos en cuanto a comer, su salud sufre. Lo mismo
sucede con nuestra espiritualidad. Nuestra vida depende de que nos nutramos
con regularidad de “toda expresión que sale de la boca de Jehová”. (Mat. 4:4.)
11 ¿Con qué objeto debemos leer la Biblia? Sería un error el que nuestra
meta fuera simplemente cubrir cierto número fijo de páginas o hasta
únicamente el adquirir la vida eterna. Para que nos beneficiemos de modo
duradero, tenemos que tener motivos más elevados... amor a Dios, un deseo
de conocerlo mejor, de entender su voluntad y adorarlo aceptablemente (Juan
5:39-42). Nuestra actitud debe ser como la del escritor bíblico que dijo: “Hazme
conocer tus propios caminos, oh Jehová; enséñame tus propias sendas”. (Sal.
25:4.)
12Mientras recibimos esa enseñanza, nuestro deseo debe ser adquirir
“conocimiento exacto”. Sin eso, ¿cómo pudiéramos aplicar correctamente la
Palabra de Dios en nuestra propia vida o explicarla correctamente a otras
personas (Col. 3:10; 2 Tim. 2:15)? El adquirir conocimiento exacto exige que
leamos con cuidado, y si una porción es profunda, quizá tengamos que leerla
más de una vez para captar el sentido de ella. También nos será provechoso el
que dediquemos tiempo a meditar sobre la materia, y pensar acerca de ella
desde varios ángulos. En la página 27 de este libro se destacan cinco valiosas
sendas de pensamiento que se pueden explorar. Muchas porciones de las
Escrituras pueden analizarse provechosamente mediante el uso de una o más
de estas sendas. A medida que usted conteste las preguntas que se dan en las
páginas siguientes, verá cómo es cierto eso.
1) Con frecuencia la porción de las Escrituras que usted está leyendo da
alguna indicación en cuanto a la clase de persona que Jehová es.
Cuando meditamos con aprecio sobre lo que la Biblia nos dice acerca de las
obras de creación de Jehová, ¿qué efecto tiene esto en nuestra actitud para
con él? (Sal. 139:13, 14; de los capítulos 38-42 de Job, note especialmente
38:1, 2 y 40:2, 8, entonces 42:1-6.)
En vista de lo que dijo Jesús en Juan 14:9, 10, ¿qué podemos concluir
acerca de Jehová por incidentes como el que se registra en Lucas 5:12, 13?
2) Considere cómo el relato contribuye a desarrollar el tema de la Biblia, a
saber, la vindicación del nombre de Jehová mediante el Reino bajo Jesucristo
la Descendencia Prometida.
¿Cómo se relacionan con este tema las plagas que hirieron a Egipto? (Vea
Éxodo 5:2; 9:16; 12:12.)
¿Qué se puede decir del conmovedor relato acerca de Rut la moabita? (Rut
4:13-17; Mat. 1:1, 5.)
¿Qué papel desempeña en esto el anuncio de Gabriel a María acerca del
nacimiento venidero de Jesús? (Luc. 1:26-33.)
¿Por qué es significativo el ungimiento de los discípulos de Jesús con
espíritu santo en el Pentecostés? (Hech. 2:1-4; 1 Ped. 2:4, 5, 9; 2 Ped. 1:10,
11.)
3) El contexto arroja luz sobre el significado de versículos específicos.
¿A quiénes se dirigen las declaraciones que se encuentran en Romanos 5:1
y 8:16? (Vea Romanos 1:7.)
¿Indica el contexto que 1 Corintios 2:9 esté comentando acerca de la vida
en la Tierra en el Nuevo Orden de Dios? Como se muestra en los versículos 6-
8, ¿los ojos y oídos de quiénes no estaban captando el sentido de las cosas
acerca de las cuales Pablo escribía?
4) Pregúntese cómo puede usted dar aplicación personal a lo que está leyendo.
¿Es simplemente de interés histórico para nosotros el registro acerca de
que Caín matara a Abel, o hay consejo en él para nosotros? (Gén. 4:3-12; 1
Juan 3:10-15; Heb. 11:4.)
Cuando leemos (en Éxodo hasta Deuteronomio inclusive) acerca de las
experiencias de Israel en el desierto, ¿qué aplicación personal debemos hacer
de esto? (1 Cor. 10:6-11.)
¿Aplica a personas que tienen la esperanza de vida eterna en la Tierra el
consejo que se escribió sobre conducta a cristianos ungidos? (Compare con
Números 15:16; Juan 10:16.)
Aunque estemos en condición acepta ante la congregación cristiana, ¿se
nos hace necesario considerar maneras de aplicar más de lleno el consejo
bíblico que ya sepamos? (2 Cor. 13:5; 1 Tes. 4:1.)
5) Medite en cómo usted pudiera usar lo que está leyendo para ayudar a otras
personas.
¿A quiénes pudiera ayudar el relato acerca de la resurrección de la hija de
Jairo? (Luc. 8:41, 42, 49-56.)
13 ¡Cuán ricamente recompensadora viene a ser la lectura de la Biblia
cuando se hace de este modo! Ciertamente la lectura de la Biblia es un
desafío... un proyecto en el cual podemos trabajar provechosamente durante
toda la vida. Pero a medida que lo hacemos nos fortalecemos espiritualmente.
Sí, el hacerlo estrechará los lazos que nos unen a nuestro Padre amoroso,
Jehová, y a nuestros hermanos cristianos. Nos ayudará a prestar atención al
consejo de mantener “la palabra de vida asida con fuerza”. (Fili. 2:16.)