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Nasio plantea que la vida cotidiana late al ritmo de la repetición que el icc nos impone.
La repetición puede ser positiva y negativa: Por una lado positiva cuando permite aprender, crear, y afirmar
nuesta identidad a lo largo de nuestra existencia.
Patológica Revivir los traumatismos de la infancia, o nos hace multiplicar las rupturas amorosas, o nos hace
sufrir los ritos compulsivos obsesivos.
La repetición Nasio lo va a relacionar con los mismos mecanismos que hacen depender de una droga, que
hacen que fallemos en los mismos proyectos.
Quien esta detrás de la repetición, Nasio nos dice que es el Icc que es el que hace repitamos los mismos
momentos felices (Fuerza de vida), sin embargo también hace que los sujetos repitan los mismos momentos
de fracaso (Fuerza de muerte).
La repetición da paso a la estabilización, estructuración y permite el crecimiento, a la vez se produce una
repetición patógena de aquello que ha sido traumático, eso que ha sido difícil en nuestra infancia o
adolescencia. Por ejemplo el Edipo
Siete crisis, las crisis se dan a raíz de tres movimientos que convergen: lo que el niño perdió, lo que el niño
ganó y lo que el niño conserva.
Nacimiento, Destete, el descubirmiento de la marcha y la aparición del lenguaje, la primera escolarización, el
descubrimiento de la vida interior, el descubrimiento del amor, la salida del hogar.
Estadio del espejo Nasio y Lacan
Lacan
En el estadio del espejo se oponen dos parámetros, uno es el cuerpo real de un bebé ( 10 a 16 meses) que
siente y vive la experiencia turbulenta, de sus propias sensaciones internas y externas.
El otro parámetro es visual y virtual. El mismo bebé, desbordado por ese real corporal tumultuso, persive una
imagen global y globalizante que el espejo le devuelve.
1.- Un cuerpo real sentido y vivido como despedazado, fragmentado.
2.- Imagen Especular, que es una imgen redonda, entera y unificante, porque le da al niño la posibilidad de
sentirse una unidad en relación a si mismo, y una entidad diferente de las otras personas que lo rodean.
Nasio
Estadio del espejo adolescente.
Tres parámetros
1.- Un cuerpo que no se encuentra despedazado como el del bebé, pero es un cuerpo enloquecido por las
múltiples e intensas fuerzas pulsionales, en particular sexuales y agresivas.
Sufre el choque de dos intensidades: La intensidad de un cuerpo que vibra al ritmo de pulsiones que reclaman
en convertirse en actos impulsivos e imprevisibles, por otro lado un superyó rígido e inflexible que reprime las
pulsiones con tana violencia como la violencia que las anima. Un superyó que quiere aplacar las pulsiones y
unas pulsiones que exigen manifestarse. Frente a estos dos aspectos se presente frente al espejo una Imagen
unitaria que tiene la particularidad de ser de seducción.
El tercer parámetro en el adolescente es la aparición del superyó, que marca el pudor o el impudor.
El sentimiento que predomina en el bebé es el júbilo, la alegría. Al contrario, en el adolescente es la vergüenza
o, su contrario, la omnipotencia. La vergüenza con su par antagónico la insolencia, la rebeldía y hasta la
violencia.
Según Nasio la adolescencia es una neurosis necesaria para el crecimiento. Es una etapa de conflicto
permanente tanto para el adolescente como para la familia.
Neurosis: Tensión solorosa entre un cuerpo que reclama exteriorizarse y una cabeza, un superyó, que inhibe,
que impide esa exteriorización. Es una incoherencia de sentimientos y de comportamientos, incoherencia
entre el cuerpo y la cabeza del joven, y una incoherencia en relación de el con los otros.
Es un desgarramiento psíquico, un desgarramiento interno y un conflicto externo, un conflicto intrasubjetivo
y un conflicto intersubjetivo.
La neurosis de la adolescencia, se termina con la emancipación financiera del joven, esos largos años son de
neurosis de crecimiento y de conflicto. Sin embargo ese período es necesario para empezar una época de
juventud /adulta de una manera mas armada y mejor vacunada contra ciertas dificultades. Aquel que supo
transitar esta etapa y la relación con sus padres, donde termino la relación de dependencia de la mejor
manera, en unfuturo tendrá una buena relación con sus jefes y con la autoridad. Es una neurosis necesaria y
sana, sana en el sentido que no necesita de un tratamiento para disiparse. Winnicott da un consejo a los
padres de un adlescente difícil es saber esperar. El período del Edipo también es una neurosis sana y necesaria,
que es difícil para los padres.
La neurosis de adulto es originada por el final del Edipo. El Edipo es un trauma sin ser un desgarramiento.
Dos modalidades en de sentir su sufrimiento el adolescente: No sabe identificar el tipo de sufrimiento que lo
afecta. Le es difícil Lo vive ese sufrimiento, pero no tiene un nombre para darle. Identificar significa tener
conciencia. El adolescente no tiene la capacidad introspectiva de nombrar determinados sentimientos.
Tres tiempos: 1.- Identificar lo que siento, 2.- Nombrar lo que siento, 3.- Poder declararlo. Al adolescente se
le dificulta simbolizar.
Categorias de sufrimientos Icc en el adolescente.
La adolescencia para Freud es una etapa dolorosa, donde se produce un duelode la infancia, nos trae la
perspectiva del renacer de la adolescencia pero también del desasiego pero también la creatividad. Nos
muestra un adolescente no enlutado, sino renaciente y creativo.
Nasio sobre el duelo aclara que no son largos, ni espectaculares , tampoco patológicos
Metamorfosis de la Pubertas, Freud 1905
A la llegada de la pubertad se va introducir los cambios desde la vida sexual infantil hacia la conformación
normal definitiva.
En la sexualidad infantil la pulsión sexual era autoerótica, no se daba el hallazgo de objeto. Las pulsiones y las
zonas erógenas eran singulares, y la única meta era buscar cierto placer.
En la pubertad las zonas erógenas se subordinan para dar paso al primado de la zona genital.
Según Freud el desarrollo sexual en el hombre es mas accesible a la comprensión, mientras que el de la mujer
se presenta como una suerte de involución. Para Freud la normalidad del desarrollo se garantiza por la
coincidencia exacta entre las dos corrientes sexuales dirigidas hacia el objeto y la meta sexual, la tierna y la
sensual.
La corriente tierna se da en la infancia.
La meta sexual en el varón leído desde Freud será la descarga de los productos genésicos. La pulsión sexual se
pone a servicio de la reproducción, volviéndola altruista. Sin embargo para que se logre con éxito la
trasmudación, en necesarios contar con las disposiciones originarias y todas las peculiaridades de las
pulsiones. Las perturbaciones patológicas de la vida sexual se deben considerar como inhibiciones del
desarrollo.
En dicha etapa se observa el crecimiento tanto de los genitales externos como internos, dando paso a ofrecer
los productos genésicos y poder recibirlos, para la gestación de un nuevo ser.
Se debe dar marcha al aparato mediante estímulos que pueden ser alcanzados por tres caminos:
Desde el mundo exterior, excitación de las zona erógenas; desde el interior del organismo y desde la vida
anímica, que a su vez constituye un repositorio de impresiones externas y un receptor de excitaciones
internas. Los tres caminos dan lugar a lo que se conoce como excitación sexual, posee dos clases de signos
que son los anímicos y somáticos.
La excitación sexual tiene un carácter de tensión sexual causando displacer. Para Freud este tipo de
sentimiento entraña el esfuerzo de alterar el aparato psíquico. A su vez, si dicho hecho se tropieza con el
hecho de que se experimenta inequívocamente como placentero. Siempre los procesos sexuales se va
acompañar de placer.
El papel previo resulta peligroso en medida que demuestre ser demasiado grande, y demasiado escasa su
contribución con la tensión. Aquí faltaría la fuerza pulsional para que el proceso sexual siga adelante; aquí la
preparación previa va a reemplaza a la meta sexual normal. Para Freud la experiencia le hace determinar que
la zona erógena correspondiente o la pulsión parcial hayan dado lugar a la ganancia de placer por vías
inhabituales ya en la infancia. Y si todavía se suman factores que coadyuvan a la fijación, fácilmente se
engendra una compulsión refractaria a que este determinado placer previo se integre en una trama de la vida
posterior. Muchas perversiones poseen dicho mecanismo, que consiste en una demora en actos preparatorios
del proceso sexual.
PAPEL DE LAS SUSTANCIAS SEXUALES
La polución nocturna parece difícil dejar de entender la tensión sexual, que sabe hallar el atajo alucinatorio
en sustitución del acto, como una función de acumulación de semen en el reservorio para los productos
genésicos.
La acumulación de los placeres sexuales crea y sostiene a la tensión sexual; ello se debe tal vez a que la presión
de estos productos sobre la pared de sus receptáculos tiene por efecto estimular un centro espinal; el estado
de este es percibido por un centro superior; egendrándose así para la conciencia la conosida sensación de
tensión.
TEORÍA DE LA LIBIDO
La libido se ha teorizado como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, que podría medir procesos
y transposiciones en el ámbito de la excitación sexual. Posee también un carácter cualitativo.
Al separar la energía libidinosa de otras clases de energía psíquica, damos expresión a la premisa de q los
procesos sexuales del organismo se diferencian de los procesos de la nutrición por un quimismo particular.
La libido yoica se vuelve cómodamente accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico en la
investidura de objetos sexuales, vale decir, cuando se ha convertido en libido de objeto. La vemos centrarse en objetos,
fijarse a ellos o bien abandonarlos, pasar de unos a otros y, a partir de estas posiciones, guiar el quehacer sexual del
individuo, el cual lleva a la satisfacción, o sea, a la extinción parcial y temporaria de la libido. En cuanto a los destinos de la
libido de objeto: es quitada de los objetos, se mantiene fluctuante entre los estados de tensión, y por ultimo es recogida
en el interior del yo, con lo cual se convierte de nuevo en libido yoica. A esta, por oposición a la libido de objeto, se la llama
también libido narcisista. La libido narcisista o libido yoica aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las
investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura libidinal narcisista del yo, como el estado originario
realizado en la primera infancia, q es solo ocultado por los envíos posteriores de la libido, pero se conserva en el fondo tras
ellos.
La libido tiene un fin particularmente sexual. Es una sola, con transformaciones en lo psíquico, la sede de ésta se
encuentra en el yo. Pero uno la identifica cuando es libido objetal. Mientras está en el yo es libido yoica/narcisista.
Diferenciación entre el hombre y la mujer
Solo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y femenino, una oposición que
después influye de manera más decisiva que cualquier otra sobre la trama vital de los seres humanos.
En la niñez, el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad (vergüenza, asco, compasión) se cumple primero en la niña
y con menores resistencias que en el varón. En general, parece mayor en ella la inclinación a la represión sexual, adoptan
de preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta
similitud suprime en la niñez la posibilidad de una diferencia entre los sexos como la que se establece después de la
pubertad. Tesis: la sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino. La libido es regularmente de
naturaleza masculina, ya se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la
mujer.
Los conceptos de masculino y femenino en la ciencia se cuentan entre los más confusos y tienen al menos tres
direcciones. Se los emplea en el sentido de actividad y pasividad, o en el sentido biológico, o en el sociológico. La libido
tiene siempre un comportamiento masculino, en términos de que es siempre activa. Lo pulsional es siempre activo
Zonas rectoras en el hombre y la mujer en la niña la zona erógena rectora es el clítoris y por lo tanto, es homóloga a
la zona genital masculina, el glande.
La pubertad, que en el varón trae aparentado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la muchacha por una
nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que
cae así bajo la represión.
La mujer desmiente su sexualidad. Toda vez que logra transferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la vagina, la
mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la conserva desde la infancia. En
este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de la pubertad, que por así decir, elimina la virilidad
infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria. En la mujer
hay una mudanza con el advenimiento de la pubertad del clítoris a la vagina.
El hallazgo de objeto
En Freud, el hallazgo de objeto es siempre un reencuentro. En la pubertad el hallazgo de objeto es un reencuentro,
porque ya hubo un objeto previo que coincide con esa primera experiencia de satisfacción. Las pulsiones se apuntalan
sobre las necesidades en el acto de nutrición. Freud plantea dos modalidades de hallazgo de objeto:
- Modelo por apuntalamiento: buscar el objeto según los modelos de la infancia. Se busca en el objeto rasgos similares
con los primeros. Se busca algo que tenga relación con esos primeros objetos de amor. Madre nutricia y padre protector.
- Modelo narcisista: encontrar en el objeto de amor al si mismo. Un encuentro según lo que uno es, lo que uno busca o
querría ser (ideal del yo).
No es tajante la división entre los dos modelos. Puede haber una conjunción entre ambos modelos. Siempre hay una
búsqueda ilusoria de la completud. Puede haber un tercer modelo de hallazgo de objeto, el modelo por alteridad. Hallar
algo nuevo, diferente a lo ya inscripto. Estos dos modos de hallazgo que son puro reencuentro dejan por fuera la alteridad.
Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, varón y mujer tienen metas diferentes.
Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, preparado desde la más temprana infancia.
Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera
del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió solo mas tarde, quizás justo en la época en que pudo formarse la
representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual
pasa a ser, autoerótica, y sólo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen
fundamento el hecho de mamar el niño del pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El
hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro.
Objeto sexual del período de lactancia de estos vínculos sexuales, los primeros y los más importantes de todos, resta
aún luego de que la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable, que ayuda a preparar la elección
de objeto y, así, a restaurar dicha perdida. A lo largo de todo el período de latencia, el niño aprende a amar a otras personas
que remedian su desvalimiento y satisfacen sus necesidades. Lo hace siguiendo en todo el modelo de sus vínculos de
lactante. El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y de satisfacción a partir
de las zonas erógenas, y tanto más por el hecho de que esa persona dirige sobre el niño sentimientos que brotan de su vida
sexual, lo acaricia, lo besa, lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno derecho.
Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino, pues apresurará su maduración sexual; y también
“malcriará” al niño, lo hará incapaz de renunciar temporariamente al amor en su vida posterior, o contentarse con un grado
menor de este. Uno de los mejores preanuncios de la posterior neurosis es que el niño se muestre insaciable en su demanda
de ternura de los padres. Son casi siempre padres neuropáticos los que se inclinan a brindar una ternura desmedida, y
contribuyen en grado notable con sus mimos a despertar la disposición del niño para contraer una neurosis.
El periodo de latencia se caracteriza por la prohibición del incesto, diques de la moral.
Angustia Infantil los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por las personas que los cuidan
tuviera la naturaleza del amor sexual. La angustia no es originariamente nada más que la expresión de su añoranza de la
persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia, tienen miedo de la oscuridad porque en esta no se ve a la
persona amada y se dejan calmar si pueden tomarle la mano.
En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer la libido, la muda en angustia; y a la
inversa, el adulto, cuando se ha vuelto neurótico por una libido insatisfecha, se porta en angustia como un niño: empezará
a tener miedo apenas quede solo (es decir, sin una persona de cuyo amor crea estar seguro) y a querer apaciguar su angustia
con las medidas más pueriles.
La barrera del incesto cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la pulsión sexual
prematuramente y despertársela con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de manera inequívoca hasta el
sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este niño llegado a la madurez, hasta la elección
del objeto sexual. Lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas a quienes
desde su infancia ama. Pero, en virtud del diferimiento de la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a
otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen
expresadamente de la elección de objeto, por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El
respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad: tiene que impedir que la familia absorba unos
intereses que le hacen falta para establecer unidades sociales superiores, y por eso en todos los individuos, pero
especialmente en los muchachos adolescentes, echa mano a todos los recursos para aflojar los lazos que mantienen con
su familia, los únicos decisivos en la infancia.
Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación; y es difícil que la vida sexual del joven que madura
pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. A
raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo
somático. Y entre estas, la moción sexual del niño hacia sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del
sexo opuesto.
Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los
logros psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el desasimiento respecto de
la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición tan importante para el progreso de la cultura, entre la
nueva generación y la antigua.
Un número de individuos se queda retrasado en cada una de las estaciones de esta vía de desarrollo que todos deben
recorrer. Así, hay personas que nunca superaron la autoridad de los padres y no les retiraron su ternura o lo hicieron sólo
de modo muy parcial. Son casi siempre muchachas: conservan plenamente su amor infantil mucho más allá de la pubertad.
Esto enseña que el amor a los padres, no sexual en apariencia, y el amor sexual se alimentan de las mismas fuentes; vale
decir, el primero responde solamente a una fijación infantil de la libido. Estas personas están enamoradas en el sentido
corriente del término, de esos parientes.
Efectos posteriores de la elección infantil de objeto el hecho de que el primer enamoramiento del joven, se dirija a
una mujer madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco de esta fase del desarrollo:
el varón persigue la imagen mnémica de la madre y armoniza plenamente con ello que la madre se revuelva contra esta
renovación suya y le demuestre hostilidad. Dada esta importancia de los vínculos infantiles con los padres para la posterior
elección del objeto sexual, es fácil comprender que cualquier perturbación de ellos haga madurar las más serias
consecuencias para la vida sexual adulta.
Por otra parte, podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven amistades apasionadas entre
personas del mismo sexo. La disposición a la perversión es originaria de la pulsión sexual, y a partir de ella se desarrolla la
conducta sexual normal. Así, a expensas de las mociones sexuales perversas y con ayuda de la educación, se edifican en la
infancia los poderes destinados a mantener la pulsión sexual dentro de ciertas vías. Otra parte de estas mociones escapa y
puede exteriorizarse como práctica sexual.
Desde los sistemas complejos se piensa que la aparición de organizaciones nuevas se dan por un
proceso que produce desorden.
Lo originario nos ubica en la perspectiva de los movimientos iniciales del psiquismo de su fundación.
Representar- Metabolizar.
Funciones del aparato psíquico: Tiene la función de representar, definiendo representar para el
psiquismo será metabolizar. Se puede tomar como un equivalente de la metabolización orgánica.
La metabolización orgánica consiste en tomar elementos heterogéneos externos, transformándolos
en homogéneos e incorporándolos a sus estructura.
De la misma manera el aparato psíquico va a tenera que incoporar eso heterogéneo a sus extructura,
tener que representar, el efecto de un doble encuentro. El encuentro del recién nacido con la madre,
y el encuentro de este naciente aparato psíquico con su propia corporeidad.
Desde el deseo de la madre, toma al hijo como un elemento heterogéneo el cual lo debe metabolizar.
Por lo cual hay un proceso de metabolización también de la madre , que va implicar la puesta en
marcha de los tres procesos psíquicos de representación .
El encuentro del bebé