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Jn 3:8).
En La Biblia se mencionan sólo siete personas que cometieron suicidio: Abimelec (Jueces
9, 50-57); Sansón (Jueces 16, 28-31); Saúl (1 Samuel 31, 1-6); el escudero de Saúl (1
Samuel 31, 1-6); Ahitofel (2 Samuel 15, 12-34; 16, 15-23; 17, 1-23); Zimri (1 Reyes 16, 8-
20) y Judas Iscariote (Mateo 27, 1-8).
Los relatos sobre los suicidios de Abimélec, Ahitófel y Zimri tienen el patrón común que
habían pecado previamente contra Dios: "Más viendo Zimri tomada la ciudad, se metió en
el palacio de la casa real, y prendió fuego a la casa consigo; y así murió, por los pecados
que había cometido, haciendo lo malo ante los ojos de Jehová” (1 Re 16:18-19).
En los casos de Saúl y Judas, que también habían pecado contra Dios, La Biblia
menciona explícitamente la presencia de espíritus malignos:
En todos los casos mencionados está presente el pecado instigado por el demonio, el
cual entra en el ser humano cuando este le abre la puerta, es decir, le da la posibilidad de
atormentarlo. Los hombres abren la puerta a espíritus malignos con los pecados
graves sin arrepentimiento ni Confesión.
Otros pecados graves que originan tendencias suicidas son: el rechazo a perdonar (al
prójimo, a Dios y a uno mismo) y el rencor crónico.
Si queremos evitar los suicidios hay que cerrar las puertas a los demonios y
abrírselas a Dios.