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Agricultura sustentable:

La agricultura sustentable o ecológica es una tendencia natural usada antiguamente por


nuestros antepasados antes de la tecnificación y desarrollo industrial y cuyo propósito es
cambiar el paradigma de la agricultura tradicional o intensiva con cambios ecológicos,
sociales y económicos que permitan un mejor y sano desarrollo de la calidad humana.
Es una forma de producción que pretende la sustentabilidad en el campo integrando en
armonía los procesos productivos de la naturaleza con el proceso de la organización de
producción, comercialización así como su papel social y económico.
Su intención es pasar del modelo agrícola altamente dependiente de insumos y servicios
externos, (venenos, fertilizantes altamente solubles, semillas, máquinas e infraestructuras,
crédito, asistencia técnica.) a un modelo de desarrollo natural con la organización y
participación directa de las comunidades campesinas que modifique los procesos de
producción y revitalización de la materia orgánica de los suelos utilizando mecanismos
naturales y adecuados para su labranza, evitando el uso de plaguicidas y herbicidas
sintéticos e incluso fabricando los mismos con extractos naturales de plantas regionales
que poseen estas propiedades.
Para mejorar y reponer la composición y fertilidad de los suelos la agricultura sustentable
utiliza métodos como son las compostas naturales u orgánicas, la rotación de cultivos,
plantación en grupo, la labranza apropiada utilizando el mínimo de tractores y maquinaria
y la protección y alimentación de los microorganismos de la tierra, que contrariamente
son destruidos con el nocivo método de “roza, tumba y quema” aún usado en ciertas
regiones del mundo.
La agricultura sustentable tiene una mejor calidad ya que no se han usan medios sintéticos
y permite además la conservación de los suelos propiciando de esta manera los llamados
“servicios ambientales” que generan una mejoría del hábitat a través de los bosques y
cuencas hídricas.
La agricultura sustentable se ha desarrollado como un movimiento conservacionista para
establecer estrategias que permitan a la raza humana poder alcanzar niveles de bienestar
y justicia sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias demandas y que además estén en armonía con la naturaleza.
La agricultura orgánica ofrece alternativas viables de producción adecuadas a cada región
y permiten la recuperación y conservación de los recursos naturales, así como la
independencia a insumos industrializados y sintéticos resultando en el mejoramiento de
la calidad de vida.
Pero es imprescindible la participación de toda la sociedad para que estos sistemas que
promueven un desarrollo sostenible tengan un mayor impacto. Es por ello que hay que
hacer una gran labor y esfuerzo para instruir, convencer e involucrar en ello a las
comunidades campesinas para iniciar y desarrollar estos programas.
La agricultura ecológica se fundamenta en los siguientes preceptos:
 Conservación y mejoramiento de la fertilidad del suelo ya que este es el lugar
de crecimiento y nutrición de las plantas, para ello deberá estar bien aireado,
húmedo y reunir las condiciones para mantener la vida biológica.
 Fertilización a través de sustratos orgánicos que activen la vida del suelo
utilizando abonos como los estiércoles de aves y ganado, compostas, minerales
naturales y abonos verdes.
 La rotación de cultivos y su asociación en la parcela con otros, permite el aporte
y balance de nutrientes, defensa y efecto repelente contra plagas o malezas,
contrarresta la compactación y aseguran un alto rendimiento y proporcionan
productos de buena calidad ahorrando también costos de producción.
 Control de malezas esto se logra utilizando medidas preventivas como la
rotación de cultivos, el cultivo de cobertura de abonos verdes y la fecha oportuna
de siembra evitando el uso de herbicidas químicos.
 Plagas y enfermedades son evitadas y controladas obteniendo un suelo bien
estructurado y con intensa actividad biológica. La siembra de cultivos de trampa,
los caldos o extractos vegetales como eneldo, caléndula o cempasúchil, jabón,
aceites vegetales o feromonas de poca duración con trampas de colores que
intervengan en los ciclos biológicos son permitidos. El uso de agroquímicos o
plantas transgénicas resistentes no se permiten.
 Uso de fenómenos cósmicos a lo largo de generaciones se ha utilizado la
observación astral como las fases lunares, los ritmos naturales de plantas y
animales y la periodicidad día –noche para fortalecer las salud bienestar de planas
y animales.
 Uso mínimo de la energía externa utilizando fuentes alternativas para el balance
energético y ahorro de energía en labranza; utilizando animales como tractores,
calentamiento de agua y secado de productos a través de calefacción solar, celdas
fotovoltaicas, biogás así como vegetales para la combustión, de acuerdo a los
principios de la permacultura.
 Mercado directo: este proceso es esencial para la comercialización de los
productos de la agricultura sustentable y los productos lleguen al consumidor, este
deberá ser de la forma más directa ya sea en la huerta o rancho o en tianguis
ecológicos para lograr una estrecha y sincera relación de confianza con los
consumidores.
El desarrollo sustentable y por lo tanto la agricultura sustentable también se basa en los
preceptos de: ser ecológicamente armonioso, económicamente eficiente, localmente
autosuficiente y socialmente justo Zaldivar 2004, en (Gutiérrez 2005).
Existe también otra corriente y forma positiva de convivir, integrar e interrelacionar con
la naturaleza llamada “permacultura” la cual promueve el uso perdurable de la agricultura,
lo forestal y pecuario, permitiendo de esta manera la mejoría del hábitat humano,
integrando las formas de vida en un sistema sustentable, armónico y autorregulado, bajo
dos principios básicos:
 La decisión ética del productor de ser responsable de su existencia y la de sus
descendientes.
 La cooperación y no la competencia, para reproducción de los sistemas de vida.

El importante potencial de los cultivos andinos


Buena parte de los cultivos andinos, que cubren más de un millón de hectáreas sobre la
sierra peruana, la mayoría sobre los 2,500 metros de altitud, está experimentando un
significativo crecimiento de sus áreas de cultivo y de su producción total. A pesar de ello,
los bajos rendimientos siguen siendo la nota característica de la mayor parte de esos
cultivos, tanto para las especies nativas como para las importadas del Viejo Mundo por
los españoles. Incluso, los índices productivos de los cultivos que ocupan la mayor parte
de la superficie bajo explotación agrícola en la sierra, la cebada y el trigo, se mantienen
bajos, y eso a pesar de una lenta recuperación en los últimos años. Actualmente, el
rendimiento promedio para la cebada está en 1,250 kg/ha, y para el trigo en 1,350 kg/ha,
aproximadamente. Con un área total bajo cultivo actual de 150,000 hectáreas, en el caso
de la cebada, y de 147,000 en el caso del trigo, para esta campaña 2007-2008 se prevén
incrementos en la producción de 4.7% y 3.4%, respectivamente.
La escasa productividad se debe a una suma de factores, entre los que se encuentran la
atomización de la producción, su orientación hacia el autoconsumo y el nulo apoyo
recibido del Estado y del sector privado. Sin embargo, en un hecho destacable, algunos
gobiernos regionales están promoviendo el rescate de los cultivos tradicionales, lo que
resulta positivo no solo por la posibilidad de mejorar los ingresos del productor rural, sino
también por su importancia desde el punto de vista de la seguridad alimentaria nacional,
especialmente en la actual coyuntura internacional de encarecimiento de los alimentos.
Paralelamente, la demanda de algunos cultivos andinos está creciendo, aunque todavía en
proporciones modestas. La producción de kiwicha en 2007 alcanzó las 2,936 toneladas,
sobre una superficie de 1,500 hectáreas, siendo Arequipa y Cusco los principales
productores, con 44% y 31%, respectivamente. La producción de haba en 2007 fue 7%
más que en 2006, y la superficie cultivada de olluco fue 6% mayor que en la campaña
anterior. La demanda de algunos cultivos nativos como el tarhui, la cañihua y la mashua
todavía no ha crecido de modo significativo, pero por su alto contenido proteico tienen
un enorme potencial, aun escasamente aprovechado.
No deja de ser interesante, complementariamente, el potencial exportador de algunos
productos andinos. Además del cotizado maíz blanco del Cusco, del que en 2007 se
exportaron 4,600 toneladas por un valor de US$4.1 millones, está la quinua. Con una
producción de 30,000 hectáreas y un rendimiento de poco más de 1,000 kg/ha, se cultiva
principalmente en Puno, que concentra el 81% de la producción, seguido de Cusco (5%),
Ayacucho (4%), y Junín y Apurímac, con poco más de 3% cada uno. El 5% de la
producción se destina al mercado externo, principalmente a EE.UU. (61%), mientras que
Finlandia, Suiza, Alemania y Japón reciben el resto. Las exportaciones de kiwicha, por
su parte, alcanzaron el año pasado un valor de US$1.8 millones. Lograr la seguridad
alimentaria nacional implica disminuir el componente importado y ampliar el horizonte
de los productos andinos en el abastecimiento del mercado nacional. Pero ello supone un
importante esfuerzo por apoyar a la agricultura campesina, lo que hoy en día,
lamentablemente, no está ocurriendo.
Origen de las papas
La región andina y más específicamente el sur del Perú y la región colindante de Bolivia
son el principal centro de domesticación de las diferentes especies de papas, que
constituyen el alimento básico no solamente para cientos de miles de familias campesinas
andinas, sino también para millones de personas en el mundo entero. Un centro
secundario de origen se ubica en la isla de Chiloé, en el sur de Chile.
Se menciona «papas» en plural, porque estas pertenecen a nueve especies diferentes.
Incluso los investigadores de la expedición rusa realizada en 1923, y cuyos resultados
fueron publicados en 1971, proponen la existencia de 21 especies diferentes de papas
(Bukasov, 1971).
Las papas fueron domesticadas partiendo desde las especies silvestres, creándose nuevas
especies mediante diferentes cruzamientos naturales o dirigidos, que permitieron la
formación de numerosas variedades. Una hipótesis del proceso de domesticación que
habría originado las diferentes especies la propone Hawkes (1978).
Origen de los tubérculos andinos
Origen de Oxalis tuberosa, oca La oca, en opinión de Bukasov (1971) podría incluir dos
especies: la Oxalis tuberosa originaria de Chile, y la O. crenata que tendría como origen
el Perú. Sin embargo los estudios de Cárdenas (1969) basados en una colección de más
de 100 accesiones provenientes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia no
demostraron diferencias suficientes para asignar a esta planta la calificación taxonómica
de dos especies; incluso opina que no se justifica la necesidad de establecer variedades
botánicas.

Origen de Ullucus tuberosus, olluco Se considera que el Ullucus tuberosus subespecie


aborigenus es la especie progenitora de la especie cultivada; se observa una amplia
distribución geográfica. El proceso de domesticación puede haber tenido diferentes
intensidades, dando como diferencias principales el mayor tamaño del tubérculo, mayor
adaptación a variaciones de humedad y de temperaturas que las especies silvestres.
Origen de Tropaeolum tuberosum, mashwa León (1964) llega a la conclusión de que
la mashwa o isaño es probablemente originaria de la zona del Altiplano de Perú y Bolivia.
Sin embargo, especies silvestres se encuentran frecuentemente en diversas zonas altas de
los valles interandinos. Las referencias de los cronistas señalan al grupo étnico Múiscos
del reino Chibcha, en Colombia como pobladores que consumían los cubios (mashwa)
así como la chigua (Ullucus tuberosus). Incluso se menciona que las especies del género
Tropaeolum de Colombia se comportan de manera diferente a los de Perú y Bolivia en
cuanto a las horas de luz y que se les cultiva a menores alturas, por lo cual Bukasov (1930)
sugirió de crear la especie T. cubio para diferenciar las especies sabaneras.
Origen de las raíces andinas
Según Seminario (2002), la Canna edulis, achira, fue probablemente la primera raíz
cultivada en el período de agricultura incipiente. Le siguió Arracacia xantorrhiza, la
arracacha, que habría sido cultivada sobre todo en terrenos elevados desde Colombia
hasta Bolivia en donde es frecuente la presencia de parientes silvestres como A.
equatorialis y A. andina. El origen de la maca, cultivo propio de las zonas más altas sobre
los 4 000 m no está bien definido, e incluso su denominación taxonómica ha sido
cuestionada sugiriéndose que Lepidium meyenii sería una especie silvestre y que la
especie cultivada sea denominado Lepidium peruvianum Chacón, según la propuesta de
Gloria Chacón (1990).
Origen de los granos andinos
Origen del maíz
Es ampliamente aceptado que el centro primario de origen del maíz se ubica en
Mesoamérica (regiones montañosas de México y Guatemala) y que los Andes centrales
son el segundo centro de diversificación.
Origen de la quinua, qañiwa y kiwicha
La antigüedad de la domesticación y el inicio de utilización de estos cultivos se pueden
situar a por lo menos unos 2 000 a 3 000 años, en razón de su presencia en restos
arqueológicos (Towle, 1961). Especies consideradas como ancestros de Chenopodium
quinoa, la quinua, son el Chenopodium hircinum, Ch. petiolare y el Ch. berlandieri. Es
importante reconocer que la quinua tiene un pariente muy cercano en el huazontle,
Chenopodium nuttaliae que en el pasado fue cultivado intensamente por los aztecas en
México. Cuando y donde se desarrollaron las especies cultivadas de quinua, es un tema
aún por definirse y se requiere profundizar la investigación, aunque existen diversas
hipótesis. Para algunos investigadores, el centro de origen y domesticación sería el
altiplano que rodea el lago Titicaca (Gandarillas, 1968). Otros autores se refieren a
diferentes centros de origen ubicados en los valles interandinos y opinan que las quinuas
hubieran sido llevadas al altiplano del lago Titicaca, constituyéndose este en el gran
centro de diversificación.
Chenopodium pallidicaule, la qañiwa, es una especie muy afín a la quinua y al paico
(Chenopodium ambrosoides) y es una de las plantas andinas que aún no ha completado
todo su proceso de domesticación ya que se sabe de altos porcentajes de caída natural del
grano antes de la cosecha («dehiscencia»), lo que es propio de las especies silvestres.
Amaranthus caudatus, la kiwicha, tiene como pariente silvestre al A. hibridus, también
llamado «ataco»; otro pariente cercano domesticado en Mesoamérica y denominado
huantli (Amaranthus hipocondriacus), fue un cultivo importante en la época prehispánica.

CARACTERÍSTICAS DE LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS DE LA SIERRA


Se denomina «Sistema Agrícola» a un conjunto de componentes como suelo, clima,
plantas, animales, las relaciones que existen entre ellos, así como los insumos utilizados
y productos que se obtienen con las diversas tecnologías que se aplican, con el objetivo
de obtener alimentos y otros servicios.
En los Andes, la denominación común para el área dedicada a una producción es «la
chacra»; así habrá una chacra de papas, de quinua u otras. Sin embargo, se pueden
diferenciar hasta seis sistemas de producción de cultivos de acuerdo a la altura en que se
establecen, al uso o no de riego, calidad de suelos, objetivo de la producción, e incluso al
sistema individual o colectivo de producción:
 siembra de parcelas alrededor de la casa, con cultivos alimenticios, tipo huerta;
 siembra de parcelas individuales en partes altas, bajo condiciones de secano;
 siembra en partes bajas con riego o maway, ejemplo: Cusco zona Quechua;
 siembra en sistemas colectivos de layme o aynoka (Puno y Altiplano de Bolivia);
 siembra en parcelas comerciales de mayor extensión (Cooperativas, Perú);
 huertos con frutales (Cajamarca, Cochabamba).
La agricultura de los cultivos andinos en condiciones de montañas no puede compararse
con la de los cultivos comerciales, practicada en zonas planas, a nivel del mar y en otras
latitudes. En ese sentido, la agricultura de la región andina tiene similitud con la de otras
regiones de montaña como son las ubicadas en los Himalayas asiáticos, o en la región de
montañas africanas, por ejemplo Etiopía.
En los Andes Centrales (Ecuador, Perú y Bolivia), la agricultura de montaña se ubica
desde los 1 500 hasta más de 4 000 msnm, con presencia de campesinos, sus
conocimientos tradicionales y con una alta diversidad de cultivos y alternativas
tecnológicas. Esas características en cierta manera la hacen única. Se debe tener en cuenta
tanto los aspectos de la topografía del terreno, como los climáticos y los aspectos
culturales de la población que los mantiene. A continuación se presentan las principales
características agronómicas de estos sistemas agrícolas de los Andes.

Uso de indicadores climáticos


Los calendarios agrícolas, representados en los milenarios mantos de Paracas (costa), en
la piedra de Sayhuite (sierra), en las figuras de karayhua (lagartijas), hampatu (sapo) de
Sillustani y Pukara (hoya del lago Titicaca) y en el suche (pez) de la cultura aymara,
revelan que desde tiempos remotos las antiguas culturas andinas, tanto de la actual Bolivia
como de Perú observaron el comportamiento de los animales como indicadores del clima
y es posiblemente por esta relevancia que merecieron ser esculpidos en piedra y ser
adorados.
Es evidente que esos calendarios antiguamente formaban parte de un gran sistema de
macroplanificación basado en indicadores locales y regionales. Según Lumbreras (1969),
las conchas marinas llamadas «mullu» (Spondylus) que fueron encontradas en todos los
principales centros ceremoniales, fueron traídas de la costa norte de Ecuador, donde su
presencia y abundancia anunciaba la ocurrencia del fenómeno del Niño.
Este sistema de previsión del clima, a pesar de haber sido validado solo parcialmente por
la investigación científica, sigue sin embargo vigente y orienta a los agricultores
tradicionales en la oportuna preparación de los suelos y definir las épocas de siembra,
para la futura campaña agrícola, tomándose en cuenta:
 la clase de suelos;
 el tipo de labranza a emplear;
 los sistemas de siembra;
 el empleo de las diferentes variedades.
Uso de la Tierra
Pequeñas parcelas y adecuación a la topografía
La agricultura tradicional andina se caracteriza por la predominancia actual de pequeñas
parcelas, distribuidas a diferentes alturas y en topografías y regímenes de lluvias muy
diversos. Por ello se pueden encontrar alternativas de adecuación a la topografía de
laderas, como son las terrazas, los andenes o pata pata. En las condiciones del altiplano
circundante al lago Titicaca consisten en camellones anchos y elevados, llamados
sukaqollo o waru waru, y en qochas o lagunitas alrededor de las cuales se siembran los
cultivos.

Sistemas de labranza
Los sistemas tradicionales de preparación de los suelos para la siembra son muy variables
según la textura del suelo, la altura donde estos se ubican, así como las herramientas que
se utilicen. Básicamente se puede mencionar:
taya, es voltear la capa arable uniformemente con la chaquitaqlla, en suelos francos, a
una profundidad de 20 a 30 cm; wachu, se forman surcos con los terrones que se voltean
en suelos más o menos pesados y posteriormente se forman los camellones, más o menos
altos; chuki, es la labranza cero en la que sólo se abren hoyos con la chaquitaqlla para
depositar las semillas. Los surcos se forman recién cuando las plantas ya han crecido.
Cultivos asociados
La agricultura andina tiene la particularidad de tener un elevado número de especies
cultivadas por cada familia campesina (algunas veces más de diez) y de los cuales el maíz,
así como la papa maway (temprana) son casi siempre asociados y con la utilización del
riego. Un ejemplo constituye una comunidad en el Cusco donde se constata que más del
50 por ciento de las parcelas son de cultivos asociados, sobre todo de maíz con especies
introducidas (haba y arveja).
Algunas asociaciones y sus ventajas son:
 maíz más 10 por ciento de quinua: las plagas se controlan mejor.
 En Cajamarca se siembran cinco a diez surcos de maíz y uno de quinua en forma
intercalada denominada shaywa; maíz con borde de tarwi: evita el daño por el
ganado.
 mezcla de variedades de papas: asegura la producción y ofrece papas de diversos
sabores. En el caso de las papas nativas y de los tubérculos andinos, se observa
que generalmente se cultivan diferentes especies y variedades en forma conjunta,
sistema que se denomina chakro.
Rotaciones de cultivos
En la región central y sur de los Andes en el Perú y en el altiplano boliviano, se practica
la rotación sectorial de los cultivos con la participación colectiva, en terrenos que son
comunales, que están definidos geográficamente y donde se respetan períodos de
descansos variables entre tres a siete años. Estos terrenos son denominados aynoqa (en
aymara) y layme, «suertes» o muyuy (en quechua).
Son sistemas de amplia distribución, varían según la zona agroecológica y constituyen
una forma de producción muy importante para la reserva alimenticia, así como una
manera de distribución social de los terrenos.

Productividad
Con estas condiciones ecológicas complejas, con la variación entre años y tecnologías tan
diversas es lógico que los rendimientos no sean uniformes. Dependen también de las
condiciones de los suelos, del manejo agronómico y de las circunstancias climáticas, es
decir de la cantidad y distribución de lluvias, así como de la presencia e intensidad de
heladas y granizadas en las tierras más altas. En las condiciones del altiplano de Perú y
Bolivia los rangos de productividad de los principales cultivos varían sustancialmente
entre años, lo que explica la gran preocupación que existió en esta región desde antes de
la llegada de los europeos, para desarrollar técnicas de conservación de alimentos (chuño,
charqui).
AGRONOMÍA DE LOS CULTIVOS DE LA SIERA
Para una mejor comprensión de las diferentes tecnologías practicadas y las alternativas a
implementarse, se han dividido los cultivos según sus características botánicas, en
tubérculos, raíces, granos y frutales. La siguiente relación da una idea de la cantidad y
variedad de cultivos domesticados en los Andes, de los cuales se describen los principales
con mayor detalle en esta publicación.

Riego tecnificado no convencional. Sencillo y barato


Mejorar los sistemas de riego es, sin duda, un objetivo de primerísima importancia para
modernizar el agro nacional. Las tareas son múltiples: obras civiles para renovar los
sistemas de irrigación, reducir el grave déficit de tierras irrigadas en el agro serrano, y a
nivel de campo innovar las técnicas de riego para un uso más eficiente del agua. Para esto
último el Instituto Nacional de Investigación Agraria -INIA- ha diseñado un sistema de
riego llamado no convencional por ser una alternativa sencilla, de bajo costo y fácilmente
adaptable a los distintos tipos de agricultura de las tres regiones del país. El gran reto es
llevarlo al campo.
egún las cifras del III Censo Agropecuario de 1994, el riego tecnificado por goteo y
aspersión sólo es usado por el 1.9% del total del área agrícola bajo riego, por lo general
en predios medianos y grandes ubicados en la costa. El 97.4% de las unidades agrícolas
bajo riego lo hacen por gravedad o inundación, lo cual conlleva perder grandes volúmenes
de agua por filtración o evaporación y la creciente depreciación de los suelos por erosión
o salinización.
El riego tecnificado tiene la ventaja de ahorrar entre un 40% a 60 % de agua, un recurso
escaso en la mayor parte de la sierra y la costa al permitir que el agua llegue a la planta
en la cantidad necesaria y la oportunidad adecuada. Para las zonas altoandinas supone la
posibilidad de aprovechar la estacionalidad de las lluvias para utilizarlas en épocas de
estiaje. El impacto en el rendimiento de los cultivos es considerable.
Sin embargo, para una agricultura mayoritariamente parcelaria y descapitalizada resulta,
si no imposible, muy difícil poder acceder a equipos de riego que requieren alta inversión,
con el inconveniente adicional de que no existen en el mercado módulos de riego
tecnificado para áreas pequeñas. El sistema de riego INIA ha sido pensado en esta
realidad, pudiendo usarse en huertos familiares de mil metros cuadrados, andenerías y
terrazas, pequeñas parcelas y también en medianas y grandes propiedades.
El Ing. José Gonzáles, director general de transferencia de tecnología del INIA, señala
que el sistema se puede adaptar a cualquier zona y, con excepción del arroz, a cualquier
tipo de cultivo, lográndose aumentar los rendimiento entre 30% y 100%. A la fecha es
utilizado por el mismo instituto estatal en las Estaciones Experimentales que aún posee
en las distintas regiones del país, por el PRONAMACHS y FAO para sus proyectos en
sierra, y por algunos medianos agricultores de Ica. El interés por adoptarlo es, sin
embargo, grande, como se pudo evidenciar en el Congreso realizado por el INIA y la
Junta Nacional de Usuarios de Distrito de Riego a mediados de julio.
Diseño técnico
• No utiliza ningún tipo de energía convencional (eléctrica o combustible) pues utiliza
la fuerza de la gravedad para dar la presión necesaria al agua que recorre el campo a través
de una red de tubería.
• La clave la da el reservorio hecho de tierra en un lugar elevado del predio cuyo interior
se reviste con mantas de plástico u otro material impermeable. La altura, tamaño y forma
del reservorio dependerá del área a ser irrigada, de la topografía del terreno, y de acuerdo
a la dotación de agua y las plantas a cultivar.
• La red hidraúlica esta compuesta de un conjunto de tuberías de policloruro de vinilo
(PVC) distribuidas en tubería de conducción y de distribución lateral de riego. En éstas
últimas se utilizan tuberías de PVC perforadas con orificios de 1mm de diámetro o cintas
de riego.
• El sistema de filtrado utiliza materiales caseros que pueden ser esponjas plásticas,
malla de nylon o acero.
¿Cómo financiar los costos?
Frente a los sistemos de riego tecnificado convencional, cuyos costos por hectárea no
bajan de 2 mil dólares, sin considerar los costos de mantenimiento que también son
elevados, el sistema de riego INIA representa una alternativa barata.
El gasto en materiales (tuberías PVC, codos y filtros) en los módulos para áreas de mil
metros cuadrados está entre los 550 a 950 soles, para regar una hectárea de cultivos
transitorios S/2,500 soles y para frutales aproximadamente S/1,500. Adicionalmente, se
requiere invertir en la construcción de un reservorio de tierra y la cobertura plástica que
lo impermeabiliza (S/2.50 el metro cuadrado). La instalación y capacitación de los
agricultores corre por cuenta del INIA, debiendo asegurarse alojamiento para sus
técnicos.
Pero, no obstante sus bajos costos, no habría forma de acceder a esta novedosa tecnología
sin alguna forma de financiamiento. Si no hay crédito para producir, ¿cómo hacer que
este sistema de riego sencillo y barato sea accesible a los pequeños agricultores?
La cuestión se la plantean, incluso, muchos medianos y grandes empresarios que
conociendo las ventajas del riego tecnificado todavía no lo usan. Un estudio de Martha
Huamán de ITDG, en el valle de Ica donde la mayor parte de los agricultores utilizan las
costosas aguas de subsuelo, revela que la razón del poco extendido riego por goteo en
esta zona se debe a la falta financiamiento. Los exiguos recursos que recibe el INIA del
Tesoro tampoco permite instalar el sistema a crédito, todo tiene que ser mediante pago al
contado, aunque sólo se trate de cubrir el costo de los materiales.
Frente a ello, el Instituto ha propuesto crear un fondo especial destinado a financiar la
instalación del sistema en 100 mil hectáreas por año. La meta es tecnificar el riego de un
millón de hectáreas en 10 años. Para el financiamiento del programa durante los tres
primeros años se requieren 750 millones de soles a razón de 250 millones por año, unos
75 millones de dólares. La idea es que este fondo opere bajo el sistema rotatorio a través
de créditos pagaderos en tres años.
La propuesta ha sido canalizada al gobierno a través del Ministro Belisario De las Casas,
quien ha anunciado que, para poder cristalizarla, se deberán tocar las puertas de la
cooperación internacional. De cualquier modo, la iniciativa debe tomarla el Estado a
través de un fondo semilla y de mecanismos que incentiven la asociación entre grupos de
agricultores para aprovechar economías de escala, en la construcción de reservorios, por
ejemplo, como lo estarían pensando los campesinos de Huayopampa en las alturas de
Huaral, según informa el Ing. Luis Chumbiauca de la Estación Donoso, y para la
realización de programas de capacitación. Con el diseño del sistema de riego INIA se ha
dado el primer paso. Aún falta mucho por hacer.
ANEXOS

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