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En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la
Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios,
orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir
una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo,
ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
40 días
La caridad es necesaria como refiere San León Magno: “si deseamos llegar a la
Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la
adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de
pecados".
Sobre esta práctica San Juan Pablo II explica que está enraizada "en lo más
hondo del corazón humano: toda persona siente el deseo de ponerse en contacto
con los otros, y se realiza plenamente cuando se da libremente a los demás".
2. El ayuno y la abstinencia
El ayuno consiste en ingerir una sola comida "fuerte" al día, mientras que la
abstinencia consiste en no comer carne. Con ambos sacrificios se reconoce la
necesidad de hacer obras por el bien de la Iglesia y en reparación de nuestros
pecados.
Además, en esta práctica se incluye dejar de lado las necesidades terrenales para
redescubrir la necesidad de la vida del cielo. "No solo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4).
Los 40 días de la Cuaresma representan los días que Jesús pasó en el desierto
antes de comenzar su vida pública, los 40 días del diluvio, los 40 de la marcha del
pueblo judío por el desierto, los 40 días de Moisés y Elías en la montaña, y los 400
años que duró la estancia de los judíos en Egipto.