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SANTISIMA TRINIDAD

La Iglesia profesa su fe en el Dios Único y Trino, Vive de esta verdad

Es una verdad revelada por Dios

Sólo el que se nos ha querido dar a conocer y que habitando en una luz inaccesible (1 Tim 6, 16)
puede darnos el conocimiento justo y pleno de Sí mismo, revelándose como Padre, Hijo y
Espíritu Santo

Dios es amor y se ha revelado como una inefable comunión de personas

El Antiguo Testamento

No reveló de modo explicito esta verdad, pero, la preparó: mostrando la paternidad de Dios,
manifestando su acción en el mundo con las sabiduría, la Palabra y el Espiritu ( (Sab 7, 22 – 30;
Prov 8, 22 – 30)

El Nuevo Testamento

Contiene la plenitud de la revelación trinitaria: Desvela quién es Dios para el hombre y


descubre quien es Dios en sí mismo.

La verdad es que Dios es UNIDAD, es decir comunión de personas, Comunión del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo (1 Jn 14, 16)

Este misterio ha sido revelado por Jesucristo: “El que está en el seno del Padre, se le ha dado a
conocer (Jn 1, 18)

Jesús nos revela la Trinidad:

Jesús resucitado da a sus apóstoles la misión de “Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La Misión fundamental y constitutivo de la Iglesia es bautizar, es decir sumergir en la vida


trinitaria de Dios.

Estas palabras de Jesucristo consolidan la verdad sobre la Trinidad y están puestas como base de
la Misión y vida sacramental de la Iglesia, y de su tradición.

La formación del dogma trinitario

se dio en el contexto de la defensa de la fe. La verdad sobre DIOS UNO Y TRINO es el más
profundo y difícil de comprender, mas aún cuando el cristianismo se puso en contacto con la
cultura y filosofía griega.

Para inscribirlo correctamente se dieron el Concilio de Nicea (325) y de Constantinopla (381)


DIOS PADRE

DIOS PADRE

Dios Padre de Israel, de todos los hombres

En el Antiguo Testamento

El misterio de la paternidad divina intratrinitaria no había sido aún explícitamente revelada, se


refiere sólo a la filiación adoptativa, por analogía con la paternidad y filiación humana (“Yo
seré para él un padre, y él será para mí un hijo” – 2 Sam 7, 14)

La paternidad de Dios es tomada en sentido moral y analógico. Dios es el Padre de su


Pueblo Israel, cuando manda a Moisés que pida la liberación de Egipto: “Así habla el Señor.
Israel es mi hijo primogénito. Yo te mando que dejes a mi hijo ir” (Ex 4 , 22 – 23)

Es una paternidad que se basa en la Alianza, por lo tanto se trata de una paternidad de
elección que radica en misterio de la creación.: “Tú eres nuestro padre, nosotros somos la
arcilla, y tú nuestro alfarero, todos somos obra de tus manos” (Is 64,7; 63, 16)

Se manifiesta en el amor misericordioso: “Salieron entre llantos, y los guiaré con


consolaciones, pues yo soy el padre de Israel (Jer 31, 9)

En el Nuevo Testamento

Se descubre su significado autentico y definitivo: habla de un Hijo que es de la misma


naturaleza que el Padre, del Hijo verdaderamente engendrado por el Padre:

“Tú eres mi Hijo, yo te engendrado hoy”. El adverbio “hoy” habla de la eternidad. Es el “hoy”
de la vida intima de Dios, el “hoy” de la eternidad, el “hoy” de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo
y Espiritu Santo, que es Amor eterno y eternamente consubstancial al Padre y al Hijo
LA PATERNIDAD DIVINA

Dios Padre de Jesucristo

Para Jesús, Dios no es solamente “el Padre de Israel, el Padre de los hombres” sino “Mi Padre”
“Mío” (por eso los judíos querían matarlo) Jn 5, 18.

“Mi Padre” es el Padre de Jesucristo: Aquel que es el Origen de su ser, de su misión mesiánica,
de su enseñanza:

“El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado” (Jn 12, 44)

El Hijo vive por el Padre ante todo porque ha sido engendrado por El.

Cuando Pedro confiesa que “Tú eres el Mesías, el Hijo de dios vivo”. Jesús le responde:
“Bienaventurado tú, porque no es la carne ni la sangre quien esto te ha revelado, sino mi Padre”
(Mt 16, 16 – 17)

Jesús vive y actúa constantemente haciendo referencia al Padre. Le llama ¡Abba” (Mc 14, 36).
Cuando los discípulos le piden que les enseñe a orar, enseña el Padre Nuestro. En la Ascensión:
“Subo a mi Padre…” (Jn1, 17)

La paternidad de Dios pertenece ante todo al misterio fundamental de la vida intima de Dios.

El Padre es el “Principio sin principio”. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni
engendrado (Simbolo “Quicumque”)
DIOS HIJO
DIOS HIJO

Jesucristo, Hijo Único de Dios

«Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso. Creo en Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre.».

Dios, que habló repetidamente «por medio de los profetas y últimamente. por medio del
Hijo», (Hebreos 1, 1-2), se reveló a Sí mismo como Padre de un Hijo eterno y consubstancial

Jesús de Nazaret que exclama: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y se las revelaste a los pequeñuelos», afirma
también con solemnidad: «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al
Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo» (Mt 11, 25, 27).

La misión de Jesucristo es revelar al Padre, tal como Él sólo lo conoce, al cumplir con esta
misión se revela a Sí mismo como Hijo.

Cristo dice “YO SOY”. “Antes que Abrahán naciese, Yo Soy”, “Yo y el Padre somos una sola cosa”
(Jn 5, 64)
EL HIJO, DIOS – VERBO

De la misma naturaleza del Padre

La Iglesia basándose en el testimonio dado por Cristo, profesa y anuncia su fe en Dios-Hijo con
las palabras del Símbolo niceno-constantinopolitano: «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre.».

Cristo dice: “Antes que Abrahán naciese, Yo Soy”, “Yo y el Padre somos una sola cosa” (Jn 5, 64).
No dice “Yo era”, es decir desde siempre, en un eterno presente

«En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1 , 1 – 3).

El Hijo es de la misma naturaleza que el Padre porque es el Dios – Verbo. Antes de la creación,
antes del comienzo de todas las cosas, el Verbo tiene en común con el Padre el Ser eterno y la
vida divina.

Dios es eternamente y sin principio el Padre que engendra el Verbo, y es l Hijo, engendrado
como Verbo del Padre.

Esta eterna generación en Dios es de naturaleza absolutamente espiritual. Por analogía la


mente humana produce una imagen.

Creemos que «El Verbo era Dios» (Jn 1, 1), «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14), y
«a cuantos le recibieron, les dio potestad de venir a ser hijos de Dios» (Jn 1, 12). Creemos en el
Hijo «unigénito que está en el seno del padre» (Jn 1, 18), y que, al dejar la tierra, prometió
«prepararnos un lugar» (Jn 14, 2) en la gloria de Dios, como hijos adoptivos y hermanos suyos
(Cfr. Rom 8, 15; Gal 4, 5; Ef 1, 5).
ESPIRITU SANTO

ESPIRITU SANTO

Es Dios, es Persona de la Santísima Trinidad

La palabra «espíritu» aparece desde las primeras páginas de la Biblia:. el espíritu de Dios se
cernía sobre la superficie de las aguas» (Gen 1, 2), se dice en la descripción de la creación. El
hebreo traduce Espíritu por «ruah», que equivale a respiro, soplo, viento, y se tradujo al griego
por «pneuma» de «pneo», en latín por «spiritus» de «spiro»

El Hijo que nos ha revelado al Padre, ha dado conocer también al Espíritu Santo.

«Cual Padre, tal Hijo, tal Espíritu Santo», (Símbolo «Quicumque»), «Tal» quiere decir: «increado,
inmenso, eterno, omnipotente. no tres omnipotentes, sino un solo omnipotente: así Dios Padre,
Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. No hay tres Dioses, sino un único Dios»

Dios es Espiritu (Jn 24)

Jesús anuncia a los apostoles la venida de «otro Consolador»í: «Yo rogaré al Padre y os dará otro
Consolador, que estará con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad.»(Jn 14, 16). «Pero el
Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, se os lo enseñará todo» (Jn 14,
26). El envío del Espíritu Santo, a quien Jesús llama aquí «Consolador», será hecho por el Padre
en el nombre del Hijo.

«Cuando venga el Consolador, que yo os enviar de parte del Padre, el Espíritu de Verdad que
procede del Padre, El dará testimonio de mí.» (Jn 15,26).

El Espíritu Santo es enviado por el Padre y por el Hijo. Se manifestó en el Bautismo, en la


Transfiguración y Pentecostés. Es guía.
EL ESPIRITU SANTO PROCEDE DEL PADRE Y DEL HIJO

Es enviado por el Padre y por el Hijo

«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los Profetas.

La procesión del espíritu del Padre y del Hijo es Espiración, no es generación. Sólo el
verbo, el Hijo, “procede del Pdrae por generación eterna”

Dios, pues, mediante la generación, en la absoluta unidad de la divinidad, es eternamente Padre e


Hijo. El Padre que engendra, ama al Hijo engendrado, y el Hijo ama al Padre con un amor que se
identifica con el del Padre. En la unidad de la Divinidad el amor es, por un lado, paterno y, por
otro, filial. Al mismo tiempo el Padre y el Hijo no sólo están unidos por ese recíproco amor como
dos Personas infinitamente perfectas, sino que su mutua complacencia, su amor recíproco
procede en ellos y de ellos como persona: el Padre y el Hijo «espiran» el Espíritu de Amor
consubstancial con ellos. De este modo Dios, en la absoluta unidad de su Divinidad es desde toda
la eternidad Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Símbolo «Quicumque»: «El Espíritu Santo no es hecho, ni creado, ni engendrado, sino que
procede del Padre y del Hijo». Y la «procesión» es per modum amoris, como hemos dicho.

Por esto, los Padres de la Iglesia llaman al Espíritu Santo: «Amor, Caridad, Dilección, Vínculo de
amor, Beso de Amor». Con estas expresiones dan testimonio del modo de «proceder» del Espíritu
Santo del Padre y del Hijo.

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