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El ajo crudo tiene propiedades antisépticas, fungicidas, bactericidas y depurativas,

debido a que contiene un compuesto llamado alicina, que actúa contra numerosos
virus y bacterias, además de su poder antioxidante. Los expertos hablan de los
beneficios de comer ajo cada día. Ahora, científicos del Hospital General Universitario
de Ciudad Real han descubierto otras propiedades.

En el centro hospitalario están desarrollando dos estudios de investigación que


avanzan nuevas aplicaciones terapéuticas del extracto de ajo liofilizado, un
compuesto procedente del ajo morado de Las Pedroñeras que ha sido patentado por
el Instituto de Tecnología Química y Medioambiental (Itquima) de la UCLM.

Según estas investigaciones, el ajo morado, un producto exclusivo de Castilla-La


Mancha, puede aportar grandes esperanzas en tratamientos para la atenuación de la
sepsis (respuesta inflamatoria del organismo ante una infección grave) tras una
peritonitis y como inhibidor en la proliferación de células tumorales en pacientes con
cáncer de colon.

Estos dos usos terapéuticos están siendo evaluados en la Unidad de Investigación


Traslacional del Hospital de Ciudad Real con la supervisión de los doctores David
Padilla y Javier Redondo, y en colaboración con el Itquima bajo la dirección de Juan
Francisco Rodríguez e Ignacio Gracia.

Estudio en humanos
El objetivo final de estas investigaciones es trasladar los resultados experimentales a
la práctica médica y ofrecer así al paciente nuevas alternativas terapéuticas en
patologías con alto nivel de prevalencia. De forma que si los resultados de los
proyectos de experimentación, tanto en modelo animal como in-vitro, fueran exitosos
se llevará a cabo un estudio clínico en humanos.

La primera fase del proyecto nace tras alcanzar un compuesto del ajo morado de Las
Pedroñeras obtenido por liofilización (proceso de desecado en frío que permite
conservar las propiedades del producto) que mantiene una estabilidad química muy
por encima de la utilizada en investigaciones previas y que permiten su aplicación en
el laboratorio, en animales e incluso en humanos con totales garantías de eficacia.

Esta primera etapa se desarrolló en colaboración con el Hospital Ramón y Cajal de


Madrid, y contó con ayudas de la Consejería de Sanidad y de la Diputación de
Cuenca para los investigadores Pablo Cañizares e Ignacio Gracia, respectivamente.

El compuesto patentado como extracto de ajo liofilizado puede presentarse en


cualquier forma de administración que se considere adecuada, bien por vía sistémica,
oral, parenteral o tópica, entre otras, para lo cual incluirán los excipientes nutricéuticos
y farmaceúticamente necesarios en su formulación.

Este gran avance permite investigar los efectos terapéuticos del ajo liofilizado como
tratamiento antitumoral en cáncer de colon y en procesos de sepsis tras una
peritonitis. Dos proyectos pioneros a nivel mundial que se están desarrollando en el
Hospital de Ciudad Real.

El segundo proyecto de investigación con el ajo liofilizado que se desarrolla en la


Unidad de Investigación Traslacional del Hospital de Ciudad Real consiste en
determinar las propiedades antitumorales de extracto de ajo morado.El objetivo es
evaluar la aplicación como ingredientes funcionales o nutracéuticos de los extractos
liofilizados de ajo y analizar sus efectos para inhibir in vitro la proliferación de líneas
de células tumorales de cáncer de colon.

¿Qué es el ajo?

El ajo es un vegetal (Allium sativum) que pertenece a la clase Allium de plantas


bulbosas, las cuales también incluyen a las cebollas, los cebollinos, los ajos puerros y
las cebolletas (cebollín, cebollinas o cebollas de verdeo). El ajo se usa como
condimento al cocinar y se caracteriza por su alto contenido de azufre. Además del
azufre, el ajo también contiene arginina, oligosacáridos, flavonoides y selenio, los
cuales pueden ser beneficiosos para la salud (1).

El olor y el sabor característico del ajo proviene de los compuestos de azufre


formados a partir de la alicina, el principal precursor de los compuestos bioactivos del
ajo, los cuales se forman cuando las cabezas de ajo se cortan, se pican o se echan a
perder (2). Los compuestos bioactivos se definen como sustancias en los alimentos o
en los complementos alimenticios, aparte de las que son necesarias para cumplir con
las necesidades nutritivas básicas, que son responsables de los cambios en el estado
de salud.

¿Cuáles son los tipos de preparaciones con ajo?

Los complementos de ajo se pueden clasificar en cuatro grupos: Aceite esencial de


ajo, ajo macerado en aceite, ajo en polvo y extracto de ajo.

¿Ofrecen los resultados de los estudios demográficos evidencias científicas que


indiquen que el ajo puede prevenir el cáncer?

Varios estudios demográficos muestran que existe una relación entre el aumento del
consumo de ajo y una reducción en el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como los
cánceres de estómago, colon, esófago, páncreas y de seno (mama). Los estudios
demográficos son estudios multidisciplinarios realizados en grupos de la población
que investigan la causa, la incidencia o la propagación de una enfermedad o que
examinan el efecto de intervenciones de salud, consumos alimenticios y nutricionales,
o exposiciones ambientales. Un análisis de los datos de siete estudios demográficos
mostró que entre más alta fue la cantidad de ajo crudo o cocido consumido, menor fue
el riesgo de presentar cáncer de estómago y cáncer colorrectal (5).

El Estudio de Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer y la Nutrición


(European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition, EPIC) es una
investigación multinacional en curso que comprende a hombres y mujeres de 10
países diferentes. Este estudio investiga los efectos de la nutrición en el cáncer. En el
estudio, se asoció un mayor consumo de cebolla y ajo con un menor riesgo de cáncer
intestinal (6).

El Estudio de Mujeres de Iowa (Iowa Women’s Study) es un estudio prospectivo de


gran tamaño que investiga si la dieta, la distribución de la grasa corporal y otros
factores de riesgo están relacionados con la incidencia de cáncer entre mujeres
mayores. Los resultados del estudio mostraron que existe una sólida relación entre el
consumo de ajo y el riesgo de cáncer de colon. Las mujeres que consumieron
mayores cantidades de ajo tuvieron un riesgo 50% menor de cáncer de colon distal en
comparación con las mujeres que registraron los niveles más bajos de consumo de
ajo (7).

Varios estudios demográficos que se llevaron a cabo en China se centraron en el


consumo de ajo y el riesgo de cáncer. En un estudio, los investigadores encontraron
que el consumo frecuente de ajo y de varios tipos de cebollas y de cebollinos estaba
asociado con un menor riesgo de cánceres de esófago y de estómago, observándose
mayores reducciones de riesgo a niveles mayores de consumo (8). Del mismo modo,
en otro estudio, se relacionó el consumo de vegetales de allium, especialmente el ajo
y las cebollas, con una reducción en el riesgo de cáncer de estómago (9). En un tercer
estudio, un mayor consumo de vegetales de allium (más de 10 g por día frente a
menos de 2.2 g por día), particularmente de ajo y cebolletas, se asoció con una
reducción de aproximadamente 50% en el riesgo de cáncer de próstata (10).

Los indicios científicos también parecen indicar que un aumento en el consumo de ajo
puede reducir el riesgo de cáncer pancreático. Un estudio llevado a cabo en el área
de la Bahía de San Francisco encontró que el riesgo de cáncer de páncreas fue 54%
menor en personas que consumieron mayores cantidades de ajo en comparación con
quienes comieron menores cantidades (11).

Además, un estudio en Francia encontró que el aumento en el consumo de ajo estaba


relacionado con una reducción estadísticamente significativa del riesgo de cáncer de
seno. Tras considerar el consumo total de calorías y otros factores de riesgo
establecidos, el riesgo de cáncer de seno se redujo en quienes consumían mayores
cantidades de fibra, ajo y cebollas (12).

¿Ofrecen los resultados de los estudios clínicos indicios científicos que indiquen que
el ajo puede prevenir el cáncer?

Se han llevado a cabo pocos estudios clínicos (estudios de investigación con


personas) para examinar los posibles efectos anticancerígenos del ajo.

Tres estudios clínicos con distribución al azar han evaluado el efecto del consumo de
ajo en el riesgo de cáncer gástrico. En un estudio, que involucró a más de 5000
hombres y mujeres en China con alto riesgo de cáncer de estómago, los
investigadores compararon los efectos de tomar una combinación de 200 mg de
allitridum sintético (un extracto de ajo que se ha usado como medicamento en China
desde hace más de 3000 años) al día y 100 microgramos de selenio cada dos días
frente al consumo de un placebo (una sustancia o tratamiento inactivo que tiene el
mismo aspecto y se administra de la misma forma que el medicamento o tratamiento
activo que está siendo puesto a prueba) durante 5 años. En el grupo que recibió
allitridum y selenio, el riesgo para todos los tumores combinados se redujo en un 33%
y el riesgo de cáncer de estómago se redujo en un 52% en comparación con el grupo
que recibió solo el placebo (13).

Por el contrario, los resultados de otro estudio con distribución al azar que comprendió
a personas con lesiones estomacales precancerosas encontró que el uso de
complementos de ajo (800 mg de extracto de ajo más 4 mg de aceite de ajo destilado
al vapor por día) no mejoró la prevalencia (número de casos existentes) de lesiones
gástricas precancerosas ni redujo la incidencia (número de casos nuevos) de cáncer
gástrico (14).

Un tercer estudio con distribución al azar en Japón comparó los efectos del consumo
diario de una dosis alta (2,4 mL) y de una dosis baja (0,16 mL) de extracto de ajo
envejecido después de 6 a 12 meses de uso en personas con adenomas colorrectales
(tumores no cancerosos). Al final de los 12 meses, 67% del grupo de consumo bajo
presentó nuevos adenomas en comparación con 47% en el grupo de consumo alto
(15).
Los resultados de un estudio pequeño, no aleatorio indican que la aplicación de
extractos de ajo en algunos tumores de la piel puede ser beneficiosa. En el estudio,
que comprendió a 21 personas con carcinoma de células basales, la aplicación de
ajoeno (una sustancia química sulfúrea que se encuentra en el ajo) en la piel durante
1 mes redujo notablemente el tamaño de 17 tumores, aumentó el tamaño del tumor en
3 pacientes, y no produjo ningún cambio en otro paciente (16). Los cambios en el
tamaño del tumor variaron de una reducción de 88% a un aumento de 69%, con una
mediana general de reducción de 47%.

¿Cuáles son las consideraciones y las controversias actuales en torno al uso del ajo
en la prevención del cáncer?

Las limitaciones de los estudios, tales como la exactitud de los informes sobre las
cantidades y la frecuencia del consumo de ajo, así como la imposibilidad de comparar
los datos de estudios que usaron diferentes productos y cantidades de ajo hacen que
resulte extremadamente difícil sacar una conclusión general sobre el ajo y la
prevención del cáncer. Debido a que muchos de los estudios que examinan el uso del
ajo y la prevención del cáncer han utilizado productos con muchos ingredientes, no
está claro si el ajo solo o en combinación con otros componentes alimenticios puede
tener el mayor efecto.

Se necesitan estudios alimenticios en seres humanos bien diseñados que usen


cantidades predeterminadas de ajo (estudios de intervención) para determinar los
niveles de consumo que sean potencialmente eficaces. Asimismo se necesitan
estudios que comparen directamente varias preparaciones con ajo.

¿Cómo podría el ajo desempeñar una función en la prevención del cáncer?

Los efectos protectores del ajo pueden derivar de sus propiedades antibacterianas
(17) o de su capacidad para bloquear la formación de sustancias que causan cáncer
(18), detener la activación de sustancias causantes de cáncer (19), mejorar la
reparación del ADN (20), reducir la proliferación celular, o provocar la muerte célular
(10).

¿Cuánto ajo puede ser útil para para la prevención del cáncer?

El Instituto Nacional del Cáncer, que forma parte de los Institutos Nacionales de la
Salud, no recomienda algún complemento alimenticio para la prevención del cáncer,
sin embargo reconoce que el ajo es uno de varios vegetales con posibles propiedades
anticancerígenas. Debido a que no todas las preparaciones con ajo son iguales, es
difícil determinar la cantidad exacta de ajo que puede ser necesaria para reducir el
riesgo de cáncer. Además, los compuestos activos que se encuentran en el ajo
pueden perder su eficacia con el tiempo, la manipulación y el procesamiento. Las
pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la promoción de la salud
en los adultos son una dosis diaria de 2 a 5 g de ajo fresco (aproximadamente un
diente de ajo), 0,4 a 1,2 g de ajo en polvo seco, 2 a 5 mg de aceite de ajo, 300 a 1 000
mg de extracto de ajo, u otras formulaciones equivalentes a 2 a 5 mg de alicina.

¿Cuáles son las consideraciones de seguridad?

Si bien el ajo se ha usado de manera segura en la cocina, el consumo excesivo puede


causar algunos efectos secundarios, además de aliento fuerte y olores corporales (4,
21). El ajo a veces causa alergias que pueden ir de una irritación leve a problemas
potencialmente mortales. La ingestión de dientes de ajo fresco, extractos o aceite con
el estómago vacío puede en ocasiones causar acidez estomacal, náuseas, vómitos y
diarrea. Algunos estudios en animales y en seres humanos indican que el ajo puede
bajar los niveles de azúcar en la sangre (glucosa) y aumentar la producción de
insulina.

Se ha demostrado que el ajo interfiere con varios medicamentos recetados,


especialmente con el medicamento saquinavir utilizado para el tratamiento del VIH
(nombres comerciales Invirase® y Fortovase®). El ajo puede reducir las
concentraciones de saquinavir en suero hasta en un 50% (22). El ajo actúa también
como un anticoagulante natural y, por consiguiente, lo deben evitar las mujeres
embarazadas, personas que están por someterse a una cirugía y personas que toman
anticoagulantes, como warfarina (nombre comercial Coumadin®).

Los dientes de ajo a veces están contaminados con la bacteria Clostridium botulinum.
El C. botulinum puede crecer y producir toxina botulínica en los productos de ajo en
aceite que no son refrigerados y que no contienen sustancias antibacterianas.

Además, cuando el ajo se aplica en la piel puede haber quemaduras químicas,


dermatitis por contacto y asma bronquial. Las personas que son susceptibles de
padecer afecciones estomacales, como úlceras, también deben evitar el ajo, dado que
este puede agravar la situación o causar nuevos problemas (4).

La mayor parte del texto que se encuentra en el sitio web del Instituto Nacional del
Cáncer puede copiarse o usarse con toda libertad. Se deberá dar crédito al Instituto
Nacional del Cáncer como fuente de esta información e incluir un enlace a esta
página, p. ej., “Ajo y la prevención del cáncer fue publicado originalmente por el
Instituto Nacional del Cáncer”.

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