You are on page 1of 95

Filosofío y economío

en el loven Morx
(Los Monuscrífos de 1844)

Adolfo Sónchez Vózquez

EDITORIAL GR¡JALBO, S. A.
BARCELONA - BUENOS AIRES. MEXICO, D. F.

t q18
índice

I. HIs[onia, ESTRUCTURA Y SIGNIFICADo DE LoS MANUSCNT1S


DE 1844, L1
II. LA CRÍTICA DE IA REAIID¿O ¡CONÓUICA CAPIIAIISTA
Y DE LA ECONOMÍA BURGUESA, 41
III. NATLTRATM^ y FoRMAS DEL TRAB^Jo rNa¡rNaoo, 63
1IV. PNOPIEDAD PRIVADA Y TRABAJO ENAJENADO, 93
V. LI7
FATSA Y VERDADERA SI.IPERACIÓN DE LA ENAJENACIÓN
VI. LA CRITICA DE LA DIAIÉCTICA ESPECULATIVA DE HEGEL, L49
YII. La CoNCEPCIÓN DEL HoMBRE DELJOVEN MARX, L93
VIII. tA eUERETLA DE Los M,tNuscruros ¡¡, 227
D(. LA QI.JERELIA DE LOS MANUSCRITOS (2), 249

CoNCTUSIÓN, 282
Advertencio preliminor

En la presente obra se recogen las ideas expuestas en varios cursos


monográficos impartidos en los años 1964-$, 1970-71 y 1971-76
en la Facultad de Filosofia y Letru de la Universidad Nacional
Autónoma de México. La redacción definitiva fue terminada en
agosto de 1977 y posteriormente sólo se han modificado
actualizarlas- algunas referencias bibliográficas. -pü^
Al publicu ahora el Iibro basado en los cursos citados quiero expre-
sar mi sincero agradecimiento a los alumnos que asistieron a ellos y
que, con su participación en clase, contribuyeron a elaborar esta obra.
Expreso asimismo mi agradecimiento especial a la alumna Rosama¡ía
Núñez Mayo por su valiosa y generosa ayuda al mecanogtafiar el últi-
mo borrador de nuestro trabajo.
ADoLFo SÁNcurz YÁzqvzz
México D, F,, abril de 1982

11
I. HISTORIA, ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO
DE tOS /V|ANUSCR'IOS DE t844

Un proyecto no retlizado

Entre marzo y agosto de L844, Marx redactó los tres manuscritos


que constituyeron el borrador de una obra que jamás llegó a publi-
car y que conocemos desde que se publicó íntegramente por prime-
Í^ vez, e¡ 1932, como Manuscito¡ econónzico-fi/osíficos de 1844,
Marx acababa de publicar en el ales
Franco-Nenanes s! Int¡oducciíx de-
recbo de Hegel en la que había una
teoría de la revolución en la que el proletariado desempeñaba un
papel fundamental.
De acuerdo con un contrato del 1o. de febrero de 184J, firmado
con el editor C.§7. Leske, de Darmstadt (Alemania), Marx se
proponía public
economía políti
polltica esta¡la c
dc Hegel, escrita el año anrerior, y que permanecería inédita hasta
1932. Ios Monucriros cubri¡ían la parte económica y en un trabájo
especid Max en el Prólogo- tratatie. de exponer "lzuaba-
-dice la relación entre las dive¡sas parres". Y a,grega:
zón de conjunto,
"en el presence escrito, por la ruzóo expuestar sólo se tocan la correlación
entre la Economía politica y el Estado, el derecho, la moral, la vida civil,
ctc. , exactamente en la medida en que la misma Econom ia po)fuica, üzta ex
profeso de estos temas". [2)] t

¡ C. Ma¡x, Manu¡ctiro¡ económico-f/oñfieo¡ de 1844, en: C. Marx y F. Engels,


Escitos eco¡ómicos uaios, trad. esp. de Wenceslao Roces, Editorial Grijalbo, Méxi-
crr D F., l<)62.-Todas las citas de los Mana¡cdto¡ en el presenre volumen se hacen
por esta edición; la página correspondiente del pasaje citado se indica siempre, al fi-
nal de la cita, entre corchetes.

r3
del mundo. Sólo en los ManuscitoJ encontramos por primera vez Ricardo- que Engels había encontrado en Inglaterra, ela saz6n el
esta conjunción de filosofía, economÍa política y socialismo o comu- país capitalista más ayanzado del mundo.
nismo (por cierto, es la primera vez que Marx se pronuncia abierta- El traslado de Marx a Par-rs, en octubre de 1841 ,le permitió cam-
mente en favor del comunismo, calificado todavía poco riempo an- t¡iar en gran parte esa situación. Aunque en Francia el desarrollo ca-
tes de "abstracción dogmática"r). pitalista no había alcanzado aún el nivel al que lo había conducido
Has¡a 1844 el mundo de la economla erapara Marx una verdade- la revolución industrial en Inglaterra, su evolución política y social
ra "terra ignota". En este aspecto, su situación sólo puede ser com- csraba por encima de la Alemania de los años 40. Francia ere püa
parada muy desventajosamente para él con la que renía su colabora- Marx el país de las grandes t¡adiciones revolucionarias: el país de la
dor más fecundo, generoso y brillante: Federico Engels. Duranre su Gran Revolución Burguesa de 1789 y de las jornadas revolucionarias
estancia en Inglaterra, ya por entonces el país capitalista más de- de 1830 y 1831 en las que la clase obrera se había batido en las
sarrollado, Engels pudo tener un contacto directo con los hechos barricadas con conciencia ya de sus fuerzas. Par'ts no podía ofrecerle
económicos y un conocimiento de primera mano de las condiciones ciertamente en el terreno de la economía Ia visión que Inglaterra
de vida del proletariado y de sus luchas en el movimiento cartista. había brindado a Engels y que más tarde le brindaría a él mismo co-
Fruto de esta experiencia, y de sus lecturas de los mo país capitalista maduro y más desarrollado de su tiempo. Pero sí
-particularmente
economistas burgueses (Smith, Ricardo, Mac Culloch y Say)- le permitió eotrar en contacto con los agentes de la producción
fueron dos espléndidos trabajos primerizos: E¡bozo de una crítica
-los ob¡e¡os- y asomarse así, a través del contacto
directo con
de la Econom'a política (publicado en los Anale¡ Franco-Alemanes) ellos, a un escenario económico y social que había dejado sensible-
y La situación de la clase obrere en Inglatena (escrito como el ante- mente atrás al raquítico mundo económico y social (agrario y aftesa-
rior a fines de 1843). nal) de la Alemania en la que había vivido hasta entonces.
Marx carecía por completo de una experiencia semejante a la que Hasta aquel momento su experie ncia en esta esfera se rcducía ala
tuvo Engels desde su llegada a Manchester. Por orro lado, indepen- que había obtenido a su paso por Ia redacción de la Gaceta Renana,
dientemente de que sus circunstancias personales eran muy distin- desde la cual pudo conocer y rematizar los desafueros de los
tas de las de Engels (hijo de un fabricante textil y empleado él mis- grandes terratenientes sobre todo^iy con ello percatarse que fue
mo en la empresa de su padre ), difícilmente se podla tener, en una -lo
importantisimo, como ya vimos, parala evolución de su pensamien-
Alemania esencialmente agraria y con una clase rrabajadora funda- ro- del papel de los intereses materiales, particulares, bajo el régi-
mentalmente artesanal, la experiencia que brindaba un país como men de la propiedad privada. Pe¡o, en verdad, nada sabía del mun-
Inglaterra en el que el capitalismo ya en su apogeo mostraba abier- do económico moderno hasta que toma cootacto con sus obreros en
tamente sus contradicciones fundamentales. Hasta entonces Marx París y, sc¡bre todo, hasta que empujado por una doble necesidad
habÍa vivido en el mundo alemán cuyo anacronismo político-social, teórica y práctica se pone a estudia¡ la economía política burguesa.
determinado a su vez por su atraso económico, había puesto clara-
mente de manifiesto en su Introdacción a la Crítica de la flosofia
del derecbo de Hegel. Allí habh señalado que los alemanes sola-
mente por su filosofía podÍan considerarse conremporáneos del pre- EI " de Engels y su en Mafx
sente, "sin ser sus contemporáneos históricos". Por otro lado, en
un pa'rs esencialmente agrario, donde la producción artesanal tenía
todivía un peso decisivo, mal podía enco;trar Marx el penlamiento Justamente cuando el joven Marx se encont¡aba en ParG entregado
a su vez alatarea de preparar el primer número de Ia revista revolu-
económico, pafticularmente de los economistas clásicos y
cionaria, los Ana/e¡ Franco-AlemoteJ, tras de haber llegado a la
-Smith
conclusión de que la revolución, aun en la forma humanista en que
') Carta, a Ruge , fechada en Kreuznach, septiembre de 1841 En: OMEi 5, Crírica, la concibe, es inseparable de la abolición de la propiedad privada, y
Barcelona, 1978, p 174. cuando la filosofía le muestra sus propios límites en esa tarea revo-

22 23
lucionaria, llega a sus manos con destino a la revista el artículo de determinó la evolución del pensamiento de Marx y Engels: la que
Engels, E¡bozo de ana crítica de la econont-'u po/ítica.to en un caso (la "miseria alemana") fijó esa evolución en un punto
Este a¡tlculo produjo una enotme impresión en Marx y fue uno filosófico-político y la que en otro (la madurez capitalista inglesa)
de los factores determinantes de su acercamiento a la economía y de aceleró esa evolución hasta llevarla a la critica de la economía
su interés por esta nueva rarna del saber a la que dedicaría práctica- política burguesa.
mente los mejores años de su vida. En sus primeras notas de lectura En su artículo Engels arranca del reconocimiento de una realidad:
(Cuaderzos de Par*) resume cuidadosamente el trabajo de Engels;I' la existencia del sistema económico basado en la propiedad privada.
quince años más tarde no se apaga aún su admiración por él y lo ca- Partiendo de este reconocimiento de la propiedad privada como
lifica de "genial"tz , fundamento del sistema, Engels pone al descubierto las relaciones
t¿ccgs. Ciertamente, entre la Economía política y la propiedad privada. La Economía
sorprendidos del joven Marx todo un mundo que práctica y teorica- polltica pretende explicar esa realidad económica, peto en verdad,
me.rte desconocía hasta ese momento. EI análisis económico de lal como "ciencia del enriquecimiento", no hace sino justificarla en
sociedad rcalizado por Engels no sólo tocaba un aspecto fundamen-,i función de la propiedad privada en que se funda. Así, pues,
tal, ausente en los ánálisis"de Marx, sino que p.r-i,í" a ésrc avaozart, mientras el punto de vista de la Economía política es el de la pro-
y profundizar en los análisis filosófico-políticos ya realizados al si-] . piedad privada, el de Engels es el de su abolición. Se trata en ambos
tuarlos en el terreno de la economía. De este modo, los esfuerzos teó- casos de puntos de vista de clase, pero opuestos. Por otro lado, y en
ricos de uno y otro convergían en un terreno común. Como Marx, consonancia con esto, mientras la Economía política ve un orden
Engels había comenzado siendo un hegeliano de izquierda y, como natura.l en el sistema económico burgués, Engels subraya a cada paso
é1, se habÍa empeñado eo superar la filosofía de Hegel, primero, y su carácter irracional, inhumano (o antinatural). Engels pone de
la de Feuerbach, después. Como Marx, se había orientado hacia manifiesto esta irracionalidad en su análisis de la concurrencia con
una concepción de la sociedad, anclada en las relaciones materiales su ley de la oferta y la demanda, Mientras que los economistas ven
y particulares, y, como Marx, sentía la necesidad de criticar el orden en esta ley un "ritmo compensatorio" y ensalzan sus virtudes, En-
social existente y de pasar a una nueva sociedad, basada en la aboli- gels señala sus terribles consecuencias en las crisis periódicas.
ción de la propiedad privada. Pe¡o la evolución de las ideas de En' Mostrando ya cierto dominio de la dialéctica, Engels subraya la
gels siguió, a su vez, un camino peculiar en su última fase en esos estrecha relación entre la concurrencia y el monopolio. Mientras
años, pues mientras Marx, moviéndose magistralmente en el plano Que los economistas ven en la libertad de empresa la garaotla de la
filosófico, había llegado a un análisis filosófico-político de la so- climinación del monopolio, Engels destaca su ¡elación mutua. La
ciedad moderna, Engels, más cerca de los hechos reales, concretos, monopolio y éste "no puede
llegaba al análisis económico de la sociedad moderna que Marx
competencia
-dice- deriva hacia el
contener el flujo de la competencia". La competencia, tan ensalza-
tenía ante su asombradt mirada. Pero fue en últime instancia la da por la economía liberal, es la culminación de la "inmoralidad
propia realidad en la que uno y otro vivían en aquellos años la que del orden humano actual".
En su trabajo Engels examina las consecuencias del régimen de la
r0Versión española de W. Roces en el volumen yacita.do: C. Marx yF.Engels, Esci-
propiedad privada, entre las cuales sitúa el comercipal que conside -
lo¡ económico¡ ratios.
ra un ftaude legal. Al elevar su indignación moral por sus aspectos
rr Hemos dado el título de Cuadento¡ de Parí¡ zlasnotas de lectura de 1844 que dan negativos, Engels extiende su condena a todo el comercio en gene-
testimonio del primer encuentto del joven Marx con Ios economistas burgueses (estu- ral, perdiendo de vista con esta condena en nombre no
dio previo de A. Sánchez Yázqrcz y trad. de Bolívar Echevarría, Ed. Era, México tanto de un principio moral como de cierta-hechaconcepción feuer-
D.F.,1972). El resumen del traba)o de Engels, encuentraen las pp. 10]-104 de
se
bachiana del hombre-, el carácter histórico de este fenómeno.
csta edición.
l2Ensu" Engels rechazalateorla de Ricardo que define el valor por los cos-
'ed'cit'P' tos de producción. Engels dice que Adam Smith y David Ricardo
1t6.

24 2'
hablan de un valor abstracto, puesto que el valor real no puede eli- rAr rer apologético, justificador, de las teorías económicas burguesas
minar la concurrencia en su determinación. Say pretende que es la y, lx)r tanto, al subrayar la función de la propiedad privada como
utilidad Ia que lo determina, pero como la utilidad sólo aparece en Ir¡rrrlamento de Ia explotación y de Ia escisión social, Engels reafir-
el mercado, en Ia venta, tampoco puede prescindir de la concurren- nu cl punto de vista opuesto: el de su abolición. Lacrfticade Engels
cia. El valor real supone ambos factores; es "larelación eotre el cos- cr el primer intento de crítica revolucionaria de las categorías de la
to de producción y la utilidad". De este modo, lateoria del valo¡ | ,r r ¡r romía política burguesa; es de cir, de crítica desde el punto de vis-
por el trabajo, una de las aportaciones de la Economía clásica que r;r rlc la clase revolucionaria en la sociedad burguesa: el proletariado.
permitirá posteriormente y consecuentemente desa¡rollada- I)ara Engels la Economía burguesa se halla en relación con un inte-
llevar al descubrimiento -crítica
de la plusvalía, es rechazada por e I joven rór de clase, y la comprensión de esto le permite uo tratamiento de
Engels como lo será igualmente la iofluencia de éste- por clla que anuncia yeu¡a de las grandes tesis del materialismo histó-
el joven Marx. -bajo
ti««r: la vinculación entre las ideas y las condiciones materiales de
En el régimen capitalista, observa Engels, hay una diferencia cxisrencia. Engels no ve la Economía burguesa de un modo abstrac-
entre el valor ¡eal de una cosa y el valor que se obtiene con ella con ro sino en un proceso de desarrollo histórico en el curso del cual
su venta; o sea, entre el valor real y el precio, el cual varía en fun- urras escuelas y doctrinas desplazan a otras. Es decir, las doctrinas
ción de la concurrencia. El precio por ranro no coincide con el valor ct«lnómicas no las ve surgir de un modo arbitrario y caprichoso sino
re¡|. Para el economista, en cambio, el precio se confunde con el va- crr cierto nivel de desar¡ollo de la Economiay de acuerdo con ciertos
lor real y, con ello, todo aparece al revés: "el valo¡, que es lo origi- il r tereses .

nario, la fuente del precio, se hace depender de éste, es decir, de su Como "ciencia del enriquecimiento", la Economía adopta for-
producto", cuando en rigor hay una disociación que tiene su fun- rnas diversas a lo largo de la historia de acuerdo con los cambios que
damento en la concurrencia y, por r¿nro, en la propiedad privada. sc operan en el sistema real de enriquecimiento. Así los teóricos del
¿Qué sentido tienen para Engels estas inversiones y equivalencias sistema monetario corresponden a un sistema que se mueve por la
de la Economía política? Se trara identificar el precio y el r reencia de que toda la riqueza está contenida en el oro y la plata; el
valor- de justificar la inmoralidad del-alcomercio y se trara asimismo nlercantilismo que le sucede, en la realidad y en Ia teoría, ve en el
hacer pasar el costo de producción por el valor- de ocultar el romercio el medio para aumentar la riqueza. Este sistema deja paso
-al de la concurrencia. En un caso como en otro, Engels revela y
papel rn el siglo xvlll, siglo de la revolución industrial que "ha revolu-
denuncia a la Economía política burguesa por situarse en el punto de ci«rnado también la Economía política" a la era de la Economía
vista de la propiedad privada, fundamenro último de la competencia. p<rlítica liberal que tiene su exponente más avaozado en Adam
Por razones análogas, critica también la tesis de la equivalencia Smith, al que Engels llama "el Lutero de la Economía política" (ca-
entre capital y trabilo. Aunque acepra que, en sus orígenes, es rra- lificación que Marx acogeráe¡[os Manu¡citos)por haber compren-
bajo acumulado, el capital bajo l.a, forma de inrerés, de ganancia, dido que es el trabajo humano y no algo exterior al hombre la fuen-
tiende a separarse del trabajo, separación que se traduce en la div'i- te de la riqueza; es deci¡, por haber descubieno Lutero con
sión de la humanidad entre capitalistas y trabajadores. El capital -como
rcspecto a la religión- la "esencia subjetiva de la propiedad
que no es nada de por sí, sin trabajo, se separa del trabajo y lo do- privada".t)
mina. Y no sólo se separa del trabajo sino que separa al trabajo de A modo de resumen, sobre la importancia del trabajo de Engels y
sus productos. suinfluencia en un joven Marx que pugna por abrir las puertas de Ia
Para Engels estas divisiones antinarurales desaparecerá¡ al abolir- Economía, agregaremos finalmente remitiéndonos a nuestro texto
se la propiedad privada: el capital volverá enronces a su unidad ori- sobre el mismo tema: el trabajo de Engels "influye decisivamente,
ginaria con el trabajo y el salario será la ve¡dadera medida de la
participación del trabajo en la producci1n. La ctitica, pues, de la te- l1 Sob¡e el Esbc¡zo de Engels, véase rambién nuestro estudio previo a los Cuadernos
sis de la equivalencia entre precio y valor, tiende a denunciar el ca- ,b París, ed cit., pp )2-34

26 27
con todo su peso, es decir, con sus hallazgos y limitaciones, en el .io-
ven Marx quien hará suya la actitud negativa de Engels htcia la
teoría del valor por el trabajo y acentuará, aún más el enfoque filosó-
fico (contradicción entre esencia humana y realidad económica, o
entre economía y humanismo) que hemos advenido e¡ el Esbozo.
Pero Engels le hace ver sobre todo:

a) el papel de la economía como clave de Ia Sociedad Civil y, a su


vez,la importancia de la propiedad privada como fundamento
c¡tfcchamente emparentadas con los Manu¡crito¡.rt Como en éstos,
de las relaciones reales humanas;
b) el mérito de la Economla politica al establece¡ las leyes del or-
den humano basado en la propiedad privada;
c) el caricter histórico y transitorio de este fundamento;
/) la vinculación entre la economía y la propiedad privada y, en
consecuencia, el carácter burgués, de clase, de esta ciencia al
y testimonio bien visible de ella es el resumen que, entre sus ootas y
considerar el orden basado en ella como un orden natural y ra-
crtractos, hace de é1.
cional;
En su crítica de la Economia polltica clásica, siguiendo claramen-
e) el punto de vista opuesto al de la Economía política, a saber: el
a del
tc a Engels, se e un nuevo
de la supresión de Ia propiedad privada, lo que equivale a pro- que
¡c§go a esa crí tracción en
porcionar un fundamento económico (no sólo filosófico) al so-
cialismo".'a
trrito que el m tenci mente real.
tin está invers del s Marx ve el

Primeras lecturas de los economistas burgueses

Acuciado por la necesidad de abordar las cuestiones económicas para


buscar la respuesta a los problemas planteados y resueltos insufi-
cientemente en sus trabajos anteriores, particularmente en su
Cñtica de la flosofw del derecho de Hegel y la. Introducciín, in-
mediatamente posterior, y avivado su interés bajo la profunda
impresión que le produce el Esbozo de ana crítica de la Econom'w
política, de Engels, el joven Marx se pone a leer con fruición (prác-
ticamente , a devorar) las obras de los grandes (y no tan grandes) pitalista. Se trata, en este sentido, de una "verdad económica" que
economistas de la época. De este modo, lee entre otros a Say, Skar- otros economlstas tratan de endulzar (expresióo cínica de una ver-
beck, Adam Smith, David Ricardo,James Mill, Mac Culloch, Pre- dad económica). Marx adoPta, sin embargo, una doble actitud ante
vost y Buret. De acuerdo con un hábito escolar adquirido en sus el exponente más lógico y consecuente de la Economía burguesa:
años de estudiante universitario, Marx extracta o resume aquellas
ft sobre el contenido, significado, problcmas delos Cuaderno¡ de Parí¡ y su rclación
tonlos Manascilos de 1844, véase también nuestro estudio prcvio ya citado a dichos
rr Ibid., pp. 34-35 Caaderno¡ en la ed cit., pp. l3-97

28 29
l' i

David Ricardo; rechaza por un lado su teoría del valor por el traba- v rr rr c lrr in fl uencia feuerbachiana al estable ce r uoa aoalogia entre e I
jo, en tanto que por otro le reconoce el mérito de haber señalado el ,lrrcro y Dios. Como Dios en Feuerbach, el dinero encatna o repre-
rrrrr¡r r.xlo lo humano; en él se concentra todo su poder sin que los
ll
i
carácter inhumano de la producción con vistas a la gataocia y la si-
tuación inhumana del obrero en la producción, al ser valorado sólo
como productor, como obrero. Le reconoce asimismo el mérito de
Iror¡rlrr<'s reconozcan en este mediado¡ universal, ajeno, su voluntad
y ¡r¡ :u tividad. Tanto en la aparición del sistema moneta¡io como en
i haber mostrado la "verdad" de esta situación y, con ella, la incom- rrr rr:rrrsfbrmación en sistema crediticio en el que culmina la enaje-
I
patibilidad entre lo humano y la EconomÍa política y le reconoce fi- rr,rr riin (el crédito como trasmutación mutua del hombre y del dine -
nalmente el mérito de no haber aceptado la distinción, propuesta ro)u Marx no se le escapa no sólo su carácter histó¡ico-concreto sino
por Say y otros economistas, entre intereses generales o nacionales, t¡nrhién el elemento de necesidad en el desarrollo del primero y su
e inte reses particulares de los capitalistas. Ahora bien, Marx critica a tt¡rrsformación en el segundo.
la Economía política no por mostrar esta realidad sino por mostrarla l,a t ategoría ce ntral de los Manascitos: la de trabajo enajenado,
haciendo abstracción de su fundamento: la propiedad privada. , r trrnbién objeto de la atención de Marx en estas notas de lectura,
Tras de fijar su posición frente a Ricardo, Marx dedica su anota- ¡lrr(luc su tratamiento es mucho más pobre y esquemático que en
I
ción más extensa aJames Mill; se trara tal vez de la parte más ori- l,t: M¿nascritor. Revisten, sin embargo, cierto interés algunos mati-
ginal de esras notas de lectura. Sus primeras reflexiones vuelven con ,r'r cn dicho tratamiento, particularmente en lo que toca a las rela-
agudo sentido dialéctico sobre la ley del valor y ven en ella una I rtlilcs cotre intercambio comercial y enajenación, y a los orígenes
, lr ist a.
l

abstracción que sólo capta uo aspecto del movimientq real (el


equilibrio momentáneo y casual entre la oferta y la demanda) sin lrinalmente, destaca¡emos las notas finales del Cuaderno tv sobre
tomar en cuentra otro aspecto: el del cambio, el de la fluctuación. l¡n¡cs Mill en las que el joven Marxüaza el cuadro del tipo de co-
Pero la mayor parte de estas notas sobre James Mill introducen un lrr¡rurla<l o sociedad en la que los hombres producirán y se relaciona-
I
tema que va a constituir el eje de los Mana¡cito¡; el tema de la ena- r,ur (omo hombres Es el tipo de sociedad quc en los tll.anu¡cilos
i
jenación. Pertrechado coo una concepción de la esencia humana, llrrr¡it abiertamente "comunismo". En ella se supe ran las formas de
afio todavia a la de Feuerbach, Marx distingue la comunidad que la r rrrr jcnación quc e n los fulanuscrito: se presentarán como propias de I
Ecooomía política (Adam Smith) llama abiertameote "sociedad co- tt;rlrujo enajenado Esta nueva forma dc comunidad o de relación
mercial" y que para él es una "forma enajenada del intercambio ..,,r rul cntre los hombres se presenta como una hipótesis negada en

socia.l " y la comuoidad en la que el intercambio corresponde al ll ri¡ro de sociedad real , existente, es decir, en la sociedad que, por
"verdadero ser comunitario", a la esencia humana. Tras de poner ,.r ¡rr l¡asada en la propiedad privada, la relación social toma la forma
la primera ciertamente real- en conexión con la pro- , lruicnada del intercambio comercial .

-comunidad
piedad privada (conexión que pasa por alto la Economía política),
Marx examina la forma enajenada que adopta la relación social en
las condiciones de la propiedad privada, como relaciones enajena- Re lacirin enrre los Cuaderno: de Pari
das entre los hombres y de los hombres con los objetos. Resulta en- y l<ts Manuscnllr¡.t
tonces que los hombres sólo pueden relacionarse entre sí por medio
I
de las cosas y no se relacionan con éstas como hombres, por lo cual \rrr palpables las conexiones entre estas notas de lectura o Ctader-
las cosas suplantan al hombre y éste deja de hablar un lenguaje hu- no¡ de Parfu y los Manuscrito¡ econóntico-flosíficos. Dos aspectos
I mano (el de la esencia humana). En esas relaciones enajenadas el ,rr¡rrales: la critica de la Economía política burguesa y el tema de
I
equivalente universal enajenado y enajenante- es el l;r cnajenación están presentes en ambos textos. Sin embargo, aunque
dinero. Con el examen -mediador
i

I
del dinero como tal equivalente y mediador, rn algunos puntos eiemplo, en el tema del dinero como equi-
I
el análisis del joven Marx en estas notas de lectura alctnze su nivel -por
v¡¡lcnt. universal y mediador enajenado, y del crédito como cul-
l
más alto, aunque en este punto es donde más visiblemente sc ad- rrrinación de esta enajenación- el joven Marx se muestra a una
I

i
30 3l

I
ii
mayor altura teórica que en los Manuscrito¡, sin embargo, éstos de-
jan atrás a las notas de lectura por su mayor riqueza temática, por Estructura y contenido temático
una mayor profundidad en el análisis de Ia enajenación en el traba- de los Manuscitos
jo y, por una mayor originalidad y densidad de pensamiento.
Las notas de lectura y los Manascritos co¡stituyen, no obstante, Antes de proceder a ese análisis será conveniente que demos una
una unidad. Escritos en el mismo año (de 1844) no es lde¡ de coniunto acerca de la esüuctura y el contenido temático de
-aurque res-
posible fijar con exactitud la fecha en que fueron redactados-, los Maruscrito¡ así como de las vicisitudes por las que han pasado,
ponden a una preocupación común que se manifiesta en el paso de fn cuanto a su publicación, desde que por primera vez abandona-
la filosofía a la Economía; son el primer fruto del contacto con la trrn la condición inédita en que Marx los había de)ado durante toda
economía y constituyen no sólo la primera crítica de la Economía tu vida.
política burguesa sino, a su vez, el primer intento, sobre todo en los Los Manu¡citos de 1844, de acuerdo con el original que se con-
Manuscritos, de buscar una explicación fundamental o clave última tc¡va en el Instituto de Historia Social de Amsterdam, consta de tres
a lo que la Economía política oculta o no explica. lcgajos de extensión desigual (conocidos como primer, segundo y
Dentro de este marco común es difícil establecer las verdaderas tcrcer manuscritos). El Primer Manuscrito consta de 36 páginas. Las
relaciones entre un texto y otro. ¿Las notas de lectura preceden a los hojas de papel en que están escritas fueron divididas por medio de
Manuscitos, son paralelas a éstos o, en algunos casos, son poste- dos rayas vetticales en tres columnas. Fueron encabezadas respecti-
riores a los h[anu¡crito.r o, a parres de éstos? La inexistencia de datos v¡¡mente por Marx de izquierda a derecha con los siguientes títulos:
exactos cronológicos sobre el proceso de redacción de ambos textos "Salario", "Ganancia del capital" y "Renta de la tierra". Marx se
dificulta una cla¡a respuesta sobre estas relaciones. Hay que atener- ocupa en ellas de estas tres categorías económicas fundamentales
se, por ello, a un criterio temático y teórico. Tomando en cuenta el cnfrentándose crÍticamente a la Economiapolitica burguesa. En las
cootenido temático y el nivel teórico alcanzado por el análisis (cuan- primeras 16 páginas encontrarnos esta crítica, junto a extractos de
do se trata de un mismo tema) se puede establecer cierto orden de obtas de Adam Smith, Schultz, Pecqueur, loudon, Buret y Say. A
precedencia. Así, por ejemplo, puede suponerse que las notas de prnir de lapágina 17, Marx sólo escribe en Ia tercera columna, es
lectura de los primeros cuadetnos, en los que se somete a crítica decir, en la titulada "Renta de la tierra". Pero desde la pigina 22,
sobre todo a Smith y Ricardo, anteceden el tratamiento del mismo raltándose esta división en columnas escribe en la totalidad de ellas,
tema que encootramos enlos Manascritos (en el primero de ellos). ocupándose de un tema distinto y, como veremos fundamental en
El tema del dinero supera el estudio del mismo tema en los Mo- toda la obra. Esta pane final del Primer Manuscrito que comprende
nruscitos y presupone ya el tratamiento de la enajenación que en- 6 páginas es la que se conoce hoy con el título de "El trabajo enaje-
contramos en el fragmento de éstos titulado "el trabajo nado". Tal fue el título que pusieron a este fragmenro sus primeros
enajenado" y talvez desarrolla aspectos que fueron tocados en ellos editores, ya que Marx escribió esas páginas sin titulares. Enlapági-
(en el segundo Manuscrito) en la parte que por haberse perdido no na 27 este Primer Manuscrito se interrumpe.
ha llegado hasta nosotros. El Segundo Manuscrito consta solamente de 4 páginas, numera-
No es fácil, pues, establecer el lugar exacto que ocupah los das de la 40 ala 43. Se trata, por tanto, del fragmento final de un
Cuadernos de Pañ¡ y los Manascritos propiamente dichos. Pero, texto del cual han desaparecido las 39 páginas anteriores. Es no sólo
desde luego, puede desecharse la idea de que esas notas fueran en un texto incompleto sino además inconcluso; en efecto, a las últi-
su conjunto una fase anterior o simplemente preparatoria de los Lfa- mas palabras de la página 43 sigue una serie de puntos que indican
na¡critos. Pero ahora nuesrra atención debe concentrarse en éstos. que no estamos ante su conclusión sino ante una interrupción. Ios
primeros editores pusieron a este fragmento el título de "La rela-
ción de la propiedad privada". En cuanto a la pafte perdida es
difícil reconstruir su contenido temático. Pero, una vez abordados
cn el primer manuscrito, en una actitud crítica, las categorías fun-

32 33
damentales de la Economía política y de haberse ocupado del traba-
elaborados, de la Citica de la flotofía del derecl¡o de Hegel (enla
jo enajenado, este Segundo Manuscrito debía significar un nuevo
parte polírica) y de los hÍanu¡citos (en la parte económica). Esto
desa¡rollo a partir de lo alcanzado en el primero.
explica 6l¡ramente , como ya subrayamos, que los Manuscito¡ , aI ¡o
El Tercer Manuscrito contiene 68 páginas, de ellas las 23 últimas
llevarse acabo el plan propuesro, permanecieran definitivamente
en blanco. Comienza con dos apéndices a dos páginas (perdidas)
en el estado de bo¡rador en que hoy los conocemos.
del Segundo Manuscrito. El primero, titulado por el editor "Pro-
A fines de agosto de 1844, se encontraron Marx y Engels en Par-ls
piedad privada y tabajo", rlapágina 36; el segundo, titulado por
y al percatarse de la coincidencia de sus preocupaciones teóricas y
él mismo "Propiedad privada y comunismo", alapágioa 39. Am- prácticas y de las posiciones que hasta entonces habían alcanzado,
bos apéndices ocupan las 13 primeras páginas. Siguen los dos frag-
y convencidos de la necesidad de dar una batalla decisiva a los jóvenes
mentos titulados respe.ctivamente "Necesidad, producción y divi-
hegelianos, decidie¡on escribir una obra conjunta, ésta sí para ser
sión del uabajo" y "El dinero " p^ra pasar después a la "Crítica de
publicada como lo fue efectivamente con el título de La Sagrada Fa-
la dialéctica de Hegel y Ia filosof-ra hegeliana en general". Esta milia. El título aludía a los hermanos Bauer, principales reptesen-
crítica quedó también inconclusa. A continuación viene el Prólogo
tantes de la filosofía abstracta especulativa que había convertido en
que, en las ediciones autorizadas de que disponemos, aparece en el
Alemania la crítica en el principal instrumento para transforma¡ la
lugar debido, es decir, al frente de la obra. El Prólogo revela cierta
realidad. Se trata, pues, de una crítica de la filosofía especulativa de
contradicción entre lo que se propone el autor y Io que muestra los jóvenes hegelianos que Marx yahabia desarrollado en trabajos
efectivamente el texto, pero es que, en verdad, este prólogo escrito
anteriores y particularmente en los Manascitos. La Sagrada Fami/ia
ya casi al final de la obra no es tanto un prólogo a Io que ya estaba
fue escrita inmediatamente después de los Manuscitos y con ese
escrito, sino más bien a lo que Marx se proponía publicar, y de lo
tftulo apareció en febrero de 1841.t: Fue entonces cuando Marx se
cual era un anticipo Ia parte de la econom-la- los manuscritos
-en
conservados en estado de bor¡ador.
comprometió a publicar otra nueva ob¡a, la Crítica de /a política y
de la ecotomía política que implicaba la reelaboración de los Ma-
En dicho estado permanecieron, casi en su totalidad, hasta que
nu¡cito¡ pero, en realidad, ya no volvió a ocuparse de ellos, y per-
et 1932 se publicaron en su lengua original en Ia edición de Obra¡ manecieron inéditos y desconocidos duranre casi 80 años.
cornp/etas de Marx I Engels que se conocen por las siglas en alemán
16
En 1927 los fu[anascitos fueron publicados por primera vez con
MEGA
un rítulo inadecuado pero bastante significativo: Trabajos prelinzi-
noler por¿ ln Sagrada Familia. Formaba parte del volumen III de
üna colección en ruso titulada Arcbiuos de Maa y Enge/s, que
Vicisitudes y destino del texto tparecía en Moscú. En L929 se publicaron de nuevo, con el mismo
tftulo incorrecto, en el tomo III de la primera edición rusa de las
Veamos brevemente las vicisitudes del texto que hoy conocemos jbra¡ de .fuIam y Engels.
sobre todo por esa edición.
Por enronces, el xu Congreso del p.C. de la Unión Soviética, de
I¡s Manascito¡ fueron escritos entre marzo y agosto de L844, e¡ lcuerdo con el Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional, deci-
Par-s, y permanecieron en estado de borrador, sin ser preparados
dió la publicación de las Obra¡ completas de Mau y Engels en ruso
para su publicación. Io que Marx proyectó publicar, como ya sabe-
mos, era de acuerdo con el conüato fi¡mado el 1o. de febrero de Ien otrÍs lenguas, particularmente en su lengua original. Esta labor
fue enconeendada al Instituto de Marx y Engels de Moscú.
1841 con el editor Leske, una Crítico de la política y de la econonzía
R t 1932 los Monascritor aparecieron en alemán en la primera
política para la cual pensaba servirse como materiales, una vez re-
cdición cieotifica, y completa, en el tomo tII de Matx Enge/¡ Ge¡arn-

16
Karl Marx, Oeá,oromicl:-pbilotopbicbe )lÍanubipte au demJaltre 1844, MEGA l'I'rad. V
l, r, 3, pp. 29-172. esp de Roces en: C Marx y F. Enge ls, b Sagrada Fami/ia 1 otrot escitot
lilosóJicos ¡/¿z la pimera époct. Ed Grijatbo, México D. F., 1958.

34 3'
jt ¿Cómo fueron acogidos los
tatsgabe (Obras Cornpletas de Ma¡x Engels) conocidas por las íz de su publicación'
siglas MEGA. En esta edición el texto del joven Marx aparece por pri- y .üil h^ sido a grandes rasgos a obra en años Poste-
mer^vez con el título de Monuscito¡ econírnico-filosíficos de 1544
que corresponde adecuadamente al contenido real de la obra, y que
es el que más se ha generalizado hasta nuestros días. También se
pusieron subtítulos, de acuerdo con el contenido de los fragmentos,
cuando no lo hab-ra hecho el autor. La edición MEGA sigue siendo
hasta hoy la más autotizada, independientemente de algunos erro-
res de detalle; por ello ha servido de base a las ediciones posteriores
más autoriztdas y a las traducciones más fieles.18
Eo 1932 apareció también en Leipzig otra edición alemana de los
Manuscritos en el primer tomo de la obra en dos tomos: K. Marx:
Der bi¡toriscbe Materialismus. Die Frascbiften (K. Marx: El rnate-
ialimo lti¡tórico. Prirneros escritos). Esta edición preparada y pro-
logada por Landshut y Mayer no reun'ra las virtudes d,e la IvIEGA; por
-
días.
el contra¡io. era incompleta (faltaba todo el texto del Primer Ma- Los primeros que se ocupan de ellos, aPenas publicados., son teó-
nuscrito) y muy imperfecta (había muchos descuidos en la trans- ricos sácialdemóiratas: Landshut y Mayer en el prólogo
de su edi-
cripción de los manuscritos y, además, el texto era presentado en
forma caótica). A la obra se le dio el tltulo de Econornía política y
corespondía al contenido de la
poco afortunado: Sobre la conela'
el htado, e/ dereclto, la noral y la
uida cioil, apatentemente tomado de lo que Marx dice en el Prólogo
acerca del contenido de la obra. Pero ya hemos señalado anterior-
mente la cont¡adicción entte lo que el joven Marx propone en el
Prólogo y lo que se encuentra efectivamente en el texto. De ahÍ que
el subtítulo de la edición ciiada fuera inadecuado.re
¡8 Entre estas traducciones se cuentan: dos iralianas, de 1949 y 19)0, de
Norberro
Bobbio y Galvano della Volpe respectivamente; la rusa Ce 1956, en un volumen¡:s-
pecial en el que se recogen obras de juventud de Marx y Engelsl la edición inglesaile
1919, hecha en Moscú, tomando como base !a edición rusa; la francesa, de 1962. e¡
versión de Emile Bottigelli, y en español lz ya citad.a de \lenceslao Roces de 1!62 y
dos más aparecidas posteriormente: la de Francisco Rubio Llorente con el tírulo de
lian*sctiro¡: eootom'u I lglo-fu (lrliznza Editorial, Madrid, 1968), y la de José
Maríe Ripa.lda titulad.o. M¿nuci¡o¡ de Parí¡ en el volumen ya citado de OMEI 5 Ma-
nuciro¡ de Parí¡, (Ed. Crltica, Ba¡celona, 1978).
19
Las ediciones en otras lenguas (como la muy conocida en f¡ancés, Oeaures pbi/o-
rcpbiqaet, Molitor, Perís,1917, y una en español, aparecida en México en la década
del 30), basadas en esta edición de Landshut-Mayer, a los defectos dé traducción
n las fallas de Ia edición alemana de Landshut-Mayer en que se basan y, por
^grcg
tanto, deben considerarse inaceptables. Lo mismo cabe decir de otras dos ediciones
en español: una, publicada en Chile en 1960, hecha de la edición inglesa, de Moscú,

36 37
cada del )0 (más exactamente: hasta el XX Congreso del rcus), Razones teóricas Y P(ácticas
los marxistas en general cierran filas en torno a una interpretación
del estudio de los Manuscitos
dogmática que se caracteríza por negat la importancia de los Ma-
nuscito¡ ya que se les considera como una obra juvenil, premarxista
y de dudoso valor ideológico dado el uso que de ellos hacen los filó-
sofos burgueses. Esta actitud se pone de manifiesto en el hecho de
que Ia primera edición rusa, completa, no aparece hasta 19)6 y en
un tomo especial, al margen de Ios tomos numerados, de la 2a. edi-
ción de Obras completas de Mam y Engels (publicada al mismo
tiempo en ruso y alemán).2o
A partir del ix Congreso del pcus se suscita una reacción ten-
diente a rescatar los valores humanistas del marxismo, ignorados
durante el período dogmático y deformados, en el curso de é1, por
Ias interpretaciones socialdemócratas y burguesas antes señaladas.
Esto conduce dentro del propio campo marxista a una revaloración de
los Manu¡crito¡. A mediados de la década del 60 surge en Francia
una interpretación de signo contrario representada fundamental-
mente por Iouis Althusser y sus discípulos. El marxismo auténtico
de "antihumanismo teó¡ico" y con ello se descalifica,
se califica
a su vez, por falta de fundamento cient-fico la concepción del
hombre de los Manuscritos (cor, sus categorías de "esencia huma-
na", "enajenación", etc.) así como el humanismo basado en ella.
Frente al humanismo abstracto y el antihumanismo teórico, en (omo teoría revolucionaria.
estos últimos años, se afuma una interpretación marxista que üata
de situar alos Mana¡cito¡ dentro del proceso de fcrrmación del pen-
samiento de Marx, considerando lo que hay de vivo y de muerto en
ellos tomando en cuenta dicho proceso de formación (continuo y
discorrtinuo alzvez).Ios trabajos preparatorios de El Copit( (co-
nocidos como los Grandrisse) se presentan como una prueba'feha-
ciente de esta unidad que permite rescatar el humanismo del joven
Marx sin privarlo de un fundamento teórico.21

20
Este volumen especial del que forman prrte los Manatcito¡ de 1844 fue publica.do
en ruso con el tltulo de Iz rannij proizaedetii (Obras de juventud), Moscú, 1956. Es-
ta edición contiene dgunas correcciones importantes al texto de t'.1¡c,t, de 1932.
2l En esta l-rnea de inte¡preración delos Manz¡cito¡ de 1844 se sitúan, con los cotres-
pondientes matices, los trabaios de diversos aurores como Auguste C.ornu, Ma¡io
Rossi, G. Bedeschi, T. Oizerman, N.I. Lapin, Koschelava, Istv¿n Meszaros, Ernest
Mandel, Manuel Ballesteros, Emile Bottigelli y Lucien Séve. En la misma !-mea in-
terpretativa general se sitúa t¿mbién el presente traba.io.

38 39
rllli
rll
III. NATURATEZA Y FORMAS DEt TRABAJO
ENAJENADO
ilri

Antecedentes de la teor'n de la enajenación

Bl concepto de enajenación que utiliza Marx en los Manuscritor pro-


tede directamente de . Son ellos los que lo em-
plean antes que él en un sentido propiamente filosófico (
do). Sin embargo, no hay
que descartar un uso anterior, como en
lousseau, y en tiempos del joven Marx, su empleo en un artículo de
Moses Hess titulado La esencia del dinero. Por otra parte, debe te-
netse en cuenta que Marx no ¡ecu¡ría ala categoria de enajenación
por primera vez en 1844, o sea, en los Manuscito.r. Poco antes Ia
h¡bía utilizado en la Crítica de la /ilosofn del derecbo de Hegel,
donde ve en el Estado moderno una forma de enajenación del
hombre, y se había servido de ella asimismo en su artículo Sobre el
lroblema judío donde considera el dinero como la esencia enajena-
dr del hombre, idea agudamente desarrollada en sus notas de lectu-
n sobreJames Mill de los Cuademos de París.
Pero detengámonos, aunque sea brevemente, en estos antece-
dentes, paru malcar sobre todo en una primera aproximación las

rb-rcb.
Antes que Hegel y Feuerbach, cuyos escritos políticos,
pt¡ticularmente E/ contrato socia/ no debie¡on pasar inadvertidos
prra el joven Marx,
¡rci§g Pera frenar su naturaleza ego-lsta y asegurar la cooperación
con los demás miembros de la sociedad, el individuo debe someter-
rc ala "voluntad general" o común, o sea, debe delegar sus de-
tchos en la comunidad. o,

. Sólo así
puede acceder a una nueva forma de libertad cooperando con los
demfu en el marco del sistema social.

63
Aunque este c-onc I
ión- no es nada distinto del sujeto, del Espiritu). Sin em-
obietivación v. Dor tanto, la enaienación es necesa¡ia De{a

e. En suma, la Idea o el Esp-uitu, cuando no tiene


de sí, se enajena en la realidad (natural o
después.
, se obietiva. Y supera esta enajenación al superar

La enalenación en Hegel y Feuerbach


sabe
pelo
ensl0 verdaderocentroos ,la
ia, fo , que se diferen-
strados del siglo
pues de- rata no es de atrrmaf o la exi
sino en relación con el hombre. También se gue
ü-la concePción hegeliana de la rt ñunque ponga a Dios en
rL¡te relación con el hombre. En o, Hegel ve a Dios en el
lpmbre , es decir, lo ve revelándose o autoconociéndose en él' La
hhoti" que los hombres creen que es suya, es Para Hegel, en defi-
co dtlva, hiitoria divina, espiritual, o historia del hombre en cuanto
Espíritu se capta a sí mismo Pro-
ce lpkitu. Ahora bien,
piamente espiritual: la de la to se
I d hombre en Dios,
cierra: la filosofía (de Heg del
*s, Dios es un Pro
alca
ara oconocimiento o Plen erfecciones que de-
utieoe un Proceso a lo largo esencia misma del
mo, se es decir, crea objetos producto suyo que
gt alafase final, se da cuenta que lo que se presentaba como obje- l| Dios.
to era él mismo, pero como si fuera ajeno, enajenado. vinud del

tud de la cual el suieto se h
1-
l- . Dios es Ia
idealizada esencia humana separada del hombre que
tvaclon ural o

lQf, de Feuerbach: Co¡ttib*ción a la crítica de laflosofu de Hegel, 78)9; Iz e¡e¡ci¿


j criti¿¡imo, 1841, Teit proitionoles pera la refortta de la flotofía, 1842; Pri¡-
tllios de la fhsofu del fiituo, 1841.

64 6t

.&,r..
la produce . Dios, por tanto, no existe en sí y por sí, sino como pre-
dicado de este sujeto real que es el homb¡e. La religión expresa, en
ronvierte en sujeto, en la verdadera realidad, mientras que el
consecuencia, cierta conciencia del hombre de sí mismo, pero no es Itrxnbre y Ia naturaleza se vuelven predicados suyos, carentes de rea-
una verdadera conciencia de sí, de su propia esencia. Por ello, dice lirlrrd propia. Por ello, dice Feuerbach en sus Tesis proaisionales
Feuerbach que "es justamente esta falta de conciencia Ia que funda l,,trt la reforma de /a filosofa:
la esencia de la religión".
Pe¡o la enajenación no sólo consiste en esra transferencia de Ia "l¡ esencia de la teoiogía es la eseocia del hombre, trarcendente, proyecta-
esencia idealizada a Dios, o también en esta transformación de los ,l¡ f uera del hombre; la esencia de la Iógica de Hegel es el pensar trarcen-
atributos esenciales humanos en atributos divinos, o en esa inver- ,ltnte, el pensar de I hombre puesto fuera del bombre.2
sión de las verdaderas relaciones entre sujeto (hombre) y predicado
(Dios), sino que esta transferencia, transformación o inve¡sión, De modo análogo a la religión, el idealismo atribuye a un pro-
tiene consecuencias negativas para el homb¡e, pues por no tener ,lrtcto humano (los conceptos, las ideas) un ser propio. Pero este
verdadera conciencia de su relación con Dios el hombre no sólo no
¡rroducto humano así hipostasiado se convierte en un ser absoluto,
se teconoce en é1, no ve en Dios un producto suyo, sino que él mis-
ult absoluto que se saca de sí mismo lo real y el hombre mismo que
mo se ve como una creación de Dios y se convierte a su vez en un
. predicado suyo, ya que le transfiere su propia actividad creadora. Y
no sólo esto sino que ve en Dios un se
Todo ello tiene como consecuencia su r
se afir-
,lr resumen, y para poder precisar sus coincidencias y divergencias,
llr rompararemos entte sí y con la del joven Marx en algunos aspec-
rrrr lundamentales.

es.sólo la proyección de la esencia humana idealizada fuera de sí Comparación de las teorías de la enajenación de
mlsmo.
Hegel, Feuerbach y el joven Marx
La cancelación de la enajenación religiosa sólo puede llegar cuan-
do el hombre toma verdadera conciencia de sí mismo, o lo que es
equivalente, cuando lo que se presentaba a su conciencia como algo
dotado de un ser y un poder propios, resulta ser un producto suyo.
O sea, cuando el homb¡e tiene conciencia de las verdaderas rela- t'tl,mta, p3!a_glptrg?{_gl-p!qie_s_g_de autoco-noclm§-r-r_!9_ge lo llbso-
ciones entre é1, como sujeto, y Dios como predicado suyo. ly¡r,
lg¡r, del que son poftavoces los hombres y cuyo cu contenido
tenido son las
n_o sólq lo_ encont_ra- r tl)criencias históricas. En el curso de este proceso, que se extiende
,lcrrle la conciencia ordina¡ia del hombre común y corriente hasta Ia
-eqos-qi.-la-srÍglea-ds-telclrcigl-,_§¡gs¡__ra_q].brsa _-e¡ !¿-s¡itiea_de la
,,m(iencia del filósofo,Iefl?_b_p9§teS! dC|lgj§!-o_y dgl qbjglo, o
,-ds ^ECC9]. También aquí se da el fe-
nómeno de la enajenación cuando el filósofo idealista, especulati- Iilil
vo, convierte en sujeto (la Idea, el Espíritu) lo que en verdad es pre-- lur
dicado. Ciertamente, así como en Ia religión se rransfiere la eseñcia l¡rh
esencia del
á."oA;É ' I rr,lwrg Feuerbach, Textos ercogidos, trad. y prólogo de Edua¡do Vásquez, Univer-
.r'f.(f (,cntrxl de Venezuela, Ca¡acas, 1964, p. 50

66
67
cle gq!!e y objgqg. La enajenación acompaña al Esp-ritu en rn flegel esta al (la objetivi-
-s._gj--e3_q
todo este itinerario en tanto que no ha comprendido plenamente ,h«láñatural i¡aia.d. ia.qb-
que toda objetividad (en Ia naturaleza,la sociedad o Ia historia) era, ¡flgc ió q_ {ql-.t_Ul.ge*.ll
-U! p_t-o_d qqo d-e g u c g q qi e n cia ( D iq s ), e n
en definitiva, el esp'uitu mismo. ES.Eqg-.:bggh,l?3?lg5g!í? O::l: nntoquee!_M_?rx-§g_trat_a-d-e_,1_a-qbjgf iyesió"¡.p¡ácdsa-meteriddsl
p..rq-d-.u$qs--ds--r-.e-tr4b-4jo. Así pues,
Uticto en los g.r-r-lq.s-.!-res.-qasqs, la
ü ado Pero
al poner al hombre en el lugár de Dios y postular una religión como éTfl.*Tr*:'::H:
religión de Ia humanidad, que excluye a Dios pero no al hombre de un producto de la
,
ronciencia humana, o de un producto material). Si bien en Ilege-l la
Es-ueúe-ch¿.dmhp_*U_-."_!,e -._"-Ci,C.!.4§ié!-q.o*e§-9o-qsp§!_4U.q¡-4 con la. ¡eli-
gión. Pero ya se^ p^ta explicar la pérdida de la esencia humana en ií.9,.t
en Heg
una religión, o su recuperación en otra, la enajenación ocupa un lu-
gar central . Fin almente, 99 \:9 1 Man? !c_!J L-o_! laqqg n qq el 1-r-a -
da esta
-.¡ agió este objeto que es Dios. La objetivación es entonces enaje-
bplg _(o__q3bgio* Sq_ej_er-reCo,) C§-l¡ sqlggqí4 4.-qp-e. relu-rre Marx para ¡rr«rduce

.e-+plis,a{ lff- cq,ot¡rdic.io-r-res rgafeS que la Eco¡rgmía poJ-rtica teconoce


.r_9_ o_9_q{p"lit-a, y que en rigor se reducen a la contradicción entre el
-p
uabajo como fuente de toda riqueza y la depauperación f-lsica y es-
piritual del que rabaja: el obrero. Ip q.re se trat-4, en definitiva, es rrtraño u hostil al hombre. Así sucedería d sustituir el ¿mor a Dios
ad.
d-e__gXp!j§4t_l_r__g,apJoqaqió."n_{91_ oQrgrg. Tal es el problema que Marx
:la
tatará de explicar también en la madurez, con su teoría de la
nte
plusvalía, o valor producido por el obrero que excede al valor paga-
rlc [a enajenación, el trabajo se convierte en verdadera manifesta-
rión del ser del hombre.
b:r'lgq_!r.S:g¿coq_an!e:r¡st_es §,e_ h4§e rqf9,t9{r9_i4.a -[a -r"9|4ciQq,.cUie!q.-
ubicto.Ahorabien,et_laJslaS-1{q-i¡f ygf:.a.S_b j.9_tp_-gdg1S.p"F.-ede.-n_.§s-
iq,_rgr-a-; gU
ió-q-delpb:
Las coincidencias y divergencias entre la categoría de enajenación ,tta (Diet) qrrg&pqr_ Cl_ §.tric!_o__(sJ hqq¡bt,.,).sqb¡e e-[ hg14_b¡g_miqqro;
en Hegel, Feuerbach y el joven Marx pueden apreciarse en los si- rn esta relación inversa mient¡as el objeto se afirma y enriquece, el
guientes puntos fundamentales. vrrdadero sujeto se niega y empobrece. fq"]vl¿¡5, siguiendo en esto
rrhviamente a Feuerbach, lq§.p_q.o*{g-c_t_o"§-{9"1=9¿§¿iq-hqqr.¿qo_s_e*llu_e-!;
Por Io que toca al luj"e"ts -d.p la.e"p"+jgnaeiin, mientras en geg-el es
lq ld.qa (g--.-:p-ú""-), y en Feuerba-ctr es el ho,¡n_b-rg qn.ggngr.al, en fc n, r4o velem o_sr Jglllll-§ll_p-lpjl_q p ¡-q d*U gto r, y es j u s t am e n te e n
co

Marx es el obrero. La aqgiy,i-{ale-"r-¡""9u.9 §9-9gde-¡¡4 9-st9 §lljetp es gspi-


rita relación inversa donde el obre¡o se niega como set humano y
rit-,!4-.ñ!-.g:.1, yr r., l, Jái r."p-,ñü üüa"ió t^i o tá a.t hombre rtnpobrece fkica y espiritualmente.
como esp'uitu; 9-q Feqg¡.b*4.!r,_99 -t¡ata y4-d-e un4 ac¡!v-i{1d hr-r-mana,
laasgiJli--dad-ds la"c-sgsieqpia; e! -el jaye! Matx,.,es p.lft-abai-s.Pero en
H_Cgq!,C*e_+- !999r-b1-qh se tIaJA d.- ql4 4qtiv-i!4d qg§llca (de autoco-
,lcfinitivaes sujeto; es sólo su ser otro, ajeno, pero alavez es él mis-
nocimiento del Espíritu en Hegel, o de conciencia de sí del hombre
en Feuerbach); gn gljo".ygrl M"ar*, la ac-tiy-i*d-ad*,qn.la.s-rl.e el.ebr.e-ro se sin tener conciencia de ello.
lt¡<¡

qq4j_gp?."e_§. pÉst^ig"a, l-r.r.a3-_e_ttd.: en el acto de la produccifi¡. F,!.r,lq,s tres


De lo anterior se desprenden las distintas formas de concebir la
ruperación de la enajenación ; 9n Hqgel,. ¡e_ 4Jq4q_24_d-q?q9e t?t la o_b-
autg-r,es, Enc,snll4frlai [a objetivación del sujeto; pero mientras que

68 69
nada
: la religiosa en el prirnero, o la objetivación Purrto de partida de la teoría: un hecho económico
caractetGtica del trabajo enajenado, en el segundo. actual

ll r uudro comparativo anterior muestr¿ claramente la relación de la


autoconocimiento del Espíritu; negativa, d -q¡-
lil?lrr de la eoilenación del joven Marx con la de Hegel y, particu-
ya que impide al hombre tener una verdadera conciencia de sí, llln¡cnte, con la de Feuerbach. Pero sería erróneo pensar que ambas
y Uarx ya que empobrece al obrero flu constituyen el punto de partida de Ia teoría de Marx y que
como hombre tanto fisica como espiritualmente. Sin embargo, e_n fur úlo es el desarrollo consecuente de lo alcanzado por Hegel y
-$r 4p3ri- h[clbach, o simplemente la extensión de Ia problemática feuer-
clmlen- fn lti$na de la enajenación a un nuevo dominio: el de la economía.
gl-qge -b3cen
, Las distin-
ciones anteriores podemos fijarlas en el siguiente rtu,rnación religiosa de Feuerbach como pieza central de su
{il1 lopología especulativa.
§tl¡ .
Cu¡ono coMpARATIvo DE LAs rEoRtAS DE tA ENAJENACIoN t?utft ¡)
§r t rrbe hablar de la intervención de le rcoria en este punto de
HEGEL FEUERBACH MARX f
rlti(laes en el sentido de que el hecho llega a Marx, a través de la
rtlrrcsión teórica de los propios economistas. Pero ¿
l. Sajeto de la El Espíritu El Hombre El obrero
enajenacón 'üt- ?

2. Actiaidad en qee Espiritual Actividad de la El trabajo Hl olrrcro se empobrecetanto más cuanto más riqueza ptoduce, cuanto
sc en41efl4 conclencla
lrft utrmenta su producción, extensión y poder. EI obrero se convierte en
rrilt n¡crcancÍa tanto más barata cuanto más mercancías crea. A medida que
1. Carácter de e¡la Teórica (auto- Teórica (concien- Práctica (acto de
r tthnlza el mundo de las cosas se de¡aa/oriza, en razón di¡ecta, el mundo
actitid¿d conocimiento) cia de sÍ) producción)
'h hx hombres. El trabajo no produce solamente mercancías; se produce
4 . Objetioación Universal (en la En Dios En los productois rrnthién a símismo y produce al obrero como una mercarc'w, y, además, en*
naturaleza, la his- del trabajo lr llti¡ma proporción en que produce me¡cancías en general."[6f ] ( f Il)
toria, la cultura)

5. Reloción e¡tre Toda objetivación Existe una obje- No toda objetiva- [n cste pasaje encontramos que: a) cuanto más riqueza produ-
objetiaación 1 es enajenación tivacióo oo cióo es enajenación rr, ltnto más se empobrece el ob¡ero. b) cuanto más merca¡rcías crea,
enayraci6n enajenada Iflll(, menos es su valor como mercanc-a. c) a la valorización del
6. Stperaoiír de la Al cancela¡se Al cancela¡se la Al abolirse la
rlun(lo de las cosas corresponde , en la misma proporción, la desva-
enaJ'enactón toda objetivación objetivación propiedad lutirrción del mundo de los hombres.
religiosa privada lh¡ el mismo pasaje se registra asimismo el hecho de que el traba-
l¡¡ slno a suJ-e_z

. Valor de esla Negativo Negativo


ulrxlucción del obrero como una mercancía tanto menos valiosa
7
cotegoría as
Marx no hace más que reiterar lo que la

70 71
Economía política ha reconocido ya como hecho. En un pasaje antc
rior, Marx subraya esta fidelidad de la Econom-la al hecho alavet lbrmas o determinaciones del trabajo enaienado
que expresa su propia fidelidad a la Economía política que lo pon,'
ante sus ojos: "A base de Ia Econom-la política misma y con sus pro- 4 rolttinuación Marx trata de desmontar el mecanismo de la enaje-
pias palabras, hemos demostrado que el obrero degenera en
mercan obrero se halla en razó¡ directa al po-
der y a oducción. ." Í621(¡' r"'¡ ,
Así, tida de la teoría de la enajenación del
,.r ttes formas o determinaciones son: a) la enajenación del obrero
joven Marx hay que verlo en este "hecho económico actual" al
como la pone ante su mirada la Economía política. Pero ya hemos
,t rl producto de su trabajo . b)la enaienación del obrero en el acto
visto anteriormente que Marx no puede quedarse en este terreno al ,,rlÍno de la producción. c) la enajenación del obrero como ser ge-
pretender explicar las contradicciones reales que la Economía re- ,,triro, o enajenación respecto de su vida genérica. Todas estas ena-
gistra pero no explica. rríu'i«¡nes tienen por consecuencia una gua$a forma de endqa-
Pues bien, ¿qué significa este hecho?, ¿qué expresa? Se-t-¡ata dc
vq!l-o_g1¿s_§lg!L4E_?_o_gxp!9:§& SLSCq!_1dq-_de__estg_-15¡9ho que se resu,. todos estos casos, el
@Sgtlg_ql_gqlSgsqrnlq!_e del mundo de las
obreto oue se
_{e-l_sblerc).
"Lo que este hecho expresa es, sencillamente, lo siguiente: el ob , r¡ Uimer plaq_o-:- -esgyided-"-99!t
jeto producido por el trabajo, su producto, se enfrenta a él como It lero Marx verá
algo extroño, como un poder independienle del productor. El pro-
ducto del tabajo es el trabajo que se ha plasmado, materializado e n
un objeto, es la obletiaaciín del trabajo. La realizacíón del trabajo
es su objetivación. Esta realizacióo del trabajo, como estado econó-
mico, se manifiesta como la piuación de realidad del ob¡ero, la ob- l¡l ollrero, con su actividad y con él mismo como ser humano.
jetivación diday o o- lh¡ cste sentido, aun-
piación co ento, c t lil, é

Volvien anterio e el rrrhr


que ésta se define como r'.|tt
hqcho l9§tdffl[S{raJ§!".-ió"_d9Jltabeig.y
Irtmo
!41: a)
b) r.r-. lrl
,!u----finómeno
de la enaien¿c-ión¡le--l¿ produeción al qggsumo, la
, r¡¡c_nacióiFoe ú
ll¿l ueban tlaramente esta
llrv del obrero Y de la Pro-
lur r
I Marx utiliza aquí dos términos en alemán: Entd*ssentng ("enajenzci6n") y En. Vclmos ahora las diversas formas o determinaciones del trabaio
fremdug ("extrañamiento"). "En la lengua alemana común significan la enajena. ,rrrfcnado.
ción en sentido juríd.ico-económico (Enfdusentng) y el desarraigo o [a ausencia dc
comunicación y organicidad con el ambiente o con otras personas (Entfremdng)''
(DagobenD. Runes, Ed. Grijalbo, Ba¡celona-México,7969,p.20). Marxempleain.
diferentemente ambos té¡minos nz6nporla,cuúpreferimos traducirlos, no obstantc
sus matices diferenciales, por "enajenación".

1) 73
a) Enajenaciín del obrero en el producto de ¡u trabajo ,rrrlr llrr cfecco, partiendo de esta premisa resulta claro que cuanto más se
,,¡la fl obrcro trabajando, más poderoso se torna el mundo material ajeno
.e ll l¡ttc trca frente a sí, más pobres se vuelven ei y su mundo interior." [6
, es decir, ql pljgtq_gqe
-El
sino como resultado de una actividad human.,
,,,

Y I rontinuación dice Marx con un acento también claramente


o)
,l r, rtlllrut hiano:
ta el obrero hacia el producto de su trabajo? y ¿cómo se presenr;l
los objetos a él?
Tenemos, en primer lugar, que "el objeto producido por el rr:r
bajo, su producto, se enfrenta a él como algo extrano, como unl(,
der independiente del productor". [63]

g g. No podría decirlo, pu,


cualquiera que sea el modo como se presente o enfrente a él es u,

el ad. Por Marx: y


suj fuera, cu alidad rr, l;::,]ll"ofi;1,:'.,q,".:
ext siendo J , §ils pfr ,,illlt dcte¡"minadas
ductos, s.
Pero no sólo se trata de este extrañami
y-esta actitud consiste
ción del objeto tiene como correlación la ' :
omo ajeno' - no reconocetse
en I
en él' no obs-
del obrero; se trara de la realidad del obr ejar de ser suyo' la
n la cual el producto debiera dep
, pues en
verdadera ser productor, crtador
tes t¡anscritos encontramos toda una serie de
afirmación-como
del objeto como un- poder inde - ror ejemplo, lo hallamos cuando el joven
Resulta así que él ob...o prodüce, crea ri III
esta actividad^productora, creadora, que ;?S,'j.X*l:,','^T*1i11':i*'lir".T;
biera definir al obrero como ser humano,
privación de su rearidad. Ahora bien, i:H,Tá1,*'jl"t1r#:#:.;1;H::il;
s del trabajo." [64] Pero I e
a. ohietivc rrña v ofr2 ve> señ2latl2 de orle el
vación se revela como enajenación con la consrgurente "pérdtda d(
o bjeto " .
r interior") mundo material c¡eado oor el
El joven Marx señala constanremente la correlación entre produt ,;:::j:' ":::::
ción de riquezas por el obrero y su deshumarizació¡, como clar:r
^:r:-
mente se expone en el siguiente pasaje, en el que encontramoslgso ,,¡.,.. ,.L:-r^ ,, t^.
ll ^.^-^r^. ",,¡.;-.:.,^ ., ^ki-ri,,^ .l-t f--Á--^^ .-
as: ,tl
,, il[ñi!áil@e su trabajo se convierte en un objeto, en una
"Todas estas consecuencias vienen determinadas por el hecho de que .ltltncia externa, sinoqueestaexistenciasehallafueradeé1,esin-
obreto se comPotta hacia el prodacto de su traba1o como hacia un objcr, l, lfn(liente de él y ajeoa a él y representa frente a él un poder pro-

14 7'
pio y sustantivo, que la vida que el obrero obje r,

enfrenta a él como algo extraño y hostil.


La enajenición (como forma de la obje signil
que el trabajo se vuelve objeto, y que esta existencia es externa I

principio bje rrr'


cl1n, ya que ésta implica la existencia del producto que subsisrr.'
sujeto que lo produce y al acto de su producción; es decir, com,,,'
ob.ieto que existe extetnamente. lq¡g Marx no sg {eqere a ejJa cr'
f()
entonces tenemos estos dos mo li ll pe.sale slgurente se exPresa vivldamente como se manltresta
; o sea, ¡6 1r rr illfrneción del obrero en su objeto. {qrí deja Marx a un lado
una prolongación suya, un producto su1)o, sino algo ajeno e irr,,, g-plgdS§!-o,
u yseñalacategó-
pendiente de él; no hay que confundir por ranto su objetivi,l,r,attntc, en una serie de contraposiciones, la relación directa
(existencia externa) con su ajenamiento e independencia respl rrlll tl ottrero y sus productos.
del obrero.
á) el producto creado por el obrero se vuelve contra el produ,' | ,{l rllcglo a las leyes económicas, la ena.fenación del obrero en su objeto
como "una potencia extraña y hostil" ,aprflr en que cuanto más produce el obrero menos puede consumir,
cia: ltllr lltlr
valores crea menos valor, menos dignidad tiene é1, cuanto más
c) el obrero no sólo produce un objeto sino que al producirlo o ,,lrhft¡ ru producto más deforme es el obrero, cuanto más perfecto su
también un poder del objeto sobre él que lo convierte en sierv. I ltlll, ltrfi bárbaro es el trabajo, cuanto más poderoso el trabajo más im-
su propio producto. rrltll r¡uicn lo ¡ealiza, cuanto más ingenioso el trabajo más embrutecido,
Esta situación de servidumbre la explica el joven Marx en virr .¡ ¡tlrvo dc [a naturaleza es el obrero)." I6t] tl3)
de que cuanto más transforma el medio exterior sensible, es dc,
cuanto más se apropia el mundo exterior, más se ve privado de rr {r¡u f ¡ rodemos distinguir las siguientes ggl{I32gslg'rp4s§_9_bjeti-
dios de vida (medios y objeto de trabajo, y medios de vida). Por r at,
dice:
.t (uanto más produce el obrero, menos consume;
"El ob¡eto se convierte en siervo de su objeto en dos sentidos: primero t¡ (uantos más valores crea, menos vale él ;
cuanto a la adquisición de un objeto de trabajo, es decir, de trabajo, y tl (uÍlnto más formado su producto, más deforme él;
gundo, en cuanto a la adquisición de nedio¡ de ¡u¡tento. Dicho en,,
términos, en cuanto a su posibilidad de existi¡ como obrero, en primcr
ó (uanto más perfecto el objeto, más imperfecto (más bárba-
ro) el sujeto;
gar, y en segundo, en cuanto a Ia de existi¡ como su1etoffuico." [641
(P tr) ,, (uanto más poderoso el trabajo, más impotente él;
fl ruanto más ingenioso el trabajo, más bruto y siervo el obrero.
Esta servidumbre del ob¡ero respecto del objeto, correlativa dc
apropiación de la naturaleza sensible, es cada vez m yor pues cu¡
to más produce el obrero tanto más se reducen sus medios de vrr t ? 1) Que exisre una relación directa
o posibilidades de existir: como obrero y como sujeto físico. Cor ,rr , crea valores, forma, perfecciona el
obrero, necesita de un objeto de traba.io, o más bien de trabl¡,lmlurto,sevue.lvepoderoso,etc.)yel obrero(quenoconsume,no
pero cuanto más produce, el trabajo cadavez más deja de ser mc, rh, r rlefbrma, se embrutece, erc.); y 2) que existe asirnismo una
de vida. Como sujeto f-lsico, necesita de medios de sustento, pertr,, lfl lón cntre el obrero y sus producros, en la cual el trabajo como

76
11
vemos aparece con una doble faz: produce riqueza y pobreza, bell,
tt"
za y fealdad, perfección e imperfección, ingenio y cretinismo.
,, "'ot' de a dos aspec-
3l§9-g_qap, , Puesto que el
aasuvezal ,hltto es el resultado de la actividad enajenada que en él remata y
, rtistaliza, la enajenación del producto temite necesariamente a
rr rctividad. O sea,
espiritu, erc., y se oculta la otra cara, [o que se hace precisamenr
cxactamente, a la actividad de I obrero
es ocultar la enajenación. \'esto es justamente lo que hace I
cto
Economía política: "La Economía polítrca esconde /a enajenacr,,
. Si el objeto sólo existe por el obrero con estas peculiarida-
conlenida en /a esencia de/ trabaio por el hecbo de que no considr', lñrcxtrañamiento, independencia, objetividad aparente, hostilt-
/a re/ación directa entre e/ obrero (e/ trabajo) I la prodrcctlón. "1(:' lrrl, ello es así por ser resultado de una actividad enajenada. Pero [a
La enajenación, pues, se rraspa¡enta cuando se ve la relación rl
puede serlo en cuanto tienc por fin la
-el trabajo- sólo
,,tlv¡(lad
recta entre el trabajo v la producción, o también enrre el obrerir
,rrxlucción de cierto tipo de objetos (mercancías). Se trata, pues,
sus productos. La Economía política oculta la enajenación por l ,rnr) ya hemos subrayado, de dos aspectos de l mismo fe nónreno (el
considerar esta relación en la cual el trabajo adopta la forma de tr,, ,rluio enajenado), visto en un caso desde el lado de la relación del
baio enajenado y el obrero se ve e mpobrecido material y espiritu:r ,rl?to con el objeto, y en el otro de la relación del suieto con su pro-
mente, es decir, como ser humano. Al_igr, | rr rctividad.
Jconom-ra pq-
M¿rx de la Economía po syl gguttS_gri9r]lg rl,
llcspués de señalar la relación mutua entre ambas fbrmas de e na-
bss¡e-d §!agi.ó q._P_qfo_ U3 r**
qaienr
gfl 9,_LUSr_r.a._4_ p*o,g_e1 {g,1n a
rr
, rllt
I
¡rtf I
-? ;:

b) Enalenación en e/ acto de la prodacciín I

La enajenación no sólo se ¡nanifiesra en el resultado, en el produ


to, sino también
I lklerioidad de/ trabajo. Dice Marx a cstc respecto que la
a, en el acro de la producción, rrrfcttación de I trabajo consiste:
cn la relación del obrero con su propia actividad. La enajenación en,
producto remite o presupone necesa¡iamente [a enajenación de la r,
tividad que desemboca en el producro. Vea¡ros ahora cómo se rel. I rr ¡rtimet lugar, en que el trabajo csa'lg<; cxlernct al obrero, cs decir, algo
cionan una y otra formas de enajenación. ,,,+ trrr firrma.parte de su escnLia, en que, pr)r tant(), cl obrero no se afi¡ma,
'n (Itc sc niega en su rrabajo, nc¡ se sicntc bien, sino a clisgusto, no dc-
,rlrllu rus libres energías físicas y.csprritualcs, sin,r que morrifica su cuerpo
" ¿Cómo podría e I obre¡o enfrenrarsc al producto de su actividad como a11 .rruilra su espíritu." tO:l (f 4\
extraño, si no enajenase a sí nrismo ya cn eI acto de la produccióo? El pr,
ducto no es, spués de rodo, mís que el resumen de la acrividad, de l

producción. Por ranro, si el producto del rrabajo es la enajenación, la pr, f r irlca de la enajenación del rrabajo presupone claramente aquí
ducción misma tiene quc scr necesariamente la enajenación activa, la ena¡, ,,re el trabajo con respecto al obrero "fbrma parte de su esencia"
nación de la actividad, le actividad de la enajenación. La enajenación rl, , rrlucentiende : de su esencia humana, o de la esencia del obrcro
objeto del trabajo rcsume simplemente la enajenación, el extrañamierl ,ul \cr humano). S:Sl-g¿bal9-§§l9lsr-ga-pSffClde aSsru§I4-dSl I

inherente a Ia activiclad dcl trabajo mismo." [65] ¡¡hfr, el tra!-do-q¡ds¡adr,§s .e-xLellet-? dr.ha- -eseqeia. Aquí se
ir.t¡
1A 19

ilL^. "
'
gpqiggao sr¡s aspeqt v- sqbieliv-os. Que el rabajo niega :ri ,rtro dirá más tarde Marx). Incluso es libre de no venderla, y, en
ob¡ero como hombre, mortifica su cuerpo y arruina su esp-ritu, est( ,¡ilriencia al menos, trabaja libre y voluntatiamente sin que medie
es objetivo. Pe¡o Marx subraya también la actitud del obrero har,, coacción física. Sin embargo, esta libertad y voluntariedad en-
'fl1
su trabajo: "no se siente bien, sino a disgusto" y sólo se siente en t rrhtc [a forzosidad de una actividad que no puede dejar de ¡ealiza¡
fuera del trabajo, en tanto que en el trabajo se siente "fue¡a de sí' 'r pena de renuncia¡ a los medios indispensables para subsisdr. Y
NeJe trata de una qriaci*tffi@
actitud Oi, ,rllc que contratatse "libre " y "voluntariamente" para realizar el
,rbrio que le arruina y mortifica. La coactividad no puede ser eli-
jo, etc tr ,rlnlda, aunque nada ni nadie en particular Ie obligue a realtzar
como 5l lrlt¡minado trabajo.
J-§jLi¡rjUCJ Por ellói[ñS Milr* qüe , Ahora bien, la coactividad de que habla ahora Marx reside errla
obrero sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en éste se siente fucr, dad de realiza¡ un trabaio extraño para poder subsistir.
de é1. " Ubid.l El trabajo no forma parte de su ser, y en consecue rr extraño
cia "sólo recobra su personalidad cuando deya de trabajar" 1u ,,ü precisamente trabajo enajenado,-y sólo puede ser "un trabajo de
sobreentiende : su personalidad como ser humano). .,rlo¡tcrificio, de mortificación".
2. Coercitiuidad. ¿Qué carácter puede tener, entonces, para, L Párrlida de sí nzismo en el trabaio o pérdida del trabajo corno
obrero un trabajo que en vez de afirmarlo, lo niega? Sólo un garí, ,,lllidad propia. El trabajo que realiza el obrero no es -rz trabajo,
ig-_&¡¿aCo En efecto, dice Marx: ,r{, un medio pa¡a satisfacer necesidades ajenas. Puesto que no es
r ltrbajo, tampoco es é/ misnzo en su actividad. Así, pues, a los
"No traba.ja, por tanto, voluntariamente" sino alafuerza, su trabajo es tl hrl ltsgos anteriores, y en íntima relación con el de su "exteriori-
trabajo fonado. No representa, por tanto, la satisfacción de una necesidtr,l
t¡¡1", hay que agregar un nuevo rasgo. "En definitiva, la ex¡erio-
sino que es simplemente , un medio para satisfacer necesidades exttañ¿l ,'h¡l del trabajo para el obrero se revela en el hecho .de que no es
é1. El carácter extraño del trabajo que realiza se manifiesta en toda su put, 'l¡o ptopio suyo, sino de otro, de que no le pertenece a él mismo, en
za en el hecho de que el trabajador huye del traba.jo como de la peste, rr I tnba jo , no se penenece a sí mismo, sino que pettenece a ouo. ' ' [66]
cuanto cesa la coacción física, o cualquiera otra que constriñe a realizarlo I
luesto que el trabajo forma parte de la esencia del hombre, y es
traba.io exteroo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo,l' trl unto una actividad humana esencial, al no pertenecerle el traba-
autosacrificio, de mortificación." [65-66] ( ?.f - fS) , r (ln virtud de su exterioridad), tampoco se peftenece el obrero y
,t |tlbaio se convierte en la pérdida de sí mismo.
La exterioridad del trabajo implica necesariamente su coactrv, izzció¡ feuerbachiana de
dad, pues el obrero no puede reahzat voluntariamente un trabu¡
que no satisface una necesidad suya y que sólo es medio para satisf J rlmo una actividad ajena, divina o demoníaca" y que su actividad
cer las necesidades de otro. Por ello, [o hace a la fuerza. il $ tampoco su propia actividad". Es decir, el trabajo aunque
El joven Marx tie ne prese nte el capitalismo de su tiempo, quc rr '{lltr parte de la esencia humana, se le presenta co
curre a los métodos más despiadados de explotación y no prescirr,l, ld licna, en la que se pierde a sí misrno. Con ello,
incluso de la coacción física "o cualquiera otra que constriñe a rt rrlr v
za¡Lo", pero fllo n-o_de,belt¡e-e§lat§g 94 e-l__qeqti"d..o d. qtg conlt¡r,
"ffi;ro, cierramenre , no sólo trabaja'.tiene una existencia fuera
&r- en este pqnto-!¿ socig_degl_c-ap.iglsg:_]e-s_;9gi_qg!4d-e,s_4¡ge r*,r,
en. g$cy_e--gl_ ¡¡e_tqdg
-tr_eblqalpara ll, lrl llrhaio; en ella come, bebe, procrea y también viste, se acicala'y
.v4!_J_I§!sne_!_4_!gs_,q1abd35!oqs_§p
j_qilltg4qgs__d_erjAbalo ,fl1 lraio un techo. Se trata asimismo advierte Marx- de
rrff[loncs hurnanas, pero
¡'separadas -nos
de todo el resto de la activi-
lirr la.tocic<la<l ta¡ritalista n«l hay fi¡rmalmentc coe rción. El «¡[rr, r'

(()r¡lr:l(¡r lilrrt'rrr<'rrt<'srr ttirlxtj«r: (crr rigor, su fucrza <lc tral,,,¡,,


dad humana, convertidas en fines últimos y exclusivos, son lur
ciones animales. " [66]
Ahora bien, como sólo en estas funciones animales "se siclr,
como un ser que obra libremente " [bid.], resulta esta t¡emerrl
inversión: cuando uaba)a, es decir, cuando ejerce una función est r,
cialmente humana, ve negado su lado humano y afirmado, su lu,l
animal. Por tanto, a; en cambio, cuando r,,
trabaja, o sea, cuando ejerce sus funciones animales, se siente lilrr,
vale decir: se afirma, su lado humano. Así, pues, lo ali[nal le lrr,
- . O como dice el joven Marx, expresando lapidariamerrr'
ersión: "Lo animal se trueca en lo humano y lo humano,',
lo animal." [66] I
c) La enajenaciín de/ ser genérico ión de la natutaleza itorgámca" (Ib¡d. ), merced a
lual "parec. la naturaleza como obra ialo, como su realidad". [68]
Marx habla de una tercera determinación del trabajo enajenado: I
vida
enajenación del hombre como ser genérico.
El trabajo enajenado dice- enajena al hombre como ser
-nosgenérica o también: "convierte la vr,llr
nérico, le arrebata su vida
ñlcnza a manifestarse realmente como ser genérico".
genérica del hombre en simple medio de su existencia física". [(,i "El objero del trabajo es, por tanto, la objetiaación de la aida
Pero para comprendei esta forma de enajenación, necesitanr,,
l0lénlca del bornbre; aquí se desdobla no sólo intelectualmente ,
r¡mo en la conciencia, sino laboriosamente, de un modo real, con-
a; c) 1i9-g_g¡ara, tiiplándose a sí mismo, por tarito, en un mundo creado por é1. " t68l tlQ
ro.
De bemos advertir, sin extrae¡ en este momento ninguna conclrr La vi
sión, que en las págioas en que Marx se ocupa en los Manuscitos d plopiamente humana es la del hombre como ser genérico, o tam-
esta fo¡ma de enajenación 166-681se hglla re
Hln la vida del hombre que tiene por objeto su propia vida. Su ac-
no del obrero. tlrldad vital es creadora de vida. La vida humana así entendida es
Volviendo a las cuestiones antes planteadas, Marx comienza dal
flUlg-sf msma. Por ello dice Marx: "La vida p-d*tidéiü,id,
do una en los siguientes términos: "l
frfBénero. Es la vida engendradora de vida. El tipo de actividad vi-
hombre por cuanto, tanto práctica con), lll lleva en y
teóricamente, convierte en objeto suyo el género, así el suyo propr,
como el de las demás cosas, sino también lo que no es más que urr,
hrtividad ,iOi
manera distinta de expresar lo mismo en el sentido de que se con,
Pero el t al
¡úneto, a su esencia. Esto se debe a que siendo la actividad produc-
P como hatr'
tllr su actividad vital, o sea, su vida genérica, la transformación de
u lIt en simple "rnedio parala satisfacción de una necesidad, de la
todo en s
tffesidad de conservación de la existencia física", 16Tlenaienaal
prlrr!e.!a-Er1g--5- .Ciertamente,yaFeuerbachhab-rráiih,,
"La conciencia en sentido estricto sólo existe para un set que tien,
rl,urlwig Feuerbach, La ercncia del ci¡ti¿¡ismo, Ed. Sígueme, Salamanca (España),
lUlt, p.51

82 83
hombre el género, su esencia. La-.yrdg-yltlo_g5[ .-urr
a) si al hombre se le arrebata su producto, y se enfrenta a él
El trabajo enajenado arrebatrr
-al porque pertenece a otro, ello significa que e I obrero, su pro-
hombre su vida genérica, y hace de ella vida aiena, extraña. Al
ducto¡, se halla en una relación de extrañamie¡to con el otro
volverse extraño el género, se invierte la relación ent¡e la vida gené
al que perteoece "su" producto;
rica y la vida individu al. La vida genérica Marx- se convier-
-dice
te en medio de Ia vida individual, y esta última, "bajo su form',
á¡ si el obre¡o se enfrenta a sí mismo, al serle aiena o extraña su
actividad, se enfrenta también al otro hombre: el que se
abstracta y enajenada" se convierte "en fin de aquella". f67) ()
apropia de ella, o de su resultado;
sea, y
c) si el hombre enajena su ser genérico al hacer de él un medio
hace i
de existencia individual y se refugia en esta existencia para
sobrevivir, ello significa que su relación con los demás se
yq, sp¿Lo.plg!". E" suma, al enajenar el homb¡e su actividad vi'
vuelve ajena, extraña a su vida individual.
tal, productiva, enajena su género, su esencia, su vida genérica. C)
como dice Marx: "C-onvierte el ser genérico del ltombre. en utr
set extraño a é1, en medio para su existencia individual." [68] ljn suma, como dice Marx: "La enajenación del hombre, y en ge -
trrrl toda relación del hombre consigo misrno, sólo se realizay se
d) Enajenación del bonzbre con respecto al bombre rlprcsa en su relación con los demás hombres." [68]
Es deci¡, en cuanto que el hombre como obrero reahza un trabajo
dSlgFf-gf ,o-al_margen ottrienado sólo puede ser considerado en relación con los demás
-de su relación con otros h_ombres. Pero también dice:
"Consecuencia "con arreglo a la medida y a la rclación en que él mismo se en-
directa del hecho de que al hombre le es ena.ienado el producto de sLr IUcntra como obteto". Ubid.]
trubrjo, su actividad vital, su ser genérico, es b enalenación del Porotro lado, el hecho de que eo este trabajo le sea arrebatado al
hombre con respecto al ltombre." 168) lhlcro el producto de su trabajo, y que éste se oponga a él como un
Y añade poco después: "Lo que decimos de la relación entre el tbicto extraño que no Ie pertenece justifica la pregunta: "Si el pro-
hombre y su trabajo, el producto de su trabajo y él mismo, val« ,lucto del trabajo es algo ajeno a mí, se me enfienta como un poder
también parala relación entre el hombre y el otro hombre. oll¡año, ¿a quién pertenece, entonces? ¿A otro ser que no soy
ubid.l to?"[69)
-rye&Is^de gg3ie-q3sión, El producto es ra producto, pero no le pertenece; Pettenece a
aje r)lro que no es el obrero. No se puede buscar su poseedor fuera del
ge- Inmbre; es decir, no pertenece Marx- a los dioses ot ala
-dice
ll¡turaleza. Por tanto, ". . . el ser aleno a quien pertenecen el tra-
nérico) gsdgqqg La misma imbricación que hemos encontradt,
s-e
antes entre las formas de enajenación a) y b) y entre b) y c)la en lrj«r y su producto, al servicio del cual se halla el uabajo y el que
contramos thora, cluamente expresada, entre c) y d). illtfruta del producto de éste , no puede set otro que el hombre mis-
mo". [69]
Sa el fenómeno de la enaienación a un nivel est¡ic-
" . . . Lt tesis según la cual se le enajena a[ hombre su ser genérico signific:r trasladado
que un homb¡e enajena al otro y que cada uno de ellos se enaiena al se r hu
el nivel suDrahumano en que lo stt
mano. " [68]
sisue siendo como en Hesel el nivel

Ciertamente, con referencia a las tres formas de enajenación an-


teriores, cabe decir:

84 8t
Sin embargo, situado en este terreno, tiene sentido preguntars(
se pregunta Marx- a quién pertenece el producto del rrrr
-como
bajo si éste se opone al productor como algo aieno. El producti,
tiene que pertenecer a un ser humano real, y no a un ser fuera dcl
hombre .
i también, aunque igualmente antagónica es la que man-
,rrñtn uno y otro entre sí. Pero Marx deja para un poco más adelan-
"Si el producto del trabajo no peftenece al obrero, si constituye f¡ente a t'l , lodo lo que se refiere a la actitud y posición del no-obre¡o.
un poder extraño, la única explicación que cabe es que pertenezca a olr(' lfupr.raje siguiente precisa aú.n más esta relación desde el lado del
bornbre que no ¡ea e/ obrero. Si la actividad del obrero constituye un tor cofirespeco a
mento para é1, tiene necesariamente que ser un goce y una fruición de vidrr mantiene el otro.
para otro. Y este poder extraño sobre el hombre no hay que buscarlo en los
dioses ni en la naturaleza, sino pura y simplemente en el hombre." [691
Ür - ü¿) ll tonvcrtir su propia producción en su privacióo de reatidad, en su casri-
, ' I tU propio producto en su pérdida, en un producto que no le pertene-
Todo se juega entre hombres. Por lo pronto, entte el obrero y el fi¡cndra con ello la dominación de quien no produce sobre [a produc-
no-obrero al que pertenece su actividad y su producto. ,lfi
I cl producto. A1 enajenarse su propia activi{ad, hace que el otro, el
dc ,r¡¡fh, sc apropie la actividad ajena." t70l (t2)
, ()

dSl" §le§1§!_d_gl suigg_c_oli su propiq-s_9"!-qgg_§Il§!89!r_éllcp-,-!in,, klulta así que mientras el producto y su actividad se vuelven)
ta¡qblÉ_qdesllq el áqgulg -de l¿g[qió_r, dgJq Sytgqqc!4 otle.Justa rtllños al obrero, otro es el dueño de ese producto y de su acrivi-
mente en esta relación vuelve a ponerse de manifiesto la íntima vin-
culación entre las dife¡entes dete¡minaciones o formas de uno y e I

mismo fenómeno. Ciertamente, el obrero sólo puede enajenarse etr de la activi o esto suce en una ac-
el producto y con respecto a su propia actividad en cuanto que mao-
tiene cierta relación con otro, en virtud de la cual ese otto se apropia
de lo que él produce.
' Resulta, pues, que e"lt¡abaioSqg]en,1$9_¡Lg sí-fg_p¡o{Eqe ¡r_g obje
1{o-!rq4r,;i-no
que p¡oduce tambiég_una r n- ón
,o-a-!-o¡¡!¡dad 'rtll
,tt 3l
lra
(
I

Por ello dice Marx: IÍo se traa, hay que advertirlo desde ahora, no de simples rela-
,,rno illtetsubietivas, sino de relaciones ent¡e hombres en el proce-
"Mediante el trabajo enajenado, el hombre no sólo engendra su relación 'f
con respecto al objeto y a\ acto de la producción como potencias ajenas y
hostiles a é1, sino que engendra, además, la relación en que otros homb¡cs rt8¿S!_drfsgqt-e_ n
I

se mantienen con iespecto a su producción y a su producto, que él mis- pr I

'rrl ,cspecto al
producto y a la u i

mo mantiene con tespecto a estos otros hombres." t70l (J

Es decir, ón subiqtiyay_ob
j q.fry-,_d¿d,:ll_o_t¿4qb:iéq- urr

86 87
ll, §u propia actividad se vuelve actividad de otro y para orro. por
llltlo, lo que encontramos en definitiva es la pérdida del obre¡o
les-pe-qíf,c3, hj;tóji.p:cSnc,r9¡4 fl91.¡r4 {.¡a el r,¡,
fftlo ser humano (y
no simplemenre corno máquina de producir
¡ dq ¡glaclqqgs SU"g l9§-h_Sg].bJpt ng+1 {^e-_!19! l-?._p¡qdrl6¡i, en su producto, en su actividad y en su relación con los
t0rncias)
i qq !^t:9br.49-de madu¡.e_7 sg _igygdf1_e-r¡_ le.hqiit,. y_rq9¡1.ltará ent,,, illot,
t.
Ah«rra bien, ¿en qué situación se encuentra, considerado tam-
i" illn desde este lado humano, el no-obrero, el hombre que no pro-
df.. y, sin embargo, se apropia del producto y del trabajo del oLre-
gue en pie en un dobie sentido: ill Si la apropiación de la naturaleza por el obrero se rraduce en
ffjclración, ¿en qué se rraduce a su vez la apropiación de su pro-
a) La relacíón entre los hombres que se manifiesta como rt'l rfueto y de su trabajo por el no-ob¡ero? ¿Cómo le afecta? [ob-
ción entre obrero y no-obrero (capitalista) es una relar, lfincnte, se trara de cómo le afecta no en su estado econónzico,
eni,lenada; l$mo simple poseedor, sino como ser humano).
b) esta enajenación se da en la producción (el lugar Qre oculr, ltr c¡ue está en juego ahora es una pregunta equivalente a la que
uno y otro en ella determinan tanto su relación mutua (l tlllm se ha hecho con respecto al obrero, justarnente la pregunta ig-
jenada como el carácteÍ mismo de su enajenación). rlttlr(la por la Economía política burguesa: ¿ o
r¡ado al
con los
e) La enajenaciín del no obrero

Hasta ahora Marx nos ha hablado de la enajenación que tiene ¡,


sujeto al obrero. Pero esta misma enajenación supone , como acul
mos de ver, la relación entre el obrero y oro hombre (el no-obre r,
rllo I la vez que domina al productor.
que no produce y que, sin embargo, es dueño del producto y d,
lll tcxto en que el .ioven Marx toca estas cuestiones es brevísimo
lalrnr¡rs tres párrafos), denso y difícil. A ello hay que agregar quc,
actividad y, en consecuencia, el que domina en esta relación
lalllrrrtrblemente, el texto queda trunco, pu.s .on él se intérr,rmp.
Veamos ahora, más detalladamente, la posición de los dos térl
nos (obrero y no-obrero) en esa relación. En cuanto al obrero, ya 1,,
Irltr r\rrncnte el Primer Manuscrito.
mos visto cómo Marx la fija con respecto al producto de su trabaj,,
l( ir-
lg
su actividad misma y a su ser genérico. A modo de resumen,,
tablece así su situación en el trabajo enajenado: "lttlrrcramente, hay que observar que todo Io que en e I obre¡o se mani-
f lltlt
(()rno actiaidad de en de extrañamienlo, aparece en el no-
"Hemos visto que, con ¡especto al ob¡e¡o q:ue se apropia la maturd,ezt
.,ht¡t,r «rrno un estado de nto, de eno.lenaalsn." U2l(Lb.)
1

el trabajo, la apropiación se presenta como enajenación, la propia activi,l Vr ¡rrros [o que dice el texto cor¡iendo el riesgo que acompaña a
para otro y actividad de otro, la vitalidad como sacrificio dc su vida, la ¡,r ,,lll rrrt<'r'pretación de esta naturaleza.
ducción del objeto como pérdida de favo¡ de una potencia extraña, r I

vor de un hombre a1eno. . ." 172)


I

I lllla'tt,t( r«irr en ambos casos, , que


r;rtt tlcl El ob¡e-
e: la aplopiación se convierte en enajenación y,,
la pérdida de sus productos y de su realidad hun bruu|lrt a;por ello, s ti-

88 89
va. Por esta razón, dice Marx que lo que en el ob¡e¡o se dacomo acl,,', rr{lt rlc lrroducción, sin insertarse él en el proceso mismo. Sin
dad, en el no-obrero se da como estado. Pero demos una vuelta mu', , ñhllr,, u to son
la tuerca. il rhl.n, elación ^
La enajertación del ob¡e¡o se maniftesta en el no-ob¡e¡o en for , ,,dIlr rórr resa de o
distinta ya que este último no participa de un modo directo y actir,,
'rr
.r¡¡flr, rrjc de exis e

en el proceso de producción. Hay enajenación, sin embargo, des, l, ,, ñl vtrlx te humana. El no-obrero, separado del pro-
el momento en que, incluso sin esa participación y actividad, se t rr , llo I (lc ón, en su relación teórica, contemplativa con
cuentra en cierta relación con el trabaio, con sus productos ) corr r I 'r,¡, rlkr ado en el producto como mercaocía y en el
obrero, que Marx califica antes ha calificado la del obrert, ,hftrror¡to actividad lucrativa. E p
de extrananziento. E21p:$
-como
9"§e CIlfIg!(p a al¡1
,tjtcr una necesidad vital ya qu ci
Ciertamente el producto no es su prodLr, ' il tlctrcia, ni de la de los otros a
-algno. ' rl blol)iamente como hombres'
to : el resultado de su propia actividad. §iggnb-+fg^o*!e p.q!t-q[p.. . ,
en cuanto poseedor suyo le inte¡esa no como resuitado de una ar r , Arl ¡lri.s, tanto en el comportamiento práctico del obrero como
vidad esencial humana (en este se ntido es extraña para él como lo , rl liórico del no-obrero, tenemos e I rnismo fenómeno: la coaje-
para e[ obrero), sino como lqs!§aqú Lo mismo cabe decir, de sl ,,|áil
actividad que, en este sentido, Ie es igualmente ajena. Finalment, I lllll¡rrcnte, dice Marx:
el obrero no le interesa como set humano, sino de acuerdo coo l.r
Economia p<ilítica que teoriza esta relación, como máquina de pr,, ,a Itt (r /agar, eI no-obrero hace contra el obrero todo Io quc éste.hace
ducir p¡anancias. rr¡¡ rl, peró no hace contra sí lo quc hace contra el obrero." [lbid']
.E-l:rrgl¿,1e..¡gl-e.gro-gCe|-!p--oEe -e.Iplgd-q-gqs,"-qg;r--9f--gaba¡'
y_ tl nto- o-en¿ignasiór)
Y, en sentido, el fenómeno de la enajenación del obrero aparl.l
este
también en el no-obrero. Pero, en virtud de que uno produce y (l
otro no, de que el obrero participa directamente en la producción r
el ot¡o, no, lo que es enajenación activa en el obrero, es estado <lt
enajenación en el no-obrero.
Esta contraposición determina asimismo un comportamient,,
opuesto: úllt enaienado común.

"En segundo lugar, (hay que observar) que el comportamiento rea/ 1 prát
tico del ob¡ero en la producción y ante el producto (en cuanto estado rl,
ánimo) se manifiesta en el no-obrero al que se enfrenra como comport.r
mtento teóico. "[72)

El comportamiento del ob¡e¡o en Ia producción es real, práctict,


ya que él produce; es decir, t¡ansforma la naturaleza sensible, Iu
materia. El comportamiento del no-obrero, al no producir, al nr,
transforma¡ prácticamente, es teórico, contemplativo Sólo se rela-
ciona con los productos úna vez separados del
-teóricamente-
()l
90
IV. PROPIEDAD PRIVADA Y TRABAJO
ENAJENADO

El punto de vista de la supresión


de la propiedad privada

l$llvicrte en un supuesto absoluto).


Il
quc la EconomÍa política opere así no es casual; como ya lo
,rhh rrlvertido el joven Engels en su Esbozo. ., deriva necesa-
.flnlc de su carácter dc clase, burgués. Para la. Economía
1 ,ll[r, la propiedad privada, como fundamento o supuesto abso-
I ,rtr(llccc de origen e historia. Tal es el punto de vista burgués: el
,, h tlcrnidad de la propiedad privada. Las demás categorías eco-
'lflhu se desprenden -en la teoria y en la realidad- de ella.
lho¡¡r bien, al instalarse

vada

tearse, tales como el de los 1-

tfuc ya no pueden ser --{omo en la Econom'n-la de la simple


ión. Surge asimismo,gr-prpb,r
,,',f*, *,H=r*r#4,,H
.ll I tet
I
en el trabajo enajenado
lrlllltcpto central, Í

93
Vinculación entre la propiedad privada
y el trabajo enajenado
Ya antes de abordar este problema en su análisis del concepr,,,
trabajo enajenado, Marx presenta éste y la propiedad privadu r,
íntimamente vinculados que parece imposible separarlos conr,,
fueran dos caras de una misma medalla.
Hemos visto que el trabajo enajenado no sólo entraña una r,i
ción peculiar del hombre con el producto de su trabajo y cor\rl
mismo en el acto de la producción, sino también con otro (e.l
obrero) que se encuentra a su vez en una ¡elación con él diamcrr,
r
h¡rods :

mente opuesta por lo que toca al producto de su trabajo y a la ¡,r lrl¡lOn con respecto al objeto y al acto de la producción como po-
ducción misma. es; pues \r llfilu aienas y hostiles a é1, sino que engendra, además, la relación
obre¡o pierde su producto y se pierde él mismo en esra pérdicl:r ¡l {uc otros h es se mantienen con respecro a su producción y
porque otro (el no-obrero), se apropia de su producto y, al u¡,r l l¡l pt0ducto. [70] O sea, una relación (de extrañamicnto rcs-
piarse de é1, domina sobre el producto y, con ello, sobre el pr,,¡ fifp dcl producto y del acto de la producción) engendra oüa: la
productor. Hemos visto también que este poder que tiene el ca¡,r, ,Ll no.obrero. Pero ¿en qué consisté esra última? podria pensarse
lista (sobre el producto y el productor) no lo tiene por una cualr,l [ll tr una nueva forma de extrañamiento, la de la e najenación como
personal, sino por el hecho de ser propietario de un capiral. ,mdtl y no como actividad de que se habló anteriormente , o como
rr I,

decir, el extrañamiento del obrero coo respecro ,,.-, prodr.,o I'l relaciones lla del obrerr¡ con
separable de la apropiación (privada) de éste por" orro.
Por ello, como antes vimos, se pregunra Marx: "Si el prodrr,
del trabajo es algo aleno a mí, se me enfrenra como un poder exl , enajenado, engendra el o
ño, ¿a quién pertenece, cntonces?". [ó9] Es claro que "a orr(, ll rl¡cióo entre con este trabajo de un hombre ajeno a él y situado
que oo soy yo". Pero: "¿qué ser es ése?" Tras rechazar la respL:r d ñrrge., de é1. ' ' tTol i f 2)
que se remite a los primeros riempos (a los dioses) o rambién, ct,r,
un "contrasentido", la respuesta que considera que ese procirr,
pertenecía a le natura/eza (contrasentido justamente "cuanro l
el hombre dominando la naturaleza por medio del rrabajo' ' ), cl ,

ven Marx da su respuesta: "el terajeno a quien perrenece el tralr,


y su producto al servicio del cual se halla el trabajo y el que dislrr ,hl obrcro con la naturaleza y consigo mismo." [Ibid]
del ducto de éste, no puede ser orro que el honzbre misn't,, Alr
Alr- 'l
'l¡ dtl
i
[6e)
,.tl,-lt-
rI
I
a- i
co n l a c arac re u*ft'tfff.* l'1,, ) .t
ción la que "el producto del trabajo no perrenece al obren,
-en frente a
"constituye él un poder extraño" y pertenece a or e
hombre que no es el obrero-, es de signo diametralmente opucr I

94 9'
del trabaio enaienado del
lacióq d glg-g :o_b:g..f p_SSgg- cqqsecue ncia o resu ltado necqsa¡io d c l,r' . Resultar-ra así que.gqa
.Y como aquélla es una relación de apropiación, crr,, ser'ta el fund¿mento de crer-
últrma se funda en el trabajo enajenado. privada
Claramente se ve aquí S-l .4j!i!_q-q !_qppo1,,,
tclqq-ejtql_{et_.t_n_iql4e_fe.laqiilde_p¡_odtagqig,n(relación
jo..v-9.$f¡1 tittc los hombres como la propiedad privada).es l¿ quqfu¡r¡la
.bai-q--esaj=qn^do. pt !9- t,lg-qri-dgbasta. ahora en rr r r
(o de enajenación en el trabajo).

Origen del concepto de trabajo enaienado


sl¿_ y tiene derecho de propiedad sobre é1. Es decir, p,rr

:
it
'r'
h'r

t:
(de apropiación) del capitalista respecto del producto y del rraba1,,
es una determinación o aspecto inseparable del trabajo enafenacl,,
deja de ser una consecuencia o efecto de un fenómeno (el trablr¡,,
enajenado) para ser un aspecto o determinación esencial de é1. Il
extrañamiento del obrero es inseparable de la apropiación o de lr
propiedad privada del capitalista; a su vez, justamente porque hur
apropiación privada, hay también necesariamente una relación rl,
extrañamiento. ,rl
Marx constru

muestra necesatiamenre la otra), _t i,ir.,


n1l

1:
t. efecto, ana-
Ahora bien, M_as.se yc f_qr4dq4 d$qfar_Sr'r. l"!¡9pl9dld_p,, coocepto arx encuentta una rela-

, , lll unálisis de este concepto rcvela quc, aunque la propiedad privada


e!B1-e-!3-qg_y.-c.949.c9._nlgc-uen9ia. 99g9f.g¡1 rfilrr como el fundamento, como la causa del trabajo cnajenado, es más
dg__q!._p _i¡rqliga_rse f r

r,iri u¡ra consecuencia de éste. . ."t70] (S 1)

96 97
Y a continuación agrega estableciendo una analogía eotrt' lrr
dioses y Ia propiedad privada a los que sólo un extravío del entcrr,l,
miento humano dota de un ser proPio:

". . . Del mismo modo que los dioses no sor,, en su origen,la causa, silr,,,
efecto del exffavío de la mente del hombre ".

fl||||tr c¡ c
En té¡minos feuerbachianos (el ioven Marx no anda leios ,l'
llilf, ¡,,, r

Feuerbach) podríamos decir: la propiedad privada que se Pres( rrr,


como un predicado del sujeto (del productor, de su trabajo en:r¡,
'fi "lltctli
úl ll r,ra
nado), pierde su sustantividad, su objetividad (y, por tanto, la t,,,' lm nll¡ l)l
dición de fundamento o supuesto absoluto) cuando mediant. ' Al,rll *l
análisis del concepto de trabaio enajenado se restablece la verdatlr r, r¡¡f{¡rl r¡rrc
relación entre propiedad privada y trabajo. ,rl[llltlrr si

Del trabajo enajenado a la propiedad privada lil movimiento de la propiedad privada


,rr la l¡lol¡iedad privada en su movimiento y necesidad se ocupa
,ftll tl rliversas partes de sus Manuscitor, y, sobre todo, en el
,'.flllilrl(l que se conserva del S i_to y al que su edi-
¡ rh Mtrr;n le puso el título de a propiedad priva-
lr
ludu!.| Pero esta última
, {il ,rl rio que empuja a
'r {'|llur ción de la propiedad privada como relación ent¡e capital y
enado a la propiedad privada v en el tt¡, '.h¡), cste último como uabajo enajenado.
no constitui(lr
-obviamente-
. De este modo, la Pr, ll
rrl,
ltxlurción de la actividad humana como trabalo, es decir, como una
rttldtrl t«¡talmente ajena a sí misma, al hombre y a la naturale za y, por
lll rrr§, I lr r«-rnciencia y a la manifestación de vida, la existenciz abstracta del
, ,fi|r, romo simple /tonzbre de trabel:o, el cual puede , por consiguiente,
¡ ilOlt
re cade dia desde su nada rctlizada a la nadz absoluta, a su inexis-
rf
'
¡r
¡ul y, por tanto, ¡eal, lo mismo que , de otra parte , la producción
rxla
I rhFtr r dc la actividad humana en cuanto capitol, en el que se di¡ueloe
',
,lt rhtrrtninabilidad del objeto y en el que la propiedad privada ha per-
prlvaoa cuanoo vuelve a revelarsc estc sccrclo §uyu' a sausr. ur t¡rrr
rr,h ru r r¡¡rlidad natural y social (es decir, todas las ilusiones políticas y so-
pa¡te, que la propiedad privada es el producto del trabajo enarerr/
rbl, rltr irparece¡ mezcladas en ninguna clase de relaciones aporenterr2eilte
ág y .ot.grndo lugar, el medio a través del cual se enajena el rr,
' 'ritlt¡r) -en el que e/ mi¡nzo capital permanece e/ mi¡mo a t¡avés de las
bajo, la rialización-de eúa enelenac;an." tlOl{8)) lr dlvtnrs existencias naturales y sociales, de todo punto indiferente a su

98 99
contenido reaJ-; esta contradicción, llevada a su exttemo, constituye n( (,
,rv¡,1:r ttansformada en capital industrial "forma objetiva aczbada
sa¡iamente la cúspide, el punto más alto y, al mismo tiempo, la destruci,,,
: l, l¡ Propiedad privada" [80] y en la cual como punto culminante
de toda relación." ftal Edl -,, c) t, rr¡ rlesa¡rollo revela su ser, su "secreto". Por ello, agrega Marx:
l'r rrros, así, cómo es también ahora, por vez primera, cuando la
,l
¡,'lrrc(lad privada puede llevar a su término la dominación sobre el
,,rrl)rc y convertirse bajola más general de las formas en una po-
ru histó¡ica universal. " [77]
, rr,
rente a su contenido real", mov-igr-i-egtg--qyg-glqp-u )? neceraiam(tt
1,,!,j!3¡gs91s-h-y-rj-{a-d-des-B-h*io-ee¡j-e-ge-doyp¡op!e!4dp¡jya-
a_la_ds_q!*c,qli.,Lde_lA-tS_l_eStó_+.d-.-"!A-t¡9pied-4.'-d-p-¡iW_de.Histór,,
mente estq movimiento
r. u del desa¡rollo de la
lg'-*ggif,,e-s,te._q,o_gl-o"_p_§-9_"_q_e. la-pr-opie tl ,,,¡,i
,_eüi"iid:á"1ádap:*d-¿"d_ñ"i"lt¡¡t_kpridi,'Ééléi',{üéTé"imp.,, ,u tér,,i.ro,-ro¡ié .l
"la necesaria victoria del capitalista, es decir, de la propiedad prir, ,rrrl ión de la que ella es
,,,ltr
'l,l:
e
\ no desar¡ollada, a medias, sobre el lerrut,
da desarrollada sobre la
niente. " [26] ¡:¡*1
Estamos, pues, anle un movimiento:
j
', il
¡

rll rl
a) real (se trata de un movimiento de la propiedad tanto en clr:rl
I r rr r I ua contradicción antagónica" empujando precisamente hacia
to trabajo tanto como capital considerados como realidades hist,,r
cas y sociales: propiedad territo¡ial y propiedad indust¡ial capitali'
., v,lución: ". . . El traba)o,la esencia subjetiva de la propiedad
,,v¡rl:r, corrro exclusión de la propiedad, y el capital, el trabajo ob-
son fo¡mas históricas, reales de la propiedad).
,rv,, (omo exclusión del trabajo, eslepropiedadprioada como la
b) necesario (el desarrollo mismo del trabajo y del capital, el ,1,
lr¡ rr)n eo que la contradicción aparece ya desarrollada y, por ende ,
sarrollo de la contradicción entre ambos hacialadestrucción de la rt l, ,,, rclación dinámica que impulsa a la solución."
ción misma (la propiedad privada) y en el desarrollo de la propierl,, [S0]
I ¡ vrlución a la que empuja el desa¡rollo de esta contradicción no
privada la victoria de [a más desarrollada (capitalista) sobre la mcr,,
,,,'lr scr otra que la abolición de la propiedad privada. De este
desarrollada (terrateniente) se opera de un modo necesario).
c) contradictono (el movimiento que los términos ""Ir .*dslg-gP tras de pa-
-trabaj,,
capital- "están llamados a reco¡re!" [77] se opera primeramcr,
.r lxrr er¡itorial ción en ca-
,f .l
en la "unidad inmediata o mediata de ambos" Ubid.l después, , l,ara culminar en capital industrial como "formaacabadadela
r,,¡rrcrlad privada", y con ella el inmenso poder suyo como fuente,
la "contradicción entre ambos"
-el obrero y el capitalista
se ext l,
,,,,f ro y realización de la enajenación. Llegada a esre punto culmi-
yen mutuamente-, luego "en la contradicción de cada uno con
go mismo", el capital "desdoblado en él mismo y sus intereses'
.rrr, se hace necesaria su abolición.
l'r
el trabajo, desdoblado en él mismo y el salario. "El propio obrt,,
t

un capital, una mercancía. " IIbid.] Finalmente, el movimiento r, Ul t)


lrlc
se da como "mutua contradicción antagóoica".) Ubid.]
,r d¡
A través de este proceso real, necesa¡io y contradictorio, la trrr .l,lr,;r que Marx vuelva de nuevo sobre el problema del salario.
piedad privada que deriva del trabajo enajenado se va perfeccion,,, , rrrro cl salario como la propiedad privada
son consecuencias del
do conforme a la nrfitra)eza que antes hemos señalado (como m< , I ,rlr,r¡rr s¡¿js¡¡ado: " . . .Salaio y propiedad priaada son idénticos,
"a través del cual se ena.iena el trabajo" [70] y como "realización,i r r¡rc cl salario con el que se remunera el producto, el objeto del
csta enajenación" IIbid.]) desde la propiedad ter¡itorial en la qul ,rl,¡,,,, el t:ir.,bap mismo, no es sino una consecuencia necesaria de
r apital "aún no ha llegado a su perfección" l71l hasta la propicrl,, , rr¿,cnación del trabajo, y, por otra parre, en el salario el trabajo
'

loo 101
no se revelacomo un fin en sí, sino como un instrumento del sa
rio." [70-71]
La identidad del salario y de la propiedad privada exige
quien esté en favor de la abolición de la propiedad privada, ha
estar también en pro de la abolición del salario. Si el salario es
consecuencia directa del trabajo enajenado y, éste a su vez, en
tud de su relación mutua, es consecuencia directa de la propie«
privada "al desaparecer uno de los términos, necesa¡iamente ti
que desaparecer también por consiguiente el otro". .[71]
Por esta razón, Marx se pronuncia contra los "reformadorcr
que, olvidando la relación anterior, se limitan a propugnar la elevl
ción o nivelación del sala¡io. Rechaza, en efecto, "una elevación rlt
salario por la fuerza" ya que no sería otta cosa que "una mejor n ya no es el
nauneración de los e¡claaos, que no confería su función y digni.ld uto, cafente orlgen y a del traba-
humanas ni al obrero ni al trabajo". [Ibid.] Tampoco acepta I su su ser const
igaaldad de los salario¡ que postula Proudhon, puesto que '.'rro

haría más que convertir la relación entre el obrero actual y su tralu,


jo en la relación hacia el trabajo de todos los hombres. Se concebrrt/
la sociedad como un capitalista abstracto". [71]
Aunque el joven Marx, siguiendo a los economistas clásicos corrrt
dera el sala¡io como la remuneración del producto del trabajo y del ru
bajo mismo, y no dirá posteriormente-, de la fuerza,l,
-como
trabajo que como toda mercancía, se vende y se compra por su v¡
lor, sin embargo, tiene ya como vemos cla¡a conciencia de la rcl¡
ción entre salario, propiedad privada y trabajo enajenado. La suprr
sión de la propiedad presupone la del trabajo enajenado y, ¡',1
tanto, la de su consecuencia directa: el salario. Pe¡o, al mismo tiem¡x,

la humanidad. Marx rcr

de Hegel y, como en ella, cierra el paso a una emancipación unilarr

Recuérdese que

se funda en la universalidad de la él su
. Por ello agrega Marx en este pasaje ya tr, no

t02 t03
t
fundamento último al que remiten todas las categorías dc l' r¡ttol[r, no pertenece a todo el curso de éste. Por ello, es legítimo
Economía p perder este plano fundante último, I ttar; rl' l.l.,ucarse el problema del origen y cancelación de la enajenación.
ponerlos eá pendencia el joven Marx accede,a que c()rrr Y ¡rhora podemos interpretar la expresión "esencia del desarrollo
parta con la privada, su condición de primer fundamenr" hlllreno" tomando en cuenta su contenido como ptoceso histórico
,b ¡,trdida y recuperación de la esencia humana: la esencia del de-
.lr,,lkr humano sería, en definitiva, el desarrollo de la esencia
Cómo el hombre llega a enajenar su ffabaio t*lrilna. En este desarrollo, concebido, se fundaría tanto la enaje-
así
r(,n de la esencia humana (trabajo enajenado) como su recupera-
y cómo se funda esta enaienación 'rr.
,lñn (t:omunismo).
Icro sigamos con el problema en los términos en que lo plantea
,l l,¡vt:n Marx:

l'r lr<:mos adelantado mucho en e[ camino de la solución de esre proble-


,n, tl conaertir la cuestión del oigen de la propiedad priuada en la de la
,rlrr r(ur que media ent¡e el trabajo enajenado y la trayectoria del desarrollo
I'
lr¡ lrumanidad. En efecto, cuando se habla de propiedad privada se cree
, ¡trr i'cnte a algo exterior al hombre. Y cuando se habla del trabajo, se tra-
f

,r algo que es direccamente el hombre mismo. Este nuevo planteamien-


'le
,,, ,lcl problema enüaña, ya, incluso, su solución."
t71l (f 5)
nado. Se üata de ver no sólo Io que funda la enaj cónr
se da este fundamento en el desarrollo humano. de I lirtc pasaje se encuentra al final del Prime¡ Manuscrito, en el
lr.Hrncnto incompleto titulado "El trabajo enajenado", y en él no
lrrll¡¡rnos una respuesta a la cuestión planteada. Io único que Marx
,r¡r¡ rlice es que el planteamiento de esa cuestión incluye ya su solu-
'tñn, l.a única indicación de solución está, al parecer en la novedad
,lrl ¡rlanteamiento: no del origen de la propiedad privada, sino de
.u rrcncia fundada en el trabajo enajenado y éste a su vez puesto en
,¡lll-i(¡n con la trayectoria del desarrollo humano. lo que la pregun-
!ggg_o-?Dejemos esta en ( ,r rrrrlica, por tanto, como solución , es que la eniletación se funda
joven Marx no nos d oq r' .r cl desa¡rollo humano y que, por consiguiente , se impone como
.i^ d.l desarrollo hu en I ,¡¡r necesidad de este desarrollo. En una determinada fase de su de-
.rllollo, la objetivación del hombre, de sus fue¡zas esenciales, me-
Itlrte el uabajo adopta la forma de la enajenación con las
.rr('ter-rsticas que ya hemos visto en el trabajo enajenado. Pero
r¡uf es lo que determina este paso? Inútil busca¡ una respuesta en
¡n filanuscito¡. Io único que encontramos en ellos es la indicación
b r¡ue, en su propio desarrollo, este paso se ha dado necesariarnen-
,' (¡rnsiderado dentro de este desa¡rollo, vemos que su propia ne-
r¡lrlad lo lleva a su enajenación, en virtud de la necesidad de la
rlxrlición de la propiedad privada en que esa enajenación, como he-

rc4 10t

rfr
mos visto, llega a su punto culminante. Sin embargo, no se nos ' lr' ' I
nada de lasformas que hayapodido revestit el trabaio enalenadr' " I
otras condiciones históricas y menos aún de su origen.
Que tales formas han existido pue de aceptarse, incluso eo el
nt''r
co di las tesis de los Mana¡crito.r, aunque sólo sea por la estrechl r'
lación que ahí se establece entre uabajo enajenado y propiedad ¡'r
vada, rélación que subraya Marx al plantearse eI problema de ct',"
el hombre llega a enaleoar su trabaio y de cómo se funda esta en:rt'
nación en el desarrollo humano: ". .Cuando se habla de 7"
piedad pnaada se cree estar frente a algo exterior al hombrc '
cuando se habla del trabaio, se trata de algo que es directament( '
hombre mismo. Este nuevo planteamieoto del problema entr'rr' fly en una determinada fo¡ma histórica de relaciones sociales,
l& edad. Ciertamente, se puede establecer una relación entre
dtrrbr;o enajenado (tal como se describe enlos Manuscitos)y cierta
llma de sociedad o de relaciones sociales, pero es el trabajo -como
flllmos ocasión de ver- el que funda aquÍ estas relaciones.
hrotro Iado, si bien es cierto que la estructuta del trabajo enaje-

ln I traba-
tlc cambio
I lo I etermr-
ndr

encontramos tanto en la sociedad capitalista como en el desarroll'


anterior de la humanidad es su relación mutua, como si fueran l,'
dos caras de una misma moneda, con Io cual queda excluido en l"' Arthur Giannotti, Oigine: de la dialectiqae du trauail, Aubicr-Monraignc,
Manuscitos, tanto el problema del origen histórico de la propied:r'l |trf
[f, tlzt, p. tis.

107
106
Respuestas antropológica e histórica al problema arnos si la solución histórica ten'ra en los Manuscrito.r mayor
del que, en realidad, tiene. Tal vez el Segundo Manuscrito
del origen y desarrollo del uabaio enajenado
nuevos elementos en esta dirección. No se rrata de
is arbitraria, si se tiene en cuenta que en los Cuadernos
b del mismo año encontramos una mayor aportación a la so-
EI ltistdico del problema que en los Matzuscrito.r propiamente
ga
.Si
en éstos el trabajo enajenado es puesto en relación negati-
Po la esencia humana, y se convierte en el fundamento miimo
fi¿l relaciones sociales, en los Cuadernos de París el uabap enaje -
definitiva se concibe como desa¡rollo de la esencia humana.
aparece fundado por cierras condiciones históricas y relaciones
s (producción excedente, división del trabajo, propiedad pri-
intercambio mercantil). Mientras que en los Maiuscritos el
Marx se resiste oposición a los econornistas- a ver en la
privada el-enfundamento del trabajo enajenado, en sus
de Parí¡ el trabajo enajenado presupone alavez el inter-
y la propiedad privada en cuanto que el primero lo es de
rdes privadas.i Antes de la propiedad privida y de la trans-
-de
lo¡ productos en mercancía no podía hablarse pro-
de trabajo enajenado. La división del trabajo viene i re-
aún más esta enajenación que marca tanro el trabajo como las
peculativo, que tiene en Feue¡bach.
entre los hombres.a Pero ¿qué es lo que determina esta
Pero, como señala Mandel,2 en los lylanuscriroJ se aPunta tanl ión del trabajo y , a la vez, de la socialidad ? Es la necesidad
isfacer las necesidades la que determina la producción y el in-
¡bio: el primero como producción enajenadi y e I se gundo como
rmbio de propiedades privadas. La producción de objetos
definen por su valor de cambio y el inrercambio como rela-
entre los hombres en ranro que agentes del intercambio (pro-
s y propletanos) tiene lugar bajo el impulso de la necesidad
condiciones históricas, sociales de Ia propiedad privada. Te-
ros, interca.mbio de productos como mercancÍas, división del trab¡
aquí una mayor aproximación a la solución histórica del
jo, etc. El hecho de-que el concepto mismo de trabajo-enaienadr
en cuanto que se efuma que el hombre se enajena en el
sea obtenido del análisis de las contradicciones reales, efectivas, tlt
en virtud de ciertas condiciones y fbrmas de relaciones socia-
la sociedad burguesa, revela que [a cuestión planteada por el jovcn
no obstante la concepción del trabajo no pierde su carácter
Marx exige una-solución no antropológica, sino histórica que él mrt'
)gtco ya. que es ,ustamenre su concepción como mani-
mo esboza. Pero lo cieno es que este esbozo de solución histónt
ln de la esencia humana y del hombre (como ser genérico)
queda opacado en los Mana¡ciros por la solución antropológica (r
lleva a Ma¡x a concebir el trabr o enajenado y el intércambiá
tiabajo áajenado se funda en el deiarrollo humano, concebido
como desarrollo de Ia esencia humana)'
estudio previ<r alos Ctaderno¡ de Parit, cd cit , pp ttl-tt7
formation de ld pelttée économiqae de Karl Marx, ed. cit , pp. l llt
2
E. Mandel, I^a
r59.
pp.8t-87

108 r09
y de Ia comuni<lrr'l
comercial como negaciones del uabaio humano históricas; b)historizar de acuerdo con el movimien-
histórico de esas condiciones y relaciones el concepto mismo
ión (anterior a la sociedad capitalista y que , como sabe-
, puede sobrevivir incluso en sociedades que han abolido la
privada capitalista).
con ello, no está dicho menos demostrado- que el
de trabajo enajenado, o-y de enajenación en general, deje
en relación con la esencia humana, siempre que Marx
:bi¡la, lo que aún hemos de ver, en una forma no espe-
no aprior'rstica que permita salvar ese concepto.

es de l¿ La histo¡ia de las doctrinas económicas


¿Exclu como repetición del movimiento real
vgo, en '-lbJ'i
t Pensamrenro oe rvrarx' ambirt iento real de la propiedad privada y, en estrecha unidad
relacio eñ e[as) se conjuganperfectr , el del trabajo enajenado en relación con el desamollo de la
menre :n a) no habda pasado de ser utl idad se repite, en el plano de las ideas, en la trayectoria his-
i.".iU".t ir"o; al remitirs e a b) y , sob¡e todo, en Ia forma en que l'r de las doctrinas económicas. Es lo que nos hace ver Marx en el
t r.. ." ros cu'adernos se instala en un nuevo tefreno que le
permitr inicial ("Propiedad privada y trabqo") del Tercer Ma-
escapar de la enajenación e
s , Las doctrinas económicas son ptesentadas ahí histó¡ica-
i" ná.., aparecer a la' enaje lr como respuestas a la cuestión de la esencia de la riqueza: ¿es
"trayectoria del desarrollo hum )¡ va o subjetiva?; o también: ¿su fuente está en el hombre o
e¡ lós Manuscitos Y se aPunta co ) de él? La originalidad de la respuesta del joven Marx no está
es decir, como una forma históri cn rastrear determinada lógica en la sucesión de esas doctri-

qut en considerar que esa lógica no sólo se da de un modo in-
decisivo señalar en la crltica de la Economia politice burguesa
Es preciso ^simir sino en relación con el desa¡rollo de la propia realidad. Pode-
tr.i, ¿. ella una forma atemporal, ahistórica)'
rno hirtorizrr el concepto de tiabajo enajenado en función de ibrar la importancia de esta respuesta si se piensa en el lugar
la

condiciones y relaciones sociales que lo determinan para que sea nrl más tarde en el materialismo histórico la relación entre
;¿b ;" forma histórica como etapa del desarrollo humano' o for' realidad. Debemos señalar, sin embargo, una vez más la
ma del trabajo en toda ella, sino ión, en este terreno, del joven Engels e¡ su E¡bozo, en el
rr
(r
do también a medida que recibe
la caractertzación de Adam Smith como el Lutero
.i.r*Ui" ¿. condiciones Y relaci l¡ Economía política que tan f-ecundamente desarrolla¡á Ma¡x.
irr. ¿.t desarrollo humano en que se llega a su abolición' ahora cómo presenta el joven Marx la relación entre las
La concepción histórica de la enaienació-n tiene
qtJe arYarrzar
-l económicas y la realidad económica.
avanzare.r, M"o- aParúr sobre todo de La ideolog-w alenzona doctrinas a que se refiere son las del mercantilismo, la fi-
pyt
condiciones y rela y la Economía política moderna que históricamente se pre-
il;;il. rá de: a) fuádar la enajenación en las
asly, además, en un orden necesario. Como sabemos, para
, Mandel, op. cit., p. 158. ntilistas la riqueza está en el atesoramiento de oro, metales

110 111
y piedras preciosas. Io que cuenta para ellos no son los produclt's ' l$, al mir^o tiempo, la agricultura es el único tabajo prodactí-
tñ.r.r -rt.riales, debidos al trabajo humano, a la industria, s''" ü" ÍlSl O sea, la rierra no rabajada es mera oaturaleza; como tal
los eriales que la oaturaleza brinda al homb¡e' Ciertt,, '' $ura riqueza objetiva, independiente del hombre. Ahora bien,
qu no está en todo elemento natural sino en determirr'' {}t trabajada, se vuelve riqueza por el hombre y, por ranto, la
do , sin la mediación del trabajo' Se trata, pues, dc lr

ill¡no en general, sino trabajo det La deter-


ltciOn del trabajo trabajo impuesra
ú lr determinación-como
del elemento natural (la tierra). "El trabajo
fno se concibe, pues, en su generalidad y en su abstracción, sino
fllparece vinculado rodavía aun ele tral,lo que quiere
{dt que sólo se le reconoce err vna. n2 specia/ determina-
(lor lo natara/cza. " lie)
h la relación entre el hombre y la naturaleza que aquí se pone
[fianifiesto. ésta ya no conserua el poder dete rminanre que tenía
,i l¡ retación anterior, en la cual el hombre aparecia excluido del
cultura. La tierra es naturaleza i', en este sentido, sigue siendo tr-rcr" rüdtmenro de la riqueza; sin embargo, la naturaleza sigue determi-
d.eriq ie tivamentc P,,r al v lr ,r5{o al hombre . v esta determinación se expresa cn Ia "modalidad
clasa conresPectoal ,elt"' ,ttrial " que impone al rrabajo. Esra situación de determinación v
cepto ía, Pues como e la ticrr
[3ndencia cr] que sr encuenrra el rrabajo respecto a la naturaleza le
tiene que carecen los s' ,lñl e Marx a hablar aquí de una enajenacrón del hombre con res-
r,llo a ella, cs decir. en relación con cierto nivel de la propiedad y
"Por ta Ia riqueza, su a conservado, al rnit" Ilt ptoducciór'r. que debe ser renida en cuenra a la hora de consi-
ticmpo, ralidad dentro natura/, cn cuanto (lLr fi la historia de I trabajo cnajcnado, como una etapa anterior a la
todavía es una riqueza nte obietiva " [79] il Marx considcra en [a socicdad capitalista. "Es, por ranro,
{Vfa una de/crnzina¿la 1, etpecia/ enajénación del hombre. . . La
Por su generalidad, la tierr ncia de los metales pr fil sc considera rodavía, aquí, como una existencia natural inde-
ciosos; poi tr', naturalidad, se en el mismo plano t¡rr r{lldicnte del hombrc. aún no corno capital, es decir, como un mo-
e llos. Piro mientras el meral p ique za sin sakat el /írttt {illo del t smo." [bid.]
ll tecono por los fisiócratas del trabajo como esencia
{laiva de a es aún limitado e incluso la relación con la
ürleza aparece invertida "como un momenro de ella" y su pro-

tt2 tr3
Se trata de un progreso en la vía que llevará la Economía m,, miento del hombre en Ia religión, en cuanto que con-
oa- -con "la religiosidad en la esencia interior del hombre" se vuelve
aver en el trabajo humano en gerreral la esencia de la riqtrt
el hombre mismo al afirmar en una nueva forma la enajena-
igiosa, así también su reconocimiento por Ia Economía
"Pero, en cuanto el fetichismo de la vieja riqueza externa exlstentr
no hace sino negar el hombre y afirmar también una nueva
cuanto objeto, se ¡educe a un elemento natu¡al muy simple y su esen( r¡
reconoce ya aunque sólo sea, de momento, parcialmente, de un modo t
de enajenación. Por ello dice el joven Marx: ". . . Bajo la
cial en su esencia subjetiva, nos enconttamos con el progreso flecesart(, ia de un reconocimiento del hombre, la Economía política,
que la esencia general de la riqueza se encuenüa ya reconocida y, Por tr tr como principio el trabajo, es más bien tan sólo la aplica-
el trabajo, elevado totalmente a lo absoluto, es decir, en su abst¡accií,rr uente de la negación del hombre. . . Lo que antes era el
ha erigido en principio." [79] de sí,la real enajenación del hombre, no ha hecho más
el hecho de la enajenación, de la exteriorización."
Este reconocimiento se hace posible cuando el desarrollo de la
dustria pone de manifiesto la naturaleza unive¡sal del traba.io c es que este reconocimiento del hombre (del trabajo huma-
esencia subjetiva de la propiedad privada y de toda ri-
esencia de toda riqueza, y no sólo de una forma espec'rfica de ellr
éste es justamente el paso que da Adam Smith al afirmar que t
por un lado, y su negación, por otro, le hace cae¡ e lt
Ía política en contradicciones, pero no por ello dejará de re-
la riqueza tiene su funda.mento en cl trabaio, es decir, en el hom
y no en un estado exterior a é1. De ahí que siguiendo a Engels, con toda franqueza las consecuencias antihumanas de esta
lo llame "el Lutero de la Economia politica", ya que Adam . Más todavía; lejos de tratar de paliarlas, las reconocerá cada
desempeña en la Economia politica el mismo papel que Lute ro mayor cinismo. Con ello los economistas son consecuen-
sempeñó en la religión:
lo que la propia realidad les ofrece y Io son asimismo con el
de su propia ciencia: "No sólo aumenta en proporciones
el cinismo de la Economía política desde Smith, pasando
' 'Así como Luteto reconoció en la religiín , en la fe , lz ese¡ciz del m
, hasta Ricardo, Mill, etc., en la mcdida en que las conse-
exterior, enfrentándose aI pagaoismo católico, y aczbó con la religi iCI de la industia se presentan de un modo más desarrollado y
externa, al conve¡ti¡ la religiosidad en la esencia inteior del hombrct io ante los ojos de estos últimos, sino que también en
como negó al cura fuera del lego, trasponiéndolo al corazón de éstc
ido positivo van éstos, de un modo conscieote, más allá que
Economía política acaba con la tiqueza situada fuera del hombre e inde
pol tanto, sólo puede mantene$e y afitmarse dc ecesores en Ia enajenación en contra del hombre, pero s6lo
diente de él
modo puramente-que,externo-; es decir, acaba con éstasu objetiaidad e su ciencia se desa¡rolla de un modo más consecuente y más
! carerrte de peuamiento, pala incorporar la propiedad privada al ro." 178-791
mismo y reconocer el mismo hombre como su esencia, pero con ello en el cinismo de la Economía política corresponde ,
del hombre mismo la determinación de la propiedad privada, como aI movimiento real. Por otra parte, las contradicciones de su
hace de él la de la religión." [78] que los economistas asumen cínicamente sin explicarlas no
en ella al margen de la realidad, y, por el contrario, en-
It atalogia de Adam Smith y Lute¡o al derribar, en la Econo su confirmación en ésta. ". .La conrradicción de la rea-
política, en un caso, y en la religión, en otro, la objetividad e corresponde plenamente a [a esencia conrradictoria que han
rior, los fetiches y, al encontrar, en ambos casos la esencia subjet cido como principio. La desgarrada realidad de la inda¡tria
en el hombre, se halla perfectamente fundada. Sin embargo, a con{itmat su principio desganado en sí, muy lejos de
ar,elogia puede prolongarse aún más, partiendo del común rec rlo." flbid.]
cimiento del hombre y de las consecuencias que este reconocl Economía política moderna se presenta así como la fase supe-
to tiene en la religión en la Economía polltica. En efecto, así c un proceso teórico, necesario, del cual formarían parte como

rt4 ilt
etapas superadas las doctrinas mercantilista y fisiocrática, r¡
culminaría en el reconocimiento del trabajo como "esencia univct
sal y objetiva" de la riqueza. Pero, al mismo tiempo quc
Economía política es un momento de este proceso teórico necesarru, FA¡.SA Y VERDADERA SUPERACIÓN O¡
se encuentra también igual que las doctrinas anteriores-
una relación necesaria -al
con una determinada fase del movimit
TA ENAJENACION
real, justamente aquella en que:

"Toda rigueza se convierte en riqueza industial, en iqaeza del trabajo y El comunismo como necesidad histórica
f 'ri indu¡triaes el trabajo acabado . . . y el capital infustial Ia fotma objcr
,,f acabada de la propiedad privada. " [80] Y justamente también: "cuantl,,
, Marx en 1844 propugna una nueva sociedad que anule y
propiedad privada puede llevar a su término la dominación sobre el h,rrtr
,rll bre". [Ibid.] ala existenre, no es, por supuesto, el primero en Éacerlo. Los
tas y comunistas utópicos habían descrito ya, incluso con lujo
tlles esa nueva sociedad. lidad del já_
El joven Marx, en este análisis de las etapas fundamentales dc n( e reside no sólo en el
¡'l que pone en
ciencia económica (mercantilismo, fisiocracia v Economía polít ino esigna: comunismo,
dl
b., ,.ndrdo
llr.i, moderna), logra demostrar no sólo la conexión teórica n sí-,.por primera vez,la rccesidad /ti¡tórica del proceso que
entre ellas, sino sobre todo, lo que tendrá coosecuencias fecu :e a ella; o sea, el comunismo como fruro del desairollo
hisió-
pára su pensamrento posterior: la determinación de ese culminación del movimiento real de Ia propiedad privada.
de las ideas por el movimiento real. es que no fundamenta esa necesidad .on il rigo, que comen_
)strar a partir de un trabajo inmediatamenle pósterior: Za
t alemana. Pero ello no nos
in ide reconocer que ya en los
to-r enconrramos un lntento de fundamentación
del paso
ismo y de dar a éste un sentido distinto del que tiene en
I concepciones utópicas de aquel tiempo.
qué radica la necesidad histórica que empuia al comunismo?
madicción antagónica_entre c que hemos
ialada por Ma¡x- al final del h'propiedad
. Esta contradicción, oos dice tambrén, es la relación de
icción entre la esencia subjetiva de la propiedad privada, el
, "como exclusión de la propiedad, y el iapital,^el trabajo
), como exclusión del trabajo"; [g0] es asimismo ,.la rela_
gy. q cootradicción aparece ya desarrollada y, por ende,
ción dinámica, que irzzpu/.ra a la ¡olación",¡fÉia.; cursivas
§l
s, había expuesto, en términos categóricos, la marcha nece-
'la historia
como conrradicción entie capital y uabajo que
a a su ext¡emo, constituye nece¡arianzenfa la cúspide ,- el
más alto y, al mismo tiempo, la desrrucció., áe tod,
". [80; cursivas nuestras]
r16
117
Es decir, se trata de una contradicción tan aguda que no etablece un paralelismo enüe el movimiento de la propiedad
por menos que empujar a su solución que no es otra que la destttrr y del trabajo enajenado y las doctrinas correspondientes y el
ción de la relación antagínica entre capital y uabap. No se ttatu , de superación de la enajenación a uavés de las doctrinas so-
antagonismo entre carencia de propiedad y propiedad y comunistas. Por ello, escribe : "Ia superación de la autoena-
piensa la Economía burguesa- que "es todavia un antagonisrr
-cort sigue el mismo camino que la autoenilenaciót misma. " [80]
indiferente" libid.] sino antagonismo entre el trabajo y el ca¡rrt primera forma de comunismo, ésta concentra su atención
concebidos, respectivamente, como esencia subjetiva y obietivr cto objetivo de la propiedad privada, es decir, en cl capi-
la propiedad privada, y en una relación activa que impulsa :r que sucede con Proudhon. En cambio, Fourier y Saint-
destrucción y, d mismo tiempo, a su solución. Esta relacién r más atención a su aspecto subjetivo, o sea al ttabaio.
se destruye es justamente la de la propiedad privada; y la nueva rifica esto? Que en estos sistemas se parte de la relación
ciedad, o nuevo estado social, en que al abolirse Ia propiedad pr ital y trabajo como relación de la propiedad privada, pero
da se supera la, eni-1eoaci6n de la que , como hemos visto , ella e s rr rr ta el v-rnculo necesario eotre ambos términos. Así,
dio y reilización, es el conzanisnzo. , aunque ya comprende que la propiedad tiene "siempre
Gsencia el trabajo", tibid.lconsidera sólo su aspecto obietivo
cs, por tanto, el capita/ que es necesario abolir "en cuanto
lourier y Saint-Simon piensan que la "nocividad" de la pro-
Actitud c¡ítica de Marx hacia las doctrinas comunislrr d está en una "forma especial " de trabajo (el otro término de
de su tiempo ión): el "trabajo nivelado, parcelado" (Fourier) o el trabajo
ial (Saint-Simon), y consideran que la solución hay que
en la vuelta al "uabajo agricola" (Fourier) o en el mejora-
El joven Marx adopta, por vez primera, una actitud favorable hu,
de la situación de los obreros (Saint-Simon). En ambos casos,
el comunismo. Hasta entonces habla rechazado las doctrinas conrrr
que se suprima (el capital) o se cambie o mejore (el trabaio)
nistas existentes por su carácter utópico, abstracto y dogmático. ll
e los términos de la relación, mantiene en su esencia la pro-
doctrinas, por un lado, e¡an m6s la expresión de un deseo o de r¡
privada.
indignación moral ahí su utopismo que tanto repugnl
a Ma¡x- y, por ouo,-de liberar parcialmente al holtt
sólo se propon'ran
crítica de Marx se dirige sobre todo contra las formas de
que se presentan como la abolición de la propiedad pri-
bre, cuando lo que él buscaba eta una emancipación total, humart¡
Se trata de dos fo¡mas: la primera, la que el propio Marx lla-
Marx no tenía por entonces una solución positiva que ofrecer y,
unismo tosco"; segunda, el comunismo "de naturaleza
ahl su actitud neg tiva hacia el comunismo. Aho¡a, en los ,tf¡
nuscritos, ofrece esa solución que antes no podía concebir y quc
". Las críticas de Marx son de enorme interés no sólo por su
ia a las doctrinas de su época a las que apunta sin nombrar-
diferenciará notablemente de las doctrinas de su tiempo al oporrr
sobre todo por Ia actualidad que cobran con respecto a al-
su fundamentación histó¡ico/social al utopismo, y al daile .rn in,,
sociedades postacapitalistas de nuestro tiempo.
nido conceptual al término "comunismo" aco¡de con su exigent
de emancipación total. Pero esta solución, lejos de cancelar su atlr
tud crítica hacia las doctrinas comunistas contemporáneas, la "comunismo tosco" como ger,.erulización de la
más explícita y fundada. De ahí que su concepción de la nueva s,,
propiedad privada
ciedad, e¡los Manuscitos, vayaprecedida de un examen crítico
algunas falsas posiciones comunistas de su tiempo. Su comun
verdadero se presentará como la superación verdadera de la pr,r con ciemo detenimiento. Con respecto a la primera forma
piedad privada y de la enajenación que dichas posiciooes doctriru ión de la autoenajenación, dice Ma¡x: ". . .El comanisnzo
rias no han logrado alcanza¡. cxpresióo positiaa de la propiedad privada abolida; es, cn primer

119
118
reto de la competencia" constituiría un paso atrás con respecto
dicho en los Cuadernos de Parí¡ e incluso en los propios ulla-
ios. Sin embargo,
_---"_^D-
'
una vez puestos estos fenómenos de la
logía social en relación con su ve¡dadero fundamento econó-
ial, como Marxhará más tarde con la constitución del ma-
ismo histórico, la vívida descripción del joven Marx cobra todo
,relieve.
reducción de las necesidades y la nivelación a un mínimo ge-
, lejos de desarrollar la sociedad através de sus expresiones ele-
(el talento, la cultura, la civilización), implica un rerroceso
que toca a la dominación de la naturaleza que expresa justa-
la cultura.
"I¿ comunidad es solamente una comunidad de trabajo y una igualdad 'l'
¡alaio, abonado por el I común, por la comunidad, que es el caprt;'
qué punto esta abolición de la propiedad privada no es una apro-
Iista general." [Ibid.]
real lo demuestra precisamente la negación abst¡acta del mundo en-
de la cultura y de la civilización , el retorno a la an¡inatural sencillez del
Este comunismo no es sino un capitalismo generalizado, y se rnir e pobre y carente de necesidades, que, lejos de remontarse sobre la
nifiesta, con el esp-uitu de la propiedad privada, tanto en la relacií'rr "
privada, ni siquiera ha llegado a ella. [81]
de los hombres con las cosas como en la relación de los hombr"
entre sí. En la primera, el hombre sólo se guía por el esp-ritu-de p, decir, el joven Marx no entiende el comunismo como una te-
sesión: "La posesión fÍsica, inmediata, es considerada por él conr, ia a los bienes materiales y espirituales alcanzados ya por la hu-
idad. No se trata de un empobrecimiento o ascetismo median-
anulación de las necesidades, o de abolir la propiedad privada
a un estado que está incluso por debajo de ella.
comunismo tosco, nivelado¡, en el que se renuncia al de-
cllo de las potencialidades humanas, incluso de las ya realizedas
ho "negación del mundo de la cultura y lacivllización"), es al
tiempo la negación de la personalidad, justamente porque
contraflo. bre sigue bajo el imperio de la propiedad privada. Por ello
Marx: "Este comunismo
-aI negar por doquier la
persona/i-
"La envidia general, constituida en potencia' es la forma recatada que «'
I hombre- no es, en efecto, otra cosa que la expresión con-
uailia, la cual se satisface así, simplemente, de otro modo' La icjt'r
vixe la de la propiedad privada, cuya negación es. " [Ibid]
dela en cuanto tal se vuelve, por lo nzenos, como envl
comunismo no sólo afecta a la relación del hombre con las
diay en contra de la propiedad privada más rica, y esr't
y a su personalidad, sino muy sensiblemente a la relación de
envid de la comPetencia." [81]
a mujer. Marx ejernplifica, con la relación entre el hombre
hujer, hasta qué punto este comunismo tosco- se degra-
Se han señalado, no sin razón, las Iimitaciones psicologistas 'h -en
las relaciones entte los seres humanos y dejan de ser pro-
esta caracterizacií¡.r Cie¡tamente, considerar la envidia como (l humanas pata convertir lo humano en simple neturaleza.
I Cf. Mario Rossi, La génesis de/ materiali¡mo bistóico. (r. 2 El joaen Ma;'x), Cortrrr a la ''comunidad de las mujeres' ' en la que en ' 'forma
nicación, Madrid, 1977, p.377- " se exptesa "el movimiento encaminado a oponer a la pro-
120 t2t
piedad privada [el matrimonio] la propiedad privada general" llr cl secteto de esta actitud tiene su expresión ineqttíuoca, decidida, ma-
mujer "en propiedad común"], el joven Ma¡r toma la rela,r,,r, , en la relación entre el bombre y la mujer y en el modo como se
hombre-mujer como piedra de toque de la relación eotte los s« rr r la relación directa y nataral entre los sexos. " [82]
humanos, justamente por el elemento natura/ que conlleva y (lrrr
lejos de ser rechazado, tiene que ser asumido. En esta relación,lr
rrata de cataicteÍizat, con esta relación entre el hombre y la
recta y natural entre dos seres humanos, está en juego la relatr,,rr
, por ser la forma primera, más directa y natural entre dos se-
entre el hombre y la naturaleza.E¡ ella se pone de rnanifiesto rl
hombre como ser natural humano, pues siendo una relación hurrr,, m".ros, cómo se manifiesta la relación Propiamente humana,
por el comunismo tosco; o sea, la relación en la que los
na no puede dejar de ser natural. Y hasta tal punto se conjugan ('r'
ise relacionan como tales y en Ia que el uno sirve para satis-
ella lo natural y lo humano que puede servir de índice para v, r

en qué medida la oaturaleza se humaniza en el hombre rnismo la necesidad del otro, lo cual implica que se trata de una nece-
propiamente humana.
il

"En esta relación se maniferta, por tanto, de un modo sentible, reducttl,, ,

csta relación se revela también hasta qué punto las nece¡idade¡ del
un hecho palpable, hasta qué punto la esencia humana se ha convertid,,, r

han pasado a ser necesidades hanzanas, hasta qué Punto, Por tao-
la natutaleza del hombre, o l¡ natualeza en su esencia humana. Particn,l,,
de esta relación se puede juzgar, pues, todo grado de cultura a eut ,t cl otro hombre en cuanto hombre se ha convertido en necesidad, hasta
hombte ha llegado. Del carácter de esra relación se desprende hasta r¡rrt
punto, en su existencia individual, es al mismo tiempo un ser

punto el honzbre ha llegado a ser y conce birse uo ser genéico, un homl,t, tivo. " IIbid. ]

t"
la ¡elación e ntre hombre y mujer es la relación nzá¡ natura/ entre dos sr t,
'l humanos. Y en ella se maniftesta, asimismo, en qué medida la actitud r,¡ tema de la "comunidad de las mujeres" le ha permitido a
ttral del homb¡e se ha hecho humana, o en qué medida la esencia hilr¡t,t,,,' mostrar
I'i se ha convertido para él en esencia natura/, en qué medidasu nalura/,',t
iones ent¡e los hombres en cuanto que en
I banzana ha pasado a ser su propia natara/eza. " Í82) | 0 6
no pueden convertir la amente natural en ne-
li ana. Toda esta aclon tlene su falz lustamente en
,'ü Por ser una relación en la que se coniugan lo natural y lo hunr.r , lejos de abolir la propiedad privada, no ha hecho
no, la mera ¡educción a su lado natural málcatia. una ausencia dc 1,, que generalizarla. Finalmente, el joven Marx catacteriza a
humano. Pero, al subrayar la presencia necesaria de lo natu¡al en c' o de conclusión esta "primera abolición positiva de la^si,pro-
ta relación, Marx condena todo intento de valorar esta relación 1r,,r privada":
su lado purarnente humano, si éste se entiende como la renuncir, ,
la naturalidad para afirmarse sólo en una espiritualidad a la c¡rr torco no es, por tanto, más que tnafonna de manifes-
, El comunism o
repugnaría el cuerpo. Ni materialismo o comunismo tosco ni espirr lavlleza de la propiedad privada, que pretende estatuirse como la co-
tualismo no menos inhumano. Ni el matrimonio burgués conri, positiua." [82)
"forma de la propiedad privada exclusiva" ni comunidad de mujr
,'i ii res como ' 'propiedad privada ge neral ' ' , sino re lación entre dos scro
critica¡ el comunismo tosco, no menciona nombres. Sin embar-
humanos en la cual el uno se ha convertido para el otro en una rr(
cesidad humana. Al degradarse esta relación el hombre se degradu, como en la crítica ariterior de las doctrinas socialistas y comunistas
sí mismo. ntadas por Proudhon, Fourier y Saint-Simon, es evidente que
no nombre en este caso a sus exponentes más ca¡acterizados, se
a doctrinas conocidas en su tiempo. Se trata, en primer lugar, de
"En la actitud ante la mujer, botín y sierva de la voluptosidad coinún, v idcas de los discípulos de Babeuf, encabezados por Buonarrotti,
manifiesta Ia infinita degradación en que existe el hombre para sí misnr,,
tos que en un escrito inmediatamente Posterior alos Manuscritos, o

r22 t23
mirla, y, por tanto, mantienen la enajenación del hombre . Todur Dado este papel determinanre de la propiedad privada que reali_
sus críticas vienen a delimitar el espacio donde tiene que encontrar la enajenación económica, ésta no
se la solución, a saber: la verdadera abolición de la propiedad priv,r irá. ,.. ónsideraáa como
enajenación entre otras, como por ejemplo la enajenación reli-
da. Ni el comunismo tosco en el que "la función del obrero oo sc r. Apartándose así cla¡amente de Feuerbach, el joíen frf".* po-
suprime, sino que se hace extensiva a todos los hombres", [81]sirr
que el obrero se realice como bombre, ni el comunismo "de natu¡u
leza política" que hace extensiva Ia función de ciudadano a todor
los hombres sin que el ciudadano, acabando con el desgarramient,
del miembro de la sociedad burguesa, se realice a sí mismo conr,
hombre, logran una superación positiva de la propiedad privada y, consecuencia la solución no puede esta¡ en la superación
por tanto, su pretendida emancipación no alcanza el nivel de un,r de
)rma de enajenación .9mó la religión_ sino en superar
emancipación general, humana. _
Ia qge ---{omo la económica-, por ir la enajenación áe la
Esta emancipación no la concibe Ma¡x, en consecuencia, com(, rea.l" abe¡ce a todas, incluyendoa la religiosa. De ahí que el
superación de una determinada enajenación, sino como superaciórr
de toda enajenación. Tal es el sentido de sus críticas a las form'¡t
diste mucho de ser Ia sollción, y" q".?n J.fi;,*r,'.;;;
inadecuadas de comunismo; y tal es el sentido asimismo de su insis
enajenación que pretende super¿u, ,Olo i.
da en la esfera de la
tenga nada que ver con el
tencia en la abolición positiva de la propiedad privada como funda
artide y, además abastract
mento de la superación de toda enajenación. Este fundamento es,
en definitiva aquí pisamos ya el terreno de una tesis cardinal dcl
materialismo -yhistórico- la vida real, Ia vida económica, la pro
piedad privada como producción material de la enajenación, de lu
"enajenación económica que es Ia enajenación de la vida real" ,,una
trlosotía M"T . es filantropía filosífca abs_
[8]l El movimiento de la propiedad privada es la producción y cl , mientras-^gtega
que la del comunismo es ^ inmediatem..,r.
consumo y, a su ve z, ' 'es la manifestación sensib/e dél movimieott, : . ." [Ibid.] AI aplicar este calificarivo de ,,real,'tanto a la
de toda la producción anterior, es decir, de la realización o la reali
¡cnaclón económica, como .a su superación _la del
dad del hombre". Ubid.l Ma¡x se esfuerza por separarse tanto de la concep_
En diversas formas, el joven Marx insiste una ,y otta vez en esr( -,
ta de la cnajenación (en Feuirbach), como
papel fundante de la propiedad privada, que es asimismo el de l,r de la supeá-
osrurada.por socialistas y comunistas utópicos (todavía unos
producción, y no como una esf-era entre otras ligión, Estado, ar antes el joven Marx calificaba al comunismo de ,,abstracc.ión
-re
te, etc.- sino como la esf-era en cuyo seno se dan todas las demás tlca" ).
"Religiírn, familia, Estado, derecho, moral, ciencia, arte, etc., n,l
través de la critica de las formas inadecuadas de comunismo,
son más quc modos especiales de.la producción y se hallan suietos l va diseñando, como su antítesis, el comunismo verdadero
la lcy gcncral de ésta." tSil tl00) ado en el suelo de lo.real , riene como premisa la superación
N«r se rrara en rigor de esferas distintas, sino de esferas sujetas r
va de la,propiedad p.rivada e o cuanro ésia entraña la enajena-
las lcyes de la esf'era económica, material . Por ello, esas leyes tiencrr ¡ del hombre, pero a dife¡encia dc las falsas superaciones
un carácter gcncral. Si ello es así, la superación positiva de la pn, áe las
intas formas inadecuadas de.comunismo que dejon .n pi., u ,.
picclad privada no es la superación de una enajenación, sino de tt, rn, infectadas.todavia, por el espíritu de la propi.drd privada
das: rcligiosa, política, etc. Por ello puede decir Marx que es "p(,r cllo, dice el joven Marx:
consiguiente, el retorno dcl hombre de la religión, la familia, el F¡tr
do, ctc., a su cxistcnci¡ bun¿na, es deiir, ¡ocia/". Ibid ]
colnilnrnzo, corno superación posiliua de la propiedad
lliaada en
autoenojenación bumana y, por ranro, .o-o r.ál aprrp)acirin dc
¡,o
la
t26
t2l

---rEI,
_
esencia lsanzana por y para el hombre; por tanto, como el tetorno ((,r.¡l bre ; o también, como se dice en ese mismo pasaie, el letorno
consciente y logrado dentro de toda la riqueza del desarrollo anterior, ,l,l bre (enajenado) a sÍ mismo como hombre socill. El comu-
hombre para sí como un hombre social, es decir, humano." [sz]lfo{ como humanismo, o sea en tanto que negación de Ia pro-
privada, es, pues, laafirmación del hombre; Podemos agre-
Por entrañar la propiedad privada, bajo el capitalismo, la "dorr¡, la afirmación real a diferencia de otras formas de humanismo
nación sobre los hombres" llevada a su término, o sea, el más rlr,, tivo, abst¡acto, como el de Feue¡bach. Pero ¿por qué
t,l,t ipara el joven Marx este humanismo con el natarali¡nzo7 ¿Se
rc lr una afirmación, o reivindicación, en este caso, de la natura-
(lllr ; pero ¿qué hay que entender entonces Por naturdeza, o más
subrayar, además dos elementos: 1) que la esencia humana, rl ünente por relación entre el hombre y la naturaleze? l¡hora
I como veremos, este problema se halla estrechamente vincula-
relacióo de los hombres entre sí, y ambas relaciones el
o r" (vorverem;iH:li,^,[oT;;;.T',';,
esta "cualidad social" como sinónimo de "humano" o de "ese n. r¿
ismo- determinan Ia relación propiamente bumana, socia),
cosas así como el estatuto humano, social, de éstas.
-en

cómo se dan y entreteien estas relaciones que, liberadas


;:, carácter conflictivo, le sirven a Marx Para caracterizar al comu-
Il
L
radas anteriores.
A continuación nos presenta el joven Marx su famosa definici,,rr
del comunismo verdadero. En una apretadísima caracterizacrrl
enumera sus rasgos esenciales que enlaza con otros pasajes en lrr,
que se establece su lugar, como culminación, de todo un pto(r'rr,
histórico necesario.
Universalidad de la cualidad social
"Este comunismo es, como naturalismo acabado-humanismo y, como lrrr
manismo acabado-naturalismo; es le rerdadera solución del conflicto errtt' hemos visto, al a¡alizar el fragmento del "trabajo enajenado",
el hombre y la nrturaleza y del hombre contra el hombre , la verdadera r' afecta Ia enajenación a las relaciones entte los hombres. La
lución de la pugna entre [a existencia y [a esencia, entre la objetivación y 1,, ión respecto del producto, del acto de la producción y de la
afirmación de sí mismo, entre la libertad y la necesidad, entre el indivitlr¡,, genérica, se traduce en una relación enaienada entre el obrero
y el género. Es el secreto revelado de la histo¡ia y tiene conciencia de ser trt, no-obrero.
solucióo. " [83] los Caaderno¡ de París, el joven Ma¡x insiste en el problema
hombres baio el ¡ésimen de la oropiedad
^cl relación de hombre a hombre adopta la forma del inter'
En este pasaje enconttamos: a) la equiparación del comunisnro La
con el humanismo y el naturalismo acabados, y éstos, a su v('¿, bio y del comercio,
equiparados entre sí; /) el comunismo como solución de una sctrr las cosas v en las que
1.-.---+-r
de conflicros que, como se sobreentiende, se han dado hasta ahor:r ¡ rbre. En esta socreda
lo largo de todo el proceso histórico. és Ia caricatura de su comunidad real", lo que domina es la
Cornprendemos lo que el joven Marx, siguiendo a Feuerbach .h ción del hombre respecto a otro y no su unión. De ahí que al
cerca, entiende por humanismo: la apropiación de la esencia hunl:l enajenado "el vínculo e¡encial que le une a los ottos
na, de que ha hablado en el pasaje anterior, por el hombre y para rl
128 r2g
y más bien Ia se-
hombres se Ie presenta como un v'rnculo accesorio' bre conforme a su género, es decir, como humano,
paración resPecto de los otros
- El pasaje , en el que el joven Marx aclara esta universalidad de lo
La relación de hombre a ho
, que borra la distinción o más exactamente la contraposición,
individuo y género, entre hombre y sociedad, o entre vida in-
idual y social, merece se¡ transcrito: "L¡ actividad social y el goce
individualismo egoísta, en el co- ial no existen, en modo alguno, ¡olanzente en forma de una acti-
común directa y de un directo goce común, aunque la activi-
común y el goce cornún, es decir, la actividad y el goce que se
ifiestan y exteriorizan directamente eo la comunidad real co¡
hombres, se ha¡án sentir siempre allí donde aquella expresión
de lo social tenga su fundamento y sea adecuada a su natura-
'-
socialidad. en la esencia de su contenido." [84]
así, la socialidad (o esencia social del hombre'
g"i."ái¿" donde común no expresa por sí solo la socialidad; es preciso para ello
social y lturnano son términos eq se funde en la esencia de su ser y se adecúe a su contenido, es
nismo. En su forma enajenada la , como vínculo esencial, de unión. Pero incluso Io social puede
r rse en otra forma: no en este carácter común sino en una for-
ProP t
otto individual o solitaria, si es que en este comportamiento se actúa
tase c bombre. ". . Aun cuando yo actúe científicamente, etc.,
Esta cualidad social haY que e le una actividad que r^r^ vez puedo lleva¡ a cabo directa-
.o*o lí1" e igualmente en el individuo en común con otros, actí)o tocio/n2ente., porque actúo como
'ociedad,gotÁ y productos' Bajo el co-
, en sus actividades, . No sólo me es dado como producto social el material de
transPatenta esta socialidad' lctividad que en el pensador actúa incluso el lenguaje-,
que ya mi -ya
propia existencia ¿¡ actividad social; de ahí que lo
de todo el movimiento; yo haga por mí lo hago por mí, parala sociedad y con la con-
"El carácter social es,Por tanto, el carácter general
misma aibomb" en cuanto bombre' es que tengo de ser un ente social." Ubid.l
así
pro I goce, como.su,contenido' son también'
en íociale¡' actividad social y goce social"' el problema de la socialidad se traslada del plano de la vida
t841 (roq) del pensamiento, al de la conciencia. La, conciencia general o
ta no es sino la forma teórica de la vida social real: es el ser so-
la cualidad social se da siempre que el
Esta universalidad de
esrado teó¡ico, pero al mismo dempo, como acabamos de ver
se, trate dc del pasaje anterior, el hombre se comporta socialmente con
hombre actúe como a"i, i"a.ptndientemente de que iencia de su socialidad, es decir, de ser un ente social. "Mi
,." ".tiuid"d en común o to 3t dé directamente como tal' Lo quc
ie geteral no es sino la forma teórica de aquello de que la
idad real 6la esencia social, es la forma aiaa, mientras que
t dfa la concienciaganera/ es una abstracción de la vidarealy,
tal, se enfrenta a ella. De ahí que también la actiaidad de mi
la vida individual es sólo una fo
en los Cz¿dernos de P¿rí¡ esta comunidad verdadera (o comunismo) se
t Caadernos de Par'u, ed. cit., pp. 137-138' a la comunidad ena.ienada.

110 r3r
una vida indivi-
( rr genérica, o la vida genérica es, en definitiva'
al- sea mi existencia teórica -más
especial o más genetal'
. , . :r^ q"t
-.-^ r^ .^
r"."",f" ""lversalid"ad de la cualidad social impide 11,to;
t"-111'^::l':1"
i f".d" ser hipostasiada frente al individuo' no sería pre-
ia*irl-.-*a.p.ádi.n,. de él . Es decir, Ia socialidad
maneta que los in-
de la misma
a.rá" i"á*iáuo d.terminado,
;;, ;;; concebidos como seres sociales' no existirían-pre-
rit. ;;;;;;á;;;i.*ia de ra sociedad- (como totalidl{ 9: t":
io"o"tá.iri.tl-'La
-r ¿v-LqLve/'
--
socialidad no está del lado de individuos
--

ni tampoco del lado de


determinados (c

social tánto
pasar por alto Ia unlvetsalldao oe Io §ocrar LarrLu

individuo .oáo .r, il gé.t.,o. La socialidad no la concibe el jo-


iü;;; .r"lidá inherente a individuos aislados; el in-
j;;a;;;.". un"social porque en él se especifica 9 q:,.t1mi"^,:11
iertam..tt.', .,t^ tot"tptión del individuo y de yl
la
nesada siná enriqueciáa por Marx en la Tesis al
ar que "la to de las relaciones so-
,,. La esen punto de Partida,
s el
df-'i.:
e Ia conciencia genérica' r el sentido
existente al margen.de
uL td '']:
-r^^^ -reórlco v real- in¿iri¿""t aislados; tampoco en el sentido.de los
Manuscitos
¡g s¡¡, .,ralirlarl oue u, del gén.to al individuo especificándose
..o"g.., e éste en aquéI, sino
sociales lación entre esencn e
) co nes
,i.lrr." ,r hombres conctetos, en sobre Feuerbach' no
o de "esencia social" y su relacióo con los in-
scritos, a un basurero feuerbachiano' Io que
'ri...rrrio ,..o.to... .t q". la unidad de lo genérico- y Io indivi-
';;l;: M;"";irito, o dá la esencia social v de los. individuos' no'
establecer en esta ión el papel determinante '
.-.nro de las rela con respecto a los homb¡es
' ParLr! -"----un deterruinadt' vt
o es más que individuos determinados).
iÚor.-o, finalmente soÉre el tema de la socialidad e¡los Ma-
antes, en otto l):rt' cuando se supeta' con la abolicióo
o más general tlc lr ;r;-;;;;t-universal
111

r32
positiva de la propiedad privada, su forma enajenada, qLr, l, lin de
este pasaje se habla eculiar relación del hombre con
característica fundamental en las relaciones entre los hombres < ' l, Itaturaleza: entre naturaleza con su "esencia t"ffi,
la 7á
unidad esencial de la vida individual del hombre y su vida genr r, { ". Se trata de una re nueva que , como solu-
(social). Esta unidad cuando reviste una forma enaj. rr,, de conflictos anreriores, viene a darse con la superación positi-
-negada
da, donde el hombre lejos de reconocerse en su vida genética, vt , ' de.la propiedad privada (o comunismo). Pues hay que precisar
ta como algo ajeno, extraño-, es Ia que el comunismo ofrece c,,r,,,, icidad de
solución del "conflicto entre hombre y hombre " y entre "inrl¡u, se encu lación con
duo y género". con ella, ya sea
:tlvarnente en cuanto que él mismo es naturaleza, ya sea con la
raleza que existe objetivamente, en cuanto que la integra en su
Naturalismo del hombre y humanismo de la ndo, no simplemente como un objeto de su conciencia, sino co-
natutaleza objeto de su rransformación real, física, mediante el trabajo. La
a I
a
Veamos ahora q"ómg-l-qslf.sly-e-".ej-c-g4lunismo el confl icto entr-(, I
" no significa que el hombre rompe con la naruraleza, sino que
y cómo surge una nueva relación en la r¡rt,
ambos términos entran en unidad; ()t \ de por sí no tiene este carácter antropológico. Solamente existe
Esta unidad implicará justamente la socicrl.r,l' su "esencia humana", como resultado de su transformación
como comunidad verdadera entre los hombres y sólo en la medr,l¡ lluterial, mediante el trabajo, para el hombre social.
en que se supeta la enajenación en las relaciones entre los homlrr,,
podrá darse el comunismo- r«' r I
ltNi la naturaleza objetivamente o sear
-con a. Esta nueva relación requiere para el iovr rr como natu¡aleza exterior ar homb¡e ni la
Jt¡tutaleza subjetivamente o sea, corno nattraleza en cada hombre conc¡eto
Marx I humano en cada término: o sea,
Glrtc de un modo inmediatamente adecuado al ser burnano. ,, [117].
1,,

en Io hu humano en Io natural. La relación errrr'

a su vez la relación en cada uno de ellos. El urrtlr Ia naturaleza riene que recibir medianre una actividad del hombre
t¡alr,r (lr producción, el trabajo) esa cualidad o "esencia huma¡ra,,que de
fortlt, sl no tiene. Pero, por otro lado, no existe colno tal, como naturale-
de t¡tr humanizada, con su "esencia humaria" para cualquier hombre y en
y en cuanto que se reivindica lo humart,, úquier situación, sino justamente como señala ilrr"me.rt. Mr¡*
aleza humanizada), puede hablar asinrr.' uno_de l_os pasajes anteriores, para el hombre "social", pues sólo
mo de un a. Pero dejemos ahora la 1,,r a elhombre que ha superado la enajenación, y que se relaiiona con
labra al propio Max: hombres en una relación verdaderamente social, huma¡ra, la na-
leza se presenta no con una objetividad exterior, sino "como nexo
el bombre".
"La esencia bunzana de Ia natu¡aleza existe solamente para el hombre ',,
cial, ya que solamente existe pata él como nexo con el hornbre, como ex¡t
tencia suya para el oüo y del otro para é1, al igual que como elemento de v
da de la ¡ealidad humana. Solamente así existe como fandamento de :l
r hombre en cuanro hombre, sólo existe en la medida." ["::t;Xf;
ru traba;o, ''se adecúa a su ser humano''. En este sentido no en
propia existencia humana. Solamente así se convierte para él en existentt¡ -yél joven
rcntido jde-ati¡ta que algunos intérpretes le han atribuido-
ha¡nana st¡ existencia nataral y la natutaleza se hace pata é1, hombre. " I tt'l l puede decir: ''La. naturaleza, considerada abstractamente, de por

r34 r3,
sí, separada del hombre, es nada para éste." Itz3] laa elhgmbre «'rr cabe hablar de una relactón
cuanto tal sólo existe en la medida en oue sracias a su t¡abaio. la
maniza. Fuera de esta n contrapooe, como veremos inmediatamente,
se establece entre el ñombre y las cosas bajo el imperio de la
rd privada. Veamos cómo caractetizaMarx la relación deter-
esenciales en su propia naturaleza, ya que {r
por la esencia misma de la propiedad privada.
e (de l',
que hay en él de naturalidad) a. Y justamentr'
piaalz es simplemente la expresión sensible del hecho
propiedad
en la medida en que se opera esta transformación, "tr t
ei ¡ó-bt. és algo obietitó para sl y, al mismo tiempo. un objeto
m:t
no humano, de"qr. i, manifestación de vida es su enaienación vi-
privación de realidad. . ." [8r]
que mantiene una rel¡t
ción propiamente humana con otros hombr lr
el modo de
entrat en una verdadera relación con la nat c.
rcs
La sociedad, como comunidad real, verdadetamente human:r,
del
significa la unidad esencial de los dos términos. Por ello, dice Marx
Por ello dice Marx:

"La sociedad es, por tanto, la cabal unidad del hombre con la naturaleza, l¡¡
verdadera resurrección de Ia naturaleza, el acabado naturalismo del homblr nos ha vuelto tan estúP-idos y unilaterales., que sólo
I privada
y el acabado humanismo de l¿ naturaleza"lS4l objeto es nuerlro cuando lo tenemos, es decir, cuando
qr. rn
Iepresenta para nosottos un capital o lo poseemos directamente '
rs,'lo bebeÁos, lo llevamos sobre nuestro cuerPo, lo habitamos,
Naturalismo del hombre = afirriaciín de lo natural en cl una palabra, cuando lo uamos," l8)l
h ,('l
a.con un valor humano (esto se nos aclarará al hablar un prr
co más adelante de la "socializaciín" o humanización de los senti !a, Pues, como vemos, de una
dos). ano ett iones del hombre con el mu
la natu¡aleza. En verdad se üata de dos caras de la misma moneda; tuales han sido sustituidos, Pues,
ven Marx ha podido equipararlos entre sí, y, a su vez, simple enaienación de todo¡ estos seotidos, por el sentido de
con el comunismo en cuanto superación de la enajenación y afirma' ia. " 181-861
ción del hombre. tesumrr esta
con las cosas
el imperio de la
La apropiación como comportamiento humano hacia . En segundo lugar, al
el objeto ,¡ul¡,IPuLru4u. v¡
oáes del hombre con el mundo
, a .it" relación unilateral, los sentidos del hombre,
introduce un cambio radical en la relación 'flsicos como los espirituales, deian su sitio a uno solo: el
r, en lt relación entre t, lo cual significa asimismo que a"
'drcc.;a e los dos tér.rninos de la relación: aI comportamiento del sujc- todos los sentidos o del hombre
to respecto al objeto, y a la naturaleza misma del objeto. En estc la lon eo

r36 r37
sj-mplg pose , con lo cual la esencia humana se em¡r,l't' objeto, indica que los dos té¡minos de la relación se en-
ce absolutamente. ntran en esüecha unidad, y que uno implica necesatiamente aI
la superación positiva de la propiedad privada cambia sustanciul r r I r,
te la naturaleza de Ia apropiación y Ie devuelve su carácter humalt'' ""
o-bjSgo-.S-eÉ gr-do qq ggn-v-i-qne en afumación o confmati"rr 'l' pues, mientras que, de una pafte, para el hombre en sociedad, [expte-
:quivalente oe
n equlvarenre de taya
laya conocrGa
conocida por nosotros oer
Por nosorros del "hombre
nomDre iocrot,
socia/, homa-
noma,-
ntidos. EI hombre no está en r¡rr.r I' "] la realidad objetiva se convie¡te en realidad de Ias fuerzas esenciales
lación unilate¡al con e[ objeto y éste no sólo es apropiado en un «lk' ¡'L , en realidad humana y, por tanto, en realidad de suspropiatfuer-
no (el de su utiüdad). Ta4lo-ql §-u-j.e-!-o--cpg9 -el r.9laclgnan r'rr'
' esenciales, todos los obje tos pasan a ser, para é1, la obie titidad de sí mis-
p.g-r- q-u-,¡gqp99-tiy-o- . Veamos ahora cómo €xptesz t slr I r I como los objetos que confirman y realizan su individualidad, como sus
tos; es decir, que é/ misnzo se hace objeto. " [86]
-q!
ñ;dür*;-'igTliómbre mnilateral de un mod" ""'
'nilateral
y, por tarlto, co Cada una de sus relatr' 'r"'
lrumanai cioel mundo, la vista, el olfato' el gusto, la sellstl'tl'
La emancipación (humantzación) de los sentidos
dad, el pensamiento, la intuición, la percepción, la voluntad' la rt' tt' '
^^-or,
dad, el .., una palabra, tod, s los órganos de su individuali'l'"1
como órganos que son directamente en su forma órganos comtlrrr 1-gqe fa--ap¡opiqción _de a o,
:o por lo que se refiere ortamiento del hombre hacia el
repfesentan en su compoftarnlento obietiuo o en su comportamientrt l"t
éste. " :to como al objeto mismo, ¡q rqg1¡!gre-t?-&g o-
cia el objeto, la apropiación de [8f ]
Aunque la palabra "apropiación" es Ia misma con que se hrt 'l' los sentidos.
signado antes la relación de posesión o utilización del objeto, '"'
embargo, su contenido conceptual, es distinto. tqurrrr'
o-bie-fs-f,g -sigqif,ca qeng¡f-o. g enet l" ' r abolición de lapropiedad privada es, por tanto, la total ematcipación
, Io cual requiere x su v, los sentidos y cualidades humanos; peto es esta emancipación precisa-
formas de relación tan múltiples como la multiplicidad de las dcl r por el hecho de que estos sentidos y cualidades se ha¡ hecho humo
minaciones esenciales y de las actividades humanas. ". . La a¡',"
tantos subjetiva como objetivamente." [86]
piación de Ia realidad hu to ('r ,

es la confirmaciín de la or l¡rr os, desde otro ángulo,


múltiple corno múltiples son las ei s ¡,, (o soc.ializ aciA g)"d_.-lg.
tiaidades humanas. . ." [Ibid.] ln _go4_19_s ¡e nti¡lgs .
La apropiación pierde aquí el significado unilateral y pobrc 'l' Los sentidos, tanto los f-sicos como los espirituales, son los órga-
posesión para.onu.rtirse en comportamiento humano hacia el "l' mediante los cuales la individualidad entra en relación de apro-
ión con los objetos. Mientras que la filosofía tradicional espiri-
ve lo humano en e la razón y sit
tas,¡!-ié-"t¡'s-s.-alt-e¡esu-§!?¡c.r,clq¡9+ natural, Marx los inser-
ufn mzac
lado único de su utilidad exterio ado.
tant to irracional o Dutarnente na-
que, en contraposición al ser efarnente
u, la rtz6n) tiene en las concepciones tradicionales del
ta al hombre,y que éste , a su vez, se manifiesta en él , v . Y en cuanto que los sentidos se hallan sujetos también a

r38 r39
n y socialización, tienen también hist. ue se atribuía a su naturali t{an reivindica aqu -

; ahora bien, esta "huma-


va desde la eoajenación hasta la superación de la enaienación. de los sentidos", o ps§gn§!4_d§_lo humano en lo natural mismo,
Ya vimos anteriormente que , bajo el imperio de la propieda,l está inscrita en la naturaleza como algo dado, sino que el
los sentidos se reducen al sentido del tene¡. Ahora bien, alrr
tiene que conquistarla, justamente como tlene que con-
ro su propia ntturaleza humana. Por ello, dice: "La
de los cinco sentidos es la obra de toda la historia univer-

Sentido humano y forma humana del objeto

exlstlr como gg.le. d§-u.L:9$delg!E!9 3

". como la música despierta el sencido musical del hombre y la nr.r'


. . Así
)!e u.!a. &-ry9a.t-q+_?gf;_.§ej__ a
"El sentido aprisionado por la tosca necesidad
.
bella de las músicas carece de sentido y de objeto para el oído no music:rl
tiene un senddo limitado. Para el hombre hamb¡renro no
pues mi objeto no puede ser otra cosa que-la confirmación de mis fuerz,r'
la forma humana de la comida. . . El hombre arigusúado y en la
ésenciales, es decir, sólo puede ser Para mifuerza esencial en cuanto capa( I

dad subjeti ia no tiene el menor sentido para el más bello de los espectácu-
do pataun t el tratante en minerales sólo ve el valor mercantilista, pero no la
y
seniido, I ni la naturaLeza peculiar de los minerales en que trafica; no
hombre no I el menor senddo mineralógico. . " [87]
esencia humana la que detetmina la riqueza de los sentidos subjet.ivos rlrl Aquí tenemos claramente establecida I e
bombre, el oído musical, el ojo capaz de caprar la belleza de la forma. .
'
ido humeno v forrnz ieto. Así como el ham-
[87] to no tiene el sentido necesario par? capÍar la forma humana
objeto y sólo ve éste como medio para satisfacer el hambre , con
cual se borra la diferencia entre lo natural y lo humano, o entre el
y el hombre, así también el hombre sujeto a las necesidades
apremlantes no trene tampoco el sentido estético, senrido (por
pafte, que no puede nunca prescindir de su lado natural,
ico) para la belleza. Pero Marx extiende su ejemplo, al hablar del
no sólo a los cinco sentidos, sino también a los llamados sentidos c\ tante de minerales" a la situación de los sentidos en las condi-
pirituales, a los sentidos prácticos (la voluntad, el amor, etc.), crr
nes del régimen de la propiedad en las que, como ya he¡nos visto
una palabra, al sentido humano, a la humanidad de los sentidos. " :es, todos los sentidos se reducen a uno solo: el sentido del tener,
ubid.l la posesión. Por ello, el tratante en minerales sólo ve el valor co-
Pero volviendo a los "sentidos naturales", pues los "espirituales" ial, no la belleza ni la naturaleza del mineral con que comer-
siempre han sido reivindicados por las filosofías idealistas-espiriturr Aquí sus sentidos tanto físicos como espirituales se hallan ena-
listai como verdaderamente humanos, podemos considerar conrt rados por el predominio de un solo se.ntido: el de la posesión.
una aDortación del i Ma¡x la reivi
rtido tosco que no alcanza este nivel; es la misma que existe entre

t40 r41
el objeto con su objetividad puramente natural, exterior y el objct, esenciales del hombre". Todo esto es perfectamente
humano o social. Por ello, puede decir Marx: ". .. El ojo rhl con la crítica que el joven Marx ha hecho a la Economía
l¡ombre disfruta de otro modo que el ojo tosco, no humano, el oírl., burguesa por haber dejado al hombre fuera de la produc-
del bombre de otro modo que el oído tosco, etc. Ya lo hemos vist,, la crkica alcanza asimismo a toda psicologÍa o antropo-
El hombre solamente no se pierde en su objeto cuando éste se cot¡ que sólo ve Ia esencia humana o Ia realidad de las
vierte para él en objero l¡umano o en hombre objetivado. Y esr,, esenciales del hombre, al margen de la industria y la pro-
sólo es posible al convertirse ante él en objeto socia/ y verse él nirr r, y sólo la concibe en forma abstracta, general como políti-
mo en cuanto ente social, del mismo modo que la sociedad col,r,r , literatura, etc. Moviéndose €n la esfera de la enajenación,
esencia para él en este objeto. " [86] Ia industria por su utilidad exterior y de ahí la búsqueda de
Así, pues n l,t ia humana fue¡a de ella, en la esfera de las actividades espi-
dt¡, . "En la industia u¡ua/ rnafeial. , . tenemos anre nosorros,
. Lo humano, lo social, no ,'t forma de obletot titile¡ sensibles y ajenos, bajo la forma de la
pot tanto privativo de los llamados sentidos espirituales sino qtrr' ión, las fueruas esenciales obletiaadas del hombre ." [88]
está también, por obra del hornbre, de su objetivación, en lo natt¡ aclaración, aunque esperada era necesaria. La industria
ral mismo. Y, de este modo. el hombre y la naturaleza, yasea ést,r , ciertamente, con la esencia del hombre; es la manifesta-
eotendida objetivamente (como naruraleza exterior) o subjetivrr sus fuerzas esenciales, la objetivación de ellas. Pero se rrara
me nte (como naturaleza ¿z el hombre mismo) se hallan en una ur]r entronque en la esfera de la enajenación, en la que la esencia
dad esencial. a se presenta enajenada; por ello, la industria se concibe por
dad exterior; y lo que ha llamado antes "libro abie¡to" se
irá en un "libro cerrado" p^r^ la psicología que no advierta
La industriz- y las fuerzas esenciales del hombre entre industria y hombre,
puntos suspensivos del pasaje anterior tienen que ser rellena-
papel que desempeña la objetivación, es decir, la producción, l,r n un paréntesis explicativo de la industria usual material que
industria en este unir la naturaleza y el hombre, le lleva a Matr : (. . .puede concebirse como una pafte de aquel movimien-
verla en una forma hasta ento e no sólo para lu ral, al igual que puede verse en ella una parte especial d,e la
a (para la cual [o humano queda fuera de la pro ia, puesto que hasta ahora toda actividad humana ha sido
ucción) sino también para t or para lo cual 1,, trabilo y, por tanto, industria, actividad enajenada a sí
umano se encuentra sólo en [a esfera de las llamadas actividadcr ). trbid.l
spirituales del h<¡mbre. paréntesis tiende a llamar ouestra atención sobre el elemen-
írico, dinámico, de la industria usual material (o sea la in-
"Vemos cómo la historia de la indastia y la existencia objetiaa de la il capitalista a la que corresponde el trabajo enajenado, objeto
dustria, ya hecha realidad, es el libro abierto de lasfuerzas esenciale¡ ham¿ is en el fragmento correspondiente del Primer Manuscrito).
nas, la psicología humana colocada ante nuestros sentidos, que hasta ahor:r ria, y el trabajo enajenado respectivo, forman parte de
no se concebía como entroncada con la esencia de I hombre, sino siempre crr imiento general que también ha considerado ya Marx: el
un plano externo de utitidad. . ." [87] iento real de la propiedád privada, de la que la propiedad
lrial constitui ria la forma más acabada y, por tanto, también
más plena de la enajenación. Por otro lado, esta indust¡ia
La industria que hasta ahora sólo era concebida por su utilidatl
exterior tiene, pues, una relación con la esencia del hombre y, como ista es una parte "especial" de la industria, del trabajo,
que hasta ahora toda industria o trabajo ha revestido la for-
tal, se convierte en un libro en el que podemos leer en ca-
-escrito de las jenada. En suma, la enajetaciín del trabajo, de la industria
racteres industriales-, el destino real, presente e histórico

t42 r41
usual es un elemento de la enajenación de todo trabajo que a((,rrt ciencias naturales tienen una orientación material, vinculada
pañ,a al movimiento de la propiedad privada, en sus diferentes lrrrr ter antropológico de la naturaleza t¡ansformada por la in-
mentos. En resumen, esta industria usual, capitalista, y el tral,;r¡,r ia. Y, de la misma manera que la industria, tienen que ser
industrial enajenado son fo¡mas específicas de un movimienr,r ¡1r en relación con el hombre. No son dos mundos con dos ba-
oeral en el que "hasta ahora" toda industria, todo tabaio han crt¡ intas: el uno merarnente contemplativo, el otro práctico. Como
do siempre enajenados. .ustria, se integran prácticamente en el mundo humano, y
la industria, tienen la misma base. No hay ciencias en sí, sino
ias para el hombre, y en este sentido habla Marx de su influencia
Fundamento antropológico y unidad de las ciencius ica sobre la vida humana. Por este carácter práctico, por estar al
icio del hombre, Ias cieocias de la naturaleza tienen ya un caráctet
Volvamos ahora a[ problema de la psicología como ciencia. I)r,r lógico.
Marx: "Una psicologia para la que esto, o sea, la objetivación dc l,r, Marx no se limita a atribuir este carácter a la función práctica
fuerzas esenciales en la industria sea un libro cer¡ado, es decir, r¡rr cumplen, sino que lo ve también en su objeto. O sea, indepen-
no penetra en lo que es precisame nte [a parte se nsiblemente más ,t, de su influencia en la vida humana, por medio de la
tual, más accesible de [a historia, no puede llegar a ser una ciett,r¡ ria, su objeto --{omo ya hemos visto- o sea Ia naturaleza,
real y efectivamente llena de contenido." [88] también un carácter antropológico. Ya sabemos que la natu-
Para Marx no puede ser ciencia una psicología que "a/tant'tl za qtJe existe para el hombre no es la ¡aturaleza en sí, con su
ruenle, hace caso omiso de esta gran parte del trabajo humano" r objetividad exterior, sino la naturaleza transformada por é1,
no peoetra en lo que es precisamente más actual y más accesiblc,lr mente con su trabajo, con la industria. "La ¡aturaleza tel
la historia; en suma, cuando se trata de su objeto, el hombre, rr,r se forma en la hisroria humana de nacimiento de la so-
advierte'la objetivación de sus fuerzas esenciales en la industria, crr humana- -acr^
es la naturaleza rea/ del hombre; por donde la
el trabajo. Por moverse en Ia esfera de la enajenación, no ha sido ,,r leza, al ser formada por la industria, aunque sea en forma
paz de captar este entronque. vjenada, es la verdadera ¡a¡uraleza antropolígica." [88]
Pero esto plantea el problema de ver cómo afecta precisamentt'r
Puede agregar por ello el joven Max: "El ltombre es el objeto in-
las ciencias de la naturaleza ese enttonque entre industria y esett, r.r
iato de la ciencia de la naturaleza." 189)
humana, o también esta relación que mediante la industria, el rr¡ Al enfrentarse a la naturaleza humanizada, las ciencias naturales
bajo, se establece , aunque en forma enajenada, entre el homb«'r enfrentan al hombre mismo, ya que lo que ponen de manifiesto
la ¡aturaleza. lo humano en la naturaleza misma. Ahora bien, si las ciencias na-
Se trata de determinar si las ciencias naturales pueden ser con\r
tienen por objeto al hombre (se entiende la humanid¿d de
deradas por sí mismas, como simple conocimiento del mundo, ,' u naturaleza), la ciencia del hombre muestra el modo como la na-
al igual que la industria tienen que ser puestas también e o relaciott za se presenta en su vida, o también lo natural en el hombre.
con el hombre. En primer lugar, Marx señala el papel que estrr ello ahora puede decir:
ciencias desempeñan, por medio de la industria, en la vida hunr,r
na, aunque se presentan con un carácter ambivalente: prepararr l,r
,rattlraleza es el objero inmediato de la, ciencia del hombre. El objeto
emancipación del hombre , pero alavez, cumplen un papel enrr¡t' del hombre hombre- es la naturaleza, la sensibilidad, y las
nante , al "completar la deshumanización". [88] -el del hombre, del mismo modo que sólo en-
iales fuerzas sensibles
Marx subraya cómo las ciencias naturales influyen prácticenzt'ttl' su realización objetiva en los objetos natura-/es, sólo pueden en-
en la vida humana por medio de la industria y con ello las ponc ('n , en general, su autoconocimiento en la ciencia del ser natural." [89]
relación con el hombre, con sus necesidades. En este sentido, conrn
la industria, a la cual sirven, son también expresión de la relacrorr Resulta así que el objeto de la ciencia del hombre --< sea, el
del hombre con la naturaleza. es inmediatamente ¡zturalezasensible . un ser dotado de
-
t44 t4,
fuerzas sensibles y, por tanto, esta ciencia tiene que partir de la rr,r
también un elemento narural, sensible. Por todo ello, la unidad
turalidad del hombre. Así, pues, la ciencia del homb¡e - 'rr hombre y la naturzleza, que pone fln al conflicto entre ambos,
autoconocimiento- tiene que tener por base la ciencia natutrrl ifica también la unidad de las ciencias de la naturaleza y de la
Para Marx, siguiendo a Feuerbach, no hay ciencia que no parta d< l,r
ia del hombre. O como dice Marx: ' 'Realidad socia/ de la natu-
sensibilidad y, por consiguiente, de la naturaleza. "La sensibi.ltit/¿,1
za y ciencia natura/ bunzena o ciencia natural de/ bombre son
(véase Feuerbach) tiene que ser la base de toda ciencia. Sólo p:rr
ninos idénticos." [89]
tiendo de ella, bajo la doble forma de la concie ncia tensible y la t" Esta situación de las ciencias naturales que Marx caracterlza como
cesidad sensible decir, solamente si la ciencia parte dc 1.,
¡aturaleza-, será-es
movimiento hacia el hombre. por dotarse de un caráctet antro-
una ciencia rea/." l88l
rlógico que las llevará a Ia unidad con la ciencia del hombre, al
Pero para llegar a este punto culminante "hay que pasar Por l,' overse ésta en un sentido inverso. peto convergente. es ignorada a
historia preparatoria y de desarrollo de toda la historia", entendi,l,, icio de Marx taoto por la filosotia como por la historiografía. Y se-
aquí esta última como "transformación de la naturaleza , tt a a este resPecto:
hombre". [Ibid.] El problema, pues, de la relación entre las cicrr
cias naturales y la ciencia del hombre lo resuelve Mani sobre la b:r',, ciencias n¿lur¿/e¡ han desa¡rollado una actividad enorme y se han asi-
de la relación del hombre con la naturaleza (como transformación ,1, un marerial sin cesar crecieore. Sin embargo, la filosofía se ha man'
ésta por aquél) y considerada esa relación históricamente. "La [¡r', ido tan ajena tiente a e[[as como ellas ante la filosofía. La asociación mo-
toria humana, se sobreentiende es de por sí una parte de la historr,, tánea no ha pasado d.e ser una Jintistica ilrtsión." l88l
natura/, o sea, de la transformación de la ¡aturaleza en hombrc
ubid.l Esta situación de extrañamiento de la filosofía respecto de las
La historia humana, como proceso de enajenación y superaciorr ias se da incluso cuando la naturaleza, con el progreso de Ia in-
de la enajenación, es una parte del proceso de humanización dc l,r ria, v por tanto de las ciencias naturales (que "han desarrollado
natutaleza, de su transformación en naturaleza antropológica. Esrr actividad enorme"), es, como decía Marx, el libro "abierto"
proceso en el que se unen la ¡afu¡aleza y el hombre, se da tambicrr las füerzas esenciales humanas. Pero se trata de un lib¡o cerrado
en su unidad, como unidad ciertamente que se alcanza en un pro para la filosofía, que sólo ha visto estas ciencias por su utilidad
ceso histórico también, entre las ciencias de la naturalezay lacictt :ior, sin su relación con el hombte, con lo cual la filosofia no
cia del hombre . Así como en la naturaleza acaba por estar t'l sino expresar las condiciones de enajenación en que la ciencia y
hombre, y en el hombre, la. naturaleza, así también las ciencias r¡tr, industria operan. La filosofía, al mantenerse "ajeoa" a las cien-
se ocupan de la naturaleza y del hombre, acabarin por unirse . "1.;r, naturales no hace más que sancionar y consolidar esta situación
ciencias naturales se convertirán con el tiempo en la ciencia <k'l , por orro lado, se complementa con el aislamiento de las cien-
hombre, del mismo modo que la ciencia del homb¡e englobará l:n naturales respecto a la filosofla. Pe ro esta separación conribuye
ciencias naturales y sólo habrá, entonces, una cieocia." [8)) a mantener la escisión entre ciencias de la naturaleza y
Hay, pues, un doble movimiento de ambas ciencias que conv('l ia del hombre como expresión del conflicto entre hombre y na-
a.
gen, en definitiva, en un mismo punto: el hombre. Pues si bien l;rr
situación semejante a la relación entre filosofía y ciencias na-
cie ncias naturales van de la ¡aturaleza al hombre , ya sea como nar u
, señala Marx por lo que toca a la historiografía, cuando dice:
raleza aotropológica, ya sea como nattraleza sensible o sensibilidl,l
misma historiografía sólo tiene en cuenta de pasada las ciencias
humana, y la ciencia del hombre va del hombre a la naturaleza, yt
que las "fuerzas esenciales sensibles del hombre" sólo se realiz'.tu , como un factor de ilustración, de utilidad, de algunos
imientos." Ubid.l
objetivamente en los objetos naturales, y, por tanto, sólo crr
uí se ve claramente la insistencia de Marx en revelar la actitud
cuenttan su conocimiento de sí en la ciencia del ser natural, y e I lcrr
utilidad ex-
las cie ncias naturales que sólo las considera por su
guaje de exteriorización de vida del Pensarniento"
-"elemento y no por su relación con el hombre, actitud que tiene su fun-

t46 r47
damento en el conflicto entre el hombre y la naturaleza y que cs, ¡
su vez, el fundamento de la división entre las ciencias naturales y l,r
ciencia del hombre. Sólo, pues, con la solución de este conflict«r, t'..
decir, cancelada la enajenación
-con
el comunismo- se crean l:rt VI. LA CRIT¡CA DE tA DIATECTICA
condiciones parula unidad del saber, sobre una base antropológi,,,
Así, pues, cuando Marx dice que el comunismo es el naturalisrtt,,
,, ESPECUTATIVA DE HEGET
acabado (la reivindicación de la ¡aturaleza sensible del homhr,'t
que es igual, a su vez, al humanismo acabado (como afirmacr,,rt
plena del hombre) y, pot tanto, Ia solución del conflicto entr(' ( I
hombre y la naturaleza, estz- unidad esencial es, por lo misrtr,,, Necesidad de la crítica de la filosofía hegeliana
el fundamento de la unidad de las ciencias naturales y de la cien, r,r
del hombre. final del Tercer Manuscrito, titulada expresamente por Marx
ica de la dialéctica de Hegel y de la filosofia hegeliana en gene-
tiene una importancia decisiva para comprender cabalmente el
iento expuesto en todo el trayecto anterior de los Manu¡ctitos.
vuelve sobre sus temas capitales: esencia humana, enai

pero
una crítica de la . En rigor, Marx
en su anallsls ,pero profundizado y justifica-
trav6 de la crítica de la hegeliana. Después del límite al-
por de
en ella a través
lana. No esr Por su-
, la primera vez que Ma¡x mide sus armas juveniles con el mo-
ntal Hegel. El nivel más alto de su confrontación lo constiruía,
ese momento , su Cñtica de la filosofía del derecbo de Hegel,
d¿ta sabemos- de apenas unos meses antes. En el curso
-como
, crítica, con la ayuda del método de Feuerbach, Marx hab-la
de manifiesto Ia inversión de las relaciones entre sujeto y predi-
enue Sociedad Civil y Estado, que en definitiva era una eq)re-
del ca¡ácter mistificado general del sistema en cuanto a las rela-
entre la Idea y la realidad. someter ahora a una críti
la "m-lstica raci
como el de su mistificación en

c¡ítica estaba por hacer, y de ahí la necesidad de hacerla. En


rgo a los Manuscritos, Marx da las razones en virtud de las
la c¡ítica de la dialéctica hegeliana se convettía para él en una
"He considerado absolutamente necesa¡io el capltulo fi-
148 149
nal del el qu dian la dial¿lctica begt enl
liana y n gen oposición alos teílogttr en ella de la nesatividad v de la
críticos 126) o
que' tratando de ase.gurar c. Pero el Marx no se mueve en el
Se alude aquí a los ióvenes hegelianos
q'á ninguna realidad concreta' histó idamente filosófico del esquema iano. Pertrec
.l á.t^ti"ff" áel espíriiu y de
marco queda rebasado
;;, ;á;i;;!" " d"*.., ,..t""t al áétodo-o arma de la crítica dc
refería precisa'
su vistón de la economia
üca mlsma.
i"r Lf.-.".ri irracionales de la realidad' Marx se
ala Cñtica de la filoso/it mas heselianos más abstractos se ¡evelan
;;; a ellos cuando en
')rü)iri" su Introducción
'crític:r histórico-sociales. Por esta vía, la crftica de la dialéctica
¿t Hegel conuaponia al' 'arma de le crltica" la '
había sido llevado a cabt' lSta iana permite a Marx no sólo reafirmar lo conquistado
de las a¡mas
no era ¿6gid,:ntal' ya quc Feuerbach sino roturar profundamente el terreno antropológico
todavía y esta ién descubierto por éste.
incluso el teól go' ' '" tlbid'l(|5) Marx comienza oor deslindar su io camoo con resDecto a dos
crítica reside en el hecho de los ióvencs
casualidad,
: una, la represen
han s principalmente por Bruno Bauer, acti-
para.la cual, como ya hemos visto, sólo tiene, desde el Prólogo,
ebajo de é1. "En rigor,la crític't valoración negativa (de "oposición a los teílogos críticos de
teol1pica al iniciarse el movimiento tepresentata un fac' o tiempo"), y otra, la de leuetba!,b, ante el cual adopta
-aunque
veremos una actitud positiva que, considerada incluso desde
punto de vista que expresará pocos meses después en sus fu¡zi,
(o) un tanto paradójica o, por lo menos exagerada.
Veamos la primera actitud.
cuanto que Pretendia uegura
Marx y los teólogos críticos

cuna" cuando sólo era un reto el Pró/ogo, como ya pudimos ver, Marx se refiete despectiva-
del mismo idealismo hegeliano al que debía ajustar sus cuentas' ^sl nte a los jóvenes hegelianos, y pardcularmente a los que califica
r -.r-. ^r n-<r^-^ l-¿ ^^,-^,- él ñr^t,p.t^ A.¡eclizlrle,c¡itica
Pues, "teólogos críticos", ejemplificados con Strauss y Bruno Bauer, a
que reprocha no haber rebasado ei marco del viejo trascendenta-
no nan flcl acuerdo con la
nal de los M* ismo, incluido el hegeliano. Y no sólo esto sino que quedan con
indicación o a Hegel en un nivel caricaturesco. Con apoyo ahora en una
na§cnto§. ita de El cristianisneo reaelado de Bauer se reafirma la idea de que
se trata de
este capítulo, 'permanecen aún, por lo men tencia ente pri-
¡ examinar "los títulos ialéctica
ioneros de la lógica hegeliana' respec fía hege -
hcggliana" por lo que toca a su iana ' 'se limitan a repetirla litera e' t El plica asi-
Fe norneno/og-a como et la Lígica. ismo una explicación de por qué se encuentran a tan bajo nivel
se totalmente, ya que el§x44qegg relación al maestro que pretendían criticar: están tan apegados
esta fazon. fia "contenido del viejo mundo " que en ellos se produce ' 'una acti-
a-
en totalmente exenta de crítica ante el método del criticar y una

1t0
* ¡.vz ri1
fala totzl de concienci a aceÍc del problema en parte formal , pero que adopta él mismo poco después en sus Tesis y, particularmente,
¿c-uál es nuestra actitud ante la dialéctica hege- con la apreciación que del materialismo antropológico feuer-
§t) bachiano hace Engels, casi medio siglo más tarde (en 1886) en su
an pretendido criticar a Hegel con el instrumental Ludwig Feaerbach y el fin de la filosofía clásica alenzana,
lógico que el propio Hegel ha puesto en sus manos: permanecen pri- Ya desde el Prólogo de los Manuscitos no sólo dice que "la
sioneros de la lógica hegeliana; toman las categorías especulativas del crítica positiva en general. . . debe su verdadera fundamentación a
maesüo e incluso en el lenguaje no hacen mác que repetirlo. Su incons- Ios descubrimientos de Feuerbach' ' , sino que de él ' 'data la prime -
ciencia es tal que E1guler,a v$.gl ; o sea, la necesidad dc ra critica positiaa humanista y naturalista ." [26) Marx destaca asi-
mismo la segura, profunda, extensa y sostenida influencia de sus
esta inconsciencia "acerca de las re- escritos: "los únicos desde Ia Fenonzeno/ogío y la Lógica de Hegel
laciones entre la crítica moderna y la filosofra hegeliana en general, y en en que se contienen una verdadera revolución teórica". [Ibid]
especial ante la dialéctica." [Ibid.] Y cuando impeninentemente al- Marx escribe esto va ha influencia de
guien pregunta: ¿qué hay de lalógrca?, remiten esta cuesdón a a él no sólo a t¡avés de su crítica de la reli
-precisa
Ma¡x- a los críticos futuros. Se comprende, pues, toda la ironía del jo- a en La esencia del cistiani¡mo sino
ven Ma¡x al decir en eI Pñlogo: ". . El crítico teológico jamás pasa de uesta en sus I¿-r¿i
la sensación a la conciencia, por mucho que practique la espi-
rirualista de la 'autoconciencia' y el 'esp-ritu' . . " l27l
Así pues, por lo que toca ala crítica de Ia filosofía h y de
la dialéctica de Hegel en particular, estos "ajustadores de cuentas" acción liberadora de este libro, podría uno formarse una idea de
que blanden el arma de la crítica viven en plena inconscieocia. Ni ello. El entusiasmo fue general: al punto todos nos converrimos en
iquiera han sido c feuerbachianos ".'
tarles Feuerbach cuando ya, "ha echado politrrra, er¿ gyrmea Ia ' En L844, Marx comparte los jóvenes hegelianos- el entusias-
,rq-"-"ñié.riAr-iavielaf ilosof ía"[109;iursivarnr.rtrasl.Cegue- mo general despermdo por -con
la crítica feuerbachia¡ra de la religión, de
ra. cÍ'rtica, pues, para con la filosofía y la dialéctica hegelianas; ceguera
criticaparu con la filosofía de Feuerbach y, finalmente, p^Í^consigo de vista de la evolución del
mismo. El balance que hace el joven Marx de esta filosofía "critica" , tanto en su Cñtica de la filosofía del derecbo
es terriblemente negativo justamente por su falta de crítica respecto como en los Monu¡critor, junto a La e¡encia de/ cristiani¡nao,
a Hegel yhacia símisma. ". . . Después de todos estos divertidos
partos del idealismo que agoniza bajolaformacriúca (del neohege-
lianismo), no nos ha hecho ver ni siquiera el bar¡unto de un ajuste t843).
de cuentas crítico con su madre , la filosofía hegeliana, y ni tan sólo Aquí la b¡echa abierta en una sección del sólido edificio hege-
ha sabido apuntar su actirud crítica ante la dialéctica feuerbachiana. liano (su filosofía de la religión) cot Ia e¡encia del uistianisrno se
Un comportamiento totalmente exento de crítica para consigo mis- extiende al edificio enteto. En risor. lo
mo." [109] t rs?- rS4)

ce, con su lenguaje afor-stico, en la Tesis 7: "El método de la crítica


La actitud de Marx hacia Feuerbach reformadora de la flosofw especalatiua en general no se distingue
del método ya empleado eo la filosofía de la religiín. No tenemos
Tan severo enjuiciamiento contrasta con la actitud que el joven
Marx adopta hacia Feuerbach, actitud que a su vez contrasta con la I C. M¿rx y F. Engels, Obrat escogidas, ed, esp. cit., t. III, p. 362.

rr2 rr3
'más que convertir el predicado en raftto, y a este siljeto en filosofía especulativa en general. Como veremos inmediatamente,
objeto. . ."2
instalar el homb¡r'
v
Pero una inversión análoga la exigencia del restablecimiento Es evidente que al decir en el Prólogo de los
consiguiente- tenemos en la -y
filosofía especulativa que transfiere la Manu¡critos que los escritos de Feuerbach son "los únicos desde la
esencia del hombre y la naturale za ala Idea Absoluta que se con- Fenonaeno/ogía y la Lógica de Hegel en que se conriene una verdade-
vierte así en sujeto en tanto que el hombre y la naturaleza, carentes ra revolución teórica" , [26] tiene presente las tesis cardinales que aca-
de realidad propia, no son más que predicados. bamos de exponer. AJ poner ante sus ojos, toda la mistificación idea-
De este modo la religión y el idealismo, la teología y la filosofía list le
, esas tesis profundo
especulativa atribuyen a un producto humano, de la conciencia, de n feuerbachi estringida
una realidad absoluta; es decir, ponen fuera del hombre en un ser de comenzar a
ficticio (en Dios, o en la Idea) lo que en definitiva es él mismo; pero Es comprensible el "entusiasmo general" de que habla Engels
en esta inversión el hombre se presenta como un ser enajenado. entre los jóvenes hegelianos y, en particular,la aka esrima del joven
Todo esto Io encont¡amos clararnente expresado eo Ias Tesis pro Max por Feuerbach, si se tiene en cuenta el conrexro histórico y cul-
aisionales para la refornza de la filosofw, de :
tu¡al de una época de largo predominio absoluto del idealismo he-
a) Sobre vés gcliano y, por lo que roca a Max en particular, el momenro en que
(Tesis 1): "El secreto de l;r
teología es la antropología, el secreto de la filosofia especulatiaa cs
la teología,r la teología especalatiua. . ,". lo mismo del misticismo
/) Sobre nto qusr_enleng4§te con Ia "inconsciencia" y esteri
. (T.sis 13): "I¿ esencia de la teología es la esencia del hombrt'
trascendente, proyectada fuera del hombre ; la esencia de la lógica dt ensalzar con un acento que hoy parece exagerado, los méritos de
Hegel es el pensar trascendente, el pensar del hombre colocado fuerl Feue¡bach. En tanto que los jóvenes hegelianos se han revelado
del bombre'."" impotentes para rebasar a Hegel: "Feuerbach es el único que man-
a) Sobre n- tiene una actitud ¡eia, u¡a actitud critica, ante la dialéctica hege-
(Tesis 20): "Abstraer es po- liana y que ha hecho verdade¡os descubrimientos en este rerreno;
ner la esencia de la naturalezafuera de /a natara/ez¿, la esencia dcl es, en general, el verdadero superador d. l^ ri;j;frto;¿':.^ii;ói1gil)
hombre fuera del bombre,la esencia del percar f*era del aclo dt Si se compara la actitud de Feuerbach con la inconsciencia de la
pensar. Al fundar todo su sisterna en estos actos de abstracción, l:r c¡ítica de los jóvenes hegelianos ante la dialéctica hegeliana, se ve
filosofía de Hegel ha enajenado al /tombre de sí misnzo."1 claro que no se le ha escapado la necesidad de enfrentarse a esa
Hegel pretende haber superado la religión en la filosofía, sin em- dialéctica, aunque a juicio de Marx ese enfrenramiento arroje tam-
bargo, al reducir una y otra a su común fundamento antropológico
Feuerbach niega semejante superación. Así pues, la mistificaciórr
hegeliana alcanza no sólo a su concepción de la religión sino a st¡
joven Maq arroiará ese enfrentamienro crítico de Feuerbach con
2
L. Feuerbach, Textosfloñfcor, ed. cit , p 48.
I rbid., p.47,
a Ibid., p. to.
t tbid., p. iz.

rt4 r5t
La triple y granhazaña de Feuerbach

cual rll-
fo de la esta relactón es de la En

no; sentido más original Y más


prouisionales para la reforma de la n obietiva Y exPeriencia de
" Y: filosofía
la razóo y de la ciencia en general".'Es decir, en la esencia del
entre
hombre árno r.. genérico, ét .,r^nto que su ser se relaciona con
orros y es no sólo u"n yo sino un rú para el otro radica su condición
de sei pensarlte y, Por tanto, de estatuir toda teoría'
fuí iues, Feuerbach Pone corno fundamento del conocimiento Ia
-"sólo
lativa y la religión. ese.r.ia del hombre que se contiene en Ia comunidad, en la uni-
coíel unidad que se basa única-
ión feuerbachiana de la dad del hombre hombre
' Peto una del tú" Ya antes en el
.n /a realidad de la dtfereicia del yo 1t '"
de -"r,,.
re- oarágrufo 4l habiadicho también: "La comunidad del hombre con el
il;it. es el principio y el criterio primero de la verdad' "
cendente
^--J^--- y no objetivo"). En Como vemos, el iov
la enajenación deÍ ser humano uesta co
religión, ya que no hace más que de la teorÍa se trata relación marco de la
ción. D----t-
^:<^ Resulta etrs
así que
t
ela-
écto. se trata de la relación a la que
alude en ellas entre hombres abstractos, entre individuos vincula-
. Así oues. a los qje5 de Marx,
rr^4r^, ,"
r¿ {Á
5r4rt
en haber Duestg en re-
ón como modalidades

un modo de ser del hombre que produce,^;;;;;;;;;;f;


dest
ma de enajenación. Al dest
"^ri^
"^$'í^

e-
L¿ e¡encia del cistiani¡rno, Ed. Sígueme, Salamanca' Bpaña' 197))
8 pincipios de la
filosofu del fttnm, No. 19, en: L. Feuerbach, Texto¡ escogidos'
ed. cit., p. 141.

r56 rt7
dos por una abstracción: su naturaleza común, inherente a cada in-
dividuo, y no por sus relaciones propiamente sociales.
Sin embargo, cuando el joven Marx valora aquí el mérito dc
Feuerbach por poner la relación de hombre a hombre como fundu-
mento del materialismo y de la ciencia real no hay que olvidar lu
influencia que, en algunos aspectos, eierce todavía sobre él el antro-
pologismo feuerbachiano, y de la cual sólo se librará plenamentc
más tarde.')

":: . Recordemos que Marx ha afir-


mado antes: "Feuerbach es el único que mantiene crirud -r¿'
ria, una actitud crítica, arrre la dialéctica hegeliana [109]
Pues bien, ahora se trata de ver ('
st ('

a, altamentc
apreciada por Marx, s dc
Por "Feuerbach explica del siguiente modo la dialéctica hegeliana (fundamen-
etl() tando con ello el punto de parrida de lo positivo, de lo cierto, a través de los
consiste: ". . En haber contrapuesro a la negación de la negación, sentidos):
que afirma se¡ lo absoluramenre positivo. lo positivo que descans,r Hegel parte de la enajenación (lógicamenre, de lo infinito, de lo abstrac-
sobre sí mismo y tiene en sí mismo su fundamenro." Il l}Y$4 tamente general) de la susrancia, de la absrracción absoluta y fijada; es de-
cir, expresándose en términos populares, parte de la religión y la teología.
En segundo lugar, supera lo infinito y esratuye lo real, lo sensorial, lo fi-
') Enel libro de Henri Arvon, Luduig Feuerb¿cb oa l¿ tr¿niJb¡mation du rccré (PUl¡, nito, lo particular (filosofía, superación de la religión y de la teología).
París, l9)7) se pretende rcbaiat la. necesidad e imponancia del paso dado posrc- En lercer lagar, supera lo nuevo, lo positivo, y restablece la abstraccióo,
riormenre por Max y Engels al superar csta concepción antropológica de las rcla. lo infinito. Resrablecimiento de la religión y lateologia.
ciones sociales. De acuerdo con su tcsis, la rcl¿ción entre los individuos, ral como h
Por tanto, Feuerbach s6/o concibe la negación de la negación como
contradicción de la filosofia consigo misma, como la filosofla que afirma la
teología (la trascendente), después de haberla negado, es decir, desp
haberla afi¡mado en contraposición consigo misma." t-ttOl (l§4 -

considera que Feuerbach esrá en lo i

verd:r-
istinta dc h
Rrr
ber apli-
íticos v sociales concretos (CF. carta dc
, cn: MEGA I, t. 12, p. j08).

lt8 L'9
. O sea,
wO Ia su estru
esté

en una
primer momento o punto de partida (la religión) es negado en t.l
', sma. Es
gundo y restablecido, mediante una nueva negación, en el rcrtt r,,
un merl
icas de Hesel, Feuerbach
con su estructura de la "neglt¡r,l r r --L--^ l^ l^ ):^la^-: I
en' -v
como un lleva a láléstáuracién ,1,. 1,,
,- 'l us-
y del rrs

supresión de ésta, la filosofía enrra en contradicción consigo misrrr,r tlón de la negación,


para salvarse como religión. [o que constituía, en el primer rrr,,
m_ento, lo positivo, es objeto de la negación en el segundo parlr s( lectitica
Por ello, tras de habervalo¡ado lo que hay de rusto en
r

afirmado de nuevo como lo positivo en el tercer momento, per() \(


trata como restauración de la religión de lo positivo tan abstracr() \ de
especulativo como en el primer momento. El momento religi«rsr,. Í1r en otra forma Ia
afirmado y negado, es reafirmado definitivamente. Para Feuerba. 1,,
tanto, la dialéctica idealista.
no slrven m2s

sl idealismo. Este a lo pone clar.r y limitado en


mente de manifie Pincipios de l,t
ItlotoJía delfuturo, no citado por Marx, pero que seguramente ruv(r
a la vista:
de la
"El misterio dc la dialé«ica hegeliana no consisre en definitiva sino en nc que, a ,urcro
gar la teología en nombre de la filosofía, para negar a su vez a la lilosofía crr cierta a través de los sen y basada en sí mismo
nombrede La es el comienzo y el fin; en medio quecl:r
filosofía
la ión mera posición; pero es la reología la qrrc
constituye de ón. "ro
Por ello dirá:

Ma ha sabido aquilatar rfectamente este descubrimiento dc


: la estrecha re
iva es cl

fo L. Fcuerbach, Textos escogidos, ed. cit. pp. l0l-102.


ión de la adicción de la filosofía

160 16t
blema
e¡bach l:r
negación de Ia negación sólo se d^ por ello la abandona- ahs
-y
tractarnente, de un modo especulativo, al margen del movimien«r ,lc
lo real. Por ello, a Io positivo en sentido hegeliano que entraña en srr
negación (posici§n y conffaposición), opone Feuerbach lo ve¡dadcr,r
mente positivo, que descansa en sí mismo, que no conoce ni necesir.r
de la negación, a saber lo ¡eal sensible. Para Feue¡bach la cont¡adi,
ción y la negación de la negación son solamente hechos de concient r,r
que no se dan en la realidad misma (por ello dice Marx que sólo l.r
concibe como contradicción de la filosofía consigo misma). Por ranr,,
Ia dialéctica, con su estructuta de la negación de la negación, sólo Irr
concibe Feuerbach en la forma en que se da en Hegel; en forma espc
culativa, y no en el movimiento mismo de lo real.
En consecuencia, aun aceptando lacriticafeuerbachiana en cuan
to que denuncia el caráuer especulativo de la dialéctica hegeliana, r
aún aceptando la contraposición de lo positivo como punto de par
tida en tanto que ' 'lo cie¡to a través de los sentidos ' ' ,_ 9g,,

siempre que ésta abandone su forma especulativa y ,. l" ,." ..rL


ñada en la realidad misma. Pero, incluso en su forma hegeliana,
lrstorla oel nolr¡urc' s,LLrr-
Ahora bien, cuando Hegel habla de la
mistificada no es su historia real' sino Ia historia
dida en esa fbrma, en uErdad
delan
rn en una nueva forma:

aspecto positivo que en ella va rmplícito, como el verdadero y única-


mente positivo y, en cuanto aI aspecto negativo que entraña, como el
único y verdadero acto de autoafirmación de todo ser, enconüaba sola-
mente la expresión abstracta, /ógica, especa/atita del movimiento real
de Ia historia, que no es todavía la historia real del hombre como un
de teación,la historia de la
p.282).
' n.---^. ^,,., aún con cl c¡irerio más amplio, n
Hegel que le lleva aaba¡- punto, la crítica de Mau es concluycrttc' rcuLruÁL¡r
a
donar totalmente la estructura de la negación de la negación,!!Lrx e, e I p,,
este
-. ; ;;: ;;' á" "' i'¿ "'-tl'"--.á.¡e¡...".,,1e¡ivo
,^-.-^-,-r^ l;'.5¡:1;
de la dialéctica hege-
m e n r
:":-:' :l'.: :]l..':"^o-'"' :"l
: i

::
(ya que se afirma al la dialéctica. Lrx
lad
negar lo que lo niega) ALI. _oj ha- bacf ,;¡,f1-1.u-¿-

r62
r61
cuanro producto de lo Absoluto. Se trata,
_{:lniTit:,.n
regel ---en
-la en defini
i.t.rpr.tr.iá; ¿ü;; i,f ; "" j"'l1il la verdad que yace oculta tras sus absüactas y especulati-
lilll _-l-:
li:::1, q,re,r,ó tiene por u.ra"á.ro
y en el curso de la cual
,ffiiii"*ur. sino a lo Abs«,
categorias. "Echemos ahora una mirada al sistema hegeliano.
)emos comenzaÍ pot la Fenonaenología de }{egel erdadera
,.'rrg. y,. a.r"rrot]"t.."*'r."á"):, a y el secreto de la filosofia hegeliana." Itlo] (t
a una crltlca
"historia de Ia comlenzo no a
, ni siquiera al hecho de que sea la primera gr n
iano dcl obra en la ue Hegel expone su sistema. Hay que empezar por ella
o des-
sobre sí mismo I secreto de la
Liggq en ímEmo su la con
no como ' storla
nlo*fil ¡Sg.tir""'.'. Pero esta. raz6¡ verdadera, el por qué es el
.t'secreto" de su filosofía, se nos va a mostrar por Hegel inmediata-
fnente en el análisis de esta obra que Marx va a realizar.
ha sido el pri isue siendo hasta elc
itu , obre que ha consti
rom
nio hegeliano, que tanto brilla en esta obra, exigía un crítico de su
talla y ninguno de sus inmediatos sucesores fue capaz de penetrar
en las profundidades de la Fenornenolog'a ¡ sobre todo, de volver,
tras de adentrarse en ella, con los tesoros ocultos que habría de
halla¡ Max. Ios que se presentaban como sus discípulos directos
creyeion que seguir a Hegel eta atenerse a,lelet¡a de su doctrina y
por más que leyeron y releyeron esta obra genial, no acertaron a
descubrir su "secreto". Ni Gotchel, ni Heinrich, ni Gabler, que
ocupó su cátedra, a la muerte del maestro y que consideraba su siste-
ma como la "revelación divina" misma, ni Rosenkraz que llegó
incluso a o-r¡ de viva voz las lecciones dela Fenornerología,lograron
captar su sentido. A lo más que llegaron fue a ver en esta obra una
Marx ante la Fenorrzenología simplc introducción al sistema, un curso preparatorio o propedéuti-
Tenemos, pues, co de éste . Estaban todos ellos más atentos a lo que había de muer-
vés de su
¡¡ l^ )i^t<--
vuelve a to, de sistema cerrado en Hegel, y se les escapaba por tanto lo que
del había en esta obra de movimiento, con su estrecha relación de his-
tonoce allénu '^;:::l-" -'1'l.tt- toria y verdad. Con esta ceguera parala dialéctica, mal podían cap-
tar el sentido de la Fenomenología y, por ello, mal podían extraer
de ella los valiosos tesoros que escondía en su seno.
La situación cambia un poco con los jóvenes hegelianos como Da-
Se trata, pues, dc
sL rv tL¿I. vid Strauss y Bruno Brauer que tratan de hacer ayaozar a Hegel allí
mo- donde , a juicio de ellos, se ha detenido, justamente por haber trata-
do de conciliar la "sustancia" y el "sujeto". Ahora bien, el defecto
uus sus mefltos y lrmrtacrones, exige volve¡ común a todos ellos e¡a, como Marx señala en los términos que he-
a Hegel para tratar de mos Visto, su empeño en critica¡ a Hegel, o más exactamente en re-

164
r65
:ji?:jr.,,;, ;Tfjjlt-
,.?:'Í:;Ifr j""$entares de la Fe n rn n / g ía,
,:: j*i,:,:1.',ü,*.;J,i"o,iío,T(í#áno/osía,:,,,
uL¡
o e

f'ruPru negel'
o o ) que se piensa dentro de su autoenajenación, es decir, el esp-uitu
Feuerbach, como hemc to, enajenado, que se capta a sí mismo." ¡ttt1 (¡57)
se enfrenta
enfrenra críticamente; plmero (trrr
ál primer,,
es er ,¡r,,
il;i^'::::::::'l:''
critjcarn"n,.: Xt-t:^i"::liormente,
---o-" 4s¡¡YsL LUU t"l:d;-;;;,;:',"
con c't.saldo
el
pero
d.t,
(abandono de ¿¡.t;jf-
la dialéct' il:*^:tla"lsY:
,Jllq"". neglrlrr
el propio Marx señala rg"a""i.r,,, recordar que la Enciclopedia, a diferencia de la
c.. tnJ^ ^^,^,.- .:'11,,,
ía, es una obra de madurez.r2 En la Enciclopedia
l:.ij.-:^,:1":^p,o*iniiaT,;#H:,U#:iliffi Í:fl os como sistema lo que en la Fenorneno/ogía constituye el
l#31;..,#3:,*::,x:t",:;;F.:";;\i^"í;:,":;;Zi"r7i,i,\i,,
*g^.i11:l y superaciá a. u-.U..-,o". ido del movimiento fenomenológico. En la Enciclopedia el
En suma, itu aparece en un triple plano: a) como pensamiento que se
t,t
;a a sí mismo; b) como nafuÍaleza, y c) como esp-uitu. Pero este
;l
itu es ya un esp'uitu autoconsciente al cual da Marx diversos
que Slll0
bres que significan lo mismo: saber absoluto, espíritu filosófi-
rul.r
esp'ritu absoluto o esp-rritu abstracto suprahumano. Marx trata
:l' r este ía heseliana que halla c'láñmEñie
i su Don"rlriituzlienl. Todo es
itu. Esto lo vemos en en cuanto que es la esen-
desplegada de ese espíritu que, en su última erapa, no es sino
esp-nitu fi losófi co, o esp-uitu autoobjetivado. Hegel ca¡acteriza¡á aJ
tu como esp-rrtu enajenado, o autoenajenado. Esto es sólo una
a manera de expresar su ca¡ácter de objetivado, puesto que la
La ahstracción como existencia jenación es consustancial con la objetivación. Pe¡o es una enaje-
real
^--'
del Espíritu y del t o-U1. ión peculiar, según Marx, como veremos un poco más adelante.
Siguiendo ahora con la esencia última del esp-uitu, Marx en-
79/ogía es
tra su realidad en su irrealidad, o sea, en la abstracción. La ver-
cuna y cl
" [110] y tr ndes divr
esfera del espíritu es, de acuerdo con la interpretación de
de A rrx, la abstracción. Y, con este motivo, se remite a la primera par-
^^.-.
de la Enciclopedia, o sea, a la lógica.
la concienciál h asta el o también:
tader ue cuyas etaDas (, 'La, lógica dinero del espíritu, el valo¡ di¡cursiao, especulativo, del
pero, antes dc --el
¡aturzleza-,
rombre y la. su esencia que se ha vuelto completamente indi-
da a la Encic/r¡ te a toda determinabilidad real y, por ranto, irreal, el pensanziento
como su primera parte pues allí ;enado y, por consiguiente , abstraldo de la natura.leza y del hombre
,
; el pensamiento ab¡tracto." [111-112] (t5A

La comparación de la lógica con el dinero, como dinero del


puede ser más afortunad sabemos, es
Hegel lo concreto,'lo uraleza y la
ero todo lo concreto, todo I valor o signi-

l2la Fenomenologia data de 1807, en ranto que la primera edición de la Enciclope-


dia apatecií en 1817 y [a segunda, considerablemente revisada en 1827.
166
t67
lcación particular, se disuelve en ese elemento indiferente a tr».l,r
Hasta ahora la neturaJezz abstracta, irreal, del esp'uitu se ha pre -
determinación conüeta que es el pensamiento abstracto. para Mar x
gentado en el vasto movimiento espiritual que expone Hegel de un
el espíritu, abst¡aldo así áe toda dieter¡linación real, de ta.ñairoi"
modo sistemático en la Enciclopedia. Pe¡o c o
este carácter abstracto del suieto si nos enftentamos a
? ¿QÉ
las del [rtu, a aDstracclon v Ia ena ton e hemos visto en
en erre nos hallamos ante el hom
:: o) en cuantoqu ol
or en ¡evestir un carácter real, como son el
, en cuanto el pas r:r la riqueza, etc. ? Aunque ula exDlícitamen-
de la lógica a la de lanaturalezaentrañi, con la aparición de ra
cor¡ ita al
tingencia (en la naturaleza),lapérdida de sí mismo, y ¿) .*;i;;;
dad en cuanto el pensamientnirn e le nqtn¡ql.a, rdñ]x;á^ --r^
^
, y también

también esta reducción aI pensamiento abstracto que hemos visto


practicada en la Enciclopedia?

Marx va a señalar en

ha visto en
tancia peculiar pera captar el sentido entero de la filosofla de Hegel

humana en elta perspectiva hegeliana y cuál es el verdadero sentido


de su enajenación.

"Cuando Hegel, por ejemplo, concibe la riqueza, el poder del Btado, etc.
como una esencia enaleoada del ente humano, sólo lo hace en su forma dis-
cursiva. . . Se uata dc esencias discursivas y, por tanto, simplemente de
una enajenación del peruamiento paro, es dccir, dcl pensamiento filosófico
miento abstracto, abstracto. Todo el movimiento termina, por tanto, con el sabe¡ absoluto.
De dónde se enajenan estos pensamientos y a quién se enfrentan con la pre-
por tanto, ired.
-^-- r: tensión que se arrogan de Ia realidad: en eso consiste, cabalmente, el pensa-
sea. Ia i , ala miento absuacto." tlbid.l tt58)
a. lz
Para Hegel, según Max, las instituciones sociales como la riqueza,
el poder estatd, son enajenaciones de la esencia humana, pero, a su

r68
r69
un munoo
la enaienaci

la "forma abstracta del hombre enajenado" realmente.


Pero, ¿g.qqBigqnsiste propiamente -la enai eryqión del filósofo
.jggl4t¡y-"-l El filósofo pretende una comprensión absoluta, total
La enajenación del filósofo I s decir,
esto es
gel . Pero en cuanto hombre de su tiempo y de lasociedad, en quc
se da ¡ealmente la enajenación, el fllósofo no puede escapar a la
enajenación de este mundo real del que forma parte.
Ahora bien, el filósofo no se eoajena en él como cualquier otro
hombre. Es, por un lado, la "forma abstracta del hombre enajena-
do", el pensamiento enajenado del hombre real, que, por otra parte,
cual se presenra .oÁo s"-.*did, , y ante el quiere marcar la pauta, señalar la regla a este mundo enajenado. Su
¡ÍlEa !g Ma¡x enajenación no es idénticaaladel ob¡e¡o, que no pretende hacer de
?p unta _?_]3_néd-qla ideal
su enajenación la ley o regla del mundo. Como "forma abstracta
es, en definitiva, el fi
del hombre enajenado" ,la refleja teóricamente, en el plano del
er cuar .r ."pi,it, l;;i' .'j"':[:H :Tiff il ij;,Í#[?::^r:j
e-spíritu; es el hombre capaz de descubrir'en pensamiento, haciendo de ella, de su existencia misma, la ley de
esta realidad la tama este mundo, la regla o pauta. Ahora bien, no debe pensarse que el
filósofo hace de su enajenación la ley o pauta del mundo en el senti-
do de que defienda directamente la enajenación del hombre, sino
en el de que convierte en regla su propia enajenación en virtud de
su propia actividad filosófica especulativa en cuanto tal, o sea, por
reducir la realidad e I mundo a su plano abstracto, por reducir la rea-
lidad al pensamiento, justamente por poner el mundo ''boca abajo'' .
le sgnlido: ¿)
CO

ducirla a su concqplq, 4_jll ¿b§ll4cción. Es su -ss!ü9-le6-n-co


(H el hornbre al¡lespslada-ds-§!-qscn
cia*de¡gq_!¿g hornLre
en el trabaio (Marx).
El filósofo, hombre que vive al margen de la producción mate-
rial, cae en el primer tipo de enajenación. Pero ¿d-e-gg-éienva su
eqaienación? Justamente de su ^
cornplgnslén_ddlqun-do, y además, co-rqprqq§lée-4bsoluta y tolal
del , dejándolo intacto.
El filósofo especulativo se asigna latarea de dar razón del mundo,
pero con este dar razó¡, en definitiva iustifica el mundo como es, e

170
t7t
todo intento de transformar prácticamente lo
que hace de su comprensión, de su reflejo teórico, la pauta, la ley
ler el do es ente de un regla del mundo.
La filosofía en tanto que mera especulación se ha comportado
Pero el hasta ahora así. Pero hay grados de especulación y, por tanto, de
enajenación. La filosofÍa de Hegel que lleva hasta sus últimas conse-
cuencias la tarea de reducir la realidad al pensamiento, lleva hasta
sus últimas consecuencias esta enajenación de la filosofía.
E/ filísofo, que tiene en la mente M¿rx sin nombrarlo, cuando lo
califica de "forma abstracta del hombre enajenado" que se ve a sí
mismo en el papel de pauta de ese mundo enajenado, es evidente-
mb¡e enajenado" Marx apun"ra a la médula Je la mente Hegel.
filosofía mis.
ma comó filosof-ta
. La filosofía se enajena por Crltica y reconocimiento del concepto hegeliano de
en cuanto-que existe una relación enajenada
..rta. él p.rr^_ enajenación
y la realidad, en virtud de la cual .t pé"rrÁi*to
se sitúa en
dos planos:
1) ignora o desconoce su relación con Io real; En el pasaje siguiente, e-
der lo real es reducirlo al p
-*
para ella, compren- ge
o;
2)lo sólo ignora .rt" ,.rll qr.r. ,.r," de situarse por enci-
Como hemos visto,
ma de ella, convirtiéndose -;i^ I su modo real
iá, Áir-" ¿. lo r.Ai .r
pauta del mundo enajenado,,. de existencia. Toda la historia de la enajenación y de su superación
La enaienaci es la historia de ése protagonista abstracto. Como el hombre sólo es
de la propiamente ser espiritual, su enajenación no es, en definitiva, una
Por tanto, el fi sea, enajenación consigo mismo, una autoenajeriación, sino una enaie-
que feduce su tafea a una comñrensiÁn tntal ., .l-.^1,,,^
nación con respecto al esp-uitu, único sujeto, en definitiva, de toda
enajenación. Pero acudamos al texto de Ma¡x:

"Toda la histo¡ia de la exteriorizaciín y coda la reuocaciín de ésta no es, por


---rl mundo ena.¡enado_ determina aquí el pensamiento ___{omo tanto, otra cosa que la ltistoria de la prodtcción del pensamiento abstracto, es
sión teórica de ese mundo. decir, absoluto, del pensamiento especulativo lógico. La enalenaciót, que
fotma, por tanto, el verdadero inte¡és de esta exteriorización y la abolición de
ella, es la antítesis del en síy el para sí, de la conciencia y h aatoconciencia,
queya del objeto y el suleto, es decir, la antÍtesis del pensamiento abstracto li,
en el dad o de la sensoriedad real, dentro del pensámiento mismo." [l
de Engels y. en los,propios Manarcrilos (Ielación ."". i; D
lboz9
istoria de las doctiinas y el^movimiento
Lr--^l
econám);;;;j;
^.
---
H.qa relxesenta el ca;o límite de la fil ión, del Como el pensamiento abstracto es el c-rculo del que nada escapa,
filósofo que aI reducir todalarealidad a dentro de él surgen y oposiciones: del en sí y
se resuelven todas las

:.r:,lr:111t1
.ltq de h enajenación ¡eat, puesto q".
acepta,
el para sí, de la conciencia y la autoconciencia, del objeto y el suje-
mundo como es
-y no hay lugar pÁ"" d.b;;;á;;ñ;;á;:ü; ".;;;;i to, del pensamiento y la realidad. Las oposiciones se resuelven redu-
ciendo los opuestos a pensamiento, a un sujeto que ya no se obje ti-
L72
t71
va,,a.un
9bj:,9 que ya todo él es sujeto.
iencia plena de sí mismo- puede escapar a la enajenación. La
rctos tea iación- o cancelación de la enaienación. se onera si
. La enajenacrón del hombre lo es con respecto al
iento abstracto y se supera el filósofo (Hege l)- teórica,
vlmlento uot -por
ractarnente. Ahora bien
o la superació n rra/ de es enación escapan Dor completo a
, Pe¡o esto es precisamente lo que busca Marx y encuentra, aun-
parezc paradójico, en forma mistificada en la misma Fenonze-
no/ogía, del modo que veremos en los textos siguienres.
Hegel habla, pües, de existencia humana, de enajenación del
hombre, pero no hay que perder de vista el carácter de esta enajena-
ción, así como el de su superación.

"La apropiación de las fuerzas esenciales del hombre conve¡tidas en obje-


La diferencia es fundamental. rl tos, y en obietos extraños, es, por tanto, conciencia, eo el pensantiento
.e yl
va ha 2ntrnñ^lñ-;".A^ -l co
antropologizado el -^ puro, es decir,
1,".. ¡^ El hómbie puede s , Ia apropiación de estos obje¡.os coño pen-
el hombre. enaj
enarenarse porque su au toproduicibn sanzientos y na nsamtlento¡.. ." tttZl (¡$Q)
re por su o bjetivación . p..o t" . bj ; r*;:i;;
¡111ec;sariamen l;- ;;
Todo el movimiento de la objetivación de las fuerzas esenciales
humanizarse
del homb¡e ocurre en un plano teórico. Las fuerzas esenciales son
Ias del hombre como ser espiritual ; los objetos en que se objetivan,
tM, enal e tlen lo son de la c<¡nciencia el lugar en que se opera
-pensamientos-;
este ptoceso es la conciencia, el pensamiento puro, la abstracción, y
en este f ugar se lleva a cabo también la opropuctóa de esos objetos.
T¡as de afi¡mar esto, Marx pone en relación la Fenomeno/ogía
con las obras posteriores, para establecer la unidad fundamental
entre aquélla y éstas, al señalar que en la primera se encuentra en
germen lo que ya sistemáticamente se encontrará después. Lacarac-
¡erización del modo abstracto, irreal de la enajenación y reapro-
piación de las ''fuerzas esenciales del hombre", que se pone de ma-
nifiesto enla Fenonzenología, es lo que hace que ya en esta obra
esté "latente como germen, como potencia, como un misterio, el
positivismo acrítico y el idealismo no menos acrítico de las obras
nc, por ranto, posteriores de Hegel, esta disolución y restauración filosóficas del
r10 como antítesis consigo mlsmo, con su esencia.
sin,r e

es originariamente humana rará en toda su desnudez en el sistema heseliano: una iustiflca-


;^ n^-^ L^-^^ : na- . Por ello r-
a.l plano del pensamienro absrracro
ósof. cuando ,. .l:;; m , justr-
el espíriru a través de él cobra ficándolos acríticamente, no fundadamente, y, por esto, Marx lo cali-
-y
U4
0,
frca como positiais¡no acñtico . La filosofía de Hegel quiere contar c,,r r Sin
ición exclusrvamente
embargo, Marx no adopta una posición exclusi
los hechos, pero los hechos esrán en ella para ser justificados. Pero cr Podemos decir que
también un el , ie sisuiente. inicia un movlmrento oe lst¿ us rv 9sL

lt,.l"Id*,q la
cla Presente n,
doramente.
lo ve Marx alaluz de esta doble carat
terización: como un intento
Uno y otro se dan_acríticamente y dc al el hombre P
i r, ,--í-
ahí que pueda ser caracterizada por Marx corrrfidealismo y positr ,mbre está ahí-Y-
vismo a la vez en cuanto que trara de dar lo suyo a la idea y al
hecho, pero lo da, como él dice, de un modo ac¡ítico.
En la continuación del texto anterior se pone de manifiesto con q
mayor vigor aún el carácter mistificado de la concepción hegeliana
del hombre . Este carácter resalta cuando Hegel habla del hombrc írire tien
en un tetreno histórico, concreto, con referencia a la riqueza, al Es-
tadb, etc. Se habla del hombre, pero no de su vida real a
que Hegel nos habla de cosas reales, humanas-, la religión, -pese
el Es-
tado, la riqueza, etc. Tras el hombre, hay siempre un sujeto último, ante sÍ
el esp-ritu. Pero, además, fuera queda el hombre concrero, real, "La Fenomeno/ogía es, Pot conslgurente' la crítica oculta' todavía
del
;t.r;; y i-rirtifi.ádot'; pt'o en cuanto retiene la enaienación
material, ya que la esencia humana radica en lo que tiene de ^;;-; éste sólo
esp-ritu. Y puesro que el hombre remite a un sujeto último, tam- cultos en
bién remiten sus productos, su historia y Ia naturaleza en ranro que s Y elab
naturaleza humanizada, producto de la historia del hombre. Y, en Punto de
efecto, dice Marx : " Le b urnanidad de la ¡atureleza y de la narurale- nrurada',
za engendrada por la hisroria, de los productos del hombre, se ma- conciencia noble' y 'la conciencia vi
nifiesta en que son productot del esp-uitu abstracto y, por ranro, en contie nen los eleme otos críticot -per
este sentido, momeotos espiitaa/es, esencias discarsiuas." flbid.] esferas enteras, como las de la religió

a Hegel' sobre
Como vemos, Marx no regatea su reconocimiento
Los méritos de Hegel el
todo por :
Hasta ahora Marx se ha situado en una posición crítica frente a He -
gel enderezada a .d3¡qg¡¡ar:
l). en que se rea- !r s!
orrecra corrro urrir P,)rvr¡ruru'
liza el ésta (o enaje- mérito de haber vtsto lo que §e
.j;;;i";; ;;;, tanto de lacategotia central9:.tf:
nación ). ""mistifrcado,
jenación del hombre como de los elementos críttcos en un anallsls
el
concreto social.
v
el Ju
pensamiento abstracto. esle

t76 117
es el Pu
Hegel, donde por primera vez habia señalado el carácter mistifit ,' Antes de esclarecer cuál
doide las relaciones ent¡e lo ideal y lo real. Allihabia visto que t l ;;lM; subraYa el PaPel de Ia
;,;;;;iá.- eá el Proceso.de
bre. Pero
cambio d
I:

miento mismo del hombre. /' t"tHff


En la crítica de Marx ala Fenonzenolog'w, el concepto de enajt'
' El c o mp o rt am ie oro r.e a
" "' 1' !:'-!: ::;::J :: ii :
na: ^-^^ ,, --..,i
crea Y exteri
nación en Hegel- con§erva toda su importancia, pcr" la ac-
-central
haciendo de él un uso real. AI ser puesto en relación con ei hombrt'
, sóió Po
es
de la
Iamente co
^.- Lu;ttoi:n;.r-un , hace
i3,",,"- y se comPorta aote elras
tu"'' ^it ^L,iern< ' '
todo' la forma de Ia ena¡e
. t , ,o I ¿láti
osible, solamente y ante

humano 11
EI hombre es sólo un ser ;n i:9td^i,:,lo:;,::l'rt',X

Marx: ión, Marx


ma

obj

que pasa por tres fase;: objetivación, enajenacrón y superaclon de


Hesel Y el Punto de vista
d. tr-B?o"ámíá Política moderna
ividad 1_49!_.(e-na;ena-
negación). El

dero acto de autoproducción del hombre. Hombre yltabaio aPare-.


cen así en estrech^a vinculación y, por ello, puede afirmase que el act
bonbre es trabalo, y que en el trabajo, se hace a símismo.
r79
L78
, mientras que el siervo, se queda en un nivel animal. Pero, en
nda fase del movimiento, el señor permanece en un plano
imal (el de mero consumidor) y detiene el desarrollo del espíritu;
esclavo, en cambio, al infundi¡ a las cosas laforma de su esp-uitu,
esp'ritu, asegura el desa¡rollo de éste . Pero, ello es posible por-
el trabajo es actividad espiritual, actividad por la cual el
íritu se reconoce en las cosas mismas.
La positividad del trabajo es evidente; el trabajo no sólo forma las
tas, sino que forma y forja al hombre mismo. No hay hombre
demuestra el ejemplo del señor- en el ocio, al margen del

ue esta
ti -oclo-
lsmO
qs economistas c
e m 10n se

Nos queda todavía por ver

señalado exclusivamente como ellos su


Así pues, la Cuando Marx ttca mooetna se rerlere ,
Proplg trabajo tiene que ser icularmente, a la de Adam Smith y Ricardo. Sus méritos ya han
afinded reconocidos por Max: haber visto en el trabajo la fuente de
valor, de toda riqueza; haber señalado, por tanto, la positividad
uabalo. al poner en relación el
aio y el hombre , han deiado ra de esta
¡¿rucrrre y esta, etecttvamer norando el lado nesailvo ctel tt o cuanclo actopta
lr*::**.T:::i"':*;a:,1"#i,::,:tr{"K:;,?i-fr;:!;
:l Cl. expone la dialécdca de las
relacitones de dominación
ena . LOS eCOnOmlStaS nO
dumbre. y servi_ podían dejar de ver su lado negativo sin situarse en una crítica de la
sociedad burguesa, crítica que ni subjetiva ni objetivamente esta-
ban en condiciones de realizar.
Su punto de vista, como ya Io había señalado Engels desde su fa-
en esta moso Esbozo de una crítica de /a econom-w política, es un punto de
vista de clase, y por serlo es una justificación de la sociedad bur-
guesa. Ese punto de vista les lleva a v o
Marx. EI tra- un fenómeno intem
el sujeto (el
tctones concfetas
:..'d;'r"""il trz- a. El hecho de escindi¡ las relaciones
ece en un nivel humano,
espiri- entre trab.ajo y hombre , dejando a un lado todo lo que afecta al
r80
181
no hace más que jusrificar las
caractcrrrr¡ sólo producción de metcancías, es actividad vital humana y, en
I presentaf éSte en formo ..--.^r^L...t,,,
I;l( sentido, trabqo enajenado- tiene un aspecto negati-
lr (
-como burgueses se nlegan a ver y a tomat en cuen-
que los economistás
_- v!v¡¡v¡¡¡¡rr.J LU(tu ro oue el
(. I No es que ignoren que el tabajo una serie de males al
trabaro repres(.ttt,t ^canea
negatlvamente para el homhre .ólo ero, pero ello le afecta no en cuanto obrero, sino en cuanto
ven ¡u
su-losrrividad.
Pu§rrrvloao. mbre, como consecuencia necesaria, insoslayable, de su aspecto
tlvo.
A juicio de los economistas, los aspectos negativos del trabajo se
prenden de su esencia general. En cambio para Marx esta forma
trabajo es inseparable de un tipo peculiar de relaciones entre los
es basadas en la propiedad priuada. La abolición de la pro-
piedad privada que despoja aluabalo de su carácter creador, es con-
ición necesaria para, devolverle su ve¡dadero sentido humano.
qu.e explica el uabajo al explicarl,,
ucr¡ merca¡chs y ganancia.
Fucr:r
nes en que se desarrolla este
rrir
que hacen imposible e.l trabaj,,

nel _de vista de la líti«:r


facto ('

Hegel y el aspecto negativo del trabajo


-.;;,ü,i'illi.Hi,,il1
:1,f"":"T1,
enajenado.
at igno rar qui e,a
-i,;L ; La tesis de Marx de que Hegel permanece en el punto de vista de la
Economía política moderna, implica, pues, que é1, como los econo-
Itlca
mistas, no ha visto su aspecto negativo, su enajenación.
No han faltado intentos de negar o suavizar el alcance de esta te-
sis, llegando a sotenerse, más o menos categóricamente, que Hegel
tracta del yahabla visto o, al menos, barruntado el aspecto negativo del tra-
bajo, que la Economía política burguesa no había visto aún. Georg
Lukacs en su obra El joaen Hegelts da a entender que Hegel ha re-
dor: produce ea- basado en cierta medida a los economistas, y ha barruntado ya cier-
hombre qued el ta concepción del trabajo enajenado.
les parece perfectamen te natura/ Esta tesis obliga a exe'minaÍ las relaciones enüe Hegel y la
Economía pol-rtica moderna que, por otra parte, constituyen el conte-
nido de una gran parte de la obra citada de Lukacs. Su tín¡lo es, de por
?
sí, bastante ilustrativo. El joaen Hegel y los prublemas de la sociedad
Interesa, por tanto, an ,u
ra. pero el trabajo para Mar*
^roa._ ll
no Publicada originalmente en alemán, Ed. Aufbau, Berlín, 1954.

r82
183
de lnglaterra y se Puso a
capital*ta.ta Hay que reconocer que se trata de asPc(l() un Hesel seinteresó por la vida económica
poco conocido del pensamiento de Hegel: su cultura económica y <'l I;il ;;;;;;
i,- teotra
cstudlat Ia
Í^" --;:;;*. i ngleses, y,-,n..' de escribir
la
suPuesto' de
grado de influencia de las doctrinas económicas burguesas en su Fenornenología Y
propia filosofía. Coresponde a Lukacs el mérito de habe¡ intenta,l,, derecbo(en los ll O:i'"lllll
esclarecer este aspecto de la obra de Hegel. Independientemente (l('
la opinión que sustentemos sobre sus hipótesis e interpretaciones t'rr
cuanto al alcance de las relaciones entre Hegel y la Economr:,
política moderna, su libro es fuente obligada para abordar est,r
cuestión. Y a él nos atendremos en nuestra exposición.
Lukacs señala justamente el mérito de Hegel al mostrar en Alc
mania un interés por los problemas económicos que está ausente cn
los demás filósofos alemanes de su tiempo, incluyendo los neohegc-
lianos, interés que, en realidad no aparece hasta que Engels escri- nzeno'
ba su fa-moso E¡bozo de rne crítica de la econom'w política e i¡m<'
diatamente después, Marx, sus Manu¡critos de 1844. Marx en sus filosó-
"Palabras finales" ala 2a. ed. de El Capital escribi¡-ra más tarde: que
ucción del hombre; en tanto
"I¿ Economiapolitica ha sido siempre y sigue siendo en Alemania,
hasta hoy, una ciencia extranjera.. . Faltaba en Alemania el ci- cción de mercancías Y ganancla'
miento vivo sobre que pudiera asentarse la economía política. Esta
ciencia se importaba de Inglaterra y de Francia como un product<r
elaborado; los profesores alemanes de economía seguían siendo
simples discípulos. La expresión teórica de un realidad extraña se
convertía en sus manos en un catálogo de dogmas, que ellos in-
terpretaban, o mejor dicho, deformaban, a tono con el mundo pe-
queño burgués en que vivían."r'
Asl pues, falta del cimiento vivo propia producción capita-
lista desarrollada- la especulación -la
teórica proliferaba en el plano
de la filosofía en tanto que, como dice Max, en el terreno de la
Econom'ra política sólo exist-ra a un nivel muy bajo- como
artlculo de importación. El atraso-yeconómico y social de Alemania
determinaba, a su vez, este atraso teórico en la economia. Para salu
de él ----cuando no existía en Alemania ese cimiento vivo- era pre-
ciso analizar la producción capitalista allí donde se daba en su for-
ma madura Inglaterre- y analize¡ las teorías de la economía I ha visto el asPec
-en sobre la base de esa vida económica capitalista.
que habían surgido este Punto es un
Eso es lo que hicieron Marx y Engels. Y es lo que hizo, a otro nivel, en a en
vez
d9
el propio Hegel. Iista, y "o cI
entre e
r4 T¡ad. esp. de M. Sacristán, Editorial Grijalbo, México, D.F., 1963, p. 187.
lt t. I, p. XVIII.
C. Marx, El Capital, ed. cit., 16 Luk"cs, El jooex Hegel' ed'esp' cit '
p 186'

18'
r84
al trabajo en la sociedad capitalista. Por e.jemplo, gracias a Ada¡rr bien, esta inhumanidad no puede ser eliminada, porque , para ella,
Smith sabe Hegel que el perfeccionamiento técnico del trabajo prc en primer té¡mino, está "el desarrollo de las fuerzas materiales pro-
supone una división social del trabajo altamente desarrollada, v ductivas"20 y el desarrollo, vinculado a é1, de la especie humana. En
que, a su vez, el perfeccionamiento técnico de las herramienras Adam Smith y Ricardo, todo queda subordinado al desarrollo de las
de la máquina- e¡ffaña una evolución de la división fuerzas productivas materiales. He gel , según Lukacs ' 'está de acuer-
-aparición
social del trabajo. Hay, pues, una conexión recíproca entre divi- do con la concepción smithiana del desarrollo de las fuerzas produc-
sión social del trabajo y progreso técnico, señalada por Adanr tivas materiales, por necesaria y progresiva. . rechaza todos los la-
Smith. Esta conexión es inseparable, y es exigida por el desarrolkr mentos románticos sobre ese desarrollo. . pero al mismo tiempo
de la producción. Pero, a su vez, como Adam Smith, Hegel recono- Hegel ve . . que el tipo humano producido pot este desarrollo de
ce también que existe una conexión entre el progreso de la produc- las fuerzas productivas en el capitalismo y por el capitalismo es la
cióo a la división social del trabajo- y una serie dc negación práctica de todo lo grande, alto y significativo que ha en-
males-vinculado
para el hombre. Estos males no consisten sólo en la miseria, gendrado la humanidad hasta el presente".2l
en la pobreza, sino también en que el hombre "se hace cada ve¡. Aho¡a bien, ¿no significa esto atribuir a Hegel la cont¡adicción
más mecánico, sórdido y sin espíritu. . ." entre trabajo y hombre que Marx justamente reprocha a los econo-
De esto saca Lukacs la siguiente conclusión: "El trabajo, según mistas burgueses no haber visto? ¿No significa señalar, junto al
Hegel, no sólo humaniza al hombre, no sólo da nacimiento a la so- progreso material, la degrzdaciín espiritual por obra del traba.io?
ciedad en su multiplicidad inagotable y en su sistemática unitaria,
¿No implica asimismo admitir, junto al aspecto positivo
sino que también hace del mundo del homb¡e un mundo 'sustraí- material, desarrollo de las fuerzas productivas- el aspecto-progreso
negativo
do al hombre', 'alienado"'.17 del rabajo del hombre y de lo más grande de lo humano?
Así, pues, aunque Lukacs no lo dice abiertamente, Hegel, contra -negación
Pero en este caso, Lukacs no podría aftmar lo que afirma más
lo que aftrma Marx, sí habria visto el aspecto negativo del trabajo, adelante, suscribiendo la tesis de Marx: "Partiendo de aquí [es de-
en cuanto hace del mundo del hombre un mundo enajenado. Lu- cir, "de una crítica socialista de la sociedad capitalista"] se
kacs llega a aftrma¡ que "Hegel ha tenido por lo menos un barrunto comprende el alcance de aquella observación de Max según la cual
del problema al que Marx dará más tarde el nombre de 'fetichis- Hegel, aunque está Ia altura de la economía clásica y entiende
mo'. Hegel subraya enérgicamente la objetividad del dinero, su co- correctamente el trabajo^ como proceso de autoproducción del
seidad, pero ve al mismo tiempo claramente que la esencia última hombre, no ha visto los aspectos negativos del trabajo en la so-
del dinero es, a pesar de todo, una relación social entre los ciedad capitalista, y no considera el trabajo más que en sus aspectos
hombres. "'8 positivos. ' ':u
Advierte que lo ha visto en forma idealista, como inversión de las La posición de Lukacs es ambigua en la forma, pero en el fondo
relaciones reales (como formas puramente espirituales de la "enaje- tiende a demostrar que Hegel rebasa el marco de la Economía
nación" del esp'ritu) y sosriene incluso que en Hegel "hay una pro- política burguesa y, en cierto modo, al señalar los aspectos negati-
funda, aunque contradictori a, critica del capitalismo. .' 'le vos del trabajo y barruntar laforma espec'rfica de trabajo enajenado
Sin embargo, en otros pasajes, Lukacs quiere paliar esta posición, el "fetichismo" de ciertos productos humanos: dinero-
y se mue$ra ambiguo. Por un lado, reconoce la vinculación entre He- -incluso
está ya anunciando a Marx.
gel y la Economía política burguesa, parala cual la inhumanidad de
¿Cuáles son, pues, las relaciones de Hegel con la Economía
un tipo de producción es inevitable consecuencia de ella; ahora ¿permanece en su punto de vista?, ¿lo rebasa en ciertos
-política?,
aspectosT, ¿queda por debajo de ella?
'7 Ibid., p. l3r. 20
Ibid. , p. 4or.
'8 Ibid., p. 135 2t rbid., p. 4oz.
te Ibid., p.
l9i. 22 tbid,.. p. 5za.

186 r87
[¿ tesis de Marx de que Hegel "adopta el punto de vista de l:r oue el valor no es una cosa' slno determinada relación de pro-
-i'ltotl'del
Economía política moderna' ', ha sido tomada a veces demasiado al l-"^ ^^"' l^' h^mhre< valor por el trabaio así de-
pie de la letra. Marx ha establecido que Hegel no ve el Íspecto nc- brimiento de la Piedra
q ¡ I u ¡oal-a (concePció
gativo del trabajo, y por ello, se queda en el plano de la Economí:r I
:- I
política burguesa, pero Marx no podía pensar que Hegel admitiera , bajo el caPitalsrrru' L¿P&uL
--como precisa Lukacs en cierto modo- lo que él mismo tenía quc oPio valor)' De este modo'
poner de manifiesto: el aspecto negativo del trabajo como trabajo &Plonción del obrero' Y la
enajenado. Ahora bien, para considerarlo como trabajo enajena- óniia entre el Proletariado Y
do había que conocebirlo no como uabalo puramente espiritual, sino
material, y era preciso hacer del trabajo oo sólo una categor-ra filosó- iones de Marx Para hacer notar
fica, como había hecho Hegel, aunque en forma idealista, sino e del Pensamiento de Marx- se
también económica. En este caráctet filosófico-económico del trata- ación iirecta con la teoría del va-
miento de la categor-n de uabajo reside la aportación fundamental Y David Ricardo'
Pot. " Hegel en relación directa
,de Max. Hegel había visto ese carácter filosófico, pero no el econó-
mico del trabajo; los economistas clásicos habían visto el aspecto con la
económico, pero no el filosófico su concepción tuviera, cfectiv
-aunque
sin embargo, un fundamento filosófico: el utilitarismo inglés. Marx,
En este sentido, la posición de Hegel con respecto a la Economía u
polÍtica inglesa presenta diversos aspectos: por un lado coincide con
ella ve el aspecto negativo del trabajo- ve su lado positivo ;
-no
un plano filosófico- para la formación del hombre , y no eco- te de todo valor?
-en que es la positividad, que ve dicha Economía. En este pun- basándonos en su Filosof-a del
nómico, Esto es lo que vamos a ver ahora'
to, la rebasa trabajo dice más paraél que lo que dice la Econo-
mia-, pero -el por offa pafte, desde el pünto de vista económico, , está demostrado Por el-conoci'
queda a la zaga de esta Economía. Tal es la cuestión que tocaremos e Adam Smith e incluso de Ricar-
ahora, al examina¡ la diferencia entre la concepción del tgabajo de fue el único filósofo que sintió' en
Hegel y la de los economistas desde el punto de vista ecónómico. filosóficamente las relaciones eco-
Ya sabemos cuál era el punto de vista de los economistas clásicos
en esta cuestión, tan apreciado por Marx, pese a las críticas a que lo
somete por no haberlo llevado hasta sus últimas consecuencias: es la
teotía de que todo valor se determina por el trabajo; el valor de
la mercancía según Adam Smith se mide por la cantidad de trabajo
invertido en producirla. El trabajo en general, no sólo tal o cual tra-
bajo, es la fuente del valor y, por tanto, de Ia riqueza. David Ricar-
do precisó que el valor creado por el obrero es la fuente de Ia que
brotan tanto el salario como la ganancia y Ia renta. sus
C.on el desarrollo consecuente de la teoría del valor por el trabajo sac
mediante el descubrimiento del doble carácter del trabajo encerra-
do en ella concreto que crea el valor de uso, y t¡abajo abs- D'F''
deJ. Gan6¡' UNAM' México
tracto, que-trabajo
crea su valor (de cambio), Marx llegaría a la conclusión
2' G.F. Hegel, Filosofz &l detecbo,prólogo
1971.

189
188
El "sistema de necesidades" es el eje de la Sociedad Civil, y la cla-
ve para entender Ias ideas económicas de Hegel , así como su con-
cepción del trabajo a este nivel económico. Y junto al "sistema de
necesidades" hay que poner su concepción de la propiedad. En
cuanto "sistema de necesidades", la Sociedad Civil es un sistema
de relaciones sociales en el que cada individuo para satisfacer sus ne-
cesidades debe satisfacer las necesidades de los otros; su interés exi-
ge servit el interés de los otros. El trabajo sirve de medio para satis-
facer las necesidades. El "sistema de las necesidades" desarrolla
una peculiar dialéctica de io individual y lo universal. Existe una re -
lación entre la satisfacción de mis necesidades individuales v las de
los otros. La necesidad individual o universal (social)exige su satis-
facción, y el medio para ello es el trabajo.
El trabajo produce objetos que satisfácen oecesidadcs, que tienen
una utilidad, un uso. ¿Cómo se equiparan estos productos en el
mercado? Hay que explicar lo que los hace equivalentes. Ya conoce-
mos la respuesta de los economistas clásicos: los productos se
equiparan de acuerdo con el trabajo, es decir, de acuerdo con la
cantidad de trabajo invertido en su producción, independiente-
mente de que puedan satisfacer tal o cual necesidad.
En Hegel, los productos no se miden según el trabajo que en-
cierran, sino según su utilidad o su uso, según la medida cuantitati-
va de necesidades que pueden satisfácer.
En consecuencia, e[ valor de la mercancía se identifica con su va-
lor de uso, es decir, con su utilrdad ligada a una necesidad
o social-, y no el trabaf o encerrado en e lla. El trabajo
-individual
no es fuente de valor.
Lapropiedad priuada, a su vez, no tie oe su fundamento en el tra-
bajo. Es una esfera necesaria p¿ra que la conciencia de sí afirme ex-
teriormente su libertad; con ella, la persona afirrna su voluntad en
la cosa. La propiedad, el derecho de propiedad, no deriva necesa-
riameote del trabajo ni por tanto del sistema de necesidades. Para
afirmarse, como pcrsona, para exteriorizar su voluntad, la pro-
piedad privada aparece en Hegel como una necesidad para que el
hombre se afirme . De aquí podemos deducir que Hegel no pone en
¡elación el trabajo y el valor y que, por tanto, no examina el valor
como categoría económica que sirve de base a otras categorías rebasado.
--<apital, ganancia, salario, etc.-. No puede decirse, por ranto,
que comparta la ¡eoria del valor por el trabajo de los ecooomistas
clásicos. Hegel se queda, pues, eo un examen del trabaio como

190 191
VII. tA CONCEPCIÓN DEt HOMBRE
DEt JOVEN MARX

que no
s como
huma-
na" o "naturaleza del hombre", sino además por una se¡ie de deter-
minaciones o caracter-lsticas esenciales humanas.

y marismo, Col. Textos Vivos, Grijalbo, México, D'F , 1980')'

191
en dicha
esuechamente vinculado a é1, se plantea el problema de en qué medi- anuopolo gía, Pue§to que al establecerse f :f
^O::"1:P"1:d:i it:
da puede conjugarse la concepción filosófico-económica del hombre en Tá'I;:"8'il'ñ"'ü¿*d;'ñ;;*'elhombre'.'PT:-:1'"f-T-:t

los Manascritos de Man< con la concepción materialista de la historia dc ;ffi:H'.#";;#G;-"lisió" atribuve
-3':'^'A"f::::
descuu'i? i^ inversión +' t*-':!'i:1'j.:'I'
su madurez. Al desaca¡, con la mayor fidelidad a los textos, la concep-
ción del hombre del joven Ma¡¡, nos referi¡emos en algunos casos a los
tdil;:;y Dios,; ;li;t¿i -ñ; que
ha demostrado q"e la religión
reltgton l'-t:-,T:::':"*,Íill;
es !
r,á*il.. vñi*-n"?.^"t""áá
hombre :tt" *'919':
uabajos arrteriores, particularmente esu Intrcducción o,le Crítica de la üñ;, iJ-no^u,.' d á' -^''ifí'so
una.verdadera conciencia
iY!::
flotofu del derecbo de I'Iegel, y tendremos en cuenta los rabajos pos- de esas relaciones, .l h"tñb;t ;"b"a *^':.:t
tu;á;'nto mismo v' Por tanto' de este pro-
teriores alos Mmuscriro¡ cuando con ello se contribuya a erlarecer me- ;J, qil;;; de sí
jor la concepción del hombre que implícita o orplícitamente se en-
cuentra e¡ lq Mana¡crito¡. hom
Al definir el hombre por sus Marx lo
en cierta relación ¿) con
rasgos que se
e, sino que cada uno de ellos r ost
I -L-^
involucra todos los demás. Veamos, pues, dichos rasgos en sus rela-
ciones correspondientes parallegar aéí a una idea de conjunto de la
antropología juvenil de Marx. raurL.¡s
una toma de conctencra oe su auturrurr¡r4!
pero sólo es el comienz
.mrnia' hcrítica fu la
El hombre como nlz y fundamento de sí mismo crítica de la religión es

afirmación se encuentra en un texto del 44 distinto e inmediata-


mente anterior a los Manascrito¡, o sea, en lt Introducciín a la
Cñtica de la flotofa del dereolto de Hegel. Allí se dice: "Ser ra-
dical es ttacar el problema por la raiz. Y la rzTz para el hombre es el
hombre mismo." A lo que agrega poco después:

' 'Ia critica de la religión desemboca e ¡r la doct¡ina de que e/ bonbre e¡ el


ser sapremo para el bombre, , . "2

I mismo o Ya ha vuelto
del
"Peto
El hombre es el mando

2
C. Marx, Ez tot¡to a h Crític¿ dc laftosofta del dereclto de Hegel. In¡rcdacció¡2,
j Ibid., P. l.
en: C. Marx y F. Engels, pirnerz 4 lbid., p. 3.
época, ed. cit., p. 10. t lbid.
195
194
El hombre,.en verdad,.hace la religión, pero ra subrayar la condición del holnbre como raí2, fundamento o eje de sl
no es esre ser
q". se ,icon.i.r.ia
define hegelianamerrt.
abs_ mismo que la religión le oculta: "Ia religión es el sol ilusorio que gira
:,:r:.-o_ á.ro' á. ,f; . ,i
j'.,;X,,Xl en totno al hombre mientras éste no gira en tomo a sí mismo."
:,^n,,:*^,1i11"t'.-.í.;;""d;;;il1";";;.,"Íoi,Jl
te ;- ;;ili' _, ü:". "[1.T Vemos, pues, que la supresión de Dios se conviefte en correlato
fr"^,*, "'_"_.,: id,',
g Es Estad",
t: religlon, o"o,oi,ii)¡.i))t *;;;; :: necesario de la afirmación de la autonomía, radicalidad y suprema-
Y=,;f.,*T:l
polque ellos son u, mrrñdo invertido.,,6
;;i;,,» cía del hombre .
es de
En los Manasctitos del 44 la idea de la autonom-ra esencial del
invenido ia. Pero no sólo es afirmada por la
no es sl I

vertl '-- r' I


no so lo no tanto de la negación de Dios sino del hecho i
de que el hombre de ,l
autonomía o i

. ull JLI JUlu JL LVIt)lULl4 UrULptIr-


diente cuando se halla sobre sus propios pies, y sólo se halla sobre sus
propios pies cuando debe a si mismo su existencia." [8!]

mo y su vida no son una creación propias. Por ello agrega Man<: "El
hombre que vive por la gacia. de otro se considera un ser dependiente.
Ahora bien, uno vive por Ia gracia de otro cuando no sólo Ie debe el rt

sustento de su vida, sino que, además, ese otro ha creado su aida,


{
cuando es la fuente de su vida, y su vida tiene necesa¡iarnente ese fun-
damento fuera de sí cuando no es su propia creación. "
Esto explica, a juicio de Marx, que la idea de la creación sea tan
difícil de eliminar de la conciencia del pueblo. Todos los hechos
tangibles de la vida práctica, en las condiciones de la enajenación,
le muestran la dependencia. Y justamente por ello resulta inconce -
bible para él la no creación, o sea: "el ser po¡ sí mismo de la natura-
leza y del hombre". [Ibid]
leg"g g"gq t qlqlIg§
le _.o_glgda_d_.t nden de otros. donde la

creación (como creación divina

"hombre socialista" cuando es¿ idea deiará


6 Ibid. conciencias. Pero, mientras tanto, Marx conside¡a necesario refutar
T
lbidem. la idea de la creación de la naturaleza y del hombre.
8 lbidem.
Para explicar la creación de Ia tierra, no como creación divina,
e rbid.,
p. 4. Manr apela a la geognosia, "ciencia que estudia la formación de la

196 r97
tierra, la génesis de la tier
ración", [89] y considera tu abstracción, renunciarás también a tu Pregunta; pero si te afer¡as a tu
rmpulso al estudio de la ¡bstracción debes se¡ consecuente, si, al pensar, concibes al hombre y laoa'
concentra, sobre todo en la p como no existentet, debes pensarte como no existente a ti mismo,
acerca de quién creó el primer ya que también tú eres ¡aturaleza y hombre. No pienses ni te preguntes,
f, pues desde el momento en ciue piensas y preguntas pietde todo sentido tu
ab¡lracción acerca del sentido de la natutale zt y del homb¡e. A menos que
seas un cgo-sta de tal calib¡e , que lo estatuyas todo como la nada y tú mis-
mo quietas esta¡ dotado de existencia." Ubidl

Así, pues, la pregunta por la creaci6n del hombre y la naturaleza


no merece respuesta ya que presupone suprimir la existencia del
hombre y la naturaleza; por tanto, debe ser eliminado. Ahora bien,
si lo que se pregunta no es quién cre6 ala naturaleza, afirmando
con ello su nada, sino su "¡u dcta de racirnie¡to, a la manera como
permariece siempre como sujeto,,. pregunto ela enatomia por el nacimiento de los huesos" [Ibid.],
la pregunta es legltima y dene una respuesta que es inseparable
Este dé la condición del "hombre socialista", superada ya la enajena-
no ción.
. Permanece. Pero Y
al infinito de Ia p o "Pe¡o como para el hombre socialista toda la llamada bitoia anioersa/ no
e es más que la generación del hombre por medio del trabajo humano, que el
devenir de la naturalez par el hombre, de este modo tiene en ello la
prue ba tangible e ir¡efutable de que el hombre ht nacido de sl mismo, de
st proceso de zacirniento. Po¡ cuanto que la esencialidaldel hombre y la
ntilt¡aleza por cuanto que el hombte se conviette en algo práctico, sensible
y mngible para el hombre, en cuanto existencia de la naturaleza, y la natu-
raleza pata el hombre en cuaoto existencia de éste, se torna prácticamente
imposible el problema de un ente extroño, de un ente situado por encima
de la naturalezay áel hombre, problema que lleva consigo la confesión de
la inesencialidad de la naturaleza y del hombre." [90]

En cuanto que gracias d uabajo el hombre se crea a sí mismo y la na-


trrÍaleza se vuelve humana, se prueba práctica, realmente el "acta de
srgrimos Ia argumentación del jove
nacimiento" del hombre y la naturaleza y, por tanto, se vuelve prácti-
camente imposible la sxistencia de un ser extraño (o Dios), situado por
encima del hombre y la naturdeza. Ai¡ pues, h autonomía y

198
t99
satisfacerse poniendo en acción ciertas fuerzas
(dotes' capaci-
El hombre como ser natural
.1-.,,r.".¡. Los objetos sonindispensables para Ias necesida-
Í-..rr. pasen de su
ne al hombre en su relación con la Para que las fuirzas naturales
¡atutalezt como ser natural. Pero en esta definición el hombre no a activo, es décir, para que se ejerciten' En suma'
decir que set natutal, suletl4-gn
tleza. En este sentido dice Mar*: de intercambio o
sol un
"El hombre es directame ¡te seriitural" !rc|
futaleza no es aquella que se sitúa frente al hombre , como obleto

como
a'
lo que ra del su (d.
su pertenenciaaleoaturaleza. No se trata, pues, de esclarecer nada se cafacteriza Por estas notas: -¿

espec'rfico del hombre, sino aquello que comparte con otros seres cual
se eJetcrten.
riaturales. Lo natural aquí es el ser natural vivo. Se trata, pues, del
natural necesita
hombre como ser natural vivo.
cüacteÍrzac
"Como ser natural y como ser natu¡al vivo se halla dotado, en parte, dc
fuenas ,rdtilralet, de fiena aiaas, es un ser natutal actito; estas fuerzas
existen en él como dotes y capacidades, como impulsos; y, eo parte, es, en
cuanto ser natural, corpóreo, dotado de sentidos, tn set quc padet¿, un ser
condicionado, como lo son también el animal y la planta; es decit, los obje
/or de sus impulsos existen fuera de é1, como obletos independientes de é1,
pero estos objetos son objeto.r de sus necesidades, objetos esenciales, indis-
pensables para el ejercicio y la afumación de las fue¡zas de su ser." [11ól
(un objeto sí) v,

El homb¡e se nos presenta aqui como ser vivo y en relación con la . Sin tomar en
oatur.aleza, en un proceso de intercambio con ella. El hombre ase- Iicado al hombre,
gura ese intercambio con ella en cuanto está dotado de fuerzas, es +.¡c'.ns nor ello: "Oue el hombe o, dotado de una
decir, de dotes, capacidades e impulsos que existen en el ser vivo en
un estado potencial.
estas fuerzas iales? Marx
de a esto. El
[116]
Ser natural
sl, sino

si.o qr. la ¡atu¡aleza le pertene"e a éJ,-Y ,tg1t;t-


cuentemente, ., ,r",rrri.,, pala offo ser' Pbr eflo dice Marx; "Ser
sentido fuera
La necesidad re- ;;;'*.,-;;ural, sensible , y tener objeto, naturaleza,
para un tercero' es
de'sí, o incluso ser objeto, naturu eza, senttdo
realización sókr
idéntico. "
2Al
dgl espiritu- y no como
Vemos, pues, que ffafisitoriarneote ' como fenómeno
ti :1t1::1-lll:31:
ilI :ra realidad) implica n-ttt*i'-9,t"t a un supuesto ser
i"';;"t;;;;;i"t i'r ioven Max atribuve
l", u

de la que él mismo es pafte. Y esto es lo que subraya en el siguicrrr,


r el significado de los Pasaies en
pasa,e: 'en cuanto ser natural como un
aáo Y limitado' Dichos Pasaies'
"Un se¡ que no tiene su naturaleza fueta de s7, no es rcr nataral, no puticip.t ¡vs. cicrrienle§:
siguientes:
orden de su aPancrorrt §uu
,1,
la esencia de la naturaleza. Un ser que no tiene un objeto fuera de sí, no cs rrrr
ser objetivo. Un ser que no es de por sí objeto para uo tercer ser, no dene ull r,,r
dotado de,sentidos' obietivo'
un
corPóreo.'
por objeto, es decir, no se compofta objetivamente, su ser no es ul . es, en cuanto ser natural'
.'q;:"i;;;;:;;""ondi'ián"áo
ser objetivo." [117]
limitado' v ' '"; Ir16]

scnsible es ser Pacienta"'[117]


Una conclusión se impone forzosamente: un ser que no cumpla l:rr
dos caracter-sdcas anteriores (tener un objeto fuera de sí y ser él misnr,, ho '- ^nsible
'jl'rl,
obietiv' es' Dor tanto'rrn
TilfJ,áf es Iai"i
objeto para otro ser) no puede considerarse propiamente como un s('l ,:: ,t"íi¡rt nado'r'apasión
nte hacia su obieto
En efecto: "Un ser no objetivo es vn no-.rer." [Ibid.] '7.^ u" q**ii*
A continuación Marx nos invita a suponer un objeto que no ru .l
viera objeto fuera de sí, y que , rlavez, no fuera objeto de nuesrrr,* s Ii-
sentidos, u objeto para ningún otro ser. "Supóngase un ser que nr del hombre (ser natural) como
sea de por sÍ objeto ni tenga un objeto. En primer lugar, un ser asr
r: :--^.r^ ., i^"J^.r'¿" .e desoiende d
La caractetiztción ón
ll
sería el único ser , no existirla ningún otro fuera de él; existirla él so
litario y sólo. . . Un ser que no es objeto de otro ser iresupone, pu,
tanto, que no existe ningún ser objetivo. Tan pronto como tengo SctlJlulLurL¡¡lv t ,
un objeto, este objeto me tiene pór objeto a mí. Ahora bien, un ser ¡¡z ¡l- -^"ot.. relación con ottos
, caso' es sÓlo ser
oblbto es un ente ireal, no sensible, puramente pemando, es decir,
segundo' desig-
puamente imaginario, un ente de la abstracción." [Ibid.] lntrdo ññarse rsr¡J¡wrL /--
un scr rsr¡J¡
url la acepción
(á la ccención
único, solitario y sólo, no ta la capacidad de relaclonalse con acepción es un
-. 3tlor,,' rr!-;-ñañia -,'"".-*".rufe en la segunda
-:--1 JusL
fltetror/. t"- _^^^-|e^
t"tt'i=t" del- l^<
los nhietos
objetos que
ou€
r.forzosamentt t]' rlttttiá"¿
:ffif'j.
lene tueta oe .-,--- t-^ lo
, p"i.iÜ,
un nú
lisoone deeunuu
'"r't
-' ^ ^ - m no, no puede, disP.t:t^
.'f.:.TH: a-
e-
^.i:- ::::'íi,
r
- -
i :

'r"t á.i.ti¿"dei y realizar J,-,'^t"'


sus fuerzas'
ya
condicionado
o.ro-tambi¿"., ún
fuera de "t
Manuscrito dirigida a mostÍar que, siendo para Hegel la objetiva-
ue !u...ttan ,::?,:t:.:%;:
ción idéntica a enajenación, al abolir la objetividad (la existencia de
objetos fuera de sí) se queda finalmente con un sujeto-objeto que ncuentra necesariamenl :e en'relación' '' es ut set
aPa'

no sólo no tiene objetos fuera de él sino que tampoco podría ser ob- tonado en cuanto que vive la ex-penen
J.iá, .r d.iir,
onces la fuerzt
jeto para un ser que no podrla existir fuera de é1. Ahora bien, esta n cuanto que siente l"';;;;i;-t*!.,-,^
supresión radical de la objetividad (admitida por Hegel en la Feno- ü.;*";l l,ombrt ,-il"n"¡ su obieto'

203
202
se muestra es de clara rai
rasgos que so-
§e trata de cata«erizar al hombre por aquellos
en §u realroao, o en cuanto teal, cr ;: :i Ñ, ;i;-ái;;i;s"" i: :I:' ::::,::':'3;:',T
decir: "' o1'l'.
' un
de los sentidos, es lo sensible. "'0 De Feuctl¡r ;:'d"JHil;. il;;;;"lhumano quiere
procede igualmente la idea de que el objeto indispensable «lcl ¡rf l}il; ñ;;l *.,'"'¡-' c? :':: :::::i |;b;;.','':
ensu saber"
" "' como
.
sensible manifiesta y confirma su ser, sus fuerzas esenciales. ( ,rlt. ;Xffill;";ot,,,","t.i""tt ét'
párese a este respecto, los dos pasajes siguientes, en los que sc m y'
de sí mismo
tablece que el objeto de una cosa manifiesta la esencia o la firctrl ilo*ur. es un ser para sí, o sea tiene conciencia
esencial objetiva de esa cosa. e a sí mismo como gén
ir bon esta definición,
Matx: "El ¡ol es el objeto de la plaota, un objeto indispensable parr cll¡ de "ser $eoértco" lL'a¡tunP¡u)t
que confirma su vida, como la planta es el objeto del sol, como exleit»rt1
ción de la fuerza sola¡ estimulado¡a de l¿ vida, de la fuerza esencial ohjcrrrr
,,ffi: ü.*!:i:fi : x'fl
del sol." [117]
:a
ü'i'l'#:'H
La?n"jenatió" religiosa consr
del ci¡tianisrno'
Feaerbrc/t: "I¿ relación de la tiema con el sol es, por tanto, aI mismo ticrrr¡rr producto de la
una relación de la tier¡a consigo misma o con su propia esencia, pues la rrrr
:;;r;;;;;;^',,- ¡-¡;.;4,,., toios),
to'rÉtpondtt' al ho"'"' '-""r
r de predic
dida de la magnitud y de la intensidad de la luz en función de las cualcu I
sol es objeto peralatíerrz, es la medida de la distancia que funda la narr¡r¡ , no como
leza propia de la tierra. Todo planeta tiene, pues, en su sol el espejo <lc rl
propia esenci¿. "tt tanto o' el concepto o la
s esel concepto del género en
ia del género que, como;t;;;;" ,t:Í.:*j::Íi.i";
Esta teoría del objeto como revelador de la esencia propia descnr ,ff :f T:l".#"üffái Áir.,
;;*!^""*-"--,'..P,'..'^T':'1,'::';':,:
.iempo un individuo y su vez un a
peña un papel importante én la concepción feuerbachiana .lrl ¿.'ii"áliia*,'.,
hombre que tiene en su objeto (Dios) su propia esencia, y pasl ,rl particular. "
ioven Marx al caracterizar la relación del hombre y sus objetos, crr
con el individuo' Y ha-
tendidos éstos no va como simples obietos de una relación natural ,r
hombre como género no se confunde genérico a un indiü-
conclencra slno como tos de su conf---r:r^'.,^.o.,.,."..li .it.irr"-""o tttte-
:lbT: Feue o que
del hombre como ser natu ión,, pa
pa i:T',:
umano.
I::
qénero humanol r ¿en que 5€ u'^-""'
:::.:::
_.* __ _tros gé-
o io*o
i ü;;"-t lo que dice Feuerbach:
El hombre como ser genérico
ene por ob-
Tras de co¡a¡cteÍizar al hombre como ser natural, Marx destaca kr conciencia en sentido estrict sí mismo en
que hay en él de espec'ficamente humano, pues ". . . el hombrc ffi#J:*:*'a,ll¿"Jn
,Bi",i1"il¡;.-:;;;.iro p*..,",, en
no sólo es un ser natural, sino que es también ser humano. ." 'rá".t..".
genero. . ,.io
ItO
.r.iliai¿"¿,
rLrv uoro

puede convertir en
ft - .,
l-- 1"-ti
obj"'' urr@ lvu*e' -----
'L;
SU

¡t¡¡lezz esencial. "tl


Pincipios de filotofta del fittro, eo: L. Feuerbagh, Textos escogidos, ed. cit
L0
la , ¡
'
120.
rr Feuerbach, I¿ e¡elcia del ci¡tialimo, ed. cit., p. 54. L. Feuerbach, oP. cit'' P' 191'
, tbid., p. ,1.
204 20,
Aquí nos encontramos con que el género humano a diferencia ,lt iduos (la guerra de todos
otros no humanos se encuentra en relación con su propio géncrrr, ro. la e*isiencia del homb
esra relación consiste en ponerse a sí mismo como objeto de su ct,n tGar. la
ia SuPcr¿Ltvr¡ del desgar
superación u!¡
-L-,--^r^ la pñ2ñ.rnacrou puuLrL4 \",*^?--l^11^.^
ciencia. Así, pues, lo que define al hombre como género es esta r(' daoa.
udadan i^t^
n' Lo untversa I sé Presenta baio
lación consciente. El género (lo universal) es, por tanto, objeto dc l"r s que real'
en oposición al individuo
conciencia, y la conciencia (el hombre) se define como concientr,r forma
de lo universal. EI hombre como género es, por tanto, conciencia .L' a bien, según Marx:
sí como género. En la religión, la conciencia de Dios, es concient r,r
abstrac-
de sí, del hombre , pero en forma invertida. rlo cuando elh trabaio
Junto a esta definición del género como conciencia de sí hay qrrc ' seconvierte, ha reco-
poner, la existencia en sí del género en tanto que se despliega en 1," ividual Y en
y en cuando,
individuos en cuanto e ntrao en relación. Es lo que se pone de marrr ido y organ ':sl ;i;;Á"'de fuerza
fiesto en el amor, dete¡minación genérica que se realiza a través ,lt' lanto, no
tanto, :'-^_^ ,,-o.o "t1
¡'t
..umana."t1
la mediación de la diferencia y relación de los sexos. [o que s(' ,ir, táto a"ao"ces se lleva a caDo la e^atrLrP¿Lrvr¡
cumple en el amor no es una determinación empírica individuul
sino lo universal, lo genérico. Por ello dice Feuerbach: "El amor ('\
la existencia subjetiva del género. . . El género infunde en mí cl
amor. El corazío del género es un corazón lleno de amor."r{

que Marx quiere decir cuando define al hombre como ser genérico
Esta análisis nos

primera vez este concepto. Poco antes lo ha hecho,liñlláile aurr


todo el rico contenido que ahora le da, en su Crítica de lo filoso/í,t
del derecbo de Hegel y, especialmente, en Sobre el problem,t
judío. En ambos casos, echa mano del concepto feuerbachiano al
abordar el problema de las relaciones eotre el individuo y lo univer- alenzado surollo'
Allí donde el Estado polltico burgués he'
sal. Frente a Hegel que hace del individuo una abstracción y que só-
hombrc, no sólo .. ;i"".;:;i;;;cn la co y":*::
lo en el Estado postula idealmenre la unidad del individuo y de lo :,",n'ii';¡i,;,^a*,:i:,:;r::;;;,"r1;'í,iilii:^,i"ij,Tx,
cva er

universal , Marx considera que esta unidad será efectiva en la so-


dpoYtticz', en la que
ciedad verdadera. La Sociedad Civil ya no será la aromizaciín de los
It C. Marx, Sobre l¿ cuestiln judfu' eo"C Marx y F' Engels'
La Sagrada Far¡tili¿' ' '

14
Ibid., pp. 297 y 298. cd. cit., P. 38.
207
206
ciui/, en la que actúa como particular;. . en el Estado, donde el hombrc,., conciencia Ar parec :;?\: *,*::',?ilt';:t':Lii
considerado como un ser genérico, es el miembro imaginario de una imagin:,r,.,
para un t-iene por obje¡ '
soberanÍa, se halla despojado de su vida individual real y dotado de una gencr.,
lidad irreal. "16
^,:!:"iio?,:;:i,:""
to su propio género' '_'
';;q"'
is que una vid.a, el
El animal por consiguiente' no tlene .m¿
y extetror se
Lo que se desprende del modo como uriliza el joven Marx siguicl n#u?. ¿"srtl en el animal la vida interiorinterior y otra
do a Feuerbach, el concepto de ser genérico en este trabajo innrr
""" "1á^
identifican; el hombre.sin embargo' Posee
una vida
diatamente anterior alos fuldnuscnTos es, que el género no se conlurr exterior. '' I

Ciertamente' st consciente calqggnzara a! h?mlre


de con el individuo empírico sin más, pero tampoco se reduce a pur,l
idealidad. Si bien en e I Estado positivo, o sociedad burguesa, e I ., r

genérico se sitúa en un imaginario cielo polírico. separado de la vi,l.r


real individual (dualismo de la vida genérica y de la individual, o ,1,
la vida política y de la individualidad real), una nueva sgciedad ab,,l,
rá tal dualismo, y el ser genérico descenderá de ese cielo imaginar r,,
para ser real.
no es éste el caso sr nos
Al caracterizar el ser genérico, Feuerbach lo hacía como relaci,,,,
en la cual la conciencia hace del hombre (del género) su objeto. Sr
illon-d.t hombre
guiendo sus pasos Marx no deja de subravar la imporrancia dc 1., ññ-desu activid
conciencia en la definición del ser genérico, _y, como Feuerbach, r,
en el carácter consciente de su actividad vital lo que distingue ,,1
hombre del animal . "El tipo de actividad vital lleva en sí todo e I t ,r
rácter de uo^ specier, su carácter genérico, y la actividad librc r
consciente es el carácter genérico de hombre. . ." Í67) Y agregrr , ; iíí: i"lI"-Tl¿::J ffi :xHi:: iili,;" ll1 todas
poco más adelante, pata marcar en este terreno la diferencia enrre r de qJe crea y exte rioriza realmente
,tif'ttt'o
I

hombre y e[ animal : [1lj]

"EI animal forma una unidad inmediata con su actividad vital. No se di'
tingue de ella. Es ella. El hombre hace de su misma actividad vital e I ob jcr,, La vida Productiva
de su voluntad y de su conciencia. Desarrolla una acividad vical conscientc como actividaivital del hombre
No es una esfera determinada con la que se funda directamente La activr
dad vital consciente distingue al hombre directamente de los animales. \' vl
ello es precisameote lo que hace de él un ser genérico." [bid.] tlvacl0n éxteriorización
es o genetlcas.

Resulta entonces que la diferencia entre el hombre y el animrl e.l o es ésta?


actl
consiste en que mientras el aoimal no puede diferenciarse de su a,. te e es eI tra
tividad vital, el hombre gracias al desdoblamiento que opera su el um
conciencia se distingue de esta actividad, es.decir, la convierte en iG-Eá.ió" Práctica de
objeto de su conciencia y su voluntad. La diferencia está pues en l,r

16
Marx, Sobre la cuestión judía, ed. cir., pp. 2)-24. r; Feuerbach, l,a e¡enci¿ del ci¡¡i¿nimo' ed' cit" p' 5l

209
208
un rnundo obletiao,la elaboraciín de la oaturaleza inorgánica, c. la actividad vital del hombre es..su vida 1Va,
obra del hombre como ser consciente de su género, es decir, como un
ser que se compofta hacia el género como hacia sí mismo como ser gc
nérico." [67] necesaria
En pasajes posteriores, l4ao,_g§l4blgsgl nido, su
rácter práctico, real
rq--
üctivo, de la activi ad vital del hombrc
)rada, como
y Preclsamente en
En cinco Pu
mundo objetivo donde el hombre, por tanto, comienza a manifcs 66-67) Veamos:
tarse como ser génerico . Esta producción constituye su vida genérit:r ce de un modo
(sólo produce lo que
""it"teral que
¡rlai)' mienrr"
ñlle el
el
laboriosa. Mediante ella aparece la naturaleza como obra suya. " 0,r..,".n.n,.'i"i'i';i';-;; t"1- ^-l^^\ -io^rrac
,.t.rlnt^
(objetos que no necesita di-
[68] ombre produce de un *"i" "áiítt*l
ento de Feuerbach se hace cada.vez
rra e iñmediatamente)'
Et ,:-^t -At^ ^'^duce
2.' El
¿
bajo lapresió" 0.,1"^::tt*id"::T::
-;;;áí; ne -
: "El objeto to É"tt cuando se libera de su
iatá en n
ella es cuan-
por tanto, la objetiaación de la aida genéica del ltornbre: aquí sc
[iffi' d"J' "t""ttdo se halla libre de
desdobla no sólo intelectualmenre, como en la conciencia, sino la-
verdaderameote Produce"'
l.,. -, ' - -<r^ -- ^.^:,,";
I . ,eProducea-ír
'r---. mismo' ya que sólo
ésPecie' en tan re'
ld la naturaleza, la'
Pf " .Ae --
del anrmar
su
su
ll rt proa,r.to
fícira mreñtr",
:.9rtsuieto a esa depen'
!.ra ,está
::i"' iÚrÉtt..,,. a su producto"'
sc rcconoce o "contcmpla" como ser gcnérico, es deci¡,

su esDecie, mientras que
-r,ráuré
il;;i¡;á-,.*
"el
o','i'l-='*1':::?'#
sabe producir a tono con
hombre
"':Y: :l;,'. ET p,r.i.,.1". io"T::l^ tl:r:::
"

..r"tq'itt t"oí;a
;lf,t::l:
mpre.la medida inherente
ias leyts de la belleza"'
creando mtfirstt' " ser genérico'
,oná¡ie¡ ñ §ee- col-
o COfl-
b. .*. -"ü;ñ;*L" ttsure,,,acomo
género como el
t""io de las
1ea'
demás cosas'
vierte en objeto ,.'yo

El hombre como ser social


ser genérico se nos ha
que conduciría abo¡rz¡ la distinción entre conciencia y realidad, o
enue trabajo como actividad real, material y trabajo como actividad I
espiritud. Ahora bien, 14 !§qqg¡én necesa¡ia no excluye la unidad

tanto, aunque constituyen aI mismo tiempo, conjunta- es una cu


mente una anifud." l$l
210
2tl
por ejemplo' lo
ias que ocultan su verdadero {snrfica!3,}s(o ioniunta de los
'' i.mpr. -^ ^-:::;;"-n::'j^:':
':T3': de
ficarla es tal
lat i' activid
zcLrvru ctúa como UT'j,
como^
't ' Por
senérico, Y no simPlemente
, ser ó-
',':- ttl-
:- s'^--^,,-^ ,.tiri.led no lle
ctúe
ctue
ral toda relación del hombre consigo mismo, sólo se realiza y expr( \,¡
en su relación con los demás hombres". [68] id;'q;;l;;^ uá, p."do
La relación con el género, exige la relación genérica eotre l,r', otros, actúo socialnzente'
'l
hombres. El Yo necesita del rr
actúo como homb
para reali en esta relación, y rr,, ,firma aduí lo Que
como individuos aislados, son dice Feuerbach- "teprest rr r soclal;
-como
tante(s) del género". La relación entre el hombre y la mujer, qrr,
en la
Feuirbach pone de ejemplo y que el joven Marx vuelve a Pon('l "*-"- l - -^ ^^- -rPrta eeilv
En uo
ejemplifica claramente esta necesidad y el carácter genérico de cst',
relación, así como el de cada uno de los individuos en ella. Asr,
o actúe
[,o social se , sremP
e eS' en efecto'. un
ull ser sotial no sÓlo en
rLr rvL¡A¡
i^-^..i.,i¡,.t de su conciencia' a la que
Ili*" --- ^ r^ real- la
^^ñrrñi.la.l ¡eal'
Ia comunidad
mismo. O sea: el hombre sólo "t trr* gue
ffi?.o, entrando en relación con los demás hombres. Pero no s,
trata de cualquier relación, de una relación natural, entre indivr
organiztciiln L4,r. , Mro dar una nueva
duos considerados en su i¡rdividualidad empírica, natural, sitr,,
entre individuos que se relacionan entre sí por su relación con el gc
nero, es decir, como seres humanos.
El conceoto de sénero imolica. Dor tanto, el de ¡elación entre 1,,',

ano de género: ". . . I:l


concePto

El hombre como ser genérico es el hombre como ser social, y p,,r


ello género y sociedad se hallan en unidad indisc¡luble. La sociedr,l
es la realización del género, y, por tanto, el hombre como ser gent:
rico sólo existe en y porlasociedad. ". . Asícomo lasociedadpro
duce ella misma el /tornbre en cuanto l¡ombre, es producida por
é1." [84]
ano. El hombre como ser soci:rl
es, empleando la expresión que acabamos de citar, "el hombre crr
cuanto hombre ". Esto permite limpiar el concepto de social de arl
18
Carta de Ma¡x a Feuerbach, del I t de agosto de 1844, e n: C. Marx, Ctadernos ,1,

Parí¡, ed. cit., p. 180.

2t2
al .r (.()l¡til
el s humano. Marx habla asimismo ya se ha esbozado al
ve virlrr,r -como
anteriores- del hombre como ser unl-
o ,' las determinaciones
y libre, y también total.
( Uy{
Su universalidad se pone de manifiesto en su relación con la na-
y se halla vinculada, por tanto, al carictet del trabajo como
ia del hombre. La naturaleza se entiende aquí como naturale-
exterior y en este sentido en cuanto que , mediante el trabajo, no
e dejar de relacionarse el hombre con ella, la llama Max "el
o inorgánico del hombre", [68] pues el "cuerpo orgánico"
el suyo propio. Es su "cuerpo inorgánico' en cuanto
no es el mismo cuerpo humano. Que el hombre aúte de la natu-
quiere decir que Ia naruraleza es su caerpo, con el que debe
nerse en un proceso constante para no morir." [68]
La universalidad del homb¡e se manifiesta en su capacidad para
hacer de toda la taruralezasu objeto (el objeto de su actividad vital)
para poder vivir. Vivir quiere decir vivir de la naturaleza, convettitla
por tanto en objeto que satisface sus necesidades. La universalidad
del hombre se mide por esta capacidad para convertir a la naturale-
za en su cuerpo. Por ello, dice Ma¡x: ". . Cuanto más universal
sea el hombre, como el animal, tanto más universal será el camPo
de la naturaleza, inorginica de la que vive. " [66]
Cuanto más universal el hombre , tanto más humaniza la natura-
leza. Se trata, pues, de una universalidad que se realiza mediante el
eftc
trabajo y, por tanto, práctica. "La universalidad del hombre se re-
eal
dcl
vela de un modo práctico precisamente en la universalidad que hace
de toda la taturaleza su cuerpo inorgánico , en cuanto es tanto 1 ) un
medio directo de úda como 2) Ia materia, el objeto y el instrumen-
to de su actividad." [67]
Como se desprende de los textos de Max, puede hablarse igual-
mente de una correlativa universalidad del hombre en cuanto que a
trvrdad vital la transformación cada vez m?yor de la natural eze el su cue rpo , es
que chorrea
decir, en naturaJeza humanizada, corresponde también una aplica-
en Ia "com ción y enriquecimiento cada vez mayores de sus necesidades, capaci-
dades y conocimientos; o sea, una universalidad, o universalización
de la naturaleza del hombre (o de éste como "ser natural
humano"). En cuanto que el trabajo hace posible esta doble uni-
El homb¡e como ser universal, versalidad (práctica y espiritual), el concepto de hombre como set
Iibre y rotal
Las determinaciones universál se halla implícito necesa¡iamente en el de hombre como
ar
z.sotanh;;;;.',ó":::'i,.ffi J.:iH1.?.1*H¿::.,:[11fl ser quetrabila.
El hombre es un ser genérico dice también Marx- en
2t4
.X: -nos
cuanto que "se comporta hacia sí mismo como hacia el género vivo

2t,
en
y actual, como hacia un ente uniaersal y, por tanto, libre." [6r, nunca, en los Y b) g^r
Libre quiere decir que se comporta hacia sÍ mismo en su relacirirr
I

rc s€ va rc liza
deal'
este s 4:'
con su género y, en este sentido, sin estar determinado por su in«lr ñca-aalcarrzar
.a alc¿tr¿'4L ln-
ir humano, como Ptoceso de autoPro
vidualidad emp-rica. En este mismo sentido, en cuanto que conl()
ser genérico se relaciona también con las demás cosas, es libre. Su li ;.tr?J,Á;-q"' rf r¡¡!64¡L'
§o en las rotIII'a quL rv "-t uñ
niegan' haY - el
i"'
.o-o limiie toTo-:l j-'rzu,tw - '1-€"':;
s€
bertad se halla implícita en su universalidad: cuanto más universrrl " , y ésre se pre senta '
sea el hombre (o sea, cuanto más ampliamente humanice la natur:r
'
nde, sl
eode' sl
r ---^'-Á ñrrñ.4 r/ ñnrtanto. slnque nuncaseaunhecho
_-- ^-,:-,- l^ ncrticular.
iste -^
en lo Particular'
leza y , por consiguiente , amplíe la esfe ra de sus necesidades, capar i istórico ,,hombre rotal" es
tli;T
dades y conocimientos) tanto más libre será. Pero también es libr«' lcteto
,ncteto .^mo tntalidad
como totalidad
real
en cuanto que produce verdaderamente, pues ya hemos l'rmite inalcanzable del homDre l' Pero, Por otfo
-como ., s^t^^,- ^ 6,.r, riel
visto- sólo puede producir así cuando se halla libre :al ,
inulvruuw ru'' I, .^
respecto de lrr .Álo oor lo
necesidad f-sica inmediata. Ser libre, en este sentido, significa supc-
' fto sólo Por'lo
't sino que' justamente Por ella'
rar, trascender esta coacción f-rsica de la necesidad característica dcl ----;;'movimiento hacia el
nte como mo\
animal. Ser libre significa en definitiva desplegar las fuerzas esen- '
ciales humanas, y rebasar con esta actividad la ¡aturaleza (tanto la
=
hacia el hombre total (como
"to ani-
naturuleza exterior como su propia naturaleza).
Marx utiliza, por último, el concepto de hombre tota/. Sonpocos ter rra uL
nas Yru4 .,rsa necesaria'.his
de ,á""r .in, ,alit
ón).
los pasajes de los Manu¡citos en que caracteriza al hombre como to- s; enaienación (Y con ella Po itl
n este
talidad. Pero en todos ellos está subyacente el apuntar a un hombrc i"*'.ián
Pero ¡ustamelllsr ra rrrJr
i,".,l,]fi."ñ;;;Jlr,
Per-

¡odav-n inexistente , pues lo que encontramos en la realidad es e I htstortc


su sentido
^rc'.oaPt.nder para ¿cercat
hombre dividido, atomizado. El concepto de hombre total hay quc se crean lis condiciones
ponerlo, en relación con su reverso: el hombre enajenado, dividido r -- -^-^1,' ^";..t"..lido deia
te en ra IlIsLUrr4 ] "'^'"'*^-'. -
y fragmentado de la sociedad burguesa. Ahora bien, el contenido
del concepto de "hombre total" se revela de diverso modo en los
distintos pasajes en que los encont¡amos. Veamos una primera
acepción expresada en los siguientes términos:

"El hombre mucho que sea, por tanto, un individuo 2articilar y


-por
es precisamente este ser particular lo que hace de él un individuo y un ser
¡lc,ciil indit¡idaal ¡eal- es también, en la misma medida, la totalifud, la tota- I

lidad ideal, la existencia subjetiva y pzra si de la sociedad pensada y senti-


da, lo mismo que, en realidad, existe tanto como contemplación y disfrute
real de la existencia social cuanto como una totalidad de manifestaciones
humanas de vida." [8)]

El hecho de que se diga en este pasaje que el hombre es la "totali-


dad ideal" podría interpretarse en el sentido de un hombre "ideal",
pero Marx está hablando aquí de un individuo real que , d mismo
tiempo, es esa totalidad ideal. Por esto, cabe interpreta¡ el hombre
total en un doble sentido: a) como una idea que se realiza, sin agotar-
217
2t6
humana, entendida .fustamente como ,,totalidad
ciones de vida' '. y estl hombr.
de manifi.sr,r e) la libertad (en cuanto que puede enfrentarse libremente a su
,oá., .l qi,. qr.a" definido crr cl necesidad y sus productos);
siguiente pasaje:
0 totalidad (el hombre es un ser total en cuanto que realiza
la
la idea de totalidad, y en cuanto que el individuo despliega
"El hornbre se apropia su ser omnilateral
de un modo omnilateral y, todas sus potencias).
I rna de sus relacionr, lro*oro,
¡,,,r
lori ll
o, la sensibilidad,e . En rigor, estas determinaciones no se presentan aisladas sino en
, la acrividad, el am .l
dad' como órganos estrecha unidad: Ia conciencia se da siempre en un set práctico, acti-
en
objetiuooe :#;::';:;i;;:;:i:ilffiX?1"j,."#:i,i:l
(
tamente
vo, que utbaja, y además en un ser que sólo produce socialmente;
el trabajo; la vida productiva (como actividad vital) siempre es cons-
apropiación ,, mana. tg;l ciente y, además, se realiza contrayendo ciertas relaciones en el pro-
ceso de trabajo o producción; la socialidad marca toda actividad dél
Así, pues, el ,.hombre rotal ', hombre y sus productos, trátase de la conciencia o de i.avida real; la
mundo despliega rodas sus pote universalidad y la libertad se hallan implicadas en una producción
etc._; o s verdaderamente humanas. Finalmente,la totalidad se halla presen-
todas sus p te en cada momento, como un grano de ella, si se considera el
sraciones h hombre real no a la manera feuerbachiana sino sujeto a un proceso
entendido se conrrapone al hombre y.movimiento. Así, pues, cuando Marx establece estas determina-
atomieado de la sociedad bur
ciones que constituyen su concepto de hombre, no se trata de
características que se den aisladas unas de otras, sino en estrecha re-
Iación y vinculación mutuas (particularmente las que Io determinan
como ser consciente, práctico y social).

El hombre como ser histónco


es rnseparable de é1.
Las características anteriores no se presentan siempre en la misma
forma, o de un modo inmutable, sino dentro de un proceso que se
Unidad de las determinaciones esenciales desarrolla en el tiempo y que el joven Marx, siguiendo a Hegel, ca- 'l
ncteriza como proceso de autogénesis o producciín de/ hornbre por
Si dejamos a un lado el bornbre misrno. Afirmar que el hombre es "el producto de su I
lo que compafte con propio uabajo" y que como tal tiene su "acta de nacimiento",
que hay en él prop equivale a afrma¡ que el hombre es un ser histórico. ll
Pues, como ra§gos o La historicidad del hombre se halla claramente expresada a lo lar- li
go de todos los Manuscito¡. La entrada del hombre en la historia es I

sencillamente su nacimiento como hombre, o sea, como ser natural


burnano (con las caracter-rsticas esenciales que antes hemos señala-
do, y entre ellas ciertamente la conciencia). Por ello dice Marx: "Y,
así como todo tiene qve lracer ¡ turalmente, así también el ltornbre
tiene su acto de nacimiento, la historia, la que sin embargo, es para

2t8 2t9
,i
él una historia conscienre y, por tanto, como acto de nacimiento,
un acto de nacimiento que se supera con la conciencia. " [117] Tod«r
lo que el hombre tiene, como ser espec-ficamente humano, forma
parte de su historia, y es, por ranro, rxr resultado histórico.
l,os sentidos del animal no rienen historia. No sucede lo mismo
con los senridos humanos. Justamente en la medida en que el
hombre produce y humaniza la ¡aturaleza, sus sentidos se de-
sarrollan como sentidos humanos. Por ello, puede decir Marx: "La
fornzaciín de los cinco senridos es la obra de toda la historia univer-
sal anterior. " [87]
tfa_

H:
.la
histo¡ia de le indu¡tri¿ y Ia existencia objetiva de la industria, ya hecha
realidad, es el librc obieno de las fuerzas esenciales bumanos. . [88]
Histó¡icamente cambia la forma de manifestarse esas ft¡erzas;

Antropología especulativa y no especulativa


concepto de hombre eo los M*
Queda por determina¡ el carácter del
iorr¡tir. ¿Se trara del concepto especulativo de un hombre abstracto,
o, por el cánt.rrio, del concepto -J como tal abstracto- del hombre
r.d? H"blil de "hombre" o de "los hombres", es, ciertamentc una
abstracción, pero esto no basta para invalidar-el concepto' También lo
forma histórica, concrera, determinada, del trabajo humano (como son los coá.eptos de "capiialismo", "fuerz,ff.,:::Otitj':f.";,.:
trabajo enajenado) a la condición de trabajo en general.
la historicidad permea igualmente el concepto de hombre como ser
social. Cienamente , el hombre es siempre un ser social, pero su sociali-
dad adopta formas histórico-concretas. Ma¡x e¡ los Manuscito¡ dexa-

te, ya sea que esta realizrcíí¡ se considere parcial o total'


220
221
2) Una antropología especulativa se da asimismo cuando los rasg«,s ividuos emP-uicos, o un ho
ésenciales se encuentran en la realidad empírica como rasgos cons- ómenos humanos reales,
tantes y comunes en todas las épocas, en todas las sociedades o pro bre
pios de todos los individuos. Una antropología de este tipo ve al ser
humano al margen de la historia y la sociedad, y encue nrra su asien-
a) descubra la esencia de hombres reales (o sea: de individuos
to en los individuos considerados por lo que es general o común rr
concretos
todos ellos. Esta antropología no toma en cuenra que no existen los o los rasgos más o
individuos aislados, que estos siempre se hallao en cierta relacióo
b) ponga co
si no los
menos co .hombres'
social y que , por tanto, no cabe hablar de propiedades de los indivi istencia Y de su de-
rasgos qu
duos en cuanto tales que puedan generalizarse. Al buscar la esenciu
sarrollo;
humana en lo individual, esta concepción especulativa hace de los en la existencia concreta histórica' de los
individuos simples ejemplares de un género constituido por sus
c) ;;;-ilLr.n.i" con-
hombres reales, y destaque siempre en.su existencia un
propiedades comunes, de tal manera que la esencia se descubre sen, (la esencia humana extste ob¡etrvamente' y
tenido esencial
cillamente abstrayendo esas propiedades comunes de los individuos tiene su lado esencial)'
la existencia
aislados. Justamente contra esta concepción de la esencia humana
apunta directamente la famosa Te¡is VI sobre Feuerbacb.
Vemos, pues, que _brc Cómo caracteriza¡ la concepción del hombre
puedelc4grlage (esencia ideal al margen de
del ioven Marx
la sociedad y de la historia) (esencia abs-
tracta, general, inherente a todos los individuos empíricos aislados).
.Una vez establecidos los elementos propios de una concepción espe-
Por otro lado, gg.ba¡¡qs_iggel4lhp-mb¡sSS}§gs.is.dadJ_srt_la h§lo estamos
. En efecto, ;culativa del hombre , y en qué debé consistir su 'uperación
la concepción del hombre o de la
r"-." á"¿"iones de'raracte¡izar una concepciónes-
á*á.alrm ana de los Manuscitor' ¿Se ráta de
históri-
oeculativa, puramente antropológica, o de una concepción
cepción especulativa que sólo or.d. d.:;;:il".'*Jirl: il:ffiT; í;.j| ¿i" .r.".i" humana? iS. tr"t" acaso de una concepción
tt1ll1i
re-ales (y, por tanto, su esencia) se vean como producro de la historia ;; i; q*h"brí", .on desigual.peso, elementos dt l"o.X
misma y de las relaciones sociales. Ciertamente , el individuo mismo es
. Será para denunciar su carácter esPe-
un ser socid no sólo porque es inüviduo únicamente en sociedad, sino
también afirma cla¡amente el Marx de la madurez- porque a ."üÑ" el que el hombre denotado por el concepto sea un
-como ;;;;; "b"atr.,o uÁ hombrc ideal, una tttnti" que funde las rela-
través de las formas de la individualidad se halla determinado himórica
"Lr,r".,o,
y socialmente.
Ahora bien, ya sea que el hombre se conciba: a) con una esencia
ideal; b) con una esencia que se da en todos los individuos
empíricos, o c) con una esencia que se despliega en rodos los fenó-
menos hisróricos y relaciones sociales, se rrara siempre de un
hombre abstracto y, por tanto, de una gs S!1 Se
mantiene , pues, .rggg o de la
esencia humana. Si, consecuentemente , la concepción especulariva
se caracteriza por proponer un hombre ideal , o un hombre en el
que se anudan las propiedades constantes y comuoes a todos los in- los.- kte bornbre seíu el de la ¡ociedad conzunista'
223
222
como hombre . es decir'
Pero tal hombre nunca ha exis !t',,,t, rcia con su esencia desde ^-^:-^^,{^ ., hombre
"l
srálffl¡¿t¿l. üla-g^cs!§lafu1¡gana sólo se dicra en ese-hor¡tl,r' "ser natural humano"'
oo Dor la Perdlda
, en tanto que los hombres reales sólo hubieran conocicl,,,rr Lienado se ü eter-
creadas

menos en
tos- ya que e :r l¡ TíII
on-
ru4lcra¿e-q-r-r¿f-La esl:rr l, del I
de1_hs.grbjs-S[q-]e-d. ¡Salir¿l-g-q- ctc,ttl,r
-Aeie§a$4"hombre -il.-g-rro-ds-sc*.de§2rr.ll
ideal" ha de realizarse necesariamente pot
'
histórico. El r I

culativa aunque la esencia del hombre se presente como resultl,l,,


necesario del desarrollo histórico, pues en d-e,{Lú-fiyf]g ia lrr¡
uít tt,' ttt ¿tt i"¿i'idualismo t9:i^:1 -"-^"icres nuedeo descubrirse en la
Yerr 1.,
n ello, como
negación de su esencia (enajenación, egoísmo, aromización, et( )

1o ideal , el hombre con las características que [e son negadas (tral,.r


jo como actividad vital , socialidad verdadera, totalidad, etc.), en rrr
1', t I

ir
Si esto es así e-s con
cepción de la ese rr
cia humana. Pero esta concepción só[o existe en la medida en qtr,
por esencia humana se conside ra sólo la del hombre enaje nado de l,r
sociedad comunista (sociedad en la que desaparece el conflicto tl,
su esencia y existencia). divr
did¿en dos: la del hombre enajenado, que niega su esencia, [a r'l«'l
hombre desenajenado que la afirma.
a (-onceDclon 2ntro ica de la esencia humana exlste

humana se daría en el hombre desde que éste existe como tal y, t'rr
consecuencia, no podría hablarse di una historia en la que dich:r
esencia no se hubiera manif-estado. El hombre se presentaría en st¡

l''E.Mandcl, l,t.fintdtionirlapLtttít'r;t'onortiqntit,K¿r//t'l¿n, cd cit.pp llti


tt9.
225
224
del obrero, la negación que en él se da de la esencia humana (los
ecos de Feuerbach en ella son evidentes), pero, al mismo tiempo,
Marx critica a dicha Economía por haber perdido de vista que el tra-
bajo humano se presenta en unas relaciones sociales dadas (baio cl
VIII. LA QUERELIA DE tOS MANUSCRITOS
régimen de Ia propiedad privada como trabajo enajenado). O sea,
en un caso, el trabajo se ve como la negación de la esencia humana:
en otro, como una forma concreta, y, por tanto, histórica
mente enajenada- de esa esencia (entendida como praxis, produc-
-cie¡ta-
ción, etc.). Sin embargo, aunque ambas concepciones se Presentan Las fases de la querella
enlos Manu¡crito¡ sin que el joven Ma¡x se incline abiertamente por
una de ellas, pronto hari es¡a elección.
Desde I ano 1932 en que se. Public
A pa¡tir de lu Tesi ¡obre Feuerbacb y de Iz ideología olemana ya
e

no habla¡á, de acuerdo con la primera concepción, de pérdida y recu-


peración de la esencia humana, o de una existencia real del hombre
que no coresponde a su esencia. Seguirá habla¡rdo de esencia humana,
pero de acue¡do con la segunda concepción, de la esencia humana en
la existencia real, como conjunto de relaciones sociales (Tesis Yl), y co-
mo esencia cuyas formas concretas de manifesta¡se serán históricas y es-
ta¡án determinadas por estas relaciones sociales.

constitución del Pensamte


áodo mismo de concebi¡ al
227
226

You might also like