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Lo primero que deberíamos definir es qué entendemos por cliente. En general la palabra
cliente, designaría el target objetivo al que dirigimos nuestro negocio. En el negocio
farmacéutico la cuestión se complica de forma importante, debido a que, si bien el
destinatario final son aquellas personas que padecen la enfermedad, el producto llega a
convertirse en la opción terapéutica del paciente, sólo después de pasar por una serie de
instancias (médicos, farmacéuticos, etc.), cada una de las cuales ejerce (o puede ejercer
su influencia) en la elección del producto final, y que evidentemente es muy variable,
según la problemática y el fármaco en cuestión.
Creo en este sentido, que la actual dinámica farmacéutica debe entenderse desde la
óptica de dos grandes acontecimientos:
Del sistema de salud. Calidad del cuadro básico de medicamentos que oferta.