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CARRERA DE ARQUITECTURA Y DISEÑO

“LA CIUDAD VITAL, SEGURA, SANA Y SOSTENIBLE”

Autor:
 Abanto Varela, Marolin.

Curso:
Taller de Proyectos VII

Docente:
 Nancy Pretell
 Milagritos Chávez mercado.

Trujillo - Perú
2019
“LA CIUDAD VITAL, SEGURA, SANA Y SOSTENIBLE”

Una ciudad vital debe englobar todaslas cualidades que hacen a una ciudad segura, sana y
sostenible. Para ello debe enviar señales amigables a sus habitantes, con promesas de
interacción social y asegurar que las personas puedan caminar y andar en bicicleta sin
correr riesgo alguno. Las ciudades que deseen atraer flujos de personas deben tener
espacios públicos cuidadosamente diseñados, infraestructura novedosa y atractiva para
la gente. Las personas se sienten naturalmente atraídas por la presencia de otros y por los
lugares donde hay actividad. Por ejemplo: cuando los niños observan que hay otros niños
jugando, rápidamente quieren unirse al grupo, de aquí se desprende el hecho de que la vida
urbana es un proceso que se retroalimenta. “La gente va a donde hay otra gente”.

Las ciudades vitales buscan terminar con la tendencia de la población a recluirse en barrios
cerrados y promover una urbe que sea accesible y atractiva para todos los grupos sociales.
Para esto es necesario que los espacios públicos cuenten con presencia de actividades
tanto recreativas, como sociales, invitando a la población al uso de dichos espacios.
Podemos encontrar numerosos ejemplos de lugares donde existe una elevada densidad de
construcciones,pero lamentablemente resultan poco atractivos como para convocar a que la
gente a acudir a ellos. Muchas veces observamos es que un sector de alta densidad, que no
ha sido planeado adecuadamente, obstruye la posibilidad de que surja un espacio urbano
vital. Un caso particular es “El downtown de Sidney”, que está lleno de torres en altura, y
mucha gente trabaja y vive a lo largo de esas calles oscuras y ruidosas por donde corren
vientos considerables. Las calles permiten a las personas moverse de un lado a otro, pero no
alientan a nadie a usarlas. No se trata del número de habitantes ni de multitudes ni del
tamaño de una ciudad. Más bien, un espacio se convierte en significativo cuando es popular
y capaz de atraer gente hacia él.

La ciudad vital también necesita tener una compleja y variada vida urbana, donde, además
de la presencia de actividades recreativas y sociales, haya espacio para el tránsito peatonal
como así también oportunidades de formar parte de la vida urbana. La existencia de
veredas repletas de personas luchando por circular de un lugar a otro no genera las
condiciones óptimas para el desarrollo vital dentro de un espacio urbano

Como la ciudad propone una vida agitada, disponer de un poco de paz es un objetivo
primordial y altamente buscado, que solo se lograra priorizando la seguridad de la
población. Por lo general, son las personas las que hacen que una ciudad sea más segura
y atractiva. Al hablar de seguridad el objetivo es lograr y mantener una sociedad abierta,
donde personas de diversos grupos socioeconómicos puedan circular de par en par, a lo
largo de su rutina diaria, dentro de los espacios comunes de la ciudad (parques, estadios,
piscinas y coliseos). Si logramos reforzar la vida urbana hasta el punto de lograr que la
gente circule a pie y pase tiempo en los espacios públicos, la seguridad, aumentará. La
presencia de otros siempre es un buen indicador de que un lugar es considerado seguro
y agradable. Hay “ojos en la calle” y “ojos sobre la calle”. Cuando las personas utilizan el
espacio público, todo cuanto los rodea se vuelve más significativo y más importante de
mirar. Una ciudad vital se convierte en una urbe valorada y también segura. Debemos
aprovechar el uso de áreas urbanas donde se dan usos de tipo mixto ya que, en ellas hay
más actividades dentro y alrededor de los edificios a lo largo de todo el día (día y noche),
generando mayor seguridad y dinamismo.

Caminar por las noches en una calle con luces prendidas en, viviendas, negocios y oficinas
que se pueden observar desde el exterior nos da la sensación de seguridad, por el
contrario, si caminamos por un espacio oscuro y abandonado nos produce una sensación
de rechazo, miedo e inseguridad.

Si existe vitalidad, tanto en la calle como en los edificios que abren a ella, nos generara
bordes urbanos amigables (áreas verdes y parques llenos de gente) y por ende ciudades
vibrantes, sin dejar de lado que también servirán para mejorar la seguridad y la protección de
la población. De este modo podremos visualizar lo que siempre se observa en los bocetos
arquitectónicos que son grupos de gente sonriendo dentro del proyecto,
independientemente de sus cualidades, esto es un reflejo de cuán atractivo resulta el
espacio público para la población.

Ahora si nos ponemos a reflexionar por un momento, nos daremos cuenta que el tránsito
peatonal y el ciclístico usan menos recursos energéticos que cualquier otro medio de
transporte, además no emiten gases tóxicos ni residuos de dióxido de carbono, por lo que
no afectan al medio ambiente, generando un ambiente sostenible y saludable donde
vivir. También contribuyen a mejorar nuestra salud, aumentando la actividad
cardiovascular y reduciendo el sedentarismo, teniendo como resultado la disminución
de sobrepeso en la población. Al saber todos estos beneficios viene la pregunta: ¿Por
qué no alentar a la población a caminar y a moverse en bicicleta lo más que pueda dentro
de su rutina diaria? Obviamente, este tipo de estímulos necesita de un cierto nivel de
infraestructura, por ejemplo de rutas peatonales atractivas (sardineles con jardines), uso de
ciclovías, veredas más anchas para mejorar las tramas peatonales, árboles para lograr
sombra y mejorar los lugares donde se cruza la calle.

Alentar la gente a caminar y a circular en bicicleta de forma regular obliga a los


planificadores urbanos a diseñar para las personas y ya no para los automóviles como están
acostumbrados. Se sabe qué desde hace más de 50 años estos planificadores urbanos se
dedicaron a crear espacios para los vehículos y como resultado, se deterioraron las
condiciones para que los peatones y los ciclistas transiten. Las veredas, estrechas de por sí,
comenzaron a llenarse de señales de tránsito y otros obstáculos colocados sobre el
espacio peatonal, de modo tal de no entorpecer el movimiento de los automóviles. A
estos impedimentos físicos, a quienes circulan a pie se le suman otras dificultades, tales
como largas esperas en los semáforos, problemas para cruzar la calle, oscuros túneles de
paso y puentes sobre elevados.

Queda en evidencia lo interconectadas que están estas cuatro palabras claves: salud,
seguridad, sostenibilidad y vitalidad y los enormes beneficios que pueden significar para
estas cuatro áreas, que haya un aumento en la búsqueda de mejores condiciones para los
peatones, los ciclistas y para la vida urbana en general.
Un solo cambio en la política urbana reforzará la calidad de una ciudad y una serie de
objetivos sociales. Además de otros beneficios, un fuerte aliento a que la gente camine y
ande en bicicleta puede hacerse de forma rápida y barata. Las acciones deben estar a la
altura de las palabras, sin embargo. Se debe establecer niveles óptimos de infraestructura.
Pero lo más importante de todo, se debe trabajar para estimular a todos a que caminen y
anden en bicicleta como parte de su rutina diaria. Alentar y estimular son las palabras clave,
y lograr calidad espacial urbana en la pequeña escala a la altura de los ojos.

En conclusión, se puede decir que si tanto las áreas urbanas nuevas como las antiguas
alentaran el tránsito peatonal, o la combinación entre la caminata y el ciclismo, se podría
solucionar las necesidades diarias de transporte (disminución de vehículos), se reduciría una
gran parte de los problemas de salud (sedentarismo y obesidad) y se podría mejorar la
calidad urbana y de vida de la población (creación de parques y plazoletas).

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