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Autor
DELGADO RODRIGUEZ DARWIN PAUL
DOCENTE
Dr. AUGUSTO FRANKLIN MENDIBURO ROJAS
Línea de investigación
Derecho Privado
Pimentel – Perú
Año 2018
EL CONTRATO DE MERCHANDISING UNA REALIDAD ECONOMICA DE PUBLICIDAD RESPALDADA POR LA
TEORIA GENERAL DE LOS CONTRATOS
I. INTRODUCCIÓN.
“las necesidades del mercado hicieran que un contrato innominado se repita, progresivamente se
va reconociendo y adquiriendo modalidades y funciones propias con cierta permanencia,
convirtiéndose gradualmente en un contrato nominado.” ( Sideney . 2013, p 55)
Gramaticalmente los contratos se definen como acuerdos o convenios entre personas que se obligan
en materia o cosa determinada y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidos.
La pregunta del trabajo es si este tipo de contrato atípico está amparado por leyes especiales o por
la teoría general del contrato civil.
Respecto a la pregunta propuesta el artículo 1353 establece expresamente los alcances de las
normas contenidas en la Sección Primera del Libro VII del Código Civil, exigiendo que todos los
contratos privados se regulen por esta parte del Código. Para ello, esta sección prevé la regulación
del tipo general del contrato. Es decir, el contrato como categoría general. Pero que señala sin
contravenir las reglas de los contratos atípicos.
Esta regla tiene total coherencia, pues las exigencias legales de cada tipo contractual pueden llegar
a colisionar con las normas del contrato como figura general. En este caso hay que recordar que todo
contrato encierra en el fondo una operación económica que tiene exigencias propias para cumplir
eficiente mente sus fines, y que deberán respetarse.
En otros ordenamientos jurídicos como España tienen doble ventaja es decir amparados por leyes
especiales y por el código civil en el libro de teoría general del contrato. Dato importante para el
desarrollo de nuestro trabajo de investigación de ensayo jurídico
I. ARGUMENTACION:
El artículo 1353 establece expresamente los alcances de las normas contenidas en la Sección Primera
del Libro VII del Código Civil, exigiendo que todos los contratos privados se regulen por esta parte
del Código. Para ello, esta sección prevé la regulación del tipo general del contrato.
Es decir, el contrato como categoría general. Pero que señala sin contravenir las reglas de los
contratos atípicos, Esta regla tiene total coherencia, pues las exigencias legales de cada tipo
contractual pueden llegar a colisionar con las normas del contrato como figura general, en España
tienen doble ventaja es decir amparados por leyes especiales y por el código civil en el libro de teoría
general del contrato. Dato importante para el desarrollo de nuestro trabajo de investigación de
ensayo jurídico
En muchas ocasiones el consumidor no los adquirirá por la calidad o el precio del producto o servicio,
sino por la identificación que realiza entre los valores que transmiten la marca, el dibujo o la persona
famosa y el producto o el servicio. Con ello, las empresas consiguen crear un nivel de demanda de
sus productos o servicios en el mercado y, paralelamente, aumentar la competencia.
“El contrato de merchandising en su acepción tradicional, también denominado contrato de
comercialización o mercadeo, es un contrato de servicios por el que una empresa (denominada
empresa de mercadeo o empresa de merchandising)” (Lobato. 199, p .134), a cambio de una
contraprestación, procede a colaborar con otra (denominada empresa comercializadora) con el fin
de hacer que los productos de esta última sean más competitivos en el mercado, de modo que un
número mayor de consumidores los acepten positivamente y adopten la decisión de comprarlos.
Para lograr esta finalidad, la empresa de mercadeo o merchandising podrá comprometerse a llevar
a cabo diversas actividades tales como mejorar la identificación de los productos de la empresa
comercializadora en el mercado a través de un estudio del diseño, marca, embalaje, envoltorios y
envases, presentación, medios publicitarios utilizados, etc.; así como aumentar y potenciar sus
puntos de venta; facilitar el almacenamiento y transporte de los productos de manera óptima; etc.
“El contrato de merchandising tradicional ha sido definido por la jurisprudencia; así, la Sentencia de
la Audiencia Provincial de Girona de 8 de noviembre de 2002 se refiere al mismo como una figura
contractual en virtud de la cual una persona presta a otra un servicio, a cambio de un precio(Lobato.
199, p .134) , estando dirigido dicho servicio a la potenciación de ventas de la segunda. “El objeto
del contrato puede tener diversas actividades o puede incidir sobre distintos ámbitos.” (Lobato. 199,
p .135) Así, sobre el producto, mediante la creación o modificación de su diseño industrial, o en la
fabricación, distribución y comercialización del producto. Sobre la forma de presentación del
producto (envases, embalajes, envoltorios, etc.). Sobre el lugar de presentación del producto,
encaminado a determinar el puesto de venta en grandes almacenes, hipermercados, etc. En
condiciones de presentación y colocación que lo hagan especialmente atractivo y diferenciado de
los demás productos más o menos afines.
“En efecto, la empresa de merchandising tiene el cometido de analizar los artículos a vender y tratar
de adaptar dichos productos en la forma más adecuada a las necesidades y gustos del público”
(Lobato. 199, p .134) Para ello analiza cuáles pueden ser los medios que deben emplearse para
fomentar las ventas que de esos productos realicen los comerciantes minoristas, considerando los
precios y el margen de beneficio, la ubicación de los productos en el punto de venta o el momento
de introducción del producto en el mercado. En ocasiones el contrato viene referido a bienes de alto
consumo y tiene como objeto desarrollar técnicas de venta en régimen de autoservicio, minorando
así el coste de conservación de las existencias y logrando un mejor aprovechamiento temporal y
espacial de los almacenes.
A partir de esta modalidad tradicional del contrato de merchandising, surge en la práctica otra
modalidad que ha sido denominada «moderna» de este contrato, siendo la que ha adquirido mayor
importancia, según la cual una persona, denominada licenciante o «merchandiser», a cambio de una
contraprestación, autoriza a un tercero, denominado licenciatario, a utilizar un derecho que recae
sobre un bien inmaterial para distinguir unos productos o servicios determinados durante un tiempo
y en un espacio delimitados. Lo que se consigue con este contrato es por tanto que el licenciante
conceda al licenciatario una autorización de uso de su derecho de propiedad industrial, de propiedad
intelectual o de la personalidad, con el objeto de que el licenciatario pueda rentabilizar la
comercialización de sus productos o servicios. Como puede advertirse, el contrato de merchandising
ofrece dos perspectivas. Una primera, de merchandising tradicional, entendido como técnica de
venta de un producto en el puesto de venta, y, otra segunda, la de merchandising moderno,
concebido como la práctica que consiste en distinguir un producto o un servicio con una marca de
renombre, con una creación intelectual o con un aspecto de la imagen de una persona famosa.
A pesar de esta distinción, ambas formas contractuales comparten la finalidad única de obtener un
incremento en la venta de productos o servicios a través de la puesta en práctica de estrategias y
técnicas de mercadeo.
Ahora, con relación a las características contractuales y jurídicas, resalta el autor anteriormente
citado, que existen denominaciones tales como “el contrato de mercadeo” y el “contrato de reclamo
mercantil”. Dicha propuesta es mencionada por Lobato García quien subraya que el principal
objetivo del contrato analizado “se basa más en las connotaciones peyorativas que comparte con el
nomen original”. A pesar de lo anterior,” enfatiza Nina Cuentas una segunda percepción con relación
al objetivo del contrato de merchandising propuesto por Martín Muñoz: la “atracción y notoriedad
de determinados productos y servicios en el mercado (Lobato. 199, p .138)”, apreciación que parece
ser más acertada ya que finalmente esto es lo que conecta al producto con el consumidor.
Otro de los objetivos de este contrato, mencionado por muchos doctrinantes, es el fin publicitario
con el que se puede desenvolver; no obstante, señalan los mismos, no debemos limitar el alcance
de esta figura jurídica a la promoción, a pesar de que debido a su naturaleza dicha característica haga
parte de su esencia.
Con respecto a lo anterior, recalca Lorenzetti que “debemos diferenciar la publicidad materialmente
considerada de la publicidad jurídicamente permitida. Y por ello podemos discutir si la publicidad se
halla dentro de la libertad de expresión o si se distingue de ella por su finalidad de lucro, pero no
podemos discutir que existe un Derecho Subjetivo a la Publicidad” (Lobato. 199, p .138). De esta
manera puede ser objeto de restricciones legales y convencionales. Y por su naturaleza de derecho
se distingue nítidamente del deber de informar. La publicidad, entendida como comunicación
comercial, se aplicaría como una herramienta perteneciente al área de promoción; mientras que el
merchandising es concebido como una técnica que afecta los atributos, tanto físicos o técnicos,
como psicológicos, percibidos del producto (esto es, calidad, marca, envase, tamaño, color, estilo,
reputación, etc.), por lo cual se encontraría comprendido en el área de producto. En otras palabras,
el empresario actúa con la finalidad de incorporar una imagen de un personaje famoso o llamativo
en el producto para de esta manera llamar la atención del consumidor o comprador.
Advierte sin embargo Lorenzetti “que las dos actividades pueden llegar a ser integradas bajo el
concepto de marketing, obteniendo incrementos en las ventas por medio de “mecanismos
diferenciados” (Lobato. 199, p .140). Gracias al merchandising, la atracción y la seducción con la que
el producto se presenta puede influir sobre el comprador y es el principal mecanismo de vinculación,
ya que se busca centrar la atención del consumidor en un producto identificado, diferente de otros
con finalidades similares. Señala el autor que dicha atracción agrega un valor económico adicional al
producto, por lo cual se alcanza la satisfacción del comprador al adicionar “su deseo de identificación
con los valores que una marca, una creación intelectual o un aspecto de la imagen de una persona
famosa es capaz de transmitir”. A lo anterior agrega Navas Navarro: “Sólo la idea de base consistente
en promover la venta de un producto o un servicio asociándolo, en este caso, a un personaje de
ficción conocido, a una marca de renombre o a la imagen de un personaje público, para atraer a los
consumidores, está presente también en el contrato de merchandising, pues mediante éste se
persigue, por el fabricante de un bien o prestador de un servicio, atraer a un determinado sector
social para que adquiera sus bienes o contrate sus servicios
Es claro, entonces, que lo que se busca bajo la suscripción de dicho contrato es el beneficio mutuo
por medio de la transmisión de un derecho que no se compra ni se vende sino que se transmite para
el desarrollo del mismo dentro del acto jurídico en cuestión. Como menciona la cita de Lobato García,
“el selling power del derecho transmitido constituye un fin claro para las partes: el beneficio
económico por medio del desarrollo de sus productos”. (Lobato. 199, p .150) Como hemos
demostrado a lo largo de este artículo, el tomar provecho económico de franquicias exitosas cuya
difusión dentro de los medio de comunicación es amplia y frecuente durante un momento
determinado, representa con seguridad un éxito para las partes (tanto el titular como el licenciatario)
que tomen provecho de la situación en cuestión.
Esta identificación frente a los otros signos similares es lo que permite admitir su aptitud para
distinguir unos productos o servicios de otros en el mercado”. Resalta el autor una vez más que la
distinción con la que cuenten los productos debe ser al mismo tiempo la razón por la cual el público
los adquiera. Es al fin y al cabo el carácter distintivo del mismo el que patrocina la relación entre el
consumidor y el producto adquirido.
Por otro lado, menciona el autor que de dicha característica también se podría inferir la legitimidad
y validez con la cual está actuando el empresario o fabricante encargado de vender los productos
objeto del contrato de merchandising, ya que de esta relación ,”el comprador sabe que la posición
del fabricante es únicamente la de transmitir “la información de que ha existido una autorización por
parte del titular del derecho a un tercero para que comercialice estos productos o preste estos
servicios”. ( Zorraquin. 1997, p 77)
El consumidor sabe que el fabricante de ese producto o el que presta el servicio no coincide con el
titular del derecho que recae sobre el bien inmaterial de que se trate, sin embargo deduce que entre
ellos existe una vinculación económica”. Zorraquin resalta uno de los factores mencionados
anteriormente por Chulià y Beltrán, esto es, la capacidad de atraer y seducir que tienen los bienes o
productos individualizados.” Destacan los autores que los mismos deben ser reputados y populares
pues únicamente de esta manera se podría acreditar su carácter distintivo frente a otros productos,
y desarrollar una función publicitaria que les permita venderse por sí solos.” ( Zorraquin. 1997, p 77)
“Este es, en realidad, el factor que motiva la adquisición de un producto o de un servicio por parte
del consumidor. En consecuencia, es también el rasgo que determina que un empresario aproveche
este valor para comercializar sus productos o servicios”.
Si se concede la licencia para publicidad del producto dentro del mercado al que pertenece, también
se estaría bajo un contrato de merchandising pues lo que se busca es dar inicio a la “publicidad por
remolque” para de esta manera vincular al público con el producto ofrecido. Finalmente, para este
autor “también se podría incluir en el último supuesto, el merchandising en el que la protección de
la marca proviene de un derecho anterior, bien de la imagen o la personalidad, como de autor”, y es
así como las tres categorías mencionadas anteriormente se desarrollan. Muchos de los tratadistas
anteriormente citados hablan de la forma atípica en que se desarrolla este contrato. Por ejemplo, al
principio decíamos que la adquisición de mercancías de una marca en particular, obedecía a la
necesidad del usuario de identificarse con cierto estatus social o de beneficiarse de la popularidad
del producto adquirido. No obstante, el hecho de emplear marcas reconocidas en mercados a los
cuales no pertenecen ha puesto en juego la calidad y la garantía con las que dichas marcas se han
desenvuelto en sus campos de origen. La marca John Deere es mundialmente reconocida en el
mundo por el desempeño de su maquinaria pesada en las labores agrícolas pero dicha calidad y
reconocimiento no necesariamente implican que John Deere maneje con la misma pericia y calidad
su línea de camisetas y gorras, por lo que el titular de la marca se expone a un control de calidad y
garantía frente a los que obtienen la explotación de la marca.
MODALIDADES DE CONTRATO DE MERCHANDISING.
El contrato de merchandising moderno puede adoptar diferentes formas en función de la regulación
aplicable para proteger el derecho o bien inmaterial escogido para designar y comercializar los
productos o servicios. Según se elija una marca, una imagen de una persona o personaje de ficción,
su nombre o voz para individualizar en el mercado los productos o los servicios, estaremos ante uno
u otro tipo de contrato de merchandising, siendo en todos los casos necesario que el bien inmaterial
escogido disponga de una protección jurídica que permita a su titular, por un lado, autorizar a un
tercero el uso comercial de este bien y, por otro, prohibir a terceros su uso sin su consentimiento.
Esencial será también que el bien inmaterial permita distinguir unos productos o servicios de otros
en el mercado, y que sean reputados o populares, gozando así de capacidad para atraer a los
consumidores.
Entre las principales modalidades de contrato de merchandising pueden destacarse las siguientes:
el brand merchandising, corporate merchansing o merchandising de marcas, el cual se caracteriza
porque el bien inmaterial utilizado para distinguir los productos o servicios se encuentra registrado
como marca; el personality merchandising, el cual consiste en la utilización de un aspecto de la
imagen de una persona famosa para diferenciar una gama de productos o un servicio en el mercado;
y el carácter merchandising o merchandising de los derechos de autor, el cual se distingue porque el
bien inmaterial utilizado para individualizar los productos o servicios se encuentra protegido por la
LPI.
En cuanto a las exigencias formales que deben respetarse, debe tenerse en cuenta la posible
aplicación de las leyes especiales que contemplan el negocio jurídico de la licencia a las diversas
formas del contrato de merchandising moderno. En este sentido, dichas leyes especiales no
establecen una regla general que sea aplicable a todos los contratos de licencia, debido a las
diferencias que existen entre los objetos sobre los que puede recaer una licencia. En conexión con
ello, el artículo 74 LP en España, exige que la concesión inter vivos de una licencia sobre una patente
se realice por escrito para que sea válida. Por su parte, el artículo 46.3 LM también española,
requiere que la licencia se inscriba en el registro de la Oficina Española de Patentes y Marcas para
que sea oponible frente a terceros, pero no para su validez. A su vez, el artículo 45 LPI de España por
último, prevé que la cesión de los derechos de explotación debe realizarse por escrito, deber que no
se impone con carácter ad solemnitatem.
A su vez, tomando la referencia de lo dispuesto por el art. 48.3 LM, será usual establecer una cláusula
contractual según la cual se prohíbe que el titular de una licencia de merchandising la ceda a terceros
o conceda sublicencias, a no ser que se hubiere convenido lo contrario. Por otra parte, en los
supuestos de merchandising modernos suele ser frecuente la inserción de una cláusula por la que se
obliga al licenciatario a concertar y mantener un seguro de responsabilidad civil en beneficio del
licenciante, que lo asegure contra cualquier reclamación dirigida contra él por consumidores o
usuarios que lo vinculan con la producción o comercialización del bien o servicio para el que ha
consentido la licencia.
RECONOCIMIENTO DE LOS CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS POR NUESTRA NORMA CIVIL SUSTANTIVA.
(Contrato atípico de merchandising)
Nuestro código civil si bien regula a los contratos nominados, eso no quiere decir que niega la
importancia y el significado de los contratos innominados, puesto que los reconoce y los ubica dentro
del contexto jurídico contractual.
El artículo 1353, del libro séptimo correspondiente a fuente de las obligaciones de nuestro código
civil señala:
“todos los contratos de derecho privado, inclusive los innominados, quedan sometidos a las reglas
generales contenidas en esta sección, salvo en cuanto resulten incompatibles con las reglas
particulares de cada contrato.
Esto es la importancia común de los contratos nominados e innominados para nuestra legislación
civil, el contrato tiene un objeto, una iniciativa y una finalidad y cuando siempre se persiga su carácter
lícito estaré señalando que los contratos son instituciones que sustancialmente son única materia
que no admiten clasificaciones.
Nuestro código civil se muestra inclusivo en esta materia de clasificación y por ende, busca que el
contrato como institución no se desnaturalice y mantenga su credibilidad e importancia y significado
positivo para la sociedad.
El legislador más imaginativo y prolijo no podría superar la realidad comercial; por ello, el repertorio
de contratos típicos o nominados, como los llama el Código, es limitado frente al número y variedad
de los contratos atípicos utilizados en el tráfico comercial. En efecto, la dinámica del mercado no
puede verse encerrada en el conjunto limitado de contratos que ofrece el ordenamiento jurídico,
por eso el propio sistema legal ha sancionado la posibilidad de que los agentes (operadores) del
mercado diseñen sus propias relaciones contractuales en sintonía con sus necesidades. Dejamos
claro que el contrato de merchandising si es contenido por nuestra norma contractual sustantiva.
Por lo que hace falta en nuestro país leyes especiales para este tipo de contratos y que estas cuenten
con sus respectivas reglas de procedimiento.
III. CONCLUSIONES
1.- La doctrina nos muestra la figura del merchandising no solo como una herramienta jurídica sino
también como un elemento publicitario de gran popularidad dentro del tráfico comercial.
2.-Que se creen leyes procesales y especiales. Claras sobre todos los contratos innominados que se
desarrollen en nuestro país.
VI. BIBLIOGRAFIA:
Chulià Vicént, E. &. (1998). Aspectos jurídicos de los contratos atípicos. Barcelona: bosch s.l.
Lobato García, M. (1990). Aproximación a la figura del Merchandising. Buenos Aires, Argentina: la
ley.