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Universidad de Buenos Aires

Monografía - Literatura Española III


Profesor: Armando Minguzzi
Alumna: Indi Paredes
Año 2018
Crítica social en Valle-Inclán: otra lectura sobre los mitos de la conquista de América y la
aristocracia de su época

Cuando los críticos hablan de Ramón del Valle-Inclán, las posturas en torno a su figura
como escritor suelen estar divididas en dos: los que piensan que el objetivo de su escritura es
puramente estético y que no le interesa la vida real, y los que piensan que el autor tiene un
compromiso con la sociedad española contemporánea y que por eso toma distancia crítica del
mundo aristocrático que presenta en sus obras. En relación a las Sonatas dice José María
Alberich (1998): “la crítica ha tendido a ver en ellas una actitud demasiado esteticista y
artificiosa que las hace indignas de comparación con sus obras tardías.” (p.200). Esta forma
de percibirlas pareciera ser producto indirecto de las declaraciones del autor, quién afirma que:
“la condición característica del arte moderno, y muy particularmente de la literatura, es una
tendencia a refinar las sensaciones y acrecentarlas en el número y en la intensidad.” (Valle-
Inclán, 1987, p.1462). ¿Pero al definir el modernismo él habla en algún momento de dejar de
lado la conciencia social? Su escritura esta marcada por la búsqueda de la belleza, hace
alusiones innumerables a fuentes literarias, tiene imágenes cargadas de un sentimentalismo
elaborado y barato y un lenguaje exageradamente precioso (Gibbs, 1991). Pero eso no deja
afuera a la realidad histórica. Valle-Inclán es un escritor que se encuentra en la tendencia
modernista y también pertenece a la generación del ´98, dado que le preocupa la situación
política, económica y cultural de España y está en “disconformidad con la mentalidad
burguesa” (Santiáñez-Tió, 2002, p.100). Él tiene ideología pero ella sólo se transparenta al
leer entre líneas,y como afirma Alberich (1998): “se adivina en el matiz y en el contexto, en la
ironía de las situaciones o las palabras” (p. 203). Tal vez el ´98 fue un núcleo duro y crítico
dentro del modernismo, la cual a su vez como toda revolución1 no deja de ser crítica (Umbral,
1998). Dentro de esta combinación Valle-Inclán no sólo busca la perfección estética, sino que
además posee un espíritu crítico que lo hará cuestionar los valores y discursos tradicionales de
su época.
En este trabajo nos enfocaremos en los personajes con linaje español y americano presentes
en Sonata de Estío y en los cuentos del libro Femeninas: “La condesa de Cela” y “Tula
Varona”, todas obras de Ramón del Valle-Inclán. Dichos personajes dan lugar a una distintas

1 Entendemos que el modernismo no es solamente a una simple escuela literaria y que es algo más que la
búsqueda de nuevas formas literarias y artísticas. Es una revolución estética, social y política. Es una nueva
libertad, en palabras de Valle, el modernista “es el que inquieta” (Santiáñez-Tió, 2002)
representaciones de la conquista de América y al mismo tiempo, a una crítica social por parte
del autor a los discursos tradicionales de la colonización y la aristocracia.
Linajes, origen y antepasados

Comenzaremos analizando los linajes de Aquiles Calderón y de la Condesa de Cela,


quienes pertenecen al cuento “La condesa de Cela”. El personaje masculino es un joven
nacido en La Habana que cuenta con poco dinero: “En los primeros tiempos había derrochado
como un príncipe, mas parece ser que su familia se arruinó años después en una revolución, y
ahora vivía de la gracia de Dios.” (Valle-Inclán, 1978, p.14). Tenemos en consideración que
Valle-Inclán viajó a Cuba en el año 1893 y que estuvo presente cuando ya estaba organizado
el Partido Revolucionario Cubano por José Martí y se gestaba la lucha por la libertad en ese
país. Anteriormente se llevó a cabo también en Cuba la conocida “Guerra Chiquita” y el Plan
Gómez-Maceo, luchas que fracasaron y perdieron ante el poder español2. Dentro de este
contexto histórico, podemos pensar que los padres de Aquiles son criollos que formaron parte
de estas revoluciones y guerras por la independencia, por lo que el linaje americano y español
de Aquiles esta marcado por estas mismas luchas3. Como criollo, “su cabeza […] más
correspondía al tipo criollo que al español” (Valle-Inclán, 1978, p.15). Valle-Inclán
constantemente mezcla elementos de los dos linajes que Aquiles posee por sus padres y su
lugar de nacimiento y por sus antepasados españoles. Él tiene “las mejillas con grandes planos,
como esos idolillos aztecas tallados en obsidiana”, “Una de esas caras expresivas y morenas
que se ven en los muelles y parecen aculadas en largas navegaciones transatlánticas por
regiones del sol” (Valle-Inclán, 1978, p.15) y “Lo tronado de su pergeño, la expresión
ensoñadora de sus ojos […] dábanle gran semejanza con aquellos artistas apasionados y
bohemios de la generación romántica.” (Valle-Inclán, 1978, p.17).
Julia, la condesa de Cela, es parte de la nobleza y su linaje español se ve caracterizado durante
todo el cuento. Es “una dama linajuda”, con cabellos rubios, con “carne fresca y rosada” de la
que se desprende el olor de esencias elegantes y tiene una madre que es imaginada por
Aquiles “recostada en el monumental canapé de damasco rojo, con estampados chinescos,
uno de esos muebles arcaicos que todavía se ven en las casas de abolengo, y parecen

2 Para hacer una mejor investigación sobre este contexto histórico vivido por Valle-Inclán en su viaje,
consultamos sobre la historia de las revoluciones y luchas cubanas por la independencia en la página
https://www.hicuba.com/historia-1.htm.
3 Más adelante profundizaremos en la relación existente entre la conquista de América y el linaje de
Aquiles.
conservar […] algo del respeto y de la severidad de los antiguos linajes.” (Valle-Inclán, 1978,
p.35). Julia es una aristócrata y el autor le concede una imagen “común” como tal: es rubia, de
facciones delicadas, con un lenguaje apropiado y una vestimenta típica para las señoras como
ella.
A continuación nos enfocaremos en los personajes del cuento “Tula Varona”, Ramiro
Mendoza y Tula Varona. Ramiro “el duquesito” tiene un linaje español reconocido: “hijo de
aquel célebre duque de Ordax […] A falta de otro patrimonio heredara la gentil presencia de
su padre, un verdadero noble español, quijotesco e ignorante” (Valle-Inclán, 1978, p.38). Su
forma de sonreír es incluso de un modo “fatuo y cortés, que es frecuente en labios
aristocráticos” (Valle-Inclán, 1978, p.39), y Ramiro mismo habla sobre “su género de vida en
Madrid: su afición a los toros, su santo horror a la política, recuerda las agradables veladas
musicales en las habitaciones de la Infanta, los saraos de la condesa de Cela.” (Valle-Inclán,
1978, p. 46-47). Si bien no tiene riquezas (su padre murió en bancarrota), tiene un nombre
reconocido por su linaje que le permite seguir siendo aceptado dentro de los círculos de la
nobleza.
Tula Varona es una mujer separada de su marido, una criolla que vive en París y practica
esgrima, “una dama genial o una aventurera muy experta.” (Valle-Inclán, 1978, p.42). Ramiro
la describe con “unas piernas largas y esbeltas de venus griega. Posado en su hombro, traía un
lorito, que salmodiaba el estribillo de un fado brasileño, y balanceaba a compás de su verde
caperuza.” (Valle-Inclán, 1978, p. 44). Es interesante como al duquesito esta imagen que ve le
recuerda a las emperatrices y princesas con sus briales y gavilanes en sus puños. Tula tiene
“pestañas, rizas y luengas que al mirar, se entornaban con voluptuosidad americana.” (Valle-
Inclán, 1978, p.44), por lo que encarna a la mujer del imaginario americano de la época y al
mismo tiempo es vista como una mujer de la nobleza europea. A diferencia del criollo
Aquiles Calderón, Tula es una criolla que vive en un palacete moderno, tiene gran poder
adquisitivo, no conoce las privaciones y vive en libertad aún estando casada. Es posible que
sus padres sean españoles y que ella haya nacido en América, posibilidad que explicaría que
ella viva actualmente en París con despreocupación y que a su vez tenga tantas cosas de
origen americano en su hogar (el mate de plata cincelada y la yerba, los idolillos indios y
pájaros de América en jaulas doradas). Tula tiene linaje español pero en su forma de vida no
deja de lado lo americano de la tierra en la que nació.
Finalizaremos esta sección analizando en Sonata de Estío los linajes de sus dos
protagonistas. La niña Chole es la representación del linaje indígena azteca y es descripta por
el marqués de Bradomín como “una belleza bronceada, exótica, con esa gracia extraña y
ondulante de las razas nómadas, una figura […] cuya contemplación evocaba el recuerdo de
aquellas princesas hijas del sol”, “tenía bellas actitudes de ídolo, esa quietud estática y
sagrada de la raza maya” (Valle-Inclán, 1976, p.46) y “Sus ojos […] tienen algo de misterioso,
de quimérico y lejano, algo que hace recordar las antiguas y nobles razas que en remotas
edades fundaron grandes Imperios en los países del sol”. (Valle-Inclán, 1976, p.49). Sin
embargo, ella es en realidad la hija del general español Bermúdez, una criolla: “Ella gimió
con rabia: -¡Ojalá no lo fuese! Cuando vino de la emigración, yo tenía doce años y apenas le
recordaba”. (Valle-Inclán, 1976, p.63). El marqués es quien desea verla como una princesa
indígena para poder reproducir la historia de los conquistadores antiguos4, por eso por medio
de sus ojos la vemos como la representante de un antiguo linaje americano.
El marqués de Bradomín es un noble que viaja a México movido por el deseo de repetir las
viejas hazañas de los conquistadores españoles en América. Algunos de sus antepasados
fueron: “Gonzalo de Sandoval, había fundado en aquellas tierras el Reino de la Nueva Galicia,
otro había sido Inquisidor General, y todavía el Marqués conservaba allí los restos de un
mayorazgo” (Valle-Inclán, 1976, p. 43). Este linaje español lo llama a la aventura y lo
conduce cuando ya se encuentra en México.

Representaciones de la Conquista de América


Rompe la cadena. […]
Indio mexicano, mano en la mano mi fe te digo.
Lo primero es colgar al Encomendero
y después, segar el trigo5

Este poema refleja las opiniones políticas de Valle-Inclán en relación a la situación que
vivía la clase marginada y oprimida de los indígenas en México luego de la conquista
española. Es verdad que lo escribió durante su segunda visita al país en 1921, pero eso no
significa que desde su primer viaje y su estancia en México y Cuba no haya formado su
propia opinión en torno al tema. Los cuentos de Femeninas que estamos analizando y Sonata
de Estío se caracterizan por tener una marcada teatralidad, un lenguaje refinado y elegante y

4 Más adelante profundizaremos sobre este tema de la recreación que el marqués desea hacer en su viaje,
al querer recrear las aventuras vividas por los conquistadores protagonistas de sus novelas de historia.
5 Fragmento del poema “¡Nos vemos!” extraído de “Artículos completos y otras páginas olvidadas”,
primera edición de los trabajos ensayísticos de Valle-Inclán editada en 1987, a la que se acompaña con textos
olvidados.
los valores de la estética modernista que sigue Valle-Inclán. Consideramos que es necesario
unir estos valores con nuestra propuesta de lectura de las obras analizadas, la cual considera
que las parejas protagonistas de las historias tienen una relación de conquistado y
conquistador. Creemos que dicha relación es una manera disimulada que tiene el escritor para
representar lo que había pasado históricamente durante y después de la conquista de América,
sobre la cual tiene una visión negativa. Retomando las características de los linajes que los
protagonistas poseen, recordamos que la condesa de Cela, el duquesito y el marqués son
nobles de un linaje español reconocido y antiguo, y que Tula, Aquiles y la niña Chole son
criollos con dos linajes cruzados, el español y el americano.
En los casos de Julia (la condesa) y de Bradomín, ellos comienzan conquistando y teniendo el
poder de la relación. Julia decide despedirse de Aquiles, quien al comienzo del cuento ya esta
conquistado: “es realmente absurdo sentirse conmovida y arrastrada hacia aquel bohemio.
Calcula que si es débil y no se decide a romper de una vez, hallaráse más que nunca ligada.”
(Valle-Inclán, 1978, p.21). Julia aborrece los sentimentalismos ruidosos y representa la figura
de Don Juan. Aquiles no tiene dinero, no terminó de estudiar ninguna carrera y tiene una
“dejadez de perdido” al principio de su encuentro. Cuando Julia le pide las cartas que le
escribió, él: “Estaba tan emocionado, que sus manos temblaron al desatarlos.” (Valle-Inclán,
1978, p.25). No obstante, al final del cuento quien pierde su rol y termina herida y conmovida
es ella. Aquiles sentía pasión por la Condesa y además al estar con ella tenía: “La satisfacción
de las naturalezas finas condenadas a vivir entre la plebe y conocer únicamente hembras de
germanía, cuando la buena suerte les depara una dama de honradez relativa.” (Valle-Inclán,
1978, p.23). Aquiles tiene la fortuna de conocerla a ella y no la quiere dejar ir. Es por eso que
intenta detenerla pero no lo consigue, logrando en su lugar herirla y enamorarla: “la mirada
que ella le dirigió desde la puerta al alejarse para siempre, no fue de odio, sino de amor”
(Valle-Inclán, 1978, p.37). Aquiles puede ser imaginado como América y Julia como el
conquistador español, segura de sí misma y con frialdad de Don Juan. Aún teniendo
reconocimiento aristocrático, ella pierde el poder de su tierra conquistada/el manejo de
Aquiles y la relación. La Condesa deja de ser única que causa dolor, fue
cautivada/conquistada por el criollo empobrecido/América. Vemos en esta relación de pareja
una forma de representación de lo que pasó durante la conquista: los conquistadores llegan a
esta nueva tierra, se sienten atraídos por la novedad y el exotismo del continente, pero así
como vienen, quieren irse con todas las riquezas posibles que puedan llevar con ellos. Pese a
esto, existen conquistadores que antes de abandonar el continente llegan a formar lazos de
familia con las mujeres de América, lo que los ata para siempre con estas tierras.
Tula Varona en el cuento que lleva su nombre, comienza y termina teniendo el control en la
relación que tiene con el duquesito. Desde que comienzan a caminar juntos, ella va adelante
de él y se burla disimuladamente con “una risita burlona que simulaba contenida por el marco
de aquellas pestañas, rizas y luengas” (Valle-Inclán, 1978, p.44). Nos parece que ella quiere
seducir a Ramiro sin perder su posición de poder. Cuando lo reta a practicar esgrima con ella,
y se da cuenta que él es más fuerte en el deporte que ella, para seguir superándolo se deja caer
sobre él sabiendo que con su cuerpo puede seguir manipulándolo. Ella lo conquistó y no
quiere que él se libere, quiere seguir jugando. No lo deja avanzar más allá de los límites
impuestos por ella, la criolla no necesita de un linaje aristocrático reconocido para tener
superioridad. Con el duquesito, podemos pensar en los conquistadores que vinieron a probar
suerte al continente, sin posesiones o fortunas, y al conocer este continente son conquistados y
no pueden abandonarlo, ya sea por las posibilidades de progreso que ven en el, o porque
forman una familia. Se quedan embelesados y no piensan que en un futuro podrían ser
rechazados. Tula es la América que seduce y el juego que hace, es la pasión que algunos
conquistadores pueden vivir por esa tierra, la cual puede terminar durante las guerras por la
independencia de ese mismo territorio.
En el caso de la niña Chole y Bradomín, es él quien enamora y conquista, aunque (como
veremos más adelante) la relación entre ellos se dará así para que el autor pueda incorporarle
una ironía disimulada. Con la conocida intención de revivir el pasado, el marqués conquista a
la niña Chole porque según sus palabras “crucé ante la niña Chole orgulloso y soberbio como
un conquistador antiguo. […] la Niña Chole era como aquellas princesas que sentían el amor
al ser ultrajadas y vencidas.” Cuando ambos llegan al priorato de Comendadoras Santiaguistas,
el marqués ya sospechaba que ella quería pasar desapercibida y decide ayudarla: “sus ojos de
reina india imploraban mi ayuda: Se la otorgué liberal.” (Valle-Inclán, 1978, p.59). Sin
embargo, es un conquistador de gran linaje español hasta que aparece Diego Bermúdez. Como
padre y amante de la Niña Chole él la busca, la encuentre y se la lleva. Bradomín no hace
nada para evitarlo y no sólo pierde su conquista, sino que además no logra olvidarse de ella y
su recuerdo no lo deja descansar. Indirectamente la Niña lo conquistó de manera romántica.
Al final de la historia, ella vuelve a su poder (por pura casualidad) y vuelve a ser la dominada.
Como representación del pueblo americano, no logró independizarse y es siempre una
posesión de la nobleza española. Ella es la representación de la sumisión del pueblo mexicano
y es por eso que dice Gibbs (1991) que la Niña se entrega siempre al hombre que en cualquier
momento sea el más poderoso. “Se hace amante del Marqués, pero cuando reaparece su padre
con sus tropas, ella grita “mi querido Rey” (Gibbs, 1991, p.100) no lucha por quedarse con
Bradomín. De igual manera cuando vuelve con él luego de la muerte de su padre, grita las
mismas palabras: “¡Mi rey!… ¡Mi rey querido!” (Valle-Inclán, 1976, p.82).

Crítica e ironía en los discursos sobre el linaje

La época de la Restauración Borbónica le ofrece estabilidad política a España pero no


puede resolver los problemas económicos y sociales que acechan a la nación. Estos problemas
sin resolver la conducen a una crisis que lleva al país a la Guerra Civil de 1936
(Gibbs, 1991). Los autores pertenecientes a la Generación del ´98 y al Modernismo notan
dicha crisis y rechazan la Restauración y al mismo tiempo, todo el discurso tradicional. Ellos
buscan soluciones a las injusticias sociales y ven en la sociedad de la Restauración una
estructura basada en la mentira. Sin embargo, como dice Gibbs (1991), lo difícil para estos
autores es crear nuevos discursos que retraten lo que ellos consideran como la verdad. En
Sonata de Estío y “La condesa de Cela”, Valle-Inclán nos presenta personajes que como
vimos anteriormente tienen linaje americano y/o español, y que hacen uso del discurso de la
aristocracia (el cual tiene dentro el discurso del linaje) y de la colonización. El autor le agrega
ironía a estos discursos para que los lectores por su cuenta puedan ver la realidad que hay
detrás de ellos. Consideramos que la ironía presenta parte de un discurso, lo subvierte y así
logra indicar tanto la falsedad del discurso presentado como la supremacía de otro discurso.
Como afirma Gibbs (1991): “una vez que parte del discurso ha sufrido el ataque de la ironía,
la totalidad de él suele caer bajo sospecha y así se devalúa” (p.25).
En el caso de “La condesa de Cela”, Julia justifica querer terminar la relación con Aquiles
porque “cuando una mujer es madre, preciso es que sepa sacrificarse por sus hijos […] ¡Hoy
mi madre lo sabe todo! ¿Voy a dejarla morir de pena?” (Valle-Inclán, 1978, p.26). Ella desea
vivir con su madre, a la que considera una buena señora de rigidez franciscana y quien
considera abominables a los amantes de su hija. No obstante, Julia desea no avergonzar más a
su madre por lo mucho que la admira. Es gracioso como por un lado ella se preocupa por lo
que podría pensar su madre de sus amoríos, pero no se detiene a pensar que toda la ciudad
sabe que tuvo amantes y sus propias hijas ya van a tener que enfrentarse a esas
murmuraciones. Recién al final del cuento cuando se despide de Aquiles, toma conciencia de
que el daño indirecto que les hace a sus hijas. Esta cansada y quiere tener una vida religiosa
como su madre y es por eso que quiere dejar de engañar a su marido. Por otro lado, la propia
historia de su madre (dama que habla todo el tiempo del infierno) está llena de ironía. Se
avergüenza de su hija, pero toda la ciudad sabe y murmura que ella también tuvo sus amantes
y que no es una santa. Aún así pregona como toda aristócrata de la época sobre los asuntos
religiosos que incumben a la institución de la iglesia, es devota y su comportamiento actual es
el de una señora religiosa. Valle-Inclán expresando toda esta ironía en las palabras y actitudes
de madre e hija, refleja lo que pasa verdaderamente en su época, el verdadero ambiente en el
que los nobles se mueven: existen mujeres aristócratas con linajes españoles antiguos que
aunque parezcan serias, entregadas al servicio de la institución religiosa, rompen esa tradición
aún casadas y demuestran hipocresía al difundir creencias que ni ellas siguen.
Enfocándonos en el marqués de Bradomín, es su discurso uno de los más irónicos de todos los
escritos de Valle-Inclán. Torrecilla (1998) explica sobre el personaje del marqués: “la
andadura del protagonista se convierte en un rastreo de los indicios que testimonian la
grandeza histórica de España” (p.43). Él quiere resurgir la tradición aventurera de su linaje,
que como vimos previamente, esta compuesto por antepasados reconocidos por sus hazañas.
Es aquí donde Valle-Inclán interfiere para poder poner en evidencia la realidad detrás del
conocido discurso de la colonización. El relato de conquista que nos presenta en la Sonata no
glorifica el pasado español y es una versión empobrecida de las aventuras de los
conquistadores de antaño. Se desvalorizan esas historias de héroes y leyendas con la
desglorificación de las violaciones, saqueos y esclavitud de los indígenas americanos. El
primer ejemplo que podemos encontrar es el encuentro de Bradomín con un indio ensabanado.
Cuando escucha “su voz mansa y humilde”, el marqués no se siente atacado por él, pero
cuando aún con esa “eterna voz de esclavo” el indio decide enfrentarlo, el marqués termina
huyendo de la escena ante el miedo a la violencia y la muerte. Encontramos la ironía en todo
ese palabrerío que hace el marqués de sus antepasados, lo cual no le sirvió para darle valor y
enfrentarse hasta el final con el indio. Otro ejemplo es la violencia sexual contra la Niña en la
primera noche que pasan juntos, situación que podría pasar por lo que llama Gibbs (1991) “un
amorío exótico”. Los verdaderos modelos de compartimiento del marqués se ven expuestos y
él se encuentra orgulloso de tener un linaje compuesto por personas que como él ejercen el
sometimiento a la fuerza. Bradomín actúa y habla como sus antepasados, y es aquí donde
vemos lo que en realidad fue la conquista. No consistió en aventuras románticas, sino como
dice Gibbs (1991): “A pesar de la descripción idealizada de un idilio romántico que nos da
Don Ramón, a veces también insinúa […] casos de vulgaridad y de crueldad sexuales.” (p.98).

Consideraciones finales

Sonata de Estío, “La condesa de Cela” y “Tula Varona” tienen parejas protagonistas que
representan el linaje americano y español de la época de Valle-Inclán. Durante la conquista de
América, los indígenas de linaje americano fueron dominados/conquistados por los españoles
conquistadores y nosotros podemos ver como esta situación se ve reflejada en la relación que
tienen los protagonistas. En las parejas, uno termina siempre siendo el conquistado y otro el
conquistador. En relación a sus linajes, Valle-Inclán plantea en sus discursos la ironía como
herramienta de verdad. Nos revela como los “heroicos” conquistadores en realidad son
mercenarios crueles, dismitifica los bellos mitos del comportamiento de la nobleza de la
época y rebela una conciencia social ante la situación general de la sociedad en la que vive.
Bibliografía

Alberich, José María. “Las Sonata de Valle-Inclán como obra noventayochista”. Minerva
Baeticae. Boletín de la Academia Sevillana de Buenas Letras. 26, 1998.
Gibbs, Virginia. Las sonatas de Valle Inclán. Kitsch, sexualidad, satanismo, historia.
Introducción. caps. 1, 2, 4 y 5. Madrid, Pliegos, 1991.
Santiáñez-Tió, Nil. “III. Modernismo y Modernismos” y “IV. Modernidad, secularización y
novela”. En Investigaciones literarias: modernidad, historia de la literatura y
modernismo. Barcelona, Crítica, 2002; pp. 87-137 y 139-167.
Torrecilla, Jesús. “Exotismo y nacionalismo en la Sonata de estío”. Hispanic Review. 66, 1,
invierno, 1998.
Umbral, Francisco. “3. El modernismo como temperatura” y “5. El modernismo crítico”. En
Valle-Inclán. Los botines blancos de piqué. Barcelona, Planeta, 1998; pp. 16-19 y 23-28.
Valle-Inclán, Ramón del. “Modernismo”. En J. Serrano Alonso. Ramón del Valle-Inclán:
Artículos completos y otras páginas olvidadas. Madrid, Istmo, 1987.
Valle-Inclán, Ramón del. Femeninas. Madrid, Espasa-Calpe, 1978.
Valle-Inclán, Ramón del. Sonata de estío. Madrid, Espasa Calpe, 1976.

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