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POEMAS PARA LOS NIÑOS DE LAS

CIUDADES
1935

ALFREDO BUFANO
ÍNDICE
PIRIMPILO Y FLOR DE LUNA ............................................................................................ 2
LA VARA DE PIRIMPILO ................................................................................................. 2
FLOR DE LUNA ............................................................................................................... 5
BALADA DEL LOBO, LA NIÑA Y EL ANGEL ...................................................................... 7
I ........................................................................................................................................ 7
II ....................................................................................................................................... 7
III ...................................................................................................................................... 8
FLOR DE LUNA ................................................................................................................... 9
EL RAPTO DE FLORDELUNA .......................................................................................... 11
LAS BODAS DE FLORDELUNA Y PIRIMPILO ................................................................. 16
POEMA DRAMÁTICO .................................................................................................... 16
ACTO ÚNICO - ESCENA ÚNICA ................................................................................... 16
BALADAS Y CANCIONES ................................................................................................. 26
BALADA DE LA YARETA............................................................................................... 26
SU EXCELENCIA EL MOSCARDON ............................................................................. 28
CANCION DE PRIMAVERA ........................................................................................... 29
ROMANCE DEL ADIVINADOR ...................................................................................... 31
I ...................................................................................................................................... 31
II ..................................................................................................................................... 32
III .................................................................................................................................... 32
IV .................................................................................................................................... 33
V ..................................................................................................................................... 34
RONDA DE LOS ENANOS DE .LA LUNA ......................................................................... 34
PIRIMPILO Y FLOR DE LUNA

LA VARA DE PIRIMPILO
Del muy singular combate .librada entre Pirimpilo
y el ogro Panqueque . *
I
Don Paco Panqueque montado en su jaca,
al hombro el trabuco y al cinto la faca,
con tamaño hocico bajo el mostachón,
arre que te arre, grita que te grita,
don Paco Panqueque se me desgañifa
carilargo y fiero por un cañadón.

Le han dicho a don Paco que su gran trabuco,


que su enorme faca, su hocico ele cuco
y sus ojos rojos, no le han de servir,
frente a Pirimpilo, gracioso y pequeño,
que tiene una vara, la Vara del Sueño,
con la que a cien ogros ya ha hecho morir.
La gente del cerro grita y se sofoca.
Se abre una montaña, retumba una roca,
desbórdase el río, se arrastra un alud.
La gente sospecha que es un terremoto.
¡Y es Paco Panqueque, brujo boquirroto,
el del alboroto de tal magnitud!

¡Qué ejército tiene! Diez mil escorpiones,


quinientos gorilas, trescientos dragones;
de agudos colmillos todo un arsenal;
osos y panteras, chacales y lobos,
víboras y arañas, escuerzos, colobos,
armados con todas las flechas del mal.
El ogro a sus huestes contempla, y estalla
en risas que tienen fragor de metralla,
resonar de trueno, ruido de arcabuz

Contempla a sus huestes, se aprieta la espada,


y sigue sonando su gran carcajada
que a diestra y siniestra lleva el patatús.
El ogro en su jaca grita: “¡Pirimpilo:
en cuanto te vea, te levanto en vilo,
te atrapo en mis garras, y uno, dos y tres,
te mondo lo mismo que una mandarina,
masco tu sobrosa carne de gallina
y rompo tu cráneo cual casco una nuez!”

Al oírlo ríe todo el regimiento.

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Ruido igual no. mete ni el amigo Viento,
cuyos pingos nadie gana a relinchar 1
Ríe el regimiento de oír a su jefe;
i y el muy traganifios y gran mequetrefe,
de puro contento ya va a reventar!
II
Por la senda opuesta Pirimpilo viene.
¡Qué cara más linda Pirimpilo tiene!
De nube y de nardo y de ágata es.
Estrellas, sus ojos; su boca, una rosa;
dos lirios sus manos; la estampa graciosa;
es niño y es ángel y es flor a la vez.

Pirimpilo viene, Pirimpilo avanza.


Panoplia no trae, ni flecha, ni lanza.
Viene muy jinete sobre un ruiseñor.
Pirimpilo viene sin armas al brazo.
Las flores del valle saludan su paso
con dulces palabras de aroma y color.
Pirimpilo inerme viene; pero el oro
de su cinto oculta preciado tesoro:.
La Vara del Sueño hondo como el mar.
Vara que derrama tan fuerte beleño,
que sólo al mirarla se cae en un sueño
del que nadie nunca puede despertar.

Le sigue su ejército. ¡Quinientos millones


de abejas y avispas y de moscardones;
quinientos millones de erizos de mar;
de blancas palomas tan grande bandada,
que toda la tierra dejaba nevada
cuando se asentaba para reposar!

Faisanes y grullas, gaviotas y ranas,


milanos, pingüinos, halcones, iguanas, -
un pavo real y un gran marabú;
tímidas fárdelas, pardas pititorras,
veinte somormujos con sus lindas gorras,
una vieja espátula y un fiel cururú.

¿Y sus oficiales? ¿Comandante GrajoI


¡Coronel Cigüeña! ¡Mayor Arrendajo!
¡Capitán Lechuza! ¡Teniente.Zorzal!
Pirimpilo pasa revista a su gente, • ,*
que airosa desfila, donosa y sonríénte
haciéndole venias a su general.

Mas, ¿qué ruido es éste? ¿Qué tropel resuena?


¿Por qué de rugidos el valle se llena?
¿Se hace el mundo trizas? ¿Qué ocurre, Señor'?
¿Es el mar que deja su lecho bramando?
¿Se ha caído el cielo? Pero, ¿cómo y' cuándo?
/ ¿O es que ronca el viejo cerro Tronador?

¡Es Paco PanquequeI ¡Son sus fieras huestes!


Marchan entre olores de miasmas y pestes,
guiadas por el ogro tremendo y feroz.
Por donde ellas pasan, corceles de Atila,
todo se destroza, todo se mutila,
bajo la llorosa mirada de Dios.

En un verde valle Pirimpilo y Paco


se encuentran. El ogro cara de mataco
ruge; Pirimpilo sonríe feliz.
El ogro da voces de mando a su tropa,
muge, grita, brama, se para, galopa,
mientras se enrojece su enorme nariz.

¡Ay, qué tremolina! ¡Ay, qué batahola!


El ogro su espada terrible enarbola;
mira a Pirimpilo con hambre brutal;
la tropa lo azuza, le grita, le brama,
le grazna, le ruge, lo oprime, lo aclama,
entre los acordes de un himno infernal.

Pirimpilo aguarda dichoso, tranquilo.


Su vara del cinto saca Pirimpilo.
La esgrime ante el ogro ciego de furor.
\V
Este se revuelca sobre su montura,
se tuerce, se araña, blasfema, perjura,
pues lo invade un hondo sueño abrumador.

Por fin, en su jaca se queda dormido.


Su gran regimiento se ve ya perdido,
pero avanza, loco, dispuesto a morir.
Pirimpilo esgrime su vara bendita;
y al rato, la tropa del ogro dormita
bajo el luminoso cielo de zafir.

Pirimpilo ordena: “¡Soldados, la muerte


más rápida y fiera para el que despierte!“
Mas nadie se mueve bajo el cielo azul,
Pirimpilo entonces ordena el despojo
de los derrotados, y él se guarda un ojo
del ogro Panqueque, bellaco y gandul.

Vuelve Pirimpilo con su regimiento.


Vencedor!” le dicen las flautas del viento;
las aves le cantan: “¡'Gloria al vencedor!"
Pirimpilo torna feliz, satisfecho.

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¡Les trae a los niños prendido en el pecho
el ojo del ogro como un reflector!

FLOR DE LUNA

Esta es Flordeluna,
la niña más bella;
un poco de luna
y un gajo de estrella.

Copito de nieve
por lo diminuta,
lindo copo leve
de nieve impoluta.

La señora hormiga
menuda y rabona, .
es junto a mi amiga
úna sargentona.

Cosa tan pequeña


no hay en tierra alguna,
cosa tan pequeña
como Flordeluna.

Las más bellas flores


de la primavera,
copian los colores
de su cabellera.

Nariz respingada
tiene la doncella,
mejilla encarnada
como la grosella.

Sus agudos dientes


se los hizo Dios
niveos, relucientes,
cual granos de arroz.

El lirio y la rosa,
el agua y la perla,
de pena envidiosa
suspiran al verla.

La azucena, amada
del sol y la luna,
llora derrotada
junto a Flordeluna.
Araña garbosa,
pizpireta y lista,
mi niña donosa
tiene de modista.

Piedras de colores
le dan colorines,
y los picaflores
le hacen escarpines.

Para su tocado
tiene un ruiseñor,
que todo turbado
le canta su amor.

Collares preciosos
le enhebra un cuscús
con los milagrosos
bichitos de luz.

Pétalo vellido
le sirve de lecho,
todo guarnecido
con hojas de helécho.

Cuando a mediodía
se va de paseo,
lo hace, ¡quién diría!
sobre un benteveo.

Ciñe su adorada
cabecita rubia
diadema enjoyada
que le hizo la lluvia.

Raptármela quieren
los ogros de nubes.
Por ella se mueren
de amor los querubes.

Esta es Flor de luna,


preclara doncella,
suspiro de luna
y aljófar de estrella.

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BALADA DEL LOBO, LA NIÑA Y EL ANGEL
I

Un lobo, lobazo, lobuno y lobero,


mitad alquimista, mitad hechicero,
y naturalmente, medio distraído,
“cual todos los sabios que en el mundo han sido”;
como el hambre le hace llorar y gemir,
con las gafas puestas y a medio vestir
en busca de presa se va al bosque umbrío,
la garra afilada y el diente bravio.

Entre hayas y robles escarba y otea,


destroza los pastos, los aires husmea,
y al no encontrar liada para su gazuza,
los fieros mostachos rabioso se atusa,
se rompe las gafas, pega manotones,
y hace largas tiras de sus pantalones.

Y el lobo lobazo, lobuno y lobero,


se siente más malo, se pone más fiero,
tanto, que si viese su cara sombría
la Muerte, de miedo se dislocaría.

II
Sobre un verde cósped está Flordeluna
tejiendo una cofia con hilos de luna.
Una cofia teje mi niña bonita,
una cofia de oro para su abuelita.

Flordeluna teje confiada y dichosa


con ágiles dedos y manos de rosa.
Pero tanto teje mi niña querida
que al fin sobre el césped se queda dormida.

Llega el lobo horrible, lobuno y lobero,


mitad alquimista, mitad hechicero,
y al ver a la niña dormida éntre flores
se dice gruñendo: “¡Qué almuerzo señores!

¡Nadie me daría bocado más rico!'-’'


Y de puro gusto se lame el hocico.
La mete en su boca la terrible fiera,
y toma el camino de la madriguera.- '

Flordeluna gime, Flordeluna llora,


entre fuertes gritos Flordeluna implora;
pero el lobo malo sigue su camino
sonriendo en silencio, dichoso y ladino.

III
Un ángel que oyera las voces que daba
la niña que el lobo feroz se llevaba,
bajó de los cielos en brazos del viento
y a fuerza de alas buscó al lobo hambriento.
Lo halló, y a la niña maltrecha y llorosa
trocó, entre las fauces de la bestia, en rosa.

Y el lobo lobazo, lobuno y lobero,


un poco alquimista y ún poco hechicero,
y, naturalmente, medio distraído
“cual todos los sabios que en el mundo han sido"
cuando diose cata, de muy mal humor,
de que en su bocaza llevaba una flor,
largóla diciendo con muecas furiosas;
“¡Sólo los poetas se nutren de rosas!”

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Por fin, en su jaca se queda dormido.
Su gran regimiento se ve ya perdido,
pero avanza, loco, dispuesto a morir,
Pirimpilo esgrime su vara bendita;
y al rato, la tropa del ogro dormita
bajo el luminoso cielo de zafir.

Pirimpilo ordena: “¡Soldados, la muerte


más rápida y fiera para el que despierte 1”
Mas nadie se mueve bajo el cielo azul.
Pirimpilo entonces ordena el despojo
de los derrotados, y él se guarda un ojo
del ogro Panqueque, bellaco y gandul.

Vuelve Pirimpilo con su regimiento.


“¡Vencedor!” le dicen las flautas del viento;
las aves le cantan: “¡Gloria al vencedor!”
Pirimpilo torna feliz, satisfecho.
¡Les trae a los niños prendido en el pecho
el ojo del ogro como un reflector!

FLOR DE LUNA
Esta es Flordeluna,
la niña más bella;
un poco de luna,
y un gajo de estrella.

Gopito de nieve
por lo diminuta,
lindo copo leve
de nieve impoluta.

La señora hormiga
menuda y rabona,
es junto a mi amiga
una sargentona.

Cosa tan pequeña


no hay en tierra alguna,
cosa tan pequeña
como Flordeluna.

Las más bellas flores


de la primavera,
copian los colores
de su cabellera.

Nariz respingada
tiene la doncella,
mejilla encarnada
como la grosella.

Sus agudos dientes


se los hizo Dios
niveos, relucientes,
cual granos de arroz.

El lirio y la rosa,
el agua y la perla,
de pena envidiosa
suspiran al verla.

La azucena, amada
del sol y la luna,
llora derrotada
junto a Flordeluna.

Araña garbosa,
pizpireta y lista,
mi niña donosa
tiene de modista.

Piedras de colores
le dan colorines,
y los picaflores
le hacen escarpines.

Para su tocado
tiene un ruiseñor,
que todo turbado
le canta su amor.

Collares preciosos
le enhebra un cuscús
con los milagrosos
bichitos de luz.

Pétalo vellido
le sirve de lecho,
todo guarnecido
con hojas de helécho.

Cuando a mediodía
se va de paseo,
lo hace, ¡quién diría 1
sobre un benteveo.

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EL RAPTO DE FLORDELUNA
Flor de luna bañábase graciosa
en mar de perla y de zafir; cubría
su cuerpo de jazmín malla de rosa.

Tanto a la niña el agua entretenía,


que no vio que un gran pulpo rojo y fiero
vil celada espantable le tendía.

Con movimiento rápido y certero


de uno de sus tentáculos, la prende
y huye hacía el fondo de la mar ligero.

Todo lo ha visto una gaviota. Extiende


sus fuertes alas, y con vivo anhelo,
raudo, seguro y firme vuelo emprende.

Como una flecha corta el claro cielo;


con tal celeridad hace camino
que el mismo viento envidia su alto vuelo.

Y mientras huye el pájaro marino,


el pulpo con su hermosa prisionera
bajo las aguas llega a su destino.

¿Quién vió más espantosa madriguera


que ésta que sirve al monstruo de guarida?
i Tal palacio de horror para tal fiera!

La niña ve, de muerte estremecida,


que una turba de peces la circunda
dando al pulpo ruidosa bienvenida.

¡Oh, qué extraña y tremenda baraúnda


de tremielgas, caribes y esturiones
abre las aguas de la mar profunda!

¡Qué de alitanes, qué de jaquetones!


¡Qué de patijas y catalinetas!
¡ Qué tropas de forzudos tiburones!

¡Qué limandas, qué durdos, qué escopetas,


qué singios, qué brillantes porredanas,
que confusión de púas y de aletas!

¡Qué ejércitos, Señor; qué caravanas


éstas que al pulpo a recibir salieron
entre un sonar de branquias y membranas!
Y así que a Flordeluna todos vieron,
fue tal su espeluznante algarabía
que hasta las mismas aguas se escondieron.

Como el raptor terrífico venía


por la marcha y la presa fatigado
y de palpitaciones se moría,

pidió con voz de trueno y gesto airado


que por una ancha raya habilidosa af-
ilíese pomposamente abanicado.. * ■;

Dejó sobre unas algas a la hermosa


niña, cuidada por un torvo y fiero
estomias de bocaza pavorosa;

y él, perdulario y torpe mazorquero,


se fue a dormir, feliz de la jornada
que le ha entregado a un ángel prisionero.

En tanto, la’gaviota, fatigada


sigue cortando cielo luminoso
hasta llegar rendida a la morada

de Pirimpilo. i Oh, nido deleitoso


del sin par caballero Pirimpilo;
pequeño, sí, mas noble y valeroso

como el mejorI ¡Oh, bello y claro asilo


del que cumplió la hazaña- de dar muerte
a un ogro horrible en desusado estilo!

¡Oh, inefable refugio que la suerte


guardó para este indómito guerrero
que su debilidad opone al fuerte,

¡y vence! ¡Porque Dios es justiciero


y a los humildes da fuerzas tan bellas
que al hado rinden y al templado acero!

¡Pues sólo almas gloriosas son aquellas


que nutren su valor y su hidalguía
en la clara lección de las estrellas!

Pero... ¿en qué estaba? ¿qué es lo que decía?


¡Ah! La gaviota, rauda mensajera
que a término feliz llegado había,

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hizo llamar al niño y, vocinglera,

narróle a Pirimpilo la aventura


de Flordeluna con la horrible fiera.

¿Quién podría pintaros la amargura


que el mensaje fatal de la gaviota
volcóle en su alma transparente y pura?

Requirió el espadín, calzó su bota,


la celada calóse, y guarnecida
de puntos de oro se ajustó la cota.

Y en su buen ruiseñor de ala atrevida


salió rumbo a la playa señalada
trémulo de valor y a toda brida.

Tal carrera siguió desenfrenada,


que al rato la gaviota lo perdía
de vista en la alta inmensidad dorada.

***

Llega a la playa. Etérea melodía


hace el niño fluir de la garganta
del ruiseñor, corcel de su hidalguía.

¡Dulce es el río cuando llora o canta;


dulce es la brisa cuanto canta o llora;
flauta es la aurora cuando se levanta!

Mas la canción que el ruiseñor ahora


canta impelido por su ansioso dueño,
a tierras, cielos y aguas enamora.

Y así al amor del musical beleño


salen del mar atónitos los peces
a oír al rey del melodioso ensueño.

¡Ay, muchas veces, pero muchas veces,


yo, cual los peces de mi pobre cuento,
lloré al conjuro de sus altas preces!

Pirimpilo aprovecha este momento,


y en un melanoceto horripilante
al punto monta raudo como el viento.

Espuelas hinca de muy mal talante


y hacia el abismo líquido lo guía
a la busca del pulpo repugnante.

¿Oh, qué mundo, Señor, de hechicería


tras Pirimpilo deja anchas estelas
sirviéndole de extraña compañía!

Gorgohias, luidias, husos, terebelas,


palmeretes, ofiuras, salmacinas,
poranias, hidras, doris, turbinelas;

miléforas, pavonias, urticinas,


ceriantos, aretusas, helioporas,
bugulas, isis, favias y calinas;

pepinillos, alciones, cladocoras,


combas aurelias, cándidas plumillas,
y todo un batallón de crisaoras.

¡Nadie vio más preclaras maravillas


que Pirimpilo en este duro viaje
de azules rutas y de largas millas!

Tras rudo andar y un rápido viraje


ve un arrecife de coral inmenso
que en rojo pinta el abisal paraje.

Estaba Pirimpilo aquí en suspenso ’


cuando oyó de improviso un prolongado
hondo grito de horror, de angustias denso.

Mira afanoso escruta sofocado,


y al pulpo ve, tremendo, amenazante,
tras coralino bosque agazapada.

El mágico espadín saca al instante


y contra el monstruo de ojos espantosos
arrollador se lanza y jadeante.

Se abre el pulpo en dos saltos horrorosos


y envuelve a la doliente prisionera
entre sus ocho brazos pavorosos.
***
¡Ah, Señor: no permitas que la fiera
venza al niño magnífico y valiente
en lucha así, tan desigual y artera!

¡Ayúdalo, Señor omnipotente,


tú, que amparas a pájaros y flores

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y haces triunfar la luz del inocente!

¡Tú, que al humilde cubres de esplendores,


y al pobre le abres tu dorada puerta
trocándolo en señor de los señores!

El trágico raptor, en son de alerta,


diabólico y fatídico se extiende
cual mano horrible vorazmente abierta.

Y al ver que Pirimpilo lucha emprende,


entre un tentáculo a la niña oprime
y con los otros siete se defiende,

Con furia el niño su.espadín esgrime,


baja, sube, se anilla, se escabulle,
de rabia llora y de fatigas gime,

Mas por miedo a que el pulpo lo masculle,


contra su cuerpo ruin loco arremete
y el arma entre los ojos le zambulle.

Y el niño así, cual diminuto ariete,


para asombro de aquellos que lo vieron
una, cien y mil veces acomete.

Y cónstame que sólo decrecieron


de Pirimpilo los fogoso bríos
cuando las aguas sangre se volvieron.

¡Y así surgió el Mar Rojo, amigos míos,


y nacieron los ríos Colorados,
o, si queréis, los colorados ríos!

Gritos llenan el mar alborozados.


¡Son Pirimpilo y Flordeluná bella ..
que de júbilo lloran abrazados!

A nado el salvador sale con ella


y al llegar a la playa silenciosa,
dulce brillaba la primera estrella.

Y sobre el ruiseñor la victoriosa


pareja, vuela hacia la blanca luna,
que es el palacio de mi niña hermosa.

Y oigo ya esta pregunta inoportuna:


“¿Y cómo no se ahogaron en el mar?"
¡Secreto es éste que en manera alguna
os puedo, amigos míos, revelar)

LAS BODAS DE FLORDELUNA Y PIRIMPILO


POEMA DRAMÁTICO
Personajes por orden de aparición:
Coro de flores.
Coro de hormigas.
Una cigarra.
Un búho.
Una urraca.
Un chingólo.
Un gallo, heraldo.
Pirimpilo.
Flordeluna. ’
Coro de flores, pájaros e insectos.
Aldebarán, embajador de las estrellas.
Una lechuza.
Un sapo.
Un hipocampo, embajador del mar.
Un moscardón, embajador de las selvas.
El viento.
La Primavera.
Un escuerzo.
Una nube.
El rocío.
Un niño.
Lugar de la escena: un campo de margaritas. Algunos árboles.
Al fondo, una ermita de oro y piedras preciosas.

ACTO ÚNICO - ESCENA ÚNICA


CORO DE FLORES:
¡Cante el sol, cante la luna,
canten la tierra y el mar!
Pirimpilo y Flordeluna

se van a casar.
¡Oh, ah, oh, ahí
¡Cantemos aquí, bailemos allá!

CORO DE HORMIGAS:

¡Hace un mes que estamos


muertas de fatigas!
Traemos, llevamos,
subimos, bajamos,
¡que para esto sólo sirven las hormigas!
Silencio, señoras tan murmuradoras;
menos aspavientos y más trabajar!

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Si ahora sufrís unas cuantas horas,
¿qué hacéis en invierno sino descansar?
CORO DE HORMIGAS:
¡No declames tanto, no declames tanto
mal declamadora!
¡Ya vendrá el invierno, y con él la hora
de tu triste llanto!
¡Ay, declamadora!

UNA CIGARRA
Nosotras tendremos nuestro lecho blando
y llenas las trojes. Y tú ¿qué tendrás?
LA CIGARRA:
¡La dicha celeste de morir cantando!

UN BUHO:
¡Paz, señoras; paz!
Con discursos nada se logra en la vida,
i Que haga cada uno lo que sabe hacer!
El Dios de los buenos a ninguno olvida.
¡El nos viste y él nos da de comer!
UNA URRACA:
¡Gran razonador
es este doctor!

¡Lástima que sea tan trasnochador!


EL BUHO:.
No lo hago por placer, señora mía.

LA URRACA:
¿Y por qué, entonces?

EL BUHO:
Por sabiduría.

LA URRACA:
Si es así, doctor, callo avergonzada.
UN CHICOLO: '
¡Nunca entraron moscas en boca cerrada!
COBO DE FLORES:
¡Oh, ah, oh, ah!
¡Cantemos aquí, bailemos allá! •
¡El rey y la reina se van a casar!
Debemos reír, debemos danzar.
Un pétalo allá, un pétalo aquí!
EL GALLO, HERALDO:
¡Kilririkí! ¡Kikirikí!
¡Yo soy el heraldo! Ya asoma
vestida de blanpo la blanca paloma
Flordeluna. Viene tomada del brazo
del gran Pirimpilo. ¡Paso a ellos! ¡Paso
a la donosura y a la valentía!
¡Nunca ha visto el mundo nada semejante!
¡Ante ella se esconde la luz del diamante
y él hace una esclava de la bizarría!

El buen ruiseñor,
corcel prodigioso de nuestro señor,
cubierto por una gualdrapa de raso
sigue a su jinete. ¡Paso a ellos! ¡Paso!
¡ Las trompas allá, los coros aquí!
íKikirikíI ¡Kikirikí!

Entran Pirimpilo y Flordeluna, seguidos


por el ruiseñor y un gran séquito de
flores¡ insectos y pájaros.
CORO DE FLORES:
¡Oh, ah, oh, ah!
¡Un pétalo aquí, un pétalo allá!
Salud, Pirimpilo; salud, Flordeluna;
más bellos que el sol y la luna!
¡Salud, juventud!
¡Salud, hidalguía!
¡Gracia y lozanía:
salud!

¡Vibren las trompetas!


¡Deshójense todas las rosas!
¡Canten sus mejores odas los poetas
en las liras áureas de las mariposas!

¡Cante el sol, cante la luna,


canten la tierra y el mar!
¡Pirimpilo y Flordeluna
se van a casar!
¡Cantemos aquí, bailemos allá!
¡Triquitrí!
¡Triquitrá!

EL GALLO

¡Kikirikí!

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¡Silencio, señores!
¡Pueden ir pasando los embajadores!

Entra Aldebarán, embajador de las


estrellas.
ALDEBARAN:

¡Aquí están, oh gran rey, mis credenciales!


Yo soy Aldebarán; traigo el mensaje
de las claras regiones siderales.

PIRIMPILO:

¿Has tenido buen viaje?

ALDEBARAN:
¡Excelente, señor! De un solo vuelo
he llegado a la Tierra, y, ya lo veis,
en la Paloma, que, como sabéis,
es el avión que usamos en el cielo.
Para andar aquí abajo me he traído
el Centauro.

¡Corcel mejor, señor,


no hallarás en el mundo! ¡Bien sabido
que nunca tanto cual mi ruiseñor!

Mirando a Aldebarán.

¡Qué joven tan garrido!


¡Ay, Señor, si de mí se enamorara!

UN SAPO:
A la lechuza.
¡En cuanto ve tu cara,
señora, echa a correr despavorido!
LA LECHUZA: ' *
¡Bergante! ¡Malandrín! ¡Descomedido!
EL SAPO:
Y ¿a qué metes, preciosa, tu cuchara? ■
EL GALLO:
¡Ay, qué voces son ésas
que se oyen resonar tan luego ahora!
EL SAPO:
Al gallo.
¡Es esta donosísima señora,
víctima del delirio de grandezas!
ALDEBARAN:
A Pirimpilo.
Hanme seguido fieles,
para cuidar mi sueño Los Lebreles,
Denébola, La Grulla, La Serpiente,
Las Osas, El Delfín y Casiopea
vienen conmigo.
PIRIMPILO:
¡No habrá rey que vea
séquito más ilustre y refulgente!
ALDEBARAN:
¡Así es, señor!
Y, clime, tú ¿qué tienes
para ofrendarme en este bello día?

ALDEBARAN;
¡Algo digno de tanta señoría:
La Austral Corona para vuestras sienes!

PIRIMPILO:
Mil gracias; y reposa. ¡Heraldo, canta
con toda tu garganta!

EL GALLO:
¡Pase otro embajador
a ver a Pirimpilo, mi señor!
Entra el hipocampo, embajador del mar.

HIPOCAMPO:
¡Os traigo, mi señor, el vasallaje
del mar!
PIRIMPILO:
¿Los documentos?

HIPOCAMPO:
¡Ay, dolor!
¡ No puedo presentároslos, señor.
Se me han mojado todos en el viaje!

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PIRIMPILO:
¡No importa, embajador!

HIPOCAMPO:
¡Bien conocía,
oh, rey, vuestra magnífica hidalguía!

PIRIMPILO:
¿Cómo te encuentras?
¡Algo sofocado!
Porque, a decir verdad, señor, no atino
a respirar aquí. ¡ Vivo turbado
fuera del agua!
PIRIMPILO:
¡Que le traigan vino!

¡El vino, mi señor, me está vedado,


porque el fondo del mar es mi destino!

PIRIMPILO:
¿En qué has llegado, amigo embajador
a ésta mi tierra siempre acogedora? • '

HIPOCAMPO:
En un gran pez espada, mi señor,
y a quinientos kilómetros poi’ hora.
¿Mi escolta visteis?
PIRIMPILO:
Sí. ¡Tanta belleza
sólo una vez gusté: cuando anhelante
luché con un gran pulpo espeluznante
en el mar, por salvar a esta princesa
que hoy es ya reina!
HIPOCAMPO:
¡Nadie lo ha olvidado!

PIRIMPILO;
Y, ¿qué me traes?

FLORDELUNA
¡Ay! Muy poca cosa:
la perla más extraña y primorosa
que en el fondo del mar hemos hallado.
¡Buen regalo, a fe mía!
HIPOCAMPO:
Señor: acaso valga una fortuna.

Su oriente ha de prestarle luz al día


en la corona real de Flordeluna.

¡Gracias! Reposa, i Heraldo, aquí esperamos

EL GALLO:
¡Vamos, señores, vamos!
¡No obstruyáis el camino, amigas flores!
¡Dad paso al que ha llegado,
que estoy algo cansado
de hacer de introductor de embajadores!

EL MOSCARDON:
Entrando.
iTriquitráct ¡Triquitrác!
Aquí estoy con mi ronrón
y mi frac
de moscardón.

EL GALLO:
¡Embajador confianzudo:
nada de torpes maneras!

EL MOSCARDON:
¡Soy un pobre cascarudo
de las selvas misioneras!
¡Triquitrác! ¡Ronrón!
Esta es toda mi canción.

Soy un negro candombero,


medio brujo y carpintero
y no el sabio Salomón.
¡Triquitrác! ¡Ronrón!

¡Basta, por Dios! ¿Qué traes en tus bellas


alas, que así tu gran negrura dora?
MOSCARDON:
¡Un collar de luciérnagas, señora,
que brilla mucho más que las estrellas!
Un collar para vuestro cuello leve,.
para que el oro brille entre la nieve.

FLORDELUNA:

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¡Galante!

MOSCARDON:
¡Regular!
FLORDELUNA:
Mas, ¡ay! no vuelvas
a hacerme oír tu música salvaje.
MOSCARDON:
¡Mis voces perdonad, por lo que os traje
del corazón fragante de mis selvas I
¡Triquitáe! ¡ Triquitác!

Ya me voy con mi ronrón


y mi frac
de moscardón.
EL GALLO:
¿Quién es ese portento
que grita de tal suerte? ¿No es el viento?

EL VIENTO:
Entrando.
¡El mismo, caballero!
¡Embajador yo soy del mundo entero!

PIRIMPILLO:
Seas muy bien llegado;
¡mas no soples tan fuerte, amigo mío!

UN ESCUERZO
¡Qué idioma! ¡Qué beldad! ¡Qué aristocracia
¡Esta sí que podría
ser dueña de mi amor y bizarría!

COBO DE PAJAROS, INSECTOS Y FLORES:


¡Jajaraj!ajá! ¡Oigan al tontón
diciendo sandeces con su vozarrón!

EL GALLO:
¡Silencio

PIRIMPILO:
Y tú, ¿qué traes, Primavera?
LA PRIMAVERA:
El presente soy yo, rey admirable.
PIRIMPILO:
¡Nada más inefable!
¡Cúbrenos de tus gracias, hechicera!

FLORDELUNA:
¡Demasiada porfía!

PIRIMPILO:
¡Si lo digo jugando, dueña mía!

EL GALLO:
¡Señores; entra la nube!
¡Baja, duerme, vuela y sube!
A la nube.
¡Entra ilustre maravilla
y habla, vuela, danza y brilla!
Entrando.
Salud, rey feliz! ¡Salud, reina hermosa!
Ved lo que aquí vuelca mi alforja hechizada:
una nave de oro toda empavesada
para la pareja que hoy reina dichosa.
Agatas, topacios, turquesas, corales,
rubíes, gladiolos, sedeños vellones,
luminosas islas, bosques aurórales,
cebúes, pegasos, delfines, dragones. , *
¡Toda la locura del imaginero!
¡Todos los colores del huerto florido!, ^
PIRIMPILO:
Muy bien. ¡Muchas gracias!
EL GALLO:
Pase otro viajero.
EL ROCIO:
LA NUBE
Entrando.
¡Salud, reina hermosa! ¡Salud, rey querido!
Rocío es mi nombre. La Aurora es mi emblema.
De claros brillantes traigo una diadema
para Flordeluna.
¡Y con ella dejo toda mi fortuna!
EL GALLO:
¡Va a entrar un copo de armiño!
¡Sonad, trompetas; sonad'!
¡Oh, niño, mi dulce niño: pasad!
EL NIÑO:
Entrando.

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¡Salud, gran monarca!
PIRIMPILO:
¡Salud, oh, mi amor!
¿A quién representas, lindo pequeñuelo?
¡A todos los niños del mundo y del cielo,
y a todas las gracias de Nuestro Señor!
¿PIRIMPILO:
¿Ya lo sabía! El niño es el cielo en el mundo.
Tan sólo con mirarte siento el beso profundo
de la gloria! {Trompetas: sonad, claras trompetas!
¡Canten todas, las flores y todos los poetas!
EL NIÑO:
Con timidez.
Como todos los ángeles estaban ocupados
en hacer mariposas para la primavera
del país de los gnomos. Dios me pidió que fuera
su embajador. ¡Oh, rey, aquí traigo sellados
los documentos!

PIRIMPILO:
Niño: no los he menester,
¡Basta mirar tu cara purísima y graciosa!
¡Siempre, mi dulce amigo, me ha gustado creer
que ángeles, Dios y niños son una misma cosa!
Y dime; ¿qué me trae tu celeste presencia?

EL NIÑO:
Lo más bello del mundo: ¡te traigo mi inocencia!
EL GALLO:
¡Ya no hay más embajadores!
¡Ya no hay más embajadores!
La ver esos coros, señores!
CORO DE FLORES, INSECTOS Y PAJAROS:
¡Oh, ah, oh, ah!
¡Cantemos aquí, bailemos allá!
Cante el Sol, cante la Luna,
canten la Tierra y el Mar.
Pirimpilo y Flordeluna
se van a casar.

¡Oh, ah, oh, ah!


¡Un pétalo aquí, un pétalo allá!

MOSCARDÓN
Ron, ron, ron, ron,
ésta es toda la canción
del guarango moscardón.
EL VIENTO:
¡Qué ganas tengo de soplar a gusto!
¡Mas no conviene: puedo dar un susto!
EL GALLO:
Ya salen los reyes tomados del brazo.-
¡Paso a ellos; paso '
a la donosura y a la valentía!
¡Nunca ha visto el mundo nada semejante!
¡Ante ella se esconde la luz del diamante
y él hace una esclava de la bizarría!
¡Suene, suene toda la trompetería! . .

(Salen Pirimpilo y Flordeluna seguidos


del gran séquito, y se dirigen hacia la
ermita, majestuosamente.)
CORO DE PAJAROS, INSECTOS Y FLORES:
¡A bailar! ¡A cantar! ¡A girarI
i El sol y la luna se van a casar!
(Telón lento, mientras el cortejo se
aleja, entre coros y trompeterías.)

BALADAS Y CANCIONES

BALADA DE LA YARETA
Las flores más bellas se unieron un día;
asunto muy grave se discutiría:

Era necesario saber sin demora


cuál de ellas sería la Reina y Señora.

Ganaría el trono motivo del duelo


la que se encontrara más cerca del cielo.

“l Tan eerca^ tan cerca —propuso una .voz—,


que pueda mirarle los ojos a Dios!”

¿Quién fue la primera que quiso afanosa


ganar el trofeo? ¡La Rosa orgullosa!

¿Y con qué derechos la Bosa se apura


si tiene, bienhaya, tan poca estatura?

Provocó la risa de los aspirantes


que abrieron a coro sus bocas fragantes.

P á g i n a 26 | 37
Salió la Azucena. ¡ Qué cara de buena,
qué cara de santa tiene la Azucena!

Y dijo: "¡Oh, amigas, yo puedo ganar,


pues muy a menudo vivo en el altar!

¡Me luzco donosa, cualquiera lo ve,


en manos del Niño y de San José!”.

“¡Pero eso no es gracia! —dice la Saeta—,


¡Así es un gigante también la Violeta!”

¿De mí no se acuerdan? —la Pita responde—,


¡Mi flor en la altura tan sólo se esconde!”

“¡No puede ser reina —proclama la Sida—,


quien una vez sola florece en la vida!”
“¡Ni quien al dar fruto se muere después!”
—agrega una Dalia con tono cortés.

Alguien se abre paso diciendo: “¡Señoras,


yo soy la más alta de las trepadoras!

Por techos y muros subo que doy miedo,


y en troncos y en ramas bien altas me enredo.

Tan arriba voy, que a veces me olvido


en dónde he dejado mi tronco escondido”.

La Juncia interrumpe: “¡Razones muy bellas!


¡Pero así hasta un Cardo llega a las estrellas!

Decidme: ¿tan alto podría llegar


si ella no tuviera por dónde trepar?”

La asamblea asume formas de tumulto.


¡Ay, también las flores llegan al insulto!

En esto se asoma recatadamente


una flor pequeña, menuda, sonriente;

una flor menuda, pequeña, sencilla,


y como atacada de fiebre amarilla.

Se abre paso y dice con voz muy discreta:


“¡Perdonen, señoras: yo soy la Yareta!”
Las flores de alcurnia, tal nombre al oír,
con toda malicia se echan a reír.

Ella continúa: “¡Perdonen, señoras!


Vivo en las más altas cumbres. Las auroras

y las noches, siempre me hallarán despierta


mirando las nubes con mi flor abierta.

¡Perdonen, señoras! Tengo la fortuna


de vivir muy cerca del sol y la luna.

Me azotan los vientos, me cubre, la nieve,


pero mi profunda raíz ni se mueve.

Vosotras, lo veo, sois mucho más bellas.


¡Pero yo me nutro de cielo y de estrellas!

¿Amigos? ¡Muy pocos se acercan a mí!


Uno que otro viejo cóndor zahori,

y alguna vicuña, y alguna chinchilla.


¡Soy tan franciscana! ¡Soy tan amarilla!

Pero permitidme que diga mi voz:


¡Yo veo a menudo ios ojos de Dios!”

Terminó el discurso. Se oyó un clamoreo,


y doña Yareta se ganó el trofeo.
Y a mí me llamaron en forma oficial
para que cantara la marcha triunfal.

SU EXCELENCIA EL MOSCARDON
Enfundado en su levita, '
con algo de senador,
se va el señor de visita
a casa de doña Flor.

Su bocina ronca y grave


mientras vuela hace sonar,
y así la dama ya sabe
que el novio está por llegar.

En sus ardientes amores


.no es muy constante, eso sí;

P á g i n a 28 | 37
le gustan todas flores
como a mí.

Lo mismo pone en la rosa


su pasajero borrón,
como en la nieve olorosa
del lirio y del floripón.

Cuando de néctar se hastía


este don Juan pertinaz,
se da a la carpintería
en forma ahincada y tenaz.

Taladra lo más campante


los árboles del jardín,
sin fijarse el muy tunante
dónde arroja el aserrín.

¿Qué busca en el calabozo


que abre él mismo con ardor?
¿Acaso prepara el mozo
su breve alcoba de amor?

¿Ya a hacer el negro hechicero


algún secreto elixir?
¿O practica su agujero
para encerrarse a escribir?

Sale y despliega su vuelo


rutilante y fanfarrón;
y da a las horas del cielo
su concierto de violón.

CANCION DE PRIMAVERA
Hoy el campo está de fiesta.
La Primavera impoluta
ha de llevar la batuta
de la orquesta.

Ya se puede suponer
que la rama directriz
es de un almendro feliz
que acaba de florecer.

Violín será el estornino;


la calandria, violoncelo
que ha estudiado en el divino
conservatorio del cielo.

La guitarra es la cigarra.
El consonante lo obliga;
pues no puede ser guitarra
ni el escorpión ni la hormiga.

El provecto moscardón,
combo arriba, combo abajo,
es, por la misma razón,
acordeón o contrabajo.

El zorzal es ocarina.
¡Es buen músico el zorzal!
Solamente desafina
cuando ha descansado mal.

Dulce crótalo es la rana,


el sesudo sapo, címbalo.
Para tal empresa nímbalo
su experiencia musulmana.

El serrucho es la cotorra,
pues su voz no es de trompeta.
Flautín es la pizpireta
pititorra.

La catanga dominguera,
hermana del moscardón,
hará mejor que cualquiera
su papel de saxofón.

Manchas verdes, áureas, rojas,


¿qué hará el niño picaflor? t
]No hay elemento mejor
para dar vuelta las hojas!

Cuando el sol su azul candil


apague al anochecer,
la luciérnaga ha de ser
lamparilla en cada atril.

Y, para dicha mayor,


que así no más no se halla,
su luz tiene una pantalla
que suaviza el resplandor.

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Ya vienen las lindas flores
invitadas a la fiesta.
Ensaya un trozo la orquesta
de “Los maestros cantores'’.

Se hace un silencio sagrado.


Envuelta en diáfano velo,
por los caminos del cielo
la Primavera ha llegado!

La orquesta aguarda. Ella sube


a la tarima de rosa.
¡Y una onda melodiosa
se eleva trocada en nube!

ROMANCE DEL ADIVINADOR

I
Adivina adivinanza
que pronto adivinarás
sí alzas los ojos al cielo
y te pones a mirar.

Tengo un pañuelo de seda


que. no lo puedo doblar;
cambia de colores, cambia
de un modo que es de admirar.

Es verde y rojo en las horas


en que comienza a aclarar;
es azul si está de fiesta,
es negro si hay tempestad,
se pone gris cuando cae
lenta llovizna invernal;
al acercarse la noche
de tonos vuelve a cambiar,
y hace derroche de sangre,
tanto, que hasta miedo da,
0 se tiñe de morados
con fúnebre seriedad.
Con este pañuelo mío,
si me pusiese a llorar,
los ojos llenos de lágrimas
no me podría secar,

Pañolito bello y brujo:


que te voy a regalar!
Niño mío,
¿qué será?
Adivina adivinanza
que pronto adivinarás
si alzas los ojos al cielo
y te pones a mirar.

II
Tengo un espejo redondo
que relumbra hasta rabiar,
un espejo en cuyo azogue
no me puedo contemplar.

Había una linda reina


que me lo quiso robar;
todo el día se miraba
en él, con dulce mirar,
peinándose los cabellos
y admirando su beldad.
¡ Ciega se quedó la reina
de luz y de vanidad!

Con el espejo que tengo


se ilumina tierra y mar;
se abren las flores del mundo,
se dora el verde trigal.

Pero en este espejo mío


yo no me puedo mirar,
pues como cegó a la reina
a mí me puede cegar.

Espejo redondo y brujo:


¡que te voy a regalar!
Niño mío
¿qué será?
III
Adivina adivinanza
que pronto adivinarás
si alzas los ojos al cielo
y te pones a, mirar.

Tengo una torta de oro


que no la puedo atrapar;
una torta de oro y leche
que nadie logra probar.

Los poetas le hacen versos,


pero ella, que es muy sagaz,
ni con versos los mejores
se ha dejado enamorar.

Cuando un poeta le canta,

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ella suele contestar:
“¡Cántame, poeta; cántame
que yo te voy a escuchar;

pero si con hambre vienes


con hambre te marcharás!”
(Guárdame el secreto, niño:
bien me lo sepas guardar:

Con hambre yo le hice versos


y no me dio de yantar!).

Torta de leche y de oro


que no te dejas probar;
torta de oro, plata y leche:
¡que te voy a regalar!
Niño mío
¿qué será?
IV
Adivina adivinanza
que pronto adivinarás
si alzas los ojos al cielo
y te pones a mirar.

Tengo un dragón y un camello,


y un terrible orangután,
una hermosa cacatúa,
un cuscús y un marsupial
tengo un inococo y un mungo,
un papión y un hanumán,
tengo un ñu de cola blanca,
un tapir, un tur y un tar,
un gran búfalo irascible,
un uápiti y un sambar,
un ágil axis, un tota,
y un lanudo y fuerte yak,
un fantástico bisonte,
un cachazudo gayal,
una morsa, bigotuda
y un ridículo kulán,
un mandril, un dril, un násico,
un muflón y un orinal,
un necturo, un ajolote,
un marjor y un torvo urial;
tengo ballenas tamañas
cual no las hay en el mar,
pájaros, peces y flores,
alga, liquen y coral,
piedras preciosas y bosques
y un mundo de cosas más.
Mas nada de esto que digo .
se puede nunca atrapar;
ni hay cazador que lo cace
por más que sepa tirar,
ni quien lo pesque, ni manos
que lo puedan burilar.

Yo suelo ver el cortejo,


con muy gozoso mirar;
va y viene de Sud a Norte,
de Este a Oeste, viene y va.
Niño mío
¿qué será?

V
Adivina adivinanza
que la vas a adivinar;
y si no la adivinaras,
vuelve hacia arriba a mirar,
que el Cielo el Sol y la Luna
y las Nubes al pasar,
a ti, que no adivinaste,
cantando te lo dirán.

RONDA DE LOS ENANOS DE .LA LUNA


Es media noche. La luna
está escondida en un pino.
El campo está todo en flor,
blanco de luna y de lirios.

¡Qué dulces voces se oyen


y qué inefables suspiros!
¿Serán las alas del viento
o los pájaros del río?

De entre las hierbas mojadas


salen, menudos y tímidos,
los viejos gnomos barbudos
de rojas sedas vestidos.

¡Qué bonetes! ¡Qué jubones


y qué golillas, Dios mío!
¡Qué cinturones de plata
y qué espadas de oro fino!

Cada chapín de amaranto


termina en tamaño pico,

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y los bonetes se alargan
en su púrpura encendidos.

La luna, muy cautelosa,


está escondida en un pino,
mira salir a los gnomos
y aguarda con gran sigilo.

Ya están los gnomos danzando


sobre el campo entre los lirios.
¡Rojo enjambre entre.la nieve
que ronda en rápidos giros!

La luna, desde las ramas


prietas y largas del pino,
arroja una red de oro
sobre el campo florecido.

Los diablejos, por danzar,


no ven ¡ay! lo que ha caído.
Como una gran telaraña
la red está entre los lirios.

Siguen la ronda traviesa


los gnomos con regocijo,
sin ver que la luna aguaita
desde las ramas del pino.

En lo mejor de la ronda,
¡qué batahola, Dios mío!
En la red, como abejorros,
los gnomos quedan prendidos.
¡Qué llantos,
qué gritos,
qué grandes
gemidos!

¡Qué entrevero de bonetes!


De barbas, i qué revoltijo!
¡Qué rasgaduras de calzas;
y de espadines qué ruido!

La red recoge la luna


desde las ramas del pino,
entre canciones de burla
y sacudiendo sus rizos.

Y así se pobló de enanos


la vieja luna, mi niño;
y en ella danzan de noche
entre montañas de lirios.

Danzan y rondan en ella


de claras nubes vestidos,
como tú en mi corazón,
luna de amor, hijo mío.

Fin de “Poemas para los niños de las ciudades


y del Tomo II de estas Poesías Completas

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