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Conocer y ser conocidos por Dios

Juan 10:1-5
1 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las
ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.
2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.
3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por
nombre, y las saca.
4 Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas
le siguen, porque conocen su voz.
5 Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de
los extraños.
Desde pequeños se nos ha enseñado a buscar a Dios, ya sea en la escuela
dominical o en nuestras casas, versículos como “Lámpara es a mis pies tu
palabra, y lumbrera mi camino” o “El principio de la sabiduría es el temor a
Jehová”, a lo cual nuestros padres nos enseñan a creer en Jesús para obtener
la salvación de nuestra vida. Por lo que se nos ha enseñado a “Conocer a
Dios”, lo cual (a medida que avanza nuestra edad) es necesaria para
aumentar nuestra fe.
Pero… ¿qué es conocer a Dios? ¿es una fe ciega?
Nosotros para conocer a alguna persona nos presentamos, y comenzamos a
generar lazos, ya sea en la universidad, o en el trabajo, en nuestra vida
cotidiana. Y a medida que formamos confianza, este conocimiento aumenta
haciendo posible confiar en esta persona, ya sea por sus hechos, al darnos
cuenta que cumple su palabra o porque en el tiempo no cambia mucho.
En las escrituras podemos encontrar el caso de Abraham, un hombre
conocido como el padre de la fe, al dejar su parentela para obedecer a Dios.
Pero, para que Abraham hiciera esto fue necesario que los hechos de Dios
fueran una evidencia clara a Abraham para obedecer a Dios. De esta misma
forma, Daniel el cual conocía a Dios y sabía que “no es hombre para mentir”,
Daniel sabía que 70 años pasarían e Israel seria libre del yugo babilónico al
investigar, al instruirse en los escritos del profeta Jeremías. Como así también
de muchos otros más que vieron con sus ojos lo que Dios hacia y creyeron en
él.
En Juan 5:39 dice: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece
que en ellas teneis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi”
y en otro dice “la fe viene por el oir, y el oir de la palabra de Dios”. Por lo
que en la Biblia logramos encontrar y conocer a Dios.
Ahora el no querer conocer a Dios, nos trae mal, el querer estar lejos de Dios,
el no querer saber de Dios nos trae mal y condenación, como dice en Juan
31.36 “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en
el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Recordemos lo
que le paso al pueblo de Israel al ser un pueblo idolatra, cada vez que se
apartaban su vista de Dios en los tiempos de Oseas cuando dice “mi pueblo
fue destruido, porque le falto conocimiento”. Si hubieran tenido el deseo de
adquirir conocimiento hubieran cesado los sacrificios y hubieran tenido un
mejor pasar porque como también dice “Porque misericordia quiero, y no
sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”. Por esto hermanos
es necesario conocer a Dios para hacer su voluntad, como dice en Colosenses
1:9 “Por lo cual también nosotros desde el día que lo oímos, no cesamos de
orar por vosotros y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
Sin duda alguna, hermanos, el que no hace la voluntad de Dios está haciendo
la voluntad de quien vino a matar, hurtar y destruir. Esto queda claramente
establecido en 2 Timoteo 2:24-26 “Porque el siervo del Señor no debe ser
contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que
con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda
que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en
que están cautivos a voluntad de él.”
De modo que la única forma de escapar del lazo del diablo es conociendo la
verdad que viene de Dios por Cristo. A esto nos envio Jesus a ser
embajadores en su nombre, encargandonos a nosotros la palabra de
reconciliación.
Pero hermanos, una cosa es que nosotros conozcamos a Dios, pero…
¿seremos conocidos por Dios? ¿seremos reconocidos por él?
Quizás vivimos una vida pensando que estamos haciendo las cosas bien
porque hacemos buenos actos y por lo tanto Dios nos debe reconocer e
incluso devolvernos la mano. Espero en Dios que este no sea el caso de
ninguno de nosotros, porque su palabra es clara cuando nos dice en Mateo
7:21-23 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí, hacedores de maldad.” Así que hermanos como dice en Efesios “no
seamos insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor”
Para que seamos conocidos por él así como conoció a Abraham, Isaac, Jacob,
Moisés, Daniel y a muchos profetas que tuvieron buen testimonio ante Dios.
“3 A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por
nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante
de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no
seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen”
Fíjese hermano lo grande de esto, Jesús nos conoce y nos llama por nuestro
nombre. Le ha pasado hermano cuando va caminando por la calle y gritan su
nombre, uno mira para saber o conocer quien lo llama; y si no es conocido,
uno sigue su camino.
Pero el llamado de Dios es muy distinto, ustedes recordaran cuando llamo a
Lázaro diciéndole “Lázaro, ven fuera” ¿y que paso? Lázaro se levantó y salió
envuelto en lienzos fúnebres, porque reconocía la voz del Señor. O como
también a María, quien llorando junto al sepulcro aparecen dos ángeles con
vestiduras blancas, ella por su pena y pensado que se habían robado el
cuerpo de Jesús, no se percataba de que hablaba con ángeles, pero luego
aparece Jesús diciéndole: Mujer ¿Por qué lloras? ¿a quién buscas?. Y María
nuevamente pensando que era el hortelano, le pregunta si se lo habían
llevado, hasta que Jesús llama su nombre ¡María! Y ella responde ¡Maestro!.
A través de estos hechos vemos como Jesús reconoce a sus escogidos, si bien
sabemos que Dios es Omnisciente, Dios se identifica con aquellos que hacen
su voluntad.
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo yo os mando” “porque todo aquel
que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi
madre”
IPor lo tanto, hermanos, procuremos ser diligentes en el conocimiento de
nuestro Dios para que Él nos reconozca y seamos conocidos por él.
Si usted está pasando por tiempos donde no desea saber de Dios o siente
que no es digno de ser reconocido por Dios, acérquese confiado al trono de
gracia, porque poderoso y verdadero es quien pago el precio por nuestros
pecados, para sacarnos de cualquier situacion en la que nos encontremos.
Acerquémonos a él y reconozcamosnos tal como somos y él será escuchando
su oración y perdonando su pecado.
Tal como decimos en las calles “ A ti alma te digo despierta no desoigas de
Cristo el llamado, hace tiempo el golpea tu puerta y te dice que abandones el
pecado”
Despierte hermano, despierte hermana tu que duermes, y levantate de entre
los muertos, y te alumbre la luz de Cristo.

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