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En busca de la presencia de Dios

Cuando entra en su cuarto y está en intimidad con Dios, empieza a haber fruto
dentro de usted, se empiezan a gestar cosas. Se queda embarazado de las cosas
espirituales de Dios
Quiero hablarle del propósito que Dios tiene para cada uno de nosotros. El tomó
la decisión de salvarnos, porque el primer hombre, Adán, cayó y desde
entonces, se empezó a descomponer el plan de Dios sobre la tierra. El creó los
cielos, la tierra, los animales, pero se sintió satisfecho hasta que hizo al hombre
y a la mujer. El no bajaba a la tierra para caminar con el león, por ejemplo; no
se tomaba el más mínimo esfuerzo para bajar sus pies y empezar a caminar con
él o con otros animales, porque no sentía ese deseo, esa atracción, aunque la
creación era lindísima. Quiero que me entienda que Dios no es movido por lo
bonito de las cosas, sino que cuando encontró algo que le sedujo, le motivó,
tomó una decisión, y dijo: “Cielos, pártanse a la mitad, allá voy;” para
encontrarse con él. Baja, empieza a caminar, pero algo ocurre: entra el pecado a
la tierra.
La Biblia habla que el hombre pecó y desde entonces, Dios trata de
reconquistarlo. Lo narra con historietas, con un montón de personajes bíblicos,
que resumen el deseo de Dios. Lo veo intentando, enviando a sus profetas, a
Abraham, a Moisés, moviéndose por ese deseo de juntarse con el hombre, pero
uno tras otro caían, fallaban y Dios no lograba ajustarse, sacar al diablo y
derrotarlo. Dios levantó a muchos reyes, pero no lograron el propósito.
Me puedo imaginar a Dios delante de Satanás, sacando sus cartas. Uno a uno de
sus siervos y en ese vaivén, dice el Señor: “Aquí está mi última carta”, y le
envía a Jesús. El diablo pensaba: “Si me traigo a Jesús, ya vencí a Dios”. Pero
ahí estaba Jesús, quien entregó su vida por usted y por mí. Usted ya entregó su
vida a Jesús, su mente; es de los locos que aman, perdonan y no deben; lo hizo
por una razón y un propósito. Dios le trajo a este lugar para bendecirlo.
¿Cuántos han sido bendecidos desde que vinieron a los pies del Señor
Jesucristo? ¿Cuántos tienen un mejor matrimonio? ¿Cuántos han sido
prosperados?
II Corintios 8:9
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a
vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis
enriquecidos.
Uno de los propósitos que Dios tiene es que si El se hizo pobre es para que
usted se haga millonario. El murió con un propósito y uno de ellos es que usted
sea enriquecido. ¿Cuántos de ustedes venían enfermos? Y no estoy hablando de
gripe o cáncer, sino de una enfermedad del alma. Dios tenía un propósito, uno
era que fuera sano; otro, que fuera salvo, y otro más, es que usted sea libre.
Esos son propósitos que Dios tiene: que usted ya no ande con el alcohol, que
sea libre de la otra mujer. El tiene propósitos porque la salvación es uno de los
propósitos de Dios. El quería salvarte y que no te fueras al infierno, pero hay
algo mucho más grande que la salvación aún; mucho más grande del que usted
sea millonario, que sea sano, que sea salvo. Por todas esas cosas murió el Señor
y son bonitas. Todas estas son cosas buenas por las cuales El murió, pero hay
un magno propósito. El murió por el deseo insaciable que existía en El de pasar
tiempo contigo.
Por más cosas que haya hecho el Señor para bendecirlo y liberarlo, lo que
realmente quiere es que usted entre a su cuarto y cierre la puerta. Esta prédica
se llama: “Mi cuarto, mi lugar de transformación”. Todos nosotros tenemos
algo, un cuarto, aposento, habitación.
Mateo 6:6
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público.
¿Por qué vamos a hablar de esto? Porque en un cuarto ocurren muchas cosas.
Lo quiero traer al plano físico, material de su vida. ¿No es cierto que en el lugar
donde más natural es usted es su cuarto? ¿Qué hace ahí? Lo primero es que su
cuarto es un lugar de reposo, llega cansado, se tira en su cama. ¿En donde más
podría roncar usted con libertad? Es un lugar de intimidad. Regularmente, las
parejas que están casadas, se sienten cómodas en el cuarto, en la habitación. El
cuarto físicamente hace muchas cosas y cumple con muchas funciones de
necesidades físicas, pero hoy le quiero decir algo más. No sólo necesidades
físicas, sino espirituales, porque su espíritu también se cansa. Usted sale en la
mañana y dice: “Hoy va a ser el mejor día,” se levanta y lo logra, pero regresa
desgastado, cansado, con ganas de ir a acostarse y dormirse. Dígame si no es
cierto que su cuarto es un lugar de sueños. Hay gente que sueña con todo.
Déjeme mostrarle que en lo espiritual también es así. Debemos entender que
hay un cuarto en su casa, donde usted debe cerrar la puerta y tener intimidad
con Dios.
Cuando uno tiene intimidad con su esposa, viene una multiplicación y se ve el
fruto. Cuando entra en su cuarto y está en intimidad con Dios, empieza a haber
fruto dentro de usted, se empiezan a gestar cosas. Se queda embarazado de las
cosas espirituales de Dios. ¿Qué pasa? Si hay menos intimidad, la consecuencia
es tener menos cosas de Dios. Piense que su cuarto, físicamente es un lugar de
transformación. Mujeres, ¿en dónde es que ustedes se transforman? Amanece el
día y la mujer con un su chongo por acá, pero en eso, usted va a desayunar y
empieza a sentir que ya se echó su perfume, se baño, se cambió. En lo natural,
se cambia la ropa, pero en lo espiritual, se arma de la Palabra de Dios, de la
coraza del espíritu, de la espada que es la Palabra, del yelmo de la salvación
para que nunca se le olvide que es salvo. ¿Por qué el Señor insistía tanto que
entráramos al cuarto?
La clave de una vida pública exitosa es la vida dentro de ese cuarto. El
problema es que muchos de ustedes tienen ahí miles de estorbos que no les
permiten tener una relación genuina con Dios. Lo primero que hice cuando
entendí eso fue sacar el televisor de mi cuarto.
Santiago 4:5
El espíritu que El ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente.
¿Cuántos de ustedes fueron celosos? Yo fui celoso, enojado, bravo. Quiero
contarle algo: El Espíritu Santo lo cela a usted. Cuando usted está buscando
cosas alternas, y le está guindando el ojo o apachándole el ojo a algo que no es
de Dios, el Espíritu Santo lo empieza a celar.
¿No ha escuchado la Palabra que dice: “El celo de tu casa me consume”? Hay
estorbos en tu casa, en tu cuarto, en la casa de Dios. Dice que Jesús tiró por allá
el banco de los tributos, estaban vendiendo de todo. Yo nunca he visto en la
Biblia que Jesús estuviera enojado, más que en ese pasaje. Con un látigo, sacó a
todos de ahí; dijo: “Esta es la casa de Dios, se salen de acá”. No sé si
violentamente Dios tendrá que sacar las cosas que hay en su corazón. ¿Qué
hace en su cuarto? ¿Quiere tener éxito en su vida? Créame lo que le digo, el
éxito suyo no está fuera.
¿Quiénes son negociantes? No le vendan a la gente, vendan delante de Dios.
Diga: “El mejor día de mi vida será hoy, voy a llegar con Juan Pérez y le voy a
vender, me va a decir que sí”. Y cuando El respire la fe que ustedes tienen, va a
ocurrir algo. Yo les digo a los que tienen célula: “No ministren a la gente, van a
pasar horas y horas y no van a entender”. Pero si le dice una palabra que Dios le
ha dado, esa persona a entender. ¿Tiene una queja? No le diga las cosas a su
esposa, ni a su mejor discípulo o alguien en el trabajo, no le va a servir de nada.
Vaya a la cita que tiene con Dios, y ahí descósase. Hable con el que realmente
tiene importancia hablar. Dígale las cosas al que mueve los corazones. No gaste
palabras.
Salmo 139:13
Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te
alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y
mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en
oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión
vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron
luego formadas, sin faltar una de ellas.
!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma
de ellos!
Lo que más me gusta de esta palabra es que todos la pueden poner en práctica
hoy. Todos tienen puerta o cortina. Ciérrela y tenga intimidad con su padre. El
lo anhela a usted celosamente. ¿Usted ha tenido ganas de algo? ¿Ha tenido
deseo de algo? Yo amo a mi esposa y cuando la llamo y no responde, me
preocupo, así es Dios también. ¿No entiende que El es el novio y usted la
novia? Quiero que entienda algo: Usted y yo somos hombres y a mí me chocó
algo cuando llegué a los pies del Señor. Se oye raro que un hombre le diga: “Te
amo, Jesús,” se oye raro porque uno es hombre y El también. Pero, El es mi
amado y yo soy su novia. Me guste o no el término, van haber bodas del
Cordero y va a venir por nosotros, una iglesia sin mancha y arruga. El es el
hombre con quien nos vamos a casar todos.
¿Cuántas de ustedes han sido mamás? ¿Usted podría llegar a entender que Dios
visitaba a su hijo en su vientre? ¿Sabe que a mí me visitó Dios cuando estaba en
el vientre de mi madre? Usted no se acuerda, pero Dios estaba ahí. Yo me hablo
a mí mismo y digo: “Eres un hombre de Dios, esforzado, El te ama”. Yo creo
que soy formidable, maravilloso; usted también lo es.
Diga: “Mi cuarto es el mejor lugar de formación”. La Palabra de Dios dice que
no tenemos necesidad que muchos enseñen a otros. Cuando yo lo leí, dije:
“¿Por qué dice esto aquí en la Palabra? No tenemos necesidad de muchos
maestros. Le voy a explicar por qué, porque todos tenemos la oportunidad de
estar a solas con Dios. Usted mira al pastor Cash, le puedo garantizar cuál es el
éxito de su ministerio. Una vez se lo pregunté. Los discípulos no se acercaron a
Jesús a preguntarle su clave del éxito, pero yo me le acerqué y le dije: “¿Qué
hay detrás de todo? ¿Por qué Dios te usa tanto? Y me dijo: “Primero, la gracia
de Dios, y segundo, me gusta pasar tiempo con El”.
El Señor anhela salvarlo, pero más que eso, anhela pasar tiempo con usted.
Todo el día, en todo momento. No habrá mejor taller o academia que su cuarto.
Usted no tiene más cosas, porque no está transformado a la imagen de Dios. A
Pedro se le notaba que andaba en compañía de Jesús, hablaba igual que El. Lo
mismo te van a decir a ti: “Este ha estado con Jesús, habla como El, camina
como El, ahora hace milagros como El, en su nombre. Esa es la diferencia de
una vida gloriosa y una vida normal, como la de todo el mundo.
Quiere otro tip: Llegue al cuarto, cierre la puerta y no hable, cállese. A mí me
ha pasado eso. Una vez, llegué con el Señor, pero me andaba cargando tal afán
que oraba así: “Señor, te pido por eso, por lo otro, por mi papá…” Y empecé
con aquel afán, aquella angustia como que si El no supiera lo que me está
pasando. Yo le pregunto: ¿No conoce El eso? Lograríamos más si lo oyéramos
a que si le hablamos. El cuarto es un lugar de respuestas, de intimidad. ¿Qué
hago yo en mi cuarto? Me tiro en el piso a hablar con El.
Alguien me preguntó: “¿Qué tenés aquí?”. Tengo unas marquitas, porque me
pasó algo orando: Saber en dónde me recosté y me quedaron unos puntitos ahí.
Le digo esto para que vea que es cierto. Pero, ¿dónde más usted puede ser el
hombre que realmente es, sino en su cuarto? De la misma forma, va hacer algo:
Va a desvestirse ahí, va a agarrar su alma y la va a desnudar delante de Dios; le
va a decir: “Así soy yo”. ¿Y sabe qué es lo más grande y lindo de todo?
¿Cuántos de nosotros hemos pecado? ¿Cuántos sabemos que el pecado nos
aleja de Dios, nos hace daño? Sin importar eso, es tan grande el deseo de El de
estar con usted, que lo quita, porque quiere estar con nosotros. Yo le voy a
pedir algo a Dios que haga: Que El le muestre su anhelo para usted.
Yo tengo una lesión en mi pierna de los ligamentos cruzados. Recuerdo que
vivía rodeado de gente, mi casa era una de las casas en las que el mover del
espíritu estaba. Ya ni me llamaban para llegar; ni siquiera eran de mi célula y
tocaban el timbre: “Venimos a célula”. Y yo le decía a mi mamá: “No es
conmigo, sólo ábrales”. Y tenían sus reuniones y se derramaba la gloria de
Dios. Una vez, estábamos orando y vi una nube descender de la presencia de
Dios.
Mi casa era visitadísima y yo era un líder que tenía muchos amigos. De
repente, me pasó esta lesión en la pierna. En ese momento, no entendí porqué,
pero es una lesión que mínimo se está uno postradito dos meses, porque no
había operación por endoscopia. Y un dolor tremendo, llegaba el doctor, el
anestesista y el cirujano. No sabía por qué estaba ocurriendo eso. Era Dios
tomando a su ovejita; cualquiera que me veía desde afuera diría: “Qué buen
joven, qué buen líder”. Si usted me hubiera visto así, hubiera dicho: “No tiene
nada malo”. Pero había cosas que yo necesitaba tratar con Dios a solas y El
agarró ese corderito, me quebró la piernita y me dejó inactivo en un cuarto, en
una cama. Antes recibía diez llamadas diarias, y en ese momento, no recibí
nada. Nadie me llamaba ni me buscaba y estaba triste por eso. Pero Dios me
habló: “Así te quería tener, tranquilo, a solas”. Que no le pase como a mí. Usted
diga: “Señor, ¿me anhelas de verdad?”. Usted puede decir: “Es que yo ya soy
adulto”. Pues con mayor razón. El ha estado buscándolo por años. ¿Por qué le
comparto esta Palabra? Porque sé que su vida va a ser distinta. Tal vez no pueda
estar a solas, porque ahí está su mujer, pero nada le va a dar más autoridad que
su mujer lo vea orando. Si no sabe cómo tratarla, no hable con ella. Cierre la
puerta y arréglelo con Dios en la intimidad. Creo que soy un hombre exitoso,
pero estoy seguro que hay más cosas en ese cuarto para mí. Hay cosas que
nadie puede hacer por usted. ¿Alguien pudiera recibir al Señor por usted? Así
como la salvación es única, nadie puede tener intimidad con Dios por usted.
Siéntase privilegiado porque Dios lo anhela.
Levante sus manos en alto y voy hacer una oración. ¿Sabe usted cuál es el
sueño de Dios? Uno regularmente vive, trabaja y hace lo posible por
conseguirlos. Pues Dios es igual, usted es el sueño de Dios; es el hombre que
Dios ha soñado tener. Los que tengan sed vayan con aquel que puede darles de
beber. “A todos los sedientos, venid a las aguas. Y a los que no tenéis dinero,
venid y comprar vino y leche”. Hay un salmo que dice: “Aderezas mesa delante
de mí”. El quiere hacer una cena con usted, porque lo ama, es su campeón, su
princesa. El tiene hambre de usted, lo anhela.

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