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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR

FACULTAD DE PSICOLOGÍA

PSICOLOGÍA JURÍDICA
➢ Docentes:
Titular: Pedro Ceruti
Adjuntas: Daphne Cuenca Correas
Mabel Sullivan

➢ Alumnas:

● Abigail Kujarchik
● Sabrina López
● Evelin Rivero
● Melina Sagristá
➢ Comisión: HM

➢ Fecha de entrega: 23/10/2018


Índice
Índice 1

Introducción 2

Desarrollo 4

Conclusión general 24

Conclusiones individuales 25

Bibliografía 30

1
Introducción
El presente trabajo se referirá a la noticia del diario Clarín publicada el 22 de Julio de 2017,
acerca de una mujer que decide seguir viviendo con el abusador de su hija, el mismo será
abordado con las temáticas aprendidas en la cátedra pero sobre todo haremos hincapié en la
Ley 24.417 (Ley contra la violencia familiar), también a la Ley 25.087 (Ley Penal de Delitos
contra la Integridad Sexual) y en cuanto al abuso sexual infantil, fundamentalmente en el
Síndrome de Acomodación del que habla Summit. También, incluiremos la temática de
Violencia Familiar junto a diversos artículos que interrelacionan las dos temáticas.
Esta noticia es la única información que nos dio acceso al caso, si bien investigamos e
intentamos encontrar más material sobre el mismo, no lo logramos. Dado que en ella no se
mencionan los nombres de ninguna de las personas involucradas en él, ni del perpetrador, ni
de la víctima, madre o hermanos, no pudimos indagar más allá de la problemática que
presenta este medio de comunicación.

El escrito estará organizado alrededor de dos pregunta que como grupo se nos presentan al
leer el caso ¿Es la madre la responsable o quien facilita el Abuso hacia su hija?, formulada de
otra manera ¿Es la negligencia de la madre la que provoca que esta niña sea accesible para
este hombre de una manera duradera y prolongada?. Y por otro lado, ¿qué características de
la personalidad del abusador generan que la madre sea cómplice de esto?

Comenzaremos haciendo una breve reseña de la noticia escogida comentando los puntos que
abordaremos en el trabajo. La noticia trata de una chica que en 2009 comenzó a ser abusada
por la pareja de su madre, cuando la víctima tenía tan solo 5 años, y esto duró 5 años más,
hasta que la nena cumplio sus 10 años. La niña en una cámara Gessell contaba a los psicólogos
allí presentes en qué consistía el abuso: le tocaba los pechos, la cola, la obligaba a besarlo y él
la besaba, la amenazaba diciendo que si ella decía algo se iba a separar de su madre y se iba a
quedar sola con él, las amenazas también eran sobre ella diciendo que si ella decía algo iba a
quedar embarazada, le pegaba e incluso comenta que no solo eran manoseos, sino que
también con su forma de expresarse comentó que “metia su cosa”. Los episodios ocurrían
cada vez que la madre se encontraba fuera del hogar y su padrastro se quedaba a solas con la
nena. Este hombre también le pegaba a sus hermanos, hijos del ensamble entre la mamá de la
víctima y el victimario, pero con la única que se involucraba sexualmente era con esta niña. En
esta familia ensamblada, también convivían con ellos, los hijos del perpetrador.

La niña relata que esto sucedió en incontables oportunidades “más de 15”, que sucedía más de
una vez a la semana, y que varias veces le comunicó a su madre lo que le estaba sucediendo,

2
sin embargo, la madre no hizo nada más que no creerle y preguntarle a su pareja, quien lo
negó rotundamente y, además, desacreditaba a la nena diciendo que era mentira y que eran
ideas de ella. Finalmente, en una oportunidad la niña le comenta a su abuela y a su tía por lo
que estaba pasando y las mismas realizan la denuncia sin titubear.
El abusador fue condenado a 15 años de prisión. Con la madre de la víctima, en el momento en
donde salió la noticia, se estaba analizando la posibilidad de denunciarla por cómplice del
abuso sexual hacia su hija, ya que en todo momento: cuando la nena le contó lo que sucedía,
cuando la abuela de la nena la confrontó, y durante el juicio, ella eligió seguir viviendo con el
violador, y abandonar a su hija. Esta mujer, además, declaró como testigo a favor del
abusador.

Algunas de las sorprendentes declaraciones tanto de la madre como del abusador son las
siguientes:

La madre, negando ante la abuela de la niña el abuso que sufría su hija por su pareja,
justificaba diciendo: -Seguro abrió la boca, yo ya lo sé, cuando vivíamos en la otra casa me lo
contó y yo lo llamé a Hernán y lo confronté y ahí ella no dijo nada…

El abusador decía a la nena cosas tales como lo que explicita la victima en la cámara Gessel:
“Hernán me toca desde que tengo cinco. Me dice que quiere tener un hijo conmigo. Que va a
dejar a mi mamá porque yo soy más linda”.

3
Desarrollo
Para abordar esta noticia, es necesario tener presente la definición de Abuso, para lo mismo
tomaremos la definición de Abuso Sexual que dan los Lic. Pedro E. Ceruti Picasso y Mariano
Marquevich en su artículo de Medicina Forense sobre el Psicodiagnóstico Forense y el Abuso
Sexual. Lo definen como un delito cometido habitualmente por agentes pertenecientes al
núcleo interno familiar, cuyo efecto traumatizante es de un espectro mayor que una agresión
sexual ya que supone el establecimiento de un doble vínculo, una complicidad difícil de
recomponer, por lo tanto es patógeno, generalmente duradero y tiene la particularidad de que
la víctima se siente en un lugar tal de indefensión que se adjudica la culpa debido al doble
vínculo, que ya mencionamos, se genera con el perpetrador, ya que suele ser alguien que
antes de los abusos logró tener una confianza con la víctima, es por eso que se dice que se da
de forma paulatina, progresiva y es un vínculo de disparidad.1 En relación a esto, podemos
decir que esta noticia relata un Abuso Sexual ya que se trata de un vínculo de disparidad
dentro de un núcleo familiar, es decir que el perpetrador, al ser la pareja de la madre de la
víctima y al vivir con ella bajo la idea de tener una familia ensamblada, indica que frente a esa
niña él tenía una figura de cuidador, de padre. El mismo fue duradero ya que fueron 5 años en
los que la nena se vio violentada.

Una vez ya definido el Abuso Sexual tomaremos a Roland C. Summit quien conceptualiza lo
que llamó el “Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil” El mismo, está compuesto
por 5 categorías, dos de las cuales representan precondiciones para que el abuso sexual ocurra
y las otras 3 son secuenciales de gran variabilidad y complejidad, las mismas son:

● El secreto: Esta categoría incluye la iniciación, la intimidación, la estigmatización, el


aislamiento, la desprotección, que ocurren cuando la víctima está a solas con el
ofensor y de ninguna manera es compartido con nadie. En este caso, la niña quedaba a
merced de su padrastro cuando su madre se iba a trabajar. Independientemente de si
las formas de intimidación son suaves o amenazantes, dice el autor, el niño percibe
que es algo malo y peligroso lo que está sucediendo, debido a que ningún niño está
preparado para sufrir un abuso, por lo tanto a la experiencia, el valor se lo adjudica la
persona intrusiva. En el caso de esta niña, las intimidaciones eran amenazas y era
sobre dos tipos de temáticas: que el develamiento provocara que la madre la deje sola
con el victimario o que ella quede embarazada de su padrastro. Esta era la forma que

1
CF. Artículo de Medicina Forense sobre el Psicodiagnóstico Forense y Abuso Sexual; Lic Pedro E.
Ceruti Picasso, Mariano Marquevich; 2010; Editorial Abeledo Perrot.

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tenía el abusador de mantener el secreto entre ellos.
Por otro lado, dice Summit, que una niña normal nunca pregunta ni cuenta nada. Esto
es que, las víctimas nunca cuentan nada a nadie durante un largo tiempo debido a que
temen que se los culpe por la situación, o que el adulto no abusivo, en este caso la
madre, no sea lo suficientemente protector como para cuidar a su hijo de una futura
venganza del perpetrador. En este caso es claro, la niña prefirió callarlo durante 5
años, por un lado por las amenazas que mencionamos anteriormente que recibía, y
por el otro, porque claramente el cuidador no abusivo no protegía a la niña desde
ningún punto de vista.
En los casos en donde los niños pidieron ayuda se afirma que los padres no abusivos
fingieron que no había pasado nada, exactamente lo que sucedió con esta niña.
● La desprotección: El autor comenta aquí que hay una tendencia de los mayores a
despreciar, desproteger y a criticar a quienes se someten a las intimidaciones con
facilidad, sin realmente caer en la cuenta de que son menores de edad que se
encuentran en una situación de indefensión total y que no encuentran una salida por
si solos, porque solos no tienen una salida, dado que la responsabilidad de evitar
cualquier relación sexual con un menor queda del lado del adulto. En el caso de la
noticia, la desprotección se cristaliza, también, cuando le comenta a su madre lo que le
estaba sucediendo y la misma la desautoriza aconsejándole que vaya a un psicólogo
para que pueda hablar, pero nunca haciéndose cargo de la situación, ni amparándola,
sino que por lo contrario dejándola sola.
Asimismo, en este punto se remarca que la mayoría de los casos de abuso es llevado a
cabo por una persona de confianza, como nombramos anteriormente al hablar de la
definición de abuso sexual infantil, siendo en gran medida padres o personas que
cumplan esa función.
La reacción que generalmente se espera ante este tipo de situaciones es que los niños
abusados griten o pidan ayuda, pero por lo contrario, lo normal es que disimulen, ya
que no saben utilizar la fuerza para defenderse de las amenazas. Los niños aprenden
por sí solos y en silencio a enfrentar sus terrores. Esta es otra justificación que
encontramos para fundamentar el silencio que mantuvo la niña durante 5 años.
● El atrapamiento y la acomodación: A esta categoría Summit la define como aquella en
la que comienza a desarrollarse un modelo conductual compulsivo y adictivo que
continúa hasta que la niña alcanza la autonomía o hasta el develamiento y la
prohibición forzada se imponen sobre el secreto. En la noticia se informa que al
principio solo los días viernes este padrastro abordaba sexualmente a la niña, sin

5
embargo esto luego se prolongó e intensificó a más días durante la semana, incluso el
corto tiempo que la madre iba a buscar a sus otros hijos al colegio era para el
perpetrador un buen momento para abusar de ella. Incluso cuando la nena intenta
revelarle a la madre lo que estaba sucediendo el abuso no finalizaba sino que era cada
vez más continuado. Finaliza esta etapa cuando se da una denuncia de parte de la
abuela y tía Maternas, luego de que la niña les contara lo sucedido y ellas sí le
creyeran.
Pero hay que destacar que antes de que esto sucediera, la niña tuvo como única
alternativa, durante los años que duró el abuso y donde no tuvo la protección de
nadie, de aprender a aceptar la situación y sobrevivir. Ante esta situación, un niño
normal busca la manera de sentirse poderoso y que controla la misma. En la nota no
podemos verlo con claridad, ya que en las declaraciones de la nena no se verbaliza
nada de este tipo, pero creemos que sí pudo soportar esto durante tanto tiempo, de
alguna manera tuvo que encontrar la forma de escapar de esta realidad, encontrando
justificaciones, pensamientos, o alucinaciones (en el sentido que las plantea Summit),
para poder sobrevivir, como haría cualquier niño normal con suficiente fuerza en su
yo.

● El develamiento tardío, conflictivo y poco convincente: El develamiento se produce


como consecuencia de un conflicto familiar abrumador, del descubrimiento accidental
por una tercera persona o al alcance sensible y a la divulgación comunitaria de las
agencias de protección de la infancia. En esta noticia se puede observar con claridad,
dado que la niña, al contarle lo que estaba sucediendo a su abuela y a su tía, y tras una
disputa que hubo entre las mismas y la madre luego de que se enteraron de la
situación, donde hubo insultos y agresiones, fueron las que iniciaron la denuncia hacia
el perpetrador. Esto da cuenta también, de que al ser develado ante un conflicto
familiar, el abuso fue llevado a cabo durante mucho tiempo y permite que se rompan
los mecanismos de acomodación antes mencionados.
En este punto también se habla de la reacción de las madres ante la develación del
abuso, que es el descreimiento y la negación protectora. Si bien esto está referido a
madres que no sabían del abuso y se enteran después de un tiempo, en el caso que
estamos tratando, aunque no sabemos desde cuando, la madre sabía de los abusos, ya
que la hija se lo contó reiteradas veces, de igual manera, la reacción de la madre fue
de descreimiento y negación en todo momento, durante todas las etapas del abuso,
incluso después de que su pareja haya sido condenada. Para intentar justificar esta

6
actitud devastadora de la madre, Summit aclara que las ellas tambien son victimas de
fragmentación de su psiquismo ante este dilema, donde por un lado piensan en la
generosidad de los padres, en este caso ella decía “no puede ser, yo lo conozco a
Hernán desde que somos chicos” , y por otro lado, piensan en lo que dicen sus hijas.
ante lo cual, la solución que encuentran ante este dilema es pensar que uno de los dos
miente y no es digno de confianza. En este caso, decidió que esa persona fuera su
propia hija. Las madres, ante esta situación, no denuncian y buscan una solución
dentro del vínculo familiar, y en general las personas que lo hacen son terceros fuera
del mismo, como en este caso. Donde se decide separar a la víctima inmediatamente
del núcleo familia, como esta niña que fue destinada a vivir con su abuela, dado a la
situación de riesgo que corría la menor.
● La retractación: Una víctima es capaz de desdecir cualquier afirmación que haya hecho
sobre abuso sexual. debajo de la rabia que motoriza el relevamiento impulsivo,
persiste la ambivalencia de la culpa y de la martirizante obligación de preservar a la
familia. Por suerte, en el caso que nosotras estamos contando esto no se dio. O por lo
menos, podemos pensar que en esta última instancia del juicio no se dio, pero sí
durante los 5 años que estuvo intentando que la madre creyera su versión de los
hechos, y no lo hizo, quizás en esos momentos sí decidió retractarse de los dichos
hacia su progenitor afin.
En cuanto a la dinámica relacional, Perrone2 y Nannini destacan las siguientes características
de la interacción entre el abusador y su víctima, las cuales se pueden observan en el caso:

a. La relación es complementaria, dado que se caracteriza por la desigualdad y porque una


serie de acciones la sostienen en ese estado para que nada cambie, lo cual cierra a la víctima
las vías de escape, a la vez que la inmoviliza.

b. La relación es desigual, por cuanto el abusador no tiene intención de respetar al niño


abusado en sus derechos, mientras que el niño sí debe acatar aquello que el abusador plantea
como derecho propio.

c. La relación es abusiva, porque el abusador utiliza todo su poder y supremacía para acceder
al cuerpo del niño y a su sexualidad con el solo objetivo de su propia satisfacción. La autoridad
que tiene sobre el niño, la confianza que este último siente hacia él, la dependencia inherente

2
Dr. Reynaldo Perrone: Destacado psiquiatra, terapeuta de parejas y de familias, ex profesor
de la Universidad de Saboya, Grenoble, y director de estudios del Instituto de Formación y de
Aplicación de Terapias de la Comunicación (IFATC), Francia.

7
al tipo de relación misma ponen al adulto en una situación de absoluta ventaja para obtener lo
que quiere del niño.

d. Se trata de una relación de impostura, ya que el abusador, en palabras de Perrone y Nannini


“se aprovecha de la confianza del otro, lo engaña a sabiendas y lo induce a error
voluntariamente” (1997: 107). Tanto lo que el abusador le dice al niño para involucrarlo en el
abuso como lo que dice y hace para mantenerlo atrapado en él implican el uso del engaño y la
mentira para aumentar el sometimiento de la víctima.

e. Es una relación en la que se pervierte la dialéctica autoridad/responsabilidad, ya que el


adulto ostenta el poder, la autoridad (de abusar, de ejercer coerción, de asustar, de engañar,
de amenazar y de abusar), mientras que carga a la niña víctima con toda la responsabilidad.
Esa responsabilidad abarca desde la propia conducta —“a vos te gusta”, “si usás esos
pantaloncitos es porque querés que te toque”— hasta las eventuales consecuencias para sí y
para otros, incluido el mismo abusador, si decidiera hablar y contar lo que le está sucediendo.

f. Es una relación al margen de la ley, no solo en el sentido de lo delictivo, sino en el sentido de


todas las acomodaciones que el abusador hace de su conducta y de su discurso para otorgarle
—siempre desde su perspectiva- legitimidad a su transgresión.

g. Es una relación fuera de contexto, si se toma a la familia como el contexto en el cual el niño
debería ser protegido de todo mal y de todo daño. El lugar de la víctima en el grupo familiar
queda desdibujado: las fronteras intergeneracionales se borran, los roles se invierten y la
familia toda se desvanece como lugar de referencia.

h. Es una relación fuera de control; por sobre todas las cosas, del control externo, aunque,
salvo en familias muy disfuncionales y perturbadas, también escapa al control de otros
miembros de la familia. El niño víctima de as no solo siente que no puede contar lo que está
sufriendo; también siente que no hay palabras para explicarlo ni interlocutores dispuestos a
escucharlo. Pero mientras el ofensor sexual logra sustraerse a sí mismo, a la víctima y a la
conducta de la mirada y el control externo, necesita incrementar su propio control sobre la
situación y sobre el eventual contacto de la víctima con el sistema externo. De ahí entonces
que, a medida que el niño crece y su contacto con el exterior se puede ver incrementado, el
ofensor sexual necesitará limitar esa libertad todo lo posible.

Ahora abordaremos la noticia en relación a lo que plantean Podestá y Rovea en Abuso sexual
infantil intrafamiliar.

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En relación a los mitos que se dan sobre el abuso sexual, quisiéramos destacar todos los
referentes a la familia, como los siguientes:

- Que la familia es siempre un lugar seguro.


- Que este tipo de abuso, ocurrido en el seno de la familia, es rápidamente denunciado.
- Que las madres, cuando se enteran, lo comunican inmediatamente.
Destacamos estos tres por sobre los demás, porque es lo que sucede en el caso que estamos
investigando. Sobre todo el último de los tres que se da en relación a la hipótesis de trabajo
que planteamos. Estos autores proponen que no todas las madres reaccionan de la misma
manera, aunque es esperable que lo comuniquen de inmediato, esto no siempre es así. Debido
a que el abuso puede ser un trauma. Las reacciones pueden incluir la incredulidad, la
renegación pasiva. Como es el caso de la madre de esta niña abusada en la noticia.

Por otro lado, los autores plantean cuáles son las familias que facilitan el abuso sexual, entre
las cuales mencionan las familias ensambladas, como es nuestro caso, donde los menores
insertos en estas familias son más vulnerables a sufrir abusos de parte de sus progenitores
afines.

Podemos relacionar sobre la base de este texto, las características de la madre de la víctima.
En este caso podemos pensar que la madre podría formar parte de cualquiera de estos grupos
que proponen Podestá y Rovea:

- las que no consiguen separarse de los agresores y prefieren pagar con sus hijas el
costo de vivir en una familia: son mujeres pasivas que depende económicamente del
agresor, no tiene independencia propia, también dependientes afectivamente, por lo
que no denuncian para no romper con la familia.
- las que participan en el abuso y funcionan como verdaderas entregadoras de sus hijas.
Si bien este punto no lo podemos confirmar, es probable de que haya sido así, tras las
reiteradas veces en que la madre negó lo que su hija denunciaba.
En lo correspondiente al pronóstico de esta familia, creemos que estaríamos dentro de una
con características de alto riesgo y con pronóstico incierto, debido a que la madre de la
víctima no ve la conducta del abusador y no cree en lo que relata su hija; el tiempo de duración
abusiva fue prolongado, y la víctima y el perpetrador conviven; el perpetrador no asume su
culpa y culpa a la víctima; y la denuncia es realizada por terceros. Estas características fueron
todas cumplidas en dicha circunstancia, por lo que, ante el encarcelamiento del perpetrador,
esto dejó de ser así, pero lo fue durante los 5 años de abuso sufridos por la víctima.

9
En cuanto a la cuestión verdaderamente jurídica, la ley 25.087 (Ley Penal Delitos contra la
Integridad sexual) caracteriza al abuso sexual infantil cuando es menor de 13 años, media la
violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de un relación de dependencia, de
autoridad, o de poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya podido
consentir libremente a la acción. Claramente este caso cumple con todas las características
que muestra la ley como para definirlo como un abuso sexual infantil. Especialmente por la
edad de la víctima, la presencia de violencia y abuso, la relación de autoridad y poder, y que la
víctima no haya podido consentir libremente de la acción. Además explicita que los que
pueden denunciar en el caso de ser la víctima menor de edad son: a) su representante legal,
padre, madre, tutor, curador, guardador legal, etc., b) cualquier persona, si el delito fuere
cometido por su ascendiente, tutor o guardador o si el menor carece de ellos (acción oficiosa
por mandato de la ley); y c) por el menor si cuenta con el asesoramiento o la representación
de una entidad protectora de víctimas oficial o privada pero sin fines de lucro. Podríamos así
confirmar que la madre tenía la tarea y hasta el deber de denunciar, pero no lo hizo. Se
relacionaría así también la ley 24.417 que habla explícitamente sobre la obligación de
denunciar maltratos y violencia familiar. Este caso sería cubierto por el Artículo 1 y 2 de dicha
ley al expresar que quien sufra el maltrato puede dirigirse a un juez del fuero familiar y
también, que si se trata de un menor los hechos deben ser denunciados por por ejemplo
representantes legales. En este caso, la denuncia fue tomada por familiares cercanos a la
víctima que pudieron dilucidar y defender a la víctima del sufrimiento ocasionado por su
núcleo familiar.

Por otro lado abordando la temática desde la violencia familiar, para que ocurra algo
semejante como un abuso durante tanto tiempo, dentro del núcleo familiar, implica que es la
dinámica familiar la que falla y recae en la víctima, pero no siempre es la única víctima el
menor. Regina Giraldo Arias y María Isabel Gonzáles Jaramillo, en su libro “Violencia Familiar”,
citan a Cirillo y Di Balsio (1991) quienes consideran la violencia en la familia, particularmente el
maltrato infantil, como producto de relaciones familiares disfuncionales, en las que el maltrato
hace parte de un “juego familiar”, donde la conducta maltratante tiene la no deliberada
función de servir como vehículo para rebelarse ante situaciones de conflicto, especialmente
entre el progenitor o cuidador que maltrata, y los otros miembros de la familia. En este caso,
este hombre era violento con sus hijos a quienes les pegaba por razones como estar descalzos
o llorar, lo cual muestra que era su primera opción acudir a la violencia antes que hablar y
resolver las situaciones de otro modo. En el caso de su pareja, la madre de la niña en cuestión
y de los demás niños al que él agredía, no sabemos si sufría de violencia física como sus hijos,

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sin embargo al tener una dinámica familiar así expresada seguramente el maltrato estaba
naturalizado y al orden del día en la pareja también.

Encontramos una serie de artículos que nos permiten plantear la problemática de la hipótesis
sobre la madre desde otro punto de vista: entre las características que presentan en común
destacamos: el papel que se le da a la madre en una sociedad patriarcal que hace que se la
culpabilice por el abuso que sufrió su hija y el maltrato que sufrieron sus hijos, por lo tanto,
que se le quite culpa al verdadero culpable que es quien llevó a cabo estas conductas hostiles y
anti-jurídicas, y en este punto plantear la diferencia entre culpa y responsabilidad. El hecho de
no tener en cuenta las reacciones que puede tener una madre ante tal situación traumática,
donde se le exige que cumpla una serie de demandas para reparar un daño que ella no
cometió y no se tiene en cuenta su propio sufrimiento; que la madre podría estar sufriendo las
mismas amenazas o agresiones de parte de una persona que de por sí es un abusador; que las
madres de los niños,niñas y adolescentes abusados, en gran medida, también han sido
víctimas de abuso en su propia infancia.
El primero de los artículos llamado “Culpa o Responsabilidad: Terapia con Madres de Niñas y
Niños que han Sufrido Abuso Sexual”, fue realizado por Caroline Sinclair y Josefina Martínez en
Chile desde el año 1995 al 2004. En el mismo proponen realizar un modelos de abordaje
psicoterapéutico para las madres de niños abusados, pero para eso plantea una serie de
cuestiones: en primera instancia, ellas dan suma importancia a los sentimientos, el dolor y las
dificultades que se presentan en la madre al momento de enfrentar el abuso, y como esto
interfiere en ellas al momento de llevar a cabo su rol. Ponen especial énfasis en detectar
cuáles son las necesidades de las madres, buscando cambiar la perspectiva del paradigma
culpabilizador a uno que permita responsabilizarlas.
Antes de comenzar nos gustaría aclarar que aunque el trabajo haya sido desarrollado en Chile,
las características que se presentaran en relación a esa sociedad y su cultura, tienen mucho en
común con la cultura Argentina, por lo que sentimos que en gran medida los conceptos que
aquí se desarrollan también representan esta población.
Tradicionalmente lo que predomina en la literatura y en cualquier respuesta cotidiana sobre el
tema, es culpabilizar a la madre respecto del abuso sufrido por su hijo, especialmente si fue
cometido por su padre o progenitor afín; como es en nuestro caso. Esta visión estereotipada
que lleva a tener una serie de mitos por sobre la culpa de la madre, surge de la expectativa que
la sociedad tiene en relación a todas esas responsabilidades que las mujeres deben cumplir
solo por ser madres. Madres perfectas que deben estar dedicadas por completo a proteger a
sus hijos, a cuidarlos de cualquier peligro, sobrecargandolas así de responsabilidades. Además,

11
dentro de este tipo de sociedades patriarcales, donde se estructura a la familia alrededor de la
figura del padre, y el poder que este puede ejercer hacia sus hijos y esposa, la madre queda
restringida de poder y no tiene posibilidades de actuar ante esta situación que se le presenta.
En una noticia de la Fundación Adoptar mencionan: “El Rol de la Ideología Patriarcal: La
concepción patriarcal de la familia juega un rol fundamental en el aprendizaje de la obediencia
y la sumisión a la autoridad del hombre. Desde muy temprana edad, los niños están
habituados a considerar la sumisión de los niños y de la mujer al hombre como normal. El
poder de los hombres es algo incuestionable porque en la cultura dominante es a ellos a
quienes se atribuye la fuerza, la autoridad, la protección y la competencia. Las concepciones
patriarcales se traducen en el hecho clínico de que la mayoría de los abusadores de niños son
hombres, casi todos convencidos profundamente de sus derechos sobre los miembros de su
familia. La víctima, en la mayoría de las veces una niña, socializada en esta misma ideología,
difícilmente puede revelarse y/o denunciar los gestos del abusador.”3
A la mujer, entonces, se le exige que cuide y proteja a sus hijos, pero al mismo tiempo, que
obedezca a la figura masculina y donde no tiene permitido expresarse ni revelarse, por una
cuestión de poder asimétrico del hombre sobre la mujer.
Culpabilizar a la madre ante el abuso de sus hijos, lo único que facilita es que se le quiten
culpas al verdadero y único culpable de la situación, que es el abusador.
Por ende, dado que la madre es el adulto que debe enfrentar las consecuencias que la
situación traumática trajo, proponen dejar de considerar a la madre como una figura clave que
permitió que el abuso sucediera, a considerarla responsable para detectar el abuso y reparar
sus consecuencias. Proponen evaluar el potencial protector de la madre, en lugar de culparla.
Consideramos importante en este punto, remarcar las diferencias que existen entre culpa y
responsabilidad: el enfoque de la culpa implicaría centrarse en los déficits que presenta la
madre, es decir, señalando aquello que la madre no hizo y cuánto permitió que esto sucediera,
implica juzgarla. Por lo tanto no se van a encontrar en la madre ningún tipo de recursos que
puedan ayudar a enfrentar la situación, porque no es ese el objetivo de culpabilizar, y como
consecuencia, la madre va a tender a defenderse de aquello que la acusan imposibilitando que
la situación se enfrente y se encuentre una manera apropiada de abordarla.
Por otro lado, el enfoque de la responsabilidad plantea enfatizar los recursos con los que la
madre cuenta y busca potenciarlos. No interesa profundizar en aquellas dificultades que tuvo
la madre al momento del abuso, sino que lo que importa en este enfoque es poder encontrar
una solución tanto en el presente como en el futuro de la madre como del niño. Importa

3
Julio César - Fundación adoptar: El abuso sexual a niños, niñas y adolescentes.
http://agendadelasmujeres.com.ar/notadesplegada.php?id=1774

12
abordar aquellas posibilidades que la madre tiene para poder ayudar a su hijo a superar el
impacto de la situación que le tocó vivir.
Si bien el artículo menciona mucho mas que solo esto, dado que su interés es plantear un
modelo de abordaje psicoterapéutico para madres que tienen hijos que sufrieron abusos, a
nosotras nos pareció importante destacar en este punto la diferencia entre la culpa y la
responsabilidad, dado que nos permitió ampliar nuestra visión sobre el caso, ya que al
momento de terminar de leer la noticia el primer comentario que se vino a la mente de todas
nosotras fue “la madre es culpable de que esto suceda”. Si bien en nuestro caso, dado la poca
cantidad de información que tenemos o la manera en que está redactada la nota también
enfatiza la culpa que tendría la madre ante este hecho, nos permitió dudar de si esto
realmente es así, o bien, pensar por que esto fue de esta manera y por lo tanto, tener una
mirada menos juzgadora hacia la madre y tratar de comprender por qué es que toma esta
decisión tratando de pensar en algunas causas por las cuales esta madre elija una postura tan
extrema y perjudicar a su hija en el momento en que ella necesitaría su apoyo. Algunos así, la
podrían considerar cómplice por no haber hecho nada al respecto.

En relación al impacto emocional que sufren las madres y las reacciones que esta pudiera
tener ante confrontarse con una noticia de estas características, encontramos en gran
cantidad de abstracts varias clasificaciones para esto:
En el artículo mencionado anteriormente, de Martínez y Sinclair, se presentan una serie de
vivencias agrupadas en tres ámbitos:

- victimización secundaria: gran cantidad de autores destacan que al enterarse que sus
hijos han sido víctimas de abuso, las madres experimentan el trauma con la misma
magnitud e intensidad con que lo viven sus hijos, por lo tanto, se las considera víctimas
secundarias del abuso.
Además, como es en nuestro caso, que es un abuso sexual intrafamiliar, es probable
que la madre también sea víctima de maltrato físico y/o psicológico por parte de su
pareja. No olvidemos que en la nota se menciona al abusador como perpetrador de
violencia sobre sus otros hijos, como mencionamos anteriormente. Lo que nos hace
pensar que su personalidad agresiva y manipuladora lo lleve a ejercer también este
tipo de violencia sobre la madre de la niña abusada.
Como parte del impacto que esto genera, es normal que la madre experimente una
gran ambivalencia ante la realidad del abuso, entre negar que este ocurrió y creerlo.
Además puede experimentar una gran variedad de sentimientos hacia el agresor.
Nosotras no podemos comprobar ninguna experiencia que la madre de la niña pudo

13
haber sufrido, ni violencia o amenazas por parte de agresor; ni un propio abuso sexual
en su infancia; pero dado las reacciones que esta madre tuvo cómo no creerle a su hija
en ninguna circunstancia, y hasta defender al abusador en el juicio actuando como
testigo a su favor, podríamos sospechar que algo de esto pudo haber estado
sucediendo. Porque cualquier madre con la suficiente fortaleza yoica haciendo
referencia a un carácter bien establecido y un buen criterio de realidad, no hubiera
reaccionado de la manera en que ella sí lo hizo.
- Vivencias respecto al niño/a: La madre puede sentir hacia el niño también
sentimientos ambivalentes. En este punto las investigadoras destacan que el abuso
mismo puede aumentar algún conflicto preexistente entre la madre y su hijo. Y esto es
todo mérito del abusador, que previamente se encarga de separar y generar una
situación de tensión entre ambos, para aumentar la indefensión y desprotección del
niño del cual pretende abusar. Es así que la relación entre el niño y la madre sería
conflictiva y distante emocionalmente. No tenemos evidencia de conflictos anteriores
que, por consecuencia del abuso hayan sido expresados. Pero sí lo que se generó es un
aumento de la indefensión y desprotección de la niña a la cual fue abusada, dejando
así una conflictiva emocional muy profunda entre madre e hija.
- Vivencias respecto al rol materno: el abuso influye en la visión que la madre tiene
como tal. Esto lleva a que las madres se culpen por la ocurrencia del abuso, se sientan
incompetentes para llevar a cabo su rol y para ayudar a sus hijos. Y esto se ve
reforzado por la culpa que todas las personas a su alrededor le adjudican, como es el
caso de esta madre.
Podríamos pensar que en nuestro caso se dió, entre estos tres factores, la combinación menos
favorable. Donde la ambivalencia de la madre ante su hija fue tomar una posición incrédula
hacia ella, sumado a sentimientos de protección al abusador, en consecuencia de esta relación
conflictiva entre ella y su hija, la visión de madre incompetente ante esta situación fue
reforzada por la culpa que recibía de su madre y su hermana al no haber denunciado en el
momento que la hija le comentó lo que le estaba pasando con su pareja. Mismo la noticia está
planteada desde esta perspectiva.

En un artículo propuesto por la Fundación Adoptar “EL ABUSO SEXUAL A NIÑOS, NIÑAS Y
ADOLESCENTES” plantean los distintos tipos de madre, con la intención de concluir si esta es
cómplice o inocente del abuso en relación a lo que mencionamos anteriormente: la culpa que
se le otorga a la madre ante el hecho:

14
- Madre tipo A: Este tipo de madre se encuentra en un momento de violencia
impensable, en donde la misma no puede ni imaginar que su pareja pudiera hacer algo
así con sus hijos. Esto es debido a que en general, los abusadores se presentan como
buenos padres, como personas amables, adaptadas socialmente e incapaces de
realizar algo así. En estos casos, los niños tratan de decirle a sus madres incontables
veces lo que está sucediendo, pero estas no les creen y les resulta inconcebible. Y
cuando se enteran se produce un quiebre en su persona.
- Madre tipo B: son madres que son cómplices indirectas del abuso, las madres saben lo
que está sucediendo, pero permanecen calladas. Son mujeres dependen tanto
económica como afectivamente del abusador, o comparten las mismas creencias
sobre los derechos que los adultos tienen sobre los niños. No son capaces de
protegerlos.
- Las madres tipo C: Cómplices directas que incluso participan del abuso.
La madre de nuestro caso podría encontrarse en las madres de tipo B. Debido a que sabía del
abuso, pero permaneció callada. No estaría dentro de la madre tipo A, porque al momento de
enterarse de lo ocurrido e incluso cuando fue sentenciado por la justicia, ésta mantuvo la
misma postura con respecto a su pareja, el abusador, y con respecto a su hija. Tampoco está
dentro del grupo de las madres tipo C, debido a que la hija no denunció nada de esto en su
declaración, solo que su madre nunca le creyó y siempre defendió al abusador.

En un trabajo realizado por Asociación Argentina de Prevención del maltrato Infanto-Juvenil


”Abuso sexual infantil - madres protectoras”, se estudia, justamente, al rol de la madre
protectora y se busca estimular la relación entre la madre y el niño abusado. Es decir, busca
que la madre protectora se ponga del lado del hijo abusado. En un punto se señalan las
posibles respuestas de la madre protectora frente a las revelaciones del abuso sexual:

- Una respuesta protectora: madres que responden inmediatamente, sin dudarlo y sin
ambivalencia para proteger a sus hijos. Donde actúan sobre el ofensor, enojandose
con él y de ninguna manera culpan a los niños.
- una respuesta que refleja un conflicto de rol: estas madres experimentan un conflicto
en cuanto a la lealtad en relación a sus hijos como en relación a su pareja. En estos
casos se dificulta el accionar de manera correcta y rápida como en el caso anterior y no
pueden proteger a sus hijos. Incluso pueden enojarse con el niño y tener sentimientos
ambivalentes hacia él.
- Abrumada, negando el abuso o significación: Estas madres no reaccionan al abuso, lo
niegan y no se preocupan casi por sus hijos.

15
- Rechazo y no protección: en este grupo las madres tienden a rechazar al hijo y ponerse
del lado de la pareja dejando así al niño desprotegido.
En este último nivel es que se presenta la madre en nuestra noticia por el hecho de justamente
no ver a la hija luego del acontecimiento dejándola con la abuela y la tía, sin hacerse cargo de
ella ni teniendo un mínimo contacto, el cual tendría que suceder al ser su madre y mucho más
después de un abuso en el cual es necesario para la mejoría psicológica de su hija.

Hay autores como Eroogan y Masson que comparan las respuestas de las madres ante la
revelación del abuso junto con un proceso de duelo, en donde antes de aceptar la realidad del
abuso, se pasa por una serie de etapas:

- la principal reacción suele ser la negación ante el shock que provoca la situación. Hay
madres que mantienen esta negación durante un tiempo hasta que mediante un
proceso terapéutico pueden aceptar la confesión de sus hijos. Pero, por otro lado, hay
madres que nunca llegan a reconocer que el abuso sexual haya tenido lugar y no
aceptan ningún tipo de tratamiento.
- Una vez que la realidad es aceptada, las madres puede experimentar un periodo de
culpa y autorreproche.
- A medida que las madres se dan cuenta de todo aquello que han perdido en sus vidas,
comienzan a experimentar sentimiento de enojo hacia el ofensor, y depresión.
- Poco a poco la madre puede empezar a encontrar cierto equilibrio en su ámbito
familiar.
En nuestro caso, la madre se quedó en el primer nivel ya que a pesar de saber la verdad y estar
en el proceso de juicio, ella niega lo sucedido sin aceptarlo. Esto lo podemos ver desde un
mecanismo de defensa muy rígido como es la desmentida, porque a pesar de saber lo que
sucede, ella mira para otro lado.

Podemos pensar que en esta madre hay un refuerzo por dar más importancia al bienestar del
abusador que al propio. Su vida y sus expectativas ha sido depositada en él, y que por eso se
haya ido de al lado de su hija. Podría ir buscando un reconocimiento y sentido a esa pareja
vital produciéndose así una negación de la realidad llegando incluso a considerar que tal
victimario no es responsable de los hechos. Viviría en un ideal, en donde ellos dos podrían ser
felices a pesar de los actos de violencia que ejercía con sus hijos, que además, no sabemos
cómo siguieron luego de este incidente familiar. Presenta entonces, distorsiones que se
manifiestan a través de la minimización, la justificación y la racionalización de las distintas
situaciones.

16
Intebi (1998) hace referencia a Anna Salter, “estas madres parecen hacer uso de mecanismos
de defensa como la negación, con lo que permiten el abuso.”

Así también, la psicóloga Lorna Norori describe, en participación de un artículo llamado “¿Su
mamá no la cuidó? Las madres ante el abuso sexual de sus hijas”, en donde fue entrevistada
por una periodista nicaragüense María López Vigil en octubre de 2005, las reacciones que
tienen las madres de niños abusados y se correlaciona con lo que venimos planteando
anteriormente:

- Primera reacción: “no puedo creerlo”


- Sentimientos desgarradores “Quien soy yo y con quien he estado viviendo?”
- La buena madre y la mala madre: domina el sentimiento de culpa.
- Del “no puedo creerlo” al “te creo y te apoyo”.
- “mi madre me apoya porque me cree”
En este artículo lo que se intenta demostrar es cómo la construcción social que se tiene
alrededor de lo que debería ser el rol de la madre, tanto como el que debería ser el rol del
padre están sumamente estereotipados y cómo en consecuencia de ello se tiende a culpar a
las madres de las víctimas de abuso sexual por lo sucedido y porque no hicieron nada para
detenerlo.

Destacamos de esta nota a Norori y el punto en que habla de la rivalidad entre madre-hija, y el
verdadero responsable de la culpa. Aquí desarrolla de manera muy clara cómo ella cree que la
población es tan prejuiciosa para con las madres, tanto que lo primero que se piensa es que
ellas son las culpables de que el abuso haya sido cometido. Es así que se tiende a ver a la
madre en distintos roles:

El rol de cómplice: como cómplice de lo sucedido, y éstas serían cómplices por el temor que
esta figura les representa, temores tales como que el abusador va a dejarlas si le creen a sus
hijas, cuando esto es importante para ellas porque de él dependen económicamente, como
mencionamos antes. Aunque en nuestro caso no creemos que esto sea así, debido a las
declaraciones de la nena en donde manifestaba que los abusos ocurrían cuando la madre se
encontraba trabajando. Pero si es posible que la dependencia haya sido más del orden de lo
afectivo. Por otro lado, también temen a que el hombre las agreda físicamente, lo cual
consideramos altamente probable que pueda haber sucedido. En fin, son temores por el
dominio que un hombre puede ejercer sobre una mujer.
Otras mujeres asumen el rol de “sufridoras”, donde por una cuestión cultural, la mujer se
siente aliviada porque el hombre no ejerce violencia sobre ella mientras que sí la ejerce sobre

17
su hija. Buscando que la hija sea cómplice de ella en sus frustraciones, es decir, que su hija
sufra de la misma manera que ella lo hizo.
Otro rol que asumen las mujeres en consecuencia de la cultura machista es el de competir
entre ellas por un hombre.
Así concluyen que la rivalidad entre ellas no es la causa, sino la consecuencia. Comentan que
en situaciones en donde el abuso ocurre entre un niño y progenitor afín, como es nuestro
caso, hay una mayor tendencia en las madres a inventar historias que les hagan distorsionar la
realidad, lo hacen por ejemplo, imaginando situaciones en donde ubican a sus propias hijas
como provocadoras de la situación, quitándole así la culpa al abusador.
La rivalidad entre ellas se genera, entonces, de racionalizaciones como esas. Es así que la
rivalidad es consecuencia del abuso, no es la rivalidad la que provoca el abuso. Asimismo
destacan que en los casos extremos en donde las madres no apoyan de ninguna manera a sus
hijas, incluso las culpan y protegen al agresor, es donde más marcada se encontraba la
rivalidad entre madre-hija, el cual es provocado en definitiva, por el abusador.
Tomando esto último, podríamos pensar que la rivalidad que el abusador logró que existiera
entre la niña y su madre fue tan grande que logró que su pareja jamás dudara de él y que lo
apoyara en todo sentido. Igualmente creemos que se tuvieron que dar una serie de factores
que hayan predispuesto a una situación de semejantes características. Donde la madre de la
niña nunca le creyó, incluso después de que el abusador fue condenado culpable, ella siguió
con su postura e incluso abandonó a su hija al cuidado de su abuela. Podemos pensar que lo
hizo como una alternativa para proteger a sus otros hijos, por miedo al abusador, como
consecuencia de algún abuso que ella misma podría haber sufrido en su infancia, etc.

En el último artículo encontramos una relación entre el abuso sexual infantil y la perspectiva
de género y los derechos humanos, el mismo fue hecho por Analia Frerrari, en el año 2015 en
Montevideo, Uruguay y se llama “Abuso sexual infantil desde una perspectiva de Género y
Derechos Humanos: la madre entre las múltiples facetas de la responsabilidad”.
De este artículo podemos resaltar la correlación que se hace entre lo que venimos planteando
en relación a la sociedad patriarcal, y la violencia de género como principal motor para que
ocurra la violencia en la familia, por ende, los abusos sexuales. Esto dado sobre la base de
pensar al hombre como figura dominante, y las mujeres y niñas (sexo femenino) las principales
víctimas de esta violencia ejercida sobre la mujer.
En este se plantea el concepto de género valorizado que nos gustaría destacar textualmente:
“Cuando se plantea la idea de género valorizado, es por consecuencia de las representaciones
construidas que hacen a la realidad de un modo determinado, elementos constituidos

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culturalmente que definen las relaciones entre los seres humanos de manera desigual en los
ámbitos públicos y los privados. Relaciones que son de poder, donde jerárquicamente el
género valorizado (varones) es sobreestimado por encima el otro género (mujeres), donde los
intereses, los derechos y los roles de cada uno se consideran en forma desigual, implicando
una discriminación de género. Estas relaciones de poder que implican discriminación de
género forman parte del sistema vertical y paternalista, donde el varón toma el control del
resto de los integrantes de la familia en todos los ámbitos, incluido el sexual. Cuando se arriba
a este punto, se podría entender cómo se llega a reducir a los NNA y a las mujeres a meros
objetos de su propiedad sometidos para la gratificación sexual, como ejemplo de abuso. Esto,
sin cuestionar las causas o justificaciones personales de un hombre que llega al punto de
cometer tal delito y violación de derechos.”4

Gran cantidad de madres responden de manera adecuada a la denuncia de sus hijos, los
protegen y les creen, y muy pocas de ellas toman una posición de negación, complicidad,
dando lugar de esta manera para que el abuso suceda. Sin embargo se insiste sobre este
punto, justamente por el papel que se le adjudica a la madre, a su rol socialmente establecido.
Es por ello que las madres son las primeras a las que se acusa al momento de que un abuso
sale a la luz.

Comienzan a ponerse en tela de juicio sus acciones (tanto si hizo la denuncia sin consultar con
un profesional como si la hizo luego de haber consultado), sus reacciones (tanto si llora
desconsoladamente como si habla con tranquilidad), sus actitudes (si consulta a uno o a más
profesionales, si toma nota de lo que su hijo o hija le cuenta, si lo filma o lo graba), de modo tal
que se presume una motivación maliciosa en la denuncia, mucho antes de investigar su
validez. Si la actitud general de la madre llama la atención por ruidosa, tal vez escandalosa,
claramente desesperada, empieza a circular la idea de que la madre está loca. Pero si la madre
no actúa, es negligente.

Carol-Ann Hooper (1994), también propone reflexionar sobre la actitud que las mujeres
adoptan cuando el as ocurre dentro de la familia. La autora señala:

“En los conflictos con hombres […] habitualmente tienen más para perder. Es en el contexto de
su falta de poder en la sociedad y de la dependencia con respecto a los hombres donde
manifiestan apocamiento, una falta de disposición para vérselas con la elección y una

4
Analía Ferrari; Abuso sexual infantil desde una perspectiva de Género y Derechos Humanos: La madre
entre las múltiples facetas de la responsabilidad; Montevideo - Uruguay;Mayo, 2015, PDF extraído de:
www.colibri.udelar.edu.uy

19
tendencia a evitar la confrontación. Es también este contexto el que hace particularmente
intensos los conflictos que enfrentan las mujeres cuando un niño es abusado sexualmente por
otro miembro de la familia. En el presente estudio, por lo común se describieron a sí mismas
como desconfiadas y sus descripciones de la respuesta demostraron a menudo incertidumbre
en cuanto a la validez de su juicio de la situación [de abuso], y con ello en cuanto a la acción
apropiada, una incertidumbre que había sido manipulada y explotada con frecuencia por los
abusadores. […] El miedo al conflicto deja a las mujeres no preparadas para una situación en la
cual alguien tiene que ser lastimado y en la que su rol es proteger a la víctima. El miedo a
causar daño no significa, desde luego, que eviten provocarlo. Al contrario, la renuencia a
enfrentar el conflicto puede inhibirlas seriamente de satisfacer las necesidades de sus hijos
cuando estos son abusados sexualmente por otro integrante de la familia.” (Hooper, 1994:
156-157)

Podríamos decir que la historia de vida de la madre, es un punto fundamental. Se debe hacer
hincapié en los antecedentes de malos tratos en la infancia materna como un factor que
compromete sus habilidades parentales. En el caso de una historia de abuso sexual en la
infancia, cuando no ha sido correctamente elaborada, como se mencionó anteriormente,
parece limitar las habilidades parentales de las madres en forma importante.

Tarczon plantea que aquellas madres que sufrieron en su historia abuso sexual crónico en la
infancia, pueden desarrollar un desorden postraumático complejo que se caracteriza por una
gran cantidad de síntomas, sobre todo a nivel de la desregulación de afectos, conductas e
impulsos, y severas dificultades en las relaciones interpersonales, entre otros aspectos, que
pueden generar en ellas problemas para establecer una parentalidad empática, sensible y
contenedora, y en cambio llevarla a la inversión de roles con los hijos, con pobres habilidades
de comunicación y sentimientos de desprotección. Las mujeres que han tenido una historia de
ASI están en mayor riesgo de establecer relaciones de pareja disfuncionales, que incluyen
relaciones con hombres violentos, como pareciera ser en este caso, situación que también
pone en riesgo a los hijos. Cuando la madre ha sido víctima de ASI, el riesgo de que la hija
también sea abusada se cuadruplica; ya que una historia no resuelta de trauma en la infancia
puede interferir en la correcta apreciación de los datos de la realidad que la madre haga
respecto de lo que le sucede a su hija.
Es difícil, como ya mencionamos, el caso de las madres que sufrieron abuso sexual en su
infancia y jamás lo han aceptado y nunca lo han querido reconocer o asumir. En ellas es
siempre mayor la resistencia a creer, a aceptar y a apoyar. Cuando se enteran de lo que le pasó
a su niña lo ven como una fatalidad y se resisten mucho. Además, muchas madres no contaron

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su propia historia y se creen fuertes considerando que ya la superaron. Por eso, aceptar lo que
le dice la hija, entrar obligaría a la madre a aceptar su propia historia, su propio abuso. Y eso
supone cuestionar toda su vida. Para huir de esa angustia, la madre racionaliza que su hija es
mala, la considera como una enemiga. Muestran, con mayor profundidad, el mecanismo de
defensa propia con que muchas mujeres reaccionan ante el incesto.
En base a esto puede ocurrir que su propia historia de ASI sirva como punto de partida para
comprender las conductas que observa en la relación de su pareja y su hija.
Además, un estudio realizado en el año 2011 por Claudia Rubins y Carolina Kero “MADRES DE
NIÑOS VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL: SUS ANTECEDENTES INFANTILES”, tomando como
muestra, en casos periciales a las madres de las víctimas donde buscaban indagar los propios
antecedentes de abuso sexual que podrían haber sufrido las madres de los niños abusados, se
encontraron con resultados reveladores, confirmando así su sospecha. El 74% de las madres de
niños abusados, habían sufrido también abusos en su infancia.
Es así que todo esto lleva a preguntar ¿Qué han aprendido estas madres de niñas acerca de las
relaciones más cercanas? ¿Cuánto de la historia de cada una de ellas puede influir en su
actitud ante el develado de un abuso? Por lo cual creemos que es riesgoso establecer juicios
de valor acerca de la conducta materna sin tener una comprensión totalmente completa del
caso, de las características de cada madre, ni de la reacción materna al enterarse también,
pensándolo desde el lado en que las decisiones de la madre y su reacción frente al abusador
están mediadas por su personalidad, sus valores, sus afectos, así como por su responsabilidad
moral y material en el cuidado de los hijos. También podemos pensar en que, según Margarita
Inés Quiroz Arango y Fernando Peñaranda Correa, las relaciones incestuosas tienen un
significado emocional, para la madre, de rivalidad y celos hacia su hija, lo cual ocasiona
emociones ambivalentes hacia ella, que entran en conflicto con sus valores de comprensión y
protección. Esto está totalmente relacionado ya que en un momento la niña cuenta que el
abusador iba a dejar a la madre para casarse con ella, y por ello podemos pensar que esto se lo
transmitió a esta mujer generando así estos sentimientos mencionados. Esto nos lleva a creer
que algunas características de la personalidad que presenta dicho abusador influenciaron a la
madre para tomar su postura. Estas, según Pedro Cerutti y Mariano Marquevich, son:

a) Mecanismos de negación y ocultamiento: claramente observables en el caso ya que al


confrontarlo por los dichos de la niña, él lo negaba rotundamente dado que todo esto sucedía
cuando la madre no estaba presente en el hogar podemos pensar a su vez, en el ocultamiento
de los hechos.

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b) Fantasías sexuales con menores: no podemos confirmar que tenía fantasías con
cualquier menor pero sí considerar que tenía fantasías sexuales con esta nena a la que
abusó ya que le pedía que haga cosas concretas en el momento del acto y hasta la llegó a
penetrar.

d) Déficits en las relaciones interpersonales y sociales: se puede creer que esto es así a
causa del tipo de relación que mantenía con sus hijos y la nena ya que era muy agresivo y
hostil con ellos, al ejercer violencia física para con ellos en los momentos que se enojaba o
por cualquier cosa que hicieran mientras la madre no esté.

Cuenta también con la presencia de rasgos como:

a) Elevados montos de impulsividad que hacen irrupción en la conducta: relacionado


también con lol mencionado anteriormente ya que no había mediación de su enojo a
través de la palabra, sino que recurre directamente al acto, o sea a la violencia física.
Esto nos lleva a pensar, si también era así con su pareja ya que parecería ser que es su
modo de enfrentar situaciones adversas.
b) Exacerbación de las fantasías puestas en actos: es evidente que cualquier tipo de
fantasía sexual que tuviera con la nena, él la llevaba a cabo con la misma obligándola a
ejercer compulsivamente aquello que deseaba a pesar de transgredir ley, ya que sabía
que conscientemente que esto estaba mal. Es por ello que podemos inferir que hay
ausencia de culpa y responsabilidad del hecho.
c) Búsqueda de satisfacción inmediata: siguiendo con lo anterior, podemos pensar en
una búsqueda de satisfacción inmediata por ir directamente al acto ya que no hay
meta sexual inhibida y es por ello que utiliza a la niña como objeto sexual y no como
sujeto.
d) Características de narcisismo patológico: se puede dar cuenta de esto ya que al haber
falta de empatía, hay algo del narcisismo que falla. Por otro lado, si llega a haber es
utilitaria en la medida en que el el otro le sirva para beneficio propio. Además,
pensamos en una persona egoísta y con sentimientos de grandeza ya que en el
principio del juicio el dice que en realidad piensa en su familia y que está viendo lo que
está pasando, sin hacer ningún tipo de autocrítica ni en ponerse a reflexionar sobre las
consecuencias de su acto.
Asimismo, podemos entender que estamos en presencia de un abusador regresivo ya que su
orientación sexual es preferentemente heterosexual y hacia los adultos, confirmándolo porque
tiene una pareja mujer con la que conviene. Pero ante determinados disparadores, como altos

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niveles de estrés, crisis familiares o maritales, etc. que en este caso son los enojos repentinos y
agresivos que tiene con sus hijos o el nacimiento de otra hija y así, regresan a estadios
evolutivos previos, involucrándose con niños que están familiarizados con ellos (como es el
caso de la nena) y esto implica el retorno de experiencias primarias placenteras.

Por otro lado, en un artículo llamado “cómo es la mente de un abusador de menores” de


Susana Toporosi, relata que el hecho de abuso no tiene que ver con un acto sexual, porque no
hay una consideración del otro como persona sino que involucra al otro en carácter de
destruirlo usando la sexualidad como arma. Por esto, tiene la teoría de que las personas que
hacen esto, en realidad tienen fallas desde muy temprano en la constitución de su psiquismo,
que no pudieron ser contenidas por alguien mayor. Predomina en ellos un odio temprano que
los lleva a repetir estos actos compulsivos. Podemos conjeturar entonces, que en este
abusador pudo haber una falla temprana para haber hecho semejante acto abusivo con su
hijastra, y mantener esta agresividad constante tanto hacia ella como hacia los otros niños.
Esto es un punto relevante ya que es bastante extraño que un padre tenga estos sentimientos
tan hostiles respecto a sus propios hijos. Además, en el abuso no hay consideración del otro y
especialmente se evidencia en el caso, ya que, si ella se negaba a realizar aquello que él le
ordenaba, ella recibía amenazas tan grandes que la llevaban cometer las peticiones de su
padrastro.

En base a todas estas características anteriormente mencionadas, aparece la incógnita sobre si


estas también podrían ser actitudes que manifiesta el abusador sobre la madre. Un ejemplo
puede ser la gran necesidad de dominación que mantenía con la niña, entendiendo que esta
tal vez también sucedía con la pareja, haciendo así que esta madre decida irse a vivir con él
dejando atrás a su propia hija.

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Conclusión general
En principio cabe aclarar que nada de esto justifica el abuso, ni la postura que toma la madre
ante esto, sino, tratar de deslindar el verdadero contexto familiar en que se llevó a cabo el
delito y cuál es la problemática que mantiene la madre ya que nada de esto se especifica en la
noticia.

Mediante el análisis del artículo a través de variados autores y temáticas pudimos arribar a que
nuestra pregunta en base a la cual desarrollamos el trabajo era errónea. Cada integrante tiene
su propia fundamentación, pero todas coincidimos, luego de mucha investigación, que la
culpabilidad del delito es de quien lo ejerció, en este caso, el padrastro. Si bien la madre es la
responsable de su postura y de la negligencia, creemos que hay un montón de factores que
inciden en ella que van desde su personalidad hasta factores que la exceden como una
sociedad patriarcal. Es por ello que nos pusimos a pensar, ¿Por qué habla de “la peor de todas”
en la noticia si ella no fue quien cometió semejante acto contra su hija? El abuso hubiese
ocurrido igual por las características del perpetrador porque justamente es él quien genera
este sufrimiento tan grande en la nena. No podemos negar que podría haberse finalizado con
la primera revelación que hace la víctima sobre lo que sucedía pero decidimos tener una
postura menos crítica/prejuiciosa y tratar de comprender todos los factores que pudieron
incidir para que el abuso se ejerza por tiempo tan prolongado ya que luego de desarrollar el
caso y entendiendo todo lo que se pone en juego dentro de la dinámica familiar, podemos
confirmar que hay muchas mociones psíquicas en juego desde el lado de la madre pensando
así en qué ella haya sufrido de abuso en su infancia, que el padrastro de su hija haya ejercido
violencia tanto psíquica como física hacia ella, o mismo también un nivel de manipulación muy
grande en el que se pondría en juego cuestiones de amor ideal en el que ambos podrían vivir
tranquilos sin la presencia de su hija, ya que al ser el objeto sexual de él, ella la podría sentir
como una tercera en discordia. Por lo tanto, viendo el caso de manera más global y siendo más
objetivas, pudimos pensar diferentes causas tanto psíquicas como contextuales entendiendo
que la madre no ejerció ningún acto anti-juridico, siendo otra víctima más de la personalidad
de este hombre.

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Conclusiones individuales
Evelin Rivero: Creo que en un principio la idea de la hipótesis fue propuesta como para ser
confirmada, creía, en un primer momento, que la madre era tan responsable como el padre
ante el abuso de la niña. Pero después de realizar este trabajo de investigación puedo concluir
lo contrario, considero que el único responsable del hecho es el abusador.

El abusador presenta una serie de características en su personalidad que le permiten


manipular a quien quiera. Por otra parte, el hecho de ser hombre le permite ejercer control y
dominio sobre toda la familia, por lo que creo que, como la niña era víctima de abuso y el resto
de sus hermanitos eran víctimas de violencia de parte de él, la madre también podría haber
recibido una serie de amenazas y haber sufrido violencia de la misma manera, por lo que el
temor hacia este hombre podría haber sido una de las razones por la cual la madre no creía el
relato de su hija.

Las características propias de la madre, como la posibilidad de ser sumamente dependiente


afectivamente hacia su pareja, o tener un rivalidad con la hija, provocada también por el
perpetrador, o mismo, e incluso el hecho de que la madre pudo haber sufrido abusos en su
infancia, incluyen en la decisión que toma la madre ante enterarse de lo sucedido, lo que
imposibilita que ella pueda tener los recursos suficientes para hacer frente al hecho, o bien
que la madre tome esa posición como una única salida para poder proteger al resto de sus
hijos y a ella misma.

Con tan pocos datos sobre la madre se hace imposible poder fundamentar totalmente estos
dichos, pero es posible que se hayan dado, y combinados hicieron que la nena tuviera el peor
destino.

Por otra parte, considero que la estructura psíquica de la madre no se encuentra


completamente sana, ya que podría pensarse en la debilidad de su yo para defenderse de
manera correcta ante una situación así, y por elegir, a pesar de todo, seguir viviendo bajo la
sumisión del abusador de su hija, abandonando a la misma y dejándola sin su protección. Y
debido a esta debilidad que la caracteriza, ante las diferentes demandas, exigencias y culpas
que pudo haber recibido de muchas personas de su entorno, y donde se vio obligada a reparar
una serie de cuestiones que ella no provocó, no contó con los recursos para resolverlas, o
mejor dicho, las resolvió de la manera que pudo.

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Por lo que me gustaría concluir que la madre de la niña no es responsable ni culpable del
hecho ocurrido, sino que su personalidad y sus vivencias no ayudaron a enfrentar la situación
de una manera más saludable. No obstante, considero necesario reconstruir y reforzar el
vínculo entre ambas, como así también los recursos con los que ellas cuentan, para pensar en
la posibilidad de rearmar su ámbito familiar.

Melina Sagristá: Desde mi punto de vista, a la hora de elegir la hipótesis, nos vimos cegadas
por el autor del artículo, en particular, sentía que era la madre la responsable de lo que había
sucedido. Sin embargo, en uno de los artículos se hace una clara distinción entre
responsabilidad y culpabilidad y mi percepción cambió. Si bien no sabemos nada más que lo
contado una cosa podemos saberla y es que el único que abusó y violentó a la víctima fue su
padrastro, la madre no participaba de esta violencia activamente, ya que el perpetrador lo
llevaba a cabo cuando no estaba presente su pareja (madre de la niña), por lo tanto la culpa no
es compartartida.

La mujer, quien tenía el proyecto de vivir como familia ensamblada con su nueva pareja,
seguramente confiaba en él para que cuide a su hija y a sus hijos, sin embargo esto no pasaba.
Hasta ese momento la mujer podría no saber lo que pasaba cuando no estaba, sin embargo,
según el artículo, en un momento se comienzan a dar pequeños develamientos del secreto
mantenido por el perpetrador y la víctima. Es este el punto que fue tan difícil de dilucidar, ya
que la niña se comunica con su madre y le cuenta acerca de lo que estaba viviendo y es por eso
que uno precipitadamente diría “ella sabía y no le importo, es culpable de eso, se generó
porque ella lo permitió”, pero uno rápidamente llega a esa conclusión porque
lamentablemente vivimos en una sociedad machista en donde las únicas protectoras y
responsables de los hijos son las madres, donde no importa si esa mujer está pasando por algo
se le exige que sea buena madre, que se ocupe sola de todo y si algo en esta mujer falla se la
condena como mala madre y hasta a veces como mala persona. En ningún momento se tiene
en cuenta el duelo qué es para una madre escuchar semejante relato de parte de su hija en
donde se lo involucra a un compañero que ella eligió para formar una familia, no se tiene en
cuenta si hay manipulación de parte de la pareja o cualquier otro tipo de violencia hacia ella lo
que nubla su pensamiento o lo que hace que también esté sometida bajo el poder de su
marido, mucho menos se tiene en cuenta su personalidad, su capacidad de manejar el estrés,
sus herramientas, solo se piensa en juzgarla.

El responsable y culpable del abuso es quien lo ejerce, en este caso fue el padrastro de la
víctima, quien tiene ciertas características que hicieron posible el violentar de esa manera la

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psiquis de una niña. El mismo así como manipulaba a la niña mediante el secreto para que no
se supiera lo que estaba pasando, tambien lo hacia con su pareja a quien le decía que era una
invención de la nena y su manipulación y poder eran tales que esta mujer creyó que una nena
de 10 años podría inventar algo así, lo cual es una locura para quienes lo vemos de afuera.

En mi opinión, la madre se vio manipulada por su pareja y cegada por el haberlo conocido
desde niños (respuesta que le dio a su hija cuando la misma le confiesa lo que le estaba
pasando) y ante los datos concretos, como es que se haya probado el abuso y que su pareja
sea condenado a 15 años de prisión, sostiene su postura lo cual habla de un síndrome de
acomodación que tuvo que hacer esta mujer debido a su dependencia amorosa con el
abusador de su hija. Tal es el sometimiento y el poder que su pareja ejercía sobre ella que
prefirió alejarse de su hija y defender al abusador.

Sabrina Pilar López: quiero comenzar la conclusión aclarando que desde las primeras veces
que leí la noticia y planteamos hacer la monografía desde la temática elegida, estuve muy
ambivalente sobre la hipótesis ya que me costaba creer en que una madre, con todo lo que su
imagen implica, estuviese dejando que su pareja abuse de su hija y sin creerle a ella, dando
lugar a que siga sucediendo por esos 5 años a pesar de que hubo uno en que por suerte no
sucedió. Luego, leyendo toda la bibliografía, observando la noticia y haciendo un juicio un poco
más objetivo, comprendí hacia donde llevaba esta noticia y es hacia la culpa de esta madre
describiéndola como “la peor de todas” sin referirse al hombre perpetrador como “el peor de
todos”. Entonces comprendí que verdaderamente este artículo se trata de un recorte de la
realidad para quedarnos con esta información: “la madre fue mala por dejar a su pareja ejercer
el abuso” Por el contrario, sería mejor encararlo desde “otra vez una niña es víctima del abuso
intrafamiliar” sin un paradigma de culpabilidad sino de responsabilidad, y así explayar todo lo
sucedido en este hogar ya que justamente, una niña es objeto sexual de un adulto, sin su
consentimiento y comprender todas las consecuencias que le generó semejante acto contra su
integridad. Quiero resaltar la palabra integridad, porque va más allá de su integridad física,
tiene que ver también la psíquica porque luego de esto, esta nena va a tener que tener
muchísimo trabajo psíquico para poder superar realmente lo que este hombre le hizo.

Por otro lado y retomando la cuestión de la madre, creo que en ella puede haber sumisión
frente a esta pareja, falta de carácter e incredulidad frente a su pareja ya que aceptar esto y
tomar postura haciendo frente al hombre, no es nada fácil. En la noticia, nos habla de lo
sucedido en los primeros momentos de develación del caso porque son los primeros
momentos del juicio. Pero pensando de una manera más esperanzadora, podemos creer que

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esto no sigue así, y que ella luego pudo ir a contener a su hija. Al mismo tiempo creo que esa
es la causa de no tener más actualizaciones sobre el caso porque en esta sociedad patriarcal si
una mujer no cumple con su rol es mucho más grave a que si un hombre abusa de una niña, y
es así como titula la noticia.

Quiero esclarecer que igualmente me parece muy siniestra la postura que tomó esta madre,
pero estando en el lugar de psicóloga siendo así imparcial y objetiva, no creo que sea ético
quedarme solamente con esta idea planteada en el artículo. Porque todo esto no sucedía
frente a sus ojos, sucedía exactamente en el momento en que ella se iba, a pesar de que la
niña tenía marcas y estaba muy angustiada porque fue así como la tía y la abuela de la niña
denunciaron este abuso. Al menos esta parte de la familia pudo salvar a la niña de estos brazos
depravados y defenderse de él y así poder arrancar todas las recomendaciones para seguir con
su vida lo más normal posible. Pero reiteradamente pienso en el nivel de manipulación de él y
en el nivel de sumisión de ella como para mirar hacia otro lado. Algo más le tiene que
despertar en ella este sucedido como para que ejerza semejante defensa. Puedo sospechar,
como dijimos en la conclusión general, que ella sigue en búsqueda de un amor ideal a solas
con él y que así puede encontrar una felicidad fantasiosa, ya que no tiene a nadie que se
“entrometa” entre ellos, o algún otro tipo de promesa que le haría él en la que denotaría la
manipulación, o algún beneficio económico. Pero es algo que va a quedar solamente a modo
de incógnita o hasta que se devele nueva información.

Por lo pronto, trato de demostrar que no es favorecedor quedarse solamente con la visión del
que escribe el artículo, sino poder hacer otra lectura del caso, como en un futuro lo vamos a
tener que ejercer de manera profesional y es por eso que el grupo conjeturó la hipótesis.

Abigail Kujarchik: En primera instancia se nos ocurrió la hipótesis, ya que era muy relevante la
dirección que tomaba el artículo, el cual habla de un abuso sexual pero no es lo central, sino
que en lo que se enfoca es en la conducta materna respecto al hecho, extendiendole la culpa a
la misma.

Al principio por la mirada que tenía y como estaba redactado el artículo, pensé que la madre
era responsable del hecho en sí, pero en parte esto se debía a como la presentaba el artículo
mencionado. A mi parecer, se pone mucho en juego, como ya lo hemos explayado, la cultura,
la realidad es que vivimos en una sociedad machista, en donde ante terrible hecho no se culpa
solo al que cometió el abuso, en este caso el padrastro, sino también a la madre por no haber
cumplido ese ideal que se le impone, las madres son vistas como las encargadas de la
seguridad y cuidados de los niños. Pero qué tan responsable o culpable es? ya hemos hecho la

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diferenciación anteriormente, con el trabajo de investigación pudimos observar que esa
madre, no es solo madre, es también una persona que trae consigo toda una historia, que en
parte es uno de los factores más importantes en su decidir. Es muy común que en nuestra
sociedad, se plantee que este primero el rol de madre que el de la mujer misma, pero no es
solo una madre, también hay que ver todo lo que se juega en ella como persona, que tanto le
puedo haber impactado la noticia que su hija le contó, y como le repercute.
Si bien no tenemos la información completa, pero se podría pensar en la posibilidad de que la
madre de esta niña, también había sufrido de un abuso, o que haya crecido en un hogar donde
las relaciones vinculares no eran del todo normales, sino que quizás presentaban cierta
agresión, por lo cual ella lo toma como algo que es normal, por lo que no sabemos como se le
juega todo esto a esta madre que decidió vivir con el abusador de su hija.
A esta mujer se le juega una decisión muy importante, es creer a uno o al otro, elegir, como
planteamos en el trabajo, en el caso de que haya sufrido un abuso, el creerle a la hija pone en
juego un acontecimiento traumático que seguramente no esta resuelto, es decir, que al creerle
a la hija tendría que aceptar su propio abuso, por lo cual el camino más seguro es el de la
negación.
Por otro lado, hablamos de las características de la personalidad que presenta el abusador,
entre ellas la agresión, necesidad de dominio y manipulación. En el artículo se hace presente
cuando se habla de la nena y de los hijos de él, las amenazas y violencia física que recibian de
parte de este. Esto me hace pensar que quizás este tambien se a otro factor importante en
cuanto a la conducta materna, el abusador, podría haber estado haciendo exactamente lo
mismo con esta madre, si bien no tenemos todos los datos, se podría pensar que ella también
era víctima de este abusador, y que es muy posible que también recibía amenazas o que era
maltratada, lo cual la llevó a tomar cierta postura. Quizás llevaban un vínculo disfuncional y de
dependencia, gracias al cual ella opta por esa decisión. Al ser maltratada la mujer aprende a
ser sumisa, callada y a estar atenta a todas las necesidades de su pareja, centrarse y priorizar
el punto de vista de él por encima de su propio discurso y opinión o el de sus hijos inclusive.
Otra posibilidad también podría ser, que la madre no sabía cómo iba a reaccionar este padre
abusador, con lo cual toma dicha decisión fue tomada para poder proteger a sus otros hijo.
Son infinitos los factores que pueden llegar a presentarse para que la madre actúe como tal.
En.conclusión, a mi parecer, el único culpable es el que comete el abuso. Creo que no se debe
establecer un juicio de valor en cuanto a la conducta de cada madre sin antes poder
comprender en.su totalidad el caso. Cada una de estas madres tienen características distintas y
llevan una historia con sigo, que nosotros no sabemos cómo repercute en la vida de la misma.

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● Blog sobre Violencia de Género; Perfil del maltratador: características más comunes de
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