You are on page 1of 352

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES


ESCUELA DE POSGRADO

Doctorado en Humanidades
Mención Historia

Tesis

Juventud en dictadura. Representaciones,


imágenes y experiencias juveniles, Rosario
1976/1983

Tesista: Laura L. LUCIANI


Directora: Dra. Gabriela AGUILA

Septiembre de 2013
Juventud en dictadura. Representaciones,
imágenes y experiencias juveniles, Rosario
1976/1983

Sin una torre de cristal: Vivir, investigar, escribir, movilizarnos

El proceso que implicó esta tesis se presenta ante mí como instantáneas. Las discusiones
con Gabriela Águila sobre la pertinencia del tema, cuando yo daba por sentado iba a ser
la directora de este proyecto y ella asumía en forma tácita semejante compromiso (y
asumía también que yo era capaz de llevarlo a buen puerto). Las conversaciones
concienzudas y constantes con Elvira Scalona, gran promotora de muchas tesis escritas y
defendidas. Las discusiones con Alberto Pla sobre la revolución mexicana y la docencia,
días antes de su muerte, última vez en que vislumbré su generosidad puesta en marcha.
La reunión con mis compañerxs doctorandxs en cursos y seminarios y los debates en
torno a nuestras propias problemáticas. Mi decisión de ser madre, de Lucas, en medio de
tal vorágine. En un bar, luego de movilizarnos, con varias colegas donde Cristina Viano
aseveraba algo que muchas compartíamos, la necesidad de combinar nuestras
preocupaciones académicas y políticas (no somos docentes/historiadoras en la torre de
cristal). Marchando con mi hijo en brazos un 24 de marzo. Clase de Historia americana,
aula 14, discutiendo con estudiantes por qué cayó el gobierno de la Unidad Popular.
Compartiendo mates mientras hacíamos el aguante frente a Tribunales donde se llevaba
adelante la Causa Díaz Bessone; algunos contando su historia, otros sólo escuchando.
Viajando al archivo en Santa Fe. Esperando a un entrevistado frente a su escuela para
recorrerla juntos. Escuchando a muchxs entrevistadxs. En una jornada discutiendo
algunos pasajes escritos de mi tesis y recibiendo los comentarios de colegas que
generosamente aportaban con sus reflexiones. Mudándome de casa, con mis libros y mis
papeles bien identificados. Frente a Tribunales, esperando la sentencia. Contenida por
David cuando la tarea me desbordaba. Recitando párrafos a Cecilia para que opinara al
respecto. Otra vez mates, ahora con mi vieja, que me recordaba que hay cosas más
importantes que la escritura de mis “tantas páginas”. Marchando, otra vez contra la
reforma curricular en la provincia encontrándome allí con colegas, amigas, amigos,
entrevistadas y entrevistados. Encerrada, de a ratos, escribiendo…

Una tesis como cualquier trabajo de investigación se hace con esfuerzo y asumiendo las
propias palabras. Pero una tesis no se produce sólo con palabras. Tampoco se produce
en soledad. Reconocerlo es una forma, humilde, de agradecer a quienes acompañaron en
ese camino.

1
INDICE

Introducción p. 4
Sobre los lineamientos metodológicos o la necesidad de “piernas robustas” p. 17
Un balance (provisorio) sobre los estudios respecto de la última dictadura militar p. 23
Estructura de la tesis p. 31

Cap. 1: Jóvenes en la historia reciente argentina. Sujetos de consumo,


sujetos políticos p. 34
Argentina en la posguerra y el escenario de nuevas culturas juveniles p. 35
De la primavera camporista a la derechización de la sociedad
(enfocando la mirada sobre Rosario) p. 50

Cap. 2: La juventud y los jóvenes en el gobierno de facto p. 57


La juventud en los primeros comunicados pos golpe y en los discursos de las
Juntas Militares p. 59
Según con el cristal con que se mire, la juventud y otras miradas desde el gobierno
de facto p. 77

Cap. 3: Control, disciplinamiento y represión en los ámbitos juveniles: las políticas de


la dictadura en las escuelas y la universidad en Rosario p. 89
Dictadura y educación, un acercamiento a la problemática p. 90
Silencio alumnos. El control y el disciplinamiento de los jóvenes desde la escuela
media rosarina p. 94
La Universidad Nacional de Rosario en dictadura p. 118
El control y el disciplinamiento como política educativa en la universidad p. 119
Riccomi, las gestiones ministeriales y la investigación p. 132
La vida en la universidad, los estudiantes p. 135

Cap. 4 Las políticas hacia los jóvenes en las Fuerzas Armadas p. 145
Las Fuerzas Armadas y la sociedad argentina: el Plan de Acción Cívica p. 149
Gendarmería se hace cargo de los jóvenes p. 157
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, una experiencia de jóvenes p. 168
El Liceo Aeronáutico Militar. La educación de jóvenes en manos de la Fuerza Aérea p. 178
Ser Liceísta, ser del LAM p. 187

2
Cap. 5 Juventud, Iglesia Católica y dictadura p. 198
La Iglesia Católica en dictadura p. 199
La Iglesia Católica frente a los jóvenes p. 202
Los jóvenes frente a la Iglesia Católica p. 212

Cap. 6 Como si vivir fuese algo inconcebible. Culturas juveniles en dictadura p. 232
De chetos pardos y rockeros p. 233
La cultura del rock en Rosario durante la dictadura p. 240
El control y el disciplinamiento sobre los espacios de sociabilidad juveniles p. 251

Cap. 7 Militancia y participación política juvenil en dictadura. De la “apoliticidad” de


los primeros años a la movilización pos Malvinas p. 262
Los partidos políticos en dictadura p. 263
Militancia política juvenil en dictadura “Yo no sé cómo habrá vivido la gente que no
militaba. No lo sé” p. 267

Cap. 8 Nuevos y viejos jóvenes. La coyuntura pos 81 y el final de la dictadura p. 285


Los jóvenes y el gobierno militar: de Galtieri a Bignone p. 286
En movimiento. Cómo te explico? y Tiempos difíciles, el cuestionamiento
desde la cultura p. 295
De las preguntas a la acción participación política, movilización y nuevos
horizontes juveniles p.299
El tiempo después de Malvinas. Los jóvenes y la movilización contra la dictadura p.304

Conclusiones p. 321

Bibliografía p. 332

Fuentes p. 347

3
Introducción

Cuando el dictador falleció en su celda del penal de Marcos Paz, hacía


exactamente dos meses que había convocado -a través de una revista española-
a “los más jóvenes” aquellos “que hoy promedian entre 58 y 68 años, que aún
están en aptitud física de combatir, que en caso de continuar sosteniéndose este
injusto encarcelamiento y denostación (sic) de los valores básicos, ameriten el
deber de armarse nuevamente en defensa de las instituciones básicas de la
República…”1. El llamado se pronunció exactamente una semana antes del nuevo
aniversario del golpe de estado de 1976. “Los más jóvenes” eran quienes 37 años
atrás tenían entre 21 y 31 años de edad.

Como siempre que se escuchan declaraciones de represores, la arenga militar


erizó sensibilidades colectivas. Pero el enojo impide la pregunta y nosotros
debemos preguntarnos ¿Por qué los convocados a la “defensa de las instituciones
básicas de la República” eran aquellos que habían vivido la dictadura siendo los
“mas jóvenes”? Es posible que sus palabras sólo tuvieran el propósito del impacto
mediático, algo que efectivamente logró. Quizás sólo fuesen palabras tiradas al
aire, como tantas otras que lanzó desde la cárcel. Pero quizás escondía parte de
una convicción, que aquellos jóvenes debieron ser los herederos del “Proceso” y
sus continuadores.

En esta tesis me propongo indagar algunos aspectos de la dictadura que


concurren con el interrogante señalado. Es evidente que las palabras del dictador
Jorge Rafael Videla no fueron el puntapié inicial del recorrido que aquí
proponemos. Tampoco lo concluyeron, más bien abonaban un cúmulo de
reflexiones sustentadas en una investigación que inicié unos años atrás con el
propósito de acercarme al estudio de las representaciones sobre la juventud y las
experiencias juveniles en el espacio rosarino durante la última dictadura militar
argentina.

1
“La nostalgia del dictador”, Pagina 12, 18/03/13, www.pagina12.com.ar.

4
Las dificultades para ese estudio no eran pocas y se condensaban en la pregunta:
¿podíamos pensar juventud y dictadura? O mejor aún ¿por qué juventud y
dictadura? La elección de la temática no fue azarosa, en mi tesis de licenciatura
sobre la prensa local durante el período 1976/1981, había advertido inicialmente la
insistencia de los medios por referirse a los jóvenes en aquellos años. Era
evidente además que los primeros comunicados de la Junta Militar los convocaba
a formar parte y ser los herederos del Proceso de Reorganización Nacional (en
adelante PRN). Asimismo no desconocía la abundante literatura que hacía
referencia a la visibilidad que los jóvenes y sus prácticas habían tenido en los
últimos ‘60 y primeros ‘70 y cómo ellos dejaban de ser claves en las lecturas sobre
la realidad social argentina de los años posteriores, reapareciendo nuevamente en
la transición democrática. Los jóvenes se constituían así en una luz intermitente en
la historia reciente argentina que emergía sólo en las coyunturas “necesarias”,
cuando su presencia era innegablemente nítida. Las reflexiones anteriores
fundamentaban una respuesta, se podía hablar de jóvenes en dictadura y en mi
caso se volvía ineludible reconstruir la trama de esa luz intermitente, otorgarle
historicidad a los jóvenes en tanto sujeto construido social e históricamente pero a
la vez como colectivo, diferente del adulto, que entramó sus prácticas y vivencias
en el marco de una dictadura.

Delimitar qué juventud y a qué jóvenes abordar en la tesis fue uno de los primeros
escollos que la bibliografía ayudó a definir. Recuperando los estudios que han
abordado históricamente la temática concebimos la juventud como un constructo
histórico social2, es decir, como el modo en que una sociedad -generalmente
adultocéntrica3- percibe a los jóvenes, impone un rol específico, otorga valores,
costumbres que condensan la supuesta esencia de ser joven y cómo esto se

2
LEVI, Giovanni y Jean Claude SCHMITT. Historia de los Jóvenes, T. I y II, Taurus, Madrid, 1996.
SOUTO, Sandra. ”Juventud, teoría e historia: la formación de un sujeto social y de un objeto de
análisis”, en Revista HAOL, n°13, 2007.
3
En este sentido queremos señalar a sociedades cuyo imaginario se despliega desde un ideal de
vida adulta. Esto no implica pensar que la juventud se impone desde los adultos sino que esta se
trama en ese imaginario social que señala la diferencia entre adulto y joven.

5
traduce en las relaciones intergeneracionales4. Así cada sociedad crea a sus
jóvenes, limitando no sólo su marco etario sino también características físicas,
ocupacionales, de sociabilidad que les son propias según el “deber ser” de esa
coyuntura. La acepción de juventud aquí referida nos obliga a dejar de lado
concepciones arraigadas en determinadas perspectivas de la sociología de la
juventud que pretenden otorgar características esencialistas a los jóvenes en tanto
generación, y que incurren en considerarla un sujeto contestatario, rebelde,
revolucionario así como también aquellas preocupadas por plantearla como una
etapa de moratoria social. Ambas desde lugares diferentes impiden pensar
históricamente el problema5.

Si sostenemos entonces que la juventud es una representación que se construye


históricamente, es decir, que en contextos históricos específicos las sociedades
definen y redefinen que es ser joven6, el objetivo de esta tesis no es dar una
definición de ella sino analizar y deconstruir las representaciones en torno a la
juventud en dictadura. En esa línea recuperamos los planteos de Chartier al
concebir a las representaciones colectivas en tanto sistemas de interpretación
generadores de esquemas que producen y clasifican lo social, orientando y

4
FEIXA, Carlos. “Antropología de las edades”, en PRAT, Joan y Ángel MARTINEZ (eds.), Ensayos
de Antropología Cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. Editorial Ariel, S.A., Barcelona,
1996.
5
En esa línea puede ser leído MARGULIS, Mario. La juventud es más que una palabra, Biblos,
Bs.As., 1996. Otros trabajos cuyos análisis se centran en el estudio de los jóvenes en determinada
coyuntura, han escindido las experiencias y prácticas de la materialidad en que estas se gestaron
para constituirlas en valores universales. Ello suele constituirse generalmente en los análisis
respecto de los movimientos juveniles de los años ‘60. Un trabajo que podríamos considerar se
desliza implícitamente hacia esta perspectiva (a pesar de los resguardos metodológicos):
BONVILLANI, Andrea; Alicia Itatí PALERMO, Melina VAZQUEZ y Pablo VOMMARO. “Del
Cordobazo al kirchnerismo. Una lectura crítica acerca de los períodos temáticas y perspectivas en
los estudios sobre juventudes y participación política en la Argentina”, en ALVARADO, Sara
Victoria y Pablo VOMMARO. Jóvenes, cultura y política en América Latina: algunos trayectos de
sus relaciones, experiencias y lecturas (1960-2000), Homo Sapiens, Rosario, 2010.
6
Respecto de la génesis de la juventud ver BALARDINI, Sergio. “De los jóvenes, la juventud y las
políticas de la juventud”, en Última Década nº 13, CIDPA, Viña del Mar, 2000. Sobre las
resignificaciones de ella en la posguerra ver PASSERINI, Luisa. “La juventud, metáfora del cambio
social (dos debates sobre los jóvenes en la Italia fascista y en los Estados Unidos durante los años
cincuenta)”, en LEVI, G. y J. C. SCHMITT, Historia de los jóvenes, op. cit. REGUILLO, Rossana.
“Las culturas juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la discusión”, en MEDINA
CARRASCO, Gabriel (comp.). Aproximaciones a la diversidad juvenil, El Colegio de México, Centro
de Estudios Sociológicos, México, 2000.

6
organizando las conductas. En ese marco, Chartier pugna por una historia de
sentidos y significaciones construidas en forma plural “en el reencuentro entre una
proposición y una recepción, entre las formas y los motivos que les dan su
estructura y las competencias y expectativas de los públicos que se adueñan de
ellas”7.

Esta primera opción teórica es ineludible para pensar el abordaje de la


problemática, especialmente porque la tesis no pretende abordar a todos los
jóvenes y experiencias juveniles, sino que se propone anclar las relaciones entre
juventud y dictadura, es decir, en un contexto histórico específico acotado, el
período 1976/1983 para entender cómo las representaciones respecto de los
jóvenes y sus prácticas se configuraron en esa coyuntura. Así analizar
históricamente la producción de juventud implica comprender cómo la sociedad
resignifica en determinadas coyunturas qué es ser joven y su lugar en esa
sociedad. En esa línea la tesis aborda un estudio que minimiza la condición etaria
del sujeto (o al menos la entiende como parte de un marco más general de
representaciones que la sociedad construye) y redimensiona los espacios
institucionales, de sociabilidad y las prácticas consideradas “de jóvenes” que se
habían consolidado previamente así como las características que adquirieron
durante la dictadura.

La hipótesis general que sustenta inicialmente la investigación propone pensar


que la dictadura contribuyó a gestar nuevas formas de juventud que se
construyeron desde el discurso y las prácticas del régimen de facto pero también
desde aquellas instituciones que acompasaban su discurso al que se consolidó
como hegemónico. Es decir, la tesis trata de demostrar que durante la última
dictadura militar se instauraron nuevos sentidos y definiciones en torno a la
juventud y al “deber ser” de los jóvenes, definiciones que, aun cuando no fueron
unívocas, implicaron una redefinición de estos como parte de la sociedad
argentina. Nos proponemos entonces advertir las representaciones en torno a la

7
CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Gedisa, Barcelona, 1995, 2º edición, p. 11.

7
juventud que se construyeron en dictadura en el espacio rosarino,
representaciones que se anclaron en discursos y prácticas políticas específicas. A
ese proceso debemos incorporar además el estudio respecto de las vivencias
juveniles que esas prácticas y discursos acumularon. Es decir, cómo las políticas
se inscribieron en las prácticas cotidianas juveniles, entendiendo que este no fue
un proceso unidireccional ni homogéneo. En segundo lugar nos proponemos
indagar sobre la emergencia de experiencias autónomas que se constituyeron en
alternativas a los modos hegemónicos de concebir a los jóvenes.

Uno de los primeros supuestos que sostenemos es que durante la dictadura y


desde el gobierno de facto se tendió a crear discursivamente a la juventud como
portadora de los ideales del PRN y beneficiaria del mismo. La construcción del
nuevo sujeto social joven era el correlato necesario para el “orden” que los
militares pretendían imponer. En este sentido enfatizamos aquellos planteos que
señalan que la dictadura militar argentina implantada entre el ‘76 y el ‘83, al igual
que otras experiencias del Cono Sur no sólo vinieron a restaurar el orden, tal como
lo anunciaban sino que buscaban forjarlo. Para ello construyeron un régimen
basado en el terror, la desaparición, la tortura y la muerte pero también en la
implementación políticas tendientes a disciplinar y modificar los ámbitos político,
económico, social y cultural8. Así redefinir el “deber ser” de los jóvenes formaba
parte de ese contexto general de cambios que la dictadura pretendía imponer.

En este sentido uno de los objetivos centrales de esta tesis es analizar el discurso
que se constituyó respecto de los jóvenes en los años de la dictadura 1976-1983
entendiendo que no puede ser escindido del continuo proceso histórico en que se
inscribe, es decir, obligando necesariamente a deconstruirlo en sus continuidades
y rupturas con la etapa previa, especialmente el período 1973/1976. Si lo jóvenes
habían entrado en la escena social y política argentina en la década previa al

8
En esa línea ver ANSALDI, Waldo, “Matriuskas del terror. Algunos elementos para analizar la
dictadura argentina dentro de las dictaduras del Cono Sur”, en PUCCIARELLI, A. (coord.),
Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura, Siglo XXI,
Buenos Aires, 2004. GARRETÓN, Manuel A., “Repensando las transiciones democráticas en
América Latina”, en Revista Nueva Sociedad, Nº 148, Caracas, marzo-abril 1997.

8
golpe de estado de marzo de 1976, para la dictadura fue necesario admitir la
existencia del joven como un sujeto político que debía –según sus propios
criterios- ser “desactivado”, y la necesidad de crear un sujeto nuevo, disciplinado y
controlado.

Ahora bien esos cambios en las construcciones discursivas fueron acompañados


de políticas específicas hacia los jóvenes que se gestaron y pusieron en práctica
durante esos años. Así otro de los objetivos implica analizar las estrategias de
intervención diseñadas durante la última dictadura militar y direccionadas a los
sujetos jóvenes. En esa línea uno de los nudos centrales de la tesis refiere a
pensar cómo se implementaron diversas políticas de intervención respecto de los
jóvenes desde diversas instituciones. Hemos enfatizado en especial el rol que
jugaron las instituciones educativas en tanto instrumentaron nuevas prácticas de
sociabilidad juveniles. A ello sumamos otras instancias de reorientación de las
prácticas y actividades juveniles que exceden el marco de acción el gobierno de
facto pero que incluyen a instituciones que acompañan y acompasan sus
proyectos a los de régimen. A partir de allí nos acercamos a los diversos modos
en los cuales las instituciones y sus miradas “adultas” conciben e instituyen
discursos y prácticas juveniles.

Si un aspecto importante de esta tesis refiere a los modos en que se crearon


discursos y políticas que modificaron la configuración de las representaciones en
torno a la juventud, otro de los problemas abordados refieren a las experiencias
juveniles en el marco de la dictadura. En esa línea retomamos el concepto de
experiencia de Thompson como categoría “que incluye la respuesta mental y
emocional, ya sea de un individuo o grupo social, a una pluralidad de
acontecimientos relacionados entre sí o muchas repeticiones de un mismo tipo de
acontecimiento”9. Es decir, recuperar la experiencia implica entender el modo

9
THOMPSON, Edward Palmer. La miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981, p.19. Ya en otra
obra angular el autor refiere a esta concepción de experiencia pensada en articulación con el
concepto de clase ya que la entiende resultado de las relaciones tejidas históricamente cuando
“algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas) sienten y
articulan a identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres

9
cómo tales políticas y discursos fueron resignificados, aceptados, incorporados o
resistidos por quienes las vivieron en tanto eran -en un ejercicio dialéctico de
construcción de representaciones- jóvenes. La experiencia se instituye así más
que en un hecho vivido –y recordado- como el mecanismo por el cual cada acción
individual y colectiva es entramada en un proceso social más complejo que le
otorga densidad y sentido, trama que naturaliza esos acontecimientos vividos y los
incorpora al continuo de la vida cotidiana. En esa línea complejizamos el concepto
de experiencia recuperando aquellas perspectivas que proponen entenderla no
como algo dado que el individuo vive sino como el modo en el cual los sujetos
“son constituidos por medio de la experiencia” otorgando historicidad tanto a la
experiencia como a las identidades que ella produce10. Esta propuesta se
recupera al menos parcialmente en tanto consideramos que las experiencias se
instituyen como hechos sociales en las relaciones que los sujetos construyen. En
este caso las experiencias se constituyen -en el cruce con los sistemas
normativos, políticas, creencias, discursos- en productores de lo juvenil,
apropiando prácticas y normalizándolas en el continuo de la vida.

En definitiva más que un estudio específico sobre la juventud lo que aquí


proponemos es deconstruir la producción de la categoría juventud en dictadura, en
tanto si al decir de Rossana Reguillo la juventud es “una categoría construida,
pero las categorías son productivas, hacen cosas, son simultáneamente productos
del acuerdo social y productoras del mundo”11, deconstruir esa categoría invita, en
definitiva, a reflexionar sobre comportamientos y actitudes sociales en dictadura
en torno los sentidos, roles y prácticas que se otorgan a esa juventud desde
múltiples lugares. Esa definición nos convoca además a plantear la recuperación
de espacios, discursos y prácticas propias que permitieron la emergencia de

cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos) a los suyos”. En THOMPSON, Edward
Palmer. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1989.
10
SCOTT, Joan. “Experiencia”, en La Ventana, n° 13, 2001, pp. 49-50.
11
REGUILLO, Rossana “Las cultura juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la
discusión” en Revista Brasileira de Educaçao, n° 23, 2003, p. 106.

10
incipientes culturas juveniles12 y que reorientaron los interrogantes y las prácticas
juveniles desde sus propias concepciones. En este sentido, lo que nos interesa
especialmente es advertir las instancias en que más allá de las políticas
específicas gestadas desde el estado y desde la mirada adulta, los jóvenes se
pensaron a sí mismos generacionalmente y en forma autónoma, buscando
proyectar en diversos sucesos sus propias preocupaciones.

Lo señalado hasta aquí nos obliga a pensar una periodización que insista en
privilegiar la coyuntura en que se expusieron con mayor contundencia discursos y
políticas juveniles en dictadura. En ese sentido debe señalarse que apenas
iniciada la dictadura se enfatizó desde los discursos castrenses el rol que los
jóvenes debían ocupar en el nuevo contexto, discurso que fue una constante
durante el periodo 1976-1981, perdiendo luego peso y significación. Por otra parte
y aun cuando muchas de las políticas fueron ya de manifiesta presencia en la
etapa inicial, lo cierto se construyeron y concentraron significativamente en torno a
1978/1980. La condensación de políticas en este período debe ser advertida. Si
los primeros años se caracterizaron por la fuerte represión y depuración de
aquellos sujetos que podían coincidir con el perfil de subversivo esgrimido por el
régimen13; finalizada esta etapa, se perfilaron los distintos proyectos que buscaban
reorientar las relaciones entre el régimen y la sociedad, y que en buena medida
incorporaron políticas de acercamiento con ella. Parte de esas políticas fueron
definidas en torno a quienes se consideraban los potenciales beneficiarios de la
reorganización, los jóvenes.

12
Preferimos la utilización del término culturas juveniles al de tribus urbanas, recuperando la
definición planteada por Feixa y Porzio para quienes el término refiere “a la manera en que las
experiencias sociales de los jóvenes son expresadas socialmente mediante la construcción de vida
distintivos, localizados fundamentalmente en el tiempo libre, o en espacios intersticiales de la vida
institucional. En un sentido más restringido define las microsociedades juveniles con grado de
autonomía respecto de las instituciones adultas que se dotan de espacios y tiempo específicos”.
Ver, FEIXA, Carlos y Laura Porzio “Los estudios sobre culturas juveniles en España (1960 -2003)”
en Revista de Estudios de la Juventud, n° 64, 2004.
13
Seguimos aquí el planteo sugerido por Paula Canelo. Ver CANELO, Paula. El Proceso en su
laberinto. La interna militar de Videla a Bignone, Prometeo, Buenos Aires, 2008.

11
Diversas variables abonaron la idea castrense respecto de la necesidad de
resignificar los vínculos entre régimen de facto y sociedad. En primer lugar, las
expresiones de movilización y fervor popular emergentes en el marco del Mundial
de Fútbol de 1978; si bien el fenómeno no puede ser caracterizado directamente
como válvula de escape al miedo ni como expresión de absoluto consenso al
régimen, lo cierto es que fue significativo incluso para las autoridades castrenses
que buscaron apropiarse del acontecimiento. El tiempo festivo que proveyó el
Mundial a la dictadura, fue además un tiempo de jóvenes. No sólo por la
asociación habitual entre jóvenes y gesta deportiva sino porque muchos de ellos
vivieron esos días como una breve experiencia de exteriorización de sus
sentimientos, de alegría compartida por el triunfo o como forma de desahogo por
lo silenciado. Más allá de los modos en que cada uno resignifica actualmente y
otorga sentido a esa expresión colectiva de salir a la calle y vitorear a la selección
-e inclusive al mismo Videla-, queda en evidencia que la manifestación pública
frente al Mundial fue un acto genuinamente juvenil. A ello se suma además el
conflicto con Chile por el canal de Beagle que fue adquiriendo un cariz en
ocasiones minusvalorado. El conflicto no sólo activó la alarma militar respecto de
la defensa del país y una posible guerra sino también modificó las percepciones
sociales en torno a ello. Es posible pensar que ya finalizado el tramo más
sangriento de la lucha contra la “subversión”, la redefinición de los objetivos en
torno a otra guerra, ahora con un país vecino, permitió generar nuevas cuotas de
apoyo social e inclusive pretendió gestar cierta cohesión al interior del ámbito
castrense.

Si como hemos señalado el primer lustro de dictadura intensificó sus discursos y


políticas en torno a los jóvenes, los años restantes, aquellos de crisis del régimen
y sus objetivos, señalan también una disminución drástica en las pretensiones de
apropiación discursiva de los jóvenes como herederos del PRN. Sin embargo las
políticas de la dictadura que intervinieron sobre sus espacios de acción y
sociabilidad siguieron vigentes y buscaron inclusive institucionalizarse. Asimismo
son jóvenes ‘colimbas’ aquellos que forman el grueso de los soldados que van a la
guerra de Malvinas, una de las últimas cartas jugadas por el régimen en la

12
búsqueda de recomposición de su poder. Pero la etapa iniciada en 1981 no sólo
refiere a un recorte planteado desde los cambios que impone el gobierno de facto,
sino que nos obliga a considerar las alternativas que se crearon desde otros
espacios y que cuestionaron aspectos parciales de la dictadura. En ese marco
algunas de las primeras expresiones críticas incorporaban a los sectores juveniles.
Cabe apreciar que la década del 80 marcó la proliferación y mayor visibilidad de
culturas juveniles autónomas, señalando además el acompasamiento de jóvenes
con las expresiones de movilización y críticas sociales que se direccionaron hacia
el régimen. La emergencia de una cultura producida desde y para jóvenes, fue el
puntapié inicial para la generación de nuevas prácticas sociales y políticas
netamente juveniles que interpelaron a la propia dictadura en el período
1981/1983.

Siendo que la condición juvenil es versátil y permite multiplicar al infinito variables


de realidades juveniles14, se vuelven necesarias ciertas consideraciones. En
primer lugar que la mirada gestada desde el régimen de facto (de varias
instituciones y de parte de la sociedad) sobre los jóvenes estaba permeada por
una matriz específica de construcción del estereotipo, es decir por determinado
modelo de juventud que desde la propia sociedad y desde el estado se producía y
reproducía. Ese estereotipo, como todos, dejaba en los márgenes determinados
resquicios y experiencias juveniles. En segundo lugar las estrategias de
intervención estaban supeditadas a su posible instrumentalización a través de las
herramientas que el estado ya proveía y que habían sido creadas específicamente
para vigilar, controlar, asistir, incorporar a los jóvenes.

Los jóvenes a los cuales nos referiremos en esta tesis son una construcción
abstracta articulada en torno a tres variables, a quienes se entendía, miraba y
percibía como jóvenes, qué políticas se desarrollaron según esa concepción de
juventud y quienes vivenciaban su puesta en práctica. En tanto aceptamos y
sostenemos este recorte del objeto de estudio, no trabajamos todos las

14
BOURDIEU, Pierre. “La juventud no es más que una palabra”, en Sociología y cultura, México;
Grijalbo, 2002

13
representaciones construidas en torno a los jóvenes ni a todos los jóvenes, sino a
un tipo definido de joven, aquel que la propia sociedad visibilizaba, aquel que se
construía desde determinado estereotipo y que empalmaba muy claramente con
aquel perteneciente a la clase media, real y simbólicamente. Es decir no solo
aquellos que eran de clase media sino que se sentían o aspiraban a cierto
ascenso social, jóvenes que siendo hijos de trabajadores iban a la escuela, iban a
la universidad, y construían con sus pares prácticas de sociabilidad horizontales.

Asimismo, en la medida que la mirada de la dictadura se direccionó sobre los


jóvenes que se politizaron en el escenario social argentino de los años previos, y
siendo que ellos constituían sin duda una mayoría de jóvenes de clase media15,
las políticas de control y disciplinamiento así como las prácticas discursivas
también tuvieron como foco significativo los sectores juveniles de clase media y
sus espacios de sociabilidad. Con ello no pretendemos negar que esas
intervenciones también afectaron a una buena parte de la población joven
proveniente de familias trabajadoras. La salvedad va en otro sentido, no
abordaremos aquellas intervenciones que afectando a sectores juveniles no fueron
definidas pensando en ellos en tanto tales. Esto nos advierte respecto de la
primera ausencia de esta tesis, no se habla aquí de las experiencias de
trabajadores jóvenes, ni de las políticas que los afectaron en tanto trabajadores en
ese contexto específico.

Es necesario profundizar los fundamentos de este recorte. Cuando hablamos de


trabajadores jóvenes estamos enfatizando en principio su condición de clase,
donde ser joven es en definitiva un adjetivo. No se incurre en el mismo problema
cuando hablamos de los estudiantes donde la condición juvenil pareciera inscripta
en la propia cotidianeidad de su vida. Ello deriva de una diferencia sustancial, las
escuelas son consideradas productoras de juventud, es decir, la institución escolar
desde sus inicios y al menos hasta los años aquí estudiados16 son las que

15
VIANO, Cristina. “Militantes de los años ‘70. Una mirada desde el concepto de generación”, en
Testimonios, año 1, n°1, 2009.
16
Cabe señalar que las escuelas no son productoras de juventud per se, sino que debe entenderse
que sus orígenes están ligados a ese proceso. Ver Balardini. S. “De los jóvenes, la juventud…”, op.

14
producen determinadas prácticas y sociabilidades juveniles. El mundo de trabajo
en cambio es aniquilador de la juventud, en la medida que introduce al joven en el
mundo productivo y por tanto, según las concepciones de esta época en el mundo
adulto. La condición juvenil de un trabajador si bien no es meramente contingencia
atañe a cuestiones que se resuelven en el mundo del trabajo, con lógicas,
prácticas y políticas que no pueden autonomizarse de ese espacio17. En ese
sentido no descartamos la posibilidad de un estudio sobre los trabajadores
jóvenes, pero elegimos no incluirlos como un núcleo de esta tesis.

Asimismo reconocemos que la subjetivación juvenil de las mujeres adquirió formas


particulares pero ello no es objeto de tratamiento específico en esta tesis. En
general, puede advertirse que el discurso militar refirió con mayor frecuencia al
joven en abstracto pero las connotaciones que se le atribuyeron incorporaban
elementos de masculinización del sujeto joven (donde los más frecuentes referían
a la virilidad, fuerza y heroicidad). Ello no es casual, forma parte de los modos en
que se gestaron las miradas en torno a los jóvenes desde los años 6018. A ello se
suma otro elemento, las Fuerzas Armadas tenía ya una larga trayectoria en la
gestación de vínculos formales de relación con los varones jóvenes,

cit. Ello sin embargo pareciera haberse modificado en los últimos años donde la crisis de la escuela
no sólo muestra su descomposición en tanto educadora sino también en tanto productora de
juventud. Es posible pensar que en los últimos años la producción de juventud se ha construido
desde otros espacios. Sobre esos cambios puede consultarse DUTCHATZSY, Silvia y Cristina
COREA. Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones,
Paidós, Bs. As, 2009. Sobre Rosario y la emergencia de nuevas producciones de juventud a partir
del mundo narco puede consultarse la obra del Club de Investigaciones Urbanas Rosario arde. A
pura adrenalina arde, mimeo, 2013. Disponible en http://www.scribd.com [última consulta 13/08/13]
17
En esa línea algunos trabajos se han destacado. Entre ellos mencionamos los trabajos de Silvia
Simonassi quien en el marco de análisis respecto de las políticas de disicplinamiento y control
sobre los trabajadores en dictadura, refiere a cómo ellas afectaron a los trabajadores jóvenes
específicamente. SIMONASSI, Silvia. “‘A trabajar y muzzarella’. Prácticas y políticas de
disciplinamiento laboral en la industria metalúrgica de Rosario, 1974-1983”, en Revista Historia
Regional, Nº 25, Villa Constitución, 2007. De la misma autora “Conflictividad laboral y políticas
disciplinarias en la industria metalúrgica de la ciudad de Rosario 1973-1976. Aproximaciones
teóricas y estudio de caso”, en IHES, n° 22, 2007. Otra línea de indagación se plantea a partir de
los estudios de casos que permiten enriquecer la mirada sobre experiencias fabriles específicas y
las relaciones tejidas al interior de ese espacio. Ver LORENZ, Federico. Los zapatos de Carlito:
una historia de los trabajadores de Tigre en la década del ‘70, Norma, Bs. As. 2007.
18
PASSERINI, Luisa. “La juventud, metáfora del cambio social (dos debates sobre los jóvenes en
la Italia fascista y en los Estados Unidos durante los años cincuenta)”, en LEVI, G. y J. C.
SCHMITT, Historia de los jóvenes, op. cit.

15
especialmente a través de la conscripción y esa impronta no pasa desapercibida.
En esa línea aunque las políticas gestadas se dirigieron al conjunto de la
población joven (varones y mujeres), en algunos casos derivó en políticas de
acercamiento específicas respecto de los varones19.

Por último cabe delimitar los anclajes sobre los cuales se construye esta tesis. En
principio señalar la pretensión de definirla desde la historia social y local. Pensar la
juventud como problemática de la dictadura y cómo las políticas hacia los jóvenes
se consolidaron en un determinado espacio urbano implica alejarnos un tanto de la
perspectiva político institucional -por lo menos en sus visos más positivistas-, e ir
más allá de las intenciones y/o proyecciones de la dictadura para dimensionar los
modos de asir esas experiencias socialmente. Las instituciones aquí estudiadas
son no sólo el espacio habitado, continentes de las representaciones, políticas y
de la misma cotidianeidad del sujeto joven, son además los espacios que permiten
tejer la trama sobre la cual se direccionan las miradas hacia lo joven y son
principalmente producto de las interacciones sociales, de los conflictos, luchas y
reacomodamiento de los propios sujetos.

Así, la tesis urde sus raíces en la historia local y urbana, entendiendo que un
análisis micro nos permite tejer densamente las redes de relaciones que se
constituyen en ese ámbito20. El espacio urbano, Rosario, definido y delimitado
para nuestro objeto de estudio, permite dar cuenta del ejercicio dialéctico entre
políticas, prácticas y experiencias al permitirnos enfocar la mirada en un hinterland
acotado. La ciudad es el espacio que contiene probablemente la mayor densidad
de huellas y marcas juveniles, más que un lugar establecido es la reconfiguración
permanente de acciones y prácticas sociales21. En la ciudad se definen sus

19
Para facilitar la lectura, cuando hablemos de jóvenes referiremos a jóvenes tanto varones como
mujeres. En el caso que nos detengamos en el estudio de cuestiones específicas ello se hará
explícito, por ejemplo cuando abordamos las políticas desarrolladas por las Fuerzas Armadas hacia
jóvenes varones.
20
PONS, Anaclet y Justo SERNA, “Más cerca, más denso. La historia local y sus metáforas”, en
FERNANDEZ, Sandra R. (comp.) Más allá del territorio. La historia regional y local como problema.
Discusiones, balances y proyecciones, Rosario: Prohistoria, 2007, p. 26.
21
REGUILLO, Rossana. La construcción simbólica de la ciudad: sociedad, desastre y
comunicación, ITESO, México, 2005.

16
lugares de esparcimiento, de sociabilidad, de consumo; en ella además se
emplazan lo espacios institucionales (y políticos) que el estado define, se los
agrupa, los clasifica, los controla. En ella viven y disputan su vivencia; en la ciudad
lo juvenil adquiere visibilidad. Rosario por otra parte no es un límite geográfico o
administrativo definido, es la ciudad como espacio transitado por jóvenes, que
abandonan el barrio para ir al centro, que van y vienen en el espacio regido por las
coordenadas -económicas- del cordón industrial, es el espacio de llegada y
movilidad de nuevos jóvenes que buscan seguir una carrera universitaria, que
adquieren la dimensión de la urbanidad y que se quedan a vivir allí22. El recorrido
propuesto con sus presencias y ausencias permite construir cierta cartografía de lo
juvenil en la ciudad en la medida que abrimos un mapa sobre determinadas
instituciones, marcas y prácticas juveniles creadas desde arriba, pero que son
vividas y limadas por prácticas y acciones autónomas de los jóvenes, prácticas
que no necesariamente se construían desde la resistencia pero que adquirían en
ese contexto una lógica disruptora.

Sobre los lineamientos metodológicos o la necesidad de “piernas robustas”

En Pueblo en Vilo, Luis González retoma las tesis de otro historiador y las
recomienda para quien pretenda hacer historia local, la receta incluye “madurez,
lecturas amplias, mucha simpatía y piernas robustas”23. Si bien siempre me
parecieron acertadas sus apreciaciones nunca lo fueron tanto como en la
recopilación documental realizada para esta tesis. Especialmente la última
máxima: “la exigencia de las piernas robustas alude a la necesidad que tiene el
historiador pueblerino de recorrer a pie, una y otra vez, la sede de su asunto, y de
visitar personalmente al mayor número posible de parroquianos”24.

22
La preocupación por reflexionar sobre juventud y espacio urbano ha abierto una línea de
investigaciones significativas vinculadas especialmente al problema de la configuración de
identidades juveniles. Ver: REGUILLO, Rossana, En la calle otra vez. Las bandas urbanas:
identidad urbana y usos de la comunicación, ITESO, México, 1995. PORTILLO SANCHEZ,
Maricela, “Juventud, identidad y ciudad”, en Andamios, vol. 2, n°4, 2006. TKACHUK, Carolina,
“Hábitat juvenil y metrópoli: juventud y territorio”, en Última Década, n° 20, 2004.
23
GONZALEZ, Luis. Pueblo en vilo, Colegio de México, México DF, 1968, p. 11.
24
Ibid. p.12

17
La búsqueda de fuentes documentales sin duda requirió andar y desandar
caminos. Especialmente porque a diferencia de otras temáticas, pensar las
representaciones de juventud en dictadura obligaba a recorrer diversos universos
documentales, escasamente reunidos. Los discursos respecto de los jóvenes y las
políticas gestadas en dictadura se convirtieron en un mundo infinito y difícilmente
asible. La delimitación del objeto de estudio tal como lo hemos expresado con
anterioridad permitió sin embargo una aproximación que se recortaba
específicamente sobre un conjunto de fuentes escritas y que incorporaba sólo
tangencialmente otras.

Así una parte significativa del trabajo estuvo supeditada al relevamiento


exhaustivo de discursos referidos a jóvenes durante la dictadura a fin de
interpretar y reconstruir esas representaciones de juventud existentes y sus
mutaciones a lo largo del período 1976/1983. En esa línea se ha considerado
primordialmente los comunicados de la Junta Militar, las diversas intervenciones
públicas y discursos de los miembros de la Junta en donde se refieren a la
juventud. Se incluyen además las alocuciones de los interventores provinciales o
municipales, los funcionarios ministeriales (especialmente de Educación y Cultura
en los distintos niveles de la administración pública), los rectores de las
universidades, los representantes de la Iglesia, las notas o editoriales de la prensa
donde se habla de la juventud. Así el trabajo de recopilación de las fuentes
documentales estuvo en gran parte supeditado a recuperar y analizar las diversas
estrategias discursivas y representaciones en torno a la juventud, dando cuenta de
las variaciones en el discurso según el contexto y según quien los nominase. Por
otra parte, la revisión de las fuentes documentales permitió además relevar y
analizar no sólo los discursos sino las políticas de intervención sobre los espacios
considerados como propios de los jóvenes llevadas adelante en la ciudad,
destacándose los cambios producidos en el ámbito educativo, escuelas
secundarias y universidad. Otra línea de investigación corresponde a la regulación
ejercida sobre los espacios de sociabilidad nocturna y espectáculos públicos, en
tanto se consideraba que contravenían la moralidad y constituían focos de peligro
para la formación de las personas jóvenes.

18
El relevamiento estuvo entonces supeditado a diversas fuentes escritas. Un
cúmulo significativo lo constituye la prensa periódica local y en menor medida la
prensa de alcance nacional. Entre los diarios locales destacamos especialmente
La Capital, La Tribuna y diario Rosario. El primero con una tirada de sesenta mil
diarios los días de semana y cien mil los domingos era el de mayor relevancia en
la ciudad y la zona. Su importancia como fuente documental es en ese sentido
significativa, no sólo porque permite un acercamiento a las diversas alocuciones
referidas a los jóvenes, sino porque además el discurso producido y reproducido
desde sus páginas se constituía en hegemónico en la región. Por su parte La
Tribuna que se editó hasta 1980 si bien no fue una competidora respecto de la
cantidad de lectores, se constituyó en diario que complementaba la información y
discursos que La Capital publicitaba. El semanario Rosario y su posterior
desarrollo como diario permitió encontrar una voz alternativa a la establecida por
el diario local hegemónico. Su emergencia dio cuenta además de los cambios que
comenzaban a avizorarse en la nueva coyuntura25.

Pretendiendo abordar otras miradas respecto de los jóvenes y sus prácticas de


sociabilidad hemos relevado también otros materiales que coyuntural y
tangencialmente fueron significativos, revistas católicas de alcance nacional como
las revistas Criterio y Didascalia26, la guía eclesiástica de 1980 así como los libros

25
LUCIANI, Laura. Entre el consenso, la censura y el silencio. Tesis de Licenciatura, mimeo, 2007.
26
Es necesario referir sintéticamente la trayectoria de ambas revistas. Criterio, de ideología
católica había sido fundada en 1928 y desde sus inicios, fue una de las publicaciones que mayor
peso tuvo en la formación de la elite católica del país. Su discurso fue variando a partir de las
modificaciones que sufrió la revista según el contexto en que se inscribía. Para los años de la
dictadura su director era el Presbítero Jorge Mejía e incluía diversas secciones donde se
presentaban artículos de colaboradores, teniendo en ese marco una posición ambigua respecto del
gobierno de facto, en ocasiones apoyando algunas iniciativas así como también permitiendo la
publicación de cartas y documentos que distaban de congraciarse con el régimen. Respecto del
posicionamiento de Criterio frente al golpe de estado puede consultarse BORRELLI, Marcelo.
“Prensa Católica y dictadura militar. La revista Criterio frente al golpe de estado de 1976”, en
Question, n°7, 2005. En línea http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/ [consultado el
06/06/12]. La revista se publica hasta la actualidad. Respecto de Criterio en sus primeros años ver
ACHA, Omar, “Organicemos la Contrarrevolución, Discursos católicos sobre los géneros, la
infancia y la reproducción a través de Criterio (1928-1943)” En ACHA, Omar y Paula HALPERIN.
Cuerpo, género e identidades. Estudios de Historia de género en la Argentina, Ediciones del signo,
Bs.As. 2000. Didascalia es una revista de catequesis de orientación salesiana creada en Rosario
en 1941. Su fundador y primer director hasta 1960 fue el Provicario castrense Monseñor Victorio
Bonamín. Le sucedieron el P. Héctor J. Valla hasta 1981 y luego el P. Néstor Noriega hasta 1996.

19
producidos por las Fuerzas Armadas en ese contexto. A ello sumamos además el
relevamiento de diversas revistas tanto de tirada nacional, como local. De ellas
hemos realizado un seguimiento pormenorizado de la revista Expreso Imaginario
en tanto emergente de la cultura juvenil rockera. De las publicaciones locales
vinculados a los jóvenes podemos referir la revista Boom surgida entre 1968 y
1969 en la ciudad, así como un conjunto de publicaciones que tuvieron gran
difusión en el espacio local durante los últimos años de la dictadura, como la
revista Risario, o diferentes revistas alternativas27.

Asimismo para el análisis de políticas específicas vinculadas a jóvenes analizamos


fuentes escritas de origen estatal, especialmente municipales y provinciales. En
esa línea hemos relevado el censo municipal de 1980 y diversos decretos
municipales en tanto refieren a acciones de gestión del gobierno de facto local,
especialmente a los ámbitos de sociabilidad y esparcimiento urbano. Se han
incorporado también otros documentos de índole institucional como son las
normativas educativas dispuestas en las circulares escolares como los libros de
actas de algunas escuelas específicas.

Respecto del ámbito provincial un significativo aporte lo constituyó la creación del


Archivo Provincial de la Memoria que cuenta con el acervo más importante de
documentación de la provincia referido a la llamada Dirección General de
Informaciones, una institución de carácter provincial que dependía del gobernador
y que surgió en 1966 manteniéndose vigente hasta principios de la década del
9028. El archivo es sin duda significativo para rastrear las estrategias de control y

Ver www.didascalia.org. Si bien es una revista editada en la ciudad de Rosario, desde sus inicios
tuvo alcance nacional e implicó un desarrollo bastante significativo, al punto que produjo su propia
empresa editorial. Para la década del ‘60 publicó diversos libros que se difundieron en
Latinoamérica. Agradezco a Diego Mauro por los datos aportados.
27
Entre ellas mencionamos La revista Pobre, una revista literaria que salió en forma discontinuada
durante la dictadura, algunos números de las revistas Acuarela, Sigma y los cinco números que se
publicaron de la revista Desde la Jaula. También se han relevado en forma discontinua otras
publicaciones periódicas de diferente tenor que referían a la temática, pero su importancia no fue
significativa para la producción de esta tesis.
28
AGUILA, Gabriela “Las tramas represivas. Continuidades y discontinuidades en un estudio de
caso. La Dirección General de Informaciones en la Provincia de Santa Fe, 1966-1991” en
Sociohistórica, n° 13, 2013.

20
de inteligencia que emergieron en la sociedad santafesina durante los años de la
dictadura. De tal archivo hemos relevado en forma minuciosa aquellos
documentos correspondientes al área de Educación y Cultura durante el período
1976/1983, así como algunos de los partes policiales que son constitutivos de este
acervo. A ello se suman, en menor medida, un conjunto de narrativas construidas
desde lo testimonial y que bucean sobre diversos aspectos de lo juvenil en
dictadura. Ese universo de fuentes incluye desde relatos no ficcionales y
ficcionales así como también la producción de videos documentales referidos al
período.

Si las fuentes escritas fueron un cúmulo significativo del acervo con el cual se
construyó esta tesis, no menor es el lugar que en ella se otorga a las fuentes
orales. Aun cuando algunos autores plantean que la historia oral es una
herramienta eficaz cuando no hay fuentes documentales, lo cierto es que en esta
tesis su presencia adquiere además otro sentido, la preocupación por incorporar
aspectos que las fuentes documentales no nos ayudan a delimitar, especialmente
aquellas referidas a las experiencias. En ese sentido acordamos con Portelli quien
asume que la historia oral le ha servido para enfrentarse a las palabras, las
personas y las experiencias29. La historia oral convoca actos, recuerdos de quien
narra su historia y nos obliga como historiadores a enfrentarnos con ello. La
producción de fuentes orales nos permite entonces acercarnos a los modos en
que las personas configuran y resignifican sus prácticas sobre determinados
parámetros y le otorgan el sentido de “lo vivido”. Para algunos cientistas sociales
que la historia esté mediada por la memoria de quien narra genera serios
obstáculos, para otros y acuerdo con ese planteo, el potencial y la riqueza de la
historia oral está precisamente en ello.

29
PORTELLI, Alessandro. “La verdad del corazón humano. Sobre los fines actuales de la Historia
oral”, en Secuencia, n° 12, 1988. p. 2.

21
Se han entrevistado a treinta y un personas para esta tesis, de las cuales
diecinueve fueron varones30 teniendo en común que todos ellos asistieron a
la escuela media entre inicios de la década del 70 y la década del 80,
aunque no todos culminaron sus estudios en ese período. Esto destaca que
los motivos sobre las cuales se definieron las entrevistas fueron múltiples,
sin embargo sus experiencias de juventud se construyeron generalmente
sobre las variables de institucionalización que construían una primera
identidad, todos fueron estudiantes secundarios y dos de ellos fueron
liceístas, es decir cursaron sus estudios secundario en un liceo militar.
Algunos fueron además universitarios. De quienes fueron estudiantes
secundarios y/o universitarios había quienes conjugaban esa experiencia
con la militancia política en algún tramo de su vida. Estaban los que
habiendo construido su historia desde ambos lugares fueron además
detenidos desaparecidos durante la dictadura. Estaban aquellos que
realizaron la conscripción durante el período. También quienes participaron
de algunos operativos específicos propuestos hacia los jóvenes como el
operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Tres de ellos tuvieron
una activa participación en organizaciones católicas. Varios visitaban
además los lugares de baile de moda, mientras que otros preferían el
mundo de la cultura under y el rock. Y un reducido número de estos jóvenes
además trabajaba. Como vemos las variables sobre las cuales transitar sus
experiencias no tiene un sino determinado y si bien el primer acercamiento
estuvo signado por algún hecho específico (ser estudiante, ser militante
político, realizar la conscripción, etc.) la entrevista abrió las múltiples facetas
que adquiría la identidad juvenil en dictadura, facetas que inclusive
desbordan a los procesos aquí estudiados.

30
Si bien ese universo de entrevistas fue construido para esta tesis, se han trabajado además
sobre otras entrevistas realizadas en el marco de proyectos anteriores. Los datos de las personas
entrevistadas se consignan a lo largo del trabajo con el nombre de pila e inicial de apellido, excepto
en tres casos, aquellos donde además hemos citado algún libro, escrito o nota periodística.
Optamos por incluir el nombre completo para que el lector advierta que referimos a la misma
persona.

22
La entrevista se anclaba inicialmente en una identidad particular, aquella que
como entrevistadora imponía, y si bien corría el riesgo de sesgar la mirada, sus
propios intereses respecto de qué contar otorgaron nuevos ritmos a la narrativa de
sus pasados31. Ello sin embargo no impidió que en ocasiones necesitara más de
una entrevista para indagar sobre aspectos inicialmente poco explorados.
Siguiendo esa perspectiva la producción de fuentes orales también dependió de
“piernas robustas”. No porque se entrevistara a un número infinito de personas -
hemos privilegiado sostener el testimonio desde lo significativo por sobre lo
representativo32- sino porque la realización de entrevistas requirió necesariamente
aceptar los tiempos de las personas así como sus ritmos. Ha implicado también la
necesidad de desandar los recuerdos a través de las marcas e inscripciones de
los espacios otrora transitados. Así la relación entrevistadora y entrevistado/a, se
construyó en ocasiones a través del recorrido por patios de escuelas, aulas,
pupitres, por el reconocimiento de esquinas, bares y barrios o recorridos
imaginarios a través de álbumes fotográficos, películas vistas, libros leídos,
canciones tarareadas.

Un balance (provisorio) sobre los estudios respecto la última dictadura


militar

En la última década se ha incrementado el interés de los y las historiadoras por


debatir, analizar y profundizar los estudios sobre historia reciente en Argentina.
Esta preocupación por incorporar estas problemáticas al ámbito académico ha
ampliado el campo de la historiografía y generado nuevos espacios de
preocupación académica que, sin desmerecer los ya institucionalizados, dan
cuenta de los intereses múltiples que se producen en el ámbito. Así, la historia
reciente adquirió relevancia significativa en la última década. Ello derivó en la
multiplicación de encuentros, jornadas, mesas que potenciaron el acercamiento

31
Respecto de la historia oral, la memoria y a identidad ver POLLACK, Michael. “Memoria e
identidad social”, en POLLACK, Michael. Memoria, olvido, silencio. La producción social de
identidades frente a la situación límite, ed. Al Margen, Bs. As., 2006. También JAMES, Daniel.
Doña María: Historia de vida, memoria e identidad política, Manantial, Bs. As, 2004, 1º ed.
32
FRASER, Ronald. “La historia oral como historia desde abajo”, en Ayer n°12, 1993.

23
entre quienes bregaban por el reconocimiento de la historia reciente dentro de la
disciplina, pero además puso en evidencia los tópicos sobre los cuales el campo
se estaba constituyendo. La creación de las Jornadas de Trabajo sobre Historia
Reciente, el aumento de mesas en las Jornadas Interescuelas constituidas en
torno a la temática, la emergencia de posgrados específicos y el cúmulo de libros
y revistas da cuenta de ese proceso33. Asimismo el estudio sobre historia reciente
se articuló con dos problemáticas que se constituyeron claves en su desarrollo, los
problemas de las memorias y la historia oral34.

Como parte de estos estudios de historia reciente, un espacio particularmente


prolífico refiere a las investigaciones sobre la última dictadura militar argentina que
si bien algunos podían suponer eran inicialmente una moda pasajera, las
producciones de historiadores e historiadoras han demostrado la relevancia que
adquiere esta como objeto de estudio. La producción historiográfica respecto de la
última dictadura sin embargo no abreva en el desierto. Las investigaciones de
sociólogos, politólogos, investigaciones periodísticas y en escasas ocasiones de
historiadores cimentaron los primeros caminos de investigación sobre la
problemática. Sin ánimos de profundizar todas las iniciativas de investigación que
se han realizado durante las décadas pasadas es necesario delimitar cuáles

33
Las revista Puentes, Políticas de la Memoria, Lucha Armada, Voces Recobradas así como la
publicación de dossier y libros especialmente el de FRANCO, Marina y Florencia LEVIN. Historia
reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Paidós, Bs. As. 2007 y el dossier
del Anuario de la Escuela de Historia: Historia, Memoria y Pasado Reciente, Anuario de la Escuela
de Historia, UNR, Nº 20, Homo Sapiens, Rosario, 2003/2004. Estas obras fueron significativas en
tanto marcaron un momento inicial en las redefiniciones en torno a la historia reciente como campo
problemático. Un libro compilado unos años después daba cuenta de los virajes y las nuevas
redefiniciones de la historia reciente ya no como campo problemático sino consolidado. Ver
BOHOSLAVSKY, Ernesto; Marina FRANCO; Marina IGLESIAS Y Daniel LVOVICH. Problemas de
historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010, t.1 y 2.
34
Un trabajo que fue pionero en estudios de historia oral en Argentina SCHWARSTEIN, Dora. La
historia oral, CEAL, Bs. As., 1991. Ver además JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Sigo
XXI, Buenos Aires, 2002. También GROPPO, Bruno y Patricia FLIER (comp.). La imposibilidad del
olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay; Ediciones Al Margen; La Plata;
julio 2001; DA SILVA CATELA. Ludmila. No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de
reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, Ediciones Al Margen, La Plata, 2001.
CARNOVALE, Vera, Federico LORENZ y Roberto PITTALUGA (comps.), Historia, memoria y
fuentes orales, CEDINCI, Buenos Aires, 2006.

24
fueron los núcleos de indagación sobre las que se asentaron la mayoría de los
trabajos.

En primer lugar los abordajes refirieron a las características que adquirieron el


terrorismo de estado y la experiencia concentracionaria. Uno de los estudios
pioneros en el estudio de la dictadura fue el de Eduardo L. Duhalde quien ya en
1983 publicó en España un libro sobre la temática varias veces reeditado35 en
nuestro país. Allí el autor ponía de manifiesto un análisis sobre las características
del terrorismo de estado, la implementación de la represión en toda su dimensión.
No debe extrañar que los primeros trabajos sobre la dictadura intentaran analizar
la lógica del terrorismo de estado y cómo esta se llevaba a cabo ya que, con la
vuelta a la democracia, la sociedad tuvo necesidad de saber qué había ocurrido.
En este sentido los primeros trabajos, que no provinieron del ámbito académico,
son los que inicialmente se han encargado en documentar la violación de
derechos humanos, la represión, la tortura, la desaparición de personas, el
asesinato36.

A estas obras le siguieron otras que en la década del ’90 incorporaron algunos
análisis que -aun cuando no constituían un estudio general sobre la dictadura-
abrían un nuevo espectro de ejes temáticos. Un trabajo de significativa
importancia para el estudio de la dictadura argentina, aun cuando refiere a los
procesos del Cono Sur en general, es la obra compilada por Manuel Garretón,

35
DUHALDE, Eduardo Luis, El estado terrorista argentino. Quince años después, una mirada
crítica, Eudeba, Bs. As. 1999. Cabe consignar que en Argentina la primera edición fue realizada en
el año 1985. Retomo aquí la edición citada, si bien ella contiene el texto original en tanto según el
autor tiene un valor incluso testimonial, adiciona una primera parte donde amplía y corrige algunos
temas ya tratados.
36
En esa línea consideramos al Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la
desaparición de Perdonas (CONADEP), Eudeba, Bs. As, 2005, 6º edición, 5º reimpresión. Cabe
señalar que este informe realizado en 1985 tenía como objetivo recabar información sobre la
represión durante la dictadura que sirvió como base judicial para el enjuiciamiento a las Juntas
Militares. También pueden considerarse algunos relatos de no ficción, como Recuerdo de la
muerte que, publicada a inicios de la democracia, relata la Historia de Jaime Dri quien estuvo
detenido-desaparecido en distintos centros clandestinos, ver BONASSO, Miguel, Recuerdo de la
muerte, Planeta, Bs. AS., 2003, 5º reedición.

25
Patricia Weiss Fagen y Juan Corradi, Fear at the Edge37 que se propone
comprender los procesos de construcción de aquello que denomina “cultura del
miedo” bajo regímenes dictatoriales; si bien no fue una obra de gran circulación su
importancia reside en el tipo de abordaje multidisciplinar empleado para
comprender los mecanismos que operaron como estrategias de paralización,
apatía y pasividad en las sociedades atravesadas por gobiernos autoritarios,
sustentando así la implementación de medidas represivas38. Hacia finales de la
década Pilar Calveiro publicó un libro que marcó una ruptura en tanto indagaba
sobre la experiencia concentracionaria, la relación centros clandestinos/ sociedad
y la lógica del terrorismo de estado. Si bien Calveiro estuvo detenida ilegalmente
en un centro clandestino su trabajo no es simplemente testimonial, es en este
intento de indagación sobre la experiencia concentracionaria más allá de la
experiencia personal donde reside la importancia del trabajo39.

Trabajos más recientes que desde han recuperado la problemática represiva en


dictadura, incorporando nuevos abordajes problemáticos. En esa línea la obra de
Daniel Feierstein se propuso indagar en el estudio de las prácticas
concentracionarias en clave comparada con los procesos europeos y la
introducción del concepto de genocidio para el estudio de las lógicas represivas
locales40. Otro trabajo es el de Gabriela Águila quien indaga respecto de las
lógicas represivas en el espacio del II Cuerpo de Ejército y analiza su articulación
con las facetas públicas que adquirió el terrorismo de estado41. Su trabajo junto al

37
CORRADI, Juan, Patricia WEISS FAGEN y Manuel GARRETÓN (eds.) Fear at the Edge. State
Terror and Resistance in Latin America, University of California Press, Berkeley and Los Angeles,
1992. Especialmente he retomado la primera parte “Miedo y autoritarismo”.
38
En una línea similar puede plantearse el trabajo de Juan Corradi editado en otra compilación y
que recupera gran parte de los planteos que el autor realizara en aquel libro. Ver CORRADI, Juan,
“El método de destrucción. El terror en la Argentina” en QUIROGA, Hugo y César TCACH, A veinte
años del golpe, Homo Sapiens, Rosario 1996. Dicha compilación incorpora una serie de estudios
sobre aspectos diversos de la dictadura.
39
CALVEIRO, Pilar, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Colihue,
Bs. As, 2001.
40
FEIERSTEIN, Daniel. El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia
argentina, FCE, Bs. As., 2007.
41
AGUILA, Gabriela. Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la
represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura. Prometeo, Buenos Aires, 2008.

26
de otros historiadores permiten abrevar en una línea de indagación que pretende
redimensionar los modos en que se articularon las expresiones de apoyo y
colaboración a la dictadura, es decir, redimensionar las claves que permiten
comprender los vínculos entre sociedad y dictadura42.

Otras de las líneas abordadas inicialmente fueron aquellas que retomaban el


aspecto institucional y político al estudiar la dictadura militar. En esta línea pueden
pensarse los trabajos del politólogo Hugo Quiroga por ejemplo; en El Tiempo del
Proceso...43 realizaba una explicitación de la dictadura argentina y de las
diferentes fases políticas por las cuales transitaron las Juntas Militares, aspectos
que más recientemente fueron retomados por otros autores, otorgando mayores
precisiones a dicho estudio. Estudios recientes se han preocupado por recuperar
una línea de investigación respecto de las lógicas de institucionalidad del régimen.
En esa línea podemos mencionar la extensa obra de los autores Vicente Palermo
y Marcos Novaro así como aquella de Paula Canelo que ha destacado la
necesidad de comprender los diversos proyectos que se plantearon al interior del
régimen y mostraron las fisuras y diferencias existentes entre distintas facciones
de las Fuerzas Armadas. Para la autora la imposibilidad de aglutinar a las fuerzas
en torno a un objetivo común aquello que marcó la crisis de institucionalidad del
Proceso de reorganización Nacional44.

Otro núcleo de problemas lo constituye el estudio de los partidos políticos en


dictadura. Un trabajo inaugural es el realizado por la politóloga María de los
Ángeles Yannuzzi quien estudia el derrotero de los partidos políticos durante la

42
LVOVICH, Daniel. “Actitudes sociales durante la dictadura militar argentina: las organizaciones
sociales y el diálogo político de 1980”. En BOHOSLAVSKI, Ernesto; Marina FRANCO; Marina
IGLESIAS y Daniel LVOVICH. Problemas de historia reciente…, op. cit.
43
QUIROGA, Hugo, El tiempo del Proceso. Conflicto y coincidencias entre políticos y militares
1976-1983, Ross, Rosario, 1994. En esta línea un artículo más reciente del autor es “El tiempo del
proceso”, en SURIANO, Juan (Dir.) Nueva Historia Argentina, Tomo 10, Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 2005.
44
NOVARO, Marcos y Vicente PALERMO, La dictadura militar 1976/1983. Del golpe de estado a la
restauración democrática, Paidós, Bs. As., 2006. CANELO, P. El proceso en su laberinto, op. cit.
también podemos señalar aquí una obra que pretende constituirse en síntesis SURIANO, Juan
(dir.) Nueva Historia Argentina, Tomo X, Sudamericana, Bs. As., 2005.

27
dictadura, recuperando el rol que tuvieron los partidos legales en ese contexto45.
En los últimos años se suman sin embargo nuevos estudios que cuestionando las
miradas tradicionales respecto de la ausencia de actividad política en dictadura
rastrean los derroteros de los partidos de izquierda en ese contexto46.

Otro de los ejes iniciales de indagación refirió al estudio respecto de los


trabajadores en dictadura. Dos trabajos se constituyeron en relevantes, un artículo
de Ricardo Falcón publicado en la compilación A treinta años del golpe47 y un libro
de Pablo Pozzi que se detiene en el estudio de los modos de oposición obrera a la
dictadura. El trabajo hecha luz sobre las diversas modalidades de lucha gestadas
en la dictadura durante el período 1976/1083, cuestionando la idea clásica de que
el golpe de estado implicó el final de las acciones de protesta laboral48. A ellos se
suman otros de índole más reciente que en el estudio de casos regionales o
experiencias fabriles abrevan en el conocimiento respecto de las lógicas de
disciplinamiento laboral y los modos particulares que adquirió la resistencia de los
trabajadores a ese proceso49. A ello se sumaban los estudios sobre la económica
en dictadura, en esa línea referimos al pionero trabajo de Jorge Schvarzer sobre la

45
YANNUZZI, María de los Ángeles, Política y dictadura. Los partidos políticos y el Proceso de
reorganización Nacional, 1976-1982, Ross, Rosario, 1996.
46
En esa línea incluimos: OSUNA, Florencia. Las prácticas políticas de la izquierda no armada
durante la última dictadura militar argentina (1976-1983). El caso del Partido Socialista de los
Trabajadores-Movimiento al Socialismo, tesis de maestría, 2011. También AGUILA, Gabriela. “El
partido Comunista Argentino entre la dictadura y la transición democrática (1976-1986)”, Historia
Actual, n° 6, 2009. CASOLA, Natalia. “El partido Comunist a argentino y el golpe militar de 1976: las
raíces históricas de la convergencia cívico-militar” en Revista Izquierdas, año 3, n° 6, 2010.
CASOLA, Natalia “Política Obrera frente a la dictadura militar (1976-1983), ponencia presentada en
el III Congreso Internacional de Historia Oral, 2009. Disponible en www.historiaoralargentina.org
[última consulta 13/06/13]
47
FALCÓN, Ricardo, “La resistencia obrera a la dictadura militar”. En QUIROGA, Hugo y César
TCACH, A veinte años del golpe… op. cit.
48
POZZI, Pablo. Oposición obrera a la dictadura (1976-1982), Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
49
DICOSIMO, Daniel; “Dirigentes sindicales, racionalización y conflictos durante la última dictadura
militar”, en Entrepasados, n° 29, principios de 2006. Del mismo autor “La op osición de los
trabajadores en el disicpinamiento productivo durante la última dictadura militar. Una reflexión
conceptual”, en Paginas n°1, 2008. Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php
/RevPaginas/index [última consulta 10/03/2012]. También SIMONASSI, Silvia “A trabajar y
muzzarella…” op. cit., CARMINATI, Andrés. “Conflictividad obrera durante la última dictadura militar
en Rosario y el “Cordón Norte del Gran Rosario”. El otoño caliente de 1977”, en DICOSIMO, Daniel
y Silvia SIMONASSI (comp.). Trabajadores y empresarios en la Argentina de siglo XX:
indagaciones desde la historia social, Prohistoria, Rosario, 2011.

28
política económica de Martínez de Hoz y sumamos algunos de los trabajos
compilados por Alfredo Pucciarelli más recientemente50.

Otra línea de indagación que se desarrolló tempranamente fueron los estudios


sobre Dictadura e Iglesia. Al trabajo pionero de Emilio Mignone se suma
recientemente los trabajos de Martín Obregón, ambos referentes en la
problemática51. Podemos incluir también los estudios sobre el rol de la prensa en
dictadura y la censura cultural52. Sin detenernos pormenorizadamente señalamos
además que los diversos estudios han abrevado en el desarrollo de distintas
vertientes: derechos humanos, exilios, y la guerra de Malvinas son algunas de las
problemáticas desarrolladas más recientemente53.

50
SCHVARZER, Jorge. La política económica de Martínez de Hoz, CISEA-Hyspamerica, Buenos
Aires, 1986. CANELO, Paula "La política contra la economía: los elencos militares frente al plan
económico de Martínez de Hoz durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1981)" y
CASTELLANI, Ana "Gestión económica liberal-corporativa y transformaciones en el interior de los
grandes agentes económicos de la Argentina durante la última dictadura militar" ambas en
PUCIARELLI, Alfredo (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. Las trama corporativa de la
última dictadura, Siglo XXI, Bs. As., 2004. También CASTELLANI, Ana. "Intervención económica
estatal y transformaciones en la cúpula empresaria durante la última dictadura militar (1976-1983)".
En LIDA, Clara, Horacio CRESPO, y Pablo YANKELEVICH (comp.) Argentina, 1976. Estudios en
tomo al golpe de Estado, El Colegio de México, México, 2007.
51
MIGNONE, Emilio. Iglesia y dictadura, Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1986.
OBREGÓN, Martín. Entre la cruz y la espada. La iglesia católica durante los primeros años del
‘Proceso’, UNQ, Bs. As., 2005. Más reciente OBREGÓN, Martín “La iglesia argentina durante la
última dictadura militar. El terror desplegado sobre el campo católico” en PEROTIN –DUMON,
Anne (Dir.). Historizar el pasado vivo, p. 3. Versión en línea: http://www.historizarelpasadovivo.cl.
[consultado el 10/02/2012]. Incluimos aquí otro trabajo que abreva en pensar desde otra
perspectiva el problema, el lugar que ocuparon las peregrinaciones y movilizaciones católicas en
ese contexto LIDA, Miranda. “Las masas católicas en los años de la dictadura, 1976 -1982”, en
Entrepasados, n° 34, 2008. A ellos se suman varios trabajos per iodísticos destacamos
VERBITSKY, Horacio. Doble juego. La Argentina católica y militar, Sudamericana, Bs. As., 2006.
52
BLAUSTEIN, Eduardo y Martín ZUBIETA, Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el proceso,
Colihue, Bs. As., 1998. DIAZ, César. La cuenta regresiva. La construcción periodística del golpe de
estado de 1976, La Crujía, Bs. As., 2002. SABORIDO, Jorge y Marcelo BORRELLI. Voces y
silencios. La prensa argentina y la dictadura militar (1976-1983), Eudeba, Bs. As., 2011.
INVERNIZZI, Hernán y Judit GOCIOL, Un golpe a los libros. Represión a la cultura durante la
última dictadura militar, Eudeba, Bs. As., 2003. AVELLANEDA, Andrés. Censura, autoritarismo y
cultura. Argentina 1960-1983, CEAL, Bs. As., 1986, tomos I y II.
53
Sobre un balance historiográfico profundo sobre las nuevas temáticas y los temas ausentes ver
AGUILA, Gabriela. “La dictadura militar argentina: interpretaciones, problemas y debates” en
Paginas n°1, 2008. Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php /RevPaginas/
index [última consulta 10/03/2012].

29
Aun cuando la cuestión juvenil en dictadura no ha sido un núcleo de abordaje
exhaustivo por parte de los investigadores del período, hay un cúmulo de trabajos
que refieren a la problemática en etapas previas, especialmente dos son los ejes
de análisis incorporados: aquellos que abrevan en estudios socioculturales
respecto de las experiencias juveniles y quienes abordan el movimiento
estudiantil54. Respecto de la dictadura no podemos dejar de mencionar trabajos de
investigación que refieren tangencialmente a la temática. En esa línea señalamos
un primer acercamiento realizado por Carolina Kaufmann y Delfina Doval al
problema de la educación en dictadura así como los diversos libros compilados
por Carolina Kaufmann sobre la temática. Sumamos además el libro compilado
por Pablo Pineau55. Respecto de la misma temática pueden incluirse además el
reciente trabajo de Laura Rodríguez sobre las políticas implementadas en
dictadura y su relación con los cambios ministeriales producidos. También su
artículo conjunto con Soprano respecto de la política universitaria durante el
período56. A ello puede sumarse algunos análisis referidos a instituciones

54
Señalemos un trabajo pionero CATARUZZA, Alejandro "El mundo por hacer. Una propuesta para
el análisis de la cultura juvenil en la Argentina de los años setenta", Entrepasados, nº 13, 1997. En
los últimos años la problemática ha crecido significativamente. señalaremos aquí sólo algunos de
ellos. BARTOLUCCI, Mónica. “Juventud rebelde y peronistas con camisa. El clima cultural de una
nueva generación durante el gobierno de Onganía”, en Estudios Sociales, año XVI, 2006.
ANDUJAR, Andrea. “El amor en tiempos de revolución: los vínculos de pareja de la militancia de
los ’70. Batallas, telenovelas y rock and roll” en ANDUJAR, Andrea, Débora D´ANTONIO, Karin
GRAMMATICO y María Laura ROSA (comp.). De minifaldas, militancias y revoluciones.
Exploraciones sobre los ’70 en la Argentina, ediciones Luxemburg, 2009. MANZANO, Valeria. “Ha
llegado la “nueva ola”: música, consumo y juventud”, en COSSE, Isabella, Karina FELITTI y Valeria
MANZANO. Los ’60 de otra manera. Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina,
Prometeo, Bs. As. 2010. Sobre movimiento estudiantil: CALIFA, Sebastián. “El movimiento
estudiantil en la UBA entre 1955 y 1976. Un estudio de la cuestión y algunos elementos para su
estudio”, en BONAVENA, Pablo, Sebastián CALIFA y Mariano MILLAN. El movimiento estudiantil
argentino. Historias con presente, Ed. Cooperativas, Bs. As. 2007. MANZANO, Valeria. “Cultura,
política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX”, en
Propuesta educativa, n° 35, año 20, vol1, 2011. En el primer capítulo recuperaremos parte la
bibliografía aquí enunciada e incorporaremos otra.
55
KAUFMANN, Carolina y Delfina DOVAL. Paternalismos pedagógicos, Laborde editor, Rosario,
1999; KAUFMANN, Carolina. (dir.) Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Buenos Aires, 3 tomos;
PINEAU, Pablo. (et. al) El principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la última
dictadura militar (1976-1983), Colihue, Bs. As, 2006.
56
RODRIGUEZ, Laura G. Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última dictadura,
1976/1983, Prohistoria, Rosario, 2011. ROGRIGUEZ, Laura G. y Germán SOPRANO. “La política
universitaria de la dictadura militar en la Argentina: proyectos de reestructuración del sistema de
educación superior (1976-1983)”, Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, 2009. Versión on line
http://nuevomundo.revues.org [última consulta 16/03/13]

30
educativas específicas que abrevan en el estudio de casos específicos57.
Respecto de las culturas juveniles pueden señalarse el estudio inaugural de Pablo
Vila sobre el rock en dictadura y los más conocidos trabajos de Sergio Pujol al
respecto58.

Hasta aquí hemos realizado un breve recorrido por algunas de las obras
publicadas respecto de los estudios sobre dictadura. El balance es en varios
sentidos provisorio, en principio porque da cuenta de las líneas de indagación más
prolíficas, dejando de lado aquellas cuyos derroteros ha sido más endebles, pero
además porque no hemos abordado aquí la abundante bibliografía que discurre en
diversas jornadas académicas, artículos dispersos en revistas académicas ni la
incesante producción de tesis que se han desarrollado en los últimos años. Más
bien dan cuenta de las lecturas iniciales de quien pretenda abordar aspectos
específicos respecto de la dictadura. Ese recorrido inicial, sin embargo se abre y
multiplica a lo largo de las páginas de esta tesis, en ella recuperaremos las obras
que trazan una conexión con la problemática abordada y que no han sido incluidas
aquí.

Estructura de la tesis

Esta tesis se construye sobre ocho capítulos. En el primero abrimos una mirada
general sobre los procesos sociales, políticos, económicos, culturales de la
coyuntura previa al golpe de estado de 1976. Nos interesa allí indagar respecto de
cuáles fueron los cambios operados en las prácticas juveniles y como ellas se

57
Dos son las obras más importantes realizadas desde las disciplinas sociales que abordan el
estudio de instituciones en dictadura GARAÑO, Santiago y Werner PERTOT. La otra Juvenilia.
Militancia y represión en el Colegio Naciona de Buenos Aires 1971-1986, ed. Biblos, Buenos Aires,
2002. GARCÍA, Natalia, Historia sociocultural, política y educativa de la Biblioteca Popular
Constancio C. Vigil (1931-1981), mimeo, 2013. Si Bien la autora centra su trabajo en la historia de
la Biblioteca Popular, se dedica in extenso al estudio de la escuela secundaria creada por la misma
institución y los cambios que se definen en ella durante la dictadura.
58
VILA, Pablo. “Rock nacional. Crónicas de la resistencia juvenil”, en JELIN, Elizabeth. Los nuevos
movimientos sociales: mujeres, rock nacional, CEAL, Bs. As., 1985. PUJOL, Sergio. Rock y
dictadura. Crónicas de una generación (1976-1983), Emecé, Buenos Aires, 2005. PUJOL, Sergio.
“El que no salta es un militar: rock, recitales y política en Argentina (1976-1983), en
BOHOSLAVSKY, Ernesto, Marina FRANCO, Mariana IGLESIAS y Daniel LVOVICH (comps.).
Problemas de historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010.

31
insertaron en ese proceso más general. Asumir la existencia de esos cambios
permite sostener la hipótesis que se desarrolla a lo largo del resto de los capítulos
y que asevera que la dictadura pretendió crear una nueva juventud, acorde con el
PRN y para ello debió avanzar sobre aquellos procesos gestados en la etapa
previa.

Así en el segundo capítulo pretendemos analizar cómo se construyó el discurso


castrense en torno a los jóvenes, sus prácticas de sociabilidad e instituciones que
los contenían. Nos proponemos rastrear las diversas apelaciones a los jóvenes,
sus matices y complejidades para comprender cuáles fueron sus características
más significativas y que rol otorgó el régimen a los jóvenes en su agenda. El tercer
capítulo analiza qué políticas se introdujeron desde la dictadura y modificaron las
prácticas y relaciones al interior de las instituciones educativas. En ese sentido
nos proponemos comprender qué particularidades tuvo ese proceso en las
escuelas medias de la ciudad, cómo se llevaron adelante y cuánto afectaron a vida
y las prácticas cotidianas en el ámbito institucional. Abordamos además un estudio
respecto de la Universidad Nacional de Rosario en esos años para entender cómo
se internalizaron las políticas universitarias en el ámbito local durante el primer
lustro de la dictadura. Para ello rastreamos cuáles fueron las políticas centrales
que se delinearon y que implicancias tuvieron en la cotidianeidad de la vida en los
claustros. En el cuarto capítulo se aborda la gestación de políticas específicas
hacia los jóvenes que se desarrollaron desde las Fuerzas Armadas indagando
sobre algunas experiencias específicas: la implementación de los Planes de
Acción Cívica, a participación de dos escuelas rosarinas en el operativo
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras y la creación del Liceo Aeronáutico
militar de Funes.

El quinto capítulo, se aleja de lo expuesto hasta el momento. Allí nos proponemos


abordar los discursos y las prácticas instituidas desde la Iglesia en pos de los
jóvenes. En ese marco analizamos cuáles eran los discursos hegemónicos de la
institución al respecto y cuáles fueron las expresiones y formas de sociabilidad
juveniles católicas que se gestaron en el espacio de la ciudad durante esos años.

32
Los capítulos sexto y séptimo desde lugares distintos, abrevan en el estudio de
formas de acción y sociabilidad autónomas que se gestaron durante los años de
dictadura. En el primero de ellos indagamos en el estudio de las culturas juveniles
en dictadura y la significación que tuvieron en ese contexto. Nos interesa
especialmente comprender qué impacto tuvieron como prácticas de sociabilidad
juvenil en la vida de quienes transitaban esas experiencias. En esa línea nos
detenemos con mayor especificidad en la cultura rockera y las particularidades
que ella adquirió. En el siguiente capítulo abordamos específicamente la militancia
política juvenil en los años de la dictadura para comprender qué derroteros
siguieron las prácticas políticas así como los sentidos que adquirió la pertenencia
partidaria en aquellos años.

En el último capítulo recuperamos el período 1981/1983, indagando sobre las


modificaciones en la institucionalidad del régimen y su crisis y cómo ellas
marcaron variaciones respecto de las formas de definición de la juventud.
Asimismo nos proponemos reflexionar en torno a cómo la guerra de Malvinas
modificó las percepciones sociales respecto de los jóvenes y qué características
asumieron las prácticas juveniles en esa etapa de la dictadura.

33
Capítulo 1
Jóvenes en la historia reciente argentina, sujetos de
consumo, sujetos políticos

En este capítulo nos proponemos abordar la emergencia de los jóvenes como


sujetos sociales y políticos en la Argentina de los “años ‘60”59. No desconocemos,
sin embargo, la existencia de representaciones, culturas y espacios vinculados a
ellos -especialmente varones- en una etapa previa60. Aquello que advertimos aquí
son los cambios y resignificaciones que se produjeron en esta coyuntura y que

59
Como plantea Gilman, la expresión los años ‘60 se constituyen como una unidad de sentido que
debe ser desnaturalizada, especialmente porque su utilización conlleva la cohesión y abstracción
de procesos histórico concretos. Por otra parte los ‘60 no son los mismos según qué procesos
históricos estemos observando. En este capítulo intentaremos dar sentido a esa unidad, enfocando
nuestra mirada sobre los jóvenes. Ver GILMAN, Claudia. “Los ‘60/ ‘70 considerados como época”,
en GILMAN, Claudia. Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas de escritor revolucionario en
América Latina, Siglo XXI, Bs. As., 2012. Sobre otra periodización ver TERÁN, Oscar. Nuestros
años sesenta. La formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-1966, Punto
.Sur, Bs. As., 1991. Además CARDOSO, Irene “A generaçao dos anos 60. O peso de uma
herança”, Revista Tempo Social, n°2 (2005). En http://www.scielo.br/ [consulta r ealizada el
30/09/11].
60
En la historia argentina del siglo XX, los jóvenes tuvieron momentos de significativa irrupción
pública. El movimiento por la reforma universitaria de 1918 fue sin dudas un hito inicial, con ello se
planteó la demanda por la renovación en el ámbito académico considerado arcaico y elitista. Ese
proceso implicó por un lado la politización de aquellos jóvenes que tenían acceso a la educación
universitaria y por otro la generación de órganos representativos de los estudiantes como la
Federación de Universitaria Argentina. Para Biagini la Reforma Universitaria abrió a una temprana
y breve cultura juvenil en Argentina. Ver BIAGINI, Hugo. La Reforma Universitaria. Antecedentes y
consecuentes, Leviatán, BS. As., 2000, p.18. También PORTANTIERO, Juan Carlos. Estudiantes y
política en América Latina, 1918-1938. El proceso de la reforma universitaria, Siglo XXI, Bs. As.,
1987. Otro momento significativo del movimiento estudiantil se produjo en 1958 en la lucha por la
educación laica o libre, en el marco de la apertura de la matriculación en universidades privadas. Al
respecto ver BARTOLUCCI, Mónica. “Revueltas, tomas y bataholas juveniles durante el conflicto
Laica o Libre en Mar del Plata”, en www.historiapolitica.com [consulta online 18/03/13]. Por otra
parte, la preocupación por los jóvenes llevó a organizaciones políticas e instituciones a
incorporarlos tempranamente en su agenda, surgiendo así en 1918 la Federación de Juventudes
Socialistas y en 1921 la Federación de Juventudes Comunistas. Respecto de la militancia juvenil
ver GILBERT, Isidoro. La Fede: alistándose para la revolución, Sudamericana, Buenos, Aires,
2011; GARCIA, Delia María “Juventud y militancia política en los ’30. El caso de Mar del Plata”, 3°
Jornadas sobre la política en Buenos Aires, 2008, en www.historiapolitica.com [consulta online
18/03/13]. Para un estudio de la Juventud Peronista en el primer peronismo ver ACHA, Omar. Los
muchachos peronistas. Orígenes olvidados de la Juventud Peronista (194-1955), ed. Planeta,
Buenos Aires, 2011. En el capítulo 3 retomaremos algunos de los trabajos que han centrado su
análisis en el movimiento juvenil católico. La presencia de jóvenes no sólo puede ser leída en clave
del movimiento estudiantil, su politización o su incorporación desde las prerrogativas “adultas”, sin
embargo una propuesta que amplíe la mirada sobre estas cuestiones en la primera mitad del siglo
excede los objetivos de esta tesis.

34
modificaron sustancialmente las experiencias de las nuevas generaciones
juveniles, su relación con la sociedad y su lugar en ella, permitiendo configurar
modos específicos de comprenderlos socialmente. Reconocer la fuerza con la cual
impusieron nuevas formas de prácticas y discursos en torno a ellos no implica
minimizar los cambios económicos, sociales, políticos que se desarrollaron en la
Argentina de entonces. Por el contrario nos proponemos abordar la problemática a
fin de enriquecer los diversos enfoques desarrollados para el período. En ese
sentido si bien son significativos los señalamientos generales que suelen
realizarse respecto de cómo la cultura juvenil tuvo una impronta significativa en los
procesos de cambio, y especialmente en la radicalización política de la Argentina
de finales de los ‘60, pocos han sido los trabajos que desde el estudio de las
juventudes han irradiado su mirada sobre aquellos procesos.

La emergencia de los jóvenes como sujetos de consumo, sociales y políticos no


fue un proceso exclusivo del caso argentino, por el contrario este se inscribía en
una realidad más general que vivían los países occidentales61. En ese sentido si
bien la irrupción de una cultura juvenil en Argentina encontraba rasgos de similitud
y empalmaba con las modificaciones en el ámbito cultural y a la emergencia de un
mercado a su medida ocurridas en otras partes del mundo, es necesario
comprender cómo ellas se insertaron en la realidad económica, social y política de
la Argentina y qué características específicas adquirió en esta parte del continente.

Argentina en la posguerra y el escenario de nuevas culturas juveniles

Una mirada de largo aliento sobre la economía argentina entre las décadas de 50
y 70 señala que se profundizó el proceso de industrialización por sustitución de
importaciones pero reorientado hacia los bienes intermedios y de consumo
durable. Ese proceso estuvo caracterizado por el ingreso masivo de capitales
extranjeros que se invirtieron en las áreas más dinámicas de la economía. A pesar
de las crisis recurrentes el desarrollo económico e industrial del país señaló
índices de crecimiento significativos que convergían con el mantenimiento de

61
HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 1998.

35
bajas tasas de desempleo, el aumento en los niveles de ingresos, la ampliación
del sector público como proveedor de bienes y servicios y la expansión del empleo
asalariado de clase media62. Según los datos citados por Javier Auyero y Rodrigo
Hobert, mientras que la ocupación en la industria se mantuvo estable entre finales
de los ‘40 y principios de los años 70, se expandió significativamente el sector
terciario, absorbiendo más del 70% del empleo no agropecuario en la década de
‘6063. El crecimiento de la clase media y las posibilidades de ascenso social no
impidieron que la clase obrera fuese un actor principal en esta coyuntura,
especialmente gracias a los nuevos cordones industriales que crecían cercanos a
algunas de las grandes ciudades del país. Su composición sin embargo se estaba
modificando señalando fuertes diferencias entre los trabajadores de las viejas y las
nuevas industrias. A modo de ejemplo, y a sabiendas que no es el único caso,
podemos señalar el impulso industrial producido en el Gran Rosario. Según el
censo económico de 1960 allí se concentraba el 62% de las industrias radicada en
la provincia. Asimismo en la región sur de Santa Fe se asentaba más del 90% de
las inversiones extranjeras, dirigidas en su mayoría a la industria de siderurgia,
química y Petroquímica cuyo eje de asentamiento iba desde Villa Constitución, a
Rosario para extenderse hasta San Lorenzo en zona norte64. La zona concentraba
un número significativo de trabajadores calificados vinculados a esa industria
dinamizando la sociedad.

Asimismo las particularidades que adquirió el desarrollo económico modificaron


sustancialmente la sociedad argentina de entonces. En primer lugar alentaron a la
concentración de la población en las grandes urbes cuyos polos de desarrollo
estaban sustentados en el proceso de industrialización. Asimismo el aumento de

62
AROSKIND, Ricardo: “El país del desarrollo posible”, en JAMES, Daniel. Violencia, proscripción
y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2007, t. IX.
La expansión de la clase media, sin embargo había tenido sus primeros impulsos durante el
peronismo. Ver: ADAMOVSKY, Ezequiel. Historia de la clase media argentina. apogeo y
decadencia de una ilusión, 1909-2003, Planeta, Buenos Aires, 2012, p. 288.
63
AUYERO, Javier y Rodrigo HOBERT, “¿Y esto es Buenos Aires? Los contrastes del proceso de
urbanización”, en JAMES, Daniel. Violencia, proscripción…, op. cit., p. 222.
64
VIANO, Cristina. “Una ciudad movilizada (1966-1976)”, en PLA, Alberto (comp.). Rosario en la
historia (de 1930 a nuestros días), t. 2, UNR editora, Rosario, 2000, p. 29.

36
los ingresos y la estabilidad laboral permitieron una fuerte expansión de las pautas
de consumo así como un significativo crecimiento de la clase media en
comparación con países latinoamericanos y europeos65. A ellos se sumaban otras
modificaciones que afectaban particularmente a las generaciones jóvenes,
destacando el crecimiento sostenido de la inserción escolar. De hecho la matrícula
de las escuelas medias se había expandido entre 1955 y 1965, de 489.000 a
789.000, incorporando paulatinamente a jóvenes pertenecientes a sectores
trabajadores y aumentando el número de mujeres escolarizadas66. El ingreso y
permanencia en la escuela secundaria, evidenciaban la brecha entre esta nueva
generación y sus antecesores. Silvia, una entrevistada nos señalaba:

“De mi familia y creo que fue en general de todo un sector de la sociedad


argentina… Mi generación, prácticamente la mayoría de los primos y las primas
terminaron la escuela secundaria. Mientras que mi mamá y sus hermanas y
hermanos prácticamente no terminaron la escuela primaria. Una sola de mis tías
(…) la más chica terminó la secundaria. Había de algún modo esa condición de
ascenso social. Y yo ya lo tuve, yo ya lo viví, mis primos también”67.

El acceso a los estudios superiores también se expandió. Entre 1958 y 1967 el


número de estudiantes universitarios de todo el país se incrementó en un 75%68.
En Rosario, donde ya funcionaban facultades pertenecientes a la Universidad
Nacional del Litoral se creó en 1968 la Universidad Nacional de Rosario. Asimismo

65
DALLE, Pablo. “Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010). Huellas de su
conformación socio-histórica y significado de los cambios recientes”, en Revista de trabajo, año 6,
n°8, 2010, p. 65. Disponible en www.trabajo.gov.ar [última consulta 13707/13]. Para un estudio
más profundo de la problemática puede consultarse TORRADO Susana. Estructura social de la
Argentina 1943 -1983, ed. de la Flor, Buenos Aires, 1994.
66
MANZANO, Valeria. “Cultura, política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina de la
segunda mitad del siglo XX”, en Propuesta educativa, n° 35, año 20, vol1, 2011, p. 42.
67
Silvia C. Realizó parte de sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri entre 1972 y
1975, participando de las tomas del colegio. Fue militante del PST. En 1977 retomó la escuela
secundaria nocturna en el Nacional 1 y en el año 78 se radicó en Buenos Aires, regresando a
Rosario ya en democracia. Entrevista realizada en agosto de 2011.
68
COUSINS, Cyrus Stephen. “General Onganía and the Argentine [Military] Revolution of the right:
anticommunism and morality, 1966-1970”, en HAOL, n°17, 2008, p. 72.

37
la población estudiantil creció exponencialmente, si en 1970 había más de 15.000
estudiantes matriculados en 1975 llegaba casi a duplicarse69.

El proceso de crecimiento económico, desarrollo urbano, y posibilidades de


ascenso social que caracterizó al país hacia mediados del siglo XX se combinó
con un período de oscilación entre gobiernos dictatoriales y democráticos abierto
tras la caída de Perón en 1955, coyuntura que se ha caracterizado como de
“empate hegemónico”70. Uno de los rasgos más sobresalientes de ese período es
la resignificación del rol de las Fuerzas Armadas y de su intervención en la vida
política del país71. A ello se sumaron los diversos esfuerzos por desperonizar a la
sociedad argentina, que convergieron en la proscripción política del peronismo y
las pretensiones de desmantelamiento del aparato sindical así como de los
vínculos entre el líder y la clase trabajadora72. El golpe de estado impuesto en
1966 implicó el intento de la salida de ese empate a través de la implantación de lo
que algunos cientistas sociales han denominado el estado burocrático autoritario
al tiempo que se proponía el reordenamiento estructural del país, todo ello en un
marco de intensas modificaciones en la estructura social del país.

Recordemos que la nueva dictadura militar instaurada en 1966 se proponía entre


sus objetivos iniciales reencauzar la moral de la sociedad argentina en sus
canales tradicionales. Para ello se combinaba el mantenimiento de una estrategia
de desarrollo modernizador con nuevas cuotas de autoritarismo73. En ese proceso
algunas de las medidas proscriptivas no sólo involucraban a instancias políticas,
gremiales y a la universidad sino también se manifestaron en diversos ámbitos de

69
VIANO, Cristina. “Una ciudad movilizada…” op. cit., p.35.
70
PORTANTIERO, Juan Carlos. “Economía y política en la crisis argentina 1958-1973”, en revista
Mexicana de Sociología, n° 2, 1977.
71
POTASH, Robert. El ejército y la política argentina 1962-1973, Sudamericana, Bs. As., 1994.
72
JAMES, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-
1976, siglo XXI, Buenos Aires, 2005.
73
Para un estudio sobre el onganiato ver O’ DONELL, Guillermo. El estado burocrático autoritario,
ed. Belgrano, Bs. As. 1982; ANZORENA, Oscar. Tiempo de violencia y utopía. Del golpe de
Onganía (1966) al golpe de Videla (1976), Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1998.
Para un análisis sobre las campañas moralizadoras en este período ver COUSINS, C. S. “General
Onganía…” op. cit.

38
sociabilidad. El gobierno de Onganía tuvo en los primeros años un relativo éxito en
el sostenimiento de su política represiva que desactivó los focos de conflicto
político y gremial. Sin embargo era ya evidente que algunos sectores sociales
entraban en contradicción con los objetivos y proyecciones del régimen. Hacia
finales de la década, la sociedad argentina había entrado en una fase de
radicalización hasta entonces no conocida y que se potenciaba desde dos sujetos
sociales visibles por entonces: la clase obrera y los sectores juveniles.

En ello confluyeron las especificidades que adquirió la Argentina en el contexto de


la dictadura y las ondas expansivas provenientes de experiencias político
culturales internacionales que transgredían el statu quo establecido. Si los años
‘50 fueron, especialmente en América Latina, aquellos en que se discutió en torno
a la modernización y el desarrollo74, los ‘60 trajeron consigo el ideal revolucionario
y la redefinición del discurso antiimperialista. Muchos fueron los procesos que
abonaron ese camino: las guerras de Corea y Vietnam, los procesos de
descolonización en el llamado Tercer Mundo, la guerra de Argelia, el Concilio
Vaticano II y la redefinición del rol social de la Iglesia, el conflicto chino-soviético
pero especialmente la revolución cubana de 195975. En el caso argentino la
relectura de la realidad internacional y su combinación con la situación local
implicó la desestructuración de los modos tradicionales de hacer política. En
principio porque trastocó las lógicas de los partidos tradicionales de izquierda que
se fracturaron internamente. En ese proceso se referenciaba la impugnación al
marxismo esquemático a la luz de los acontecimientos internacionales, la

74
América Latina combinaba una realidad compleja y diversa. Con una tasa de crecimiento
poblacional alta -y relativamente joven- en relación al resto del mundo, seguía siendo un
subcontinente donde el 60% de su población era campesina. Para mediados de siglo XX
convergían sendos debates académicos y políticos respecto de su rumbo económico, el carácter
dependiente de estos países en el marco del sistema capitalista y las potencialidades para su
desarrollo; donde se sumaban además experiencias políticas que eran, en muchos casos, de corte
autoritario. PLA, Alberto. América Latina, siglo XX: Economía, sociedad, revolución, ed. de la
Biblioteca, Caracas, 1980, pp. 15 y ss.
75
Habiendo iniciado su derrotero como movimiento antidictatorial, se convirtió para vastos sectores
sociales en ‘el sueño latinoamericano’. No era sólo la pequeña isla enfrentada al imperialismo
yanqui, era además una dirigencia joven (los revolucionarios no tenían más de cuarenta años) que
se había enfrentado a una dictadura y llevado la lucha el socialismo.

39
recuperación de nuevos referentes teóricos y la reinterpretación de la clase
trabajadora argentina y su arraigo peronista76.

En ese mismo marco la clase obrera reorientaba y reorganizaba sus discursos,


prácticas y vínculos con el resto de la sociedad en torno a la lucha contra la
dictadura militar. Como ya señalamos el sector se había modificado en la
coyuntura posperonista, donde las ramas dinámicas de la actividad industrial
permitieron el crecimiento de sectores obreros calificados. Paradojalmente los
diversos intentos de desarticulación de los vínculos entre trabajadores y
peronismo permitieron la emergencia de nuevas organizaciones gremiales por
rama industrial; ellas se constituyeron durante los últimos años del onganiato en el
sector gravitante de la política sindical confrontacionista en oposición al
sindicalismo burocrático, aquel que hasta entonces había sido el sector
hegemónico en la CGT. Ese nuevo sindicalismo que se articuló en torno a la CGT
de los Argentinos fue el reorganizador del descontento social generalizado contra
la dictadura y cuya articulación con los jóvenes, especialmente con estudiantes fue
significativa77.

Por otra parte no debemos desconocer los cambios que se suscitaron en las
universidades argentinas. Ya hemos señalado que la ampliación de la
escolarización fue uno de los fenómenos centrales que afectaron a la población
joven. Ello coincidió además con un proceso de cambios que la institución estaba
viviendo. Luego de la caída de Perón la universidad adquirió nuevas cuotas de
autonomía y estabilidad político institucional que le permitieron su desarrollo. El
clima intelectual y académico de los años cincuenta y el primer lustro de la década
siguiente giraron en torno a algunas problemáticas específicas. Por un lado, el
problema del desarrollo capitalista de Argentina y América Latina que en la
experiencia local tuvo un fuerte anclaje en el pensamiento económico de Raúl
Prebisch, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y las

76
TERÁN, O. Nuestros años sesenta…, op. cit.
77
JAMES, D. Resistencia e integración…, op.cit. Respecto de los vínculos entre CGT de los
argentinos y movimiento estudiantil ver: BOZZA, Juan Alberto. “La CGT de los argentinos entre la
protesta y la radicalización”, en II Jornadas de Historia de las Izquierdas, 2002.

40
teorías desarrollistas. Por otro las teorías de la modernización que emergieron
desde la sociología. En ese marco de debates académicos que empalmaban con
el proceso económico social que vivía el país, comenzó a cuestionarse y
resignificarse el rol de la universidad como actor en el proceso de transformación
social. Esos cambios permitirían comprender la rapidez con la cual se
incorporaron en el ámbito universitario y especialmente en el movimiento
estudiantil emergente las discusiones en torno a reformismo o revolución y el rol
de la universidad en ese proceso78. En ese marco la participación estudiantil se
construyó tanto desde el debate académico como desde la intervención política
sobre las cuales operó el proceso de radicalización política de finales de los ‘60.
Los estudiantes universitarios comenzaron a cuestionar el legado reformista
heredado, e incorporaron nuevos discursos y prácticas que los acercaron a la
sociedad argentina, especialmente a los sectores populares79.

Asimismo el crecimiento de la población escolar permitió la multiplicación de


espacios de sociabilidad, discusiones y encuentros entre pares afectando las
relaciones entre varones y mujeres jóvenes, sus prácticas asociativas y sus
vínculos amorosos así como la relación de estos con las generaciones mayores.
Para las mujeres jóvenes esas modificaciones alteraron sustancialmente sus
expectativas y horizontes, acceder a niveles superiores de educación les permitía
abrir un horizonte donde ser ama de casa, esposa y madre no eran sus únicas
posibilidades. Estos cambios en las prácticas e ideales de varones y mujeres
jóvenes mostraban en el ámbito cotidiano las profundas transformaciones sociales
y culturales que tensionaron las matrices de valores y costumbres tradicionales de
la sociedad argentina, al menos en las grandes urbes80.

78
SUASNABAR, Carlos. Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (1955-
1976), Manantial, Bs. As. 2004.
79
Para una revisión de la temática ver CALIFA, Sebastián. “El movimiento estudiantil en la UBA
entre 1955 y 1976. Un estudio de la cuestión y algunos elementos para su estudio”, en
BONAVENA, Pablo, Sebastián CALIFA y Mariano MILLAN. El movimiento estudiantil argentino.
Historias con presente, Ed. Cooperativas, Bs. As. 2007.
80
Se generaron además dos procesos que ayudaron a estos cambios. Por un lado, la expansión
de un discurso que debatía públicamente respecto de la sexualidad, la pareja, la maternidad y el rol
de la mujer, por otro la difusión de la pastilla anticonceptiva que permitió disociar las relaciones

41
Sumado a lo señalado anteriormente, otros cambios afectaron a los jóvenes
argentinos. Hacia inicios de la década del ’60 se gestaron las primeras
modificaciones signadas por la emergencia de una cultura y un mercado joven. Su
propia música, programas radiales, vestimenta, libros marcaban las diferencias
respecto de los gustos y estéticas adultos que emergieron como producto de la
creación de un mercado juvenil específico81. El ejemplo más iluminador respecto
de la emergencia de pautas autónomas de consumo se verificó en la industria
musical con el surgimiento del rock y el twist. El primer rock, el rock extranjero,
norteamericano en su mayoría, se difundió ya para finales de la década del ’50
mientras que el twist lo haría un tiempo después, generándose nuevos espacios
de sociabilidad donde varones y mujeres jóvenes compartían sus preferencias
musicales82. Se crearon además las versiones locales de los grupos musicales y
se cantaron las primeras letras traducidas al castellano, el modelo acabado de
esta nueva ola argentinizada fue el Club de Clan83 que definía un tipo de cultura
juvenil. Ella no enfrentaba a la sociedad ni el orden estatuido, sino que buscaba
integrar a los jóvenes y sus prácticas en los valores y modelos tradicionales de la

sexuales de la procreación. Aun cuando ello no rompió los patrones tradicionales sobre los que se
basaron las relaciones de varones y mujeres y el modelo de familia este se vio profundamente
cuestionado. COSSE, Isabella. Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta, Siglo XXI, Bs. As.,
2010, p.42
81
MOSQUEIRA, Mariela Analía “De menores y consumidores, construcción socio-histórica de la(s)
juventud(es) en la Argentina”, en Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, niñez y juventud,
vol. 8, n° 1, 2010.
82
Así para principios de los años 60 en Buenos Aires, y probablemente en otras grandes ciudades
del país, la noche se volvió joven. Si los chicos y chicas menores de edad se iniciaban en los
ámbitos de sociabilidad en los “asaltos”, un espacio de transición entre el espacio privado y la
salida a los ámbitos de sociabilidad públicos, los jóvenes varones y mujeres mayores de edad se
movieron por los clubes nocturnos, ver COSSE, I. Pareja, sexualidad… op. cit. La emergencia de
esta cultura juvenil vinculadas al rock y al twist fue en los primeros años objeto de preocupación
para las generaciones adultas y algunas instituciones que veían en ella el abandono de las
tradiciones, de la moral y el principio del desorden de los más jóvenes. Un acercamiento a la
problemática en MANZANO, Valeria. “Sexualizing youth: Morality Campaigns and representations
of youth in early 1960s in Buenos Aires”, en Journal of de History of sexuality, vol. 14, n° 4, 2005.
83
Desde fines de 1962 se inició la emisión del programa televisivo del Club del Clan protagonizado
por Jhonny Tedesco, Violeta Rivas, Palito Ortega, Chico Novarro, “Tanguito Cobian”; Jolly Land,
Perico Gómez, Lalo Fransen, Raúl Lavié, entre los más destacados; el programa marcaba el ritmo
de la nueva ola en la televisión.

42
familia argentina84. Los nuevaoleros eran, en términos de clase, jóvenes
pertenecientes a sectores trabajadores y de clase media baja, marcando
diferencias con las culturas juveniles de los sectores más acomodados85. Sin
embargo la explosión que generó en el mercado de la industria cultural aproximó a
jóvenes de diversas extracciones, a través de gustos musicales y prácticas
sociales que tenían un corte generacional identificable.

Como vemos los ‘50 y los primeros años de la década siguiente marcaron una
fuerte impronta en la gestación de prácticas y culturas juveniles ligadas por un
lado a la expansión de la escolarización y por otro la popularización de un
mercado joven. Pero en los ‘60, desde las fauces de la generación joven surgieron
las primeras críticas hacia ese mercado creado para ellos, dando nacimiento a
nuevas formas y estilos de ser joven. La caracterizaron los muchachos de pelo
largo, las nuevas bandas musicales iniciadas con los Gatos Salvajes o los
Beatniks y sucedidas por Manal y Almendra (a pesar de las diferencias entre
ellas), el cuestionamiento al consumo y al sistema capitalista, a la guerra, la
proclama de la rebeldía frente al poder autoritario de los padres, las instituciones,
las normas, la policía, etc. Este nuevo “estilo” de rock, que la revista Pelo86
caracterizaría como progresivo se diferenció claramente de esa música surgida en
los primeros ‘60 (y que la misma revista llamó peyorativamente complaciente)
dando cuenta del ritmo acelerado con que las transformaciones culturales eran
vividas por muchachas y muchachos, especialmente de clase media. Esa nueva
generación rockera no sólo florecía con las bandas musicales que luego fueron
consideradas la génesis del género, sino que a lo largo del país varones -y en
muy pocas ocasiones mujeres- jóvenes conformaban bandas, cantaban covers en

84
MANZANO, Valeria. “Ha llegado la “nueva ola”: música, consumo y juventud”, en COSSE,
Isabella, Karina FELITTI y Valeria MANZANO. Los ’60 de otra manera. Vida cotidiana, género y
sexualidades en la Argentina, Prometeo, Bs. As. 2010, p. 43. Ver también MAZZAFERRO, Alina.
“La nuevaolera. Nuevos patrones de sexualidad y belleza en la televisión argentina (1962-1969)”,
en Relaces, año 3, n° 6, 2011.
85
MANZANO, V. “Ha llegado…”, op. cit., p. 50 y ss.
86
La revista Pelo, fue una de las primeras revistas dedicadas al rock internacional y nacional. Su
director, Daniel Ripoll, señalaba en una entrevista realizada por Periscopio en agosto de 1970:
“Somos una revista extraclases, como todas las del género, pero nos leen sobre todo estudiantes
secundarios y universitarios”.

43
inglés o castellano, se presentaban ante un público joven. La música planteaba
nuevas formas de sociabilidad, de prácticas y relaciones amorosas, de amistad
entre varones y mujeres que se plasmaban en las letras de las canciones y en los
recitales87, marcando una brecha respecto de los jóvenes pulcros, aliñados de
unos años antes. Si los primeros ‘60 caracterizaron entonces la emergencia de
una cultura juvenil de masas más aniñada, con visos de tradicionalidad, aquellas
que emergieron luego de la segunda mitad erosionaron las estructuras
institucionales y los patrones tradicionales de comportamiento de varones y
mujeres jóvenes.

Según Alejandro Cataruzza esta coyuntura de modificaciones que hemos


esbozado se constituyó en un contexto propicio para la aparición de esa cultura
juvenil que “se inclinaba con facilidad a alguna forma de crítica social”88. Para el
autor esta emergencia de la crítica juvenil excede al campo de la militancia
trastocando otros ámbitos además del político y que incluye “modos de
sociabilidad, de establecer relaciones afectivas y sexuales, de enfrentar a la
autoridad en el grupo familiar y fuera de él”, dando cuenta de una nueva
autonomía de la juventud y de una lectura de la realidad social y política en clave
generacional que generalmente no son percibidas. Por su parte María Cristina
Tortti invierte el planteo de Cataruzza al señalar que para comprender la
radicalidad que adquirió la militancia política, especialmente en las generaciones
jóvenes de finales de los 60, es necesario imbricar este complejo cúmulo de
cambios que se vienen gestando desde la década anterior, incluidas aquellas
generadas en las culturas juveniles89. Mara Burkart sostiene que uno de los

87
Para un interesante análisis de los diversos sustratos que componen el escenario juvenil de
aquellos años ver ANDUJAR, Andrea. “El amor en tiempos de revolución: los vínculos de pareja de
la militancia de los ’70. Batallas, telenovelas y rock and roll” en ANDUJAR, Andrea, Débora
D´ANTONIO, Karin GRAMMATICO y María Laura ROSA (comp.). De minifaldas, militancias y
revoluciones. Exploraciones sobre los ’70 en la Argentina, ediciones Luxemburg, 2009. Para Pujol
es en este período que se constituyó en Argentina una cultura del rock. PUJOL, S. “El que no salta
es un militar…op. cit.
88
CATARUZZA "El mundo por hacer. Una propuesta para el análisis de la cultura juvenil en la
Argentina de los años setenta", Entrepasados, nº 13, 1997, P. 104.
89
TORTTI, María Cristina. “Post Scriptum: la construcción de un campo temático”, en
PUCCIARELLI, Alfredo. La primacía de la política. Lanusse y la Nueva Izquierda en tiempos del
GAN, Eudeba, Bs. As., 1999.

44
cuestionamientos surgidos a finales de los ‘60 es el de la superioridad del adulto
sobre el joven, en donde la juventud deja de ser presentada como una etapa
transicional para constituirse en “el momento culminante del desarrollo humano.”
En ese contexto los jóvenes ocuparon un lugar significativo en la escena pública:
“…ya sea como “rebeldes” o como “modernos”, en ambos casos compartían una
idea de porvenir por la cual lo nuevo generaba confianza y lo viejo malestar,
promoviendo así cierta urgencia por la acción. La trama cultural que se tejió desde
entonces tenía como fundamento la aceleración de los tiempos vividos”90. Para
Bartolucci la diferencia no radicaba en la distanciación entre jóvenes y viejos sino
entre quienes veían y resignificaban la realidad social desde nuevos parámetros y
quienes se mantenían unidos a un mundo de valores más tradicionales91.

En definitiva, estas nuevas experiencias y prácticas juveniles propias del campo


cultural y la vida cotidiana abonaron y potenciaron, en muchos casos diversas
formas de participación social y política de los jóvenes, quienes rechazando los
patrones tradicionales buscaron nuevas formas de inserción en ese espacio. En
ese proceso, insistimos, confluyeron varias vertientes además de esa cultura
crítica juvenil, vertientes que enlazaban la realidad internacional, la política interna
y las redefiniciones del término revolución en un esquema nuevo y alejado de las
viejas prácticas de la izquierda tradicional. El cuestionamiento no era sólo a los
adultos, sino al autoritarismo, al poder en sus diversas formas, a la vieja iglesia, a
la cual se contraponía un nuevo compromiso cristiano, un cuestionamiento al
orden burgués y al sistema mismo. Ese nudo de problemas en el cual una mayoría
de jóvenes se sentían identificados (más allá de los derroteros particulares que
luego siguieran) los reunía en torno a sus sentimientos y esperanzas, adquirían el
cariz de clave generacional92. De algún modo pensar el último lustro de los ‘60 y

90
BURKART, Mara, “La dictadura militar y su proyecto de transformación cultural”, en CD XIº
Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007, p. 6
91
BARTOLUCCI, Mónica. “Juventud rebelde y peronistas con camisa. El clima cultural de una
nueva generación durante el gobierno de Onganía”, en Estudios Sociales, año XVI, 2006, p.132.
92
Para un análisis de los diversos análisis respecto de la generación FEIXA, Carlos y Carmen
LECCARDI, “El concepto de generación en las teorías de la juventud”, en Última Década, n° 34,
2011. También GHIARDO, Felipe, “Generaciones y juventud: una relectura de Mannheim y Ortega
y Gasset”, Última Década, n° 20, 2004.

45
los primeros años de la década siguiente nos obliga a otorgar densidad a estas
cuestiones, a entender las diversas capilaridades de cuestionamiento del orden
social y el statu quo, que corren en caminos paralelos… y a veces se tocan o se
traman. En esta línea considero debe entenderse la urgencia de varones y
mujeres jóvenes por “hacer algo”, “cambiar el mundo” y la necesidad de buscar
derroteros políticos para esa demanda.

En ese sentido si la posguerra significó un punto de inflexión en la historia de las


juventudes a nivel mundial, el Cordobazo fue el hiato en el proceso de
radicalización política de los jóvenes argentinos y su emergencia como sujeto
político. El Cordobazo y el resto de los “azos” condensan un origen mítico de esta
nueva forma de mirar la realidad social y cuestionar el orden establecido, del
encuentro entre estudiantes y obreros, del inicio de la visibilización política de
jóvenes que rápidamente comenzaron a madurar nuevas formas de organización y
militancia. Fue además la expresión de los peronistas con camisas y de la
peronización de la clase media93. Pero especialmente fue el inicio del fin de la
Revolución Argentina y de los objetivos de la dictadura militar instaurada con
Onganía. Sus efectos, sin embargo no fueron inmediatos -sobre todo si
establecemos la intensidad y urgencia con que los procesos se precipitaron en
esta parte de la historia Argentina- y fue Lanusse quien buscó “resolver” el
complejo dilema entre Fuerzas Armadas en crisis, la radicalización política en
ascenso y un líder exiliado pero no conforme que intentaba presionar sobre esa
compleja situación.

En ese contexto maduraron experiencias de radicalización política que se


articularon con la masiva intervención de jóvenes en la política de país, otorgando
un rasgo generacional a la vida militante. En ese sentido si bien suele destacarse
el rol que adquirieron las organizaciones político militares, no debemos
desconocer que la radicalización fue un proceso mucho más complejo que
trascendió la emergencia de las organizaciones armadas y atravesó diversas
experiencias de participación política, trastocando inclusive las prácticas de los

93
BARTOLUCCI, M. “Juventud rebelde…”, op. cit.

46
partidos políticos más tradicionales. En esa línea pueden considerarse la
emergencia y desprendimiento de facciones al interior los partidos tradicionales,
como por ejemplo el surgimiento del Partido Socialista de Vanguardia,
desprendimiento del PSA, el Partido Comunista Revolucionario que se escindió en
1967 del PC, o inclusive la creación de la Junta Coordinadora Nacional de la
Juventud Radical que se alejaba del discurso más moderado de la Unión Cívica
Radical. Se sumaban además la emergencia de nuevas organizaciones políticas
de izquierda como Política Obrera en 1964, o el Partido Socialista de los
Trabajadores en 1972, ambos de vertiente trotskista. En todas ellas arraigaron en
diverso grado el discurso revolucionario, el problema nacional, el compromiso
militante como compromiso social y político frente a la sociedad (específicamente
a los sectores populares) y la sensación de que otro mundo era posible y ese
mundo estaba a la vuelta de la esquina.

Asimismo es evidente que este carácter radical que adquirió la sociedad argentina
entre finales de los ‘60 y mediados de la década del ‘70 generó múltiples y
variados opciones de organización, movilización y lucha que se verificaron
especialmente en las instituciones educativas y en los ámbitos laborales94. En el
ámbito universitario la radicalización política planteó una serie de demandas y
reivindicaciones que el movimiento estudiantil recuperó hacia los años 1971-1973,
escasamente exploradas. Esas demandas si bien se articulaban en torno a
problemáticas específicas de la realidad institucional como el ingreso irrestricto,
pronto derivaron en la articulación con un movimiento más amplio donde lo político
excedía al rol de la universidad y a sus necesidades. Con las tomas de escuelas y
facultades en el 73, el movimiento estudiantil alcanzó su punto más álgido de
organización y movilización. Fue además el momento en que lograba articular

94
Mencionaremos la emergencia de prácticas político sindicales novedosas como fue la gestación
del Sindicato de Trabajadores de la educación en Rosario (SINTER) entre 1972-1976 así como las
experiencias de las comisiones internas y las coordinadoras de los gremios en lucha. Las
experiencias de radicalización en los ámbitos fabriles han sido poco estudiadas, al menos si las
comparamos con otras experiencias radicales del período. Ver: LORENZ, Federico. “Una ausencia
vigente, una tarea pendiente. Pensar los ’70 desde los trabajadores”, en Políticas de la Memoria,
Bs. As. 2004-2005. Sobre la experiencia del SINTER ver: RIOS Guillermo. Identidad y protesta
docente. El caso del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Rosario (1971/1976), Tesis de
Maestría en Ciencias Sociales, UNL, 2005.

47
demandas propias con las discusiones respecto del rumbo político del país. Sobre
este aspecto volveremos más adelante.

Las experiencias señaladas se vieron sin embargo eclipsadas por el rol que
adquirió en estos años la lucha armada como vía de transformación de la
sociedad. En ese marco fueron dos las organizaciones político-militares más
importantes de las desarrolladas en el país, la guerrilla de arraigo peronista
Montoneros y el PRT-ERP de origen marxista95 y sus organizaciones de base. No
nos detendremos a explicar sus particularidades pero no podemos dejar de
mencionar que fueron gravitantes en el escenario político local de los primeros
años ‘70.

Asimismo debemos consignar que hacia el final de la dictadura de Lanusse el


proceso de peronización de los sectores juveniles se intensificó permitiendo un
crecimiento más acelerado de las organizaciones de militantes peronistas, incluso
aquellas que no respondían a los lineamientos de la izquierda96. En ese marco
fueron especialmente los sectores de la Tendencia Revolucionaria, apuntalados
95
Sobre las organizaciones político-militares hay un gran número de trabajos, muchos de ellos se
centran en las dos grandes organizaciones político-militares Montoneros y PRT-ERP.
Mencionaremos sólo algunos de ellos: HILB Claudia y Daniel LUTZKY. La nueva izquierda
argentina, 1960 -1980, CEAL, Bs. As., 1986; GILLESPIE, Richard. Montoneros. Soldados de
Perón, Grijalbo, Bs. As. 1998; LANUSSE, Lucas. Montoneros. El mito de sus 12 fundadores,
Vergara, Bs. As., 2005; MATTINI, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP, ed. De la Campana, Bs.
As., 1996; POZZI, Pablo. Por las sendas argentinas. El PRT/ERP, la guerrilla marxista, Eudeba,
Bs. As., 2001; PASQUALI, Laura. Memorias y experiencias de las y los militantes de la guerrilla
marxista. Un abordaje desde la historia social en el Gran Rosario, 1969-1976, Tesis de doctorado,
Rosario, 2007; CARNOVALE, Vera. Los combatientes, Siglo XXI, Bs. As., 2011. Trabajos recientes
se han dedicado a analizar otras experiencias que emergieron también en ese proceso y que han
sido minusvaloradas respecto de las dos grandes organizaciones guerrilleras mencionadas. Ver:
SEMINARA, Luciana. Bajo la sombra del ombú. Montoneros Sabino Navarro. Historia de una
disidencia, Tesis de doctorado, Rosario, 2012. También RAIMUNDO, Marcelo. “Izquierda
peronista, clase obrera y violencia armada: una experiencia alternativa”, en Cuadernos del CISH,
n° 15-16, 2004.
96
El estudio respecto de las organizaciones peronistas en este período nos obliga a considerar
aquellas que no entran en el espectro de la izquierda como Guardia de Hierro y FEN. Un
interesante análisis sobre estas organizaciones puede verse en: CUCHETTI, Humberto.
Combatientes de Perón. Herederos de Cristo. Peronismo, religión secular y organizaciones de
cuadros, Prometeo, Bs. As., 2010. En este trabajo el autor propone romper con el binomio
derecha/izquierda para comprender las relaciones entre la izquierda peronista y el peronismo
político entre 1971 y 1972 ya que la separación tajante entre ambas formas de pensar el
peronismo no se acentuó sino hasta bien entrado el año ’72. También RETA, Marina “El Frente
Estudiantil Nacional (FEN): juventud y estudiantado en el proceso contestatario de los años
sesenta en Argentina”, en Antítesis, vol.2, n° 4, 2009.

48
por Montoneros, quienes se constituyeron en el grupo de presión más significativo
para la vuelta a la democracia y el fin de la proscripción del peronismo. Hacia
finales de 1972 se había creado la Juventud Peronista, y en los primeros meses
del año siguiente emergieron otras organizaciones de base que buscaban
diferenciarse de las prácticas de viejas organizaciones peronistas y consolidar su
lugar gracias a su perfil joven: Unión de Estudiantes Secundarios, Juventud de
Trabajadores Peronistas, Juventud de Universitarios Peronistas, a las cuales se
unieron además el Movimiento de Villeros Peronistas, el Movimiento Evita y el
Movimiento de Inquilinos Peronistas97.

La fuerte impronta juvenil de la militancia emergente desde finales de los ‘60 no


pasó desapercibida y durante los últimos años del gobierno de facto, Perón exaltó
la figura de los jóvenes y demandó el trasvasamiento generacional como tarea
primordial para la recuperación del país. En 1971 señalaba la necesidad de un
“remozamiento constructivo de los niveles de dirigentes de la conducción y
encuadramiento de nuestra masa peronista”: “De lo que se trata en consecuencia
es de dar entrada a la nueva sangre generosa de una juventud pujante como la
que se presiente ya en la Argentina. A sus valores extraordinarios que ya se
conocen por todos, es preciso darles una oportunidad de labrar su propio
destino”98. Curiosamente fueron estas organizaciones juveniles acicateadas por un
líder viejo aquellas que aceleraron el proceso hacia las elecciones y sostuvieron
con su presencia en las calles el lema “Cámpora al gobierno, Perón al poder” y
propugnaban la lucha por una patria socialista. En ese marco la militancia política
gestó lazos y vínculos nuevos entre las generaciones jóvenes, excediendo el

97
Para una primera aproximación a estas organizaciones de base ver GILLESPIE, R. Soldados de
Perón, op. cit., p. 157 y ss. También: LENCI, Laura. “Cámpora al gobierno. Perón al poder. La
tendencia revolucionaria del peronismo ante las elecciones del 11 de marzo de 1973” en
PUCCIARELLI, A. (ed.). La primacía de la política…, op. cit. Respecto de la agrupación Evita ver
GRAMMATICO, Karin. Mujeres Montoneras. Una historia de la agrupación Evita, 1973-1974, ed.
Luxemburg, 2011. Sobre la JP ver: VARELA, Mirta. “Cuerpos nacionales: Cultura de masas y
política en la imagen de la Juventud Peronista”, en COSSE, I., K. FELITTI y V. MANZANO. Los ’60
de otra manera…, op. cit.
98
ALTAMIRANO, Carlos. Bajo el signo de las masas, Emecé, Bs. As., vol. VI, p. 407.

49
ámbito de la acción política, y generando nuevos parámetros para interpelar la
amistad, la pareja, la vestimenta o los gustos musicales99.

Si hay algún momento de la historia Argentina en el cual la juventud como


representación ocupó un lugar central en la política fue este. No porque todos los
jóvenes se peronizaran, o militasen en alguna agrupación, en sus escuelas, la
universidad o los ámbitos fabriles sino porque la conflictividad social de entonces
se cristalizó en la figura del joven, rebelde y revolucionario. Ello no niega la real y
efectiva participación política que los jóvenes tuvieron en esta coyuntura, niega en
todo caso que la radicalización haya sido expresión netamente juvenil. La
sociedad en su conjunto entraba en una etapa de fuertes confrontaciones y en ese
marco se insertaron y actuaron los jóvenes, pero era esa imagen del joven como
motor de cambio aquella que se recortaba en el horizonte histórico como signo de
época.

De la primavera camporista a la derechización de la sociedad (enfocando la


mirada sobre Rosario)

1973 y especialmente el gobierno de Cámpora se constituyó como metáfora de


ese proceso de incorporación de los sectores juveniles a la vida política del país y
de asociación entre juventud y radicalidad política. Para entonces los jóvenes se
habían insertado en diversos estratos de la sociedad acumulado años de
experiencia de lucha contra la dictadura, de vínculos con el movimiento obrero, de
acercamiento al peronismo, gestación de prácticas políticas novedosas.

La acción política de los sectores juveniles alcanzó en esa coyuntura el punto más
alto de movilización, materializadas en las tomas que se sucedieron en todo el
país en forma más o menos simultánea entre mayo y junio de 1973. Con el
objetivo de “evitar el continuismo” se desencadenaron procesos que tuvieron
diversas expresiones y particularidades. Las tomas no tuvieron un tiempo

99
Ver ANDUJAR, A. “El amor en tiempos…”, op. cit. También: CARNOVALE, Vera “Lazos de
sangre. Afectividad y totalidad en el Partido revolucionario de los Trabajadores – Ejército
Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP)”, en Revista Páginas, vol. 4, n° 6, 2012.

50
específico, algunas duraron días otras semanas, sin embargo su dinamismo fue
relevante100.

Asimismo la mayor cantidad de tomas se sucedió en Capital Federal y en la


provincia de Santa Fe, especialmente en Rosario. Un número significativo de ellas
se produjo en el ámbito educativo, en las cuales tuvo una fuerte presencia el
movimiento estudiantil. La radicalización política creciente de la sociedad había
permitido la proliferación de agrupaciones políticas estudiantiles, tanto en el
ámbito universitario como en las escuelas secundarias, que reclamaban la
legalización de la actividad política estudiantil101. En este punto consideramos de
relevancia destacar el lugar que tuvieron las tomas de escuelas medias y la
universidad en la ciudad de Rosario ya que aquí se verificó la mayor ocupación de
instituciones educativas en relación al resto del país102.

Esta realidad tenía sus fundamentos. Rosario era para inicios de los años 70 una
ciudad con una población universitaria importante cuya Universidad Nacional

100
Como ha señalado muy claramente Nievas no todas tuvieron un mismo signo o cariz político
(cuando lo tuvieron) y la heterogeneidad de acciones mostró el inicio de la disputa al interior del
peronismo entre la Tendencia Revolucionaria y el peronismo ortodoxo. Las tomas se iniciaron en el
mes de mayo pero el pico se registró durante la primera quincena de junio, revirtiéndose la
situación en las semanas siguientes y de cara a la llegada de Perón al país. Pero aun cuando a
mediados de junio Abal Medina llamó a deponer las tomas, en algunos casos estas se mantuvieron
señalando las especificidades de cada caso y las diversas fuerzas políticas en pugna que estaban
en juego en ese proceso. Ver NIEVAS, Flabián. “Cámpora: primavera-otoño. Las tomas”, en
PUCCIARELLI, A. La primacía de la política…, op. cit. Un análisis más profundo de la temática
puede consultarse en la tesis del mismo autor. NIEVAS, Flabián. Las tomas durante el gobierno de
Cámpora, Tesis de Maestría, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2000.
101
En este apartado nos referiremos específicamente a la radicalización de la participación política
de los jóvenes en el ámbito de las instituciones educativas. Ello no niega su inserción e integración
en los ámbitos fabriles en esta coyuntura. De hecho, algunos trabajos destacan la importancia que
han tenido los frentes juveniles en los procesos de lucha y conflictividad social emergentes en las
fábricas en los años ‘70. Laura Pasquali, ha planteado que los orígenes de la Juventud Guevarista
hacia 1973 al menos en Rosario “deben buscarse en los conflictos obreros, de los cuales emergió
el principal referente de la zona”. PASQUALI, Laura “Éramos jóvenes pero también obreros”, en
PASQUALI, Laura y Oscar VIDELA (comp.) El contenido de los conflictos. Formas de la lucha
sociopolítica en la historia argentina reciente 1966-1996, la Quinta Pata, Rosario, 2010, p. 38.
También otras organizaciones tuvieron frentes juveniles obreros que adquirieron presencia en esta
coyuntura, sin embargo son escasos los trabajos en esa línea.
102
Sobre un total de noventa y cuatro tomas realizadas en la ciudad de Rosario, treinta y cuatro
corresponden a escuelas secundarias. En Capital Federal de ciento ochenta y ocho tomas,
veinticinco correspondieron a las escuelas, en NIEVAS, F. Las tomas durante…, op. cit., p. 165, los
datos fueron elaborados por el propio autor.

51
había nacido en el marco del Onganiato y a instancias de la demanda y el
crecimiento de esa población estudiantil103. Por su parte 1969 había marcado el
punto de inicio de un proceso de movilización creciente de los universitarios y si
bien su participación en el Rosariazo es el hecho más conocido104, no debemos
descartar la intensa movilización en años siguientes. Bonavena y Millán han
planteado la importancia que tuvieron las luchas por el ingreso irrestricto a la
universidad producidas hacia 1971 y para el caso de Rosario, las tomas de
facultades producidas entre febrero y marzo de ese año. Según los autores y más
allá de los resultados de esa lucha: “el conjunto de estas confrontaciones fue vital
para la constitución del movimiento estudiantil como un actor fundamental dentro
del proceso de ascenso de masas que desató la resistencia a la Revolución
Argentina”105.

Para los primeros años ’70 diversas agrupaciones peronistas cobraron fuerza en el
ámbito de la universidad y en Rosario tuvieron significativa presencia el FEN
(Frente de Estudiantes Nacionales), la UEL (Unión de Estudiantes del Litoral) y la
JULN (Juventud Universitaria por la Liberación Nacional)106. Para 1973 y ante la
lucha contra el continuismo del rector interventor, los trabajadores no docentes
junto a los estudiantes tomaron la sede de rectorado, las Facultades de Filosofía,
Bioquímica, Ciencias Médicas, Odontología, Ciencias Económicas y
107
Odontología .

A ellas se sumarían la toma de escuelas secundarias. Salvo dos, de carácter


confesional, el resto -públicas, privadas, laicas y religiosas- fueron tomadas por

103
VIANO, C. “Una ciudad…”, p. 34-35
104
VIANO, C. Ibíd. p. 57 y ss.
105
BONAVENA, Pablo y Mariano MILLAN, “Las luchas estudiantiles por el ingreso irrestricto al
sistema Universitario en 1971” en CD de las IV Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente,
Rosario, 2008, p. 20.
106
Según señalan algunos entrevistados el FEN tuvo mayor presencia en la Facultad de Ciencias
Exactas mientras la JULN en Económicas. Ver RETA, M. A. “El Frente Estudiantil…”, op. cit.
También CUCHETTI, H. Combatientes…, op. cit.
107
NIEVAS, F. Las tomas…, op. cit. y VIANO, C. “Una ciudad…” op. cit.

52
sus estudiantes108, dando cuenta del crecimiento del movimiento estudiantil
secundario y su politización. El carácter de las tomas fue en cada caso singular de
acuerdo a la presencia de agrupaciones políticas que lideraron y/o debatieron el
proceso, sin embargo confluían en algunos puntos, en principio la crítica al
continuismo y la remoción de las autoridades, también la demanda respecto del
lugar que debía ocupar el movimiento estudiantil en ese nuevo contexto
institucional y el cuestionamiento a la ley que impedía la creación de centro de
estudiantes en las escuelas medias. Silvia, que cursaba en el año 73 la secundaria
en la escuela privada Dante Alighieri recuerda: “Fueron varias tomas en el mismo
período. En general lo que se buscaba era un mayor compromiso con la sociedad
o elevar los conocimientos o si había muchas medidas autoritarias cambiarlas. En
el caso de la Dante el uniforme… (…)Poder ir en pantalones. Que las mujeres
vayamos en pantalones, no fue gratuito, fue una lucha”109. Las demandas de
cambio eran generalizadas y las asambleas estudiantiles multitudinarias. No todos
los estudiantes secundarios que asistían tuvieron militancia política, aunque
muchos hicieron su pasaje a la militancia en esa lucha.

De las agrupaciones estudiantiles existentes aquellas que tuvieron mayor


presencia fueron la Federación Juvenil Comunista que tenía ya una vasta
trayectoria en muchas escuelas de la ciudad; Tendencia Estudiantil Revolucionaria
Socialista, agrupación de facción trotskista vinculada a Política Obrera y otras de
más reciente creación. Jorge recuerda que en el marco de la toma en el Superior
de Comercio:

“estaban la FJC, estaban organizaciones trotskistas como el Partido Socialista de


los Trabajadores (…), otra organización que era Política Obrera que también era
trotskista, cada una con… a lo mejor no con una cantidad grande de militantes
pero sí con presencia política (…) había hasta un grupo político… que debe haber
sido uno de los pocos lugares donde había militantes, que fue el Sionismo

108
NIEVAS, F. Ibíd., p. 49
109
Silvia C.

53
Revolucionario, SR, (…) estaba también la TERS. Le decían la caldera del diablo
al Superior”110

La UES nacida al calor de los nuevos tiempos logró en algunos casos capitalizar
en su favor ese acontecimiento, permitiéndole además crecer cuantitativamente.
Ejemplo de ello fue la toma de la Escuela Superior de Comercio que duró, con
intervalos, varias semanas y se caracterizó por el fuerte proceso de politización
vivido. La UES logró en ese marco constituirse en un polo de actividad política
dinámica para los estudiantes y su peso gravitante en el desenlace, permitió la
renovación de las autoridades de la institución con personal vinculado a la JP111.
Asimismo el crecimiento de la militancia estudiantil y especialmente en la UES fue
una de las consecuencias de la toma, “cuando se constituye el centro de
estudiantes, éramos delegados en todos los cursos excepto en dos; mañana,
tarde y noche, para que te des una idea de la dimensión que tenía el movimiento
peronista y la UES en particular”112.

Esta preponderancia de militantes de la UES en el Superior de Comercio les


permitió “exportar” militantes a otras escuelas con el objetivo de multiplicar
experiencias en esas instituciones. Es posible pensar que la activación política de
la UES evidenciada en el Superior no tuvo iguales derroteros en otros casos113, sin

110
Jorge P. delegado de la UES en el Superior de Comercio hasta 1976. Estudió en el Superior de
Comercio donde se graduó en 1974. Luego siguió sus estudios universitarios en la Facultad de
Ciencias Económicas, y fue detenido-desaparecido y luego preso político legalizado. Entrevista
realizada en mayo de 2011.
111
“La escuela quedaba un buen porcentaje para la JP: mi caso, el de la vicedirección turno
mañana, turno tarde, el departamento contable y de economía, el departamento de lengua (…) y
para las 62 organizaciones el departamento de Matemática y Biología que estaban juntos (…) y la
dirección que era también para las 62 organizaciones”, Haydée S. Docente en el Superior de
Comercio luego de la toma realizada en el ‘73 y hasta el año ‘75 cuando fue cesanteada por el
interventor de la escuela, Mariano Frederic. Fue militante de la JP. Entrevista realizada en febrero
de 2011.
112
Esteban M. Fue estudiante del Superior de Comercio a partir de 1971, luego de la toma se
traslada al Instituto comercial Zona Oeste. Es detenido ilegalmente durante junio del 76 pasando
por centro clandestino de detención conocido como el Servicio de informaciones, siendo luego
legalizado y llevado a la cárcel de Coronda como preso político. Entrevista realizada en marzo de
2011.
113
En el caso del Politécnico, otra escuela universitaria de la ciudad, la toma permitió el cambio de
las autoridades y si bien la participación política de estudiantes aumentó, no tuvo el cariz el
Superior. En principio la UES no fue en este caso una agrupación política preponderante. La fuerte

54
embargo en la mayoría de las escuelas donde se inició el ciclo de demandas
estudiantiles se operaron cambios en torno a las autoridades, la participación de
estudiantes, el contenido curricular o el uso de uniforme. Estos cambios, que
fueron concebidos como un logro del movimiento estudiantil, en muchos casos
fueron capitalizados por las organizaciones políticas secundarias, dando un nuevo
ritmo a las instituciones educativas y a sus prácticas gestadas entre 1973 y 1974:

“Todo el año 74 habíamos logrado ir sin guardapolvo las mujeres y sin saco y
corbata los varones. Eso fue toda una conquista. Porque muchos venían de
trabajar, entonces tenían que venir del laburo, sacarse la pintura las mujeres, la…
los taco altos, los varones -muchos trabajaban en talleres, trabajaban…- entonces
tenían que venir con el saco la corbata, ponérselo afuera, o sea era todo un
engorro poder ir a la escuela cumpliendo digamos… todos estos requisitos. Poder
tener el pelo suelto, o sea… son cosas…ir en pantalón por ejemplo. Un frío de
cagarse y las mujeres teníamos que ir en pollera. Íbamos igual porque además
éramos la época de la minifalda, entonces te imaginás, claro, íbamos con las
minifaldas, las botas de caña, con los… acordonadas, entonces éramos todas
114
unas vampiresas a la escuela (risas)… viste”

Esos cambios tuvieron vida efímera y para 1975 se evidenciaba un claro retroceso
respecto de las demandas obtenidas por los estudiantes115. Por otra parte, luego
de las tomas fue evidente las diferencias entre la Tendencia Revolucionaria y el
propio Perón. La exaltación de los jóvenes a la que el líder había apelado años
antes vio su fin en la etapa democrática y tuvo como corolario la crítica a “los

presencia de la Federación Juvenil Comunista por un lado y la existencia de agrupaciones


peronistas no vinculadas a la izquierda como la Juventud de Secundarios Peronistas y el FEN
(gracias al vínculo entre la escuela y la Facultad de Ingeniería), marcaban un arco de situación
distinto respecto de la toma y sus derroteros. En el caso del colegio Nacional 1 el centro de
estudiantes constituido por una lista de alianza múltiple decidió la toma. A la cabeza del centro se
encontraba Eduardo Álvarez de la JSP y que incluía a militantes de la UES y de una agrupación
socialista. Para el caso del Nacional 1 ver: “Las tomas profundizaron la victoria de 1973”, La Capital
(en adelante LC), 11/03/12.
114
Gloria C. Ingresó al Superior de Comercio en el año ‘71 y comenzó a militar en la UES a partir
del año 1974. Para fines del 75 cuando aún era estudiante secundaria fue detenida siendo presa
política hasta 1978. Luego salió del país y volvió en la contraofensiva de Montoneros. Regresó
definitivamente al país ya en democracia. Entrevista realizada en abril de 2009.
115
Sobre esos cambios volveremos más adelante.

55
imberbes” que hiciera el 1 de mayo de 1974 y el abandono por parte de la
izquierda peronista de la plaza y de su líder. En el marco del proceso de
derechización que vivía entonces la sociedad y la crisis de institucionalidad política
posterior, los jóvenes no abandonaron ese escenario político, en todo caso
resignificaron sus espacios de inserción y acción116. Sin embargo se modificaron
los modos de entender socialmente esa participación juvenil, la asociación entre
juventud y cambio radical adquiría mayor densidad al tiempo que convocaba
connotaciones negativas. Al mismo tiempo el estado acentuaba la sospecha
respecto de ellos, recuperando campañas moralizadoras, la censura y represión
sobre prácticas juveniles propias de la dictadura anterior. Como señala Manzano
la ley 20771 vinculó drogadicción, delincuencia y “subversión” y estas con jóvenes,
criminalizando así sus espacios de sociabilidad117. El trasfondo de ello, mucho
más complejo, era el accionar de la guerrilla y la militancia política, que se
asociaba frecuentemente también con la juventud. Esos cambios devenidos
rápidamente constituyeron el campo fértil para las percepciones de caos,
desorden, anomia con que gran parte de la sociedad interpretaba los hechos, y
que conformarían uno de los núcleos fuertes en la fundamentación y aceptación
del golpe de estado del 24 de marzo de 1976.

116
Luego de las tomas los estudiantes secundarios se movilizaron en forma masiva en dos
oportunidades. La primera ocasión fue en repudio al golpe de estado perpetrado en Chile contra la
figura de Salvador Allende en septiembre de 1973. La segunda la marcha por el medio boleto
estudiantil en 1975.
117
MANZANO, V. “Rock nacional…”, op. cit., pp. 28 y 29.

56
Capítulo 2
La juventud y los jóvenes en el discurso
del gobierno de facto

El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas en su conjunto derrocaron el


gobierno de María Estela Martínez de Perón e instauraron un gobierno de facto a
cargo de una Junta Militar compuesta por los comandantes de las tres fuerzas, el
General Jorge Rafael Videla, el Almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando
Agosti. El mismo día del golpe fueron difundidos un conjunto de documentos con
los cuales la Junta Militar construía un marco de legitimidad para su accionar118, y
que formaban las bases del llamado PRN. Si bien son de sobrado conocimiento
las referencias a esos primeros comunicados, es necesario insistir en un análisis
que pondere con detenimiento aquellos sujetos a los cuales dichos discursos se
dirigían. Aun cuando prima inicialmente la idea de que el interlocutor es la
sociedad en su conjunto, queda de manifiesto explícitamente la apelación a
algunos sectores específicos de la misma. En ese sentido la convocatoria
realizada inicialmente a los obreros, jóvenes y empresarios no es un dato menor y
señala la pertinencia de esta reflexión. Ahora bien, es posible plantear que desde
el inicio de la dictadura, los jóvenes fueron un tema sino prioritario al menos
significativo en la agenda militar, obligándonos a indagar respecto de su presencia
y rol en el marco del proyecto esbozado en el PRN, comprendiendo así no sólo su
lugar en ese espacio sino cómo la juventud y los jóvenes se convirtieron en una
problemática frecuente durante aquellos años de dictadura.

En este capítulo nos abocaremos entonces a analizar las múltiples aristas desde
las cuales ese sujeto joven fue construido, considerando el discurso que se
propició desde el gobierno dictatorial en sus múltiples niveles. Si bien allí
encontramos generalmente las voces de miembros de las Fuerzas Armadas, el

118
Ver CRESPO, Victoria. “Legalidad y dictadura”, en LIDA, Clara; Horacio CRESPO y Pablo
YANKELEVICH (comp.) Argentina 1976. Estudios en torno al golpe de estado, FCE: Colegio de
México, Bs. As., 2008.

57
enfoque invita a considerar aquellas ocasiones en las cuáles estos se presentaban
más bien como “funcionarios” del gobierno de facto, es decir, como representantes
del régimen más que como representantes de las diversas fuerzas. Si bien realizar
tal disquisición puede parecer un tanto pretencioso en tanto fueron ellas en
conjunto quienes asumieron el gobierno de facto luego del 24 de marzo, considero
que en un nivel analítico es pertinente recordar que aquellos que hablan no son
sólo militares sino militares ocupando los espacios que asumieron como parte de
un gobierno de facto, y especialmente cuando aquello que nos interesa es
comprender cómo se fueron construyendo determinados paradigmas del “deber
ser” joven en los años de la última dictadura, conforme al proyecto que implicaba
el PRN y su puesta en marcha.

Así la propuesta de este capítulo es analizar el discurso de aquellos militares y


civiles que ocuparon cargos en el gobierno de facto y que en diversas ocasiones
se refirieron a los jóvenes. No buscamos con ello construir una definición unívoca
de joven o señalar cuáles fueron las más comunes, sino que proponemos poner
de relieve el abanico de miradas que existieron respecto de ellos, señalando las
divergencias en los modos de concebirlos y las variaciones según los distintos
momentos por los cuales atravesó la dictadura. Sin duda los jóvenes tuvieron
momentos de “protagonismo” durante aquellos años, fueron connotados con
signos positivos tanto como en ocasiones negativos, ocuparon un lugar en el
discurso del régimen, aún cuando ese lugar no siempre fue el mismo; fueron
estigmatizados o alabados de acuerdo al momento, el espacio y el rol que
ocuparan esos jóvenes (“modelos” de otros y otras jóvenes) y quien los nominara.
Recorrer e indagar respecto de los discursos en torno a la juventud nos permite
entonces pensar cómo se la definía, desde qué lugares y cómo a partir de aquella
matriz de sentido el régimen construía políticas específicas hacia el sujeto joven.

58
La juventud en los primeros comunicados pos golpe y en los discursos de
las Juntas Militares

La vuelta a la “normalidad” y al orden se planteó como uno de los objetivos


iniciales explicitados por los militares y, más allá de lo que cada uno entendiese
por aquello, fue un factor que contribuyó a cohesionar a buena parte de la
sociedad en torno al discurso militar, al menos en los primeros meses119 y como
plantean vario autores permitió además que parte de la sociedad observase con
alivio la toma del poder por las Fuerzas Armadas120. La imagen que se difundía en
el discurso cotidiano de aquellos primeros meses insistía en la necesidad de
“volver atrás”, “recuperar el orden” frente al “caos existente”. Sin embargo y más
allá del discurso quedaba claro que la dictadura (aunque así nunca fuera
nominada) traía aparejada signos evidentes de cambio. No sólo se instauraron
algunas medidas para reordenar al país o restaurar el orden como se insistía
desde un comienzo, sino que se habían puesto en marcha los engranajes que
buscaban modificar sustancial e integralmente la vida de los argentinos.

En este sentido el estudio sobre las significaciones que tuvo la dictadura para la
sociedad debe comprender no sólo un análisis exhaustivo de la implementación
del terrorismo de estado y la violación a los derechos humanos cometidas, de las
medidas económicas o las restricciones políticas impuestas en ese período como

119
En el discurso militar de los primeros meses primaban diversos términos (que serían
recuperados con distinta fuerza y sentidos a lo largo de todo el período): orden, la restitución de
valores esenciales, moral cristiana, la dignidad del ser nacional, y la tradición nacional: “Dios,
Patria, Hogar”. Con ellos se buscaba condensar una imagen de normalidad frente a un pasado
violento y confuso con el cual buena parte de la población podía coincidir, aún cuando fueran
difusas sus interpretaciones. Por su parte la coincidencia en diagnóstico así como de la necesidad
de modificar esa situación no implicaba necesariamente un apoyo ferviente a los lineamientos del
PRN. Para un estudio respecto de la aceptación del discurso de orden en el fascismo ver
PASSERINI, Luisa. Fascism in Popular Memory. The Cultural experience of the Turin working
class, Cambridge University Press y Editions de la Maison des Sciences del’ Homme, Londres y
Paris, 1987.
120
Al respecto puede consultarse ALONSO, Luciano. “Sobre la existencia de la historia reciente
como disciplina académica. Reflexiones en torno a Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un
campo en construcción, compilado por Mariana Franco y Florencia Levin”. En Prohistoria, n° 11,
Rosario, 2007. También: DA SILVA CATELA, Ludmila, No habrá flores en la tumba del pasado. La
experiencia de reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, Ed. Al Margen, La
Plata, 2001.

59
los modos en que esta dictadura transmutó la vida social y cotidiana de las
personas. En palabras de Gabriela Águila, el problema es identificar no sólo el
costado represivo sino la faceta pública de la dictadura, es decir entender los
cambios sociales, culturales que ella promovió121. Esa faceta pública sin embargo
se articulaba en los primeros años de la dictadura con un plan sistemático de
represión, persecución, desaparición, tortura y muerte de aquellos que eran
considerados por el régimen como el enemigo subversivo, construyendo la matriz
sobre la cual se asentaba el discurso reordenador y creador de nuevas pautas,
comportamientos y sujetos sociales que desde el PRN se presentaba. Es posible
pensar que fueron también esos primeros tiempos, posteriores al golpe, cuando se
visualizó mas claramente el esfuerzo realizado por los militares para señalar el
camino que debía seguir la sociedad argentina, definiendo y delimitando el rol de
los diversos sectores que la componían, aquello que les estaba permitido, aquello
que les era prohibido.

Como hemos señalado, la referencia explícita a interlocutores definidos se hizo


presente en la figura de obreros, empresarios y jóvenes. La visibilización de estos
como colectivos necesarios para la realización del proyecto militar se esbozó ya
en los primeros comunicados e intervenciones de los representantes de la Junta
Militar. A pocos días del golpe Videla, recuperando los comunicados ya difundidos
argüía que la acción de los empresarios era necesaria “para nuestra
independencia financiera, tecnológica y económica” mientras que señalaba a los
trabajadores que “el sacrificio que demande la tarea de reorganización nacional,
será soportado por todos los sectores sociales, y que durante el desarrollo del
proceso y particularmente a la hora de la distribución tendremos, para defender
sus derechos, la misma firmeza que hoy evidenciamos para exigir su esfuerzo”122.
Y ya el comunicado nº 13 se refería específicamente a la juventud:

“La Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas se dirige a la juventud de la


Patria convocándola a participar, sin retaceos ni preconceptos en el proceso de

121
Ver AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit. especialmente el capítulo 8.
122
“Videla convocó al pueblo y demandó comprensión”, LC, 31/04/76, p. 6.

60
reorganización que se ha iniciado. Un proceso donde se han colocado como
pautas básicas de acción la plena vigencia de los valores éticos y morales que
son guía y razón de la conducta de todo joven argentino que merezca el
calificativo de tal”.

Esta primera apelación es significativa en la medida que podemos considerar a la


juventud como un sujeto al cual se le atribuye determinado destino en el nuevo
contexto y ocupando un rol por lo menos visible en la agenda militar. A ello
agregaba que el:

“proceso [está] signado por la autenticidad de sus principios y de los hechos que
le darán la razón y fundamento, satisfaciendo así a la sed de sinceridad y
franqueza que han esgrimido, reiteradamente, como aspiración primordial, todos
los sectores representativos de la juventud. Un proceso donde cada joven vea
abiertos todos los caminos y las metas, sin otro requisito que su capacidad y
contracción al trabajo fecundo (…) Nuestra juventud de hoy será la destinataria y
beneficiaria de ese mañana mejor…”

Y luego: “En beneficio de ese futuro y de la ardua tarea que hemos emprendido,
las Fuerzas Armadas formulan un vibrante e irrenunciable llamado a la juventud
argentina para que integrada en al comunidad nacional contribuya con
entusiasmo, idealismo y desinterés a la construcción de una patria que sea orgullo
de todos los hijos de esta tierra”123. Estas citas nos permiten señalar una primera
reflexión, la convocatoria se extendía hacia la juventud entendiéndola como una
entidad abstracta, construyendo una imagen preconcebida y disociada del resto de
la sociedad. Pero la condensación de las expectativas en el término juventud no
implicaba, por otra parte, la demanda hacia un sujeto colectivo ya que aquello que
se reclamaba era la presencia de cada joven desde su propia individualidad a fin
de que desde ese lugar compartiese el destino del PRN.

En los días posteriores al golpe, si bien muchas voces castrenses se sumaron a


señalar los objetivos del nuevo régimen, la voz de Videla encarnaría en esa etapa
inicial un sólido y constante discurso respecto de algunos temas específicos

123
Comunicado n°13.

61
asociados al PRN. De hecho fue quien más insistió -dentro del ámbito castrense al
menos- en definir el rol de la juventud. En otro pasaje expresaba: “de ella [la
juventud] reclamamos su fuerza creadora, sus patrióticos ideales, su sentido de
responsabilidad en el claustro y el taller”124. Si en una primera instancia el
comunicado convocaba a jóvenes a sumarse al proyecto del gobierno militar junto
a otros actores125, también daba cuenta de una imagen despojada de cargas
negativas, quien sólo había reclamado “sinceridad y franqueza” y que era la
encarnación de ese futuro que se pretendía lograr, la destinataria y beneficiaria de
la reformulación institucional planteada por el gobierno militar. Por otro lado
también se apelaba a la juventud como fuerza creadora cuyo deber era aportar a
esta nueva etapa.

Así desde los primeros comunicados y las interpretaciones de Videla al respecto


es posible observar que se yuxtaponían dos estereotipos claves respecto de los
jóvenes, el primero en tanto futuro y heredero del PRN, el segundo en tanto
generación potenciadora del cambio. Ambos estereotipos no proponían una
mirada que los cuestionase en tanto sujetos de cambio, por el contrario enfatizaba
en este elemento como parte de su esencia y su virtud pero vaciándola de todo
contenido que pudiera plantear la crítica al orden estatuido, modificando las
percepciones previas con las cuales la sociedad argentina y los jóvenes habían
definido su propio rol y asignando otros valores acordes a la nueva etapa: “la
contracción al trabajo, la responsabilidad en el claustro y el taller”126.

La construcción de este discurso estaba estrechamente ligada a dos cuestiones.


Por un lado la necesidad de generar consenso en amplios sectores sociales donde
los jóvenes no estaban excluidos, por otro la de producir una juventud nueva con
capacidad para ser la destinataria de la reformulación institucional propuesta. En

124
“Videla convocó al pueblo y demandó comprensión”, LC, 31/03/76, tapa y p. 2
125
Si bien nos ocupamos de analizar especialmente el lugar de los jóvenes en el discurso militar
no podemos dejar de señalar que la apelación a estos junto a otros sujetos colectivos,
empresarios y obreros implicó sin embargo una convocatoria diferente. Mientras que los
empresarios eran considerados necesarios en el marco del PRN, a los obreros y jóvenes se les
demandaba “sacrificio y esfuerzo”.
126
“Videla convocó al pueblo…”, LC, 31/03/76.

62
este punto debemos considerar que la apelación a ellos no carecía de sentido, si
los jóvenes habían tenido en los años previos una visibilidad cada vez mayor, si
habían sido la punta de lanza del discurso político de los años previos y habían
gestado formas de acción autónomas, desarticular ese vínculo entre política y
juventud era una tarea que el nuevo régimen debía abordar. Para ello la dictadura
pretendió construir una representación de juventud que buscaba marcar un corte
con respecto a aquella de los primeros ‘70 e intentando en ese proceso modificar
la cultura juvenil a fin de que se adecuase a las exigencias del contexto. Esto
quiere decir que la dictadura militar implementada a partir de 1976 se propuso
como la única capaz de restaurar valores y normas pero también como fundadora
de nuevos sujetos127.

Hacia finales del año 1976 Videla retomó su discurso respecto de los jóvenes128.
En un acto de premiación a los diez jóvenes sobresalientes realizado por la
Cámara Junior de Buenos Aires129, evento realizado todos los años, señalaba que

127
Respecto al carácter refundacional de las dictaduras puede consultarse además GARRETON,
Antonio. “La evolución política del régimen militar chileno y los problemas en la transición a la
democracia”, en O´DONNELL, Guillermo et al. (comps.), Transiciones desde un Gobierno
Autoritario. América Latina. 2, Paidós, Buenos Aires, 1988. Asimismo Mara Burkart sostiene para
el estudio del campo cultural en estos años que la dictadura argentina adquiere dos dimensiones,
una destructiva (la desaparición, tortura y represión de aquellos considerados subversivos) y otra
creadora en la medida que el gobierno militar tiende a crear un nuevo campo cultural bajo sus
propias normas y valores. Esta idea es interesante en la medida que ayuda a reflexionar no sólo
sobre cómo funciona la lógica represiva en aquellos años, sino cómo el gobierno militar se piensa
a sí mismo como productor de valores, normas y sujetos. Ver: BURKART, Mara. “La dictadura
militar y su proyecto de transformación cultural”, en CD XIº Jornadas Interescuelas/Departamentos
de Historia, Tucumán, septiembre de 2007.
128
Siendo el director del Colegio Militar Nacional a principios de los años ’70, Videla ya se había
referido a las generaciones jóvenes “en cuya mente y alma está la mejor esperanza de la
nacionalidad” pero recordando que el Ejército era la institución propicia para la formación integral
de las mismas: “se necesitan hombres nacidos y formados al amparo de su amor a la Patria, por el
trabajo silencioso y sin ostentación (…) la vocación superior de la argentinidad, cuyas primeras
manifestaciones, se despiertan, se desarrollan y se ejercitan en un organismo ejemplar: el Colegio
Militar Nacional”. Citado en BADARÓ, Máximo. Militares o ciudadano: La formación de los oficiales
del ejército Argentino. Buenos Aires, Prometeo, 2009, p. 78.
129
La Cámara Junior Internacional es un organismo no gubernamental existente desde 1915 que
participa actualmente en el sistema de Naciones Unidas. En la Argentina la primera organización
local fue fundada en 1944 a través del director de la Cámara de Comercio. Según reza la actual
página web “es una red mundial de jóvenes ciudadanos activos, entre los 18 y 40 años de edad,
quienes comparten la creencia que para poder crear cambios positivos, deben trabajar en conjunto
para mejorar ellos mismos y el mundo que los rodea”. Ver: http://www.jciargentina.org.ar [fecha de
consulta 31/01/2012]

63
la juventud no era un estamento sino “un tránsito – un tránsito fecundo, plástico,
creador- hacia la madurez” con ciertos valores que les serían propios: “el
esfuerzo, el desinterés, la generosidad, el querer dar más”. Valores que, según los
argumentos de Videla, debían ser encauzados en un proyecto y objetivo en pos
del país, proyecto que las Fuerzas Armadas llevaban adelante:

“todos estos valores esenciales [de la juventud] requieren articulación eficiente y


objetivos claros. Es decir, deben insertarse a través de un proyecto concebido en
función de los altos intereses de la Nación. En el proceso de reorganización
nacional ese proyecto adquiere relevancia prioritaria. Las Fuerzas Armadas no
están en el poder para un mero reordenamiento administrativo sino para alcanzar
metas fundamentales (…) ¿qué joven argentino puede sustraerse a esta empresa
común?”130

Este discurso introduce varias cuestiones que obligan a la reflexión. En principio


hay una definición clara respecto de la juventud como un estado no permanente,
como el tránsito hacia la edad adulta, la juventud se define no tanto por lo que es
sino por lo que debiera llegar a ser. Pero al mismo tiempo es incorporada al
discurso militar como presente, en ese punto es que se convoca a su esfuerzo, al
sacrificio individual en función de “los altos intereses de la Nación”. En ese sentido
el discurso de Videla pretendía tender puentes de conexión entre el proyecto
militar -que como bien se explicitó no pretende ser un mero reordenamiento
administrativo- y las expectativas individuales de los jóvenes convocándolos no
en pos de un futuro de edad adulta sino desde su propia condición, connotada
ahora por determinados valores considerados como la esencia del ser joven.

En tercer lugar es necesario profundizar respecto de este acontecimiento y de


quienes fueron las personas premiadas. Como ya hemos señalado la Cámara
Junior realizaba -y realiza aún- esta premiación a los que consideraba los 10
jóvenes sobresalientes entre todas las postulaciones presentadas. La elección
realizada por un jurado heterogéneo había destacado en esta ocasión a ocho
varones y dos mujeres entre 29 y 40 años todos profesionales y en su mayoría

130
“Fueron proclamados los diez jóvenes sobresalientes de 1976”, LC, 2/12/76, tapa y p. 2.

64
casados y con hijos. Si bien la edad no es un elemento clave ya que, como hemos
insistido no es un determinante para entender cómo una sociedad concibe el ser
joven -y la misma Cámara Junior Argentina entiende como jóvenes a las personas
comprendidas entre 18 y 40 años-, la propia definición de juventud en tanto estado
“en tránsito” no pareciera coincidir con la situación definida en la nota respecto de
las personas que han sido galardonadas ya que todas son, como hemos señalado
profesionales en ejercicio de sus carreras131. Si bien no fue el gobierno de facto
quien definió a los ganadores, la participación de Videla en el acontecimiento, la
lectura de un discurso propio permite interrogar sobre qué imágenes de jóvenes se
construían en aquellos años y qué representaban los galardonados. Había un
ideal de joven allí condensado, que proyectaba además un ideal de adulto en
donde aquello que se destacaba era su condición de padre/madre de familia y de
profesional132.

Más allá de la consideración que pudiera hacerse respecto de estas personas


como posibles modelos para los jóvenes argentinos, es necesario señalar una
última cuestión que no es menos significativa. Varias de ellas tenían un estrecho
vínculo con la dictadura. Podemos mencionar fehacientemente el caso de
Guillermo Laura, abogado y urbanista que en ese entonces tenía 36 años y que
fue el encargado de obras viales para la intendencia de facto del brigadier
Cacciatore en la ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura. Nicolás
Bazán (h), otro de los premiados había sido designado Director Interventor del
Departamento de Biología durante la gestión de Ivanissevich en 1975 y desde
mediados de 1976 fue nombrado Director Interino del Instituto de Investigaciones
Bioquímicas por el rector interventor. En agosto de ese año el V Cuerpo de
Ejército realizó un operativo en la UNSur donde se detuvieron a docentes y
estudiantes, el hecho había contado con la colaboración de las nuevas

131
A modo de ejemplo señalamos: “Carmen Batle de Albertoni, 39 años, química, casada, tres
hijos; Nicolás Bazán (h.) médico e investigador científico, 34 años, casado, cuatro hijos; Héctor
Borla, pintor, 39 años; Víctor Jorge Elías, economista, 39 años, casado, tres hijos…”.
132
Es interesante señalar que en el caso de las mujeres premiadas una de ellas es química
mientras que la otra mujer premiada, María del Carmen Julieta Magaña de Longo era una
conductora de programas infantiles en televisión.

65
autoridades y Bazán había denunciado por “intensa penetración encubierta” a tres
de sus colegas en su declaratoria ante la Policía Federal133, Bazán fue cesanteado
de su cargo en 1981134. Aun cuando no todos colaboraron tan estrechamente con
el régimen cabe señalar que cinco eran investigadores del CONICET –el propio
Bazán entre ellos-, algunos además eran docentes universitarios y otros habían
ejercido su profesión con cierto vínculo o auspicio de dependencias estatales135.
La vinculación de algunos de estos personajes con el régimen permite pensar
también en ese discurso ya citado, en la solicitud del “esfuerzo” y “sacrificio” de
jóvenes reclamado por el propio Videla y el llamado a colaborar con el régimen,
probablemente el prototipo de joven que debía heredar el proyecto castrense.

En la visita realizada por Videla a Rosario a principios del año 1977 y ante las
preguntas realizadas por los estudiantes universitarios convocados a tal fin volvía
a señalar el rol que debía jugar la juventud: “es aprender para convertirse en
profesionales idóneos que cubran las verdaderas necesidades de la Nación”. Pero
a su vez comparó a la juventud con una planta:

133
“Fueron proclamados los diez jóvenes sobresalientes de 1976”, LC, 2/12/76, tapa y p. 2.
134
Tedesco señala al respecto esta cesantía lo siguiente: “A pesar de haberse eliminado el
accionar de las organizaciones terroristas, y de encontrarse la UNS normalizada y en pleno
funcionamiento, nuevas cesantías se produjeron a comienzos de 1981, por medidas tomadas por
el Ministerio de Cultura y Educación. Ellas afectaron a los doctores Nicolás G. Bazán, Hernán Silva
y el contador Oscar Sánchez, entre otros, a quienes se declaró “prescindibles” de acuerdo con la
ley que definía esa figura. Curiosamente, Bazán –director del Instituto de Investigaciones
Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB), quien se encontraba en Estados Unidos- había sido
declarado “hijo dilecto” de la provincia de Tucumán merced a su quehacer científico, por el general
Domingo Bussi cuando era gobernador militar de la misma. El mismo día que se supo de su
cesantía, Bazán atraía la atención mundial gracias a un cable de la agencia UPI de Richmond
(Virginia, Estados Unidos) al divulgar en un congreso internacional descubrimientos sobre la
epilepsia realizados por los investigadores del INIBIBB. El caso Bazán llegó al presidente de la
Nación, Roberto Viola, a quien colegas, docentes y profesionales acudieron en su favor. Sin
embargo, la decisión no fue revisada, y el profesional debió partir al extranjero a continuar allí su
carrera científica”. TEDESCO, Marcelo: "La Universidad en los años del "Proceso", en
CERNADAS DE BULNES, Mabel (dir.), Universidad Nacional del Sur, 1956-2006. Bahía Blanca,
EDIUNS, 2006.
135
Carlos Alberto Prato, ingeniero civil fue asesor y responsable de distintos proyectos de obras
públicas en aquellos años como según señala su propio CV. www.endeic.com. [consulta realizada
el 31/01/2012]. En el caso de Enrique Ricci, pianista y director de orquesta, también premiado
formó parte de un disco en homenaje a Alberto Ginastera realizado en 1981 por Inter-American
Musical Edition que fue auspiciado por el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino.

66
“si esta es bien regada, cuidada y protegida será una planta útil sino no será
nada, a lo sumo un árbol fracasado. Este es un país que está creciendo, que
siente crecer aún con dolor y la juventud es el destinatario de este proceso que
tendrá que tener descendencia para poder tener trascendencia. Todo el estado
está empeñado en brindar esas posibilidades, luego de un proceso de madurez
que culmine con ese destinatario que es la juventud capacitada para heredar el
proceso.”136

A pesar de la continuidad visible con los anteriores discursos de Videla, la


metáfora aludida (para que las plantas crezcan necesitan un tutor) permite
incorporar una nueva mirada, quizás una de las más hegemónicas en estos años,
de jóvenes como sujetos pasivos, recipientes sin contenidos, que deben ser
guiados, controlados, cuidados por otro (otro adulto) para que puedan desarrollar
su potencial y cumplir el rol al que están destinados: servir al país. En este sentido
si bien desde un comienzo se verifica el llamado a los jóvenes para ser parte del
PRN y que incluso el propio Videla declama su incorporación a esa nueva etapa,
es posible pensar que este es un llamado general y difuso. No interesa en el
discurso de Videla convocar a los jóvenes para que asumiesen un rol activo en el
marco de ese proceso, sino que más bien ese llamado le proponía formar parte en
abstracto y/o en el futuro de ese proyecto. En esa misma reunión Videla ya
señalaba que debían cumplirse tres etapas: “comprensión al curso de acción
emprendida, adhesión y participación” quedando esta última relegada a un tercer
lugar. Pero Videla no sólo hablaba aquí a los jóvenes de los jóvenes, sino que
recurría a la premisa que fue eje de su discurso en esta primera etapa, la
participación política estaba vedada.

En ese sentido, la convocatoria inicial y los discursos posteriores obligan a


encuadrarlas en el contexto específico del primer año de la gestión de facto. El
discurso difundido entonces se construyó sobre la lógica de acuerdos que las
Fuerzas Armadas habían consensuado para llevar adelante el golpe y que
convergían en dos puntos, derrocar el gobierno peronista y erradicar la

136
“No es momento de abrir el juego político dijo Videla”, LC, 30/03/1977 tapa y p. 7.

67
subversión137. Esos primeros acuerdos, que permitieron fortalecer inicialmente la
unidad de las Fuerzas Armadas y de la Junta Militar, fueron plasmados a través de
los documentos iniciales y de las declaraciones militares que reproducían las
Bases del PRN. Agotado el discurso en torno a la lucha contra la subversión
aquello que se verificó a poco más de un año del golpe fue la diferencia al interior
del núcleo militar respecto de las proyecciones del régimen. Ellas abarcaban
diversas temáticas pero se concentraron en torno al problema de la apertura
política138.

En ese sentido si en los documentos iniciales se referenciaba la necesidad de


incorporar a la agenda militar a los jóvenes, sin delinear un espacio o rol definido;
avanzar más allá de ello implicaba torcer los discursos generales respecto de los
objetivos y proyecciones del régimen hacia posiciones parciales de alguna de las
fuerzas o parte de ella. Así el discurso en torno a la juventud y el rol de los jóvenes
adquirió a partir de entonces otras connotaciones que excedía a la temática y
marcaban las fricciones de las Fuerzas Armadas.

A partir de 1977 Videla abrió su agenda al “diálogo” con los jóvenes del país. Si a
principios de año había aclarado a los estudiantes rosarinos que la participación
política estaba lejos y su rol era educarse en favor del país, a mediados de año
señaló a estudiantes y obreros de Corrientes que hablar de descendencia del
proceso no significaba “crear el partido de las Fuerzas Armadas” sino admitir a la
juventud como heredera: “no estamos llamándola demagógicamente, la estamos
exhortando a prepararse con responsabilidad para ese futuro”139. Con la misma
tesitura moderada se refirió a ella en los años siguientes, pero incorporando
reuniones planificadas, de “diálogo” con los jóvenes como representantes de un

137
Ver CANELO, P. El Proceso en su laberinto… op. cit., cap. 1 y 2. También puede consultarse al
respecto NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit.
138
Los primeros meses de 1977 mostraron la necesidad de cambios en los objetivos del régimen.
Paula Canelo señala en esa línea las difusas expresiones de Videla en torno a la apertura del
diálogo y las manifestaciones públicas del régimen del fin de la etapa militar en la erradicación de
la subversión (aunque la amenaza subversiva seguía latente pero tenía ahora otros modos de
manifestarse). CANELO, P. El proceso en su laberinto… op. cit., p. 52-54
139
“Ante estudiantes y obreros habló Videla en Corrientes”, LC, 16/07/77, p.3.

68
sector de la sociedad. En una de ellas explicitó el motivo de dicha reunión: “Ya
conocen cual es el objeto de la invitación, perseguimos tomar contacto a través de
estos almuerzos con sectores de la comunidad. En este caso con un conjunto de
jóvenes pampeanos que no representan más que eso: ser jóvenes de una
provincia”, su preocupación era saber qué pensaban los jóvenes pampeanos “qué
piensa la juventud, no la juventud chiquilina sino el joven con mayúscula, con
responsabilidad, el que no ha terminado aún su etapa de formación profesional
pero ha avanzado en la vida…”140.

En todas esas ocasiones los jóvenes estuvieron no sólo en las alocuciones sino
presentes, refrendando el discurso militar y aun cuando podamos comprender esa
presencia como estrategia propiciada desde el régimen; los convocados asistían a
esos actos, saludaban a los representantes del gobierno de facto o inclusive les
interrogaban sobre el futuro del país y más allá de que no podamos mensurar
cuánto de esa participación significó un claro consenso a la dictadura141, lo cierto
es que permitió visibilizar cierta legitimidad del régimen en su vínculo con los
jóvenes.

Ninguno de los discursos y encuentros señalados explicitó tan claramente la


relación entre el régimen y los jóvenes como los acontecimientos vinculados al
Mundial de fútbol de 1978. Fueron más de mil quinientos estudiantes secundarios
aquellos convocados para realizar la coreografía milimétricamente orquestada
para la apertura realizada en la cancha de River142 y en el primer partido jugado en
Rosario participaron casi 700 jóvenes que integraban bandas musicales de
localidades del sur de la provincia; de la propia ciudad, la prensa señalaba la
presencia de la banda del Centro Educativo Latinoamericano y la Banda Juvenil

140
“Jóvenes pampeanos almorzaron con Videla”, LC, 23/08/79 p. 2.
141
Ver: LVOVICH, Daniel. “Dictadura y consenso. Qué podemos saber?”, en: Revista Puentes,
n°17, año 6, 2006. Del mismo autor: “Actitudes soci ales y dictaduras: las historiografías española y
argentina en perspectiva comparada”, Páginas, n°1, mayo – agosto de 2008, pp. 29-49. Disponible
online: web.rosario-conicet.gov.ar/ojs/index.php/RevPaginas/ [última consulta: 12-03-2010]
142
Según revista Gente fueron estudiantes secundarios de colegios públicos y privados de la
ciudad de Buenos Aires y gran Buenos Aires que practicaron la coreografía desde octubre del año
anterior. Revista Gente n°671, 1/06/78, p. 19.

69
Municipal143. El logo oficial, a su vez, era el Mundialito, el dibujo de un varón
joven/aniñado, mezcla de gaucho y futbolista realizado por la empresa García
Ferré.

El Mundial puede ser leído en una multiplicidad de sentidos pero sin dudas tuvo
cierto “aire” juvenil y forma parte de los recuerdos colectivos de toda una
generación de jóvenes. Luego de cada partido ganado por la selección argentina,
las calles se poblaban de jóvenes festejando. Un entrevistado recuerda los
festejos de aquellos años: “estábamos en la calle (…) en la peatonal Córdoba
subidos en los semáforos de Corrientes y Córdoba con todo y en el Monumento en
una expresión masiva, estee, en la escuela, en los bares de la escuela de todo
alrededor del Politécnico (…) recuerdo haber estado con mis compañeros siendo
parte de toda esa fiesta del Mundial”144.

Asimismo esta presencia se plasmó claramente en el discurso de la prensa de


aquellos años y se hizo visible al conjunto de la sociedad generando nuevas
formas de representación de juventud, siendo este quizás su aspecto más
significativo145. Finalizado el Mundial no fueron precisamente los discursos de
Videla aquello que llamó la atención de la prensa sino las actitudes de
“centenares” de estudiantes que reclamaron ante la Casa de Gobierno su
presencia146. Los medios señalaban que la mañana posterior a que la selección

143
“Una brillante ceremonia dio marco a la inauguración del estadio rosarino”, LC, 3/06/78, tapa y
p. 20 y 21.
144
Gustavo B. Ingresó al Instituto Politécnico en 1977 y culminó sus estudios hacia finales de la
dictadura. Desde los 15 años fue militante de la FJC. En 1982 inició sus estudios universitarios y ya
en democracia fue presidente de centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes.
Entrevista realizada en abril de 2011.
145
La prensa -al menos en Rosario- fue aquella que más incidió en la construcción de
representaciones negativas respecto de los jóvenes en los dos primeros años de la dictadura,
marcando además el ritmo de cierto sentido común o acuerdo social respecto de estos como parte
de la sociedad. Sin embargo estas representaciones fueron cambiando luego del Mundial.
Respecto del rol de los medios locales en dictadura: LUCIANI, Laura. Entre el consenso…, op. cit.
146
Según señalan Palermo y Novaro estas manifestaciones juveniles fueron “poco espontáneas y
menos trascendentes”. Si bien los autores no explicitan de dónde extraen tales apreciaciones,
considero que una relectura de los medios en aquellos días permiten admitir la visibilidad que los
medios otorgaron a los festejos juveniles en ese contexto. Respecto de cuan espontáneas fueron
esas manifestaciones, no tenemos elementos que permitan ponderar tal aseveración. Ver
NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… p. 234.

70
argentina ganase la copa Mundial, Videla salió a recibir a unos 3000 estudiantes
que: “reclamaran su presencia a gritos, llegando hasta a provocarlo (…) al clamor
de Si no sale es un holandés”. Por la tarde:

“Un número aún mayor de jóvenes estudiantes, estimados en no menos de cinco


mil, sitió afectuosamente por segunda vez la Casa de Gobierno, exigiendo
bullangueramente y con insistencia, voceando rítmicamente estribillos tales como
“Y dale, dale flaco…”, “Videla Corazón”, “Si no sale es un holandés”, o
sencillamente “Videla…Videla”. Cinco minutos después de las 16 Videla satisfizo
el reclamo popular (…) Una espontánea ovación recibió el presidente que la
agradeció con amplios gestos y aplaudiendo a su vez a la multitud”147.

La revista Gente graficó ese encuentro con una foto a página doble. El copete
señalaba: “Puerta de la casa Rosada. Miles de estudiantes secundarios celebran
con cánticos y banderas la victoria en el Mundial. El presidente Videla se acerca,
se mezcla con ellos, dialoga, francamente y sin protocolo. Se habla, claro, de
fútbol. Pero ese diálogo tiene mucho que ver con un nuevo país”148. Ese vínculo
gestado al calor de la festividad pública, si bien efímero señaló un punto de
encuentro entre los discursos legitimadores de la Junta Militar de los primeros
años y los jóvenes a quien ella se dirigía. Aunque Videla no fue el único miembro
de alguna de las Juntas Militares “vitoreado” públicamente149, la presencia
exclusiva de jóvenes – o la percepción de ellos que da cuenta la prensa- frente a
la Casa Rosada no deja de ser elocuente. Este encuentro, sin embargo, no volvió
a repetirse en los años subsiguientes, quizás porque el Mundial abrió una efímera
etapa de confluencia entre régimen y sociedad, pero sin negar por ello la crisis que

147
“Videla con estudiantes”, LC, 27/06/78, tapa.
148
Revista Gente n° 675, 29/06/78.
149
Carlos R. quien fue a la cancha a ver el partido Perú-Argentina aquí en Rosario recuerda:
“Estuvo Videla en el estadio, yo era muy chico, y recuerdo como lo aplaudía la gente. Ehh que fue
la primera vez que yo veía a un presidente en un lugar, de facto o democrático, en un lugar donde
estaba yo y bueno fue en un estadio lleno, era el Mundial y bueno ganamos y la gente lo vitoreaba,
que sé yo”. Carlos R. Fue estudiante del colegio Nacional 1 durante los años de dictadura y en
1979 participó del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Entrevista realizada en
octubre de 2011. Por su parte Gustavo B. consideraba los festejos del Mundial como parte de
“necesidad de expresión” frente al “ahogo y con lo que solapadamente se estaba viviendo y con lo
que estaba sucediendo que por algún lado busca expresión”.

71
se gestaba y los diversos modos en que al interior de las fuerzas Armadas se
buscaba canalizar ese apoyo.

El Almirante Emilio Massera también había dado cuenta de su particular mirada


sobre los jóvenes y el lugar que el PRN les otorgaba. A fines de 1977 y en ocasión
de recibir el título honoris causa en la universidad del Salvador planteaba que “la
mayoría [de los jóvenes], no saben cómo hacer para volcar su imaginación, su
aptitud para el sacrificio, no saben cómo canalizar su entrega a la República
porque la estructura de la República está más preparada para rechazarlos que
para incorporarlos”150. Para mediados de 1978 había aumentado la apuesta:
“madurada en el dolor, la juventud de mi país no necesita palabras, necesita
acción. Tiene dos urgencias, la urgencia natural de los jóvenes que están
signados por la impaciencia creadora y la urgencia de los que saben el valor del
tiempo, que se escurre entre los dedos del quietismo”. Esa acción estaba asociada
a un fin común que había hecho desaparecer “las tradicionales distancias entre
generaciones” e implicaba “defender a esta Argentina” de las agresiones sufridas,
en donde aquello que debía primar era “el orden moral” 151. La asociación positiva
y el llamado de Massera a los jóvenes no deben deslindarse de sus propias
intenciones respecto de construir una plataforma política para su propia
candidatura, marcando las diferencias con las gestiones de Videla primero y Viola
después152.

Por su parte si Viola también había realizado sus primeras intervenciones referidas
a la temática a fines de 1977153, no fue sino hasta el recambio de la Junta Militar

150
“La educación es prioridad”, LC, 23/11/77, tapa. Sobre los vínculos de Massera con la
Universidad del Salvador y especialmente con el entonces rector José Francisco Piñón quien había
pertenecido a Guardia de Hierro puede consultarse: CUCHETTI, Humberto. Combatientes de
Perón, op. cit., p. 226 y ss.
151
“El Almirante Massera habló a la juventud”, 31/07/78, p. 5.
152
CANELO, P. El proceso en su laberinto… op. cit., p. 78 y ss.
153
Viola decía: “Dirigirse a la juventud es pensar en el futuro. Cuando en estos días difíciles que
vive la patria pensamos en ella la concebimos sólidamente, asociado a una argentina moderna,
pujante, solidaria, donde la paz y la justicia sea el contexto en que las nuevas generaciones
desenvuelven sus capacidades y donde serán un triste recuerdo los desencuentros, la violencia y
la confusión que durante años conmovieron a la argentina.” “Viola: La juventud debe sentirse
protagonista”, LC, 08/10/77, Tapa.

72
cuando las percepciones en torno a la juventud comenzaron a dar cuenta de
ciertos matices. Los años 1980 y 1981 marcaron no sólo esa instancia nueva que
se abría paso lentamente sino su traducción en cambios político-institucionales
que llevaron a Viola a erigirse como presidente de facto y que generaron un
recambio de autoridades en todos los niveles gubernamentales. En consonancia
con este nuevo clima en el cual se avizoraba laxitud en las medidas restrictivas, de
apertura y movilización social, se volvía a señalar el rol que cumpliría la juventud
en este proceso.

Meses antes de asumir su cargo, Viola ya planteaba en una entrevista la


importancia de la juventud para esta nueva etapa del PRN señalando que
“mantendremos un interés especial durante todo el desarrollo del proceso y
buscaremos la participación de ella, fundamentalmente a efectos de capacitarla
para que esté en condiciones de tomar la conducción de los distintos sectores en
el momento que sea oportuno”154. Ello sería refrendado por Viola como presidente
de facto en la asunción el 29 de marzo de 1981 y en subsiguientes discursos
pronunciados en ese año155, también en acciones. Según Pablo Vila una de las
instancias de acercamiento a los jóvenes implicó el proyecto de creación de un
Ministerio de Juventud que fracasó mucho antes de lo esperado156 así como el
acercamiento de las figuras más conocidas del rock a través de Ricardo Olivera un
operador cercano al ámbito castrense y al rock157.

Los discursos y acciones de Viola respecto de la participación juvenil buscaban


contrarrestar aquellos discursos emitidos desde la Armada: a fines de 1980 y en

154
“Los lineamientos de su gobierno trazó Viola”, LC, 21/11/81, tapa y p. 11.
155
Para el día del estudiante Viola señalaba que el cambio procurado por las Fuerzas Armadas
sería “tarea de nosotros -sin paternalismos pero también sin rehuir responsabilidades-” aunque
luego agregaba: “pero completarlo, culminarlo requiere ya el hacer del conjunto de jóvenes y
mayores.” “Mensaje del presidente a la juventud”, LC, 22/09/81, Tapa y p. 20.
156
VILA, P. “Rock nacional…”, op. cit, p. 100, también ver: BERTI, Eduardo. Rockología:
documentos del 80, Galerna, Bs. As., 2012, p. 91. Sobre el rock en estos años volveremos más
adelante.
157
PUJOL, S. Rock y dictadura. op. cit., p. 186 y s.s.

73
una nueva premiación de la Cámara Junior158 Lambruschini advertía la
imposibilidad de negar la presencia de la juventud como actor social insistiendo
que debía aportar al proceso “su cuota de sana impaciencia, de fecundo
inconformismo, el acicate de su beneficiosa sed de pureza, el estímulo de su
rechazo a la injusticia y la mediocridad” renovando nuevamente el esencialismo de
la condición juvenil. Asimismo señalaba que su deber era no “caer en fórmulas
disgregadoras, sin caer por ello en la mediocre complacencia” y culminaba
diciendo:

“tenemos la impresión de que esas grandes consignas o ideas fuerza han


comenzado a hacerse carne en la juventud argentina, que sin pueril halago
podemos calificar hoy como uno de los sectores de la Nación que permite abrigar
mayores esperanzas de un futuro grande y cierto (…) Poco a poco se están
ensamblando sus necesarias disconformidades con un ánimo y dirección
constructivos. Es una realidad ya la conciliación de sus naturales inclinaciones a
la alegría o la diversión con un clima moral y normas de comportamiento ético que
casi no tienen igual en el mundo”159

En ese nuevo contexto se llamaba a la juventud a participar del PRN, pero ese
llamado no era una convocatoria difusa, abstracta tal como lo planteásemos al
señalar las realizadas por las primeras intervenciones de Videla, sino que vemos
aquí una apelación a la participación juvenil en diversos ámbitos y desde diversos
lugares. En este sentido, los matices respecto del discurso anterior no refirieron a
las definiciones de juventud, donde en general se mantendrían algunos esquemas
básicos, como por ejemplo concebirla como futuro o portadora de valores propios.
Pero era respecto del rol que esta juventud cumpliría en el nuevo contexto
imperante aquello en que las diferencias eran marcadas. Viola y Lambruschini
llamaron a los jóvenes a participar del PRN y no era simplemente una
convocatoria abstracta, que pretendiese la comprensión o la adhesión, se buscaba
generar y traccionar un rol activo -al menos en parte- de los jóvenes.

158
En esta ocasión entre los premiados se encontraban Jaques Bedel, Máximo Bomchil, Jorge
Alterini, Ivana Madruga, Santiago Gilotaux, Hugo Lamonica.
159
“La juventud tiene un concreto papel”, LC, 11/12/80, Tapa.

74
Ese planteo generado a partir de la asunción de la segunda Junta Militar160 no sólo
quedó en palabras. A tono con esta propuesta y en el marco del recambio de
funcionarios municipales, se realizó en Rosario hacia fines de 1979 un ciclo de
preparación para la administración pública destinado especialmente a los jóvenes
y propiciados desde el gobierno municipal. Si bien dicho ciclo no implicó un
recambio generacional en el gabinete municipal, propició la participación de
jóvenes en el curso potenciado desde el gobierno de facto local161.

Cabe preguntarnos entonces respecto a este giro en torno al lugar que debían
ocupar los jóvenes en la dictadura. La primera posibilidad, y la más simple es que
iniciada una nueva fase dentro del marco de la dictadura que pretendía flexibilizar
el diálogo con diversos sectores de la sociedad civil instándolos a ser parte activa
en ese proceso, la convocatoria a la participación de estos sería una extensión de
esa propuesta original. Otra sugestiva propuesta nos convoca a reflexionar en
forma articulada el proyecto militar (plasmado especialmente en los primeros años
de dictadura y definidos en el PRN), la represión sistemática sobre la llamada
“subversión” en esos primeros años, el disciplinamiento y ordenamiento social
junto con los recambios generacionales propios de cada sociedad. Para inicios de
la década del 80 el interlocutor joven del discurso militar no era necesariamente el
mismo de 1976. Habían pasado cinco años y no en vano de desaparición, tortura,
muerte, pero también cinco años de intentos de reordenamiento político, social,
económico, cultural y administrativo que modificó la vida cotidiana argentina. Si
originalmente hemos planteado que en esa refundación de la sociedad señalada
como objetivo del PRN se pretendió también crear un sujeto joven nuevo, y

160
La segunda Junta Militar incluía además la figura del Brigadier Omar Graffigna. Sus discursos
en torno a los jóvenes se difundieron especialmente en el marco de creación del Liceo Aeronáutico
de Funes. Sobre el tema nos referiremos en otro capítulo.
161
“Los jóvenes aprenderán a conducir nuestra administración municipal”, LT 2/11/1979, p. 10.
Días después la Dirección General de Vecinales y Acción Social informaba que colaboraba con
ella un grupo de jóvenes voluntarios cuya actividad estaba dirigida a realizar actividades
recreativas en gerontocomios. “Un grupo de jóvenes ayuda al municipio”, LT 5/11/1979, p. 10. En
julio de 1981 el gobernador. de facto contraalmirante Rodolfo Luchetta también llamaba a los
jóvenes para que “se sumen a esta etapa con la fuerza de sus opiniones, aportando con su
presencia e imaginación creadora el potencial que revitaliza el accionar del estado”, ver: “Luchetta
dirigió un mensaje por el 9 de Julio”, LC, 08/07/81, tapa.

75
habiendo ya pasado al menos una generación por las aulas de la escuelas
medias, es posible pensar que para quienes ocupaban los altos cargos de las
esferas gubernamentales en dictadura ese trabajo de modelación del joven a
imagen y semejanza del PRN ya estaba realizado y la convocatoria a participar no
se hace a aquellos “viejos” jóvenes sino a estos que se han desarrollado al albor
de la dictadura, esa nueva juventud añorada.

Una última cuestión debe ser reseñada. Aún cuando las diversas Juntas Militares
se preocuparon por definir y delimitar el rol de la juventud en esta etapa de la
historia argentina, debe señalarse que en ninguno de los documentos relevados ni
en los discursos de los representantes de las Juntas Militares es posible identificar
un discurso estigmatizante respecto de los jóvenes y poco frecuentes aquellos
donde se referenciaba a la “subversión” como una cuestión vinculada a lo juvenil.
Por el contrario la exaltación de los mismos es moneda frecuente y las críticas son
más bien a aquellos agentes “externos” a los propios jóvenes del país que según
sus propias concepciones pretendían introducirlos en la subversión. Así la mirada
sobre los jóvenes no sólo será condescendiente, paternalista y benigna sino que
se trasluce además la apelación a una juventud blanca -para usar la metáfora de
Cecilia Braslavsky162- símbolo de futuro, esfuerzo y trabajo. Pero la producción de
esta nueva juventud gestada desde el seno de la dictadura implicó que más allá
de los matices discursivos, de los modos en que se la definiera, en el imaginario
se imponía un tipo de juventud específica negando las posibles variantes de
experiencias juveniles, y caracterizada en al menos cuatro puntos principales:
andrógina, de clase media y estudiante, heterosexual, caracterización que de

162
Como señala Cecilia Braslavsky existe la tendencia a representar a los jóvenes como “un
conjunto monocromático”: La juventud gris portadora de todos los males, la juventud dorada que
identifica a los jóvenes como privilegiados que disfrutan del ocio de ausencia de
responsabilidades; la juventud blanca que representa a los jóvenes como sujetos puros que vienen
a salvar la humanidad. Ver: BRASLAVSKY, Cecilia, La Juventud argentina: informe de situación,
CEAL, Bs. As., 1986, p.13.

76
todos modos no era exclusiva de este período y que Luisa Passerini condiciona
para la segunda mitad del siglo XX163.

Según con el cristal con que se mire, la juventud y otras miradas desde el
gobierno de facto

Hasta el momento nos hemos dedicado a analizar el lugar y la relevancia otorgada


a la juventud por las diversas Juntas Militares en el contexto de dictadura. Como
hemos señalado la mirada hacia ella generada desde allí adquiría connotaciones
positivas donde ser joven podía significar muchas cosas aunque nunca se lo
connotara de elementos estigmatizantes, cuestión que como veremos en los
siguientes capítulos era más que frecuente por aquellos años. Sin embargo es
necesario señalar que aún cuando hablamos del discurso de las Juntas y sus
voceros en esta línea, no estamos con ello haciendo referencia al conjunto de
militares y civiles que ocuparon cargos como funcionarios de la dictadura, porque
si algo puede observarse es que más allá del objetivo común de crear un nuevo
orden, los discursos fueron claramente heterogéneos al interior de las Fuerzas
Armadas y sus colaboradores, entre ellos los que dedicaban a reflexionar también
sobre los jóvenes.

En ese sentido es necesario ponderar cuáles fueron esas otras miradas que se
construyeron desde distintos niveles del gobierno de facto para poder generar un
mapa más definido respecto de cómo se creaban, articulaban y fluían esas
representaciones en torno a la juventud en el contexto de dictadura. En este
sentido no nos detendremos en la totalidad de discursos, sería además de
imposible, excesivo, pero sí nos preocuparemos por delimitar aquellos que más
frecuentemente se hicieron presente a través de los medios de comunicación y los
que provenían de las esferas cuya vinculación con los jóvenes, o algún sector de
ellos era mas evidente, como por ejemplo el Ministerio de Cultura y Educación164.

163
PASSERINI, L. “La juventud como metáfora del cambio social, op. cit. Sin embargo en esta
coyuntura se vuelve prioritario reflexionar sobre el carácter masculino de lo juvenil en el discurso
militar, cuestión que excede al análisis planteado y que retomaremos en otro capítulo.
164
En este apartado señalaremos algunos de los discursos más frecuentes de jefes de fuerzas
policiales, interventores, funcionarios que tuvieron repercusión nacional, sin embargo para un

77
Las alocuciones proferidas desde espacios tan diversos sin duda no constituyen
un bloque de opiniones, supuestos y significaciones único, sin embargo subyace
en ellos una matriz de significaciones que permiten dar cuenta de vínculos
comunes. En este sentido y más allá de los contenidos que quisiera imprimirse a
la juventud, es posible observar que muchos de estos discursos giraban en torno a
la temática pero en estrecha relación con otras cuestiones de las cuales
parecieran no poder escindirlas, el rol de la familia, el rol de la educación, y la
vinculación con la subversión especialmente, ello nos permite cohesionarlos en
este apartado mostrando sus matices.

En los primeros años de la dictadura, (aquellos en los cuales la represión fue una
constante y el ordenamiento de la sociedad una premisa básica, quienes fueron
funcionarios civiles o militares del régimen construían una imagen de juventud que
discurría por diversos carriles. Es probable que las alocuciones sobre juventud
vertidas desde la cartera del Ministerio de Educación y Cultura fueran las más
cercanas a aquellas que emanaron desde las Juntas Militares, expresando una
clara continuidad respecto de algunos de los tópicos ya señalados. En julio de
1976, en el marco de la conmemoración de la independencia, el ministro de
Educación y Cultura de la Nación, Ricardo Bruera dirigía su primer mensaje a la
juventud en el cual acordaba respecto del protagonismo que los jóvenes debían

lector atento no pasará desapercibido el hecho de que son escasas las referencias a discursos de
quienes fueran los interventores provincial, municipal ni de quien ocupara la cartera de educación
en Santa Fe. Cabe señalar que a lo largo de los años de dictadura quienes ocuparon de facto esos
espacios se dedicaron en ocasiones a reseñar aspectos vinculados a la administración pública,
problemas de la ciudad y/o provincia, etc. pero fueron menos frecuentes, y en algunos casos
completamente ausentes, las preocupaciones por temas más generales y en ese sentido las
referencias a la juventud como problemática fueron casi nulas. En general es posible observar que
los lineamientos mas generales del PRN no eran profundizados por quienes ocuparan esos
cargos, mas bien eran tomados como premisas básicas sobre las cuáles se realizaban las
gestiones y políticas pertinentes. El gobernador de facto de la provincia de Santa Fe, Aníbal
Desimone lo definía de este modo: “Ellos, niños y jóvenes, futuro de grandeza de esta tierra que
los vio nacer, deben ser motivo de permanente atención del gobernante. Es el tema fundamental,
juntamente (sic) con la salud de la población sobre las cuales el accionar del gobierno y la
comunidad debe ser intenso, continuo e irrenunciable”. “Inauguróse el Congreso Provincial de
Educación Católica en Santa Fe”, LC, 01/09/78, p. 35. En ese sentido mas que reseñar y analizar
discursos de quienes ocuparan el gobierno de facto en la esfera local, es necesario priorizar el
estudio respecto de las políticas llevadas adelante en estos ámbitos que no sólo acompañaban el
discurso emanado desde las cúpulas militares sino que además lo ponían de manifiesto en la
práctica. Sobre dichas políticas nos detendremos en otros capítulos.

78
tener en este proceso manifestando a su vez que “no es la destrucción de las
instituciones ni el rechazo de los valores y tradiciones nacionales el camino por el
cual la juventud podrá asumir, vitalmente, el desafío de la transformación de la
situación actual”165. Asimismo en el festejo del día del estudiante vuelve a emitir un
mensaje para la juventud exaltando nuevamente su lugar en el PRN:

“Queremos que la juventud de hoy (…) pueda transformar el hecho concreto de


su unidad biológica en una comunidad ideológica (…) Porque esta juventud ha
enriquecido su experiencia a través de este duro proceso que le ha tocado
protagonizar; porque ha sabido, por un lado, sobrevivir a tantas discrepancias y a
tantos problemas emergentes de la situación real del país que han entorpecido su
concreta realización como tal. Ha sabido evitar la compulsión de la subversión,
manteniéndose firme en su estilo, pese a tantas alteraciones con que se la
pretendió separar de su forma de vida y de su trabajo específico”166.

En la misma línea que el discurso anterior, en el acto de asunción de Riccomi


como interventor de la Universidad Nacional de Rosario, el Secretario de
Educación de la Nación, contralmirante Carranza, planteaba que la universidad
debía ajustarse al reclamo de la sociedad de consolidar “el alto nivel académico,
el rigor científico y la honestidad intelectual” siendo estas un “elemento disuasivo
de sendas erradas de la juventud para que la juventud se encuentre en el camino
constructivo y creativo que la aliente”167.

Pero las expresiones difundidas desde este Ministerio no sólo se adentraron en


definir el rol de la juventud en el PRN, también se ocuparon de señalar el lugar
que la familia debía tener en el proceso formativo de la juventud. En el inicio del
ciclo lectivo 1977 Bruera planteaba:

165
“Mensaje a la juventud dirigió el profesor Bruera”, LC, 09/07/76. Bruera había sido durante el
onganiato asesor del ministerio de Educación nacional y Ministro de educación de la provincia de
Santa fe, había defendido además la reforma educativa de 1968. Según Laura Rodriguez su
nombre fue sugerido por la Armada. Respecto de las líneas más importantes de su gestión puede
consultarse: RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, op. cit., p. 29 y ss.
166
“El ministro Bruera habló a la juventud”, LC, 22/09/76.
167
“Asumió en la UNR el Doctor Riccomi”, LC, 12/08/76, tapa y p. 7.

79
“Fue ciertamente el negativo impacto de falsas opciones psicologizantes y
sociologizantes con las que nos indujeron a la quiebra de todas las
responsabilidades de la autoridad paterna, el desprestigio de la institución
familiar, la negación del ejercicio válido y honesto del poder adulto para
arquitecturar orgánicamente el juego generacional (…) La escuela no puede
suplantar las obligaciones propias de los padres. La escuela ciertamente coopera
con ellos pero de ninguna manera puede sustituirlos. La familia es la principal
educadora y es por ello que sin integración familiar no hay sistema educativo
capaz de sostener la pervivencia de una comunidad nacional”168.

Bruera no fue el único en detallar la función que debía cumplir la familia. Ya a


inicios de la dictadura y unos días después de la convocatoria que realizara Videla
a los jóvenes, el interventor de Mendoza, Coronel Tamer Yapur emitió un
documento que fue difundido por los medios nacionales y locales. En él se
señalaba que ante las gestiones realizadas por los padres de aquellos detenidos
por estar involucrados en la subversión, la intervención militar no podía hacer
nada, ya era tarde. Sin embargo podía hacerse algo por la mayoría de la juventud:
“Aún estamos a tiempo para que los padres controlemos la actividad de nuestros
hijos, mantengamos una mayor comunicación con la juventud, volvamos a
reunirnos en la mesa familiar, sepamos quienes son sus amistades y vivamos
permanentemente atentos a las acechanzas a que se ven enfrentados en la vida
diaria”. Expresaba además la necesidad de resguardar a la familia “de las
ideologías extrañas al sentir nacional, que van corroyendo el corazón de los
jóvenes cuando estos no encuentran en sus progenitores la guía espiritual y la
respuesta válida a sus inquietudes legítimas”169.

A partir de las citas reseñadas algunas reflexiones son necesarias. En primer lugar
y como ya hemos advertido, desde el discurso de Bruera y los funcionarios de este
ministerio se explicita una clara coincidencia con las definiciones de juventud
expresadas por la Junta Militar donde se pondera su rol como futuro y como
beneficiario del PRN pero también desde su cualidad transformadora que le

168
“Inauguró Bruera el período lectivo”, LC, 08/03/77, Tapa y p. 6
169
“Invita a controlar a los hijos jóvenes el Coronel Yapur”, LC, 07/04/1976, p. 3.

80
permitía ser parte en el presente de ese proceso. En segundo lugar la relevancia
que adquiere la familia tanto en la concepción de sociedad expresada desde el
PRN como respecto a la educación de los jóvenes170. Si bien el énfasis por
señalar su rol respecto de los jóvenes podría inducirnos a pensar que el gobierno
de facto se planteaba volcar responsabilidades hacia el ámbito de lo privado, la
preocupación por demarcar a los padres cuáles deben ser las acciones cotidianas
a realizar, la vigilancia y control sobre los hijos, señalan mas bien lo contrario. En
dictadura redefinir el rol de la familia implicaba no tanto un repliegue sobre lo
privado sino mas bien una intromisión de lo público sobre este, donde los padres -
especialmente las madres- se constituían en una pieza clave para el
disciplinamiento social de jóvenes. Como señala Judith Filc: “La descripción de la
Argentina como un conjunto de familias aisladas que permanecían en sus hogares
a salvo de la penetración contribuyó a producir la ilusión de una privacidad posible
y fomentó la pasividad (…) Al mismo tiempo, sin embargo, el hogar aparecía junto
con los espacios públicos, como vulnerable a la penetración”171. Argiroffo
incorpora al análisis anterior el rol jugado por la madre:

“El disciplinamiento de la sociedad tuvo una clara política de género. Se


resignifica la figura de la madre como herramienta de control social. Para
instaurar una pedagogía del miedo se establece una coacción sobre los cuerpos
de las mujeres, a través de la vigilancia y la sanción sobre ellas, y por intermedio
de ellas, sobre los miembros de sus familias. Hay una reafirmación de los roles
patriarcales tradicionales de género al interior de las familias (…) En este
disciplinamiento social, las mujeres, como madres y esposas, tuvieron un lugar
central. En la idea de la familia como célula base de la sociedad y pieza clave del
proyecto político, la mujer al interior de la misma es depositaria de la

170
En la misma línea puede reseñarse el discurso del Ministro de Educación Juan José Catalán a
inicios del ciclo lectivo de 1978. Planteaba que “los padres, son en verdad el principal agente de la
educación y tienen el derecho y el deber de satisfacer plenamente lo que sus hijos y la sociedad
esperan de ellos”. “La libertad de una nación comienza a germinar en la escuela, dijo Catalán”, LC
14/03/78, tapa y p. 3.
171
FILC, Judith. Entre el parentesco y la política. Familia y dictadura, 1976-1983. Biblos, Bs. As.
1997, p. 43.

81
responsabilidad de la transmisión de valores culturales, es en este ámbito donde
tiene lugar la socialización, y esta es tarea casi exclusiva de las mujeres.”172

Asimismo cabe señalar que el énfasis puesto tanto en la familia como en las
instituciones con las cuales suele asociarse al joven, especialmente las
educativas, dan cuenta de una juventud que era construida generalmente desde
un lugar pasivo. Ya sea que se hablase de su potencial creativo, en tanto futuro, o
como sujetos a los cuales el peligro los acechaba, lo cierto es que no se concebía
a los jóvenes como sujetos de acción, reflexión o con poder de toma de
decisiones. Era la familia, la escuela, la universidad, lugares que debían
contenerlos, resguardarlos, defenderlos de algo que siempre era ajeno a su
existencia y supuesta esencia.

Un último análisis es necesario. Aun cuando no se hable de la juventud con


connotaciones explícitamente negativas es posible encontrar ya en las citas
reseñadas los primeros indicios de una asociación entre juventud, peligro y
subversión. En el caso del mensaje emitido por el interventor mendocino esta
asociación adquiere una significación mayor que en otros emisarios,
especialmente al hacer referencia a detenidos por delitos de subversión por los
cuales, según sus palabras, los padres ya nada podían hacer.

Cabe señalar que esta asociación entre juventud y subversión fue difundida desde
diversos lugares donde la prensa sin duda ocupó un rol relevante. Pero no fue sólo
la única que insistió en ello, en ocasiones el discurso emanado desde
representantes de las Fuerzas Armadas enfatizaba esta cuestión. Es común
entonces encontrar ocasiones en las cuales se recordaba que la subversión era un
peligro que acechaba a la sociedad y especialmente a los jóvenes, o en otras

172
ARGIROFFO, Beatriz. “Cuerpos dóciles/ Orden garantizado. Sometimiento y disciplinamiento de
las mujeres en la dictadura Argentina (1976/1983”, en Revista Zona Franca, Año XVI, n°17, 2008.
En esa línea puede considerarse una publicidad realizada por el Consejo Publicitario Argentino de
1978 donde se comparaban los roles de madre y maestra. Allí se señalaba a la maestra como la
segunda madre que “necesita todo el apoyo de las verdaderas madres. Ella sola no puede hacer
milagros”, de la madre se expresaba “La que enseña a caminar. A hablar. A pensar. A los 6 años la
madre debe mandar los chicos a la escuela (…) La escuela y la maestra necesitan su apoyo.
Esperar todo de la maestra y el Estado es negar su responsabilidad de madre.” Publicidad, LC,
22/03/78, p. 9. El subrayado es mío.

82
ocasiones se insistía en la condición de joven de los subversivos. Asimismo esta
ecuación entre juventud y subversión se fue transformando en un sentido común
que impregnó lo cotidiano multiplicando las referencias fuera del imaginario militar
de aquellos años y difundiéndose en la sociedad argentina. Un lugar significativo
en la construcción de ese sentido común lo adquirieron los comunicados oficiales
de operativos antisubversivos y los discursos de las autoridades de las llamadas
fuerzas del orden, en donde las referencias a la llamada acción subversiva se
impregnaban de un cariz joven y viceversa.

En los comunicados policiales respecto de operativos la caracterización de


“delincuentes subversivos jóvenes” era frecuente permitiendo construir cierto perfil
de quien podía incluirse en esa categoría173. En la prensa nacional tanto como
local es posible encontrar una gran cantidad de estos comunicados que construían
ese perfil. Por ejemplo el diario La Opinión retomaba un comunicado del I Cuerpo
donde se mencionaba que en un allanamiento realizado en barrio Saavedra de
Capital Federal “se descubrió un refugio extremista que contaba con instalaciones
para alojar a personas secuestradas” y era habitado por “un matrimonio de jóvenes
que logró escapar”174.

En la prensa local se aludía a otros hechos donde la condición juvenil también era
señalada:

“Ayer un grupo de personas armadas, entre 8 y 10 jóvenes entre los que habían
mujeres irrumpieron en los talleres de la policía ferroviaria que la Mitre tiene en
Pérez y se apoderaron de armas. Los desconocidos izaron una bandera blanca
con una estrella roja en el centro y arengaron a los trabajadores del lugar y
arrojaron panfletos antes de escapar algunos de automóviles y otros tomaron el
tren que pasa a esa hora de Casilda con rumbo a Rosario”175 .

173
Para reflexionar en torno a cómo se caracterizaba a la denominada subversión puede verse
AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit.
174
La Opinión 31/07/76.
175
“Se llevan armamento”, La Tribuna (en adelante LT), 28/07/76.

83
La asociación realizada desde los comunicados entre la condición juvenil/
subversión permitía condensar sobre aquellos una mirada negativa que se
trasladaba del discurso militar a la sociedad. Así desde los medios se alertaba a la
población respecto a la necesidad de investigar la documentación de las parejas
jóvenes que quisiesen alquilar un inmueble. Según José Lofiego, miembro del
Servicio de Informaciones de la policía de Rosario, se enviaba a las comisarías las
mismas indicaciones: “les habíamos dado una especie de formulario
mimeografiado con algunos interrogantes básicos, sobre todo movimientos
sospechosos de personas que nadie los conocía en el barrio, de personas jóvenes
con hijos de poca edad, hacíamos hincapié sobre todo en eso”176.

Como es posible observar, en el imaginario militar de aquellos años subversión y


juventud eran términos que se articulaban proponiendo un abanico de
interpretaciones. En principio, aunque no todos los jóvenes eran considerados
subversivos la construcción discursiva de los comunicados ayudaba a crear un
ambiente de duda sobre ellos/as estigmatizándolos. Por otro lado, funcionaba
como una estrategia de ‘identificación’ -al estilo lombrosiano- de quienes podían
ser el enemigo permitiendo definir la lógica represiva sobre ellos. Por último,
ayudaba a crear una imagen social respecto de quienes constituían la
‘subversión’, legitimándose el accionar represivo.

Pero dicha asociación, que no era privativa del discurso militar, permitía no sólo
asociar al joven con subversión sino impregnar de esas cosmovisiones los
espacios considerados de/para jóvenes como las instituciones educativas y
especialmente el ámbito universitario. Siendo este un espacio cotidiano en la vida
de jóvenes, la diatriba antimarxista era moneda frecuente. Así uno de los objetivos
explícitos señalados por militares e interventores civiles era erradicar la subversión
de las aulas, o mejor dicho erradicar a los “ideólogos” que llevaban por el mal
camino a los jóvenes. Lo planteó de este modo el General Vilas, comandante del
V Cuerpo de Ejército luego de un operativo en la Universidad Nacional del Sur:
176
Citado en AGUILA, G. Dictadura, Represión y sociedad, op. cit. p. 245. Un militante señala: “los
medios machacaban “son jóvenes, parecen gente normal, tienen hijos chicos... era mi foto la
descripción que hacían.” citado por la misma autora, p. 246.

84
“La lucha contra la subversión en la subzona 51 se ha llevado hasta ahora contra
la cabeza visible, que es el delincuente subversivo, pero no contra el ideólogo,
que genera, forma y modela esta nueva clase de delincuentes. (...) Estos
ideólogos, infiltrándose en todos los ambientes, envenenan a la juventud desde
los claustros universitarios a las aulas secundarias y si no se desenmascara y
desbarata esa máquina generadora de delincuentes, la infiltración será total”177.

En la misma línea y en el acto de su asunción como interventor de la Escuela de


Psicología en marzo de 1977, Ariel Arango expresaba que la carrera había sufrido
“dramáticos extravíos” pero:

“ninguno tan amenazante como el que implicó en años recientes, la presencia


marxista en la conducción de la institución. No fue la primera experiencia. Pero sí
la mas consolidada y avasallante. El temor físico, la intimidación psicológica y la
agitación permanente constituyeron la atmósfera característica de la actividad
docente. En un ambiente de absoluta subversión de nuestros valores morales, el
crimen fue propuesto a la juventud estudiosa como modelo de conducta política y
fervor revolucionario”178.

Aun cuando hemos insistido en reconocer que a lo largo de los años de dictadura
hubo modificaciones en las percepciones respecto de la juventud, no podemos
dejar de mencionar que la asociación juventud/ subversión/ universidad fue
aquella que mantuvo cierta constancia inclusive hasta 1981, cuando el régimen
comenzaba a debilitarse y los lineamientos del PRN eran resignificados. En esa
línea vale el esfuerzo citar in extenso la declaración difundida por el II Cuerpo de
Ejército en la conmemoración del noveno aniversario de la muerte del Teniente
General Juan Carlos Sánchez179:

177
“Bahía Blanca: descubrimiento de una red de subversivos”, LC, 05/08/76.
178
“Asumió ayer el interventor en la Escuela de Psicología, Profesor Ariel Arango”, LC, 24/03/77,
p. 3.
179
El general de brigada, Juan Carlos Sánchez había sido el jefe del II Cuerpo de Ejército desde
diciembre de 1970 y hasta abril de 1972 cuando muere en un atentado realizado por fuerzas
conjuntas del ERP y la FAR. Fue ascendido pos mortem a teniente general y el II Cuerpo lleva
desde entonces su nombre.

85
“Fue su propósito [del Tte. Sánchez] que nuestro pueblo y especialmente los
jóvenes que se hallan en pleno proceso de definición de su personalidad, y que
son presa fácil de esa captación marxista conozca los mecanismos utilizados por
la subversión para la consecución de sus objetivos. Y ¿cuáles son esos
mecanismos, procedimientos y argumentos utilizados por los personeros de la
antipatria para inocular el germen del marxismo-leninismo en la conciencia de
nuestros jóvenes estudiantes y obreros? (…) Todo comienza con las charlas “cara
a cara” en los pasillos, en las aulas de la facultad, en los bares circundantes, para
ir evolucionando hasta adquirir características “masivas”, lo que facilita la
adhesión de los más retraídos al hacerlos sentir integrados a un grupo que los
envalentona y motiva. Se suele explotar los sentimientos solidarios y las ansias
de saberlo todo, propias de la juventud. En este accionar se destacan etapas
perfectamente diferenciadas: en la primera los ideólogos utilizan los más variados
argumentos, consistentes en muchos casos en reclamaciones justas, con la
finalidad de lograr coincidencias con algunos estudiantes y posibilitar las primeras
reuniones para el tratamiento de dichos temas. Los argumentos más utilizados
suelen estar referidos a aspectos tales como: presupuesto universitario deficiente,
ineficiencia del comedor universitario, aranceles universitarios, falta de libertad
académica, etc. Posteriormente, muchos estudiantes de buena fe entran en el
esquema y concurren a reuniones, ven que los temas estudiantiles son
desplazados por otros de diversas connotaciones y comienzan a escuchar las
muletillas habituales: “injusticia social”, “Gobierno universitario tripartito”, etc. Una
vez lograda la adecuada captación de un número significativo de alumnos, la
acción se hace directa. Consiste en presiones que ejercidas sobre las autoridades
educacionales, crean un clima de agitación propicio. El proceso de captación se
completa cuando el estudiante, convenientemente motivado, va saliendo de a
poco de su medio cotidiano, la familia, sus amigos de siempre, se hace sectario y
se convierte en un verdadero activista al servicio de las agrupaciones
terroristas”180.

Que en 1981 se manifestaran documentos como el señalado requiere de un


análisis. Si fueron especialmente los comunicados de los diversos Cuerpos de
Ejército (allí donde comandaban los “señores de la guerra”), aquellos que más

180
“A nueve años de la muerte del general Juan C. Sánchez”, LC 4/4/81, p. 9.

86
insistieron en la asociación entre subversión y juventud, no es casual que fuera
desde esos mismos espacios donde el discurso mantuviera, a pesar de los
cambios, tales asociaciones. Asimismo es desde esos mismos espacios donde la
mirada sobre la universidad como germen de subversión aún se mantenía
constante.

Ahora bien, entre los comunicados oficiales de operativos y los discursos de


algunos de los funcionarios -militares o civiles - hay una marcada diferencia. En la
información remitida a la prensa respecto de los operativos, la figura del joven se
asociaba directamente a la subversión, construyendo entre ambas una relación
mimética. En las referencias discursivas de los representantes de las fuerzas o
funcionarios del gobierno de facto esto, sin embargo no ocurría, la subversión era
extraña al joven mismo, y podía desde fuera enajenarlo. Esa diferencia de matices
no es menor, permite armar un mapa de la complejidad con la cual las voces, las
palabras fueron entretejiendo, mixturando, reorientado, organizando y articulando
la multiplicidad de aristas con la cual era pensada la problemática de la juventud;
permitiendo sedimentar ciertas premisas básicas en la construcción de los
supuestos respecto de los jóvenes en ese contexto. Insisto en algo ya
mencionado. Las diversas Juntas Militares nunca se refirieron a los jóvenes
asociándolos con la denominada subversión, ni tampoco hicieron las asociaciones
inversas, es decir, no definieron la subversión en términos de juventud. Este lugar
de pureza y de diferenciación otorgado a la juventud es sumamente significativo.
Si como hemos señalado hay una intención explícita de construir una nueva
juventud, esta creación implicó en un inicio desechar parte de las connotaciones
que se les adjudicaba a los jóvenes en los tiempos previos y desde las esferas de
la sociedad otorgándoles nuevos significados. Sin embargo ello se combinaba en
lo cotidiano con otras referencias en donde esa asociación fue habitual creando un
diálogo fluido que permitía gestar no sólo palabras sino prácticas específicas en
torno a ese sector de la sociedad.

Los discursos en torno a los jóvenes fueron significativos en los primeros años de
la dictadura y hasta por lo menos los inicios de la gestión de Viola, cuando se

87
entramaban en el marco de redefiniciones generales que el régimen construía. Se
articulaban también con las lógicas represivas que desde un inicio se pusieron en
marcha y con las diversas iniciativas de intervención que buscaban reorientar los
espacios juveniles. Así las redefiniciones en torno al deber ser joven se
constituyeron en el cruce entre esas prácticas y los discursos anteriormente
citados. La débil gestión de Viola y su abrupto desenlace implicaron cambios
significativos en la mirada de las Juntas Militares respecto del rol de los jóvenes en
el PRN. Marcaban el signo de los nuevos tiempos la crisis de institucionalidad del
régimen así como las críticas que emergían de la sociedad y corroían las bases
del proyecto castrense. En esa coyuntura hablar de los jóvenes, o “dialogar” con
ellos no se presentaba como una tarea prioritaria para el régimen. De hecho entre
diciembre de 1981 y el final de la dictadura ya en 1983, los discursos respecto de
ellos disminuyeron notablemente y el “diálogo” cuando se produjo dio cuenta de
las presiones que la demanda juvenil imponía. Sobre estas cuestiones volveremos
en el último capítulo.

88
Capítulo 3
Control, disciplinamiento y represión
en los ámbitos juveniles: la políticas de la dictadura en
las escuelas y la universidad en Rosario

Si hasta el momento hemos reseñado la trama urdida en torno las


representaciones de jóvenes y la problemática de la juventud en el discurso
hegemónico de los años 1976/1983; en este capítulo iniciamos un recorrido por
aquellas políticas del gobierno de facto que estuvieron direccionadas a modificar,
adecuar, corregir, aquellas prácticas y acciones que se desenvolvían en dos
espacios articuladores de la sociabilidad joven: las escuelas medias de la ciudad y
la Universidad Nacional de Rosario. Fundada en el “peligro” que “acechaba” esos
espacios, ambas instituciones fueron pasibles del control por parte de las
autoridades competentes. Ese peligro estaba claramente definido para los años de
la dictadura en la figura del subversivo, pero permitía tejer un control más difuso
que ampliaba el horizonte de ordenamiento del régimen y hundía sus raíces en la
comunidad en su conjunto y en los sectores jóvenes de la sociedad en particular.

Ahora bien, mas allá de las políticas definidas -con mayor o menor esmero- nos
interesa aquí reseñar cómo estas se llevaron adelante y cómo fueron asumidas y
vividas por aquellos a los cuales iban dirigidas, redefiniendo las condiciones de lo
juvenil. En esa línea el capítulo se divide en apartados que buscan sistematizar un
recorrido por los ámbitos educativos de la ciudad y que permitan entender cómo
esas políticas se insertaron en espacios específicos y formaron parte de las
prácticas cotidianas de los jóvenes. Asimismo cada apartado se construye sobre
lógicas diferentes que refieren a las particularidades de cada caso, entendiendo
que las escuelas medias son instituciones heterogéneas en sus derroteros y la
universidad contiene, como institución, cierta unidad. Algunas de las
particularidades en el proceso de institucionalización de las políticas educativas
implementadas en dictadura se asientan sobre esas diferencias.

89
Dictadura y educación. Un acercamiento a la problemática

“nunca hay crisis educativa en sociedades totalitarias”


Charla abierta de Phillipe Mieireu, El Monitor n° 9, 2006.

Una de las grandes líneas de indagación respecto de la última dictadura militar se


ha desarrollado en torno a las políticas educativas en dictadura. Los cientistas
sociales que estudian procesos pedagógicos en la historia reciente han debatido y
debaten respecto de la significación de las políticas educativas y los cambios en la
pedagogía durante la última dictadura militar en Argentina y cómo ellas han
afectado el proceso educativo posterior. A grandes rasgos podemos señalar que el
nudo de problemas abordados gira en torno a las modificaciones sufridas en las
políticas educativas, la currícula y los cambios en las escuelas situando el debate
respecto de si esos cambios acaecidos fueron de grado o de naturaleza. Es decir
si aquello que caracteriza al campo educativo entre 1976/1983 refiere a
mutaciones estructurales o si lo que se observa allí es la profundización de un
proceso que se ha desencadenado ya en una etapa previa181. Por otro lado,
algunos de los trabajos han recuperado las políticas educativas durante la
dictadura enfatizando los cambios y matices operados a lo largo del período y
considerando especialmente los elencos ministeriales que llevaron adelante sus
propuestas182. En este sentido si bien hay un largo recorrido de análisis y
perspectivas de abordaje de la problemática, pocos han sido los estudios referidos
a instituciones educativas en ese contexto dictatorial, siendo menos explorado el
modo en que esas políticas se pusieron en marcha, se imbricaron con la
realidades institucionales diversas y fueron constitutivas de la vida cotidiana de
estudiantes y docentes en dictadura. Los trabajos existentes en esa perspectiva
no han surgido en general de la preocupación de investigadores académicos sino
181
Para retomar las discusiones planteadas ver: KAUFMANN, C. y D. DOVAL. Paternalismos
pedagógicos, op. cit.; SOUTHWELL, Myriam. “Una aproximación al proyecto educacional de la
Argentina posdictatorial: el fin de algunos imaginarios, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10,
agosto de 2002 y “La escuela como gendarme”, Revista Puentes Nº 12, 2004; PINEAU, Pablo. (et.
al) El principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la última dictadura militar (1976-
1983), Colihue, Bs. As, 2006. También KAUFMANN, C. (dir.) Dictadura y educación, op. cit.
182
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas… op. cit.

90
más bien del interés de parte de la comunidad escolar (ya sean directivos,
docentes, ex alumnos, alumnos) por conocer y narrar la historia de la institución en
dictadura183. Estos trabajos constituyen un aporte significativo a los estudios sobre
el período en la medida que logran articular las experiencias particulares y
diversas con aquellas miradas macro sobre los procesos educativos.

Pivoteando entre estas perspectivas, en este capítulo acercaremos nuestra mirada


sobre algunas instituciones educativas de la ciudad y los jóvenes que transitaron
espacios educativos en dictadura. La propuesta busca centrar su foco tanto en las
políticas educativas como en los jóvenes a las cuales ellas iban dirigidas y como
ello modeló su trayectoria durante aquellos años. La mirada pretende alejarse en
parte de los estudios referentes al campo educativo en dictadura para orientarlos
desde otra perspectiva y permitirnos advertir no sólo qué políticas se gestaron
desde el régimen sino que efectos tuvieron y como se redefinieron en los casos
particulares.

Si aceptamos y sostenemos el planteo ya señalado de que la última dictadura


militar pretendió generar un orden nuevo y la reformulación de la sociedad, las
escuelas y la universidad formaron parte de este proyecto. De hecho constituyeron
un espacio clave para los objetivos de la dictadura. Siendo instituciones estatales,
fueron una herramienta central en la difusión y reproducción del ideario militar
respecto del deber ser nacional para el conjunto de la sociedad y especialmente
para aquellos jóvenes que eran considerados los futuros “herederos” del PRN184.

183
En ese sentido pueden señalarse el libro: ¡Tomen distancia! Educación y autoritarismo. Las
escuelas de Pergamino bajo la dictadura militar argentina. Investigación realizada por docentes y
estudiantes de la EEM n° 5, Pergamino, en el marco del programa Jóvenes y memoria, 2002;
BRITEZ, Rafael y Néstor DENZA. Los pibes del Santa: Represión estudiantil en Florencio Varela,
Centro De Participación Popular Enrique Angelelli, Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia
de Florencio Varela, 2008. También: GARAÑO, Santiago y Werner PERTOT. La otra Juvenilia, op.
cit., ambos estudiantes de la carrera de historia y ex alumnos de la institución. Una excepción la
constituye la tesis de doctorado de García, Natalia. Historia sociocultural, op. cit. Si Bien la autora
centra su trabajo en la historia de la Biblioteca Popular, se dedica in extenso al estudio de la
escuela secundaria creada por la misma institución.
184
Respecto del rol de las escuelas en este sentido ver: LUCIANI, Laura, “Actitudes y
comportamientos sociales durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). Algunas
consideraciones respecto de cómo analizar la compleja trama entre régimen y sociedad”, revista

91
Asimismo si analizamos los efectos más significativos de la dictadura en el orden
educativo, sin lugar a duda deberíamos considerar la represión y la persecución
ejercida tanto sobre docentes como estudiantes, el control y disciplinamiento
social en el ámbito escolar -en sus distintos niveles- y los cambios en los
contenidos curriculares como algunos de los elementos más significativos. En ese
sentido, la represión en el espacio educativo fue parte de una estrategia definida
desde los inicios del PRN y si bien esta represión no fue exclusiva de este ámbito
debe señalarse su importancia. Tal como señalan Novaro y Palermo, la represión
se enfocó en el ámbito sindical y educativo185. Los militares concebían este último
como un espacio de acción “subversiva” especialmente visible luego del proceso
de politización que vivieron las instituciones educativas y sus estudiantes en los
primeros meses del gobierno de Cámpora cuando un buen número de escuelas y
universidades en todo el país fueron tomadas por los estudiantes planteando
diversas reivindicaciones. Ese proceso sin dudas había modificado
significativamente las instituciones, las demandas estudiantiles y sus prácticas en
un lapso corto de tiempo. Con el golpe de estado se acentuaba y profundizaba el
accionar represivo sobre ese espacio ya que consideraban que “desde allí “el virus
subversivo” se difundía y penetraba en las mentes de los estudiantes (…) Esa
actividad debía ser eliminada a cualquier costo, porque si no se interrumpía el
“eslabonamiento ideológico entre las generaciones” no tardarían en reaparecer las
formaciones armadas que ahora estaban siendo aniquiladas”186

Pero esa interrupción del eslabonamiento ideológico no sólo se llevó adelante


mediante una estrategia represiva sino que se entramó con otras prácticas que
modificaron los ritmos de las instituciones escolares y de la comunidad educativa
en su conjunto. El disciplinamiento social implementado en el marco de las
escuelas y universidades implicó la modificación y creación de un conjunto de
reglamentos, decretos, circulares que instaban a las autoridades y docentes a

Naveg@mérica, n° 3, 2009. Disponible en http://revistas.um.es/navegamerica/issue /view/6641


(última consulta realizada 12/04/2011)
185
NOVARO, M.y V. PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit., p. 114.
186
Ibíd., p. 116.

92
domesticar los cuerpos de los estudiantes -y de la comunidad educativa en
general- a través de medidas de control sobre la higiene, la vestimenta, las
relaciones entre pares y con las autoridades, etc. Si bien la mayoría de los autores
acuerdan que el disciplinamiento no es exclusivo de esta dictadura, el control del
espacio público fue significativamente mayor en ella. Podemos decir que no solo
hubo proscripciones o prohibiciones que restringieron la vida cotidiana sino que los
cambios implicaron la invasión de la dictadura tanto en lo público como en lo
privado187.

Otra de las cuestiones reseñadas refiere a la modificación de la currícula escolar.


En ello suele hacerse hincapié tanto en la supresión de algunos contenidos
curriculares específicos que se consideraban peligrosos como en el cambio de
materias. Dichas modificaciones señalaban la explícita intención de difundir y
consolidar un modelo de aquello que desde las esferas militares se identificaba
como la esencia del ser argentino. Asimismo: “La dictadura militar instalada en el
ámbito educativo generó dispositivos inquisitoriales claves: bibliografía, textos que
fueron censurados y “sacados de circulación”, libros prohibidos; mientras otros que
respondían a sus propuestas programáticas, recomendados y aprobados,
circularon retomando la norma instituida por los sujetos de la determinación
curricular”188. El cambio de currícula, la censura de libros y la aprobación de otros,
acordes al proyecto militar, pretendía mantener un estricto control ideológico sobre
los y las jóvenes que transitaban su vida cotidiana en la escuela.

En líneas generales podemos plantear que estos tres elementos que


caracterizaron los rasgos significativos de las instituciones educativas en dictadura
no estuvieron ausentes en las escuelas rosarinas ni en la Universidad Nacional de
Rosario. Pero ello no nos ayuda a definir ni analizar qué rol jugaron en la lógica
burocrática educativa o las modificaciones que marcaron en la cotidianeidad de las
relaciones tejidas al interior de la escuela o de los claustros durante esos años.

187
MARIÑO, Marcelo “Algunas reflexiones en tiempo presente sobre los estudiantes secundarios
en tiempos de oscuridad”, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10, agosto de 2002.
188
KAUFMANN, C. y D. DOVAL. Paternalismos…, op. Cit. 125.

93
Tampoco cómo fueron vividas por los estudiantes. Un recorrido a través de casos
específicos y de experiencias particulares podrían otorgar densidad a estas
cuestiones.

Silencio alumnos. El disciplinamiento y el control de los jóvenes en las


escuelas medias rosarinas

Iniciar los estudios secundarios es quizás el primer acto de decisión personal. Con
ayuda de la familia, siguiendo sus tradiciones o intentando contrariarlas es en
general la primera decisión que tomamos sobre nuestra vida. No es casual que
todas las personas entrevistadas para esta tesis refirieran siempre como una
decisión personal asistir a tal o cual escuela. Silvia, que había iniciado sus
estudios secundarios a principios de los ’70 y por mandato familiar asistido a una
escuela religiosa, decidió elegir una educación laica:

“A mí me hubiese gustado entrar al Politécnico pero no me animé, porque


pensaba que como venía de una formación de escuela religiosa no iba a tener
buena formación (…) Bueno la cuestión es que terminé yendo a la Dante Alighieri
y… para mí fue todo un acontecimiento, fue un mundo nuevo absolutamente. Era
una escuela no religiosa y mixta. [Risas] (…) Para mí entrar en la Dante Alighieri
era un nuevo momento”189.

Gloria en cambio se decidió por el Superior de Comercio. Había escuchado de su


hermana decir que era “la mejor escuela” y eso la impulsó a elegirla, a pesar de
las suposiciones de su madre: “Y bueno mi mamá siempre decía que a mí no me
gustaba estudiar (…) Entonces dijo bueno (…) cuando termines la escuela vas a
hacer corte y confección (…) y yo ni en…, no, yo quiero seguir la escuela
secundaria (…) y adonde querés ir? Al Superior de Comercio. Casi se me cae de
culo la vieja… [risas]”190. Gustavo señala qué lo motivó a realizar el examen de
ingreso para el Instituto Politécnico: “En principio porque desde chiquito quería ser
carpintero y me gustaba trabajar mucho con todo lo que sea construir (…) y tenía
algo muy afín con la profesión de mi viejo que era ingeniero (…) y sabía que si no

189
Silvia C.
190
Gloria C.

94
entraba en el Politécnico me iba a meter en la técnica 2”191. Sabina quien también
ingresó al Politécnico en 1981 recuerda: “Yo era renegada, ni fui al taburetazo ni a
la cena, pero mi hermano había entrado. Entonces yo tenía ese paradigma de la
prueba de inteligencia (…) para mí entrar era una prueba”192. Si bien a veces las
elecciones estaban condicionadas por los temores o las preferencias de amigos o
parientes lo cierto es que elegir la escuela donde se terminaban los estudios
secundarios, o tener un abanico de ellas como opción, pareciera ser un
denominador común para estos jóvenes.

Por otra parte asistir a la secundaria en los años ’70 implicaba muchas otras
cuestiones. En primer lugar, acceder a una educación en general no obtenida por
sus progenitores, por otro la posibilidad de ascenso social y la aspiración a una
educación universitaria o terciaria, cuestiones que se presentaban como un
camino vedado a generaciones precedentes. Ya hemos señalado en el primer
capítulo que en los años 70 la matrícula de las escuelas medias e incluso de la
universidad había aumentado exponencialmente. Según recordaba un actual
directivo del Instituto Politécnico, durante los años de la dictadura la escuela había
recibido el mayor número de inscripciones para los exámenes de ingreso193.
Asimismo y según un informe realizado por el departamento de Estadística del
Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe en el año 1981
114.742 jóvenes asistían a la escuela secundaria de la provincia194.

Realizar los estudios secundarios contenía mucho más que una motivación de
ascenso social, mejorar las posibilidades de educación respecto de los padres o

191
Gustavo B.
192
Sabina F. Ingresó al Instituto Politécnico en 1979 culminando sus estudios secundarios ya en
democracia. Ingresó luego a la escuela de Artes en la UNR. Entrevista realizada en febrero de
2011. El “taburetazo” es un festejo realizado por alumnos y ex alumnos de la institución en el
aniversario de la escuela. La práctica que se inició en el año 2006 implica la vigilia y el encuentro
en la puerta de la institución portando cada uno el taburete como estandarte de la educación
técnica.
193
Probablemente estimulado por el hecho de que en dictadura un 10% del cupo de ingreso a la
universidad era otorgado a estudiantes de las escuelas medias dependientes de la Universidad.
194
Sin embargo y al mismo tiempo a nivel nacional preocupaba la deserción escolar. Ver: Memoria
sintética del período 1976-1981, Ministerio de Educación y Cultura, 1981, p. 9 y ss.

95
simplemente una de las primeras decisiones personales. Era además el primer
paso hacia el conocimiento de un espacio fuera de aquel que había formado parte
de su vida cotidiana hasta entonces, era salir de la familia, la casa y a veces
incluso del barrio para trasladarse hasta la escuela ubicada en otro punto de la
ciudad, generalmente en el macrocentro; allí donde se congregaban la mayoría de
las escuelas medias rosarinas195. Beatriz, por ejemplo había pasado su infancia en
Barrio Parque y allí cursado sus estudios primarios para luego asistir a una
escuela privada, Dante Alighieri, ubicada en el céntrico Boulevard Oroño196.
Gustavo que había vivido en zona norte y realizado allí la primaria cursó sus
estudios en el Instituto Politécnico, ubicado en la avenida Pellegrini, muy cerca del
parque Urquiza lo mismo que Sabina que provenía de una escuela primaria de
zona oeste.

Ir del barrio al centro implicaba un cambio que trastocaba sin dudas sus espacios
de sociabilidad, sus vínculos, su relación con la ciudad, como geografía social y
política, con sus marcas y huellas. En definitiva trastocaba la cadencia de sus
rituales y costumbres cotidianos. No es que el barrio, la esquina, el club dejasen
de formar parte de su identidad juvenil sino que a ella se sumaban y yuxtaponían
otros espacios de la ciudad que reacomodaban y daban nuevos sentidos a sus
construcciones identitarias197. La esquina de la escuela, un bar cercano o la
entrada de la institución, como lugar de reunión con los amigos/compañeros, el
camino de regreso en transporte público o caminando eran ahora nuevos espacios
de tránsito y reunión con los compañeros. En ellos se gestaban prácticas que se

195
Una recorrida por Rosario para los años 70 nos permitirían advertir la gran concentración de
escuelas medias -tanto públicas como privadas- en el radio del macrocentro; sin negar por ello su
existencia en otras zonas. Nacional 1, Politécnico, Superior de Comercio, Dante Alighieri y Normal
1 se ubican en el microcentro, en la zona delimitada por el río Paraná hacia Boulevard Oroño y
Avenida Pellegrini. La escuela perteneciente a la biblioteca Vigil fue emplazada fuera de ese radio.
196
Beatriz A. Realizó sus estudios secundarios en el instituto Dante Alighieri entre 1976 y 1980. Al
año siguiente comenzó sus estudios universitarios en la Facultad de Humanidades y Artes.
Entrevista realizada en junio de 2011.
197
Reguillo plantea que en el estudio de las culturas juveniles es necesario comprender las
relaciones entre la reorganización geopolítica del espacio y la apropiación de nuevos a los cuales
los jóvenes dotan de nuevos sentidos. Ver: REGUILLO, Rossana. Emergencia de culturas
juveniles. Estrategias del desencanto, Norma, Bogotá, 2000, p. 145.

96
adicionaban a aquellas tan naturalizadas. En el caso del Nacional 1198, un lugar de
encuentro era el almacén que se ubicaba en la esquina, a unos metros de la
entrada del colegio; Sergio M. lo recuerda en los ’70 como “anexo” de la misma
institución: “ahí nos juntábamos todos, estábamos todos y ahí transcurría este hilo
conductor que era el afecto”199. Gustavo recuerda que durante el Mundial de fútbol
de 1978, gran parte de su tiempo lo pasaban en el hinterland de la escuela “en la
escuela, en los bares de la escuela, de todo alrededor del Politécnico, con las
cornetas, con todo, invadiendo los bares”200.

En dictadura, ese paisaje urbano que se abría con la escuela secundaria adquirió
algunas características que marcaron los recuerdos de esas primeras salidas al
mundo “exterior”, donde el espacio se impregnaba del verde oliva y se cargaba de
otros sentidos que paulatinamente formaron parte de la cotidianeidad. Beatriz
recuerda su primer encuentro con las Fuerzas Armadas, el suceso ocurrió en los
días posteriores al golpe:

“Cuando fue el golpe, se suspendieron las clases algunos días (…) la cuestión es
que después de eso cuando se renuevan las clases, yo venía caminando por el
parque Independencia, cruzando el parque, a ver… entre el Palomar y Ovidio
Lagos, ahí en esa calle, yo venía con dos compañeras de la primaria que
habíamos empezado la secundaria en la misma escuela, en la Dante. Y entonces,
veníamos cruzando el parque volviendo ese primer día en que se había renovado
las clases, y entonces nos para un camión, unos milicos, no sé qué, vestidos de
verdes y nos piden el documento y nosotras por supuesto no teníamos
documentos. Y entonces nos pusimos a llorar porque nos querían llevar, porque si
no teníamos documento nos tenían que llevar, y nos pusimos a llorar y bien nos

198
Ubicada en la intersección de calle 9 de julio y Necochea, es la institución educativa más
antigua de la ciudad, cuya fundación data de 1874. Para una revisión sobre los orígenes y la
historia de las primeras décadas del Colegio Nacional 1, ver: CARVALHO, Eduardo y COLOVINI,
Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Orígenes, fundación y primeros tiempos, Rosario: Asociación
cooperadora Colegio Nacional 1, s/f. También ver: Kanner, Leopoldo. David Peña y los orígenes
del Colegio Nacional, Rosario: Banco Provincia de Santa Fe, 1974.
199
El glorioso Nacional 1, video, dirección Sergio Monserrat, 2012.
200
Gustavo B.

97
dijeron que nos fuéramos pero que no saliéramos sin documento, con lo cual yo
no dejé el documento ni para ir a la panadería”201.

Alejandro quien asistía al Superior de Comercio también recuerda: “en más de una
oportunidad el ejército te esperaba en calle San Juan y te traía caminando por
Balcarce [donde se encontraba la escuela] y vos a los 16 años, a los 15 años, a
los 14 años conocías un FAL no por hacer la colimba sino porque te lo apoyaban
en la espalda y te hacían entrar de prepo”202.

Esta primera experiencia de nuestros entrevistados, indisociable de su vida joven


y de estudiante, nos advierte que en su cotidianeidad la dictadura podía percibirse
y era visible a través de la constante presencia militar en la calle, y del control que
ejercían sobre las actividades, idas y venidas de los estudiantes. Pero la dictadura
no nacía puertas afuera de las escuelas sino que por el contrario en ella
encarnaba gran parte de sus objetivos, traducidos en la lógica de la burocracia, las
políticas y las prácticas educativas, adquiriendo en ese espacio otras formas y
condicionamientos. En esta línea nos interrogamos como la vida escolar fue
trastocada en dictadura, cómo se vivieron aquellos años en las escuelas
secundarias, qué cambios se produjeron y como fueron percibidos por la
comunidad escolar.

Si observamos casos específicos podemos advertir que mas allá de las políticas
educativas generales impuestas a las escuelas, estas no vivieron un proceso de
modificaciones homogéneo ni un brusco corte entre la realidad previa o posterior
al 24 de marzo de 1976. Sin embargo es cierto que las escuelas medias cerraron
sus puertas apenas instaurada la dictadura y las reabrieron ya con los objetivos
planteados por el primer Ministro de Educación y cultura, Ricardo Bruera203. En

201
Beatriz A.
202
Alejandro P docente. Ingresó al Superior en 1974 y egresó en 1979. Fue delegado de curso en
1975. Entrevista realizada en octubre de 2010.
203
Bruera señalaba: “-…tendrá primacía inmediata en la acción del gobierno de la educación la
restauración del orden en todas las instituciones escolares. El caos sólo significa alienación y en él
se diluye toda posibilidad de realización personal y social auténticas. 7- la única pedagogía que
propugnamos es la del esfuerzo. El aprendizaje significa necesariamente una severa disciplina,
que no admite negligencia ni facilismos. Los desencajes de la tarea específica del aula, las

98
muchos casos se venía a profundizar algunas políticas gestadas y puestas en
marcha en el período previo, momento en el cual las medidas tomadas marcaban
las contradicciones entre el proceso de politización creciente de las escuelas
medias y la derechización institucional que se avizoraba en ellas.

Esto es evidente especialmente en lo que refiere al cambio de autoridades de las


instituciones. Si bien a nivel nacional muchas escuelas fueron intervenidas iniciada
la dictadura, Rodríguez afirma que en muchos casos “asumieron ese rol los
docentes colegas del mismo colegio”204. En la ciudad de Rosario el recambio de
autoridades cuando se produjo no fue necesariamente un hecho consumado en
los primeros meses de 1976. En el caso de una de las escuelas medias
dependientes de la Universidad Nacional de Rosario, el Superior de Comercio, las
modificaciones se produjeron ya hacia principios de 1975. Esta escuela que, como
hemos señalado en el primer capítulo, había vivido un momento de intensa
agitación política con la toma de 1973, tuvo un proceso de derechización que se
plasmó fuertemente en 1975 con la asunción de Mariano Frederic como director.
Durante su gestión se produjo la cesantía de un buen número de docentes que se
habían incorporado luego de la toma y que pertenecían a la Juventud Peronista.
Ya instaurada la dictadura, asumió como director de la escuela Américo Gabrielli,
quien había ocupado el cargo ya entre 1964 y 1973, y que había sido destituido
con la toma de la escuela. De él recuerdan: “A todo esto Gabrielli era militar, era
militar… ya civil… pero era militar (…) Era contador, pero era militar… sí, sí. Eso
me lo dijo su sobrina…”205. El recambio de autoridades sin embargo no se realizó
en marzo de 1976 ni en los meses previos, sino que Gabrielli asumió la gestión a
principios de 1978, en un proceso de reformas que la universidad planteó para las

evasiones de los temas de trabajo, las pérdidas de tiempo, el incumplimiento de los horarios, el
cierre de los establecimientos como modalidad para resolver eventuales problemas, los asuetos
excesivos y las interrupciones innecesarias, han constituido el estilo que todos -padres, docentes y
alumnos- debemos erradicar de nuestras escuelas y nuestros claustros”, La Razón, 14/04/76, p. 7.
204
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 45.
205
Haydée S. Lamentablemente el dato mencionado por la entrevistada no puede ser corroborado
ya que hay escasa información respecto de quien fuera el director del Superior de Comercio.

99
escuelas medias dependientes de ella206. La gestión de Gabrielli venía, en todo
caso a profundizar el proceso iniciado por su antecesor.

En el caso del Politécnico, otra escuela dependiente de la universidad, el golpe


militar no modificó la planta docente significativamente. Quien asumiera en 1973
como director, Enrique Gomara, se mantuvo en su cargo hasta 1977. Si bien
estaba vinculado al peronismo207, su asunción no había expresado modificaciones
importantes en la estructura institucional luego de la toma de 1973, o al menos no
de las características asumidas en el Superior de Comercio. Su gestión fue menos
“molesta” para quienes asumieron la intervención de la universidad luego del golpe
de estado manteniéndose en el cargo hasta 1977. El recambio de autoridades se
sucedió recién ese año, cuando asumió la dirección del colegio el secretario de la
universidad y presidente del Consejo de enseñanza Media, Luis Suñer. En 1978 y
en el marco de las modificaciones que la universidad realizaba en la enseñanza
media -y que ya hemos mencionado-, asumió el agrimensor Sergio D. Fulgueira
quien continuaría en ese puesto hasta finales de la dictadura. Así es posible
pensar que en la práctica cotidiana los cambios no se avizoraron tan rápidamente
en el Instituto Politécnico y los dos primeros años de la dictadura parecieran no
modificar demasiado la experiencia de los estudiantes. En este sentido es posible
verificar que aún cuando las dos escuelas dependían de la universidad ambas
tuvieron diferencias importantes en sus experiencias institucionales.

En la mayoría de las escuelas nacionales, las autoridades escolares no fueron


modificadas inmediatamente luego del golpe y cuando ocurrió no implicó
necesariamente la entrada de gente nueva sino como ya hemos señalado, los
directivos eran generalmente docentes que ya trabajaban en la institución. En
otros casos los directivos se mantuvieron en sus cargos. Ello se debió, en muchos
casos, a la propia lógica de la burocracia educativa. Un ejemplo de esta

206
“Nombraron a directores de escuelas de la UNR”, LC, 06/03/78, p. 4. “Asumió el nuevo director
del Superior de Comercio”, LC, 08/03/78, p. 5.
207
Gomara era del peronismo ortodoxo. Un entrevistado recuerda que “con una patota armada de
la UOM, cayó y asumió Gomara (…) ligado a la burocracia del sindicato de la carne”. Luis C. fue
estudiante del instituto Politécnico entre 1969 y 1973 y participó de las tomas en el instituto. Fue
luego militante del PST. Entrevista realizada en agosto de 2011.

100
continuidad se evidencia en la permanencia de las autoridades del Colegio
Nacional 1 donde quien asumiera como directora ya en 1974 Eloisa Puente de
Ferrari se mantuvo en su puesto durante toda la dictadura e inclusive se sostuvo
en su cargo durante toda la década del ochenta. Haydée que fue docente en
distintas escuelas medias de la ciudad recuerda que los directivos no
necesariamente eran puestos por la dictadura pero ello no necesariamente
implicaba una posición crítica respecto del régimen: “los actos vos tenías que ir a
los actos el día del acto, el día feriado (…) con directivos que a lo mejor venían de
escalafón, de carrera pero que cumplían absolutamente todas las normas que la
dictadura imponía. Quizás con un miedo atroz, pero nunca lo manifestaron”.

Diferente a las situaciones ya expuestas fue lo ocurrido en la escuela secundaria


perteneciente a la Biblioteca Constancio Vigil. La biblioteca había sido un proyecto
particular que se había gestado a lo largo de varias décadas promoviendo el
desarrollo y el conocimiento para los sectores populares. En ese marco, la escuela
media había nacido como una instancia de educación formal gratuita, laica, mixta
y con doble escolaridad pensada para los sectores populares y desarrollada, a
diferencia de la mayoría de las instituciones de educación media, en un barrio de
la zona sur de la ciudad. Con la intervención militar que recayó sobre la Biblioteca
Vigil en 1977, la escuela media no fue desmantelada pero padeció lo efectos de
dicha intervención. Como señala Natalia García las autoridades fueron
desplazadas y su estructura modificada a fin de convertirse hacia 1980 en el
complejo educativo Pedro de Vega. La intervención implicó la remoción de la
comisión así como de las autoridades escolares y la incorporación de
colaboracionistas del régimen sobre los que nos detendremos más adelante. Para
Natalia García, quien ha analizado en profundidad las consecuencias del
intervencionismo en la Biblioteca, la paradoja existente entre el desmantelamiento
de los recursos materiales y simbólicos de la institución y el mantenimiento de sus
instituciones educativas formales evidencia la importancia que el régimen atribuyó
a las instancias educativas en el marco del PRN. En su depuración se concretó la

101
necesidad de un reordenamiento ideológico verificable inclusive en el cambio de
nominación que sufrió la escuela208.

La cesantía de docentes fue otro elemento de cambio significativo que acompañó


la derechización de las escuelas, que como ya señalamos en muchos casos se
produjo un tiempo antes de instaurada la dictadura. Sin embargo luego de 1976 la
lista de docentes cesanteados aumentó a partir de la Ley de Prescindibilidad
22280 que autorizaba dar de baja a personal del estado por razones de
seguridad209. Según un informe de inteligencia entre marzo de 1976 y marzo de
1979, fueron dejados cesantes, conforme a dicha ley, cien docentes de la
provincia de Santa Fe210. En la escuela media perteneciente a la Biblioteca Vigil, la
cesantía de docentes fue un recurso de significativa importancia y fueron
expulsados en ese marco algunos de los docentes que habían acompañado el
proceso previo mientras que otros se mantuvieron en sus cargos. Asimismo se
incorporaron aquellos cercanos a la línea interventora211. En el caso del
Politécnico los entrevistados recuerdan especialmente al profesor Orlando Merli
quien fue cesanteado luego de 1977. Beatriz por su parte no recuerda docentes
cesanteados en la Dante: “las docentes que yo tuve en la Dante era gente que
venía de antes, no eran docentes que empezaron en el ‘76”.

Por su parte otro informe de la Dirección General de inteligencia de la provincia de


Santa Fe señalaba en 1978 que en las escuelas de la provincia “el quehacer
educacional se vio permanentemente influenciado por los elementos de
reconocida militancia izquierdista”, sin embargo “con posterioridad al 24Mar76
(sic), merced a la ejecución del operativo “CLARIDAD”, en la jurisdicción, muchos
de tales elementos se vieron neutralizados, posibilitando con ello que el desarrollo
del quehacer educacional se viera así favorecido”. El informe agregaba que aún
había docentes “izquierdistas” en las escuelas de la provincia a los cuales se

208
GARCÍA, N. Historia sociocultural…, p. 390 y ss.
209
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 28 y ss.
210
Informe Especial de Inteligencia, legajo 1, caja 7, 13 de febrero de 1980, Archivo Provincial de la
Memoria (en adelante APM).
211
GARCÍA, N. Historia sociocultural…, p. 412.

102
realizaba un seguimiento pormenorizado de sus actividades212. En este sentido es
posible matizar aquellos planteos que adjudican un rol central a los despidos y
persecuciones de los docentes ya que si bien ello operó como un elemento
importante, especialmente en algunas escuelas, no implicó una depuración masiva
o total de aquellos docentes que se encontraban en la mira de los funcionarios de
facto213. En esa misma línea debe considerarse las ocasiones en las cuales los
docentes cesanteados apelaron su reincorporación al Ministerio de Educación
luego de la aplicación de la ley214. En el caso de Haydée, docente de Historia y
militante de la JP, cesanteada del Superior de Comercio en 1975 siguió trabajando
en escuelas, sus recuerdos permiten caracterizar la heterogeneidad de las
escuelas en dictadura donde trabajaban docentes con quienes tenía cierta afinidad
y otros que la avalaban explícitamente.

Otro de los elementos que se contabilizan respecto de los cambios en la dictadura


refieren al control sobre los jóvenes en el ámbito educativo. Ello se evidenció en
un conjunto de situaciones, experiencias y anécdotas que se anclaron en el
imaginario de quienes transitaron la escuela secundaria entre 1975 y 1982,
constituyéndose en marcas de la propia experiencia. Quizás uno de esos sucesos

212
Ver: legajo 1, caja 495, julio de 1978, pp. 203-204 APM. Muchos de estos docentes realizaban
sus actividades en escuelas medias de ciudades pequeñas de la provincia, ello no impedía que sus
actividades fuesen controladas por las diversas instancias de investigación militar y/o policial. A
modo de ejemplo señalamos el caso de la docente que ejercía como directora de la Escuela de
enseñanza media n°3 de Llambi Campbell, en el infor me se detallaba “Por muchos años se
constituyó en una de las principales agitadores marxista en el Instituto del Profesorado Básico de la
UNL. De acuerdo a declaraciones de varios DT, militó en una célula del frente Territorial del
PRT…”.
213
Para Rodríguez la ley de prescindibilidad provocó “el alejamiento compulsivo de cientos de
docentes en todo el país”, si bien esta afirmación es correcta es interesante recuperar los casos
particulares para comprender los alcances reales de ese control y el reacomodamiento de esos
docentes luego de las cesantías. Ver: RODDRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas…, p. 29
214
Es interesante consignar que en el Informe Especial de Inteligencia de 1980 se cuestionaba la
actitud del ministro de educación provincial, capitán de navío Eduardo Carreras, por plantear la
revisión de casos y solicitar la ampliación de informes a la Dirección General de Informaciones. En
sus conclusiones señalaba: “la actitud “condescendiente” a reincorporar a docentes de claros
antecedentes “de izquierda” y de no impedir la incorporación a la docencia oficial santafesina de
elementos indeseables trae como consecuencia directa la detención de la depuración ideológica
que se venía realizando -con esfuerzo, lenta pero constante- y que, en futuro mediato volvamos a
tener las aulas con maestros que prediquen a nuestra niñez y adolescencia marxistas”. Ver
Informe Especial de Inteligencia, legajo 1, caja 7, 13 de febrero de 1980, APM.

103
referidos constantemente por las personas entrevistadas refieren a los cambios en
las normativas en el uso de uniforme y la higiene.

La temática de la vestimenta, el aseo y la pulcritud fueron algunas de las banderas


más levantadas en torno a los estudiantes y jóvenes. En los primeros días de abril
de 1976 el diario La Razón aplaudía la vuelta al “decoro” en la vestimenta de
varones y mujeres jóvenes del colegio Nacional de Buenos Aires, haciendo
referencia al uso del uniforme, la ausencia de “melenas y barbas”, la higiene y la
disciplina de aquellos que asistían al establecimiento: “Cabello corto para los
varones, cabello recogido para las mujeres, se advierten hoy como norma general
en todos los establecimientos.”215 Aún cuando los docentes y directivos sugieren
en la nota periodística que este cambio no fue ‘ordenado’ sino que se ha
producido espontáneamente, cabe destacar la importancia que el control respecto
de hábitos y costumbres adquirió en esta coyuntura, donde los establecimientos
educativos como parte de la trama institucional del estado tenían un rol central216.
Gloria, nuestra entrevistada, recuerda la vigilancia y el control constante en los
pasillos de la escuela a través de la figura los celadores, hecho que ya era una
constante para 1975 en el Superior de Comercio:

“un día entró y yo ya estaba en 5° año, entró y emp ezó a… a decir que si no se
cumplía con los reglamentos de la escuela era porque eso era subversivo, era
subversivo tener las medias tres cuartas bajas, tenían que estar bien estiraditas
arriba, era subversivo no tener la corbata ajustada o el saco bien puesto. O sea,
todo ese tipo de cosas. Yo ahí empecé a sentir otra vez esa represión que tenía
que ver… por ahí… con ese… con lo que se había vivido antes, con eso… de
dónde es subversivo”217.

El discurso del celador entramaba en lo cotidiano el cuestionamiento al desorden,


el desaliño y el incumplimiento de las normativas como fundamento de la

215
La Razón, 09/04/76, p. 4.
216
Cabe señalar que el Ministerio de Educación había enviado disposiciones respecto de la
vestimenta e higiene de estudiantes y docentes ya en diciembre de 1975, sin embargo en la
mayoría de los establecimientos educativos no fueron aplicadas en aquel entonces.
217
Gloria C.

104
“subversión” en el ámbito escolar. En el recuerdo de la entrevistada, eso operaba
como un proceso de regresión y represión respecto de las prácticas cotidianas en
tanto estudiante.

En el caso de la escuela Dante Alighieri, donde la exoneración del uniforme


también fue una bandera de lucha de los estudiantes en el ‘73, volvió a ser
normativa en 1975 usándose guardapolvo y uniforme abajo. En 1977 se obligaba
sólo el uniforme. Beatriz recuerda que en “la Dante” no todos los estudiantes
cumplían las normativas respecto del uniforme, en general aquellos que ya tenían
unos años más en la institución:

“Y después otra cosa que me acuerdo de la época de la secundaria eran… cosas


que pasaban ahí en la escuela (…) de compañeros de mi hermana, ella tiene dos
años mas yo de escuela y los chicos que eran los compañeros de ella eran… no
respetaban el uniforme, me acuerdo que andaban con cosas así que no eran con
los colores del uniforme (…) Mi hermana usaba un pulóver rayado en grises que
era cardigan y estaba prohibido usar pulóver abrochado adelante… y algo que no
fuera… y el uniforme era un pulóver gris, y a ella no le decían nada. Digamos a
ellos los dejaban ir, como que la cosa estaba mucho más relajada con ellos (…) o
sea a lo mejor era porque éramos más chicos…”

En el Nacional 1, el uso del uniforme se implementó mediante circular recién en


1979 cuando se dispuso que los alumnos debían concurrir “con la mesura que se
hace necesaria acorde con un centro de cultura”. Para las autoridades la mesura
se veía reflejada en la vestimenta diferenciada por género: en los varones en el
uso de pantalón azul o gris, camisa blanca y corbata azul oscura y en las mujeres
en el uso del delantal blanco, falda o vaquero azul intenso y el cabello recogido
con vincha blanca218.

En el caso del Instituto Politécnico el uso del uniforme se implementó también en


ese año, durante la gestión de Fulgueira. Fue una media altamente resistida por
los estudiantes: “esto (la obligatoriedad del uniforme) no estaba, se fijó…, ya se

218
Disposición n° 11, libro de actas del Colegio Naci onal 1, 1979. A ella se sumaba otra
disposición, la n°12 que reglamentaba la vestimenta de profesores.

105
fijó después y generó la primera gran resistencia, y esto implicaba ya un nivel de
organización estudiantil y de malestar generalizado”219. La lucha contra la
implementación del uniforme fue una batalla perdida220 pero significó un elemento
de cohesión frente a las autoridades escolares al tiempo que se convirtió en una
consigna de lucha que heredarían las generaciones posteriores.

Si el uso del uniforme se constituye en el recuerdo más significativo del control,


este sin duda no fue el único. Las reglamentaciones respecto de los
comportamientos en la escuela tenían un sinfín de detalles que los estudiantes
debían observar. En el libro de actas de 1979 del colegio Nacional se recordaba la
resolución 1635/78 que establecía las “normas sobre las características y
tratamiento de los símbolos patrios” y señalaba el comportamiento esperado de
estudiantes en las fechas conmemorativas221. Sabina quien inició sus estudios en
el Politécnico en 1981, recuerda que cuando rindió el examen de ingreso “los
celadores se comunicaban con walkie talkie”, y ya durante las clases “Ponían
aurora todas las mañanas para izar la bandera en el patio helado, o sea yo lo
percibía como un lugar completamente opuesto a mi experiencia precedente”222.

Si la reglamentación sobre el uso del uniforme no fue una medida que se


produjera específicamente luego del golpe sino que varió en cada caso abonando
la idea de que en aquellas escuelas que estuvieron en el foco de la mirada militar,
el control del estado y de las autoridades sobre los estudiantes fue más férreo en
dictadura y vino a profundizar medidas que ya habían sido tomadas con
anterioridad. Por otra parte y como hemos señalado la reglamentación no siempre

219
Gustavo B.
220
En una de las actuales revistas del centro de estudiantes un ex alumno recuerda que el hit entre
los estudiantes de su época (1979/83) era: “Ya Fulgueira está conforme/ya Fulgueira está
conforme/ ya Fulgueira está conforme/ no sabemos una mierda ¡pero usamos uniforme!” En
Revista seno. Revista del centro de estudiantes del Politécnico, nº 29, noviembre de 2010.
221
El acta de 1979 recordaba la resolución señalando: “y considerando que en su parte resolutiva
expresa la necesidad de ser entonado por todos los presentes el Himno Nacional y los himnos que
la festividad patria requiera dirigida por una profesora/profesor y de ningún modo acompañado por
disco. Se hará absolutamente necesaria la participación directa de los alumnos en los actos y
homenajes, no sustituyendo por discos transmitidos pro altavoces”, ver: libro de actas, colegio
Nacional 1, 1979.
222
Sabina F.

106
implicó un acatamiento pasivo de los estudiantes, fuera en forma individual,
colectiva, espontánea u organizada en algunos casos se hizo presente la
resistencia a aceptar determinadas normativas. Curiosamente y aún
contradiciendo muchas de las anécdotas reseñadas las propias personas
entrevistadas insistieron a lo largo de las entrevistas en asegurar que transitaron
aquellos años sin interrogantes pero también sin temor.

A pesar de las diferencias de grado o registro de inserción de la dictadura en las


escuelas, para aquellos jóvenes que iniciaron sus estudios secundarios luego de
1976 -y que no conocían experiencias personales o familiares de militancia política
en el período previo- sus vidas y prácticas cotidianas fueron “normales”. Esa idea
general sin embargo tiende a ser deconstruida a medida que narran sus propias
experiencias. La dictadura había trastocado significativamente la vida en las aulas,
especialmente porque permitió construir cierta idea hegemónica de normalidad, de
imposibilidad de narrar en ese contexto aquello que se silenciaba, obturando los
vasos comunicantes que permitían abrir una línea explicativa sobre determinados
hechos y ausencias que no eran ajenas al común del estudiantado. Aún cuando
las diversas capas de naturalización de las experiencias les permitieron transitar
esos años sin temor, sin enfatizar en el control ejercido, lo cierto es que la escuela
tramó y articuló las propias prácticas autoritarias y de poder de la institución con
las lógicas de control y disciplinamiento impresas por la dictadura. Como señala
Gustavo para el caso del Politécnico, bajo la fachada de excelencia académica de
la institución se percibían prácticas autoritarias que insistían en la humillación y el
maltrato sobre los estudiantes: “yo lo asociaba a ciertas situaciones de coyuntura
(…) se veía la descalificación sistemática, un modo de actuar en ese sentido que
era percibible, se veía fundamentalmente en física y matemática”223. Qué cuota de
esos hechos remite a la lógica institucional y cuales a ella inserta en dictadura es
imposible de cuantificar. La propia burocracia institucional y las propias lógicas de
las instituciones educativas probablemente ayudaron a abonar la idea de
normalidad señalada, y la existencia de recuerdos más benignos sobre aquellos

223
Gustavo B.

107
años. Sin embargo y más allá de cuan visible fuera ese proceso, lo cierto es que el
control tuvo expresiones de gran intensidad verificables por los estudiantes, en
instituciones específicas o en hechos particulares. Asimismo es posible pensar
que un control silencioso, menos visible también persistía como marca de las
escuelas en dictadura.

Así el control sobre el común de los jóvenes estudiantes no se planteaba sólo en


el uso de uniforme, el seguimiento de normativas o en la apoliticidad que
hegemonizó aquellos años de escuelas. Las personas entrevistadas insisten en
plantearlo en otros términos: una trama implícita que acompañó sus años
estudiantiles y constituyeron la marca más perdurable respecto de su sociabilidad
en las instituciones escolares en dictadura. Para Gustavo, su militancia política le
permitía interrogar indiciariamente desde otro lugar la realidad vivida, era “sentir
en el propio cuerpo la necesidad del silencio”, un silencio autoimpuesto para no
recibir la descalificación de los pares: “eras sistemáticamente puesto en el lugar
del desubicado, del que inventa cosas, del que habla pavadas del que… miente.
Como también sentías la idea de que no podías ser la mosca blanca y necesitabas
construir tu sentido de pertenencia no podáis ser tan distinto para poder al mismo
tiempo sobrellevar tu propio espacio, el silencio era sistemático”. Un silencio a
veces compartido: “tengo muy presente un famoso acto del Politécnico que nos
llevaron frente al monumento y donde habló señor Bonamín que bendijo la cruz y
la espada y la metralleta para combatir a la subversión y estábamos todos
ordenados, los alumnos del Politécnico y fue indigerible para una cantidad de
nosotros y recuerdo las miradas que cruzábamos silenciosamente”224. Laura que
inició sus estudios secundarios en 1979 en la escuela Normal 1, donde había
realizado además sus estudios primarios recuerda:

“Sabía de algunas cosas de las que no tenía que hablar, en mi casa éramos
ateos, y era algo que no se podía nombrar en la escuela. En realidad nadie me
dijo no tenés que decir pero yo me di cuenta. Y entonces en el Normal 1 había
una tradición todos los fines de año y principios de año, toda la escuela cruzaba la

224
Gustavo B.

108
calle Mendoza y se iba a la iglesia Santa Rosa, no era obligatorio pero… digamos
que las seiscientas alumnas cruzaban la calle y vos te quedabas. Bueno ni lo
intenté. Entonces lo que hacía era ir con todo el mundo, no se quedaba nadie (…)
entonces murmuraba y después cuando entregaban la ostia me iba para atrás.
Después yo lo empecé a compartir con una chica que era Testigo de Jehová que
la pasaba peor”225

Para Azucena quien había sido militante de la UES y detenida desaparecida y


presa legal entre mediados de 1976 y fines de 1978, la vuelta a una escuela
nocturna en 1979 implicó la imposición del silencio respecto de su propia
experiencia: “Por ejemplo yo pensaba qué distinto ahora que se puede hablar a
esos momentos en que no podíamos hablar ni la gente quería escuchar (…) Había
todo un marco que te llevaba a no plantearlo. No había una posición reaccionaria
del otro lado, pero creo que todavía estábamos viviendo el terror”226.

Para Beatriz, quien no militaba políticamente, el no preguntar también era parte de


la práctica cotidiana. Así ante mi pregunta respecto de qué se hablaba con los
compañeros de la realidad social y política del país afirma: “Nada, nada en
absoluto. Sabés qué? Mi socialización en la adolescencia, toda mi época de salida
al mundo fue en el marco de la dictadura donde de eso no se habla, donde eso es
malo, donde eso no existió (…) Como que era una dimensión de la vida que no
existía”227. Para Alejandro lo que ocurría en el país no se comentaba entre los
compañeros: “en un punto nuestra gran preocupación era cómo pasar un disco de
Sui Generis (…) Lo demás tiene que ver con una cuestión de familia, en mi familia
siempre se habló de política (…) Yo no creo que mis compañeros hayan estado

225
Laura B. Realizó sus estudios secundarios en el Normal entre 1979 y 1983. Su padre y
hermano tenían ya militancia en partidos de izquierda antes de la dictadura y ella misma se afilió
en 1983 al MAS. Entrevista realizada en junio de 2013.
226
Azucena S. Inició sus estudios secundarios en la Escuela Superior de Comercio en 1974 y al
año siguiente comenzó a militar en la UES. En agosto de 1976 fue detenida desaparecida y llevada
al Servicio de Informaciones, luego fue presa legal. En 1979 estando ya en libertad inició
nuevamente sus estudios secundarios en una escuela para adultos. Entrevista realizada en agosto
de 2011.
227
Beatriz A.

109
discutiendo estos temas en su casa, o muy pocos de ellos”228. A pesar de las
diferentes trayectorias, militantes o no, el silencio aparecía como una estrategia de
supervivencia, de resguardo que tácitamente se imponía entre los jóvenes
estudiantes. Ese silencio además encarnaba las lógicas que el control adquiría en
ese contexto. Sabina F. asegura “tenían una suerte de control sobre lo que
pensábamos. Por ejemplo la citaron a mi mamá para decirle que una de mis
amigas tenía lazos con el partido comunista, tenía una presencia así fuerte”. Para
Laura si bien casi no se hablaba de la realidad en la dictadura recuerda que ante
el comentario de una compañera “que no tenía ninguna inquietud política, todo lo
contrario” sobre la existencia de “campos de concentración” la docente de
Formación Moral y Cívica: “la trató de mala argentina, de que hacía campaña con
la gente en el exterior que no quería al país (…) Me había causado gracia lo que le
había pasado a la docente que había saltado… pero no pude hablarlo con nadie,
porque no se hablaba”229.

Esa sensación de control omnipresente que obligaba a optar por el silencio230


urdía sus raíces en hechos concretos muchas veces implícitos en las prácticas y
desconocidos por los estudiantes. Ejemplo de ello es un informe realizado por la
dirección general de inteligencia de la Provincia a pedido del Ministro de
Educación y Cultura de facto, capitán de navío Pérez Cobo. En él se solicitaba
información y antecedentes respecto de dos estudiantes de escuelas técnicas de
la provincia, uno de ellos de una escuela técnica de la ciudad de Santa Fe, el otro
estudiante del Politécnico de Rosario. El motivo, ambos habían ganado una beca
de la provincia para asistir al ITBA (Instituto Tecnológico de la provincia de Buenos

228
Alejandro P.
229
Laura B.
230
Pollack destaca la importancia de lo no-dicho y el silencio cuando las memorias dominantes
atentan contra la propia identidad. Si bien su planteo corresponde a comprender los modos en que
se mantienen las memorias marginales de quienes vivieron situaciones límites, su análisis nos
convoca a pensar el sentido del silencio en las experiencias de nuestros entrevistados. POLLACK,
Michael. Memoria, olvido silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límites,
Al Margen, La Plata, 2006, p. 23 y ss.

110
Aires) y ese sólo hecho los hacía pasibles de vigilancia tanto sobre su persona
como sobre la familia231.

Otro ejemplo de tenor diferente refiere a un documento que también archivó la


Dirección General de Inteligencia en la carpeta correspondiente al Ministerio de
Educación. Refiere al discurso escrito por una docente de una escuela de Santo
Tomé para el acto del 25 de mayo. El documento que, según se señala, fue escrito
por una maestra “muy activa en la Iglesia” había sido modificado, probablemente
por las autoridades:

“el éxito o el fracaso del gobierno dependerá en buena parte de nuestra mutua
colaboración, pues sería patrióticamente deshonesto esperar, que sólo el
gobierno resuelva los problemas que sufre el país…

(…) Perdón… por no propagar nuestra ideología valores, de tal manera, que
nuestro hermano rechace la subersión(sic)

Perdón… por los secuestros, por las torturas y las prisiones injustas.

(…) Perdón... por la evasión de impuestos y los salarios injustos.

(…) Perdón… por la sangre derramada de nuestros hermanos. Inocentes


[agregado en cursiva y a mano]”

Aún cuando no queda explícito quien ha censurado el escrito ni la fecha exacta de


su producción (se encontraba archivado con un conjunto de documentos
pertenecientes al Ministerio de Educación correspondiente al período 1976-1983),
es posible pensar que en dictadura hubo intenciones de controlar más
profundamente aquello que llegaba como discurso institucional a los estudiantes y
a la comunidad en general.

Sin duda aquello que marcó claramente la línea divisoria entre la vida escolar en el
período previo y postdictatorial refiere a la apoliticidad que impregnó las aulas de
las escuelas secundarias. El centro de estudiantes dejó de ser legal y la actividad
política estudiantil vedada. Para muchos de aquellos que iniciaron sus estudios
231
Legajo 1, caja 494, APM.

111
secundarios ya instalada la dictadura, hablar de centro de estudiantes o de política
era inimaginable. Para Beatriz, del grupo de compañeros de su promoción que
había iniciado los estudios en 1976 ninguno se había politizado ni durante la
dictadura ni luego en democracia. El centro de estudiantes tampoco funcionaba en
la Dante:

“Te hago una pregunta, hablar de centro de estudiantes…?

-Yo nunca escuché esa palabra… cuando fui a la escuela. Yo lo que sí me


acuerdo de haber oído hablar del centro de estudiantes y estas cosas era antes
en la época de las tomas (…) pero mientras yo fui a la escuela no había centro de
estudiantes”232.

En el Superior donde la represión fue mayor y se conjugó con el disciplinamiento,


organizarse políticamente o formar el centro de estudiantes dejó de ser una
posibilidad. Para Alejandro luego de 1976 el cambio en la escuela era notable y
las banderas de reinvindicación planteadas en el período previo fueron
fuertemente reprimidas: “incluso yo tengo imágenes de no ver más a los chicos
estos que lideraban (…) te estoy hablando de gente que la veía por los pasillos
todos los días, en el patio, movilizando”233.

Sin embargo en algunas otras instituciones el centro se mantuvo o al menos


realizó ciertas actividades en la clandestinidad. En el Politécnico si bien el centro
de estudiantes no funcionaba legalmente, existía de un modo “extraoficial”.
Gustavo recuerda haber participado de tales reuniones ya como militante de la
FJC: “Lo que pasa es que yo a los 14 años ya… porque enseguida me contacto
con la militancia estudiantil, que obviamente tenía en ese momento… tenía una
suerte de semiclandestinidad, había por un lado como cierta permisividad y al
mismo tiempo algo que se generaba y circulaba con una clandestinidad (…)”.
Aquello que “circulaba en clandestinidad” eran las reuniones del centro: “había
actividades del centro de estudiantes que no estaba legitimado pero se

232
Beatriz A.
233
Alejandro P.

112
formaban… había comisiones que trabajaban alrededor de por ejemplo, (…) del
tema de la revista del centro de estudiantes”. Según Gustavo la publicación de
revistas fue uno de los canales más significativos de acción del centro de
estudiantes en 1978. En ellas los estudiantes se expresaban en torno a diversos
temas: “eran expresiones de quejas hacia los docentes, expresiones de qué
pasaba con los campeonatos de fútbol que se promovían, en búsquedas digamos
de mostrar la diferencia, era de qué manera aparecía expresado lo que no
cuadraba con la norma, con lo común, con lo establecido”.

Ahora bien aunque la revista era difundida en la institución es posible pensar que
el centro de estudiantes funcionando en forma clandestina no significó como en
otros tiempos que el conjunto de los estudiantes participara de estas actividades, o
tuviera conocimiento de su existencia, por el contrario un número reducido de
jóvenes tenían acceso a esa información. En ese sentido es posible pensar que
hubo cierta flexibilidad que permitió insuflar aire a la vida de los jóvenes pero ello
no implicó un desconocimiento o ausencia del control sobre la actividad estudiantil.

En el Nacional 1, Gabriel -promoción 1979- recuerda que “el año 1976 en plena
época del proceso en este colegio nacional 1, en esta rejilla [señala una rejilla del
patio], nuestros compañeros escondían sus panfletos porque militaban en distintos
partidos políticos”234. Sergio M. recuerda que en el año 77 en su primer año en la
escuela:

“Siempre me acuerdo que en un recreo hubo una volanteada así relámpago del
centro de estudiantes en la clandestinidad y siempre me acuerdo de algo que,
nadie habló ni nadie dijo nada, nosotros que éramos pendejos o sea no…
solamente vimos eso.

-vos sabías lo que era un centro de estudiantes en esa época?

234
El glorioso Nacional 1, video.

113
No, no lo sabía, no, no tenía idea porque... No, porque viste a los 13 años, porque
yo en el 77 tenía 13 para 14, nada… (…) Y no se habló nada y nadie dijo
nada”235.

Si bien no podemos mensurar en cuantas escuelas se mantuvo cierta actividad


política luego de marzo del 76, la existencia de volanteadas en escuelas medias
de la provincia fue también verificada por la Dirección General de Inteligencia de la
Provincia. En un memorándum de julio de 1976 se señalaba que en el
departamento San Lorenzo “Fueron hallados en las adyacencias de la escuela
técnica jurisdicción de la seccional 7 de esta ciudad volantes titulados
Compañeros estudiantes, pertenecientes a la Juventud Guevarista”236. Sin
embargo es posible pensar que la realización de estas actividades estuvieron
acotadas, en la mayoría de los casos, a los primeros meses de la dictadura.
Cuando la represión se articuló con el disciplinamiento y el control en el ámbito
educativo la militancia como acción política pública desapareció paulatinamente.
Retomaremos más adelante estas cuestiones.

Si hasta el momento hemos reseñado los cambios y las continuidades en las


instituciones educativas y cómo se estructuró el control y la disciplina en tanto
articuladores de un discurso y una práctica autoritaria al interior del ámbito escolar,
es necesario plantear como esta se articuló con las prácticas represivas. En
principio cabe señalar que la represión sobre docentes y estudiantes no fue una
constante a lo largo de la dictadura ni moneda frecuente en todas las escuelas,
aunque sí constituyó un elemento particular en ella. La represión se llevó adelante
especialmente en aquellos espacios educativos altamente politizados. Con la
asunción del segundo Ministro de Educación, Juan José Catalán, se publicó y
difundió en las escuelas medias el documento/libro La subversión en el ámbito
educativo. Conozcamos a nuestro enemigo. El documento se construía como un

235
Sergio M. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional 1 entre 1977 y 1981. Al año siguiente inició
sus estudios en la universidad y fue uno de los estudiantes que realizó la huelga de hambre en
1983. Entrevista realizada en agosto de 2011.
236
Ver memorándum 197, 16/07/76, legajo 3 caja 15A, APM. Otros memorándum de similares
características señalan la realización de volanteadas en otros colegios secundarios de la provincia.
Ver Memorándum 25/05/76 y 28/06/76, caja 50, APM.

114
mapa para detectar posibles acciones subversivas en el ámbito de las escuelas
para su posterior erradicación. Laura Rodríguez señala que dicho documento
expresaba claramente los lineamientos de militares y civiles en materia educativa
y aún cuando fue recibido con beneplácito por los sectores más reaccionarios de
la sociedad, se cuestionó su escasa difusión237. El documento en definitiva
condensaba parte de las lógicas de control, disciplinamiento y represión diseñadas
por el Ministerio y para el ámbito educativo. Era un diagnóstico tardío, difundido
cuando las practicas represivas y el objetivo de “erradicar la subversión” en el
ámbito de las escuelas secundarias tenía ya sus engranajes aceitados.

En Rosario muchos de los entrevistados suelen señalar que hubo compañeros o


docentes “que no volvieron a ver” y la existencia de “infiltrados” en las escuelas.
Sin embargo esas anécdotas toman otra dimensión cuando analizamos algunas
instituciones específicas en donde la acción represiva se encarnó en preceptores y
docentes que eran parte de los grupos de tareas y donde la desaparición de
compañeros fue más palpable. En el Superior de Comercio, la incorporación de
dos agentes represivos en la planta docente estuvo definida desde la gestión de
Frederick en 1975. Ellos eran Carlos Sfulcini, alias Carlos Bianchi, quien ingresó
como docente de historia y que como ya hemos mencionado era parte de los
servicios de inteligencia. En noviembre de 2010 fue apresado por su vinculación
con la desaparición del militante comunista Tito Messiéz. Otro de los incorporados
fue Oscar Armando Salegas quien era agente de reunión y preceptor del
colegio238:

“-y respecto de estos infiltrados que decís había en la escuela, ¿lo supiste con el
tiempo?

-no, te dabas cuenta enseguida, por una razón muy simple y esto es muy teatral,
el lenguaje del cuerpo es el que te lo está diciendo no el lenguaje de la palabra, o
237
La primera copia que leí de este documento llegó a mis manos a través de una estudiante de la
carrera de Historia, lo había encontrado en la Biblioteca de su escuela de Firmat, aún catalogado.
A pesar de que es posible que su difusión fuera escasa, sería interesante determinar en cuantas
escuelas este material ingresó como parte de la bibliografía de la época y cuán consultada fue, si
eso fuera posible.
238
Ver: “Un secreto revelado”, Rosario 12, 28/02/2010.

115
el lenguaje del chisme, la sospecha o el rumor. Si a vos se te sienta un tipo…
obviamente acá no volaba una mosca, esto que ves que tiene vida, que tiene
chicos (…) no era el Superior de la época acá no volaba una mosca. Si hay
alguien que es preceptor, te toma lista, el primer día de clase, se sienta en el
escritorio, corre el saco así vos ves un arma a los 15 años es la primera arma real
en tu vida, no era ya ver la tele, película de guerra, combate, boludeces, era de
verdad, el tipo toma la lista… bueno”239

La presencia de este personal en la escuela adquiría un significado muy evidente,


el control sobre el común de los estudiantes se engarzaba con la lógica represiva
ejercida sobre determinados sujetos considerados “subversivos”240. No olvidemos
que el Superior de Comercio fue una de las escuelas con mayor actividad política
en los años previos a la dictadura y aquella que sufrió la represión con mayor
crudeza241. Un repaso por la causa judicial Díaz Bessone242 permite ponderar aún
más la situación ya que en el juicio testimoniaron sobrevivientes de centros
clandestinos de detención que durante la dictadura eran militantes y estudiantes
secundarios (entre 15 y 18 años), en algunos casos del mismo Superior de
Comercio243. También porque uno de los civiles acusados en esta causa fue “Cady
Chomicky”, ex alumno del Superior de Comercio y militante de la UES que luego

239
Alejandro P.
240
Sobre una consideración respecto del perfil “subversivo” en dictadura ver: AGUILA, G.
Dictadura, represión…, op. cit., cap. 2.
241
Un número significativo de desaparecidos y muertos fueron egresados de esta institución:
Analía Minetti, Eduardo Pérez, Marcelo Acoroni, Orlando Finsterwald, Alberto Pisani, Horacio
Ferraza, Eduardo Laus, Mirian Moro, Cristina Constanzo, Roberto de Vicenzo, Oscar Manzur,
Carlos Blassetti, Ana María Gurmendi, Graciela Koatz, Rubén Aizcorbe, Héctor Rimada, Adriana
Ángel, Ricardo Mazza, Hugo Mattion y Raúl Bustos. Al momento de su desaparición, en su mayoría
eran ex alumnos del Superior que habían militado en la UES.
242
La causa 120/08 conocida como Díaz Bessone, ex causa Feced, cuyas audiencias se llevaron
adelante en los tribunales de la ciudad de Rosario entre mediados de 2010 y principios de 2012
implicó el enjuiciamiento de Ramón Díaz Bessone, ex jefe del II Cuerpo de Ejército; los ex policías
José Lofiego, Mario Marcote, José Scortecchini y Ramón Vergara, y el civil Ricardo Chomicky,
acusados de privaciones ilegítimas de la libertad, homicidios y tormentos, entre otros crímenes.
Ver: “Prisión perpetua para los represores de la causa Díaz Bessone por crímenes de la dictadura”,
LC, 26/03/12, tapa.
243
Para indagar respecto de los testimonios en la causa http://www.diariodeljuiciorosario.
blogspot.com. Asimismo un seguimiento sobre la represión estudiantil en el ámbito secundario
puede verificarse a través de los partes policiales que forman parte del archivo de la Dirección
General de Inteligencia, APM.

116
de su detención en 1977 pasó a formar parte de los grupos de tareas al igual que
su mujer, Nilda Folch, también militante y ex alumna del colegio que colaboró en la
represión clandestina y que se encuentra prófuga244.

Por otra parte cabe destacar que en el caso Sfulcini su actividad como “docente”
no sólo se circunscribió al Superior. Con la intervención de la escuela
perteneciente a la Biblioteca Constancio Vigil asumió como interventor rector. Lo
acompañaban en ese proceso el psicólogo Raúl Pangia como vice director y
Ramón Telmo Alcides Ibarra que fue su asesor pedagógico. Pangia había sido
agente de censura de los servicios de Inteligencia y funcionario durante la gestión
de Ivanissevich encargado de la depuración docente, mientras que Ibarra era por
su parte, miembro de la policía provincial y formó parte del grupo de tareas que
funcionaba en el servicio de informaciones. Los recuerdos sobre estas tres
personas referenciadas por estudiantes y docentes insisten en algo más que
actitudes autoritarias. Iban armados, interrogaban a estudiantes y los acosaban.
Marina Naranjo, hija de Rubén Naranjo, uno de los directivos echados de la Vigil,
recordaba respecto de Pangia:

“Yo le tenía terror. Al comenzar el año, creo que fue, que me hizo pasar al frente
¡que era una novedad! Y para hablar de Platón. Te imaginás!? Yo no estudiaba
un carajo, no sabía dónde estaba mi viejo, era un quilombo todo, entonces yo me
acuerdo que lo miraba y hablaba, yo hablaba (…) y entonces en un momento me
para y me dice Usted no tiene ni idea de Platón, pero usted tiene un problema
más grave, usted sabe pensar y usted sabe que eso en este país le va a costar
muy caro”245

Por su parte Celina recuerda el interrogatorio que padeció a manos de Ibarra. El


“asesor pedagógico” la había llamado a su despacho instándola a hablar sobre las
personas y o reuniones realizadas en su casa alegando que los datos le

244
Chomicky fue absuelto. Su enjuiciamiento derivó en posiciones encontradas en los organismos
de derechos humanos. Sobre un caso similar ver el artículo de Luciana Seminara “De eso no se
habla. Un acercamiento a los campos de concentración y el colaboracionismo durante la última
dictadura militar”. http://www.riehr.com.ar/detalleInv.php?id=45.
245
GARCIA, N. Historia sociocultural…, op. cit. p. 407

117
permitirían ayudar a los padres de Cecilia, ambos detenidos ilegalmente por
formar parte del Consejo Directivo de la institución. El interrogatorio conjugaba
amenazas verbales e intimidación con un arma246. En ese entonces Cecilia tenía
tan sólo 11 años. Aquí nuevamente vuelven a contrastarse las experiencias en los
diversos casos. La visibilidad efectiva de los “servicios” tanto en la escuela de la
Biblioteca Vigil como en el Superior de Comercio señalan una particularidad que
posiblemente no fue común al resto de las instituciones, o al menos no tan
evidente: la articulación lisa y llana entre la represión y el control en las escuelas
medias de la ciudad.

La Universidad Nacional de Rosario en dictadura

Como ya hemos señalado en el primer capítulo de esta tesis, la Universidad


Nacional de Rosario vivió profundos cambios entre su natalicio y el golpe de
estado de 1976. Durante ese período mostró un proceso de dinamismo y
radicalización política similar a lo ocurrido en otras universidades del país,
correlato de los sucesos que la sociedad argentina transitaba. Un nuevo discurso
emanaba de ella y este encontraría su apogeo hacia finales de la dictadura de
Lanusse. El cuestionamiento al ingreso restrictivo, la jerarquía, la falta de
democratización de las instituciones educativas y el debate en torno al rol de la
universidad fueron parte de esas demandas que buscaron plasmarse hacia el fin
de ese gobierno de facto y con la asunción de Cámpora. Sin embargo a poco de
iniciada la democracia esa nueva etapa encontraba sus límites a través de la
gestión del Ministerio de Educación Oscar Ivanissevich, momento nuevamente de
quiebre respecto de la realidad universitaria conocida hasta entonces. Las
universidades que habían vivido su tiempo de democratización y de fuerte
radicalización política que comprendió tanto a estudiantes como docentes, fueron
intervenidas preludiando el nuevo ritmo que adquirieron ya en dictadura.

Luego del golpe de estado se dictó la ley 21276 y todas las universidades fueron
directamente intervenidas, sus gestiones y las designaciones de personal pasaron

246
Natalia García recupera parte de los recuerdos de Celina en su tesis. Además puede
consultarse: “También con los niños”, Rosario12, 22/10/2012.

118
a ser controladas por la órbita del Ministerio de Educación. Las medidas tomadas
no sólo implicaron la intervención sino también la represión a través de la
persecución y desaparición de docentes y estudiantes, las cesantías, la anulación
de toda actividad política y se definió además un estricto control sobre los
contenidos educativos así como respecto de las reglamentaciones y normas a
seguir. El objetivo de erradicar la subversión fue el puntal sobre el cual se asentó
el reordenamiento de la universidad, e intentó configurar una nueva cultura juvenil
en los claustros. La Universidad Nacional de Rosario, con sus particularidades, no
estaría exenta de ese proceso.

El control y el disciplinamiento como política educativa en la universidad

La Universidad Nacional de Rosario inició esa nueva etapa con la intervención del
delegado militar coronel Joaquín Sánchez Matorras. Su asunción aun cuando
venía a señalar una nueva etapa de intervencionismo en la universidad, no
marcaba un corte abrupto con su antecesor, el civil Fernando Cortés designado
interventor de la gestión anterior. Cortes mantuvo luego de marzo su cargo como
decano de Ciencias Económicas, denotando las buenas relaciones -y la
continuidad- entre el delegado militar de la dictadura y la gestión interventora
previa. Una de las primeras medidas que tomó Sánchez Matorras fue el control
sobre docentes y estudiantes. Ya a principios de abril se incorporó como medida la
confección de una ficha censal para los docentes y el registro de los estudiantes
de la facultad. En la misma línea se llevó adelante la cesantía de docentes
considerados “prescindibles”. Edgardo Garbulsky relataba como se llevó a cabo
esta política en la escuela de Antropología:

“Después de varios días de cierre de la Facultad, el personal de la misma fue


convocado para el llenado de una ficha de actualización de datos, que incluía
colocar el domicilio real. Luego de semana santa se reabre la Facultad para la
toma de exámenes. El 20 de abril, el interventor de la universidad, coronel

119
Sánchez Matorras, emite la primera lista de personal declarado prescindible entre
los que me encontraba”247.

En esos primeros meses además se cerró la escuela de Servicio Social, escuela


que estaba adscripta a la universidad y perteneciente al ministerio de Bienestar
Social. Sánchez Matorras aunque ocupó el cargo de interventor por pocos meses,
logró durante su gestión imprimir una lógica claramente depurativa248, allanando el
camino para la llegada de un civil como interventor y marcando algunos de los
lineamientos generales respecto de la universidad.

Para mediados del año 1976 fue designado en ese puesto Humberto Riccomi,
quien ocuparía el cargo hasta finales de la dictadura. El nuevo rector interventor
era Dr. en Bioquímica y Farmacia, había sido docente de varias cátedras y en
1970 designado como decano de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la
Universidad Nacional de Rosario siendo desplazado de ese cargo en el marco de
las tomas de 1973. Con su asunción como interventor en 1976 volvía a ella luego
de tres años de ausencia. En el acto de iniciación de sus funciones declaró que su
gestión iba a colaborar con los objetivos fijados por “el gobierno nacional en el
Acta del 24 de marzo” y la ley 21276. Destacaba aquellos objetivos que se
correspondían, según su análisis, con la agenda de la universidad: “vigencia de la
seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su
existencia. Vigencia plena del orden jurídico y social y la conformación de un
sistema educativo acorde con las necesidades del país que sirva efectivamente a
los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones sociales del ser

247
GARBULSKY, Edgardo. La Antropología en Rosario durante la dictadura, Texto escrito a 30
años del golpe para el Instituto de Investigaciones antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras,
UBA, agosto de 2006.
248
AGUILA, Gabriela. “El terrorismo de estado sobre Rosario”, en PLA, Alberto (coord.) Rosario en
la Historia (de 1930 a nuestros días), UNR, Rosario, 2000, t. 2, p. 150 y ss.

120
argentino”249. A ello sumaba aquellos contenidos en la ley y que hacían al rol de la
universidad en esta coyuntura250.

La intervención venía a declarar un proyecto desarrollado en tres niveles. El


primero, determinado para el resto del año 76, era la recuperación plena del
ámbito de gestión y administración de los organismos de la universidad. La
segunda etapa prevista debía “proyectar, elaborar y difundir ampliamente las
normas y planes que habrán de regir durante el año académico 1977”. Por último
consideraba que mas allá de recuperar la “normalidad” en la universidad se debía
“Avanzar resueltamente hacia adelante superando los niveles máximos logrados
por la universidad en cualquier época anterior”. Por otro lado y alejándose de lo
previsto por la ley de la dictadura Riccomi planteó la creación de Comisiones
asesoras constituidas en los diversos niveles de la universidad como órganos
consultivos y administrativos251. En suma, las palabras de Riccomi al inicio de su
gestión signaban a la Universidad Nacional de Rosario a ceñirse a las pautas y
objetivos del PRN y a reestructurarla en función de mejorar los niveles académicos
y de investigación.

En ese marco las medidas tomadas por ambos interventores, Sánchez Matorras
primero y Riccomi después, marcaron el ritmo de la depuración, control,

249
“El rector de la Universidad, doctor Riccomi, dio al asumir la pauta en tres niveles”, LC,
12/08/76, p. 7
250
La ley establecía en los considerando la necesidad de recuperar “el marco institucional y el nivel
académico necesarios para el cumplimiento de los fines específicos de las casas de altos estudios
y asegurar así la formación de la juventud argentina”. En correspondencia el artículo 2 definía que
las autoridades debían arbitrar “de inmediato las medidas necesarias para que las universidades
nacionales cumplan efectivamente su finalidad de preservar, incrementar y transmitir la cultura. En
particular, deberán asegurar la formación y capacitación integrales de profesionales y técnicos y la
promoción de la investigación científica y tecnológica de conformidad con los requerimientos del
desarrollo cultural, social y económico de la Nación”.
251
Al respecto ver DOVAL, Delfina. “Vigilancia y tecnocracia en la Universidad Nacional de
Rosario, los programas de pedagogía para la formación docente” en: KAUFMANN, Carolina (dir.).
Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2003, t.2 p. 200. Riccomi señalaba en su alocución
que en el funcionamiento de las comisiones asesoras era “donde la comunidad académica debiera
funcionar como una verdadera democracia directa sin mecanismos electorales mas o menos
artificiales que en lugar de fortalecer los vínculos comunitarios suelen debilitarlos y hasta romperlos
en aras de causas y banderas extrañas a la vida universitaria”, ver “El rector de la Universidad,
doctor Riccomi…” op. cit.

121
disciplinamiento y represión organizados en el ámbito de la universidad en pos de
la seguridad nacional pero incorporando con Riccomi la preocupación por los
niveles académicos. Ahora bien si en el diagnóstico de los interventores, las
universidades eran consideradas el semillero de la subversión; las cesantías
docentes, el control sobre el espacio universitario, los estudiantes, el material
bibliográfico, las carreras y los planes de estudio se constituyeron como
herramientas para la erradicación de la misma y control sobre la comunidad
educativa en general.

Las primeras medidas tomadas por Riccomi implicaron la designación de los


funcionarios y decanos correspondientes a las dependencias de la Universidad
que eran ratificados por el Ministerio de Educación, todos docentes
consustanciados con la política educativa propugnada y algunos, al igual que el
rector interventor, regresaban a la gestión universitaria luego del impasse
democrático. En los actos de asunción de las autoridades, realizadas en el
transcurso de la segunda mitad del año y publicitadas ampliamente en la prensa
local; los diferentes decanos designados mostraron su apoyo al régimen y a la
política implementada por Riccomi haciendo énfasis especialmente en dos
cuestiones: el ordenamiento de las facultades frente a un diagnóstico de desorden
previo y la necesidad de ampliar los niveles académicos de las mismas252. A modo
ejemplificador podemos señalar las palabras del decano designado por la
intervención en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones internacionales
Eduardo Sutter Schneider: “la universidad debe ser el lugar de la reflexión, no de
la actividad agresiva e irracional, de la reflexión serena que quiera para el hombre
argentino la plenitud de su desarrollo”. Palabras similares se escucharían de otros
decanos interventores en los actos de asunción o en las colaciones de fin del año
1976. En esencia el discurso dictaba: “a la universidad se viene a estudiar”.

Entre las modificaciones más significativas que se dieron entre finales de 1976 y
principios del año siguiente pueden señalarse el cupo restrictivo de ingreso que

252
“Asumieron dos decanos y otros lo harán hoy”, LC, 20/08/76, p. 4 y 6. “Con la asunción de E.
Sutter Schneider y M.A. Chiarpanello completose decanato”, LC, 1/09/76, p. 6.

122
nuevamente se estipuló desde el año 1977 fundamentado en el
sobredimensionamiento de la educación universitaria. Junto a ello el cierre de
algunas carreras y la suspensión de inscripción en otras. Así como inicialmente
ocurrió con Bienestar Social se cerraron además las carreras de Bibliotecología y
Antropología a partir de 1977. A ello se sumó el cierre transitorio de inscripción a
las carreras de Comunicación y Psicología253. En ese sentido la mira puesta en
estos espacios académicos no fue casual, eran considerados por el régimen como
aquellas carreras donde la “infiltración marxista” había encontrado sus mejores
instrumentos.

Sin embargo el control sobre los claustros, aun cuando pretendió ser una política
unívoca no tuvo las mismas características en los diferentes casos. Para cuando
se produce el cierre de la carrera de Antropología, muchos docentes habían sido
ya cesanteados y en 1977, el espacio correspondiente al departamento de
Antropología fue refuncionalizado como departamento de Geografía, disciplina de
la cual provenía el decano interventor de la Facultad de Filosofía y Letras, Enzo
Luraschi254. La ocupación no sólo implicó la desaparición del departamento sino
también el desguace de valioso material producto de excavaciones llevadas
adelante por antropólogos de la casa. La carrera no volvió abrirse durante todo el
período de la dictadura y durante esos años una de las discusiones al interior del
Consejo de Rectores de Universidades Nacionales (CRUN) refirió a la posibilidad
de que carreras como Antropología y Sociología fueran definidas como
especializaciones de posgrado.

La carrera de Comunicación tenía para 1976 una vida breve pero intensa y
convulsionada. En la universidad pública se había creado recién en 1973 y desde
ese entonces había sido gestada como instituto que pasó por distintas

253
DOVAL, D. “Vigilancia y tecnocracia…”, op. Cit., p. 200.
254
Garbulsky recuerda además que el área no se produjeron avances, investigaciones ni
producciones científicas durante ese período. Ver: Garbulsky. La Antropología…, op. cit. Por su
parte el departamento de Geografía comenzó a funcionar para noviembre de 1977. Al acto
inaugural asistieron representantes de la universidad y del II Cuerpo de Ejército, mientras que
monseñor Bolatti bendijo el nuevo departamento. Ver: “Presidio el rector Dr. Humberto Riccomi la
inauguración del departamento de geografía”, LC, 11/11/77, p. 7.

123
dependencias de la UNR e instituciones educativas. Alicia, una estudiante de la
carrera de Comunicación que culminó sus estudios en dictadura recuerda:

“Porque mi cursado fue muy irregular, yo entro en el 73, hago medio año en la
carrera… estatal, digo privada, hasta que se crea la estatal. El año 75 lo tuvimos
sin clases y nos estuvieron paseando de Filosofía en… a Derecho, de Derecho al
normal 2, Agrarias, volvimos al normal 2, hicieron una asamblea, no nos querían o
sea que finalmente nos aceptan en la Facultad de Derecho cuando era decano
Sutter Schneider como un instituto, ni siquiera como una escuela, como que no
querían la carrera, como que no había lugar para eso”255

Otra carrera que sufrió diversos intentos de traslado fue Psicología. Debemos
recordar que en este caso la escuela se encontraba intervenida y la planta
docente depurada incluso antes de la gestión de Sánchez Matorras. Precisamente
por esta situación el primer interventor había ratificado la gestión existente, así lo
entendían las autoridades de la escuela:

“En un ambiente de absoluta subversión de nuestros valores morales, los


crímenes llorados y repudiados por la comunidad argentina, dentro de los muros
de la escuela eran propuestos a la juventud estudiosa como modelos de conducta
política y fervor revolucionario. En ese auténtico aquelarre tuvo lugar la
glorificación del delito y la refutación de la virtud.
Esta aberrante situación fue totalmente revertida durante nuestra gestión. Con
decisión, convicción en nuestras ideas y acompañados por un grupo de
profesores y personal no docente, no muy numeroso, pero pleno de coraje y
fervor, modificamos totalmente la estructura de la conducción marxista,

255
Alicia S. estudió la carrera de Comunicación Social en la UNR durante el período 1973-1978. Al
mismo tiempo trabajaba como correctora en el diario La Tribuna. Entrevista realizada en febrero de
2007. La entrevistada señala la instalación de la carrera de Comunicación en Derecho ya que en
dictadura tanto las Facultades de Derecho y de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
funcionaban en el edificio de Córdoba y Balcarce, actual Facultad de Derecho. La escuela de
Comunicación Social pasó a depender en dictadura de la facultad de Ciencia Política a cargo de
Sutter Schneider.

124
estableciendo las condiciones óptimas, sin precedentes en la historia de la
carrera, en las que actualmente desenvuelve su actividad”256.

Con la asunción de Riccomi se tomaron medidas que implicaron cambios en la


carrera mucho más profundos. En principio se decidió cerrar transitoriamente la
inscripción y se planteó según la Resolución CS 154/76 la “reestructuración
académica y docente” de la escuela de Psicología257. Sin embargo ese proyecto
de reestructuración no tuvo un horizonte feliz. En principio porque llevó a un
conflicto entre los docentes y el propio interventor. Dos eran las preocupaciones
fundamentales, la ratificación de la planta docente que habían ingresado con la
intervención de la carrera y que de hecho acompañaban al régimen y la
reubicación de la escuela que se encontraba en las dependencias de la Facultad
de Filosofía y Letras. Luego de diversas intervenciones públicas de docentes de la
casa -entre ellos del mismo Raúl Pangia- y comunicados de rectorado ocurridos
entre finales de 1976 y principios del año siguiente, el conflicto fue mitigado con la
asunción del nuevo director Ariel Arango258. En el acto de su asunción Riccomi
planteó que se iniciaba una nueva etapa evitando toda forma de “politización” en la
Escuela de Psicología, Arango por su parte destacó la modificación del plan de
estudios, y la transformación de la Escuela en Facultad como objetivos centrales
de su gestión259.

256
“Han sido ampliadas unas declaraciones formuladas con respecto a la situación de Psicología”,
LC, 31/12/76, p. 5 y 15. Como ya hemos señalado, entre los docentes que acompañaron y
colaboraron en la depuración de la Escuela se encontraba Raúl Pangia.
257
Ibíd.
258
Ver: “Asumió ayer el interventor de la escuela de Psicología”, LC, 24/03/77, p. 3. Ariel Arango
fue probablemente uno de los decanos más jóvenes de la intervención y su gestión sólo duró dos
años. Había sido docente echado de la Facultad en 1973 en el marco de “las tomas” y vuelto con el
llamado de Riccomi. Según señalaran los entrevistados, con él se excluyeron los últimos vestigios
del psicoanálisis lacaniano y se consolidaron figuras como José Luis Sotomayor Salcedo, quien fue
su vicedecano. Ambos eran discípulos de Ángel Garma. Entre los docentes se encontraban otros
de menor nivel académico como José María Herrou Aragón, creador de la “máquina para excitar
mujeres a la distancia”, así como el mantenimiento de docentes como Pangia quien era además
Secretario estudiantil. El claustro se completaba además con algunos docentes que habían
sobrevivido a la purga de la dictadura y para los estudiantes marcaban la diferencia. En el caso de
Arango cabe destacar que ya en democracia fue docente de la Universidad de Belgrano y autor de
varios best sellers, algunos de ellos los vino a presentar a la ciudad. La mayoría de ellos ocupan
hoy una posición de prestigio como psicólogos en el país.
259
Ver “Asumió ayer…” op. cit.

125
Sin embargo los conflictos con la escuela de Psicología volvieron a surgir a lo
largo del año 1977 y 1978 cuando según la prensa estudiantes y docentes
presentaron diversas cartas al rector interventor y al Ministerio de Educación. En
1977, se dirigieron mediante un memorándum a Riccomi señalando que ante la
nueva realidad de orden establecido en la escuela -y que ellos mismos
agradecían-260 solicitaban la reapertura de las inscripciones para el año 1978 y la
creación de la facultad de Psicología. A principios de 1978 y ya iniciado el ciclo
lectivo con los nuevos ingresantes261 otro conflicto enfrentó a estudiantes y
docentes con Riccomi. Desde rectorado se había planteado cerrar la especialidad
Clínica de la carrera que cursaban más del 90 por ciento de los estudiantes. Si
bien la disposición emanaba del Ministerio, los estudiantes deslindaban a la
cartera del hecho: “hoy a quince días de rendir el examen de ingreso nos
enteramos con perplejidad que por expreso pedido suyo el Ministerio de
Educación de la Nación eliminó la especialidad Clínica, situación paradójica ya
que en las restantes carreras de Psicología del país no se ha tomado el mismo
temperamento”262. Las discusiones en torno a la terminalidad Psicología Clínica, el
destino de la escuela, y las modificaciones del plan de estudios fueron algunas de
las problemáticas que atravesó las relaciones entre rectorado y Psicología durante
toda la gestión de Riccomi y señalan las particularidades que el control como
política específica adquirió en determinadas coyunturas y carreras.

Si bien como hemos señalado los medios locales daban cuenta de la participación
y reclamo de estudiantes y docentes frente al rector interventor, ello no nos indica
una acción de resistencia frente a la dictadura o a las políticas educativas
implementadas. Aquello que observamos en la emergencia de este conflicto son
las diferencias esgrimidas entre distintos sectores que apoyaban el PRN. Sergio

260
El memorándum manifestaba “Hacemos notar con verdadera satisfacción la presencia de un
ambiente renovado de trabajo, orden y seriedad sin precedentes, dentro de un marco de
insoslayable jerarquía en la faz docente”, “Las inquietudes de un claustro de Profesores, LC,
29/08/78 p. 4 y 13.
261
Luego de dos años de cerrada la inscripción en 1978 se abrió nuevamente, con un total de 50
cupos.
262
“Escuela de Psicología: plantean un problema”, LC, 18/04/13, p. 5.

126
C. que fue estudiante en aquellos años señala que: “Mi idea, pero esto es una
idea, es que Arango en la dirección de la Facultad tenía un peso… un peso muy
grande”. No debemos olvidar que fue durante su gestión que se reabrió la
inscripción a la carrera, hecho por el cual, según Sergio C., se “vanagloriaba” de
que él [Arango] había discutido en el II Cuerpo de Ejército para que la carrera
siguiera adelante”263. Por su parte la gestión pretendió sin lograrlo, que la Escuela
Superior se convirtiese en Facultad. Dicho proyecto quedó trunco cuando en 1979
cambió la gestión de la Escuela y cuyas autoridades tuvieron una orientación
tomista y modificando sustancialmente los planes de estudio de la carrera. Para
Sergio C. este no fue un cambio casual, según los comentarios de entonces
Arango y Sotomayor estaban sostenidos por Galtieri y los cambios en la estructura
militar local y nacional implicaron para Arango la pérdida de ese apoyo.

Más allá de los rumores de entonces o las propias expresiones de Arango a sus
estudiantes respecto de sus vínculos con el II Cuerpo de Ejército264, lo cierto es
que durante los años que asumió esa tarea, su relación con el rector fue tensa,
dando cuenta de un posicionamiento diferente respecto de los lineamientos
generales impuestos por el rector interventor respecto de la carrera de Psicología.
Asimismo la modificación de la estructura organizativa de la escuela de Psicología
llevada adelante en 1979 modificó en parte esa situación en favor del rector
interventor. La gestión de Arango y su relación conflictiva con las políticas
implementadas por Riccomi permiten entrever las dificultades de una intervención
que lejos estaba de ser homogénea y hegemónica. Ello no implicó la emergencia
de un movimiento opositor a la política universitaria o de resistencia a la dictadura
sino que es al interior del grupo que acompañaba la gestión interventora de donde

263
Sergio C. Cursó sus estudios en la Escuela Superior de Psicología de la UNR. Si bien inició
algunas materias en 1972, dejó luego la carrera para volver a ingresar en 1975, graduándose en
1984. Entrevista realizada en mayo de 2013.
264
Cabe señalar que durante la gestión de Arango el II Cuerpo de Ejército se había propuesto
otorgar dinero para la remodelación de un aula. Sergio recuerda que luego el proyecto se concretó
con dinero de los docentes de la institución y a pesar de ello en su inauguración en diciembre de
1978, el representante del II Cuerpo de Ejército Roberto Villar y el propio Galtieri asistieron al acto
donde se le otorgó al aula el nombre de Ejército Argentino. Ver: “Inauguración del aula Ejército
Argentino”, LC, 01/12/78. Actualmente el espacio remodelado corresponde al aula 11 de la
Facultad de Humanidades y Artes.

127
surgieron críticas a las medidas implementadas así como iniciativas que buscaban
limitarlas265.

La existencia de conflictos con las autoridades interventoras no se reducen sólo a


este caso (aunque sin duda su trascendencia fue mayor). De menor significación
pero dando cuenta de una situación similar, podemos señalar el conflicto que se
desencadenó entre el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Enzo Luraschi y
el director de la escuela de Filosofía, Raymundo Pardo, adquiriendo estado
público a través de la prensa local. Durante el mes de junio de 1977, Raymundo
Pardo cuestionaba al decano por pretender “redimensionar” la carrera en función
de la poca cantidad de alumnos que tenía. Ese redimensionamiento implicaba la
negativa a nombrar algunos docentes de materias específicas. Con la crítica
respecto de esta situación Pardo reclamaba además: “No se ve la utilidad de
registrar día a día la cantidad de alumnos que tienen ciertas cátedras. Tampoco es
eficiente ni pedagógico que el director de escuela de Filosofía de la Facultad sea
controlado (por un ordenanza) cada una hora”, situación que según señalaba,
vivían también los docentes de la carrera266. Pardo no era sin duda un opositor al
régimen ni a la gestión interventora, sin embargo las políticas implementadas por
Luraschi generaron ciertas rispideces y cuestionamientos de aquellos que
acompañaban en líneas generales el proyecto gestado desde el PRN. Si bien no
podemos mensurar el alcance de estas críticas ni su conclusión, lo cierto es que

265
Respecto de la Escuela Superior de Psicología se puede consultar: AGUILA, G. “El terrorismo
de estado…”, op cit., p. 152. También: ORZUZA, Stella Maris; Carlos D. GOMEZ; Laura CAPELLA,
David FUKS, Clarisa LOPEZ y Cristina VIANO. “Análisis de los legajos académicos de estudiantes
y psicólogos asesinados y/o desaparecidos durante la última dictadura militar en el Gran Rosario,
VI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, Buenos Aires, 2007. Sobre la
historia de la escuela ver: GENTILE, Antonio. Breve historia de la Facultad de Psicología,
universidad Nacional de Rosario, ensayo, s/d. disponible en www.fpsico.unr.edu.ar [última
consulta 03/03/2013]. Respecto de la situación de la carrera de Psicología en el país ver:
KLAPPENBACH, Hugo. “El título profesional de psicólogo en Argentina. Antecedentes históricos y
situación actual”, revista Latinoamericana de Piscología, Vol. 32, n° 3, 2000. Disponible en
www.realyc.org [última consulta 21/03/2013]
266
“La Facultad de Filosofía y Letras de la UNR”; LC, 12/06/77, p. 4 y 6. También ver “La Facultad
de Filosofía y Letras de la UNR”; LC, 29/06/77, p. 4 y 17.

128
en 1978 se hizo cargo de Filosofía Raúl Echauri, dando un perfil diferente a la
carrera267.

Para mediados de 1978 y en forma coetánea a los hechos de Piscología se


registró en la prensa otro conflicto, involucraba a docentes de la Facultad de
Ciencias Veterinarias y a Rectorado. La nota era breve y por sí misma no advierte
demasiado, señalaba el cuestionamiento del claustro por algunas medidas
anunciadas por Riccomi y que no fueron llevadas adelante268. Para ese entonces
la Facultad hacía un año que se había trasladado, en la misma lógica de
reestructuración señalada en otros casos, al predio perteneciente a la escuela
Agrotécnica de Casilda. Si bien el cambio se debía -según el rector- a la
necesidad de ampliar las instalaciones ante un número significativo de
estudiantes, las dificultades no se agotaban en el problema edilicio: la creación del
Consejo Regional Educativo, el aumento de cargos docentes y la integración de
los diversos ciclos de enseñanza allí reunidos no se habían concretado. Este fue
el núcleo de reclamos señalados desde la Facultad y hacia el rector, sin embargo
el comunicado no quedó en un mero trascendido público. En un informe especial
de inteligencia elevado al Ministro de Educación de la provincia se manifestaban
las irregularidades que vivía dicha Facultad “afectando al personal docente, no
docente y alumnos”. Entre ellas mencionaba:

“Irregularidades por las que se hallan atravesando alumnos del 4° año,


consistentes en el NO cumplimiento por parte del Señor Rector de la universidad
Nacional de rosario, DR. HUMBERTO RICCOMI, a promesas efectuadas al
personal NO DOCENTE, DOCENTE y ALUMNOS.

267
Echauri era un filósofo tomista de extensa trayectoria en el país. Entre 1974 y 1977 se había
radicado en España, siendo docente de la universidad de Navarra, Pamplona perteneciente al
Opus Dei. En 1977 volvió a radicarse en el país y al año siguiente se hace cargo del departamento
de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNR. Ver: GAYO BERLANGA, Carlos. Vida y
pensamiento de Raúl Echauri. Un filósofo tomista argentino del siglo XX, tesis de Doctorado,
mimeo, Pamplona, 2003. Disponible en ebiblioteca.org [última consulta realizada 12 de febrero de
2013]. Según la revista Dialéktica fue uno de los participantes del Congreso Nacional de Filosofía
realizado en 1980 e impulsado por el gobierno de facto. Ver Dialéktica. Revista de Filosofía y
Teoría Social, nº 1, 2010.
268
“Dificultades en la Facultad señalan”, LC, 02/05/78, p.8

129
-Situación que se agrava, en razón de que alumnos del 4° Año, aún no han
comenzado el ciclo lectivo debido a que varias cátedras no han sido cubiertas por
Profesores.

(…) Que las Relaciones entre el Director de la escuela Agrotécnica SR. TULIO
DARIO AVALOS, agrónomo y el Interventor de la Facultad de Veterinaria, SR.
EFRAÍN ARMAS, doctor en Medicinas, no son las acordes a su envestidura (sic),
por la frialdad existente entre los mismos.

(…) Dichos problemas a (sic) llevado a que diversos alumnos del 4° año se hayan
dirigido a los distintos organismos oficiales con el fin de recabar apoyo en su
gestión”269.

El informe planteaba al final -errores ortográficos de por medio- un diagnóstico de


la situación de la Facultad: la necesidad de adoptar medidas a corto plazo
destacando que si bien hasta el momento los alumnos de la carrera buscaron una
solución “pacífica del problema” dirigiéndose inclusive por nota al Jefe Policial de
la zona y “manifestando que no mantienen actividad política”, la potencialidad del
conflicto irresuelto abría las puertas a la “subversión para ocasionar trastornos y
captar adeptos ante la “inacción” de las autoridades competentes”. El documento
es rico en matices para analizar. Por un lado la verificación a través de un informe
de inteligencia de los desacuerdos entre los diversos niveles de la gestión
universitaria. En segundo lugar el rol en que identificaban a los estudiantes de la
carrera, como pacíficos y apolíticos y por último, el propio análisis militar respecto
de la gestión de Riccomi y la necesidad de acciones concretas y rápidas.

Los casos aquí abordados, aún con sus especificidades nos permiten pensar las
características que adquirió ese control en el marco de la comunidad universitaria.
Sin duda, la depuración de la planta docente, la “racionalización” de la misma, el
control y traslado de las escuelas e institutos formaron parte de una lógica que
pretendió diezmar especial -aunque no exclusivamente- las carreras vinculadas a
las ciencias sociales y en ese sentido el traslado de las instituciones no era sólo

269
Ver nota 44, D-2, 21 de abril de 1978, caja 182, UC11, atado 1. Las mayúsculas son del
informe.

130
una cuestión formal, sino un intento de desarticular la redes de solidaridad y
comunicación entre los estudiantes y docentes de las diversas carreras.

Por otro lado nos han permitido pensar que esa lógica no fue unívoca y generó
críticas en algunos de los funcionarios y docentes que inclusive se consideraban
partidarios del régimen. Si el objetivo era erradicar la subversión y el orden
instaurado contribuía a ello, para los funcionarios y docentes que acompañaban la
gestión interventora ellos era promotores de ese orden y la injerencia del control
sobre sus actividades era un error. Por su parte el informe de Inteligencia, aun
siendo el único de estas características encontrado para el caso de la Universidad
Nacional de Rosario, nos permite admitir la posibilidad de un control que excede el
marco de la gestión de Riccomi y que pretende desentrañar los posibles conflictos
al interior de la universidad en tanto potenciales elementos que lleven a su
politización.

En 1978 y a casi dos años de su asunción, Riccomi hacía un balance de sus


proyecciones realizadas. Insistía que el año 1977 había sido de reordenamiento,
de modificación de currícula, de depuración ideológica de la universidad. Si bien
ello fue efectivamente un “logro” que podía celebrar, era un logro a medias, donde
el control sobre las carreras, las aulas, los docentes y estudiantes no fue absoluto.
Por el contrario como hemos visto generó disidencias de los propios docentes que
acompañaban y aplaudían ese proceso de transformación de la universidad. Esos
cuestionamientos sin embargo fueron menores en comparación al apoyo obtenido
de las autoridades designadas y una mayoría de docentes que consustanciaban
su praxis con la política del régimen. Los riñones de la gestión de Riccomi se
construían especialmente en algunos espacios de la universidad donde el
acompañamiento de su política era clave, especialmente las gestiones de Sutter
Schneider en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Miguel Chiarpenello,
decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Hugo Caggiano en Arquitectura,
Luraschi en Filosofía y Letras, decanos todos ellos de las casas de estudios más

131
significativas en cantidad de alumnos270. Todos ellos promotores del discurso
interventor en la universidad. Asimismo no debemos olvidar que durante la visita
de Videla a la ciudad realizada en 1977 (y a la cual ya hemos hecho referencia en
el segundo capítulo), fueron estudiantes de Ciencia Política, Económicas,
Ingeniería y Derecho aquellos que se entrevistaron con el Presidente de facto,
señalando también que ese apoyo a la gestión interventora atravesó no sólo a
autoridades y docentes sino también a un buen número de estudiantes que sin
duda acompañaron el proceso.

Riccomi, las gestiones ministeriales y la investigación

Como ya señalamos el rector interventor se mantuvo en su cargo durante toda la


dictadura, señalando una diferencia con el Ministerio de Educación de la Nación
por donde pasaron cuatro funcionarios271. Las razones de esta continuidad sólo
pueden ser supuestas. Riccomi no tuvo durante su gestión enfrentamientos con el
ministro de turno ni cuestionó las políticas de la cartera. Ello es puesto de
manifiesto por el interventor de la Universidad Nacional de Rosario en el marco de
la reunión de Rectores con Bruera y que llevó a la disputa entre el ministro y el
rector de la UBA272. En esa ocasión Riccomi destacaba la “unidad de criterio con
la que se trabajó en ese cónclave” así como el buen diálogo que había establecido
270
Para el año 1977 el cupo de ingreso fue mayor para las áreas Socio-económica
correspondientes a las facultades de Ciencias Económicas, Derecho y Ciencia Política y relaciones
Internacionales y Salud (Medicina, Odontología y Bioquímica y Farmacia) siguiendo en número
decreciente los ingresos establecidos para las áreas Tecnológica (Arquitectura y Planeamiento e
Ingeniería y Ciencias Exactas); Humanidades y Artes y Agropecuarias. Ver: estadísticas en
www.unr.edu.ar.
271
Tanto en la UNC como la UBA, dos de las universidades más grandes del país, se sucedieron
diversos rectores. En la UNL luego de la intervención inicial del delegado militar José Hipólito
Núñez, se designó como rector a Jorge Douglas Maldonado quien ocupó el cargo entre 1976 y
1983. En la UNLP Guillermo Gallo se mantuvo como rector interventor también durante todo el
período.
272
Respecto de los conflictos entre Ministerio y el rector interventor de la UBA, Constantini ver:
RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura militar…” op. cit.
Sobre las universidades en dictadura pueden consultarse también: RODRIGUEZ, Laura G. y
Germán SOPRANO. “Las políticas de acceso a la universidad durante el Proceso de
Reorganización Nacional 1876-1983. El caso de la Universidad Nacional de la Plata”, en Question,
vol. 1, nº 24, 2009. Versión on line http://perio.unlp.edu.ar [última consulta 10/02/13]. También:
RORIGUEZ ZOYA, Leonardo y Yamil SALINAS. Universidad y dictadura. La educación
universitaria argentina en el período 1976-1983, mimeo, 2005. Versión on line disponible en
http://www.pensamientocomplejo.com.ar [última consulta 13/04/13].

132
él como interventor y todos los decanos de la Universidad Nacional de Rosario con
los cuales mantenía reuniones periódicas273. Si bien ese halo de armonía
señalado por Riccomi distaba de ser real, lo cierto es que ese discurso le permitía
otorgar a su gestión cierta legitimidad y estabilidad tanto hacia el interior de la
universidad como en su relación con el ministerio.

Pero más allá de su continuidad como interventor, los cambios ministeriales sin
duda afectaron las políticas y gestiones realizadas en la Universidad Nacional de
Rosario. No es casual que ante el cambio en el gabinete del Ministerio de
Educación de la Nación, en la universidad local se plantearan, al menos
discursivamente, nuevas reestructuraciones. En julio de 1977 y a pocos meses del
cambio de gestión en el Ministerio de Educación, asumiendo como nuevo Ministro
Juan José Catalán, Riccomi inicio una ronda de encuentros con decanos,
autoridades y docentes de las diversas Facultades que implicó el seguimiento de
lo realizado hasta el momento y la apertura del “diálogo” que “permitió analizar
numerosos problemas y situaciones” al tiempo que se interesó por las finanzas de
cada una de las dependencias. Recordemos que para entonces Catalán había
realizado su primera reunión con el CRUN, señalando que el mayor problema de
las universidades estaba planteado en el orden presupuestario274.

Otro ejemplo del acompañamiento de la política universitaria puede reseñarse a


partir de la posición de Riccomi sobre la resolución 1006. La misma, dictada en
agosto de 1978, buscaba reducir el presupuesto de las universidades nacionales
eliminando facultades consideradas superpuestas en una misma región. En esa
oportunidad Riccomi informaba a la comunidad universitaria sobre la posibilidad de
reestructuración de la Universidad Nacional de Rosario señalando que dicha
resolución: “deja amplia libertad de acción a los rectores para elevar en un plazo
de 120 días, la estructuración académica definitiva. Es decir que se llega a la
fijación de pautas luego de un largo período de análisis en que cada uno de los
participantes tuvo la oportunidad, en su momento y por la vía adecuada de

273
“Visita la sucursal de La Capital el rector de la UNR”, LC, 15/09/76, p. 3.
274
RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura…”, op. cit.

133
manifestar su criterio al respecto”275. La mentada resolución generó tensiones en
las universidades nacionales e implicó un nuevo conflicto entre el Ministerio y el
rector de la UBA quien mediante un acta avalado por todos los decanos se
eximían de cumplir la normativa respaldándose en la autonomía universitaria. El
conflicto se dirimió con el pedido de renuncia por parte de Videla al Ministro de
Educación276. Asimismo con la asunción de Llerena Amadeo hacia finales del año
1978, y el mantenimiento de Riccomi a la cabeza de la universidad, en la UNR se
anunciaron cambios en el equipo de gestión y la posibilidad de reestructurar
nuevamente la universidad a partir de las nuevas políticas educativas
implementadas. En el balance de la gestión 76- 79 señalaba que ese había sido el
período de reordenamiento de la universidad y que el trienio siguiente “deberá
centrarse en su desarrollo”. Con esa idea se englobaba desde un nuevo estatuto
universitario acorde a la ley nacional que se estaba desarrollando desde el
ministerio la ampliación de recursos bibliográficos, hasta la creación del Centro
Universitario de Rosario (CUR)277. De algún modo la creación del CUR fue el
resultado final de los intentos de reestructuración de la universidad que permitió la
desarticulación definitiva de las diversas facultades. A partir de la creación del
centro en la zona de Riobamba y Berutti, las Facultades de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales y Comunicación Social fueron trasladadas allí,
dejando en el tradicional edificio de Córdoba y Balcarce sólo la Facultad de
Derecho. Misma suerte corrieron la Facultad de Arquitectura y parte de los
Laboratorios correspondientes a la carrera de Ingeniería que hasta entonces
funcionaban en la Facultad de Ingeniería en calle Pellegrini. Para entonces la
Facultad de Veterinarias que también había compartido el edificio con las
Facultades de Derecho y Ciencia Política hacía ya unos años que se la había
trasladado a Casilda. Toda esta reestructuración planteada desde los primeros
discursos implicó la rearticulación del espacio universitario con nuevas lógicas, la
creación de la Siberia. A su vez si el reordenamiento y disciplinamiento de la
275
“Sobre reestructuración de las universidades”, LC, 25/08/78, p.4.
276
RODRIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura…”, op. cit.
277
Ver: “Declaraciones del rector Riccomi en Casilda”, LC, 3/04/79, p. 6. Sobre la creación del CUR
ver: AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op. cit. 151, y nota n° 50.

134
universidad estuvo signado bajo el rótulo de la reestructuración, a ello se le intentó
sumar un perfil de desarrollo académico y de investigación. En esa línea la gestión
interventora planteó diversas experiencias de organización de proyectos de
desarrollo de investigación tendientes a mostrar esta iniciativa. En esa línea puede
considerarse por ejemplo la creación de vínculos estrechos con CONICET y la
creación de IRICE que de la mano del ex ministro de facto Bruera se puso en
marcha en la ciudad278.

La vida en la universidad, los estudiantes

Si algunas de las medidas más importantes que modificaron la vida universitaria


rondaron en torno al cupo de ingreso, el cierre de carreras, el traslado de las
escuelas o los intentos de reestructuración, a ellas se sumó un control minucioso a
través de normativas y reglamentaciones que ordenaban y administraban la vida
universitaria en general. Ellas dependían no sólo del rector sino del amplio
entramado de la burocracia de las propias facultades. Entre esas medidas se
incluía por ejemplo el cuidado en la vestimenta de estudiantes y docentes. En un
editorial publicado en días previos al golpe de estado, el diario La Capital aplaudía
la reglamentación existente desde fines del año 1975 tendientes a reglamentar la
vestimenta de docentes universitarios en tanto “entrañan el propósito de asegurar
el umbral de decoro a las aulas superiores”279. El regreso al decoro se impuso
además desde la asepsia de las paredes de las facultades, ajenas ahora a las
inscripciones políticas, el ingreso con identificación legal a cualquier dependencia
universitaria o la prohibición de reunirse o conversar con compañeros en los
pasillos, todas ellas medidas que formaban parte de la rutina diaria de los
estudiantes universitarios. Estos cambios que se impusieron entre 1975 y 1976 se
mantuvieron como práctica cotidiana hasta los últimos años de la dictadura. En
junio de 1978 una carta de lectores del diario La Capital refería con positivo

278
Al respecto ver: KAUFMANN, Carolina. “La Siberia rosarina. IRICE-CONICET-UNR, Argentina
(1977 -1983), en KAUFMANN, C (dir.). Dictadura y educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2001, t. 1.
279
“Saco y corbata en las universidades”, LC, 18/03/76, p. 4.

135
asombro al ámbito universitario cuando al concurrir “casualmente” a la facultad de
Filosofía y Letras:

“… me asombré al ver la limpieza y el orden imperantes. Recuerdo que


la última vez que había entrado me había asustado la cantidad de
carteles políticos, estandartes, panfletos, volantes e inscripciones que
allí había. Pienso que no era un ambiente muy propicio para el estudio.
En cambio ahora, si los muchachos no estudian no ha de ser porque no
se le permita hacerlo. En el orden y el respeto se dan las condiciones
ideales para hacerlo.”280

Sergio C. recuerda que ir a la Facultad implicaba:

“en la facultad ponen una vigilancia en la entrada. Cuando uno entra tiene que
dejar el documento de identidad y lo retira a la salida.(…) Había que entrar con la
camisa adentro del pantalón (…) sin sandalias, sin zapatillas, solo zapatos. Y una
vigilancia permanente. Lo del estado de sitio se trae adentro de la Facultad (…) a
clase se llega a la hora de clase, el docente viene con la llave, abre el aula,
termina la clase, se retiran todos, el docente cierra el aula y entrega la llave de
Bedelía”281.

Beatriz que comenzó a cursar la carrera de Historia en la ya entonces bautizada


facultad de Humanidades y Artes en 1981 la recordaba como “limpia”, entendiendo
por ello la ausencia de carteles y propaganda política. Asimismo recuerda que a
poco de iniciar la facultad y en un momento de encuentro con dos compañeros en
el pasillo: “salimos del salón nos quedamos los tres parado en la puerta y ahí
viene uno de estos tipos que estaban en la facultad, de la vigilancia (…) viene y
nos dice tres es multitud, sepárense, sepárense tres es multitud”282. Esa vigilancia
era constante “cuando uno entra muchas veces tiene uno de los que estaban en
vigilancia siguiéndolo. Hay anécdotas de vigilancia dentro del baño”283.

280
“Gratificante”, LC, 8/06/78, p.4.
281
Sergio C.
282
Beatriz A.
283
Sergio C.

136
A las experiencias de control se sumaba la vigilancia censora sobre la currícula y
la bibliografía. En este sentido cabe señalar que la diatriba antimarxista y
antisubversiva en la universidad no sólo se gestó desde el discurso interventor y
en las reglamentaciones. En el caso de la Universidad Nacional de Rosario, los
contenidos de las materias de las distintas carreras de ciencias sociales que
sobrevivieron a la ‘purga’ institucional cambiaron profundamente. Si 1976 fue el
año de reordenamiento, al año siguiente las estructuras universitarias se
encontraban ya depuradas de docentes y contenidos considerados “subversivos”.
Para Godoy y Broda este cambio implicó una clara autocensura que se ocupó de
limpiar la bibliografía de los programas de estudio284. En el caso de la escuela
Superior de Psicología Sergio recuerda que ya en 1975 esa depuración estaba en
marcha: “Me lo encuentro a Pangia cambiando unos carteles, se estaban
cambiando materias del plan de estudios, porque eran… materias “izquierdistas”.
Por ejemplo, dice, se refería a una, dice es toda la bibliografía está basada en
Politzer (…) o sea ya había todo un proceso de persecución a todo pensamiento
de izquierda, de consolidación de un movimiento de derecha dentro de la
Facultad”285. Para quienes transitaron la carrera de Historia por entonces, las
materias tuvieron un fuerte contenido antimarxista en los primeros años que fue
diluyéndose hacia finales de la dictadura286. Sin embargo, ello no implicó que los
planes de estudio fuesen menos conservadores o clericales:

“Cuando entré la facultad me pegó mal, yo ya era atea ya me registraba atea(…),


los que hicimos la Facultad de Humanidades en aquella época, en todas las
materias estudiábamos las Cinco vías de la existencia de Dios de Santo Tomas
(…) Y por ese lado me molestó mucho la Facultad de Humanidades, mi malestar
tenía que ver con esta cosa de que en todas las materias teníamos que cursar
Santo Tomás y nos hacían fichar la Biblia (…) entonces había que buscar los

284
GODOY, Cristina y Vanina BRODA. “El poder de la palabra bajo vigilancia en la universidad
pública en dictadura”, en KAUFMANN, C. (dir.) Dictadura y educación, op. cit., t 2., p. 63.
285
Sergio C. se refiere a Georges Politzer psicólogo y filósofo marxista húngaro.
286
Según la apreciación de quien cursara la carrera de Historia en la Universidad Nacional de
Rosario en aquellos años, es posible marcar una diferenciación clara entre los contenidos de las
materias en los primeros años de la dictadura 1976-1979 con una fuerte connotación antimarxista y
los años primeros de la década siguiente.

137
valores, nos hacían estudiar los valores, los valores de la cultura cristiana
occidental, y los valores eran qué sé yo… y entonces estaba la lista de los valores
y vos tenías que agarrar la biblia y entrar a buscar, a leerte la biblia y donde
encontrabas ahh acá habla de los valores de que se yo la virginidad (…) eso
hacíamos, fichábamos, la biblia (silencio) y a mí eso me enojaba
287
profundamente” .

El tomismo fue sin duda uno de lineamientos filosóficos que atravesó las carreras
humanísticas por aquellos años. Como hemos señalado esa línea fue también en
la Escuela de Psicología luego de 1979 donde “Entra una gestión que cambia la
orientación psicoanalítica por una orientación del realismo cristiano, del realismo
aristotélico tomista (…) la idea es dar un panorama mucho más amplio de la
psicología, de las distintas corrientes. Con lo cual en realidad se pierde lo poco de
bueno que teníamos hasta ese momento que era por lo menos leer Freud”288. Lo
mismo ocurre en Filosofía con la dirección de Raúl Echauri que ya señaláramos.

En el caso de aquellos que ingresaron a la universidad en los últimos años de la


dictadura probablemente todos estos cambios así como el control y la censura no
fueron vividos con miedo o temor, probablemente porque no había experimentado
la universidad en otros contextos y había ingresado a la Facultad en 1981. Beatriz
grafica esta idea en una anécdota:

“y yo nunca había ido a una facultad, y voy a una facultad y bueno hay un
escritorio ahí en la puerta, la gente puede entrar solamente de a una, y tenía que
mostrar el documento o la libreta en la puerta y esto que sé yo, era así. Y yo
desde… no sé a la semana del golpe andaba con el DNI encima, entonces que
me lo pidan también para entrar a la Facultad bueno era… que se yo era decir
buenos días y mostrar la libreta”.

El disciplinamiento se volvía así parte de la cotidianeidad y se naturalizaba donde


no preguntar en clase, no reunirse o ser controlado el desplazamiento dentro de
las dependencias de una facultad no era considerada una práctica anormal. Ahora

287
Beatriz A.
288
Sergio C.

138
bien, esta percepción de Beatriz en 1981 probablemente distaba mucho de aquella
que tuvieron quienes transitaron por la universidad entre 1975 y 1978.

Para Sabatino, quien cursaba Medicina, la mirada sobre la universidad y su


experiencia difiere de aquella señalada por Beatriz y ya en 1975: “la persecución
en la Facultad era terrible, a nosotros nos ponían contra las paredes (…) Aparte la
facultad ya es dirigida por los fascistas del peronismo, Ivanissevich y todos esos.
La facultad no se podía hablar directamente; uno iba, cursaba”289. Con el golpe de
estado si las cosas cambiaron fue en el sentido de la profundización de ese
proceso de control y represión vividos. La realidad del ámbito universitario de 1976
obligó a Sabatino a retraerse en el ámbito privado:

“Así es que a mis dieciocho años, me reencontraba con un hogar donde era posible
seguir estudiando, Anatomía sobre todo (…) Y desde ese marco hogareño fui
pariendo exámenes y sacando materias: Histología, Fisiología, Química, Física,
apoyado en una nueva capacidad para diseñar, articular y resumir, dado que en la
Facultad “había que andar lo menos posible”, hablar lo menos posible y en especial
no quedarse demasiado”290.

Alicia por su parte recuerda: “Aprendimos a caminar contra la dirección en que


venían los autos, a tener mucho miedo al salir de la facultad y esperar el ómnibus.
También a esconder, enterrar libros y revistas”. Sergio C. señala la infiltración de
“servicios o con vocación de servicios” en la Facultad.

Es posible pensar que si bien este control se implementó muy tempranamente


tuvo efectos diferentes en aquellos que cursaron los primero años de la
universidad en dictadura y quienes la iniciaron en los 80. No porque el
disciplinamiento y el control se hubiesen relajado significativamente sino porque
para quienes el control había sido una constante desde sus experiencias

289
Sabatino Palma. Realizó sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri y participó de
las tomas, momento en que inició su militancia en la TERS, acercándose luego a la JP. En 1975
comenzó su carrera universitaria en medicina y en el año 1977 sus estudios como actor en los
talleres de Arteón. Fue parte del grupo Discepolín y actor en la obra Cómo te explico. Entrevista
realizada en julio de 2011.
290
PALMA, Sabatino. Tablas, potrero y diván, Homo sapiens, Rosario, 2007, p. 210.

139
secundarias, el ingreso a la universidad con todas sus restricciones no se
presentaban como una anormalidad. Por otro lado para quienes vivieron la
universidad entre los años 1975 y 1978, ese control quedaba evidentemente
articulado con una lógica de represión más visible y explícita de la que se
sucediera en años anteriores.

Es necesario plantear una digresión que es necesaria a la hora de comprender


cómo mutó ese mundo para los jóvenes que ingresaron tanto a la escuela
secundaria como a una facultad en dictadura. En principio cabe destacar que los
cambios producidos no fueron percibidos del mismo modo por las distintas
subgeneraciones de jóvenes que transitaron por aquellos años la escuela o la
universidad. Es decir, los cambios y la cotidianeidad vivida probablemente eran
decodificadas en modo diverso por aquellos que habían iniciado sus estudios a
principio de los ‘70, por ejemplo, de aquellos que lo hicieron en plena dictadura.
Mientras los primeros vivieron u observaron un proceso de politización y
radicalización en el ámbito escolar o de la universidad que acompasaba con la
realidad social, en el caso de quienes que vivieron esos hechos en su infancia e
ingresaron luego de 1976 a las escuelas secundarias no sólo no lo vivieron sino
que es posible pensar que esas experiencias no formaron parte de la herencia
transmitida por las generaciones mayores. En este sentido es posible advertir en
las diversas entrevistas una diferencia significativa entre aquellos que iniciaron sus
estudios en el período previo al golpe de estado y su percepción de los cambios
sucedidos de aquellos que lo hicieron ya instalada la dictadura. Algo similar podría
señalarse respecto de quienes iniciaron sus estudios secundarios hacia finales de
la dictadura y sus estudios superiores en democracia.

Como vemos el control y disciplinamiento del ámbito universitario ejerció un lugar


fundamental en la instauración de las lógicas represivas que no pueden
comprenderse sin esa simbiosis291. Si bien no me detendré a analizar la represión
sobre los jóvenes militantes estudiantes universitarios durante la última dictadura

291
AGUILA, G. Dictadura, represión..., op. cit., p. 221 y ss.

140
militar292 es necesario entender que más allá de aquellos que fueron
detenidos/desaparecidos y/o asesinados, la represión fue en muchos casos una
instancia visible para esos otros jóvenes que en los primeros años de la dictadura
transitaban la universidad.

Gabriela Águila ya ha señalado que si bien la represión tuvo un carácter secreto y


clandestino ello no implicó que fuese invisible a la sociedad293. En el ámbito
universitario de los primeros años de la dictadura esa visibilidad no era menor.
Alicia estudiante de Comunicación y correctora del diario La Tribuna desde 1977
señalaba: “Entonces, yo creo que sobre el ’78 termino de cursar… y lo único que
yo te puedo decir es que las cosas que, la imagen que tengo es que… lo que yo
veía en la facultad y las cosas que pasaban esto es lo que yo no veía reflejado en
ninguna de las páginas de los diarios”. Aquello que Alicia “veía” en la Facultad no
sólo refería a la ausencia de docentes y estudiantes militantes sino a la realización
de operativos represivos: “yo recuerdo haber estado en la facultad de Derecho
estaba el comando enfrente y entraron…me cuesta decir si entraron policías, si
eran civiles o estaban… si sé que entraron a las aulas, nos dijeron que no
saliéramos, que no nos moviéramos de allí”. El recuerdo difuso de Alicia no le
permite aseverar si en ese operativo o en otro se llevaron a dos compañeros,

292
Si bien no nos detendremos en este trabajo a analizar las lógicas represivas en la Universidad
Nacional de Rosario, sin duda este fue un ámbito que sufrió fuertemente la represión del régimen
de facto. Un proyecto de investigación llevado adelante en 2006 señalaba que sumaban casi
doscientos los docentes y estudiantes universitarios rosarinos asesinados y desaparecidos durante
el período 1976-1983. Ver: “Presentan la investigación Memoria con identidad”, LC, 22/04/06. Para
el caso de Psicología ver además ORZUZA, Stella Maris; Carlos D. GOMEZ; Laura CAPELLA,
David FUKS, Clarisa LOPEZ y Cristina VIANO. “Análisis de los legajos académicos de estudiantes
y psicólogos…” op. cit. Respecto de la desaparición de un docente de física y su esposa psicóloga
puede verse el documental Liliana y Eduardo. Luces de la memoria, dir. Sergio Monserrat, 2010.
En él se puede advertir la represión y persecución política sobre un grupo de docentes de Física de
la Facultad de Ingeniería. Si bien no hay muchos trabajos que reconstruyan las identidades e
historias de los docentes y estudiantes desaparecidos y asesinados en dictadura, en la actualidad
la mayoría de las facultades así como las escuelas medias dependientes de la Universidad han
realizado diversos actos e instalado placas conmemorativas que reactivan las memorias en torno a
ese pasado.
293
AGUILA, G. Dictadura, represión…, op. cit. p. 230.

141
dando cuenta además que la acción de fuerzas represivas en el espacio
universitario no era inusual294.

Para quienes transitaron los claustros de la universidad en aquellos años, por muy
ajenos a la participación política que estuviesen, era muy difícil no ver esos
operativos armados. Sin embargo la incidencia que ello tuvo en su propia realidad
probablemente no fue significativa, o al menos no adquirió en todos los
estudiantes el mismo sentido. Y mientras aquellos que tenían cierta militancia
política, simpatía o solidaridad con experiencias militantes concibieron esos años
en la facultad como años de terror, vigilancia y miedo que obligaba al resguardo
de la propia vida, para otros las facultades estaban más ordenadas y agradecían
no sólo el discurso de las autoridades sino sus acciones. Ya hemos señalado el
caso específico de los estudiantes que acompañaron a Videla en su visita a la
ciudad295, pero aun cuando no fueran muchos es probable que ese
acompañamiento no se resuma sólo en ellos. En los actos de colaciones de las
diversas facultades durante gran parte de la dictadura, un estudiante tomaba la
palabra por los egresados y lo hacía con la venia de las autoridades de la
institución. En algunos casos, más allá de felicitar a sus compañeros aplaudían la
gestión universitaria. Quizás el caso más paradigmático, ya que su discurso fue
reproducido en la prensa sea la del egresado de Ciencia Política de 1976, no
casualmente uno de los “estudiantes” que al año siguiente formó parte de la

294
Mas allá de las apreciaciones de Alicia respecto de aquello que los diarios no reseñaban, cabe
destacar que a principios de julio de 1977 se publicó en el diario La Capital una nota que
mencionaba a través de versiones extraoficiales la detención de dos jóvenes en la facultad de
Ciencias Políticas “Trascendido”, La Capital,09/07/77, p. 12. Asimismo el 26 de julio en los titulares
del mismo diario se mencionaba la muerte de tres jóvenes en un supuesto enfrentamiento en
Alvear, uno de ellos estudiaba Ciencias Políticas. “Fueron abatidos ayer en Alvear tres sediciosos”,
26/07/77, tapa. Para un análisis respecto de aquello que los diarios locales decían y no sobre el
accionar represivo ver: LUCIANI, Laura. Entre el consenso la censura y el silencio, op. cit.
295
Hace unos años y ante la interpelación pública quien fuera una de las estudiantes que
participara de ese encuentro con Videla señalaba: “nos invitaron a los mejores promedios y yo fui”.
Sus palabras daban cuenta de la necesidad de justificar ese hecho pero a la vez daba pistas sobre
las cuales entender ese comportamiento, era un honor ser elegida representante. La estudiante,
luego recibida pasó a formar parte del staff docente de la Facultad.

142
comitiva presidencial296. Sergio C. quien fue estudiante de la carrera de Psicología
en esos años recuerda también que existía un buen número de estudiantes
vinculados a la gestión de Arango y que “se enorgullecían de eso”. Inclusive uno
de ellos solía decir que hablaba “desde Massera”, dicho estudiante, ya recibido,
fue docente en dos materias de la carrera en dictadura. El panorama nos permite
pensar en una heterogeneidad de estudiantes que poblaron las aulas en aquellos
años, pero posiblemente aquellos estudiantes que construyeron un discurso en
consonancia con aquel emanado de las autoridades de la Universidad Nacional de
Rosario no fueran mayoría y más seguramente pobló los claustros el
desconocimiento parcial, el miedo y el silencio.

Los recuerdos, las experiencias de vida como estudiantes universitarios en


dictadura se construyeron desde lugares distintos. Es posible pensar que para
aquellos ajenos de prácticas, amigos o familiares militantes la experiencia de la
represión e inclusive el control fue menos significativa o bien no afectó su tránsito
por alguna facultad en dictadura. Para aquellos con un poco más de conocimiento,
con cierta militancia o simpatía política la realidad de los primeros años de la
dictadura no fue menor. Las diferencias como vemos no están dadas sólo por la
distintas “subgeneraciones” o la coyuntura en que realizaron sus estudios
secundarios o universitarios sino cómo las transformaciones de la universidad
afectaron sus propias percepciones e intereses. En todos los casos, sin embargo
es probable considerar que la universidad en dictadura marcó desde otro lugar su
propia experiencia. El cupo y los exámenes restringieron considerablemente el
ingreso de jóvenes a la universidad y el cambio en los planes de estudios llevó a

296
En esa ocasión el estudiante decía: “El proceso que vive el país necesita suscitar una nueva
clase rectora. (…) Se requiere insistentemente la aparición de una generación cuya actitud sea
nueva, sus bases formativas tengan otra solidez y auténticamente reconstructiva”. Ver: “Acto
académico en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, LC, 02/12/76, p. 9. Dicho estudiante,
fue luego intendente de facto de Arroyo Seco en el período 1981-1983. Actualmente es docente en
escuelas católicas y representante de JAEC. En 1979 y en el acto de colación de Derecho un
egresado de la carrera recordaba las palabras del Papa “os suplico de rodillas que abandoneís los
senderos de la violencia y volváis a los cambios (sic) de la paz. Podéis decir que buscáis la justicia
pero la violencia retrasa los días de justicia (…) este fervoroso, casi desesperado llamado (…)
debe motivarnos a nosotros para encarar la formulación de ese nuevo orden jurídico”, ver: “Emotiva
colación de grados hubo ayer en Derecho”, LC, 10/11/79, p. 2.

143
muchos estudiantes e incluso graduados a considerar, ya instaurada la
democracia, a recursar materias que habían quedado obsoletas.

Por último si el control y el disciplinamiento no se tradujeron en recuerdos sobre


vivencias del terror para quienes transitaron la universidad en los últimos años de
la dictadura, sin duda aquello que atravesó sus propias vidas como estudiantes
estuvo signado por la emergencia de nuevas formas de acción y participación
política que marcaron los últimos años de la dictadura pero especialmente desde
la segunda mitad de 1982. Sobre este tema volveremos en el último capítulo.

144
Capítulo 4
Las políticas hacia los jóvenes en las Fuerzas Armadas
En Militares o ciudadanos, Máximo Badaró señala que a partir del golpe de
estado de 1976 se renovaron las pretensiones de ingreso a la carrera militar en
Argentina. Las cifras que el autor expone respecto de los jóvenes que buscan
educarse en el Colegio Militar Nacional argumentan en este sentido. Si desde
1972 la cantidad de aspirantes había sido de 549, número que sería una
constante hasta 1976; en 1977 hubo más de 1000 aspirantes, manteniéndose ese
promedio durante toda la dictadura297. El dato no es menor y da cuenta de varias
cuestiones. En principio que las Fuerzas Armadas fueron, especialmente luego del
golpe, más visibles y tuvieron mayor presencia en la sociedad. Pero esta
visibilidad e imagen de formación no sólo era una construcción social a priori. El
rol que habían ejercido estas en los años previos a marzo de 1976298 y la idea
común de restauradoras del orden que se instaló ya con el golpe junto al discurso
emanado del PRN, abrieron un camino de convergencias entre sociedad y
Fuerzas Armadas, al menos en algunos puntos. En segundo lugar, las Fuerzas
Armadas también propiciaron su rol como educadoras y reforzaron sus discursos y
vínculos con las generaciones jóvenes en este contexto.
Desde el ámbito castrense las representaciones sobre juventud durante los
primeros años de dictadura también giraron en torno a una concepción que

297
BADARÓ, Máximo. Militares o ciudadanos…, op. cit., p. 92.
298
Si bien las Fuerzas Armadas estuvieron presentes en la historia política de la Argentina desde
varias décadas atrás, en los últimos años la llamada guerra contra la subversión las había llevado
a la primera plana. Ver FRANCO, Marina. Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y
“subversión”, 1973 -1976. Buenos Aires, FCE, 2012, especialmente el apartado “Las Fuerzas
Armadas en el centro de la escena”. Para una estudio sobre las Fuerzas Armadas en la historia
Argentina ver ROUQUIE, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires:
Emecé, 1982. Para un balance historiográfico respecto de los estudios sobre las Fuerzas Armadas
ver SOPRANO, Germán “Los militares como grupo social y su inscripción en el estado y en al
sociedad argentina. Batallas intelectuales y políticas por la construcción de un objeto de estudio en
las ciencias sociales”, en REDIU CMN, n° 22, año 8, 2010. Disponible en:
http://rediu.colegiomilitar.mil.ar, [consulta realizada el 30/11/2012].

145
deslindaba la trama tejida desde otros espacios entre jóvenes y peligrosidad. Un
mensaje emitido por una de las Fuerzas Armadas señalaba: “El Ejército sabe que
la juventud no es problema para el país y su futuro, pues conoce de su idealismo
de su profundo amor a la Patria, de su entrega” para luego agregar que “es
consciente de que los jóvenes tienen problemas. Pero no coincide con quienes
poseen de dichos problemas una visión tremendista y casi apocalíptica. Menos
aún con los que interesadamente fomentan para capitalizarlos en beneficio de
intereses antinacionales”299. Ser joven se unía además al heroísmo cuando se
hablaba de los soldados que conformaban además las diversas fuerzas. Así en un
libro publicado por el Círculo Militar en 1976 se señalaba que: “Esa muchachada
sana física y moralmente, representada con virilidad por los oficiales y suboficiales
jóvenes, esa muchachada supo reaccionar ante el golpe bajo, sorpresivo y
readaptarse de inmediato a la forma de lucha que le impusieron, vaya a saber qué
negros intereses”300.

Pero si desde los discursos se pretendía redefinir el rol del joven argentino y los
supuestos peligros que le acechaban; desde sus prácticas proyectaron un
conjunto de estrategias que no sólo buscaba hermanar a las Fuerzas Armadas
con los jóvenes sino revitalizar su rol comunitario frente a la sociedad, tarea que
lejos estaba de señalar su papel represivo en el marco de la dictadura. Así
mantuvieron y consolidaron en ese contexto algunos proyectos ya existentes y se
generaron otros nuevos. Estos tendían a vincularlos generalmente con ámbitos de
jóvenes, y en especial con varones sugiriéndonos la idea de que las propias
Fuerzas Armadas se consideraban idóneas en el arte de la educación de las
generaciones futuras. Junto a esa idoneidad primaba además la idea de que se
nutrían de sangre joven. En septiembre de 1976 y en el marco de la realización de
un torneo juvenil interprovincial gestado desde el III Cuerpo de Ejército, el General
Luciano Benjamín Menéndez, jefe del área, ponía en palabras esta asociación:

299
“Mensaje a la juventud”, LC 7/03/1977, p. 4
300
El ejército hoy, Círculo Militar, Bs. As., 1976, pp. 39-40.

146
“Un primer aspecto de nuestra filosofía –añadió- se relaciona con el hecho de que
el Ejército es una institución eminentemente joven, a nivel de juventud: nuestros
soldados son jóvenes, nuestros cabos, nuestros subtenientes. Pero además es
una institución donde hay renovación permanente de promociones. Esto es
común a las Tres Fuerzas.
El viril ejercicio de las armas –prosiguió el general Menéndez- requiere hombres
jóvenes y sanos. Estos torneos permiten reforzar el sentimiento nacional de
nuestro pueblo en esta convivencia y participación de actos militares donde
siempre se exaltan los símbolos y valores patrios”301.

En un capítulo previo hemos señalado cómo desde la segunda mitad del siglo XX
se había impuesto socialmente la asociación entre joven, varón, clase media y
estudiante. Sin embargo esta cita nos impone una primera reflexión que permita
repensar la asociación realizada entre “el viril ejercicio de las armas” y los
“hombres jóvenes y sanos”. Soldado/juventud/virilidad son términos que suelen
articularse en forma recurrente en el discurso castrense, especialmente cuando
esas alocuciones se producen en tiempos de conflicto bélico. Mary Louise Pratt
señala en su artículo sobre la obra de Nelly Campobello y la revolución mexicana
que “las historias de guerra están marcadas siempre por un androcentrismo
aplastante” y que “las sociedades en estado de guerra se segregan por género,
generación y espacio, polarizando la distribución de los actores. Los hombres-
ciudadanos jóvenes, parten al campo de batalla y al cuartel, las mujeres con niños
y ancianos, siguen ocupando la ciudad y el hogar” 302. Si bien la autora pretende
discutir especialmente con una historiografía que reproduce ese androcentrismo,
su análisis permite iluminar el modo en que desde las representaciones militares
se reproducen esas imágenes. En este sentido, si consideramos que en el
discurso militar argentino de aquellos años la fundamentación del golpe de estado
y de la dictadura misma se montó sobre el dispositivo de guerra contra la

301
“Torneo Juvenil interprovincial”, LC, 16/09/76, p. 12. El subrayado es mío.
302
PRATT, Mary Louise “Mi cigarro, mi Singer y la revolución mexicana: la danza ciudadana de
Nelly Campobello”, Revista Iberoamericana, vol. LXX, n° 206, 2004, p. 256.

147
“subversión”, es posible pensar que la apelación a la juventud estaba en el
imaginario castrense indisolublemente asociada a lo masculino y a la guerra303.

Por otra parte si el gobierno de facto instalado en marzo del 76 diseñó políticas
específicas hacia los jóvenes, políticas que se llevaron adelante desde el aparato
del estado, las Fuerzas Armadas proyectaron en estos años otro conjunto de
estrategias que en su mayoría también utilizaron el aparato estatal para su
propiciación. En este sentido es posible señalar que desde las diversas Fuerzas
se organizaron actividades que aun cuando no fueron de gran espectacularidad,
tuvieron en determinadas coyunturas un impulso significativo y al menos parte de
la sociedad se sumó en esas propuestas. Pero estas políticas para jóvenes
desarrolladas no fue una constante durante la dictadura y señalan una
periodización que debe al menos ser destacada. Si bien podemos plantear que ya
desde la instalación del régimen militar las Fuerzas Armadas como institución304
desarrollaron vínculos e intervinieron en diversos ámbitos, especialmente los
educativos como el Plan de Acción Cívica, fue en la coyuntura 78/ 80 cuando se
verificó el despliegue de las estrategias más significativas como fueron el proyecto
Argentinos, Marchemos hacia las fronteras potenciado a nivel nacional y la
creación del Liceo Aeronáutico en las cercanías de la ciudad de Rosario. Si bien
ambos proyectos son de una envergadura diferente, su concreción en esos años

303
En ese marco de virilidad, juventud y guerra puede rastrearse la construcción simbólica en torno
al servicio militar obligatorio, una de las instituciones de mayor trayectoria en la historia de la
relación entre Fuerzas Armadas y juventud. Si bien sería interesante analizar en profundidad el
servicio militar en dictadura, esto excede a las pretensiones del capítulo en la medida que aquí nos
centraremos en aquellas políticas que en dictadura buscaron potenciar el rol “social” de las
Fuerzas Armadas frente a estos. Ello no nos impide sugerir una interesante propuesta respecto del
estudio de la conscripción durante el Operativo Independencia, ver GARAÑO, Santiago. Entre el
cuartel y el monte. Soldados, militantes y militares durante el Operativo Independencia (Tucumán
1975-1977), tesis de doctorado, mimeo, 2012. Disponible en www.riehr.com.ar.
304
Volvemos en este capítulo a permitirnos una digresión analítica. Sin desconocer que fueron las
Fuerzas Armadas las que realizaron el golpe de estado, que la Junta Militar estaba constituida por
las tres fuerzas, en este apartado consideraremos especialmente aquellos discursos, estrategias y
prácticas que se llevaron a cabo desde las Fuerzas Armadas como institución, escindiéndose al
menos parcialmente del gobierno de facto. Esta separación nos permite dos cuestiones, en
principio incorporar al análisis otros sectores de las fuerzas como gendarmería o la fuerza policial.
Por otra parte, permite pensar la multiplicidad de voces de quienes fueran sus jefes que aún
cuando adherían al régimen y llevaban adelante el plan represivo, añadían sus propias
convicciones –individuales y/o colectivas- al PRN.

148
nos permite pensar en un momento de auge en la búsqueda de estrechamiento de
los vínculos entre militares y jóvenes.

Este capítulo refiere al análisis de las acciones de las Fuerzas Armadas en esta
línea, dando especial énfasis a la concreción y puesta en marcha de los Planes de
Acción Cívica en la ciudad y los dos proyectos mencionados, el operativo y el la
creación del liceo. Los casos reseñados señalan sin duda una diversidad que no
podemos desconocer y que dan cuenta de la multiplicación de estrategias
diseñadas. Todas ellas confluyen sin embargo en un punto central, se orientan
hacia una articulación con las escuelas medias. La propuesta no pretende
constituirse en una mera descripción y detalle de estas actividades sino que
interesa señalar por qué se desarrollaron específicamente en esa coyuntura, qué
impacto tuvieron estas políticas en el marco social en que fueron impuestas y
cómo entender la trama entre Fuerzas Armadas y jóvenes en el contexto de la
dictadura.

Las Fuerzas Armadas y la sociedad argentina: el Plan de Acción Cívica

Uno de los programas con mayor continuidad a lo largo de la dictadura fue el Plan
de Acción Cívica que las diversas fuerzas llevaron adelante y que con mayor
contundencia realizó el Ejército. Este no era un proyecto nuevo ya que según un
informe del Ejército en 1963 “se iniciaron estudios tendientes a centralizar y
desarrollar armónicamente un plan de acción cívica nacional”305. Su
implementación en ese contexto no era casual. Luego de la revolución cubana la
necesidad de contener el posible avance revolucionario llevó a Estados Unidos a
implementar una doble política de acción sobre América Latina, el
intervencionismo militar y el estrechamiento de sus lazos con las Fuerzas
Armadas Latinoamericanas y la propiciación de políticas reformistas, entre ellas la
Alianza Para el Progreso. Según Claude Heller, en ese marco de estrategias y
vínculos gestados entre la política norteamericana y las Fuerzas Armadas
latinoamericanas en la guerra fría, el Programa de Ayuda Militar se centró en dos
cuestiones: el apoyo a las acciones de contrainsurgencia y los programas de
305
“Destacó Suarez Mason la Acción Cívica del Ejército”, LT, 10/11/79, p. 2.

149
acción cívica. Estos últimos tenían como objetivo “modificar la imagen poco
popular de los militares en el seno de las sociedades latinoamericanas”306. En ese
contexto Argentina inició en el año 1963 las negociaciones para la firma de los
Programas de Asistencia Militar que implicaba la asistencia militar y la
incorporación de los Planes de Acción Cívica307. Los Planes se constituyeron así
en estrategias de acercamiento de las Fuerzas Armadas a la sociedad gestadas
tanto en dictadura como en democracia, pero que no implicaron –al menos
inicialmente- un nexo exclusivo con las escuelas ni con sectores juveniles.

Otra experiencia que desde el vamos buscó vincular Ejército con jóvenes fue el
operativo Dorrego. En 1973 y en el contexto de la primavera camporista se
propició dicho proyecto que planteaba la acción mancomunada entre Ejército y
militantes de la JP. Puesto en marcha en la provincia de Buenos Aires implicó la
participación de dos mil soldados y más de cuatrocientos integrantes de la JP que
trabajaron en la reconstrucción de zonas inundadas de la provincia. Fue
impulsado por el jefe del Ejército, el Comandante Jorge Raúl Carcagno, quien era
considerado “un soldado con sentido social” y como un militar “populista cercano a
los lineamientos de la revolución peruana”308. Proveniente de Infantería, Carcagno
llevó adelante negociaciones con la JP para implementar el operativo Dorrego
señalando con este hecho su acercamiento con los sectores del peronismo de
izquierda. Del operativo el diario La Opinión señalaba la curiosa “convivencia
armónica”309 entre los miembros de la institución castrense y los militantes,

306
HELLER, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: un intento
de evaluación, Nueva Sociedad, n° 27, 1973, p. 24. Se señalaba además que desde el punto de
vista norteamericano se consideraba que las fuerzas armadas no sólo debían tener un carácter
represivo sino que “podían ser estimulados a participar en la transformación económica y social,
participando en actividades tales como la construcción de carreteras, escuelas, vivienda así como
de asistencia médica en zonas rurales poco comunicadas o abandonadas”.
307
MAZZEI, Daniel. Bajo el poder de la caballería. El ejército Argentino (1962-1973), Eudeba, Bs.
As., 2012, p. 146 y ss. El autor señala que en lo referente a asistencia militar -que implicaba
mayormente el envío de armamento a las Fuerzas Armadas- el Programa fue un fracaso. Si los
Planes de Acción Cívica se llevaron adelante en la línea propuesta por el país del norte, las
influencias norteamericanas en materia militar fueron, según Mazzei, menos significativas que las
provenientes de la escuela francesa. Ver del mismo libo el cap. VII.
308
SCENNA, Miguel. Los militares, editorial Belgrano, Buenos aires, 1980.
309
“El ejército y al juventud peronista en una experiencia conjunta de trabajo y convivencia que
tiende a fijar objetivos comunes”, La Opinión, 27/10/73.

150
mientras que algunas revistas afines a la militancia de la izquierda señalaban sus
dudas respecto de los vínculos que pudiesen establecerse entre ambos
recordando que hacía poco más de un año había ocurrido la masacre en
Trelew310. Las críticas a la figura de Carcagno y al proyecto provinieron del seno
de las Fuerzas Armadas y del propio Perón, provocando su destitución como jefe
del Ejército311. Del período que media entre las dos dictaduras, este fue sin dudas
el proyecto de acción civil de mayor envergadura gestado al interior de las Fuerzas
Armadas. Con él, un sector del Ejército buscaba propiciar un acercamiento con
parte de la sociedad, especialmente con la militancia juvenil. El operativo se
presentaba así como un rasgo de continuidad con los Planes de Acción Cívica
previos pero resignificados ahora en ese nuevo contexto de radicalización política.

Durante la última dictadura, los Planes de Acción Cívica siguieron realizándose


pero sus sentidos se habían modificado. Respecto del plan el propio Ejército
planteaba que en 1976 la fuerza tenía una función “colonizadora y civilizadora”
que articulaba su “lucha contra la subversión” con el “desarrollo armónico de la
comunidad”312. En ese contexto si bien los Planes tenían objetivos diversos, en
general estuvieron vinculados al espacio educativo y consistió generalmente en
padrinazgos, arreglos de escuelas y entrega de banderas entre otras actividades.
Jáuregui lo definía en 1980 del siguiente modo:

“La acción Cívica del Ejército se realiza en forma conjunta con la comunidad y
tiene por finalidad mejorar las condiciones de vida de la comunidad, en estrecha
relación con sus integrantes, contribuyendo a su progreso social, económico y
cultural, consolidando los principios fundamentales de nuestra forma de vida,

310
En la revista Militancia se señalaba: “en la memoria colectiva del pueblo esta identidad del
ejército con el sistema explotador y represor está presente y no podemos venir a proclamar el
reencuentro del pueblo y del ejército sin haber definido claramente si es posible en los hechos,
cuales son las bases del supuesto reencuentro”, Militancia, n° 19, octubre de 1973.
311
GALASSO, Norberto. Perón, exilio, resistencia, retorno y muerte, 1955, 1974, Colihue, Buenos
Aires, 2005, t. 2 1263-1264. También se refiere a este hecho FRANCO, Marina. Un enemigo…, op.
cit., p. 67.
312
El ejército hoy, op. cit. p. 121.

151
especialmente en los sectores mas relegados y en las zonas donde no son
suficientes los recursos y los medios disponibles”313.

El jefe del II Cuerpo de Ejército señalaba además que no era objetivo del Ejército
competir con las acciones municipales o provinciales correspondientes, sino
complementar su accionar especialmente en aquellas ocasiones en que “la acción
oficial se ha demorado por distintas causas”. Sin embargo, el Plan había sido
reimpulsado en el marco de la dictadura a partir de mayo de 1977 y aunque
originalmente mantenía las premisas que Jáuregui señalara años después, esto es
llevar adelante emprendimientos en colaboración con las autoridades provinciales
ante situaciones adversas, paulatinamente tuvo otros matices. Así en 1977 el Plan
puesto en marcha en el área del II Cuerpo de Ejército consistió en otorgar ayuda al
gobierno provincial para el desmantelamiento de las escuelas rancho y la
construcción de edificios nuevos314, asimilando la política que el Ejército estaba
llevando adelante en todo el país. Pero el proyecto no sólo quedó allí, el II Cuerpo
avanzó entregando subsidios para la remodelación de instituciones escolares315 y
en la ciudad de Rosario la Escuela de Educación Técnica Juana Elena Blanco
recibió dos aulas “costeadas y construidas” por esta fuerza316. Ya fuera para
construir, remodelar o pintar las paredes de la escuela, los soldados en ocasiones
se hacían presentes y visibles ante la comunidad educativa, estrechando además
los vínculos entre ambas instituciones y entre las personas. En el libro El Ejército
hoy se reproducía una supuesta carta de una maestra tucumana que en mayo de
1976 dirigía a la madre de un soldado su agradecimiento por la acción que este
llevara adelante en su escuela:

“le escribo para hablarle de él y decirle de nuestro agradecimiento por la obra de


Amor y Patria que está dejando en este lugar: que parece haber florecido desde

313
“Plan de Acción Cívica en 1980”, LC, 18/04/80.
314
“Acción cívica del comando del II Cuerpo de Ejército en Santa Fe”, LC, 11/05/77, p. 6. Tiempo
después el Ministro del Interior, Harguindeguy, propuso paliar el déficit de docentes en zonas
fronterizas con soldados que hubiesen cursado el bachillerato con terminalidad docente. Ver
“Colaboraría el Ejército en educación”, LC, 08/06/77, p. 3.
315
Ver boletín de prensa 20/11/81, Caja 448, año 81.
316
“El Ejército entregará aulas a una escuela”, LC, 23/11/77, p. 4.

152
que llegaron, transformando lo viejo en nuevo, lo feo en lindo y lo que es más, la
desilusión en esperanza.
Además de su labor de equipo, que él dirige, está su acción particular que va más
allá de toda obligación con la que nos soluciona todo tipo de problema”317

Más allá de cuan fidedigna sean las palabras puestas en la voz de una maestra
tucumana, es significativo consignar que esos Planes implicaron no sólo un
financiamiento económico del Ejército respecto de las escuelas sino que
generaron vínculos personales entre miembros de la fuerza militar y del ámbito
educativo. Este vínculo sin embargo, pareciera no haber trascendido las puertas
de la institución educativa. Es decir, los Planes de Acción Cívica no germinaron
como experiencias mancomunadas de estudiantes y soldados en acciones
comunitarias fuera de las escuelas.

En una línea similar a la realización de estos Planes por el Ejército, las otras
fuerzas iniciaron proyectos de vinculación con comunidades educativas. En ese
mismo año Gendarmería Nacional, Policía Federal y la Armada apadrinaron
escuelas, las renombraron y entregaron banderas. Si esta presencia dentro de la
comunidad educativa no era nueva, aquello que caracterizó más claramente esta
etapa fue la evidencia con que se registraron tales actividades, tanto para la
comunidad educativa como para la sociedad en general. Así las ejecuciones de
los Planes no se realizaban de manera impersonal, sino que por el contrario los
representantes de las Fuerzas Armadas iban a las escuelas, participaban de los
actos inaugurales, escuchaban los discursos de las autoridades escolares y
referían los suyos propios. En ellos enfatizaban en el rol de las Fuerzas Armadas,
las escuelas y los jóvenes. Ejemplo de ello es el acto llevado adelante en la
Escuela Técnica n° 12 de la ciudad de Rosario donde la Armada había entregado
una bandera de ceremonias y diversos materiales didácticos. En esa ocasión
habló el suboficial mayor Antonio José Ferrucci, quien exaltó la figura del
Almirante Brown dejando a los “jóvenes alumnos” como legado sus

317
El Ejército hoy…, op. cit., pp. 122-123.

153
enseñanzas318, luego se bendijo la bandera y la autoridad escolar junto a un
representante de los estudiantes agradecieron el obsequio. Participaron además
de este acto una delegación naval, autoridades municipales, de la cartera
educativa provincial, representantes de las asociaciones vecinales cercanas que
se sumaron a los docentes y alumnos de la institución. Ese mismo día una escuela
de Maizales –departamento San Lorenzo- era apadrinada por Gendarmería y
recibió no sólo la bandera sino también el nombre que llevaría de allí en más319.
En esa ocasión el representante de Gendarmería señalaba: “Este acto debe
marcar el comienzo de una fructífera vinculación, para que se haga realidad el
deseo de todos, cual es el de otorgar una mas efectiva ayuda espiritual, intelectual
y material a estos jóvenes alumnos que hoy nos miran y mañana ponderarán
nuestro empeño”320. Sin embargo nada grafica más las intenciones de estos actos
que las propias palabras de agradecimiento de las autoridades de la escuela que
había recibido las donaciones del II Cuerpo de Ejército y que el diario transcribió.
Allí se señalaba que al colaborar con la actividad educativa se “tiende a identificar
a la ciudadanía con el ejército argentino”321. Con mayor o menor número de
discursos y personas, estas iniciativas se repitieron con cierta regularidad a partir
de 1977 y en los tres años siguientes, mostrando su auge entre 1978 y 1979. En
este último año según las declaraciones de Suarez Mason se habían realizado
mantenimiento en 858 establecimientos educativos en todo el país y que en
materia de salud “se ejecutaron 46.420 obras de las cuales 194 correspondieron a
reparaciones o ampliaciones de establecimientos sanitarios”322.

A los Planes de Acción Cívica que ya tenían su historia, se sumaron otras


estrategias de acercamiento a la comunidad escolar. Una de ellas fue la
318
“La Armada entregó una bandera a la Escuela Técnica N° 12, LC; 1/12/77, p. 6.
319
La escuela pasó a llamarse gendarme Raúl Cuello y la elección del nombre no era casual,
Cuello fue uno de los gendarmes que participó del Operativo Independencia y falleció en agosto de
1975 - según crónicas policiales, luego de salvar a sus compañeros - en el atentado producido al
avión que los transportaría de regreso.
320
“Gendarmería: otra imposición de nombre y padrinazgo”, LC, 1/12/77, p. 5.
321
“La delegación de la Armada concretó la donación de la bandera a la escuela 59”, LC, 8/07/77,
p. 5.
322
“Destacó Suarez Mason…”, op. cit.

154
realización del concurso “Armada Argentina” en la segunda mitad de 1977. La
propuesta gestada desde la Fuerza Armada se proponía incentivar a equipos de
estudiantes primarios y secundarios a que realizasen ensayos sobre la Historia
naval o de intereses marítimos nacionales –entre cuyos temas se destacaban
historia naval, próceres navales, Malvinas y las islas del Atlántico Sur, etc.-. Los
trabajos premiados serían exhibidos en el buque-museo Fragata Belgrano y como
primer premio el viaje del grupo ganador y autoridades escolares a Ushuaia en
transportes de la fuerza en la segunda mitad de 1978323. Otra iniciativa similar fue
el premio “Leopoldo Lugones, ojos mejores para ver a la patria” otorgado por el
Ejército. Este premio consistió en la selección de 200 estudiantes varones y
mujeres de séptimo grado “que se destacaron por su aplicación, conducta y
compañerismo” realizada por el Consejo Nacional de Educación para la
realización de un viaje a distintos puntos del país durante las vacaciones de 1978.
Mediante este concurso en el área del II Cuerpo de Ejército se seleccionó un
grupo de 32 estudiantes que viajaron al Chocón Cerro Colorado, Alto valle del Río
Negro, San Martin de los Andes y San Carlos de Bariloche324.

Otra de las actividades estaba dedicada a la realización de torneos deportivos


juveniles. Si bien estos ya venían desarrollándose durante la dictadura, luego del
Mundial de 1978 estas actividades adquirieron mayor relevancia. Sería el Director
Nacional de Educación Física Héctor Barovero quien luego del evento futbolístico
pondría en palabras la importancia de vincular jóvenes y deporte al decir que el
deporte era una “ley de la juventud” y “entre las múltiples manifestaciones
estudiantiles deportivas –sean espectáculos o competencias- surge la destreza
como condición inseparable de una juventud disciplinada físicamente”325. Al mismo
tiempo que Barovero exponía sus ideas respecto del disciplinamiento físico de
jóvenes, las Fuerzas Armadas ponían en práctica sus enseñanzas. En esa línea el
II Cuerpo de Ejército desarrolló desde el año 1977 el “Torneo Promoción de

323
Boletín CONET 581, mayo de 1977, p. 403 y sigs.
324
“Alumnos seleccionados realizan excursión”, LC, 2/02/78, P. 5. Ver además “El premio Leopoldo
Lugones”, LC, 11/03/78, p. 5 y “A los jóvenes refiérese el Ejército Argentino”, LC, 10/04/78, tapa.
325
“El deporte es una ley de la juventud” LC, 21/08/78, p. 7.

155
Actividades Juveniles” que incluía competencias en las áreas de fútbol, básquet,
vóley y atletismo. Frente a la organización del torneo en su segundo año
consecutivo, los directivos y representantes de los establecimientos educativos
fueron invitados a la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército donde fueron
informados de tales actividades al tiempo que el Gral. Jáuregui, el jefe del Cuerpo,
señalaba que las autoridades militares y educativas debían complementarse en la
tarea de formar “una juventud apta física y espiritualmente para el
engrandecimiento de la nacionalidad” y aseveraba que la realización de los
deportes permitía cumplir con el refrán “mente sana en cuerpo sano (…) evitando
que el estudiante cayera en actividades perniciosas para su conformación
ciudadana”326. Asimismo y según informaba la prensa, el Ejército realizó sólo en el
año 1979 veinticinco torneos deportivos en el que habrían participado más de
trescientos mil jóvenes327. En ese año la actividad deportiva de mayor significación
en la ciudad de Rosario fue un partido de fútbol organizado por el II Cuerpo de
Ejército en el cual participaron el Seleccionado bajo bandera conformado por parte
del seleccionado juvenil argentino (que había ganado el Mundial Juvenil hacía
poco tiempo) contra el Seleccionado Rosarino constituido por jugadores de
equipos locales (Newell’s, Rosario Central y Central Córdoba). Si bien las crónicas
periodísticas señalaban críticas en la organización del evento y un partido de poca
trascendencia consideraban que este fue “un pretexto para alegrar a los chicos”,
aludiendo con ello a los motivos expresados por el II Cuerpo para la realización de
la actividad: aportar al año internacional del niño y la familia328.

Las diversas actividades llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas en lo que
consideraban su accionar comunitario, se convirtieron en ese contexto en una de
las estrategias de visibilización social más contundentes. Se realizaron con la
presencia y participación del gobierno de facto y utilizando como herramientas el

326
“Torneo promoción de actividades juveniles”, LC, 23/08/78, p.5.
327
“Destacó Suarez Mason…”
328
“Los pibes salieron contentos”, LT, 10/11/79, pp. 16-17. Si bien esta actividad fue pensada para
el conjunto de la sociedad, no debe descartarse por un lado la presencia significativa de público
joven, por otro la invitación del II Cuerpo a que “el equipo militar” estuviese constituido por buena
parte del seleccionado juvenil”.

156
propio aparato estatal. Que la mayoría de las políticas de acercamiento a la
sociedad estuviesen vinculadas con los ámbitos educativos no era, por otra parte,
pura coincidencia ya que ambas son históricamente portadoras de prácticas,
símbolos y ritos que colaboran en el proceso de reconstrucción permanente de la
identidad nacional, de los valores y el “deber ser” argentino. Asimismo el vínculo
con la escuela estrecha relaciones tanto con niños como con jóvenes, quienes por
su condición de tales son ya portadores de la pesada carga del futuro y objeto de
innumerables políticas. La articulación del binomio escuela / Fuerzas Armadas
adquirió diversos ribetes pero permitió especialmente tejer una trama de acciones
visibles públicamente, al tiempo que estaban destinadas a gestar vínculos
estrechos con las generaciones más jóvenes de la sociedad. En esa línea quizás
una de las estrategias más significativas fue la realización del proyecto Argentinos!
Marchemos hacia las Fronteras.

Gendarmería se hace cargo de los jóvenes

Gendarmería propició durante la dictadura y bajo la dirección del General Antonio


Domingo Bussi – quien estuvo a su cargo de febrero a diciembre de 1979-
actividades que aun cuando no fueron de gran espectacularidad, tuvieron un
impulso significativo y al menos parte de la sociedad se sumó por diversos motivos
a esas propuestas. Una primera iniciativa realizada en el año 1979 por la
institución castrense fue el convenio con el Consejo Nacional de Educación
Técnica (CONET) para la realización tanto de cursos de oficios en puestos de
Gendarmería como la implementación de “campamentos de trabajo” con alumnos
de escuelas técnicas bonaerenses (y en menor cantidad estudiantes
universitarios) implementados en zonas de frontera, el objetivo era colaborar con
el mantenimiento y reparación de los edificios escolares, desinfección y el control
sanitario de la población329. Así en el invierno de ese año poco más de 150

329
Esta iniciativa se sumaría a otra propiciada simultáneamente, Gendarmería Infantil. Ver
LVOVICH, Daniel. “Estrategias movilizadoras del régimen militar destinadas a sectores juveniles e
infantiles”, XII Jornadas Interescuelas, Bariloche, 2009. También LVOVICH, Daniel y Laura
RODRIGUEZ, “La Gendarmería infantil durante la última dictadura”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, La
Pampa, 2011.

157
jóvenes viajaron a las provincias de Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa a
cumplir dichas tareas330.
Este convenio fue para Gendarmería una experiencia piloto y sirvió para plantear
un proyecto de mayor envergadura desarrollado en las vacaciones de verano, el
operativo Argentinos! Marchemos hacia las Fronteras. Consistió en un plan de
voluntariado de jóvenes estudiantes secundarios que iban a zonas de frontera con
el fin de colaborar con las escuelas. En la experiencia participaron más de
doscientas instituciones educativas seleccionadas por el Ministerio de Educación
de la Nación quien las habría escogido de una lista mayor de escuelas interesadas
en formar parte del operativo331. En ese sentido cabe destacar el rol que cumplió
la cartera educativa en la estructuración del mismo. Laura Rodríguez señala que
entre los objetivos principales del Ministerio, especialmente durante la gestión de
Llerena Amadeo, se planteaba el fomento de proyectos de educación en la zona
de frontera. En esa línea la autora inscribe la cooperación de este Ministerio en
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a partir de los convenios firmados con
Gendarmería. Si bien es cierto que el Ministerio de Educación formó parte del
proyecto, debemos enfatizar que fue gestado desde Gendarmería e implicó la
movilización de la propia estructura de la fuerza para su implementación, siendo el
nexo directo entre los participantes y la región visitada332.

Respecto del operativo en sí, la convocatoria fue primordialmente dirigida a


varones, aunque en ocasiones se consideraba la incorporación de mujeres.
Quienes participaban eran seleccionados por las autoridades escolares con los
criterios que ellas determinasen, así en el colegio Nacional Buenos Aires cuando
un alumno interrogó al vicerrector respecto de la selección de los estudiantes para
participar del proyecto, este señaló que se elegían a “los líderes naturales” de

330
Ver “Confines patrios”, LC, 04/07/79, p.6; “Juventud en las fronteras”, LC 13/07/79, p. 4; “Las
fronteras: misión Fundamental pero no excluyente”; LC 28/07/79, p. 19 y “El General Bussi en
Corrientes” y “Estudiantes y gendarmes en un plan de acción cívica”, LC, 28/07/79, p. 17.
331
MARTYNIUK, Claudio. ESMA: Fenomenología de la desaparición, Prometeo, Buenos Aires,
2004.
332
RODRIGUEZ, L. Católicos, nacionalistas…, op. cit., capítulo 3.

158
cada curso333. El financiamiento del viaje era costeado por los propios padres de
los estudiantes o a través de colectas, venta de rifas, etc. El cuaderno de
comunicaciones de una alumna de la Escuela Nacional de Comercio de Morón
citaba:

“Sres. Padres: llamo a vuestro sentimiento de argentinidad y patriotismo para


solicitar colaboración tan preciada para poder concretar el viaje de 20 de nuestros
alumnos e 4° y 5° año al poblado de Bausacheta (sic ), provincia de San Juan,
como parte del operativo Marchemos hacia las Fronteras para el cual nuestra
escuela ha tenido el alto honor de ser elegida. El viaje debe ser costeado
íntegramente por la buena voluntad que pongan todos aquellos argentinos que
quieran colaborar con el mismo.
(…) Descontando desde ya vuestra colaboración desinteresada agradezco en
nombre de Gendarmería Nacional, de la Escuela y de todos aquellos que
sentimos la imperiosa necesidad de defender lo que es nuestro”334.

En noviembre de 1979 cinco mil jóvenes se concentraron en la cancha de River


para iniciar el viaje hacia los distintos poblados en los cuales junto a Gendarmería
iba a realizar las tareas comunitarias. Claudio Martyniuk relata:

“Cancha de River, 16 de noviembre de 1979, 10 y 30 horas, ingresa Videla y es


saludado por un miembro de la Gendarmería Infantil. Se da inicio a una
"espectacular fiesta cívico-militar", llena de "fervor patriótico". El Himno Nacional fue
ejecutado por las bandas del Colegio Militar de la Nación, de la Escuela de
Gendarmería Nacional, del Regimiento de Granaderos a Caballo y del Regimiento
Patricios y fue coreado por las autoridades y más de 50 mil jóvenes pertenecientes a
escuelas secundarias (los estudiantes que no viajaban debían ocupar las
localidades de la cancha). Tras el izamiento del emblema del operativo, el provicario
castrense, monseñor Victorio Bonamín, impartió una bendición al estudiantado. Dijo
que ellos "conforman un ejército de amor que marcha hacia las fronteras",
poniéndose en guardia "para afianzar la paz". Posteriormente habló la alumna de la

333
GARAÑO, S. y W. PERTOT. La otra Juvenilia…op. cit., p. 116.
334
Cuaderno de Comunicaciones de Graciela C., alumna de la Escuela Nacional de Comercio de
Morón, nota del 08/10/1979. Agradezco a Graciela la utilización de este material que es parte de su
archivo personal.

159
Escuela Nacional de Arte Dramático, Marisa Vilma Borda, quien expresó que "se
inicia una aventura educativa, una experiencia de vida, una toma de conciencia con
la realidad poco conocida del país: el espacio abierto, poco poblado de sus límites
geográficos que significan Patria, Tradición, Argentinidad". Luego usó de la palabra
el ministro de Cultura y Educación, doctor Juan Rafael Llerena Amadeo quien
destacó que esta marcha de jóvenes hacia las fronteras "es un ensanchamiento del
espacio geográfico y espiritual de la Nación". Agregó que "está bien decir que
históricamente estamos volviendo al trance de constituirnos en Nación, porque
renacidos de la decadencia, la corrupción y la muerte, estamos andando hacia un
destino fecundo y trascendente"335.

La concentración de los viajeros en el estadio de fútbol señaló la única instancia


de encuentro entre jóvenes que participaron de la misma experiencia,
evidenciando que la convocatoria realizada no pretendió generar vínculos entre los
participantes ni fomentar su movilización masiva. En ese sentido, la intención no
era emular a las juventudes hitlerianas y de hecho el proyecto no se buscó la
organización ni socialización de jóvenes entre sí336. El objetivo era más bien
tender lazos con escuelas específicas y su comunidad educativa. Como se ha
señalado el acercamiento entre Gendarmería y escuelas implicaba estrechar lazos
entre dos instituciones que eran las herramientas del régimen así como mostrar a
la sociedad cómo aquellos valores construidos en torno al mito de la Patria y el ser
nacional se hacían presentes a través del proyecto.

Esta construcción no era casual en ese contexto. 1979 era un año de profundas
crisis internas al interior de las Fuerzas Armadas a raíz de una multiplicidad de
cuestiones. Los efectos de la política económica implementada por Martínez de
Hoz, las críticas internacionales en materia de derechos humanos, la visita de la

335
MARTYNIUK, C. ESMA…, p. 32. La prensa de la época señala un número de jóvenes más
creíble, cinco mil. Ver “Presidió Videla la iniciación de la campaña fronteriza”, Clarín, 17/11/79, p.
6.
336
Respecto de las características de la Juventud Hitleriana como estrategia del nazismo para la
organización de los jóvenes ver HARVLEY, Elizabeth. “Autonomía, conformidad y rebelión:
movimientos y culturas juveniles en Alemania”, Hispania, Vol. LXVII, 225, 2007. En una línea
similar, otro interesante análisis refiere a las organizaciones juveniles en el marco del fascismo
SOUZA DA ROSA, Cristina. “Pequenos soldados do fascismo: a educação militar durante el
gobierno de Mussolini”, Antítesis, vol. 2, n° 4, 2009.

160
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el conflicto del canal de
Beagle se presentaron como algunos de los tópicos centrales que se dirimieron
entre líneas duras y moderadas de la institución castrense en esa coyuntura. Si
como señala Canelo el objetivo que había aunado a las Fuerzas Armadas -la
lucha contra la subversión- perdía entonces vigencia337, es posible pensar que la
necesidad tanto de cohesión interna como la generación de nuevas cuotas de
legitimidad social, llevaron a las diversas armas a implementar nuevos proyectos.
En esa perspectiva, la realización del Mundial de fútbol338 y la euforia social que
este convocó, abrió la posibilidad para que desde algunos sectores castrenses se
plantease la posibilidad de generar convocatorias en su favor. Asimismo ya desde
1978 y en el marco del evento deportivo se llevaban adelante las negociaciones
por el canal de Beagle con Chile, momento de tensa relación con el país vecino
donde, mas allá de las internas, el régimen necesitaba construir un marco de
legitimidad y apoyo social frente a la política exterior339. Si bien para noviembre de
1979 la tensión había menguado y se iniciaban conversaciones diplomáticas entre
ambos países la puesta en marcha del proyecto Argentinos! Marchemos…
pretendía vincular aquellos extensos y lejanos territorios de frontera con la vida
cotidiana de los y las argentinas a través de las escuelas. Esa relación pretendía
generar un marco interno de apoyo a las medidas que el gobierno militar tomaba
respecto de su política en zonas fronterizas340. En ese sentido el operativo puede

337
CANELO, P. El Proceso en su laberinto…, op. Cit., capítulo 2. También NOVARO, M. y v.
PALERMO. La dictadura militar (1976 – 1983), op. cit. p. 230 y ss.
338
La realización del Mundial de fútbol en Argentina fue sin dudas un hecho significativo en la
relación tejida entre dictadura y sociedad y en el rol que tuvo éste en la construcción de consenso
interno. Ver CORRADI, J. “El método de destrucción…” op. cit. También ROLDÁN, Diego. “La
espontaneidad regulada. Fútbol, autoritarismo y Nación en Argentina ’78. Una mirada desde los
márgenes”, en Prohistoria, n° 11, Rosario, 2007 y FRANCO, Marina. “Derechos humanos, política y
fútbol”, en Entrepasados, n° 28, Buenos Aires, 2005.
339
Para un análisis del conflicto puede consultarse NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura
militar (1976 – 1983), op. cit., p. 247 y ss. También ALLES, Santiago. “De la crisis del Beagle al
Acta de Montevideo de 1979. El establecimiento de la mediación en un “juego en dos niveles”, en
Estudios Internacionales, n° 169, 2011, Santiago. Disponible en http://www. iei.uchile.cl/ [consulta
realizada el 06/12/12]. Respecto de cómo fue editorializado el conflicto en la prensa ver DIAZ,
César; GIMENEZ, Mario y PASSARON, Marina “Dos dictaduras en el límite de la guerra. El
testimonio editorial del conflicto del canal de Beagle (1977-1979)”, en Question, n° 6, 2005.
340
RODRIGUEZ, Laura. “Políticas educativas durante la última dictadura militar en Argentina
(1976-1983). La frontera como problema”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, [en línea]

161
pensarse como una instancia de generación de consenso social, entendiéndolo no
como adhesión espontánea sino como estrategias vehiculizadas por el régimen en
tal sentido341. Por otra parte no debe desconocerse que el operativo se puso en
marcha durante la gestión del general Antonio Bussi quien impulsó el proyecto.
Bussi, provenía de infantería –igual que Carcagno y que el mismo Perón- había
sido no sólo el encargado del Operativo Independencia desde de 1975 y
gobernador de facto de Tucumán desde 1976, sino también segundo comandante
de Institutos Militares desde 1977. En febrero de 1979 ocupó el cargo de director
de Gendarmería y sería luego jefe del III y I Cuerpo de Ejército en 1980 y 1981
respectivamente. Según Paula Canelo, Bussi formaba parte de la línea de
militares “politicistas” y era para 1979 uno de los nombres posibles para ocupar el
cargo de presidente de facto342. Que propiciara estrategias de acercamiento y
consolidación pública de Gendarmería, y por tanto de su propia figura en ese
contexto de conflictividad al interior de las Fuerzas Armadas también debe ser
tenido en cuenta a la hora de explicar no sólo por qué surge este operativo en ese
contexto sino por qué a pesar de mantenerse en el tiempo no tuvo en los años
posteriores la significación inicial.

Del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras participaron en su


mayoría jóvenes pertenecientes a la ciudad de Buenos Aires y gran Buenos Aires,
otorgando centralidad y visibilidad al proyecto, y haciendo que los medios
nacionales realizaran una radiografía de las actividades desde los primeros
preparativos hasta su culminación en los viajes343. Más allá de los visos de
espectáculo que cobró la realización de Marchemos hacia las fronteras en Buenos
Aires, en otras grandes ciudades del país también se desarrolló la iniciativa,

vol. 15, n° 47, 2010, pp. 1251-1273. Disponible en http://www.comie.org.mx [consulta realizada el
24/09/2012]
341
En esa línea se retoma el planteo de CALVO VICENTE, Cándida. “El concepto de consenso y
su aplicación al estudio del régimen franquista”. En Spagna Contemporánea, n° 7, 1995, pp. 141 -
142.
342
Ver CANELO, P. El Proceso en su laberinto… op. Cit., p. 193.
343
Según Laura Rodríguez fue especialmente el diario La Opinión donde más noticias se
publicaron al respecto. Ver RODRIGUEZ, L.G. Católicos, nacionalistas…, op. cit., p. 76-78.

162
aunque sin tanta pompa e involucrando a un número reducido de escuelas y
estudiantes. En la ciudad de Rosario dos escuelas participaron del operativo,
ambas diferentes entre sí: el Colegio Nacional n° 1 y la Escuela Nacional de
Títeres de Rosario344. En ambos casos es posible pensar que las escuelas no se
“anotaron” para participar del proyecto sino que fueron escogidas directamente por
el Ministerio de Educación, señalando así una diferencia respecto de la selección
realizada entre las escuelas de Buenos Aires. Ahora bien, las razones por las
cuales estas escuelas fueron las únicas elegidas en la ciudad son difíciles de
precisar pero es posible plantear algunas hipótesis al respecto.

En el caso del Nacional 1 varios factores incidirían en su selección. En principio


era la escuela más antigua de la ciudad. Ello no es sólo un dato, ya que si bien no
era considerada una escuela de gran nivel académico, mantenía aún cierto
prestigio asociado a otros momentos de su historia. Así “ser la primera escuela de
la ciudad” –como afirman personal no docente y autoridades actuales de la
institución – funcionaba en esos años en el plano simbólico como un elemento de
prestigio y cohesionador tanto de la comunidad educativa en sí como en sus
vínculos con la sociedad rosarina. A ello se sumaba que desde sus inicios había
sido una escuela creada para varones y que aún cuando concurrían mujeres,
estas tuvieron una presencia minoritaria, incorporándose en mayor número hacia
finales de la década del ’70 y los inicios del ‘80345. Por otra parte tenía una larga

344
La escuela Nacional de Títeres era una escuela nueva, creada en 1974 por la DINEA (Dirección
Nacional de Enseñanza Artística) bajo el impulso de quien fue luego su primer director Alcides
Moreno. Para reconstruir parte la historia de la escuela puede consultarse un trabajo de
investigación que aun cuando es inicial contiene un conjunto de información y documentación
significativa respecto de la escuela. BORON, Adriana, Nora CUNEO y Ana M. LOPERGOLO,
Escuela Nacional de Títeres. Investigación sobre su historia, Rosario, 1986. Ver también
http://eptt.sfe.infd.edu.ar/sitio/ [consulta: 30/05/ 2012]
345
Esto puede rastrearse por ejemplo en el listado de ex alumnos desde sus inicios hasta 2002 que
se publica en el libro CARVALHO, Eduardo y COLOVINI, Jorge. Colegio Nacional del Rosario.
Orígenes, fundación y primeros tiempos, Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, Rosario, s/f.,
pp. 344-372.

163
tradición de realización de campamentos y actividades al aire libre fomentada por
diversos docentes de la institución en la cual participaban los estudiantes346.

La escuela Nacional de Títeres sin embargo no cumplía con ninguna de estas


premisas: era una escuela joven gestada en1974, y si bien originalmente se pensó
como una escuela con dos niveles, adolescentes y adultos, en 1976 se suprimió el
primero por la escasa participación de los jóvenes mientras que el nivel terciario se
mantuvo y consolidó en los años siguientes. Así la escuela se caracterizó por
tener alumnos adultos, en general con un título docente, que se formaban en el
arte de títeres. En este sentido es posible sugerir que la elección de esta
institución por parte del Ministerio estaba definida por el carácter artístico que la
escuela podía aportar al proyecto, situación que probablemente fuese tenida en
cuenta en más de una oportunidad347. Sin embargo una mirada distinta sugieren
las palabras de nuestra entrevistada que fuera docente de esta escuela en
aquellos años. Ella destaca que en el marco de la dictadura la escuela pasó de un
lugar marginal en la ciudad a un edificio en la peatonal (centro de la ciudad):
“Evidentemente a donde yo puedo pensar la película muchos años después, había
habido algún tipo de acuerdo para que se permitiera llegar… con este gobierno
militar a… una escuela de arte a Mitre y Córdoba. Evidentemente esto estaba,
pero si estaba no lo sabía todo el mundo”. Recuerda además “y en algún
momento… el chisme institucional fue vamos a las fronteras por bancos… por
pupitres”348. En este sentido, la participación en Marchemos… habría implicado

346
Reconstruido a través de las diversas entrevistas realizadas y de comentarios de las
autoridades de la institución en charlas informales.
347
Según Marcelo P. alumno del Colegio Nacional 1 de Rosario y participante de Argentinos!
Marchemos hacia las fronteras, en el viaje que realizaron a la región de Yavi se relacionaron con
estudiantes de una escuela de artes de la ciudad San Fernando, provincia de Buenos Aires,
escuela que por otra parte llevó tanto a varones como mujeres. Marcelo P. Fue estudiante en el
Politécnico y luego del Colegio Nacional 1. En 1979 participó de operativo Argentinos! Marchemos
hacia las fronteras. Terminados sus estudios secundarios en 1982 ingresó a la carrera de derecho
en la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2012.
348
Meri A. Docente de psicología en la Escuela Nacional de Títeres. Participó de operativo
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a principios de 1980. En septiembre de ese año fue
cesanteada por razones políticas, (según manifestaba la carta que le fuera remitida por el director).
En 1981 ingresa nuevamente a la Escuela pero como estudiante titiritera. Entrevista realizada en
abril de 2012. Alcides Moreno sería cesanteado un mes después que Meri.

164
cierta negociación entre la institución y el Ministerio de Educación y Cultura que
señalaba algunos beneficios como contraprestación de su participación.

Mas allá del modo en que fueron seleccionadas, es evidente que ambas escuelas
aportaron características diferentes al proyecto y se vieron beneficiadas, ya fuera
materialmente o por el prestigio que implicaba haber sido escogidas. Por otra
parte, participar de Argentinos! Marchemos… no significaba simplemente ser
elegidas del conjunto de escuelas nacionales de la ciudad sino que las obligaba a
generar las condiciones para el viaje de los estudiantes. Los estudiantes del
Nacional 1 iniciaron una campaña de recolección de útiles escolares que fueron
luego donados a la escuela de frontera. En tal actividad participó la comunidad
escolar en su conjunto e incluso se movilizó fuera del espacio institucional para
conseguir los materiales. Se realizaron además sorteos, rifas para recaudar los
fondos necesarios para los pasajes de estudiantes y docentes que los
acompañaban ya que “El auspicio era de Gendarmería pero en realidad toda…
la… el concretar el viaje pagar el viaje, las cosas que conseguimos para viajar fue
una cosa personal nuestra con la escuela. Gendarmería nos dio el hospedaje y la
movilidad en camiones UNIMOG allá en Yavi”349. Asimismo durante todo el año
‘79 y frente a los preparativos, la escuela movilizó al conjunto de estudiantes que
eran constantemente informados respecto del operativo Argentinos! Marchemos
350
hacia las fronteras . Aún cuando la mayoría de la población estudiantil no
participó directamente del viaje, estuvo implicado en las actividades que generó,
tanto en los preparativos como aquellas que se sucedieron luego del regreso de
sus compañeros. La realización de este conjunto de actividades advierte que la
puesta en marcha del operativo trascendió a los propios participantes involucrando
a parte de la comunidad educativa y local. Es posible pensar entonces que si
Marchemos hacia las fronteras no fue realizado desde Gendarmería con el
objetivo de gestar nuevas instancias de sociabilidad entre jóvenes, sí potenció las

349
Carlos R.
350
Reconstrucción realizada a partir de las diversas entrevistas relevadas.

165
relaciones y lazos de sociabilidad existentes, especialmente al interior de la
comunidad educativa.

El viaje de los estudiantes del Colegio Nacional fue previsto a Suripujio en la


región de Yavi, Jujuy. En un documento extendido por el Ministerio de Educación
se planteaba: “Este operativo constituye una oportunidad muy especial que les
permitirá adquirir una visión real y vigente del país y de la gente. Una vivencia que
los enriquecerá porque les permitirá tomar contacto con jóvenes como ustedes,
inmersos en una realidad diferente”. Por su parte las autoridades escolares le
recordaban que era un “honor y gran responsabilidad” ser parte del contingente
del colegio y que por tanto manifestaba que debía cuidar “el detalle y el buen
nombre del establecimiento en el vestir, en el vocabulario y en todos tus actos” 351.
Con esas recomendaciones catorce estudiantes y dos docentes se trasladaron a
Suripujio. Según los propios entrevistados no hubo una selección de “líderes
naturales” tal como pareciera ser el caso del Colegio Nacional Buenos Aires ya
citado y según Marcelo P.: “y debe haber informado el celador o alguno de los
profesores (…). No, no me eligieron, era libre, el que quería se anotaba, ehhh no
había… no nos elegían”, comentario común entre los entrevistados.

Los estudiantes de la escuela Nacional de Títeres viajaron a la frontera entrerriana


en el verano de 1980, en la zona custodiada por Gendarmería entre Concepción
del Uruguay y Gualeguaychú. En este caso la selección de los participantes
estuvo signada por las obras de títeres que se montaron y en donde se destacaba
“Desde el Jardín” y “Las andanzas de Juan Zorro” junto a sketch tradicionales del
arte titiritero. Como se ha mencionado era una escuela terciaria con lo cual
quienes viajaron eran mayores de edad, en un rango etario entre los dieciocho y
treinta años, junto a tres docentes de la institución. En este caso la comunidad
escolar en su conjunto no parece haberse involucrado en el proyecto e inclusive
los docentes que participaron no eran parte del núcleo central de la institución,

351
“Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Escuela n° 170, Suripujio, La Quiaca 15 al 25 de
noviembre de 1979”, agradezco a Carlos R., por facilitar este documento perteneciente a su
archivo personal.

166
sino que, como señala nuestra entrevistada, participaban en las actividades
escolares desde los márgenes352.

El acto central de despedida de los estudiantes -donde se hicieron presentes


efectivos de Gendarmería Nacional, el jefe de la región Noreste, la Banda del
Batallón de Comunicaciones 121 y un escuadrón de Gendarmería Infantil- se
realizó en el patio central del colegio Nacional 1 a fines de 1979 y estuvo a cargo
la vice rectora de la institución, Delia Wagner de Guever quien reflexionó sobre
cómo era entendida la frontera: “Desde nuestra visión de habitantes de la ciudad,
tal vez hallamos pensado muchas veces en la frontera como el lugar desolado
donde finaliza la patria, pero Gendarmería ha invertido la perspectiva; frontera es
el lugar donde la patria comienza” y señaló el sentido del operativo para los
jóvenes:

“Este operativo se destina a la juventud, porque ella encierra el futuro de todo el


país. Por eso es necesario que conozca lo que es la soledad, la labor cotidiana y
abnegada de hombres, mujeres y jóvenes que cada mañana despiertan sabiendo
que constituyen la presencia argentina en una realidad muchas veces hostil, pero
que aceptan como un desafío constante ante el cual sus fuerzas no pueden
declinar (…) De este conocimiento, de esta convivencia surgirá la responsabilidad
de hacer, un hacer entendido no sólo como apoyo moral y material sino como un
compromiso de poblar, fecundar y construir (…). Para que en un futuro próximo
no existan confines territoriales ni espirituales sino una Nación íntegra, plena y
soberana”353.

Se sumó con su discurso Alcides Moreno, director de la Escuela de Títeres (que


junto a estudiantes de la institución participaron del evento), señalando el aporte
del arte en el operativo: “Como artistas titiriteros hemos buscado siempre ahondar
en las raíces de nuestra cultura (…). Los artistas argentinos sabemos mirar con
amor hacia adentro de nuestra frontera y con respeto pero sin complejos, hacia
352
Meri A. Los trabajos y documentación pertenecientes a la escuela refieren pocos datos respecto
de la realización de este operativo, dando cuenta sólo de la fecha y la provincia a la cual viajaron
así como los nombres de las obras puestas en escena. BORON, Adriana, Nora CUNEO y Ana M.
LOPERGOLO, Escuela Nacional de Títeres, op. Cit.
353
“Significativo Acto en el Nacional 1”, LT, 16/11/79, p. 8 y 9.

167
afuera” 354. Por último el jefe de la División Noreste de Gendarmería, comandante
general Vitri arengó a los jóvenes viajeros: “No desmayéis ni un instante en esta
hermosa y trascendente faena. Volcad y recibid para y de ellos lo mejor que tenéis
como jóvenes y como estudiantes, vuestro corazón pleno de arrolladoras y sanas
inquietudes”355. Los discursos de directivos y Gendarmería evidenciaban así una
clara consonancia de objetivos, Argentinos! Marchemos hacia las fronteras era un
proyecto dedicado más a los jóvenes y a la sociedad en su conjunto que a las
regiones de frontera donde ellos viajarían.

Argentinos! Marchemos hacia las fronteras, una experiencia de jóvenes

Hasta aquí nos hemos detenido en el operativo señalando los objetivos de


Gendarmería, la participación del Ministerio de Educación, el rol de las
instituciones educativas y sus dirigentes, la reconstrucción de dicho
acontecimiento en la ciudad de Rosario. No hemos indagado, sin embargo,
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras como una experiencia juvenil, es decir
no lo abordamos desde lo que esto significó para los jóvenes a quienes estas
políticas fueron dirigidas. Entonces ¿qué significó para los jóvenes?, ¿por qué
participaron?, ¿cómo se relacionaron con los pueblos de frontera, con los
gendarmes y qué redes de sociabilidad abrió la experiencia?, ¿cómo se resignifica
esa experiencia en la actualidad? Las reflexiones en este sentido serán abordadas
a partir de la participación de las dos escuelas rosarinas en el operativo356.

354
“Estudiantes rosarinos marchan a la frontera”, LC, 16/11/79, p. 8.
355
Ibíd.
356
La realización de este apartado ha sido realizado a partir de un mínimo de entrevistas logradas.
Tres a quienes fueran estudiantes del Colegio Nacional 1 (Marcelo P., Fernando K., Carlos R.) y
participaran en el proyecto y una docente de la Escuela Nacional de Títeres (Meri A.). Si bien el
número de entrevistas conseguidas es escaso deben tenerse en cuenta varias cuestiones, en
principio como no hubo una participación masiva de jóvenes, podemos suponer que entre
estudiantes y docentes participaron menos de 30 personas. Respecto del docente y preceptor del
Colegio Nacional que habrían participado del operativo no aceptaron ser entrevistados. En cuanto
a los estudiantes de la escuela Nacional de Títeres, fue, hasta el momento, difícil obtener datos
fehacientes de los participantes. Sólo se ha podido corroborar los nombres de los tres docentes, de
los cuales dos fallecieron y una ha sido entrevistada. También se realizaron entrevistas a ex
alumnos del Nacional 1 que no participaron directamente del proyecto y autoridades y personal no
docente y docente actual de ambas instituciones. Si bien en este último caso pocas han sido

168
Pensar la participación de jóvenes en el operativo obliga a señalar que mas allá de
cómo se realizó la selección de las escuelas, no hubo una imposición directa de
qué estudiantes debían convocarse. Si bien es posible que en el caso de la
Escuela Nacional de Títeres estuviese limitado por la escasa cantidad de alumnos
y por las obras puestas en escena, lo cierto es que no hubo una orden explícita o
implícita que incidiera en la decisión de los jóvenes, especialmente en los
estudiantes secundarios. Por otro lado la participación no significó ni la aceptación
de los objetivos generales que desde Gendarmería se esgrimían ni un
alineamiento ideológico definido respecto de ellos. Los entrevistados más bien
indican una multiplicidad de motivos que exceden al proyecto mismo. En ese
sentido Fernando, un ex alumno del Colegio Nacional 1 plantea que la decisión de
ir a Argentinos! Marchemos… estuvo en gran parte determinada porque la escuela
“cerraba” antes las notas de quienes participaran, era “mas por zafar” y en menor
medida por ayudar a las escuelas rancho357. En el caso de Carlos, otro ex alumno
de la institución señala: “no me acuerdo de donde salió esa idea (…). Me gustó el
proyecto, me gustó el proyecto de hacer un viaje con la intención de entablar
relación con una escuela alejada y muy humilde. Me gustó el proyecto”. Y Marcelo
por su parte recuerda: “Y voy a mi casa y le digo vos sabés que vinieron y van a ir
al norte. Y mi abuelo me dijo andá, andá a mí me gustaba viajar (…) yo fui por
conocer, no por otra cosa, por conocer el norte que no lo conocía. Una cuestión
turística”. Si bien no es posible mensurar cuántos de los participantes fueron por el
proyecto y cuantos por otros motivos, lo cierto es que Argentinos! Marchemos hacia
las fronteras no concitó desde el vamos el interés de los jóvenes, al menos no
como fue definido por Gendarmería. Y en esta ocasión participar del viaje a un
pueblo de frontera no implicó necesariamente un acuerdo o apoyo explícito a los
objetivos esgrimidos públicamente por el gobierno militar y Gendarmería Nacional,

entrevistas grabadas se ha tomado nota de los comentarios y opiniones, especialmente de


aquellas personas que tenían ya una larga trayectoria en la escuela.
357
Fernando K. Había iniciado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. En
1979 siguió sus estudios en el Nacional 1 de Rosario. La entrevista no fue grabada, realizada en
octubre de 2011.

169
mas bien fue la concurrencia entre los intereses particulares de los participantes y
los objetivos generales de las Fuerzas Armadas 358.

Ahora bien, diferente pareciera ser el caso de los docentes y preceptores quienes
como parte de la institución y acompañantes fueron con los estudiantes. En el
caso del Nacional 1, a partir de las referencias de las autoridades y no docentes
actuales de la institución como de las propias impresiones de los estudiantes que
participaron, quienes los acompañaron eran un docente y un preceptor vinculados
al área de educación física, espacio donde se generaba la realización de
campamentos u organizaban actividades que implicaban cierta instrucción militar:

“El colegio tenía, tiene un área de educación física que eran dos canchas… tiene
el tamaño de dos canchas de básquet (…), y me acuerdo de un profesor, M. daba
educación física que aparte de dar educación física nos daba cierta instrucción
militar básica que era formación, caminar, giros y aquello digamos que éramos
como soldaditos desfilando, nos sirvió (…) Nos enseñaban a marchar”359.

En charlas informales con las autoridades del colegio, se ha planteado la


posibilidad de que la participación de la escuela en el operativo estuviese
vinculada a la actuación de este grupo de docentes. Mas allá de cuan certero sea
este planteo, es posible pensar que la participación de los adultos que
acompañaron a los estudiantes recayera en personas que aun cuando no
propiciaran, participaron con entusiasmo del proyecto. En el caso de los docentes
de la Escuela Nacional de Títeres, su participación tendría otras características.
Como hemos señalado los tres docentes no formaban parte del núcleo más
cercano a las autoridades de la institución y para Meri, una de nuestras
entrevistadas, su inclusión en el viaje fue claramente un “castigo”:

358
En su análisis sobre el franquismo Cazorla Sanches señala la necesidad de resignificar el
encuentro entre las expectativas particulares y los objetivos del régimen para comprender cómo se
desarrollaron las adhesiones políticas al régimen. En esa línea se inscribe el planteo anterior. Ver
CAZORLA SANCHES, Antonio. Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado
franquista (1938-1953). Marcial Pons, Madrid, 2000.
359
Carlos R.

170
“En ese marco, se muda la Escuela de Títeres, a Córdoba y Mitre, en lo que fue el
sueño… EL SUEÑO (…) Y llegar a tener ese lugar después de tener las dos
aulitas o las tres aulitas que teníamos a la noche en Las Heras fue un, así… como
si hubiéramos alcanzado al cielo con las manos. Habíamos llegado al centro, a
una gran vidriera (…) Lo cierto es que esto sucede en un verano y ese marzo, o
ese febrero, nos llaman a una plenaria y… a todo esto nos habían invitado a
formar parte de la mudanza y yo con mi habitual descuelgue no aparecí (…), y
supongo de esto es parte de la razón por la que voy a la frontera (risas)”360.

Para nuestra entrevistada la participación en argentinos! Marchemos hacia las


fronteras, medida y mediada por las memorias, fue contradictoria:

“Yo tampoco soy alguien que si me dan la orden de hacer… este haber en una
institución en la que participo hay una orden de que hay que ir, nada, forma parte
de las reglas del juego. No me gustaba mucho la escena, me angustiaba bastante
(…) pero por otro lado no era marchar a cualquier frontera era marchar a la
frontera de Entre Ríos. Frontera que no sólo yo conocía como la palma de mi
mano sino que en realidad había sido una frontera amigable; por la frontera,
compañeros se habían ido a Uruguay en lancha, se habían escapado. O sea que
en realidad tampoco era una frontera… no lo sentía en ningún momento que me
estuvieran mandando a un frente de batalla. Supongo que si no, no lo hubiera
aceptado”.

La necesidad de Meri de deconstruir esa imagen de frontera que desde el discurso


castrense pretendía imponerse necesita ser analizada con detenimiento. Por un
lado es cierto que siendo nativa de Entre Ríos, esta no aparecía en su imaginario
como un espacio de frontera sino como parte de su vida cotidiana y es probable
que fuera una frontera “amigable”. Para los lugareños la frontera no tenía la misma
carga de sentidos: “si pensamos en Entre Ríos de esa época, en Entre Ríos no
hubo acciones militares porque en Entre Ríos era campo de adiestramiento.
Entonces la gente no había vivido la escena… los problemas militares que tuvo

360
Meri A. Respecto de la selección de los otros docentes la entrevistada nos da algunas pistas:
“no sé por qué es personal lo de Alcides, él era jefe de tribu y yo no le terminaba de pertenecer a la
tribu, me parece que es esa la película. Estaba pero no estaba. Yo creo que el sentía eso. Los
otros dos profesores me parece que no casualmente eran gay, militantes gay…”

171
Rosario por ejemplo de militares contra militantes, de enfrentamientos en la
esquina (…) el gendarme es el que te ayuda a parir. Para los pueblos es eso”361.
Por otra parte, poniendo en perspectiva su narrativa, debe advertirse que hay una
necesidad actual de cargar de sentidos ese recuerdo y redefinir desde un lugar
particular a la frontera recordándola como la frontera exilio, permitiéndole así
resignificar también su propia participación en el operativo y construir desde ese
lugar los fundamentos por los cuales esa no fue una experiencia disruptiva en su
propia biografía. Pero el viaje, para Meri, no sólo era un viaje a la frontera y con
Gendarmes:

“Mi imagen de esto es la salida, yo tengo la salida, en la retina tengo la salida de


un ómnibus con todos nosotros parados en calle Córdoba adonde en realidad la
escena de todo el mundo era ir como en una estudiantina. Vuelvo a hablarte de
esto de parecer como una burbuja porque si uno lo mira a la distancia, no
entiendo con qué proceso… si entiendo con qué proceso psíquico hicimos la
escisión entre los militares a los que cuestionamos y los gendarmes a los que
íbamos… pero evidentemente uno cuando está en estas situaciones hace esas
escisiones”.

La “fiesta” que señala el inicio del viaje, las bromas de los compañeros se
presentan para la entrevistada como un recuerdo inexplicable, como una escisión
entre el “drama” de la dictadura y las propias prácticas cotidianas, como si en
dictadura un viaje, unas vacaciones, un festejo fuesen algo imposible362. Meri era
docente de psicología, su participación se fundamentaba en que era mujer e iba

361
Para Carlos R., quien fue a Suripujio, la frontera tiene connotaciones que se alejan de los
planteos de Meri, la frontera “tenía mas que ver con el tema contrabando. Que existía, siempre
existió, pero no droga (…) Creo que los gendarmes justamente tenían una función mucho más
clara del cuidado de la frontera".
362
Mucho se ha escrito sobre las dificultades de narrar cuando se han vivido situaciones
socialmente traumáticas. Ver JELIN, Elizabeth. “La narrativa de lo invivible”, en CARNOVALE,
Vera, Federico LORENZ y Roberto PITTALUGA (comps.). Historia, memoria y fuentes orales,
Cedinci, Buenos Aires, 2006; AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz, Homo Sacer III, Pre
textos, Valencia, 2000; también POLLAK, Michael. Memoria, olvido, silencio. La producción social
de identidades frente al límite, ed. Al margen, La Plata, 2006. Sin embargo sería necesario
reflexionar además cómo se construyen las narrativas de quien viviendo en ese contexto no sufrió
directamente experiencias traumáticas y que debe reconstruir hoy su biografía y sus actividades
cotidianas sobre un período que socialmente se ha establecido como de horror y muerte.

172
para “cuidar” a las alumnas, aun cuando ella era una de las más jóvenes del grupo
de mujeres que viajaron “en realidad la joda era vos vas a cargo de las chicas, no
podés traer a ninguna embarazada esta era la joda de los demás profesores que
se quedaban (…) pero además como si el problema hubiera sido que viniesen
embarazada”.

La mirada de unos y otra se construyen desde lugares distintos, ya sea respecto


del lugar y sentido de ese viaje como sobre la experiencia misma. En esa línea es
interesante consignar que la mirada de los jóvenes estudiantes sobre
Gendarmería (en tanto parte de las Fuerzas Armadas) era benigna y no implicó en
la mayoría de los casos una reflexión exhaustiva sobre el sentido del proyecto ni
su participación en él. Aun cuando Fernando señala que por su propia experiencia
familiar no desconocía lo que estaba pasando –tenía ya para ese año un familiar
desaparecido- e iba con ciertas prevenciones a la frontera, lo cierto es que en el
resto esos recaudos estaban ausentes y la imagen general –inclusive en
Fernando- es que los gendarmes eran “piolas” y que el último día los gendarmes
lloraban por su partida. Carlos R. señala: “Recuerdo una excelente relación con
los gendarmes… partido de fútbol con los gendarmes en una cancha de fútbol que
era… estaba a 45 grados (…) comida con los gendarmes, una fiesta de despedida
que nos hicieron a nosotros. Yo durante un tiempo me carteé con el capo de la
Gendarmería que estaba ahí (…), ellos se encariñaron mucho con nosotros (...)
Era gente que vivían aislados. (…) Yo calculo que los más grandes tendrían 40
años, una cosa así, eran muy jóvenes”. Asimismo en el caso de los estudiantes
del Nacional 1, aun cuando señalan el recibimiento de los lugareños y las fiestas
en que participaron, los recuerdos más significativos están asociados con los
gendarmes donde el vínculo pareciera haberse estrechado. Tal es así que en el
viaje de regreso los acompañó uno de los oficiales e inclusive realizaron una
comida en su honor donde asistieron quienes viajaron junto a sus familiares.
Marcelo P. recuerda: “a los dos días que vinimos… él se quedó [refiere al oficial] y
la verdad que nos habían tratado tan bien que hicimos una cena y comimos en el
Club Tiro Suizo (…) porque para nosotros fue muy bueno… la comunidad que se
dio entre nosotros, como jóvenes”. El recuerdo del “Subteniente Blanco” para

173
algunos, “Gómez” para otros es mencionado en todas las entrevistas y es quien
los acompaña en el regreso. Más allá de las apreciaciones personales, que
involucran los modos en que se reconstruyen las memorias, pareciera haber sido
la única persona con la cual todos asocian algún posicionamiento ideológico
político. Fernando recuerda que el subteniente Blanco se jactaba de haber estado
en el Operativo Independencia y que cuando le preguntó si había matado a
alguien se puso incómodo y le dijo que “de esas cosas no se habla”. Marcelo
señala que a la política no se aludía: “el único que nos habló fue este Blanco (…)
habló de Bussi, y él era de Tucumán también. Y entonces habló de Bussi (…),
decía que iba a ser, ya se comentaba, 79 que podía haber un cambio en la cúpula
militar y él lo tiraba como el próximo presidente de los argentinos”. Más allá del
recuerdo de este oficial que los acompañó de regreso e incluso mantuvo
correspondencia con uno de los jóvenes, todos coinciden en que no hubo “laburo
ideológico”363.

La mirada de Meri sin embargo contrasta significativamente con las anteriores y su


participación en la experiencia no mejoró las percepciones que tenía de esa
fuerza:

“Dormíamos en una barraca todas las chicas juntas y todos los varones juntos
pero no con los conscriptos (…) Los jóvenes comían en un lugar que no sé cual
era y nosotros comíamos en la mesa de los oficiales. Esa es la otra escena que
tengo. De un grado de locura tal, adonde mis dos compañeros engullían la
comida sin decir palabra y era muy evidente que no estábamos… a ver era
excesivamente evidente que eran dos mundos que no tenían intención de
tocarse. (…) Yo comía en una mesa donde todos los otros eran varones. (…) De
qué hablaba no me acuerdo, pero de nada… si sé, esta es la sensación que
tengo de que no se hablaba de nada, se hablaba del tiempo, de Entre Ríos...”364

En lo cotidiano el silencio y las palabras medidas regulaban las relaciones con los
gendarmes. Ser de dos mundos distintos, como señala, implicaba no sólo lo
363
Fernando K. Es interesante además que aunque todos coincidan en este planteo recuerden los
comentarios del oficial mencionado.
364
Meri A.

174
diferente de sus roles sino la perturbación a la cual la experiencia la obligaba. Pero
Meri plantea una cuestión que no es menor, los docentes comían en la mesa de
los oficiales, señalando una diferencia con el resto de los estudiantes y un rango
de autoridad que separaba a unos de otros. Esta diferencia complejiza aún más su
narrativa, las diferencias no se construían en un solo plano entre viajeros y
gendarmes, sino entre quienes detentaban un rol de autoridad y quienes no. Esta
distinción sin embargo contrasta significativamente con el relato de los jóvenes
que van a Suripujio. Asimismo los recuerdos más felices de Meri están construidos
en torno al vínculo con las poblaciones a las cuales visitaban y donde se ponían
en escena las obras de títeres: “También había después un momento en el que
después íbamos a barrios mas bien marginales, a armar un retablo (…) con chicos
que no habían visto títeres en su vida (…). Los pibes se fascinaban”.

El regreso a Rosario, sin embargo tiene ciertas similitudes ya que ambos


contingentes fueron recibidos por las autoridades con beneplácito. Meri señala:
“Cuando volvimos nos recibió… así, habíamos sido brillantes como habíamos
vuelto”365 y Marcelo recuerda que inclusive fueron al estudio de uno de los canales
locales a contar su experiencia y para Carlos “el grupito chico”, es decir a aquellos
que eran compañeros de división, “nos quedó la cuestión del viaje durante
bastante tiempo” pero “después nos dispersamos”. Por otra parte el colegio
Nacional 1 se mantuvo el “espíritu” del operativo y en los años sucesivos gestó
nuevos vínculos con las Fuerzas Armadas. Ejemplo de ello es la realización del
certamen “El joven Argentino que quiero ser”, realizado por el Comando de

365
Unos meses después de este viaje Meri fue cesanteada, mismo destino sufrieron varios
docentes de la institución y tiempo después al propio director Alcides Moreno. En 1981 entraría
nuevamente a la escuela pero ahora como alumna, según señala, la experiencia de puesta en
escena del arte titiritero en Argentinos! Marchemos… la llevó por ese camino.

175
Instrucciones Militares del Ejército Argentino en el año 80366 y la entrega de la
Bandera de los Andes367.

La participación en Argentinos! Marchemos hacia las fronteras tuvo en los casos


estudiados aquí significaciones distintas y las miradas actuales son
reconsideradas también en forma diferente en uno y otro caso. Es evidente que la
resignificación actual de la experiencia no tiene las mismas connotaciones en los y
la entrevistada, los recorridos personales posteriores permean la mirada sobre ese
pasado. Para los jóvenes estudiantes del Nacional 1 no implicó situaciones
contradictorias, ambiguas o conflictivas, fue una experiencia que aunó a un grupo
de jóvenes de la escuela en un contexto específico, eran, en su propia percepción
y narrativa, tan sólo estudiantes que viajaron a Suripujio. A su regreso
mantuvieron entre sí algunos lazos más estrechos aunque estos fueron
diluyéndose con el paso del tiempo. La experiencia es recordada con nostalgia y
cariño, como un buen recuerdo y sin implicancias ideológicas368. Para Meri relatar
ese pasado es más complejo, no era estudiante sino docente, imponiendo ese
lugar un rol de autoridad que aun cuando ella deslinda, señalaba una diferencia
con la realidad del resto de los entrevistados.

Mas allá de lo que pretendió concitar Gendarmería Nacional con este proyecto,
los jóvenes lo transitaron sin que ello implicara un alineamiento con los objetivos
definidos desde la institución castrense. Probablemente no haya modificado su

366
La realización de dicho certamen es una de las anécdotas recurrentes de quienes cursaron en
aquellos años especialmente porque dos estudiantes fueron sancionados por no cumplir con la
realización del “certamen patriótico literario”. Ver libro de Actas del Colegio Nacional 1, resolución
s/n, octubre de 1980, p. 35.
367
La bandera de los Andes se entregó a escuelas centenarias de todo el país según la resolución
n° 394, Ministerio de Educación y Cultura de la Nac ión, 23 de marzo de 1981. Entre los
considerandos se señalaba: “importa sellar de manera indeleble en el alma de los educandos las
dos grandes vertientes del alma del General don José de San Martín, la que lo define como genial
hombre de armas al servicio del bien común (…) y la que lo muestra como caballero cabal, modelo
de honradez, disciplina personal, sobriedad y modestia”.
368
Las entrevistas a los estudiantes del Nacional 1 se llevaron a cabo entre finales de 2011 y
principios de 2012. El dato no es casual ya que las promociones de alumnos que participaron en
Argentinos! Marchemos hacia las fronteras cumplieron en esos años su 30 aniversario e implicó
distintas instancias de rencuentros que motivó a recuperar anécdotas e historias de estudiantes,
entre ellos el recuerdo de la participación en este operativo.

176
vida a largo plazo, ni tuvo un impacto significativo en la comunidad rosarina mas
allá de ese verano. Entonces qué sentidos adquiere reflexionar en torno a ello
desde las experiencias juveniles? Si Argentinos! Marchemos… es considerada en
este trabajo como una política específica que buscó ahondar lazos con los
jóvenes, diseñada y puesta en marcha por Gendarmería, podría plantearse que
tuvo poca efectividad y no modificó la vida de estos jóvenes que participaron ni la
de sus compañeros, tampoco sus miradas sobre el régimen. Quizás sería posible
pensar que fue para el régimen y sobre todo para Gendarmería una estrategia que
colaboró en el proceso de mostrarse socialmente, visibilizar su rol comunitario,
más allá de sus alcances verdaderos o relativos al tiempo que fue un modo de
manifestar vínculos con un sector de la sociedad, en este caso los jóvenes. Todo
ello en un contexto donde las fronteras eran un problema vivido con cotidianeidad
inclusive en las grandes urbes. Por otra parte no debemos desconocer que la
realización de este proyecto se gestó a nivel nacional e implicó la participación y
organización del viaje de miles de estudiantes siendo para fines de 1979 el
proyecto de mayor envergadura gestado por Gendarmería.

Respecto de la experiencia en Rosario, podemos señalar además que no tuvo


continuidad a lo largo de los años369, participaron solo dos escuelas, una de ellas
terciaria y el número de estudiantes que viajaron no superó las treinta personas.
Sin embargo empalmaba la experiencia particular de estas escuelas con ese
proyecto nacional que fue ampliamente difundido en los medios nacionales y
locales, permitiendo conectar el espacio local con políticas más generales que
tenían su mayor epicentro en la ciudad de Buenos Aires. Más allá de todo eso no
podemos dejar de reconocer que por lo menos para el caso del Nacional 1, el viaje
de catorce estudiantes a la frontera activó significativamente la vida de la
comunidad escolar, de docentes, autoridades, estudiantes y sus familiares durante

369
En algunos casos las escuelas participantes de las primeras experiencias de Argentinos!
Marchemos hacia las fronteras, mantuvieron continuidad a lo largo de los años, como el caso de la
Escuela Mariano Acosta de Buenos Aires que inclusive formó parte del proyecto hasta hace pocos
años. Otras escuelas se incorporaron ya en democracia como la EEM 8015 de San Justo que
participó en 2010. Ver “Chicos santafesinos brindaron tareas solidarias en escuelas”, en
http://m.unoentrerios.com.ar [consulta realizada el 16/12/2012]

177
los años ‘79 y ‘80. Probablemente en retrospectiva esa participación no sea hoy un
antecedente tan significativo370, sin embargo es posible pensar que en ese
contexto participar del operativo constituyó para las instituciones educativas cierto
prestigio, cierto acompañamiento de un proyecto. Significó mucho más que
mandar a los chicos al norte. El viaje no sólo sirvió para refrendar o gestar
vínculos entre estudiantes, sino también para estrechar lazos entre Fuerzas
Armadas y escuela.

El Liceo Aeronáutico Militar, la educación de jóvenes en manos de Fuerza


Aérea

Como hemos señalado las pretensiones de una educación en un instituto militar


creció durante la dictadura siendo que para 1975 uno de cada seis aspirantes
ingresaba a un instituto secundario militar. Asimismo en 1980, seis mil jóvenes
iniciaban sus estudios en escuelas militares de todo el país: cuatro mil quinientos
lo hacía en liceos dependientes del ejército y ochocientos quince en los liceos
Navales371, a ellos se sumaban además los ingresantes del flamante Liceo
Aeronáutico Militar de Funes (en adelante LAM). Desde que en 1938 se fundara el
Liceo Militar General San Martín, muchos otros se habían concretado en distintas
coyunturas históricas: el Liceo General Paz, 1944, el Liceo General Belgrano, el
Liceo general Espejo y el Naval Almirante Brown todos ellos gestados en 1947,
Liceo Militar General Roca en 1966; Liceo General Storni, 1974 y en 1979 el Liceo
Militar General Araoz de Lamadrid372. Este último, emplazado en Tucumán, junto
al de Funes fueron los dos únicos proyectos desarrollados por las Fuerzas
Armadas en dictadura y el LAM fue además el único gestado por la Fuerza Aérea
en toda su historia.

La creación de la escuela militar fue sin dudas el proyecto de mayor envergadura


del arma en la región. El establecimiento se emplazó en la vecina ciudad de

370
Deberíamos preguntarnos si este es un “olvido” casual de las autoridades escolares actuales.
371
LAZARA, Juan Antonio. Los adolescentes militares, Guía de estudios, Buenos Aires, 1994, p. 4.
372
Según señala su actual página web se creó con el fin de satisfacer las necesidades
educacionales del Noroeste Argentino”. Ver http://www.liceomilitarlamadrid.ejercito.mil.ar

178
Funes, en viejas instalaciones del ex colegio salesiano de María Auxiliadora que
fue comprado por la Fuerza Área y remodelado para tal fin. Según Grela la
posibilidad de compra de ese predio por las Fuerzas Armadas se habría
presentado ya en 1977 cuando Graffigna como Jefe de Estado Mayor General
visitó la ciudad de Rosario el día de la bandera y “escuchó el ofrecimiento del
arzobispo de Rosario, monseñor doctor Guillermo Bolatti, consistente en interesar
a la congregación salesiana, para que cediera a favor de la Fuerza Aérea, parte
del predio existente en Funes del seminario Ceferino Namuncurá”373. Sin embargo
la divulgación respecto de la creación de una escuela de la Fuerza Aérea en esa
zona y la compra del predio se realizó dos años después374.

En 1979, el comodoro Alsides Paris Francisca fue nombrado jefe del proyecto para
la creación del liceo. Francisca, fue previo a este nombramiento interventor de Río
Cuarto (Córdoba) entre mayo y julio de 1976 y desde diciembre de ese año y
hasta principios de 1979 Jefe de la Policía de Mendoza, siendo nombrado Jefe del
Grupo de Base de la IV Brigada Aérea de Mendoza cuando le convocaron para la
realización del proyecto. Su designación implicaba que se encargase de la
planificación y logística para poner en marcha el liceo dependiendo directamente
del Comandante de Instrucción Brigadier Aldo Mario Barbuy , quedando como
responsable de la currícula, selección de personal docente y civil así como de los
trámites frente al Ministerio de Educación y Cultura el Comodoro Lucciani375. La
propuesta educativa de la Fuerza Aérea no era la única en este año ya que luego
de varias gestiones Barbuy como representante de la Fuerza había firmado un
convenio con el CONET para la realización de cursos técnicos a los conscriptos en
la VII Brigada aérea de Morón, constituyéndose así el Centro de Formación
profesional 403. El objetivo era capacitar a conscriptos en el mantenimiento de los

373
GRELA, Plácido. Loma de Ávila: Orígenes y evolución del villorio San José y Pueblo Funes,
Sociedad de Historia, Rosario, 1981, p. 499
374
Según la página en del Liceo, hubo otras dos posibles localizaciones para el Liceo, Olavarría,
Buenos Aires y San Miguel de Tucumán, en la provincia de Tucumán. Ver www.lam.edu.ar
375
Génesis del actual Liceo Aeronáutico Militar, CTPN; s/f, Rosario, p. 5.

179
aviones de la Fuerza Aérea al tiempo de otorgarles luego de realizado el servicio
militar obligatorio, una salida laboral376.

Pero la creación del Liceo Aeronáutico Militar tenía otras características. El


proyecto preveía la realización de un establecimiento educativo al que podrían
ingresar varones en edad escolar con una capacidad para albergar a un máximo
de 500 cadetes en los primeros diez años y 750 luego de ese período. A tal fin el
jefe del proyecto realizó diversas gestiones tanto en la ciudad de Funes y Rosario
en nombre de la Fuerza Aérea, destacando el acercamiento a la esfera
gubernamental provincial de Santa Fe y municipales de Rosario y Funes. Pero
significó además el acercamiento de las “fuerzas vivas” de la sociedad que
acompañaron de uno u otro modo el proyecto. Así lo señala el libro Génesis del
Liceo Aeronáutico al mencionar por ejemplo la creación de la Asociación amigos
que inició sus actividades ya para marzo de 1979377 o el acercamiento de diversas
personas e instituciones. En ese sentido “el presidente del Club de Aeromodelismo
de Rosario… venía a ponerse él y al Club a disposición de la Fuerza Aérea en
todo lo relacionado con el Liceo Aeronáutico Militar”378. Asimismo se planteaba
que la asociación Familia Marcheggiana ofreció la imagen de la virgen de Loreto
traída desde Italia. Por su parte el rector interventor de la universidad Riccomi
puso a disposición las instalaciones del gimnasio de la UNR para el hospedaje de
los aspirantes y familiares mientras durasen los exámenes de ingreso así como las
instalaciones de la escuela Superior de Comercio para la realización de las
evaluaciones. Y el director del Superior de Comercio, Américo Gabrielli, no sólo
habilitó las instalaciones sino que donó al futuro liceo un cofre para la bandera del

376
Con el paso del tiempo se incorporaron civiles y con el traslado de la escuela en 1988, dejó de
formarse a soldados. Ver http://cfp403moron.com.ar/Info
377
La comisión directiva de la asociación Amigos del Liceo tenía un miembro permanente con
funciones de asesor designado por las autoridades de la Fuerza Aérea y revistaban entre sus
afiliados tanto empresarios como representantes de diversas instituciones públicas entre los cuales
destacan Juan José Castagnino, Víctor M. Cabanillas, Oscar Claudio Caprile, Roberto Murdocca
pero a la cual se sumaban además instituciones y empresas de gran trayectoria en la ciudad como
la Bolsa de Comercio, Asociación Empresaria de Rosario, la asociación Industriales Metalúrgicos
rosario, Sociedad Rural de Rosario, Cabanellas y Cía., Montenegro Hnos., etc. Ver GRELA, P.
Loma de Ávila…, op. cit., pp. 505 – 506.
378
Génesis del actual…, op. cit., p. 47.

180
mástil. Si bien la mayoría eran representantes y autoridades de instituciones
públicas, queda en evidencia que la puesta en marcha de un proyecto como el
liceo fue recibida con beneplácito por buena parte de la sociedad, que de
diferentes modos acompañó a la propuesta. Si bien para algunas empresas la
creación el liceo implicó beneficios económicos en la medida que obtuvieron las
concesiones para la remodelación del predio, la dotación del mobiliario o
servicios, para otra parte de la sociedad que no obtenía réditos materiales
directos, la concreción del proyecto también era significativa. Por un lado
implicaba la instalación de un establecimiento educativo destinado a jóvenes
varones bajo las directivas de la Fuerza Aérea, por otro la posibilidad de estrechar
vínculos con dicha fuerza.

Mas allá del acercamiento a parte de la sociedad, necesario para la concreción de


una escuela militar, la Fuerza Aérea se planteaba un objetivo concreto con su
creación. En los considerandos de la resolución 377/79 se declaraba que la
intención era: “contribuir dentro del sistema educacional argentino a la formación
de jóvenes preparados a nivel de la enseñanza secundaria, que les permita
integrarse a la sociedad con el máximo de sus potencialidades desarrolladas” todo
ello seleccionando a los más “capaces de trascender por sus aptitudes en la
sociedad” y agregando “asimismo resulta de interés para la Fuerza Aérea extender
y fortalecer la conciencia aeroespacial a la vez que conformar los núcleos de
reservas necesarios para el cumplimiento de sus fines”379. En noviembre de ese
mismo año el Ministerio del Interior convalidó dicha resolución con un decreto que
señalaba que el liceo:

“…constituye un valioso aporte para el cumplimiento de los objetivos que el


Gobierno Nacional ha fijado en materia educativa.
Que el funcionamiento del Liceo Aeronáutico Militar brinda a los jóvenes
educandos una formación armónica de todos los aspectos, promueve una
espiritualidad y los capacita para la vida despertando vocaciones útiles para la

379
Génesis del actual…, op. cit., p. 39

181
comunidad, a la vez que favorece el desarrollo de una conciencia aeroespacial en
una vasta e importante zona de nuestro país.
Que por otra parte, el citado Instituto brinda a sus alumnos una formación militar
que los prepara profesionalmente, para que a su egreso, integren en los cuadros
de la reserva fuera de Servicio de la Fuerza Aérea, con lo que se satisface una
urgente necesidad de Nuestra Defensa Nacional”380.

Las obras de reparación necesarias para la recepción de los cadetes


correspondientes al primer año se realizaron en menos de doscientos días381 y se
publicitó en los medios locales la inauguración del predio que se llevó cabo en
marzo de 1980. Ya puesto en funciones como director del liceo, el Comodoro
Francisca señalaba en el primer orden del día las funciones y objetivos que debían
cumplir el personal de la institución en los cuales incluía “inculcar en el cadete un
profundo amor a Dios, a la Patria y a la Libertad del Hombre, tomando como base
la Familia por ser el pilar de toda estructura social” y que en ella la madre es “la
mejor y primera maestra del hombre, sobre quien ejerce constante acción
educadora”. Asimismo sostenía que tanto “los educadores militares y civiles
deberán incentivar en los cadetes la creatividad, el ingenio, la capacidad de
razonamiento, el aprecio por la belleza, la justicia y la verdad. Todo ello en un
ambiente de franca y leal camaradería”382.

El 15 de marzo con una amplia concurrencia de autoridades de facto de la nación


y de la provincia, vicarios castrenses, el arzobispo rosarino, el presidente de la
Corte Suprema de Justicia, el interventor de la Universidad Nacional de Rosario, el
director de la Escuela Superior de Comercio, los representantes de las Fuerzas
Armadas se oficializó el inicio de clases en el liceo. La ceremonia fue presidida por
el Comandantes de la Fuerza Aérea Argentina, Omar Graffigna quien señalaba en
su discurso que la puesta en marcha del liceo era un signo de “fe en la juventud
argentina y en el porvenir de la patria”:

380
Ibíd., pp. 41– 42.
381
“El director del Liceo asumió”, LC, 12/03/80, tapa y p. 9
382
Génesis del actual…, op. cit.,p. 94

182
“Digo fe en la juventud, porque la razón de ser de este Liceo Aeronáutico Militar,
la constituyen adolescentes de hogares argentinos que moldearán aquí su
carácter conforme a la visión de vida de ese soldado que es el hombre del aire,
hijo de un país joven, y de una institución más joven todavía.
Al hablar de juventud no lo hago sólo en términos cronológicos, Juventud es
vitalidad, mentalidad abierta y actitud sanamente competitiva, creatividad,
desprendimiento, Juventud es “querer ser” y “querer hacer”. Es en síntesis, un
auténtico estado del espíritu”383.

Mas allá de definir a la juventud, Graffigna se dedicó en su discurso a señalar los


fundamentos de la creación del liceo planteando que aquello que se buscaba era
contribuir a la formación de jóvenes que pudiesen “producir a la Argentina con
nuestra forma de vida, usos y costumbres”, así la preocupación central radicaba
en la necesidad de “formar futuros ciudadanos argentinos” que si bien se
constituirían en reserva de la Fuerza Aérea, su principal finalidad era que
“aprendan a dar testimonio de virtud personal para poder exteriorizarlo luego en
sus virtudes ciudadanas, en una sociedad libre, republicana y pluralista”. En ese
sentido Graffigna ponderaba la función educativa como un elemento central en la
formación de los jóvenes argentinos, función educativa que en el caso del liceo
había sido diseñada desde la Fuerza Aérea.

Por su parte el director, Comodoro Francisca se dirigió especialmente a cadetes y


familiares señalando el alto honor que implicaba haber sido seleccionado para
integrar la promoción fundacional del liceo, planteando que los objetivos de la
institución eran la formación “integral”384 de sus educandos para que “seáis
capaces de asumir y defender nuestro estilo tradicional de vida sobre la base de
383
Ver Génesis del actual…, op. cit. p. 99. Palabras similares había expresado Graffigna en la
conferencia de prensa que un año antes anunciara la creación del Liceo. Detallaba que la iniciativa
era “una vieja aspiración del arma” que buscaba “la formación del joven de hoy”, agregaba además
que “debemos rencontrarnos entre todos y empezar desde chicos a los jóvenes a educarlos de
acuerdo a eso. Por eso he insistido mucho en lo del Liceo, porque lo encuentro uno de los medios
más aptos para educar a la juventud” en GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 500
384
La concepción de una educación integral no era excepcional en el discurso castrense, ya en la
revista de educación del Ejército de 1979, n° 33 se señalaba que la educación era “el proceso
mediante el cual el educando tiende al logro de una formación integral y armónica, desarrolla al
máximo sus potencialidades personales y se integra de manera activa en la sociedad y la cultura”,
ver LÁZARA, J. Los adolescentes militares…, op. cit. p. 123.

183
identificación con los valores que la sustentan, conscientes de que la justicia
vigente por el ejercicio de la libertad con responsabilidad son valores
fundamentales y complementarios de una concepción occidental y cristiana” e
insistía en la necesidad de que se valorase el trabajo de las Fuerzas Armadas que
traspasaba su misión específica para participar “en el desarrollo, progreso y
educación nacional”. Palabras similares expresaba un fascículo editado por el
liceo militar donde se advertía que el cadete debía adquirir “la formación e
instrucción necesaria que le permitan el más amplio y generoso desarrollo de
todas sus potencialidades creadoras de manera tal que, al término de sus estudios
pueda insertarse beneficiosamente en el ámbito donde debe actuar, como persona
sencilla, responsable y reflexiva” aclarando además que la institución “no tiene por
misión reclutar personal de cuadros, no incorporar cadetes con exclusiva
inclinación a la carrera militar, sus cursantes egresan con el título de bachiller y la
jerarquía que se acuerda en la reserva”385.

Así tanto las palabras del director, el Comandante de la Fuerza Aérea y los
folletines de difusión del liceo abonaban la concepción de una Fuerza que se
constituían en la creadora de proyectos educativos tendientes a formar a los que
consideraban los ciudadanos del mañana, es decir, los jóvenes386. No pasaban
por alto que esa no era la supuesta misión de las Fuerzas Armadas pero que en
esa coyuntura específica se consideraban como forjadoras activas de los valores
del deber ser argentino. En ese proceso, sin embargo los proyectos se construían
en torno al imaginario y las prácticas militares y la formación de ciudadanos se
amalgamaba con el ideal de la formación de soldados que las Fuerzas Armadas
propugnaban.

385
GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 499-
386
En la página web del Liceo Aeronáutico puede leerse: “Cabe destacar que como premisa
fundamental se tuvo que el Instituto no tenía como finalidad la de transformarse en un centro de
reclutamiento para nutrir a la Escuela de Aviación Militar, sino que su función última y trascendente
era la de formar promociones para integrar el medio civil con la mejor formación académica y con
un profundo conocimiento de la Fuerza Aérea Argentina, con sus características, fortalezas y
debilidades, contribuyendo así a una mejor integración de la misma y la sociedad argentina”.
www.lam.edu.ar

184
No podemos dejar de advertir, sin embargo, que estos discursos venían a
contrastar con la fundamentaciones expuestas tanto en la resolución de creación
del liceo como del decreto que emanaba del Ministerio de Interior donde se
señalaba que junto a esa formación educativa armónica, uno de los objetivos era
la posibilidad de formación militar de jóvenes y su proyección como reservistas de
las Fuerzas Armadas. Que el jefe de la Fuerza Aérea y el director del Instituto no
expresaran públicamente esta como una de las demandas que implicaba la
creación del liceo permite abrir un abanico de suposiciones al respecto. Por un
lado la posible diferenciación respecto de esos objetivos esbozados por el
gobierno de facto y el interés específico de priorizar la educación de civiles en
valores militares, por otro la necesidad de convocar frente a la sociedad que
acompañaba el proyecto, una imagen de la fuerza que minimizase las funciones
represivas y bélicas y exaltase sus intenciones de estrechar vínculos con la
comunidad a través a la educación de los más jóvenes. Por último no debiéramos
olvidar que la Fuerza Aérea era la más novel de las tres armas, creada en 1912 y
que no había participado de las luchas por la independencia ni de los conflictos
bélicos del siglo XIX, y por tanto tampoco contaba con próceres que funcionaran
como referentes de la institución, tal como ocurría con las otras dos fuerzas387 algo
que el propio Graffigna destaca en su alocución. En este sentido es posible
considerar que la creación del liceo era para la Fuerza, o al menos para las
autoridades voceras del proyecto, un intento genuino de construcción de identidad
propia que pretendía además estrechar lazos con la sociedad. Por último no
podemos desconocer la coyuntura que atravesaba la dictadura en el momento de
gestación y concreción del liceo. Como proyecto específico de la Fuerza Aérea se
consolidó en un momento en el cual las Fuerzas Armadas en su conjunto se
encontraban reorganizando sus prioridades en torno a un potencial conflicto bélico
con Chile, por lo cual la formación militar y la posibilidad de consolidación y

387
Esta ausencia de próceres obligó por ejemplo a que la plazoleta del Liceo fuese bautizada con
el nombre de Abanderado Grandoli (en homenaje al joven rosarino que murió durante la guerra con
Paraguay). En el discurso inaugural de la plazoleta se insistía especialmente en el carácter joven
de la institución. Ver GRELA, P. Loma de Ávila…, op. cit., p. 520.

185
reforzamiento de las reservas de varones jóvenes para la guerra eran un objetivo
plausible.

Hasta aquí nos hemos detenido en plantear el proyecto y concreción del liceo
militar como propuesta educativa de las Fuerzas Armadas y específicamente de
una de sus ramas. Hemos insistido en los objetivos que llevaron a su creación, en
las intenciones de la Fuerza Aérea y del régimen que aseguraron su puesta en
marcha. Queda en evidencia que el liceo fue un proyecto de una Fuerza en
dictadura, en un contexto específico de crisis institucional del régimen o de falta de
cohesión al interior de las Fuerzas Armadas, donde más allá de las diferencias
coincidían en la necesidad de crear una nueva escuela militar para jóvenes. Ello
les permitía insistir nuevamente en el rol que los jóvenes debían cumplir en un
futuro y aquel que debía tener la educación en ese proceso.

En ese sentido es necesario destacar que aún en una coyuntura como la de inicios
de la década del ’80, cuando el régimen comenzaba a mostrar sus fisuras y las
Fuerzas Armadas encarnaban una variedad de alternativas en su seno, parte de la
sociedad mantenía aún cierta cuota de confianza en los valores y la idiosincrasia
de las Fuerzas Armadas y el régimen. Ello lo demuestran el apoyo y colaboración
que por diversos motivos otorgó parte de la sociedad a ese proyecto educativo, tal
como lo señalan el acercamiento entre representantes de las Fuerzas Armadas y
las “fuerzas vivas” de la sociedad en el año previo a la apertura del Liceo
Aeronáutico Militar. Pero también se vio reflejado en la gran cantidad de jóvenes
que en 1979 se inscribieron para formar parte de la primera promoción de
liceístas. Así la institución inició el ciclo lectivo de 1980 con su primera camada de
estudiantes, para entonces se habían seleccionado ciento veinte jóvenes entre
doscientos que habían realizado los exámenes de ingreso. A su vez ellos fueron
preseleccionados de un total de más de setecientos aspirantes inscriptos a dicho
examen. Esto no es un dato menor, señala el profundo interés que adquirió el
potencial liceo militar para muchas familias y jóvenes de la ciudad y de la región y
cómo este fue en algunos casos una alternativa educativa confiable.

186
Debemos sin embargo aclarar algunas cuestiones. Como hemos señalado no es
el único, ni el primer liceo militar del país; tampoco es la primera vez que jóvenes
eligen una formación militar. Sin embargo siendo uno de los dos únicos institutos
militares creados en dictadura y el único en la región las dos promociones iniciales
pasaron sus años en la escuela en los primeros ochenta y atravesaron la
transición a la democracia en sus aulas. Por su parte la creación del liceo así
como la cantidad de inscriptos al examen en esos primeros años permite pensar
que socialmente no hay un cuestionamiento al rol educativo de las Fuerzas
Armadas. Un acercamiento a la experiencia de jóvenes que formaron parte de esa
primera promoción nos permite al menos en forma indiciaria plantear no sólo cómo
era concebido el rol de las Fuerzas Armadas en ese contexto, sus políticas
educativas, sino los modos en que esta experiencia es recuperada en la
actualidad.

Ser Liceísta, ser del LAM

“Soy liceísta y lo digo orgulloso, porque aquí aprendí a


valorar cosas que tal vez adolescentes de mi edad no
tienen la suerte que yo tengo. Y todo porque soy
integrante de esta gran familia que es el Liceo Militar,
cuna de nobles varones”
388
Al primer curso, Ariel, 1978 .

“Somos cadetes del cielo/ del cielo de nuestra nación.


Todos estamos unidos/ por nuestro gran pabellón.
El bienestar de la Patria/lo lograremos junto a Dios.
Con nuestra familia en el hogar/con el anhelo de
triunfar/ para poder así llegar/ a enriquecer nuestro
saber/ que es la manera de impulsar/ a engrandecer
nuestra nación.
A nuestras aulas a estudiar/ a defender la libertad,
que nos legó el Gran Capitán/ para la paz continental,
la juventud presente está/ con gran conciencia
nacional”.
Marcha del Liceo Aeronáutico Militar

Ser Liceísta, como los mismos exalumnos se autonominan fue una opción para
algunos jóvenes que veían en la institución la posibilidad de una educación de

388
Ariel es la revista anual, que como tradición histórica editan los cadetes del último curso del
Liceo Militar General San Martín.

187
buen nivel. Como señalaba Néstor, uno de nuestros entrevistados, primera
promoción del liceo: “primero influyó que mi papá es ex liceísta, del Liceo de Santa
Fe, y después a mí siempre me gustó ¡por qué? Yo cero milico, incluso hoy tengo
hasta, no te digo bronca pero si condicionamiento, pero me gustaba el hecho de
que el lugar era un buen colegio”389. Otro exalumno abona la idea respecto del
nivel educativo del liceo: “Sabía sí que la formación era buena, eso era el
preconcepto que uno tenía (…) y sí yo creo que la formación académica era
buena”. Si bien el Liceo Aeronáutico Militar de Funes abría sus puertas por
primera vez en 1980, la existencia de otros liceos y la concepción de estos como
establecimientos educativos de alto nivel educativo y disciplina operaron como
factores decisivos a la hora de optar por una escuela. Otro era la experiencia
familiar, un padre o hermano liceísta o bien como señala Marcelo C., haber leído
folletos publicitando los liceos390.

Pero como ya hemos dicho ser liceísta, es decir, tomar la decisión de completar
los estudios secundarios en una escuela militar fue una opción para una parte de
los jóvenes. En principio, sólo para varones, la inclusión de mujeres fue más bien
tardía y en el caso del Liceo Aeronáutico estas se incorporaron recién hacia fines
de la década del noventa. En segundo lugar fue una opción para aquellos que si
bien no necesariamente apoyaban la dictadura, los valores e idiosincrasia que las
Fuerzas Armadas proyectaban, se asimilaban con los propios o los de su familia.
Este es probablemente el rasgo más significativo del liceo en tanto política
educativa para jóvenes y que lo diferencia de otros como el proyecto Argentinos!
Marchemos hacia las fronteras. Mientras que formar parte de actividades gestadas
desde las Fuerzas Armadas como el viaje realizado no implicó un alineamiento
con los valores militares, pudiendo en algunos casos incluso tener ciertas
prevenciones; optar por asistir a un liceo militar implicaba una coincidencia al
389
Néstor C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Actualmente es
médico. Entrevista realizada en octubre de 2012.
390
Marcelo C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984. Era oriundo
de la ciudad de Rufino. Actualmente es médico. Entrevista realizada en noviembre de 2012. En
tanto novel empresa es posible que no haya recibido folletos del Liceo Aeronáutico Militar de Funes
sino hasta la segunda mitad del año ’79, ello no impide que la publicidad respecto de otros liceos
en las escuelas motivara sus intereses.

188
menos general con ellas y sus valores. Como recordaba Marcelo cuando se inició
el ciclo lectivo en 1980 y en el liceo preguntaron quienes querían seguir una
carrera militar “creo que tres o cuatro no levantamos la mano, yo nunca quise
seguir la carrera militar (…) La mayoría entraron inicialmente con la idea de seguir
la carrera militar” y Néstor plantea la posibilidad de que más de la mitad de sus
compañeros haya pensado en seguir una carrera militar, dejando en evidencia que
la elección de la escuela señalaba el interés de una parte de los jóvenes de
acercarse a las Fuerzas Armadas.

Debemos considerar por último que asistir al liceo implicaba el pago de una cuota
con lo cual no era una institución accesible para todos los jóvenes que se sentían
cercanos a las Fuerzas Armadas o los consideraran como proveedores de “buena
educación”. Según Néstor se encontraban jóvenes de todas las clases sociales:

“a mí me pasaba también es que a mi viejo le costaba pagar la cuota (…) mi viejo


era un empleado, mi hermano trabajaba (…) Y socialmente era gente de todos
niveles. Había becados, había becados entero y media beca, siempre lo hubo
ahora también lo hay, y hay gente de todos los niveles. Como puede haber… o
sea, no es que es gente de nivel alto. Tampoco era que había gente de que vivía
en una, un nivel suburbano, en una villa, no, no, sí había gente con padres
laburantes”.

El sistema de beca y media beca estuvo previsto desde el diseño del proyecto de
creación del Liceo Aeronáutico conforme a la posibilidad de incluir entre los
cadetes a “hijos de personal militar, hijos de familias no pudientes y huérfanos”. Si
bien no contamos con información precisa respecto de la cantidad de becarios y
cuáles fueron los términos de selección, este sistema funcionó ya en los primeros
años de puesta en funcionamiento del liceo. De hecho en el año 1981 una de
estas becas fue otorgada a un joven proveniente de las islas Malvinas en un
proyecto para acercar los isleños a la Argentina391.

391
Según detalla un libro de la Fuerza Aérea, desde 1971 se habían otorgado becas a malvinenses
para realizar sus estudios en colegios británicos radicados en la Argentina con el objetivo de
estrechar vínculos con la sociedad malvinense. Según el informe, tal proyecto no logró los
resultados esperados y para finales de la década del ’70 se estableció el régimen de becas en

189
Pero el liceo no sólo fue una opción para estos jóvenes ingresantes, fue además
una experiencia que los acompañó durante cinco años de su vida, atravesando
durante ese período la guerra de Malvinas y la transición a la democracia, la
creación de la CONADEP y el desarrollo de su informe que marcó un punto de
quiebre respecto de las representaciones en torno al rol de las Fuerzas Armadas
en el período previo. Sin adentrarnos demasiado en estas cuestiones nos interesa
poder destacar algunas de estas experiencias y como son resignificadas desde el
presente. En ese sentido, ¿qué fue el liceo para quienes lo transitaron entre 1980
y 1984? ¿Fue simplemente una escuela? ¿Una como tantas otras? ¿cómo
vivieron esos años de convivencia con compañeros, docentes, militares y como
cadetes?

Ante la pregunta respecto de cómo era el liceo, los entrevistados ponderan los
factores “positivos” y “negativos” en relación a cuestiones de índole personal. En
general consideran la convivencia a diario con los compañeros de escuela como
experiencia valorable y la separación de la familia como parte de sus desencantos.
Para Néstor:

“Y como cosa negativa tenés un quiebre a nivel familiar, digamos que vos tenés
perdida de cosas familiares que tenés a una edad importante entre los doce y los
diecisiete años (…) una situación de alejamiento familiar, eso es inevitable. Cosa
que tenés otras cosas muy importantes como es el afianzamiento con los
compañeros que son amigos mas que amigos. Yo por ejemplo tengo amigos que
terminé con el liceo que son como hermanos”.

Marcelo recuerda: “Yo salía acá, llegaba los viernes a la noche a mi casa y me
volvía los domingos a la tarde (…) Lo duro era, que sé yo, para un chico de
dieciséis, quince años cuando todos salían de joda el domingo yo me tenía que
venir para acá (…) Después ya estaba acá ya estaba en un ambiente distinto, ya
estabas con tus amigos”. El alejamiento a temprana edad de los padres y el

liceos militares. En ese contexto Paul Betts obtuvo una beca para realizar sus estudios en el Liceo
Aeronáutico Militar, siendo parte de la promoción que inició sus estudios en el LAM en 1981. Ver
Historia de la Fuerza Aérea Argentina, t. VI, Vol. 1, Fuerza Aérea Argentina, 1998, p. 58. Disponible
en www.radarmalvinas.com.ar. Ver también “Malvinense y Rosarino”, Rosario Express, marzo de
2012.

190
vínculo con los compañeros se presentan a lo largo de las entrevistas como
elementos ordenadores de sus propios recuerdos. Pero son mucho más que eso,
Celso Castro lo considera un rito de pasaje que incluye tres etapas: un rito
preliminar, el alejamiento del mundo externo; un rito liminar la incorporación de
nuevas normativas, vestimenta, horarios (que incluye muchas veces la humillación
de los ingresantes) y posliminar cuando ya adaptado como cadete es el encargado
de viabilizar esas normativas en los más jóvenes392. Si bien en el caso del Liceo
Aeronáutico los entrevistados enfatizan que no había “pica” entre los cursos más
jóvenes y la primera promoción y no fueron considerados superiores, algo que por
normativa funcionaba en los liceos393, los ritos iniciales y de pasaje de la vida civil
a la vida militar fueron parte constitutiva de las experiencias de los primeros
cadetes.

En este punto como en tantos otros Marcelo y Néstor insisten que excepto por la
particularidad vivir allí, este era una escuela como otras. Para Marcelo todo era:
“Normal, una relación normal. O sea nos tenían de la misma manera que en
cualquier otro lado”. Para Néstor “era un colegio, no era un instituto militar (…) vos
tenías amonestaciones como en cualquier escuela”. En tanto liceo, sin embargo,
implicaba que junto a la currícula propia de una institución educativa, se cursaba
además materias “militares” como supervivencia y había un trato cotidiano con los
militares ya que “cada comisión tenía un jefe, un jefe de la sección y las secciones
eran militares y después había un jefe de compañía, del año, después está el jefe
de escuadrón de estudio que era un militar (…) son todos militares”. Más allá de
esta característica ambos acuerdan que la vida militar prácticamente no se filtró en
la cotidianeidad de sus vidas, aunque aclaran que las sanciones eran más serias –
“te echaban por copiar”- y había sanciones que califican como de “tipo militar” -

392
Celso Castro de hecho analiza el “trote”, es decir las acciones de ablande que suelen
encargarse a los años superiores y que implican todo tipo de acciones humillantes a los
ingresantes. Ver CASTRO, Celso. “O trote no Colegio naval: una visão antropológica”, Antítesis,
vol. 2, n° 4, 2009. Sobre el rito de pasaje en el c aso el servicio militar obligatorio se puede
consultar GARAÑO, S. Entre el cuartel…, op. cit. p. 84 y ss.
393
Según la sección II del régimen disciplinario de los colegios militares “los cadetes de IV y V
curso tienen superioridad militar y mando sobre los cadetes de cursos subalternos”. Ver LAZARA,
J. Los adolescentes militares, op. cit., p. 93.

191
como la quita de franco- y un control más rígido sobre el estudio y la disciplina.
Así en el relato de nuestros entrevistados hay una preocupación por señalar la
normalidad con la cual habían cursado sus estudios secundarios en el instituto
militar e insisten en que desde las autoridades y docentes no había intenciones
de inculcar la formación militar.

Ahora bien, que existieran docentes civiles y militares y que las sanciones no
fueran iguales marcaba de por sí una característica propia de los liceos que los
alejaba de la cotidianeidad de una escuela. La diferencia estribaba en varios
aspectos pero el más significativo sin duda refería a los arrestos, o la quita de las
salidas. En este sentido Lázara señala que la disciplina en el ámbito de las
escuelas castrenses se construía en parte sobre el castigo y la expropiación del
cuerpo en manos de superiores. A ello se sumaba además un carácter
meritocrático que incluía desde las apreciaciones simbólicas respecto del ser
liceísta, hasta los premios al esfuerzo que las propias reglamentaciones
establecían394.

Ahora bien, si algo modificó significativamente la vida cotidiana de estos jóvenes


liceístas en dictadura, ello fue la guerra de Malvinas. Para Néstor que nunca se
había planteado la posibilidad de incorporarse a las fuerzas, la guerra fue un
acontecimiento que modificó, aunque por un lapso de tiempo muy corto, las
percepciones sobre su propio futuro y sus intereses. Néstor recuerda: “Nunca
pensé en seguir la carrera militar. Tuve un momento cuando fue, que me tocó vivir
en el liceo, cuando fue la guerra de Malvinas, que durante la guerra (…) ahí algo
que bueno quise ser piloto”. Marcelo señala que la guerra de Malvinas:

“se vivía con euforia, no el hecho de ganar o perder sino que uno quería estar,
quería ir, (…) Es lo que pasó… en toda la Argentina con los chicos de mi edad, es
decir nosotros teníamos una idea que sí que vamos, después yo iba el fin de
semana me iba y decía che les bajamos tres barcos en la puerta del boliche con
mis amigos de Rufino (…) era una discusión de café, ahora si te hubiese dicho

394
Ver LÁZARA, J. Los adolescentes militares… op. cit. p, 61 y ss.

192
che vamos, no creo que ninguno de nosotros o pocos hubieran dicho sí vamos en
serio”.

Si como hemos señalado, inicialmente un número importante de ingresantes


pensó en seguir una carrera militar, lo cierto es que muy pocos tomaron ese
rumbo, aproximadamente un diez por ciento de los 90 que formaron parte de la
primera promoción. Néstor asegura que la rigidez del sistema que imponía la
escuela desalentaba a los estudiantes y Marcelo que en el propio liceo había un
“fomento” para no ser militar y que era “más para formarnos en otra cosa”. Sin
embargo ninguno de los entrevistados plantean la derrota en Malvinas, la crisis de
las Fuerzas Armadas y su desprestigio o la salida democrática como factores que
pudieron incidir en los cambios de percepción sobre la fuerza y las elecciones
posteriores de sus compañeros, cuestiones que probablemente deben ser
consideradas. Una anécdota de Néstor permite pensar al menos indiciariamente
estas cuestiones:

“Tenía un plus extra. Porque a mí después del final, después de la guerra de


Malvinas, te acordás que hubo mucha… en contra de los militares todo eso y vos
tenés, nosotros usábamos uniforme para ir, para venir, en la calle y todas las
cosas. A mí me daba, no te digo vergüenza pero cierta cosita…

-Miedo a que la gente te dijera algo?

-Sí te dijera, algo te cargaban todo, pero en realidad…

-¿Y te decían algo?

-Sí. Milico de mierda que sé yo. Pero yo en realidad, yo no iba a ningún lado. No
es que vos salís con el uniforme. Siempre venía a mi casa, iba, venía (…) Pero no
era algo que me traumara”.

Ese recuerdo ubicado en el tiempo “luego de Malvinas”, es significativo a pesar de


que pretende restarle importancia. En primer lugar porque si como hemos
señalado anteriormente una buena parte de la población aplaudió y acompañó la
instalación del liceo, los sucesos posteriores a la derrota de Malvinas, la salida a la
democracia y el cuestionamiento a la violación de derechos humanos en

193
dictadura, probablemente modificaron no sólo las percepciones sobre las Fuerzas
Armadas sino también sobre aquellos proyectos que habían llevado adelante y
quienes de uno u otro modo estaban vinculados a ellos. Utilizar un uniforme de
cadete, remembranza del uniforme militar, era sino motivo de vergüenza, sí de
preocupación por la asociación directa entre estudiante del liceo/Fuerzas
Armadas. En segundo lugar es posible pensar que para muchos de estos jóvenes
la derrota de Malvinas y el desprestigio posterior de las Fuerzas Armadas, no sólo
por su rol bélico sino por aquel ejercido durante la dictadura, hayan modificado
además sus propias percepciones sobre las Fuerzas Armadas.

Por otra parte, esta anécdota es un tiempo disruptivo en esos recuerdos de


normalidad con la cual el entrevistado narra su pasado, donde esa cotidianeidad
relatada sin sobresaltos encuentra piedras en su camino. Quizás debiésemos
interrogarnos nuevamente cuan normal fue cursar los estudios secundarios en un
liceo militar que abrió sus puertas en dictadura y cuya primera promoción vivió los
avatares de la crisis y final del gobierno de facto. Nuestros entrevistados
insistieron en que más allá de ciertos detalles todo era normal. Probablemente sus
compañeros estén de acuerdo395. Nada se colaba entre las paredes del liceo, ni la
lucha contra la subversión, ni la diatriba antimarxista que impregnaba el orden
castrense, ni la crisis que las Fuerzas Armadas vivían ya hacia finales de los ‘70, o
quizás sí se coló, sólo que no llegó en realidad a ser parte del relato de nuestros
entrevistados, nada fuera de Malvinas.

Si nos detuviésemos sólo en sus relatos y en los discursos documentados, nos


quedaría la impresión de que el liceo fue una institución educativa militar
proyectada por las Fuerzas Armadas, con objetivos definidos en el contexto de
dictadura. Un proyecto que se superponía a muchos otros gestados desde las

395
En el festejo del 30 aniversario, un exalumno de la primera promoción recordaba las intensas
campañas militares, las prácticas de desfile y el estricto orden cerrado con cariño. Agregaba
además: “Del país que vislumbramos en aquellos años, a la “republiqueta minusválida” que hoy
padecemos, de aquella Argentina grande con la que nos ilusionamos en las aulas y en cada una
de las clases de instrucción, de aquellos laureles que supimos conseguir… no diré absolutamente
una palabra. Sólo expresaré un deseo fervientemente para que, de una vez por todas nos
pongamos en acción”. Cena 30 años de fundación del LAM, bodas de plata de la I Promoción,
2009.

194
Fuerzas y con destino a estrechar lazos con la sociedad. Un liceo que pareciera
sustraerse de otro plano de la dictadura, aquel en el que las Fuerzas Armadas
jugaron un rol decisivo, la represión, especialmente la represión clandestina. Allí
pareciera que los militares a cargo se desentienden de ese rol y del supuesto fin
del régimen: la erradicación de la “subversión”.

Sin embargo Alsides Francisca, el primer director del liceo, no sólo era un militar
que tuvo en sus manos la educación de estos jóvenes, como hemos dicho fue
además el jefe de policía de Mendoza. En aquel entonces su discurso sostenía
que la educación de los jóvenes – según determinados criterios – era necesaria
para erradicar la “subversión”:

“…debemos considerar a la subversión como un verdadero problema, como una


enfermedad de característica social que tiende a destruir los órdenes que hacen
posible la convivencia armónica (…) Por ello, los remedios contra la subversión
que la Policía de Mendoza quiere mostrar, han de consistir para los jóvenes en
seguir el consejo de los padres, profesores y autoridades, el alejarse de las malas
compañías, en trabajar y estudiar y divertirse sanamente, en dudar de las
invitaciones escondidas de los propios padres”396.

Por su actuación como Jefe de la policía de Mendoza Alsides Francisca fue


condenado a prisión perpetua junto a otros represores por considerarlos
"coautores mediatos penalmente responsables por los delitos de privación
ilegítima de la libertad agravada, por mediar violencia y amenazas y asociación
ilícita calificando los delitos de lesa humanidad cometidos en el contexto de
genocidio"397. Francisca no fue sólo un burócrata de la dictadura, un director de
escuela tras su escritorio. Fue además el brazo ejecutor de la represión en
dictadura. Y fue para nuestros entrevistados el director en su escuela. Pero la

396
Citado en BRAVO, Nazareno. “El discurso de la dictadura militar argentina. Definición del
opositor político y confinamiento- “valorización” del papel de la mujer en el espacio privado”, Utopia
y praxis Latinoamericana, año 8, n° 22, 2003, p. 11 2. Disponible en http://revistas.luz.edu.ve/
index.php/upl [última consulta 20/02/2012]
397
“Perpetua para siete genocidas por delitos de lesa humanidad”, Tiempo Argentino, 23/03/13.
Disponible en http://tiempo.infonews.com/2013/03/23/ [última consulta 23/04/213]. Asimismo Omar
Barbuy había sido luego del golpe de estado y antes de ser el encargado de este proyecto, el
interventor militar de San Luis y Jefe Mayor del Comando de Operaciones Aéreas.

195
figura del director/represor no es resignificada en la actualidad por nuestros
entrevistados, ni siquiera es recordado. Si bien podríamos pensar que la omisión
pretende normalizar aún más el relato respecto de la vida cotidiana en el liceo,
negando las implicancias de quienes fueron sus autoridades en hechos de
violación a los derechos humanos, es interesante consignar que en una carta
dirigida a la primera promoción en el año 2009, año del 25 aniversario de su
egreso, Francisca decía:

“Sin pretender dar explicaciones ni justificación alguna a las causas que motivan
mi ausencia personal a esta reunión, por otro lado ampliamente conocida por
todos ustedes, solamente me limitaré a manifestarles que mi conciencia me pide
rogar al Señor, para tener fe (…) y que se encienda la luz para que se vea la
oscuridad; plenamente convencido que la ley natural es inmutable, que la ley
humana es variable, progresiva e inestable y que sólo ella ha podido consagrar en
la infancia de las sociedades el derecho del más fuerte.
Por otro lado deseo manifestarles que vivo la alegría de quien vive plenamente lo
realizado, rogando que sea una alegría contagiosa y viva (…) aceptando también
que siendo humano he cometido errores, por lo que pido las disculpas necesarias
tratando de no reabrir heridas que ya cicatrizaron”398

Francisca seguía siendo en 2009 el ex director fundador del Liceo Aeronáutico


Militar, tanto para la Fuerza Aérea, las autoridades de la institución como para
quienes fueron sus estudiantes, o al menos para parte de ellos. Esta carta no es
simplemente un dato, nos obliga a replantearnos los vínculos que se tejieron al
interior de la institución y que se siguen manteniendo hasta la actualidad.

La anécdota de Néstor sobre los abucheos al uniforme, la actuación de Francisca


durante la dictadura e inclusive el envío de ese misiva en 2009 nos obliga
nuevamente a tensionar el relato de los entrevistados y preguntarnos ¿normalidad
para quién? y ¿respecto de qué? Probablemente esta pregunta no tenga
respuestas efectivas, en parte porque estamos trabajando sobre los relatos que

398
Carta enviada por Alsides Paris Francisca a la I Promoción, 24 de octubre de 2009. La misma
se encuentra publicada en el portal web de los ex alumnos referida a los festejos del 25
aniversario. Ver https://sites.google.com/site/vagoslam/

196
varias décadas después construyen nuestros entrevistados, sabiendo ellos que
son la primera promoción, la promoción fundadora del liceo, dando con estas
palabras otra carga simbólica a ese recuerdo. Por otro lado, ese lugar tan
significativo que ocupa el compañerismo y la amistad de los liceístas –primera
promoción- en la actualidad, refuerza la mirada positiva sobre ese pasado, sobre
los vínculos gestados en ese contexto; quedando el resto subsumido en esa
fraternidad, en las anécdotas entre amigos. Por último es posible que haya entre la
entrevistadora y los entrevistados un muro infranqueable, una empatía que no
termina de consumarse y que lleva a impedir entender –y preguntar sobre- esa
cotidianeidad en toda su dimensión.

Sin embargo intentamos un camino de reflexión. Por un lado es posible pensar


que la normalidad se construye en el relato, no porque ese fuera en sí mismo un
tiempo de normalidad o anormalidad para estos jóvenes sino porque la
experiencia vivida y la mirada actual sobre ella se construyen desde la apoliticidad
–intencional o no- impuesta a los acontecimientos y a las personas. Quizás el
binomio normalidad/anormalidad con que intentamos registrar la vida cotidiana de
estos jóvenes liceístas esté condenada al fracaso. Es el proyecto en sí, la creación
de un liceo y su puesta en marcha por un militar encargado hasta ese momento de
la acción represiva del régimen aquello que condensa la lógica con que funcionó la
vida cotidiana en dictadura, y que busca traducirse constantemente en un
esquema binario básico e imposible de digerir399.

399
En un análisis respecto de la historiografía sobre el nazismo Enzo Traverso hecha luz sobre el
análisis de la vida cotidiana en ese contexto y advierte: “Sustraer a la sociedad alemana de la
“sombra de Auschwitz” para estudiarla de manera más objetiva y rigurosa significa poner entre
paréntesis los crímenes nazis y por lo tanto, ignorar, sino ocultar, los vínculos que mantenía la
sociedad con la política criminal del régimen, la relación indisociable entre la normalidad de la vida
cotidiana y la excepcionalidad de la política, primero persecutoria y luego exterminadora, del
nazismo. Ahora bien, el examen de estos vínculos es indispensable para entender la consumación
de los crímenes nazis”, TRAVERSO, Enzo. La historia como campo de batalla. Interpretar las
violencias del siglo XX, FCE, Buenos Aires, 2012, p. 157.

197
Capítulo 5
Juventud, Iglesia Católica y dictadura

“Se permitirán reuniones multitudinarias


(siempre que vayan a Luján a pie),
pero se prohibirán las reuniones de dos
personas solas, porque pueden hacer cosas”.
María Elena Walsh, El año próximo seremos breves

Mas allá del proceso de laicización vivido por la sociedad argentina a lo largo del
siglo XX400, la Iglesia nunca perdió su lugar de privilegio entre aquellas
instituciones que intervenían desde sus palabras y prácticas en la arena social,
política y cultural del país. Sin embargo para la década del ’70 atravesaba fuertes
sismos internos que la obligaron reconstruir su situación al tiempo que definía su
rol frente al estado y la sociedad.

En el marco de la dictadura instaurada en 1976, la Iglesia pretendió renovar la


tradición de institución monolítica que otrora tuviese, negando en parte sus
contradicciones y reafirmando su apoyo a las Fuerzas Armadas desde la cúpula
de la jerarquía eclesial al tiempo que derramaba dicha consigna hacia otros
sectores de la Iglesia. Así, el Episcopado Argentino no cuestionó abiertamente la
acción represiva llevada adelante por el gobierno de facto, ni fue un vehículo de
búsqueda para los familiares de desaparecidos y si bien hubo dentro del clero un
grupo que marcó un camino diametralmente opuesto, la mayoría siguió el ejemplo
de sus autoridades.

Pero además en ese contexto la Iglesia pretendió erigirse como voz autorizada
para ser la guía espiritual de una sociedad que ya había sido diagnosticada como
enferma, constituyéndose así en una estrecha colaboradora del régimen y del

400
Ver DI STEFANO, Roberto. “Por una historia de la secularización y de la laicidad en argentina”,
en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, 2011.

198
PRN. La agenda de problemas y temas que señalaron durante este período no
estuvo exenta de vínculos con el discurso castrense de esos mismos años. La
subversión fue entonces un tema candente en el discurso clerical, y a ello se
sumaron otros que si bien siempre habían servido de bandera de la institución -
como la familia, el matrimonio, la moral y jóvenes- se rescataban ahora con más
energía.

Este capítulo pretende explorar el discurso de la Iglesia de aquellos años, cuyos


ejes centrales fueron la familia y los jóvenes, ambas prioridades pastorales
establecidas por los diversos documentos posconciliares. Para entender este
planteo es necesario realizar inicialmente un breve racontto de la situación de la
Iglesia en esas décadas a fin de que nos permita entender cuál era la crisis que la
atravesaba y su devenir en el contexto de dictadura. Ello no sólo ayuda a
comprender el rol que tuvo en ese momento específico sino que es necesario para
analizar la compleja trama de discursos que de ella emanaron, en ocasiones
manifestando posiciones divergentes.

Por último este capítulo aborda no sólo los discursos sino las prácticas de la
Iglesia respecto de los jóvenes. Entender que la Iglesia se constituyó para
aquellos años en uno de los pocos espacios donde la sociabilidad joven era
aceptada pública y masivamente nos permite comprender parte de las prácticas
cotidianas y de normalidad con que vivieron muchos de ellos. En ese sentido es
posible pensar que las asociaciones laicales para jóvenes no sólo fueron un
espacio de sociabilidad que les permitió cierta “seguridad” sino que además se
constituyeron en espacios de militancia legal y pública en un contexto en que otras
militancias eran definitivamente clandestinas.

La Iglesia Católica en dictadura

Un estudio de la Iglesia en dictadura obliga al resguardo respecto de análisis


homogeneizantes que nieguen total o parcialmente los matices, diferencias y
contradicciones que en ella existen en tanto institución, obliga a una cartografía
compleja que permita comprender más allá de las acciones y discursos de la

199
cúpula eclesiástica. Como sostiene Obregón, la Iglesia Católica no fue un bloque
monolítico sino que estuvo atravesada por fuertes debates internos vinculados
tanto a concepciones diferentes respecto del rol de la institución misma y sus
dogmas como sobre su posicionamiento frente a la dictadura401. Un estudio que
pretende recuperar los sentidos que esta otorgaba a los jóvenes y la familia en ese
contexto, impone los mismos recaudos: no desconocer la multiplicidad de matices
de quienes se constituían como portavoces oficiales del discurso de la Iglesia
Católica.

Al momento del golpe de estado, la Iglesia sufría desde hacía más de una década
profundos cambios que la obligaron a repensar su propio rol frente a la sociedad
así como el lugar de los jóvenes en ella y al interior de la comunidad religiosa.
Esos cambios sin duda fueron modificando los discursos así como los vínculos
entre Iglesia Católica y jóvenes, lo cual implicó que desde finales de la década del
sesenta ellos ocuparan un lugar central entre las preocupaciones de la institución
y que se mantuvieran como temática constante durante los años de la dictadura,
aunque con algunas variantes. Entre esos cambios debemos considerar el quiebre
y el conflicto que generó el Concilio Vaticano II en la Iglesia argentina. La jerarquía
eclesiástica, que rechazaba los planteos del Concilio y la autocrítica emergente, se
vio obligada a una renovación a partir del aval papal que este había suscitado.
Como plantean Di Stéfano y Zanata “el aggiornamiento conciliar minó en el plano
teológico la matriz tomista que regía la arquitectura institucional y cultural
eclesiástica argentina como en pocas otras iglesias. (…) La misma jerarquía
eclesiástica se vio obligada, a su pesar, a conducir una renovación conciliar cuya
necesidad no había percibido a tiempo y que en muchos casos le parecía incluso
riesgosa”402. Así la Iglesia Católica argentina atravesó una profunda división en su

401
OBREGÓN, Martín “La iglesia argentina durante la última dictadura militar. El terror desplegado
sobre el campo católico” en PEROTIN –DUMON, Anne (dir.). Historizar el pasado vivo, p. 3.
Versión en línea: http://www.historizarelpasadovivo.cl. [consultado el 10/02/2012]. También se
puede consultar del mismo autor Entre la cruz y la espada. La iglesia católica durante los primeros
años del ‘Proceso’, UNQ, Bs. As., 2005.
402
DI STEFANO, Roberto y Loris ZANATA. Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conquista a
fines del siglo XX, Sudamericana, Bs. As. 2009, pp. 488 -489. Los autores señalan que la
recepción del Concilio Vaticano II debe entenderse entre otras cuestiones a partir de los cambios

200
seno señalando las diversas corrientes políticas que en ella se expresaron403 y
mientras un número importante de sacerdotes se decantaban por exponer la
necesidad de una institución comprometida socialmente con los sectores
explotados, otro sector no menos significativo mantenía posiciones más
conservadoras.

Según Obregón para los primeros ’70 es posible dar cuenta de las diferencias
entre tradicionalistas, conservadores y renovadores, señalando entre estos últimos
una amplia gama de actores que iban desde los moderados hasta los
progresistas404 respecto de la renovación eclesiástica. Estas divisiones jugaron un
rol importante luego del golpe de estado de marzo del ’76, y nos permiten
comprender las posiciones que tuvieron cada uno de estos sectores respecto de la
sociedad y el gobierno de facto. Los sectores tradicionalistas, que habían objetado
con más contundencia la nueva doctrina social de la Iglesia y rechazado de plano
el Concilio e inclusive los sectores conservadores –que consideraban la
posibilidad de incorporar algunas reformas moderadas- fueron aquellos que
mantuvieron lazos estrechos con los sectores de las Fuerzas Armadas, apoyaron
explícitamente el golpe de estado y la dictadura e insistieron con mayor frecuencia
desde sus discursos en plantear los peligros de la “subversión” y la necesidad de
orden, premisa en la que confluían con el discurso militar posgolpe. El ala
progresista de la Iglesia, que había sufrido ya cierto reflujo405, fue el espacio
desde donde se esgrimieron las oposiciones al golpe y quienes sufrieron el

que había vivido la institución durante la década del ’60 en donde no sólo hubo un aumento de la
laicización, un cuestionamiento al orden y la jerarquía sino también un aumento significativo de
diócesis y de sacerdotes jóvenes que constituían el 50% de la curia argentina.
403
Según la revista Panorama, en 1969 había al menos 20 corrientes políticas. En MORELLO,
Gustavo. “El Concilio Vaticano II y la radicalización de los católicos”, en LIDA, Clara, Horacio
CRESPO y Pablo YANKELEVICH. Argentina, 1976. Estudios en torno al golpe de estado, FCE: Bs.
As., 2008, p. 115.
404
OBREGON, M. “La iglesia argentina…”, op. Cit., p. 9.
405
ZANATA, Loris. “El precio de la nación católica”, en revista Puentes, n° 23, 2008, p. 88.

201
terrorismo de estado con mayor crudeza, fue también desde este sector donde se
realizaron gestiones por personas desaparecidas, aún en forma velada406.

Con la mayoría del clero argentino manteniendo posiciones de apoyo explícito al


régimen y en el marco de una Iglesia herida por la profunda crisis interna vivida, la
cúpula eclesial pretendió rencauzar la institución hacia posiciones más
homogéneas, aislando a los sectores progresistas y acercando posiciones con las
Fuerzas Armadas. Según Mallimacci:

“Hubo múltiples afinidades electivas entre las Fuerzas Armadas y la Iglesia


Católica. Si bien no son lo mismo compartieron propuestas, proyectos y se
supusieron símbolos de la nacionalidad. Se tomó también como natural que la
identidad nacional se asociara también a la identidad católica, que la Patria y la
Nación amenazada debía consagrarse a Jesús o a María para así ser salvada de
la subversión y que la cultura católica antiliberal y anticomunista fuera sinónimo
de justicia social y argentinidad”407.

La Iglesia pretendió erigirse como la guía espiritual de la sociedad en esa


coyuntura que se iniciaba con el golpe de estado, privilegiando una prédica
pastoral que recuperaba espacios en torno a problemas que habían sido desde
tiempo atrás su bandera más prominente: la moral y la familia408.

La Iglesia Católica frente a los jóvenes

Ni la temática de la familia ni la referencia a los jóvenes eran temas nuevos en la


historia de la Iglesia Católica argentina, la preocupación y enunciación respecto de
ellos data de una larga trayectoria, que tuvo según las coyunturas y prioridades
episcopales, sus altibajos, pero que sin duda se potenciaron en aquellas
circunstancias que la Iglesia advertía y diagnosticaba como de crisis de la

406
Cabe señalar que en aquello que hemos llamado el sector renovador hubo posiciones
diferenciadas que iban desde la denuncia abierta a la dictadura como posiciones mas moderadas
de repliegue y aceptación de su posición minoritaria en el seno de la Iglesia. OBREGÓN, M. “La
iglesia argentina…”, op. Cit.
407
MALLIMACCI, Fortunato. “La condena a la catolización y militarización y del estado”, en revista
Puentes, n° 22, 2007, p. 18.
408
OBREGÓN, M. “La iglesia argentina…”, Op. Cit., p. 30.

202
sociedad, relajamiento de la moral y de las costumbres. En esos momentos la
prédica respecto de los valores familiares, del rol de los padres, la preocupación
por los hijos, fueran niños o jóvenes, sobre su educación y modos de
esparcimiento se tornaba más incisiva409. En esa línea es posible plantear que
ante la coyuntura de mediados de los años ’70, en el contexto de una Iglesia que
atravesaba -como ya hemos señalado- sus propios conflictos y en donde desde
diversos espacios se planteaba una crisis política-social-institucional, buscó
recomponer la sociedad desde aquella que consideraba su organización primaria,
la familia410. De hecho, desde 1975 la prioridad pastoral según el Episcopado
Argentino era “Matrimonio y Familia” y en ese marco referencial, los jóvenes
tampoco estuvieron ausentes del discurso eclesial ya que como el documento
episcopal señalaba se evidenciaba “una estrecha unión de la pastoral familiar con
la juvenil” establecida en años previos admitiendo que “La Iglesia se esfuerza por
comprender a los jóvenes y quiere ayudarlos a asumir su compromiso ante el
mundo y ante Dios”411. La temática de la juventud fue entonces junto a la familia
uno de los temas frecuentes en aquellos años tanto en las homilías como en los
mensajes sacerdotales.

La prédica de la Iglesia –más allá de las divergencias internas- se centró en estas


cuestiones pero incorporándolas a una mirada general respecto de la realidad
social argentina de entonces. Dicho esto, no resulta extraño entonces que la
jerarquía eclesiástica y buena parte del clero recibiese con beneplácito el discurso
militar de ordenamiento y de erradicación de la subversión y de todo aquello que
atentase contra la moral y las buenas costumbres. Asimismo la renovación

409
Lilia Vázquez Lorda señala por ejemplo que la creación de la Liga de Madres de Familia desde
el episcopado Argentino se produjo en 1951. La fecha no era casual, el proceso de modernización
vivido por la sociedad argentina -que se traducía entre otras cosas en un aumento de la población
urbana y de condiciones de hacinamiento- era vista por la Iglesia como parte de un proceso que
provocaba la crisis de la sociedad y la familia, obligándola a centrar sus esfuerzos en ellasVer
VAZQUEZ LORDA, Lilia, “Para actuar en defensa de la familia, la Liga de Madres de Familia.
(Argentina en las décadas de 1950-1960)”, en Temas de Mujeres, año 3, n 3, 2007. En línea
http://www.filo.unt.edu.ar/rev/temas/index.htm. [Consultado el 30/05/12]
410
Área que probablemente consideraba de su “propiedad” frente al estado. Ver VAZQUEZ
LORDA, L. “Para actuar…” op. Cit, p. 4.
411
“Plan nacional de Pastoral sobre Matrimonio y familia”, en Revista Didascalia n°3, 1975, p. 187.

203
respecto de la temática de la juventud como parte de la agenda del PRN impuesta
por la Junta Militar, no pasó desapercibida por los sacerdotes argentinos, las
asociaciones laicales o sus medios de difusión. Ello permitió multiplicar los
análisis, reflexiones y diagnósticos en donde la juventud era el núcleo central de
las disertaciones.

A un mes de acontecido el golpe de estado, el editorial de la revista Criterio remitía


a la cuestión de la juventud señalando cuál era su realidad en el contexto
contemporáneo. No era la primera vez que refería a la temática, y sin duda fue
una preocupación significativa en el proceso de ascenso de la militancia política
juvenil entre 1973 y 1974, momento que ya se identificaba como de crisis social y
de la juventud412. El editorial de abril de 1976 hacía un breve racconto de la
experiencia juvenil de los últimos años. Señalaba la dificultad de hablar para una
juventud “confundida por falsos profetas, que la han hecho creerse autosuficiente
y redentora” y en una sociedad donde los adultos no asumían sus
responsabilidades. El artículo iniciaba con un análisis de la presencia y
emergencia de los jóvenes como sujeto social en la argentina ponderando algunos
valores y actitudes vinculados a sus prácticas cotidianas (vestimenta, elección
musical) para culminar con una reflexión menos benigna sobre el proceso de
politización sufrido

“En 1973 no había reportaje en que no se preguntara a un joven “¿donde


militás?”, sabiendo como sabía todo el mundo la vinculación de esa “militancia”
con la guerrilla. En los puestos callejeros se vendían gorras de guerrillero, con
insignias y todo, y hasta se fabricaron ametralladoras de juguete con ese nombre.

412
Según la encuesta realizada por la revista misma en septiembre de 1974, la mayoría de sus
lectores eran personas de entre 30 y 50 años, sin embargo comprendía la necesidad de incorporar
temáticas relativas a la juventud y sus problemas tal como sugerían sus lectores. Según la misma
encuesta, realizada al 18% de los suscriptores de la revista, de ellos sólo un 5,94% eran menores
de 30 años. Destacable también es la diferencia respecto del género ya que un 75,82% de los
lectores eran varones. Ver revista Criterio n° 1699, año LXVII, septiembre de 1974, pp. 483-48 4.

204
(…) Así fue como por irresponsabilidad de los mayores, jóvenes valiosos y
rescatables fueron empujados a la guerrilla. Muchos iban a encontrar allí una
muerte sucia, o iban a salvar su vida a costa de perder toda esperanza”413.

Sin embargo en los meses posteriores al golpe de estado, en la voz de la


Comisión Episcopal Argentina, la referencia a los jóvenes no solía vincularse con
el proceso de politización creciente que había vivido el país en los primeros ’70.
Las alusiones, cuando surgían abstraían a los jóvenes de la realidad social,
demarcando virtudes y valores esenciales de un modo similar al que ya hemos
analizado respecto del discurso inicial de la Junta Militar. La juventud era la
heredera, el futuro y la encargada de que ese futuro fuese mejor. Así lo expresaba
por ejemplo Monseñor Aramburu en la Homilía realizada en la segunda
peregrinación juvenil a Luján cuando comprometía a la juventud “a construir un
mundo nuevo que ya apunta en el horizonte de nuestra historia, una civilización
diferente, la civilización del amor”414. En una línea similar, Monseñor Derisi quien
fuera por entonces rector de la Universidad Católica, planteaba la necesidad de
concientizar a los jóvenes de que “ella es la que tiene que salvar al país”415. A ello
se sumaron otras miradas como la del Arzobispo de San Juan de Cuyo, Ildefonso
María Sansierra quien destacaba a la juventud como un estado transitorio de la
vida pero que condensaba “el porvenir pujante e idealista de la humanidad” pero
que “doctrinas foráneas” habían exaltado “las nobles pasiones de los jóvenes y los
han enrolado en efímeras empresas inalcanzables por lo extrañas a nuestro ser de
argentinos” para finalizar su discurso señalando: “por eso, noble joven, no seas
miseria en la abundancia, ni en la fuerza descalabro. No seas sombra en la luz, ni
en la verdad mentira, sino luz en la luz, vida en la vida y en la Patria ejemplo
insigne viril. No seas trampa en la amistad. No seas desaliento en la esperanza, ni
en la alborada ocaso sino (…) esfuerzo denodado en el trabajo para construir la
Patria nueva”416. Las citas relevadas dan cuenta de una definición esencialista y

413
“La juventud en cuestión”, Criterio, n 1738, año XLIX, 22 de abril de 1976, p. 197.
414
“La procesión a Luján tuvo ayer gran adhesión”, LC, 04/10/76, tapa.
415
“Monseñor Derisi se ha referido a la universidad”, LC, 07/11/76, pp. 6, 9 y 29.
416
“Mensaje del Arzobispo de San Juan a la juventud”, LC, 06/12/76, p. 3.

205
redentora de los jóvenes, donde sus propios destinos estaban ligados a la
salvación de la nación, dando cuenta de un discurso que amalgamaba elementos
simbólicos propios del catolicismo con otros de fuerte raigambre nacionalista para
tejer la trama sobre la cual eran definidos los jóvenes, su presente y porvenir417.
Por otra parte cabe señalar que si bien la tónica del discurso eclesial fue
mayoritariamente en consonancia con el ya explicitado, no hubo un discurso
unívoco respecto de una definición o el rol de los jóvenes, sino que más bien cada
uno de los representantes clericales incluía aditamentos particulares en sus
discursos.

En la provincia de Santa Fe las dos figuras preminentes que la Iglesia tenía como
portavoces eran Monseñor Guillermo Bolatti, arzobispo de la arquidiócesis de
Rosario418 y Monseñor Vicente Zaspe, arzobispo de Santa Fe desde 1968. Ambos,
sin embargo, provenían de posiciones encontradas en el seno de la Iglesia,
señalaron discursos y estrategias distintas frente a la dictadura y sin dudas sus
trayectorias no siguieron el mismo derrotero luego de 1976. Bolatti pertenecía al
sector más tradicional, que abrazó los lineamientos ideológicos del régimen de
facto acompañándolos en sus homilías419. Zaspe por su parte provenía del sector
reformista dentro de la Iglesia y si bien nunca radicalizó su posición política, y
cuestionaba la violencia armada, fue uno de los arzobispos que batalló en favor de
los lineamientos del Concilio Vaticano II y Medellín. Iniciada la dictadura no
planteó su oposición explícita ni abierta a ella ni a la violación a los derechos
humanos perpetrada, pero fue uno de los pocos arzobispos que abrió sus puertas
a familiares de desaparecidos420. Ya cuando el régimen entró en crisis, las

417
Según Di Stefano “esa persistente identificación entre nación y catolicismo es lo que permite la
caracterización del enemigo interno como amenaza para la civilización occidental y cristiana”, ver
DI STEFANO, R. “Por una historia de la secularización…”, op. Cit, p. 26. También MALLIMACI, F.
“La condena a la catolización…”, Op. Cit.
418
Bolatti había sido elegido como obispo para la diócesis de Rosario en 1961 y dos años después
cuando esta fue elevada al rango de arquidiócesis se convirtió en el primer arzobispo de la ciudad,
cargo que ocupó hasta 1982.
419
Al respecto ver AGUILA, G., Dictadura, represión…, op. Cit., pp. 268-269.
420
Ver PISARELLO, Virginia. “El arzobispo Vicente Zazpe y los perseguidos de la última dictadura
militar”, Ponencia presentada en las V Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, UNGS, 2010.

206
posiciones de Zaspe se endurecieron planteando desde sus homilías críticas mas
contundentes al PRN421.

Fueron de hecho, las homilías y mensajes de monseñor Zaspe los que tuvieron
una mayor repercusión mediática dando cuenta de la importancia que este tenía
en el seno de la sociedad santafesina, razón por la cual es muy común encontrar
referencias periodísticas tanto a sus homilías como mensajes radiales422. En la
peregrinación a la Virgen de Guadalupe en mayo de 1976 y dando cuenta de la
línea pastoral planteada el año anterior, Zaspe se refería a la familia pero también
y como consecuencia de ello a la juventud. En ese sentido realizaba algunas
apreciaciones respecto de la mirada que la Iglesia tenía de ella. En principio
señalaba que la Iglesia “confía en el muchacho” que “rechaza al que piensa en él
en términos de cloaca” y mas adelante: “la Iglesia confía en la juventud que con
Cristo y María proclaman que la genitalidad no da derecho a la paternidad. La
Iglesia necesita contar con muchachos y chicas fuertes y magnánimos, sexuados
y transparentes, de fe consistente y de fidelidad comprobada. No sirven los flojos,
los veletas, los egoístas, los sucios y los irresponsables”423.

Días después, en la conmemoración de una fecha patria, Zaspe retomaba


nuevamente su reflexión sobre los jóvenes. En dicha ocasión señalaba que más
allá de los múltiples factores de los cuales dependería la realidad futura del país,
el ingrediente más significativo era la juventud, la “que votó por primera vez en
1973 y la que todavía no ha expresado su parecer político (…) la que recibió
promesas de participación en la transformación del país y experimentó la
frustración de sus esperanzas”. Marcaba además en esta ocasión que:

421
Obregón plantea que en el contexto de la dictadura los posconciliares se replegaron, pero
realiza una diferenciación señalando un sector que militó activa y públicamente contra el terrorismo
de estado mientras que otro sector prefirió realizar gestiones particulares frente a las Fuerzas
Armadas. El autor encuadra entre estos últimos al arzobispo santafesino. Ver Obregón, M. “La
iglesia argentina…”, op. Cit., p.32.
422
A inicios de la década del ’70 Monseñor Zaspe inició un programa de mensajes dominicales a
través de la radio. Dicha práctica volvió a ser frecuente para los años de la dictadura, siendo
reproducidas sus palabras por diversos medios locales y nacionales.
423
“Zaspe: la meta es la gran familia”, LC, 10/05/76 Tapa, páginas 2 y 15.

207
“Se llegó a una inflación de los valores juveniles, a un culto de la juventud y a una
demagógica adulación de los jóvenes. Casi todos los partidos prometieron la
renovación del país contando con un ala juvenil pero concluyeron después
acusando a esa misma juventud de irresponsabilidad y utilizándola de coartada
para justificar el fracaso de los compromisos. El cuadro no se agota en lo político
sino que se extiende al familiar, laboral, docente y económico. Podemos hablar –
con matices y distinciones- de una juventud frustrada y resentida”424.

Los pasajes citados permiten ponderar la mirada de Monseñor Zaspe respecto de


la juventud en los primeros años de dictadura. Allí el arzobispo cuestionaba las
percepciones sociales que estigmatizaban a la juventud, señalando que las
críticas sólo pretendían encubrir la crisis que sufría la sociedad. Pero a su vez es
posible advertir el doble cariz utilizado en el discurso dando cuenta de una mirada
ambigua sobre la temática. En principio porque consideraba al joven como un
sujeto agredido y/o manipulado por los adultos, cuya consecuencia era una
generación “frustrada y resentida”, pasiva ante dicha realidad. Por otro lado, sin
embargo, advierte la condición de jóvenes como sujeto político, esta advertencia
permite diferenciar su discurso de otros que en ese mismo contexto referían a
ellos. Si hasta el momento hemos señalado cuales han sido los significados y
roles que otorgaron el gobierno de facto y las Fuerzas Armadas a los jóvenes, no
han existido definiciones como las citadas anteriormente. El joven era nominado
como estudiante, hijo, trabajador y un sinnúmero de adjetivaciones pero si algo se
pretendía negar era su cariz político. O bien, en aquellos casos en que este cariz
aparecía, refería a su vinculación con lo que se aludía como subversivo –tal como
lo señalaba el editorial de la revista Criterio-, estigmatizándolo. La alusión de
Zaspe sin embargo no tiene estas connotaciones, por el contrario pretende
enunciar a los jóvenes como sujetos que podían participar activamente de la vida
del país en el contexto de una dictadura que se iniciaba y en donde esos canales
de participación estaban claramente obturados.

424
“La homilía de Monseñor Zaspe”, LT, 27 /05/76, p. 6.

208
Los mensajes de Zaspe en estos primeros años construían una percepción
benigna de la juventud, dando cuenta de los múltiples espacios donde su
desarrollo estaba vedado por las generaciones adultas. En la peregrinación a la
virgen de Guadalupe del siguiente año, refería nuevamente a la juventud en los
términos anteriormente explicitados cuestionando a los adultos por ser los
responsables de “las luces y sombras” del “mundo actual” y de la poca inserción
de los jóvenes en los diversos ámbitos de la vida del país e insistía –entre otros
muchos aspectos- en la poca participación política de los jóvenes: “el mundo
político ha coqueteado con la juventud pero para apuntalar mas de una vez la
senectud y lo anacrónico”.

Luego de las críticas a la generación adulta señalaba el rol que la familia –


entendida como la familia cristiana- podía cumplir en la formación de los jóvenes
ya que ella “no sólo es célula y comienzo de la sociedad sino su fin, meta y
objetivo” para culminar definiendo el “tipo ideal” de varones y mujeres jóvenes que
se necesitaban:

“Necesitamos muchachos con sensibilidad frente a las chicas pero con


responsabilidad frente a los logaritmos y a la fórmula del carbono. (…)
Necesitamos chicas que se conmuevan frente al televisor pero tenemos mas
necesidad de chicas que se conmuevan frente a la vida, al dolor y al futuro de la
Patria y de la Iglesia. (…) Necesitamos una juventud que llene las universidades,
las canchas de tenis o básquet, los estadios de fútbol, las fábricas, los templos y
que vacíen cuanto antes los moteles, los nigth club y demás pudrideros del país.
Necesitamos una juventud que se interese y apasione con lo que le pasa a la
Patria y prepare los cuadros futuros de una renovada democracia vital” 425.

Más escueto en sus observaciones sobre los jóvenes fue Monseñor Bolatti quien
sin duda estuvo preocupado por señalar el rumbo de las Fuerzas Armadas en el
país, la necesidad de erradicar los “vicios” de la sociedad y la “subversión”

425
“Monseñor Zaspe formuló una apasionada defensa de la familia y la juventud”, LC, 27/04/77, p.
6.

209
marcando su cercanía con el discurso militar de la época426. Sin embargo en la
celebración del día de Rosario, en octubre de 1977 hizo una referencia a un hecho
protagonizado por jóvenes. El arzobispo repudiaba en su mensaje “un hecho
blasfemo de una parodia sacrílega de la Crucifixión del Señor, protagonizada por
un grupo de estudiantes secundarios” y alertaba sobre la necesidad de exigir una
“reparación” a los autores de manera tal que no se alentase “a la comisión de
nuevos y mas graves delitos, implantándose así el reinado de la inmoralidad y
sellado la derrota de la virtud”. Si sólo nos detuviésemos en esta caracterización
que Bolatti realizaba, no podrían evidenciarse más que diferencias respecto del
discurso de Zaspe citado anteriormente ya que aquí los jóvenes se asociaban a la
inmoralidad y al delito. Sin embargo el arzobispo rosarino señalaba a continuación
que en realidad los jóvenes que actuaban de ese modo eran minoría: “La mayoría
de nuestros jóvenes están reaccionando y comportándose de una manera positiva
y alentadora. Se advierte en ellos un despertar de las mejores características de la
juventud, una búsqueda ardorosa y apasionada de la verdad y del bien y lo que es
mas consolador todavía, esa búsqueda en muchos termina con la realidad viviente
de esa verdad y ese bien que es Dios”427.

Esta última cita nos permite pensar que la mirada de Bolatti respecto de la
juventud se acerca a algunos de los planteos iniciales de la Junta Militar y de las
palabras del propio Videla así como de los discursos de la jerarquía eclesial. En
principio porque esa juventud es abstraída del contexto histórico, de la realidad
social de los últimos años al tiempo que la connota de virtudes y valores
“esenciales”. Aún cuando Bolatti acuerda en la idea de que los jóvenes han sido
utilizados políticamente –tal como lo expresara Zaspe- no los sitúa como un sujeto

426
“Contra el marxismo alertó Monseñor Bolatti”, LC, 08/1976, tapa y p. 5. Cabe destacar que
incluso las percepciones de militantes juveniles católicos de aquellos años señalan las
divergencias entre uno y otro obispo. Rubén señalaba esas diferencias: “Acá teníamos a Bolatti
que era un tipo… inteligente, era un tipo parco viste, que cuando vos lo veías apenas te ladraba un
buen día” mientras que con Zaspe recuerda “había muy buena onda, muy buen feeling”. Rubén B.,
comerciante. Participó del grupo juvenil parroquial de la Parroquia de Santa Rosa entre 1975 y
1976, fecha en la que se vinculó a ACA. Fue delegado juvenil de ACA entre 1977 y 1986.
Entrevista realizada en mayo de 2012.
427
“Monseñor Bolatti expresó su anhelo de una sociedad más justa y fraterna”, LC, 10/10/77, p. 9.

210
político que debe participar de la realidad nacional, mas bien la insta a saber
esperar su tiempo:

“Una juventud ya harta y desengañada de los demagogos que al mismo tiempo


que la halagaba, le emponzoñaba la mente con recetas de violencia, le pudría el
corazón con placeres fáciles para debilitar su fibra, cuando a la juventud hay que
empujarla no al placer sino al heroísmo. Esa juventud empieza en su mayoría a
tomar la vida en serio y si bien está ansiosa de participar comprende al mismo
tiempo que para ello debe prepararse y si quiere ser escuchada debe
escuchar”428.

A pesar de las diferencias observables en el discurso de ambos arzobispos


santafesinos, hay sin embargo un punto de unión ya que cuando hablan de la
juventud o pretenden definirla deslindan a los jóvenes de estigmas y críticas
generales. Más bien hay una inequívoca intención de condensar en ellos valores y
virtudes necesarios para la sociedad pero también para la Iglesia. Ahora bien, si
en los primeros años de la dictadura la Iglesia Católica refirió habitualmente al
papel que debía cumplir la juventud, luego del documento de Puebla publicado por
la Iglesia en 1979 -donde se señalaba que las prioridades pastorales eran la
familia, la juventud y la pastoral vocacional- su discurso se acentuó. En 1981
Monseñor Aramburu expresaba que en esta coyuntura la juventud: “Anda en la
búsqueda de otros valores que sean menos espectaculares pero más eficaces,
con más sentido humano, con predominio de sana y serena reflexión, que
construye por sobre la pasión desordenada, que sacude y destruye, para elaborar
un mundo mejor y una civilización de amor”. Asimismo llamaba a los jóvenes a
acudir a la Iglesia para que esta le brindase “sus sólidos valores humanos y
religiosos”429. Estas referencias deban entenderse en el marco de la preocupación
de la Iglesia Católica por los jóvenes en general pero especialmente la necesidad
de llegar y señalar el camino a aquellos jóvenes militantes de asociaciones
laicales quienes para estos años constituían una porción no menor dentro de los
militantes católicos.
428
Ibid.
429
“Preocupa a Aramburu el problema de la desocupación”, LC, 05/10/81, tapa.

211
Como hemos podido observar, la multiplicación de los discursos respecto de los
jóvenes fue una constante -e in crescendo- a lo largo de la dictadura, reforzando
su prédica sobre un sujeto que siempre había formado parte de las
preocupaciones eclesiásticas. Este énfasis se comprende en una lógica que
examina prioritariamente la estructura interna de la institución, sus crisis e intentos
de recomposición propia de la Iglesia luego del Concilio Vaticano II, la conferencia
de Medellín y en esta nueva coyuntura del país. En ese marco general, la
recuperación de una imagen de Iglesia homogénea y la participación y militancia
de sus fieles, especialmente jóvenes, fueron centrales. Ahora bien esas
referencias a jóvenes confluyeron y en muchas ocasiones coincidieron con el
discurso militar de esos años permitiendo crear una imagen monolítica entre las
definiciones del régimen de facto y el de gran parte de los representantes de la
Iglesia Católica respecto del rol de estos, sus definiciones y sus proyecciones, en
ello tuvo fuerte influencia la jerarquía eclesiástica.

Los jóvenes frente a la Iglesia Católica

Así como la juventud no era un tema nuevo dentro de la Iglesia argentina, la


presencia de estos como fieles y militantes tenía para los años de la dictadura una
larga trayectoria. En esta línea es importante destacar el rol que tuvieron las
diversas formas de asociaciones juveniles católicas para comprender los cambios
que se fueron gestando en las prácticas asociativas de los fieles jóvenes de la
Iglesia a lo largo de estas décadas.

Cuando pensamos en los espacios de sociabilidad religiosos vinculados a la


Iglesia Católica, no podemos dejar de mencionar el lugar que ocupó Acción
Católica Argentina (ACA) desde su constitución y por lo menos hasta los ’60
cuando inició un proceso de declive significativo. Recuperar las prácticas de
militancia juvenil en esos años obliga a poner el foco en esta institución. Ya desde
la conformación de ACA en abril de 1931, se definía su división por ramas
señalando un corte generacional y de género430. La etapa peronista no pasó sin

430
Siguiendo el modelo italiano sus afiliados se repartían en dos ramas adultas, Asociación de
Hombres Católicos y Liga de Damas católicas, (que luego pasaron a nominarse Asociación de

212
producir cambios en los modos en que se relacionaba la Iglesia con sus feligreses
y los años ’40 mostraron una escasa regeneración de sus afiliados en las diversas
ramas, situación que se mantendría hasta por lo menos los años ’60 en el caso de
los juveniles. Así entre los años ‘40 y ‘50 la preocupación central de la Iglesia y de
las asociaciones laicas ligadas a ella se centraron en la familia y en los niños. No
es casual que en ese contexto emergiesen el Movimiento Familiar Cristiano
primero y luego las Ligas de Padres y Madres de Familia cuya preocupación
central –aún con sus diferencias- eran la moral y la familia431. La emergencia de
estas Ligas permitió reafirmar la militancia de los sectores adultos de la feligresía
señalando además nuevas formas de acción y práctica religiosa de las
asociaciones. Ello no quiere decir que no se gestaron nuevas formas de
asociación juvenil, la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC), la Juventud Obrera
Católica (JOC), Juventud Universitaria Católica (JUC) surgieron ya para los años
’40 pero estas nuevas asociaciones juveniles no lograron crecer cuantitativamente
en esa década. Asimismo entre 1958 y 1961 Acción Católica había perdido un
tercio de sus socios en las ramas juveniles y la sección de aspirantes había
desaparecido de los colegios católicos. ACA parecía no responder a las nuevas
inquietudes de sus feligreses432.

Hombres de Acción Católica, AHAC y Asociación de Mujeres de Acción Católica, AMAC), y dos
juveniles: Federación de la Juventud Católica y Liga de la Juventud Femenina Católica que luego
se llamarían Asociación de los Jóvenes de Acción Católica (JAC) y Asociación de las Jóvenes de
Acción Católica (AJAC). Según Omar Acha durante la primera década el sector juvenil se convirtió
en el más dinámico dentro de asociación en todo el país, siendo además las mujeres jóvenes
aquellas que durante las dos décadas siguientes mantuvieron un crecimiento constante. ACHA,
Omar. “Notas sobre la evolución cuantitativa de la afiliación en la Acción Católica Argentina” en
LIDA, Miranda y Diego MAURO. Catolicismo y política en la Argentina del siglo XX, s/f., p. 5.
Dossier temático en línea www.historiapolitica.com [consulta realizada el 30/05/12]. Sobre las
representaciones en torno a los sectores juveniles de ACA ver BLANCO, Jessica “La Acción
Católica y si conformación como espacio público (1931-1941)”. En línea www.historiapolítica.com
[consulta realizada el 30/05/12].
431
Para un estudio de las ligas de Padres y Madres ver VAZQUEZ LORDA, L. “Para actuar…” op.
Cit.. La autora destaca que tanto la Liga de padres como Madres fueron iniciativas del episcopado.
En una línea similar Isabella Cosse señala las diferencias de estas con el Movimiento Familiar
Cristiano que surgió de la iniciativa de mujeres vinculadas a la parroquia. Ver COSSE, Isabella.
Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta, Siglo XXI, Bs. As., 2010, p.147.
432
DI STEFANO, R. y L. ZANATA. Historia de la Iglesia Argentina…, op. Cit., p. 500.

213
A partir de los años sesenta en el marco de la renovación posconciliar, de grandes
cambios en la vida cotidiana y de emergencia del joven como sujeto político y
social, la militancia juvenil adquirió otros sentidos. Las discusiones y debates al
interior del mundo católico, como había ocurrido con el propio clero, se
direccionaron en torno al rol de la Iglesia, el carácter de sus propias militancias y
el compromiso social que estos debían asumir frente a la realidad, permitiendo
además el acercamiento entre posiciones ideológicas que hasta el momento
habían sido consideradas opuestas como por ejemplo, catolicismo y marxismo.
Para Donatello la transformación del campo religioso implicó un doble juego, por
un lado la proliferación de organizaciones no oficiales y por otro el inicio del
conflicto entre la jerarquía, y los cuadros medios y sus feligreses433. En esa línea
algunas asociaciones vivieron tiempos de cambio. Isabella Cosse nos recuerda,
por ejemplo, que en 1968 el Movimiento Familiar Cristiano tuvo como asesores
principales al matrimonio Quarraccino y al padre Enrique Fabbri quienes
renovaron al movimiento al acercarlo a la teología de la Liberación al tiempo que
“supuso una apertura a los problemas de las clases populares y de los jóvenes”,
consolidándose esta situación luego de 1971 con la elección de una pareja joven
para dirigir el destino del movimiento434. Asimismo la JEC pretendió acercar sus
militantes al compromiso social con la realización de sus tradicionales
campamentos en zonas necesitadas del país, otras asociaciones como las JUC y
JOC entablaron en este contexto conflictos con la jerarquía eclesiástica señalando
los rumbos diferentes que parecían ir adquiriendo en el nuevo clima de época435 y
los jóvenes vinculados a ACA comenzaron a cuestionar las autoridades y el
verticalismo de la asociación436.

Entre esos cambios no podemos dejar de mencionar el acercamiento entre la


militancia católica y la lucha armada. Dos son los ejemplos más explícitos, el

433
DONATELLO, Luis Miguel. Catolicismo y Montoneros. Religión, política y desencanto,
Manantial, Bs. As., 2010, p. 39.
434
COSSE, I. Pareja, sexualidad y familia…, op. Cit., p.149.
435
DONATELLO, L. M. Catolicismo y Montoneros…, op. Cit., p. 44
436
DI STEFANO, R. y L. ZANATA, Historia de la Iglesia Argentina…, Op. Cit., pp. 516-517.

214
Movimiento por los Sacerdotes del Tercer Mundo y el grupo surgido en torno a al
revista Cristianismo y Revolución, sin embargo el catolicismo contestatario no se
redujo solo a estas experiencias sino que debe comprenderse la fluidez de
movimiento entre la militancia católica y la militancia política vinculada a las
guerrillas y sus organizaciones de base437. En esa línea un importante número de
trabajos de investigación sostienen que la génesis de Montoneros debe articularse
entre otras cuestiones con los cambios operados al interior de la militancia
católica, sus debates y sus definiciones, ya que de allí surgieron un número
significativo de sus militantes438. En este sentido es posible pensar que el vínculo
entre catolicismo y lucha armada marcó el ritmo desigual entre las viejas
estructuras asociacionistas de la Iglesia y los nuevos derroteros de la militancia
juvenil, obligando a la Iglesia a recomponer su relación con la sociedad y con los
jóvenes en la década siguiente.

Según Miranda Lida, los años ’70 y especialmente la segunda mitad de esa
década se caracterizaron por la vuelta de la movilización de feligreses auspiciada
por la Iglesia:

“Las masas católicas cobraron creciente presencia cuanto mas se reducía el


caudal de politización revolucionaria que había empapado desde finales de la
década de 1960. El catolicismo de masas debió aguardar para su renacimiento a
la clausura de la breve primavera camporista en 1973. Fue entonces cuando el
catolicismo de masas comenzó a mostrarse exitoso en organizar eventos de
masa que permitían que la gente saliera a la calle sin miedo –se supone- a ser
reprimidas por fuerzas de seguridad o parapoliciales”439.

437
Ver MORELLO, G. “El concilio Vaticano II…”, op. Cit., p. 113. También Donatello, L.M.
Catolicismo y Montoneros…, op. Cit.
438
Si bien no es el objetivo de este trabajo quizás fuera necesario preguntarse respecto de las
restrictivas posibilidades de participación de los jóvenes en espacios asociativos luego de iniciada
la dictadura de Onganía. Probablemente en ese marco sea posible entender que la militancia en
asociaciones católicas era probablemente uno de los pocos espacios de participación posibles y en
un clima donde esas asociaciones estaban además reformulando sus prioridades.
439
LIDA, Miranda. “Las masas católicas en los años de la dictadura, 1976 -1982”, en
Entrepasados, n° 34, 2008, p. 56.

215
Así la autora registra un sinnúmero de actividades públicas realizadas por la
Iglesia como peregrinaciones y Congresos, donde la participación de los fieles y
especialmente jóvenes sería significativo, señalando como puntapié inicial de este
proceso la celebración de las asambleas federales de ACA en Tucumán
realizadas en el mismo año ’73 y cuya máxima expresión podría definirse con el
Congreso Nacional Mariano de 1980. Lida destaca además los intentos –según su
propia perspectiva logrados- para revitalizar las distintas ramas de ACA como
espacios de militancia y movilización de feligreses. En este sentido, si bien
podemos plantear algunos acuerdos generales, especialmente referidos al impulso
que adquiere la movilización de jóvenes católicos, consideramos necesario
realizar un análisis más profundo de la temática.

En principio y apriorísticamente podemos señalar como hipótesis que luego del


Concilio Vaticano II, de la crisis interna sufrida por la Iglesia como institución y
como religión, lo que se observa para los años 70 pero más claramente en el
segundo lustro es no sólo un proceso de recomposición que ya hemos
mencionado, sino además un cambio en las prácticas religiosas que permiten
pensar no ya en el reacomodamiento de las viejas asociaciones a las nuevas
coyunturas sino a la emergencia de otras que permitieron abrir el camino hacia
una religiosidad construida a partir de otras prácticas.

Es evidente que la Iglesia buscaba para esos años ’70 recomponer sus bases
sociales luego del desmembramiento que había significado el proceso de
politización creciente de la sociedad y especialmente de los jóvenes440. Ya en
1971 se realizaba por ejemplo la 8° Semana Nacional de Catequesis cuyo núcleo
de preocupación era la catequesis en la pastoral juvenil. En ese encuentro se
planteaba entre las razones por las cuáles se elegía la pastoral juvenil como
temática de reflexión que “la juventud quiere un cambio, la Iglesia –que también lo
quiere- debe ayudar a la juventud a realizar ese cambio según Dios lo quiere” y

440
Es posible pensar que desde la sociedad también hubo una búsqueda de reflexionar y
vincularse con la Iglesia y la religiosidad de manera diferente. No es casual que en este contexto
un grupo de rock nacional como era Vox Dei desarrollara como primer disco temático la Biblia.

216
“porque la Iglesia está haciendo una acción muy reducida entre la juventud”441. En
ese congreso se señalaba además que existían muy pocos jóvenes que
participaban de agrupaciones católicas juveniles y las diferenciaba entre aquellas
que respondían a la teología de la “Iglesia y mundo”, grupos de reflexión y
buscaban la conversión espiritual y estaban vinculados a la jerarquía eclesiástica;
los que respondían a la teología de la “Iglesia para el mundo”, grupos de jóvenes
integrados a la parroquia y a un cura, que realizaban servicios para jóvenes. Por
último señalaba el movimiento ligado a al teología “Iglesia en el mundo”, que se
planteaban como militantes cristianos en diversos ámbitos (barrios, fábricas,
universidad). Sostenían además a este último movimiento como aquel “que
responde más a los jóvenes” y que debía ser impulsado442.

En este sentido coincidimos con Lida en que se gestaron nuevas estrategias para
impulsar la movilización de jóvenes católicos. Para la autora ello se evidenciaría
ya en la convocatoria a las asambleas de ACA realizadas en 1973 conduciendo de
allí en más a un proceso de movilización de masas que sería inversamente
proporcional a la politización vivida por la sociedad. Así mientras se produciría un
desaliento de la participación política, aumentaría la movilización hegemonizada
por la Iglesia Católica. Esta última apreciación sin embargo es difícil de sostener.
En primer lugar porque no hay nexo inequívoco entre el aumento de la
movilización católica y la obturación de los canales de participación política. En
segundo lugar porque si bien las ramas juveniles de ACA tuvieron un impulso
renovador, aquello que verificamos es la emergencia de nuevas formas de
sociabilidad juvenil que marcaban sus distancias respecto de aquella organización.
Por su estructura, nivel de organización y alcance, ACA era aún en los setenta la
organización más importante de la Iglesia, pero ese lugar lo fue perdiendo
paulatinamente a medida que avanzaba la década y se consolidaban nuevas
estrategias de organización de los jóvenes católicos.

441
“La catequesis de la Pastoral Juvenil”, en Didascalia n° 6, 1971, p. 326.
442
“La catequesis …”, op. Cit. 328 - 329.

217
Cabe señalar que la adopción por parte del clero de los lineamientos del Concilio
Vaticano II y la conferencia de Medellín implicaron la recuperación de la temática
de los jóvenes y sus prácticas como militantes de la Iglesia, generando un proceso
de discusión, reflexión y movilización en pos de crear nuevas formas de
asociaciones juveniles en el seno de la Iglesia. Sin embargo, ello no devino en un
desarrollo homogéneo y debemos entenderlo en el marco de las diferenciaciones
que se multiplicaban en la Iglesia y que ya hemos señalado, considerando como
aditamento que luego de la segunda mitad de la década del ’70 y en el marco del
reflujo del proceso politización vivido, estas organizaciones adquirieron un
discurso fuertemente antimarxista y apolítico, señalando claras diferencias con la
militancia juvenil católica de fines de los ’60.

En líneas generales podemos plantear que en la ciudad de Rosario y para la


segunda mitad de la década del ’70 es posible verificar que junto a las ramas
juveniles de ACA y los grupos juveniles parroquiales, emergieron otras
agrupaciones juveniles dependientes del arzobispado como fue el Movimiento
Evangelio de Caná o con un carácter diferente el Movimiento Focolar. En ese
mismo contexto y en el marco de las congregaciones religiosas salesianas es
posible verificar la existencia de agrupaciones juveniles como Mallín, Palestra,
Cooperadores Salesianos y CamReVoc, todas ellas con características diferentes
respecto de las dependientes directamente del Arzobispado de Rosario y, en
última instancia, de Monseñor Bolatti. Pero más allá de las diferencias debemos
insistir en el hecho de que estas nuevas asociaciones surgieron en el marco del
Concilio Vaticano II y teniendo una fuerte presencia recién en el segundo lustro de
los 70. En el caso del MEC nació como desprendimiento del Movimiento Familiar
Cristiano en los primeros años de la década y de la mano del Presbítero Héctor
Pedro García,443 convirtiéndose en movimiento autónomo en 1979. Para mediados
de 1976 los grupos juveniles del Movimiento Familiar Cristiano que luego

443
Héctor García era el secretario de Monseñor Bolatti y según algunas denuncias vendía
información falsa a familiares de desaparecidos. Ver DEL FRADE, Carlos. El rosario de Galtieri y
Feced: documentos y testimonios de desaparecedores y resistentes, El eslabón, Rosario, 2000,
cap. 7.

218
formarían al MEC, nucleaban a cerca de 250 jóvenes444. Según señalaba su
estatuto fundacional, la prioridad del movimiento eran la familia y la juventud,
reconociendo así su filiación en el Concilio Vaticano II y planteaba entre sus
objetivos:

“formar de modo integral a la juventud (…) que les garantiza la realización plena
de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les
propone una opción vocacional específica: el matrimonio, el sacerdocio o la vida
consagrada (…) Una misión sobre la juventud, la familia y el ambiente que
signifique con prontitud lo que por una parte la jerarquía de la Iglesia juzgue mas
conveniente, y por otra, lo que las necesidades de los tiempos y el ambiente
fundamental de la juventud y la familia impongan”445.

El movimiento focolar por su parte era mas bien un movimiento de carácter


internacional gestado inicialmente a finales de la década del 60 pero cuya
influencia en Argentina se produjo casi una década después. Respecto de ACA e
incluso del MEC, el movimiento focolar tenía dentro de los movimientos vinculados
al clero secular, un carácter progresista. Según señala una entrevistada era mas
“abierto”:

“los focolares, en ese momento (…) eran como la versión progresista del Opus
Dei -que también yo tenía amigas en el Opus Dei- en el sentido en que es una
asociación laica que tiene como carisma la unidad, entonces buscan la
integración racial, la unidad con las otras religiones, hacen Mariápolis que son de
judíos, musulmanes y católicos. Y bueno tenían conjuntos de música con ritmos
mas modernos de los que había en esa época…”446.

Respecto de las agrupaciones juveniles vinculadas a colegios salesianos, sin duda


la influencia del Concilio Vaticano II, el documento de Medellín y Puebla fueron
significativas, pero integrándolos al carisma que los salesianos tenían ya desde su
444
“Equipos de jóvenes cumplen activa labor de apostolado”, LC, 13/06/76, p. 6.
445
Estatuto MEC. En http://webmec.org . [consulta realizada el 30/05/12]
446
María Pía M. Fue militante del MEC, el movimiento Focolar y del movimiento de renovación
carismática entre fines de la década del ’70 y mediados de los años ’80. Entrevista realizada en
marzo de 2012. Cabe señalar que el movimiento Focolar tuvo mayor presencia hacia la década del
’80.

219
génesis: “La opción de la congregación salesiana siempre son los jóvenes;
digamos, lo que sería el objetivo carismático, para qué fuimos fundados son los
jóvenes y dentro de esto los jóvenes, los mas pobres y abandonados”447.

En este sentido es posible señalar que para la década del ’70 hubo un renovado
interés del movimiento juvenil salesiano permitiendo la reformulación de
asociaciones laicas ya existentes –como el caso de los Cooperadores Salesianos,
los Exploradores de Don Bosco- o la emergencia de nuevas como es el caso de
Mallín o CamReVoc448. Estas asociaciones si bien con carismas distintos en
general realizaban actividades que iban desde la convivencia, campamentos,
charlas, encuentros hasta trabajos en los barrios más humildes de la ciudad. Las
actividades de agrupaciones salesianas no sólo pueden considerarse sólo
recreativas o de labor social, también se regían por una fuerte formación teológica
de sus militantes –especialmente de los documentos correspondientes al Concilio
Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas de Medellín y Puebla- así como
un claro apostolado por los más pobres que implicaba el trabajo constante villas,
hogar del huérfanos, etc. Según una militante de Cooperadores Salesianos, su
formación y praxis los distinguía respecto de las actividades realizadas por las
asociaciones vinculadas al Arzobispado y en sus propias palabras:

“los curas y las monjas que fueron asesores en nosotros fueron todos en su
momento jóvenes que habían estado estudiando en Italia para la época de
Vaticano II. Por eso, para nosotros era muy común desde los 12 o 13 años,
manejar como si nada el Concilio Vaticano II (…), la formación laica de los
jóvenes era muy fuerte en todo lo que era la doctrina social de la Iglesia (…)

447
Patricia C. Fue militante de Cooperadores Salesianos y estudiante en el colegio María
Auxiliadora de la ciudad de Rosario durante la dictadura. En 1984 siendo estudiante universitaria
se acercó al movimiento de renovación carismática. Entrevista realizada en abril de 2012.
448
Tanto Mallín como CAMREVOC habían surgido a principios de los ’70 en Argentina,
extendiéndose como una experiencia asociacionista para jóvenes vinculados a las obras
salesianas. Palestra, por su parte era un movimiento surgido a nivel internacional de la mano de la
congregación de los Hermanos La Salle. Sobre estas asociaciones laicales pueden consultarse sus
actuales páginas web: http://www.mallinista.com, http://camrevoc.blogspot.com.ar/,
http://www.palestra.net.ar [consulta realizada el 13/06/2012]

220
Pero digamos que había una clara división con todo “esto” [refiere a las
asociaciones laicales vinculadas al arzobispado] (…). Yo te digo, con mente de
adolescente “esto” era para levantar pibes y para levantar minas”449.

Más allá de sus prioridades y actividades específicas lo que señalaba estas


nuevas agrupaciones era la posibilidad de articular la vida juvenil con la práctica
religiosa. En una entrevista realizada por la prensa de entonces a jóvenes de las
Juventudes Franciscanas de la ciudad y ante la pregunta de cuán distintos eran a
otros muchachos de su misma edad, uno de ellos señalaba: “hace poco discutía
con un compañero que me decía que el obispo ni quería que fuéramos a bailar y
que no hiciéramos otras cosas, como si pertenecer a un grupo juvenil de iglesia se
limitara a leer el evangelio, estar encerrado entre cuatro paredes o en sí mismo sin
tener contacto con el resto de la comunidad y sin participar de las cosas sanas de
la vida”450.

Así “las cosas sanas de la vida” no pasaban sólo por la parroquia o por las
asociaciones laicales católicas. Pero aun cuando los jóvenes participasen de otros
espacios de sociabilidad, muchas de las actividades y prácticas juveniles solían
estar vinculadas a las agrupaciones católicas donde militaban. Los grupos
juveniles católicos organizaban diversas actividades como cursos de formación
universitaria, retiros espirituales para novios, charlas, etc.451, e inclusive la
organización de otras actividades recreativas como los campamentos o
deportivas. La realización de campamentos, en tanto experiencia de jóvenes fue
aquella que marcó las nuevas formas de sociabilidad de los jóvenes católicos en
esos años más allá de la pertenencia a grupos tradicionales o más nuevos.
Aquello que la convertía en la mejor forma de gestar vínculo entre los jóvenes
derivaba de las posibilidades de alejarse de la mirada vigilante de los padres y del
adulto en general y crear una convivencia juvenil, marcando diferencias con las
449
Patricia C. Es interesante destacar que en el discurso actual de las personas entrevistadas se
señalan constantemente las diferencias entre las asociaciones laicales vinculadas al arzobispado y
aquellas salesianas.
450
“La Iglesia Católica Apostólica romana”, revista Rosario, cuadernos coleccionables 12,
21/12/1980, p. 4.
451
“Equipos de jóvenes cumplen activa labor de apostolado”, LC, 13/06/76, p. 6.

221
formas de sociabilidad de los jóvenes católicos de períodos anteriores452. Por
ejemplo Rubén señala que lo común era reunirse a jugar fútbol o ir a la cancha
porque “no hay nada más apostólico que un partido de fútbol o una pelota de
fútbol, sobre todo para los varones”. Recuerda que su nexo con la parroquia se
mantuvo porque “había fútbol, porque había amigos, porque me gustaba, porque
necesitaba una ayuda espiritual”. Asimismo como dirigente juvenil de jóvenes de
sectores humildes el deporte le permitía articular las prácticas de sociabilidad y
ocio con la vida religiosa “había muchos chicos que les faltaba primera comunión,
confirmación (…) y entonces bueno no hay problema quieren ir a la cancha? A las
siete de la tarde- yo salía seis y media de laburar- a las siete de la tarde en casa
(…) Agarrar el papelito: catecismo, sea lo que sea primera comunión, confirmación
o bautismo con primera comunión y después vamos a la cancha. El que cumple
los requisitos estos puede ir a la cancha”.

Pero esa no era la realidad de aquellos que militaban en la mayoría de las


agrupaciones católicas -ya fueran dependientes del arzobispado o salesianas-
que provenían de colegios secundarios religiosos453. En general la captación de
estudiantes así como los vínculos que se gestaban, se constituían en torno al
espacio escolar, convirtiéndose en generador de nuevas sociabilidades juveniles.
La posibilidad de iniciar la militancia católica en estas nuevas agrupaciones estaba
ligada generalmente al trabajo de párrocos, preceptores y/o docentes vinculados
al colegio. El espacio de la parroquia que había sido central en la religiosidad de
otras décadas454 daba paso a nuevos ámbitos para las nuevas generaciones,
aunque sin perder su lugar prominente. A ellas seguían unidos los jóvenes de
Acción Católica y los grupos juveniles que tenían ya una larga tradición entre las

452
En su estudio sobre la emergencia de asociaciones juveniles religiosas en la Francia de
entreguerras, Barberot destaca especialmente la realización de campamentos como signo tangible
de la autonomía conquistada por los jóvenes. Ver BARBEROT, Arnaud. “Los movimientos en la
Francia de entreguerras”, en Hispania, LXVII, n 225, 2007, p. 32
453
Según la guía eclesiástica de Rosario de 1985, durante la gestión de Bolatti se había producido
un crecimiento sostenido de colegios religiosos en distintos puntos de la ciudad. Ver Guía
eclesiástica 1985, ed. Kerigma, Rosario, 1985.
454
MAURO, Diego. De los templos a las calles. Catolicismo, sociedad y política. Santa Fe 1900-
1937. Ediciones UNL, Santa Fe, 2010.

222
asociaciones juveniles laicales, constituyendo además un importante número de
militantes jóvenes católicos y aquellos que por su estructura organizativa eran
movilizados más rápidamente. En el caso de Rubén su acercamiento fue con la
parroquia, y luego con ACA, pero esos primeros pasos estaban dado por los
vínculos afectivos: su novia era miembro juvenil en la parroquia Santa Rosa “yo
tenía 18, ella 14, era la forma de vernos un rato más fuera de la casa (…) ahí
empecé a trabajar y me empezó a ganar la vida parroquial”455. Si observamos por
ejemplo la guía eclesiástica de 1985 podremos señalar que en la mayoría de las
parroquias existían las ramas juveniles de Acción Católica o algún grupo juvenil
parroquial, dando cuenta de prácticas que tenían ya una larga trayectoria,
mientras que no aparecen especificadas la existencia de nuevas asociaciones
laicales, exceptuando en el caso de la parroquia María Auxiliadora, una parroquias
salesianas de la ciudad.

Sin embargo y a través de las entrevistas es posible señalar que las nuevas
asociaciones laicas juveniles tenían predominancia en determinadas escuelas
religiosas –mas allá de la parroquia a la que perteneciesen- marcando además la
pertenencia de clase de quienes militaban en ella. El MEC tenía mayor presencia
en los colegios Marista, Adoratrices, Misericordia y Sagrado Corazón, todos ellos
vinculados estrechamente al Arzobispado de Rosario y bajo la influencia de
Bolatti. Eran además consideradas escuelas de la “elite católica” rosarina,
contrastando su imagen respecto aquellos colegios como María Auxiliadora, San
José, La Salle y la parroquia Hogar del Barrio en Rosario y el colegio María
Auxiliadora de Funes donde la militancia en el movimiento juvenil salesiano tenía
mayor fuerza.

Que los movimientos juveniles tuvieran su génesis en las escuelas no significaba


que sus miembros no concurriesen a la parroquia o no realizasen actividades
vinculadas a ella (como enseñar catequesis o formar parte de la Junta Parroquial).
Sin embargo la parroquia no era, para algunos de ellos, su lugar de pertenencia,
una entrevistada planteaba que no le gustaba ir a las juntas parroquiales porque

455
Rubén B.

223
“allí estaban todas las señoras que se reunían para rezar y se quejaban de lo que
hacían los chicos en misa”456. Rubén recuerda que muchos chicos preferían no ir a
catecismo con las “señoras” de la parroquia: “por ahí me llamaban las catequistas,
las mujeres grandes, che Rubén sé que vos sos especialista en chicos difíciles
(…) por ahí eran mujeres grandes que le costaba entender que a los pibes los
tenías que tratar mejor”457, señalando un corte generacional con las prácticas de
religiosidad de los adultos y jóvenes. Por otra parte, en las nuevas asociaciones
laicales juveniles los militantes provenientes de colegios católicos formaban el
grueso de sus seguidores, siendo la pertenencia a escuelas religiosas o laicas uno
de los elementos clasificatorios al interior de los grupos. Nuestra entrevistada
recordaba de su participación en el MEC las diferencias que el propio grupo de
jóvenes realizaba entre aquellos que provenían de colegios religiosos y quienes
venían de escuelas públicas458.

Como hemos señalado en varias ocasiones, estos nuevos espacios de


sociabilidad que emergieron en al década del ’70 fuertemente influenciados por el
Concilio Vaticano II tuvieron y mantuvieron su presencia en la ciudad durante los
años de dictadura y en algunos casos incluso vivieron en ese contexto su etapa de
apogeo. Participar de estas agrupaciones o incluso de aquellas más tradicionales
no generaba temor ni en los padres ni la jerarquía de la Iglesia católica y mucho
menos en quienes participaban de ellas. Reunirse ya fuera para orar, realizar
jornadas de reflexiones, encuentros regionales fuera de la localidad o realizar
labores sociales en barrios marginales no era fuente de preocupación para las
diversas instancias del gobierno de facto, al menos en la mayoría de los casos.
Esto permitió a las asociaciones seguir un ritmo de vida considerado “normal” al
menos en el interior del grupo. Y aunque no significa que la Iglesia, sus ámbitos
educativos y sus militantes no sintiesen la represión en su propio seno esta
cuando se produjo fue en todo caso dirigida a algunos militantes específicos pero
no a la comunidad en su conjunto. Por otra parte, como una entrevistada recuerda

456
Cita no textual. María Pía M.
457
Rubén B.
458
María Pía M.

224
su participación en un grupo salesiano no implicó ningún temor: “pero con amplia
movilidad para movilizarnos, movilizarnos... Nunca nos pasó nada en la villa,
jamás. Íbamos con un solo sacerdote, una sola monja, teníamos reuniones hasta
tarde… A pesar de que el San José tenía ya para esta época desaparecidos (…)
la militancia social jamás estuvo perturbada, jamás estuvo en riesgo”459.

La represión era percibida por quienes participaban en las asociaciones como


ajena a las prácticas que llevaban adelante, a pesar de que en ocasiones algunos
acontecimientos puntuales mostraban la faceta del terrorismo de estado con
mayor visibilidad. A pesar de que muchos ámbitos de sociabilidad se vieron
cuestionados y cercenados, estas agrupaciones sin embargo mantuvieron sus
redes organizativas y prácticas. Más allá de las divergencias entre los distintos
grupos, lo cierto es que la Iglesia Católica propiciaba desde diferentes lugares la
recuperación del joven en la vida católica del país, un joven que estaba alejado de
posicionamientos ideológicos radicalizados, que se extrañaba de prácticas
revolucionarias y del discurso marxista. Por último debemos señalar que si bien la
participación de jóvenes en estos grupos fue numerosa, esta debe entenderse
mayoritariamente en el marco de las redes de sociabilidad que gestaban en los
propios colegios católicos o las parroquias, no habiendo una participación masiva
que comprendiese al grueso de jóvenes que no seguían esa trayectoria. Esta
participación, por tanto quedaba circunscripta a esas redes y eran menos visibles
públicamente, permitiendo cierto marco de flexibilidad en sus acciones. Cabe
señalar que además de esta presencia innegable de grupos juveniles católicos
que se mantuvieron y resignificaron por esos años es necesario dar cuenta de otro
fenómeno religioso que implicó la participación y visibilización de jóvenes católicos
en el marco de la sociedad argentina de aquellos años: las peregrinaciones y los
encuentros nacionales.

Las peregrinaciones no eran una práctica religiosa novedosa en esos años, sin
embargo la convocatoria de peregrinaciones juveniles fueron sin duda la nota más
significativa de aquellos años. Las peregrinaciones a Luján convocadas por

459
Patricia C.

225
jóvenes se iniciaron en el año ’75 con el lema “La juventud peregrina a Luján por la
Patria”. En esta ocasión, que fue la primera de muchas peregrinaciones, los
jóvenes (mayormente de Buenos Aires) caminaron hacia la Basílica. En Vida
Pastoral se señala, tomando las palabras de Mamerto Menapace que la primera
Peregrinación no contó con un apoyo firme por parte del episcopado, sin embargo
la masividad del hecho en un contexto de crisis, rápidamente fue cooptada por la
Iglesia Católica460. Según Verbitsky en torno a Luján se gestó un movimiento
juvenil católico que:

“Debía ser popular, religioso, federalista, masivo y expresarse a través de una


acción común, como la peregrinación a Luján.
Sus formas organizativas se impregnaron de las usuales en la Juventud Peronista
que a su vez reconocía una lejana inspiración en la primitiva Acción Católica (…)
ante el giro que iba adquiriendo el contexto político, la peregrinación sería uno de
los pocos acontecimientos masivos juveniles posibles”461.

Si bien es demasiado aventurado señalar un paralelismo entre el movimiento


juvenil católico que se iniciaba con la Pastoral Juvenil y la Juventud Peronista, es
evidente que la religiosidad juvenil católica había adquirido prácticas nuevas mas
acordes con las vivencias de jóvenes en ese contexto. Lo cierto es que estas
primeras caminatas fueron de masiva concurrencia. En 1975 participaron cerca de
setenta mil jóvenes462 y en la realizada en 1977, según la prensa, la plaza central
de la ciudad estaba cubierta de jóvenes al punto de que no pudo presentarse la
delegación del centro tradicionalista463.

La repercusión generada en la comunidad católica por la peregrinación de jóvenes


a Lujan señaló el camino que la Iglesia tomaría en cada uno de sus arzobispados,
proliferando así las peregrinaciones en cada punto del país. En Rosario para los

460
“El pueblo joven, caminante y peregrino”, Vida Pastoral, n° 261, 2006. Disponible online
www.san-pablo.com.ar/vidapastoral [última consulta realizada, 23/03/2013]
461
VERBITSKY, Horacio. Doble juego. La Argentina católica y militar. Sudamericana, Bs. As.,
2006, p. 42.
462
VERBITSKY, H. Doble Juego…, Ibid.
463
“Peregrinación de jóvenes a Luján”, LC, 3/10/77, p. 3.

226
años de dictadura, la pastoral juvenil del arzobispado (donde participaban JAC,
AJAC, los grupos juveniles del movimiento Familiar Cristiano que sería
posteriormente MEC, Legión de María, Gen, FASTA, Palestra y grupos juveniles
parroquiales)464 organizó la peregrinación de jóvenes rosarinos a San Lorenzo y
fue coordinada por el padre Hector P. García. Según Rubén B., delegado juvenil
de ACA de aquellos años, el arzobispado no potenció inicialmente la propuesta:
“Bolatti era bastante parco en eso, [dijo] ‘Juntarán unos tres mil’. Cuando llegamos
a San Lorenzo éramos unos diez mil. Con poca publicidad, mal organizadas…”465.
Así en 1978 se realizó la primera peregrinación que movilizó a 6000 jóvenes hacia
la ciudad vecina, constituyéndose en una de las grandes actividades de jóvenes
católicos en el ámbito de la ciudad de aquellos años. La peregrinación imponía la
participación en actividades previas y a los “jóvenes delegados de colegios,
parroquias y centros juveniles de nuestra arquidiócesis” no sólo se les informaba
sino que “se les impartieron consignas para realizar en el período previo”466.

En un sentido similar en 1982 el responsable del Equipo Pastoral del Movimiento


Juvenil de la Arquidiócesis de Buenos Aires señalaba que la peregrinación (en
este caso a Luján) implicaba un programa de actividades en los diversos centros
que constaba de tres instancias:

“la preparación y la reflexión previa, que necesitaba de encuentros, charlas,


audiovisuales y todo medio público útil, para así llegar a todos los jóvenes y así
disponer de la segunda instancia, la marcha.

En la peregrinación entonces, se puede aplicar cuanto se ha reflexionado, la


oración como aliento al esfuerzo, el contacto fraterno con otros jóvenes,
conocidos y no conocidos, para establecer verdaderos vínculos de amistad y por
último la íntima experiencia del llamado de Dios (…). De estos dos momentos
debe renacer un tercero y que debe ser consecuencia lógica del buen trabajo

464
“Informaron sobre la marcha juvenil a San Lorenzo”, LC, 18/04/79, p.8
465
Rubén B.
466
“Informaron sobre …”, LC, 18/04/79, p.8

227
realizado. Así además de la renovación espiritual (…) puede darse como
resultado el mayor compromiso eclesial de los jóvenes”467.

La peregrinación se constituía en un espacio de sociabilidad y acción de los


jóvenes católicos avalada y propiciada por las autoridades eclesiales. Era además
un espacio de posible acercamiento de jóvenes a la Iglesia porque quienes allí
participaban no eran exclusivamente militantes de algunos de los grupos católicos
sino que también lo hacían estudiantes de colegios religiosos que no formaban
parte de esos grupos: “creaba curiosidad y yo entiendo que mas de uno y mas de
cuatro se acercaron gracias a ese tipo de cosas”468.

Si por un lado la realización de peregrinaciones implicó la formación constante de


militantes católicos, por otro, permitió la visibilización social del movimiento juvenil
religioso. Esa presencia sería más significativa para la sociedad rosarina
especialmente a partir de 1979 en la segunda edición de la Peregrinación a San
Lorenzo. Esta coincidió con el inicio del año Mariano y contó con la participación
de mas de 20 mil peregrinos -según la información de la prensa- donde se
sumaron agrupaciones juveniles y colegios católicos no solo de la ciudad sino de
la región como Funes, Armstrong, Cañada de Gomez, Totoras, etc.469 En el
mensaje dado por Bolatti en esa ocasión se exaltó el papel de los jóvenes
católicos referenciándose en el Documento de Puebla. La peregrinación a San
Lorenzo fue un hito de participación religiosa en la ciudad y la movilización de
jóvenes fue in crescendo en esos años.

Por su parte la realización de la peregrinación generó nuevos derroteros de


movilización en los jóvenes católicos, así ya para la primavera de 1978 comenzó a
organizarse la semana de la juventud con conferencias, cine, torneos deportivos
realizados en escuelas religiosas de la ciudad. Si bien el primer año la

467
Didascalia, n° 355, 1982, p. 38-39.
468
Rubén B.
469
La prensa consignaba entre los participantes el Centro Politécnico, una agrupación juvenil
vinculada a ACA perteneciente a la escuela media universitaria Instituto Politécnico Gral. san
Martín y un grupo proveniente de la Facultad de Política y Relaciones Internacionales, que
probablemente también tuviese su propia agrupación vinculada a ACA.

228
organización estuvo a cargo de las ramas juveniles de ACA para el año siguiente y
ya afianzado su papel, la Pastoral juvenil se hizo cargo de la tarea, desplazando el
rol ejercido por ACA. En esta ocasión las actividades se llevaron adelante al
tiempo que se celebraba el día de Rosario, dando un matiz mas juvenil a las
actividades de esa ocasión.

Es posible observar entonces que a partir de 1978 pero con especial énfasis a
partir del año siguiente el Arzobispado de Rosario movilizó frecuentemente a sus
jóvenes, en la primera mitad del año con una actividad regional como la
peregrinación, en la segunda vinculando el día del estudiante con la semana de la
juventud, la peregrinación a Luján y las fechas conmemorativas de la ciudad. A
ello se sumarían en los años siguientes la realización en Rosario de la XVIII
Asamblea de ACA –que buscaba reimpulsar la agrupación- y la participación de
los jóvenes católicos de todo el país en el Congreso Mariano que se realizó entre
el 9 y 12 de noviembre de 1980 y que fuera decretado de interés nacional por el
gobierno de facto. Para dicho encuentro, siguiendo las estrategias definidas en
otras ocasiones, se realizaron en cada diócesis y a nivel nacional actividades
previas que intentaban incentivar el espíritu mariano. Así se realizaron diversos
concursos de poesía y canto dedicados a la virgen470, y las actividades religiosas
de cada ciudad referenciaban a ello. En la ciudad de Rosario, la peregrinación del
año ’80 a San Lorenzo se realizaba con el lema “de la mano de María al Encuentro
de Jesús” y buscaba ser un preludio de las actividades que se desarrollarían en el
Congreso Mariano. En ese encuentro participaron 2.500 rosarinos que fueron
organizados por el Comité Arquidiocesano de peregrinaciones a través de cada
parroquia. Sin embargo la organización y participación fue masivamente difundida
en la ciudad, mostrando la relevancia del evento471.

470
“Se realizó un concurso de poesía y canto dedicado a la virgen”, Didascalia n° 3, mayo de 1980,
p. 188.
471
Para un recoger una pormenorizada descripción del Congreso Mariano ver LIDA, M. “Las
masas católicas…”, op. Cit. La autora retoma gran parte de documentos del archivo personal de
Monseñor Kauffman quien fuera uno de los organizadores del congreso.

229
Cabe señalar que el Congreso Mariano no estaba destinado exclusivamente a
jóvenes pero la estancia de cuatro días en la provincia cuyana los convirtió en
mayoría, tomando así un cariz juvenil que se evidenció muy rápidamente a partir
de las intervenciones de los sacerdotes como Monseñor Zaspe con su oración
“Bienaventuranzas de la juventud”. Además el encuentro tomó entre sus
prioridades las líneas pastorales del Documento de Puebla, la familia, los jóvenes
y las vocaciones religiosas472 siendo un impulso para la Pastoral Juvenil. Según el
sacerdote y teólogo Marcelo González fue:

“un punto nodal y un hito en el itinerario de los laicos y de los jóvenes. A


diferencia de los Congresos anteriores, marcados por una organización y
participación mayoritaria de la Acción Católica y de otras instituciones
tradicionales, en Mendoza hicieron su aparición pública los movimientos
eclesiales; como lo muestra la comisión intermovimientos que lo organizó. La
presencia y el protagonismo juvenil fueron decisivos, teniendo su momento
cumbre en el «Rosario de los Jóvenes».473

Según el autor fue además el primer quiebre entre Iglesia y gobierno de facto
cuando los jóvenes corearon frente a Videla “Escúchelo bien señor presidente,
queremos la paz se lo pide la gente”. Si bien no tenemos otros registros que nos
permitan admitir este planteo es cierto que el encuentro se desarrolló teniendo
como telón de fondo el conflicto con Chile y desarrollándose en una provincia
vecina al país limítrofe.

Por otra parte el Congreso Mariano trajo aparejado significativos aportes a la


Iglesia católica de la década siguiente. En principio impulsó la pastoral Juvenil y la
prioridad de los jóvenes en el seno de la Iglesia pero atendiendo a otras formas de
religiosidad que se instalarían en la década del siguiente. En esa línea la fuerte
presencia de movimientos de carácter internacional en los años siguientes no

472
Mensaje del Papa Juan Pablo II al III Congreso Mariano argentino, 11 de octubre de 1980.
473
GONZALEZ, MarceIo. “Algunos aspectos de la Iglesia católica en la Argentina entre el retorno a
la democracia y el fin del milenio. Un esbozo histórico pastoral”, en Sociedad Argentina de
Teología. Iglesia universal, Iglesias particulares, ed. San Pablo, Bs. As., 2000, pp. 191-346- en
línea www.satweb.org.ar [consultado el 04/05/12]

230
pueden ser desconocidos, especialmente los movimientos Focolar y de
Renovación Carismática que dieron cuenta de otras formas de expresión religiosa
en la Argentina durante los años ‘80. Señaló además el fin definitivo de un tipo de
laicado organizado sobre las viejas estructuras de Acción Católica y la generación
de múltiples y nuevas organizaciones, que aun cuando no recogían parte de las
experiencias de los 70, señalaban las mudanzas que ellas habían iniciado.

Fueron las viejas formas de asociaciones laicales juveniles aquellas que


comenzaron a desinflarse frente a las nuevas formas de sociabilidad juvenil
emergentes en los años setenta pero consolidadas en al década siguiente. Así
cuando un joven del grupo San Felipe que participaba en la III peregrinación a San
Lorenzo decía “una de las razones que me trajo acá esta constituida por las
intenciones de esta peregrinación. A través de ella se ha demostrado que la iglesia
no está muerta ni encerrada y que es algo viviente y cálido”474 daba cuenta de una
Iglesia que a la mirada de los jóvenes que participaban en ella no era opacada por
sus contradicciones internas ni por el contexto que vivía

474
“La juventud católica brindó el alto testimonio de su piedad y su fervor”, LC, 28/04/80, p. 8.

231
Capítulo 6
Como si vivir fuese algo inconcebible:
Culturas juveniles durante la dictadura

Hace unos años en una consulta médica el doctor me preguntó sobre mi trabajo;
cuando referí que me dedicaba a investigar sobre jóvenes en la última dictadura
contó sus propias sensaciones respecto de sus años de juventud en dictadura:
nada había leído, no había disco que recordara haber escuchado, sólo vacío. Si
sus apreciaciones fueran exactas aquel estudiante universitario había perdido
parte de sus prácticas cotidianas en dictadura, aquellas que le permitían gestar
nuevas formas de sociabilidad en el ámbito de la ciudad. Pero esa sensación sólo
eran apreciaciones generales construidas desde la percepción de la dictadura
como chatura cultural; si el objetivo no hubiese sido una visita al médico sino una
entrevista, probablemente los recuerdos habrían aflorado, los amigos, el estudio,
los amores, las salidas… Más allá de los estereotipos con los cuales el sentido
común construye las miradas sobre el pasado dictatorial, lo cierto es que para
aquellos jóvenes que transitaban la ciudad, la dictadura no fue necesaria ni
evidentemente un ataque o un silenciamiento absoluto de determinadas prácticas
juveniles, si acaso la vigilancia y el seguimiento de aquellas actividades que desde
distintos niveles de gestión del régimen se podían considerar potencialmente
disruptoras del orden.

En este capítulo abordaremos la supervivencia y emergencia de ciertas culturas


juveniles que marcaron las experiencias personales de jóvenes durante la
dictadura. Recuperamos la noción de culturas juveniles entendida, insistimos en
ello, como la construcción social de diferenciaciones respecto de un otro adulto
pero que en el mismo proceso de gestación lejos de homogeneizar a una masa
juvenil, señala la heterogeneidad que la compone. Por otro lado tomamos la
misma noción en un sentido más estricto, en tanto emergencia y pervivencia de
experiencias autónomas de jóvenes respecto de las instituciones y espacios
creados para ellos por adultos.

232
Siguiendo lo expuesto tomaremos en primer lugar la apropiación y diferenciación
que los jóvenes gestaban alrededor de sus prácticas de sociabilidad y que
generaba una taxonomía entre una cultura in, y una cultura out: chetos y pardos.
Tal diferenciación no sólo daba cuenta de prácticas sino también de modas,
gustos musicales, jergas que debían ser aprehendidas en pos de la inclusión.
Asimismo analizaremos cómo esta diferenciación era entendida socialmente. En
segundo lugar nos abocaremos al estudio del rock como cultura juvenil,
destacando el rol que tuvo en la emergencia de ciertas prácticas de sociabilidad
específicas en el ámbito de la ciudad. Estas expresiones de cultura juvenil
funcionaron como amalgama de aquellos sectores juveniles que sin cuestionar
directamente al régimen encontraban en esos espacios un lugar de refugio a su
inconformidad.

Por último abordaremos la tensión entre los modos de sociabilidad juveniles y sus
culturas con aquellas instituciones del estado encargadas del disciplinamiento y el
orden del espacio público. En esa línea el trabajo pretende recuperar el eje
abordado en un capítulo anterior, cómo se hilvanaba la lógica de disciplinamiento
social con las lógicas represivas en los espacios juveniles, recuperando ahora una
nueva dimensión: el disciplinamiento de las culturas y prácticas juveniles en el
espacio de la ciudad.

De chetos, pardos y rockeros

Durante los años de la dictadura los jóvenes construyeron marcos referenciales


que involucraban su identidad en tanto tales. Esos marcos estaban sustentados
por determinadas prácticas de sociabilidad, modos de apropiación y pautas de
consumo consideradas juveniles. El uso de determinada vestimenta, ir a bailar a
lugares que tenían su misma “onda”, escuchar música acorde, sociabilizar con
pares, eran los modos en que los jóvenes construían su propia juventud, siempre
mas acá o más allá de las políticas gestadas desde el régimen, de las
apreciaciones sociales respecto de ellos mismos, de las miradas hegemónicas
sobre el deber ser de un joven en aquellos años.

233
La historia no comenzaba allí. Ya Valeria Manzano ha señalado la fuerte impronta
que había adquirido la necesidad de expresar una taxonomía netamente juvenil
sobre la ropa, el lenguaje, la música e inclusive los espacios de divertimento en los
años ’60, momento de auge de las culturas juveniles. En ese contexto las
identidades juveniles se resignificaron en el equilibrio entre las pautas de consumo
y la diferenciación de clase, constituyendo un universo gestado en torno a dos
términos: caquero y mersa. Manzano señala que la revista Tía Vicenta extendió el
uso de ambas expresiones en forma despectiva. Con caquero se definía el gusto
de la clase media alta que dictaba el ranking de lugares de moda, música, marcas,
etc. Por mersa ese mismo grupo etiquetaba todo aquello que consumían los
sectores populares, considerado además de mal gusto:

“un sentido racista, seguía así instalado en el centro de percepción de lo mersa,


pero su referencia era también mas abarcadora –en términos sociológicos- que
los obreros y migrantes asociados con la expresión “cabecita negra”. En verdad
todo lo que estos últimos hicieran o les gustaran era plausible de ser considerado
mersa, pero el término incorporaba también las prácticas culturales y los gustos
de otros segmentos juveniles”475.

En el contexto de la última dictadura militar, las taxonomías con las cuáles los
jóvenes identificaban sus prácticas no distaban mucho de las anteriores, sin
embargo no habían sido definidas desde fuera, cambiando los sentidos y
percepciones en torno a esas identidades y sus apropiaciones. En aquellos años
las expresiones más comunes que encasillaban las pautas de consumo juveniles
se construían en torno a los término cheto, rockero y pardo (o sus equivalentes
mersa y mencho); ellas configuraba gran parte de la cosmovisión que los jóvenes
tenían de sí mismos y de sus contemporáneos, era una clasificación que permitía
condensar algunas prácticas específicas con determinado grupo juvenil. El
arquetipo de cheto lo constituían varones y mujeres jóvenes que bailaban en
clubes y escuchaban música disco y construían un lenguaje común en torno a
esas sociabilidades. Para Sergio un cheto se caracterizaba desde: “la música era

475
MANZANO, V. “Ha llegado la “nueva ola”, op. cit., p. 54.

234
la disco, el fútbol y la aspiración era la ropita, el flequillito y toda esa onda de que
era la cultura que era impuesta”476. Beatriz planteaba algo similar, el cheto era
una persona frívola:

“Y ser cheto era una categoría al cual había que ajustarse, porque había que
pertenecer…y ser cheto era usar determinadas cosas, que tampoco eran grandes
cosas, la moda eran los mocasines, jean Levis, suéter azul Jetland escote en V y
en los varones el pelo muy cortito. Y eso era básicamente el equipo del cheto. El
cheto era… lo que estaba de moda era una cosa así de… estricta prolijidad y
formalidad”477.

Era además la persona preocupada por su estética, cultor del cuerpo: “también fue
la época que se puso de moda lo del gimnasio y hacer fierros (…) los compañeros
de mi hermano todos así fierro, rugby, todo”, mientras que ser pardo o mencho
era: “ordinario, mersa, que no usabas la ropa que estaba de moda, demodé”478.
Así mersa, mencho y pardo se habían incorporado al lenguaje juvenil en dictadura
como sinónimo de vulgar y mal gusto. Beatriz recuerda esas diferenciaciones
como una impronta significativa en su juventud, donde la diferenciación de unos y
otros era “densa”, y donde ella, como muchos otros, no encajaban: “y yo nunca…
entonces yo en esa época era una cosa intermedia, no podía ser… no, como que
no encajaba, entonces yo era la hippie, entonces yo me hacía mi ropa, me tejía
(…) y parte del personaje que yo armé era también así que yo leía, que yo… no
sé”. Si bien no todos los jóvenes constituían su vida cotidiana desde esos
parámetros sin duda fueron construcciones hegemónicas a partir de las cuales se
difundieron estereotipos que articulaban las miradas adultas respecto de las
generaciones más jóvenes.

476
Sergio Rébori. Se acercó a la cultura del rock hacia finales de los años ’70 cuando tenía 15
años y formó parte de la banda Dr. Merengue. Actualmente es artista plástico, diseñador gráfico y
fotógrafo. Entrevista realizada en mayo de 2013. Sergio es co-autor del libro Generación
subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones, Santa Fe, 2012.
477
Beatriz A.
478
Beatriz A.

235
En el año 1978 una carta de lectores del diario La Capital renegaba de la nueva
moda juvenil común entre quienes tenían menos de 20 años de nominarse
“chetos, pardos y rockeros”: “cada una de estas categorías –promocionadas y
alentadas- ponen de manifiesto una absoluta falta de respeto por el otro, a quien
se juzga por todo aquello que tiene poca importancia: el dinero, la marca de una
motocicleta, el color de unos pantalones, el gusto por determinado tipo de música,
la manera de comer” y realzaba la necesidad de, en miras del Mundial, modificar
estas actitudes que no dejaban traslucir “quiénes somos los argentinos”479. La
carta expresaba una crítica “adulta” respecto de las formas de sociabilidad y los
modos de apropiación y pautas de consumo juveniles por aquellos años así como
respecto de la construcción de identidades diferenciadas.

Asimismo en el año 1981, la revista cultural Pájaro de Fuego publicó una extensa
nota en torno a las nuevas culturas juveniles. En ellas se señalaba la dicotomía
entre ser y parecer de las identidades juveniles construidas desde el arquetipo del
cheto: “se es de clase media (lo real) y se aparenta ser de clase alta (lo aparente),
su grupo de referencia es un barrio pequeñoburgués (grupo de pertenencia) pero
se imitan las pautas de lo que se supone clase alta (grupo de referencia). Así
encontramos chetos en Lugano, rockeros en Villa del Parque”. La revista señalaba
que ser cheto no implicaba la estética de jóvenes de clase alta sino las
aspiraciones de parte de jóvenes de clase media que buscaban incorporar pautas
de consumo que consideraban propia de aquellos. Así diferenciaba entre
superchetos que “son y pueden” y los chetos que simplemente aparentan. En esa
tónica también se planteaba el estereotipo construido desde el sketch “Los chetos”
del programa televisivo Operación JaJa. La parodia creada por Sofovich construía
un estereotipo común, jóvenes de clase media, uno de ellos hijo de almacenero,
que no trabajaban y recibían una asignación de dinero de sus padres para su
tiempo de ocio. Los personajes, siguiendo un estilo similar al gestado por Landrú
una década antes, se encargaban de señalar aquello que caracterizaba a un joven

479
“Modas”, LC, 9/05/78, p. 4.

236
como cheto enfatizando especialmente determinados modismos utilizados en el
lenguaje480.

Pero si la parodia o el cuestionamiento en estos casos emergían desde la mirada


adulta, la crítica más significativa provenía de aquellos mismos jóvenes que no se
identificaban con los chetos. En la revista Expreso Imaginario fue donde más se
difundieron estas críticas desde la mirada de los propios jóvenes. Una de sus
portadas señalaba la crítica desde una imagen: un tomate estrellado contra la foto
de Jhon Travolta. Sergio recuerda: “esa tapa nosotros la colgábamos en la pared”.
No olvidemos que en aquellos años Travolta se había convertido en ícono de la
música disco a través de una película:

“Fiebre de sábado por la noche. Contagiosa temperatura de entorpecimiento


cerebral, balanceándose al ritmo del consumo moderno. Después de una semana
de mostrar los dientes en sonrisas corteses, Tony olvida su trabajo en el giratorio
y bullicioso mundo del boliche (...). Y no es que Tony le guste bailar. Lo que le
gusta es sumergirse en el jugo (sic) de luces y sonidos, tan fuertes que
hipnotizan, tan feroces que se sienten en la piel como olas de calor, golpes de
fuego”481.

La crítica de sus pares estaba construida en torno a la superficialidad y a la cultura


consumista del cheto. En el verano de 1980 un artículo de César Nieszawski
titulado “Villa Gesell, de cómo todo son apariencias y no engañan”482 cuestionaba
los modos en que jóvenes varones y mujeres que rotulaba como chetos
socializaban de veraneo. Una carta de lectores del número siguiente, recuperaba
parte de esa nota: “me confirma [la nota] los gansos que son esos chicos y
muchas más (sic), tanto en la capital como en los lugares de veraneo, con su

480
El programa fue uno de los más vistos en la televisión argentina en 1981. En él se incluían otros
sketchs como Polémica en el bar y La peluquería de don Mateo. El éxito del programa fue tan
significativo que se generó un mercado vinculado a los sketchs. En el caso de Los chetos se editó
en 1981 un LP con la compañía RCA, que incluía los hits de grupos internacionales, en su mayoría
de música disco como Grace Jones, Otawaman, The Players Association, Ray Parker. La tapa
aseguraba “recomendada por los chetos”.
481
“Los afiebrados robots de sábado por la noche”, Expreso Imaginario, n° 26, año 3, 1978, p. 6.
Un análisis al respecto puede verse en PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 81 y ss.
482
Expreso Imaginario, n° 44, año 4, 1980, p. 12.

237
moda disco, ofreciéndome un cuerpo de maravilla y una mente totalmente torpe,
vistiendo todas iguales y con los mismos colores, poniendo de manifiesto su
masificación de consumo y su poca apertura al diálogo (palabra muy de moda)”483.
La mirada de Expreso Imaginario y de sus lectores era crítica respecto de las
taxonomías hegemónicas de aquellos años, gestando su identidad desde
parámetros diferentes a aquellos a los cuales cuestionaba. Pero no sólo los
lectores de Expreso cuestionaban esas clasificaciones, muchos jóvenes que no
construyeron sus identidades juveniles ni como chetos ni como pardos al tiempo
que criticaban como nuestro entrevistado Sergio a aquella cultura juvenil a la cual
se la perfilaba desde la apariencia, impuesta “desde afuera” y funcional al discurso
hegemónico de la época, era en definitiva una cultura aceptable en aquel contexto.
Pujol por su parte sostiene que ir a bailar música disco a un boliche, la salida
habitual del cheto, era una salida “segura”, al menos más que otras prácticas
juveniles de aquellos años484.

Ahora bien, la crítica más furibunda a esta cultura no nacía de aquellos


considerados menchos o pardos sino de una cultura juvenil nueva que si bien
tenía ya su trayectoria, adquiría otra densidad en este nuevo contexto, los
rockeros. El rock había germinado y crecido a lo largo de una década y marcado
determinadas estéticas juveniles que si bien no fueron masivas para los años ’70
sí adoptadas por muchos jóvenes. Si aquello que los caracterizaba era el pelo
largo, una jerga particular, el gusto por la música progresiva, como se la llamaba
entonces, la lectura de Expreso Imaginario y las revistas de rock Pelo y Mordisco,
también los aglutinaba el cuestionamiento a determinados patrones de consumo
juveniles y un rechazo a las fórmulas adultas respecto del deber ser. Ello se
expresaba en las letras de las canciones de rock, en los recitales, en el encuentro
entre pares, y también en las cartas de lectores del Expreso. No es casual que
aquella primera carta de la lectora Sandra Russo fuera comentada en varios
números siguientes por jóvenes varones y mujeres que se identificaban con sus

483
Correo de Lectores, Expreso Imaginario, n°45, año 4, p. 8.
484
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit. p. 90.

238
palabras, el mundo adulto ofrecido al joven argentino era basura, alienación, una
mentira485. El mundo del rock, con toda la apoliticidad que lo caracterizaba,
mostraba un costado rebelde, aquel que no se definía en los patrones
hegemónicos respecto de la juventud. Como señala Pujol “con su prédica
contracultural, con su mensaje implícito de rebelión contra toda forma de
disciplina, se convirtió en un mundo paralelo, otra medida del ser joven
argentino”486, es decir preservó cierta rebeldía vaciada ahora de contenido político.
El rock era indisciplinado y disruptivo del orden, marcando sus diferencias
respecto de la estética performativas a la cual se orientaba el discurso militar.

Pero además la cultura rockera en dictadura tuvo otros aditamentos. Siendo un


contexto de fuerte represión y disciplinamiento social, no sólo supo aglutinar en su
seno a aquella porción de jóvenes que cuestionaban la chatura cultural del
momento, tanto de adultos como de propios pares, sino que permitió generar
nuevas prácticas de sociabilidad construidas desde canales alternativos donde los
recitales fueron un fenómeno central. Los rockeros no se juntaban como sus pares
chetos a bailar, sino a escuchar su música, a comentarla, a discutir sobre arte, a
escribir o recitar poesía en los bares amigos, era la salida “insegura”487.

Si bien la historia más conocida del rock en estos años recuerda a las bandas
porteñas de proyección nacional que se integraron y desintegraron (como la
máquina de hacer pájaros, Porsuigieco), a los exilios de los artistas, a las
discusiones en torno a la muerte de la música progresiva, lo cierto es que la
cultura del rock aunó a una parte de los jóvenes en las grandes ciudades del resto
del país, más allá de las noticias musicales llegadas de Buenos Aires. Esto
permitió una expansión del rock en un circuito más íntimo, un magma de acciones,
prácticas y sociabilidades jóvenes poco visibles pero significativas a la hora de
comprender los intersticios de la cultura hegemónica de aquellos años.

485
Correo de lectores, Expreso Imaginario, n°11, año 1, 1977.
486
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 53
487
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., pp. 90-92.

239
La cultura del rock en Rosario durante la dictadura

“Donde está el verde mundo que nos prometieron?


Donde está el poderoso rey del universo?
En qué bolsillo naufragaron los cerebros?
Quien invirtió a plazo fijo nuestros sueños?
No hay mañana sin su precio”
Irreal, Cucarachas para el desayuno.

El 24 de marzo de 1976 Síntesis, un grupo de rock rosarino estaba grabando su


primer álbum. En julio de ese año nacía oficialmente Irreal, la banda de rock
rosarina cuyo primer grupo estaba constituido por Juan Chianellli, Hugo García,
Adrián Abonizio, Marcelo Domenech, se sumarían el topo Carbone, Yayi Gómez y
Zapo Aguilera, la mayoría de ellos vecinos y amigos de barrio Echesortu que
pasaron de jugar al fútbol al folclore y de allí al rock488. El grupo sería una de las
bandas más importantes entre 1976 y 1980 año en que se disuelve. Para
entonces el grupo original se había modificado, Adrián Abonizio se había separado
e ingresado Juan Carlos Baglietto como voz principal. Irreal y Síntesis se
mezclaban en el paisaje del rock junto a otras bandas creadas a principios de los
’70 pero que mantenían su vigencia como eran Pablo el Enterrador, Oasis y a las
que se sumaban nuevas creaciones: El Banquete, Graff, Las medias de Felipe IV,
Tierra de Nadie, Dr. Merengue, Hipocampo Rock, entre muchas otras que nacían
y morían al ritmo del rock. La experiencia de crear una banda no era singular ni
extraña para aquellos años, por el contrario mostraba las características comunes
a gran parte de los grupos de la ciudad –e incluso del país-: una vida efímera con
entradas y salidas de músicos que armaban, desarmaban y volvían a armar sus
bandas, amigos que se conocían del barrio o del circuito del rock y que decidían
tocar juntos, su fixture incluía varios recitales en vivo en diversos clubes de la
ciudad, algunos encuentros nacionales si era una banda reconocida y sólo con
mucha suerte –la que no tuvieron la mayoría de estos grupos- disco grabado. Sin
duda, la cultura del rock tuvo un intenso auge durante la dictadura en Rosario.

488
AAVV. Generación Subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones, Santa
Fe, 2012, p. 87.

240
Auge que era seguido por aquellos que construían su identidad en torno al rock
progresivo, reforzado desde los encuentros comunes con pares.

La proliferación de bandas y la existencia de una cultura juvenil vinculada al rock


en Rosario no habían nacido en dictadura, al menos no en esta, sino que hundía
sus raíces en la década previa, desde que Los Gatos convirtieran a La Balsa en la
primera canción de rock. Para Patricia los primeros años setenta mostraron una
fuerte impronta sobre la vida cultural juvenil en dictadura, tenía quince años
cuando comenzó a dejar su barrio para ir al centro a vincularse con músicos y
artistas: “La vida bohemia de Rosario en esos años era impresionante”, recuerda,
donde jóvenes se reunía a debatir, leer, escuchar música

“Me vinculé mucho con el rock and roll, con la música de protesta como en ese
momento se llamaba (…) circulábamos… había tres bares en rosario. Era muy
lindo, era muy lindo lo que se vivía. Estaba El Cairo, El Odeón y El Savoy.
Entonces venir al centro el viernes o el sábado significaba circular en los tres
bares, sentarte en cada bar por lo menos en tres mesas, porque todos nos
conocíamos, entonces te pasabas de mesa en mesa, uno hablaba de teatro el
otro hablaba de cine, el otro hablaba de música, de artes plásticas, otro te
hablaba de literatura… “489.

El Zapo recuerda: “en las mesas de los bares, leíamos a Jauretche, Scalabrini
Ortiz, Roberto Artl, Cortázar, Borges, Marechal, Horacio Quiroga, Jaques Prevert,
Rimbaud, Mallarmé, Bakunin, Artaud, el conde de Lautréamont, Hemingway,
Kafka, Sartre, Marx”490. Esa vida bohemia no se estancó ni fue completamente
obturada en dictadura, los bares siguieron funcionando, y la cultura del rock
difundiéndose por la ciudad.

489
Patricia M. Realizó parte de sus estudios secundarios en los primeros años 70 en la escuela de
artes y en el Liceo Bernardino Rivadavia y estaba vinculada al ámbito de la cultura underground de
la ciudad. Fue detenida clandestinamente en el año 1976 y nuevamente en el año 1978, en ambas
ocasiones por el plazo de pocos días. Patricia no se considera militante y de hecho no militaba en
ninguna organización política, aunque sí tenía amistades en el PST y provenía de una familia
politizada. La detención deviene, según su propia percepción, de su relación con un militante del
PST. Se exilió en 1980. Entrevista realizada en octubre de 2011.
490
AGUILERA, José Luis. Matienzo queda en Rosario. Relato, crónicas, poesías. Historias de
“Cucaño” y la “Trova Rosarina”, s/e, Bs. As., 2012, p. 11.

241
Una de las agrupaciones que colaboró en ese proceso de difusión fue la
Agrupación de Músicos Independientes, o AMI como se la conocería en esos
años. AMI era una asociación que vinculaba músicos y artistas en general, creada
con el objetivo de aunar esfuerzos, reducir costos y generar propuestas artísticas
alternativas a la cultura hegemónica. En palabras de Zapo Aguilera, quien fue su
tesorero, era “la manera más eficiente de resistir una política de censura y
represión establecida por el régimen militar”491. La idea de generar una especie de
cooperativa de artistas locales no era nueva, tenía al menos dos referencias, una
contemporánea con MIA, otra anterior AMAdeR492. Pero a diferencia de esta
última tanto AMI como MIA se habían constituido en una época difícil y la
dictadura vino a imponer otros ritmos a la cooperativa. AMI realizaba sus
reuniones en la Asociación Cristiana de Jóvenes donde les “daban espacio para
reunirse” y organizar recitales493. AMI fue una experiencia que permitía aunar
esfuerzos de los grupos locales que intentaban adentrarse en el circuito del rock
en el centro de la ciudad, organizando recitales de diversas bandas, en un
contexto fuertemente restrictivo y censor de las actividades y prácticas juveniles.

Mas allá de su efímera vida, ya que no cuajó en una experiencia a largo plazo y se
disolvió para 1978, AMI permitió tejer una red de vínculos estrecha en torno a
artistas de la ciudad vinculados al rock, teatro, la plástica, las letras, es decir
derivó en la posibilidad de que el circuito de sociabilidad se estrechara entre los

491
Ibíd. P. 54.
492
El Ateneo de Músicos Amigos de Rosario (AMAdeR) había sido fundada en la ciudad a
principios de la década del ’70 como un esfuerzo común de artistas locales para impulsar una
cooperativa de músicos. Impulsada por Ricardo Grassi, hizo su primera reunión en mayo de 1973
en el colegio San José y convocó inicialmente a músicos para luego extenderse a artistas
plásticos, fotógrafos, etc. Según se señala en Generación subterránea sus volantes señalaban:
“Amader es la expresión acabada de un grupo de jóvenes conscientes de la situación espacio-
temporal que vivimos y el rol vital que a través de sus múltiples manifestaciones cumple el arte”.
AAVV. Generación subterránea… op. cit., p. 45. Amader tuvo una vida efímera y para principios de
1974 la experiencia perdía presencia en el ámbito de la ciudad. A propósito del tema puede
consultarse también ARBOLEYA, Sergio. La trova rosarina, Homo Sapiens, Rosario, 1998. En el
caso de Músicos Independientes de Argentina, MIA, era una experiencia nacida en 1975,
compuesta por varios músicos e impulsada por la familia Vitale, abría un nuevo estilo tanto de
cooperación entre artistas como de estética musical, organizaba sus propios conciertos, editaba
sus discos en una estrategia construida entre cooperativa musical y labor pedagógica. Ver PUJOL,
S. Rock y dictadura, op. cit., p. 31-32, también Mordisco n°4, 1976, p. 10.
493
Sergio Rébori.

242
pares, permitía juntar a gente con las mismas inquietudes, al tiempo que tejía
vínculos entre arte y política. Según Lalo de los Santos: “en la AMI aparecieron
algunos postulados mejor elaborados intelectualmente gracias a la participación
de chicos de la juventud del Partidos Socialista de Trabajadores”494. Otras miradas
suponen un análisis distinto. Según Baglietto, “si bien en la AMI nunca vimos a la
política como una cosa negra, oscura, tremenda, tampoco fuimos militantes
políticos de verdad”. 495 Esos vínculos entre arte y política, ya fueran estrechos o
lábiles, sumado a la visibilidad que adquirió la experiencia de AMI el ámbito local
la convirtieron en objeto de vigilancia del régimen, sufriendo distintas redadas y
culminando con su disolución496.

Mientras duró, AMI no sólo logró aglutinar a músicos y artistas de la ciudad sino
que se convirtió en el motor principal de la difícil tarea de organizar recitales lejos
de las luces de Buenos Aires. El recital era sin duda el templo de la cultura
rockera, era el lugar de reunión, de difusión de la música, era también uno de los
pocos espacios de reunión de pares, la gestación de un colectivo en dictadura. En
palabras de Vila el recital es un nosotros frente a ellos: “de esta forma el
movimiento de rock nacional va construyendo los espacios que resguardan la
identidad de todo el conjunto de jóvenes que se sienten identificados con él”497.

Para las bandas locales, aquellas que sonaban más o menos bien, que podían
tener una proyección fuera del espacio local y articularse con otras experiencias
que se gestaban en distintos puntos del país y que pocas veces grababan; su
circuito de difusión estaba centrado en los recitales. Las salas más importantes
para la organización de recitales locales eran la Asociación Cristiana de Jóvenes,
donde AMI se reunía, y la sala del sindicato Luz y Fuerza. Cuando eran bandas
porteñas las que realizaban los recitales, la sala escogidas debían permitir un
mayor número de espectadores, como Fundación Astengo o el Club Sportivo

494
ARBOLEYA, S. La trova…, op. cit., p. 22.
495
Ibíd., p. 23.
496
AGUILERA, J.L. Matienzo…, op. cit., p.55.
497
VILA, P. “Rock nacional…” op. cit, p. 87.

243
América o en ocasiones el teatro La Comedia. Allí habían tocado León Gieco, Nito
Mestre y los desconocidos de siempre y La Máquina de hacer Pájaros. Alguna que
otra vez también era el escenario perfecto para una banda local: en 1978 se utilizó
La Comedia para la proyección del cortometraje de Mario Piazza, Sueños para un
oficinista, en esa ocasión Irreal fue la banda sonora en vivo a sala llena, luego
partió de gira por varias ciudades del país498.

Las presentaciones en recitales incluían varios grupos musicales, aún de géneros


diversos: sinfónico, solistas, fusión de rock con otras vertientes musicales, todo se
incluía en el mismo espectáculo porque pocos eran los espectadores. Sergio
recuerda “había que juntar cuatro o cinco grupos, porque bueno para hacer un
número de público, porque te digo, no te iba a ver ni tu vieja”, para las bandas
locales lograr un público de doscientas personas implicaba un éxito total. Los
espectadores siempre eran músicos de otras bandas, amigos rockeros, todos
conocidos. Ir a un recital entonces no implicaba exclusivamente la elección de
determinada estética musical, para Sergio: “el hecho era estar ahí, no importaban
lo que tocaban. Había que estar ahí, entonces bueno terminabas conociéndote”.

En ocasiones se realizaban además los encuentros nacionales de rock del interior


que permitían promocionar grupos de otras latitudes y tejer vínculos con ellos. El
Tercer Encuentro Nacional del rock del Interior había sumado la participación de
bandas como Irreal y El banquete de Rosario, Boreal de Mar del Plata, Fata
Morgana de Santa Fe, Redd de Tucumán; Trigémino, Yuelze y Raffo Trio de
Buenos Aires499. Pero el rock no se limitaba a los recitales organizados por AMI, a
los encuentros nacionales sino que incluía un circuito de espacios locales donde
circulaban quienes cultivaban la cultura rockera. A los bares ya señalados por
Patricia se sumaban el Saudade, Albatros, La buena Medida, y el café de la Flor.
Del bar Saudades que se encontraba en la esquina de Entre Ríos y Santa Fe
Aguilera recuerda:

498
AAVV. Generación subterránea, op. cit., p.88.
499
Ibíd., p. 90.

244
“era como una isla del Caribe en medio de un páramo de cemento (…) Allí,
todos exhalábamos un tufillo a artistas, vinculados por un código común
que nos diferenciaba del resto de los mortales.
Éramos jóvenes, estábamos necesitados de acción, de actividades
creativas para romper con la oscura rutina que predominaba en el
ambiente. El bar era una especie de catedral de nuestros primeros y tibios
intentos de organizarnos en ese sentido”500.

Esa tónica del Saudades se multiplicaba y reproducía en los bares “under” de la


ciudad, la mayoría ubicados en la zona céntrica. Era un circuito menor, sólo para
entendidos donde todos aquellos que se sentían cobijados bajo el rótulo del rock
(más allá de las diversas vertientes que profesaban) se encontraban, discutían,
leían, comentaban, cantaban, organizaban actividades culturales. Patricia
recuerda: “Salíamos a los bares, a las 10 de la noche. No tomábamos alcohol, lo
que había mucho era arte alternativo, mucho underground”. A veces esos
encuentros se trasladaban a las plazas, otro de los lugares de encuentro juveniles,
donde al caer la noche se juntaban, “sin la conciencia real de lo que ocurría”,
señala Sergio. La plaza Buratovich del barrio Echesortu había sido el primer
espacio de reunión del grupo Irreal, o donde se encontraban a comentar el último
recital que habían dado501; o como recuerda Sergio, la plaza Pringles que era el
punto de encuentro entre los jóvenes rockeros.

El rock era definitivamente un espacio de encuentro juvenil y urbano. Y el centro


de la ciudad uno de los ámbitos principales de reproducción de la cultura rockera,
allí donde las “grandes” bandas locales tocaban, se reunían, organizaban
actividades, allí donde se concentraban unas 20 bandas, aquellas que tenían
cierto carácter profesional o mejores instrumentos. Sin embargo esa no era la
única movida. El semillero de las bandas de rock se encontraba en los barrios
donde las pequeñas bandas amateur se reunían como grupo de amigos, creaban
su propia banda, “sonaban mal” y circulaban por un circuito menor, el de los

500
AGUILERA, J.L. Matienzo…, op. cit. pp. 53-54.
501
“El humor en los tiempos de plomo”, Rosario12, 19/11/10.

245
clubes barriales y vecinales. Así grupos como Dr. Merengue se presentaban en la
vecinal de Barrio La Guardia con sus canciones "Verdugos de ideales", "El blues
del odio" y su hit "Curas oligarcas":

“-quien los iba a escuchar ahí? Todo el barrio (…) todo, todo el barrio, era
una… era como muy loco un grupo de rock, hoy parece lo más normal del
mundo pero (no se entiende) de algún modo veían una batería, decían
mirá, mirá estos tipos. Éramos malísimos. Venían a tocar e invitábamos
grupos… venían grupos del centro. Y hacíamos festivales e iba muchísima
gente, muchísima gente (…) no sé por ahí eran unas quinientas personas
en una vecinal que explotaba viste. Explotaba” 502.

Si el circuito más profesional, el de los mejores compositores e instrumentistas, el


de la “verdadera” cultura rockera se desarrollaba en el centro de la ciudad, donde
los jóvenes adeptos a la música progresiva confluían, este era sin dudas un
circuito menor respecto de aquel generado en los barrios, donde los vecinos y las
amistades cumplían las veces de primeros espectadores. Si el primero era un
reducto para el desarrollo de posiciones “fundamentalistas”, de privilegiados
conocedores del mundo under, el segundo era la cuna de aquellos. En definitiva
las bandas de rock más conocidas tenían su génesis en el barrio, con los amigos
de toda la vida, o de vez en cuando, entre compañeros del secundario.

Si bien el mundo y la cultura rockera se desenvolvía en circuitos locales


específicos, gestados entre los barrios y el centro, potenciados en su mayoría por
jóvenes que circulaban por esos espacios y que lo constituían en el epicentro de
una contracultura, el rock se extendió en ocasiones más allá de esos espacios. La
posibilidad de su expansión estaba dada por la incipiente emergencia de un
mercado musical articulado con la música progresiva. En Rosario un gran impulsor
de eso había sido Poli Román, empresario que potenció bandas locales y que
tenía además un programa radial, el Expreso de Poli donde a cuentagotas se
reproducía algún disco de música progresiva, algo poco frecuente para la época.

502
Sergio Rébori. Lamentablemente no hay grabaciones ni copias de las letras de esas canciones.

246
Marcelo recuerda por qué esperaba con ansias ese programa: “la manera más
común de conseguir música en mi adolescencia era tener preparado un casette
virgen a las dos de la tarde, hora en que empezaba “El Expreso”. (…) Armar
casettes con música para después pasar a amigos, musicalizar asaltos, para
escuchar y memorizar las canciones”503. A ello se sumaba la existencia de un
mercado discográfico con bandas nacionales e internacionales que entre amigos
se circulaban. En esta ocasión la experiencia del rock era más bien acotada a un
espacio privado o de sociabilidad entre amigos, en donde escuchar música era
desandar un espacio prohibido, un ámbito cuestionado por los adultos, por la
sociedad.

Como se ha señalado no todo el mundo iba a un recital y no sólo era porque el


rock era marginal entre los sectores juveniles sino que como espacio de
sociabilidad era poco seguro. Con ese argumento Sergio explica la notoria
ausencia de mujeres en la cultura rockera de aquellos años, eran pocas las
mujeres que se unían a una banda y mucho menos las que circulaban por el
espacio under: “mirá si éramos marginales que hasta en eso éramos marginales,
en los recitales no había mujeres, muy pocas. Viste? No era joda (…) a lo mejor
cuando venía Serú Giran al principio, así ahí podía haber… pero el rock siempre
tuvo una impronta medio machista”. Mas allá de que Sergio –como la mayoría de
los rockeros de la época- no recuerde la presencia de mujeres en ese ámbito, es
posible pensar que el problema no radica tanto en si las mujeres asistían o no a
recitales sino en cómo ellas se apropiaban de un modo distinto de esa cultura.

En esta línea, los trabajos que reflexionan en torno a las culturas juveniles
femeninas plantean la necesidad de no subordinarlas a una mirada androcéntrica
donde sus actividades quedan invisibilizadas y subordinadas a las culturas
juveniles masculinas, sino recuperarlas como experiencias diferentes. Retomando
los análisis de Mc Robbie y Garner, para Feixa el problema no es tanto la
presencia o ausencia de mujeres en culturas juveniles sino: “las formas que
interactúan entre ellas y con otros sectores para negociar un espacio propio

503
AAVV. Generación…, op. cit., p. 116.

247
articulando formas culturales, respuestas y resistencias específicas”504. Desde
esta perspectiva es posible recuperar los modos diferentes en que las mujeres
participaron y se apropiaron de la cultura del rock y lo que significó esa
experiencia en sus vidas.

Patricia recuerda su paso por la movida under de la ciudad desde un lugar


diferente a la explicitada por Sergio, ella se concebía como artista plástica y la
cultura del rock también era su espacio de sociabilidad:

“Me he visto cobrando entradas en los recitales de… Baglietto, de onda, así que
sé yo, porque era… él es mi amigo, los de la banda eran mis amigos, los que
íbamos a escucharlos éramos… éramos todos amigos. Todos nos cruzábamos,
todo el tiempo y entonces todos nos ayudábamos y yo ya en ese momento
también había empezado a hacer una muestra, escribía poesía y siempre había
alguno que ayudaba para montar una muestra, leía poesía en público, era una
caradura total,… éramos unos caraduras total, nos creíamos unos artistas
bárbaros”505.

En esa misma línea puede señalarse la participación de las mujeres en las


revistas alternativas, publicando escritos propios, realizando notas de opinión. Si
bien las revistas alternativas que rodearon la cultura del rock y de los recitales
tuvieron su más amplia difusión a partir de la década del ’80, sus inicios
confluyeron con las experiencias del rock506. En Rosario muchas de estas revistas
estaban vinculadas exclusivamente al mundo de la música progresiva como
Rocksario, pero otras intentaban articular ese con otros espacios de la cultura
como por ejemplo Acuarela, Sigma, Desde la Jaula, esta última una experiencia
muy particular, una realización íntegramente diseñada y editada por jóvenes
mujeres estudiantes del Normal 1. Por otra parte la apropiación y el consumo del

504
FEIXA, Carlos. “De las culturas juveniles al estilo”, Nueva Antropología, vol. 15, n°50, 1996, p.
77. Disponible en www.redalyc.org [última consulta 10/05/13]
505
Patricia M.
506
Sobre las revistas alternativas ver MARGIOLAKIS, Evangelina. “Revistas subterráneas en la
última dictadura militar argentina: la cultura en los márgenes”, en ANPHLAC, n° 10, 2011.
Disponible en http://revista.anphlac.org.br [última consulta 13/04/13]

248
rock como género musical no sólo se construía desde los recitales sino en la
relación con amigos y amigas. En esa línea Silvia recuerda:

“Así como me pasó a mi supongo que le habrá pasado a otras personas que
buscabas esos escondites o esas rendijas de libertad, yo pienso que sí. Por
ejemplo para mí, uno de los recuerdos más sueltos que tengo es haber ido a
escuchar música a la casa de X [compañero de escuela], y ver todos esos discos,
eso era… (…) y para mí que él me haya hecho escuchar Génesis, o Jetrho Tull, o
ese del reloj… como se llamaba, el de the Wall, Pink Floyd, para mí era eso un
espacio diferente. Todo lo contrario después a lo que te estaba pasando”507.

El mundo del rock, fuera apropiado desde un recital, la radio o un disco era un
espacio intermitente de encuentro de un sector de jóvenes varones y mujeres que
veían a ese como un espacio de libertad, como un respiro de su vida. Era además
un lugar de encuentro con los que sentían y vivían esos años como “uno”, era la
posibilidad de gestar un espacio colectivo, contenedor de un nosotros. Era un
espacio donde podías saber algo más o al menos intuirlo a través de las revistas
under o alternativas, de las razzias, de los comentarios de los amigos, donde se
producía la circulación de información sesgada, donde aun cuando se hablara
poco se concebía la sensación de una historia compartida.

En este punto debemos interrogarnos respecto de cómo caracterizar esa cultura y


experiencias del rock que se mantuvieron e incluso se consolidaron en esos
primeros años de dictadura. Para algunos autores el rock fue un movimiento
juvenil masivo que logró expresar el sentir de una generación carente de otras
formas de expresión508, para otros el rock fue una cultura de la resistencia en
dictadura509, pero no fue un fenómeno masivo al menos hasta después de la
guerra de Malvinas. Asimismo aun cuando las bandas fueron controladas y las
letras censuradas, lo cierto es que no era un espacio politizado, esto como señala

507
Silvia C.
508
VILA, P. “El rock nacional…”, op. cit., p. 145.
509
Imagen de resistencia construida a posteriori puede observarse en trabajos como BERTI, E.
Rockología…, op. cit.

249
Pujol no es un déficit sino parte de su configuración510. Sin embargo, el rock fue un
territorio juvenil que discurrió por lo general en carriles diferentes al discurso y las
estrategias de la dictadura, siendo mucho más que una molestia para las
intenciones del régimen de construir determinada estética y cultura juvenil. Fue
para muchos un aire de libertad menor, un respiro, el cuestionamiento al orden
estatuido y al mundo adulto, un reclamo generacional a la imagen hegemónica del
deber ser del joven de aquellos años. Para Pujol el problema más significativo de
la experiencia del rock fue su autismo: “Si bien había una idea de cultura joven
que trascendía la materia musical, no era tan seguro que con esa idea pudiera
articularse algún proyecto con el resto de los actores de la época. En este sentido
el rock nacional era contestatario pero un tanto soliptista. Convocador y a la vez
solitario. Gregario y tribal”511.

En el caso de Rosario, sin embargo, la experiencia tuvo varias particularidades, el


rock tenía ciertas características colectivas que en el ámbito porteño parecieran
ser menos frecuentes, caracterizada en los primeros años a través de la
emergencia de asociaciones como AMI cuyo objetivo no sólo implicaba construir
puentes entre los músicos sino reconfigurar la cultura de rock en forma articulada
con otras expresiones artísticas alternativas. Ello no siempre era una instancia
consciente, sin embargo el circuito de la cultura under permitía aunar experiencias,
hacer amigos que se desarrollaban en ámbitos diversos. En ese sentido los
rockeros se vincularon con otros espacios creativos, también colectivos, de
supervivencia, de respiro, que se gestaron en la ciudad como fueron por ejemplo
la experiencia de teatro convocada en torno al grupo Discepolín o aquellas
vinculadas al grupo de arte experimental Cucaño. Estos vínculos que fueron
gestándose entre pares, en los encuentros, en las discusiones, se verificaron más
claramente hacia inicios de la década del ’80, donde un nuevo contexto viabilizaba
canales de expresión de la inconformidad y el descontento respecto de la
sociedad y el régimen. Sobre ello volveremos en el último capítulo.

510
PUJOL, S. “El que no salta es un militar…, op. cit, p. 226.
511
PUJOL, S. Rock y dictadura..., op. cit. p. 168.

250
Asimismo el mundo del rock si bien no tuvo un proceso de politización fuerte,
siguiendo los parámetros del rock en el resto del país, tuvo ciertas improntas
políticas que, reconocidas o no, marcaron una vigilancia estricta sobre las
reuniones, los recitales organizados y sobre algunas personas específicas. Si el
espacio público asociado al mundo joven era vigilado, aquel que recorrían los
rockeros lo era mucho más.

El control y el disciplinamiento sobre los espacios de sociabilidad juveniles

El control sobre los lugares bailables, las peñas, los recitales de rock, las
películas, el teatro, los libros y las revistas se redimensionaron luego de 1976.
Esto no quiere decir, como ya hemos visto, que los jóvenes no tuvieron espacios
de sociabilidad, encuentros con amigos, salidas diurnas y nocturnas sino que ellas
estaban bajo la mirada vigilante de un conjunto de organismos gubernamentales e
instituciones que en forma conjunta y articulada se encargaron de señalar aquello
considerado aceptable.

Apenas iniciada la dictadura se constituyó en la ciudad una nueva Comisión


Calificadora de Espectáculos Públicos e Impresos Literarios. Si bien en Rosario la
Comisión existía desde el decreto 23582 del año 1959; esta había tenido algunas
modificaciones a lo largo de esos años512. Por eso cuatro días después del golpe
de estado de 1976 el nuevo interventor dejó sin efecto las últimas ordenanzas y
mediante decreto municipal constituyó una nueva Comisión que se rigió por las
disposiciones generales de aquel decreto del año ‘59. La regresión a dicha
normativa no era casual, en ella se insistía sobre el control del espacio público y
las publicaciones en tanto:

“no resulta lógico que la Comuna, haga valer su poder de policía, calificando,
prohibiendo, etc. aquellas películas cinematográficas o representaciones teatrales
que, a su entender no resultan aconsejables para la moral de quienes por su
edad, sexo, condición social, etc. aún no poseen firmemente desarrollado el
intelecto y su real concepto y claro distingo entre el bien y el mal y deje librado al

512
Por ejemplo el decreto 1934/73.

251
libre albedrío de los distribuidores e impresores las publicaciones literarias, si
ningún control que tienda a preservar, en la misma medida que las funciones
premencionadas, la moral y las buenas costumbres”513.

Así el control sobre el espacio público en 1976 seguía los lineamientos de las
medidas tomadas casi dos décadas antes donde las películas y obras teatrales
debían ser evaluadas en una gama correspondiente a seis calificaciones que iban
desde la difusión sin restricciones hasta la prohibición completa. Para el caso de
las “impresiones literarias” (que incluían revistas, fotos y avisos publicitarios)
podían catalogarse en: exhibición limitada, inmoral e inmoral y presuntamente
obsceno. La diferencia más radical entre la primera normativa y aquella instalada
en 1976 refería a los integrantes de la Comisión. En 1959 la Comisión estaba
compuesta por el Secretario de Gobierno, Cultura y Asistencia social y un
representante de cada una de las siguientes áreas: del Juzgado de Menores, de la
Agrupación de Cronistas teatrales y cinematográficos, de la 3° Sección Escolar, de
Profesores Secundarios, un representante de los cines Clubes y dos por el
Concejo deliberante (uno por minoría y otro por mayoría). En 1976 la compusieron
un representante por la secretaria de Gobierno de la Municipalidad, uno del
Juzgado de Menores de la ciudad de Rosario, uno por la Liga de Madres de
Familia y otro de la Liga de la Decencia514.

La comisión como vemos no fue un organismo gubernamental gestionado solo por


funcionarios de facto sino que en su seno se articulaban y colaboraban un
conjunto de instituciones de raigambre conservadora y clerical que llevaban
adelante una cruzada por la moral desde tiempo atrás pero que en la coyuntura
acompañaban la dictadura militar. En esa línea podemos entender la participación

513
Decreto 2382, 1959. El subrayado es mío. Interesante consignar el temor que ya no por edad
sino también por sexo o condición social pudiesen tener menos desarrollado el intelecto para
discernir entre bien y mal tal como reza la ordenanza.
514
Ver decreto 53874/76. El 14 de abril ya estaba conformada la nueva Comisión con sus titulares:
Rodolfo Páez (por el departamento ejecutivo municipal), Dra. Nelly Penares (Juzgado de
Menores), Nélida Boglione de Marchiori (Liga de Madres de Familia) y el escribano Eugenio Giolito
(Liga de la Decencia). Decreto s/n, 14 de abril de 1976. Pp. 129-130.

252
tanto de la Liga de Madres de Familia515 como la Liga de la Decencia. Esta última
sin duda tuvo una actuación importante durante la última dictadura militar en la
ciudad de Rosario. Creada en julio de 1963 y dirigida por el contador Pedro García
promovió durante su existencia un discurso moralista y fuertemente conservador,
que comenzó a declinar en 1984. Para los años de la dictadura varias instituciones
eran miembros activos de la Liga: Iglesia católica, Iglesia Evangélica Metodista,
Iglesia Ortodoxa, cruz Roja Argentina, liga de Madres de Familia, Asociación
empleadas católicas, Federación Femenina Evangélica Metodista, asociación
Ortodoxa Argentina, Club Social argentino Sirio, movimiento Familiar Cristiano,
Asociación Mujeres de Acción Católica516. Si bien la institución tejía sus redes de
relaciones a nivel local tuvo también corresponsalías y filiales fuera de la ciudad:
Buenos Aires, San Luis, Capitán Bermúdez, Villa Constitución, San Francisco
(Córdoba) y Salta. Tanto la Liga de la Decencia como la Liga de Madres tuvieron
cierto peso en la sociedad construido a través de un discurso que buscaba alertar
a la población sobre los vicios, las malas costumbre y el peligro que acechaba a la
moral; pero fue su inclusión como parte de la comisión aquello que logró su
injerencia efectiva sobre estas cuestiones.

Durante el período 1974/1979 la actividad de la Comisión fue profusa respecto de


las publicaciones controladas:

Años 74 75 76 77 78 79

Impresos literarios controlados (libros, 102 69 89 253 294 244


revistas)

Otros materiales controlados (fotos, 12000 8250 7800 12600 12676 7140
posters, avisos)

Fuente: Anuario estadístico. 1980

515
La Liga de Madres de Familia, una institución vinculada a la Iglesia Católica, había surgido a
nivel nacional en 1945 y se instalaría en Rosario en 1953 gracias a las iniciativas del por entonces
cardenal Antonio Caggiano.
516
Además adherían: Club deF, Caritas, Ejército de Salvación, Círculo de Obreros Católicos, entre
otros.

253
Si bien los datos reseñados nos permiten señalar que hubo un control constante
sobre las publicaciones entre 1974 y 1979, cabe destacar el aumento significativo
respecto de los libros y revistas que circulaban por la ciudad517. Más allá de la
revisión de material bibliográfico la tarea más ardua de la Comisión refería al
control sobre los locales habilitados para el esparcimiento. Aun cuando no
contamos con datos para todo el período, aquellos referidos a 1980 son
indicativos. Para ese año se habían habilitado 120 locales como Bailes con una
asistencia de 365.962 personas; como confiterías bailables 25 y 246.369
asistentes, 20 cinematógrafos con más de 2.000.000 de personas y 20 teatros con
106.885 asistentes518. El cine era efectivamente el más populoso de los
divertimentos, sin embargo debemos tener en cuenta las particularidades de sus
habitués donde podían asistir personas de todas las edades y de allí su diferencia
significativa con el teatro, los bailes y las confiterías. Más allá de eso lo que nos
señalan estas cifras es que los espectáculos no dejaron de existir durante la
dictadura. En todo caso lo que caracterizó al período fue tanto el control sobre los
asistentes como la censura sobre las publicaciones, obras teatrales, recitales y
películas difundidas fundamentadas en el resguardo de la moral y el decoro519.

Asimismo a las disposiciones ya vigentes respecto de los bares, cines y teatros


debieron sumarse en 1979 los decretos que regulaban los llamados Salones de
Entretenimiento. Con este término se incluían aquellos locales que tenían desde el
“metegol” hasta los primeros juegos electrónicos de la época. Si bien parte de la

517
Lamentablemente el anuario no referencia qué significa exactamente el control, si simplemente
da cuenta de la cantidad de material revisado sin discriminar entre aceptados y rechazados o bien
responde al número de publicaciones no aprobadas por la “inspección” de la comisión.
518
Anuario estadístico, Rosario, 1980. p. 40.
519
La Comisión de espectáculos públicos tal como fuera reformulada en 1976 se mantuvo durante
toda la gestión de Cristiani siendo modificada durante la gestión del intendente civil de facto,
Alberto Natale cuando asumieron nuevos representantes y se incorporaron además uno por los
cine clubes y otro por SADE, en esa ocasión si bien la Liga de Madres mantuvo su representación,
no así el representante que otrora tuviera al Liga de la Decencia. Esta nueva conformación no
significó necesariamente un coto a la censura existente, sino que adquirió nuevas estrategias como
la utilización por parte de la Liga de la Decencia de instancias judiciales para limitar la difusión de
algunos films. Ver “A la censura la cosa se le pone peluda”, Risario, n° 5, marzo 1982 y “El ángel
exterminador”, Risario, n° 6 abril/mayo 1982.

254
sociedad consideraba los juegos como algo pernicioso520, el intendente de facto
Cristiani, decretó la admisión de menores de 18 años en un horario restringido521.

Los recitales fueron otro de los espacios juveniles que concitó la vigilancia
constante desde las diversas dependencias. Ese control estaba construido sobre
una amplia gama de acciones burocráticas que limitaban las posibilidades de
realización de eventos y que iban desde los permisos habilitantes para hacer
recitales hasta la confección de fichas con las letras difundidas por las bandas
para que fueran aceptadas por los organismos de censura. Todo debía pasar por
el tamiz de las autoridades. La imposibilidad de escapar a todas estas exigencias
implicó, como señala Pujol, la necesidad de negociar con quienes controlaban el
espacio público522, al tiempo que constituía un grado de exposición significativa
frente a un régimen que, en general, consideraba al rock y lo asociado a él como
una cultura joven perniciosa.

Ahora bien si fue el gobierno de facto aquel que inmediatamente puso en marcha
los mecanismos para un mayor control de los ámbitos de sociabilidad juveniles de
la ciudad, no podemos dejar de mencionar que parte de la sociedad acompañaba
esa premisa. No es casual que en los primeros meses de la dictadura el diario de
mayor circulación de la ciudad publicara sendas notas respecto de la necesidad de
un mayor control respecto de “la noche” y los jóvenes. En junio de 1976 La Capital
aplaudía las manifestaciones del gobernador de facto Jorge Aníbal Desimone
“sobre la necesidad de encarar un campaña de moralidad pública en lugares de
diversión, en la que tendrán que intervenir –dijo- Las municipalidades con los
organismos respectivos”523, y en notas sucesivas instaba a multiplicar las

520
Así, numerosas notas fueron publicadas en La Capital al respecto. “Menores y salas de juegos
electrónicos”, LC, 13/07/79, p. 5. “Las salas de juegos electrónicos veladas a menores de 16 años”,
LC, 03/08/79, p. 13.
521
Dicha medida fue modificada por ordenanza 2921 durante la gestión de facto de Natale,
mediante la cual se prohibió la entrada a menores de 18 años.
522
PUJOL, S. “El que no salta…”, op. cit. p. 224
523
“En la lucha contra la inmoralidad”, LC, 11/06/76, p. 14.

255
vigilancia activa de los jóvenes a través de las instancias municipales524. Asimismo
en una carta de lectores del año siguiente se mencionaba que a pesar de las leyes
establecidas que prohibían la entrada de menores a locales nocturnos estas eran
transgredidas. El autor de la carta daba la dirección de un local donde ello ocurría
y señalaba: “Deseo a través de este medio alertar a las autoridades para que
extremen la vigilancia en esos lugares, haciendo imposible la permanencia de
menores en los mismos. La salud moral de la ciudad así lo exige”525. Los discursos
emanados desde diferentes esferas de la sociedad y la política gestada desde el
ámbito municipal, provincial y nacional se articulaban permitiendo construir un
objetivo común, la necesidad de resguardar a los jóvenes en general (y a los
menores en particular) frente al vicio y las inmoralidades.

En la tarea del control sobre el espacio público no sólo era imperativo el


funcionamiento de normativas y organismos encargados de la verificación de las
publicaciones, la habilitación de locales bailables y de entretenimiento y la mirada
vigilante de la sociedad. A ello se sumaba un amplio número dependencias
municipales y provinciales como la sección Moralidad Pública526 o la división de
Asuntos Juveniles de la Policía de la provincia de Santa Fe dependiente del
departamento de operaciones policiales527 que funcionaban junto a la normativa
vigente como instrumentos aceitados del disciplinamiento en el espacio público y
del control efectivo sobre las personas.

524
“Los delitos y sus refugios nocturnos”, LC, 18/06/76, P. 14; “Cuando la inmoralidad se disfraza
de recreación”, LC, 20/06/76, P. 27.
525
“Menores”, LC, 27/06/77, p. 4.
526
La sección moralidad Pública que tenía ya varias décadas de historia en la provincia encargada
mayormente de las razzias, el control de las llamadas whisquerías y del ejercicio de la prostitución.
Más allá de los cambios se mantuvo como división policial hasta el año 2004 cuando fue
desmantelada luego de ser vinculada al asesinato de Sandra Cabrera, presidenta de AMMAR
(Asociación de Mujeres Meretrices de Rosario).
527
El departamento de operaciones policiales tiene a su cargo las funciones de “planeamiento,
organización, ejecución, control y coordinación de las operaciones policiales, de seguridad y los
servicios auxiliares y complementarios de la misma, incluidos el tránsito, bomberos y de protección
de menores”. Ver art. 48, Ley Orgánica de la Policía provincial n° 7395 de Julio de 1975. Dicha Ley
sigue vigente. Para un análisis de las prácticas policiales actuales de este organismo ver
MONTERO, Augusto “Niñez, exclusión social y “propiedad policial” en la ciudad de Santa Fe”. s/f.
Disponible en http://www.santafe.gov.ar [última consulta 10/05/13]

256
Tanto Moralidad Pública como Asuntos Juveniles eran instancias policiales
encargadas del llamado orden público y podían realizar detención de personas por
averiguación de antecedentes. Durante la dictadura estaban encargadas de la
realización de razzias, en general sucedidas en los bares, recitales y boliches
nocturnos. No eran las únicas instancias, en ocasiones el comando radioeléctrico
participaba de ellas. El número de detenidos se aproximaba generalmente a las
cien o más personas528, entre ellos menores de edad:

“Casi tres centenares de personas fueron detenidas en una impresionante redada


practicada anoche y esta madrugada por la policía local de distintos lugares de
esparcimientos como whisquerías, peñas, bares e incluso en la vía pública. La
espectacular razzia tuvo mayor incidencia en la zona céntrica pero tampoco
escaparon al celoso despliegue de los efectivos del orden algunos barrios. (…) El
balance que dejó la redada de acuerdo a la información obtenida por la Tribuna
en carácter oficial, es el siguiente: la comisaría 1°: detuvieron 29 hombre y 13
mujeres mayores, 7 menores (de 16 y 17 años). (…) Comisaría 2°: detuvieron 60
hombres y 27 mujeres mayores, 7 menores (de 15 a 17 años), seis actas labradas
por infracción al artículo 73 del código de falta (vagancia). Comisaría 3°: en este
caso la razzia – 12 agentes en cuatro vehículos, bajo el mando del comisario
Manuel Domingo Curbelo - inspeccionaron nada menos que 20 locales nocturnos
uno de los cuales fue clausurado. Detenidos: 45 hombres y 24 mujeres mayores,
y 28 menores (de 14 a 17 años), dos de ellos homosexuales. Orden Público:
detenidos: 61 personas de uno y otro sexo mayores.”529

Un número creciente de las personas detenidas en esos casos eran jóvenes. El


propósito de tales acciones tenía varios sentidos pero en principio estaba
sustentado en la restauración de los valores “occidentales y cristianos”
supuestamente perdidos y esgrimidos como pilares del PRN. El objetivo era
además controlar el espacio urbano donde se desarrollaban las prácticas de
sociabilidad. Así la vigilancia sobre los espacios de sociabilidad nocturnos y su

528
Según informes de los periódicos locales en los primeros meses del gobierno militar se llevaron
a cabo una gran cantidad de razzias con número de detenidos por averiguación de antecedentes
variable pero llegando en un caso a cerca de 700 personas.
529
“Razzias”, LT, 22/05/76.

257
asociación como lugares de jóvenes permite pensar que las medidas tendientes a
controlarlos se manifestaba como un modo expreso de disciplinamiento sobre
ellos, percibidos como carentes de discernimiento y propensos a los peligros de la
‘inmoralidad’. Asimismo constituye un mecanismo que define y marca la divisoria
entre ‘lo permitido’ y ‘lo no aceptable’ en el marco del PRN. Aunque las razzias
como medida de disciplinamiento y control no se iniciaron con el golpe y podemos
encontrarlas en años previos, es posible pensar que en el marco de la dictadura
cobraron un significativo lugar.

Si bien la realización de razzias no impidió a los jóvenes varones y las mujeres


salir a bailar o ir a un recital sin duda condicionó la práctica. Alejandro recuerda las
recomendaciones de su madre imprescindibles para la salida de un sábado por la
noche: “Como generación era normal que tu vieja, cuando vos salías, llevá llaves,
pañuelo y documento y vos llevabas pañuelo, llave y documento y terminabas
preso igual. Y entonces tenías que… no había ni teléfono (…) entonces yo decía
creo que vamos a bailar por estos dos o tres boliches. Para que mi viejo sepa a
qué seccional me tenía que ir a buscar”530.

Beatriz por su parte recuerda dos razzias de las que fue testigo. En ellas se
llevaban sólo a varones: “Era en un baile, de los pocos bailes que yo fui, que
prenden las luces, en determinado momento así como que se corta la música y se
prenden las luces y entran vestidos de verde y armados y a las chicas nos hacen
salir a la calle y a los varones adentro al que no tenía documento se los llevaron
(…) Y eso sí que no me gustó…”531.

Por su parte ser llevado por la policía no siempre implicaba una sensación de
miedo. Alejandro que vivió varias recuerda: “En realidad duraban poco tiempo,
estabas una hora dos horas en cana y después… y eran multitudinarias. Eran
carros enteros de chicas y de chicos, terminábamos cantando adentro de la
comisaría”. Sergio recuerda que ir a un recital de rock especialmente -de las

530
Alejandro P.
531
Su otro recuerdo fue en el marco del festejo del día del amigo cuando caminando por la calle
peatonal los detuvieron para pedirles documentos y se llevaron a algunos compañeros.

258
bandas porteñas más reconocidas- significaba una entrada obligada a la
comisaría:
“de hecho nosotros íbamos a… las razzias… bueno era como una salida más
porque era salir, ir a un recital y después ir en cana (…) un colectivo cortada
Ricardone, otro por Mitre, salías del recital e ibas en cana, no había una
alternativa, de decir bueno separémonos. Todos los que estábamos, trescientos,
cuatrocientos tipos (porque era ese número el que se manejaba), después nos
encontrábamos todos en la comisaría, contábamos el recital, pasábamos al noche
ahí, porque era así…”532

Para Beatriz que se llevaran a sus amigos tampoco generaba preocupación:

“Que sé yo era esto... Había que tener documento como… no sé. No sé qué
pensaba yo, nada. Me hinchó las bolas, por supuesto que me hinchó las bolas
pero no es que uno pensaba esto es represión, esto es terrorismo de estado, esto
es control, esto es…
-no te daba miedo?
- No. Y además había algo así que por ahí te llevaban presa pero si vos no
estabas metida en nada…, no pasaba nada. Eso era. El que no tenía una cosa
así de qué se yo militancia, no sé cómo la habré llamado en esa época pero
bueno me acuerdo de esta cosa de que sí, que los peligrosos eran los que iban a
los barrios. Eso hacía la gente que se los llevaban (…) Yo por lo menos no lo viví
con miedo”533.

En general las razzias no fueron vividas con miedo o temor ni por los jóvenes ni
por los padres. Tampoco por la sociedad. En el año 1981 La Capital señalaba en
una pequeña nota que en una razzia habían sido detenidos varios jóvenes
varones y mujeres que fueron llevados a la comisaría “en procesión” a pie por las
calles céntricas de la ciudad. La revista Risario recuperaba esa nota para parodiar
las acciones de control sobre los esparcimientos juveniles534. En ninguno de los
medios las razzias generaron preocupación.

532
Sergio Rébori.
533
Beatriz A.
534
Ver “Plan para la erradicación de los adolescentes rosarinos”, Risario, n° 3, 1981.

259
Sin embargo y a pesar de ello en ocasiones ser detenido en una razzia ameritaba
un temor mayor. Alejandro recuerda una ocasión en particular: “Pero una de las
más feas, recuerdo fue… en la Jefatura y estábamos arriba del Pozo, ahí
estábamos pero éramos doscientos, todos pendejos. Y vos ahí ya no te daba
ganas de hacer chistes ni de cantar, porque la… no sabías que ahí funcionaba lo
que funcionaba, ni por ahí sabías, pero ese edificio era intimidador”535. La
anécdota de Alejandro no es casual. Si bien las razzias implicaban en sí la
averiguación de antecedentes y que tus padres fuesen a buscarte a una
comisaría, en ocasiones estas se articulaban con los operativos antisubversivos.
En una nota de La Tribuna se señalaba:

“Los procedimientos antisubversivos van acompañados así mismo de "razzias" en


diversos lugares en especial nocturnos y sectores céntricos de la ciudad, que han
permitido la detención de diversas personas con pedido de captura por delitos
comunes. También se tuvo conocimiento que uno de esos procedimientos se
realizó en la Peña Folclórica "Casa Pueblo", ubicada en Moreno y Catamarca
donde penetraron fuerzas policiales, igual actitud se tomó con un local utilizado
como depósito por una firma dedicada a la venta de artículos de electricidad.”536

La realización conjunta de ambas se constituye en una estrategia que ayuda a


dimensionar el accionar represivo y de disciplinamiento social en el marco de la
dictadura. La acción moralizadora como tendía a llamarse a los operativos de
detención por averiguación de antecedentes, configuraba así un modo de control
sobre aquellos sujetos asociados desde el imaginario y discurso militar y social de
esos años respecto de los vicios y malas costumbres. Asimismo es posible pensar
que desde sus prácticas, el gobierno militar construía una relación de
desplazamiento metonímico entre la subversión, la nocturnidad, las malas
costumbres537 y jóvenes. Aun cuando no existe un paralelismo tan evidente entre

535
El entrevistado se refiere con el Pozo al servicio de Informaciones. Sobre los centros
clandestinos de detención en la zona. Ver Águila, G. Dictadura…, op. cit., p. 85 y ss.
536
LT, 5/05/76
537
Si bien no corresponde en este trabajo analizar qué se entendía por vicios y malas costumbres,
considero que un análisis de ello ayudaría a configurar aún más el imaginario respecto de la lógica

260
noche, jóvenes y subversión, esta se presentaba tangencialmente a partir de la
relación establecida en ocasiones entre las detenciones masivas y los operativos
antisubversivos.

En el caso de la cultura del rock y los ámbitos de sociabilidad nocturnos las


estrategias disciplinarias y las lógicas represivas parecieron converger en
determinadas ocasiones, construyendo un marco de vigilancia que articulaba
prácticas públicas, manifiestas, legales y aceptadas con otras más clandestinas.
Sergio recuerda que en las reuniones para la organización de recitales realizadas
en la Asociación Cristiana de Jóvenes: “veías que había gente que no era del palo,
que venía de chalequito, con un pañuelito, pelo largo, anteojitos. Vos hablabas dos
palabras y decías este tipo es algo raro, este tipo es de otro lado”538, era según
sus palabras un “infiltrado”. Los controles burocráticos, la censura, las razzias, la
averiguación de antecedentes, los infiltrados construían un marco que en
ocasiones permitía confluir en la articulación del binomio
disciplinamiento/represión, al menos cuando los encargados del control veían en
esa experiencia aditamentos políticos. Ejemplo de ello fue sin duda la disolución
de AMI producida luego de la redada realizada en una de sus reuniones
organizativas. También la experiencia de Irreal daba cuenta de ello. En 1980
luego de una gira donde habían sonado algunas de las canciones más fuertes
como Cucarachas para el desayuno o la obra “1492 o alguno de estos días” el
grupo se disolvió. El motivo, la citación de uno de sus músicos, Beto Corradini, por
la SIDE quien al presentarse recibió la sentencia -con arma incluida-: “Irreal fue
irreal, no pueden seguir tocando”539.

binaria del discurso militar, entre aquello que consideraban ‘aceptable’ socialmente y aquello que
debía ‘reprimirse’.
538
Sergio Rébori.
539
AAVV. Generación…, op. cit. p. 94.

261
Capítulo 7
Militancia y participación política juvenil en dictadura.
De la “apoliticidad” de los primeros años a la
movilización pos Malvinas

Como hemos señalado en páginas anteriores uno de los objetivos centrales del
PRN fue despolitizar a la sociedad. Si aquello que los militares habían advertido
en la etapa previa era no sólo la lucha armada como estrategia política sino un
marco de movilización y politización permanente de distintos sectores, el golpe de
estado buscaba instaurar una reconfiguración de las relaciones entre sociedad y
política. En ese marco ya hemos señalado algunos aspectos referidos a las
estrategias desarrolladas por el gobierno de facto que buscaron despolitizar los
espacios institucionales vinculados a los jóvenes. Es decir que hemos dirigido
nuestra mirada esencialmente a los modos que adquirieron tales estrategias en los
claustros universitarios y en las escuelas medias de la ciudad. Sin embargo ello
nada nos dice respecto de las prácticas políticas de los jóvenes en aquellos años.

En este capítulo nos detendremos a profundizar respecto de las experiencias


políticas de jóvenes en el marco de la dictadura, entendiendo que ellas no fueron
completamente quebradas sino que, en ocasiones, pervivió modificando
significativamente sus modos. Asimismo la militancia política en dictadura tuvo sus
vaivenes signados en parte por los momentos de fuerte represión y
disciplinamiento social de los primeros años que se diferenciaron de aquellos en
los cuales régimen entraba en crisis, o mas aún luego de la derrota de Malvinas,
momento de fuerte politización de los sectores juveniles.

El capítulo no pretende ser un análisis exhaustivo de las prácticas políticas


juveniles en aquellos años sino que busca abrir algunas líneas de indagación a
partir de experiencias específicas de militancia política. Para ello analizaremos
inicialmente las relaciones entre partidos políticos y dictadura para luego

262
detenernos específicamente en las experiencias militantes sin agotar, insistimos
en ello, el estudio sobre las diversas vivencias que se suscitaron en aquellos años.
La preocupación central que este capítulo pretende introducir refiere a la
necesidad de pensar las prácticas políticas juveniles en un marco micro que nos
permita redefinir el sentido que adquirieron en aquellos años. Asimismo
consideramos que su pervivencia fue una correa de transmisión necesaria de
prácticas políticas a subgeneraciones de jóvenes que se politizaron en los años
posteriores a la guerra de Malvinas.

Los partidos políticos en la dictadura

Como sabemos una de las primeras medidas tomadas por las Fuerzas Armadas
fue la suspensión de los partidos políticos y de toda actividad partidaria,
complementada en junio con otras leyes que implicaron la disolución de diversas
agrupaciones y partidos políticos de izquierda. Esta normativa fue ambigua ya que
permitía formalmente la existencia de algunos partidos, la permanencia de sus
locales, la vida administrativa e incluso el mantenimiento de las dirigencias540 al
tiempo que se planteaba el cercenamiento de toda actividad política y se disolvían
otros.

Para Yannuzzi, las leyes dictadas en esos primeros meses señalaban la falta de
proyecto único y común en las Fuerzas Armadas respecto de los partidos políticos.
A pesar de ello, la autora señala que coincidían en el diagnóstico: no debían
repetirse los errores del pasado541. Para los militares que realizaron el golpe, el
error del onganiato radicaba especialmente en la prohibición de la actividad
política. En su diagnóstico, ello habría sido uno de los factores centrales en el
incremento de la violencia política. La suspensión impuesta desde 1976 venía a
generar un marco menos definido y más ambiguo, favoreciendo el accionar de las
Fuerzas Armadas y abriendo las esperanzas partidarias respecto de la posible
salida democrática. Por su parte, la dirigencia política de los partidos tradicionales
540
De hecho iban a ser ratificadas en sus puestos por decreto gubernamental al año siguiente.
541
YANNUZZI, María de los Ángeles, Política y dictadura, op. cit., p. 68.

263
no sólo aceptó la suspensión sino que además contribuyó a generar el impasse542
que produjo el golpe de estado y las leyes decretadas.

Si la suspensión fue una de las particularidades que introdujo esta dictadura, la


otra fue sin dudas la aceptación del PCA como partido político legal. Para Gilbert
influyó en ese proceso el análisis de los generales Dalla Tea y Flouret, encargados
del “plan político de los militares”. Ambos consideraban al PCA como un partido no
subversivo y poco importante, cuya legalización permitía “que la juventud que
estuviera insatisfecha se canalizara a través del partido de izquierda y no por la
acción violenta”543. Al respecto Hugo Quiroga señala que entre las motivaciones
del régimen para su legalización deben considerarse como elementos explicativos,
la aceptación del PCA como partido parlamentario y los vínculos económicos del
país con la Unión Soviética. Para el autor ese también es uno de los elementos
explicativos de por qué el PCA dio su apoyo a la dictadura. Pero añade además la
búsqueda de un vínculo con las Fuerzas Armadas como uno de los núcleos
centrales en su línea programática544, hecho que derivó en el apoyo al sector que
consideraban el ala moderada del régimen. Siguiendo ese planteo otros autores
han intentado marcar el derrotero del PCA entendiendo que para comprender su
discurso de convergencia cívico militar en los años de la dictadura es necesario
rever la lectura que tenía respecto de la coyuntura del golpe y el rol de las Fuerzas
Armadas así como su posicionamiento sobre las organizaciones político
militares545. Gabriela Águila señala que la legalidad del PCA le permitió transitar

542
Según Yannuzzi, Balbín había enviado una carta personal a los presidentes de distrito y
dirigentes políticos donde se señalaba que se abría un lapso prudencial de suspensión de las
actividades políticas. YANNUZZI, María de los Ángeles. Los años oscuros del Proceso, UNR
editora, Rosario, 1991, p. 30.
543
GILBERT, I. La Fede… op. cit., pp. 620 y 621
544
QUIROGA, H, El tiempo del Proceso… op.cit., p. 87.
545
AGUILA, G. “El partido Comunista Argentino…” op. cit.. CASOLA, Natalia. “El partido Comunista
argentino op. cit. También CERNADAS, Jorge y Horacio TARCUS. “Las izquierdas argentinas y el
golpe del 24 de marzo de 1976. Una selección documental”, en Políticas de la Memoria, n° 6 y 7,
2006/2007.

264
ese período con menos dificultades que el resto de los partidos de izquierda, todos
ellos disueltos luego de junio del ’76546.

Recordemos que las leyes 23122 y 23135 declaraban ilegales y disueltas a la


Juventud Peronista, Juventud Trabajadora Peronista, Juventud Universitaria
Peronista, Juventud Guevarista, Tendencia Estudiantil Revolucionaria por el
Socialismo, Frente Antimperialista por el Socialismo, el Partido Obrero, Partido
Comunista Revolucionario, el Partido Socialista de los Trabajadores, Vanguardia
Comunista, el Movimiento de Orientación Reformista, Juventudes Políticas
Argentinas, Frente Estudiantil Nacionalista, Comisión de Familiares de Presos
Políticos, Estudiantiles y Gremiales, entre otras. Las leyes como vemos
alcanzaron a un amplio espectro de partidos políticos de izquierda así como
organizaciones de fuerte inserción en el ámbito educativo y gremial. La
suspensión de la actividad política, la ilegalización de los partidos de izquierda y
de las organizaciones guerrilleras junto a sus asociaciones de base, la prisión
política a disposición del PEN de activistas políticos, gremiales y estudiantiles y la
represión clandestina fueron parte de la amplia estrategia de despolitización y
desmovilización gestado desde el corazón del gobierno de facto.

Estas acciones, sin embargo, no obturaron la actividad política. Su mantenimiento


puede explicarse parcialmente a partir del lugar que ocuparon los partidos
considerados legales durante los años de la dictadura. Recordemos que la
dirigencia partidaria fue un interlocutor válido para las Fuerza Armadas. Ello es
especialmente significativo con la apertura del diálogo político luego de 1978 y en
la cual participaron las figuras más relevantes de los partidos legales, exceptuando
al PCA547. Pero además porque como destaca Yannuzzi inclusive desde los
primeros meses los partidos fueron los grandes proveedores de diplomáticos así
como de funcionarios en los pequeños municipios del país548.

546
AGUILA, G. “El Partido comunista…”, op. cit., p. 3.
547
QUIROGA, H. El tiempo…, op. cit. p. 90-91
548
YANNUZZI, M. de los A., Política y dictadura…, op. cit.

265
Hasta aquí hemos señalado los derroteros de los partidos políticos legales pero
hemos dejado explícitamente de lado las organizaciones políticas de izquierda que
fueron ilegalizadas luego de junio de 1976. ¿Acaso podríamos inferir que su
prohibición significó que los partidos como tales dejaron de existir? ¿las personas
que adherían a esos partidos dejaron de lado la matriz sobre la cual construían su
praxis militante? Como señala Florencia Osuna han sido pocos los trabajos
dedicados al estudio de los partidos políticos de izquierda en dictadura. Contribuye
en ello una idea errónea: que su disolución implicó el fin del proyecto
revolucionario y por ende el fin de las prácticas políticas de izquierda en esos
años. En su análisis sobre la historia del PST/MAS entre 1976 y 1983, la autora
indaga no sólo respecto de los discursos de la dirigencia partidaria sino las
prácticas políticas de quienes fueron militantes de esta organización trotskista549.
En una línea similar Natalia Casola analiza los modos de adaptación y
transformación de Política Obrera en el período más represivo de la dictadura
entendiendo que este mantuvo ciertas prácticas y acciones legales o
semilegales550. Si bien los trabajos son de diversa densidad respecto del estudio
de ambas organizaciones, ambos permiten iluminar sobre diversos aspectos de la
acción partidaria en ese contexto.

Hemos desarrollado una breve síntesis de los estudios respecto de los derroteros
de los partidos políticos, legales y disueltos en dictadura que nos permite advertir
que a pesar de la suspensión de la actividad política, los partidos no sólo no
dejaron de existir sino que se mantuvieron determinadas prácticas militantes
inclusive en los años de mayor represión. Si bien no fue lo mismo formar parte de
una agrupación legal o ilegalizada, lo cierto es que el resguardo de los militantes y
la transformación de las prácticas políticas y su ocultamiento fueron algunos
elementos que atravesaron las experiencias de quien pretendía mantener ciertas
pertenencia partidaria, al menos si eras un militante de base.

549
OSUNA, F. Las prácticas políticas de la izquierda no armada durante la última dictadura militar
argentina (1976-1983)…op. cit., p. 9.
550
CASOLA, N. “Política Obrera frente a la dictadura militar”, op. cit. Disponible en
www.historiaoralargentina.org [última consulta 13/06/13]

266
Militancia política juvenil en dictadura “Yo no sé cómo habrá vivido la gente
que no militaba. No lo sé”

¿Cómo vivieron los años de dictadura aquellos jóvenes militantes políticos? ¿Qué
ocurrió con la militancia política de los jóvenes en dictadura? Como hemos
señalado en el primer capítulo de la tesis, si algo caracterizó la emergencia de las
nuevas agrupaciones y partidos políticos de los primeros setenta fue la masividad
con la cual los jóvenes abrazaron la militancia política en tanto articulador de sus
propias experiencias. Todas las organizaciones políticas, desde las más
tradicionales hasta las de izquierda –armada o no- tenían sus secciones juveniles,
insertas en el ámbito educativo así como en el movimiento obrero y fueron en
muchos casos sus frentes de acción más prolíficos. En esos escenarios las
prácticas militantes juveniles florecieron con una cadencia diferente a los espacios
“adultos” y en general no siempre apegadas al discurso y las acciones de las
organizaciones “madres”. Asimismo estas agrupaciones no dejaron de incorporar
jóvenes ni siquiera cuando en el marco del gobierno peronista se evidenciaba ya
un proceso de significativa derechización, aunque su entrada ya no fue masiva.
Muchos jóvenes siguieron forjando sus experiencias militantes aún en el contexto
de represión que ya se advertía antes de 1976. Varios de ellos tampoco dejaron
de hacerlo luego de ese año. La militancia política juvenil –al igual que la adulta-
no dejó de existir en dictadura.

En este capítulo nos detendremos especialmente en estas cuestiones. La


propuesta no pretende indagar las acciones del partido o las agrupaciones desde
una perspectiva general, tampoco centrar la mirada en las intervenciones
discursivas de las cúpulas partidarias sino recuperar la política en un ámbito
íntimo, el de quienes mantuvieron o iniciaron su militancia durante la dictadura,
cómo vivieron la experiencia militante, y qué derroteros adquirieron en ese
contexto.

Si retomamos el planteo ya señalado de que los partidos legales no sufrieron del


mismo modo las consecuencias de la suspensión de la vida partidaria, una de las
líneas de reflexión nos obliga a marcar un recorte diferenciado respecto de la

267
militancia política entre quienes eran afiliados de partidos legitimados por el
régimen y los ilegalizados. Al decir de Quiroga “la prohibición de la actividad
política “trastorna” la función de los partidos legales, perdiendo su rol en el sistema
político” pero permitiendo canales “no estrictamente partidarios” de participación.
En el caso de los partidos tradicionales la actividad política fue cercenada en parte
ya que se mantuvo cierto frente de actividad en sus bases, especialmente con la
creación de los centros de estudios y ateneos. Quiroga destaca que: “la primera
iniciativa, al menos en el seno del peronismo, que partió del impulso de Ángel
Robledo se denominó Ateneo del pueblo Argentino, pretendía nuclear alrededor
de la problemática nacional a las fuerzas del FREJULI”551.

A ellas se sumaron propuestas similares organizadas por agrupaciones de


diferente signo político y en todo el país. Alfredo Secondo, militante de la UCR de
Granadero Baigorria recordaba que ya en 1977: “Por ejemplo yo militaba, ahí nace
el centro de estudios Andrés Vietti (?) en pleno proceso”, que se reunía
semanalmente en una casa particular: “ahí nos reuníamos todos los viernes, en el
fondo de la casa que tenía un galponcito y nos reuníamos todos los viernes a
hacer todas estas evaluaciones, todos los análisis políticos y todo eso”. Era un
espacio donde circulaba cierta información, y donde además se debatía y opinaba.
En ocasiones el ateneo salía de su espacio habitual y realizaba actos públicos.
Según Secondo, desde ese espacio se había convocado a Luis León, por
entonces secretario nacional del partido radical para realizar un acto público:

“y lo trajimos acá, al monumental Los Gladiolos,… hizo un discurso muy duro y…


juntamos cuatrocientas personas. Era un acontecimiento, un mediodía, un
domingo al mediodía, no lo podíamos creer que juntáramos tanta gente (…)
Cuando lo traemos a Luis León acá no lo trae la UCR, lo trae, lo traemos
nosotros, porque el presidente del partido radical era Ricardo Droguetti y se negó
a facilitar el nombre, porque como el gobierno de facto había suspendido la
actividad de los partidos entonces nosotros no teníamos posibilidad de… lo que sí

551
QUIROGA, H. El tiempo…, op. cit. p. 133-134

268
teníamos en el ateneo era el escudo de la UCR, como bandera, era el escudo del
partido.”552

En una línea similar pueden considerase los grupos políticos que siguieron
existiendo en las universidades. En un trabajo que aborda esta problemática a
través del estudio de algunas experiencias en la Universidad Nacional de Buenos
Aires, Polak y Gorbier señalan que las actividades políticas se mantuvieron a
pesar de la represión y desbande que significaron los primeros años de la
dictadura. Ya a mediados de 1977 se puede “detectar la existencia de algunos
vestigios de agrupaciones estudiantiles que intentan comenzar a reorganizarse y
restablecer contactos entre sí”, en muchas ocasiones sin una política partidaria
precisa donde confluían estudiantes “independientes” junto a aquellos con cierta
filiación política, señalando la presencia de militantes del Movimiento de
Orientación Reformista (MOR), vinculado al PC, el Movimiento Nacional
Reformista (PSP)553 y Franja Morada (UCR)554. Los autores destacan que aquello
que caracterizó estos años fue la atomización de las agrupaciones y su gran
desvinculación con el estudiantado en general, marcando las características que
adquirió la militancia política estudiantil en esos primeros años de la dictadura. Un
planteo similar sostiene Pedrosa para quien la militancia en la universidad transitó
caminos alejados de su vida institucional y se mantuvo a la defensiva555.

Respecto de la Federación Juvenil Comunista (FJC), sus acciones estuvieron


atravesadas por la misma realidad conflictiva que vivieron los militantes del PCA:
el sostenimiento de la militancia en un partido que legitimaba el golpe y la
dictadura en el marco de la represión ilegal que afectaba a compañeros de otras

552
Citado en OJEDA, Hugo Alberto. “Para dejar el exilio interior”, ponencia presentada en las I
Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, 2002.
553
Cabe señalar que aun cuando el PSP era un partido considerado legal la ley 23233 había
ilegalizado al MNR.
554
POLAK, Laura y Juan Carlos GORBIER. El movimiento estudiantil argentino (Franja Morada
1976-1983), CEAL, Bs. As., 1994. Se señala además que en la represión había diezmado
significativamente la JUP, impidiendo la reconstitución y articulación de sus militantes.
555
PEDROSA, Fernando. “La universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”, en
MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la Historia de América Latina, Centro de
Estudios de la Universidad –UNAM, México, 1999, vol. 2, p. 219.

269
agrupaciones de izquierda e inclusive a sus propias bases. Gilbert plantea que la
FJC tuvo una acción combativa que contradijo en parte el discurso del partido y
que le permitió crecer en esos años556.

Para Gustavo, que inició su militancia en la FJC en 1978, las contradicciones


internas eran muchas, no sólo el diagnóstico respecto del rol de las Fuerzas
Armadas sino también la posición que el partido tenía frente a las organizaciones
político-militares:

“durante todo ese período dictatorial implicó confrontaciones durísimas en


algunos casos… tildados de trotskismo desviacionista para quienes
ponderábamos esa experiencia política de las organizaciones armadas (…) era la
lucha siempre entre esa visión reformista y la postura revolucionaria tildada de
ultra (…) En realidad esto produjo muchas eyecciones, muchas salidas, muchas
idas y venidas. Y en realidad mucho no debate. Es decir, y el problema era la
discusión entre el cuadro político y las pretendidas organizaciones de masa, y los
compañeros que teníamos inserciones sociales fuertes en los frentes de masas,
pagábamos el costo de la línea política que bajaba. En ese sentido era muy
duro”557.

Estas contradicciones fueron más evidentes cuando los desaparecidos eran


además militantes del partido. La desaparición de Tito Messiéz en Rosario,
desnudó esa realidad558. Gustavo señala que los “actos relámpagos
semiclandestinos” y las volanteadas de militantes ante la desaparición de Messiéz
“ponía en jaque la propia línea política del partido” y “abría una grieta profundísima
a nivel partidario que por un lado tendía a negarlo y por otro lado tendía a
reivindicar su militancia”559. En esa marea de contradicciones, sin embargo, la
FJC mantuvo prácticas partidarias durante toda la dictadura. En muchos aspectos
se semejaban a las sostenidas desde los otros partidos legalizados:

556
GILBERT, I. La Fede, op. cit., p. 650.
557
Gustavo B.
558
Rubén ‘Tito’ Messiéz, militante del Partido Comunista fue secuestrado en agosto de 1977. Su
desaparición junto a la de Alfredo Bravo fueron difundidas significativamente en la prensa local.
559
Gustavo B.

270
“construíamos a nivel de nuestra organización los círculos o a nivel partidario las
células, que era básicamente distribución de la prensa partidaria. Eso era lo más
político que hacíamos, reuniones de círculo clandestinas en el domicilio de
algunos compañeros, para repartir la prensa, para discutir políticamente la
situación, la perspectiva política del país, la inserción juvenil en distintos espacios
territoriales que podían ser desde un espacio artístico cultural a un espacio
barrial”560.

Si bien estas actividades eran realizadas en forma clandestina, en ocasiones se


organizaban otras cuya visibilidad era manifiesta. Gustavo recuerda que su
afiliación a la FJC se dio en el marco de la dictadura en una reunión amplia del
partido: “En mi caso fue muy especial porque a mí me afilia un viejo militante
partidario en uno de los tantos encuentros que hacíamos de alguna fecha especial
de la historia del partido. Y que en el caso mío fue una reunión muy amplia que se
hizo en el centro Castilla”. En una línea similar podemos señalar la realización de
festivales de rock, campeonatos de fútbol561 y peñas:

“las actividades de parte de la militancia eran por ejemplo las peñas clandestinas,
las peñas partidarias donde por ejemplo muchas veces hacíamos en el club
Británica (…) o en Unión y Progreso o en distintos espacios donde bajo la
cobertura de una actividad social cultural generábamos estos ámbitos para poder
discutir políticamente. (…) Y tenía mucho de recuperar recoger la mística militante
histórica” 562.

Las acciones clandestinas, de volanteadas y actos relámpagos, difusión de la


prensa partidaria en las zonas fabriles y las pintadas también fueron parte de las
prácticas políticas de la FJC en esos años, todas de riesgo para sus participantes.
Gustavo señala que estas prácticas mantuvieron su clandestinidad incluso hasta el
ocaso de la dictadura, para realizar pintadas en 1982 tenían que “construir un
sistema de resguardo, de seguridad, de control de cada compañero, de chequeo”.

560
Ibíd.
561
GILBERT, I. La Fede…, op. cit., p. 651.
562
Gustavo B.

271
Esta doble realidad llevaba al PCA a constituirse en sus prácticas como bisagra
entre las lógicas adquiridas por los partidos tradicionales y sus militantes y los
partidos ilegalizados cuya actividad fue clandestina. La brecha o desfasaje
existente entre el discurso de la dirigencia y del partido en tanto institución y las
prácticas de los militantes en los distintos frentes, mostraban un camino de
confrontación al interior de la agrupación que a veces se volvía insalvable. En el
marco de la dictadura esas confrontaciones no quebraron al partido,
probablemente porque se escondieron bajo el problema inmediato de la
suspensión de la actividad partidaria y la lógica fragmentaria que adquirió la
militancia en dictadura. El debate y las fracturas se hicieron sentir ya en
democracia y se evidenciaron en el XVI Congreso del PCA realizado en 1986.

Si la legalidad permitió la supervivencia y mantenimiento de ciertas prácticas


políticas mínimas, fragmentarias y difusas563 respecto de su posible intervención
en el espacio público, debemos preguntarnos qué ocurrió con quienes militaban en
aquellas organizaciones que fueron disueltas por el régimen. La primera respuesta
que nos convoca es considerar que la represión desarticuló la red construida en
esos espacios y que se reconstituyeron, en el mejor de los casos, recién a finales
de la dictadura. Recuperando las experiencias personales podemos advertir que
esta respuesta no nos satisface completamente.

Tomando algunas experiencias específicas de jóvenes que en su mayoría


ingresaron muy tempranamente a la militancia política; podemos plantear que en
los partidos disueltos y en las organizaciones político-militares y sus agrupaciones
de base se mantuvieron ciertas prácticas y acciones políticas. Es necesario
reconocer, sin embargo, que los modos y sentidos de la militancia variaron
significativamente en los años de dictadura. En esa línea Ollier señala que el
horizonte de identidad política construido en los primeros ‘70 en torno a la
revolución como valor fue trastocado significativamente en esos años. Esa
modificación orientó hacia otros derroteros la militancia previa, ayudando a

563
Pedrosa habla de militancia microscópica para pensar aquella que se desarrolló en a
universidad. Ver PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes…, op. cit. p. 220.

272
reconstruir el tejido político en otra matriz, donde el núcleo articulador lo constituyó
el discurso en torno a la democracia564. Si bien el planteo de Ollier se construye
en torno a las dinámicas que adquirió la militancia en la izquierda revolucionaria,
es decir las organizaciones político-militares, nos interesa en este caso rastrear las
experiencias de jóvenes que militaron en diversos frentes de las organizaciones
políticas de izquierda, armadas o no.

La propuesta quizás tenga cierta osadía, en la medida que convocamos a


reconstruir estos procesos a partir de las historias personales de un puñado de
entrevistados, que como un mosaico buscan encastrar piezas diversas que no
siempre encajan. Un collage que pretende ordenar una multiplicidad caótica de
biografías personales. Con ello no buscamos agotar la problemática, más bien
abrir algunas líneas para deconstruir esos derroteros poniendo en tensión aquellas
miradas generalizadas a partir de la experiencia de las organizaciones político
militares Montoneros y PRT-ERP 565.

Es cierto que el destino de muchos militantes –especialmente de las


organizaciones político militares y sus agrupaciones de base- fue la represión lisa
y llana, la prisión legal, clandestina, la tortura, el asesinato, la desaparición, la
persecución, el exilio. Pero esto no agota las posibilidades. Las formas de escapar
a la represión y /o mantener cierta militancia política -o cierta supervivencia de esa
identidad- implicaron una vasta gama de opciones, acciones y prácticas que
deben ser consideradas. El exilio fue sin duda una de las opciones mas
sopesadas por aquellos que consideraban que su vida estaba en riesgo566.
Haydée, quien militaba en la JP y era docente pensó irse del país en dos

564
OLLIER, María Matilde. De las revolución a la democracia. Cambios privados, públicos y
políticos de la izquierda argentina, Siglo XXI, bs. As., 2009.
565
Para ello recuperaremos algunas experiencias específicas de jóvenes que ingresaron muy
tempranamente a la militancia política (entre los 14 y los 19 años), y lo hicieron en un arco temporal
que va desde 1974 a 1983.
566
Sobre exilio puede consultarse YANKELEVICH, Pablo y Silvina JENSEN (Coords.). Exilios.
Destinos y experiencias bajo la dictadura militar. Bs As, Libros del Zorzal, 2007. FRANCO, Marina.
El exilio: argentinos en Francia durante la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires, 2008. JENSEN,
Silvina. La provincia flotante. El exilio argentino en Cataluña (1976-2006), Casa América
Catalunya, Barcelona, 2007.

273
ocasiones: “Pensamos mucho en irnos, teníamos a mi hija mayor bebé y teníamos
también el temor de salir (…) pero realmente no… nunca supimos, pensamos de
verle todas las aristas (…) en esto mi marido era más… no más optimista porque
en esto no se puede ser más optimistas pero tenía más dudas, yo decía que nos
teníamos que ir”. En el caso de Azucena, la decisión respecto del exilio no fue
personal, sino definida en el seno de la UES, agrupación en la cual militaba:
“Incluso en algún momento cuando fueron a preguntar a la escuela por mí y todo
con los compañeros hablamos si no era mejor que mis viejos me lleven de
Rosario, irme con mis viejos a alguna parte. Y llegamos a la conclusión que no.
Ahí yo dudé también (…) pero después llegamos a la misma conclusión los dos,
que no había que abandonar la lucha. Creo que nosotros asumíamos el riesgo”.
Sin embargo muchos militantes como nuestras entrevistadas no tomaron ese
derrotero. Las razones de tales decisiones personales se construyeron desde
distintas variables que incluían entre otras cosas las posibilidades materiales y
reales de salir del país y se articulaba con dos preocupaciones centrales, las
posiciones y definiciones respecto de la posible represión y el sostenimiento de la
militancia política. Para quienes se quedaron, la pervivencia de la identidad política
adquirió formas nuevas donde la clandestinidad y la fractura de la vida cotidiana
fueron centrales, las condiciones de lo que algunos llaman “insilio”:

“Pero hay un exilio menos espectacular y mucho más perverso, enfermizo y


torturante que el de irse, que el de rajarse en cualquiera de sus formas, ése es el
exilio interior: el de sentir extraños y ajenos a la llanura, a la gente, a los sucesos
y al río con los que se ha hecho la vida (…) Hice muchas cosas para sobrevivir en
la dictadura , dejé de ver a casi todos mis amigos y conocidos, cambié mis
hábitos, callé mis ideas y otras deshonestidades”567.

Como Hugo, quien había militado en una célula de apoyo al ERP, muchos
modificaron sus prácticas para resguardar la propia vida y sus vínculos políticos
previos. Hugo dejó de de militar orgánicamente en abril de 1976, poco después
viajó a Nicaragua y regresó al país en diciembre del mismo año a raíz de un

567
OJEDA, H. A. “Para pensar el exilio…”, op. cit.

274
acontecimiento personal, la muerte de su padre. Recuerda que a su regreso
“Vuelvo a las discos de acá. Yo no fui a ninguna peña en dictadura, porque
todavía funcionaban las peñas y yo no fui a ninguna peña durante la dictadura, no
fui ni quería pisar” 568.

Para quienes siguieron militando después del golpe el tema de la supervivencia y


el resguardo fue central. Azucena recuerda que en los cinco meses que median
entre el inicio de la dictadura y su secuestro y traslado a un centro clandestino,
aquello que consumió gran parte de su militancia fue la búsqueda de casas
“seguras”:

“Dejo de ir a la escuela, además habían estado preguntando por mí, personas


que supusimos que eran de los servicios. Y entonces yo también me fui de mi
casa por seguridad (…) Yo he tenido experiencias hermosas de gente que en ese
momento que vos duermas en la casa era todo un riesgo y eso lo tuve (…)
sabíamos que salían con alguna gente a marcar, con alguna gente de la que
había caído. Y eso se vivía muy mal porque era estar inseguro permanentemente,
o sea vos ibas caminando por la calle e ibas inseguro (silencio). A mí me ha
tocado hasta dormir…yo cada 1 de julio me acuerdo porque… no tenía donde ir,
no tenía donde dormir y termino en un jardín de una casa. Una casa
abandonada”569.

Silvia, que militaba en el PST desde 1974 y había participado activamente en la


organización de la Juventud Obrera del partido, narra una experiencia similar:

“Y cuando fue la noche del golpe yo no tenía donde dormir… no, no fue una
cosa... Terminamos yendo a dormir en la casa de la tía de un… compañero,
éramos como seis, porque fue una cosa así… nos agarró de sorpresa el golpe.
(…) y yo recuerdo que yo fui a trabajar porque yo estaba… yo trabajaba y te lo
estoy contando… y te imaginás lo que es ir a trabajar a la fábrica después de
haber estado en la casa de no sé dónde, durmiendo cuatro, que si entraban… Yo

568
Hugo Alberto Ojeda. Fue militante en una célula de apoyo del ERP entre octubre de 1974 y abril
de 1976, cuando se alejó de la militancia. Vivió un breve tiempo en Nicaragua y regresó al país a
fines de 1976. Creó la revista Pobre y publicó en diversas publicaciones alternativas. Entrevista
realizada en junio de 2013
569
Azucena S..

275
fui a un lugar donde tenías que disimular todo porque obviamente que no ibas a
decir que no tenías donde dormir porque estabas militando” 570.

La anécdota de Silvia ilumina gran parte de su experiencia en dictadura,


distanciada de los padres por su militancia, menor de edad y cambiando de casa
constantemente, la dictadura fue un período “duro” de su vida: “Yo tuve una úlcera
que terminé caminando doblada (…) A mí me mató, envejecí”. Si bien el temor a la
represión y la clandestinidad no tuvo el mismo tenor en ambas, lo cierto es que
sus militancias estaban atravesadas en distinto grado por las experiencias
represivas que construía la dictadura, donde el resguardo de la integridad física
era central. Pero en medio de la búsqueda por sobrevivir también se hablaba, se
discutía y se mantenía la política aunque en un nivel mínimo. De hecho ante la
pregunta de cómo se militaba en ese contexto, la lucha por protegerse de la
represión y la acción política se entretejen en el relato de Azucena: “Seguí
militando hasta el último momento, lo que pasa en ese momento la militancia se
reducía a estar digamos funcionando a nivel de los compañeros, a reunirte y
hablar de la situación y de pensar qué va a pasar o a leer documentos políticos,
pero nada más, no de estar insertos en algún lugar porque no se podía… o bueno
panfletear, denunciar lo que estaba pasando, contra la dictadura. Y estar de casa
en casa”571.

Azucena fue secuestrada en agosto de 1976572, y llevada al Servicio de


Informaciones573 . No nos detendremos aquí sobre las torturas y las marcas

570
Silvia C. allí inició su acercamiento al PST en 1974 y en el marco de Villazo organizó, junto a
otros compañeros, la Juventud Obrera del PST en la ciudad. El equipo en el que ella participaba se
insertó en el barrio Las Delicias que era “lo único concreto y estructural”. Entrevista realizada en
agosto de 2011.
571
Azucena S.
572
Los meses de agosto y septiembre fueron cruciales en la desarticulación de la UES rosario.
Según un parte Policial de Rosario de agosto de 1976 y ante un nuevo aniversario Montoneros
habría ampliado sus controles sobre las Fuerzas Armadas con el fin de realizar alguna acción
armada: “Estos atentados serían practicados por elementos de todos los frentes, excepto el
estudiantil (por estar aquí completamente desmembrado) con apoyo de elementos de la columna
militar que se movilizaría en vehículos en poder de la organización”. Ver Parte Policial, Rosario,
04/09/76, Caja 51, APM.
573
El servicio de Informaciones fue uno de los centros clandestinos más importantes que se
constituyeron en el ámbito del II Cuerpo de Ejército. Se encontraba emplazado en la zona céntrica

276
físicas de la represión, que fueron muchas y aún le duelen. Nos interesa recuperar
su relato sobre el cautiverio en otra lógica, el sostenimiento de lo colectivo y la
militancia política aún en esas circunstancias. Su primer contacto fue con ex
militantes colaboradores de los servicios: “me tocó confrontarme con eso pero eso
tampoco tenía que ver con mis compañeros. Para mí eran gente que se habían
pasado al bando de ellos o eran de ellos”, marcando una diferencia entre su
militancia política y la de aquellos con los cuales tenía un pasado común pero
cuyo vínculo se había fracturado por las lógicas represivas. Si la tortura y los
colaboradores buscaban destruir la militancia, para Azucena su traslado al sótano
fue la recuperación de lo colectivo: “Y ahí sí, bueno el compañerismo o sea total,
con…contenerse, mantenerse fuerte, estar pendiente de las noticias de lo que
podría tener de otros compañeros, eso fue reparador de toda la experiencia”. En el
caso de Azucena su militancia no es desarticulada en el centro clandestino, ni en
la Alcaidía:

“después yo paso por la Alcaidía pero también era muy difícil convivir porque era
tan heterogénea la realidad. Había compañeras que habían sido separadas de
sus hijos. (…) y a lo mejor yo no lo podía entender a ese nivel, para mi seguía
siendo más fuerte la militancia, los compañeros. Creo que ninguna edad es buena
para pasar por esta experiencia. Pero si hay una edad, a lo mejor, en que estás
más protegido en determinado aspecto en el dolor…, esto que significa que te
arranquen de al lado de un hijo, por ejemplo. Yo cuando nació mi hijo me lo
planteé, y volvieron a mis recuerdos todas estas compañeras que yo había visto
el sufrimiento y yo en ese momento no había tomado la magnitud de ese
sufrimiento”574.

En el caso de Azucena la militancia política se mantuvo aún en cautiverio pero


adquirió otras lógicas, donde la solidaridad, el compañerismo y mantenerse con

de la ciudad junto a la Jefatura de Policía y a Alcaidía, entre las calles Santa Fe, San Lorenzo,
Dorrego y Moreno. sobre su funcionamiento en dictadura ver AGUILA, G. Dictadura, represión…
op. cit., p. 85 y ss.
574
Azucena S.

277
vida eran centrales575. No nos detendremos aquí a problematizar respecto de
cómo se modificaron las identidades políticas de quienes pasaron por un centro
clandestino, que implicarían abrir un panorama más complejo a partir de las
experiencias personales576, pero nos interesa al menos tensionar aquel planteo
que sostiene que la represión directa fue mayoritariamente aniquiladora de la
identidad política de los sujetos577.

Ahora bien, en muchos casos los jóvenes sostuvieron su militancia política a la


sombra de esa posibilidad de la represión, sin conocer la magnitud de la
experiencia concentracionaria. Aunque convivieron con el temor y la necesidad de
buscar un “lugar seguro”, de ir de casa en casa; sus prácticas tuvieron otros
horizontes. Silvia que, recordemos, militaba en el PST asegura que: “mas allá de
que se venía viendo, que nos habían volado el local, todo…nos agarró de
sorpresa el golpe”, permitiendo entender que no estaba preparada ni personal ni
políticamente para afrontar la situación578. A pesar de ello sostuvo su militancia
durante toda la dictadura579, en ella se entretejían la semiclandestinidad en que los
sumió la ilegalidad con el mantenimiento de las discusiones políticas sobre el
contexto que eran un tema “permanente”. Ante mi pregunta de cuánto sabía el
partido -y ella como militante- respecto de la represión señala que tenían
conocimiento de lo que ocurría aunque “creo que no teníamos la conciencia -ni la
575
Calveiro señala: “Existieron muchísimas formas de fugar el dispositivo concentracionario, no
solamente el escape físico, todas ellas asociadas con la preservación de a dignidad, la ruptura de
la disciplina y la transgresión de la normatividad, saboteando los objetivos del campo”. CALVEIRO,
P. Poder y desaparición…op. cit., p. 114.
576
Ver respecto GARAÑO, Santiago. Entre resistentes e irrecuperables. Memoria de ex presas y
presos políticos (1974-1983), tesis de Licenciatura, 2008.
577
LONGONI, Ana. Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de
la represión, editorial Norma, 2007, p. 190 y ss.
578
Cernadas y Tarcus sostienen que la incapacidad de las organizaciones de izquierda para
entender el carácter novedoso que introducía la dictadura, impidió ofrecer a sus militantes y
simpatizantes una táctica defensiva para sostener la resistencia. Ver CERNADAS, J. y H.
TARCUS. “Las izquierdas argentinas…”, op. cit., p. 33. Quizás debiésemos preguntarnos si los
partidos de izquierda estaban en condiciones objetivas de sostener una dura resistencia al proceso
que se avecinaba.
579
En 1978 Silvia se muda a Buenos Aires y sigue allí su militancia. El cambio no obedeció al
temor o la persecución política: “estaba con unas peleas políticas internas al interior del PST (…)
para mí era una cuestión interna. Asociaba los quilombos que yo tenía con el PST con
características rosarinas (risas)”

278
gente del PST ni nadie- del grado de crueldad (…) O sea sabíamos, vos tenías
conciencia de que salías y no sabías si volvías (…) sabías que había la tortura,
eso sí pero nunca la calamidad, la crueldad de lo que se hizo”. Silvia señala
además que realizaban distintas actividades de solidaridad con las víctimas:
“sabés la cantidad de bonos, de guita para los presos, para esto, para cubrir
gente...” dando cuenta que las discusiones y el conocimiento abrieron además un
frente de acción para sostener la lucha por las personas detenidas. Entre ellas, la
venta de bonos y de publicaciones fueron las actividades que implicaron mayor
exposición de los militantes y de quienes colaboraban con ellos580. Florencia
Osuna en su trabajo nos advierte respecto de las contradicciones que implicaron
esta doble estrategia de clandestinidad y legalidad en la que funcionó el partido y
que afectó especialmente a los militantes de base:

En estas campañas [refiere a las campañas financieras], los militantes se


comprometían a rendir una suma de dinero al partido que surgiría del pedido de
aportes económicos a personas que no pertenecían a la organización. A cambio
del dinero se les entregaba un periódico o un bono. Estas actividades
contradecían la lógica del ocultamiento y de la preservación ya que se realizaban
en nombre del partido, al igual que en los tiempos democráticos581.

Las actividades públicas señaladas, las “panfleteadas”, vender bonos o


publicaciones partidarias se desarrollaban en nombre de las agrupaciones
políticas a las cuales pertenecían y significaba un riesgo sobre la propia persona,
marcando las contradicciones que el sostenimiento de la militancia implicaba en
muchos casos. Como hemos observado, el cercenamiento de la actividad política
y la persecución y represión de militantes gremiales, estudiantiles y políticos
marcó un quiebre respecto de las posibilidades de intervención pública de la
política, modificando sustancialmente la escena de la arena social. Los modos en
que las prácticas políticas se constituyeron en dictadura fueron significativamente

580
Adrián Abonizio relata que una de sus entradas a la comisaría en dictadura fue luego de una
reunión con amigos en la plaza Buratovich de Rosario. Llevaba entre sus cosas un bono del PST.
“El humor en los tiempos de plomo”, Rosario12, 19/11/10.
581
OSUNA, F. Las prácticas políticas de la izquierda…, op. cit., p. 68.

279
alteradas. Sin embargo consideramos también que ello no operó necesariamente
como una fuerza disolutiva de quienes tenían cierta práctica militante antes de
1976.

Si el resguardo de la propia persona fue central en dictadura tanto para quienes


mantenían su militancia o se habían alejado de ella, la vida no se redujo –en la
mayoría de los casos- a un ámbito privado e íntimo y en ocasiones se combinó
con actividades y prácticas de carácter público que les permitían cierto respiro al
tiempo que los hacía visibles. En tales actividades en los cuales “lo político” se
diluía, se abría un universo de opciones y acciones de vinculación con la sociedad.
Muchas son las prácticas que se desarrollaron en esos años y que iban desde el
emprendimientos de carácter cultural como el sostenimiento de espacios de
sociabilidad. Daremos cuenta brevemente de algunas de esas experiencias a fin
de comprender cómo articularon en la cotidianeidad en dictadura de quienes
tenían cierta adscripción política.

Sabatino, que había iniciado su militancia en la TERS y desde 1974 acercado a la


izquierda peronista, luego del golpe decidió resguardarse en su pueblo natal Villa
Mugueta. Allí: “fundamos una comisión de cultura en pleno 76, para mantener
determinados lazos con la gente joven, para que la gente joven aparte de ir a
bailar a un boliche o ver estupideces por televisión pudiera hacer otra cosa”. Eso
acrecentó su interés ya existente por el teatro, iniciando en 1977 sus estudios en
los talleres de teatro en Arteón: “no sólo era mi deseo de ser actor sino el lugar
donde podía hablar, yo podía hablar, expresarme. Yo transito, estoy estudiando
teatro en el mundial del ’78 y nosotros entre nuestros compañeros sabíamos del
tema de los desaparecidos, sabíamos lo que se decía en Europa”. Los talleres
implicaban “cerrarse” sobre ese espacio para estudiar, aprender, hablar y también
guarecerse hasta que el tiempo escampe: “Nos formamos no solamente como
actores, sino yo te diría que nos… cuando viene la democracia yo era un cuadro
cultural, un cuadro político cultural. Es decir pasé mi política militante de fines de
mis años de la escuela secundaria y principios de la facultad a un desarrollo

280
cultural político en el teatro”582. De los talleres surgió Discepolín y con él, la obra
“Cómo te explico”, marcando una bisagra entre ese teatro cerrado sobre sí mismo
de los primeros años y la intervención pública de la obra y sus actores a inicios de
la década del ochenta.

Otro de los espacios que incorporaron militantes fueron las revistas subterráneas.
Según Evangelina Margiolakis, en algunos casos estas propuestas tuvieron un
vínculo “indirecto y no orgánico” con agrupaciones políticas o de derechos
humanos. La autora señala entre ellas el surgimiento entre 1977 y 1978 de las
siguientes revistas: Posta (que pasaría a llamarse Nudos en el cuarto número)
vinculada a militantes del PCR; Contextos con influencia del PCA y dos revistas
vinculadas al PST, Cuadernos del camino y Propuesta para la Juventud583. Esta
última fue una de las publicaciones más interesantes creadas con el objetivo de
acercarse a jóvenes. Se publicó entre 1977 y 1980 y su radio de difusión fue
acotado a algunos barrios de Buenos Aires. Entre los realizadores de la
publicación se encontraban varios militantes del PST584. En una ciudad cercana a
Rosario, Granadero Baigorria, surgió tempranamente La revista Pobre, una
publicación subte literaria, creada por Hugo Alberto Ojeda, quien desde antes de
la dictadura combinaba su militancia política con la tarea de escritor. La revista se
publicaba ya en 1977 y se mantuvo hasta finales de la dictadura. Mas que revista
era un tríptico (de allí lo de Pobre) que publicaba poesía de escritores argentinos y
latinoamericanos poco conocidos. La publicación permitió a Hugo gestar vínculos
con otros escritores, algunos militantes como él a través de las cartas e
intercambios de revistas alternativas nacionales y extranjeras. Le permitió además
escribir en otras revistas subtes de Buenos Aires585. Para Hugo la publicación de

582
Sabatino Palma.
583
MARGIOLAKIS, Evangelina “Revistas subterráneas en la última dictadura militar argentina: la
cultura en los márgenes”, en Revista Electronica da ANPHAC, n° 10, 2011. Disponible en
http://revista.anphlac.or.br/index. php/index [última consulta realizada 13/05/13]
584
Sobre la experiencia y algunos números de la revista puede consultarse
http://propuestaparalajuventud. blogspot.com.ar/
585
Su actividad fue inclusive brevemente reseñada en Expreso Imaginario en donde además se
citaba, no sin cierta cuota de ingenuidad, la dirección de la revista, allí donde residía Hugo.
Expreso Imaginario, n° 4, diciembre 1979.

281
la revista y los nuevos vínculos creados en ese espacio fueron centrales en
aquellos años: “corté contacto con toda la gente y cambié toda mi situación (…)
como que cambié toda mi identidad para… sobrevivir, y lo único de lo que le fui fiel
fue a la escritura, pero aún tenía miedo de escribir, había toda una cuestión de
autocensura”586.

Otra de las iniciativas culturales surgidas en Rosario y que vinculó arte con la
militancia política se desarrolló con el grupo de arte experimental CUCAÑO.
Creado en diciembre de 1979 inicialmente en torno a la figura de Carlos Luchesse,
reunió a un puñado de jóvenes algunos de ellos con militancia en el PST. Carlos
Ghioldi, quien tenía 15 años cuando se integró al grupo afirma:

“No éramos actores, éramos estudiantes secundarios y algunos, como yo,


militantes de un partido político clandestino. No te podías organizar, entonces una
forma de que los mocosos se agruparan y se conocieran era reunirse en una casa
a escuchar música o hacer teatro en un taller como los de Arteón. Era una
manera de encontrar refugio. En ese marco se puede entender que un grupo de
jóvenes encuentre en el teatro, en la música, en la expresión artística un canal de
587
evasión, de sentirse mejor” .

La propuesta articulaba la creación y sostenimiento de talleres de experimentación


con intervenciones artísticas específicas que buscaban “destruir toda forma
convencional de arte flácido y amorfo”. Mas allá del desarrollo que tuvo en el lustro
de su existencia y que aquí obviamos588, Cucaño puede ser pensado como una de
las formas más creativas de articulación entre arte y política desarrollado por
jóvenes en el contexto de los últimos años de la dictadura.

Las experiencias acumuladas nos permiten iluminar aspectos diferentes de


aquello que implicó el sostenimiento de la militancia en organizaciones políticas de
distinto tenor, o la pervivencia de la identidad política fragmentada en biografías

586
Hugo Alberto Ojeda.
587
En Cucaño, primera parte. Disponible en www.enlahoguera.com.ar [última consulta 12/05/13]
588
Sugerimos en este sentido la lectura del último dossier de la revista Separata, n° 17, 2013,
referida a la experiencia de CUCAÑO.

282
personales particulares. En ellas la incertidumbre y el miedo formaron parte de las
experiencias cotidianas, pero también lo fueron las discusiones al interior de la
militancia y su sostenimiento, el alejamiento o la integración a otros espacios. La
represión clandestina sin duda era una amenaza latente pero impregnó de forma
diferente esas experiencias políticas, sin que implicara siempre su aniquilación. En
todo caso las circunstancias y derroteros personales en el contexto represivo
fueron modificando esas militancias particulares, en algunos casos
desactivándolas. Redimensionar las prácticas militantes en el período nos obliga
entonces a desandar algunas imágenes estáticas construidas desde la asociación
entre sujeto político y terrorismo de estado para entretejer la multiplicidad de
realidades fragmentarias que sobrevivieron, se constituyeron y actuaron en
dictadura.

Las prácticas instituidas durante la dictadura fueron bocanadas de aire fresco en la


rutina del sentimiento de opresión y silencio, espacios de encuentro, de charlas a
medias y de creatividad para quienes tenían una identidad política definida.
Fueron también diversos modos de inserción en las capilaridades de la sociedad
en el marco de un régimen de facto. Era un intento de construir una mirada
autónoma del discurso hegemónico y monolítico de la dictadura, de crear nuevos
espacios que oxigenaran la sociedad argentina, o al menos aquellas identidades
que el régimen no había logrado aniquilar.

Debemos sin embargo matizar algunas cuestiones. Si hasta aquí nos hemos
detenido en advertir los intentos de los partidos por reconstituir las redes entre la
militancia política y la sociedad en dictadura y los modos en que la identidad
política y la militancia se reconstituyeron en espacios alternativos no partidarios, lo
cierto es que la militancia en dictadura se volvió un ámbito íntimo y personal. Esto
quiere decir que la militancia adquiría, como ya hemos señalado un carácter
clandestino, solapado que impedía la intervención pública directa y el
reconocimiento externo de esa identidad. La desconfianza y las especulaciones
respecto de con quienes “se podía hablar”, abría en los militantes, especialmente
de los frentes juveniles, una brecha respecto de sus pares, la mayoría no

283
militantes. Eso se advierte especialmente en las instituciones y espacios de
sociabilidad juveniles, donde los intentos de la dictadura por desactivar los
espacios politizados y reeducar a las nuevas generaciones, abría una brecha entre
quienes adherían a determinados partidos políticos y el resto de los jóvenes.
Como hemos señalado en el capítulo tres, el silencio era en ese marco una
necesidad para los militantes. Silencio que no implicaba ya el resguardo de la
propia vida, sino la necesidad de sobrevivir ante el discurso y las prácticas
hegemónicas. Asimismo esa militancia solapada y fragmentaria resurgió
públicamente algunos años más tarde, cuando luego de Malvinas la politización
masiva de los sectores juveniles marcó una nueva impronta. Tema que
abordaremos en el siguiente Capítulo.

284
Capítulo 8
“Nuevos” y “viejos” jóvenes. La coyuntura pos 81 y el
final de la dictadura

1981 fue un año de cambios. No sólo porque Viola asumía como presidente en un
marco de fuertes internas entre las Fuerzas Armadas y al final del año era
reemplazado por Galtieri, o porque la política económica de la dictadura mostraba
ya su peor cara sino porque la sociedad comenzaba a demandar en forma visible
y pública cambios al PRN (o lo que quedaba de él). Muchos eran los temas de la
agenda social, que en ocasiones coincidían con la agenda de la dictadura. Dos
destacaban entre las preocupaciones del régimen de facto y la sociedad. La
apertura política y la economía eran los primeros tópicos de la lista.

El período 1981/1983 puede ser comprendido como los años de crisis. Paula
Canelo señala que en esos años las Fuerzas Armadas pretendieron en tres
ocasiones diferentes campear las dificultades del régimen, primero con la fracción
politicista comandada por Viola, posteriormente un intento de los sectores más
duros que llevaron a Galtieri a la presidencia de facto y luego del desastre de la
guerra, nuevamente la fracción más moderada con Bignone589. Estos cambios no
sólo mostraban la lucha interna entre las distintas fracciones sino las dificultades
de los militares para intentar solucionar los problemas de fondo de la dictadura.

En este capítulo trataremos brevemente esos cambios vinculados inicialmente a


los espacios culturales dedicado y protagonizado por jóvenes que dieron otro color
y calor a la ciudad de Rosario en los últimos tramos de la dictadura. Recuperar
estas instancias es significativo en la medida que la irrupción de nuevos espacios
e interrogantes juveniles marcó el inicio de esta nueva etapa pública de demandas

589
CANELO, P. El Proceso en su laberinto…op. cit. p. 163.

285
y cuestionamientos, una experiencia que trascendió ese espacio de catacumbas
para llegar a un público general.

En ese mismo contexto en que emergen estas experiencias otros jóvenes, y acaso
los mismos, comenzaron a gestionar acciones autónomas en contra de algunas de
las políticas educativas que más los afectaban, la ley de arancelamiento
universitario y el régimen restrictivo de ingreso. Si estas incipientes formas de
expresión y organización fueron visibles ya desde 1981, lo cierto es la guerra de
Malvinas, mejor dicho la derrota contribuyó en la popularización de los reclamos y
en la conformación de un apoyo social significativo respecto de las demandas
estudiantiles. Así el período que media entre la derrota de Malvinas y el final de la
dictadura signó las experiencias juveniles en torno la politización de las aulas,
mucho más significativa en la universidad pero que abarcó también a estudiantes
secundarios. Fue además el regreso de la política y lo político como espacio de
encuentro, confrontación y debate también para los sectores juveniles.

Los jóvenes y el gobierno militar: de Galtieri a Bignone

Ya hemos señalado en el segundo capítulo que desde la asunción como


comandante del Ejército, Viola retomó parte de las premisas de su antecesor
respecto de la preocupación por el rol de los jóvenes en el PRN pero
imprimiéndole su propia posición, la necesidad de articular estrategias de
acercamiento a ese sector. Muchas lecturas (acertadas o no) respecto de los años
precedentes pudieron abonar esas intenciones, el mundial de fútbol como
catalizador de las expresiones juveniles, el diagnóstico de que la lucha contra la
llamada subversión se encontraba en su fase terminal, la necesidad de otorgar
nuevos fundamentos al PRN en tanto cohesionador de las Fuerzas Armadas, el
saneamiento e intervención en distintas esferas del espacio público que alteró las
percepciones en torno a la normalidad en la vida cotidiana de los jóvenes, los
acercamientos creados desde distintas fuerzas del orden hacia los jóvenes. Lo
cierto es que si los años 1976-1980 habían condensado –en una cronología que
ya hemos desmenuzado en capítulos anteriores- una batería de acciones
represivas, políticas de disciplinamiento y control sobre las instituciones vinculadas

286
a las prácticas de sociabilidad y vida cotidiana de los jóvenes; la asunción de la
nueva Junta militar y presidente de facto buscaron rearticular todas aquellas
dimensiones en un nuevo objetivo donde el rol de los jóvenes era más concreto.

Si esto se definía en las primeras intervenciones públicas de Viola, e inclusive de


Lambruschini, aquello que se evidencia al poco tiempo del recambio institucional
fueron las dificultades efectivas para poner en marcha cualquier proyecto. En el
marco de la crisis de institucionalidad del régimen y la lucha en la cual se
encontraban sumidas las distintas fuerzas que lo componían, los problemas
inmediatos condicionaron en algunos casos e impidieron en otros la realización de
acciones eficaces en los distintos planos. En ese sentido aquellos objetivos
planteados que tendían a pensar y articular una nueva estrategia de acercamiento
a los jóvenes se diluyó en palabras.

Para fines de ese año era evidente que la gestión de Viola no había resuelto los
problemas más acuciantes del régimen, las internas de las Fuerzas Armadas no
estaban resueltas, la crisis económica se unía ahora el fracaso de los moderados
y su diálogo político590. Asimismo las organizaciones gremiales comenzaban
reorganizarse y a movilizar a los trabajadores en las calles591 al tiempo que
adquirían mayor visibilidad los organismos de derechos humanos y sus
reclamos592. La asunción del general Fortunato Galtieri como presidente de facto

590
Al mismo tiempo que los sectores duros dentro de las Fuerzas Armadas veían en la proclamada
apertura política el fin de los objetivos iniciales del PRN, los partidos políticos que se habían
nucleado en la Multipartidaria consideraban las acciones del gobierno de facto demasiado
moderadas y reclamaban la aceleración del proceso. El estallido de la crisis económica golpeó de
lleno a mediados de 1981, la hiperinflación, unida al aumento del subempleo y la crisis de algunas
empresas generaron otro de los puntos de disputa de la gestión de Viola. Ver NOVARO, M. y V.
PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. op. cit., cap. 5
591
Entre los meses de junio y julio dos paros de SMATA y un paro general de la CGT marcaron el
ritmo de los conflictos laborales. No eran las primeras huelgas que se desarrollaban en dictadura,
pero sin duda su acatamiento fue mayor. Ver POZZI, P. Oposición obrera a la dictadura, op. cit., p.
95 y ss.
592
Si bien los organismos de derechos humanos tenían ya su trayectoria como oposición a la
dictadura antes de 1981 un conjunto de factores –entre ellos la entrega del premio nobel de 1980 a
Pérez Esquivel, representante del SERPAJ y el reconocimiento de los organismos de derechos
humanos locales a nivel internacional - favorecieron su visibilidad. Ver QUIROGA “La verdad de la
justicia y la verdad de la política. Los derechos Humanos en dictadura y democracia”, en
QUIROGA, Horacio y César TCACH (comps.). A veinte años del golpe, Homosapiens, Rosario,
1996. Sobre la historia de los organismos puede consultarse ALONSO, Luciano. “El movimiento de

287
pretendía resolver el conflicto inmediato. Es por ello que sus primeras alocuciones
poco o nada tenían que ver con sus antecesores en al menos un aspecto, la
convocatoria inicial a distintos sectores, entre ellos los jóvenes. Las
preocupaciones centrales del régimen a fines de 1981 pasaban por otras
cuestiones donde su evidente fractura con la sociedad impedía construir márgenes
de consenso desde una convocatoria abstracta.

Ahora bien, a poco de iniciada la gestión de Galtieri, el proyecto de reencauzar el


PRN593 viró hacia otro objetivo considerado central, la recuperación de las islas
Malvinas. Esta estrategia permitió la cohesión interna de las Fuerzas Armadas al
tiempo que se constituía en catalizador del descontento social y abría un nuevo
vínculo con la sociedad en uno de los momentos más conflictivos del régimen594.
El anuncio por parte de Galtieri del desembarco y recuperación de un puñado de
islas sureñas despertó la euforia nacional y el apoyo de la mayoría de la
población, incluso de quienes un par de días atrás se había movilizado
cuestionando el régimen595.

Aquel discurso del 2 de abril a plaza llena, hacía referencia por primera vez en lo
que iba de su gestión a los jóvenes. No había allí un llamado, tan sólo se los
mencionaba como parte de un pueblo emocionado: “estoy seguro que cada uno
de ustedes, hombre, mujeres, la gran juventud argentina y la niñez está sintiendo,
como yo alegría y tremenda emoción por esta acto argentino”. Si en el proyecto
militar el desembarco no implicaba un despliegue espectacular de tropas, al poco
tiempo fue evidente su necesidad. La guerra que se produjo como consecuencia
del objetivo inicial, la recuperación, se concretó sobre la base de la movilización de

derechos humanos en perspectiva comparada”, Revista digital Páginas, año 1, n° 1, 2008. Versión
on line http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/index.php/RevPaginas/ [última consulta realizada
30/05/13]
593
CANELO, P. El proceso en su laberinto…, op. cit. 177 y sigs.
594
CORRADI, J. “El método de destrucción…” op. cit., pp. 100 -101.
595
Federico Lorenz recupera distintas experiencias de quienes se movilizaron en favor de la
recuperación de Malvinas el 2 de abril y lo habían hecho incluso el 30 de marzo ante la
movilización convocada por la CGT liderada por Ubadini, movilización de gran acatamiento, al
menos en la ciudad de Buenos Aires y que fue reprimida. Ver LORENZ, Federico. La guerra por
Malvinas, Edhasa, Bs. As. 2006, p. 47 y ss.

288
miles de jóvenes conscriptos argentinos. Según Federico Lorenz siete de cada
diez combatientes eran conscriptos pertenecientes a las clases 1962 y 1963, de
entre 18 y 20 años que estaban realizando el servicio militar obligatorio al
momento del conflicto. Si los emparentaba la edad, la colimba y el hecho de ser
movilizados por la guerra, los separaba un abismo de diferencias socioculturales
que definían su juventud (o la falta de ella) desde múltiples variables596.

No nos detendremos aquí a reflexionar respecto de las experiencias de aquellos


cuya vida estuvo atravesada por la guerra597, sin embargo no podemos dejar de
mensurar el rol que tuvieron como estrategia política del régimen y para la
sociedad que esperaba ávidamente noticias de los “muchachos” en el frente. Si en
la práctica los jóvenes conscriptos fueron un sujeto central del sostenimiento del
nuevo objetivo del régimen, no lo fueron en los discursos del general. Hemos
señalado anteriormente que el 2 de abril fue la primera ocasión donde se hizo
presente la referencia a los jóvenes. Fue además la única vez. En días posteriores
al desembarco se movilizó hacia las islas uno de los dos grandes contingentes de
tropas, casi en el mismo momento que Galtieri pronunciaba aquel famoso
discurso: “Acá están reunidos obreros, empresarios, intelectuales, todos los
órdenes de la vida nacional, en unión nacional en procura del bienestar del país y
su dignidad que sepa el mundo, América, que un pueblo con voluntad decidida
como el Pueblo Argentino: Si quieren venir que vengan les presentaremos
batalla”598.

Como vemos no hizo referencia a los soldados movilizados hacia el escenario de


la guerra sino al pueblo argentino, un pueblo en lucha otorgando un contenido
simbólico al desarrollo de la guerra. Si los primeros discursos negaban la
movilización de tropas y de jóvenes conscriptos ante una sociedad que no
desconocía esos hechos, las diferentes batallas obligaron al presidente de facto a

596
LORENZ, Federico. Malvinas una guerra argentina. Sudamericana, Bs. As., 2009, p. 70.
597
Para ello puede consultarse una amplia bibliografía. Destacamos los dos libros ya citados de
Federico Lorenz y GUBER, Rosana. ¿Por qué Malvinas?: De la causa nacional a la guerra
absurda, FCE. Bs.As., 2001.
598
Discurso de Fortunato Galtieri pronunciado el 10 de abril de 1982 por cadena nacional.

289
reconocerlos. El 1° de mayo emitió un mensaje a la población por cadena nacional
donde se refirió que mientras hombres y mujeres peleaban desde sus puestos de
trabajo: “en el sur, en el sur, patrimonio argentino, hombres de todas las edades,
en sus puestos de lucha defienden con fiereza, en estos momentos el honor y el
patrimonio nacional” y luego de la derrota del 14 de junio advertía: “nuestros
soldados lucharon con esfuerzo supremo por la dignidad de la nación, los que
cayeron están vivos para siempre en el corazón y la historia grande de los
argentinos. No tenemos solo el bronce de las antiguas glorias, tenemos nuestros
héroes, hombres de carne y hueso del presente, nombres que serán esculpidos
por nosotros y las generaciones venideras”.

Así en esos álgidos meses, desde el discurso militar, se hablaba de guerra, de


soldados, de batallas ganadas, de hombres luchando pero se negaba el carácter
de conscriptos de esos combatientes. Ello solapaba múltiples sentidos. Negar a
los conscriptos, es decir negar que una gran mayoría de los catorce mil
movilizados eran jóvenes realizando el servicio militar obligatorio permitía ocultar
en parte la falta de preparación profesional de los “soldados” y las grandes
desinteligencias del régimen respecto de las evaluaciones de la posible guerra.
Asimismo al hablar de hombres negaba la condición juvenil de muchos de ellos
quienes no sólo no se habían preparado para la guerra, sino que probablemente
hasta ese entonces no se les había planteado tal disyuntiva. Si la conscripción era
en términos militares el ritual del paso a la vida adulta599, la guerra era la
aniquilación del rito y por tanto de la vida joven.

Como vemos, en los pocos meses que implicaron la gestión de facto de Galtieri no
hubo grandes discursos en torno a los jóvenes ni su rol como generación nueva en
el PRN o para el bien del país. Los jóvenes no entraban en la agenda militar del
mismo modo en que la concibieron sus antecesores. Sin embargo eran varones
jóvenes quienes estaban allí presentes como núcleo central de su estrategia. Dos
ideas fundamentales se condensaban en la figura del conscripto y se reproducían
599
GARAÑO, Santiago. Entre el cuartel y el monte. Soldados, militantes y militares durante el
Operativo Independencia (Tucumán 1975-1977), tesis de doctorado, mimeo, 2012, p. 19.
Disponible en www.riehr.com.ar. [última consulta 10/05/13]

290
en los medios de comunicación en aquellos meses de guerra: la lucha del país
joven y pequeño respecto del poderoso imperio y la necesidad de apoyar a los
jóvenes movilizados.

En esa línea podemos acordar con los planteos de Pablo Vila quien señala que “la
guerra pone final a la figura del joven sospechoso que había empezado a ser
revertida a partir de la apertura (e intento de cooptación) de Viola: “una nación que
pone su destino en manos de adolescentes de 18 años no puede seguir
cuestionándolos por el mero hecho de ser jóvenes”600. Así, la guerra permitió
gestar un nuevo modo de mirar socialmente a los jóvenes, sus culturas y sus
prácticas. Si bien los jóvenes conscriptos representaban el 1,81% de la población
joven masculina de entonces601, condensaban un ideal de juventud que se
extendía más allá de ellos. La juventud, señala Lorenz, “protagonizó simbólica y
materialmente la guerra” y los medios de comunicación difundieron y reprodujeron
ese protagonismo602.

No es casual la masiva difusión del rock en ese contexto. Antes llamado


progresivo, el rock ahora definido como nacional fue parte de las paradojas de la
guerra de Malvinas. Aquella música asociada a los jóvenes que en años previos
había sido fuertemente restringida, vigilada y perseguida por el régimen,
encontraba en esta nueva coyuntura un momento de auge. Como señala Pujol
había una razón política para ello: “si en Malvinas estaba muriendo gente de
menos de 30 años, debía ser entonces la música de esa generación, la que
inundara los medios de comunicación”603. Siendo una estrategia política del
régimen, el rock nacional sin embargo obtuvo sus beneficios, el impulso del
género y de algunos artistas locales en ese proceso. Algunas canciones sonaron
fuerte, Solo le pido a Dios de León Gieco se convirtió en un himno, pero a ella se
sumaron otras canciones que lejos estaban de referir a la guerra.

600
VILA, P. “Rock nacional…”, op. cit., p. 106.
601
LORENZ, F. La guerra por Malvinas, op. cit., p. 88 cita n° 2.
602
Ibid., p. 69 y ss.
603
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit. p. 220.

291
Si la guerra fue un intento del gobierno de facto de restaurar los vínculos con la
sociedad argentina, para esa sociedad condensaba un cúmulo diferente de
sensaciones y sentimientos que se tradujo en un apoyo masivo. Entre abril y junio,
mientras en el sur se construía el escenario de batalla, en las grandes ciudades
del país –y también en las pequeñas- la vida giraba en torno a la guerra y sus
combatientes. Ceremonias, adhesiones, ayuda solidaria, marchas, recitales se
realizaron en nombre de la recuperación de Malvinas. Tales acciones se
potenciaban y sostenían por colectivos y personas que incluso en el mismo acto
de apoyo socavaban algunos aspectos de la dictadura. Muchos ejemplos podrían
mencionarse, como las silbatinas hacia Galtieri cuando en su discurso del 10 de
abril -a plaza llena- se refería a sí mismo como presidente del país. Otros hechos
también señalaban las contradicciones del momento. El 7 de abril, por ejemplo, la
FUR que venía combatiendo la política universitaria, organizó en Rosario una
marcha con el lema “Las Malvinas son argentinas"604 y casi veinte días después la
comisión pro centro de estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes
expresaba su adhesión a la defensa de la soberanía nacional y contra la agresión
colonialista e imperialista. Incluso el festival de rock realizado el 16 de mayo en
Obras Sanitarias puede ser leído en esa clave; propuesto por el régimen, su
convocatoria se difundió como Festival de la Solidaridad Latinoamericana por la
Paz. Según señalaba la revista Expreso Imaginario si bien hubo una propuesta
gubernamental ya los empresarios y músicos del rock habían planteado la
posibilidad de organizar un festival que tuviese un doble propósito: “ratificar una
voluntad de paz y el de prestar un tipo de colaboración a las necesidades de los
jóvenes que están estacionados en el sur debido a las acciones bélicas que son
de dominio público”605.

604
“Masiva marcha de FUR”, LC, 08/05/82.
605
“Festival de la Solidaridad” en Expreso Imaginario, n° 71, 1982, p. 12. A pesar de los
fundamentos señalados por Expreso, el festival generó controversia al interior del mundo rockero.
Pocos fueron los que no asistieron, MIA, Virus y los Violadores, quienes abiertamente cuestionaron
el evento. Ver PUJOL, S. Rock y Dictadura, op. cit. También LORENZ, F. La guerra… op. cit. p. 55
y ss.

292
Vale decir entonces que aún cuando aceptemos que parte de esa movilización se
construyó sobre la base de la manipulación, Malvinas fue para la sociedad
argentina mucho más que unas islas del Atlántico sur que la dictadura pretendía
recuperar. Es decir, la ocupación y la posterior guerra no implicó para gran parte
de la población la asimilación y aceptación del discurso militar. Fue, entre otras
cosas, la lucha de aquellos jóvenes argentinos que no eran precisamente militares
profesionales. Así, mas allá de las intenciones políticas y los “usos” por parte del
régimen, la guerra afectó sensiblemente a la población y especialmente a los
jóvenes. Para aquellos que vivían en el continente la acción bélica fue un tema de
discusión constante. Ir a la guerra, ser llamado, presentarse como voluntario eran
algunos de los tópicos que rondaron por unos meses las discusiones y charlas
entre amigos, fue una experiencia que aunó los sentimientos encontrados de una
generación de muchachos argentinos y la posibilidad de ser llamados a “defender
la patria”. Cuando la guerra finalizó en derrota, cuando los “chicos” de Malvinas,
con su hambre y sus penurias a cuestas volvían al continente, las preguntas sobre
la guerra afloraron en la sociedad, afloró también el repudio por matar víctimas
inocentes606.

La derrota implicó además la salida de Galtieri, la crisis estructural del régimen y el


inicio de la apertura política definitiva. Las Fuerzas Armadas luego de la guerra
mostraron más crudamente sus internas y la Junta Militar se fracturó. Tanto la
Armada como la fuerza Aérea quisieron deslindar responsabilidades en torno al
conflicto bélico y el recambio institucional necesario tras la salida de Galtieri
implicó la última confrontación entre las diversas fuerzas. La designación de
Bignone como presidente de facto a cargo de la transición se realizó el 24 de junio
en el marco de fuertes tensiones internas en las Fuerzas Armadas. A ello se
sumaba una sociedad que comenzaba a cuestionar los estragos de la guerra. La
posibilidad de gobernar en esas circunstancias era imposible con lo cual el último
gobierno de facto se sostuvo a través de los acuerdos con parte de la sociedad y

606
LORENZ, F. La guerra, op. cit. p. 116 y ss.

293
específicamente gracias al compromiso formal de llamar a elecciones607. Es decir,
ya no había proyectos ni objetivos del régimen, más que la transición a la
democracia y la búsqueda de estrategias que permitieran a los militares la
exculpación por cualquier “exceso”.

En ese marco pocos discursos del gobierno de facto recuperaban una mirada
sobre los jóvenes. Las expectativas sobre la “nueva generación heredera del
Proceso” como se las llamaba en los primeros meses de dictadura dejaron de
hacerse presentes. Sin embargo la apertura política mostraba las carencias y
desconocimiento de los jóvenes respecto de la democracia. Aquellos que tenían
menos de 28 años nunca habían acudido a las urnas y sólo una vez los menores
de 35 años. De allí que desde el gobierno de facto de los diversos niveles
insistieran en la necesidad de instruir a las generaciones más jóvenes respecto de
los mecanismos de la democracia. Esos discursos comenzaron a explicitarse muy
rápidamente y a un mes de terminada la guerra ya se planteaba a nivel nacional el
lanzamiento de una campaña instrucción cívica destinada a jóvenes con el
objetivo de que “tengan una clara conciencia de las responsabilidad que asumirán
cuando deban elegir un gobierno constitucional”608. A nivel local unos meses
después de publicitado este proyecto, el intendente de facto de Rosario, Alberto
Natale, anunció el inicio de las jornadas de Formación Cívica organizadas por el
municipio para los mayores de 16 años609. Si desde el régimen se pretendía
sustentar un discurso en el cual la única vía de participación política se canalizaba
mediante los mecanismos electorales, la sociedad comenzaba a mostrar otras
formas de participación y movilización que corroían a un régimen ya endeble. En
ese marco los jóvenes desde distintos espacios generaron instancias de acción y
movilización nuevas que se plegaron a otras ya estatuidas en contra de una
dictadura en ciernes.

607
NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… op. cit., p. 478.
608
“Una amplia campaña de instrucción cívica será lanzada por el ejército”, Rosario, 29/07/82, p. 2.
609
“Comenzaron las jornadas de Formación Cívica”, Rosario, 11/09/82, p. 21.

294
Jóvenes en movimiento. Cómo te explico? y Tiempos difíciles, el
cuestionamiento desde la cultura

“Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que es la edad más bella de la vida.
Nosotros somos adolescentes, no permitiremos que
digan que es la edad más feliz de la vida”
Cómo te explico?

Como hemos señalado los años que median entre 1981 y el final de la dictadura
marcaron el compás de crisis del régimen, sus internas y fracturas. En ese marco
distintos sectores de la sociedad lejos de ser meros espectadores de la debacle,
abonaron en la corrosión de la dictadura. Desde distintos frentes que incluían la
dirigencia partidaria, los gremios y el movimiento obrero, los organismos de
derechos humanos y el incipiente movimiento estudiantil comenzaron a perfilarse
un conjunto de demandas articuladas que marcaban un ritmo diferente al de los
primeros años de la dictadura. A inicios del período señalado se vieron florecer
experiencias culturales que parecían emerger de esa sociedad oscura e impotente
de años anteriores. Experiencias que fueron hasta entonces marginales o habían
vegetado y sobrevivido en los subterfugios, en las “catacumbas” durante los
peores años de la represión convirtiéndose en un respiro y que adquirían a la luz
de la nueva década una visibilidad y centralidad que no era menor. La sociedad
comenzaba a plantear interrogantes sino políticos, al menos disruptores de la
cultura impuesta en dictadura. El abrupto cierre a la gestión de Viola y la asunción
de un nuevo presidente de facto de línea dura implicó la vuelta a los lineamientos
originales del régimen pero ello se dio en el marco de una sociedad que se había
modificado.

Esos cambios incipientes que comenzaron a verificarse en la sociedad hacia la


nueva década tuvieron una especial presencia y significación en los ámbitos de
sociabilidad juveniles, al menos en la ciudad de Rosario. Uno de los cambios en
ese sentido provino específicamente del ámbito cultural. Sin plantearse
abiertamente como un espacio contra la dictadura, algunas experiencias culturales
direccionadas hacia los sectores juveniles tuvieron en esta coyuntura un auge
significativo. La puesta en escena de la obra teatral Cómo te explico? organizada

295
desde los talleres de Arteón fue una bisagra en la historia del teatro rosarino.
Primera obra para adolescentes, se proponía abordar parte de las preocupaciones
y experiencias cotidianas de los jóvenes en esa coyuntura saltando las barreras de
los temas tabúes y la censura.

La obra de teatro Cómo te explico? se estrenó en agosto de 1980 y según rezaba


el programa era la primera puesta en escena hecha para adolescentes por
jóvenes que hasta no hacía poco eran adolescentes. Implicaba una serie de
sketchs que representaban experiencias de los jóvenes de entonces. La relación
con los padres, la pareja, la sexualidad, la escuela eran algunos de los tópicos que
se presentaban a través de la obra que articulaba una “poética del cuerpo” y
música progresiva. Para Sabatino, uno de sus realizadores: “era un hecho teatral
que tenía mucho que ver con la fiesta, una fiesta de lo reprimido, se encontraban
que todas esas cosas que se habían bancado aparecían en escena”. Citar parte
de sus diálogos es una tarea imposible, la obra se construyó sin texto fijo y como
marea de producción colectiva, era además “teatro de urgencia”610. Ello se
presentaba así en parte por el contexto que se vivía, si bien en 1981 la crisis de
institucionalidad del régimen y el discurso aperturista oxigenaban la sociedad, la
dictadura mantenía aún el control y el disciplinamiento sobre la cultura. La obra
era además el producto de los años previos y la necesidad de mantener el teatro a
pesar de todo. El grupo Discepolín que hizo la puesta en escena de la obra estaba
conformado por egresados de Arteón que entre 1976 y 1979 asistieron y
611
sostuvieron los talleres de teatro . Retomaron en ese marco aquello que luego
se tradujo en la obra: la producción colectiva y el teatro crítico.

La presentación de Cómo te explico? sin gran difusión mediática y a través de


“volanteadas” implicó trescientas cincuenta funciones en Rosario, con más de
treinta mil espectadores y una gira por distintas ciudades del país con un éxito

610
Sabatino Palma.
611
En dictadura la FATA (Federación Argentina de Teatro) propone que es un tiempo para los
talleres, no tanto para la difusión y puestas en escenas. Sabatino Palma.

296
inusitado612. Era una experiencia innovadora que hablaba de temas en ese
momento tabúes. Ello les significó la censura por parte de la Comisión Calificadora
de Espectáculos Públicos de la ciudad. Chiqui Gonzales su directora recordaba:

“era una obra para menores de 14 años, para preadolescentes y una semana
después de estreno llegaron con una prohibición a la sala para menores de 18
años. Porque había un personaje que era mudo y le explicaba cómo hacer el
amor a una chica, y sobre todo porque el mudo cuando hablaba por primera vez
decía una frase de Paul Nizan “Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que
es la edad más bella de la vida”. Y agregaba: “Nosotros somos adolescentes, no
permitiremos que digan que es la edad más feliz de la vida”. La obra hablaba de
la represión, de la muerte, de la salida de la infancia”613.

Si la obra fue una bisagra en la historia de sus realizadores, también lo fue para
una generación de jóvenes. Ya fuera porque hablaba de sus temas, se
identificaran con las experiencias representadas, fuera el primer teatro pensado
para jóvenes o porque la propuesta abría una de las primeras grietas en la cultura
hegemónica de la dictadura, el teatro de Discepolín se convirtió en una
experiencia común a muchos jóvenes rosarinos. La censura no mermó el público
presente, como Sabatino señala: “la censura sólo valía si estaba el censor.
Entonces en la sala teníamos nuestro informantes que nos avisaban cuando no
había canas ni nadie de la Liga de la Decencia y ahí hacíamos la versión
verdadera”614. Tanto realizadores como espectadores intentaban corroer las
barreras de la prohibición. Acompañados de sus padres muchos jóvenes menores
de edad se hicieron presentes entre el público, otros a solas. Es interesante
consignar que la mayoría de las personas entrevistadas para esta tesis
recordaban la obra, tramos de ella e inclusive la canción que la acompañaba615. El

612
Sabatino Palma
613
“Discepolín. 30 años no es nada”, en Revista 32 pies, n° 2, año 1, 2011, p. 40. Disponible online
en http://www.elpuertodelamusica.com.ar/revista-32pies/ [última consulta 30 de junio de 2013]
614
“Discepolín. 30 años…” op. cit., p. 41.
615
No sólo entrevistados, sino que muchos conocidos recordaban formar parte de su público.

297
teatro se convertía así en un espacio donde nuevas libertades y pequeñas
resistencias florecían.

Otra expresión de los cambios en la cultura juvenil se dio, como ya hemos


señalado con el rock progresivo. En un capítulo previo advertimos que fue una
experiencia marginal en los primeros años de la dictadura pero que en los ochenta
mostraron nuevos rumbos. El rock en Rosario tuvo sus particularidades donde lo
colectivo y la articulación con otras expresiones artísticas fueron algunas de sus
marcas personales. Por otra parte el sostenimiento de sus prácticas, espacios de
sociabilidad y cultura le permitió madurar incluso en los años menos favorables
para el desarrollo artístico. Estas particularidades abonaron el camino de la Trova
Rosarina, un grupo de jóvenes locales que muy rápidamente adquirieron fama
nacional. De la Trova participaron jóvenes rosarinos que tenían ya una trayectoria
en el mundo del rock local y que condensaban algunas de sus características
principales616. Su primer recital en Buenos Aires se realizó en Obras dos días
antes del Festival por la Solidaridad y en el marco de la guerra de Malvinas. El
disco Tiempos difíciles grabado al poco tiempo se convirtió rápidamente en uno de
los más vendidos y algunas de las canciones más conocidas eran “De regreso,
Mirta”, “Era un abril” y “Puñal tras Puñal”. Sus canciones no eran de protesta sin
embargo desde sus letras melancólicas aludían a temas que hablaban del propio
país y de jóvenes. Mirta, de regreso, la historia de un hombre salido de la cárcel se
convirtió en una de las letras más escuchadas en ese entonces. Para Pujol, la
Trova y más específicamente la figura de Baglietto y su repertorio -aunque no
tuviera un contenido político- eran el símbolo de la apertura que los nuevos
tiempos mostraban617.

Lo señalado hasta el momento nos permite advertir que los años 80 se producen
cambios significativos en las culturas juveniles en Rosario, caracterizadas

616
Muchos de sus integrantes habían abrevado previamente en experiencias que fusionaban la
música progresiva con el arte. Adrián Abonizio, Juan Carlos Baglietto y Fito Paéz, habían sido
músicos de la obra Cómo te explico y el Zapo Aguilera y Abonizio habían participado en la primera
etapa de Cucaño. Asimismo Baglietto, Aguilera y Abonizio fueron en distintos momentos músicos
del grupo Irreal.
617
PUJOL, S. Rock y dictadura, op. cit., p. 225 y ss.

298
especialmente por la amplia difusión y masividad de algunas propuestas para los
jóvenes. Es posible pensar que el clima menos opresivo y la represión en retirada
permitieron generar estas instancias de actuación más visibles. Pero este
florecimiento no puede entenderse si no comprendemos que el campo cultural se
había mantenido y consolidado como reducto de “supervivencia”, inclusive política,
en los primeros años de la dictadura. Por otra parte las posibilidades de encuentro
que sostuvieron estas experiencias permitieron nuevos canales de sociabilización
juvenil, nuevos interrogantes y nuevas miradas sobre determinados temas que en
el marco de debilitamiento del régimen se trasladaron o se rearticularon en otros
ámbitos. Si el ámbito cultural se había convertido en un espacio que permitió la
corrosión del régimen, otros que también habían sobrevivido a la represión, el
disciplinamiento y el control articularían las nuevas demandas del sector.

De las preguntas a la acción. Participación política, movilización y nuevos


horizontes juveniles

En un capítulo anterior hemos abordado las modificaciones establecidas en el


ámbito educativo a partir de las políticas implementadas en la dictadura durante el
período que comprende las gestiones de Bruera a Llerena Amadeo. Es decir
hemos detenido nuestro análisis en un núcleo de gestiones ministeriales que sin
implicar una política homogénea marcaron ciertos ejes sobre los cuales se fueron
delineando las medidas implementadas en torno al saneamiento, disciplinamiento,
control y represión en los ámbitos educativos y que modificaron la vida cotidiana
en las aulas. La gestión de Llerena Amadeo avanzó mucho más que sus
antecesores en la medida que incorporó un conjunto de medidas significativas en
donde destacó la nueva política universitaria que pretendía la definitiva
“normalización” del sistema. La creación de estatutos universitarios, la mayor
intervención del Ministerio en la designación del personal docente, la realización
de concursos y la política de arancelamiento fueron las bases de ese proyecto que
se implementarían a partir de 1981.

En ese marco los pocos meses que median entre la asunción de Viola como
presidente de facto y su salida, no señalaron modificaciones específicas respecto

299
de las políticas diseñadas y ya puestas en marcha hacia los sectores juveniles.
Asimismo, en materia educativa aquello que caracterizó la gestión fue el inicio del
cuestionamiento de las políticas implementadas por el ministro anterior Llerena
Amadeo. La “flexibilidad” del discurso respecto de los jóvenes inclusive se
evidenció en el nuevo Ministro de Educación Carlos Burundarena quien planteó la
importancia de “que haya un poco de ruido y no la paz de los cementerios”, dando
a entender que su posición respecto de los estudiantes y sus reclamos era
dialoguista618.

Como ya hemos visto, la intervención sobre el ámbito universitario había implicado


en los primeros años de la dictadura una batería de normas y acciones que
llevaron a modificaciones curriculares, cercenamiento de la participación de los
estudiantes, cupos de ingreso y el control sobre los estudiantes. Si esas
modificaciones afectaron la vida de los estudiantes universitarios, la política
represiva como estrategia general del régimen, colaboró en el proceso de
desactivación de cualquier pretensión de protesta y movilización de los
estudiantes universitarios. La normalidad de las aulas se imprimió sobre esas
bases.

Sin embargo es posible advertir que las políticas implementadas por Llerena
Amadeo generaron los primeros cuestionamientos visibles de estudiantes
universitarios a la política educativa de la dictadura. A nivel nacional algunas
experiencias de reclamos y movilización juvenil por la política universitaria se
manifestaron ya hacia 1979. En diciembre de ese año el ministro anunciaba el
cierre de una casa de estudios, la Universidad Nacional de Luján. Ese
acontecimiento implicó un significativo número de estudiantes y docentes de la
casa se movilizasen. Un docente de la institución recuerda:

“Superados los primeros momentos de indignación comenzamos a pensar y


actuar para resistir y revertir el anuncio. A partir de ese día nos quedamos todo el
día dentro de la universidad; no la habíamos tomado: era nuestra (…) Eran días
muy calurosos del verano, y pasamos nochebuena, navidad y fin de año

618
RODRIGUEZ, L. G. Católicos, nacionalistas… op. cit., p. 106.

300
resistiendo, compartiendo nuestro amor por la universidad que habíamos
construido y nuestra esperanza por sobrevivir. Todas las decisiones las
tomábamos en asambleas que realizábamos los jueves”619.

La ocupación de la universidad y la huelga de hambre que se realizó a principios


de 1980 fueron algunas de las primeras acciones de estudiantes universitarios
contra la política educativa del régimen. Sin embargo no modificaron el cierre
implementado, la universidad recién abrió sus puertas nuevamente en 1984.

En el año ‘80 el reclamo no se circunscribió sólo a la Universidad Nacional de


Luján sino que una incipiente demanda estudiantil frente a la política educativa se
verificó en distintas universidades del país. Algunos de estos reclamos se
nuclearon en torno a organizaciones estudiantiles como la Unión Nacional de
Estudiantes (UNE) y la Federación Universitaria Argentina (FUA)620, quienes
planteaban que el arancelamiento iba contra el espíritu de la reforma del ‘18621. En
el caso de la UNE, hacia la segunda mitad de 1980 presentó una carta dirigida al
ministro de educación con firmas de poco más de mil estudiantes del país donde
sumaba a aquel reclamo la necesidad de la participación estudiantil en la vida de
los claustros622. La FUA por su parte se reunió en 1980 participando varios
delegados regionales, todos ellos designados antes de 1976 que impulsaron un
petitorio contra el arancel. Fue, según Pedrosa una de las primeras acciones

619
MALACALZA, Leonardo. La Universidad Nacional de Luján: entre utopías, mitos y realidades.
UNLU, 2007, p. 22-23. Disponible en www.unlu.edu.ar [consultas realizada el 23/07/13].
620
En septiembre 1980 la dirección General de Inteligencia de la Provincia recibió la solicitud del
Departamento Delegación de la SIDE respecto del accionar de la FUA a nivel local. Según el
informe “Dirigentes de FUA realizaron dos reuniones en JUL80 (sic) para tratar la movilización
estudiantil en contra del arancelamiento. Los encuentros fueron realizados en el domicilio de
Alfonsín y de Alende del Partido Intransigente –PI-. En una de las reuniones se aprobó el plan de
acción de FUA para el ámbito universitario”, e parte demandaba se detectase si dicho plan era
efectivizado y quienes participaban de las reuniones locales. Ver archivo DGI UC 18 – Atado 3.
621
Ver RORIGUEZ, L. G. y G. SOPRANO. “Las políticas de acceso a la universidad”… op. cit. Se
sumaría al año siguiente la novel la comisión Permanente de Defensa de la Educación dirigida por
Emilio Mignone y el dirigente gremial Alfredo Bravo
622
“Pedido estudiantil sobre el arancel”, LC, 19/07/80, p. 2.

301
públicas de la FUA y aunque no tuvo un efecto inmediato marcó los cambios que
se avecinaban en el ámbito universitario623.

En Rosario el núcleo de demandas respecto de la nueva política universitaria se


planteó públicamente hacia finales de año. Riccomi había defendido el
arancelamiento en sendas notas periodísticas cuando algunos sectores
comenzaron a cuestionarlo. En diciembre, los estudiantes de Humanidades y
Artes hicieron visible su reclamo ante la FUR y decanato planteando la derogación
del arancelamiento. En ese mismo contexto desde la FUR se promovió un petitorio
que fue firmado por más de tres mil estudiantes624. Sin embargo fue hacia
mediados de 1981 cuando esas demandas se hicieron más evidentes y masivas
entre los estudiantes de la UNR. A mediados de año cuando las chequeras ya
habían sido emitidas, una movilización de ciento cincuenta estudiantes de esta
universidad -que aseguraban no pertenecían a “ninguna agrupación estudiantil”-
se acercaron a los medio locales para mostrar su descontento625 y la FUR llamó
al no pago de los aranceles.

Sergio C. recuerda que las primeras instancias de organización estudiantil en ese


año estuvieron ligadas a plantear estrategias para sostener la lucha contra el
arancel626. Si bien el valor no era muy alto, equivalía en ese entonces a cincuenta
mil pesos627 cuyo pago se realizaba mediante chequeras, los estudiantes se
organizaron en asambleas para debatir al respecto. En ese marco había un amplio
consenso en el no pago y se designaron encargados para “recoger las chequeras
de aranceles para terminar haciendo una gran fogata”628. La lucha contra el
arancel fue en el caso de la Universidad Nacional de Rosario la primera instancia

623
PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”, op. cit., p. 223.
624
“La FUR dio un comunicado”, LC, 19/07/81, p. 16. Según datos estadísticos, la Universidad
Nacional de Rosario contaba en 1980 con 19321 estudiantes. Ver www.unr.edu.ar
625
“Hubo una protesta por los aranceles”, LC, 8/07/81, p.17
626
Sergio C.
627
Según la ley, las universidades podían cobrar un arancel de un valor mínimo de 30 mil y
máximo de 70 mil pesos.
628
Gustavo B.

302
organizativa contra una normativa de la dictadura. Fue para los estudiantes
exitosa, Sergio señala que en el caso de Humanidades prácticamente no se
pagaron aranceles a pesar de los dichos del rector interventor629.

Es posible advertir que si bien la política universitaria en dictadura fue en muchos


aspectos fuertemente restrictiva, la imposición del arancelamiento fue el hito inicial
que generó el descontento de los sectores estudiantiles –y de diversos sectores
de la sociedad- que comenzaron a cuestionar desde distintos espacios la política
educativa del régimen.

Cabe señalar que si en un principio la demanda inmediata fue el arancelamiento,


algunas otras reivindicaciones se colaron en el discurso estudiantil respecto de las
problemáticas de la universidad como el ingreso irrestricto y la participación
estudiantil. Estos reclamos se evidenciaron en distintas casas de estudios del país
donde las estructuras organizativas retomaron la consigna estudiantil,
especialmente la FUA y sus sedes locales. Sin embargo la movilización de
estudiantes contra la política educativa no tenía aún la fuerza y proyección que
sumaría meses después. Aquello que caracterizó las primeras instancias de
reclamo fue la fragmentación de las acciones.

Por otra parte es posible pensar que el reclamo respecto del arancelamiento si
bien fue un elemento significativo en el proceso de reagrupamiento del movimiento
estudiantil rosarino entre 1980 y 1981, ello no afectó ni modificó estructuralmente
la vida de los estudiantes universitarios. La crítica al arancelamiento no significó
un cuestionamiento más abierto y general respecto de la gestión interventora, los
planes de estudios o el control. La vida en el claustro mantenía aún gran parte de
las premisas de disciplinamiento gestadas en los años previos. Fue luego de la
guerra de Malvinas cuando la vida universitaria adquirió un cariz diferente.

629
A pocos meses de fin del ciclo lectivo de 1981 Riccomi señaló “En líneas generales yo les diría
la Universidad está muy satisfecha de la madurez demostrada por os estudiantes rosarinos y de
zona de influencia”. Ver “Al arancelamiento se refirió Riccomi”, LC, 12/09/81, p. 8.

303
El tiempo después de Malvinas. Los jóvenes y la movilización contra la
dictadura

“la juventud debe ser consciente de que la participación


no se solicita, se asume. Quien no confía en la
juventud teme al futuro y le teme porque está
comprometido con las arbitrariedades del presente”.
Declaraciones de la Federación Universitaria
Argentina, septiembre de 1982.

Hasta aquí planteamos un primer registro de cambios en las percepciones,


representaciones pero también en las practicas juveniles a partir de 1980/81.
Hemos señalado además como esos cambios se evidenciaron a partir de la crisis
que el régimen vivía, pero sin desconocer los modos en que la sociedad
redimensionó esta nueva coyuntura. 1980/81 fueron años de apertura. No sólo por
las intenciones del régimen de abrir al diálogo, especialmente el diálogo político,
sino porque fue además el contexto en que en forma incipiente y fragmentaria
desde la sociedad comenzó a plantearse la posibilidad de abrir nuevas vías de
acción.

Para aquellos que estaban aún en las escuelas secundarias o iniciaban su vida
universitaria los cambios producidos en el ámbito sociocultural de la argentina en
los años 80 y 81 probablemente no fueron tan significativos en sus propias
experiencias. Las primeras demandas sindicales y estudiantiles, la mayor
publicitación de los organismos de derechos humanos y el reclamo por las
violaciones perpetradas, los resquicios abiertos en el ámbito cultural no se
constituyeron en realidades que los afectasen directamente. La crítica a la
dictadura no prendió en aquellos que habían iniciado sus experiencias juveniles en
dictadura. Es decir para quienes no habían tenido militancia política, desconocían
las prácticas participativas en las instituciones educativas y los espacios de
sociabilidad juveniles previos a la dictadura, los cambios fueron menores. Quizás
porque en ese incipiente proceso de liberalización no se modificaron los aspectos
centrales de la dictadura, aquellos que habían formado parte de la cotidianeidad
de estos jóvenes durante este período.

304
Sin embargo es posible pensar que para aquellos que arrastraban otra historia de
vida militante, de cuestionamiento silencioso al régimen, de caracterización de la
dictadura y de sus prácticas represivas, aquellos que conocían en parte al menos
lo que “estaba pasando”, la posibilidad de nuevos espacios culturales, de lograr un
incipiente reclamo en el ámbito fabril, político y educativo, aún fragmentarios, eran
pulmones de oxigenación luego de un lustro de dictadura. En ese sentido, la
derrota en el conflicto bélico permitió la confluencia de estas diversas capas de
jóvenes, situaciones y percepciones. El fin de la guerra de Malvinas fue
aglutinador de diversas experiencias juveniles en el marco de la crisis del régimen.

Siguiendo este planteo podemos señalar que a partir de mediados de 1982


cuando el fin de las restricciones a la participación política abrió un marco de
acción social significativo, ellos ingresaron, en algunos casos por primera vez, a la
política. Si analizamos los sucesos de la ciudad de Rosario podemos verificar una
significativa participación de jóvenes que se introdujeron en diversos espacios y
gestaron algunos nuevos desde los cuales aportaron su cuota para la corrosión
del régimen. Intensas movilizaciones político partidarias, huelgas gestadas desde
las tradicionales instituciones gremiales, marchas por la violaciones a los derechos
humanos coordinadas por los organismos locales, se nutrieron ampliamente de la
gente joven. Ello fue posible y más evidente después de la guerra de Malvinas.

Las personas entrevistadas para esta tesis han señalado repetidamente que
Malvinas marcó un quiebre en sus historias personales, pero también en el
colectivo social. Para Laura B. que aún cursaba la escuela secundaria Malvinas
fue un parteaguas en su propia historia: “no sé… lo de Malvinas era como había
algo, no sé puntualmente, pero fue un momento de encuentro (…) es como nos
encontramos, de golpe dijimos, deseamos algo y encontramos alguien que tenía…
supongo que a todos les pasó lo mismo que salió del baúl, digamos, que se animó
a decir alguna cosa”630. En su relato se entremezclan diversas anécdotas donde
avanzar sobre los límites impuestos en la dictadura era una constante. En su caso
sobre los límites impuestos en el ámbito escolar.

630
Laura B.

305
Recordemos que Laura cursaba los últimos años de sus estudios secundarios en
el Normal 1, una institución donde las restricciones impuestas al conjunto de las
alumnas habían condicionado gran parte de sus experiencias escolares, el trato
con sus compañeras y con las docentes. Pero ese 1982 modificó gran parte de las
prácticas y las relaciones al interior de la escuela. Fue la primera vez en que ella y
otras pocas alumnas decidieron no acudir a la misa a la cual año tras año como
alumnas estaban obligadas a asistir. Fue también el año en que solicitaron a las
autoridades escolares una charla sobre educación sexual o, como le llamaban
entonces sobre “relaciones pre matrimoniales”. La directora, para contrarrestar la
situación, convocó a una religiosa a hablar de tema: “Estaba lleno el salón de
actos del Normal 1 (…) y se armó un lío bárbaro, el relato de la mina era bien
religioso (…) en algún momento salió el tema del aborto. Ya había salido el tema
de la pureza… de la castidad en la pareja…, alguien le preguntó algo, ella empezó
a hablar de que la Iglesia estaba a favor de la vida, no sé qué. Y ahí se le preguntó
que por qué si la Iglesia estaba a favor de la vida no había dicho nada de los
treinta mil desaparecidos”631.

Otra de las expresiones de esos cambios lo constituyeron las publicaciones de


revistas realizadas por los estudiantes en las escuelas medias. Laura participó de
la revista Desde la Jaula realizada por algunas alumnas de tercero y cuarto año de
la escuela Normal 1. Salió por primera vez en septiembre de 1982 y si bien
inicialmente estaba pensada como una revista de la escuela, la prohibición de
venta por parte de la directora la llevó a trascender las paredes de la institución.
Del primer número se publicaron 1000 copias, todas vendidas632. Los cinco
números que salieron no muestran un perfil político definido, y quienes formaban
el corazón de la revista no tenían militancia política previa (aunque la asumieron al

631
Ibíd.
632
Accedí al primer número de la revista Desde la Jaula a través de la entrevista realizada a
Sergio Rébori, quien generosamente me acercó un conjunto de publicaciones alternativas. Todo
ello a pesar de que a Laura la conocía de años. El dato no es menor, permite advertir los posibles
derroteros de la publicación en ese contexto.

306
calor de los acontecimientos posmalvinas)633. Desde la Jaula era una revista que
se proponía abrir la mirada sobre diversas cuestiones:

“Nosotras estamos convencidas que vivimos dentro de una gran celda (…) una
jaula para el artista, una jaula para estudiantes, una jaula para el intelectual, una
jaula para el sexo y el amor, una jaula para opinar distinto (…) Porque a pesar de
que asumimos los barrotes que nos atan, también sabemos que nunca han de ser
eternos. Un día todos juntos tomaremos las llaves e iremos abriendo una a una
todas las puertas”634.

Una entrevistas a Piazzolla, otra a la organización Madres, a representantes del


rock, a un combatiente de la guerra de Malvinas e inclusive las notas no
publicadas (como aquella realizada al representante de la Liga de la Decencia)
dan cuenta de los intereses pero también del ritmo acelerado con que esas
preocupaciones inundaban la vida de algunos jóvenes.

En otras escuelas también se fomentó entre los estudiantes la publicación de una


revista. Sabina recuerda que en el Politécnico también surgió una en el marco de
la transición: “yo no tenía una participación muy activa, pero yo me acuerdo de
una revista que se llamaba Picaporte, que era de la escuela. Y me acuerdo que en
el marco de la revista fuimos a hacerle una entrevista a Silvio Rodríguez”635. En el
caso del Politécnico no debemos olvidar que la publicación de revistas
estudiantiles se había mantenido a lo largo de la dictadura como modo de
mantener y fomentar vínculos entre los estudiantes, especialmente aquellos que
tenían cierta militancia política. Sabina recuerda que de la revista participaron
estudiantes que eran de la FJC. En el caso del Politécnico otra de las luchas
recuperadas por los estudiantes fue contra el uso del uniforme, una consigna
sostenida desde años anteriores. Entre los compañeros de Sabina era común
escuchar el cántico popular: “la corbatita y el pelo corto que se lo metan bien en el
orto”. El fin del uniforme llegó al Politécnico como a la mayoría de las escuelas con
633
Laura comenzó a militar en el Movimiento de Acción al Socialismo, mientras que algunas de sus
compañeras se acercaron al radicalismo.
634
“Pequeña explicación sobre el título”, Desde la Jaula, n° 1, septiembre de 1982, p. 3.
635
Sabina F.

307
la transición a la democracia. Quien observa las fotografías de la promoción ‘86,
entre el año de ingreso, 1981, y su egreso las diferencias son claras, zapatillas,
jeans, pelos largos en los varones, ausencia de vinchas en las mujeres
contrarrestan la vestimenta de los primeros años. Por su parte Laura recuerda que
en el año 1982 la directora se negó a hablarle porque no llevaba el uniforme
reglamentario:

“Tenía una actitud de jodernos con el uniforme, porque si bien no había uniforme
sí había guardapolvo blanco medias azules, vincha azul (…) y el pulóver tenía
que ser azul marino, yo me acuerdo que llevaba un pulóver que era un color
petróleo… distinto el color (…) Una vez que fuimos a hablar me hizo sacar el
pulóver si no, no hablaba conmigo y yo me acuerdo que cuando llegué al salón
me puse a llorar, porque yo traté de no sacármelo pero llegó un momento en que
no había manera… y me saqué el pulóver”.

La anécdota tiene una connotación simbólica doble, para la directora es el


mantenimiento de una normativa en el marco en que todas ellas son cuestionadas
por sus estudiantes, la negativa de acatar la orden inicialmente fue para Laura un
intento más de trascender el límite impuesto.

A estos cuestionamientos se sumaron muchos otros que marcaban la brecha entre


las prescripciones de régimen y la nueva sociedad en que se desarrollaban. Una
de las más significativas estuvo dada por el proceso de recomposición de las
instancias de participación y organización política. En las escuelas medias es
posible verificar diversos intentos de recreación del centro de estudiantes, sin
embargo en la mayoría de los casos no se gestaron sino hasta ya iniciado el
período democrático y en ocasiones ese proceso tomaría mucho más tiempo636.
Sin embargo en los últimos años de la dictadura una de las organizaciones que
nuclearía a los estudiantes de ese sector fue la Coordinadora de Secundarios, una

636
Alejandro recuerda que cuando regresó al Superior de Comercio ya como docente a mediados
de los ochenta, no se habían producido grandes cambios y el centro de estudiantes no se había
reestablecido. “yo entro a trabajar en el 85 al Superior y no volaba una mosca. Y todavía el tema
de las chicas con guardapolvo, y todavía la corbata y todavía toda esa historia (…)”. Según
Alejandro recién en el período 86/87 se iniciaron los primeros reclamos estudiantiles por la
recuperación del centro de estudiantes y contra el uniforme en esa institución. Alejandro P.

308
organización que movilizó y participó en las distintas instancias de
cuestionamiento al régimen.

Aún cuando los cambios reseñados no se verificaron al mismo ritmo ni con las
mismas expresiones en todas las escuelas secundarias, es posible pensar que en
la mayoría de las instituciones las percepciones en torno a las autoridades, los
docentes, las prácticas, las normativas variaron luego de Malvinas. Demandar una
charla pública sobre educación sexual, publicar una revista, resistir individual o
colectivamente el uniforme, buscar canales de expresión participativa fueron
algunos de los caminos por los cuales los jóvenes iniciaron las estrategias de
cuestionamiento a las políticas gestadas en dictadura. Es decir, en el último año
del gobierno de facto los jóvenes, o mejor dicho una buena parte de ellos que
habían vivido el reordenamiento impuesto en años anteriores, se involucraron en
las acciones de oposición y resistencia a la dictadura desde múltiples lugares,
pero especialmente en aquellos considerados “ámbitos juveniles”. En ese marco
aquel espacio que convocó una de las expresiones más significativas de acción
contra la dictadura y que fue llevada adelante por jóvenes fue la lucha por el
ingreso irrestricto en la universidad, que venía precedida por otras que se gestaron
en los claustros.

Como ya hemos advertido, en la Universidad Nacional de Rosario se habían


gestado incipientes reclamos frente a la política implementada por Llerena
Amadeo en los años 80 y 81. Hemos planteado además que esos
cuestionamientos si bien fueron significativos en su alcance y estrategias de
acción no movilizaron al conjunto de los estudiantes respecto de otras demandas
ni modificaron la estructura universitaria tal como se venía desarrollando durante
toda la dictadura. Sin embargo abrieron la primera brecha en la lucha estudiantil
que verificó modificaciones más significativas en el período abierto posmalvinas.
Pero fue durante el período 82/83 que en la universidad se “revitalizaron
estructuras organizativas que habían permanecido congeladas durante años”637.

637
AGUILA, G. Dictadura, represión…, op. cit., 315.

309
En un capítulo anterior hemos señalado que la participación política se modificó
sustancialmente en dictadura, la pertenencia a determinado partido o agrupación
fue central en la vida de aquellos que tenían una tradición militante, pero esas
prácticas fueron solapadas y fragmentarias, especialmente en los primeros años
de la dictadura donde la militancia política era una práctica menos visible o
colectiva. En el marco de la crisis de régimen pero aún más desde la derrota de
Malvinas, las estructuras partidarias y las instancias organizativas en las
universidades comenzaron a tener un perfil más visible y definido. Ya hemos
señalado, por ejemplo las movilizaciones convocadas por la FUR o agrupaciones
estudiantiles en el marco de la guerra, o la convocatoria a la solidaridad estudiantil
con los combatientes. Luego de junio y con la derrota, las acciones de las
agrupaciones se direccionaron en otros sentidos. El primero y más significativo la
demanda por la recuperación de la participación estudiantil en la vida universitaria.

Las asambleas y los reclamos en torno a la recuperación de los centros de


estudiantes comenzaron a ser parte de la vida cotidiana de quienes transitaban la
universidad. Sergio C. recuerda que en agosto de 1982 se realizó en la Facultad
de Humanidades y Artes la primera asamblea, fue en uno de los pasillos de
ingreso y se trató el tema del turno castigo638. Por la participación en esa reunión
fueron sancionados tres estudiantes. Días después se pretendió impedir la
realización de otra asamblea en la Facultad de Arquitectura. Las sanciones a
estudiantes o los intentos de los decanos por impedir la participación estudiantil
eran extemporáneas e incluso provocó una mayor movilización de los estudiantes
universitarios. Las sanciones fueron repudiadas a través de una “sentada” frente a
decanato y el canto de consignas como “menos represión, mas educación”, “Fuera
policías de Filosofía”, “atención, atención el único camino es la movilización”639. El
cuestionamiento a las sanciones no provino sólo de los estudiantes de esa casa
de estudios sino que fueron acompañados por otros de Arquitectura, Derecho,
Ciencia Política, Ingeniería e inclusive la FUR, así como agrupaciones políticas

638
Sergio C.
639
“Acto de protesta en Facultad de Humanidades y Artes”, Rosario, 01/09/82, tapa y p. 28.

310
acompañaron el reclamo. Las declaraciones no se circunscribieron sólo a ese
hecho sino que ampliaban sobre un conjunto de problemas que en la coyuntura
comenzaron a visibilizarse. El cuestionamiento a la vigilancia y la llamada
“normalización” del personal docente por concurso fueron algunas de las
consignas retomadas por los estudiantes. En ese sentido puede señalarse la
posición que la agrupación estudiantil ARUE-MOR, de vertiente comunista, tomó
ante las sanciones: “esta nueva medida arbitraria se inscribe en el modo de la
creciente presencia de personas ajenas a los claustros en las diferentes facultades
que invocan las tareas de vigilancia solo tenía por función la libre expresión del
estudiantado (…) exigimos el retiro inmediato del personal de vigilancia de todas
las Facultades”640. Es decir, los meses posteriores a Malvinas fueron centrales en
la recomposición del movimiento estudiantil, sus estructuras participativas y
organizaciones políticas donde la creación de los centros de estudiantes se
constituyó en una de las consignas centrales.

Así, en algunas facultades comenzaron a desarrollarse las elecciones de


representantes estudiantiles. En las elecciones de Derecho, primera facultad que
las llevó a cabo, participó casi el 70 % de los estudiantes inscriptos y se
constituyeron siete agrupaciones políticas: Estudiantes de Derecho Independiente
que ganaría las elecciones seguida de Franja Morada, MNR-Mariano Moreno, el
Frente Universitario Justicialista, la Lista Naranja (constituida por ARUE-MOR,
Partido Intransigente), Lista Patriótica para la Unidad Nacional (CUNFAUDI)641. A
lo largo de los meses siguientes, otras facultades abrieron el camino para la
conformación de los centros de estudiantes y el recambio de las autoridades
locales y nacionales de la Federación Universitaria642. Las elecciones mostraron la
renovación de agrupaciones políticas, algunas constituidas por independientes y
otras de raigambre más tradicional en los claustros como las agrupaciones Franja
Morada, MNR y el MOR, así como la reconstitución de agrupaciones de izquierda

640
“A la universidad se refiere ARUE”, Rosario, 04/09/82
641
“Se respira democracia en las elecciones de derecho”, Rosario, 30/09/82, p. 18.
642
Las primeras en llevarlo a cabo fueron las facultades de Ingeniería, Ciencia Política, Medicina y
ciencias Económicas.

311
y en menor instancia peronistas, ya que la represión había mermado
significativamente su lugar en los claustros.

Ese proceso evidenciaba la amplia diversidad de agrupaciones que emergieron en


ese contexto. Pedrosa señala que en el período previo caracterizado por las
comisiones pro centro se evidenciaba la cohesión de las diversas fuerzas en pos
de un objetivo común, recuperar la participación estudiantil en la universidad.
Ahora bien dado ese paso, las diferencias históricas entre algunas agrupaciones
volvieron a marcar el ritmo de la política en la universidad643. Gustavo recuerda
que las viejas diferencias entre las agrupaciones se recuperaron al mismo ritmo
que las instancias políticas:

“te encontrabas con todos y con confrontaciones pesadas, duras por momentos
(…) Así también estaba gente histórica de PCR que en las expresiones
estudiantiles universitarias estaba el FAUDI en donde entre el PC y el PCR
estaba la vieja pica de lo que implicó la vieja fractura del ‘67… empezaba a
reeditarse inmediatamente sobrevenida la democracia las viejas fisuras, fracturas
y confrontaciones. Y era una efervescencia muy rica, muy apasionante, pero muy
dura también, porque no estaban saldadas las cuentas”644.

Pero el proceso de movilización y las posteriores elecciones producidas en las


facultades de la UNR daban cuenta de los cambios en los modos de entender y
asumir la participación estudiantil en la universidad. Si aquello que había
caracterizado el discurso y las prácticas de los primeros ‘70 fue la radicalización
política y la universidad como espacio de convergencia de la lucha revolucionaria,
el nuevo escenario daba cuenta del paulatino viraje hacia posiciones reformistas,
donde la Franja Morada y el MNR tuvieron un peso específico importante.
Asimismo la emergencia de las agrupaciones independientes también advertían
ese viraje. Varios autores indican que la emergencia de esas agrupaciones
independientes permiten señalar además la reconfiguración de nuevos modos de
entender la participación estudiantil en el período de transición, donde el núcleo

643
PEDROSA, F. “La universidad y los estudiantes…, op. cit., p.225.
644
Gustavo B.

312
de preocupaciones se centraba en lo académico por sobre lo político645. Si bien en
Rosario estas agrupaciones independientes tuvieron un desarrollo inicial
importante, fueron las agrupaciones políticas más tradicionales aquellas que
lograron una mayor inserción en el movimiento estudiantil, ganando las elecciones
en la mayoría de las facultades646.

En el proceso de movilización estudiantil se podía verificar también la


convergencia de diversas generaciones, aquellos que volvían a la universidad
luego de pasada la etapa mas cruenta de la dictadura y una generación nueva:
“Te encontrabas, con que los primeros años de la década de ‘80 a nivel estudiantil
que era el ámbito donde yo militaba, los que representábamos las nuevas
generaciones éramos dirigentes estudiantiles de gente que retornaba a la
universidad luego de haber sido perseguido y que retornaba”647. Gustavo recuerda
que en 1984, siendo dirigente del centro de estudiantes de la Facultad de
Humanidades y Artes se desarrollaron significativas: “…movilizaciones del centro
de estudiantes de mas de dos cuadras compactas, muy compactas al rectorado de
Córdoba e Italia y detrás mío yo veía que quienes me respaldaban eran
compañeros con una trayectoria y una historia militante de la puta madre con diez
años y más también, más que yo, que con un perfil bajo acompañaban el proceso
y nos ayudaban a crecer también”. En ese sentido es posible pensar que la
emergencia de nuevos militantes juveniles en el contexto de la transición abría
nuevos parámetros de acción que combinaban las viejas disputas internas con las
nuevas realidades y sujetos que la sostenían.

645
ARRIONDO, Luciana. “Universidad y política. El movimiento estudiantil en los 80”, en Revista
del CCC, n° 11, año 4, 2011 Versión on line www.centrocultural.coop/revista [última consulta
03/07/2013]; PEDROSA, Fernando. “La universidad y los estudiantes…”, op. cit. TOUZA, Rodrigo.
“El movimiento estudiantil universitario en Mendoza entre 1983 y 2000”, en BONAVENA, Pablo;
Juan CALIFA y Mariano MILLAN (comp.). El movimiento estudiantil argentino: Historias con
presente, ed. cooperativas, Bs. As., 2007.
646
Ver AGUILA, G. Dictadura, represión… op. cit. p. 317 cita 41. Para un estudio de las
agrupaciones independientes en otras universidades ver ROMERO, Ricardo. La lucha continúa. El
movimiento estudiantil argentino en el siglo XX, FUBA; Bs. As., 1998, p. 192. ARRIONDO, Luciana.
“Universidad y política...” Op. cit.
647
Gustavo B.

313
Si uno de los componentes de la transición fue la recomposición de la
participación estudiantil en cada una de las facultades; otro de ellos fue la
regeneración de las estructuras organizativas regionales y nacionales y la
creciente movilización que estas desarrollaron. En ese sentido la recuperación del
lugar de la FUA y la FUR para el caso local son centrales. En septiembre de 1982
se reunieron en Rosario doce delegados regionales quienes cuestionaron la ley
22.207 y exigieron su derogación648. Al mismo tiempo que a nivel nacional la FUA
iniciaba un camino de movilizaciones bajo el lema “La educación es un derecho no
un privilegio”649, en Rosario la federación local hizo lo propio. A fines de octubre la
marcha contra el nuevo estatuto de la UNR adecuado a la ley implicó la
movilización de más de mil estudiantes desde Plaza 25 de mayo hacia rectorado;
las consignas centrales fueron la derogación del arancelamiento, del ingreso
restrictivo y el fin de los concursos docentes650. Los estudiantes sin embargo no
fueron recibidos por el rector de facto, de hecho esa sería la actitud que de allí en
mas adoptó respecto de los estudiantes.

La última lucha encabezada por los estudiantes universitarios contra el rector de


facto y la política universitaria se llevó adelante en 1983. Si bien el ingreso
irrestricto fue una consigna desde años previos, fue en ese entonces que se
articuló en torno a un conflicto concreto. A fines de 1982 se había modificado el
sistema de exámenes para el ingreso a una carrera universitaria aumentando las
trabas y restricciones ya impuestas y dejando un alto número de aspirantes fuera
de la universidad para el año siguiente, incuso aquellos que habían aprobado os
exámenes651. En razón de ello se realizaron distintas concentraciones que
movilizaron a los jóvenes, muchos de ellos recién egresados de las escuelas
medias y que pretendían acceder a la universidad. En febrero una de las primeras
marchas convocó a trescientos cincuenta jóvenes y una semana después a otros
tantos. El objetivo era el ingreso irrestricto bajo la consigna de culminar con “la

648
“Reunión de FUA”, Rosario, 05/09/82, p. 11.
649
Ver ROMERO, Ricardo. La lucha continúa… op. cit, p. 189 y ss.
650
“Se realizó la anunciada marcha estudiantil organizada por la FUR”, LC, 29/10/82, tapa.
651
AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”, op. cit., p. 195 y 196.

314
universidad elitista”. Las convocatorias fueron realizadas por la Comisión de
Aspirantes a la Universidad y acompañadas por la FUR pero se señalaba que “no
tendrá color político ni partidario”652. Sin embargo y a los pocos meses el carácter
de la lucha adquirió otras connotaciones.

Como la demanda por el ingreso irrestricto se llevaba adelante al mismo tiempo


que se iniciaba un nuevo ciclo lectivo y aun cuando a mediados de años se
revisaron las políticas de acceso -permitiendo que un importante número de
estudiantes se incorporaran-, aun muchos de los estudiantes que aprobaron el
examen quedaron fuera de la universidad653. En septiembre el conflicto adquirió
nuevos ribetes cuando ante la negativa de rector de recibir a estos jóvenes, un
grupo inició una huelga de hambre. Sergio M. fue uno de ellos. Sin participación
política expresa y habiendo ingresado como oyente a la Facultad de Medicina, se
acercó en el proceso iniciado en 1982 al centro de estudiantes. Para 1983 era uno
de los no había accedido a la universidad y huelguista. Recuerda que la huelga
“surge a partir de que en Córdoba los estudiantes hacen una huelga de hambre y
entonces yo digo, acá tenemos que hacer lo mismo porque si no, no pasa nada”.
La huelga de hambre no era una forma de lucha nueva, de hecho tenía ya cierta
trayectoria en la historia de movimiento estudiantil al igual que las sentadas,
ambas fueron formas de protesta desarrolladas comúnmente en ese contexto. En
el caso de Rosario la huelga de hambre se organizó con la participación inicial de
varios estudiantes de distintas carreras sostenidos por las estructuras
organizativas estudiantiles y las agrupaciones políticas. Para Gustavo la huelga de
hambre: “nuclea a una militancia muy fuerte, muy fuerte, muchos de los cuales
venían del movimiento secundario e ingresaban a la universidad (…) donde ahí
aparecen fuertemente los viejos cuadros de la FUR, respaldando y bancando

652
“Movilización por el examen de ingreso”, Rosario, 01/03/1983, p. 17.
653
AGUILA, G. “El terrorismo de estado…” op. cit., p. 196 y ss.

315
desde el radicalismo algo que en realidad fue construido por izquierda desde la
Fede, por ejemplo”654.

Si bien el objetivo era derogar el ingreso restrictivo así como otras normativas de
la nueva ley, lo cierto es que en poco tiempo el discurso de los representantes de
la comisión de aspirantes y dirigentes estudiantiles se direccionó hacia la figura de
Riccomi. No es casual que en algunas de las marchas uno de los cánticos
populares junto a “se va a acabar, se va acabar…” fuese “Ahora que está de moda
tirar fachos al mar, Riccomi que es precavido está aprendiendo a nadar”.
Asimismo ya iniciada la huelga, las primeras alocuciones de los estudiantes
reclamaron la renuncia del rector de facto655. A las expresiones estudiantiles se
sumaron la de otros sectores de la ciudadanía: padres de ingresantes, dirigentes
políticos y gremiales, de organizaciones de derechos humanos, como la CGT-Ra,
la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, PC, UCR, PO, PI, etc. También
acompañaron el reclamo organizaciones sociales como la de ex combatientes y la
Coordinadora Secundaria656.

La demanda de la universidad abierta y popular excedía al movimiento estudiantil


e inclusive diversos dirigentes políticos solicitaron audiencia con el rector para
destrabar el conflicto. Ante el silencio del rector interventor o alocuciones que
encendían aún más el ánimo estudiantil657, la huelga culminó luego de nueve días,

654
Gustavo B. Si bien en el proceso de transición la FJC y el PI tuvieron un rol significativo en
muchas universidades del país, especialmente en la organización estudiantil contra la política
universitaria, este auge se vio mermado ya en los primeros años de la democracia. Muchos
factores contribuyeron en ello, el ascenso del discurso reformista y de Franja Morada, el desgaste
de las posiciones revolucionarias frente a la democracia y, en el caso de a FJC, la crisis interna del
PC a partir de su posicionamiento respecto de la dictadura.
655
Uno de los huelguistas señalaba en su discurso “parece que se ha declarado una batalla a
muerte entre todos los ciudadanos y el fascista Riccomi”. Asimismo el representante de la FUR,
Ernesto Viale manifestaba que Riccomi no haya dado una respuesta es una actitud que
corresponde con la lógica interna de este régimen ligado al imperialismo y la oligarquía. Las
fuerzas populares unidas en el camino de la lucha terminaremos por derrotar este sistema.” Ver
“Gran adhesión a la huelga de hambre iniciada por los estudiantes”, Rosario, 17/09/83, p. 48.
Asimismo el petitorio que demandaba la renuncia de Riccomi sumaba más de 23000 firmas.
656
“Los alumnos ingresantes siguen en huelga de hambre”, Rosario, 18/09/83, p.49.
657
Riccomi no recibió a los estudiantes, sin embargo sí lo hizo con las madres de los aspirantes a
quien les manifestó: “tengo la conciencia muy tranquila. En el país hay exceso de médicos y
abogados, y no están dadas las condiciones ni los medios para que mas jóvenes sean médicos o

316
con la renuncia de Riccomi y la incorporación de los aspirantes que no habían
ingresado por falta de cupo. El fin del conflicto no derivó en la democratización
plena de la universidad, para ello faltaban aún unos meses, aquellos que mediaron
entre la renuncia del rector interventor y la asunción de Artemio Melo como
normalizador designado por Raúl Alfonsín. Sin embargo la salida de Riccomi
marcó un precedente inestimable, fue el único rector echado antes de finalizada la
dictadura y en ese proceso un rol central habían tenido los jóvenes.

Cabe señalar por último que la lucha y movilización de los estudiantes


universitarios y aspirantes convergió con el proceso de apertura política de cara a
las elecciones. Esto no es un mero dato, debemos considerar que la participación
de jóvenes no se circunscribió sólo al ámbito universitario sino que se planteó
además su inserción en las secciones juveniles de las estructuras partidarias. Si
bien como hemos señalado en el capítulo anterior la militancia, especialmente de
los partidos tradicionales no desapareció con la dictadura, su fragmentación había
impedido la rearticulación de los espacios y ámbitos de sociabilidad militantes
tanto con compañeros del partido como con aquellos de otras organizaciones
políticas. Fue con la crisis del régimen pos Malvinas y la reapertura que la
militancia política juvenil comenzó a reactivarse.

En ese marco si bien proliferaron y crecieron las ramas juveniles de los diferentes
partidos un lugar destacado lo ocuparon los sectores juveniles del radicalismo,
especialmente Franja Morada y la Juventud Radical -Junta Coordinadora
Nacional. Es interesante consignar que en mayo de 1981, y en un hecho inédito
en otras estructuras partidarias, la Junta Coordinadora Nacional se reunió en
Santa Fe para elegir nuevos representantes de la Juventud Radical. Para
Yannuzzi el hecho da cuenta de dos procesos; el primero, la amplia movilización
que internamente ya se gestaba en algunos partidos. Segundo, el hecho de que la
juventud radical había crecido significativamente y exigía un recambio de

abogados”. Ver “No ingresantes siguen con la huelga de hambre”, Rosario, 19/09/83, p. 47. Para
un análisis más pormenorizado de la salida de Riccomi ver AGUILA, G. “El terrorismo de estado…”,
op. cit. p. 198.

317
dirigencia658. Asimismo como señala Juan C. Fernández, el discurso de la JR-
JCN permitió al alfonsinismo recuperar no sólo los valores tradicionales del partido
sino cerrar filas en torno al discurso Democracia vs. Dictadura. Ello permitió al
sector de Renovación y Cambio hegemonizar la UCR frente a las otras vertientes
políticas e inclusive ganar las elecciones de 1983659.

La FJC también tuvo un fuerte reimpulso en esta coyuntura. Según Gilbert a


principios de 1982 contaba con 89.454 afiliados, número cercano a aquel que se
habían propuesto en el X Congreso de 1974, llegar a los 100.000. Fueron también
junto a la juventud del radicalismo aquellas que nutrieron con mayor cantidad de
compañeros las primeras movilizaciones. De hecho fueron las dos fuerzas
centrales en el proceso de recomposición del Movimiento de Juventudes Políticas
(MOJUPO) en 1982660. Según Gustavo:

“Fue muy significativo lo que fue el Movimiento de Juventudes Políticas en


Rosario, tuvo un protagonismo muy fuerte en el retorno de la democracia y
fundamentalmente a partir de la famosa, la última muerte de dictadura de Dalmiro
Flores en diciembre del 82, en una movilización muy importante de la CGT.
Pareció aparecer de la nada todas las expresiones juveniles de los partidos
tradicionales (…) con una fuerte impronta por izquierda que asumía el partido
Intransigente, la juventud Intransigente y mucha gente que había construido
históricamente su militancia en el PC, en la FJC”661.

Como sostiene Gilbert, la FJC salió de la dictadura “numéricamente fortalecida”.


Según el autor ello sería producto de su persistencia en la “lucha de
reivindicaciones, de mantener vínculos con las masas juveniles, sea por el
deporte, la música o por no pocas movilizaciones”662. Es cierto que esos espacios

658
YANNUZZI, M. de los A. Política y dictadura, op. cit., pp. 453-454.
659
FERNANDEZ, Juan Cruz. “Realidad argentina y proyecto de país en el discurso de la Junta
Coordinadora Nacional de la Juventud Radical (1968-1983)”, 4° Jornadas de Historia de la
Patagonia, Santa Rosa, 2010. NOVARO, M. y V. PALERMO. La dictadura militar… op. cit, p. 516 y
517.
660
GILBERT, I. La Fede. op. cit., p. 673.
661
Gustavo B.
662
Ibid.

318
de sociabilidad sostenidos durante los años de dictadura le permitieron mantener
vínculos aún en la etapa mas represiva del régimen; sin embargo no debemos
desconocer que ello fue posible gracias al carácter legal que registraba el partido y
que le permitió mantener sus estructuras organizativas. Si como hemos señalado
en un capítulo previo las formas de hacer política en los años más duros de la
dictadura marcaron una lógica fragmentaria y mínima que atravesó a los diferentes
partidos, lo cierto es que durante la última etapa de la dictadura, las diferencias
entre los partidos tradicionales legalizados y aquellos que no lo estaban,
devinieron centrales, especialmente en las posibilidades de vinculación con la
sociedad.

Por último, y si bien no nos detendremos pormenorizadamente en ese proceso, es


importante reconocer el rol que jugaron los jóvenes en la aceleración de la
reorganización de las estructuras partidarias. No olvidemos que la obtención de la
personería electoral, era clave para el reconocimiento de los partidos políticos
previo a las elecciones, de allí las intensas campañas afiliatorias. En ese marco
los sectores juveniles de los diferentes partidos se movilizaron para aportar un
gran número de fichas de afiliación. En el caso de la FJC a finales de 1982 había
aportado más de catorce mil fichas663. Laura recuerda que comenzó su militancia
en el Movimiento al Socialismo (MAS) en 1983 y una de sus primeras tareas fue:
“fui a un barrio a militar, y entonces iba a afiliar, teníamos que ir… era buena
afiliando, tenías que ir casa por casa, llevábamos el periódico, Solidaridad
Socialista (…) después otra vez fui a Buenos Aires y también fui a afiliar a una
estación de trenes” 664.

Por otro lado mas allá de la participación expresa en alguna instancia organizativa
política o gremial, fue evidente que los últimos meses de la dictadura fueron de
renovación de la participación juvenil en diversos ámbitos que excedieron a la
política y la demanda de cambios en las escuelas y las universidades. Para
muchos jóvenes los años ‘82 y ‘83 fueron los de las primeras movilizaciones.

663
GILBERT, I. La Fede… op. cit. p. 674.
664
Laura B.

319
Laura recuerda cuál fue su primera participación en una marcha, antes de iniciar
su militancia política, aquella realizada en mayo de 1983 por la desaparición de los
militantes Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereyra “me había impactado la tristeza
de la marcha, una marcha silenciosa salvo que se gritaba eso de Paso Paso Paso,
queremos a Cambiasso, que terminaba en el arzobispado (…) me quedé así como
muy sensibilizada con esa marcha”665.

Implicó una necesidad más vasta pero a la vez más inasible, la de recuperar el
tiempo perdido, la de acceder a aquello que desde hacía mucho tiempo estaba
vedado y que para muchos jóvenes ni siquiera había formado parte de su universo
o expectativas. Las anécdotas personales de las personas entrevistadas permiten
encontrar en sucesos personales lo inmaterial de esa necesidad. Encontrarse,
hacer algo, acercarse a una asamblea, debatir con los pares, avanzar sobre los
límites impuestos, escuchar música, ver películas antes prohibidas, hacer teatro,
encontrarse con los que regresaban del exilio o del insilio, se tejen en los relatos
del tiempo “después de Malvinas”. En palabras de Beatriz:

“en el 82 se empezó a decir dictadura. Me acuerdo… Eso sí me acuerdo. Eso sí


me acuerdo… cuando terminó la guerra de Malvinas el cantito era “se va a
acabar, se va acabar la dictadura militar” (…) y esto de decir y esto es una
dictadura que era una palabra, que siempre fue una palabra con una connotación
negativa pero una no lo asociaba con que era lo que vivía (…) ahí empecé a
entender… incluso… uno después entendió rápidamente. Muy rápidamente”666.

665
Ibíd.
666
Beatriz A.

320
Conclusiones

A lo largo de la tesis hemos pretendido abordar los modos en que se configuraron


las representaciones sobre la juventud durante los años de la última dictadura
militar, priorizando un mirada que articula discursos, políticas diseñadas, prácticas
y experiencias. Para ello indagamos cuáles fueron los cambios más significativos
en el proceso de conformación de las representaciones hegemónicas y la
emergencia de los jóvenes como sujetos políticos en la etapa previa, entendiendo
que en esa coyuntura las representaciones hegemónicas giraron en torno a la
imagen del joven como rebelde, revolucionario y motor de cambio.

La dictadura iniciada en marzo de 1976 marcó un punto de inflexión en ese


proceso en la medida que puso en práctica diversos dispositivos que buscaban
reorientar las representaciones respecto de los jóvenes y adecuarlas al PRN. Es
decir, el régimen pretendió crear una nueva juventud acorde a los lineamientos
propuestos en dictadura y ello implicaba desarticular la experiencia previa y los
modos en que ella fue concebida. En esa línea advertimos que en los años
comprendidos entre 1976 y 1981 los jóvenes y sus espacios de sociabilidad fueron
tema recurrente en la agenda del gobierno de facto. Asimismo los discursos en
torno a ellos se multiplicaron. En esa línea señalamos no sólo cuales fueron
aquellas expresiones difundidas por las distintas Juntas Militares y los cambios
operados en ellas sino que ampliamos la mirada para incorporar aquellas voces de
quienes fueron funcionarios del régimen y que por diversos motivos se ocuparon
de definir y señalar el rol de la juventud en ese nuevo contexto vivido. Rastreamos
además algunas de las concepciones básicas respecto de las cuales era definida
la juventud y que oscilaban entre una amplia gama de significaciones que iban
desde la idealización de ella como futuro hasta su condición de peligrosidad
latente. Hemos indagado, en definitiva, qué lugar ocupó esta problemática entre

321
un conjunto amplio de cuestiones que fueron temas de preocupación para el
gobierno de facto.

Sin embargo el discurso en torno al rol de la juventud en el marco del proyecto


militar tuvo sus fluctuaciones. En la etapa inicial de la dictadura, Videla como
representante de la Junta Militar fue quien se encargó de dar centralidad a los
jóvenes en el PRN y si bien no fue el único que en esos primeros años señalaba
su preocupación por la temática, sin dudas sus palabras tuvieron una amplia
repercusión otorgando mayor énfasis a la cuestión. Podemos decir entonces que
dar contenido a la juventud, señalar sus contornos, sus límites y su esencia no fue
una instancia menor en el marco de la producción de discursos realizada desde el
gobierno de facto en esos primeros años.

Esa intensidad inicial fue menguando con el paso de los años y de las Juntas
Militares. Para la década del 80 las alocuciones desde el gobierno de facto en
torno a la juventud fueron perdiendo sustancia frente a otro conjunto de cuestiones
más apremiantes en aquellos momentos, como eran la situación económica, el
descontento social, las críticas respecto de las violaciones a los derechos
humanos, los reclamos de apertura política, etc. Si bien la juventud no dejó de ser
un punto habitual en las agendas de las diversas Juntas Militares, la crsisi y
desestabilización del régimen llevó a que aquella temática fuese en esa nueva
coyuntura relegada a un segundo plano. La expresión más cabal de este cambio
se evidenció durante la gestión de Galtieri y en el marco de la guerra de Malvinas,
cuando la condición juvenil de los soldados exaltada por la sociedad era
desconocida en el discurso del presidente de facto.

La creación de una juventud acorde a la nueva coyuntura que instituyó la dictadura


en los primeros años se realizó tanto desde el discurso militar como desde las
acciones. Ello implicó que desde el estado se gestaron políticas específicas que
intervinieron sobre los espacios de sociabilidad juveniles donde destacamos las
escuelas y universidades. En este punto nos propusimos abordar no ya las
políticas educativas que otros autores han analizado profundamente, sino rastrear
los modos en que estas se internalizaron en las prácticas cotidianas de los

322
ámbitos educativos. En este punto tratamos de reflexionar a partir de un conjunto
de escuelas medias de la ciudad de Rosario analizando cómo se implementaron
paulatinamente políticas de disciplinamiento y control sobre el universo estudiantil
y cómo en algunos casos específicos estas se articularon con lógicas represivas.
En general las escuelas medias construyeron sus prácticas autoritarias en el
marco de la dictadura abonadas por políticas de disciplinamiento y control que se
ensamblaron con las lógicas institucionales propias de esas escuelas. Ese
proceso permitió configurar un espacio donde las prácticas y relaciones
institucionales fueron percibidas en la cotidianeidad como normales. Ese carácter
“normal” que nuestros entrevistados han señalado con frecuencia deviene de un
proceso lento de sedimentación de políticas educativas internalizadas en espacios
materiales específicos a través de los individuos. Para aquella generación de
jóvenes que inició sus estudios en escuelas medias luego de 1976 era “normal” y
“natural” el ámbito donde se producían y reproducían sus relaciones con pares,
docentes y autoridades. Pocos podían reconocer o advertir los cambios que se
habían producido en ese ámbito o cómo ello afectaba sus propias experiencias. La
“normalidad” en que transcurrieron su vida las personas que entrevistamos sólo
puede ser interpelada desde el presente. Esa interpelación respecto de las
prácticas personales, sin embargo, tiende a ser soslayada por las personas
entrevistadas. Especialmente concurre en ello una imagen que se multiplicó en la
mayoría de los relatos recogidos, los entrevistados habían sido jóvenes y por tanto
ajenos a la propiciación de esas prácticas, políticas y la complicidad o
colaboración que podía atribuirse al adulto. Los jóvenes estaban exentos por ser
jóvenes.

Pero el análisis realizado respecto de algunas escuelas rosarinas da cuenta de


otros procesos. En primer lugar de la heterogeneidad con las cuales esas políticas
penetraron las paredes institucionales y arraigaron en ellas. Los tiempos de las
instituciones no fueron acompasados, las normativas, control, depuración y
reordenamiento institucional tuvieron sus peculiaridades. Contribuía la propia
historia de la institución y las particularidades de sus agentes pero también las
tradiciones que los alumnos ingresantes heredaban de sus antecesores y el

323
proceso de politización vivido en la etapa previa. Hemos señalado que Rosario fue
la ciudad donde el movimiento estudiantil secundario tuvo una presencia singular
en el marco de las tomas de 1973, modificando las prácticas y las relaciones al
interior de las instituciones educativas. En este punto debemos destacar que
aquellas escuelas que se constituyeron en un referente simbólico de
radicalización, las políticas de disciplinamiento y control se articularon en forma
aceitada con las lógicas represivas667.

Hemos analizado también los procesos de cambio generados en la Universidad


Nacional de Rosario a partir de la intervención Sánchez Matorras primero y
Riccomi después. Este análisis toma otra perspectiva en la medida que aquello
que analizamos es una institución cuya homogeneidad es, al menos relativamente,
más evidente que en las escuelas medias y donde las políticas educativas
asumieron otras lógicas. En este caso pivoteamos sobre algunos problemas que
consideramos centrales. En principio rastreamos las lógicas de disciplinamiento y
depuración que se internalizaron en la institución y que afectaron a diversas
carreras, permitiendo la expulsión de docentes y limitando el ingreso de
estudiantes. Paradójicamente ese proceso impulsó confrontaciones públicas entre
el rector interventor y distintas autoridades de las facultades que también
acompañaban y apoyaban el PRN. Es decir, los primeros conflictos en el ámbito
de la Universidad Nacional de Rosario no se suscitaron como contraofensiva de la
política educativa de la dictadura sino como lucha entre facciones de quienes
colaboraban con el régimen668.

El cuestionamiento a las políticas educativas en el ámbito de la universidad


surgieron luego de implementada una nueva política universitaria, aquella llevada
adelante por el ministro Llerena Amadeo. Fue en el contexto de 1980, cuando se
iniciaba otra coyuntura de la dictadura y que observamos los primeros indicios en

667
Lamentablemente los estudios sobre casos específicos son escasos, impidiendo un análisis
comparativo que permita rastrear ciertas generalidades en el proceso de articulación de lógicas
represivas y disciplinarias en los ámbitos de las escuelas medias a nivel nacional.
668
Recordándonos que al interior del régimen también se construyeron egos, negocios y beneficios
personales.

324
la recomposición del movimiento estudiantil universitario. En Rosario fue la
preocupación respecto del arancelamiento y su implementación en el ámbito local
aquello que marcó las primeras movilizaciones. Se sumarían en los años
siguientes otras demandas centrales, la participación política y el fin del ingreso
restrictivo. El estudio respecto de las escuelas y la universidad en dictadura nos
permite articular las políticas educativas, su implementación y como ellas fueron
vividas durante ese período entendiendo que este no fue un proceso unilineal y
continuo sino que tuvo fluctuaciones. Dependió de los cambios en el gabinete
ministerial, de la coyuntura del régimen pero también de las particularidades de
cada institución y las relaciones tejidas en ella.

Otro de los nudos centrales de esta tesis refiere a las políticas que se gestaron
desde las Fuerzas Armadas tendientes a reforzar lazos con la sociedad y
especialmente con jóvenes. Nos detuvimos en un principio a señalar el rol que
jugaron los Planes de Acción Cívica en el contexto de dictadura pero advirtiendo
que no surgieron en este momento sino que pueden rastrearse en una etapa
previa. Hemos enfatizado las particularidades que adquirieron los Planes en el
período 1976/83, en tanto nexo entre instituciones educativas y Fuerzas Armadas.
Advertimos además que tuvieron un desarrollo más significativo entre los años
1978/1980. Asimismo señalamos en que en este período la presencia de las
Fuerzas Armadas en los espacios educativos fue más evidente y se multiplicó
sobre otras cuestiones incluyendo actividades de acción comunitaria, premios,
certámenes. Esto marcó la interrelación entre militares y comunidad escolar en su
conjunto. Otro de los casos estudiados fue el operativo Argentinos! Marchemos
hacia las fronteras. Como proyecto específico de Gendarmería Nacional, tuvo en
el verano de 1979/1980 una inusitada difusión y movilizó a nivel nacional a miles
de jóvenes hacia escuelas de frontera. Hemos intentado en este caso detenernos
en el operativo a través de la experiencia de jóvenes rosarinos que participaron en
él, de las motivaciones que los llevaron a formar parte de una política específica
gestada desde las Fuerzas Armadas en dictadura, del modo que ello modificó al
menos por un breve lapso de tiempo la vida cotidiana de la escuela Nacional 1 y
de sus estudiantes.

325
Por ultimo abordamos la creación del Liceo Aeronáutico militar de Funes gestado
en 1980. Los objetivos que se planteó la Fuerza Aérea, las relaciones que el
proyecto permitió tejer con autoridades e instituciones de la ciudad de Funes, de
Rosario y de la provincia de Santa Fe, la significación que tuvo para la sociedad
en su conjunto y para quienes lo consideraron una buena opción educativa.
Hemos abierto además un camino a la reflexión sobre el Liceo como experiencia,
e indagado, a partir de entrevistas, cómo vivieron esos años quienes eran parte de
la primera promoción; entendiendo que su formación liceísta coincidía con los
últimos años de la dictadura, la guerra de Malvinas y la transición democrática.
Hemos tensionado esos recuerdos construidos en torno a un registro de
normalidad, entendiendo que en ese relato despojado de valores y discursos
castrenses los entrevistados buscaban recuperar una narrativa que los alejaba de
aquellos militares gestores del Liceo y de prácticas represivas. En esa línea
articulamos esos recuerdos con otros elementos que nos permitieron desgranar el
discurso normalizador de los entrevistados669.

A partir de los análisis realizados podemos plantear algunas consideraciones. En


principio es interesante destacar que la presencia de las Fuerzas Armadas en el
espacio público y la gestación de proyectos de articulación con la sociedad no
eran hechos novedosos ni impactantes durante la dictadura, por el contrario
mostraba cierta línea de continuidad con las intervenciones previas. Que las
Fuerzas Armadas se acercaran a las escuelas y a la gente era algo habitual,
cotidiano y difícilmente pensado como disruptivo respecto del período previo. Es
evidente sin embargo, que finalizada la dictadura las Fuerzas Armadas no
gestaron políticas similares y aquellas que se mantuvieron (el caso de Argentinos!
Marchemos hacia las fronteras) tuvieron un perfil público bajo.

Cuando en ocasiones he preguntado a alguien –que no fue participante directo- si


recuerda el proyecto Argentinos!..., el Torneo bajo bandera, la realización de
669
Si bien el liceo como política de las Fuerzas Armadas mantiene hoy día sus puertas abiertas
queda en evidencia que de ese proyecto inicial de llegar a tener 750 cadetes poco ha quedado.
Particularmente porque a partir de mediados las décadas del 80 mermó significativamente el
número de inscriptos, teniendo incluso en el año 2013 un número de ingresantes de primer año de
60 estudiantes (entre internos y externos)

326
determinados certámenes propiciados por las Fuerzas Armadas, la respuesta es
negativa, aun cuando muchas de estas actividades fueron ampliamente
difundidas, aun cuando muchos asistían a las instituciones que participaron en
esos proyectos. Ese olvido no es casual. Por un lado nos permite pensar que la
crisis que devino en las Fuerzas Armadas luego de la transición a la democracia y
el énfasis planteado en su rol represivo, desdibujó y soslayó ese lugar que habían
adquirido hasta el momento. Es posible plantear además que aquellas políticas
gestadas por el régimen dictatorial y las Fuerzas Armadas que implicaron cierto
apoyo, acompañamiento y participación de parte de la sociedad son las
desterradas de la memoria sobre la dictadura, ocupando ese lugar los relatos
aberrantes respecto de la violación a los derechos humanos.

Hasta aquí hemos detenido la mirada respecto de los discursos que se


construyeron desde el gobierno de facto y las Fuerzas Armadas, las políticas que
se entramaron desde el aparato estatal y cómo se constituyeron en experiencias
que permitieron desde las prácticas normalizar la dictadura. Pero abrimos y
ampliamos la mirada sobre otras cuestiones y destacamos la necesidad de
incorporar otras prácticas de sociabilidad juveniles que se diseñaron en esa
coyuntura. Estudiamos inicialmente aquellas que, gestadas por fuera del régimen
de facto, se articularon con el ideal de joven propuesto por la dictadura y el PRN.
En ese sentido trabajamos específicamente las prácticas de sociabilidad juveniles
católicas y la significación que estas adquirieron en esa coyuntura.

El recorrido por las agrupaciones católicas nos permite ponderar caminos


diferentes, recorridos de formación, sociabilidad y prácticas que dieron cuenta de
una multiplicidad de opciones para aquellas personas en las que la religiosidad
ocupaba un lugar central. En Rosario, los jóvenes católicos que participaron de
instancias asociativas vivieron su cotidianeidad religiosa, en general, sin grandes
cambios, sin rupturas abruptas, aun cuando ello no significó necesariamente el
desconocimiento de la realidad represiva. Si habían vivido experiencias poco
comunes, si recordaban anécdotas de presencia militar, represión a estudiantes,
ex alumnos o docentes, no lo asociaron con su militancia sino con el espacio

327
escolar u otra realidad que era ajena a su experiencia, probablemente porque las
asociaciones laicales fueron aún lugares considerados seguros para actuar.

Pero además porque esa “militancia social”, mas propia de las agrupaciones
salesianas que abordamos, no se tradujeron generalmente en acción o
participación política, es decir la labor social estaba escindida de la reflexión
política o por lo menos este aspecto no está presente en los relatos de los
entrevistados, especialmente en aquellos que habían optado por trabajar con
personas en condiciones de marginalidad. Tampoco hubo una clara correlación de
fuerzas proporcionalmente inversa entre militancia católica y participación política.
Aun cuando Miranda Lida sostiene que “las movilizaciones católicas de la
dictadura terminaron por pasar al olvido”670 con la movilización social durante y
después de la guerra de Malvinas, ello no significó necesariamente que los
jóvenes católicos dejasen sus prácticas de religiosidad para pasar a actuar en
otros planos, especialmente político. Aquellos que siendo estudiantes secundarios
de colegios religiosos participaron de estos grupos a fines de los ‘70 y se
internaron en la década siguiente en el mundo universitario o laboral, tuvieron
distintas formas de acercarse –o diferenciarse- de la política en ese ámbito. Sin
abundar en ello y refiriendo más específicamente a la relación entre la Iglesia y
jóvenes en los ’80, queda evidenciado que la prioridad respecto de ellos fue una
consigna fructífera para la institución convalidada especialmente por el Encuentro
Nacional de Juventud realizado en Córdoba en 1985.

Si los ámbitos de sociabilidad juveniles católicos y las peregrinaciones fueron


avalados y propiciados por el régimen, otras manifestaciones y prácticas juveniles
fueron consideradas disruptoras del orden. En ese sentido abordamos un estudio
respecto de las culturas juveniles de entonces pero haciendo hincapié en el rol
que tuvo la cultura de rock como cultura joven marginal en el contexto de los
primeros años de la dictadura. Hemos desarrollado las líneas generales que esta
adquirió en el caso rosarino, entendiendo que se constituyó en un espacio de
encuentros y prácticas alternativas que formó parte de la vida de muchos jóvenes

670
LIDA, M. “Las masas católicas…”, op. Cit. p. 28.

328
de la ciudad. El rock como cultura permitía el encuentro en un recital, el
intercambio de discos, escuchar en la radio el Expreso del Poli, leer una revista
alternativa, juntarse en la plaza…

Tales prácticas juveniles fueron durante gran parte de la dictadura marginales, no


tanto por la escasa participación de jóvenes, sino por la poca visibilidad y el
desprestigio que adquirieron durante esos años671. Sin embargo durante la
dictadura, la cultura del rock, existió, fluyó, se reprodujo y difundió. Al mismo
tiempo fueron vigiladas, controladas, “infiltradas”. La relación con el régimen y sus
instancias administrativas fue compleja. Por un lado, se negociaron y buscaron
espacios públicos donde “ser”, espacios que las dependencias municipales,
provinciales, nacionales otorgaban. Al mismo tiempo los jóvenes rockeros eran
perseguidos por otras dependencias municipales, provinciales, nacionales. En los
relatos esas contradicciones también se verifican. La noche no daba miedo al
joven, pero no era fácil ir a un recital. Las razzias eran sólo razzias, pero a veces
eran algo más. Se es inconsciente pero algo se sabe... Las contradicciones no son
casuales, permiten advertir la compleja trama entre el régimen, las instancias de
acción locales y la emergencia de prácticas autónomas que sin constituirse en
opositoras fueron corrosivas de algunas normativas de la dictadura. Por otra parte
esas contradicciones entre régimen y cultura rockera perdieron sentido hacia
finales de la dictadura cuando en el marco de la guerra de Malvinas, el rock fue
potenciado como música nacional.

El estudio sobre las prácticas juveniles incorporó además la necesidad de


resignificar el rol de la militancia política en esa coyuntura. Si bien tendemos a
considerar que la dictadura obturó y arrasó la política, los estudios más actuales
se han preocupado por matizar esta perspectiva. En este sentido nos propusimos
indagar a partir de la militancia política juvenil cómo se reconfiguraron la identidad
partidaria durante los primeros años de la dictadura y cómo se reorientaron las
prácticas de militancia hacia otros espacios. En ese sentido señalamos que en

671
Los recitales y las peregrinaciones fueron aquellas que durante estos años concitaron la mayor
presencia juvenil. Ambas, por supuesto desde lugares diferentes.

329
dictadura la acción política no desapareció completamente, en todo caso adquirió
características diferentes. Asimismo consideramos que hubo diferencias
significativas entre quienes participaron de organizaciones que mantuvieron visos
de legalidad y aquellas definidas como ilegales. En ese marco no debe
sorprendernos que las organizaciones políticas juveniles que mantuvieron su
legalidad en dictadura y tuvieron en ese contexto un margen de acción más
amplio, fueran aquellas que rápidamente capitalizaron el descontento juvenil en el
marco de la transición. En el caso de la universidad no podemos desconocer el
impulso que ganó Franja Morada, como brazo estudiantil universitario de la UCR,
y más específicamente del alfonsinismo, y la FJC en tanto frente juvenil del PC.
Ambas fueron las organizaciones con mayor capacidad de movilización juvenil
entre 1982 y 1983.

En el caso de Rosario esos dos años fueron además de gran efervescencia


política juvenil, y especialmente de los estudiantes universitarios. La demanda de
participación política y de acceso a la universidad condensaban las críticas a la
dictadura y sus males. La confrontación de los estudiantes rosarinos a la política
educativa se tradujo en un enfrentamiento directo con el rector interventor. El
conflicto agudizado por la rígida posición de Riccomi derivó en un hecho inusual,
la renuncia del único rector interventor antes de la asunción de Alfonsín. Era una
batalla que las distintas generaciones de estudiantes universitarios y los nuevos
estudiantes secundarios ganaban a la dictadura.

Los primeros años de democracia mostraron una reactivación del fervor juvenil, la
emergencia de nuevas prácticas políticas, culturales, de sociabilidad que se
asociaban a la idea de recuperar las libertades perdidas y la necesidad de
transgredir. Era una nueva primavera672, pero diez años después. Y las diferencias
entre una y otra, existían. No era sólo el nuevo contexto o los cambios
generacionales. La dictadura había dejado profundas raíces que arraigaron en el

672
Ante el fallecimiento de Alfonsín, en el año 2009 el periodista Osvaldo Bazán escribió un texto
que reproduce en parte las sensaciones que generó la primavera democrática alfonsinista para un
sector de la población. Su título es sin duda sugerente de esas sensaciones “Oficialmente, ha
muerto nuestra juventud”, ver www.criticadigital.com

330
aparato del estado y en la sociedad y que siguieron reconfigurando parte de las
prácticas juveniles ahora en democracia. Normativas escolares, como la ley
817/81 y el mantenimiento de la policía de menores en Santa Fe, la
reglamentación sobre las mesas de exámenes que regía en la Facultad de
Humanidades y Artes hasta hace unos meses atrás y que se había establecido en
los últimos años de la dictadura, la actual ausencia casi mayoritaria de centros de
estudiantes en las escuelas medias, las razzias en los recitales hasta finales de
los años ‘80, son algunas de esas inscripciones de las políticas de disciplinamiento
y control que la dictadura legó. Prácticas y normativas que se normalizaron en la
vida cotidiana.

331
BIBLIOGRAFÍA

AAVV, Historia, Memoria y Pasado Reciente, Anuario de la Escuela de Historia, UNR, Nº


20, Homo Sapiens, Rosario, 2003/2004.
AAVV. Generación subterránea. La otra historia del rock de Rosario, Amanoediciones,
Santa Fe, 2012.
ACHA, Omar, “Organicemos la Contrarrevolución. Discursos católicos sobre los géneros,
la infancia y la reproducción a través de Criterio (1928-1943)” En ACHA, Omar y Paula
HALPERIN. Cuerpo, género e identidades. Estudios de Historia de género en la
Argentina, Ediciones del signo, Bs.As. 2000.
ACHA, Omar. Los muchachos peronistas. Orígenes olvidados de la Juventud Peronista
(194-1955), ed. Planeta, Buenos Aires, 2011.
ACHA, Omar. “Notas sobre la evolución cuantitativa de la afiliación en la Acción Católica
Argentina” en LIDA, Miranda y Diego MAURO. Catolicismo y política en la Argentina del
siglo XX, s/f., p. 5. Dossier temático en línea www.historiapolitica.com
ADAMOVSKY, Ezequiel. Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de
una ilusión, 1909-2003, Planeta, Buenos Aires, 2012.
AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de Auschwitz, Homo Sacer III, Pre textos, Valencia,
2000
AGUILA, Gabriela. “El terrorismo de estado sobre Rosario”, en PLA, Alberto (coord.)
Rosario en la Historia (de 1930 a nuestros días), UNR, Rosario, 2000, t. 2.
AGUILA, G. Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la
represión y los comportamientos y actitudes sociales en dictadura. Prometeo, Buenos
Aires, 2008.
AGUILA, Gabriela. “La dictadura militar argentina: interpretaciones, problemas y debates”
en Paginas n°1, 2008. Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php
/RevPaginas/ index
AGUILA, Gabriela. “El partido Comunista Argentino entre la dictadura y la transición
democrática (1976-1986)”, Historia Actual, n° 6, 2009.
AGUILA, Gabriela “Las tramas represivas. Continuidades y discontinuidades en un
estudio de caso. La Dirección General de Informaciones en la Provincia de Santa Fe,
1966-1991” en Sociohistórica, n° 13, 2013.
AGUILERA, José Luis. Matienzo queda en Rosario. Relato, crónicas, poesías. Historias
de “Cucaño” y la “Trova Rosarina”, s/e, Bs. As., 2012.
ALLES, Santiago. “De la crisis del Beagle al Acta de Montevideo de 1979. El
establecimiento de la mediación en un “juego en dos niveles”, en Estudios
Internacionales, n° 169, 2011, Santiago. Disponible en http://www.iei.uchile.cl
ALONSO, Luciano. “El movimiento de derechos humanos en perspectiva comparada”,
Revista digital Páginas, año 1, n° 1, 2008. Versión on line http://www.revista.ishir-
conicet.gov.ar/index.php/RevPaginas/
ALONSO, Luciano. “Sobre la existencia de la historia reciente como disciplina académica.
Reflexiones en torno a Historia reciente. Perspectivas y desafíos de un campo en

332
construcción, compilado por Mariana Franco y Florencia Levin”. En Prohistoria, n° 11,
Rosario, 2007.
ALTAMIRANO, Carlos. Bajo el signo de las masas, Emecé, Bs. As., vol. VI.
ANDUJAR, Andrea, Débora D´ANTONIO, Karin GRAMMATICO y María Laura ROSA
(comp.). De minifaldas, militancias y revoluciones. Exploraciones sobre los ’70 en la
Argentina, ediciones Luxemburg, 2009.
ANSALDI, Waldo, “Matriuskas del terror. Algunos elementos para analizar la dictadura
argentina dentro de las dictaduras del Cono Sur”, en PUCCIARELLI, A. (coord.),
Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura, Siglo
XXI, Buenos Aires, 2004.
ANZORENA, Oscar. Tiempo de violencia y utopía. Del golpe de Onganía (1966) al golpe
de Videla (1976), Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As., 1998.
ARBOLEYA, Sergio. La trova rosarina, Homo Sapiens, Rosario, 1998.
ARGIROFFO, Beatriz. “Cuerpos dóciles/Orden garantizado. Sometimiento y
disciplinamiento de las mujeres en la dictadura Argentina (1976/1983”, en: Revista Zona
Franca, Año XVI, n°17, 2008.
AROSKIND, Ricardo: “El país del desarrollo posible”, en JAMES, Daniel. Violencia,
proscripción y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina, Sudamericana,
Buenos Aires, 2007, t. IX.
ARRIONDO, Luciana. “Universidad y política. El movimiento estudiantil en los 80”, en
Revista del CCC, n° 11, año 4, 2011 Versión on line www.centrocultural.coop/revista
AUYERO, Javier y Rodrigo HOBERT, “¿Y esto es Buenos Aires? Los contrastes del
proceso de urbanización”, en JAMES, Daniel. Violencia, proscripción y autoritarismo
(1955-1976), Nueva Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2007, t. IX.
AVELLANEDA, Andrés. Censura, autoritarismo y cultura. Argentina 1960-1983, CEAL, Bs.
As., 1986, tomos I y II.
BADARÓ, Máximo. Militares o ciudadano: La formación de los oficiales del ejército
Argentino. Buenos Aires, Prometeo, 2009.
BALARDINI, Sergio. “De los jóvenes, la juventud y las políticas de la juventud”, en Última
Década nº 13, CIDPA, Viña del Mar, 2000.
BARBEROT, Arnaud. “Los movimientos en la Francia de entreguerras”, en Hispania,
LXVII, n 225, 2007.
BARTOLUCCI, Mónica. “Juventud rebelde y peronistas con camisa. El clima cultural de
una nueva generación durante el gobierno de Onganía”, en Estudios Sociales, año XVI,
2006.
BARTOLUCCI, Mónica. “Revueltas, tomas y bataholas juveniles durante el conflicto Laica
o Libre en Mar del Plata”, en www.historiapolitica.com
BERTI, Eduardo. Rockología: documentos del 80, Galerna, Bs. As., 2012.
BIAGINI, Hugo. La Reforma Universitaria. Antecedentes y consecuentes, Leviatán, BS.
As., 2000.
BLANCO, Jessica “La Acción Católica y si conformación como espacio público (1931-
1941)”. En línea www.historiapolítica.com

333
BLAUSTEIN, Eduardo y Martín ZUBIETA, Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el
proceso, Colihue, Bs. As., 1998.
BOHOSLAVSKY, Ernesto; Marina FRANCO; Marina IGLESIAS Y Daniel LVOVICH.
Problemas de historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010, t.1 y 2.
BONASSO, Miguel, Recuerdo de la muerte, Planeta, Bs. AS., 2003.
BONAVENA, Pablo y Mariano MILLAN, “Las luchas estudiantiles por el ingreso irrestricto
al sistema Universitario en 1971” en CD de las IV Jornadas de Trabajo sobre Historia
Reciente, Rosario, 2008.
BONVILLANI, Andrea; Alicia Itatí PALERMO, Melina VAZQUEZ y Pablo VOMMARO. “Del
Cordobazo al kirchnerismo. Una lectura crítica acerca de los períodos temáticas y
perspectivas en los estudios sobre juventudes y participación política en la Argentina”, en
ALVARADO, Sara Victoria y Pablo VOMMARO. Jóvenes, cultura y política en América
Latina: algunos trayectos de sus relaciones, experiencias y lecturas (1960-2000), Homo
Sapiens, Rosario, 2010.
BORRELLI, Marcelo. “Prensa Católica y dictadura militar. La revista Criterio frente al golpe
de estado de 1976”, en: Question, n°7, 2005. En línea:
http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/ [consultado el 06/06/12].
BOURDIEU, Pierre. “La juventud no es más que una palabra”, en Sociología y cultura,
México; Grijalbo, 2002.
BOZZA, Juan Alberto. “La CGT de los argentinos entre la protesta y la radicalización”, en
II Jornadas de Historia de las Izquierdas, 2002.
BRAVO, Nazareno. “El discurso de la dictadura militar argentina. Definición del opositor
político y confinamiento- “valorización” del papel de la mujer en el espacio privado”, Utopia
y praxis Latinoamericana, año 8, n° 22, 2003, p. 11 2. Disponible en
http://revistas.luz.edu.ve/ index.php/upl
BRASLAVSKY, Cecilia, La Juventud argentina: informe de situación, CEAL, Bs. As., 1986.
BRITEZ, Rafael y Néstor DENZA. Los pibes del Santa: Represión estudiantil en Florencio
Varela, Centro Centro De Participación Popular Enrique Angelelli, Comisión por la
Memoria, la Verdad y la Justicia de Florencio Varela, 2008.
BURKART, Mara. “La dictadura militar y su proyecto de transformación cultural”, en CD
XIº Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Tucumán, septiembre de 2007.
CANELO, Paula "La política contra la economía: los elencos militares frente al plan
económico de Martínez de Hoz durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-
1981)". En: PUCIARELLI, Alfredo (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. Las
trama corporativa de la última dictadura, Siglo XXI, Bs. As., 2004.
CANELO, Paula. El Proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone,
Prometeo, Bs. As., 2008
CALIFA, Sebastián. “El movimiento estudiantil en la UBA entre 1955 y 1976. Un estudio
de la cuestión y algunos elementos para su estudio”, en BONAVENA, Pablo, Sebastián
CALIFA y Mariano MILLAN. El movimiento estudiantil argentino. Historias con presente,
Ed. Cooperativas, Bs. As. 2007.
CALVEIRO, Pilar, Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina,
Colihue, Bs. As, 2001, 1º ed.

334
CALVO VICENTE, Cándida. “El concepto de consenso y su aplicación al estudio del
régimen franquista”. En Spagna Contemporánea, n° 7, 1995.
CARMINATI, Andrés. “Conflictividad obrera durante la última dictadura militar en Rosario y
el “Cordón Norte del Gran Rosario”. El otoño caliente de 1977”, en DICOSIMO, Daniel y
Silvia SIMONASSI (comp.). Trabajadores y empresarios en la Argentina de siglo XX:
indagaciones desde la historia social, Prohistoria, Rosario, 2011.
CARDOSO, Irene, “A generaçao dos anos 60. O peso de uma herança”, Revista Tempo
Social, n°2 (2005). En: http://www.scielo.br/ [consulta realizada el 30/09/11].
CARNOVALE, Vera, Federico LORENZ y Roberto PITTALUGA (comps.), Historia,
memoria y fuentes orales, CEDINCI, Buenos Aires, 2006.
CARNOVALE, Vera. Los combatientes, Siglo XXI, Bs. As., 2011.
CARNOVALE, Vera “Lazos de sangre. Afectividad y totalidad en el Partido revolucionario
de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP)”, en Revista Páginas,
vol. 4, n° 6, 2012.
CARVALHO, Eduardo y COLOVINI, Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Orígenes,
fundación y primeros tiempos, Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, Rosario s/f.
CASOLA, Natalia “Política obrera frente a la dictadura militar (1976-1983), ponencia
presentada en el III Congreso Internacional de Historia Oral, 2009. Disponible en
www.historiaoralargentina.org [última consulta 13/06/13]
CASOLA, Natalia. “El partido Comunista argentino y el golpe militar de 1976: las raíces
históricas de la convergencia cívico-militar” en Revista Izquierdas, año 3, n° 6, 2010.
CASTELLANI, Ana "Gestión económica liberal-corporativa y transformaciones en el
interior de los grandes agentes económicos de la Argentina durante la última dictadura
militar". En: PUCIARELLI, Alfredo (coord.), Empresarios, tecnócratas y militares. Las
trama corporativa de la última dictadura, Siglo XXI, Bs. As., 2004.
CASTELLANI, Ana. "Intervención económica estatal y transformaciones en la cúpula
empresarial durante la última dictadura militar (1976-1983)". En LIDA, Clara, Horacio
CRESPO, y Pablo YANKELEVICH (comp.) Argentina, 1976. Estudios en tomo al golpe de
Estado, El Colegio de México, México, 2007.
CASTRO, Celso. “O trote no Colegio naval: una visão antropológica”, Antítesis, vol. 2, n°
4, 2009.
CATARUZZA, Alejandro "El mundo por hacer. Una propuesta para el análisis de la cultura
juvenil en la Argentina de los años setenta", Entrepasados, nº 13, 1997.
CAZORLA SANCHES, Antonio. Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo
Estado franquista (1938-1953). Marcial Pons, Madrid, 2000.
CERNADAS, Jorge y Horacio TARCUS. “Las izquierdas argentinas y el golpe del 24 de
marzo de 1976. Una selección documental”, en Políticas de la Memoria, n° 6 y 7,
2006/2007.
CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y
representación, Gedisa, Barcelona, 1995, 2º edición.
CLUB DE INVESTIGACIONES URBANAS. Rosario arde. A pura adrenalina arde, mimeo,
2013.

335
CORRADI, Juan, Patricia WEISS FAGEN y Manuel GARRETÓN (eds.) Fear at the Edge.
State Terror and Resistance in Latin America, University of California Press, Berkeley and
Los Angeles, 1992.
CORRADI, Juan, “El método de destrucción. El terror en la Argentina.” En QUIROGA,
Hugo y César TCACH, A veinte años del golpe, Homo Sapiens, Rosario 1996.
COSSE, Isabella. Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta, Siglo XXI, Bs. As.,
2010.
COUSINS, Cyrus Stephen. “General Onganía and the Argentine [Military] Revolution of
the right: anticommunism and morality, 1966-1970”, en HAOL, n°17, 2008.
CRESPO, Victoria. “Legalidad y dictadura”, en LIDA, Clara; Horacio CRESPO y Pablo
YANKELEVICH (comp.) Argentina 1976. Estudios en torno al golpe de estado, FCE:
Colegio de México, Bs. As., 2008.
CUCHETTI, Humberto. Combatientes de Perón. Herederos de Cristo. Peronismo, religión
secular y organizaciones de cuadros, Prometeo, Bs. As., 2010.
DA SILVA CATELA, Ludmila. No habrá flores en la tumba del pasado. La experiencia de
reconstrucción del mundo de los familiares de desaparecidos, Ediciones Al Margen, La
Plata, 2001.
DALLE, Pablo. “Estratificación social y movilidad en Argentina (1870-2010). Huellas de su
conformación socio-histórica y significado de los cambios recientes”, en Revista de
trabajo, año 6, n°8, 2010. Disponible en: www.trabajo.gov.ar [última consulta 13707/13].
DEL FRADE, Carlos. El Rosario de Galtieri y Feced: documentos y testimonios de
desaparecedores y resistentes, El eslabón, Rosario, 2000.
DI STEFANO, Roberto y Loris ZANATA. Historia de la Iglesia Argentina. Desde la
conquista a fines del siglo XX, Sudamericana, Bs. As. 2009.
DI STEFANO, Roberto. “Por una historia de la secularización y de la laicidad en
argentina”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, 2011.
DIAZ, César. La cuenta regresiva. La construcción periodística del golpe de estado de
1976, La Crujía, Bs. As., 2002.
DIAZ, César; GIMENEZ, Mario y PASSARON, Marina “Dos dictaduras en el límite de la
guerra. El testimonio editorial del conflicto del canal de Beagle (1977-1979)”, en Question,
n° 6, 2005.
DICOSIMO, Daniel. “Dirigentes sindicales, racionalización y conflictos durante la última
dictadura militar”, en Entrepasados, n° 29, 2006.
DICOSIMO, Daniel. “La oposición de los trabajadores en el disicpinamiento productivo
durante la última dictadura militar. Una reflexión conceptual”, en Paginas n°1, 2008.
Disponible http://www.revista.ishir-conicet.gov.ar/icindex.php /RevPaginas/index [última
consulta 10/03/2012].
DOVAL, Delfina. “Vigilancia y tecnocracia en la UNR, los programas de pedagogía para la
formación docente” en KAUFMAN, C. Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As.,
2003, t.2
DUHALDE, Eduardo Luis, El estado terrorista argentino. Quince años después, una
mirada crítica, Eudeba, Bs. As. 1999.

336
DUTCHATZSY, Silvia y Cristina COREA. Chicos en banda. Los caminos de la
subjetividad en el declive de las instituciones, Paidós, Bs. As, 2009.
FALCÓN, Ricardo, “La resistencia obrera a la dictadura militar”. En QUIROGA, Hugo y
César TCACH, A veinte años del golpe, Homo Sapiens, Rosario 1996.
FEIERSTEIN, Daniel. El genocidio como práctica social. Entre el nazismo y la experiencia
argentina, FCE, Bs. As., 2007.
FEIXA, Carlos. “Antropología de las edades”, en PRAT, Joan y Ángel MARTINEZ (eds.),
Ensayos de Antropología Cultural. Homenaje a Claudio Esteva-Fabregat. Editorial Ariel,
S.A., Barcelona, 1996.
FEIXA, Carlos. “De las culturas juveniles al estilo”, Nueva Antropología, vol. 15, n°50,
1996, p. 77. Disponible en www.redalyc.org
FEIXA, Carlos y Laura Porzio “Los estudios sobre culturas juveniles en España (1960 -
2003)” en Revista de Estudios de la Juventud, n° 64, 2004.
FEIXA, Carlos y Carmen LECCARDI, “El concepto de generación en las teorías de la
juventud”, en Última Década, n° 34, 2011.
FILC, Judith. Entre el parentesco y la política. Familia y dictadura, 1976-1983. Biblos, Bs.
As. 1997.
FUERZA AÉREA ARGENTINA. Historia de la Fuerza Aérea Argentina, t. VI, Vol. 1,
Fuerza Aérea Argentina, 1998. Disponible en www.radarmalvinas.com.ar.
FRANCO, Marina. “Derechos humanos, política y fútbol”, en Entrepasados, n° 28, Buenos
Aires, 2005.
FRANCO, Marina y Florencia LEVIN. Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un
campo en construcción, Paidós, Bs. As. 2007.
FRANCO, Marina. El exilio: argentinos en Francia durante la dictadura, Siglo XXI, Buenos
Aires, 2008.
FRANCO, Marina. Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y “subversión”,
1973 -1976. Buenos Aires, FCE, 2012.
FRASER, Ronald. “La historia oral como historia desde abajo”, en Ayer n°12, 1993.
GALASSO, Norberto. Perón, exilio, resistencia, retorno y muerte, 1955, 1974, Colihue,
Buenos Aires, 2005.
GARAÑO, Santiago y Werner PERTOT. La otra Juvenilia. Militancia y represión en el
Colegio nacional de Buenos Aires, 1971-1986, ed. Biblos, Buenos Aires, 2002.
GARAÑO, Santiago. Entre resistentes e irrecuperables. Memoria de ex presas y presos
políticos (1974-1983), tesis de Licenciatura, 2008.
GARAÑO, Santiago. Entre el cuartel y el monte. Soldados, militantes y militares durante el
Operativo Independencia (Tucumán 1975-1977), tesis de doctorado, mimeo, 2012.
Disponible en www.riehr.com.ar
GARBULSKY, Edgardo. La Antropología en Rosario durante la dictadura, Texto escrito a
30 años del golpe para el Instituto de Investigaciones antropológicas, Facultad de
Filosofía y Letras, UBA, agosto de 2006.

337
GARCIA, Delia María “Juventud y militancia política en los ’30. El caso de Mar del Plata”,
3° Jornadas sobre la política en Buenos Aires , 2008, en www.historiapolitica.com
[consulta online 18/03/13].
GARCIA, Natalia, Historia sociocultural, política y educativa de la Biblioteca Popular
Constancio C. Vigil (1931-1981), mimeo, 2013.
GARRETON, Antonio. “La evolución política del régimen militar chileno y los problemas en
la transición a la democracia”, en O´DONNELL, Guillermo et al. (comps.), Transiciones
desde un Gobierno Autoritario. América Latina. 2, Paidós, Buenos Aires, 1988.
GARRETÓN, Manuel A., “Repensando las transiciones democráticas en América Latina”,
en: Revista Nueva Sociedad, Nº 148, Caracas, marzo-abril 1997.
GAYO BERLANGA, Carlos. Vida y pensamiento de Raúl Echauri. Un filósofo tomista
argentino del siglo XX, tesis de Doctorado, mimeo, Pamplona, 2003. Disponible en
ebiblioteca.org
GENTILE, Antonio. Breve historia de la Facultad de Psicología, Universidad Nacional de
Rosario, ensayo, s/d. disponible en: www.fpsico.unr.edu.ar
GHIARDO, Felipe, “Generaciones y juventud: una relectura de Mannheim y Ortega y
Gasset”, Última Década, n° 20, 2004.
GILBERT, Isidoro. La Fede: alistándose para la revolución, Sudamericana, Buenos, Aires,
2011.
GILLESPIE, Richard. Montoneros. Soldados de Perón, Grijalbo, Bs. As. 1998.
GILMAN, Claudia. Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas de escritor revolucionario
en América Latina, Siglo XXI, Bs. As., 2012.
GODOY, Cristina y Vanina BRODA. “El poder de la palabra bajo vigilancia en la
universidad pública en dictadura”, en KAUFMAN, C. (dir.) Dictadura y educación, Buenos
Aires, Miño y Dávila, 2001, t.2.
GONZALEZ, Luis. Pueblo en vilo, Colegio de México, México DF, 1968.
GONZALEZ, MarceIo. “Algunos aspectos de la Iglesia católica en la Argentina entre el
retorno a la democracia y el fin del milenio. Un esbozo histórico pastoral”, en Sociedad
Argentina de Teología. Iglesia universal, Iglesias particulares, ed. San Pablo, Bs. As.,
2000
GRAMMATICO, Karin. Mujeres Montoneras. Una historia de la agrupación Evita, 1973-
1974, ed. Luxemburg, 2011.
GRELA, Plácido. Loma de Ávila: Orígenes y evolución del villorio San José y Pueblo
Funes, Sociedad de Historia, Rosario, 1981.
GROPPO, Bruno y Patricia FLIER (comp.). La imposibilidad del olvido. Recorridos de la
memoria en Argentina, Chile y Uruguay; Ediciones Al Margen; La Plata; julio 2001.
GUBER, Rosana. ¿Por qué Malvinas?: De la causa nacional a la guerra absurda, FCE.
Bs.As., 2001.
HARVLEY, Elizabeth. “Autonomía, conformidad y rebelión: movimientos y culturas
juveniles en Alemania”, Hispania, Vol. LXVII, 225, 2007.
HELLER, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: un
intento de evaluación, Nueva Sociedad, n° 27, 1973

338
HILB Claudia y Daniel LUTZKY. La nueva izquierda argentina, 1960 -1980, CEAL, Bs. As.,
1986.
HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 1998.
INVERNIZZI, Hernán y Judit GOCIOL, Un golpe a los libros. Represión a la cultura
durante la última dictadura militar, Eudeba, Bs. As., 2003.
JAMES, Daniel. Doña María: Historia de vida, memoria e identidad política, Manantial, Bs.
As, 2004, 1º ed.
JAMES, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina
1946-1976, siglo XXI, Buenos Aires, 2005.
JELIN, Elizabeth. Los trabajos de la memoria, Sigo XXI, Buenos Aires, 2002.
JELIN, Elizabeth. “La narrativa de lo invivible”, en CARNOVALE, Vera, Federico LORENZ
y Roberto PITTALUGA (comps.). Historia, memoria y fuentes orales, Cedinci, Buenos
Aires, 2006.
JENSEN, Silvina. La provincia flotante. El exilio argentino en Cataluña (1976-2006), Casa
América Catalunya, Barcelona, 2007.
Kanner, Leopoldo. David Peña y los orígenes del Colegio Nacional, Banco Provincia de
Santa Fe, Rosario, 1974.
KAUFMANN, Carolina y DOVAL, Delfina. Paternalismos pedagógicos, Laborde editor,
Rosario, 1999.
KAUFMANN, Carolina. (comp.) Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2001, t.1
KAUFMANN, Carolina. (comp.) Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2003, t. 2
KAUFMANN, Carolina. (comp.) Dictadura y Educación, Miño y Dávila, Bs. As., 2006, t.3
KLAPPENBACH, Hugo. “El título profesional de psicólogo en Argentina. Antecedentes
históricos y situación actual”, revista Latinoamericana de Piscología, Vol. 32, n° 3, 2000.
Disponible en: www.realyc.org [última consulta 21/03/2013].
LANUSSE, Lucas. Montoneros. El mito de sus 12 fundadores, Vergara, Bs. As., 2005.
LAZARA, Juan Antonio. Los adolescentes militares, Guía de estudios, Buenos Aires,
1994.
LENCI, Laura. “Cámpora al gobierno. Perón al poder. La tendencia revolucionaria del
peronismo ante las elecciones del 11 de marzo de 1973” en: PUCCIARELLI, A. (ed.). La
primacía de la política. Lanusse y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN, Eudeba, Bs.
As., 1999.
LEVI, Giovanni y Jean Claude SCHMITT. Historia de los Jóvenes, T. I y II, Taurus, Madrid,
1996.
LIDA, Miranda. “Las masas católicas en los años de la dictadura, 1976 -1982”, en:
Entrepasados, n° 34, 2008.
LONGONI, Ana. Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los
sobrevivientes de la represión, editorial Norma, 2007
LORENZ, Federico. “Una ausencia vigente, una tarea pendiente. Pensar los ’70 desde los
trabajadores”, en: Políticas de la Memoria, Bs. As. 2004-2005.
LORENZ, Federico. La guerra por Malvinas, Edhasa, Bs. As. 2006

339
LORENZ, Federico. Los zapatos de Carlito: una historia de los trabajadores de Tigre en la
década del ‘70, Norma, Bs. As. 2007.
LORENZ, Federico. Malvinas una guerra argentina. Sudamericana, Bs. As., 2009.
LUCIANI, Laura. Entre el consenso, la censura y el silencio. Tesis de Licenciatura, mimeo,
2007.
LUCIANI, Laura, “Actitudes y comportamientos sociales durante la última dictadura militar
en Argentina (1976-1983). Algunas consideraciones respecto de cómo analizar la
compleja trama entre régimen y sociedad”, revista Naveg@mérica, n° 3, 2009. Disponible
en http://revistas.um.es/navegamerica/issue /view/6641 (última consulta realizada
12/04/2011)
LVOVICH, Daniel. “Dictadura y consenso. Qué podemos saber?”, en: Revista Puentes,
n°17, año 6, 2006.
LVOVICH, Daniel. “Actitudes sociales y dictaduras: las historiografías española y
argentina en perspectiva comparada”, Páginas, n°1, mayo -agosto de 2008. Disponible
online: web.rosario-conicet.gov.ar/ojs/index.php/RevPaginas/ [última consulta: 12-03-
2010].
LVOVICH, Daniel. “Estrategias movilizadoras del régimen militar destinadas a sectores
juveniles e infantiles”, XII Jornadas Interescuelas, Bariloche, 2009.
LVOVICH, Daniel. “Actitudes sociales durante la dictadura militar argentina: las
organizaciones sociales y el diálogo político de 1980”. En BOHOSLAVSKI, Ernesto;
Marina FRANCO; Marina IGLESIAS y Daniel LVOVICH. Problemas de historia reciente
del Cono Sur, Prometeo, Bs. As., 2010, t.1 y 2.
LVOVICH, Daniel y Laura RODRIGUEZ, “La Gendarmería infantil durante la última
dictadura”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, La Pampa, 2011.
MALACALZA, Leonardo. La Universidad Nacional de Luján: entre utopías, mitos y
realidades. UNLU, 2007, p. 22-23. Disponible en www.unlu.edu.ar
MALLIMACCI, Fortunato. “La condena a la catolización y militarización y del estado”, en
revista Puentes, n° 22, 2007.
MANZANO, Valeria. “Sexualizing youth: Morality Campaigns and representations of youth
in early 1960s in Buenos Aires”, en Journal of de History of sexuality, vol. 14, n° 4, 2005.
MANZANO, Valeria. “Ha llegado la “nueva ola”: música, consumo y juventud”, en COSSE,
Isabella, Karina FELITTI y Valeria MANZANO. Los ’60 de otra manera. Vida cotidiana,
género y sexualidades en la Argentina, Prometeo, Bs. As. 2010.
MANZANO, Valeria. “Cultura, política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina
de la segunda mitad del siglo XX”, en: Propuesta educativa, n° 35, año 20, vol1, 2011.
MARGIOLAKIS, Evangelina. “Revistas subterráneas en la última dictadura militar
argentina: la cultura en los márgenes”, en ANPHLAC, n° 10, 2011. Disponible en
http://revista.anphlac.org.br
MARGULIS, Mario. La juventud es más que una palabra, Biblos, Bs. As., 1996.
MARIÑO, Marcelo “Algunas reflexiones en tiempo presente sobre los estudiantes
secundarios en tiempos de oscuridad”, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10, agosto de
2002.

340
MARTYNIUK, Claudio. ESMA: Fenomenología de la desaparición. Prometeo, Buenos
Aires, 2004.
MATTINI, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP, ed. De la Campana, Bs. As., 1996.
MAURO, Diego. De los templos a las calles. Catolicismo, sociedad y política. Santa Fe
1900-1937. Ediciones UNL, Santa Fe, 2010.
Diego MAURO. Catolicismo y política en la Argentina del siglo XX, s/f., p. 5. Dossier
temático en línea www.historiapolitica.com
MAZZAFERRO, Alina. “La nuevaolera. Nuevos patrones de sexualidad y belleza en la
televisión argentina (1962-1969)”, en Relaces, año 3, n° 6, 2011.
MAZZEI, Daniel. Bajo el poder de la caballería. El ejército Argentino (1962-1973), Eudeba,
Bs. As., 2012.
MIGNONE, Emilio. Iglesia y dictadura, Ediciones del Pensamiento Nacional, Bs. As.,
1986.
MONTERO, Augusto “Niñez, exclusión social y “propiedad policial” en la ciudad de Santa
Fe”. s/f. Disponible en http://www.santafe.gov.ar
MOSQUEIRA, Mariela Analía “De menores y consumidores, construcción socio-histórica
de la(s) juventud(es) en la Argentina”, en: Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales,
niñez y juventud, vol. 8, n° 1, 2010.
NIEVAS, Flabián. “Cámpora: primavera-otoño. Las tomas”, en PUCCIARELLI, A. La
primacía de la política. Lanusse y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN, Eudeba, Bs.
As., 1999.
NIEVAS, Flabián. Las tomas durante el gobierno de Cámpora, Tesis de Maestría,
Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2000.
NOVARO, Marcos y Vicente PALERMO. La dictadura militar 1976/1983. Del golpe de
estado a la restauración democrática, Paidos, Bs. As., 2006.
Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de Perdonas
(CONADEP), Eudeba, Bs. As, 2005, 6º edición, 5º reimpresión.
OBREGÓN, Martín. Entre la cruz y la espada. La iglesia católica durante los primeros
años del ‘Proceso’, UNQ, Bs. As., 2005.
OBREGÓN, Martín “La iglesia argentina durante la última dictadura militar. El terror
desplegado sobre el campo católico” en PEROTIN –DUMON, Anne (Dir.). Historizar el
pasado vivo. Versión en línea: http://www.historizarelpasadovivo.cl. [consultado el
10/02/2012].
O’ DONELL, Guillermo. El estado burocrático autoritario, ed. Belgrano, Bs. As. 1982.
OJEDA, Hugo Alberto. “Para dejar el exilio interior”, ponencia presentada en las I
Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente, Rosario, 2002.
OLLIER, María Matilde. De las revolución a la democracia. Cambios privados, públicos y
políticos de la izquierda argentina, Siglo XXI, bs. As., 2009.
ORZUZA, Stella Maris; Carlos D. GOMEZ; Laura CAPELLA, David FUKS, Clarisa LOPEZ
y Cristina VIANO. “Análisis de los legajos académicos de estudiantes y psicólogos
asesinados y/o desaparecidos durante la última dictadura militar en el Gran Rosario, VI
Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos, Buenos Aires, 2007.

341
OSUNA, Florencia. Las prácticas políticas de la izquierda no armada durante la última
dictadura militar argentina (1976-1983). El caso del Partido Socialista de los Trabajadores-
Movimiento al Socialismo, tesis de maestría, 2011.
PALMA, Sabatino. Tablas, potrero y diván, Homo sapiens, Rosario, 2007.
PASQUALI, Laura. Memorias y experiencias de las y los militantes de la guerrilla marxista.
Un abordaje desde la historia social en el Gran Rosario, 1969-1976, Tesis de doctorado,
Rosario, 2007.
PASQUALI, Laura “Éramos jóvenes pero también obreros”, en PASQUALI, Laura y Oscar
VIDELA (comp.) El contenido de los conflictos. Formas de la lucha sociopolítica en la
historia argentina reciente 1966-1996, la Quinta Pata, Rosario, 2010.
PASSERINI, Luisa. Fascism in Popular Memory. The Cultural experience of the Turin
working class, Cambridge University Press y Editions de la Maison des Sciences del’
Homme, Londres y Paris, 1987.
PASSERINI, Luisa. “La juventud, metáfora del cambio social (dos debates sobre los
jóvenes en la Italia fascista y en los Estados Unidos durante los años cincuenta)”, en:
LEVI, Giovanni y Jean Claude SCHMITT. Historia de los Jóvenes. Taurus, Madrid, 1996,
T.1 y 2.
PEDROSA, Fernando. “La universidad y los estudiantes frente a la dictadura militar”, en
MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la Historia de América Latina, Centro
de Estudios de la Universidad –UNAM, México, 1999
PINEAU, Pablo. (et. al) El principio del fin. Políticas y memorias de la educación en la
última dictadura militar (1976-1983), Colihue, Bs. As, 2006.
PISARELLO, Virginia. “El arzobispo Vicente Zazpe y los perseguidos de la última
dictadura militar”, Ponencia presentada en las V Jornadas de Trabajo sobre Historia
Reciente, UNGS, 2010.
PLA, Alberto. América Latina, siglo XX: Economía, sociedad, revolución, ed. de la
Biblioteca, Caracas, 1980.
POLAK, Laura y Juan Carlos GORBIER. El movimiento estudiantil argentino (Franja
Morada 1976-1983), CEAL, Bs. As., 1994.
POLLACK, Michael. Memoria, olvido silencio. La producción social de identidades frente a
situaciones límites, Al Margen, La Plata, 2006.
PONS, Anaclet y Justo SERNA, “Más cerca, más denso. La historia local y sus
metáforas”, en FERNANDEZ, Sandra R. (comp.) Más allá del territorio. La historia regional
y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, Rosario: Prohistoria, 2007.
PORTANTIERO, Juan Carlos. “Economía y política en la crisis argentina 1958-1973”, en:
revista Mexicana de Sociología, n° 2, 1977.
PORTANTIERO, Juan Carlos. Estudiantes y política en América Latina, 1918-1938. El
proceso de la reforma universitaria, Siglo XXI, Bs. As., 1987.
PORTELLI, Alessandro. “La verdad del corazón humano. Sobre los fines actuales de la
Historia oral”, en: Secuencia, n° 12, 1988.
PORTILLO SANCHEZ, Maricela, “Juventud, identidad y ciudad”, en: Andamios, vol. 2,
n°4, 2006.

342
POTASH, Robert. El ejército y la política argentina 1962-1973, Sudamericana, Bs. As.,
1994.
POZZI, Pablo. Oposición obrera a la dictadura (1976-1982), Buenos Aires, Contrapunto,
1988.
POZZI, Pablo. Por las sendas argentinas. El PRT/ERP, la guerrilla marxista, Eudeba, Bs.
As., 2001.
PRATT, Mary Louise “Mi cigarro, mi Singer y la revolución mexicana: la danza ciudadana
de Nelly Campobello”, Revista Iberoamericana, vol. LXX, n° 206, 2004
Programa jóvenes y memoria ¡Tomen distancia! Educación y autoritarismo. Las escuelas
de Pergamino bajo la dictadura militar argentina. Investigación realizada por docentes y
estudiantes de la EEM n° 5, Pergamino, en el marco del programa Jóvenes y memoria,
2002.
PUJOL, Sergio. Rock y dictadura. Crónicas de una generación (1976-1983), Emecé,
Buenos Aires, 2005.
PUJOL, Sergio. “El que no salta es un militar: rock, recitales y política en Argentina (1976-
1983), en BOHOSLAVSKY, Ernesto, Marina FRANCO, Mariana IGLESIAS y Daniel
LVOVICH (comps.). Problemas de historia reciente del Cono Sur, Prometeo, Bs. As.,
2010.
QUIROGA, Hugo, El tiempo del Proceso. Conflicto y coincidencias entre políticos y
militares 1976-1983, Ross, Rosario, 1994.
QUIROGA “La verdad de la justicia y la verdad de la política. Los derechos Humanos en
dictadura y democracia”, en QUIROGA, Horacio y César TCACH (comps.). A veinte años
del golpe, Homosapiens, Rosario, 1996.
QUIROGA, Hugo, “El tiempo del proceso”, en SURIANO, Juan (Dir.) Nueva Historia
Argentina, Tomo 10, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2005.
RAIMUNDO, Marcelo. “Izquierda peronista, clase obrera y violencia armada: una
experiencia alternativa”, en: Cuadernos del CISH, n° 15-16, 2004.
REGUILLO, Rossana, En la calle otra vez. Las bandas urbanas: identidad urbana y usos
de la comunicación, México, ITESO, 1995.
REGUILLO, Rossana. “Las culturas juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la
discusión”, en MEDINA CARRASCO, Gabriel (comp.). Aproximaciones a la diversidad
juvenil, El Colegio de México, Centro de Estudios Sociológicos, México, 2000.
REGUILLO, Rossana. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto,
Norma, Bogotá, 2000.
REGUILLO, Rossana “Las cultura juveniles, un campo de estudio, breve agenda para la
discusión” en: Revista Brasileira de Educaçao, n° 23, 2003.
REGUILLO, Rossana. La construcción simbólica de la ciudad: sociedad, desastre y
comunicación. México, ITESO, 2005.
RETA, Marina “El Frente Estudiantil Nacional (FEN): juventud y estudiantado en el
proceso contestatario de los años sesenta en Argentina”, en Antítesis, vol.2, n° 4, 2009.
RIOS, Guillermo. Identidad y protesta docente. El caso del Sindicato de Trabajadores de
la Educación de Rosario (1971/1976), Tesis de Maestría en Ciencias Sociales, UNL,
2005.

343
RODRIGUEZ, Laura G. y Germán SOPRANO. “La política universitaria de la dictadura
militar en la Argentina: proyectos de reestructuración del sistema de educación superior
(1976-1983)”, Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, 2009. Versión on line
http://nuevomundo.revues.org [última consulta 16/03/13].
RODRIGUEZ, Laura G y Germán SOPRANO. “Las políticas de acceso a la universidad
durante el Proceso de Reorganización Nacional 1876-1983. El caso de la Universidad
Nacional de la Plata”, en Question, vol. 1, nº 24, 2009. Versión on line
http://perio.unlp.edu.ar [última consulta 10/02/13].
RODRIGUEZ, Laura. “Políticas educativas durante la última dictadura militar en Argentina
(1976-1983). La frontera como problema”, Revista Mexicana de Investigación Educativa,
[en línea] vol. 15, n° 47, 2010. Disponible en http://www.comie.org.mx
RODRIGUEZ, Laura G. Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última
dictadura, 1976/1983, Prohistoria, Rosario, 2011.
RODRIGUEZ ZOYA, Leonardo y Yamil SALINAS. Universidad y dictadura. La educación
universitaria argentina en el período 1976-1983, mimeo, 2005. Versión on line disponible
en http://www.pensamientocomplejo.com.ar [última consulta 13/04/13].
ROLDÁN, Diego. “La espontaneidad regulada. Fútbol, autoritarismo y Nación en Argentina
’78. Una mirada desde los márgenes”, en Prohistoria, n° 11, Rosario, 2007.
ROMERO, Ricardo. La lucha continúa. El movimiento estudiantil argentino en el siglo XX,
FUBA; Bs. As., 1998.
ROUQUIE, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Emecé, BS. As. 1982.
SABORIDO, Jorge y Marcelo BORRELLI. Voces y silencios. La prensa argentina y la
dictadura militar (1976-1983), Eudeba, Bs. As., 2011.
SCENNA, Miguel. Los militares, editorial Belgrano, s. As., 1980.
SCHVARZER, Jorge. La política económica de Martínez de Hoz, CISEA-Hyspamerica,
Buenos Aires, 1986.
SCHWARSTEIN, Dora. La historia oral, CEAL, Bs. As. 1991.
SCOTT, Joan. “Experiencia”, en La Ventana, n° 13, 2001.
SEMINARA, Luciana. Bajo la sombra del ombú. Montoneros Sabino Navarro. Historia de
una disidencia, Tesis de doctorado, Rosario, 2012.
SEMINARA, Luciana. “De eso no se habla. Un acercamiento a los campos de
concentración y el colaboracionismo durante la última dictadura militar”.
http://www.riehr.com.ar/detalleInv.php?id=45.
SIMONASSI, Silvia. “‘A trabajar y muzzarella’. Prácticas y políticas de disciplinamiento
laboral en la industria metalúrgica de Rosario, 1974-1983”, en Revista Historia Regional,
Nº 25, Villa Constitución, 2007.
SIMONASSI, Silvia. “Conflictividad laboral y políticas disciplinarias en la industria
metalúrgica de la ciudad de Rosario 1973-1976. Aproximaciones teóricas y estudio de
caso”, en IHES, n° 22, 2007.
SOPRANO, Germán “Los militares como grupo social y su inscripción en el estado y en al
sociedad argentina. Batallas intelectuales y políticas por la construcción de un objeto de
estudio en las ciencias sociales”, en REDIU CMN, n° 22, año 8, 2010. Disponible en:
http://rediu.colegiomilitar.mil.ar

344
SOUTHWELL, Myriam. “Una aproximación al proyecto educacional de la Argentina
posdictatorial: el fin de algunos imaginarios, Cuadernos de Pedagogía, año V, n° 10,
agosto de 2002.
SOUTHWELL, Myriam. “La escuela como gendarme”, Revista Puentes Nº 12, 2004
SOUTO, Sandra. ”Juventud, teoría e historia: la formación de un sujeto social y de un
objeto de análisis”, en Revista HAOL, n°13, 2007.
SOUZA DA ROSA, Cristina. “Pequenos soldados do fascismo: a educação militar durante
el gobierno de Mussolini”, Antítesis, vol. 2, n° 4, 2009.
SUASNABAR, Carlos. Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina
(1955-1976), Manantial, Bs. As. 2004.
SURIANO, Juan (dir.) Nueva Historia Argentina, Tomo X, Sudamericana, Bs. As., 2005.
TEDESCO, Marcelo: "La Universidad en los años del "Proceso", en CERNADAS DE
BULNES, Mabel (dir.), Universidad Nacional del Sur, 1956-2006. Bahía Blanca, EDIUNS,
2006.
TERÁN, Oscar. Nuestros años sesenta. La formación de la nueva izquierda intelectual en
la Argentina 1956-1966, Punto Sur, Bs. As., 1991.
THOMPSON, Edward Palmer. La miseria de la teoría, Crítica, Barcelona, 1981.
THOMPSON, Edward P. La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona,
1989.
TKACHUK, Carolina, “Hábitat juvenil y metrópoli: juventud y territorio”, en Última Década,
n° 20, 2004.
TORRADO Susana. Estructura social de la Argentina 1943 -1983, ed. de la Flor, Buenos
Aires, 1994.
TORTTI, María Cristina. “Post Scriptum: la construcción de un campo temático”, en
PUCCIARELLI, Alfredo. La primacía de la política. Lanusse y la Nueva Izquierda en
tiempos del GAN, Eudeba, Bs. As., 1999.
TOUZA, Rodrigo. “El movimiento estudiantil universitario en Mendoza entre 1983 y 2000”,
en BONAVENA, Pablo; Juan CALIFA y Mariano MILLAN (comp.). El movimiento
estudiantil argentino: Historias con presente, ed. cooperativas, Bs. As., 2007.
TRAVERSO, Enzo. La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo
XX, FCE, Buenos Aires, 2012.
VARELA, Mirta. “Cuerpos nacionales: Cultura de masas y política en la imagen de la
Juventud Peronista”, en COSSE, I., K. FELITTI y V. MANZANO. Los ’60 de otra manera.
Vida cotidiana, género y sexualidades en la Argentina, Prometeo, Bs. As. 2010.
VAZQUEZ LORDA, Lilia, “Para actuar en defensa de la familia, la Liga de Madres de
Familia. (Argentina en las décadas de 1950-1960)”, en Temas de Mujeres, año 3, n 3,
2007. En línea http://www.filo.unt.edu.ar/rev/temas/index.htm.
VERBITSKY, Horacio. Doble juego. La Argentina católica y militar, Sudamericana, Bs. As.,
2006.
VIANO, Cristina. “Una ciudad movilizada (1966-1976)”, en PLA, Alberto (comp.). Rosario
en la historia (de 1930 a nuestros días), t. 2, UNR editora, Rosario, 2000.

345
VIANO, Cristina. “Militantes de los años ‘70. Una mirada desde el concepto de
generación”, en: Testimonios, año 1, n°1, 2009.
VILA, Pablo. “Rock nacional. Crónicas de la resistencia juvenil”, en JELIN, Elizabeth. Los
nuevos movimientos sociales: mujeres, rock nacional, CEAL, Bs. As., 1985.
YANKELEVICH, Pablo y Silvina JENSEN (Coords.). Exilios. Destinos y experiencias bajo
la dictadura militar. Bs As, Libros del Zorzal, 2007.
YANUZZI, María de los Ángeles. Los años oscuros del Proceso, UNR editora, Rosario,
1991.
YANUZZI, María de los Ángeles, Política y dictadura. Los partidos políticos y el Proceso
de reorganización Nacional, 1976-1982, Ross, Rosario, 1996.
ZANATA, Loris. “El precio de la nación católica”, en revista Puentes, n° 23, 2008

346
Fuentes

Prensa
La Capital (LC) 1973-1983
La Tribuna (LT) 1976-1980
Semanario Rosario 1980
Diario Rosario 1980-1983
La Opinión 1976 -1980
La Razón 1974-1976
Militancia 1973
Página 12
Tiempo Argentino

Revistas
32 pies
Ariel, 1978
Boom, 1968-1969
Criterio 1974-1977
Desde la Jaula 1982-1983
Didascalia 1976-1983
Expreso Imaginario, 1976-1983
Gente, 1976
La revista Pobre, 1977-1982
Revista seno. Revista del centro de estudiantes del Politécnico, 2010
Risario 1981-1983

Libros
75° Aniversario, Instituto Politécnico Superior “Gr al San Martín” 1906-1981, Rosario, 1981.
Anuario estadístico, Rosario, 1980
BORON, Adriana, Nora CUNEO y Ana M. LOPERGOLO, Escuela Nacional de Títeres.
Investigación sobre su historia, Rosario, 1986
CARVALHO, Eduardo y COLOVINI, Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Orígenes,
fundación y primeros tiempos, Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, Rosario, s/f .
Guía eclesiástica 1985, ed. Kerigma, Rosario, 1985.

347
Génesis del actual Liceo Aeronáutico Militar, CTPN; s/f, Rosario
El ejército hoy, Círculo Militar, Bs. As., 1976.

Declaraciones, Documentos, comunicados, leyes


Comunicado n°13
Discurso del gral. Fortunato Galtieri, 10/04/82
Discurso del Ministro de Educación y Cultura Ricardo Bruera 06/08/76
Discurso del Ministro de Educación y Cultura Juan José Catalán 20/03/78
Documentos Básicos y Bases Políticas de las Fuerzas Armadas para el Proceso de
Reorganización Nacional, Bs. As., 1980.
Ley Orgánica de la Policía provincial n° 7395 de Ju lio de 1975
“Educar para la paz”, mensaje del Ministro de Educación y Cultura Llerena Amadeo,
conferencia frente a la UNESCO, Suiza 1979.
Memoria sintética del período 1976-1981, Ministerio de Educación y Cultura, 1981
Mensajes Ministeriales, Proyecto de Ley Universitaria
Mensaje del Papa Juan Pablo II al III Congreso Mariano argentino, 11 de octubre de 1980.
Marxismo y subversión, Ámbito educacional, Estado Mayor General del Ejército, s/d.
Sentencia “GUERRIERI, Pascual AMELONG, Juan Daniel y otros, sobre privación ilegal
de libertad, amenazas, tormrntos y desaparición física”, Tribunal federal n° 1, Rosario,
2010.
Subversión en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo), Ministerio de
educación y cultura, Bs. As., 1977.

Archivos institucionales
Archivo Provincial de la Memoria, Santa Fe, 1976/1983
Boletín CONET 1976-1979
Decretos Municipales, Rosario, 1976-1977
Libro de actas, colegio Nacional 1, 1979-1980

Archivos personales
“Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Escuela n° 170, Suripujio, La Quiaca 15 al 25
de noviembre de 1979”
Cuaderno de Comunicaciones, Escuela Nacional de Comercio de Morón, 1979

Entrevistadxs citadxs
• Alejandro P. Ingresó al Superior en 1974 y egresó en 1979. Fue delegado de curso
en 1975. Entrevista realizada en octubre de 2010.

348
• Alicia S. estudió la carrera de Comunicación Social en la UNR durante el período
1973-1978. Al mismo tiempo trabajaba como correctora en el diario La Tribuna.
Entrevista realizada en febrero de 2007.
• Azucena S. Inició sus estudios secundarios en la Escuela Superior de Comercio en
1974 y al año siguiente comenzó a militar en la UES. En agosto de 1976 fue
detenida desaparecida y llevada al Servicio de Informaciones, luego fue presa
legal. En 1979 estando ya en libertad inició nuevamente sus estudios secundarios
en una escuela para adultos. Entrevista realizada en agosto de 2011.
• Beatriz A. Realizó sus estudios secundarios en el instituto Dante Alighieri entre
1976 y 1980. Al año siguiente comenzó sus estudios universitarios en la Facultad
de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en junio de 2011.
• Carlos R. Fue estudiante del colegio Nacional 1 durante los años de dictadura y en
1979 participó del operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Entrevista
realizada en octubre de 2011.
• Esteban M. Esteban M. Fue estudiante del Superior de Comercio a partir de 1971,
luego de la toma se traslada al Instituto comercial Zona Oeste. Es detenido
ilegalmente durante junio del 76 pasando por centro clandestino de detención
conocido como el Servicio de informaciones, siendo luego legalizado y llevado a la
cárcel de Coronda como preso político. Entrevista realizada en marzo de 2011.
• Fernando K. Había iniciado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional
Buenos Aires. En 1979 siguió sus estudios en el Nacional 1 de Rosario. La
entrevista no fue grabada, realizada en octubre de 2011
• Gloria C. Ingresó al Superior de Comercio en el año ‘71 y comenzó a militar en la
UES a partir del año 1974. Para fines del 75 cuando aún era estudiante secundaria
fue detenida siendo presa política hasta 1978. Luego salió del país y volvió en la
contraofensiva de Montoneros. Regresó definitivamente al país ya en democracia.
Entrevista realizada en abril de 2009.
• Gustavo B. Ingresó al Instituto Politécnico en 1977 y culminó sus estudios hacia
finales de la dictadura. Desde los 15 años fue militante de la FJC. En 1982 inició
sus estudios universitarios y ya en democracia fue presidente de centro de
estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes. Entrevista realizada en abril
de 2011.
• Haydée S. Docente en el Superior de Comercio luego de la toma realizada en el
‘73 y hasta el año ‘75 cuando fue cesanteada por el interventor de la escuela,
Mariano Frederic. Militante de la JP. Entrevista realizada en febrero de 2011.
• Hugo Alberto Ojeda. Fue militante en una célula de apoyo del ERP entre octubre
de 1974 y abril de 1976, cuando se alejó de la militancia. Vivió un breve tiempo en
Nicaragua y regresó al país a fines de 1976. Creó la revista Pobre y publicó en
diversas publicaciones alternativas. Entrevista realizada en junio de 2013.
• Jorge P. delegado de la UES en el Superior de Comercio hasta 1976. Estudió en el
Superior de Comercio donde se graduó en 1974. Luego siguió sus estudios
universitarios en la Facultad de Ciencias Económicas, y fue detenido-desaparecido
y luego preso político legalizado. Entrevista realizada en mayo de 2011.

• Laura B. realizó sus estudios secundarios en el Normal entre 1979 y 1983. Su


padre y hermano tenían ya militancia en partidos de izquierda antes de la

349
dictadura y ella misma se afilió en 1983 al MAS. Entrevista realizada en junio de
2013.
• Luis C. Estudiante del instituto Politécnico entre 1969 y 1973 y participó de las
tomas en el instituto. Fue luego militante del PST. Entrevista realizada en agosto
de 2011.
• Marcelo P. Fue estudiante en el Politécnico y luego del Colegio Nacional 1. En
1979 participó de operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras.
Terminados sus estudios secundarios en 1982 ingresó a la carrera de derecho en
la UNR. Entrevista realizada en febrero de 2012.
• Meri A. Docente de psicología en la Escuela Nacional de Títeres. Participó de
operativo Argentinos! Marchemos hacia las fronteras a principios de 1980. En
septiembre de ese año fue cesanteada por razones políticas, (según manifestaba
la carta que le fuera remitida por el director). En 1981 ingresa nuevamente a la
Escuela pero como estudiante titiritera. Entrevista realizada en abril de 2012.
• Néstor C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984.
Actualmente es médico. Entrevista realizada en octubre de 2012.
• Marcelo C. Primera promoción del Liceo Aeronáutico Militar de Funes 1980-1984.
Era oriundo de la ciudad de Rufino. Actualmente es médico. Entrevista realizada
en noviembre de 2012.
• María Pía M. Fue militante del MEC, el movimiento Focolar y del movimiento de
renovación carismática entre fines de la década del ’70 y mediados de los años
’80. Entrevista realizada en marzo de 2012.
• Patricia C. Fue militante de Cooperadores Salesianos y estudiante en el colegio
María Auxiliadora de la ciudad de Rosario durante la dictadura. En 1984 siendo
estudiante universitaria se acercó al movimiento de renovación carismática.
Entrevista realizada en abril de 2012.
• Patricia M. Realizó parte de sus estudios secundarios en los primeros años 70 en
la escuela de Artes primero y en el Liceo Bernardino Rivadavia después- Estaba
vinculada al ámbito de la cultura underground de la ciudad. Fue detenida
clandestinamente en el año 1976 y nuevamente en el año 1978, en ambas
ocasiones por el plazo de pocos días. Patricia no se considera militante y de hecho
no militaba en ninguna organización política, aunque sí tenía amistades en el PST
y provenía de una familia politizada. La detención deviene, según su propia
percepción, de su relación con un militante del PST. Se exilió en 1980. Entrevista
realizada en octubre de 2011.
• Rubén B., comerciante. Participó del grupo juvenil parroquial de la Parroquia de
Santa Rosa entre 1975 y 1976, fecha en la que se vinculó a ACA. Fue delegado
juvenil de ACA entre 1977 y 1986. Entrevista realizada en mayo de 2012.
• Sabina F. Ingresó al Instituto Politécnico en 1979 culminando sus estudios
secundarios ya en democracia. Ingresó luego a la escuela de Artes en la UNR.
Entrevista realizada en febrero de 2011.
• Sabatino Palma. Realizó sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri y
participó de las tomas, momento en que inició su militancia en la TERS,
acercándose luego a la JP. En 1975 comenzó su carrera universitaria en medicina
y en el año 1977 sus estudios como actor en los talleres de Arteón. Fue parte del

350
grupo Discepolín y actor en la obra Cómo te explico. Entrevista realizada en julio
de 2011
• Sergio C. Cursó sus estudios en la Escuela Superior de Psicología de la UNR. Si
bien inició algunas materias en 1972, dejó luego la carrera para volver a ingresar
en 1975, graduándose en 1984. Entrevista realizada en mayo de 2013.
• Sergio M Sergio M. Cursó sus estudios en el Colegio Nacional 1 entre 1977 y
1981. Al año siguiente inició sus estudios en la universidad y fue uno de los
estudiantes que realizó la huelga de hambre en 1983. Entrevista realizada en
agosto de 2011.
• Sergio Rébori. Se acercó a la cultura del rock hacia finales de los años ’70 cuando
tenía 15 años y formó parte de la banda Dr. Merengue. Actualmente es artista
plástico, diseñador gráfico y fotógrafo. Entrevista realizada en mayo de 2013.
Sergio es co-autor del libro Generación subterránea. La otra historia del rock de
Rosario, Amanoediciones, Santa Fe, 2012.

• Silvia C. Realizó parte de sus estudios secundarios en la escuela Dante Alighieri


entre 1972 y 1975, participando de las tomas del colegio. Fue militante del PST.
En 1977 retomó la escuela secundaria nocturna en el Nacional 1 y en el año 78 se
radicó en Buenos Aires, regresando a Rosario ya en democracia. Entrevista
realizada en agosto de 2011.

Documentales
Liliana y Eduardo. Luces de la memoria, dirección Sergio Monserrat, 2010
El glorioso Nacional 1, video, dirección Sergio Monserrat, 2012.

Páginas Web
www.jciargentina.org.ar
www.diariodeljuiciorosario. blogspot.com
www.unr.edu.ar.
www.mallinista.com
camrevoc.blogspot.com.ar/
www.palestra.net.ar
www.san-pablo.com.ar/vidapastoral
www.enlahoguera.com.ar
www.propuestaparalajuventud. blogspot.com.ar/
www.webmec.org
www.criticadigital.com
www.liceomilitarlamadrid.ejercito.mil.ar
www.lam.edu.ar
www.sites.google.com/site/vagoslam/

351

You might also like