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7. Luchando con Dios: Dios había bajado al encuentro con Jacob cuando
salía de la tierra en Bet-el. Ahora, justo antes de entrar en la tierra, Dios
vuelve a encontrar a Jacob. En medio de una crisis que parece amenazar
como mínimo la pérdida de sus bienes y en el peor caso, la muerte de
sus esposas e hijos, Jacob lucha con Dios y como resultado recibe una
bendición. Paradójicamente, el ganador de la lucha sale cojeando
durante el resto de su vida, marcado por la mano de Dios.
17 octubre, 2013
CON HUMILDAD
Jacob actuó con mucha sabiduría en su encuentro con Esaú. No se puso en una actitud
agresiva sino defensiva. Pero lo más importante es que actuó con mucha humildad.
La Biblia dice que la respuesta suave aparta la ira (Pro 15:1), y esa fue la actitud que
tomó Jacob ante Esaú. Jacob no llegó con prepotencia o con excusas, sino con
humildad.
(Gen. 33:3) y él se les adelantó, y se inclinó hasta el suelo siete veces hasta que llegó
cerca de su hermano.
Según las costumbres antiguas, cuando uno se acercaba a un rey, debía inclinarse siete
veces. ¿Acaso Esaú era rey? Es muy posible que se había convertido en el rey de
Edom.
La Biblia nos revela que Esaú dejó la tierra de Canaán para establecerse en Seir. Esa era
una región desértica y despoblada, pero Esaú y sus descendientes habitaron allí y
formaron el reino de Edom. Esaú sabía que él no iba a poder ser alguien de mucha
importancia en Canaán porque él y su familia vivían como extranjeros entre las
poblaciones amorreas. Por eso dejó la Tierra Prometida, y se fue al desierto para
establecer un reino allí. Esaú no era un hombre paciente, y seguramente no estaba
dispuesto a esperar a la promesa divina. Por lo que vemos en la Biblia, él buscaba la
gratificación inmediata, y no la recompensa eterna. Esaú decidió dejar la Tierra Prometida
en busca de “mejores oportunidades”. Toda su vida menospreció la herencia divina, y por
eso él no fue contado entre el pueblo de Dios.
La Biblia dice que Dios rechazó a Esaú, que vino como consecuencia de su rechazo al
Señor y a su herencia.
(Malquías 1:2-3) Yo os he amado--dice el SEÑOR--. Pero vosotros decís: ¿En qué nos
has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob?--declara el SEÑOR--. Sin embargo, yo
amé a Jacob, (3) y aborrecí a Esaú, e hice de sus montes desolación, y di su heredad a
los chacales del desierto.
La herencia que Esaú escogió fue ser rey de los chacales del desierto, en lugar de ser
siervo de Dios. Por eso lo vemos fuera de la Tierra Prometida.
REACCIÓN DE ESAÚ
Ahora volviendo a la historia en Génesis 33, leemos que Jacob se inclinó ante Esaú siete
veces (33:3), lo cual no hubiera sido extraño si Esaú era rey.
Esaú venía acompañado de 400 hombres, dispuestos a pelear. Pero la actitud de
humildad de Jacob desarmó a Esaú.
(Gen. 33:4) Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, y echándose sobre su
cuello lo besó, y lloraron.
REGALOS
Luego de conocer a la familia, Esaú le preguntó a Jacob acerca de los regalos que le
había enviado en el camino.
(Gen. 33:8) Y dijo Esaú: ¿Qué te propones con toda esta muchedumbre que he
encontrado? Y él respondió: Hallar gracia ante los ojos de mi señor.
En el Medio Oriente hay toda una cultura en relación con los regalos. Se dan regalos
principalmente por dos razones:
* Regalo de reconocimiento: son los obsequios que se dan porque uno debe algo. Esto
aplica también a los regalos para alguien que se considera como superior, reconociendo
lo que ha hecho.
* Regalo de compromiso: son obsequios cuyo objetivo es obtener un favor a cambio. Esto
un tipo de pago anticipado o la compra de un favor.
Sabiendo esto, podemos entender la pregunta de Esaú. El estaba preguntando cuál era
la intención de Jacob al enviarle tantos regalos.
(Gen. 33:9-11) Pero Esaú dijo: Tengo bastante, hermano mío; sea tuyo lo que es tuyo.
(10) Mas Jacob respondió: No, te ruego que si ahora he hallado gracia ante tus ojos,
tomes el presente de mi mano, porque veo tu rostro como uno ve el rostro de Dios, y
favorablemente me has recibido. (11) Acepta, te ruego, el presente que se te ha traído,
pues Dios me ha favorecido, y porque yo tengo mucho. Y le insistió, y él lo aceptó.
Esaú no quería comprometerse con Jacob, y por eso le dijo que él tenía suficiente, y no
necesitaba nada. Pero Jacob le explicó que los regalos eran de reconocimiento, y no de
compromiso.
Esaú dijo: “tengo bastante” (Gen. 33:9). En hebreo es “Rav”, y también significa: mucho,
abundante. “Bastante” implica abundancia, pero siempre hay espacio para más.
En contraste, Jacob dijo que tenía “mucho”. En hebreo es “Kol” que significa: todo,
plenitud. Esto implica que tiene todo lo que necesita, y por lo tanto, no necesita más.
Hay un refrán judío que dice: “Rico es aquel que está satisfecho con lo que tiene.”
SIGUIERON SU CAMINO
En la aclaración de Jacob, hubo un mal entendido. Al oír Esaú que su hermano lo estaba
reconociendo como rey, él creyó que su hermano se estaba convirtiendo en su súbdito…
pero esa no era la intención de Jacob. Él lo estaba reconociendo como “rey de Edom”,
pero no como “su rey”.
Jacob no quería ir a Edom, sino a Prometida. Aunque allí fuera peregrino y extranjero,
para él esa era la tierra que Dios le había prometido darle a sus descendientes. Esa era la
tierra que consideraba su herencia eterna.
El problema es que Jacob no sabía cómo decirle esto a Esaú. Sin duda quería evitar que
su hermano se enojara de nuevo.
(Gen. 33:12-15) Entonces Esaú dijo: Pongámonos en marcha y vámonos; yo iré delante
de ti. (13) Pero él le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que debo cuidar de
las ovejas y las vacas que están criando. Si los apuramos mucho, en un solo día todos los
rebaños morirán. (14) Adelántese ahora mi señor a su siervo; y yo avanzaré sin prisa, al
paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor
en Seir. (15) Y Esaú dijo: Permíteme dejarte parte de la gente que está conmigo. Pero él
dijo: ¿Para qué? Halle yo gracia ante los ojos de mi señor.
Mientras que Esaú regresó a su tierra en Seir (hoy, al sur de Jordania), Jacob tomó rumbo
hacia la Tierra Prometida. Pero antes de cruzar el Río Jordán, se detuvieron
temporalmente en Sucot.
Ya no había vuelta atrás. Jacob había quemado el puente por el que podía huir. Ahora no
le quedaba más que ir hacia adelante y enfrentar al hermano que lo amenazó de muerte
muchos años atrás…
En ese momento, Dios le envió un mensaje de ánimo a Jacob, haciéndole ver que el
Señor estaba complacido con su retorno a la Tierra Prometida.
(Gen. 32:1-2) Y cuando Jacob siguió su camino, los ángeles de Dios le salieron al
encuentro. (2) Y al verlos, Jacob dijo: Este es el campamento de Dios; por eso le puso a
aquel lugar el nombre de Mahanaim.
El mundo nos enseña a huir de las dificultades, pero el Señor nos enseña a enfrentar
cualquier cosa que se nos ponga delante cuando avanzamos en el camino. Si estamos
en la voluntad de Dios, Él nos ayudará a sobrepasar cualquier obstáculo.
Para entonces, Esaú no estaba viviendo en Prometida. Esaú ya no vivía cerca de sus
padres en Hebrón, sino que se había trasladado a Seir. En la Biblia no dice que él fue
expulsado de la tierra, sino que se fue por su propia voluntad. Seir era el territorio al sur
del Mar Muerto, lo que hoy es el sur de Jordania. Es una tierra bastante desértica, y por
ello, despoblada. Esaú tomó ese territorio y lo hizo suyo. El se convirtió en el rey de Seir,
y le dio a esa tierra un nuevo nombre: su apodo, Edom (que significa: rojo).
Jacob pudo tratar de pasar desapercibido, pero no lo hizo. Aunque Esaú estaba lejos,
Jacob decidió enviarle un mensaje contándole de su regreso. En lugar de “evadir” la
confrontación, podría decirse que la provocó. Sin embargo, lo hizo de una forma
humilde. Él quería arreglar las cosas con su hermano de una vez por todas.
(Gen. 32:3-5) Entonces Jacob envió mensajeros delante de sí a su hermano Esaú, a la
tierra de Seir, región de Edom. (4) Y les dio órdenes, diciendo: Así diréis a mi señor
Esaú: Así dice tu siervo Jacob: He morado con Labán, y allí me he quedado hasta ahora.
(5) Tengo bueyes, asnos y rebaños, siervos y siervas; y envío a avisar a mi señor, para
hallar gracia ante tus ojos.
a. Posición de Defensa
Jacob dividió a la familia en dos y los mandó al otro lado del río para protegerlos.
(Gen. 32:7-8) Entonces Jacob tuvo mucho temor y se angustió; y dividió la gente que
estaba con él, y las ovejas, las vacas y los camellos, en dos campamentos (8) y dijo: Si
Esaú viene a un campamento y lo ataca, entonces el campamento que queda escapará.
Jacob tomó sus precauciones, pero la defensa más importante fue la siguiente…
b. Oración
Jacob clamó a Dios pidiéndole protección. En ese momento, él le recordó a Dios la
promesa que El le había hecho de traerlo con bien de regreso a
(Gen. 32:9-12) Y dijo Jacob: Oh Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh
SEÑOR, que me dijiste: Vuelve a tu tierra y a tus familiares, y yo te haré prosperar, (10)
indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo; pues
con sólo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos.
(11) Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le
tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos. (12) Y tú
dijiste: De cierto te haré prosperar, y haré tu descendencia como la arena del mar que no
se puede contar por su gran cantidad.
Jacob apeló a lo que Dios le había dicho. Jacob había obedecido, y ahora le pedía a Dios
que cumpliera su parte. También hizo referencia a la promesa de Abraham, la cual él
recibió de su padre como herencia espiritual. Jacob ya había visto que Dios cumple Su
Palabra, y por eso oró con fe, sabiendo que Dios es bueno y justo. También oró con
humildad, reconociendo que no merecemos la misericordia divina, pero Dios la da porque
nos ama.
Los regalos siempre tienen un efecto positivo. Con ellos se busca quedar bien con las
personas que lo reciben. Aun puede calmar la ira, como lo dice el proverbio:
(Prov. 21:14) El presente en secreto pacifica el enojo, y la dádiva en el seno, la fuerte ira.
Aun así, Jacob no podía poner su confianza total en los regalos. Sabía que tenía que
proteger a su familia y ponerlos a salvo, en caso que los regalos no fueran suficiente para
ganarse el favor de Esaú.
(Gen. 32:22-23) Y aquella misma noche se levantó, y tomó a sus dos mujeres, a sus dos
siervas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc. (23) Los tomó y los hizo pasar el
arroyo, e hizo pasar también todo lo que tenía.
Jacob llevó a su familia al otro lado del río. La rivera de ese río es muy accidentada, lo
cual lo hace difícil cruzar. De esta forma, los protegería, o por lo menos haría difícil que
los alcanzaran.
Pero Jacob se quedó del lado del río en que venía Esaú.
En el próximo capítulo (cap. 33) leeremos sobre el encuentro con Esaú…pero antes
veremos otro encuentro que Jacob tuvo esa noche de espera…
BENDICIÓN DE ABRAHAM
La bendición de Abraham consistía en la promesa divina de “tierra y descendencia” (Gen.
12:1-3; Gen. 17:6-8).
(Génesis 28:3-4) Y el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique,
para que llegues a ser multitud de pueblos. (4) Y te dé también la bendición de Abraham,
a ti y a tu descendencia contigo, para que tomes posesión de la tierra de tus
peregrinaciones, la que Dios dio a Abraham.
El Señor advirtió a los patriarcas que antes de recibir la tierra, iba a venir la descendencia
(Gen. 12:7). Por eso era importante que Jacob fuera a buscar esposa. Sin embargo, no
debía casarse con mujer cananea, sino de entre su propia parentela, tal como lo había
hecho Isaac.
(Génesis 28:1-2) Y llamó Isaac a Jacob, lo bendijo y le ordenó, diciendo: No tomarás
mujer de entre las hijas de Canaán. (2) Levántate, ve a Padán-aram, a casa de Betuel,
padre de tu madre; y toma de allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu
madre.
Esta no fue sólo una bendición o una promesa—fue una orden, y Jacob obedeció. ¿A
dónde fue?
(Gen. 28:5) Entonces Isaac despidió a Jacob, y éste fue a Padán-aram, a casa de Labán,
hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.
Parecía irónico que el hijo que tenía la promesa de recibir Prometida tuviera que salir al
exilio, mientras que el otro hijo se quedaría. Pero esto sólo sería por un tiempo, pues
Jacob regresará (20 años después), mientras que Esaú se va a retirar al otro lado del Río
Jordán, donde la tierra era más adecuada para la crianza de ganado y la cacería.
REACCIÓN DE ESAÚ
Esaú no sólo estaba molesto con Jacob por haberle quitado la bendición de primogénito.
También reaccionó a la búsqueda de mujer por parte de Jacob. Esaú estaba consciente
que sus padres no se llevaban bien con sus dos mujeres, por eso decidió buscar otra…
(Génesis 28:6-9) Y vio Esaú que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a
Padán-aram para tomar allí mujer para sí, y que cuando lo bendijo, le dio órdenes,
diciendo: No tomarás para ti mujer de entre las hijas de Canaán, (7) y que Jacob había
obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padán-aram. (8) Vio, pues, Esaú
que las hijas de Canaán no eran del agrado de su padre Isaac; (9) y Esaú fue a Ismael,
y tomó por mujer, además de las mujeres que ya tenía, a Mahalat, hija de Ismael, hijo de
Abraham, hermana de Nebaiot.
Algunos interpretan la decisión de Esaú como despecho, ya que se casó con la hija de
Ismael, el medio hermano que le había causado tanta pena a Isaac. Pero otros le dan el
beneficio de la duda, y creen que lo hizo para ganarse el favor de su padre al casarse con
una mujer dentro de la “parentela”. De cualquier forma, era evidente que Esaú no tenía
mucho discernimiento espiritual.
Dios mismo le confirmó la bendición que Isaac le acababa de dar, antes de partir.
(Salmo 105:8-11) Para siempre se ha acordado de su pacto, de la palabra que ordenó a
mil generaciones, (9) del pacto que hizo con Abraham, y de su juramento a Isaac. (10)
También lo confirmó a Jacob por estatuto, a Israel como pacto eterno, (11) diciendo: A ti
te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad.
Para Jacob era importante recibir esta confirmación en ese preciso momento, ya que no
tenía nada: no tenía descendencia, y estaba huyendo de la tierra de la promesa.
Seguramente se preguntaba si se casaría, si tendría hijos y si volvería algún día a la tierra
donde nació, y si volvería a ver de nuevo a su familia.
Lo que Dios comienza, no lo deja a la mitad. El siempre termina la obra que comenzó.
Esto mismo escribió Pablo.
(Filipenses 1:6) Estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
Jacob tuvo esta revelación a través de un sueño, pero fue muu vívido, y él quedó
impactado. Él supo que había sido de Dios.
(Gen. 28:16-17) Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el SEÑOR está en este
lugar y yo no lo sabía. (17) Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no
es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo.
Jacob se dio cuenta que el lugar donde durmió era un lugar especial (28:16):
à de Dios [heb. Bet Elohim], y
à del Cielo [heb. Shaar Ha'Shamayim]
Es un lugar donde la tierra se conecta con el Cielo, donde el hombre puede conectarse
con Dios.
VOTO DE JACOB
Luego de la señal que hizo a raíz del sueño que tuvo, Jacob hizo un voto.
(Gen. 28:20-22) Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me
guarda en este camino en que voy, y me da alimento para comer y ropa para vestir, (21)
y vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi Dios. (22) Y esta
piedra que he puesto por señal será casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el
diezmo.
Jacob le puso una condición a Dios: Si el Señor lo cuidaba y le permitía regresar con su
familia, entonces él prometía a Dios lo siguiente:
à Reconocer a YHVH como su Dios.
à Construir un Templo a Dios
à Dar el diez por ciento de todas sus ganancias.
LLAMADO A CADA PATRIARCA
Aun cuando el propósito de Dios es uno solo, cada uno de los patriarcas recibieron un
llamado diferente en la primera ocasión que oyeron de Dios.
Cada uno de ellos recibió una dirección diferente en relación con , según el momento en
que se encontraban en sus vidas:
El Plan de Dios es uno solo, pero Él nos puede dar diferentes instrucciones en diversos
tiempos para cumplir con Su perfecto propósito. Cada persona debe tener una
experiencia personal con Dios, la cual es única. Aunque el llamado sea el mismo, los
pasos los ordena Dios según el proceso y tiempo del Señor. Por eso tenemos que estar
continuamente buscando Su voluntad.
CIELOS ABIERTOS
Jacob vio los cielos abiertos. Jesús también hizo referencia a los cielos abiertos, en los
cuales los ángeles subían y bajaban.
(Juan 1:47-51) Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en
quien no hay engaño. (48) Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le
respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera,
te vi. (49) Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
(50) Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees?
Cosas mayores que éstas verás. (51) Y le dijo: En verdad, en verdad os digo que veréis
el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.
Nosotros todavía vivimos en el Reino de este mundo, pero cuando los cielos están
abiertos, podemos conectar la Tierra con el Cielo (el Reino de Dios).
Los ángeles van de un lugar al otro, de la Tierra al Cielo y viceversa. De aquí suben con
nuestras oraciones, y del Cielo traen la respuesta y la dirección.
En la entrada anterior comenzamos a ver la lucha que existía entre los gemelos Jacob y
Esaú por conseguir la bendición de primogénito. En el capítulo25 vimos que Jacob
compró la primogenitura de Esaú con un plato de lentejas. Esaú había salido primero del
vientre de la madre, pero Dios le había revelado a Rebeca que el segundo sería el
primero (Gen. 25:22-23)
Aconsejado por la madre, Rebeca, Jacob se hizo pasar por Esaú para conseguir la
bendición de primogenitura.
Esta fue la bendición que Isaac le dio a Jacob, creyendo que era Esaú:
(Génesis 27:28-29) Dios te dé, pues, del rocío del cielo, y de la grosura de la tierra, y
abundancia de grano y de mosto. (29) Sírvante pueblos, y póstrense ante ti naciones; sé
señor de tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te
maldigan, y benditos los que te bendigan.
Esto es exactamente lo que Dios le había revelado a Rebeca, diciéndole que el menor
serviría al mayor.
SE DESCUBRE
A todo esto, Esaú estaba cazando el venado e ignoraba lo que estaba sucediendo en la
casa de Isaac. Cuando él finalmente llegó con su padre, él ya había dado la bendición a
Jacob.
(Génesis 27:30-31) Y sucedió que tan pronto como Isaac había terminado de bendecir a
Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú
llegó de su cacería. (31) Y también él hizo un buen guisado y lo trajo a su padre, y dijo a
su padre: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que tú me bendigas.
Lo normal hubiera sido que Isaac se enojara y maldijera a Jacob por haberlo engañado…
pero no lo hizo. Al contrario, confirmó la bendición que le había dado a Jacob: “…Sí, y
bendito será”(27:33). Evidentemente algo pasó en el acto de bendición a Jacob que
convenció a Isaac de estar haciendo lo correcto. Probablemente Dios abrió sus ojos
ciegos en ese momento para ver la voluntad divina.
REACCIÓN DE ESAÚ
Pero Esaú no fue tan comprensivo como Isaac. El se alteró mucho al oír que su hermano
Jacob le había “robado” la primogenitura (aunque él sabía que ya se la había vendido
cuando eran más jóvenes).
(Génesis 27:34-36) Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo
clamor, y dijo a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío! (35) Y él
respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. (36) Y Esaú dijo:
Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces. Me quitó mi
primogenitura, y he aquí, ahora me ha quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado
una bendición para mí?
Aquí se hace evidente que Esaú no había olvidado el hecho que él había vendido su
primogenitura por un plato de lentejas. Tal vez Isaac no lo sabía, pero él sí lo recobraba.
En este sentido, también Esaú estaba engañando a su padre queriéndose quedar con una
bendición que no le pertenecía.
Pero no todo era “privilegio”, ya que ellos quedaban como responsables por el bienestar
de toda la familia.
En Hebreos vemos que Isaac bendijo a sus dos hijos con la bendición paterna
(heb. Braja).
(Hebreos 11:20) Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
La pregunta que se hacían era: ¿quién de los dos gemelos se iba a quedar con la
bendición de la primogenitura?
Isaac confirmó la bendición dada a Jacob como primogénito, y Esaú debía estar bajo la
autoridad de su hermano. Sin embargo, al final, Isaac insertó una cláusula bajo la cual él
podría librarse del dominio del hermano. Esto sucedió en tiempos del rey Joram, de Judá
(aproximadamente en el año .C.)
(2 Crónicas 21:5-10) Joram tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó
ocho años en Jerusalén. (6) Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, tal como
había hecho la casa de Acab (pues la hija de Acab era su mujer), e hizo lo malo ante los
ojos del SEÑOR. (7) Sin embargo el SEÑOR no quiso destruir la casa de David a causa
del pacto que había hecho con David, y porque le había prometido darle una lámpara a él
y a sus hijos para siempre. (8) En sus días se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y
pusieron rey sobre ellos. (9) Entonces pasó Joram con sus comandantes, y todos sus
carros con él. Y aconteció que se levantó de noche y atacó a los edomitas que lo tenían
cercado a él y a los comandantes de los carros. (10) Y Edom se rebeló contra el dominio
de Judá hasta el día de hoy. Entonces Libna se rebeló en ese mismo tiempo contra su
dominio, porque Joram había abandonado al SEÑOR, Dios de sus padres.
Ese apodo le fue puesto, no sólo porque era pelirrojo o carnal, sino por las lentejas rojas
que comió a cambio de su primogenitura.
(Génesis 25:29-34) Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo
a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por
tanto fue llamado su nombre EDOM. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu
primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me
servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júrame en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob
su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y comió y
bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.
SEMILLA DE RESENTIMIENTO
Desde el día en que Jacob fue bendecido con la primogenitura, se sembró una semilla de
resentimiento en el corazón de Esaú contra su hermano Jacob. Pero no sólo se quedó
como un sentimiento, sino se degeneró en odio, hasta llegar al punto de desear la muerte
de su propio hermano, al estilo de Caín.
El plan de Esaú era matar a Jacob tan pronto como Isaac muriera.
(Génesis 27:41) Esaú, pues, guardó rencor a Jacob a causa de la bendición con que su
padre lo había bendecido; y Esaú se dijo: Los días de luto por mi padre están cerca;
entonces mataré a mi hermano Jacob.
El mal de Esaú no fue sentirse ofendido por lo que pasó, sino haber guardado rencor. En
el libro de Hebreos leemos una referencia de esto:
(Hebreos 12:15-17) Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que
ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean
contaminados; (16) de que no haya ninguna persona inmoral ni profana como Esaú, que
vendió su primogenitura por una comida. (17) Porque sabéis que aun después, cuando
quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no halló ocasión para el arrepentimiento,
aunque la buscó con lágrimas.
Al igual que Caín, Esaú nunca se arrepintió. Dejó abierta la puerta al pecado, y nunca se
volvió para atrás.
REBECA INTERVIENE
Posiblemente se hubiera repetido la historia de Caín y Abel, a no ser por la intervención
de Rebeca.
(Génesis 27:42-45) Cuando las palabras de Esaú, su hijo mayor, le fueron comunicadas
a Rebeca, envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo: Mira, en cuanto a ti, tu hermano
Esaú se consuela con la idea de matarte. (43) Ahora pues, hijo mío, obedece mi voz:
levántate y huye a Harán, a casa de mi hermano Labán. (44) Y quédate con él algunos
días hasta que se calme el furor de tu hermano; (45) hasta que la ira de tu hermano
contra ti se calme, y olvide lo que le hiciste. Entonces enviaré y te traeré de allá. ¿Por qué
he de sufrir la pérdida de vosotros dos en un mismo día?
Rebeca sabía que el odio de Esaú no iba a mermar, y la única salida era que Jacob
huyera. Pero su salida también tendría otro propósito…
EN BUSCA DE MUJER
La lección de este capítulo comenzó mencionando el efecto negativo que tuvo el
casamiento de Esaú con las hijas de Het (Gen. 26:34-35), y termina haciendo referencia a
esto mismo:
(Génesis 27:46) Y Rebeca dijo a Isaac: Estoy cansada de vivir a causa de las hijas de
Het; si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra,
¿para qué me servirá la vida?
Rebeca no podía pensar que Jacob se fuera a casar con unas mujeres como ellas. Por lo
tanto, envió a Jacob con su parentela en Harán para buscar esposa entre ellos.
En ese momento, Isaac volvió a confirmar la bendición que le había dado a Jacob. No
sólo eso, sino que también le transfirió la bendición de Abraham—de tierra y
descendencia.
(Génesis 28:3-4) Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique,
hasta llegar a ser multitud de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu
descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham.
Esta bendición será luego confirmada directamente a Jacob por el mismo Señor…
Parecería que, por despecho, Esaú se casó con una hija del medio hermano de su padre
que tanto problema le había dado. Con este matrimonio, se unió el linaje de Esaú con el
de Ismael.
* AMALEC
Amalec es un descendiente de la unión de Esaú con una de las hijas de Het (Gen. 36:12),
y fue un jefe entre los hijos de Esaú (Gen. 36:16). Amalec fue el primero en atacar a los
israelitas cuando salieron de Egipto, cuando estaban a punto de llegar al Monte Sinaí (Ex.
17:8).
* AMAN
Amán era descendiente de los amalecitas. Él persiguió a los judíos en Babilonia, en
tiempos de Ester.
ESAU SE CASA
Esaú tomó la decisión de casarse, lo cual es bueno. Lamentablemente se casó no sólo
con una, sino dos mujeres. Para complicar la situación, ellas eran cananeas, quienes
tenían costumbres y valores muy diferentes a los de la familia de Isaac. La consecuencia
de esa mala decisión se hizo evidente pronto…
(Génesis 26:34-35) Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beeri
hitita, y con Basemat, hija de Elón hitita; (35) y ellas hicieron la vida insoportable para
Isaac y Rebeca.
Este capítulo comienza con el pesar por las mujeres de Esaú, y terminará con el deseo de
los padres a que Jacob se case con una mujer que no sea de Canaán, preferiblemente de
su parentela, tal como lo había hecho Isaac.
(Génesis 27:46) Y Rebeca dijo a Isaac: Estoy cansada de vivir a causa de las hijas de
Het; si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra,
¿para qué me servirá la vida?
no menciona específicamente qué es lo que hacían las mujeres de Esaú para molestar a
Rebeca. Lo que sí menciona es que ella se sentía tan desesperada que deseaba morir.
También a Isaac le causaban molestias las mujeres de Esaú. Sin embargo, él tenía una
debilidad hacia Esaú, pues era su favorito.
CEGUERA DE ISAAC
Isaac tenía un impedimento: no veía bien. Esto no sólo era en lo físico, sino también en
un sentido espiritual.
(Génesis 27:1-4) Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles
para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí.
(2) Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. (3) Ahora pues, te ruego,
toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; (4) y prepárame un buen
guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga
antes que yo muera.
Pero Rebeca no lo olvidó, por lo que decidió actuar para prevenir tal error.
(Génesis 27:5-10) Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y
cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa , (6) Rebeca habló a su
hijo Jacob, diciendo: He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú,
diciéndole: (7) "Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga
en presencia del SEÑOR antes de mi muerte." (8) Ahora pues, hijo mío, obedéceme en
lo que te mando. (9) Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de
las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta.
(10) Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su
muerte.
Esta decisión era muy riesgosa por lo que implicaba. Pero la insistencia de Rebeca hace
ver una de dos cosas: o ella estaba también cegada por su preferencia por Jacob, o ella
estaba convencida de que eso era lo correcto ante los ojos de Dios.
Aun cuando Rebeca tuviera la razón, esa no era excusa para engañar. La Biblia nos
enseña que la forma de vencer el mal es haciendo el bien—no replicando el mal (Rom.
12:21). Rebeca debió apelar, orar, interceder. Esto no es “darse por vencido”, sino dejar
que Dios haga su obra, mientras que uno hace lo que es justo y correcto. Pero Rebeca
prefirió tomar el asunto en sus propias manos (…como si Dios no pudiera abrir y cerrar
puertas, tocar corazones y abrir ojos). Por tomar la vía fácil y combatir el mal con mal,
tanto Rebeca como Jacob tuvieron que pagar un alto costo…como lo veremos en los
siguientes capítulos…
Nótese que Jacob dice: el Señor “tu” Dios. No debe pasarnos por alto que los hijos de
Isaac aún no habían reconocido a YHVH como su propio Dios. Esta es una decisión
personal que viene por lo general luego de tener una experiencia personal con Él.
ANTE ISAAC
Cuando Jacob se presentó ante su padre haciéndose pasar por su hermano, Isaac
sospechó que quien le hablaba no era Esaú, por lo que le pidió que se acercara para
palparlo.
(Génesis 27:21-27) Isaac entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte,
hijo mío, a ver si en verdad eres o no mi hijo Esaú. (22) Jacob se acercó a Isaac su
padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de
Esaú. (23) Y no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano
Esaú, y lo bendijo. (24) Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo
soy. (25) Entonces dijo: Sírveme, y comeré de la caza de mi hijo para que yo te bendiga.
Y le sirvió, y comió; le trajo también vino, y bebió. (26) Y su padre Isaac le dijo: Te ruego
que te acerques y me beses, hijo mío. (27) Y él se acercó y lo besó; y al notar el olor de
sus vestidos, lo bendijo, diciendo: He aquí, el olor de mi hijo es como el aroma de un
campo que el SEÑOR ha bendecido.
Con esta experiencia vemos el grado de ceguera de Isaac. Era muy fácil engañarlo y
manipularlo. Él creyó lo que quería creer, sin tomar en cuenta la evidencia.
Puede causar conflicto ver a los “héroes de la Biblia” con tales faltas y cometiendo serios
errores. La Biblia no es un cuento de hadas, sino la historia real del pueblo de Dios. Ésta
presenta a los patriarcas tal como eran, con sus virtudes y defectos. Esa es la realidad;
no hay nadie perfecto, más que Dios. Al final, al leerla podemos identificarnos con los
personajes y aprender de ellos…
(1 Corintios 10:11-12) Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como
enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. (12) Por tanto, el
que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga.
En la próxima entrada leeremos la bendición que Isaac les da a sus hijos y cómo la
verdad saldrá a luz…
En la entrada anterior, vimos cómo Abraham dejó su herencia en orden antes de morir…
Abraham murió a los 175 años, cien años después que haber recibido su llamado
(Gen.12).
(Génesis 25:7-10) Estos fueron los años de la vida de Abraham: 175 años. (8) Abraham
murió* en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo. (9) Sus hijos
Isaac e Ismael lo sepultaron en la cueva de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Zohar,
el Hitita, que está frente a Mamre, (10) el campo que Abraham compró a los hijos de
Het. Allí fue sepultado Abraham con Sara su mujer.
Abraham fue enterrado en la Cueva de Macpela, en Hebrón, junto con Sara, en la única
propiedad que adquirió en
Abraham vivió muchos años; pero a la hora de ver atrás y analizar la vida, lo que cuenta
no es tanto el número de años sino la calidad de vida. La Biblia dice que Abraham vivió
una buena vida, “lleno de días”, pues el propósito por el cual fue creado se cumplió.
Isaac iba a seguir el llamado y la obra iniciada por Abraham. Así como Dios bendijo a
Abraham, también lo hizo con su hijo Isaac, el hijo de la promesa.
(Génesis 25:11) Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a su hijo Isaac. Y habitó
Isaac junto a Beer Lajai Roi.
HISTORIA DE ISAAC
Abraham había buscado mujer para su hijo Isaac para asegurarse que la simiente
prometida siguiera y se cumpliera el plan de Dios. Curiosamente, la historia se repitió, ya
que la mujer de Isaac también era estéril.
(Génesis 25:21) Isaac oró al SEÑOR en favor de su mujer, porque ella era estéril; y el
SEÑOR lo escuchó, y Rebeca su mujer concibió.
La traducción dice que Isaac “oró”, pero es más que una simple oración. Eb hebreo se
usa la palabra “Atar “ que significa: suplicar, implorar. Implica insistencia y repetición.
En varias instancias en la Biblia, Dios detiene los embarazos, y eso es un mensaje en sí.
Es una forma de decirles a los padres que el bebé que viene tiene un propósito especial.
Así sucedió con Isaac, Jacob, José, Sansón, Samuel, y Juan el Bautista.
PROBLEMAS EN EL EMBARAZO
Cuando finalmente Rebeca quedó esperando, se vino otra complicación en el embarazo:
(Génesis 25:22) Los hijos luchaban dentro de ella y ella dijo: "Si esto es así, ¿para qué
vivo yo?" Y fue a consultar al SEÑOR.
En hebreo, la descripción de lo que sentía Rebeca es más fuerte. La palabra hebrea que
se usa es Ratzatz, que literalmente significa: hacer pedazos, también oprimir, aplastar,
romper, lastimar, desanimar.
Lo que debía ser una bendición estaba siendo una tortura para ella, al punto que quería
morir. Pero en medio de esa dificultad, ella hizo lo se debe hacer: preguntarle a Dios.
La primera noticia fue que tendría gemelos. Pero el principal mensaje era que el mayor
serviría al menor. Esto iba en contra de la costumbre, en la que el primogénito era quien
recibía la autoridad dentro de la familia.
NACIMIENTO
En su momento, nacieron mellizos, tal como lo había anunciado el Señor.
(Génesis 25:24-26) Cuando se cumplieron los días de dar a luz, había mellizos en su
seno. (25) El primero salió rojizo, todo cubierto de vello, y lo llamaron Esaú. (26) Y
después salió su hermano, con su mano asida al talón de Esaú, y lo llamaron Jacob.
Isaac tenía sesenta años cuando Rebeca dio a luz a los mellizos.
Los mellizos no eran gemelos idénticos, más bien, eran muy diferentes, no sólo
físicamente sino también en personalidad, carácter y visión de vida.
A Esaú le gustaba el campo, mientras que Jacob prefería quedarse en casa con su
madre. Uno era el favorito de Isaac, y el otro el favorito de Rebeca.
(Génesis 25:27-28) Los niños crecieron, y Esaú llegó a ser diestro cazador, hombre del
campo. Pero Jacob era hombre pacífico, que habitaba en tiendas. (28) Isaac amaba a
Esaú porque le gustaba lo que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob.
Pero la diferencia más trascendental entre estos hermanos gemelos era la diferencia
espiritual: Esaú era un hombre carnal, interesado en la vida terrenal; por el contrario,
Jacob era un hombre espiritual. En hebreo, dice que era “completo, íntegro, puro,
perfecto” (heb. Tam).
LA IMPORTANCIA DE LA PRIMOGENITURA
La diferencia entre Jacob y Esaú se hace manifiesta en su interés por la primogenitura…
Jacob y Esaú
Según la tradición, el día en que murió Abraham, Jacob había preparado un potaje de
lentejas como parte de la comida de luto. Al contrario, ese día Esaú salió a cazar.
(Génesis 25:29-34) Un día, cuando Jacob había preparado un potaje, Esaú vino agotado
del campo. (30) Entonces Esaú dijo a Jacob: "Te ruego que me des a comer * (lit.
tragar) un poco de ese guisado rojo, pues estoy agotado." Por eso lo llamaron Edom.
(31) "Véndeme primero tu primogenitura," le contestó Jacob. (32) "Mira, yo estoy a
punto de morir," le dijo Esaú; "¿de qué me sirve, pues, la primogenitura?" (33) "Júramelo
primero," replicó Jacob. Esaú se lo juró, y vendió su primogenitura a Jacob." (34)
Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas. El comió y bebió, se levantó y se
fue. Así despreció Esaú la primogenitura.
Esaú estaba más preocupado por satisfacer sus deseos temporales que por la herencia
familiar. El se dejó llevar por la carne, y despreció los valores espirituales. Al contrario,
Jacob anhelaba la primogenitura, y aprovechó el momento para “comprar el derecho de
primogénito” que eventualmente le sería dado a Esaú por haber nacido primero (a pesar
que Dios había revelado a Rebeca desde el vientre que el menor sería el primogénito).
(Hebreos 12:16-17) … Esaú vendió su primogenitura por una comida. (17) Porque
sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no
halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.
3 comentarios:
LUNES, 18 DE FEBRERO DE 2013
Una armonía de los evangelios: El ministerio en Galilea