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Rodrigo Fabian Alfaro Uribe

Historia e Historiografía de la Revolución Mexicana y Contemporánea

Lectura 1.1

El autor, traza su hipótesis en torno al problema que representa la sucesión presidencial


del caudillo Porfirio Díaz, individuo que encarna al “pueblo” con sus decisiones, dentro de
una política dictatorial prolongada por más de tres décadas que está a punto de llegar a
su fin, en primera, por la edad avanzada del general, y en segunda, por qué una nueva
reelección tan sólo ofrecía una solución provisional. El cambio en la estructura política
mexicana era inevitable. Porfirio Díaz es tan solo un ser mortal.

Díaz representaba el eje central del mecanismo político del país; una red de fidelidades y
amistades con las élites regionales como nacionales para mantener el equilibrio del
régimen. Ésta red, conformada por porfiristas clásicos e intelectuales positivistas, vieron la
oportunidad de tomar el poder una vez que Díaz dimitiera al cargo presidencial. El
presidente Diaz veía en la figura de vicepresidente, la manera de perpetuar su régimen y
así poder alejarse del plano político sin dejar de obtener beneficios. Pero la dificultad salió
a flote al momento en que Díaz debía elegir al mejor candidato para la vicepresidencia. Es
en este momento, donde la élite que rodea la estructura del gobierno porfirista se divide y
da cómo resultado la lucha entre éstas dos facciones por el poder.

Ambos grupos; positivistas, como porfiristas clásicos, son de la plena confianza del
general. Por su parte, los positivistas daban la imagen de un gobierno prospero y un
estado moderno en el extranjero, con el fin atraer inversiones y nuevos negocios.
Mientras que los porfiristas clásicos, dónde el general Reyes era su representante,
mantenían el orden interno del país, por medio del los lazos locales dentro un grupo más
numeroso. Es aquí donde el autor plantea el contraste entre éstás dos facciones que
constituyen un mismo cuerpo político con Díaz. Los positivistas creen en el análisis
objetivo de los hechos, se sienten identificados por su nivel de estudios; tecnócratas,
administradores, financieros y abodagos por excelencia. Mientras que los reyistas –
porfiristas liberales- son individuos de provincia que conocen el campo y tiene una
formación militar surgidos de las clases medias o bajas.

La diferencias entre las dos tendencias políticas se agudizan al momento de que Díaz
parece ser más influenciado por el representante de los positivistas; Limantour. La
criterios de elección de gobernadores para los estados se ve influenciada por por la
eficacia administrativa y la riqueza cómo influencia social. Se seleccionaron cada vez más
miembros del grupo positivista haciendo a un lado a los notables locales provenientes de
la clase medias, quienes antes ocupaban dichos cargos.

Otro punto clave de la lectura, ligado a la cuestión de la sucesión presidencial, es la


polémica que causó la entrevista que tuvo Creelman con Porfirio Díaz. Pues las
declaraciones del presidente, “abrir la democracia al pueblo mexicano”, causa una
agitación política que da como resultado la formación de un partido de oposición diez
meses después de dicha declaración. Aunado a este suceso, comienza una etapa
prolífica en la escritura política que pronto terminará por influir en a un sector más amplio
de la sociedad, hasta entonces excluida de la política porfiriana.

Éste tercer grupo de oposición, el partido democrático de México, integrado por jovenes
de la corriente Juarista y Lerdista apoyó a Patricio Leyva con intenciones de hacer una
prueba del ejercicio democrático – estimulado por el mismo Diáz-, ven una oportunidad en
el dolido estado de Morelos, la necesidad de nombrar un nuevo gobernador en 1909,
pues anterior había finado.

Sin embargo, la elección del nuevo candidato a la gobernatura fue elegido cómo siempre,
por Porfirio Díaz. Esta decisión creo una movilidad qué comprende más allá de las élites,
esta vez se involucraba el pueblo. Tal suceso fue un acierto, pues aquel grupo de
oposición excluido de la política vio de forma favorable, la movilización de las clases
bajas, lo interpretaron como una respuesta a su llamado por ejercer democracia.

Sin embargo esta mivilización de los campesinos no alentó a los integrantes del partido
democrático a ejercer un voto abierto, pensaban que era mejor hacerlo cerrado. Tal
decisión provocó el degradado del grupo, al momento de publicar su manifiesto.

Conclusiones:

Cómo en todos los tiempos y en todas las naciones, no hay nada eterno.

El porfiriato fue una etapa política que tuvo un auge sin igual, pero sin duda algún día
tenía que terminar. Pero el hecho de no haber propiciado una cultura democrática hacía
de éste sistema una debilidad. Difícil de comprender como un intelectual positivista, a
pesar de sus estudios, no desarrollara una sensibilidad por la clase trabajadora, al paracer
la educación seguía siendo privilegio de unos cuántos. Es un problema que aún se refleja
en el presente dónde los políticos no valoran ni se sienten identificados con el trabajo del
campesino. Con esto, no quiero disminuir la capacidad positivista por mantener el orden
administrativo. Aunque al final termino por ser un individuo que nunca comprenció a su
sociedad. Para ellos la distinción social era lo importante.

En contraparte los reyistas intentaban formar un nuevo militarismo quizás al menos en


apariencia a los ojos de don Porfirio. Sin duda todo recae en una ausencia de cultura
democrática y en la dificultad de poner en práctica sus teorías.

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