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Thomas Kempis
DE LA IMITACIÓN DE CRISTO
Franciscus fecit
47
Libro segundo
gran serenidad.
Capı́tulo IX
Cómo conviene carecer de toda consolación.
Capı́tulo X
Del agradecimiento por la gracia de Dios.
Capı́tulo XI
Cuán pocos son los que aman la cruz de Cristo.
27
Lc 17
28
Sal 24
65
Capı́tulo XII
Del camino real de la santa cruz.
32
Mt 16
33
He 14
71
Libro tercero
Capı́tulo I
De la habla interior de Cristo al ánima fiel.
34
Estas primeras lı́neas faltan en la edición que estamos transcribiendo. En su lugar las
hemos tomado de la edición del R. P. Eusebio Nieremberg
35
Sal 34
74
Capı́tulo II
Cómo la verdad habla dentro del alma sin ruido de palabras.
Habla, Señor 36, que tu siervo oye. Yo soy tu siervo 37: dame
entendimiento para que sepa tus verdades. Inclina mi corazón a
las palabras de tu boca. Corra tu habla ası́ como rocı́o. Decı́an
en el tiempo pasado los hijos de Israel a Moisés 38: háblanos tú,
y oı́rte hemos: no nos hable el Señor, porque quizás moriremos.
Yo, Señor, no te ruego ası́; mas con el profeta Samuel con
humilde deseo te suplico 39: habla, Señor, que tu siervo oye. No
me hable Moisés ni ninguno de los profetas; mas háblame tú,
Señor, lumbre de todos los profetas, que tú sólo sin ellos me
puedes enseñar perfectamente; ellos sin tı́ ninguna cosa apro-
vechan: pueden pronunciar palabras, mas no dan espı́ritu. Muy
hermosamente dicen, mas callado tú, no entienden el corazón.
Enseñan letras; mas tú abres el sentido. Dicen misterios; mas
tú declaras el entendimiento de los secretos. Pronuncian man-
damientos; mas tú ayudas a cumplirlos. Muestran el camino;
mas tú das esfuerzo para andarlo. De fuera obran solamente;
mas tú instruyes y alumbras los corazones. De fuera riegan; mas
tú das la fertilidad. Ellos llaman con palabras; mas tú das el
entendimiento al oı́do.
Pues no me hable Moisés, mas tú, Señor Dios mı́o, eterna
Sabidurı́a, porque no muera, y quede sin fruto. Señor, si fuere
amonestado y solamente oyere de fuera, y no fuere encendido
de dentro, plegue a tı́ que no me sea condenación la palabra
oı́da, y no obrada; conocida, y no amada; creı́da, y no guardada.
Habla pues tú, Señor, que tu siervo oye; pues que ciertamente
36
1 Re 3
37
Sal 118
38
Éx 20
39
1 Re 3
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Capı́tulo III
Las palabras de Dios se deben oı́r con humildad; y cómo
muchos no las estiman como deben.
Capı́tulo IV
Oración para pedir la gracia de la devoción.
Señor mı́o, tú eres todo mi bien. ¿Quién soy yo para que te ose
hablar? Yo soy un pobrı́simo siervo tuyo, un gusanillo desechado,
muy mas pobre y más digno de ser despreciado que sé, ni oso
decir. Mas acuérdate, Señor, que soy nada, nada tengo, nada
valgo. Tú solo eres bueno, justo y santo: tú lo puedes todo,
tú lo das todo, tú lo cumples todo; sólo el pecado dejas vacı́o.
Acuérdate, Señor, de tus misericordias, e hince mi corazón de
tu gracia, pues no quieres que estén tus obras vacı́as. ¿Cómo me
podré sufrir en esta mı́sera vida, si no me esfuerza tu gracia?
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Capı́tulo V
Debemos conversar delante de Dios con verdad y humildad.
Capı́tulo VI
Del maravilloso efecto del divino amor.
consolador, por los siglos de los siglos. ¡Oh Señor Dios mı́o, ama-
dor Santo mı́o! cuando tú vinieres a mi corazón, se alegrarán
todas mis entrañas. Tú eres mi gloria y mi alegrı́a: tú eres mi
esperanza y el refugio mı́o en el dı́a de mi tribulación.
Mas porque soy aún flaco en el amor, e imperfecto en la vir-
tud, por esto tengo necesidad de ser fortalecido y consolado de
tı́. Por eso visı́tame, Señor, más veces, instrúyeme con santas
doctrinas. Lı́brame de mis malas pasiones, y sana mi corazón
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de mis aficiones desordenadas y vicios: porque sano y bien
purgado, sea hábil para amarte, y constante para sufrir, y firme
para perserverar.
Gran cosa es el amor, gran bien para toda cosa. Él sólo hace
ligero todo lo pesado, y lleva con igualdad todo lo desigual. Lleva
la carga sin carga, hace dulce y sabrosa toda cosa amarga. El
nobilı́simo amor de Jesús nos compele a hacer grandes cosas y
siempre mueve a desear cosas perfectas. El amor quiere estar
arriba, y no quiere ser detenido de cosas bajas. El amor quiere
ser libre y ajeno de toda afección mundana, porque no se impida
su interior vista, ni se embarace en ocupaciones de provecho
temporal, o caiga por algún daño o pérdida. No hay cosa más
dulce que el amor, ni más fuerte, ni más ancha, ni más alegre,
ni más cumplida, ni mejor en el cielo ni en la tierra.
Porque el amor nació de Dios, y no puede holgar sobre todo
lo criado, sino en este mismo Dios. El que ama vuela, corre,
alégrase, es libre, no es detenido, toda cosa da por el todo, y
tiene todas las cosas en todas; porque huelga en un sumo bien
sobre todas las cosas, del cual mana y procede todo bien. No
mira a los dones, pero vuélvese al dador de ellos.
El amor nunca sabe modo; hierve sobre toda manera. El amor
no siente carga, ni estima los trabajos: más desea que puede. No
se queja lo manden lo imposible; porque cree que todo lo pue-
de en Dios: en conclusión, para todo es bueno. Y muchas cosas
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Aquı́ reanudamos la transcripción de la traducción de Fray Luis de Granada
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