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INTRODUCCIÓN
Las sociedades contemporáneas han visto la necesidad de transformar sus marcos de acción
a fin de establecer mecanismos que permitan la articulación de las políticas nacionales a
las nuevas expectativas y necesidades globales. Fenómenos como la globalización, el
desarrollo de los sistemas de comunicación e información, el capital cognitivo y las
modificaciones a nivel demográfico, han determinado la reestructuración de los sistemas
políticos, económicos y educativos a nivel global.
En América Latina desde hace dos décadas, se han venido implementado planes y programas
que se han desarrollado en los diferentes países de manera diferenciada pero persiguiendo
los mismos fines: la liberación de mercados, el fortalecimiento de la democracia y la
descentralización Cardona (2016). Desde los textos consultados se privilegian dos temas
los cuales hacen parte del presente escrito de manera muy breve, el primero se refiere a la
descentralización sus implicaciones y retos y la nueva configuración del territorio el cual
es un factor que aparece dentro de las políticas públicas actuales con gran vigencia.
Cardona (2016) afirma que hablar de educación es hablar del “entramado que potencia el
nicho, el territorio, que es la vida misma; por eso la educación es un derecho, un valor social,
un bien colectivo”.El autor retomando a Meiriev (1998) afirma que la educación debe
centrarse en el sujeto-mundo a fin de permitirle configurarse como “sujeto implicado” dentro
de su territorio, de su realidad para que se posicione en su contexto y se sostenga en él,
además de incentivar el futuro como proyección territorial. Esta acepción involucra el
territorio como parte esencial del proceso educativo trascendiendo el imaginario del
territorio como espacio administrativo y jurisdiccional a partir del cual se proponían los
lineamientos de la política pública en el pasado. Ángel García del Dujo y José Manuel Muñoz
Rodríguez. (1999) reconocen que dichos procesos de desterritorialización influyeron de
manera negativa en los procesos de enseñanza y aprendizaje y en las relaciones escuela-
territorio. Rendón et all (2011) Por su parte, identifica el territorio como la forma espacial
que adquieren las relaciones sociales dentro del ordenamiento urbano y rural moderno.
Desde estas nuevas acepciones es posible evidenciar que el territorio como concepto ha
tenido un desplazamiento importante y ahora se interpreta como un campo habitado y
caracterizado por la cultura, por las diferentes maneras de entender las dimensiones humanas
y no humanas -porque ya no se limita a un concepción antropocéntrica- y cómo estos
ecosistemas interactúan y se transforman. Desde esta perspectiva los términos desarrollo
y sustentabilidad cobran mayor vigencia desde la política pública, la primera como la
disposición de los medios para el buen vivir determinado por las lógicas de las mismas
comunidades y la sustentabilidad como armonía entre ecosistemas que cohabitan los
espacios.
BIBLIOGRAFÍA
Zapata, M. (et al) (2017) Línea Políticas Públicas, Calidad de la Educación y Territorio:
apuestas y desafíos. Bogotá, Universidad de La Salle.