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LA MEDIACION EN LOS PROCESOS DE SEPARACIÓN Y

DIVORCIO. APORTACIONES SISTEMICAS


Pablo Herrero Romero
Escuela Vasco Navarra de Terapia Familiar

RESUMEN

Introducimos el concepto de mediación en procesos de separación y divorcio atendiendo


al desarrollo que está teniendo en nuestro entorno, sus objetivos, tipos de mediación,
indicaciones y contraindicaciones, así como las diferencias con la vía judicial y la terapia

Posteriormente, nos centraremos en el abordaje sistémico de la mediación, como


metateoría de las relaciones familiares, que nos permite diagnosticar y entender los
conflictos de pareja, y nos propone formas de intervenir en las mediaciones, para que la
pareja parental pueda hacerse cargo de su propio proceso y desarrollo familiar, sin
quedar atascada en el conflicto ni diluida en los contenciosos judiciales.

DEFINICIÓN DE MEDIACIÓN

La mediación es una forma de “resolución” o gestión de conflictos, alternativa y/o


complementaria a la vía judicial.

La mediación es una negociación en la que interviene la ayuda de un tercero.

Otras formas de resolución de conflictos a diferenciar de la mediación son: la


conciliación, el arbitraje, la negociación simple y asistida.

El objetivo de la mediación en los procesos de separación y divorcio


(fundamentalmente cuando hay hijos) es ayudar a la pareja que se está separando a
definir cómo va a seguir siendo familia tras la ruptura conyugal. La familia no muere,
evoluciona y se transforma. Evoluciona a una forma distinta de ser familia con
separación en el sistema conyugal y colaboración en el sistema parental. La
mediación devuelve a las partes el poder de decisión para resolver la crisis de
pareja, o las desavenencias de los padres en relación con los hijos, cuestiones
económicas o patrimoniales.

Coincidimos con CÁRDENAS (1998) en que el objetivo de la mediación no es el


acuerdo fácil y superficial “La verdadera paz no es la ausencia de guerra. Se trata de
lograr cambios, de transformar el conflicto en colaboración.”

En este sentido la mediación familiar produce cambios sistémicos importantes,


en cuanto que favorece la evolución de la familia a nuevas formas de
interacción. También estamos de acuerdo con RIPOL A. (1999) en que la
evolución de los modelos de mediación familiar nos permite considerar a esta
disciplina como un nuevo contexto de cambio en el trabajo psicosocial con
familias.
La Mediación en los procesos de separación y divorcio Pablo Herrero

DIFERENCIAS ENTRE MEDIACION Y LA VIA JUDICIAL

En el sistema judicial existen dos procedimientos para llevar a cabo la separación: el


mutuo acuerdo y el contencioso. Desde nuestro punto de vista la mediación puede
ser alternativa y complementaria a los dos.

El mutuo acuerdo con frecuencia se utiliza no porque la pareja esté realmente en


una relación de colaboración, sino porque es un procedimiento mucho más sencillo y
rápido que el contencioso. De hecho un tanto por ciento muy elevado de estos
acuerdos no se cumplen.

En la vía contenciosa los abogados de parte como corresponde a su función


profesional, tienen que organizar una buena defensa para su cliente, es decir
magnificar las virtudes de quien defiende y los defectos del contrario. La sentencia
del juez siempre deja insatisfecha a una de las partes y con ganas de recurrirla. Los
abogados de parte siguen defendiendo a sus clientes, necesitan focalizar y
aumentar las cosas negativas del otro cónyuge, por lo que poco a poco en las
distintas interacciones de las partes que conlleva el proceso se va produciendo una
mayor intensidad del conflicto y entra en una escalada de difícil salida, con elevados
costes económicos.

Y todo esto para que muchas veces al final los acuerdos no se cumplan. Como dice
BUSTELO D., (1999):” Un cónyuge porque ha perdido y el otro porque no cobra”.

La resolución judicial es una respuesta-sentencia a la demanda presentada, sin


tener en cuenta lo dinámico y complejo de la vida familiar. Cuando la sentencia llega
muchas veces la situación que ha originado la demanda ya ha caducado.

Además la vía contenciosa al ser terceros los que toman las decisiones rompe los
procesos familiares, es decir se rompe la comunicación habitual entre los padres y
entran terceros estableciendo puentes y modificando las pautas de interacción1. Al
romperse los procesos familiares, se establece una dependencia del sistema
judicial, y cada vez que es necesario un cambio en la organización familiar hay que ir
al abogado a que retome la “pelea”. Se entra en un círculo vicioso que refuerza la
incapacidad de los padres para tomar decisiones.

En la mediación por el contrario, el proceso familiar se devuelve a la familia,


favoreciendo un sistema de colaboración para que los padres puedan decidir acerca
de cómo van a seguir siendo familia tras la separación conyugal.

Como una familia está en continua evolución, los padres necesitan estar tomando
continuamente decisiones. La mediación favorece la evolución de la relación con
separación en el sistema conyugal y colaboración en el sistema parental, y el
desarrollo de habilidades para el manejo y resolución de conflictos en el futuro. El
objetivo último no es el acuerdo fácil, sino transformar el conflicto en colaboración.

1
Tomamos la conceptualización de “ruptura del proceso” de Jorge Colapinto, La dilución del proceso familiar en los Serv.
Sociales: implicaciones para el tratamiento de las familias negligentes Rev. Redes Vol 1, nº 12, 1966

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DIFERENCIAS ENTRE MEDIACIÓN Y TERAPIA

Consideramos que hacer terapia es favorecer la elaboración y la comprensión de los


procesos psíquicos y relacionales. Mientras que hacer mediación es favorecer un
tercer espacio donde sea posible el dialogo para poder llegar a acuerdos
normalizando el conflicto.

En terapia abrimos el foco y trabajamos con las causas del malestar a distintos
niveles, hablamos de salud y de patología, se establecen conexiones entre el
pasado y el presente. En mediación cerramos el foco en el espacio que cada
persona se relaciona con el conflicto, centrándonos en el presente de cara al futuro.

En terapia la petición es a propósito de un síntoma en alguno de los cónyuges ó un


deseo de mejorar el nivel de satisfacción en la relación. En mediación la petición es
una ayuda para poder tomar decisiones acordadas. El síntoma siempre es el mismo,
el desacuerdo. Están en crisis y tienen prisa por tomar decisiones, quieren que todo
pase cuanto antes.

Por ello en mediación el número de sesiones es limitado, en la mayoría de los


modelos se utilizan de media seis sesiones en dos o tres meses. Mientras que en la
terapia normalmente es indefinido. La terapia no se sabe cuando termina, la
mediación termina con el acuerdo.

En mediación el proceso y las sesiones son estructurados. En terapia no, el dialogo


no es estructurado y se trabaja con la preocupación actual en el aquí y el ahora,
mirando al futuro.

En terapia se puede atender a un miembro sólo de la pareja. En mediación siempre


están involucrados los dos.

La posición del terapeuta y del mediador también es distinta. En mediación no


estamos en la posición de poder que nos da el conocimiento psicológico, los que
saben son ellos, más que dar respuestas hacemos preguntas. El poder lo tienen las
partes.

Pero también es cierto que hay similitudes, porque en las dos intervenciones se
manejan conversaciones para producir aprendizaje y crecimiento. Y evidentemente
una mediación bien llevada produce cambios importantes en las relaciones de las
personas. En este sentido queremos decir que para nosotros toda mediación tendría
que ser terapéutica, aclarando que el contexto de mediación propiamente dicho no
es un contexto clínico.

LOS PRINCIPIOS GENERALES DE LA MEDIACIÓN

Voluntariedad.
Imparcialidad o multiparcialidad.
Neutralidad.
Confidencialidad.
Profesionalización.

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TIPOS DE MEDIACIÓN

En atención a diversos criterios, las modalidades de mediación se pueden clasificar


en:

 Mediación voluntaria o perceptiva


 Mediación parcial o global
 Mediación intrajudicial o extrajudicial
 Mediación cerrada o abierta
 Mediación simple o comediación
 Mediación según el grado de gestión o resolución del conflicto, mediante acuerdo o
cambio.

Los distintos modelos los podemos situar en un continuo:

Harvard Interdisciplinar Transformativa


Fisher y Ury Marlow, Gold Folger y Bush
Intereses- oport. de
necesidades crecimiento
el acuerdo personal y de
reconocer al otro

Estructurada Sistémica
Haynes, Modelo Circular
Coogler Narrativo
S. Cobb, M.
Suarez

FASES DE LA MEDIACION (HAYNES J.M. 1993)

Recogemos la descripción del proceso de mediación de Haynes

1.- Reconocimiento de las partes de la existencia de un conflicto.


2.- Decisión de resolverlo y elección del ámbito de resolución.
3.- Elección del mediador.
4.- Recoger información sobre el conflicto indagando los distintos puntos de vista (clarificar
temas a negociar, compartiendo toda la información)
5.- Llegar a una definición compartida del problema.
6.- Desarrollo de opciones y alternativas (explorando las necesidades e intereses)
7.- Redefinición de posiciones.
8.- Negociación.
9.- Acuerdos.

INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES

INDICACIONES

- Parejas en conflicto contenido.


- Con decisión compartida y clara de separarse. No ambivalencia
- Que son responsables de la problemática.
- Con decisión compartida de afrontar los problemas relativos a la separación con un mediador.
- Con comunicación abierta sobre los temas.
- Y que la mediación sea lo que les proporcione una mayor ganancia

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CONTRAINDICACIONES:

‐ Ambivalencia ante la separación.


‐ Fuerte dependencia del vínculo.
‐ Maltrato, abuso.
‐ Psicopatología en alguno de los miembros

La contraindicación general sería cuando el desequilibrio de poder es tan grande,


que el proceso de mediación puede transformarse en una “oficialización”, mediante
acuerdos, de la estructura deficitaria de la familia (CÁRDENAS, 1988).

Las situaciones en las que hay menos éxito porque las negociaciones se bloquean
con mucho sufrimiento, se corresponden con aquellas parejas donde la dependencia
al vínculo es muy grande. De todas formas consideramos que estas parejas también
se pueden beneficiar de la mediación, aunque los objetivos que se puedan alcanzar
sean menores, pero hay que tener en cuenta una serie de factores de los que
hablaremos más adelante.

APORTACIÓN SISTÉMICA

La óptica sistémica se nos presenta como una metateoría para trabajar en los
procesos de mediación, tanto para la comprensión de los fenómenos relacionales,
como en sus técnicas de intervención. Lo que aquí podemos reflejar no son más que
unas anotaciones sobre algunos aspectos que queremos subrayar para connotar la
importancia de este abordaje.

La mediación que hasta aquí hemos venido explicando puede parecer sencilla
cuando hablamos de un proceso breve y focalizado en los acuerdos, pero encierra
una amplia complejidad y dificultad, sobre todo para determinadas parejas, no tanto
por el contenido del conflicto, sino por el modelo relacional que hayan desarrollado a
lo largo de los años que han interaccionado.

Sabemos que en toda comunicación hay un nivel de contenido y otro relacional, con
frecuencia se piensa que el conflicto tiene que ver con el contenido, y sin embargo
muchos conflictos no tienen tanto que ver con el contenido como con la relación. El
contenido muchas veces se usa como forma de expresar lo que falta en la relación.

En el abordaje sistémico de la mediación, el trabajo de construcción del contexto de


intervención previo a la negociación de los posibles acuerdos lo consideramos de
suma importancia, porque es lo que va a modificar el escenario que permita el
dialogo. Tanto en esta etapa de premediación como en el resto del proceso nos es
de gran utilidad las herramientas y la forma de pensar que hemos adquirido en
nuestro trabajo con familias desde el abordaje sistémico.

En el primer tiempo de la mediación tenemos que tener en cuenta:

Las parejas en procesos de separación pueden generar distintos tipos de demanda,


en función del tipo de conflicto, del momento en que se encuentran, el tipo de
vínculo que les ha unido, sus personalidades, etc. Podemos decir que cada pareja
es distinta y en la interacción con ellos vamos a co-construir un contexto
determinado de intervención con objetivos diferentes a los demás. Para ello, para no

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tratarles a todos igual, es importante que destinemos un tiempo para la evaluación y


conocerles antes de intervenir.

Hay parejas que llegan con las decisiones muy tomadas y buscan en el mediador un
punto de apoyo y de guía para asegurarse de que van hacer bien su separación.
Otros en cambio, llegan al rojo vivo buscando en la mediación un espacio más de
pelea y confirmar que el conflicto no tiene solución mientras el otr@ no cambie, e ir a
mediación como última oportunidad antes de entrar en un contencioso.

Con frecuencia, cuando una pareja llega, cada uno trae una versión desde su
perspectiva. Cuando el nivel de conflicto es elevado, lo que va saliendo no son sólo
explicaciones del problema, sino toda una serie de elementos mezclados y
acusaciones. Son incapaces de ponerse de acuerdo, se quejan del otro echándole la
culpa de todo, ninguno de los dos está dispuesto a ceder, cada uno ve en el otro la
causa del problema y de todo su malestar. Están cargados de resentimiento y
tienden a pensar que cuando uno hace algo que esta mal es a consecuencia del
comportamiento del otro, mientras que si es el otro el que hace mal, se debe a su
propia predisposición, a que él es así y actúa de mala fe. Es decir la pareja acude a
mediación con una idea del problema desde una lógica lineal, donde toda la culpa la
tiene el otro y piensa que la única solución pasa por el cambio de la posición del otro
cónyuge.

Para pasar de esta situación a una etapa de negociaciones, es indispensable


contener la crisis parar los reproches y detener la búsqueda de culpables. Poder
avanzar a una fase de negociaciones donde llegando a una definición “neutra” y
compartida del problema, cooperar en la búsqueda de soluciones mutuamente
satisfactorias. Para nosotros esto significa pasar de la causalidad lineal con la que
viene la pareja, a la causalidad circular, donde cada uno tiene su parte de
responsabilidad en el fracaso de la relación de pareja; conectando los conflictos de
la pareja al modelo de relación que han creado.

La co-construcción del tercer espacio o sistema de mediación

El mediador tiene que ayudar a la pareja a pensar en el espacio de mediación, como


un espacio de confianza, donde es posible expresar sus posiciones y hablar de sus
necesidades y que cada uno se sienta escuchado y comprendido,

El mediador es el responsable de construir el contexto de mediación, supone una


lógica distinta a la dialéctica de los dos bandos en los que se ha dividido la pareja,
una fuerza moral que busca crear un nuevo escenario y la creación de condiciones
para la negociación…Busca normalizar el conflicto. El nuevo escenario es un motor
de transformación del conflicto.

El tercer espacio es el lugar del dialogo. No es un espacio virtual. Podemos hablar


en analogía a la conceptualización del “sistema terapéutico”, del “sistema de
mediación” con una “alianza de trabajo” cuyo objetivo fundamental es la
parentalidad.

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¿Cómo trabajamos para contener la crisis y construir el sistema de mediación?

Básicamente cuando la gente viene a mediación es porque la forma en que definen


el conflicto no tiene solución. Nuestro trabajo tiene que ver en primer lugar con que
cada uno con el enfado que trae, pueda sentirse bien en el espacio de mediación, se
sienta escuchado y legitimado. Y en segundo lugar que en este espacio se pueda ir
tejiendo una historia, redefiniendo o reconstruyendo el conflicto de una manera
distinta, donde si tenga una solución. Al redefinir el problema, la solución va a ser
distinta a la que cada uno traía y que no era aceptada por el otro.

Algunos puntos que nos parecen importantes:

1. Para empezar, el mediador aparte de estar bien entrenado en las técnicas tiene
que creer en la posibilidad de llegar a acuerdos. Como decía BATESON, la
realidad sólo se puede modificar desde la premisa de que la realidad es
modificable.

2. La neutralidad es una característica indispensable, a parte de ser imparcial o


mejor dicho multiparcial, es decir trasmitir la sensación de que tomamos parte por
todos por igual en lugar de que no tomamos parte por ninguno.

Para poder trabajar con neutralidad el mediador debe conocer desde qué óptica
parte, cuales son sus ideas de partida: qué es lo que realmente piensa de la
familia, la pareja, la crisis, el conflicto, la separación, los hijos ante la separación,
el divorcio…, cómo se maneja él con los conflictos: colabora, compite cede o los
evita, cómo se maneja con la agresividad propia y la del otro, y cómo se
posiciona ante una pareja en conflicto: se siente llamado a arreglarlos, o
sistemáticamente entra en alianza con las mujeres, o con los hombres... Estos
posicionamientos en su nivel consciente e inconsciente, van a ser
fundamentalmente lo que guíe su intervención mediadora en el proceso de
mediación. Por lo que consideramos muy importante tener en cuenta este
aspecto en la formación del mediador.

3. Se trabajará Clarificando la demanda: algunas veces la demanda manifiesta y


la demanda latente no coinciden y la decisión de separación es una “movida”
dentro de un juego relacional.

ESCUCHAR – EMPATIZAR – CONTENER – LEGITIMAR - REFORMULAR

CRÍSIS TERCER
ESPACIO

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4. Para crear un espacio de confianza, haremos una escucha activa de todo lo que
dicen, empatizando y legitimando, para que confíen en el mediador y en el
espacio que él propone, para poder reformular connotando positivamente y que
cada uno pueda sentirse realmente comprendido. Para SUAREZ M. (1999)
legitimar a los personajes es hacer que se sientan cómodos, connotados
positivamente, que queden posicionados como unas buenas personas. Una
forma de legitimarlos es entender la vida que han tenido.

La legitimación es una maniobra de unión delicada, se trata de recoger


información con una actitud no crítica, aceptando la definición del problema tal y
como la presentan inicialmente, dejándose impregnar por el estilo personal de
cada uno. El dilema y el reto para la persona del mediador es comprender y
legitimar a dos partes que muy posiblemente se muestren antagónicas
generando en él una situación de disonancia cognoscitiva. Por lo que es
indispensable mantenerse en la posición profesional de neutralidad y distancia,
para poder preservar la capacidad de pensar y organizar la información de tal
manera que permita hacer reencuadres útiles.

5. Reequilibrando los sentimientos de rabia y tristeza propios de la situación.


Ante la separación básicamente aparecen dos tipos de sentimientos, por un lado
los de angustia y tristeza asociada a sentimientos de abandono, fracaso, pérdida
del vínculo, pena, preocupación por los hijos. etc...Por otro los de rabia,
resentimiento e ira, que están conectados al “cómo estoy yo por tu culpa y
encima tú quieres quitarme...”. El otro es visto como una amenaza para la
satisfacción de sus necesidades, cuanto mayor sea esta amenaza mayor va a ser
la respuesta agresiva. En una situación depresiva es más fácil llegar a acuerdos,
que en una fase marcada por el resentimiento y el odio.

6. Dándoles tiempo para reducir las distancias. Lo normal es que sea un miembro
de la pareja el que quiere separarse, y lo comunica una vez que lo ha decidido
después de haberle dado muchas vueltas. Al enterarse el otro miembro, es
normal que reaccione con mucho enojo porque la separación no estaba en sus
planes, necesita tiempo.

7. Favoreciendo la aceptación de responsabilidades. Aceptar que la relación de


pareja ha terminado no es fácil, como tampoco lo es aceptar la propia
responsabilidad y participación en el fracaso del proyecto de pareja.

8. Ayudando a la elaboración de los sentimientos de perdida. La separación


siempre conlleva perder mucho de lo que se ha construido en los años de
convivencia, tanto a nivel afectivo como material. En esta fase hay que trabajar
conteniendo a las partes y favoreciendo la elaboración del duelo y reequilibrando
estos sentimientos. La separación supone un proceso de duelo, necesario para
poder pasar a una nueva situación. En muchas situaciones durante el proceso de
mediación (que a lo mejor no dura más de dos meses) no da tiempo de ofrecer la
ayuda necesaria para digerir y elaborar esta situación de pérdida, por lo que será
necesario derivar a terapia individual, siempre que se sospeche la posibilidad de
hacer un duelo patológico.

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La ruptura de la pareja es una de las experiencias más dolorosas que el ser


humano puede sufrir. Los estudios demuestran, KASLOW (1980), que el duelo
por separación es más costoso y largo que un duelo por fallecimiento, porque al
cónyuge cada vez que se le ve se vuelve abrir la herida. Especialmente en el caso
de parejas con hijos, que tienen que hacer una desvinculación conyugal, al tiempo
que favorecer la vinculación parental.

9. Trabajando sobre una construcción del conflicto, para llegar a una definición
compartida del problema (todos los modelos de mediación consideran este
punto necesario). Para que sea una definición compartida ha de ser lo más
neutra posible.

Para ello la técnica fundamental que utilizaremos es el reencuadre o redefinición, en


sus distintas acepciones, como proceso (no como acto) para modificar la
percepción que la pareja tiene de su propia situación y dar lugar a nuevos
comportamientos colaborativos
La nueva definición del problema surge en el contexto de mediación como un
tercer espacio

Para la realización de esta tarea también nos parece muy útil:

‐ La técnica de la historia alternativa del modelo Circular Narrativo que han


desarrollado tanto SARA COBB como MARINES SUAREZ (1996). Para Marines
la historia alternativa tiene que sacarles del lugar de víctima - victimario, porque
ahí no pueden negociar. “No se trata de intercambiar los roles sino de cambiar la
relación y buscar las partes positivas de cada uno para que como seres humanos
se pongan codo con codo a trabajar.” A partir de las retroacciones a la historia
alternativa, se empieza a definir el problema de una manera distinta. También en
esta línea nos parece sumamente enriquecedor las aportaciones de FRANCISCO
DIEZ y GACHI TAPIA (1999) en su libro “Herramientas para trabajar en
mediación”.

‐ El modelo de Harvard , FISHER, URY, PATTON (1981,1989), referencia


ineludible de todos los modelos de mediación, también nos es útil en cuanto al
trabajo que se hace con el contenido del conflicto, para poder evolucionar hacia
una negociación, ellos proponen la distinción entre “intereses y posiciones”,.
Posición hace referencia a la solución requerida (¡con los niños me quedo yo!), e
interés a la preocupación básica que esta por detrás de la solución requerida. A
menudo las soluciones son incompatibles, pero a un nivel más profundo, las
preocupaciones pueden ser diferentes, pero no necesariamente incompatibles (en
el fondo comparten la preocupación por los hijos). Pasar de un nivel a otro
significa pasar de las soluciones a investigar sobre lo que le preocupa a cada uno
acerca de este asunto, y de ahí pasar a buscar vías de solución que son
posiblemente compatibles para ambas partes.

10. Desde el lugar del profesional que interviene y volviendo al análisis de la


complejidad que nos aporta el modelo sistémico consideramos que hay que
diagnosticar o pensar en el conflicto y el modelo de relación de pareja, valorando
qué es lo que está debajo y qué influencia tiene sobre el desacuerdo, para prever
las dificultades que nos vamos a encontrar. Como hipótesis general podemos

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plantear que muchas veces las dificultades en la mediación manifestadas en la


dificultad para llegar a acuerdos son isomórficas a aspectos relacionales. Como
decíamos anteriormente el desacuerdo en el contenido se utiliza con frecuencia
como forma de expresar lo que falta en la relación.

En los procesos de separación, hay parejas que llegan a acuerdos con mucha
facilidad, mientras que otras tienen verdadera dificultad manteniendo siempre
vivo el conflicto. Desde nuestro punto de vista, el trabajo en mediación con estas
últimas parejas necesita del análisis de su complejidad, valorando el tipo de
vínculo que estructura la relación y su manifestación en el conflicto.
Cuando hablamos del tipo de vínculo que estructura la relación, queremos
referirnos a que una pareja a lo largo de los años de convivencia va
desarrollando una organización relacional estructurada, compleja y difícil de
descifrar, mediante la interdependencia la pareja va estructurando su propio
juego, su propio modo de ser ella misma.
Esta organización relacional ha sido descrita por distintos autores que han
estudiado el tema de la pareja como: Vinculo DICKS, H. (1967). Juego conjunto
inconsciente o colusión, WILLI J. (1975). Juego relacional SELVINI PALAZZOLI
(1985). BERENSTEIN I., PUGET J. (1992). Absoluto relacional de la pareja
CAILLÉ, P., (1991). Zonas vinculares de la pareja TROYA E., (2000), etc.

Observamos que en muchas de estas parejas con dificultad para llegar a


acuerdos, el desacuerdo responde a que más que un deseo de desvincularse, es
decir dejar de formar parte de un vinculo, el sujeto desea cambiar la posición de
malestar que tiene en el vínculo, es decir modificar el vinculo. Dándose la
paradoja de querer separarse formalmente y modificar el vínculo a la vez. Misión
imposible que genera el impasse, y la dificultad para llegar a acuerdos aparece
como síntoma testigo del conflicto interno y la ambivalencia ante la separación.
Normalmente este tipo de situación aparece en aquellas parejas donde el vínculo
es grande o por decirlo de otra manera las zonas psíquicas compartidas en el
espacio de relación son muy amplias.

Lo podemos ver en el siguiente gráfico donde la zona de intersección representa


lo vincular:

Figura 1 Figura 2

A B A B

- ¿Qué pareja crees que se separará con mayores conflictos?


- ¿Qué le pasa al sujeto A de la figura 2 cuando se separa de B?

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La Mediación en los procesos de separación y divorcio Pablo Herrero

Como conclusión podemos decir que la separación en cuanto desvinculación,


supone un proceso de duelo, de aceptación de dejar de ser en relación a otro. Y
aquellas parejas donde las zonas vinculares compartidas son muy amplias, la
perdida real es muy grande, y los sentimientos de ira y la angustia que produce
dicha pérdida suponen una separación muy conflictiva.

Entendemos que tener mucha vinculación genera dependencia psíquica, es decir


que determinados aspectos de la personalidad de un miembro entran en relación
con determinados aspectos de la personalidad del otro, potenciándose mutuamente
dichos aspectos, y esto en absoluto quiere decir que la pareja pasen todo el día
juntos o se lleven bien, sino que muy probablemente están poco tiempo juntos y
además discuten mucho. El fenómeno del que hablamos está relacionado con la
identificación proyectiva y la colusión.

Nos encontramos con personas que a nivel racional y consciente pueden tener una
decisión de separarse, pero a otro nivel más interno lo que quieren es que el otro
cambie, como una forma de poder continuar en un estado de vinculación y
dependencia.

Para que el sujeto A de la figura 2 pueda separarse, tendrá que confrontarse a una
experiencia subjetiva de si mismo de profunda incompletud, que podríamos
representar metafóricamente a través del dibujo de A sin B:

Independientemente de que exista mucho o poco amor, el sujeto “A” no aceptará de


buen gusto acabar con su condición de ser pareja, para buscar construirse una
nueva identidad. Por el contrario, quizás a la hora de pactar acuerdos de cómo van a
seguir siendo familia, buscará cierta indemnización por daños y perjuicios por la
nueva situación en la que se queda tras la separación.

De ahí, que así como en algunas orientaciones de mediación se ha planteado ¿qué


hacer con el conflicto?, ¿Qué tratamiento darle? Desde un abordaje familiar más
“psic” nos planteamos ¿qué hacer con él vinculo?

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La Mediación en los procesos de separación y divorcio Pablo Herrero

BIBLIOGRAFIA

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