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Servicio Bíblico Latinoamericano
Análisis
El texto “mi padre era un arameo errante”, fue motivo de
arduas discusiones entre los estudiosos hace muchos años. Hoy
parece que las aguas se han aquietado. El gran biblista alemán G.
von Rad mostró que en este texto estamos ante un “credo
primitivo”, recitado en la liturgia del santuario de Guilgal, y que
representa el corazón histórico de Israel. Todo el Hexateuco (los seis
primeros libros del AT) se formularía a partir de este texto. Hoy
tenemos muchos elementos para cuestionar su antigüedad, y
podemos pensar que otros “credos” (como quizás el de Núm 20,14b-
16) son más antiguos. Por otra parte, el esquema opresión-clamor-
liberación es muy característico del autor deuteronomista
(particularmente el del libro de los Jueces) como para pensar en una
pura originalidad. La importancia de la tierra, como lugar del
descanso, tierra dada por Yahvé también es muy importante en el
deuteronomista por lo que no parece fácil seguir sosteniendo lo que
von Rad decía.
Sin embargo hay un elemento que es característico de los
credos israelitas, y es su dimensión histórica. El Dios de Israel es un
Dios que se revela en la historia de su pueblo, en la de ayer y la de
hoy. En este sentido es muy importante notar, por un lado los usos
de las primeras personas del singular, y los plurales: el orante se
planta personalmente ante Dios (“mi padre”, “traigo”...) pero
cuando debe hacer memoria de su pecado y la intervención
salvadora de Dios recurre al plural: “nos maltrataron”, “nos
oprimieron”, “nos impusieron servidumbre”, “clamamos”, “escuchó
nuestra voz”... “nos trajo”). Ese cambio de persona puede resumirse
diciendo: “mi padre era Israel, por lo tanto, nosotros somos Israel”.
Tradicionalmente esto no ha tenido dificultad, pues desde
siempre la tradición cristiana ha heredado con toda naturalidad esa
visión según la cual nuestra fe es una respuesta a la intervención de
Dios en la historia. Siempre nos ha parecido «natural» que Dios
intervenga en el mundo con hechos milagrosos para decirnos algo, o
para hacer algo con su pueblo. A Dios siempre lo hemos pensado
Servicio Bíblico Latinoamericano
como un vecino del piso de arriba, pero como un vecino que puede
bajar en cualquier momento, y que de hecho estaría siempre
pendiente de nosotros.
Hoy es muy problemática esta visión, porque no forma parte ya
de la cosmovisión moderna entender la realidad cósmica como de
dos pisos: el nuestro y el de Dios. Como sugiere el título del libro de
Lenaers, «No hay un Dios ahí arriba». El Dios altísimo, el dios en lo
alto del cielo... ha pasado a ser una frase hecha, con sabor añejo, o
rancio, que ya no se sabe bien qué significa, porque en nuestra
visión moderna actual no hay dos pisos, ni creemos estar
conviviendo con vecinos del segundo piso que puedan bajar a éste
en cualquier momento.
Hay además un nuevo problema respecto a la historia. Esas
intervenciones de Dios en la historia, bien registradas en la Biblia,
están siendo cuestionadas por la arqueología científica. No es el
lugar para exponerlo aquí, pero puede ser una buena
recomendación para la propia formación el estudiar el tema del
«nuevo paradigma arqueológico bíblico»: hay toda una nueva visión
–documentada, científica, arqueológica– un nuevo paradigma, una
nueva comprensión sobre la historicidad de hechos principales que
narra la Biblia, que desde siempre los estuvimos creyendo como
históricos literalmente. En realidad, no es nada nuevo, pues ya hace
mucho tiempo que sabemos que Moisés no escribió el Pentateuco, o
que Jesús no nació el 25 de diciembre ni en Belén... pero hoy día hay
nuevos datos muy llamativos sobre otros elementos cuya
historicidad es mucho más decisiva. (Véase la revista VOICES
(http://eatwot.net/VOICES) y tómese su número de diciembre de
2015 –en línea, gratuito– (o tómese directamente de aquí
[http://eatwot.net/VOICES/VOICES-2015-3&4.pdf]); ofrece un buen
material de lectura para iniciarse en el tema, en varios idiomas).
Comentario
El evangelio de Lucas, nos pone a Jesús en paralelo con el
pueblo de Israel. En las mismas circunstancias en las que el pueblo
fue infiel, Jesús sale adelante; y para resaltar el paralelo entre
ambas situaciones, el evangelista recurre al desierto y a citas del
Deuteronomio. Allí donde Israel cayó, allí Jesús sale adelante. Más
que un acontecimiento es una plataforma, un programa: unidos a
Jesús nada tenemos que temer, sólo el amor cuenta. Deberíamos
aprovechar la Cuaresma para revisar cuántos desencuentros,
cuántas infidelidades, cuántas injusticias... Pero, al revisarlas,
corregirlas; es que la Cuaresma es tiempo de conversión, y
conversión significa caminar, camino de vuelta al Padre.
Mientras el pueblo de Israel, en la tentación, no fue fiel y cedió,
ahora nos encontramos a Jesús en la misma situación, en la misma
tentación. ¡Y triunfa! Jesús aparece en el Evangelio de hoy como el
que vence la tentación. Porque es posible vencerla. Muchas voces,
de dentro y de fuera buscan separarnos de Dios, de sus proyectos,
de sus caminos. Pero hay una voz más fuerte, más firme, que puede
vencer esas otras voces si disponemos el corazón para escucharla.
Hace falta tener un oído muy fino, un silencio atento, un corazón
dócil.
Oración comunitaria
Dios, Madre-Padre nuestro, que en Jesús nos has dado un
modelo de persona completa y lograda, en lucha contra el mal y
plenamente humana, tentada pero victoriosa. Queremos seguir
ese modelo de firmeza y fidelidad, de humanidad y fortaleza, de
fidelidad a ti y a los hermanos. Te lo pedimos a Ti que vives y
haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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