Árbol de Tinta, marzo de 2017

Marzo de 2017

Especial
Género,
ciencia y arte
3 6 12
Gente si historia, Los varones La libertad
gente sin política en los espacios como práctica
reproductivos democrática
 Árbol de Tinta, marzo de 2017

Sumario
8 Mujeres y ciencia en
España

Revista Árbol de tinta

Año XXX N°221
Tratamiento judicial
10
Marzo de 2017
ISSN 1900-592X de mujeres víctima
Distribución gratuita
de la violencia
Presidente alterno
Luis Enrique Orozco Silva

Rectora
Rioblanco,
Carmen Inés Cruz Betancourt

Comité Editorial
16 territorio de paz
Franciny Espinosa Osorio
Mónica Godoy Ferro
Fadhia Sánchez Marroquín
Martha Myriam Páez Morales

Discriminación
Directora
Fadhia Sánchez Marroquín y educación 20
Coordinadora
Franciny Espinosa Osorio

Portada

Corrección de textos
Gloria Molano Devia
22 Cartas de esperanza

Diagramadora
Diana Forero Meneses

Publicidad
Amparo Celis Triana

Impresión
Escribir y ser mujer 24
León Gráficas

Contacto
Carrera 22 calle 67 barrio Ambalá
Teléfono 270-9432 ext.: 419
www.unibague.edu.co Caballeros, una
27 especie en vía de
extinción
Editorial

Género, ciencia y arte

E
ste número de Árbol de Tinta presenta diversas reflexiones sobre la relación
entre la producción de conocimiento científico, las artes y la construcción de
la diferencia sexual. Partimos de la consideración de que toda ciencia, en el
sentido de la filósofa Donna Haraway, es una percepción particular y etnoespecífica
de una sociedad. Por ello, en el conocimiento científico subyacen valores, ideologías
y relaciones de poder que hacen de la ciencia un resultado de nuestras culturas. En
sociedades donde la división entre hombres y mujeres no es relevante para clasi-
ficar a los sujetos ni para atribuirles capacidades y potencialiddades, la ciencia (por
supuesto que aquí nos referimos no solo a la occidental sino al corpus de conoci-
mientos que producen todas las sociedades sobre sus entornos) no reproduce esas
desigualdades de género.
En Occidente, la dicotomía entre hombres y mujeres está fuertemente arraigada,
por lo tanto, las perspectivas y conocimientos sobre el mundo manifiestan también
esta profunda distinción.
La ciencia y filosofía occidentales erigieron como Verdad una interpretación cul-
tural e histórica de la anatomía humana y de sus procesos biológicos. Por esta razón,
se hace necesario revisar nuestras formas de producción del conocimiento, las he-
rramientas teórico-metodológicas y los instrumentos de investigación a la luz de ca-
tegorías críticas, como el género, que logran develar cómo lo que sabemos del mundo
está signado por la diferencia sexual.
Hasta hace muy poco tiempo las mujeres tenían restricciones para acceder a la
educación, ejercer sus derechos civiles y políticos, tener propiedades y heredarlas,
entre muchas otras. También, el uxoricidio por adulterio, es decir, el asesinato de
mujeres a mano de sus esposos por celos, aún puede ser considerado como un acto
de locura momentánea a causa de la ira e intenso dolor. Tal vez, lo que sabemos de
justicia tenga que ser cuestionado en un país como Colombia donde en 2016, según
el Instituto de Medicina Legal fueron 125 asesinadas por quienes quizá alguna vez
las amaron y 51.182 mujeres sufrieron “violencia de pareja”. Si sumado a lo anterior
consideramos el subregistro de aquellas que no acuden a las autoridades para poner
la denuncia tendremos que aceptar que estamos frente a un panorama aterrador.
Las desigualdades de género -que también afectan a población lesbiana, gay, tran-
sexual, transgénero e intersexual- está produciendo cientos de muertes y miles de
agresiones al año. ¿Qué tiene que decir la ciencia al respecto de estos problemas so-
ciales?, ¿de qué manera la producción de conocimientos en las universidades al ser
ciega el género reproduce estas injusticias? Para pensar en estos interrogantes invita-
mos a investigadoras, estudiantes y activistas de varias partes del mundo a escribir
sus aprendizajes y experiencias sobre la relación entre género, ciencia y artes. Espe-
ramos con ello abrir un debate amplio en la Universidad de Ibagué, para buscar con-
juntamente caminos hacia conocimientos más democráticos e igualitarios, lo cual
pensamos con esperanza redundará en sociedades más éticas y justas.

Gente sin historia,
gente sin política
Por: Mónica Godoy Ferro*
“L
as mujeres han estado
siempre sometidas a vi-
vir enclaustradas, crian-
do hijos y cuidando maridos”. ¿De
dónde proviene esta afirmación
de sentido común que suele tener
apariencia de ser verdadera por ser
mil veces repetida?, ¿es cierto que
en todos los tiempos y culturas las
mujeres se han dedicado solo a ac­
tividades reproductivas dentro de
sus hogares y el espacio público ha
sido dominio de los varones?, ¿por
qué nuestra generación, que tiene
acceso sin precedentes a gran can-
tidad de información, desconoce
casi por completo los debates so-
bre su pasado, en especial, ignora
la participación de las mujeres en
diferentes procesos políticos?
Si damos un vistazo a los libros de
texto escolar que los padres com-
pran cada año para la educación de
sus hijos quizá encontremos una
respuesta. La historia nacional sue-
le narrarse como un conjunto de
hechos o acontecimientos, relacio-
nados por causa y efecto, produc-
to de decisiones racionales de algu-
nos hombres que son identificados
como sujetos de la historia. Por
Árbol de Tinta, marzo de 2017
5
Foto Mónica Godoy Ferro
ejemplo, si recordamos lo que sa-
bemos acerca de la independencia
de la Nueva Granada las figuras de
Simón Bolívar, Francisco de Paula
Santander, Antonio Nariño y otros
más, nos permiten reconstruir un
relato coherente que da más cuenta
de la forma como aprendimos his-
La paz no es un “objeto” toria en la escuela que de lo suce-
sino un “horizonte”, dido a principios del siglo xix. Tal
vez, también lleguen a nuestra me-
el horizonte dentro moria algunas patriotas como An-
del cual es posible tonia Santos, Manuela Sáenz o Poli-
hablar y disentir, carpa Salavarrieta. Sin embargo, las
mujeres son figuras marginales en
comprender y juzgar, estas formas de historia nacional y
oír y definir, recordar de construcción de mitos fundacio-
y construir, cuestionar nales.
Ahora bien, el fracaso que ha te-
y acordar cientos de nido nuestra historia patria en ge-
asuntos alrededor de nerar cohesión política a través de
la productividad del la idea de una historia compartida
es más que evidente. El historiador
campo, las ciudades, David Bushnell, en su libro Colom-
la conservación de los bia: una nación a pesar de sí misma
(1994), y el Centro de Investiga-
recursos naturales, la ción y Educación Popular, cinep,
seguridad, el empleo, la con su investigación Colombia: país
participación política. de regiones (1998), señalaron la
evidente fragmentación en la cons-
trucción de la nación colombiana
manifestada en las constantes gue-
rras civiles y la supremacía del re-
gionalismo como productor de la
Foto: Paola Figueroa Cancino. Atrato, 2003
identidad colectiva. Estos trabajos
se sumaron a los esfuerzos anterio-
res de investigadores, como Orlan-
do Fals Borda, Germán Guzmán y
Eduardo Umaña Luna, quienes es-
tudiando la violencia en Colombia,
en la década del 60 del siglo XX, se
encontraron con la vigencia y el
arraigo de las historias regionales y
locales.
La fuerza de esta evidencia, no
solo en Colombia, llevó al desarro-
llo de una crítica de la historiogra-
fía académica, moderna y con fines
nacionalistas (supuestamente obje-
tiva y basada en hechos). Con ella,
se hicieron explícitos los usos polí-
ticos del pasado y los intereses que
se ponían en juego mediante las
historias nacionales. Una de las crí-
ticas más potentes provino de las
feministas.
En la década de 1930, la sufragis-
ta Ofelia Uribe de Acosta, activista
por el reconocimiento de los dere-
chos civiles, políticos y patrimo-
niales de las mujeres, denunció la
invisibilidad de la participación fe-
menina en la historia nacional. En
su libro Una voz insurgente (1963)
dejó testimonio de las cientos de
mujeres de su generación que parti-
ciparon en las luchas políticas. En-
tonces, ¿por qué no logramos recor-
dar a ninguna de ellas?, ¿cuál es la
razón que motiva a la historiografía
académica a referenciar solo a Ro-
jas Pinilla como el artífice del voto
femenino? Este es solo un ejemplo
del silenciamiento y el desconoci-
miento crónico sobre las vidas y las
acciones de las mujeres en el pasa-
do. En ese sentido, vale preguntar-
se ¿a qué lógica sirve dicho encu-
brimiento?
Lo que la crítica de las feminis-
tas puso en evidencia es que la ob-
jetividad científica con la cual se
pretendió llevar a cabo la historia
-y otras ciencias sociales y natu-
rales- no es neutral ni ciega al gé-
nero. Según la física Evelyn Fox
Keller Fox, en su libro Reflexiones
sobre Género y Ciencia (1991), en la

ciencia (occidental) existe una ar-
ticulación entre lo masculino y lo
objetivo, “más específicamente en-
tre lo masculino y lo científico” (p.
150). Esta es una vinculación míti-
ca, es decir, el sistema de creencias
donde surge la ciencia adquiere gé-
nero porque “tanto para el cientí-
fico como para su público el pen-
samiento científico es pensamiento
masculino (…) la objetividad mis-
ma es un ideal que tiene una lar-
ga historia de identificación con la
masculinidad” (p. 151).
Por lo tanto, la historiografía clá-
sica obedece a intereses de élites
masculinas y minoritarias (blancas,
propietarias, católicas, heterosexua-
les) que justifican su posición de au-
toridad -en el presente- a través de
la invención de un pasado que las
autolegitiman. El encubrimiento de
la participación y producción inte-
lectual de las mujeres en la política
y en la academia es útil para cimen-
tar representaciones sociales del gé-
nero femenino que aún sostienen su
marginalidad como humanas de se-
gunda categoría.
En el presente, la mayoría de
las restricciones formales contra
el ejercicio de los derechos de las
mujeres ha desaparecido del orde-
namiento jurídico; sin embargo, la
desigualdad socioeconómica, la vio-
lencia sistemática y el escaso reco-
nocimiento de sus acciones y pro-
ducciones intelectuales persiste.
De hecho, el sociólogo Pierre
Bourdieu en su investigación sobre
La dominación masculina (1998)
mostró la manera en que la socie-
dad cabileña persistía una cosmo-
logía sexualizada que hace pensar
como natural e inevitable la divi-
sión y oposición entre los sexos.
Estos aprendizajes poseen meca-
nismos profundos y resistentes que
se expresan en el campo simbólico.
Entonces, podemos pensar que la
carencia de referentes históricos
de rebeldía y organización política
de las mujeres, que es fundamental
para crear las identidades en el pre-
sente, hace parte de lo que Bour-
dieu llamó violencia simbólica. Esa
violencia es suave, a veces invisi-
ble, y se
(…) instituye a través de la adhe-
sión que el dominado se siente
obligado a conceder al domina-
dor (…) cuando no dispone (…) de
otro instrumento de conocimiento
que aquel que comparte con el do-
minador y que, al no ser más que
una forma asimilada de la relación
de dominación, hacen que esa re-
lación parezca natural (Bourdieu,
1998, p. 51).
La historia nacional que conoce-
mos es una forma de asimilación de
la dominación masculina que hace
parecer natural el lugar de los va-
rones en la política y en el espacio
público y que, en última instancia,
nos niega la posibilidad de imaginar
otras formas de relación posible.
La primera solución a esta caren-
cia de historia propia, por lo tanto
de conocimiento de la acción po-
lítica, fue construir historias de las
mujeres. Un trabajo paradigmáti-
co en ese sentido lo desarrollaron
Georges Duby de la Escuela france-
sa de los Annales y Michelle Perrot
en su titánico esfuerzo por escri-
bir Historia de las Mujeres (1991).
En la academia colombiana son re-
levantes los trabajos de Industria
textil y saberes femeninos (Arango,
1994), y Las mujeres en la Historia
de Colombia, bajo la dirección edi-
torial de Magdala Velásquez Toro
(Universidad Nacional de Colom-
bia, 1995), y Mujeres de fuego, con
la presentación de María Teresa
Uribe de Hincapié (Salazar, 1993).
En una segunda etapa, la historia
de las mujeres dio paso a los estu-
dios de género que plantean una
crítica a las formas de conocimien-
to del pasado y deconstruyeron las
categorías androcéntricas con las
cuales se crean los discursos sobre
el pasado como expresión de rela-
ciones de poder en la actualidad.
Los trabajos de Joan Wallach Scott
en su libro Género e historia (2008)
fueron pioneros en este terreno.
Estos tozudos esfuerzos no han
logrado transformar, de fondo, el
canon de formación en las institu-
ciones escolares que siguen igno-
rando la historia de la mitad de la
humanidad. Esta negación enfren-
ta a cada generación de niñas y jó-
venes a la idea que sus antepasadas
han estado confinadas al ámbito do-
méstico y con ello, implícitamente,
les enseña una feminidad basada en
la docilidad y la sumisión. Hacer
Árbol de Tinta, marzo de 2017
5
historia y reconocernos como suje-
tos de transformación y acción po-
lítica es un derecho irrenunciable
como lo es reencaminar las ciencias
a caminos más democráticos donde
las otras humanidades tengan el lu-
gar que les corresponde y que, has-
ta ahora, les ha sido negado.
*Docente Facultad de Humanidades,
Artes y Ciencias Sociales
monica.godoy@unibague.edu.co
Referencias bibliográficas
Arango, L. G. (1994). Industria textil y
saberes femeninos. Historia Crítica(09),
43-49.
Bourdieu, P. (1998). La dominación mascu-
lina. Barcelona, España: Anagrama.
Bushnell, D. (1994). Colombia: una nación
a pesar de sí misma. Bogotá DC, Cundi-
namarca, colombia: Editorial Planeta.
Centro de Investigación y Educación
Popular CINEP. (1998). Colombia: país
de regiones (Vols. 1-2-3-4). Bogotá DC,
Cundinamarca, Colombia: Editorial
Santafé.
Duby, G., & Perrot, M. (1991). Historia
de las Mujeres. Madrid, España: Taurus
Ediciones.
Keller, E. F. (1991). Reflexiones sobre géne-
ro y ciencia. Barcelona, España: Alfons el
Magnanim.
Salazar, A. J. (1993). Mujeres de fuego.
Medellín, Antioquia, Colombia: Editorial
Colina.
Scott, J. W. (2008). Genéro e historia.
México DF, México: Fondo de Cultura
Económica / Universidad Autónoma de
México.
Universidad Nacional de Colombia. (1995).
Las mujeres en la Historia de Colombia.
(M. Velásquez Toro, Ed.) Bogotá DC,
Cundinamarca, Colombia: Publicaciones
Universidad Nacional de Colombia.
Uribe de Acosta, O. (1963). Una voz
insurgente. Bogotá DC, Cundinamarca,
Colombia: Editorial Guadalupe.
 ¿No nombrar es sinónimo de excluir?
Los varones en los
espacios reproductivos
Por: Juan Guillermo Figueroa Perea*
L
as personas que estudian el
lenguaje sugieren que lo que
no se nombra se acaba asu­
miendo como inexistente. En mi
experiencia suelo añadir que lo que
creemos que existe, lo vemos, ima­
ginamos e interpretamos a partir
del lenguaje del que disponemos.
¿Cómo entender la expresión de
que los hombres tienen hijos, cuan-
do disciplinas como la demografía
y la medicina han generado indica-
dores y categorías centrados en las
mujeres como personas que se re-
producen, sin que exista algo simi­
lar para dar cuenta de las posibles
experiencias reproductivas de los
sujetos del sexo masculino?
La tasa global de fecundidad, la
tasa bruta de reproducción y los
promedios de hijos nacidos vivos
Foto Mónica Godoy Ferro

se estiman a partir de las declara-
ciones y las vivencias de las muje-
res. Los embarazos de alto riesgo
son identificados a la luz de la edad,
de la paridad y de algunas caracte-
rísticas fisiológicas de las mujeres
(como la diabetes, obesidad, hi-
pertensión, entre otras), ignoran-
do lingüísticamente elementos de
quienes son coautores de los even-
tos reproductivos, ya sea en rela-
ciones heterosexuales o bien en-
tre personas del mismo sexo. No es
sencillo nombrar en primera perso-
na la experiencia de hombres que
inician un embarazo del que se re-
conocen parte.
Cuando se promueven campañas
para evitar la mortalidad materna,
es frecuente encontrar referen-
cias a que no es posible que se si-
gan muriendo las mujeres por dar
vida e, incluso, se alude a la Pacha
Mama, como sinónimo de la madre
tierra. No obstante, no es frecuente
aludir a que los hombres dan vida
ni tampoco tiene vigencia imaginar
algo que pudiera englobarse en la
mortalidad paterna, ya que se in-
terpreta que quien se puede morir
durante el embarazo, el parto o el
puerperio es la mujer, sin cuestio-
nar que a dicho deceso se le califi-
que por razones maternas, cuando
el feminismo ha demandado diver-
sificar el concepto y el valor de la
maternidad. Es decir, ¿podría mo-
rirse un hombre por el ejercicio de
su paternidad y una mujer por el
contexto de su maternidad, incluso
después de algún tiempo de haber
parido? De ser así ¿cómo nombra-
mos estos procesos?
La unesco conmemora el día in-
ternacional de la lengua materna,
aludiendo al primer idioma que
aprenden los seres humanos, al
margen de que se aprenda durante
un proceso de socialización que in-
cluye a hombres y a mujeres. Inclu-
so en ruso se habla de lengua de ori-
gen, con lo que se desfeminiza ese
referente simbólico. Las institucio-
nes escolares que forman a los indi-
viduos suelen ser nombradas como
alma máter, con lo que nuevamente
se refuerza el imaginario de que las
mujeres madres son quienes ges-
tan, biológica e intelectualmente.
¿Y los sujetos masculinos?, ¿tendría
lógica y alguna relevancia política
llamarle a una institución nuestro
hogar académico?
Las compañeras feministas han
construido la categoría de derechos
reproductivos con el fin de asegurar
las condiciones de posibilidad para
el ejercicio de la autodetermina-
ción reproductiva; sin embargo, es
ambivalente la reacción que gene-
ra aludir a derechos reproductivos
de los hombres. ¿Cómo reconocer-
le derechos a quienes no se reprodu-
cen o bien, a quienes ancestralmente
han delegado la responsabilidad del
cuidado de los hijos en las mujeres?
Quizás construyendo definiciones
relacionales, lo que supone recono-
cerse mutuamente.
Podría recordarse que en mu-
chas sociedades el nombre y apelli-
do de los descendientes se recono-
cen aludiendo al progenitor, como
muestra de poder y trascendencia,
además del uso del apellido para
identificar a una mujer como pare-
ja, compañera, esposa o propiedad
de un hombre. En países nórdicos
se reconoce como un gran avance
del feminismo lograr que las muje-
res al unirse no tengan que usar el
apellido de su compañero, desapa-
reciendo con ello el suyo, pero ade-
más sin tener que justificar dicha
decisión ante ninguna autoridad le-
gal, como lo vivieron las primeras
mujeres que renunciaban al apelli-
do de su compañero, como una for-
ma de seguirse reconociendo a par-
tir del lenguaje que las nombró e
identificó desde su niñez. ¿Por qué
no proponer que negarnos nuestra
forma de nombrarnos es una forma
de invisibilizarnos?
Raewyn Connell, en la segun-
da edición de su multicitado libro
Masculinities (2005), reconoce que
una desventaja actual de los hom-
bres es que, ante una situación de
separación o divorcio, tienen alta
probabilidad de perder un juicio
por la custodia de sus hijos, dada
“la gran experiencia acumulada
de las mujeres como cuidadoras”.
Connell no especifica que dicha
experiencia se ha generado en mu-
chos casos por una imposición del
papel de cuidadoras. Al margen de
ello, ¿les generaría sentido a los
hombres construir una experiencia
como cuidadores, como para con-
trarrestar simbólicamente dicha
Árbol de Tinta, marzo de 2017
7
“desventaja”? En el mismo texto,
Connell identifica como una “ven-
taja de los hombres” contar con el
apoyo emocional de sus compa-
ñeras, “sin necesidad de tener que
corresponderles”. ¿Será realmen-
te una ventaja ese entrenamien-
to para no cuidar, cuando a la par
las estadísticas de mortalidad mas-
culina muestran a sujetos que no
se cuidan a sí mismos, incluso por
aprendizajes de género?
En múltiples contextos cultura-
les, cuando un niño o niña es aban-
donado en la calle, se tiende a cul-
par a la mujer por esa idealización
de la maternidad y por asumir que
ella no cumplió con lo que le corres-
ponde, algo que difícilmente se le
atribuye al progenitor. En el caso
de ser identificada la madre se le
demanda por omisión de cuidado;
es decir, por no hacer lo que de-
bía. Si construyéramos referencias
para ver, imaginar y reconocer a los
hombres como sujetos que se re-
producen, el cuidado sería relacio-
nal tanto entre generaciones como
entre coautores reproductivos.
Es factible hipotetizar que el co-
nocimiento crítico desarrollado
desde las disciplinas, desde el acti-
vismo y desde la reflexión sobre las
ambivalencias de la cotidianidad,
tendría mucho que aportar para
resignificar los espacios reproduc-
tivos y para alimentar procesos de
equidad en los intercambios entre
las personas y las generaciones.
Independientemente de su sexo,
múltiples personas saldríamos be-
neficiadas al construir las experien-
cias reproductivas de manera lúdi-
ca y más integral, como lo sugiere
la perspectiva de género.
* Filósofo, El Colegio de México
Referencias bibliográficas
Connell, R. (2005). Masculinities. Cam-
bridge, Inglaterra: Polity.

Imagen tomada de: http://www.tribunafeminista.org/
Mujeres y ciencia
en España
Por: M. Lourdes Santos Pérez*
E
l Consejo Superior de Inves-
tigaciones Científicas (csic)
ha sido pionero, dentro de las
instituciones españolas con com-
petencias en materia de ciencia,
tecnología e innovación, en abor-
dar la igualdad de género con la
creación en su seno en el año 2002
de la Comisión de Mujeres y Cien-
cia (cmn).
En realidad, su actuación se ins-
cribe dentro de un escenario más
amplio, el de la Unión Europea
(ue), cuya Comisión resultó pre-
cursora a la hora de recopilar datos
empíricos que demostraran la pre-
sencia y la participación de las mu-
jeres en la investigación científica.
Corría el año 2001 y la nota común
era la escasez de datos y de estadís-
ticas fiables en muchos países.
El Informe etan on Women and
Science: Science Policies in the Eu-
ropean Union: Promoting Excellen-
ce Through Mainstreaming Gender
Equality se presentó como el pri-
mer documento que proporcio-
nó una descripción rigurosa de la
situación de los hombres y de las
mujeres en la investigación (euro-
pea), a la par que ha servido como
revulsivo para que se hayan multi-
plicado los esfuerzos por desarro-
llar indicadores de género en la
ciencia, en el contexto europeo y
específicamente en el español. En
este sentido, es reseñable la serie
She Figures, de 2003, que estable-
ce un modelo para la confección de
Árbol de Tinta, marzo de 2017
10
estadísticas en el campo científico.
Científicas en Cifras (2013) es el
título de una publicación seriada,
elaborada por la cmn, que, toman-
do como base She Figures, ofreció
una fotografía de la situación de las
mujeres en la carrera investigado-
ra en España así como de su evo-
lución. Aunque los datos avalan un
cierto avance, así como en algunos
ámbitos existen reducciones en la
brecha de género, lo cierto es que
la segregación continúa siendo un
tema que precisa de medidas y ac-
ciones concretas. Pocas mujeres es-
tudian en los campos tecnológicos
y en algunas ciencias experimenta-
les, mientras que apenas hay pre-
sencia de hombres en carreras rela-
cionadas con las ciencias de la vida
(biología, medicina, bioquímica,

genética, ciencias ambientales, bio-
tecnología, botánica, etc.).
Tampoco, en los últimos años,
ha avanzado la presencia de muje-
res en los escalones superiores de
la carrera científica y, por lo que se
refiere a los puestos directivos, hay
una desproporción en relación con
el número de mujeres capacitadas
para acceder a dichos puestos.
De manera más concreta, la úl-
tima edición del Informe Científi-
cas, que data de 2013, está dividido
en cuatro capítulos: indicadores de
contexto, universidades públicas y
privadas, organismos públicos de
investigación y convocatorias en
concurrencia competitiva. A conti-
nuación presentaré los principales
hallazgos de este informe.
En relación con los indicadores
de contexto, el porcentaje de mu-
jeres ocupadas en los sectores in-
tensivos en conocimiento es sig-
nificativamente superior al de los
hombres. Este incremento sosteni-
do se encuentra, sin embargo, lige-
ramente por debajo del promedio
de la ue. Por otro lado, la presencia
de mujeres entre el personal inves-
tigador también se ha incrementa-
do ligeramente, situándose además
por encima de la media europea.
En el análisis por sectores, la pro-
porción de investigadoras sobre el
total de personal investigador en
las empresas es menor, si bien se
muestra un ligero incremento en
el período estudiado. Para el sector
de las administraciones públicas, la
presencia de las mujeres es mayor
aunque, en el período de la crisis,
se observa una reducción relevan-
te como resultado de la no renova-
ción de plantillas, que afectó tam-
bién a los hombres. La presencia de
mujeres en la universidad es bas-
tante estable y parece situarse en la
media europea.
En cuanto a la relación de per-
sonal técnico y auxiliar por
investigador en los denominados
Programas de Investigación y De-
sarrollo (I+D), referidos tanto a la
investigación en ciencias aplicadas
como a la ciencia básica, el valor de
la ratio es superior para las mujeres,
lo cual confirma la sobrerrepresen-
tación de éstas en puestos de me-
nos responsabilidad y, por tanto,
menor compensación económica y
estabilidad laboral. Estas ratios, no
solo no mejoran en el tiempo, sino
que se profundizan, sobre todo con
la crisis económica que ha afectado
al país desde 2008, caracterizada
por el final de la burbuja inmobilia-
ria, la crisis bancaria y el aumento
del desempleo.
En relación con la carrera inves-
tigadora en las universidades espa-
ñolas, también persiste la segrega-
ción horizontal y vertical. Es decir,
destaca la escasa presencia de mu-
jeres en las categorías más altas de
las universidades públicas, sin que
el mayor incremento de éstas en
ciencias experimentales y mate-
máticas consiga frenar su concen-
tración en campos tradicionalmen-
te feminizados. En la comparación
internacional, España está ligera-
mente por debajo del promedio de
la ue.
En las universidades privadas, la
presencia de mujeres en las catego-
rías más altas es comparativamente
La presencia
de mujeres en la
universidad es
bastante estable
y parece situarse
en la media
europea.
Árbol de Tinta, marzo de 2017
9
mayor, lo que podría responder a
un efecto generacional resultante
del menor peso global en estas ins-
tituciones, por ser de más reciente
creación, de gente de más edad. En
relación con los estudios de doc-
torado, las mujeres han alcanzado,
sobrepasado incluso, a los hombres
en casi todos los campos, lo que su-
pone un avance similar respecto a
la media europea.
En efecto, el índice de techo de
cristal, por su parte, que capta
las dificultades que las mujeres
encuentran en su ascenso en la
carrera investigadora, aunque
muestra una mejoría, sigue
manifestando las limitaciones con
las que se topan ellas a la hora de
adquirir posiciones en las catego-
rías más elevadas. A partir de la lec-
tura de la tesis doctoral, disminuye
de manera destacada la proporción
de mujeres a medida que incre-
menta la categoría profesional.
Por lo que se refiere a los orga-
nismos públicos de investigación,
se aprecia una menor segregación
horizontal. La explicación a este
hecho podría estar relacionada con
las características específicas de
los procesos de contratación, que
son más similares a los que rigen la
función pública, presididos por los
principios de mérito y capacidad,
igualdad en el acceso, y transparen-
cia y publicidad de los procesos se-
lectivos
Finalmente, en relación con el úl-
timo capítulo, se observa que para
cualquier modalidad de convocato-
ria de proyectos de investigación,
los hombres muestran una mayor
proporción de proyectos aproba-
dos sobre el total de proyectos so-
licitados.
*Profesora Contratada Doctora, Uni-
versidad de Salamanca (España)
 Tratamiento judicial a mujeres

Víctimas de violencia acusadas

por homicidio en Argentina
Por Milena Páramo Bernal la imputada no pudiera contar por las cuáles estaba imputada. Du-
con un(a) intérprete de su idio- rante este tiempo ella permaneció
ma al castellano para comprender presa y sólo en 2011 pudo dar por

R
eina Maraz y Nilda Álvarez lo sucedido y afectando su dere- primera vez testimonio de los he-
son mujeres cuyas historias cho a la defensa en la instancia ju- chos que incluye las situaciones de
se conectan en algún pun- dicial. Desde noviembre de 2010, violencia que por años ejerció so-
to: las dos son pobres, víctimas fecha en que su pareja fue hallada bre ella Santos, la pareja de la jo-
de múltiples violencias por parte sin vida fue privada de su libertad ven. Reina recibió sentencia con-
de sus parejas y fueron, en años hasta un año después, en 2011 y denatoria en 2014 y fue puesta en
recientes, parte imputada/senten­ como resultado de una inspección libertad por el tribunal penal de se-
ciada dentro de causas penales carcelaria que corroboró que Reina gunda instancia en diciembre 2016
por matar a sus agresores. Reina no comprendía el idioma español, a la espera de la sentencia de casa-
y Nilda terminaron condenadas, tuvo oportunidad de acceder a in- ción, misma que se dictó días des-
la primera a cadena perpetua y térpretes y conocer así las razones pués con dictamen absolutorio1.
la otra a 12 años de cárcel en sus
respectivos juicios de primera in-
stancia. Posteriormente, las dos
fueron absueltas por los tribunales
de casación penal. Sus casos tuvi-
eron amplia difusión en medios de
comunicación y las dos contaron
con un masivo respaldo por parte
de un arco va­ riado de organiza-
ciones de mujeres, feministas y
sociales que activamos distintas
estrategias en calles, plazas, medi-
os de comunicación, tribunales y
otros escena­rios con el objetivo de
lograr justicia y libertad para ellas.
Y lo logramos.
Reina Maraz es una joven mi-
grante boliviana quechua-parlan-
te quien fuera condenada a cadena
perpetua, en 2014, por la presunta
comisión de los delitos de homici-
dio agravado criminis causae “ho-
micidio agravado por el concurso
premeditado de dos o más perso-
nas, robo agravado en despoblado
y en banda, en concurso real” emi-
tida por el Tribunal Oral Nº 1 de
Quilmes, Provincia de Buenos Ai-
res. Su juicio estuvo saturado de
irregularidades, de las cuales se
destacan la valoración prejuiciosa
de las pruebas y el hecho de que Imagen tomada de: http://3.bp.blogspot.com/

Nilda Álvarez es una mujer pobre
vecina de Villa Constitución- Santa
Fe quien recibió el pasado julio de
2016 una condena de 12 años de pri-
sión por el delito de “homicidio ca-
lificado por el vínculo en calidad de
coautora” contra su pareja. El día de
los hechos, agosto de 2014, Ferreyra,
la pareja de Nilda, inició un episodio
en el que puso en riesgo la vida del
hijo menor de ambos y la mujer acu-
dió en defensa del niño, en esta situa-
ción de extrema violencia sucedió la
muerte del agresor. En instancia ju-
dicial quedó probado que en los más
de 25 años de convivencia de la pa-
reja Nilda padeció hechos de violen-
cia doméstica cotidianos y muy gra-
ves y que ella lo denunció en varias
oportunidades, resultado de lo cual
obtuvo medidas judiciales que a la
postre resultaron insuficientes para
protegerla y sacarla del contexto de
violencia. A pesar de ello, el Tribunal
Oral optó por no analizar ni dar rele-
vancia al continuum de violencia que
padeció a la hora de emitir sentencia.
El fallo condenatorio fue apelado por
la defensa pública y el Tribunal Penal
de Casación en su revisión determi-
nó la absolución de Nilda2.
En este artículo me interesa ha-
cer énfasis en algunos argumentos
de las presentaciones del cladem
Argentina como Amicus Curiae
(Amigos del Tribunal) ante los res-
pectivos tribunales de casación pe-
nal en las causas de Maraz3 (Prov.
Buenos Aires) y Álvarez (Prov.
Santa Fe)4. Desde nuestra perspec-
tiva, interpelamos con argumentos
teóricos, normativos y jurispru-
denciales un sistema judicial que
al no ser neutro al género en sus
normas, jurisprudencias y prácticas
institucionalizadas comporta ses-
gos en el tratamiento judicial a mu-
jeres como Reina y Nilda (u otras
en circunstancias similares) que se
traducen en desigualdad, injusticia
y revictimización.
Una vez conocidas las dos sen-
tencias, como cladem Argentina
apuntamos a develar y poner en
cuestión:
La valoración parcializada y pre-
juiciosa que hicieron los Tribunales
Orales (to) de las pruebas presen-
tadas en juicio (Caso Maraz y Ál-
varez); esto se traduce en el ma-
yor peso relativo que tienen las
pruebas que van en perjuicio de las
imputadas sobre aquellas que las
favorece y que se jerarquizan con
sustento en prejuicios de clase, et-
nia y género.
La omisión de los to al no anali-
zar ni valorar las situaciones de dis-
criminación y violencia específicas
que derivan tanto de ser pobre, mi-
grante y analfabeta (Caso Maraz),
como de las violencias cotidianas
que padecieron por su condición
de mujer (Caso Maraz y Álvarez);
en otras palabras, la completa au-
sencia de perspectiva de género al
analizar las pruebas, los hechos y el
contexto general en el que estos se
producen.
Las persistentes trabas objetivas
y subjetivas en los sistemas judicia-
les que impiden a las mujeres acce-
der a la justicia como noción o ideal
(aunque también como sistema).
La inobservancia de la normati-
va y jurisprudencia nacional e in-
ternacional en materia de derechos
humanos de las mujeres a la hora
de dictar sentencia, omisión que
podría derivarse responsabilidades
para el país ante instancias interna-
cionales de derechos humanos.
Un argumento más de interpe-
lación al tratamiento judicial ha-
cia las mujeres en los casos como
el de Nilda Álvarez (no atañe a
Reina Maraz) tiene que ver con el
poco reconocimiento de la legíti-
ma defensa como causal de abso-
lución penal para las mujeres. En
la Argentina son ampliamente co-
nocidos los casos que involucran
a reconocidos varones (jueces, pe-
riodistas, médicos) que, en ocasión
de la presunta defensa de sus casas
y otros bienes, han cometido homi-
cidio, han invocado y se les ha re-
conocido la legítima defensa como
causal de justificación y han resul-
tado libres de culpa y cargo. Es de-
cir, cuando lo legítimamente defen-
dido por el varón son cosas, bienes,
su propiedad privada, la defensa y
el juez llegan con facilidad a la mis-
ma conclusión y es que dicha cau-
sal de justificación le corresponde.
Ahora bien, cuando la legítima
defensa es invocada por las muje-
res en ocasión de homicidio suce-
dido en defensa de su propia vida o
la de sus hijas e hijos sucedidos en
el marco de la violencia doméstica,
Árbol de Tinta, marzo de 2017
11
no sólo al juez de primera instan-
cia le cuesta otorgarla sino también
al defensor invocarla ¿por qué ra-
zón?, ¿de qué modo y cuánto del
plano de lo objetivo (la ley) y cuán-
to del plano subjetivo (las inter-
pretaciones de los operadores judi-
ciales) actúan para que la legítima
defensa sea de acceso privilegiado
para los varones, o bien, sea res-
tringido para las mujeres?
Como red feminista nos interesa
poner al descubierto y desestabilizar
el sesgo patriarcal, racista y clasista
muy propio de los sistemas judiciales
de nuestros países. Aspiramos a que
las mujeres podamos acceder a la jus-
ticia (institución) y obtengamos jus-
ticia (principio) y que ambas acep-
ciones (la justicia como institución y
como noción) incorporen perspecti-
va de género, de otro modo ni el sis-
tema ni sus resoluciones serán justas
para nosotras.
*Feminista, coordinadora del Comi­té
de América Latina y el Caribe para la
Defensa de los Derechos de las Mu-
jeres - cladem Argentina, estudiante
de maestría en sociología económica
idaes-unsam Argentina.
milenaparamo@gmail.com
Referencias
1
Para conocer más detalles del caso
https://www.pagina12.com.ar/dia-
rio/sociedad/3-258611-2014-10-29.
html; http://www.diariocontexto.com.
ar/2016/12/23/reina-maraz-bejara-
no-la-joven-boliviana-condenada-a-per-
petua-recuperara-su-libertad/.
2
Para conocer más detalles del caso https://
www.youtube.com/watch?v=Q_ozkD-
mHU8o; https://www.pagina12.com.
ar/10531-la-redencion-y-la-mision-de-
nilda.
3
Amicus Curiae, presentado por cladem
Argentina, el Equipo Latinoamericano de
Justicia y Genero (ela), el Observatorio
de Derechos Humanos de Pueblos Indí-
genas (odhpi), Católicas por el Derecho a
Decidir, y el Centro de Atención a Vícti-
mas de Violencia de Género de la Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Uni-
versidad Nacional de La Plata ante Juezas/
ces de la Cámara Penal de Apelaciones de
la Provincia de Buenos Aires.
4
Amicus Curiae presentado por Páramo,
Acosta, Paolini, Casas por cladem Argen-
tina ante Juezas/ces de la Cámara Penal de
Apelaciones de Rosario.
 La libertad como práctica
democrática
Contribuciones de Angela Davis
Por: Julia Suárez-Krabbe*

La privación de la libertad
Angela Davis, pensadora y activista legendaria
afroestadounidense, además de ser profesora emérita
de la Universidad de California, hace parte de Resisten-
cia Crítica, un proyecto antirracista que busca generar
un movimiento amplio en contra del complejo indus-
trial carcelario. Efectivamente, tomarnos en serio las
prisiones y analizar su papel en nuestras sociedades,
nos obliga a indagar profundamente sobre el estado de
la democracia en las mismas.
De hecho, la obra de Davis, que incluye traducciones
al español como Democracia de la Abolición. Prisiones,
racismo y violencia (2016), La historia de la concien-
cia. Ensayos escogidos (2016) y Mujeres, raza y clase
(1983), es una constante búsqueda a alternativas con-
cretas al capitalismo, el racismo y el patriarcado. El
punto de partida en el trabajo de Davis es que el encar-
celamiento como castigo presupone que las personas
tienen derechos y libertades que se les pueden quitar:
por algo decimos privación de la libertad.
Privar a las personas de sus derechos y libertades
fundamentales es una forma de castigo que equivale
a la pena de muerte; no una muerte física pero sí una
muerte civil y política. En ese sentido, las prisiones son
instituciones totalitarias. Una sociedad que sacrifica los
servicios sociales, la compasión humana, las escuelas
decentes, la salud mental y el trabajo digno es una so-
ciedad cuyo funcionamiento depende del despojo, la
violencia, el racismo y la desigualdad social. Es una
sociedad que produce tanto al crimen como al crimi-
nal. Ellos son su razón de ser. El complejo industrial
carcelario, entonces, reproduce las condiciones de su
propia expansión: en lugar de invertir el dinero en ser-
vicios destinados a democratizarse y a cuidar a sus ciu­
dadanos, la sociedad invierte cantidades enormes de
dinero en la expansión del sistema carcelario, como en justamente porque la sociedad global capitalista, racis-
el caso de los eeuu y Colombia. ta y patriarcal depende de esas desigualdades e injusti-
Davis no busca con esto minimizar el daño indivi­ cias y se sostiene sobre la sistemática individualización
dual y social que causa, por ejemplo, la violación, el de los problemas sociales, sólo así logra que no veamos
secuestro o el asesinato. Ella enfatiza en que el cri- el bosque por estar centrándonos en cada árbol.
men no es un asunto del individuo. Nadie nace crimi-
nal. ¿Por qué en las sociedades occidentalizadas pensa­
mos que la mejor forma de tratar con el crimen es este De la esclavitud a la cárcel
tipo de castigo?, ¿por qué no la sanación, la reconcilia- La institución de la prisión se consolida en el mo-
ción, el trabajo social, como de hecho lo hacen muchas mento histórico en el que se abolió el sistema de la es-
otras sociedades? De acuerdo con Davis, esto se da clavitud. En EEUU entró a reemplazar la función social

del sistema esclavista: fundamen-
talmente, prevenir que ciertos seg-
mentos de la sociedad participaran
en la vida social, política y civil. Y,
justamente, porque cumplen esa
función es que podemos afirmar
que tanto la esclavitud como el
complejo industrial carcelario son
pilares del racismo, el capitalismo
y el patriarcado porque deshuma­
nizan, explotan y oprimen a ciertos
seres humanos, negándoles partici-
pación política, civil y social. Davis
inspirada en la definición del racis-
mo de Ruth Gilmore en Golden Gu-
lag (2007), muestra cómo diferen-
ciadamente a ciertos grupos -que se
encuentran en geografías políticas
distintas pero íntimamente conect-
adas- se los condena a una muerte
prematura. Estas vulnerabilidades
son producidas, explotadas y ava-
ladas por el Estado y/o el sistema
legal. Davis Añade que la muerte
a la que se refiere Gilmore es mul-
tidimensional, ya que, incluye la
muerte física, la social, y la civil y
la política.
Desde su surgimiento, la insti-
tución de la prisión ha estado liga-
da al orden político de la democra-
cia occidental en cuanto demuestra
la centralidad de los derechos y li­
bertades individuales en términos
negativos, es decir, se adjudica a sí
mismo el poder de otorgarlos o sus-
penderlos. El complejo indus­ trial
carcelario reproduce esas lógicas y
profundiza estas prácticas. A esto
se podría objetar que el objetivo de
la prisión es que la vida política y
civil esté libre de criminales. La res­
puesta a eso es que las cárceles no
funcionan en contra de los grandes
criminales: Trumps, Uribe Vélez,
los banqueros corruptos y trans-
nacionales… todos estos partici-
pan feliz e impunemente en la vida
política y civil, justamente, porque
ellos operan para fortalecer y con-
tribuir a la expansión del sistema
y no son considerados criminales
por su dinero. De la misma forma
que el complejo industrial carcela­
rio depende de la criminalización
de amplios segmentos de la socie-
dad, también requiere que los po-
cos que se encargan de ensanchar
las estructuras injustas tengan las
mejores condiciones para ello.
Libertad del mercado
Cuando Davis habla del complejo
industrial carcelario –y no simple-
mente del sistema carcelario– es
porque se refiere a un ensamblaje
de relaciones económicas y políti-
cas en el cual está arraigado el siste-
ma penal. Ese ensamblaje es global,
o sea, señala que la proliferación
mundial de prisiones y de prisione-
ros está ligada a estructuras e ide-
ologías económicas y políticas, no
a intentos por reducir conductas
criminales individuales. La expan-
sión del complejo industrial carce-
lario actual coincide con la expan-
sión global de las transnacionales y
con la producción legal y/o avalada
por los Estados o sistemas interes-
tatales de grupos vulnerables a la
muerte prematura, por ejemplo, la
creciente criminalización de refu-
giados y migrantes.
Mientras nuestras sociedades
funcionen a favor del comple-
jo industrial carcelario, no serán
democráticas, o más preciso aún, se
basarán en nociones de democracia
que usan el capitalismo como mo­
delo, viendo al mercado libre, la ex-
plotación y la competencia como el
paradigma de la libertad. Esto está
íntimamente ligado a la producción
de la muerte social: la idea neoli­
beral de libertad económica exige
que el estado se retraiga de todos
los servicios sociales. En esta lógi-
ca, la libertad emergería porque el
mercado determina la distribución
de la educación, de la salud, como
asignaciones de la “divina provi-
dencia”. Esa lógica de libertad es,
para Davis, inherentemente asesi-
na, inherentemente racista, inhe­
rentemente antidemocrática e
inhe­rentemente patriarcal.
Libertad como práctica
democrática
El libro más reciente de Ange-
la Davis se titula La libertad es una
lucha constante (2016), frase que
contiene la esencia de lo que en-
tiende Davis sobre este concepto.
Primero, se refiere a que el siste-
ma como tal opera funciona para
ce­rrar los futuros de muchas per-
sonas porque produce su muerte
social, o bien, los mantiene vulne­
rables a esa muerte prematura. A
esas personas se les niega el acceso
Árbol de Tinta, marzo de 2017
13
a la salud, a la educación de calidad,
a la comida, a la compasión huma-
na y al trabajo digno, en el mejor
de los casos, ellos lucharán contra
del sistema que produce su muerte
masiva. En esa misma lucha, estos
grupos que se resisten a morir so-
cialmente forjan su derecho a par-
ticipar en la vida política y cívica.
En el peor de los casos, entran a
la cárcel o buscan su muerte física
(como los sicarios, por ejemplo)
antes de ser condenados a prisión.
El punto es que la lucha misma con-
tra las estructuras racistas, capita­
listas y patriarcales es un ejercicio
de libertad, es un ejercicio de vida.
Davis ha propuesto comprender la
naturaleza de la libertad como algo
que se forja por aquellos que han
tenido más en juego en la lucha por
la liberación.
Segundo, otra dimensión impor-
tante en la comprensión de esta
autora de la libertad tiene que ver
con la lucha en contra del comple-
jo industrial carcelario. Para Davis,
esta es una lucha de cambio radi-
cal, es una lucha de liberación que
incluye la abolición de las cárceles
y, también, la construcción de in-
stituciones que apoyen la protec-
ción de la salud, la educación, la
vida social y la dignidad de las po-
blaciones. Es una lucha que abre fu-
turos distintos: hace posible pensar
que la libertad es algo mucho más
rico y complejo que aquella liber-
tad neoliberal que se da a costa de
la muerte de los demás. Esto signifi-
caría, en primera instancia, crear
instituciones que apoyen la liber-
tad entendida, como la entiende
Angela Davis, resultado lógico de
una búsqueda colectiva de demo­
cracia real.
* PhD, Profesora Asociada Departa-
mento de Artes y Humanidades, Uni-
versidad de Roskilde, Dinamarca
Bibliografía
Davis, A. Y. (1983). Mujeres, raza y clase.
Akal.
Davis, A. Y. (2016). Democracia de la
abolición. Prisiones, racismo y violencia.
Editorial Trotta.
Davis, A. Y. (2016). La Historia De La Con-
ciencia. Ensayos Escogidos. Del Oriente y
del Mediterráneo.
Davis, A. Y. (2016). La libertad es un lucha
constante. Ebay.
Gilmore, R. (2007). Golden Gulag. Publica-
ciones Universidad de California.
Género en los procesos
institucionales
Por: Martha Lisbeth Alfonso Jurado*

H
ablar de género ha per-
mitido evidenciar uno de
los principales problemas
del desarrollo social, económico,
político y cultural de la humanidad:
las desigualdades entre hombres
y mujeres. Esa conciencia ha per-
mitido incorporar en las agendas
públicas, programas, proyectos,
líneas de acción, políticas públicas,
institucionalidad y presupuestos
que pretenden contrarrestar, miti-
gar o enfrentar esas desigualdades.
Estas acciones fueron resultado
de un largo proceso de lucha so-
cial desarrollado por movimientos
de mujeres que, en la década del
60, lograron el posicionamiento de
sus derechos en un escenario en el
que se debatía desde diferentes en-
foques, el reordenamiento de la ins-
titucionalidad y la función estatal.
Esto en el marco de una economía
de mercado capitalista que se iba
consolidando cada vez más como
el único modelo de desarrollo. Fue
esta la razón de múltiples rupturas
al interior del movimiento de mu-
jeres, pues varios sectores conside-
raban que el proceso de institucio-
nalización de las reivindicaciones
feministas restringía y sesgaba la lu-
cha por los derechos de las mujeres.
Esa institucionalización inició en
las agendas públicas de la institu-
cionalidad internacional a través de
incorporar la categoría género y a
elaborar análisis de las condiciones
de vida de las mujeres en el mun-
do entero. Esto desembocó en la ce-
lebración de la Primera Conferen-
cia Mundial de la Mujer, en el año
1975, bajo la convocatoria de la onu
Foto Mónica Godoy Ferro y, posteriormente, la Declaratoria

Mundial de la Década de la Mujer
entre 1975 y 1985. Estas declarato-
rias marcaron un hito en el proceso
de posicionamiento de los asuntos
de género en las agendas públicas
multilaterales y, por ende, en las di-
rectrices para la planeación del de-
sarrollo que se imparten desde la
onu para los Estados nacionales en
el mundo entero.
Inicialmente, esa perspectiva se
concretó en el enfoque Mujeres en
el Desarrollo o med, a través del
cual se promovía la inclusión de
las mujeres a través de programas
y proyectos que mejoraran sus in-
gresos. Esto no significaba supe-
rar ni cuestionar su situación de
subordinación, pues, se compren-
día que dicha condición desigual
estaba determinada por su exclu-
sión del mercado capitalista, en ese
sentido, se implementan acciones
aisladas direccionadas a generar re-
cursos y/o estrategias para incor-
porarlas en el mercado por medio
de tareas de cuidado y oficios ma-
nuales de baja calificación carac-
terizados por no potenciar nuevas
capacidades económicas en las mu-
jeres ni promover el reconocimien-
to de su trabajo reproductivo como
fuente importante para la econo-
mía. Estas acciones evidenciaron
que no todo proyecto que incluya a
las mujeres tiene un enfoque de géne-
ro, ni contribuye a superar las inequi-
dades hacia nosotras.
A principios de los años 80 empe-
zó a posicionarse otro enfoque de-
nominado Género en el Desarrollo
o ged, que incorpora el principio
de participación de las mujeres y
poblaciones en la identificación de
necesidades prácticas y estratégicas
para el desarrollo social, económico
y político. El ged promueve inter-
venciones que reconocen el trabajo
de las mujeres en los diferentes ám-
bitos públicos y privados, desarrolla
estrategias de empoderamiento de
las mujeres para posicionar sus in-
tereses, necesidades y agendas en
contextos comunitarios e institucio-
nales. Además, el ged comprende a
las mujeres en contexto y no como
seres aislados, es decir, considera
también sus condiciones de clase,
etnia, ciclo vital, entre otros facto-
res, que hacen más vulnerables a las
mujeres en sociedades patriarcales.
En Colombia y en
el Tolima, aún no
logramos un proceso
de transversalización
del enfoque de género
Por esta razón, se le reconoce como
un enfoque integrador en el que se
desarrollan estrategias con hombres
y mujeres, priorizando los procesos
que les permitan a ellas la adquisi-
ción de herramientas para hacer
conciencia de las inequidades y
transformarlas.
En la década de los 90, el ged se
concreta en un proceso de institu-
cionalización importante que per-
mite a los Estados la inclusión de
las mujeres en el aparato burocrá-
tico como estrategia de fortaleci-
miento del enfoque de género. Se
crean ministerios, secretarías, di-
recciones, oficinas de la mujer o
de la equidad, programas presiden-
ciales, internacionales y mundiales
con el objetivo de diseñar políticas
públicas de género, para la equidad
o para el beneficio de las mujeres.
No obstante, ese proceso de incor-
poración del enfoque de género en
el desarrollo capitalista, incluso la
incorporación de mujeres en ins-
tancias decisorias dentro de la es-
tructura del Estado, no logró cam-
biar la situación de discriminación
de la mayoría de las mujeres en la
sociedad. Tampoco, logró permear
las instituciones del Estado para
asumir el enfoque de género en to-
dos sus procesos. Estas iniciativas
terminaron siendo sectoriales y fo-
calizadas.
La Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer, convocada por las
Naciones Unidas y realizada en la
ciudad de Beijing en el año 1995,
fue el escenario de debate más im-
portante sobre las dificultades y
limitaciones del enfoque ged. De
allí surgió la idea de que no solo se
necesitaba incorporar enfoque de
Árbol de Tinta, marzo de 2017
género en las políticas, sino trans-
15
versalizar dicho enfoque en toda
la acción y gestión gubernamental.
Esto dio paso a que en las últimas dos
décadas se trabaje en la transversali-
zación del enfoque de género.
Pero, no es suficiente que el Es-
tado reconozca que hay unas desi-
gualdades de género que represen-
tan una situación problemática, es
necesario que además incorporen
el enfoque de género en sus proce-
sos de planeación, en sus sistemas
de información y producción de
conocimiento, en la ejecución de
sus políticas y presupuestos, en sus
procesos de evaluación y, en gene-
ral, en su dinámica gubernamental.
Transversalizar significa insertar el
género como una categoría constitu-
tiva de la acción pública y, por tanto,
hacerlo un hecho político consciente.
Esto implica transformar imagi-
narios, concepciones y prácticas
sexistas en los funcionarios y fun-
cionarias como también es indis-
pensable la construcción de esce-
narios visibles para los asuntos de
género dentro de cada sector del
gobierno. Así como, el estableci-
miento de acuerdos y alianzas con
las comunidades para promover
esos cambios culturales que trans-
formen las relaciones desiguales de
género, por tanto, las inequidades
que afectan particularmente a las
mujeres y a las personas con orien-
taciones sexuales diversas.
En Colombia y en el Tolima, aún
no logramos un proceso de trans-
versalización del enfoque de géne-
ro, incluso, en algunas acciones y
programas gubernamentales, po-
dría verse más bien que seguimos
planificando desde el med. Esto
retrasa los procesos de compren-
sión de las inequidades de género y
la superación del machismo como
problema social, cultural y de salud
pública. Por tanto, es urgente que
en nuestro Departamento se hable
del tema, se posicione en la agen-
da pública y el género se constituya
en categoría indispensable para la
transformación de las acciones ins-
titucionales que procuran la equi-
dad y la democracia.
* Colectivo de Organizaciones de Mu-
jeres del Tolima
mlalfonsoj@ut.edu.co
 Rioblanco,
territorio de paz
Por: Nidia Roa*
L
a Historia registra que el con-
flicto armado en Colombia
comenzó en el sur del Tolima:
Guerrilleros liberales, nacidos del
enfrentamiento entre los partidos
tradicionales en los años cuarenta,
se habían mantenido en armas ins-
tigados por sus dirigentes en los
Llanos y en Tolima. Al sur de este
último Departamento, conserva-
dores y liberales se sumieron en la
violencia. (Equipo Redactor Ver-
dad Abierta, 2012, p. 1).
De hecho, durante más de 70
años esta región ha sido escenario
Foto suministrada Paz y Región
del flagelo de la guerra, principal-
mente en Ataco, Chaparral, Pla-
nadas y Rioblanco, municipios
que aportaron un gran número de
víctimas que tiñeron con su sangre
el suelo patrio. Precisamente, es de
las mujeres de Rioblanco y su pro-
tagonismo en el conflicto armado
lo que nos llevó a escribir este artí-
culo, pues ellas representan la vio-
lencia infringida a la mujer, víctima
directa e indirecta del conflicto. Di-
recta por torturas, violencia sexual,
desplazamiento forzado y amena-
zas de toda índole. Indirecta por re-
clutamiento forzado y homicidios
de esposos, hijos, familiares; situa-
ciones traumáticas que llevaron a la
mujer rioblancuna a erigirse en jefe
de hogar.
Indudablemente, la mujer rio-
blancuna es cabeza de familia y
quien realiza el trabajo remunerado
y no remunerado en el hogar. Esta
problemática, nos llevó a iniciar
una investigación en consuno con
la Alcaldía municipal, en cabeza de
la alcaldesa Delcy Esperanza Isaza
Buenaventura, distinguida por su
trabajo disciplinado, su amor por
el Municipio y, especialmente, por
su labor incondicional con la mujer
rioblancuna.
Es así como, para agosto de 2016,
la facultad de Ciencias Económicas
y Administrativas de la universidad

Ella perdió a dos
de sus hijos por otro
tipo de violencia,
no fue atendida a
tiempo en el hospital
en el momento del
parto y sus hijos
murieron.
de Ibagué, emprendió el proyec-
to de investigación Caracterización
e identificación de las condiciones
de 60 mujeres productoras de café
y fríjol en el municipio de Rioblanco
- Tolima; como base para enfrentar
el posacuerdo. En el desarrollo del
trabajo de campo hemos realizado
ya dos encuentros, a partir de los
cuales identificamos a estas muje-
res que en sus diferentes roles son
luchadoras por su comunidad que,
insertas en el entorno del conflicto,
se desempeñan en el trabajo remu-
nerado y no remunerado para sacar
adelante sus hogares.
Ahora bien, entendemos que tra-
bajo remunerado es la actividad
que realiza una persona a cambio
de un pago o un salario. Cuando ha-
blamos de trabajo no remunerado,
la situación se nos complica. Por
eso nos acogemos a la considera-
ción de Rodríguez (2005) cuando
afirma que el trabajo no remunera-
do realizado en el ámbito del hogar
es equiparable a la economía del
cuidado, ligada a la noción de re-
producción social o reproducción
de la fuerza de trabajo, ya que:
(…) la economía del cuidado re-
fiere al espacio donde la fuerza de
trabajo es reproducida y manteni-
da, incluyendo todas aquellas ac-
tividades que involucran la aten-
ción de los miembros del hogar,
la crianza de los niños, las tareas
de cocina y limpieza, el manteni-
miento general del hogar y el cui-
dado de los enfermos o discapaci-
tados (Rodríguez Enríquez, 2005,
p. 4).
Por tanto, asociar el trabajo do-
méstico (el trabajo de cuidado no re-
munerado realizado al interior de los
hogares) con la idea de reproducción
social como proceso material y mo-
ral supone asumirlo como el núcleo
de dicho proceso, pues como asegura
Antonella Picchio (1999), citada por
Rodríguez (2005, p. 5):
Puede complementarse con traba-
jo asalariado en el hogar, trabajo
asalariado en los servicios públi-
cos y privados y trabajo social vo-
luntario, pero la responsabilidad
final de armonizar las demás for-
mas de trabajo y/o absorber sus
insuficiencias sigue recayendo so-
bre el trabajo familiar no remune-
rado. 1 Nombres ficticios para proteger identidad.
De acuerdo con las anteriores
consideraciones, procedimos a re-
coger las experiencias de trabajo
y vivenciales de 60 mujeres pro-
ductoras de café del municipio de
Rioblanco, cuya pluralidad étnica
cultural convergen en un punto de
encuentro: las ganas de luchar por
la paz. De hecho, hemos conocido
experiencias desgarradoras como
las de Rosa y María1.
La primera de ellas, una rioblan-
cuna de origen indígena con dos de
sus hijos reclutados por guerrilla y
autodefensas, es una líder que tra-
baja por el bienestar de la mujer.
María, joven madre de cuatro hijos,
cultivadora y vendedora de frutas
y hortalizas en una carreta con la
que recorre, día tras día las calles
de Rioblanco. Ella perdió a dos de
sus hijos por otro tipo de violencia,
no fue atendida a tiempo en el hos-
pital en el momento del parto y sus
hijos murieron.
No tendría fin este artículo si nos
detuviéramos a contar cada histo-
ria de estas valiosas mujeres que
realizan un trabajo silencioso no
remunerado y muy mal remunera-
do económicamente porque no les
Árbol de Tinta, marzo de 2017
17
pagan el valor real por la venta de
sus productos (café, fríjol y horta-
lizas); a pesar de su condición sue-
ñan con una Colombia en paz y un
mejor mañana para sus hijos.
En su discurso de posesión ante
el Presidente Santos, la Alcaldesa
expresó:
(…) Aquí está Rioblanco esperan-
zado en que la paz nos traiga todos
esos sueños de tranquilidad, de
progreso y de desarrollo que tanto
hemos luchado (…) Vamos a em-
pezar un camino de paz, de pro-
greso y de reconciliación en el país
(…) (…) debe entrar al corazón de
todos los rioblancunos (…) (Presi-
dencia de la República de Colom-
bia, 2016)
Por ello, con miras a la construc-
ción de paz, ella le ha abierto la
puerta a la universidad de Ibagué
con el fin de generar políticas pú-
blicas que mejoren la calidad de
vida de la mujer rioblancuna.
*Directora del programa de Mercadeo,
Universidad de Ibagué.
nidia.roa@unibague.edu.co
Referencias bibliográficas
Equipo Redactor Verdad Abierta. (12 de
Noviembre de 2012). La Historia de las
Farc. El origen (1953-1964). Recuperado
el 6 de Enero de 2017, de Verdad Abierta
web site: http://www.verdadabierta.com/
la-historia/la-historia-de-las-farc/4295-el-
origen-1953-1964
Presidencia de la República de Colom-
bia. (01 de Enero de 2016). Hoy se ha
invertido en Rioblanco menos en guerra
y más en paz. Recuperado el 07 de Enero
de 2017, de Presidencia web site: http://
es.presidencia.gov.co/noticia/Hoy-se-ha-
invertido-en-Rioblanco-menos-en-guerra-
y-mas-en-paz-Alcaldesa
Rodríguez Enríquez, C. (6,7,8 de Sep-
tiembre de 2005). Economía del cuidado
y política económica: una aproximación
a sus interrelaciones. Recuperado el 07
de 01 de 2017, de Cepal web site: http://
www.cepal.org/mujer/reuniones/
mesa38/c_rodriguez.pdf
*Directora de Mercadeo – Universidad de
Ibagué
Fotos suministradas
Mujeres rioblancunas
Por: Delcy Esperanza Isaza
Buenaventura
A
finales del siglo XVI, lle­
garon a tierras indígenas,
hábitat del oso de anteojos,
la danta, la rana de cristal y de las
tribus Pijaos subordinadas al ca-
cique Calarcá, los españoles, al
mando del capitán Diego Fernán-
dez de Bocanegra, y develaron
para el mundo occidental este
territorio sagrado de la quina y el
caucho. Durante algo más de 300
años, la región fue prácticamente
desconocida; pero, a finales del
siglo XIX, antes de la Guerra de los
Mil Días, un grupo de campesinos
provenientes de Chaparral y Orte-
ga, emprendieron la conquista de la
selva virgen rioblancuna.
Para 1900, los hermanos Tobías,
Martín y Narciso Cárdenas, cono-
cedores de la fertilidad de la región,
se establecieron a las orillas del río
Blanco y, fieles a su vocación de
agricultores, se dedicaron a dife-
rentes cultivos, que rodearon las
primeras dos casas, donde actual-
mente está ubicada la plaza prin-
cipal del Municipio. Tras de ellos,
llegaron muchos colonos con gran
empuje, como el caficultor Juan
de la Cruz Vidales y Gabino Pérez,
creador del primer trapiche (Alcal-
día de Rioblanco - Tolima, 2017).
Poco a poco, el pequeño caserío
creció, hasta lograr ser reconoci-
do legalmente como Inspección de
policía, adscrita a Chaparral. Tiem-
po después, el gobierno departa-
mental lo elevó a la categoría de
corregimiento con el nombre de
Rioblanco, bajo la jurisdicción del
citado municipio. En el fragor de
la violencia del 48, el Teniente Co-
ronel Hernando Herrera, goberna-
dor del Tolima, erigió a Rioblanco
como municipio, mediante la Orde-
nanza Nº 11 de 1948. (Alcaldía de
Rioblanco - Tolima, 2017).
Desde esa fecha, el Municipio co-
menzó a trabajar por su consolida-
ción. Sin embargo, por su topografía
y la desatención estatal fue escena-
rio de problemas de orden público

y refugio obligado de los diferen-
tes grupos alzados en armas. Pese a
ello, el trabajo de los rioblancunos,
hombres y mujeres, soportado por
la buena la calidad de sus tierras, ha
logrado que Rioblanco sea uno de
los principales productores de café
en el Tolima y avance en su prota-
gonismo regional.
En particular, las mujeres rio-
blancunas han desempeñado un
rol determinante en el desarro-
llo del Municipio, con su traba-
jo fuerte, silencioso, remunerado
y no remunerado, casi invisible,
siempre, detrás de los grandes lí-
deres para lograr la construcción
de viviendas, carreteras, iglesias,
hospital, puestos de alud e insti-
tuciones educativas.
Ellas vivieron en medio de los
muchos procesos de violencia, co-
menzando con la violencia del tra-
po azul y del trapo rojo, de carác-
ter partidista, iniciada en el 48 y
que dio origen a más de 50 años de
conflicto, pues originó el nacimien-
to de las farc en el sur del Tolima.
Su cuota de dolor y sangre ha sido
inconmensurable. Las mujeres rio-
blancunas fueron víctimas del des-
plazamiento de su esposos, como
mis abuelas; entonces, asumieron,
solas, la difícil labor de la crianza
de los hijos y el trabajo en las fin-
cas. Luego, cuando la violencia se
hizo más densa, el dolor se adueñó
de sus espíritus por el asesinato de
sus hijos, esposos, padres, herma-
nos, y, por el reclutamiento de sus
seres queridos por parte de los gru-
pos armados.
Además, vivieron otro tipo de vio-
lencia, si se quiere más insidiosa,
pues afectó su condición de Mujeres,
con mayúscula: la violencia de géne-
ro que, manifiesta a través del pre-
dominante machismo, menguó, por
años, el potencial de sus capacidades
intelectuales, físicas y sociales. Pero,
no fue solamente el machismo lo que
enfrentaron las rioblancunas, ya que
también vivieron la violencia entre
sí, fenómeno incomprensible e irra-
cional. En ese sentido, después de
sortear momentos difíciles, han en-
tendido que tienen que aprender de
los hombres la solidaridad de géne-
ro, para lo cual, están ciertas de que
deben acceder a procesos de forma-
ción y de emprendimiento, con el fin
de ganar espacios de equidad y parti-
cipación en los ámbitos familiar, so-
cial, laboral y político.
No es imposible. Por ejemplo, si
bien la violencia incidió en que las
rioblancunas fuésemos pasivas fren-
te a la participación política, hoy
avanzamos en la consecución de es-
pacios de acción y participación. Es
mi caso: mujer rioblancuna, hoy la al-
caldesa del Municipio.
Por ello, estoy segura de que de-
bido a las circunstancias y las difi-
cultades vividas, nos hemos forjado
como mujeres trabajadoras e inte-
ligentes, unas luchadoras que in-
vitamos a la comunidad nacional e
internacional para que miren hacia
este territorio y a su difícil historia
y vean como hemos logrado man-
tenernos y salir adelante. Es más,
me pregunto, ¿cómo sería nuestra
vida si se lograra un total apoyo?
Árbol de Tinta, marzo de 2017
19
Definitivamente, merecemos
mayores y mejores oportunidades.
Estamos dispuestas a trabajar junto
con las instancias gubernamenta-
les para reducir los altos índices de
necesidades básicas insatisfechas,
unos de los mayores en el Depar-
tamento. Soñamos con viviendas
adecuadas para una vida digna en
familia, agua potable, vías de comu-
nicación, instituciones educativas
que garanticen una excelente edu-
cación para nuestros hijos. Es que
las mujeres rioblancunas siempre
hemos estado comprometidas con
la paz del territorio. Por ello, es im-
portante que se conozcan nuestras
dolencias y falencias. Queremos
trabajar y aportar los insumos que
requieren el progreso y desarrollo
de nuestra tierra prometida.
En pertinencia, desde la adminis-
tración municipal, desarrollamos
proyectos de índole social, cuyos
beneficiarios directos son nuestros
niños, adultos mayores y mujeres,
relacionados con oportunidades
educativas y laborales. En tal sen-
tido, para el 2016, seis grupos, pre-
dominantemente femeninos, acce-
dieron a procesos educativos. Dos
de ellos terminaron bachillerato
para adultos; dos grupos más obtu-
vieron título de técnicos en Enfer-
mería y Primera Infancia; y, otros
dos alcanzaron título profesional
en Primera Infancia y Salud Ocupa-
cional. Además, continuamos con
el apoyo a grupos asociativos de
mujeres y programas en beneficio
de las mujeres cafeteras del sector
de Maracaibo.
Adicionalmente, nuestro com-
promiso de género se evidencia en
la inclusión de mujeres cabeza de
familia en oportunidades laborales,
en proyectos de seguridad alimen-
taria, mejoramiento de vivienda y
en programas de formación artísti-
ca, cultural y recreativa.
Tenemos muchos dolores, triste-
zas y pérdidas que debemos sanar,
pero nos sobra corazón y tenacidad
para enfrentarlos y… un Dios gran-
de y poderoso que nos acompaña y
protege.
*Alcaldesa de Rioblanco Tolima
 Discriminación y
educación
Por: Angie Lorena Navarro Ospina*

P
ara lograr acabar con los es-
tereotipos relativos a la iden-
tidad de género es necesaria
una educación sexual que incluya
la diversidad de orientación y de
construcción del ser. Este tipo
de formación debe ser brindada
por los especialistas en educa-
ción sexual, en consuno con la so-
ciedad en general. El objetivo debe
apuntar a que exista mayor respeto
hacia las personas con una orienta-
ción sexual diferente e informar de
manera adecuada sobre el ejercicio
de la sexualidad para que no haya
lugar a falsas creencias, como la
idea de que la homosexualidad es
una enfermedad o una orientación
contagiosa.
Para comenzar, se reconoce a Co-
lombia como un Estado Social de
Derecho en el que prima el princi-
pio de la dignidad. Esto quiere de-
cir que tanto el Gobierno nacional
como los gobiernos locales tienen
la obligación de evitar que la digni-
dad les sea vulnerada a los ciuda-
danos. Por ende, la sociedad tiene
el deber de respetar a los demás y
propugnar por el principio de la no
discriminación. Pero, el 4 de agos-
to del 2014 un joven bogotano de
orientación homosexual, Sergio
Urrego, tomó la decisión de quitase
la vida, a causa de la discriminación
Foto Mónica Godoy Ferro

por parte de los directivos del cole-

gio en donde estudiaba. Entonces, a
partir de tal suceso, el Ministerio de
Educación retomó el debate sobre
la formación sexual en los planteles
educativos, tal y como lo ordenó la
Corte Constitucional, cumpliendo
así con lo estipulado en el principio

de respeto a la dignidad humana
consagrado en la Carta Magna.
Una de las estrategias que planteó
el Estado fue el programa Colombia
Diversa, con el cual se buscó cons-
truir una educación libre de dis-
criminación motivada por orienta-
ción sexual e identidad de género
(2016). Durante el desarrollo del
proyecto se han implementado di-
ferentes cartillas como Respeto por
la diferencia en los colegios de la lo-
calidad de Chapinero (2011) y Gui-
lle en el colegio: El amor y el sexo no
son del mismo color (2010).
También, son muchos los traba-
jos audiovisuales realizados, entre
ellos, Diverdiferencias contra la dis-
criminación (2012), y los videos so-
bre diversidad sexual en la escue-
la, como ¿Dónde está la diferencia?
(2007). Cada uno de estos do-
cumentos contempla: conceptos
básicos, investigaciones, videos,
caricaturas, preguntas frecuentes
y las dinámicas de trabajo referen-
tes al tema; soportados en normas
constitucionales e internacionales
de Derechos Humanos, y avalados
por la Alcaldía de Bogotá, Profami-
lia y, algunos, patrocinados por la
unesco.
Sin embargo, pese a la existencia
de este material educativo, se pre-
sentan casos de intolerancia en las
escuelas, pues no se acepta la diver-
sidad sexual: homicidios, suicidios,
agresiones físicas y verbales, casos
que ponen de presente la necesi-
dad de implementar una educación
sexual para la diversidad desde
temprana edad, ya que, al parecer,
estos hechos de violencia no son
suficientes para algunos colegios y
parte del sector religioso, quienes
aseguran que este tipo de educa-
ción desconoce los valores de la so-
ciedad colombiana.
Para el 2016, salió a la luz públi-
ca una cartilla en proceso de cons-
trucción por parte del Ministerio
de Educación y de las Naciones
Unidas, referida a la mencionada
temática, que generó controversia
en el país, en razón de las distin-
tas posturas y creencias de la ciu-
dadanía. Además, desencadenó una
gran cantidad de marchas en defen-
sa de la familia y “quienes las pro-
movieron engañaron a los padres
al hacerles creer que el men quiere
promover la homosexualidad” (De
Zubiría, 2016, p. Educación 2).
Para colmo, la información se
distorsionó de tal forma que se pu-
blicó contenido pornográfico en
las redes sociales, haciéndolo pa-
sar por la cartilla que preparaba el
Ministerio. Estas acciones demues-
tran la necesidad de contar con una
educación adecuada al respecto, ya
que fueron impulsadas por perso-
nas que no piensan en los demás,
no tienen respeto por las diferen-
cias y, por ende, van en contra del
espíritu democrático que el Estado
colombiano plasmó en su Constitu-
ción.
La desinformación
hace que los
individuos sean
menos abiertos a los
cambios y que el país
enceguezca por la
intolerancia.
A pesar de los esfuerzos del Mi-
nisterio por ayudar a la sociedad
colombiana a aceptar las diferen-
cias de género y romper los es-
quemas mentales, mediante una
educación adecuada, aún existen
personas que no quieren reconocer
la diversidad sexual, debido, qui-
zá, a las creencias religiosas, el te-
mor al cambio o solo por el hecho
de estar mal informados y creer en
cuantos cuentos se inventan y cir-
culan por las redes sociales.
Árbol de Tinta, marzo de 2017
21
La desinformación hace que los
individuos sean menos abiertos a
los cambios y que el país enceguez-
ca por la intolerancia. ¡Esto no debe
seguir así! Si se busca tener un país
en paz, ¿podría haber paz cuando
existen personas en la sociedad ca-
paces de vulnerar los derechos de
los otros? Se propone, entonces,
aceptar que existe la necesidad de
una educación sexual para poder
llegar a construir el país que tanto
se quiere: un país democrático y en
paz.
*Estudiante de Administración de Ne-
gocios Internacionales, Universidad
de Ibagué
Referencias
De Zubiría, J. (11 de Agosto de 2016). Carta
sobre educación de género a los rectores
de Colombia. Obtenido de Portal web
Revista Semana: http://www.semana.
com/educacion/articulo/polemica-
sobre-la-educacion-de-genero-en-colom-
bia/486500
Proyecto Colombia Diversa. (2007).
Diversidad en la escuela: ¿Dónde está la
diferencia? Obtenido de Colombia diversa
web site:
http://colombiadiversa.org/colombiadi-
versa/index.php/publicaciones/diversid-
ad-sexual-en-la-escuela-videos
Proyecto Colombia Diversa. (2010). guille
en el colegio: El amor y el sexo no son
del mismo color. Obtenido de Colombia
Diversa web site: http://colombiadiversa.
org/publicaciones/educacion-guille-2010/
Proyecto Colombia Diversa. (2011).
Proyecto 472: Respeto por la diferencia en
los colegios de la localidad de Chapinero.
Obtenido de Colombia Diversa web site:
http://colombiadiversa.org/colom-
biadiversa2016/wp-content/
uploads/2016/12/cartilla-res-
peto-por-la-diferencia.pdf
Proyecto Colombia Diversa. (Mayo de
2012). Diverdiferencias contra la discrim-
inación. Obtenido de Colombia diversa
web site: http://www.colombia-diversa.
org/2012/05/diverdiferencias-contra-la.
html
Proyecto Colombia Diversa. (2016). Colom-
bia Diversa. Obtenido de Educación:
http://colombiadiversa.org/category/
educacion/
Cartas de esperanza

E
n el semestre 2016B, los
estudiantes de la asig-
natura de Ética y Políti-
ca del grupo 28, a cargo de la
docente Mónica Godoy Ferro,
escribieron unas cartas donde
planteaban sus dudas sobre el
acuerdo de paz con la guerrilla
de las farc y su desconfianza
frente a su proceso de desmo-
vilización. Estas cartas fueron
enviadas a la Red de Mujeres ex-
combatientes de la insurgencia
buscando interlocutoras para
sus preguntas. Ellas contestaron
a algunas de estas a través de
su Revista La 13. En Árbol de
tinta compartimos una carta y
una misiva de respuesta con el
ánimo de compartir iniciativas
que, desde el aula, contribuyan
a la construcción de paz. Esta
necesariamente pasa por la hu-
manización del enemigo y el
establecimiento de canales de
diálogo intergeneracional. Les
invitamos a que en el siguiente
link conozcan las otras cartas
y sus respectivas respuestas:
http://revistala13.com/al-
oido-n%C2%BA8.html

Santiago de Cali, noviembre 10 de 2016
Es muy bella la oportunidad que tengo al leer esta
carta escrita a tres manos: Robinson, Nataly y Levia
Daniela.
En sus frases recogen la reflexión que les produce
hoy este, nuestro país, ante la urgencia de empren-
der de conjunto, con personas que no conocen y
que vienen de la guerra, la construcción de una so-
ciedad en paz y armonía.
Y es una reflexión muy importante que siento
nace de sus corazones al privilegiar el tema del
perdón ante las situaciones vividas y ofrecer la
posibilidad del caminar de conjunto, para que hijos
e hijas vivan en condiciones diferentes y con la
garantía de un futuro de respeto y dignidad.
Yo ya soy una mujer adulta, que empieza a en-
vejecer, que continúo viva gracias –en gran medi-
da a los acuerdos de paz firmados en los inicios de
los años noventa, con las organizaciones guerrille-
ras Movimiento 19 de Abril- M-19-, Quintín Lame,
Ejército Popular de Liberación-epl-, Partido Revo-
lucionario de los Trabajadores-prt- y Corriente de
Renovación Socialista -crs-. Y durante todos estos
años hemos mantenida la esperanza de ver a nues-
tro país viviendo sin conflicto armado interno, con
la posibilidad de luchar por los derechos sin el mie-
do de morir o desaparecer, como sucede con fre-
cuencia en esta sociedad.
Árbol de Tinta, marzo de 2017
23
Con la esperanza de contribuir a generar mejo-
res condiciones de vida, salud, trabajo, educación…
para la inmensa mayoría de los habitantes de nues-
tro país. Con la desilusión de vivir la polarización
social y económica, que hace que seamos uno de los
países mas inequitativos del planeta.
Por esto seguimos de manera atenta y emociona-
da la discusión de los Acuerdos de la Habana con
las farc y entregamos lo mejor de nuestras ener-
gías para que el eln y el gobierno se sienten a ne-
gociar. Esta no será la paz, pero ya habrá un buen
número de seres humanos (no importa el unifor-
me que lleven) que seguirán vivos, conservando el
único don que no tiene reemplazo, disminuyendo
El dolor para muchas familias. Pero también se ge-
nerarán muchos sueños y nuevas condiciones para
reconstruir espacios, vidas, territorios, humanidad.
Así que leer a jóvenes como Ustedes, que tien-
den la mano a través del perdón, es muy importan-
te para este proceso que hoy se vive.
Reciban, a través de esta carta, mi abrazo agra-
decido y amoroso por aportar a la recuperación de
los Sueños!
Eliza
También va para Ustedes este ramo de siempre-
vivas, porque eso somos…
 Detalle retrato de Virgina Woolf, de Christiaan Toonnis
Escribir y ser mujer
Por: Martha Fajardo Valbuena
E
l mundo de la literatura ha
sido tradicionalmente hostil a
las mujeres. Basta con pensar
en Virginia Wolf, Alfonsina Storni
o Sylvia Plath. También pode­mos
nombrar casos extremos como
los de Amandine Aurore Lucile
Dupin, quien tuvo que inventar el
pseudónimo de George Sand para
poder publicar y Joanne Rowling
quien, para poder vender sus li­
bros, tuvo que transformarse en la
neutral JK Rowling.
En el taller relata-Liberatura
ha ido aumentando el número de
mujeres que quieren escribir. Des-
de 2009, fecha en la cual inició el
taller con la presencia casi invisible
de tres mujeres, hasta 2017, en que
el 50% de los asistentes son muje-
res, el panorama ha cambiado.
Por ello, el Ministerio de Cultura
nos ha permitido conocer, en cali-
dad de Escritor Visitante, escrito-
ras de Colombia y América Latina,
como Pilar Lozano, Bibiana Ber-
nal, Lucía Estrada y Laura Massolo.
Igualmente, ha sido política del ta-
ller resaltar el trabajo de escritoras
que, en este momento, se han con-
vertido en referente de la poesía y
la narrativa en español como Sa-
manta Schweblin, Guadalupe Net-
tel, Liliana Heker, Piedad Bonet,
Pilar Quintana, Leyla Guerriero,
Angélica Gorodischer, entre mu-
chas otras.
Adicionalmente, conocedores de
que el desarrollo regional pasa tam-
bién por la generación de espacios
para las voces, su difusión y publi-
cación y, sobre todo, su visibiliza-
ción, queremos continuar con el
cometido de que las mujeres de la
región se formen para escribir y
dejar constancia de su ser. En per-
tinencia, a continuación, presenta-
mos una muestra de nuestro traba-
jo, con los microcuentos y poemas
escritos por participantes femeni-
nos del taller.

Inquisidores1
Por: Luisa Fernanda Pérez Bernal*
Mi madre nunca duerme. Siem-
pre está revoloteando y siempre
tiene la razón. Ni Papá discute con
ella. Mamá lava, barre, plancha, tra-
pea y jamás se cansa. No es normal.
Ella también materializa las co-
sas. No importa por cuanto tiempo
busques algo, cuando ella lo hace,
mágicamente aparece. Pero sus
castigos son inhumanos, ninguna
persona dejaría a un niño sin co-
mer. Les conté a mis amigos. Ellos
pasan por lo mismo. Parece que
aquí no existen madres y que esta-
mos invadidos por brujas.
Leí que estos seres están en con-
tra de Dios, que deben ser juzga-
dos. Organizamos una reunión para
esta noche. Cada niño debe llevar a
la mujer que dice ser su madre. La
leña ya está lista.
Obra y omisión
Por: Luisa Fernanda Pérez Bernal*
Después de las ocho de la noche
estaba prohibido mirar hacia la ca-
lle o encender alguna luz. Pero,
cuando mi papá se dormía, yo me
acercaba a la ventana. Me gustaba
ver cómo unos militares peleaban
contra otros que también parecían
militares. Era como en la televisión.
Una mañana, mi padre preguntó
si nosotros lo estábamos desobede-
ciendo. Mis hermanos y yo lo ne-
gamos. Él se puso furioso, aseguró
que nosotros mentíamos y nos re-
cordó que esto era un pecado, dijo
que cuando una persona lo hacía, el
espíritu santo la abandonaba y que-
daba sin protección.
Esa noche, la batalla fue peor. Los
militares, entre disparos, se acer-
caron rápidamente hasta nuestra
casa. Cuando todo terminó, nos le-
vantamos, encendimos una vela y
buscamos a mis padres: Ellos nunca
aparecieron.
Otra
Por: Martha Fajardo Valbuena**
La mujer que acaba de saludarnos
nos conoce a los dos pero yo no sé
quién es. Mi marido la ha abraza-
do sorprendido. No ha dejado de
mirarla. Ella me parece cercana,
casi de la familia. Lleva una blu-
sa naranja muy parecida a una que
en otro tiempo usé. Nos habla del
concierto del martes. Su voz me in-
quieta, ¿dónde la habré conocido?,
¿quién es? La otra vez me encontré
con una vendedora de seguros y me
pareció tan amigable que la saludé
como a una gran amiga y sólo la ha-
bía visto unos días antes y por poco
tiempo. Ella mira a mi marido con
una emoción que comienza a fasti-
diarme. Tengo que confesar que me
encantan sus aretes yo tuve unos
así pero los perdí. Ha llamado Mar
a mi marido y esto ya me ha puesto
al borde. Así sólo le digo yo. ¿Por
qué no le dice Mario como todo el
mundo? ¿Quién se cree esta fulana?
Lo ha dicho tan naturalmente que
Woman Bathing (La Toilette)
de Mary Cassatt.1890–91
Árbol de Tinta, marzo de 2017
25
no le ha importado que él y yo ha-
yamos puesto cara de circunstan-
cia. Se despide diciendo que está
feliz de que sigamos juntos, que va
a contarle a su novio que se ha en-
contrado con nosotros. Nos besa.
Usa el Dolce Vita, un perfume que
me encanta. Mi marido no parpa-
dea, la mira hasta que ella dobla en
algún punto. Yo le pregunto quién
es ella y él me dice y lo dice muy
serio: Creo que tú cuando comen-
zaste a salir conmigo.
Aleksandr Oparin niño
especula sobre los orígenes
de la vida
Por: Martha Fajardo Valbuena**
Las mamás nacieron de la sopa.
En un momento, el cabello de ángel
se unió a las albóndigas y a los car-
tílagos de la pierna del pollo. Los
guisantes, verdes y brillantes, se
instalaron en la carne y así surgie-
ron la cabeza, los brazos, los ojos,
el pelo. Una vez la mamá se sintió
hecha, redondita y suave nadó allí.
El caldo tibio la envolvía y ella se
alimentó, por primera vez, del lí-
quido sustancioso y salado. Ya en la
orilla del plato, la mamá abandonó
la sopa primigenia y se incorporó al
mundo, creció, se hizo más carne,
mas sal y tuvo un hijo al que siem-
pre quiere alimentar de ese caos, de
ese inicio, de esa fuerza primitiva
que a ella la conforma.
Poemas 2 Hilo
Por: Fabiana Stefanny Naranjo***
De lluvia
Sueño que llegue la lluvia
Y diluya los dichos,
Las palabras
Una a una
Con sus silencios.
Sueño que llegue la lluvia
Y enmudezcan las pinturas de las
casas,
Que las cuerdas de ropa se templen
y destemplen
Hasta volar en danza al siguiente
patio.
Que llegue la lluvia
Y nos haga esperar debajo de un te-
cho vecino,
Unas horas, unos días.
Y que la misma lluvia escape
En un piano súbito
Y la realidad nos descubra
Sin fronteras,
Juntos.
Hay un hilo en mí que se teje solo.
No hay husos ni agujas,
Fantasía al cielo desplomado
La rama es bahía,
El nido, escaso barquito
A la deriva del árbol,
Sólo un ritmo que lo acompaña. Traspasado
Desnudo bajo el filo húmedo de las
Se inventa terciopelos, gotas;
Juega entre lino y terciopelo. Circunstancia
Tinte de pinceles mudos
Se inventa un abrigo, Arrebato
A veces lo destroza. Revolución
Fracturas.
Su tejido me une al color de los días,
Y año tras año vuelvo al telar
Para buscar sus curvas entre otras.
* Participante del nivel tres del taller
relata-Liberatura
Más solo es un hilo perdido, ** Directora del taller relata-Liberatura
Que cayó de un febrero desmem- *** Participante del taller relata-Libera-
brado. tura
1
Microcuento finalista en el Certamen de
Un hilo solo. minificción de la revista El Abreviadero,
Solamente un hilo. mes de junio de 2016.
2
Poemas publicados en la Antología Na-
cional relata 2015.
Mujer y loro. Óleo en canvas de Gustave Courbet,1866
 Árbol de Tinta, marzo de 2017
27
-Opinión-

Caballeros, una especie

en vía de extinción
Por: Andrés Felipe Giraldo López*

L
os caballeros estamos en vía
de extinción. No solo por la
falta de modales, también
por el miedo. Los nuevos discur-
sos feministas están llevando al
extremo las precauciones en la in-
teracción entre los hombres y las
mujeres. Esa delgada línea entre el
acoso y la galantería se está corrien-
do peligrosamente a los linderos de
la agresión. Es temerario atreverse
a decirle a una chica en la calle que
está bonita, porque esto puede ser
rápidamente interpretado como un
atentado contra la dignidad, la in-
timidad y el derecho sagrado de las
mujeres a que no se les hable sin su
consentimiento.
Es comprensible el temor gene-
ralizado de las mujeres frente a
las agresiones de los hombres. No
mienten las estadísticas cuando
evidencian el incremento de los
asesinatos, las violaciones, el aco-
so y el maltrato de que son víctimas
las mujeres en todo el país. Y hay
que aclarar que las estadísticas solo
muestran una porción del panora-
ma dramático porque son muchas
las agresiones que no se denuncian.
Por eso, el supuesto básico de una
sociedad echada a perder en sus
valores mínimos, es que en cada
hombre hay un agresor en potencia
y en cada mujer una víctima. Esto
hace que natural y paulatinamen-
te la relación entre los dos géneros
sea cada vez más distante, más pro-
tocolaria, más prevenida y menos
cordial.
Yo era de esos jóvenes atrevidos
que osaba decirle a una mujer que
pasaba por mi lado en el andén o en
The Englishman at the Moulin Rouge, Óleo en cartulina de Henri de Toulouse-Lautrec.1892 el centro comercial que estaba bo-
nita, que olía bien o que tenía unos
ojos encantadores. No lo hacía en
gavilla ni pretendía intimidar a la
homenajeada, era un impulso natu-
ral de admiración que hacía explí-
cito en unas palabras. En esa épo-
ca, sin ser yo tan viejo, la cosa no
pasaba de ser correspondida con
una sonrisa en el mejor de los ca-
sos o con una cara de desprecio en
el peor. También solía cederles mi
puesto en el transporte público, sin
importar la edad. Me parecía que
era mi deber dejar que ellas fueran
sentadas en el bus, por pura caba-
llerosidad, nada más.
Ahora no me atrevo a hacer
nada de eso. Me siento casi crimi-
nal cuando se me ocurre. Incluso,
prefiero evitar el contacto visual
con las mujeres en lugares públicos
porque entre su mirada angustiada
y mi mirada incómoda, solo puede
surgir un desagradable momento
que es mejor evitar. Desafortuna-
damente, las mujeres de hoy cami-
nan con miedo, se les ve agarrar con
fuerza su bolso y cubrir con pudor
su escote. Poco queda de la gracia y
la sensualidad de su andar porque
se mueven presurosas, evasivas y
temerosas ante las miradas lascivas
de los hombres que no se detienen
en el morbo de sus ojos sino que
se van detrás de ellas como perros
de caza con palabras burdas y gro-
tescas que de verdad corroen cual-
quier gesto de decoro o galantería
para convertir un halago en un vul-
gar piropo callejero, con poco de
gracia y mucho de soez.
Por eso, los caballeros hemos
dado un paso al costado y hemos
preferido respetar el miedo de las
mujeres en un mundo que se hace
cada vez más hostil para ellas. Ade-
más, es común ver en las redes so-
ciales los manifiestos de los grupos
feministas exigiendo con creativos
memes y campañas radicales que
no se inoportune a las mujeres con
esos piropos desagradables, intimi-
dantes, ofensivos e invasivos a los
cuales ya no tenemos derecho por-
que ahora a las mujeres no se les
toca sino que tampoco se les ha-
bla. Mi papá conquistó a mi mamá
por unas palabras lindas que le dijo
en la plaza de su pueblo, Anserma,
sin una pizca de maldad. Mi padre
le dijo a mi madre por allá en 1954,
cuando apenas ella era una adoles-
cente y él un joven abogado, que se
le parecía a Pier Angeli. Pier Ange-
li era la actriz de moda de la épo-
ca, novia de James Dean, realmente
hermosa, como mi madre. Mi ma-
dre correspondió las palabras de mi
padre con una sonrisa. Para hacer
breve el cuento, solo les digo que
ahora somos ocho hermanos y que
mis padres cumplieron casi 60 años
de casados antes de que mi viejo se
fuera del mundo en 2014.
Hay que aceptar que unos hom-
bres lograron que otros perdiéra-
mos los derechos a ser galantes. Que
la actuación infame de unos misera-
bles que no ven mujeres sino carne,
nos quitó la oportunidad a los caba-
lleros de hacer sonrojar a las muje-
res súbitamente con una palabra bo-
nita, una flor tomada de un jardín o
un gesto amable sin otra pretensión
que la de enaltecer la belleza feme-
nina. Además, hay que comprender
que la lucha feminista se ha ido a los
extremos por la fuerza de las agre-
siones que han padecido las muje-
res y que ahora no estamos en un
mundo de mujeres relegadas, sumi-
sas, silenciosas y obedientes. Ahora
las mujeres han asumido el lideraz-
go no solo para que se respeten sus
derechos sino para que el mundo en
su conjunto sea un lugar más digno,
respetuoso, amable y vivible para
ellas; algunas veces con sensatez y
ponderación, otras veces llegando
al límite de la venganza histórica,
como si quisieran que los nuevos
tiempos pasaran la factura de cobro
a los hombres que durante siglos las
hicieron sufrir.
Por eso, los caballeros nos he-
mos ido detrás de las bambalinas
atendiendo al sentido común. Poco
queda ya del romanticismo que le
permitió a mi papá acercarse a mi
mamá, ese que me tiene en este
momento vivo, escribiendo estas
palabras. Mi caballerosidad, ahora
latente, se refleja en la educación
que doy a mis hijos para que respe-
ten a las mujeres, las valoren y las
protejan. Pero no hablo de esa pro-
tección del superior sobre el infe-
rior, como en antaño, sino esa pro-
tección solidaria y mancomunada
por hacernos respetar la dignidad,
la integridad y la vida no solo por
Las mujeres han
asumido el liderazgo
no solo para que se
respeten sus derechos
sino para que el mundo
en su conjunto sea
un lugar más digno,
respetuoso, amable y
vivible para ellas
ser hombres y mujeres, sino por
compartir esa condición de seres
humanos, sin etiquetas y sabiendo
además que el mundo ha evolucio-
nado a identidades sexuales plu-
rales, diversas y heterogéneas que
merecen no solo respeto sino reco-
nocimiento y espacios reales de in-
clusión.
Por último, quiero aprovechar el
carácter impersonal de la escritura
para volver a ser ese joven atrevido
que se animaba a cortejar a las mu-
jeres. Quiero decirles que a pesar
de que no me verán volviendo al
ruedo de las palabras espontáneas
y furtivas de la galantería callejera,
cada vez que veo a una mujer pue-
do ver la perfección de la obra de
Dios, la inspiración del universo
condensada en la belleza femenina,
el impulso de las mejores acciones
de los cobardes como yo que nos
hacemos valientes por la gracia de
su gracia. Quiero decir a las mujeres
que respeto su intimidad y por eso
evitaré importunarlas con mis pala-
bras a viva voz. Que su belleza es
obvia y por ello la obviaré, sin de-
cirla. Pero que si en algún momen-
to me arriesgo a cruzar una mirada
con ellas, no es porque mi mente
esté sucia y quiera contaminarlas.
No. Es porque añoro el romántico
que fui mientras pude, antes de que
bribones e idiotas por la fuerza de
sus actos extinguieran a la estirpe
de caballeros que ya no podemos
actuar por culpa del miedo.
*Escritor y docente
andrefelgiraldo@gmail.com
 Árbol de Tinta, marzo de 2017
29
-Paz-
Zonas veredales transitorias
de normalización de las
farc en el Tolima
En Colombia
serán veinte zonas
veredales y siete
puntos. En el
Tolima serán dos
zonas

¿Cómo son
las zonas de
ubicación de las
farc?

Por: Jaime Eduardo Reyes

Zonas veredales
Cada zona veredal transitoria de
normalización, zvtn, contará apro-
ximadamente con tres o cuatro
hectáreas y funcionarán de forma
similar, el área tendrá un límite te-
rritorial dentro del cual podrá ha-
ber de uno a dos campamentos. En
uno de los campamentos estará la
Organización de Naciones Unidas,
onu, quien se encargará de la veri-
ficación y el monitoreo de la entre-
ga de armas que se realizará en con-
tenedores o depósitos
Adicionalmente, dentro de los
campamentos, los guerrilleros de
las farc podrán contar con sus ar-
mas y estar uniformados; sin em-
bargo, fuera de estos y dentro de
la zvtn deberán estar de civil. Por
otra parte, la zona que albergará a
los excombatientes guerrilleros PLANADAS: ICONONZO:
contará con un límite de seguridad El Jordán La Fila
de un kilómetro a la redonda en el
que, según lo pactado, ni las farc,
ni los miembros de las fuerzas ar-
madas podrán estar, con el fin de
garantizar la seguridad civil y de los
desmovilizados.
Otra de las áreas acordadas den-
tro del Mecanismo de Monitoreo y
Verificación, es que las zvtn ten-
drán un espacio de recepción de
familiares y de medios de comu-
nicación, que garantizarán que las
personas ajenas al grupo guerrille-
ro puedan acceder al lugar de for-
ma segura.
Icononzo
El municipio de Icononzo es agrí-
cola por excelencia. Basa su econo-
mía en el cultivo del café, producto
que posee una explotación técnica,
gracias a la asistencia que brinda la
Federación Nacional de Cafeteros.
Un segundo renglón en importan-
cia productiva es el cultivo de fru-
tales; principalmente el banano que
genera ingresos permanentes a los
agricultores, debido a su produc-
ción semanal; otros cultivos como
el de la naranja, mandarina, guaya-
ba y aguacate presentan una pro-
ducción de temporada. Es de ano-
tar que la agricultura mecanizada
es prácticamente imposible en el
Municipio, debido principalmente
a las condiciones topográficas  de la
Región y a las características pro-
pias de los cultivos, los cuales re-
quieren en su mayoría de procesos
manuales de cultivo.
En este municipio del Oriente del
Tolima, en la vereda la Fila, queda-
rá una zona veredal transitoria de
movilización.
Planadas
Este Municipio es un referente
importantísimo de la guerra en Co-
lombia; por tanto, en la vereda El
Jordan quedará una zona veredal
transitoria de normalización. Los
principales renglones de su eco-
nomía están basados en el cultivo
de café. Cuenta con cultivos tran-
sitorios como maíz, fríjol, caña pa-
nelera, plátano, yuca y frutales.
La ganadería se basa en las ventas
y sacrificio de ganado. En los últi-
mos años Planadas ha conseguido
posicionarse como un municipio
productor de cafés especiales, lo-
grando ganar concursos nacionales
e internacionales, dejando atrás la
historia de ser el lugar en donde na-
cieron las farc.

¿Cómo se ubicarán las zvtn?

Zona de seguridad
Tamaño de un kilómetro a
partir del límite de la zona
veredal.
Mecanismo de monitoreo y
verificación (mmv).
Sin armas y con vestuario.
Punto
mmv

Zona veredal
Fotos suministradas Municipio de Planadas
Aquí se dejarán las armas.
Son temporales y
transitorias.
No se puede hacer
manifestaciones políticas.
Capacitación en labores
productivas.
Cumplimiento de la Ley y
las normas internacionales.

Campamentos

No debe haber población civil.

Cuando los excombatientes
salgan deben hacerlo sin armas.
Debe tener todos los servicios
médicos y de salubridad.
Municipio de Icononzo

Creando Sueños
Adriana Monroy Montelaegre acompañada de una de las docentes y estudiantes de diferentes cursos de Creando Sueños.
Texto y foto: Clara Quimbayo*
P
rocedente del municipio de
Ataco, Adriana Monroy llegó
a Ibagué con el sueño de es-
tudiar economía, pero como dicho
programa aún no existía en la Uni-
versidad de Ibagué estudió Ad-
ministración Financiera y obtuvo
su título profesional en 1992. Du-
rante tres años ocupó el cargo de
tesorera de su municipio y luego
pasó al sector privado, en el área de
las ventas. Estando allí quedó em-
barazada de una niña y luego de su
licencia de maternidad se vio obli-
gada a renunciar a su cargo puesto
que no tenía con quien dejar a la
pequeña.
En su ardua búsqueda de un cole­
gio, jardín o sala cuna decidió —con
la ayuda de su hermana— crear un
jardín infantil. “La idea me surgió
de ver mi necesidad; era muy difícil
encontrar un lugar seguro para de-
jar a mi hija y, en vista de que yo te-
nía una formación en Administra-
ción y mi hermana era Licenciada
-Graduada-
en Preescolar, me pareció una bue-
na idea. Mis papás nos heredaron la
casa que tenían ubicada en el barrio
La Macarena y comenzamos a dar-
le forma a este proyecto”, afirma
Adriana.
El proyecto comenzó con sala
cuna y preescolar, pero luego ce-
rraron sala cuna y abrieron la pri-
maria: “comenzar y ser emprende-
dor no es tarea fácil; de hecho mi
hermana desistió y yo me quedé
sola, pero eso nunca fue una barre-
ra para mí, era mi sueño y lo quería
ver crecer”.
Gracias al modelo Mujeres Eco
que adoptó la Cámara de Comercio
de Ibagué, Adriana le dio una nue-
va visión y un nuevo enfoque a su
jardín Creando Sueños: “Llegamos
250 emprendedoras y trabajamos
el modelo Camvas, un negocio que
describe la lógica de una empresa
que se debe organizar, por lo que
en primera instancia se segmentan
los clientes, se generan los canales,
Árbol de Tinta, marzo de 2017
31
se buscan los recursos claves, so-
cios y estructuras de costos. Yo lle-
vaba diez años con el jardín pero
fue hasta que hice parte de este
grupo que comencé a ver crecer mi
emprendimiento”.
Adriana realizó una especializa-
ción en pedagogía para no licencia-
dos en la Universidad del Tolima,
y con ella complemento su forma-
ción y su proyección con el jardín
infantil. Actualmente, el colegio
cuenta con 160 estudiantes entre
preescolar y primaria. “Me consi-
dero una mujer muy organizada,
que sabe lo que quiere y con mu-
cha proyección. Aunque el proce-
so en estos quince años no ha sido
fácil, no quise renunciar, porque
para mí fue una necesidad y fue un
sueño, de allí su nombre, Creando
Sueños”.
Comunicadora social,
Comunicación institucional
clara.quimbayo@unibague.edu.co
 Árbol de Tinta, marzo de 2017
35

PAUTA PENDIENTE
 Árbol de Tinta, marzo de 2017
36

PAUTA PENDIENTE