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INTRODUCCIÓN

El Problema: Cuando se habla de concubinato se alude etimológicamente


a la comunidad de hecho, y se puede definir como aquella unión estable no
matrimonial entre un hombre y una mujer, que conociendo la Institución del
matrimonio y siendo éste una condición universal, regulada tanto por el
Código Civil Venezolano (1982), así como por diversas religiones existentes,
ha ido creciendo paulatinamente esta figura jurídica, con miras a una relación
estable con apariencia de matrimonio, pero que no goza de las mismas
garantías sociales ni económicas. La comunidad concubinaria es reconocida
por el referido Código, y es asumido por un hombre y una mujer que teniendo
la capacidad para contraer matrimonio viven bajo la sombra de esta figura,
cumpliendo con deberes recíprocos de cohabitación, socorro, respeto y ayuda
económica reiterada contribuyendo así a la formación de un patrimonio.

Ya el Derecho Romano denominaba al concubinato como la unión del


hombre y de la mujer, libres, que no están casados y sin embargo viven juntos
como si lo estuvieran. De esta manera se crea la diferencia entre el Matrimonio
como Sociedad de derecho y el concubinato como sociedad de hecho.

Según González, A. (2009) con la “Ley Julia de Adulteris y la Ley Papia


Poppege, el concubinato adquirió carácter de institución legal y es reafirmada
nuevamente en la compilación de Justiniano, donde se insertaron los títulos de
concubinis, el cual fue reglamentado de manera minuciosa”. (p.17). De esta
manera el concubinato, presupone la habilidad sexual, o sea, la pubertad, y

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excluye la posibilidad de mantener relaciones con más de una concubina, como
igualmente, que un hombre casado pueda además, vivir en concubinato.

Por consiguiente la permanencia de las relaciones y la exclusividad del


concubinato daban una apariencia de matrimonio legal que podía ser causa de
error en los contratantes, como consecuencia de esto el Derecho Civil Romano,
tuvo que elaborar todo un sistema de presunciones para resolver las situaciones
aparentes. Así cuando había constitución de dote, la presunción debía ser a
favor de la existencia de un matrimonio, siendo como era la concubina uxor
gratuita, es decir sin aportes de bienes, igualmente, si la unión se había
verificado con mujer honesta, aun en ausencia de dote, la presunción era
favorable al matrimonio, siempre que no mediase una declaración formal de
concubinato por parte de aquella. En cambio, se presumía el concubinato
cuando se trataba de una mujer honesta.

En la República Bolivariana de Venezuela y otros países del mundo, como


Italia, Francia, Argentina, las posibles causas del origen del concubinato se
debe al carácter ideológico, tales como poca creencia religiosa, la influencia de
la literatura moderna, el alto costo de la vida, que se ve reflejado en la
imposibilidad de obtener una vivienda digna, gracias a la poca entrada de
dinero por estas remuneraciones mínimas recibidas a causa del trabajo y la
facilidad de obtener el mayor placer sexual con el menor esfuerzo posible sin
generar en esta última ningún tipo de responsabilidad conyugal.

Remontándose a la apreciación hecha por varios países, es evidente que la


figura del concubinato constituye una realidad social ineludible desde la

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concepción Romana, siendo ésta el eje fundamental de la legislación
venezolana, se hizo necesaria que se reglamentara dicha figura jurídica aún
cuando era permitido en los mejores extractos sociales.

Es importante señalar que en casi ninguna legislación, incluyendo a la


patria se ha definido el concubinato, por lo que se considera que es una tarea
que le corresponde a la doctrina y a la jurisprudencia, de otra manera el
legislador la habría creado con sus diferentes elementos, caracteres que
permitieran delinear los efectos jurídicos de los que actualmente carece. Caso
contrario, del matrimonio, definido tradicionalmente por la doctrina, el cual
señala según González A. (ob.cit), “es un contrato, porque implica la
manifestación de voluntades de los esposos, legalmente capaces y hábiles, con
el objeto de obligarse recíprocamente para lograr una finalidad jurídica
especifica, vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente”. (p.23).

Según Rombola, N. y Reboiras, L. (2005) el concubinato “es el estado,


convivencia o trato marital de un hombre y una mujer sin estar casados
legalmente entre sí”. (p.350). Dentro de este contexto la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela según Gaceta Oficial Nº 5.453, de fecha
1999; en el último aparte del artículo 77 establece: “…las uniones estables de
hecho entre un hombre y una mujer que cumplan con los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el matrimonio…”.

En la disposición transcrita se reafirma, que las uniones estables de hecho


se encuentran garantizadas por la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela (1999), dándole un rango constitucional a esta realidad social,
otorgándole actualmente a dichas relaciones lo que fue ignorado por

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Constituciones anteriores, donde el Legislador le otorgó trascendencia a una
realidad social evidente, siendo esta una condición en la cual se han formado
muchos núcleos familiares en la República Bolivariana de Venezuela, como lo
expone Cabanellas, G. (2003):

…la relación de un hombre con su concubina, la vida marital de


esta con aquel. Estado en que se encuentra el hombre y la mujer
cuando comparten casa y vida como si fueran esposos, pero sin
haber contraído ninguna especie matrimonio. (p.261).

De la misma manera González, A. (2008) aporta una definición bien


acertada sobre el Concubinato:

…una unión monogámica entre un hombre y una mujer sin


impedimentos para celebrar matrimonio, cuya unión reviste
caracteres de permanencia, responsabilidad, destinada a integrar una
familia y en cuya unión se comprenden los deberes de cohabitación,
socorro y respeto recíproco, todo realizado dentro de la apariencia
externa de una unión semejante a la del Matrimonio. (p.76).

En la República Bolivariana de Venezuela, el concubinato puede quedar


disuelto con la simple voluntad de las partes en cualquier momento, toda vez
que interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia. Se trata de una
situación fáctica que requiere la declaración judicial, para que sea reconocida
dicha unión no matrimonial y que la califica el Juez, tomando en cuenta las
condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.

El régimen patrimonial se trata de beneficios económicos que surgen del


patrimonio de los concubinos: ahorro, seguro, inversiones del contribuyente,
todo lo que se refiere al patrimonio común. En consecuencia, para los

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concubinos hay pensión de sobrevivencia, le corresponde la asistencia médica
integral, tienen derecho a reclamar indemnizaciones que le corresponden a su
pareja fallecida, son elegibles en los préstamos para la obtención de vivienda,
entre otras situaciones. Su disolución se hace por muerte o de hecho, supuesto
que se debe alegar y probar por quien pretende la disolución y liquidación de la
comunidad.

La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia en Sentencia Nª 384 de


fecha 06/06/2006, con ponencia del Magistrado Antonio Ramírez Jiménez,
señala que para solicitarse la partición y liquidación de la comunidad
concubinaria, debe existir previamente la declaratoria judicial de la existencia
del derecho de la misma.

En este sentido la Acción Mero Declarativa, está limitada a determinar un


derecho; la existencia o no existencia de una relación jurídica o situación
jurídica. La sentencia que recae en esta clase de juicios no es ni más ni menos
que una simple o mera declaración de certeza del hecho controvertido, y es la
que permite que prospere la declaración judicial de la existencia del
concubinato.

Siguiendo el orden precedente, el Juez no ordena a persona alguna a


cumplir obligación o reconocer un hecho preexistente y solo se limita a
declarar lo que ha sido probado en autos, dando al interesado certeza sobre lo
que lo llevó a solicitar dicha declaración. Se tramita por el procedimiento
ordinario, el cual conlleva gastos económicos y tiempo, para luego de resultar
procedente o conjugar dicha acción, iniciar un segundo proceso ordinario de
partición y liquidación.

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Una vez que es declarado judicialmente la existencia del vínculo se podrá
incoar la demanda de partición de bienes, pues ésta constituye el documento
fundamental que debe ser acompañado al libelo de demanda de partición
concubinaria.

Es de allí que partió el núcleo medular de éste trabajo, basado en la figura


del concubinato y el vacío generado la protección patrimonial antes de su
declaratoria judicial en la República Bolivariana de Venezuela, siendo la
figura del concubinato reconocida por la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (1999) y el Código Civil (1982), pero que su
equiparamiento con el matrimonio no abarca la protección de ese patrimonio
en común, viéndose el concubino afectado por el tema in comento con una
desigualdad evidente, ya que es posible que cuando se declare con lugar la
acción mero declarativa quede ilusoria la partición del patrimonio común
adquirido mediante la relación de hecho existente.

En este sentido, el problema de este Trabajo Especial de Grado se


circunscribió en describir el concubinato y el vacío generado la protección
patrimonial antes de su declaratoria judicial en la República Bolivariana de
Venezuela, tomando como punto de partida que el concubinato es considerado
como la unión estable de hecho y que ha sido equiparada con el matrimonio,
por lo que este estudio se propuso explicar de manera profunda, el concubinato
como figura jurídica, el aporte jurisprudencial del mismo y las medidas de
protección que se puedan dictar para que no quede ilusoria la partición de
bienes antes de la declaratoria judicial.

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En función al problema planteado, surgieron las siguientes interrogantes
cuya respuesta es de gran utilidad para la comprensión de tema objeto de
estudio y los cuales fueron desarrollados en el curso de la investigación:

¿Cómo se podría definir la figura del concubinato en la República


Bolivariana de Venezuela?

¿Cuáles son las medidas de protección de los bienes patrimoniales antes de


la declaratoria judicial del concubinato en la República Bolivariana de
Venezuela?

¿Cuál es el aporte Jurisprudencial en cuanto a la figura del concubinato, y


su equiparamiento con la Institución del Matrimonio en la República
Bolivariana de Venezuela?

Objetivos de la investigación

Objetivo General

Describir el concubinato y el vacío legal generado la protección patrimonial


antes de su declaratoria judicial en la República Bolivariana de Venezuela.

Objetivos Específicos

Definir la figura del concubinato en la República Bolivariana de


Venezuela.

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Determinar las medidas de protección de los bienes patrimoniales antes de
la declaratoria judicial del concubinato en la República Bolivariana de
Venezuela.

Establecer el aporte Jurisprudencial en cuanto a la figura del concubinato, y


su equiparamiento con la Institución del Matrimonio en la República
Bolivariana de Venezuela.

Justificación de la investigación

De acuerdo con la importancia que reviste la situación planteada, este


trabajo quedó plenamente justificado desde el punto de vista social, pues la
figura del concubinato, está consagrada como una relación de hecho en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, pero que en
la actualidad con todo el reconocimiento que se le ha dado, aun continua en
una desigualdad social y económica, en comparación con la figura del
matrimonio. Tomando en cuenta que el concubinato es una realidad ineludible
en gran parte de las familias venezolanas y que aún, cuando no ha sido
regulado en la gran mayoría de los países, no puede obviarse su importancia
social, esto debido a que el concubinato se da por diversos factores tanto
económicos como culturales, que van enlazados a la creación de nuevas
familias y que en el tema in comento, las parejas de concubinos, en esta unión
familiar van generando Bienes Patrimoniales.

Cuando por alguna razón estas relaciones se disuelven, la familia o alguno


de los concubinos queda desprotegido de todos los bienes adquiridos durante la
unión concubinaria en espera de la sentencia de la Acción Mero Declarativa,

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donde puede quedar ilusoria la partición de bienes antes de la sentencia que
declara que existió una relación concubinaria. De ahí que el fundamento de
este estudio se basó en profundizar los planteamientos legales, doctrinarios y
jurisprudenciales en que se apoya la figura del Concubinato.

De igual forma se justificó en el ámbito jurídico, ya que el tema objeto de


estudio consistió en profundizar de manera concreta y precisa cuáles son las
bases doctrinarias, legales que existen y el concubinato y el vacío generado la
protección patrimonial antes de su declaratoria judicial en la República
Bolivariana de Venezuela.

Por otra parte, se justificó desde el punto de vista académico, por cuanto y
tanto contribuye a enriquecer el conocimiento jurídico, a los estudiantes de
Derecho de la Universidad Bicentenaria de Aragua y otras Universidades, así
como de los miembros del Poder Judicial, órganos auxiliares de Justicia y a la
comunidad en general, que de una u otra manera se ve afectada por el tema in
comento y que requiere necesariamente para la aplicación de la justicia que no
se vulneren los derechos y garantías que el Estado debe proporcionar. Por
tratarse de una figura jurídica que ha sido reconocida y equiparada con
respecto al matrimonio es muy relevante en el ámbito del Derecho Civil
Venezolano, quedando abiertas las perspectivas para nuevas investigaciones
tanto a nivel de Pre-grado, Post-grado, Maestrías, Especializaciones, Tesis
Doctorales.

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Alcance

Dentro del área de la investigación se pretendió estudiar las bases


doctrinarias y legales a fin de conocer de una manera mas profunda el
concubinato y el vacío generado la protección patrimonial antes de su
declaratoria judicial en la República Bolivariana de Venezuela, para lo cual es
necesario en primer lugar, definir la figura del concubinato en la República
Bolivariana de Venezuela, en segundo lugar, establecer cuáles son las medidas
de protección de bienes patrimoniales antes de la declaratoria judicial del
concubinato en la República Bolivariana de Venezuela y por último, conocer el
aporte Jurisprudencial en cuanto a la figura del concubinato, en cuanto a su
equiparamiento con la Institución del matrimonio. De esta manera se pudo
establecer las posibles medidas de protección que permiten que no quede
ilusoria la partición de los Bienes adquiridos durante dicha unión concubinaria.

Limitaciones

En este mismo orden de ideas, este trabajo de investigación presentó


algunas limitantes ya que el tema es poco tratado a nivel legislativo, siendo que
la data de las normas existentes la figura descrita y estudiada, la cual ha
sufrido en los últimos años cambios y variaciones en el patrón, por lo cual en
el vacío existente se tomaran en cuenta algunas normas y referencias
documentales.

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Aportes

El presente trabajo de investigación procuró de manera clara y sencilla


ahondar sobre el concubinato y el vacío generado la protección patrimonial
antes de su declaratoria judicial en la República Bolivariana de Venezuela,
permitiendo así que a la hora de ejercer el derecho a la defensa del algún
justiciable todo Abogado civilista se documente con el presente trabajo y pueda
contrarrestar de manera expedita la desigualdad imperante que existe en cuanto
a la figura del concubinato con relación al matrimonio y buscar que lo aquí
expuesto sea tomado en cuenta por el legislador y se reconozca los mismo
efectos del matrimonio a dicha figura del Concubinato.

En este sentido, la presente investigación es beneficiosa para los


estudiantes y profesionales del Derecho, Jueces, Fiscales del Ministerio
Público en materia de familia, y para la sociedad en general, por la importancia
que reviste el tema en el ámbito del Derecho Civil Venezolano.

Metodología de la Investigación

La investigación se realizó bajo el modelo formalista o dogmática


propuesto por Witker, J. (2006), para quien el Derecho es una ciencia
reguladora de conducta con la finalidad de aplicar la norma en función de la
realidad social, en la materia en estudio, consistió en describir concubinato y el
vacío generado la protección patrimonial antes de su declaratoria judicial en la
República Bolivariana de Venezuela. La dogmática jurídica siguiendo a Witker,
J. (ob. cit.), generalmente, “…se inscribe en el ámbito de pensamiento que
ubica al derecho como una técnica formal y por consiguiente, como una

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variable de la sociedad” (p.193), por lo tanto la finalidad de esta investigación,
será la evaluación de “las estructuras del derecho, y su materialización” (idem)
unido a los métodos de interpretación de la norma jurídica.

La investigadora abordó el problema a través del enfoque de diversos


doctrinarios, así como conceptualizaciones, reflexiones, conclusiones y
recomendaciones, para plasmarlo en el informe final, puesto que el mismo se
presenta de manera lógica, el cual solamente podrá serlo si guarda una
orientación suficientemente dirigida hacia la comprensión del objetivo a
demostrar.

La investigación se llevó a cabo bajo el método jurídico dogmático o


formalista propuesto por Witker, J. (ob. cit.), ya que a través de dicho
método se:

…concibe el problema jurídico desde una perspectiva


estrictamente formalista, descontando todo elemento fáctico o real
que se relacione con la institución, norma jurídica o estructura legal
en cuestión. El objeto del derecho está, por tanto, constituido por las
fuentes formales que lo integran. Todo el derecho debe
necesariamente emanar de la ley, la costumbre, sus principios
generales, el negocio jurídico y la jurisprudencia. (p. 193).

Cabe destacar, que el problema jurídico aquí planteado se visualizó sólo a


la luz de las fuentes formales del derecho, y por consecuencia, su horizonte se
limitó a las normas legales, doctrina jurídica, jurisprudencia patria en las que
está inscrito el problema, que son las únicas dotadas de eficacia para
resolverlo.

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Por tratarse de una investigación jurídica, en la que el objeto del
conocimiento lo conforma el conjunto de normas que regulan la actividad
social en un momento histórico determinado, representando un problema
jurídico aquél que es posible resolver acudiendo a las fuentes formales del
derecho, es por lo que la investigación se puede considerar de tipo jurídico
descriptiva. Al respecto señalan Palella, S. y Martins, F. (2006):

La investigación descriptiva tiene como objetivo la descripción


precisa del evento de estudio y el propósito es el de interpretar
realidades de hechos, inclusive descripción, registro, análisis e
interpretación, composición o proceso de los fenómenos, pueden
incluir hipótesis o no, según el objeto que se persiga. (p.119).

Según la cita transcrita y su relación con el presente trabajo, se pudo


describir la figura del concubinato y el vacío generado la protección
patrimonial antes de su declaratoria judicial, descomponiendo el hecho en
tantas partes cómo fue posible para lograr los objetivos planteados al inicio de
la investigación, lo que significa que se trato el tema a través de evolución
histórica, conceptos, características normativa aplicable al caso del
concubinato, así como también aporte jurisprudencial.

El diseño de la investigación es bibliográfico, en relación a ello Sabino, C.


(2006), expresa que “…el diseño es, pues, una estrategia general del trabajo
que el investigador determina una vez que ya ha alcanzado suficiente claridad
respecto a su problema y que orienta y esclarece las etapas que habrán de
acometerse posteriormente” (p. 62).

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Para Sabino, C. (ob. cit.), los diseños se categorizan, en función al tipo de
datos recogidos para llevar a cabo la investigación, es decir, en… “dos grandes
tipos básicos: diseños bibliográficos y diseños de campo” (p. 89), ambos
permiten tomar los datos que fundamentan cualquier investigación; en los
primeros se emplean datos secundarios y en los segundos datos primarios (p.
63).

Por lo antes expuesto, la investigación realizada se orientó en el diseño


bibliográfico-documental, el cual, siguiendo a Balestrini, M. (2006), es aquel
en que “…los datos se obtienen a través de la aplicación de técnicas
documentales, en los informes de otras investigaciones donde se recolectaron
los datos y/o a través de las diversas fuentes documentales” (p. 119). Esto
permitió el análisis sobre el concubinato y el vacío legal generado en el en la
protección patrimonial antes de su eclaratoria Judicial en la República
Bolivariana de Venezuela.

Todo el proceso de investigación se efectuará en cuatro (4) fases, a saber:

Fase I: En esta fase se practicó la búsqueda de documentos referidos al


tema abordado, ya que siguiendo a Hochman, H. y Montero, M. (2005), “ …
todo trabajo de investigación tiene como punto de partida la búsqueda de datos
con base en los cuales se estructurará todo el trabajo” (p. 19) de investigación,
para lo cual, se consultaron fuentes documentales en bibliotecas e instituciones
públicas, autores y obras que tratan sobre el tema objeto de estudio.

Para ello, siguiendo a las citadas autoras, se realizó una revisión


exhaustiva “…de catálogos de las bibliotecas, los índices bibliográficos de

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libros y la revisión de diccionarios especializados” (p. 19), de obras, para
determinar los aspectos relevantes a incluir en el estudio propuesto, ya que
según Ramírez, T. (2003), “la fuente principal de información son los
documentos” (p. 75).

Fase II: Una vez agotada la primera fase, referida a la recolección de


información sobre la que se sustentó la investigación, según Balestrini, M.
(2006), para que esta fase “…proporcione la mayor cantidad y calidad de
información posible, a objeto de ser utilizada con mayor efectividad y
eficiencia, es importante que se conozcan y puedan ubicarse las fuentes de los
datos bibliográficos” (p. 5), cuando el trabajo se orienta hacia la investigación
documental, para lo cual se emplearon como elementos fundamentales el
subrayado el cual según Hochman, H. y Montero, M. (ob. cit): “ … dará las
bases no sólo para obtener la máxima comprensión del texto, sino también para
luego resumirlo y ficharlo” (p. 20); también se empleo el fichaje de cada
texto, ya que, siguiendo a Balestrini, M. (2006.).

…mediante la técnica de fichaje, se acumulará de manera


metódica y ordenada los diversos datos e ideas de las fuentes
localizadas, que servirán de apoyo para la realización del trabajo,
con gran rapidez y eficiencia. (…) esta técnica permitirá
racionalizar al máximo la etapa de acopio de las fuentes del
conocimiento y poder restablecer las conexiones necesarias entre
los datos obtenidos y el plan general que se propone alcanzar (p. 9).

En esta fase se emplearon fichas bibliográficas, de trabajo, mixtas, de


resumen, personales, de esta manera se organizaron todos los datos recogidos
considerados importantes y relevantes, de las obras de autores que traten sobre

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el tema en estudio, para de esta forma mantener un registro organizado de
manera lógica, clara, sencilla, ordenada que permitió la redacción del informe
final.

Fase III: En esta fase se organizó todo el material de manera ordenada,


lógica y coherente, realizando una nueva lectura que permitió la clasificación
de todas las fuentes documentales recolectadas, agrupándolas de acuerdo a
cada uno de los objetivos planteados, con la finalidad de iniciar el primer
borrador del trabajo final.

Fase IV: Esta fase correspondió la elaboración definitiva del informe final,
así como de los índices, las conclusiones y recomendaciones y organización de
los materiales de referencias empleados, organizados, estos últimos, en orden
alfabético según los autores y obras consultadas.

Estructura de la Investigación

El trabajo final se elaboró siguiendo las normas de estilo y redacción


indicadas por el Manual de la Universidad Bicentenaria de Aragua, además se
ordenó el mismo, en tres (3) capítulos correspondiente a cada uno de los
objetos específicos.

En el Capítulo I: Se definió la figura del Concubinato en la República


Bolivariana de Venezuela, dicho capítulo contiene, el concubinato en la época
romana, el nacimiento del concubinato en Venezuela, concepto, características
y disolución y el marco jurídico que lo regula.

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En el Capítulo II: Se determinaron las medidas de protección de los bienes
atrimoniales antes de la Declaratoria Judicial del Concubinato en la República
Bolivariana de Venezuela, para su desarrollo se fundamentó sobre el concepto
de comunidad, disolución de la comunidad, comunidad de bienes en el
concubinato, la acción mero declarativa y por último las medidas de protección
de bienes patrimoniales antes de la declaratoria judicial del concubinato.

En el Capítulo III: Se estableció el aporte Jurisprudencial en cuanto a la


figura del concubinato, y su equiparamiento con la Institución del Matrimonio
en la República Bolivariana de Venezuela, tomando como elemento básico
para su desarrollo la jurisprudencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia de fecha 15-7-2005 donde se hace una interpretación del
artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Posteriormente, se redactaron las conclusiones y recomendaciones sobre el


estudio, y por último se plasmaron los materiales de referencia donde se
fundamentó el desarrollo del Trabajo especia de Grado.

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CAPÍTULO I

FIGURA DEL CONCUBINATO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA


DE VENEZUELA

El Concubinato en la época Romana

La figura del concubinato obliga a viajar por el camino de la historia para


precisar en el tiempo este tipo de unión entre un hombre y una mujer. El
matrimonio romano no era una relación jurídica sino un hecho social que
producía efectos jurídicos y se perfeccionaba y perduraba mientras subsistían
los dos elementos de la unión, es decir, la cohabitación, que significa la
permanencia de la mujer en la casa del marido y el requisito de la affectio
maritalis que se refiere al comportamiento recíproco de los esposos, por la
posición de alta dignidad que ocupa la mujer en la casa ocupando el título de
mater familia, con el respeto de los hijos y con la estimación demostrada por su
familia. La unión tenía que ser monogámica y el fin principal de esta unión era
la consecución de una prole.

Para González, A. (2008) los requisitos esenciales del matrimonio o


condiciones de validez en la época Romana eran:

a) Madurez sexual o idoneidad física, 12 años para la hembra y


14 para los varones; b) El consentimiento, o sea la libertad y
conciencia de actuar de los contrayentes, si éstos estaban sometidos
a patria potestad necesitan el consentimiento del pater familia; c) El
ius connubi, era la capacidad relativa para poder contraer
matrimonio la tenían solo los ciudadanos romanos, careciendo de él
los extranjeros o peregrinos, por lo tanto el matrimonio entre ellos

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era considerado válido solo como derecho de gentes; d) La
inexistencia de otro matrimonio, no se aceptaba la bigamia.

Por otra parte, a diferencia del matrimonio, el concubinato es una unión de


hecho o fáctica en el cual un hombre y una mujer conviven sin estar casados
legalmente, o sea sin constituir una unión legal o de derecho, como sí lo es el
matrimonio, aunque actualmente produce algunos efectos legales, dado por la
realidad incuestionable de la gran cantidad de parejas que optan por no casarse
y prefieren vivir juntos pero sin atadura legal, tal vez por el costoso trámite de
divorcio si la pareja no llegara a funcionar, o simplemente por lo ilusorio que
resultaría la institución matrimonial.

En el antiguo Derecho Romano, fue una unión aceptada, según se extrae


de un texto de Ulpiano contenido en el Digesto (D.25.7.1), citado por
González, A. (2008) en el cual señala “En Roma, se denomina concubinato a la
unión del hombre y de la mujer, libres, que no estén casados y, sin embrago,
viven juntos como si lo estuvieran”. (p.17). Como institución jurídica debe su
nombre a la Ley Julia de Adulteris, dictada por Augusto en el año 9 d. D.C., la
cual surgió como una necesidad, ante la imposibilidad de que parejas de
distinta condición social, pudieran contraer justas nupcias. El emperador
Augusto reconoció esta institución en la ley Julia de Adulteris, donde se
estableció esa posibilidad para quien no hubiera contraído justas nupcias y
además, que ningún hombre podía tener más de una concubina. Se exigía para
reconocer esta unión lícita que los concubinos no fueran parientes en el grado
prohibido por la ley para contraer matrimonio y fueran púberes.

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Refiere el precitado autor, que con la normativa de la ley Julia y la ley
Poppege, “el concubinato adquiere el carácter de institución legal que vio
reafirmada tal condición, cuando en la compilación de Justiniano, se insertaron
los títulos concubinis, que le dieron su legislación con una reglamentación
rigurosa”. (p.17). Es preciso recordar, que en Roma para que se conformara el
matrimonio les exigían a los romanos un elemento de hecho: la cohabitación y
uno afectivo: la affectio maritalis.

Ellos consideraron que el concubinato solo contenía el primer elemento


señalado, la cohabitación que se ejercía con carácter duradero. Asimismo,
consideraban que los hijos, frutos de los concubinatos o uniones de hecho eran
sui iuris, es decir, no reconocían vínculo agnaticio (parentesco civil) con el
padre, pero eran cognados (parientes de sangre) de la madre ya que la familia
se constituía a partir del matrimonio legítimo, o justas nupcias formándola los
cónyuges, y todos los descendientes nacidos de esa unión (filius), y de los
descendientes de esos filius, que también eran filius familias.

Maiynz, (citado por González, A., ob.cit) aduce que en el concubinato


romano “la mujer no tiene la jerarquía del hombre, no es su igual, es su
inferior. Habitualmente el romano tomaba como concubina una mujer sin
honradez, indigna de ser su esposa, una mamnitida o una ingenua de baja
extracción”. (p.18). Es decir, de allí parte la designación de inaguale conjugión,
dado también al concubinato, era juzgado como una unión inferior, sin
categoría social, pero regular. Maynz, señala igualmente, que en las situaciones
de orden común:

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El concubinato no producía los efectos del matrimonio respecto
de las personas y de los bienes de los esposos: la concubina no
participa de las dignidades de su compañero; no existía la dote, ni
tampoco había lugar a donación por causa de nupcias. La
prohibición de hacerse donaciones entre esposos no le era aplicable
y la disolución del concubinato carecía de carácter de divorcio”.
(p.19).

Lo que significa que para esa época el concubinato se asemejó al


matrimonio, pero con rango inferior. Cabe agregar, que el derecho a suceder
de la concubina era limitado, y fue Justiniano quien le concedió vocación en
las sucesiones ab-instestato. Señala Accarias (citado por González, A., ob.cit)
“la legitimación de los hijos podía producirse por matrimonio subsiguiente de
los padres…otra forma, era ofrecer al hijo varón a la curia de su cuidad natal o
casando a la hija mujer con un decurión o, directamente por rescripto del
príncipe”. (p.21). Asimismo, no rigen entre los concubinos derechos a
prestaciones alimentarias, aunque no puede pedirse el reintegro de los
alimentos otorgados durante la convivencia por ser considerada una obligación
natural. En el caso del matrimonio “in extremis” que es el que ocurre estando
uno de los contrayentes muy enfermo, y el deceso se produce en los 30 días
subsiguientes, no es considerado válido, salvo que regularizara una situación
de hecho (concubinato).

Con el cristianismo se opera una reacción contra esta clase de unión y


Constantino declaró nulas las donaciones y legados efectuados a la concubina
y sus hijos. Éste creó la legitimación por subsiguiente matrimonio, por el cual
el hijo se convertía en legítimo. Sin embargo, en lugar de seguir evolucionando
la institución para logar mayores derechos para el concubinato, con los
emperadores cristianos, se comenzaron a quitar efectos, para lograr reivindicar

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a la institución matrimonial, concediéndose la posibilidad de legitimar a dichos
hijos en caso de ser posible, con el subsiguiente matrimonio. El emperador
bizantino León el Filósofo (886-912) prohibió el concubinato.

Para finalizar este espacio, el concubinato en el Derecho Romano, se


fundamenta en la unión continuada de un hombre y una mujer en aptitud para
contraer matrimonio, que aparentan vivir ligados por un acto regularmente
celebrado. Hoy día, esta definición es prácticamente la misma, y es por ello
que en Roma, el concubinato exigía para configurarse la idoneidad para
contraer matrimonio regularmente sin incurrir en ninguna violación de la ley,
como el hecho de estar casado uno de ellos. Ahora bien, antes de puntualizar
los antecedentes históricos del concubinato en la República Bolivariana de
Venezuela, es importante tener en cuenta, que el tratamiento de esta figura
legal en el Derecho Romano con todos sus argumentos fueron heredados por el
Derecho Francés mediante el Código Napoleónico, que a su vez sirvió de
trampolín formidable a las consideraciones de las legislaciones hispano
americanas, sumándose el sistema legal venezolano.

Nacimiento del Concubinato en la República Bolivariana de Venezuela

Cuando se departe sobre la historia del concubinato, algunos autores


señalan que su origen deriva de varias causas, las de carácter ideológico como
bien lo señala Betancourt, J. (1962) “tales como meras creencias religiosas, la
influencia de la literatura moderna, la tendencia irreligiosa de los modernos
tiempos, la relación de las costumbres morales que lleva y conduce al
menosprecio por la familia organizada dentro de los cánones tradicionales”.
(p.29). Señala igualmente el referido autor “la existencia del divorcio, las

22
nuevas doctrinas sobre la liberación sexual y el amor libre, y la ignorancia
acerca de la fácil forma de contraer matrimonio”. (p.29). Por otra parte, aduce
el mismo autor que en lo referente al aspecto económico y social, el origen del
concubinato se debe a “la carestía de la vida, falta de viviendas, las
remuneraciones mínimas por el trabajo, la tendencia humana a buscar un
máximo de placer con el menor esfuerzo, la promiscuidad de la vida y el
trabajo, y el feminismo”. (p.30).

Por su parte, el autor García, C. (2004), señala como causales que


originan el Concubinato:

a) Causas de orden religioso y moral, incluyendo en éstas la


disminución de la fe, perdida del sentido religioso del matrimonio y
la liberalidad de las costumbres; b) Causas de orden religioso y
moral, como difusión de las ideas libertarias en el terreno filosófico,
la literatura y el teatro, los feministas y predominio del
individualismo; c) Causas de orden económico y social, como
progreso industrial del siglo XIX, con las consecuencias en las
ciudades. (p.43).

En la República Bolivariana de Venezuela, el origen del concubinato se


circunscribe a los problemas sociales, económicos y hasta intelectuales. El
doctrinario Siso, C. (citado por González, A., 2008) explica “en la organización
de las tribus primitivas y pobladoras del territorio venezolano no existía la
familia organizada como institución social basada en derecho y deberes
recíprocos entre los cónyuges…”. (p.48). Asimismo, continua el referido autor
“…no sabían lo que era un cónyuge, ni sabia lo que era la sociedad. Ni
tampoco el impacto de una nueva raza, con modos y costumbres…”. (p.48).

23
Las condiciones en que se realizó la conquista y la colonización de
Venezuela por las diferencias de condición social e intelectual entre los
españoles y los indios, crearon al lado de la familia legal formada según la
doctrina de la Iglesia Católica y las Leyes de castilla, una clase de familias
surgidas de las uniones de hecho, que tenían efecto entre el español y la mujer
india o negra. Como bien lo indica Siso (citado por González, A., 2008):

Cuando los españoles se establecían en las selvas para fundar


cultivos agrícolas, se internaban en llanuras para fundar hatos de
ganado vacuno o caballar; y remontaban las cordilleras buscando
climas fríos donde pudieran cultivar el trigo se veían obligados a
tener en el hogar mujeres indias o negras que los cuidaran. En esa
vida íntima, acicateados por las necesidades sexuales, terminaban
amancebados con ellas. Esas uniones que en un principio no eran
fruto de ninguna vinculación sentimental, se convertían, con el
nacimiento de los hijos o con la acción del tiempo, en verdadero
concubinato. (p.52).

Como puede observarse, progresivamente por una causa u otra, la mujer


era conducida a concubina, es decir, cambiaba su situación, ya no era
considerada cosa, un objeto de satisfacción sexual, sino una compañera de vida
del hombre, honrada por su condición de madre y unida al destino del español,
aun cuando entre él y ella hubieran amplias diferencias raciales y sociales. En
esa época colonial como lo señala López, H. (1970) la comunidad de hecho
“podía disolverse, cuando quisiera el hombre o la mujer…; no podía ser la base
de la familia… pues no siendo contraída de acuerdo con la Ley, ni sancionada
por la Iglesia…, no engendraba ningún derecho ni creaba ninguna obligación
moral”. (p.78). Y continúa expresando el precitado autor:

24
Esa enorme producción de la población con una filiación
ilegítima, fue creando en la sociedad colonial, al lado de la sociedad
compuesta por los españoles y sus descendientes, los blancos
criollos, que se unían legalmente en la forma sacramental
establecidas por la Iglesia y la Ley, otra sociedad compuesta con los
elementos nacidos de las uniones concubinarias o causales de los
españoles con mujeres indias, negras o pardas. (p.80).

Estas dos formas de sociedades superpuestas una a otra, eran el producto


de las condiciones en que se había realizado la conquista y la colonización. Los
intereses creados y los perjuicios sociales se opusieron a que aquella sabia
medida fuera el germen de la democracia venezolana e iniciara una evolución
social que condujera a una democratización de las costumbres, logrando el
cambio de un estado a otro en el ritmo ordenada de la evolución.

Concepto de Concubinato

Cuando se analiza el concepto de concubinato y del matrimonio, al igual


que sus características, se puede notar que la intencionalidad de los
contrayentes, es la misma, conformar una familia engendrando hijos y que la
diferencia se produce, cuando el matrimonio al formalizarlo produce una
sociedad de derecho, mientras que la unión concubinaria, al carecer de dichos
exigencias genera una sociedad de hecho.

Para la Iglesia Católica, el matrimonio constituye la unión monogámica,


indisoluble y sacramental. Para González, A. (ob.cit) lo define como “la unión
solemne que une a un hombre y una mujer, con el ánimus maritalis que busca
constituir una familia, procrear hijos, socorrerse mutuamente, y que al mismo
tiempo, engendra deberes y obligaciones recíprocas”. (p.150). De la misma

25
forma, Diez, L. y Gullón, A. (1986) sostienen que el matrimonio “es una unión
de un varón y una mujer concertados de por vida mediante la observancia de
determinados ritos y formalidades legales y tendentes a realizar una plena
comunidad de existencia”. (p.89).

Ahora bien, también existen cientos de miles de parejas que viven juntos
pero sin el acta matrimonial de por medio, tal vez esa sea la forma más común
o extrema de las variantes de lo que pudiera llamarse relaciones premaritales,
uniones de hecho o bien concubinato. En sentido amplio, es la cohabitación de
un hombre y una mujer sin la ratificación del matrimonio. En su sentido
restringido, el concubinato es una forma de poligamia en la cual la relación
principal se complementa con una o más relaciones sexuales. Para Osorio, M.
(citado por Bossert, G., 1990) es “comunicación o trato de un hombre con su
concubina; o sea, con su manceba o mujer que vive y cohabita con él como si
fuese su marido”. (p.221).

Para Cabanellas, G. (2003) “Es una relación de un hombre con su


concubina. Estado en que se encuentra el hombre y la mujer cuando comparten
casa y vida como si fueran esposos, pero sin haber contraído ninguna especie
de matrimonio”. (p.77). Por otra parte, González, A. (ob.cit) señala que es:

Una unión monogámica, entre un hombre y una mujer, sin


impedimentos para celebrar el matrimonio, cuya unión reviste
caracteres de permanencia, responsabilidad, destinada a integrar una
familia y en cuya unión se comprenden los deberes de cohabitación,
socorro y respeto recíproco, todo realizado dentro de la apariencia
externa de una unión semejante a la del matrimonio. (p.76).

26
De acuerdo a lo conceptos antes señalado, se entiende que el concubinato,
se caracteriza por la unión de dos personas de sexo diferente y sin
impedimentos alguno para contraer matrimonio, hacen vida en común en
forma permanente, sin estar casados, con las apariencias de una unión legítima
y con los mismos fines primeros y secundarios atribuidos al matrimonio, es
decir, de una forma indefinida, persistente, cumpliendo con los deberes y
obligaciones como cualquier matrimonio.

Existen dos aspectos fundamentales en la unión concubinaria, uno interno y


otro externo. El interno se refiere a la unión monogámica, es decir, un solo
hombre y una sola mujer; a la convivencia, a la asistencia, al socoro, a la
recíproca satisfacción de necesidades, incluyendo las sexuales; en el externo,
se configura la posición jurídica del hombre y la mujer que cohabitan como
concubinos, ante la existencia de impedimentos para contraer matrimonio, y el
desarrollo social de una vida juntos de relación con apariencia conyugal, así
como también como es obvio concibiendo hijos y acrecentando su patrimonio.

Entre las denominaciones más comunes que se han suscitado en la


doctrina del concubinato, se tiene la unión libre, siguiendo a González, A.
(2008) señala que “unión libre, obedece más a impulsos sexuales transitorios
que a la responsabilidad y permanente convivencia y en la noble finalidad de
crear una familia, su solidez, a merced de cualquier veleidad unilateral que no
ofrece garantía alguna”. (p.79). Biondi (citado por Bossert, G., 1990) señala
“que no hay motivo alguno para apartarse de la denominación tradicional,
concubinato, derivada del término latino concubinatus, del infinitivo
concubere, que literalmente significa: dormir juntos, utilizado en el Derecho
Romano, alude a la comunidad de lecho”. (p.37).

27
Marco jurídico que regula el concubinato en la República Bolivariana de
Venezuela

En el orden normativo venezolano es necesario observar con detenimiento


la regulación de la figura jurídica del concubinato, en virtud de que
dependiendo del escenario regulatorio en el cual se ubique, se materializaran
sus efectos o consecuencias.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)

En el marco constitucional, el texto de la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela (1999; G.O. Nº 5.453), consagra una disposición
vinculada al concubinato cuyo contenido es el siguiente:

Artículo 77. Se protege el matrimonio entre un hombre y una


mujer, fundado en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta
de los derechos y deberes de los cónyuges. Las uniones estables de
hecho entre un hombre y una mujer que cumplan con los requisitos
establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio.

La norma transcrita contiene un conjunto de derechos - deberes, así como


principio, reglas y valores, que son de aplicación directa o inmediata, el cual
exige el cumplimiento de dos requisitos indispensables concurrentes, para que
la unión de hecho, entre un hombre y una mujer, produzca los mismos efectos
que el matrimonio. Estos requisitos son: a) Que la unión de hecho sea estable;
y, b) Que la misma cumpla con los requisitos establecidos en la Ley. En
consecuencia, de faltar alguno de estos requisitos, la unión de hecho, no
producirá los mismos efectos que el matrimonio. Estos requisitos son: La no

28
existencia de impedimentos para contraer matrimonio, es decir que ninguno de
los convivientes estén casados, que la unión sea pública y notoria entre un
hombre y una mujer, debe ser regular y permanente, de índole marital, es decir,
implica el desarrollo de una vida íntima semejante a la matrimonial

El doctrinario Guerrero, G. (2008) haciendo alusión al artículo precitado


señala:

El artículo 77 constitucional regula dos tipos de uniones


completamente diferentes como son el matrimonio y las uniones
estables de hecho entre un hombre y una mujer, y aun cuando la
norma contempla la extraña igualdad absoluta de los deberes y
derechos conyugales, siendo la igualdad absoluta una imposibilidad;
no obstante lo que privilegia esa norma constitucional es el
principio de protección a la institución del matrimonio… (p.110).

Este último supuesto, se podría interpretar como si los efectos de esta


unión de hecho estable se producirían dependiendo de la ley específica que
regule la misma, en cuyo caso no existe una regulación especial para los
convivientes para que pueda aplicarse de inmediato la norma del artículo 77
constitucional, que es una norma programática, en su defecto simplemente hay
que acudir a las disposiciones del Código Civil (1982) relativas al régimen de
las relaciones interpersonales conyugales, como consecuencia del acto de
matrimonio, se produce entre un solo hombre y una sola mujer, y a su vez el
efecto relacionada al régimen de los bienes durante el matrimonio.

González, A. (2008) con respecto al artículo 77 de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela (1999) aduce: “Esta Carta Magna…
estableció la presunción de comunidad concubinaria, siempre y cuando ante

29
este tipo de relación se produjeran los requisitos exigidos por el artículo 767
del Código Civil (1982)”. (p.195). Lo que significa, que al cumplir con el
requisito de estabilidad o permanencia a que se refiere el artículo 767 del
Código Civil (1982), así como otros requisitos que determinan la existencia de
una sociedad de hecho o concubinaria, se está protegiendo a la familia, y
además se les está dando a este tipo de familia la igualdad que merece. Lo cual
constituye que ambos tipos de familia matrimonial y concubinaria, son
tomadas en cuenta como hecho social inevitable que requieren de protección.

Código Civil Venezolano (1982)

En el año de 1873, el Presidente de esa época Guzmán Blanco, dicta el 1º


de Enero de 173, la Ley de Matrimonio Civil, la cual derogó lo Títulos II, III,
IV del Libro Primero del Código de 1867. Esta Ley suplantó la actividad que
realizaba la Iglesia en materia de registro. Guzmán Blanco establece que el
Estado es a quien le compete disponer en materia de matrimonio y del estado
de las personas sin intromisiones siquiera a título de religión. En el año de
1880 el referido Código sufrió algunas modificaciones pero no trascendentales.

En 1896, se promulga un nuevo Código que deroga al anterior, el cual crea


la institución del hogar entre otras reformas. En 1904, entra en vigencia un
nuevo Código Civil, donde se incluye entre sus reformas la institución del
divorcio. En el año de 1916, se promulga un nuevo Código, el cual duró hasta
el año 1922, donde se vino regulando el matrimonio incluyendo en ellos, parte
del contenido de la Ley de Matrimonio Civil promulgada por Guzmán Blanco
ya mencionada. Con respecto al concubinato, no se produjo ningún tipo de

30
regulación, sino hasta el Código de 1942, donde se incluye el artículo 767,
manteniéndose en la reforma de 1982.

El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el artículo 767 del


Código Civil vigente según Gaceta Oficial Nº 2990 de fecha 1982; y tiene
como característica que emana del propio Código Civil (1982), el que se trata
de una unión no matrimonial (en el sentido de que no se han llenado las
formalidades legales del matrimonio) entre un hombre y una mujer solteros, la
cual está signada por la permanencia de la vida en común (la soltería) viene a
resultar un elemento decisivo en la calificación del concubinato, tal como se
desprende del refreído artículo, el cual expresamente establece:

Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en


aquellos casos de unión matrimonial, cuando la mujer o el hombre,
en su caso, demuestre que ha vivido permanentemente en tal estado
aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer aparezcan a
nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos
legales entre ellos dos y entre respectivos herederos y también entre
uno de ellos y los herederos del otro. Lo dispuesto en este artículo
no se aplica si uno de ellos es casado.

Analizando la normativa transcrita, se puede evidenciar que la carga de la


prueba le corresponde a ambos convivientes, a diferencia del derogado artículo
767 del Código Civil de 1942, donde la carga de la prueba le correspondía
solamente a la mujer, de la siguiente forma: “…en aquellos casos de unión no
matrimonial, cuando la mujer demuestra que ha vivido permanentemente…”.
Ahora bien, en el vigente Código Civil (1982), la carga probatoria le
corresponde tanto a la mujer como el hombre, y es natural ya que ambos
estando incursos en concubinato, se les puede presentar la situación de que los

31
bienes fomentados estén a nombre de uno de ellos o que, una parte esté a
nombre de uno y la otra a nombre del otro.

Se hace necesario probar la permanencia de esa relación, lo que debe


interpretarse a favor de la característica de estabilidad que debe contener el
concubinato. Es necesario aclarar que si se han separado, no significa que haya
dejado de existir dicha unión. Asimismo, es necesario probar, la existencia de
una unión concubinaria, que en definitiva es la que genera efectos
patrimoniales. En relación a los medios de prueba pertinentes para comprobar
la existencia de la unión concubinaria, aplica una gama muy extensa, pero las
fundamentales son las que permiten probar la posesión de estado, es decir
trato, fama y constancia.

González, A. (2008) expresa: “el trato, por cuanto ambos concubinos, se


han tratado todo el tiempo como si fueran una pareja que han vivido en
matrimonio, donde falta el vínculo concretado a través de las formalidades y
ante funcionarios competentes que determina la ley” (p.178); por otra parte
refiere el mencionado autor que la “la fama: se debe probar efectivamente para
los efectos de la sociedad, dicha pareja se les conozca como a tales, es decir
como concubinos”. (p.178). Y por último, “la constancia: cuando se refiere a
que, en aquellos casos de uniones no matrimoniales, cuando la mujer o el
hombre, en su caso demuestre que ha vivido permanentemente en tal estado”.
(p.178).

Los efectos del concubinato, son de orden estrictamente patrimonial, en lo


que se refiere a los bienes que hayan adquirido durante la relación estable, no
importando a nombre de quién de ellos se encentren dichos bienes. La

32
comunidad concubinaria es un estado de hecho, es decir no contractual y según
establecido en el artículo 767 del Código Civil no se plica si uno de ellos está
casado. No se puede nunca hablar de un concubinato adulterino, porque éste no
puede existir cuando uno de los convivientes está casado debido a que ello
iría, contra una de las características que configuran el concubinato.

Siguiendo el orden de ideas, el artículo 70 del Código Civil (1982)


establece:

Podrá prescindirse de los documentos indicados en el artículo


anterior de la previa fijación de carteles, cuando los contrayentes
deseen legalizar la unión concubinaria existente en que hayan
estado viviendo. Esta circunstancia se certificará expresamente en la
partida de matrimonio…

En la referida norma, se manifiesta abiertamente la disposición del


legislador de dar facilidades para que los concubinos regulen o formalicen su
situación de hecho y por ello, se les exime de la presentación de los recaudos a
que hace referencia el artículo 69 del Código Civil (1982). Asimismo, exige
que el acta debe contener la circunstancia de que el matrimonio se verifica de
esa forma.

Por otra parte, el artículo 211 eiusdem prevé: “Se presume, salvo prueba
en contrario que el hombre que vivía con la mujer en concubinato notorio para
la fecha en que tuvo el nacimiento del hijo, ha cohabitado con ella durante el
periodo de la concepción”. Como puede observarse, el legislador utiliza el
término concubinato notorio, lo que quiere decir para González, A. (2008) que
“ese concubinato, debe obedecer a los tres elementos señalados para su

33
existencia de la posesión de estado: trato, fama y constancia. Faltando uno de
ello, es muy difícil hablar de concubinato y menos notorio”. (p.185).

Más que proteger la unión concubinaria, el legislador trata de resguardar


el derecho de toda persona nacida viva de conocer quién es su padre,
facilitando así la prueba de la filiación, consagrado en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), donde toda persona tiene el
derecho de conocer quiénes son sus padres, como consecuencia de la
tendencia a la socialización de las relaciones jurídicas, ante la discriminación
que existía entre hijos legítimos y naturales ilegítimos, y la dificultad del
establecimiento de la filiación, eliminándose en tal sentido, la distinción que
existía y equiparándose la filiación matrimonial a la no matrimonial, según lo
establecido ene le artículo 75 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela de 1999.

Guerrero, G. (2009) señala “La facilitación de ese conocimiento en el


ámbito paterno y dentro del contexto de la unión concubinaria, porque
precisamente se trata, en tal caso, de ese tipo de unión, pues en la matrimonial
opera la presunción de paternidad”. (p.205); conforme lo establece el artículo
201 del Código Civil (1982) según el cual “El marido se tiene como padre del
hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos (300) días
siguientes a su disolución o anulación”.

En virtud de ello, en el artículo 211 del Código Civil (ob.cit) se presume


(presunción iuris tantum), salvo prueba en contrario, que el hombre que
coexistía con la mujer en concubinato notorio (cum cubare) para la fecha en
tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado con ella durante el período de

34
la concepción, pues se trata de la prueba de la filiación paterna y en beneficio
siempre del concebido.

Caracteres del Concubinato

Para que la unión extramatrimonial pueda calificarse como concubinato,


debe reunir ciertos caracteres, los cuales se asemejan considerablemente al
matrimonio. En efecto, no toda unión de dos personas de sexo opuesto, aunque
de ella exista descendencia puede denominarse concubinato, ya que éste debe
tener todas las apariencias de un matrimonio legítimo, estas son:

1. Debe ser público y notorio: Los hechos notorios son, en realidad,


afirmaciones que la sociedad considera indiscutibles. Al respecto, Sojo, R.
(1992) señala que esta característica es lo que “va a determinar una posesión de
estado de concubinos, por lo cual tanto el hombre como la mujer son tenidos
como tales por sus familiares y relacionados”. (p.187). Por ello, debe tener una
apariencia de vida conyugal. No debe olvidarse que la pareja en el
concubinato, a diferencia de otro tipo de uniones libres, lo hace bajo la
premisa de la afecttio maritalis, es decir con la finalidad de cohabitar para
siempre, como si fuera un verdadero matrimonio. González, A. (ob.cit) alude al
respecto, “la notoriedad y la estabilidad van a la par con la existencia de la vida
en común. Y, la acentuada vocación conyugal de la vida a la que nos hemos
referido, es igual en el concubinato que en el matrimonio”. (p.93).

Guerrero, G. (2009) señala “la notoriedad de un hecho depende que sea un


hecho conocido por la mayoría de los sujetos que integran una colectividad en
un tiempo y lugar determinados”. (p.224). La notoriedad constituye uno de los

35
requisitos de la unión concubinaria, pues la comunidad de hecho o
cohabitación y de vida entre los convivientes, debe trascender de la esfera
íntima de los mismos y ser conocida, como un hecho, por la mayoría de los
sujetos que integran una colectividad en un tiempo y de un lugar determinado,
ya que sin esta notoriedad, no podría hablarse de una apariencia de estado
matrimonial.

2. Debe ser regular y permanente: Al igual que el matrimonio, en el


concubinato debe existir la constancia, es decir su duración en el tiempo. Para
ello debe existir la perseverancia en la relación. Guerrero, G. (2009) refiere:

La estabilidad de la unión de hecho, en su sentido material


significa la solidez, seguridad y firmeza de la misma, y en orden al
tiempo que la unión de hecho se mantenga de modo indefinido, es
decir, que no sea casual, transitorio u ocasional. (p.214).

Lo contrario desdice del requisito de estabilidad como elemento esencial


para calificarla como unión de hecho según lo establecido en el artículo 77
constitucional. Claudio Belluscio (citado por Guerrero, G., 2009) afirma “…
requiere continuidad, o sea, permanencia en el tiempo, para que sea reputada
como concubinato, por lo cual quedan excluidas la uniones meramente
circunstanciales”. (p.219).

Sin embargo, ocasionalmente el concubinato es considerado como una


unión precaria o inestable por su motivación utilitaria o interesada, al
considerarse que las uniones de hecho esta sujeta a los vaivenes propios de los
cambios de personalidad, situaciones laborables o motivacionales. Ello se
debe, a que las uniones de hechos son acuerdos que no comportan derechos y

36
deberes matrimoniales, ni pretenden una estabilidad basada en el vínculo
matrimonial, sólo busca la compañía, la capacidad de tener una vivienda,
distribuir recursos para sobrevivir, o el juntarse como amigos con derecho.

3. Es una unión fáctica entre un solo hombre y una sola mujer: La


monogamia (del griego monos que significa uno, y gamos matrimonio) es uno
de los caracteres esenciales del concubinato, al igual que el matrimonio. Se
trata, pues, de una unión intersexual entre un solo hombre y una sola mujer,
excluyéndose la preexistencia de un vínculo conyugal anterior de alguno de
ellos. De manera que jamás puede considerarse como unión de hecho o
concubinato, la unión del hombre o la mujer que estén casados con otra
persona, y por más que los llamados convivientes manifiesten que hayan
vivido juntos por mucho tiempo, no lo reconoce como tal, puesto que la unión
de hecho se da, siempre y cuando los convivientes sean de estado civil libres es
decir solteros o viudos, pero no casados, ya que de ser así se estaría hablando
de un adulterio, más no de una unión de hecho.

Esta situación es muy habitual en las sociedades, pues existen


innumerables casos en que las mujeres que supuestamente han convivido por
largo tiempo, al momento de pretender reclamar el derecho de la partición de
los bienes adquiridos en su supuesta “unión de hecho”, se tropiezan con la
cruda realidad, cuando su conviviente ha tenido el estado civil de casado con
otra persona, se dan cuenta que estaban viviendo un flagrante adulterio, por
consiguiente, los bienes adquiridos por el hombre o la mujer en estado civil de
casados, automáticamente por el hecho del matrimonio, le corresponde el
cincuenta por ciento de la propiedad al cónyuge con quien ha contraído
matrimonio civil.

37
4. La no existencia de impedimentos para contraer matrimonio: Según el
artículo 767 del Código Civil venezolano (1982) parte in fine, se determina
expresamente “…que no puede haber concubinato si alguno de los integrantes
de la pareja estuviere casado, en base a ello, los concubinos están siempre bajo
la posibilidad de celebrar el matrimonio”. La existencia de impedimentos
obliga al juzgador a determinar si la unión concubinaria alegada no es estable
y no cumple con los requisitos establecidos en la Ley a los efectos del artículo
77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pues el
impedimento dirimente constituye un obstáculo que establece la ley para el
ejercicio de la capacidad matrimonial. En tales circunstancias la unión de
hecho o concubinato no produciría los mismos efectos que el matrimonio.

5. Formalidades: No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los


concubinos en permanecer juntos bajo un mismo techo, y sin que ninguno
tenga impedimentos para el matrimonio, además también debe ser probado por
quien lo alegue y declarado mediante sentencia definitivamente firme. En
ocasiones se expide en Registro Civil una constancia de convivencia la cual es
meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de beneficios
en los seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos
organismos, y que por la costumbre y uso se emplean para comprobar la
existencia de una relación concubinaria, debiéndose destacar que el medio para
comprobar dicha existencia a fines de reclamar herencia, por ejemplo, es la
sentencia antes mencionada.

6. Índole Marital de la unión: Implica el desarrollo de una vida íntima


semejante a la matrimonial: Al respecto, el doctrinario Hinostroza, A. (2001)
sostiene, que los fines del matrimonio son:

38
a) El reconocimiento de la unión sexual que tiende a la
procreación de los hijos (de donde derivan deberes de educación y
formación plena de éstos); b). Sentar la base de la organización
familiar (al ser el matrimonio su fuente más importante); y, c). La
ayuda mutua entre los cónyuges producto de la vida en común.
(p.53).

En este mismo sentido, el concubinato, es apreciada socialmente como


unión entre un hombre y una mujer que lleven una vida en común, es decir,
cohabiten bajo el mismo techo, mantengan relaciones sexuales, procreen hijos,
compartan su crianza y formación de los hijos, que exista el deber de socorro y
asistencia recíproca, pero sin cumplir los trámites formales de la celebración
del matrimonio. Rodríguez, L. (2006) especifica:

Cualquier otra asociación entre un hombre y una mujer será


amistosa o comercial; pero no podrá conceptuarse como una unión
de hecho, sino existe la índole marital en dicha unión. Ella sugiere
una relación hombre-mujer con las características de vida y
costumbres que normalmente desarrolla una pareja. (p.376).

Significa entonces, que la unión estable de hecho entre un hombre y una


mujer, representa un concepto amplio que va a producir efectos jurídicos,
independientemente de la contribución económica de cada uno de los unidos
en el incremento o formación del patrimonio común o de cada uno de ellos,
siendo lo relevante para la determinación de la unión estable, la cohabitación o
vida en común, con carácter de permanencia, y que la pareja sea soltera,
formada por divorciados o viudos entre sí o con solteros, sin que existan
impedimentos dirimentes que impidan el matrimonio.

Disolución del Concubinato

39
En la actualidad existen dos formas de disolución de concubinato, estas
son: en primer lugar, por el matrimonio de uno de los dos convivientes o
concubinos; y en segundo lugar, por la libre voluntad de uno de los dos, es
decir, actualmente para cada uno de los concubinos queda abierto la
posibilidad de disolver el concubinato tan pronto como lo desee. Sin embargo,
si la unión de hecho llega a ser estable, y es susceptible de generar los efectos
del matrimonio, conforme al artículo 77 constitucional, esos efectos deben
cesar al disolverse la unión, y debe existir la respectiva publicidad para que
terceros no salgan perjudicados por el desconocimiento de la disolución del
concubinato, que genera efectos similares a los del matrimonio, ya que éstos
también deben terminarse cuando la unión concubinaria se termine.

De todo lo anteriormente descrito se puede colegir, que no hay dudas del


verdadero reconocimiento de las relaciones estables de hecho o concubinato no
obstante, su existencia debe ser demostrada mediante instrumentos jurídicos a
los fines de que sean reconocidos sus efectos jurídicos, y por analogía estas
uniones deben cumplir con los requisitos exigidos en el matrimonio, para su
legalización, tal como lo señala el artículo 77 Constitucional.

En este propósito, para determinar cuáles son esos efectos, vigentes y


aplicables, el juez debe remitirse obligatoriamente a las normas que rigen los
efectos del matrimonio, es decir las disposiciones del Código Civil (1982)
como ordenamiento positivo que regula especialmente esa materia. Por tanto,
para que surtan los efectos legales en el matrimonio, debe ser constituido el
hecho, relativos a la manifestación de voluntad de los cónyuges de contraer
matrimonio, pero además debe ser reconocido su existencia, lo cual se
perfecciona por el acta de matrimonio según lo indicado en el artículo 82 del

40
Código Civil (1982) quienes hacen constar su celebración, la cual es el
documento fundamental, para reclamar sus efectos civiles, tanto respecto a las
personas como de los bienes.

Mientras que el concubinato, en observancia a lo establecido en el articulo


in comento, y a objeto de gozar de los mismos efectos jurídicos del
matrimonio; por ser una relación jurídica fáctica, en armonía con los requisitos
establecidos para el matrimonio, debe probar el hecho que lo constituye,
mediante la convivencia en común prolongada, y aunado a ello debe ser
reconocido por declaración judicial, para que así, quienes lo integran, pueda
tener legitimidad para reclamar sus efectos jurídicos adquiridos en la vida
concubinaria. En consecuencia, la disolución concubinaria, depende de un
reconocimiento fidedigno que declare la existencia de una unión estable de
hecho, para que pueda proceder, la cual no es más que la sentencia que declare
la existencia del concubinato.

CAPÍTULO II

MEDIDAS DE PROTECCIÓN DE LOS BIENES PATRIMONIALES


ANTES DE LA DECLARATORIA JUDICIAL DEL CONCUBINATO
EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

Concepto de Comunidad

41
En el Derecho Común se discurre que hay comunidad cuando dos o más
sujetos de derecho denominados comuneros tienen un dominio de idéntica
naturaleza jurídica sobre la totalidad de un mismo objeto (cosa común), la
comunidad puede constituirse en cualquier forma, salvo que se aporten a ellas
bienes inmuebles o derechos reales, en cuyo caso será necesaria la escritura
pública. La comunidad es la atribución a varios sujetos de uno o varios
derechos. Para Kummerow, G. (1992) “Es toda relación o conjunto de
relaciones en que aparecen como sujetos varias personas conjuntamente.
(p.366).

Ruggiero citado por González, A. (2008) aduce que “la comunidad es la


atribución a varios sujetos de uno o varios derechos y por ello es toda relación
o conjunto de relaciones en que aparecen como sujetos varias personas
conjuntamente”. (p.241). Existe comunidad, en este rango de evidencias
cuando, un derecho o conjunto de derechos, se hallan referidos a una
pluralidad de sujetos a quienes corresponde en común. Ahora bien, en una
determinada relación jurídica normalmente se habla de titularidad para señalar
al sujeto que se encuentra en la situación que determina la relación. La
titularidad entonces puede ser individual o colectiva y cuando viene referida a
varias personas es cuando surge con toda claridad, la comunidad, que no es
otra cosa que la cotitularidad.

Para el Derecho Germánico según Petit, E. (1994) “la comunidad era


conocida como propiedad en mano común o propiedad mancomunada y estaba
concebida como una forma de propiedad colectiva” (p.87); es decir, que
cuando una cosa pertenecía al mismo tiempo a varias personas, se consideraba

42
que pertenecía a una colectividad y no simplemente a una suma de individuos.
De acuerdo con esto, era el grupo como tal el propietario del bien.

Por comunidad se entiende, la atribución a varios sujetos de uno o varios


derechos, se hallan referidos a una pluralidad de sujetos de uno o varios
derechos, y por ello es toda relación o conjunto de relaciones en que aparecen
como sujetos varias personas conjuntamente. La comunidad nace: a) de un
hecho o de una situación accidental y temporal, por ejemplo la sucesión
hereditaria; b) De un hecho voluntario, por ejemplo cuando conjuntamente
varios sujetos obtienen un bien inmueble, o si un titular de un derecho hace
participes a varios de su propio derecho; c) De la voluntad de la Ley, como es
el caso de la comunidad de bienes concubinarios.

El Título IV del Código Civil venezolano (1982), trata del derecho de


propiedad y más concretamente “De la Comunidad”, el cual comprende los
artículos 759 y siguientes. En efecto, el artículo lo 759 del referido Código
prevé: “La comunidad de bienes se regirá por las disposiciones del presente
Título, a falta de pacto entre los comuneros o de disposiciones especiales”. De
la norma transcrita se observa lo siguiente: a) La existencia de una pluralidad
de sujetos, enunciados en la norma como comuneros; b) Que la comunidad de
bienes se regirá en primer lugar por el acuerdo entre los comuneros y en su
defecto por la ley, y c) La existencia de bienes sobre los cuales se conforman
los derechos de la sociedad.

Kummerow, G. (1992) ha agrupado los elementos básicos para la


construcción del concepto de comunidad de la manera siguiente:

43
1. Existe pluralidad de sujetos, pues supone la distribución de
la relación real entre dos o más sujetos. 2. Unidad en el objeto
(indivisión material), el derecho de cada comunero incide hasta
sobre los últimos segmentos en que pueda concebirse fraccionada
la cosa, y allí también, ese derechos coexiste con el que ha sido
atribuido a los demás comuneros. 3. Atribución de cuotas (división
intelectual), es decir, las cuotas representan la proporción en que los
comuneros o coparticipes concurren al goce de los beneficios que la
cosa es susceptible de dar, y las medidas en que han de soportar las
cargas impuestas por la vigencia de la comunidad misma, así como
también, la fracción material de la cosa que habrá de adjudicársele
una vez ocurrida la división. (p. 368).

La comunidad en sentido técnico, según Kummerow, G. (ob.cit) indica “la


distribución indivisa entre varios sujetos (cotitularidad) de la relación real
(copropiedad, cousufructo…)”. (p.367). Igualmente, la Comunidad Pro-
Indiviso, en la que el derecho de cada comunero se extiende a la totalidad del
objeto común; y la Comunidad Pro-Diviso, representa únicamente un haz de
propiedades distintas, sobre partes concretas y autónomas del objeto,
vinculadas precisamente en este último.

Siguiendo el orden de ideas, existen varios tipos de comunidad a saber: La


comunidad originaria o derivativa: la primera representa el nacimiento de
derecho para una pluralidad de sujetos, con exclusión de un nexo generador de
la situación comunitaria. Por su parte, la comunidad derivativa tiene su origen
en un acto ínter-vivos (donación, venta) o mortis causa (herencia, legado). La
comunidad puede ser también ordinaria, si se observa el derecho especial de
pedir la división de la cosa; o forzosa, en caso de que la naturaleza de la cosa
(o eventualmente, un pacto de indivisión) se oponga a la partición.

44
La comunidad se considera Incidental, si toma su origen en hechos o actos
extraños a la voluntad de los partícipes (comunidad hereditaria, por ejemplo); o
Convencional, cuando surge por acuerdos voluntarios de los Intervinientes en
la situación comunitaria. Esta última especie se regula por pactos que ellos
adopten, de conformidad con las normas generales que presiden las relaciones
negociales.

Derechos de los Comuneros según el Código Civil Venezolano (1982)

El artículo 761 del Código Civil venezolano (1982) dispone:

Cada comunero puede servirse de las cosas comunes, con tal


que no las emplee de un modo contrario al destino fijado por el uso,
y de que no se sirva de ellas contra el interés de la comunidad, o de
modo que impida a los demás comuneros servirse de ellas según sus
derechos.

La norma citada resume la facultad de servirse de las cosas comunes,


adjudicadas a cada partícipe, y una relativa prohibición, traducida en el no
empleo de los bienes de un modo contrario al destino fijado por el uso, o en
contra de los intereses de los demás integrantes de la situación comunitaria.

Cada comunero tiene derecho de obligar a los demás a que contribuyan


con su porción a los gastos necesarios para la conservación de la cosa común
(Art. 762 CC); asimismo, el artículo 763 eiusdem establece: “Ninguno de los
comuneros podrá hacer innovaciones en la cosa común, aunque reporte a todos
ventaja, si los demás no consienten en ello, si los demás no consienten en
ello…”. Por su parte, el artículo 765 eiusdem prevé:

45
Cada comunero tiene la plena propiedad de su cuota y de los
provechos o frutos correspondientes. Puede enajenar, ceder o
hipotecar libremente esa parte, y aun sustituir otras personas en el
goce de ellas, a menos que se trate de derechos personales; pero no
puede cercar fracciones determinadas del terreno común ni arrendar
lotes del mismo a terceros. El efecto de la enajenación o de la
hipoteca se limita a la parte que le toque al comunero en la
partición.

Lo que significa, que la norma confiere a cada comunero una facultad


ilimitada que se concreta en el derecho de propiedad sobre su cuota. Por lo
demás, el poder de disposición queda limitado a la parte material que se le
asigne al producirse la división y que por regla general, equivale
valorativamente a la cuota. El usufructo sobre la cuota se concreta, en una
cesión del goce, y los poderes que concede el usufructo están subordinados al
resultado de la partición.

Disolución de la Comunidad

El texto del artículo 768 del Código Civil (1982) es del tenor siguiente: “A
nadie puede obligarse a permanecer en comunidad y siempre puede cualquiera
de los partícipes demandar la partición...”.

La legislación venezolana, de acuerdo al enunciado del artículo in


comento, es clara y enfática al otorgar la posibilidad de disolver la comunidad,
y ha sido la aplicación consuetudinaria de la mencionada regla unida a la
doctrina, las encargadas de clasificar las causas de extinción de la relación
comunitaria. En este sentido, la comunidad se podría disolver:

46
1. Por consolidación, es decir, por la absorción o concentración de todas
las cuotas en uno de los sujetos copropietario, convirtiéndose éste, en el único
titular del derecho real. Para que el derecho considere este supuesto y lo valide
como un hecho, debe ocurrir en las siguientes circunstancias: a) Por renuncia
de los demás comuneros a sus respectivos derechos, esto es, la transmisión de
la cuota a título gratuito; b) Por usucapión de las cuotas ajenas, cumplidas por
uno de los partícipes. La usucapión es el modo de adquirir una cosa o el
dominio de esta por ocurrir el paso del tiempo que las leyes señalan para que el
anterior dueño pueda reclamar sus derechos; c) Por la adquisición de las cuotas
de los demás comuneros en los casos de sucesión a título universal o a título
particular, ya sea por herencia o legado.

2. En segundo término, se puede decir que la comunidad se extingue por


perecimiento de la cosa o bien, dado que el derecho de propiedad comunitario
recae sobre un objeto. Al faltar este, indefectiblemente se disuelve la
comunidad.

3. Por desaparición de la comunidad cuando una persona extraña a la


comunidad (tercero) adquiere la cosa o derecho común en su totalidad. Tal es
el caso de que todos los comuneros decidan vender a un tercer sujeto o reclama
el derecho a la propiedad, como el ejemplo de la usucapión, pero esta vez de
un extraño a la comunidad.

4. La acción voluntaria o involuntaria que origina la comunidad puede, en


este caso, verse comprometida por el deseo de uno o todos los comuneros de
repartir la cosa común dados los más variados e inimaginables motivos, por lo

47
cual creemos que el más importante de estos cuatro casos es la división,
partición o reparto material de la cosa común.

Comunidad de Bienes en el Concubinato

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), le da


un nuevo sentido a la figura del concubinato o unión de hecho, equiparándolo
con la unión legalmente constituida: el matrimonio, de acuerdo a lo
preceptuado en el artículo 77 el cual señala expresamente:

Se protege el matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado


en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos
y deberes de los cónyuges. Las uniones estables de hecho entre un
hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la
ley producirán los mismos efectos que el matrimonio.

Es evidente entonces la clara intención del legislador, en la igualdad que


otorga, tanto al concubinato como al matrimonio, en cuanto a los efectos y por
primera vez darle rango constitucional a las uniones de hecho, lo que se había
ignorado por las precedentes Constituciones venezolanas.

Es importante recalcar, los requisitos a que se refiere el citado artículo que


expresa en su parte in fine “…Las uniones estables de hecho entre un hombre y
una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los
mismos efectos que el matrimonio”, prácticamente son los mismos requisitos
exigidos por el artículo 767 del Código Civil (1982), que no es más que la
comprobación de que en efecto han convivido de manera permanente en
concubinato. Dicho artículo establece:

48
Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en
aquellos casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el
hombre en su caso, demuestre que ha vivido permanentemente en
tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos….

Dadas las condiciones que anteceden, en los artículos anteriores, se


consagra una presunción de comunidad en los bienes adquiridos, o
económicamente incrementados, durante la vigencia de la comunidad
concubinaria. Tal presunción se considera iuris tantum de comunidad
patrimonial, más aún cuando al mencionado artículo 767 del Código Civil
(1982), el legislador lo ubicó en el Libro Segundo (De los bienes, de la
propiedad y de sus modificaciones), Título IV (De la Comunidad),
contemplado en el artículo 759 eiusdem que “la comunidad de bienes se regirá
por las disposiciones del presente Título, a falta de pacto entre los comuneros
o de disposiciones especiales”.

De la misma manera, por la disposición de la Constitución de la


República Bolivariana de Venezuela (1999), se aplicará en el concubinato por
analogía las normas referidas al matrimonio, tal es el caso de la comunidad de
bienes, la cual está establecida en el artículo 148 del Código Civil (1982), que
prevé: “Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son
comunes, de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el
matrimonio”.

Cabe agregar, que la inexistencia de una convención entre los


contrayentes, previa la celebración del matrimonio, y realizada de acuerdo a las
formalidades establecidas en los artículos 141 y ss. del Código Civil (1982),
llamada “Capitulaciones Matrimoniales”, hace que la Ley actúe como un ente

49
supletorio de la voluntad no expresada por las partes, e imponga el régimen de
comunidad de gananciales, que según Rodríguez, L. (2006) “implica dividir
entre ambos, a partes iguales, las ganancias o beneficios que se obtengan
durante el matrimonio, así como las pérdidas que sufra la comunidad”. (p.222).
Tanto el matrimonio como el concubinato suponen la existencia de un
patrimonio común que ha de protegerse y regularse de manera de tomar en
cuenta que son instituciones singulares del Derecho Privado.

En consecuencia el marido y la mujer son copropietarios de los bienes,


sus ganancias y beneficios por mitad adquiridos durante la unión matrimonial.
El artículo 156 eiusdem prevé que son bienes de la comunidad:

1º Los bienes adquiridos por título oneroso durante el


matrimonio, a costa del caudal común, bien se haga la adquisición a
nombre de la comunidad o al de uno de los cónyuges. 2º Los
obtenidos por la industria, profesión, oficio, sueldo o trabajo de
alguno de los cónyuges. 3º Los frutos, rentas o intereses devengados
durante el matrimonio, procedentes de los bienes comunes o de los
peculiares de cada uno de los cónyuges.

De la misma manera, el artículo 163 del referido Código establece: “El


aumento de valor por mejoras hechas en los bienes propios de los cónyuges,
con dinero de la comunidad, o por industria de los cónyuges, pertenece a la
comunidad”.

En consecuencia, estas disposiciones por analogía se aplican al


concubinato, de esta forma entre los convivientes sino hubiere convención en
contrario, son comunes por mitad los bienes, ganancias y beneficios que se
obtengan durante la relación concubinaria. Esta comunidad de bienes

50
gananciales al igual que el matrimonio comenzará desde el momento en que se
unen y los mismos bienes se regirán por las reglas del contrato de sociedad,
según lo estipulado en los artículos 149 y 150 eiusdem. En consecuencia todos
los bienes que se obtengan dentro del lapso que haya sido establecido el
concubinato se presume, salvo pacto en contrario que pasan a formar parte del
caudal común.

En referencia al contrato de sociedad, el artículo 1649 del Código Civil


(1982) dispone: “El contrato de sociedad es aquel por el cual dos o más
personas convienen en contribuir, cada una con la propiedad o el uso de las
cosas, o con su propia industria, a la realización de un fin económico común”.

En este mismo sentido, los concubinos, al no hacer ningún tipo de


convención sobre el régimen económico de su unión, han celebrado
tácitamente un acuerdo de comunidad de gananciales, que en el aspecto
económico, corresponde a un contrato de sociedad, pues son sus normas las
que rigen el desarrollo económico de la comunidad de gananciales.

El precitado artículo 767 de Código Civil (1982), presupone que la


relación concubinaria constituye una unidad de producción, pero si esta la
unión no ha producido bienes de alguna significación económica, carece de
objeto el ejercicio de la acción concubinaria patrimonial. Se entiende como
patrimonio concubinario, el conjunto de bienes que logran formar o
incrementar los concubinos durante la vida de la relación.

Este patrimonio concubinario supone un esfuerzo conjunto que de por sí


genera una situación de comunidad, en la cual, por tacita remisión al articulo

51
760 del mismo Código, los bienes pertenecen a los dos concubinos en la
misma proporción, salvo que, aun presumida la comunidad, algunos de ellos
demuestre en juicio la existencia de un pacto previo, en virtud del cual el
patrimonio no pertenecía a los dos en igualdad de partes.

El concubinato al igual que el matrimonio hace surgir entre los concubinos


declarados judicialmente dos distintos regímenes de bienes: a) Los bienes
propios, constituido por aquellos haberes que hayan adquirido antes del inicio
del concubinato, los que adquieran posteriormente a título gratuito, por
donación, herencia, legado y los que adquieran a título oneroso con dinero
propio de cada uno de ellos (en este caso es necesario que tal situación se haga
constar); b) Bienes de la comunidad, que van a estar representados por todos
los que se adquieran durante la existencia y vigencia del vínculo concubinario.

González, A. (2008) señala “la doctrina ha sido reiterada en que en el


régimen de gananciales adoptado en la legislación venezolana, ninguno de los
cónyuges, y en el caso que ocupa esta investigación: los concubinos pueden
renunciar a esta sociedad ni a sus efectos”. (p. 247). Por otra parte, son bienes
comunes los ingresos percibidos por cualquiera de los cónyuges, provenientes
de su profesión, trabajo, industria, jubilación, cesantía, durante la vigencia del
concubinato.

Se llama aporte por trabajo de manera general, a toda forma cuantitativa y


cualitativamente determinada, de contribuir a generar o aumentar el patrimonio
concubinario, teniendo en cuenta que todas las formas de aporte tienen el
trabajo como fundamento, siquiera implícito. Todo acto consciente,
teleológicamente determinado, dirigido a la formación o al incremento de los

52
bienes concubinarios, constituye una forma de aporte laboral, cuando implica
un desgaste físico y psíquico invertido como una forma de colaboración.

Asimismo, corresponde a la comunidad estable de hecho, el aumento de


valor por mejoras hechas en los bienes propios de los convivientes, con dinero
de la comunidad fáctica, por industria de sus integrantes, tal como lo señala el
artículo 163 del Código Civil (1982); mientras que la plusvalía o mayor valor
que adquiera el bien propio de cualesquiera de los convivientes corresponde
exclusivamente a su propietario o propietaria convivencia, pues para la
adquisición de ese mayor valor no hay ninguna inversión comunitaria, ni
dinero habido que sea de la comunidad. La plusvalía, es un accesorio que
deviene de su principal.

Es sabido que las consecuencias o efectos de dicha unión concubinaria, es


de orden netamente patrimonial, en lo referente a los bienes que hayan
adquirido los concubinos, durante la misma, no importando a nombre de cual
de ellos se encuentren. Dicha presunción, solo surte efectos legales, según lo
dispuesto por la norma, entre ellos dos, y entre uno de ellos y los herederos del
otro.

Acción Mero Declarativa del Concubinato

Según el artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela (1999), el concubinato es la unión de hecho por excelencia. Unión
estable de hecho es un concepto amplio determinado por la cohabitación o vida
en común, con carácter de permanencia. Para reclamar los efectos de la
equiparación con el matrimonio, la unión estable debe haberse declarado

53
conforme a la Ley, por sentencia definitivamente firme. A diferencia del
matrimonio que se perfecciona mediante el acto matrimonial recogido en la
partida correspondiente, la unión estable no tiene fecha cierta de inicio, por lo
que debe ser alegada y probada conforme a la ley.

El matrimonio es una institución que nace y se prueba de manera distinta


al concubinato o cualquier otro tipo de unión estable; por lo tanto, es imposible
la equiparación íntegra de éstas últimas al matrimonio, ni puede pretenderse la
aplicación automática de todos los efectos del matrimonio. Por ello, no puede
hacerse una declaración general que asimile ambas figuras, sino que debe
distinguirse cuáles efectos le son aplicables. Como bien lo señala Guerrero, G.
(2009) “No es lo mismo el matrimonio que la unión estable de hecho, no nacen
de la misma forma no se prueban de la misma manera, no son iguales…”.
(p.263).

Como se dijo, la unión concubinaria no necesariamente es igual al


matrimonio, de modo que pueden existir diferencia con algunos elementos,
como por ejemplo, en lo que se refiere a la cohabitación, siempre que existan
otras circunstancias que permitan determinar la existencia de una relación
permanente. En cuanto a la duración exigida para la calificación de
permanencia, sirven de guías diversas leyes, estableciéndose un lapso mínimo
de dos años.

El Código Civil (1982) contiene en el artículo 767 todo lo referido a la


comunidad concubinaria, al señalar que esta se presume salvo prueba en
contrario en aquellos casos de unión no matrimonial, cuando la mujer o el
hombre en su caso, demuestren que ha vivido permanentemente en tal estado,

54
aunque los bienes de cuya comunidad que se quieren establecer aparezca en
nombre de uno sólo de ellos.

El artículo 778 del Código de Procedimiento Civil (1987) exige como


requisito para demandar la partición de la comunidad concubinaria, que la
parte actora acompañe como instrumento fundamental, aquél en el cual se
acredite de manera fehaciente la existencia de la comunidad concubinaria, el
cual no es más que la declaración judicial definitivamente firme que haya
dejado como cierta y establecida la existencia de la misma.

Esta acción interpuesta para que se acredite la existencia de la comunidad


concubinaria, se realiza a través de la acción mero declarativa concubinaria,
que no es más que aquella que interpone un concubino contra el otro, para que,
declarada por el Tribunal la configuración de la relación, y establecida la
existencia de la comunidad de bienes, se condene al demandado a entregar al
demandante la parte del patrimonio que le corresponde.

La base legal de la acción mero declarativa está establecida en el artículo


16 del Código de Procedimiento Civil (1987), la cual señala textualmente:

Para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico


actual. Además de los casos previstos en la Ley, el interés puede
estar limitado a la mera declaración de la existencia o inexistencia
de un derecho o de una relación jurídica. No es admisible la
demanda de mera declaración cuando el demandante puede obtener
la satisfacción completa de su interés mediante una acción diferente.

La acción mero declarativa es aquella cuyo ejercicio pretende obtener del


órgano jurisdiccional la declaración de un derecho o de una situación jurídica

55
que existe, pero que se encuentra en estado de incertidumbre; y que tal
constatación de los hechos alegados; logrará declaración de la existencia de un
determinado derecho, favorable a la parte actora, casi siempre de carácter
económico o pecuniario. Según el doctrinario Colmenares, J. (2005), la acción
mero declarativa, “es la legitimación de una pretensión sustancial en sentido
afirmativo o negativo. Tiende a confirmar un derecho subjetivo preexistente
retrotrayendo sus efectos al estado inicial de una conducta con trascendencia
jurídica”. (p.77). Son resoluciones destinadas a dar certeza y seguridad allí
donde impera la duda, y por ello suelen también denominarse de “mero
acertamento”.

En efecto, cuando el artículo 16 del Código antes mencionado establece:


“Para proponer la demanda el actor debe tener interés jurídico actual…”; esto
es, el interés procesal el cual va a estar determinado por la necesidad de la
persona de acudir al órgano jurisdiccional para que le sea reconocido o
declarado algún derecho, toda vez que tal facultad solamente la tiene el órgano
del Estado encargado de llevar a cabo la función judicial, con lo cual se remite
toda posibilidad de que los particulares tomen la justicia por mano propia. En
el caso concreto del concubinato, tiene interés cualquiera de los convivientes a
que se declare jurisdiccionalmente que ha existido una relación concubinaria,
así reclamar el derecho que le corresponde

Otro es el interés sustancial, el cual consiste en el derecho que siente el


titular proponente de la acción, derivado de una relación jurídica material o
sustancial, cuyo reconocimiento o declaración necesita le sea establecido por el
órgano judicial. Es decir, cuando el Juez analiza una norma material, encuentra
que en razón de la solución general en ella contemplada, ésta va definido el

56
derecho que le corresponde al reclamante y sólo declara el derecho aplicándola
al caso concreto, y el fin inmediato del proceso ha sido la realización del
derecho mediante la norma objetiva, surgiendo de esta forma el llamado
proceso declarativo.

En definitiva estas acciones, no constituyen un estado jurídico ni generan


novación alguna en la situación de derecho; solamente prestan seguridad al
declarar sobre los alcances y contenidos de una relación jurídica, la cual
requiere para su procedencia: a) El estado de incertidumbre sobre la existencia,
alcance y modalidad de una relación jurídica concreta, es decir que al dictarse
el fallo se hayan producido todos los presupuestos de hecho en que se apoya la
declaración; b) Que el accionante tenga interés jurídico suficiente, en el sentido
de que la falta de certeza le pueda producir un perjuicio o lesión actual,
actualidad que no depende de la actualidad o eventualidad de la relación
jurídica; y c) Que haya un interés específico en el uso de esta vía, lo que sólo
ocurrirá cuando aquel no disponga de otro medio legal para darle fin
inmediatamente.

Atendiendo a los fines económicos o pecuniarios determinantes que


impulsan a la acción concubinaria declarativa, puede denominársele también,
acción concubinaria patrimonial. En el mismo orden de ideas, la Doctrina
considera que esta acción concubinaria es de condena, pues lo que en definitiva
persigue el accionante, como efecto terminal y futuro, es la partición de los
bienes.

57
En la acción mero declarativa de reconocimiento sobre la existencia de la
comunidad concubinaria, se requiere que el accionante demuestre en el proceso
los siguientes requisitos:

1. La convivencia con la parte demandada durante el período alegado.

2. La permanencia y estabilidad de la unión, pues es necesario que la


unión tenga un sentido de permanencia; que sea continua; que la convivencia
tenga apariencia de matrimonio, que la relación tenga notoriedad; es decir, que
no sea una relación ocasional, accidental o meramente circunstancial. Por ello,
son factores esenciales la permanencia en la relación y la constancia en el
tiempo, para consagrar los derechos que dicha relación produce entre la pareja.

3. El hecho de haber contribuido con su trabajo a favorecer o aumentar el


patrimonio del demandado.

En relación al procedimiento aplicable a este tipo de acción, se hará a


través del juicio ordinario establecido en el Código de Procedimiento Civil
(1987), cumpliéndose los requisitos establecidos en el artículo 338 y
siguientes.

La acción mero declarativa concubinaria no es de jurisdicción voluntaria


sino contenciosa; pues se debe ventilar por los trámites del procedimiento
ordinario, en virtud de que la misma trae consigo una serie de efectos jurídicos
que van mas allá del mero reconocimiento de una situación de hecho, pues
equipararía la relación concubinaria a una unión matrimonial, con los mismos
efectos que le son inherentes a esta última, por lo tanto, son competentes los

58
Juzgados de Primera Instancia Civil de la Circunscripción Judicial que
corresponda, en caso de no haber niños, niñas y/o adolescentes, el cual debe
ventilarse por los Tribunales de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de
la jurisdicción.

Medidas de protección de los bienes patrimoniales antes de la


declaratoria judicial del Concubinato

La existencia del estado aparente de familia que genera el concubinato da


cabida al surgimiento de un derecho aparente, llegando a la situación de que se
originen negociaciones y relaciones jurídicas de la pareja (o uno de sus
miembros) con terceros, tal como si fuesen un verdadero matrimonio, gozando
de sus aparentes efectos pertinentes; siempre y cuando esta unión resulte
notoria y estable; circunscribiendo elementalmente dentro de dichas relaciones
jurídicas los deberes que tendrán los concubinos con sus hijos, en caso de que
los tengan. Así, esta simulación de un matrimonio en una unión estable de
hecho debe ser debidamente probada a través de presunciones, demostración
por excelencia en estos casos según la doctrina venezolana, bien sean iuris
tantum (que admiten prueba en contrario) o bien iuris et de iure (que no
admiten prueba en contrario); señalando la certeza del parentesco que relaciona
a la pareja envuelta en la negociación.

Respecto de la división de bienes: las maneras como un concubino puede


participar en los bienes del otro no es a través de una figura equivalente a la
“sociedad conyugal”, que hace que todos los bienes adquiridos durante el
matrimonio (que no sean producto de herencia, legado o donación) se

59
consideren gananciales y, por tanto, deban dividirse a la muerte de uno de
ambos, o al momento de su divorcio o separación legal.

Sin embargo, para que un concubino pueda ejercer derechos respecto de los
bienes, sin la necesidad de comprobar dicha relación ante la instancia
jurisdiccional competente es necesario que: a) Los bienes estén inscritos a
nombre de ambos, bajo la forma de un condominio; b) Ambos concubinos
conformen una sociedad (pero esta sociedad no se presume: es necesario
redactar un contrato a tal efecto); c) Se suscriban contradocumentos, que
aclaren que, si bien los bienes han sido adquiridos por alguno de ellos en forma
individual, el dinero utilizado ha sido de ambos, y se reconoce que los dos
tienen derecho a esa propiedad.

Como ya se hizo referencia al inicio del capítulo, el referido Código Civil


(1982), establece los efectos del matrimonio a que hace referencia el artículo
77 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), los
cuales son entre otros la Comunidad de bienes, donde al no existir
capitulaciones matrimoniales pertenecen por mitad a cada cónyuge, la
comunidad de gananciales; y en caso de concubinato, se presume la comunidad
de gananciales, salvo prueba en contrario, tal como lo contempla el artículo
número 148 del Código Civil (1982): “entre marido y mujer, si no hubiere
convención en contrario, son comunes, de por mitad, las ganancias o
beneficios que se obtengan durante el matrimonio”; en concordancia con el
artículo 767 del eiusdem, sólo puede operar como fundamento de la acción
concubinaria cuando dicha unión reúna aquellas características fundamentales,
cuyo concurso de vida de la presunción de que los bienes habidos en esa
relación, pertenecen de por mitad a ambos concubinos, otros de los efectos del

60
matrimonio, es la vocación hereditaria del cónyuge sobreviviente, según el
artículo número 823 del referido Código: “El matrimonio crea derechos
sucesorios para el cónyuge de la persona de cuya sucesión se trate…”; tal
presunción sólo surte efectos legales entre ellos dos y entre sus respectivos
herederos y también entre uno de ellos y los herederos del otro.

Es de hacer notar, que en el caso del concubinato la disolución de la


comunidad depende de que una de las partes se case con un tercero, o que uno
de ellos disponga romper la relación, o por la muerte de uno de los
convivientes; a tal efecto, en el caso del matrimonio, toda disolución y
liquidación voluntaria es nula, salvo lo dispuesto en el artículo 190 del Código
Civil (1982) el cual textualmente expresa:

En todo caso de separación de cuerpos, cualquiera de los


cónyuges podrá pedir la separación de bienes, pero, si aquélla fuere
por mutuo consentimiento, la separación de bienes no producirá
efectos contra terceros, sino después de tres meses de protocolizada
la declaratoria en la Oficina Subalterna de Registro del domicilio
conyugal.

En el caso de disolución de la comunidad concubinaria queda totalmente


en manos de los convivientes, salvo las reclamaciones de una de las partes por
la no ocurrencia de una división justa. En este sentido, en virtud del
equiparamiento con el matrimonio cualquiera de los concubinos, el cual
considere que se le haya lesionado algún derecho, u otra situación irregular en
la cual no esté de acuerdo, podrá solicitar las providencias judiciales
establecidas en el artículo 174 del Código Civil venezolano (1982):
“Demandada la separación, podrá el Juez, a petición de alguno de los cónyuges

61
dictar las providencias que estimare convenientes a la seguridad de los bienes
comunes, mientras dure el juicio”.

Según Carrillo, C. (2008) “las providencias cautelares conservativas de los


bienes comunes del artículo 174 del Código Civil, las cuales sin lugar a dudas
son singulares medidas de aseguramiento intra-procesales que el Juez puede
dictar ab initio…”. (p.626). No obstante, haciendo referencia a la decisión de
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, Sentencia Nº 1682,
Exp. 04-3301 de fecha 15 de julio de 2005, el precitado autor señala “pero no
las medidas previstas en los artículos 191 y 192 del Código Civil pues
singularmente de acuerdo al juicio de la Sala resultan inaplicables”. (p.626);
pues para que el autor pueda reclamar los efectos civiles del concubinato se
requiere la sentencia definitivamente donde se reconozca dicha figura jurídica.

Guerrero, G. (2009) al respecto expreso:

La aplicación del artículo 174 del Código Civil, del modo como
lo refiere la Sala, puede proceder en el caso de haber sido
judicialmente declarada la unión concubinaria y que los bienes
existentes hayan sido adquiridos durante la existencia de la misma,
que los bienes sean comunes, no propios o se hicieron propios (art.
151 y 152, CC), pues el juez debe ser cuidadoso en preservar los
derechos del demandado y no irse de las primeras, dictando
providencias por la simple petición del actuante, ante la posible
complicación patrimonial en perjuicio del demandado y de terceros.
(p.196).

Es decir, lo que se infiere es que con la sola pretensión mero declarativa


de la parte demandante, el juez está facultado para atenerse a los hechos que se

62
indiquen en la demanda, y sin más ni más dicte las medidas preventivas que
considere necesarias.

A tenor de lo pautado por el artículo 585 del Código de Procedimiento


Civil (1987), establece:

Las medidas preventivas establecidas en este Título las


decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede
ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio
de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y
del derecho que se reclama.

Según el artículo 588 eiusdem las medidas que el Juez puede dictar en
cualquier estado y grado de la causa son las siguientes: “…1º El embargo de
bienes muebles; 2º El secuestro de bienes determinados y 3º La prohibición de
enajenar y gravar bienes inmuebles”. Así como también el Tribunal puede
acordar “las providencias cautelares que considere adecuado, cuando hubiere
fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de
difícil reparación al derecho de la otra…”.

Antes de la declaratoria judicial del concubinato, el juez no puede dictar,


las medidas antes referidas en el artículo 588 del Código de Procedimiento
Civil (1987), por cuanto sólo podrá ser decretada solamente cuando exista un
riesgo de que quede ilusoria la ejecución del fallo, y siempre que el solicitante
acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de esta
circunstancia y del derecho que se reclama, y además, que el bien o bienes
objeto de la cautela, a través de los instrumentos respectivos hayan sido
adquiridos durante la relación concubinaria, en cuyo caso no pueden ser

63
afectados los bienes propios del conviviente, ni los que se hagan propios
durante la convivencia fáctica o real, según los artículos 151, 152, 153, 157 y
158 del Código Civil (1982). No obstante, podrán ser objeto de medida
cautelar los bienes de la comunidad concubinaria en virtud de lo establecido
en los artículos 156, el segundo aparte del 158, 160, 163 y 164 del referido
Código.

Por lo tanto, es necesario que se establezca en primer lugar la existencia o


no de la situación de hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez
definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes solicitar medidas
cautelares sobre bienes de la comunidad ya declarada judicialmente en un
eventual juicio de partición de esa comunidad. Cabe agregar, que la esencia del
concubinato o de la unión estable no viene dada como en el matrimonio por un
documento que crea el vínculo, como lo es el acta de matrimonio, sino por la
unión permanente (estable) entre el hombre y la mujer, lo que requiere un
transcurso de tiempo, donde es el Juez competente es el que califica la
estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori no puede existir una
declaración registrada de las partes constitutivas de la unión, en el sentido de
cómo manejarán los bienes que se obtengan durante ella.

Siguiendo a Guerrero, G. (2009):

…con la sola pretensa demanda declarativa de la unión more


uxorio, fundada en su tema decidendum, no es procedente que el
juez decrete cualesquiera de las mencionadas medidas cautelares,
pues en todo caso contrario podría entenderse como que la unión
fáctica se presume, aun cuando se pueda afirmar que la cautela no
contienen por sí misma un procedimiento sobre el fondo de la causa.
(p. 197).

64
Siguiendo el orden establecido, hay que destacar que jurisdiccionalmente
en la República Bolivariana de Venezuela, se desarrolla la corriente que indica
que en materia de acción concubinaria, si la unión que establece el mismo no
ha sido declarada ni reconocida judicialmente no puede la parte demandante en
el Tribunal que conozca de esta clase de acciones mero declarativas, obtener
algún tipo de preservación mediante providencias cautelares sobre bienes que
son ajenos hasta el momento procesal a una inexistente comunidad de bienes
derivada de una presunta relación concubinaria y afectar los derechos de
propiedad del demandado.

Bajo esta perspectiva, y conforme lo dispone el artículo 768 del Código


Civil (1982), a nadie puede obligársele a permanecer en comunidad, por tanto,
la liquidación de la comunidad concubinaria tendrá lugar cuando ambos
concubinos de manera amistosa convengan en repartir los bienes que hayan
adquirido durante su vida en común, no obstante, cuando no existiere esta
convención, para la procedencia de dicha partición, se requiere decisión
judicial que le reconozca al hombre o a la mujer o a sus respectivos herederos,
la participación en ese patrimonio que se quiere someter a partición, y que se
alega forma parte de una comunidad, ello luego de que se hubieren invocado y
demostrado en el proceso los extremos exigidos en el citado artículo 767
eiusdem; dicha decisión judicial constituye el instrumento fehaciente por no
existir otro que de forma idónea acredite su existencia.

Es importante resaltar que la esencia de la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela (1999; G.O. Nº 5.453), es promover la construcción
de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida,

65
la libertad, la justicia, la igualdad y, en general, la preeminencia de los
derechos humanos, lo cual constituyó la base fundamental para el desarrollo y
elaboración de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia , según Gaceta Oficial N° 38.668 de fecha 2007.

En este sentido, el Estado está obligado a brindar protección frente a


situaciones que constituyan amenazas, vulnerabilidad o riesgo para la
integridad de las mujeres, sus propiedades, el disfrute de sus derechos y el
cumplimiento de sus deberes, mediante el establecimiento de las condiciones
jurídicas y administrativas necesarias y la adopción de medidas positivas a
favor de ellas, para que el ejercicio de sus derechos y la igualdad ante la ley sea
real y efectiva.

Según lo preceptuado en el artículo 5 de la precitada Ley, el Estado tiene


la obligación inexcusable de adoptar todas las medidas administrativas,
legislativas, judiciales y de cualquier otra índole que sean necesarias y
apropiadas para asegurar el cumplimiento de esta Ley, a los fines de garantizar
los derechos humanos de las mujeres objeto de violencia.

Por lo tanto, existen Medidas de Protección y de Seguridad según lo


previsto en el artículo 86 de la referida Ley, estas “medidas de protección son
de naturaleza preventiva para proteger a la mujer agredida en su integridad
física, psicológica, sexual y patrimonial, y de toda acción que viole o amenaza
a los derechos contemplados en esta Ley…”. En consecuencia, el artículo 91
dispone: “El Tribunal de Violencia contra la Mujer en Funciones de Control,
Audiencia y Medidas, podrá decretar: 3.- Prohibición de enajenar y gravar

66
bienes de la comunidad conyugal o concubinaria, hasta un cincuenta por ciento
(50%)”.

En relación al tema in comento, estas medidas de protección decretadas


sobre los bienes patrimoniales del concubinato, es una excepción ya que solo
son procedentes cuando se trata de proteger a la mujer agredida o maltratada en
su integridad física, psicológica, sexual o patrimonialmente, por lo tanto, el
Tribunal las decreta hasta el 50% sobre los bienes de los convivientes, ya le
corresponderá al agresor desvirtuar o no tal decisión, tomando en
consideración que dichas medidas son decretadas de oficio por ser situaciones
de orden público, es decir, la autoridad competente las impone para
salvaguardar la vida, proteger la integridad física, psicológica o bienes
patrimoniales de la mujer con el objeto de ampararla.

En virtud de los planteamientos anteriores, es importante decir que, se


presume la existencia de la comunidad cuando la mujer o el hombre en su caso,
han vivido permanentemente y han contribuido a formar un patrimonio aunque
los bienes aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Dicha unión está
garantizada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999), según el artículo 77, de acuerdo con esta apreciación, es posible
verificar que en la actual norma suprema reconoce la pluralidad de las familias;
es decir, no circunscribe el nacimiento de las mismas exclusivamente al
matrimonio, sino que el legislador se percata de que resulta necesario elevar a
rango constitucional de igual modo a aquéllas surgidas de las uniones estables
de hecho, pues la regla cuenta con un fin específico y deja de ser una simple
exigencia de carácter formal sin relación alguna con la realidad social de la
nación.

67
Aunque no haya entre los concubinos una comunidad patrimonial
necesaria como la conyugal, que deviene por la celebración del matrimonio, las
relaciones patrimoniales entre aquéllos pueden configurar una sociedad
irregular o de hecho, siendo entonces de aplicación, en lo tocante a la forma y
prueba de su existencia, las previsiones del Código Civil Venezolano (1982).
Es que no puede desconocerse la posibilidad de que exista un patrimonio entre
quienes, aún no unidos en legítimas nupcias, han cooperado efectivamente a su
formación o acrecentamiento, subyaciendo por ello mismo la idea de
comunidad de intereses. No obstante, en relación a las medidas de protección
de los bienes patrimoniales de los concubinos no podrán decretarse a priori,
sino una vez definitivamente firme esa decisión, es que podrían las partes
solicitar medidas cautelares sobre bienes de la comunidad.

68
CAPÍTULO III

APORTE JURISPRUDENCIAL EN CUANTO A LA FIGURA DEL


CONCUBINATO Y SU EQUIPARAMIENTO CON LA INSTITUCIÓN
DEL MATRIMONIO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999); trae


en su Capítulo V del Título III, se establece la novedad de la redacción singular
del artículo 77, el cual eleva en su encabezado una alegórica protección a la
institución tradicional del matrimonio, pero finaliza otorgando una
equiparación de sus efectos con las uniones estables de hecho entre una mujer
y un hombre, siempre que dichas uniones fácticas cumplan con los requisitos
erigidos en una ley especial, no obstante la Asamblea Nacional no ha
promulgado todavía dicha normativa.

Sin embargo, el artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana


de Venezuela (1999); es una norma considerada como plena, de efecto
inmediato y directo, y la misma no requiere necesariamente para su
cumplimiento de una ley que la desarrolle, y como los derechos esenciales de
la persona humana se han constitucionalizado, los jueces están obligados a la
aplicación de la Constitución de forma inmediata. En este sentido, en fecha 9
de diciembre de 2004, la ciudadana Carmela Mampieri Giulliani, alegando su
carácter de concubina, acudió a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia para solicitar una pretensión totalmente diferenciada, particularmente
la interpretación autónoma del artículo 77 constitucional, acción que fue
admitida en fecha 22 de abril de 2005 y decidida en fecha 15 de julio del 2005

69
por dicha Sala, este fallo jurisprudencial es vinculante para otras Salas del
Tribunal Supremo y demás Tribunales de la República según lo dispone el art.
335 de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela (1999), por lo
cual la Sala Constitucional ordenó la publicación en la Gaceta Oficial, desde
ese momento los derechos de los concubinos han quedado reconocidos
constitucionalmente. Cuando la Asamblea Nacional en su función legislativa,
dicte la ley especial que regule las uniones de hecho o concubinato, la decisión
de la Sala Constitucional suplirá la temática normativa no contenida en esa ley.

Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,


Exp. 04-330, de fecha 15-7-2005, Magistrado-Ponente Dr. Jesús Eduardo
Cabrera Romero. Motivo: Interpretación del artículo 77 de la
Constitución vigente.

El 9 de diciembre de 2004, el abogado Andrés Felipe González Uribe,


inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el N° 57.999,
actuando como apoderado judicial de la ciudadana Carmela Mampieri
Giuliani, solicitó la interpretación del artículo 77 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.

Se designó como ponente al Magistrado que, con tal carácter, suscribe el


presente fallo, al Magistrado Dr. Jesús Eduardo Cabrera Romero, siendo
admitida el 22 de abril de 2005, la Sala pasa a decidir sobre el fondo del
presente recurso, en los términos siguientes:

1. Conceptualización jurisprudencial de las uniones de hecho

70
El artículo 77 constitucional establece “…Las uniones estables entre un
hombre y una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley
producirán los mismos efectos que el matrimonio”.

La Sala resalta que dicha norma usa la voz “unión estable” entre el hombre
y la mujer, y no la de concubino o concubina utilizada en el artículo 49.5
eiusdem; y ello es así porque unión estable es el género…siendo el
concubinato una de sus especies. Alega la Sala:

El concubinato es un concepto jurídico, contemplado en el


artículo 767 del Código Civil, y tiene como característica que
emana del propio Código Civil el que se trata de una unión no
matrimonial (en el sentido de que no se han llenado las
formalidades legales del matrimonio) entre un hombre y una mujer
solteros, la cual está signada por la permanencia de la vida en
común (la soltería viene a resultar un elemento decisivo en la
calificación del concubinato, tal como se desprende del artículo 767
de Código Civil… Se trata de una situación fáctica que requiere de
declaración judicial y que la califica el juez, tomando en cuenta las
condiciones de lo que debe entenderse por una vida en común.
Además de los derechos sobre los bienes comunes que nacen
durante esa unión (artículo 767 eiusdem), el artículo 211 del Código
Civil, entre otros, reconoce otros efectos jurídicos al concubinato,
como sería la existencia de la presunción pater ist est para los hijos
nacidos durante su vigencia.

El artículo 77 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


(1999), regula dos tipos de uniones disímiles como son el matrimonio y las
uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer, siendo una igualdad
relativa no absoluta, no obstante lo que enaltece la Constitución primeramente

71
es el principio de protección a la institución del matrimonio: “Se protege el
matrimonio entre un hombre y una mujer, el cual se funda en el libre
consentimiento y la igualdad absoluta de los derechos de los cónyuges…”.
Cuando el artículo expresa que producirán los mismos efectos que el
matrimonio las uniones estables de hecho que cumplan con los requisitos
establecidos en la ley”, se refiere a los establecidos en le Código Civil que
regulan el matrimonio. Para Rodríguez, L. (2006) “el Concubinato es una
unión de hecho entre un hombre y una mujer, con ánimo de relación marital.
Tiene, además, una característica esencial…mencionada en nuestro Código
Civil en el artículo 767, cual es la soltería de ambos participantes”. (p.383).

2. Elementos Configurativos de las uniones de hecho

Dado lo expuesto, para la Sala es claro que actualmente el concubinato que


puede ser declarado tal es aquel que reúne los requisitos del artículo 767 del
Código Civil, y él viene a ser una de las formas de uniones estables
contempladas en el artículo constitucional, ya que cumple los requisitos
establecidos en la ley (Código Civil), para ser reconocido como tal unión. Por
ahora a los fines del citado artículo 77 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (1999), el concubinato es por excelencia la unión
estable allí señalada, así lo declara la Sala:

“Unión estable de hecho entre un hombre y una mujer”,


representa un concepto amplio que va a producir efectos jurídicos,
independientemente de la contribución económica de cada uno de
los unidos en el incremento o formación del patrimonio común o en
el de uno de ellos, siendo lo relevante para la determinación de la
unión estable, la cohabitación o vida en común, con carácter de

72
permanencia, y que la pareja sea soltera, formada por divorciados o
viudos entre sí o con solteros, sin que existan impedimentos
dirimentes que impidan el matrimonio.

Según el artículo 767 del Código Civil (1982), se presume la comunidad,


en aquellos caso de unión no matrimonial, cuando la mujer o el hombre en su
caso, demuestre: en primer lugar, que han vivido permanentemente; y en
segundo lugar, que ninguno de convivientes estén casados con terceras
personas.

Al contrario del matrimonio que se perfecciona mediante el acto


matrimonial, recogido en la partida de matrimonio, no se tiene fecha cierta de
cuándo comienza la unión estable, ella debe ser alegada por quien tenga interés
en que se declare ya sea uno de los convivientes o un tercero, y probada sus
características, tales como la permanencia o estabilidad en el tiempo, los signos
exteriores de la existencia de la unión (lo que resulta similar a la prueba de la
posesión de estado en cuanto a la fama y el trato, ya que la condición de la
pareja como tal, debe ser reconocida por el grupo social donde se
desenvuelve), así como la necesidad de que la relación sea excluyente de otra
de iguales características, debido a la propia condición de la estabilidad.

3. Efectos de uniones de hecho al régimen matrimonial

En el artículo 77 constitucional, como ya se ha observado, se contempla


que “Las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer que cumplan
los requisitos establecidos en la ley producirán los mismos efectos que el
matrimonio”. En este sentido, estima la Sala que debe señalar, cuáles de los

73
efectos del matrimonio son aplicables a las uniones estables de hecho entre
hombre y mujer, siendo necesario dejar claro que aunque el concubinato es un
tipo de unión estable, por ser él la figura regulada en la Ley, la Sala
indistintamente se referirá como “unión estable o concubinato”, pero
reconociendo que dentro del concepto de unión estable pueden existir tipos
diferentes al concubinato. Guerrero, G. (2009) “El efecto esencial que origina
el acto matrimonial, entre cónyuges, es la creación del estado personal de
conyugio, que no vínculo alguno de parentesco, caracterizado por efectos,
deberes y derechos recíprocos, en orden a deberes-derechos personales y
patrimoniales”. (p.246). Por su parte, alude el señalada autor “ La unión more
uxorio o concubinaria, que alude el artículo 77 constitucional, no crea el estado
personal de concubino o concubina, pero no obstante la unión convivencial, así
considerada, produce relativamente los mismos efectos que el matrimonio”.
(p.246).

La Sala considera que, “para reclamar los posibles efectos civiles del
matrimonio, es necesario que la unión estable haya sido declarada conforme a
la ley, por lo que se requiere una sentencia definitivamente firme que la
reconozca”. En este sentido señala la Sala Constitucional:

En la actualidad, es necesaria una declaración judicial de la


unión estable o del concubinato; dictada en un proceso con ese fin;
la cual contenga la duración del mismo, lo que facilita, en caso del
concubinato, la aplicación del artículo 211 del Código Civil, ya que
la concepción de un hijo durante la existencia del mismo, hace
presumir que el concubino es el padre del hijo o hija, por lo que la
sentencia declarativa del concubinato debe señalar la fecha de su
inicio y de su fin, si fuera el caso; y reconocer, igualmente, la
duración de la unión, cuando ella se ha roto y luego se ha

74
reconstituido, computando para la determinación final, el tiempo
transcurrido desde la fecha de su inicio.

Ahora bien, el matrimonio por su carácter formal es una institución que


nace y se prueba de manera distinta al concubinato o a cualquier otra unión
estable, y por ello estas últimas no pueden equipararse íntegramente al
matrimonio y, por tanto, no puede pretenderse que, automáticamente, todos los
efectos del matrimonio se apliquen a las uniones estables.

En consecuencia, no es posible una declaración general que asimile las


uniones (de cualquier tipo) al matrimonio, y por lo tanto, observa la Sala, hay
que distinguir cuáles efectos del matrimonio se aplican al concubinato y a las
posibles otras uniones estables.

Debido a lo expuesto, los efectos del matrimonio aplicables a las uniones


estables y al concubinato, y ella considera que los deberes que el artículo 137
del Código Civil (1982) impone a los cónyuges y cuya violación se convierte
en causales de divorcio, no existen en el concubinato ni en las otras uniones.

3.1 Los efectos Personales

El Código Civil (1982) en los artículos 137 al 140 establece los deberes y
derechos de los cónyuges, es decir, los efectos personales:

Con el matrimonio el marido y la mujer adquieren los mismos


derechos y asumen los mismos deberes. Del matrimonio deriva la
obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y
socorrerse mutuamente. La mujer casada podrá usar el apellido del

75
marido. Este derecho subsiste aún después de la disolución del
matrimonio por causa de muerte, mientras no contraiga nuevas
nupcias.
La negativa de la mujer casada a usar el apellido del marido no se
considerará, en ningún caso, como falta a los deberes que la Ley
impone por efecto del matrimonio.

Se trata del deber-derecho de convivencia o cohabitación habitual en la


misma casa o habitación. Ello supone una residencia común, establecida de
mutuo o acuerdo. Refiriéndose a las uniones de hecho, la Sala al respecto
señala:

Unión estable no significa, necesariamente, bajo un mismo


techo (aunque esto sea un símbolo de ella), sino permanencia en una
relación, caracterizada por actos que, objetivamente, hacen presumir
a las personas (terceros) que se está ante una pareja, que actúan con
apariencia de un matrimonio o, al menos, de una relación seria y
compenetrada, lo que constituye la vida en común.

Frente a estas aseveraciones, resulta muy delicado, concebir una unión de


hecho cuyo elemento definitorio establecido por la propia Constitución, es
justamente la estabilidad, prescindiendo del elemento de cohabitación por ser
el elemento esencial e indisponible para su configuración y desarrollo, pues no
solo por medio de esa cohabitación se identifica su nacimiento, sino que es
consustancialmente esencial a ésta, pues el compartir en una residencia
concubinaria por asimilación a la conyugal, como asiento físico en donde se
dispensen sus participantes ese trato permanente, regular y constante, como si
fuese un matrimonio sin serlo, vivir bajo el mismo techo, situación que le da
contenido y le imprime la estabilidad a dicha unión concubinaria.

76
En relación al deber de fidelidad, a juicio de la Sala, así como no existe el
deber de vivir juntos, tampoco puede existir el de fidelidad contemplado en el
artículo 137 del Código Civil (1982), por lo que la violación de deberes como
el de fidelidad o de vida en común (artículo 137 citado) no producen efectos
jurídicos, quedando rota la “unión” por el repudio que de ella haga cualquiera
de los componentes, lo que viene dado porque uno de ellos contraiga
matrimonio con otra persona, o porque, por cualquier razón, se rompió la
continuidad de la relación. Extinguida la relación, la ley, al menos en el
concubinato, reconoce la condición de exconcubino como lo hace el artículo
42 de la Ley sobre la Violencia contra la Mujer y la Familia (2007).

El precitado artículo prevé: “…Si la víctima resultare ser una niña o


adolescente hija de la mujer con quien el autor mantiene una relación en
condición de cónyuge, concubino, exconyuge, exconcubino, persona con quien
mantenga o mantuvo relación de afectividad aún sin convivencia…”

La infracción del deber de fidelidad conyugal no da lugar a ninguna


sanción legal que no sea la del divorcio o la separación de cuerpos, así como la
correspondiente al delito de adulterio contemplado en los artículos 394 al 399
del Código Penal. En cambio, si cualquiera de los convivientes o concubinos
es infiel a otro, ninguna de estas sanciones represivas, ni la civil, ni la penal, se
producirían, pues tales actos o hechos son exclusivos en el caso del
matrimonio.

En cuanto a la equiparación con el deber-derecho de asistencia


convivencial, contemplado para los cónyuges en el artículo 137 del Código
Civil (1982), la Sala discurre:

77
Que este sí existe en cualquier tipo de unión, ya que si
legalmente las uniones (o al menos el concubinato) generan
derechos –como los alimentarios- los cuales normalmente
corresponden a los cónyuges mientras dure el matrimonio, los
componentes de estas uniones de hecho deben tener también esos
derechos, como luego se explica, y ello se corresponde con el deber
de socorro mutuo…

La doctrina hace distinción entre socorro mutuo (ayuda, auxilio,


asistencia, deber de asistencia conyugal) y deber de socorro. Guerrero, G.
(2009) indica que el primero, “es el deber recíproco de cuidados… atenciones,
afecto, consideración, que se deben los cónyuges durante la existencia del
matrimonio” (p.248); por su parte refiere el mismo autor “el socorro mutuo,
guarda más relación con el aspecto ético, moral y espiritual, que el económico
y material”. (p.249).

Significa que tanto el hombre como la mujer están obligados a contribuir


en la medida de los recursos de cada uno, al cuidado y mantenimiento del
hogar común, y a las cargas y demás gastos matrimoniales. Esta obligación
cesa para con el cónyuge que se separe del hogar sin justa causa; asimismo, si
el cónyuge que dejare de cumplir injustificadamente con estas obligaciones,
podrá ser obligado judicialmente a ello, a solicitud del otro. Siguiendo a
Guerrero, G. (2009) “el deber de socorro que existe entre los esposos,
constituye una obligación legal de alimentos, pero a diferencia del deber
alimentario legal propiamente dicho, no requiere que la parte acreedora se
encuentre en estado de necesidad”. (p.249).

Con relación a los concubinos no ocurre lo mismo, puesto que la unión de


hecho se inicia, no se contrae o celebra matrimonio, y con fundamento en el

78
afecto recíproco y sin ninguna exigencia legal, el podría apuntar que no exista
obligación legal alguna en orden al cumplimiento de deberes y el ejercicio de
derechos, sino que se trata, posiblemente de un aspecto solamente moral e
incoercible.

Equiparando a los concubinos con los cónyuges, considera la Sala que


mientras exista unión, cada uno podrá exigir alimentos al otro partícipe, a
menos que carezca de recursos o bienes propios para suministrarlos, caso en
que podrá exigirlos a las personas señaladas en el articulo 285 del Código Civil
(1982), el cual expresa:

La obligación de alimentos recae sobre los descendientes, por


orden de proximidad; después sobre los ascendientes y, a falta de
uno y otros, se extiende a los hermanos y hermanas. Si ninguna de
estas personas existe o posee medios para cumplir con las
obligaciones expresadas, el Juez competente podrá imponer a los
tíos y sobrinos…cuando éste sea de edad avanzada o esté
entredicho.

En los casos en que se incoen acciones sucesorales o alimentarias, o


contra terceros, sin que exista previamente una declaración de concubinato o
la unión estable, la demanda requerirá que se declare éstas previamente, por lo
que en la misma deberá alegarse y probarse tal condición.

Siguiendo con los efectos personales, el artículo 173 del Código Civil
(1982), el derecho optativo de la mujer de utilizar el apellido de su marido.
Pues bien, a juicio de esta Sala, la utilización de apellidos distintos al propio,
como sería para la mujer el del marido, es un derecho que le nace solamente
del acto matrimonial, que conlleva a que añada algo a su identidad, y que se ve

79
sostenido por el acta de matrimonio que refleja un nuevo estado civil. Para la
Sala, el que la unión estable en general produzca los mismos efectos que el
matrimonio, no significa se repite que ella se convierte en matrimonio, sino
que se le equipara; es decir, en lo que sea posible. Sin embargo, la condición
jurídica de la unión estable, en principio, no permite a la mujer el uso del
apellido del marido.

No existe, en estos momentos y para esta fecha, una partida del estado
civil de concubinato, u otro tipo de unión, que otorgue el estado de concubino
o unido y, por tanto, los símbolos que representan el estado civil, como el uso
del apellido del marido por la mujer; a juicio de la Sala, no puede ser utilizado
por quien no ha contraído matrimonio.

3.2 Efectos Patrimoniales

Ahora bien, al equipararse al matrimonio, el genero “unión estable” debe


tener, al igual que éste, un régimen patrimonial, y conforme al artículo 767 del
Código Civil (1982), correspondiente al concubinato pero aplicable en la
actualidad por analogía a las uniones de hecho, éste es el de la comunidad en
los bienes adquiridos durante el tiempo de existencia de la unión. Se trata de
una comunidad de bienes que se rige, debido a la equiparación, que es posible
en esta materia, por las normas del régimen patrimonial-matrimonial.

El régimen patrimonial de las uniones estables como lo explica Carrillo, C.


(2008) “no es ninguna novedad en nuestro ordenamiento jurídico, pues su
consagración legal data desde 1942 hasta el presente en el artículo 767 del
Código Civil”. (p.625). Esta normativa constituye una presunción iuris tantum

80
de la materialización de una ficción de comunidad patrimonial sobre los bienes
adquiridos coetáneamente a la existencia de una unión concubinaria, que
aplicaría sólo ante la inexistencia de un matrimonio formalmente constituido
entre alguno de los que pretendan aducir derechos económicos por la unión
fáctica concubinaria, ya que de existir vínculo nupcial se generarían efectos
patrimoniales derivados del matrimonio, ya sea por el establecimiento de
capitulaciones matrimoniales o, en su defecto, el régimen supletorio de una
comunidad conyugal limitada a gananciales.

Diversas leyes de la República como la Constitución de la República


Bolivariana de Venezuela (1999), el Código Civil (1982), Ley que Regula el
Subsistema de Pensiones, la Ley del Seguro Social, otorgan a los concubinos
derechos patrimoniales y sociales en diferentes áreas de la vida, y esto, a juicio
de la Sala, es un indicador que a los concubinos se les está reconociendo
beneficios económicos como resultado de su unión, por lo que, el artículo 77
constitucional al considerarlas equiparadas al matrimonio, lo lógico es pensar
que sus derechos avanzan hasta alcanzar los patrimoniales del matrimonio,
reconocidos puntualmente en otras leyes. Entre los beneficios están:

La Ley que Regula el Subsistema de Pensiones (artículo 69-6)


otorga a los concubinos pensión de sobrevivencia; la Ley del
Estatuto sobre el Régimen de Jubilaciones y Pensiones de los
Funcionarios de la Administración Pública Estadal y Municipal,
otorga a la concubina derechos a la pensión de sobrevivencia
(artículo 16-3); las Normas de Operación del Decreto con Rango y
Fuerza de Ley de los Préstamos Hipotecarios a Largo Plazo
(artículo 130), así como las Normas d Operación del Decreto con
Rango y Fuerza de Ley que Regula el Subsistema de Viviendas
(artículo 34) prevén al concubinato como elegibles para los
préstamos para la obtención de vivienda; la Ley del Seguro Social

81
(artículo 7-a) otorga a la concubina el derecho a una asistencia
médica integral; la Ley Orgánica del Trabajo (artículo 568) da al
concubino el derecho de reclamar las indemnizaciones que
corresponderán a su pareja fallecida, e igual derecho otorga el
Estatuto de la Función Pública (artículo 31).

Se trata de beneficios económicos que surgen del patrimonio de los


concubinos: ahorro, seguro, inversiones del contribuyente (artículo 104 de la
Ley de Impuesto sobre la Renta lo reconoce), etc., y ello, en criterio de la Sala,
conduce a que si se va a equiparar el concubinato al matrimonio, por mandato
del artículo 77 constitucional, los efectos matrimoniales extensibles no pueden
limitarse a los puntualmente señalados en las leyes citadas o en otras normas,
sino a todo lo que pueda conformar el patrimonio común, ya que bastante de
ese patrimonio está comprometido por las leyes referidas.

Dicha comunidad de bienes, a diferencia del divorcio que exige declaración


judicial, finaliza cuando la unión se rompe, lo cual excepto por causa de
muerte, es una cuestión de hecho que debe ser alegada y probada por quien
pretende la disolución y liquidación de la comunidad.

Para la Sala, y como resultado natural de tal situación, “quien demanda la


disolución y liquidación de la comunidad, podrá pedir al juez se dicten las
providencias del artículo 174 del Código Civil (1982), en el supuesto en él
contemplado”. Ahora bien, como no existe una acción de separación de
cuerpos del concubinato y menos una de divorcio, por tratarse la ruptura de la
unión de una situación de hecho que puede ocurrir en cualquier momento en
forma unilateral, los artículos 191 y 192 del Código Civil (1982) resultan
inaplicables, y lo declara la Sala; sin embargo, en los procesos tendientes a que

82
se reconozca el concubinato o la unión estable, se podrán dictar las medidas
preventivas necesarias para la preservación de los hijos y bienes comunes.

Al aparecer el artículo 77 constitucional, surgen cambios


profundos en el régimen concubinario del artículo 767 del Código
Civil, ya que existiendo la unión estable o permanente, no hay
necesidad de presumir, legalmente, comunidad alguna, ya que ésta
existe de pleno derecho –si hay bienes- con respecto de lo
adquirido, al igual que en el matrimonio, durante el tiempo que duró
la unión y, como comunidad, no es que surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos, o entre uno de ellos y los
herederos del otro, como lo contempla el artículo 767 del Código
Civil, sino que, al igual que los bienes a que se refiere el artículo
168 del Código Civil, los terceros que tengan acreencias contra la
comunidad podrán cobrarse de los bienes comunes, tal como lo
pauta dicha norma.

A ese fin, si la unión estable o el concubinato no ha sido declarada


judicialmente, los terceros pueden tener interés que se reconozca mediante
sentencia, para así cobrar sus acreencias de los bienes comunes. Para ello
tendrán que alegar y probar la comunidad, demandando a ambos concubinos o
sus herederos.

En este sentido, cuando la unión convivencial ha sido declarada por


sentencia definitivamente firme e inscrita en el Registro, parece aplicable el
artículo 168 del Código Civil (1982), que establece que cada uno de los
cónyuges podrá administrar por sí solo los bienes de la comunidad que hubiere
adquirido con su trabajo personal o por cualquier otro título legítimo,
asimismo, se requerirá del consentimiento de ambos para enajenar a título
gratuito u oneroso o para gravar los bienes gananciales, cuando se trata de
inmuebles, derechos o bienes muebles sometidos a régimen de publicidad,

83
acciones, obligaciones y cuotas de compañías, fondos de comercio, así como
aportes de dichos bienes a sociedades.

Sin embargo, cuando el conviviente o la conviviente proceden a realizar el


acto de enajenación o disposición no tienen la facultad para requerir el
consentimiento del otro conviviente, pues el concubinato no confiere el estado
civil de concubino o concubina. Pues la legitimación en juicio qué
correspondería a los dos concubinos en forma conjunta, para las respectivas
acciones, del modo como previene el artículo 168 del Código Civil (1982),
siempre y cuando los dos hayan intervenido realizando el acto de enajenación
o gravamen.

Ahora bien, para que el juez decida con conocimiento de causa, la solicitud
debe contener el hecho o los hechos demostrativos de procedencia de la
misma, sino también que la unión esté probada mediante sentencia declarativa
definitivamente firme y se acompañe instrumento público o autentico donde
conste que el bien pertenece a la comunidad.

No existiendo mecanismos de publicidad que comuniquen la existencia del


concubinato, ni que registren las sentencias que lo declaren, para los terceros
con interés en los bienes comunes, resulta la mayoría de las veces imposible
conocer previamente la existencia del concubinato y cuáles son esos bienes
comunes; motivo por el cual la Sala considera que exigir la aplicación del
artículo 168 del Código Civil (1982) resultaría contrario al principio de que a
nadie puede pedírsele lo imposible, ya que al no conocer la existencia de
concubinato, ni estar los concubinos obligados a declarar tal condición, en las

84
demandas que involucren los bienes comunes, bastará demandar a aquel que
aparezca como dueño de ellos, e igualmente esté legítimamente podrá incoar
las acciones contra los terceros relativos a los bienes comunes, a menos que la
propiedad sobre ellos esté documentada a favor de ambos.

Ahora bien, declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los


concubinos, en defensa de sus intereses, puede incoar la acción prevenida en el
artículo 171 del Código Civil (1982) en beneficio de los bienes comunes y
obtener la preservación de los mismos mediante las providencias que decrete el
juez.

Es importante para esta interpretación, aclarar si es posible que entre los


concubinos o personas unidas, exista un régimen patrimonial distinto al de la
comunidad de bienes, tal como el previsto en el Código Civil (1982) en
materia de capitulaciones matrimoniales, en este sentido a juicio de esta Sala:

…ello es imposible, porque la esencia del concubinato o de la


unión estable no viene dada –como en el matrimonio- por un
documento que crea el vínculo, como lo es el acta de matrimonio,
sino por la unión permanente (estable) entre el hombre y la mujer, lo
que requiere un transcurso de tiempo (que ponderará el juez), el cual
es el que califica la estabilidad de la unión; y siendo ello así, a priori
no puede existir una declaración registrada de las partes
constitutivas de la unión, en el sentido de cómo manejarán los
bienes que se obtengan durante ella.

Siguiendo el orden de ideas, en el comentado fallo jurisprudencial de la


Sala Constitucional declaró la existencia del concubinato putativo al afirmar lo
siguiente:

85
….Igualmente, la Sala tiene que examinar la posibilidad para
uno de los miembros de una unión o concubinato, de la existencia
del concubinato putativo, que nace cuando uno de ellos, de buena
fe, desconoce la condición de casado del otro. A juicio de esta Sala,
en estos supuestos funcionará con el concubino de buena fe, las
normas sobre el matrimonio putativo, aplicables a los bienes.

Es decir, la Sala examinó la posibilidad que para uno de los miembros de


una unión o concubinato se otorgue el beneficio de la ficción de concubinato
putativo, por detentar de buena fe, y eventualmente desconocer la condición de
casado del otro participante de la relación de hecho. Para Guerrero, G. (2009)
la buena fe consiste en la creencia errónea o equivocada por alguno de los
convivientes o ambos, en cuanto a que no existe ningún impedimento legal
que obstaculice su convivencia”. (p.271).

Según Carrillo, C. (2008) la figura del concubinato es:

Incontrovertiblemente, de configurarse un aleatorio supuesto


real en donde uno de los integrantes de una relación de hecho éste
casado, su otro integrante coparticipe, en estricto rigor jurídico, en
el caso de tener contacto sexual, es verdaderamente -en el caso que
lo declare un órgano judicial competente-, un coautor del ilícito civil
y del ilícito penal de adulterio, y nunca podría constituirse o
reconocérsele condición de concubinario putativo. (p.629).

Con relación a lo expresado por la Sala, se observan varias ilaciones: en


primer lugar, la presencia del concubinato putativo que se genera cuando el
concubino de buena fe ignora la condición de casado del otro. Entonces el
concubinato putativo a que se refiere la Sala, se concreta únicamente cuando
existiendo buena fe como presupuesto condicionante y esencial, acontece que

86
uno de los convivientes es casado. La buena fe se presume, salvo prueba en
contrario, que corresponde a quien lo impugna.

Por otra parte, el desconocimiento o ignorancia del estado civil del otro
conviviente, conduce a que el de buena fe goce de los beneficios o efectos del
matrimonio putativo, en relación a los bienes (efectos patrimoniales); y por
último, para la existencia del concubinato putativo debe previamente declararse
la existencia de la unión fáctica mediante sentencia definitivamente firme y,
por supuesto de producirse la declaración de nulidad de la misma mediante
decisión definitivamente firme. Sin la declaración de nulidad no puede
hablarse de concubinato putativo, como no puede afirmarse el matrimonio
putativo sin la sentencia que declare su nulidad.

Para Guerrero, G. (2009) resulta dificultoso demandar la nulidad de la


unión de hecho o concubinario, “pues su nacimiento depende de la voluntad
reciproca de los convivientes sin ninguna otra formalidad establecida en la ley,
y su extinción o disolución se produce por decisión unilateral de uno solo de
los convivientes o por causa de muerte”. (p.282).

Como secuela de ello, se tendría que declarar primero la existencia de un


impedimento dirimente que no autorizaba la celebración del matrimonio, o que
imposibilitaba el ejercicio de la capacidad convivencial, para que la unión
fáctica fuese estable y cumplía los requisitos establecidos en la ley; y que uno
de los concubinos actúo de buena fe para que sea putativo para él; o si ambos
actuaron de buena fe reputado putativo para los dos.

87
Siguiendo con la interpretación del artículo 77 constitucional, en cuanto a
los efectos y alcances de la unión estable (concubinato) con el matrimonio, la
Sala interpreta que entre los sujetos que la conforman, que ocupan rangos
similares a los de los cónyuges, existen derechos sucesorales a tenor de lo
expresado en el artículo 823 del Código Civil (1982), siempre que el deceso de
uno de ellos ocurra durante la existencia de la unión. Una vez haya cesado, la
situación es igual a la de los cónyuges separados de cuerpos o divorciados. Por
tanto queda establecido por la Sala:

Al reconocerse a cada componente de la unión derechos


sucesorales con relación al otro, el sobreviviente o supérstite, al
ocupar el puesto de un cónyuge, concurre con los otros herederos
según el orden de suceder señalado en el Código Civil (artículo 824
y 825) en materia de sucesión ab intestato, conforme al artículo 807
del Código Civil, y habrá que respetársele su legítima (artículo 883
del Código Civil) si existiere testamento. Igualmente, las causales
de indignidad que haya entre los concubinos, se aplicarán conforme
al artículo 810 del Código Civil.

Según el articulo 807 del Código Civil (1982) “la sucesiones se defieren
por la Ley o por testamento. No hay lugar a la sucesión intestada sino cuando
en todo o en parte falta la sucesión testamentaria”. Por su parte el artículo 823
eiusdem “El matrimonio crea derechos sucesorales para el cónyuge de la
persona de cuya sucesión se trate”. En este sentido, el 77 constitucional, en su
segundo aparte expresa que “Las uniones estables de hecho entre un hombre y
una mujer que cumplan los requisitos establecidos en la ley producirán los
mismos efectos que el matrimonio”.

88
En equiparación con el matrimonio, en las uniones de hecho, cuando el
conviviente no está unido a matrimonio anterior, no existe impedimento alguno
para que como sobreviviente goce de los derechos sucesorios de su causante
(soltero, viudo o divorciado) con quien convivió, no solo porque se equipare su
unión la matrimonio, sino porque le corresponde tal derecho, siempre que esta
unión hubiere sido estable y cumplido con los requisitos exigidos en la ley. En
efecto, que el conviviente pruebe que la unión fue estable, es decir que haya
vivido permanentemente en tal estado, según el artículo 767 del Código Civil
(1982), pues la presunción de comunidad emergente en los casos de unión no
matrimonial, en tal caso surte efecto entre los convivientes y sus respectivos
herederos y también entre uno de ellos y los herederos del otro, con derecho a
concurrir cuando ha sido declarada mediante sentencia definitivamente firme,
la existencia de la unión convivencial.

Es importante acotar, que la Sala de asentado lo siguiente:

….el único concubinato que produce efectos equiparables al


matrimonio, es el que se delinea en este fallo; y se hace tal
acotamiento porque algunas leyes denominan concubina a la mujer
que vive con un hombre a pesar que éste tiene impedimento para
contraer matrimonio con ella, cuando en realidad tal concubinato es
contrario al artículo 767 del Código Civil y a lo que conceptualiza
este fallo. El mal uso de la palabra concubina, en el sentido
inmediatamente indicado, aparece en los artículos 397 y 399 del
Código Penal, y así se declara.

Queda en los términos expuestos, resuelta la interpretación solicitada, y


dado el carácter vinculante de la misma, conforme a lo establecido en el
artículo 335 constitucional, se ordena la publicación del presente fallo en la

89
Gaceta Oficial de la República, sin perjuicio que desde que entró en vigencia la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los derechos de los
concubinos han quedado reconocidos constitucionalmente.

Como ya se mencionó al inicio del capítulo, este fallo jurisprudencial es


vinculante para las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y los
Tribunales de la República. En este sentido, a continuación se hace referencia
como elemento ilustrativo a una sentencia de un tribunal ordinario, donde se
aplicó el fallo antes analizado, en el cual se dirime un caso sobre las medidas
de protección de los bienes patrimoniales antes de la declaratoria judicial del
concubinato, que es el tema de la presente investigación.

Sentencia del Juzgado del Municipio Caripe de la Circunscripción


Judicial del Estado Monagas, Exp. Nro. 679-09, de fecha 11de Junio del
2009. Ponente Jueza Dra. Milagros Natera. Caso: Partición de Comunidad
Concubinaria.

Según demanda incoada por el ciudadano Luis Alfredo Idrogo,


domiciliado en la población de Caripe, Municipio Caripe del Estado Monagas,
fundada en “Partición de Comunidad Concubinaria”, el Tribunal se pronunció,
realizando las siguientes consideraciones:
Que en fecha 27 de Enero de 1.976… Luís Alfredo Idrogo y la
ciudadana Nancy Coromoto Zaragoza Marcano…dieron inicio a
una relación concubinaria estable, en forma pública, pacífica y
notoria, hasta el día 15 de Marzo de 1.994, es decir que dicha
relación se mantuvo durante 19 años y dos meses...Que de esa unión
concubinaria procrearon ocho (8) hijos…todos mayores de edad,
Que mantuvieron relaciones concubinarias en forma pacífica
normal, entre el lapso comprendido del 27/01/1976, hasta el

90
15/03/1.994…fecha en que…comenzó a tener problemas con su
concubina, que se tornaron difíciles de manejar, motivados a las
diferencias personales y a cambio de caracteres de su concubina…
Que durante el tiempo que mantuvieron relaciones concubinarias,
con el esfuerzo conjunto, constituyeron los ahorros sustanciales,
para sufragar los gastos del mantenimiento del hogar, la adquisición
de los bienes muebles del mismo y del bien mueble Fundamenta la
acción en los artículos 767 y 768 del código de Procedimiento Civil.
Solicita se Decrete medida cautelar de prohibición de enajenar y
gravar sobre el inmueble identificado.

En ese sentido, observa el Tribunal, que el actor solicita a través de su


escrito de demanda, que se declare la partición y liquidación de los bienes
adquiridos durante la unión concubinaria, pero de la revisión efectuada sobre
las actas que conforman el libelo de demanda y sus anexos, no se evidencia
que la señalada relación de hecho haya sido declarada por ninguna autoridad
jurisdiccional, elemento este necesario para establecer la certeza de la
existencia real de la misma y de la fecha en que comenzó dicha relación.

Establece el artículo 78 del Código de Procedimiento Civil (1987):

No podrá acumularse en el mismo libelo pretensiones que se


excluyan mutuamente o que sean contrarias entre si; ni las que por
razón de la materia no correspondan al conocimiento del mismo
Tribunal; ni aquéllas cuyos procedimientos sean incompatibles entre
si. Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más
pretensiones incompatibles para que sean resueltas una como
subsidiaria de otra siempre que sus respectivos procedimientos no
sean incompatibles entre sí.”

91
El Tribunal hace referencia la sentencia de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 15 de julio de 2005, con Ponencia del
Magistrado Jesús Eduardo Cabrera, en el cual estableció lo siguiente:

…En primer lugar considera la Sala que, para reclamar los


posibles efectos civiles del matrimonio, es necesario que la “unión
estable” haya sido declarada conforme a la ley, por lo que se
requiere una sentencia definitivamente firme que la reconozca. En la
actualidad, es necesario una declaración judicial de la unión estable
o del concubinato; dictada en un proceso con ese fin; la cual
contenga la duración del mismo, lo que facilita, en el caso del
concubinato, la aplicación del artículo 211 del Código Civil…….,
por lo que la sentencia declarativa del concubinato debe señalar la
fecha de su inicio y de su fin, si fuera el caso; y reconocer, la
duración de la unión, cuando ella se ha roto y luego se ha
reconstruido, computando para determinación final, el tiempo
transcurrido desde la fecha de su inicio”.

Lo anterior ha sido ratificado mediante sentencia dictada por la Sala de


Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 384, de fecha
13 de marzo de 2006, N° RC-00176, ratificando su criterio en relación a la
mero declarativa, en la cual señaló lo siguiente:

La Sala observa, que en el caso que nos ocupa se acumularon


dos pretensiones en el libelo de la demanda: la acción mero
declarativa de reconocimiento de unión concubinaria y la de
partición de bienes de la comunidad, que no podían ser acumulados
en una misma demanda, pues es necesario que se establezca en
primer lugar judicialmente la existencia o no de la situación de
hecho, esto es, la unión concubinaria; y, una vez definitivamente
firme esa decisión, es que podían las partes solicitar la partición de
esa comunidad de los contrario el juez estaría incurriendo en un
exceso de jurisdicción….

92
Como puede valorarse, las Salas Constitucional y Civil repetidamente han
señalado que para solicitarse la partición y liquidación de la comunidad
concubinaria debe existir previamente la declaratoria judicial de la existencia
del derecho que se hace valer como objeto de partición; de lo cual se concluye,
que para demandar la partición y liquidación de una comunidad concubinaria,
el demandante debe acompañar copia certificada de la de la declaración
Judicial que declare la existencia de la comunidad concubinaria y es tal
declaración judicial, lo que servirá de fundamento a los fines de intentar la
partición de la comunidad concubinaria.

En este sentido, es indudable que la declaración de unión concubinaria,


debe ser tramitada a través del juicio ordinario de acción mero declarativa y la
partición de la comunidad debe ser tramitada a través de un procedimiento de
Partición y Liquidación de Comunidad (en este caso Concubinaria). Por lo
tanto, para que uno de los concubinos o convivientes pueda reclamar los
efectos patrimoniales derivados de una unión concubinaria es necesario que la
misma sea previamente declarada por un órgano jurisdiccional conforme a la
Ley, a través de un procedimiento ordinario declarativo o mero declarativo,
que con una sentencia definitivamente firme reconozca la existencia de la
unión concubinaria, y una vez establecida la existencia de dicha unión, se
proceda a accionar a través del procedimiento especial de partición y
liquidación de comunidad concubinaria, con el objeto de que el concubino o
concubino demandado sea condenado a entregar al otro la parte del patrimonio
que realmente le corresponde.

Al respecto, establece el artículo 777 del Código de Procedimiento Civil


(1987), lo siguiente:

93
La demanda de Partición o división de bienes comunes se
promoverá por los trámites del procedimiento ordinario y en ella se
expresara especialmente el título que origina la comunidad, los
nombres de los condóminos y la proporción en que deban dividirse
los bienes.

Es de observarse que para intentar una acción de partición, el accionante


debe consignar junto con su escrito de demandada, el título que origina la
comunidad, por lo que, si se trata de una comunidad conyugal, debe consignar
el acta de matrimonio, y de la sentencia de divorcio que disuelve el vínculo
conyugal, en el caso de las comunidades hereditarias, el título que acredite
como Único y Universal Heredero al accionante, y en el caso de partición de
comunidad concubinaria, la declaración de certeza o mero declarativa,
tramitada a través de un Tribunal de la República, que acredite la relación de
concubinato y la duración del mismo, por lo que teniendo tal requisito es
factible y viable intentar la acción de partición de los bienes adquiridos durante
la vigencia de la comunidad concubinaria, siempre y cuando estén llenos los
extremos de ley y así se declara.

En consecuencia, el Tribunal decide lo siguiente: En virtud de que la parte


demandante interpuso dos pretensiones distintas una de la otra, y que en todo
caso deben ser tramitadas a través de procedimientos diferentes, donde uno
debe ser previo al otro, es decir, la declaración mero declarativa o de certeza
debe ser previa a la partición, porque aquella va a servir de título o fundamento
para éste último. En este sentido, declara la inadmisibilidad de la demanda con
fundamento en el artículo 341 del Código de Procedimiento Civil (1987).

94
CONCLUSIONES

En la antigua Roma, mediante un contrato se reconoció expresamente el


concubinato, considerándolo un matrimonio de orden inferior, y se le hizo
producir efectos jurídicos. Surgió como una necesidad, ante la imposibilidad de
que parejas de distinta condición social, pudieran contraer justas nupcias. El
emperador Augusto reconoció esta institución en La Ley Julia de Adulteris,
(dictada en el año 9 d. D.C), donde se estableció esa posibilidad para quien no
hubiera contraído justas nupcias y además, que ningún hombre podía tener más
de una concubina. Era reconocido por el derecho romano y aceptado
socialmente dentro de ciertas circunstancias. Tal vez por suprimirse las
formalidades en uniones mal vistas socialmente, la relación evolucionó al
significado exclusivo actual. En el derecho moderno el concubinato intenta
reivindicarse hasta en lo idiomático y adopta hoy, con mucha frecuencia, el
significado de “unión libre”, “unión estable” e incluso e intentan equipararla
con el matrimonio legitimo; es decir, la situación de hecho con la de derecho.

Cuando existe el concubinato, debe cumplirse con las siguientes


regularidades: debe existir una unión de vidas, permanente estable y singular
entre un hombre una mujer, conjugado por el lazo espiritual del afecto, quienes
cohabitan como si estuviesen unidos en matrimonio, con la posibilidad jurídica
inmediata de contraerlo.

El artículo 77 de la Constitución de la República Bolivariana de


Venezuela de 1999, establece la protección al matrimonio entre un hombre y
una mujer, fundado en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los

95
derechos y deberes de los cónyuges. Asimismo, protege a las uniones estables
de hecho entre un hombre y una mujer siempre que cumplan con los requisitos
establecidos en la ley, los cuales producirán los mismos efectos que el
matrimonio. También la disposición constitucional contiene como proposición
normativa el tratamiento jurídico de las uniones estable de hecho entre un
hombre y una mujer que cumplan con los requisitos que establece la ley y que
en este caso refiéranse al Código Civil (1982) y las que directa o
indirectamente se relacionen.

Del mismo modo es conveniente precisar que no cualquier unión de hecho


puede ser sometida a la protección jurídica destinada a las uniones estables o
relaciones concubinarias, ya que es necesario además de la unión y los
requisitos que potencialmente contiene las normas especiales; la estabilidad de
esas uniones, pues de lo contrario se incurriría en una desviación hermenéutica
si se pudieran considerar las uniones esporádicas o eventuales como
concubinato, elementalmente allí no están presentes los elementos que
configuran el concubinato regulado por la normativa venezolana.

El patrimonio concubinario, a los efectos del artículo 767 de Código Civil


(1982), comprende el conjunto de bienes que logran formar o incrementar los
concubinos durante la vida de la relación. Presume un esfuerzo conjunto que
por si genera una situación de comunidad, en la cual, por tácita remisión al
artículo 760 del mismo código, los bienes pertenecen a los dos concubinos en
la misma proporción, salvo que, aun presumida la comunidad, algunos de ellos
demuestre en juicio la existencia de un pacto previo, en virtud del cual el
patrimonio no pertenecía a los dos en igualdad de partes. Tal patrimonio se

96
compone a los bienes que, en un plano de igualdad, han sido formados o
incrementados entre las fecha de inicio y término de la relación concubinaria,
conjuntamente por ambos convivientes, mediante su industria, profesión, oficio
o trabajo, o por conceptos de frutos, rentas o intereses devengados durante el
concubinato, provenientes de bienes comunes o de los peculiares de cada uno
de ellos. Y, en general, todos los bienes existentes durante la vida concubinaria,
salvo que el interesado pruebe que le son propios.

Aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999),


brinda protección a las uniones estables de hecho entre un hombre y una mujer
que cumplan los requisitos establecidos en la ley, y las equipara a la figura del
matrimonio, en cuanto sea aplicable, al prever que producen los mismos
efectos que el matrimonio; pero aún así, existe vacío legal en cuanto al
régimen patrimonial en el concubinato. En el caso de disolución de la
comunidad concubinaria queda totalmente en manos de los convivientes, salvo
las reclamaciones de una de las partes por percatarse que existe una división
injusta. En este sentido, en virtud del equiparamiento con el matrimonio
cualquiera de los concubinos, que considere que se le haya lesionado algún
derecho, u otra situación irregular en el patrimonio en la cual no este de
acuerdo, podrá solicitar ante el Juez competente las providencias judiciales
establecidas en el artículo 174 del Código Civil venezolano (1982) con el fin
de asegurar los bienes mientras dure el proceso.

Son medidas de aseguramiento intra-procesales. No obstante, según


decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, Sentencia
Nº 1682, Exp. 04-3301 de fecha 15 de julio de 2005, que estas medidas

97
previstas resultan inaplicables, pues para que el conviviente (autor) pueda
reclamar los efectos civiles del concubinato se requiere la sentencia
definitivamente donde se reconozca dicha figura jurídica, ya que en la
actualidad, es necesaria una declaración judicial de la unión estable o del
concubinato; dictada en un proceso con ese fin. En dicha acción mero
declarativa de reconocimiento de la comunidad concubinaria, se requiere que
el accionante demuestre en primer lugar, la convivencia con la parte
demandada durante el período alegado; en segundo lugar, la permanencia y
estabilidad de la unión, que sea continua; tenga apariencia de matrimonio, y
por último, el hecho de haber contribuido con su trabajo a favorecer o
aumentar el patrimonio del demandado.

Ahora bien, declarado judicialmente el concubinato, cualquiera de los


concubinos, en defensa de sus intereses, puede incoar la acción prevenida en el
artículo 171 del Código Civil (1982) en beneficio de los bienes comunes y
obtener la preservación de los mismos mediante las providencias que decrete el
juez. La esencia del concubinato o unión estable viene dada por una sentencia
mero declarativa donde el Juez competente califica la estabilidad de la unión,
caso contrario sucede con el matrimonio, donde el documento (acta de
matrimonio) crea el vínculo.

La jurisprudencia es la que se ha encargado hasta ahora de interpretar y


establecer criterios jurídicos sobre el tema del concubinato ante la ausencia de
una moderna reforma legal. En este sentido, en fecha 15 de julio del 2005, la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (caso interpretación del
artículo 77 constitucional) la cual es vinculante para otras Salas del Tribunal

98
Supremo y demás Tribunales de la República desde ese momento los derechos
de los concubinos han quedado reconocidos constitucionalmente. Desde el
momento que la Asamblea Nacional no dicte la ley especial o reforme el
vigente Código Civil (1982) y regule detalladamente las uniones de hecho o
concubinato, la decisión de la Sala Constitucional regulará los tópicos sobre
esta figura jurídica.

99
RECOMENDACIONES

A la Asamblea Nacional

La disposición establecida en el artículo 77 de la Constitución Bolivariana


de Venezuela (1999) donde se equipara las uniones estables de hecho
(concubinato) con la figura del matrimonio, deja abierta la posibilidad de que
la situación del concubinato se vea regulada más a fondo en un futuro en leyes
especiales o en alguna modificación del Código Civil (1982), en este sentido,
se le recomienda a la Asamblea Nacional creadora de leyes, que cuando en un
futuro realice una reforma al Código Civil, incluya un aparte donde se
codifique ampliamente el concubinato, o en su defecto, cree una ley especial,
pues la idea que propone el texto constitucional es otorgarle al concubinato el
mismo carácter fundamental y primordial que posee el matrimonio, sin
embargo en algunos aspectos resulta vaga, al no concretar de manera exacta
cuáles serán los efectos del matrimonio que serán aplicados correlativamente a
la unión concubinaria, ya que en ciertos aspectos resultan inaplicables.

A los Jueces de la República

La legislación algunas veces presenta lagunas, imprecisiones, casos no


previstos; sin embargo, existe el principio de plenitud hermenéutica del
ordenamiento jurídico, según el cual el Derecho siempre trae soluciones para
los casos discutidos recurriendo a fuentes del Derecho. El juez al sentenciar,
debe subsanar los vacíos dejados por el ordenamiento jurídico.

100
De esta forma, la jurisprudencia está realizando una función de creación e
integración del Derecho, en el tema del concubinato, tal es el caso de la
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, Exp. 04-
330, de fecha 5 de julio de 2005, con Ponencia del Magistrado Dr. Jesús
Eduardo Cabrera Romero, interpuesta para la interpretación del artículo 77 de
la Constitución vigente, ha sido una jurisprudencia vinculante para las demás
Salas y Tribunales de la República, prácticamente ha venido a cubrir el vacío
legal que existe en muchos ámbitos en la figura del concubinato. En virtud de
esto se les recomienda a los Jueces y Juezas en la materia de Derecho de
Familia para el cabal desempeño de sus funciones, ser prudentes, e imparciales
en la interpretación y aplicación de la norma, ser diligentes al momento de
decidir sobre las controversias sobre el tema aquí estudiado, a fin de aplicar la
justicia de la manera mas justa posible.

A la Universidad Bicentenaria de Aragua

Por ser el tema del concubinato y sus efectos un aspecto importante en el


Derecho Positivo, se le recomienda a la Cátedra de Derecho de Familia de la
Universidad Bicentenaria de Aragua, que incentive la modalidad de foros,
charlas, seminarios relacionados con el equiparamiento que existe entre la
figura del concubinato y el matrimonio en la República Bolivariana de
Venezuela, a la luz de la ley, la doctrina y la jurisprudencia patria.

Asimismo, se le exhorta a los estudiantes de pregrado y los profesores de


la Cátedra de Derecho, investigar, analizar y dilucidar sobre los últimos aportes
jurídicos, doctrinales y jurisprudenciales de la normativa interna y el Derecho
Comparado relacionados con el tema del concubinato y sus efectos personales

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y patrimoniales, pues es de interés tener los conocimientos precisos debido a
que la figura del concubinato no se encuentra potencialmente regulado por ley
especial, sino que existe una normativa dispersa en diferentes dispositivos
legales, lo que trae como consecuencia a la hora de decidir alguna disyuntiva
sobre esta figura, que hay que recorrer varios textos legislativos y aportes
jurisprudenciales para tomar decisiones lo mas equitativas posibles al caso.

Se propone a los estudiantes de pregrado, el seguimiento de este estudio,


con la finalidad de que éste sirva como antecedente y aporte para futuros
Trabajos Especiales de Grado, así como Tesis Doctorales y Maestrías, que
puedan de alguna manera contribuir a una mejor comprensión de la figura del
concubinato y su regulación hasta la actualidad.

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